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Prismas

Revista de historia intelectual

18
2014
Anuario del grupo Prismas
Centro de Historia Intelectual
Departamento de Ciencias Sociales
Universidad Nacional de Quilmes

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
Universidad Nacional de Quilmes
Rector: Mario Lozano
Vicerrector: Alejandro Villar
Departamento de Ciencias Sociales
Director: Jorge Flores
Vicedirectora: Nancy Calvo
Centro de Historia Intelectual
Director: Adrián Gorelik

Prismas
Revista de historia intelectual
Buenos Aires, año 18, número 18, 2014
Consejo de dirección
Carlos Altamirano, unq / conicet
Anahi Ballent, unq / conicet
Alejandro Blanco, unq / conicet
Adrián Gorelik, unq / conicet
Jorge Myers, unq / conicet
Elías Palti, unq / uba / conicet
Oscar Terán (1938-2008)
Editor: Carlos Altamirano
Secretaría de redacción: Flavia Fiorucci y Laura Ehrlich
Editores de Reseñas y Fichas: Martín Bergel y Ricardo Martínez Mazzola
Comité Asesor
Peter Burke, Cambridge University
José Emilio Burucúa, Universidad Nacional de San Martín
Roger Chartier, École de Hautes Études en Sciences Sociales
Stefan Collini, Cambridge University
François-Xavier Guerra (1942-2002)
Charles Hale (1930-2008)
Tulio Halperin Donghi, University of California at Berkeley
Martin Jay, University of California at Berkeley
Sergio Miceli, Universidade de São Paulo
José Murilo de Carvalho, Universidade Federal do Rio de Janeiro
Adolfo Prieto, Universidad Nacional de Rosario/University of Florida
José Sazbón (1937-2008)
Gregorio Weinberg (1919-2006)
Incluida en el Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas desde agosto 2010, fecha desde la cual es publicada
en versión electrónica en el portal Scielo: www.scielo.org. Además, está indexada en Latíndex y en el Hispanic American
Periodical Index (HAPI).
En 2004 Prismas obtuvo una Mención en el Concurso “Revistas de investigación en Historia y Ciencias Sociales”, Ford
Foundation y Fundación Compromiso.

Maqueta original: Pablo Barragán


Diseño de interiores y tapa: Silvana Ferraro
Corrección de originales: María Inés Silberberg

La revista Prismas recibe la correspondencia, las propuestas de artículos y los pedidos de suscripción en:
Roque Sáenz Peña 352 (B1876BXD) Bernal, Provincia de Buenos Aires. Tel.: (01) 4365 7100 int. 5807. Fax: (01) 4365 7101.
Correo electrónico: [email protected]
Sobre las características que deben reunir los artículos, véase la última página y las “Instrucciones a los autores”
en la página editorial de Prismas en el portal Scielo.
Índice

Artículos
11 La historia como oficio. Un testimonio sobre l’École des Hautes Études en Sciences
Sociales, Tulio Halperin Donghi
29 Representaciones de la barbarie europea y americana durante los siglos XVI y XVII,
Nicolás Kwiatkowski
63 Entre la moral y la razón: la sociología histórica de Barrington Moore Jr.,
Diogo Ramada Curto, Nuno Domingos, Miguel Bandeira Jerónimo
99 Radiografía del laberinto, Christopher Domínguez Michael
111 Onofroff en Buenos Aires (1895). Apogeo y caída de un ilusionista,
Mauro Sebastián Vallejo
133 Francisco Barroetaveña: un caso de liberalismo ortodoxo, Nahuel Ojeda Silva,
Ezequiel Gallo

Argumentos
155 El historiador en traje de fiscal. La noción de responsabilidad moral/jurídica
en la historia, Marc Angenot

Dossier
50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

177 Presentación, María Jimena Montaña y Ricardo Martínez Mazzola


179 Provincianos, Adriana Petra
185 El Partido Comunista argentino y la ruptura con los “muchachos” de la revista
Pasado y Presente, Laura Prado Acosta
189 Marx siempre contemporáneo. Las operaciones de lectura de Pasado y Presente,
Martín Cortés
193 El maoísmo en las iniciativas político-editoriales del grupo pasadopresentista
(1963-1976), Adrián Celentano
199 Más allá del principio de exclusión: Gramsci y Althusser en Pasado y Presente,
Marcelo Starcenbaum
205 De Pasado y Presente a Comunicación y cultura. Variaciones en torno a la cuestión
intelectual, Mariano Zarowsky
209 ¿De la ilustración a la revolución? Apuntes sobre la actividad editorial
de Pasado y Presente en los sesenta, Diego García
217 Ser o no ser. Qué hacer con Perón y el peronismo, José M. Casco
221 Controversia como legado de Pasado y Presente: la resignificación de una biblioteca
teórico-política, Matías Farías
227 La política como promesa, el Estado como amenaza, Ricardo Martínez Mazzola
233 Tras las huellas de Pasado y Presente en La Ciudad Futura, María Jimena Montaña
239 Releer Pasado y Presente: ¿por qué, desde dónde y para qué?, Omar Acha

Lecturas
245 El poder de la anomalía, Perry Anderson (sobre Carlo Ginzburg)

Reseñas
263 José Emilio Burucúa, El mito de Ulises en el mundo moderno, por Santiago
Francisco Peña
266 Julián Verardi, Tiempo histórico, capitalismo y modernidad, por Nicolás Kwiatkowski
270 Franco Venturi, Utopía y Reforma en la Ilustración, por Martín P. González
274 Pablo Ortemberg, Rituels du pouvoir à Lima. De la monarchie à la république
(1735-1828), por Alejandro E. Gómez
278 Clément Thibaud, Gabriel Entin, Alejandro Gómez & Federica Morelli (dirs.),
L’Atlantique révolutionnaire. Une perspective ibéro-américaine,
por Gabriel Di Meglio
282 Víctor Goldgel, Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura
en el siglo XIX, por Fermín A. Rodríguez
285 Jeremy Adelman, Worldly Philosopher. The Odyssey of Albert O. Hirschman,
por Elizabeth Jelin
289 Nicolau Sevcenko, Orfeo extático en la metrópolis. San Pablo, sociedad y cultura
en los febriles años veinte, por Emiliano Gastón Sánchez
293 Jineth Ardila Ariza, Vanguardia y antivanguardia en la crítica y en las publicaciones
culturales colombianas de los años veinte, por Sergio Andrés Salgado
296 Mariano Mestman y Mirta Varela (coords.), Masas, pueblo, multitud en cine
y televisión, por Laura Ehrlich
300 Mariano Siskind, Cosmopolitan Desires: Global Modernity and World Literature
in Latin America, por Alejandra Josiowicz
303 Esteban de Gori, La República Patriota: Travesía de los imaginarios y de los lenguajes
políticos en el pensamiento de Mariano Moreno, por Elías Palti
305 Graciela Batticuore, Mariquita Sánchez. Bajo el signo de la revolución,
por Patricio Fontana
308 Hernán Pas, Sarmiento, redactor y publicista. Con textos recobrados de El Progreso
(1842-1845) y La Crónica (1849-1850), por Claudia Roman
312 Lucio V. Mansilla, El excursionista del planeta. Escritos de viaje (selección
y prólogo de Sandra Contreras), por Paola Cortes-Rocca
315 Laura Malosetti Costa y Marcela Gené (comps.), Atrapados por la imagen. Arte
y política en la cultura impresa argentina, por Ana Lía Rey
318 Matthew B. Karush, Cultura de clase. Radio y cine en la creación de una Argentina
dividida (1920-1946), por Flavia Fiorucci
321 María Teresa Gramuglio, Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina,
por Mariano Siskind
326 José Zanca, Cristianos antifascistas. Conflictos en la cultura católica argentina,
por Fernando J. Devoto
330 Ricardo Pasolini, Los marxistas liberales. Antifascismo y cultura comunista
en la Argentina del siglo XX, por Carlos Altamirano
333 Gustavo J. Nahmías, La batalla peronista. De la unidad imposible a la violencia
política, 1969-1973, por Sebastián Carassai
335 Martín Sivak, Clarín, el gran diario argentino. Una historia, por Nadia Koziner
339 Anna Popovitch, In the Shadow of Althusser: Culture and Politics in Late Twentieth-
Century Argentina, por Marcelo Starcenbaum
342 Sebastián Carassai, Los años setenta de la gente común. La naturalización
de la violencia, por Vicente Palermo
345 David Sheinin, Consent of the Damned. Ordinary Argentinians in the Dirty War,
por Sebastián Carassai

Fichas
319 Libros fichados: Reinhart Koselleck, Sentido y repetición en la historia / Friedrich
H. Jacobi, Moses Mendelssohn, Thomas Wizenmann, Immanuel Kant, Johann W.
Goethe, Johann G. Herder (Estudio preliminar, traducción, selección y notas a cargo
de María Jimena Solé), El ocaso de la ilustración. La polémica del spinozismo /
Jean-Ives Mollier, La lectura y sus públicos en la Edad Contemporánea. Ensayos de
historia cultural en Francia / María Inés de Torres, ¿La nación tiene cara de mujer?
Mujeres y nación en el imaginario letrado del Uruguay del siglo XIX / Claudio Lomnitz,
The Return of Comrade Ricardo Flores Magón / Rodrigo Patto Sá Motta, Marcos
Napolitano, Rodrigo Czajka (orgs.), Comunistas brasileiros, cultura política e produção
cultural / Matías Giletta, Sergio Bagú. Historia y sociedad en América latina. Una
biografía intelectual / Tulio Halperin Donghi, Letrados y pensadores. El perfilamiento
del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX / Graciela Batticuore y Alejandra
Laera (comps.), Sarmiento en intersección. Literatura, cultura y política. Jornada de
homenaje y otras lecturas fundamentales / Melina Piglia, Autos, rutas y turismo: el
Automóvil Club Argentino y el Estado / Ana Teresa Martinez, Cultura, sociedad y poder
en la Argentina. La modernización periférica de Santiago del Estero

Obituarios
361 Maurice Agulhon (1926-2014), Pilar González Bernaldo
365 Richard Hoggart (1918-2014), Pablo Alabarces
369 Jacques Le Goff (1924-2014), Andrés G. Freijomil
Artículos

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
La historia como oficio
Un testimonio sobre l’École des Hautes Études
en Sciences Sociales*

Tulio Halperin Donghi

University of California at Berkeley

Q uiero en primer lugar expresar todo mi agradecimiento por el honor que se me ha confe-
rido al invitarme a cerrar las jornadas en las que esta institución, que me resulta difícil no
seguir llamando, como lo hacía hace ya más de medio siglo, la Sexta Sección de la École Pra-
tique, ha buscado aportar los elementos para un balance de los más recientes aportes historio-
gráficos sobre las vicisitudes atravesadas por el mundo iberoamericano a lo largo de las diez
décadas que separan a 1763 de ese año de 1865, en que a juicio de los organizadores del pre-
sente Encuentro vino a consumarse el lento y progresivo derrumbe de los dos imperios bajo
cuya égida esa región del planeta había sido incorporada, por sus conquistadores castellanos y
portugueses, a la órbita de la Europa romano-germánica.
Imagino que al conferirme ese honor algo abrumador los organizadores contaban sin duda
con que mi contribución al diálogo se apoyaría en experiencias acumuladas desde que hace casi
sesenta años crucé por primera vez el umbral del número 54 de la rue de Varenne, en cuyo
tercer piso tenía entonces su sede –mucho más modesta de lo que de lejos la había imaginado–
esa Sexta Sección en que me disponía a comenzar en serio mi aprendizaje del oficio de histo-
riador. Hay una razón obvia que puede asegurar un cierto interés para esa contribución, y es que

* Este trabajo surge de la presentación que realizó Tulio Halperin en el coloquio Los imperios del mundo atlántico
en revolución. Una perspectiva transnacional (1763-1865), organizado entre el 28 y el 30 de junio de 2010 en
l’École des Hautes Études en Sciences Sociales (ehess, París). El coloquio tuvo, entre otros objetivos, el análisis de
la pertinencia de la categoría de “mundo atlántico” para el espacio hispánico en un período de caída de los imperios
y de formación de nuevas repúblicas en Hispanoamérica, y es de notar que la mayoría de los autores inscribieron sus
trabajos en la cronología propuesta por Halperin Donghi en Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-
1850, obra publicada hace tres décadas en la que ya se analizaban las independencias en Hispanoamérica y en Brasil
bajo una dinámica política atlántica. Halperin Donghi clausuró con una conferencia magistral el coloquio en l’École
des Hautes Études en Sciences Sociales con el texto presentado aquí que, a partir de una reflexión sobre la
profesionalización del oficio del historiador, retoma debates y disputas historiográficos comentados en el encuentro
de 2010. Seis décadas antes, el historiador había arribado a París para estudiar en la misma institución, llamada
entonces la VIe section de l’École Pratique des Hautes Études, y trabajar junto a Fernand Braudel: en los viajes en
tren de Adrogué a la capital, Halperin había leído el libro de Braudel que José Luis Romero le había prestado, El
Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (París, 1949). Aquella lectura y aquella “reorientación
de la política española hacia el Atlántico” le provocarían, según sus palabras, un influjo abrumador (Tulio Halperin
Donghi, Son Memorias, Buenos Aires, Siglo xxi, 2008, p. 237). Una versión de este texto está incluida en el libro
compilado por Clément Thibaud, Gabriel Entin, Federica Morelli y Alejandro Gómez, L’Atlantique révolutionnaire.
Une perspective ibéro-américaine, Rennes, Les Pérseides, 2013, pp. 503-525. [Nota de la redacción.]

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 11-27


esta proviene de quien ha sido, aunque fugazmente, testigo de una etapa decisiva en la trayec-
toria de la institución que me ha invitado a ofrecerla, que los participantes en estas jornadas
solo conocen de oídas. Es sin embargo otra la razón que va a gravitar con mayor peso sobre lo
que aquí tengo que decir, y es que mi experiencia es la de quien no buscó ocupar en esa insti-
tución sino un lugar marginal que le permitiría aprender, en el que se le antojaba el centro del
mundo, los secretos del oficio que aspiraba a practicar en su remota tierra de origen.
Eso hace que la mirada que dirijo a la trayectoria de la historiografía acerca del tema de
estas jornadas sea a la vez más cercana y más distante que la reflejada en las consideraciones
que acompañan la invitación a participar en ellas. Más cercana, como se ha indicado ya, porque
es la de un testigo directo; pero más distante, porque para ese testigo el legado de tradiciones
acumulado desde la fundación de la École –que ha atravesado incólume los quiebres epistemo-
lógicos que se sucedieron desde entonces a lo largo de más de un siglo y fundan hoy los su-
puestos de un específico art de faire que no necesita fundamentar (ni aun explicitar) sus reglas
para marcar con su huella los productos de quienes ejercen el oficio de historiador al abrigo de
su ya venerable entramado institucional–, está lejos de ocupar el lugar central que tiene en el
mundo de referencia de quienes desde aquí practican este oficio.
A esa distancia se debe sin duda que al presenciar esos debates no pudiera evitar proyectar
la etapa historiográfica aquí explorada sobre un más amplio arco temporal, ubicándola en la
historia más extensa de la institucionalización y profesionalización de la comunidad historia-
dora que a partir de las décadas centrales del siglo xix iba a reivindicar para sí la tarea hasta
entonces compartida por teólogos, juristas, filósofos políticos, hombres de Estado y caudillos
guerreros, y que vino a introducir en la práctica historiográfica una radical innovación cuyo eco
solo medio siglo más tarde alcanzó a hacerse oír en la remota América española.
Lo que me ha llevado a concentrar la atención en una dimensión del proceso aquí exami-
nado es que para quienes buscábamos introducir esa misma innovación en una tierra entonces
marginal que aspiraba ya a dejar de serlo, la narrativa del nacimiento y avance de la historio-
grafía como actividad profesional tiene su punto de partida en 1910. Fue en ese año que los
gobernantes de los estados sucesores del imperio español, desde la ciudad de México hasta
Buenos Aires, utilizaron las celebraciones del primer centenario de las revoluciones que les
dieron origen para desplegar, tanto ante la opinión de las naciones más adelantadas del planeta
como ante las masas a cuya elevación aspiraban, los frutos de sus esfuerzos por implantar en el
ingrato suelo de Hispanoamérica un puñado de naciones situadas, también ellas –como las que
habían tomado por modelo–, en la vanguardia de la civilización. Los diminutos núcleos que as-
piraban a arraigar en ese mismo ingrato suelo comunidades historiadoras modeladas sobre las
que ya habían alcanzado la madurez en la Europa romano-germánica buscaron establecer con
estas una relación inevitablemente sesgada, propia de discípulos que a medida que intentaban
aplicar las lecciones que les llegaban de sus remotos maestros, advertían cada vez más nítida-
mente todo lo que separaba el contexto en que intentaban replicar su hazaña del que la había
hecho posible en el Viejo Mundo. Y advertirlo se hacía particularmente fácil cuando se trataba
de una temática como la encarada en las presentes jornadas, en que se extrema la distancia entre
quienes desde el Viejo Mundo ven en ella un tópico más en la historia de la expansión europea
abierta en el ocaso de la Edad Media, y que en 1910 apenas comenzaba a encontrar barreras a
su avance, y los que en esas repúblicas en que no habían terminado de cuajar estados-naciones,
acababan de ser invitados a organizar su narrativa como la de la génesis de nacionalidades que
no se habían aún perfilado del todo.

12 Prismas, Nº 18, 2014


Y esa distancia, que no se ha acortado desde entonces, me hizo fijar la atención en un
rasgo que sugiere que no solo en cuanto al tema aquí tratado nuestra disciplina afronta hoy
un desafío del todo comparable al que superó mediante la creación de una profesionalizada
comunidad historiadora que aspiró a reemplazar en la tarea de narrar la historia a quienes por
más de dos milenios habían comenzado por hacerla. Tal rasgo era que esa propuesta pro-
clamó insuficiente el enfoque de quienes elaboraron la versión canónica del tránsito de los
imperios a las naciones que subtendió las celebraciones de 1910; enfoque al que achacaban
haberse apoyado en un paradigma interpretativo muy cercano al que caracterizó y a la vez
descalificó en 1931 Herbert Butterfield en su agrio ajuste de cuentas con la que llamó visión
whig de la historia de la nación inglesa (Butterfield reprochaba a esa visión haber construido
su narrativa a partir de un futuro que desde el momento inicial de ese proceso habría gravi-
tado ya como causa final de ese avance casi milenario).1 Lejos de promover como Butterfield
una visión alternativa, no menos ambiciosa, lejos de ofrecer una clave universal para esa
historia, nuestros invitantes han preferido objetarle la presencia en esa Hispanomérica en
difícil transición, de vastas zonas de realidad que la visión que había inspirado las celebra-
ciones de 1910 había mantenido en la sombra, y cuya exploración es abordada en un con-
junto de investigaciones agrupadas en torno a un haz algo disperso de temas; en suma, tras
derribar un paradigma no buscaron sustituirlo con otro paradigma sino con una infinitamente
ampliable agenda de investigaciones.
Si señalo este hecho evidente no es por cierto para acusar a mis colegas de estar hurtando
el cuerpo a una tarea que sería su deber encarar de frente, sino para preguntarme por qué, en
efecto, no han querido afrontarla y si no se debe acaso a que en este mundo en que nos toca
vivir les resultaría imposible llevarla adelante con éxito. Si este es el caso, no sería esta la pri-
mera oportunidad en que la comunidad historiadora encontró una manera de adaptarse a esa
imposibilidad: en el siglo xix el fruto de sus esfuerzos en ese sentido fue la elaboración del que
iba a ser reconocido como el método histórico por antonomasia, canonizado al fin de esa cen-
turia por Bernheim en Alemania y por Langlois y Seignobos en Francia. En sus orígenes ale-
manes el contexto en que ese método iba a forjarse estaba dominado por el vacío dejado por la
abolición del marco imperial que había encuadrado por más de mil años la historia de las tie-
rras alemanas, anticipando para ellas un futuro erizado de conflictos de desenlace imprevisible.
Los dilemas que ello planteaba dieron su fruto en la articulación de dos escuelas históricas que
–del mismo modo que la whig vilipendiada por Butterfield– construían su narrativa a partir del
futuro, pero en este caso, a partir de dos futuros entre sí incompatibles; mientras la escuela de
la Gran Alemania asignaba al Imperio Austríaco, sucesor y heredero del Sacro Imperio Ro-
mano, el papel de núcleo dominante en la futura ordenación política de las tierras alemanas, la
de la Pequeña Alemania, que dejaba fuera de sus confines el patrimonio territorial de la casa
de Habsburgo, asignaba ese mismo papel al reino de Prusia, precisamente cuando el dilema
frente al cual esos historiadores habían apasionadamente tomado partido se preparaba a ser
zanjado por la fuerza de las armas. Puestos a explorar el pasado a partir de esas opuestas pre-
misas, los seguidores de ambas corrientes historiográficas, movilizados por las pasiones que en
ellos despertaron los conflictos del presente y les inspiraron sus opuestos proyectos de futuro,
no podían sino buscar en él las huellas de dos pasados también ellos divergentes, seleccio-

1
Herbert Butterfield, The Whig Interpretation of History, Londres, G. Bell and sons, 1931.

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nando en el curso de diez siglos de historia romano-germánica dos repertorios también distin-
tos de temas relevantes al de cada una de esas dos futuras Alemanias.
Parecía imposible reunir a esos enconados rivales en una cofradía capaz de fijar para sus
integrantes criterios de validación profesional universalmente aceptados porque se apoyaban
en criterios de verdad tenidos por válidos por todos ellos. Fue esa sin embargo la hazaña de
Ranke, y lo que la hizo posible fue que quien iba a ser en el futuro recusado más de una vez
como incapaz, cuando dirigía su mirada al pasado, de elevarse más allá de la constatación
empírica de que ciertos hechos habían en efecto ocurrido, había comprendido instintivamente
las razones por las cuales quienes se descubrían viviendo en un mundo que había perdido toda
certeza acerca del futuro solo podían hacer historia de esa manera. El desgarramiento que
dividía a la cofradía historiadora alemana en el momento mismo en que se constituía en un
grupo profesional era solo un síntoma de un problema más general, reflejado en el impasse en
que había encerrado a la filosofía de la historia la postulación por parte de Hegel de que con
la integración superadora del legado de la Revolución Francesa la entera experiencia histórica
de la humanidad, que él mismo había transmutado en clave filosófica en su propia obra, había
alcanzado su punto de llegada, y tropezado con ello contra un límite insuperable. Pero los
veinte años de historia que siguieron a la muerte de Hegel en 1831 hicieron cada vez más in-
sostenible la noción de que lo que hacía imposible pero también innecesario recurrir a la guía
de una filosofía de la historia era que bajo la égida del orden instaurado por el Congreso de
Viena la humanidad hubiera alcanzado la plenitud de los tiempos; para entonces era ya evi-
dente que la historia no se había cerrado en el punto postulado por Hegel, pero también que
aunque quienes habían tomado a su cargo narrarla seguían haciéndolo guiados por variadas
visiones del futuro hacia el cual aspiraban verla encaminarse, era ya imposible seguir va-
ciando esas visiones en el molde de una filosofía de la historia. Entre los discípulos que se
disputaban el manto del maestro nadie lo advirtió más claramente que Marx, y a la lucidez con
que supo advertirlo, debió mucho sin duda la gravitación que su pensamiento iba a retener por
más de un siglo.
El curso tomado por las tormentas de 1848 que comenzaron por quebrar las barreras eri-
gidas por el Congreso de Viena contra cualquier retorno ofensivo del espíritu revolucionario,
que resurgía remozado bajo las banderas del liberalismo, la democracia y el principio de na-
cionalidad, abrió camino a un desenlace en que el fracaso de las revoluciones de ese año no les
impidió hacer radicalmente imposible cualquier restauración lisa y llana de la situación previa
a su estallido, dejando el campo abierto a soluciones antes impensables, en que lo antiguo y lo
nuevo se combinaban sobre las pautas más diversas, previsiblemente destinadas, por otra parte,
a sufrir en el futuro nuevas e igualmente impredecibles recombinaciones. Estando así las cosas,
frente a ese futuro solamente cabía una sincera confesión de ignorancia, y Ranke supo sacar las
conclusiones que de ello se imponían en cuanto a la tarea del historiador. Lo hizo en 1854, en
el curso de las conferencias que pronunció ante Maximiliano de Baviera, en términos sabia-
mente escogidos para no alarmar a ese público de elite. La tarea del historiador –proclamó
allí– era narrar cómo propiamente habían ocurrido las cosas y ello los obligaba a considerar
cada época en sí misma, “como ante Dios”.
Esa fórmula velaba pero no ocultaba la extrema radicalidad de su propuesta: ella no solo
auspiciaba la ruptura con las filosofías de la historia en boga en la primera mitad del siglo, sino
con la madre de todas ellas: la tan antigua como el cristianismo que había organizado la entera
historia de la humanidad sobre la tierra en un grand récit de caída y redención que había tenido

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su punto de partida en el jardín del Edén y su punto culminante en el Gólgota, y cuyo futuro
desenlace debía tener por teatro el valle de Josafat.
De este modo, Ranke renunciaba a caracterizar tanto descriptiva como normativamente la
tarea de la comunidad historiadora a partir de los rasgos del sector de realidad que le tocaba
explorar; en cuanto a esto último sus integrantes eran libres de sostener las opiniones más va-
riadas, mientras coincidieran en aplicar a la investigación de los hechos de los hombres un
método que les debía permitir alcanzar conclusiones válidas también para quienes no las com-
partían. En una época en que las nuevas ciencias humanas aspiraban a ser también ellas cien-
cias de leyes, esa modestia de aspiraciones podía parecer escandalosa, y el escándalo se agra-
vaba cuando se descubría que las descripciones de ese específico modus operandi del historiador
estaban más cerca de las instrucciones que pueden esperarse de un maestro artesano que de las
que en otras disciplinas de más reciente invención daban lugar a intrincados debates epistemo-
lógicos. Pero el hecho es que con estos instrumentos y estos criterios en la segunda mitad del
siglo xix ese modo de hacer historia se transformó en norma para la entera Europa, y la expan-
sión que nuestra milenaria disciplina conoció bajo su signo hizo que, al cerrarse, ese siglo
fuese celebrado como el de la historia.
Ese vertiginoso avance incorporó al territorio del historiador la entera experiencia de la
humanidad desde el origen de los tiempos, y logró hacer de ese método que imponía tan toscos
criterios de validez la piedra de toque tanto para las conclusiones alcanzadas por las disciplinas
teológicas que invocaban a su favor una fuente de autoridad más que humana cuanto para las
propuestas por las nacientes ciencias sociales.
Es en el primero de esos campos donde se percibe mejor el alcance preciso del desafío que
el recurso al método histórico significaba para la entera enciclopedia del saber. Hacía siglos ya
que la apologética católica había enfrentado los ataques de quienes sencillamente negaban el
origen más que humano de los textos sagrados; ahora afrontaba otro muy distinto de parte de
los seguidores de un método que, sin entrar a discutir si esos textos eran o no fruto de una ins-
piración de lo alto, los examinaba con los mismos criterios que aplicaba a los que no aspiraban
a un origen tan exaltado. Su primera respuesta fue un rechazo tan cerrado como el que había
opuesto a quienes derechamente les negaban ese origen, pero pronto iba a descubrir que para
fundamentar de modo convincente ese rechazo necesitaba aplicar también ella esos mismos
criterios. Quienes primero avanzaron por ese camino fueron recibidos con escándalo, y los más
audaces sufrieron duros castigos, pero unas décadas más tarde se asistiría a la creación por el
Vaticano de institutos de investigación histórica acerca del origen de textos cuyo carácter ins-
pirado seguía por otra parte reivindicando. Pero si esa nueva táctica defensiva permitía a la
Iglesia seguir reivindicando una autoridad de origen divino para sus textos canónicos, la apli-
cación de esos mismos métodos al examen de la entera trayectoria de la institución eclesiástica,
difícilmente objetable por quienes la habían aceptado ya para lo que su patrimonio ideal tiene
de más sagrado, vino a crear crecientes zonas de incertidumbre en cuanto al papel de la Iglesia
en el mundo terrenal, reflejadas en discrepancias que la autoridad de los ocupantes del trono
pontificio (cuyos alcances habían sido desde la antigüedad tema de vivas disputas, agudizadas
desde que las nociones heredadas acerca del pasado de la Iglesia se vieron sometidas a un exa-
men crítico cada vez más sistemático), no lograría eliminar con la antigua eficacia.
En el campo de las nuevas ciencias sociales y humanas, la extrema complejidad de los
procesos por ellas estudiados, que la indagación histórica apoyada en ese método había venido
a revelar, dio lugar a discrepancias en cuanto a si era posible volcarlas en el molde de las exac-

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tas y naturales, o si requerían enfoques totalmente distintos, capaces de captar esos procesos
en lo que tienen de más peculiar; de nuevo la consecuencia fue la creación de zonas de incer-
tidumbre en las cuales la discrepancia se revelaba también ineliminable, pero era aquí aceptada
sin escándalo. De este modo la aceptación por parte de esas nuevas ciencias del compromiso
de partir de datos rigurosamente pasados por la criba del método histórico puso las bases de
una concordia discors que hizo posible una constante ampliación de la agenda de temas y
problemas que el historiador ahora compartía con los cultores de disciplinas que aspiraban a ir
más allá de establecer cómo propiamente habían sucedido las cosas.
Pero pronto se hizo evidente que tampoco para el historiador la adopción de ese método
se acompañaba de una rígida adhesión a la consigna de Ranke, que imponía considerar cada
época en sí misma, y en este punto el mismo Ranke dio el ejemplo, cuando proclamó tema
central de un milenio de historia romano-germánica la relación conflictiva entre poder tempo-
ral y poder espiritual, con lo que venía a proponer una clave capaz de dar cuenta no solo de las
peculiaridades de cada una de las épocas que se sucedieron a lo largo de ese milenio sino de
las modalidades de su articulación en un proceso temporal que las abarcaba a todas. Y si ese
avance de la mirada del historiador hacia las múltiples dimensiones de la actividad humana
que hasta entonces había ignorado lo enfrentaba a un objeto de estudio cuya extrema comple-
jidad le imponía abordarlo con un espíritu distinto del de las nuevas ciencias que estaban
compartimentando ese vasto territorio, a su vez los cultores de esas ciencias resistían mal la
tentación de exceder los límites que estas se habían fijado, con lo que en los hechos se tejió
entre unos y otros una red de diálogos en que un temario cada vez más abigarrado era abor-
dado en orden disperso.
En esos diálogos, la seguridad acerca del futuro que había inspirado a las filosofías de la
historia abrió gradualmente paso a una cada vez más intensa preocupación sobre el futuro. Y
se entiende por qué: mientras las tensiones que habían aflorado en 1848 entre las corrientes que
impulsaban las hondas transformaciones en curso se exasperaban peligrosamente cada día, los
cambios que ellas habían inducido seguían avanzando y profundizándose con ritmo vertigi-
noso; cuando finalmente ese ciego impulso hacia adelante desembocó en la gran guerra de
1914-1919, hacía ya un cuarto de siglo que los mismos que colaboraban con entusiasmo en una
exploración de la experiencia humana en el planeta, dispuesta a avanzar en todas las direccio-
nes posibles, eran cada vez más invadidos por los sombríos presagios que esa guerra sin me-
dida común con ninguna del pasado vendría a confirmar con creces.
Y fue precisamente en ese momento, y bajo esos ambiguos auspicios, cuando en las na-
ciones que buscaban emerger en los estados sucesores de la monarquía católica se dieron los
primeros pasos en la formación de cofradías historiadoras. Desde esta orilla del Atlántico, la
cada vez más alarmada perplejidad que caracterizaba al temple colectivo reinante en el Viejo
Mundo no alcanzó a corroer la fe puesta en un programa de construcción de nuevas naciones
sobre el modelo de las que no era seguro que no se encaminaran a la catástrofe, pero restó al
perfil de ese modelo mucho de su nitidez originaria; y en cuanto a esto, puesto que Francia
seguía ocupando el lugar central en la visión hispanoamericana de la Europa sobre la que esas
naciones aspiraban a modelarse, fueron las modalidades que esas transformaciones en el clima
colectivo habían desplegado en el ámbito francés las que marcaron con su signo las que habían
avanzado en paralelo en Hispanoamérica.
Un par de libros publicados en 1912 y 1913 por el peruano Francisco García Calderón
reflejan acabadamente el fruto de esas paulatinas modificaciones del clima de ideas en ambas

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orillas del Atlántico. Mientras el programa de construcción de nacionalidades sigue siendo el
madurado a mediados del siglo anterior, casi nada sobrevive de la visión de la historia y de la
sociedad en que se habían apoyado quienes primero lo habían adoptado. En Les démocraties
latines d’Amérique2 los caudillos y las oligarquías que guían a sus pueblos en su avance hacia
la civilización moderna son los herederos y continuadores de los conquistadores cuyas san-
grientas hazañas –que habían incorporado la que hasta entonces había sido terra incognita a la
órbita de la Europa cristiana– el mismo García Calderón evocaría un año más tarde en La
creación de un continente.3 Lejos de atribuirles el algo inverosímil papel de héroes culturales
abnegadamente consagrados a una empresa civilizadora, los presenta como superhombres
nietzscheanos a los que solo son capaces de hacer justicia quienes se ubican, como ellos mis-
mos instintivamente lo han hecho, más allá del bien y del mal.
Esa transformación en el perfil de los héroes fundadores se corresponde con la que se ha
producido también en la imagen del orden mundial en el que desde hacía ya tres cuartos de siglo
Hispanoamérica aspiraba a integrarse; había quedado atrás la ilusión de que el avance de la ci-
vilización industrial relegaría definitivamente al pasado los tiempos en que la guerra había sido
el medio por excelencia de modificar las pautas de distribución de prestigio, poder y riqueza
entre las naciones. En 1912 aparece ya como inminente el conflicto que ha de decidir en los
campos de batalla cuál de las tres razas que se disputan la primacía en Europa ha de prevalecer
sobre sus rivales, y en ese marco las perspectivas de futuro de la latina, cuyo pasado predominio
ha sufrido ya golpes muy serios como consecuencia del avance científico y tecnológico de la
germánica y del demográfico de la eslava, son muy poco tranquilizadoras, pero –tal como ar-
guye Raymond Poincaré, el futuro Presidente de la Victoria, en el prólogo con que presentó La
démocratie al público francés–, el ingreso en la escena mundial de las naciones latinas del
Nuevo Mundo podría modificar radicalmente ese equilibrio de fuerzas cada vez más desfavora-
ble a las naciones herederas de Roma.
Tal era el clima colectivo en cuyo marco iban a darse las primeras tentativas anunciadoras
de que Hispanoamérica estaba por alcanzar la profesionalización del oficio de historiador, en
el que había sido un aspecto esencial la metamorfosis comenzada en el Viejo Mundo a media-
dos de la centuria anterior. La iniciativa partió de esas elites políticas, celebradas por García
Calderón en el espíritu de los nuevos tiempos, en la Argentina y en el Uruguay, países que en
medio de un proceso de modernización más avanzado que en el resto del subcontinente habían
decidido hacer de la difusión de la enseñanza elemental el medio por excelencia que habría de
acelerar la maduración de una alerta conciencia nacional en el seno de las masas populares,
con la creación de un mercado inesperadamente amplio para quienes se revelaran capaces de
ofrecer una convincente narrativa de la génesis de la nacionalidad a un público infantil y ado-
lescente (en la Argentina los manuales de historia patria del profesor normal Alfredo B. Grosso
alcanzaron en cuarenta años más de un millón de lectores). Pero en todas esas iniciativas se
reclutaron expertos capaces de desenterrar de los archivos los documentos que necesitaban
esgrimir en los conflictos de límites que iban a multiplicarse desde que los estados sucesores
se acercaron a completar la ocupación efectiva de su territorio, cuyo auxilio se hacía impres-
cindible para esas elites cuando –como ocurría cada vez con mayor frecuencia– los litigantes

2
Francisco García Calderón, Les démocraties latines d’Amérique, París, Flammarion, 1912.
3
Francisco García Calderón, La creación de un continente, París, Ollendorf, 1913.

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acudían, en busca de esquivar un conflicto armado, al arbitraje del soberano inglés o español,
o del presidente de los Estados Unidos.
Como ya había ocurrido en Hispanoamérica bajo la égida de la monarquía ilustrada, el
Estado venía de este modo a llenar el vacío dejado por una sociedad civil demasiado pasiva,
y así volvería a ocurrir muy pronto, cuando la incorporación de la historia nacional y ameri-
cana al currículum de las nuevas facultades de humanidades abriera el camino a una nueva
etapa en la profesionalización de la tarea de los historiadores; y de nuevo en los años de en-
treguerras, cuando ese mismo Estado creó sobre el modelo español academias que conferían
a sus miembros una suerte de certificado de competencia en el campo historiográfico; y toda-
vía al abrirse la segunda posguerra, cuando incluyó las ciencias sociales y humanas entre
aquellas cuyo fomento tomarían a su cargo los organismos creados sobre el modelo de los que
por entonces centralizaron en Francia, España e Italia la antes dispersa acción del Estado en
ese terreno.
Para entonces, en todo el subcontinente la pasividad de la sociedad civil era ya cosa del
pasado, y desde que las fracturas dentro de ella se tradujeron en conflictos políticos que unos
estados mal preparados para afrontarlos intentaban zanjar por acto de imperio, las tensiones que
esa situación introducía dentro de la naciente comunidad historiadora, y entre esta y los dueños
del poder político, recordaban las que en el Viejo Mundo habían afrontado en el siglo xix. Tales
episodios, que remiten al que culminó en la destitución de los siete profesores de Göttingen
por el soberano de Hannover y en la de Jules Michelet por las autoridades del Segundo Impe-
rio, han venido sucediéndose en Hispanoamérica hasta el presente, acompañados desde que se
ha abierto el nuevo milenio por otros derivados de la imposición, por parte de los regímenes
neopopulistas en la región, de una ideología de Estado de líneas mucho menos precisas que la
marxista-leninista adoptada en la Cuba socialista desde la década de 1960, pero no menos
ambiciosa que esta en determinar –también aquí por acto de imperio– las líneas de avance de
la investigación histórica.
Mientras hasta la segunda posguerra Europa occidental conoció episodios semejantes y
aun más graves, a partir de ella la institucionalización de la comunidad historiadora le permitió
atravesar con mínimo daño los más fuertes cimbronazos de una etapa que no estuvo libre de
fuertes tormentas. En cuanto a esto el ejemplo lo tenemos a la vista: es el del apenas percepti-
ble impacto que alcanzó sobre la École des Hautes Études en Sciences Sociales la transición
entre la Cuarta y la Quinta República, pese a que esta trajo consigo una más profunda transfor-
mación de las instituciones del Estado francés que la que había acompañado la metamorfosis
de la Segunda República en Segundo Imperio, avanzando en medio de conflictos que en un par
de ocasiones rozaron peligrosamente la guerra civil (como la rebelión de los generales, que por
un momento prometió ofrecer a André Malraux la oportunidad de reverdecer los laureles que
había conquistado en la guerra que había devastado a España).
La levedad de ese impacto externo contrasta con la intensidad que iba a alcanzar el de las
tormentas del ‘68, y no tanto porque mientras estas arreciaron esa institución jerárquica y au-
toritaria vivió en estado de asamblea (las huellas de esa inesperada innovación iban a desvane-
cerse rápidamente), sino porque en esas tormentas comenzaron a hacerse sentir las consecuen-
cias no previstas de la transformación de las universidades en instituciones de masas: desde
entonces estas iban a afectar cada vez más profundamente al entero aparato de enseñanza e
investigación que se había organizado en la segunda posguerra para encuadrar a esas crecientes
muchedumbres.

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Así considerada, la deriva proféticamente anunciada para ese aparato por las tormentas
del ‘68 refleja las modalidades que alcanzó en el sector el hecho de que ese aparato encuadrara
la brusca transición entre la etapa abierta por el fin de la Segunda Gran Guerra –la de las Trente
Glorieuses en que economías y sociedades conocieron avances capaces de inspirar la euforia
colectiva reflejada en la consigna “soyez réalistes, demandez l’impossible”, que conquistó una
efímera popularidad en 1968–, y la de crecientes perplejidades que vino a sucederla. Ese viraje
de la historia universal, que para quien lo contempla desde el punto de mira del año 2010 marca
el ingreso en los tiempos actuales, tiene como consecuencia quizá inevitable que lo logrado
cuando ese avasallador impulso ascendente alcanzó su punto culminante, ofrece el término de
referencia para medir todo lo que ha cambiado a partir del momento en que aquel comenzó a
perder fuerza.
Es del todo normal que así ocurra, y no sería una objeción válida la demasiado obvia de
que la noción misma de Trente Glorieuses no es (y no puede ser) sino una construcción retros-
pectiva, que no toma en cuenta por ejemplo que esa etapa privilegiada incluye un día que hu-
biera podido ser el último de la historia de la humanidad sobre la Tierra. Pero en cuanto al tema
que aquí específicamente nos interesa corre el riesgo de dramatizar en exceso la renuncia a
construir una narrativa histórica a partir del futuro que –como ocurrió luego de que las tormen-
tas de 1848 alcanzaran un desenlace sin desenlace– expresa en el lenguaje propio de los histo-
riadores la convicción de estar viviendo en un mundo que ha perdido el rumbo. Porque mien-
tras 1848 puso fin a un largo período en que aun cuando el ciclo revolucionario abierto en 1789
había dejado como herencia una dura frontera en la sociedad, los ubicados a ambos lados de
ella podían coincidir en cuanto a la dirección y el sentido de la corriente histórica que arras-
traba a unos y otros (François Furet rastreó admirablemente el compartido pronóstico que
subtendía las imágenes, en otros aspectos divergentes, que Guizot y Tocqueville trazaron del
momento histórico en que les tocó vivir; lo que estaba quedando atrás en la década de 1970 era
solo un breve momento en que esa subterránea coincidencia había venido a separar una etapa
en que continuaba teniendo plena vigencia el desconcierto frente al futuro que desde 1848 no
había podido ser superado, y otra signada por el todavía más profundo desconcierto reflejado
en el desvanecerse de la imagen del porvenir que había proyectado, hasta donde alcanzaba la
mirada vuelta hacia él, el esplendor del presente).
Fue en el breve espacio que separa el descubrimiento de que se estaba viviendo una etapa
excepcionalmente venturosa (y que –como se ha recordado más arriba– solo maduró cuando la
marea ascendente había llegado a su punto más alto) y aquel en que se descubrió que la fuerza
impulsora de esa marea se estaba agotando rápidamente, cuando una rama recientemente des-
gajada de la economía política –la economía del desarrollo– vino en los hechos a ocupar el
lugar de una filosofía de la historia. Fue en verdad un momento brevísimo: Albert Hirschman,
autor en 1945 del texto precursor que puso las bases de la problemática de esa fugaz
subdisciplina,4 en 1980 pudo levantar un balance póstumo de su entera trayectoria en “The
Rise and Decline of Development Economics”,5 pero fue preciso esperar hasta 1960 para que
W. W. Rostow forjara con los materiales aportados por ella una clave tan ambiciosa de develar

4
Albert Hirschman, National Power and the Structure of Foreign Trade, Berkeley y Los Ángeles, University of Ca-
lifornia Press, 1945.
5
Publicado en Albert Hirschman, Essays in Trespassing. Economics to politics and beyond, Cambridge, Cambridge
University Press, 1980.

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los últimos secretos de la historia universal como la que Marx y Engels habían propuesto en
1848 en el manifiesto evocado en el subtítulo del folleto que le ganó súbita celebridad.6
Esa celebridad recompensaba la fidelidad con que Rostow se hacía eco de la euforia que
en ese momento parecía reinar en el entero planeta; se la aseguraba en efecto la presencia de
un público que veía confirmadas sus propias seguridades en la audaz reconfiguración de la
experiencia atravesada por la humanidad desde sus más remotos orígenes, que no encontraba
ya su punto culminante en el sacrificio del Gólgota sino en el tránsito, fechable con notable
precisión hacia 1760, entre una etapa varias veces milenaria en que el género humano, gober-
nado por las férreas leyes descubiertas por Hobbes, Ricardo y Malthus, había sufrido el destino
de un Sísifo colectivo, cuyas fútiles tentativas por escapar de él eran inexorablemente castiga-
das por un final en catástrofe, y esa otra abierta en el momento en que la revolución industrial
había comenzado a forjar los instrumentos que le permitirían por fin evadirse de una servidum-
bre tan antigua como el mundo, en que sus hazañas iban a ser las propias de un Prometeo que
hubiera logrado finalmente librarse de sus cadenas.7
Fue esa la hazaña de la nueva civilización industrial, que en su cuna en el corazón de
Inglaterra necesitó apenas un siglo desde que comenzó a dejar atrás esa interminable prehisto-
ria para entrar en una etapa de desarrollo autosostenido que aparecía a la vez como el comienzo
y el fin de la historia. En la imaginación de Rostow, a partir de ese momento el futuro no sería
sino una versión cada vez más grandiosa de un eterno presente. Puede medirse mejor la fuerza
con que el Zeitgeist entonces vigente había logrado dominar la imaginación colectiva si se re-
cuerda que lo que cuando Rostow escribía era aún el futuro para el Tercer Mundo no lo era para
Europa Occidental, de cuya historia económica el autor de The Stages of Economic Growth era
un eminente estudioso. Aunque estaba dispuesto a pasar por alto que, por ejemplo (y es un
ejemplo del bulto), la historia de Alemania desde 1880, cuando ese país alcanzó la etapa de
desarrollo autosostenido, había estado muy lejos de seguir un curso tan plácido.
Para entonces la alocada esperanza que hizo de ese erudito profesor de historia econó-
mica el inspirado profeta de un deslumbrante futuro ya al alcance de la mano había arrebatado
también la imaginación de las elites gobernantes del entero planeta. Cuando los manifestantes
del barrio latino invitaban a ser realistas y pedir lo imposible, hacía ya años que esas elites se
habían anticipado a prometer lo que hasta la víspera se había tenido por imposible; mientras en
los Estados Unidos el presidente Johnson se proclamaba dispuesto a hacer lo necesario para
desmentir que, como se leía en el Evangelio, los pobres siempre estarían entre nosotros, en la
urss el secretario del Partido que era a la vez el Estado, anunciaba el comienzo de la transición
al comunismo, porque según creía saber estaba ya cercano el día en que la expansión de las
fuerzas productivas haría posible satisfacer plenamente las necesidades de todos sus habitan-

6
W. W. Rostow, The Stages of Economic Growth. A non-Communist Manifesto, Cambridge, Cambridge University
Press, 1960.
7
Así la representaba David Landes en The Unbound Prometheus. Technological Change and Industrial Development
in Western Europe from 1750 to the Present, Cambridge, Cambridge University Press, 1970, pero en un clima colec-
tivo que tenía muy poco en común con el de diez años antes: tras constatar que hasta el presente “the march of science
and technology continues”, admitía que “no one can be sure that mankind will survive this painful course”, para
cerrar con la conclusión de que a pesar de ello “we can be sure that man will take this road and not forsake it; for
although he has his fears, he also has eternal hope.
This, it will be remembered, was the last item in Pandora’s box” (p. 555). Sabiamente se abstenía de anticipar de
qué modo estaba destinada a culminar esa cada vez más desabrida carrera hacia adelante.

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tes. Por su parte, la apuesta de la Cuba socialista, menos ambiciosa que las de Johnson y Jrús-
chov –quienes no se contentaban con menos que presidir un cambio más radical que todos los
antes atravesados por la humanidad en su historia milenaria–, lo era aun más cuando tras fijarse
un objetivo sin duda más limitado pero no por eso menos desaforado, no solo lo cuantificaba
con una precisión ausente en las simétricas utopías que guiaban a los jefes de las dos potencias
rivales, sino que también establecía –de modo igualmente preciso– la fecha en que se compro-
metía a cumplirlo. Como es sabido, el objetivo era producir una zafra de diez millones de to-
neladas de azúcar y 1970 iba a ser “el año del esfuerzo decisivo” en que se sabría con total
certeza si ese objetivo había sido alcanzado o no.
Cuando se descubrió que no se lo había alcanzado, Cuba pasó en un instante del clima de
exaltación colectiva que sus gobernantes habían logrado mantener en vida por más de una dé-
cada a una suerte de eterno presente muy distinto del imaginado hasta la víspera; uno de lucha
incesante en que cada día iban a poder celebrar una nueva victoria, porque esa victoria consistía
en haber sobrevivido por ese día a la derrota sufrida en el cada vez más remoto año del esfuerzo
decisivo. Para el resto del mundo, por el contrario, el disiparse de las ilusiones marcó el ingreso
en una febril etapa en que la humanidad entera avanza a velocidad creciente hacia una meta
desconocida, mientras no cesa de ampliarse el escenario en que vemos desplegarse ante nuestros
ojos el cuadro final de un drama comenzado hace un milenio en el marco de la Europa romano-
germánica. Se entiende que después de medio siglo de descubrir en cada nueva década que el
paisaje del mundo se había tornado irreconocible, ya había ocurrido eso para la de 1960, que no
solo para Cuba había sido la del esfuerzo decisivo; volvió a ocurrir en la de 1970, en que el sú-
bito descubrimiento de que lo imposible había vuelto a ser imposible reorientó ese esfuerzo
hacia el objetivo harto más modesto de salvar lo que todavía podía salvarse del formidable
avance económico y social de los Trente Glorieuses; una vez más en la de 1980, en que se hizo
súbitamente claro que la “cuestión social” que había ofrecido el tema central para la historia de
las sociedades afectadas por la revolución industrial se había resuelto con la victoria total del
capital, tanto sobre el mundo del trabajo cuanto sobre el Estado que se había creído capaz de
ejercer por acto de imperio su arbitraje en ese conflicto; y de nuevo en la de 1990, en que mien-
tras en el bloque en cuyo nombre Jrúschov había lanzado su pacífico desafío al primer mundo
capitalista, la autoridad del Estado-Partido no sobrevivió al ya inocultable fracaso de su audaz
apuesta, y en el mundo anglosajón el Estado puso deliberadamente esa autoridad al servicio de
los vencedores, en Europa continental ese mismo Estado siguió usando sus cada vez más limi-
tados recursos para salvar las últimas reliquias sobrevivientes de los ya remotos tiempos en que
Konrad Adenauer había gobernado a la Alemania del milagro bajo el lema de prosperidad para
todos. Y al concluirse la primera década del nuevo milenio, marcada en su final como en su
comienzo por severas crisis económicas, vino a hacerse evidente no solo que el ciclo de cada
vez más audaces revoluciones abierto en el alto Medioevo en la Europa romano-germánica,
luego de ofrecer a lo largo de cinco siglos el argumento central para una historia que de local
había terminado por hacerse universal, se había cerrado para siempre con el irrevocable fracaso
de la más audaz de todas ellas, sino también que el protagonismo que en esa historia había
correspondido a ese núcleo originario y su prolongación ultramarina surgida de la colonización
anglosajona de la América del Norte se estaba él mismo transformando vertiginosamente en
cosa del pasado.
Esa incesante transformación que acompaña la no menos incesante ampliación del esce-
nario de una historia universal que solo ahora comienza a merecer plenamente ese nombre

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explica sin duda que la pérdida de cualquier seguridad acerca del rumbo hacia el que en el
presente se encamina la historia, inspirara en los participantes de este simposio una reacción
más angustiada que la que una pérdida análoga inspiró a los historiadores activos en la etapa
abierta en 1848; mientras entonces la perplejidad había surgido de la dificultad de rastrear una
nítida línea de avance en el nuevo acto de un drama en que seguían desempeñando los papeles
centrales los mismos actores cuyos conflictos en la etapa cerrada en esa fecha habían parecido
seguir un rumbo fácilmente previsible, quienes hoy se esfuerzan por encontrar sentido a la
historia que transcurre ante sus ojos descubren a cada paso que el escenario en que ese drama
venía representándose se desvanece progresivamente en el aire, sin que alcancen a adivinarse
las líneas maestras del mucho más vasto que sin duda está destinado a reemplazarlo.
Pero creo que más aun influye en su angustia la conciencia de que en esa vasta transfor-
mación es la supervivencia misma de la comunidad historiadora tal como comenzó a configu-
rarse hace un siglo y medio la que está, esta vez, en juego. La metamorfosis de la universidad,
ya encaminada en 1968, ha avanzado lo suficiente para que sea ya penosamente claro que ella
ha dejado de ser el lugar en que por más de un siglo esa comunidad se había contado entre las
cada vez más escasas que retenían el privilegio de gobernarse de acuerdo con las normas de
una corporación medieval en medio del alud modernizador. Mientras pudo creerse que la onda
expansiva de la segunda posguerra estaba destinada a prolongarse indefinidamente en el fu-
turo, tanto el proceso que estaba transformando radicalmente la universidad como otros que
avanzaban en la misma dirección contaron con la colaboración entusiasta de los integrantes de
la cofradía historiadora, persuadidos de que todos esos avances, que estaban poniendo a su
disposición instrumentos desconocidos en el pasado y recursos sin medida común con los que
habían estado a su alcance hasta entonces, no encerraban amenaza alguna para la venerable
trama institucional a la que tenían tantas razones para permanecer apegados. Pese al primer
alerta que significaron las tormentas de 1968, iban a seguir colaborando en esos mismos avan-
ces con la esperanza de que les ofrecieran nuevas bases de sustentación capaces de atenuar las
consecuencias que para ella estaban alcanzando los cambios irreversibles que la masificación
había introducido en la universidad. Por dos décadas, mientras esa esperanza se hacía cada vez
más tenue, la reemplazaba la convicción de que no les quedaba ya alternativa a seguir adelante
por ese camino, hasta que en la primera del nuevo milenio se hizo cruelmente claro que el revés
sufrido en la universidad era consecuencia de transformaciones de mucho más vasto alcance
que, con modalidades en cada caso distintas, estaban alcanzando consecuencias igualmente
alarmantes en los ámbitos en que habían esperado encontrar compensación por el terreno per-
dido en la institución que les había dado su principal albergue por más de un siglo.
De nuevo la École ofrece un terreno particularmente adecuado para rastrear el rumbo de
las transformaciones que afectan a nuestro campo de estudios, ya que desde su fundación tuvo
por objetivo albergar el que era entonces un novísimo modo de encarar el trabajo histórico, que
si en Inglaterra pudo ser introducido por iniciativa del esposo de la reina Victoria en universi-
dades que eran poco más que arcaicos centros de formación de las nuevas promociones de
clérigos anglicanos, difícilmente lo hubiera logrado en Francia, donde la comunidad universi-
taria estaba convencida de que ya había hecho espontáneamente todo lo necesario para colo-
carse a la altura de los tiempos.
Fue Lucien Febvre quien en Face au vent, el ensayo programático que anunciaba el co-
mienzo de una nueva etapa de Annales en la Francia que acababa de dejar atrás la ocupación
alemana, propuso una segunda y aun más radical transformación del estilo de trabajo de la

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comunidad historiadora, impuesta a su juicio por el legado de una guerra de todos contra todos,
que, al unir con un lazo inextricable las experiencias históricas que a partir de ella habría de
afrontar la humanidad en los cinco continentes del planeta, enfrentaba a los historiadores con
el desafío de desentrañar en sus exploraciones del pasado claves válidas para la comprensión
de la etapa histórica radicalmente nueva inaugurada por ese gigantesco cataclismo. Ese desafío
les imponía reemplazar los proyectos en que métodos y objetivos eran definidos por un estu-
dioso individual por otros planeados y ejecutados por equipos de investigadores que, sumando
sus específicas destrezas, serían capaces de abordar las múltiples facetas de los complejos
procesos que se trataba de desentrañar, y también de dar mayor precisión a sus conclusiones
recurriendo, cuando el carácter de los materiales así lo aconsejaba, a los métodos cuantitativos
y estadísticos en uso en las ciencias sociales.
En la intención de Febvre los integrantes de esos equipos pondrían sus esfuerzos al ser-
vicio de proyectos orientados a desentrañar un específico problema (“en ciencias del hombre
–sentenció alguna vez– no hay disciplinas, hay problemas”) y con ese criterio encaró ya en la
entreguerra el gran proyecto de la Encyclopédie Française. Pero esa visión de una libre y armo-
niosa colaboración entre estudiosos en que la misma concordia discors que había logrado hacer
tan productiva la etapa abierta en 1848, cuando la disciplina histórica había avanzado a la de-
riva, lograría reiterar esa hazaña, no preveía que la ola de fondo que en esas décadas de prospe-
ridad en impetuoso avance iba a transformar a las universidades en instituciones de masas al-
canzaría consecuencias análogas en los nuevos ámbitos creados para albergar proyectos como
los que Febvre tenía en mente, haciendo cada vez más difícil que reinara en ellos ese espíritu
de genial improvisación que debía asegurarles la creatividad que él esperaba de ese nuevo
modo de abordar el trabajo histórico.
Mal hubiera podido reinar ese espíritu en el cnrs,* creado para canalizar los recursos
cada vez más amplios que el Estado podía ahora volcar en ese campo y distribuirlos con crite-
rios objetivos y mensurables que debían permitirle justificar sus decisiones ante los mecanis-
mos de control de ese mismo Estado (y, como iba a descubrirse bien pronto, en más de una
ocasión ante el tribunal de la opinión pública). Sin duda la consecuencia fue que una parte de
la energía que en la utópica visión de Lucien Febvre debía volcarse en esos libres y productivos
debates era derivada hacia la elaboración de minuciosos comprobantes de que esa productivi-
dad estaba rindiendo sus frutos en los plazos previstos en el proyecto originario, pero esta
carga pesaba muy poco para estudiosos que en ese nuevo marco podían avanzar en sus explo-
raciones del pasado hacia los cada vez más anchos horizontes impulsados por su imaginación
histórica. Tan poco pesaba, en efecto, que no iban a vacilar en expandir aun más esos horizon-
tes acudiendo a otros apoyos externos que harían aun más rápida esa adecuación de la práctica
historiadora a esa etapa histórica radicalmente nueva que aun no era conocida como la de
globalización y, al hacerlo, iban a aceptar nuevamente las consecuencias que el estableci-
miento de ese nuevo lazo iba a alcanzar para su estilo de trabajo.
Como es sabido, la gestión de Fernand Braudel al frente de la École utilizaría al máximo
las oportunidades abiertas gracias a esos apoyos. Denunciado como el prototipo del historien
marshallisé por los antiguos internacionalistas ahora firmemente envueltos en los colores na-

* Creado en 1939, el Centre National de la Recherche Scientifique (cnrs) es, con más de 11.000 investigadores, el
principal organismo público de investigación del Estado francés [n/eds.].

Prismas, Nº 18, 2014 23


cionales ante el desconcierto de sus atacantes, en ese momento en que la Guerra Fría estaba
globalizando el eco de los debates que por más de un siglo habían desgarrado a la historiografía
francesa, el inesperado giro tomado por esa misma guerra iba a permitirle gestionar un ambi-
cioso proyecto en que cruzando mares y continentes conjugarían sus esfuerzos la Ford Founda-
tion y el Partido Comunista Polaco. Pero la trayectoria de ese proyecto iba a revelar hasta qué
punto ese múltiple patrocinio lo tornaba vulnerable a los nuevos giros que sobrevendrían en la
trayectoria de las instituciones cuyo auxilio había obtenido; en cuanto al Partido Comunista,
bastará mencionar que lo había representado en el proyecto originario Bronislaw Geremek, el
eminente medievalista que iba a ganar vasta celebridad fuera de la cofradía historiadora como
uno de los protagonistas del movimiento que puso fin al dominio de ese partido en Polonia; en
cuanto a la Ford Foundation, primero la decisión de concentrar sus subsidios a las ciencias
sociales en proyectos relacionados con los problemas que en esa etapa afrontaba la sociedad
norteamericana, y luego el descubrimiento de que sus fondos no le permitían seguir expandién-
dolos como hasta la víspera, vino a revelar que también su contribución a la esperada expansión
de horizontes estaba encontrando sus límites antes de lo previsto.
No era solo esa modificación en el contexto externo la que estaba haciendo cada vez más
difícil a la cofradía historiadora volcar su producción en el molde anticipado por Lucien Febvre.
Ocurría a la vez que a medida que sus integrantes avanzaban en sus exploraciones, veían abrirse
ante ellos rutas de avance alternativas que excitaban también su curiosidad; ciñéndonos de
nuevo al ámbito de la École, Emmanuel Le Roy Ladurie nos cuenta en Paris-Montpellier, PC-
PSU (1945-1963),8 cómo buscando en los archivos materiales para su gran tesis sobre los cam-
pesinos del Languedoc encontró dos expedientes que apartó para su futuro uso, uno sobre el
proceso inquisitorial del foco albigense de Montaillou referido a los treinta años allí transcurri-
dos entre 1294 y 1324, y otro sobre los disturbios que entre la Candelaria de 1679 y el Miérco-
les de Ceniza de 1680 desencadenó en Romans, en Provenza, un tumultuoso festejo de carna-
val. Le Roy Ladurie era entonces un militante del comunismo que en su tesis se proponía hacer
luz sobre un proceso de larga duración apoyándose en supuestos comparables a los que subten-
dían, por ejemplo, el esfuerzo que el equipo de Huguette y Pierre Chaunu había consagrado a
reconstruir los altibajos del tráfico en el Atlántico español en Seville et l’Atlantique, 1504-1650,
pero sabía ya que estaba maduro para una metamorfosis total de su modo de encarar el trabajo
histórico. E iba a tocar a otro historiador, también él militante del comunismo y también él
consagrado a un proyecto de ese corte, deducir la conclusión teórica que debía justificar la de-
riva que Le Roy Ladurie había anticipado en su futuro de historiador. Fue en efecto François
Furet quien buscó establecer el grado de convergencia entre los cambios de coyuntura en el
terreno de la economía y la sociedad, y en el del imaginario a través del cual estos eran perci-
bidos por quienes los sufrían para hacer de él el experimentum crucis que determinaría de una
vez por todas la validez de la premisa –compartida por la visión histórica del marxismo y la de
la economía del desarrollo– que postulaba que unos y otros avanzaban de modo solidario. La
respuesta que obtuvo fue inequívocamente negativa, y el corolario que implícitamente dedujo
de ella vino a reemplazar la filosofía de la historia que había subtendido los avances de la his-
toriografía en la etapa que estaba siendo dejada atrás, por otra que como la versión marxista de
aquella se apoyaba en una filosofía de la naturaleza, así fuera esta infinitamente más desoladora

8
París, Gallimard, 1982.

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que la que venía a reemplazar. Era ella la que en el siglo anterior había formulado A. A. Cour-
not, para quien el tema central de la historia lo ofrecían los entrelazamientos entre procesos
históricos que avanzaban en paralelo; en la visión de Cournot esos entrelazamientos estaban
gobernados por el azar, pero no lo estarían indefinidamente, porque lo que hacía posible ese
margen de azarosa libertad era la distribución desigual de la energía en el mundo natural, que
estaba destinada a decrecer lenta pero inexorablemente hasta que todo ese mundo se sumiera a
la vez en eterna tiniebla y eterna quietud.
El experimento de Furet había así venido a ofrecer la caución para el que iba a ser cono-
cido como giro narrativo, que a la vez que satisfacía una demanda espontáneamente inspirada
por la experiencia de trabajo de los historiadores se adaptaba admirablemente a la situación
creada por el progresivo agotamiento de los recursos que habían hecho posibles los ambiciosos
proyectos de la etapa de auge económico que estaba quedando atrás. De este modo, volvía a
ocupar el primer plano el vínculo de la cofradía historiadora con el mundo de la edición, que
había ya gravitado decisivamente en la etapa abierta en 1848, cuando tanto la obra mayor de
Michelet en Francia como, en la otra orilla del Rhin, aquella en que los historiadores de la
Pequeña Alemania desplegaron sus interpretaciones rivales del proceso histórico que había
culminado en la fundación del Segundo Reich, dependieron de la colaboración y en más de un
caso se debieron a la iniciativa de un empresario de la industria editorial. De inmediato iba a
descubrirse que había un vasto público disponible para la renacida historia narrativa; así, el
libro en que Le Roy Ladurie ofreció el relato de los treinta años de tensa convivencia entre
católicos y cátaros en Montaillou9 alcanzó más allá de la cofradía historiadora un eco sin me-
dida común con el que hasta entonces habían logrado suscitar ni aun los que por su tema se
supondría más accesibles a un público no especializado. Pero es que aun estos habían sido
escritos por los historiadores para sus pares. Así por ejemplo basta recorrer el índice del libro
apasionado y aun hoy apasionante que Lucien Febvre dedicó a reconstruir la trayectoria de
vida de Lutero, abierto con un capítulo enigmáticamente intitulado “De Köstlin a Denifle”
destinado a trazar un balance del estado de la cuestión que se proponía examinar en los nueve
siguientes, que sin duda no contribuyó a incitar al lector común a avanzar en su lectura, para
entender por qué ese breve volumen, publicado en 1928 y rápidamente agotado, debió esperar
a la segunda posguerra para conocer dos reediciones, separadas por siete años, del texto revi-
sado por su autor durante la ocupación.10
Lo que en este aspecto ha logrado el giro narrativo es retornar a la situación de la etapa
abierta en 1848, en que los integrantes de la cofradía historiadora podían escribir a la vez para
sus pares y para todos, y era esta una conquista que no había demandado el sacrificio de nada
esencial en su estilo de trabajo, pues las innovaciones que la hicieron posible las habían intro-
ducido ya en él para adecuarlo más plenamente a un objeto de estudio a cuya complejidad
habían descubierto que no habían hecho hasta entonces plena justicia. Pero, como ya había
ocurrido con los vastos proyectos de la etapa de loca prosperidad dejada atrás, la resurrecta
alianza de la empresa historiográfica con la empresa editorial enlaza su destino con el de un
agente externo cuya lógica le impone obedecer en primer lugar al imperativo de sobrevivir (y

9
Emmanuel Le Roy Ladurie, Montaillou, village occitan de 1294 à 1324, París, Gallimard, 1975.
10
Lucien Febvre, Un destin: Martin Luther, París, Rieder, 1928, reediciones a cargo de las Presses Universitaires de
France, París, 1945 y 1952, del texto que su autor había concluido de revisar el 31 de enero de 1944 (Un destin…,
op. cit., ed. de 1945, p. 6).

Prismas, Nº 18, 2014 25


en lo posible prosperar) en un marco económico cada vez más hostil, mientras las vertiginosas
transformaciones en curso en la tecnología de las comunicaciones hace cada vez más proble-
mático el futuro del libro; no debe sorprender entonces que el sostén que de esa alianza recibe
la empresa historiográfica sea ya hoy mucho más limitado de lo que pareció posible esperar
hace solo dos décadas.
Me pregunto qué puedo agregar al llegar a este punto a lo que para quienes no la han vi-
vido desde dentro es la historia de una burbuja, de una pompa de jabón que se desvanece en el
aire junto con tantas otras en este gigantesco fin de época, pero que es a la vez la de una em-
presa en la que quienes aquí estamos hemos gastado nuestras vidas. Solo quizá el testimonio
de alguien a quien tras su paso fugaz por la École le ha tocado el destino de la pierre qui roule,
y puede por lo tanto atestiguar hasta qué punto lo que hoy se vive en ella lo está viviendo nuestra
cofradía desde la bahía de San Francisco hasta el Río de la Plata; en todas partes la enorme ex-
pansión de la que tanto nos habíamos prometido (y que no conviene olvidar estuvo lejos de de-
cepcionar todas nuestras esperanzas) trajo consigo una quizá inevitable managerial revolution
que puso nuestro destino en manos de quienes tienen ahora la oportunidad de utilizar la actual
penuria para imponer una reestructuración radical de la cofradía historiadora que, al precio de
hacerla irreconocible, concentraría el poder y los recursos en sus manos y en las de sus más in-
mediatos allegados, y están implacablemente decididos a no dejarla pasar en vano; tal la moda-
lidad con que invade nuestra esfera la ingente transformación social hoy en curso en que las
herencias de capitalismo y el socialismo convergen para empujar en una dirección muy distinta
de la imaginada hace medio siglo.
Y se comprende que todo eso que nos circunda haga para mí aun más melancólico este
reencuentro otoñal con la institución que conocí tan cerca de sus orígenes. Pero no deja de ser
reconfortante verla discutir con los bríos de siempre los temas de siempre, que muestran que
en quienes los abordan no ha desaparecido la confianza en que, en medio de tanta adversidad,
el futuro de la empresa en la que todos ellos participan no está irrevocablemente bloqueado. o

Bibliografía
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Febvre, Lucien, Un destin: Martin Luther, París, Presses Universitaires de France, 1945.
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Rostow, W. W., The Stages of Economic Growth. A non-Communist Manifesto, Cambridge, Cambridge University
Press, 1960.

26 Prismas, Nº 18, 2014


Resumen / Abstract

La historia como oficio. Un testimonio sobre History as a Craft. A testimony about the École
l’École des Hautes Études en Sciences Sociales des Hautes Études en Sciences Sociales

Resultado de una conferencia dictada en la École Based on a lecture at the École des Hautes Études
des Hautes Études en Sciences Sociales (ehess, en Sciences Sociales (ehess, Paris) which took place
París) en el marco de las conmemoraciones de los during the Bicentenary commemorations of Hispanic
bicentenarios de las revoluciones en Hispanoamérica, American revolutions, this article examines the paths
este artículo indaga los derroteros que atravesó la that History has followed as a discipline since mid-
disciplina histórica desde mediados del siglo xix nineteenth century, and the place that the ehess kept
y el lugar que la ehess ocupó en ese proceso. in that process.

Palabras clave: Historiografía del siglo xix y xx - Keywords: 19th and 20th century Historiography -
Intelectuales franceses - Teoría de la Historia French Intellectuals - Historical Theory

Prismas, Nº 18, 2014 27


Representaciones de la barbarie
europea y americana durante
los siglos XVI y XVII
Nicolás Kwiatkowski

Universidad Nacional de San Martín / conicet

I Es bien sabido que durante la antigüedad clásica el término bárbaro era una generalización
greco-romana, originada en una palabra griega que designaba a todos aquellos pueblos que
no hablaban el idioma propio y desconocían los marcos morales y culturales helénicos y lati-
nos. Así, el concepto de barbarie, como sus antónimos, derivados de polis y civis, era una in-
vención del hombre civilizado,1 que de ese modo expresaba el contraste entre su condición y
la de los otros, de quienes asumía que se encontraban en niveles inferiores de desarrollo mate-
rial, cultural o moral. Muchas veces ese otro podía permanecer ajeno a la vida civil y, más aun,
ser sanguinario, pero era también capaz de actos de piedad y valentía. De Herodoto y Esquilo
a Cicerón y Tácito, hallamos ejemplos de esa ambigüedad entre el desprecio al bárbaro cruel,
brutal y esclavo, y la valoración de su humanidad, coraje y simpleza.2 Durante el medioevo, se
mantuvo la distinción tajante entre bárbaros y romanos. Sin embargo, lentamente se hacía
evidente que esa vieja antítesis era cada vez menos una descripción aceptable de las diferencias
culturales y sociales prevalecientes en una Europa en la que ambas culturas se penetraban e
influían mutuamente. En la práctica, pareciera que el resultado de ese desarrollo fue la asimi-
lación del término “bárbaro” con el ateísmo, la herejía o el paganismo, de modo tal que la
distinción entre “bárbaro” y “romano” fue reemplazada por la separación entre “bárbaro” y
“cristiano”. Una división religiosa pasaba a predominar sobre las demás características cultu-

1
Por supuesto, sabemos desde los estudios de Norbert Elias, Émile Benveniste y Raymond Williams que el término
“civilización” no aparece en los idiomas europeos en su sentido moderno hasta entrado el siglo xviii. Véanse Norbert
Elias, El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas [1939], México, fce, 1987;
Émile Benveniste, “Civilisation. Contribution à l’histoire du mot” [1954], en Problèmes de linguistique générale,
París, Gallimard, 1966, pp. 336-345; Raymond Williams, Palabras Clave [1976], Buenos Aires, Nueva Visión, 2000.
Sin embargo, y aun reconociendo las imprecisiones que esto implica, a lo largo de este artículo se utilizarán las pa-
labras españolas modernas “civilización”, “civilizado” e “incivilizado” para traducir los términos civil, uncivil, poli-
cer, etc. Indicaré los casos en que introduzca este anacronismo con un asterisco, pero utilizaré libremente el sustan-
tivo “civilización” como opuesto a “barbarie” cuando las elaboraciones sean mías.
2
Para comprender las actitudes griegas y romanas hacia los bárbaros, pueden consultarse François Hartog, Le miroir
d’Hérodote: Essai sur la représentation de l’autre, París, Gallimard, 1980; Walter Goffart, “Rome, Constantinople,
and the Barbarians”, The American Historical Review, vol. 86, nº 2, abril de 1981, pp. 275-306; Karl Christ, “Römer
und Barbaren in der hohen Kaiserzeit”, Saeculum, 10, 1959, pp. 273-280; Lieven van Acker, “Barbarus und seine
Ableitungen im Mittellatein”, Archiv für Kulturgeschichte, 1965, pp. 125-140, y Hans Diller, “Die Hellenen-Barba-
ren-Antithese im Zeitalter der Perserkriege”, Fondation Hardt, Entretiens viii, 1962, pp. 37-68.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 29-62


rales, aunque se seguían adscribiendo a los bárbaros comportamientos asociados a la feroci-
dad, la traición o la brutalidad.3
Sobre el fin del medioevo, y aunque las cruzadas reforzaron la idea de una cristiandad
unida, el contacto con los musulmanes no parece haber afectado la idea de barbarie predomi-
nante en Europa, por cuanto los musulmanes no se adecuaban al estereotipo del bárbaro y la
palabra no se refería a ellos con gran frecuencia. Se los veía, más que como paganos, como re-
presentantes de una fe corrompida y transformada en herejía. Cuando se hablaba de los musul-
manes como bárbaros durante las cruzadas, se quería decir sobre todo que no eran cristianos.4
Solo en el siglo xv, tras la caída de Constantinopla en 1453, relatada con lujo de macabros de-
talles por emigrados griegos y mercaderes italianos, el término bárbaro comenzó a utilizarse
para designar sistemáticamente a los musulmanes, devenidos desde entonces en los antagonis-
tas principales de la Europa cristiana.5 Nuevamente emergía como predominante la vinculación
entre barbarie y características como la ferocidad, la brutalidad y la crueldad. En 1503-1506,
Jacopo Ripanda decoró la Sala de Aníbal del Palazzo dei Conservatori, en Roma, con un fresco
en el cual el cartaginés monta un elefante y se lo presenta con un tocado turco. Sin embargo, la
forma en que Erasmo describe al turco deja lugar también para cierta ambivalencia.6 En De
Bello Turcico (1530), lo presenta como un guerrero cruel, sediento de sangre y carente de vir-
tud, aunque afeminado y enamorado del lujo, un pueblo “bárbaro de origen oscuro” que “debe
sus victorias a nuestros vicios”. Pero al mismo tiempo, Erasmo se opone a quienes hablan de los
turcos como perros, destaca su compromiso con su religión y afirma que son “primero hombres,
luego semicristianos”.7 De esta manera, el turco es a la vez radicalmente otro (bárbaro, violento,
decadente) y fundamentalmente humano, piadoso y asimilable a la propia identidad cristiana.
Más allá de la compleja y ambivalente visión del turco que encontramos en la obra de
Erasmo, la emergencia amenazante del imperio otomano como un poder expansivo e indetenible
causaba tanta curiosidad cuanto ansiedad, tanto interés cuanto temor, tanta envidia cuanto sobre-
cogimiento. Algunas de esas actitudes aparecen en los dibujos y las pinturas que produjo Gentile
Bellini cuando fue enviado, en 1479, por el Senado veneciano a la capital del imperio otomano,
mientras que en Inglaterra y en Francia, desde ese momento y hasta entrado el siglo xvii, relatos
diversos de encuentros con musulmanes aparecían en el teatro, la literatura e incluso en tratados
religiosos. A la hostilidad que despertaban la supuesta crueldad, la tiranía y la superstición de
turcos y musulmanes se sumaban también el interés por el exotismo y la admiración por el lujo
de sus cortes.8 Por ejemplo, en 1560 Guillaume Postel, quien había visitado el imperio oto-

3
Sobre las actitudes europeas medievales respecto de la barbarie, véase W. R. Jones, “The Image of the Barbarian in
Medieval Europe”, Comparative Studies in Society and History, vol. 13, nº 4, 1971, pp. 376-407, el primer capítulo
de la obra de Richard Southern, The making of the Middle Ages, New Haven y Londres, Yale University Press, 1953,
y Denys Hay, Europe: the Emergence of an Idea, Nueva York, Harper Torchbooks, 1966, pp. 27 y ss.
4
Norman Daniel, Islam and the West: the Making of an Image, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1960, pp.
273, 276.
5
Robert Schwoebel, The Shadow of the Crescent: The Renaissance Image of the Turk, Nueva York, St. Martin’s
Press, 1967.
6
Timothy Hampton, “‘Turkish Dogs’: Rabelais, Erasmus, and the Rhetoric of Alterity”, Representations, nº 41,
1993, pp. 58-82.
7
Erasmo, “De bello Turcico” [1530], Weiler ed., Opera omnia, Amsterdam, North-Holland, 1986, 5.3, pp. 50 y ss.
8
Gerald MacLean, “Ottomanism before Orientalism? Bishop King Praises Henry Blount, Passenger in the Levant”,
en Ivo Kamps y Jyotsna G. Singh (eds.), Travel Knowledge: European Discoveries in the Early Modern Period,
Nueva York, Palgrave, 2001.

30 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 1. Jacopo Ripanda, Aníbal cruza los Alpes, 1503-1506, Sala de Aníbal del Palazzo dei Conservatori, Roma.

mano, publicó Sobre la república de los Turcos, donde destacaba las virtudes y los vicios polí-
ticos del enemigo más terrible de la cristiandad, que era al mismo tiempo un extraño caso de
“barbarie que a fuerza de sobriedad, paciencia y obediencia” sojuzgó a medio mundo.9 Gui-
llaume, quien evidentemente conocía la obra de Erasmo, pues sostenía que los turcos “habían
sido semiconvertidos y eran casi cristianos”, alternaba la diatriba y el elogio respecto de la re-
ligión musulmana.10 Algunas representaciones de los turcos procedían de encuentros reales con
esos “otros próximos”, pero las más difundidas e influyentes, al menos en Inglaterra, eran las
visibles en representaciones teatrales, como The Battle of Alcazar, de George Peele, All Lost by
Lust, de William Rowley o, por supuesto, Otelo, de Shakespeare. En esta última, por ejemplo,
es evidente la combinación de salvajismo, locura, poder, lujo, sensualidad e incoherencia lin-
güística en la conformación de la imagen del propio Otelo como bárbaro.11
Por cierto, como varios de los ejemplos anteriores dejan claro, las complejas actitudes de
los europeos de la temprana modernidad respecto de los musulmanes no se referían solamente a
la corte imperial de Constantinopla y sus ejércitos, sino que también aludían a los reinos del norte
de África, lo que se conocía como Barbaria, Barbary o Berbería. Un tapiz alemán de 1440,

9
Guillaume Postel, De la République des Turcs et là où l’occasion s’offrera des meurs et louy de tous Muhamedistes,
Poitiers, Enguilbert de Marnef, 1560. Debo este dato y el análisis que sigue a José Burucúa y a Lucio Burucúa (eds.),
Nicolás de Cusa, Sobre la Paz de la Fe, Buenos Aires, Cálamo, 2000, pp. 65 y ss.
10
En De la République des Turcs…, op. cit., Postel criticaba las fábulas referidas a la vida de Mahoma y su concu-
piscencia (pp. 82-83), pero destacaba la simplicidad de la fe, la alta espiritualidad de la práctica religiosa y la tole-
rancia de cristianos y judíos (pp. 38-41 y 76).
11
Nabil Matar, Turks, Moors, and Englishmen in the Age of Discovery, Nueva York, Columbia University Press,
1999. Véase también Ian Smith, “Barbarian Errors: Performing Race in Early Modern England”, Shakespeare Quar-
terly, vol. 49, nº 2, 1998, pp. 168-186, donde se insiste con buenos argumentos en que la prosa degradada de Otelo
sería, de acuerdo con las palabras de Iago, una expresión de su “savage madness” (4.1.53), que lo convierte en “an
erring barbarian” (1.3.343).

Prismas, Nº 18, 2014 31


conservado hoy en el Museo de Bellas Artes de Boston, muestra que al menos hasta mediados
del siglo xv era posible concebir a los moros como quienes se encontraban bajo la amenaza de
hombres salvajes, barbados y belicosos, no como bárbaros. Un siglo y medio más tarde, George
Puttenham creaba una imaginativa, aunque reveladora, etimología del término “bárbaro”, que
remite al “idioma grosero y ruidoso de los africanos a quienes hoy llamamos bárbaros
[bereberes]”.12 Entre los reinados de Selim I (1512-1520) y Soleimán el Magnífico (1521-
1566), los otomanos lograron incorporar parte de la región como provincias autónomas del
imperio, de modo que la flota imperial y los piratas de Berbería dominaban buena parte del
Mediterráneo. El África del Norte se volvió particularmente importante para las representacio-
nes europeas de los musulmanes: se trataba de la región musulmana más próxima a Europa y
los relatos de los contactos con ella fueron tan frecuentes como los contactos mismos.13
A menudo, los moros eran descriptos como paganos poco dignos de confianza, y en
cuanto tales eran lo opuesto a los cristianos europeos: “Esta gente no tiene religión, viven
como bestias, sin propiedad, incluso respecto de sus mujeres e hijos”.14 Sin embargo, de
acuerdo con Kenneth Parker, el siglo xix nos legó una imagen de Berbería y sus habitantes
antes de la dominación francesa como “el gran flagelo de la cristiandad”,15 pero se trataría de
una aproximación binaria y demasiado simplista al asunto que debería complejizarse a partir
de un análisis de las fuentes temprano modernas.16 En primer término, la excomunión de la
reina Isabel por parte del papa Pío V en 1570 hizo posible que los mercaderes ingleses comer-
ciaran con los estados musulmanes sin preocuparse por los edictos papales que prohibían esos
vínculos. Para Nabil Matar, existía una cooperación militar entre “turcos”, “moros” e “ingle-
ses” que podría incluso definirse como una “alianza estratégica nunca formalizada entre Lon-
dres y Marrakesh”.17 Pero además, en segundo lugar, los relatos ingleses de la piratería y el
cautiverio insistían tanto en la barbarie de los bereberes como en la perfidia de los católicos
(franceses, españoles, italianos) contra “inocentes protestantes” y, sobre todo, se maravillaban
y horrorizaban ante historias de piratas ingleses que se convertían en turcos, abandonaban la
“religión verdadera” y adquirían sus costumbres, brutales, hasta el punto de transformarse
ellos mismos en bárbaros.18 Además, de acuerdo con David Delison Hebb, los testigos euro-
peos de los “estados piratas” de Berbería durante el siglo xvii encontraban bastante benévolo
el trato que los musulmanes dispensaban a sus esclavos en comparación con el predominante
en el Nuevo Mundo, entre otros motivos porque no se utilizaba el látigo y porque no se mar-

12
George Puttenham, The Arte of English Poesie [1589], ed. de Edward Arber, Londres, Alex Murray and Son, 1869,
p. 258.
13
Aimilia Mohd Ramli, “‘Licentious Barbarians’: Representations of North African Muslims in Britain”, Intellectual
Discourse, vol 17, nº 1, 2009, pp. 43-63.
14
“The people are of no Religion, but live like beasts; without propriety so much as in their wives, or children”, Peter
Heylyn, Cosmographie, Londres, 1657, p. 973.
15
Robert Lambert Playfair, The Scourge of Christendom: Annals of British Relations with Algiers Prior to the French
Conquest, Londres, Smith Elder, 1884, passim.
16
Kenneth Parker, “Reading ‘Barbary’ in Early Modern England, 1550-1685”, Seventeenth Century, 19, 2004, pp.
87-116.
17
Nabil Matar, Turks, Moors, and Englishmen, op. cit., pp. 20-21.
18
Parker cita varios ejemplos, entre ellos Andrew Barker, A true and certain report of the beginning, proceedings,
ouerthrowes, and now present estate of Captain Ward and Danseker, the two late famous pirates…, Londres, William
Hall, 1609, y Robert Daborn, A Christian turn’d Turke: or, the Tragicall liues and deaths of the two famous pyrates,
Ward and Danseker, Londres, William Berrenger, 1612.

32 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 2. Tapiz alemán anónimo, 1440, moros atacados por salvajes, Boston, Museum of Fine Arts.

caba a los esclavos como si fueran ganado.19 En las obras de Cervantes, esa misma atribución
de barbarie a los moros y a los europeos llegados a Berbería aparece plenamente representada.
Así, en El trato de Argel leemos:

A la marina llegaron
con la víctima inocente,
do con barbaria insolente
a un áncora le ligaron.

Mientras que en Los baños de Argel (jornada tercera) el personaje del Cadí atribuye la barbarie
a los españoles:

Por la mía,
que tienes gran razón en lo que has dicho
de la canalla bárbara española.20

Sin embargo, también estaba muy presente la concepción de los moros del norte de África
como profundamente bárbaros y salvajes. En 1550, Giovanni Ramusio incluyó en su Delle
navigationi e viaggi, publicado en Venecia, una Descrittione dell’Africa, de Joannes Leo Afri-

19
David Delison Hebb, Piracy and the English Government, 1616–1642, Aldershot, Scholar Press, 1994. Véase
también Linda Colley, Captives: Britain, Empire and the New World, 1600-1850, Londres, Pimlico, 2003.
20
Cervantes, El Trato de Argel, en Miguel de Cervantes Saavedra, Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1970, vol. i,
p. 137, vv. 583-586, y p. 374. Agradezco las citas a José Emilio Burucúa.

Prismas, Nº 18, 2014 33


canus. Se trata de al-Hasan ibn Muhammad al-Wazzan al-Fasi, un moro nacido en Granada en
1494 quien, tras recorrer medio mundo y ser capturado por piratas españoles, se convirtió al
cristianismo en Roma en 1521. Traducida a varios idiomas e incluida por ejemplo en la formi-
dable colectánea de Hakluyt-Purchas, incluye numerosas descripciones de moros y árabes.21
Nos enteramos así de que los “pardos moros hablan un idioma bárbaro”, y que se trata de “un
pueblo muy poco civilizado* y bárbaro”, “de costumbres corruptas”. Incluso los árabes se re-
conocen superiores a los africanos bereberes, pues “Barbar deriva de Verbe Barbara, que en
árabe significa murmurar, pues el idioma de los africanos suena para los árabes como las voces
de las bestias”.22 En el marco de estas variaciones y complejidades, Parker encuentra una ca-
racterística dominante en los textos británicos acerca de Berbería: sus autores se construyen a
sí mismos como superiores a los otros que encuentran allí, aunque esos otros no sean sola-
mente los habitantes de esos lugares, sino también los otros europeos que viven allí,23 quienes,
por un motivo u otro, parecen haberse transformado en bárbaros. Pese a esos necesarios mati-
ces, conviene insistir en que a partir del siglo xiv, Europa se identificó crecientemente con la
cristiandad. Las invasiones tártaras del siglo xiii, que destruyeron el cristianismo en el sur de
Rusia, junto con el avance casi indetenible de los turcos desde el este, reforzaron la tendencia
a restringir la definición de Europa, en el sentido cultural, a los territorios de la Iglesia occiden-
tal. La Reforma partiría al medio la unidad espiritual de esta Europa, pero cierta homogeneidad
de instituciones, costumbres, tradiciones de pensamiento y, sobre todo, la supervivencia de un
idioma culto unificado, preservó algún tipo de identidad común, reforzada por el descubri-
miento de mundos extraños y bárbaros allende los mares.24

II Como bien recuerda Peter Burke, durante el siglo xvii el interés por la “antigüedad bár-
bara”, de la prehistoria a la Edad Media, se sumó con fuerza a aquel ya bien conocido y
explorado por las antigüedades clásica y cristiana: pese al desprecio con que muchos humanis-
tas se refirieron al medioevo, sus sucesores se mostraron verdaderamente fascinados por estos
“bárbaros”, en parte porque bretones, galos, francos, lombardos, germanos y otros eran vistos
como los propios ancestros.25 Los daneses se identificaron con los cimbrios, los holandeses con
los bátavos (y allí está La conspiración de los bátavos de Rembrandt, con el juego entre la re-
belión de Julius Civilis contra los romanos y aquella de las Provincias Unidas frente a los es-
pañoles para probarlo), los húngaros con los hunos, los suecos con los godos, y así sucesiva-
mente. La escasez de textos procedentes de esta “tercera antigüedad” en comparación con los
que sobrevivieron de las otras dos llevó, según Burke, a que se prestara una peculiar atención
a los objetos, que tuvo como consecuencia un auge del anticuariado, cuya importancia para el

21
J. L. Africanus, A Geographical Historie of Africa, trad. de John Pory, Londres, 1600; Samuel Purchas, Hakluytus
Posthumus or Purchas His Pilgrimes, 20 vols., Glasgow, James MacLehose, 1905, vol. 5.
22
Citado por Ian Smith, “Barbarian Errors…”, op. cit., a partir de Samuel Purchas, Hakluytus Posthumus…, op. cit.,
vol. 5, pp. 314, 324, 329, 313.
23
Kenneth Parker, “Reading ‘Barbary’ in Early…”, op. cit., pp. 108 y ss.
24
Véase W. H. Parker , “Europe: How Far?”, The Geographical Journal, vol. 126, nº 3, septiembre de 1960, pp. 278-
297; D. Hay, Europe, the emergence of an idea, op. cit., y John Hale, The civilization of Europe in the Renaissance,
Nueva York, Scribner, 1994.
25
Peter Burke, “Images as Evidence in Seventeenth-Century Europe”, Journal of the History of Ideas, vol. 64, nº 2,
2003, pp. 273-296.

34 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 3. Andrea Mantegna, Triunfo del César, 1486-1505, Palacio Ducal, Mantua.

surgimiento de la historiografía moderna probó de manera contundente Arnaldo Momigliano.26


En cualquier caso, está claro que el interés y la revalorización del propio pasado bárbaro era
bastante anterior al siglo xvii. El humanista alemán Beatus Rhenanus (1485-1547) se había
sentido orgulloso porque los conquistadores de Roma fueran ancestros de su “noble raza”,
pues “el triunfo de los godos, los vándalos y los francos son nuestros triunfos”.27
Los artistas del Renacimiento también se esforzaron por representar a los bárbaros. En el
Triunfo de César pintado por Mantegna, por ejemplo, los cautivos bárbaros se parecen a roma-
nos comunes sin armas ni insignias.28 Jerzy Miziolek estudió un cassone del Quattrocento en
el que los galos que luchan contra César se muestran como gigantes desnudos.29 En su Cosmo-
graphia de 1544, Sebastian Munster aceptó la existencia de varias razas, incluso algunas mons-
truosas, y derivó su representación de los caníbales del Nuevo Mundo de los antropófagos del
Viejo. Así, la imagen que retrata el hábito de devorar carne humana de los tártaros es idéntica

26
Arnaldo Momigliano, The Classical Foundations of Modern Historiography, Sather Classical Lectures 1961-1962,
vol. 54, Oakland (ca), University of California Press, 1990.
27
Citado en Santo Mazzarino, The End of the Ancient World, Nueva York, Faber & Faber, 1966, p. 88.
28
M. Bellonci y Niny Garavaglia, L’opera completa del Mantegna, Milán, Rizzoli, 1967, pp. 110-112.
29
Jerzy Miziolek, Mity, legendy, exempla, Varsovia, Universidad de Varsovia, Instituto de Arqueología, 2003, pp.
221-227.

Prismas, Nº 18, 2014 35


Figura 4. Sebastian Munster, Cosmographia, 1544, caníba-
les americanos.

a la que representa la misma costumbre de los americanos, aunque en este caso hay una imagen
adicional que los diferencia, pues los caníbales del Nuevo Mundo aparecen desnudos en el acto
de trozar un cuerpo.30 En la misma obra, junto a una descripción textual de godos, hunos, ván-
dalos y demás bárbaros, Munster incluyó una imagen en la cual todos los pueblos bárbaros y
salvajes se encontraban reunidos en sus diferencias ante la mirada del lector. De inmediato, el
autor describe a los godos como una “nación bárbara” formada por “bestias brutas y enfureci-
das” de la que los emperadores buscaron vengarse.31 Lo interesante es que las divergencias en
las descripciones textuales del aspecto y las costumbres de los diversos pueblos bárbaros, que
suelen destacar sus desviaciones respecto de la religión cristiana, no siempre se reflejan en
diferencias en las imágenes que los representan. Por ejemplo, el grabado en el que aparecen los
galos antiguos es exactamente idéntico al que representa a los italianos del pasado, y en ambos
casos hombres y mujeres lucen vestidos que están más cercanos a los contemporáneos a Muns-
ter que a aquellos de los pueblos bárbaros del pasado lejano.32 El grabado de los antiguos
suabos, sin embargo, es distinto: en los tocados y los vestidos pareciera identificárselos con
algunas características de los turcos del siglo xvi.33

30
Estas imágenes y las citas siguientes provienen de la edición francesa de 1552: Sebastian Munster, Cosmographie,
1552, pp. 1308, 1358 y 1360.
31
Ibid., pp. 281-282.
32
Ibid., pp. 105, 211.
33
Ibid., p. 649.

36 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 5. Wolfgang Lazius, Chorographia Aus-
triae, 1561, bárbaro.

Por su parte, el geógrafo Wolfgang Lazius (1514-1565), en su Chorographia Austriae de 1561,


hizo representar a los reyes y nobles de las antiguas Francia, Alemania y Austria como cata-
fractarii, caballeros medievales o simplemente romanos en armadura.34 Hubo incluso alguna
identificación entre los bárbaros antiguos y los modernos alrededor del año 1500, de tal ma-
nera que turcos reales representaron a los germanos descriptos por César o Tácito. Una carta
de Coluccio Salutati al margrave de Moravia, escrita en 1397, utilizó a Tácito para realizar un
paralelo muy fuerte entre las virtudes del coraje, la fuerza y la sencillez de la vida entre los
antiguos germanos, por un lado, y los turcos modernos por el otro.35 Ideas semejantes se en-
cuentran en la carta apócrifa atribuida al papa Pío II y dirigida al sultán Mehmet II.36 Se con-
serva, sin embargo, una carta de Piccolomini al papa Nicolás V en la que se muestra indignado
por el hecho de que Constantinopla cayera en manos de los turcos “afeminados y bárbaros”,
cuyo “abyecto jefe” era nada menos que una “bestia feroz”.37
Alain Schnapp ha destacado la importancia que tuvo la publicación en 1616 de la obra de
Philip Cluverius Germania Antiqua, con sus extraordinarias ilustraciones, para la conformación

34
Wolfgang Lazius, Chorographia Austriae, Viena, 1561, varios grabados.
35
Carta a Iodoco Margravio (marqués de Brandeburgo y Moravia), escrita en Florencia el 20 de agosto de 1397, en
Coluccio Salutati, Il trattato “De Tyranno” e lettere scelte, ed. de Francesco Ercole, Bolonia, Zanichelli, 1942, pp.
261-271.
36
Pío II (Enea Silvio Piccolomini), Lettera a Maometo II, ed. de Giuseppe Toffanin, Nápoles, Pironti, s/f.
37
Agostino Pertusi (ed.), La caduta di Constantinopoli, Milán, Mondadori, s.f., pp. 72-79.

Prismas, Nº 18, 2014 37


de una imagen temprano moderna de los germanos.38 Cluverius era un historiador y geógrafo
alemán nacido en Danzig, que había estudiado leyes en Leiden bajo el magisterio de Joseph
Justus Scaliger. Tanto la póstuma Introductio in universam geographicam (1629), que se con-
centra en Asia y Oriente pero contiene también una fuerte reivindicación de la hipótesis hermé-
tica acerca del origen egipcio de la sabiduría de los griegos, cuanto la Germania Antiqua son
parte de un esfuerzo enorme de construcción de una geografía histórica universal. Un hecho
sorprendente es que el propio Cluverius haya sugerido que el conocimiento de los indígenas
americanos fuera un elemento básico para la reconstrucción de una imagen de los antiguos ger-
manos. Cluverius escribió: “Es fácil ver, a partir de un examen de los monumentos antiguos, la
complexión de los cuerpos de las gentes que vivieron en todo el mundo y las tierras conocidas
en la Antigüedad. Y hoy lo que nos ha sido traído del mundo externo de los americanos es un
conocimiento común”.39 Cluverius y el ilustrador de su libro conocían seguramente los Nova
Reperta de Giovanni Stradano y las imágenes grabadas por Theodor de Bry para ilustrar A
Briefe and True Report of the New Found Land of Virginia, libro publicado en Frankfurt en 1590.
Tras varios exilios a causa de los conflictos religiosos europeos, que los llevaron de Lieja
a Amberes y Londres, De Bry y su familia se establecieron en Frankfurt en 1588, donde el pro-
pio Theodor comenzó a ganar fama de grabador y editor de libros, tarea a la que también se
dedicaron sus hijos. Entre los temas diversos que publicó desde entonces, pronto se destacaron
los Grands et Petits Voyages, un proyecto de historia ilustrada integral de los descubrimientos
ultramarinos europeos a partir de relatos de viajes, los que dieron mayor fama a la firma De
Bry.40 Durante su exilio en Londres, De Bry conoció a Richard Hakluyt, quien lo alentó a em-
prender el proyecto de editar una colección de viajes ilustrados a América. De hecho, varios de
los textos de los Grands Voyages fueron tomados de The Principal Navigations, Voyages, Traffi-
ques and Discoueries of the English Nation (1598-1600), reunido y publicado por Hakluyt sin
ilustraciones para la Compañía de Virginia. Más aun, fue el inglés quien proveyó a De Bry el
primer texto publicado en la colección America, el relato que Thomas Harriot produjo de la
expedición inglesa a Virginia,41 así como las acuarelas de John White, un miembro de esa pri-
mera tripulación, que sirvieron de base a los grabados que acompañaban el texto en la edición

38
Alain Schnapp, “Les Antiquités entre la France et l’Allemagne au xviiie siècle”, Revue germanique internationale,
13, 2001. Philippi Clüveri, Germaniae Antiquae libri tres, Leiden, Ludovico Elzevier, 1616. Debo el dato (al igual
que el de la nota siguiente) a las reveladoras páginas escritas por José Emilio Burucúa, “La noción de alteridad y el
caso de la historia de Ulises en el Renacimiento”, Eadem utraque Europa, nº 4-5, 2007, pp. 191-228.
39
Philippi Clüveri, Germaniae Antiquae…, op. cit., p. 129. En dos ocasiones en su Scienza Nuova, Giambattista Vico
comparó la barbarie de los americanos, “que encontraron los españoles”, con la barbarie de los antiguos germanos.
Giambattista Vico, La Scienza Nuova, ed. de Paolo Rossi, Milán, Rizzoli, 1977, pp. 364 y 568.
40
Los llamados Grands Voyages describen las navegaciones por las “Indias Occidentales”, mientras que los Petits
Voyages se ocupan de las “Indias Orientales”. Entre 1590 y 1634 aparecieron 25 volúmenes in folio, primero editados
por Theodor, luego por sus hijos, Johan Theodor y Johan Israel, y finalmente por Matthaus Merian, su sucesor. De
esos 25 volúmenes, 13 tratan sobre America, nombre con el que también se conoce a esa porción de la colección, y 12
sobre India Orientalis. La totalidad de la colección fue editada en alemán y latín para maximizar su difusión y garan-
tizar mayores ventas a un público más amplio, pero los primeros dos tomos de America aparecieron también en inglés
y en francés. Las obras incluyen casi 600 grabados y son la primera representación iconográfica comprensiva del
mundo de ultramar y sus habitantes. Bernadette Bucher, Icon and Conquest. A Structural Analysis of the Illustrations
of De Bry’s Great Voyages, Chicago, University of Chicago Press, 1981, p. 12.
41
A briefe and true report of the new found land of Virginia, directed to the investors, farmers and wellwishers of the
project of colonizing and planting there, publicado originalmente en Londres en 1588. Se trata de un estudio integral
de la región que incluye análisis económicos y estadísticos sobre las potencialidades del lugar y los productos co-
mercializables de la zona, pero también un análisis antropológico de las costumbres de los nativos.

38 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 6. Philip Cluverius, Germania
Antiquae, 1616, bárbaros.

de De Bry, de 1590. Hakluyt también era la fuente de la segunda parte de los Grands Voyages,
pues fue él quien rescató el diario de Laudonnière, que relataba los detalles de la expedición
hugonote a Florida. El texto publicado por De Bry es una narración basada en esa aventura y
reproduce los dibujos traídos de Florida por Le Moyne de Morgues, un sobreviviente de la ma-
sacre de la expedición de Laudonnière perpetrada por soldados españoles, quien también le ha-
bía sido presentado por Hakluyt. Allí, se recomienda a los cristianos que aprendan a moderar sus
impulsos como lo hacen los americanos: los europeos “merecen ser entregados a estos hombres
básicos e incivilizados*, a estas criaturas brutales, para aprender a controlarse”.42 Los encuen-
tros con los nativos americanos revitalizaban el sentido de las virtudes del salvaje, que se com-

42
Paul Hulton (ed.), The Work of Jacques Le Moyne de Morgues, a Huguenot Artist in France, Florida, and England,
Londres, British Museum Publications Ltd. nº 148, Londres, British Museum, 1977. La misma tensión aparece en
White-De Bry: “Doubtless it is a pleasant sight to see the people sometimes wading and going sometimes sailing in
those rivers, free from all care of heaping of riches for their posterity, content with their state, and living friendly
together of those things which God in his bounty has given unto them, yet without giving him any thanks according
to his desserts. So savages is this people, and deprived of the true knowledge of God” (The True Pictures and Fas-
hions, 1590, grabado xiii). Los ecos de la edad dorada no contradicen la condición de caídos de los indios, algo ya
presente en Pedro Mártir de Anglería. Es un primitivismo estoico, que combina la idea de la superioridad de la Eu-
ropa civilizada con cierta nostalgia por las virtudes de la simplicidad, la austeridad, el coraje, la libertad y la falta de
corrupción de un modo de vida más natural (también presente en Pedro Mártir, Polidoro Virgilio, Camden y Mon-
taigne). En ese paradigma, la transición de barbarie a civilización no era una que implicara sólo ventajas, sino tam-
bién cierta declinación moral. Esa combinación entre el tema humanista de la tragedia de la civilización y el tema
cristiano de la caída en el pecado es una parte esencial del discurso etnológico de la temprana modernidad (Joan-Pau
Rubiés, “New Worlds and Renaissance Ethnology”, History and Anthropology IV, 1993, pp. 157-197). Sin embargo,
también es preciso recordar que el discurso colonialista británico no siempre era tan ambivalente respecto de los
americanos. En 1625, Samuel Purchas se hacía esta pregunta respecto del carácter traicionero de los indios de Virgi-

Prismas, Nº 18, 2014 39


binaba con una aproximación anticuaria al pasado bárbaro de Europa. La idea de que los pue-
blos civilizados podrían aprender civilización de los bárbaros era ya entonces tanto una forma
de crítica social cuanto un modo de reflexionar sobre las consecuencias del encuentro colonial.
Algunos autores han afirmado que los Grands et Petits Voyages en particular y los empren-
dimientos editoriales de los De Bry en general estaban signados por la disputa religiosa europea,
de modo que la mayoría de los volúmenes trataban de la colonización protestante y su lucha
contra la hegemonía ibérica.43 Esta aproximación ha sido cuestionada recientemente. Según
Michiel van Groesen, los De Bry eran editores cuidadosos que querían que sus libros fueran
aceptados por un gran número de lectores, fueran católicos o protestantes, de modo que no esta-
ban motivados, en lo fundamental, por el objetivo de difundir propaganda protestante.44 Por ello,
los Grands Voyages habrían pretendido dar cuenta de las realidades del Nuevo Mundo en térmi-
nos de una alteridad cultural y antropológica radical respecto de la civilización europea, que
podía ser objeto de una contemplación estudiosa y de una práctica de conquista. En ese marco,
los españoles se distinguían por la exageración de la violencia y la perpetración sistemática del
abuso. En cualquier caso, las ilustraciones de America proveían una crónica visual del Nuevo
Mundo y sus habitantes, con su flora, su fauna y sus poblaciones diversas, así como la historia
de las cambiantes relaciones entre los conquistadores y los amerindios y entre los invasores
mismos. Su importancia en la elaboración de una imagen del Nuevo Mundo para los europeos
aumenta si se considera la escasez de representaciones gráficas del continente americano en el
siglo que va desde los viajes de Colón hasta el inicio de la publicación de los Grands Voyages.
Hay en los grabados de America una aproximación etnográfica a un mundo nuevo. Las
ilustraciones del ya citado texto de Harriot incluían cinco imágenes, también basadas en acuare-
las de John White, que mostraban a los primitivos pictos y británicos como salvajes semejantes
a los americanos: en un ejercicio de antropología comparada, esas representaciones buscaban
“mostrar cómo los habitantes de Gran Bretaña habían sido en tiempos pasados tan salvajes como
los de Virginia”.45 La idea predominaría entre los colonos ingleses de Virginia durante décadas.
En 1613, William Crashawe podía sostener que los miembros de la Compañía de Virginia iban
al Nuevo Mundo a extender el reino de Dios pero, sobre todo, que “la conversión de las almas
llegará luego de convertir a los nativos en hombres civilizados*”, lo que es posible por cuanto

nia: “Can a Leopard change his spots? Can a Savage remaining a Savage be civil?” (William Strach[e]y, “A true re-
portorie…”, Samuel Purchas, Hakluytus Posthumus, op. cit., vol. xix, p. 62).
43
Tal argumento es defendido por B. Bucher, Icon and Conquest, op. cit.
44
Michiel Van Groesen, The Representations of the Overseas World in the De Bry Collection of Voyages, 1590-1634,
Leiden-Boston, Brill, 2008, pp. 246, 250 y 377. El libro de Anna Greve acerca de la política de las imágenes en los
Grands Voyages comparte esa interpretación. Anna Greve, Die Konstruktion Amerikas. Bilderpolitik in den Grands
Voyages aus der Werkstatt de Bry, Colonia-Weimar-Viena, Böhlau, 2004.
45
“Show how the inhabitants of Great Britain have been in times past as savage as those of Virginia”, Thomas Ha-
rriot, A briefe and true report of the new found land of Virgin…, op. cit., p. 75. Lo que singulariza a John White es
que trabajó con cierta autonomía y que incluso Harriot habría escrito las didascalias a partir de las imágenes creadas
por él y no, como era frecuente, que White ilustrara un texto de Harriot. Todo en el marco de un proyecto de historia
natural que, como era usual en la tradición humanista, combinaba cartografía, registro de la naturaleza, objetivos
políticos y económicos y narrativa histórica de la colonización: incluía entonces especulación anticuaria y etnográ-
fica como complemento de ese proyecto económico colonial. La serie incluía también dos grabados basados en la
obra de Jacques Le Moyne de Morgues, artista de una expedición francesa a la Florida en 1562-1565. El resto de las
imágenes que Le Moyne produjera de los Timucua, junto con un comentario escrito por el propio artista, aparecieron
en el segundo volumen de America (1591), acompañadas por el mapa de la Florida trazado por Le Moyne y el ya
citado relato de los avatares de la colonia francesa.

40 Prismas, Nº 18, 2014


“los ingleses fuimos alguna vez como los indios, nuestros hermanos”.46 En cualquier caso, la in-
sistencia en los grabados de America en la costumbre de los pictos de cazar cabezas, en su desnu-
dez y en su primitivismo sustenta la idea de que el salvajismo era comparable con el de los ame-
ricanos. El parangón se apoya, además, en el conjunto de descubrimientos historiográficos y
anticuarios del siglo xvi, que desde Polidoro Virgilio a William Camden habían permitido descar-
tar la hipótesis de Geoffrey de Monmouth de que los primeros habitantes de Gran Bretaña prove-
nían de Troya (de modo que la civilización británica habría sido anterior a la romana),47 por lo
cual las imágenes grabadas por De Bry que presentan a los pictos como bárbaros dan cuenta de
los descubrimientos humanistas.48 Pero hay también en esos grabados una valoración positiva de
algunas características de los bárbaros del propio pasado, semejantes a aquellas que ya hemos
visto respecto de los bárbaros antiguos. La dignidad de los pictos en las imágenes de White mo-
dera las connotaciones negativas del término salvaje, un “primitivismo duro” que estaba presente
en los textos de Stephen Gosson, quien comparaba favorablemente a los primitivos británicos
frente al estilo de vida degenerado de los isabelinos.49 Más aun, los grabados de los americanos
combinaban representaciones de los eventos de la conquista y colonización con una visión imagi-
nativa de los pueblos subyugados. El conjunto constituye un registro único de la forma en que los
europeos integraron un continente entero en su universo cultural, no solo como un objeto de co-
nocimiento, sino también como objeto de codicia y lugar de expresión de nuevas relaciones de
fuerza. De acuerdo con Michael Gaudio, uno de los objetivos de De Bry era decodificar al salvaje,
traducir la otredad de un cuerpo del Nuevo Mundo al sistema de símbolos europeos, lo que cons-
tituye la construcción de un uno civilizado mediante la producción de un otro salvaje.50
Por un lado, entonces, los europeos proyectaron lo que sabían del Viejo Mundo sobre el
espacio del Nuevo que aspiraban a conquistar, y así fue como Cortés pudo hablar de las “mez-
quitas” que encontraba en México.51 Existía cierta incapacidad cultural que dificultaba superar
la inconmensurabilidad entre lo que veían y lo que conocían, a la que respondieron de diversas
formas, relacionando lo nuevo y lo viejo con analogías superficiales.52 Pero, como muestran las
acuarelas de White y los grabados de De Bry, esos hombres también buscaron interpretar esa
nueva realidad empírica de otra manera, consideraron que había una legítima diferencia cultu-
ral que no era contraria a la ley natural, de modo que la comparación con ejemplos antiguos
daba forma a la interpretación de la cultura y la religión de los nativos, pero no significaba una

46
William Crashawe, A Sermon Preached before Lord La Warre, Lord Governour and Captain General of Virginea,
1610, s/p, y Good Newes from Virginia, 1613, dedicatoria a sir Thomas Smith.
47
Todavía había ecos de esta narrativa en tiempos isabelinos: E. Spenser, The Faerie Queene, W. Shakespeare, King
Lear. Véase P. Virgilio, Anglica Historia [1534], Britannia, W. Camden, 1586.
48
Samuel Daniel, en su History of England, de 1612, comparaba los modos de vida de los antiguos habitantes de
Gran Bretaña con lo que sus contemporáneos relataban de los americanos.
49
The Schoole of Abuse, 1579, cit. por Sam Smiles, “John White and British Antiquity: Savage Origins in the Context
of Tudor Historiography”, en Kim Sloan (ed.), European Visions: American Voices, British Museum Research Publi-
cation nº 172, Londres, British Museum, 2009.
50
Michael Gaudio, Engraving the Savage. The New World and Techniques of Civilization, Minneapolis, University
of Minnesota Press, 2008, p. 12.
51
D. B. Quinn, “New Geographical Horizons: Literature”, en F. Chiappelli (ed.), First images of America, Los Án-
geles, University of California Press, 1974, p. 636. La referencia a Cortés proviene de Cartas de Relación, México,
Porrúa, 1969, p. 17. Véase también Jonathan Z. Smith, “What a Difference a Difference Makes”, en Relating Reli-
gion: Essays in the Study of Religion, Chicago, University of Chicago Press, 2004.
52
Anthony Pagden, European Encounters with the New World, Londres y New Haven, Yale University Press, 1993.

Prismas, Nº 18, 2014 41


Figura 7. Theodore de Bry, America, 1590, americano.

identificación completa de lo viejo y lo nuevo.53 No olvidemos que, en 1593, Thomas Nashe


podía citar reportes según los cuales “los indios recientemente descubiertos son capaces de
mostrar antigüedades que proceden de miles de años antes de Adán”.54 Lo que es más, esa ac-
titud comparativa y mixta implicaba también una reconsideración del propio pasado bárbaro
europeo y de las formas de representarlo en textos y en imágenes.
Esa novedad es de gran interés. La construcción de ese uno civilizado no limitaba el otro
salvaje al otro americano, sino que explícitamente lo vinculaba con un otro propio, procedente
del pasado: el bárbaro europeo. Analicemos entonces con más detalle las acuarelas de John
White, una imagen de Le Moyne y aquellos primeros grabados de De Bry. White titula su ál-
bum “The pictures of sundry things collected and counterfeited according to the truth in the
voyage made by Sir Walter Ralegh knight for the discovery of Virginia”, lo que destaca la in-
tención de registrar la realidad tal cual la había observado durante la expedición a tierras ame-
ricanas y, en consecuencia, invita a considerar las imágenes de los pictos de un modo seme-
jante. Se identifica su procedencia temporal (“The old tyme”) y geográfica (“one part of the
great Britainne”), y se puede decir que son “la verdadera imagen” de los pictos y sus vecinos
porque el artista “las encontró, según me ha asegurado, en una vieja crónica inglesa”.55 Hay
gran consenso entre los historiadores respecto de que las imágenes de pictos y americanos

53
Joan-Pau Rubiés, “Texts, Images, and the Perception of ‘Savages’ in Early Modern Europe: What We Can Learn
from White and Harriot”, en Kim Sloan (ed.), European Visions: American Voices, British Museum Research Publi-
cation nº 172, Londres, British Museum, 2009.
54
Thomas Nashe, Christ’s Tears over Jerusalem, 1593, en The Unfortunate Traveller and other Works, Londres,
Penguin, 1972, p. 479.
55
“The true picture”; “found as he did assured me in an old English chronicle”.

42 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 8. Theodore de Bry, America, 1590,
mujer picta.

pintadas por White se habrían inspirado en los dibujos de Lucas de Heere, un refugiado fla-
menco que trabajó en Inglaterra entre 1567 y 1577.56 En la década de 1570, De Heere produjo
Théâtre de tous les peuples et nations de la terre avec leurs habits et ornaments divers, un
conjunto de ilustraciones que, de acuerdo con Michael Gaudio, se vincula con una larga tradi-
ción de libros de vestidos y costumbres, que son también parte del impulso etnográfico de la
modernidad temprana.57 Esas imágenes, conocidas como habits, sintetizan el vestido y las
costumbres del retratado, no son imágenes de la apariencia, sino de la cultura y la moral, pre-
sentes en las superficies de los cuerpos, que pueden ser representadas. Pareciera que el europeo
bárbaro del pasado y el americano bárbaro del presente no se distinguen por la biología, sino
por el vestido y las costumbres. Los retratos de algonquinos, inuits y británicos de John White
y Lucas de Heere atestiguan la idea de que el vestido es una de las características que distin-
guen a un humano de otro, y retratar a los hombres y mujeres de distintas partes del mundo con
sus ropas y costumbres es también una forma de acercarse al conocimiento de la realidad y la
diferencia. De acuerdo con Gaudio, la identidad, al estar en la superficie, es hasta cierto punto
inestable: cuando De Heere retrata a un inuit, inscribe sobre la imagen las palabras “Homme

56
Paul Hulton y David Beers Quinn, The American Drawings of John White 1577-1590. With drawings of European
and Oriental Subjects, Londres, The trustees of the British Museum/Chapel Hill, North Carolina, The University of
North Carolina Press, 1964, pp. 9-10.
57
Gaudio menciona, por ejemplo, a François Desprez, Recueil de la diversité des habits quis sont de present en
usage, tant es pays d’Europe, Asie, Affrique & Isles sauvages, París, 1564. Michael Gaudio, “The Truth in Clothing:
The Costume Studies of John White and Lucas de Heere”, en Kim Sloan (ed.), European Visions: American Voices,
British Museum Research Publication nº 172, Londres, British Museum, 2009.

Prismas, Nº 18, 2014 43


Figura 9. Simon van de Passe, Pocahontas, 1616.

Sauvage”, pero los indios también podían ser retratados con ropas de ingleses y, gracias a ese
dispositivo de ideología imperial, Pocahontas, vestida a la europea en un grabado de Simon
Van de Passe de 1616, ve transformada su identidad de salvaje en la de cristiana civilizada.
Sin embargo, tanto los pictos como los americanos de De Heere y De Bry aparecen desnu-
dos y, lo que es más relevante, tatuados. Un cuerpo civilizado está vestido e indica diferencias
culturales, un cuerpo desnudo es salvaje o natural y convierte su vestido en piel. El tatuaje marca
las diferencias culturales para siempre, y eso causaba horror en los contemporáneos de White.58
Al respecto, William Camden reunió evidencias de varias fuentes (Beda, César, Herodiano, Tá-
cito e Isidoro de Sevilla) según las cuales los pictos y los celtas habían sido “pueblos pintados”,
que se distinguían de los invasores porque “manchaban y coloreaban todos sus cuerpos”.59 En
1611, John Speed reafirmó el argumento de que Britannia había estado habitada por “bárbaros
que con incisiones artificiales incorporaron desde la niñez formas de bestias en sus cuerpos, mar-
cas profundamente impresas, que crecían por ello a medida que aumentaba su estatura”. Es por
el hecho de tener el cuerpo dibujado que los romanos los denominaban pictos, y la obra de Speed

58
John Bulwer, Anthropometamorphosis: Man transformed, or the artificiall changling, 1653, p. 459.
59
“Painted peoples, set apart from later invaders by their staining and colouring of their whole bodies”, W. Camden,
Britannia [1586], 1610, p. 115. Según Herodiano, los pictos “marcan sus cuerpos desnudos con imágenes diversas,
que representan varios tipos de criaturas vivas, y por ello es verdad que no se vestían para ocultar las pinturas de sus
cuerpos. Ahora son una nación guerrera y muy dispuesta a la masacre, feliz de armarse solamente con un escudo y
una lanza, junto con una espada que cuelga al costado de sus cuerpos desnudos” (Roman History, iii.xiv.7-8, tomado
de la Britannia de Camden, 1610, p. 30).

44 Prismas, Nº 18, 2014


Figura 10. John Speed, The Historie of
Great Britaine, 1611, antigua británica.

nos ofrece dos grabados, evidentemente inspirados en los de White-De Bry, que dan testimonio
de su apariencia.60 Según Juliet Flemming, el tatuarse era para los anticuarios una característica
tan distintiva de los antiguos habitantes de Gran Bretaña como la ginarquía o la desnudez.61 Pero
las semejanzas entre los bárbaros del pasado europeo y los del presente americano no se detenían
ahí: ambos vivían en carpas, cubrían su desnudez, si acaso lo hacían, con pieles de animales, ig-
noraban los principios básicos de la religión verdadera y la agricultura y ni siquiera conocían del
todo bien el valor del oro. De hecho, en una de las representaciones incluidas por De Bry en su
obra, la “True picture of a young daughter of the Picts”, basada en un original de Le Moyne, el
cuerpo de la joven está tatuado desde el cuello a los tobillos con una gran variedad de flores. Para
Sam Smiles, Le Moyne cubre a la mujer con flores porque se inspira en la idea de Beda de que
los pictos se originaron en la tierra de los escitas, por ello sigue a Jenofonte, quien en Anabasis
(v, iv) sostiene que los hombres y las mujeres de ese pueblo guerrero del Mar Negro eran “suaves
y blancos, con espaldas y pechos variados y tatuados por todas partes con motivos florales”.62 Al
respecto, Paul Hulton descubrió un detalle crucial: las flores de la picta son peonías, espuelas de

60
“And of this use of painting both the Britains had their primitive derivation, and the Picts (a branch of British race)
a long time after, for that their accustomed manner, were called Picti by the Romans, that is, the painted people.”
John Speed, The Historie of Great Britaine [1611], 1627, p. 167.
61
Juliet Fleming, “The Renaissance Tattoo”, Anthropology and Aesthetics, nº 31, The Abject, 1997, pp. 34-52.
62
Pedro Mártir de Anglería también compara esos motivos florales con los de los indios americanos (De Orbe Novo,
i.7.5 y iii.4.5). Véase el análisis al respecto de Sam Smiles, “John White and British Antiquity…”, op. cit.

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caballero, malvas, azucenas, narcisos, iris susianas, tulipanes y periquitos (mirabilis jalapa).
Pero las tres últimas variedades solo habían llegado recientemente a Europa desde América y los
Balcanes, de modo que no podían haber sido parte del repertorio de tatuajes de los pictos. Su
inclusión es presumiblemente un anacronismo intencional por parte de Le Moyne, quien conocía
bien la flora y la fauna americanas, pues había compuesto una serie de grabados en madera y
acuarelas sobre animales, aves y plantas del Nuevo Mundo.63
Se trata de otra evidencia del intento de equiparar a los bárbaros del pasado europeo y los
salvajes del presente americano y, por qué no, de una contribución al debate sobre la historia
británica y la identidad cultural. No podemos dejar de destacar que, cuando las relaciones entre
los ingleses y los americanos se volvieron más conflictivas, esa actitud equilibrada y comparativa
dejó pronto paso a una mucho más violenta y cruel: las características bárbaras de la población
americana daban pie a que, tras la insurrección de 1622, los colonizadores pudieran comportarse
sin restricciones para someterlos.64 En esa decisión, no ha de haber sido menor el atractivo que el
estilo de vida imperante en esas sociedades “bárbaras” del presente despertaba entre los pobres y
desheredados europeos. Sabemos que durante décadas la frontera abierta del Nuevo Mundo era
una vía de escape a la explotación de los europeos por los europeos y que, en muchos casos, los
“cautivos” preferían permanecer con sus captores antes que ser liberados por sus compatriotas,
fueran ingleses o españoles.65 Estaban convencidos de haber dado finalmente con el país de Cu-
caña en América, pues “no hay entre ellos [los americanos de Virginia] meum y tuum”.66 Christo-
pher Hill ha probado que los “salvajes” de Irlanda y de América eran libres en el sentido de que
no tenían propiedad y, por ello, no podían ser controlados por la ley.67 La tensión entre ambas
actitudes estaría siempre presente: Walter Ralegh sostenía que “es legítimo hacer la guerra contra
el bárbaro, cuya religión e impiedad deben ser despreciadas”, pero Francis Bacon advertía que
“no se debe hacer expropiación alguna de los nativos bajo el pretexto de cultivar la religión”.68

III Como era de esperarse, el aspecto del Nuevo Mundo que más difícilmente podía incor-
porarse a una relación con el Viejo era el canibalismo. Tal como ha mostrado reciente-
mente Catalin Avramescu, el caníbal ha representado un papel fundamental en la historia del
pensamiento europeo como símbolo del salvajismo y la barbarie, que podría ser asimilable a
una criatura teórica cuyo destino ilumina las nociones sobre el bien y el mal y las concepciones
de lo propio y lo ajeno desde el inicio de la modernidad temprana, una imagen subversiva de
la corrupción moral del orden social.69 Quienes en muchos aspectos podrían haber sido “como
nosotros”, fueron, en consecuencia, vistos como radicalmente “otros”. De acuerdo con Carole
Myscofski, las representaciones que los europeos produjeron de las mujeres americanas, par-
ticularmente de aquellas del Brasil, giran en torno a dos posibles núcleos: el de la doncella

63
Paul Hulton, The Work of Jacques Le Moyne de Morgues…, op. cit., p. 164.
64
Roy Harvey Pearce, The Savages of America: A Study of the Indian and the idea of Civilization, reed. rev., Balti-
more, Johns Hopkins University Press, 1965, especialmente pp. 4-16.
65
S. Greenblatt, Marvellous Possesssions, Oxford, Oxford University Press, pp. 140 y ss.
66
Robert Gray, A Good Speed to Virginia, 1609, p. 19.
67
Christopher Hill, Liberty against the Law, Londres, Penguin, 1996, cap. 12.
68
Walter Ralegh, Cabinet Council, en Works, Londres, 1715, I, p. 79; Francis Bacon, “Advice to George Villiers”, en
Works, Londres, 1826, iii, p. 455.
69
Catalin Avramescu, An Intellectual History of Cannibalism, Princeton, Princeton University Press, 2011.

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inocente, ingenua y vulnerable, que puede dominarse fácilmente como la tierra nueva que
conquistarían los recién llegados, y el de la mujer guerrera salvaje y caníbal, que resiste el
sometimiento.70 Para los viajeros europeos el canibalismo era una marca de barbarie que se
registraba desde una ajenidad fundamental.71 Es esa imagen la que puede encontrarse en el
relato que Hans Staden, un experto alemán en artillería empleado por los portugueses cerca de
la actual San Pablo, hiciera en 1557 de su cautiverio entre los Tupinamba, obra que sería incor-
porada por De Bry en el volumen tercero de America.72 Ese carácter extraño que el canibalismo
incorporaba al Nuevo Mundo estaba presente en las ideas de los jesuitas contemporáneos, de
Manuel da Nóbrega a Vasconcelos.73 Los franceses también incluyeron historias de caniba-
lismo en sus relatos. A mediados del siglo xvi, el católico André Thevet distinguía claramente
entre los guerreros brasileños valientes y aquellos que simplemente mataban porque disfruta-
ban de comer carne humana. La descripción estaba acompañada del grabado de prácticas an-
tropofágicas: en el primer plano, se observa a una mujer en el acto de destripar un cuerpo.74
Pero ni siquiera ese extremo hacía imposible la comparación entre propios y extraños. Veinte
años después de Thevet, el calvinista Jean de Léry encontraba que los tupinamba no se dete-
nían ante nada e incluso comprendía la antropofagia como parte de un ritual noble fundado en
la venganza que, si bien no podía disculparse y era un ejemplo de cómo la ignorancia de la
verdadera religión llevaba a prácticas horrendas, podía sí tolerarse.75 Lo más interesante es que
el conflicto religioso europeo volvía a hacer posibles las comparaciones entre el otro ameri-
cano y el otro cercano, íntimo. Así, en el marco de los debates respecto del significado de la
eucaristía, Léry condenaba a su compatriota Nicolas Durand de Villegagnon, líder de la expe-
dición, quien mientras estaba en Brasil no había rechazado la transustanciación y deseaba
“como un caníbal, no solo comer la carne de Jesucristo, sino también masticarla y tragarla
cruda”.76 Más aun, decía Léry, las masacres brutales y la antropofagia que habían estallado en
el marco de las guerras de religión en Francia volvía innecesario “ir hasta América para ver
cosas tan monstruosas y prodigiosas como éstas”.77 Pese al evidente impacto que esas prácticas

70
Carole Myscofski, “Imagining Cannibals: European Encounters with Native Brazilian Women”, History of Reli-
gions, vol. 47, nº 2/3, 2007-2008, pp. 142-155.
71
Maria Cândida Ferreira de Almeida, Tornar-se outro: O “topos” canibal na literatura brasileira, San Pablo, An-
nablume, 2002.
72
Hans Staden, Warhaftige Historia und beschreibung eyner Landtschafft der Wilden Nacketen, Grimmigen Mens-
chfresser-Leuthen in der Newenwelt America gelegen [La verdadera historia y descripción de un país de pueblos
salvajes, desnudos, nefastos, comehombres en el Nuevo Mundo], 1557, reproducido en America, vol. iii, 1593.
73
Para Nóbrega, las mujeres caníbales atestiguaban “las costumbres más abominables de estos pueblos bárbaros”
(Manuel da Nóbrega, Cartas do Brasil e mais escritos, ed. de Serafim Leite, Coimbra, Universidade da Coimbra,
1955, p. 48). Según Vasconcelos, aunque Dios había dado muchos privilegios a la tierra del Brasil, los pueblos eran
“salvajes, rústicos, bárbaros e inhumanos: viven de acuerdo a la naturaleza y en ellos la luz de la razón es débil”.
(Crônica, 1:96-97). He tomado las referencias del artículo de Myscofski ya citado.
74
André Thevet, Les Singularités de la France antarctique, París, 1558, p. 77.
75
Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, La Rochelle, Antoine Chuppin, 1578, p. 118. Véase
también la Introducción de Janet Whatley a su edición del texto de Jean Léry, Los Ángeles, University of California
Press, 1992, pp. xxvi y ss.
76
Jean de Léry, Histoire d’un voyage fait en la terre du Brésil, op. cit., pp. 77-78.
77
Ibid., p. 258. Para Léry, los antropófagos europeos serían incluso más despreciables que los brasileños. “Puede
decirse que Maquiavelo y sus discípulos, de los que Francia, para gran desgracia suya, está hoy llena, son imitadores
verdaderos de estas crueldades bárbaras, pues estos ateos enseñan y practican, contra la doctrina cristiana, que nue-
vos servicios no deben causar que viejas ofensas sean olvidadas, esto es, que los hombres participan de la naturaleza
del demonio y no pueden perdonarse entre sí. ¿No demuestran entonces ser más crueles que tigres?”

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Figura 11. André Thevet, Les Singularités de la France antarctique, 1558, caníbales.

causaban, recordemos que Cervantes podía burlarse graciosamente del asunto, pero mante-
niendo la asociación entre barbarie y canibalismo. En el capítulo lxviii de la segunda parte, los
desconocidos que raptan a don Quijote y a Sancho los increpan diciéndoles: “trogloditas, bár-
baros, antropófagos, escitas, Polifemos matadores, leones carniceros”. Y Sancho replica: “¿a
nosotros tortolitas, barberos, estropajos, perritas, a quien dicen cita, cita?”78
La formidable predisposición de los europeos para hacerse objeto mutuo de las más
cruentas violencias hizo que no solo los protestantes echaran mano de la referencia a la antro-
pofagia americana para referirse a los incidentes de las guerras de religión. En 1587, el anglo-
holandés Richard Verstegen publicó en Amberes su Theatrum Crudelitatum Haereticorum
nostri temporis.79 En la obra, la mayoría de las representaciones de las atrocidades que los
protestantes habrían perpetrado contra los católicos en Inglaterra, Bélgica y Francia se asocian
con el modelo del martirio cristiano individual (en la mayoría de los casos) o colectivo. Sin
embargo, dos imágenes de las crueldades francesas pueden vincularse con la antropofagia y la
radicalidad atribuida a esa práctica en los grabados sobre el Brasil. Se trata de aquellas que
exhiben a católicos muertos o agonizantes cuyos restos son ingeridos por ellos o por otros.
Verstegen, quien había estado preso en París a instancias de la diplomacia inglesa y tenía un
fluido contacto con jesuitas y españoles, ubica el título de las Horribles crueldades de los Hu-
gonotes en Francia sobre cada imagen. En ellas, tal como era práctica usual en otras series de

78
Miguel de Cervantes Saavedra, Obras completas, op. cit., vol. II, p. 1754. Agradezco la cita a José Emilio Burucúa.
79
Richard Verstegen, Theatrum Crudelitatum Haereticorum nostri temporis, Amberes, 1587. La obra se tradujo
pronto al francés y fue editada repetidamente, incluso en el primer cuarto del siglo xvii.

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Figura 12. Richard Verstegen, Theatrum Crudelitatum
Haereticorum nostri temporis, 1587, canibalismo en las
guerras de religión.

grabados sobre la violencia religiosa,80 las escenas aparecen señaladas con letras que permiten
una descripción de cada una de ellas en la página opuesta. En la estampa de la página 49 ve-
mos, en sentido antihorario, a dos soldados que enrollan las vísceras de una víctima en una
lanza, mientras otros tres entierran a un cura en el segundo plano y dos hombres “cortan sendos
niños en pedazos” en el fondo. Finalmente otros tres soldados, tras castrar a un sacerdote, asar
sus órganos y obligarlo a comerlos, abren el vientre del anciano para “ver cómo las digiere
antes de terminar con sus días”. Tanto la parrilla como el detalle obsesivo en la representación
de la anatomía humana rememoran las imágenes provenientes del Nuevo Mundo. Recordemos
también que en su ensayo sobre los caníbales de 1580 Michel de Montaigne había establecido
un vínculo entre los hechos a un lado y al otro del Atlántico. Para Montaigne, quien explica el
canibalismo americano del mismo modo que Léry, esto es, como un acto ritual de “venganza
extrema”, “nada hay de bárbaro ni de salvaje en esa nación”. La reflexión siguiente parece
describir en conjunto los grabados de Thevet, Léry y Verstegen:

80
Véase por ejemplo Jacques Tortorel y Jean Perrissin, Quarante tableaux ou Histoires diverses qui sont mémorables
touchant les guerres, massacres, & troubles, advenues en France ces dernieres annees. Le tout recueilly selon le
tesmoignage de ceux qui y ont esté en personne, & qui les ont veus, lesquels sont pourtraits à la vérité, Ginebra, Jean
de Laon, 1569, passim.

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No me parece adecuado que destaquemos el horror bárbaro de tal acción suya, pues antes de
juzgar sus faltas debiéramos observar las nuestras. Pienso que hay más barbarie en devorar a un
hombre vivo que en comerlo muerto, en destrozar por tormentos y pesares un cuerpo que aún
está lleno de sensaciones, en asarlo en pequeñas piezas, en hacerlo comer y herir por perros y
cerdos (como nosotros no lo hemos solamente leído, sino visto en escenas aún frescas en nues-
tra memoria, no entre viejos enemigos, sino entre vecinos y conciudadanos y, lo que es peor,
con el pretexto de la piedad y la religión), que en asarlo y comerlo una vez que ha muerto.81

Tal vez sea esta la ocasión de aclarar que el mito del buen salvaje, iniciado por Montaigne,
tampoco era extraño a los ingleses. En 1656, Francis Osborne sostuvo: “algunos de los indios
salvajes y otros pueblos son denominados bárbaros por nosotros, pero son más ajenos a los
pecados antisociales de la codicia, la carencia de probidad, etcétera, que quienes pretenden
acelerar su conversión”.82
Existía otra vinculación entre los eventos de la América recientemente descubierta y la
adscripción de barbarie a los protagonistas del proceso de colonización que, como veremos,
también se relacionó muy temprano con las barbaries de los propios europeos en el Viejo Mundo.
La tradición de asociar las matanzas de americanos con las de europeos podría remontarse a
1566, cuando Le Challeux describió el ataque español a la colonia francesa de la Florida utili-
zando la retórica de las guerras de religión, de modo que la leyenda negra habría arribado a
Francia (y a Inglaterra en traducciones) como referencia a una matanza de europeos protestantes
en América. Según el autor, los españoles, “más salvajes que animales”, persiguieron a los fran-
ceses, ejecutaron “una furia que habían concebido contra nuestra nación” y “cortaron las gar-
gantas de hombres, sanos y enfermos, mujeres y niños pequeños, de tal manera que no es posible
pensar de una masacre que pueda compararse con esta en crueldad y barbarie”.83 Los españoles
eran buenos candidatos a ser considerados bárbaros por sus contemporáneos críticos. Pese a
ello, Bartolomé de las Casas no emplea el término en su Brevísima relación de la destrucción de
las Indias, de 1552. El dominico se refiere reiteradamente a la inhumanidad, la impiedad y la
crueldad de los españoles, incluso a su carácter bestial, pero no los llama bárbaros ni salvajes.
Recordemos, sin embargo, que en la controversia de Valladolid de 1550-1551 el asunto
de la barbarie estuvo claramente presente, aunque referido a los indígenas y no a los españo-
les.84 ¿Era justo declarar la guerra a los indígenas para facilitar su conversión? Para Juan Ginés
de Sepúlveda, existían cuatro argumentos a favor de una respuesta afirmativa: los indios eran
bárbaros, habían cometido crímenes contra la ley natural, oprimían y asesinaban a inocentes
entre los suyos y eran infieles que debían ser instruidos en la fe cristiana. Era clave, entonces,
su condición de raza bárbara, una condición natural e inferior, que Sepúlveda atribuía a los
indios. Para defender su posición, el humanista citaba la teoría aristotélica de la esclavitud
natural: como en los bárbaros la pasión predomina sobre la razón, “son esclavos por natura-

81
Michel de Montaigne, Essais, París, Éditions Fernand Roches, 1931, Libro i, cap. xxxi, pp. 92 y 98. La traducción
es mía.
82
Queda claro también en esta cita que “salvaje” y “bárbaro” operan casi como sinónimos. Francis Osborne, Advice
to a Son, 1656, en Miscellaneous Works, 1722, I, p. 100.
83
Le Challeux, Discours de l’histoire de la Floride, contenant la trahison des Espagnols, contre les subiets du Roy,
Dieppe, 1566, p. 212.
84
Véase el buen resumen al respecto en Herbert Frey, “La mirada de Europa y el ‘otro’ indoamericano”, Revista
Mexicana de Sociología, 58:2, 1996, pp. 50 y ss.

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leza, por lo cual, bárbaros, carentes de civilización e inhumanos, se niegan a aceptar el dominio
de quienes tienen mucho más poder que ellos. […] Sometiéndolos a nuestro dominio, creo que
los bárbaros pueden ser conquistados con el mismo derecho con que pueden ser compelidos a
oír el Evangelio”.85 Bartolomé de las Casas, por su parte, defendía la unidad esencial de la
humanidad, esto es, que los indios no eran esencialmente distintos ni menos racionales que los
europeos, de modo que podían recibir la fe cristiana de un modo pacífico: si España debía tener
un papel en el Nuevo Mundo, era espiritual y no político ni económico. Pero, además, el domi-
nico se oponía al uso del término bárbaro de un modo tan general y atacaba la aplicación de la
teoría aristotélica de la esclavitud natural por parte de Sepúlveda. Las Casas distinguía cuatro
tipos de bárbaros: los que exhiben un comportamiento cruel y salvaje, contrario a la razón
humana, los que carecen de un lenguaje escrito para expresarse, los que no alcanzan a com-
prender la justicia y la comunidad humanas y los que no son cristianos. Como los indios vivían
en comunidades armónicas gobernadas por leyes estrictas, poseían un lenguaje bello y los
idólatras y antropófagos eran minoría entre ellos, su paganismo solo demandaba de los espa-
ñoles que “los ayudaran mediante la persuasión a recibir el Evangelio”. Más aun, Las Casas
creía que las costumbres de los indios no eran peores que las de los propios antecesores de los
españoles, de modo que en un futuro, con una guía adecuada, podrían alcanzar un estado se-
mejante al de los europeos contemporáneos: nuevamente encontramos la comparación con los
bárbaros del pasado propio que lleva a imaginar un recorrido histórico único.86
Es interesante notar, en todo caso, que el sustantivo barbarie y el adjetivo bárbaro aparecie-
ron muy pronto en las ediciones de la Brevísima de Las Casas en otros idiomas europeos. Así, por
ejemplo, cuando en 1583 James Aliggrodo tradujo libremente la obra al inglés con el título de
Spanish cruelties and tyrannies, perpetuated in the West Indies, commonly termed The newe found
worlde, la comparación con los bárbaros se volvió explícita, por cuanto los españoles “han matado
[en América] a más hombres de los que hayan jamás existido en España desde que los sarracenos
asesinaron a la mayoría de los godos, y han arrasado una superficie tres veces más grande que la
comprendida por la cristiandad”.87 En ese mismo prefacio, Aliggrodo compara las conquistas de
los españoles en América con las de los turcos en territorio cristiano, pues ambas se basan en “la
mera tiranía y usurpación” para construir un imperio, al tiempo que los indígenas americanos, por
su inocencia y primitivismo, son implícitamente comparados con los primeros mártires cristianos.
Opiniones semejantes aparecían en el prólogo a la primera edición inglesa ilustrada de la Breví-
sima, publicada por John Phillips en 1656 con el título The Tears of the Indians.88 Indudablemente
William Davenant se inspiró en esa traducción para producir The Cruelty of the Spaniards in Peru,
un espectáculo teatral representado ante Cromwell en 1658, que tocaba la misma cuerda.

85
Juan Ginés de Sepúlveda, Tratado sobre las Justas Causas de la Guerra contra los Indios, trad. de Marcelino
Menéndez y Pelayo y Manuel García-Pelayo, México, Fondo de Cultura Económica, 1941, pp. 139 y 153.
86
“Nosotros mismos, en nuestros antecesores, fuimos muy peores, así en la irracionalidad y confusa policía como en
vicios y costumbres brutales por toda la redondez desta nuestra España”, Bartolomé de Las Casas, Apologética his-
toria sumaria, México, unam, 1967, iii, 263.
87
James Aliggrodo, “To the Reader”, en Las Casas, Spanish Cruelties and Tyrannies, Perpetrated in the West Indies,
Commonly Termed The Newe Found Worlde, Londres, 1583, pp. 1-2.
88
The Tears of the Indians: Being an Historical and true Account of the Cruel Massacres and Slaughters of above
Twenty Millions of innocent People; Commited by the Spaniards, Londres, ed. de J. C. for Nath. Brook, at the Angel
en Cornhill, 1656. Acerca de la comparación entre turcos y españoles por parte de los europeos editores de Las Ca-
sas, véase E. Shaskan Bumas, “The Cannibal Butcher Shop: Protestant Uses of las Casas’s Brevísima relación in
Europe and the American Colonies”, Early American Literature, vol. 35, nº 2, 2000, pp. 107-136.

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Figura 13. The tears of the Indians, 1656,
portada de la primera edición ilustrada de la
Brevísima de Las Casas.

Los holandeses, por su parte, abrazaron la historia de la destrucción de las Indias como una ana-
logía de sus propios enfrentamientos con los españoles. En 1620, Jean Everhardts Cloppenburg
editó dos volúmenes mellizos, los “espejos de la tiranía española” en los Países Bajos y en las
Indias Occidentales.89 En el primero de ellos, se relatan los abusos de los españoles contra las
Provincias Unidas, con grabados que ilustran la ejecución de nobles holandeses rebeldes. El
segundo libro es una traducción de la Brevísima lascasiana, con una portada casi idéntica a la
anterior, cuyas pocas modificaciones, incluyendo el título diverso, podría indicar que las ma-
sacres de los indios habían sido acaso menos “crueles y horribles” que aquellas perpetradas por
los españoles en las Provincias Unidas. Evidentemente, los holandeses estaban dispuestos a
compararse a sí mismos con los indígenas, y el rasero de ese contraste era la barbarie de la
dominación española.
Finalmente, el caso de Gran Bretaña es notablemente pródigo en definiciones del com-
portamiento de un otro interno como bárbaro y, al mismo tiempo, de comparaciones con la
barbarie de los otros lejanos, sean americanos o turcos. Esos hábitos estaban cerca de su
máxima expresión a mediados del siglo xvii, cuando Roger Williams afirmó: “Tenemos indios

89
Le miroir de la cruelle, & horrible tyrannie Espagnole perpetre au Pays Bas, par le tyran Duc de Albe, & aultres
comandeurs de par le Roy Philippe le deuxiesme On a adjoinct la deuxiesme partie de les tyrannies commises aux
Indes Occidentales par les Espagnols. On verra icy la cruaute plus que inhumaine, comise par les Espagnols, aussi
la description de ces terres, peuples et leur nature. Mise en lumiere par un Evesque Bartholome de las Casas, de
l’Ordre de S. Dominic; y Tot Amsterdam Ghedruckt by Ian Ever’tss Cloppenburg, op’t Water tegen over de Koor
Beurs in vergulden, Bijbel, 1620.

52 Prismas, Nº 18, 2014


en casa, indios en Cornwall, indios en Gales, indios en Irlanda” y Hugh Peter, tras su retorno
de Nueva Inglaterra, afirmó que “los salvajes irlandeses no difieren mucho de los indios”.90
Pero son muchos los antecedentes de la adscripción de comportamientos bárbaros al otro inte-
rior. En 1568, George Tuberville escribió un poema en el que podía leerse: “los salvajes irlan-
deses son tan civilizados* como los rusos en su clase”.91 Cuando las Chronicles de Raphael
Holinshed se refieren a los enfrentamientos entre galeses e ingleses durante el reinado de En-
rique IV, en 1405, se relata un episodio en el que las mujeres galesas “ejecutan vilezas bochor-
nosas sobre los cadáveres de los hombres muertos; de un tipo que no creo que se haya practi-
cado jamás”. Tales actos, que Holinshed se disculpa por describir con tanto detalle, incluían la
mutilación de los cuerpos y, nuevamente, la ingesta forzada de los genitales de los muertos. Se
trata de atrocidades que, de acuerdo con el autor, no pueden siquiera compararse con las que
había cometido Fulvia entre los romanos o, más importante, Tomiris, reina de los masagetas,
durante el siglo vi a.C.92 Las mujeres galesas, entonces, “han cometido un acto muy ignomi-
nioso, nada peor han hecho nunca los bárbaros”.93
No es un hecho menor que Holinshed eligiera a la reina de los masagetas como parangón
de las galesas. Herodoto había insistido en comparar las costumbres del pueblo de Tomiris con
las de los escitas, quienes durante largo tiempo funcionaron en Inglaterra como el epítome del
salvajismo y la barbarie. En King Lear, Shakespeare se refirió a la leyenda de que los “bárbaros
escitas” calmaban su apetito devorando a sus propios hijos.94 Más aun, a fines del siglo xvi era
posible asociar a los irlandeses mismos con los escitas, de quienes se suponía habían descen-
dido y heredado su comportamiento bárbaro. Edmund Spenser sostuvo esa hipótesis y encon-
traba pruebas de ella en costumbres irlandesas como beber sangre o llevar un estilo de vida
nómada, y afirmó además que los escitas, tras poblar la totalidad de Irlanda, se habrían exten-

90
An eminent Person [Roger Williams], The Hireling Ministry none of Christs, Londres, 1652, y Hugh Peter, Mr.
Peter’s last Report of the English Warres, 1646, p. 5.
91
Citado en Christopher Hill, Liberty against the Law, Londres, Penguin, 1996, p. 147.
92
De acuerdo con Herodoto, los persas apresaron al hijo de la reina, Espargapises, quien hubo de suicidarse. En
venganza, una vez derrotado el ejército de Ciro, Tomiris tomó la cabeza del rey, hizo llenar de sangre un odre y, su-
mergiendo en su interior la cabeza, exclamó: “¡Aunque estoy viva y te he vencido, me has destruido pues has tomado
a mi hijo con tu astucia: pero tal como te había amenazado, ahora te ahogaré con sangre!”. Herodoto, Historias, i,
pp. 205-214. El episodio fue objeto de una pintura de Rubens, conservada en el Museo del Louvre.
93
Raphael Holinshed, Chronicles of England, Scotland and Ireland, 1585, p. 84 (citado del vol. iii, p. 34, de la edición
en 6 vols., Londres, 1808). Es bien sabido que Holinshed estaba entre las fuentes de Shakespeare. En su Enrique IV,
parte i, acto i, escena 1, leemos:

But yesternight: when all athwart there came


A post from Wales loaden with heavy news;
Whose worst was, that the noble Mortimer,
Leading the men of Herefordshire to fight
Against the irregular and wild Glendower,
Was by the rude hands of that Welshman taken,
A thousand of his people butchered;
Upon whose dead corpse there was such misuse,
Such beastly shameless transformation,
By those Welshwomen done as may not be
Without much shame retold or spoken of.
94
King Lear, Acto i, escena 1.

Prismas, Nº 18, 2014 53


dido sobre Escocia.95 Para William Camden, empero, que los irlandeses derivaran de ancestros
escitas no implicaba necesariamente algo negativo, pues se los tenía por un pueblo invencible,
jamás sometido al imperio de otros.96 Sin embargo, también es cierto que ya desde tiempos
isabelinos los ingleses pensaban que los irlandeses eran salvajes con quienes solo podía tra-
tarse mediante la violencia. John Hooker, uno de los editores de la versión de 1587 de las
Chronicles de Holinshed, había estado en Irlanda como asesor legal de sir Peter Carew y opi-
naba que “si se envaina la espada, ellos retornarán a la insolencia, la rebelión y la desobedien-
cia, como un perro a su vómito o una cerda al charco y la mugre”.97
En 1574, la reina Isabel elogió las prácticas desplegadas por Essex en Ulster, tanto las basa-
das en la razón cuanto las fundadas en la fuerza, pues ayudaban a “llevar a esa nación tosca y
bárbara a la civilidad”.98 En parte, esa consideración de los irlandeses como bárbaros se fundaba
en la idea de que, aunque eran cristianos, algo de lo que ni los normandos ni sus sucesores habían
dudado, ese cristianismo era poco más que un barniz exterior débilmente aplicado sobre sólidas
tradiciones paganas. Por cierto, los ingleses de fines del siglo xvi y comienzos del siglo xvii po-
dían reconocer la existencia de un comportamiento civilizado entre sociedades paganas, y su va-
loración del mundo clásico daba cuenta de ello, pero el hecho de que los irlandeses hubieran te-
nido la oportunidad de sumar los beneficios de la civilización y el cristianismo y la hubiesen
desperdiciado era un signo de inferioridad y, en consecuencia, uno de los primeros pasos para
definirlos como bárbaros.99 Muchos de los aventureros ingleses que se lanzaron entonces a la
colonización de Irlanda conocían las sociedades “bárbaras” contemporáneas por experiencia pro-
pia o por sus lecturas, y pronto compararon esas costumbres con las irlandesas. Philip Sidney
identificaba a Shane O’Neill con hunos, godos, vándalos y turcos.100 De hecho, cuando Thomas
Hacket tradujo la obra de Thevet, dedicó su esfuerzo a Sidney y explícitamente comparó sus ac-
tividades en Irlanda con la de los europeos en el Nuevo Mundo, ya que “ambos inventan buenas
leyes y estatutos para dominar a los bárbaros y malvados, y para preservar y defender a los

95
Edmund Spenser, A Veue of the present state of Irelande, 1596, preparado a partir del texto que se encuentra en
Grosart, 1894, y comparado con la edición de Renwick del Rawlinson MS, Scholartis, 1934, por R. S. Bear, Univer-
sity of Oregon, 1997, pp. 26 y ss. “The Chiefest [nation that settled in Ireland] I Suppose to be Scithians ... which first
inhabiting and afterward stretching themselves forth into the land as their numbers increased named it all of themsel-
ves Scuttenlande which more briefly is Called Scuttlande or Scotland… [Certain] cryes allso vsed amongest the Irish
which savor greatly of the Scythyan Barbarism”. El texto de Spenser se publicó por primera vez en 1633. Otra idea
común era que españoles y escitas habían sido habitantes de Irlanda (Spenser, A Veue of the present state of Irelande,
op. cit., p. 197; Richard Santihurst, The Chronicle of Ireland, en Holinshed, Chronicles, vi, 77, etc.). Para Spenser,
por naturaleza los irlandeses son escitas, aunque proclaman tener ancestros españoles, lo que ilustra “a mind given to
newfangleness than any shadow of the truth” (p. 43). La historia de la progenie escita de los irlandeses tiene orígenes
clásicos. Diodoro Sículo, en The library of history, ed. y trad. de C. H. Oldfather et al. (12 vols, Londres, 1933-1957,
vol. iii, p. 181) comentaba: “the most savage peoples among the Gauls dwell on the Scythian border and some, we
are told eat human beings, even as the Britains do who dwell on Iris [Ireland]”. Véase Andrew Hadfield, “Briton and
Scythian: Tudor Representations of Irish Origins”, Irish Historical Studies, vol. 28, nº 112, 1993, pp. 390-408.
96
William Camden, Britannia, op. cit., p. 122. Tanto Camden cuanto John Speed, The theatre of the empire of Great
Britain, Londres, 1625, p. 137, y Edmund Spenser, A Veue of the present state of Irelande, op. cit., p. 197, descartan
esos orígenes irlandeses míticos como una construcción autocomplaciente.
97
John Hooker, “The chronicles of Ireland”, en Raphael Holinshed, Holinshed’s chronicles of England, Scotland and
Ireland [1587], 1808, reproducido en Charles Carlton, Bigotry and blood, Chicago, Nelson-hall, 1977, pp. 8-12.
98
Queen to Essex, 23 de julio de 1574, en Walter Bourchier Devereux, Lives and Letters of the Devereux, Earls of
Essex in the Reigns of Elizabeth, James 1, and Charles 1, 1540-I646, Londres, 1853, I, pp. 73-74.
99
Nicholas P. Canny, “The Ideology of English Colonization: From Ireland to America”, The William and Mary
Quarterly, tercera serie, vol. 30, nº 4, 1973, pp. 575-598.
100
Sidney a Leicester, 1 de marzo de 1566, S.P. 63/16, nº 35, P.R.O.

