Y Va de Cuentos - Guillermo Cabrera Infante PDF
Y Va de Cuentos - Guillermo Cabrera Infante PDF
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Y VA DE CUENTOS
Cabrera Infante traza en esta conferencia inédita un atlas geográfico
e histórico del cuento: desde la aparición de la onomatopeya hasta el arte
narrativo de Borges. El autor de Puro humo (Alfaguara, 2000) también
forma parte de ese mapa, como lo demuestran los tres cuentos que componen
su libro Delito por bailar el chachachá.
E
l cuento es tan antiguo como el hombre. Tal vez incluso
más antiguo, pues bien pudo haber primates que contaran cuentos
todos hechos de gruñidos, que es el origen del lenguaje humano: un
gruñido bueno, dos gruñidos mejor, tres gruñidos ya son una frase.
Así nació la onomatopeya y con ella, luego, la epopeya. Pero antes que ella,
cantada o escrita, hubo cuentos todos hechos de prosa: un cuen- un poeta llamado Ovidio, escribió Las metamorfosis. Allí de la re-
to en verso no es un cuento sino otra cosa: un poema, una oda, ligión no quedaban más que los cuentos que se contaron por
una narración con metro y tal vez con rima: una ocasión canta- primera vez alrededor de una hoguera en una cueva. Eso ha hecho
da no contada, una canción. del cuento el género literario más antiguo y más proteico.
Aun antes de que aquel anónimo artista de Altamira pintara Proteico, como sabemos, viene de Proteo, dios griego que hace
sus minuciosos murales, habría habido un autor anónimo en la su debut en la Odisea, poema hecho de cuentos. Proteo lo sabía
zona que contara cuentos a sus compañeros de cueva sentados todo de todo, pero cambiaba su forma para no ser interrogado.
alrededor de una hoguera. El hombre, lo sabemos, es el único Es decir, lo contrario de un autor actual que nunca cambia de
animal que hace fuego. El cuentista es el solo ser humano que forma pero busca siempre ser interrogado: por la prensa, la radio
hace cuentos. Esos cuentos serían, por ejemplo, narraciones de y la televisión –y a veces por la policía. No creo que haya que
un día de caza perdido tras un ciervo blanco con un cuerno en insistir en que Proteo era una metamorfosis hecha dios. Proteo
la frente. Los cuentos no perduraron en los muros de la cueva, queda muy cerca de prosa, que es lo que los cuentistas cultivan.
pero no se perdieron: fueron de nuevo encontrados, contados, Proteico, prosaico –da igual.
en la memoria colectiva. Los griegos, además de Homero y su Odisea, cultivaban el
Siglos más tarde otro cuentista con el mismo cuento embe- cuento, y una novelita, que es lo que es Dafnis y Cloe, publicada
lleció al ciervo blanco y lo hizo mito al llamarlo unicornio. La en el año segundo de nuestra era, es un posible antecedente. Pe-
experiencia sería ajena pero ya fue suyo el tema del unicornio ro son cuentos los que componen como novela al Satiricón y uno
perdido. Muchos siglos después otro cuentista adornó con me- de sus fragmentos más memorables es el llamado “La viuda de
táforas (es decir, embelleció poéticamente) a ese animal único Éfeso”, que es un cuento perfecto muchas veces citado, copiado
con su único cuerno. Cuando pasaron otros siglos ya el hombre incluso. Entre otros por Jean Cocteau, poeta tan teatral que con-
que cuenta había aprendido a escribir (y por supuesto a leer) y virtió el cuento en una pieza, cobrada para el teatro.
otros animales y otros hombres que se convertían en animales El cuento, pronto proteico, parece que desaparece en la Edad
poblaron con cuentos lo que llamamos mitología pero que eran Media y es que se arropa con los versos del romance, en los ro-
para ellos esa trascendencia que es la religión. En otro siglo, mans courtois, donde aparece como cuentos de aventuras o el Roman
cuando ya otros hombres no creían en esa religión de dioses tan de Renart, en que sirven a un fabulario, no lejos del zoológico de
humanos que se confundían con los meros mortales, uno de ellos, Esopo. En la saga arturiana (que no hay que confundir con la
tista de misterio y terror, cuya colección In a Glass Darkly (en Otro seguidor de Chejov fue en Inglaterra Somerset Maug-
Dublín, ciudad alcohólica, toman el espejo, glass, como vaso y ham, maestro del cuento inglés como del relato extranjero. Fue,
el libro se llama En un vaso oscuro) es uno de los clásicos del cuen- es todavía, un autor de una popularidad que llegó a la escena y
to de terror como horror. Su contrapartida fue más tarde en al cine: varias películas maestras, como La carta, están basadas
Estados Unidos H. P. Lovecraft, un antecedente de la ciencia en sus cuentos. Maugham, en sus cuentos exóticos, está influido
ficción, género que prácticamente inventó H. G. Wells en In- por las narraciones de los Mares del Sur de Conrad, y a su vez
glaterra. La ciencia ficción encontró en el cuento su forma per- Maugham ha influido en otros cuentistas, sobre todo en los
fecta para un arte imperfecto. Todos los maestros del cuento de cuentos urbanos de John Cheever o John Updike, productos
horror anglosajón tienen, hay que decirlo, como antecedente típicos de la revista The New Yorker.
