7 Peggy Papp El Proceso de Cambio
7 Peggy Papp El Proceso de Cambio
7 Peggy Papp El Proceso de Cambio
Andrés Nazario
Psicólogo
Taller de Formación Terapeuta de Parejas y Familias
Center for Couples and Family Development
Caracas, Venezuela Miami, Florida, USA
31 de octubre y 1ro de noviembre de 2016. [email protected]
¿QUE ES UN SISTEMA?
La pregunta que bien podría suscitarse a esta altura es por que, si el sistema se
contrapesa a si mismo constantemente a fin de mantener su equilibrio, existen problemas
que requieren asistencia clínica. La respuesta es que algunas veces el modo que tiene la
familia de contrapesarse incluye un síntoma que es inaceptable para ellos y/o para la
sociedad. Cuando el síntoma causa una tensión intolerable, ya sea dentro o fuera de la
familia, esta se ve obligada a buscar ayuda.
La aparición de un síntoma puede ser precipitada por una multitud de hechos. Puede
desencadenarla un cambio en uno de los sistemas más amplios dentro de los que existe la
familia, tales como el sistema social, político, cultural o educacional. Por ejemplo: una
depresión económica que provoque desempleo o perdidas financieras desastrosas; una crisis
política que disgregue a la familia, ya sea física o ideológicamente; una revolución social,
como la que se produjo durante la década de 1960, que subvierte las convenciones y los
roles rígidos; las falencias de los métodos o los dispositivos educacionales, y la
discriminación racial, social o sexual. Todo esto forma parte de circuitos cibernéticos más
amplios, que afectan a los de la familia. O bien, el hecho precipitante puede provenir del
interior de la familia, como reacción ante algún acontecimiento del ciclo vital, por
ejemplo la muerte de un abuelo, el nacimiento de un hijo, una enfermedad discapacitante, o
el alejamiento del hogar de uno de los hijos. Elizabeth Carter y Monica McGoldrick (1980)
describieron en detalle los diferentes tipos de síntomas que pueden surgir en diferentes
puntos del ciclo vital.
Cualquiera de estos hechos puede quebrantar los patrones de control de la familia, y es
posible que se desarrolle un síntoma como medio de establecer otro patrón diferente. El
hecho de que en una familia haya un patrón que no esté funcionando bien no significa que
los demás tampoco funcionen. La tarea del terapeuta es identificar cual es el patrón
particular que se relaciona con el síntoma y encontrar un modo de cambiarlo.
La controversia actual acerca de si el síntoma cumple una función homeostática o una
función evolutiva —es decir, si esta al servicio de mantener igual a la familia o de alentarla
a evolucionar hacia una etapa distinta- tiene poca importancia a efectos de este enfoque,
dado que el aspecto clínico crucial es que síntoma y sistema están conectados y se definen
como estando en función uno del otro. Queda a criterio del terapeuta la tarea de definir la
índole precisa de esa reciprocidad del modo que sea más útil desde el punto de vista
terapéutico. Dado que el cambio y la estabilidad son considerados como las dos caras de
una misma moneda, la elección es puramente pragmática. "Todo cambio puede
entenderse como el esfuerzo para mantener cierta constancia, y toda constancia es
mantenida a través del cambio." (G. Bateson, citado en M. Bateson, 1972, pág. 17.)
A menudo se plantea el interrogante de si un síntoma siempre cumple una función en el
sistema o si puede constituir una reacción ante una situación externa a la familia,* tal como
el trabajo, el colegio o las relaciones sociales. Si bien un síntoma puede originarse en un
hecho externo, su persistencia indicaría que esta siendo utilizado por la familia en alguna
transacción en curso. Por ejemplo, si un hombre casado es despedido de su trabajo por
causa de una recesión económica, puede sufrir una depresión como consecuencia del
hecho de estar desocupado. La depresión probablemente desaparecerá en cuanto consiga
otro empleo. Pero si en el ínterin comienza a utilizar esta depresión como un arma en una
lucha por el poder que sostiene con su esposa, es muy probable que la depresión se vuelva
crónica, ya que estará cumpliendo una función en la relación conyugal. La medida en que
un síntoma es funcional varía de acuerdo con las circunstancias, el tiempo y el lugar. El
síntoma puede cumplir diferentes funciones en distintos momentos y para distintos
conjuntos de relaciones. Las familias que no utilizan los sintomas transitorios como armas en
sus transacciones familiares en curso rara vez requieren una terapia.