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justos”.101 No debe resultarnos para nada extraño, teniendo en cuenta esas comparaciones, que
más temprano que tarde aparecieran acusaciones de canibalismo contra los irlandeses.102 De esa
forma, los ingleses buscaban dar legitimidad a su empresa colonial y llegaban a compararla explí-
citamente con la de los españoles en América.103 En 1615, un tal E. S. afirmó que los colonos de
Munster debían permanecer estrictamente segregados de los nativos, a cuyo “barbarismo” los
colonos anteriores habían sucumbido.104 Un año después, Barnabe Rich afirmó que “la coloniza-
ción del norte de Irlanda por los ingleses no puede sino ser aceptable a los ojos de Dios, pues lleva
luz y conocimiento a un pueblo ciego e ignorante”.105 Permítaseme aclarar aquí que la asociación
entre ignorancia y barbarie está también presente en el Quijote. En el capítulo XLVIII de la primera
parte, el canónigo dice: “porque los extranjeros, que con mucha puntualidad guardan las leyes de
la comedia, nos tienen por bárbaros e ignorantes”.106 Desde tiempos isabelinos, también se descri-
bía a los irlandeses como salvajes que disfrutaban de cometer actos de extrema crueldad,107 pese
a lo cual predominaba la convicción de que la influencia benéfica supuestamente introducida por
la religión, el gobierno y el progreso económico de la dominación británica podía transformar
esas características negativas y hacer de los irlandeses un pueblo habituado a costumbres civiles.
No obstante, aquellas primeras ideas siguieron predominando durante los primeros años de los
Estuardo. En 1608, N. Butter relató que la rebelión de Cahir O’Doherty en Ulster llevó a que se
perpetraran “crueldades bárbaras” contra los habitantes de Loughfoyle.108
Las historias contemporáneas de la rebelión irlandesa de 1641 dan cuenta de este ideolo-
gema, pues casi todas proponían que el estado del reino antes de su inicio era uno de unión y
bienestar, gracias precisamente a la influencia inglesa. Sin embargo, hay un deslizamiento en
esas historias, por el cual el levantamiento católico se transforma en evidencia concluyente de
que los irlandeses son irrecuperables y representan, en consecuencia, una amenaza mortal para
Inglaterra y su pueblo. El fracaso de los ingleses en su intento de dominar Irlanda no era el de
una gentry colonial rapaz y poco apta para el buen gobierno, sino resultado de la naturaleza
misma de los irlandeses, caracterizada por la traición y la barbarie. Nada demostraba mejor
esas características que las masacres contra los “pobres protestantes inocentes”, perpetradas
por los “bárbaros inhumanos irlandeses”. El término “bárbaro” intenta adjetivar en este caso

101
André Thevet, The new found worlde, or Antarticke, trad. de T. Hacket, Londres, 1568, p. 9.
102
Sidney se refirió a Shane O’Neill como “that cannibal”, y sir John Davies, medio siglo después, sostuvo que los
irlandeses eran “little better than Cannibals who do hunt one another”. John Davies, A Discovery of the True Causes
why Ireland was never Entirely subdued, nor brought under obedience of the Crowne of England until the beginning
of the happy reign of King James, en Henry Morley (ed.), The Carisbrooke Library, X (Londres, 1890), y Sidney a
Leicester, 1 de marzo de 1566, op. cit., cit. en Nicholas P. Canny, “The Ideology…”, op. cit., pp. 575-598.
103
En su traducción parcial de la obra de Pedro Mártir de Anglería, Richard Eden sugería que los ingleses en Irlanda
emularan el ejemplo español en el Nuevo Mundo. Richard Eden, “Preface”, en Petrus Martyr Anglerius, The Deca-
des of the newe worlde or West India, trad. de Richard Eden, Londres, 1555, s/p.
104
Citado en Nicholas Canny, “Edmund Spenser and the Development of an Anglo-Irish identity”, Yearbook of
English Studies, 13, 1983, pp. 16-17.
105
Barnabe Rich, A New Description of Ireland, 1616, Bii.
106
Miguel de Cervantes Saavedra, Obras Completas, op. cit., vol. II, p. 1462.
107
E. Spenser, A Veue of the present state of Irelande, op. cit., p. 74: “usan todo tipo de comportamiento bestial que
pueda existir, oprimen a todos los hombres, arruinan a los súbditos como a los enemigos, roban, son crueles y san-
guinarios, llenos de venganza, disfrutan de la ejecución, licenciosos, blasfemos, violadores de mujeres y asesinos de
niños”. Véase Andrew Hadfield, “Briton and Scythian…”, op. cit.
108
N. Butter, Newes from Ireland, 1608, y The over-throw of an Irish rebell, in a late bataille, 1608, cit. en David
O’Hara, English Newsbooks and Irish Rebellion, 1641-1649, Dublin, Four Courts Press, 2006, p. 16.

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una descripción que se supone veraz y que, finalmente, se sintetiza mediante la transformación
del atributo en el sustantivo “barbarie”. A comienzos de 1642, los habitantes de Sarum, en
Wiltshire, enviaron una carta al Parlamento que fue reproducida en ambos tipos de impresos.
En ella, solicitaban que se “ayude a los que languidecen con sus gargantas expuestas a la es-
pada de los salvajes y bárbaros enemigos”.109 Una semana después, Nathaniel Butter publicó
un panfleto con las “malas noticias de Irlanda”, donde reprodujo más detalladamente la carta
y agregó la descripción de atrocidades contra mujeres y niños en Munster. De acuerdo con ese
texto, los irlandeses “cometen toda forma de crueldades, son bárbaramente exquisitos en el
tormento de los pobres protestantes, cortan sus partes pudendas, orejas, dedos, manos, les
arrancan los ojos, hierven las cabezas de niños pequeños ante sus madres”.110 La referencia a
la barbarie irlandesa, atribuida a una “raza inhumana”, se volvió un locus reiterado. Weekly
account insistía en que Irlanda estaba “abrumada con todos los terrores y daños que pueden
derivarse del hambre, el fuego y la espada; por las crueldades de una raza de bárbaros e inhu-
manos rebeldes”, que no eran más que “caníbales sedientos de sangre, cuya bárbara crueldad
los vuelve odiosos para el mundo todo”.111 Los títulos de los panfletos también se poblaron de
referencias a la barbarie y la inhumanidad de los rebeldes.112 Como las atrocidades relatadas en
esos textos eran proclamadas verdaderas, se insistía también en que “la crueldad bárbara de los
irlandeses, de la que se escucha hablar diariamente” era propia de “un pueblo pagano y sin
religión”.113 Casi de inmediato, se hizo presente la idea de que las atrocidades eran tales que no
tenían paralelo “ni siquiera en las naciones más bárbaras y paganas de la tierra”.114 Nada de
esto es demasiado extraño, si se tiene en cuenta que la “barbarie de las crueldades irlandesas”
estaba presente también en las declaraciones de testigos y sobrevivientes.115
James Cranford utilizó el argumento de la barbarie para señalar los extremos a los que podía
llegar la crueldad irlandesa. En la epístola al lector que prologa su obra, se cita largamente una
carta enviada el 27 de noviembre de 1641 por Thomas Partington al Parlamento, en la que se

109
A continuation of the diurnall of passages in parliament, 7, 28 de febrero de 1642, p. 52.
110
N. Butter, Worse and worse newes from Ireland, marzo de 1642, p. 2.
111
Weekly account, 46, 4 de noviembre de 1646, p. 2, y Weekly account, 13, 2 de abril de 1645, p. 5.
112
Citaré solo dos ejemplos entre muchos. A new remonstrance from Ireland. Declaring the barbarous cruelty and
inhhumanity of the Irish rebels against the Protestants there. Also an exact discovery of the manners and behaviour
of the Irish renegadoes here in England, with infallible notes whereby they may ne known and distinguished, together
with the places they usually frequent and many other things remarkable, Londres, George Tomlinson, 1642. También
A brief declaration of the barbarous and inhumane dealings of the Northern Irish rebels and many others in several
countries up rising against the English that dwelt both lovingly and securely among them. Written to excite the
English nation to relieve our poor wives and children that have escaped the rebels savage cruelty and that shall
arrive safe among them in England, and in exchange to send aid of men, and means forthwith to quell their boundless
insolencies, with certain encouragements to the work, por G. S. Minister of God’s word in Ireland. Published by
direction from the state of Ireland. Londres, printed by A. N. for Abel Roper, 1641.
113
Ibid., p. 6.
114
A remonstrance of diverse remarkable passages concerning the church and kingdom of Ireland, recommended by
letters from the right honourable the lords justices and council of Ireland, and presented by Henry Jones doctor in
divinity and agent for the ministers of the gospel in that kingdom, to the honourable House of Commons in England,
Londres, Printed for Godfrey Emerson and William Bladen, 1642, p. 2.
115
Por ejemplo, el 29 de junio de 1641 John Mountgomery, de Clounish en Monaghan, declaró: “the rebels murdered
of his knowledge at the least foursecore Protestants and commited a number of other wicked barbarous and noto-
rious robberies and actions, and by their own relation robbed, stripped naked, killed and drowned 45 of the Scots at
one time… and 80 English by drowning and throwing them all over the bridge of Portdown… into the river Bann”.
tcd, ms 839, f. 65.

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Figura 14. James Cranford, The Tears of Ireland, 1642, mujer de un clérigo colgada.

describe el estado del reino. Allí, se destaca el crecimiento de las fuerzas rebeldes y se enfatiza
especialmente que se esfuerzan en probar “quién puede ser más bárbaramente exquisito en el
tormento de los pobres protestantes”, afirmación que es seguida por un listado escalofriante de
vejámenes.116 Cuando el propio Cranford tiene que describir “esta funesta tragedia, en la que
cada paso se da sobre sangre”, opta inmediatamente por referirse a “las pérfidas atrocidades y
crueldades bárbaras cometidas por los papistas irlandeses sobre las personas de los protestantes”.117
Lo más interesante es que algunas de las imágenes incluidas por Cranford en su obra que se
asocian con la tradición martirológica inglesa son puestas por el autor en relación inmediata con
el tema de la barbarie. El ejemplo más notable es el de la mujer del pastor martirizada en la es-
tampa de la página 47, cuya historia es relatada detalladamente en el texto de la hoja anterior,
que termina con la pregunta “¿Hubo acaso alguna vez tal barbarie entre los paganos?”.118 Tam-
bién sir John Temple hizo lugar repetidamente a la dicotomía entre la cruel barbarie irlandesa y
la inocencia de los pobres protestantes martirizados, que en un principio ni siquiera atinaron a
defenderse.119 Poco después de su arribo a Dublin, el propio Oliver Cromwell denunció a los
“irlandeses bárbaros y sedientos de sangre”, aunque prometió que el ejército parlamentario no
actuaría contra las personas ni los bienes de aquellos que no participaron en la rebelión.120

116
James Cranford, The Tears of Ireland. Wherein is lively presented as in a map a list of the unheard of cruelties and
perfidious treacheries of blood thirsty Jesuits and the Popish Faction, Londres, 1642, “Courteous reader”, s/p.
117
Ibid., p. 20.
118
Ibid., p. 46.
119
Sir John Temple, The Irish rebellion, Londres, 1646, p. 3.
120
“Barbarous and bloodthirsty Irish, and the rest of their adherents and confederates”, Writings and Speeches of
Oliver Cromwell, ed. Abbott, ii, 107, 111-112, cit en Michéal Siochrú, “Atrocity, codes of conduct and the Irish in
the British civil Wars 1641–1653”, Past and Present, 195, mayo de 2007, 55-86, p. 76.

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Notamos, entonces, la omnipresencia de una producción simbólica autocelebratoria y
afirmativa, que opone al inglés libre por nacimiento, industrioso por naturaleza, inocente y
protestante por cercanía a Dios, frente al irlandés bárbaro, cruel e indolente, católico por in-
fluencia del demonio mismo a través de frailes y jesuitas.121 La comparación con los bárbaros,
que en otras ocasiones había llevado a una actitud equilibrada respecto del otro, implicaba en
el caso irlandés una alteridad tal que la única solución tenida por válida era el sometimiento
violento mediante la masacre y la deportación masiva. Los irlandeses no eran considerados
“bárbaros como alguna vez habíamos sido nosotros”, sino enemigos tan “bárbaros e inhuma-
nos”, tan distintos e irrecuperables, que no merecían otra alternativa que aquella que la poste-
ridad atribuyó a Cromwell: “To hell or Connaught”, el despojo o el infierno. o

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121
También es cierto que, tras Wexford y Drogheda, la prensa realista extendió las ya habituales acusaciones contra
los irlandeses a las tropas parlamentarias, pues destacó la “crueldad inhumana” de las fuerzas de Cromwell en Drog-
heda y sostuvo que de los tres mil muertos, dos mil eran mujeres y niños, por lo que la “bárbara crueldad de ese acto
aborrecible no tiene paralelo con ninguna otra de las anteriores masacres de irlandeses”, The Man in the Moon, 24,
26 de septiembre-10 de octubre de 1649, y 26, 17-24 de octubre de 1649. Cit. en Siochrú, “Propaganda, rumour and
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Resumen / Abstract
Representaciones de la barbarie europea Representations of European and American
y americana durante los siglos xvi y xvii barbarity during the xvi and xvii Centuries

El artículo propone un estudio de las representaciones The article studies visual and textual representations
visuales y textuales de la barbarie en la temprana of barbarity in Early Modern Europe, in an attempt
modernidad, en busca de indicios de los recursos to trace the ways in which identity was constructed
utilizados por los europeos de entonces para construir as a part of a conflictive relationship with others
su propia identidad en relación, muchas veces from the Old and New Worlds. Hence, the cases in
conflictiva, con sus concepciones de los otros del which encounters with others triggered reflections
Viejo y el Nuevo Mundo. De allí que se consideren by Europeans about their own existence in present
especialmente los casos en que el vínculo con esos and past times. The uses of the term “barbarian”
otros implicó reflexiones de diverso tipo sobre la in the relationships between the English and the
propia existencia en el presente y en el pasado. Se Irish during the seventeenth century are also
estudia también el uso del término bárbaro en las studied. In this case, the notion implied a denial
relaciones entre ingleses e irlandeses a mediados del of empathy and a dehumanization of the adversary
siglo xvii, cuando el uso de los conceptos “bárbaro” that conditioned a series of mass killings and
y “barbarie” estuvo entre los condicionamientos de deportations.
la imposibilidad de toda empatía, la negación de la
humanidad del adversario y, finalmente, una serie de Keywords: Barbarian - Representations - Early
matanzas y deportaciones descomunales. Modern Europe - Identities

Palabras clave: Bárbaros - Representaciones -


Temprana modernidad europea - Identidades

62 Prismas, Nº 18, 2014


Entre la moral y la razón:
la sociología histórica
de Barrington Moore Jr.*
Diogo Ramada Curto, Nuno Domingos, Miguel Bandeira Jerónimo

Universidade Nova de Lisboa / Universidade de Lisboa / Universidade de Lisboa

H ijo del abogado privado del magnate J. P. Morgan, Barrington Moore Jr. (1913-2005) es-
tudió entre 1932 y 1936 en el conocido Williams College (de Williamstown, Massachu-
setts), donde se licenció en cultura clásica. Además de estudiar las odas, las sátiras y las epís-
tolas de Horacio, los poemas de Homero y la Apología de Platón, Moore Jr. se familiarizó con
la historia de las civilizaciones griega y romana a partir de la lectura de los textos originales, y
se dedicó a la comparación entre sus estructuras políticas, económicas y sociales. En el último
año de la licenciatura asistió a un curso sobre civilizaciones medievales, dictado por Richard
Ager Newhall, en el que se veía el desarrollo histórico de Europa y del Mediterráneo, desde la
decadencia del Imperio Romano hasta el Renacimiento, y desde la consolidación del papado
hasta el feudalismo y la expansión del Islam. Si a esto se suman los cursos sobre literatura
francesa, biología, física, retórica, arte antiguo –desde el Egipto preclásico hasta el Renaci-
miento italiano–, se puede comprender mejor el modo en que se desarrolló la erudición pro-
funda y el tipo de humanismo que caracterizarían al pensamiento de Moore Jr.1
Fue también en el Williams College donde comenzó a interesarse por las obras de William
Graham Sumner (1840-1910), autor del clásico Folkways (1906),2 y de Albert Galloway Keller
(1874-1956). Sociólogo y antropólogo, Keller fue asistente de Sumner,3 con quien escribió uno

* Traducción de Ada Solari.


1
Robert Jackall, “The Education of Barrington Moore, Jr.”, International Journal of Politics, Culture and Society,
vol. 14, nº 4, 2001, pp. 675-681. Este número de la revista está enteramente dedicado al autor y contiene también dos
ensayos de Moore Jr.: “Ethnic and Religious Hostilities in Early Modern Port Cities” (pp. 687-727); y “Cruel and
Unusual Punishment in the Roman Empire and Dynastic China” (pp. 729-772), precedidos por un comentario de
Donald A. Nielsen (pp. 683-685). Para la única apreciación general sobre la vida y la obra de Moore, véase Dennis
Smith, Barrington Moore Jr.: Violence, Morality, and Political Change, Armonk/Londres, Macmillan, 1983, obra
que fue objeto de una reseña crítica, poco entusiasta, de Barry M. Katz, American Historical Review, vol. 89, nº 2,
1984, p. 403.
2
William G. Sumner, Folkways: a Study of the Sociological Importance of Usages, Manners, Customs, Mores, and
Morals, Boston, Ginn and Co., 1906.
3
Keller editó varias colecciones de artículos de Sumner: Earth-hunger and other Essays, New Haven, Yale Univer-
sity Press, 1913; The Challenge of Facts and other Essays, New Haven, Yale University Press, 1914; The Forgotten
Man and Other Essays, New Haven, Yale University Press, 1918, y War and Other Essays, New Haven, Yale Univer-
sity Press, 1919; (con Maurice R. Davie), Selected Essays of William Graham Sumner, New Haven, Yale University
Press, 1934; The Forgotten Man’s Almanac Rations of Common Sense from William Graham Sumner, New Haven,
Yale University Press, 1943.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 63-98


de los clásicos de la sociología norteamericana, The Science of Society,4 y se interesó por la
comparación histórica de los procesos coloniales, incluida la colonización portuguesa en el Bra-
sil.5 El mismo Moore Jr. dijo que las principales influencias que tuvo al comienzo de su carrera
habían sido La cité Antique (1864), de Fustel de Coulanges, y los cuatro volúmenes de The
Science of Society y Folkways, de Sumner.6 El carácter notoriamente multidisciplinario y la di-
versidad de los problemas analizados por Sumner y Keller fueron determinantes en la configu-
ración de las inquietudes de Moore Jr. en relación con el problema del ejercicio y la legitimidad
de la autoridad, la producción y reproducción sociohistórica de la desigualdad social, las causas
y las consecuencias del fanatismo religioso y de la miseria humana, la gestación y los resultados
de los movimientos revolucionarios, las fuentes y los mecanismos sociales de la obediencia, la
formación y el desarrollo histórico de la organización política de las sociedades, y, por último, el
papel de la moral en la elección individual y colectiva.7
Debe advertirse, no obstante, que Moore Jr. no siguió a sus maestros en lo que concierne
a la articulación entre el darwinismo social y el laissez-faire de raíz spenceriana que caracte-
rizó a la obra de Sumner, ni tampoco respecto del declarado evolucionismo institucional de
Keller.8 La obra de este se insertaba en un paradigma de ciencias sociales, dominante en espe-
cial en la antropología, que se basaba en un método comparativo de matriz evolucionista, en el
que la identificación de configuraciones institucionales propias de cada sociedad establecía un
continuum de desarrollo humano y social.9 Este paradigma proporcionó un marco para la ins-
titucionalización académica, en 1949, de un programa llamado “Human Relations Area Files”,
de la Universidad de Yale, dirigido por George Peter Murdock. Director del departamento de
Antropología de 1938 a 1960, Murdock fue el gran responsable de la llamada “cross-cultural

4
William G. Sumner y Albert Keller, The Science of Society, 4 vols., New Haven, Yale University Press, 1927.
5
Sobre Keller historiador del colonialismo europeo, véase, por ejemplo, “The Beginnings of German Colonization”,
Yale Review, 1901; “The Colonial Policy of the Germans”, Yale Review, 1902; “Notes on the Danish West Indies”,
Annals of the American Academy of Political and Social Science, vol. 22, nº 1, 1903; “Portuguese Colonization in
Brazil”, Yale Review, 1906; Colonization: A Study of the Founding of New Societies, Boston, Ginn & Co., 1908.
6
Gerardo L. Munck y Richard Snyder, Passion, Craft, and Method in Comparative Politics, Baltimore, The Johns
Hopkins University Press, 2007, capítulo titulado “Barrington Moore Jr. ‘The Critical Spirit and Comparative Histo-
rical Analysis’”, pp. 86-112, en especial pp. 89-90. Robert Jackall, “The Education of Barrington Moore, Jr.”, op.
cit., p. 677.
7
Barrington Moore, Jr., Moral Aspects of Economic Growth and Other Essays, Ithaca, Cornell University Press,
1998, p. ix: “All of these essays have to do with issues of authority, inequality and justice, issues that have preoccu-
pied me since my days as a graduate student at Yale University before the Second World War”.
8
Richard Hofstadter, “William Graham Sumner, Social Darwinist”, The New England Quarterly, vol. 14, nº 3, 1941,
pp. 457-477, artículo reimpreso en Social Darwinism in American Thought, 1860-1915 [1944], Boston, Beacon
Press, 1955, pp. 51-56; Robert C. Bannister Jr., “William Graham Sumner’s Social Darwinism: a Reconsideration”,
History of Political Economy, vol. 5, nº 1, 1973, pp. 89-109; Mike Hawkins, Social Darwinism in European and
American Thought, 1860-1945: Nature as Model and Nature as Threat, Cambridge, Cambridge University Press,
1997, pp. 109-121. Para dos síntesis recientes que analizan tanto el evolucionismo de Sumner como su inmensa
deuda con Herbert Spencer, véase Craig Calhoun, “Sociology in America: An Introduction”, y Daniel Breslau, “The
American Spencerians: Theorizing a New Science”, ambos ensayos en Craig Calhoun (ed.), Sociology in America:
A History, Chicago, University of Chicago Press, 2007, pp. 1-38 y 39-62, respectivamente.
9
Para el evolucionismo de Keller véase su Societal Evolution: a Study of the Evolutionary Basis of the Science of
Society, Nueva York, Macmillan, 1915, que tuvo varias ediciones y formó a generaciones de sociólogos norteameri-
canos. Sobre el método comparativo en el campo antropológico, desde su creación con Edward B. Tylor en 1889,
véase la síntesis de E. A. Hammel, “The Comparative Method in Anthropological Perspective”, Comparative Studies
in Society and History, vol. 22, nº 2, 1980, pp. 145-155. El ensayo fundador de Edward Tylor se titula “On a Method
of Investigating the Development of Institutions: Applied to Laws of Marriage and Descent”, Journal of Royal
Anthropological Institute, vol. 18, 1889, pp. 245-269.

64 Prismas, Nº 18, 2014


research”, básicamente el resultado de una articulación de los métodos estadísticos con la
práctica etnográfica.10 Fue asimismo un solícito informante de J. Edgar Hoover y un dedicado
colaborador del Ministerio de la Marina de los Estados Unidos.11 Keller y Murdock, que for-
maban parte de la tradición evolucionista representada en Yale por Sumner (bien distinta de la
idea del particularismo histórico de las culturas que Franz Boas introdujo en la Universidad de
Columbia), fueron profesores de Moore Jr. en su programa de doctorado en Yale.

Guerra, seguridad y ciencias sociales

El contexto histórico al que nos hemos referido pone de manifiesto una enorme proximidad
–para no decir promiscuidad– entre el campo científico y el campo político, militar y econó-
mico. Las principales universidades norteamericanas de la Ivy League, con las universidades
de Yale, Harvard y Stanford a la cabeza, participaron desde un comienzo en el esfuerzo de la
Guerra de 1939 a 1945.12 Y, en un segundo momento, es decir, durante la Guerra Fría, se trans-
formaron en un poderoso instrumento de la consolidación geopolítica de los Estados Unidos
de América.13 En este sentido, las ciencias sociales sacaron provecho de las circunstancias

10
De una extensa lista de publicaciones de Murdock, destacamos el “Atlas Etnográfico”, publicado en la revista
Ethnology (fundada por él mismo) desde 1962, basado en los datos de seiscientas sociedades recogidos por Murdock
y otros colegas de Yale, desde 1930. Estos datos constituían lo que Murdock llamaba “World Ethnografic Sample”,
el núcleo de Cross-Cultural System, que más tarde se convirtió en la Human Relations Area Files, que reunía hechos
etnográficos de trescientas culturas (organizados en setecientas entradas culturales distintas). Para comprender mejor
el marco analítico propuesto por Murdock, basado en el concepto de universales culturales, véase su texto “The
Common Denominator of Cultures”, incluido en Ralph Linton (ed.), The Science of Man in the World Crisis, Nueva
York, Columbia, 1945, pp. 123-142; y la producción contemporánea de la Human Relations Area Files, en particular
su Encyclopedia of World Cultures, 10 vols., Nueva York, Macmillan/Gale, 1996. Véase, además, Marvin Harris, The
Rise of Anthropological Theory: a History of Theories of Culture [1968], Walnut Creek, ca, AltaMira Press, 2001,
cap. xxi: “Statistical Survey and the Nomothetical Revival”, pp. 605-643.
11
Sobre la Human Relations Area Files, que aún no ha tenido un tratamiento extensivo, véase Marvin Harris, The Rise
of Anthropological Theory, op. cit., pp. 158-159, 450-452 y 612-615; Eric B. Ross, “Peasants on Our Minds: Anthro-
pology, the Cold War, and the Myth of Peasant Conservatism”, en Dustin M. Wax (ed.), Anthropology at the Dawn of
the Cold War. The Influence of Foundations, McCarthyism, and the CIA, Londres, Pluto Press, 2008, pp. 108-132, en
especial pp. 112, 114; Ward H. Murdock Goodenough, “Bridge: From Sumner to hraf to sccr”, Cross-Cultural
Research, vol. 30, 1996, pp. 275-280; Joseph Tobin, “hraf as Radical Text?”, Cultural Anthropology, vol. 5, 1990,
pp. 473-487. Sobre Murdock y Hoover y el macartismo véase David H. Price, Threatening Anthropology: McCar-
thyism and the FBI’s Surveillance of Activist Anthropologists, Duke University Press, 2004, cap. iv: “Hoover’s infor-
mer”, pp. 70-89. Véase, además, John W. M. Whiting, “George Peter Murdock (1897-1985)”, American Anthropolo-
gist, vol. 88, nº 3, 1986, pp. 682-686.
12
Véase el caso de Margaret Mead en Carleton Mabee, “Margaret Mead and behavioral scientists in World War ii:
problems in responsibility, truth, and effectiveness”, Journal of the History of the Behavioral Sciences, vol. 23, 1987,
pp. 3-13.
13
Para la relación especial entre la Universidad de Yale y la de Stanford y las instancias gubernamentales norteame-
ricanas, véanse Robin Winks, Cloak and Gown: Scholars in the Secret War, 1939-1961 [1987], New Haven, Yale
University Press, 1996; Rebecca S. Lowen, Creating the Cold War University: The Transformation of Stanford,
Berkeley, University of California Press, 1997. Para un conjunto de estudios sobre el asunto véase Christopher Simp-
son (ed.), Universities and Empire: Money and Politics in the Social Sciences during the Cold War, Nueva York, The
New Press, 1998. Para un conjunto de testimonios críticos de fíguras científicas muy relevantes en la época –de
Immanuel Wallerstein a Noam Chomsky y Howard Zinn– acerca de la relación entre las universidades norteameri-
canas y el gobierno en la posguerra, véase Noam Chomsky et al. (eds.), The Cold War and the University: Toward
an Intellectual History of the Postwar Years, Nueva York, The New Press, 1997. Para una lectura menos asertiva de
la subordinación de la academia a la política y crítica respecto de la excepcionalidad del período comparado con

Prismas, Nº 18, 2014 65


históricas y políticas, determinadas sobre todo por las guerras y las cuestiones de seguridad,
para justificar su expansión dentro de las universidades, la mayor influencia de las propuestas
cuantitativas –alimentando la presunción homotética de los diversos paradigmas de raíz posi-
tivista– y la creciente valoración pública del conocimiento y de su respectiva utilidad social. La
afirmación de un complejo militar-industrial-intelectual14 configuró el desarrollo de una serie
de disciplinas, siempre que fueran instrumentales para la obtención de sus objetivos.15 Así se
dio, por ejemplo, con la antropología, en cuyo caso el “Human Ecology Fund” (1955-1965) y
la figura de Clyde Kluckhohn de Harvard revisten una enorme importancia, paralelamente a la
ya mencionada “Human Relations Area Files”.16 En la ciencia política, los conceptos de cul-
tura política y de cultura cívica de Gabriel Almond fueron particularmente importantes para
los designios de la Seguridad Nacional, mientras que las llamadas teorías de la nation-building,
aún vigentes, definieron en parte la política externa.17 La economía se centró en las cuestiones
de la modernización nacional y de la exportación de sus modelos.18 La psicología ejerció in-
fluencia sobre los procesos de toma de decisión a nivel gubernamental, y su estatus aumentó
de manera significativa yendo de la propaganda a la guerra psicológica y a la política de con-
quista de hearts and minds.19 Y en la sociología se puso el acento en la cuestión de los equili-
brios sistémicos y del orden social interior, sobre la base de las teorías propuestas en particular
por el funcionalismo estructural –cuya mayor preocupación eran los mecanismos de integra-
ción– en alianza con las teorías de la modernización.20

momentos anteriores, véase Ellen W. Schrecker, No Ivory Tower: McCarthyism and the Universities, Nueva York,
Oxford University Press, 1986.
14
Stuart W. Leslie, The Cold War and American Science: The Military-Industrial-Academic Complex at MIT and
Stanford, Nueva York, Columbia University Press, 1993; Ron Robin, Making the Cold War Enemy: Culture and
Politics in the Military-Intellectual Complex, Princeton, nj, Princeton University Press, 2001.
15
Michael Lacey y Mary Furner (eds.), The State and Social Investigation in Britain and the United State, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 1993.
16
David H. Price, “Cold War Anthropology: Collaborators and Victims of the National Security State”, Identities,
vol. 4, nº 3-4, 1998, pp. 389-430; “Subtle Means and Enticing Carrots: the impact of funding on American Cold War
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the Cold War on Anthropology”, en Noam Chomsky et al.(eds.), The Cold War and the University..., op. cit., pp.
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Gleach (eds.), Histories of Anthropology Annual, Lincoln, University of Nebraska Press, 2005, vol. 1, pp. 99-113.
17
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the American (National Security) State and the State of the Discipline”, PS: Political Science and Politics, nº 34,
2004, pp. 51-55.
18
Mary Furner y Barry Supple (eds.), The State and Economic Knowledge: The American and British Experience,
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Purpose in Twentieth-Century America, Princeton, Princeton University Press, 2001; Michael E. Latham, Moderni-
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North Carolina Press, 2000; David C. Engerman et al. (eds.), Staging Growth: Modernization, Development, and the
Global Cold War, Amherst/Boston, University of Massachusetts Press, 2003.
19
Ellen Herman, “The Career of Cold War Psychology”, Radical History Review, nº 63, 1995, pp. 53-85; The Ro-
mance of American Psychology: Political Culture in the Age of Experts, Berkeley, ca, University of California Press,
1995.
20
Andrew Abbott y James T. Sparrow, “Hot War, Cold War: The Structures of Sociological Action, 1940-1955”, en
Craig Calhoun (ed.), Sociology in America: A History, op. cit., pp. 281-313; Edward Shils, “Tradition, Ecology, and

66 Prismas, Nº 18, 2014


El famoso proyecto Camelot tradujo bien el contexto, los principios y las ambiciones de
la articulación –que contaba con antecedentes históricos relevantes– entre la política de la
Guerra Fría, el apoyo militar y las ciencias sociales de carácter behaviorista, cuyos comienzos
se encuentran sobre todo en los trabajos de Harold Lasswell. Orientado hacia el estudio de las
revoluciones y de la contrarrevolución, pero con una utilización pasible de ser extendida a
otros ámbitos, el proyecto Camelot constituyó también un marco para la afirmación de las
ciencias sociales en el espacio público, dentro de un proceso marcado por la promoción de su
cientificidad, objetividad y carácter práctico en detrimento de las tradiciones humanista e in-
terpretativa.21 Exponente mayor de la reducción del conocimiento científico a su utilidad so-
cial, en sentido amplio, y a su utilidad política, el behaviorismo se tornó dominante en las
universidades, de Harvard a Yale o Chicago. De modo que, tanto en el Departamento de Rela-
ciones Sociales de Talcott Parsons como en el Institute of Human Relations de Yale –antecesor
de la Human Relations Area Files–, el paradigma interdisciplinario behaviorista se institucio-
nalizó, siempre en estrecha vinculación con los medios gubernamentales y privados, que eran
los financiadores de la investigación científica, y al mismo tiempo configuró las famosas teo-
rías de la modernización.22
La comprensión de los contextos históricos y sociales de las relaciones entre el Estado
norteamericano, sus instituciones políticas y militares (como la Central Intelligence Agency
[cia])y de promoción de la ciencia (como la National Science Foundation o el Social Science
Research Council), las fundaciones filantrópicas (como la Rockefeller, la Ford o la Carnegie
Corporation) y el desarrollo de las ciencias sociales y humanas23 es crucial para llevar ade-
lante un análisis crítico e informado de la historia de estas ciencias que no se limite a entender
el conocimiento científico producido en la posguerra como un epifenómeno de las exigencias
y las directrices instrumentales de la política interna y externa norteamericana, ni tampoco
omita las continuidades históricas (y los paralelismos europeos) de los procesos en análisis.24

Institution in the History of Sociology”, en The Calling of Sociology and Other Essays on the Pursuit of Learning,
Chicago, University of Chicago Press, 1980, pp. 165-256.
21
Ellen Herman, “Project Camelot and the Career of Cold War Psychology”, en Simpson (ed.), op. cit., pp. 97-133;
Ron Robin, Making the Cold War Enemy, op. cit., cap. xx: “Paradigm Lost: The Project Camelot Affair”, pp. 206-
225; Mark Solovey, “Project Camelot and the 1960s epistemological revolution: rethinking the politics-patronage-
social science nexus”, Social Studies of Science, vol. 31, 2001, pp. 171-206.
22
Mark C. Smith, Social Science in the Crucible: The American Debate over Objectivity and Purpose, 1918-1941,
Durham, nc, Duke University Press, 1994, pp. 212-252; Dorothy Ross, The Origins of American Social Science,
Cambridge, Cambridge University Press, 1991, cap. “Scientism”, pp. 390-470. Sobre el behaviourismo en la acade-
mia norteamericana y las teorías de la modernización, véase Nils Gilman, Mandarins of the Future: Modernization
Theory in Cold War America, Baltimore, Johns Hopkins University Press, 2003, cap. “The Harvard Department of
Social Relations and the Intellectual Origins of Modernization Theory”, pp. 72-112; Ron Robin, Cloak and Gown:
Scholars in the Secret War, op. cit., cap. “Inventing the Behavioral Science”, pp. 19-37. Sobre las ciencias sociales
en Harvard y sobre el departamento de Relaciones Sociales, véase Morton Keller y Phyllis Keller, Making Harvard
Modern: The Rise of America’s University, Nueva York, Oxford University Press, 2001, pp. 79-95 y 217-221.
23
Roger Geiger, “American Foundations and Academic Social Science, 1945-1960”, Minerva, vol. 26, 1988, pp.
315-341; Donald Fisher, Fundamental Development of the Social Sciences: Rockefeller, Philanthropy, and the Uni-
ted States Social Science Research Council, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1993; Daniel Kleinman y
Mark Solovey, “Hot Science/Cold War: The National Science Foundation After wwii”, Radical History Review, vol.
63, 1995, pp. 110-139; Mark Solovey, “Project Camelot and the 1960s epistemological revolution: rethinking the
politics-patronage-social science nexus”, op. cit.; Hunter Crowther-Heyck, “Patrons of the Revolution: Ideals and
Institutions in Postwar Behavioral Science”, Isis, vol. 97, nº 3, 2006, pp. 420-446.
24
Lamentablemente y por el momento, no existen estudios de esta naturaleza sobre Portugal. Para una lectura crítica
de la llamada “Cold War Social Science” (en vez de “Social Science in the Cold War”) y del complejo militar-indus-

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Entre muchos aspectos cruciales, el surgimiento de los area studies –o, como se los solía
apodar, estudio de los enemigos, de los países del bloque soviético a Vietnam–, patrocinado
por la Carnegie Corporation, fue concomitante con los objetivos de consolidación de la ascen-
dencia norteamericana desde un punto de vista geopolítico a través del aumento y la profun-
dización del conocimiento local, regional y global (siempre como resultado de proyectos
multidisciplinarios).25 A su vez, el desarrollo de los Soviet Studies –desde un comienzo, el
foco principal de los programas de estudios de área financiados por la Rockefeller Foundation
y por la Carnegie Corporation– es, por obvias razones, el ejemplo más elocuente del complejo
militar-industrial-intelectual de la posguerra, aunque es fundamental reconocer los límites de
su existencia.26
Este modelo de organización multidisciplinario centrado en la producción de conoci-
miento global –que preservaba el carácter instrumental de los principios orientadores de la
geopolítica imperial de fines del siglo xix, de Halford Mackinder a Friedrich Ratzel– desarro-
llaba los patrones diseñados durante la Segunda Guerra Mundial en el Office of Strategic Ser-
vices (oss), departamento creado por Roosevelt en 1942, que precedió a la cia, cuyas divisio-
nes de investigación y análisis reunían a diversos especialistas provenientes de todas las
ciencias sociales (historiadores, politólogos, economistas y sociólogos) con el objetivo de eva-
luar las capacidades y los obstáculos del esfuerzo militar norteamericano a escala global. De
hecho, el carácter multidisciplinario tenía una relevancia incuestionable como recurso político.
Y la idea de una “ciencia social en un país”, astuta formulación de Barry Katz para describir la
concentración y la diversidad de expertise científica en las investigaciones sobre la Unión So-
viética, replicaba los proyectos de departamentos de ciencias sociales en boga en la primera
mitad del siglo en los Estados Unidos, orientados a los estudios multidisciplinarios y a la uni-
ficación de los conocimientos. Se registraba así una compatibilidad organizacional e instru-

trial-intelectual, proponiendo una lectura más matizada y contextualizada, véase David C. Engerman, “Rethinking
Cold War Universities: Some Recent Histories”, Journal of Cold War Studies, vol. 5, nº 3, 2003, pp. 80-95; “Social
Science in the Cold War”, Isis, vol. 101, 2010, pp. 393-400; Mark Solovey, “Introduction: Science and the State
during the Cold War: Blurred Boundaries and a Contested Legacy”, Social Studies of Science, vol. 31, nº 2, 2001, pp.
165-170; Joel Isaac, “The Human Sciences in Cold War America”, Historical Journal, vol. 50, nº 3, 2007, pp. 725-
746. Para abordajes que revelan la existencia de fenómenos similares desde fines del siglo xix, véanse John M.
Jordan, Machine-Age Ideology: Social Engineering and American Liberalism, 1911-1939, Chapel Hill, University
North Carolina Press, 1994; Dorothy Ross, “The Development of the Social Sciences in America, 1860-1920”, en
Alexandra Oleson y John Voss (eds.), The Organization of Knowledge in Modern America, 1860-1920, Baltimore,
Johns Hopkins University Press, 1979, pp. 107-138.
25
Bruce Cumings, “Boundary Displacement: Area Studies and International Studies during and after the Cold War”,
en Christopher Simpson (ed.), Universities and Empire, op. cit., pp. 159-188; “Boundary Displacement: The State,
the Foundations, and Area Studies during and after the Cold War”, en Masao Miyoshi y Harry D. Harootunian (eds.),
Learning Places: The Afterlives of Area Studies, Durham, nc, Duke University Press, 2002, pp. 261-302; Immanuel
Wallerstein, “The Unintended Consequences of Cold War Area Studies”, en Chomsky et al. (eds.), The Cold War and
the University..., op. cit., pp. 195-232; Vincente Rafael, “The Cultures of Area Studies in the United States”, Social
Text, vol. 41, nº 1, 1994, pp. 91-111. Para la importancia de la Carnegie Corporation y el surgimiento y la consolida-
ción de los estudios de área, véase Roger Geiger, “American Foundations and Academic Social Science, 1945-
1960”, op. cit., pp. 318-323. Para una reflexión sobre el mismo problema, véase además el clásico de Edward Said,
Orientalism [1978], Nueva York, Pantheon, 1989.
26
David C. Engerman, Know Your Enemy:The Rise and Fall of America’s Soviet Experts, Oxford, Oxford University
Press, 2009. Para el caso paralelo de la política cultural norteamericana en Europa, con la participación de la Ford
Foundation y de la cia, véase Volker R. Berghahn, America and the Intellectual Cold Wars in Europe, Princeton,
Princeton University Press, 2002.

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mental entre las instancias gubernamentales de producción de un conocimiento políticamente
utilizable y las estructuras departamentales en el universo académico.27
Frente a la bipolarización creciente de las relaciones internacionales, no causa sorpresa el
hecho de que la división que se ocupaba centralmente de la constelación política y militar po-
larizada en torno de la Unión Soviética fuese una de las que más atención y recursos obtenía
de parte de las instancias superiores del oss. Esta misma institución empleó a ocho futuros
presidentes de la American Historical Association y a cinco futuros presidentes de la American
Economics Association. Figuras como Paul Baran, H. Stuart Hughes, Alex Inkeles, Paul
Sweezy, Walt W. Rostow, fueron algunos de sus más distinguidos colaboradores. Y también lo
fueron Herbert Marcuse (y otros de la Escuela de Frankfurt, como Franz Neumann) y su gran
amigo Barrington Moore Jr., que participó en los dos programas característicos de la articula-
ción entre conocimiento “científico” y las decisiones políticas de diverso orden que marcaron
la relación entre las instancias gubernamentales y la academia: el programa del conocimiento
del enemigo y el del conocimiento del mundo, en una relación estrecha sostenida por los na-
cientes estudios de área. Como sintetizó David C. Engerman, el estudio multidisciplinario de
varias regiones mundiales pasó a ser uno de los principales objetos del financiamiento privado,
tendencia que se acentuó a partir de 1957, inmediatamente después del lanzamiento del Sput-
nik. Y al año siguiente de este acontecimiento el gobierno norteamericano aprobó un programa
de financiamiento para los estudios de área y para los estudios internacionales llamado Title
VI of the National Defense Education Act (ndea), en el que al estudio de las lenguas y las cul-
turas locales se sumaba el interés por asuntos relativos a la defensa nacional y por evidentes
cálculos geopolíticos, que incluían la necesidad de rehacer la política exterior en un contexto
de descolonización y de surgimiento del Tercer Mundo. En este proceso fue bien significativa
la contribución de las ciencias sociales. La lógica de la autodeterminación dio lugar a una mul-
tiplicación de los socios en el sistema internacional, lo que aumentó a la par los focos de interés
de la política exterior norteamericana. Los estudios de área fueron, en parte, un producto de
estos fenómenos, al mismo tiempo que constituyeron un desarrollo de los objetivos y de los
métodos del oss y un poderoso complemento de la acción de la cia. Esta última reclutó a mu-
chos estudiantes salidos de tales programas y financió de manera directa el Center for Interna-
tional Studies del mit (también llamado cenis), que patrocinó diferentes tipos de conocimiento
instrumental. Entre estos se cuenta el famoso libro de W. W. Rostow, The Dynamics of Soviet
Society (1953), cuya primera versión tuvo la forma de un informe confidencial interno, entera-
mente pagado por la cia, sobre las probables consecuencias de la muerte de Stalin en el sistema
soviético, realizado por un autor para nada especializado en sovietología.28

27
Para el Office of Strategic Services, véase Barry M. Katz, Foreign Intelligence: Research and Analysis in the Office
of Strategic Services, 1942-4, Cambridge, ma, Harvard University Press, 1989, cap. v: “Social Science in One Cou-
ntry: The ussr Division”; Richard Harris Smith, OSS: The Secret History of America’s First Central Intelligence
Agency [1972], NuevaYork, The Lyons Press, 2005. Para la vinculación de Yale, véase Robin Winks, Cloak and
Gown, op. cit. Acerca del predominio de una idea unificada de ciencias sociales, véase Dorothy Ross, “Changing
Contours of the Social Science Disciplines”, en Theodor M. Porter y Dorothy Ross (eds.), The Cambridge History
of Science, vol. 7: The Modern Social Science, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, pp. 205-237.
28
David C. Engerman, Social Science in the Cold War, op. cit., pp. 396-397. Para la historia del “Title vi”, véase
<http://www2.ed.gov/about/offices/list/ope/iegps/history.html>; Patrick O’Meara, Howard D. Mehlinger y Roxana
Ma Newman (eds.), Changing Perspectives on International Education, Bloomington, in, Indiana University Press,
2001, primera parte: “Title vi and International Studies in the United States: An Overview”, pp. 1-48. Para el papel
de la cia y su relación con los estudios de área y los estudios internacionales, véase Bruce Cumings, “Boundary

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Una carrera académica en sus comienzos

Una vez concluido su doctorado en Sociología en Yale bajo la orientación de Keller, con una
tesis titulada Social Stratification: A Study in Cultural Sociology (1941), Barrington Moore in-
gresó en el Departamento de Justicia norteamericano, donde conoció a Morris Janowitz y tra-
bajó bajo la responsabilidad del ya mencionado Harold Lasswell.29 El primero renovó, junto con
Samuel Huntington y Michael Howard, el estudio de los fenómenos militares en el desarrollo
político de las sociedades contemporáneas; mientras que Lasswell fue, a la par del famoso his-
toriador diplomático William Langer, uno de los mayores reclutadores del ya mencionado de-
partamento. Moore Jr. entró de inmediato en el oss, donde conoció a un notable grupo de emi-
grados alemanes, entre los que se encontraban Herbert Marcuse (según Moore Jr., uno de sus
mejores amigos, y en el organigrama de la organización su superior directo), Franz Neumann y
Otto Kircheimer. Todos ellos habían sido miembros del Institut für Sozialforschung, institución
de referencia para las ciencias sociales alemanas y europeas. Fue con estos intelectuales que
Moore Jr. aprendió a “disolver el marxismo y a usarlo en lo que escribía”, para decirlo con sus
propias palabras. Durante la estadía en el oss, siempre según el autor, comenzó a tomar forma
el proyecto de investigación más tarde publicado en la obra, cuya traducción al portugués ahora
se reedita, Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. La recolección de informa-
ción sobre sociedades particulares, como la austríaca, sobre la cual escribió un informe, o las
investigaciones sobre temas concretos, como la que realizó sobre las formas históricas del co-
munismo alemán, por cierto influyeron en el modo en que desarrolló sus investigaciones futu-
ras.30 En este mismo contexto, publicó “The Communist Party of the usa: An Analysis of a So-
cial Movement”, en la American Political Science Review (1945), e inició una serie de trabajos
sobre la sociedad soviética, contribuyendo así a la industria naciente de estudios sobre el ene-
migo.31 Tras una muy breve estadía en la Universidad de Chicago (1945-1947), su primer puesto
académico, donde compartió una experiencia de enseñanza con David Riesman, autor del fa-
moso estudio The Lonely Crowd (1953), Moore Jr. entró en Harvard en 1947. Talcott Parsons
era allí el jefe indiscutido del Departamento de Relaciones Sociales. Como el mismo Moore Jr.

Displacement: Area Studies and International Studies during and after the Cold War”. Acerca de la participación de
Rostow, contada por él mismo, véase su Concept and Controversy: Sixty Years of Taking Ideas to Market, Austin,
University of Texas Press, 2003, cap. iv: “The Death of Stalin, 1953: The Timing May Have Been Off”, pp. 96-136,
en especial pp. 97, 112-117. Sobre las ciencias sociales y el Tercer Mundo, véase el clásico de Irene Gendzier, Ma-
naging Political Change: Social Scientists and the Third World, Boulder, co, Westview Press, 1985.
29
De su tesis de doctorado surgió su primera publicación, “The Relation between Social Stratification and Social
Control”, Sociometry, vol. 5, nº 3, 1942, pp. 230-250, que según Moore Jr. se trataba de un intento por emular los
trabajos de George Peter Murdock.
30
Gerardo L. Munck y Richard Snyder, Passion, Craft, and Method in Comparative Politics, op. cit., pp. 90-92, en
especial p. 91. De Janowitz, véase sobre todo Military Institutions and Coercion in the Developing Nations: The
Military in the Political Development of New Nations, Chicago, Chicago University Press, Midway Reprint, 1988
[versión ampliada de The Military in the Political Development of New Nations, de 1964]). Sobre el grupo de la
Escuela de Frankfurt, véase Barry M. Katz, “The Criticism of Arms: The Frankfurt School Goes to War”, Journal of
Modern History, vol. 59, 1987, pp. 439-478 (con las respectivas bibliografías), así como los clásicos estudios de
Martin Jay, The Dialectical Imagination: A History of the Frankfurt School and the Institute of Social Research,
1923-1950 [1973], Londres, Heinemann Educational Books, 1976, y Permanent Exiles: Essays on the Intellectual
Migration from Germany to America, Nueva York, Columbia University Press, 1985, pp. 28-61.
31
Barrington Moore Jr., “The Communist Party of the usa: An Analysis of a Social Movement”, American Political
Science Review, vol. 39, nº 1, 1945, pp. 31-41.

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afirmó, a pesar de haber mantenido una buena relación con Parsons, “no soportaba sus ideas”,
a las que veía como un “nonsense, un nonsense pretencioso”, y consideraba como el producto
de una “nueva escolástica”, algo que Moore Jr. denunció en diversas ocasiones. Por ejemplo, en
Political Power and Social Theory, libro de ensayos publicado originalmente en 1958 y en una
edición revisada y ampliada en 1962, incluyó un examen crítico de las nuevas corrientes forma-
listas, por entonces dominantes en las ciencias sociales y, en particular, en la sociología y en la
ciencia política, precisamente titulado “The New Scholasticism and the Study of Politics”. Este
ensayo representa, junto con “Strategy in Social Science” y “Sociological Theory and Contem-
porary Politics”, lo más importante de la contribución teórica, conceptual y metodológica de
Moore Jr., claramente determinada por la defensa de un regreso a la historia, de una perspectiva
crítica humanista y de la especificidad del conocimiento de las ciencias sociales, por entonces
anulada en virtud del deseo de replicación de las ciencias físicas.
El ensayo circuló por el departamento de Relaciones Sociales y generó reacciones fogosas
por parte de los discípulos del autor de The Social System (1951). Las críticas de Moore Jr.
también apuntaban a otros trabajos emblemáticos del Zeitgeist disciplinado de los años ’50, tales
como Power and Society, de Harold D. Lasswell y Abraham Kaplan (1950), The Structure of
Society, de Marion J. Levy (1952) y System and Process in International Relations, de Morton
A. Kaplan (1957). Con respecto a la obra de Parsons, Moore Jr. afirmaba ser “sumamente es-
céptico”, muy en particular en relación con su “intento de clasificar todas las formas de acción
humana como si necesariamente remitieran a uno de los cinco pares de formas alternativas”. El
formalismo y la modelización abstracta dominantes en Harvard, al mismo tiempo causa y pro-
ducto del cientificismo vigente en la academia y, de modo más evidente, en el ámbito de las
ciencias sociales, atraían el interés político y gubernamental. Pero alejaban a pensadores como
Moore Jr., quien pretendía resistir a la “degeneración técnica”, manifestada en y por las corrien-
tes estrictamente cuantitativas, y a la “seudo certeza con respecto a los números”, que desper-
taba “una peligrosa fascinación” en la sociedad norteamericana. Para Moore Jr., lo que tales
tendencias aumentaban en aparato técnico lo restaban en poder explicativo.32 Esta postura pesi-
mista ante las grandiosas promesas explicativas de las ciencias sociales determinó la riqueza
analítica y metodológica de la trayectoria científica de Moore Jr., más orientada por la confron-
tación empírica que por la aplicación acrítica de un recetario universal.33 Del mismo modo en
que llamaba la atención hacia la intolerancia de la pureza moral y hacia los costos de los gran-
des programas sociopolíticos, Moore Jr. rechazaba las formas equivalentes que abundaban en el

32
Barrington Moore Jr., “The New Scholasticism and the Study of Politics”, en Political Power and Social Theory.
Seven Studies [1958], Nueva York, Harper & Row, 1962, pp. 89-110, aquí pp. 92, 93, 101; ensayo originalmente
publicado en World Politics, vol. 6, nº 1, 1953, pp. 122-138; “Strategy in Social Science”, en Political Power and
Social Theory, pp. 111-159; “Sociological Theory and Contemporary Politics”, American Journal of Sociology, vol.
61, nº 2, 1955, pp. 107-115. Para críticas más tardías, pero también más profundas, a los mismos procesos de exce-
siva determinación y formalización paradigmática de las ciencias sociales, véase Alvin Ward Gouldner, The Coming
Crisis of Western Sociology, Nueva York, Basic Books, 1970; Albert Hirschman, “The Search for Paradigms as a
Hindrance to Understanding”, en Paul Rabinow y William M. Sullivan (eds.), Interpretative Social Science: A Se-
cond Look, Berkeley, University of California Press, 1979, pp. 177-194.
33
Dennis Smith, “Discovering Facts and Values: The Historical Sociology of Barrington Moore”, en T. Skocpol (ed.),
Vision and Method in Historical Sociology, Nueva York, Cambridge University Press, 1984, pp. 313-355, en especial
pp. 313 y ss. Más recientemente, Dietrich Rueschemeyer, Usable Theory: Analytical Tools for Social and Political
Research, Princeton, Princeton University Press, 2009, p. 13, considera que la obra de Moore Jr., Social Origins of
Dictatorship and Democracy, era un buen ejemplo de un marco teórico que permanecía en gran medida implícito.

Prismas, Nº 18, 2014 71


mundo científico. Para él, era fundamental recuperar la “crítica racional” centrada en el pensa-
miento social del siglo xix y en el legado del iluminismo escocés y británico. Su objetivo era
evitar que la “teología, el periodismo y la franja bohemia de la vida intelectual” se apoderasen
de la interpretación social y que la ciencia social (repárese en el singular) se “ahogase en un
océano de jerga técnica [verbiage] cubierto por pedazos de datos que boyan sin sentido”. La
actualidad de esta apreciación es digna de nota, incluso en contextos de gran pobreza analítica
y reflexiva, como el que corresponde a la reedición de esta traducción al portugués.34 En el
mismo sentido, Moore Jr. escribía, en “Tolerance and the Scientific Outlook”, que “lo esencial
de la ciencia es simplemente el rechazo a creer sobre la base de la esperanza”.35 Fueron estos
algunos de los principios que orientaron a Moore Jr., años más tarde, cuando cuestionó al pre-
sidente John F. Kennedy, en 1961, a raíz de la frustrada invasión a Cuba, y también cuando
elaboró duras críticas a la política de la New Frontier, que había sido diseñada con la colabora-
ción del Academic Advisory Group (un conjunto de académicos del área de Boston).36
En el plano del mercado académico de ideas y de servicios prestados a los centros polí-
ticos de toma de decisión, ¿podrían las duras críticas de Moore Jr. contra el formalismo de las
teorías funcionalistas de Parsons ser interpretadas como señales de una disputa en el interior
del mismo campo? A primera vista, es posible sostener que las teorías de la integración, de los
valores culturales y de la acción, tan caras al funcionalismo estructural de Parsons, también se
presentaban como una crítica –en nombre de valores modernos, democráticos y liberales– a
los modelos sociales del totalitarismo, del fascismo y del comunismo. Como ya fue señalado,
“el funcionalismo estructural proporcionaba un marco intelectual para celebrar las virtudes de
la sociedad norteamericana en su lucha contra el totalitarismo: fascismo y comunismo”.37 Y es
en este mismo territorio –sobre todo en el de la discusión sobre el totalitarismo– que en buena
medida se insertan muchos de los estudios reunidos en Political Power and Social Theory.
Para Moore Jr., precisamente, no se trataba de definir de entrada y de manera exhaustiva qué
era el totalitarismo, porque no creía –para utilizar sus palabras– que fuera“posible definir un
asunto hasta no saber con precisión qué es lo que se va a tratar, y solo sabemos de qué habla-
mos cuando examinamos ese mismo asunto en profundidad. O sea, las ideas claras, lejos de

34
Barrington Moore Jr., “The New Scholasticism and the Study of Politics”, op. cit., p. 110. Para la calificación de
Moore como heredero del Iluminismo escocés y británico,véase James Sheehan, “Barrington Moore Jr. on Obe-
dience and Revolt”, Theory and Society, vol. 9, nº 5, 1980, pp. 723-734, en especial p. 733.
35
Barrington Moore Jr., “Tolerance and the Scientific Outlook”, en Robert Paul Wolff, Barrington Moore Jr. y Her-
bert Marcuse, A Critique of Pure Tolerance, Boston, Beacon Press, 1965, p. 55.
36
Sobre Bahía de Cochinos, véanse Arthur Schlesinger Jr., A Thousand Days: John F. Kennedy in the White House,
Boston, Houghton Mifflin, 1965, pp. 285-286; Lawrence Freedman, Kennedy’s Wars Berlin, Cuba, Laos, and Viet-
nam, Nueva York, Oxford University Press, 2000, pp. 123-245. Sobre la concretización política de la doctrina, véase
también Irving Bernstein, Promises Kept: John F. Kennedy’s New Frontier, Nueva York, Oxford University Press,
1991. Sobre el Academic Advisory Group, el think-tank liderado por el famoso Archibald Cox, creado a semejanza
del Brains Trust de F. D. Roosevelt (con sede en la Universidad de Columbia y responsable del New Deal), aún antes
de presentar su candidatura por el Partido Demócrata, véase el trabajo de Panagiotis Hatzis, The Academic Origins
of John F. Kennedy’s New Frontier, Montreal, Concordia University, umi, 1996. Sobre la historia de las relaciones
entre el mundo académico y la política norteamericana antes de Kennedy, especialmente centrada en el papel desem-
peñado por el Brains Trust en la formulación del New Deal, véase Elliot A. Rosen, Hoover, Roosevelt, and The
Brains Trust: From Depression to New Deal, Nueva York, Columbia University Press, 1977.
37
Michael Burawoy, “Introduction: The Resurgence of Marxism in American Sociology”, en Michael Burawoy y
Theda Skocpol (eds.), Marxist Inquiries. Studies of Labor, Class and States, suplemento de American Journal of
Sociology, vol. 88, 1982, pp. 1-30, en especial p. 1.

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poder ser consideradas como instrumentos preliminares de análisis, deberían ser siempre el
resultado de investigaciones científicas”.38 En la construcción de tales investigaciones era ne-
cesario, por un lado, plantear las investigaciones anteriores sobre el mismo asunto y, por otro
lado, intentar verificarlas históricamente. Se entienden, así, las críticas al trabajo del sinólogo
Wittfogel sobre el despotismo oriental, en la medida en que este no explicaba por qué razón el
control centralizado del agua y de los recursos eran resultado de algún tipo de condición mo-
derna.39 Sería asimismo un error –como lo daba a entender Herbert Marcuse, siguiendo una
tendencia de la Escuela de Frankfurt– considerar que las formas de esclavización de la socie-
dad moderna eran producto del industrialismo y del desarrollo técnico, cuando se sabía de su
existencia en épocas anteriores; lo que estaba en cuestión, por lo tanto, era saber de qué modo
la moderna sociedad industrial produjo nuevas formas de represión y modificó las anteriores.40
De hecho, las características de modelización, regularidad y uniformidad, presentes en cual-
quier proceso de burocratización, existieron en la burocracia de la antigua China imperial,
junto con formas totalitarias de espionaje interno y de denuncia mutua.41 Históricamente, el
totalitarismo no podría ser considerado como el producto de un gobierno centralizado; más
aun, podría ser concebido incluso sin su presencia: por ejemplo, en el ámbito de sociedades
iletradas y en un clima de miedo y sospecha, que favorece las prácticas de brujería, podrían
difundirse formas de conformismo ante tipos de comportamiento represivo e irracional; en
este mismo sentido, la represión descentralizada no podría ser considerada como algo nuevo o
asociado al industrialismo moderno.42 Un último ejemplo, tomado del vasto arsenal de casos
comparativos que presenta Moore Jr., se hallaba en el desarrollo histórico del calvinismo en
Ginebra: por un lado, este se correspondía precisamente con la transformación de la democra-
cia en un régimen totalitario; por otro, el principal impacto de la dictadura de Calvino se si-
tuaba más en el nivel de las costumbres y las representaciones de la población, en sus ritmos
cotidianos, que en el de la estructura política de la ciudad. Esta constatación demostraba que
el conformismo social en relación con la represión, por lo común considerado como una de las
consecuencias totalitarias del industrialismo, también podría existir en estados con una estruc-
tura formal democrática.43
Ahora bien, considerando el calvinismo como una de las modalidades del protestantismo,
se podría plantear una cuestión: a través de la evocación de este caso, ¿no habría pretendido
Moore Jr. remover las certezas de todos los que se inspiraban en la tesis de Weber acerca de la

38
Barrington Moore Jr., Political Power and Social Theory, op. cit., pp. 30-31. Como dijo en Privacy: Studies in
Social and Cultural History, Armonk, ny, M. E. Sharpe, Inc., 1984, pp. ix-x: “No es la definición de privacidad y de
derechos privados del investigador lo que está en discusión aquí; es lo que los miembros de otras sociedades sintieron
acerca de estos asuntos y lo que hicieron en ese sentido, si es que alguna vez se interesaron por eso. Solo podemos
aprehender sus concepciones por medio de un examen paciente de fuentes que a menudo son limitadas y fragmenta-
rias. La producción de definiciones más detalladas solo es posible una vez que el investigador ha adquirido una gran
familiaridad con las fuentes. A esa altura, por otro lado, las definiciones precisas probablemente serán superfluas”
(las cursivas son nuestras). O, en otra formulación, en Authority and Inequality Under Capitalism and Socialism,
Oxford, Clarendon Press, 1987, p. 2: “Ser un purista de la coherencia conceptual puede convertirse en fin en sí
mismo que impide un pensamiento claro acerca del mundo real. En todo caso, la clarividencia conceptual solo es
posible después de haber aprendido algo acerca de alguna cosa”.
39
Barrington Moore Jr., Political Power and Social Theory, op. cit., pp. 223-224.
40
Ibid., p. 33.
41
Ibid., p. 44.
42
Ibid., pp. 36-37, 81.
43
Ibid., pp. 59-60.

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ética protestante para justificar los procesos europeos y norteamericanos, muy en especial en
Nueva Inglaterra, de modernización capitalista y burguesa? De hecho, parece que era eso
mismo lo que Moore Jr. daba a entender en su crítica a las concepciones de la familia propues-
tas por Parsons y por sus colaboradores. Para estos, la familia en la era industrial no había de-
caído, sino que solo había abandonado algunas de sus funciones económicas, a la vez que se
había especializado en otra cantidad de funciones, tales como la socialización de los niños y la
estabilización de la personalidad de los adultos. Ahora bien, para Moore Jr. –que afirmaba
haberse inspirado en un artículo pionero de Wright Mills– un argumento de esa naturaleza, más
allá de lo elaborado de las teorías y del aparato técnico en que se basaba, era apenas el resul-
tado de una proyección de los valores, las expectativas o los preconceptos de la clase media y
nada tenía que ver con la realidad.44
Cuando le preguntaron a Moore Jr. acerca de las razones que lo habían llevado a dejar
el prestigioso departamento de Relaciones Sociales, respondió con claridad: “no me intere-
saba la atmósfera intelectual”. En efecto, ni la presencia de George Homans, cuya obra The
Human Group (1950) Moore Jr. consideraba como una de las pocas “conquistas permanentes
de la ciencia social”, ni tampoco la de Albert O. Hirschman, en el mismo departamento de
Harvard, impidieron la salida de Moore Jr., después de obtener un contrato permanente (te-
nure).45 En el mismo año en que Homans publicó su mayor obra, Barrington Moore Jr. editó
su primer gran libro, Soviet Politics: The Dilemma of Power. The Role of Ideas in Social
Change, al que siguió, cuatro años después, Terror and Progress USSR: Some Sources of
Change and Stability in the Soviet Dictatorship. Con estas obras, Moore Jr. ampliaba el
grupo de intelectuales norteamericanos (o que trabajaban en sus universidades y departamen-
tos de Estado) dedicados al estudio del surgimiento, el funcionamiento y la dirección del
régimen soviético de entonces.46
Soviet Politics, según Moore Jr. una obra bastante influida por Sumner, planteaba una
cuestión sumamente importante para el estudio de las revoluciones: ¿qué pasó con el programa
revolucionario, y con los respectivos compromisos ideológicos, cuando los que lo habían esta-
blecido asumieron el control del poder? Primer ejercicio de comprensión de las causas, del
modus operandi y de las consecuencias de los procesos revolucionarios, Soviet Politics re-
flexionó sobre el papel de las ideas y de los ideales, así como de las expectativas, en los proce-
sos políticos y en el cambio social en sentido amplio, no solo en cuanto catalizadores de accio-
nes individuales y colectivas, sino también en cuanto recursos simbólicos y políticos que se
confrontan con condicionalidades estructurales e históricas de diverso orden; todo esto, en una
“combinación de constricciones ideológicas, imperativos funcionales y relaciones internacio-
nales”, situados en un contexto de intensa transformación determinado por el proceso de indus-
trialización, como escribió Dennis Smith. La reconstrucción histórica (casi secuencial y événe-
mentielle) de estas condicionalidades pasó a ser un imperativo de las estrategias analíticas de

44
Barrington Moore Jr., Political Power and Social Theory, op. cit., cap. 5: “Thoughts on the Future of the Family”,
p. 160. Véase Charles Wright Mills, “Professional Ideology of Social Pathologists”, American Journal of Sociology,
vol. 49, nº 2, septiembre de 1943, pp. 165-180.
45
Gerardo L. Munck y Richard Snyder, Passion, Craft, and Method in Comparative Politics, op. cit., pp. 93-94.
46
Barrington Moore Jr., Soviet Politics: The Dilemma of Power. The Role of Ideas in Social Change, Cambridge, ma,
Harvard University Press, 1950; Terror and Progress USSR: Some Sources of Change and Stability in the Soviet Dic-
tatorship, Cambridge, ma, Harvard University Press, 1954.

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Moore Jr., ya formulado en “Strategy in Social Science”, donde se puede leer que una de las
tareas esenciales del científico social consiste en “analizar las tendencias históricas” que limi-
tan el “margen de maniobra de la humanidad” en un determinado momento, con el objetivo,
nunca abandonado por el autor, de “ampliar las posibilidades de elección”.47
En el prefacio a Soviet Politics, el ya mencionado Clyde Kluckhohn puso de relieve la
capacidad de Moore Jr. para conjugar una inspiración marxista, atenta por lo tanto a las estruc-
turas materiales, con los abordajes del tipo “cultura y personalidad” que practicaban antropó-
logos tales como Edward Sapir, Margaret Mead y él mismo. Y en un pasaje en el que presiente
claramente el dardo dirigido contra Talcott Parsons, Kluckhohn añadió: “Moore no aspira a
ningún tipo de integración de las ciencias sociales. Evita de forma deliberada la síntesis pre-
matura, la abstracción innecesaria y los grandes marcos esquemáticos con simetrías que son
solo lógicas (o seudológicas). Pero establece un significativo patrón, en el que explicita sus
premisas y el conjunto de su modesta estructura teórica, lo que permite someterlo a una crítica
racional”.48
En Terror and Progress (título que sintetiza con maestría los intereses del autor a lo largo
de medio siglo), Moore Jr. intentó comprender el proceso de desarrollo político de la Unión
Soviética con el propósito, probablemente apreciado en sectores gubernamentales, de discernir
posibles escenarios de evolución del régimen y de comprender sus consecuencias. El propio
autor reconocía este aspecto cuando afirmaba que “intentar prever y prever [la evolución del
régimen soviético] era una obligación de todos los que se dedicaban a la Unión Soviética des-
pués de la Guerra”. Otra obligación, la de la especialización en una sociedad, en una región, en
un área geográfica con relevancia geopolítica evidente para los Estados Unidos, comenzaba sin
embargo a incomodarlo. Los costos del confinamiento, de la especialización geográfica, temá-
tica y en una disciplina, la desconfianza hacia las interpretaciones sobre el enemigo soviético
o la poca estimación que recibían, y el surgimiento de un conjunto de intereses mucho más
amplios –“las raíces del totalitarismo, del liberalismo y de la revolución radical”, en suma, de
los orígenes sociales de los regímenes democráticos y dictatoriales– condujeron a Moore Jr.
hacia otro tipo de abordaje, en el que el método comparativo terminó desempeñando un papel
fundamental. En este punto, no hay que olvidarse de la inspiración que le había brindado el
modelo de Sumner en Folkways.49 Del mismo modo, los preceptos analíticos afirmados en
“Strategy in Social Science” hicieron que Moore Jr. concentrara sus esfuerzos en el estudio
histórico de las relaciones entre los procesos de transformación política y social y su impacto
en las posibilidades de acción individual y colectiva libre. Los diez años que demoró en termi-
nar Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia tuvieron como guía este pro-
grama. Como sintetizan George Ross, Theda Skocpol, Tony Smith y Judith Eisenberg Vich-

47
Barrington Moore Jr., “Strategy in Social Science”, en Political Power and Social Theory, op. cit., p. 159. Dennis
Smith, “Discovering Facts and Values”, op. cit., p. 322.
48
Clyde Kluckhohn, “Preface”, en Moore Jr., Soviet Politics, op. cit., pp. x-xi: “El Dr. Moore no pretende alcanzar
con su trabajo una integración completa de las ciencias sociales. Evita conscientemente la elaboración de síntesis
prematuras, de abstracciones innecesarias, de grandes esquematizaciones que presentan simetrías que solo son lógi-
cas (o seudo lógicas). Pero obtiene un admirable logro cuando explicita sus premisas y su modesta estructura teórica
en su totalidad y, de este modo, las hace pasibles de ser sometidas a una crítica racional”.
49
Gerardo L. Munck y Richard Snyder, Passion, Craft, and Method in Comparative Politics, op. cit., pp. 95-96.
Acerca de la importancia del método comparativo para Moore Jr., véase Dennis Smith, “Discovering Facts and Va-
lues”, op. cit., pp. 317-320.

Prismas, Nº 18, 2014 75


niac, el centro de las inquietudes analíticas de Moore Jr. siempre fue la necesidad de
comprensión de los “fundamentos sociales de la libertad y de la opresión”.50

Funcionalismo y marxismo

La cuestión de saber si las críticas de Barrington Moore Jr. a Talcott Parsons se debían a una
divergencia en el interior del mismo campo o a una oposición, de hecho, entre modos diferen-
tes de analizar lo social no parece ser de fácil respuesta. Se podría incluso pensar que, más que
una oposición entre dos sociólogos que coexistieron en la misma institución, se trató de un
cambio en buena medida determinado por una diferencia generacional. De todos modos, la
carrera de Moore Jr. parecería ser demasiado solitaria e independiente –quizá debido a la segu-
ridad de unas bases sociales y económicas tan distintas como las que disponía este heredero de
una enorme fortuna y apasionado navegante– como para poder compararla con el modelo más
escolástico de Parsons y sus discípulos, por lo menos en las dos décadas que siguieron a la
Segunda Guerra Mundial. Así, es sabido que en torno de Parsons y de su funcionalismo estruc-
tural florecieron importantes estudios de sociología histórica y comparada, tales como los de
Neil Smelser, Robert Bellah y Reinhard Bendix, aun cuando este último se haya opuesto al
sistema de análisis de Parsons. Seymour Martin Lipset desempeñó un papel activo en la auto-
nomización de la sociología política, basándose en Tocqueville, Weber, Michels y Marx. Ro-
bert Merton y, a su vez, sus discípulos –Peter Blau, Alvin Gouldner (ya citado en la nota 32,
que reveló ser un crítico filoso de la escuela que lo había formado, sin por ello dejar de sacar
provecho de los aspectos más voluntaristas de la acción de esa misma teoría) y Philip Selz-
nick– destacaron las consecuencias de la teoría weberiana de la burocracia, construyendo a
partir de ella las bases para una sociología de las organizaciones. Otro de los estudiantes de
Parsons, Harold Garfinkel, se inspiró en los trabajos de Alfred Schutz para desarrollar la etno-
metodología. Este breve inventario de nombres y orientaciones, muy rápido y forzosamente
incompleto, ilustra bien el modelo de escuela, debidamente institucionalizada a través de posi-
ciones académicas, en que un denominador común dio lugar a diferentes alternativas.51
A partir de la década de 1960, se produjo un cambio en los temas y en los objetos de la
sociología norteamericana, y podríamos incluso arriesgarnos a hablar de una alteración del
paradigma dominante. La oposición al estatus dominante de Parsons adquirió una nueva di-
mensión, sobre todo porque se constató la incapacidad del funcionalismo estructural para dar
cuenta de los nuevos procesos sociales en marcha. En primer lugar, las nuevas naciones del
Tercer Mundo, así como los modelos de modernización y de desarrollo concebidos como una
alternativa a Occidente entraron, con pleno derecho, en los marcos de la imaginación socioló-
gica. En este sentido, directamente asociado a los procesos de descolonización, se debe recor-

50
George Ross, Theda Skocpol, Tony Smith y Judith Eisenberg Vichniac, “Barrington Moore’s Social Origins and
Beyond: Historical Social Analysis since the 1960s”, en Theda Skocpol (ed.), Democracy, Revolution, and History,
Ithaca, Cornell University Press, 1998, pp. 1-21, cita en p. 1.
51
Para un examen crítico del funcionalismo estructural, véase Rueschemeyer, Usable Theory: Analytical Tools for
Social and Political Research, op. cit., pp. 36-37. Sobre la variante del funcionalismo estructural sugerida por Ed-
ward Shils, colaborador de Parsons, véase Diogo Ramada Curto, As múltiplas faces da história, Lisboa, Livros Ho-
rizonte, 2008, sub voce.

76 Prismas, Nº 18, 2014


dar que ya en 1955 Moore Jr. había considerado que los temas más importantes de investiga-
ción sociológica eran “la transformación del orden capitalista, el surgimiento del totalitarismo
y la revolución colonial”.52 Después, fue el momento de considerar que las abstracciones esco-
lásticas de las teorías funcionalistas, con sus proyecciones burguesas o de clase media respecto
del consenso y la integración, no respondían en absoluto a los movimientos sociales contesta-
tarios ni a los marcos de una sociología de los conflictos directamente relacionados con el
movimiento de los derechos civiles, los movimientos pacifistas y los de protesta estudiantil,
resultado de la explosión de una educación universitaria masificada y de una impugnación
generalizada a los modelos capitalistas de consumo de masas. Todos estos procesos y movi-
mientos de manifiesta naturaleza conflictual explican, según Michael Burawoy, el resurgi-
miento del marxismo en la sociología norteamericana.53
Es claro que el resurgimiento del marxismo, en los Estados Unidos y en Europa (en parti-
cular en Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia), fue más el resultado del trabajo de intelec-
tuales, académicos e investigadores aislados que el producto de un movimiento organizado, de
una “escuela”, con características dominantes. Fue Jacques Revel el que mejor advirtió el modo
limitado en que se procesó ese resurgimiento del marxismo, sobre todo desde la década de 1960,
a través de agentes aislados que intentaron reaproximar la historia y las ciencias sociales.54 Entre
esos límites se encontraban una generalizada sospecha en Occidente, y muy en especial en los
Estados Unidos, con relación a los planteos del marxismo; su contrapartida en los países de
Europa del Este, es decir, una idéntica desconfianza con respecto a las ciencias sociales “burgue-
sas”, y, por último, la tendencia de muchos intelectuales marxistas a concentrarse en la especu-
lación teórica y filosófica en detrimento de la práctica analítica propiamente dicha.55
Con todas esas limitaciones, las investigaciones sociológicas e históricas fueron llevadas
adelante por investigadores aislados o marginales, tales como Pierre Vilar en Francia o Witold
Kula en Polonia. En Inglaterra floreció un grupo más amplio, cuyos principales exponentes
fueron E. P. Thompson con su proyecto de una historia hecha desde abajo, E. J. Hobsbawm y
Perry Anderson –a los que se podrían sumar Christopher Hill, entre los marxistas de Oxford,
y Anthony Giddens, que, según D. Smith, en The Class Structure of the Advanced Societies
(1973) incorporó parte del argumento de Barrington Moore Jr.–,56 además de las publicaciones
en las que todos estos autores colaboraron, como Past and Present y la New Left Review. En
Italia, el conjunto complejo de corrientes inspiradas en Gramsci ejerció influencia sobre histo-
riadores de diferentes generaciones, lo que produjo resultados muy creativos en las investiga-
ciones históricas acerca de corrientes heterodoxas de pensamiento y en los estudios sobre la
cultura popular. En Alemania, se asistió a un redescubrimiento que tuvo un alto impacto en el
exterior: el de los estudios de la Escuela de Frankfurt, particularmente fértiles en lo concer-
niente a la cultura de masas; allí, el llamado grupo de Bielefeld relanzó los estudios de historia

52
Barrington Moore Jr., “Sociological Theory and Contemporary Politics”, American Journal of Sociology, vol. 61,
nº 2, 1955, p. 107.
53
Michael Burawoy, “Introduction: The Resurgence of Marxism in American Sociology”, en Marxist Inquiries.
Studies of Labor, Class and States, op. cit., pp. 1, 4.
54
Jacques Revel, “History and the Social Sciences”, en Theodor M. Porter y Dorothy Ross (eds.), The Cambridge
History of Science, vol. 7: The Modern Social Sciences, Cambridge, Cambridge University Press, 2003, pp. 391-404.
Sobre Moore Jr. como un sociólogo solitario (“loner”), véase Dennis Smith, Barrington Moore Jr., op. cit., p. 4.
55
Jacques Revel, “History and the Social Sciences”, op. cit., p. 401.
56
Dennis Smith, Barrington Moore Jr., op. cit., pp. 6 y 165.

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social, articulando Marx y Max Weber. Por último, hay que considerar los trabajos de Barring-
ton Moore Jr. y de Immanuel Wallerstein, en los Estados Unidos, a los que D. Smith sumó,
como una secuencia del interés manifestado por el primero en relación con las sociedades
agrarias y las masas campesinas, los libros de Eric Wolf, Pesant Wars of the Twentieth Century,
y de Theodor Shanin, Peasants and Peasant Societies (ambos de 1971).57 Es en este mismo
contexto de ejercicios de análisis de lo social, llevados a cabo por investigadores aislados o
marginales, que pueden leerse las propuestas de análisis crítico de las instituciones formuladas
por Erving Goffman y Michel Foucault, en las que la inspiración marxista se muestra quizá
más diluida que en los ejemplos anteriores, pero no es menos radical.58
Un último señalamiento a propósito de la relación de Moore Jr. con el marxismo concierne
a los límites y a la distancia que él mismo planteó respecto de la coherencia de las ideologías
inspiradas en Marx. Fue precisamente en un ensayo dedicado a su maestro y amigo Herbert
Marcuse, escrito en1967, donde mejor explicitó, más que dudas respecto del carácter utópico de
las ideologías revolucionarias de raíz marxista, una denuncia acerca de su carácter absurdo.59Ahora
bien, la misma distancia que planteaba en relación con el marxismo debía ser tomada respecto
del liberalismo, pues, en su opinión, ambas ideologías “habían dejado en buena medida de pro-
porcionar explicaciones acerca del mundo”. Y concluía, en una nota de realismo pesimista, que
tanto las ideas marxistas como las liberales “habían dejado de ser suficientes para explicar por
qué razón era imposible crear una sociedad decente”.60

Los caminos del mundo moderno: “No Bourgeoisie, No Democracy”?61

¿Qué sentido atribuir a la obra cuya traducción ahora se reedita, Los orígenes sociales de la
dictadura y de la democracia: El señor y el campesino en la formación del mundo moderno
(1966)? ¿Dependerá la determinación de este sentido sobre todo de las intenciones apuntadas
por el autor? ¿Será posible determinarlo mejor en función del contexto? Y en ese caso, ¿cuál
sería el contexto más pertinente? ¿O hay que reconstituir dicho sentido tomando en considera-

57
Ibid., p. 6.
58
Jacques Revel, “History and the Social Sciences”, op. cit., pp. 401-402.
59
Barrington Moore, Jr., “The Society Nobody Wants: A Look Beyond Marxism and Liberalism”, en Kurt H. Wolff
y Barrington Moore, Jr. (eds.), The Critical Spirit. Essays in Honor of Herbert Marcuse, Boston, Beacon Press, 1967,
pp. 401-418, en especial p. 401.
60
Ibid., p. 418.
61
Para algunos de los principales análisis críticos sobre el libro de Moore Jr. véanse J. H. Plumb, “How It Happened”,
New York Times Book Review, nº 171, 9 de octubre de 1966, p. 11; Gabriel Almond, reseña de Social Origins, American
Political Science Review, vol. nº 61, nº 3, 1967, pp. 768-770; R. Bendix, reseña de Social Origins, Political Science
Quarterly, vol. 32, nº 4, 1967, pp. 625-627; E. J. Hobsbawm, reseña de Social Origins, American Sociological Review,
vol. 32, nº 5, 1967, pp. 821-822; A. L. Stinchcombe, reseña de Social Origins, Harvard Educational Review, vol. 37, nº
2, 1967, pp. 290-293; Steven J. Rosenthal, reseña de Social Origins, Monthly Review, vol. 18, nº 4, 1967, pp. 30-36;
Lawrence Stone, “News from Everywhere”, New York Review of Books, 9, 24 de agosto de 1967, pp. 31-35; H. D. Ha-
rootunian, reseña de Social Origins, Journal of Asian Studies, vol. 27, nº 2, 1968, pp. 372-374; Gianfranco Poggi, review
en el British Journal of Sociology, vol. 19, nº 2, 1968, pp. 215-217; Ronald P. Dore, “Making Sense of History”, Archi-
ves Europeennes de Sociologie, x, 1969, pp. 295-305; S. Rothman, “Barrington Moore and the dialectics of revolution:
an essay review”, American Political Science Review, vol. 64, nº 1, 1970, pp. 61-83; Theda Skocpol, “A Critical Review
of Barrington Moore’s Social Origins of Dictatorship and Democracy”, Politics Society, vol. 4, nº 1, 1973, pp. 1-34;
Jonathan Wiener, “Review of Reviews”, History and Theory, vol. 15, nº 2, 1976, pp. 146-175. Véase además la coletánea
de ensayos críticos en Theda Skocpol (ed.), Democracy, Revolution, and History, Ithaca, Cornell University Press, 1998.

78 Prismas, Nº 18, 2014


ción la recepción, las lecturas y los usos de los que la obra ha sido objeto? La formulación de
todas estas cuestiones señala elementos sin duda importantes, pero a los cuales no se podrá
atribuir la misma relevancia. Veamos.
En conjunto, la obra trata del proceso de modernización; y, desde una perspectiva que su-
pera la visión eurocéntrica, propone la idea de diferentes modernidades. El proceso de moderni-
zación permite situar el estudio de diferentes países en tres trayectorias políticas: democrática,
fascista y comunista. El primer camino hacia la modernidad caracteriza, con especificidades
importantes, la historia de Inglaterra, de Francia y de los Estados Unidos. Moore dedica un ca-
pítulo a cada uno de estos casos. Esta vía se define por el papel de transformación social que
tuvieron las revoluciones burguesas que dieron origen a regímenes democráticos: la Guerra Ci-
vil inglesa, la Revolución Francesa y la Guerra Civil norteamericana. Los resultados elementa-
les de este proceso fueron la imposición al mundo rural de las lógicas capitalistas de una agri-
cultura comercial y la declinación de las relaciones de producción dominantes. La mercantilización
de la agricultura y la progresiva imposición del trabajo asalariado representaban la derrota de
una sociedad aldeana, de sus valores y vínculos, y de las clases hegemónicas: el campesinado y
la aristocracia rural, que, o bien desaparecían, o se adaptaban a las nuevas reglas de juego. La
democracia parlamentaria fue el mecanismo político formal que resultó de estos cambios.
La segunda vía hacia la modernidad la ilustran los casos de Japón y de Alemania. La
burguesía, que en los casos anteriores había vencido o incorporado los intereses conservadores
de las aristocracias rurales, se ve en estos contextos obligada a negociar, muchas veces en la
posición más débil. El campesinado, sujeto a un conjunto de lazos y vínculos sociales, contra-
tos de arrendamiento, imposiciones fiscales, no logra convertirse en la base de una acción po-
lítica estructurada, pero su posición social, aun cuando se encuentre en una situación de gran
desigualdad, se mantiene fuerte. Frente al juego de fuerzas entre aristocracias rurales y tenden-
cias burguesas, la modernización se impone desde arriba, a la fuerza, lo que tendrá consecuen-
cias en el sistema político, dando origen a regímenes de tipo fascista. Moore dedica un capítulo
al Japón, y explica la forma en que, a pesar de un conjunto de impulsos modernizadores, en
particular después de la restauración Meiji, persistieron en el país las lógicas de un sistema
feudal y una poderosa clase terrateniente. Sus valores inspirarían una modernización conserva-
dora. El caso alemán, que en su esencia comparte condiciones elementales con el japonés, a
pesar de haber constituido un fascismo de tipo diferente, opera a lo largo del libro como base
de comparación sistemática.
Las revoluciones comunistas constituyen el tercer camino hacia la modernidad. Su fuerza
motriz es el campesinado. La burguesía es en estos casos aun más débil que en el patrón anterior.
Las severas condiciones de desigualdad y la debilidad de los vínculos entre dominantes y domi-
nados impulsan el surgimiento de revoluciones campesinas, que terminan siendo el agente des-
tructor de la sociedad del antiguo régimen. Paradójicamente, son los campesinos los que propor-
cionan una modernización que será hecha en contra de ellos, y abre así el camino para la
imposición de un sistema centralizado liderado por partidos comunistas que gobiernan por inter-
medio del aparato estatal. El autor describe de manera pormenorizada todo el proceso chino, en
particular las postrimerías de la sociedad del antiguo régimen asentada en la alianza de la máquina
burocrática imperial con la aristocracia rural, el surgimiento de una alternativa conservadora,
protofascista, encarnada por el Kuomintang de Chiang Kai-Sheck, y, por último, el modo en que
la desesperación del campesinado hizo posible, instigado por el contexto de la invasión japonesa
en la Segunda Guerra, la marcha final del Partido Comunista. El análisis de Barrington Moore Jr.

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acerca de los contextos históricos en los que las acciones políticas de los campesinos tuvieron
éxito abrió un largo debate sobre las condiciones sociales de las revoluciones campesinas. Moore
no escribió ningún capítulo sobre Rusia, y utilizó el caso, como lo había hecho en el de Alemania,
para establecer interpretaciones a lo largo de las páginas restantes. Como sería de esperar, sin
embargo, al atribuir a la Revolución Rusa de 1917 un carácter campesino, Moore suscitó discu-
siones sobre aquella que, según la narrativa comunista, fue una revolución proletaria.62
Por último, el caso indio. En la India, una sociedad sumamente tradicional y desigual, se
instaurará una democracia formal sin la existencia de una revolución burguesa. No había tenido
lugar, tampoco, ni una modernización impuesta desde arriba ni una revolución campesina que
pudiesen justificar otras vías de entrada al mundo moderno. Para Moore, el caso indio planteaba
un desafío a su obra, pues permitía pensar en un cuarto patrón de modernización. Solo el futuro,
no obstante, daría muestras de la capacidad de la democracia india para superar la fuerza estruc-
tural del mundo rural, espacios sociales donde en realidad la democracia estaba lejos de llegar.
Una interpretación posible de Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia
sería considerar que, a pesar de las diferencias que tienen entre sí, los Estados Unidos, Alema-
nia y China solo representan modalidades diferentes del Estado-nación. Los regímenes bur-
gués, fascista y comunista serían, entonces, todos ellos formas de una sociedad moderna, que
habrían encontrado en el Estado-nación su denominador común. Por cierto, puede pensarse que
se trata de una lectura sumamente nacionalista de la obra, al punto de que se considera que el
Estado-nación es el momento final de la modernidad, realidad reificada por la propia construc-
ción metodológica, que se basa en la nación como unidad de análisis y término del ejercicio
comparativo.63 En el análisis macrocausal de Barrington Moore, no obstante, la interpretación
de las lógicas de causalidad que definen los procesos sociales deriva de la comparación entre
estructuras sociales.64 El autor evita cualquier tipo de retórica culturalista e identitaria, y opta
por situar en el centro de la comparación la configuración dinámica de las relaciones de poder
y las luchas entre grupos y clases sociales, pero también la acción de un poder estatal progre-
sivamente centralizado. En el curso de los estudios de caso, a semejanza de lo que podemos
encontrar en las descripciones de Marx sobre las revoluciones en Francia y en Alemania, las
categorías sociales uniformes dan origen a un análisis que identifica incontables grupos en
cooperación y conflicto permanentes.65 Los intereses de grupo son interpretados a partir de sus

62
En su larga reseña de las reseñas de Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, Jonhatan Wiener,
tras hacer una defensa acérrima de la obra de Moore, señala precisamente que el principal problema del libro es el
no reconocimiento del papel de los obreros en la Revolución Rusa. Jonathan Wiener, “Review of Reviews”, History
and Theory, vol. 15, nº 2, 1976, pp. 146-175.
63
Daniel Chernillo, A Social Theory of the Nation-State. The political forms of modernity beyond methodological
nationalism, Londres/Nueva York, Routledge, 2007, pp. 104-105.
64
Margaret Somers y Theda Skocpol afirman que la obra de Moore es uno de los marcos de aquello que llaman
“historia comparativa como análisis macrocausal”. Theda Skocpol y Margareth Somers, “The Uses of Comparative
History in Macrosocial Inquiry”, Comparative Studies in Society and History, vol. 22, nº 2, abril de 1980, pp.174-
197. Otros ejemplos de esta perspectiva eran, en la época de la publicación del artículo, Theda Skocpol, Estados e
revoluções sociais: análise comparativa da França, Rússia e China [1979], Lisboa, Presença, 1985; Frances V.
Moulder, Japan, China and the Modern World Economy, Cambridge, Cambridge University Press, 1977; Robert
Brenner, “Agrarian Class Structure and Economic Development in Pre-Industrial Europe”, Past & Present, nº 70,
1976, pp. 30-75, y “Agrarian Class Structure and Economic Development in Pre-Industrial Europe”, Past & Present,
vol. 97, nº 1, 1982, pp. 16-113, y Gary G. Hamilton, “Chinese Consumption of Foreign Commodities: A Compara-
tive Perspective”, American Sociological Review, 1977, vol. 43, pp. 877-891.
65
Respectivamente El 18 brumario de Luis Bonaparte y Revolución y contrarrevolución en Alemania.

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posiciones y condiciones económicas, sociales y morales, en un contexto de transformación
permanente, sujeto a múltiples alianzas de naturaleza política.
Si nos proponemos reconstituir las intenciones del autor en relación con los argumentos
desarrollados en Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia, explicitadas pocos
años después de la publicación de la obra, el primer aspecto que es importante destacar se re-
laciona con uno de los debates por entonces en curso. Las reacciones a la Guerra de Vietnam,
sobre todo en el ámbito de un pensamiento radical de raíz marxista, como a Moore Jr. le agra-
daba definirlo, apuntaban hacia la denuncia del imperialismo capitalista de Occidente. Tradu-
cido en un lenguaje que no era el del autor: Occidente, a través del imperialismo y del colonia-
lismo, impuso sus formas de dominación a una escala global, explotando y dejando en el
subdesarrollo al resto del mundo. Para desafiar esta denuncia, considerada una exageración por
atribuir las responsabilidades principales sobre todo a un factor externo, Moore Jr. demostró en
Los orígenes sociales... que las causas del bloqueo de las sociedades que no se modernizaron
eran más internas que externas; en este ámbito, era fundamental comprender las relaciones en-
tre señores y campesinos, propias de las sociedades agrarias en proceso (o no) de moderniza-
ción. En la India, en China e incluso en África, sobre la cual Moore Jr. asume su falta de com-
petencia, la variedad de obstáculos a la modernización pasaba, ante todo, por el hecho de ser
sociedades agrarias; solo tal vez en Medio Oriente y en América Latina la política externa
norteamericana tenía responsabilidades en el apoyo dado a oligarquías corruptas y opresoras
de los países de esas regiones; en este sentido, podrían atribuirse responsabilidades generales
a los Estados Unidos por contribuir a la miseria existente en el resto del mundo; sin embargo,
no se podrían hacer generalizaciones acerca del modo en que esa contribución se basaba en la
explotación del trabajo en las zonas más atrasadas.66
Una segunda intención del autor se vincula con su voluntad de participar en otro tipo de
debate. ¿Cuáles son las posibilidades de cambio disponibles en cualquier tipo de sociedad?
Para Moore Jr., salvadas las diferencias históricas, sería factible considerar estas posibilidades
en términos de elecciones; a saber: reaccionaria, reformista y revolucionaria. Hay que sumar,
además, a estas tres modalidades el caos derivado del colapso de una autoridad nacional, en
cuyo caso se propaga la guerra de todos contra todos, a la vez que existen algunos islotes de
orden y de ley bajo el control de hombres fuertes, que están en permanente litigio contra otros
de la misma especie. Según el autor, esto es lo que ocurrió en Europa después del Imperio ro-
mano, así como en gran parte en China a lo largo del siglo xx.67 En cuanto a los cambios de-
terminados por reformas, el problema que plantea el autor –y sobre el cual insiste muchas ve-
ces en el curso de los análisis históricos concretos presentados en Los orígenes sociales...– es
que no existen los cambios determinados por reformas completamente pacíficas, por lo menos
en las mayores democracias industriales. Esto es, “como mínimo, la violencia sirvió para crear
cierto espacio para la moderación. Atenuando o removiendo una variedad de obstáculos, la
violencia revolucionaria y las guerras civiles desempeñaron su papel en la creación de institu-
ciones democráticas que, a su vez, hicieron posibles las reformas necesarias”.68

66
Barrington Moore Jr., Reflections on the Causes of Human Misery and upon Certain Proposals to Eliminate Them,
Boston, Beacon Press, 1972, pp. 115-116: “As I tried to show in my Social Origins”.
67
Ibid., p. 150.
68
Ibid., p. 154.

Prismas, Nº 18, 2014 81


El caso inglés, por lo demás, es ejemplar respecto de las posibilidades de una reforma
gradual precedida por la violencia: en este caso, la violencia perpetrada por la revolución pu-
ritana, y esa otra forma particular de violencia impuesta desde arriba que fue el extenso movi-
miento de apropiación de los bienes comunales de los campesinos por parte de los señores
(enclosures). De hecho, desde finales del siglo xviii hasta comienzos del xx, se asistió en In-
glaterra a la transformación de una economía agraria en una industrial, así como a la integra-
ción en el orden social y político, mediante la ampliación de las viejas elites, de una nueva
clase de capitalistas del comercio y de la industria o de una más amplia clase media burguesa,
lo que fue notorio en la crisis que concluyó con la llamada Reform Bill de 1832; y, más tarde,
se establecieron los derechos de organización y de huelga de la clase obrera y trabajadora. Si,
por un lado, todas estas reformas, introducidas de manera gradual, estuvieron precedidas por
cambios violentos, por otro lado, también hay que situarlas en relación con una serie de reac-
ciones de naturaleza conservadora, en las que no se puede excluir el ejercicio de la violencia.
Porque en buena medida como respuesta a la Revolución Francesa, a las Guerras Napoleónicas
y al proceso de difusión de la democracia parlamentaria, Inglaterra suspendió muchas liberta-
des –valiéndose para ello de la autoridad y de la fuerza legal impuesta por el Parlamento– y
desarrolló formas de oligarquía, en las que sus elites agrarias, por lo menos hasta 1830, podrían
haber estado en el origen de un régimen dictatorial. Pero si ello no ocurrió fue, precisamente,
debido a los cambios introducidos por las reformas graduales.69
Uno de los argumentos de Moore Jr., en Los orígenes sociales..., es el del papel central atri-
buido a las relaciones entre señores y campesinos –tanto en Occidente como en las sociedades
asiáticas– como factor explicativo de las instituciones y los regímenes políticos que surgieron
durante la modernización. Otras explicaciones del proceso de modernización, tal vez más habi-
tuales, parecían privilegiar de modo exclusivo el surgimiento de nuevas clases capitalistas, o de
nuevas instituciones racionalizadoras, de control o de aparato cortesano. Ahora bien, al poner el
acento en las relaciones existentes en las sociedades agrarias que precedieron al proceso de mo-
dernización y de industrialización, Moore Jr. reflexiona sobre el cambio en sus raíces de larga
duración, comenzando por las fuerzas de producción y las relaciones sociales que de entrada no
estaban envueltas en ese mismo proceso de cambio. Así, partiendo de la misma base, es decir, de
sociedades agrarias cuyo eje lo constituyen las relaciones entre señores y campesinos, se produjo
una variedad de cambios y, por lo tanto, de procesos de modernización. En primer lugar, las revo-
luciones burguesas condujeron a la versión democrática de ese mismo proceso, haciendo desarro-
llar a un grupo social con una base económica autónoma y capaz de poner en cuestión la repro-
ducción de viejos privilegios, los cuales, en caso contrario, se habrían convertido en obstáculos
para la democracia. Fue lo que ocurrió en Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, con sus demo-
cracias liberales. Una segunda vía hacia la modernidad podría ser también considerada capitalista,
pero en lugar de ser democrática o liberal era reaccionaria, es decir, los cambios políticos y eco-
nómicos requeridos en la formación de una sociedad industrial moderna nunca estuvieron fuera
del control de una aristocracia agraria dominante. En este caso, la burguesía urbana permaneció
siempre en una posición de debilidad política, más allá de la rapidez con que se procesó el desa-
rrollo industrial. Los regímenes políticos que resultaron de este tipo de cambio fueron tanto regí-
menes semiparlamentarios dominados por aristócratas reformistas, como gobiernos democráticos

69
Barrington Moore Jr., Reflections on the Causes of Human Misery…, op. cit., pp. 155-156.

82 Prismas, Nº 18, 2014


inestables e, incluso, regímenes fascistas, como ocurrió en Alemania y en el Japón. En una tercera
alternativa, las burocracias asociadas a los estados agrarios inhibieron los impulsos comerciales e
industriales, dejando en una posición de gran debilidad no solo a la burguesía industrial, sino
también a las tradicionales masas de campesinos; en este caso, las presiones modernizadoras
acabaron dando lugar a revoluciones, tanto en China como en Rusia, donde los campesinos ex-
propiaron a la burocracia agraria e instauraron regímenes comunistas. Un cuarto y último modelo
era el representado por la India, que mostraba algunos de los requisitos de las democracias occi-
dentales, a pesar de la debilidad del impulso hacia la modernización económica.
En la estructura de las sociedades agrarias, Moore Jr. encuentra algunas variaciones. La
primera concierne a las relaciones de la nobleza agraria con la monarquía: si uno de los dos lados
pasase a estar en una posición dominante, se creaban condiciones menos favorables para la de-
mocracia, al punto de que las relaciones feudales –con sus nociones de contrato, inmunidad legal
y derecho de resistencia entre gobernantes y gobernados– llegan a ser consideradas favorables
para la democracia. Después, había que considerar el estatus del campesinado. Este último podría
estar separado de la propiedad, como ocurrió en Inglaterra, creando así condiciones para el desa-
rrollo de la democracia, pues la aristocracia, al no tener que ejercer un fuerte control sobre las
masas campesinas, puede crear lazos fuertes con las elites urbanas. El campesinado podía todavía
estar sujeto a la renta feudal, como sucedió en Francia, o, peor aun, a la explotación basada en la
esclavitud, como sucedió en los Estados Unidos; en estos casos, estaban creadas las condiciones
para la rebelión campesina en contra de la aristocracia agraria, o la lucha contra la esclavitud en
las plantaciones, como fue el caso de la Guerra Civil norteamericana. Por último, el campesinado
podría haber sido reducido a la servidumbre, como ocurrió en los territorios del este de Alemania
o en Prusia, donde la agricultura estaba destinada al mercado. La revolución desde arriba y el
fascismo surgieron en situaciones de explotación de la renta agrícola y de servidumbre, porque
estas habían exigido un refuerzo del aparato político de extracción capaz de mantener la fuerza
laboral en una relación de dependencia. El Estado prusiano, con su dilema acerca de cómo mo-
dernizar sin cambiar las estructuras, ilustra bien la tendencia hacia la manutención de sistemas
represivos de trabajo, la dependencia de la aristocracia en relación con el Estado y la preservación
de una ética militar entre la nobleza. La tercera variante estaba constituida por la relación entre la
aristocracia agraria y la burguesía urbana, a la que Moore Jr. atribuía un papel principal. Para él,
una sociedad liberal y democrática se veía favorecida cuando los dos grupos se aliaban en una
oposición a la corona; lo mismo sucedía cuando las clases comercial e industrial se volvían do-
minantes, al mismo tiempo que la aristocracia agraria se aburguesaba, en particular a través de su
participación en las actividades mercantiles. En este sentido, la Guerra Civil inglesa, la Revolu-
ción Francesa y la Guerra Civil norteamericana eran consideradas como momentos del desarrollo
de una revolución democrática burguesa. Una última variante se refería a los lazos que unían al
campesinado con las clases altas: en este caso, el modelo indio de una sociedad fuertemente
segmentada, con el complejo sistema de sanciones en el que se basaba la explotación del campe-
sinado, mostró ser comparativamente más capaz de escapar a la revolución campesina que un
sistema de autoridad burocrática centralizada. Entre los dos sistemas, el de la segmentación de las
castas y el de la centralización burocrática, se encontraba el feudalismo.
Todos estos análisis y comparaciones de Los orígenes sociales... implican: el tratamiento de
grandes unidades (que, como vimos, privilegian a los estados, pero también a los imperios, par-
tiendo de una base constituida por las sociedades agrarias); las relaciones entre dominantes y do-
minados, cuya reproducción supone el uso de la fuerza y de la coerción; el modo de explotación

Prismas, Nº 18, 2014 83


de la mayoría a través de la concentración de los recursos en manos de una minoría; y, sobre todo,
el modo en que se llevó adelante, según diferentes modalidades, el pasaje hacia la modernidad,
comercial o industrial. En este sentido, la orientación histórica y sociológica de Barrington Moore
Jr. se inscribe en una línea del pensamiento social europeo que se remonta a Montesquieu, Adam
Ferguson, Adam Smith, Jeremy Bentham, Hegel, Alexis de Tocqueville, Marx y Weber. Cuando la
obra fue publicada en 1966, aún era posible integrarla al debate acerca del pasaje del feudalismo al
capitalismo, en que se discutieron diferentes versiones del legado marxista. En ese mismo nivel,
más precisamente en el mismo año de publicación, Gerhard Lenski recuperó, con su Power and
Privilege, los mismos temas de una sociología histórica recurriendo al esquema evolucionista de
los tipos de sociedad de cazadores y recolectores, sociedades orientadas a la horticultura y socieda-
des agraria e industrial. La apropiación de los excedentes de producción por parte de una minoría
volvía a ser un tema recurrente del desarrollo moderno, contrabalanceado por los valores de la
ciudadanía y de la igualdad, a lo que se sumaba el papel central atribuido a las innovaciones tecno-
lógicas. Sin embargo, sobre todo en comparación con Los orígenes sociales..., el libro de Lenski
resulta mucho más deductivo y estático, y menos analítico y perceptivo de las dinámicas del cam-
bio. En suma, Moore Jr. es capaz de ser a un mismo tiempo analítico y reflexivo en su modo de
pensar sobre las condiciones que hicieron posibles la libertad, la justicia y la reducción de la miseria
de la humanidad, y a qué costo (en particular el de la violencia) fue posible el progreso. Ahora bien,
son estas inquietudes analíticas, comparativas y morales las que nos conducen a las raíces iluminis-
tas del proyecto desarrollado en Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia.

Casos y comparaciones: la sociología de Moore Jr. después de Los orígenes sociales


de la dictadura y de la democracia

Cualquier propuesta de lectura de la obra de Barrington Moore Jr. deberá comenzar por recono-
cer el lugar central que tuvo Los orígenes sociales... El libro fue publicado cuando el autor tenía
ya más de 50 años, y había sido precedido por dos grandes libros, que eran la afirmación de un
conocimiento especializado, sobre la Unión Soviética: los ya mencionados Soviet Politics (1950)
y Terror and Progress USSR (1954). En conjunto, estas tres obras revelan tanto el interés por el
estudio de casos con un perfil monográfico, como por el diseño de grandes marcos comparativos,
cuyas unidades de análisis eran los estados nacionales o imperiales. Alternando con esta orienta-
ción, Moore Jr. publicó volúmenes de ensayos breves o antologías de estudios más fragmenta-
rios, en los que las inquietudes teóricas y morales prevalecían sobre los ejercicios analíticos
propiamente dichos. Fue el caso del ya citado volume Political Power and Social Theory (1958)
y de las siguientes obras: Reflections on the Causes of Human Misery (1972), Authority and In-
equality Under Capitalism and Socialism (1987) y Moral Aspects of Economic Growth, and
Other Essays (1998). Ahora, nos interesa detenernos en las tres obras que, publicadas después de
Los orígenes sociales..., constituyen una prolongación de su proyecto analítico, centrado en es-
tudios de caso y en comparaciones: Injustice: The Social Basis of Obedience and Revolt (1978),
Privacy: Studies in Social and Cultural History (1984) y Moral Purity and Persecution in His-
tory (2000). Estos tres libros, el último de los cuales fue publicado cuando el autor tenía 87 años,
dan muestra del trabajo de alguien que nunca se cansó de buscar nuevos objetos de análisis.
En Injustice, Moore Jr. sentó las bases para una historia comparada de los movimientos
obreros; el trabajo se centra en el caso alemán, al que analiza en su relación con el proceso

84 Prismas, Nº 18, 2014


político que, a partir de mediados del siglo xix, condujo al surgimiento del nazismo. Es por
tanto imposible no pensar que esta obra se inserta, también, en el amplio cuadro compara-
tivo de Los orígenes sociales..., en la medida en que se sigue tratando la cuestión de los
orígenes sociales de la dictadura, con la diferencia de que ahora se parte de una sociedad
industrializada y no agraria, de un movimiento obrero y urbano bien diferente del campesi-
nado, y de que toma como unidad una sociedad en proceso de unificación política y que
estaba en la base de la formación del régimen nazi. En cuanto contribución para una historia
comparativa de los movimientos obreros, este libro explicita bien cuál es su objeto, que es
preciso pero forzosamente limitado; por un lado, era necesario tomar distancia respecto de
las investigaciones disponibles, que se ocupaban ante todo de los movimientos obreros or-
ganizados, los cuales solo comprendían a una minoría de trabajadores, o solo lo que los
teóricos pensaban acerca de las masas, dejando de lado lo que las masas de trabajadores
sentían y pensaban –algo que sí consideraban los estudios excepcionales de E. P. Thompson
sobre la situación de la clase trabajadora en Inglaterra y de Carl Schorske, en su libro Ger-
man Social Democracy 1905-1917–; por otro lado, ante la falta de estudios profundos sobre
esta temática en varios países, lo mejor sería concentrarse en un único caso, el alemán.70 En
este sentido, el objeto de estudio eran las vidas de los trabajadores comunes, que, desde la
Revolución de 1848 hasta la llegada al poder de Hitler en 1933, habían vivido en un clima
sumamente contestatario ante las fuerzas conservadoras, liberales y las que se caracteriza-
ban por un tipo de radicalismo revolucionario. Ahora bien, era este interés por la vida de la
gente común –las llamadas “formas espontáneas de reacciones populares a las experiencias
de vida”– lo que diferenciaba a Moore Jr. de los trabajos de su colega John Rawls sobre la
justicia, centrados exclusivamente en categorías filosóficas.71
Del mismo modo, en sus estudios sobre la vida privada esbozó un análisis comparativo
con respecto a la naturaleza y el significado de la privacidad en diferentes sociedades. Pero puso
el acento en el comportamiento, tratando de explicarlo en su contexto social y cultural, y no
tanto a partir de las ideas acerca de la privacidad. Tomando como punto de partida el hecho de
que eran pocas las sociedades que compartían con la nuestra, es decir, con Occidente, la misma
concepción de privacidad, consideró su ejercicio comparativo como un modo de “desprovincia-
lización”, que permitiría evitar proyecciones de nuestra definición de privacidad.72 Así, el libro
aborda en primer lugar las sociedades sin escritura, valiéndose de la distancia creada por algu-
nas investigaciones de carácter antropológico, en particular sobre los esquimales, para después
entrar en la Antigüedad clásica griega y hebrea, y a continuación en la antigua civilización
china. En sociedades sin escritura, la inexistencia de un espacio público nos debería hacer pen-

70
Barrington Moore Jr., Injustice: The Social Basis of Obedience and Revolt, White Plans, NY, M. E. Sharpe Inc.,
1978, p. xiv.
71
Ibid., p. xvii.Vale la pena señalar que, más recientemente, la toma de distancia con respecto a la obra de Rawls A
Theory of Justice tampoco se hizo en nombre de concepciones filosóficas sino en relación con las experiencias de
vida. Véase Amartya Sen, The Idea of Justice [2009], Londres, Penguin Books, 2010.
72
Barrington Moore Jr., Privacy: Studies in Social and Cultural History, op. cit., p. 267. Con esta desprovincialización,
Moore Jr. se distanciaba de las interpretaciones, que cita en la bibliografía, de Hannah Arendt: The Human Condition;
“Privacy”, International Encyclopedia of the Social Sciences, vol. 12, pp. 480-487; Barry Schwartz, “The Social
Psychology of Privacy”, American Journal of Sociology, nº 73, 1968, pp. 741-752; E. Shils, “Privacy: Its Constitution
and Vicissitudes”, Law and Contemporary Problems, nº 31, 1966, pp. 281-306. También acerca del concepto de despro-
vincialización, relanzado por Dipesh Chakrabarty, véase su Provincializing Europe. Postcolonial Thought and Histori-
cal Difference, Princeton, Princeton University Press, 2007.

Prismas, Nº 18, 2014 85


sar que la privacidad era siempre producto de una evolución o de un desarrollo social.73A su vez,
en las sociedades modernas de Occidente, tanto en el régimen capitalista como en el socialista,
los principales obstáculos a la privacidad eran: las grandes máquinas burocráticas con su capa-
cidad de control (frente a las cuales, no sin ironía, muchos individuos desarrollan capacidades
de evasión concentrándose en pequeños nichos), las comunidades y la movilización política.
Ciertamente, estas últimas son “intentos por producir entre los individuos una adhesión emocio-
nal e intelectual a una causa”, al punto de que los individuos tienen que prescindir de su auto-
nomía e identidad, y quien no lo hace corre el riesgo de convertirse en “objeto de sospecha”.74
En su último libro publicado en vida, Moral Purity and Persecution in History (2000), Moore
Jr. realizó una comparación histórica de los modos de persecución –incluidos los que llevaban
a la tortura y a la muerte– de todos aquellos que por sus ideas religiosas, políticas o económicas
eran considerados una fuente amenazadora de contaminación o de impureza. Para explicar la
contaminación o la impureza, era importante percibir las construcciones históricas de la pureza
a partir de una serie de casos: Antiguo Testamento, Guerras de Religión en Francia en la se-
gunda mitad del siglo xvi, la Revolución Francesa, y por último, las relaciones entre pureza y
contaminación en las civilizaciones asiáticas, sobre todo en la India. Es imposible desvincular
esta investigación de tipo comparativo de los conflictos religiosos, en particular de aquellos que
los occidentales atribuyeron al Islam, bajo la forma de un enfrentamiento entre civilizaciones.
Ahora bien, en la sutil interrogación de Moore Jr., siempre que se encontraban proyectos histó-
ricos de afirmación de la pureza se descubría un fuerte componente de violencia. Esta vincula-
ción de la pureza con la violencia, lejos de poder ser atribuida al Islam o a cualquier Oriente
imaginado, podía hallarse en el Antiguo Testamento, precisamente en el momento de la inven-
ción del monoteísmo y de los conflictos sangrientos que su propagación implicó. De hecho, el
monoteísmo “necesariamente implica un monopolio de la gracia y de la virtud, de modo de
poder distinguir los que adhieren a él de las otras religiones que entran en competencia con él.
Ahora bien, la competencia fue, y siguió siendo, aterrorizadora y cruel”.75

La dimensión moral del conocimiento de la desigualdad y de la injusticia

El conjunto de cuestiones planteadas en la obra de Moore Jr. –en particular las que dejaban al
descubierto el carácter necesario de la violencia en procesos de afirmación de la libertad o las
que colocaban dimensiones morales en el centro del análisis y la evaluación de los procesos
políticos, militares y económicos, subrayadas por James C. Scott y Edward Friedmann en el
prefacio a la reedición de Los orígenes sociales...– continúan siendo válidas para la compren-
sión del mundo contemporáneo. Su relevancia trasciende por mucho los contextos de su produc-
ción y de su recepción, ambos muy marcados por los agitados momentos de la década de 1960,
de la guerra de Vietnam a la escalada de la Guerra Fría y a la generalizada rebelión contra la
discriminación racial, étnica, social y económica y, claro está, de género. La demostración del
carácter inevitable de los costos sociales y humanos de los procesos de desarrollo económico,

73
Barrington Moore Jr., Privacy, op. cit., p. 268.
74
Ibid., pp. 267, 288
75
Barrington Moore, Jr., Moral Purity and Persecution in History, Princeton, Princeton University Press, 2000, pp. ix-x.

86 Prismas, Nº 18, 2014


político y social –del progreso y de los grandes esquemas de modernización y transformación
social– fie uno de los grandes objetivos de Moore Jr. Al rechazar, por ejemplo, la celebración
acrítica de los procesos de democratización (algo que se podía advertir desde el título del primer
capítulo de Los orígenes sociales…, “Inglaterra y las contribuciones violentas al gradualismo”,
y en el análisis del impacto de las enclosures), Moore Jr. trató de comprender el hecho incues-
tionable de la existencia de costos sociales y humanos en todos los procesos de surgimiento,
consolidación y reproducción de regímenes y sistemas políticos.76 El mismo tipo de razona-
miento era utilizado para justificar la necesidad de comprender los costos del status quo dentro
de determinada sociedad, contra la tendencia general a estimar las consecuencias de los proce-
sos revolucionarios. Como dice Moore Jr., para “mantener y transmitir un sistema de valores a
los seres humanos se los golpea, intimida, encarcela, confina en campos de concentración, en-
gatusa, soborna, se los convierte en héroes, se los anima a leer periódicos, se los lleva al paredón
y se los fusila, y a veces incluso se les enseña sociología”.77
En tanto problema científico, pero también en tanto exigencia moral y cívica, sigue siendo
imperioso comprender, desde el punto de vista de una sociología histórica, las causas, los me-
canismos, los procesos y los acontecimientos (en el sentido formulado por Charles Tilly) polí-
ticos y económicos implicados en la producción de la desigualdad, de la obediencia y del
conformismo social, de la violencia y de la explotación –concepto que Moore Jr. nunca aban-
donó, al contrario de todos aquellos que lo remitieron al plano de la mera subjetividad–.78
Como sintetizan Friedmann y Scott en su breve prefacio, es forzoso comparar, en la longue
durée, las “deshumanidades” que conllevan no solo los diversos procesos revolucionarios sino
también los diversos órdenes políticos.79 Más aun, la historia revela la precariedad de las orga-
nizaciones sociopolíticas y desafía las afirmaciones finalistas de su desarrollo, como demuestra
la producción de Moore Jr., entre pocos más.80 Desde Los orígenes sociales... hasta Moral As-
pects of Economic Growth, and Other Essays, el problema del carácter moral de los regímenes
políticos y económicos ocupó de manera recurrente el tenaz interés crítico de Moore Jr., dado
el inequívoco predominio histórico de formas de violencia, odio, opresión y desigualdad dentro
de las instituciones sociales características de cada uno de esos regímenes.81 Los títulos de los
capítulos que componen Reflections on the Causes of Human Misery (1972) –“Of War, Cruelty,

76
Edward Friedmann y James. C. Scott, “Foreword” a Barrington Moore Jr., Social Origins (edición de 1996), pp.
ix-xvi. Para un abordaje distinto y más reciente sobre los costos de los procesos de democratización, que curiosa-
mente no menciona el trabajo de Moore Jr., véase Michael Mann, The Dark Side of Democracy, Cambridge, Cam-
bridge University Press, 2005.
77
As Origens Sociais…, op. cit., p. 374.
78
Barrington Moore Jr., Reflections on the Causes of Human Misery and upon Certain Proposals to Eliminate Them,
op. cit., pp. 53 y ss.; Edward Friedmann y James C. Scott, “Foreword”, op. cit., pp. x-xi. La comparación entre su
perspectiva y la de Edward P. Thompson sería sin duda de gran utilidad. Cf. Edward P. Thompson, The Making of the
English Working Class, Nueva York, Vintage Classics, 1963, cap. 6: “Exploitation”, pp. 189-212. Sobre mecanismos,
procesos y acontecimientos, véase Charles Tilly, “Mechanisms in Political Processes”, Annual Review of Political
Science, vol. 4, 2001, pp. 21-41.
79
Edward Friedmann y James. C. Scott, “Foreword”, op. cit., p. xii.
80
Remitimos aquí al universo de cuestiones y debates suscitados por el libro de Francis Fukuyama, El fin de la his-
toria y el último bombre, Barcelona, Planeta, 1972.
81
Barrington Moore Jr., Moral Aspects of Economic Growth, and Other Essays, Ithaca, ny, Cornell University Press,
1998. Para un examen crítico de los estudios sobre las dimensiones morales del cambio político, incluido el impacto
de la obra de Moore Jr., véase Richard W. Wilson,“Moral Development and Political Change”, World Politics, vol.
36, nº 1, 1983, pp. 53-75.

Prismas, Nº 18, 2014 87


and General Human Nastiness”, o bien “Of Hunger, Toil, Injustice, and Opression”– son elo-
cuentes respecto de sus inquietudes.82 Y tal vez por eso mismo haya considerado, más tarde, el
estudio de la cultura popular en sus variadas manifestaciones –“un conocimiento que no mere-
cía ser conocido”– y desconfiase tanto de sus especialistas, como afirmó en la Walter Edge
Lecture dictada en Princeton el 12 de abril de 1989.83
La cuestión moral de la denuncia de las formas recurrentes de miseria humana, seguida
de la obligación, que recaía sobre los investigadores, de proponer modos de eliminarla merece
un examen profundo. En primer lugar, Moore Jr. explicita el lugar a partir del cual hace sus
denuncias y elabora sus propuestas; bien concretamente, se trataba de una posición de crítica
a las instituciones liberales de Occidente muy semejante a la asumida por los disidentes del
régimen soviético socialista.84 Una posición de esta naturaleza tenía particular importancia en
el contexto de la Guerra Fría, ya que estaba dirigida en contra del propio Occidente y revelaba
que también aquí había disidentes. Más aun, según él, las formas de miseria humana que ha-
bían afectado a la historia de la humanidad durante tan largo período de tiempo –destrucciones
causadas por la guerra, pobreza, hambre y epidemias, injusticia y opresión, e incluso persecu-
ción de los disidentes– estaban más generalizadas en las sociedades europeas que en las
asiáticas.85 Antes de las revoluciones científica, industrial y democrática de los últimos cuatro
siglos, difícilmente se les hubiese ocurrido a las víctimas de cualquier orden social que las
sociedades humanas pudiesen adoptar una forma diferente; es decir, un diagnóstico seculari-
zado y el señalamiento de remedios estaban por completo fuera de cuestión, excepto para
algunos filósofos que practicaban ejercicios intelectuales. Las masas tenían que darse por
satisfechas con la religión, el ascetismo y las ceremonias, sin que ello implicase un cuadro
dramáticamente negro, dada la “extraordinaria capacidad de los seres humanos para sentirse
felices bajo circunstancias opresivas”.86
Con las revoluciones modernas, en particular con las ocurridas en el plano industrial y
científico, ¿se habían modificado drásticamente las dimensiones de la práctica de la guerra, la
crueldad y la opresión? Este es uno de los interrogantes a los que Moore Jr. buscó dar respuesta;
es decir, en qué medida la modernidad había cambiado las formas de la miseria humana. Una
tradición de pensamiento inspirada en Marx sugería, en su opinión, que las tecnologías moder-
nas habían reducido la cuestión de la escasez de recursos, y esta misma visión optimista podía
extenderse incluso a la idea de la reducción de las más diversas formas de opresión o de mise-
ria. Sin embargo, en este punto, como en muchos otros, el escepticismo de Moore Jr. lo incli-
naba más hacia un lado pesimista y, en una línea de pensamiento que no estaba lejos de las
interpretaciones de la Escuela de Frankfurt, consideraba que “en las zonas más avanzadas, te-
nemos una tecnología que se usa para destruir a otras personas”.87 Más precisamente, era en

82
Véase Barrington Moore Jr., Reflections on the Causes of Human Misery and upon Certain Proposals to Eliminate
Them, op. cit.
83
Véase su “What is not worth knowing”, en Moral Aspects of Economic Growth, op. cit., pp. 158-168.
84
Barrington Moore Jr., Reflections on the Causes of Human Misery and upon Certain Proposals to Eliminate Them,
op. cit., p. xvi.
85
Ibid., p. 2. Además, con respecto a la cuestión de las relaciones con Asia, Moore Jr. se mostraba igualmente crítico
de las políticas ocidentales que solo adoptaban un punto de vista liberal y, por incompetencia, eran incapaces de to-
mar en consideración las relaciones de las sociedades agrarias (ibid., p. 58).
86
Ibid., pp. 11-12.
87
Ibid., p. 40.

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uno de sus amigos y mentores, Herbert Marcuse, exponente máximo de lo que él calificaba
como pensamiento radical, en quien encontraba la salida de este pesimismo: la necesidad de
prohibir “el uso de nuestro enorme poder científico y técnico para fines destructivos en el plano
interno y externo”.88
Que la tolerancia propia del radicalismo de Marcuse implicaba formas de represión era
una conclusión que Moore Jr. consideraba brillante.89 Tal constatación se insertaba, a su vez, en
un más generalizado pesimismo realista, que lo llevaba a sostener que “ninguna sociedad puede
autorizar todas las formas de comportamiento humano. Pues, si lo hiciese, dejaría de ser una
sociedad”.90 En este mismo sentido, se deberán entender las críticas al pensamiento radical,
cuando este atribuía la principal responsabilidad por la miseria y las privaciones de las zonas
más atrasadas del mundo al imperialismo de los Estados Unidos. Moore Jr. consideraba que tal
idea era reveladora de un enorme provincianismo, como ya lo hemos señalado. La prueba de
que un argumento de esa naturaleza estaba equivocado se encontraba en el análisis de la propia
realidad histórica y sociológica. Por ejemplo, no se podría considerar que los Estados Unidos
hubiesen contribuido a crear la miseria en la India; y lo mismo se aplicaba a China, puesto que
la influencia norteamericana en este territorio había sido mínima durante el siglo xix.91 Es claro
que sería más evidente establecer relaciones causales entre el imperialismo del capitalismo oc-
cidental, en su conjunto, y la miseria existente en las partes no industrializadas. Era lo que
proponían –exageración que ya hemos mencionado y que Moore Jr. rechazaba– muchos de los
discursos marxistas y nacionalistas de los países descolonizados, en lugar de analizar los obstá-
culos a la modernización de sociedades como las de la India y de China.92
Como contrapartida de las críticas al pensamiento radical, marxista y nacionalista, prove-
niente de los países descolonizados, Moore Jr. también denunció toda una serie de posturas
liberales. En primer lugar, había que cuestionar el desarrollo de “una política externa contra-
rrevolucionaria basada en una enorme máquina militar de aterrorizar, que era vista como algo
esencial para mantener el llamado ‘liberalismo corporativo’, según la expresión radical
peyorativa”.93 Después, era necesario dejar de considerar que para mantener los privilegios de
una clase de liberales bien educados, era forzoso que otros se ocupasen de los trabajos sucios,
entre los cuales estaban los bombardeos con napalm lanzados sobre los niños vietnamitas. Y,
por último, ¿era la “explotación colonial y neocolonial la base real de riqueza capaz de propor-
cionar a los críticos liberales la seguridad económica y la educación que les permitía aprehen-
der el ‘problema’ de forma distanciada, pero solo como ‘problema’, y no como una enferme-
dad mortal del liberalismo democrático?”.94
Todas estas notas de lectura de la obra de Barrington Moore Jr., al distinguir algunas de
sus ideas más generales y por naturaleza abstractas, corren el riesgo de falsear su pensamiento,

88
Ibid., p. 81. Según Moore Jr., una de las características del pensamiento radical, en la versión de Herbert Marcuse
en One-Dimensional Man (1964), era que el imperialismo norteamericano concentraba en sí mismo las tendencias a
la dominación y a la destrucción, las cuales eran, a su vez, un aspecto de la propia racionalidad científica de Occi-
dente (ibid., pp. 118 y 134-149).
89
Ibid., p. 82.
90
Ibid., p. 81.
91
Ibid., p. 114.
92
Ibid., p. 115.
93
Ibid., p. 117.
94
Ibid.

Prismas, Nº 18, 2014 89


en realidad orientado hacia análisis bien concretos. Una orientación que se imponía, según la
opinión del autor, puesto que era necesario pasar de la simple práctica analítica a la elaboración
de juicios morales. En este sentido, el modo más habitual de acceder a lo concreto, histórico y
sociológico, era por medio de la comparación. Como se explicita en Authority and Inequality
Under Capitalism and Socialism (1987), para conocer el modo en que operaban la autoridad y
la desigualdad bajo regímenes capitalistas y socialistas, Moore Jr. comenzó por examinar la
burocracia, dado que se trataba de un aspecto que compartían sociedades con regímenes dife-
rentes, como los Estados Unidos, la Unión Soviética y China. Desde su perspectiva, las distin-
ciones conceptuales muy rebuscadas entre autoridad y poder coercitivo eran poco relevantes,
aun cuando podía considerarse que a la primera se le atribuía una capacidad de obediencia
voluntaria por parte de los individuos, que reconocían estar dentro de un orden moral, sin el
cual solo existirían la fuerza y el fraude. Es que efectivamente, en la práctica, era muy difícil
trazar la frontera entre la autoridad y el puro poder.95 Más importante sería reconocer, como lo
hacía Moore Jr., que “el nivel de la desigualdad es esencialmente el mismo bajo el socialismo
y bajo el capitalismo liberal”.96 Esta constatación tiene un valor analítico conclusivo y, además,
revela el pesimismo realista observado en otras notas de lectura de la obra de Barrington
Moore. Solo hubo señales de cierto optimismo, según el autor, cuando en las décadas de 1970
y 1980 se asistió a un renacimiento de la democracia parlamentaria (incluidos los casos de
España y Portugal).97
El mismo pesimismo realista (u optimismo mitigado) se encuentra en el final de uno de
los últimos libros del autor, cuando se pronuncia sobre las perspectivas relativas al siglo xxi.
Las guerras mundiales y las revoluciones que en gran medida habían caracterizado al siglo xx
–dos grandes guerras y revoluciones de dimensiones como las de Rusia y China–, habían de-
jado de ser posibles, o al menos previsibles, en el escenario del nuevo siglo. A través de esta
constatación, se vislumbraba el fin de cierta modernidad, lo que implicaba percibir la especifi-
cidad histórica, las limitaciones y los resultados alcanzados por una onda revolucionaria de
larga duración. Esta había comenzado en el siglo xvi en Holanda, pasó después por la Inglate-
rra puritana, donde llevó a la ejecución de Carlos I, y siguió más adelante con la Revolución
Francesa, la Guerra Civil norteamericana, la Revolución Rusa de 1917 y la Revolución comu-
nista en China.98 Según Moore Jr.,

cada revolución realizó ciertos objetivos generales de liberación humana –con grandes costos
humanos– y llevó a cabo algo para alcanzarlos: el fin de la opresión religiosa y extranjera, la
abolición del derecho divino de los reyes y de las desigualdades de la dominación aristocrática,
el fin de la esclavitud en las plantaciones, la igualdad ante la ley, la posibilidad de establecer
un gobierno por y para los hombres libres (y, más tarde, para las mujeres libres), y la abolición
de muchos aspectos de la sociedad capitalista (en particular los ciclos económicos de super-
producción y el desempleo masivo).99

95
Barrington Moore Jr., Authority and Inequality under Capitalism and Socialism, Oxford, Clarendon Press, 1987, p. 2.
96
Ibid., p. 118.
97
Ibid., p. 123.
98
Barrington Moore Jr., Moral Aspects of Economic Growth and Other Essays, op. cit., p. 170.
99
Ibid.

90 Prismas, Nº 18, 2014


Barrington Moore Jr. en portugués

La publicación de Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia en traducción


portuguesa, ahora revisada por los responsables de la colección “História e Sociedade”, am-
pliada con la inclusión del prefacio de James C. Scott y Edward Friedmann a la última edición
inglesa y de esta introducción, no habría sido posible sin la primera traducción al portugués.
Publicada en 1975 en la colección “Coordenadas” de la editorial Cosmos, formaba parte de un
vasto plan cuyo propósito era “pensar históricamente las ciencias sociales”, para tomar una
expresión tantas veces utilizada en escritos y seminarios por Vitorino Magalhães Godinho,
director de la misma serie. Junto a la traducción del sociólogo norteamericano, formaban parte
de la colección La vocación actual de la sociología, de Georges Gurvitch, el Tratado de histo-
ria de las religiones, de Mircea Eliade, dos coloquios entonces recientes, llevados a cabo en
Francia, sobre cuestiones históricas de estratificación social y de la relación entre niveles de
cultura y grupos sociales, en una cuidada traducción de Joaquim Romero Magalhães. En fin,
se trataba de poner en diálogo a la historia, la sociología, la reflexión sobre los mitos religiosos
–esta última solo a primera vista podía ser considerada sorprendente, pues desempeñaba un
papel estratégico en el desarrollo de una forma de pensar con aspiraciones globalizantes–. No
era la primera vez que Magalhães Godinho intentaba llevar a cabo el proyecto de traer a Por-
tugal un modo informado y crítico de pensar las ciencias sociales y humanas en su conjunto y,
claro está, privilegiando la historia.
En la década de 1960, en condiciones dramáticas, en el Portugal pidesco* de Salazar y de
la guerra colonial, después de haber sido dimitido por segunda vez de la academia portuguesa,
Godinho había intentado arduamente junto a editoriales, tales como Cosmos y Sá da Costa,
desarrollar proyectos del mismo tenor. Fue entonces, gracias a las traducciones realizadas con
esmero –en especial por Maria Antonieta Magalhães Godinho–, que tuvimos la colección “A
Marcha da Humanidade” y la enciclopedia Focus. La inspiración de Lucien Febvre, Braudel,
Morazé y tantos otros de los Annales era evidente, y Godinho la compartía de manera integral,
pero sin adoptar ningún tipo de postura sumisa. Ahora bien, a fines de los años ‘70 y comienzos
de la década de 1980, después de la Revolución de Abril, la colección “Coordenadas” fue con-
cebida en paralelo con otro proyecto, tal vez el primero con base institucional que Godinho
lograba llevar adelante en Portugal, tras tantas décadas de lucha tenaz. Nos referimos al pro-
yecto de creación de una Facultad de Ciencias Sociales y Humanas en la Universidad Nova de
Lisboa. Su idea era defender e institucionalizar una concepción abierta –crítica, informada y
verdaderamente internacional– de las ciencias sociales y las humanidades. Ahora, al reeditar
esta traducción de Barrington Moore Jr., queremos no solo recordar el momento en que fue
pensado ese mismo proyecto y a quien lo había concebido, sino también sugerir, de manera
frontal, que valdría la pena, hoy, retomarlo para darle una nueva vida. o

* Término despreciativo para “persecutorio” originado en el nombre de la pide (Policía Internacional y de Defensa
del Estado), policía política del régimen conocido como Estado Novo en Portugal, liderado durante su mayor parte
por António de Oliveira Salazar. [N. de la T.]

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Resumen / Abstract

Entre la moral y la razón: la sociología histórica Between Morality and Reason: the Historical
de Barrington Moore Jr. Sociology of Barrington Moore Jr.

En este texto sobre la obra del sociólogo In this text about the work of Historical Sociologist
norteamericano Barrington Moore Jr. se analiza su Barrington Moore Jr., his research program is
programa de investigación, en especial el uso analyzed, especially the way in which he proficiently
ejemplar que hizo del método comparativo mobilized the comparative method to understand
para comprender fenómenos de larga duración. longue durée historical processes. This program
En su obra seminal, Orígenes sociales de la reached its full completion in his seminal work The
dictadura y la democracia: Señor y campesino en la Social Origins of Dictatorship and Democracy: Lord
formación del mundo moderno (1966) este proyecto and Peasant in the Making of the Modern World
se realizó de modo más significativo, revelando la (1966), in which Moore Jr. illuminates the diversity of
diversidad de caminos que conducen a la modernidad. trajectories that lead to modernity. This text also
Pero este artículo también procura, a partir de este delivers an ampler assessment of the international
caso individual, un análisis más amplio del campo academic field and, more specifically, of the
académico internacional y, sobre todo, de las relationships between the university and the political
relaciones entre la universidad y el campo político. sphere. Provider of a marked originality in his
Autor original por la forma como consiguió mantener historical reasoning, Moore Jr was born in an
una perspectiva singular sobre el proceso histórico, academic background powerfully characterized by the
Moore Jr. creció en un medio académico political constraint of research projects: in a context
norteamericano donde la investigación estaba of cold war, knowing the enemy became a crucial
condicionada por opciones políticas: en un contexto resource for governments. Moving beyond a mere
de guerra fría, conocer al enemigo se volvió un analysis of its content, the interpretation of his work
recurso crucial para los gobiernos. La interpretación offers significant indications of the historical context
de estos autores, más allá de un análisis interno de la of its production and of the ways in which specific
obra, da indicaciones importantes sobre el contexto analytical frameworks, methods, concepts and
histórico de su producción y sobre el modo como subject-matters became scientifically relevant, and
modelos de análisis, métodos, conceptos y objetos still persist today.
específicos se impusieron en un campo científico,
dejando un rastro todavía hoy muy presente. Keywords: Barrington Moore Jr. - Social Sciences -
Cold War
Palabras clave: Barrington Moore Jr. - Ciencias
sociales - Guerra Fría

98 Prismas, Nº 18, 2014


Radiografía del laberinto

Christopher Domínguez Michael

El Colegio de México

L a interrogación nacional da la impresión, para quien se ejercita en ella, de ser menos un


“peregrino en su patria” que un turista en su propio solar. Así veía Heine en madame de
Staël a la mujer apasionada y un tanto ridícula cuyo ímpetu se agotaba recorriendo la pacífica
Alemania. La señora buscaba endulzar sus caprichos probando Kant como si fuese helado de
vainilla o Fichte helado de pistache, decía Heine, el judío intruso.1
Ese enervamiento del gusto, esa afectación por lo propio hace que los relatos de funda-
ción y su comentario parezcan castillos en el aire. A fuerza de habitar en las nubes se escribie-
ron libros como En torno al casticismo, Radiografía de la pampa o El laberinto de la soledad,
palacios de la memoria histórica por los que logró transitarse con más certeza que en la medio-
cre vida misma, quimeras intelectuales derivadas de una “psicología de los pueblos” justa-
mente tenida por sospechosa, que se transformaron, al fin, en De Alemania, es decir, en historia
universal.
Pero la explicación del carácter nacional, como lo vio bien Gaos, invitaba a la acción, lo
cual, vista la historia de los intelectuales durante el siglo XX, no era necesariamente una buena
idea ni una filantropía digna de aplauso. El caso es que tras escribir El laberinto de la soledad
y en el curso de los años sesenta y setenta, Paz fue de los que tuvieron que decidirse. A esa
decisión se la ha llamado de diversas maneras: responsabilidad socrática del educador, com-
promiso, negativa a darle el brazo a torcer a la traición de los clérigos. Hubo de decidir Paz si
se quedaba en el hospital unamunesco descrito por Ortega, donde convalecían el español afri-
canizándose o el propio Martínez Estrada que se enfermó de la piel mientras gobernó Perón o
el acomplejado o relajiento mexicano, atacado de complejos graves de inferioridad neurótica.
Se quiso quedar Paz, en el hospital, a curar a los enfermos, sin saber bien si se quedaba de
guardia, de enfermero, de médico en jefe, de radiólogo. Pero se quedó y decidió hacerlo por-
que confiaba en los poderes curativos manifiestos en El laberinto de la soledad. Había, ade-
más, que continuar con la narrativa del héroe y el mito, transformadas, en el tiempo de Freud,
en una terapéutica.

1
Heinrich Heine, De l’Alemagne, ed. de Pierre Grapin, París, Gallimard, 1998, p. 428. Este artículo anticipa algunos
de los temas desarrollados en Christopher Domínguez Michael, Octavio Paz en su siglo, México, Aguilar, actual-
mente en prensa.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 99-109


Entrados los años sesenta, la Revolución Cubana sustituyó a la Revolución Mexicana
como acontecimiento de redención. Con la fiebre generacional que tendría su clímax en 1968,
la filosofía de lo mexicano y El laberinto de la soledad, como su conclusión o réplica, entraron
en un estado de latencia. Pero sería justamente la generación del 68 –incluyendo en ella a un Paz
que se releía y se ponía al día con Postdata– la que colocaría El laberinto de la soledad como
el libro de cabecera. Parafraseando lo que se decía del psicoanálisis, la interrogación nacional,
como género literario y filosófico, es ella misma la enfermedad que se propone curar.
No fue necesario que Paz se propusiese “mexicanizar” el mundo ni “mexicanizar” Eu-
ropa porque apareció en un momento más o menos dichoso en que una parte del pensamiento
europeo, desde Lawrence y su Serpiente emplumada, ansiaban esa mexicanización. Y la es-
cuela internacional a la que Paz perteneció –grosso modo, el surrealismo– se mexicanizó en
su madurez, antes de la Segunda Guerra, cuando llegaron a México Artaud y Breton y quienes
los siguieron, una estela de pintores y artistas de todo tipo: Leonora Carrington, Péret... Ello
mientras Paz, joven poeta, publicaba sus primeras averiguaciones sobre lo mexicano en El
Nacional. No es que México fuese entonces “un país surrealista”, como se dijo y se sostuvo
hasta el cansancio, a partir de un dicho bretoniano, sino que el surrealismo acabó por ser
mexicanista. Ese doble movimiento –el surrealismo mexicanizándose y Paz volviéndose su-
rrealista como consecuencia natural de esa mexicanización– colocó al poeta mexicano en una
situación de privilegio que ya no abandonaría durante el resto de su vida. A la vez interlocutor
y traductor, mitólogo y mito él mismo, mucho de ello se lo debía Octavio Paz a El laberinto
de la soledad.

Viaje a la pampa

En los años treinta del siglo xx aparecen, ocupados en la patología de una nación que empezó
a desfallecer de improviso cuando había alcanzado una precoz madurez decimonónica, los
médicos y los curanderos argentinos, a quienes también he querido leer en paralelo con El la-
berinto de la soledad. Estos taumaturgos recuperan su historia clínica comenzada por Do-
mingo Faustino Sarmiento y convierten un poema ingenuo, el Martín Fierro (1872), no solo en
una epopeya nacional sino en un surtidero de problemas ontológicos. Cuando Ortega y Gasset
visita por primera vez la Argentina, en 1916, lo hace con la conciencia emocionada de ir al país
que, en el sur, es el contrapeso de los Estados Unidos. Su obra, dirá al regresar de Buenos Ai-
res, será desde ese momento tanto argentina como española. Los argentinos también siguen de
cerca (aunque algunos no lo confiesen) las Meditaciones sudamericanas (1930) de un conde
báltico, Joseph Keyserling, a las que seguirá la aparición de un clásico, la Radiografía de la
pampa (1933), de Ezequiel Martínez Estrada.
Paz, ocupado en el globo supra-ecuatorial (los Estados Unidos, Europa, la Unión Sovié-
tica, la India) nunca miró con demasiado detenimiento a América del Sur. Fue a Buenos Aires,
la ciudad que competía con la de México por la capitanía cultural latinoamericana, solo una
vez, hacia el final de su vida, en 1985. Iba, debe decirse, con la mejor de las intenciones, la de
fundar una edición sudamericana de Vuelta que retribuyese lo que Sur había sido para él en su
juventud: la revista que difundió sus poemas desde 1938 en el continente, en la que colaboró
con frecuencia hasta los años sesenta, donde Cortázar reseñó Libertad bajo palabra en 1949,
la tribuna desde la cual dio a conocer, en 1951, el artículo donde divulgaba el caso Rousset, que

100 Prismas, Nº 18, 2014


no quiso proponerle ni a México en la cultura, de Fernando Benítez, o a Cuadernos america-
nos, de Jesús Silva Herzog, publicaciones temerosas del “qué dirán” los estalinistas.
“Llegas tarde, Octavio”, le dijo en 1985 su queridísimo Bianco, secretario de redacción
de Sur durante años y el único verdadero amigo común que tuvieron, en el medio siglo, Paz y
Garro. Bianco murió meses después y Vuelta Sudamericana, tras un puñado de números diri-
gidos por Danubio Torres Fierro y Enrique Pezzoni, desapareció, sin pena ni gloria.
Pero volvamos a los libros argentinos. En mi opinión, para lo que yo necesito decir de
Paz, el Facundo es ejemplar. No solo es el libro más importante que se escribió en América
Latina durante el siglo xix sino el primero de nuestros modernos relatos de origen que deviene,
al natural, en un ensayo de interrogación nacional: registra un momento histórico y lo trans-
forma en mito.
Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga (1845), de Sarmiento, es un tra-
tado sobre la tiranía digno de un historiador de la antigüedad. No hago sino repetir un tópico
que resalta el refinamiento, la sensualidad y el primitivismo de una “biografía novelada” que,
como lo notó Borges, acierta desde el principio, al elegir Sarmiento no al tirano Rosas como
protagonista, sino a un caudillo menor. La vida de Facundo, ese “gaucho malo”, se convertirá,
desde entonces, en un modelo de todos los caudillos hispano-americanos, a quienes Sarmiento
les da un aire árabe, él que creía que en la pampa resistía, aberrante y anacrónico, el espíritu de
los antiguos musulmanes, invasores de la península en 711. Para Sarmiento, que visitó Argel
(capital de la nueva nación elegida como propia más de un siglo después por Fanon) en 1846,
España es africana (por árabe) y a la vez América viene a ser la Arabia de España. Y cuando se
descubrió internacionalmente célebre, Sarmiento supo también que la pampa de Facundo era
una experiencia romántica (y aquí léase romántico como sinónimo de moderno) equiparable a
la suscitada por Walter Scott.
Épica nueva que exalta por contraste negativo el nacimiento de una nación que fracasó al
querer ser tan inmaculadamente moderna como los Estados Unidos, el Facundo supera la
disyuntiva didáctica de la que se sirvió Sarmiento, aquello de la civilización de las ciudades
resistiendo a la barbarie de los campos. Se colige en Sarmiento (y después que en él, en Ri-
cardo Rojas con la Eurindia de 1926) que civilización y barbarie son una esencia bipolar sur-
gida de la independencia de América.
De mis notas rescato tres puntos que me permitirán regresar, mejor armado, a El laberinto
de la soledad. Tan pronto como empieza el Facundo, al presentar la soledad del argentino en
la pampa, Sarmiento precisa que

esta inseguridad de la vida, que es habitual y permanente en las campañas, imprime, a mi pa-
recer, en el carácter argentino, cierta resignación estoica ante la muerte violenta, que hace de
ella uno de los percances inseparables de la vida, una manera de morir como cualquier otra, y
puede, quizá, explicar en parte, la indiferencia con que dan y reciben la muerte, sin dejar en los
que sobreviven, impresiones profundas y duraderas. 2

Paz dice casi lo mismo en El laberinto de la soledad sobre la indiferencia de los mexicanos (y,
sobre todo, la de los forjados por la Revolución) ante la muerte, que “es la otra cara de nuestra

2
Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, prólogo de Jorge Luis Borges, Buenos Aires, Emecé, 1999, p. 40.

Prismas, Nº 18, 2014 101


indiferencia ante la vida. Matamos porque la vida, la nuestra y la ajena, carece de valor”.3 Pero
mientras que Sarmiento atribuye ese estoicismo al fatalismo geográfico, en Paz impera otro
fatalismo que a la vez es histórico y sistémico: se remonta al azteca, a quien no le pertenecían
ni su vida ni su muerte. Desamparado, el azteca se convertirá en un melancólico al impactar
con el cristianismo; el mismo desamparo hará del argentino, según dice el Facundo, un arro-
gante atrevido. Al mexicano lo forja un exceso de civilización (un barroquismo, quizá) y al
argentino, un exceso de barbarie. Pero el resultado es el mismo: una teoría de la violencia ex-
plicando la eterna historia de nuestra inseguridad.
Entre el Facundo y El laberinto de la soledad hay cien años de distancia en que se impone
la lección probatoria de que el mundo histórico es una amalgama indisociable de civilización y
de barbarie. Ante esa conclusión Paz, un optimista en 1950, nunca se resignó ante el relativismo:
el péndulo debía mover inexorablemente a un país como México a compartir la evolución occi-
dental a través de la Reforma, la Ilustración, la modernidad, y no a renegar de ella. Pero antes
había sido Ezequiel Martínez Estrada quien subrayó, en las líneas finales de Radiografía de la
pampa, que a Sarmiento le faltaba el siglo xx para saber que “civilización y barbarie eran una
misma cosa, como fuerzas centrífugas y centrípetas de un sistema en equilibrio”.4
Lo que le está negado al gaucho, en el grado en que lo observa Sarmiento, es lo que define
al mexicano forjado durante la Revolución Mexicana: el autoconocimiento civilizatorio deri-
vado de la catarsis que permite hacer verdaderamente propias y transformarlas a esas “ideas
europeas” estáticas y contaminantes, del todo externas, que, según Sarmiento, habían fecun-
dado a América hacia 1800.
Un segundo punto tiene que ver con la sociología de Sarmiento, la de un lector de la Re-
volución Francesa que ya no la ve como una escuela de la virtud republicana, del extravío te-
rrorista o de la tentación cesárea, sino en tanto transformación brutal de la sociedad que no
siempre es progresiva, como se lo enseñaron Guizot y Tocqueville al argentino. En la pampa
que asuela Facundo, como en las llanuras del Norte de México azotadas por Pancho Villa,
imperan otras leyes que no son “accidentes vulgares”. A través de la mazorca y de la monto-
nera, de la conspiración para asesinar y de la tropa insurrecta de jinetes, Sarmiento descubre a
la masa como dueña momentánea del mundo merced a esa pavorosa democracia que impera
durante aquello calificado como “una guerra social”.
A la guerra social como estado de naturaleza (deducida por Sarmiento de Victor Cousin),
estado en que los caudillos si pudieran (dice el Facundo) la harían de Mahomas fundando nuevas
religiones, se adhiere un tercer elemento que proviene del estatuto literario del Facundo. Para
Sarmiento, su libro es un “libro sin asunto”, una novela histórica “fruto de la inspiración del mo-
mento”, “estado y revelación por sí mismo de sus propias ideas”, y “un mito a la manera del hé-
roe”. Panfletario en su origen y artístico en su resultado, el Facundo solo tiene una relación
oblicua, propiamente ensayística con la verdad histórica. Como El laberinto de la soledad, se
nutre de ella, pero la abandona pues quiere para sí el estatuto mítico del relato de origen.
Los mexicanos no solemos leer a Sarmiento. Paz le reservó un lugar discreto pero esco-
gido: en su libro sobre Lévi-Strauss lo destaca como un despoblador, exterminador de indios, y

3
Octavio Paz, Obras completas, vol. v: El peregrino en su patria. Historia y política de México, México, Galaxia
Gutenberg, 2000, p. 96.
4
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, edición crítica de Leo Pollmann, México, Colección Archivos
unesco/cnca, 1993, p. 256.

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en Los hijos del limo lo aplaude por haber reconocido, al visitar España en 1846, que los espa-
ñoles como los hispanoamericanos, políticamente “ejecutores testamentarios” de Felipe II, solo
traducíamos a los europeos.5
El Facundo lo leyeron Reyes y Vasconcelos, hombres ligados al norte de México y a sus
desiertos, a sus pequeñas y asediadas ciudades fronterizas y menos ajenos al mito y a la geo-
grafía de la pampa que Paz o que cualquier otro escritor del Altiplano. Vasconcelos, tan argen-
tino a veces, admiró el caudal civilizatorio del Río de la Plata y encontró en Sarmiento a un
ejemplo de educador y político. Más aun: puede decirse que Vasconcelos es un Sarmiento fa-
llido y La raza cósmica un Facundo donde ningún antihéroe está a la altura del arte. Si Sar-
miento aparece poco en la obra de Paz, tampoco le da importancia al conde Joseph de Keyser-
ling, a quien Martínez Estrada, pese a conocer la traducción francesa (1931) de las Meditaciones
sudamericanas, le costaba reconocer como a su estricto contemporáneo.6
Me he llevado algunas sorpresas al leer Meditaciones sudamericanas, el libro maldito
entre los ensayos de interrogación nacional, un eslabón perdido en la historia intelectual lati-
noamericana cuyas intuiciones, insensateces y groserías no son menores en el fondo que las
firmadas por algunos de nuestros clásicos en español. Creyente en el mito de la Atlántida, fá-
bula en aquellos años candidateada un día y otro también a ser evidencia histórica gracias a la
entonces bollante arqueología de las civilizaciones perdidas, Keyserling tomó mucho de Freud
(quien naturalmente no lo citaba) y al combinar el culto a lo irracional con el vitalismo berg-
soniano y el evolucionismo de Ernst Haeckel, fue un maître à penser que puso al continente
americano en el centro de atención mundial como el laboratorio donde la historia y la natura-
leza (sobre todo esta) habían realizado sus interesantes experimentos, mismos cuyas eviden-
cias saltaban a la vista del vagólatra conde.
Keyserling considera a Sudamérica (en la que expresamente incluye a México, país que
no visitó) como “la levadura de la Creación” y describe emocionado las visiones asociadas a
“los estratos más bajos” de la vida, a la pesadilla primordial de la serpiente y al resto de los
reptiles, que sufrió al visitar la Pampa: “Hay concretada allí en la naturaleza más fantasía ge-
nital que en ningún otro lugar del mundo”. 7
Me ha sido imposible, tan pronto como he leído las Meditaciones sudamericanas, no
encontrar antecedentes inconfesados de estilos, obsesiones e ideas que aparecerán en muchos
escritores latinoamericanos formados entre las dos guerras mundiales. Ese “mundo reptilíneo”
que describe el conde, por ejemplo, debió alimentar las fantasías prehistóricas de José Revuel-
tas en Los muros de agua (1940), esa primera novela en que las Islas Marías, colonia peniten-
ciaria donde van a dar, acompañados de delincuentes, los presos políticos comunistas, se pa-
rece mucho a la pampa keyserlingniana. O que la definición del sudamericano –según
Keyserling, “el hombre absoluta y totalmente telúrico”– haya sido percibida por el Neruda que
trabajaba desde 1925 en la Residencia en la tierra.