primero, una vez más a Poe. Si James Joyce hubiera muerto después de publicar Dubliners
Hay que hacer un punto y aparte para Rudyard Kipling, tal sería todavía considerado un escritor notable y un gran cuentis-
vez el más grande cuentista inglés de todos los tiempos. Kipling ta. Traducir es reescribir. Traduje Dublineses y pude encontrar
no debe nada a Poe o a Mark Twain y es a Inglaterra lo que Mau- los tricks y tics de Joyce, pero también sus cuentos maestros
passant fue a Francia y Chejov a Rusia: un cuentista natural. originales y sombríos tanto como su escritura cómica. “The
Comenzó publicando en periódicos indios y cuando por fin vi- Dead” (que traduje como “El muerto”) es una obra maestra do-
no a Londres, que era entonces el centro del universo literario, lorosa y uno de los grandes cuentos escritos en inglés, casi una
tenía apenas veinte años. (Kipling es casi un contemporáneo novela por sus personajes inolvidables y su extensión. “The
–murió en 1936.) Detrás dejaba la India, aunque fue precisamente Dead” no es un antecedente de Ulises, sino una pieza acabada en
su lado musulmán lo que más le interesaba del subcontinente. sí misma de una prosa milagrosamente extraordinaria.
Kipling cultivó todas las modalidades del cuento, del monólogo Habría que hablar de uno de los escritores más originales del
a la conversación y hay algunos cuentos que están todos hechos, siglo XX, Franz Kafka, inventor de la fábula con una moraleja
como quería Sterne, de digresiones, pero también de invenciones teológica, es decir metafísica. A su vez su influencia se hace sen-
memorables. Mucho antes que Conrad o Somerset Maugham tir en muchos escritores judíos, como Isaac Bashevis Singer o
descubrieran el mundo exótico del Oriente. Pero para Kipling, genuinamente gentiles como Milan Kundera, que lo reclama
nacido en Bombay, era la vida vivida y vívida. para la literatura checa, a pesar de que Kafka escribía en alemán
En Francia no tuvieron un Chaucer, pero tuvieron un maes- y pertenece a la cultura talmúdica. Afortunadamente para los
tro del cuento ya tarde en el siglo XVIII, temprano en su arte de que no somos ni checos ni judíos ni alemanes Kafka se puede
la ironía, realizado con una inteligencia poco común. Me refiero leer con un genuino deleite literario.
a Voltaire, cuya obra maestra, Cándido, no es una novela sino una Un epígono de Kafka, judío como Kafka, apareció no en
fábula con una moraleja en cada página. Los franceses debieron Checoslovaquia sino en Polonia. Se llamó Bruno Schultz, cuen-
esperar todo el siglo XIX para que, al final, surgiera uno de los tista. Su Tiendas de la canela es de una originalidad delicada: una
grandes cuentistas de todos los tiempos, Guy de Maupassant, visión de la vida judía en un pueblo de Polonia que oscila entre
asombroso autor de una obra maestra del género tras otra. Mau- la magia y un realismo tierno. Schultz, no debemos olvidarlo,
passant tuvo de maestro a Gustave Flaubert y de mentor a Émile fue asesinado por un teniente de los SS, castigo tremendo sólo
Zola. Pero ninguno de los dos, a pesar de que tanto Flaubert por estar parado en una esquina sin hacer nada. Al revés de
como Zola escribieron cuentos memorables, pudo superar al Kafka, nunca soñó siquiera su final. Es que el totalitarismo es
alumno que nació para el cuento. Su influencia fue enorme en siempre enemigo de la literatura.
