Glosario de Esquizoanálisis

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Glosario de Esquizoanálisis

* Este glosario fue elaborado por Felix Guattari en 1984 a pedido del editor de
la edicion inglesa del libro "Revolución Molecular".

AGENCIAMIENTO: noción más amplia que la de estructura, sistema, forma, proceso,


etc. Un agenciamiento acarrea com- ponentes heterogéneos, también de orden
biológico, social, maquínico, gnoseológico. En la teoría esquizoanalítica del inconsciente,
el agenciamiento se concibe en oposición al «complejo» freudiano.

A-SIGNIFICANTE: distinguiremos las semiologías significantes que articulan cadenas


significantes y contenidos significa- dos- de las semióticas a-significantes que operan con
arre- glo a cadenas sintagmáticas que no engendran un efecto de significación (en un
sentido lingüístico), y que son suscepti- bles de entrar en contacto directo con sus
referentes en el marco de una interacción diagramática. Ejemplo de semiótica a-
significante: la escritura musical, los corpus matemáti- cos, las sintaxis informáticas,
robóticas, etc.

ARCHI-ESCRITURA: expresión propuesta por Jacques Derrida y que formula la hipótesis


de una escritura como fundamento del lenguaje oral. Esa escritura de huellas, de
marcas, que se conserva en un espacio de inscripciones, sería lógicamente anterior a las
oposiciones entre tiempo y espacio y entre significado y significante. El esquizoanálisis
objeta a esta concepción su visión todavía demasiado totalizadora, dema- siado
«estructuralista» de la lengua.

DEVENIR: expresión relativa a la economía del deseo. Los flu- jos de deseo proceden
mediante afectos y devenires, con independencia del hecho de que puedan o no ser
rebajados a personas, imágenes, identificaciones. De esta suerte, un individuo,
antropológicamente etiquetado como masculino, puede estar atravesado por devenires
múltiples y aparente- mente contradictorios: un devenir femenino que coexiste con un
devenir niño, un devenir animal, un devenir invisible, etc. Una lengua dominante (una
lengua que opera en un espa- cio nacional) puede verse localmente arrastrada por un
deve- nir minoritario. Será calificada entonces de lengua menor

BLOQUE: término afín al de agenciamiento.2 No se trata de complejos infantiles, sino de


la cristalización de sistemas de intensidades que atraviesan los estadios psicogenéticos
y son susceptibles de operar a través de los sistemas percepti- vos, cognitivos y
afectivos más dispares. (Ejemplo de bloque de intensidad: los ritornelos musicales en
Proust, la «fraseci- lla de Vinteuil»).

CODIFICACIÓN, SOBRE-CODIFICACIÓN: la noción de código se emplea en una


acepción muy amplia; puede concernir tanto a los sistemas semióticos como a los flujos
sociales y los flujos materiales: el término de sobrecodificación corresponde a una
codificación de segundo grado. (Ejemplo: algunas sociedades agrarias primitivas, que
funcionan conforme a su propio siste- ma de codificación territorializada, se ven
sobrecodificadas por una estructura imperial, relativamente desterritorializada, que les
impone su hegemonía militar, religiosa, fiscal, etc.).

CORTE: las máquinas deseantes se caracterizan como siste- mas de corte de flujos. En
el Antiedipo, el término «corte» es inseparable del de flujo («Connecticut -I cut-», grita el
pequeño Joey de Bettelheim en el Antiedipe.3

PRODUCCIÓN DESEANTE (ECONOMÍA DESEANTE): a diferencia de la concepción


freudiana, el deseo no está asociado a la representación. Con independencia de las
relaciones subje- tivas e intersubjetivas, ocupa sin más una posición que le permite
producir sus objetos y los modos de subjetivación que les corresponden.

ENUNCIACIÓN COLECTIVA: las teorías lingüísticas de la enun- ciación centran la


producción lingüística en sujetos indivi- duados, a pesar de que, en su esencia, la lengua
es social y está conectada diagramáticamente a las realidades contex- tuales. Así, pues,
más allá de las instancias individuadas de la enunciación conviene poner de manifiesto
los agencia- mientos colectivos de enunciación. «Colectivo» no debe enten- derse aquí
tan sólo en el sentido de una agrupación social; implica además la entrada de distintas
colecciones de objetos técnicos, de flujos materiales y energéticos, de entidades
incorporales, de idealidades matemáticas, estéticas, etc.

ESQUICIAS: sistema de cortes que no consisten únicamente en la interrupción de un


proceso, sino en la encrucijada de procesos. La esquicia trae consigo un nuevo capital de
potencialidad.