5
Octavio Paz, Obras completas, vol. vi: Ideas y costumbres. La letra y el cetro. Usos y símbolos, México, Galaxia
Gutenberg, 2003, p. 1314 n; véase también vol. i: La casa de la presencia, México, Galaxia Gutenberg, 1999, pp.
488 y 496.
6
Para la relación entre Vasconcelos, “un mexicano”, y Sarmiento, véase Enrique Krauze, Redentores. Ideas y poder
en América Latina, México, Debate, 2011, pp. 90-91.
7
Joseph, conde de Keyserling, Meditaciones sudamericanas, traducción de Luis López de Ballesteros y de Torres,
Madrid, Espasa-Calpe, 1933, p. 31.

Prismas, Nº 18, 2014 103


Influido, sin duda, por la lectura del Facundo, que casi no cita tampoco, Keyserling sube
el tono de su reportaje prehistórico de la pampa cuando ve brotar en ella “rojas fuentes de cá-
lida sangre”, debido a que para los gauchos que la habitan degollar es un oficio dulcísimo. No
encuentra (como tampoco lo ve Sarmiento) mayor conciencia moral, ni arbitrio entre el bien y
el mal en el gaucho, ser para quien el homicidio cotidiano es una tarea más cercana a los oficios
elementales del pastoreo y la ganadería.
Pues “en el mundo abisal”, dice Keyserling, “falta todo límite preciso entre el hecho de
matar y morir. Tal frontera sólo se concreta y precisa cada vez que de la noche de la Creación
surge el Día de la creación...”. 8 El primitivo, asume el conde, no mata, se inmola. Esta idea está
detrás de las teorías de la guerra civil y de la revolución que escribirán, en la Argentina Martí-
nez Estrada, y en México, Paz.
Como Lawrence, cuya Serpiente emplumada (1925) también leyó con provecho el mexicano
Paz, el matadero atestiguado por Keyserling es una proyección fácilmente identificable del horror
que esa generación vio salir de la Gran Guerra. No atreviéndose el conde a asociar ese holocausto
con la civilización europea, lo desplazaba a los confines del orbe. En un pensamiento apocalíptico
que también aparecerá en Revueltas y otros escritores escatológicos, Keyserling confiesa que “en la
Argentina volví a soñar varias veces un viejo sueño mío en el que había llegado a ser el último ha-
bitante de la tierra, de nuevo convertida en un astro lívido y reía de gozo por verme al fin solo”. 9
En ese punto el conde se separa del racismo más desagradable y exhibe su mestizofilia pues
al carácter destructivo de toda guerra y conquista solo lo redime la mezcla de razas, la asimila-
ción que convierte al conquistador y al conquistado en paisanos de un mismo terruño, como
ocurrió, leemos en las Meditaciones sudamericanas, con el primer hijo de Cortés y la princesa
india con la que se ayuntó. Elogia Keyserling a Vasconcelos por haber profetizado a la Raza
Cósmica, teoría cuya “posibilidad” de realización le parece viable. La “tristeza del sudamericano
–agregará– entraña más valor que todo el optimismo de los norteamericanos y que todo el idea-
lismo de la Europa moderna”.10
En otros ensayos he detallado las locuras y las virtudes de Keyserling. Aquí quisiera subra-
yar que sus opiniones sobre México lo convierten en uno de los primeros comentaristas inter-
nacionales del zapatismo, en los mismos años en que el zapatista Paz Solórzano escribía aque-
llos artículos mecanografiados por su hijo Octavio. Decía el conde: “Cuando el principio de la
tierra a quien la trabaja no es ya aceptado, no sólo se despueblan los campos, sino que dege-
nera la sangre. Una vez degenerada la sangre, el espíritu no encuentra cuerpo alguno conforme
a la tierra. Entonces el desarraigado llega a ser el prototipo de lo espiritual. Pero el desarrai-
gado ha de querer destruir para que la tierra le sea patria”.11
Se ocupa Keyserling del culto de los indígenas mexicanos por la muerte, en términos
empáticos con los de Lawrence y, antibolchevique, adelanta una visión negra que a su vez
pintará Orozco en el palacio de gobierno de Guadalajara en 1937: los sacrificios humanos
realizados por los antiguos mexicanos prefiguran la esclavitud del totalitarismo, asociación a
la que recurrió Paz en algunas ocasiones.12

8
Joseph Keyserling, Meditaciones sudamericanas, op. cit., pp. 66-67.
9
Ibid., p. 89.
10
Ibid., p. 302.
11
Ibid., p. 118.
12
Octavio Paz, Obras completas, vol. iv: Los privilegios de la vista, México, Galaxia Gutenberg, 2002, p. 795.

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Finalmente, el conde escribe un párrafo del cual podría haberse desprendido toda la filo-
sofía de lo mexicano y su crítica, incluido El laberinto de la soledad: “Es posible que mis ojos
hayan visto en Sudamérica más tristeza y dolor de los que en realidad existen. Pero ¿qué son
todos los hechos del mundo frente a la imagen simbólica que despierta a la vida a nuestro más
íntimo fondo personal?” En América Latina, concluye Keyserling, rotundo, “sólo en un lugar
se ha llegado a la codeterminación por una conciencia verdaderamente metafísica: en México.
Por consiguiente, la tristeza mexicana es la única que tiene como componente el sentimiento
trágico de la vida”.13
Acto seguido, el conde dice que lo contrario del “sudamericano” es el hindú, lo que nos
podría llevar a Vislumbres de la India (1995),el último libro en prosa publicado en vida por
Paz… Pero el párrafo de Keyserling es de 1930, no se olvide, y no es del todo peyorativo.
Especulaba el conde con “una futura mexicanización de América del Norte” que le daría a la
amenazante civilización mecánica esa espiritualidad filosófica que el conde, predecible-
mente, extrañaba en los Estados Unidos. Reyes, que recibía las visitas de Keyserling cuando
se hospedaba en el Hotel Plaza de Buenos Aires, le preguntó al conde por qué no había lle-
gado hasta México cuando visitaba los Estados Unidos: “—Me fue imposible… –repuso–.
Pero me acerqué hasta la frontera y, como soy zahorí, adiviné a México al respirar el aura que
llegaba del otro lado”. En San Antonio, Texas, harto el conde de la exaltación febril de los
estadounidenses, descansó la vista en los mexicanos, hombres que consumían “todo el día en
los bancos, bajo los árboles, charlando y discutiendo” y que a Keyserling le parecían los he-
rederos de los filósofos atenienses, “de los paseantes del Iliso y de la Academia, de los peri-
patéticos del Liceo”.14
Encontró Keyserling en los mexicanos, según interpretaba Reyes, predisposición filosó-
fica al reposo, la serenidad y el esparcimiento. La violencia y el desarraigo, según el conde, le
daban contenido metafísico a la tristeza mexicana. No es necesario tomarse demasiado en serio
a Keyserling para advertir su influencia, directa o indirecta, en Paz. Pero lo que importa es que
estaba en el espíritu del tiempo esa tipología sagrada del carácter nacional, de su singularidad
prehistórica, la averiguación genética –como síntoma de todo un malestar de la civilización–
en el temperamento del español, del gaucho o del mexicano: nuestra inhumanidad –entendida
como un déficit de civilización– ofrecía un diagnóstico de toda la humanidad.
Pero si Sarmiento y Keyserling no aparecen entre los antecedentes más comentados de El
laberinto de la soledad, en el caso de Martínez Estrada, en “Vuelta a El laberinto de la sole-
dad” (1975), es el poeta quien le confiesa a Fell que cuando escribió El laberinto de la soledad
no conocía Radiografía de la pampa, el siguiente y último avatar de la mitología argentina que
me interesa comentar.15
El contraste entre El laberinto de la soledad y Radiografía de la pampa es el más exi-
gente y el más fertil de los que pueden establecerse, porque Martínez Estrada fue autor de una
prosa ensayística cuya belleza y eficacia solo son comparables con las de Ortega y las de Paz.
Además, el ideal terapeútico de Radiografía de la pampa, libro de historia e indagación “psi-

13
Joseph Keyserling, Meditaciones sudamericanas, op. cit., pp. 320-321.
14
Alfonso Reyes, “Keyserling y México”, en Marginalia. Tercera serie [1940-1959], Obras completas, México, fce,
1989, pp. 570–571.
15
Octavio Paz, Obras completas, vol. viii: Miscelánea. Primeros escritos y entrevistas, México, Galaxia Gutenberg,
2005, p. 702.

Prismas, Nº 18, 2014 105


coanalítica”, es similar al que Paz se confió: revelar el misterio de una nación y prepararla para
su curación mediante el análisis y la crítica.
La Conquista de la Argentina narrada por Martínez Estrada no puede ser más distinta, en
su determinismo geográfico tan fiel a Taine, de la que leemos en El laberinto de la soledad. En
Radiografía de la pampa los conquistadores aparecen como unos desencantados que “venían
solos y de paso”.16 Y la España de la que se desprenden esos conquistadores carece de las vir-
tudes renacentistas que Paz le concede de muy buen grado. Tan decadente es la península que
Martínez Estrada considera imposible compararla con “los pueblos germanos, galos, itálicos,
sajones”. Calamidad entre las calamidades: España es un pueblo tan “esclerosado, pétreo; ru-
pestre” que anticipa, desde el siglo xv, el aspecto de ¡“un pueblo americano”¡17
Ese “fatidismo” no proviene de Keyserling, como lo creyeron algunos de los críticos de
Martínez Estrada, sino que se hunde, lo mismo en Unamuno que en Sarmiento, en la atmósfera
de hospital que cubrió a toda la especulación filosófica en español. Pero lo que en Paz (o en
los muralistas mexicanos) adquiere una dimensión cosmogónica, como es el caso de la viola-
ción de la india por el conquistador, en Martínez Estrada es “casual” y el mestizo que resulta
de esa casualidad aventurera es poco menos que un extraterrestre y un angustiado, más pare-
cido a los antihéroes existencialistas o a los africanos colonizados descritos por Fanon en Los
condenados de la tierra, unos y otros, antiguos o modernos, verdaderos zombies. Sin em-
bargo, esta idea de la conquista española de la Argentina no es histórica ni se desprende de una
apreciación de la barbarie pampera en contraste con las civilizaciones indígenas de México o
del Perú. Para Martínez Estrada, como para el viejo Vasconcelos, el indio, tras la Conquista,
es una ruina étnica y biológica: “las ruinas del imperio azteca e inca, como las de Guatemala
o Colombia, nos dicen menos que el más modesto cementerio de campaña y mucho menos que
el tejido manual de la lana”.18
Las diferencias entre Radiografía de la pampa y El laberinto de la soledad son muy pro-
nunciadas porque se basan en la negación y en el elogio, sucesivamente, de la calidad civiliza-
toria del mundo del emperador Carlos frente al de Moctezuma II. Pero ello no obsta para no
encontrar coincidencias significativas entre Martínez Estrada y Paz. Viniendo del Facundo, lo
hemos visto, la idea que el argentino tiene de las guerras civiles, desde la Independencia hasta
la época de Rosas, no es distinta a la de Paz. “Ley universal” (la llamará Martínez Estrada) o
“gasto ritual” (dirá Paz aludiendo a Georges Bataille y a Roger Caillois), la revolución deviene
en fiesta. Más lírica en El laberinto de la soledad y casi nihilista en Radiografía de la pampa,
esa fiesta es tan parecida en ambos libros que se impone ratificar el hallazgo de un arquetipo
que hace del carnaval la única expansión para el hispanoamericano, condenado por sus teóri-
cos al “destierro de los hospitales”, del que hablará, refiriéndose estrictamente a sí mismo
como enfermo de neurodermatitis, Martínez Estrada.
Leemos en Radiografía de la pampa:

La alegría que se desata en ocasiones tan diversas es cruel, desesperada, hostil. No tiene el car-
naval cortesía ni canciones; requiere la calle, la multitud, la ebriedad de las vendimias urbanas;

16
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, op. cit., p. 53.
17
Ibid.
18
Ibid., p. 85.

106 Prismas, Nº 18, 2014


porque el resto del año es triste y servil. Concentrada la orgánica necesidad de reír y gozar una
existencia enclaustrada en problemas demasiado serios para nuestro verdadero estado social,
entristecida por un peso de fórmulas que no podemos llevar sobre los hombros, se inflama en una
represalia bulliciosa contra la seriedad contranatural de la vida cotidiana. La tristeza argentina,
que desde los filósofos hasta los botarates han descrito, rodea al hombre. La alegría argentina, ésa
es la que hay que estudiar, porque guarda la clave del humor sombrío, con sus corsos, sus festiva-
les patrióticos, políticos y deportivos, sus picnis, y su teatro de agresión despiadada y sin ternura.
El carnaval, como fiesta de la impersonalidad y del anonimato, de oprimidos y descontentos, es
el estado alotrópico de la tristeza, su contracara, su antifaz. 19

Y se dice en un fragmento, ya clásico, de El laberinto de la soledad sobre los días de fiesta:

Durante esos días, el silencioso mexicano silba, grita, canta, arroja petardos, descarga su pis-
tola al aire. Descarga su alma. Y su grito, como los cohetes que tanto nos gustan, sube hasta el
cielo, estalla en una explosión verde, roja, azul y blanca y cae vertiginoso dejando una cauda
de chispas doradas. Esa noche los amigos, que durante meses no proporcionaron más palabras
que las prescritas por la indispensable cortesía, se emborrachan juntos, se hacen confidencias,
lloran las mismas penas, se descubren hermanos y, a veces, para probarse, se matan entre sí.20

“En ocasiones, es cierto, la alegría acaba mal: hay riñas, injurias, balazos, cuchilladas”, acota,
quizá pensando, como lo supone Krauze en Redentores, en el destino de su padre. Pero “tam-
bién” –concede Paz–

eso forma parte de la fiesta. Porque el mexicano no se divierte: quiere sobrepasarse, saltar el
muro de soledad que el resto del año lo incomunica. Todos están poseídos por la violencia y
el frenesí. Las almas estallan como los colores, las voces, los sentimientos. ¿Se olvidan de sí
mismos, muestran su verdadero rostro? Nadie lo sabe. Lo importante es salir, abrirse paso,
embriagarse de ruido, de gente, de color. México está de fiesta. Y esa Fiesta, cruzada de re-
lámpagos y delirios, es como el revés brillante de nuestro silencio y apatía, de nuestra reserva
y hosquedad.21

A esa gana carnavalesca se suma una similar desconfianza ante los héroes republicanos que
son “inauténticos” y no están a la altura del original temperamento popular. A Martínez Es-
trada le choca la imitación servil que hicieron los liberales argentinos, esos ”creadores de fic-
ciones”, de la Constitución de los Estados Unidos, en 1853, tal como Paz lamenta la “imitación
extralógica” emprendida, partiendo del mismo modelo, con las Leyes de Reforma en México.
El nieto Ireneo Paz no hubiera llamado “seres diabólicos” a Juárez y a Lerdo, como lo hizo
Martínez Estrada con Sarmiento y Rivadavia; no sé si hubiera aprobado la agria observación
del ensayista argentino de que los héroes de su patria, muy lejos de la Santa Elena de Napo-
león, terminan por redactar sus memorias en un asilo.22

19
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, op. cit., p. 165.
20
Octavio Paz, Obras completas, vol. v, op. cit., pp. 87-88.
21
Ibid.
22
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, op. cit., p. 64.

Prismas, Nº 18, 2014 107


El nombre de Ezequiel, me figuro, es judío y el de Octavio es pagano, lo cual tiene sen-
tido si comparamos sus inmediatas posteridades. Como mexicano no alcanzo a leer en Radio-
grafía de la pampa una frase de esperanza y restitución como aquella de Paz al reconocer a los
mexicanos como contemporáneos de todos los hombres. Al legado entero de Martínez Estrada
lo ensombreció la naturaleza pesimista de Radiografía de la pampa, su carácter freudiano y
negativo de psicoanálisis interminable de una nación falsa, hechiza, la argentina; a Paz, pasa-
dos los sofocos y las calumnias, se lo acabó por reconocer públicamente como un sanador, el
poeta taumaturgo de la democracia mexicana. En su poesía , acaso sea “El cántaro roto” (1955)
el poema donde el verso obedece a la prosa de El laberinto de la soledad y el poeta le propone
a los mexicanos:

hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el
canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado
del dormido la espiga roja de la resurrección.23

“La soledad –concluye Martínez Estrada– es la falta de historia.”24 Y si en la Argentina no hubo


historia, es ilusorio esperar una sociedad, concluye Radiografía de la pampa. Nada más contra-
rio a la profusión de historia que alimenta El laberinto de la soledad pues la Revolución Mexi-
cana y el surrealismo le dan a Paz una confianza hipnótica en el pasado de la cual el apocalíp-
tico Ezequiel, aferrado al mito regenerador del guevarismo, carecía, y terminó su vida ligado a
esa Revolución Cubana que Paz recibió con tibieza y acabó por rechazar. A mayor pasado,
menos confianza en el futuro: cuando se lee en paralelo a Martínez Estrada y a Paz, la Argen-
tina aparece como un pueblo sin historia y México como la nación más vieja del mundo. o

Bibliografía

Heine, Heinrich, De l’Alemagne, ed. de Pierre Grapin, París, Gallimard, 1998.


Keyserling, Joseph, conde de, Meditaciones sudamericanas, traducción de Luis López de Ballesteros y de Torres,
Madrid, Espasa-Calpe, 1933.
Krauze, Enrique, Redentores. Ideas y poder en América Latina, México, Debate, 2011.
Martínez Estrada, Ezequiel, Radiografía de la pampa, edición crítica de Leo Pollmann, México, Colección Archivos
unesco/cnca, 1993
Paz, Octavio Obras completas, vol. I: La casa de la presencia, México, Galaxia Gutenberg, 1999.
——, vol. iv: Los privilegios de la vista, México, Galaxia Gutenberg, 2002.
——, vol. v: El peregrino en su patria. Historia y política de México, México, Galaxia Gutenberg, 2000.
——, vol. vi: Ideas y costumbres. La letra y el cetro. Usos y símbolos, México, Galaxia Gutenberg, 2003.
——, vol. vii: Obra poética (1935–1998), México, Galaxia Gutenberg, 2004.
——, vol. viii: Miscelánea. Primeros escritos y entrevistas, México, Galaxia Gutenberg, 2005.

23
Octavio Paz, Obras completas, vol. vii: Obra poética (1935-1998), México, Galaxia Gutenberg, 2004, p. 263.
24
Ezequiel Martínez Estrada, Radiografía de la pampa, op. cit., p. 86.

108 Prismas, Nº 18, 2014


Reyes, Alfonso, “Keyserling y México”, en Marginalia. Tercera serie [1940-1959], Obras completas, México, Fon-
do de Cultura Económica, 1989, vol. xiii.
Sarmiento, Domingo Faustino, Facundo, prólogo de Jorge Luis Borges, Buenos Aires, Emecé, 1999.

Resumen / Abstract

Radiografía del laberinto X-Ray of the Labyrinth

Este trabajo estudia la “estación argentina” de This work analyses the “argentine station” of
Octavio Paz. En él se lee en paralelo El laberinto Octavio Paz. It reads The Labyrinth of Solitude
de la soledad con la tradición ensayística nacional in parallel with the argentine tradition of national
argentina, en la trayectoria que arranca con Facundo, essay, in the line which begins with Sarmiento’s
de Sarmiento, y culmina con Radiografía de la Facundo and ends with Martínez Estrada’s X-Ray of
pampa, de Martínez Estrada, rastreando en ella la the Pampa, searching on this tradition the series of
serie de motivos de la que la obra de Paz se nutrió. motifs in which the work of Paz has been nourished.
En dicho recorrido, el texto destaca la centralidad del In this itinerary, the text underlines the importance of
problema de la violencia y las profundas afinidades the problem of violence and the deep similarities in
de los tratamientos de la misma en los autores en the way the different authors deal with it.
cuestión.
Keywords: Octavio Paz - poetry - essay - Latin
Palabras clave: Octavio Paz - poesía - ensayo - American identity
identidad latinoamericana

Prismas, Nº 18, 2014 109


Onofroff en Buenos Aires (1895)
Apogeo y caída de un ilusionista

Mauro Sebastián Vallejo

conicet / Universidad de Buenos Aires

A comienzos de marzo de 1895, llega a la ciudad de Buenos Aires un hombre que rápida-
mente se convierte en la máxima atracción de los teatros porteños. Durante tres meses su
nombre habrá de aparecer con insistencia en los principales diarios de la capital. Sus acciones
y sus experiencias devienen sin demora el tópico excluyente de conversación en los salones
más reputados y en los círculos científicos más escépticos. Se trata del taumaturgo e hipnoti-
zador Onofroff, cuyas concurridas funciones en los teatros Odeón y La Zarzuela fueron sin
lugar a dudas uno de los hechos más significativos de la vida cultural porteña de ese año.
Basta leer la gran cantidad de artículos dedicados a Onofroff en los periódicos locales
para comprender que este episodio desborda con creces el terreno de la historia de los teatros
de Buenos Aires.1 La presencia del prestidigitador en suelo argentino desencadenó una serie de
debates y reacciones que ofrecen aportes muy valiosos para una historia cultural de ese mo-
mento. Las demostraciones de sus enigmáticos poderes constituyeron una incógnita que los
distintos actores afrontaron de modos divergentes. Aquellas fueron asimismo la oportunidad
ideal para dar nuevos bríos a discusiones que, como la referida al espiritismo, ya habían inquie-
tado a los medios cultos de la capital; pero también aportaron el terreno para dar verdadera
visibilidad a fenómenos como el hipnotismo, que hasta ese entonces no habían figurado en la
primera plana de la prensa general. Más allá de esos dos ejemplos que luego comentaremos en
detalle, lo cierto es que los hechos protagonizados por Onofroff fueron un fiel sismógrafo de
creencias enraizadas tanto en los círculos eruditos como en las capas populares. En tal sentido,
una lectura cuidadosa del modo en que los periódicos cubrieron las peripecias locales del hip-
notizador puede brindar elementos muy ricos para una mejor intelección de ese instante de la
cultura argentina, al tiempo que ofrece datos que corroboran o complementan líneas de inves-
tigación llevadas a cabo recientemente por otros historiadores de la escena local.
Por lo antedicho, el objetivo de este ensayo es, primero, ofrecer una reconstrucción fác-
tica de las actividades llevadas a cabo por Onofroff en Buenos Aires. Segundo, analizar las
respuestas y las controversias generadas por aquellas, con el fin sobre todo de poner en eviden-

1
Hasta el presente, uno de los relatos más detallados sobre la visita de Onofroff a Buenos Aires se halla en Alfredo
Taullard, Historia de nuestros viejos teatros, Buenos Aires, Imprenta López, 1923, pp. 430-434.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 111-131


cia los supuestos, las creencias y los hábitos intelectuales que fueron claramente convocados
por la presencia del prestidigitador.

I. Un ilusionista en los salones de Mitre y en las oficinas de Ramos Mejía

Poco era lo que se sabía sobre Onofroff cuando este sujeto pisa suelo argentino. Es cierto que
algunos diarios, preparando su llegada, hablan de él antes de su arribo. El Tiempo, el 1 de marzo
de 1895, refiere que el “célebre hipnotizador Enrique Onofroff” se había presentado hacía poco
ante la Academia de Medicina de Madrid, cuando supo que se pretendía prohibir sus actos de
hipnotización.2 La Prensa, el 3 de marzo, anticipa que ese día desembarcaría en La Plata “Henry
Onofroff”.3 Sea como fuere, de allí en más los periódicos se referirán a Onofroff solamente por
su apellido. Algunos dirán que es de origen ruso; otros, por el contrario, dirán que es italiano.
Aún hoy es difícil reconstruir su biografía. No existe ningún estudio detallado sobre su vida y
su obra. Al parecer, nació en Italia, pero se crió en Toulouse, donde comenzó la carrera de me-
dicina.4 Sus espectáculos lo hicieron recorrer el mundo. Una mirada apresurada a las fuentes
disponibles lo muestra dando sus shows en 1890 en Londres –donde Oscar Wilde habría que-
dado deslumbrado por sus poderes–. Acabó sus días en España, donde publicó sus dos textos
más conocidos.5 Un joven Salvador Dalí habría disfrutado en 1920 de sus shows en Figueres.6
Tampoco contamos con investigaciones que hayan reconstruido sus viajes a lo largo y a lo an-
cho de América Latina.
Los primeros días de Onofroff en Buenos Aires están marcados por el éxito de sus repre-
sentaciones y por los cálidos recibimientos que le prodigan las redacciones de los diarios, al-
gunos médicos y sobre todo el público general. Tal como dijimos, antes de que se produjeran
las primeras funciones abiertas al público expectante, los matutinos se encargaron de difundir las
capacidades del ilusionista. Más aun, poniendo en acto una estrategia de propaganda tan anti-
gua como el periodismo secular, Onofroff visitará las redacciones y ciertas instituciones de las
elites antes del estreno de sus shows. Así, el 10 de marzo, en las páginas de La Nación, con
motivo de saludar calurosamente la llegada del prestidigitador, se recuerdan las maravillas que
él había realizado un año atrás ante los responsables de una publicación madrileña. Había he-
cho entonces los actos que unos días después despertarán la sorpresa de los porteños: adivina-
ción del pensamiento, fascinación y sugestión.7 Al día siguiente, por la noche, Onofroff estuvo

2
El Tiempo (en adelante ET), 1 de marzo de 1895. Dado que todos los recortes de prensa pertenecen al año 1895,
indicaremos solamente día y mes. Al citar las notas de los periódicos, incluiremos el título de los artículos solamente
cuando estos lleven firma, o cuando sea importante indicarlos.
3
La Prensa (en adelante LP), 3 de marzo.
4
Esos pocos datos biográficos figuran en la entrevista que le habría realizado José María Carretera Novillo, incluida
en el volumen ii de la obra Lo que sé por mí, publicada en 10 tomos entre 1916 y 1921 en Madrid. Esa obra, aparecida
con el seudónimo “El caballero audaz”, recogía entrevistas realizadas a distintas personalidades de la época.
5
Onofroff, Para no envejecer. El hombre no muere... Se mata! Método práctico autosugestivo para conservar el vi-
gor y el aspecto de la juventud, Barcelona, J. Horta y Cia., s/f; Aprendan a hipnotizar. Tratado práctico por corres-
pondencia. Resultado infalible en diez lecciones, Barcelona, s/f. Existe un tercer trabajo del autor, escrito en francés,
en el cual brinda detalles sobre su método de hipnotización: Onofroff, L’hypnotisme à la portée de toutes les intelli-
gences, Quebec, S.-A. Demers, 1902.
6
Javier Pérez Andrüjar, Salvador Dalí: a la conquista de lo irracional, Madrid, Algaba, 2003, p. 75.
7
La Nación (en adelante LN), 10 de marzo.

112 Prismas, Nº 18, 2014


en la redacción de La Prensa, donde mostró sus habilidades.8 Los asistentes pudieron compro-
bar los poderes de este sujeto, sobre todo su capacidad para ejecutar, sin contacto físico y con
los ojos vendados, las órdenes que un voluntario le envía solo con el pensamiento.
El martes 12 se produce uno de los encuentros más resonados de esta historia. Esa noche,
Onofroff estuvo en los salones de Bartolomé Mitre, ante la presencia del ex presidente, miem-
bros de La Nación, “señoras, niñas, caballeros distinguidos, hombres de ciencia y curiosos
observadores”.9 El adivinador fue conducido a un cuarto aledaño, mientras los presentes tra-
maban un crimen ficticio –el asesino era un hermano de Mitre, la víctima, su hija; el objeto
robado fue escondido en el bolsillo de Luis Drago–. “Onofroff entró con los ojos vendados,
seguido a la distancia, sin tocarlo, por una persona que conocía la trama y estaba obligada a
pensar intensamente en lo que él debía descubrir.”10 El visitante, siempre vendado y sin entrar
en contacto con su guía, descubrió al asesino, el arma y el objeto robado, desencadenando el
aplauso entusiasta de los participantes. Según se desprende de una crónica aparecida unos
meses después, el ex presidente debía ser quien diera las órdenes mentales, pero el ilusionista
afirmó que aquel carecía de la fuerza psíquica necesaria, y por ese motivo su hijo Emilio tomó
ese rol.11 Onofroff ejecutó otras órdenes mentales, con igual éxito. El balance general realizado
por el diario de Mitre no podía ser más positivo: “Ninguno de los adivinadores que ha venido
aquí ha podido presentar fenómenos semejantes de sensibilidad a la transmisión del pensa-
miento. La impresión que nos ha dejado es interesante, y creemos que los espectáculos que
ofrece al público el señor Onofroff, serán muy concurridos”.12
Ese mismo día, el martes 12, en las páginas de El Tiempo se afirmaba que Onofroff era ya
“uno de los hombres que más da que hablar hoy en Buenos Aires”.13 También en La Prensa del
día 13 leemos que las capacidades de Onofroff habían comenzado a despertar ya ciertas fanta-
sías e interpretaciones, incluso antes de que el público conociera directamente sus actos. La
gente, según este último diario, creía que el visitante era una suerte de oráculo, capaz de adivi-
nar cualquier hecho acaecido e incluso el porvenir. En tal sentido, La Prensa había recibido ya
una carta en la que su autor condenaba las acciones de Onofroff debido a que ellas atentaban
contra la religión. El diario se encargaba de rechazar esa acusación, y agregaba que las habili-
dades del hipnotizador tenían que ver simplemente con hechos que la neurología o la psicología
algún día explicarían. A renglón seguido, se informaba que habían recibido la demanda de una
señora que, convencida de que Onofroff podía adivinar cualquier hecho, preguntaba si el ilusio-
nista sería capaz de averiguar quién había robado ciertos objetos de una amiga suya.14
Tal era el clima previo a la primera función, programada para el viernes 15 de marzo. Pero
aún ocurriría un hecho que, a la luz de los debates posteriores, resulta altamente significativo.
En los diarios del jueves 14 se informa que ese día, a las 15:00, Onofroff debía presentarse ante
el Departamento Nacional de Higiene, pues se le quería recordar que una norma vigente prohi-
bía expresamente las sesiones públicas de hipnotismo.15 Al día siguiente, las columnas de La

8
LP, 12 de marzo.
9
LN, 13 de marzo.
10
Ibid., 13 de marzo, cursivas en el original. Véase también ET, 13 de marzo.
11
Florencio Madero, “Madero versus Onofroff”, ET, 13 de junio.
12
LN, 13 de marzo. Véase El Argentino, 13 de marzo.
13
ET, 12 de marzo.
14
LP, 13 de marzo.
15
LN, 14 de marzo; LP, 14 de marzo.

Prismas, Nº 18, 2014 113


Nación informaban que el ilusionista había aclarado, ante las autoridades de ese Departamento,
que sus shows incluían solamente experiencias de adivinación, mas no de hipnosis. Por otro
lado, había hecho demostraciones de sus habilidades ante esas autoridades, a resultas de lo cual
el Departamento dio la correspondiente autorización para que los shows tuviesen lugar.16 He
allí el segundo gran encuentro entre Onofroff y una figura destacada de las elites locales. De
hecho, quien recibió al ilusionista fue José María Ramos Mejía, que por ese entonces dirigía la
oficina de higiene. La Prensa dio algunos detalles sobre ese encuentro, y allí leemos que “El
Dr. Ramos Mejía no ocultaba, como los demás médicos que presenciaron la experiencia, la
favorable impresión que ésta les había producido”.17 Esa misma noche, prosigue ese diario,
Onofroff había asistido al Círculo de Armas, donde se ganó los “merecidos aplausos” gracias a
sus demostraciones.18

II. Primeros éxitos y primeros cuestionamientos

Ese fue el contexto que marcó la antesala del debut teatral de Onofroff. Los diarios del 16 de
marzo dedicaron largas columnas al éxito obtenido por el ilusionista el día anterior a partir de
las 20:00 horas en la sala del Odeón. El Tiempo puso el énfasis en la calidad del público que
había gozado de las experiencias; en efecto, en esa primera función, los sujetos implicados en
las actuaciones de Onofroff eran conocidos personajes de la cultura y la política local: Benja-
mín Roqué, el joven Montes de Oca y nada menos que Carlos Pellegrini. En esa misma direc-
ción, el periódico recupera lo que, al parecer, había sido el gran éxito de la función: el mo-
mento en que el jefe de policía, general Campos, había desalojado de su palco al administrador
de La Nación, Agustín de Vedia, pensando que lo hacía por voluntad propia; en verdad su acto
respondía a una sugestión a distancia efectuada por el prestidigitador.19 La Prensa, por su parte,
puso el acento en la gran cantidad de público que había asistido, y sobre todo en las expectati-
vas ciertamente desmedidas que Onofroff había despertado entre los porteños. Además de la
demostración de adivinación del pensamiento, el ilusionista había llevado a cabo sus fenóme-
nos de fascinación, por medio de los cuales colocaba a ciertos sujetos en un estado de total
obediencia, incluso de insensibilidad, tal y como mostró al atravesar con una aguja el músculo
de uno de ellos, que no exteriorizó ningún signo de dolor.20 En La Nación del 16 de marzo, por
último, hubo dos largos artículos sobre Onofroff. El primero de ellos simulaba un diálogo entre
dos personajes ficticios, Alfa y Omega, que habían visto las habilidades del ilusionista. Ese
texto era firmado por “Misterium”. Y en esas columnas encontramos ya una dimensión que
será cada vez más notoria en la discusión sobre nuestro personaje. En efecto, los hechos pro-
ducidos en el teatro abren la puerta inmediatamente a una discusión sobre la existencia de
fuerzas ocultas u objetos suprasensibles. Alfa se muestra escéptico, pues sospecha que el pres-
tidigitador en verdad hace uso de algún truco para “adivinar” el pensamiento. Omega era más

16
LN, 15 de marzo. Onofroff sería citado nuevamente por el Departamento el día 20, ocasión en la que una vez más
se le advirtió que le estaba vedado el uso de la hipnosis (LP, 21 de marzo; LN, 20 de marzo).
17
LP, 15 de marzo.
18
LN, 15 de marzo.
19
ET, 16 de marzo.
20
LP, 16 de marzo.

114 Prismas, Nº 18, 2014


conciliador. Por supuesto que no es concebible una transmisión de pensamiento, pero sería
innegable que Onofroff posee una “fuerza oculta”.
El segundo artículo aparecido en la La Nación el día 16 contenía una reseña de la primera
función del día anterior. Tal y como sus colegas, este diario ponía el acento en las cualidades
personales del ilusionista, “que le recomiendan y hacen simpático no bien se presenta y dirige
sus explicaciones al público, pues lo hace con tal sencillez, claridad y abstención de todo apa-
rato teatral”.21
Luego del inicio de los espectáculos de Onofroff, hallamos en la prensa diaria los indicios
de dos fenómenos o procesos divergentes acerca de los hechos en discusión. Por una parte, y
en sintonía con la continua mención de los éxitos que ese personaje cosecha noche a noche en
el Odeón, vemos aparecer la emergencia de ilusiones y esperanzas ligadas a los poderes que
serían atributo del hipnotizador. Por otra parte, se desencadena una suerte de debate teórico o
científico sobre la naturaleza de los hechos observados; ese debate estará referido a dos tipos
de materias, o circulará por dos carriles relativamente autónomos. El primero de ellos estará
referido al espiritismo y a las ciencias ocultas. El segundo, en cambio, se corresponde con una
consideración del hipnotismo desde el punto de vista de la neurología.
El primer grupo de reacciones incluye fenómenos que pertenecen quizás a registros disí-
miles. Algunos de ellos son una continuación de las expectativas desmedidas que habían que-
dado de manifiesto, por ejemplo, en aquel pedido de una mujer para que Onofroff adivinara
quién había robado dinero a su amiga. Otros, por el contrario, parecen inscribirse en el terreno
de las fantasías seculares a las que se podía entregar un discurso especulativo o literario a partir
del registro de fenómenos como los del ilusionista. Pues bien, veamos ejemplos de este primer
gran grupo. El más elocuente tiene que ver con una noticia policial aparecida en La Prensa el
19 de marzo acerca de un doble asesinato cometido en Adrogué. La policía había detenido a un
sospechoso, de apellido Núñez; a ese respecto leemos: “La policía local de Adrogué tomará
hoy en consideración una indicación que recibió anoche de persona respetable, médico, solici-
tase hoy el concurso del hipnotizador para que Sr. Onofroff, que ha manifestado por otra parte
deseos de auxiliar a la justicia o la autoridad en general en cualquiera averiguación de esa ín-
dole. Núñez sería, en tal caso, hipnotizado según la indicación del médico aludido, y en tal
estado, sometido a un examen”.22
En el mismo periódico, el día 25 de ese mes encontramos otra nota que refleja con igual
elocuencia la génesis de una demanda dirigida a las capacidades de Onofroff, por fuera de sus
performances teatrales. La Prensa refiere que había recibido la visita de un español residente
en Colonia Ancalú, de la provincia de Santa Fe. Este hombre había realizado el trayecto de 80
leguas con el solo objetivo de conocer a Onofroff, a los fines de pedirle que, mediante hipnosis,
le curara la sordera que padecía desde hacía muchos años.23
En las páginas de La Nación del 18 de marzo hallamos una puesta al extremo, entre bur-
lesca y ficticia, de este impacto de Onofroff sobre la imaginación de los porteños. Si bien se
trata de un texto que se aproxima a la especulación fantástica, aun así, cuando su contenido es
visto a la luz de las evidencias que acabamos de citar, sería una equivocación desestimar sus

21
Misterium, “La Esfinge. Diálogo”, LN, 16 de marzo.
22
LP, 19 de marzo.
23
LP, 25 de marzo.

Prismas, Nº 18, 2014 115


enunciados en función de que tal vez no posean un referente “real”. Por el contrario, tales fan-
tasías pertenecen al mismo terreno que las abrigadas por esos actores que vimos aparecer en
las últimas dos crónicas de La Prensa. El redactor anónimo del diario de Mitre dice conocer
personas “que han prometido formalmente no salir de su casa, hasta que lo haga Onofroff de
la ciudad, pues no es cosa de andarse por las calles expuesto a ver descubiertos íntimos y quizá
secretos pensamientos”.24 El autor prosigue su elucubración, enunciando la sospecha de que si
muchos individuos tuviesen los poderes del hipnotizador, el mundo sería muy distinto, las
palabras carecerían de sentido y nadie sabría cuándo obra por sí mismo o por efecto de una
sugestión ajena.25
Simultáneamente con la construcción de esas nuevas demandas y fantasías, se produjeron
una serie de debates más bien teóricos. La presencia de Onofroff en Buenos Aires tuvo no sola-
mente el poder de despertar esas expectativas inusitadas, sino sobre todo la capacidad de dar vi-
sibilidad a objetos teóricos novedosos, así como de reflotar controversias que parecían caducas.

III. Espiritismo y ciencias ocultas

Gracias a una lograda investigación llevada a cabo hace poco tiempo, es posible conocer con
mucho detalle la historia de los círculos espiritistas que se desarrollan en Buenos Aires desde
la década de 1870, así como el modo en que aquellas ideas –y las provenientes de la teosofía–
podían habitar una cultura científica que reconocía la legitimidad de fenómenos y explicacio-
nes aparentemente sobrenaturales.26 De hecho, Soledad Quereilhac ha mostrado muy bien que,
por ejemplo, muchos de los argumentos de las fantasías científicas desplegados en ese enton-
ces por escritores como Eduardo Holmberg no eran meras ficciones imaginativas, sino que
retomaban a su manera los resortes de una cultura en la cual –en parte debido a la proliferación
de avances que mostraban la existencia de fuerzas maravillosa (rayos X, fonógrafo, etc.)– am-
plios sectores de “lo científico” eran capaces de reconocer el poder de fuerzas extrañas.27
Ahora bien, algo que no había sido notado hasta hoy es que la visita de Onofroff de alguna
manera reactualizó el interés por esas materias conflictivas. Dado que el hipnotizador parecía
poner en acto habilidades incomprensibles y extraordinarias, fue natural que rápidamente su
nombre hubiera quedado emparentado con la causa de las disciplinas ocultas. Así, en el trans-
curso de los tres meses en que el prestidigitador permaneció en Buenos Aires, el espiritismo o
la teosofía volvieron a aparecer en los diarios más prestigiosos de la capital, muchas veces en
artículos en los que tangencialmente se tocaba el tema de las experiencias del visitante.

24
LN, 18 de marzo.
25
Unas semanas después, el 1 de abril, en ese mismo matutino reaparecen fantasías del mismo calibre. En un texto
que califica las demostraciones de Onofroff como “hechos misteriosamente positivos”, se especula con un escenario
posible en que los reyes y los gobernantes tuviesen las capacidades del ilusionista de reducir completamente la vo-
luntad ajena y diluir toda revuelta sin el uso de la fuerza. El texto se cierra mediante un sugestivo giro que va en di-
rección de lo que señalamos más arriba: “Entre tanto, debemos irnos habituando a la vida de novela y aceptando
como ciertos los más caprichosos milagros de la imaginación”, “A vuela pluma”, LN, 1 de abril.
26
Soledad Quereilhac, “La imaginación científica: ciencias ocultas y literatura fantástica en el Buenos Aires de entre-
siglos (1875-1910)”, tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires, 2010.
27
Véase también Sandra Gasparini, Espectros de la ciencia. Fantasías científicas de la Argentina del siglo XIX, Bue-
nos Aires, Santiago Arcos, 2012.

116 Prismas, Nº 18, 2014


Ese solapamiento entre Onofroff y el espiritismo se produjo sobre todo en las páginas de
La Nación y de El Tiempo. Hemos hecho alusión al artículo del 16 de marzo firmado por “Mis-
terium”, en el que el diálogo sobre la adivinación del pensamiento del célebre visitante daba
pie a consideraciones sobre las ciencias ocultas, dentro de las cuales se incluía la teosofía.
Acerca de ella, se emitían enunciados muy negativos. Pues bien, ese artículo desencadenó un
encendido debate, del cual participó nada menos que Rubén Darío, quien por esos años se
hallaba en la ciudad. El 20 del mismo mes, en un artículo titulado “Onofroffismo” y firmado
por Raoul de Morlais, se criticaba la ligereza con que “Misterium” se había referido a la teo-
sofía días atrás.28 El día 22 de marzo aparece, en ese mismo medio, un artículo de Rubén Darío
en defensa de la posición de “Misterium”. Una vez más, con la excusa de hablar de Onofroff,
se pone en discusión la credibilidad de la corriente teosófica; el escritor nicaragüense refiere
que en realidad “Misterium” se había esforzado por conocer en profundidad los fundamentos
de la corriente lanzada por Blavatsky, y resume las principales críticas que aquella había reci-
bido por parte de autores como Sedwig o Hodgson. En un cierre cargado de ironía, Rubén
Darío se dirigía de esta manera a Raoul de Morlais: “Ah, es doloroso tener que convencerse de
que madame Blavatsky no haya podido prolongar su vida quinientos años [...] y que Onofroff,
el grande y culto Onofroff, tenga que sufrir muy pronto la misma suerte, el mismo triste olvido
que la serpentina, el hombre descuartizado y La Verbena de la Paloma”.29 Unas semanas más
tarde, el día 8 de abril, Raoul de Morlais entra en escena nuevamente, por un lado para lamen-
tar que alguien tan poco informado como Rubén Darío haya decidido participar del debate, y,
por otro, para reiterar la seriedad de los enunciados teosóficos.30
Por esos mismos días, y también en las páginas de La Nación, el nombre de Onofroff
vuelve a ser utilizado para una consideración sobre fenómenos ligados a las disciplinas ocultas.
De hecho, durante cuatro día consecutivos, entre el 28 y el 31 de marzo, aparecen en ese perió-
dico artículos sobre los poderes sobrenaturales de una mujer de 17 años, vecina de Baradero. El
texto, que por primera vez da noticias sobre los hechos, porta un largo título: “Un caso de faki-
rismo. ¡Enfonce Onofroff! La Señora V. de Jeanmaire en el Baradero. Floreros que bailan, sal-
tan y vuelan”. En esa columna se refieren los hechos que habían conmocionado a los vecinos de
esa localidad, en la cual una joven mostraba “facultades de atracción magnética superiores tal
vez a las que han hecho de Onofroff la celebridad del día”.31 Cada vez que esta joven entraba a
una habitación, los floreros comenzaban a moverse, y se escuchaban extraños ruidos en las
paredes. Hacia el final de la nota se informa que el mismo Onofroff había tomado conocimiento
de estos accidentes, y había prometido ir hacia Baradero para verlos en persona. Al día siguiente
aparece una segunda nota, que recoge las averiguaciones de un corresponsal enviado expresa-
mente por el diario. Este último se había entrevistado con el padre de la joven, quien había
confirmado los hechos, y había referido dos ocasiones en que su hija lo había hipnotizado.32 El
día 30 el periódico publica, junto con un retrato de la joven Lydia Visca de Jeanmaire, un se-
gundo informe del enviado especial, cuyo comienzo reza: “Regreso de tener una entrevista con

28
Raoul de Morlais, “Onofroffismo. Misterium y la Sociedad Teosófica”, LN, 20 de marzo.
29
Rubén Darío, “Onofroffismo. La comedia psíquica. Respuesta de Misterium al señor de Morlais”, LN, 22 de
marzo, cursivas en el original.
30
Raoul de Morlais, “Un poco de teosofía. Madame Blawatsky (sic)”, ibid., 8 de abril.
31
Ibid., 28 de marzo.
32
Ibid., 29 de marzo.

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la señora [...], y habiéndola visto verificar varios de los extraordinarios fenómenos que produce,
debo afirmar que, mediante el poder desconocido de que está dotada, hace cambiar de sitio, a la
distancia, por el solo esfuerzo de su voluntad, los objetos que le son más familiares”.33 En
efecto, allí leemos diversas experiencias exitosas (movimiento de objetos, imantación, etc.) que
la joven había realizado en presencia del periodista. Como cierre de la nota, se informa que el
señor Jeanmaire tenía deseos de presentar a su esposa a Onofroff, para que este “la tranquilice
y le dé instrucciones prácticas sobre el modo de emplear sus facultades de un modo racional”.
Esta olvidada noticia sobre Baradero devela, en primera instancia, el modo en que la
presencia de Onofroff volvió a abrir el espacio para debatir, en la prensa cotidiana, sobre pro-
blemas que por esos años aparecían mayormente en las páginas de las revistas espiritistas de la
capital.34 Pero en segunda instancia, muestra que la curiosidad despertada por los shows del
teatro Odeón era en realidad solamente un segmento de una conciencia que estaba siempre
dispuesta a dar credibilidad a experiencias que unas décadas más tarde serían cada vez más
desterradas de las publicaciones eruditas.
Es momento de ocuparnos de un segundo tipo de debate construido alrededor de la pre-
sencia de Onofroff. Las experiencias del ilusionista llamaron rápidamente la atención de los
médicos porteños, y alrededor de ellas se puso a prueba un renovado lenguaje neurológico y se
debatió en profundidad sobre el problema de la hipnosis. Se trata esta vez de numerosos artícu-
los que los profesionales egresados de la escuela de medicina publicaron en los medios locales.
De todas maneras, hay que hablar también de una voz distinta. Habremos de comenzar con ella
no solo porque no pertenece al gremio galénico, sino porque esos textos se ubican a medio ca-
mino entre la anterior discusión sobre las ciencias ocultas y el afán de utilizar el vocabulario de
la neurología para enunciar el secreto de los actos en cuestión. Nos referimos al extenso repor-
taje realizado por el diario El Tiempo a un tal “Doctor Mc Kliner”, aparecido en trece entregas
entre el 23 de marzo y el 25 de abril de aquel año. No sería demasiado arriesgado sostener que
se trata claramente de una entrevista que jamás existió; diversos elementos de esas entregas
parecen indicar la naturaleza ficcional del “reportaje”. El presunto doctor sería un científico
escocés que desde hacía años se había refugiado, en casi absoluta soledad, en una pequeña casa
en La Plata. No hay indicios que permitan establecer certeramente la autoría de esas columnas.
Pero lo cierto es que en esas páginas se da cuenta de un acabado conocimiento de una vasta li-
teratura científica, médica y neurológica, en la cual aparecen los nombres de Richet, Janet, Luys
y Lieubault. De hecho, algunos de los pasajes de esas entregas se adelantaban a lo que por esos
mismos días los médicos de Buenos Aires podían escribir sobre psicopatología.
Al igual que en el debate sobre teosofía, aquí también es explícito que la presencia de
Onofroff es lo que sirve de puntapié inicial para una discusión que rápidamente tomará carriles
variados. Así, en la presentación de Mc Kliner leemos: “Díjosenos que ha consagrado muchos

33
LN, 30 de marzo.
34
Unas semanas más tarde, un médico de la capital establecía un nexo causal más firme entre la presencia de
Onofroff y los hechos de Baradero. Según Benjamín Larroque, la atención prestada al ilusionista podía provocar una
epidemia de histerismo, tal y como se comprobaría en el caso de Jeanmaire. Véase Benjamín Larroque, “Peligros del
hipnotismo”, ET, 3 de abril. Cabe recordar que un año atrás aquel profesional había publicado un breve texto sobre
un abogado de 28 años que se creía víctima de hipnosis constantes; el médico hacía el siguiente comentario sobre el
contenido de ese delirio: “Es hipnotizado. Esta palabra tan esparcida en la época actual, parece haberlo impresionado
y se ha amparado de ella”. Véase Benjamín Larroque, “Perseguido por el hipnotismo”, Anales del Círculo Médico
Argentino, nº 17, 1894, p. 284.

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desvelos a inquirir los llamados fenómenos del ocultismo; y creímos que quizá pudiera él ex-
plicarnos los que produce en estos momentos Onofroff”.35 La meta del entrevistado será mos-
trar que diversos fenómenos, incluidos los que se ven todas las noches en el Odeón, obedecen
en realidad a leyes físicas.36 Por ejemplo, muchos de los hechos espiritistas (movimientos de
mesas y ruidos en las paredes) han de ser explicados por la intervención de un fluido o una
fuerza (llamada “neuroecténica”) proveniente del sistema nervioso del hombre, y capaz de
irradiarse sobre los objetos y producir modificaciones en ellos.37 El presunto médico se deten-
drá especialmente en lo que por esos años se conoce como la escritura automática o incons-
ciente; se trata de las entregas 5, 6 y 7 del reportaje, que llevan por subtítulo la leyenda “¡Abajo
el espiritismo!”.38 En efecto, la tesis de este personaje es que los espiritistas se dejaron confun-
dir por fenómenos que hallan una explicación en el terreno de la neurología.39 Para mostrarlo,
Mc Kliner ofrece muchos detalles de experiencias propias de escritura automática, en las cua-
les su mano escribía frases y diálogos que pertenecían a sujetos distintos a su persona –entre
ellos, Rivadavia–. Cada uno de esos sujetos, agrega Mc Kliner, es un producto de ciertas célu-
las cerebrales, o lo que también llama “lo Inconsciente”. Según su parecer, tales comporta-
mientos muestran un “desdoblamiento de la personalidad psicológica; y la coexistencia de
funcionamientos cerebrales independientes”.40 Respecto de los actos de telepatía como los que
Onofroff solía realizar, Mc Kliner esbozaba una explicación que dejaba de lado la sospecha de
alguna trampa. De hecho, en la persona que daba las órdenes se efectuaban leves exterioriza-
ciones, que el ilusionista, sumido en una suerte de autosugestión que le permitía acentuar sus
umbrales de sensibilidad, era capaz de captar.41 Más aun, a partir de los avances de la física en
materia de rayos, Mc Kliner se permitía preguntar acerca de si la naturaleza, como tantas ve-
ces, no sería capaz de producir esos mismos fenómenos. Si fuera así, cabía la esperanza de
augurar que la facultad de adivinar los pensamientos ajenos, que por ese entonces era atributo
exclusivo de unos pocos seres, por medio de la evolución de la especie terminara transformán-
dose en un nuevo sentido asequible a todos los individuos.42

IV. Onofroff y los médicos porteños

Si bien lo discutido hasta aquí formó parte esencial de los debates generados por Onofroff, la
controversia más resonante tuvo que ver con dos aspectos aún no revisados. El primero de ellos,
ligado al hipnotismo y sus peligros, tuvo como protagonistas principales a importantes médicos
de la ciudad. El segundo, en cambio, estuvo marcado por el descubrimiento de que las presuntas
capacidades del visitante descansaban en la puesta en práctica de una serie de trucos escénicos.

35
“Lo Maravilloso. Fenómenos extraordinarios. Reportaje al Doctor Mc Kliner. Un sabio oculto”, ET, 23 de marzo.
36
Ibid., 26 de marzo.
37
Ibid., 29 de marzo.
38
Ibid, 2, 4 y 8 de abril.
39
Incluso en la quinta entrega Mc Kliner se permite pedir una ley que ordene la clausura de las sociedades espiritis-
tas, por el mal que producen en los hombres. En esas mismas columnas, este sujeto compelía a los médicos a intere-
sarse seriamente por la escritura automática y demás fenómenos inconscientes; véase ibid., 2 de abril.
40
Ibid., 4 de abril.
41
ET, 13 de abril.
42
Ibid., 20 de abril.

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Al revisar las posturas asumidas por los médicos locales en relación con Onofroff, es
interesante comprobar hasta qué punto las mismas fueron divergentes entre sí. El puntapié
inicial fue dado por Antonio Piñero en las páginas de La Nación del 17 de marzo.43 Para des-
contento de sus colegas, Piñero comenzará asumiendo una posición ciertamente positiva hacia
las actividades del ilusionista; según su parecer, “Estos fenómenos son reales y las condiciones
experimentales en que se producen son de tal manera sencillas e inequívocas, que hacen del
todo improcedente cualquier medida de precaución contra posibles supercherías”. Resulta evi-
dente que el médico asume que está en juego una capacidad telepática real, que la ciencia no
puede aún explicar con certeza. Según las palabras del médico, los fenómenos realizados por
Onofroff “implican la intervención de fuerzas desconocidas, de agentes distintos de los que la
ciencia ha descubierto”. En tal sentido, Piñero dice que Onofroff, en sus sesiones de adivina-
ción del pensamiento, se comporta como un “eco fonográfico del guía”. Por otro lado, el pro-
fesional se muestra convencido de que si la experiencia falla, la culpa es del guía; en algunos
casos, las señales transmitidas por el guía son demasiado débiles, y Onofroff puede ejecutar la
orden mental recién cuando el guía es reemplazado por otro.
En las páginas de El Tiempo, por su lado, veremos aparecer voces médicas levemente
distintas. Tal y como comprobaremos en lo que sigue, en ese periódico aparecerán las críticas
más abiertas dirigidas contra Onofroff, tanto en lo que atañe al debate médico como en lo que
respecta a la credibilidad general de los shows. El primer signo de suspicacia aflora en una nota
con un título muy sugestivo.44 La misma no lleva firma, pero es evidente que su autor es Román
Pacheco, pues en los días subsiguientes aparecerán artículos con su firma en ese mismo medio.
El médico lamenta del modo más firme que se permita a Onofroff hacer uso de la hipnosis en
shows públicos cuyo destino es el lucro. Según el parecer del autor, usar la hipnosis de ese
modo es como usar la morfina en circunstancias similares; en efecto, el ilusionista se aprove-
cha de la curiosidad de sujetos nerviosos y enfermos, que aceptan someterse a sus experimen-
tos, pero que desconocen las consecuencias. En muchos casos, prosigue el profesional, tales
ensayos hipnóticos desencadenan enfermedades nerviosas irreversibles. Advertidos de esos
efectos, en la mayoría de los países europeos se han prohibido las demostraciones públicas de
hipnosis. En síntesis, la nota concluye que “de seguir este ‘mago’ con sus funciones de teatro,
pronto tendremos una epidemia de histerismo”.45 Al día siguiente, Pacheco prosigue su cam-
paña, centrándose esta vez en el texto de Antonio Piñero aparecido en La Nación. Descarta,
amparándose en la opinión de autoridades como Gilles de la Tourette, que para explicar los
fenómenos de presunta telepatía haya que hablar de “fuerzas desconocidas para la ciencia”, tal
y como pretendía Piñero. La supuesta capacidad de adivinar el pensamiento se basa en un
sencillo juego de salón: estableciendo esporádicos contactos físicos con su guía, Onofroff,
debido a su estado morboso de autosugestión, se encuentra en una condición de hiperestesia, y
es capaz de percibir signos inconscientes, pistas involuntarias que su guía le administra.46 El
peligro social al que alude el título residiría no solamente en las derivaciones más o menos
mediatas de las hipnotizaciones de Onofroff, sino en el hecho de que los asistentes, muchas

43
Antonio Piñero, “Onofroff. Los fenómenos que realiza. Algunas observaciones al respecto”, LN, 17 de marzo.
44
“El ‘fascinador’ Onofroff y sus representaciones teatrales. ¿Deben éstas tolerarse? ¿Estará ‘hipnotizado’ el Depar-
tamento de Higiene?”, ET, 19 de marzo.
45
Ibid.
46
Román Pacheco, “Un peligro social. Onofroff y sus representaciones”, ibid., 20 de marzo.

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veces neurópatas o degenerados, intentarían repetir esas adivinaciones en sus casas, y esos
ensayos arruinarán su salud. El 21 de marzo, Pacheco publica el tercer texto sobre los peligros
de las demostraciones públicas de hipnotismo.47 Para abonar su reclamo de que el Departa-
mento de Higiene prohíba de una vez los shows de Onofroff, el médico cita el parecer de di-
versos autores europeos que ya habían señalado los perjuicios provocados por las experiencias
de los magnetizadores de feria.48
El mismo día 21 Piñero publica un segundo texto, cuyo cometido es rastrear las experien-
cias que hacen las veces de antecedentes de los actos de Onofroff.49 Al desarrollar su argu-
mento, se percibe que en realidad Piñero comparte varios supuestos con Pacheco. Al fin y al
cabo, también para el primero todo se resume en la capacidad del ilusionista de “leer” ciertos
signos físicos imperceptibles de su guía, simulando así una capacidad de lectura del pensa-
miento. Su conjetura es que el hipnotizador, gracias a una especial capacidad sensorial, sería
capaz de sentir “a distancia las modificaciones respiratorias y demás fenómenos que presenta
el guía como efecto de la contención mental”.
Unos días más tarde, Piñero publica en esas mismas páginas una carta abierta a Pacheco,
en la cual objeta a su colega que él se niegue a creer los fenómenos que no puede explicar.50
Piñero insiste en que él ha visto con sus propios ojos los experimentos en que Onofroff, sin
contacto con su guía, ejecuta las órdenes mentales. Y reprende a su destinatario por querer
desconocer la realidad de tales hechos comprobados: “Negar lo que no se concibe equivale a
la ilusión del avestruz que cree evitar el peligro metiendo la cabeza en la arena”. Por último, lo
más valioso de la carta es que Piñero recuerda que fue él quien redactó unos años atrás, cuando
pertenecía al Departamento de Higiene, la reglamentación vigente sobre hipnotismo. De he-
cho, la carta va acompañada por el texto de esa reglamentación, en la que leemos que se pro-
hibía expresamente toda representación pública de hipnosis. Al día siguiente, como era de es-
perar, aparece la respuesta de Pacheco, en la cual se muestra complacido de que, al fin y al
cabo, coincidan en diversos puntos, sobre todo en lo que respecta a la peligrosidad de las re-
presentaciones públicas. Por otro lado, no pierde oportunidad de señalarle la contradicción

47
Román Pacheco, “Un peligro social. Onofroff y sus representaciones (Conclusión)”, ET, 21 de marzo. Pacheco
sería secundado poco después por Benjamín Larroque, quien en una columna aparecida el 3 de abril pedía que se
prohibiera el espectáculo de Onofroff; Benajmín Larroque, “Peligros del hipnotismo”, op. cit. En ese artículo, Larro-
que recordaba que él ya había manifestado su opinión contraria al uso terapéutico de la hipnosis durante una sesión
de la Société Médico-Psychologique de París en febrero de 1887. En efecto, su intervención fue recogida en el volu-
men de los Annales Médico-psychologiques correspondiente a ese año (pp. 475-480). Un mes más tarde, el 9 de
mayo, apareció una traducción de esa discusión en las páginas de ET.
48
Pacheco –que muestra por cierto una florida erudición en la materia– señala incluso que en el Congreso Interna-
cional de Hipnotismo celebrado en París en 1889 se había tomado una resolución en contra de los shows públicos de
hipnosis. Lo que Pacheco no advirtió es que precisamente las experiencias de Onofroff estuvieron presentes en la
discusión de 1889 sobre la necesidad de prohibir tal tipo de shows. En efecto, en la comunicación que abrió tal de-
bate, redactada por el doctor Ladame (de Ginebra), leemos: “Recientemente, para concluir, hemos sostenido una
polémica en la prensa luego de las sesiones públicas de otro magnetizador famoso, el señor Onofroff, cuyas repre-
sentaciones fueron prohibidas cuando él dio a sus individuos sugestiones poshipnóticas proclives a alterar el orden
público, al enviarlos a la hora del mediodía a ejecutar diversas pantomimas en una de las plazas más frecuentadas de
la ciudad”. Véase Ladame, “La nécessité d’interdire les séances publiques d’hypnotisme - Intervention des pouvoirs
publics dans la réglamentation de l’hypnotisme”, en Edgar Bérillon (ed.), Comptes rendus du Premier Congrés In-
ternational de l’Hypnotisme, París, Octave Doin, 1889, pp. 28-44. Vale recordar que tanto en ese congreso como en
otras publicaciones Delboeuf demostró ser un férreo opositor a la proscripción del uso público de la hipnosis.
49
Antonio Piñero, “Cumberland - Onofroff”, LN, 21 de marzo.
50
Antonio Piñero, “Onofroffismo. Carta Abierta”, ibid., 26 de marzo.

Prismas, Nº 18, 2014 121


existente entre el primer texto –en el que se apelaba a fuerzas ocultas para fundamentar los
fenómenos– y los dos siguientes, en los cuales Piñero daba una explicación absolutamente
racional de los actos de Onofroff.
A nuestro entender, esta controversia entre Piñero y Pacheco nos acerca una intelección
muy valiosa del modo en que la corporación médica de entonces se posicionaba respecto de un
problema como la hipnosis. La vacilación mostrada por Piñero –que Pacheco supo captar in-
mediatamente– constituye un síntoma locuaz de las dificultades a las que se exponía una cien-
cia que, enfrentada al cúmulo de los novedosos fenómenos ligados a la hipnosis y el funciona-
miento nervioso inconsciente, tomaba conciencia de las limitaciones de un saber recibido y
aceptado. Ante el descubrimiento de las hiperestesias de los hipnotizados –y el ejemplo ex-
tremo, citado por los médicos que se ocupan por ese entonces de Onofroff, está dado por los
ensayos de Luys en París para mostrar que los hipnotizados eran capaces de sufrir los efectos
de medicamentos colocados a distancia–, las grillas interpretativas podían mostrarse dema-
siado simplificadas, incapaces de traducir la riqueza de los hechos. Había dos alternativas: o
bien se aceptaba la realidad de todos los hechos, haciendo lo posible por construir nuevos
lenguajes pero reconociendo al mismo tiempo que había “fuerzas” o “fluidos” que la ciencia
aún no podía explicar; o bien la búsqueda de los nuevos conceptos era complementada por una
partición entre los hechos reales y los ficticios –definidos estos últimos, según el caso, por la
acusación de simulación, superchería, etcétera–.
A los fines de remarcar el posicionamiento paradójico de la medicina oficial respecto de
los espectáculos de Onofroff, vale abrir aquí un pequeño paréntesis para ensayar un rápido
bosquejo de la historia de la relación entre los galenos locales y el hipnotismo –historia que,
por razones obvias, no podemos desarrollar aquí en su debida extensión–. Esa historia trata, en
gran medida, del modo en que la corporación profesional se apropió de una práctica que ya
tenía su tradición en la trama social, pues el hipnotismo era ejercido por profanos y estaba li-
gado a experiencias que no respondían a los lineamientos de la academia. Para ilustrarlo, vale
introducir aquí unas anécdotas sobre Ramos Mejía. Para el momento en que Onofroff está en
Buenos Aires, este médico dirigía el Departamento de Higiene que, con una vacilación que
despertó las quejas de otros colegas, recordaba al visitante la prohibición de representaciones
públicas con hipnosis. Los rastros que han quedado del encuentro entre las autoridades y
Onofroff develan el trasfondo de esa vacilación: ¿qué tipo de autoridad podía ejercer una ins-
titución cuyos miembros habían quedado maravillados por las demostraciones que el ilusio-
nista hizo en su presencia? Ahora bien, la recuperación de otros episodios nos ayuda a recons-
truir esa historia. Si confiamos en la memoria de Cosme Mariño, para 1881 el futuro autor de
Rosas y su tiempo descreía llanamente de la existencia del hipnotismo. Habría manifestado su
incredulidad en el contexto de una conferencia dada por un defensor del movimiento espiritis-
ta.51 Unos siete años más tarde, en el seno del servicio de neurología que él dirigía en el Hos-
pital San Roque, uno de sus discípulos emprendía las primeras curas por sugestión realizadas
sobre casos de histeria por un médico porteño.52 Entre una fecha y otra se ha producido la lenta
apropiación por parte de la medicina académica de todo lo relativo a la hipnosis. De allí en

51
Cosme Mariño, El espiritismo en Argentina, Buenos Aires, Constancia, 1931, p. 48.
52
Esas curaciones son el núcleo de la tesis de grado de Salustiano Arévalo, Apuntes sobre la influencia de los medios
morales en el tratamiento de la histeria, Buenos Aires, L’Italia, 1888.

122 Prismas, Nº 18, 2014


adelante esa ciencia se arrogaría el derecho de difundir el único saber válido acerca de los
fenómenos de sonambulismo magnético, y se encargaría por supuesto de prohibir el ejercicio
de la hipnosis a todo actor que no proviniera de las aulas de la Facultad de Medicina. Se trató
obviamente de una batalla que no pudo ser ganada de inmediato. Durante algún tiempo segui-
ría habiendo sanadores o “curanderos” que utilizarían el sueño hipnótico; en el transcurso de
esos años otros discursos, sobre todo el espiritista, intentarían ofrecer una explicación alterna-
tiva de esos hechos. Esa peligrosa proximidad entre el campo del hipnotismo y tradiciones
ajenas a la ciencia oficial sería la causante de las actitudes por momentos vacilantes o contra-
dictorias de la ciencia médica. Por ejemplo, los médicos que en 1895 impugnaban con despre-
cio la posibilidad de que Onofroff pudiera realmente “adivinar” el pensamiento de los sujetos
de sus shows habían leído quizá hacía poco con absoluta aprobación la tesis médica de Grego-
rio Rebasa; en esa tesis –que hasta la aparición, en 1904, del trabajo de José Ingenieros Los
accidentes histéricos y las sugestiones terapéuticas, sería el tratado más completo sobre su-
gestión elaborado por un médico de la capital–, el autor imputaba a sus pacientes hipnotizados
la capacidad de conocer, en virtud de alguna extraña capacidad hiperestésica, los pensamien-
tos del sugestionador.53 Por otro lado, en su lucha contra los ejercicios profanos de la hipnosis,
la medicina establecerá reglamentaciones que ni siquiera ella era capaz de obedecer. Así, en la
ordenanza de comienzos de la década de 1890 tendiente a prohibir los shows públicos de hip-
nosis se imponen exigencias que ni Rebasa ni ningún otro médico que haya dejado rastros de
curas hipnóticas estaban en condiciones de respetar; por caso, la exigencia de no proceder a
“la hipnotización del enfermo sin su consentimiento y sin la intervención al acto de parientes
del enfermo”.54

V. Manuel García y la “muerte” de Onofroff

Estos debates médicos –y algunos otros, que analizaremos en el siguiente apartado– fueron la
antesala inmediata del rápido declive del prestigio de Onofroff. Los periódicos comenzaron a
dar lugar a críticas muy severas sobre las acciones del visitante, y la discusión erudita sobre la
ciencia oculta y la hipnosis fue reemplazada por una denuncia frontal de los subterfugios pro-
fanos con los que el hipnotizador habría engañado a los porteños desde su llegada a la ciudad.
Ya el 30 de marzo, El Tiempo publica una carta escrita por Rafael Nicolari, director de
“La Lotería”.55 Dos días antes este sujeto había ido al show de Onofroff, y se había ofrecido
como voluntario para los ejercicios de fascinación. Pero el ilusionista operó solamente sobre
quienes precedían a Nicolari, mas no sobre él, quien ya estaba en el escenario. Según relata el
autor de la carta, se desencadenó una discusión entre él y Onofroff en presencia del público
cuyo resultado fue que el hipnotizador lo expulsara de la escena. Debido a que un altercado
similar ya se había producido cuando el hijo de un diputado se había ofrecido a ser fascinado,
Nicolari se permitía hacer un grave comentario sobre el espectáculo: “diré también que todos
los que acuden á su llamado para ser fascinados, son siempre, en la mayoría, los mismos, lo

53
Gregorio Rebasa, La sugestión en terapéutica, Buenos Aires, Imprenta Europea, 1892.
54
“Ordenanza reglamentando las prácticas hipnóticas”, LN, 26 de marzo.
55
Rafael Nicolari, “El director de ‘La Lotería’ y el fascinador Onofroff”, ET, 30 de marzo.

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cual comprueba que son pagos”. De todas maneras, hay que remarcar que esa denuncia no tuvo
eco por el momento, y habría que esperar hasta fines de abril para que se produjera la definitiva
condena sobre Onofroff.
De hecho, durante todo el mes de abril, las noticias sobre el prestidigitador fueron esca-
sas. El día 31 de marzo habían terminado las funciones en el Odeón, y el 17 de abril volvería a
los escenarios de La Zarzuela. Según se infiere de una nota de La Prensa, el proyecto original
del ilusionista era partir hacia Montevideo luego de sus shows en aquel primer teatro, pero
debió permanecer en Buenos debido a que una cuarentena que afectaba la capital de Uruguay
hacía imposible su viaje.56 Onofroff llegó incluso a realizar, el día 6 de abril, una comida de
despedida: “Anoche, y como muestra de la gratitud que siente por las deferencias de que ha
sido objeto por parte del público y de la prensa de Buenos Aires, Onofroff obsequió con una
comida íntima a varios amigos y representantes de los principales diarios”.57 ¡Cuán distinto
habría sido el destino de Onofroff en la memoria de Buenos Aires si esa cuarentena jamás
hubiese existido! En efecto, recién luego de comenzados sus espectáculos en La Zarzuela se
produce el descubrimiento que termina definitivamente con el prestigio del ilusionista.
Es interesante señalar que incluso en las páginas de El Tiempo –y a pesar de que a co-
mienzos de abril aparecía la nota de Larroque junto con la noticia de que el Departamento de
Higiene había ordenado a la policía que suspendiera los experimentos de Onofroff–58 seguirían
figurando breves noticias más o menos positivas sobre el adivinador. Así, el día 13 de abril se
informaba que esa noche ofrecería en el Teatro El Nacional una función a beneficio de la viuda
del fallecido doctor Francisco Silveyra, durante la cual prometía descubrir el nombre del nuevo
ministro de Guerra y Marina que el presidente aún no había anunciado.59 Casi como si se tra-
tase de la reduplicación de las vacilaciones de la corporación médica, tampoco este diario pudo
asumir una postura inequívoca respecto de las experiencias. También aquí vemos aparecer una
suerte de paradoja, por la cual en las mismas páginas en que se escribían las peores diatribas
contra Onofroff, había también espacio para la celebración de sus facultades. Así, el día 16
aparece un extenso artículo con una entrevista a Dupuy de Lome, secretario de la Legación de
España en Buenos Aires.60 Este ilustre sujeto había participado activamente en la función del
31 de marzo en el Odeón, y Onofroff había sido capaz de ejecutar con impecable precisión
todas las órdenes mentales que aquel le dio en esa oportunidad: “He podido darme cuenta [...]
que Onofroff se convierte en un espejo, un espejo admirable del cerebro ajeno”. Dos días más
tarde, el matutino informaba que las funciones en La Zarzuela habían comenzado a sala llena,
y que Onofroff había sido muy aplaudido.61
De todas formas, ese presunto estado de calma llega a su fin el 30 de abril. Ese día se pu-
blica en La Nación una nota sobre la visita a la redacción de quien habrá de convertirse en el se-
guro verdugo de Onofroff. Un estudiante de derecho de 19 años llamado Manuel García, oriundo
del Uruguay, se había presentado diciendo que podía realizar todas las experiencias de Onofroff;

56
LP, 18 de abril.
57
Ibid., 7 de abril.
58
“Los experimentos de Onofroff y el Departamento de Higiene”, ET, 3 de abril.
59
Ibid., 13 de abril. Al respecto véase también La nación, 11 de abril de 1895. El día 14 este diario afirmaba que
Onofroff había obtenido muchos aplausos en su velada benéfica.
60
“El secretario de la legación española y Onofroff. ¿No adivina el pensamiento? Reportaje interesante”, ET, 16 de
abril.
61
ET, 18 de abril.

124 Prismas, Nº 18, 2014


más aun, anunciaba que en realidad cualquier persona podía repetirlas.62 En efecto, durante la
sesión con los periodistas del diario de Mitre, llevó a cabo con total éxito actos de órdenes men-
tales, al estilo de Onofroff. Dos semanas más tarde, el joven visita la redacción de El Tiempo.63
Y en los días que siguen, ese matutino imprime una larga serie de artículos –incluso más de
uno por día, en sus ediciones segunda y tercera– destinados a condenar las experiencias del
ilusionista, sobre todo mediante la revelación de los trucos de los que aquel se servía para
efectuar sus presuntas adivinaciones. En uno de los textos más tempranos de esa campaña de
desprestigio leemos que ese descubrimiento era en verdad una vergonzosa advertencia hacia
los médicos y los intelectuales que se habían dejado fascinar por las supuestas capacidades del
visitante: “¡Perdóneme Onofroff, el onofrofficidio! ¡Perdóneme el respetable público bonae-
rense que me ría a carcajadas por su increíble candidez! ¡Perdónenme las honorables corpora-
ciones médico-científicas europeas y argentinas que me apriete los ijares al verlas en la más
desairada situación que se puede concebir!”.64
En los días subsiguientes, Manuel García se encarga de sembrar el desprestigio de su
oponente. El 27 de mayo se presentó en una fiesta de beneficencia en el Pabellón Argentino y
mostró una vez más que él podía repetir con éxito los milagros de Onofroff. Mientras que al
comienzo García no revelaba dónde residía el secreto, en sus recientes apariciones mostraba
que en verdad el supuesto mago veía, pues las sacudidas y los saltos que aquel daba constan-
temente, debidos presuntamente a su estado nervioso particular, no tenían otro fin que permi-
tirle ver a pesar de la venda. De esa manera veía los movimientos de su guía, quien sin darse
cuenta le iba indicando a dónde dirigirse.65
El 29 de mayo aparece una carta de Onofroff dirigida al director de La Prensa, en la cual
el ilusionista se defendía de los ataques recibidos, y ofrecía dar un show en la redacción del
diario, ante periodistas y científicos, que podrían comprobar que no había engaño en juego.66 El
director del diario le recomendaba más bien que realizara su demostración en alguna institución
de médicos, pues serían ellos los mejores capacitados para juzgar.67 Siguiendo ese consejo, el
día 3 de junio Onofroff se presentó espontáneamente ante Ramos Mejía en el Departamento de
Higiene, solicitándole que designara una comisión de médicos para que evalúen sus experimen-
tos, que realizaría allí mismo. Esa fue, a todas luces, la última aparición del ilusionista. Para
lamento suyo, la jornada resultó un relativo fracaso. Los médicos allí presentes se encargaron
de poner a Onofroff una ajustada venda, colocando antes unos tapones de algodón sobre los

62
“Onofroff superado. Una sesión curiosa. Cosas admirables, traviesas e inteligentes”, LN, 30 de abril.
63
“La última palabra sobre onofroffismo”, ET, 18 de mayo.
64
“La muerte de Onofroff. El onofroffismo, la más inicua farsa imaginable. Revelación del sistema. Tremenda auda-
cia e incalificable hecho. ¡Que nos devuelvan la plata!”, ibid., 24 de mayo, segunda edición. Ese mismo día, en la
tercera edición, aparece otra pequeña nota titulada “La muerte de Onofroff. A los que porfían aún”. Véase también
“La muerte de Onofroff. Absoluta confirmación de las revelaciones de ET. Onofroff descubierto emprende la reti-
rada”, ibid., 27 de mayo.
65
LN, 27 de mayo. Véase también “Cosas del día. El caso extraño del sr. Onofroff. Reportaje a Manuel García. En
donde todo queda explicado”, ibid., 1 de junio de1895. Este último reportaje es comentado ese mismo día en ET, que
para ese entonces batalla por que se reconozca que ese diario fue en verdad el primero en denunciar los engaños de
Onofroff; “Entierro de Onofroff. R.I.P. Confirmación categórica de lo dicho por El Tiempo. Una palabra oportuna”,
ET, 1 de junio.
66
Onofroff, “Carta de Onofroff. Una demostración práctica”, LP, 29 de mayo.
67
Desde ET saludaron esa respuesta del director del periódico contrincante, con un breve artículo: “Últimos momen-
tos de Onofroff. Esfuerzo supremo por una resurección imposible. ¡Basta ya de comedias y con la música a otra
parte!”, ET, 29 de mayo.

Prismas, Nº 18, 2014 125


párpados. A resultas de ello, el adivinador no pudo cumplir las primeras tres órdenes mentales
que se le dieron. En el cuarto intento pudo realizar a medias lo solicitado, y recién en los últimos
dos actos logró su cometido. Tanto La Prensa como La Nación afirmaron que, dados esos resul-
tados, la sesión no había colaborado demasiado ni para la defensa de Onofroff ni para su con-
dena.68 Por el contrario, según El Tiempo, el resultado había sido “un completo fiasco”, y lo que
debía hacer “el milagrero es marcharse cuanto antes y no fastidiarnos más con sus ridiculeces”.69
El ilusionista había prometido presentarse al día siguiente, el 4 de junio, para ser sometido
una vez más a las pruebas. Pero ese día los médicos del Departamento de Higiene lo esperaron
en vano. Onofroff no cumplió con su palabra, y esa descortesía significó el final de su credibi-
lidad, al menos para la mayoría de los médicos y periodistas. El Tiempo habló de esa ausencia
en un encendido artículo que desde su título aludía a un “Onofroff pulverizado”.70 Quien sí se
hizo presente fue Manuel García; luego de ser vendado tal y como el adivinador lo había sido
el día anterior, pudo cumplir con éxito todas las órdenes mentales. Según explicó en una carta
que hizo publicar el 5 de junio en La Nación, simulando movimientos convulsivos y golpeán-
dose la cabeza, había logrado aflojar las vendas y así ver a su guía –ese truco, proseguía García,
era el que le había permitido a su contrincante tener éxito en dos de las seis pruebas del día 3–.71

VI. A modo de cierre: Domingo Cabred y su defensa de Onofroff

Los acontecimientos narrados en el apartado anterior acabaron, a los ojos de un sector impor-
tante del público porteño, con la credibilidad de Onofroff. Diarios como La Nación se permi-
tieron publicar, por esos mismos días, contadas cartas de lectores que se proclamaban defenso-
res de la buena fe del adivinador.72 De todas formas, en las primeras semanas de junio aparecen
las últimas notas referidas al visitante. Cabe mencionar las dos más relevantes. La primera de
ellas se imprimió en El Tiempo el día 13. Se trataba de un extenso artículo, que ocupaba las
primeras dos páginas del matutino, escrito por Florencio Madero bajo la forma de una carta a
Ramos Mejía.73 En él se resumía, en un tono muy crítico, toda la compleja historia de Onofroff
en Buenos Aires.
La segunda nota merece un comentario más detenido. Se trata de la compilación de las
entrevistas realizadas a seis importantes médicos que habían tenido oportunidad de observar
las pruebas de Onofroff: Ramos Mejía, Ireneo Fulco, Fernando Álvarez, Silverio Domínguez,
Domingo Cabred y Vicente López Cabanillas.74 Los tres primeros comparten una postura simi-
lar, al recalcar que a fin de cuentas en las experiencias de Onofroff se trataba meramente de

68
“Onofroff en el Departamento de Higiene”, LP, 4 de junio; “Onofroff en el Departamento de Higiene. Las expe-
riencias de ayer”, LN, 4 de junio.
69
“La gallina ciega o el cuento de nunca acabar. ¡Basta, por Dios, de comedias!”, ET, 4 de junio.
70
“Epílogo de la comedia ‘La gallina ciega’. La sesión de ayer en el Departamento de Higiene. Onofroff pulveri-
zado”, ET, 5 de junio.
71
Manuel García, “Onofroff. Los momentos de prueba. Carta del señor Manuel García”, LN, 5 de junio.
72
“Onofroff. Creyentes y detractores. Carta de un creyente”, ibid., 28 de mayo; “Onofroff. Opiniones de un cre-
yente”, ibid., 2 de junio.
73
Florencio Madero, “Madero versus Onofroff”, ET, 13 de junio.
74
“El Tema del día. Fenómenos reales o fenómenos teatrales. Onofroff y García. Reportaje monstruo-medical. Lo
que piensan los médicos”, LN, 7 de junio.

126 Prismas, Nº 18, 2014


recursos teatrales. Haciendo eco de los señalamientos y las denuncias que Manuel García ha-
bía realizado en los días previos, estos profesionales señalan que no estaba en juego la trans-
misión de pensamiento o de órdenes mentales, sino que desde el comienzo el ilusionista no
había hecho más que ejecutar con extrema pericia algunos trucos de salón.
Ahora bien, una vez más se puede establecer una línea de partición entre las opiniones de
los profesionales, y esa demarcación refleja hasta qué punto los fenómenos encarnados o di-
fundidos por Onofroff tocaban un punto sensible del discurso galénico, acerca del cual la
academia era incapaz de enarbolar una posición unívoca. En efecto, los últimos tres médicos
entrevistados, incluso al margen de la buena o mala opinión que tuvieran sobre el prestidigita-
dor, de una forma u otra confesaron su creencia en fuerzas o poderes presuntamente sobrena-
turales, difícilmente reductibles a la observación inmediata. Así, Silverio Domínguez se mues-
tra convencido de la existencia de la “transmisión del pensamiento”, que define como “un
fenómeno natural que exige el cumplimiento doble de vibraciones que yo llamaría simpáti-
cas”. Algo similar ocurre en el caso de López Cabanillas, quien advierte que de todas formas
la ciencia aún no ha podido establecer cómo se produce esa comunicación a distancia.
En ese mismo grupo cabe colocar a Domingo Cabred, célebre alienista que por ese enton-
ces dirigía el Hospicio de la Merced. A decir verdad, no fue esa entrevista la primera ocasión
en que el nombre de este médico apareció en el affaire Onofroff. A fines de marzo, cuando se
suscitaban los primeros debates de los médicos acerca de los poderes del hipnotizador, Cabred
había invitado a Onofroff al manicomio para que este hiciera allí sus experiencias, ante la pre-
sencia de “una comisión de veinte y cinco médicos de nombre” que se encargarían de constatar
la veracidad de sus facultades.75 Onofroff había aceptado la invitación, y los diarios informaron
que haría “algunos experimentos de importancia con algunos de los enfermos, que por la ín-
dole de su dolencia, se presten a ser hipnotizados sin peligro”.76 En una columna de una se-
mana más tarde, se comunicaba que Onofroff había desarrollado con éxito algunos experimen-
tos en el Hospicio, lo cual había impulsado a Cabred a organizar una ulterior sesión de carácter
científico a la cual asistirían médicos y periodistas.77 No sabemos si esa última reunión se llevó
a cabo, pero lo que sí es cierto es que ya desde entonces Cabred pertenecía a ese sector (quizá
minoritario) del gremio médico que miraba con interés las actuaciones de Onofroff, y que se
comportaba bajo el supuesto de que en esas demostraciones había cosas que aprender, y no
tanto que condenar.78
Pues bien, en la entrevista aparecida el 7 de junio, la voz de Cabred vuelve a cobrar pro-
tagonismo. En primer lugar, para exculpar a Onofroff. El alienista había sido uno de los médi-
cos presentes el día 3 de junio en el Departamento de Higiene. Según Cabred, no había que
prestar excesiva importancia al hecho de que en esa jornada el ilusionista hubiera fallado en
varias ocasiones. El médico consideraba que había que atender a los argumentos que él había
escuchado de boca de Onofroff: el lugar físico era estrecho, había demasiada gente presente,

75
“Onofroff en el manicomio”, LN, 23 de marzo.
76
Ibid.
77
Ibid., 1 de abril. Véase también LP, 26 de marzo.
78
Tal y como había pregonado anticipadamente Osvaldo Saavedra –bajo el seudónimo de “Barón de Arriba”– el 22
de marzo: “Onofroff”, LN, 22 de marzo. En esas columnas, ese autor retomaba en nuestro medio la consigna defen-
dida con firmeza por Delboeuf en los países de habla francesa: la ciencia, antes que prohibir estas experiencias, debía
estudiarlas de cerca. En palabras del periodista: “La ciencia para enseñar empieza por aprender, aprender de la natu-
raleza. Onofroff es un hermoso pedazo de naturaleza para investigar verdades no esclarecidas”.

Prismas, Nº 18, 2014 127


etc. A los ojos de Cabred, Onofroff era “un hombre sensible a las impulsaciones que se le co-
muniquen, aunque bien pueda adornarlas de la teatralidad que se quiera”. Más aun, respondía
con un enfático no a la pregunta de si, por haber fallado el visitante en una ocasión, había que
negar entonces que aquel poseyera “la sensibilidad suficiente para recibir las impulsiones aje-
nas”. Ahora bien, todos esos comentarios sobre Onofroff no vienen sino a complementar el
segundo elemento de la respuesta de Cabred. Ante una pregunta del periodista, el director del
asilo deja en claro que él cree fervientemente que “el pensamiento se transmite a la distancia”,
tal y como es posible comprobar cotidianamente, por ejemplo, cuando uno, tras mirar con in-
sistencia a una persona en un teatro, consigue que esa persona se dé vuelta. La actividad cere-
bral, responsable del pensamiento, no solamente se manifiesta por fenómenos como el au-
mento del calor o pequeños temblores, sino también por vibraciones que se comunican.
Algunos sujetos con hiperestesia sensorial son capaces de “sentir” tales emanaciones.
El punto de vista de Cabred –exculpación de Onofroff incluida– será retomado y ampliado
poco después en el único artículo aparecido en una publicación médica local sobre el asunto
Onofroff. Se trata del texto escrito por José Picado, con fecha 15 de junio.79 Según el autor, en
el asunto de la transmisión del pensamiento no hay ninguna farsa ni superchería. Al decir de
Picado, hechos de ese tenor están suficientemente comprobados por la ciencia, y aún es nece-
sario hallar la explicación más adecuada sobre ellos. Es el caso de la acción a distancia de los
medicamentos. Más afinidad con las experiencias de Onofroff tiene otro ejemplo, que había
sido reseñado hacía poco por un diario de Buenos Aires, y que Picado cita en apoyo a su argu-
mentación. Se trataba de un niño de 7 años que era capaz de resolver complejos problemas
matemáticos, pero que tenía esa facultad solamente en presencia de su madre; si se colocaba a
esta última detrás de un biombo, el experimento fallaba, lo cual mostraba que la transmisión
del pensamiento se hacía por emanación de vibraciones.80

En el cierre de su trabajo, Picado coloca un enunciado que sirve a su modo para poner punto
final a este recorrido: “Más tarde quizá llegue una explicación científica y razonada de hechos
que por hoy parecen sobrenaturales y que sólo el espiritista convencido se da cuenta”.81 La pre-
sencia de Onofroff en suelo argentino puso de relieve rasgos y tensiones del escenario cultural
y científico que podrían ser pasados por alto para miradas demasiado abarcativas o simplifica-
doras. A lo largo de este artículo, hemos intentado iluminar las distintas reacciones generadas
por la visita de un ilusionista que inquietó a actores sociales ubicados en distintas zonas del ta-
blado cultural de fines de siglo. Sus demostraciones se ganaron el inmediato aplauso de un pú-
blico anónimo que tenía mucha curiosidad por observar los alcances de fuerzas ocultas, y que
siempre se sentiría atraído por las últimas novedades de lo inexplicado. De todas maneras, las
fuentes consultadas en nuestra investigación nos dicen mucho más sobre otro tipo de público,
aquel que tenía acceso a las redacciones de los diarios o a los foros científicos. Ese público no
se mostró insensible a la oferta de Onofroff. Los salones más reputados, las redacciones de los

79
José Picado, “Hipnotismo y fascinación. Transmisión de la voluntad (A propósito de polémicas recientes)”, Anales
del Círculo Médico Argentino, nº 18, 1895, pp. 306-313.
80
“La lectura del pensamiento”, LP, 15 de mayo. En el párrafo introductorio de esa extensa nota se advertía que
científicos franceses se habían ocupado del “extraño fenómeno de comunicación cerebral de que hemos visto un
ejemplo palpable en los ejercicios de sugestión dados por Onofroff”.
81
José Picado, “Hipnotismo...”, op. cit., p. 313.

128 Prismas, Nº 18, 2014


periódicos, los centros científicos invitaron a ese ilustre visitante. También estos observadores
experimentaron una invencible atracción por los actos que ponían en juego capacidades que
iban más allá de la comprensión habitual. En todos esos vértices del cuadrante cultural porteño,
los indicios de lo sobrenatural despertaron reacciones que hemos intentado reseñar. Así, hemos
podido verificar que la presencia de Onofroff volvió a llevar a las páginas de los matutinos la
discusión sobre fenómenos “extraños” que por ese entonces no retenían la atención más que de
los espiritistas. Lo que es más importante aun, la visita del ilusionista produjo un claro impacto
en el terreno de los problemas médicos. Por una parte, dio a los fenómenos del hipnotismo una
visibilidad que nunca antes habían alcanzado. En tal sentido, se podría aventurar que los shows
de Onofroff cumplieron en Buenos Aires la misma función que las míticas demostraciones de
Charcot en París.82 Por otra parte, en un momento en que, tanto en las revistas como en las tesis
del gremio médico porteño, esos asuntos no eran casi desarrollados, la presencia del hipnotizador
forzó a los galenos a hacer uso de nuevos lenguajes y conceptos, ligados a los fenómenos del
automatismo y el funcionamiento inconsciente.
En síntesis, el estudio del affaire Onofroff nos ha permitido resaltar hasta qué punto tanto
en un imaginario más o menos popular, como en los hábitos de pensamiento de algunos secto-
res de la medicina oficial, había espacio para discutir la existencia de fenómenos extraños, e
incluso “sobrenaturales”, para cuya descripción era menester apelar a la operatoria de partícu-
las, fuerzas y vibraciones que por el momento escapaban a las lentes de la ciencia. Se puede
agregar asimismo que lo sucedido con Onofroff en Buenos Aires convalida investigaciones
recientes que señalan de qué manera los “charlatanes”, o ciertos personajes que habitan los
bordes de las prácticas aceptadas por las academias, son protagonistas esenciales en los proce-
sos de difusión y recepción de conocimientos y técnicas.83 o

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Madero, Florencio, “Madero versus Onofroff”, El Tiempo, 13 de junio de 1895.

82
“Todas las preocupaciones han estado y están fijadas sobre el maravilloso fascinador, que sin quererlo ni saberlo
ha llevado a cabo entre nosotros una sonada revolución, poniendo al alcance de medio mundo los experimentos de
hipnotismo y sugestión”, LN, 18 de marzo.
83
Irina Podgorny, Charlatanes. Crónicas de remedios incurables, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2012.

Prismas, Nº 18, 2014 129


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130 Prismas, Nº 18, 2014


Resumen / Abstract

Onofroff en Buenos Aires (1895). Apogeo Onofroff in Buenos Aires (1895). Rise and fall
y caída de un ilusionista of an illusionist

El objetivo de este trabajo es reconstruir la visita The purpose of this paper is to reconstruct the visit
realizada por el ilusionista Onofroff a Buenos Aires to Buenos Aires made by the illusionist Onofroff
entre marzo y junio de 1895. Durante esos meses, from March to June 1895. During those months, in
en los principales diarios de la ciudad aparecieron the most important newspapers of the city appeared
numerosos artículos y notas que reflejan claramente numerous articles and notes that clearly reflect the
el impacto ejercido por el visitante en distintos impact made by the visitor on different members of
actores de la escena cultural y científica. Los shows the cultural and scientific scene. The shows made by
brindados por Onofroff en dos teatros de la ciudad Onofroff in two theaters of the city not only attracted
no solamente despertaron el interés de un público the interest of an anonymus and curious public, but
anónimo y curioso, sino que desencadenaron also triggered different reactions from the scientific
distintas reacciones por parte de la comunidad community and the intellectual elite. The analysis
científica y de la elite intelectual. El análisis de of these reactions provides elements that allow us to
esas reacciones aporta elementos que permiten have a better understanding of different dimensions
comprender de un modo más acabado distintas of the cultural history of the late nineteenth century.
dimensiones de la historia cultural de fines del On that sense, throuhout this article we will show
siglo xix. En tal sentido, a lo largo de este artículo how the discussions concerning the illusionist’s
habremos de mostrar de qué manera las discusiones powers gave rise both to a recovery of some
referidas a los poderes del ilusionista dieron pie tanto debates relation to the field of the supernatural,
a una recuperación de debates referidos al campo de and to a renewal of the medical language about
lo sobrenatural, como a una renovación del lenguaje phenomena like hypnotism. Thus, and in continuity
médico sobre fenómenos como el hipnotismo. De with other recent researches, we will highlight how
tal forma, y en continuidad con otras investigaciones the “supernatural” facts could be accepted in the
recientes, pondremos de relieve el modo en que los academics’ dialogues.
hechos “sobrenaturales” podían ser alojados en
los diálogos de los académicos. Keywords: Onofroff - Hypnosis - Supernatural -
Theater
Palabras clave: Onofroff - Hipnosis - Sobrenatural
- Teatro

Prismas, Nº 18, 2014 131


Francisco Barroetaveña:
un caso de liberalismo ortodoxo

Nahuel Ojeda Silva, Ezequiel Gallo

Universidad Torcuato Di Tella / Universidad de San Andrés / Universidad Torcuato Di Tella

La misión de la sociedad política consiste en garantir a cada individuo el más amplio desarro-
llo de sus derechos, y en favorecer el desenvolvimiento de las mismas facultades siempre que
la necesidad del medio en que viva el hombre, exija un auxilio del Estado. Pero su principal
deber lo llevará siempre a dejar libertado al individuo de las ligaduras que antiguamente lo
mantenían en perpetuo tutelaje.1

La juventud presente no sabe quién es Barroetaveña…


—Un Abogado, ¡Ah, sí!
—No se ocupe de mí –exclama jovialmente–. Soy un fósil
—¿Fósil? Es usted una lección de civismo, mi querido doctor.2

No cabe duda de que una de las instituciones relevantes en la Argentina de fin de siglo xix fue
la Unión Cívica Radical y tampoco de que dentro de ese grupo político la figura sobresaliente
fue la de su fundador, Leandro N. Alem. Se ha dicho en relación cona la agrupación y con su
figura dominante que ambas estaban imbuidas de los principios atribuidos al liberalismo clá-
sico. Una de las formas de acercarse a la elucidación del tema es estudiar las ideas de los acto-
res más cercanos al líder radical. En este sentido, la figura que aparece con las vinculaciones
más fuertes es la de quien fue para su época final su correligionario más cercano e influyente.
Nos referimos aquí a Francisco Barroetaveña,3 que ya apareció en un papel destacado en los
años de la fundación de la Unión Cívica (fue el único presidente de la Unión Cívica de la Ju-
ventud en su breve lapso de existencia) y luego fue la mano derecha de Alem dentro del na-
ciente partido radical.
A la muerte del viejo líder en el año 1896, Barroetaveña encabezó distintos movimientos
que procuraron mantener las enseñanzas de Alem. En efecto, se debe a su pluma lo que muchos

1
Francisco Barroetaveña, El matrimonio civil, Buenos Aires, Imprenta de M. Biedma, 1884, pp. 7-8.
2
Juan José de Soiza Reilly, “Viaje alrededor de los criollos ilustres. El doctor Francisco de Barroetaveña, uno de los
fundadores del hoy partido radical”, en Caras y Caretas, Buenos Aires, 17 de mayo de 1930, p. 5
3
Nacido en Gualeguay, Entre Ríos, el 20 de julio de 1856. Falleció en Buenos Aires el 27 de noviembre de 1932.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 133-152


consideraron el manifiesto fundador de la nueva agrupación, su conocido “¡Tu Quoque juven-
tud! En tropel del éxito”, de agosto de 1889. En este artículo aparecido en el diario La Nación
Barroetaveña sentó su opinión sobre la administración de Juárez Celman, la cual no consistió
en una crítica personal sino más bien en una referencia a lo que consideró como el accionar
corrupto de los grupos cercanos al presidente que estaban provocando consecuencias graves
para el estado político y económico del país. Su objeción concluía que el gobierno nacional
había desembocado en un desgobierno que promovía la arbitrariedad y el abuso. Si dicha situa-
ción no se corregía terminaría afectando la elección del futuro candidato presidencial. En este
sentido, era un escrito en el que se convocaba a las jóvenes generaciones a no dejarse arrastrar
por las prácticas del oficialismo. El efecto que produjo, como indicó Paula Alonso, fue unir a
la juventud opositora en la Unión Cívica de la Juventud, cuya primera actividad fue la realiza-
ción del acto en el Jardín Florida en septiembre de 1889.4 En realidad, no fue este el primero ni
el más interesante de sus escritos, ni mucho menos sería el último ya que fueron reiteradas las
apelaciones a la fuerte raigambre liberal de su pensamiento político que aparecen en sus escri-
tos posteriores. A algunos de estos estarán dedicadas las principales reflexiones de este artículo.
El ensayo, sin embargo, no se centrará especialmente en sus ideas económicas sino en el plano
político-institucional.5 Al considerar la intensidad, la claridad y la diversidad de sus argumen-
tos en este terreno se advierte que se está en presencia de uno de los casos más tajantes del
pensamiento liberal clásico en la Argentina de fines del siglo xix y principios del xx.6
Este doctor en jurisprudencia de origen entrerriano fue electo diputado nacional en 1894
por la ucr y reelecto en 1900.7 Durante sus dos períodos en el Congreso Nacional se advierte
de manera notoria su amplia labor legislativa a partir de los diversos proyectos de ley que ela-
boró, así como por su participación constante en los debates más importantes de su época. Sin
duda, Barroetaveña fue durante la década de 1890 y en los primeros años de 1900 el radical
que más sobresalió en la tribuna parlamentaria. Esta faceta se complementó con su frecuente
presencia en la prensa, de la hay que destacar su participación en El Argentino y posterior-
mente en El Tiempo, desde los cuales defendió el accionar de la Unión Cívica Radical. En estas
actividades, sumada a su intensa participación en los congresos de librepensamiento, fue donde
Barroetaveña desplegó sus contundentes ideas liberales.8

4
Véase Paula Alonso, Entre la revolución y las urnas. Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la política argen-
tina en los años ‘90, Buenos Aires, Sudamericana-San Andrés, 1994, p. 79.
5
Lo cual no quiere decir que el autor no haya hecho contribuciones importantes y variadas dentro del terreno económico.
Por ejemplo, para un examen más específico de su crítica al proteccionismo véase ibid., pp. 236-240. Simplemente por
razones de espacio no las hemos incluido en el cuerpo del artículo. Formarán parte de la conclusión del ensayo.
6
La definición de liberalismo clásico que se emplea en este artículo fue presentada por uno de los autores en ante-
riores trabajos. Principalmente se sostiene que “Para un liberal clásico es bueno todo lo que posibilita una mayor
extensión del ámbito de la interacción espontánea de los individuos. Es malo todo lo que interfiere con su libre de-
sarrollo”, véase Ezequiel Gallo, Vida, libertad, propiedad. Reflexiones sobre el liberalismo clásico y la historia,
Caseros, pcia. de Buenos Aires, Eduntref, 2008, p. 19.
7
En 1900 obtuvo su banca, en representación del radicalismo, dentro de una lista mixta originada a partir del acuerdo con
el Partido Autonomista bonaerense. Véase “El radicalismo de la Provincia”, El Tiempo, Buenos Aires, 5 de enero de 1900.
8
A lo largo de su carrera pública, Barroetaveña participó asiduamente de asambleas de fuerte contenido liberal. Va-
rios de sus escritos son resultado de estas intervenciones, por ejemplo, El clericalismo y el divorcio, de 1912, fue una
conferencia dictada en el salón Operaio Italiani. En el caso específico de los congresos de librepensamiento se puede
señalar la participación de destacados políticos de su época, como lo fueron Del Valle Iberlucea, Holmberg, Balestra,
Dickman, Gouchon, entre otros. En la composición de esta asamblea se advierte “la cooperación entre liberales y

134 Prismas, Nº 18, 2014


Las próximas páginas del ensayo estarán destinadas a presentar las reflexiones realizadas
por Francisco Barroetaveña a lo largo de su carrera, es decir, durante su período parlamentario,
como se advertirá en sus discursos sobre la ley de residencia, de pena muerte, de idioma y de
aduana; también a través de sus publicaciones, desde su tesis doctoral hasta sus trabajos sobre
divorcio, educación, naturalización de extranjeros, pacifismo, etc.9 Se ha dividido el artículo en
tres secciones. En primer término, se hará lugar a su importante actividad en la Unión Cívica
Radical, su estrecha relación con Leandro Alem y Bernardo de Irigoyen y su distanciamiento
de Hipólito Yrigoyen. En segundo término, se indicará el rechazo de nuestro autor respecto de
la intervención de la Iglesia Católica en instituciones como el matrimonio, la escuela, entre
otras. Además, se incluye su reflexión sobre el rol de la mujer en la sociedad que en Barroeta-
veña se concibió como un argumento anexo a su postura favorable al divorcio. En la tercera
parte, se expondrán sus ideas sobre aquellos fenómenos que fueron consecuencia del boom
inmigratorio de la segunda mitad del siglo xix, como la cuestión obrera y el nacionalismo.

1. “El partido radical no debe ser súbdito de ningún caudillo.”10


La trayectoria de Barroetaveña en la Unión Cívica Radical

Antes de iniciar las reflexiones sobre el pensamiento liberal de Barroetaveña consideramos


importante hacer mención de su larga militancia en el radicalismo. En realidad, para ser más
precisos, si se indaga en su carrera en el partido también se advierte el fecundo carácter liberal
que profesó nuestro autor. Trayectoria que tuvo aristas muy especiales marcadas por la singular
naturaleza de la relación que lo unió a Leandro Alem desde los orígenes mismos de la agrupa-
ción.11 Este vínculo quedó claramente expresado en la nota con la cual el caudillo radical se
despidió de Barroetaveña en el momento de su muerte. Carta que por sus características nos es
útil reproducir plenamente:

socialistas que contrarrestaran la influencia clerical”. Véase Eduardo Zimmermann, Los liberales reformistas. La
cuestión social en la Argentina 1890-1916, Buenos Aires, Sudamericana-San Andrés, 1994, p. 59.
9
En 1912, cuando creyó conveniente dividir el sistema de partidos en la Argentina en dos bandos claramente defini-
dos, por un lado el partido Conservador y por el otro la agrupación con la cual se veía identificado, el Progresismo,
Barroetaveña definió de la siguiente manera su ideario político: “Entre los progresistas irían todos los liberales, los
avanzados, los reformistas hacia delante, los partidarios de la naturalización de extranjeros por sólo ministerio de la
ley, los librecambistas, los sostenedores de la autonomía comunal bajo un alto control de Estado como Inglaterra, los
partidarios de la supremacía del estado laico sobre las iglesias, los defensores del divorcio, y del programa mínimo
socialista, los sostenedores de las autonomías provinciales, sin menoscabar las atribuciones concurrentes de la Na-
ción […] los abolicionistas de la pena de muerte y de las penas excesivas; todos los que auspiciaran cualquier re-
forma, idea o doctrina novedosa y conveniente al país”, véase Francisco Barroetaveña, Política contemporánea.
Sáenz ante el País. Malestar Sud-Americano. Imperfección de sus instituciones, Buenos Aires, Compañía Sud-
Americana de Billetes de Banco, 1912, p. 47.
10
La frase continuaba de la siguiente manera: “Su deber es ‘consumar la gran obra’, como lo mandaba Alem en su
última clarinada, casi de ultratumba”, véase Francisco Barroetaveña, El gobierno del Dr. Alvear: post nubila phoebus,
Buenos Aires, Otero, 1923, p. 121.
11
La importancia de este vínculo fue señalada por Martín Torino en una entrevista del año de 1939: “El doctor Torino es
uno de aquellos seis caballeros cruzados que fueron los amigos íntimos del doctor Alem. Es uno de los Seis Predilectos
que lo acompañaron, fielmente, en las peripecias de su vida cívica; los seis que nunca lo negaron ni cuando el gallo bí-
blico les cantó tres veces: –Oscar Liliedal, Adolfo Saldías, Francisco Barroetaveña, Joaquín Castellanos, Enrique de
Madrid, Martín M. Torino”. Véase “¿Por qué Irigoyen odiaba al doctor Alem? Leandro Alem e Hipólito Irigoyen juzga-
dos por el eminente ciudadano doctor Martín Torino”, en Caras y Caretas, Buenos Aires, 17 de junio de 1939, p. 3.

Prismas, Nº 18, 2014 135


Doctor Francisco Barroetaveña:
Adiós, mi estimado amigo.
Créame que me voy muy agradecido a todas sus finas atenciones. Las causas de mi resolución
las encontrará usted en un pequeño pliego que dejo para que se publique. El coronel Yrigoyen
se la entregará.
¿Qué quiere mi amigo?
Después de haber luchado tanto, siempre con buenos propósitos y buenas tendencias, después
de una vida tan laboriosa y agitada, sin manchas y sin sombras, es demasiado duro, a mi edad
y en la posición adquirida con tantos esfuerzos y sacrificios, tener que inclinar la frente en la
batalla; vivir inútil y deprimido.
Para todo he tenido fuerzas, menos para esto. Sí, es mejor que se rompa y no se doble.
Yo no sé cómo se juzgará mi resolución, pero solamente Dios y yo sabemos la lucha amarga
y desesperada que, en todo sentido, vengo sosteniendo en estos últimos tiempos. Y ya le he
dicho, para todo he tenido fuerza, menos para vivir inútil y deprimido. Todo me ha fracasado,
y ya mis fuerzas están agotadas.
El último pedido.
Hable con los doctores Irigoyen, Liliedal, Saldías, De Madrid, Torino, Domingo Demaría…
Es la única recompensa que pido por todos mis esfuerzos y sacrificios, no solamente a causas
políticas, sino también a mi país en el concepto general.
¿Le parece a usted que será feo esto? ¿Qué pensarán los otros amigos? Yo lo he pensado mu-
cho, y después de mucho meditarlo, con la mano sobre mi conciencia, como generalmente se
dice, he concluido por creer que no era feo ni deprimente, y que yo al separarme para siempre,
tenía el sagrado deber de formular este pedido basado en aquellos antecedentes.
Adiós, pues, otra vez; que sea feliz.12

La clara reflexión de Alem, sus motivos para llevar adelante su dramática resolución se contra-
pusieron de alguna manera al impacto que su muerte causó en el propio Barroetaveña, que
recibió la noticia con un dejo de sorpresa y desencanto:

¡Alem inútil y estéril! ¿Cómo pudo decir semejantes palabras él, cuya sola presencia, adornada
de nobles virtudes, era el ejemplo más útil y fecundo para enseñanza del pueblo; el que aun
encerrado en sus cóleras y fulminaciones en su mísera tienda, habría sido el juez más soberbio
y el maestro más elocuente de su nación […] ¿Por qué se mató Alem? Yo no encuentro una
excusa razonable, si es que se puede excusar con esta palabra, la siniestra resolución en los más
insoportables momentos de la vida.13

Es importante señalar que Barroetaveña fue un tenaz seguidor de las posiciones de Leandro
Alem. En este sentido, se advierte una estrecha cercanía a buena parte del pensamiento liberal
expuesto por el líder radical, lo que se advierte en temas como el anticlericalismo, el federa-
lismo, la tradición, etc. En términos similares se encontraba su propia posición dentro del
partido, donde encabezó junto a Bernardo de Irigoyen, Oscar Liliedal, Joaquín Castellanos,

12
Leandro Alem. Mensaje y destino, Buenos Aires, Raigal, 1956, vol. i, pp. 268-269.
13
“Discurso del Dr. Barroetaveña”, El Tiempo, Buenos Aires, 9 de julio de 1896.

136 Prismas, Nº 18, 2014


Adolfo Saldías, entre otros, la línea más próxima a lo trazado por Alem, conocida bajo el nom-
bre de Unión Cívica Radical coalicionista en el período de “Las Paralelas”.
Otro político que mereció la cálida admiración y simpatía de Barroetaveña fue el doctor
Bernardo de Irigoyen, quien hacia mediados de los noventa se convirtió en un importante diri-
gente radical, partido que en 1898 lo llevó a la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires.14
En el cumplimiento de este cargo Irigoyen fue duramente criticado por sus rivales políticos,
ocasión en la que fue tajantemente defendido por Barroetaveña. Al respecto fueron muy claras
las palabras con las cuales este respaldó la gestión de don Bernardo:

Entonces se decía por los diarios adversos en la Capital Federal, que la administración Irigoyen
era un gran fracaso, debiendo felicitarse el país por no haberle confiado la presidencia. En las
columnas del “Tiempo”, nos cupo el honor de refutar tamaña injusticia y mistificación, en la
época en que se la propagaba como un evangelio para liquidar una personalidad. La República
no comulgaba, naturalmente, con esa pérfida excomunión; y el buen nombre del Dr. Irigoyen,
como su fama de estadista, no se afectaron en lo mínimo con ese manoseo de círculos y gace-
tilleros despechados.15

Esta cercanía tanto a Alem como a Irigoyen se percibe en la tradición ideológica sobre el pasado
argentino que estos líderes expusieron en varios de sus escritos. Como sintetizó Paula Alonso,
en su primera década de existencia el radicalismo concibió la Constitución de 1853 como el
origen del sistema federal y de las limitaciones de los tres poderes de gobierno, en clara diferen-
cia con el análisis histórico de los líderes del Partido Autonomista nacional.16 A pesar de ciertas
alusiones en la época previa, la sanción de la Constitución Nacional debe considerarse como la
fecha inicial de la influencia del liberalismo clásico en el país. Del mismo modo indicó Barroe-
taveña este momento como el punto de partida de las nociones liberales en la Argentina:

incorporó a la ley fundamental de la República las declaraciones más liberales y progresis-


tas que conocía el derecho político de la época, consagrando la libertad religiosa, industrial,
económica y eleccionaria, bajo la forma federativa, que deslinda científicamente las esferas
del gobierno nacional, de provincia y municipal; que, al descentralizar el poder, coloca en las
manos del pueblo el manejo de sus intereses: el gobierno propio.17

14
Cabe señalar que en esta ocasión el radicalismo obtuvo el triunfo luego de celebrar una alianza con los autonomistas
liderados por Carlos Pellegrini. Para la estrategia política de “Las paralelas” que derivó en la elección de Irigoyen a la
gobernación véase Ezequiel Gallo, Carlos Pellegrini, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1997, pp. 64-65.
15
Francisco Barroetaveña, Don Bernardo de Irigoyen. Perfiles biográficos, Buenos Aires, Imprenta de M. Biedma e
hijo, 1909, pp. 32-33. No es difícil encontrar opiniones elogiosas de Barroetaveña sobre Bernardo de Irigoyen, como:
“El doctor Irigoyen era un prócer civil. Ninguno de sus triunfos cuesta a su país ni a la América una gota de sangre;
los laureles que orlan su frente de vencedor en las contiendas diplomáticas, parlamentarias y políticas, no están em-
pañados por el infortunio, el exterminio ni la desolación, con que se amasan las victorias de los guerreros y de los
caudillos violentos. En su biografía todo resplandece con luz apacible, y cuanto relumbra es oro de buena ley, son
laureles conquistados con las armas de la verdad, de la justicia, del talento, de la honestidad política y de la soberana
elocuencia escrita y hablada”, ibid., p. 28.
16
Paula Alonso, Entre la revolución y las urnas, op. cit., p. 150.
17
Francisco Barroetaveña, “El programa de la emancipación”, en Francisco Barroetaveña, J. Alfredo Ferreira y José
Benjamín Zubiaur, Escuela libre de dogmas, Buenos Aires, Liga Argentina de Cultura Laica, 1972, p. 7.

Prismas, Nº 18, 2014 137


Dentro de las filas radicales Barroetaveña siempre estuvo alejado de aquellas tendencias afines
a Hipólito Yrigoyen, político sobre el cual expresó una escasa simpatía, actitud que se hizo
visible cuando el partido bajo el liderazgo de Yrigoyen fue dejando de lado los principios po-
líticos trazados por Alem, como lo eran la limitación del poder central y la consagración del
federalismo. En relación con aquel, nuestro autor se expresó de manera crítica sobre su lide-
razgo partidario:

manejado en la última década discrecionalmente por don Hipólito Yrigoyen, fue convenciendo
al país que no se aplicaban con honesta fidelidad las promesas ni las garantías del programa
respetable del radicalismo de Alem (me serviré de este nombre simbólico), sino que se obser-
vaban concupiscencias, discordias, ambiciones de mando; ausencia de moralidad para escalar
el poder y para administrar la cosa pública; violencias de expresión y de fuerza, aun contra
propios correligionarios que discrepaban en política.18

Esta posición contraria a la figura de Hipólito Yrigoyen se advierte, una vez más, en su comen-
tario sobre el generoso uso de la intervención federal:

Las doctrinas constitucionales del doctor Alem sobre intervenciones, constituyen una réplica
elocuentísima a los atentados intervencionistas contra las provincias por el presidente Yrigo-
yen; y me parece que hay un deber moral ineludible en armonizar la conducta política de los
radicales del día, en especial de los congresales, con el credo liberal del ilustre suicida, en lugar
de afanarse para la erección de su estatua, merecida, pero que debe levantarse mientras el ci-
vismo varonil del pueblo, que él amó tanto, no barra, con brazo vigoroso, todos los escombros
constitucionales y administrativos producidos por la torpeza e inmoralidades de quienes se
dicen correligionarios, todavía sin el condigno escarmiento.19

La limitación del poder central fue uno de los puntales del pensamiento político de Barroeta-
veña, como se observará en su reflexión sobre la autonomía municipal y en su rechazo a la
aplicación de la ley de residencia en 1902. Esta posición en relación con la práctica interven-
cionista del gobierno radical en el período 1916-1922 fue una de las pruebas más claras del
legado de las ideas de Alem en nuestro autor. Basta indicar el argumento del primer líder radi-
cal sobre este tema para evidenciar la estrecha cercanía de ideas:

Mientras el organismo nacional, mientras las leyes nacionales, mientras la economía del sis-
tema no estén afectados de ninguna manera por las perturbaciones, por los conflictos, por
las violaciones que se cometen en los Estados, solamente en el fuero provincial y respecto
a los poderes provinciales, la Nación no tiene absolutamente nada que ver, porque sus fines
están asegurados y porque no peligran en nada la organización nacional, ni el sistema que nos
hemos dado.20

18
Francisco Barroetaveña, El gobierno del Dr. Alvear, op. cit., pp. 110-111.
19
Ibid., p. 146.
20
Párrafo de Alem de su discurso en la Cámara de Diputados contra la intervención a la Rioja en el año 1895, em-
pleado por Barroetaveña para criticar las intervenciones realizadas por Yrigoyen. Véase Francisco Barroetaveña, El
gobierno del Dr. Alvear, op. cit., pp. 141-142.

138 Prismas, Nº 18, 2014


Esta opinión estaba aún presente en Barroetaveña en tiempos de la presidencia de Marcelo T.
Alvear (1922-1928). Es interesante señalar que en 1921 nuestro autor no votó a favor de la
candidatura de Alvear, sugerida por Hipólito Yrigoyen, pero que después se convirtió en un
claro defensor de sus políticas. El ya citado libro sobre la presidencia Alvear en realidad se
caracterizó por una fuerte crítica al liderazgo ejercido por Yrigoyen como figura central de la
Unión Cívica Radical. De ahí que nuestro autor prontamente se uniera a las filas del Radica-
lismo Antipersonalista. Tal adhesión puede advertirse en el siguiente comentario que realizó
Barroetaveña en referencia a la ucr yrigoyenista: “El partido radical no es propiedad ni clien-
tela política de ningún personaje de sus filas, por más alto que haya sido encumbrado, sino una
fuerza colectiva para practicar la democracia, apoyar gobiernos y parlamentos constituciona-
les, llevar al triunfo sus candidatos, contralorearlos y apoyar toda obra de bienestar general”.21
La distancia que desplegó frente al liderazgo de Yrigoyen cobra visibilidad al apreciar el
progresivo alejamiento de Barroetaveña de la plana central de la Unión Cívica Radical.22 En los
años posteriores a la desaparición de Alem, nuestro autor participó en la dirección de varios
intentos de reorganizar el partido con el objetivo de mantener consolidada a la agrupación,
concurrir a los comicios y aportarle una base sólida al gobierno de Bernardo de Irigoyen.
Como consecuencia de este accionar, Barroetaveña renovó su banca en la Cámara de Diputa-
dos en marzo de 1900. A pesar de este logro personal, a nivel partidario estas tentativas desem-
bocaron en sucesivos fracasos, producto de los constantes obstáculos interpuestos por la ucr
bonaerense dirigida por Hipólito Yrigoyen. Cuando esta fracción se convirtió en el centro del
partido, en vísperas de los sucesos revolucionarios de febrero de 1905, Barroetaveña ya no
formaba parte de la línea dirigencial.23 A partir de esa época, nuestro autor se mantuvo alejado
de los cargos políticos, rehusando puestos ofrecidos por los gobiernos de Figueroa Alcorta y
Roque Sáenz Peña, dedicado al estudio y a la actividad vinícola.24
Más allá del distanciamiento, Barroetaveña mantuvo durante toda su vida la filiación ra-
dical, destacando siempre que la ucr debía seguir una tradición principista antes que ampa-
rarse en cualquier forma de personalismo. Su identificación con el Antipersonalismo le valió
en sus últimos años dos candidaturas. La primera en marzo de 1928, cuando compitió sin éxito
para el cargo de senador nacional por la Capital Federal.25 Finalmente, en noviembre de 1931

21
Ibid., pp. 120-121.
22
Alejamiento que también se advierte en la crítica que realizó nuestro autor sobre la política partidaria orquestada
por Hipólito Yrigoyen, que también apartó a personajes cercanos a Barroetaveña: “Entre esa gente de valimiento ra-
dical, hostilizada por el personalismo de Irigoyen, un grupo de hombres resueltos, avergonzados con los atentados y
desmoralización del gobierno tendieron líneas de combate claras y vigorosas, enarbolando los principios conculcados
del partido: allí estaban hombres de talento, experiencia y largos servicios, como los doctores Joaquín Castellanos,
Miguel Laurencena y Carlos Melo, prestigiosos desde los tiempos de Alem y de don Bernardo”, en ibid., p. 114.
23
Por ejemplo, en el año 1903, en plena reorganización llevada a cabo por el sector yrigoyenista, este grupo desco-
noció la entidad de una junta provisoria de filiación radical que contaba con la participación de Barroetaveña y era
presidida por Justo González. Véase “Partido Radical”, El Tiempo, Buenos Aires, 14 de octubre de 1903.
24
Véase Francisco Barroetaveña, El gobierno del Dr. Alvear, op. cit., p. 12. También en Caras y Caretas se menciona su
actividad como vinicultor. Véase “La fiesta de la vendimia”, en Caras y Caretas, Buenos Aires, 22 de febrero de 1908.
25
Según la crónica publicada en el diario La Nación, en la presentación de su candidatura Barroetaveña “abogó por
la formación de un gran frente único en esta capital para derrotar al personalismo […] la unión de los grandes núcleos
Antipersonalistas de los comités independientes y de los socialistas, traería fatalmente como consecuencia, la derrota
del adversario común de esas tendencias políticas”. Véase “Habló anoche en la sección 16 el candidato a presidente,
Dr. Melo. El doctor Barroetaveña”, en La Nación, 2 de marzo de 1928. Véase “Los cuatro candidatos a senador ha-
blan al electorado por medio de ‘Caras y Caretas’”, en Caras y Caretas, Buenos Aires, 31 de marzo de 1928.

Prismas, Nº 18, 2014 139


Barroetaveña fue elegido candidato a presidente de la Nación por la ucr entrerriana, de ten-
dencia antipersonalista, desligándose de la decisión nacional de este grupo radical de apoyar
las pretensiones de Agustín P. Justo.26 En estas últimas elecciones, a meses de su fallecimiento,
hay que destacar que la fórmula que lideraba nuestro autor, junto a José Nicolás Matienzo,
obtuvo en Entre Ríos el primer lugar por sobre la Alianza Demócrata-Socialista (De la Torre-
Repetto) y el Partido Demócrata Nacional (Justo-Roca).27 Este fue el final de la carrera política
de Barroetaveña. Desde sus comienzos esta trayectoria se caracterizó por los vaivenes y las
tensiones que ofrecían tanto el clima político nacional como las divisiones del radicalismo. A
pesar de estas oscilaciones, lo que no se modificó con el correr de su carrera fue el fuerte con-
tenido liberal en su discurso, a lo cual dedicaremos los próximos apartados.

2.“El ateo es un hombre con los mismos derechos que el monje más creyente.”28
Reflexiones sobre la intervención de la Iglesia en asuntos civiles

Las ideas de Barroetaveña ofrecen una muestra clara, sin fisuras, del pensamiento liberal de su
época. Esta característica se expresó notoriamente en sus opiniones sobre la influencia del
clericalismo en el país y de la participación de la Iglesia católica en determinadas políticas e
instituciones nacionales. Argumentos en los cuales es posible advertir la influencia de ideas
expresadas con anterioridad por Alem, quien postuló limitar la relación del Estado con las
iglesias con el fin de evitar el enriquecimiento de las mismas: “La religión se practica en cual-
quier parte, porque es un sentimiento íntimo del hombre que se mantiene entre él y Dios”.29
Volviendo al propio Barroetaveña, en el mismo sentido elaboró una postura reticente sobre la
intervención estatal en lo religioso, que consideraba un tema excluyente de la esfera privada.
En su opinión, su crítica al clericalismo no debía confundirse con una ofensiva al sentimiento
religioso de los católicos, pues concebía por encima de todo “la libertad de culto garantida
como derecho individual precioso a los habitantes de un país, no es lo mismo que asegurar una
omnipotencia sin límites para gobernarse autonómicamente a una Iglesia determinada”.30
Es en este sentido que se advierte en nuestro autor uno de los puntos centrales del libera-
lismo clásico, que consagraba a la libertad religiosa como uno de los grandes temas de su
ideario.31 Se debía evitar la influencia de una determinada iglesia en los asuntos generales de
la sociedad, y al mismo tiempo garantizar la no intervención estatal en las creencias individua-
les como en las cuestiones internas de las distintas religiones. Por ejemplo, en relación con el

26
La Nación del 5 de noviembre de 1931 destacaba: “Tal estado de ánimo, a la vez que el deseo de rechazar toda
vinculación con las fuerzas conservadoras, llevó más tarde a la convención provincial a retirar su apoyo a la candi-
datura Justo, proclamando la fórmula Barroetaveña-Matienzo”, en “Entre Ríos tendrá una elección que será un
ejemplo”, La Nación, Buenos Aires, 5 de noviembre de 1931.
27
El escrutinio publicado el 29 de noviembre de 1931 en La Nación indicaba: “Entre Ríos: Barroetaveña-Matienzo,
41.248; Justo-Roca, 31.865; De la Torre-Repetto, 16.973”. Véase “La marcha de los escrutinios”, La Nación, Buenos
Aires, 29 de noviembre de 1931.
28
Francisco Barroetaveña, El matrimonio civil, op. cit., p. 19.
29
Leandro Alem. Mensaje y destino, op. cit., vol. i, p. 277.
30
Francisco Barroetaveña, El matrimonio civil, op. cit., p. 16.
31
Lord Acton, por ejemplo, indicaba que “la idea de que la libertad religiosa es el principio generador de la libertad
civil y que ésta es la condición necesaria de la religiosa”, véase Lord Acton, Essays in the liberal interpretation of
history, Chicago, William McNeill, 1976, p. 292.

140 Prismas, Nº 18, 2014


posible castigo por la violación del celibato por parte de la justicia civil a eclesiásticos, co-
mentó: “El Estado no puede prestar auxilio a las religiones, sin salir de su esfera de acción, y
entraría en el camino más errado y funesto, si calificara de crimen la retracción de compromi-
sos morales contraídos en momentos de ofuscación y de paroxismos de la fe. El pecado no es
un delito sino en las naciones barbarizadas por la teocracia”.32
Esta línea anticlerical puede llegar a ser reiterativa en varios de sus artículos. La signifi-
cativa influencia del clericalismo en el país era para Barroetaveña un constante peligro para la
libertad de conciencia y la de culto, ambas establecidas en la Constitución Nacional. Además,
en su defensa de un Estado separado y libre de la intromisión religiosa planteaba que dicha
condición era necesaria para favorecer el desarrollo de las formas de civilización moderna,
imprescindibles en instituciones como la escuela: “El Estado moderno no debe consentir bajo
forma alguna que la instrucción moral, científica e industrial de la escuela, sea envenenada o
neutralizada por dogmas, por absurdos y por supersticiones sobrenaturales, que dan orienta-
ción intelectual falsa al niño; lo confunden o lo conducen al menosprecio de la ciencia y de la
observación, contrarias a la enseñanza ‘sagrada’”.33
Un tema muy cercano se manifestó en sus opiniones sobre la supremacía del matrimonio
civil frente a los arreglos conyugales religiosos. La condición de célibe en todo el clero cató-
lico constituía para nuestro autor una incoherencia moral en relación con la institución matri-
monial. De esta manera, en forma muy temprana, en su tesis doctoral del año 1884, Barroeta-
veña se expresaba en los siguientes términos:

El matrimonio moral y en perfecto acuerdo con todas las indicaciones saludables de los co-
nocimientos humanos, es el ideal de la humanidad, no la virginidad como lo predican algunas
religiones. Si los pueblos cumplieran semejantes lecciones, pronto el género humano estaría
en el camino de la muerte. Si se nos presenta a los célibes como seres superiores y selectos de
la especie, la consecuencia lógica de tal enseñanza, caso de aceptarla, sería convertir a la tierra
en un inmenso cementerio vivo con dos departamentos incomunicables, esperando el fin del
mundo en aquella oscuridad tenebrosa.34

No es de extrañar entonces, opinará, que el matrimonio civil sea una institución crucial para el
desarrollo material y moral del país. Una de las herramientas empleadas frecuentemente por
nuestro autor fue el uso del método comparativo, en este caso sobre los países que habían acep-
tado este tipo de legislación, como Francia, Inglaterra, Italia, Alemania, Suiza y los Estados
Unidos, entre otros.35 Además, su argumento también reposaba en las líneas trazadas por Al-

32
Francisco Barroetaveña, El matrimonio civil, op. cit., p. 63. Nuestro autor puntualizaba la presencia de la Iglesia
católica dentro del gobierno nacional de la siguiente manera: “El clericalismo argentino anda en auge oficial, espe-
cialmente en los ministerios del Interior y de Instrucción Pública; y se siente su actuación en muchas partes”, en
Francisco Barroetaveña, El clericalismo y el divorcio. Emancipación italiana, Buenos Aires, Compañía Sud-Ameri-
cana de Billetes de Banco, 1912, p. 18.
33
Francisco Barroetaveña, “El Clericalismo contra la civilización. ¡Voz de alarma!”, en Escuela libre de dogmas, op.
cit., p. 12.
34
Francisco Barroetaveña, El matrimonio civil, op. cit., p. 67.
35
Método comparativo que también se observa en otros textos y/o discursos de Barroetaveña en temáticas tan varia-
bles como el divorcio, la autonomía municipal, la naturalización de extranjeros y la diversidad de lenguas en torno
al debate del idioma nacional.

Prismas, Nº 18, 2014 141


berdi y Sarmiento con respecto a la imperiosa necesidad de poblar el territorio nacional, de-
jando de lado “el desierto” y el lento crecimiento demográfico.36 Bajo este enfoque Barroeta-
veña consideraba que: “De las doctrinas expuestas, se deduce lógicamente la necesidad de
reformar con prontitud la legislación, estableciendo el matrimonio civil, atrayendo así a todos
los hombres del mundo que quieran habitar nuestro suelo, sin imponerles las leyes de una Igle-
sia opresora”.37 Esta necesidad de modificar la legislación se basaba en su fuerte crítica al Có-
digo Civil elaborado por el doctor Vélez Sarsfield. Nuestro autor señaló que en la legislación
del momento se otorgaba demasiada injerencia a la Iglesia católica, condición que afectaba a la
propia consolidación del matrimonio como una institución perteneciente a los asuntos civiles.
Complementariamente a sus reflexiones sobre el matrimonio, Barroetaveña expresó sus
opiniones sobre el divorcio. Durante su experiencia parlamentaria como diputado nacional
respaldó en 1902 el proyecto de ley favorable hacia esta práctica. Se evidencia en este apoyo
que las reformas defendidas por nuestro personaje tenían como objetivo ampliar el ámbito de
las interacciones privadas sin que se viesen perjudicadas otras libertades individuales (en este
caso la de culto), lo que se estableció como uno de los propósitos centrales del liberalismo
clásico. De este modo, consideraba el divorcio compatible con los procedimientos de la reli-
gión oficial, como quedaba demostrado por la experiencia de países divorcistas y muy católi-
cos, como Bélgica, Austria y Francia.38 Esta compatibilidad se basaba en su valorización de
considerar al divorcio como una institución “humana, civil, exclusivamente laica, que res-
ponde a necesidades ineludibles de la vida social; que constituye el único tratamiento eficaz de
las causas gravísimas de desunión conyugal en todas las sociedades”.39 De este modo enfati-
zaba el derecho inalienable del hombre a separarse, favoreciendo la consolidación del “matri-
monio verdadero” para resguardar la unidad familiar de tensiones permanentes. Además, en su
argumento estableció una respuesta a aquellas opiniones que consideraban esta práctica como
un peligroso daño para la sociedad, que su aceptación legal produciría múltiples rupturas que
desembocarían en la disolución masiva de los hogares. Ante este tipo de razonamiento replicó
con un giro, un tanto irónico, afirmando: “¡Con el divorcio, sucede como con los salvavidas de
los paquetes de navegación: nadie se los coloca y se arrojar mar, sino en el caso de naufragio!”40
Dentro de esta postura favorable al divorcio se advierte un nítido argumento a favor de un
rol más independiente de la mujer.41 La posibilidad de la anulación del matrimonio constituía
para Barroetaveña una herramienta indispensable para evitar aquellas situaciones en que el hom-
bre sometía a su esposa. Soslayar el escenario matrimonial se relacionaba con su concepto sobre
el papel esencial que cumplía el género femenino en la sociedad moderna. Exaltaba por un lado
su imprescindible autonomía y por el otro sus facultades en la familia, tanto respecto de la edu-
cación como de la salud de sus miembros. Como resultado del heroico acto de la reina de Italia,
Elena de Montenegro, quien se interpuso frente a la bala destinada a su esposo, el rey Víctor

36
De manera categórica tituló la sección de su tesis donde se presentan estas ideas: “Nuestro país está desierto: No
llegará a sus grandes destinos sino cuando se haya poblado y cuando sus masas se instruyan. El Matrimonio civil será
un poderoso estímulo para atraer la buena inmigración”, véase Barroetaveña, El matrimonio civil, op. cit., pp. 107-114.
37
Ibid., p. 114.
38
Francisco Barroetaveña, El clericalismo y el divorcio, op. cit., p. 8.
39
Ibid., p. 26.
40
Ibid., p. 33.
41
En este argumento, Barroetaveña citó los discursos de la militante italiana Rutín en defensa del divorcio.

142 Prismas, Nº 18, 2014


Manuel III, en ocasión de un atentado anarquista en 1912,42 nuestro autor proclamó de manera
contundente su valorización sobre la mujer: “¡Bravo por ese feminismo de buena ley, que sirve
a los pueblos, difunde el bien e impulsa el progreso!… ¡Hasta nos reconcilia o disculpa las ba-
rrabasadas de las sufragistas londinenses!”43 Aquí señalaba la necesidad de distinguir a aquellas
mujeres británicas que en forma violenta reclamaban la ampliación del voto. En el denominado
“feminismo de buena ley” incluía la propensión de la mujer hacia actividades solidarias, como
lo ejemplificó la propia Elena de Montenegro con su trabajo en contra del analfabetismo.44 Esta
valoración realizada por Barroetaveña iba más allá de la valentía y la solidaridad de la reina de
Italia, tal como se observa en la siguiente enumeración de mujeres que constituyen la demostra-
ción más visible de su postura favorable al feminismo:

La duquesa de Aosta dirigiendo un hospital de sangre en la Tripolitania; madame Curie a la


cabeza de los progresos químicos; la congresal sueca, dictando leyes; el dilatado y benéfico
reinado de Victoria en Inglaterra; nuestra Dolores Lavalle, ¿por qué no decirlo? Consagrando
abnegadamente medio siglo de su vida fecunda a la beneficencia pública, a la caridad, y a la
preparación industrial de la mujer; administrando millones de pesos con economía y probidad;
nuestra doctora Elvira Rawson de Dellepiane, que, exponiendo su vida, prestó eficaces servi-
cios médicos en el hospital revolucionario del Parque en 1890, que ejerce su profesión huma-
nitaria, y promueve un instinto para moralizar y ofrecer medios de trabajo honesto a las madres
seducidas y abandonadas por el hombre; y la brillante foja de Elena de Montenegro, hablan
muy alto sobre lo que podrá hacer la mujer emancipada, instruida y ejercitada en tantas mani-
festaciones del esfuerzo humano, propias para ella y hoy monopolizadas por el sexo fuerte.45

3. “Dar al Estado moderno firmes bases humanas para el bienestar de los hombres.”46
Reflexiones sobre la cuestión social y la inmigración

El contexto en que Barroetaveña desarrolló su cuerpo de ideas fue la transición del 1800 al
siglo xx, período marcado por las grandes modificaciones que experimentó la sociedad argen-
tina tanto en su composición como en su tamaño. Fue en esta época cuando surgieron en el país
una serie de reflexiones sobre las nuevas condiciones de vida de la población argentina, englo-
badas en lo que se denomina la “cuestión social”. Como indicó Zimmermann, “Este término
describe –y describía durante el período– el conjunto de consecuencias sociales del proceso de
inmigración masiva, urbanización e industrialización que transformó al país…”.47 Ante este

42
En el mismo escrito puede advertirse el rechazo de Barroetaveña al anarquismo: “delirio anarquista, que con el
mismo furor mata al justo y al tirano”. Véase Francisco Barroetaveña, Elena de Montenegro. Pensamiento, humani-
dad y valor, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1912, p. 15.
43
Ibid., p. 13.
44
En el año 1913 Barroetaveña publicó Sociedad de Beneficencia en homenaje a los noventa años del surgimiento
de aquella institución. Aquí destacó, una vez más, el papel de las mujeres en temas solidarios a partir del rol que
tuvieron las damas de beneficencia en la protección de escuelas, asilos y hospitales. Véase Francisco Barroetaveña,
Sociedad de Beneficencia. Misión trascendental dada por su fundador, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de
Billetes de Banco, 1913, capítulo iv: “Psicología de las Damas de Beneficencia”.
45
Francisco Barroetaveña, Elena de Montenegro, op. cit., pp. 13-14.
46
Francisco Barroetaveña, “Congresos del librepensamiento”, en Francisco Barroetaveña, y José Benjamín Zubiaur,
Propaganda Liberal, Buenos Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1913, p. 46.
47
Eduardo Zimmermann, Los liberales reformistas, op. cit., p. 11.

Prismas, Nº 18, 2014 143


fenómeno, Barroetaveña exhibió una serie de reflexiones sobre la protesta obrera, el crimen, la
naturalización de extranjeros, el nacionalismo, entre otras cuestiones, en las cuales sostendrá
una solución de tinte liberal a los problemas sociales de su época.
A nuestro autor no se le escapaban los problemas que afectaban a la clase trabajadora.
Sus argumentos buscaron promover una respuesta definitiva al constante malestar de este sec-
tor. Barroetaveña presentaba dicha solución en los siguientes términos: “Es de esperar que un
mejoramiento general de las clases obreras, bajo el punto de vista económico y por la instruc-
ción pública, saneándose el medio ambiente, contenga las explosiones del odio, que quizás
deriven de la miseria, de la ignorancia, de las injusticias, del desequilibrio mental, y de la
propaganda que incita al crimen”.48 A su vez objetaba las alternativas que él consideraba extre-
mas, como la del socialismo y el anarquismo. Más bien postuló como, en otras ocasiones, que
era el individualismo anglogermánico, del cual provenía la libertad civil moderna, la respuesta
más equitativa y conveniente a los problemas de las clases trabajadoras.
Ante el malestar de los obreros, nuestro autor establecía que era el Estado el actor
fundamental para solucionar el grave problema de las constantes huelgas de comienzos del
siglo xx. Su papel debía ser el de mediador, con una suficiente capacidad para otorgarles
beneficios concretos a los trabajadores (mejoras salariales, amparo contra la vejez, acciden-
tes, etc.) y no el de ejecutor del impedimento de la protesta obrera mediante dictámenes re-
presivos. Una vez más, Barroetaveña postuló su argumento incluyendo el elemento liberal,
que dentro de esta temática era el derecho a huelga: “se trata de la libertad perfectamente
constitucional de suspender el trabajo, ordenadamente, hasta que las grandes empresas afec-
tadas por la paralización de sus faenas, satisfagan lo que haya de justo en las exigencias del
proletariado: y en los movimientos huelguistas de todas partes, eso es lo lícito, ese es su de-
recho, esa es su libertad”.49
Forma parte de las cuestiones sociales de la época el aumento de la criminalidad y sus
consecuentes castigos. Dentro de esta temática, Barroetaveña exhibió una preocupación so-
bre lo que él mismo denominó como “la inviolabilidad de la vida”. A partir de las reformas
del Código Penal del año 1900, nuestro autor, como diputado nacional, adhirió tenazmente a
la supresión de la pena de muerte. Consideraba que los efectos de esta condena, que era re-
trógrada, no reducían la criminalidad.50 La eliminación de este castigo era vista como un paso
obligado para profundizar el progreso moral del país. Apoyó su argumento en dos obras de
legistas de su época, el juez federal de Córdoba, el doctor Moyano Gacitúa, y el jurisconsulto
español Groizar. Vale la mención para corroborar una de las prácticas más habituales en sus
intervenciones parlamentarias, es decir, su generoso empleo de escritos de expertos, caracte-
rística visible cuando se advierte la prolongada duración de sus discursos. En el manejo de
estas obras teóricas la intención de Barroetaveña era corroborar que la abolición de la pena
capital era una tendencia del derecho penal del momento y, por lo tanto, era un tema trascen-

48
Francisco Barroetaveña, “Congresos del librepensamiento”, op. cit., p. 48.
49
Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, Buenos Aires, 22 de noviembre de 1902,
Sesión Prórroga, vol. ii.
50
Barroetaveña apoyaba la condena a reclusión perpetua ante los crímenes más severos: “Estoy convencido de que
el presidio perpetuo obrará con mucha mayor eficacia sobre la sociedad en general, sobre los hombres inclinados al
crimen, que la ejecución capital”, véase Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 3 de
septiembre de 1900, Sesión Ordinaria, vol. i, p. 1003.

144 Prismas, Nº 18, 2014


dental a tratar en el debate de la reforma del Código. Luego de un extenso discurso que ocupó
tres sesiones completas en la Cámara, nuestro diputado concluyó su argumento sobre la rela-
ción entre el crimen y la condena a muerte en el contexto nacional con los siguientes térmi-
nos: “En todos los países del mundo, la ignorancia y la miseria, son las causas principales,
los primeros factores de la criminalidad; y un país que cuenta medio millón de niños analfa-
betos, creo que debe llevar con más previsión y energía su obra regeneradora, a batir esa ig-
norancia, y a desalojar del santuario de la justicia, el patíbulo, que realmente es afrentoso
para nuestra legislación”.51
Un tema central para Barroetaveña fue la naturalización de los extranjeros. El autor se-
ñaló la generosidad con la cual había encarado el tema la Constitución de 1853, generosidad
que se vio menguada por trabas en la ley reglamentaria de 1869.52 Sobre este obstáculo afirmó:
“Llama la atención que en un país con leyes tan liberales para atraer al extranjero, a quien con
solo dos años de residencia la Constitución le acuerda la ciudadanía, se conserve un sistema
reglamentario que conspira decididamente contra la letra y el espíritu de la legislación funda-
mental, cuyo propósito evidente fue atraer y asimilar por la naturalización al extranjero con la
masa nativa”.53 Defendió la nacionalización por solo mandato de la ley, sin esperar ni la renun-
cia de la ciudadanía originaria ni un forzado juramento hacia la patria. La naturalización inme-
diata debía ser aprobada por el Congreso dejando de lado argumentos nacionalistas, que en
nombre de un supuesto patriotismo obstaculizaban una reforma que beneficiaría el progreso
del país en todos sus sentidos.
Obstaculizando la concesión de la ciudadanía por ministerio de la ley a los extranjeros se
conspiraba contra el poblamiento del país, la limpieza de las prácticas políticas y el afianza-
miento de las inversiones extranjeras. Además, Barroetaveña advirtió que la existencia de tra-
bas reglamentarias no había jugado un papel negativo en la naturalización de los inmigrantes
en los Estados Unidos a partir de la atracción provocada por la fuerte tradición liberal en el país
del norte, por su buen gobierno y por sus honestas prácticas electorales. En contraste, la Argen-
tina mantenía una norma restrictiva pero no contaba con el factor atrayente de los bondadosos
hábitos estadounidenses. Para nuestro autor, el retraso de las instituciones nacionales se solu-
cionaría con el ingreso irrestricto de inmigrantes que evitaría el drenaje de capitales, activaría
a la población local en el cumplimiento de sus deberes cívicos, y, como producto de la expe-
riencia política de la masa extranjera, generaría la formación de partidos de principios “sin los
inconvenientes del caudillo, futuro dictador, que enardece las pasiones en la lucha, deprime la
dignidad cívica de los electores, y elimina el control cuando triunfa. Es cosa bien diversa lu-
char por un programa de reformas, que por el triunfo de un candidato, por más ilustre y meri-
torio que sea”.54 La naturalización de los extranjeros era, para Barroetaveña, la solución pri-
mordial para resolver los problemas (electorales, obreros, etc.) que afectaban a la república
como consecuencia del boom inmigratorio iniciado a fines del siglo xix.

51
Ibid., 3 de septiembre de 1902, Sesión Ordinaria, vol. I, p. 1005.
52
La ley reglamentaria de 1869 establecía que todo extranjero que se encontrase en condiciones de naturalización,
es decir, cumpliendo con los cinco años de residencia en el país, debía solicitar su ciudadanía a través de la justicia.
En su proyecto de ley, presentado en la cámara de Diputados en septiembre de 1894, Barroetaveña consideró dicho
procedimiento como engorroso, y que desalentaba a los extranjeros a pedir su nacionalización. Véase el proyecto de
ley en “La naturalización de los extranjeros”, El Tiempo, Buenos Aires, 2 de octubre de 1902.
53
Francisco Barroetaveña, La naturalización de extranjeros, Buenos Aires, Biedma, 1909, pp. 8-9.
54
Ibid., p. 28.

Prismas, Nº 18, 2014 145


A comienzos del siglo xx, la cuestión inmigratoria y su conexión con los conflictos
obreros (evidenciada en la creciente presencia del anarquismo) desembocó en intensos de-
bates, tanto en el Parlamento como en la prensa, con el fin de encontrar una solución para
tal problema. La resolución más significativa que se elaboró en dicho contexto fue la Ley
de Residencia de 1902, atribuida a Miguel Cané.55 No llama la atención que Barroetaveña
haya tenido una actitud negativa hacia este conocido dictamen. Sus argumentos fueron si-
milares a los que Zimmermann advirtió en las objeciones de los diputados Lacasa, Carlés,
Roldán, Leguizamón, Varela Ortiz, Gouchón, Balestra.56 Sostenía que los poderes naciona-
les tenían los recursos necesarios para hacer frente a los posibles desórdenes, con lo cual al
acentuarlos se corría el riesgo de recaer en una situación más grave, tal como lo expresó en
la Cámara: “es inconstitucional, porque saca a cientos de miles de habitantes del país de sus
jueces naturales y porque, se podría agregar, inviste al poder ejecutivo de facultades judicia-
les, que le niega terminantemente la Constitución: cuando un millón de habitantes de nues-
tro país, que son los extranjeros, han quedado a discreción del poder ejecutivo para juzgar
de su expulsión”.57
No es de extrañar que dada la actitud esgrimida frente a la presencia de los extranjeros,
Barroetaveña exprese claramente que en su opinión la diversidad de lenguas, lejos de ser un
factor de debilidad nacional, lo sería por el contrario de fortalecimiento de sentimientos patrios.
Para él, en realidad, la nacionalidad no era el “desiderátum de los pueblos” sino un elemento
para consolidar las obras fecundas del país. Esto fue expresado en su rechazo en la Cámara de
Diputados en 1896 a la obligatoriedad del idioma nacional en las escuelas:

Si este proyecto llegara a convertirse en ley sería un paso peligroso; sería una vanguardia os-
curantista, reaccionaria en nuestra legislación; porque tras de la unidad del idioma se pediría la
unidad de fe, la unidad de raza, se pedirían otras unidades centralistas que además de conspirar
contra la Carta fundamental, y las libertades que ella garante, conspirarían contra la prosperi-
dad y civilización de la República.58

El nacionalismo no era un tema central para nuestro autor. La concepción de una identidad
homogeneizadora no constituía el elemento primordial para que el país desarrollara las me-
jores instituciones. Más bien, como se percibe en la cita anterior, era un obstáculo, tal como
se evidenció en aquel patriotismo que rechazaba la naturalización de extranjeros. De este
modo, para Barroetaveña la educación en el país debía respetar la diversidad de lenguas ya
que con el establecimiento de esta condición se respetaría la propia identidad de los indivi-

55
Cané siempre señaló que la ley no era para ser aplicada a huelgas sino estrictamente referida a actos terroristas:
“una ley concebida y sancionada contra el crimen y no contra el derecho”, palabras citadas por Alfredo Palacios
para apoyar la derogación de la misma ley en 1904. Véase Eduardo Zimmermann, Los liberales reformistas, op.
cit., p. 174.
56
Las objeciones señaladas fueron: “1) se estaba legislando ‘de apuro’, sin considerar las causas más profundas del
problema; 2) la expulsión era una medida penal, y el Poder Ejecutivo no podía atribuirse facultades judiciales; 3) se
ordenaba una discriminación entre extranjeros y argentinos de carácter anticonstitucional…” Véase en Eduardo
Zimmermann, Los liberales reformistas, op. cit., p. 155.
57
Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 24 de noviembre de 1902, Sesión Prórroga,
vol. ii, p. 24.
58
Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera (1880-1910), Buenos Aires,
Ariel, 1996, p. 379.

146 Prismas, Nº 18, 2014


duos y de las familias, que se encontraba por encima de aquellas unidades artificiales cons-
truidas desde arriba.59
Barroetaveña siempre se mantuvo muy atento a los episodios más relevantes de su época,
lo que se advierte en sus numerosas publicaciones en la prensa en el momento del estallido de la
Primera Guerra Mundial. De la nutrida serie de breves ensayos publicados en El Diario resultó
su libro Alemania contra el Mundo. Esta compilación fue una severa crítica a los aprestos bélicos
que estaban teniendo lugar en Europa, que fueron juzgados como la principal causa de la crisis
de civilización y justicia que atravesaba aquel período. Como una considerable parte de la opi-
nión pública nacional del momento, nuestro autor defendió la neutralidad del país a partir de los
fuertes vínculos cosmopolitas (comerciales y sociales, ambos influidos por el boom inmigrato-
rio) que tenía la Argentina con la mayoría de las naciones involucradas en el conflicto. Ligada a
esta postura, presentó una fuerte crítica centrada en la figura del Kaiser alemán, Guillermo II. A
pesar de las obras realizadas a favor del progreso por este monarca, nuestro autor advirtió que
su actitud bélica llevaría a la catástrofe a la civilización germánica y provocaría la ruina de otros
países europeos que no merecían ser víctimas de los impulsos de este gobernante. A su vez,
Barroetaveña exhibió una simpática posición hacia Gran Bretaña y Francia, países que percibió
como generadores de instituciones que defendían la libertad y los derechos del hombre.60 Más
allá de sus adhesiones y rechazos, las ideas centrales que se destacan en su libro fueron la indis-
pensable reducción de los ejércitos y una mayor preferencia por el uso de los arbitrajes con el
fin de lograr la paz en todo el mundo, considerando que el derecho de los individuos a vivir en
armonía no debía disolverse por los caprichos de sus gobernantes.

Conclusiones

Hasta aquí hemos recorrido distintos aspectos del pensamiento de Barroetaveña. Para comple-
tar dicho cuerpo de ideas es preciso mencionar un rasgo central de su ideario político: nos re-

59
De manera similar Barroetaveña hizo referencia al tema de la tradición. Compartía con Alem (como se advierte en
su famoso discurso contra la federalización de Buenos Aires) el rechazo a concebir esta noción como la guía para las
reformas institucionales del país. Se manifestó así una aversión, un tanto irónica, al culto de lo que él mismo deno-
minó como “el imperio de la doctrina fósil”. Consideraba que esta lógica obstaculizaba el progreso, y era un hábito
nocivo que promovía el atraso y la superstición. Quizás el mejor ejemplo (y el más extremo) para evidenciar su
postura con respecto a la “tradición idolátrica” sea su opinión en relación con el Cabildo de Buenos Aires: “se quiere
conservar, con gastos crecidísimos, el trozo de aquel vizcacheral que se llamó Cabildo, del peor gusto arquitectónico
y en plena ruina […] conservar mamarrachos, adefesios artísticos, como representativos de acontecimientos memo-
rables, es rebajar la estética, la conmemoración y la cultura artística de las nuevas generaciones. ¿Qué se diría de un
hombre que guardara los andrajos de su ropa usada, y que los venerase como homenaje o recuerdo piadoso de su
actuación memorable? Probablemente se le consideraría candidato a manicomio; y bien mirado, la rutina de conser-
var cosas viejas, feas y ruinosas, no anda muy distante”, véase Francisco Barroetaveña, “¡La tradición!”, en Fran-
cisco Barroetaveña y José Benjamín Zubiaur, Propaganda liberal, op. cit., p. 81.
60
Principalmente, Barroetaveña manifestaba simpatía hacia Gran Bretaña ya que consideraba a este país como el
más preparado, por sus instituciones y sus leyes, para imponer las condiciones de paz ante el avance alemán. Propen-
sión que se advierte en la enumeración de figuras que se destacaron en diversos campos realizada por nuestro autor:
“Bacon, Shakespeare, Milton, Newton, Hobbes, Cook, Halley, Herschell, Watt, Locke, Reid, Cavendisch, Harvey,
Dryden, Addison, Pope, Wolf, Davy, Faraday, Darwin, Spencer, Nelson, Macaulay, Pitt, Sheridan, Burke, Fox, We-
llington, Canning, Byron […] Malthus, Bentham, Ricardo, Stuart Mill, Hume, Gibbon, Robertson, Carlyle, Alison,
Freemen, Brughan, Gladstone, Walter Scott, Tomas Morre [sic], Disraeli, Dickens y otros”, véase Francisco Barroe-
taveña, Alemania contra el mundo, Buenos Aires, Otero,1915, pp. 103-104.

