La Visión Dionisíaca Del Mundo en La Filosofía de Friedrich Nietzsche - Osiris Gonzalez
La Visión Dionisíaca Del Mundo en La Filosofía de Friedrich Nietzsche - Osiris Gonzalez
La Visión Dionisíaca Del Mundo en La Filosofía de Friedrich Nietzsche - Osiris Gonzalez
OSIRIS GONZÁLEZ
Resumen
Este ensayo tiene como objetivo reflexionar sobre algunos conceptos marginales:
embriaguez, éxtasis y experiencia psicotrópica. Para ello he tomado como pretexto, las
consideraciones realizadas por Friedrich Nietzsche en su texto La Visión Dionisíaca del
Mundo. Quiero dejar bien claro que no se trata de un trabajo especializado sobre la filosofía
del pensador alemán, o sobre el culto religioso a Dionisios, ni tampoco sobre la tragedia
griega. Este ensayo forma parte de una investigación más extensa que lleva por
título Filosofía psicotrópica. Está dividido en cuatro apartados. En el primero me interesa
exponer los rasgos filosóficos distintivos del éxtasis dionisíaco. En el segundo apartado mi
atención se concentra en la reflexión sobre la ruptura del principium individuationis esbozada
por Nietzsche. El tercer apartado está dedicado al estudio de la sabiduría que subyace en el
éxtasis dionisíaco, la cual puede ser concebida como una sabiduría de la desmesura. En el
último apartado he decidido explorar la idea del arte como estimulante; dicha aproximación
a la relación entre arte y vida se expresa plenamente gracias a la posibilidad que tiene la
imaginación creadora de fortalecer nuestras facultades humanas, de estremecer nuestras
emociones, de proporcionarnos momentos de goce, asombro y reflexión.
Abstract
The objective of this essay is to reflect on some marginal concepts: elation, ecstasy, and
psychotropic experience. For that I used as excuse the considerations made by Friedrich
Nietzsche in Die dionysische Weltanschauung. I want to be clear: this is not an specialized
work of the philosophy of the German thinker, nor the religious cult of Dionysius, nor the
Greek tragedy. This essay is part of an extent investigation called Psychotropic Philosophy.
It’s divided in four parts. First, I try to expose the distinctive philosophic traits of Dionysian
ecstasy. Second, attention focuses in the critical thought about the fracture of the principium
individuationis outlined by Nietzsche. The third part is dedicated to the study of the
underlying wisdom in Dionysian ecstasy, that can be conceived as wisdom of the unrestraint.
In the last part, I’ve decided to explore the idea of art as an stimulant; such approximation to
the relation between art and life express itself to the fullest due to creative imaginations’
possibility of strengthening our human faculties, of shaking our emotions, of providing such
moments of enjoyment, astonishment, and reflection.
El éxtasis dionisíaco
Una vez desechados los prejuicios y pudores inútiles es posible entrar en materia asumiendo
que existe un sentido filosófico e inclusive artístico de la embriaguez. Sobre este asunto
específico el filósofo de Röcken consideraba de manera entusiasta que: “El arte
dionisiaco…descansa en el juego con la embriaguez, con el éxtasis. Dos poderes sobre todo
son los que al ingenuo hombre natural lo elevan hasta el olvido de sí que es propio de la
embriaguez, el instinto primaveral y la bebida narcótica. Sus efectos están simbolizados en
la figura de Dioniso”. [2]
Dionisos simboliza ─entre otras cosas por supuesto─ aquellos elementos que hacen
posible la experiencia extática, en este caso el erotismo y la experiencia psicotrópica. Ambas
han sido consideradas “experiencias límite” es decir, que nos acercan a las fronteras de lo
inefable y nos colocan más allá de los márgenes del lenguaje. El éxtasis dionisiaco implica
el abandono momentáneo de la subjetividad del artista, ya que la imagen de su unidad con el
corazón del mundo, le revela que su vida es una escena onírica que hace palpable la
coexistencia entre el dolor primordial, propio del desgarramiento dionisiaco y el placer
propio de la apariencia apolínea.[3]
En ese sentido me gustaría ahondar un poco más sobre las dificultades que se
presentan para distinguir los posibles significados filosóficos de la embriaguez, los cuales no
se reducen a los efectos que pueda provocar cualquier sustancia o fármaco, pues los estados