El enfoque de sistemas que estoy describiendo se apoya en la capacidad del terapeuta para
adoptar y mantener una determinada actitud hacia el cambio, y para usarla terapéuticamente.
Esta actitud surge al seguir el pensamiento de sistemas y el cibernético hasta su conclusión
final: si la familia es vista como un sistema auto-regulador y el síntoma como un mecanismo de
regulación, y se elimina el síntoma, entonces el sistema quedara temporariamente
desregulado. En términos sistémicos, el cambio no es una solución única a un problema único,
sino un dilema a resolver. Esto es así ya sea se trate de un sistema biológico, ecológico,
psicológico, social o político.
El cambio impone un precio y plantea el interrogante de cuales serán las repercusiones
para el resto del sistema. No tomar en cuenta estas repercusiones significa obrar a partir de lo
que Bradford Keeney (1983) denomina "ignorancia ecológica". Dichas repercusiones se han
tornado notablemente evidentes en los últimos años, en que científicos de diversos campos han
observado los efectos de alterar una parte de un sistema. Resolver un problema inmediato
suele crear otro problema en el entorno ecológico. Por ejemplo: el DDT sirvió para destruir
insectos pero se descubrió que era toxico para los animales y los seres humanos; la prohibición
de vender bebidas alcohólicas en los Estados Unidos generó una nueva profesión, la de los
contrabandistas de licores, que actuaron homeostáticamente para mantener el suministro de
alcohol; la matanza de coyotes para proteger los rebaños de ovejas de los granjeros aumentó la
cantidad de conejos, que a su vez destruyeron los sembrados de esos granjeros; los incendios de
bosques se consideraron en un tiempo desastres de la naturaleza, pero después se descubrió
que cumplían funciones beneficiosas a largo plazo y en algunos casos recientes se ha dejado
continuar el fuego. Los terapeutas familiares experimentados han tornado conciencia de este
fenómeno al observar cómo surgen nuevos problemas a raíz de la eliminación del preexistente:
los padres que vuelven a la consulta, tras haber desaparecido el síntoma de su hijo, para
informar que "Marita marcha muy bien, pero ahora no nos entendemos con ella"; o un
cónyuge optimista que se deprime cuando el otro, antes depresivo, se vuelve mas
optimista; o un hermanito del paciente que empieza a portarse mal cuando este mejora.
Estas consecuencias del hecho de modificar un sistema están gráficamente ilustradas en
algunos pasajes del capitulo 9, titulado Tratamiento de parejas", como el de la mujer que
expresa que su marido es ahora todo lo que ella siempre quiso que fuera," y esto no lo puedo
soportar". O el de la esposa exigente que se da cuenta de cuanto le gustaba estar sola tan
pronto como su conyuge empieza a pasar todas las noches en casa. En estos casos, el
distanciamiento del marido sin duda había cumplido una función en las relaciones
conyugales, la que solo se comprendió una vez que aquel dejo de distanciarse. Se puede ver
una versión artística de las consecuencias de la "curación" en el magnifico film de Marco
Bellocchio: Salto al vacío, en el que la vida de un hombre se hace pedazos cuando el queda
libre del peso que le significaba la enfermedad de su hermana. Fue este fenómeno
universal el que llevó a George Bernard Shaw a observar que hay dos tragedias en la
vida: una es no obtener lo que se desea, y la otra es obtenerlo.
Todo esto no significa que la gente no deba esforzarse por conseguir lo que anhela o por
cambiar, sino simplemente que las consecuencias de hacerlo son impredecibles y están
llenas de vuelcos inesperados y de giros irónicos. Si el terapeuta tiene plena conciencia de
las profundas complejidades implícitas en el hecho de cambiar un sistema, podrá utilizar
esas complejidades a fin de producir el cambio.