Prismas, Nº 18, 2014 147


ferimos a su valorización de la autonomía municipal. La presencia de este concepto se advierte
en la mayoría de sus escritos pese a su diversidad, por lo que consideramos que este argumento
constituye un buen resumen del ideario liberal elaborado por nuestro autor. Combinaba en esta
temática la consagración del federalismo y el rechazo a la injerencia del poder central o de
otras instituciones como la Iglesia en los asuntos cotidianos de la ciudadanía. A su vez, se hace
presente en su postura favorable a la naturalización de extranjeros que, como señaló Botana
para el caso de Alberdi,61 consideraba a la comuna como el lugar ideal para que los inmigrantes
aportaran su experiencia en la administración diaria.
La condición autónoma de los municipios era un argumento que Barroetaveña seña-
laba como uno de los puntales que el país debía consagrar para la consolidación de un Es-
tado moderno, democrático y eficaz, ya que promoviendo la autonomía se fortalecerían las
libertades individuales a partir de la participación directa del propio pueblo en sus cuestio-
nes más inmediatas. Sin embargo, su diagnóstico sugería que hasta el momento el régimen
municipal inscripto en la Constitución nacional no se había afianzado en ninguna de las
provincias argentinas; más bien se trataba de una simulación por parte de los gobernadores
de su época que solo tenían como objetivo su permanencia en el poder sin consagrar ningún
beneficio para los ciudadanos.62 Para exponer su propio argumento, elogió a figuras notables
del país, entre las que se destacaron Alberdi, Sarmiento, Avellaneda, Vicente. F. López,
Echeverría, Alem, Bernardo de Irigoyen, en una recopilación de discursos favorables a la
independencia del gobierno local. De esta manera, nuestro autor insistió en que la autono-
mía municipal debía ser “el sistema primario, celular, indispensable del buen gobierno de
las sociedades; y como la piedra angular de nuestro federalismo constitucional, que satis-
face todas las necesidades locales del gobierno propio, y sirve de escuela democrática para
enseñar a los hombres el ejercicio de la libertad, y el manejo de la administración pública en
todo su variado mecanismo”.63
Si en la defensa de su argumento acudió a la palabra de los principales políticos y pensa-
dores de la Argentina de mediados del siglo xix, coronó su postura con el respaldo que encon-
tró en los dichos de los más celebres parlamentarios europeos del momento: Mirabeau en el
caso francés y el estadista británico Gladstone. A partir de este último, celebre político, es
donde se percibe la síntesis más evidente de la idea de autonomía municipal que Barroetaveña
elaboró: “Mientras más años se acumulaban sobre mi cabeza, más importancia atribuyo a las
instituciones municipales; ellas son las que más dan el tino, la práctica, las que más dan la in-
teligencia en la administración, son ellas las que nos vuelven aptos para la vida de la libertad;
sin ellas no habríamos podido conservar las instituciones centrales”.64

61
En el Post Scriptum de 1994 del Orden Conservador, Botana advirtió que “El municipio circunscribe, pues, un
ámbito más receptivo para el interés individual y corporativo de los inmigrantes (en territorio, dicho sea de paso,
donde Alberdi había instalado la participación política del extranjero)”, Natalio Botana, El Orden conservador. La
política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires, Edhasa, 2012, p. 286.
62
Este diagnóstico, aunque era frecuente en la mayoría de sus escritos, fue especialmente subrayado en una confe-
rencia realizada en Gualeguay en 1912. Su anhelo era que su provincia, Entre Ríos, y su ciudad, Gualeguay, fueran
las iniciadoras de una segunda gloria de los municipios nacionales, como había sucedido en el pronunciamiento de
mayo de 1851. Aquí se desprenden una serie de artículos que Barroetaveña centró en el caso entrerriano: “Inconsti-
tucionalidad de una ley de Entre Ríos” (1883) y “La gloria de Caseros” (1923).
63
Francisco Barroetaveña, Autonomía municipal. Evolución argentina fecunda: iniciativa de Gualeguay, Buenos
Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1912, p. 31.
64
Ibid., pp. 30-31

148 Prismas, Nº 18, 2014


Para nuestro autor estas instituciones deberían expresarse junto con otras afines al campo
económico. En esta dimensión su posición es tan clara como en los otros temas. Nos pareció
necesario mencionar su postura en esta temática porque consideramos que ella completa su
ideario liberal clásico, lo cual manifiesta un cuerpo de nociones coherentemente entrelazadas.
Fue durante el debate en torno de la Ley de aduana del año 1894 cuando sostuvo esta postura
en favor del sistema de libre cambio en el país:

Estudiando la Constitución y los principios económicos expuestos en la Constituyente al


sancionar nuestra Carta, leyendo la obra fundamental del doctor Alberdi, llego a esta con-
clusión: que la República Argentina debe fundar su sistema arancelario, su sistema de le-
yes rentísticas en los principios de la libertad industrial, en el libre cambio, en la libertad
comercial, que se encuentra ofrecida y garantida en más de uno de los artículos de la Carta
fundamental, y que se presenta como el desiderátum para el engrandecimiento económico
de nuestro país.65

En este discurso parlamentario Barroetaveña consagró la defensa que el primer radicalismo


hizo del liberalismo económico. Como advirtió Alonso, existió por bastante tiempo el supuesto
que estableció la postura librecambista, más ligada al discurso del oficialismo que al elaborado
por la ucr, y erróneamente caracterizada como proteccionista. Nuestro autor recurrió, una vez
más, al pensamiento de Alberdi para argumentar que la tradición económica del país era libe-
ral, que favorecía al progreso de las actividades pero sobre todo del bienestar general de los
individuos. De este modo concluye Alonso: “Defendiendo al librecambio Barroetaveña soste-
nía que el proteccionismo desviaba a la economía de su curso natural, alimentaba la creación
de una industria artificial, encarecía innecesariamente los bienes de consumo penalizando en
especial a la clase trabajadora…”.66
En las líneas que anteceden hemos intentado ofrecer un bosquejo de los argumentos que
guiaron la ideología política de Francisco Barroetaveña. Pensamiento que dentro de las prácti-
cas de la época ofrece la originalidad de presentar un tinte ortodoxo del liberalismo clásico. Si
bien hemos señalado la muy estrecha relación entre nuestro autor y Leandro Alem, considera-
mos sin embargo que en esta relación el tono más decididamente liberal, presente en los dos,
apareció con más fuerza aun en Barroetaveña.67 Hemos utilizado el término “ortodoxo” porque
consideramos que en sus lineamientos casi no se advierten contradicciones, situación común
en el liberalismo argentino decimonónico a partir de la supervivencia de ciertos preceptos de
la época colonial, de la combinación con el conservadurismo en el caso del Autonomismo
nacional68 y de la influencia de otras tradiciones del pensamiento político del período.69 Ade-
más, de manera complementaria, sostenemos que sus propuestas no se vieron modificadas con
el correr de su trayectoria pública. Desde su tesis doctoral hasta el comentario sobre el go-

65
Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la República posible a la República verdadera, op. cit., p. 416.
66
Paula Alonso, Entre la revolución y las urnas, op. cit., p. 239.
67
En este ensayo hemos limitado el número de comparaciones con otros actores de la época, pues la mayoría de ellas
no nos parecen pertinentes para analizar las ideas de Barroetaveña.
68
“Los grupos dirigentes, escépticos y conservadores en el campo político, fueron liberales y progresistas ante la
sociedad que se ponía en movimiento”, véase Natalio Botana, El Orden conservador, op. cit., p. 18.
69
Entre ellas podemos destacar la influencia de nuevas corrientes ideológicas de la segunda mitad del siglo xix,
como es el caso del socialismo y el nacionalismo.

Prismas, Nº 18, 2014 149


bierno de Alvear en plena década de 1920 sostuvo el mismo cuerpo de ideas, que hemos pre-
sentado en este ensayo.
Nada mejor, sin embargo, que cerrar este análisis con un texto del propio Barroetaveña,
que en contundente cita expuso los postulados que guiaron su carrera política:

la máxima difusión de la instrucción pública, laica y científica en manos del Estado, para darla
por sí mismo o exigirla con severo control de los particulares; el divorcio absoluto, para terminar
la secularización del matrimonio; la dignificación legal de la mujer; la supresión del juramento
religioso, como exigencia legal; la laicización de todos los establecimientos y servicios públicos
contaminados con ceremonias religiosas o explotados por cofradías o congregaciones; la sepa-
ración de la Iglesia del Estado; la dignificación del obrero por la moderación del trabajo, por la
mejora de su salario, por la instrucción gratuita, y por el amparo del Estado contra la vejez, los
accidentes y las enfermedades; el trato pacífico y humanitario con los indios, para incorporarlos
a nuestra civilización, por medio de misiones laicas, cortando los abusos de las misiones reli-
giosas y las arbitrariedades de las guarniciones militares; el impuesto proporcional y progresivo
sobre la renta, en lugar de las injusticias tributarias reinantes y de las extorsiones del proteccio-
nismo a favor de gremios privilegiados, en contra del pueblo consumidor y del bienestar general;
la disminución de los ejércitos y armamentos, y la propaganda eficaz por la paz y el arbitraje;
suprimir los conventos y las órdenes religiosas; fomentar la difusión del saber por la enseñanza
provechosa y aumentar las bibliotecas públicas; afirmar la inviolabilidad de la vida humana […]
propender, en fin, por todos los medios de propaganda, a la extirpación de las supersticiones re-
ligiosas, de las costumbres y de las leyes, difundiendo la enseñanza laica, que vigoriza la moral
humana, y asegura el reinado de la justicia y de la libertad, esto es de las firmes columnas del
Estado moderno.70 o

Bibliografía

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70
Francisco Barroetaveña, “Congresos del librepensamiento”, op. cit., pp. 44-45.

150 Prismas, Nº 18, 2014


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Prismas, Nº 18, 2014 151


Resumen / Abstract

Francisco Barroetaveña: un caso de liberalismo Francisco Barroetaveña: A Case of Ortodoxh


ortodoxo Liberalism

En este trabajo se examina el pensamiento This article analyzed the thoughts of Francisco
de Francisco Barroetaveña. Se considera a este Barroetaveña. This politician is considered to
político como uno de los referentes más íntegros be one of the most representative referents to
de la tradición liberal en la Argentina de fines del Argentinian classical liberal tradition between the
siglo xix y principios del xx. A su vez, se destaca late xix century and beginnings of the xx. His also
su participación en los orígenes y consolidación renowned for his participation at the foundation and
de la Unión Cívica Radical como también su consolidation of the Radical Party as well as his
estrecha cercanía con el líder de esta agrupación, close relationship with Leandro N. Alem. This article
Leandro N. Alem. A lo largo de este artículo makes its way through the path of this character with
se realiza un recorrido por la trayectoria de in his interventions in the Parliament and the press.
Barroetaveña través de sus intervenciones en el Barroetaveña´s liberal reflections about topics such
Parlamento y en la prensa. Se analizan sus as the relationship between the Catholic Church and
reflexiones de marcado tinte liberal sobre temas the State, the phenomenon of Mass Migration, Social
como la relación entre la Iglesia católica y el Estado, Question, Federalism and economic protectionism
el fenómeno de la inmigración masiva, la cuestión are examined. On other hand his interventions of
social, el federalismo, la protección en la economía, the UCR after the passing of Alem are described as
entre otros tópicos. Por otra parte, se describe su establishing as one of the referents of the opposition
intervención en la ucr luego del fallecimiento de to the leadership of the Hipólito Yrigoyen and his
Alem, estableciéndose como unos de los referentes party style conduction.
de la facción opositora al liderazgo de Hipólito
Yrigoyen y su estilo de conducción partidaria. Keywords: Liberalism - Anti-clericalism - Unión
Cívica Radical - Federalism - Anti-“personalism”
Palabras clave: Liberalismo - Anticlericalismo
- Unión Cívica Radical - Federalismo -
Antipersonalismo

152 Prismas, Nº 18, 2014


Argumentos

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
El historiador en traje de fiscal
La noción de responsabilidad moral/jurídica en la historia*

Marc Angenot**

E l derecho y la historiografía comparten algunos paradigmas fundamentales: el de la bús-


queda de la verdad respecto de los hechos del pasado, el de la investigación, la presentación
de pruebas materiales, el testimonio y su evaluación (según el tipo de jurisprudencia que sole-
mos llamar “crítica histórica”) y, por último, el de la regla de la “prueba”. Pero también está
generalmente aceptado que “los principios jurídicos no pueden transferirse de modo directo a la
investigación histórica”, que las exigencias, sobre todo en materia de prueba, no son de la misma
naturaleza en esta última disciplina y que el historiador no está obligado, al cabo de su recons-
trucción de los hechos –por “incriminantes” que sean–, a hacer un juicio ni a formular una
acusación (o una defensa) contra los hombres del pasado, sus convicciones y sus accionares.1
Stéphane Courtois, historiador conocido por haber formado parte del debate sobre “los
crímenes del comunismo”, señala:

Recordemos que las dos primeras fases de la operación historiográfica y de la acción judi-
cial son comunes: la búsqueda de la prueba documental y la explicación-comprensión de los
hechos. Luego, divergen. Por un lado, el historiador es llamado –en una fase de “represen-
tación”– a establecer un relato científico, y por ende modificable a medida que se acumula
nuevo conocimiento. El juez, a la inversa, debe pronunciar un juicio jurídicamente definitivo.
Por otro lado, cuando el historiador define los crímenes del comunismo a través de categorías
jurídicas –definidas en este caso por el tribunal de Núremberg– no tiene como función “formu-
lar un juicio y un veredicto”, sino caracterizar actos criminales del modo más preciso posible.2

* Publicación original: “L’historien en robe de procureur: la notion de responsabilité morale/juridique chez les histo-
riens”, en Thomas Berns y Julie Allard (eds.), Pensées du droit, lois de la philosophie. En l’honneur de Guy Haarscher,
Bruselas, Université de Bruxelles, 2012, pp. 123-144. [Traducción de Gabriela Villalba.]
** Cátedra James-McGill de Investigación del Discurso Social, Universidad McGill (Montreal); Cátedra Perelman
de Teoría de la Argumentación e Historia de las Ideas de la Universidad Libre de Bruselas (2011-2012).
1
Paul Peeters, “Les aphorismes du droit dans la critique historique”, Académie royale de Belgique. Bulletin de la
Classe des Lettres et des Sciences Morales et Politiques, 5ª serie, 1946, pp. 81-116 [“Les aphorismes du droit dans
la critique historique”, 5ª serie, 1946, erratum, p. 279]. Comentado por Carlo Ginzburg en Un seul témoin, París,
Bayard, 2007, p. 29.
2
Stéphane Courtois et al., Du passé faisons table rase! Histoire et mémoire du communisme en Europe, París,
Laffont, 2002 [Pocket, 2009, p. 238].

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 155-174


Aunque el historiador no es un fiscal ni un juez, no por ello no deja de cumplir perfectamente su
papel y su “deber de estado” –según Stéphane Courtois– de aplicar categorías jurídicas a los actos
del pasado –en particular las de responsabilidad criminal y, en lo que respecta a la historia de las
ideas, las de incitación y complicidad antes y después del hecho– y de juzgar, no en el sentido
preciso del verbo –el primer sentido del diccionario, el de decir el derecho en calidad de juez–,
sino, más allá de la descripción fáctica, en el sentido de emitir una opinión evaluativa, de “decidir
sobre el mérito” de los actos y los actores del pasado, de condenar o aprobar recurriendo a cate-
gorías tomadas del derecho, no menos que de la ética, dado que las categorías del derecho permi-
ten un rigor técnico en el “juicio” y una comparación jurisprudencial.
Otros historiadores, por el contrario –no es de sorprender que en el presente contexto
sean los adversarios políticos de esta historia liberal de los “crímenes del comunismo”–, sos-
tienen que las categorías jurídicas, cualesquiera sean, no pueden aplicarse a acontecimientos
históricos y que, en cierto modo, el historiador en traje de fiscal* abusa de su posición. La
pregunta de este ensayo apunta a discernir si le corresponde al historiador hacer comprender o
condenar, si cuando viste el traje de fiscal no se equivoca de papel. A esta compleja controver-
sia, que trata sobre un reto problematológico y metodológico fundamental, dedicaré las si-
guientes páginas.

Una motivación extendida: el trabajo del historiador inspirado


por un ajuste de cuentas

Los historiadores de las ideas –a quienes me referiré principalmente en estas breves páginas–
son investigadores cuyos trabajos suelen regirse, a la vez, por la razón de vivir y el ajuste de
cuentas. Aunque más no sea por la elección de sus objetos: aparición primera del prefacismo
en Francia, Ilusiones del progreso, Poder psiquiátrico e ideas académicas que sirven para con-
trolar los cuerpos y normar a los humanos, Orígenes gnósticos rusos del leninismo (es fácil
para el lector agregar nombres a esta pequeña enumeración...). Sin lugar a dudas, a los intelec-
tuales que ajustan cuentas se aplica a menudo la parábola de la paja y la viga. Pero si bien
ayudan a ver la paja en la ideología o en la seudociencia que objetivan, genealogizan, periodi-
zan y detestan, de todos modos uno puede confiar, dentro de todo, en su hostil perspicacia.
Otras “vocaciones” de historiador de las ideas no parecen menos alejadas, en sus motiva-
ciones primeras, de la serenidad recomendada al académico. Es el caso de los historiadores que
tuvieron cuentas que ajustar con “los suyos” y consigo mismos, como sucede, en particular, con
los historiadores alemanes frente al nazismo, consagrados a una penosa voluntad de reconstruir
la “genealogía” del mal, indisociable, si se quiere, de una amplia dosis de vergüenza colectiva,
estoica y sublimada.
Así, la historia de las ideas forma un género híbrido que combina el aparato del saber –his-
torización, tipologías y conceptualizaciones que operan sobre el producto de extensas investiga-
ciones archivísticas–, pero que conlleva, de un modo no menos visible en la mayoría de los ca-
sos, una intención polémica unida a un compromiso personal, a una presencia de un sujeto que

* Angenot apela aquí a una metáfora más explícita para el lector francófono que para el lector latinoamericano, dado
que tanto en Canadá como en Europa los magistrados visten togas características, según su cargo y jerarquía (fisca-
les, jueces, etc.). [N. de la T.]

156 Prismas, Nº 18, 2014


juzga e interpela a sus contemporáneos por interpósito pasado. El historiador de las ideas in-
cluso a veces confiesa partir de lo que, en la actualidad y en su “vivencia”, estimula y orienta su
trabajo de reinterpretación del pasado. Nadie lo ha expresado con mayor claridad que François
Furet en las primeras páginas de su trabajo sobre la historiografía de la Revolución Francesa del
siglo xix, trabajo que para él era indisociable de su repudio al totalitarismo soviético: “El Gulag
lleva hoy a repensar el Terror [de 1793] en virtud de una identidad en el proyecto”.3

La imputación de responsabilidad cuasi penal de algunas ideas,


basada en su aplicación

Todos los grandes historiadores de las ideas en el siglo xx parten del horror, de un hecho his-
tórico horrible, a priori inexplicable en su propio horror e inhumanidad –las guerras mundiales,
el Terror estalinista, el Gulag, la Shoah, etc.–, para preguntarse qué ideas los “llevaban en ger-
men”, qué ideas y qué propagadores de ideas desempeñaron un papel de incitador e instigador
–de justificador, de aprobador– de los grandes crímenes del siglo xx. Se toman como un deber
el perseguir en su origen la génesis de la Idea, con los riesgos de moralización anacrónica ex
post facto y de imputación abusiva de complicidades antes del hecho que este enfoque conlleva.
En efecto, la categoría, laxa y no siempre explícita, que guía sus análisis del papel de las ideas
en la historia es la categoría de complicidad. En síntesis, ¿era previsible el horror, con solo des-
cifrar los “ideales” que motivaron a los perpetradores? “Can it ever be anticipated that the pur-
suit of attractive ideals or ends will lead to mass murder and widespread suffering?”, se pregunta
–quizás “ingenuamente”– un historiador estadounidense.4 Es aquí, sin embargo, donde se inscri-
ben las grandes problemáticas que atraviesan la historia de las ideas, problemáticas siempre
actuales y clásicas, siempre discutidas, también, y controvertidas, las de los “Orígenes intelec-
tuales” de los grandes acontecimientos de la historia moderna: Orígenes de la Revolución Fran-
cesa, de la Revolución Bolchevique, del totalitarismo, del nazismo, del antisemitismo genocida,
del fascismo italiano (y/o del fascismo genérico), etc. Hay en muchos historiadores una sospe-
cha moral que da inicio a sus empresas: la de que algunas ideas de antes –no solamente las ideas
expresamente odiosas sino también otras ideas, programas, doctrinas con su falaz apariencia de
inocencia y benevolencia humanitaria– eran intrínsecamente peligrosas y de que su nocividad
–indisociable de cierto grado de absurdo y de irrealismo– tendrían que haber sido perceptibles
“en germen” mucho antes de que alguien se hubiera percatado de encontrarles una “aplicación”.
Contra la vieja hipótesis, o el viejo sofisma –aplicado por los historiadores progresistas
primero a la Revolución de 1789–, de las “Circunstancias imprevisibles” que desvían y per-
vierten lamentablemente ideas que en sí eran generosas y excelentes y que se quiere preservar
de todo cuestionamiento –hipótesis que sirvió a lo largo de todo el siglo xix para exonerar las
ideas jacobinas, inspiradas por la Ilustración, de los crímenes revolucionarios y el Terror de
1793–, el historiador actual, que se ha vuelto suspicaz, tiende a someter a análisis las propias

3
François Furet, Penser la Révolution française, París, Gallimard, 1978, p. 26 [trad. esp.: Pensar la Revolución
Francesa, trad. de Arturo Firpo y Claudio Ingerflom, Barcelona, Petrel, 1980].
4
Paul Hollander, The End of Commitment. Intellectuals, Revolutionaries, and Political Morality, Chicago, Dee,
2006, p. 4 [“¿Pudo haberse anticipado que la búsqueda de ideales o fines atrayentes llevaría al asesinato masivo y a
grandes sufrimientos?”, n/eds.].

Prismas, Nº 18, 2014 157


ideas que animan a los actores históricos y –de pasada– a los “grandes pensadores” que los
inspiraron. Esos son la hipótesis y el enfoque de François Furet ante el Terror revolucionario:
no fueron lo penoso de las circunstancias ni la agresión externa los que provocaron 1793, sino
que la fuente primera del Terror fue la “falsedad de las ideas” de los jacobinos.
No obstante, de este tipo de cuestionamiento se deduce un enfoque o un procedimiento
metodológicamente riesgosos para el historiador de las ideas –de hecho, está bien documen-
tado y no se priva de hacerlo, pues en muchos casos ha emprendido su trabajo solo para llegar
a esta suerte de acusación–, que consiste en pasar de comprobar, de modo más o menos con-
vincente, la influencia, más o menos mediada, que ejercieron determinadas ideas sobre accio-
nes y accionares reprensibles posteriores que las adoptaron, a imputar la “responsabilidad” de
esas ideas y a culpar moral o cuasi jurídicamente a quienes las alimentaron y propagaron (y
esto, generalmente, mucho antes de dicho paso al acto y cualesquiera sean los “factores mate-
riales” posteriores o las coyunturas que lo hicieron posible). Ahora bien, siguiendo este enfo-
que y al cabo de una serie de análisis descriptivos, el historiador elige subrepticiamente funcio-
nar con una lógica jurídica, una lógica de fiscal que acusa, por ejemplo, a un individuo de
“imprudencia criminal”, descartando los factores ciegos y mecánicos que, por sus consecuen-
cias concretas, convirtieron la alegada imprudencia en un “crimen”.
Antes de continuar, se impone a la reflexión una pregunta “prejudicial”: ¿puede haber
una calificación jurídica o moral de las ideas? Aparentemente sí en derecho: para verificar que
algunas ideas, al menos ideas expresadas y difundidas, puedan ser reprensibles en sí mismas,
o que “simples discursos” puedan caer bajo el golpe de la ley, basta con remitirse al Código
Penal, que establece, junto a los delitos de “difamación” e “incitación al odio”, los de “apolo-
gía del delito”, “instigación” e “incitación” al delito, lo cual –dirán algunos espíritus atrabilia-
rios– podría extender las iras de la ley a casi todas las ideologías extremas de derecha e iz-
quierda de los dos siglos modernos.
De todos modos, en términos de moral común y corriente, nos encontramos ante una
aporía. ¿Se puede concebir una ética de las creencias, las convicciones y las argumentaciones?
¿Está mal creer en la Conspiración de los Sabios de Sion, en la Superioridad de la raza aria o
en las Leyes de la Historia y en los Mañanas que cantan? ¿Existen convicciones criminales y
formas de razonamiento moralmente culpables? La pregunta casi no se formula y se la suele
apartar con el reverso de la mano. Abre a demasiadas dificultades. Cuando se la formula, es
solo frente a las ideologías que, como todo el mundo, tengo razones para odiar de antemano.
Se pueden concebir razonamientos estúpidos, pero “convicciones malvadas”, no, eso sería
como “ideas verdes”: una imposibilidad semántica. Solamente ese rechazo conduce directo a
una aporía: ¿cómo es que razonamientos y concepciones que serían esencialmente inocentes,
o esencialmente ajenos al bien y al mal, de pronto serían útiles para justificar actos inhumanos?
¿Cómo es que creencias que vuelven inocentes, e incluso recomendables, actos inhumanos no
serían culpables por sí mismas? Masacrar a armenios, judíos, gitanos o kulaks está mal, pero
los razonamientos que condujeron a presentar esas masacres como necesarias, heroicas y vir-
tuosas, en cambio, estarían más allá del bien y del mal. Como mucho, estarían bien o mal
fundadas (o solo podrían ser consideradas mal fundadas por una lógica diferente a la que las
recomienda como excelentes). Si para un individuo (y para su familia ideológica) sus actos
están plenamente justificados por sus convicciones y considero dichos actos como monstruo-
sos, ¿cómo no considerarlo culpable de alimentar tales convicciones? Porque censuramos el
ultranacionalismo serbio, el antisemita, el estalinista, el Jemer rojo y el islamofascista por ac-

158 Prismas, Nº 18, 2014


tos que, desde su punto de vista, no fueron ni serán censurables de ninguna manera, puesto que
su lógica y su “conciencia” los aconsejan y los aprueban, e incluso los exaltan.

Orígenes del fascismo y del nazismo en Ideas

En la historiografía contemporánea se observa una marcada tendencia: la de destacar, mucho


más que en otras épocas, el papel de las ideas y su “responsabilidad” en los crímenes totalita-
rios del siglo pasado, en particular –y esto en contra de la tradición historiadora en el tema– en
los movimientos y regímenes fascistas. El estudio del fascismo italiano fue demorado durante
mucho tiempo por un prejuicio de los historiadores antifascistas, según el cual que “no había
ideología” o era demasiado sumaria y absurda como para que mereciera ser estudiada. El fas-
cismo eran bandas de truhanes al servicio del Gran Capital, bandas cuyos discursos demagógi-
cos carecían de interés. Emilio Gentile fue el primero en tomar esa ideología en serio y en in-
tentar reconstituir sus orígenes con la publicación, en 1975, de Le origini dell’ideologia
fascista.5 Todos los historiadores recientes del o los fascismos destacan la preeminencia de las
ideas en su génesis y el atractivo que ejercían los movimientos totalitarios: “Ideas and beliefs
were primary ingredients in the process that brought fascism into being”.6 Si bien el fascismo
en sus comienzos no tuvo la complejidad del marxismo-leninismo, el material de donde se
nutre –crítica contrarrevolucionaria de la democracia parlamentaria, socialdarwinismo, nacio-
nalismo integral, corporativismo– es abundante y diverso y remonta hacia atrás en el siglo xix.
El fascismo, mezcolanza sincrética devenida en sistema totalitario, forjó “una auténtica ideología
y un proyecto coherente de formateo de los individuos y la sociedad”, una ideología que se
presentaba como una tercera vía entre el liberalismo democrático, impotente y desconsiderado,
y el socialismo, antipatriótico y bárbaro.7 Aunque en la práctica, en su desarrollo concreto, el
fascismo italiano fue un “totalitarismo imperfecto”, en el centro de la ideología se enunciaba
un “ideal” totalitario, una racionalización del Estado total al que debía subordinarse toda la
vida pública y privada. El fascismo italiano es una ideología inseparable de una instalación de
cultos y liturgias, el Culto del Littorio, uno de cuyos temas recurrentes, por lo demás, era que
sobre todo no era “un dogma” fijo, sino una “fe” activa, que siempre tenía que avanzar, adap-
tarse a la “Vida”, etcétera.8
El fascismo (que en la definición de fascismo genérico de Roger Griffin y otros historiado-
res anglófonos incluye al nazismo) presenta una ideología propia que lo define y que desempeñó
un gran papel en su éxito trans-clases.9 Es de esta ideología y de su “núcleo mítico” (mythical
core) de donde desembocan los rasgos que todos conocemos de los fascismos: culto del jefe,

5
Emilio Gentile, Le origini dell’ ideologia fascista (1918-1925), Roma/Bari, Laterza, 1975 [trad. ingl.: The Origins
of Fascist Ideology 1918-1925, Nueva York, Enigma, 2005].
6
Trygve T. Tholfsen, Ideology and Revolution in Modern Europe: An Essay on the Role of Ideas in History, Nueva
York, Columbia University Press, 1984, p. 105. [“Ideas y creencias fueron ingredientes primarios en el proceso que
le dio existencia al fascismo”, n/eds.]
7
Pierre Milza, “Le totalitarisme fasciste, illusion ou expérience interrompue?”, Vingtième Siècle, nº 100, 2008/4, pp.
63-67.
8
Véase especialmente Pier Giorgio Zunino, L’ideologia del fascismo. Mito, credenze e valori nella stabilizzazione
del regime, Bolonia, Il Mulino, 1985.
9
Emilio Gentile, Qu’est-ce que le fascisme? Histoire et interprétation, París, Gallimard, 2004.

Prismas, Nº 18, 2014 159


corporativismo, estatismo y estadolatría, escalada expansionista, estetización de la política, mi-
litarización de la vida social en tiempos de paz, enrolamiento de la juventud, clima de malestar
permanente e impulso de amplios proyectos sucesivos. Podemos suponer que también se deduce
de ello el manotazo de ahogado militarista y belicista, pues la guerra es una receta infalible de
“regeneración nacional”. Lo que distingue los fascismos de las dictaduras “comunes” es, preci-
samente, el papel determinante de la ideología y el atractivo que ejerce. El análisis en términos
exclusivos de política o de economía no alcanza para comprender su naturaleza.10
Lo mismo sucede con los historiadores del nazismo y la cada vez mayor importancia que
conceden a la ideología y a su singularidad malvada. James Rhodes estudia The Hitler Move-
ment como A Modern Millenarian Revolution:11

In the tradition of Eric Voegelin and Norman Cohn –escribe–, I think that the National Socia-
list ideology should be seen as a more or less coherent millenarian and gnostic world view
that must be taken seriously if the Nazis are to be understood. [...] [T]he Nazis believed that
their reality was dominated by fiendish powers and they experienced revelations or acquired
pseudo-scientific knowledge about their historical situation that made them want to fight a
modern battle of Armageddon for a worldly New Jerusalem.12

Basado en un sentimiento de “catástrofe ontológica”, James Rhodes convierte el milenarismo


en la motivación principal de los nazis y en la explicación fundamental de su cada vez mayor
criminalidad, descartando las causas tradicionalmente propuestas, a las que considera contin-
gentes y reductoras –crisis económica, etc.– y señalando la importancia de observar de modo
central la concepción de que los propios nazis tenían sentido de su accionar:

In all its manifestations and especially in the ns case, millenialism appears to begin with an
experience of confusion and a strong fear of annihilation which can be called the “disaster
syndrome”.
This study [...] concludes that the millenialism hypothesis gives the best answer to the perple-
xing questions about this specific group of revolutionaries. [...] By stressing the primacy of
apocalyptic motives in the National Socialists, it does not deny the existence or significance of
ideological, economic, psychological and other passions.13

10
La definición de fascismo genérico en torno a la que aparentemente se ha establecido cierto “consenso” en el
mundo anglosajón actual es la del historiador británico Roger Griffin, líder de la Fascist Studies School. Esta aspira
a extraer un “núcleo” mítico constante omitiendo intencionalmente, con fines heurísticos, las variables reivindicacio-
nes “nacionales” y las variables racionalizaciones cientificistas e historicistas que lo revisten: “Fascism is a genus of
political ideology whose mythic core... is a palingenetic form of populist ultra-nationalism” [“El fascismo es un gé-
nero de ideología política cuyo núcleo mítico […] es una forma de ultranacionalismo populista”, n/eds.]; Roger
Griffin y Matthew Feldman (eds.), Fascism: Critical Concepts in Political Science. Londres, Routledge, 2004, vol. i,
p. 272. Definición completa en The Nature of Fascism, Londres, Routledge, 1993, p. 44.
11
James Rhodes, The Hitler Movement: A Modern Millenarian Revolution, Stanford, CA, Hoover Institution Press, 1980.
12
Ibid., pp. i y 18. [“En la tradición de Eric Voegelin y Norman Cohn, creo que la ideología nacional-socialista de-
bería ser vista como una más o menos coherente visión del mundo milenarista y gnóstica, que debe ser tomada seria-
mente para comprender a los nazis. […] [Ellos] creían que su realidad estaba dominada por poderes diabólicos y
experimentaban revelaciones o adquirían conocimiento pseudo-científico acerca de su situación histórica que los
llevaba a querer pelear una moderna batalla de Armageddon para una Nueva Jerusalem en este mundo”, n/eds.]
13
Ibid., p. 19. [“En todas sus manifestaciones y especialmente en el caso del nacionalsocialismo, el milenarismo pa-
rece empezar con una experiencia de confusión y un fuerte temor a la aniquilación que puede ser llamado ‘síndrome

160 Prismas, Nº 18, 2014


El caso aparentemente complementario pero mucho más controvertido
de los marxismos y los marxistas

La publicación del Livre noir du communisme14 en 1997 reactivó en Francia una polémica de
larga data sobre el balance negativo del comunismo en el siglo xx, en un sobresalto tardío pero
excepcionalmente violento que movilizó a toda la prensa y a los ensayistas más destacados y
que todavía no está ni cerca de haberse aplacado. Un pavé dans l’histoire, de Pierre Rigoulot e
Ilios Yannakakis,15 da cuenta de los primeros meses de esta polémica en Francia en torno a la
“memoria del comunismo” –desde el punto de vista acusador de los colaboradores del libro–,
mientras que poco tiempo después el volumen colectivo Du passé faisons table rase16 dio a co-
nocer la diferente recepción de las traducciones del libro en todos los países de Europa, muy
favorable en el este y reticente en el oeste. Como siempre, la Francia intelectual conforma una
excepción y contrasta con la muy favorable recepción del libro en los países que conocieron el
“socialismo real”, a pesar de las reticencias y las negaciones –también allá– de una retaguardia
de aparatchiki reciclados que no quieren que se “saquen a relucir los trapos sucios” del pasado.
No es cierto, como se lee a veces, que los colaboradores de aquel acontecimiento editorial
hayan reclamado “un Núremberg del comunismo”, cosa que sería impracticable, pues los regí-
menes comunistas no fueron vencidos militarmente, y políticamente inoportuno (a pesar de al-
gunos juicios a responsables policiales de la represión en la República Checa, por ejemplo). Pero
sí afirmaron en voz alta que la tarea del historiador del comunismo –al igual que la que sin difi-
cultad se le reconoce al historiador del nazismo o del fascismo (comparación accesoria que por
sí sola generó escándalo)– es no limitarse a describir, enumerar, explicar y situar en el tiempo de
la historia, sino también, cuando es preciso, formular una acusación. Al menos en el discurso
historiador y no en el orden jurídico, formular una acusación contra los crímenes cometidos en
otras épocas, contra sus autores, sus instigadores y sus promotores. Lo determinante es no poner
en duda los “crímenes” –a pesar de las incesantes polémicas sobre su extensión y su cifrado–,
sino establecer, respecto de tales crímenes, la responsabilidad de la ideología (y en consecuencia
queda más o menos en claro fue la responsabilidad de aquellos que, en Occidente, “confesaron”
esa ideología y militaron por ella, manteniéndose –por la fuerza de las cosas y el azar del naci-
miento– ajenos a la “aplicación” que hizo de ella el Socialismo Real).

¿Es criminal el comunismo? La pregunta puede parecer ociosa, casi nada provocadora. ¿Y los
millones de muertos posteriores a la revolución soviética? ¿Y la masacre de los marinos de
Cronstadt a manos de Trotski en 1921? ¿Y la hambruna organizada para reducir la resistencia
de buena parte de los ucranianos a la sovietización en 1932-1933? [etc., etc.] ¿Cómo atreverse
entonces a cuestionar esta criminalidad? A decir verdad, ya no se cuestiona el hecho de que
una espantosa hecatombe humana esté vinculada con la historia del comunismo, sino la natu-

del desastre’. Este estudio […] concluye que la hipótesis milenarista da la mejor respuesta a las cuestiones perplejas
sobre este específico grupo de revolucionarios. […] Subrayar la primacía de los motivos apocalípticos en el Nacional
Socialismo, no supone negar la existencia de otras pasiones ideológicas, económicas o psicológicas”, n/eds.]
14
Stéphane Courtois et al., Le livre noir du communisme. Crimes, terreur, répression, París, Laffont, 1997 [trad. esp.:
El libro negro del comunismo, trad. de César Vidal, Barcelona, Espasa, 1998 y Barcelona, Ediciones B, 2010].
15
Pierre Rigoulot e Ilios Yannakakis, Un pavé dans l’histoire, París, Laffont, 1998.
16
Stéphane Courtois et al., Du passé faisons table rase!, op. cit.

Prismas, Nº 18, 2014 161


raleza del vínculo entre el comunismo y esa hecatombe: ¿es responsable el comunismo? [...]
Resta saber qué lugar asignar a esos “crímenes horribles, masivos y sistemáticos”. Desde la
óptica del Libro negro, el comunismo es responsable de ellos. Desde la de sus detractores, el
comunismo está manchado de sangre, pero contra su voluntad.17

Los elementos centrales del debate están bien resumidos. ¿Acaso un régimen basado en una
ideología determinada debe ser juzgado por sus obras, y su ideología con él ipso facto?, ¿acaso
los resultados, siempre horrorosamente similares, de los regímenes ideocráticos juzgan las
convicciones de los actores y cuestionan el “ideal” de sus seguidores? El problema de la ambi-
gua interfaz histórico-ético-jurídica no es el de algunas ideas del pasado que llamaban –literal-
mente y sin mayor esfuerzo hermenéutico– a la represión, al odio por el Otro, a la persecución,
no es el de las doctrinas expresamente racistas, antisemitas, genocidas y de la censura que
llevan en ellas de modo unánime. Se lamente o no (se puede ver allí una vana invitación/invite
a meditar confusamente sobre las buenas intenciones con las que fue recubierto el infierno del
siglo xx, para desembocar laxamente en una invocación del principio de precaución en vista
de los arrebatos irreflexivos de ayer), la cuestión del mal político e ideológico se encuentra en
el centro de la historia de las ideas modernas con la forma específica de la mutación del bien
en mal, de los buenos en villanos, de la idea generosa en legitimación de lo inhumano, del
“vuelco del humanista en fanático, del perseguido en policía”, vuelco central en la reflexión de
alguien como Régis Debray (que sin embargo no ofrece una explicación muy clara del carácter
fatal de dicho vuelco ni propone conclusiones prácticas para deducir de su afirmación).18
Partiré de lo que plantea Aleksandr Solzhenitsyn al comienzo de Archipiélago Gulag:
“Fue la ideología la que valió al siglo xx experimentar la perversidad a escala de millones”. 19
Lenin y el bolcheviquismo sin duda están cuestionados, pero la acusación de Solzhenitsyn es
más englobadora. El novelista ruso razona a partir de un contraste: los malos de Shakespeare se
satisfarían con media docena de cadáveres, pero para acumular millones de muertos se necesita
otra forma de crueldad e inhumanidad argumentadas, y es esta cosa moderna, desconocida por
el dramaturgo inglés e impensable en su siglo, lo que el escritor ruso designa con el nombre de
“Ideología”. La cuestión planteada es la del cambio de escala de lo inhumano en el siglo xx,
cambio surgido del encuentro de medios técnicos y delirios escatológicos disfrazados de doctri-
nas “científicas”. Todas las ideologías totales del siglo, ya sean de izquierda o de derecha, ter-
minaron creando “vidas inútiles”, legitimaron el asesinato de pobres de a miles y millones,
concibieron y justificaron el terror de masas, diezmaron con convicción a poblaciones enteras.
La cuestión espinosa que se deriva en este paradigma de la mutación del bien en mal –y sobre
la que existe una biblioteca cada vez mayor de reconstituciones divergentes de datos, de enca-
denamientos y argumentaciones contradictorias– es la de la “responsabilidad” de las ideas re-
volucionarias, la de las utopías socialistas e igualitarias surgidas de la Ilustración, la de Marx
–o de los marxismos que aparentemente habrían “traicionado” su pensamiento– o Lenin y los
bolcheviques en la Tragedia soviética.20 La ideología racista de los nazis condujo a Auschwitz,

17
Stéphane Courtois et al., Du passé faisons table rase!, op. cit., pp. 13-14.
18
Régis Debray, Critique de la raison politique, París, Gallimard, 1987, p. 361.
19
Alexandre Soljénitsyne [Solzhenitsyn, Aleksandr Isaevich], L’Archipel du Goulag, París, Seuil, 1974, vol. I, p. 132.
20
Martin E. Malia, The Soviet Tragedy. A History of Socialism in Russia, Nueva York, Free Press/Toronto, Maxwell
Macmillan, 1994.

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eso es atroz pero lógico, pero, ¿qué es lo que, en términos de ideas, conducía al terror bolche-
vique, al Gulag, a los exterminios estalinistas, a las masacres repetidas y a gran escala de po-
bres diablos devenidos en opositores?

¿Metamorfosis inopinada?

En la década de 1930, el filósofo católico Waldemar Gurian –de más está decir que era antico-
munista– también hablaba de la “metamorfosis” de una idea intrínsecamente buena, la del so-
cialismo, en un régimen atroz: “la doctrina se transformó, convirtiéndose, no en una utopía de
futuro, sino en justificación del terrorismo y de la privación de cualquier derecho del individuo
frente al Estado de partido”.21 Pero esta “metamorfosis” inopinada seguía siendo, en cuanto tal,
inexplicable. La pregunta puede parecer ingenua pero vuelve en nuestros días. “¿Por qué el
comunismo moderno, que apareció en 1917, se erigió casi de inmediato en dictadura san-
grienta y luego en régimen criminal?”22 Evidentemente, a esta buena pregunta sin respuesta los
pensadores de derecha pueden oponer la hipótesis de una consecución lógica o de un “poten-
cial” perjudicial perfectamente detectable en los proyectos iniciales y en las ideas (y quizá
también, ampliando el horizonte, en toda la modernidad política secular). A la cabeza del Es-
tado soviético se encontraba un grupo de “ideócratas” animados por una doctrina específica y
un proyecto global que causó inmensos sufrimientos: parece de buen método sondear esa doc-
trina y cuestionar su carácter, ostentatorio pero quizá engañoso, “de utopía de futuro” dedicada
al bienestar de la humanidad.
La capacidad y la voluntad de control “total” de la sociedad por parte del Estado-partido
bolchevique, la intensidad del terror y la represión variaron mucho de Lenin a Stalin, a Brezh-
nev, a Gorbachov, por lo que resulta discutible aplicar a todo el período 1917-1991 el contro-
vertido concepto de “totalitarismo”. Pero el hecho de que la razón de ser del Estado soviético
fuera realizar a cualquier precio un proyecto específico de transformación de la sociedad, un
proyecto basado en “ideas”, es inherente a su historia entre 1917 y 1991. El término “ideocra-
cia”, propuesto por Martin Malia, adquiere aquí todo su sentido. En todos los lugares donde se
estableció un régimen comunista, las mismas teorías desembocaron en el mismo tipo de liqui-
daciones, deportaciones, masacres, opresión policial y terror. ¿Cuál es la “responsabilidad” –se
preguntan algunos historiadores “de derecha”– que tiene Karl Marx en el carácter sangriento y
represivo de todos esos regímenes de todos los continentes que se inspiraron en él? ¿Hasta qué
punto los resultados “imprevistos” de un proyecto supuestamente emancipador no tienen al-
guna relación con determinados elementos de este pensamiento? “Is original Marxism to any
degree accountable for the despotic character of the Marxist-Leninist party regimes in the va-
rious parts of today’s world?”23

21
Waldemar Gurian, Der Bolschewismus: Einführung in Geschichte und Lehre, Friburgo de Brisgovia, Herder, 1931
[trad. ingl.: Bolshevism: An Introduction to Soviet Communism, Notre Dame, University of Notre Dame Press, 1952;
trad. fr.: Le bolchevisme. Introduction historique et doctrinale, París, Beauchesne, 1933, p. 229; trad. esp.: Bolche-
vismo. Introducción al comunismo soviético, Madrid, Rialp, 1956].
22
Stéphane Courtois et al., Le livre noir du communisme, op. cit., p. 853.
23
Carl Linden, The Soviet Party-State. The Politics of Ideocratic Despotism, Nueva York, Praeger, 1983, p. 1. [“¿Es el
Marxismo original completamente responsable por el carácter despótico de los regímenes de partido Marxista-Leni-
nista en varias partes del mundo actual?”, n/eds.] Véase, entre las decenas de libros que plantean este tipo de pregun-

Prismas, Nº 18, 2014 163


Como tal, este tipo de pregunta directa, bipolar y simplista (y la respuesta “virtual” que
trae aparejada) es evidentemente sofístico. Vienen a la mente al menos varias objeciones. La
ideología llamada marxista era hegemónica y oficial en la urss, pero las instituciones y los
valores sociales, ¿estaban “inspirados” por algo que proviniera de Marx (aunque más no fuera
en el más superficial de los sentidos)? Y además, la principal fuente del despotismo soviético,
¿es rusa o marxista?, ¿o es el resultado de la fatal convergencia de ambas (esta es la versión de
Alain Besançon)? El supuesto marxismo soviético, ¿es algo así como el “encuentro inespe-
rado” entre una doctrina racional occidental y una mentalidad irracional rusa? Es lo que parece
decir un historiador ruso, Michel Heller, en La machine et les rouages,24 cuando habla de “la
increíble receptividad de los soviéticos a lo irracional apenas adopta cierta apariencia cientí-
fica”. Por lo demás, ¿cómo afirmar a la vez la nefasta omnipotencia de la idea marxista-leni-
nista en la urss junto con la hipótesis –sostenida por Leszek Kolakowski y todos los demás
historiadores de hoy– de que, al menos a partir de Kruschev, ya nadie creía en ella, ni entre las
masas ni en el Aparato (“By the end no one believed any longer that Marxism-Leninism could
be used to mobilize the population”).25
No obstante, hay una réplica a estas primeras objeciones. Se impone una distinción. Los
burócratas soviéticos no tenían por qué “creer” en el verbalismo humanitario del supuesto
“marxismo”, en la “sociedad sin clases” o en la “dictadura del proletariado”, pero parece evi-
dente que sin embargo creyeron en algo, desde Lenin hasta Gorbachov, y siguieron creyendo,
a pesar de los constantes desmentidos, en aquello que estaba en el corazón ideológico de la
ideocracia: la superioridad, no moral sino productivista, del modo de producción colectivista,
basado en la abolición de la propiedad privada de los medios de producción e intercambio y en
la economía dirigida. Fue precisamente cuando la duda radical respecto de su practicabilidad
y su eficacia comenzó a socavar, entre las clases del propio Aparato, ese dogma-razón de ser
constitutivo de la urss, que el sistema realmente vaciló.
El cuestionamiento sobre el “papel” de Marx y el marxismo (que en realidad conforman
dos temas diferentes) todavía se encuentra, en buena medida, en la etapa de la confusión de los
problemas. El topos de Marx-retorciéndose-en-la-tumba es un lugar común de los investigado-
res que, sin dejar de condenar las “aplicaciones”, quieren proteger al autor de El capital: “Karl
Marx would have found very little in the political culture and political institutions of Cuba,
China or Russia that he could identify as Marxist”, etc., etc.26 ¡Sin ninguna duda! Leszek Ko-
lakowski, el gran historiador polaco del marxismo, fue el único que hizo el esfuerzo por plan-
tear la cuestión en términos pasibles de recibir una respuesta que no fuera la mera confusión
sofística de la cronología, la duración o los niveles. El sistema estalinista, ¿tiene su fuente en

tas, David W. Lovell, From Marx to Lenin: An Evaluation of Marx’s Responsibility for Soviet Authoritarianism,
Cambridge, Cambridge University Press, 1984. Hay también una versión más ingenua del mismo cuestionamiento:
“Was Stalin really a Communist?”, se pregunta Robert Vincent Daniel en The Rise and Fall of Communism in Russia,
New Haven, ct, Yale University Press, 2007, cap. 23, pp. 266-272. (O... ¿era Torquemada un buen católico?)
24
Michel Heller, La machine et les rouages, la formation de l’Homme soviétique, París, Calmann-Lévy, 1985 [París,
Gallimard, 1994, p. 73].
25
David D. Roberts, The Totalitarian Experiment in 20th Century Europe: Understanding The Poverty of Great Po-
litics, Nueva York/Londres, Routledge, 2006, p. 268. [“Al final nadie volvió a creer que el Marxismo-Leninismo
pudiera ser usado para movilizar al pueblo”, n/eds.]
26
Anthony J. Gregor, The Fascist Persuasion in Radical Politics, Princeton, nj, Princeton University Press, 1974, p.
395. [“Karl Marx habría encontrado muy poco en la cultura política y en las instituciones políticas de Cuba, China
o Rusia que hubiera podido identificar como Marxista”, n/eds.]

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Marx o en algún aspecto de su pensamiento?, ¿o bien, por el contrario, podemos encontrar en
Marx (y se lo puede encontrar fácilmente) el repudio anticipado del estalinismo, del totalita-
rismo? En efecto, Marx, ¿se habría “revuelto en la tumba”? Son todas formulaciones que no
tienen ningún interés porque no tienen respuesta posible. Para Leszek Kolakowski la única
pregunta bien formulada es la siguiente, que se refiere a la aplicabilidad (y adelanta su propia
respuesta): “Was every attempt to implement all basic values of Marxian socialism likely to
generate a political organization that would bear marks unmistakably analogous to Stalinism?
I will argue for the affirmative answer”.27

El juicio a las utopías

El 1º de enero de 1800, Robert Owen abría en New Lanark, Escocia, una manufactura “huma-
nitaria” donde el vil dinero iba a ser reemplazado por Labour Notes, bonos de trabajo.28 El 25
de diciembre de 1991, Mijaíl Gorbachov ratificaba la disolución de la urss. Entre ambas fe-
chas, entre aquel Año Nuevo y esta Navidad, dos siglos de Grandes Esperanzas movilizaron a
enormes masas en los cinco continentes. Estas animaron una abundancia de reflexiones filosó-
ficas y de ideologías de masa en torno a ideas surgidas en el Siglo de las Luces, con las ideas
de progreso y revolución a la cabeza, y en torno a un proyecto o a una promesa utópicas. De la
confluencia narrativa que acabo de resumir se deriva una extensa pregunta. Esta pregunta, a su
vez, no deja de frecuentar la reflexión contemporánea. Estas Grandes Esperanzas –nos pregun-
tamos–, justamente por su carácter utópico, por su promesa de “cambio a vista”* y de remedio
global al alcance de la mano para todos los males sociales, a través del determinismo histórico
que las había ido edificando desde los tiempos lejanos de los Saint-Simon, Fourier, Leroux,
Colins y otros socialistas románticos, a través del espíritu de creencia ciega y negadora que
inspiraron, ¿acaso no es evidente que desempeñaron un papel, un papel decisivo y nefasto, en
los males de aquel tiempo?, ¿no derivaron acaso en los horrores de un siglo xx que habría
pasado al acto al erigir –inspirado en sus vanos blueprints y sus falaces “leyes de la historia”–
ideocracias sanguinarias?29
De la Revolución de 1917 no surgió un régimen que formara un “estadio superior” a las
democracias burguesas y las economías de mercado, ni siquiera una alternativa racional,
sino –como plantea Martin Malia– una “ideocracia”, un régimen (para descrédito de la re-
presentación marxista de la base y la superestructura), basado en un programa irrealista, en
una “utopía” (en el sentido negativo, quimérico, de la palabra) articulada con una forma de

27
Leszek Kolakowski, “Marxist Roots of Stalinism”, en Robert C. Tucker et al., Stalinism: Essays in Historical In-
terpretation [1977], Nueva York, Norton, 1999, p. 283. [“¿Cada intento de implementar los valores básicos del so-
cialismo Marxista estuvo cerca de generar una organización política que llevara las inconfundibles marcas del Stali-
nismo? Mi argumentación sostiene una respuesta afirmativa”, n/eds.]
28
Etiquetados como “One hour” y sus sucedáneos (pues una hora de trabajo cualquiera vale como cualquier otra).
Véanse Robert Owen, Courte exposition d’un système social rationnel, París, Marc-Aurel, 1848, y Dialogue entre la
France, le monde et Robert Owen, sur la nécessité d’un changement total dans nos systèmes d’éducation et de gou-
vernement, París, Chaix, 1848.
* Dentro de la terminología teatral, se denomina “cambio a vista” al cambio de escenografía que se efectúa a oscuras
durante una obra, ante el público y con el telón levantado. [N. de la T.]
29
De este modo, se habría pasado del “siècle-charnière” [siglo bisagra], el xix, que las concibió, al siècle-charnier
[siglo fosa común] que las testearon. Es una expresión amargamente espiritual de Philippe Muray.

Prismas, Nº 18, 2014 165


creencia “gnóstica” maquillada de saber supuestamente “científico”, sistema dedicado a rea-
lizar un proyecto intrínsecamente inviable: “Of all the reasons for the collapse of commu-
nism, the most basic was that it was an intrinsically nonviable, indeed impossible project
from the beginning”.30 Sistema que intentó –a través del terror y dentro de una penuria
constante, de la miseria material y moral de tres generaciones– hacer que funcionara una
imposibilidad práctica, incluso hasta la ruina. Dicho de otro modo, la alegada responsabili-
dad de la “idea” sería inseparable del carácter irrealista, quimérico y libresco de buena parte
de la modernidad surgida del Iluminismo.

Formulación aun más moralmente inquietante: “Líbrennos del mal”

La aplastante paradoja de toda la modernidad se reduciría entonces a encontrar la fuente pri-


mera del infortunio del siglo xx, no solo en ideas supuestamente racionales, benevolentes y
emancipadoras, sino en el propio proyecto de librar al mundo del Mal. Porque todo se remonta
a esta “voluntad”, que, a comienzos del siglo xix, era una “idea nueva en Europa”. Al principio
–hacia 1830– el socialismo se definió como el Remedio, finalmente descubierto, que iba a li-
brar a los hombres, definitivamente y de una sola vez, del mal social:

Pregunta. ¿Qué entiende usted por Socialismo?


Respuesta. La doctrina [...] que busca, mediante la puesta en práctica de la ley humanitaria,
hacer que desaparezcan de la sociedad los males que la desgarran.31

Con posterioridad a 1789, nace una “religión de la Revolución”, no como una voluntad de re-
formar o aliviar determinados males sociales sino –como plantea el historiador israelí Jacob L.
Talmon– como una “insurrección contra el propio Mal”, una insurrección que no terminaría
hasta que no fuera erradicado el mal, no se completara la regeneración y no se estableciera la
justicia inmutable en la Tierra. De hecho, este parece ser el principal elemento psicagógico que
nutrió largamente el pensamiento militante y que, en el caso de las mentes conservadoras,
alimentó impiadosamente sus perversiones: la voluntad de librarse íntegra y rápidamente del
mal social.32 Ya en 1830 el militante se erige –con una pose moral impávida– ante una sociedad
que debe ser destruida por completo, de la que hay que arrancar todos los males que lleva den-
tro. En tiempos de Louis-Philippe, un socialista es alguien que “entrevé” un futuro luminoso

30
Lee Edwards (ed.), The Collapse of Communism, Stanford, ca, Hoover Institution Press, 2000. [“Entre todas las
razones para el colapso del comunismo, la más básica fue que se trató de un proyecto intrínsecamente inviable, en
verdad imposible, desde el comienzo”, n/eds.]
31
El Ciudadano Greppo, Representante del Pueblo, Catéchisme social, ou exposé succinct de la doctrine de la soli-
darité, París, Gustave Sandré/Au Bureau du Peuple, 1848, p. 5. Disponible en <gallica.bnf.fr>.
32
Es que, en efecto, y esto caracteriza a contrario el pensamiento moderno, el mal no social, el mal “natural”, hoy
ya no es percibido como un verdadero mal en el sentido de que ya no indigna ni ocupa a los pensadores. Todo ha
cambiado desde Voltaire: el terremoto de Lisboa ya no da que meditar escépticamente sobre la Providencia, sino que
lo que indigna son la explotación y la miseria. No solamente el mal es social, sino que finalmente no hay mal que no
sea social. La propiedad, la familia, la ciudad –escribe expresamente Pierre Leroux–: “por fuera de los males que nos
llegan a través de estas tres fuentes, no hay mal para nosotros, porque no hay mal realmente humano por fuera de
estas tres fuentes”. Pierre Leroux, Malthus et les économistes ou Y aura-t-il toujours des pauvres, Boussac, Pierre
Leroux, 1849, p. 291. Disponible en <gallica.bnf.fr>.

166 Prismas, Nº 18, 2014


imbuido de la certeza de que “el mal está condenado a desaparecer completamente del mundo
un día”.33 El mal no viene de la naturaleza (“de Dios”, se escribía por aquella época), viene de
la sociedad y la sociedad podría estar organizada de otra manera. Por escandaloso que sea el
mal social, la concepción que uno se hace de él libera a la mente de un escándalo más desola-
dor, irremediable: el de que el mal estaría en el corazón del hombre y sería indisociable de este
mundo terráqueo. El mal social es, por el contrario, un doble mal, porque ahora existe un “re-
medio” global, “descubierto” por un hombre de genio. Lo importante –escribe el fourierista
Victor Considerant– es “conocer el mal, para encontrar el remedio”, pero más importante es
conocer el “remedio” para demostrar que el mal es mucho más criminal desde el momento en
que solo se debe a una mala organización de la sociedad, a una organización que solo hace
felices a los malos y que simplemente hay que abolir. De la omnipresencia del mal, el razona-
miento militante saca la conclusión de que la sociedad está mal hecha, llega al correlato de que
podría reconstruirse por completo sobre “otras bases” y de ahí, sin más, establece la necesidad
moral, unida a la fatalidad “histórica”, del advenimiento del bien. A su vez, el sindicalista-re-
volucionario de la Belle Époque trae lo que se ha convertido en un axioma rígido en el corazón
de su doctrina, que él considera “revolucionaria”: toda reforma de la sociedad burguesa es
vana, todo espíritu de reforma es vil, hay que hacer tabla rasa y reconstruir todo desde cero.
“No se puede esperar ninguna mejora de la sociedad actual, hay que transformarla. Es defec-
tuosa. Hay que destruirla. Sus bases y sus principios son malos y todos los intentos por remen-
darla y recomponerla están condenados a la impotencia.”34
Que la sola voluntad de hacer felices a los hombres y de llegar de una sola vez al fin del
mal social es la fuente de los peores infortunios, que nada es más temible ni más de huir que
un hombre poseído por ese tipo de mandato, es la hipótesis recurrente de los pensadores pesi-
mistas, desde Gustave Le Bon hacia 1900 hasta Émile Cioran. Cioran con su máxima abúlica
de que “todo lo que emprende el hombre se vuelve contra él” y Gustave Le Bon, con su famosa
tesis de que en “las masas” se perpetuaban creencias irracionales peligrosas. Escribe: “Torque-
mada, Bossuet, Marat, Robespierre se veían a sí mismos como dulces filántropos que solo so-
ñaban con la felicidad de la humanidad”.35 Teman de quienes deseen su felicidad, ¡son capaces
de cualquier cosa!
Durante todo el siglo xix, el diálogo de sordos entre el innovador y el conservador res-
pecto de la belleza de las Ideas Democráticas se cierra con la supuesta prueba de su nocividad
por parte de los crímenes de la Revolución. Así, en un diálogo saint-simoniano, vemos discutir
al Innovador y al Conservador:

El innovador: —¿Conoce usted los Derechos del Hombre y el Ciudadano proclamados por los
demócratas de 1789?
El conservador: —Conozco los excesos de 1793 y con eso me basta.36

33
Louis de Tourreil, Religion fusionienne, ou doctrine de l’universalisation réalisant le vrai catholicisme, Tours/Pa-
rís, Juliot, 1879, p. 216. Una edición posterior (París, A. Charles, 1902) se encuentra disponible en <gallica.bnf.fr>.
34
André Lorulot y Georges Yvetot, Le syndicalisme et la transformation sociale, París, Librairie Internationaliste,
1909, p. 11.
35
Gustave Le Bon, Psychologie du socialisme, París, Alcan, 1898, p. 104 [París, Les Amis de Gustave Le Bon, 1984,
disponible en <gallica.bnf.fr>].
36
Jean Terson, Dialogues populaires sur la politique, la religion et la morale, París, Prévot, 1840, p. 70 (disponible
en <books.google.com>).

Prismas, Nº 18, 2014 167


Los publicistas liberales y antisocialistas del siglo xix vieron de inmediato y denunciaron –dando
con ello a los espíritus humanitarios pruebas irrefutables de su maldad innata– el paralogismo
que deduce el remedio de la constatación del mal y de la atribución de múltiples males a una
supuesta Causa única fácil de eliminar: con la propiedad individual hay pobreza y desigual-
dad, por lo tanto hay que suprimirla y reemplazarla por su contrario. Hay gente que no tiene
trabajo, por lo tanto el Estado puede y debe dar trabajo a todos... La sociedad es imperfecta,
por lo tanto es reformable. Es mala de punta a cabo, por lo tanto debe sufrir una reforma total
deducida de principios contrarios a los que la rigen.
Los adversarios de los Grandes Relatos Progresistas, por diversos que sean –desde los
católicos hasta los darwinistas sociales y los nietzscheanos–, parten de una premisa de lo irre-
mediable para descartar los remedios sociales radicales como quiméricos, es decir que ellos
también se basan en un presupuesto, en una visión pesimista de la “naturaleza humana”. Her-
bert Spencer, el sociólogo liberal que denunció el “estatismo”, decía: “Lo que es imperfecto es
el hombre. El Estado no puede mejorarlo por decreto”.37 Los pensadores liberales no reprocha-
ban a los socialistas el querer una sociedad buena, o más bien, sí, se lo reprochaban, pero
acusándolos de preparar inevitablemente una sociedad peor, aunque fuera a estar revestida de
buenas intenciones. En cierto modo, el mismo horror que les inspiraban los proyectos colecti-
vistas, anarquistas, etc., los consolaba de vivir en una sociedad llena de miserias, pero que te-
nía sus lados buenos –para ellos– y donde no todo estaba perdido...

Sobre los historiadores como fiscales

Como señalé al comenzar: la historia de las ideas modernas muy pocas veces es una empresa
serena nacida únicamente del interés histórico. El historiador de las ideas políticas, sobre todo,
ajusta cuentas –y no lo oculta– con el presente a través del pasado, un pasado que evidente-
mente no queda atrás. El historiador que describe y analiza tendencias ideológicas de la década
de 1930 –o de 1830– ajusta cuentas de hecho con sus lejanos pero persistentes descendientes
actuales. Por lo tanto, se erige expresamente como fiscal, acusa e interpela, coloca a las ideo-
logías del pasado ante sus “responsabilidades”, una palabra que vuelve regularmente en el
historiador israelí Zeev Sternhell, quien somete a prueba en el tribunal de la historia los escri-
tos de los “prefascistas” de 1880-1914 y de las ligas fascistoides de la década de 1930, cuyas
doctrinas son puestas bajo acusación. Invita expresamente a los lectores presentes, y muy es-
pecialmente a sus adversarios –que se niegan a reconocer la extensión de “la impregnación
fascista” en la Francia de antes de 1940–, a un “examen de conciencia” al que se niegan. Mo-
vido por fuertes convicciones, Sternhell, al analizar la impregnación fascista extendida de una
Francia de los años treinta que prepara la vergüenza y el deshonor de los cuarenta, remueve
aquel pasado solo porque considera, a pesar de las negaciones de sus adversarios, que aún
subsisten sus secuelas y algunas cenizas calientes que podrían reavivarse.
Otros historiadores de las ideas, con los famosos y eruditos adversarios del “historicismo”
de los tiempos de la Guerra Fría a la cabeza –Karl Popper, Isaiah Berlin, Jacob Talmon, Karl
Löwith, Eric Voegelin, etc.–, cuyos trabajos siguen siendo –con las debidas críticas– grandes

37
Citado por Paul Boilley, Les trois socialismes, París, Alcan, 1895, p. 52.

168 Prismas, Nº 18, 2014


modelos heurísticos, habían entendido su tarea como una lucha –académica, es verdad, pero a
menudo brutal y capaz de ganarles irreconciliables enemigos– contra ideas “totalitarias” ame-
nazadoras, cuya historización era capaz, en su opinión, de minar su autoridad y sus pretensio-
nes. Para Isaiah Berlin, por ejemplo, Lenin y Stalin son los herederos directos de Rousseau,
encuentro histórico que censura Sternhell en su reciente Les anti-Lumières, du 18e siècle à la
guerre froide. Sternhell habla, para ese contexto de la Guerra Fría, de “campaña contra el co-
munismo, Ilustración francesa mediante”.38
No menos convencido de realizar un trabajo intelectual riguroso a la vez que una tarea
cívica de higiene intelectual, de denuncia de determinadas “imposturas” que están en boga,
tarea en que hay golpes que enfrentar, alguien como Pierre-André Taguieff arremete hoy con-
tra la “ilusión populista”39 y contra la tendencia de una parte de la izquierda francesa a perver-
tirse en antirracismos y antifascismos que, según demuestra, son instrumentalizados y fala-
ces.40 El historiador de las ideas modernas no es alguien instalado en su proverbial “torre de
marfil”, un cura por encima de la pelea (de allí deriva el carácter híbrido de empresas que se
encuentran entre las más apreciables, perspicaces e innovadoras del sector, empresas en las
que, sin embargo, el esfuerzo de objetivación académica está en lucha con la posición –subje-
tiva y comprometida en un combate intelectual difícil– del panfletario, posición discursiva que
en otra parte describí como de la verdad solitaria y valiente frente a la impostura triunfante).

Un enfoque a descartar como mal método

A fin de cuentas, creo que hay que rechazar de plano la tendencia, irresistible en algunos his-
toriadores –y no los menos ni los menos apreciables– a discutir a pensadores e ideas pasadas
en términos de complicidad antes del hecho. Hay que combatir la tendencia complementaria a
transformar los encadenamientos tortuosos de las genealogías intelectuales en un determi-
nismo de “pendientes fatales”, vistas a posteriori, y criticar la propensión a reprender impru-
dencias y complicidades by hindsight, es decir, que no lo parecen sino retrospectivamente.41
Por ende, también hay que combatir la tendencia a pasar subrepticiamente de la descripción de
una genealogía histórica del surgimiento y la anexión de ideas dispersas dentro de un mismo
“sistema” –y desde allí a la catástrofe que este engendró– a un juicio político-moral retrodic-
tivo articulado con diversos paralogismos ex post facto. Es decir, hay que combatir, en suma,
la tendencia a combinar, en enunciados equívocos y “solapados”, anacronismo, finalismo y
moralismo.
Todo ello lleva a un gran caveat de método, que consiste en recordar al historiador de las
ideas que las entidades que él sintetiza se construyen y desconstruyen en el largo plazo a través
de etapas imprevisibles, en función de cambios no menos imprevistos en el mundo real, con
umbrales cualitativos, “metamorfosis” o “mutaciones” que hay que relevar y muchas veces

38
Zeev Sternhell, Les anti-Lumières, París, Fayard, 2006, p. 495.
39
Pierre-André Taguieff, L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique, París, Berg, 2002
[París, Flammarion, 2007].
40
Véase, por ejemplo, Pierre-André Taguieff, Les contre-réactionnaires. Le progressisme entre illusion et imposture,
París, Denoël, 2007.
41
Y a transformar las contigüidades y vecinazgos en complicidades.

Prismas, Nº 18, 2014 169


generando variantes polarizadas que se convertirán en antagonistas (lo que equivale a decir que
no son entelequias que poseerían ab ovo el potencial de su despliegue). Los análisis que van en
contra de este principio son a la vez moralmente “farisaicos”, arrogantes y metodológicamente
falaces, porque son necesariamente anacrónicos. Parecería que para muchos buenos espíritus
el estudio de las ideas y de su papel en la historia desemboca en una teleología (que evidente-
mente están imposibilitados de asumir teóricamente), en la idea de que, para ser juzgadas, las
ideas deben esperar a su “aplicación” o a una aplicación por parte de quienes las adoptaron.
Jean-Jacques Rousseau ha sido especial objeto de este juicio de intención desde hace
medio siglo (acusación repetida, proveniente del mundo anglosajón, que merecería ser estu-
diada). Como se ha repetido en diversos lugares, Jean-Jacques “should be given special res-
ponsibility for the emergence of totalitarianism”.42 Pienso sobre todo en la obra de Jacob L.
Talmon, cuyo primer libro, The Origins of Totalitarian Democracy,43 partía de Jean-Jacques
Rousseau para llegar a Babeuf y a los Iguales y desembocar en los Totalitarismos del siglo xx
y sus horrores. Talmon buscaba demostrar que en las ideas, los conceptos y los encadenamien-
tos de razonamientos del autor del Contrato social estaba la matriz original de todas las ideo-
logías posteriores, que agrupa bajo la denominación de “democracia totalitaria”.44 Hay un so-
fisma inherente a este encadenamiento invocado. François Furet, por el contrario, exonera a
Jean-Jacques y matiza periodizando: “Rousseau no tiene ninguna responsabilidad en la Revo-
lución Francesa, pero es verdad que sin saberlo construyó los materiales culturales de la con-
ciencia y la práctica revolucionarias”.45
Creo que, por “humana, demasiado humana” que sea la actitud de fiscal-historiador, in-
dignado por los crímenes cometidos en nombre de algunas Ideas, es una postura que se rela-
ciona con la mezcla de géneros y es indefendible en el plano historiográfico. El historiador
debe resistir la tentación de convertirse en fiscal, y muy especialmente en la coyuntura “men-
talitaria” de hoy en Occidente, que invita desde todas partes y en nombre de una democracia
desencantada, a una judicialización de la historia moderna.46 Debe resistir porque la historia es
incierta, porque los encadenamientos de ideas y acciones, de “pasos al acto”, son tortuosos y
oscuros y porque los pensadores-actores simplemente nunca tuvieron manera de sospechar
cómo se sucederían las consecuencias de sus pensamientos.47
La tendencia a convertir la historia de las ideas en una requisitoria implica, a mi entender,
una arrogancia que tiene que ver con el “presentismo”: supongamos que las teorías médicas y

42
John W. Chapman, Rousseau totalitarian or liberal?, Nueva York, Columbia University Press, 1956, p. vii. [“de-
bería habérsele atribuido especial responsabilidad por la emergencia del totalitarismo”, n/eds.]
43
Jacob L. Talmon, The Origins of Totalitarian Democracy, Londres, Secker & Warburg, 1952.
44
En Political Messianism: The Romantic Phase, Talmon analiza, partiendo de Saint-Simon, los socialismos llama-
dos “utópicos”. Los sistemas sociales que proliferan entre 1815 y 1848 son presentados como la etapa de un desa-
rrollo de ideas radicales de las que saldrá la Revolución bolchevique. La expectativa de una regeneración universal,
la convicción de que la historia humana responde a un plan y a un objetivo último, el sentimiento de inminencia
apocalíptica generado por la experiencia de la Revolución Francesa, no menos que por las conmociones de la revo-
lución industrial, todo ello contribuye a formar, para Talmon, “una fe mesiánica establecida sobre la roca de la bon-
dad natural del hombre”.
45
François Furet, Penser la révolution, op. cit., p. 51.
46
Enzo Traverso señala con razón este punto en su libro L’histoire comme champ de bataille. Interpréter les violences
du 20e siècle, París, La Découverte, 2011 [trad. esp.: La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del
siglo XX, trad. de Laura Fólica, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012].
47
Véase Enzo Traverso, Le passé mode d’emploi, París, La Fabrique, 2005, pp. 74 y ss. [trad. esp.: El pasado, ins-
trucciones de uso, trad. de Almudena González de Cuenca, Madrid/Barcelona, Marcial Pons, 2007].

170 Prismas, Nº 18, 2014


psiquiátricas del siglo xix sobre las mujeres, la histeria o los “pederastas”, a pesar de su aplomo
positivista y su aparataje experimental, eran malintencionadas y absurdas y que estaban atra-
vesadas por mitos y fantasmas, pero mis convicciones feministas e igualitarias de hoy, que me
autorizan a calificar despectivamente de “machistas” y “homofóbicos” a los académicos de
pince-nez del pasado, sí, serían íntegramente racionales e irreversiblemente aceptadas... Así y
todo, el presente y sus ideas, particularmente sus ideas recibidas, no pueden ser el Tribunal del
mundo. El historiador no es un árbitro ni un Time Traveller que puede descender en una nube
para decir a los hombres del pasado que tal discurso era fundado y sagaz y tal otro no. Y que
tal idea, con su apariencia de buena fe y buena voluntad, era reprensible, peligrosa, temeraria...
Ahora bien, resulta cada vez más frecuente que, en un ritual de exorcismo seudojudicial, la
doxa contemporánea convoque al pasado ante el Tribunal del Presente, de donde salen conde-
nados y cubiertos de oprobio un Platón esclavista y muy poco demócrata, un Jefferson sexista
y nuevamente esclavista, un Freud supuestamente homofóbico y nada menos que feminista,
etc. Casi no cabe duda de que todos los “crímenes” contra el presente de los grandes muertos
y sus vagos valores pasarán por allí. Otra actitud, aceptablemente megalómana esta vez, es la
del historiador que, luego de demostrar debidamente la historicidad contingente, las variacio-
nes históricas de las nociones de “libertad”, “democracia”, etc., llega con su propia definición
(que supuestamente sí es atemporal y neutra). Historizar es descartar la idea de que nosotros
podríamos salir del curso de la historia para producir una definición “trascendental” de un
concepto. Es lo que Quentin Skinner objetaba a la teoría política de Isaiah Berlin: elaborar, a
fin de cuentas, como pretende hacer este, una definición neutra y atemporal de la Libertad es
una “ilusión”.
Al término de su Sartre et Aron,48 biografía comparada de dos grandes intelectuales del
siglo xx, Jean-François Sirinelli escribe, preocupado por disociarse de los enemigos póstu-
mos de un Jean-Paul Sartre “que siempre se equivocó”: “No debemos aquí llevar el análisis
final al registro de la culpa, porque [...] el historiador no instruye un caso para inculpar o ex-
culpar”. Para estudiar su pensamiento, sus tomas de posición políticas y medir su inmensa
influencia, no hay ninguna necesidad de “quemar a Sartre para exorcizar un pasado hoy
deshonrado”.49 Por su parte, y a semejanza de Enzo Traverso, Jacques Julliard invita al histo-
riador a no ceder ante lo que en su opinión se relaciona con el “espíritu del tiempo” en estos
comienzos del siglo xxi, “época en la que hay una tendencia a instituirse en un tribunal perma-
nente de sí misma, pero también de todas las que la antecedieron”.50 El pasado es cada vez más
intimado a pedir disculpas al presente, por lo tanto hay que encontrar a alguien dispuesto a
expresar ante los medios un “arrepentimiento” póstumo por un pasado criminal: la Francia
republicana del año 2000 se golpeó el pecho en nombre de los crímenes de Vichy. El historia-
dor, concluye también Carlo Ginzburg, no debe erigirse en juez, no puede dejarse llevar a
emitir sentencias. Su verdad, resultado de su investigación, no tiene un carácter normativo:
sigue siendo parcial y provisoria, nunca definitiva. La historiografía nunca es fija, porque, en
cada época, nuestra mirada sobre el pasado –interrogado a partir de cuestionamientos nuevos,
explorado con categorías de análisis diferentes– se modifica.51 El historiador puede inducir en

48
Jean-François Sirinelli, Sartre et Aron, deux intellectuels dans le siècle, París, Fayard, 1995.
49
Ibid., pp. 375-376.
50
Jacques Julliard, en el número “Histoire des mentalités” de la revista 1900, nº 18, 2000, p. 5.
51
Enzo Traverso, Le passé, mode d’emploi, op. cit., p. 77. Véase también, de Carlo Ginzburg, Un seul témoin, op. cit.

Prismas, Nº 18, 2014 171


su lector un juicio moral, pero dejando “hablar a los hechos”, que se habrá limitado a estable-
cer rigurosamente. Esa es su tarea. Ni la acusación o alegato ni la pronunciación del veredicto
le incumben ni son su papel.
Quizá lo que exaspera e indispone no sea tanto el historiador vestido con la toga del fiscal
o del juez que pronuncia un veredicto, como la tendencia –inherente a cualquiera que acusa o
defiende– a conservar únicamente lo que defiende su causa y a “mentir por una buena causa”,
ya sea de derecha o de izquierda, aunque sea mentir por omisión o por subvalorar datos que
debilitarían su defensa o su acusación. Sigue siendo el conflicto entre ética de la convicción y
ética de la responsabilidad. Se debería poder exigir al menos que el historiador-defensor no
tenga dos unidades de medida: que no tome por una parte al pie de la letra, sin suspicacia, lo
que los bolcheviques decían que hacían con el “apoyo indefectible de la clase obrera” y en su
provecho, mientras que por otra parte analiza el discurso de los fascistas –“marionetas del gran
capital”– como baja demagogia.
En suma, se encuentran dos sofísticas complementarias que favorecen una historia con-
cebida como acusación:

1. La sofística de la sospecha transferida al origen

En su The Origins of Totalitarian Democracy, de 1952 –libro de profunda influencia entre los
historiadores de las ideas de lengua inglesa en tiempos de la Guerra Fría–, Jacob L. Talmon
remonta desde Stalin hasta Rousseau, pasando por los socialistas románticos, en una operación
de encadenamiento retrospectivo odiosa para los progresistas (y también para los rousseaunia-
nos). Para Talmon, los principales ingredientes del bolcheviquismo y el estalinismo ya estaban
presentes en la doctrina de un Saint-Simon52 –a quien tiene en la mira–, no menos que en
Rousseau.53 Los historiadores de la escuela de Talmon, que hacen remontar el “totalitarismo”
a algunas ideas de Rousseau, a algunos proyectos estatistas y autoritarios de Saint-Simon y a
la “idolización” romántica de la Historia (al “mesianismo revolucionario”), nunca dicen, por
supuesto, en una somera polémica, “Rousseau = Gulag”. Pero el tipo ideal transhistórico de
“totalitarismo” pretende establecer poco a poco un origen y transfiere la sospecha al origen.54
En efecto, la tópica del encadenamiento sirve para construir un concepto en la historia, es de-
cir, hasta cierto punto, para deshistorizar. Los historiadores deben negarse a estas acusaciones
que resultan de encadenamientos a grandes zancadas que imputan moralmente de complicidad
antes del hecho a pensamientos originados varias generaciones atrás. Philippe Lacoue-Labar-
the y Jean-Luc Nancy lo dicen muy bien y mejor de lo que podría decirlo yo: “El nazismo no
está más en Kant, Fichte, Hölderlin o Nietzsche (todos ellos pensadores reivindicados por el
nazismo) –ni tampoco, en última instancia, está más en el músico Wagner– de lo que el Gulag
está en Hegel o en Marx, o el Terror lisa y llanamente en Rousseau”.55

52
Sobre Saint-Simon como padre del totalitarismo, también vale mencionar: Georg Iggers, The Cult of Authority. The
Political Philosophy of the Saint-Simonians. A Chapter in the Intellectual History of Totalitarianism, La Haya, Ni-
jhoff, 1958.
53
Véase, sin embargo, el elogio de Marcel Gauchet a Talmon en La condition historique. Entretiens avec François
Azouvi et Sylvain Piron, París, Stock, 2003, pp. 336-337.
54
Ejemplo de este enfoque: Jan Marejko, Jean-Jacques Rousseau et la dérive totalitaire, Lausana, L’âge d’homme, 1984.
55
Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy, Le mythe nazi [1991], La-Tour-d’Aigues, L’Aube, 2005, p. 28.

172 Prismas, Nº 18, 2014


El régimen de Mussolini y el de Hitler no están en Maurice Barrès, aedo de la Tierra y los
muertos. Si por un instante nos permitimos entretenernos haciendo un razonamiento por fic-
ción, no cabe ninguna duda de que el nazismo habría horrorizado a aquel “espíritu delicado”...
y eminentemente germanófobo (no nos ocupamos de esto aquí, lo cual debería ser evidente).
Sin dudas, una comprobación de este tipo no prohíbe en nada al historiador de las ideas remon-
tarse poco a poco a los orígenes y seguir encadenamientos de influencias, reinscripciones y
apropiaciones –es lo que se espera de él–, cuando no se trata ni de terminar de saldar un juicio
moral retroactivo, ni sobre todo de insinuar, en un platonismo más que superfluo, que la culmi-
nación “final” estaba en el huevo, en la Idea, el nazismo en Fichte y el gulag en Marx. La fatal
pérdida-alteración que se produce en el camino es el tipo de objeción que se puede oponer a
toda genealogía de ideas que proceda a grandes zancadas y haga remontar poco a poco la sospe-
cha al origen (ya sea que pretenda ir de Herder y Nietzsche a Mein Kampf o de Saint-Simon,
Hegel y Marx a Sobre el materialismo dialéctico y el materialismo histórico, de Joseph Stalin,
pasando por el paupérrimo corpus del “marxismo-leninismo”, él mismo surgido de la machaco-
nería doctrinaria y quisquillosa de Vladimir Ilich. En su Cours de médiologie général, Régis
Debray enuncia una regla escéptica: toda transmisión es traición,56 todo pensamiento que desem-
boca en la esfera pública, que es absorbido en las luchas políticas, que “se apropia” de las masas
se convierte rápidamente en un contrasentido generalizado. Es así y es en vano querer vengar el
pensamiento “traicionado”, no hay lugar para lamentarse ante lo inevitable. Platón, platonismo y
neoplatonismos. Rousseau, rousseauismo y jacobinismo. Marx, marxismos de todo tipo. Son
todas historias de malentendidos, reducciones, contrasentidos y “teléfonos descompuestos”, de
modo que las ideas, es verdad, “desempeñan un papel en la historia”, como se suele decir, pero
las ideas que “desempeñan un papel” en la historia nunca son la idea de partida. ¿Son avatares?
Reducciones diría más bien (todo empieza en místico y termina en político, todo empieza en
pensamiento sutil y termina en simplificaciones y eslóganes).
Para acrecentar la confusión, a esto se agrega una famosa paradoja, proveniente justa-
mente de Karl Marx: los hombres que hacen la historia no saben la historia que hacen y sin
embargo la idea que se hacen de lo que hay que hacer y de lo que están haciendo, sus objetivos,
sus mitos y sus quimeras tienen consecuencias decisivas en la historia “real”.

2. La sofística de la pendiente fatal, Slippery Slope

En mi ensayo “L’immunité de la France envers le fascisme: un demi-siècle de polémiques


historiennes”57 expongo los argumentos convergentes de los historiadores franceses contra las
hipótesis sobre el origen francés del fascismo de Zeev Sternhell. Al remontarse a la década de
1880, Sternhell parece pensar en términos de “pendiente fatal”: supongamos que la crítica a las
costumbres democráticas y parlamentarias podía ser parcialmente justificada, pero, poco a
poco, la “revuelta” de aquellos pensadores disímiles estaba “dirigida contra el conjunto de los
valores legados por la Ilustración y la Revolución Francesa”.58 Resultado de ello es que “todos
los pensadores que sometieron a un estudio crítico la ‘religión del progreso’ o el universalismo

56
Régis Debray, Cours de médiologie général, París, Gallimard, 1991.
57
Études françaises, vol. 47, nº 1, 2011, pp. 15-42.
58
Zeev Sternhell, La droite révolutionnaire: 1885-1914. Les origines françaises du fascisme, París, Seuil, 1978, p. 23.

Prismas, Nº 18, 2014 173


abstracto”59 –confirma protestando Pierre-André Taguieff– son lanzados sin miramientos por el
israelí al abismo prefascista. Corro el riesgo de explicitar aquí lo que básicamente exaspera a
los críticos de Sternhell: ven en él en el fondo una tendencia a los paralogismos estalinistas,
juicios que proceden por amalgama, por anacronismos retrospectivos y “culpas objetivas”. Esto
equivale a instalar un tribunal del pensamiento –como le reprocha Taguieff–, un tribunal desti-
nado a juzgar retrospectivamente a los pensadores del pasado. Flagrante pecado de anacronis-
mo.60 Pierre-André Taguieff agrega que en su último libro, Les Anti-Lumières, “Sternhell ilustra
de manera caricaturesca una historia polémica de las ideas políticas sometidas sin matices a la
mirada del juez ideológico supremo que es el historiador militante. De este modo, la historia
del pensamiento político es reducida a un juego de masacre”. A este respecto, es toda la em-
presa sternhelliana la que a veces es declarada insostenible en su concepto central: “Por teleo-
lógica, la noción de prefascismo es, en sí misma, absurda”, zanja Pascal Ory.61 La noción im-
plica que las ideas antiliberales y nacionalistas de 1880 no podían sino conducir al fascismo de
1930. Si no, no son etiquetables como “prefascistas” sino mediante un paralogismo anacrónico.
Un historiador de las ideas que retrocede ante la historización (y la consecuente relativi-
zación) de los valores supuestamente intangibles de su tiempo y su entorno, que creería en algo
así como una verdad por fin alcanzada dentro de los saberes sobre el hombre y la sociedad, en
una normalidad contemporánea, que pensara que, como por casualidad, el mundo finalmente
adhirió a los verdaderos valores y decisivamente progresó en verdad y en razón respecto de su
época, lo que le permitiría juzgar con una distancia condescendiente sobre los errores, las qui-
meras y los mitos del pasado con la vara de un saber mejor establecido, ese historiador debería
cambiar de oficio. Solo se necesita un pirronismo bien considerado y cierto respeto, al menos
observar sin arrogancia el “error humano” de otros tiempos. Como escepticismo no es nihi-
lismo, no es cuestión de terminar concluyendo que todas las ideas son iguales, que todas tienen
su tiempo antes de devaluarse, que todas mistifican y conducen a catástrofes. Pero hay que
hacer historia de las ideas sin estar al servicio de la exaltación, la aprobación y la legitimación
de la idea estudiada ni, si a uno definitivamente no le gusta la ideología que estudia, estar al
servicio, no menos vano, de su demonización o demostración ex post facto de sus “peligros”.
La actitud escéptica no se reduce a una duda abúlica ni a un relativismo fatigado y has-
tiado, sino que confiere al historiador de las ideas un papel cívico honorable y “saludable”: el
de animar a sus contemporáneos a mirar el curso del mundo con una mirada sobria (“mit nü-
chternen Augen”),62 a no ceder a las ilusiones y a las quimeras de los grandes sistemas ni dejar
de resistir a la doxa del momento, al “pensamiento único”, a esforzarse por “pensar por sí
mismo”, aun cuando su trabajo de historiador demuestra hasta qué punto un esfuerzo de ese
tipo es problemático y nunca definitivo. o

59
Pierre-André Taguieff, Les contre-réactionnaires…, op. cit., p. 322.
60
Ibid.
61
Pascal Ory, Du fascisme, París, Perrin, 2003, p. 48.
62
“Alles Ständische und Stehende verdampft, alles Heilige wird entweiht, und die Menschen sind endlich gezwun-
gen ihre Lebensstellung, ihre gegenseitigen Beziehungen mit nüchternen Augen anzusehen”, Manifest der kommu-
nistischen Partei, s. l., s. e., 1848. [“Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los
hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas”,
Manifiesto del Partido Comunista, traducido por la Editorial de Literatura Política de Estado, Moscú, 1955, varias
ediciones –nótese que la expresión que destaca Angenot, “con una mirada sobria”, es una traducción literal del
alemán que en la versión en castellano del Manifiesto se ha interpretado como “considerar serenamente”–, n/eds.]

174 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier
50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
Los días 28 y 29 de noviembre de 2013
se realizó, en el Centro Cultural de la
Cooperación, en Buenos Aires, el encuentro
“50 años de Pasado y Presente. 50 años
de cultura y política en Argentina y América
Latina”, organizado por Jimena Montaña,
Adriana Petra, Martín Cortés, José Casco
y Ricardo Martínez Mazzola, con el
apoyo de las siguientes instituciones:
Centro de Estudios Latinoamericanos
de la Universidad Nacional de San Martín,
Centro de Documentación e Investigación
de la Cultura de Izquierdas en la
Argentina, Centro de Historia Intelectual
de la Universidad Nacional de Quilmes
y Grupo de Estudios de Sociología
Histórica de América Latina del Instituto
de Estudios de América Latina y el Caribe,
Universidad de Buenos Aires. La reunión,
que contó con los comentarios de Horacio
Crespo y Alberto Filippi, fue el disparador
de este dossier, organizado por Jimena
Montaña y Ricardo Martínez Mazzola, para
el cual ellos encargaron a una buena parte
de los participantes una reelaboración de
sus ponencias.
Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Presentación

María Jimena Montaña y Ricardo Martínez Mazzola


unq-conicet / conicet-unsam-uba

A mediados de 1963 un conjunto de jóvenes grupo.1 Pero la referencia al grupo Pasado y


comunistas publicó en la ciudad de Córdoba el Presente plantea una continuidad que no deja
primer número de la revista Pasado y Pre- de ser problemática, así como también lo es la
sente. El resultado inmediato, ya fuera bus- identificación de las iniciativas de algunos de
cado o imprevisto, fue su expulsión del Partido quienes formaron parte de la revista, con el
Comunista. Los jóvenes siguieron publicando grupo en su conjunto. Es posible que el relato
la revista hasta septiembre de 1965, año en continuista y la indistinción entre las trayec-
que vio la luz el número 9, último de esta pri- torias de sus miembros deba mucho a la “ilu-
mera etapa. Sin embargo, ese no será el final sión biográfica”. O bien que surja de la mirada
de Pasado y Presente: en marzo de 1968 se de protagonistas y contemporáneos, como en
publicó el primero de los Cuadernos de Pa- el caso de José Aricó y su autobiográfico La
sado y Presente y en 1973 la revista volvió a cola del diablo, o los trabajos de Oscar Terán
editarse. La segunda época sería breve, al pri- y Horacio Crespo, quienes hasta hace poco
mer número solo lo sucederá el Nº 2-3 fechado tiempo habían sido las principales voces so-
entre los meses de julio y diciembre y ya no bre el tema.
habría una tercera vuelta. Aun así, el nombre Solo recientemente Pasado y Presente ha
Pasado y Presente no dejaría de resonar. Con comenzado a ser objeto de indagación por
él se aludía tanto a la labor de los miembros parte de nuevas generaciones de investigado-
del grupo fundador que en el exilio mexicano res. En 2004 Raúl Burgos publica Los grams-
plantearon una dura revisión de su bagaje inte- cianos argentinos, un trabajo que aunque pre-
lectual y militante, como a las apuestas que tende presentar un panorama general del
algunos de ellos desplegaron a su regreso a la recorrido del grupo, se centra fundamental-
Argentina de los años ‘80. Con el paso de los
años varias de esas figuras fundadoras falle-
cieron y otras siguieron sus propios caminos, 1
Inicialmente, la revista fue expresión de un grupo pre-
sin embargo el nombre Pasado y Presente existente, ya que la misma fue editada por un núcleo de
jóvenes militantes del Partido Comunista cordobés, entre
conservó su potencia. los que puede mencionarse a José Aricó, Oscar del Barco,
Lo que el brevísimo relato esbozado en Héctor Schmucler y Samuel Kieczkovsky. Sin embargo,
el párrafo anterior deja entrever es que al poco tiempo la revista reforzará el vínculo con otros
intelectuales que quedaran fuertemente asociados con el
cuando se habla de Pasado y Presente no se nombre Pasado y Presente: Juan Carlos Portantiero (quien
nombra solo una revista sino también a un escribe desde el número inicial) y Juan Carlos Torre.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 177-178


mente en las trayectorias de Aricó y Portan- En este sentido, la propuesta se inscribió
tiero colocando en un segundo plano algunas en la senda abierta por las “Jornadas Interna-
intervenciones clave que permitirían poner en cionales José María Aricó”, realizadas en la
evidencia la complejidad que entraña pensar ciudad de Córdoba en el año 2011, y los en-
una supuesta trayectoria colectiva. Y es preci- cuentros regulares del Seminario Permanente
samente esa complejidad, la que va emergien- “Cultura, política y nueva izquierda en Ar-
do del conjunto de intervenciones producidas gentina y América Latina” con sede en la Uni-
por aquellos jóvenes investigadores que en versidad Nacional de San Martín. En todos
los últimos años han ido encontrándose para estos casos, la apuesta se centró en la cons-
releer, discutir y problematizar la experiencia trucción de lugares de encuentro entre jóve-
de Pasado y Presente. nes investigadores con la expectativa de con-
Los 12 artículos que integran este dossier tribuir a enriquecer el diálogo y el debate
procuran inscribirse en esta nueva línea de inda- sobre el campo de estudios de la cultura, las
gaciones. Producidos en el marco del “Encuen- organizaciones y las tradiciones de las iz-
tro 50 años de Pasado y Presente. Historia, quierdas latinoamericanas entendidas en un
perspectivas y legados” realizado en noviembre sentido amplio que –sin excluirlas– no las re-
de 2013 en el Centro Cultural de la Coopera- dujera a sus expresiones partidarias.
ción, estos breves textos se proponen revisar y Más allá de su heterogeneidad, las inter-
debatir distintos aspectos del “legado” de Pa- venciones aquí reunidas comparten el presu-
sado y Presente apostando a la reflexión y dis- puesto de que Pasado y Presente constituye
cusión no solo de las problemáticas que abre el un punto de observación privilegiado para
objeto, sino también de los posibles enfoques y analizar el funcionamiento de la vida intelec-
modos de abordaje desde diferentes disciplinas. tual y cultural argentina. De modo tal que es-
Lejos de los homenajes y las conmemoracio- tudiar la revista es también un modo de abor-
nes, el aniversario de los cincuenta años desde dar tanto debates y proyectos intelectuales,
la publicación de su primer número funcionó tradiciones políticas o modos de intervenir en
principalmente como una invitación al debate la coyuntura, como una serie de problemas
con el convencimiento de que este singular em- que estuvieron en el centro de las preocupa-
prendimiento cultural había dejado una marca ciones del mundo político y cultural de las
perdurable en las formas de intervención de la izquierdas (y no solo de ellas), en la segunda
izquierda argentina y latinoamericana. mitad del siglo xx. o

178 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Provincianos

Adriana Petra
cedinci / unsam

Con motivo de los 50 años de la creación de la (pca), en su mayor parte universitarios, tres
New Left Review, Stefan Collini publicó un años después de que la NLR publicara su primer
artículo que, bajo el título “A life in politics”, número y apenas unos meses luego de que Pe-
repasaba la experiencia, rica pero contradicto- rry Anderson asumiera su dirección, en 1962.
ria y en muchos sentidos única, de una revista En ese momento, decididos a convertirse en
que, habiendo nacido con la intención de ex- una usina teórica para la revolución, Anderson
presar y animar los movimientos populares de y sus colegas de empresa estaban convencidos
una izquierda que repudiaba tanto el refor- de que para salir de la “larga noche de teoría”
mismo laborista como la ortodoxia estalinista, en la que se encontraba la izquierda británica,
en el cambio de siglo se asumía como una pu- incapaz de comprender el mundo contemporá-
blicación de ideas, de izquierda pero distante neo por carecer de recursos intelectuales ade-
de cualquier proyecto político presente o fu- cuados, era necesario “internacionalizarla”,
turo. En cinco décadas, la revista intentó res- tanto política como intelectualmente. El mar-
ponder a cambios dramáticos, en el mundo y xismo occidental, el descubrimiento de los es-
en su propia experiencia político-intelectual, critos de juventud de Marx, Sartre primero,
en que no faltaron las contradicciones y los Gramsci apenas más tarde, el Partido Comu-
desaciertos políticos, pero su mérito, dice Co- nista Italiano (pci) como “contraste codifi-
llini, aquello que la convierte en admirable, es cado” con el laborismo británico, el adveni-
otro: su extenuante esfuerzo por comprender, miento del Tercer Mundo como variante
por analizar, por teorizar: “So, no balloons, revolucionaria, aportaron los elementos inicia-
and definitely no party lines. No cheap conso- les para lo que ahora es reconocido como uno
lation, either. But hey, respect: no question”.1 de los servicios fundamentales que la revista
Pasado y Presente fue creada por un grupo prestó a la cultura británica: la importación y la
de jóvenes intelectuales cordobeses, algunos difusión de las ideas europeas, especialmente
provenientes del Partido Comunista Argentino la rica tradición del hegelianismo marxista,
pero también de otros estilos de trabajo, como
la sociología y el psicoanálisis.2 El gramscismo
1
Stefan Collini, “A life in politics: New Left Review at
50”, The Guardian, 13 de febrero de 2010, disponible en
<http://www.theguardian.com/books/2010/feb/13/new-
2
left-review-stefan-collini>. Ibid.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 179-184


de esos años fue operativo con este programa tuvo que definir la empresa de la que fue mu-
internacionalista. Al proponerse producir una cho más que un integrante, pero también eso.6
teoría marxista de la historia y la sociedad bri- El 50 aniversario de Pasado y Presente no
tánicas, Perry Anderson y el “italianizante” fue objeto de grandes recordaciones y la tarea
Tom Nairn apelaron, con resultados polémi- de rescatar la fecha fue obra de un reducido
cos, a las categorías gramscianas para empren- número de jóvenes interesados por una cons-
der un “análisis concreto” de la formación so- telación que se dilata desde los años sesenta
cial inglesa.3 Lamentando la “orfandad hasta la experiencia alfonsinista. No es sor-
intelectual” de su generación, repudiando el prendente, pues lejos de durar 50 años la re-
“conformismo cultural” que los rodeaba y la vista sacó apenas 12 números, en 8 volúme-
“negligencia teórica” de la izquierda realmente nes, durante tres años con un intervalo de
existente, Anderson afirmaba que solo una ocho entre la primera y la segunda etapa. Es
comprensión adecuada del pasado permitiría cierto que desde entonces toda una serie de
interpretar las contradicciones del presente y proyectos intelectuales y políticos pueden
elaborar una estrategia socialista para el futu- ser remitidos al origen de la revista de los
ro.4 “gramscianos argentinos”, y ello sin necesi-
En esos mismos años, otras revistas del dad de postular una continuidad o un espíritu
“marxismo herético” surgían también en Ita- unificador que sostenga una coherencia no
lia, a la que tanto los cordobeses como los siempre verificable. Pero, en concreto, se
británicos se hallaban unidos por el descubri- trató de una experiencia breve, aunque no efí-
miento de Antonio Gramsci y la admiración mera. Al fin y al cabo, casi todas las revistas
por la excepcional trayectoria del comunismo de izquierda en la Argentina han sido experi-
italiano de posguerra, entre ellas Quaderni mentos cronológicamente acotados, econó-
Rossi y, más tarde, Classe Operaia.5 Otros micamente modestos y, hasta hace un poco
muchos ejemplos podrían citarse y los aniver- más de tres décadas, acosados por la censura,
sarios variarían en pocos años o meses. La el autoritarismo y la inestabilidad tanto polí-
“nueva izquierda” fue un fenómeno global, tica como intelectual. A nadie extraña el lugar
aunque no homogéneo, y su cartografía, que asignado a Contorno en la formación de la
comienza a realizarse, es imprescindible para primera nueva izquierda y en la renovación de
comprender su significación histórica y su la crítica literaria local, a pesar de sus escasos
verdadera especificidad. Semejante ejercicio 10 números. Pasado y Presente la tomó como
haría menos “insólita”, o tal vez no, la emer- referente, junto a ejemplos más longevos
gencia de Pasado y Presente y seguramente como Nosotros, Sur y Claridad, del mismo
aquella “experiencia marginal, inclasificable modo que antes lo habían hecho otras revistas
e incómoda” podría ser colocada en un nuevo del mundo comunista, entre ellas Gaceta Li-
mapa, menos “triplemente provinciano” que teraria, la primera en asumir la experiencia
lo que rememoraba José María Aricó cuando italiana como un prisma para pensar sus pro-
pios dramas políticos y estéticos. Pasado y
Presente fue, entonces, un eslabón, el más
3
Véase Gregory Elliot, Perry Anderson. El laboratorio elaborado y consistente en su apropiación de
implacable de la historia, Valencia, puv, 2004, pp. 25-
80, y David Forgacs, “Gramsci and Marxism in Britain”,
New Left Review, nº 176, julio/agosto de 1989, pp. 70-88.
4
Perry Anderson, “Origins of the present crisis”, New
6
Left Review, nº 23, enero/febrero de 1964, pp. 26-53. José M. Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gram-
5
Véase Antonio Negri, Los libros de la autonomía sci en América Latina, Buenos Aires, Siglo xxi, 2005,
obrera, Madrid, Akal, 2004, p. 250. pp. 88-108.

180 Prismas, Nº 18, 2014


la cultura marxista peninsular, de un momento proliferaron en esos años. A pesar de la “dolo-
de italianidad de la cultura argentina, que desde rosa ausencia” de revistas de envergadura na-
fines de los años cuarenta incluyó una conste- cional, de la “pobreza” de las páginas litera-
lación de traductores, revistas y editoriales que rias y de la “falta de órganos de expresión”
conformaron un verdadero suelo de posibili- que vincularan la indigente cultura argentina
dad para la difusión de la obra de Gramsci en con conocimientos y problemáticas “nuevas”,
general, y para el gramscismo pasadopresen- como afirmaba Aricó en el editorial del pri-
tista en particular.7 mer número, cuando este apareció, solo en
Estos ejercicios de contextualización no Capital y Gran Buenos Aires, existían aproxi-
tienen el objetivo de minimizar la significa- madamente 90 revistas culturales (tres de las
ción que la revista tuvo en la cultura argentina cuales estaban estrechamente vinculadas con
contemporánea diluyéndola en un clima de el pca), 26 publicaciones político-partidarias
época que excedió las fronteras nacionales, o militantes y una revista de humor político.
ni tampoco sugerir que su recuperación es un De ese total de 117 publicaciones, 28 fueron
mero ejercicio de canonización retrospectiva, creadas en el mismo año de 1963.
útil para trazar genealogías que, por otro En el último capítulo de Nuestros años se-
lado, forman parte de cualquier tradición in- senta, Oscar Terán le dedicaba varias páginas
telectual que se precie de tal. Pasado y Pre- a Pasado y Presente y a la revista comandada
sente fue una revista importante en su tiempo. por Eliseo Verón, Cuestiones de Filosofía,
Su aparición en el panorama de las izquierdas que publicó tres números en dos volúmenes
estuvo lejos de pasar desapercibida, su pri- en 1962. Desarrollando lo que será una de sus
mer número se agotó en pocas semanas y el hipótesis más discutidas, afirmaba que estas
segundo alcanzó una tirada de 3.000 ejem- dos publicaciones, cada una a su modo, cons-
plares (Victoria Ocampo, por la misma época, tituían un ejemplo de aquello que pudo haber
se enorgullecía de que Sur tirara 5.000 ejem- sido si el golpe de 1966 no hubiera abierto las
plares, lo mismo que la Partisan Review, pero puertas a la violencia y el autoritarismo. No
con una población 90 veces menor que la de sin algo de melancolía, observaba que allí es-
los Estados Unidos).8 Para ese momento, sus taba contenido un programa que luego ya no
editores ya habían adquirido el estatus de “co- fue posible: el de conjuntar política y cultura
nocidos renegados” que les asignó Rodolfo sin renunciar, e incluso abominar, de la legiti-
Ghioldi y la publicación más importante del midad del saber y de la práctica intelectual.9
comunismo, Cuadernos de Cultura, les había Nos interesa menos el “carácter inexora-
dedicado un número entero a refutarlos. Esta blemente retrospectivo” de la mirada sobre el
notoriedad no puede explicarse por la escasez pasado que llevó a Terán a recorrer los años
de publicaciones, incluso muy similares, que sesenta colocando a Pasado y Presente en el
lugar del más notable intento de una práctica
intelectual politizada, sino preguntarnos cuá-
7
Véase Adriana Petra, “El momento peninsular. La cul-
les fueron los elementos que contribuyeron a
tura italiana de posguerra y los intelectuales comunistas que esta experiencia, una entre otras, tenga
argentinos”, Izquierdas. Una mirada desde América La- una significación histórica que hoy muchos
tina, nº 8, Universidad de Santiago de Chile, 2010, dis-
ponible en <http://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/
izquierdas/article/view/922>.
8
Véase Pasado y Presente, “A los lectores y amigos”,
9
formulario de suscripción adjunto al número 2/3, julio- Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de la
diciembre de 1963, y Victoria Ocampo, “A los lectores izquierda intelectual argentina, Buenos Aires, Siglo xxi,
de ‘Sur’”, Sur, nº 268, enero/febrero de 1961, p. 5. 2013, pp. 213-241.

Prismas, Nº 18, 2014 181


reconocemos, aun cuando los balances no becas, estructuras propias de una nueva figura
sean los mismos.10 Puesto que la convocatoria de intelectual que emerge en esos años.11
que motivó esta intervención interpelaba a “Hoy en día –afirmaba Aricó– si se quiere
pensar la relación de Pasado y Presente con lo eludir el provincianismo creciente de nuestra
que llamamos “campo intelectual”, operando cultura es preciso suscribirse a revistas ex-
por una necesidad organizativa a una separa- tranjeras.” Este gesto, que bien podía horrori-
ción entre política y cultura que la propia re- zar a los nacionalismos y a los populismos en
vista aspiraba a superar, diremos que, en esta boga como a los propios comunistas, desde
perspectiva, Pasado y Presente fue una revista fines de la década del cuarenta embarcados en
moderna y un experimento de modernización la condena a un “cosmopolitismo” donde ca-
que, valiéndose de ciertas marcas generacio- bían desde Victoria Ocampo hasta Roberto
nales comunes a otras formaciones emergen- Arlt, Frank Kafka o Cesare Pavese, era dife-
tes en el mismo período, fue capaz de introdu- rente, continuaba, del puro modernismo, de la
cir un nuevo orden de temas y problemas en la mera necesidad de estar a la moda, otra forma
cultura argentina porque estableció una rela- de provincianismo. La articulación correcta
ción no provinciana con el marxismo. entre las “más valiosas conquistas del pensa-
La voluntad de internacionalización del miento extranjero” y la “realidad nacional”
pensamiento socialista, un postura que ahora dependía de una correcta “mediación”, de una
definiríamos como cosmopolita respecto de capacidad analítica no dogmática, sino inteli-
tradiciones marxistas nacionales que se juzga- gente y profunda y, precisamente por ello,
ban envejecidas y dogmáticas, teóricamente “abierta permanentemente a lo nuevo”.12 No
insulsas y políticamente ineficaces, fue, en sí hace falta remitir a las reacciones conocidas
mismo, un gesto de absoluta contemporanei- del pca para sopesar el modo en que este pro-
dad que, como vimos al evocar los primeros grama fue recibido en aquellos años, cuando
años de la New Left Review –cuya localiza- el sincero reconocimiento al esfuerzo por di-
ción londinense no la eximía de la condición fundir los planteos del marxismo internacio-
periférica que entonces tenía el marxismo bri- nal se acompañaba de la desconfianza por un
tánico– era visto como la única alternativa “exceso” de traducciones y un “peligroso”
para renovarse en un mundo que había cam- acento en cuestiones teóricas y de método.13
biado totalmente. Poner al día la teoría era Si en el terreno específico de la cultura, la
una exigencia derivada de una realidad nueva contribución de una revista podía ser evaluada
que, si en la Argentina contaba con la variable por su capacidad de introducir nuevos gustos,
del peronismo, cuya dramática centralidad se sentidos y tendencias, como pensaba Aricó, y
hará más perceptible con los años, en muchos si el formato de revista de “política cultural”
otros aspectos conectaba con experiencias era siempre el emergente de un “proceso de
alejadas en el espacio pero pronto articuladas
por esa vocación de intercambio tan propia de
las revistas, aunque también por nuevos cir- 11
Para un mayor desarrollo de estas y otras sugerencias
cuitos culturales, ya no las redes internacio- véase “En la zona de contacto: Pasado y Presente y la
nales del frentismo comunista, sino las esta- formación de un grupo cultural”, en Diego García y Ana
Clarisa Agüero (dirs.), Culturas Interiores. Córdoba en
días de investigación, los posgrados y las la Geografía nacional e internacional de la cultura, La
Plata, Al Margen, 2010.
12
José M. Aricó, “Pasado y Presente”, Pasado y Pre-
sente, nº 1, abril/junio de 1963, p. 15.
10 13
Hubo Vezzetti, “Estudio preliminar”, Oscar Terán, op. Véase “Revista de revistas”, Cuadernos de Crítica, nº 1,
cit., p. 11. junio de 1965, pp. 62-63.

182 Prismas, Nº 18, 2014


modernización y complejización de la socie- comienza a modificarse a medida que surgen
dad”, Pasado y Presente podía proclamarse, nuevas promociones provenientes de las ca-
además, sumergida físicamente en la nove- pas medias formadas en los claustros de la
dad. Puesto que lo “nuevo” que caracterizaba universidad reformista, particularmente en el
el desarrollo de las fuerzas productivas del área de las humanidades y las ciencias socia-
país era el crecimiento de la clase obrera, su les. De este modo, si apenas pocos años antes
concentración en grandes empresas y su co- los dirigentes comunistas se lamentaban del
rrelativo aumento de la conciencia política, el poco interés que sus intelectuales le prestaban
hecho de ser una revista editada en Córdoba, a la literatura marxista, ahora el problema era
ciudad en proceso de convertirse en un mo- el contrario y los jóvenes sociólogos, historia-
derno centro industrial, no hacía sino confir- dores y críticos literarios no solo conocían esa
mar la virtualidad de un descentramiento que literatura sino que pretendían discutirla sobre
no tenía nada que ver con el provincianismo o la base de un saber erudito y específico. La
la marginalidad.14 Esta localización geocultu- emergencia, junto al intelectual de partido, de
ral facilitó también un segundo momento pe- una nueva especie, el intelectual en el partido,
ninsular en la breve historia de la revista, pues dispuesto a reclamar un rol específico en la
la conectó con aquellas terminales de la nueva elaboración de la estrategia teórica y política
izquierda que en Italia, curiosamente, se ale- de la organización, fue una situación nove-
jaban del Gramsci canonizado por el pci y, dosa y preñada de consecuencias.15
por la vía de una matriz fundamentalmente ¿Era Pasado y Presente una revista de uni-
sociológica, emprendían una radical revisión versitarios? Afirmar que sí es excesivo, aun-
de la estrategia del movimiento obrero y, en que, con la excepción de Aricó, todos los inte-
consecuencia, de las caracterizaciones teó- grantes del comité editor en su primera etapa
rico-políticas del partido liderado por Palmiro tenían formación universitaria y, algo excep-
Togliatti. El último número de la primera cional para la época, no pocos habían cursado
etapa de Pasado y Presente refleja de manera estudios de posgrado en el exterior, algunos
evidente la afinidad que la revista había tejido completando estudios doctorales antes de
con el primer “operaismo” italiano. cumplir los 35 años. Esta característica es fun-
Pasado y Presente tuvo también la particu- damental para comprender las razones por las
laridad, ya lo adelantamos, de ser la manifes- cuales la revista se vinculó, a través de la diná-
tación local de una fenómeno que atravesó mica de contactos y circuitos culturales que
todo el campo intelectual y también el mundo deja ver su grupo de colaboradores y que dis-
comunista: la emergencia de un nuevo tipo de tan de ser “del todo ocasionales”, a tres áreas
intelectual que desplazó a la figura del escri- fundamentales de la modernización de la uni-
tor, central en todos los modelos del compro- versidad posperonista: la crítica literaria, la
miso intelectual vigente, desde el liberalismo historia y la sociología.16 También en este sen-
hasta el nacionalismo y el sartrismo. Las dis- tido, Pasado y Presente fue una revista mo-
cusiones en sede literaria, aunque en muchos derna porque fue provinciana, puesto que por
casos fueron vehículos de discrepancias polí-
ticas, casi nunca suponían un cuestionamiento
al núcleo de la doctrina marxista que defen- 15
Véase Frédérique Matonti, Intellectuels communistes.
dían los comunistas. Esta tipología intelectual Essai sur l’obéissance politique. La Nouvelle Critique,
1967-1980, París, La Découverte, 2005.
16
La mención a las “historias personales” y las “razones
ocasionales” en José M. Aricó, La cola del diablo, op.
14
José M. Aricó, “Pasado y Presente”, op. cit., p. 11. cit., p. 90.

Prismas, Nº 18, 2014 183


razones que han sido explicadas con precisión prender la “aventura” de editarla, permiten re-
para el caso de la crítica literaria, fue en las lativizar esos adjetivos. Pasado y Presente no
universidades del interior, entre ellas Córdoba, cumple 50 años y, aun así, apuntamos su ani-
y no en Buenos Aires, donde se consolidaron versario. No es curioso que muchas de las con-
ciertas regiones teóricas y disciplinares centra- tradicciones que afrontó y no pudo resolver, e
les en la renovación de las humanidades y las incluso sus rotundos fracasos, nos sigan inter-
ciencias sociales en la década del sesenta.17 pelando en un escenario distinto pero no siem-
pre original. Es una persistencia que acompaña
En su examen sobre Pasado y Presente, Aricó lo que debe definirse como un legado intelec-
insistió en el carácter insólito de la empresa que tual, perceptible en la resonancia que en otros
animó junto, principalmente, a Héctor Schmu- grupos y proyectos culturales continuaron te-
cler y Oscar del Barco, a la que también reputó niendo las intuiciones y las regiones del cono-
de marginal e inclasificable. Los 50 años que cimiento que la revista contribuyó a iluminar,
nos separan de aquel otoño de 1963, cuando, convencida de que la práctica intelectual es
también en sus palabras, coincidieron en em- siempre política cuando se conduce con espí-
ritu crítico y que el eclecticismo es el precio
17
que a veces se paga por salir del desconcierto,
Alejandro Blanco y Luis C. Jackson, “Intersecciones:
crítica literaria y sociología en la Argentina y el Brasil”, que nunca es peor que la burocracia y el dogma.
Prismas, nº 15, 2011, pp. 31-51. Sin globos ni complacencia. o

184 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

El Partido Comunista argentino


y la ruptura con los “muchachos”
de la revista Pasado y Presente
Laura Prado Acosta
unq / unaj / conicet

José María Aricó ingresó a la Federación Ju- ción positiva por parte de Agosti de las curio-
venil Comunista en 1947, a los 16 años, la sidades intelectuales de Aricó fue creciendo
misma edad en que lo hizo Héctor Agosti, progresivamente la confianza entre ambos.
solo que con veinte años de diferencia, en Aricó trataba a Agosti de “querido amigo” y
1927. Ambos provenían de familias modestas se entusiasmaba con sus obras publicadas en
y mostraron tempranamente un profundo in- el año 1959;2 sin embargo, como contrapar-
terés en la imbricación entre cultura y polí- tida el porteño le reclamaba al grupo cordo-
tica. En el año 1956 iniciaron un intercambio bés, que incluía a Héctor Schmucler y a Oscar
epistolar, precedido por la decisión de Agosti del Barco, un mayor compromiso en la en-
de publicar el artículo del joven Aricó “¿Mar- trega de artículos para la revista CC, y les
xismo versus Leninismo?” en la revista Cua- cuestionaba su intención de crear una revista
dernos de Cultura (CC), en ese entonces la de cultura propiamente cordobesa.
más prestigiosa de las publicaciones cultura- Las desavenencias se desencadenaron en
les comunistas. Agradecido por la publica- 1963 con la publicación de la mentada revista
ción, Aricó le escribió a Agosti expresando su Pasado y presente. Sin embargo, esa ruptura
identificación con el itinerario intelectual del solo puede ser inteligible en un contexto más
entonces responsable de la revista y de la Co- amplio y complejo, que si bien estuvo mar-
misión de Cultura del Partido Comunista Ar- cado por diferencias en la interpretación de
gentino (pca), y remarcando su interés en el Gramsci, tal como lo reconstruyó el propio
estudio de la obra de Antonio Gramsci.1 Aricó en los años ochenta en La cola del dia-
Comenzó así un intercambio de ideas y blo, también se sumerge en cuestiones especí-
proyectos en torno a la difusión de la obra del ficamente políticas y en cambios en el enten-
marxista italiano: su traducción al español, la dimiento intergeneracional.3
preparación de un curso sobre su obra, etc. A
partir de estas coincidencias y de una valora-
2
Héctor Agosti, El mito liberal, Buenos Aires, Procyon,
1959, y Nación y cultura, Buenos Aires, Procyon, 1959.
1 3
Las cartas, de las que se conservan solo aquellas escri- Una versión más extendida de esta problemática en
tas por Aricó, se reproducen en Adriana Petra y Horacio Laura Prado Acosta, “Sobre lo ‘viejo’ y lo ‘nuevo’: el
Tarcus, “Descubriendo a Gramsci en Córdoba. Contri- Partido Comunista argentino y su conflicto con la Nueva
bución a un epistolario de José María Aricó (1956- Izquierda de los años sesenta”, A Contracorriente, vol.
1963)”, Políticas de la memoria, n° 13, 2012/13. 11, n° 1, 2013, pp. 63-85, disponible en <http://acontra-

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 185-188


Desde inicios de la década, Agosti recogió Desde ya que el comunismo no fue el
el malestar de las juventudes respecto del ac- único espacio político de izquierdas que
cionar de su partido. En 1961, en la revista de buscó acercarse al peronismo ahora “dispo-
nueva izquierda Che,4 reconoció que el pc nible”. Fue en torno a esta misma esperanza
contaba entre sus filas con camaradas “dog- que nació la “nueva izquierda”, formada por
máticos aprisionados de esquemas”, pero diversos sectores ligados al pensamiento de
también advertía contra las actitudes “aventu- izquierdas no comunista. En una coyuntura
reras”, en tanto que estas evidenciaban un en la que la definición del tipo de revolución
“desdén por el pueblo” al que se lo trataba que llevaría al socialismo era el centro de las
como a un sujeto de minoridad manejable por preocupaciones políticas e intelectuales, el
órdenes remotas.5 Frente a esta disyuntiva, pca seguía considerando que la revolución
proponía la búsqueda de soluciones “verda- democrático-burguesa, antiimperialista y an-
deramente democráticas”. Agosti pedía pa- tioligárquica era la más apropiada por las ca-
ciencia a los jóvenes: “No estamos para em- racterísticas socioeconómicas locales. Esta
pezar de nuevo sino para proseguir por el definición política fue fuertemente cuestio-
camino de la unidad popular. Hay que aventar nada desde otros sectores de izquierda mar-
los recelos y las discrepancias parciales. Hay xista, que estimaban, en cambio, que las con-
que mirar hacia lo fundamental, hacia lo que diciones eran propicias para incitar a la
puede congregarnos, limpiamente. Estoy se- revolución sin preámbulos, siguiendo el mo-
guro que el camino largo se hará, así, cada delo cubano. La presión se profundizó a raíz
vez más corto”.6 de los episodios que anularon las elecciones
En 1962, el pca anunció su “giro a la iz- del 18 de marzo de 1962 y el posterior encar-
quierda”, plasmado en el informe de Victorio celamiento del presidente Arturo Frondizi.
Codovilla “El significado del giro a la iz- Se incrementó entonces la urgencia de quie-
quierda del peronismo”, y decidió apoyar la nes consideraron que aquella era una “situa-
candidatura del sindicalista peronista Andrés ción revolucionaria”.
Framini. Se revisaban así las posiciones co- Así, aun cuando el informe de Codovilla
munistas sobre dos temas centrales de la buscó aggiornar las posiciones de los comu-
época: por un lado, la relación con el “pero- nistas respecto a los temas candentes de la
nismo sin Perón”, es decir, la corriente polí- hora, subyacía una discrepancia vinculada a
tica que se mantuvo activa y en conflicto dos conceptos centrales de la época: “revolu-
mientras su líder estaba en el exilio; y por ción” y “democracia”. Esta diferencia fue ho-
otro, la caracterización de la Revolución Cu- radando la relación con sectores del propio
bana que, ese año, se declaraba marxista leni- partido. A pesar de sus esfuerzos, Agosti no
nista, y entablaba un vínculo con la urss de pudo mantener a los “muchachos” de la nueva
Nikita Kruschev. generación en sintonía con la posición polí-
tica del pca. Sobre esa situación escribió años
después:

corriente.chass.ncsu.edu/index.php/acontracorriente/ar- Me preocupa una sensación de ruptura con


ticle/view/716/1280#.U0g7YKh5MYE>.
4
Sobre la revista Che véase María Cristina Tortti, El
los jóvenes, una fractura entre “ellos” y
“viejo” Partido socialista y los orígenes de la “nueva” “nosotros” (aludo naturalmente a los jóve-
izquierda, Buenos Aires, Prometeo, 2009. nes comunistas). Se me dice que es carac-
5
Héctor Agosti en revista Che, año 1, n° 9, 9 de marzo
de 1961. terística de los jóvenes esta negación de los
6
Ibid., p. 4, cursivas de la autora. mayores. Es cierto, pero a medias. También

186 Prismas, Nº 18, 2014


nosotros, en nuestro tiempo, repudiamos a sofía y Letras de la Universidad de Buenos
los mayores. Pero era un rechazo de los Aires, en el que afrontó la tarea de defender la
mayores “del otro lado”, mientras había un validez del marxismo comunista.8 A partir de
acatamiento a veces excesivo a los mayo- una interpretación optimista del mito de Tán-
res de nuestra corriente. Es, justamente, lo talo, afirmaba que los mitos referidos al cam-
que ahora no veo. Ahora nos repudian en bio ya habían sido reemplazados por un he-
bloque; casi sin quererlo me lo confirma cho real: “comprobamos que la Utopía ya
Sarita Jorge: los muchachos –dice– creen tiene su lugar concreto sobre la tierra libe-
que no nos deben nada. Yo diría que es rada”, es decir, la Unión Soviética. De acuerdo
peor: dan la impresión de que los hemos con Agosti, allí ya se construyó el “huma-
defraudado. ¿Será que ellos también se nismo real”. Inmerso en la tensión entre lo
sienten, frente a nosotros, una generación “nuevo” y lo “viejo”, en especial luego de la
traicionada? Dado que tanto Paso como expulsión de otro de sus discípulos, Juan Car-
Cecilia Makovich me han hecho reflexio- los Portantiero,9 Agosti buscaba desmentir el
nes parecidas, siento entonces que el pro- envejecimiento de su doctrina, transmitir op-
blema verdaderamente existe y que quizá timismo y evitaba ceder terreno en el ámbito
lo mío no sea sino un caso particular dentro del conocimiento.10
de lo general. Pero con eso no se aminora Asimismo, Agosti se distanció de lo que
el problema, no se achica. Valdría la pena consideraba “el lenguaje y los hechos de cier-
examinarlo en sus proyecciones últimas, tos tardíos discípulos de Blanqui que imagi-
porque se trata de un grupo de muchachos nan una revolución perfecta a cargo de algu-
inteligentes, que es necesario alentar por- nas minorías audaces, prescindiendo del
que constituyen la única posibilidad real, pensamiento, el sentimiento y la acción de las
perceptible, de nuestro relevo.7 masas”.11 Por oposición, la imagen de revolu-
ción que transmitía Agosti complejizaba el
Si bien la generación que formó la “nueva iz- uso de la violencia: se planteaba distinguir
quierda” reconoció en Agosti a un maestro, al “violencia” de “fuerza”:
que distinguió del “dogmatismo-sectario”
para ellos reinante en el resto del partido, a lo El empleo de la violencia revolucionaria, si
largo de los años sesenta las discrepancias so- se prefiere, debe apoyarse en acciones de
bre temas coyunturales se combinaron con un masas del pueblo y no en una conjura de pe-
creciente desconocimiento de los “viejos” queños núcleos por mejor intencionados que
como interlocutores válidos, y de la forma estén. La violencia, tal como la concibe el
partido como espacio pertinente para encau- marxismo, no implica necesariamente el es-
zar la acción política. De este modo, se fue tallido armado, aunque tampoco lo excluya.
abriendo progresivamente una brecha.
Luego de la ruptura con el grupo Pasado y
Presente, Agosti pasó a integrar formalmente 8
Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado. Condiciones ac-
el Comité Central del pca. En 1964 dictó un tuales del humanismo, Buenos Aires, Lautaro, 1964.
9
curso en el aula magna de la Facultad de Filo- Sobre esta expulsión véase la entrevista de Edgardo
Mocca, Juan Carlos Portantiero: itinerario político in-
telectual, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2012, pp.
62-72.
7 10
Héctor P. Agosti, en Samuel Schneider, Héctor P. Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., p. 38.
11
Agosti. Creación y milicia, Buenos Aires, Grupo de ami- Ibid., p. 70. Louis Auguste Blanqui (1805-1881), revo-
gos de Héctor P. Agosti, 1994, p. 71 (cursivas de la au- lucionario francés, organizador del movimiento estu-
tora). diantil parisino, defensor de la lucha armada.

Prismas, Nº 18, 2014 187


El marxismo-leninismo nunca ha absoluti- mas sociales de distinto signo, y debía tenerse
zado la lucha armada como única forma de en cuenta que, debido a la escala apocalíptica
la lucha violenta […] lo que el marxismo de destrucción atómica, era inevitable la in-
ha proclamado es la inevitabilidad de la corporación a la órbita soviética.15
coerción revolucionaria, entendida como La disputa sobre la definición del modo en
el ejercicio de la democracia socialista por que se llevaría a cabo la revolución marcó a
las grandes masas, en el proceso destinado a fuego la diferenciación entre “nueva” y “vieja”
destruir los obstáculos sociales que se opo- izquierda. Pero esta ruptura además fue expre-
nen a la plena expansión del hombre.12 sión de un quiebre más profundo y, por eso,
extendido geográficamente a casi todos los
Estas palabras de Agosti en una conferencia partidos comunistas occidentales: el fin de un
del 10 de junio de 1964 no pueden haber sido “pacto” de cointeligibilidad en torno al mar-
ajenas a los acontecimientos en torno al fra- xismo comunista. Se trató de un desencuentro
caso del foco guerrillero liderado por Jorge definitorio: un quiebre en lo que Marc Ange-
Masetti,13 que en un primer momento fue apo- not ha llamado la aceptabilidad de un discur-
yado por José María Aricó y Juan Carlos Por- so.16 La creencia de que el pc encarnaba al
tantiero. El pca disintió de la iniciativa guerri- marxismo se basaba en la aceptación de un
llera al considerar que la elección del nuevo tipo de argumentación, contrastado con prue-
presidente de la Unión Cívica Radical del Pue- bas históricas (el triunfo soviético). Por largo
blo, Arturo Illia, quitaba legitimidad a las ac- tiempo el pc había utilizado “esquemas per-
ciones armadas. Masetti, en cambio, acusó a suasivos” que le permitieron marcar una agen-
Illia de ser un político fraudulento, que había da de temas, el vocabulario con el que discutía
caído en “la trampa del chantaje de las Fuerzas sobre esos temas y, también, los horizontes de
Armadas” y decidió emprender, de todas ma- acción y del sentido de esa acción. Pero en
neras, la lucha en la selva de Orán, Salta.14 aquellos años sesenta, la estructura institucio-
Para entonces, la operación “Sombra” ya nal y el idioma comunista fueron dejando de
había sido duramente reprimida por Gendar- ser aceptables para buena parte de la nueva ge-
mería Nacional. Algunos de sus integrantes neración. Los veinte años que separaban los
fueron abatidos y otros se perdieron en la selva natalicios y las respectivas afiliaciones de
y nunca regresaron. Agosti reforzó así su re- Agosti y Aricó comenzaron a ser una barrera.
chazo a los grupos defensores de la lucha ar- La manera en que los “muchachos” se imagi-
mada, a cambio de lo cual propuso la búsqueda naban a la revolución fue dejando de estar
de una revolución en el territorio común de atada a las rutinas de la vida de militancia co-
“nuestra América”, que no se zanjaría inevita- munista o al “camino largo” del que hablaba
blemente con las armas en la mano. Para él, la Agosti: aparecía en el horizonte otro modelo
disputa debía entenderse en términos de siste- más heroico, vinculado a la lucha armada. o

12
Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., pp. 178-179.
13
Al respecto véase La palabra empeñada, documental
15
guionado y dirigido por Juan Pablo Ruiz y Martín Masetti. Héctor P. Agosti, Tántalo recobrado, op. cit., p. 181.
14 16
Jorge Masetti, “Carta al presidente Illia”, en Jorge Ri- Marc Angenot, El discurso social, los límites históri-
cardo Masetti, Los que luchan y los que lloran, Buenos cos de los pensable y lo decible, Buenos Aires, Siglo xxi,
Aires, Nuestra América, 2012, pp. 259-264. 2010.

188 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Marx siempre contemporáneo


Las operaciones de lectura de Pasado y Presente

Martín Cortés
uba / Centro Cultural de la Cooperación

Para enfrentarse con el conservadurismo pe- nista Argentino –pca–). El argumento inicial
ruano de su época, José Carlos Mariátegui de la revista no es tanto la defensa pluralista
propone una “tesis revolucionaria de la tradi- de una multiplicidad de marxismos existen-
ción”: esta no sería herencia muerta y fija, tes, sino la omnipotencia de la tradición: esto
sino legado vivo y móvil. Los revolucionarios es, su capacidad de totalizar, en su seno, todos
hacen de la tradición, siempre heterogénea y los problemas políticos y culturales de una
contradictoria, objeto de su lucha. Aparece época. De este modo, es desde la potencia
aquí una preeminencia del presente, ya que es para pensar la actualidad que el marxismo
desde la disputa actual como se leen las largas prueba su capacidad crítica.
querellas que descansan en toda historia cul- La revista nace al calor de una confronta-
tural: a la manera benjaminiana, hablar del ción con la cultura comunista en torno de
pasado no es reconstruirlo “tal como fue”, esta cuestión. El editorial del primer número
sino apoderarse de un recuerdo “tal como este reclama:
relumbre en un instante de peligro”. De este
modo, la “heterodoxia” defendida por Mariá- […] no dejar de lado por consideraciones
tegui permite torcer el punto de partida de los políticas del momento a diversos aspec-
debates acerca de las tradiciones, ya que ellas tos del conocimiento humano (psicolo-
pasan de ser ordenadas piezas de museo a gía, sociopsicología, antropología social
desplegarse en objetos múltiples que pueden y cultural, sociología, psicoanálisis, etc.),
ser apropiados por distintas (y eventualmente abandonando a la ideología burguesa con-
contrapuestas) voluntades político-culturales. temporánea campos que ya el marxismo en
En esta lógica podría inscribirse la pelea 1844 reclamaba como suyos.1
que se propone Pasado y Presente (PyP) desde
Aquí puede leerse no solo una posición anti-
sus inicios. Al principio, la disputa sobre
doctrinaria, sino fundamentalmente una idea
cómo tratar la tradición (marxista) es contra
de autenticidad o fidelidad al espíritu de la em-
cierta ortodoxia comunista que la congela en
presa de Marx desde sus más tempranos textos
la versión legada por la socialdemocracia ale-
(¿por qué no tomar como propios los campos
mana y devenida luego ideología de Estado
con el diamat soviético (todo lo cual estaría
concentrado en el auténtico objeto de la crí- 1
José M. Aricó, “Pasado y Presente”, Pasado y Presente,
tica de los jóvenes de PyP: el Partido Comu- nº 1, abril-junio de 1963, p. 17.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 189-192


de saber que ya Marx invadía en sus manuscri- La confianza en el marxismo descansa en su
tos parisinos de 1844?). Es así como emerge la “profunda verdad”, capaz por ello de librar
confianza en la omnipotencia del marxismo: todos los combates teóricos necesarios, y de
ese modo universalizarse. Y así también se es-
Comprometemos desde ya el máximo em- tablece el camino a seguir: estudiar al mar-
peño en esta dirección, inspirada no en meras xismo en sus fuentes y, al mismo tiempo, po-
razones tácticas, circunstanciales, extracien- nerlo en diálogo con todas las expresiones de
tíficas en el fondo, sino nacida de la convic- la cultura moderna.
ción profunda de que la autonomía y la ori- Ahora bien, insistimos en la prioridad
ginalidad absoluta del marxismo se expresa del presente. Hay una doble urgencia en el
también en su capacidad de comprender las modo de “ejercer” el marxismo de la revista y
exigencias a las que responden las otras con- los Cuadernos de Pasado y Presente, ponerse
cepciones del mundo. No es abroquelándose a la altura de los debates teóricos de las múl-
en la defensa de las posiciones preconsti- tiples y cada vez más entremezcladas ciencias
tuidas como se avanza en la búsqueda de la humanas, y confrontarse con las más diversas
verdad, sino partiendo del criterio dialéctico realidades históricas y políticas. La revista da
que las posiciones adversarias, cuando no cuenta de ambas cuestiones: en el primer caso
son meras construcciones gratuitas, derivan aloja diversos debates teóricos interiores y ex-
de la realidad, forman parte de ella y deben teriores al marxismo, desde los debates italia-
ser englobadas por una teoría que las totalice nos del primer número (que en cierto sentido
[…] Es así como el marxismo deviene fuerza constituían una continuación del debate en
hegemónica, se convierte en la cultura, la fi- torno de la objetividad entre Oscar del Barco
losofía del mundo moderno, colocándose en y la dirección cultural del partido, que se venía
el centro dialéctico del movimiento actual de desarrollando en Cuadernos de Cultura) hasta
las ideas y universalizándose.2 textos de crítica literaria, psicoanálisis, antro-
pología, economía. En el segundo, acompaña
Se debía avanzar sobre otros saberes, y sobre con algunos textos las dinámicas decisiones
las más diversas realidades, porque ese era el políticas que el grupo iba tomando: la relación
modo en que el marxismo mostraba su capa- con el Ejército Guerrillero del Pueblo aparece
cidad de universalizarse. Una vez más, en el acompañada por textos sobre “dualismo” en
primer momento este ejercicio aparece como la estructura social argentina, así como textos
una contraposición con lo que sucedía a nivel de Debray y sobre las revoluciones colonia-
general en el pca: les; los textos “consejistas” del número 9
coinciden con vínculos con los conflictos de
Porque intuíamos la profunda verdad del la fiat en Córdoba. En cierto sentido, esto se
marxismo, habíamos hecho lo que nunca continúa en el primer número de la segunda
se atrevieron a hacer quienes nos lo pre- etapa, donde los textos parecen mostrar la im-
tendían enseñar a través de textos adoce- portancia del debate en torno de la relación
nados: estudiarlo en sus fuentes, conocerlo clase-partido o acción económica-acción polí-
a través de sus máximos representantes.3 tica de la clase obrera.
Los Cuadernos aparecen en 1968, y pue-
den ser leídos también como una forma de in-
2
tervenir en los debates marxistas. Allí se arti-
José M. Aricó, “Pasado y Presente”, op. cit., p. 15
3
José M. Aricó, “Examen de conciencia”, Pasado y Pre- cula una fuerte relectura de la obra de Marx
sente, Nº4, enero-marzo de 1964, p. 1. –en lo que constituye quizás el más importante

190 Prismas, Nº 18, 2014


proyecto “marxológico” en idioma castellano– Todo esto será especialmente visible a
con importantes contribuciones a la historia de medida que la actividad editorial se consolida
las izquierdas (de América Latina y del por sobre la plataforma de intervención que
mundo) y un importante trabajo sobre diversos supone una revista (aun si ella es de carácter
dilemas de la teoría y la práctica política. Te- teórico). El momento del exilio en México, a
mas como la organización, la transición, la na- partir de 1976, será esencial para este tipo
ción y el Estado, entre otros, se despliegan en de trabajo. Allí, los Cuadernos confluyen con
los Cuadernos, interrogados a través de un la Editorial Siglo xxi, en la que Aricó dirigía la
fino trabajo de revisión de la historia del mar- “Biblioteca del Pensamiento Socialista”. En
xismo que intenta actualizar debates a la luz de ese contexto, emerge el interés en el “Marx tar-
los problemas del presente. Los prólogos y las dío” y su pasión por Irlanda y Rusia, casos
advertencias que encabezan muchos de los que permitían eludir una narración positivista
Cuadernos muestran en significativos textos del marxismo y, al mismo tiempo, atender la
de una o dos páginas –que aún esperan un aná- urgente cuestión nacional, evitando recaer en
lisis minucioso– la preeminencia de una preo- los prejuicios que el internacionalismo abs-
cupación teórico-política por sobre la voluntad tracto había producido en el movimiento so-
reconstructiva o filológica. cialista. También surgirá con fuerza el nom-
Se configura de ese modo un tipo de in- bre de Mariátegui, leído en la búsqueda por
tervención marxista que es característica de producir una lectura latinoamericana del le-
PyP: la recuperación de debates –del pasado o gado de Marx. Junto a todo esto, la revisión
del presente– para componer heterogéneas de distintos tópicos de teoría política marxista
propuestas de lectura que contribuyan a aten- que dialogaban con la crisis en la que la pro-
der cuestiones contemporáneas. Decimos que pia tradición se encontraba a nivel general,
se trata de una intervención porque allí opera pero sin salir de ella.
una hipótesis acerca de los modos posibles de En Marx y América Latina, quizás el
leer a Marx. La tradición marxista es conside- texto más relevante de José Aricó, podía en-
rada un vasto y complejo campo de ideas que contrarse aún esa expectativa por los caminos
pueden ser articuladas de diversas maneras, de menos explorados de Marx como respuestas
forma tal que la operación de PyP no es otra posibles a los dilemas de su época. La “omni-
que la de producir interferencias en los modos potencia” aparece entonces en sordina, ya no
consolidados de leer determinados problemas, con la voluptuosidad de los años sesenta, pero
invitando a la subversión y a la discontinui- sí manifestando que, aunque haya que hacer
dad. Se interponen allí otras formas de lectura todo tipo de revisiones, no se puede pensar
posibles, desarmando una filiación y propo- sin Marx:
niendo otra, descomponiendo y recompo-
niendo los pensamientos a fin de producir […] me parece que con Marx se clausura
nuevos sentidos. Pero todo ello sucede dentro la tentativa de la razón occidental de englo-
del marxismo. O, dicho de un modo más pre- bar como método y teoría la diversidad de
ciso, expandiendo los bordes de aquello que lo real. Pero la consumación de las catego-
constituye el marxismo. Así, es posible encon- rías definitorias de “totalidad”, “progreso” y
trar, especialmente en los Cuadernos, una ma- “centralidad”, presupuestas en dicha razón
nifiesta opción por los rincones menos audi- y que Marx –aunque no sólo él– arrastra a
bles de los debates marxistas, que acuden al su punto de disolución, ¿lo instala sólo en
presente para pensar nuevos problemas a la el pasado? Resultaría ilusorio negar que el
luz de viejas posibilidades no exploradas. debate actual sobre el problema del Estado

Prismas, Nº 18, 2014 191


y de lo político obliga a examinar crítica- jóvenes generaciones de los viejos discur-
mente toda la cultura de izquierda, ¿pero sos. Es como si el olvido o el opacamiento
cómo abrirse a una renovada y más pode- de esa tradición, transformara a los viejos
rosa tensión proyectual sin medirse necesa- discursos en palabra muerta, en un redoble
riamente con Marx? Si el pasado continúa de tambores que impide al lenguaje ser un
operando sobre el presente cronológico y medio de comunicar ideas.5
tiende a proyectarse al futuro, ¿cómo pensar
la transición sin todo aquello que nos dio Los “buenos libros” no servían por sí solos
Marx para entender el pasado y el presente?4 como pieza de la historia del pensamiento, si
no en la medida en que constituyeran un in-
¿Cuál es, entonces, el “marxismo” de PyP? Si sumo para la reflexión acerca del presente. Si
en sus orígenes la intervención marxista se pro- la experiencia de PyP concluye es porque el
ponía totalizar el mundo en su seno, en los años marxismo está opacado y las palabras que an-
de la crisis parece más bien destinada a des- tes se ligaban a esa tradición sonaban ya ana-
componer un racionalismo mecánico del cual el crónicas. Por eso PyP es marxista: lo es en un
mismo marxismo fue víctima. Aun con esa evi- sentido infinito, pero que reconoce un límite
dente diferencia, podríamos seguir apostando exterior en la capacidad de hacer algo con la
por cierto espíritu de unidad entre ambos mo- tradición en pos del debate teórico-político.
mentos. A propósito del final de la experiencia, Su final no podía sino tener un semblante re-
en el momento de retornar a la Argentina, afir- lativamente trágico: termina porque ni si-
maba Aricó: quiera con un enorme ejercicio de amplitud es
posible hacer hablar al marxismo en los
Los Cuadernos ayudaron a que mucho ochenta argentinos. Ese marxismo es “infi-
de lo silenciado pudiera emerger, pero no nito” no tanto porque contenga una voluntad
pueden modificar por sí mismos una ten- expansiva exitosa, sino porque implica una
dencia irrefrenable a la reconstitución de disposición a encontrar dentro del horizonte
un discurso ideológico, y por tanto reduc- de la tradición, a condición de realizar un tra-
tivista de la realidad. Y no es meramente bajo activo allí dentro, modos de pensar cual-
con buenos libros como pueden superarse quier alternativa del presente. Pero el presente
visiones que emanan del propio movi- también debe reclamarlo, y ello es lo que deja
miento social. Pero la propuesta de los de suceder en el momento en que se opera una
Cuadernos me parece hoy insuficiente por profunda transformación en el lenguaje teó-
una razón adicional. Debido a causas que rico y político que todavía hoy no dejó de re-
no fueron originadas solamente por la cen- velar sus consecuencias. Resulta difícil defi-
sura y la represión, la tradición marxista nir positivamente qué tipo de marxismo era el
es hoy mucho más débil en la Argentina. de PyP, pero, a la luz de su ocaso, sí es posible
Advierto la presencia de una suerte de decir que por fuera del marxismo y su capaci-
ruptura de tradiciones que, de estar en lo dad de interpelar los dilemas de una época, la
cierto, debería llevarnos a analizar con más experiencia misma perdía sentido. o
cuidado la fastidiosa reproducción en las

5
José M. Aricó, “La necesidad de una autocrítica en el
marxismo”, entrevista de Carlos N. Suárez, 1984, en
4
José M. Aricó, Marx y América Latina, México, José Aricó, Entrevistas 1974-1981, Córdoba, cea, 1999,
Alianza, 1982, pp. 209-210. p. 33.