de embriaguez mística o poética no son algo que se pueda comunicar teórica o
discursivamente. De allí la importancia de no perder de vista el pensamiento simbólico
contenido en la experiencia dionisíaca, la cual puede adoptar diversas formas vinculadas a
la creación artística, el misticismo, los cultos y rituales, o la reflexión filosófica. Esta relación
entre la embriaguez dionisíaca y el acto creador del artista, no pasó desapercibida para el
filósofo de Röcken: “Así como la embriaguez es el juego de la naturaleza con el ser humano,
así el acto creador del artista dionisiaco es el juego con la embriaguez. Cuando no se lo ha
experimentado en sí mismo, ese estado sólo se lo puede comprender de manera
simbólica”.[4]
En el planteamiento anterior Nietzsche enfoca su atención sobre un rasgo pocas veces
considerado del acto creador, a saber: que el acto poético también puede entenderse como un
juego con la embriaguez, aunque esto no debe entenderse siempre de manera literal, sino
también metafórica o simbólicamente. El sentido filosófico de la embriaguez dionisíaca no
se limita a describir los efectos producidos por alguna sustancia psicoactiva, mucho menos
se reduce a la embriaguez etílica.[5] Reconocer que la embriaguez etílica no es el único tipo
de embriaguez permite descentrar nuestro pensamiento, con el fin de buscar otras alternativas
para reflexionar la amplitud de efectos que tiene “la bebida narcótica” ─tal y como la llama
Nietzsche─ en el espíritu humano.
Con esa idea en mente, también quiero señalar que el sentido filosófico de la
embriaguez, no se circunscribe a sus efectos de forma etílica, ni tampoco a los efectos
producidos por cualquier otra una sustancia psicoactiva. Si bien es innegable que el sentido
filosófico de la embriaguez tiene una base material y fisiológica, también es cierto que su
alcance también se extiende hacía otros territorios metafísicos como el amor, el erotismo, la
música, la danza, o la poesía. De esta manera podemos afirmar ─sin temor a faltar a la
verdad─ que en el amor o en el erotismo se manifiesta el ferviente deseo de una vida más
intensa. Por ejemplo, el amor puede ser goce o tragedia, cura o veneno, metafóricamente
hablando es uno de los fármacos más poderosos que existen.
Por su parte, el erotismo es un instinto vital que no siempre es posible expresar con
palabras, pues nos acerca irremediablemente a las fronteras del delirio, y por eso hace visibles
los límites del lenguaje. Debido a ello no siempre puede ser explicado racionalmente. La
conjunción entre erotismo y delirio es una combinación explosiva que nos impulsa a realizar
acciones que ordinariamente no llevaríamos a cabo, sin importar que a primera vista parezcan
descabelladas, riesgosas o imprudentes. Así, la desmesura inherente a ese tipo de pasión no
se reduce a las visiones agradables de la existencia, sino que también implica un
desgarramiento primordial.
Para lograr comprender, con mayor claridad, los diferentes matices filosóficos de la
embriaguez, a continuación trataré de explicar otro tipo de experiencias relacionadas tanto
con la vida contemplativa, pero sobre todo con las potencias creadoras de la Naturaleza y el
ser humano. Por ejemplo, el éxtasis propio de las experiencias místicas, o bien la inspiración
representada mediante el trance poético. Ambos ejemplos también sirven para ilustrar que
ese estar “fuera de sí”, característico del éxtasis dionisiaco, no implica únicamente una
pérdida de la conciencia, sino que contempla una sublimación del impulso vital inherente a
diversas experiencias ya sean místicas, psicotrópicas o eróticas. Sobre la fuerza del éxtasis
dionisiaco, el filósofo alemán consideraba que: “Las fiestas de Dioniso no sólo establecen un
pacto entre los hombres, también reconcilian al ser humano con la naturaleza”.[6]
En relación con el delirio inherente al éxtasis poético vale la pena no perder de vista
que en la Grecia antigua, el papel del poeta era entendido como el de un rapsoda, es decir,
como un médium que gracias al poder de sus palabras podía acercarnos a las fuerzas divinas
o “sobrenaturales”, ya sea a través de los cantos y poemas, o bien alegóricamente por medio
de las historias expresadas en las narraciones sagradas y épicas.