ESQUIZOANÁLISIS: mientras que el psicoanálisis partía de un modelo de psique basado


en el estudio de las neurosis, cen- trado en la persona y en las identificaciones, y que
opera a partir de la transferencia y de la interpretación, el esquizoa- nálisis se inspira,
por el contrario, en las investigaciones acerca de la psicosis; se niega a rebajar el deseo
a los sistemas personológicos y niega toda eficacia a la transferencia y a la
interpretación.

FLUJOS: los flujos materiales y semióticos «preceden» a los sujetos y a los objetos; el
deseo, en tanto que economía de flujo, no es, pues, subjetivo y representativo en primer
lugar.

GRUPO SUJETO / PRODUCCIÓN DE SUBJETIVIDAD: la subjetividad no es considerada


aquí como cosa en sí, como esencia inmu- table. Ésta u otra subjetividad existe en
función de que un agenciamiento de enunciación la produzca o no. (Ejemplo: el
capitalismo moderno, mediante los medios de comunicación de masas y los
equipamientos colectivos, produce a gran scala un nuevo tipo de subjetividad). Tras la
apariencia de la subjetividad individuada, conviene intentar descubrir cuáles son los
procesos de subjetivación reales. Los grupos sujetos se contraponen a los grupos
sometidos. Esta oposición implica una referencia micropolítica: la voca- ción del grupo
sujeto consiste en gestionar, en la medida de lo posible, su relación con las
determinaciones exteriores y con su propia ley interna. Por el contrario, el grupo
sometido tiende a estar manipulado por todas las determinaciones exterio- res y a estar
dominado por su propia ley interna (super-yo).
IMAGINARIO-FANTASMA: en la medida en que lo imaginario y el fantasma ya no
ocupan una posición central en la econo- mía del deseo del esquizoanálisis, estas
instancias deberán recomponerse en el seno de nociones tales como agencia- miento,
bloque, etc.

INTERACCIÓN SEMIÓTICA Y DIAGRAMATISMO: con «diagrama» retomamos una


expresión de Charles Sanders Pierce.4 Este autor clasifica los diagramas entre los iconos;
habla al respecto de «iconos de relación». Las interacciones diagramáticas (o
interacciones semióticas), en la presente terminología, se con- traponen a las
redundancias semiológicas. Las primeras hacen que los sistemas de signos trabajen
directamente con las realidades a las que aquellas se refieren; se ocupan de una
producción existencial de referente, mientras que las segun- das no hacen más que
representar y proporcionar «equivalen- tes» carentes de asidero operativo. Ejemplo: los
algoritmos matemáticos, los planos tecnológicos, los programas informá- ticos,
participan directamente en el proceso de engendra- miento de su objeto, mientras que
una imagen publicitaria no dará de éste más que una representación extrínseca (pero
que en este caso es productora de subjetividad).

MÁQUINA (Y MAQUÍNICO): distinguiremos aquí la máquina de la mecánica. La


mecánica está relativamente encerrada en sí misma; sólo mantiene relaciones
perfectamente codificadas con los flujos exteriores. Las máquinas, consideradas en sus
evoluciones históricas, constituyen, por el contrario, un phylum comparable a los de las
especies vivas. Se engendran unas a otras, se seleccionan, se eliminan y dan lugar a
nuevas líneas de potencialidad.as máquinas, en sentido lato, esto es, no sólo las
máquinas técnicas sino también las máquinas teóricas, sociales, estéticas, etc., nunca
funcionan de forma aislada, sino por agregado o por agenciamiento. Por ejemplo, una
máquina técnica en una fábrica entra en interacción con una máquina social, con una
máquina de formación, con una máquina de investigación, con una máquina comercial,
etc.

MOLECULAR / MOLAR: los mismos elementos que existen en flujos, estratos,


agenciamientos, pueden organizarse de un modo molar o de un modo molecular. El
orden molar corresponde a las estratificaciones que delimitan objetos, sujetos, las
representaciones y sus sistemas de referencia. El orden molecular, por el contrario, es el
de los flujos, los devenires, las transiciones de fase, las intensidades. Llamaremos
«transversalidad» a este atravesamiento molecular de los estratos y los niveles, operado
por los diferentes tipos de agenciamientos.

OBJETO «A» MINÚSCULA: término propuesto por Lacan en el marco de una teoría
generalizada de los objetos parciales en psicoanálisis. El objeto «a» minúscula es una
función que implica asimismo al objeto oral, al objeto anal, al pene, a la mirada, a la voz,
etc. En su momento, sugerí a Lacan la adición a este objeto «a» minúscula de objetos
«b» minúscula, que corresponden a los objetos transicionales de Winnicott, y de los
objetos «c» minúscula, que corresponden a los objetos institucionales.