192 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

El maoísmo en las iniciativas


político-editoriales del grupo
pasadopresentista (1963-1976)
Adrián Celentano
CISH-IdIHCS-UNLP

Hacia comienzos de la década del sesenta, presentista para analizar el tipo de recepción
la ruptura entre el Partido Comunista de la del maoísmo emprendido.
Unión Soviética (pcus) y el de China insta-
laba un nuevo escenario en el comunismo
internacional. Los grupos argentinos que em- La primera época de Pasado y Presente:
prendían la renovación del pensamiento teó- la vía revolucionaria china
rico y político comunista no podían dejar de
pronunciarse sobre ese nuevo escenario. Es En junio de 1963 aparecía en Córdoba el pri-
así que el maoísmo formó parte, junto a la mer número de PyP. La revista cordobesa se
experiencia cubana, el debate teórico de los proponía renovar la discusión del marxismo
comunistas italianos y los movimientos de en el interior del Partido Comunista Argen-
liberación nacional del Tercer Mundo, del tino, pero pocas semanas después sus jóvenes
horizonte de reflexión de la nueva izquierda editores, al igual que lo serán los porteños de
argentina.1 La Rosa Blindada, eran expulsados de ese par-
Las páginas de la revista Pasado y Pre- tido.2 De las seis entregas que componen los
sente (PyP) y las iniciativas editoriales vincu- nueve números de la primera época de PyP,
ladas a ella conformaron uno de los primeros tres se ocupan de la situación del movimiento
agrupamientos intelectuales que reflexionaron
sobre la ruptura entre los dos grandes partidos
comunistas, pero además se preocuparon por 2
También el grupo editor de La Rosa Blindada empren-
poner en circulación materiales que permitie- derá la discusión y difusión del maoísmo, e incluso a fi-
ran conocer los planteos político-ideológicos nes de los sesenta dispone la edición del Libro Rojo, de
los Escritos militares y las Obras Escogidas de Mao Tse
que introducía el maoísmo así como las pecu- Tung. Véase Adrián Celentano, “El maoísmo argentino
liaridades del comunismo que se estaba cons- entre 1963 y 1976. Libros, revistas y periódicos para una
truyendo en China. En el presente artículo, práctica política”, Políticas de la memoria, nº 14, verano
de 2014. Sobre el grupo pasadopresentista véase Raúl
recorremos los proyectos del grupo pasado- Burgos, Los gramscianos argentinos, Buenos Aires, Si-
glo xxi, 2004; José Aricó, La cola del diablo. Itinerario
de Gramsci en América Latina, Buenos Aires, Siglo xxi,
2005, y Adriana Petra, “Pasado y Presente: marxismo y
1
Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de modernización cultural en la Argentina postperonista”,
la nueva izquierda intelectual argentina, Buenos Aires, Historia y Espacio, nº 41, agosto-diciembre de 2013, pp.
Siglo xxi, 2013. 105-131.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 193-198


comunista internacional y de la polémica En efecto, el siguiente texto, perteneciente
chino-soviética que lo recorría. El número 2-3 a Claude Cadart, adhiere a las críticas maoís-
dedica su sección “Mundo Contemporáneo” al tas a los soviéticos y reconoce el carácter re-
análisis de la crisis del movimiento comu- volucionario de las luchas en el Tercer Mundo.
nista, vista a través del lente del Partido Co- A pesar de adherir a esas críticas, Cadart, al
munista Italiano (pci): junto a la crítica de igual que Gorsz y Schmucler, encuentra muy
José Aricó a la burocratización del movi- poca renovación en el comunismo chino, es-
miento comunista producida por el estali- pecialmente por su defensa del dogmatismo
nismo, tres artículos provenientes de intelec- teórico de Stalin. Bajo el seudónimo de Asiá-
tuales comunistas de Italia señalan el ticus, el comunista Ettore Di Robbio plantea
dogmatismo que generaba en ese país el esta- que si bien el movimiento comunista debe
linismo. Específicamente, uno de esos artícu- reconocer el ascenso de la violencia insurrec-
los se compone de pasajes seleccionados y cional en el Tercer Mundo, no debe plantear
traducidos por PyP de una nota extensa de la lucha armada como vía para la revolución
Palmiro Togliatti. Allí el secretario general en todo tiempo y lugar. Una línea analítica si-
del pci critica la pretensión del pcus de subor- milar se reconoce en el siguiente artículo, “La
dinar a todos los partidos a su órbita, pero revolución colonial”, de Michel Figurelli y
también señala el esquematismo y el izquier- Franco Petrone. Si bien estos autores compar-
dismo de los comunistas albaneses y chinos.3 ten el cuestionamiento a la política exterior
Si bien esta sección permite advertir una soviética que realizan los chinos, rechazan la
significativa afinidad del grupo cordobés con centralidad asignada por los maoístas al Ter-
el partido italiano, en el siguiente número esa cer Mundo en la lucha internacional.
afinidad es matizada: la sección “Mundo Con- Estos artículos sugieren el frágil equilibrio
temporáneo” es dedicada al maoísmo y solo en el que buscaba colocarse la interpretación
uno de sus cinco artículos sostiene las tesis del que proponía PyP de la polémica chino-sovié-
pci. La serie comienza con una introducción de tica. Si por esos años todo aquel que se reco-
Héctor Schmucler, que coloca la crisis del co- nociera revolucionario debía definirse ante el
munismo en el centro de las inquietudes del conflicto entre los dos grandes partidos co-
grupo, y juzga que la polémica chino-soviética munistas, la revista cordobesa optaba por ex-
toca el núcleo de la acción militante, esto es, poner balances que reivindicaban la vía revo-
“¿para qué hacer la revolución?”.4 El siguiente lucionaria criticada por los soviéticos, pero
artículo, de André Gorsz, es tomado de la re- esos balances no acordaban en asignarle el
vista Les Temps Modernes (LTM). El francés mismo peso a la vía armada en la escena in-
analiza la polémica desde la perspectiva del ternacional. Con ello seguramente PyP tendía
movimiento obrero europeo y simpatiza con la a equilibrar las distintas simpatías políticas de
política de transición pacífica al socialismo en los miembros del grupo editor, y también a
Europa propuesta por el líder del pcus Nikita manifestar su afinidad con los lineamientos
Kruschev. Esa simpatía contrasta abiertamente que entonces alentaban los dirigentes cuba-
con los otros textos de la serie. nos, quienes sin asociarse con los maoístas
procuraban distanciarse de las posiciones so-
viéticas y obtener cierta autonomía en Amé-
3
Palmiro Togliatti, “Sobre el xxii Congreso del pcus”, rica Latina.
en Pasado y Presente, nº 2-3, julio-diciembre de 1963, El grupo cordobés reformula ese equilibrio
pp. 207-208.
4
Héctor Schmucler, “Problemas del tercer mundo”, en entre las distintas tendencias de la nueva iz-
Pasado y Presente, nº 4, enero-marzo de 1964, p. 291. quierda durante los años en que edita los Cua-

194 Prismas, Nº 18, 2014


dernos de Pasado y Presente. Este proyecto fundidad de la discusión impulsada por el
editorial, que fue uno de los más productivos maoísmo: al enfatizar la movilización de las
de la nueva izquierda, dedica algunos Cuader- masas, el comunismo chino habría puesto en
nos al maoísmo, en los que ofrece no solo ar- cuestión el control burocrático de la construc-
gumentos para criticar las políticas soviéticas, ción del socialismo y el modelo de partido
sino también información sobre un peculiar leninista. Junto con otros dos aparecidos en
proceso de construcción del comunismo, que esos años, este Cuaderno se inscribe en una
comenzaba a señalarse como una importante serie que arroja una mirada integral sobre el
referencia política. Y ello en un momento en maoísmo: en 1971 el Cuaderno 26 se dedica a
que Aricó y otros miembros del grupo esta- la universidad y el 23 a la revolución cultural
blecían vínculos con el partido maoísta argen- proletaria, mientras que en 1976 el Cuaderno
tino más numeroso, el Partido Comunista Re- 65 se ocupa de la construcción económica de
volucionario (pcr). China y de la urss.
A esa difusión del maoísmo se agrega en
1973 el tercero de los tres volúmenes que
Los Cuadernos maoístas componen el Cuaderno 38, dedicado a la teo-
de Pasado y Presente: bajo el signo ría marxista del partido político. En su análi-
de la revolución cultural sis de la experiencia obrerista italiana, el ter-
cer volumen se apoya en argumentos maoístas.
Desde fines de los sesenta, el grupo cordobés También en los primeros setenta, los intelec-
emprende un conjunto de proyectos tuales ligados al pcr Carlos Altamirano, San-
editoriales que aúnan la rigurosidad analítica tiago Funes, Carlos Echagüe, Oscar Landi y
sobre la cultura de izquierdas con la difusión Horacio Ciafardini traducen materiales publi-
entre un público masivo. Los proyectos más cados en varios de los Cuadernos.
importantes fueron: los Cuadernos de Pasado Revisemos entonces quiénes son los auto-
y Presente, la editorial Siglo xxi Argentina, la res, los grupos y las revistas intelectuales y
revista Los Libros (LL) y la segunda época de los documentos chinos seleccionados en los
la revista PyP.5 Cuadernos para registrar los elementos que
El número de noviembre de 1971 de LL componen el maoísmo producido en este pe-
está dedicado a la situación universitaria. Allí ríodo por el grupo pasadopresentista. Para
se sugiere cierta coyuntura común entre la re- abordar la revolución cultural el Cuaderno 23
volución cultural china y las experiencias pe- publica artículos de intelectuales franceses e
dagógicas que tenían lugar en las universida- italianos, tomados de LTM y de Il Manifesto
des argentinas bajo la conducción de grupos (IM), que analizan el fenómeno desde distintas
estudiantiles y docentes maoístas. Cinco me- posiciones, junto a un texto de Mao y tres do-
ses antes, el grupo pasadopresentista había cumentos del Partido Comunista chino.
dedicado su Cuaderno 23 a la revolución cul- La “advertencia” que abre el Cuaderno es
tural. La “Advertencia” anónima –probable- afín a los artículos del libro en tanto todos en-
mente redactada por Aricó– subrayaba la pro- fatizan que el maoísmo y la revolución cultu-
ral ponen en crisis la pretensión de los parti-
dos comunistas de ser los representantes de la
5
Sobre el proyecto editorial de los Cuadernos de Pasado clase obrera. El primer texto pertenece a En-
y Presente, véase Horacio Crespo: “En torno a Cuader- rica Collotti Pischel, una historiadora italiana
nos de Pasado y Presente. 1968-1983”, en Claudia Hilb
(comp.), El político y el científico, Buenos Aires, Siglo dedicada a China que sostiene que los maoís-
xxi, 2011, pp. 169-195. tas intentaban evitar la involución de la revo-

Prismas, Nº 18, 2014 195


lución comunista que se estaba produciendo de partido como “vanguardia de masas” pro-
en la urss. Al igual que otros articulistas de puesta por el maoísmo supera los límites que
ese Cuaderno, Collotti Pischel reivindica las encontró el modelo del revolucionario profe-
comunas populares y otros organismos de sional promovido por el ¿Qué hacer? de Le-
masas creados durante la revolución cultural. nin. En cambio, según el trabajo de Rossana
Específicamente, el artículo refrenda la posi- Rossanda, no hay un nuevo modelo de par-
ción entonces sostenida por Mao: a través de tido. Más bien, Mao sería un continuador del
la movilización de las masas, la revolución marxismo y la novedad del maoísmo radica-
cultural estaría logrando frenar tanto la dege- ría en la posibilidad de aplicar la revolución
neración burocrática del partido chino como cultural a la política de la izquierda europea.
los privilegios en el sistema educativo. Contra todas estas posturas entusiastas so-
A ese artículo le sucede un reportaje al bre la revolución cultural, el Cuaderno incluye
economista maoísta Charles Bettelheim, de un reportaje a Deutscher en el que se fustiga al
quien la revista PyP había publicado en 1964 maoísmo y a la revolución cultural como un
su discusión con el Che Guevara sobre la movimiento “ultraizquierdista” desatado con-
planificación económica cubana. Bettelheim tra la intelectualidad y la dirección comunista
coincide con Mao en la permanencia de la lu- china. La revolución cultural debería ser en-
cha de clases bajo el socialismo. De ahí que frentada sobre todo porque la lucha contra el
reivindique la decisión china de alejarse del imperialismo norteamericano necesitaría, aun-
modelo de industrialización forzada seguido que más no fuera tácticamente, al comunismo
por la urss, para priorizar el apoyo campesino soviético y el chino unificados.
y la participación activa de las masas en el de- En definitiva, no todos los artículos del
bate político para el desarrollo productivo. El Cuaderno La revolución cultural china pro-
interés de los cuadernos cordobeses en estas mueven la adopción de las tesis maoístas para
tesis se advierte en la decisión de publicar en organizar la política mundial y local, pero,
el mismo Cuaderno el texto de Mao citado excepto el reportaje a Deutscher, todos sugie-
por Bettelheim, “Sobre las diez grandes rela- ren que la construcción china del comunismo,
ciones”. y sobre todo su intensa movilización de ma-
En tercer lugar, el artículo del sociólogo sas, muestran la posibilidad de otras vías que
Marco Maccio afirma que había surgido en las eviten la burocratización soviética.
fábricas chinas, como antes en las soviéticas, En septiembre de 1971 el grupo pasado-
una burguesía que defendía sus privilegios presentista dedica otro Cuaderno al maoísmo:
mediante la división del trabajo, la justifica- China: revolución en la universidad se com-
ción ideológica de la “eficiencia” productiva y pone de tres estudios sobre la protesta en la
la aplicación de incentivos materiales. Los se- Universidad de Pekín, epicentro de la primera
guidores de Mao incentivaban una rebelión fase de la revolución cultural. Los estudios
obrera para enfrentar a los sindicalistas, los provienen de tres discípulos norteamericanos
técnicos y los gestores fabriles, y según Mac- de Ezra Vogel, de quien la editorial argentina
cio el partido debía extender esa rebelión hasta Paidós había publicado en 1967 La revolu-
alcanzar relaciones de cooperación, igualdad ción cultural china. Victor Nee, Don Lay-
y ayuda recíproca entre la base obrera y la mann y John Collier identifican la protesta
gestión productiva. china como la continuación del movimiento
En línea con esta argumentación aparece iniciado en 1958 con la campaña “Las cien
un artículo firmado por el grupo italiano flores”. Si bien este Cuaderno circuló entre
Classe e Stato. Allí se destaca que el modelo los lectores de la izquierda argentina, no tuvo

196 Prismas, Nº 18, 2014


la repercusión alcanzada por el dedicado a la “Control obrero y organización”, de José
revolución cultural, quizá porque los autores Nun, uno de los documentos sobre el control
norteamericanos eran menos reconocidos que obrero en las empresas estatales argentinas
los compilados en el Cuaderno 23. tiene un apartado sobre la autogestión en los
países socialistas en el que se reivindica la re-
volución cultural china por haber permitido
La segunda época de Pasado y Presente: “que la clase obrera se librara de la dictadura
los usos locales del maoísmo de cuadros, dirigentes, especialistas y exper-
tos que mantenían relaciones de autoridad
En junio de 1973 reaparece la revista PyP. abusivas con los trabajadores”.6
Los tres números de esta nueva época tienen a Además, en 1973 aparecía el fascículo
Aricó como editor responsable. Allí el grupo “Mao Tse Tung” en la colección popular “Los
declara su apoyo a las organizaciones arma- hombres”, del ceal; su redactor era José
das peronistas y al frejuli al tiempo que pro- Aricó. Retomando la figura del líder cons-
pagandiza el control obrero en las fábricas. truida por la revolución cultural, el director de
Junto a la fuerte presencia de Gramsci y de PyP proponía una reivindicación biográfica
los intelectuales operaistas, se advierte el uso de Mao y el maoísmo que alcanzó una amplia
de argumentos maoístas. circulación en nuestro país al ser incluido, en
El primer número acompaña su apoyo al 1974, en las colecciones “Transformaciones
peronismo con un artículo sobre la dialéctica en el Tercer mundo” y “Hechos y hombres del
de Mao, escrito por Bettelheim al calor del Tercer Mundo”. La difusión del maoísmo
debate sobre el maoísmo que tuvo lugar en las alentada por el grupo pasadopresentista se
revistas IM y LTM, y dos notas sobre la coyun- cierra con la edición del último Cuaderno pu-
tura argentina que se apoyan en algunas tesis blicado en la Argentina. En enero de 1976
maoístas: “La larga marcha hacia el socia- aparecía el Cuaderno 65, en el que bajo el tí-
lismo en Argentina”, firmada por el colectivo tulo La construcción del socialismo en la URSS
editor, y “Clases dominantes y crisis política y en China se compilaron artículos de Stalin y
en la Argentina actual”, de Juan Carlos Por- de Mao.
tantiero. Por entonces Aricó y otros miembros
del grupo se alejan del pcr y su vanguardismo
clasista enfrentado al peronismo, y para ello A modo de conclusión
no solo utilizan el análisis gramsciano sobre
la autoorganización de las masas y el ejercicio El recorrido que realizamos sugiere que en la
de la democracia obrera, sino también la con- renovación de la cultura de izquierdas que em-
cepción maoísta de la contradicción y la revo- prendían los distintos proyectos del grupo pas-
lución cultural como prueba de la crisis de las adopresentista el maoísmo se inscribía, más
experiencias comunistas. Otras apelaciones a allá de la productividad analítica que se le re-
las tesis maoístas se advierten en “Esponta- conociera, como un importante acontecimien-
neidad y dirección conciente en el pensa- to. Esta circulación argentina del maoísmo mo-
miento de Antonio Gramsci”, un artículo teó- vilizó a destacados intelectuales y a grupos
rico de Aricó aparecido en el mismo número
de PyP.
En el número siguiente, la revista publica 6
“Dos documentos sobre control obrero en las empre-
varios artículos que refieren al maoísmo. sas”, Pasado y Presente, nº 2-3, julio-diciembre de 1973,
Además de las citas de Mao que aparecen en pp. 264-265.

Prismas, Nº 18, 2014 197


editores europeos y norteamericanos produ- riencia que probaba la posibilidad de una
ciendo un doble efecto: las últimas discusio- construcción socialista alternativa a la sovié-
nes de la izquierda internacional no solo se tica: en lo que respecta a los partidos y los
volvían accesibles al público argentino, sino estados comunistas, señalaba la crisis de re-
que aparecían vinculadas a uno de los grupos presentación política del proletariado; en
de la nueva izquierda intelectual local. Y en cuanto a la coyuntura argentina, legitimaba el
este grupo, sobre todo a comienzos de los se- tramado de nexos entre el marxismo y la iz-
tenta, el maoísmo gravitaba como una expe- quierda peronista. o

198 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Más allá del principio de exclusión:


Gramsci y Althusser en Pasado y Presente

Marcelo Starcenbaum
UNLP-IdIHCS/CONICET

La delimitación del lugar ocupado por el Los elementos característicos del sentido
althusserianismo en el proceso de relectura común en torno a la incompatibilidad entre
del corpus marxista llevado a cabo por el co- las tradiciones gramsciana y althusseriana se
lectivo de Pasado y Presente ha estado en estructuraron en un momento en el que la iz-
gran medida condicionada por una variable quierda latinoamericana llevaba a cabo un
interpretativa que postula una necesaria in- proceso de deconstrucción del marxismo pos-
compatibilidad y exclusión entre las tradicio- clásico y formulación de un corpus marxista
nes gramsciana y althusseriana. Las interven- adecuado a los nuevos tiempos. Este proceso,
ciones producidas en las décadas de 1980 y que implicó tanto una revisión de la experien-
1990 en pos de reconstruir los itinerarios del cia de las formaciones de la nueva izquierda
gramscianismo en América Latina establecie- latinoamericana como de las corrientes mar-
ron un sentido común en torno a la relación xistas que se articularon con ellas, redundó en
entre la circulación de la obra de Gramsci y la una historización de la tradición marxista ca-
de Althusser en la izquierda latinoamericana: racterizada por el otorgamiento de valoracio-
el auge del althusserianismo durante la se-
gunda mitad de la década de 1960 habría blo-
queado la difusión de la obra gramsciana y le América Latina, Río de Janeiro, Paz e Terra, 1988, pp.
habría otorgado a esta la marca del prejuicio 130-152; el propio José Aricó afirmaba que la manera
althusseriano; al mismo tiempo el gramscia- predominante de acercamiento a Gramsci era a través de
las obras de Althusser y que de este modo se interiorizaba
nismo habría comenzado a ser hegemónico a un Gramsci ligado a la tradición idealista italiana, en La
medida que el althusserianismo perdía su in- cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina,
terés a mediados de la década de 1970.1 Buenos Aires, Siglo xxi, 1988, p. 154; Carlos Nelson
Coutinho señalaba que el privilegio alcanzado por la obra
althusseriana relegó los libros de Gramsci a los estantes
de ofertas, en “Brasil y Gramsci: variadas lecturas de un
1
Arnaldo Córdova señalaba lo lamentable del hecho de pensamiento”, Nueva Sociedad. Democracia y política en
que la figura de Gramsci fuera conocida a través de las América Latina, n° 115, septiembre/octubre de 1991, pp.
críticas althusserianas, en “Gramsci y la izquierda mexi- 104-113; Jaime Massardo le adjudicaba a la legitimidad
cana”, La Ciudad Futura, n° 6, agosto de 1987, p. 15; alcanzada por el althusserianismo una postergación de la
Marco Aurélio Nogueira afirmaba que la obra de Gramsci recepción de Gramsci que impidió una valoración del his-
se topó con una intelectualidad inundada de estructura- toricismo gramsciano, en “Gramsci in America Latina.
lismo y del efecto Althusser, en “Gramsci, a questão de- Questioni di ordine teorico e político”, en Alberto Burgio
mocrática e a esquerda no Brasil”, en Carlos Nelson Cou- y Antonio Santucci (eds.), Gramsci e la rivoluzione in
tinho y Marco Aurélio Nogueira (orgs.), Gramsci e a Occidente, Roma, Riuniti, 1999, pp. 324-355.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 199-203


nes positivas a las corrientes que podían ser munismo argentino, un abordaje de la situa-
traducidas a la nueva gramática teórica de la ción de la clase obrera mediado por el pro-
década de 1980 y la hostilidad frente a aque- blema de la alienación, y un direccionamiento
llas que se presentaban como intraducibles a de la lectura de Marx en un sentido antropoló-
ese presente. Así, la articulación entre la re- gico y humanista.3 En este mismo sentido, la
lectura de Gramsci y la deriva democrática de revista recibió calurosamente la traducción al
la izquierda latinoamericana estuvo acompa- castellano de los Manuscritos económico-
ñada por una revisión del corpus marxista ex- filosóficos,4 valoró los desarrollos teóricos del
plícitamente reactiva al althusserianismo, lo marxismo fenomenológico5 y difundió textos
que se manifestó en una historización que ab- marxistas que priorizaban el problema de la
solutizaba las diferencias entre las tradiciones alienación y enfatizaban las dimensiones hu-
gramsciana y althusseriana, silenciaba la es- manistas de la doctrina marxista.6
pecificidad de sus diferencias y obturaba la El establecimiento de un horizonte mar-
visibilización de las relaciones de compatibi- xista marcadamente gramsciano no impli-
lidad e intercambio entre ellas.2 caba, sin embargo, la irradiación opresiva de
Resulta innegable que los elementos fun- la matriz humanista e historicista hacia to-
damentales del marxismo sustentado por la das las dimensiones de la intervención pasa-
experiencia pasadopresentista a partir de su dopresentista. El mencionado manifiesto de
escisión del comunismo partidario constitu- Aricó daba cuenta de una apuesta por consti-
yen instancias potencialmente reactivas al tuir un marxismo que escapara a las trampas
althusserianismo. Si bien el proyecto de Pa- del dogmatismo y que estuviera dotado de
sado y Presente comparte con la corriente una predisposición a la apertura teórica. De
althusseriana el gesto radicalizador del co- este modo, la revista se proponía como un es-
munismo postestalinista, el impulso renova- pacio abierto a corrientes marxistas que, aun
dor de la política comunista generado por la sin converger con las líneas de la revista,
revista está vehiculizado por un marxismo de abordaran los mismos núcleos problemáticos
matriz gramsciana que, a simple vista, apa- que movilizaban la intervención del colec-
rece como impermeable a una re-relectura an- tivo editorial. En este marco, la revista pu-
tihumanista y antihistoricista de Marx como blicó los textos pertenecientes al debate ge-
la propiciada por Althusser. Como afirmaba nerado en el marxismo italiano a partir de la
Aricó en aquel primer editorial, la iniciativa obra de Galvano Della Volpe, la cual auspi-
estaba animada por una definición del mar- ciaba precisamente un marxismo científico y
xismo como filosofía de la praxis, una crítica
de los posicionamientos dogmáticos del co-
3
José M. Aricó, “Pasado y Presente”, en Pasado y Pre-
sente. Revista trimestral de ideología y cultura, nº 1,
abril-junio de 1963, pp. 1-19.
2 4
Si bien configurado en las décadas de 1980 y 1990, este Oscar Del Barco, “Carlos Marx y los Manuscritos eco-
sentido común se prolongó hacia estudios más recientes nómico-filosóficos”, en Pasado y Presente, nº 1, op. cit.,
sobre la experiencia de Pasado y Presente. Véanse las pp. 101-106.
5
caracterizaciones del althusserianismo como contingen- Jean-Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty, pero tam-
cia y contaminación en Raúl Burgos, Los gramscianos bién Tran Duc Thao y Enzo Paci, especialmente en inter-
argentinos. Cultura y política en la experiencia de Pa- venciones de Oscar del Barco.
6
sado y Presente, Buenos Aires, Siglo xxi, 2004, pp. 189- Véanse, por ejemplo, “Verdad y libertad”, del italiano
191, y Horacio Crespo, “En torno a Cuadernos de Pasado Cesare Luporini, en Pasado y Presente, nº 1; “Trabajo,
y Presente, 1968-1983”, en Claudia Hilb (comp.), El po- símbolo y evolución humana”, del cordobés Enrique Re-
lítico y el científico. Ensayos en homenaje a Juan Carlos vol, en ibid., nº 2-3, y “Marxismo, técnica y alienación”,
Portantiero, Buenos Aires, Siglo xxi, 2009, p. 193. del brasileño Arthur Gianotti, en ibid., nº 5-6.

200 Prismas, Nº 18, 2014


anti-hegeliano.7 También tuvieron lugar en por Althusser, se objetaban los términos en
las páginas de la revista discusiones acerca los que se desarrollaba la crítica a Gramsci.
de las relaciones entre el marxismo y otras Al referir al debate entre Althusser y los filó-
corrientes intelectuales contemporáneas. En sofos italianos que reproducía el segundo
este caso, deben ser destacadas las ricas lec- Cuaderno, Aricó explicitaba el carácter pro-
turas de Lévi-Strauss realizadas por Del blemático del vínculo entre Gramsci y Althus-
Barco8 y la publicación de textos de intelec- ser debido a la parcialidad con la que el fran-
tuales argentinos inscriptos en el incipiente cés estudiaba al italiano.10
paradigma estructural.9 Sin embargo, la publicación del Cuaderno
Será la convergencia entre el estableci- n° 19, Gramsci y las ciencias sociales, evi-
miento de un marxismo de matriz humanista denciará la importancia de la lectura althus-
e historicista y la apertura a la modernización seriana de Gramsci en la configuración de
de los saberes contemporáneos la que deli- una aproximación moderna a la obra del filó-
neará las primeras lecturas de Althusser reali- sofo italiano. El núcleo duro de aquel cua-
zadas por Pasado y Presente. A modo de in- derno lo constituían los textos de los italia-
troducción de los dos Cuadernos dedicados al nos Luciano Gallino y Alessandro Pizzorno,
marxismo althusseriano, La filosofía como quienes precisamente daban cuenta de la jus-
arma de la revolución y Materialismo histó- teza de las objeciones althusserianas al histo-
rico y materialismo dialéctico, Aricó estable- ricismo gramsciano y anunciaban un movi-
cía una lectura cautelosa de la figura de miento de relevo en las interpretaciones de la
Althusser y de las proyecciones políticas de tradición gramsciana. En este sentido, afir-
su obra. Recortada a un intento de constitu- maban que si bien las lecturas anteriores de
ción de la filosofía marxista, el proyecto Gramsci habían permitido resistir la ortodo-
althusseriano era caracterizado como un tra- xia partidaria, reivindicar un rol específico
bajo de tipo epistemológico que proponía una para los intelectuales y estimular la investiga-
lectura rupturista de Marx. Si bien Aricó ci- ción de la realidad italiana, habían obstaculi-
fraba la politicidad del althusserianismo en zado el alejamiento definitivo de la tradición
una clave leninista antiespontaneísta, anun- croceana y la vinculación con una metodolo-
ciaba que las consecuencias políticas de la gía rigurosa de las ciencias sociales. En la ad-
relectura de Marx que proponía Althusser aún vertencia al Cuaderno, y en clara sintonía con
debían ser exploradas. Por otro lado, si bien las afirmaciones de los sociólogos italianos,
se valoraba el esfuerzo de lectura realizado Aricó presentaba la lectura de Althusser como
un parteaguas en la historia de las interpreta-
ciones de la obra gramsciana y concebía la
7
Véase el dossier “A propósito del carácter del histori-
postulación althusseriana del historicismo
cismo marxista”, en Pasado y Presente, nº 1. Sobre la gramsciano como un operación de disolución
recepción del dellavolpismo en la Argentina, véase de la teoría en la praxis y bloqueo de sus po-
Adriana Petra, “En la zona de contacto: Pasado y Pre-
sente y la formación de un grupo cultural”, en Diego
sibilidades científicas como una advertencia
García y Ana Clarisa Agüero (eds.), Culturas interiores.
Córdoba en la geografía nacional e internacional de la
cultura, La Plata, Al Margen, 2010, pp. 213-239.
8
Véase “Metodología histórica y concepción del mundo
10
(acerca del problema de la larga duración)”, Pasado y “Advertencia”, en Louis Althusser, La filosofía como
Presente, nº 2-3, y la nota bibliográfica sobre El pensa- arma de la revolución, Córdoba, Pasado y Presente,
miento salvaje, en ibid., nº 7-8. 1968, pp. 7-9; “Advertencia”, en Louis Althusser y Alain
9
Véase “Infraestructura y superestructura en el análisis Badiou, Materialismo histórico y materialismo dialéc-
de la acción social”, de Eliseo Verón, ibid., nº 7-8. tico, Córdoba, Pasado y Presente, 1969, pp. 7-9.

Prismas, Nº 18, 2014 201


que habilitaba una aproximación contempo- taba los términos del debate reproducido. A su
ránea a Gramsci.11 entender, la reactivación del concepto de for-
El rol de la lectura althusseriana como ele- mación económico-social se presentaba como
mento correctivo y modernizador de la tradi- una oportunidad para restituirle al marxismo el
ción gramsciana es también evidente en otros potencial revolucionario perdido por el rol pre-
dos cuadernos editados por el colectivo de Pa- dominante del concepto de modo de produc-
sado y Presente, tan poco atendidos como ción y por las consecuentes posiciones políti-
Gramsci y las ciencias sociales. El primero de cas etapistas. En sintonía con aquellos que,
ellos, la compilación El concepto de “forma- como Glucksmann, tendían a articular es-
ción económico-social”, publicado en 1973. quemas provenientes del gramscianismo y el
Este cuaderno reproducía el debate mantenido althusserianismo, Aricó lamentaba que los
entre marxistas italianos y franceses en las re- problemas nodales de la política revoluciona-
vistas Critica marxista y La Pensée a propósito ria contemporánea se presentaran “como tér-
de la reactivación del concepto de formación minos escindidos y excluyentes en la antino-
económico-social propiciada por el althusse- mia protagonizada por la polémica entre las
rianismo. De este modo, se presentaba una po- interpretaciones historicistas y estructuralistas
sición que coincidía con Althusser y Balibar en del marxismo”.12
la necesidad de contar con un concepto abs- También debe mencionarse el Cuaderno
tracto que reemplazara la noción ideológica de Hegemonía y dominación en el Estado mo-
“sociedad” y que designara la totalidad de ins- derno, editado en 1973, que compilaba los
tancias articuladas sobre la base de un modo de textos tempranos de Nicos Poulantzas. Este
producción determinado. Por otro lado, se re- Cuaderno incluía un prefacio escrito especial-
producían impugnaciones a dicha conceptuali- mente por el propio Poulantzas para los lecto-
zación, en las que se destacaba la oposición al res latinoamericanos en el que se contextuali-
otorgamiento de un rol subordinado al mo- zaba la escritura de los artículos compilados y
mento histórico-genético frente al momento se realizaba un recorrido por los itinerarios
genético-formal. Sin embargo, también tenían teóricos y políticos del propio autor. En am-
lugar otros posicionamientos, como el de bas dimensiones atendidas en estas notas in-
Christine Glucksmann, en el que se articula- troductorias, el althusserianismo tenía un lu-
ban formulaciones gramscianas y althusseria- gar destacado. Poulantzas remarcaba que los
nas. Glucksmann matizaba la oposición entre artículos no poseían una unidad de problemá-
Gramsci y Althusser, clarificaba la distinción tica teórica; aclaraba, en consecuencia, que
entre niveles de abstracción teórica de las for- presentaban una unidad en lo relativo a su
mulaciones althusserianas y enfatizaba la im- objeto, que estaba vinculado con la investiga-
portancia de la diferenciación entre conceptos ción sobre el Estado y el derecho en la teoría
teóricos y conceptos empíricos con el fin de marxista. Asimismo, ofrecía un repaso sobre
poder precisar la relación entre modo de pro- el lugar del análisis de la superestructura jurí-
ducción y formación económico-social. Lo dico-política y de lo político en los textos
más significativo del Cuaderno lo constituye, marxistas en el cual se destacaba la postula-
sin embargo, el modo en el que Aricó presen- ción de la ausencia de un nivel de sistematici-

11 12
“Advertencia”, Alessandro Pizzorno, Luciano Gallino “Advertencia”, en Cesare Luporini y Emilio Sereni, El
y Antonio Gramsci, Gramsci y las ciencias sociales, concepto de “formación económico-social”, Córdoba,
Córdoba, Pasado y Presente, 1970, pp. 5-6. Pasado y Presente, 1973, p. 8.

202 Prismas, Nº 18, 2014


dad teórica; las obras políticas del marxismo jetivistas y voluntaristas, y traccionadas hacia
aparecían como poseedoras de conocimiento una lectura estructural.13
en estado práctico, en tanto su elaboración ha- Creemos que frente a los argumentos estruc-
bía estado tradicionalmente sometida a la ne- turados sobre la base del sentido común de la
cesidad de guiar la acción política o intervenir necesaria incompatibilidad y la exclusión entre
en la lucha ideológica. Por otra parte, Pou- Gramsci y Althusser, corresponde realizar un
lantzas destacaba el modo a través del cual la trabajo que permita restituir las relaciones de
renovación de la teoría marxista propiciada solidaridad establecidas entre las tradiciones
por Althusser había operado a modo de co- gramsciana y althusseriana en el seno de la in-
rrectivo de sus tempranas posiciones huma- tervención marxista de Pasado y Presente. El
nistas e historicistas. En primer lugar, descri- otorgamiento de un carácter positivo a la articu-
bía sus primeras búsquedas teóricas en el lación entre ambas tradiciones nos permite ad-
marxismo como un camino transitado junto a vertir que si bien algunas dimensiones del
formulaciones gramscianas y sartreanas. Lue- althusserianismo serán objeto de impugnación,
go, reconstruía un momento de crisis teórica otras serán integradas en el trabajo de apertura
en el que convergían tanto la consolidación y reformulación de la cultura marxista. Una re-
del marxismo althusseriano como una adver- lectura desprejuiciada de los “Cuadernos
tencia sobre las limitaciones de las inflexio- althusserianos” habilita la comprensión de los
nes humanistas e historicistas del marxismo. efectos de la difusión del concepto de forma-
Lo más relevante del prefacio de Poulantzas y ción económico-social y de las formulaciones
de la disposición cronológica de los textos re- anti-humanistas y anti-historicistas en el tra-
side en el hecho de que la consolidación del bajo de corrección y modernización de la lec-
aparato conceptual althusseriano no impli- tura de Gramsci y en la configuración de modos
caba necesariamente el abandono de la tradi- específicos de intervención político-intelectual
ción gramsciana. Por el contrario, el progre- en el interior de la izquierda argentina. o
sivo desplazamiento entre ambas tradiciones
estaba acompañado por una reinterpretación
de las tesis gramscianas, a través de las cuales 13
Nicos Poulantzas, Hegemonía y dominación en el Es-
estas eran disociadas de aproximaciones sub- tado moderno, Córdoba, Pasado y Presente, 1973.

Prismas, Nº 18, 2014 203


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

De Pasado y Presente
a Comunicación y cultura. Variaciones
en torno a la cuestión intelectual
Mariano Zarowsky
uba / conicet

Es posible leer en el artículo de José Aricó que cuadernos de la cárcel sobre el estatuto y la
abría el número 1 de Pasado y Presente una función de las revistas culturales,2 Aricó auspi-
declaración de los principios que pretendían ciaba una inequívoca función político-ideoló-
modelar este proyecto editorial. Luego de des- gica para Pasado y Presente (paradójicamente,
plegar en una clave explícitamente gramsciana recurría a un procedimiento similar al que so-
una lectura de la trama que anudaba la historia lían utilizar las vanguardias estéticas para
de las revistas nacionales a la vida política y irrumpir en la escena de su tiempo: dirigién-
cultural del país, Aricó subrayaba al final de su dose a un lector que aún no existía, o, de otro
escrito que, a diferencia de sus predecesoras, modo, anunciando un vacío en la cultura de
la tarea que se proponía la nueva publicación una época que ellas mismas se proponían lle-
no podía ser cumplida por el pequeño número nar). Si el lector debía ser creado y estimulado
de personas que la dirigían. Al interpelar a to- por la publicación era porque se pretendía “fa-
dos aquellos que al leer sus páginas pudieran cilitar” en aquel una conciencia “más profunda
comprender que animaba “a quienes las escri- y verdadera” de su época, esto es, una concien-
ben el profundo deseo de facilitar el proceso cia que no esquivara analizar los motivos del
de asunción de una conciencia más profunda y desencuentro entre “conciencia revoluciona-
certera de nuestro tiempo”, Aricó enunciaba ria” y “acción proletaria” –según los términos
una aspiración que era, sin duda, todo un pro- de Aricó– o, para explicitar lo que en el texto
grama para la emergente publicación: puesto apenas se velaba: entre los intelectuales del
que “una revista no es en el fondo nada más que partido marxista y las masas peronistas.
un mundo de lectores vinculados entre sí por
sus páginas, del mundo de lectores que seamos
capaces de crear y estimular depende nuestra 2
Siguiendo explícitamente las ideas de Antonio Gram-
suerte y nuestro porvenir”.1 De este modo, pro- sci, Aricó definía las revistas culturales como “una ‘ins-
poniendo una traducción de las definiciones titución cultural’ de primer orden”, en tanto centro “de
elaboración y difusión ideológica, y de vinculación or-
que había esbozado Antonio Gramsci en sus gánica de extensos núcleos de intelectuales”. Las revis-
tas cumplían esta verdadera acción de organización de
la cultura –semejante al del Estado o los partidos políti-
cos– solo en cuanto devenían “centros de elaboración y
1
Pasado y Presente, nº 1, abril-junio de 1963, p. 17 (ex- homogeneización de la ideología de un bloque histórico
cepto que se indique lo contrario, de aquí en adelante en el que la vinculación entre elite y masa sea orgánica y
todas las cursivas son mías). raigal”. Ibid., p. 9 (cursivas en el original).

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 205-208


Si se nos permite dejar a un lado por un Ahora bien, si Aricó no dejaba de constatar
instante las implicaciones de la disyunción una escisión entre intelectuales y mundo
aquí planteada (por una parte la conciencia re- obrero y reservaba una función específica para
volucionaria, por otra la actividad de las ma- el trabajo teórico y de esclarecimiento por
sas), quisiéramos servirnos de estos supuestos parte del núcleo intelectual, al mismo tiempo
para instalar los interrogantes que organizan –y esto suponía un matiz respecto a sus enun-
nuestra intervención. A saber: ¿qué tipo de re- ciados del primer número– reconocía que esta
vista, o, de otro modo, qué modelo de intelec- no dejaba de ser una relación problemática
tual imaginado se puede leer en esta declara- que demandaba nuevas vías de resolución.
ción de principios? ¿Hubo matices internos y Cerrado el camino del partido único como vía
variaciones en el itinerario de Pasado y Pre- de aproximación a la clase: “¿cómo se plantea
sente a la hora de autodefinir un tipo de inter- en el momento actual la creación por parte
vención intelectual, una función para la publi- del proletariado de una capa de intelectuales
cación? Y por último, ¿cómo irradió esta que contribuya a otorgarle una plena autono-
impronta en los proyectos editoriales que em- mía ideológica, política y organizativa?”.
prendieron integrantes o amigos del grupo? Como se puede leer en el modo de formular el
interrogante, la resolución de la tensión esca-
Dos años más tarde, en el que sería el último paba aquí a los esfuerzos y a la voluntad del
número de la primera época de la publicación, núcleo que emprendía el trabajo teórico por
al presentar un dossier dedicado a la condición crear un nuevo lector y una nueva conciencia;
obrera Aricó volvía sobre la cuestión. En un por el contrario, ahora la cuestión parecía
temprano balance de la experiencia, entre las plantearse en sentido inverso: era la capa de
razones que habían dado nacimiento a Pasado intelectuales la que debía ser creada por parte
y Presente recordaba el anhelo del grupo por del proletariado. La revista aspiraba entonces
lograr una mayor incidencia política que la que a buscar nuevas formas de relación entre inte-
entonces les permitía su condición de militan- lectuales y clase obrera, pero las formas y los
tes del Partido Comunista. De allí que –enun- caminos que llevarían a esta “fusión” –la pala-
ciaba Aricó– Pasado y Presente aspirara ahora bra es de Aricó– eran aún inciertos.
a “crear los puentes” que le permitieran esta- Diez años después de la aparición de su
blecer una comunicación con el mundo prole- número inicial, en el primer número de la se-
tario pero sin dejar de afirmar su “condición de gunda época de Pasado y Presente su núcleo
intelectuales” (aquella que el pc les habría ne- impulsor volvía a recurrir a Gramsci para fi-
gado). Los obreros de las grandes fábricas eran gurar el tipo de intervención que imaginaba
el sector donde proyectaba tener una inciden- para la publicación. En “La larga marcha del
cia y el análisis de las características que to- socialismo en la Argentina” el colectivo editor
maba el nuevo mundo industrial fabril “el desplegaba una caracterización de la coyun-
campo de acción” que reservaba para la publi- tura política argentina y, en estrecha relación
cación. Pasado y Presente se proponía enton- con las tensiones que visualizaba, explicitaba
ces “contribuir a modelar teóricamente” “la un programa para Pasado y Presente en su
‘economía del trabajo’ que los trabajadores nueva etapa. Las luchas obreras y las movili-
edifican prácticamente en su cotidiano enfren- zaciones populares desplegadas desde 1969 y
tamiento a las fuerzas del capital”, escribía.3 el triunfo electoral de Héctor Cámpora en
marzo de 1973 mostraban un auge en la lucha
de masas que habilitaba nuevas expectativas
3
Pasado y Presente, n° 9, abril-septiembre de 1965, p. 48. sobre el decurso histórico y, en especial, so-

206 Prismas, Nº 18, 2014


bre la situación de las masas en relación con tivos, de las iniciativas socialistas en el movi-
su conciencia socialista y su capacidad de po- miento de masas, de los problemas que, en la
ner en marcha instituciones de democracia ‘larga marcha’, plantea cotidianamente la re-
revolucionaria.4 Las palabras de Aricó que volución”.6 Este programa implicaba enton-
introducían la selección de textos del “Gram- ces una nueva modulación del proyecto edito-
sci consejista” que se publicaban en este nú- rial. El rol que se reservaba la revista parecía
mero (“Espontaneidad y dirección consciente ahora un poco más modesto que en sus ini-
en el pensamiento de Antonio Gramsci”) per- cios: se trataba apenas de abrir una discusión
miten leer un cambio de posición en relación sobre las implicaciones teórico-políticas que
con el tipo de intervención intelectual que se subyacían en las iniciativas que tomaba el mo-
pretendía ejercer. Reflexionar sobre la “expe- vimiento de masas; no se pretendía modelar
riencia sovietista en general y la de Gramsci estas iniciativas, ni mucho menos crearlas.7
en particular” tenía –escribía Aricó– “un
enorme interés teórico y práctico” puesto que Para tomar nota del sentido y el alcance de
permitiría desplegar una serie de temas rele- esos desplazamientos es útil contrastar estas
vantes en la coyuntura actual: la emergencia y definiciones con la apelación a Gramsci que
el estatuto de la conciencia socialista, el papel en su primer número –también de junio de
de la espontaneidad, del partido y de los inte- 1973– hacía Comunicación y Cultura, una
lectuales, la relación entre vanguardia y ma- publicación cercana al entorno de los “grams-
sas, entre otros; abrir esta discusión suponía cianos argentinos”.8 Luego de animar la sa-
–nos informaba– “una decisión por parte de la lida de la revista Los Libros entre 1969 y 1972,
revista acerca de cuál debe ser su punto de Héctor Schmucler, secretario de redacción de
partida”.5 Pasado y Presente desde su segundo número
En efecto, en la reivindicación que hacía (en su primera época) promovió, bajo el aus-
Aricó a través de Gramsci del elemento es- picio de editorial Galerna, la aparición junto a
pontáneo como base para la emergencia de Armand Mattelart (en Chile) y Hugo Assmann
una conciencia socialista y una práctica autó- (en Brasil) de la revista de alcance continental
noma (donde no se disimulaba una crítica a la Comunicación y Cultura (1973-1985). En el
concepción de la vanguardia como deposita- editorial del número inicial los editores se
ria de una verdad exterior a la experiencia de apoyaban en Antonio Gramsci y –en sus pala-
la clase) se puede leer una síntesis de los prin- bras– su “amplia denominación de revista
cipios sobre los que se pretendía desplegar la cultural” para ubicar su iniciativa: “Gramsci
nueva intervención. En esta línea, en “La larga advertía que si una revista de este tipo no se
marcha al socialismo” el colectivo editor afir- vincula con un ‘movimiento disciplinado de
maba que Pasado y Presente no pretendía base’, tiende inevitablemente a convertirse en
“transformarse en un sustituto de la práctica
política ni colocarse por encima de ella”; rei-
vindicaba para sí, en cambio, un rol más 6
Ibid., pp. 28-29.
“ideológico-político que político a secas: el 7
Esta lectura del contenido enunciado debería confron-
de la discusión, abierta a sus protagonistas ac- tarse con un análisis de las modalidades de enunciación
del texto, donde, a primera vista, persiste una posición de
autoridad por parte del enunciador.
8
Véase la publicidad en Pasado y Presente (nº 2-3, se-
gunda serie, diciembre de 1973, p. 204) que anuncia la
4
Pasado y Presente, nº 1 (segunda época), abril-junio de salida del primer número de Comunicación y Cultura y
1973, p. 1. la publicidad en esta (nº 2, marzo de 1974) que anuncia la
5
Ibid., p. 2. salida del nº 2-3 de aquella.

Prismas, Nº 18, 2014 207


expresión de un conventillo de ‘profetas des- el “objetivo propuesto no emanaba de la
armados’”. “Y, por supuesto –subrayaban– buena intención de los editores o de un co-
una revista no crea este movimiento: sólo puede mité editorial”: si la revista pretendía posicio-
aspirar a acompañarlo”.9 narse como un “instrumento de vinculación”,
El recurso a Antonio Gramsci como inspi- era porque le preexistían en diferentes lugares
ración intelectual para enmarcar el nuevo pro- de América Latina “una multitud de respues-
yecto editorial puede leerse en relación con tas” que los sectores dominados ofrecían en
aquella también inaugural y programática tra- su práctica cotidiana de resistencia. En torno
ducción que hacía Aricó en el número 1 de a esta “lucha multifacética” debían nuclearse,
Pasado y Presente sobre el carácter y la fun- en consecuencia, los distintos intereses y las
ción de una revista cultural. Esta relación in- diversas investigaciones que abordaría la re-
dica una línea de continuidad entre ambas vista.12 Comunicación y Cultura, a diferencia
iniciativas editoriales, en que la figura de de Pasado y Presente, ponía aquí menos énfa-
Héctor Schmucler oficia como eslabón.10 Sin sis en la necesidad de desplegar un trabajo
embargo, una mirada atenta a esta declaración teórico específico y más en la de asumir una
de principios de Comunicación y Cultura ha- tarea de organización colectiva.13
bilita a leer también algunos desplazamientos En estas modulaciones pueden leerse –so-
con respecto al plan que trazaba Aricó para su bre una cartografía en la que se diseminan los
revista. Ahora, más que crear un movimiento, diversos usos de Antonio Gramsci en la Ar-
un mundo de lectores, Comunicación y cul- gentina– el modo en que, entre 1963 y 1973,
tura subrayaba que una revista de su tipo solo una franja de intelectuales vinculados con la
podía pretender acompañarlo. Sus editores llamada nueva izquierda se ubicó en un pro-
imaginaban que su función sería entonces la ceso político-cultural vertiginoso. Las notas
de “establecerse como órgano de vinculación que hemos presentado apenas pretenden po-
y de expresión” de las diversas experiencias ner de relieve un esbozo de los matices –y
que se estaban gestando en los países latinoa- por momentos los modos heterogéneos– con
mericanos en el campo de la comunicación los que Pasado y Presente y luego una revista
masiva que favorecieran a los procesos de “li- cercana a su entorno, Comunicación y Cul-
beración total”.11 Se subrayaba entonces que tura, pensaron un espacio posible para su in-
tervención intelectual. Detrás de apelaciones
generalizantes tales como “gramscianos”,
9
Comunicación y Cultura, nº 1, 1973, p. 4. “orgánicos” o “comprometidos”, encontramos
10
Deliberadamente dejamos aquí de lado cualquier men-
ción al contexto chileno y a los avatares del acercamiento variantes y flexiones en los usos que Gramsci
de Armand Mattelart a Gramsci y los “gramscianos argen- habilitaba a la hora de imaginar una revista
tinos”. Al respecto, me permito remitir a Mariano Za- político-cultural. o
rowsky, Del laboratorio chileno a la comunicación-
mundo. Un itinerario intelectual de Armand Mattelart,
Buenos Aires, Biblos, 2013. Para reponer la discusión so-
bre la cuestión intelectual en Los Libros, véase José Luis
12
de Diego, Quién de nosotros escribirá el Facundo. Inte- Esto motivará una dura polémica entre Héctor Schmu-
lectuales y escritores en Argentina (1979-1986), La Plata, cler y Eliseo Verón, director de la revista Lenguajes, de
Ediciones Al Margen, 2001. la Asociación Argentina de Semiótica.
11 13
Comunicación y Cultura, nº 1, 1973, pp. 3-4. Ibid., p. 3.

208 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

¿De la ilustración a la revolución?


Apuntes sobre la actividad editorial de Pasado y Presente
en los sesenta

Diego García
Universidad Nacional de Córdoba

Para Olga

1 A principios de 1968 Ediciones Garfio pu-


blicó un librito titulado Sade. Filósofo de la
perversión. El pie de imprenta informaba que
doba.2 La práctica de publicar libros sin pagar
los derechos correspondientes no era extraña
en esos años (en Córdoba, pero también en
se había terminado de imprimir “en los talleres Buenos Aires, Montevideo, Lima o Caracas),
propios de la editorial el 21 de febrero de pero esta publicación genera un conflicto con
1968”, en Montevideo; también que “los traba- la editorial Paidós que había adquirido los de-
jos incluidos en el volumen [habían sido] pu- rechos de edición y estaba preparando la im-
blicados por la revista Tel quel (1966) y tradu- presión de un libro que contenía esos ensayos;
cidos del original francés por Rodolfo Bracco”.1 tras la denuncia, unos cuantos ejemplares son
Los escritos, en efecto, pertenecen a tres de las ocultados y se salvan de la guillotina. Tampoco
más reconocidas figuras de la vanguardia crí- era una práctica inusual para los involucrados
tica francesa identificada con aquella publica- en el libro en cuestión: Oscar del Barco, José
ción: Roland Barthes, Philippe Sollers y Pierre Aricó y Bernardo Nagelkop,3 aunque en reali-
Klosowsky. Todos los demás, como sabemos dad los cómplices de Ediciones Garfio partici-
gracias a las reconstrucciones de Raúl Burgos paban fundamentalmente de emprendimientos
y de Ignacio Barbeito, son nombres de fantasía editoriales encuadrados en el marco de la ley. A
que ocultan la verdadera identidad de los invo- pesar del episodio, la actividad editorial clan-
lucrados en la publicación: el traductor destina convivía pacíficamente con la produc-
(Bracco) no es más que un anagrama poco ela- ción legal de libros. No constituía, por lo dicho,
borado de Oscar del Barco, Ediciones Garfio
–que señala sin rodeos la ilegalidad de la ope-
ración– está en lugar de Ediciones Nagelkop, y 2
Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos, Buenos Ai-
Montevideo, por último, ocupa el lugar de Cór- res, Siglo xxi, 2004, pp. 153-154; Ignacio Barbeito,
“Aportes para una historia del circuito editorial en la
Córdoba de los ‘60 y primeros ‘70s”, Políticas de la Me-
moria, n° 10/11/12, verano de 2011-2012, pp. 144-145.
3
Ya en 1966 habían publicado una Antología de Sade y,
1
Roland Barthes, Philippe Sollers y Pierre Klosowsky, poco después del incidente con Paidós, La filosofía del
Sade. Filósofo de la perversión, Montevideo, Ediciones tocador, bajo el sello La novela filosófica, otro producto
Garfio, 1968, p. 6. de la imaginación editorial.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 209-215


un mundo aparte o paralelo. Todo lo contrario: un par de casos.6 En la última página del pri-
dado un amplio abanico de prácticas más o me- mer número de la revista Pasado y Presente se
nos sospechosas de uso frecuente, lo comple- anuncia que “Ediciones de Pasado y Presente”
mentaba y se integraba plenamente a él.4 tiene ya en prensa tres libros y “en prepara-
El incidente, a la vez clandestino y público, ción trabajos” de Sartre, Banfi, Merleau Ponty,
puede ser un buen punto de partida para in- Della Volpe, Lefort, entre otros autores fran-
gresar a la serie de experiencias editoriales ceses e italianos.7 En el siguiente número se
que animaron en Córdoba durante los años precisa el título de uno de esos “trabajos”:
‘60 a aquellos que habían participado, de di- Merleau-Ponty viviente, de J. P. Sartre, aun-
verso modo, en la publicación de la revista que ahora en la publicidad de Ediciones Pai-
Pasado y presente entre 1963 y 1965. Em- deia, librería devenida editorial propiedad de
prendimientos simultáneos y muchas veces B. Nagelkopen en la que, además, Aricó traba-
indiferenciados, en ocasiones eran solo un jaba. Si bien en el número 4 de la revista, de
nombre que escondía mal la imperiosa nece- 1964, se nos informa que el libro ya está en
sidad de dar a imprenta algunos títulos. En prensa, en el 7-8 nos enteramos de que final-
otras, por el contrario, suponían organizacio- mente se publicó, pero con otro título y bajo
nes más estables –aunque siempre reducidas– otro sello: Historia de una amistad (Merleau-
con un catálogo que expresaba la existencia Ponty vivo), de Ediciones Nagelkop.8 Dos títu-
de un proyecto editorial de pretensiones más los y tres editoriales para el mismo texto en un
amplias. Esa condición habilitaba, asimismo, lapso de no más de dos años; aunque siempre
la multiplicación y combinación de iniciati- los mismos alentando su publicación.
vas: librerías que ampliaban sus actividades a En la misma contratapa del número 7-8,
la producción de libros; editoriales universita- justo arriba del aviso recién mencionado en-
rias, privadas, clandestinas; colecciones con contramos otro de Ediciones Pasado y Pre-
un definido perfil que se destacaban sobre el sente que anuncia seis próximos libros organi-
fondo de sellos editoriales ya conformados.5 zados en dos colecciones: “Ensayos” y “Breves
tratados marxistas”. En la primera aparece
Moral y sociedad, una compilación que in-

2 La deriva de los títulos anunciados y publi-


cados puede darnos una imagen de la coe-
xistencia y la simultaneidad de los emprendi-
cluye a Sartre y varios más, entre otros títulos
de Lucio Colletti, Giulio Pietranera y Galvano
Della Volpe; en la segunda, dos textos inéditos
mientos editoriales que mencionamos. Veamos

6
Para las referencias utilizaremos la paginación de la re-
ciente edición facsimilar de la revista [Revista Pasado y
Presente. Tomo I. Primera época (1965-1963), Buenos Ai-
4
La distinción en el ámbito editorial entre legal e ilegal res, Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2014] porque con-
era flexible y dejaba un espacio fronterizo bastante am- sideramos que la consulta es más simple y porque en varias
plio: no pagar los derechos era una opción de una serie ocasiones mencionamos las páginas de los avisos publicita-
que incluía pagarlos mal, parcialmente o tarde. Otra rios, en general no numeradas en la edición original.
7
práctica común era la “sinonimia”: modificar palabras Pasado y Presente, n° 1, abril-junio de 1963, p. 160. De
aquí y allá de una traducción ya existente para presen- esos tres libros “en prensa” solo será publicado Arte y
tarla como nueva. partidismo, un folleto con contribuciones de Rossana
5
Nos referimos a Ediciones Nagelkop, Eudecor, Ediciones Rossanda y Vittorio Strada –y prólogo de Héctor Sch-
Garfio, Ediciones La Novela Filosófica, Cuadernos de Pa- mucler– que discutían el discurso que Nikita Jruschev
sado y Presente, Ediciones Pasado y Presente, la colección dedicó a los artistas soviéticos.
8
“El hombre y su mundo”, dirigida por Oscar del Barco en Pasado y Presente, n° 2-3, julio-diciembre de 1963, p.
la editorial Calden. Podríamos agregar a comienzos de los 292; n° 4, enero-marzo de 1964, p. 407; n° 7-8, octubre
‘70 Ediciones Signos y Siglo xxi Argentina. de 1964-marzo de 1965, p. 660.

210 Prismas, Nº 18, 2014


de Marx: la Introducción a la crítica de la eco- Muy probablemente sea un índice de la inex-
nomía política y Formaciones económicas periencia de los jóvenes pasadopresentistas
precapitalistas. Este es comentado por Oscar en el mundo de la producción de libros.
del Barco en un lúcido e informado ensayo en Mundo que, no lo olvidemos, tiene un ritmo
el noveno número de la revista, que también específico y ciertas reglas que le son propias
señala que “la edición de Pasado y Presente es –comenzando por la necesidad de financia-
la primera publicación de este texto en caste- miento–. Eudecor parece ser un principio de
llano” y va acompañada “de una importante solución a esas dificultades; exige por eso
introducción de Hobsbawm”.9 En la última pá- otra dedicación al trabajo editorial y abre la
gina de ese número un nuevo aviso de Edicio- posibilidad de imaginar un catálogo.
nes de PyP, aunque ahora solo con los dos tex-
tos de Marx ya anunciados en una nueva
colección “Clásicos del marxismo”.10 Forma-
ciones recién se publicará a mediados de 1966
dentro de un libro titulado El modo de produc-
3 Eudecor comenzó a funcionar a mediados
de 1966 en un local de la galería Cine-
rama, en el centro comercial de la ciudad de
ción asiático, por Eudecor (Editorial Universi- Córdoba. Además de El modo de producción
taria de Córdoba) como el primer título de la asiático, ese mismo año publicó dos títulos
“Biblioteca del pensamiento moderno” diri- más que dan una primera imagen de su pro-
gida por Aricó. El segundo libro de esa colec- yecto: La bella y la bestia. Ensayo sobre lo
ción aparece un año más tarde: el ya comen- feo, de Herbert Read, traducido por Enrique
tado Moral y sociedad. La Introducción a la Revol, y El sabio y la política, de Max Weber,
crítica, por último, recién será publicada en preparado y prologado por Juan Carlos Torre.
1968, como el primer número de los Cuader- La editorial había tomado su nombre de Eu-
nos de Pasado y Presente, colección en la que, deba (Editorial Universitaria de Buenos Aires),
finalmente, en 1971 y como el cuaderno nú- la exitosa empresa que bajo la dirección de Bo-
mero 20, se publican las Formaciones de Marx ris Spivacow había modificado las reglas del
con el prólogo de Hobsbawm.11 mundo editorial tras la caída del peronismo.
Podríamos considerar otros títulos, pero el Conformada casi al mismo tiempo en el que
recorrido editorial sería igualmente sinuoso. Spivacow se apartaba de la dirección de Eu-
deba tras el golpe de Estado encabezado por
Juan Carlos Onganía, Eudecor parecía com-
9
partir con su modelo porteño un grupo de tra-
Oscar del Barco, “Las formaciones económicas preca-
pitalistas de Karl Marx”, PyP, n° 9, abril-septiembre de bajo caracterizado por la colaboración entre
1965, p. 746. viejos referentes del reformismo y jóvenes de
10
Ibid., p. 767.
11
Maurice Godelier, Karl Marx y Friedrich Engels, El
lo que se comenzó a conocer –por defecto y
modo de producción asiático, Córdoba, Eudecor, 1966; ante la ausencia de una identidad más defi-
Jean-Paul Sartre, Adam Schaff, Talcott Parsons et. al., Mo- nida– como la “nueva izquierda”. La impre-
ral y sociedad, Córdoba, Eudecor, 1967; Karl Marx, Intro-
ducción general a la crítica de la economía política, Cua-
sión descansa en una mirada rápida sobre
dernos de PyP, n° 1, Córdoba, 1968; Karl Marx y Eric aquellos que participaban de la iniciativa: Gre-
Hobsbawm, Formaciones económicas precapitalistas, gorio Bermann como director de la editorial,
Cuadernos de PyP, n° 20, Córdoba, 1971. En 1965 la edi-
torial Platina publicó Formaciones, lo que muy probable-
Aricó como gerente –un paso marcado hacia
mente haya provocado la decisión de no sacar el libro su profesionalización en esas tareas–, Juan
como estaba previsto y de incluir el texto en un compendio Carlos Portantiero y Carlos R. Giordano como
junto con el ensayo de Godelier y con una serie de textos
de Marx y Engels donde hacían referencia al modo de pro- directores de colección, además de Revol, Os-
ducción asiático, como en efecto apareció en Eudecor. car del Barco, Juan Carlos Torre, Alfredo Paiva,

Prismas, Nº 18, 2014 211


Ofelia Castillo, María Teresa Poyrazián –entre cargo meramente simbólico– al contrario de la
otros– colaborando en diversas funciones (tra- de Aricó, que hacía, en efecto, las veces de edi-
ducción, prólogos, revisión, etc.). Y entre los tor, –coordinando, negociando, dirigiendo, tra-
que no aparecían en los libros, dos nombres duciendo o corrigiendo–.
decisivos: Gustavo Roca, hijo de Deodoro, y
Natalio Kejner, titular de la constructora Mac-
kentor, principal soporte financiero del sello
editorial luego de una brevísima etapa en la
que la editorial estuvo vinculada a la Federa-
4 En un ensayo reciente, Régis Debray sos-
tuvo la tesis de que el ciclo de vida del so-
cialismo –en un sentido amplio, es decir, como
ción Universitaria de Córdoba y a la Universi- construcción ideológica, programa político y
dad Nacional de Córdoba (unc). Mirando las ámbito de sociabilidad– había llegado a su fin.12
cosas más de cerca, sin embargo, son las dife- La escasa originalidad del pronóstico se combi-
rencias las que prevalecen. En primer lugar naba, sin embargo, con la novedad del argumen-
porque Eudeba era en efecto una editorial uni- to. No hay que buscar el fracaso del socialismo
versitaria que contaba para su proyecto inno- –sostiene Debray– en la inadecuación de sus
vador con fondos públicos estables. Su lema ideas o en el contenido de sus variados progra-
“Libros para todos” suponía, más que satisfa- mas, tampoco en las fallidas y penosas expe-
cer la solicitud de las cátedras, generar una de- riencias del “socialismo real” o en la incapaci-
manda que avanzara más allá de los límites de dad crítica de su discurso, sino en la desaparición
la universidad, y esto lo hizo combinando di- progresiva del hábitat mediático que enmarcó y
versas estrategias: publicando títulos clásicos y promovió su aparición y difusión: el de la pala-
de divulgación, imprimiendo una gran cantidad bra impresa, cuya hegemonía en el mundo de la
de ejemplares que ofrecía a bajo precio y, espe- política y la comunicación se extendió desde el
cialmente, renovando el sistema de distribu- siglo xix hasta los años ‘60 del siglo xx. Más
ción con sus kioscos desparramados por todo el que en dos afirmaciones de carácter apocalíp-
país. Eudecor no podía materialmente replicar tico (el fin del socialismo, el fin del libro) repe-
aquel proyecto, pero a su vez el catálogo indica tidas aquí y allá, el acierto de la operación de
que no era su intención hacerlo. En efecto, y Debray consiste en postular su íntima vincula-
más allá de la heterogeneidad que probable- ción y, de ese modo, volver sobre una serie de
mente exprese las diferencias en el grupo que problemas clásicos tanto para la historiografía
conformaba la empresa, los títulos –además de como para la política; problemas que pueden
un perfil más o menos académico– se ubicaban resumirse en el célebre título de uno de los li-
en general en el ámbito de la renovación de las bros de Robert Darnton: edición y subversión.
ciencias sociales y de la vanguardia crítica. ¿Cuál es el vínculo entre la publicación de li-
Junto a clásicos y nombres establecidos como bros (o revistas, periódicos, panfletos) y la prác-
Marx, Weber, Read o Sartre encontramos a tica política? ¿De qué modo sopesar los efectos
Lévi-Strauss, Ricoeur, Adorno, M. de Miche- políticos de la palabra impresa? ¿Bajo qué con-
llis, G. Genette y hasta a G. Deleuze. Y en la diciones los libros se convierten en instrumen-
colección de literatura una novela como Me- tos privilegiados de disputa política?
moria de la aventura metafísica, de Oscar del Una de las vías para ingresar al puñado de
Barco, de marcado espíritu de ruptura y expe- problemas comprendidos en la relación entre
rimentación. Por otro lado, y para seguir con
las diferencias, la figura de Bermann no parece
haber tenido demasiado peso en las decisiones 12
Régis Debray, “El socialismo y la imprenta: un ciclo vi-
editoriales –su rol de director parece ser un tal”, New Left Review, n° 46, septiembre-octubre de 2007.

212 Prismas, Nº 18, 2014


edición y política es considerar la serie de ex- Reconocer la especificidad de las lógicas
periencias editoriales a las que nos referimos que dominan cada uno de esos espacios no
brevemente y, en especial, los títulos que pu- implica desconocer que esas iniciativas edito-
blicaron, tradujeron y difundieron. Raúl Bur- riales estuvieron marcadas por intenciones e
gos, a quien debemos una primera e impor- intereses políticos. Ni, tampoco, que su exis-
tante reconstrucción (si bien parcial) de esas tencia fue afectada por los agitados aconteci-
iniciativas editoriales, ha interpretado la rela- mientos de la década (¿o el golpe del ’66 no
ción del siguiente modo: el trabajo editorial había cerrado apenas abierta la posibilidad de
como una de las formas de intervención polí- hacer andar una editorial universitaria y obli-
tica.13 Es posible inscribir su perspectiva en gado a reformular el proyecto de Eudecor?).
uno de los modelos más transitados para pen- Pero esta constatación –las motivaciones y las
sar y encarar el problema que nos ocupa, que posibles interpretaciones y demandas políti-
opera según una lógica más o menos lineal: cas que enmarcaban la producción de libros–
las ideas se expresan en textos, que adquieren aún debe ser precisada. En primer lugar, con-
la forma de libros (o de impresos en general: siderando la dificultad para promover una
revistas, panfletos) que a su vez afectan las lectura que subordinara esa variedad de títu-
representaciones de los lectores y de esa ma- los al dominio de la política. En segundo lu-
nera guían su acción. Así, para Burgos, el gar, intentando identificar el uso de esos obje-
Cordobazo fue en parte influido por la publi- tos, y no solo sus contenidos.
cación de los primeros números de los Cua- Vamos al primer punto. ¿Qué enseñanza o
dernos de Pasado y Presente, la colección que impacto se espera obtener de la publicación si-
Aricó comenzó a dirigir en 1968, cuando la multánea –para tomar solo 1968– de Lévi-
experiencia de Eudecor ya estaba en su decli- Strauss, Bataille, inéditos de Marx, Genette, Ba-
ve.14 El razonamiento supone la subordina- ran, Sade, Althusser y una novela como Memoria
ción de una práctica –la editorial– a otra –la de la aventura metafísica? Sin olvidar, por otro
política–. Así, la operación analítica conjuga lado, que esa contigüidad muchas veces res-
una sobrevaloración del papel político de los ponde a motivos estrictamente editoriales, lo
libros (y de las ideas que parecen transmitir que dificulta la remisión inmediata a la coyun-
sin dificultades o mediaciones) con un abor- tura. Dicho esto, la renovación teórica entendida
daje historiográfico que disuelve la lógica edi- como “arma de la revolución” es una de las po-
torial, y cultural en general, en su sentido po- sibles y transitadas articulaciones entre política
lítico y, en definitiva, en la práctica política.15 y edición. Por lo demás, Bataille o Sade, irre-
ductibles a un uso ideológico directo, son sin
embargo presentados para que sean leídos en un
13
Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos, op. cit., pp.
125-165.
14
Ibid., pp. 137-138.
15
Escritos recientes siguen en apariencia el camino tra- Barco u otros y se los adjudica a Aricó (Bataille, Sade,
zado por Burgos, así J. S. Malecki, “Difundir, traducir, Derrida, Mallarmé o Braudel); Sztulwark, por su parte,
producir. Aricó y la difusión del marxismo como proble- señala que “entre los antecedentes inmediatos” de los
mática”, Nombres, n° 27, noviembre de 2013, y Diego Cuadernos de PyP está “la experiencia de Educor” (¿?)
Sztulwark, “Pasado y Presente: la (re)invención de que, nos aclara en nota al pie, “publicó una serie de fo-
Marx”, en Revista Pasado y Presente, op. cit., Ediciones lletos” (¿?), además de Adorno y Godelier. Estas impre-
de la Biblioteca Nacional, 2014. Sin embargo, mirando cisiones indican, a diferencia de Burgos, una subestima-
las cosas con más atención esa proximidad se desvanece. ción del rol político y cultural de los libros y la práctica
Malecki, preocupado por el rol en la “difusión y traduc- editorial que se resuelve en una aproximación historio-
ción” y la “modernización” del marxismo confunde va- gráfica donde son tomados como datos de color o meras
rios de los libros organizados y traducidos por Oscar del ilustraciones de lo que se quiere decir.

Prismas, Nº 18, 2014 213


sentido político amplio, aunque en un movi- […]”.19 El mismo libro se menciona, significati-
miento no exento de tensiones.16 En ocasiones, vamente, en el semanario Jerónimo poco des-
empero, la vanguardia parece ser más resistente pués de los sucesos de mayo de 1969: “Preo-
a la política que al mercado: “la reiterada apari- cupados intelectuales de izquierda, buscando
ción de textos del Marqués de Sade entre noso- coincidencias y proyecciones del agitado Cor-
tros no responde a una simple moda; parece más dobazo apelaban al estudio del ensayista euro-
bien obedecer a una razón económica: la le- peo A. Gorz publicado en Francia 1968: ¿una
yenda que lo rodea hace que sus libros se ven- revolución fallida? que editó la editorial mar-
dan solos”, dice un comentarista en la revista xista cordobesa Pasado y Presente […]”.20 La
Jerónimo ante la multiplicación de publicacio- coincidencia en el texto de Gorz a su vez indica
nes del Marqués.17 Probablemente aquí se en- otra: un modo de leer que es colectivo más que
cuentren los motivos de la denuncia poco común individual, y cuyos espacios y lugares son públi-
de Paidós que relatamos al comienzo, y que ex- cos: grupos de discusión, comisiones, asam-
presaría así la disputa por un nicho del mercado bleas… un uso que nos alerta sobre la separa-
seguramente restringido. Muchos títulos, por ción apresurada de las formas de comunicación
otro lado, solo se comprenden cabalmente en el escritas de las orales. Y, sin embargo, esas seme-
ciclo de renovación y actualización de las cien- janzas se encuentran sobre la superficie de una
cias sociales y las humanidades –donde las tra- profunda divergencia, ya que designan opera-
ducciones cumplen un rol decisivo–. Otros (¿to- ciones de lectura exactamente inversas: en el
dos?) son objeto de lecturas en varios niveles;18 primer caso se presenta la idea libresca de la
lo que nos conduce al siguiente punto. acción política (que, a su vez, subordina la ins-
¿Cómo identificar los usos de esos libros? tancia oral de asamblea a la previa y más impor-
Burgos sostiene que se pueden identificar ras- tante de discusión reducida que, por fin, remite
tros “del papel de Pasado y Presente en el movi- a la lectura reveladora que indica qué curso de
miento que llevó al Cordobazo” en dos direccio- acción seguir); mientras que en la segunda la
nes: en la actividad editorial –en especial la lectura llega después del acontecimiento, para
colección de los Cuadernos de PyP– y en “el intentar un juicio comprensivo. Lecturas com-
grado de influencia directa que el grupo tuvo partidas y disímiles, pero más o menos públicas,
durante varios años en el movimiento universi- rasgo que no deja de enfrentarlas al recuerdo de
tario de la ciudad”. En realidad, Burgos privile- otra experiencia grupal pero clandestina, tal
gia el testimonio de uno de sus entrevistados, como evoca Oscar Terán la lectura del micro-
del que casi no se aleja: “la influencia de Pasado film de ¿Revolución en la revolución?, de De-
y Presente se expresa a través de un Cuaderno bray, proyectado sobre la pared blanca de un
de Pasado y Presente sobre mayo del ’68. Se cuarto de Barracas en el verano de 1967.
discute muchísimo el artículo de André Gorz

16
Oscar del Barco, “El enigma Sade”, Los Libros, n° 1, ju-
lio de 1969, pp. 12-13. Traté parte del mismo tema en
5 La figura del editor pasa en general inad-
vertida como agente de la cultura o la polí-
tica, y lo mismo sucede con el perfil editorial
Diego García, “Signos. Notas sobre un momento editorial”, de una figura que es reconocida por otros atri-
Políticas de la Memoria, n° 10-11-12, 2011-2012, p. 154.
17
Jerónimo, N° 5, 4 de febrero de 1969, p. 25 (cursivas
en el original).
18
Así, para dar solo un ejemplo, las Formaciones econó-
19
micas precapitalistas con las lecturas paralelas y concu- Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos, op. cit., p.
rrentes que sufrió en el ámbito de la historiografía, de la 137 (toda la cita es importante).
20
antropología o de la estrategia política. Jerónimo, n° 11, junio de 1969, p. 14.

214 Prismas, Nº 18, 2014


butos, sean intelectuales o políticos. Enfocar tual. Habilita, por otro lado, la recuperación de
la mirada en esa faceta, en ese costado, y en las la potencia de la política para promover los
operaciones, contactos y espacios que abarca, vínculos afectivos, intelectuales y, en no me-
permite pensar los libros, su circulación y lec- nor medida, profesionales que hicieron posi-
tura más allá (o más acá) del contenido tex- bles aquellas iniciativas y sus derivas. o

Prismas, Nº 18, 2014 215


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Ser o no ser. Qué hacer con Perón


y el peronismo

José M. Casco
UNLaM-UNSAM

Entre fines de los años sesenta y principios de mapa político, y cuando las contradicciones
los años setenta a los sectores de la llamada dentro del movimientos se agudizaban de un
“nueva izquierda” se les presentó un dilema modo dramático.
difícil de resolver, que, si bien venía desde an- Pasado y Presente era una revista de una
tes, cobró fuerzas en una coyuntura política formación intelectual agrupada en el mundo
muy peculiar. Que podría ser traducido en la ideológico de la “nueva izquierda” que tuvo
siguiente pregunta ¿Qué hacer con Perón y el una actuación saliente por esos años, sobre
peronismo? El predicamento del viejo caudillo todo en el ambiente universitario. Sus inte-
sobre los sectores obreros y las masas popula- grantes habían ganado fama cuando a princi-
res los colocaba en una posición incómoda. De pios de los años ‘60 fueron expulsados del
ahí que varios grupos de intelectuales, así Partido Comunista por querer introducir inno-
como diferentes partidos se enfrentaron con vaciones ideológicas en la orientación cultu-
ese dato que se volvió crucial. En efecto, esta- ral del partido. La revista salió entre 1963 y
ban frente a un problema de difícil resolución 1965 editando 9 números, y en 1973, como
porque si, por un lado, se lo combatía, se corría parte de su segunda etapa, publicó 2 números
el riesgo de alejarse de las masas, que era el más. En la primera época los temas teóricos
objetivo primordial para darle cauce a un pro- tienen una importante resonancia en la publi-
grama socialista; por otro lado, hacer segui- cación. En 1973, en cambio, la cuestión polí-
dismo de Perón y el peronismo suponía, en la tica va a ganar mucho espacio entre sus preo-
lectura de muchos sectores, desnaturalizar el cupaciones. Pero la forma en que Pasado y
programa político y caer en las garras de un Presente va a enfocar la cuestión peronista ya
nacionalismo burgués que no cambiaría las ba- estaba establecida en sus núcleos centrales en
ses de la sociedad. Así, las polémicas, no exen- el final de su primera etapa. En efecto, como
tas de rupturas, vaivenes y ambigüedades, apa- parte de un programa de renovación de la cul-
recieron como una marca de época de ese tura de izquierda, que incluía una relectura
sector ideológico. Aquí recorremos algunas de del peronismo que contrariaba la que hacían
las posturas que sobre ese problema se planteó sobre este los partidos tradicionales de ese es-
la revista Pasado y Presente en la ardiente co- pacio ideológico. En sus primeros números
yuntura política de 1973, cuando el peronismo también se concentrará la atención en la orga-
volvió al poder y derrotó a las Fuerzas Armadas nización política dentro de la fábrica desde
que habían hecho lo imposible para borrarlo del una mirada socialista, y examinarán las con-

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 217-220


diciones de su potencial revolucionario. En trucción de un poder obrero autónomo eri-
esa dirección, la lectura de los nuevos “della- gido sobre la base de un nuevo bloque
volpianos”, sobre todo los nucleados en la pu- histórico revolucionario donde convergieran
blicación Quaderni Rossi, va a torcer el todas las tendencias anticapitalistas. Pero
rumbo de la mirada marxista tradicional las masas populares, y la clase obrera en
acerca de las tareas que deben llevar a cabo la particular, adherían al peronismo. Pasado y
clase obrera y los intelectuales para una estra- Presente partía de esa constatación recono-
tegia socialista. Así, se apartarán de la teoría ciendo que allí la clase obrera había hecho
leninista tradicional sobre la vanguardia su entrada al escenario político y había al-
obrera y, en cambio, harán foco en las premi- canzado sus reivindicaciones por tanto
sas de los teóricos italianos sobre el control de tiempo postergadas. Con ese diagnóstico, lo
fábrica bajo la modalidad de células. En ese que postulaban era la construcción de una
sentido, el Gramsci que en los años ‘20 edi- dialéctica política que diera como resultado
taba el Ordine Nuovo retratando la experien- una síntesis en una futura sociedad socia-
cia de control obrero en las fábricas de Turín lista que acompañara el curso mundial en
será una guía clave para la estrategia que, se- esa dirección. Pasado y Presente venía a
gún Pasado y Presente, debían llevar adelante discutir en detalle las formas que debía co-
los grupos nucleados en la izquierda en la Ar- brar esa dialéctica. Y esto en virtud de que el
gentina para afrontar una coyuntura que se movimiento peronista era caracterizado
leía como prerrevolucionaria, aun cuando esta desde una doble perspectiva. Por un lado,
lectura no dejaba de estar exenta de reparos. como el movimiento que durante su pros-
En efecto, desde 1969, según los pasadopre- cripción y desde su base de sustentación
sentistas, las luchas obreras se habían intensi- (los trabajadores) había sido el centro aglu-
ficado y las dictaduras militares habían lle- tinante de la resistencia al capital monopo-
gado al fin de su ciclo político con el retorno lista y al imperialismo que penetró con
del peronismo al poder. Así, estos intelectua- fuerza luego de 1955 en el país. Por otro
les volvían a la carga y buscaban erigirse lado, sosteniendo que la adhesión de la clase
como un centro de irradiación ideológico po- obrera al peronismo debía ser entendida
lítico para una estrategia obrera y socialista. como un momento de su desarrollo hacia la
En el número 1 de su segunda etapa, apo- consolidación de su autoconciencia como
yados en ese diagnóstico, en un largo editorial alternativa política autónoma. Subordinada
afirmaban que el triunfo del camporismo el a los sectores hegemónicos del partido y a
11 de marzo abría la posibilidad para la ins- las negociaciones de la burocracia sindical
tauración de un poder revolucionario socialis- durante “la resistencia”, ahora el triunfo del
ta.1 Pero no se podía dejar de estar alerta 11 de marzo abría las puertas para que “[l]a
pues el peronismo contenía en su seno todas lucha de clases arranque de nuevos niveles,
las contradicciones caras a un movimiento para que los sectores populares puedan lan-
nacionalista ya que allí se alojaban tanto el zar en mejores condiciones, aprovechando
ala derecha como el ala izquierda en la puja el contraste que sufrió el enemigo, una etapa
por el poder. Para los editorialistas, se tra- de ofensiva hacia la revolución socialista”.2
taba de crear las condiciones para la cons- Ese abre puertas no debía ser tomado como
un triunfo sin más porque las fuerzas derro-

1
“La larga marcha al socialismo”, Pasado y Presente,
2
año IV, nº 1, abril-junio de 1973. Ibid., p. 22.

218 Prismas, Nº 18, 2014


tadas, se señalaba, a pesar de su retroceso se pecto de los sectores obreros. De ahí que el
reagruparían, incluso con sectores que ha- peronismo debía ser la base por donde comen-
bían participado de la coalición triunfante zar a construir la estrategia socialista, pues una
en las elecciones del 11 de marzo. política por fuera del movimiento liderado por
Esa prudencia, sin embargo, no empaña Perón no tendía a otra cosa que no fuera al fra-
en nada el juicio que este largo editorial po- caso. Sostenían finalmente que no se podía ir
lítico sobre el que nos basamos nos deja ad- contra las multitudes, que toda estrategia polí-
vertir: que los tiempos se habían vuelto rá- tica que no acompañara las elecciones de ellas
pidos, hecho que la lectura de la revista estaba destinada al suicidio político, como la
muestra de modo elocuente por el opti- táctica del voto en blanco que pusieron en
mismo que denota, y, por otro lado, que ese marcha en las elecciones muchos grupos de
optimismo hacía creer que esa larga marcha izquierda y que no hizo otra cosa que aislarlos
hacia el socialismo, a pesar de sus retroce- de las masas peronistas.
sos y contramarchas, era inexorable. Por eso En el siguiente numero doble, que abar-
el dilema debía resolverse de modo racional caba la segunda mitad del año, se registran los
y científico, y ahí estaba el marxismo para acontecimientos que van desde la asunción de
ser la guía constructora, la fuerza política y Cámpora y su caída, hasta la vuelta de Perón
social que debía transformarlo. a la presidencia y los acontecimientos del mes
Hacia el final Pasado y Presente dará un de diciembre de 1973. La primera afirmación
paso más en el análisis que describimos. contundente que se desliza en otro largo edi-
Sostendrá, por un lado, que el frejuli, la torial es que la lucha de clases se ha despla-
coalición triunfante el 11 de marzo, encon- zado al interior del peronismo. Tanto la re-
trará un límite a sus ambiciones políticas por nuncia de Cámpora como la “matanza de
mantenerse dentro de los márgenes que los Ezeiza” mostraban, de acuerdo con los edito-
sectores dominantes y sus aliados le trazaron res, cómo las contradicciones estallaban den-
a la política nacional; pero, por otro, dirá tro del movimiento nacionalista y cómo el
también que sus núcleos más activos y com- peronismo alojaba, por un lado a una derecha
bativos, en la búsqueda de profundizar la im- que pugnaba por renegociar los términos de la
pugnación a los sectores imperialistas y mo- dependencia, y, por otro, a una izquierda con
nopolistas, avanzan tras la consigna de que contenidos revolucionarios y socialistas. En
gobernar es movilizar, buscando acentuar los ese sentido el papel de Perón era decisivo. Ya
contenidos socialistas que se venían desple- no podía sostenerse la hipótesis de que este
gando desde 1966. Y este diagnóstico avan- era “usado” por la burocracia o estaba cer-
zaba en esa dirección debido a que, en lo que cado por su entorno más íntimo. Para ello el
respecta a la izquierda (incluido el sindica- editorial reproducía los discursos en que Pe-
lismo clasista que hacía su experiencia más rón revelaba, a su juicio, la coherencia de un
fuerte en Córdoba), al no acompañar las op- programa de reconstrucción nacional, tanto
ciones políticas que se daba la clase obrera en político como económico. De ahí que Perón
su lucha contra el capital monopolista arri- buscaba una salida intermedia que le arran-
baba al fracaso político de todas sus opciones. cara concesiones a las clases dominantes, y
En efecto, en un largo análisis de la experien- por eso desmovilizaba a los sectores radicales
cia de Sitrac Sitram, así como la de los grupos más activos del movimiento que pugnaban
de izquierda revolucionarios que se hallaban por una salida socialista. Así, todo lo progre-
por fuera del peronismo, son sentenciados por sista y todo lo que se había ganado con el fin
sus estrategias vanguardistas y externas res- de romper la dependencia iba cediendo poco

Prismas, Nº 18, 2014 219


a poco con el accionar del viejo caudillo. Pa- la cge y la cgt, y al izquierdismo alejado de
sado y Presente desenmascaraba (así) sin las masas que promueven el erp y los grupos
concesiones el rostro del líder del movi- revolucionarios por fuera del peronismo.
miento. Y no solo por esto se estaba frente a Anclados en las guías teóricas de Gramsci,
una difícil situación coyuntural, el golpe de que enfatizaban el carácter nacional popular
Estado perpetrado poco antes en Chile ponía de toda lucha revolucionaria, en diálogo con
a las claras un adverso contexto regional el Mao de la larga marcha al socialismo, los
donde los grupos de la derecha dominaban la intelectuales nucleados en torno a la revista
escena política. Con todo, quedaba del otro no renunciaban a apostar su estrategia socia-
lado una salvaguarda a esta situación de deba- lista dentro del peronismo. De lo que se tra-
cle, y por ello Pasado y Presente le otorgaba taba era de crear un partido revolucionario, un
un papel central a los sectores revolucionarios bloque contra hegemónico –y aquí la guía es
del peronismo. Ahora estos debían evitar dila- nuevamente Gramsci–, capaz de transformar
pidar el capital que habían acumulado, por- los nudos anticapitalistas dispersos en todo el
que “los grupos revolucionarios del pero- país en un movimiento socialista que requería
nismo corren en la dirección de las masas, de alianzas, pero donde la clase obrera debía
expresan los nuevos contenidos de su presen- ser el factor fundamental de dirección y de lu-
cia en la sociedad”.3 Ese convencimiento iba cha. Así, Pasado y Presente planteaba qué de-
a llevar al grupo a seguir apostando a ser la bía hacerse con Perón y el peronismo. Sobre
guía intelectual y moral del proceso revolu- el primero lo único que cabía era desplazarlo.
cionario. Pero esos grupos revolucionarios El viejo caudillo no expresaba otra cosa que
no debían caer en el sectarismo ni en el “iz- un movimiento nacional reformista que aco-
quierdismo”, sino profundizar la identidad modaba su proyecto político a los términos
socialista de las masas obreras e imprimirle que proponía el capitalismo mundial. Sobre el
una dirección consciente. En ese sentido, peronismo, de lo que se trataba era de transfor-
los intelectuales de Pasado y Presente pro- marlo, a través de sus núcleos revolucionarios,
ponen construir un frente de masas donde la en el espacio que diera lugar a un movimiento
clase obrera sea la que hegemonice la direc- político que pudiera conducir a subvertir el
ción política y los grupos del peronismo re- sistema. En la táctica del “entrismo” se jugaba
volucionario jueguen un papel central. De la apuesta del futuro político y por eso esos
ahí la celebración de la unificación de far y años fueron los años peronistas de Pasado y
Montoneros, formaciones consideradas el nú- Presente aun cuando estaban anclados en una
cleo central de agregación de fuerzas revolu- mirada socialista irrenunciable que los con-
cionarias y el principal coordinador de las lu- ducía como grupo.
chas obreras a lo largo y ancho del país. Solo Mas allá de cuál haya sido el resultado de
en esa orientación puede construirse una al- la apuesta, que en mucho excede a Pasado y
ternativa al reformismo que plantea el go- Presente, el análisis de la revista muestra a un
bierno de Perón, consolidado en el pacto entre complejo grupo de izquierda con un verda-
dero programa alternativo. Quizás allí se en-
cuentre parte del prestigio y el predicamento
3
“Temas”, Pasado y Presente, año IV, nº 2-3, julio-di-
que estos obtuvieron en los grupos del pensa-
ciembre de 1973, p. 188. miento alternativo de los años setenta. o

220 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Controversia como legado


de Pasado y Presente: la resignificación
de una biblioteca teórico-política
Matías Farías
UBA

La producción en el exilio de algunos inte- 1. Segunda etapa de Pasado y Presente:


grantes de la revista Pasado y Presente (PyP) la revolución entre la “hegemonía”
ha sido interpretada como un corte en sus iti- y el “doble poder”
nerarios políticos e intelectuales. Sin desco-
nocer el impacto del exilio, nos interesa soste- La categoría de “hegemonía” tiene una larga
ner aquí que este “corte” debería entenderse historia en los escritos de Portantiero. Ya en
no como un abrupto abandono de una biblio- el primer número de la primera etapa de PyP, el
teca teórico-política, sino más bien como un concepto aparece asociado con la tesis de la
trabajo de reelaboración conceptual de algu- “crisis hegemónica” de las clases dominantes
nas de las categorías centrales que proveía en la Argentina, lo que representaba un diag-
dicha biblioteca, lo que resultó la condición nóstico que habilitaba a revistas como PyP a
de posibilidad para que se produjera un des- explorar bajo qué condiciones específicas, liga-
plazamiento ulterior hacia nuevos clivajes das a la coyuntura argentina, dicha “crisis he-
teóricos y políticos. En este sentido, nos ocu- gemónica” se transformaría en una “crisis orgá-
pamos aquí de apuntar algunos aspectos del nica”, lo que también implicaba reflexionar
proceso de resignificación y desplazamiento sobre las condiciones por las cuales las clases
de la categoría de “hegemonía” en los escri- subalternas serían capaces de instituirse en cla-
tos de Juan Carlos Portantiero que van desde ses dirigentes.
la segunda etapa de Pasado y Presente hasta Sin embargo, es en la segunda etapa de la
Punto de Vista, pasando por Controversia. Si revista, y en el caso de Portantiero en el artículo
nuestra argumentación es plausible, entonces que titula “La crisis de julio y sus consecuencias
podríamos pensar en revistas como Contro- políticas”, donde se explora a fondo la construc-
versia como un espacio de reelaboración de ción de una alternativa contrahegemónica capaz
un legado político e intelectual a partir de la de reorganizar radicalmente, en la situación his-
reconceptualización de los lenguajes políticos tórica concreta de 1973, a la sociedad argentina.
disponibles. De modo que en “La crisis de julio y sus conse-
cuencias políticas” la categoría de “hegemonía”
cumple un rol fundamental, pues allí Portan-
tiero identifica la producción de hegemonía con
las tareas que demanda la revolución:

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 221-226


La revolución es hoy un proceso extenso y índole de su intervención legítima. En este
complicado de cuestionamiento de todas las sentido, la categoría de “hegemonía” le
instituciones, en el que se van conformando, permitía a Portantiero sostener la tesis de
sucesivamente, nuevas instituciones; es el que las vanguardias revolucionarias son un
crecimiento en el interior de la sociedad momento determinado, y no determinante,
capitalista de un contrapoder de masas que del proceso revolucionario. En efecto,
se expresa como movimiento multifacético, Portantiero se encarga de subrayar a lo largo
que rechaza en sus raíces la organización de todo el artículo que el proceso mismo de la
productiva del capitalismo y la división so- construcción del socialismo es el que produce
cial del trabajo sobre la que se basa, un al actor revolucionario –y no a la inversa–,
movimiento que […] tiende a cuestionar en polémica con el modelo “bolchevique”
el sistema mismo, creando de ese modo un que según Portantiero concibe el vínculo
estado de crisis social que se expande junto entre vanguardias y masas como una relación
con la expansión del movimiento […].1 de “exterioridad”, jerarquizada y bajo una
concepción causal de los procesos históricos
Si por un lado la revolución era un largo, de índole “mecanicista”. Todo ello le
complicado y multifacético proceso de cues- impedía a este modelo asegurar la identidad
tionamiento al sistema, por otro lado dicha entre el sujeto revolucionario y la clase
“guerra de “posiciones” debía especialmente revolucionaria y, mucho menos, ya con el
librarse –este es uno de los núcleos del ar- triunfo del socialismo, el “autogobierno de las
tículo– en el interior del peronismo. La hege- masas”. Frente, pues, a la jerarquización que
monía se ofrecía así como un tipo de cons- suponía la teoría del partido revolucionario
trucción política revolucionaria alternativa a: leninista, la hegemonía permitía concebir un
(i) el “burocratismo sindical” y la “conduc- vínculo “orgánico” entre la clase y el sujeto
ción” de Perón, que según Portantiero expre- revolucionario.
saban la búsqueda de un objetivo ya imposi-
ble, el de dotar al capitalismo dependiente Sin embargo, el concepto “débil” de van-
argentino de mayores niveles de autonomía; guardia como momento determinado y no
(ii) el “vanguardismo” izquierdista identifi- determinante del proceso revolucionario con-
cado con el Ejército Revolucionario del Pue- vivía, en el artículo de Portantiero, con una
blo (ERP), que profundizaba la fragmentación concepción “fuerte” de las vanguardias. Ello
de las clases subalternas al desconocer al pe- acontecía allí cuando su autor asociaba la re-
ronismo como su identidad definitoria. volución con la tesis del “doble poder” plan-
teada por Lenin en El Estado y la revolución.
Sin embargo, en este artículo la categoría de Así, el texto fluctuaba entre una concepción
“hegemonía” cumplía otra función decisiva: débil de la vanguardia como instancia de
la de delimitar, para aquel actor que era coordinación y articulación de un proceso
uno de los interlocutores privilegiados del multifacético de contrahegemonía, con una
texto, a saber, la organización guerrillera concepción fuerte de las vanguardias como
“Montoneros”, cuál debía ser el campo y la aquel actor unificado que, como los soviets
en la revolución bolchevique, debía acumu-
lar y concentrar el poder para así transformar
1
la “crisis orgánica” en alternativa revolucio-
Juan Carlos Portantiero, “La crisis de julio y sus conse-
cuencias políticas”, Pasado y Presente (segunda etapa), naria. En pocos pasajes como el que sigue se
nº 2-3, julio-diciembre de 1973, p. 195. revela esta tensión:

222 Prismas, Nº 18, 2014


El crecimiento de movimientos de esta 2. La hegemonía “nacional-estatal”
naturaleza significa la aparición de un y la hegemonía “nacional-popular”
dualismo de poder destinado a crear en
el cuerpo social una crisis social y polí- Cuatro años después, Portantiero publica en el
tica. […] Si el movimiento debe abocarse exilio un artículo que dará nombre a un libro:
desde un comienzo a tareas que son polí- Los usos de Gramsci. Si bien aquí Portantiero
tico-reivindicativas y militares a la vez, es todavía sigue filiando al socialismo con la re-
preciso saber disponer de una organización volución, las vanguardias son sometidas a una
político-militar que sea capaz de prepa- fuerte crítica al ser asociadas con el bolchevi-
rarse para asumir la crisis política que el quismo, el iluminismo, el militarismo y el ja-
movimiento genera, sin frenar al movi- cobinismo, es decir, con una práctica política
miento tras un acuerdo en la cúspide; […] elitista y como tal escasamente compatible
debe unificar al movimiento de masas, sin con el igualitarismo socialista. De este modo,
transformarlo en una mera correa de trans- pensar la revolución requiere ya no concen-
misión de sus decisiones políticas; debe trarse en la teoría de la organización revolu-
facilitarle los medios para una preparación cionaria sino en dotarse de una estrategia polí-
revolucionaria de masas, sin convertirlos tica que retiene al pueblo como sujeto político
en simple base de sustentación logística y al proletariado como el sector que deberá
para sus formaciones de combate. Dicho de ejercer la dirección del movimiento, pero que
otro modo, debe concebirse a sí mismo no se diseña en un contexto donde la política pro-
como una típica organización “bolchevi- pia de la “guerra de maniobras” debe ceder su
que”, sino como una organización de nuevo lugar a la “guerra de posiciones”.
tipo, cuyas formas organizativas propias no
pueden ser copiadas de procesos revolucio- Sin embargo, lo novedoso que el lector en-
narios de otros tiempos o países […].2 cuentra en Los usos de Gramsci es la hipótesis
de que en sociedades como las sudamericanas
Entre la hegemonía y el “doble poder”, la la “guerra de posiciones” debería asumir mo-
vanguardia es considerada al mismo tiempo dalidades específicas, ya que se trata de casos
como momento determinado del proceso re- que responden a lo que Gramsci conceptua-
volucionario pero también como el actor que lizó como el “otro Occidente”, es decir, de
concentra el “contrapoder” proveniente del sociedades que suponen una articulación en-
movimiento social –y, como tal, como un ac- tre la política y la sociedad que no es la del
tor determinante–. Años más tarde, no serán Occidente clásico, donde se verificaría una
pocos los artículos en Controversia en los que articulación orgánica entre Estado y sociedad,
se atribuirá a “Montoneros” los rasgos de una pero tampoco la del Oriente, donde el Estado
organización del tipo bolchevique que en este (como creía el tercermundismo) ejerce la do-
artículo Portantiero confería con exclusividad minación del mismo modo que un Estado co-
a las vanguardias de la izquierda marxista. En lonizador controla a sus colonias. Se trata de
esta misma revista, la categoría de “hegemo- una articulación inorgánica entre Estado y
nía”, despojada de connotaciones leninistas, sociedad, donde el constatable desarrollo de
será objeto de una honda resignificación en la sociedad está sobredeterminado por la con-
los escritos de Portantiero. figuración estatal. En términos de Portantiero:

Pero Gramsci permite pensar otro tipo de


2
Ibid., p. 196. situación “occidental”, aquella en la que, a

Prismas, Nº 18, 2014 223


diferencia de “Oriente”, puede hablarse de rirle una representación capaz de ganar espa-
formas desarrolladas de articulación orgá- cios de autonomía frente al Estado quedará
nica de los intereses de clase que rodean, asociada, sin embargo, a la producción de un
como un anillo institucional, al Estado, orden democrático.
pero en la cual la sociedad así confor-
mada, aunque compleja, está desarticulada
como sistema de representación, por lo 3. Democracia como “hegemonía
que la sociedad política mantiene frente pluralista”: Controversia
a ella una capacidad de iniciativa mucho
mayor que en el modelo clásico. Socieda- En línea con el propósito de restituir la inicia-
des, en fin, en las que la política tiene una tiva política de la sociedad civil en sociedades
influencia enorme en la configuración de que históricamente se organizaron de “arriba
los conflictos, modelando de algún modo a hacia abajo”, en los escritos de Portantiero
la sociedad, en un movimiento que puede publicados en Controversia la categoría de
esquematizarse como inverso al del caso “hegemonía” queda filiada con la de “demo-
anterior. Aquí, la relación economía, es- cracia”. Esta novedosa filiación es anticipada
tructura de clases, política, no es lineal en el número 1 de Controversia, en el artículo
sino discontinua.3 titulado “Proyecto democrático y movimiento
popular”, donde Portantiero, tras desnaturali-
La ruptura conceptual que importa este pasaje zar el vínculo entre liberalismo y democracia
es sumamente significativa, porque da lugar a y señalar los rasgos “autoritarios” que anidan
una distinción (y a una tensión) en el interior en los movimientos “nacionales y populares”,
del propio concepto de hegemonía: por un afirma:
lado, la hegemonía “nacional-estatal”, en la
que lo nacional se produce a partir de una re- [ ] el significado de la democracia se arti-
lación jerárquica y asimétrica entre Estado y cula indisolublemente con el de la hege-
sociedad, una relación típica del “otro Occi- monía, [por lo que la democracia] recupera
dente”, donde la primacía de la política es su dimensión popular […]. La lucha polí-
equivalente a la primacía del Estado; y, por tica de clases no es otra cosa que una lucha
otro lado, la hegemonía “nacional-popular”, entre proyectos hegemónicos de grupos
cuyo carácter popular coincide con la desesta- capaces de definir el sentido de la acumu-
tización de lo político para restituir la inicia- lación (la dirección del progreso histórico)
tiva a la sociedad civil. Ahora bien, si en Los y que buscan apropiarse, como núcleo de
usos de Gramsci se sigue concibiendo como su dominación, del consenso de la mayo-
parte de la construcción de una estrategia re- ría. Ese consenso de la mayoría es, si se
volucionaria la asociación entre hegemonía y quiere llamar así, la democracia.4
restitución de la iniciativa política de la socie-
dad civil, en los artículos que Portantiero pu- El conjunto de “traducciones” que supone
blica en Controversia, y todavía más en sus este pasaje es notable: construir hegemonía es
intervenciones en los años ochenta, la pre- equiparado a la producción de la política de-
misa de articular la sociedad civil para confe-

4
Juan Carlos Portantiero, “Proyecto democrático y mo-
3
Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci [1977], vimiento popular”, Controversia, nº 1, octubre de 1979,
Buenos Aires, Grijalbo, 1999, p. 144. p. 6.

224 Prismas, Nº 18, 2014


mocrática, la que a su vez queda definida reales –como también, por cierto, en los
como la creación de un orden basado en el socialismos ad usum, pero que en el caso
consenso de la mayoría. La gramsciana “gue- de los populismos se trata de una relación
rra de posiciones” deviene así en el desarrollo congruente entre modelo ideológico y reali-
de una política capaz de mediatizar la lucha de dad que no puede ser, ni aun teóricamente,
clases sobre el sentido de la acumulación so- pensada como desviación. […] Es esta con-
cial y económica. cepción organicista […] la que hace que los
antagonismos populares contra la opresión
Sin embargo, en el mismo momento en que es en ella insertos se desvíen hacia una recom-
resignificada de este modo, la categoría de he- posición del principio nacional-estatal que
gemonía vuelve a tensionarse: si en Los usos organiza desde arriba a la comunidad, enal-
de Gramsci la tensión se manifestaba entre teciendo la semejanza frente a la diferencia,
aquella forma hegemónica que identificaba lo la unanimidad sobre el disenso.5
nacional con lo estatal frente a la forma hege-
mónica que dotaba a lo nacional de conteni- Ahora bien, esta cisura en el interior de la he-
dos populares, en “Lo nacional popular y los gemonía “nacional-popular” termina siendo,
populismos realmente existentes”, texto que a nuestro entender, una tensión límite. En
Portantiero escribe con Emilio de Ípola y pu- efecto, lo propio de la categoría gramsciana
blica en el último número de Controversia, el de “hegemonía” es su carácter orgánico, pues
lector puede observar cómo aquella tensión se dicho carácter permitía, por un lado, mante-
desplaza al seno mismo de la hegemonía “na- ner la identidad entre sujeto revolucionario y
cional y popular”, donde ahora es posible clase revolucionaria –esa identidad organi-
conceptualizar dos tipos bien diferenciados cista es la que permitía que no existiera un
de construcción hegemónica: la hegemonía hiato y, por lo tanto, una relación de “exterio-
“organicista” y la hegemonía “pluralista”. Si ridad” entre los “núcleos de buen sentido”
aquella es propia del populismo y resulta in- conservados en la cultura popular y la franja
compatible en última instancia con la demo- de la clase revolucionaria que ejerce la direc-
cracia, en la medida en que resuelve autori- ción política e ideológica del movimiento– y,
tariamente la mediación entre Estado y por otro, la que impedía que se concibiera
sociedad, esta última, en cambio, aparece nuevamente de manera “mecanicista” la me-
como el terreno en que se puede reformular diación entre “estructura” y superestructura”,
el vínculo histórico y conceptual entre socia- ya que para la metáfora “organicista”, de clara
lismo y democracia. En términos de Portan- raigambre hegeliana, una y otra son distintas
tiero y De Ípola: determinaciones de una misma realidad histó-
rica y social. En fin, que la distinción entre
Esta confrontación entre una concepción una hegemonía “organicista” y otra “plura-
organicista y otra pluralista de la hegemo- lista” es una distinción límite lo prueba el
nía aparece como de importancia decisiva propio Portantiero cuando, aun sin abandonar
para poder pensar las relaciones entre de- del todo esta distinción, sostiene en “Demo-
mocracia […] y el socialismo y/o popu- cracia y socialismo: una relación difícil” (pu-
lismo como alternativas políticas de de-
mandas y tradiciones.
Nuestra convicción es que la fuerte pre- 5
Emilio de Ípola y Juan Carlos Portantiero, “Lo nacio-
sencia de una concepción organicista de la nal popular y los populismos realmente existentes”,
hegemonía caracteriza a los populismos Controversia, nº 14, agosto de 1981, p. 12.

Prismas, Nº 18, 2014 225


blicado en Punto de Vista) que la idea misma leerse como el escrito donde se constata, en el
de “hegemonía”, lejos de resultar un armó- itinerario teórico de Portantiero, el agotamien-
nico equivalente del concepto de “democra- to de dicho concepto y el reemplazo por otros
cia”, puede adquirir en ciertos contextos con- provenientes de matrices diversas, muchas de
notaciones más autoritarias que el concepto ellas clásicas, como la tradición iusnaturalista
mismo de “dictadura”: o Weber. Es el momento en que el concepto de
“pacto” desplaza finalmente al de hegemonía,
“Hegemonía” tiene tantas (o más) poten- donde el socialismo parece identificarse con
cialidades totalitarias que “dictadura”. Y un fuerte societalismo y donde las tensiones
habría que decir que esas potencialidades que aún en el exilio se detectaban entre libera-
no son de ningún modo ajenas a algunas lismo y democracia e incluso entre liberalismo
ambigüedades que aparecen en el propio y socialismo parecen amortiguarse. Ahora
Gramsci, quien a veces define al socia- bien, la nueva biblioteca teórica que se abre en
lismo como sociedad autorregulada y otras esos años puede ser leída no a causa de un
parece exaltar la constitución de un bloque corte abrupto con el pasado, sino de un corte
histórico en el que “estructuras” e “ideolo- que es producto de un complejo proceso de re-
gías” se recompongan de manera orgánica significación operado a lo largo de años deci-
“en un 100%”.6 sivos de la historia argentina, en los que el
En síntesis, si Los usos de Gramsci puede concepto de hegemonía, como el término me-
leerse como un notable y sumamente polémico dio de un silogismo, permitió articular senti-
trabajo de resignificación del concepto de he- dos decisivos entre elementos heterogéneos,
gemonía, La producción de un orden puede para difumarse en la conclusión del proceso.
Con la diferencia de que en el silogismo la
conclusión siempre está implícita en las pre-
6
misas, mientras que en el caso de Portantiero,
Juan Carlos Portantiero, “Democracia y socialismo:
una relación difícil”, Punto de Vista, nº 20, mayo de el punto de llegada de ningún modo estaba
1984. anunciado en el punto de partida. o

226 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

La política como promesa,


el Estado como amenaza

Ricardo Martínez Mazzola


CONICET-UNSAM-UBA

Los años del exilio ocupan, como se ha seña- muy especialmente, en los planteos de Gia-
lado frecuentemente, un lugar clave en la pro- como Marramao.2 Portantiero retoma estas
ducción intelectual de Juan Carlos Portantiero propuestas en Los usos de Gramsci particular-
y de José Aricó. Es entonces cuando publican mente en el artículo “Estado y crisis en el de-
Los usos de Gramsci y Marx y América La- bate de entreguerras”, en el que da cuenta de
tina, textos clave en los que revisitan su heren- las limitaciones del socialismo para pensar el
cia teórica, produciendo una relectura de la problema de la productividad política estatal,
tradición marxista en la que acentúan la pro- condición particularmente trágica en la entre-
ductividad de la política en la producción de guerra, cuando un Estado entrelazado con in-
sociedad. Es también en esos años que, en tereses burgueses monopólicos impulsa una
buena parte en debate con las tomas de posi- profunda reestructuración social. Es a partir de
ción política de su pasado reciente, plantean esta perspectiva, y de la postulación de Amé-
una dura requisitoria contra el estatalismo ca- rica Latina como un “segundo Occidente” en
racterístico del populismo latinoamericano. En el que la política adquiere una capacidad de
este artículo buscamos hacer foco en esas dos moldear la sociedad mayor que en el clásico,
líneas argumentales para mostrar cómo se su- que en “Notas sobre crisis y acción hegemó-
perponen y entran en tensión. nica”3 Portantiero aborda los procesos que se
abren en la región en los años treinta. La crisis
acelera el desmantelamiento del Estado liberal

I La primera línea, que subraya la importancia


del Estado en la producción de la sociedad y
señala las limitaciones de una tradición mar-
y sus mecanismos de representación, “la me-

xista excesivamente centrada en lo económico- “El tiempo de la Política” dirigida por Aricó en Edito-
social, abreva, es claro, en la relectura de Anto- rial Folios.
2
nio Gramsci, pero también en los debates En particular en el libro Lo político y las transforma-
ciones. Crítica del capitalismo e ideologías de la crisis
italianos abiertos por la propuesta althusse- entre los años 20 y 30; (Cuadernos de Pasado y Presente
riana del “marxismo como teoría finita”,1 y, Nº 95); México, Siglo xxi, 1982.
3
Juan Carlos Portantiero, “Notas sobre crisis y acción
hegemónica”, Los usos de Gramsci, Buenos Aires, Fo-
lios, 1983. El texto fue presentado al Seminario “Hege-
1
Las intervenciones del debate fueron publicadas en monía y Alternativas políticas en América Latina”, que
1982 bajo el título Discutir el Estado en la colección tuvo lugar en Morelia, México, en febrero de 1980.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 227-232


diación parlamentaria se deteriora […] y cre- mando los argumentos de Marramao, Aricó
cen las funciones del ejecutivo, que a través de argumentaba que mientras el planteo hege-
un personal técnico, centraliza la contratación liano de la producción de la nación y la socie-
directa con las organizaciones de clase”.4 La dad civil por el Estado permitía dar cuenta de
dominación, explica, ya no se asienta sobre la los complejos vínculos que relacionaban a los
desorganización de las masas sino sobre su sujetos sociales con la esfera estatal, la pro-
presencia en el Estado. Estamos ante el “com- yección de la inmanencia de lo económico a
promiso nacional-popular”, un compromiso la totalidad de las relaciones sociales había
que tradicionalmente ha sido leído desde el llevado a Marx a desestimar esta productivi-
punto de vista de la determinación burguesa, dad del Estado y lo político como una falsa
pero que Portantiero mira desde el proceso de forma. Los “vicios de polemista en que re-
constitución de las clases populares para su- cayó en su excesiva personalización del régi-
brayar que no siguió el rumbo clásico, en el men de Napoleón III”7 se repetían:
que se pasaba de las luchas sociales a las polí-
ticas, sino que las clases sociales ingresaron la forma bonapartista y autoritaria del pro-
en el juego político antes de constituirse con yecto bolivariano no expresaba, como lo
perfiles claros de acción corporativa. Mien- entendió Marx, las características persona-
tras las organizaciones de clase preexistentes les de un individuo sino la debilidad de un
fracasaron en procesar el paso de lo corpora- grupo social avanzado que […] sólo pudo
tivo a lo hegemónico por concebir la hegemo- proyectar la construcción de una nación
nía como la adición al espíritu corporativo de moderna a partir de la presencia de un es-
elementos de finalismo socialista, los popu- tado fuerte […].8
lismos lograron recomponer la unidad polí-
tica de los trabajadores. Es por ello, concluye Si Marx colocaba el foco en un “falso héroe”
Portantiero, con un argumento que recuerda y no en el “movimiento real” era porque su
el de los editoriales de la segunda época de la antihegelianismo le impedía ver el “carácter
revista Pasado y Presente, que su memoria esencialmente estatal” de las formaciones so-
“arranca de su identificación inmediatamente ciales latinoamericanas.9
política como clase”.5 Pero, y aquí llegamos a la segunda línea de
Pero el punto más alto de esta línea de in- intervenciones de Aricó y Portantiero, a la vez
dagación “politicista” se halla en Marx y que destacaban la productividad del Estado y
América Latina, libro en el que Aricó busca de la política, estos intelectuales planteaban
dar cuenta de las limitaciones de la mirada una muy dura requisitoria contra la tradición
marxiana respecto de América Latina, y en el populista latinoamericana, a la que cuestiona-
que, luego de descartar que aquellas derivaran ban su endiosamiento del Estado. El argu-
de un simple europeísmo, explicaba que sur- mento llega a su punto máximo en el texto que
gían de “un principio esencial de la teoría”, el Portantiero publica junto a de Emilio de Ípola
que negaba la consideración del Estado como en la revista Controversia, “Lo nacional popu-
centro productor de la sociedad civil.6 Reto- lar y los populismos realmente existentes”.
Aunque el punto de partida es, como en inter-

4
Juan Carlos Portantiero, Lo político y las transforma-
ciones, op. cit., p. 162.
5 7
Ibid., p. 166. Ibid., p. 120.
6 8
José Aricó, Marx y América Latina, Buenos Aires, Ca- Ibid., pp. 138-139.
9
tálogo, 1988, p. 105. Ibid., p. 141.

228 Prismas, Nº 18, 2014


venciones anteriores, “el proceso de constitu- las modalidades bajo las cuales el pero-
ción política de las clases como sujetos de ac- nismo constituyó al sujeto político “pueblo”
ción histórica”, la tesis del artículo –que fueron tales que conllevaron necesariamente
“ideológica y políticamente no hay continui- al sometimiento de éste al sistema político
dad sino ruptura entre populismo y socia- instituido […] el peronismo constituyó a las
lismo”– llevará a una serie de nuevas puntua- masas populares en sujeto (el pueblo), en el
lizaciones. La primera de ellas subraya que mismo movimiento por el cual –en virtud
“El populismo constituye al pueblo como su- de la estructura interpelatoria que le era
jeto sobre la base de premisas organicistas que inherente– sometía a ese mismo sujeto a
lo deifican en el Estado”. Retomando el len- un Sujeto Único, Absoluto y Central, a
guaje gramsciano, los autores señalan que en saber, el Estado corporizado y fetichizado
la lucha política de clases bajo el capitalismo al mismo tiempo en la persona del jefe
operan dos principios centrales de agregación: “carismático”.10
el “nacional-estatal” y el “nacional-popular”.
En el primero los conflictos eran fragmenta- Como podemos ver, De Ípola y Portantiero
dos de acuerdo a una lógica corporativa, para retomaban muchos de los temas tratados en
luego ser reconciliados ilusoriamente en el las “Notas...” pero los acentos eran muy dis-
Estado, que operaba como articulador de lo tintos. Mientras en el texto incluido en Los
“nacional”. Cuando el Estado no podía seguir usos de Gramsci11 se valoraba al estado de
corporativizando lo político y las masas inten- compromiso nacional popular como una
taban recuperar para sí el sentido de lo nacio- etapa decisiva en la constitución política de la
nal enajenado en el Estado, se asistía a un pro- clase obrera argentina, en el artículo publi-
ceso de desagregación de lo “nacional-popular” cado en Controversia no cesaba de advertirse
en relación a lo “nacional-estatal”. Los “popu- acerca de la amenaza que implicaba la cap-
lismos realmente existentes” dirigían los ele- tura de lo nacional-popular por el Estado.
mentos antagónicos presentes en los movi-
mientos populares solo contra una expresión
particularizada de la dominación, pero nunca
contra su principio general, el Estado, al que
fetichizaban. Por ello, señalaban Portantiero y
II Señalada la coexistencia de esos dos mo-
mentos –a) el cuestionamiento al exce-
sivo societalismo del marxismo, frente al que
De Ípola, la estadolatría y el autoritarismo no se destaca, en vena gramsciana, la productivi-
eran en los “populismos realmente existentes” dad de lo político; y b) el abandono del estata-
una desviación, sino la realización conse- lismo de las tradiciones populista y comunista,
cuente de su concepción organicista de la he- ante lo que se apuesta por una izquierda más
gemonía. Pasando al caso argentino, y en po- societalista–, cabe preguntarse por la relación
lémica con los intelectuales peronistas de entre ambos.
Controversia, los autores reconocían que en el
peronismo se había dado por primera vez “un
principio de identidad a la identidad ‘pue- 10
Emilio de Ípola y Juan Carlos Portantiero, “Lo nacio-
blo’”. Sin embargo, y a diferencia de lo que nal-popular y los populismos realmente existentes”,
Controversia, nº 14, agosto de 1981, p. 12.
sucedía en las “Notas…”, ese reconocimiento 11
Debe subrayarse que el texto solo está incluido en las
se veía acompañado del señalamiento de lími- primeras ediciones de Los Usos de Gramsci, en tanto en
tes insuperables que, planteados en lenguaje ediciones posteriores Portantiero, en una visible toma de
distancia del último de sus textos de resonancia popu-
althusseriano, remitían a una ineliminable fe- lista, lo reemplaza por “Gramsci y la crisis cultural del
tichización del Estado: novecientos”.

Prismas, Nº 18, 2014 229


Una posibilidad es que se trate de dos mo- de una intervención en la que Portantiero afirma
mentos compatibles. Es lo que parece argu- “un sistema político –siempre, históricamente
mentar Portantiero en el texto “Sociedad civil, especificado para cada comunidad– sería el re-
Estado y sistema político”, en el que rechaza sultado de comportamientos de grupos bajo la
tanto la mirada sociocéntrica de la política, ca- forma de pactos constitutivos que cortan trans-
racterística del marxismo, como la politicocén- versalmente el poder generado por las estructu-
trica, inversión de la anterior y fuerte en la teo- ras basadas en la ley”.14 Por el momento la ar-
ría latinoamericana de los setenta. Pero el gumentación se coloca bajo la advocación
cuestionamiento a ambas no es simétrico, ya venerable del frankfurtiano Franz Neumann,
que Portantiero afirma que el marxismo, tradi- pero pronto, y a través de la figura del “pacto”,
ción en la que se sitúa, no puede renegar de una adoptará un lenguaje en el que el vínculo entre
“visión sociocéntrica de la dinámica social”, ya Estado y sociedad remitirá menos a Gramsci y
sea que la tome como utopía o como interpreta- a Marramao que a Habermas y a Luhmann.
ción científica de la historia. El desafío, explica, También Aricó parece sostener la compati-
es “impedir que el societalismo devenga en bilidad de los dos “momentos”. Hacia el final
economicismo y que el análisis político se de Marx y América Latina señala la progresiva
transforme en una aplicación de una genérica fragmentación del pensamiento de izquierda,
teoría de las clases”.12 Para ello propone el par dividido entre una aceptación del autorita-
gramsciano “sociedad civil”/“sociedad polí- rismo “como costo ineludible de todo proceso
tica” como un avance frente al sustancialismo de democratización de masas” y “un libera-
de las instancias “estructura-superestructura”. lismo aristocratizante como único resguardo
Pero la novedad de su propuesta pasa funda- posible de una sociedad futura”.15 Si el primer
mentalmente por la incorporación del concepto polo remite a los límites de una izquierda po-
de “sistema político”. El propio Portantiero re- pulista, el segundo lo hace a los del elitismo de
conoce que el término no solo viene de fuera de la izquierda iluminista. De todos modos, debe
la “tradición marxista” sino que, al proponer la subrayarse que la línea principal de Marx y
imagen de “una asociación plural entre indivi- América Latina da más letra a la primera, en
duos que realizan valores”, asocia “política y nombre de las condiciones de la realidad lati-
mercado”.13 Frente a ello subraya que no se noamericana, que a la segunda, a la que asocia
propone borrar el carácter coercitivo del Estado con una “mala lectura”.
sino introducir un concepto capaz de superar la Sin embargo, en el largo epílogo que Aricó
reificación de lo político en la máquina estatal y agrega a la segunda edición, el énfasis y los in-
de abordar las relaciones entre lo político y lo terlocutores teóricos son otros. El punto de
económico. Menos consciente, en cambio, pa- mira principal es menos el socialismo que la
rece respecto de la despotenciación que sufre la democracia, a la que con Cornelius Castoriadis
política cuando se la piensa a partir de la lógica y Octavio Paz definen como “una verdadera
de sistemas. Pero no acaban aquí las novedades creación política […] una invención colectiva”,
subrayando que para pensar su difícil realiza-
ción en Latinoamérica el análisis debe concen-
12
Juan Carlos Portantiero, “Sociedad civil, Estado y sis- trarse en dos dimensiones: los obstáculos que
tema político”, en Juan Enrique Vega (coord.), Teoría
Política en América Latina, México, Textos del cide,
debió sortear la conformación de una corriente
1984, p. 192. (El libro reúne el conjunto de ponencias
presentadas al Taller “Política y Estado en América La-
tina” organizado por el Centro de Investigación y Do-
14
cencia Económicas (cide) en abril de 1981.) Ibid., p. 201.
13 15
Ibid., p. 200. José Aricó, Marx y…, op. cit., p. 141.

230 Prismas, Nº 18, 2014


intelectual crítica y moderna y “la inercia y la evidencian las dificultades de compatibilizar
pasividad, esa inmensa masa de opiniones, há- el rescate de la centralidad de la política y la
bitos, creencias […] que forman la tradición de crítica al estatalismo. Ello se relaciona, cree-
los pueblos”. Para Aricó ambos elementos se mos, con que los dos tópicos, aunque presen-
encuentran directamente relacionados: tes en textos prácticamente contemporáneos
entre sí, obedecen a diferentes movimientos
Sólo una profunda “reforma intelectual y teóricos. El primero representa la culmina-
moral” capaz de romper la inerte envoltura ción de la crítica que Pasado y Presente, y la
que mantenía a las masas populares en la “nueva izquierda” en general, dedicó al eco-
pasividad, pero para ello se requería de nomicismo que había anquilosado tanto a la II
la presencia de una elite transformadora como a la III Internacional, ante las que rei-
cuya existencia estaba condicionada por vindicaba el papel creador de la voluntad po-
la puesta en fusión de las mismas masas.16 lítica. En pocas palabras, la culminación de la
herencia leninista-gramsciano-guevarista de
La interpretación de los más imaginativos es- Pasado y Presente. En cambio, la apuesta por
bozos de reforma intelectual y moral –por la sociedad y la denuncia del estatalismo se
parte de Juan B. Justo y de José Carlos Mariá- liga a una serie de discursos que a comienzos
tegui– ocupará buena parte de la producción de los ochenta –ya fuera desde la socialdemo-
de Aricó en los años por venir. Debe desta- cracia, el socialismo liberal y aun el euroco-
carse que, en consonancia con el debilita- munismo– destacaban la productividad de la
miento del voluntarismo y la consolidación “sociedad civil”.
de la mirada societalista, en las lecturas que En términos generales, la tensión entre am-
Aricó hace de Justo en los años ochenta los bas miradas se liga con su ubicación en dos
límites de la apuesta estarán menos colocados horizontes distintos de la historia de la iz-
en los rasgos de la “elite transformadora” que quierda argentina. Hacia fines de los años cin-
en la “inorganicidad” de las masas.17 cuenta se produce una gran ruptura en la que
la izquierda, luego de décadas de pensarse
como el ala más radical de un espacio progre-

III Los textos analizados, que concluyen


en una profunda reformulación de los
planteos y los supuestos teóricos de partida,
sista que la ligaba al liberalismo, comienza a
pensarse como el ala más avanzada de un es-
pacio nacional, que comprendía al peronismo
y aun al nacionalismo. A comienzos de los
ochenta se produce una nueva ruptura en la
16
Ibid., p. 227 tradición de izquierda y surge una nueva iz-
17
El rescate de la figura de Justo llega a su punto máximo
en una entrevista realizada por Waldo Ansaldi en 1986, en
quierda que se preocupará más por la cuestión
la que Aricó valora la tan cuestionada apuesta justista por la de la democracia y de las libertades que por la
autonomía sindical frente al Estado y los partidos, a la que “cuestión nacional” y que coloca el centro de
considera una lectura “respetuosa” de la situación de la
clase obrera y el lugar que en ella ocupaba el sindicalismo.
su mirada no en el Estado sino en “la socie-
Si en otras intervenciones de Aricó el acento está puesto en dad”. Quizá por su rechazo de los rasgos de la
las fallas de la propuesta de Justo, a mediados de los “izquierda nacional”, la nueva “izquierda de-
ochenta se preocupará por subrayar que rasgos tan fustiga-
dos como el rigorismo socialista o su incomprensión del
mocrática” de los ochenta es capaz de recupe-
radicalismo y el anarquismo solo pueden entenderse como rar el legado societalista de Juan B. Justo y el
intentos desesperados por “aferrar ese Proteo inaprensible “viejo” socialismo argentino, lo que le per-
que es la sociedad argentina”. José Aricó, Entrevistas,
1974-1991, Córdoba, Centro de Estudios,Universidad Na- mite cumplir un papel clave en la revaloriza-
cional de Córdoba, 1999, p. 190. ción de la tradición socialista argentina.

Prismas, Nº 18, 2014 231


Podemos concluir este artículo, tan ocupado pueden entenderse sin los textos que publica-
por marcar discontinuidades, dando cuenta de ron y usaron –Gramsci, Althusser y Mao, pero
un rasgo duradero de los miembros del grupo también Lévi Strauss, Lacan y Genette–, ni los
de Pasado y Presente: la voluntad de contem- ochenta sin su puesta en circulación de Bobbio,
poraneidad, que los lleva a introducir nuevas Lühmann y Rawls, tampoco nuestros días pue-
bibliotecas que renuevan la cultura y la polí- den ser comprendidos sin la recolocación, que
tica. Si Nuestros años sesentas y setenta no fue una audaz reinvención, de Juan B. Justo. o

232 Prismas, Nº 18, 2014


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Tras las huellas de Pasado y Presente


en La Ciudad Futura

María Jimena Montaña

CHI-UNQ / CONICET

La Ciudad Futura, Revista de Cultura Socia- vez, es señalada como la que habría operado
lista hizo su aparición en Buenos Aires en el quiebre entre uno y otro momento. En esta
agosto de 1986. Dirigida por José María Aricó, clave de lectura, el retorno de la democracia y
Juan Carlos Portantiero y Jorge Tula, publicó el regreso a Buenos Aires tras los largos años
49 números de manera continuada hasta la pri- del exilio habrían puesto fin a la experiencia
mavera de 1998. Tras una interrupción de tres de Pasado y Presente como expresión desta-
años, su publicación fue retomada en la prima- cada de la “nueva izquierda” revolucionaria
vera de 2001 hasta el otoño de 2004, año en surgida en la década de 1960, provocando un
que la revista dejó de salir definitivamente. cambio de registro en las trayectorias perso-
Aunque conformada por integrantes que nales y grupales.2
provenían de distintas experiencias políticas e Indudablemente, la derrota política, la per-
intelectuales, sus directores1 habían pertene- secución, el exilio y la desmovilización, junto
cido al antiguo círculo que animara Pasado y a una serie de procesos políticos y económi-
Presente y habían editado durante su exilio cos de escala global (entre los que podemos
mexicano la revista Controversia, en colabo- señalar la crisis de los “socialismos reales”, el
ración con un sector de la izquierda peronista. declive del Estado de Bienestar y los cambios
Sin embargo, la experiencia de La Ciudad en el modo de acumulación capitalista) pro-
Futura suele ser leída en clave de radical dis- vocaron que un número considerable de gru-
continuidad respecto de aquella primera pu- pos políticos e intelectuales se abocaran du-
blicación. La reflexión encarada fundamen- rante parte de los años setenta y ochenta a
talmente en el marco de Controversia, a su

2
Horacio Crespo señala que el cambio de escenario, la
1
De los tres directores de la revista, dos de ellos, José irrupción de una nueva generación en la Argentina, la re-
Aricó y Juan Carlos Portantiero, habían formado parte novación sustantiva de la estrategia de intervención en
de la experiencia de Pasado y Presente, tanto en su pri- los eventos públicos y el acontecer social y el cese defi-
mera época (1963-1965) como en su breve segunda nitivo de la actividad editorial de Pasado y Presente son
época (de abril a diciembre de 1973), mientras que Jorge los elementos decisivos para determinar esta periodiza-
Tula se había sumado en la segunda etapa. Por su parte, ción que fija el año 1984 como el fin del colectivo. Véase
Héctor Schmucler, quien fuera secretario de redacción Horacio Crespo, “En torno a Cuadernos de Pasado y
de la segunda época de Pasado y Presente, acompañó la Presente 1968-1983”, en Claudia Hilb (comp.), El polí-
publicación desde los primeros números, pese a no figu- tico y el científico. Ensayos en homenaje a Juan Carlos
rar en el comité editorial de La Ciudad Futura. Portantiero, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, p. 172.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 233-237


reconsiderar sus tradiciones de pensamiento y en impulsar y acompañar la conformación de
sus prácticas políticas, lo que en muchos ca- una identidad de izquierda en la Argentina
sos derivará en rupturas y resignificaciones. que sobre la base de la plena aceptación de la
Para los intelectuales nucleados en torno a La democracia reinterrogase la relación entre li-
Ciudad Futura, esto se tradujo en la profundi- beralismo y socialismo?
zación de un extenso debate político intelec- El sentido que cada colectivo editorial le
tual iniciado en el exilio, que acabó poniendo otorgó a los términos socialismo, liberalismo,
en cuestión algunos de los principios que ha- democracia y peronismo, así como los modos
bían dominado el imaginario de la izquierda. en que cada uno intentó articularlos, parecieran
Sin embargo, si pensamos los procesos au- dar cuenta de rupturas que son casi abismos.
todefinitorios en tanto operados por una va- Los procesos sociales concretos y los contex-
riable dialéctica que asume un rol mediador tos intelectuales precisos en los que ambas ex-
(conservando lo negado, es decir, los momen- periencias emergieron y se desarrollaron son,
tos anteriores) no es posible comprender la además, sustancialmente distintos. Mientras
experiencia de La Ciudad Futura sin pensarla Pasado y Presente fue animada por una joven
en el marco de un largo proceso de constitu- generación adscripta al marxismo en un pe-
ción y transformación de las identidades inte- ríodo de radicalización política creciente y
lectuales de sus principales referentes. llevó adelante esta tarea de renovación y revi-
Atendiendo al papel gravitante que Pasado sión bajo la “confianza en la cuasi infinita ca-
y Presente ha tenido en las trayectorias inte- pacidad del marxismo para dialogar y devorar
lectuales de sus integrantes, cobra sentido la cuanto de nuevo y estimulante apareciera bajo
pregunta por las marcas que esta experiencia el sol de la teoría”,4 La Ciudad Futura encon-
pudiera haber dejado. ¿Es posible encontrar tró a parte de esos mismos intelectuales, de en-
algún hilo conductor que, sin desatender las tre 45 y 55 años, encarando el que sería su úl-
sustanciales diferencias entre una y otra re- timo proyecto político cultural en un contexto
vista, nos permita pensar algún tipo de legado marcado por el agotamiento del comunismo
o herencia pasadopresentista en La Ciudad como teoría y práctica política, lo que sumado
Futura? En las breves páginas que siguen, al fracaso de los métodos de la izquierda revo-
quisiéramos hacer el ejercicio de atenuar el lucionaria en la Argentina y en gran parte de
énfasis puesto en las transitadas rupturas, para América Latina hacía necesario repensar el so-
trazar ciertas líneas de continuidad que –sal- cialismo y las posibilidades de cambio social
vando las distancias– nos permitirán ligar am- desvinculados del concepto de revolución.
bas experiencias. Sin que ello suponga adentrarnos en la po-
La tarea no es sencilla. ¿Qué nexo podría lémica5 respecto de la existencia o no de un
establecerse entre una revista que tal como la
caracterizara Oscar Terán3 cedió al difundido
antiliberalismo del período acusando a la tra- 4
Oscar Terán, “Intelectuales y política…”, op. cit., p. 30.
dición liberal de una tiranía de la que era pre- “Es así como el marxismo deviene fuerza hegemónica,
ciso desmarcarse y que desconfió de la demo- se convierte en la cultura, la filosofía del mundo mo-
cracia por considerarla atrapada en un puro derno, colocándose en el centro dialéctico del movi-
miento actual de las ideas y universalizándose”. Véase
formalismo, y otra cuya propuesta consistió también José Aricó, “Pasado y Presente”, Revista Pa-
sado y Presente, nº 1, abril-junio de 1963, p. 17.
5
Para más datos respecto de esta polémica véase Raúl
Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y política
3
Oscar Terán, “Intelectuales y política en Pasado y Pre- en la experiencia de Pasado y Presente, Buenos Aires,
sente”, La Ciudad Futura, nº 27, febrero-marzo de 1991. Siglo XXI, 2004.

234 Prismas, Nº 18, 2014


“grupo” y de la mayor o menor proyección plen en la sociedad con la acción de organiza-
que habría tenido su actuación colectiva, qui- ción de la cultura y una “apertura teórica y po-
siéramos señalar, sin embargo, que tanto la lítica” que se traduce en cierta heterodoxia
revista que editaran en su juventud como el entendida como la certeza de que una cultura
grupo de sociabilidad más amplio al que per- de izquierda solo podría realizarse a través del
tenecieron los directores de La Ciudad Fu- debate, de la discusión y de la libre circulación
tura deben ser pensados como algo más que de ideas. Legados que –a su vez– están interco-
un punto de referencia en común. A lo largo nectados, pues el trabajo en el marco de revis-
de los años, se sostuvieron ciertas ideas y va- tas implica una reflexión colectiva que supone
lores compartidos que aseguraron en muchos asumir y aceptar la coexistencia de distintas
casos una larga amistad y contribuyeron a la posiciones y formaciones.
formación de sucesivos emprendimientos po- En su primer número, La Ciudad Futura8
lítico-culturales, que pese a no haber estado se presenta como una de las formas de organi-
definidos programáticamente y a haber encar- zación de una presencia cultural de izquierda
nado adscripciones políticas diversas, de al- que, rechazando las ideologías totalizantes, se
gún modo retuvieron una identidad específica propondrá transformar la sociedad “según va-
que los distinguió respecto de otros grupos lores de libertad, solidaridad y justicia”. Este
intelectuales.6 programa de renovación y transformación de
Consideramos que esta impronta distintiva la cultura política de izquierda se asentaba,
puede ser caracterizada como una modalidad además, en la constitución de la revista como
específica del trabajo intelectual, que par- un terreno crítico de confrontación de las dis-
tiendo de la creencia en una radical interrela- tintas voces que animaban un proyecto de re-
ción entre cultura y política, se manifestó en un constitución de la sociedad argentina sobre
tipo de intervención intelectual de carácter co- bases democráticas y socialistas. Partiendo del
lectivo encarnada en emprendimientos edito- diagnóstico de que el ideal socialista y la cul-
riales y en una actitud crítica frente a la teoría tura de izquierda se encontraban en crisis ya
que les permitía poner a prueba el instrumental que no se podían “medir” con los problemas
teórico y, abriéndose al diálogo con las más di- de las sociedades complejas, desde las pági-
versas tradiciones, “medirse con el mundo”. nas de La Ciudad Futura se planteaba la ne-
He aquí lo que podríamos señalar como las cesidad de abrirse a todas las contribuciones
marcas del legado intelectual “pasadopresen- teóricas de alto nivel, incluso cuando estas
tista”: una concepción gramsciana de las probaban ser ajenas al pensamiento de iz-
revistas,7 que las entiende como instituciones quierda de la época, como fue el caso de We-
culturales de primer orden que por su acción ber y de Schmitt.
integradora de las funciones intelectuales cum- De acuerdo con la interpretación que esta-
mos ensayando, esta compleja recomposi-
ción teórica y práctica, caracterizada por una
6
La perspectiva analítica que estoy ensayando encuentra
“apertura intelectual” de la izquierda y un
su formulación más precisa en el trabajo de Raymond abandono o resignificación de la idea de re-
Williams. Una aproximación semejante puede encon- volución, podría ser pensada no solo como el
trarse en el trabajo de Heloisa Pontes sobre el Grupo
Clima. Véase Heloisa Pontes, Destinos mistos. Os críti-
resultado cruel y traumático de los golpes de
cos de Grupo Clima em São Paulo 1940-1968, San Pa-
blo, Companhia das letras, 1998, y Raymond Williams,
“The Bloomsbury fraction”, en Problems in materialism
8
and culture, Londres, Verso, 1982. “La Ciudad Futura”, La Ciudad Futura, nº 1, agosto de
7
Véase José Aricó, “Pasado y Presente”, op. cit., p. 9 1986, p. 3.

Prismas, Nº 18, 2014 235


Estado, como señalara Lechner,9 sino también En ambos casos, las publicaciones procu-
como una actitud teórica que, más que ser raban realizar una doble intervención: en el
nueva, estaba en sintonía con el que fuera uno plano teórico y en el plano político, de aquí
de los puntos de partida del proyecto político que las operaciones de lectura, relectura y re-
formulado con el lanzamiento de Pasado y cepción eran a la vez fenómenos teóricos y
Presente en 1963: la apertura teórica y polí- políticos que en ocasiones tenían por finali-
tica de la izquierda que permitía la conviven- dad abordar problemas y debates teóricos de
cia tensionada de matrices y apelaciones teó- las ciencias sociales y el marxismo europeo, y
ricas diversas. en otras respondían a una urgencia política.
Si en el caso de Pasado y Presente esto ha- De tal modo, así como Gramsci (entre otros
bía implicado la confrontación del marxismo autores) había sido usado para renovar a Marx
con las alternativas del pensamiento occiden- y superar el reduccionismo economicista en
tal desde fines del siglo xix y la apertura a la los sesenta, en los años ochenta los desplaza-
influencia de otros filones de la cultura euro- mientos teóricos que permitieron la reflexión
pea (desde la fenomenología de Husserl al y la revisión del desempeño de las experien-
psicoanálisis lacaniano, pasando por el es- cias históricas del socialismo y de la teoría
tructuralismo de Lévi Strauss) fundada en la marxista que le daba sustento estuvieron im-
creencia de que el cruce de culturas produciría pulsados por una nueva lectura de Gramsci,12
efectos fecundos,10 en el de La Ciudad Fu- pero también por autores tales como Dahl,
tura, la iniciativa se traducirá en la expansión Schumpeter, Rawls, Bobbio y Weber que al
de una “nueva izquierda” que, buscando supe- tiempo que permitían abandonar la estrategia
rar tradiciones agotadas en su potencialidad revolucionaria y reivindicar la salida demo-
teórica y práctica de transformación, intentará crática como alternativa política, también per-
plantear soluciones alternativas a la explota- mitían pensar en el papel del Estado y de la
ción capitalista del mundo, apelando a pensa- política, que en contacto con la democracia
dores nuevos o viejos no necesariamente mar- adquirían renovada importancia.
xistas e incorporándolos a las exigencias de la Este tipo de intervención intelectual despre-
política de izquierda,11 juiciada, abierta, no dogmática y esencial-
mente “laica” era lo que les permitía ponerse a
la altura de los debates teóricos y a la vez en-
frentarse a cambiantes realidades históricas y
9
“De un modo cruel y muchas veces traumático, acon- políticas en el momento de encarar la renova-
tece una crisis de paradigma con un efecto benéfico em-
pero: la ampliación del horizonte cultural y la confronta- ción crítica de la cultura de izquierda. Que el
ción con obras antes desdeñadas o ignoradas”, Norberto sentido de esa “renovación” no haya sido nece-
Lechner, “De la revolución a la democracia”, La Ciudad
Futura, nº 2, octubre de 1986, p. 34.
sariamente el mismo para ambas publicaciones
10
Véase José Aricó, La cola del diablo, Buenos Aires, no quita que el modo de intentar renovar la iz-
Puntosur, 1988. quierda supusiera una práctica intelectual se-
11
En el Suplemento/2, “Nuevas ideas para una política
de los años 80” (La Ciudad Futura, nº 2, octubre de
1986, p.18) Gianfranco Pasquino sugiere que esta tarea
12
sea realizada con alguna “infidelidad creativa” al pensa- La relectura de Gramsci habría permitido la revalori-
miento de autores como Keynes, Weber, Kelsen o Rawls. zación de la política frente a la economía y la recupera-
El debate sobre la izquierda, que, inaugurado en el nº 6 ción del concepto de hegemonía en clave no revolucio-
de La Ciudad Futura se extendió hasta el nº 22, también naria. Considerada como proceso de constitución de los
da cuenta del examen crítico –en términos teóricos y propios agentes sociales en su proceso de devenir Es-
prácticos– de posiciones, puntos de partida y objetivos tado, o sea, fuerza hegemónica, se postulaba como una
que los intelectuales que participaban de la publicación superación de la noción leninista de alianza de clases,
encararon junto a otros sectores de la izquierda. aun si de algún modo la presuponía.

236 Prismas, Nº 18, 2014


mejante. Y es allí donde detectamos una ve- ello les permitiría dar sentido a los hechos de
lada línea de continuidad, que así como no una realidad que cambiaba “sin hacer del pen-
responde a la existencia de un proyecto teórico sar siempre lo mismo una extraña virtud”, como
y político de transformación de la sociedad, dirá Oscar Terán refiriéndose a Portantiero.
que habría sido adoptado y compartido por el Tal vez haya sido el reconocimiento del va-
heterogéneo grupo de intelectuales que pue- lor del “eclecticismo como método”,14 la ad-
den ser vinculados de un modo u otro a ambas misión de la actitud ecléctica como hábito
experiencias editoriales, tampoco puede ser laico y democrático del pensar que permitiría
atribuida a una identidad teórica compartida mantener abierta la mirada hacia lo nuevo y
que funcionara como frontera. Las disímiles recomponer las tradiciones intelectuales en
miradas e interpretaciones de los procesos un gigantesco proceso de síntesis lo que, junto
histórico-políticos, las opciones políticas con- a la reflexión como un proceso colectivo,
cretas y las apelaciones teóricas en el mo- constituya aquello que la experiencia de Pa-
mento de encarar la reflexión, harían difícil sado y Presente les legara a sus integrantes,
verificar cualquier intento de postular una uni- definiendo, casi sin querer, un modo singular
dad o coherencia teórico-política (incluso en y distintivo de encarar la tarea intelectual.
el interior de cada una de estas empresas polí- El ejercicio de intentar asir un legado in-
tico-culturales) sin reducir experiencias colec- telectual que, pese a ser difuso, logró enhe-
tivas y marcadamente heterogéneas al devenir brar proyectos culturales y políticos disími-
de un itinerario personal. les ha sido también un modo indirecto de
Sostenemos, entonces, que aquello que nos reflexionar sobre la especificidad de estas
permitiría ligar ambas experiencias reside en experiencias; especificidad que solo puede
un modo de intervención político-intelectual a emerger si se las inscribe en la tradición in-
través de publicaciones pensadas como cen- telectual a la que pertenecen y se las despoja
tros de elaboración, que, apartándose de las de ciertas aparentes singularidades históri-
versiones doctrinarias y abriéndose a lo nuevo, cas e ideológicas. o
apostó a la productividad de las tensiones del
diálogo, de la discusión franca y de la confron-
tación de opiniones13 bajo la creencia de que
conocimiento humano. Además, apelaremos a todos
aquellos que desde diferentes puntos de vista se planteen
las mismas exigencias, las mismas preocupaciones,
13
“Esta es en el fondo la preocupación que anima a los puesto que no deseamos que la orientación marxista de la
redactores de Pasado y Presente. La de hacer una publi- mayor parte de los colaboradores de Pasado y Presente
cación que al afrontar los problemas históricos o los de- excluya la participación de estudiosos de otras tenden-
rivados de la investigación filosófica […] incursione por cias”, José Aricó, “Pasado y Presente”, op. cit., p. 16.
14
todos los campos de la realidad, aún por aquellos poco José Aricó, “Debemos reinventar América Latina,
frecuentados […] a través de traducciones de cuanto pero… ¿Desde qué conceptos ‘pensar’ América?”, en-
viene escrito en el mundo y esté a nuestro alcance sobre trevista de Waldo Ansaldi, en José Aricó, Entrevistas
la problemática del marxismo teórico y otros campos del 1974-1981, Córdoba, CEA, 1999, p. 182.

Prismas, Nº 18, 2014 237


Dossier: 50 años de Pasado y Presente. Historia, perspectivas y legados

Releer Pasado y Presente:


¿por qué, desde dónde y para qué?

Omar Acha
UBA-CONICET- Centro de Investigaciones Filosóficas

Este comentario apenas esquematiza trazos de teórico que desgarró con la fuerza del gueva-
su tema. Sostiene que la autointerpretación rismo una adhesión gramsciana que a pesar
elaborada por José Aricó de la revista Pasado de constituir un gozne identitario, o quizá por
y Presente (PyP) bajo el signo de los “grams- eso mismo, atenazó andariveles fluidos donde
cianos argentinos” se constituyó en el baremo se entrelazaron las opciones revolucionarias
hermenéutico de la significación historiográ- de la izquierda intelectual sesentista. La lec-
fica de esa revista para el plasma político-inte- tura de Aricó fue poco después consagrada
lectual argentino de los años sesenta y setenta. por el asentimiento historiográfico y filosó-
La reinvención de PyP por Aricó participó de fico cincelado por Oscar Terán en Nuestros
un dispositivo lector de rasgos históricamente años sesentas.2 La prosa teraniana al res-
específicos. Las interrogaciones que predispu- pecto se atuvo al molde, más sobre todo a la
sieron la imagen de PyP emergieron de una ex- convicción historiográfico-política, de La
periencia histórica intransferible: la de “nues- cola del diablo. De allí que sus interpelacio-
tros años ochenta”. O más precisamente: del nes a PyP fueran también de cuño inequívo-
modo en que, desde una sensibilidad singular, camente ochentista.
los ochenta refiguraron los sesenta-setenta. Hasta hace muy poco, las elucidaciones in-
De allí, ¿pueden ser las preguntas de Aricó a tentadas desde 1991 fueron estimuladas y a la
su memoria intelectual, y a la de su genera- vez quedaron presas de las vigas interpretati-
ción, todavía las nuestras? Las investigacio- vas fijadas por La cola del diablo y Nuestros
nes recientes sobre la revista, ¿agregan mati- años sesentas. Así las cosas, los trabajos ulte-
ces y nuevas fuentes a los estudios conocidos? riores de Horacio Crespo encuentran allí su
¿O logran replantear las matrices fundaciona- fuente de inspiración. Eso no es sorprendente
les moldeadas por Aricó? pues las preocupaciones de Crespo no difieren
Aricó acrisoló con un nombre, sobre todo de las que caracterizaron las miradas postre-
en La cola del diablo,1 un incordio político y volucionarias de Aricó y Terán. Pero donde en

2
Oscar Terán, Nuestros años sesentas. La formación de
1
José Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci la nueva izquierda intelectual argentina, 1956-1966,
en América Latina, Buenos Aires, Puntosur, 1988. Buenos Aires, Puntosur, 1991.

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 18, 2014, pp. 239-242


lugar de morder el perro al hombre sucede lo evidencia política decisiva de PyP: el gueva-
contrario es cuando constatamos que a pesar rismo, ante el cual el lamentado tropiezo de
de las divergencias políticas ostensibles y de los setenta está lejos de ser tal cosa. Sin em-
las presunciones de originalidad académica, bargo, la autointerpretación de Aricó en La
interpretaciones sucesivas permanezcan cola del diablo se abatió como una pesadilla
dentro del perímetro fijado por las lecturas narrativa sobre el cerebro de los vivos al so-
inaugurales. Y postulo que en ello la acepta- brepujar con Gramsci una trayectoria que, al
ción del significante “los gramscianos argen- menos hasta 1976, estuvo regida por la huella
tinos” tiene relevancia como módulo referen- guevarista aderezada –es cierto– con la fertili-
cial de la revista. Tanto el estudio de Raúl dad imaginativa del sardo genial. Bajo este sol
Burgos en Los gramscianos argentinos,3 como de lectura se puede percibir la heterogeneidad
la intervención polémica de Néstor Kohan4 en del marxismo de PyP. Creo que además habi-
la revista Ñ, testimonian su obediencia res- lita comprender sus opciones políticas concre-
pecto de estudios aparentemente divergentes tas, con sus ribetes tácticos, los compromisos
respecto de la reconstrucción originaria. Para definitorios de sus filias con el Ejército Gue-
Burgos y Kohan también Gramsci anuda la rrillero del Pueblo, y luego con las Fuerzas
heterogeneidad teórica y política que desgarra Armadas Revolucionarias y la Tendencia Re-
a PyP. Ambos notan, como Aricó, la impronta volucionaria del peronismo. El que Gramsci
guevarista, sin cuestionar el nombre grams- fuera un signo para la urgencia del activismo,
ciano como luz de identidad. Mas si observa- y no tanto un programa de estudios conse-
mos más de cerca la trayectoria de Portantiero cuente, es lo que explica, por último, la ausen-
en esos años, es sencillo concluir que entonces cia de una investigación gramsciana del pero-
era menos gramsciano que guevarista e in- nismo como formación político-cultural y la
cluso maoísta. irresolución de la tensión constitutiva del mar-
Repensar lo que sabemos sobre PyP en- xismo entre la crítica lógica del capital y la
traña, por otra parte, una revisión de la tradi- positivización de la “lucha de clases”.5
ción interpretativa que la construyó como una Quiero destacar los efectos instituyentes del
referencia liminar de la izquierda intelectual tercer capítulo de La cola del diablo, “La ex-
argentina. La denominación –es decir, su insti- periencia de Pasado y Presente”. Aricó destaca
tución como objeto teórico– vela las entretelas el nombre atribuido por vez primera desde las
marxistas del núcleo inicialmente cordobés, y prensas de la Izquierda Nacional, en la misma
sobre todo la intensidad estratégico-emocional época. De allí que la mención posea una esta-
del acontecimiento cubano (este, y no Gram- tura historiográfica o, mejor, “documental”.
sci, fue el vector “generacional” de su pro- Sin desmedro de la diversidad de orientacio-
yecto ideológico y su vocación política). Son nes, extravíos e inconsecuencias de un pro-
numerosos los filones documentales que reve- yecto intelectual, el gramscismo de base es
lan la diversidad teórica que el velo de “Gram-
sci” unificó y distorsionó. Intérpretes como
Burgos incluso se asoman a la ya mencionada 5
El libro “gramsciano” de la época, los Estudios sobre
los orígenes del peronismo, de Miguel Murmis y Juan
Carlos Portantiero, reconstruye la arquitectura de inte-
reses racionales de clases en alianza en los años
3
Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos. Cultura y treinta-cuarenta y no la “sociedad política” donde pros-
política en la experiencia de “Pasado y Presente”, Bue- peró el peronismo como “reforma intelectual y moral”
nos Aires, Siglo XXI, 2004. de la clase obrera. Sus dos ensayos expresan la recep-
4
Néstor Kohan, “José Aricó, ‘Pasado y Presente’ y los ción de Gramsci, en su interés y en las restricciones de
gramscianos argentinos”, en Revista Ñ, nº 71, 2005. sus usos.

240 Prismas, Nº 18, 2014


fundamental para dos metas: 1) delimitar los tar el tenor del capítulo, en su primer párrafo,7
puntos ciegos de una empresa que fue “parte ni que fuera la índole de la revista la que dibu-
activa de ese proceso incontrolado que con- jara el perfil de la nueva izquierda.
dujo a la sociedad argentina a una increíble El nombre de Antonio Gramsci requiere
espiral de violencia”;6 2) establecer la aper- una interrogación, pues su significación no es
tura de la novedad intelectual para habilitar evidente. Su alcance en los años sesenta y se-
los fines “modernizadores” de un discurso tenta fue polisémico, y sobre todo fue un uso.
que desde el marxismo presentaba debate en Sus textos no prosperaron como doctrina apta
el escenario entonces contemporáneo. Con para trazar una delimitación teórico-política.
esos dos rasgos PyP emerge como signo de Por el contrario, las incumbencias del nom-
unos “años sesenta” acrisolados por los fue- bre fueron múltiples: figura señera, inspira-
gos de una modernización problemática, tanto ción teórica, símbolo político, influencia cul-
por las limitaciones de la izquierda, de la cul- tural, rasgo de frontera intelectual. En lugar
tura política peronista y de la violencia repre- de una imaginaria identidad teórica quiero
siva. Me parece que esta imagen compuesta sugerir –como en la costura identificatoria la-
es esencial pues nutre el ajuste de cuentas ha- caniana, o point de capiton– que la contrac-
cia la deriva socialdemócrata con que se dise- ción imaginaria de “Gramsci” tolera la doble
ñan, décadas más tarde, las narraciones de tensión de una constitución de sujeto (en este
Aricó y de Terán. caso un núcleo intelectual marxista vincu-
Me interesa subrayar aquí la presencia lado con una revista, con diversos grados de
asignada por Aricó a su editorial fundacio- compromiso y actitudes ideológicas): por un
nal de PyP, ya que la modulación que Aricó lado el nombre como significante que habi-
produce en su texto “juvenil” genera un lita una identidad flexible y apta para coexis-
efecto sinecdóquico: a partir de ese movi- tir con otros nombres, con otros significantes,
miento el texto “Pasado y Presente” se torna y, por otro lado, el nombre como fijación
la sombra perdurable de Pasado y Presente, la imaginaria resistente en el tiempo. Al res-
revista. pecto, tanto una estrategia “deconstruccio-
Nuestros años sesentas estilizó en prosa nista” que diluya el objeto en sus puntos cie-
historiográfico-filosófica el lugar singular de gos y sus inconsistencias, como una reducción
“los gramscianos argentinos” en un partea- a trayectorias biográficas (Aricó, Del Barco,
guas de su libro: el instante en que adviene Portantiero, y otros), componen alternativas
una “nueva izquierda intelectual”. Hasta en- insatisfactorias. Proyecto político y teórico,
tonces Terán había mostrado “antecedentes”: PyP fue también un campo de fuerzas que pa-
Contorno, el nacional-populismo, la licua- rece difícil reducir a esa unidad funcional a
ción de Sur. Con PyP adviene una concepción las miradas de Aricó y Terán. Quizá valga la
calada por la época, pero más allá de los “es- pena subrayar que no se trata tanto de cues-
quematismos” de la Vieja Izquierda. PyP tionar las directrices organizadas por tales
tiene para Terán, prolongando puntillosa- miradas sino más bien de percibir los conos
mente a Aricó, una función decisiva. No me de luz que afirmaron, y sobre todo de inquirir
parece baladí que Terán citara en primer tér- popperianamente la eventualidad de otros fo-
mino el editorial de Aricó de 1963 para ajus- cos iluminadores que podrían ser activados.

6 7
José Aricó, La cola del diablo…, op. cit., p. 67. Oscar Terán, Nuestros años sesentas…, op. cit., p. 97.