Con estas palabras pretendo dejar en claro que dicho sentimiento de embriaguez, no
ha de confundirse con el aislamiento solitario del dipsómano. Por eso, parte del trabajo del
filósofo consiste en señalar los estigmas existentes sobre la noción de la embriaguez.
Asimismo, su deber es mostrar que existe un horizonte más amplio, pero sobre todo
argumentar y reflexionar antes de emitir un juicio apresurado.
La sabiduría de la desmesura
Una vez llegados a este punto me parece pertinente preguntarse por el tipo de sabiduría
inherente al éxtasis dionisiaco, pues si convenimos en que existe un sentido filosófico, en
consecuencia ha de mostrarse a qué tipo de saber se refiere. Para ello considero conveniente
empezar este apartado con un análisis del siguiente pasaje de Nietzsche: “En la embriaguez
dionisiaca, en el impetuoso recorrido de todas las escalas anímicas durante las excitaciones
narcóticas, o en el desencadenamiento de los instintos primaverales, la naturaleza se
manifiesta en su fuerza más alta: vuelve a juntar a los individuos y los hace sentirse como
una sola cosa”.[8]
Sin duda, un aspecto que llama poderosamente la atención del planteamiento anterior
es: considerar que la naturaleza se manifiesta en su fuerza más alta durante las “excitaciones
narcóticas” y el desencadenamiento de los “instintos primaverales”. El primer tópico hace
visible no sólo la intensidad de las experiencias psicotrópicas sino también sus posibles
alcances filosóficos. El segundo tópico hace tangible que la embriaguez dionisíaca se
encuentra estrechamente vinculada a los impulsos del eros.
Este planteamiento sobre el eros, permite comprender más claramente que el estar
“fuera de sí” característico de la embriaguez dionisiaca también se relaciona con el goce y el
deleite. El instinto erótico también puede entenderse metafóricamente como esa
reconciliación con la naturaleza, gracias a esa efímera apariencia de unidad. Por su parte, la
fuerza de la experiencia psicotrópica (o “excitación narcótica” como la llama Nietzsche)
radica en una posibilidad de transformación, es decir, en una metamorfosis interior operada
en las profundidades del ser humano, en la neblina de lo inefable.
La visión dionisíaca del mundo se hace inteligible, a través de los efectos que tienen
las imágenes y deseos de una vida más intensa. La relación entre el arte y la vida se expresa
plenamente gracias a la posibilidad que tiene la imaginación creadora de fortalecer nuestras
facultades humanas, de estremecer nuestras emociones, o bien de proporcionarnos momentos
de goce, asombro y reflexión. La vida humana no se ajusta a un modelo mecánico de
explicación, por eso la fuerza vital que anima a la creación artística no se reduce a los
procesos físico-químicos que ocurren en nuestro organismo, aunque dicha fuerza vital no se
encuentra desligada de ellos.
En síntesis la reflexión sobre los conceptos marginales expuestos nos permite concluir
que el sentido filosófico de la embriaguez no se encuentra desligado de una dimensión lúdica
y artística. Asimismo ha quedado en evidencia que la experiencia dionisíaca hace posible la
ruptura del principium individuationis, lo cual permite la reconciliación entre el ser humano
y la Naturaleza, tal y como puede apreciarse en los planteamientos esbozados por Nietzsche.
2. Otto, Walter F., Dionisio. Mito y culto, Ediciones Siruela, Madrid, 2006.
Notas
[1] Cfr. Walter F. Otto. Dionisio. Mito y culto, Ediciones Siruela, Madrid, 2006, pp 13-43.
[2] Friedrich Nietzsche. “La visión dionisíaca del mundo”. En El nacimiento de la tragedia,
Alianza Editorial, Madrid, 2000 p 246.
[3] Las referencias a los dioses griegos (Apolo y Dionisos), han sido utilizadas por
Nietzsche para expresar simbólicamente los mundos del sueño y la embriaguez.
[4] Friedrich Nietzsche. Op cit, p 247.
[5] En ese tenor resulta necesario poner en evidencia que existen diversos tipos de
embriaguez, pues no ha de considerarse de la misma manera a la embriaguez etílica, que la
embriaguez producida por ciertos fármacos psicotrópicos. Hacer visible este aspecto
permite concebir alternativas frente al paradigma cultural que representa la embriaguez leza
por medio algunos tipos de experiencia psicotrópica.