Conceptos de Asociacion, Comite Fundacion
Conceptos de Asociacion, Comite Fundacion
Conceptos de Asociacion, Comite Fundacion
Civil
I. LA ASOCIACION
1. El concepto de asociación en el Código Civil.
Características de la asociación.
La asociación se encuentra definida por el art. 80 del Código civil como una
organización estable de personas naturales o jurídicas, o de ambas, que a
través de una actividad común persiguen un fin no lucrativo.
Comencemos por decir que todas las personas jurídicas del derecho civil
carecen de fines lucrativos.
Dada la gravitación que tiene este órgano en las funciones contraloras que
ejerce, el legislador no considera conveniente la creación de un organismo
estatal administrativo que se ocupe de su supervigilancia (16), como
ocurre, en cambio, con las fundaciones. Ello, sin embargo, no elimina la
posible ingerencia del Estado cuando los fines o las actividades de la
asociación son contrarios al orden público o a las buenas costumbres, en
cuyo caso el Ministerio Público puede solicitar su disolución (art. 96).
Para ser asociado, el interesado debe ser admitido por el órgano al cual el
estatuto haya atribuido la responsabilidad de evaluar, calificar y afiliar a
terceros que se integran en un momento posterior a la constitución de la
asociación.
El asociado, asimismo, tiene derecho a elegir y ser elegido para los cargos
que corresponden a los diversos órganos de la asociación, excepto la
asamblea.
II. LA FUNDACION(20)
5. Concepto y características
Frente a la laxa y escueta definición del art. 64 del Código Civil de 1936 que
la concebía como un patrimonio afectado a un fin especial se erige una
nueva definición que contempla una serie de modificaciones y que, a la
postre, rescata la verdadera naturaleza y propósitos de las fundaciones.
El art. 99 del Código precisa, sin lugar a dudas, que el fin debe ser de
interés social, proscribiendo, en consecuencia, la consecución de objetivos
individuales o familiares, para los cuales el ordenamiento arbitra otros
medios (p. ej. fideicomiso). Ese, por lo demás, fue el sentido de creación de
una figura como la fundación en la historia(32).
Con relación a los fines de la fundación, ella se caracteriza por ser una
organización que realiza objetivos que favorecen a terceros que no son ni el
fundador ni los administradores. No son concebibles, al menos en nuestro
ordenamiento, fundaciones que persigan objetivos que beneficien a quien la
ha creado o a quienes la administran. Usualmente se ha señalado que se
debe conseguir resultados en favor de categorías indeterminadas de
personas, no con otro sentido que el de precisar que los beneficiarios no
pueden ser sujetos individuales o señalados. La fundación, por ser producto
de un acto de liberalidad, de desprendimiento, de preocupación del entorno,
de los problemas que afectan a grupos o categorías concretas de la
población, cumple un evidente fin social que no puede disolverse en
motivaciones particulares. Como bien se ha dicho, una razón que puede
encontrarse en su creación es realizar una buena acción en beneficio de los
demás, queriendo compartir el bienestar propio con las necesidades de
otros, intentando. nivelar así las desigualdades sociales. Quienes crean
fundaciones pueden estar movidos por razones como el amor, la solidaridad
o el deseo de ayudar a los demás(36). Así lo demuestran las actividades en
las cuales se desempeñan estas instituciones(37).
En cuanto a la forma que debe seguirse, para que ella sea persona jurídica
debe la constitución ser otorgada por escritura pública o por testamento e
inscribirse en el registro. No interesa qué clase de testamento sea.
7. Organos de la fundación
Por otro lado, nada impide que la fundación cuente con otros órganos, como
puede ser una gerencia.
III. EL COMITE
El Código de 1984 concibe de una manera más amplia al comité, sobre todo
porque le acuerda la posibilidad de adquirir personalidad jurídica. Es más,
prevé un régimen especial para los comités no inscritos.
El comité tiene características muy bien definidas. Es, en primer lugar, una
organización de temperamento asociativo, al igual que la asociación. En esa
medida, su constitución exige la presencia de cuando menos dos personas,
entre las que se crea, al igual que entre ellas y el comité, un vínculo de
“necesidad”. Es, en este aspecto, tan similar a la asociación que en los
países que no tienen un tratamiento especial se denomina a los comités
como asociaciones de hecho o asociaciones temporales.
Los objetivos del comité son caracterizado como fines altruistas. ¿Cómo se
diferencian los fines de un comité con los de una fundación, que son de
interés social?. Intentemos una respuesta.