Prismas, Nº 18, 2014 241


Me pregunto ahora si las investigaciones sin hesitaciones al canon a la vez rinden culto
más recientes (pienso en textos de Martín a la heteronomía de un cuestionario forjado
Cortés,8 Sebastián Malecki,9 Adriana Petra,10 con metas, como dije, intransferibles. Una al-
Guillermo Ricca11 y Marcelo Starcenbaum)12 ternativa a la enmienda particular propia del
están dispuestas a poner en vilo el asenti- pensamiento monográfico consiste en razonar
miento interpretativo asignado a la imagen di- las cuestiones lanzadas al archivo de PyP. Si
señada por Aricó. Desde luego que los aportes para Aricó y para Terán PyP fue un vector de
monográficos son valiosos. Pero si se atienen “modernización” hacia la Nueva Izquierda,
¿podemos pensarla sin sustantivar el (contra-
riado) proceso modernizante? Si Gramsci per-
mitía componer una ruptura con la Vieja Iz-
8
Martín Cortés, “La traducción como búsqueda de un
marxismo latinoamericano: la trayectoria intelectual de
quierda, ¿es viable investigar cuánto la cultura
José Aricó”, en Carlos Aguirre (ed.), Militantes, revolu- política de la juventud “gramsciana” compar-
cionarios e intelectuales. Ensayos sobre la historia del tía con la izquierda de la que comenzaba a des-
marxismo y la izquierda en América Latina, Oregon, A
Contracorriente, 2013.
gajarse? Si para la interpretación canónica
9
Juan Sebastián Malecki, “Aricó, pensador de fronte- PyP contribuyó a la espiral de violencia y
ras”, Pterodáctilo, nº 6, 2009. muerte guerrillerista, ¿podemos reconsiderar
10
Adriana Petra, “En la zona de contacto: Pasado y Pre-
sente y la formación de un grupo cultural”, en Diego
la deriva “violentológica” para concebir otras
García y Ana Clarisa Agüero (eds.), Culturas interiores. salidas viables en la coyuntura de la época?
Córdoba en la geografía nacional e internacional de la Pasado y Presente es todavía una cantera
cultura, La Plata, Al Margen, 2010.
11
Guillermo Ricca, “Marx después de Marx: eurocen- para nuevas lecturas, para preguntas sustenta-
trismo, crítica y política en José M. Aricó”, Utopía y das en una persuasión silenciada: que lo que
Praxis Latinoamericana, vol. 18, nº 61, 2013. es podría ser radicalmente diferente. Solo así
12
Marcelo Starcenbaum, “El marxismo incómodo: Al-
thusser en la experiencia de Pasado y Presente (1965- no serán entonces solo pasado, sino también
1983)”, en Izquierdas, nº 11, 2011. presente y porvenir. o

242 Prismas, Nº 18, 2014


Lecturas

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
El poder de la anomalía*

Perry Anderson

Carlo Ginzburg ganó fama como historiador iglesia hasta la Ilustración y el largo siglo xix,
debido a sus extraordinarios descubrimientos y caracteriza a El hilo y las huellas y a las
sobre las creencias populares y sobre lo que los compilaciones que lo precedieron: Mitos,
cazadores de brujas llamaron “brujería” en la emblemas e indicios; Ojazos de madera;
modernidad temprana. A Los Benandanti y El Historia, retórica y demostración, y Ninguna
queso y los gusanos, dos estudios de caso isla es una isla.
localizados en el rincón noreste de Italia, le siguió Es claro que los estudios del Renacimiento
Historia nocturna, con su síntesis de extensión requieren, por definición, la trashumancia entre
euroasiática. Aunque sus trabajos más recientes fuentes antiguas y modernas y el paso por lo que
no sean menos desafiantes, es correcto decir que se encuentra en medio de ellas. El tipo de
se ha producido una alteración significativa en sus dominio filológico que estos estudios requieren
formas y en muchos de sus temas. A los libros también se puede apreciar en el trabajo del
que escribió en los primeros veinte años de su historiador Anthony Grafton, otro sorprendente
carrera les han seguido una serie de ensayos, que cometa de erudición, con el cual se puede
a esta altura suman más de cincuenta, y que comparar a Ginzburg. Estos dos historiadores,
cubren una asombrosa variedad de figuras y ambos provenientes de familias judías con
tópicos: Tucídides, Aristóteles, Luciano, trasfondos políticos, uno en Turín y el otro en
Quintiliano, Orígenes, San Agustín, Dante, Manhattan, comparten el punto de partida común
Boccaccio, Moro, Maquiavelo, Montaigne, de las temporadas pasadas en el Instituto
Hobbes, Bayle, Voltaire, Sterne, Diderot, David, Warburg de Londres, y la influencia próxima de
Stendhal, Flaubert, Tolstoi, Warburg, Proust, Arnaldo Momigliano. También existe entre ellos
Kracauer y Picasso, entre muchos otros. Todos una ocasional superposición de intereses
ellos despliegan su formidable variedad de –Panofsky, los jesuitas, Bayle, los estudios
saberes. Como ilustra cada página de El hilo y las judaicos– y tal vez una sensibilidad cívica
huellas, su trabajo más recientemente traducido al similar. La más obvia diferencia se encuentra en
inglés, ningún otro historiador se aproxima a la el molde antropológico que informa los trabajos
extensión de su erudición. más conocidos de Ginzburg, quien prefiere
Ginzburg, que opone una resistencia explorar la cultura popular antes que la cultura de
nominalista a las etiquetas temporales de elite. En las últimas dos décadas, sin embargo, se
cualquier tipo, desearía ignorar el dictum de ha producido una convergencia territorial, en la
Frederic Jameson, según el cual “no podemos no medida en que Ginzburg ha reenfocado su
periodizar”. Sin embargo, resulta imposible escritura hacia la historia intelectual, sobre la
comprender su éxito sin recordar que el eje de su cual siempre ha trabajado Grafton.
trabajo se encuentra en lo que, aunque bajo Sin embargo, tales coincidencias también
protesta, seguimos llamando “Renacimiento”. resaltan los contrastes. Los ensayos de Ginzburg,
Ese anclaje torna posible la facilidad y la que se han tornado su instrumento preferido, son
naturalidad con las que su escritura va y viene únicos. Son todos bastante cortos: muy pocos de
desde la Antigüedad clásica y los padres de la ellos cuentan con más de treinta páginas, y la
mayoría posee menos de veinte. En general se
ordenan en forma de cascada, presentando una
* Versión especialmente preparada para Prismas referencia intelectual detrás de la otra –autor o
del trabajo que Anderson había publicado en London Review cita– que ruedan en procesión veloz y contundente
of Books (vol. 34, nº 8, 26 de abril de 2012) como reseña
a la traducción inglesa de El hilo y las huellas, de Carlo (en staccato), para terminar en un final súbito. En
Ginzburg. Traducción de Eugenia Gay. un caso nos movemos de Paolo Sarpi a través de

Prismas, Nº 18, 2014 245


Agustín, Cicerón, Vasari, Winckelmann, Flaxman, tomado como símbolo de la inagotable fertilidad
Hegel, Heine, Baudelaire, Semper, Scott, Riegl, de su mente, su impaciencia incluso con lo que
Feyerabend, Simone Weil y Adorno, y terminamos acaba de dar a conocer y su invitación a pensar
con Roberto Longhi.1 En otro, de Viktor oblicuamente lo que acaba de mostrar.
Shklovsky pasando por Tolstoi, Marco Aurelio y Pero si Ginzburg se distingue de otros
los acertijos populares de tiempos romanos, historiadores por la forma de su escritura,
Antonio de Guevara y la transmisión de cuentos también lo hace por sus temas. El abigarrado
medievales, a la época de Carlos V, Montaigne, La corpus de Grafton forma, en efecto, un único
Bruyère, Madame de Sévigné, Voltaire, para proyecto general, a saber, la demostración de que
terminar en Proust –todo en veinticinco páginas–.2 el humanismo renacentista, que durante mucho
En este procedimiento, que también podríamos tiempo fuera menospreciado como un callejón
llamar “montaje histórico”, el énfasis está siempre sin salida –un laberinto de manías textuales y
–para utilizar el contraste que le da título a la especulaciones cronológicas, para no mencionar
primera entrada de El hilo y las huellas– en la sus obsesiones astrológicas– en la progresión
cita, más que en la descripción.3 La prosa frugal intelectual hacia la ciencia moderna representó,
de Ginzburg encarna la máxima de Claudel según por el contrario, su –altamente productiva–
la cual “La crainte de l’adjectif –y en este caso condición de posibilidad.5 La unidad del trabajo
también de los adverbios –est le commencement de Ginzburg, igualmente evidente, descansa en
du style”.* un nivel más reflexivo. Su producción ha tenido
Al laconismo ático del lenguaje se une, hacia desde un principio una carga altamente teórica,
el final de sus ensayos, el dispositivo autoral de en una profesión muchas veces poco curiosa o
un viraje brusco de dirección –“la marca torpe sobre tales asuntos. En su trabajo, las
Ginzburg”–. La conclusión convencional de un controversias epistemológicas y las cuestiones de
artículo o ensayo puede tomar una de las método son más que simples preámbulos o
siguientes formas. O –en la versión más extrema “arrière-pensées”. Son lo que da forma a su
y lamentable de la ciencia social del Atlántico recorrido. En el subtítulo de El hilo y las huellas
Norte– recapitula todo lo que se ha explicado se leen las palabras “verdadero”, “falso” y
antes, o –con más respeto por la inteligencia del “ficticio”, y tal es el trío que ha comandado en
lector– comporta la culminación lógica de un buena parte la agenda de los escritos más
argumento. Cualquier escritor decente evitará la recientes de Ginzburg. A través de sus sucesivos
primera opción como a la peste. Lo que distingue ensayos aparece una conspicua preocupación por
los finales de Ginzburg es que rompen la verdad histórica, que es abordada desde
bruscamente también con esto último, ofreciendo diferentes ángulos: la relación entre lo verídico y
no la conclusión de una idea o de un argumento, lo ficcional, entre el documento y la falsificación,
sino la insinuación subrepticia de otro nuevo, por entre mitos y narrativas, perspectivas y pruebas, y
arte de una tangente de lo que se ha dicho antes, entre las sentencias de los tribunales y los juicios
que apunta en una nueva dirección con la cual se de la cátedra. En su mayoría, estas intervenciones
finaliza abruptamente.4 El gesto puede ser se oponen a lo que Ginzburg define como una
forma moderna de escepticismo, que tiende a
erosionar cualquier diferencia significativa entre
1
Carlo Ginzburg,“Stile. Inclusione ed exclusion”, en
el hecho y la invención, entre las pretensiones de
Occhiacci di legno, Milán, Feltrinelli, 1998 [trad. esp.: “Estilo. la historia y las artimañas de la retórica. Un
Inclusión y exclusión”, en Ojazos de madera: nueve segundo tema principal en los ensayos de
reflexiones sobre la distancia, Madrid, Península, 2000].
2
Carlo Ginzburg, “Straniamento. Preistoria di un
procedimento letterario”, en Occhiacci di legno, op. cit. [trad.
esp.: “Extrañamiento. Prehistoria de un procedimiento
literario”, en Ojazos de madera, op. cit.] la literatura inglesa desde una perspectiva mundial, México,
3
Carlo Ginzburg,“Descrizione e citazione”, en Il Filo e le Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2002]; Il Filo e le
tracce, Milán, Feltrinelli, 2006 [trad. esp.: “Descripción y tracce, op. cit., pp. 136-137; “The Letter Kills”, en History
cita”, en El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo and Theory, febrero de 2010, pp. 88-89.
5
ficticio, México, Fondo de Cultura Económica, 2010]. Véase Anthony Grafton, Defenders of the Text. The
* “El temor al adjetivo es el comienzo del estilo” [n/eds.]. Traditions of Scholarship in an Age of Science, 1450-1800,
4
Ejemplos: Occhiacci di legno, op. cit., p. 129; No Island is Cambridge, ma, 1991, pp. 2-5; y What Was History? The Art
an Island, Nueva York, Columbia University Press, 2000, of History in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge
p. 88 [trad. esp.: Ninguna isla es una isla: cuatro visiones de University Press, 2007, especialmente cap. 2.

246 Prismas, Nº 18, 2014


Ginzburg es el de la importancia de las anomalías energía intelectual. Otra respuesta podría apuntar
para la investigación histórica, y el papel que a la propagación del estructuralismo y del
juegan los indicios en su identificación. Estos, a postestructuralismo como fuentes de un
su vez, apuntalan la argumentación de Ginzburg relativismo filosófico tardío que socava, cada uno
en favor de la microhistoria, que ahora aparece a su manera, cualquier concepción estable de la
presentada de manera más sistemática que en las verdad. Ciertamente, Ginzburg no ha ocultado su
obras que hoy en día hemos llegado a considerar aversión por el legado de Derrida. Pero esto
como sus más famosos ejemplos. Por último, tampoco es del todo convincente, ya que nunca
abriendo nuevos caminos, en las dos últimas ha criticado los manejos de la verdad, apenas
décadas, el trabajo de Ginzburg se ha referido a menos descuidados, de Claude Lévi-Strauss, y
cuestiones de política contemporánea. Esta tampoco se ha involucrado de manera
preocupación por el presente no está separada de confrontativa él mismo con cualquiera de estas
su indagación del pasado, aun del pasado remoto. doctrinas. Por otra parte –y esto es lo que
Corren, preocupación e indagación, en paralelo. realmente importa– a diferencia de lo que sucede
Entre otras conexiones, ha habido un evidente entre los antropólogos o entre los teóricos de la
giro hacia temas y problemas judíos, desde la literatura, hay poca evidencia de que las
época de Isaías hasta la de Wojtyla. doctrinas epistemológicas de estos pensadores, o
Cada una de estas hebras en la escritura de incluso un escepticismo moderno más vagamente
Ginzburg es una invitación a la reflexión. La definido, hayan tenido alguna influencia real en
primera pregunta que viene a la mente es la la práctica de los historiadores. La inmensa
siguiente: ¿por qué motivo la epistemología mayoría de los practicantes de esta disciplina han
aparece de manera tan destacada en la obra de un permanecido ajenos a cualquiera de estas
historiador que a menudo ha expresado su doctrinas. En vista de ello, parece haber una
aversión a los sistemas intelectuales? Una posible desproporción desconcertante entre la magnitud
respuesta podría ser: para rechazar el peligro de del fenómeno y la extensión y la pasión del
caer en un escepticismo que podría abrir el paso ataque que ha recibido.
a la negación del judeocidio. Y esta afirmación ¿Cómo se podría explicar esto? Una respuesta
debe tener algo de verdad. En El hilo y las algo más convincente se encuentra en las fuentes
huellas, Ginzburg resalta que demoró algún que alimentan la sensibilidad histórica de
tiempo en realizar la conexión biográfica entre su Ginzburg. Sus primeras ambiciones, nos ha
trabajo sobre la brujería y la persecución de los dicho, eran literarias. También ha dicho que una
judíos.6 Desde entonces, las preocupaciones vez que decidió dedicarse a la historia, su
judías se han repetido en muchos de sus ensayos. inspiración permanente pasó a ser el libro
Pero el negacionismo de este genocidio en Mimesis, en el que Erich Auerbach –un estudioso
particular –los demás, como con razón saben de la literatura– reconstruye el camino hacia el
bien los armenios, han tenido otra suerte– es un realismo moderno, desde la Odisea hasta Virginia
fenómeno tan insignificante en Occidente que no Woolf, a través de un recorrido que incluye a
justificaría por sí mismo semejante inversión de Ammiano, Gregorio de Tours, el duque de Saint-
Simon, y a historiadores y memorialistas junto a
poetas y novelistas.7 De esta manera, en el cursus
6
Carlo Ginzburg,“Streghe e sciamani”, en Il Filo e le tracce, op.
honorum de Ginzburg la literatura precedió a la
cit., p. 285 [“Brujas y chamanes”, en El hilo y las huellas, historia, y posteriormente permaneció pegada a
op. cit.]. Para los temas judíos véase “Ecce”, “Stile” “Distanza su lado. Por supuesto que existe una larga
e prospettiva” y “Un Lapsus di Papa Woytila”, en Occhiacci tradición de la práctica histórica como rama de la
di legno, op. cit.; “La conversione dei ebrei di Minorca”,
“Tolleranza e commmercio”, “Sulle orme de Israel Bertuccio”, literatura, pero esta asociación en general ha
“Rappresentare il nemico, “Unus testis”, “Streghe e consistido en una estudiada elegancia (o
sciamani”, en Il Filo e le tracce, op. cit.; la “Introduction” a
History, Rhetoric and Proof, Hanover, nh, University Press of
New England, 1999; y más recientemente “The Letter Kills” y
“Provincializing the World”. Compárese el reciente trabajo de
7
Grafton en coautoría con Joanna Weinberg sobre el significado Carlo Ginzburg, “Latitude, Slaves and the Bible: An
de los estudios hebreos en la filología clásica de Casaubon: Experiment in Micro-History”, en A. Creager, E. Lunbeck,
“I have always loved the Holy Tongue”, Isaac Casaubon, The N. Wise (eds.), Science Without Laws. Model Systems, Cases,
Jews and a Forgotten Chapter in Renaissance Scholarship, Exemplary Narratives, Durham y Londres, Duke University
Cambridge, Harvard University Press, 2011. Press, 2007, p. 243.

Prismas, Nº 18, 2014 247


extravagancia desenfrenada) de estilo –Gibbon o indiferencia. No cabe ninguna duda acerca de la
Michelet– más cercana a la imaginación que al productividad intelectual a la que esta motivación
registro, o en la cuasi-reproducción de géneros ha dado lugar: a ella le debemos muchos de los
literarios para la construcción de narrativas. Por ensayos más notables de Ginzburg. Pero se
razones obvias, se ha recurrido con más podría plantear una pregunta más sobre la pasión
frecuencia a la épica y a la tragedia –Motley o epistemológica que los habita. La fuerza de estas
Deutscher– que a la comedia o al romance. intervenciones reside en la defensa de la historia
Para Ginzburg, sin embargo, el interés que la como una indagación capaz de alcanzar verdades,
literatura ofrece para la historia es de otro orden, antes que de contar cuentos – y mucho menos de
y esta es una de sus marcas originales. En su difundir falsedades– sobre el pasado. Sin
obra, la literatura no se toma como una norma embargo, ¿es esta defensa, a fin de cuentas, lo
estilística ni como un repertorio de géneros, sino suficientemente robusta?
como una herramienta de conocimiento. Ensayo Otra de las colecciones de ensayos de
tras ensayo, Ginzburg ha insistido en que lo que Ginzburg se titula Historia, Retórica, Prueba. En
los novelistas o los poetas pueden aportar a un ella, Ginzburg sostiene que para Aristóteles la
estudio objetivo del pasado son instrumentos retórica, lejos de ser una apelación a emociones
cognitivos: las técnicas de distanciamiento como que sustituyan las pruebas –como suele ser
crítica social en Tolstoi, el estilo libre directo entendida aún hoy, a partir de los argumentos de
como pasaje a una nueva interioridad en Cicerón–, se basaba, al menos en su utilización
Stendhal, la elipsis como suspensor y acelerador en los tribunales de justicia, en la idea misma de
del tiempo en Flaubert, y la visualización sin prueba. Luego, pasa a mostrar que uno de los
mediación como medio de acceso a una nueva logros más emblemáticos del humanismo
perspectiva en Proust.8 Pero, de cualquier forma, renacentista, a saber, la demostración realizada
estos son instrumentos que se encuentran en el por Lorenzo Valla de que la llamada Donación de
interior de textos que no dejan de ser ficciones. Constantino había sido una falsificación clerical,
Es, desde este punto de vista, muy fue concebida por Valla como una declamación
específicamente de Ginzburg que aquel retórica.10 El ejemplo sirve para emblematizar,
escepticismo moderno que pretende borrar pues, la correcta relación entre retórica y prueba.
completamente la frontera entre historia y ficción Sin embargo, tal vez el caso en sí mismo nos
–aquí el blanco es Hayden White, quien ya había diga menos de lo que podemos inferir a partir de
sido criticado por Momigliano–9 se convierte en la forma en que Ginzburg lo utiliza. En las
semejante fuente de irritación. No tanto porque lenguas latinas se utiliza una sola palabra
ocupe un lugar preponderante en la disciplina, –prova, preuve, prueba– para designar lo que en
sino porque pone en peligro la integridad de una lengua inglesa se distingue entre prueba y
cierta conjugación entre la literatura y la historia, evidencia –proof, evidence–. La evidencia por sí
al aproximarla, falsamente, a otra conjugación, sola no es necesariamente decisiva, de manera
de características mucho más funestas. que se puede hablar tanto de “evidencia
Aquí encontramos una motivación individual endeble”, como de “evidencia sólida”. La prueba,
que fomenta una actitud de combate más que de por otra parte, es algo bastante diferente: es una
evidencia concluyente. La demostración de Valla
de que la donación de Constantino era una
8
Carlo Ginzburg, Occhiacci di legno, op. cit., pp. 16-17, falsificación se basó, de hecho, en una prueba en
28-29, 30-34; Il Filo e le tracce, op. cit., pp. 174-175, 184; sentido estricto, a saber, en la presencia de
History, Rhetoric and Proof, op. cit., pp. 94-95, 102-103. anacronismos en el texto que no podrían haber
9
Originalmente “Just One Witness”, en S. Friedlander (ed.),
Probing the Limits of Representation, Cambridge, ma, Harvard sido escritos por ningún romano de la época de
University Press, 1992, pp. 87-94 [trad. esp.: Saul Friedlander, Constantino. Sin embargo, esta prueba era
En torno a los límites de la representación. El nazismo y la negativa, en la medida en que solo descartaba la
solución final, Buenos Aires, Editorial de la Universidad autenticidad del documento. Faltaban pruebas
Nacional de Quilmes, 2007], ahora en Il Filo e le tracce,
op. cit., pp. 211-221, 308-309; History, Rhetoric and Proof, op.
cit., pp. 49-50. La crítica de Momigliano a White se remonta a
1981: “The Rhetoric of History and the History of Rhetoric: on
10
Hayden White’s Tropes”, recopilado en Arnaldo Momigliano, Carlo Ginzburg, History, Rhetoric and Proof, op. cit., pp.
Settimo contributo alla storia degli studi classici e del mondo 56-57, 60-64. De hecho el argumento es una corrección de
antico, Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 1984, pp. 49-59. Momigliano, quien tratará a la retórica de manera más restricta.

248 Prismas, Nº 18, 2014


positivas que acreditasen la identidad del intrusión de modelos judiciales en la historia,
falsificador o la fecha de la falsificación, aunque argumentando que estos no solo fomentaban la
la lógica del cui bono indicase sin duda algún preocupación por personajes célebres desviando
tipo de hombre de la iglesia y un período la atención de las estructuras colectivas, sino que
bastante posterior al quinto siglo. Cuando más también promovían tratamientos moralizantes.
tarde los historiadores comenzaron a discutir Ginzburg entiende que estas son objeciones
–aún lo hacen– sobre la datación y la procedencia contundentes. Sin embargo, insiste en que tales
del documento, solo contaban con la evidencia, objeciones no deben oscurecer el imperativo
no tenían ninguna prueba. En este sentido, se fundamental que une al juez y al historiador, a
trataba de una situación habitual para cualquier saber, el compromiso de ambos con la idea de
historiador. La evidencia, que debe ser prueba.12
contrastada, constituye la materia convencional La argumentación de Ginzburg es
de la historia. Las pruebas –sobre todo a medida extraordinariamente persuasiva, pero pasa por
que retrocedemos en el tiempo y los trazos se alto una diferencia crítica, puesta crudamente al
hacen más delgados– por lo general son mucho descubierto por su propio estudio sobre el juicio
menos frecuentes, y a menudo negativas. Es de Sofri. Su destrucción de la causa contra Sofri
mucho más fácil refutar una conjetura acerca y sus secuaces fue una refutación –es decir,
de un proceso controvertido o de un objeto una demostración negativa– de que la evidencia
–digamos, la caída de Roma o el tapiz de Bayeux– contra ellos no era suficiente. Esa evidencia
que probarla. Los problemas relacionados a estos esencialmente se reducía al testimonio de otro ex
procesos nunca han desaparecido, pues se basan miembro de Lotta Continua, Leonardo Marino,
en evidencias, no en pruebas. quien había actuado como conductor del coche
Ginzburg tiende a elidir estas dos nociones. utilizado en el asesinato de Calabrese quince
En parte, sin duda, por las razones de lenguaje años antes, bajo las órdenes del grupo, y que se
que se han sugerido. Pero también por otro había arrepentido de su participación. Para
gradiente característico de su obra, pues si entonces –1990– Marino tenía antecedentes de
Ginzburg se desliza por una ladera hacia la delitos menores, y su testimonio estaba, como
literatura, por la otra se inclina hacia el derecho. supo demostrar Ginzburg, plagado de
La única vez que abandonó la forma del ensayo contradicciones. Esto era suficiente para que se
en las dos últimas décadas fue en ocasión de la diera un veredicto en el juicio. Legalmente, los
escritura de El juez y el historiador, una jueces están obligados a absolver a un acusado si
apasionada defensa de su amigo Adriano Sofri, la evidencia en su contra es defectuosa o
acusado de ordenar, en 1972, cuando era líder del insuficiente. Pero para los historiadores el asunto
grupo revolucionario Lotta Continua, el asesinato se presenta de otra manera. Para ellos, las
de Luigi Calabresi, un policía italiano bajo cuya preguntas obvias en un caso como este serían:
guardia se había producido la sospechosa muerte ¿qué fue lo que llevó a Marino a cometer falso
del anarquista Pino Pinelli (muchos supusieron testimonio contra sus antiguos camaradas quince
que había sido asesinado). El libro de Ginzburg años después del asesinato? Y si estos no fueron
desmantelaba el caso del fiscal, pero en vano. los autores del hecho, ¿entonces quiénes fueron?
Sofri fue condenado a 22 años de prisión, de los En otras palabras, la tarea histórica apropiada
que acaba de emerger. A través de diversos sería la de reconstruir de la manera más
comentarios sobre la relación entre el juez y el plausible, sobre la base de la evidencia que
historiador, Ginzburg señala que se diferencian hubiere sobrevivido, lo que realmente ocurrió en
principalmente en dos aspectos. Los jueces 1972, a diferencia de la tarea judicial, que en este
imponen condenas, y esas condenas se aplican caso consiste en establecer lo que no pudo haber
individualmente, mientras que, por su parte, los sucedido. Ginzburg rechaza expresamente
historiadores se ocupan también de grupos o
instituciones, pero no tienen autoridad penal
sobre ellos.11 En sintonía con el espíritu de
Annales, Marc Bloch había rechazado la
12
Carlo Ginzburg, Il Giudice e lo Storico, Turín, Einaudi,
1991, pp. 10-12 [trad. esp.: El juez y el historiador.
Consideraciones al margen del proceso Sofri, Madrid, Anaya
11
Carlo Ginzburg, History, Rhetoric and Proof, op. cit., p. 50. y Muchnik, 1993].

Prismas, Nº 18, 2014 249


cualquier tentativa en ese sentido.13 Para el técnicamente, se trata de la idea de una
propósito que lo ocupaba, el de salvar a un amigo clasificación politética, en la que no existe ninguna
de una sentencia injusta, hizo todo lo que había necesidad de que todos los miembros de una
que hacer. Pero hizo todo lo que debía hacer un determinada categoría posean las mismas
abogado, no un historiador. Por lo tanto, la características y que pueden estar, en cambio,
diferencia entre un veredicto judicial y la unidos mediante una secuencia –abc/ bcd/ def– en
investigación histórica no es solo cuestión de la la que la última unidad de la serie puede no
necesaria individualidad del objeto y el carácter compartir ningún rasgo en común con la primera.
penal del primero, ausentes en la segunda. Tiene La fragilidad de esta manera de analizar las
que ver con la naturaleza misma de la evidencia. formas sociales o culturales debería resultar
De manera que si es pertinente preguntar hasta evidente. Las relaciones que establece son
qué punto la conjugación que Ginzburg establece esencialmente incontrolables: en el límite, son
entre historia y literatura no corre el riesgo de tan indeterminables que, por medio de los
debilitar involuntariamente la noción de verdad al “eslabones intermedios”, como los describió
sugerir una relación demasiado estrecha entre Wittgenstein, en última instancia cualquier cosa
ficciones y hechos, lo mismo podría preguntarse puede ser conectada con cualquier cosa. El
respecto de su conjugación entre la historia y el ejemplo que Wittgenstein –muy cándido en estos
derecho. ¿No podría, al apelar con tanta y otros asuntos, inexperto ya sea con respecto al
insistencia a la noción de prueba, que en realidad interés histórico o al conocimiento de las ciencias
posee protocolos bastante estrechos y rígidos, sociales– ofreció para apoyar su pensamiento fue
estar debilitando involuntariamente el sentido de La decadencia de Occidente, de Oswald
complejidad de la evidencia histórica, que Spengler. Historia nocturna, más allá del
raramente se presta a los simples veredictos de sí atractivo del libro en su conjunto, deja bastante
o no de un tribunal de justicia? claro que se trata de una base peligrosa para el
De cualquier manera, tal paradoja podría ser análisis de los mitos.15
meramente una cuestión de principios sin ningún Este mismo procedimiento resulta más seguro
efecto práctico. Para evaluar hasta qué punto esto cuando es transferido de los mitos en las
es verdad, podemos observar la forma distintiva sociedades sin escritura a los argumentos y las
que la obra de Ginzburg ha asumido en los últimos ideas –la mayoría de ellos altamente
años: la forma de cascadas –esas genealogías sofisticados– de las sociedades clásica, medieval
rodantes de conceptos y tropos, dispositivos que y moderna. Los mitos son notoriamente
destacan su obra como ensayista–. Cualquier maleables y, para comodidad de los intérpretes
lector familiarizado con su obra anterior, Historia posteriores, ofrecen varias versiones. Como
nocturna –incomprensiblemente traducida [al confesó una vez Lévi-Strauss, el intérprete de
inglés] como Éxtasis–, percibirá el parentesco mitos por excelencia, cuya sombra se cierne
entre el tratamiento de los mitos y los rituales en la sobre Historia nocturna, los mitos son
primera obra, con el tratamiento de las ideas y las encantadoramente manipulables. Esto es mucho
figuraciones en la segunda, en la medida en que la menos cierto en el caso de los textos escritos,
antropología va siendo sustituida por la historia para los cuales tenemos a nuestra disposición
intelectual. En ambos se invoca la misma toda clase de controles filológicos bien
autoridad para los procedimientos que se establecidos, destinados a identificar cualquier
encuentran en funcionamiento: Wittgenstein, y su habilidosa maniobra. Por lo tanto, las cascadas de
imagen de una cuerda que podría consistir en Ojos de madera o de Hilos y huellas no solo
múltiples hilos superpuestos, ninguno de los forman un bello espectáculo coronado con
cuales se extiende a través de toda su longitud, múltiples arco iris intelectuales, sino que tienen
pero que aun así forman una sola cuerda.14 Más cimientos sólidos. Es difícil leerlos sin una
especie de entusiasmo intelectual. Estos escritos
se componen generalmente de una cadena de
conexiones radicalmente inesperadas entre textos
13
Carlo Ginzburg, Il Giudice e lo Storico, op. cit., pp. 15 y 89.
14
Compárese Storia Notturna, Turín, Einaudi, 1989, p. xix
[trad. esp.: Historia nocturna. Un desciframiento del
15
aquelarre, Barcelona, Muchnik, 1991] y Il Filo e le tracce, op. Véase Perry Anderson, A Zone of Engagement, Londres,
cit., p. 166. Verso, 1992, pp. 211-216.

250 Prismas, Nº 18, 2014


a menudo separados por siglos, o incluso Momigliano era experto. Su tratamiento de los
milenios, que contienen, una y otra vez, textos no proviene de ninguna especie de
descubrimientos asombrosos, fruto de la Ideengeschichte, en cualquiera de sus modos,
combinación entre una erudición extraordinaria y sino sobre todo de la Stilistik –heredada
una intuición portentosa que ha sido un sello principalmente de Auerbach y Spitzer, para
distintivo de la obra de Ginzburg desde el quienes la recuperación del detalle revelador
principio. Para mostrar el rango de estos correspondía a la llave para abrir cualquier
hallazgos basta con mencionar solamente tres totalidad literaria–. Ni el Ansatzpunkt de
sorpresas recientes de ese tipo en la época Auerbach, a menudo invocado por Ginzburg, ni
moderna: la probable mediación de Édouard el “click” de la intuición interpretativa de Spitzer,
Drumont, autor de La France Juive, en la requieren la inspección exhaustiva de un escritor.
gestación de la falsificación rusa Los Protocolos Una segunda influencia en la escritura de
de los Sabios de Sion; los vínculos ocultos entre Ginzburg proviene no del estudio de la literatura
el Tristram Shandy, de Sterne, y el Dictionnaire sino de las artes visuales, que forman un
Historique et Critique, de Bayle; y la presencia riquísimo escenario paralelo de su investigación.
de Georges Bataille en la composición y el Allí se encuentra la noción warburgiana de
carácter del Guernica, de Picasso.16 Pathosformeln –aquellas expresiones figurativas
Dicho esto, todavía podemos preguntarnos de de la emoción humana realizadas en piedra o
qué manera las cascadas de Ginzburg se pintura, que pueden ser transpuestas a través de
relacionan con las aguas más profundas de la los siglos en estilos y en obras de arte
historia intelectual que se viene produciendo completamente inconmensurables– que desde el
desde los años sesenta. Aquí nos encontramos comienzo le llamó la atención. Aquí también,
nuevamente con el problema de la clasificación como en los grandes romanistas austro-alemanes,
politética. Aplicada a las ciencias humanas, esta la operación es extractiva: se pregunta por lo que
estrategia nunca fue capaz de trazar una se puede tomar –positivamente– de un texto o
delimitación objetiva –es decir, no arbitraria– de una imagen, y no por lo que lo compone
las unidades que pretendía interconectar. Se trata efectivamente.
de un problema insalvable en el estudio de los El uso que Ginzburg hace de estos legados no
mitos, que por lo general carecen de fronteras es menos productivo. Pero su aplicación en
claras, lo que permite su disección en segmentos forma condensada a la historia de las ideas puede
de innúmeras formas según la voluntad del conducir a resultados arbitrarios. Entre los
antropólogo. Los textos ofrecen más resistencia. ejemplos se podría citar su manejo de la tradición
También se los puede cortar y rebanar, pero del “distanciamiento” como un dispositivo, y el
las distorsiones resultantes son más fácilmente ejemplo de un par de los autores literarios que
discernibles. La historiografía de las ideas –sobre más valora. En la larga cadena de autores
todo aquella de la Escuela de Cambridge– se identificados como practicantes del
desarrolló en buena medida a partir de una distanciamiento se siente la ausencia de aquel
reacción en contra de estas distorsiones. En este que fuera entre ellos el más importante
sentido, cabe preguntar hasta qué punto el tipo de históricamente. En el listado de Ginzburg no
crítica levantada por la Escuela de Cambridge figuran las Cartas persas de Montesquieu,
resulta relevante para las cascadas de Ginzburg. probablemente más radicales que cualquier cosa
Se podría decir que la crítica yerra el blanco que Voltaire o Tolstoi pudieran haber ofrecido, y
ya que es inconmensurable con su objeto. sin duda más influyentes. Pero también sufre la
Ginzburg nunca se ha dedicado a reconstruir la obra de los novelistas. Tolstoi y Flaubert se
obra de un escritor o pensador como tal, ni ofrecen como fuentes de inspiración para el
siquiera en el género de epítomes en los que historiador a partir de fragmentos de La guerra y
la paz (la batalla de Borodino) y La educación
sentimental (la revolución de 1848).17 Pero las
16
Carlo Ginzburg, Il Filo e le tracce, op. cit., pp. 199-202; No estructuras y las ideologías de estas novelas
Island is an Island, op. cit., pp. 50-61; Das Schwert und die
Glühbirne, Frankfurt, Suhrkamp, 1999, pp. 54-70 [trad. al
inglés: “The Sword and the Lightbulb: A Reading of
17
Guernica”, en M. Roth y C. Salas, Disturbing Remains, Los Carlo Ginzburg, Il Filo e le tracce, op. cit., p. 257; History,
Ángeles, Getty Research Institute, 2001, pp. 159-165]. Rhetoric and Proof, op. cit., pp. 95-97.

Prismas, Nº 18, 2014 251


quedan sin discutir, a pesar de no ser nada Ginzburg? Aquí el término clave es el de
irrelevantes para comprender los fragmentos anomalía, y un intercambio anecdótico puede
ofrecidos como modelos para el historiador. Las servirnos como ilustración. Un día, Franco
escenas de batalla de Tolstoi –panoramas de lo Moretti y Carlo Ginzburg fueron juntos al Museo
accidental, la futilidad, la confusión– son Metropolitano de Nueva York. Al encontrarse con
ilustraciones calculadas de su larga diatriba final la pintura Una doncella dormida, de Vermeer,
sobre la inutilidad de la historia en general: una que representa a una criada dormitando en una
advertencia que, sin embargo, no ha conmovido a mesa llena de frutas, un vaso de vino tumbado de
muchos historiadores. Las escenas de la lado, una pintura de Cupido en la pared sobre
revolución presentadas por Flaubert presentan el ella y una silla vacía medio girada hacia una
caso contrario –en ninguna parte más puerta entreabierta, sugiriendo la reciente salida
sorprendentemente que en el episodio señalado de un compañero masculino, Moretti –leyendo la
por Ginzburg, en el que el inocente y leonino imagen como una representación, en palabras de
Dussardier es sacrificado por el tránsfuga Hegel, de la “prosa de la vida cotidiana”–
siniestro de Sénécal–. La previsibilidad de la exclamó: “Este es el comienzo de la novela”. En
narrativa de Flaubert, aquí como en todas partes otras palabras, a diferencia de la épica o la
(el futuro de villanía del profesor de matemáticas tragedia, se trataba de una narrativa de la gente
es tan claro desde su primera presentación común en un entorno familiar. En ese momento,
fisionómica, como el resultado de la operación Ginzburg se volvió hacia un retrato de
del pie zopo realizada por Charles Bovary una Rembrandt en la pared opuesta, que representaba
vez que el químico produce su nostrum), sigue al pintor desfigurado Gérard de Lairesse, con su
permaneciendo tan distante de la construcción de nariz deformada por la sífilis, y replicó: “No, ese
cualquier historia seria como la insistencia de es el comienzo de la novela”. En otras palabras,
Tolstoi acerca de su ininteligibilidad. En el uso la anomalía, y no la regla. Aquí Ginzburg sin
que Ginzburg hace de las novelas como ejemplos duda sostuvo el argumento más fuerte, como en
paradigmáticos, son extirpadas las características efecto ya ha concedido Moretti, definiendo la
que no sirven al propósito de su argumento. Que aventura, antes que la existencia corriente, como
el corte no puede ser limpio se torna evidente en el principio originario de la novela.
los juicios subsiguientes, que acaban yendo por Pero la ficción es una cosa, la historia es otra,
mal camino: ningún paternalismo social en y las conexiones entre ellas son más delicadas de
Tolstoi; previsión de la kgb en Flaubert.18 Como lo que Ginzburg tiende a sugerir. A menudo ha
después de todo se trata de novelas, en estos dos afirmado que en la investigación histórica la
casos bien se podría argumentar que se aplica la anomalía nos dice más que la regla, porque habla
etiqueta de gustibus, otorgándoles así menor peso también de la norma, mientras que la regla solo
relativo. Eso podría ser legítimo. Pero el habla de sí misma y, por lo tanto, la excepción es
principio de que los textos, sean discursivos o siempre epistemológicamente más rica que la
imaginativos, deben ser tratados como totalidades norma.19 Sin embargo, esto no es así. Por
en lugar de ser desmembrados a voluntad sigue definición, una anomalía solo es tal en relación a
siendo fundamental para la historia intelectual una regla, que la determina ontológicamente: de
como disciplina, y también quizá para sus no existir una regla, no podría haber ninguna
adláteres. En el polo opuesto a las cataratas excepción. Pero lo contrario no se sostiene. Una
resplandecientes –que a veces encandilan– de regla no depende, para su existencia, de una
Ginzburg, podríamos pensar en el majestuoso excepción. Pues hay reglas que no admiten
océano del estudio en curso de Pocock sobre ninguna excepción, como las matemáticas en
Gibbon, Barbarism and religion, que está cerca primer lugar, pero no solo ellas. ¿Importa esto?
de completar su quinto volumen. Después de todo, más de un programa fructífero
Las cataratas caen verticalmente a través del de investigación se ha fundado sobre una
tiempo. ¿Qué podemos decir, entonces, respecto interpretación errónea del método y ¿quién
a los movimientos horizontales en el trabajo de podría negar la productividad de la investigación

18 19
Carlo Ginzburg, Occhiacci di legno, op. cit., p. 29; History, Carlo Ginzburg et al., Vivre le sens, París, Seuil, 2008,
Rhetoric and Proof, op. cit., p. 97. p. 35.

252 Prismas, Nº 18, 2014


de Ginzburg? Una estrategia posible para intentar ciencias naturales, ni codifica esas leyes en
evaluar esta productividad es la de observar el paradigmas. Es un tejido mucho más flojo, en el
tipo de historia generado por la fascinación con que es menos probable que el descubrimiento de
las anomalías –es decir, la microhistoria, de la un parche anómalo aquí o allí deshaga todo el
cual Ginzburg es el exponente mundialmente más paño, obligando a retejerlo con un punto
famoso–. ¿Qué tipo de conocimiento inesperado diferente. La macrohistoria es el estudio de los
nos da la microhistoria que parte de la anomalía?; cambios más abarcadores que experimentan las
¿hay otros tipos de orientación más estadística sociedades. Para que la microhistoria llegara a
que la diferencie de otras ramas de la disciplina? alterarlos –para que la anomalía produzca una
Ginzburg definió tempranamente la nueva regla– sus objetos de estudio tendrían que
microhistoria como “la ciencia de la vida real” ser, real o potencialmente, microcosmos de un
–la scienza del vissuto– que investigaría “las mundo por venir. Pero eso es algo que la
estructuras invisibles en las que se articula la microhistoria, con toda modestia, en general no
experiencia vivida”, para las cuales “los análisis ha sostenido. Con una excepción. Aunque dando
en una escala macrohistórica” serían de “poca y a una vuelta de tuerca, esto sí se sostiene en la
veces inexistente relevancia”.20 A su debido Historia nocturna de Ginzburg, en la medida en
tiempo, Ginzburg modificó la oposición más o que el trabajo postula que las microprácticas de
menos absoluta entre las escalas macro y micro un chamanismo que era apenas visible revelan
que se encuentra implícita en esta frase, y en una macroestructura que nos abarca a todos. De
formulaciones posteriores sostuvo que la todas maneras, dicha estructura es invariable,
microhistoria administraría un correctivo a las esto es, no implica ningún cambio.
tentaciones de la teleología y del etnocentrismo, La generación de Ginzburg fue la protagonista
como un chequeo negativo.21 El valor positivo de una fuerte reacción en contra de lo que
que Ginzburg le adjudica a la microhistoria se Lyotard bautizara y denunciara como grandes
basa, sin embargo, en el poder de la anomalía, narrativas, y la microhistoria fue una de las
pues lo que la microhistoria es capaz de revelar, primeras expresiones de esa reacción. Sin
como se ilustra dramáticamente en Los embargo, como lo demuestra la trayectoria del
Benandanti y en El queso y los gusanos, es la propio Lyotard, no resulta tan fácil escapar a las
existencia de mundos impensables para las grandes narrativas.22 En Historia nocturna no
versiones convencionales del pasado, y que encontramos una gran narrativa formulada como
vienen a desafiar su aceptación irreflexiva. Aun historia del cambio macroscópico en el tiempo,
así, la pregunta lógica persiste: la anomalía sino que, sencillamente, el viaje del chamán al
¿altera la regla? Y el descubrimiento mundo de los muertos se convierte en la narrativa
microhistórico ¿derrumba el lugar común- maestra de cualquier otra historia que los seres
macrohistórico? Eso ya está menos claro. La fe humanos alguna vez se hubieran contado.23
en la fuerza iconoclasta de la anomalía podría Micro y macro están ligados, pero no como
fortalecerse sobre la base del punto de vista de la niveles interconectados de una historia en
Estructura de las revoluciones científicas de movimiento, sino mucho más como expresiones
Kuhn, y su argumento según el cual esas comunes de una naturaleza humana inmutable.
revoluciones se producen cuando un paradigma Con esto, salimos de una Historia rerum
científico dado se encuentra con una anomalía de gestarum para entrar en otro tipo de indagación,
observación que no puede explicar, y que perfectamente legítima pero algo diferente, que
eventualmente genera un nuevo paradigma capaz alguna vez habría sido denominada antropología
de dar cuenta de ella. filosófica.
Pero la analogía es engañosa. La historiografía Para una reflexión más profunda sobre este
no posee leyes generalizables como las de las conjunto de cuestiones, no hay nada mejor que
recurrir a una hermosa conferencia reciente de

20
Carlo Ginzburg y Carlo Poni, “The Name and the Game:
Unequal Exchange and the Historiographic Marketplace”, en
22
E. Muir y G. Ruggiero (eds.), Microhistory and the Lost Véase Perry Anderson, The Origins of Postmodernity,
Peoples of Europe, Baltimore, Johns Hopkins University Londres, Verso, 1998 [trad. esp.: Los orígenes de la
Press,1991, pp, 8-9. posmodernidad, Barcelona, Anagrama, 2000].
21 23
Carlo Ginzburg, Il Filo e le tracce, op. cit., p. 253. Carlo Ginzburg, Storia Notturna, op. cit., pp 288-289.

Prismas, Nº 18, 2014 253


Ginzburg, “Nuestras palabras y las de ellos”, que tenía la capacidad de curar la escrófula por
toma como su Ansatzpunkt –traducido por él imposición de manos sobre la víctima–, un hecho
como “punto de conexión”– las reflexiones de curioso desde cualquier retrospectiva moderna.24
Marc Bloch en su Apologie pour l’histoire sobre Hoy en día, pocos cuestionarían que Bloch haya
las brechas que pueden ocurrir entre palabras y sido el mayor historiador de su época, o que
significados en el vocabulario utilizado por la Apologie pour l’histoire sigue siendo insuperable
gente en el pasado, y entre este vocabulario y el como una reflexión sobre los desafíos y las
que utilizan los historiadores al escribir sobre tareas de la disciplina. Pero faltamos al respeto
ellos. Adoptando términos acuñados por Kenneth que le debemos a este manifiesto y a su autor
Pike, Ginzburg recodifica esta problemática cuando los recibimos de manera acrítica. La
como una tensión entre las perspectivas emic y frase clave de la Apologie dice: “Un mot, pour
etic, y subraya que es posible que existan tout dire, domine et illumine nos études:
conflictos no solo entre ambas perspectivas, sino ‘comprendre”.25 A lo que podemos añadir estas
también hacia el interior de cada una de ellas.* otras dos: “Porque en última instancia, el objeto
Correctamente planteadas, argumenta Ginzburg, de la historia es la conciencia humana”, y “Los
las preguntas de perspectiva etic generan hechos históricos son, en esencia, hechos
respuestas de perspectiva emic, que sin embargo psicológicos”.26 Estos pronunciamientos no son
nunca absorben completamente las preguntas sin conclusiones tardías del pensamiento de Bloch,
dejar residuos, sino que las modifican. Pero sino que fueron sus principios rectores desde el
entonces, ¿qué tipo de pregunta será capaz de comienzo. En las primeras páginas de Los reyes
producir las respuestas más fructíferas? Ginzburg taumaturgos, Bloch declara que su estudio
recomienda enfocarse en aquellos casos capaces pretende ser una contribución a “la connaissance
de conducir a nuevas generalizaciones. Los más de l’esprit humain”.27
prometedores serán los casos anómalos: casos En la Apologie, la comprensión –de realidades
que no ejemplifican, sino que se desvían de las que son de naturaleza fundamentalmente
normas previstas o establecidas. La microhistoria, psicológica– se pone en contraste con el juicio,
sostiene Ginzburg –entendida no como el para ejemplificar, respectivamente, enfoques
escrutinio de eventos muy reducidos, sino más históricos o ahistóricos sobre el pasado. No hay
bien como el análisis exhaustivo de cualquier duda sobre la fuerza de la convicción de Bloch
evento–, ha sido el dominio por excelencia del acerca de este punto. Pero al destacar este
descubrimiento y el estudio de este tipo de
anomalías, cuyo efecto característico es el de
subvertir jerarquías preexistentes, tanto 24
Uno de los primeros ensayos que Ginzburg escribió fue
historiográficas como políticas. sobre Bloch y, más tarde, un prefacio a la traducción italiana
El Ansatzpunkt de este programa para la de Los reyes taumaturgos: “A proposito della raccolta dei
microhistoria no fue elegido al azar. Junto a saggi storici di Marc Bloch”, Studi medievali, 1965, pp. 335-
Auerbach, Warburg y Momigliano, Bloch es la 353. Su prefacio a la edición italiana apareció en 1973.
25
Marc Bloch, Apologie pour l’Histoire, ou Métier d’Historien,
otra piedra de toque para Ginzburg. Él mismo ha París, 1949, p. 72 [trad. esp.: “Para decirlo todo, una palabra es
explicado que este historiador Annaliste fue el la que domina e ilumina nuestros estudios: ‘comprender’”,
responsable de su transformación en historiador, Apología para la historia o el oficio de historiador, México,
Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 142].
cuando a la edad de 20 años leyó Los reyes 26
“Mais les difficultés de l’histoire sont encore d’une autre
taumaturgos –el estudio de Bloch sobre la essence. Car pour matière, elle a précisément, en dernier
creencia medieval, que en Inglaterra se mantuvo ressort, des consciences humaines”; “Les faits historiques
hasta la época de Jaime II, según la cual el rey sont, par essence, des faits psychologiques”: Marc Bloch,
Apologie..., op. cit., pp. 76 y 101 [trad. esp.: “Pero las
dificultades de la historia son de otra naturaleza, porque su
materia precisamente es, en última instancia, las conciencias
* La distinción emic / etic proviene de los términos en inglés humanas”; “Los hechos históricos son, en esencia, hechos
que utilizó el lingüista Kenneth Pike (phonemics y phonetics), psicológicos”, Apología…, op. cit., pp. 148 y 177,
para señalar que la distinción entre el tipo de interpretación respectivamente].
27
que los sujetos hacen de la lengua (como la que supone [“El conocimiento de la mente humana”, n/eds.], Marc
el fonema) y la realidad acústica del sonido (como la que Bloch, Les rois thaumaturges, París, Armand Colin, 1960, p.
analiza la fonética) era una distinción productiva para extender 22 [trad. esp.: Los reyes taumaturgos. Estudio sobre el
a la descripción de la conducta social: emic es lo que carácter sobrenatural atribuido al poder real, especialmente
expresa el punto de vista del nativo, y etic el del extranjero. en Francia e Inglaterra, México, Fondo de Cultura
[n/eds.] Económica, 2004].

254 Prismas, Nº 18, 2014


contraste se oculta otro mucho más significativo, culpables de la derrota se encontraban en todos
que plantea si comprensión significa lo mismo los sectores: generales cobardes e incompetentes,
que explicación. Una gran cantidad de literatura sindicatos de mente estrecha y egoísta, una
metodológica nos dice que no. Reconstruir la burguesía amarga y temerosa, una izquierda
conciencia de un agente –esperanzas, recuerdos, pacifista y dogmática, una derecha inestable y
intenciones, emociones– no es lo mismo que cínica, una prensa demasiado provinciana, un
identificar las causas de una acción o de un parlamento caprichoso, y por último, pero no
evento. ¿Cuánto se le dedica a la causalidad en la menos importante, un cuerpo de profesores
descripción del oficio del historiador que realiza universitarios en falta, entre el que se contaba a
Bloch? La respuesta es: casi nada. Las últimas sí mismo, que con su cansancio y pereza había
páginas de su texto comienzan a abordarla, pero fracasado en educar a la juventud de la nación
luego el impulso se desvanece. Las causas en la sobre sus deberes y desafíos. Tomado todo en su
Apologie son un poco como las clases en El conjunto, y en simetría con las razones de la
capital de Marx, una palabra seguida de “....”. victoria del enemigo, “no fue solo en el campo
Esto podría deberse a que, escrito en condiciones de batalla que las causas intelectuales estuvieron
muy difíciles durante la guerra, el texto quedó sin en la raíz de nuestra derrota”.30
terminar. Pero hay razones para pensar que Desde el punto de vista moral y estético,
incluso si hubiese conseguido terminarlo, Bloch L’Étrange defaite es un documento
no habría alterado demasiado el énfasis de su impresionante, una acusación en pleno fervor,
trabajo. escrita por un patriota que no se eximió ni
Para saber por qué, podemos observar el texto siquiera a sí mismo en el esfuerzo por entender
que Bloch compuso un año antes, L’Étrange en qué punto su país se había equivocado, y que
defaite, un apasionado relato sobre la derrota de actuó con consecuencia cuando se produjo el
Francia en 1940. Escrito al calor de la ira y la llamamiento final a los patriotas a arriesgar sus
desesperación, Bloch planteaba la siguiente vidas en la lucha por deshacer el error, como lo
pregunta histórica: ¿por qué su país había sido hizo eminentemente Bloch dos años después,
derrotado? Lo sorprendente es que sus respuestas torturado y ejecutado por los nazis debido a su
permanecen enteramente dentro de la óptica papel como organizador de la Resistencia. Pero
psicológica de su Apologie. El análisis consiste como explicación histórica de la caída de
esencialmente en una enumeración de los estados Francia, el documento es claramente deficiente.
mentales –capacidades, perspectivas y actitudes– Las razones para esta deficiencia son de dos
de los actores de la tragedia, según él los veía. clases. En parte se debe a la tendencia
¿Por qué el Tercer Reich había ganado la guerra? psicologista que tuvo la obra de Bloch desde el
“El triunfo alemán fue –escribe–, esencialmente, principio, y que en 1940 lo llevó a tratar como
un triunfo del intelecto.”28 Es decir, el alto mando explicaciones lo que en realidad eran solo
alemán había entendido, y los franceses no, que descripciones de las –a sus ojos– diversamente
la velocidad –la Blitzkrieg de tanques y aviones– deplorables mentalidades de sus compatriotas,
había pasado a ser la clave para la victoria en el sin detenerse a preguntar acerca de qué podría
campo de batalla. Pero no solo eso. Bloch haber dado lugar, en términos históricos, a una
suponía bastante creíble la idea de que “Hitler, república tan uniformemente podrida como él
antes de elaborar sus planes para la campaña, entonces la percibía.31
convocó a un grupo de psicólogos y les pidió su Pero además de esta debilidad epistemológica,
consejo”, con la consecuencia de que los había también un punto ciego político. A la edad
subsiguientes bombardeos “en picada” de los
alemanes apuntaban más a los nervios que a los
órganos corporales.29 En el lado francés, los
30
“Ce n’est pas seulement sur le terrain militaire que notre
défaite a eu ses causes intellectuelles”, ibid., p. 162.
31
Hay una gran ironía en el hecho de que Bloch, quien
28
“En d’autres termes, le triomphe des Allemands fut, dedicara tan vívidas páginas de su Apologie al problema de la
essentiellement, une victoire intellectuelle et c’est peut-être là falsificación, acabara siendo él mismo su víctima: en su relato
ce qu’il y a eu en lui de plus grave”, Marc Bloch, L’Étrange de la derrota de Francia por lo menos tres veces cita como
défaite, París, Ed. Franc-Tireur, 1946, pp. 55-56. fuente las falsas conversaciones de Hermann Rauschning con
29
“On a raconté que Hitler, avant d’établir ses plans de Hitler, sin ponerlas en duda, véase L’Étrange défaite, op. cit.,
combat, s’était entouré d’experts en psychologie”, ibid., p. 73. pp. 163, 171, 191 (párrafo final del libro).

Prismas, Nº 18, 2014 255


de 28 años, Bloch se había hundido con ardor en Montaigne: que “en aquel entonces, las
las trincheras de la Primera Guerra Mundial. inteligencias más sólidas no escapaban al
Ascendido al rango de capitán, y atesorando prejuicio común, ni podían hacerlo”?34 Eso sería
cuatro condecoraciones, Bloch se regocijaba en demasiado fácil. Remontándonos a la
la derrota final de los boches, como él mismo observación de Ginzburg de que siempre hay
llamaba a los alemanes. Veintidós años más conflictos dentro de los giros idiomáticos emic y
tarde, en su Apologie, todavía escribía etic, constatamos que hubo otros –al principio,
líricamente: “Durante el verano y el otoño de pocos, más tarde muchos– que vieron con
1918, antes de haber respirado la alegría de la perfecta claridad aquello frente a lo que Bloch
victoria […] ¿sabía yo realmente lo que encierra cerró los ojos, en ese momento y después. Basta
esa hermosa palabra?”.32 La masacre de siete con pensar en Luxemburgo o en Lenin, o para el
millones de personas en la carnicería de la guerra caso en Bertrand Russell o en Romain Rolland.
entre las potencias imperialistas no parece Existía una palabra contemporánea que estaba
haberle ocasionado ninguna reflexión crítica, ni inmediatamente disponible para entender la
en ese momento ni después. Aunque parezca verdadera naturaleza del conflicto, pero Bloch
increíble, en una fecha tan tardía como 1940, nunca se atrevió a usarla. En lugar del término
Bloch podía todavía describir ese descenso de la imperialismo, prefirió quedarse con los tropos del
civilización liberal a la barbarie como una lucha socialpatriotismo, llegando incluso, en la frase
por “la justicia y la civilización”. Tan poco más desafortunada que jamás escribió, a
habían incidido en él las realidades del conflicto descartar la idea según la cual “la guerra es un
que nunca le dedicó una mirada retrospectiva a asunto de los ricos y de los poderosos, y los
su período de servicio en Argelia durante el pobres no deberían tener nada que ver con ella”,
apogeo de la guerra, cuando su regimiento fue con el siguiente comentario: “como si en una
enviado a ejecutar la represión colonial para sociedad antigua, cimentada por siglos de cultura
ayudar a sofocar la resistencia al reclutamiento compartida, los humildes no estuvieran siempre,
forzoso de campesinos en el Magreb para para bien o para mal, obligados a hacer causa
los mataderos de Flandes. ¿Qué patriota común con los poderosos”.35 ¿Siempre? Que lo
cuestionaría el derecho de Francia a poseer un digan las revoluciones de Febrero y Octubre.
imperio que se extendiera desde el Caribe y a Más sorprendente aun que la ceguera política
través de África y hasta los mares del sur? de Bloch, sin embargo, es el vacío
Bloch era un hombre humanitario, libre de la epistemológico en el que cayó. Sucede que,
histeria chauvinista de un Durkheim o un independientemente del centro existencial que
Seignobos, y sus actitudes eran, por supuesto, significó para él, la Primera Guerra Mundial
ampliamente compartidas entre sus continuó representando un vacío explicativo.
contemporáneos. El antropólogo Marcel Mauss, a Bloch no parece haberse preguntado por las
quien Ginzburg ha dedicado otro ensayo causas del conflicto en ningún momento de su
laudatorio, fue un socialista internacionalista vida. Su única reflexión histórica sobre la guerra
hasta que se convirtió, en el año de 1914 y de un fue un ensayo sobre la psicología colectiva de las
día para el otro, en entusiasta nacionalista. noticias falsas –los rumores– en condiciones de
Recién salido de las masacres de la guerra, guerra, una trivialidad dentro de la enormidad de
Mauss pudo deplorar la violencia de los la catástrofe que lo circundaba. Así que cuando
bolcheviques, y declarar tranquilamente en Rabat llegó la Segunda Guerra Mundial, como secuela
que “Marruecos no es y nunca ha sido un país largamente pronosticada de la Primera, Bloch ni
árabe”.33 Así que, ¿no se podría decir de Bloch, siquiera era capaz de ver que la derrota de
como atenuante, lo que él mismo decía de

34
“Les plus fermes intelligences n’échappaient pas alors,
32
“Avant d’avoir moi-même, durant l’été et l’automne 1918, elles ne pouvaient pas échapper au préjugé commun”,
respiré l’allégresse de la victoire […] savais-je vraiment ce Apologie…, op. cit., p. 65 [Apología…, op. cit., p. 137].
35
qu’enferme ce beau mot ?”, Apologie…, op. cit., p. 14 “Ils proclamaient que la guerre est affaire de riches ou de
[Apología…, op. cit., p. 71]. puissants à laquelle le pauvre n’a pas à se mêler. Comme si, dans
33
“Le Maroc n’est pas, n’a jamais été un pays árabe”, Marcel une vieille collectivité, cimentée par des siècles de civilisation
Mauss, Oeuvres, París, puf, 1969, vol. II, p. 563. Palabras commune, le plus humble n’était pas toujours, bon gré mal gré,
pronunciadas en 1930. solidaire du plus fort”, L’Étrange défaite, op. cit., p. 160.

256 Prismas, Nº 18, 2014


Francia que tanto lo entristeció fue un efecto de método es tan marcado que probablemente solo su
la victoria acerca de la cual él antes se había actitud frente a la Primera Guerra Mundial sea
regocijado, y que había dejado a su país con capaz de explicarlo.
pérdidas proporcionalmente mayores a las de Los reyes taumaturgos, que también era un
cualquiera de las grandes potencias, e incapaz de favorito de Momigliano, es otro asunto. No es
combatir por segunda vez de la misma manera, nada sorprendente que haya inspirado al joven
sin ningún aliado en el Oriente. Ginzburg para convertirse en historiador. Lo
Nada de esto, por supuesto, afecta la estatura que Ginzburg desarrolló a partir del ejemplo de
de Bloch como medievalista, que sigue siendo Bloch fue aquello que llamó el “caso”. En este
insuperable. Ningún historiador es contexto, la palabra no significa un “estudio de
omnicompetente. Lo que Bloch logró con su caso”, como utilizamos normalmente el término,
profundo compromiso con la comprensión es sino algo más cercano a su opuesto –en alemán,
suficientemente extraordinario. En su ejercicio, de donde proviene este uso, no Fall, sino Kasus–.
una vez situado bien atrás en el pasado, a La referencia de Ginzburg es a una obra notable,
menudo podía proporcionar, junto con la Einfache Formen (Formas simples). de André
interpretación, explicaciones mucho mejores que Jolles, el distinguido filólogo holandés que se
lo que su principio sociopsicologista podría convirtió al nazismo. Su argumento era el de que
sugerir. Los Reyes taumaturgos ilustra la forma la literatura surge de ciertas formas elementales
en la que interpretación y explicación podían de la lengua, que aun no son en sí literarias. Para
coexistir en su obra. Lo que interesaba Jolles, estas formas eran la leyenda, la saga, el
principalmente a Bloch, y ocupó la mayor parte mito, el enigma, el dicho, la broma –y el caso–.
de su trabajo, era esencialmente la mística de la Lo que quería decir con “caso” es lo que alguna
realeza sagrada y la perspectiva del enfermo vez fue explorado por la iglesia romana bajo la
suplicante. Comparativamente, su análisis de lo rúbrica de “casuística”, a saber, un
que desde otra perspectiva debe considerarse acontecimiento, real o hipotético, que desafía la
como el verdadero remate de su historia, a saber, aplicación directa de una regla moral o lógica, y
el carácter esporádico de la escrófula como que requiere de un juicio delicado o un ingenio
enfermedad cuya cura natural libraba a la intelectual especial para su clasificación o
imposición de manos del descrédito sistemático, resolución. Los ejemplos que Jolles aporta para
es sorprendentemente breve. Más que el –a priori este tipo de forma sencilla venían, sucesivamente,
previsible– deseo de los gobernantes de aumentar de los faits divers de la prensa del siglo xx, de
su poder y de los enfermos de encontrar una los juglares medievales, de cuentos recurrentes
cura, esta explicación materialista de lo narrados en Cachemira en el siglo xi y de la
milagroso constituye el golpe maestro teología de fines del siglo xvi.36 Todos ellos
–aparentemente no buscado– de Bloch. implican algún tipo de antinomia que perturba las
La comprensión se preocupa por intenciones, y normas establecidas.
la explicación se pregunta por causas. Estas Por lo tanto, los casos en el sentido propuesto
instancias serían indistinguibles si los eventos por Ginzburg son anómalos antes que típicos,
fueran siempre el resultado de las intenciones casi por definición. Como se sabe, se trata, en su
humanas, pero no lo son. Bloch estaba obra, de los Nicodemistas de dos lenguas, los
comprometido programáticamente con la prioridad nocturnos Benandanti, el molinero friulano y los
de la comprensión, aunque, por supuesto, en sus hombres lobo del Báltico. En sus estudios sobre
grandes obras, Los caracteres originales de la ellos, siempre hay una reconstrucción del
historia rural francesa y La sociedad feudal, se universo subjetivo del sujeto anómalo, que Bloch
ofrecen muchas explicaciones poderosas. La habría saludado como una hazaña de la
paradoja de L’Étrange defaite es que el objeto de comprensión considerada como el faro del
su análisis requería, más obviamente que cualquier historiador. Como dice Ginzburg, en cada caso la
otro tema anterior que hubiera tratado, antes que identificación de una anomalía subvierte una
nada una explicación objetiva. Sin embargo, a regla anterior, o la jerarquía historiográfica
diferencia de cualquier estudio extenso realizado
con anterioridad, su aproximación a este tema se
basó exclusivamente en la comprensión subjetiva. 36
André Jolles, Einfache Formen, Halle, Niemeyer, 1930,
El desajuste que se produce entre el objeto y el pp. 171-193.

Prismas, Nº 18, 2014 257


reinante, en la medida en que provoca una nueva es casual que sea este historiador conservador,
generalización –la persistencia de las tradiciones que observa el período previo a 1914 desde la
milenarias del chamanismo, o la existencia de perspectiva de Viena, en lugar de Berlín, París,
corrientes subterráneas del materialismo en las Londres o San Petersburgo, quien haya ofrecido,
culturas populares de comienzos de la Europa por mucho, la mejor explicación de la Primera
moderna–. Estas conclusiones se basan en los Guerra Mundial, elaborada a través de un
descubrimientos del historiador. Sin embargo, conjunto sorprendente de argumentos
cabe preguntarse si su generalización supone contrafactuales.38 Aquí rigen las causas, no los
también una causalidad. Debido a la falta de casos.
pruebas, en casos de esta naturaleza eso ya es Sin embargo, no es necesario elegir entre estas
menos claro. ¿Por qué motivo persistió el dos aproximaciones. El oficio de historiador
chamanismo y qué fue lo que hizo que permite tantos tipos de investigación como la
finalmente desapareciera? O, ¿de dónde provino pintura admite estilos pictóricos. El tremendo
el materialismo popular y a qué se debe su crítico italiano de arte Roberto Longhi, otra
irregularidad? Las respuestas no están referencia clave para Ginzburg, detestaba a
disponibles, o tal vez no existan. La revelación y Tiépolo, pues lo acusaba de haber abandonado el
la interpretación son las espadas y los corazones blanco y negro por un tecnicolor digno de Cecil
de este tipo de investigación; y la explicación, B. de Mille, lo que mató a la pintura italiana
sus diamantes o tréboles. durante un siglo. Pero incluso él, componiendo
¿Qué implica esto para la microhistoria un diálogo entre Tiépolo y Caravaggio, uno de
practicada por Ginzburg? Recordando que la sus ídolos, le permitió a Tiépolo una réplica
acuñación del término proviene del microscopio, final.39 Las tabernas de uno y los triunfos del otro
Ginzburg observa que el prefijo hace referencia a no son incompatibles.
la intensidad del escrutinio, y no a la magnitud de Finalmente, ¿cuál es la política de la obra de
lo que se está analizando. Pero un microscopio, Ginzburg? A primera vista, la pregunta puede
para ser de utilidad, debe estar enfocado en lo parecer fuera de lugar. La microhistoria se
muy pequeño, pues de nada sirve utilizarlo para inspiró en buena medida en los Annales de los
mirar al cielo. Para eso se necesitan otros años de entreguerras, que polemizaban contra la
instrumentos. La subversión de las jerarquías historia política o militar, persiguiendo la
historiográficas, se podría añadir, tampoco es una excavación de estructuras más profundas de la
capacidad específica del microscopio. A su sociedad. Entre estas, la más importante para la
manera, un derrocamiento no menos sorprendente microhistoria fue la de las mentalidades
se produjo durante el mismo período en el más populares, que serían estudiadas mediante la
macroscópico de los niveles, a través de la obra nueva operación de proximidad intensiva.
de Paul Schroeder, tal vez el mejor historiador También se podría pensar que el énfasis de la
estadounidense vivo, cuyo Transformation of microhistoria de Ginzburg en lo que perdura
European Politics 1763-1848, y otros ensayos durante mucho tiempo y es a menudo
relacionados, revolucionaron la historia inconsciente –los componentes inmutables de la
diplomática, uno de los más desgraciados entre naturaleza humana según Warburg o Lévi-
todos los campos de la disciplina, que por mucho Strauss– debe acabar disminuyendo en gran
tiempo estuvo muy cerca del fondo del escalafón medida la importancia de la política como ámbito
del que habla Ginzburg, y contra el cual los del cambio consciente y activo por excelencia.
Annales reaccionaron más radicalmente. Una mirada a los recientes ensayos de Ginzburg,
Schroeder reescribió la lógica del arte de gobernar
de los siglos xviii y xix a través de una nueva
forma de historia internacional, que ahora se
encuentra, conceptual y empíricamente, cerca de Schroeder (eds.), “The Transformation of European Politics
las alturas más desafiantes de la disciplina.37 No 1763-1848”: Episode or Model in Modern History?, Münster
y Nueva York, Lit Verlag/Palgrave Macmillan, 2002.
38
“Embedded Counterfactuals and World War I as an
Unavoidable War”, en Paul Schroeder, Systems, Stability and
Statecraft. Essays on the International History of Modern
37
Véase Paul Schroeder, The Transformation of European Europe, Nueva York, Palgrave, 2004, pp. 157-191.
39
Politics 1763-1848, Oxford, Clarendon Press, 1994, y el Roberto Longhi, Da Cimabue a Morandi, Turín, Einaudi,
volumen de debates dedicado a él: Peter Krüger y Paul 1974, pp. 1026-1034.

258 Prismas, Nº 18, 2014


sin embargo, es suficiente para disipar la exactitud bíblica o no de sus tratamientos de la
impresión de estar frente a un historiador escritura cristiana o de cualquier otra escritura
apolítico. Sería extraño que no fuera así, en una sagrada. Pero la religión (en estado de ánimo
sociedad tan politizada como la Italia de nominalista, Ginzburg a veces duda de que el
posguerra. Pero entonces, ¿cómo se debe definir término posea significado constructivo alguno) es
esa política? La política de Ginzburg se mueve una cosa, y la Iglesia es otra. Ginzburg nunca ha
mediante insinuaciones y alusiones oblicuas, no ocultado su hostilidad hacia la institución
mediante afirmaciones contundentes. Pero cada responsable por la Inquisición, y hacia un
vez que se sugiere una posición, lo que a menudo Vaticano que continúa poseyendo un poder
sucede en los virajes autorales que se encuentran extensivo en Italia. La importancia de la
hacia el final de los textos, las implicaciones son Ilustración como referencia central para sus
claras. Las cuestiones a las que suele aludir escritos más recientes proviene en buena parte de
Ginzburg incluyen: la Shoah, el ataque contra el este hecho. Las campañas, hayan sido directas o
World Trade Center y el Pentágono, la guerra indirectas, de Bayle, Voltaire, Diderot o Hume
contra Irak, el régimen de Berlusconi, contra la persecución y la intolerancia aparecen a
la posibilidad de la aniquilación nuclear, la sus ojos como la herencia que aquellos que
clonación y la destrucción del medio ambiente.40 llegan a Europa desde otras orillas y confesiones
En algún sentido, la lista habla por sí misma. Es tienen derecho a esperar de ella en nuestra propia
selectiva, al igual que cualquier política. No se época, y frente a la cual la Iglesia desde Montini
incluyen temas relacionados con la Nakba, la a Ratzinger aún debe medirse: la Ilustración
guerra contra Yugoslavia, la ley en Italia, la continúa siendo ejemplar para nosotros hasta hoy,
oligarquía nuclear, el dominio de los mercados por su valentía moral y por su imaginación.
financieros o la civilización del capital. Lo que El reconocimiento por parte de Ginzburg de la
está claro, sin embargo, es que el impulso deuda que tenemos con las mentes de aquella
primario de la reacción de este historiador frente época conforma una profunda corriente
a eventos públicos en el mundo contemporáneo subterránea que atraviesa gran parte de su obra
es un impulso ético. más reciente. Pero puede resultar significativo
Esa afirmación requiere una especificación que –al menos hasta ahora– le haya dado poco
inmediata. Ninguna postura es más ajena a lugar a dos pensadores, Montesquieu y
Ginzburg que la del moralismo de cualquier Rousseau,42 que fueran los grandes teóricos
clase. La expresión más extensa de su punto de políticos de la época. ¿Podría su relativa ausencia
vista político se puede encontrar en un diálogo de la nómina ilustrada de Ginzburg sugerir cierta
con Vittorio Foa –un amigo de su padre, y el incomodidad ante ellos? La ausencia de las
líder histórico de la izquierda italiana– publicado Cartas persas en la genealogía del extrañamiento
en 2003. En él, Ginzburg comenta que se siente es lo suficientemente evidente. ¿Y El espíritu de
atraído por la casuística porque no predica las leyes? ¿Será una obra demasiado sistemática,
(preacherly).41 De hecho, la casuística fue a los ojos de alguien que se resiste a los sistemas
perfeccionada por los jesuitas, y el gusto de de pensamiento, como para ganarse la atención
Ginzburg por ella nos lleva a uno de los nodos de de Ginzburg?, ¿o simplemente demasiado
su posición política. Sin ser creyente él mismo, centrada en las estructuras políticas de las que se
Ginzburg respeta las religiones y celebra su apartaban los Annalistas? Rousseau, confinado a
convivencia multicultural y su reinterpretación un pasaje ominoso de Émile, es quizá la omisión
flexible –su “ajuste”, como él lo llama– a la luz más significativa. ¿Demasiado sacerdotal?
de acontecimientos contemporáneos. Los jesuitas ¿Demasiado revolucionario? Habrá que esperar
fueron grandes maestros de este arte, dignos de para ver.
ser admirados como tales, más allá de la

42
Montesquieu realiza una breve aparición en “Provincializing
the World: Europeans, Indians, Jews” [1704], Postcolonial
40
Carlo Ginzburg, Il Filo e le tracce, op. cit., pp. 220-224, Studies, nº 2, 2011, pp. 141 y 146; Rousseau una un poco más
136-137; “Public Secrets”, en Occhiacci di legno, op. cit., extensa en “Lectures de Mauss”, Annales. Histoire, Sciences
pp. 69, 207. Sociales, vol. 65-66, 2010, pp. 1308 y ss., donde aparece como
41
Vittorio Foa y Carlo Ginzburg, Un dialogo, Milán, una fuente para las ideas sobre el don de Mauss, elogiado por
Feltrinelli, 2003, p. 81. su sabia condena de la violencia bolchevique en 1923.

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Entonces, ¿cómo se debe describir el lado ser capturado por cualquiera de ellas, ¿podría
político de este historiador? En una reseña, el intentarse una definición más exacta de su
eminente poeta y crítico italiano Franco Fortini, política? Quizás esta. Si nos fijamos en lo que lo
que conocía a Ginzburg, describió Historia ha movilizado a hacer comentarios, directa o
nocturna como el trabajo de un conservador indirectamente, sobre las cuestiones del día,
liberal. No usaba esos términos en su sentido vemos que casi siempre se ha tratado de algún
americano, sino en su sentido europeo, que no caso de amenaza para la vida o para la libertad.
implica ningún oxímoron. En aquella ocasión, la Es una política defensiva. En su diálogo con Foa,
descripción pareció fuera de lugar.43 Pero hay un Ginzburg presionó a su amigo para que arrojara,
sentido honorable de cada uno de esos términos como él dice, “las hojas muertas del
que puede aceptarse como una indicación del radicalismo”.46 El radicalismo –Rousseau fue una
lugar que Ginzburg ocupa hoy: liberal en lo que de sus personificaciones– tiene, sin embargo, la
se refiere a la tolerancia y las libertades capacidad de hacer brotar hojas nuevas, por lo
fundamentales, conservador en relación a la general un poco más brillantes que las hojas
naturaleza y al medio ambiente. ¿Qué sucede perennes de la moderación: sobre todo en Italia,
entonces con el término “populista”, que hace desde que un árbol jacobino fuera plantado en
veinte años parecía preferible a cualquiera de Roma en el año vi de la Revolución. El
estos? Se trata de un término al que recurre el radicalismo es un espíritu de ataque, no de
propio Ginzburg para describir el trasfondo de defensa, y ambos tienen su lugar en una política
sus primeros escritos, y que Franco Venturi más amplia. La defensa que Ginzburg hace de su
utiliza para su padre, a quien veía como el amigo Sofri puede servir como muestra de su
equivalente italiano de un narodnik.44 Al igual práctica política como un todo: evitar una
que “liberal” y “conservador”, tiene alguna injusticia, y no denunciar esta justicia –basada en
aplicación, en el sentido de que una fuerte la recompensa legal para la delación y la
simpatía y solidaridad con la vida popular protección de los testigos comprados– como
informa toda la obra de Ginzburg, quien una vez sistema que debería ser abolido. No se debe tener
describió la microhistoria como una demasiadas esperanzas ni objetivos tan altos. En
“prosopografía desde abajo”.45 Pero el populismo el final del que tal vez sea el más poderoso de
es también un término ambiguo, que tiene todos sus ensayos, “Matar a un mandarín chino”,
muchas otras connotaciones, demasiadas –la Liga que habla sobre el embotamiento de nuestros
del Norte es populista, pero para el establishment sentimientos producido por la distancia, se lee:
europeo también lo es cualquier revuelta contra “Extender nuestra compasión a los seres
su poder– como para que pueda servir como más humanos harto distantes de nosotros sería, me
que una descripción muy tentativa, aproximativa temo, un acto de mera retórica. Nuestra habilidad
e inexacta, de su actitud. para contaminar y destruir el presente, el pasado
Teniendo en cuenta que a Ginzburg no le y el futuro es incomparablemente mayor que
gustan las etiquetas de ningún tipo, y que evade nuestra débil imaginación moral”.47 o

43
Perry Anderson, A Zone of Engagement, op. cit., pp. 227-228.
44 46
Carlo Ginzburg, Il Filo e le tracce, op. cit., p. 283. Vittorio Foa y Carlo Ginzburg, Un Dialogo, op. cit., pp. 37
45
E. Muir y G. Ruggiero (eds.), Microhistory and the Lost y ss., 93 y ss.
47
Peoples of Europe, op. cit., p. 7. Carlo Ginzburg, Occhiacci di legno, op. cit., p. 207.

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Reseñas

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
José Emilio Burucúa,
El mito de Ulises en el mundo moderno,
Buenos Aires, Eudeba, 2013, 246 páginas

Un ánimo atento a las fórmulas interés en el tema) ha publicado sensiblemente distinto del que
expresivas que han moldeado los otros dos trabajos sobre el pareciera desprenderse de la
rasgos distintivos de la cultura héroe, el de T. Van Nortwick épica homérica. Píndaro abrió el
en Occidente difícilmente podría (2008) y aquel de S. Montiglio camino reivindicando la figura
desentenderse del rol que (2011). A este verdadero de Áyax y Esquilo caracterizó
Odiseo, Ulises, el célebre campo de estudios que gravita al héroe como un descendiente
soberano de la isla de Ítaca, tuvo en torno de la figura del del miserable Sísifo, pero los
en la configuración de algunos itacense deberían agregarse ejemplos más cabales provienen
de los más ricos lugares otras notables contribuciones, de Sófocles y Eurípides,
comunes de la creación artística. como las de M. Fubini (1966), quienes llegaron a presentar a
El presente trabajo del profesor F. Bromner (1983), B. Rubens Ulises como un líder artero,
José Emilio Burucúa presenta y O. Taplin (1989), P. Boitani insensible y cruel. Sin embargo,
un rico disparador heurístico al (1992), P. Citati (2002), O. el influyente Platón manifestó
concentrarse en la recurrente Estiez, M. Jamain y P. Morantin admiración por la modestia con
presencia del héroe aqueo en las (2006) y P. Ford (2007). que el itacense había elegido
manifestaciones culturales del Consideración aparte merecen reencarnar en un hombre
mundo moderno, aquel que el estudio colectivo Odysseus/ común, libre de las exigencias
empieza a vislumbrarse en la Ulysses (1991) y el más de la vida pública y la hýbris de
inventiva de Dante y se reciente The Return of Ulysses. los héroes. Más adelante, la
transforma definitivamente en la A Cultural History of Homer’s escuela estoica se plegaría al
transición ilustrada hacia la Odyssey (2008), de E. Hall, por campo apologético, pero más
geografía industrialmente su ambicioso –y eficaz– bien admirando su carácter
determinada de nuestra propósito diacrónico. cosmopolita y ávido de
contemporaneidad. El “mito de Burucúa parte desde los conocimiento.
Ulises” significa, para el autor, mismísimos orígenes, Es preciso detenerse en esto
“el conglomerado de relatos que destacando las primeras último, porque Burucúa destaca
la cultura greco-romana representaciones conocidas del que el regreso estelar de Ulises a
elaboró” sobre la figura de mito, en sendas oinochoé y la cultura occidental está ligado
aquel, y el foco se dirige hacia pithos que datan del siglo viii a aquel deseo irrefrenable de
el “problema cultural de la a.C., esto es, en el momento en conocer. Se refiere a la
transmisión histórica de este que la obra homérica estaba Commedia de Dante, en cuyo
mito”. siendo inmortalizada mediante canto xxvi del Infierno el héroe
La obra reconoce el la evidencia escrita. Pero solo aparece castigado por su sapere
precedente del profesor W. B. hacia los siglos v y iv este tipo aude –que Horacio le atribuyera
Stanford, quien con The de composiciones pictóricas oportunamente– y confiesa
Ulysses Theme (1954) llevó a ganarían en riqueza narrando aventuras posteriores a
cabo una erudita inquisitio compositiva, en paralelo al su reencuentro con su tierra, su
sobre la figura del itacense y florecimiento de las letras y la mujer, su hijo, su padre, su reino,
supo ir más allá de las fronteras cultura clásica. Una novedad ninguno de los cuales pudo
de la Antigüedad. Más sería la aparición de retratos vencer su anhelo de “correr por
recientemente, la Universidad satíricos de Odiseo. doquier a la ventura, por conocer
de Michigan (que con la A partir de esto último, el mundo como experto, y al
reedición en la década de 1960 recuerda Burucúa que el hombre con sus vicios y
el libro germinal de Stanford Laertíada recibió por parte de cultura”. Inaccesibles los poemas
había demostrado su particular los atenienses un trato homéricos, Alighieri debió

Prismas, Nº 18, 2014 263


recurrir a otras fuentes. Al relieve “una fuerza necesaria, la laureado Ronsard –autor de la
rastrearlas, Burucúa reconstruye traída consigo por las formas y truncada Franciade, mediante
la trayectoria del héroe por fuera figuras que regresan a la la cual se había propuesto
de Homero y Atenas, plenitud de la vida histórica de suministrar a los Valois su
comenzando desde Roma, donde los hombres e involucran tanto propio linaje troyano–. Burucúa
entre los siglos iii y i el teatro de a la obra de nuestro intelecto le atribuye a Dorat el haber
Ennio, Pacuvio, Accio y Plauto cuanto a la de nuestras pasiones contribuido a “transformar al
así como la Eneida de Virgilio y afectos” (p. 67). personaje de la Odisea en un
presentaron una versión un tanto Ahora bien, la Commedia espejo mitológico de los reyes
crítica, muy similar a la de los inauguró tanto como exhumó, de Francia” alrededor de 1550
trágicos atenienses. Cicerón, en pues la recuperación de la al destacar en el itacense las
cambio, tal vez por la influencia Odisea gracias al bizantino virtudes de la paciencia, la
de estoicos y platónicos, veía en Leoncio Pilatos, en tanto sabiduría, la piedad, la justicia
Odiseo un ejemplo de virtud por traductor, y a Boccaccio, en y la moderación, características
su patriotismo, su constancia y tanto divulgador, limitó la que permitieron a los Reyes
su sed de contemplación de lo difusión del Ulises dantesco y, Cristianísimos evitar la
más elevado, tal como lo haría con él, los retratos medievales. tentación de ceder a los
Séneca algunas generaciones Burucúa agrega que la inmensa encantos del protestantismo.
más tarde. Pero la principal influencia de Boccaccio se La recepción del mito
fuente romana para el complementaría poco después durante la Edad Moderna
imaginario medieval que con un nuevo capítulo podría resumirse, según
estimuló la imaginación de típicamente renacentista: la Burucúa, en dos grandes
Dante sería Ovidio, recuperación de la hermenéutica esquemas argumentales
especialmente en sus neoplatónica. En este caso, se asociados con el nombre de
Metamorfosis, donde el itacense trataba específicamente de la Ulises. Por una parte, verifica
destacaba por la fina oratoria lectura mística y alegórica que durante el Cinquecento dos
que lo hizo merecedor de las hiciera Porfirio en Antro de las complejos de oposición: uno
codiciadas armas de Aquiles y, ninfas. Tal como lo harían moral, ligado a la prudencia y
transitivamente, por su después de él los hombres del el engaño, y otro filosófico, que
propensión a la concordia. Renacimiento, Boccaccio se opone la sabiduría al
Burucúa señala que los sirvió también del trabajo de conocimiento falso. Mientras
medievales (entre los cuales algunos padres cristianos (San que la literatura emblemática de
habría que destacar la Roman Jerónimo y San Basilio, Alciato y el Quijote de
de la Troie, de Benoît de Saint- principalmente), que habían Cervantes recurrieron con
Maure) debieron construir una intentado en la transición frecuencia al Laertíada como
narrativa original sobre el ciclo tardoantigua reescribir la ejemplo de discernimiento
troyano basándose en fuentes mitología pagana en clave moral, serían ánimos escépticos
dispersas o bien poco moral y cristiana. (entre los cuales incluye a
confiables. Más allá del rico Burucúa observa que a lo Montaigne y a Shakespeare) los
material provisto por Ovidio, el largo del siglo xvi serían los que destacarían el ejemplo de
suministro principal estuvo en humanistas, impulsados por las discernimiento gnoseológico
las enigmáticas crónicas De ambiciones propagandísticas de con que Odiseo supo reconocer
excidio Troiæ historia, del las monarquías, los encargados la imposibilidad de acceder a
incógnito Dares Frigio, y aquel de “devolverlo a la vida”. La los misterios del mundo.
Ephemeridos belli Troiani del “altericidad y comicidad” que Por otra parte, percibe durante
tal Dictis Cretense. Aun con le otorgara Aldo Manuzio la era barroca una divergencia
esta fundamentación medieval, repercutiría en Erasmo y, entre representaciones fabulosas
Burucúa afirma que Dante transitivamente, en Rabelais, y burguesas del mito. Encuentra
participaba, al mismo tiempo, pero la consagración transalpina numerosos ejemplos de las
de la conflictiva y renacentista de Odiseo llegaría con la primeras en el teatro del Siglo
operación de lo que A. Warburg Pléyade, y más precisamente de Oro español, de acuerdo con
llamara “la vuelta a la vida de con Jean Dorat, el experto una tendencia de mirar al
lo antiguo”, pues ponía de helenista que instruyó al mundo antiguo de forma “cada

264 Prismas, Nº 18, 2014


vez más ilusoria, ficcional, occidental como en la preguntarse si el análisis de la
risueña e irónica” (p. 129). La desarticulación social producida reescritura de Il retorno
contraparte sería una reacción por el capitalismo en el interior d’Ulisse a la patria por parte
antihomérica ligada a la de las sociedades europeas. de Luigi Dallapiccola no es la
configuración de los valores Entre A. Tennyson, S. Coleridge oportunidad de condensar las
burgueses que conllevaba el y el Moby Dick de Melville en preocupaciones que
objetivo de desacralizar el las letras y J. W. Turner, H. estructuraron este libro, pues en
mundo clásico, tal como lo Füsli y F. Preller en la pintura la sensibilidad de este último se
expresara la pintura flamenca parecieran interpretarlo en tanto percibe, concluye Burucúa, el
y la joven ópera epítome de la entereza, en nudo trágico que marcaría al
(específicamente en la obra palabras de Nietzsche, “sorda mundo de posguerra.
alusiva al retorno de Odiseo frente a los señuelos de los Estamos ante una obra
compuesta por Monteverdi y viejos cazadores metafísicos” imprescindible a la hora de
Badoaro). Basándose en esta que intentaban desviarlo de su calibrar el itinerario expresivo de
premisa, Burucúa se inclina a verdadera naturaleza. las representaciones del héroe en
otorgarle plausibilidad a la Nuestra contemporaneidad Occidente, y para comprender
hipótesis de Adorno y demuestra, desde la perspectiva en todas sus dimensiones el valor
Horkheimer respecto del rol de Burucúa, que el nostos del de esta investigación sería
central del héroe en el itacense aún contiene variables conveniente ligar los mecanismos
advenimiento de los valores originales. Desde el retrato de metodológicos puestos en juego
culturales propiamente Duchamp (1913), pero sobre aquí con una herramienta
burgueses. todo desde la significativa hermenéutica inmejorable
Tal vez destacar la crítica a Ulysses (1922) de Joyce, el mito utilizada anteriormente por el
la naivété de los antiguos por recuperaría su versión satírica. autor: el concepto de
parte de Pierre Bayle vaya en En el caso de este último, su Pathosformel. Provisto por
busca de complejizar esta impacto sobre la cultura Warburg (1905), Burucúa se ha
última observación, pues el occidental ha sido tan profundo ocupado de definirlo (no ya en el
frondoso hombre de letras que toda referencia sobre la presente libro, donde lo subyace
afirmaba que la obra homérica jornada dublinesa de Leopold implícitamente, sino en Historia
era a los ojos de su tiempo Bloom aporta, en última y ambivalencia, de 2006, en el
“demasiado burguesa y solo instancia, una visión sobre la cual también anticipó algunas de
apta para la Comedia”. Tanto la larga narración que le sirve de sus hipótesis en torno de Odiseo)
risa de Bayle como la hipotexto. Burucúa destaca como un conjunto de formas
solemnidad de Madame Dacier también el magnetismo que históricamente determinado que
y Fénelon y el materialismo de provocó el héroe aqueo en “refuerza la comprensión del
Vico son, a los ojos de Burucúa, Chagall, y otorga un lugar de sentido de lo representado
los eslabones hacia la era privilegio a N. Kazantzakis, induciendo un campo afectivo
romántica del mito, prevista por quien con su propia Odisea donde se desenvuelven las
Goethe e inaugurada (1938) pareció comprender emociones precisas y bipolares
formalmente por el ethos de la mejor que nadie las pugnas que una cultura subraya como
Britania previctoriana. Desde el existenciales del Ulises dantesco. experiencia básica de la vida
punto de vista romántico, Ulises La investigación se cierra social”, y el eco de estas palabras
expresaba “la vida como con algunos ejemplos vertebra de un modo original la
movimiento perpetuo, rioplatenses e iberoamericanos travesía intelectual en que El
insatisfacción, desasosiego, de reapropiaciones del mito que mito de Ulises en el mundo
vagabundeo en busca de una incluyen al omnisciente Borges moderno embarca al lector.
explicación inalcanzable” y al Adán Buenosayres de
(p. 157). Y nuevamente la Marechal, entre los primeros, y
duplicidad: Odiseo desempeña a José Vasconcelos, Haroldo de
un rol tanto a la hora de Campos y la artista plástica Santiago Francisco Peña
expresar los desequilibrios Lenir de Miranda, entre los uba-Université
acarreados por la experiencia segundos. Pero es a la hora del de Paris-Sorbonne
transatlántica de la civilización apéndice donde cabe (Paris iv)/ conicet

Prismas, Nº 18, 2014 265


Julián Verardi,
Tiempo histórico, capitalismo y modernidad,
Buenos Aires, Miño y Dávila, 2013, 336 páginas

No son muchos los interpretación tradicional, de riqueza de la cultura medieval.


historiadores argentinos que se raíz burckhardtiana, cuya Establecida la distinción entre
han dedicado a la modernidad genealogía remonta a William ambos momentos, el resto del
temprana, aunque existen Camden y Francis Bacon, pero capítulo se ocupa del problema
ejemplos de gran calidad. El que podría extenderse también de las diferentes concepciones
libro de Julián Verardi forma a Giorgio Vasari en un contexto del tiempo y el cambio en el
parte de esa selecta tradición y más amplio.1 En este marco, la mundo medieval y moderno.
sus méritos la enriquecen: es Edad Media es concebida como Se discuten aquí las diversas
una obra erudita e inteligente, una época de atraso que el articulaciones de espacios de
sobre un conjunto de problemas Renacimiento habría renovado. experiencia y horizontes
pocas veces abordado en Verardi reconoce que de expectativa y las ideas de
español de modo tan profundo. Burckhardt y los suyos tiempo cíclico y tiempo lineal.
Tiempo histórico, capitalismo y exageran la oscuridad medieval, Especial consideración merece
modernidad postula que el pero interpreta que procedían el teorema de la secularización
proceso de transformación de ese modo para “enfatizar el planteado por Karl Löwith,
política y social de Inglaterra quiebre epocal que existía a según el cual el pensamiento
entre 1540 y 1640 dio lugar a través del Renacimiento entre moderno no consiste en la
una aceleración del tiempo la Edad Media y la Edad liberación de la razón y la
histórico y a una mutación del Moderna” (p. 25). La “rebelión emergencia de la confianza del
hecho mismo del cambio. La de los medievalistas” (entre hombre en sus propias
emergencia de lo que cuyos protagonistas el autor capacidades, sino en una idea
conocemos como una destaca a Etienne Gilson, de progreso que no es más que
“sensibilidad moderna”, Charles Haskins y Lynn la secularización de la
sostiene Verardi, es producto de Thorndike, pero que bien escatología cristiana. Verardi se
esos hechos. Se trata de una podría incluir a Gustave Cohen apoya aquí en la crítica de Hans
gran transformación, aunque y las obras pioneras de Henry Blumenberg a estas ideas,
temporal y espacialmente Thode y Émile Gebhart)2 habría según la cual la Edad Moderna
heterogénea. De acuerdo con la buscado corregir los abusos de debe pensarse como una
hipótesis del autor, la esa historiografía, exagerando a creación nueva, desligada del
coexistencia de dos sistemas de su turno la originalidad y la mundo precedente, cuya
producción y la dificultad de legitimidad se desprende de
concebir el cambio volvió a los concepciones de la historia y
hombres de aquel tiempo 1
Giorgio Vasari, Le vite de’ più del futuro por completo
conscientes de una profunda eccellenti architetti, pittori, et scultori inmanentes, que no dependen
crisis cultural, que los llevó a la italiani…, Florencia, 1550-1568, esp. el de eventos extrahistóricos para
reflexión, pero también a la proemio de la tercera parte; véase su realización. Asimismo, a
también Pierluigi De Vecchi y Elda
desesperación. Cerchiari, I tempi dell’arte, Milán, partir de la idea de que durante
El primer capítulo del libro Bompiani, 1999, vol. 2, p. 144. el medioevo nada alteraba el
2
está consagrado al cambio y a Gustave Cohen, La Grande Clarté du espacio de experiencia
Moyen Âge, Nueva York, Maison
un problema historiográfico française d’édition, 1943; Henry Thode,
conocido y las expectativas de
siempre central, el de las Franz von Assisi und die Anfänge der futuro se nutrían totalmente
continuidades y las rupturas Kunst der Renaissance in Italien, Berlín, de las experiencias del pasado,
que nos llevan a establecer una G. Grote, 1885; Émile Gebhart, L’Italie propuesta por Reinhart
mystique: histoire de la Renaissance
periodización determinada del religieuse au Moyen Age, París,
Koselleck, Verardi busca probar
pasado. El autor defiende una Hachette, 1906. que el lento ritmo del cambio y

266 Prismas, Nº 18, 2014


el extremo localismo medieval último punto, pues proveniente de Dios, estuviera
explican ese fenómeno, y que la reconocieron el cambio en el anclada en un sentido fijado en
transformación de esas pasado, lo propusieron para el la autoridad, cada vez que un
condiciones está detrás de la futuro y no pretendieron contenido nuevo contradijera lo
aceleración del tiempo histórico justificar la libertad porque así hasta entonces aceptado se
moderno. Pero junto con esa habían vivido siempre los produciría un conflicto
novedad, y antes de su ingleses, sino por la convicción importante, en general resuelto
consolidación, las de que una nueva sociedad en favor de la autoridad. Sin
transformaciones de 1540-1640 requería una nueva forma de embargo, los cambios que
son vividas como signos de que gobierno, tal como propondría supuso la aceleración del
el mundo se aproxima a su fin, también James Harrington. En tiempo histórico tuvieron como
y aparecen la condena del cuanto a la idea de historia, consecuencia que esos
cambio como sinónimo de destaca que su concepción contenidos nuevos fueran más y
decadencia, la reafirmación de como magistra vitae se más frecuentes. En
lo establecido y la profecía corresponde con un marco consecuencia, sostiene Verardi,
apocalíptica, siempre repetida y conceptual premoderno, en el la fe debió o bien ser separada
siempre decepcionada. cual todas las épocas son totalmente de la ciencia o bien
El segundo capítulo se iguales entre sí. Fue justamente equiparada a la razón en un
ocupa de dos casos ingleses en el período analizado que modo igualmente completo y,
particulares, en los cuales el historiadores como John Selden en ambos casos, la perdedora
problema del cambio aparece propusieron no solamente una de la ecuación sería la
como fundamental: el debate historiografía veraz, sino que autoridad, lo que llevaría, a su
acerca de la antigua reconocieron también “la turno, a un peso creciente de la
constitución inglesa y de diferencia entre las épocas”. experiencia sobre ella y a un
la conquista normanda en el Verardi concluye que los inédito elogio de la novedad,
marco de la discusión política, orígenes de la conciencia incluso en el vocabulario que se
y la concepción de la historia. moderna de la diferencia entre crea para describir una realidad
Respecto de lo primero, el autor pasado y presente no surgen del antes desconocida. El autor
sigue el largo debate sobre las pensamiento historiográfico, aborda estos problemas, entre
libertades del reino y las sino de un campo de juego otras cosas, a partir de la
prerrogativas real y inaugurado por la aceleración historia de los saberes prácticos
parlamentaria. J. G. A. Pocock del tiempo histórico, por el cual y teóricos de “sabios, artesanos y
ya había notado que los más la época contemporánea no navegantes”, lo cual destaca la
notables descubrimientos en podía ya reconocerse gran novedad de la empresa
este campo, la introducción de enteramente en el pasado. baconiana que celebra “el
la tenencia feudal y de Comparto esa opinión,4 aunque verdadero y legítimo
principios fundamentales del el minucioso análisis de esta matrimonio entre la facultad
derecho por parte de los sección deja en claro que las empírica y la racional” (cit. en
normandos, obra de Henry expresiones historiográficas y la p. 120), que luego se
Spelman, no fueron publicados metodológicas de tal cambio no prolongaría en los objetivos de
de inmediato ni entraron en el son irrelevantes para la forma la Royal Society. El cuarto
debate público enseguida.3 en que ese proceso se capítulo, que cierra la primera
Verardi sostiene que los manifiesta. parte del libro, es un excursus
Niveladores durante la El tercer capítulo está copernicano en el que se
Revolución encarnaron una dedicado a las cambiantes estudian las precondiciones
gran novedad acerca de este relaciones entre autoridad, de la verdad a partir de las
razón y experiencia. Según el implicaciones de las
autor, en tanto la verdad, observaciones astronómicas de
Galileo con el telescopio (y
3
John Greville Agard Pocock, The de sus críticos) para la
Ancient Constitution and the Feudal construcción de una idea nueva
4
Law A Reissue with Retrospect, Nicolás Kwiatkowski, Historia, de verdad a partir de la
Cambridge, Cambridge University progreso y ciencia, Buenos Aires, Miño
Press, 2004, pp. 99-100. y Dávila, 2009, p. 164. observación, los sentidos y las

Prismas, Nº 18, 2014 267


experiencias derivadas de ellos. idílica bajo la protección posible que en una sociedad
Aunque la digresión pueda patriarcal del rey “fue donde no hay nada fuera de la
parecer en principio paulatinamente erosionada por comunidad ese sea un ideal de
extemporánea, el papel de la el eclipse de la inscripción vida) o fortalecerlo (la
verdad y la experiencia en comunitaria de las personas en comunidad se produce con
la conformación de la la sociedad” (p. 208).6 Del Dios, la contrapartida de quien
sensibilidad moderna, objeto del mismo modo, Verardi interpreta se aparta de la sociedad para
libro, la justifica por completo. que la transición de la ello en el mundo moderno es
Tal vez sí podría observarse centralidad de la comunidad quien participa de la vida
aquí que el caso de Galileo se durante el medioevo a la del secular, fundamentalmente
vincula con las preocupaciones individuo en la modernidad política, que solo puede
y las prácticas de arquitectos y proviene de relaciones sociales pensarse en términos modernos
artistas del Renacimiento fundamentales radicalmente en ciertas condiciones sociales).
italiano, de Brunelleschi a distintas en cada caso: El séptimo capítulo aborda
Leonardo da Vinci: perspectiva, “solamente una vez que la los vínculos entre puritanismo,
óptica, experiencia, articulación inscripción de las personas en acción y progreso. Verardi tiene
de saber teórico y práctico son la sociedad dejó de depender de espacio allí para ocuparse de
comunes a todos ellos y no son su adscripción comunitaria fue tesis centrales de la
ajenas al dinamismo social y posible afirmar la libertad historiografía del siglo xx.
económico de las ciudades universal de las personas en Mencionemos apenas dos de
Estado italianas de la época.5 virtud de su humanidad y no de ellas. Por un lado, el tema de la
Un análisis de este tipo habría su pertenencia a una u otra ciencia y el puritanismo, que
extendido mucho el excursus, comunidad, a una u otra suscitó grandes debates a partir
pero podría haber provisto un corporación […]. Esta igualdad de la tesis de Robert Merton.
apoyo continental a la prueba y esta libertad propias a Correctamente, Verardi enfatiza
británica que sustenta la tesis individuos disociados inauguran las afinidades, centradas en las
general del libro. asimismo las condiciones de ideas de acción, transformación
La segunda parte se inicia posibilidad para el desarrollo y trabajo, que no implican el
con dos capítulos sobre la de la filosofía política del carácter indispensable del
comunidad y el individuo en el siglo xvii, que en la obra de puritanismo para el desarrollo
mundo moderno y en el Hobbes dejaría atrás los de la ciencia. Por otro lado, el
premoderno, que Verardi conceptos tradicionales de los texto se ocupa de la reforma y
conecta minuciosamente con lugares naturales y sus el capitalismo: se insiste en las
diferentes concepciones del funciones asociadas” diferentes concepciones de la
espacio físico. Así, el lugar (pp. 235-236). Tal vez quepa articulación entre economía y
natural aristotélico implica preguntarse aquí acerca de la sociedad según se trate del
una naturalidad del sitio del tensión entre la idea de mundo medieval o del mundo
cuerpo en el espacio que se comunidad como esencial para moderno (que, interpreta el
replica en la concepción de los la vida feudal y el ideal autor, proceden de distintas
lugares de distintas clases de medieval del anacoretismo.7 relaciones sociales entre las
hombres en la sociedad, lo que Esto podría debilitar el personas).8 Cabe lo mismo
a su turno tiene implicaciones argumento de Verardi (cómo es respecto de los paralelos
sobre las nociones de orden y posibles entre la noción de que
caos en el mundo físico y en el la naturaleza puede
mundo social. En ese sentido, 6
Nuevamente, el caso italiano, donde el transformarse mediante un
la imagen de una comunidad imaginario de los tres órdenes fue conocimiento orientado a la
puesto en jaque por la aparición de los
homines novi durante el Renacimiento,
podría haber provisto una interesante
forma de control historiográfico de la
5 8
Véase, por ejemplo, José Emilio hipótesis macro. Para una visión diferente de las causas
7
Burucúa, El libro de la naturaleza: Por ejemplo, Tom Licence, Hermits del mismo hecho, véase Otto Brunner,
Estudio acerca de las ideas de Galileo and Recluses in English Society, “La ‘casa grande’ y la ‘oeconomica’ de
Galilei sobre las artes figurativas, 950-1200, Oxford, Oxford University la vieja Europa”, en Prismas, nº 14,
Buenos Aires, ffyl, 1984. Press, 2011. 2010, pp. 117-136.

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práctica y la idea de que la del caso estudiado. Reaparecen […] que durante la Edad
sociedad puede y debe aquí problemas como el de las Media podía repetir
transformarse a partir de la relaciones entre la base indefinidamente su forma
acción. Según la idea de productiva de una sociedad y modificando contenidos pudo
Christopher Hill, que Verardi sus características culturales ser plenamente desacreditada”.
comparte, “los predicadores fundamentales: tendientes a la Tiempo histórico, capitalismo y
trataron de poner en términos reproducción y sospechosas de modernidad es, entonces, un
espirituales lo que los hombres la novedad en el medioevo, libro que trata sobre todo de
ya estaban haciendo” (p. 259). orientadas a la renovación los límites de lo pensable, pero
El epílogo del libro, permanente de las ideas y las no rehúye analizar las audacias
“Fuerzas productivas e representaciones en el del pensamiento. Está bien que
imaginación social”, enfatiza capitalismo. El autor insiste en así sea.
las preocupaciones teóricas de que “sólo cuando el futuro dejó
Verardi, evidentes en toda la de ser inmediatamente
segunda parte y centradas en reconocible en el pasado, la
una relectura del pensamiento ‘básicamente inmutable Nicolás Kwiatkowski
histórico de Karl Marx a partir estructura profética medieval’ unsam/conicet

Prismas, Nº 18, 2014 269


Franco Venturi,
Utopía y Reforma en la Ilustración,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2014, 240 páginas

La reciente edición de Utopía y Antes de pasar a reseñar el los 17 años Franco Venturi tuvo
Reforma en la Ilustración, contenido del libro, es que exiliarse en París debido a
clásico libro del historiador fundamental detenernos en el la persecución fascista, ya que
italiano Franco Venturi (1914- estudio preliminar de Fernando su padre había sido uno de los
1994), constituye una inesperada Devoto, “Franco Venturi: pocos profesores universitarios
pero enriquecedora novedad, historiador, intelectual, que no juramentaron su
acaso una hendija de luz en un político”, quien estuvo, además, fidelidad al régimen de
panorama editorial nacional más al cuidado de la presente Mussolini. En su exilio
bien nebuloso en relación a la edición, lo que puede parisino, que duraría hasta
presencia de historiadores observarse en la impecable 1940, combinó de manera
extranjeros. Decimos edición traducción de Hugo Salas y en complementaria sus inquietudes
inesperada ya que, en términos la selección de las imágenes políticas, participó en los
temporales, Utopía y Reforma que acompañan a cada capítulo círculos antifascistas de
dista de ser una primicia: y están en la cubierta del libro. Giustizia y Libertà, con sus
editado originalmente en Lejos de ser una mera cuestión incipientes pesquisas
Inglaterra en 1971, el libro reúne estética, cada imagen anticipa y académicas, realizó sus
las conferencias que dictó visualmente resume el estudios de grado y posgrado
Venturi en el marco de las contenido del capítulo, en la Sorbona y publicó sus
prestigiosas “George Macaulay enriqueciendo su lectura. primeras reseñas e
Trevelyan Lectures” en la Quienes hemos cursado con el investigaciones. Entre estas
Universidad de Cambridge profesor sabemos de su interés últimas sobresale Jeunesse de
durante el año académico 1968- por la historiografía italiana y, Diderot, libro que publicó
1969. Uno podría preguntarse, a particularmente, por el libro de cuando tenía tan solo 24 años y
simple vista, por qué debería ser mayor renombre de Venturi, El que cimentaba los primeros
relevante reseñar –siquiera populismo ruso (Alianza, peldaños de una, en términos
publicar– una serie de charlas 1981). En este estudio, Devoto de Fernando Devoto, “historia
sobre la Ilustración europea que reconstruye con la enorme política de las ideas que busca
un historiador italiano realizó erudición y precisión que lo el momento creativo de estas,
hace casi 45 años. Y, sin caracteriza el devenir político, que es cuando se articulan en la
embargo, su edición por primera académico e ideológico de práctica y en la acción política”
vez en español reviste radical Venturi hasta el momento en (p. 22). Si bien, tras duros años
importancia, no solo por la que fue invitado a dar estas de encarcelamiento –por la
escasez de textos de Venturi en conferencias en Cambridge. policía franquista primero y por
nuestro idioma, sino Así, situando al historiador en el régimen fascista después–
particularmente por la frescura el marco de las convulsiones Venturi disminuirá su
de las hipótesis sugeridas por el políticas y culturales de la militancia política, y su
historiador italiano, y cómo las Europa de entreguerras y de la curiosidad y erudición por el
mismas sembraron la semilla de segunda posguerra, Devoto pensamiento radical ilustrado,
una transformación en el campo traza las líneas del evidente las minorías activas y la
de los estudios sobre la historia diálogo que estableció este búsqueda de manuscritos
de las ideas y el pensamiento historiador y militante inéditos seguirán siendo los
político, particularmente en la socialista italiano con su signos inequívocos de su labor
mente de J. G. A. Pocock y presente. Nacido en Roma en como historiador académico.
otros historiadores de 1914 en el seno de una familia Utopía y Reforma en la
Cambridge. de intelectuales académicos, a Ilustración se divide en un

270 Prismas, Nº 18, 2014


apartado introductorio y cinco desde la perspectiva de la Holanda, Suiza, Inglaterra y
capítulos, que progresivamente creación activa, para lo cual Polonia, que revivieron el ideal
van desarrollando una focaliza en los contextos republicano en tiempos
preocupación fundamental por específicos de la praxis de las signados por el absolutismo.
comprender “el complejo pero minorías intelectuales. A partir Así, el primer capítulo, “Reyes
productivo equilibrio entre de estas premisas y y repúblicas en los siglos xvii
utopía y reforma” (p. 57) de la posicionamientos, Venturi y xviii”, rastrea con certeza las
Ilustración europea. Ya desde la aborda tres problemas experiencias de estas unidades
Introducción, Venturi retoma aparentemente diferentes, pero políticas y la manera en que se
una de las premisas que el historiador italiano aúna constituyeron en modelos
fundamentales del pensamiento en una historia política de la alternativos a los estados
ilustrado, el rechazo por la Ilustración: los vínculos entre la absolutos, pero dando cuenta
construcción de sistemas tradición republicana y las también de los problemas
filosóficos, para centrarse en el ideas ilustradas (temática internos que las acosaban
funcionamiento de las ideas política que desarrolla en los constantemente, tales como la
políticas durante el siglo xviii. primeros tres capítulos), el irrefrenable tendencia a la
Es decir, motiva su interés una derecho a castigar (tema moral, inestabilidad y los conflictos
genuina preocupación de en el cuarto apartado) y un internos, el conservadurismo
historiador de oficio, una intento de mapear geográfica y inherente a su estructura social,
búsqueda por dar una visión cronológicamente la o el permanente avasallamiento
realista y crítica del fenómeno, “evolución” de la Ilustración (el por parte de las monarquías
antes que la subordinación de quinto capítulo, acaso el más universales. Esta contraposición
su perspectiva bajo premisas interesante y polémico de entre monarquía y república en
ideológicas o filosóficas, sean todos). tanto que experiencias políticas
cuales fueren. Dialoga en este El primero de los problemas concretas también tuvo su
punto con Peter Gay, que en su que aborda Venturi es, como correlato en los debates
The Enlightenment: An decíamos, la vinculación entre políticos, particularmente en
interpretation, de 1967, había el republicanismo y la Inglaterra.
insuflado nuevos aires a los Ilustración en términos Precisamente, en el segundo
análisis sobre la Ilustración, políticos. Se plantea aquí una capítulo, “Los republicanos
aunque desde la otra orilla, primera cuestión a señalar, que ingleses”, Venturi aborda una
buscando los orígenes de las igualmente desarrollaremos serie de autores – Shaftesbury,
ideas ilustradas en un más adelante. Cuando nuestro Molesworth, John Toland,
remotísimo pasado de acentos autor piensa en el Anthony Collins, George
griegos, hebreos y romanos, en republicanismo, no lo hace en Stepney, entre otros– que entre
lo que socarronamente Venturi los términos en que unos años 1685 y 1715 fundamentaron un
denomina “el círculo mágico de más tarde lo harán J. G. A. arreglo en este debate, y
la tradición de la Auflkärung Pocock y Quentin Skinner, es definieron al régimen de
alemana” (p. 61). También se decir como una tradición o gobierno inglés resaltando su
opone a la que denomina lenguaje político de estabilidad como su elemento
“historia social de la dimensiones atlánticas que será novedoso y característico. Con
Ilustración”, de impronta uno de los pilares de los una extraordinaria habilidad,
esencialmente marxista, y que debates políticos de la Venturi guía al lector por los
ve en las ideas ilustradas una modernidad temprana y que se laberintos de las ideas políticas
mera etapa en la conformación retrotrae a textos heredados de inglesas desde la Oceana de
y la evolución de la ideología la antigüedad clásica. Muy por Harrington hasta los albores de
burguesa, o que incluso estudia el contrario, Venturi es un “pre- la era walpoleana, viendo cómo
las ideas cuando se han Cambridgeano”: el pensamiento las formulaciones iniciales de la
convertido en “estructuras republicano del siglo xviii se virtud republicana heredada del
mentales” ya forjadas y derivaría de la experiencia humanismo cívico se ven
definidas. Por el contrario, directa y del devenir de las inmersas en un torbellino
Venturi propone abordar el ciudades italianas, flamencas y signado por el deísmo, el libre
pensamiento político ilustrado alemanas, así como de pensamiento, la exaltación de la

Prismas, Nº 18, 2014 271


libertad y el radicalismo alternativo en el concierto ir más lejos, J. G. A. Pocock se
religioso. Resalta en este internacional europeo, las ideas ha referido al mismo en
escenario la figura de John republicanas mostraban todo su numerosos artículos, y ha
Toland, “quien más se acerca a vigor bajo una reformulación reconocido su deuda para con
la figura del filósofo ya ilustrada de sus principios más este apartado en su
ilustrado” (p. 117), al radicales: “la herencia del monumental Barbarism and
reconfigurar la tradición pasado se había mezclado con Religion (cuyo primer tomo, de
republicana a partir de su la riqueza del presente” hecho, está dedicado a la
cultura casi enciclopédica, la (p. 161). memoria de Venturi). La
promoción de la vida libre y El segundo problema de la pesquisa del historiador se
activa, la difusión de sus ideas historia política de la centra ahora en procurar captar
entre el pueblo, la lucha contra Ilustración es analizado en el el ritmo y demarcar las
el despotismo y la cuarto apartado, “El derecho a fronteras de la Ilustración,
reformulación del ideal de castigar”. La pregunta que guía desafío que luego será
libertad civil con el comercio y el capítulo ha sido analizada retomado por otros
la industria. por Venturi en otros trabajos historiadores, como Roy Porter
Venturi sitúa entonces el –particularmente en su o Jonathan Israel. Venturi
inicio de la Ilustración en una monumental Settecento define claramente a París como
transformación de las ideas Riformatore–; nos referimos a el centro irradiador de la
republicanas, al calor de las la relación entre utopía y Ilustración, que desde fines de
luchas políticas y el nacimiento reforma, entre el ensueño de la década de 1740 se convertirá
del libre pensamiento. El una sociedad humana ideal y la en un mundo vivaz donde los
carácter libertario del voluntad concreta de modificar jóvenes philosophes encuentran
republicanismo inglés será, solo algún aspecto de la un suelo fértil para desarrollar
precisamente, el que se realidad. El historiador italiano sus propias ideas. La difusión
contagiará al continente, cuyo analiza esta tensión a partir de de la Enciclopedia por Europa
devenir es abordado en el tercer la recepción europea de Dei estará acompasada por un ritmo
apartado, “De Montesquieu a la delitti e delle pene de Beccaria, diferencial, y el autor rastrea su
revolución”. Así como las para abordar así los principios temprana recepción en Italia,
antiguas repúblicas de Holanda, políticos y los problemas Viena, Lombardía, Alemania,
Lucca, Venecia o Génova concretos en torno a las Prusia, Inglaterra, Polonia y
entraban en una irreversible polémicas ilustradas sobre el Rusia. Será recién la decisiva
decadencia, “también en el derecho a castigar. La década de 1760 el “momento
plano ideológico las definitiva separación entre el en que los hombres de la
concepciones republicanas pecado y el delito, con la Ilustración parecen trabajar al
parecían haber perdido su consecuente definición de una unísono” (p. 197), cuando las
ascendente político” (p. 133). esfera de acción eclesiástica y reformas ilustradas y los
Sin embargo, la voluntad de otra estatal, el establecimiento debates políticos florecerán en
independencia, la moral del parámetro de la utilidad toda Europa.
virtuosa y la ética cívica como el único criterio para El libro finaliza
de la tradición republicana medir las acciones humanas, la abruptamente; es evidente que
atrajo a los philosophes: restauración de la armonía el carácter coloquial del
Deleyre, D’Alembert, Voltaire, perdida, la primacía de la razón cronograma de conferencias no
D’Argenson, Diderot, y del cálculo, todos estos le permitió a Venturi realizar
Rousseau, entre otros, expresan elementos darían cuenta de un una conclusión apropiada de sus
una recepción moral –y no programa de reforma, opuesto exposiciones. En este somero
política– de las ideas inglesas. al carácter libertario y panorama de una historia
Venturi rastrea estas ideas hasta revoltoso de las propuestas política de la Ilustración,
los albores de la Revolución utópicas. quedan muchos interrogantes
Francesa, para marcar la El quinto capítulo, que es preciso responder: ¿por
paradoja de cómo, a la vez que “Cronología y geografía de la qué tratar estos tres problemas y
las repúblicas arcaicas dejaban Ilustración”, es probablemente no otros?, ¿antes que una sola
de constituir un modelo político el más influyente del libro. Sin Ilustración, no podría hablarse

272 Prismas, Nº 18, 2014


de “Ilustraciones” nacionales?, torno a estos interrogantes, los fundamentos de esas
¿no es acaso demasiado breve y entre otros, es que se han preguntas.
somero el tratamiento de la debatido los estudiosos de la
cuestión utópica por el autor?, Ilustración en los últimos
¿cómo conceptualizar los cuarenta años. Sirva entonces la
programas ilustrados en las publicación de este excelente Martín P. González
décadas de 1780 y 1790? En libro pionero para comprender uba / conicet

Prismas, Nº 18, 2014 273


Pablo Ortemberg,
Rituels du pouvoir à Lima. De la monarchie à la république (1735-1828),
París, Éditions de l’ehess, 2012, 285 páginas

La Ciudad de los Reyes, Lima, regiones europeas y de la complejo ritual de sucesión de


se convierte en Rituels du América Española, lo que mando. Se trataba de una
pouvoir à Lima, de Pablo permite establecer claramente la verdadera puesta en escena de
Ortemberg, en el actor central de especificidad limeña en el fuerte carga barroca que duraba
una trama histórico- contexto atlántico del cual forma varios días. La misma
antropológica que tiene como parte, y en particular en lo que se comenzaba fuera de la ciudad
engranaje medular los rituales de refiere al imaginario y a las con la entrega del bastón de
sacralización del poder desde representaciones de la majestad mando. Luego seguía con el
fines del período colonial hasta del poder. Estos paralelismos desfile por las calles de Lima y
los primeros años de vida están acompañados por un el entonamiento de un Te Deum
independiente en el Perú. La afortunado diálogo en la Catedral. Esto era seguido
elección de un marco historiográfico, sobre todo con la por la visita a las sedes de
cronológico tan amplio permite historiografía de la Revolución diversas corporaciones,
al autor comparar las Francesa, lo cual enriquece incluyendo la universidad,
continuidades y las enormemente el alcance de las donde era leído el tradicional
transformaciones que afirmaciones que se hacen a lo “elogio” a las virtudes del
experimentaron dichos rituales, largo del trabajo. nuevo virrey. Todo ello era
así como estudiar otros La obra sigue un claro acompañado por fuegos
elementos simbólicos asociados esquema cronológico que va artificiales, concursos de poesía
a los mismos en los procesos de desde de tiempo de los virreyes, y diversas festividades entre las
construcción o mantenimiento de pasando por el período de la que destacaban las corridas de
la autoridad. De tal manera, el crisis monárquica en la toros. En esta parte del trabajo
análisis de ceremoniales metrópoli y el liberalismo también se estudian brevemente
–como juramentaciones, gaditano, para seguir con la las primeras modificaciones a
recibimientos de gobernantes, la llegada de los libertadores, José este ritual, que se dieron a
organización de festividades y el de San Martín y Simón Bolívar, partir de los años 1780, cuando,
establecimiento de días feriados– y terminar con el movimiento siguiendo los principios
se conjuga con el estudio de antibolivariano que estallara austeros de las reformas
variaciones más precisas de la en 1827. borbónicas, se simplificaron los
autoridad representada, sobre El capítulo 1, “La réception ceremoniales principalmente
todo en forma de arquitectura des vice-rois à Lima: un modèle para reducir costes.
efímera, representaciones à décomposer”, trata sobre la En el capítulo 2, “Sens et
conmemorativas, lugares de recepción de los virreyes en usages des proclamations
memoria y la simbología Lima en el siglo xviii, como royales dans la Cité des rois”,
patriótico-nacionalista. Ello lo representación de la renovación se abordan los rituales que
hace con lujo de detalles gracias de la fidelidad al monarca. De acompañaban las
al impresionante corpus aquí toda la solemnidad, la proclamaciones asociadas a
documental que maneja y a la complejidad protocolar, el alto asuntos de elevado interés
riqueza de las fuentes que usa grado de ostentación, y el gran colectivo, como el
para estudiar el caso peruano en empeño que en general, tanto coronamiento o la muerte del
general, y limeño en particular. las autoridades locales como la monarca. Para el estudio
Otro elemento que vale la pena población (sobre todo las elites particular de estas
destacar son los afortunados criollas desde el Cabildo), proclamaciones, el autor
paralelismos que con frecuencia depositaron en el conjunto de escoge primeramente un caso
establece con España, otras aspectos que conformaban este si se quiere atípico: la

274 Prismas, Nº 18, 2014


ceremonias de proclamación de continuidad del poder, importantes introducidos en esta
Fernando VI en 1747, que estudiados en el capítulo 3 de la época tuvieron una fuerte
tuvieron lugar poco después de obra: “Des fêtes absolutistes à vocación liberal, como la
haberse producido un violento fêtes constitutionalistes: sustitución del juramento
terremoto que destruyó la développement des rituels colectivo por el individual, la
mayor parte de la ciudad y guerriers”. El mismo comienza eliminación del caballo por
diezmó a su población. El texto con el estudio de la proclama de considerarlo demasiado
ceremonial ordenado por el Fernando VII, que se diferencia aristocrático y la supresión en el
virrey en esa ocasión muestra de las anteriores porque este se desfile del pendón real porque
claramente cómo, en el encuentra en estado de reflejaba los tiempos de la
marco de esa catástrofe, el cautividad. Este vacío propicia conquista. En este mismo
ceremonial de continuidad una exacerbación del fervor capítulo se estudia el
cambiaba ligeramente para patriótico-religioso en todos los surgimiento de un imaginario
asociar la renovación de la sectores de la sociedad, y bélico tras el inicio de las
fidelidad monárquica a la genera un ambiente de pugnas autonomistas y, luego,
reconstrucción de la propia politización realista auspiciado independentistas, que incidió
ciudad y además a la necesidad por el propio virrey. Como parte sobre los rituales existentes
de mantener el orden social de este ambiente, se produce exacerbando el culto al héroe y
ante la amenaza de la plebe. El una saturación iconográfica de dando mayor importancia al
autor también analiza en la persona del monarca cautivo honor asociado a algunos
profundidad ceremonias de en el espacio ritual limeño. Los elementos de las tradiciones
proclamación posteriores que miembros del Cabildo debieron militares hispano-europeas,
se realizaron siguiendo los jurar colectivamente lealtad no como era el caso de los
cánones vigentes en la época, solo al monarca proclamado, estandartes de los batallones. Es
aunque mostrando ligeros sino también a la Junta Central particularmente interesante la
cambios. Entre estos destaca la de gobierno instalada en Sevilla. forma en que ambos bandos
militarización de los actos También se estableció un nuevo sacralizaron sus respectivas
ceremoniales y el aumento de calendario de feriados entre los causas, lo que se reflejó en el
la sensibilidad patriótico- cuales destacan la fecha de uso militar del culto mariano,
religiosa de la población instalación de dicha junta y las como en el caso de las Vírgenes
(expresada principalmente en fiestas de San Fernando o Generalas. La explicación de la
la forma de donaciones y Fernandistas. Más tarde, en transición de una simbología
plegarias colectivas) hacia la 1812, la proclamación y jura a político-militar incaica a una
suerte de las armas españolas la constitución de Cádiz fue más tradicional católica en el
en las guerras europeas de recibida con gran entusiasmo campo patriota es uno de los
mediados de siglo. Cabe por todos los sectores de la aspectos más atractivos de esta
igualmente destacar en este población que creían ver parte de la obra.
capítulo el análisis del autor satisfechas en esa carta magna El capítulo 4, “Refondation
del desarrollo de una retórica muchas de sus aspiraciones symbolique du cérémonial
incaica (evidencia de una políticas. Entre estos, llama la indépendentiste”, está dedicado
suerte de nacionalismo precoz), atención la actitud de los a los rituales y los simbolismos
así como la participación en los pardos, quienes ordenaron una del poder introducidos, o
ceremoniales de sectores misa de acción de gracias alterados, luego de la llegada
subalternos (no solo indios sino creyendo, erróneamente, que de San Martín en 1821. Dichos
también negros libres habían sido incorporados al rituales, si bien ya no reflejaban
organizados por nación). cuerpo de la nación española. continuidad sino ruptura,
A partir de 1808, la vacatio La proclamación de la nueva conservaron mucho de
regis suscitada tras las constitución tuvo un impacto los ceremoniales del antiguo
abdicaciones de Bayona en tremendo sobre las régimen, incluyendo las
1808, y la promulgación de la celebraciones, que se tornaron variaciones liberales
constitución gaditana de 1812, más populares, e incluso introducidas en la década
introducirán cambios más llegaron a participar en ellas los anterior. De aquí que el
profundos en los rituales de esclavos. Algunos cambios ceremonial de recepción que se

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diera al general rioplatense se principalmente los rituales rituales respetando en gran
asemejase al que se les daba luego de declarada la medida las pautas del antiguo
anteriormente a los virreyes, independencia. La instalación régimen. Este último capítulo
mientras que el de declaración del congreso constituyente en toca además un tema central
de independencia se pareciese 1822 y la promulgación de la para el estudio de las ideas
al de proclamación de la constitución en 1823 políticas de las independencias
constitución de Cádiz. Los reproducen una vez más los hispanoamericanas: el
circuitos del desfile, los tres esquemas de rituales anteriores, republicanismo católico. En tal
días de fiestas, el Te Deum, los y en particular los establecidos sentido, hace importantes
fuegos artificiales y otros tras la proclamación de la contribuciones para comprender
aspectos del programa habitual constitución de Cádiz. De la particularidad peruana
mantuvieron su vigencia, pero manera similar, cuando llega mostrando la continuidad de
en un decorado nuevo lleno de Bolívar a Lima en 1823, como elementos católicos en los
motivos y colores se hiciera previamente con San ceremoniales. Así, las plegarias
independentistas. Una vez Martín, se le da un recibimiento que en otra época eran
establecido el Protectorado, se de virrey. Bolívar se muestra dedicadas a reyes, ahora
llevó a cabo una sustitución más indulgente que el se dedicaban a los grandes jefes
sistemática de la simbología y rioplatense con las costumbres libertadores, mientras que el
la pedagogía del poder; entre españolas, y más bien culto a las vírgenes y los santos
otras iniciativas, se rebautizaron contribuye a reinstaurar los se mantiene, e incluso se exalta,
espacios con nombres rituales de majestad, incluyendo y como patrono del Perú queda
inspirados en el incaísmo la adulación del jefe supremo, oficialmente establecido San
revolucionario rioplatense, o, práctica que, dicho sea de paso, José. El autor concluye
usando el léxico revolucionario había sido prohibida por afirmando que cada inflexión
de la época, se establecieron Monteagudo poco tiempo antes. política por la que pasara la
nuevos lugares de memoria y se Esa actitud indulgente permite ciudad de Lima conllevó una
procuró infundir el patriotismo la instauración del Culto a sustitución de emblemas, mas
en las escuelas. Se procuró Bolívar, expresado no solo en no una alteración de la puesta
igualmente eliminar, por elementos ceremoniales, sino en escena de los rituales de
razones ilustradas, aunque también en la instauración de poder. En efecto, si algo resalta
también porque se asociaba a la un nuevo calendario de fiestas a lo largo de cerca de un siglo
“barbarie” española, algunas bolivariano y en una nueva de rituales de poder en la
diversiones como las corridas, saturación del espacio público, “Ciudad de los Reyes” es su
los carnavales y las peleas de esta vez con representaciones continuidad protocolar, festiva
gallos. Es interesante el papel del “Padre y Salvador del y hasta discursiva. De tal
que jugó en el planeamiento de Perú”. El autor sigue en detalle manera, la construcción de la
esta política de sustitución de el recorrido andino seguido por autoridad continuó realizándose
imaginarios el revolucionario Bolívar, desde Cuzco hasta en forma parecida, con
tucumano Bernardo de Potosí, analizando en cada variaciones pero manteniendo
Monteagudo, así como el etapa las ceremonias, los los códigos conocidos por
conflicto que la misma tuvo con rituales y las prácticas todos, tanto en el contexto
las creencias religiosas, lo que distributivas de poder a nivel colonial como independentista,
contribuyó a la expulsión de local. El capítulo termina con el e incluso luego de una
Monteagudo del Perú. estudio de la reacción catástrofe natural. De aquí que
Finalmente, es en este capítulo, antibolivariana que estallara el autor describa la historia de
en el análisis de esta situación luego de aprobada la los rituales políticos como
nueva o, como indica el autor, constitución vitalicia de 1826, de “inmovilismos engañosos”
“inédita”, de cambio de régimen la cual dio inicio a un proceso (p. 260).
donde quizá encontramos las nacionalista de peruanización Por otro lado, esta
mejores líneas de la obra. de los símbolos, la memoria y obra hace aportes importantes
El capítulo 5, titulado “Le los rituales del poder. En lo a temáticas poco tratadas
ceremonial sous la sucesivo, los jefes de gobierno por la historiografía de las
République”, estudia siguieron organizando los independencias, de las

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revoluciones en el Mundo es un tema que ha sido recorridos y los elementos
Atlántico y del surgimiento de abordado con frecuencia por ceremoniales, lo que permite
los estado-naciones en historiadores de las ideas (en una mejor comprensión del
Hispanoamérica. Entre estos particular de la escuela de espacio ritual. Cabe decir
aportes cabe destacar la François-Xavier Guerra), pero finalmente que no se trata de
participación política de las raramente con el enfoque una obra destinada al público en
mujeres y los sectores antropológico que aplica general, sino más bien a lectores
subalternos, las consecuencias Ortemberg en su trabajo. doctos o, al menos, conocedores
sociopolíticas del temor a estos Finalmente, desde un punto de la temática. Pese a ello, el
últimos por parte de las elites, de vista estrictamente científico, lector neófito amante de la
la impresionante adaptabilidad solo extrañamos un diálogo historia encontrará en sus
de las elites a los cambios más íntimo con esa historia de páginas ricas descripciones que
políticos, la militarización de la las ideas de las independencias, lo harán viajar a un pasado
política en el siglo xix, el culto así como una mayor atención al fascinante en el que virreyes y
a los héroes (en particular a simbolismo masón más allá de libertadores desfilaban
Bolívar), la inspiración clásica las breves referencias a la ostentosamente por las calles de
de la simbología republicana y “máscara incaísta” y a la Logia la “Ciudad de los Reyes”.
el surgimiento de las Lautaro. La obra incluye
identidades nacionales. Pero además una iconografía en
quizá su contribución más extremo atractiva, en muchos
importante sea la de traer a casos inédita, analizada en Alejandro E. Gómez
tierra el estudio de la majestad distintas partes de la obra. Université Lille 3-Charles
del poder en la transición de la Incluye igualmente mapas, en de Gaulle
colonia a la independencia. Este los que están señalados los

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Clément Thibaud, Gabriel Entin, Alejandro Gómez & Federica Morelli (dirs.),
L’Atlantique révolutionnaire. Une perspective ibéro-américaine,
Bécherel, Les Perséides Editions, 2013, 527 páginas

El período de los bicentenarios se publicaron diversas revoluciones europeas pero


de los cambios iniciados en compilaciones con trabajos de y también la estadounidense– fue
1808 en el mundo ibérico dio sobre distintos países, que paulatinamente discutida, y
lugar a una producción progresivamente pasaron de ser otras revoluciones, como la
historiográfica nutrida, tanto en aproximaciones a temas haitiana, han sido recientemente
los países que lo integran como similares en espacios diferentes recuperadas con una
en la historiografía para ir construyendo importancia similar a las que
latinoamericanista de los perspectivas más antes ocupaban el sitial de
Estados Unidos, Gran Bretaña interconectadas, donde lo honor. Esta compilación puede
y Francia. El resultado fue una ocurrido en los “vecinos” se considerarse parte de un
convergencia no muy habitual: convirtió también en un factor esfuerzo para hacer lo mismo
numerosos investigadores se explicativo de peso para el con las revoluciones del mundo
volcaron a explorar lo ocurrido propio caso y no solo en objeto ibérico.
entonces, abordando de una posible comparación. Y al hacerlo consigue algo
problemáticas antes ignoradas o La flamante compilación más: dinamizar los estudios
revisando viejas L’Atlantique révolutionnaire es sobre ellas, que es el principal
interpretaciones sobre un ejemplo de esa tendencia de aporte del libro. Cuando se
cuestiones centrales, no pocas apostar a la interrelación. Y no vislumbraba el posible
veces a través de un diálogo lo hace solo en los países donde agotamiento de los estudios
fluido con investigadores de el paradigma guerriano ha sido sobre las independencias y
otros países. fuerte sino que muestra una podría surgir la sensación de
Las conexiones fueron intención de interactuar con la que solo hay lugar para agregar
permitidas en buena medida por producción de estudios de caso, trabajos
la consolidación de un latinoamericanistas que trabajan colectivos como este muestran
paradigma historiográfico en el en los sistemas académicos que todavía hay mucho por
mundo ibérico y en Francia, estadounidense y británico, algo hacer. Por un lado, evidencia la
basado en el consenso que también viene ocurriendo aparición de un debate sobre
extendido acerca de que para en los últimos años. Pero el los problemas del paradigma
entender lo ocurrido en esos libro tiene una apuesta más “guerriano”, que han empezado
años decisivos es necesario ambiciosa: incluir el debate a discutirse explícitamente
pensar la crisis del imperio o la sobre Iberoamérica en el más sobre todo desde 2010 (y, de
monarquía española como una amplio espectro de la “historia hecho, esta publicación reúne
sola, y no focalizar atlántica” y resaltar su artículos expuestos en un
aisladamente en los casos importancia para comprender la coloquio organizado ese año en
nacionales surgidos del proceso “era de las revoluciones”. La París por la École des Hautes
al que esa crisis dio comienzo. mirada eurocéntrica que Études en Sciences Sociales). A
Aunque tenía precedentes, esa concentraba las claves de esa la vez, de los 20 artículos que
propuesta proviene en parte de época en las revoluciones integran el libro solo cuatro se
la obra de Tulio Halperin industrial y francesa –como focalizan en estudios centrados
Donghi Reforma y disolución propuso Eric Hobsbawm en en un único espacio nacional.
de los imperios ibéricos (1985), 1962– o la atlantista, que Los enfoques que articulan la
y del muy influyente libro de focalizaba en el ascenso de la problemática local con
François-Xavier Guerra democracia moderna –como cuestiones más generales –a
Modernidad e independencias hizo casi al mismo tiempo tono con el peso que la “World
(1992). Desde los años noventa Robert Palmer rescatando las History” ha logrado sobre todo

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en los Estados Unidos en los tres primeras décadas del por lo cual el texto tiene un
últimos tiempos– parecen un siglo xix. De todos modos, los tono emotivo.
camino promisorio para cinco artículos que no lo hacen También distanciado de la
mantener activa una temática son muy interesantes.1 Irene crisis decimonónica de los
clave, que ha permitido Fattaccio analiza de qué modo imperios ibéricos se encuentra
interacciones historiográficas las políticas comerciales de la el capítulo de Eric
no tan fáciles de hallar en otras Corona española en el período Schnakenbourg, que analiza el
áreas de estudio del pasado. de reformismo borbónico papel jugado por los
Se trata de un libro contribuyeron decisivamente a comerciantes de las islas
voluminoso (es evidente que la difusión y diferenciación holandesas y danesas en el
para evitar que lo fuera más, social del consumo de Caribe durante el tercer tercio
los cuatro directores decidieron chocolate en España. James del siglo xviii, cuando su
no incluir sus propias Sanders, el único que investiga posición neutral les dio un
presentaciones en el coloquio la segunda mitad del siglo xix, lugar central en los
en la compilación final), postula a partir de una intercambios entre las potencias
escrito en tres idiomas investigación sobre México y europeas en guerra, siguiendo
diferentes –la introducción y Colombia –con algunos otros las prácticas de contrabando de
cinco capítulos en francés, seis casos de apoyo– la existencia los períodos de paz. Y la misma
capítulos en inglés y nueve en de una “modernidad región es visitada por Manuel
español–, que aborda temáticas republicana americana” que Covo, quien repasa
variadas a lo largo de un valoraba la revolución como pormenorizadamente el
período muy extenso, de 1763 a creadora de derechos, tratamiento historiográfico de la
1898. Estos dos últimos rasgos diferenciándose así de la revolución haitiana en Francia y
parecen amenazar la coherencia mirada negativa sobre los los Estados Unidos, lo que
interna del libro, ya que el hechos revolucionarios que evidencia en esa operación
espectro abordado es muy existía en la Europa algunas de las debilidades de la
amplio. Sobre todo se hace contemporánea. El discurso de “historia atlántica”.
complicado encasillar los textos esta “modernidad” incluía un El espacio caribeño es el
en secciones, como se intenta lenguaje de clase y fue objeto de otros capítulos, lo que
para facilitar la organización de apropiado por los subalternos constituye un aporte
la lectura; por ejemplo, de los para sus propios reclamos. significativo del libro. Vanessa
cuatro capítulos incluidos en la Otro texto desligado de la Mongey hace un rastreo de un
sección sobre “el rol de los coyuntura de 1808-1830 es el tema fascinante: el uso de
sectores populares” solo dos se que cierra la compilación: una imprentas portátiles en las
ocupan realmente de esa reflexión a cargo de Halperin expediciones que se hicieron en
temática, que sin embargo sí Donghi, referente fundamental el área durante el período
está presente en trabajos que de los estudios sobre la época, independentista, con las cuales
fueron agrupados debido a sus que no se ocupa aquí de ella los combatientes esparcían sus
características en otras sino de los cambios ideas en los lugares que
secciones. De todos modos, el experimentados desde el atacaban. Por su parte, María
inconveniente se salva porque siglo xix por el oficio del Dolores González-Ripoll
con el correr de las páginas se historiador, incluyendo una investiga los vínculos entre dos
nota el hilo común, los ojeada retrospectiva sobre los primos nacido en La Habana,
problemas compartidos, el aportes de la institución Francisco y Andrés Arango, y
esfuerzo por cumplir la que organizadora del coloquio el peninsular Alejandro Oliván,
supongo fue una consigna de parisino que dio origen al libro; para delinear las formas que
los directores: pensar los temas ella ha sido paralela y tiene adoptó la relación entre la elite
en clave general. Eso confiere relación con la del propio autor, cubana y España, que fue
a la obra un gran valor. importante para marcar un
A la interrelación temática destino diferente en la isla
y espacial contribuye también 1
respecto del resto de América.
que el grueso de los trabajos se No tomo en lo que sigue el orden del A su vez, Johana von
libro sino que agrupo los artículos de
ocupe de la coyuntura de las otra manera. Grafenstein explora las

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“novelescas” trayectorias e sugerente artículo de Cecilia coyuntura de las independencias
interacciones de los Méndez combina una iberoamericanas: António de
revolucionarios, aventureros y preocupación histórica con una Almeida Mendes investiga en el
realistas en la región durante la historiográfica al exponer los largo plazo cómo la
década de 1810. rasgos de las frecuentes guerras desaparición de la esclavitud en
El interés por trayectorias civiles en el Perú decimonónico Portugal dejó una herencia
individuales que también y plantear las razones de su racista, la idea de una mancha
superan los posteriores marcos escaso impacto en la visión del de sangre que pervivía en los
nacionales es el eje de los pasado del país, a diferencia de “criados”, mientras que Nigel
trabajos de Erika Pani y de lo que sucede con la traumática Worden explora las formas de
Matthew Brown. La primera se Guerra del Pacífico; la autora resistencia de los esclavos
ocupa de la vida de Orazio destaca el papel central de la de Ciudad del Cabo desde una
Attelis, noble napolitano Sierra, de las montoneras y las revuelta en 1760 hasta el fallido
devenido revolucionario, con partidas campesinas durante los levantamiento de 1808, que
una participación significativa conflictos decimonónicos, tenía aspiraciones
en México, mientras que el situación que de algún modo revolucionarias influidas por
segundo se ocupa de José regresó al Perú con el conflicto el abolicionismo.
Antonio Páez y Tomás de Sendero Luminoso en la De las revueltas esclavas en
Mosquera, figuras clave de década de 1980 (y la conexión espacios más “conocidos” al
Venezuela y Colombia en la entre los dos momentos le respecto, Cuba y Brasil, se
etapa posbolivariana, situando permite avanzar en la ocupan Tâmis Parron y Rafael
el eje de sus respectivas interpretación de ambos). Marquese a través de una
trayectorias políticas en la También Sarah Chambers provechosa comparación de los
herencia de la década de 1820. combina el análisis histórico dos únicos países americanos
Ambos textos se centran en con el historiográfico al que mantuvieron el tráfico de
dicha década, período que sin estudiar las formas de tratar la esclavos después de la década
duda ganará creciente participación de las mujeres en de 1820, operación que insertan
importancia historiográfica el proceso independentista en los debates más amplios del
siguiendo la agenda de los chileno, tanto en la época –con campo de estudios sobre esa
nuevos bicentenarios. el problema central para los institución. Encuentran que
Tres trabajos se centran en revolucionarios de qué hacer mientras en Cuba el peso de la
casos más localizados. Rossana con la responsabilidad de las revolución haitiana y de los
Barragán realiza un recorrido acciones de las mujeres movimientos esclavos en el
por el modo en que la mita de realistas, que implicaba discutir Caribe contribuyó a afianzar el
Potosí fue criticada y el estatus político femenino– vínculo con la Corona española,
deslegitimada por diversos como en los relatos posteriores en el Brasil el activismo esclavo
letrados –por consideraciones sobre ese período fundamental. preocupó menos a las elites,
“humanitarias” y económicas– El artículo no se centra que así se arriesgaron a un
desde fines del siglo xviii, y solamente en el caso sino que proceso de independencia que a
articula esas posturas con la lo sitúa en relación con priori podía poner en
acción de las comunidades cuestiones trabajadas en otros entredicho el orden social. El
indígenas al respecto, hasta el espacios en la época. Se trata Brasil es también objeto de otra
momento de la desaparición de de una problemática importante comparación, a cargo de João
ese servicio forzoso después de ya que, a pesar del auge de los Paulo Pimenta, quien revisa la
la revolución. A su vez, Mónica estudios de género, es poco lo influencia en su independencia
Henry delinea los vaivenes de que se sabe aún sobre el papel de la crisis de la monarquía
la política de los Estados femenino en las revoluciones española y las revoluciones en
Unidos hacia las revoluciones iberoamericanas de principios su interior, atendiendo a las
hispanoamericanas, de la del siglo xix. diferentes temporalidades de
neutralidad al reconocimiento, Otros dos capítulos se ambos procesos: mientras en el
pasando por problemas ocupan de lugares poco mundo hispano el momento
centrales como la actividad de explorados en los congresos y juntista-revolucionario y el
los corsarios. Por último, el las publicaciones sobre la constitucional estuvieron

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separados por lapsos que en afro-descendientes –el eje de siglo xix: el surgimiento en la
algunos casos fueron de varios lo “jacobino” en su análisis centuria previa de lo político,
años, en la experiencia luso- está en la dimensión étnica, no de la noción de la naturaleza
brasileña ambos se dieron en la social–, que fue simbólica del poder.
simultáneamente. fundamental para impulsar la L’Atlantique révolutionnaire
Finalmente están los igualdad racial, un rasgo es entonces un libro muy
artículos que problematizan moderno. A su turno, Elias atractivo. Reúne textos que
provechosamente el paradigma Palti señala la limitación del hacen aportes relevantes al
guerriano. Marixa Lasso niega paradigma –los “estudios campo de la historia
la afirmación de Guerra en su revisionistas”– para explicar la iberoamericana y caribeña, y
libro clásico sobre la ausencia magnitud de los cambios más en general al de la historia
de una “movilización popular iniciados en el mundo “atlántica”, al tiempo que
moderna y de fenómenos de hispánico en 1808, sobre todo ofrece pistas acerca de los
tipo jacobino” en las por tener una “imagen plana” posibles derroteros
independencias hispanas, para de la tradición política historiográficos para seguir
mostrar que sí existieron en española. Propone en cambio develando qué ocurrió en ese
distintos espacios. Para ello un recorrido desde las ideas de período decisivo de la historia
acude a sus propias monarquía en el pensamiento mundial que fue la “era de las
investigaciones sobre aristotélico hasta el del barroco revoluciones”.
Cartagena de Indias y a otros y el neoescolástico, para
estudios sobre Caracas y sobre detectar de qué manera se
Guerrero (México), poniendo produjo la ruptura que él
el foco en la activa considera clave para entender Gabriel Di Meglio
participación política de los lo ocurrido a principios del uba/conicet

Prismas, Nº 18, 2014 281


Víctor Goldgel,
Cuando lo nuevo conquistó América. Prensa, moda y literatura en el siglo XIX,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2012, 286 páginas

Cuando lo nuevo conquistó hacer como si algo ocurriera por nuevo un mundo recubierto por
América, de Víctor Goldgel primera vez, es el olvido para automatismos perceptivos. El
(Premio Iberoamericano 2014, toda una generación de jóvenes arte, decía el joven Shklovsky
otorgado por la Latin American letrados, tal vez necesario, de en el contexto de la Revolución
Studies Association), hace con una tradición prerrevolucionaria Rusa, debía darle sentido a un
nosotros lo que dice en cada iluminista, dieciochesca, dentro nuevo mundo en política
una de sus páginas: causar de la cual el gesto de romper produciendo artificialmente
novedad, renovar los modos de con el pasado ya era un lugar nuevos modos de ver “por
leer, hace ver aquello que ya común. Primera novedad primera vez” lo que el hábito y
estaba ahí pero que nuestros entonces, no solo en el campo los intercambios de la prosa
automatismos de lectura no nos de la historia cuanto en el de la práctica no dejaban ver. Algo
dejaban ver. En primer lugar, imaginación política: lo nuevo de esa mirada, envuelta en lo
hace ver que en nuestra cultura es inseparable del concepto de que los formalistas rusos
hispanoamericana lo nuevo repetición; lo nuevo solo puede llamaban “extrañamiento” y los
como criterio central de surgir a través de una repetición jóvenes románticos
asignación de valor estético no olvidada de sí misma que repite “originalidad” (originalidad
es tan nuevo como los el pasado no tal como paradójica de ver y hacer ver lo
modernos creíamos. Mucho efectivamente fue, sino como propio a través de “lentes”
antes de la ruptura modernista podría haber sido y no fue; una europeos), está en juego en la
del arte latinoamericano de repetición que repite aquello mirada de Goldgel cuando nos
Fin de Siglo y de la que en el pasado hay de hace ver, enredados y
consolidación de los estados incumplido –los sueños de la confundidos en una masa
nacionales, la novedad, cargada razón que en el Nuevo Mundo amorfa de nuevos periódicos
de connotaciones políticas, se aceleran hasta hacerse y revistas de principios del
había comenzado a reorganizar realidad–. O, dicho de otra siglo xix fragmentos de una
la cultura y el campo de las manera: que la irrupción de lo incipiente literatura nacional
letras. En las regiones nuevo –y esto también vale para perdida encerrados entre las
embarcadas en procesos el libro de Goldgel– transforma líneas de textos que trabajaban
independentistas como el Río de retroactivamente el pasado sin una materia inasible, leve y
la Plata y Chile, o que sufrían necesidad de viajar en el divertida, al borde de la nada
una modernización económica tiempo. misma: la moda y su expansión
acelerada como la Cuba del Pero rectificar una a través de los nuevas
boom del azúcar, allí donde el periodización o los criterios con tecnologías de reproducción
peso de la tradición colonial y los que periodizamos, aunque técnica de la palabra escrita,
de la herencia cultural indígena lo que está en juego sea nada esas máquinas de pensar y
no habían sido tan fuertes, los más y nada menos que lo que escribir “a vapor” que fueron
gestos de ruptura con el pasado entendemos por modernización para la época los nuevos
en nombre de lo nuevo se en América Latina, no deja de medios de prensa.
reproducían en múltiples niveles ser para Goldgel apenas el Observa Goldgel: “La
de la realidad, hasta que en anticipo de una buena nueva frecuencia con la cual la prensa
algún momento, hacia 1830, esa para la literatura. Víctor periódica recordaba a sus
ola expansiva llegó y se Shklovsky, al que Goldgel lectores que el mundo de las
extendió por la literatura de los conoce bien, reconocía lo letras y el de la vestimenta eran
románticos. Pero lo nuevo, literario en la capacidad del arte en realidad muy distintos es un
viene a señalar Goldgel, es un (de vanguardia) de hacer ver de claro indicio de lo mucho que

282 Prismas, Nº 18, 2014


se parecían” (p. 167). Se complacían los deseos más La moda reorganizaba el
necesita realmente una nueva banales y sensuales de los campo de lo sensible, e
mirada para una observación lectores, funcionaron, de algún implicaba tanto la celebración
como esta, que hace ver el rol modo, como umbrales de de los sentidos (que deben
crítico y problemático que lo autonomía por los que lectores siempre ser estimulados) como
nuevo va a adquirir para los se deslizaban superficialmente la promesa de satisfacción del
escritores de la época allí donde hacia el campo del placer deseo por medio del consumo
otros seguiríamos de largo. Que estético. compulsivo de novedades.
la literatura de los letrados Pero el problema de Goldgel Llegamos, creo, al centro de la
románticos hubiera copiado la no es trazar el camino hacia la propuesta de Goldgel. Vimos,
vocación de ruptura con el autonomía, sino más bien cómo nos hicieron ver que para los
pasado propiciada por la estudiar las particularidades de jóvenes letrados románticos, lo
“retórica del entusiasmo” de los una literatura cuando esta nuevo y el mito de la
nuevos medios (el argumento carece de autonomía y no revolución iban de la mano.
de la primera parte del libro) admite lecturas “literarias”, en Pero Goldgel avanza un poco
era ya suficientemente el sentido de que se más, y nos dice que para ver y
pasmoso; pero que la literatura interrumpen las reglas de hacer ver lo nuevo, primero
copie a la moda (el problema validación que permiten saber hay que querer ver. Así, lo
de la segunda parte) parece si es literatura o no lo es porque nuevo en esos primeros años
inconcebible hasta que Goldgel se está llevando a cabo un del siglo xix no es tal vez la
reconstruye una intensa zona de vaciado acelerado de los novedad, que los filósofos de
contacto donde los enunciados criterios de reconocimiento las Luces ya practicaban
literarios se mezclan con el tradicionales de lo literario de sistemáticamente, sino el
deseo de estar al día y el ansia la época (erudición, relación entusiasmo por la novedad, la
de novedad que inviste textos, con el pasado, profundidad). fe desmedida en el progreso,
literalmente, al borde de la Goldgel se mueve en una zona el deseo de cambio por el
nada. Como la sección de de la cultura donde la cambio en sí –cierta
Variedades de los nuevos innovación cae afuera de lo disposición estética preparada
periódicos, o “vaciedades”, literario de la época, para por la prensa y por la moda
como titula un periódico de La encontrarse con una estética que se conectaba con la esfera
Habana en 1831, creada para superficial, inmersa en la de la innovación política y el
rellenar los blancos de las circulación de una vida cambio social radical–. Así,
páginas con curiosidades, cotidiana desestabilizada por observa Goldgel, la
novedades científicas y cambios acelerados, disuelta disposición hacia lo nuevo de,
artísticas, y anomalías tales entre objetos ligeros, palabras digamos, el “petimetre”, el
como la vida extraterrestre, una intrascendentes, nuevas paquete o la coqueta,
nueva moda en la vestimenta o costumbres, pequeños estigmatizados por la prensa
en la comida. Se trata de zonas asombros, y, cruzándolo todo, de la época por su deseo
de cultura donde latía lo nuevo, una experiencia inédita del desesperado de cambio, tenía
donde la función de instruir y tiempo vivido como cambio y notorias similitudes con la de
civilizar de la “literatura de transformación. Como el frac los revolucionarios y los
ideas” se relajaba y el lenguaje para Sarmiento o el ala de un socialistas.
ganaba ligereza para divertir y sombrero para Benjamin, la Goldgel localiza aquí una
distraer a un lector dispuesto a moda era un campo de batalla dimensión constitutiva de la
dejarse simplemente entretener, donde se jugaba el cambio política en sociedades
complacer y asombrar por social y político, mediado por modernizadas por el mercado
medio de textos breves, la totalidad orgánica de la capitalista, donde todavía no
descartables, ligeros y fáciles sociedad, de manera tal que existen instituciones políticas
de leer, despojados del aura y el “cualquier aspecto de la vida fuertes: la dimensión del deseo,
peso de lo trascendente o de la social estaba en contacto con que es siempre deseo “de algo
obligación de ser útiles (pp. todos los otros, y escribir más”, y el papel que este
101-102). Esos espacios acerca de uno era, por lo tanto, representa en la constitución
frívolos del periodismo, que hacerlo sobre todos” (p. 138). del lazo social. El

Prismas, Nº 18, 2014 283


afianzamiento del lazo social o Una cosa era oponerse al modernizadoras: las novedades
el análisis político del cambio poder imperial de España, al de los grupos subalternos,
no pueden reducirse a la peso opresivo de la tradición y ilegibles desde el punto de vista
dimensión racional de la a los dogmas religiosos, y otra del sujeto burgués. La
política; el oscurantismo y el muy diferente era comenzar a revolución haitiana, por
dogmatismo no podían ser desear e inventar las jóvenes ejemplo, no está incluida entre
dejados atrás por el simple repúblicas, laicas y preñadas de lo que las elites cubanas
ejercicio de la razón: era promesas de igualdad y justicia. percibían como novedad; ni la
preciso movilizar la dimensión Para esta tarea, la moda y la literatura gauchesca o la lengua
afectiva del cuerpo y sus literatura que se alimenta de viva de las negras de “El
pasiones, y conceptualizar el ella vinieron a darle matadero” entraban en la
vínculo entre las pasiones, el consistencia a esa experiencia búsqueda romántica de
conocimiento y el lenguaje, sin de la negatividad que originalidad y estilo. Habría allí
caer en las profusiones atravesaba de punta a punta a formas alternativas de
emocionales del sujeto una sociedad dislocada por el organización del deseo,
romántico. El deseo, nos cambio revolucionario y las ilegibles para la concepción
muestra Goldgel, no es una pasiones políticas. O, en las modernizadora de la minoría
fuerza subjetiva que surge de palabras, siempre exactas, de letrada, que no veía que la
las agitaciones y los repliegues Goldgel: los jóvenes letrados entrada al orden capitalista de
del artista romántico, sino un hispanoamericanos usaron la cuerpos colonizados por el
campo donde se despliega una moda para pensar, articular y capital producía al mismo
red de fuerzas en conflicto que volver legible el antagonismo tiempo deseos fuera de control
luchan por el sentido de lo revolucionario, relanzándolo y que, a distancia de la
nuevo, celebrándolo o construyendo presente a partir normalización y como quien
criticándolo, afirmando o de ella. dice “desde abajo”,
relativizando su carácter de Y más allá de la moda, en el desbordaban los cálculos de la
ruptura. Para retirar el deseo de límite de esta economía modernización y del mercado.
la religión, del apego a las libidinal, comienza el campo Goldgel, que parece verlo todo,
tradiciones, de la figura del del monstruo. La novedad, nos recuerda una y otra vez ese
Rey, y desplazarlo hacia el marca Goldgel, produce límite, más allá del cual se
republicanismo, la igualdad y la monstruos cuando se aparta desarrollan procesos populistas
libertad, no bastaba con el uso completamente de la razón. y revoluciones de masas
del lenguaje o la argumentación Despunta allí el lado sombrío populares que, en su furor
racional: hacía falta que el del sujeto romántico, sujeto a la democrático, atravesaban los
consumo de novedades y el tiranía de un deseo destructivo discursos de la moda con
deseo no tanto de objetos y angustiante, sistemáticamente explosiones ensordecedoras de
nuevos como de fantasías de desencantado, que, de la euforia un goce incontenible que
satisfacción ligadas a ellos y el entusiasmo, recae en lo que acallaban el último grito de
crearan un nuevo tipo de era percibido como “jaqueca la moda.
subjetividad entregada a las del alma”. Pero hay otra
promesas de felicidad dimensión de esta realidad
renovadas permanentemente donde la irrupción de lo nuevo
por la incipiente lógica de la interrumpe abruptamente la Fermín A. Rodríguez
mercancía. lógica de las elites conicet

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Jeremy Adelman,
Worldly Philosopher. The Odyssey of Albert O. Hirschman,
Princeton, Princeton University Press, 2013, 740 páginas

Jeremy Adelman encuentro con el resultado de de las peripecias de quien


y la biografía esta aventura, o sea la entonces todavía era Otto A.
publicación del libro, no carecía Hirschmann, los climas
Conocí esta triple aventura de ansiedad. políticos, las sociabilidades
intelectual cuando estaba en sus Comencé a leer este relato familiares y escolares, las
etapas iniciales. Jeremy –y algunas de las primeras disputas ideológicas y políticas
Adelman asumía voluntaria y reseñas que se publicaron sobre en las calles, las lecturas que
solidariamente la tarea de el mismo en el momento de su circulaban y las fuentes de
revisar y organizar los papeles publicación– mientras estaba en inspiración de las ideas en
y materiales que Albert Berlín. Mi urgencia era pugna en ese período de
Hirschman había acumulado a alcanzar a leer los primeros entreguerras y los albores del
lo largo de su vida, capítulos, dedicados a la etapa ascenso del nazismo al poder.
acompañado por y berlinesa de la vida de Las diferencias y las distancias
acompañando a Sarah Hirschman (entre su nacimiento entre clases sociales, los
Hirschman en esa labor. Como en 1915 y su salida política clivajes entre grupos étnicos,
señala en uno de los mínimos hacia París en 1933) mientras las cuestiones generacionales
lugares de este gran y grande todavía estaba en Berlín. El que aluden a la sociabilidad
libro donde hace alguna relato es, obviamente, de un juvenil y las cuestiones de
referencia a sí mismo, la figura Berlín que ya no está, un Berlín género estaban presentes con
de Hirschman lo había destruido y reconstruido a partir toda su fuerza. Lo que me
acompañado toda su vida de conflictos, guerras y sedujo en la lectura fue vivir la
adulta, desde el momento en tragedias humanas sin igual. reconstrucción de lo que todo
que se encontró con un libro de Los lugares están cambiados, eso fue en el momento en que
Hirschman en la biblioteca de pero como es una ciudad donde nuestro personaje central lo
su padre. La tarea comprometía las capas de la historia que se vivió; muy especial y
a Albert como protagonista de superponen interactúan entre sí notoriamente, el sentido que
la aventura, a Sarah como todo el tiempo, me fue posible todas esas referencias tenían
cómplice doble –de Albert en la acompañar el relato, sentir los para él. La lectura no era la de
vida, de Jeremy en la tarea lugares, los dramas de época y una visión nostálgica del
entre manos– y por supuesto a el peso de la historia, en un pasado, sino una pintura de
Jeremy, quien a partir de ese lugar que atesora época, de ese momento, esos
momento y por más de diez simultáneamente pasados espacios y esas vivencias, desde
años trabajó en lo que terminó gloriosos e ignominiosos, e la perspectiva del sujeto mismo
siendo este libro, “viviendo con intenta superar esos pasados del relato, Otto A. Hirschmann.
la persona durante días, meses con una mezcla compleja de Esa sensación de
y años” y, en los momentos de memoria y de utopía urbana descubrimiento y
mayor intensidad, “viendo el que intenta proyectarse al acompañamiento de una vida y
mundo a través de los ojos del futuro. sus aventuras permanecieron a
sujeto”, como él mismo indica Ubiqué lugares y referencias lo largo de todo el libro,
en los agradecimientos que urbanas de la vida de Albert, mientras los temas y las
preceden al texto del libro busqué cómo se habían preocupaciones se van
(p. xi). Conociendo a los y a la transformado, y de la mano de sucediendo a lo largo de la
protagonista, y con ocasionales la narrativa de Jeremy Adelman vida. Las permanentes lecturas
encuentros a lo largo de la logré, creo, internarme en el y debates, las grandes ideas, no
siguiente década, mi espera del pasado para reconstruir, a través suceden en el vacío, sino que

Prismas, Nº 18, 2014 285


están encarnadas en un una encarnación del siglo xx, tarea autoevidente. Requiere un
personaje que siente y piensa, de ese “siglo corto” de proceso de extrañamiento y
combinando su preocupación extremos que nos relató con toma de distancia, porque el
por el mundo con la atención y tanta maestría Eric Hobsbawm. proceso de su construcción se
el compromiso con su entorno En la persona, biografía e oculta en el producto.
familiar o personal más cercano historia mundial convergen y se En esta línea, voy a prestar
e íntimo. entretejen.1 atención solamente a tres
Cuando se publica una La fascinación por la vida y temas: el manejo de las
biografía de esta escala, que a los avatares del personaje nos temporalidades, las fuentes, y
su vez coincide con la muerte acompaña en la lectura. Somos los rasgos centrales del sujeto.
de la persona biografiada, las cómplices de la labor de La lectura nos invita a
referencias y las reseñas se Adelman, que nos invita a ver el acompañar al personaje en cada
multiplican. Resulta muy difícil mundo a través de los ojos del etapa de su vida, metiéndonos
agregar algo a todo lo que se ha sujeto. Esta capacidad de en su época, develando sus
dicho y publicado desde la transmisión de esos ojos y esa fuentes de inspiración, sus
muerte de Albert Hirschman mirada produce algo especial: lecturas y conversaciones, sus
(en diciembre de 2012) y la quien se diluye en la lectura es pensamientos y sentimientos
aparición del libro de Jeremy el autor, Jeremy Adelman. ¿Qué –por supuesto, hasta donde
Adelman (en abril de 2013). Mi significa que desaparezca el Jeremy Adelman pudo
intención en esta nota es autor? Quizá sea una prueba reconstruirlo internándose en
superar la fascinación por la contundente del éxito de la documentos y entrevistas,
vida del personaje central investigación y la escritura: leyendo y releyendo lo que
–Otto Albert Hirschmann Jeremy es tan buen guía que su Albert Hirschman leía y
primero, Albert O. Hirschman papel de mediador se opaca; nos discutía en cada momento de su
después– y concentrar la olvidamos de su existencia vida, metiéndose en su
atención sobre el camino de la porque nos conduce a concentrar subjetividad–. Hubo fronteras
escritura de la biografía que la atención en el camino que infranqueables, porque Albert
transitó Jeremy Adelman. estamos transitando, o sea, la Hirschman fue un guardián
Una biografía cuenta una vida y el pensamiento de celoso de su persona, dispuesto
vida en forma narrativa. En este Hirschman. La forma narrativa a compartir pero también a
caso, las reseñas publicadas elegida ayuda: sin reflexiones de preservar y defender
aprecian la labor de Adelman autor, sin compartir intimidades, silencios,
con términos como “cautivante” explícitamente criterios y sentimientos y sensaciones.
o “asombrosa y conmovedora decisiones, quien lee se olvida Esta característica es central en
biografía”, o caracterizando a de que hay alguien en el medio. la escritura del libro: el autor
Adelman como un observador En estas condiciones, reconstruye, con los indicios y
apasionado y perspicaz. Más intentar escrutar y analizar la elementos con los que cuenta,
allá de los adjetivos en la frase manera en que la biografía fue el escenario de época no en
dedicada al autor, las reseñas y armada, las estrategias del abstracto, sino en aquello que
los comentarios centran la relato, el uso de las fuentes –o era parte de la vida del
atención en el personaje sea, poner la mirada sobre la personaje. Con quiénes se
biografiado antes que en el hechura, los ingredientes y su vinculaba y qué significaban
libro mismo. La vida de Albert articulación– no resulta una esos otros y otras para él, qué
Hirschman fue intensa y leía y qué pensaba, qué dilemas
compleja, sus actividades y sus enfrentaba, qué sentimientos lo
ideas elaboradas y meditadas, y acosaban o lo regocijaban,
al mismo tiempo provocadoras, 1
Más que caer en la tentación de cómo definía qué aspectos
creativas e inspiradoras. El contar algo más de esa vida, remito a la compartir y cuáles guardar en
corta semblanza publicada en la revista
relato de cómo fueron Desarrollo Económico. Jeremy su privacidad e intimidad.
surgiendo y cómo fueron Adelman, “Albert Hirschman, un El método es, si se permite
plasmadas no puede menos que pragmático idealista”, Desarrollo la analogía, arqueológico: se
cautivar a quien lo lee. Podría Económico. Revista de Ciencias reconstruye un período y una
Sociales, vol. 53, nº 209-210,
decir que Albert Hirschman fue abril-diciembre de 2013. civilización a partir de restos y

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huellas. En este caso, los restos la mirada del sujeto significó hizo, cómo seleccionó los
son muchos, tanto en los para Adelman una serie de materiales, los dilemas que
archivos personales y en la baños de inmersión en las enfrentó en la investigación y
memoria de las personas lecturas que hacía Hirschman en la escritura, los huecos que
entrevistadas como en los en cada momento, reviviendo e logró llenar y los que quedaron
documentos y las intentando acompañar cómo eso vacíos. Como autor, nos debe
investigaciones existentes sobre era procesado para los libros, un texto en el que comparta con
cada evento o cada período. artículos o intervenciones en la sus lectores los avatares del
Los datos importan, pero más esfera pública en que trabajo, los dilemas y los
que desarrollar el “contexto” de Hirschman participó. En dramas de la escritura.
la acción, Adelman reconstruye realidad, lo que hace es Hay algo más para resaltar:
la manera en que Albert reconstruir los aspectos la manera de estar en el mundo
Hirschman definía su situación, biográficos en que cada uno de del sujeto de esta historia.
qué leía, qué escribía, sobre qué los libros fue gestado. Podría Albert Hirschman fue una
conversaba y con quién, qué haber mirado a Hirschman persona que se oponía a los
veía a su alrededor. Por detrás desde el después, desde su grandes esquemas, modelos o
hay, de manera implícita, una impacto o la falta del mismo teorías, en lo personal, en lo
teoría del actor, sus escenarios (no tuvo discípulos), desde la intelectual y en lo académico.
y sus circunstancias, antes que importancia y la pregnancia de Esta propensión es crucial (y
una visión basada en el sus ideas en distintos lugares y difícil, desafiante) en la
determinismo estructural o en públicos.2 Podía haber buscado presentación que hace su
el puro ejercicio de la voluntad raíces o continuidades. En biógrafo: la centralidad de las
de un “gran hombre”. cambio, la opción fue trabajar “pequeñas ideas”, la afirmación
Para incorporar esta cada momento con las reglas y de la productividad de la duda,
perspectiva, Jeremy Adelman los parámetros que usaba el el énfasis en el desequilibrio y
maneja el tiempo de cada actor. aun en el fracaso como motores
período, tratando de aislar y Hacerlo seguramente no fue de cambio, el análisis de
aislarse de lo que vino después, fácil, pero fue facilitado por la consecuencias no previstas, el
del impacto de esta u otra idea permanencia de rastros y “posibilismo”, su crítica a los
en períodos posteriores. El fuentes: el archivo personal de modelos que hablan de “una
esfuerzo por evitar los Albert Hirschman, archivo en el cosa por vez”, el deleite frente
argumentos teleológicos es que fue guardando cuadernos de a las paradojas. Si Hirschman
permanente: se trata de notas y papeles de todo tipo. hubiera partido o arribado a
reconstruir y narrar cada etapa Están las cartas, guardadas por grandes teorías o modelos, la
de la vida en los términos en Albert y Sarah pero también por escritura hubiera sido más
que el propio sujeto la sus interlocutores (familiares, sencilla, coherente y lineal. Si
interpretaba. Sin duda, y aunque intelectuales, profesionales), sus hubiera tenido discípulos, se
no lo diga, la reconstrucción de libros con las marcas y los hubiera podido seguir el
momentos, procesos de comentarios en los márgenes, derrotero de ideas y teorías.
pensamiento y sentimiento, las fotografías. Jeremy no nos Pero no fue así, y el texto de
imbricaciones de vida personal cuenta mucho sobre cómo lo Adelman tiene que lidiar
y vida intelectual y política, permanentemente con las
dudas existenciales y certezas sinuosidades y las auto-
que impulsan a la acción 2
subversiones de su personaje.
Albert Hirschman tuvo una labor y una
requirió una toma de decisiones importancia enorme en el pensamiento Hasta su mayor contribución a
analíticas importantes, manejar sobre el desarrollo en América Latina. la teoría del desarrollo reside en
y poner en tensión fuentes y Una cuidadosa reseña del libro de mostrar que las grandes teorías
datos contradictorios. Adelman que resalta este papel no sirven y tienden a estar
de Hirschman en América Latina y la
Tratándose de la vida de un manera en que Adelman lo trata se equivocadas...
intelectual con inquietudes muy encuentra en Lourdes Sola, “Worldly Hirschman prestaba atención
amplias, pero también de Philosopher. The Odyssey of Albert y registraba las observaciones
un economista (heterodoxo pero Hirschman, por Jeremy Adelman”, de la vida cotidiana. Instaba a
Política Externa, vol. 22, nº 3, abril
economista al fin), meterse en de 2014. alejarse de teorías abstractas y

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ejercitaba permanentemente el de estas observaciones fueron mostrar la productividad de
arte de la observación. Las petit el germen y se transformaron los desequilibrios y las
ideés, las pequeñas ideas de la en sus grandes libros. consecuencias no previstas,
cotidianidad registradas en Desde temprano, como antes que los grandes planes y
papelitos y cuadernos, no eran bien muestra Adelman, la búsqueda de equilibrios.
registros conectados con Hirschman persistió en Como en un juego de
ideologías o visiones de mundo, demostrar que “Hamlet estaba espejos, se reitera una paradoja,
sino más bien anotaciones equivocado”, que la duda no que Adelman enfrentó con
ocasionales de lo que le llamaba necesariamente paraliza. Antes éxito. Logró transmitir una vida
la atención, y que servían bien, proponía dudar de las compleja y multifacética en un
frecuentemente para subvertir convicciones y las opiniones texto documentado que al
afirmaciones generales. “Como propias y ajenas, analizarlas mismo tiempo es ágil y ameno,
estas pequeñas ideas están en críticamente para descubrir que que desde el comienzo invita a
todas partes, como hojas de uno estaba equivocado, participar de la aventura de vivir
árboles, la habilidad residía en tomándolo como motor para con intensidad en un mundo
cómo juntarlas y transformarlas avanzar, para subvertir y auto- donde más que la adaptación y
en una gran idea”, nos cuenta subvertir convicciones y la aceptación, hay lugar para las
Adelman.3 De hecho, algunas certezas. Y en sus escritos sobre transgresiones y las
desarrollo se preocupó por subversiones de diverso cuño.