todas partes y tuvo seguidores (si no verdaderos plagiarios) El cuento americano del siglo XX no debe nada a Maupas-
en Inglaterra, Estados Unidos y Rusia. sant pero sí, luego, a Chejov. Su renacimiento se parece más a
Es en Rusia donde tiene Maupassant un rival extraordinario, Twain que a Poe y comenzó, como con Twain, por una litera-
Anton Chejov, que comenzó haciendo chascarrillos y chistes tura regional que saltaba las fronteras del Medio Oeste para
para la prensa y terminó trasladando sus cuentos maestros, con alcanzar a Nueva York y de ahí al mundo. El pionero se llamó
un arte inesperado, al teatro. Chejov, que podía reclamar para Sherwood Anderson, patrocinador de William Faulkner y mo-
sí a Nicolai Gogol (autor de “La nariz” y “El capote”, entre otros delo de Ernest Hemingway. Su libro Winesburg, Ohio (conocido
cuentos), era un admirador de Tolstoi que escribió cuentos co- en Sudamérica y en Cuba como Las novelas de lo grotesco, aunque
mo partes de guerra y fue contemporáneo de otro cultivador no son novelas sino cuentos y eso de grotesco es gratuito, pero
maestro de la forma breve, Iván Turgueniev. Pero la influencia de alguna manera es un título con gancho) contenía una nueva
mayor en el autor de “La dama del perrito” y “La cigarra” es, es visión del mundo adolescente en un pueblito de Ohio y su
evidente, Maupassant. De Chejov derivan Gorki y todos los lenguaje, cosa importante, era entre ingenuo y sabio. Faulkner,
cuentistas rusos de principios de siglo, que parecían salir de la que gracias a Anderson publicó su primera novela, es famoso
tierra rusa –hasta que llegó Stalin y con su cultivo forzado del como novelista o, mejor, como un poeta gárrulo, pero ha escrito
realismo socialista convirtió la fértil literatura rusa en un de- una media docena de cuentos memorables. Hemingway por su
sierto con tractores. parte es más cuentista que novelista: un artista que renovó la
es una colección de cuentos. Su cuento “El caballito rojo” es una nete loco, y su demasiado cuerdo escudero que va en burro a su
pequeña obra maestra y sus cuentos largos, como De hombres y lado. Todos sabemos que los siglos XVIII y XIX hicieron de Es-
ratones y La perla, son obras maestras de ese género, la novella, paña una tierra baldía literaria y aun el gran cuento español que
que parecen haber inventado los escritores americanos, de recorrerá el mundo y la escena y el cine fue escrito por un fran-
Henry James con Otra vuelta de tuerca, hasta Hemingway con El cés. Se trata de “Carmen”, cuyo autor, Prosper Merimée, lo situó
viejo y el mar. en Andalucía pero lo escribió en París.
Pero he venido a hablar del cuento. Cualquier intrusión de Como ocurrió en Estados Unidos con el cuento escrito en
otros géneros debe considerarse una digresión. La digresión no inglés, el cuento escrito en español se escribirá en la América
debe considerarse nunca una agresión. Como dice Laurence hispana. Un crítico peruano llamó a América (se refería más bien
Sterne, es el sol que brilla sobre la conversación. También, di- a Hispanoamérica) “novela sin novelistas”. Se equivocó, claro
rían ustedes, sobre mi monólogo. está, pero no habría errado si hubiera llamado a las Américas
Otro escritor contemporáneo de estos autores artistas fue un continente que contiene cuentos. Por lo menos, si el título no es
periodista que era un cuentista nato: el risueño y frágil Ring Lard- exacto, se hubiera podido beneficiar con mi aliteración.
ner, que influyó a todos los maestros del humor americano que Thomas Colchie, traductor americano, pudo organizar una
vinieron después. Lardner, embarcado en una misión imposi- antología que tituló La hamaca bajo los mangos, que parece la
ble –crear el cuento de humor absurdo–, se autodestruyó por el descripción de un sostén, digamos, de Sarita Montiel.
alcohol. Otro escritor ahora olvidado, Erskine Caldwell, antes Pero es una excelente colección de cuentos cortos sudameri-
considerado el mejor cuentista del Sur salvaje, sabía mezclar el canos. No podría sin embargo haber compilado una antología
drama rural con una sexualidad que era entonces franca y atre- similar llamada, digamos, Los dones de Rocío Jurado, con cuentos
vida pero divertida. Ahora, frente al cine, sus cuentos parecen españoles. ¿Por qué? Porque simplemente habrá tetas que conte-
suceder en un convento de monjas que fuman. ner pero no cuentos contados. En toda regla hay una excepción
Lardner, sin embargo, tuvo colegas de mérito, como James luchando por salir y hay que decir que una reciente colección
Thurber, Robert Benchley y Dorothy Parker, que se lo jugaban de cuentos de Javier Marías, Cuando fui mortal, que contiene cuen-
todo al humor. Mientras, otros de sus colegas en la revista The tos no inmorales pero sí inmortales, podría continuar la tradición
New Yorker se fiaban pero no confiaban en el elusivo amor creada por Don Juan Manuel, que fue nieto y sobrino de reyes,
–que muchas veces se escribía odio, otras tedio. Tal vez el mayor adelantado del reino de Murcia cuando Murcia era un reino.