La asamblea del comité no goza de las mismas libertades de las que puede
gozar la asamblea de una asociación. La limitación más importante que
colorea y condiciona sus decisiones es que sus integrantes no tienen, en
conjunto, la capacidad para transformar al comité con el objeto que persiga
otros fines diversos a los propuestos (una vez realizada la colecta o la obra
prevista), dado que los erogantes o contribuyentes han destinado parte de
su patrimonio al comité, salvo que sea imposible que se pueda alcanzar el
objetivo. Y es que, como bien ha sido señalado, el comité, a través de sus
administradores, se convierte en una suerte de gestor de los fondos
recibidos del público para su aplicación al fin anunciado(63). De modo que
aunque esta obligación recaiga fundamentalmente en los administradores,
ello impide a la asamblea tomar decisiones que alteren el sentido de su
creación.
El nuevo texto del art. 121 eliminó la rendición judicial de las cuentas e
introdujo implícitamente la facultad de la asamblea del comité para aprobar
sus resultados. El único paliativo a esta inaceptable solución fue conceder
(también implícitamente, en una serie de errores evidentes de técnica
legislativa) al Ministerio Público la posibilidad de aprobar, con su silencio,
las cuentas del comité y, en caso contrario, solicitar la desaprobación
judicial de aquéllas, tal como fluye del también reformado (por obra del
Código Procesal civil) art. 122 del Código civil.
Entre los hombres de derecho sabemos, por duro que parezca, que la
intervención del Ministerio Público en estos menesteres es mínima, por no
decir nula. De modo que esperar la posible acción del Ministerio Público para
solicitar la desaprobación judicial de las cuentas del comité se ha convertido
en una vana seguridad. El silencio de este ente después de treinta días de
que el comité le hubiere presentado las cuentas se convertirá en una
aprobación inatacable.
A ello se debe añadir que, como luego veremos, en los hechos la mayoría
de los comités que se conocen públicamente son comités no inscritos,
respecto de los cuales no se sabe de acción alguna del Ministerio Público.
Una muestra del claro acercamiento del Código de 1984 hacia la experiencia
jurídica se da con la novedosa regulación de las asociaciones, fundaciones y
comités no inscritos. La observación de la realidad no podía tener otro
resultado que el de dispensar a estas organizaciones un tratamiento
especial.
Es cierto que en ellas la carencia del dato registral impide alcanzar el ropaje
dado por la personalidad jurídica. No son, por ello, personas jurídicas. Sin
embargo actúan como tales. A diferencia del Código de 1936, cuyos autores
evadieron conscientemente el tema, la norma vigente contiene un somero
tratamiento de sumo interés para el estudioso.
La norma en cuestión no debe dar a pensar que sólo bastan los acuerdos de
los asociados para establecer el régimen de administración y su estructura
interna. La referencia a los “acuerdos” es una forma de dar fuerza al deseo
y compromiso que deriva de haber dado nacimiento a la asociación. Los
“acuerdos”, además, no son cualquier convenio o pacto. Ellos deben ser
entendidos como los pactos o decisiones adoptados por los asociados
reunidos en asamblea, ya que el hecho de carecer de la condición de
persona jurídica no los exime de observar las normas sobre la organización
(y órganos) que debe tener una asociación.
A tal grado llega el recurso al comité que no llega a ser persona jurídica,
que bien puede decirse que es una práctica que existe desde siempre, y a la
cual el legislador de 1984, afortunada e imaginativamente, quiso adherir a
través de un trato particular.
El art. 130 del Código civil tiene alcances similares a los establecidos por el
art. 124 para la asociación y por ello remitimos a lo dicho al respecto.
Finalmente, debemos señalar una razón adicional por la que rechazamos los
cambios que el Código Procesal civil introdujo en el comité persona jurídica
al modificar los arts. 121 y 122 del Código civil.
NOTAS:
(3) Para Beatriz Boza Dibós, “La persona jurídica sin fines de lucro: su
regulación a la luz del nuevo rol que desempeña”, en Themis, Nº 12, PUC,
Lima, p. 78, no basta la prohibición de distribuir las utilidades entre los
miembros, directores o funcionarios. El reto del legislador en esta materia
radica, en su opinión, en diseñar los mecanismos necesarios para reforzar y
hacer cumplir el propósito que inspira esta prohibición, franqueando el
acceso al Poder Judicial en caso de malos manejos, aplicar sanciones a los
administradores, exigir la publicación de los estados financieros, etc.