Algunos críticos recientes del modelo cibernético alegan que este modelo es una teoría de la
estabilidad, y no del cambio, por lo que resulta inadecuado como base de una terapia."El
principal inconveniente de la teoría a los efectos de la terapia es que no constituye una
teoría del cambio sino una teoría de la estabilidad." (Haley, 1980, pág. 15.) El alcance de
esta crítica depende de si la teoría es utilizada meramente para describir los procesos auto-
correctivos en la familia o si se la usa clínicamente a efectos de producir un resultado
terapéutico. En el enfoque del Proyecto de Terapia Breve, la teoría de la estabilidad u
homeostasis se utiliza paradójicamente para efectuar un cambio. El concepto de
autorregulación se usa para conectar el síntoma con el sistema y así modificar una de las
premisas fundamentales bajo las cuales esta operando la familia: la premisa de que el
síntoma es un elemento exterior al sistema y puede ser cambiado por separado. Cuando los
miembros de la familia acuden al terapeuta, ya han desconectado el síntoma y piden que
este sea modificado sin cambiar su sistema. El terapeuta conecta el síntoma y el sistema
para mostrar que no se puede cambiar uno sin cambiar el otro y enfrenta a la familia co n su
propio dilema. Este dilema del cambio, y todos los aspectos pertinentes al mismo, pasan a ser
el punto central de la terapia. La cuestión terapéutica principal no es como eliminar el
síntoma sino que sucederá si se lo elimina; el tema terapéutico se desplaza del problema, de
quien lo tiene, que lo causa y como eliminarlo, a como funcionara la familia sin ese
problema, que precio se deberá pagar por su eliminación, quien habrá de pagarlo, y si vale
la pena.
Las repercusiones del cambio sistémico y los dilemas que ellas crean se convierten en
el punto central de un debate terapéutico entre el terapeuta y la familia. Este debate
contiene una serie de redefiniciones drásticas que cambian la percepción que tienen del
problema los miembros de la familia y, en consecuencia, su percepción de las soluciones a
dicho problema. Durante el debate, todos los aspectos que están relacionados con el cambio y
que yacen en el nivel ulterior de la familia —las alianzas secretas, coaliciones ocultas,
pugnas encubiertas, y componendas disfrazadas— se ponen de manifiesto y se conectan
con el síntoma. A medida que los miembros de la familia intentan, reiteradamente,
reinstaurar su premisa por vía de desvincular el síntoma, el terapeuta continúa negando
esa premisa por vía de conectarlo. Cuando la familia acepta la nueva premisa, es posible
que se produzca el cambio en forma repentina y en una dirección indeterminada."Dado que
solo algunas de las características personales de los elementos son totalmente absorbidas
y utilizadas por el sistema, quedan otras disponibles y se las puede usar para construir un
sistema familiar operante, por ejemplo cuando el equilibrio del anterior ha sido destruido [...]
La interacción no exige una labor ardua y prolongada por parte del terapeuta sino tan solo la
capacidad de aprovechar el momento indicado y el tiempo indicado." (Selvini Palazzoli y
otros, 1978, pág. 199.)
A efectos de comprender cabalmente el nivel ulterior de la familia —las alianzas,
coaliciones y pugnas ocultas — es útil tener algún conocimiento del sistema de creencias
familiar que gobierna este nivel.
SISTEMA DE CREENCIAS
Los ciclos conductuales en cada familia son gobernados por un sistema de creencias que
se compone de una combinación de actitudes, supuestos básicos, expectativas, prejuicios,
convicciones y creencias, aportados a la familia nuclear por cada progenitor, a partir de su
familia de origen. Estas creencias individuales se entrelazan para formar las premisas
rectoras que gobiernan a la familia. Una vez mas, no son las creencias o suposiciones
individuales de cada progenitor lo que el terapeuta considera importante, sino el modo en que
estas se enlazan para formar las reglas operantes en la familia.