maestro entre ellos fue John O’Hara, que hizo de los diálogos Pero no es el escritor de la nobleza lo que nos interesa, sino la
aprendidos de Hemingway una suerte de sabia zarabanda en que nobleza del escritor –y sobre todo su popularidad: Marías
todo se fiaba a la conversación, para revelar pero muchas veces ha vendido cerca de cincuenta mil ejemplares de su libro de
ocultar a los conversantes, conversos de una religión atea. Desde cuentos en pocos meses.
entonces no ha habido un cuentista americano tan influyente y Pero yo no he venido aquí a ensalzar a Marías sino al cuen-
tan leído –si exceptuamos a Raymond Carver. Ambos, O’Hara to americano o hispanoamericano, aunque tres de los más gran-
y Carver, son a su manera epígonos de Hemingway. Hay otro des cuentistas cubanos (Hernández Catá, Carlos Montenegro y
gran cuentista contemporáneo que no viene de la tradición ame- Lino Novás Calvo) nacieron en España: en Castilla y en Galicia
ricana, que no es americano pero crea su propia tradición en respectivamente. Lino Novás, otra sorpresa, fue el verdadero
América, aunque su arte singular no tiene seguidores. Aparte de creador de esa cosa curiosa que se llama realismo mágico.
sus grandes novelas escribió cuentos perfectos que, cosa curiosa, Aparece en un cuento suyo, “Aquella noche salieron los muer-
casi todos se publicaron por primera vez en la revista The New tos”, mucho antes de que Alejo Carpentier formulara su teoría
Yorker. Se llama, por supuesto, Vladimir Nabokov. Se acaban de estética (pedida prestada a un surrealista francés) de “lo real
publicar sus cuentos completos, donde hay por lo menos media maravilloso”.
docena de obras maestras del género –la docena de Nabokov. Horacio Quiroga es el primer cuentista qua cuentista (me gus-
Si Los cuentos de Canterburyno tuvieron continuadores (excepto, ta esa palabra latina, qua, porque recuerda al agua, aqua, y repe-
por supuesto, en el uso del inglés: Chaucer juega en la literatu- tida, qua, qua, parece un señuelo para patos, qua, qua, qua), es un
ra inglesa el mismo papel crucial que Dante en la literatura loco perseguido por el infortunio. Perdió a su padre en un
italiana) es tal vez porque los ingleses del siglo XVI y XVII no sa- accidente de caza (cazaba patos en la frontera de Uruguay y
bían leer pero sabían oír y apreciar la música de las palabras. Argentina: ambos países reclaman su paternidad) y su padras-
Que venía de poetas dramáticos como Marlowe y Shakespeare tro se suicidó poco más tarde. Perder un padre puede ser una
y Ben Jonson, que eran, a su vez, sobre todo Jonson y Shakes- desgracia, pero perder un padrastro me parece un descuido. Am-
peare, grandes cuentistas. Otro tanto ocurrió en España, donde bos, por favor anoten, murieron muertes violentas. Pocos años
se prefirió la novela picaresca y la comedia al cuento. Cervantes, después Quiroga mató a su mejor amigo en lo que se calificó por
qué duda cabe, es un gran cuentista, tanto en sus “novelas ejem- los jueces como un accidente. Quiroga se casó y no mucho des-
plares” como en sus entremeses y en muchos de los cuentos que pués de la luna de miel (obligó a la joven esposa a pasarla en la
detienen con pasos ciertos los pasos inciertos del caballero, ji- selva más espesa de Brasil), casi no tengo que decirlo, se suicidó
que es sui géneris, como lo son los cuentos de Ubaldo Ribeiro, rio ocurre con el difunto Julio Cortázar: sus novelas son para mí
sobre todo su “Fue un día distinto cuando mataron el cerdo” aburridos ejercicios de una vanguardia a la que el tiempo ha en-
y el elusivo y alusivo Rubem Fonseca, que con su “Corazones viado a la retaguardia. Pero sus cuentos, sobre todo los cuentos
solitarios” creó un escándalo internacional al prohibirlo las de familia, son extraordinarios y uno o dos –por ejemplo “El
autoridades de su país. El escándalo llegó hasta el presidente perseguidor”, por ejemplo “La autopista del sur”– son admi-