3
Jeremy Adelman, Worldly Philosopher,
p. 115. En esa parte del libro, Adelman significación para Albert y para Sarah.
caracteriza esta manera de pensar y Esta caracterización reaparece varias
Elizabeth Jelin
vivir, y relata su origen y su veces a lo largo del libro. cis - ides/conicet

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Nicolau Sevcenko,
Orfeo extático en la metrópolis. San Pablo, sociedad y cultura en los febriles años veinte,
Bernal, Universidad Nacional de Quilmes/Prometeo 3010, 2013, 417 páginas

En el último tiempo la el libro de Needell encuentra para la sociedad y la cultura


colección Las ciudades y las en el inicio de la Gran Guerra el brasileña. Esa búsqueda se
ideas, dirigida por Adrián canto del cisne de la elite acentuó marcadamente en los
Gorelik en la editorial de la carioca, Sevcencko se aboca en años veinte, coincidiendo con
Universidad Nacional de su investigación a estudiar las las propuestas en favor del
Quilmes, ha lanzado dos diversas repercusiones primitivismo extraeuropeo de
importantes reediciones que ocasionadas por la conflagración las principales corrientes
permiten a los lectores europea en el campo cultural artísticas de posguerra.
argentinos e hispanohablantes paulista durante los años El otro gran efecto que tuvo
el acercamiento a inmediatamente posteriores a la la Primera Guerra Mundial
investigaciones que tuvieron firma del Armisticio de sobre el Brasil fue el
una enorme importancia Compiègne. incremento de la conflictividad
historiográfica y que son hoy Profesor de la Universidad de social. Al igual que en la
dos verdaderos clásicos de los Harvard y de la Universidad mayoría de sus pares del
estudios sobre la cultura urbana de San Pablo, Sevcenko es continente sudamericano, la
latinoamericana. Me refiero al uno de los historiadores más guerra paralizó el comercio
libro de Jeffrey D. Needell, destacados de la cultura internacional de los productos
Belle Époque tropical. Sociedad brasileña de la primera mitad primarios, en este caso del café,
y cultura de elite en Río de del siglo xx y sus y forzó a un proceso de
Janeiro a fines del siglo XIX y investigaciones suelen apelar a industrialización por sustitución
principios del XX, publicado un enfoque en el que se cruzan de importaciones. Las masas de
originalmente en 1987 por la y dialogan la historia social y trabajadores rurales que se
Cambridge University Press, y cultural, la historia del arte, la trasladaron a las grandes urbes
al estudio de Nicolau Sevcenko cultura urbana y la crítica en busca de nuevas
que aquí se presenta, Orfeo literaria. En este libro parte de oportunidades laborales
extático en la metrópolis. San una mirada marcadamente entraron rápidamente en
Pablo, sociedad y cultura en los rupturista que sitúa la década contacto con las ligas
febriles años veinte, publicado del veinte como una inflexión anarquistas que luego lideraron
en 1992 por la editorial en la historia urbana y cultural las grandes huelgas de 1917 y
Companhia das Letras de San de San Pablo y del Brasil en 1918 y que pusieron a la ciudad
Pablo. El hecho de que estas general. El estallido y la atroz bajo el control de los
obras ameritaran una edición prolongación de la Gran Guerra trabajadores por varios días.
castellana varias décadas desató en el Brasil, y podría El argumento principal
después de la original habla por afirmarse que también en gran esgrimido por el autor es que
sí solo de la importancia y la parte de Sudamérica, una en el clima de “nueva era”
vitalidad de ambos trabajos. lectura de la conflagración marcado por el fin de la Gran
Más allá de la obvia similitud europea como una fractura Guerra, la cultura se convierte
entre sus objetos de estudio, el civilizatoria que impulsó una “en el elemento catalizador del
análisis de diferentes aspectos reconfiguración étnica y agenciamiento individual y
de la vida social y cultural en cultural de la “identidad colectivo en el espacio público
dos de las ciudades más brasileña”, que buscaba de la metrópolis paulista.
importantes del Brasil, ambos explícitamente tomar distancia Pertenecer, asimilar y
libros parecen anudados por un del legado de Portugal y de desempeñar esa cultura
mismo acontecimiento: la Europa en general, en favor de matricial pasa a ser la única
Primera Guerra Mundial. Pues si una idílica matriz prelusitana forma legítima de compartir la

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‘identidad brasileña’, fuera de Para Sevcenko, la resumirse en que ser joven,
la cual se es un paria” (p. 20). importancia de la cultura en el deportista, vestirse bien y saber
En ese marco, la cultura fue un escenario paulista de la bailar implica ser “moderno” y,
arma clave en el programa de la posguerra constituyó una suerte por ende, obtener un alto grado
oligarquía paulista para hacer de actualización contemporánea de reconocimiento social
frente a la crisis de la primera del mito clásico de Orfeo, aquel (p. 47). De allí que gran parte
posguerra y la apropiación del que hipnotizaba a las masas del capítulo esté dedicada a
espacio público urbano fue la cuando tañía la lira que Apolo estudiar una faceta destacada de
faceta más visible de ese nuevo le había obsequiado y que da la “movilización permanente”
programa. De esta manera, San sentido al título de su ensayo. que caracterizó a la cultura en
Pablo, una gran metrópolis en Para poder dar cuenta de esa la metrópolis paulista de esos
expansión, se transformó en el hipótesis principal, a lo largo de años: los deportes. En el marco
escenario de una proliferación los cuatro capítulos que de las fricciones propias de
de actividades deportivas, en componen el libro, el autor todo proceso de modernización
especial del fútbol, pero abreva en un variopinto acelerada y carente de
también de los desfiles conjunto de registros que van planificación, el deporte fue
militares, las exhibiciones de desde la prensa periódica y la uno de los engranajes clave de
gimnasia y los coros escolares, publicidad hasta los cambios en lo que el autor llama “el mito
difundidas, amplificadas y los hábitos del consumo de la acción”. En gran medida,
comentadas por las nuevas cultural de los jóvenes paulistas como consecuencia de la
tecnologías de la comunicación y los espectáculos deportivos. dimensión tecnológica y masiva
de masas: la prensa, la En el capítulo I, “La de la Gran Guerra, los deportes
publicidad callejera, el cine, la obertura en los acordes fueron considerados como una
radio y los noticieros heroicos de los años locos”, actividad tonificadora del
cinematográficos. Sevcenko reconstruye con gran cuerpo para la lucha y una
Sin embargo, esa centralidad sutileza y capacidad de análisis, manera concreta de regularizar
de la cultura en el escenario de atendiendo a fenómenos tan la espontaneidad cotidiana y de
la posguerra no fue un elemento diversos como el Carnaval o las encauzar los comportamientos
excluyente del programa inundaciones, un dato instintivos y el conflicto social.
político de las elites e ineludible de la nueva realidad: Ahora bien, más allá de las
instrumentado únicamente desde el frenesí de la vida conexiones entre la “educación
el Estado. Por el contrario, en metropolitana. Es que San física”, el espectáculo y la
un momento particularmente Pablo había experimentado un política, Sevcenko reconstruye
traumático para la sociedad crecimiento fenomenal, que el su impacto en la vida
paulista, marcado por el fin de autor describe con detalle en un metropolitana a través de otras
la Gran Guerra, la Revolución apartado del capítulo ii, evidencias, como los cambios en
Rusa y una urbanización “Exposición Universal las vestimentas y los hábitos de
acelerada que acompañaba un Extravagante”, transformándose los jóvenes, que adquieren de
poderoso resurgimiento en el escenario de una nueva modo ostensible nuevos estilos
económico, las diferentes serie de hábitos físicos, ligados a lo deportivo. Para el
declinaciones de la “estética sensoriales y mentales que la autor, esta fue la forma de
normativa”, como la llama el prensa solía agrupar bajo el marcar una ruptura que no es
autor (el purismo, el epíteto de “diversiones”: solo generacional sino que
simultáneismo, el sincronismo, deportes, bailes, desfiles de también revela la emergencia de
el constructivismo, el orfismo, moda, borracheras, etc. Si bien una nueva mentalidad: ropas más
etc.), fueron impulsadas por muchas de estas prácticas ligeras y coloridas que se
otras voces, en especial, por existían desde el inicio del adaptan al cuerpo, el reemplazo
aquellos artistas e intelectuales siglo xx, en ese nuevo contexto de la galera por el corte rapé y la
que se negaban a apoyar una social y cultural se gomina y que en el caso de las
“vuelta al orden” que implicaba transformaron en “la fuente de damas se tradujo, para
un sometimiento a una nueva una nueva identidad y de un indignación de sus padres y
forma de subjetividad, abstracta, nuevo estilo de vida” ligada a la mayores, en un visible
fija y normativa. juventud y cuya filosofía puede acortamiento de las faldas y en

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un agrandamiento de los escotes. que el éxito de esta novedosa para comprender de qué manera
Por último, el capítulo finaliza industria cultural incluyó fueron incorporadas las
con un análisis de aquellos también una notable expansión novedades culturales de la
deportes que de manera del cine norteamericano, del posguerra europea en el campo
arquetípica supieron conjugar la mundo de las artes plásticas y intelectual paulista, un proceso
novedad de la técnica, la un verdadero boom de la que vertebra y articula el cuarto
fascinación por la velocidad y la industria editorial paulista, tanto y último capítulo, “De la
vida urbana, como el de los folletos y las revistas historia al mito y viceversa dos
automovilismo, un verdadero como de los diarios, haciendo veces”. Este atiende al impacto
objeto de culto para los paulistas, de O Estado el diario de mayor de lo “moderno” en el ámbito
la aviación y el motociclismo. tirada del país. de la música, el arte escénico,
Sin embargo, los nuevos El capítulo iii, “El viento de las artes plásticas, la poesía,
rostros del dinamismo urbano las trincheras es caliente”, la literatura y el ensayo, pues
no se limitaron al mundo de los presenta una minuciosa en esos registros “la cuestión de
deportes, también son reconstrucción de la evolución la modernidad adquiría su
perceptibles en un fenómeno de la cultura europea desde máxima consistencia simbólica
nuevo, la democratización del 1870 hasta el fin de la Primera y una expresión cristalina”
acceso a la música, íntimamente Guerra Mundial. A lo largo del (p. 287). El análisis de dicho
ligada a las distribuidoras capítulo, Sevcenko va proceso de recepción escapa a
norteamericanas de la industria mostrando las novedades todo tipo de esquematismo y
fonográfica, y la proliferación de culturales producidas en el rigidez. Por el contrario,
los locales bailables, indicios contexto de la concentración de Sevcenko desenreda una
de una industria del ocio en capitales en grandes empresas intrincada maraña de relaciones
ciernes que buscaban captar oligopólicas y de la expansión y reacciones ante “lo nuevo” y
principalmente al público imperialista europea, los diferentes deslizamientos,
femenino apelando a los nuevos atendiendo a las nuevas yuxtaposiciones y fusiones
ritmos de moda y desplazando propuestas en el ámbito de la entre las tradiciones locales, el
así el tradicional “five o’clock literatura, la plástica, la música nativismo y los rasgos de la
tea”. Gran parte del capítulo ii, y el ensayo con el objetivo de modernidad, ilustrando sus
“Las maquinarias de una demostrar que para un explicaciones mediante el
escenografía móvil”, está importante conjunto de análisis de las obras de
dedicada a estudiar el intelectuales, cultores del personajes como Tarsila do
comportamiento de esa multitud vitalismo, el irracionalismo y el Amaral, Mario y Oswald de
de jóvenes que se entregaban antiliberalismo, el estallido de Andrade, Lucília Villa-Lobos y
con locura a los nuevos ritmos la Gran Guerra fue un José Pereira Graça Aranha.
estridentes y cuya presencia, al acontecimiento ansiado y Para finalizar, me permito
igual que las multitudes de bienvenido pues veían en él un realizar dos señalamientos
torcedores de los diferentes agente “purificador” de la puntuales. En primer lugar, el
clubes de fútbol paulista, decadente y materialista cultura libro muestra una cierta
comenzaban a transformar la burguesa. Prontamente, la cruda tendencia a no ponderar
fisonomía de la ciudad. Para los realidad de la primera guerra suficientemente el impacto de la
observadores distantes de estos industrial de masas mostró lo Gran Guerra en el Brasil. De
nuevos rituales, esos escritores efímero de esas expectativas. hecho, al enumerar las
anónimos que firmaban como Sin embargo, la importancia del resistencias al nuevo orden
“un padre de familia” las capítulo radica en mostrar las cultural que emergerá durante
indignadas cartas de lectores diversas estribaciones culturales los años veinte, Sevcenko
que enviaban a los principales de ese nuevo mundo que menciona el predominante
diarios de la ciudad, estas emerge luego de la firma del equilibrio político de signo
nuevas modas extravagantes no armisticio: el surrealismo, el conservador, las limitaciones
solo tenían algo de impúdico: dadaísmo, el constructivismo, del desarrollo industrial y el
llevaban además a una el cubismo, etcétera. escaso impacto de la Gran
disolución de las barreras y los Dicha reconstrucción Guerra en el plano cultural
tabúes sociales. Cabe destacar constituye el telón de fondo (p. 47). Sin embargo, no debería

Prismas, Nº 18, 2014 291


subestimarse la profunda modo esa nueva presencia de otros casos locales o
conmoción que la guerra las masas en el espacio urbano nacionales.
produjo en la opinión pública dialoga, negocia o se traduce De todos modos, estas
brasileña, teniendo en cuenta el en una participación política indicaciones no atentan contra
hecho, no menor, de que fue el efectiva. Mencionada en una ferviente recomendación
único país sudamericano que passant casi sobre el final del del libro de Sevcenko.
ingresó en la guerra en junio de último capítulo, en relación Caracterizado por una escritura
1917. De hecho, la valoración con las “revoluciones fluida y ágil que sin dejar de
de las “condiciones típicas paulistas” de 1924 y 1930, el ser rigurosa por momentos
locales”, mencionada por papel político de esas masas coquetea con el ensayo, su
Sevcenko como un rasgo que habían caracterizado la atractivo no se limita a los
distintivo de los años veinte, vida moderna de la metrópoli investigadores dedicados a la
emerge durante los años del parece esfumarse a lo largo del historia del Brasil; por el
conflicto, resultado de una libro. Sin embargo, esos dos contrario, también comprende a
temprana interpretación de la rasgos, masividad y juventud, aquellos interesados en la
Gran Guerra como una crisis serán los principales elementos historia cultural, la historia
civilizatoria que reabre en casi constitutivos de los nuevos urbana y la historia intelectual.
todos los países del continente movimientos políticos forjados
un interrogante sobre la cultura al calor de la Gran Guerra y de
y la identidad nacional. ser tenidos en cuenta
En segundo lugar, el autor permitirían iluminar Emiliano Gastón Sánchez
no se detiene a analizar de qué similitudes o diferencias con conicet / untref / uba

292 Prismas, Nº 18, 2014


Jineth Ardila Ariza,
Vanguardia y antivanguardia en la crítica y en las publicaciones culturales colombianas
de los años veinte,
Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2013, 298 páginas

Es un hecho: la literatura manera tardía a los procesos de Ahora bien, que aún se
colombiana brilla por su modernización en diversos tenga por cierto este vacío solo
ausencia, o por su polémica campos, hasta tal punto que ha sido posible, en realidad,
aparición, en los estudios y las Luis Tejada, miembro guía de gracias a una inquietante
antologías clásicas dedicadas a la generación de Los Nuevos, situación: el profundo atraso
las vanguardias en América no dudó en sentenciar: “Este del que es objeto el campo de
Latina. Nelson Osorio (1988) país es esencialmente los estudios de prensa en
señala que Los Nuevos (efímera conservador en todos los Colombia. Largo tiempo
y solitaria revista por la cual es aspectos de su vida, pero esperado, por fin se puede
conocida la generación singularmente en lo que se contar, sin embargo, con un
colombiana del mismo nombre) refiere a la literatura”; “Nuestra libro que, además de hacer
“es representativa de las ideas lírica, sobre todo, está retrasada evidente este preocupante
renovadoras en un medio tan cincuenta años”;4 “ni los atraso, avanza en el camino
conservador como el libros futuristas, ni las revistas abierto por la revaluación de
colombiano de esos años”, “sin futuristas, ni aun el eco siquiera Pöppel7 para seguir
ser en estricto sentido una del movimiento futurista llega remediándolo: el trabajo de
revista vanguardista”;1 hasta aquí, o si llega Ardila Ariza, Beca de
HugoVerani (1990) afirma que vagamente, no le hemos Investigación en Literatura del
en la literatura colombiana “no prestado atención”.5 Los Ministerio de Cultura de
hubo actividad de verdadera estudios y las antologías Colombia en 1999 (publicado,
vanguardia, solo figuras clásicas parecen tener, así, por alguna razón, solo hasta el
aisladas que acogen tendencias razón. Colombia: un país día de hoy), cuyo objetivo
innovadoras y antirretóricas”;2 aislado y sin vanguardias. Vacío (gravemente inédito, aunque
y Jorge Schwartz (1991), triste y vergonzoso que, de por fin planteado en la
sencillamente, la pasa por alto.3 hacer caso a las palabras de historiografía literaria
El hecho no sorprende si Armando Romero (1988), solo colombiana) no es otro que el
tenemos en cuenta que llegaría a ser remediado hasta de “confrontar con fuentes de
Colombia entró al siglo xx de finales de los años cincuenta primera mano aseveraciones
la mano de la Hegemonía con el nadaísmo: “realmente no recientes, como las que aún
Conservadora (1886-1930), existió un movimiento de indican que en Colombia no se
régimen político que llevó a vanguardia, como tal, en la conocieron ni se debatieron, ni
este país a incorporarse de historia de la literatura
colombiana hasta la aparición
del nadaísmo”.6
vanguardia perdida, Bogotá, Tercer
1
Nelson Osorio, Manifiestos, proclamas Mundo/Pluma, 1988, p. 9.
7
y polémicas de la vanguardia literaria Hubert Pöppel, Las vanguardias
hispanoamericana, Caracas, Ayacucho, literarias en Bolivia, Colombia,
1988, p. 157. Ecuador y Perú. Bibliografía y antología
2 4
Hugo Verani, Las vanguardias Luis Tejada, “Un poeta nuevo”, en crítica, Frankfurt/Madrid,Vervuert/
literarias en Hispanoamérica Gotas de tinta, Bogotá, Instituto Iberoamericana, 1999; 2ª edición
(manifiestos, proclamas y otros Colombiano de Cultura, 1977, p. 158. corregida y aumentada: Hubert Pöppel
5
escritos), México, Fondo de Cultura “El futurismo”, en Mesa de redacción, y Miguel Gomes, Las vanguardias
Económica, 1990, p. 27. Medellín, Universidad de Antioquia, literarias en Bolivia, Colombia,
3
Jorge Schwartz, Las vanguardias 1989, p. 269. Ecuador, Perú y Venezuela. Bibliografía
6
latinoamericanas. Textos programáticos Armando Romero, El nadaísmo y antología crítica, Frankfurt/
y críticos, Madrid, Cátedra, 1991. colombiano o la búsqueda de una Madrid,Vervuert/Iberoamericana, 2008.

Prismas, Nº 18, 2014 293


despertaron un deseo de por ejemplo, referencias al El Sol (1922), que bajo la
renovación los movimientos de surrealismo en la prensa dirección de los nuevos Luis
vanguardia” (p. 14). colombiana;9 para demostrar el Tejada y José Mar, y en un
Así, el primer apartado segundo (la existencia de camino que va del liberalismo
(“Dos capítulos prescindibles”) intentos por ponerse al día), al socialismo, atacó e hizo “por
analiza: 1) diversas propuestas construye el segundo apartado. primera vez una evaluación
de análisis de la vanguardia que Este segundo apartado global acerca de los
pueden dividirse en dos: para (“Vanguardia: crítica, reacción centenaristas como generación”
entenderla como culmen del y revolución”) analiza, así, (p. 127); 5) la revista Los
modernismo o para entenderla diversas iniciativas nunca antes Nuevos (1925), dirigida por el
como una ruptura con este que estudiadas en conjunto: 1) la nuevo Felipe Lleras Camargo,
abre la época contemporánea; y labor crítica de Voces (1917- de la que se subraya cómo la
2) la presencia de Colombia en 1920), revista dirigida por falta de un programa unitario
los estudios y las antologías Ramón Vinyes (el sabio catalán (estético o político) hizo que
sobre la poesía latinoamericana de Cien años de soledad) que, “no tuviera la importancia que
de los años veinte. Al estudiar desde la ciudad de Barranquilla, debía haber tenido como
este último punto la autora quiso dar a conocer, por renovadora de las ideas y de la
señala cómo además de primera vez en español, los estética del momento” (p. 133);
marginar a los poetas movimientos de vanguardia (“la 6) la acogida de Los Nuevos en
de transición (entre los cuales primera de América en traducir las “Lecturas Dominicales” del
sitúa a los colombianos Luis y reproducir textos de diario El Tiempo (1925-1927),
Carlos López y León de Greiff) Apollinaire”) (p. 65); 2) los dirigido por el centenarista
y olvidar la prosa de vanguardia ataques de Los Arquilókidas Eduardo Santos; 7) en el
(en la que destaca como (1922), grupo de nuevos que, “Suplemento Literario
promotor a Tejada), estos tras este seudónimo, atacó a la Ilustrado” del diario El
trabajos han dedicado poca o generación anterior (la Espectador (1924-1927),
ninguna atención a Colombia.8 Generación del Centenario) dirigido por Luis Cano; y, por
Tras puntualizar esto, subraya: desde el diario La República, último, 8) la labor del diario
“No es la intención de este dirigido por el centenarista socialista Ruy Blas (1927-
texto demostrar si hubo Alfonso Villegas Restrepo;10 3) 1928), dirigido por Felipe
vanguardia en Colombia, la efímera Caminos (1922), Lleras Camargo, que permitió a
forzando lecturas, análisis o revista creada por antiguos su generación atacar, tras
documentos, sino demostrar colaboradores de Voces que, seudónimos, en escritos y
que sí hubo discusión crítica en desde Barranquilla, buscó caricaturas, a varios políticos y
torno a la vanguardia, así como continuar la tarea de Los cronistas, pero que publicó
intentos por ponerse al día Arquilókidas;4) el fugaz diario “algunos artículos de tono más
frente a las exigencias estéticas bien antivanguardista” (p. 234).
del momento” (p. 66). Para El tercer apartado
demostrar el primer punto (la (“Antivanguardia: centenarismo
9
existencia de discusión crítica), Lamentablemente, muy rara vez se y tradición”) analiza, entonces,
refieren y se datan las fuentes del
la autora analiza e incluye material gráfico recuperado.
dos ataques contra Los Nuevos:
diversos fragmentos de prensa 10
La autora comete un error al afirmar 1) el realizado en 1925 por El
en los que pueden encontrarse, que fue Gilberto Loaiza Cano quien nuevecito escritor (seudónimo)
encontró las arquilokias, por primera desde Patria, revista bajo la
vez, en 1995: “No hay rastro de que
alguien haya hablado de ellas antes de dirección del centenarista
él” (p. 87). Germán Colmenares ya las Armando Solano;11 y 2) el
8
Ardila Ariza señala a Verani, además, había referido en Ricardo Rendón. Una
como el único que incluye en su trabajo fuente para la historia de la opinión
uno de los pocos libros de vanguardia pública, Bogotá, Fondo Cultural
11
que tuvo, en efecto, Colombia: Suenan Cafetero, 1984. La autora se equivoca, La autora se equivoca al afirmar que
timbres (1926), de Luis Vidales, y cómo también, al afirmar que todos estos los textos de esta polémica fueron
este fue olvidado, incluso, por el textos iban acompañados “por una comentados por primera vez por Pöppel
colombiano Óscar Collazos en Los caricatura de Rendón” (p. 89), pues en Tradición y modernidad en
vanguardismos en la América Latina, otros caricaturistas participaron en la Colombia. Corrientes poéticas en los
Barcelona, Península, 1977. contienda. años veinte, Medellín, Universidad de

294 Prismas, Nº 18, 2014


realizado desde “El Nuevo enriquecer la imagen de una origen de la generación
Tiempo Literario” (1927-1929), época, y de una generación que antecesora (ampliamente
suplemento del diario El Nuevo era conocida, aún, por una sola ignorado por la historiografía
Tiempo, dirigido por Ismael y efímera publicación, para colombiana). Aun más urgente
Enrique Arciniegas, que además lograr un mapa mucho más rico deberá ser, de igual modo,
de atacar a Los Nuevos, se y complejo de la trayectoria emprender un estudio puntual
impone la labor de divulgar las literaria, política e intelectual de la recepción de las
vanguardias europeas y de ambas. Puntualicemos, sin vanguardias en Colombia (aún
latinoamericanas con el embargo, algunas no realizado hasta el día de
objetivo de ridiculizarlas. observaciones. Además de hoy), pues, tal y como este
Finalmente, en el epílogo tratar con más precisión la libro hace evidente sin lograrlo
del libro, la autora refiere labor de algunos seudónimos del todo, ese debe ser el primer
cómo, a partir de 1927, Los (Lope de Azuero, sobre todo, paso para aclarar si la discusión
Nuevos salieron del país merecería un libro aparte, pero en torno a las vanguardias fue
incorporándose a proyectos del es pobremente referido) y de tal en verdad (Tejada, por
último gobierno de la hacer evidente que muchos ejemplo, habla de “futurismo”
Hegemonía, “bien como procesos de la década del veinte para referirse a toda
periodistas, como diplomáticos tienen su raíz en la década vanguardia). Estos elementos
o como directores de obras anterior (y el título del libro, en permitirán corregir y/o ampliar
públicas” (p. 282), acción con este sentido, debería cambiar, el libro de Ardila Ariza como
la cual, afirma, su proyecto pues incluye a Voces), es base fundamental para hacer a
parece haber muerto para dar esencial subrayar que si bien Colombia contemporánea de
paso a la realización de otros: este libro se propone América Latina en los estudios
el de la Generación del remontarse al origen de Los sobre las vanguardias y la
Centenario y el de la Nuevos “como generación, y a prensa: otra parte olvidada de
Generación de los Bachués los inicios del enfrentamiento su memoria que comienza, no
(“post-nuevos”) (p. 284). con sus antecesores” (p. 16), obstante, a recuperar. Aún no se
La importancia de este libro cumplir este objetivo a cuenta, sin embargo, con una
salta, así, a la vista, al cabalidad exigirá analizar otras edición de las fuentes
publicaciones, realizar una analizadas que les permita salir
verdadera genealogía de su de los archivos (a excepción de
nombre12 e indagar por el los tardíos facsímiles de Voces
Antioquia, 2000 [septiembre]. Pöppel ya y Los Nuevos), pero una cosa es
lo había hecho en “La vanguardia segura: pronto llegarán.
literaria colombiana y sus detractores”,
en Estudios de Literatura Colombiana,
12
No. 6, enero-junio de 2000, pp. 35-50, El líder estudiantil Germán Arciniegas
en donde refiere, además, un comentario habla ya de “los nuevos” en carta a
anterior: el de Maryluz Vallejo en Vida y Carlos Pellicer del 14 de abril de 1920, Sergio Andrés Salgado
obra periodística de Luis Vidales en Correspondencia entre Carlos
(investigación inédita), Medellín, Pellicer y Germán Arciniegas, México, Pabón
Universidad de Antioquia, 2000. Conaculta, 2002, p. 32. puj

Prismas, Nº 18, 2014 295


Mariano Mestman y Mirta Varela (coords.),
Masas, pueblo, multitud en cine y televisión,
Buenos Aires, Eudeba, 2013, 304 páginas

¿Qué imágenes de las masas las multitudes en sí mismas y seduce a los televidentes
trazaron los medios de en relación con sus contextos italianos de la era de
comunicación audiovisual al políticos y culturales, los Berlusconi, donde sus
poner a estas en escena? ¿Qué desarrollos tecnológicos y los protagonistas adquieren los
ideas pueden “leerse” en los cambios en la teoría social, en rasgos humanos de la
motivos visuales de ese sujeto distintos marcos geográficos aproximación biográfica y la
colectivo que el cine y la –generalmente nacionales– y a telenovela, en el marco de la
televisión multiplicaron a lo través de variados soportes. La revisión del fenómeno fascista
largo del siglo xx en Argentina, perspectiva comparativa que se remonta a los escritos de
Brasil, Italia o Estados Unidos? supranacional, excepto algunos De Felice en la década de 1970;
La compilación de catorce de los textos, queda a cargo del por último, el de Mirta Varela,
artículos realizada por Mirta lector. Una hipótesis conceptual “Las plazas de Malvinas: el
Varela y Mariano Mestman y un desafío crítico invitan a color de la multitud”, en el que
tiene estas preguntas en su ello, sin embargo, desde el se toma como eje de análisis el
origen. Si la cuestión de la comienzo: lo primero, la color y sus usos, a partir de un
representación en su doble postulación de una autonomía corpus que forman las imágenes
vertiente (política y visual) y el relativa de las imágenes televisivas captadas en Buenos
interrogante por el significado respecto de los conceptos; lo Aires durante la guerra de
de lo popular son problemáticas segundo, la propuesta de Malvinas, y las películas que
que, como se afirma en la poner en diálogo trabajos que desde la transición democrática
introducción, resultan abrevan en tradiciones críticas las incorporaron como archivo
prácticamente consustanciales a diferentes, como los que tratan al abordar el tema,
la historia política y cultural, y sobre las figuras de las masas identificando a través de ese
a la historiografía del cine, la en la televisión y en el cine, y elemento la persistencia
preponderancia de la cultura de hasta lograrlo dentro de un traumática de un tema no
la imagen que los estudios mismo abordaje crítico. De la abordado: el apoyo popular a la
visuales –en la convergencia de productividad de esto último guerra.
la historia del arte y los estudios dan cuenta los tres trabajos que La variedad de los textos
culturales– han propuesto asumen ese desafío: el de Mario compilados hace lugar a
traducir en un pictorial turn, Carlón, “Televisión y masas. De trabajos con mayor pretensión
pone las figuraciones de las las representaciones históricas a teórica y a otros más abocados
masas producidas por los la nueva etapa de al análisis de casos. Entre los
medios en el centro de esos mediatización”, con un primeros se destaca el artículo
mismos debates. De ahí que el sofisticado análisis conceptual de Lynn Spigel, “Las
libro apuesta a mostrar que la sobre la innovación que muchedumbres solitarias de la
interpretación de esas imágenes introduce el directo televisivo TV norteamericana”, que abre
como documentos de una como discurso respecto de la Primera Parte del libro (“Los
historia cultural permite revelar anteriores lenguajes mediáticos; conceptos en la historia”). Se
aspectos (corporales, gestuales) el de Vito Zagarrio, “El trata allí del cambio introducido
que el mero análisis de fascismo en la televisión en la forma de representar a la
discursos o prácticas en italiana contemporánea; la gente “en masa” cuando se
manifestaciones públicas televisión en el cine del popularizó la televisión en los
oblitera. Nutridos del cruce fascismo”, que ausculta el Estados Unidos en los años
disciplinar, los artículos del modo en que el fascismo como cincuenta. A través de la
libro abordan las imágenes de régimen de masas fascina y audiencia de estudio –afirma

296 Prismas, Nº 18, 2014


Spigel–, las masas fueron posibilidad de identificación alojado en esa imagen podría
mostradas desde entonces, en la formal del espectador con esos ser puesta en tensión con el
TV, como público amable y rostros. significado destilado de los
como familia de clase media ¿Demuestra el libro en su conceptos del líder peronista,
blanca, cuya característica conjunto la hipótesis planteada presentes en la prensa y en
común era no ya su interés en la introducción acerca otros documentos escritos. En
social o afinidad política sino el de la autonomía relativa de las otro registro, el trabajo de
deseo de mirar la televisión. imágenes respecto de los Claudia Feld, “La
Este nuevo registro visual conceptos o, para decirlo en las representación televisiva de los
entraba en conflicto con palabras de sus compiladores, desaparecidos: del Documento
anteriores representaciones de que es posible hablar de la Final… al programa de la
las muchedumbres en el cine figuración de nuevos sentidos conadep” (en la Parte iv, “Las
así como con otros registros producidos por las imágenes y masas y la nación”) ilumina
televisivos contemporáneos de no solo de la traducción de lo con claridad la productividad
las décadas de 1950 y 1960, en que los conceptos “dicen”? La simbólica de la imagen. Tras
los que las multitudes se respuesta no es la misma según analizar cómo los desaparecidos
manifestaban por los derechos cada artículo. Por caso, el de fueron “nuevamente” ocultados
civiles, contra la guerra de Marcela Gené en la Parte ii, tras las imágenes contrapuestas
Vietnam o a favor de la “Fueron millones… las masas de la violencia política y las de
revolución sexual. en la gráfica política y los la multitud anónima y
Entre los análisis centrados noticiarios cinematográficos”, silenciosa en el programa con
en el caso argentino, el de centrado en la propaganda el que la dictadura tambaleante
Clara Kriger, “Los trabajadores, durante los festejos del 17 de presentó el Documento Final
entre el uniforme y la fiesta”, Octubre entre 1946 y 1955, se sobre la Guerra contra la
encabeza la Segunda Parte del ocupa en buena medida de Subversión y el Terrorismo,
libro titulada “Los trabajadores: ilustrar a través de fuentes Feld muestra el modo como la
figuraciones de la celebración y visuales (fotografías y puesta en escena construida
la protesta”. A través del filmaciones pero sobre todo para presentar los resultados de
análisis formal de cortos y afiches con la figura del la investigación de la conadep,
mediometrajes de propaganda descamisado), aquello que la a través de la austeridad en la
de las décadas de 1920 a 1950, historiografía sobre la transmisión de los testimonios
en su mayoría encargados por conmemoración del Día de la de familiares de desaparecidos,
el Estado, Kriger identifica las Lealtad (Mariano Plotkin en el ritmo lento, la ausencia de
estrategias de representación Mañana es San Perón…) ya publicidades, el “medio tono”
audiovisual que en cada etapa constató a partir de documentos y, por último, el borramiento de
indicaron una resignificación escritos: un progresivo las marcas de enunciación del
en la figura de las masas. En eclipsamiento de la figura del medio televisivo en beneficio
1940, al frente Carlos A. trabajador como protagonista del enunciador estatal,
Pessano del flamante Instituto de la gesta popular del ‘45 y el cimentaron la “fuerza de
Cinematográfico Argentino, los correlativo carácter cada vez revelación del documental de la
cortos publicitarios de las más excluyente de la exaltación conadep”. Esta se basó –dice
bellezas del país estetizaban los de los líderes del peronismo.1 Feld– en el hecho de que el
cuerpos y los rostros hasta Si, como afirma la autora, el rostro de los testigos se
eliminar cualquier marca social “concepto descamisado” fue configuró en garantía de
o identitaria de los trabajadores una construcción simbólica autenticidad, y a través suyo los
retratados. Durante el visual a la vez que discursiva, crímenes denunciados y su
peronismo, por el contrario, tal vez alguna capa del sentido resultado, las desapariciones
entre otros recursos de la (no visibles), pudieron
puesta en escena los primeros “visibilizarse”.
planos en las tomas de la La compilación contiene un
1
multitud movilizada resaltaban Mariano Plotkin, Mañana es San nutrido grupo de artículos que se
el mayor protagonismo obrero Perón. Propaganda, rituales políticos y ocupan del cine documental y
educación en el régimen peronista
en la vida nacional, y la (1946-1955), Buenos Aires, Ariel, 1994. político. El trabajo de Antonio

Prismas, Nº 18, 2014 297


Medici, “De la masa a la Cedrón, Argentina, 1972); y en verosímil que eterniza
multitud: el conflicto político en El grito (Leobardo López pasionalmente la historia”. Para
el cine italiano”, recorre la Arretche, México, 1970), la voz Gonzalo Aguilar, en “El
variación en las estrategias de desdoblada del Consejo frenético y colorido baile del
representación de las masas en Nacional de Huelga estudiantil, pueblo: Glauber Rocha y
Italia desde la segunda posguerra por un lado, y la de Oriana Antônio das Mortes”, el mito
hasta el 2001. Si bien el análisis Fallaci, por otro. Concluye que y lo irracional también tienen
encarna en la especificidad de la el testimonio permanece un lugar clave en la
historia italiana, el texto revela articulado y subordinado (salvo interpretación del cambio en la
la presencia transnacional de el caso de Fallaci) a las tesis consideración del pueblo que
determinadas formas de insurreccionales y Glauber inaugura con ese film.
documentar y representar al revolucionarias que signan la Aunque otro elemento adquiere
pueblo movilizado, y su época y los films. un papel central para aclararlo:
transformación en el tiempo. Del Otros tres textos que se trata del uso del color,
plano general de las masas abordan filmografías de común a otros tropicalistas
compactas y anónimas que se temática política –aunque –dice Aguilar–, en el sentido de
expresan ante el atentado al líder ancladas en la ficción– son los una “irrupción de la ebriedad
partidario (en este caso, del de Ana Amado, Gonzalo del carnaval en el arte”. Con la
Partido Comunista Italiano, Aguilar y Fabiola Orquera, incorporación del color en
Palmiro Togliatti), a fines de los dedicados a interpretar las Antônio das Mortes (1969),
años cuarenta, pasando por el modalidades de figuración de lo leída como “falso remake” de
registro de asambleas obreras o popular en Leonardo Favio, Dios y el diablo en la tierra del
corridas, realizado no ya por el Glauber Rocha, y en dos sol (1964), el cineasta brasileño
Partido sino por colectivos cineastas argentinos –Román acentúa la individualidad y el
independientes ligados a la Viñoly Barreto y Lucas aislamiento de los personajes,
nueva izquierda, hasta el video- Demare– tributarios de la en lugar de la comunidad
activismo y la representación construcción simbólica de lo popular. “…El color disgrega
múltiple de las nuevas andino difundida por Atahualpa y descompone” –interpreta
tecnologías, en los recientes Yupanqui. En “Rituales Aguilar–, por tanto, si bien el
movimientos alter-globalización. angélicos. Pueblo, infancia y pueblo protagoniza la película,
El artículo de Mariano duelo en Leonardo Favio”, “es un pueblo que todavía no
Mestman, “Las masas en la era Amado destaca entre los films llega a ser tal: es multitud,
del testimonio. Notas sobre el de Favio anteriores a la última masa, turba, plebe”. La revisión
cine del 68 en América Latina” dictadura militar la figura de la de Glauber supone a su vez una
(Parte iii, “El pueblo como mito, infancia como expresión del nueva imagen de la
sujeto o testigo”), despliega un afecto político, elemento que le modernidad, de alcance más
contrapunto entre films políticos permite poner a Favio en limitado, donde esta convive
de cuatro países con el objetivo diálogo no solo con Walsh y con el misticismo y lo bestial
de indagar cómo se incorpora el con Solanas, sino también con que sobrevive en la multitud.
testimonio en ellos y cómo este el cine europeo posterior al El vínculo entre lo popular y
interactúa con las masas neorrealismo. Sobre la década la modernidad también aparece,
representadas, cuando la del noventa y, en particular, el aunque bajo otras coordenadas
literatura testimonial hace documental Perón. Sinfonía del espacio-temporales, en el
eclosión en la región. Aborda, sentimiento (1994-2000), tratamiento de dos melodramas
sucesivamente, la palabra atiende al mito como mediador rurales de la década de 1950
testimonial de Esteban Montejo entre cine y peronismo, y que transcurren en el Norte
en Hombres de mal tiempo subraya la apuesta fuerte al argentino. El artículo de
(Alejandro Saderman, Cuba, “aura de los archivos escritos, Orquera, “Las masas andinas
1968); la de Domitila Barrios en visuales y sonoros” ingresan al llano zafrero:
El coraje del pueblo (Jorge recolectados por Favio, sobre Atahualpa Yupanqui y el cine”,
Sanjinés, Bolivia, 1971); el los que el director aplica “todo llama la atención sobre los
testimonio de Julio Troxler en el arsenal de los recursos del films Horizonte de piedra
Operación Masacre (Jorge cine para llevarlos a un (Viñoly Barreto, 1956) y Zafra

298 Prismas, Nº 18, 2014


(Demare, 1959) como vías norte; la cultura letrada y la justamente, en esta misma
abiertas para “una ‘arqueología’ oral”, la autora hace un aporte a revista y hace un año, Ana
indígena de las masas la historia de los intelectuales, Clarisa Agüero y Diego García
argentinas”. En la imagen de informando sobre las redes de llamaban a ampliar: la que hace
los trabajadores del ingenio que colaboración entre el artista y de las imágenes un objeto
padecen su incorporación a la los realizadores, y sobre los central para la indagación de
agroindustria del azúcar (la canales mediante los que estas las ideas y sus productores.2
modernidad exterior construcciones literarias
contrapuesta a la interioridad e alcanzaron la pantalla grande.
identidad kolla, definitorias de Desde este tipo de enfoque,
lo andino), Orquera ve la huella atento a los ámbitos de Laura Ehrlich
de la labor de Yupanqui en sociabilidad y a los espacios chi-unq / conicet
tanto “productor del discurso institucionales, las redes
maestro” sobre lo andino. Al profesionales y comerciales por
reconstruir su actividad las que las imágenes del pueblo 2
Ana Clarisa Agüero y Diego García,
político-cultural y literaria, y del cine y la TV viajan y llegan, “Culturas locales, culturas regionales,
conceptualizar a Yupanqui o se transforman, se puede culturas nacionales. Cuestiones
como “mediador evanescente” trazar una línea de convergencia conceptuales y de método para una
entre el “marxismo y el hacia una zona del campo de la historiografía por venir”, en Prismas.
Revista de historia intelectual, nº 17,
peronismo; La Pampa y el historia intelectual que 2013, pp. 181-185.

Prismas, Nº 18, 2014 299


Mariano Siskind,
Cosmopolitan Desires: Global Modernity and World Literature in Latin America,
Evanston, Northwestern University Press, 2014, 357 páginas

Cosmopolitan Desires es un autores y productos culturales posibilidad del cosmopolitismo


trabajo fundacional para el latinoamericanos –aunque como enunciado ético, pensado
campo de los estudios sobre también de otras regiones– en el como preocupación por los
literatura mundial en América centro de este rico debate otros. Es por eso que
Latina. El libro se inserta en un crítico, haciendo uso de un Cosmopolitan Desires se enfoca
escenario de debates críticos en amplio repertorio teórico y de en momentos de
plena ebullición, alrededor del debates políticos, culturales y intraducibilidad, deslectura,
estatuto de la literatura literarios. Siskind propone apropiación, en el seno de
comparada como disciplina estudiar la estética cosmopolita procesos de globalización
–ejemplificado con el reciente y como estrategia de universalidad cultural. En sintonía con los
polémico Dictionary of que cuestiona tanto las debates ya mencionados,
Untranslatables: A estructuras hegemónicas de Siskind es sospechoso de toda
Philosophical Lexicon–.1 Ante exclusión eurocéntrica como los figura de equivalencia cultural,
el desafío de no repetir la patrones nacionalistas de sustituibilidad y traducibilidad
lógica global del capital, automarginación. La propuesta de las diferencias nacionales y
teóricos como Emily Apter o de Cosmopolitan Desires es leer étnicas, y presenta, además, una
Jacques Lezra—traductores del la modernidad latinoamericana crítica al modo en que la
volumen al inglés— exploran como una relación global, literatura mundial ha sido
conceptos como inserta en una red transcultural institucionalizada en el seno de
intraducibilidad, de intercambios, deshaciendo la academia en los Estados
in-comparabilidad, o, en el caso una idea particularista de la Unidos.
de Gayatri Chakravorty Spivak, diferencia cultural. El mundo Cosmopolitan Desires se
“planetariedad” (planetarity), aparece, para el sujeto de organiza en una introducción y
como modos de abrir un Cosmopolitan Desires, como un cinco capítulos en los que se
sentido de alteridad ético- horizonte imaginario traza, en una secuencialidad no
política en el interior del inaprensible, en el marco cronológica, el imaginario
comparatismo, sometiéndolo a universalista de la literatura cosmopolita desde fines del
un escrutinio permanente y a la mundial. Lo que caracterizaría siglo XIX hasta mediados
sospecha de sus propios la subjetividad cosmopolita en del XX.
términos. ¿Cómo dar cuenta de América Latina sería su punto El capítulo 1, “La
un paradigma cultural de enunciación marginal, su globalización de la novela y la
planetario que evite reponer las exclusión del desarrollo global novelización de lo global”,
visiones exotizadas de la de la modernidad. Pleno de examina al género novela como
identidad que se hallan en la impulsos ambivalentes, el sujeto central para conceptualizar la
base misma del discurso latinoamericano percibe el globalización de la cultura
global? ¿Pueden las culturas mundo y la literatura mundial moderna latinoamericana. La
marginales volverse productoras como proyecciones novela transmitiría un sentido
de cultura cosmopolita global? fantasmáticas de sus deseos de modernidad universal, a
En Cosmopolitan Desires, cosmopolitas. En ese plano través de procesos de
Mariano Siskind posiciona a imaginario en el que se importación, traducción y
constituye el deseo de mundo, adaptación, en lugar de una
de pertenencia y reconocimiento lógica de la expresividad local
1
universal que media las prácticas o de representatividad cultural
Princeton University Press, 2014,
traducido al inglés por Jacques Lezra, discursivas del intelectual, fija. El capítulo incluye análisis
Emily Apter y Michael Wood. reside, según Siskind, la propia comparativos de novelas de

300 Prismas, Nº 18, 2014


Julio Verne y Eduardo L. emergencia de los discursos limitada al dominio francés.
Holmberg, así como un mundiales latinoamericanos. Darío inscribe su
interludio iluminador en que se Parte del caso de José Martí cosmopolitismo como función
leen los diarios de viaje del para considerar la literatura de la universalidad de la cultura
capitán James Cook a la modernista en la coexistencia francesa, a través de la
Antártida como reveladores de conflictiva de las literaturas potencialidad moderna y
las fisuras del discurso metropolitanas y las mundial del simbolismo
modernizador y globalizador. marginales. Luego analiza en francés. Aunque constituido en
El capítulo 2 analiza el González Prada la una mediación francesa que
realismo mágico en sus trascendencia de la identidad posibilita su modernidad, Darío
trayectorias y narrativas local a través de una crítica de también concibe y articula su
históricas globales, como lo hispano; des-hispanizar la exclusión de la modernidad
puesta en escena de deseos literatura peruana, en González parisina, revelando el carácter
mundiales y objetivos Prada, implicaría acceder a la desigual del mapa global del
transculturales. Siskind se modernidad cultural. En el modernismo.
propone deconstruir la crítica contexto mexicano, Gutiérrez Finalmente, el capítulo 5 se
literaria que ha erigido al Nájera ejemplifica la necesidad centra en el viaje de Enrique
realismo mágico en paradigma de negociar el cosmopolitismo Gómez Carrillo a Europa del
de la literatura latinoamericana, con el regionalismo. A Este, y su encuentro con la
revelando las mediaciones continuación, el caso de “cuestión judía”. Según
históricas en que se inscribe Enrique Gómez Carrillo, como Siskind, el orientalismo y el
dicho particularismo, e mediador de la literatura exotismo –centrales al
historizando su relación con el mundial, es leído como imaginario del modernismo– se
poscolonialismo y la literatura predecesor de Borges en su interrumpen cuando Gómez
mundial. En lugar de en la práctica literaria cosmopolita. Y Carrillo reconoce la opresión y
forma textual del género, el finalmente se analiza al crítico la pena del judío de Europa del
capítulo se enfoca en las Baldomero Sanín Cano, en Este, que lo interpela. Esta
trayectorias globales, las quien el deseo de mundo se irrupción en la trama
traducciones y las reescrituras vuelve demanda ética y estética orientalista constituiría un
–los casos de Alejo Carpentier, a la vez, buscando lo universal momento ético, de sensibilidad
y Cien años de soledad, de como fuerza emancipatoria de ante el excluido, sufriente. Por
Gabriel García Márquez–, a todo aislacionismo. En todos otro lado, la expansión hacia el
través de una perspectiva de estos casos, el cosmopolitismo oriente universaliza la lógica
historia literaria y cultural. modernista encarna una parisina, pero también se
Analiza los modos en que el demanda de igualdad universal, extiende más allá de ese
género ha interpelado a los como promesa de pertenencia a universal. El cosmopolitismo
escritores y a los intelectuales la modernidad mundial. La modernista, si bien produce al
anglófonos –como archivo de literatura mundial, en este mundo como totalidad
fuentes culturales traducible a sentido, carece de predicados indiferenciada del modernismo
otras áreas del tercer mundo– y metropolitanos o marginales, no parisino, construye un mundo
como ha sido percibido, por es particular ni universal, y plano, anti-identitario,
algunos escritores tampoco es sincrética, sino que indiferenciado, en el que
latinoamericanos, como propone el vaciamiento mismo Siskind lee la posibilidad de
imposición de una especificidad de la identidad, hacia un plano imaginar el fin de la exclusión.
identitaria. El realismo mágico, imaginario por venir. Más allá de la ya
afirma Siskind, es un modo de El capítulo 4 se centra en mencionada sofisticación
producir espacios narrativos Rubén Darío y su invención de teórica y del horizonte actual de
decoloniales, rápidamente una subjetividad poética discusiones teórico-críticas en
mercantilizados (commodified), cosmopolita, abierta al mundo que interviene, uno de los
y fetichizados. y su extrañeza. Siskind lee en grandes hallazgos del estudio es
El capítulo 3 examina el Darío la emergencia de una la construcción de un
modernismo y su deseo de posición cosmopolita, una cosmopolitismo ético, que
mundo en el marco de la universalidad paradójicamente incluye el reconocimiento del

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propio lugar de exclusión, así emergencia de modos diversos Latina, rompiendo las barreras
como la sensibilidad ante el y tangibles de otredad de un latinoamericanismo
otro. Quizá la razón por la que cosmopolita. Por otro lado, el exótico. Es en esa dimensión, la
la profundización en el lugar de privilegio del eje Europa- de un provocativo
exclusión de la enunciación América Latina deja fuera el desplazamiento del mapa de las
latinoamericana, así como la examen de los textos en que lo discusiones sobre lo
sensibilidad ética hacia el otro universal moderno es encarnado latinoamericano, donde se aloja
sufriente, queda algo por los Estados Unidos, tan su aporte más contundente,
desdibujada es precisamente relevante para el modernismo desde ahora indispensable para
por el horizonte vacío, anti- como espacio político pero los interesados en la producción
identitario, del universalismo también cultural. Siskind nos cultural y literaria
que el estudio propone. Es ese muestra un horizonte latinoamericana, así como en la
mismo horizonte vacío –anti- cosmopolita productivamente literatura mundial.
sincrético– el que explica, tensionado en sus
probablemente, el hecho de que contradicciones, pero lo
por momentos la densidad interesante del caso es que
teórica del texto opaque la resitúa el mapa de las Alejandra Josiowicz
importancia de los archivos y la discusiones sobre América Rutgers University

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Esteban de Gori,
La República Patriota: Travesía de los imaginarios y de los lenguajes políticos
en el pensamiento de Mariano Moreno,
Buenos Aires, Eudeba, 2013, 309 páginas

El Bicentenario de las es quien más ha enfatizado el las colonias ahora llevará a su


independencias dio lugar a una punto) señalan, además, la independencia.
amplia gama de estudios que profunda quiebra política y El libro de Esteban de Gori
buscan apartarse de la tradición cultural que supuso la caída de intenta, justamente, intervenir
historiográfica de impronta la monarquía y la instauración en este debate. En este sentido,
nacionalista, que explica la de regímenes políticos fundados su alcance excede grandemente
ruptura del vínculo colonial en sobre bases republicanas. Según aquello que su título sugiere. El
términos del afán de muestran, para los hombres de mismo es mucho más que un
autodeterminación por parte de comienzos de siglo xix el estudio sobre el pensamiento de
naciones preexistentes, las gobernarse según otro régimen Mariano Moreno; es el trazado
cuales tarde o temprano político que no fuera el del complejo proceso de
buscarían recobrar los derechos monárquico les resultaba poco reconfiguración conceptual que
soberanos que les menos que inconcebible. Para abriría las puertas a esa radical
corresponderían como tales. estos, la monarquía era una reformulación de los lenguajes
Según muestran estos estudios forma de gobierno tan natural políticos que hizo
recientes, dicha tradición se como para nosotros la eventualmente posible las
funda en una perspectiva republicana. Las revoluciones revoluciones de independencia.
teleológica de la historia, que de independencia En un largo recorrido que
lleva a creer ver en el punto de representarían, pues, mucho arranca con los neoscolásticos
origen de este proceso aquello más que un evento de orden españoles del siglo xvii y llega
que solo se encuentra en su meramente político. a Mariano Moreno, pasando por
punto de llegada: las naciones No obstante, este las recepciones del pensamiento
modernas. Esto supone un señalamiento vuelve ilustrado en la Colonia así
quiebre fundamental, desde el insostenible aquel mismo como de lo que llama la
momento en que abre las marco explicativo. Aquello que “conexión napolitana” (los
puertas a un universo nuevo de parecía inconcebible, pronto se escritos de los jesuitas exiliados
interrogación: si no fueron los volvería realidad; y está claro por las reformas borbónicas),
afanes de autodeterminación que semejante quiebre cultural De Gori muestra cómo el
nacional, qué fue entonces lo no se pudo haber producido en imaginario político del Antiguo
que puso en marcha el proceso el curso de unos pocos meses, Régimen se iría minando a lo
revolucionario. como estos autores afirman. De largo del siglo xviii y perdiendo
Frente a estas perspectivas hecho, crisis dinásticas se su sustento político-conceptual.
teleológicas que creen ver en la habían producido en el pasado, El punto de partida es la
independencia una suerte de como ocurrió durante la Guerra emergencia del concepto
destino ineluctable, los estudios de Sucesión (1700-1711), sin moderno de soberanía como
revisionistas concentrarán su que nada semejante ocurriera. una facultad indivisible,
atención así en la serie de En ese momento nadie aquí intransferible e irrepresentable,
hechos contingentes que pensó en independizarse de cuya primera formulación
habrían de concluir con la España. Indudablemente, algo sistemática se remonta a los
ruptura revolucionaria, entre los cambió, y algo muy Seis Libros de la República
que se destacan la vacancia importante, en los años (1576), de Jean Bodin. Sin este,
monárquica producida en 1808. precedentes, que hizo que es necesario señalarlo aunque
Algunos de estos autores aquello que un siglo antes no parezca obvio, tampoco habría
“revisionistas” (Isidoro Venegas tuvo consecuencia alguna en podido surgir el concepto de

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“soberanía popular” en que los desprenderse de la figura real. la independencia, deja planteado
insurgentes apoyarían sus En su lucha contra los intentos un interrogante que se proyecta
reclamos. El propio de centralización política más allá del período específico
absolutismo terminaría así impulsados por los borbones, que él analiza. Contra los que
sentando las bases conceptuales las oligarquías urbanas plantean las perspectivas
que terminarían destruyéndolo. capitulares invocarán la tradicionales del siglo xix, que
No obstante, este resultado representación de los intereses conciben el mismo como el
tendrá un carácter paradójico. del pueblo o la nación. Y si bien período en el que los ideales
De hecho, dicho concepto hacía ese pueblo era una entidad no ilustrados que supuestamente
imposible la concepción de menos etérea que el Dios al que dieron origen a la nación
algo así como una idea de los reyes invocaban como la buscarían materializarse en la
“soberanía popular”; esta fuente última de su legitimidad, práctica de manera progresiva,
aparecía más bien como una la serie de revueltas que se la herencia revolucionaria
suerte de contradicción en los desatan tanto en la península aparecía como mucho más
términos. La idea de soberanía como en las colonias en la compleja y ambigua. Lo que
conllevaba necesariamente la segunda mitad comenzarían a esta le lega no es ningún
existencia de una asimetría darle visos de realidad conjunto dado de principios o
fundante de la comunidad, sin empírica. Así, en la lucha valores, sino, básicamente, un
la cual esta se destruiría como contra las políticas reformistas problema, el cual, en última
tal (si hay soberanos, debe se irían configurando nuevos instancia, ya no encontraría
haber súbditos: que los mismos lugares de articulación de la solución posible: cómo
que son soberanos sean también voluntad general colocados al determinar cuáles son aquellos
sus propios súbditos parecía margen del aparato de Estado lugares de articulación de la
simplemente absurdo). Ninguna absolutista. Y esto resultaría voluntad general de la nación,
comunidad, ninguna nación destructivo del sistema político quién puede reclamar ser su
podría existir sin un centro de del Antiguo Régimen. vocero y expresión entre todos
autoridad política a partir de la Llegado a ese punto, aquellos que la invocan, cómo y
cual pudiera esta articularse. emergerían dos soberanías quién podría determinarlo de un
En efecto, el monarca no era alternativas y antagónicas, la modo eventualmente
un factor del que pudiera soberanía real y la soberanía incontrovertible. Los lenguajes
prescindirse, pues era en su nacional. Ambas no podrían políticos que emergerán en lo
figura que venía a condensarse coexistir en un mismo nivel de sucesivo no serán sino distintos
el cuerpo místico de la realidad. Y si bien este dualismo modos de confrontar
república. De Gori nos retrata el no necesariamente debía conceptualmente esta aporía.
recorrido por el cual ese vínculo concluir con la quiebra del
inescindible entre soberanía y imperio, su enfrentamiento
nación comenzaría, sin había entrado ya en el universo
embargo, a fisurarse y la nación de lo concebible. Así, si bien el Elías Palti
habría finalmente de libro de De Gori concluye con unq/uba/conicet

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Graciela Batticuore,
Mariquita Sánchez. Bajo el signo de la revolución,
Buenos Aires, Edhasa, 2011, 316 páginas

Dirigida por los historiadores cinematográfica– en el de en una anécdota pintoresca–


Gustavo Paz y Juan Suriano, la “forjar”; es decir, entendido sino, antes bien, para dejar en
colección “Biografías como “la construcción, por claro que un objetivo
argentinas” de editorial Edhasa medios artísticos, de un fundamental de esta biografía
tiene el indiscutible valor de ‘sistema’ de acciones es persuadir al lector de que esa
recuperar el género biografía representadas, de formas vida, que se extendió por más
para el ámbito académico; y ensambladas, de signos que se de ocho décadas, fue
esto no porque esté dirigida a responden”. El libro de muchísimo más que esa escena
un público de especialistas sino Graciela Batticuore, que ocurrida en 1813.
porque todos los autores inaugura esta colección, cumple Mariquita Sánchez. Bajo el
convocados para escribir estas felizmente con estos dos signo de la revolución cumple
biografías provienen de la requisitos. ese objetivo con generosidad.
academia, en especial de las A menudo, una imagen no Al terminar este libro el lector
áreas de Historia y Letras. En vale más que mil palabras; por puede estar seguro de que
este sentido, la totalidad de los el contrario, con cierta accedió al despliegue de la vida
volúmenes de esta colección frecuencia se necesitan mucho larga y excepcional de una
–seis hasta la fecha– garantizan más que mil palabras para mujer que, al decir de
a un público amplio el acceso a reparar los efectos injustamente Batticuore, estuvo inmersa
los últimos aportes simplificadores de una imagen. protagónicamente en los
bibliográficos sobre los Este es, por ejemplo, el caso de círculos que pretendían estar a
períodos históricos a los que Mariquita Sánchez. Hacia el la vanguardia de su época –sea
pertenecieron cada uno de los centenario de la revolución de esta la de los primeros años de
hombres y las mujeres Mayo, el artista chileno Pedro la revolución, la de las reformas
biografiados. Subercaseaux pintó un cuadro rivadavianas, la del exilio
Ahora bien, la biografía en el que pareció cifrarse para antirrosista o la de la Argentina
–Sarmiento, ese apasionado la posteridad la vida entera de post Caseros– y que fue,
cultor del género, lo sabía bien– esta mujer; en él se ve a una además, un referente para los
es además un género híbrido, joven Mariquita entonando el miembros de esos círculos. De
impuro, ambiguo, que se instala “Himno Nacional Argentino” este modo, Mariquita Sánchez
en la porosa frontera entre la en el marco patricio de una de emerge de este libro como una
historia y la literatura. El autor las tantas tertulias que se mujer extraordinaria, sin par:
de una biografía, por tanto, realizaban en su casa de la calle “La única mujer letrada de
debe preocuparse no solo por Florida. Batticuore es comienzos de siglo que estaba
realizar un imprescindible consciente del poder que esa calificada para opinar”.
trabajo de archivo y de pesquisa imagen tiene aún hoy para un Con todo, lo más
bibliográfica sino también, “argentino promedio” y, en significativo de esta biografía
llegado el momento de la razón de esto, su biografía de no radica tan solo en qué le
escritura, preocuparse por la Mariquita Sánchez se abre con cuenta al lector –la larga vida
tarea, también fundamental, de una referencia a ella. Esta de Mariquita Sánchez– sino en
ficcionalización que este género referencia, sin embargo, no está cómo se lo cuenta. En
demanda; y utilizo aquí el ahí, en el primer párrafo del consecuencia, su mérito
término ficción no en el sentido “Prólogo”, para anunciar que principal reside en que en sus
de fingir o de imaginar, sino este libro ratificará lo que ese páginas se advierte
–tal como lo define Jacques cuadro ha hecho con la vida de notoriamente que su autora
Rancière en La fábula Mariquita Sánchez –congelarla buscó responder a –y su

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escritura estuvo guiada por– Mariquita; por ello, Batticuore con Jean Baptiste Washington
una pregunta que debería ser afirma: “La casa la representa de Mendeville. En esta
central para todo biógrafo, pero a Mariquita adonde quiera biografía, la narración de los
que no siempre lo es: ¿de qué que vaya”. fascinantes avatares
modo contar esta vida? Se trata, ¿Y por qué resultan matrimoniales de Mariquita
en otras palabras, de la pregunta centrales las casas en la vida de Sánchez –un marido
acerca de qué puede hacer la Mariquita? Pues porque fue en (Thompson) que enloquece
escritura con todo aquello que ellas donde tejió desde muy mientras se encuentra
una vida ha dejado tras de sí. A joven una red de amistades y realizando tareas diplomáticas
esa pregunta genérica –quiero alianzas que define lo que en los Estados Unidos y regresa
decir: biográfica–, Batticuore Batticuore designa como “la a Buenos Aires para morir; otro
responde apostando a narrar cultura del trato”; es decir, una (el francés Mendeville) que se
esta vida otorgándoles especial sociabilidad que la tuvo como ausenta en principio
atención a sus aspectos centro y gracias a la cual supo temporariamente de la casa
materiales: “los gastos, los conquistar –mediante la matrimonial pero que, con el
consumos, las deudas, el conversación y el intercambio correr de los años, desaparece
dinero” –y esto no solo en los epistolar como dispositivos de la vida de su esposa–
capítulos titulados “La casa”, centrales– ese particular permite descubrir una intensa
“Los papeles” y “Los gastos”, protagonismo que, a su manera, biografía sentimental pero
sino en toda la extensión del transformó en poder. Por lo también una serie de
libro–. Esa decisión, no demás, estos rasgos de la vida acontecimientos en los que lo
obstante, no es un capricho ni de su biografiada –la afectivo y lo político aparecen
una arbitrariedad sino una sociabilidad, el trato– obligan a indisolublemente juntos. Y
necesidad que le impone Batticuore a no incurrir en esos habría que agregar:
Mariquita Sánchez –el objeto– casi siempre decepcionantes dramáticamente juntos; porque,
a su biógrafa. Al respecto, en el extractos biográficos que como afirma Batticuore, en la
“Prólogo”, Batticuore recuerda reciben el nombre de “biografía vida de Mariquita Sánchez “la
una frase de su biografiada que intelectual”, “biografía política” pasión amorosa y la política
ella asume tácitamente como o “biografía sentimental”, y que [son] dos variantes […] que a
una suerte de clave que esta parten de la engañosa premisa menudo se entreveran”.
mujer dejó para sus futuros de que es posible desgajar En cuanto a ese
biógrafos: “La casa es la vida”. quirúrgicamente de una vida lo entreveramiento, especial
Así, las casas de Mariquita –y político, lo intelectual o lo interés presentan las zonas de
todo lo que tenerlas y sentimental, como si se tratara este libro que Batticuore le
mantenerlas significó para ella– de itinerarios paralelos que se consagra a la escritura de
son protagonistas indiscutibles desarrollan de manera Mariquita Sánchez. En ella,
de esta biografía: en especial, la autónoma y bien delimitada. Si esta crítica vuelve, a partir de
casa de la calle Florida, en la esa operación es alguna vez este caso particular, sobre una
que nació en 1786 y murió en posible, en el caso de Mariquita cuestión de la que ya se ocupó
1868; pero, además, la casa de Sánchez es irrealizable: la suya con solvencia en libros como El
Montevideo que habitó durante fue una existencia en la que lo taller de la escritora (Beatriz
el largo gobierno de su amigo privado y lo público, lo Viterbo, 1999) y La mujer
de la infancia Juan Manual de doméstico y lo político, lo romántica (Edhasa, 2005): la
Rosas, la casa de su breve intelectual y lo sentimental se configuración de la escritura y
residencia en Río de Janeiro anudaron de manera la autoría femeninas en el siglo
hacia 1846, y aun la casa que inextricable. xix argentino.
nunca ocupó en París, pero con Un ejemplo de esa tupida En vida, Mariquita Sánchez
la que soñó y para la que trama biográfica que enmaraña no fue una autora en el sentido
incluso mandó algún y confunde lo público, lo moderno; la constitución de
mobiliario. Las casas, por privado, lo íntimo, lo político y Mariquita como autora fue el
consiguiente, son algo más que lo afectivo son sus dos producto de determinadas
la metonimia de esta vida; más matrimonios: el primero con decisiones editoriales realizadas
precisamente, las casas son Martín Thompson y el segundo en el siglo xx, cuando se

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publicaron su epistolario (en Mariquita se constituyó imágenes –planos, cartas,
1952) y sus Recuerdos del mediante su pluma en lo que muebles, retratos, etc.– cuya
Buenos Aires Virreynal (en Batticuore llama “una espía en función no es meramente la de
1953). Mariquita, por tanto, es combate”. De este modo, el ilustrar lo que dice la letra sino
una autora póstuma (Batticuore abordaje de la escritura de su complementarlo, habilitando la
desarrolla esta hipótesis en La biografiada le posibilita a esta posibilidad de acceder a otras
mujer romántica). No obstante, biógrafa tanto interpelar una dimensiones de la vida de
durante su vida sí fue una trayectoria a un tiempo influida Mariquita Sánchez y
“escritora prolífica”. Se trata de y tensionada por modelos permitiendo, mediante este otro
una escritura que, como aportados por los imaginarios recurso, que el lector participe
dijimos, y como lo señala ilustrado y romántico, como de ella siguiendo algunas de las
Batticuore, fue central en el reflexionar sobre los nuevos huellas materiales que fue
desempeño de la “cultura del modos de inserción en el dejando a medida que se
trato”, una escritura espacio público que se abrieron desenvolvía.
especialmente coyuntural que para las mujeres luego de la En Recuerdos de provincia,
se disemina en géneros de la revolución de Mayo. En este de 1850, Sarmiento no dudaba
intimidad como son los diarios, sentido, esta biografía parece en asegurar que “La biografía
las cartas y la poesía de alegar una y otra vez, y de es el libro más original que
circunstancia, pero en la que diferentes modos, que puede dar la América del Sur
aún pueden leerse los trazos de Mariquita Sánchez llevó al en nuestra época”. No es poca
los efectos públicos que extremo esas posibilidades que cosa que, más de un siglo y
buscaba provocar. De este anunciaba “lo nuevo”, medio después, y en el contexto
modo, en las páginas de tensándolas hasta límites de un renovado interés por el
Mariquita Sánchez. Bajo el insospechados por sus género que se advierte tanto
signo de la revolución –y en contemporáneos. dentro como fuera de la
especial en el capítulo 5, Que este libro se inicie con Argentina, una colección –y
titulado “Los papeles”– se la intención de conjurar los este libro en particular– busque
recupera la imagen de alguien efectos de una imagen –la explorar la posible actualidad
que fue, en especial durante sus propuesta por el célebre cuadro de esa férrea convicción
años de exilio montevideano, de Subercaseaux– no implica sarmientina.
una suerte de estratega de la que sea un libro enemigo de las
escritura. Y esto porque en el imágenes. Por el contrario, sus
marco de la “guerra de papeles” más de trescientas páginas
que caracterizó, según José están escandidas por una Patricio Fontana
Mármol, el período rosista, cuidadosa selección de uba

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Hernán Pas,
Sarmiento, redactor y publicista. Con textos recobrados de El Progreso (1842-1845)
y La Crónica (1849-1850),
Santa Fe, Ediciones unl, 2013, 290 páginas

Para los escritores americanos anhelada termina de desgarrarse Pas, quien realizó además la
de los dos primeros tercios en nuestras manos como último investigación hemerográfica y
del siglo xix, el pasaje de eslabón de una cadena de patas, seleccionó el material incluido
la escritura de periódicos a la mandíbulas, aguijones y, más en la segunda parte, una
escritura de libros no se ofrecía probablemente, otras manos. antología que recoge artículos
necesariamente como un cursus Cuando nada de esto ocurre, se de tres diarios chilenos, El
honorum ni como una función impone el obstáculo más Progreso (1842-1845), La
demasiado especializada. interesante: la felicidad del Crónica (1849-1850) y El Siglo
Excepción hecha de los hallazgo se convierte en la (del que se transcriben algunos
escritores cuyo proyecto pregunta sobre cómo transmitir “textos complementarios”, que
literario se cifraba en la poesía a los otros el infinito que dialogan con publicaciones de
lírica –y basta pensar en encierran las páginas del El Progreso entre 1844 y
Esteban Echeverría y su periódico. Pasar de los 1845). Estos textos recobrados
reticencia a escribir para la periódicos al libro, en efecto, no fueron incluidos en las
prensa para advertir que la supone no solo una decisión de Obras de Sarmiento, ni
salvedad no es menor–, pasar recorte (el diario, por reimpresos tras su edición
de los periódicos a los libros no definición, lo contiene todo: original en la prensa, motivo
implicaba un salto cualitativo referencias a la vida pública en que los convierte de por sí en
en una carrera. Era, sus dimensiones política, documentos valiosos que el
sencillamente, una posibilidad comercial, económica, social, libro de Pas vuelve a poner en
para ejercitarse en un oficio y cultural; marcas de su circulación.
hacerse un nombre con el que circulación y recepción; El estudio se divide, a su
afrontar cualquier campaña indicios de los modos en que vez, en tres partes, “La
pública. Sarmiento, escritor y buscaba ser apropiado; rasgos irrupción de la prensa”, “Las
publicista, editado y compilado formales y materiales a través artes pragmáticas del
por Hernán Pas, pone en escena de los cuales, casi como ningún publicista”, y un “Colofón”. La
parte de ese pasaje, pero otro objeto, condensa la primera de ella describe con
explora y resuelve de modo cotidianeidad de su época), sino precisión las coordenadas de la
feliz el mismo problema en un además una decisión narrativa: prensa sudamericana hacia
segundo nivel, desde que su cómo organizar el relato que da mediados del siglo xix,
objeto mismo supone el desafío sentido, fuera de su época, a la preocupándose especialmente
que presenta al investigador lectura de ese diario. por el “nuevo sistema de
pasar de los periódicos al libro. Sarmiento, redactor y publicidad” que se pone en
El lector curioso de diarios publicista, se inscribe en el funcionamiento en
antiguos –condición obvia y pequeño conjunto de trabajos Hispanoamérica a partir de la
básica para el investigador que (del que fue pionero Orden y caída del Antiguo Régimen y
frecuenta hemerotecas– suele virtud, de Jorge Myers) en el por caracterizar una figura
experimentar sobresaltos varios. que esas decisiones son nítidas emergente de este proceso, la
La rutina es conocida: el y, por eso, organizan un del publicista. La segunda se
periódico buscado no está, está volumen que, como los diarios centra en los periódicos
fuera de consulta, tiene una que traman su base, ilumina seleccionados, y en el modo en
numeración que corresponde a una región del pasado hasta que Domingo F. Sarmiento
una catalogación anterior, existe entonces poco visible. El libro despliega estrategias de muy
pero no se presta, llega hasta el está organizado en dos diversa índole –políticas,
mostrador pero la página secciones: un ensayo de Hernán escriturarias, formales, técnicas,

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propagandísticas, “Antología”, ni estos sirven solo una plataforma
empresariales– con un objetivo únicamente para ilustrar experimental de la publicidad
múltiple y complejo: hipótesis previas a su lectura sino, en ese preciso tramo del
convertirse en “escritor” y (aunque las hipótesis que siglo xix, un espacio
“publicista de su propia plantea el estudio se proyecten virtualmente ilimitado.
producción” (p. 102). El con solvencia mucho más allá La perspectiva de la
“Colofón”, por su parte, se de esos textos concretos). La historiografía cultural y de la
centra en el problema del tipo articulación entre lectura crítica historia de las prácticas que se
de autoridad discursiva (p. 42) y corpus propone, en cambio, apoya explícitamente en los
y literaria que supone la un objeto poco previsible, en el trabajos de Robert Darnton y
escritura en el periódico. En que la prensa ha dejado de ser Roger Chartier, entre otros,
este punto, Pas expone muy una reliquia, y no importan ni permite a Pas, adicionalmente,
convincentemente cómo el los faltantes ni la fragmentación discutir una caracterización de
pasaje de Sarmiento de El de las colecciones. Pas subraya la modernización cultural
Progreso a La Crónica, ese cambio cuando afirma que sudamericana extendida (y que
escandido por la publicación de su objeto no son la prensa ni el en el área de las literaturas se
Facundo (1845), Viajes y periodismo, sino el artefacto explicita en trabajos tan
Educación popular (1849), periódico. Bajo esta sugerentes como, por ejemplo,
construye una modalidad de la perspectiva, el artefacto El cuerpo del delito. Un
autoría en la que la prensa no periódico se organiza en una manual, de Josefina Ludmer)
opera únicamente como soporte red en la cual “[L]ectura y como un salto brusco que
para la intervención y la economía, publicidad y tendría lugar hacia fines
visibilidad pública inmediata, civilidad componen las del xix, para observarla, en
ni aun como difusor ampliado coordenadas de la prensa en un cambio, a más largo plazo,
de un sistema de ideas o contexto donde el valor deteniéndose en sus lógicas de
consignas, sino que incide y normativo de la lectura lejos desarrollo, y proponiendo hitos
modela la formación de estaba de ser un rasgo que adquieren sentido en el
Sarmiento como escritor. Para extendido” (p. 30). Bajo esos interior de su propia serie. La
argumentar esta hipótesis, Pas parámetros, Pas produce una consideración de El Progreso y
analiza niveles muy diversos de definición tan precisa como La Crónica en contraste y en
la tarea periodística de sorprendente: para redactores y diálogo con otras publicaciones
Sarmiento, del refinamiento de publicistas, pero también para contemporáneas significativas
sus vínculos con el público, por los lectores, los periódicos como El Araucano, El
ejemplo, a la atención al americanos de la época son Crepúsculo y la Revista
sistema tipográfico (la creación “plataformas de Católica, deja vislumbrar una
y separación de secciones, las experimentación pública” periodización diferente de la
variaciones en el formato de las (p. 122). ¿Qué se experimenta? historia de la prensa, con un
publicaciones, el uso de Todo: las diversas primer núcleo modernizador
elementos atractivos y modulaciones de la escritura en hacia 1830-1840 –momento en
novedosos como la litografía, la diferentes registros y con fines que se produce “la emergencia
introducción y modulación del pragmáticos diversos, el uso de de una subjetividad literaria
espacio del folletín). Y más las secciones (por ejemplo, los diferente” (p. 38)–, otro hacia
aun: sugiere que la eficacia de cambios que experimenta el 1870-1880 –con lo que
esa sintonía lograda por el autor género folletín), los modos de denomina la emergencia del
de periódicos influyó abrir y de intervenir en las diario “como empresa-
decisivamente en el lugar que polémicas, la organización de editorial” (p. 96)– y, más allá,
ganó el escritor nacional tanto diferentes recursos tendientes a aquel que se intuye hacia
para sus contemporáneos construir una imagen propia, las entresiglos, vinculado tanto
como para la historia literaria. posibilidades de inscripción de con las innovaciones técnicas
El trabajo de Pas, como una firma autoral identificable, que se difunden desde entonces
queda expuesto, no es entonces las formas de captar o impostar –la posibilidad de imprimir
un mero índice de los textos un público lector. Los a menor costo, las nuevas
que se dan a leer en la periódicos, entonces, no son posibilidades para la

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reproducción de imágenes, la hacia mediados del siglo xix, Sarmiento se ofrece, por lo
facilidad para el acceso Pas sostiene la necesidad de demás, como un actor con una
informativo que brinda el “reevaluar tal precariedad sensibilidad y plasticidad
desarrollo de los cables y las atendiendo a la calidad del privilegiada para encarar este
agencias noticiosas– y con la proceso antes que –o junto a– proceso –y, desde ya, como
deriva de la figura del publicista su faceta meramente portador de unas disposiciones
en otras mucho más cuantificable” (p. 25). Antes personales que, como sabemos,
especializadas, como las del que pero también junto a, él mismo fue el primero en
repórter, el cronista, el sueltista entonces, resulta la fórmula proclamar– que lo habilitaron
y el corresponsal y –en retórica que expresa el método para comprender quizá mejor
contraste– el escritor. Entendida y protocolo de análisis de los que cualquiera de sus
en estos términos, además, la discursos, los acontecimientos contemporáneos las
modernización periodística y sus contextos. Antes que posibilidades que ofrecía la
americana no solo se ratifica explicar la publicación de tecnología del aparato de
nuevamente en su singularidad, Facundo como reacción a la presentación de una figura
lejos de espejar o reproducir a embajada de Baldomero García, pública. Y si bien las primeras
escala procesos juzgados más Pas prefiere mostrar también líneas de la “Presentación” del
completos o plenos, sino que junto a este acontecimiento las libro están enmarcadas por una
empieza a hacer evidentes razones que guiaban ya el advertencia respecto de las
pormenores de su funcionamiento polémico de El seducciones de la
funcionamiento y circulación Progreso, la forma en que se excepcionalidad de Sarmiento
regional. En ese sentido, la preocupaba por apelar a (una advertencia que importa
elección de los periódicos lectores chilenos y un desafío para el autor pero
chilenos de Sarmiento no solo “extranjeros” (argentinos) y el también para el lector), sin
completa un aspecto de la modo como venía poniendo en duda el estudio de Pas invita a
trama geopolítica de su juego recursos diversos –la repensar a Sarmiento, no dando
trayectoria, sino que expresa inclusión de imágenes por sentada su primacía o su
condensadamente un proceso litográficas, la alternancia con originalidad. Su efecto, en todo
complejísimo de intercambios otros redactores– tanto para caso, es redescubrirla, ya que
simbólicos, reapropiaciones lograr ampliar el lectorado del tras su lectura resulta innegable
culturales y procesos de diario como para hacer de él el modo en que Sarmiento
transposición estética. (La una plataforma de propaganda ilumina, como precursor
lectura del folletín “Alí Bajá”, personal política y literaria. borgesiano, la figura del
incluido en la “Antología”, Antes que atribuir la publicista. Por eso, si la red
ilustra de manera ejemplar estas precariedad y la arbitrariedad que construye Pas muestra la
circulaciones.) del sistema de sostén de la tarea en paralelo con la de
La escritura de Pas encontró circulación de escritos a una Sarmiento, que, en diferentes
un ritmo solidario con esa economía premoderna y aspectos, llevan adelante
hipótesis, y en un andante que premercantil, Pas prefiere contemporáneamente
descree de las síncopas iluminar junto a esas intelectuales como Juan B.
espectaculares, procede condiciones una enorme Alberdi, Vicente F. López, Juan
minuciosamente. Esta prosodia cantidad de detalles (entre los N. Espejo o Alberto Blest
se condensa en un giro verbal que se destacan, por ejemplo, el Gana, muestra también que
cuya dificultad exhibe la uso de la propaganda editorial Sarmiento ocupa y maneja
decisión de no dejarse seducir de los títulos publicados por la –para parafrasear, en otros
por causalidades Imprenta Belín, responsable de términos, el clásico estudio de
unidireccionales o plenitudes La Crónica) que prueban que, Julio Ramos– el artefacto
teleológicas, y preferir en más allá de esas condiciones periódico de modo
cambio abrir un abanico de fácticas, algunos empresarios y cualitativamente único. Es esa
problemas que conviven con la redactores imaginaban un singularidad, además, la que
progresión argumentativa y mercado, y actuaban con ese impulsa la transformación
temporal. Refiriéndose a las horizonte como programa, interna de su proyecto creador
condiciones de lectura en Chile comenzando a realizarlo. en un punto nodal de su carrera

310 Prismas, Nº 18, 2014


pública, tal como observa el Pero además de Sarmiento, desafiante y productiva como
estudio de Pas al evaluar el en el libro de Hernán Pas hay la que estudia: la de seguir
recorrido que va de El otro yo que ha retrocedido. Es leyendo periódicos, la de seguir
Progreso a La Crónica: el del responsable de un trabajo escribiendo libros, la de
“Sarmiento mira ahora –y tan minucioso como discreto, apropiarse nuevamente de las
escribe– desde otro lado; ya no tan apasionado como cambiantes formas de la
como el redactor a sueldo que concentrado. En ese retroceso autoría.
busca desesperadamente que pone en primer plano a su
prestigio; ahora, con La objeto, el investigador
Crónica, escribe –y mira– reinventa un tipo de
desde el lugar del autor ya intervención intelectual que Claudia Román
consagrado” (p. 101). continúa siendo tan intensa, uba / conicet

Prismas, Nº 18, 2014 311


Lucio V. Mansilla,
El excursionista del planeta. Escritos de viaje (selección y prólogo de Sandra Contreras),
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012, 466 páginas

A mediados del siglo xx, la el más ingenioso, el más Oriente que incluyen “De Adén
generación Beat concibió el versátil, el polifacético Lucio V. a Suez” –impresiones del viaje,
viaje como una experiencia Mansilla se declara “el genio de escritas en octubre de 1854 y
central para los jóvenes artistas. los buenos viajes” (p. 303). Lo publicadas al año siguiente–,
El desplazamiento constante, la hace a bordo del buque que lo “Recuerdos de Egipto”, de
vida en la ruta, las amistades lleva a Europa, en una crónica 1864, y “En las pirámides de
provisorias, la capacidad de que se publicará unos días más Egipto”, incluido en Entre-Nos.
adaptarse y resolver problemas tarde en La Tribuna Nacional, y Causeries de los jueves,
inesperados aparecían como en la que recorre, con la editadas en 1889. Esta primera
“la” experiencia, es decir, como errancia típica del género, la parte se cierra con una carta de
el punto más alto de la incipiente masificación del 1897 dirigida a Emilio Mitre,
experiencia antiburguesa y, por turismo, las ofertas por ese entonces director de
lo tanto, como una vivencia gastronómicas del barco, la La Nación. A partir de un
indispensable para quien poética de Émile Zola, las muestrario de géneros que van
quisiera escribir. Para tener algo actividades con las que combate desde las impresiones, los
que narrar había que haber el tedio durante la travesía. En recuerdos, la crónica y
vivido, es decir, había que El excursionista del planeta, finalmente la carta, Mansilla
haber viajado. La llamada Sandra Contreras selecciona vuelve una y otra vez a narrar
generación del ‘80 en la una serie de crónicas como esta ese viaje de juventud que
Argentina también tenía una –la mayoría de ellas nunca empezó en la India y terminó
confianza similar en las publicadas en un libro– y las en Londres y París cuando,
virtudes del viaje; aunque para ordena junto a otros materiales según dicen, su padre lo
ellos, que vivían en el fin del en un volumen que permite sorprendió leyendo El contrato
siglo xix –antes del desarrollo reconstruir una poética del viaje social en pleno rosismo y lo
de la industria turística, antes –generacional y personal– mandó a tomar aire fuera y, de
de la masificación de los articulada, según explica la paso, a ocuparse un poco de los
medios de transporte de cosas y prologuista, con las ideas y las negocios familiares. Los textos
personas, o de las técnicas de concepciones de Mansilla de la primera parte explican por
transmisión inmediata de acerca “de la literatura, la vida qué Mansilla no escribe nunca
palabras y mensajes–, la y el mundo” (p. 47). El libro un libro de viajes tal como lo
experiencia iniciática del viaje deja ver el lugar central que hicieron sus contemporáneos,
también los alejaba del orden ocupa el viaje como motor del su hermana Eduarda y Miguel
burgués pero de un modo casi impulso escriturario y como Cané o incluso los que
opuesto. Más que esa falta o generador de contenidos, compilaron sus crónicas
esa negatividad contracultural porque el viaje tiene en periodísticas, como Lucio
de los jóvenes subterráneos, el Mansilla un efecto de López o Eduardo Wilde. La
viaje finisecular exigía en multiplicación: lo pone respuesta a este interrogante
cambio un plus, una a escribir, le da tema para –según propone Sandra
acumulación –de capital escribir, lo hace reflexionar Contreras y lo confirman estos
simbólico, estético, lingüístico sobre el acto de escribir, lo textos– se debe a que Mansilla
y de capital a secas– disponible impulsa a revisar el impacto de prefiere en cambio “fragmentar
solo para los jóvenes de las la lectura y la escritura sobre la el relato de una vida entera
elites ilustradas. percepción del viaje, etcétera. atravesada por el viaje”,
Entre ellos, el más El excursionista se abre con estrategia que produce “el
ocurrente, el más extravagante, una serie de textos sobre efecto de multiplicar la figura

312 Prismas, Nº 18, 2014


de Mansilla en viaje al infinito” maleabilidad de la escritura de de negocios para reconfirmarse
(p. 12). Al enumerar –los Mansilla y de sus estrategias como escritor y terminar
paisajes contemplados, narrativas, así como el carácter definiendo la ficción, no como
los desayunos que tomó, o los flexible de los marcos genéricos lo opuesto al pensamiento
medios de transporte que usó–, que modelan la escritura pragmático sino como aquello
al contar nuevamente y varios decimonónica. Se trata de una que surge de su juguetona
años después su visita a El serie de textos que adoptan el transgresión. Porque es
Cairo, al narrar desde una formato de una correspondencia justamente aquí, en el cruce
madurez –muchas veces real, con el director del El Nacional originado por el viaje de
muchas veces impostada– que y que aparecen en el periódico exploración y negocios y por el
permite poner a andar el género entre el 26 de marzo y el 14 de informe, la carta y la crónica,
memorialístico, Mansilla mayo de 1878. Allí, Mansilla que Mansilla, que ya se ha
escribe la autobiografía del narra su “viaje pintoresco al probado todos los trajes –el de
excursionista del planeta. El país del oro” (p. 125) y explota hombre de ciencia que diserta
escritor administra los detalles los diversos campos semánticos sobre frenología, cartografía y
de una experiencia de viaje que del interés: el interés explotación minera, el de
tal vez no es tan vasta como económico de un posible businessman que computa
parece pero que es, inversionista azuzado por la inversión y riesgo, gastos y
evidentemente, muy rendidora. retórica del aventurero que ganancias, el de aventurero,
El escritor saca provecho pero tienta con menciones, explorador y pícaro que vende
su destreza consiste en que no murmullos y relatos de un emprendimientos y promesas–,
se note, su prosa respira ese tesoro que todavía no se se reconoce finalmente como
alegre despilfarro que lo encuentra pero que sin duda ya especialista en nada y se define
distancia de los turistas pero está por aparecer; el interés de “apenas como un artista en
también de sus pares. Mansilla un lector entrenado por la cartas” (p. 265). Por primera
es el que viajó antes, viajó novela en entregas, en el arte vez, lo que se ostenta no es el
siempre, viajó mejor. Es más: del suspenso, el misterio y la saldo favorable o incluso
es incluso aquel al que no todo espera hasta la próxima vez excesivo que resulta del viaje
lo sorprende, es incluso aquel (aunque el corresponsal se –en tanto acumulación de
que se siente ciudadano del planta y aclara “no soy un experiencias, de idiomas, de
mundo y puede homologar con folletinista de a tanto la línea” saberes, recorridos, comidas,
displicencia el exotismo de (p. 208), para identificar la olores y mujeres– sino
Oriente, la exuberancia dimensión monetaria de la justamente el vacío, una nada a
paraguaya, la aventura en empresa con las grandes llenar con anécdotas,
territorio ranquel. La retórica inversiones mineras y no con observaciones y comentarios.
del viaje incesante lo define las migajas de la escritura de Si en la primera parte se
como el que ya está de vuelta folletines). Y también el interés sientan las bases de la retórica
cuando sus contemporáneos del público ávido de actualidad, del viaje y en la segunda se
apenas están empezando a irse. listo para dejarse llevar por el explora el arte de producir
La segunda parte del libro comentario salteado de paisajes interés –económico, político,
incluye dos causeries bastante y temas, objetos y saberes que cultural, literario, etc.–, en la
conocidas (“¡Esa cabeza toba!” se engarzan alrededor de la tercera y última parte del libro
y “Ñandurocay. Tempestad y volatilidad tanto de la se aborda el corazón mismo de
sol”) que funcionan como coda experiencia del viaje en sí como los escritos de viaje en tanto
a las cartas de Amambay. de los marcos genéricos para retórica tironeada por lo actual.
Descartadas por el propio narrarlo. El lector asiduo de Algunos de estos textos que
Mansilla –que no las consideró Mansilla, o, mejor aun, el lector nunca han sido publicados en
meritorias de ser incluidas en que le sigue el juego a un libro son crónicas que
los libros que recogían algunos Mansilla, encuentra en esta Mansilla escribe para su
de sus escritos–, olvidadas segunda parte el verdadero columna de La Tribuna
incluso por los biógrafos, estas viaje exótico: es el que realiza Nacional o El Diario. Algunas
cartas presentan el gran el dandy argentino a tierras están firmadas con seudónimo
atractivo de documentar la paraguayas posando de hombre –como es el caso de las

Prismas, Nº 18, 2014 313


columnas “Ecos de Europa” preocupaciones de la novedosa “uno de los argentinos más
y “Diario de un expatriado” criminología– o de las últimas glotones en materia de viajes”,
–porque las escribe mientras tendencias artísticas y literarias. lo suyo está muy lejos de ser
desempeña un cargo oficial; Sin embargo, Mansilla rápidamente procesado y
otras, como las de “Páginas nunca desempeña por completo engullido. Jugueteando con la
breves”, son enviadas a esta función de informante/ retórica culinaria –con la
principios del siglo xx, cuando guía, del mismo modo que “cosecha de oro”, con la
ya está instalado en París. El nunca cede a la tentación de literatura como “condimento
periódico hace del viaje y del postular un lector ignorante al que puede indigestar”, con la
corresponsal un instrumento que satisfacer con meras encantadora experiencia líquida
que sincroniza sociedades y descripciones. En su horizonte del “me he vivido mil vidas”–,
continentes y así diseña una siempre está el entre nos: se es decir, practicando ese saber
cartografía cultural en la que se dirige siempre a un público que hacer y saber vivir que convoca
advierte el ritmo tiene, ha tenido o puede tener al ocio y a los placeres
desacompasado entre lo experiencias similares a las mundanos, el dandy del planeta
latinoamericano, lo argentino, suyas. Su gran distinción está, paladea cada migaja de
Europa y Oriente. Se viaja y se entonces, en la escritura, en el experiencia y transforma
escribe aquí para mantener al arte de narrar esa experiencia. paisajes, mujeres, curiosidades
tanto al público argentino de los El toque mágico de este genio en bocados del exquisito relato
últimos adelantos tecnológicos de los buenos viajes reside en de su viaje infinito.
y científicos, de los debates esa habilidad para no separar
culturales y políticos –por creencias, sabores y pasiones,
ejemplo, cuando discurre sobre sino, muy por el contrario, para
las transformaciones destilarlas con inaudita Paola Cortes-Rocca
poblacionales y las elegancia. Aunque se declara untref / conicet

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Laura Malosetti Costa y Marcela Gené (comps.),
Atrapados por la imagen. Arte y política en la cultura impresa argentina,
Buenos Aires, Edhasa, 2013, 360 páginas

Atrapados por la imagen. Arte Georgina Gluzman, Julia Ariza, representaciones visuales y su
y política en la cultura impresa Lautaro Cossia, Marcela Gené, lugar en la cultura.
argentina es la segunda Juan Buonuome, Sandra Szir, El libro, además de las
experiencia editorial que Laura Laura Malosetti, Marisa diversas tradiciones
Malosetti Costa y Marcela Baldasarre, Silvia Dolinko, intelectuales con las que
Gené emprenden para dar a María Amalia García, Juan dialoga, atraviesa algunos de
conocer los trabajos de un Cruz Andrada, Catalina Fara, los problemas de la historia
grupo de investigadores que se Isabel Plante y Mara Burkart. cultural vinculados a la imagen:
percibe consolidado en sus Uno de los grandes desafíos los efectos de la modernización
exploraciones particulares y encarados por las compiladoras en las técnicas de edición que
que, a la vez, vuelcan sus ha sido el de engarzar y poner permitieron, a lo largo de un
preguntas en proyectos más en diálogo los textos, más allá período tan extenso, la
amplios y abarcadores. Las de la línea temporal que multiplicación de
autoras de este volumen logran proponen al recorrer distintos representaciones en una
así un efecto atractivo para el momentos de la historia variedad de soportes (diarios,
lector que va más allá de argentina en una larga revistas, prendas de vestir,
“estudiar la relación palabra/ secuencia que nos lleva desde cintas y divisas litografiadas,
imagen en diarios, revistas y la Confederación rosista hasta guantes con imágenes impresas,
otros soportes imbricados en la década del setenta del siglo etc.), y el impacto que la mayor
nuestra historia cultural”, tal xx. A su vez, estos itinerarios difusión y circulación de
como ocurrió en la primera temporales se cruzan con una imágenes produjo en la
experiencia editorial sobre el mirada hacia otros espacios del construcción de sentido de los
tema: Impresiones Porteñas. territorio nacional, con lo cual, lectores. Este proceso produce
Imagen y palabra en la historia aunque sea de manera una modificación en las formas
cultural de Buenos Aires. incipiente, se pone en evidencia del mirar que va desde el
Los trabajos reunidos en esta que en el campo de la imagen momento en que la imagen
oportunidad nos acercan a no todo ocurre en Buenos impresa monopolizaba el
tradiciones de análisis que Aires. consumo cultural, a la
ponen el foco en las De este modo, podemos ver competencia visual que se
representaciones visuales y en de qué manera la incorporación establece entre diferentes
el lugar que ellas ocupan en la de imágenes en los distintos soportes tecnológicos y
cultura, a través de las distintas artefactos culturales cuya mediáticos que conviven y
épocas que abarcan los ensayos circulación y posesión se circulan en el espacio cultural
reunidos. El libro resulta así un diferencia del libro modifica las argentino. De este modo, no
aporte a los estudios de la representaciones y subvierte tienen el mismo impacto social
cultura visual, campo que se ha las maneras de leer y las formas las fotografías o los grabados
constituido como un espacio de en que los lectores se acercan que circularon, por ejemplo, en
múltiples confluencias, donde al texto. Las imágenes y la la Ilustración Histórica
conviven tradiciones diversas: visualidad son prácticas Argentina (Gluzman) y las
historia del arte, estética, culturales productoras de imágenes de la revista Monos y
género, comunicación y significado y Atrapados por la Monadas (Cossia), publicada
antropología visual. imagen. Arte y política en la en la ciudad de Rosario durante
El libro se presenta dividido cultura impresa argentina nos el Centenario, que la
en diez capítulos que reúnen acerca sugerentemente al competencia de soportes
trabajos de Marcelo Marino, problema de las reproductores de imágenes que

Prismas, Nº 18, 2014 315


se evidencia en la revista divisas y cintas impresas, o mujeres virtuosas que irán
Satiricón (Burkart). fondos de galeras y guantes con recorriendo las revistas de la
Si bien las autoras afirman el retrato de Rosas época. Sin embargo, la galería
que el libro se articula en torno confeccionados en los mismos de mujeres virtuosas ya había
a dos núcleos –los ensayos que establecimientos litográficos comenzado a construirse a fines
indagan en los usos políticos de que abastecían al gobierno de la del siglo xix a través de la
la imagen y aquellos que palabra escrita. En este sentido, revista El Búcaro Americano.
rastrean las imágenes en el autor plantea a partir de Periódico de las familias, donde
publicaciones pertenecientes a ciertas posibilidades técnicas la las creadoras de una literatura y
la esfera del arte o la literatura– reafirmación de la sociabilidad una poesía “refinada”, las
consideramos que los ensayos rosista través de la “parafernalia artistas, y las primeras
atienden preguntas más amplias simbólica” para el cuerpo, que científicas, son colocadas en el
y permiten cruces en que conformaron prácticas en la espacio más jerarquizado de la
aquellas tradiciones construcción de las diferentes publicación, la portada. Desde
mencionadas al inicio cobran su formas de exteriorizar el ser allí son reconocidas socialmente
verdadera dimensión. federal, o parecerlo en tiempos y colocadas en cierto nivel de
Un recorrido posible, de la Confederación. igualdad con los varones y eso
altamente productivo para Las posibilidades que ocurre gracias a las
recorrer este libro, es el que nos brindan en cada etapa histórica posibilidades que brindan las
lleva a través de la influencia las técnicas de impresión técnicas gráficas de entonces,
histórica de los avances también están presentes en el que permiten la reproducción
técnicos dentro de la industria capítulo de Georgina Gluzman, de sus retratos engarzados en
gráfica. Este eje articulador, “Imaginar la nación, ilustrar el grabados con elaboradas
que nos habla de la futuro. Ilustración Histórica filigranas. Como afirman las
materialidad del problema Argentina e Ilustración autoras, estas mujeres
abordado, nos permite rastrear Histórica en la configuración comienzan a adquirir visibilidad
a través de varios capítulos la de una visualidad para la pública y se instalan en el
estrecha relación entre los usos Argentina”, así como en imaginario visual de la época
políticos de la imagen en las “Mujeres virtuosas e ilustradas: desde los bordes de la política,
diversas épocas abordadas, las los retratos de Búcaro mostrando el “buen gusto” y el
posibilidades materiales para Americano. Periódico de “virtuosismo” propio del ser
hacerlo y su desigual Familias”, de Julia Ariza y femenino.
distribución, desigualdad que Gluzman. El texto de Gluzman Los públicos diferenciados
calca el largo y trabajoso indaga sobre las publicaciones son una marca de la
proceso de apropiación social vinculadas al Museo Histórico modernidad, y su búsqueda tuvo
de las imágenes por públicos Nacional bajo la dirección de recorridos diversos. Pero sin
cada vez más amplios a través Adolfo Pedro Carranza y el rol duda los públicos políticos
de la historia argentina. de las imágenes utilizadas allí son los más tempranos y
Es así como en el capítulo en la creación de un imaginario conforman los más fieles
“Impresos para el cuerpo. El nacional, cuando la selección de lectores. Así lo demuestra el
discurso visual del rosismo y representaciones y la forma en capítulo de Marcela Gené y Juan
sus inscripciones en la que fueron puestas en Buonuome, al hablarnos de las
construcción de la apariencia”, circulación conformaron una posibilidades técnicas de edición
Marcelo Marino indaga la estrategia para llegar a un que permitieron la incorporación
estrecha relación existente entre público ampliado. Del mismo de dispositivos visuales en el
la indumentaria y la política modo que la publicación de diario socialista La Vanguardia a
durante ese período y muestra retratos de las matronas partir de la primera década del
que el gobierno de Juan Manuel argentinas en torno al siglo xx. Los autores recorren el
de Rosas no solo busca difundir centenario de la Revolución de diálogo entre texto e imagen y
sus políticas a través de bandos, Mayo dialoga con la muestran cómo esta prensa
estampas y periódicos sino construcción femenina de las partidaria es atravesada por la
también con la distribución de mujeres de la elite, dando lugar americanización del periodismo
una serie de accesorios textiles: a la existencia de una galería de poniendo en contradicción, a

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través de las publicidades industria, sin embargo Szir utilización de fuentes
dedicadas al consumo moderno, logra adentrarse a través de ella antiguamente consideradas
a un lector imaginado de rasgos en los primeros desarrollos de “plebeyas” para indagar el
iluministas con la exhibición de una cultura visual masiva en pasado, y que las imágenes
bienes de consumo que que se evidencian los beneficios sometidas a las preguntas del
incitaban a prácticas de la producción industrial en historiador iluminan zonas poco
consumistas, ensayando una una actividad en expansión que, transitadas por las
forma periodística que combinó a la vez, no dejó de lado la investigaciones sobre la cultura
prensa política con prensa lógica artística y permitió tanto de una época; espacios cuyas
comercial. la reproducción de obras de arte huellas a menudo se presentan
Estas diferentes experiencias como la incorporación de opacadas por la aparente
visuales fueron posibles porque artistas al sistema industrial. contundencia de la palabra
los avances tecnológicos se El fenómeno visual, tal escrita, reliquia del pasado a la
incorporaron en publicaciones como anticipamos, no es cual el historiador suele
de diverso formato, y también exclusivo de Buenos Aires y se rendirle un culto excluyente.
en otros objetos como los despliega en industrias gráficas El cruce entre arte y política,
asociados a la vestimenta. En del interior y en otras entre políticas estéticas y
ese sentido, el capítulo de experiencias visuales que programas industriales, entre
Sandra Szir “Arte e industria en contribuyen a la creación de publicaciones dedicadas a la
la cultura gráfica porteña. identidades locales, como pintura o a la expresión visual
La revista Éxito Gráfico queda expuesto en el caso del de la literatura, entre el humor
(1905-1915)” es central para trabajo de Lautaro Cossia, “El y la masividad, puede llevarnos,
percibir los cambios materiales Centenario en la revista Monos entonces, a otros recorridos
que se producen en los objetos y Monadas. De la mitología posibles. La virtud de este libro
impresos hacia comienzos del nacional a la representación de –no la única, pero acaso la que
siglo xx. Los beneficios que una mitología rosarina”. El a nuestro juicio más destaca– es
aporta una nueva forma de autor nos muestra aquí cómo la la de invitarnos a pensar en la
diagramación que incorpora la publicación entabla un diálogo imperiosa necesidad de ampliar
posibilidad de diálogo entre con las representaciones nuestra mirada de historiadores
texto e imagen, las fotografías y visuales producidas en el centro hacia la infinita variedad de
los diferentes acercamientos a de la nación y demuestra que a experiencias que la cultura
la “realidad” a partir de la través de las imágenes la ciudad visual ha desarrollado en
imagen, son instancias nuevas de Rosario busca su inclusión distintos escenarios históricos y
que se abren a la cultura visual en una tradición a la vez que en diversas escalas de
gracias a la materialidad de las intenta definir una identidad representación, ya sean estas
máquinas impresoras social particular. nacionales, locales o regionales.
manejadas por una nueva Finalmente, y aunque hoy
generación de obreros gráficos este es un tópico que se pone
especializados. Éxito Gráfico cada vez menos en discusión,
no es la primera experiencia de este libro demuestra que no hay Ana Lía Rey
una publicación dedicada a la demérito alguno en la ffyl-uba

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Matthew B. Karush,
Cultura de clase. Radio y cine en la creación de una Argentina dividida (1920-1946),
Buenos Aires, Ariel, 2013, 304 páginas

La obra de Karush aquí generó imágenes y narrativas surgimiento y posterior


reseñada es la traducción de un polarizantes que funcionaron consolidación de una industria
estudio publicado en los como el material narrativo en cinematográfica local. Muchos
Estados Unidos en el año 2012 bruto con el cual Juan y Eva son los aspectos a destacar de
sobre la cultura argentina de Perón construyeron su esta sección, la mejor del libro.
masas en las décadas previas al movimiento de masas” (p. 19). Uno de ellos es la capacidad de
surgimiento del peronismo. El Enfocándose en distintos Karush para proveer una
libro, en su versión en español, aspectos, los cinco capítulos descripción eficaz y atractiva
abre con un prólogo escrito por que siguen a la sección que integra tanto a empresarios
Ezequiel Adamovsky donde se introductoria desandan la tesis como artistas, directores de cine
destacan los aspectos más adelantada en las primeras y productos culturales, sin
innovadores y también más páginas y discuten sus desdeñar consideraciones
provocativos del trabajo. implicaciones. materiales (tecnológicas y/o
Adamovsky, cuyo libro sobre la En el capítulo 1, “La comerciales), artísticas e
clase media en la Argentina formación de la clase en los ideológicas. Otro acierto que
tiene un lugar saliente en barrios”, el autor explora las amerita ser subrayado es la
Cultura de Clase, celebra la transformaciones materiales y inclusión de la variable
difusión de esta obra para los culturales que trajo consigo la internacional como un vector
lectores de habla hispana y expansión barrial de Buenos cardinal del análisis. Sobre este
subraya su importancia Aires. Karush, en sintonía abordaje se asienta otra de las
señalando algo que resulta con Adamovsky, se distancia hipótesis que recorren el libro:
evidente desde el comienzo del expresamente de la la cultura de masas local se
texto: el libro se estructura historiografía que ha adjudicado formó en relación con la
alrededor de algunos de los a los residentes de esas áreas extranjera. Karush sostiene que
temas y los debates más una extendida identidad de compelidos por la competencia
importantes de la historiografía clase media. Según el autor de comercial que suponía el arribo
local. Cultura de Clase, los habitantes de mercancías de la cultura de
En la introducción Karush de los barrios eran abordados y masas extranjera (como el jazz
delimita su objeto de estudio: se presentaban a sí mismos con y las películas de Hollywood),
las mercancías de la cultura de discursos contradictorios y los empresarios locales
masas, a las que asigna un ambiguos que al mismo tiempo debieron crear productos que a
papel fundamental en la que abrazaban ciertos valores la vez que emularan los logros
elaboración de identidades, de clase media, como la de sus competidores acentuaran
valores y aspiraciones de sus respetabilidad y la búsqueda de la impronta nacional. Esta
audiencias y consumidores. ascenso social, los ponían en dialéctica resultó, según
Esta perspectiva organiza la cuestión celebrando la cultura Karush, en la creación de un
investigación y de ella se deriva obrera. Es decir que en las “modernismo alternativo”, que
el argumento central del libro. décadas de 1920 y 1930 reconciliaba la tradición
A través de un original análisis persistía tanto la identidad argentina con la modernidad,
de películas, canciones, como la solidaridad obrera. En rediseñando la cultura popular
programas y grabaciones de el capítulo 2 el texto ofrece un existente al ofrecer al público
radio, el autor intenta probar fascinante estudio de los una visión “populista” de la
que “en lugar de mitos comienzos de la industria autenticidad popular.
nacionales unificadores la discográfica, la emergencia y la Tomando como punto de
industria cultural argentina masificación de la radio y el partida la tesis sobre la

318 Prismas, Nº 18, 2014


competencia con lo extranjero, se lo despojaba del lunfardo cultura comercial previa
el capítulo 3 discute cómo el podía convertirse en un símbolo explicarían la rápida adhesión
melodrama, un hecho global, nacional más agradable, pero de los trabajadores al nuevo
fue reelaborado en la Argentina eso minaba su supuesta movimiento. En el epílogo,
otorgándole una marcada autenticidad de raíces plebeyas. Karush retoma algunos de los
orientación clasista, antielitista El rescate del folklore, con su argumentos desarrollados y
y popular, ausente en otras imagen idealizada del mundo describe brevemente cómo
versiones del melodrama, como rural y sus tradiciones, ofrecía evoluciona la sociedad
la norteamericana. Según el un perfil más pacífico de la argentina y la cultura de masas
autor, el contenido nación pero también era pasible en los años que siguen a la
melodramático de las letras de de ser interpretado como una caída de Perón. El autor observa
tango, las obras de radio y las negación de la modernidad cambios radicales. El más
películas del período contenía urbana. Las películas de esos significativo es la prevalencia
aquí un mensaje años no eran en la visión de de la clase media en las
contrahegemónico que Karush ajenas a estas representaciones presentes
cuestionaba la idea de ascenso incongruencias: presas de la en la cultura de masas.
social, encomiaba la moral de lógica del melodrama El texto de Karush
los pobres sobre la maldad vernáculo, proveían de constituye un aporte
de los ricos y proveía de un representaciones binarias del fundamental para la
juicio moral y cierta justicia orden social donde la armonía historiografía argentina en
poética. Residía allí una social y la reconciliación entre muchos sentidos. El ejercicio
estrategia comercial en pos de las clases era irrealizable. El realizado sobresale por su
ganar terreno frente a la argumento sobre la originalidad y audacia. En un
industria cultural foránea. imposibilidad radical de la mismo plano y en simultáneo,
Los últimos dos capítulos cultura de masas del período de Karush realiza un estudio de
abren la discusión hacia las producir mitos nacionales la radio, el cine y los ritmos
zonas más controvertidas del unificadores sirve al autor para de la música popular respetando
ejercicio realizado por Karush. volver sobre la hipótesis que las “lógicas” inherentes a cada
La apuesta de esta parte es había adelantado en la uno de estos objetos pero
vincular cultura y política. En el introducción y que, como se también situándolos en
capítulo 4 el libro discurre mencionó, ordena el trabajo, la relación. El autor ajusta en cada
sobre los esfuerzos realizados que vincula la cultura popular caso sus interrogantes y transita
por distintos actores para con la emergencia del su corpus con temporalidades
mejorar los productos de la peronismo. El autor sostiene en diversas. La mirada holística,
cultura popular y convertirlos el último capítulo que “el aun sin ser exhaustiva,
en representaciones asépticas de peronismo mismo estaba posibilita formular
la identidad nacional. Un construido de manera crucial, a comparaciones y ver desarrollos
ejemplo sobre el que se detiene partir de los materiales en bruto que de otra forma no serían
el análisis es el de las de la cultura de masas” evidentes. Por otro lado, la
discusiones y operaciones (p. 224). La retórica herética investigación permite conocer
realizadas en torno al objetivo del peronismo sería heredera de una zona de la historia
de limpiar las letras de tango de la cultura comercial: “en su argentina –la de los consumos
su “contenido inmoral y su moralismo maniqueo, en sus culturales de las clases
lenguaje plebeyo”. El autor ataques a la codicia y al populares– sobre la que se
observa en los intentos por egoísmo de los ricos y en su conoce poco. Es de esperar que
edulcorar las representaciones tendencia a presentar a los el libro sirva de inspiración a
de la identidad nacional pobres como el auténtico proyectos semejantes. Además,
presentes en la cultura de masas pueblo argentino, [esta] lleva el estudio arroja luz sobre la
contradicciones irreconciliables rastros inconfundibles de las sociedad de entreguerras y al
que tendían a “reinscribir películas, la música y los igual que otros aportes
divisiones y, por lo tanto, a programas de radio de los años recientes, como el de Lila
atentar contra la unidad treinta” (p. 224). Las deudas del Caimari sobre la cuestión del
nacional” (p. 212). Si al tango discurso peronista con la orden en Buenos Aires,

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complejiza la imagen optimista representaciones ambiguas, la radio y en el cine, y heredó
y apacible sobre el período.1 La permeadas por elementos sus contradicciones con
prosa del libro es un aspecto subversivos pero también respecto a la clase” se
que también se destaca. En conformistas, ¿por qué a la hora simplifica un debate prolífico y
tiempos en que la historiografía de pensar la recepción lo que productivo (p. 268). Por último,
académica es criticada por su prima siempre es lo el tratamiento que el autor hace
jerga cerrada a especialistas, contrahegemónico? ¿Por qué de la política cultural peronista
Cultura de Clase habilita concluir que las imágenes resulta confuso. Por ejemplo,
lecturas y lectores diversos. Por binarias sobre el pobre noble y Karush señala que Perón fue
todo esto no hay duda de que el el rico corrompido provenían “el autor de una máquina de
texto de Karush es un ejercicio del melodrama y no de otros propaganda masiva”, que
notable y encomiable. No discursos, particularmente del “controló cuidadosamente lo
obstante, donde la investigación religioso? Si en 1940 solo un que se pasaba en la radio y en
convence menos es en sus 10 % de los filmes estrenados los cines”, pero no ejerció
argumentos más salientes. La en la Argentina eran de “impacto” en esa área (p. 251).
destreza y la fineza del autor producción nacional, como el El autor no nos explica por qué
para navegar las tensiones y las autor informa en una nota al se dio esta situación que a
contradicciones presentes en su pie, ¿cómo es que este pudo priori parece paradójica. Como
objeto de estudio se desdibujan tener tanto efecto hasta ya hemos dicho, la riqueza del
a la hora de formular sus convertirse en la materia prima libro, su valiosa contribución,
hipótesis más generales. Uno del peronismo? Por otra parte, está en su desarrollo, en sus
de los puntos que más dudas poco es lo que nos dice Karush análisis, en su mirada amplia,
provoca es el de las relaciones sobre el recorte de su corpus. en una investigación que en su
que Karush establece entre La perspectiva culturalista curso es fina y matizada. Con
cultura y política. La tesis sobre desarrollada en Cultura de justicia, y a pesar de las dudas
la deuda del peronismo con la Clase representa una adición que nos puedan generar algunos
cultura comercial genera bienvenida a la historiografía, de sus argumentos, Cultura de
interrogantes que el libro no el interrogante lo genera el peso Clase se convertirá en una
logra responder. Si la cultura que Karush le otorga a la referencia obligada para
comercial ventilaba cultura en sus tesis. Por entender la cultura de masas en
ejemplo, al sostener que el el período de entreguerras.
peronismo no logró “construir
un movimiento nacionalista que
1
Lila Caimari, Mientras la ciudad unificara las clases sociales”
duerme. Pistoleros, policías y
periodistas en Buenos Aires, 1920-1945, porque se edificó “a partir de Flavia Fiorucci
Buenos Aires, Siglo xxi, 2012. los discursos que circulaban en chi-unq / conicet

320 Prismas, Nº 18, 2014


María Teresa Gramuglio,
Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina,
Rosario, Editorial Municipal de Rosario, 2013, 400 páginas

María Teresa Gramuglio es una revistas académicas y culturales significación diferencial dentro
de las figuras más destacadas de (principalmente en Punto de del mundo académico, pero al
la crítica literaria universitaria Vista, de la que Gramuglio fue mismo tiempo disimuló la
argentina y, como sucede con miembro del comité editorial notable sistematicidad y el
los escritores para escritores, desde su fundación en 1978 alcance de un proyecto
es admirada por sus colegas hasta 2004), y también tres intelectual que Nacionalismo y
tanto por sus contribuciones ensayos inéditos. El libro cosmopolitismo vuelve
críticas, como por haber cuenta además con un estudio evidente. El “efecto libro” no se
formado al menos tres preliminar deslumbrante a cargo agota en la recolocación de
generaciones de académicos en de Judith Podlubne (profesora e Gramuglio en el centro del
la Universidad de Buenos Aires investigadora de Literatura canon académico de la crítica
y en la Universidad Nacional de Argentina del siglo xx en la literaria (lugar que ya ocupaba
Rosario. A pesar de la Universidad Nacional de para sus colegas de la
naturaleza insoslayable de sus Rosario) que, a partir de un Universidad Nacional de
hipótesis sobre literatura trabajo de investigación de una Rosario, de Punto de Vista y del
argentina y de que sus ensayos intensidad poco frecuente para Club de Cultura Socialista, así
sobre la revista Sur, sobre este tipo de prefacios, oscila como para sus estudiantes más
nacionalismos literarios y sobre entre la biografía intelectual de afines) sino que, por el
la obra de Juan José Saer han Gramuglio, la historia cultural contrario, sirve a un propósito
organizado las agendas de de los contextos institucionales fundamental en el contexto de
investigación sobre estos temas y políticos en los que se las metodologías de
desde principios de la década desarrolló y un racconto crítico investigación actuales. Si el
de 1980, Gramuglio nunca de sus –para decirlo en términos déficit de bases de datos y
había publicado un libro propio, del Pierre Menard de Borges– sistemas de indexación
monográfico o que compilara obras visibles e invisibles: sus electrónica y online de
sus escritos sobre algunas de artículos, sus proyectos de publicaciones en América
estas áreas. “Nunca creí investigación, las formaciones Latina hace que artículos
necesario reunir mis artículos intelectuales y políticas de las publicados en revistas o
en libro. Aunque amo los libros, que participó, pero también las capítulos publicados en
sostengo que hay demasiados y huellas de su trabajo docente, volúmenes colectivos resulten
sólo la convicción de que uno de sus líneas de investigación inhallables para quienes no los
tiene algo nuevo que decir y de sus keywords en la conocen de antemano, este libro
justifica a mi juicio incorporar configuración actual del campo vuelve a poner en circulación
uno más a la superpoblada académico-crítico. las hipótesis de Gramuglio,
galaxia Gutenberg”, escribe Más allá de las razones pero ahora subsumidas bajo un
Gramuglio en el prefacio del íntimas que pueden haber efecto de conjunto que las
muy esperado Nacionalismo y llevado a Gramuglio a la potencia, que las vuelve todavía
cosmopolitismo en la literatura decisión de no publicar un libro más relevantes.
argentina, que recoge algunos con sus ensayos hasta el año Las cuatro secciones que
de los ensayos más pasado (ella misma elige no estructuran Nacionalismo y
significativos que la autora explorarlas en el prefacio: cosmopolitismo (“Nacionalismo
publicó en volúmenes “¿Por qué publicarlo ahora? No y escritores nacionalistas”, “La
colectivos y ediciones críticas, sabría decirlo”), su decisión década del treinta”, “La revista
actas de encuentros pasó a constituir un paradójico Sur” e “Interrelaciones entre
universitarios y en diversas capital simbólico investido de literatura argentina y literaturas

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extranjeras”) dan cuenta de los comparado de los presupuestos estos y otros escritores en
núcleos problemáticos y los transculturales de los relación con el Estado (p. 100),
corpora literarios sobre los que movimientos románticos se ella lee la politicidad de la
Gramuglio trabajó más encuentran las claves de una literatura, y subraya “cuánto de
intensamente, y a partir de los contribución relevante a la su atractivo y de su aptitud para
que hizo contribuciones empresa colectiva del estudio captar adhesiones debe el
decisivas a la disciplina crítica: de la literatura mundial. nacionalismo político a esas
las políticas estéticas del La primera y más extensa expresiones literarias que
nacionalismo literario tal como sección del libro está marcada precedieron a los textos
se articulan en la construcción por su definición culturalista y doctrinales” (p. 118). En una
retórica de las imágenes de discursiva del fenómeno del interpretación virtuosa de sus
escritor; los modos en los que nacionalismo, al que considera poemas y novelas, pero también
Sur negocia la distancia entre la no en función de su en sus ensayos y prólogos
cultura europea y argentina y consistencia ideológica o de sus programáticos y
abre un espacio político- determinaciones estructurales, autorreferenciales, Gramuglio
cultural de cosmopolitismo sino como “un ideario, un da forma a una de sus hipótesis
periférico, y la resignificación repertorio de ideologemas y más eficaces. Para ella, el modo
de la historiografía literaria figuras semánticas heterogéneo en el que el nacionalismo
argentina en contextos globales que se expresó en diversas encuentra su especificidad
a partir de la demanda de una prácticas, entre ellas la retórico-literaria en un contexto
perspectiva crítica comparada. literatura” (p. 71). Lo que le de transformaciones
En el cuadro que compone la interesa a la autora es pensar la estructurales y cambios en la
suma de estas partes se puede manera en que la literatura, función social del escritor, es
leer la pregunta central que como práctica social en momentos en los que los
atraviesa la práctica crítica de privilegiada en el período en el textos dan forma a “una imagen
Gramuglio sobre los modos en que se concentra, produce de escritor”, a través de la que
los que las tensiones políticas discursividad nacionalista, y los escritores definen una
constitutivas de la literatura cómo “orienta las elecciones colocación en el espacio
argentina se articulan en textos, estéticas y formales; cómo literario y social que ellos
procedimientos y formaciones incide en las carreras y figuran como un panteón patrio,
literarias significativos por su proyectos literarios, en la y en la que se dirimen sus
capacidad de cristalizar construcción de imágenes de relaciones con la tradición
dislocaciones paradigmáticas en escritor y de las subjetividades, literaria nacional en la que
el arco temporal que abre el en las concepciones de la pretenden intervenir (p. 100).
Centenario y cierra la década función literaria, en los La imagen de escritor es la
peronista. La última sección, géneros, en las poéticas y en los mediación conceptual en
sin embargo, es notoriamente tópicos, las retóricas y las función de la que Gramuglio
diferente e insinúa una nueva figuraciones” (p. 83). Y para inscribe al texto literario en la
línea de investigación, dar cuenta de este entramado totalidad social en la que
profundamente original en el textual de literatura e interviene. En el caso de
contexto de la tradición crítica imaginarios nacionalistas, Lugones, Gramuglio destaca en
argentina, que Gramuglio Gramuglio hace foco en las sus Las montañas de Oro, Los
comenzó a desarrollar después obras de dos escritores crepúsculos del jardín, Odas
de su renuncia al comité paradigmáticos de la Seculares, Poemas solariegos,
editorial de Punto de Vista en emergencia nacionalista, Romances de Río Seco y La
2004. Allí, a partir de una Leopoldo Lugones y Manuel Grande Argentina la
lectura magistral de la Gálvez. A diferencia de los autorrepresentación del poeta
improbable función de la figura estudios tradicionales que se de la patria, construida sobre el
del buen salvaje en La cautiva caracterizan por aislar el énfasis en el linaje familiar,
de Esteban Echeverría y en nacionalismo literario de “los masculino y patrilineal,
Atala de René de giros de las trayectorias anudado con el ideario
Chateaubriand, Gramuglio ideológicas” y nacionalista y la exaltación
propone que en el estudio posicionamientos públicos de de los muertos y la tierra, o el

322 Prismas, Nº 18, 2014


imaginario nacional-militar en reorganización radical del que tuvieron lugar en las
clave épica en La guerra campo cultural argentino de los páginas de la revista de Victoria
gaucha. Respecto de Gálvez, años treinta que la Ocampo. Este ensayo fue
Gramuglio recorre buena parte historiografía literaria canónica publicado en Punto de Vista en
de su obra narrativa en los ha caracterizado bajo el signo 1986, y creo que debe leerse
cuatro ensayos que le dedica en político del nacionalismo como parte de un esfuerzo
este libro (pero sobre todo en esencialista cristalizado en el ya colectivo de los integrantes del
“Novela y nación en el mencionado ensayo del ser comité editorial de la revista
proyecto literario de Manuel nacional. La operación de por leer la politicidad del alto
Gálvez”), y sin embargo, Gramuglio consiste en modernismo de la cultura
encuentra en el notable ensayo desplazarlo del centro de la argentina, con Sur y la obra de
ficcionalizado sui generis, El escena literaria y colocar en su Borges como ejes principales,
diario de Gabriel Quiroga, un lugar a Sur y su en contra del lugar común
precursor de la tradición del cosmopolitismo periférico. En crítico que identificaba la
ensayo del ser nacional que un ensayo sobre la obra de posición de clase y la
consolidaron Scalabrini Ortiz, Gramuglio incluido en María sofisticación formal de sus
Mallea y Martínez Estrada, Teresa Gramuglio. La exigencia prácticas discursivas con un
entre otros, a partir de los años de la Crítica (editado por rechazo reaccionario de la
treinta. Explica que, aunque Judith Podlubne y Martín política que la investigación de
esta tradición venía ya de Prieto, y recientemente Gramuglio desmiente. Por el
la ensayística del siglo xix, la publicado por Beatriz Viterbo), contrario, en función de estos
eficacia con la que Gálvez Adrián Gorelik explica que debates sobre la tradición
pone en circulación Gramuglio “sostiene que Sur nacional, sobre el lugar social
ideologemas nacionalistas a está en el corazón de lo más del intelectual o sobre
partir de sus imágenes de nuevo de la década del treinta, diferentes modos de articular la
escritor patrióticas y apostólicas coloreando las dos dimensiones defensa de la cultura
que canalizan lo que Gálvez que la vuelven ‘una década (occidental) amenazada por el
llamaba “energía nacional” rara dinámica’. En primer lugar, las totalitarismo, tanto en Europa
vez había sido vista antes del transformaciones de la narrativa como en la Argentina, así como
Centenario (por cierto, la [ya que] presenta a Sur más que el rol creciente que adquiere la
tradición crítica le debe a la como un medio de difusión, traducción como misión
brillante lectura de Gramuglio como laboratorio para Borges y cosmopolita de la revista, llevan
la consolidación de este ensayo su grupo. […] En segundo a Gramuglio a caracterizar la
con forma de diario personal lugar, contra la asentada imagen política cultural de Sur como
como texto ineludible para el de la ‘parálisis generalizada’ y un “elitismo democratizador”
estudio de los modos en los que ‘la apatía intelectual’ de la (p. 332).
la literatura produce y década, [la autora] destaca la En la estructura del libro –y
reproduce el ideario nacionalista intensidad de sus debates sin duda también en el proyecto
en función de una complejidad político-intelectuales, lo que intelectual de Gramuglio tout
formal y tradiciones dislocadas lleva a reperiodizarla en court–, Sur es el nombre del eje
que casi siempre se pierden de función de ellos, y a definir la cosmopolita referido en el
vista cuando se reúnen formación cultural que fue el título, que introduce la tensión
materiales literarios menores o grupo Sur como una constitutiva del período que ella
textos doctrinarios para estudiar ‘constelación política’” (p. 34). estudia. Gramuglio
este fenómeno). La referencia de Gorelik es a conceptualiza el
Las siguientes dos secciones uno de los ensayos cosmopolitismo de Sur como un
dedicadas al campo cultural y fundamentales de este libro, modo de proyectar la formación
literario de la década del treinta “Sur en la década del treinta. de la cultura argentina por fuera
y a la revista Sur presentan tres Una revista política”, donde de la organización nacionalista
de las contribuciones más Gramuglio reconstruye la del campo simbólico que había
importantes de Gramuglio a los presencia regular de debates anticipado en su lectura crítica
estudios de este período. El políticos que interrogaban la de estos imaginarios en la
primero supone una relectura y coyuntura argentina y mundial primera parte, y explica que “no

Prismas, Nº 18, 2014 323


todas las naciones se construyen primeras secciones del libro– esenciales incontaminadas e
en función de un programa una diferencia normativa entre intransferibles. Las literaturas
nacionalista” (p. 75), es decir: la legitimidad de un horizonte nacionales se definen siempre
el cosmopolitismo de Sur no es nacional para la agencia cultural con respecto a otras” (p. 348).
una negación de la cultura y la ilegitimidad de los Esta propuesta de refundación
nacional, sino que se recorta discursos nacionalistas. Esta de los estudios literarios
sobre ese horizonte nacional diferenciación normativa y (seguramente Gramuglio no se
no-nacionalista al que la cita valorativa que recorre el libro sentiría cómoda con esta
refiere. Su proyecto de de punta a punta con una formulación grandilocuente,
traducción de la cultura estabilidad que, creo, no tiene pero sin lugar a dudas esta es
occidental moderna al ninguna otra idea en su la apuesta implícita de su
castellano rioplatense es una pensamiento, define el lugar de propuesta de negociación entre
forma de intervención en un enunciación ético-crítico de la la cultura nacional y las redes
campo de fuerzas culturales propia Gramuglio en el contexto transnacionales como contextos
concretas que busca afectar con de un campo intelectual- de significación de una
el objetivo de abrir un espacio académico argentino en el que, formación textual dada) se
de enunciación propio, desde la transición democrática, enmarca dentro de la noción de
argentino y cosmopolita (esto la interrogación de la literatura mundial
es, moderno): “no es posible modernidad cultural y los conceptualizada por Goethe en
construir nada verdaderamente procesos históricos de 1827, y que luego fue retomada
nuevo en el encierro de una sola modernización, estuvo siempre por una importante genealogía
cultura y una sola lengua; para tensionada por diferentes de comparatistas que
encontrar la voz propia es formulaciones de un discurso Gramuglio recorre e historiza
indispensable mantener una populista de izquierda o (enfatizando especialmente la
relación activa con todo el nacionalista. reapropiación del concepto por
ámbito americano y con La última sección, parte de Auerbach en el
Europa” (p. 219). Para “Interrelaciones entre literatura contexto de la guerra fría).
Gramuglio, el cosmopolitismo argentina y literaturas Sobre el telón de fondo de la
no agota su potencial crítico en extranjeras”, es radicalmente literatura mundial, la autora
su historicidad como objeto de diferente al resto del libro, explica que “los textos
estudio que ella analiza en el aunque las líneas de deberían considerarse a la vez
contexto específico de la cultura continuidad con la sección como parte de una literatura
argentina; por el contrario, se inmediatamente anterior sobre nacional y como parte de esa
trata sobre todo de una el cosmopolitismo de Sur son red o ‘polisistema’
metodología crítica que la lleva evidentes. Los seis ensayos transnacional que la trasciende.
a prestar particular atención a giran alrededor de una Serían leídos en ‘contrapunto’,
tensiones y dislocaciones, y propuesta de renovación para adoptar libremente la
también un posicionamiento metodológica para la crítica y fórmula de Edward Said” (p.
sesgado respecto de las la historiografía literaria 363). A diferencia de lo que
determinaciones disciplinarias argentina, que supone la sucede en el resto del libro,
del campo discursivo en el que inscripción del campo literario donde las hipótesis sobre
inscribe su propia práctica y sus corpora textuales en nacionalismo y cosmopolitismo
crítica. Lo que este libro, una redes de relaciones están apoyadas sobre un
vez más, vuelve evidente es que transnacionales: trabajo de archivo contundente
Sur es mucho más que un “históricamente, todas las e iluminador, aquí Gramuglio
objeto de estudio privilegiado, y literaturas nacionales se han pone a trabajar esta
que por el contrario constituye formado en una red de metodología relacional sobre
el horizonte discursivo de una relaciones que son, en realidad, “casos”, autores y títulos
práctica crítica cosmopolita en internacionales, aunque este no presentados como instancias de
la que Gramuglio inscribe su sea un dato fácilmente ejemplificación, que apenas
propio trazo. Por otra parte, Sur admitido por los nacionalismos son interpretadas de manera
le permite a Gramuglio culturales, que por lo general somera y algo expeditiva. La
establecer –en diálogo con las prefieren imaginar condiciones excepción a esta modalidad

324 Prismas, Nº 18, 2014


puede encontrarse en “El buen suele tener el dinamismo de un critica categórica y
salvaje no existe. Para una movimiento de placas establecieron los parámetros
relectura comparativa de dos tectónicas) no aparece hermenéuticos para leer su
textos románticos”, un ensayo únicamente en el nivel retórico. narrativa hasta hoy. Pensándolo
en el que Gramuglio despliega También se pueden leer en la bien, la ausencia en este libro
una lectura brillante de Atala manera en que estos ensayos de los ensayos de Gramuglio
de Chautebriand y La cautiva reconstruyen el resurgimiento sobre Saer, además de clases,
de Echeverría como piedra de de la literatura mundial en las textos aún inéditos y hasta la
toque para un proyecto de academias norteamericana y copiosa correspondencia que
romanticismos comparados al francesa a través de sostuvieron ameritan la
que ya hice referencia al comentarios bibliográficos publicación de un segundo
comienzo de esta reseña. sobre los libros que alumbraron tomo con esos materiales
Por supuesto, hay razones estos reacomodamientos indispensables, que completaría
para la diferencia radical de disciplinarios (especialmente en esta excelente iniciativa de la
esta última parte respecto de las lecturas polémicas que Editorial Municipal de Rosario
los protocolos críticos de las Gramuglio hace de las de devolverle visibilidad al
secciones que la preceden. propuestas de Franco Moretti, corpus Gramuglio.
Gramuglio escribió y revisó Pascale Casanova, Itamar Even “En una carta fechada en
estos ensayos durante los Zohar) y en el esfuerzo por agosto de 1987, María Teresa
últimos diez años y son todos diferenciar el alcance de su Gramuglio alude al proyecto de
posteriores a los escritos sobre propuesta del de la filología reunir sus notas escritas como
nacionalismo y sobre Sur; y comparada de Spitzer, ‘ese libro imposible’. El libro
creo también que es Auerbach y Curtius, cuyos en cuestión responde a una
significativo que se trate de aportes la autora considera sugerencia de Beatriz Sarlo.
textos posteriores (todos menos inestimables, pero con quienes Como algunos otros colegas,
el primero de seis) a su establece una relación parricida discípulos y editores lo harán
renuncia a Punto de Vista, que hace pensar en la teoría de tiempo después… Igual que en
porque se trata de una “la angustia de las influencias” ocasiones posteriores,
problemática (la literatura de Harold Bloom. Gramuglio atiende a la
comparada, sus métodos y Si bien es cierto que el eje sugerencia sin llegar a
debates disciplinarios) ajena a indicado en el título del libro concretarla” (p. 7): así
los intereses del comité supone un claro recorte en el comienza el exhaustivo y
editorial de la revista. En cada interior de la producción deslumbrante prólogo que
uno de ellos, Gramuglio explica ensayística de la autora, se Judith Podlubne escribe para
de manera explícita y extraña la ausencia de una Nacionalismo y cosmopolitismo
recurrente que se trata de un sección que reúna sus textos en la literatura argentina, y hay
proyecto en curso y de una sobre la literatura de Juan José que agradecerle a ella y a
propuesta de trabajo que no Saer. Los ensayos de Martín Prieto que finalmente
intenta agotar su desarrollo; Gramuglio sobre el escritor hayan convencido a Gramuglio
una invitación a renovar la santafesino (en particular “El de concretar “ese libro
disciplina “con una finalidad Lugar de Juan José Saer”, que imposible” que llega para
cosmopolita”, para citar el escribió en 1986 como consolidar el lugar central que
ensayo clásico de Immanuel postfacio para la antología Juan tiene en el campo académico
Kant. Las marcas de este José Saer por Juan José Saer, argentino y, ahora también, en
intento de abrir un nuevo pero también el prólogo a los estantes de nuestras
espacio de investigación Lugar, “Una imagen obstinada bibliotecas.
comparativo en el contexto de del mundo” sobre El concepto
un campo académico de ficción y La narración-
excesivamente volcado sobre sí objeto, y “La filosofía en el
mismo (en el que la renovación relato” sobre El entenado, entre Mariano Siskind
de las agendas de investigación otros) constituyen una summa Harvard University

Prismas, Nº 18, 2014 325


José Zanca,
Cristianos antifascistas. Conflictos en la cultura católica argentina,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2013, 272 páginas

José Zanca, autor ya de esa tradición, como todas las decisivas por su riqueza de
conocidos y apreciados trabajos mutaciones que la surcan en informaciones y perspectivas las
sobre los católicos argentinos, las cambiantes condiciones de que proceden del archivo de
brinda aquí una nueva e la Argentina y del catolicismo Maritain–, y con un muy buen
importante contribución que en general a lo largo de cuatro dominio de la prensa católica y
procede de su tesis doctoral. En décadas decisivas del siglo xx. de la bibliografía existente sobre
ella explora, en un período En esa aproximación elegida el argumento. Empero, el libro
relativamente más largo que lo por Zanca, para la cual él va mucho más allá de los
que sugiere el subtítulo (1936- mismo busca algo indudables méritos de su
1959), y que bien podría infructuosamente una generación, a veces atrapada
enmarcarse de los años veinte a denominación apelando entre el haber leído todo sin
fines de los años cincuenta, una a expresiones como haber entendido nada –como
de las corrientes del catolicismo “hermenéutica” o decía algo exageradamente el
argentino, aquella que “fenomenológica” (términos viejo y entrañable Ruggiero
tradicionalmente ha sido que no son definidos en el Romano– y el haber dedicado
denominada “liberal” y que el texto y cuya utilidad, en sus esfuerzos a temas que en su
autor prefiere caracterizar como especial el segundo, no parece liviandad podrían ser englobados
“humanista” (y que bien podría ser mucha), pero que bien en aquella historiografía
denominarse también podría denominarse sin problema historiográfico que
“maritainiana”, ya que el “historicista” si se entiende por caracterizó y caracteriza a
filósofo de Meudon y sus ello el mirar los problemas franjas no desdeñables de la
seguidores y contradictores históricos en su constante historia profesional de ayer y de
argentinos están en el centro devenir y mudar en la hoy y que, desde luego, puede
del libro), o que también, y temporalidad y no desde ser de interés para las “anime
algo más inclusivamente, podría esencias inmutables y fuera del belle” pero menos para aquellos
definirse como “personalista”. tiempo, se encuentra uno de preocupados por la historia de la
Esa tradición, corriente, los mayores méritos de un desventurada Argentina.
linaje (o como prefiera libro que tiene muchos. Por el contrario, el libro de
llamárselo) es delimitada por Asimismo, como es ya Zanca afronta un tema de
el autor mucho más por su habitual en la nueva generación indudable interés para pensar la
contraposición con aquella otra de historiadores profesionales Argentina moderna, y lo hace
más transitada argentinos formados en la desde una cabal comprensión
historiográficamente –la del democracia, el trabajo es de los problemas que el mismo
nacionalismo católico, matizado, con pocas involucra, ayudado por una
autoritario y antidemocrático– adjetivaciones (que cuando apelación a la empatía de
que por una homogeneidad de aparecen, muy ocasionalmente, collingwoodiana memoria que,
la que carece o por una muestran una ligera como se sabe, consiste en
identidad que no es tal si es exasperación hacia pensadores ponerse en los zapatos del otro,
mirada en una perspectiva del nacionalismo católico y una no mimetizarse con él. Lo hace
temporal y desde una simpatía no menos visible hacia ayudado también no solo por un
aproximación contextual como algunos autores conocimiento acabado de los
la elegida. Se trata de un punto “redescubiertos”, como Rafael hechos sino también por su
de vista que permite mostrar Pividal o Augusto Durelli), con admirable dominio de intricados
tanto la riqueza de motivos no una amplia consulta de fuentes problemas filosóficos y
siempre compatibles que posee primarias –entre las que resultan teológicos que tan lejanos

