Cuento La Visita

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La Visita

Estaba perdido, más bien desorientado. Los caminos ásperos y rocosos ya comenzaban a darme dolor de
cabeza, hacia tres días desde que salí de la Quinta “Las animas” , iba pensando en que le iba a decir a la gente
del pueblo, no conocía muy bien a tío Porfirio pero lo suficiente para decir algo de el, me sorprendió mucho que
hubiera muerto tan joven , lo hubiera pensado de la abuela pero no de él, estaba tan lleno de vida, que nunca
imagine ver su nombre tan pronto en aquel sobre negro de defunción.

Ya pasaron horas y pareciera que estoy avanzando en círculos, todo era culpa mía , nunca debí venir sin saber
cual era el camino, mi único guía eran los recuerdos de antiguas visitas cuando era joven.

Las montañas se levantaban altas e imponentes a mis costados, pareciera que habían escarbado hasta sus
mismísimas entrañas , dejando un estrecho camino por el cual circundar; yo iba justo en medio de el,
admirando tal naturaleza.

Al cabo de un rato deje las grandes montañas, para adentrarme en la hondonada de un valle estaba agotado, el
motor del carro iba fallando y no sabia cuanto tiempo más iba a aguantar el carburador.

Empezaba a morir el día, entre mas avanzaba la oscuridad se hacia mas penetrante, las luces de mis faros era
ya lo único que alteraba la plenitud de la noche, el camino era áspero y seco, era como si aquella pequeña
porción de tierra nunca hubiera sido tocada por los mares.

El camino tenia una tranquilidad inquietante , no se escuchaba ni el mas mínimo sonido de aquel animal
nocturno que sale a cazar de noche, me sentía como un extraño, que venia a irrumpir la paz de un mundo ajeno.
Paso poco tiempo para divisar una silueta junto al camino , al cobrar forma pude ver una cruz, pareciera a
primera vista de madera pero no supe distinguir con exactitud de que material era, pase de largo sin darle
mucha importancia.

No paso mucho para encontrar otras dos más en el camino , seguí sin darles importancias hasta que tres cruces
negras me detuvieron el paso, y no tuve mas alternativa que detener el auto. No entendía el significado de
aquellas señales , estaba confundido, no sabia en que momento llegue a desviar mi camino para venir a parar a
este lugar.

Baje del carro, todo lo invadía una oscuridad atroz que me impedía ver a lo lejos, me dirigí a la cajuela del
coche tanteando para asegurar mis pasos, Saque la vieja lámpara que llevaba en ella y cuando la prendí no pude
comprender lo que veía , había otra cruz y otra y otra mas, en esa plenitud y en esos momentos en que mi razón
no daba cabida, mire al cielo, y un rayo de luz enseguesedora cayo sobre una cruz en la montaña que se abría
ante mi, fue cuando logre ver el vasto y extenso mar de cruces que me rodeaban, escuche pasos detrás mío, se
me helo la sangre, y cuando quise voltear sentí una mano en mi hombro y una voz cavernosa que me decía:
- señor, la hora de visita al cementerio termina a las 6...

Era el sepulturero.

Emmanuel Del Moral Gómez

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