Algunas de estas creencias son compartidas; otras son complementarias y proporcionan la
base de la atracción mutua inicial de los progenitores. Durante el noviazgo y las primeras
fases de la vida matrimonial se llevan a cabo, en torno a estas creencias, una serie de
negociaciones que se expresan bajo la forma de temas familiares. Alrededor de estos temas se
organizan, entonces, importantes secuencias conductales, que a menudo sirven como
metáforas del tipo de síntoma que se elige. Por "tema" se entiende un aspecto especifico,
cargado de emoción en torno al cual existe un conflicto recurrente. Puesto que hay muchos de es-
tos temas en toda familia, el terapeuta busca el que sea más pertinente al síntoma. Algunos
temas familiares comunes son: responsabilidad versus irresponsabilidad, en que el cónyuge
asume el rol del miembro responsable y el otro el rol del irresponsable; enfermedad versus
salud, en que un conyuge se pone emocional o físicamente enfermo y el otro actúa como
psiquiatra o médico; acercamiento versus distancia, en que un cónyuge persigue al otro con
intención de lograr un acercamiento emocional, y éste evade la persecución, procurando
distanciarse emocionalmente; maestro versus alumno, en que uno de los cónyuges toma una
postura de autoridad y competencia y el otro permanece indefenso e incompetente. Las
posiciones pueden modificarse en situaciones diferentes, pero el tema central sigue siendo el
mismo. Cuando a uno de los cónyuges no le satisface la conducta que observa el otro en función
del tema es posible que se vuelque a uno de los hijos para encontrar una solución. El hijo acude
en ayuda de sus padres asumiendo una posición complementaria de la de uno de ellos, posición
ocupada anteriormente por el otro cónyuge.
Al conocimiento de estas creencias y de los temas que derivan de ellas no se llega
mediante el interrogatorio directo, sine por medio de la deducción. Esta deducción se basa en
la exploración del lenguaje metafísico, el rastreo de secuencias conductales y el registro de
afirmaciones clave reveladoras de la actitud, tales como "yo le conocía todas estas cosas
cuando me case con él, pero pensé que el amor de una buena mujer lo curaría". Un
comentario como este sirve para explicar los reiterados intentos de una esposa por
rescatar a su marido de sus malos hábitos. Ella cree que si es lo suficientemente buena y
cariñosa durante suficiente tiempo lo salvara de si mismo, y esto la hará sentirse
necesaria e importante. La aseveración del marido de que "mi esposa tiene mas carácter y
mejor juicio que yo" revela su convicción de que él es débil de carácter y necesita ser
rescatado de sus actitudes irresponsables por su muy responsable esposa. Estas creencias
complementarias producen patrones de conducta predecibles que se centran en el tema del
rescate. Los patrones pueden ser funcionales y asintomáticos durante mucho tiempo.
Dejan de serlo si uno de los cónyuges supera o cambia su posición. Por ejemplo, si el
marido a cierta altura, decide que los esfuerzos de su mujer por rescatarlo lo están
asfixiando, en lugar de salvarlo, es posible que comience a tratar de escaparse de ella. La
mujer, entonces, podría volver sus esfuerzos de rescate hacia su hijo, el que
obsequiosamente desarrollar un síntoma para que ella pueda salvarlo. El padre, quizá,
designe a su hija para que lo rescate, puesto que su esposa no ha podido hacerlo, y la hija
posiblemente empiece a competir con la madre acerca de cual de las dos es la mejor
rescatadora de los hombres de la familia. El tema del rescate y el escape gobierna las
transacciones de la familia, en las que cada persona opera desde una posición diferente
en relación con el tema central.
El sistema de creencias y los temas que de él surgen han sido descriptos por distintos
autores como mitos familiares (Ferreira, 1966), constructos familiares (Reiss, 1971),
temas familiares (Hess y Handel, 1969) e identidad familiar (Wolin, Bennett y Noonan, no
publicado). Wolin y sus colaboradores, que describen la identidad familiar como "el
sentido subjetivo (de la familia) de su propia situación, continuidad y carácter", sostienen
que esta identidad es un modo de establecer conexiones entre una generación y la otra.
Algunas escuelas de terapia se concentran solo en el ciclo conductal y, si bien
reconocen la existencia del sistema de creencias, no lo utilizan terapéuticamente. "Los
efectos de ciertas conductas sobre otras conductas, el modo en que se organizan las
secuencias interpersonales, serán cuidadosamente registrados, pero no se efectuara
ninguna inferencia acerca de las motivaciones de los participantes". (Sluzki, 1978, pág. 367.)
Huelga decir que se puede provocar un cambio de maneras diferentes en muchos niveles
distintos. Aunque no es necesario que los miembros de la familia ni el terapeuta se ocupen del
sistema de creencias para lograr el cambio, el hecho de conocerlo brinda un contexto mas
amplio a partir del cual se puede intervenir, sobre todo cuando se emplea un enfoque
paradójico, ya que estas creencias y temas proporcionan los cimientos para la intervención
indirecta y metafórica. La influencia de los sistemas de creencia sobre los niveles ideacionales
de los miembros de la familia se tratara en detalle en el capítulo 3.