ÓRGANOS, CUERPOS SIN: noción que Gilles Deleuze recoge de Antonin Artaud para
indicar el grado cero de las intensidades. La noción de cuerpo sin órganos, a diferencia
de la noción de pulsión de muerte, no implica ninguna referencia termodinámica.

PERSONOLÓGICO: adjetivo que sirve para calificar las relaciones molares en el orden
subjetivo. El hincapié en el rol de las personas, de las identidades y de las
identificaciones, caracteriza a las concepciones teóricas del psicoanálisis. El Edipo
psicoanalítico introduce personas y personajes tipificados; reduce las intensidades y
proyecta el ámbito molecular de las catexias de deseo en un «teatro personológico», es
decir, en un sistema de representaciones separado de la producción deseante real
(expresión equivalente: triangulación edipiana

PLAN DE CONSISTENCIA: los flujos, los territorios, las máquinas, los universos de
deseo, con independencia de su diferencia de naturaleza, se remiten al mismo
plano/plan de consistencia (o plano/plan de inmanencia), que no debe confundirse con
un plano de referencia. En efecto, las diferentes modalidades de existencia de los
sistemas de intensidades no atañen a idealidades transcendentes, sino a procesos de
engendramiento y a transformaciones reales.
POLÍTICA DE SECTOR: a partir de 1960, los poderes públicos en Francia, apoyándose
en las corrientes progresistas de la psiquiatría institucional, quisieron lograr que la
psiquiatría saliera de los grandes hospitales psiquiátricos represivos. Entonces se
pretendía acercar la psiquiatría a la ciudad, lo que condujo a la creación de los
denominados equipamientos extra hospitalarios: ambulatorios, hogares, talleres
protegidos, hospitales de día, visitas a domicilio, etc. Esta experiencia reformista
transformó el aspecto social exterior de la psiquiatría sin llegar por ello a convertirse en
una verdadera empresa de desalienación. Se miniaturizaron los equipamientos
psiquiátricos; pero no se cambiaron en lo funda- mental las relaciones de segregación y
de opresión.

PROCESO: secuencia continua de hechos o de operaciones que pueden conducir a otras


secuencias de hechos y de operaciones. El proceso implica la idea de una ruptura
permanente de los equilibrios establecidos. El término no se emplea aquí en la acepción
de la psiquiatría clásica, que habla de proceso esquizofrénico, lo que implica siempre la
llegada a un estado terminal. Su acepción está más próxima de lo que Ilya Prigogine e
Isabelle Stengers denominan «procesos disipativos».

REDUNDANCIA: este término fue forjado por los teóricos de la comunicación y por los
lingüistas. Se llama redundancia a la capacidad inutilizada de un código. Gilles Deleuze
distingue, en Diferencia y repetición la repetición vacía de la repetición compleja, en
tanto que esta última no se deja reducir a una repetición mecánica o material. Aquí
encontraremos a su vez la oposición entre redundancia significante, separada de todo
asidero sobre la realidad, y redundancia maquínica, que produce efectos sobre lo real.

RIZOMA, RIZOMÁTICO: los diagramas arborescentes proceden con arreglo a jerarquías


sucesivas, a partir de un punto central, de tal suerte que cada elemento local remonta a
ese punto central. Por el contrario, los sistemas en rizomas o en emparrado pueden
derivar hasta el infinito y establecer conexiones transversales sin que puedan ser
centrados o clausurados. El término «rizoma» procede de la botánica, donde define los
sistemas de tallos subterráneos de plantas vivaces que emiten yemas y raíces
adventicias en su parte inferior. (Ejemplo: rizoma de lirio).
TERRITORIALIDAD, DESTERRITORIALIZACIÓN, RETERRITORIALIZACIÓN: la noción
de territorio se entiende aquí en un sentido muy lato, que desborda el uso que recibe en
la etología y en la etnología. El territorio puede ser relativo a un espacio vivido, así como
a un sistema percibido en cuyo seno un sujeto se siente «en su casa». El territorio es
sinónimo de apropiación, de subjetivación encerrada en sí misma. El territorio puede
desterritorializarse, esto es, abrirse y emprender líneas de fuga e incluso desmoronarse
y destruirse. La desterritorialización consistirá en un intento de recomposición de un
territorio empeñado en un proceso de re-territorialización. El capitalismo es un buen
ejemplo de sistema permanente de desterritorialización: las clases capitalistas intentan
constantemente «recuperar» los procesos de desterritorialización en el orden de la
producción y de las relaciones sociales. De esta suerte, intenta dominar todas las
pulsiones procesuales (o phylum maquínico) que labran la sociedad.

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