Pensamos que no le falta razón en la medida que los conceptos no agotan la
realidad de las cosas. No obstante, la legislación en esta materia no es muy
proficua.
(4) Ver Ennecerus, Ludwig, “Derecho civil”, Bosch, Barcelona, 1953, Tomo
I, Parte General, I, p. 450.
(7) Rescigno, Pietro, “Manuale del Diritto civile italianc”. Jovene Editore,
Napoli, 1981. p. 165.
(10) Vega Mere, Yuri, “La fundación: Un tema de derecho vivo” en “Gaceta
Jurídica”. Legislación, Doctrina y Jurisprudencia, Tomo 33, Abril de 1996. p.
44A.
(16) Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en el] Perú”, en
“Las fundaciones en Iberoamérica”, cit., p. 417.
(21) Puede verse Vega Mere, Yuri, “La fundación: un tema de derecho
vivo”, cit., pp. 36A ss.
(24) Por ejemplo, por León Barandiarán, José, “Tratado de Derecho civil”
WG Editor, Lima, 1991, pp. 262.
(25) Ver Alpa, Guido, “II regime delle fondazioni in Italia e in Francia” en
“Le fondazioni. Tradizione e modernitá”, Cedam, Padova, 1988, pp. 7 y 8.
(27) Cocca, Aldo Armando, “Las fundaciones”, Plus Ultra, Buenos Aires,
1981, pp. 102 y 103.
(29) Dice Ennecerus, “Derecho civil”, cit., Tomo I, Parte General I, pp. 505
y 506: “Mientras la asociación debe considerarse como una reunión de
personas dotada de capacidad jurídica, en la fundación falta esa pluralidad
de personas que pueda pensarse como soporte de la personalidad jurídica.
Pues incluso cuando la fundación, cosa que por lo demás no ocurre con
frecuencia, es administrada por una pluralidad de personas, esta pluralidad
no es la persona jurídica, sino únicamente un administrador de asuntos
ajenos (de la fundación). Tampoco es portador de la personalidad jurídica el
patrimonio de la fundación, que es objeto y no sujeto de derecho, sino sólo
la organización misma en virtud de la cual se realiza un determinado fin
permanente con la mediación de fuerzas humanas. La fundación es una
organización, dotada de personalidad jurídica que no consiste en una
alianza de personas para la realización de determinados fines”. Es
imprescindible acotar que para Ennecerus los bienes no reciben
personalidad jurídica. Quienes reciben dicha investidura son los fines (?).
(32) A pesar que en sus inicios la fundación pudo haber sido concebida
como una forma de prolongar la existencia y la memoria de una persona (o
bien como forma de purgar sus pecados) según comenta Pietro Rescigno,
“La fine della vita umana” en Rivista di Diritto civile, NovDic. 1982, Padova,
p. 636 ss lo cierto es que fue cobrando sentido para obras de interés
público. Vid. Imbert, Jean, “Apercu historique sur les fondations en droit
francais” en “Le fondazioni. Tradizione e modernitá”, cit., pp. 19 ss.
(37) Sobre lo cual, Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en
el] Perú” en “Las fundaciones en Iberoamérica”, cit., pp. 409 y 410.
(38) Vid. Ennecerus, “Derecho civil” cit., Tomo I, Parte General, I, pp. 507 y
508.
(43) Véase las interesantes líneas de Piñar, José Luis; Real Pérez, Alicia y
García García, Juan Andrés, “[La fundación en] España” en “Las fundaciones
en Iberoamérica”, cit., pp. 245 a 247.
(56) Vid. Vega Mere, Yuri y Hormazábal, Inés, “[La fundación en el] Perú”
en “Las fundaciones en Iberoamérica”, cit., pp. 427 a 431.
(60) Existen otros supuestos para los cuales se constituye un comité, que
son quizá menos solidarios, como por ejemplo construir un busto o una
estatua de un personaje público fallecido. En todo caso se trata de una
muestra de reconocimiento que es un acto desinteresado. Los comités que
se forman para fines como exposiciones culturales, viajes científicos o
similares, trasuntan un evidente fin filantrópico en la medida que tratan de
paliar la carencia de recursos para llevar a cabo esos objetivos mediante la
convocatoria a la ciudadanía.
(67) Ver Rescigno, P., “Manuale del Diritto civile italiano” cit., p. 195.