326 Prismas, Nº 18, 2014


parecen para la mirada de un versión, de las mejores, de la aquí un signo de los tiempos en
lego. Y aquí, nuevamente, vieja historia de las ideas atenta los estudios históricos. De
asoman los indudables talentos a los autores, a sus textos y a todos modos, el autor nos
de Zanca para la lectura de sus los contextos intelectuales y indica ya dos vías a través de
fuentes, talentos de la políticos desde los cuales las cuales desarrollará su
comprensión hermenéutica que, reflexionan y sobre los cuales hipótesis. Una, que los planteos
en sede historiográfica y como buscan intervenir, política y no sucesivos sugerirán
recordaba Arnaldo Momigliano solo ideológicamente. Autor, reiteradamente pero que no será
escribiendo a propósito de texto y contextos, he ahí una explorada en profundidad en el
Niebuhr y Lewis, no remiten a tríada clásica que como el libro libro, concierne al problema de
la interpretación intuitiva de muestra bien no ha agotado sus la secularización creciente que
una época sino a la posibilidades. imponen las distintas
comprensión intuitiva de los El capítulo 1, también breve, modernidades a las sociedades
documentos. Esa habilidad, que contiene dos partes bien occidentales. En otros términos,
en otro tiempo se hubiese diferentes. En la segunda el el problema que enfrenta el
llamado filológica, exhibe toda autor elige una perspectiva catolicismo ante sociedades en
la madurez y el talento de un temporal muy larga, veloces cambios no solo en el
historiador del que es dable remontándose hasta Lorenzo plano político –sea la
esperar nuevas relevantes Valla, que parece algo forzada y democracia liberal, las llamadas
contribuciones al conocimiento amenazada por el inasible democracias “orgánicas” o
del pasado argentino. problema de “los orígenes” y socialistas, o el avance de la
El libro de Zanca se articula que, en cualquier caso, ilumina estatalidad y la racionalidad
en una introducción y seis poco el cuadro posterior En la weberiana–, sino y más aun en
capítulos, aunque el lector primera, en cambio, Zanca el plano de las costumbres (que
podría bien comenzar por el muestra sus cartas y propone Zanca llama “sensibilidades”),
capítulo 1, dado que la parte algunas de las hipótesis y que aleja las experiencias
inicial no parece imprescindible centrales del libro, en una concretas y cotidianas de los
para lo que sigue. La elíptica polémica con versiones católicos en general tanto de la
introducción, afortunadamente acreditadas en sede académica moral como de la teología
breve, parece una de esas que en su ilusoria simplicidad cristiana. Problema al que
concesiones que en los últimos parecen haber convencido a tratarán de dar respuestas los
tiempos suelen hacerse para un muchos historiadores por su humanistas que estudia Zanca
lector académico pero que eficacia para interpretar los pero que no son ajenos
pueden alejar a muchos que no males argentinos más allá de la tampoco al nacionalismo
lo son, ya que puede generar perceptible debilidad de su católico, él mismo a menudo en
oscuros presagios, construcción historiográfica. Se la encrucijada de las
afortunadamente luego trata, claro está, del “mito de la “modernidades” fascistas y de
desmentidos por el libro mismo, nación católica”, mito desde la restauración imposible de un
acerca de esas categorías luego para consumo de los mundo perdido (o entre el
teóricas que amenazan con historiadores, en especial “muy siglo xx” orteguiano y un
triturar las ideas y los anticlericales, más que del “retorno” a la Edad Media). Y
acontecimientos para público en general (y que sería auspicioso que Zanca
devolverlos reorganizados en requeriría ante todo una afronte en un futuro el desafío
una relectura de los mismos discusión sobre la misma de explorar ese proceso, en
desde grillas conceptuales que noción de “mito”). En cualquier especial en ese catolicismo que
suelen informar más acerca del caso, Zanca toma claras más adelante denomina
autor del libro que de su objeto. distancias a lo largo del libro de “discreto”, “dominguero”, tan
Y, en este sentido, por ejemplo, esa interpretación, aunque enormemente mayoritario en la
no se entiende bien la utilidad prefiera menos una polémica Argentina y en otras partes –lo
que Zanca puede sacar de abierta con ella que un diálogo que desde luego es un tema de
Clifford Geertz para una complementario con esa y con la historia social que requiere
historia que es menos una otras lecturas del nacionalismo un corpus de fuentes diferente
antropología cultural que una argentino. Nuevamente hay al que aquí ha empleado el

Prismas, Nº 18, 2014 327


autor–. Ese catolicismo que efectivamente, el nacionalismo mundo letrado católico se
incluía entre otras cosas aquel católico podía contar con el inclinaba bien mayoritariamente
que Benedetto Croce recordaba, apoyo de la jerarquía eclesiástica hacia el bando nacional, la
en su esbozo autobiográfico, al argentina, y dentro de ella en opinión pública argentina
evocar sus tiempos de alumno especial con el de figuras como parece haber sido
en un “collegio cattolico, non monseñor Caggiano, era menos prevalentemente favorable a los
gesuitico in verità, anzi di evidente el apoyo de la republicanos. Por lo demás, si
onesta educazione morale e Nunciatura o de la Secretaría de esa guerra era inmensamente
religiosa, senza superstizioni e Estado vaticana. Por otra parte, popular en la Argentina lo fue,
senza fanatismi, ma, insomma, los humanistas tenían también, entre otras cosas, porque
collegio di preti”. Ese como muestra Zanca, sus cartas muchos de los españoles que
catolicismo a la Guareschi que externas e internas, y entre estas aquí residían, y sus
incluía entre nosotros, por últimas una no menor era su descendientes, seguían los
ejemplo, desde San Lorenzo de acceso a órganos periodísticos crueles avatares de la misma
Almagro a la canchita al lado de mayor prestigio y alcance. con una angustia lejana de
de la parroquia, o a las muchas Una cosa era Sur y otra bien convicciones doctrinarias y
formas de asociacionismo menos influyente Sol y Luna, cercana a la experiencia de sus
salesiano y no solo, entre otras una La Nación y otra Crisol. parientes. Todavía podría
tantas formas de sociabilidad Además, aun admitiendo el argumentarse que finalmente el
barrial, media y popular. carácter minoritario del régimen nacional católico de
No es esa la vía que sigue humanismo cristiano en el seno Franco y su “cruzada”
Zanca en este libro para discutir de los intelectuales católicos, en brindaban a los autoritarios
con el aludido “mito”, y no debe especial en la segunda mitad de argentinos un modelo en el cual
reprochársele, ya que todo autor los años treinta, ello no dice que reconocerse mucho más
es libre de enfocar (y recortar) sus rivales, las personas de los apetecible que los fascismos
su tema como lo desea en Cursos de Cultura Católica y de paganizantes o que el más
función de sus problemas y de los distintos grupos del complejo, sofisticado y menos
sus hipótesis. La que ha nacionalismo, fueran mucho conocido salazarismo
decidido priorizar –y que será el más significativos en el conjunto portugués. De todos modos, es
argumento de los restantes del mundo letrado argentino. bueno recordar que terminada
capítulos– considera el problema Ciertamente, el momento de la guerra en España comenzaría
en el seno de los intelectuales la Guerra Civil Española fue un largo forcejeo entre los
católicos argentinos, y aunque el aquel en el que los intelectuales falangistas y los nacional
término argentino es relativo, al nacional católicos argentinos católicos –explorado entre otros
menos el autor ha decidido ir fueron más fuertes, y la por Ismael Saz–, de cuyo
más allá de Buenos Aires y colocación de ese barómetro de posible eco en los intelectuales
prestar atención a otras las posiciones de ese mundo nacionalistas poco se sabe.
realidades urbanas del interior, cultural que era monseñor Todo estaba en movimiento,
en especial Córdoba. Desde esa Franceschi así parece revelarlo. como muestra muy bien Zanca,
perspectiva, los intelectuales Sin embargo, he ahí algunas aun si esas dinámicas son
católicos, el argumento de Zanca cuñas, como la del mucho mejor exploradas en los
es que de ningún modo puede nacionalismo vasco, humanistas y bastante menos en
identificarse al catolicismo cuidadosamente analizada en el los nacionalistas autoritarios
argentino exclusivamente con el libro. Otra será la visita de dentro de los cuales podría
nacionalismo católico. Maritain, que tanta agua indagarse, a modo de hipótesis,
Ciertamente, la existencia de llevaría al molino de los la declinación de la matriz
otras figuras más allá de este era humanistas y que es explorada maurrasiana (que tal vez Zanca
algo ya conocido por los por Zanca con una riqueza de sobrevalora en su persistencia) y
historiadores; lo que no lo era perspectivas que superan el ascenso de la orteguiana. En
–y he allí la importancia del ampliamente todo lo escrito cualquier caso, y a riesgo de
libro– es la extensión y la precedentemente sobre el esquematizar, podría señalarse
variedad de recursos de la argumento. Asimismo, sería que si el viento de cola lo tienen
corriente humanista. Si, bueno no olvidar que si el los nacionalistas hasta la

328 Prismas, Nº 18, 2014


primera parte de la década del mucho antes de la crisis final su eventual reemplazo por otros
cuarenta, luego favorecería a los (¡y qué crisis!). Por otra parte, potenciales referentes como
humanistas, pese y más allá del se podría ir más allá de los Emmanuel Mounier (poco
fenómeno peronista. Por otra pertinentes ejemplos propuestos indagado en el libro), cuyas
parte, si el largo camino de los por Zanca (como la libreta ideas, más allá de su temprana
intelectuales de los Cursos debía sanitaria) y preguntarse, por muerte en 1950, habilitaban
culminar en el experimento caso, si en el plano de aquellas aperturas bastante más
1943-1944, las resistencias que sensibilidades antes aludidas el radicales en cuestiones sociales
este generó, y su mismo rápido mismo matrimonio presidencial e incluso en las ideológicas, sin
fracaso, deberían hacer y la figura de Eva Perón podían que en este último punto
reflexionar acerca de todos los ser mínimamente aceptables necesariamente haya que seguir
límites que tenía a la hora de para ese clericalismo sin reservas las provocadoras
lograr apoyos en la opinión bienpensante que nutría los observaciones de Tony Judt
pública (hecho que sería cuadros de laicos católicos. Sea para el caso francés. Las
validado poco luego en el de ello lo que fuere, la mirada conclusiones finales están
pobrísimo resultado obtenido de Zanca parece mucho más nuevamente surcadas por ideas
por grupos como la Alianza convincente que otras menos y problemas, y dejan abiertas
Libertadora Nacionalista en las atentas a la complejidad de todo algunas cuestiones de mucho
elecciones de febrero del ‘46). proceso histórico, y su interés. Por ejemplo, en las
El advenimiento del afirmación de que el peronismo breves y agudas reflexiones
peronismo y sus relaciones con partió en dos al catolicismo, al acerca de los límites y las
el catolicismo son nuevamente igual que lo hizo con otras intermitencias de la apertura de
explorados con fineza por tradiciones políticas o culturales los intelectuales anticlericales
Zanca. Lo que su trabajo argentinas, incluida la hacia esos “otros” que
recuerda es que no pueden nacionalista, es bien persuasiva. procedían del universo católico,
identificarse sin más jerarquía Nuevamente, su exploración de y con los cuales fenómenos de
eclesiástica, catolicismo y las oscilaciones de Franceschi y hibridación fueron posibles en
católicos en la Argentina (y Criterio durante los años otras latitudes y solo muy
agregaríamos que en cualquier peronistas da cuenta de las posteriormente en la Argentina.
lado); que las cosas son mucho ambivalencias de la situación. Llegados al final de una
más complejas y, se podría El mundo del posperonismo, recensión se descubre cuántas
agregar, lo son aun más en un la emergencia de una nueva cosas han quedado afuera y
país en el que las jerarquías, de generación de intelectuales y cuánto ella no hace plena
cualquier tipo, nunca han políticos católicos, y los justicia a los muchos logros de
gozado de un abundante avatares y vericuetos de la este libro. Queda al lector
consenso y reconocimiento. Lo experiencia democristiana y del encontrarlos, en la certeza de
que el libro sugiere es que los humanismo universitario, son que el libro es buena moneda.
costos para la Iglesia por el finalmente explorados con la Y aunque según la conocida
“plato de lentejas” ofrecido por misma inteligencia (aunque ley de Gresham, la mala
el peronismo podían haber sido bien más sumariamente) por moneda suele desplazar a la
bien más caros de lo que se Zanca. Las tensiones que los buena porque esta es atesorada
supone, incluso para la misma surcaban, al igual que las de la por su valor, debemos esperar
autoridad de la jerarquía Argentina toda, evitan en el y desear que este libro, en el
eclesiástica. Las serias libro, nuevamente, las fáciles cual los estudios sobre el
resistencias que el matrimonio simplificaciones. Quizás catolicismo argentino en el
de razón con el peronismo algunas cosas quedan fuera del siglo xx alcanzan un nuevo y
generó no solo entre los letrados cuadro y podrán ser exploradas más sofisticado nivel, tenga la
católicos sino entre aquellos en trabajos futuros. Por circulación que se merece.
sectores sociales en los que la ejemplo, en lo político, la del
institución reclutaba si no lo catolicismo y el mundo sindical
más abundante sí lo más seguro peronista; en lo ideológico, la
de su cosecha así lo sugerirían, y persistente declinación de la Fernando J. Devoto
ello ya desde el comienzo y figura y las ideas de Maritain y uba

Prismas, Nº 18, 2014 329


Ricardo Pasolini,
Los marxistas liberales. Antifascismo y cultura comunista en la Argentina del siglo XX,
Buenos Aires, Sudamericana, 2013, 208 páginas

La colección Nudos de la En Los marxistas liberales. mediados de los años treinta


historia, que dirige Jorge Antifascismo y cultura hasta fines de la década de
Gelman para la editorial comunista en la Argentina del 1950. Ese ciclo entrelazó al
Sudamericana, tiene el gran siglo XX, Pasolini toma como menos a dos generaciones
mérito de poner al alcance de objeto ese mundo político- intelectuales: la de quienes
un circuito de lectores más cultural, pero no ya observado habían surgido a la vida
amplio que el académico los desde el ángulo que ofrecía el intelectual entre la primera y la
frutos más recientes de la itinerario de un intelectual segunda década del siglo xx y
investigación sobre el pasado situado en la periferia que en los treinta contaban ya
argentino. Se trata de libros provinciana, sino en su centro con alguna notoriedad –la
relativamente breves, mismo de producción. Lo que generación de los “mayores”,
compuestos con el propósito de en la Argentina equivale a decir como el propio Ponce–, y la de
divulgar avances en el Buenos Aires. ¿Qué es lo que el quienes harán sus primeras
conocimiento histórico, y sus libro de Pasolini nos hace ver? armas en el marco de las
autores son estudiosos Por un lado, el contorno de una asociaciones culturales
destacados en el tema del que cultura, la “cultura comunista antifascistas y en las filas del
se ocupan. Es el caso de este argentina”, “emanada en y Partido Comunista, como
volumen que firma Ricardo desde los alrededores del Héctor P. Agosti y Raúl Larra.
Pasolini. Desde hace varios Partido Comunista Argentino”; En la opinión de que “los
años Pasolini, docente e por otro lado, la constelación de temas ideológicos y las
investigador de la Universidad agrupaciones que fueron maneras con las cuales la
Nacional del Centro, lleva medios de expresión y izquierda intelectual se acercó a
adelante una seria y minuciosa transmisión de la política los problemas de la cultura y la
indagación de la cultura cultural antifascista alentadas política nacionales se
intelectual comunista en la por la izquierda comunista, en cristalizaron en los años 30,
Argentina. La primera primer lugar la aiape cuando la interrupción
expresión de esa búsqueda fue (Asociación de Intelectuales, institucional del golpe militar y
el libro La utopía de Prometeo, Artistas, Periodistas y el avance del fascismo en
Juan Antonio Salceda: del Escritores), creada por Aníbal Europa hicieron pensar que el
antifascismo al comunismo Ponce en 1935, a imagen y devenir de los sucesos locales
(2006). A través de la semejanza del Comité de estaban íntimamente ligados a
trayectoria de un escritor de Intelectuales Antifascistas aquellos europeos” (p. 182),
provincia, como lo fue Salceda, creado un año antes en Francia Pasolini converge con otros
el trabajo de Pasolini sacó de la con el propósito de defender la autores. Esa cristalización de
media luz en que se hallaba cultura ante la amenaza nociones, esquemas y
desde hacía largo tiempo todo fascista; en fin, la red de argumentos tuvo larga vigencia
un filón del progresismo laico revistas, escritores y artistas en la izquierda intelectual que
en la Argentina. En efecto, conectados por una concepción tenía en el Partido Comunista
avatares de orden político y de militante de la cultura. El su centro de autoridad política,
orden ideológico, cuya escala nombre y la labor de Aníbal aunque no perteneciera a sus
no fue únicamente nacional, Ponce conforman los más filas, como Ponce, un destacado
habían hundido en una especie constantes vectores de la e influyente compañero de ruta.
de sombra esa cantera que reconstrucción que hace Como advierte el autor, la
durante al menos un cuarto de Pasolini de un ciclo ideológico denominación de “marxistas
siglo había sido muy activa. que estuvo vigente desde liberales”, empleada para

330 Prismas, Nº 18, 2014


designar a los escritores e análisis y las resoluciones del del presente con la tradición y
ideólogos de esa cultura de VII Congreso de la el pasado revolucionario de sus
izquierda, es una locución que Internacional Comunista (ic), respectivos países. A propósito
proviene del vocabulario de los que se celebró en Moscú en de este combate por la historia,
adversarios, los representantes 1935. Allí se llamó a todos los Pasolini menciona las páginas
del nacionalismo marxista, que partidos adheridos a la IC a que Aníbal Ponce dedicó a la
acusarían a socialistas y encabezar la lucha contra el historia argentina en El viento
comunistas de haberse fascismo, al que se señalaba en el mundo. El sumario juicio
sometido a la hegemonía del como el gran enemigo de los histórico de Ponce, que
liberalismo argentino, trabajadores, de la democracia, inscribía la Revolución de
considerado como armadura la libertad y el progreso. El Mayo en el enfrentamiento
ideológica de la dominación frente popular (con su variante entre dos mentalidades o
que ejercían sobre el país el para los países coloniales y filosofías, la de la revolución y
imperialismo y la oligarquía. dependientes: el frente la del feudalismo, no hacía más
Pasolini recoge dicha antiimperialista) debía ser el que retomar la dicotomía que
denominación, pero no con instrumento político de esa ya había trazado José
fines denigratorios, sino para línea táctica destinada a Ingenieros en La evolución de
caracterizar la relación que los enfrentar a un antagonista cuyo las ideas argentinas. La
marxistas de obediencia crecimiento se advertía en toda historiografía elaborada por los
comunista establecieron con el Europa. Para entonces Hitler comunistas, que se proclamarán
legado del liberalismo y su dominaba Alemania y Dollfuss herederos de lo que llamaban la
interpretación del pasado había aplastado a la “tradición de Mayo”, se
argentino. O, como la llama el socialdemocracia en Austria, desplegará en torno de los ejes
autor: una apropiación de la tras implantar un régimen y las valoraciones desarrollados
tradición liberal. autoritario y corporativo. La por Ingenieros y Ponce.
Las manifestaciones y las Guerra Civil Española, que se Moreno, Echeverría y
ligas hostiles al fascismo no desencadenó en 1936, fue el Sarmiento simbolizarían en el
nacieron en la Argentina hecho que expuso a los ojos de siglo xix las etapas de la novela
(tampoco en Europa, por todos esa guerra civil europea nacional progresista. Se moldeó
supuesto) como reflejo de la que estaba en curso. así, en la segunda mitad de los
línea de los frentes populares De acuerdo con las nuevas treinta y en el marco de la
que la Internacional Comunista claves de la ic reajustó el movilización intelectual
adoptó a partir de 1935, cuando Partido Comunista de la antifascista, una cultura de
el estado mayor del Argentina su interpretación y larga duración en las filas de la
movimiento estableció que el sus tomas de posición ante la izquierda comunista.
conflicto central de la época se realidad política nacional. El “¿Por qué fue esta matriz
resumía en el antagonismo de juicio de que la tradición liberal liberal y no otra la que
fascismo y antifascismo. y sus instituciones encerraban caracterizó al ideario ‘nacional’
Pasolini observa que ya a un patrimonio que debía no de la mayor parte de los
mediados de la década de 1920 solo ser rescatado, sino intelectuales que se ligaron al
se registra, en el seno de la defendido ante la amenaza comunismo argentino?”, se
comunidad italiana, la aparición fascista, se forjó en ese marco y pregunta el autor. “¿Por qué un
de círculos antifascistas. Poco tradujo en el plano cultural el movimiento político-cultural
después la agitación se giro que se había operado. En que en sus bases teóricas se
extenderá a las filas de los el célebre informe que Georgi proponía la abolición del
partidos Socialista y Dimítrov había expuesto en el capitalismo y de su clase social
Comunista. De todos modos, el mencionado congreso de la ic, dinámica desarrolló una
movimiento intelectual el entonces secretario general representación del pasado y la
antifacista hará su gran de la Internacional denunció las política argentinos que
despegue en la década siguiente deformaciones que los fascistas compartía muchos elementos
y resulta imposible disociar la introducían en la representación con la elaborada por el sector
intensidad y la extensión que del pasado nacional y exhortó a social que pretendía abolir y
alcanzó a partir de entonces del los comunistas a unir la lucha reemplazar en el proceso

Prismas, Nº 18, 2014 331


histórico?” (p. 20). Aunque argentinos le dieron a la lucha por qué no se optó por una
afirma que el propósito de su antifascista en el terreno matriz que no fuera la liberal.
libro es contestar esas cultural? En todas partes esa Pero no nos sugiere cuál podría
preguntas, no encontramos las lucha fue encarada como un haber sido esa otra matriz. De
respuestas en sus páginas. Los combate por la paz contra la todos modos, haber planteado
capítulos que articulan el texto guerra, por la razón contra el esa interesante cuestión –y
narran según ángulos diferentes irracionalismo vitalista del no es la única que el lector
la génesis y la evolución de esa fascismo, por la cultura puede encontrar en el libro– se
cultura hasta que comienza a ilustrada contra la fuerza, por el halla entre los muchos méritos
mostrar signos de agotamiento, valor de la ciencia contra el de Los marxistas liberales.
ya en la década de 1960. Los misticismo, por el progreso Antifascismo y cultura
libros de Agosti, El mito liberal contra la reacción. ¿En qué otra comunista en la Argentina del
y Nación y cultura, publicados cantera que no fuera la de la siglo XX.
en 1959, muestran un esfuerzo tradición liberal podían los
por renovar sin romper con la comunistas buscar aliados para
tradición en que se había empeñarse en la defensa de
formado. ¿Hubo algo particular tales valores? Pasolini plantea Carlos Altamirano
en el sesgo que los comunistas una interesante pregunta: unq / conicet

332 Prismas, Nº 18, 2014


Gustavo J. Nahmías,
La batalla peronista. De la unidad imposible a la violencia política, 1969-1973,
Buenos Aires, Edhasa, 2013, 339 páginas

La batalla peronista. De la que ayuda a diferenciar el ejemplo de conflicto vertical


unidad imposible a la violencia espacio interno del peronismo: sería el que enfrentó a Rucci
política, 1969-1973, de Gustavo Jorge Paladino más dialoguista, con todos los grupos sindicales
J. Nahmías, es un trabajo de Héctor Cámpora más opositor. anteriores, o el que lo opondrá
investigación que persigue Lo mismo podría decirse de los al dirigente cordobés Agustín
desentrañar las complejas y partidos de la oposición y del Tosco, explícitamente hacia
cambiantes relaciones en el rol de algunas de sus figuras fines de 1972. En el interior de
interior del movimiento sobresalientes, como la de la rama juvenil, un conflicto
peronista en la fase final de su Ricardo Balbín. vertical habría sido el
larga proscripción, El intento más audaz del protagonizado por Rodolfo
especialmente entre los años libro consiste en ordenar, Galimberti (jaen) y Francisco
1971 y 1973. distinguir y periodizar los tipos Licastro, por un lado, y el
El libro es rico en su de conflictos que se sucedieron Movimiento de Base, Guardia
descripción no solo de las en el interior del movimiento de Hierro y la agrupación 17 de
ramas del movimiento sino peronista. Los años 1971 y Octubre (que luego
también de las diferentes 1972 habrían estado conformarán Trasvasamiento
corrientes internas de cada una caracterizados por conflictos de Generacional), por el otro. En
de ellas. El sindicalismo, así, tipo vertical, producidos entre el interior de la rama política,
aparece menos como una diferentes sectores de una un conflicto vertical sería el
unidad que como un campo de misma rama, y por conflictos que motivó el relevo de
conflictos en el que José de tipo horizontal, Paladino por Cámpora, a
Ignacio Rucci y la cgt, las 62 protagonizados por dos ramas u mediados de 1972, en el cargo
organizaciones, los ex organizaciones peronistas de delegado de Perón.
participacionistas, los 8 y los (ocasionalmente más de dos, Ejemplo de conflicto
combativos desarrollan pero nunca todas). En el año horizontal sería el que se
diferentes estrategias que en 1973, en las vísperas del desarrolló entre Rucci y la
ocasiones se oponen entre sí. regreso definitivo de Perón al Juventud, que terminará
Con excepción de la rama país, habría hecho aparición un trágicamente con el asesinato
femenina, más homogénea que tercer tipo de conflicto, del primero o, antes, el que
las otras vertientes del caracterizado como transversal, enfrentó a Rucci (rama
movimiento, lo mismo podría que incluyó a todas las ramas y sindical) y a Paladino (rama
decirse de las ramas juvenil, organizaciones peronistas. política). Para Rucci lo
política y de las organizaciones Ejemplo de conflicto vertical importante era el regreso de
armadas, cada una atravesada a sería el que enfrentó a Rogelio Perón; para Paladino (y también
su vez por diferencias internas. Coria (“sindicalista-peronista” para Lorenzo Miguel) la salida
Nahmías estudia a los no alineado con la dirección de electoral. Como en ocasiones
actores políticos no peronistas la cgt) y a Rucci (“peronista- los conflictos horizontales y
desde una perspectiva original, sindicalista”, secretario general verticales se intersectan,
sirviéndose de ellos para definir de la cgt). O el que sucedió Nahmías también explora los
posicionamientos internos entre las 62 organizaciones cruces que se dan entre ellos.
disímiles en el interior del (Nueva Corriente de Opinión, En este caso, por ejemplo,
movimiento peronista. El ex participacionistas, los 8 y los Rucci se fortalece en su
general Lanusse, por ejemplo, vandoristas), por un lado, y los conflicto horizontal con la rama
en esta narrativa opera sindicalistas duros y política cuando logra imponerse
fundamentalmente como actor combativos, por el otro. Otro dentro de la rama sindical

Prismas, Nº 18, 2014 333


(conflicto vertical). Otro agrupaciones políticas y conflictos transversales de
conflicto horizontal será el que armadas estableciendo una 1973. Cuando Perón no recibe
sitúe en veredas opuestas a división que, por tratarse de una a los tres sindicalistas
Cámpora y a los sindicalistas confrontación ideológico- combativos Guillán, Carrera y
Rucci, Coria y Miguel. Aquí política, exig[e] la intervención Digón, desautorizándolos en
también los conflictos vuelven de Perón” (p. 319). Al conflicto ese mismo acto, Rucci sale
a cruzarse, porque Cámpora transversal correspondería, fortalecido en su
tenía en la juventud, esto es, entonces, una naturaleza enfrentamiento interno con esos
fuera de la rama política, a su ideológico-política, por un lado, sectores. Cuando Perón diga de
principal aliado. y la exigencia de la Agustín Tosco que es un
Finalmente, el tercer tipo de intervención de Perón, por el dirigente “de triste figura”,
conflicto, el transversal, se otro. sucede lo mismo: Perón
menciona por primera vez a Sin embargo, tanto los resuelve bendecir a unos y no
propósito de las acciones de la conflictos caracterizados como respaldar a otros; Perón elige.
Juventud, que con su consigna verticales como los descriptos Lo que vuelve a un
de “trasvasamiento como horizontales tuvieron a conflicto transversal no sería,
generacional” habría menudo un carácter entonces, ni el carácter
desparramado el conflicto en explícitamente ideológico- ideológico- político ni la
todas las ramas del movimiento político y en algunos casos necesidad de una última palabra
“hilvanando una posición exigieron el pronunciamiento de Perón, dado que estos dos
ideológica cuya confrontación de Perón. El conflicto entre la elementos, por separado o
se expresaba en el interior del rama política (Paladino) y la conjuntamente, también pueden
peronismo” (p. 267). Ezeiza rama juvenil (Galimberti) a encontrarse en algunos de los
será la manifestación más comienzos de 1972, por conflictos horizontales y
evidente del carácter transversal ejemplo, llevó a Paladino a verticales verificados entre 1971
del conflicto (o de la batalla) declarar, como cita Nahmías, y 1972. La tipología propuesta,
peronista. Pero aun antes de que “en el caso del Señor sin embargo, resulta útil no solo
Ezeiza, desde la llegada de Galimberti, el tema del en lo que a la cantidad de
Cámpora al poder el 25 de trasvasamiento generacional es actores involucrados se refiere.
mayo de 1973, los conflictos en realidad un trasvasamiento El análisis de Nahmías de los
tienden a ser caracterizados ideológico de contrabando” y distintos tipos de conflictos es
como transversales, es decir, que “el peronismo admite convincente respecto de la
conflictos que no dejarán afuera transfusiones del mismo grupo especificidad de los conflictos
a ninguna rama o sector, de sangre pero no de otro”. caracterizados como
constituyendo al mismo tiempo, Otro ejemplo: para los transversales en relación a los
según el autor, “un conflicto de sindicalistas duros, tal como otros dos. Esa especificidad
carácter ideológico-político”. describe el autor, el peronismo guardaría menos relación con el
La tipología propuesta iba hacia el socialismo carácter ideológico-político de
(horizontal, vertical y nacional, con formaciones los conflictos o con el rol
transversal), entonces, no especiales (armadas) inclusive. arbitral de Perón que con la
descansa solo en la cantidad de Para Rucci, en cambio, el capacidad para hacer visible
sectores o ramas involucrados en peronismo debía regresar al una crisis orgánica en el interior
los conflictos sino también en la ‘45, o si fuera posible al ‘43, en del movimiento peronista, una
naturaleza de los mismos y en un gobierno que sumara pueblo crisis en la que la unidad del
la prescindencia o necesidad de y Fuerzas Armadas, como el peronismo se revelaba
la palabra del líder del sindicalista creía que había sido imposible, como bien señala el
movimiento. En las el gobierno militar (1943-1946) subtítulo de esta investigación.
conclusiones del libro se afirma que prologó al peronista (1946-
que “cuando el conflicto se 1955). Lo mismo podría decirse
desplaza de manera transversal, de la palabra de Perón a la
produce un encadenamiento hora de dirimir los conflictos: Sebastián Carassai
que atraviesa las ramas o no hubo que esperar a los unq / conicet

334 Prismas, Nº 18, 2014


Martín Sivak,
Clarín, el gran diario argentino. Una historia,
Buenos Aires, Planeta, 2013, 472 páginas

La cobertura informativa que el medios de comunicación Clarín, el gran diario


Grupo Clarín hizo de la comenzaron a ser masivamente argentino. Una historia es el
llamada “crisis del campo” en vistos como actores políticos primer volumen de una obra
2008 constituyó un punto de con intereses económicos. Por que se completará a fines de
inflexión en la relación que el otro, se registra una creciente 2014 y abarca el período que va
gobierno argentino y el polarización del mapa desde los primeros pasos del
multimedios más importante mediático, en el que cada creador del periódico en la
del país habían tejido hasta extremo tiende a subordinar la política profesional hasta el fin
entonces. Durante cuatro elección de fuentes y de de la última dictadura militar
meses, las entidades acontecimientos noticiables al (1976-1983). Incluye además
agropecuarias más importantes previo cálculo de utilidades y un atractivo aunque breve
resistieron con manifestaciones, perjuicios para el sector en el epílogo que recorre la ajetreada
cortes de ruta y que está posicionado.1 transformación de la relación
desabastecimientos en los En ese marco, proliferaron entre el devenido Grupo Clarín
principales centros urbanos, una serie de escritos y los gobiernos kirchneristas.
entre otras medidas, la académicos y periodísticos, En un trabajo que demandó
implementación de retenciones algunos de los cuales seis años de investigación, Sivak
móviles a la exportación de contribuyeron a enriquecer uno reúne un frondoso número de
algunas materias primas. El u otro polo de la disputa. Otros, fuentes primarias. Entre ellas, se
tratamiento complaciente que en cambio, se propusieron destacan documentos y escritos
Clarín dispensó a dichas problematizar distintos aspectos inéditos del archivo personal de
entidades en sus distintos del conflicto por fuera de Roberto Noble, una serie de
medios motivó el fin del ciclo dichas visiones antagónicas. En cables secretos de la embajada
de buen entendimiento público esta corriente se inscribe el de los Estados Unidos en la
con el gobierno y se inició así trabajo de Martín Sivak, que Argentina, documentación de la
un largo período de sistematiza la historia política causa judicial sobre la venta de
enfrentamiento entre ambos, del diario Clarín con el objetivo Papel Prensa y ciento cincuenta
que coincidió con el comienzo de comprender las complejas entrevistas a decenas de
de la primera gestión de relaciones que tramó con el personas que establecieron
Cristina Fernández de Kirchner Estado, con el campo político y distintos tipos de vínculos con
y que continúa hasta el con sus lectores como el periódico en diferentes
presente. El momento más estrategias de supervivencia y momentos de su historia.
álgido de este conflicto puede de crecimiento empresarial. En Además, fueron analizados
situarse en la aprobación de una palabras del autor, el libro todos los ejemplares del diario,
nueva ley que regula los medios busca responder “cómo un desde el 28 de agosto de 1945
de comunicación audiovisual diario modesto y frágil se en adelante.
–N° 26.522– y en la consecuente convirtió en un grupo con De ágil lectura y con un
disputa judicial por la plena mayúsculas y en la empresa atractivo estilo, las dos partes y
aplicación de la norma, que más influyente de la Argentina” el aludido epílogo que
impactó directamente sobre los (p. 15). componen el libro están
intereses empresarios del grupo. organizados cronológicamente
La labor de la prensa en en diez capítulos, en los cuales
general, y la de Clarín en 1
la historia de Clarín se
Martín Becerra, “Cuando los medios
particular, cobró un inédito se polarizan”, Ámbito Financiero,
desarrolla articulada con la
interés social. Por un lado, los Buenos Aires, 16 de noviembre de 2012. historia política nacional. En ese

Prismas, Nº 18, 2014 335


proceso, se destacan varias peronismo son objeto de hicieron que en las páginas del
dimensiones transversales de especial consideración. Sivak diario se operara un rápido
análisis que el autor rastrea en asegura que Clarín fue el pasaje, sin transiciones, de
cada etapa. Las relaciones entre primer diario identificado defender al gobierno a llamar
la conducción de la empresa y con el antiperonismo en “dictador” y “tirano” al ex
los distintos gobiernos, la reconocer el triunfo de Perón. presidente. Mediante los datos
organización interna del diario y Luego, se esforzó por encontrar de tirada y ventas, el autor
sus contenidos, las trayectorias puntos de acuerdo con el constata que este abrupto
biográficas de los personajes gobierno nacional y defendió cambio en la mirada sobre el
involucrados y la cuestión del cada una de sus medidas. peronismo no impactó
papel son algunos de los ejes Obtuvo grandes beneficios en negativamente en el número de
fundamentales. la provisión de papel, créditos lectores. A diferencia de los
La primera parte (1902- bancarios y publicidad gracias seguidores del conservador La
1969) está centrada en la figura a Raúl Apold, a cargo de la Nación o del socialista La
de Roberto Noble: sus prensa y la comunicación Vanguardia, los de Clarín no
antecedentes familiares, su oficiales. parecían estar esperando una
formación universitaria y su Como una especie de marca línea editorial definida.
carrera política. En ese marco, de nacimiento, los primeros Noble se sintió
surgió la idea de crear un diario pasos de Clarín estuvieron especialmente interpelado por
que le sirviera de “catapulta” signados por la escasez de el programa económico del
para “sentarse a la mesa de los recursos y la necesidad de gobierno de Arturo Frondizi
que definen el destino del país” ayuda estatal para sobrevivir. (1958-1962). Al igual que con
(p. 25). Durante los veinticinco Sin embargo, el crecimiento del las gestiones anteriores, el
años que transcurrieron entre el diario no se explica solo por diario se benefició con enormes
lanzamiento del periódico y la ello sino también, según surge ayudas estatales. Sin embargo,
muerte de Noble, la identidad de del planteo de Sivak, a partir de se cuidó de no quedar
su “hijo macho”, como llamaba la astucia de Noble para emparentado con la política
a Clarín, estuvo fuertemente comprender rápidamente el partidaria para no perder la
vinculada a la suya. mundo de la prensa y visualizar imagen de independencia que
El diario salió a la calle por las oportunidades comerciales tanto le redituaba con el
primera vez el 28 de agosto de de crecimiento. Luego de la público de la creciente clase
1945. Sivak pone en cuestión el expropiación del periódico La media. En contraste con lo que
“mito fundacional” construido Prensa en 1951, por entonces sucedió en el ’55, respaldó al
alrededor de las fuentes de líder en ventas y publicidad de gobierno de Frondizi hasta el
financiamiento. Según la América Latina, Noble supo último día, aunque se acercó a
versión difundida por Noble, quedarse con “el oro de los Guido una vez que este se sentó
los fondos provinieron de la clasificados” (p. 88). La entrada en el sillón de Rivadavia (1962-
venta de su estancia. Sin diaria de dinero en efectivo, la 1963).
embargo, el autor comprueba multiplicación de anunciantes La primigenia idea del diario
dos datos que lo desmienten: la que no exigieran influir en la como catapulta a la presidencia
transacción fue cerrada después línea editorial y la posibilidad fue reformulada por Noble
del lanzamiento de Clarín y la de desplegar una cobertura luego del derrocamiento de
suma necesaria para montar un nacional le reportarían enormes Frondizi: “Ya no puedo ser
periódico de esas características utilidades durante años. Del presidente, puedo hacer
era mucho mayor a la declarada mismo modo, sus políticas presidentes” (p. 161). Le dedicó
públicamente. Ciertamente, diferenciadas hacia los gremios un considerable espacio de su
Noble recibió dinero de un de canillitas y gráficos le diario a la difusión de las ideas
grupo de empresarios y gran aseguraron beneficiosas y los actos del flamante
parte del papel le fue provista condiciones de distribución. Movimiento de Integración y
por el periódico nacionalista La rápida adaptación al golpe Desarrollo (mid). En efecto, la
Cabildo. de Estado de 1955 y su apoyo a figura de Rogelio Frigerio
Las relaciones del flamante la autodenominada “Revolución adquirió cada vez mayor
matutino con el primer Libertadora” (1955-1958) relevancia en la línea editorial.

336 Prismas, Nº 18, 2014


Además, durante la década del quedado bajo la égida de alentando la posibilidad de un
’60 el diario incorporó a un Frigerio. Pretendía gobernar el golpe de Estado.
heterogéneo grupo de país, pero mientras tanto El autor desarrolla con
periodistas denominados gobernaba Clarín”, aunque ello precisión el proceso por el cual
frondifrigeristas en las no fuera perceptible para el la sociedad anónima Fapel,
secciones Política y Economía. gran público (p. 211). conformada por Clarín, La
Oscar Camilión, uno de sus El enfrentamiento político y Nación y La Razón, obtuvo y
cuadros políticos más brillantes, personal entre Frigerio y José gestionó la fábrica de papel
asumió como secretario general Gelbard –líder de la durante la dictadura militar. Al
de redacción. Confederación General mismo tiempo, da cuenta de las
La muerte de Noble, en Económica (cge) y ministro de estrategias políticas,
1969, abrió una nueva etapa en Hacienda de Perón– es económicas y editoriales de las
la historia de Clarín, que Sivak señalado como un factor central cuales se valió Clarín para
desarrolla en la segunda parte para Clarín durante el tercer generar oportunidades de
del libro (1969-1982). Al peronismo. Frigerio descargó crecimiento: se balanceó entre
hacerse cargo de la dirección furiosas críticas en las páginas “duros” y “blandos” del
del diario, la viuda Ernestina de Clarín y Gelbard vio en el régimen, trabó una alianza
Herrera de Noble se encontró diario un antagonista. Sivak comercial con La Nación,
con graves problemas detalla el controvertido proceso adquirió ventajosos créditos y
financieros y una difícil batalla por el cual el negocio del papel, criticó al Grupo Graiver,
judicial por la sucesión de su que en 1971 había sido procurando bajar el precio de
marido. Para enfrentarlos, debió otorgado a la firma Papel venta de Papel Prensa.
superar primero una contienda Prensa, con quien Clarín tenía Luego de un breve período
entre los dos polos en disputa buenas relaciones, le fue de entusiasmo, el frigerismo
por la conducción de la adjudicado a David Graiver, criticó el plan económico de
empresa: el grupo liderado por empresario de confianza de José Alfredo Martínez de Hoz,
el gerente general Héctor Gelbard y ligado a la tanto en sus documentos
Cabezas, viejo funcionario de agrupación política internos como desde las
Noble, y los desarrollistas Montoneros. páginas de Clarín. En cambio,
dirigidos por Frigerio y La muerte de Perón, el 1 de asumió una defensa política del
representados por Camilión. Su julio de 1974, atemperó el gobierno de facto e ignoró los
inclinación por los últimos conflicto, que acabó de cerrarse crímenes de lesa humanidad.
condujo al éxodo de la vieja con la renuncia de Gelbard. El Según el autor, la compra de
guardia, que “desnobilizó” saldo del enfrentamiento fue, Papel Prensa, en 1977,
a Clarín. según Sivak, la última profundizó la aprobación
El frigerismo aportó los transformación interna que se política a la vez que proveyó
cuadros para sanear las cuentas registró durante el período oportunidades de desarrollo
y resolver el proceso de estudiado: los frigeristas económico para la empresa.
sucesión de Noble: el contador orgánicos fueron reemplazados Durante la gestión del
Héctor Magnetto, acompañado por periodistas “profesionales”, periodista de oficio Marcos
por sus colegas José Aranda y mientras que el grupo de Cytrinblum a cargo de la
Lucio Pagliaro, lideró la la sección Política ligado a la Secretaría General de
reestructuración de la compañía izquierda del peronismo, Redacción, Clarín experimentó
entre 1971 y 1972. El abogado resabio del acercamiento entre un significativo crecimiento, en
Bernardo Sofovich, por su Frigerio y Perón durante el un contexto en el cual la mayor
parte, fue el responsable del exilio de este último, abandonó parte de los diarios y revistas
proceso de negociación con el diario. Llegó en su lugar sufría una caída en las ventas.
Guadalupe Zapata Timberlake, Juan Garasino, cercano a Jorge La sección deportiva, ya
madre de “Lupita” Noble, quien Rafael Videla. Ya durante los convertida en una de las
por entonces tenía 14 años. Así, meses previos a marzo de 1976, estrellas del diario, fue
para diciembre de 1972 “la Clarín había endurecido su amplificada y fortalecida por
dirección editorial, política, posición editorial hacia la iniciativa suya. En efecto,
legal y contable de Clarín había guerrilla y hacia el gobierno, Clarín duplicó sus ventas

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durante el Mundial de Fútbol desembocaron en un duro también un libro de personajes:
organizado por la Argentina en enfrentamiento que se ha las trayectorias biográficas de
1978, e implementó novedosas extendido por casi seis años y cada actor involucrado cumplen
estrategias publicitarias. que arrojó como saldo pérdidas un rol fundamental en el relato.
Los últimos tres años de la de distinto tenor para ambos A la vez, las relaciones de poder
dictadura marcan el deterioro contendientes. A pesar de las que se tejen entre empresarios,
de la relación entre Ernestina limitaciones que puedan representantes del Estado,
Herrera de Noble y el presentarse a la hora de ensayar políticos civiles y militares,
frigerismo. La ruptura interpretaciones sobre un sumadas a una gran habilidad
definitiva se consumó en enero proceso aún en pleno comercial y a la astucia para
de 1982. Para seguir adelante, desarrollo, Sivak hace un interpretar los humores sociales,
Ernestina se apoyó esfuerzo por tomar distancia de explican el crecimiento de un
centralmente en Magnetto. las versiones construidas a uno medio que había nacido débil.
Portador de un bajo perfil, con y otro lado del campo de En una época en la que Clarín y
el tiempo se convertiría en el batalla. El caso de Papel su historia forman parte del
brazo operativo de la gestión al Prensa, por ejemplo, señala menú de temas de discusión
frente de la dirección del diario aspectos no considerados ni en pública, la obra de Sivak se
y “retomaría uno de los rasgos el informe presentado en 2010 ofrece como una referencia
salientes del Clarín de Noble: por el gobierno nacional ni en fundamental que, sin duda,
su condición de diario no las réplicas públicas del Grupo contribuirá a enriquecer el
ideológico y fluctuante” Clarín. bagaje de conocimientos tanto
(p. 372). Clarín, el gran diario para el público especializado
Escrito al calor de los argentino no es solo un libro como para el lego con vocación
hechos mencionados al inicio, sobre la historia de un medio de de análisis.
el epílogo del libro se ofrece prensa. En sus páginas, la
como un jugoso análisis de la historia política nacional y la
metamorfosis de las relaciones del periódico se entrelazan de
entre Clarín y los gobiernos tal modo que una no podría Nadia Koziner
kirchneristas. Estas entenderse sin la otra. Es unq / conicet

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Anna Popovitch,
In the Shadow of Althusser: Culture and Politics in Late Twentieth-Century Argentina,
Ann Arbor, umi Dissertation Publishing, 2011, 238 páginas.

Que la primera reconstrucción cultural en las décadas de 1980 sobre la tradición althusseriana
sistemática de la recepción y 1990. La autora demuestra a través de una mirada
argentina de Louis Althusser que la lectura de Althusser le desprejuiciada y una pretensión
provenga del trabajo de un permitió a la nueva izquierda explicativa. Como bien sugiere
investigador extranjero no argentina revisitar la tradición la autora, la transformación del
resulta un hecho totalmente teórica del marxismo clásico y althusserianismo en un objeto
llamativo. La tragedia personal redefinir la relación entre político-intelectual legítimo
de Althusser, la deconstrucción cultura, ideología y política de para la indagación
de la tradición marxista- manera heterodoxa. Destaca, historiográfica requiere una
leninista y la abjuración de asimismo, la importancia del tarea de reversión de las
muchos intelectuales diálogo crítico con el legado operaciones de demonización
argentinos de su pasado althusseriano en el trabajo impuestas al nombre de
militante bloquearon durante desarrollado por los Althusser desde la década de
mucho tiempo la indagación intelectuales argentinos en pos 1960 hasta el presente. En
acerca de la forma a través de de una revisión de sus primer lugar, de las
la cual la lectura y la anteriores compromisos impugnaciones a su obra
apropiación de Althusser intelectuales y un acercamiento realizadas desde el seno de la
contribuyó a configurar modos a la crítica socio-cultural. tradición marxista. Frente a
específicos de intervención El libro está estructurado en estas, entre las que pueden
político-intelectual en la cuatro capítulos. El primero mencionarse las de E. P.
Argentina de las últimas reconstruye el “momento Thompson, André Glucksmann
décadas. En este sentido, la althusseriano” en Europa. El y Jacques Rancière, cabe un
publicación del libro de Anna segundo presenta de manera trabajo de historización que
Popovitch –una versión de su panorámica el problema de los permita tornar dichos textos en
tesis doctoral defendida en la vínculos entre política y cultura fuentes que contribuyan al
Universidad de Cornell– en la Argentina posperonista. El enriquecimiento del estudio de
constituye un destacado tercero analiza la recepción de la tradición althusseriana. En
acontecimiento editorial que Althusser en la revista Los segundo término, de la
permite una primera Libros. Y el cuarto problematiza estigmatización del marxismo
aproximación a los itinerarios el lugar de Althusser en la althusseriano resultante de la
del althusserianismo en la teoría cultural argentina a partir combinación del asesinato de
historia intelectual argentina. A de la década de 1980. Apoyado su esposa, el confinamiento de
través de una perspectiva que en una lectura atenta de las sus últimos años y la crisis del
integra elementos de los fuentes seleccionadas y marxismo. De cara a esta
estudios latinoamericanos, la apuntalado por un abordaje operación, que buscó de manera
historia del marxismo y los crítico de la bibliografía sobre tramposa ejemplificar el
estudios de recepción, la historia argentina reciente, el agotamiento de la experiencia
Popovitch analiza el lugar trabajo de Popovitch logra una marxista contemporánea con la
ocupado por Althusser en la aproximación tan original como tragedia personal de uno de sus
teorización de los vínculos sugerente al tema estudiado. referentes teóricos, no cabe otra
entre política y cultura por Cabría contextualizar el opción que la valoración del
parte de la nueva izquierda en trabajo de Popovitch en el trabajo historiográfico. Y es
las décadas de 1960 y 1970 y marco de una serie de esfuerzos aquí donde se evidencia uno de
en la transformación interpretativos que han elegido los mayores méritos del libro
postestructuralista de la crítica el camino del posicionamiento reseñado. El trabajo de

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Popovitch está guiado por el marxista en el cual aquellas El mayor aporte del libro lo
presupuesto de que si bien la cobran sentido –la matriz constituye, sin lugar a dudas, el
intervención althusseriana es un humanista del marxismo análisis del lugar del
“hecho del pasado”, la postestalinista, el pacifismo del althusserianismo en lo que la
indagación historiográfica Partido Comunista Francés–. autora denomina las dos
acerca de la productividad Asimismo, dicho repaso cobra grandes constelaciones
teórica e intelectual de dicha relevancia al priorizar aquellos cognitivas de la historia
intervención constituye una aspectos del althusserianismo intelectual argentina de las
tarea tan legítima como más significativos a los fines de últimas décadas. En primer
necesaria. De esta manera, la calibrar la recepción de lugar, aquella configurada por
reconstrucción realizada por Althusser en la Argentina: la la radicalización política, la
la autora se desenvuelve a crítica del humanismo y del modernización cultural y las
través de un esquema que historicismo gramsciano, la dictaduras militares, la que
contempla la caracterización politicidad del marxismo propició en las décadas de 1960
del althusserianismo como una althusseriano, la prolongación y 1970 una corriente de crítica
tradición político-intelectual de la obra althusseriana en la socio-cultural vinculada a
situada –condicionada por teorización de las clases y las ideologías de izquierda. Como
el xx Congreso del pcus, la subjetividades políticas en el expresión privilegiada de dicha
ruptura sino-soviética, las trabajo de Nicos Poulantzas, el constelación, la autora analiza
invasiones a Hungría y impacto del paradigma la experiencia de la revista Los
Checoslovaquia y la ortodoxia althusseriano en los estudios Libros con el objetivo de
del comunismo francés– y el culturales y la revitalización delimitar los efectos de la
impacto de dicha tradición althusseriana de la discusión lectura de Althusser entre los
entre los intelectuales acerca de los vínculos entre intelectuales de la nueva
latinoamericanos –apropiación marxismo y estética. El izquierda argentina. En esta
de los conceptos de Aparatos panorama de la Argentina dirección, la reconstrucción del
Ideológicos del Estado, posperonista no guarda, para el proceso de recepción da cuenta,
autonomía relativa, lector argentino, mayor interés. por ejemplo, de la eficacia
sobredeterminación y anti- Si bien correcto y detallado, política de la caracterización de
humanismo teórico–. el repaso de la singularidad de los sindicatos peronistas como
El núcleo analítico del libro, la cultura política argentina Aparato Ideológico del Estado.
la recepción de Althusser entre de los años sesenta y setenta da Popovitch demuestra que la
los intelectuales argentinos, está cuenta de una serie de utilización de la teoría
precedido por una presentación fenómenos suficientemente althusseriana de la ideología
panorámica del desarrollo del estudiados: la persistencia de la por parte de los intelectuales
althusserianismo en Europa y identidad peronista de la clase maoístas tenía un sentido
de las condiciones políticas obrera, el impacto de la claramente performativo en
y culturales de la Argentina de Revolución Cubana, la tanto reforzaba la afinidad
las décadas de 1960 y 1970. descomposición de los partidos política con las experiencias
Sobre el primer repaso, cabe de izquierda tradicionales, la del sindicalismo clasista.
destacar el trabajo de remisión conformación de una nueva Asimismo, la autora analiza el
de los elementos teóricos izquierda, el funcionamiento de rol del althusserianismo en
configuradores del grupos de estudios por fuera de el proceso de modernización de
althusserianismo a la trayectoria la Universidad. Lo que sí cabe la crítica literaria. Evidencia,
del marxismo francés y destacar, al respecto, es lo al respecto, que la asunción de
europeo. De esta manera, atinado de dicha posiciones althusserianas
Popovitch logra una contextualización a los fines de redundó en una rearticulación
presentación equilibrada de las delimitar los condicionamientos de los vínculos entre crítica y
dimensiones teóricas de la políticos, sociales y culturales política en un sentido opuesto a
tradición althusseriana –la que terminan otorgándole, en las fórmulas canónicas de la
distinción ciencia/ideología, la parte, singularidad a los estética marxista. A través del
ruptura epistemológica– y de itinerarios de Althusser en repaso de las lecturas de la
las características del campo nuestro país. literatura argentina realizadas

340 Prismas, Nº 18, 2014


por los miembros de la revista, elementos teóricos legados por conjugaron el marxismo
Popovitch da cuenta de los la tradición althusseriana. Así, gramsciano, la semiología, la
efectos de Althusser en la pone de manifiesto los vínculos filosofía del lenguaje, el
impugnación de las entre el abandono de la psicoanálisis, la fenomenología
concepciones humanistas de la metáfora base/superestructura y y la deconstrucción.
literatura, en la deslegitimación la determinación en última En suma, podría afirmarse
de aproximaciones centradas instancia de la economía, con el que el original trabajo de
en el autor y en la apertura proceso de rearticulación de las Popovitch guarda un doble
hacia el análisis de los diversos relaciones entre política, cultura interés para el lector argentino
factores implicados en el e ideología que le dará los y latinoamericano. Por un lado,
proceso de producción literaria. rasgos distintivos a la porque atiende un proceso de la
La otra constelación de ideas intervención intelectual de las historia intelectual argentina
sobre la que se detiene el décadas de 1980 y 1990. Al significativamente poco
análisis de la autora es aquella respecto, más allá de las indagado, aquel de la recepción
estructurada en base a las características particulares de del marxismo althusseriano por
reformas neoliberales, el cada una de las fuentes parte de los intelectuales de
colapso del socialismo real, la analizadas, la autora advierte nuestro país. El hecho de que
consolidación de los nuevos que los nuevos esquemas dicha indagación se realice a
movimientos sociales y la interpretativos puestos en juego través de un trabajo riguroso
expansión de las industrias en la escena intelectual de la que logra dar cuenta de la
culturales transnacionales. En posdictadura están construidos especificidad del fenómeno
este caso, el libro da cuenta de en oposición a las bases receptivo estudiado le otorga al
la importancia del ajuste de teóricas del althusserianismo. libro un valor suplementario.
cuentas teórico con las antiguas Entre estos, Popovitch se Por otro lado, si bien
posiciones althusserianas en la focaliza en el presupuesto de la representativas de los itinerarios
configuración de un nuevo tipo no determinación del proceso de Althusser en la Argentina,
de tradición intelectual. A ideológico y en la prioridad las experiencias analizadas en
través de un repaso de jalones otorgada a la dimensión el libro no agotan todas las
significativos de la constitución simbólica de las prácticas instancias en las cuales el
de la teoría cultural de las culturales. De este modo queda marxismo althusseriano fue
décadas de 1980 y 1990, como cerrado el círculo de los difundido en la cultura política
Hegemonía y estrategia itinerarios de Althusser en la argentina. En este sentido, el
socialista, de Ernesto Laclau y Argentina: si en las décadas de libro de Popovitch puede servir
Chantal Mouffe, Perón o 1960 y 1970 permitió la como punto de partida de
muerte, de Silvia Sigal y Eliseo asunción de un posicionamiento indagaciones futuras sobre
Verón y los textos de análisis marxista opuesto a la ortodoxia el tema.
cultural de Beatriz Sarlo, comunista, la modernización
Popovitch analiza la forma en teórica de las décadas de 1980
la cual la configuración de una y 1900 conllevó un relevo del
crítica socio-cultural se realiza marxismo althusseriano por un Marcelo Starcenbaum
sobre la deconstrucción de corpus teórico en el cual se idihcs-unlp / conicet

Prismas, Nº 18, 2014 341


Sebastián Carassai,
Los años setenta de la gente común. La naturalización de la violencia,
Buenos Aires, Siglo xxi, 2013, 336 páginas

Lo primero que debo decir es una tesis doctoral rigurosa de su se estableció entre política y
que estamos ante un texto naturaleza es prácticamente violencia. Esta relación
netamente académico. Es imposible. Como sea, cabe ambigua que comienza a
verdad que el autor lleva a cabo sospechar que el libro prepararse en 1955, entre las
una aproximación bastante encontrará lectores clases medias y el peronismo, y
heterodoxa al tema que lo principalísimamente en el más ambigua aun, con la
ocupa, combinando disciplinas propio campo académico (y que violencia, es abordada con gran
humanas diversas e innovando, ha de ser muy útil a actuales y calidad por Carassai, que resalta
así, en relación a gran parte de futuros doctorandos e cómo abarcó distintas
los trabajos preexistentes sobre investigadores). Esto no es ni posiciones del espectro
el tema. Pero esta heterodoxia bueno ni malo, y cabe sospechar ideológico, aun de centro y de
tiene lugar sobre una base que el autor, si no se lo propuso, derecha, y en qué consistió. La
académica muy sólida y tampoco encontró reparos. precisión con la que el autor
rigurosa. De cuyas pautas el Recoger lectores apenas en el logra establecer las distinciones
texto no escapa; al contrario, reducido círculo académico deja necesarias se sostiene no
está lo más lejos posible del a las puertas del libro, solamente en su análisis,
ensayo. El autor, por ejemplo, podríamos decir, al contingente digamos, previo al trabajo con
no trata la masa enorme de más amplio de intelectuales, los materiales seleccionados,
materiales de investigación con ensayistas, periodistas, etc. que sino en este mismo trabajo, en
los que trabaja (sus entrevistas, habitualmente consumen obras el que las entrevistas en
textos de diarios, de revistas, de investigación y a su modo profundidad a miembros de la
programas de TV, etc.) como las procesan y difunden. En las clase media que eran adultos en
una base que, una vez presentes circunstancias –un aquel entonces pero no
procesada, puede ser colocada intenso, aunque minoritario militaron ni mucho menos
en un segundo plano, todavía, debate sobre los setenta participaron de la guerrilla,
parcialmente invisible, y a la y sobre los modos en que complementadas con materiales
que los lectores podrían acceder aquella década ha sido de diverso tipo (entre ellos, una
si lo desean pero que no memorizada– es muy deseable excelente inspección de la
necesitarían para la que el libro pueda transponer telenovela Rolando Rivas,
comprensión del texto. Muy por ese límite (aclaro al lector que taxista), le permiten dar nitidez
el contrario, es casi el material desconozco cuánto y cómo le a las percepciones,
en bruto lo que es puesto en interesa el presente debate al valoraciones, ambigüedades y
contacto con el lector, que autor del libro). contradicciones presentes en la
desde ese momento acompañará Las clases medias no clase media en relación a sí
al autor en la elaboración y en apoyaron a la guerrilla (la misma, a la guerrilla, a la
la reflexión a partir del mismo impugnaron sobre todo violencia contestataria, al
o, mejor dicho, a partir de las moralmente), y menos aun al triunfo del peronismo, a su
preguntas que el autor se peronismo, pero sí se plegaron a debacle y al terror de Estado
formula. Esta impronta la noción de que la Argentina (entre paréntesis, entre quienes
fuertemente académica (pero no precisaba soluciones radicales no militaron ni participaron de
academicista) de Los años en los medios tanto como en los la guerrilla se cuentan dirigentes
setenta de la gente común tal fines, y sí estuvieron fascinadas medios de los partidos políticos
vez se deba a que, en su primera por la violencia, sí fueron “tradicionales”; tal vez hubiera
versión, el presente libro fue elaboradoras y transmisoras de sido útil incorporarlos a la
una tesis doctoral; despojar a esa relación que en los setenta muestra). Todo el análisis,

342 Prismas, Nº 18, 2014


abundante en puntualizaciones actor le daba un uso notable conforme se ascendía en
originales, permite sostener a conveniente, y al mismo tiempo la edad de la población... [...] La
Carassai que “cuando dieron el un fin en sí mismo, juventud radicalizada era sin
golpe, los militares contaban ya intensamente atractivo más allá duda numerosa hacia 1973, y
con un hecho social de esta instrumentalidad. ello quedó de manifiesto en la
fundamental, sin el cual falla Pero –se pone de manifiesto multitud que marchó a Ezeiza a
cualquier comprensión acerca en el libro– se cruza en nuestra recibir a Perón... Sin embargo,
de la actitud de la sociedad trágica historia de los setenta como escribió un analista ese
civil... la violencia, como una dimensión generacional. mismo año, los jóvenes
amenaza y como hecho, Las clases medias de peronistas ‘se ven más que los
formaba ya parte estructural de sensibilidad antiperonista jóvenes no-peronistas, pero
la percepción de la realidad (todas, prácticamente), ello no indica que sean
política argentina”. El autor sensibilidad de librepensadores, realmente más’”.
dedica largas e interesantes celosas de su autonomía, etc., Eso valía también, siempre
páginas a poner de manifiesto la no se plegaron a la ola de según Carassai, para los
medida en que esta penetración peronización que inundó el jóvenes militantemente
estructural de la violencia campo social, y sí se dejaron radicalizados, una minoría
calaba hondamente en los seducir por los significantes, política dentro de una minoría
grupos sociales medios, no se como ya vimos, discursivos social, los jóvenes
limitaba apenas a una tanto como materiales, de la universitarios. Una minoría de
aprobación digamos funcional, violencia (y tampoco se preferencias intensas, podemos
sino que alcanzaba un izquierdizaron). Participan del decir, y con una gama de
entrelazamiento profundo con el clima de radicalización (a bordo recursos de acción sumamente
inconsciente de las personas, de diversos vocabularios- efectiva. Capaz, a veces, de
una “mixtura entre costumbre y vehículos, desde “cambio arrastrar a la política radical a
deseo” y un esparcimiento en la estructural” a “revolución”), sus padres, pero no a la
vida cotidiana por doquier. pero no respaldan la emergencia generación de sus padres en
Esto no es irrelevante en de la guerrilla, de la que se conjunto.
relación con el debate actual. La sentirán siempre ajenas. En Aunque no es consustancial
fascinación con la violencia, las estas puntualizaciones a los propósitos principales de
pulsiones de muerte a flor de encontramos uno de los muchos su investigación, el autor
piel, son cuestiones esfuerzos bien logrados de aborda, en un fino análisis, la
olímpicamente desconocidas Carassai por derribar lugares relación histórica entre el
por quienes en este debate comunes. Las clases medias no peronismo y las clases medias
desnaturalizan colocando en el respaldan la guerrilla; no (en sus diferentes etapas). En
plano de lo funcional aquello obstante, sectores intensamente verdad, extrae de este análisis
que en aquel entonces estaba convocados por la un concepto muy bien
naturalizado y erotizado (no es radicalización, la violencia, el elaborado, el de una
casual que una de las figuras peronismo y la guerrilla, sí lo “sensibilidad antiperonista” de
sobresalientes de la época haya hacen. Son sectores muy estas clases, cuyos miembros se
sido Rodolfo Galimberti, el minoritarios dentro de las clases conciben a sí mismos como
guerrillero fetichizador de las medias, pero de importancia librepensadores. Este concepto
armas por excelencia, ni que la decisiva: una parte de sus será pronto utilizado en el
militarización de la política juventudes. Nos dice Carassai: cuerpo principal del libro,
alcanzara niveles tan extremos). “La cuestión generacional es donde lo conectará con sus
Las clases medias, que no clave para comprender este propios materiales (las
respaldaban la violencia y sin período. El grueso de la numerosas entrevistas a
embargo estaban fascinadas por actividad política juvenil tenía integrantes de la clase media
ella, la consagraban como su epicentro en las que no militaron en los setenta,
violencia naturalizada, una universidades, y sólo una y numerosos materiales gráficos
forma de actuar normal, es minoría de la juventud tenía y televisivos) de la época. Pero
decir dentro de lo que era acceso a ellas... La simpatía por no sin antes retomar el nivel de
aceptable, un medio al que cada la izquierda decaía en forma análisis histórico-discursivo

Prismas, Nº 18, 2014 343


para dar cuenta de distintas relación a la expresividad del que el autor haya conseguido
fases del proceso histórico que material considerado (Tato apartarse de toda propensión
le permitirán completar un Bores, por ejemplo, no era un normativa (lo que las clases
telón de fondo apropiado a su humorista cualquiera). Y medias deberían ser). Quizá su
tarea de investigación. Es el tercero y principal, en estos mayor aporte, no obstante, sea
caso, por ejemplo, de la casos, la excepción es la regla. presentar una elaborada
dictadura militar 1976-1983, Son los casos que rompen con articulación entre una clase
que habría sido un Leviatán la serie los que nos están social (central en la producción
para las clases medias, hablando de lo nuevo de de bienes culturales y
seducidas por una nueva vuelta entonces, los que son capaces políticos), una década (en la
de tuerca de la violencia, en de significar al conjunto. Ante que vertiginosamente el núcleo
oposición al “estado de estos casos, el “silencio” de los de acción se desplaza desde
naturaleza” imperante en 1975: restantes es expresivo. la movilización popular
“un sector de la sociedad civil Así, con respecto a sus al despotismo militar) y la
se aferró a la creencia de que el materiales el autor lleva a cabo violencia. Echar luz sobre la
Estado había regresado” (dígase varios análisis magistrales en los ambigüedad y la continuidad
de paso, proponiendo una que consigue explotarlos al de los vínculos entre aquella
interpretación enteramente máximo, hacerles decir todo –al y esta última es, a mi juicio,
original de sintagmas trillados menos esa es la impresión– lo importante a su vez para
hasta el cansancio, como “algo que es posible (el análisis de la comprender las ulteriores
habrá hecho” y “por algo publicidad y las armas en el etapas de nuestra historia (y
será”). Si tomamos en cuenta apartado “La violencia como quizá hasta episodios como la
dos elementos enfatizados por fantasía” es un buen ejemplo). Guerra de las Malvinas, no
el autor, en efecto, por un lado No obstante, hay tal vez algunos mencionada por el autor).
la naturalización de la violencia vacíos. Tomemos el caso del ¿Cómo puede penetrar este
y por otro el terror al estado de conspicuo Landrú, un humorista libro en los actuales debates?
naturaleza, se puede entender el sumamente apreciado entre las Creo que desde muchos
Leviatán de 1976, un orden que clases medias; de él hay muy ángulos. En relación a quienes
introyecta la violencia poco entre los materiales tomaron las armas entonces para
naturalizada, un orden considerados (registro dos ser considerados por no pocos
esencialmente violento. menciones). ¿Su ausencia se como héroes ahora, tal vez la
¿Se puede conjeturar que el debe a que su obra carece de los comprensión de la índole casi
autor ha hecho un empleo signos que Carassai atribuye a sacrificial del abrazo a la
sesgado de los materiales a los las clases medias en la década de violencia en jóvenes que
que accedió o produjo? los setenta? Si así fuera, se declaraban hacer la revolución
Digamos, la elección de trataría de una ausencia les permita rehumanizarlos. En
trabajar con los “artefactos” en relevante, debido, como es obvio, relación a la larga relación de
los que la violencia está a la proyección del humorista. Y las clases medias con la
presente o puede leerse, ya que esa posible ausencia de los violencia, es posible que su
puede haber otros mil en los signos de los setenta en Landrú contribución generacional con la
que no lo está (entre los podría ser expresiva de la violencia guerrillera y luego su
“artefactos” publicitarios, por heterogeneidad de las clases contribución a la legitimación
ejemplo). Creo que no es el medias: la presencia en ellas de del despotismo militar represivo
caso. Primero, el autor no vastos sectores que no habrían (en tan pocos años), pueda
preseleccionó a los sucumbido a la seducción de permitir una mirada más crítica
entrevistados; segundo, aunque la violencia. que al mismo tiempo no incurra
sea cierto que los “artefactos” En suma, se trata de una en las consabidas execraciones
tomados de los medios sean obra exhaustiva en la que, con ideológicas.
numéricamente minoritarios, lo el telón de fondo histórico
importante es que hay un salto indispensable, se aborda la
cuantitativo en relación con la relación entre la “gente común”
década anterior y con la (de clase media) y la violencia. Vicente Palermo
posterior, y cualitativo en No es un valor menor del libro iigg-uba / conicet

344 Prismas, Nº 18, 2014


David Sheinin,
Consent of the Damned. Ordinary Argentinians in the Dirty War,
Gainesville, University Press of Florida, 2012, 217 páginas

¿Cuán impopular fue la última sociedad argentina sobre la comienzo, su libro identifica
dictadura militar (1976-1983) violación a los derechos con precisión las promesas
en la Argentina? Consent of the humanos –concepto, este militares de modernización,
Damned. Ordinary último, sin importancia y casi creación de riqueza y supresión
Argentinians in the Dirty War, ausente hasta entonces en la de la izquierda violenta a las
de David Sheinin, plantea esta opinión pública–. Un sector de que una parte significativa de la
pregunta y explora un sendero la sociedad, de hecho, vio en el población prestó adhesión. En
infrecuentemente transitado golpe militar de 1976 un mal particular la clase media,
para responderla. El camino necesario, cuando no, afirma el sostiene Sheinin, comulgó con
elegido es el de la emergencia, autor, una salvación. La la imagen de esta “nueva
el desarrollo y la segunda etapa hace foco en la Argentina” en la que la
reconfiguración de un discurso construcción de la narrativa inestabilidad política y el atraso
sobre los derechos humanos en sobre los derechos humanos económico pronto serían cosas
la Argentina. En el trayecto se que fue delineando el propio del pasado. Aunque
analizan temas originales en gobierno militar, apelando probablemente cierta, algunas
función del objetivo propuesto, directa e indirectamente a un de las evidencias presentadas
que van desde el rol de los público que coincidía con para sostener esa tesis resultan
media y de algunas celebrities muchos de sus objetivos. La poco convincentes. En
en la cultura masiva, a la versión militar de los derechos particular, la identificación
“hermenéutica” del marco legal humanos, sostiene Sheinin, demasiado lineal que se
vigente que realizó el Proceso, encontró eco no solo en la establece entre los distintos
desde el papel de la cuestión propia sociedad sino en muchos íconos del deporte argentino,
indígena en el diseño de un países que mejoraron sus las clases sociales y las culturas
discurso militar en torno a los relaciones exteriores con la políticas. Y esto no solo porque
derechos humanos, hasta la Argentina durante la última los deportistas locales que
relación del régimen con el dictadura. La tercera etapa, brillaban internacionalmente
mundo judío, desde los hacia el final de 1983 y el despertaron pareja admiración
cambios más obvios que comienzo de 1984, está en todas las clases sociales sino
introdujo la recuperación vinculada con la transición a la también porque la política, en
democrática, hasta las menos democracia y las políticas que democracia y en dictadura, los
evidentes continuidades que, el gobierno de Alfonsín llevó a utilizó sin importar su origen
fundamentalmente en el plano cabo tanto en el plano social ni los valores clasistas
de las relaciones exteriores, doméstico como en el que supuestamente expresaran.
existieron entre el Proceso internacional. Sheinin afirma Carlos Reutemann, que en el
y en el gobierno de Alfonsín que, debilitado por su mala libro de Sheinin aparece
(1983-1989). economía, el nuevo gobierno a interpelando exclusivamente a
Sheinin distingue tres menudo confirmó e incluso la clase media y en comunión
etapas. Una primera, al defendió internacionalmente con las autoridades militares y
comenzar el gobierno militar, posiciones similares a las que sus propósitos propagandísticos,
en la que jugó un rol habían mantenido los militares. fue celebrado y promocionado
protagónico la campaña Aunque la narrativa de por el gobierno peronista que
liderada por Amnesty Sheinin no profundiza en los antecedió a la dictadura. En
International contra la dictadura años anteriores al golpe de enero de 1974, por ejemplo,
que, sin embargo, no alcanzó a Estado de 1976, cruciales para cuando al corredor se le escapó
moldear la visión de la mejor responder la pregunta del el triunfo por falta de

Prismas, Nº 18, 2014 345


combustible en el Grand Prix práctico de ese cuerpo de leyes. para que la dictadura triunfara
de Buenos Aires, el presidente La sola existencia de en Naciones Unidas y en otros
Perón, que había ido a jurisprudencia en materia de foros internacionales evitando
presenciar la carrera, luego de derechos y libertades civiles fue la marginación.
felicitarlo y consolarlo utilizada por las autoridades Su triunfo fue todavía más
prometió toda la ayuda estatal argentinas para presentar ante contundente en el ámbito de las
necesaria para su campaña. el mundo la idea de una relaciones comerciales
Carlos Monzón, que en este obligada herencia en materia internacionales. Con pocas
libro aparece asociado a la del respeto por los mismos. excepciones, sostiene Sheinin,
cultura peronista y, por su A juicio de los militares, los el gobierno militar logró
origen social, al menosprecio viajes al exterior de las clases mejorar el vínculo comercial
militar, no fue precisamente medias argentinas (2 millones con el resto del mundo que
una celebrity anti-militar ni de personas en 1979), los ignoró o subestimó las
mucho menos fue marginado de numerosos congresos, denuncias contra el régimen. El
la escena pública que la reuniones y seminarios caso más paradigmático es el
dictadura construyó. Su visita internacionales llevados a cabo de la Unión Soviética, con la
junto al general Antonio Bussi en el país (como el XII que siempre primaron los
a fines de 1976 a Famaillá Congreso Internacional intereses comerciales por sobre
–localidad tucumana donde del Cáncer en 1978) o la los principios o las ideologías,
funcionaba uno de los primeros realización de la Copa Mundial a pesar de la fijación de los
centros clandestinos de de Fútbol en 1978, probaban militares argentinos con la
detención del poder militar– el respeto del régimen por esa amenaza del marxismo
con el objeto de realizar tradición. internacional. Irónicamente,
exhibiciones boxísticas para los El discurso de la dictadura señala justamente Sheinin, la
soldados “en el frente” contra sobre derechos humanos fue Junta militar experimentó
la “subversión apátrida” es un todavía más allá. Afirmaba no más presión por el tema de
claro indicador de lo contario. solo que la Argentina los derechos humanos de sus
La cerrada asociación de respetaba sino que el país había aliados ideológicos (como los
militares con clases medias y alcanzado nuevos estándares en Estados Unidos) que de sus
del populismo con clases su protección. Sheinin repasa enemigos (como los estados
trabajadoras impide a Sheinin prolijamente el discurso militar comunistas).
explorar los rasgos populistas en torno a la promoción de los El discurso militar sostenía
que también tuvo la dictadura. derechos de indígenas que esos cuestionamientos
Más importante para el argentinos. Así, al tiempo que internacionales eran el costo de
propósito del libro resulta el buscaba distinguirse de los haber triunfado en la guerra
análisis de los discursos en gobiernos anteriores, el Proceso sucia contra la subversión. Sin
torno a la jurisprudencia y a los presentaba su política indígena embargo, para justificar su
derechos humanos que el como una “modernización” permanencia y la de su
gobierno militar promovió. La beneficiosa tanto en términos accionar, debió continuar
Constitución de 1853 y el económicos como culturales. agitando el fantasma de una
cuerpo legal que a lo largo del En el corto plazo, esta política, guerrilla todavía no del todo
siglo xx la Argentina forjó en sumada a la decisión de recibir derrotada. Entre las denuncias
torno al respeto y las garantías refugiados vietnamitas hacia que caían sobre el accionar
civiles no constituyeron un fines de la década del setenta, represivo constaba la de una
obstáculo sino una plataforma a otorgó sustento al discurso especial inquina contra los
partir de la cual la dictadura, no oficial que negaba a la judíos. El análisis del caso
sin cinismo, justificó su origen. Argentina la condición de Timerman que provee Sheinin
Frente a gobiernos civiles que Estado paria que Amnesty ilustra, de un lado, el modo en
se habían demostrado incapaces International y otros que la comunidad internacional
de hacer respetar los derechos organismos decían que revestía. asoció dictadura, violación de
allí consagrados, los militares Aun reñido con las denuncias derechos humanos y
clamaron para sí mismos, sobre violaciones de derechos antisemitismo, y del otro, las
afirma Sheinin, el legado humanos, ese sustento alcanzó contradicciones que

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caracterizaron muchas de las similares, como por ejemplo en relaciones bilaterales
respuestas oficiales a los la de atribuir responsabilidad a comerciales o estratégicas con
reclamos internacionales. Se los matones del peronismo y países como la Unión Soviética
sabe que tanto las denuncias a los grupos terroristas en la y Canadá, los argumentos que
por antisemitismo como las violación de derechos humanos ofrece Sheinin a favor de la
más amplias por violaciones a en la primera mitad de la tesis de la continuidad resultan
los derechos humanos década del setenta. Pero ello, más convincentes.
declinaron con el cambio de más que una continuidad entre En síntesis, más allá de las
administración en la Casa ambos regímenes, indicaba que discusiones puntuales que
Blanca después de 1980. Lo Alfonsín no había modificado puedan desencadenar algunos
que Sheinin suma es un sólido la convicción que una parte de sus argumentos, Consent of
análisis de las coincidencias importante de su partido the Damned colabora a una
estratégicas y de los mantenía desde bastante antes mejor comprensión de la
argumentos oficiales del golpe del 24 de marzo de actitud de una buena parte de la
norteamericanos para justificar 1976. La falta de respuesta del sociedad civil y de la
ese viraje. gobierno democrático ante los comunidad internacional
El libro de Sheinin persigue pedidos de información sobre durante los años más
también el propósito de ciudadanos desaparecidos, tanto sangrientos de la historia
relativizar el antagonismo que en el plano doméstico como en argentina. La exploración de
habitualmente se atribuye al el internacional, difícilmente una zona gris en que dictadura
binomio dictadura-democracia, constituya una continuidad. El y democracia dejan de
inclusive en el terreno de los gobierno militar tenía esas constituir polos de una
derechos humanos. Para respuestas, el de Alfonsín antinomia es otro valioso
llevarlo a cabo, sin embargo, mayormente carecía de ellas. intento de este libro. Sheinin
menciona coincidencias que no Esto no implica negar que concluye que, en el plano
siempre se explican por una durante el gobierno radical (y doméstico, una parte
continuidad ni en los principios también después) se violaron significativa de la población
ni en los objetivos. No es derechos humanos, como lo local siguió con sus vidas en
equiparable, por ejemplo, que prueban la tortura y los paralelo a los reclamos de los
militares y civiles hayan asesinatos policiales familiares de los desaparecidos.
presentado internacionalmente particularmente en la provincia Y en cuanto al plano
sus políticas de derechos de Buenos Aires, bien internacional, que las
humanos invocando la señalados por Sheinin. Pero gravísimas denuncias por
Constitución de 1853 y su luego de un régimen que utilizó violaciones a los derechos
mandato de proteger los esos y otros procedimientos humanos, aunque dañaban la
derechos y las libertades represivos a escala industrial imagen del gobierno militar, no
individuales, sencillamente como parte de una política alcanzaron a complicar
porque, a diferencia del estatal destinada a desaparecer seriamente su continuidad.
gobierno de Alfonsín, la miles de “enemigos”, resulta
dictadura recurría a esa difícil que no sobresalgan más
tradición con el propósito de las rupturas que las
encubrir una masacre. En otras continuidades. En otros planos, Sebastián Carassai
posiciones, en cambio, sí eran en cambio, como en las unq / conicet

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Fichas

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
La sección Fichas
se propone relevar del modo
más exhaustivo posible la
producción bibliográfica en el
campo de la historia intelectual.
Guía de novedades editoriales
del último año, se intentará abrir
crecientemente a la producción
editorial de los diversos países
latinoamericanos, por lo general
de tan difícil acceso. Así,
esta sección se suma como
complemento y, al mismo
tiempo, como base de
alimentación de la sección
Reseñas, ya que de las fichas
sale una parte de los libros a ser
reseñados en los próximos
números.

La sección es organizada
por Martín Bergel y Ricardo
Martínez Mazzola.
comentadores de su obra como
Reinhart Koselleck, su testamento intelectual. En él Friedrich H. Jacobi, Moses
Sentido y repetición expresa sus sentimientos Mendelssohn, Thomas
en la historia, respecto a la experiencia de la Wizenmann, Immanuel Kant,
Buenos Aires, Hydra, 2013, guerra y del nazismo, al tiempo Johann W. Goethe, Johann G.
171 páginas que ofrece una meditación Herder (Estudio preliminar,
acerca del sinsentido traducción, selección y notas
Este pequeño volumen que fundamental de la experiencia a cargo de María Jimena Solé),
ofrece la editorial Hydra histórica y la relación entre su El ocaso de la ilustración.
incluye una selección de tres trayectoria personal y la opción La polémica del spinozismo,
ensayos provenientes de una por la especialización en esta Bernal, Universidad Nacional
compilación de artículos de disciplina. El tercer texto, de Quilmes, 2013, 600 páginas
Reinhart Koselleck a cargo de “Estructuras de repetición en el
Carsten Dutt, publicada por la lenguaje y en la historia”, se La Universidad de Quilmes
editorial Suhrkamp Verlag en relaciona con un momento viene publicando, a través de su
2010 (cuatro años después de la posterior de su pensamiento, y Colección Política, versiones
muerte del gran historiador puede servir como una cuidadas y rigurosas de textos
alemán). Resulta difícil introducción o un comentario a fundamentales del pensamiento
exagerar la importancia de la Estratos del tiempo, uno de los clásico. En esta ocasión se trata
edición en español de estos trabajos más representativos de de los escritos de La Polémica
textos. Se trata de un recorte su producción teórica. Esta del spinozismo, seleccionados,
que permite adentrarse en edición cuenta además con una traducidos y minuciosamente
momentos muy diferentes de su cuidada introducción a cargo de anotados por María Jimena Solé.
trayectoria intelectual. Desde Reinhard Mehring y un En el sorprendentemente claro
este punto de vista, el libro interesante epílogo del mismo Estudio preliminar, Solé
ofrece un complemento autor sobre las relaciones entre restituye la trama de
interesante para quienes están Koselleck y el jurista Carl intercambios polémicos que, a
familiarizados con la obra de Schmitt, con quien supo partir de un hecho anecdótico
Koselleck, y un buen punto de mantener una estrecha relación. –la infidencia respecto al
partida para los neófitos. El spinozismo de Lessing–
primer texto, “¿Para qué Eugenia Gay cambiaría el curso de la filosofía
todavía investigación alemana. Y ello porque al
histórica?”, proporciona una asociar a esta figura clave del
excelente muestra del iluminismo alemán con una
posicionamiento del autor filosofía tenida por subversiva y
frente al supuesto carácter atea, Jacobi daba un duro golpe
innecesario de la historia como a esa corriente, lo que obligaría
disciplina, que fuera postulado a la respuesta de Mendelssohn,
en el transcurso de los debates jefe de escuela de la ilustración
relacionados con el elocuente alemana. Pero los argumentos
crecimiento de las ciencias de Jacobi calaban más hondo y
sociales en la segunda mitad a través de Spinoza denunciaban
del siglo xx, y que en algunos una razón absoluta y abstracta,
casos llegó a afirmar la incapaz de pensar a Dios y de
ausencia de objeto de la historia fundar la libertad, frente a la
y por lo tanto su cual quedaba la sola alternativa
prescindibilidad. El segundo de la fe religiosa. La propuesta
artículo, “Sobre el sentido y el de reemplazo de una razón en
sinsentido en la historia” –tal bancarrota –y si Jacobi proponía
vez el más interesante desde el la prioridad de la fe, el joven
punto de vista del itinerario Wizenmann daba ese lugar a la
koselleckiano–, ha sido tradición– suscitó la
considerado por algunos de los Intervención de los más

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importantes pensadores lectura. Los ensayos del libro se
alemanes de su tiempo. Kant, Jean-Ives Mollier, presentan así como un
entre ellos, que respondió La lectura y sus públicos en la prolongado asedio que interroga
retomando las consideraciones Edad Contemporánea. Ensayos sutilmente cuestiones tales
ya trazadas en su primera de historia cultural en Francia, como la aparición del folletín
Crítica, reafirmando a la vez Buenos Aires, Ampersand, en la prensa en 1836 y el ciclo
que el reconocimiento de los 2013, 256 páginas del texto compuesto en sus
límites de la razón no implicaba partes y cosido a mano por los
la necesidad de un salto a la fe. La auspiciosa creación de la propios lectores, las estrategias
También los “panteístas de editorial Ampersand, destinada comerciales de los editores de
Weimar” Goethe y Herder, a ofrecer al público de lengua mediados del siglo xix y las
quienes, a diferencia del resto de castellana algunos de los más políticas de libros baratos, el
los participantes de la Polémica, importantes títulos de autores ascenso y caída de la venta
acogieron con entusiasmo un extranjeros especializados en el ambulante de textos, las fobias
spinozismo que les proveía “el campo de la historia de los y las censuras seculares
fundamento ontológico para la libros, la lectura y la cultura despertadas por los objetos
adoración de la naturaleza así impresa, no es solamente un impresos, el lugar de los
como para la elevación del hecho a celebrar sino que viene manuales escolares, las
individuo”, al primero, y una a añadirse a otro conjunto de enciclopedias y otros géneros
filosofía de la historia capaz de datos que testimonian el en las primeras bibliotecas de
unir lo natural y lo histórico, al desarrollo en la Argentina y en los hogares populares, o el
segundo. La compilación de América Latina de esa zona de advenimiento de lo que Mollier
textos restituye los momentos la historia cultural tan denomina “cultura mediática”
clave de la Polémica y se cierra provocativamente desplegada en los albores de la Belle
con la segunda edición de las en otras latitudes. En el marco Époque. En conjunto, la
Cartas sobre la doctrina de de esa iniciativa, si los nombres perspectiva del autor apunta a
Spinoza, publicada en el mismo de Robert Darnton y de Roger mostrar cómo una moderna
momento de la Revolución Chartier resultan ineludibles a cultura de masas en Francia no
Francesa, en la que Jacobi la hora de señalar que Francia fue un producto del siglo xx,
encontraba la concreción ha sido el espacio más fecundo sino que perfiló sus rasgos
histórica de sus advertencias para esa perspectiva principales ya en el último
respecto del carácter destructivo historiográfica, la edición en cuarto del xix. El uso popular
de la razón abstracta. Y, sin español de La lectura y sus de los textos, que involucró a
embargo, como subraya Solé al públicos en la Edad los segmentos sociales más
concluir el Estudio preliminar, Contemporánea permite ahora humildes, coadyuvó así a la
su intervención había tenido conocer mejor a Jean-Ives paulatina evaporación de las
como consecuencia convertir a Mollier, otro destacado diferencias regionales, a la
Spinoza en un filósofo de especialista del país galo de socialización de los individuos
primera línea que debía ser larga trayectoria en la materia. de todas las clases en ciertos
estudiado. Más acorde con los El volumen agrupa nueve gustos, temas y actitudes
deseos de Jacobi, la Polémica artículos elaborados en los años comunes, y así, finalmente, a la
había precipitado el fin de la 1990 que acometen la construcción de una idea
Ilustración alemana pero solo pluralidad de dimensiones mucho más sólida y extendida
para hacer posible su comprometidas en un proceso de nación en el período previo
reformulación bajo el criticismo que el autor no duda en llamar a la Primera Guerra Mundial.
kantiano. Finalmente, el “revolución cultural silenciosa”:
encuentro con el absoluto el del desfondamiento radical Martín Bergel
spinozista había sembrado las de las condiciones que
semillas del inconformismo de restringían a las elites el uso de
los jóvenes idealistas alemanes los textos impresos y el
respecto de ese criticismo. concomitante ingreso de los
estratos populares a la
Ricardo Martínez Mazzola experiencia multidiversa de la

352 Prismas, Nº 18, 2014


representaciones sobre lo
María Inés de Torres, masculino y lo femenino, en Claudio Lomnitz,
¿La nación tiene cara de general, y sus respectivos roles The Return of Comrade
mujer? Mujeres y nación en el en los ámbitos privado y Ricardo Flores Magón,
imaginario letrado del Uruguay público, en particular. Así, a lo Nueva York, Zone Books,
del siglo XIX, largo del libro la autora 2014, 594 páginas
Buenos Aires, Editorial de convoca a explorar las distintas
la Universidad Nacional articulaciones entre nación y La revolución mexicana es uno
de Quilmes, Colección género establecidas en la de los hechos más
“La ideología argentina y literatura uruguaya del siglo conmocionantes del siglo xx,
latinoamericana”, 2013, xix. El itinerario por ella y como tal ha generado una
160 páginas sugerido comienza con el copiosa historiografía con
análisis de la poesía patriótica algunos ejemplos de altísima
La Colección “La ideología de la independencia, agrupada calidad. Lomnitz acaba de
argentina y latinoamericana”, en los volúmenes de El Parnaso sumar a ella una visión
dirigida por Jorge Myers en la Oriental (capítulo i), continúa extremadamente original sobre
Universidad Nacional de con el abordaje del discurso las fuerzas, las ideas y las
Quilmes, pone al alcance del romántico (capítulo ii), y pasiones que movilizaron y
público esta obra que invita a finaliza con el tratamiento de fueron movilizadas por tal
realizar una visita original y textos de Alejandro Magariños acontecimiento sísmico, en
estimulante al complejo Cervantes, Pedro Bermúdez y buena medida gracias a que
proceso de conformación del Juan Zorrilla de San Martín construye un punto de vista
Estado moderno en el Uruguay (capítulo iii). La perspectiva así fronterizo, no solo por su
decimonónico. Sin dejar de asumida, atenta al modo en que perspectiva itinerante entre
considerar las transformaciones se trazaban las figuras de la México y los Estados Unidos,
políticas y económicas mujer y el varón en el sino por la propia entidad
implicadas en dicho proceso, imaginario nacional, echa sobre marginal de su objeto. Se trata
María Inés de Torres propone los materiales seleccionados de la biografía colectiva de dos
recorrer otra de sus facetas, una luz novedosa que permite círculos revolucionarios que
consistente en la construcción observar dimensiones hasta orbitaron en contacto en los
de un sistema simbólico capaz entonces poco estudiadas. primeros años del novecientos,
de conferir legitimidad al el de los hermanos Flores
incipiente entramado Pablo Roffe Magón, que forman en el exilio
institucional. Piezas centrales el Partido Liberal Mexicano,
de tal sistema resultaron las y el de los socialistas
imágenes de la nación norteamericanos que se
elaboradas por los integrantes comprometen con “la causa
de lo que Ángel Rama mexicana”. Periodistas,
denominaba la ciudad letrada, abogados, ideólogos a los que el
a través de su canal predilecto, exilio obliga a realizar trabajos
la literatura. Consagradas a de todo tipo para subsistir,
delimitar un espacio de Lomnitz encuentra en el carácter
identidad colectiva que menor de esas figuras una de las
terminaría por cumplir un papel claves (a la manera deleuziana)
crucial en la configuración de para acceder a través de ellos
la base para la edificación del más plenamente a la intensidad
Estado moderno, las imágenes intelectual y política de la época.
aludidas otorgaron plena Pero quizá lo más interesante es
significación a esa comunidad que el libro muestra que esa
imaginada a partir de la dimensión menor es también un
caracterización de la misma efecto de posición, un resultado
como una gran familia. De ahí del desplazamiento y la
que involucraran distancia. Y es que todo en esta

Prismas, Nº 18, 2014 353


historia transnacional de la cultura política, nos adentran en
revolución podría leerse como Rodrigo Patto Sá Motta, Marcos el mundo de prácticas y
un efecto espacial: con un Napolitano, Rodrigo Czajka representaciones, vocabularios,
talento notable para reunir (orgs.), discursos, valores, rituales,
fuentes y archivos dispersos, Comunistas brasileiros, cultura simbologías, etc., que
Lomnitz consigue reconstruir la política e produção cultural, conformaron una comunidad de
red que compusieron estas Belo Horizonte, Editora sentido que trascendió el
figuras fascinantes, y haciéndolo Universidad Federal de Minas ámbito meramente partidario.
nos enseña que una red Gerais, 2013, 362 páginas Logran así dar una idea más
intelectual es mucho más que cabal de las motivaciones en las
los contactos personales o el La historiografía brasileña adhesiones y rechazos a ese
viaje de las ideas; esta red sobre las izquierdas, y en partido, apelando a las razones
transnacional de la revolución particular sobre el Partido de la sensibilidad sin olvidar
está compuesta de migraciones Comunista (pc) aventaja a la los aspectos ideológicos. Estas
de trabajadores y de capitales en argentina en cantidad y calidad novas trilhas de pesquisa
direcciones cruzadas, de de trabajos académicos. Sus exhalan un aire que fortalece un
intereses políticos y realidades interrogantes y perspectivas no campo de estudios que está
jurídicas cambiantes a uno y otro se ahogan en las viejas encontrando también su lugar
lado de la frontera, de historias preguntas sobre los errores o en la historiografía argentina.
institucionales, del ethos de la aciertos de ese partido, sino que
militancia, y, por supuesto, de inscriben esa historia en un Laura Prado Acosta
ideas. De hecho, al enfocar en el núcleo de problemas más
Partido Liberal Mexicano (esa amplios. Este libro, editado por
rara mezcla de tradición liberal y la Universidad Federal de
radicalismo anarquista), Lomnitz Minas Gerais, es ejemplo de
puede tomar por las astas el esa capacidad de analizar el
espinoso tema del lugar de la comunismo a partir de marcos
ideología en la revolución teóricos y conceptuales que
mexicana, su calidad “sagrada y surten un efecto renovador. A
espectral”, nos dice, con un partir de una remisión a la
saber que le viene tanto de la tradición francesa, en especial a
historia intelectual como de la los trabajos de Jean François
etnografía. Porque es una vez Sirinelli, Serge Berstein y
más en esa combinación Daniel Cefai, los autores han
disciplinar donde se asienta lo buscado reconstruir los
más atractivo de los textos de contextos de experiencias, los
Lomnitz, un punto de vista imaginarios, las afectividades y
heterodoxo que se alimenta de las sociabilidades, con el fin de
un talento indudable para las comprender un comportamiento
descripciones densas, pero político asociado a un partido
también del involucramiento que fue productor y transmisor
personal del etnógrafo entre las de matrices culturales e
fuentes del historiador, un identidades políticas.
mexicano (y latinoamericano) en En los diferentes capítulos
los Estados Unidos que vive en del volumen se abordan temas
carne propia los pares opuestos diversos relativos a los vínculos
con que consigue interpretar su entre comunismo y cultura:
objeto: “exilio y retorno, pureza dramaturgia, industria
ideológica y pragmatismo, televisiva, periodismo,
personalismo y su refutación producciones literarias, música
principista”. bossa y tropicalismo. Estas
áreas, analizadas a través del
Adrián Gorelik prisma de los estudios sobre

354 Prismas, Nº 18, 2014


diversidad de intereses y los
Matías Giletta, múltiples estudios, tanto Tulio Halperin Donghi,
Sergio Bagú. Historia y teóricos como historiográficos, Letrados y pensadores.
sociedad en América latina. expuestos en muchos casos por El perfilamiento del intelectual
Una biografía intelectual, primera vez, no impiden hispanoamericano en el
Buenos Aires, Imago Mundi, señalarlo como uno de los más siglo XIX,
2013, 272 páginas importantes precursores de la Buenos Aires, Emecé, 2013,
sociología histórica. En suma, 584 páginas
Matías Giletta despliega un el principal aporte de esta
ejercicio de biografía intelectual biografía intelectual del autor Letrados y pensadores prolonga
que recorre un itinerario de trabajos tan innovadores e una línea de reflexión que
complejo y múltiple, a medida influyentes como Economía en Halperin Donghi comenzó a
que expone y sistematiza la la sociedad colonial o El Plan recorrer hace décadas: la que
vasta producción de Sergio Económico del Grupo busca reconstruir el vínculo
Bagú (1911-2002). El texto Rivadaviano, consiste en la entre hombres de letras y
recorre un derrotero que va composición de una mirada sociedad. Halperin señala que
desde la militancia antifascista abarcadora y a la vez minuciosa había abandonado ese camino,
y sus obras de juventud, de su obra en constante diálogo abierto ya en el libro sobre
pasando por su residencia en con los avatares de su Echeverría, en pos de la
los Estados Unidos, su trayectoria, un itinerario atención a las verdades de la
participación en el movimiento signado por su sostenida historia económica y social, y
renovador de las ciencias participación en organizaciones, que fue la disolución de esas
sociales con experiencias publicaciones y proyectos certezas la que lo hizo
fundacionales como la efímera científicos pero sujetos a los emprender el “giro subjetivo” y
Revista de Historia o duraderas avatares políticos de la región. concentrar su atención en los
como el Instituto de Desarrollo relatos en los que los actores
Económico (ides), su trabajo en Nelson N. Leone daban cuenta de sus
la Escuela Latinoamericana de experiencias. El Prólogo trama
Sociología (elas-flacso) y, así el relato de un comienzo, un
finalmente, su destino abandono y un regreso. Y sin
definitivo, el Centro de embargo, los textos incluidos
Estudios Latinoamericanos en en el libro no exhiben marcas
la unam. En efecto, el libro de esa discontinuidad. Y eso
recupera un capítulo ineludible porque en ellos los actores son
de la historia de las ciencias llamados a brindar testimonio
sociales en América Latina, a de sí mismos, de sus
partir de una detallada experiencias, y de sus
investigación que coloca la estrategias, logradas o fallidas,
producción de Bagú en el pero también del mundo social
contexto de la renovación del que surgen. Los textos
historiográfica de mediados de biográficos son leídos en una
la década del cincuenta para clave que no es la psicológica o
recorrer, posteriormente, el la literaria sino la de una
trazo de su circulación regional historia que reconstruye la vida
en las décadas del sesenta y de las sociedades, y en
setenta. El autor no rehúye la particular la de las elites, en
semblanza ética-política del que esos “pensadores” se
intelectual que asume la forman y con las que entablan
heterodoxia como garantía relaciones tensas y cambiantes.
contra todo tipo de El libro reconstruye,
dogmatismo, en busca de una adoptando un ordenamiento
mirada integral y comprometida cronológico, el surgimiento de
con lo latinoamericano. La la figura del intelectual en las

Prismas, Nº 18, 2014 355


sociedades hispanoamericanas. viajera de Sarmiento, destacando
Se abre con el retrato de Fray Graciela Batticuore y Alejandra una pasión por la invención con
Servando Teresa de Mier y el Laera (comps.), la que ella misma sueña la etapa
deán Gregorio Funes, dos Sarmiento en intersección. habanera. Diego Bentivegna trae
eclesiásticos formados en Literatura, cultura y política. el Sarmiento de Diógenes
sociedades de Antiguo Régimen: Jornada de homenaje y otras Taborda, quien encuentra que
la rica ciudad de México, que se lecturas fundamentales, bajo los adoquines ilustrados
compara favorablemente con Buenos Aires, Libros del Rojas, subsisten los rescoldos
Madrid; Córdoba, que sobrevive 2013, 214 páginas comunalistas de la vida colonial.
mal a la expulsión de los Aun más alejado del Sarmiento
jesuitas. Siguiendo con detalle En 2011 se cumplió el segundo sacralizado se halla el que
las movidas, audaces las de Centenario del nacimiento de propone Claudia Román al
Mier, más conservadoras las de Sarmiento. Con ese motivo el introducir a un Sarmiento-Rey
Funes, Halperin ilumina los Centro Cultural Ricardo Rojas Momo, a un Sarmiento-Rey
conflictos de un Antiguo de la uba realizó unas jornadas Mago, a un Sarmiento-mono
Régimen en crisis y el trabajoso de homenaje en las que se e incluso, y gracias al poder de
surgimiento de un orden nuevo. presentaron los trabajos aquí la publicidad, a un Sarmiento
Es en ese orden naciente que se compilados. Se trata de un con pelo.
desenvuelven las trayectorias de conjunto de reflexiones críticas Las diferentes lecturas
los cuatro “pensadores” que, a la vez que recuperan refuerzan el lugar de Sarmiento
abordados a continuación. algunas lecturas canónicas, como un clásico sobre el que se
Volviendo sobre su admirado proponen miradas debe volver. Es sobre ese
Sarmiento, el autor da cuenta de contemporáneas para un autor carácter de “clásico” que se
cómo en los Recuerdos de que es un clásico de la literatura interroga el artículo inicial,
Provincia la imagen del pasado argentina. Entre el sinnúmero de firmado por las compiladoras
colonial brinda un punto de interpretaciones sobre del libro, en el que dan
partida para la postulación del Sarmiento, las autoras rescatan cuenta del propio Sarmiento
autor como mediador entre el cuatro trabajos célebres pero de para poner orden a su obra
orden colonial y una República no fácil acceso: “Sarmiento, y asegurar su lugar en la
que no atina a organizarse. Si escritor”, de Ricardo Piglia; posteridad. La operación tuvo
los Recuerdos… están “Facundo y el historicismo parcial éxito y hasta hoy el
orientados al futuro, los textos romántico”, de Tulio Halperin fantasma de Sarmiento sigue
de Alberdi, de José María Donghi; “El Facundo, la gran soñándonos y, sin embargo,
Samper, de Guillermo Prieto y riqueza de la pobreza”, de Noé quizá por la potencia de la
de José Victorino Lastarria, Jitrik y “El orientalismo y la dicotomía civilización-barbarie
escritos hacia el final de sus idea del despotismo en el por él mismo trazada, no logró
vidas, miran a un pasado que Facundo”, de Carlos ocupar el lugar central en el
juzgan con el tono agridulce de Altamirano. Esos trabajos clave canon nacional. Sobre esa
las promesas incumplidas. Las son acompañados de otros que cuestión del canon y sobre
sociedades latinoamericanas no iluminan con diferente luz la su desplazamiento por parte
parecen dar a los pensadores el figura de Sarmiento. Sandra del Martín Fierro vuelven
sitial que estos imaginaban. Esa Contreras discute con aquellos Jorge Monteleone, Martín
constatación abrirá la puerta al que cifran la contemporaneidad Kohan, Martín Prieto y Cristina
surgimiento de tipos de Sarmiento en la ficcionalidad Iglesia. Ellos cierran el libro
diferenciados de intelectual. del exceso, y la halla, en y lo hacen retomando,
Uno de ellos es el vate, figura cambio, en su prefiguradora contextualizando, discutiendo la
personificada por Rubén Darío, actividad crítica. Horacio Tarcus célebre fase de Borges: “Si en
abordada en un Epílogo que, reconstruye el elusivo vínculo lugar de canonizar el Martín
nuevamente, da lo mejor al entre Sarmiento y el socialismo, Fierro, hubiéramos canonizado
abordar el complejo vínculo de la lectura de Lerroux al el Facundo otra sería nuestra
entre pensador y elites. diálogo con Tandonnet y a la historia, y mejor”.
acerva polémica con Bilbao.
Ricardo Martínez Mazzola Claudia Torre aborda la escritura Ricardo Martínez Mazzola

356 Prismas, Nº 18, 2014


actores técnicos y políticos,
Melina Piglia, lograron convertir la vialidad y Ana Teresa Martinez,
Autos, rutas y turismo: el el turismo en problemas Cultura, sociedad y poder en la
Automóvil Club Argentino y el públicos, a través de sus Argentina. La modernización
Estado, acciones y alianzas (no siempre periférica de Santiago del
Buenos Aires, Siglo xxi, 2014, armónicas) con el Estado –en Estero,
256 páginas especial con ypf y la Dirección Santiago del Estero, edunse,
Nacional de Vialidad– y con los 2013, 225 páginas
Al reconstruir la historia de las diferentes gobiernos de la
asociaciones de automovilistas, primera mitad del siglo xx. En este libro se reúnen varios
como el Automóvil Club La organización del deporte textos de Ana Teresa Martinez
Argentino (aca) y el Touring automovilístico, en tanto modo que exponen con mucha
Club Argentino (tca), entre los de fomentar el turismo como organicidad la nueva mirada que
años 1916 y 1955, Melina experiencia de viaje, representó, ella ha venido construyendo en
Piglia traza una compleja y junto al camping, las los últimos años sobre la
densa mirada sobre la excursiones y otros servicios historia cultural y política de
articulación entre sociedad recreativos, un conjunto de Santiago del Estero. No tratan
civil, Estado y automovilidad acciones basadas en el uso del todos ellos de historia de los
(la vida social, cultural y automóvil que configuraron intelectuales o de la cultura, a
material del automóvil) y prácticas sociales ligadas pesar de lo cual podemos decir
contribuye así a diversos fuertemente a la cultura que esta reseña en Prismas es
campos de la historia argentina nacional. Es que justamente las más que pertinente, y no solo
y fundamentalmente despunta políticas de vialidad y turismo por la importancia intrínseca de
un área menos explorada como sostenidas por los clubes los artículos que sí dedica a esas
es la de la movilidad. Al significaron la territorialización temáticas (los de la primera
correrse de la mirada de ideas y valores sobre el parte del libro, con los trabajos
privilegiada que ha tenido el progreso y la nación. Si se sobre la agrupación cultural
ferrocarril, tan caro a la historia acepta que el automóvil, el La Brasa, Bernardo Canal
económica, el libro es una turismo y el camino fueron Feijóo y Orestes Di Lullo, y los
valiosa contribución a la agentes modernizadores que Hermanos Wagner), sino porque
historia social, cultural y contribuyeron a una buena parte de la originalidad
política del automóvil, construcción material y del punto de vista que ha
problematizando cuestiones simbólica de la idea de nación, construido Martinez sobre la
como nación y territorio y la el trabajo de Piglia revela e historia cultural de Santiago
relación entre asociaciones historiza las mediaciones que tiene que ver con su diversidad
civiles y Estado, a través de la hicieron posible ese proceso. de intereses, que vuelve
vialidad, el turismo y el inseparables los instrumentos de
automovilismo. Dhan Zunino la historia intelectual y de la
En la primera parte el libro sociología de la cultura con los
se centra en una caracterización de la sociología de la política,
de los clubes de automovilistas: del trabajo y de la religión. De
su historia, su composición modo que al leer los otros
social, objetivos y acciones, capítulos (sobre la legislación y
para comprender su importancia las prácticas políticas de los
a nivel nacional e internacional obrajes, el peronismo clásico o
y cómo las diversas estrategias y las bases antropológicas del
alianzas llevaron a que el aca poder juarista) se va volviendo
prevaleciera en la escena claro su mutua necesidad en esa
pública por sobre el tca. La reconstrucción de la cultura
segunda parte, en cambio, santiagueña del siglo xx que
aborda la vida de los clubes en Martínez logra con solvencia y
la arena pública. Se sostiene allí penetración.
que estas asociaciones, en tanto

Prismas, Nº 18, 2014 357


Si hubiera que resumir el
principal de esos logros,
podríamos decir que es el de
normalizar una historia cultural
provinciana, no solo
arrancándola de los polos
igualmente improductivos de las
orgullosas efemérides
parroquiales vs. las miradas
despectivas que solo ven en
provincia la copia y la
degradación de los artefactos
culturales metropolitanos; no
solo aplicando a la cultura local
los instrumentos analíticos más
sofisticados y poniéndola en
relación con los criterios de
juicio más exigentes (porque el
riesgo en espejo de quienes
quieren invertir la asimetría de
las relaciones centro-periferia,
nos dice Martinez, es “la
inflación de lo local”); también
devolviendo una mirada muy
compleja sobre la historia
nacional y la de su centro
principal, Buenos Aires,
eludiendo como la peste la idea,
digamos, acumulativista, que
imagina que una nueva historia
cultural de la Argentina se puede
armar agregando capítulos
provincianos, cuando de lo que
se trata es de reordenar el
tablero general de la cultura
nacional en sus contextos
regionales e internacionales
recomponiendo, desde cada una
de las culturas locales, las
múltiples tramas que definieron
históricamente las relaciones
centro-periferia. Este libro, así,
ofrece no solo un panorama
muy logrado de la historia
cultural santiagueña, sino que
también deja sentados algunos
criterios clave para reponer el
lugar de una cultura interior en
el nuevo mapa –transregional y
transnacional– que es necesario
trazar de la cultura nacional.

Adrián Gorelik

358 Prismas, Nº 18, 2014


Obituarios

Prismas
Revista de historia intelectual
Nº 18 / 2014
Maurice Agulhon (1926-2014)

La República tras bastidores cabulario histórico, y a Marianne, la alegoría


femenina de la República.
Maurice Agulhon, uno de los grandes histo- Nacido en Uzès, departamento del Gard,
riadores de la posguerra, murió el 28 de hizo sus primeros estudios en una escuela ru-
mayo de 2014 a los 87 años en Brignoles, ral de la región, adonde habían sido afectados
departamento del Var, Francia. Profesor sus padres por el ministerio de la educación
emérito del Collège de Francia, deja una nacional. Recibió en la escuela y en su casa
obra inmensa por su originalidad y su contri- –que él definió como “célula pedagógica en
bución al pensamiento histórico. Hombre de medio del pueblo”– una educación puritana
refinada sobriedad y cuya modestia y rigor que marcó sin duda su personalidad con esa
predisponía poco a las palabrerías, permane- sobriedad y pudor que lo caracterizaban. Co-
ció poco conocido del gran público francés y mienza su secundaria en 1936 en el liceo Fré-
confinado, como gustaba decirlo con ese hu- déric Mistral de Avignon, donde se recibe de
mor cómplice que lo caracterizaba, a una bachiller. En 1943 ingresa en la escuela pre-
célebre confidencialidad. Ella no tuvo sin paratoria del liceo del Parque de Lyon, donde
embargo nada de marginalidad institucional. se define su vocación de historiador. En su
Maurice Agulhon franqueó todos los jalones ensayo de “ego-historia” que publicó Pierre
de una carrera universitaria de excelencia Nora en 1987, recuerda que la opción por la
que la República francesa ofrece –cada vez historia no fue ni una exhortación familiar ni
de manera más esporádica, como bien lo re- una vocación infantil. Fue su interés por la
veló Pierre Bourdieu, su colega en el Co- política, anclada en una cultura familiar repu-
llège de Francia– como vía meritocrática de blicana (socialista y pacifista por parte de sus
ascenso social. La República hizo posible padres, radical socialista por parte de su
que ese hijo de maestros protestantes del abuelo materno), y el encuentro, en plena
Gard y nieto de un obrero ferroviario y un guerra, con un excepcional profesor de histo-
tendero ascendiese hasta el Collège de Fran- ria de la escuela preparatoria, Joseph Hours,
cia, y él destinó toda su carrera de historia- aquello que orientó su camino. Agulhon re-
dor a dar cuenta de cómo la República des- cuerda en “el abuelo Hours”, como lo apelaba
cendía hasta lo más recóndito de las cariñosamente, al Resistente –compañero de
relaciones cotidianas de los sectores popula- resistencia de Marc Bloch–, y quien le hizo
res. Las preguntas que guiaron sus diversas descubrir la escuela de los Annales. A partir
investigaciones estuvieron alimentadas por de la descripción que de este plebiscitado do-
esa relación casi íntima que tenía Maurice cente nos deja Clément Rosset podemos en-
Agulhon con la República francesa y que tender mejor el impacto que Hours pudo tener
traducía su interés por dar cuenta de su ma- en el joven Agulhon. En sus reflexiones, Ros-
terialidad social, que él descifró a través de set califica a Hours de “vidente” por su sen-
las prácticas cotidianas, los símbolos y las tido prodigioso de lo existente “efectiva-
diversas expresiones culturales. Su nombre mente, concretamente, cotidianamente, en
queda inseparablemente vinculado a la no- persona, en carne y hueso, en otros términos
ción de sociabilidad, que introdujo en el vo- de la historia tal cual se desarrolla en la

Prismas, Nº 18, 2014 361


realidad”.1 Hours, un maestro cuya lucidez no hon, que gustaba aplicarse a él mismo el mé-
imposibilitaba la acción y cuya acción no re- todo de análisis histórico, en las profundidades
quería una abdicación de la exigencia crítica, de la cultura familiar, para la cual su inicial
vino a encarnar esa síntesis que definió en- adscripción comunista implicó una disconti-
tonces la doble vocación de Agulhon de his- nuidad, pero no una ruptura. Sus años comu-
toriador con una sensibilidad particular por la nistas fueron, en todo caso, determinantes en la
historia “efectiva, concreta, cotidiana” y ciu- elección de su director de tesis, quien, como
dadano comprometido con la política.2 declaraba con toda naturalidad, no podía ser
Finalizada la guerra y la escuela preparatoria otro que Camille-Ernest Labrousse, profesor
en Lyon, obtuvo el concurso de ingreso en la de Historia Económica y Social de la Sorbona,
Escuela Normal Superior de París en 1946, economista de formación, ex comunista y no-
donde fue compañero de promoción de Michel torio militante socialista de la Sección Fran-
Foucault y de François Bédarida. El ingreso cesa de la Internacional Obrera (sfio), hacia
coincide con su adhesión al Partido Comunista quien se dirigía toda una generación de histo-
en momentos de su “apogeo eufórico”.3 Du- riadores comunistas. Con él realizó una pri-
rante sus años parisinos militó en la sección del mera investigación para obtener un diploma de
pcf del barrio latino, donde conoció a François estudios superiores en 1949. En 1950 alcanza
Furet, con quien compartió varias empresas el primer rango en el selectivo concurso de
editoriales y un común futuro de ex comunis- agregación, tribunal que tenía entonces como
tas. Pero a diferencia de Furet y de otros “ex”, presidente de jurado a Fernand Braudel. Es
su ruptura con el partido en 1960 no lo llevó ni afectado como profesor de historia secundaria
hacia la derecha ni hacia el apoliticismo. Siguió en la región del Var. En 1954, gracias a los bue-
su compromiso político a través de una militan- nos oficios de Labrousse, Agulhon obtuvo un
cia en el “anticolonialismo subversivo” y el sin- pase provisional de tres años al Centro de In-
dicalismo estudiantil (snesup), a través del cual vestigaciones Científicas (cnrs), cargo desti-
participó en el movimiento del Mayo Francés nado a liberarlo de las clases para dedicarse
en la Universidad d’Aix-en-Provence, y luego, enteramente a su investigación, para la direc-
más moderadamente, en el socialismo. Esa vo- ción de la cual volverá a solicitar a Labrousse.
cación de permanecer imperturbablemente de Naturalmente, fue sobre una cuestión política,
izquierda a lo largo de toda una vida en el acci- de sociología electoral, que los dos hombres
dentado siglo xx se explica para Maurice Agul- acordaron un tema de tesis, aunque Maurice
Agulhon confiesa que ese acuerdo reposaba
sobre cierto malentendido que ninguno de los
1
Véase Clément Rosset, En ce temps-là, París, Les Edi- dos juzgó necesario dilucidar: para Labrousse
tions de Minuit, 1992, p. 26.
2
Louis Althusser, otro de los ilustres alumnos de Hours,
se trataba de seguir la pista de André Siegfried,
lo reconoció como quien más había aportado a su forma- para Agulhon de comprobar la idea thoreziana
ción, gracias a un rigor y una exigencia que no admitían del comunismo como prolongación de la tradi-
complacencias. Véase Louis Althusser, L’Avenir dure
longtemps, París, Stock/imec, 1992, pp. 86-87. Agulhon
ción democrática francesa.4 Nombrado asis-
dedicó “al profesor de historia en el Liceo del Parque tente de Pierre Guiral, profesor de historia con-
(Lyon) quien, bien antes de que la historia de lo cotidi- temporánea en la facultad de Aix en 1957,
ano estuviese de moda, sabía suscitar al mismo tiempo
asombro, sonrisa y reflexión”, su Marianne au Combat,
presenta en 1966 bajo su dirección la tesis
de 1979. complementaria –que sustituía la antigua tesis
3
Véase Maurice Agulhon, “Sur la culture du comu-
nisme”, en Daniel Cefaï, Cultures Politiques, 200, repro-
ducido en Histoire et politique à gauche, París, Perrin,
4
2005, p. 112. Ibid., pp. 26-27.

362 Prismas, Nº 18, 2014


en latín–, trabajo publicado en 1968 en la co- ficas.6 Estas pueden agruparse en tres grandes
lección que dirigían Furet y Richet en Fayard, momentos destinados a tres objetos a través
bajo el título Pénitents et francs-maçons de de los cuales buscó dar cuenta de los procesos de
l’ancienne Provence. Essai sur la sociabilité politización, y para ello acordó a las variables
méridionale, sin duda uno de sus libros más culturales y contingentes una importancia
conocidos que abre todo un nuevo campo de inédita para un discípulo de Labrousse. Como
investigación histórica a partir de la noción de solía repetir en sus cursos, las mismas estruc-
sociabilidad que introduce. Tres años más turas socio-económicas no generan los mis-
tarde defenderá su tesis de estado, bajo la do- mos procesos de politización, lo que hacía
ble dirección de Labrousse y Guiral. Impo- necesario introducir otros elementos explica-
nente obra sobre los procesos sociales de poli- tivos. El primero de esos objetos es el de la
tización que dará lugar a la publicación de tres sociabilidad, al que destinó buena parte de su
libros: Une ville ouvrière au temps du socia- producción histórica hasta fines de los años
lisme utopique, Toulon de 1815 à 1851 (1970), setenta con la publicación del Círculo bur-
La Vie sociale en Provence intérieure au len- gués.7 Vendrán luego las Mariannes y su cé-
demain de la Révolution (1970), La Républi- lebre trilogía Marianne au combat. L’image-
que au village. La population du Var de la Ré- rie et la symbolique républicaines de 1789 à
volution à la République (1971). En 1972 es 1880 (1979), Marianne au pouvoir. L’image-
nombrado profesor de historia contemporánea rie et la symbolique républicaine de 1880 à
de la Universidad París I- Panteón Sorbona, 1914 (1989) y Les métamorphoses de Ma-
que surgía luego de mayo del ‘68 de la de- rianne. L’imagerie et la symbolique républi-
sagregación de la vieja Sorbona. Deja entonces caine de 1914 à nous jours (2001). Esta im-
la región meridional de donde era originario y portante incursión en la historia del arte
donde había ejercido como asociado y luego político transformó sensiblemente el campo
adjunto de Historia Contemporánea para pasar de los estudios de simbología política.
a la “selección nacional”, como él mismo cali- La última etapa de su vida de investigador
ficó su pase a París.5 Coronó su carrera en 1986 fue destinada a otra preocupación teórica que,
con su elección en el Collège de France, donde como él mismo lo confesó, venía a reparar lo
ocupó la cátedra de Historia de Francia Con- que retrospectivamente juzgaba como un error
temporánea –antiguamente, cátedra de Histo- histórico de su parte y una injusticia política:
ria General, que había acogido a otro gran his- el lugar de Charles de Gaulle y del gaullismo
toriador de la República, Jules Michelet, y más en la República. Interés insólito para un
recientemente a François Simiand y a André hombre de izquierda que había militado abier-
Siegfried, que habían inspirado sus propias in- tamente contra el general al menos en tres ins-
vestigaciones. tancias decisivas de la historia de Francia: en
Maurice Agulhon deja un importante le- 1946, en momentos del comunismo triun-
gado a la disciplina histórica, tanto por sus
grandes obras de síntesis, entre las cuales la
más conocida es sin duda su 1848 ou l’ap- 6
Una recopilación exhaustiva de su obra hasta 1988 es la
prentissage de la République (1973), como de C. Charle, J. Lalouette, M. Pigenet y A. M. Sohn
(eds.), La France démocratique. Combats, mentalités,
por sus originales investigaciones monográ- symboles, mélanges en l’honneur de Maurice Agulhon,
Publications de la Sorbonne, 1998, pp. 7-25.
7
Uno de los pocos libros traducidos al castellano y el
único publicado en la Argentina. Véase Maurice Agul-
5
Véase entrevista a Maurice Agulhon, Bar-sur-Aube, 18 hon, El círculo burgués. La sociabilidad en Francia,
de diciembre de 2008. 1810-1848, Buenos Aires, Siglo XXI, 2009.

Prismas, Nº 18, 2014 363


fante; en 1958, contra el “golpe de Estado” el contexto que había llevado a De Gaulle al
que llevó a la V República, y durante el Mayo gobierno en 1958 y el golpe de Estado de Bo-
Francés, cuando participó en el movimiento naparte el 2 de diciembre 1851 era histórica-
que buscaba entre otras cosas derrocar al ge- mente equivocada y que se puede y se debe
neral.8 En estos últimos trabajos muestra rectificar públicamente ese error, sin por ello
cómo mecanismos similares a los que había renegar de sus convicciones políticas. Con el
descripto en sus trabajos sobre Marianne vol- mismo rigor académico e integridad ética par-
vían a operar en el proceso de mistificación ticipará de otros debates historiográficos que
del general De Gaulle. La personificación de marcaron la disciplina, entre los cuales se des-
la República por De Gaulle aparece en fili- taca el que suscitó entre los historiadores la
grana como alternativa a la Marianne que, obra de Michel Foucault y que dio lugar a la
como sugería en sus metamorfosis, había de- publicación del libro coordinado por Michelle
jado de encarnar el estado republicano al bajar Perrot, L’impossible prison (1980); el que lo
al escalón municipal. Si Marianne represen- opone al historiador americano Eugen Weber
taba una especificidad francesa –la alegoría sobre la politización de las zonas rurales, y el
femenina de la República–, Charles de Gaulle que tendrá con François Furet en 1989 sobre
parece inscribirse en la tradición norteameri- el legado de la Revolución Francesa y la opor-
cana de la personificación de la República a tunidad de “celebrar” su bicentenario.
través de sus grandes hombres. Y en este sen- Profesor emérito del Collège de France,
tido podemos considerar que su interés por De Agulhon abandona hacia fines de los noventa
Gaulle es una prolongación de sus investiga- la vida parisina y, fiel a sus raíces proven-
ciones sobre Marianne. Sin embargo, si los zales, se instala en Villeneuve-lès-Avignon,
últimos trabajos de Agulhon sorprendieron a en la casa heredada de un bisabuelo materno,
más de uno de sus discípulos, ello se debe a la modesto campesino del Gard católico y repu-
rehabilitación histórica que este hace del ge- blicano, como aquellos que había rescatado
neral, en particular a través de su Coup d’État del olvido republicano en su République au
et République (1997). En una de las últimas village. Allí eligió terminar sus días con la
entrevistas que concedió antes del accidente misma sobriedad, exigencia intelectual y na-
de salud que en 2005 lo llevó a retirarse de la tural sentido de la gravedad histórica con las
vida pública, Agulhon califica a ese libro que recorrió un agitado siglo xx. A la Repú-
como un “deber moral”. La historia y la polí- blica legó las trazas de todo lo que ella había
tica vuelven aquí a encontrarse como en 1958. ofrecido para que él deviniera quien fue: sus
Pero en 1997 reconoce que la analogía entre archivos a la Escuela Normal Superior de
París y la integridad de su biblioteca familiar
y personal a la Universidad de Avignon.
8
En varias ocasiones se explica al respecto. Véase en
particular Coup d’État et République, París, Presses de Pilar González Bernaldo
Sciences Po, 1997. Universidad París Diderot - París 7

364 Prismas, Nº 18, 2014


Richard Hoggart (1918-2014)

El libro irrepetible rica, ajeno a las discusiones sobre el marxismo


occidental o a la influencia althusseriana en el
Posiblemente, la muerte de Richard Hoggart pensamiento culturológico. Ni siquiera fue
haya generado más comentarios del orden del marxista: sólo un liberal consecuente. Podría
“ah, ¿todavía vivía?” que los que, dos meses decirse que su productividad era reducida en
antes, provocara la de Stuart Hall. Fue una número: aunque siguió publicando hasta hace
coincidencia extraña: Hoggart había fundado pocos años, siempre fue el autor de una única
el cccs (Center for Contemporary Cultural obra, que ya cumplió 57 años. El problema es
Studies) en la Universidad de Birmingham que esa obra fue The uses of Literacy.
que Hall, su segundo en la empresa en 1964, Entre tantas clasificaciones posibles para
llevaría a la fama, consagrando una denomi- los libros (buenos, malos, inolvidables, emo-
nación institucional en una disciplina. La cionantes, indiferentes), The uses… es una
fama de la etiqueta incluía la de su impulsor, clase de uno: es el libro irrepetible, el que sa-
transformado en una suerte de gurú político- tura el conjunto. Desde el propio título, que
intelectual merecedor, incluso, de un film, sometió a sus traductores a la peripecia de lo
The Stuart Hall Project, de 2013. Hoggart, intraducible: es sabido que Passeron escogió
por su parte, había accedido al cine a través de La culture du pauvre, mientras que la primera
la ficción: aparecía, interpretado por un actor, edición mexicana optó por La cultura obrera
en un telefilm de 2006 dedicado al juicio por en la sociedad de masas, versión que hace
la publicación de El amante de Lady Chatter- mucho más honor al contenido que el francés,
ley , en el que Hoggart había sido uno de los pero que tampoco captura la sutileza del origi-
exitosos peritos convocados por el editor. Cla- nal. (Alguna cuestión de derechos debe haber
ramente, una filmografía menos rutilante. obligado a la reciente edición argentina a
La coincidencia no propone, sin embargo, mantener la opción mexicana.) Pero lo irrepe-
una comparación: ambos fueron, junto a Ray- tible consiste también en otros dos juegos: el
mond Williams y a E. P. Thompson, los padres primero, que la clase obrera que Hoggart des-
fundadores de todo lo que entendimos como cribía y analizaba de un modo magnífico en la
estudios culturales desde comienzos de los primera parte ya no existe ni puede volver a
años ochenta, cuando la etiqueta se diseminó existir, y tampoco puede volver a ser leída de
por nuestros pagos. Justamente la potencia ese modo, aunque la documentación y el ar-
institucional y política de Hall había permi- chivo británico permita cosas inauditas para la
tido que, a pesar de su juventud relativa res- investigación social y cultural (afirmación que
pecto de los otros tres, formara parte de ese la obra de Thompson ratifica hasta el infinito).
podio de cuatro. La posición de Hoggart siem- Y el segundo: que ese análisis y esa descrip-
pre fue otra: con presencia en la vida pública ción se construía de un modo radicalmente
británica, a través de múltiples comités dedi- original, en esa suerte de autoetnografía me-
cados a las artes, la educación y la cultura de moriosa que es única porque cualquier reitera-
masas –de alguno de los cuales, incluso, fue ción sonaría puramente epigonal (transfor-
echado por el thatcherismo–, e incluso en la mando la originalidad irreverente de Hoggart
unesco, pero con menor productividad teó- en una mera fórmula metodológica).

Prismas, Nº 18, 2014 365


Permítanme expandir esta última cuestión: gráfica ni la concentración del scholar en una
¿por qué nunca se escribió un libro así entre obra extensa: su trabajo era más periodístico,
nosotros? La historia de la lectura local de fragmentario y de aliento breve (aunque in-
Hoggart es también conocida: la primera tenso). Entre otras razones, pero ninguno po-
mención de la obra está en Jaime Rest a co- día sentarse a escribir Los usos de la escuela
mienzos de los años sesenta, en lo que fue, pública o Peronismo y literatura.
grosso modo, el primer intento de nuestra uni- Esos avatares de lectura tienen otros plie-
versidad de prestar atención a los fenómenos gues: sabido es también que la revista Punto
de la cultura de masas. Rest recuperó esa pri- de Vista fue la gran difusora de la obra de
mera lectura en un libro de 1967, Literatura y Hoggart –junto con la de Williams–, desde la
cultura de masas, encargado por Aníbal Ford entrevista de Beatriz Sarlo en 1979 (curiosa-
para el Centro Editor de América Latina: mente, reeditada en la reciente edición argen-
quizá Ford esperaba que Rest fuera el Hog- tina del libro). Pero Williams tardó en ser tra-
gart argentino, considerando que compartían ducido, y más aun lo fue Hoggart, cuya
la preocupación no-elitista por los fenómenos primera versión en castellano es la mexicana
de masas. Pero allí terminaban las coinciden- de 1990. La difusión de los birminghamianos
cias: el pasado obrero de Hoggart no era el de en América Latina había tenido un nuevo im-
Rest. Las afirmaciones de Hoggart, difundi- pulso a través de Jesús Martín-Barbero en
das por Rest, tuvieron un enorme impacto en 1987, con lo que la lectura de Hoggart se co-
Ford, Jorge Rivera y Eduardo Romano, aun- locó en la senda de la ratificación de lo anun-
que la cita recién aparece en sus textos pos- ciado: llegó para consagrar la nueva hegemo-
dictadura. Exagerando el símil: Hoggart po- nía recepcionista en el continente, que luego
día ser apropiado en clave populista, en tanto se volvería neoliberal. En los años noventa,
la pauta básica era la tozudez con que la clase ya nadie parecía preocuparse en leer el la-
obrera mantenía su “nosotros” frente a la mento por la destrucción de la cultura obrera,
marcha arrolladora de la cultura de masas de más interesados en sus presuntas tácticas de
posguerra (aunque el pronóstico de Hoggart, resistencia. La segunda parte del The Uses…
que organizaba la segunda parte del libro, te- fue mucho menos citada.
nía tintes mucho más clásicamente apocalíp- Esto puede indicarnos también un juego
ticos). Y compartían la experiencia de la edu- disciplinar. La sociología de la cultura local
cación de adultos –aunque en clave más –y con mucho énfasis, la porteña– tendió a
militante y, nuevamente, peronista–, y hasta ignorar los aportes del culturalismo britá-
la común formación literaria. En algún otro nico, entre ellos los de Hoggart. Una buena
lugar profundicé sobre esta suerte de “funda- prueba es que en 1989, motivado por los re-
ción populista-criolla de los estudios cultura- iterados comentarios de Aníbal Ford y a
les” antes de que los estudios culturales se falta de traducción hasta entonces, fui a
volvieran Estudios Culturales: en el caso lo- buscar el original inglés en la biblioteca de
cal agregaban, frente a Hoggart, la lectura de la Facultad de Ciencias Sociales de la uba,
Gramsci –plusvalor que Williams y Hall sal- ya que figuraba en su catálogo: tardaron
darían con creces–. Pero no escribieron nada cinco días en conseguirlo, escondido en un
similar a The Uses…: aunque esa trama de depósito, aún rotulado como “Biblioteca de
una cultura obrera (popular, diríamos) resis- Sociología” y sin préstamos desde… 1966.
tente y autónoma fuera tan tentadora para ser Que la reciente reedición argentina haya
observada localmente, los populistas argenti- inscripto el libro en una colección “Antro-
nos no podían reproducir ni la actitud etno- pológicas” señala una recuperación etno-

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gráfica: consagra una lectura disciplinar y a grafía memoriosa hablaba del pasado, mien-
la vez sesgada, porque desplaza simultánea- tras la sociología cultural miraba crítica-
mente su clave literaria –solo un crítico lite- mente el presente y el futuro.
rario como Hoggart pudo oír la intervención
decisiva del lenguaje en la formación de la Pablo Alabarces
cultura obrera– y sociológica: la autoetno- uba-conicet

Prismas, Nº 18, 2014 367


Jacques Le Goff (1924-2014)

Tras la muerte en 2004 de su esposa Hanka, fica francesa como un todo desde Voltaire
con quien compartió cuarenta años de su vida, hasta sus contemporáneos, sopesando sus
Jacques Le Goff se alejó de la vida pública y contribuciones y reclamando una historia que
permaneció retirado en su modesto departa- no solo fuese ciencia, sino también arte. En
mento de París, donde continuó su actividad este sentido, son tres los frentes en que Jac-
en solitario. Tras una década de aquel retiro, ques Le Goff inscribió su oficio: investigador,
el 1 de abril, el mundo pierde al “ogro histo- profesor y divulgador, roles que siempre asu-
riador” (Le Monde), al “gran medievalista” mió complementarios y en simultáneo. Tras el
(Le Figaro), al “esclarecedor de la Edad Me- medievalista que recupera y difunde nuevos
dia” (Le Nouvel Observateur), a un “monu- objetos de investigación en revistas, libros y
mento histórico” (Libération): tales son algu- congresos científicos (muchos de los cuales
nos de los rótulos utilizados por los medios también dirige), se sitúan, por un lado, la do-
franceses para despedirlo, prefigurando así el cencia en investigación en el ámbito experi-
próximo vendaval que el mercado editorial no mental de una grande école –junto al progre-
tardará en desatar cuando comience la bús- sivo control de sus redes institucionales y
queda de escritos inéditos y la reedición de editoriales– y, por otro lado, la divulgación
sus obras, junto a homenajes y biografías. Y histórica extraacadémica para el gran público
no es para menos. Ya en 1998, Jacques Revel en medios gráficos y audiovisuales en calidad
y Jean-Claude Schmitt habían publicado una de experto. Esto lo llevó a convertirse en un
obra en su homenaje que permitió resituarlo historiador engagé e internacionalmente reco-
en la historiografía francesa y sentar un apela- nocido, quien, lejos de ofrecer una Edad Me-
tivo que remitía a su insaciable erudición y su dia sombría, meramente rural o zanjada por
apetito rabelesiano por la historia. Allí señala- una leyenda dorada, construye con intuición
ban que el ogre historien “lo ha degustado antropológica y una escritura muy diáfana un
todo insaciablemente o casi todo. Sus lecturas mundo medieval de una honda sensibilidad,
son inagotables, pero su paladar es infalible: compuesto por imágenes abrumadoras, fanta-
todo escrito importante es presa de una gula sías oníricas y ciudades amuralladas donde
crujiente, luego digerida y reformulada. Esta cobran vida unos actores sociales que son ca-
metáfora digestiva y culinaria representa con paces de procesar su modus vivendi y crear
acierto su energía física e intelectual y la formas de asumir o combatir esa realidad.
fuerza de un trabajo poco común en un histo- Jacques Le Goff nació el 1 de enero de
riador que tiene mucho de Michelet, pero 1924 en la ciudad de Toulon. Hijo de Jean Le
también de Balzac”. Si bien el apodo se inspi- Goff, un profesor de origen bretón e ideas an-
raba en su ensayo de ego-historia “L’appétit ticlericales, y de Germaine Ansaldi, profesora
de l’histoire” en alusión a Marc Bloch, para de piano, provenzal y ferviente católica, su
quien “el buen historiador se parece al ogro de juventud transcurrió en un ambiente familiar
la leyenda. Allí donde huele carne humana, pequeñoburgués envuelto por la dura evoca-
sabe que está su presa”, su alcance encierra el ción de la Gran Guerra, pero también conmo-
tipo de síntesis que Le Goff aspiraba convocar vido tras la nueva rutina cotidiana que supuso
en su figura: abrazar la tradición historiográ- la llegada del agua corriente o la radio a su

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casa, y por esa doble percepción doméstica de en 1956– y tomará contacto con Michel Mo-
lo religioso que lo indujo a una mezcla de fas- llat, quien le propone ser su assistant (cargo
cinación y zozobra ante aquel cristianismo cuya creación aún estaba en trámite) en la
“del sufrimiento y el miedo” que profesaba su Universidad de Lille. Mientras se formalizaba
madre. De esta época data su interés por la el puesto, Le Goff ingresa al cnrs y considera
Edad Media, que provino, según ha confe- la posibilidad de hacer una tesis que se nega-
sado, de su lectura del fascinante “decorado ría a proseguir. Prefiere concentrar su activi-
material” que recreó Walter Scott en Ivanhoe. dad en dos pequeñas obras de alta divulga-
Ya en plena Ocupación, comienza sus estu- ción. La primera será Mercaderes y banque-
dios preparatorios en Marsella para ingresar a ros de la Edad Media (1956) en la que, lejos
la École Normale Supérieure (ens). Tras una de indagar el comercio o los productos del
grave pleuresía que lo obliga a convalecer en intercambio, se ocupaba de los hombres que
los Alpes y, con el firme propósito de evadir el lo ejercían –los “mercaderes-banqueros” cris-
examen médico que lo hubiera llevado a in- tianos– a partir de sus desplazamientos, su
corporarse al sto (service du travail obliga- función social y política y sus vínculos con
toire) impuesto por el gobierno de Vichy, se las clases populares, los nobles y los campesi-
une a un pequeño grupo de maquis alpinos nos, frente a una Iglesia que en teoría conde-
que reciben armas y medicamentos que los naba su actividad, pero que, en la práctica
ingleses arrojaban en paracaídas. Tras la Li- pastoral, también la justificaba. La segunda
beración Le Goff se dirige a París a fin de obra, Los intelectuales en la Edad Media
completar los estudios, que cursará en una (1957), supuso un ejercicio mucho más arries-
“desoladora” Sorbona que, por poco, lo di- gado de historia social. Allí, Le Goff se aven-
suade de continuar su carrera. Pasada esta cri- turaba con una acepción sociológica contem-
sis personal, resuelve ingresar al Lycée Louis- poránea para pensar una categoría medieval
le-Grand. Finalmente, en 1945, accede a la de profesionales cuya existencia precedía a su
ENS de París, donde pasará cinco años que nominación: un conjunto de maestros, lite-
confirmarán su interés por el medievalismo. ratti y clérigos que a partir del siglo xii no
En ese marco, realiza en 1948 un viaje a Che- vivían de la renta ni trabajaban con sus ma-
coslovaquia como becario de la Univerzita nos, sino con la palabra y el espíritu. Estas
Karlova de Praga y publica su primer trabajo: dos obras serán las primeras de Le Goff en ser
un artículo sobre un estudiante checo de la traducidas al castellano, empresa que, a ins-
Universidad de París en el siglo xiv en la Re- tancias de José Luis Romero, llevará a cabo
vue des études slaves. En 1950, obtiene su Eudeba en 1962 y 1965 junto con el notable
agrégation en historia (con Fernand Braudel artículo “Tiempo de la Iglesia y tiempo del
al frente del tribunal) y consigue un puesto mercader” (1960) –el primero que Le Goff
para dictar clases de historia y geografía en el publicaba en Annales– traducido por Marga-
Lycée de Amiens (1950-1951). Durante los rita Pontieri en 1963 como documento interno
dos años siguientes, disfrutará de una re- para la cátedra de Historia Social de la Facul-
search studentship en el Lincoln College de tad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Oxford (1951-1952) y, luego, Lucien Febvre Buenos Aires.
y Maurice Lombard le ofrecerán un puesto En 1959 Le Goff ingresará a la viª sección
como pensionnaire en la École française de de la École Pratique des Hautes Études (ephe)
Roma (1952-1953). Allí, investigará la cues- de París –dirigida por Braudel– como chef de
tión de los gastos universitarios en Padua en travaux, luego maître-assistant y, a partir de
el siglo xv –trabajo que recién verá publicado 1962, directeur d’études, cargo que ocupará

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durante treinta años y que marcará, sin duda, a partir de 1975), sino también en su director
un punto de inflexión en su derrotero intelec- y presidente entre 1972 y 1977. Junto con los
tual: allí pudo aunar la investigación con su miembros del comité de redacción de Annales
transmisión en seminarios y desarrollar una –Emmanuel Le Roy Ladurie, André Bur-
Edad Media de corte sociológico y antropoló- guière y Jacques Revel– propicia un profundo
gico en diálogo con el presente. Fue en esta diálogo con la antropología cultural e histó-
época que publicó sus dos grandes síntesis de rica y un mayor acento en los aspectos mate-
alta divulgación: La Baja Edad Media (1962) riales, sociales y simbólicos de las representa-
y La civilización del Occidente medieval ciones y las prácticas. Asimismo, Annales
(1964). Con la primera, Le Goff ofrecía un comenzará a favorecer las investigaciones en
manual de historia medieval entre los siglos xi equipo publicando números monográficos en
y xiv (un concepto de manual que, por cierto, dos de los cuales Le Goff tuvo un rol central:
ya no es el nuestro), con un particular acento “La ciudad y las órdenes mendicantes” y “La
en los aspectos intelectuales, artísticos, reli- literatura de los exempla”. Por otro lado, y
giosos, sociales y económicos, extendidos a lo pese a su rechazo frente a cualquier teoriza-
largo de todo el territorio europeo cuya incur- ción de la disciplina, Le Goff participó en la
sión no era usual en los medievalistas prece- dirección de dos obras colectivas que busca-
dentes. La segunda publicación marcará una ron legitimar los nuevos principios metodoló-
verdadera revolución en el medievalismo a gicos y epistemológicos de aquella nouvelle
través de un estudio sobre las estructuras es- histoire. En 1974, publica los tres volúmenes
paciales y temporales, la vida material, las de Hacer la historia junto a Pierre Nora donde
mentalidades, las sensibilidades y las actitu- indagarían nuevos problemas, enfoques y ob-
des de una “civilización” que aún tenía mucho jetos. Allí aparecerá su clásico ensayo sobre la
de braudeliana. A partir de esta época, Le pertinencia del término mentalité, aún hoy de
Goff también comenzará a dirigir solo o en referencia. En 1978 dirige, junto a Roger
colaboración grandes obras colectivas que, en Chartier y Jacques Revel, La Nueva Historia,
su origen, fueron congresos o coloquios cien- organizada como un diccionario enciclopé-
tíficos y que contribuyeron a reconsiderar la dico en cuyas entradas examinaban nociones,
naturaleza de viejos objetos históricos. Entre instrumentos, campos, métodos y figuras em-
todas ellas cuatro, al menos, han marcado blemáticas de historiadores y científicos so-
época: Herejías y sociedades en la Europa ciales. A estos dos trabajos se suman los capí-
preindustrial (1968), Famille et parenté dans tulos que conforman las dos obras que Paidós
l’Occident médiéval (1977), Le Charivari difundió en castellano en 1991 como El or-
(1981) y Objets et méthodes de l’histoire de den de la memoria y Pensar la historia, pu-
la culture (1982). Tras el alejamiento de blicados entre 1977 y 1982 como entradas
Braudel de la revista Annales y su partida de para los distintos volúmenes de la Enciclope-
la ephe, Le Goff pasará a ocupar un lugar fun- dia Einaudi, dirigida por Ruggiero Romano.
damental en la reorganización de ambos espa- Junto a otros historiadores, Le Goff propagó
cios que –junto con los medios masivos de esta nouvelle histoire por fuera del mundo
comunicación– servirán de base para renovar académico: entre 1968 y 1991, conducirá el
la historiografía en Francia y proponer una programa de radio Lundis de l’histoire, parti-
nouvelle histoire. No solo se convierte en uno cipará esporádicamente reseñando libros u
de los grandes artífices de la conversión de la ofreciendo entrevistas en Le Monde des livres
ephe en institución independiente (como o en Le Nouvel Observateur, entre otros me-
École des Hautes Études en Sciences Sociales dios, y también oficiará como asesor en 1986

Prismas, Nº 18, 2014 371


del director Jean-Jacques Annaud en su adap- dad” y con el que reconstruye la circulación
tación cinematográfica de la novela de Um- social y cultural de una serie de bienes simbó-
berto Eco, El nombre de la rosa, un tipo de licos como lo “maravilloso”, el espacio, el
divulgación que volverá a practicar más tarde tiempo, los sueños o el cuerpo. Entre aquellos
con Europa contada a los jóvenes y La Edad dos libros “simétricos”, Le Goff publica una
Media explicada a los jóvenes (ambas de de sus obras maestras: El nacimiento del pur-
1996) y Héroes, maravillas y leyendas de la gatorio (1981). A fines del siglo xii, la apari-
Edad Media (2005). Toda una empresa de alta ción de este “tercer lugar” entre el cielo y el
divulgación forjada por expertos que inten- infierno se convierte en una revolución so-
taba combatir la difusión de historias produci- cial y mental que permite introducir un nuevo
das por aficionados y periodistas. sistema de valores asociado al cálculo y a
En este marco de renovación historiográ- una vida alejada de su desprecio del mundo.
fica se inscriben dos de sus obras más impor- En suma, un cristianismo renovado que im-
tantes. Por un lado, Tiempo, trabajo y cultura pulsó una idea de “interioridad” que habría
en el Occidente medieval (1977), en la que favorecido el nacimiento del individuo mo-
reúne veinte años de investigaciones y cuyo derno. Esta perspectiva será recuperada en
prefacio –una pieza historiográfica fundamen- La bolsa y la vida (1986) y La Edad Media y
tal– aboga “por otra Edad Media” (título del el dinero (2010) a partir de una interpreta-
original francés que la versión castellana no ción antropológica de la economía moneta-
retuvo) reconstruida con fuentes literarias, ar- ria, donde la proscripción del beneficio y la
queológicas, artísticas y jurídicas que los me- condena de la usura habrían impedido el desa-
dievalistas “puros” habían desdeñado y donde rrollo del capitalismo. Cuando el largo derro-
reaparecen sus principales intereses: el tiempo tero intelectual de Le Goff parecía haber lle-
del trabajo urbano y rural, la universidad me- gado a su fin, vuelve a sorprender en 1996 con
dieval, la engañosa dualidad entre cultura po- una nueva y última obra maestra tras la que
pular y cultura erudita y un elogio de la antro- estuvo trabajando durante quince años: Saint
pología histórica. Allí clama por una polémica Louis. Allí se propone rastrear la vida de Luis
“larga Edad Media”, una sociedad preindus- IX, “el personaje político más importante del
trial que se extendería entre el siglo iii y el siglo xiii en el Occidente cristiano” y el único
xix, en cuyo marco se crearon nuestras estruc- rey francés canonizado. Organizado como un
turas sociales y mentales modernas, término tríptico, en esta historia “global”, que tal vez
que también empleará en Una larga Edad Me- haya sido su último intento por instrumentar
dia (2004) –una recopilación de textos y en- los lineamientos de la nouvelle histoire, Le
trevistas que ofreció para la revista L’Histoire Goff ofrece una primera parte biográfica (“La
desde 1980– donde fundó su rechazo hacia el vie de Saint Louis”), de factura clásica; en la
artificio de las habituales periodizaciones his- segunda (“La production de la mémoire ro-
tóricas, objeto de su última obra, Faut-il vrai- yale. Saint-Louis a-t-il existé?”) realiza una
ment découper l’histoire en tranches? (2014). pormenorizada deconstrucción de las fuentes
Por otro lado, en 1985, publica una “secuela” contemporáneas al monarca, y en la tercera y
de su libro de 1977, L’Imaginaire médiéval más importante (“Saint Louis roi idéal et uni-
(traducido parcialmente como Lo maravilloso que”) indaga al personaje que se oculta tras el
y lo cotidiano en el Occidente medieval), héroe. Un verdadero experimento historiográ-
donde extiende la idea de “larga Edad Media” fico que, de algún modo, resume la triparti-
pero a partir del concepto de “imaginario” que ción de sus objetivos como medievalista: recu-
considera más adecuado que el de “mentali- perar al hombre vivo por detrás del documento,

372 Prismas, Nº 18, 2014


insertarlo en un continuum diversificando los toriador la desgarra y, de forma más o menos
puntos de mira para, finalmente, hacer de tal consciente, espera vivir un poco más gracias a
proyecto un ejercicio social de transmisión del esa inmersión en el pasado”.
saber. Tal como el propio Le Goff lo definía en
un pasaje de su ensayo de ego-historia: “la Andrés G. Freijomil
historia es una lucha contra la muerte. El his- ungs/conicet

Prismas, Nº 18, 2014 373


Objetivos de la revista

La revista Prismas se publica en forma ininterrumpida desde 1997 con el propósito de contribuir
a la conformación de un foco de elaboración disciplinar en historia intelectual. En función de
ello, la revista difunde la producción de investigadores cuyo objeto de estudio lo constituyen
ideas y lenguajes ideológicos, obras de pensamiento y producciones simbólicas, o bien que uti-
lizan metodologías que atienden a los procedimientos analíticos de la historia intelectual. Asi-
mismo, en diferentes secciones se busca difundir debates teóricos sobre la disciplina o textos
clásicos de la misma, y dar cuenta de la producción más reciente.
La edición en papel de Prismas es de frecuencia anual; la edición on line es de frecuencia se-
mestral (cada número en papel de Prismas se desdobla en dos on line).

Presentación de trabajos para la sección “Artículos”

La sección “Artículos” se compone con trabajos inéditos enviados a la revista para su publica-
ción. La evaluación de los mismos sigue los siguientes pasos: en primera instancia deben ser
aprobados por el Comité de Dirección de Prismas –exclusivamente en términos de su pertinencia
temática y formal–; en segunda instancia, son considerados de modo anónimo por pares expertos
designados ad hoc por la Secretaría de Redacción. Cada artículo es evaluado por dos pares; puede
ser aprobado, aprobado con recomendaciones de cambios, o rechazado. En caso de que haya un
desacuerdo radical entre las dos evaluaciones de pares, se procederá a la selección de una tercera
evaluación. Cuando el proceso de evaluación ha concluido, se procede a informar a los autores
del resultado del mismo.

Los artículos deben observar las siguientes instrucciones:


– No exceder los 70.000 caracteres con espacios.
– Deben ir acompañados de un resumen en castellano y en inglés de no más de 200 palabras; de
entre tres y cinco palabras clave; y de las referencias institucionales del autor, con la dirección
postal, teléfono y dirección de correo electrónico.
– Las normas para las notas al pie y la bibliografía pueden verse en detalle en www.scielo.org
(buscar revista Prismas, “Instrucciones a los autores”).

Presentación de trabajos para la sección “Lecturas”

La sección “Lecturas” se compone de trabajos que abordan el análisis de un conjunto de dos o


más textos capaces de iluminar una problemática pertinente a la historia intelectual. No deben
exceder los 35.000 caracteres con espacios. Pueden llevar notas al pie, para las que valen las
mismas indicaciones realizadas en el punto anterior. La evaluación de los trabajos recibidos es
realizada por el Consejo de Dirección.

Presentación de trabajos para la sección “Reseñas”

La sección “Reseñas” se compone de análisis bibliográficos de libros recientemente aparecidos,


vinculados con temas de historia intelectual en una acepción amplia del término (historia cultural,
de las ideas, de las mentalidades, historiografía, historia de la ciencia, sociología de la cultura,
etc., etc.). Los trabajos deben estar encabezados con los datos completos del libro analizado, en
el siguiente orden: Autor, Título, Ciudad de edición, Editorial, año, cantidad de páginas. No de-
ben exceder los 15.000 caracteres con espacios. Pueden llevar notas al pie, para las que valen las
mismas indicaciones realizadas en los puntos anteriores. La evaluación de los trabajos recibidos
es realizada por los editores.

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