Carter, más conocido como el Manisero, no por la sabrosa rumba rables. Lo mismo ocurre con Alejo Carpentier, cuyas últimas
habanera sino por haberse enriquecido cultivando lo que en otras novelas son lamentables si se comparan con las novelas que es-
partes se llaman cacahuetes. Hay otra rumba llamada “Tanta li- cribió en Venezuela: El reino de este mundo, Los pasos perdidos, El
pidia por un medio de maní” cuyo título me lleva a explicarles acoso. Pero su cuento “Viaje a la semilla” es una obra maestra del
mi interés y hasta mi afecto por los cariocas del cuento. No hay género. También lo es su cuento largo “Concierto barroco” –si
otro país en América que se parezca tanto a la minúscula Cuba se puede olvidar su final, que yo no quiero olvidar. También Ga-
como el gigantesco Brasil: ambos tienen su musicalidad en la briel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa han
música y en la lengua, ambos son una mezcla de blancos íberos escrito y publicado cuentos. Pero, apreciados o despreciados, hay
y negros africanos, ambos han creado una nueva religión, que que considerarlos novelistas antes que nada o después de todo.
se llama en Brasil macumba y en Cuba santería. Todos creemos Aquí llegamos a la gran literatura no sólo regional o conti-
que el ritmo no sólo está en la música sino en el habla, en los nental sino mundial, universal incluso. Ahora viene y la trae con
movimientos del cuerpo y en eso que en La Habana se llama el ella Jorge Luis Borges. No ha habido en el idioma un escritor
caminao. Este ensayo mío, por ejemplo, está escrito como hablan más grande desde que Calderón de la Barca murió en Madrid
en La Habana los hablaneros. en 1681. Cualquiera que haya leído un solo cuento de Borges (y
No pienso muy bien, lo siento, de los cuentos de Rulfo, que afortunadamente Borges sólo escribió cuentos y ensayos como
me parecen parcos pero primitivos. Sin embargo creo que Pedro cuentos) se dará cuenta de que está frente a un escritor excepcio-
Páramo es una gran novela en pocas palabras y la mejor novela nal. Fue Borges quien dijo de Quevedo que no era un escritor
mexicana que se ha escrito –en este y en otros siglos. Lo contra- sino una literatura. Con mayor justicia se puede afirmar que
Borges es una literatura. Él solo, en su lejano Buenos Aires
que después de él nos queda siempre cerca, ahí al lado, al do-
blar de una página, sólo Borges ha hecho del cuento toda una
literatura y aun más, una teoría literaria. No tengo que citarles
un solo título porque ustedes los conocen todos. Pero son cuen-
tos no para leerlos sino para releerlos, recordarlos, memorizarlos
y estar siempre acompañados del asombro. No sólo de su
cultura y de su humor sino también de su arte narrativo. El opor-
tunismo político le privó de ganar el Premio Nobel que tanto
anheló. Peor para el premio: no se merece a Borges. Pero sus lec-
tores todos, todos los días, le ofrecemos el placentero desagravio
de la lectura que es, argentino noble que era, nuestro premio.
No se me escapa ni, por supuesto, se les escapará a ustedes,
que me he quedado corto de nombres y largo de adjetivos. Pero
nunca fue mi propósito componer una guía de autores, sino dar
una visión más geográfica que histórica del cuento.
Después de pasearme –como quería Anatole France que fuera
la visión, no la misión del crítico– por entre obras maestras,
puedo llegar a una conclusión –si es que llego. Tal vez el cuen-
to requiera más arte que verdad. Es decir, una cantidad mayor
de ficción.
Anatole France por cierto nos dio una lección sobre qué es
la memoria histórica en su cuento magistral “El procurador de
Judea”. Regresa a Roma Poncio Pilatos y en una fiesta romana,
que ustedes pueden llamar orgía, su anfitrión le pregunta a
Pilatos, que ha sido procurador en Judea, por “un judío díscolo”
llamado Jesús. Pilatos, una taza de vino en la mano, la toga im-
pecable, el peinado a lo César, piensa un momento y después
dice: “¿Jesús? No he conocido a nadie de ese nombre”.
Por favor, no me pregunten por los autores que he olvidado. ~