Andres de Olmos UAM-A
Andres de Olmos UAM-A
Andres de Olmos UAM-A
EI horizonte de enuncracton
INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGiA E HISTORIA
DIRECTOR CENERAL
novohispano en fray Andrés de Olmos
Emb. Alfonso de Maria y Campos Castelló
sncner,qnro rÉcrrco
Arqlgo. Rafhel Pérez Miranda
SECRI]TARIO ADMINISTRATIVO
Cor-EccróN
ensayos
19 ,iillffi,ffirun Conssi! Nadona¡
TtzS/
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1t7z
ISBN-l 3: 978-970-3 I -0802-2 A Jttan, mi esposo,
ISBN-l 0: 970-3 I -0802-4 a Marcos Efraín y a Juan Martín, mis hijos
/u- //?3?37
I)iscño: no pase. Eugenia Hcrrera;lsrael Ayala
F ILOSOF IA
Y LETRAS
Corrección de estilo: Silvia Lona
Primera edición,2008
Irn¡rlt'so cn Me(xico
l't ittlctI itt Ila.rict¡
300 79!t
Índice
ll
l3
25
5l
69
r05
('apítLrlo lV Agradecimientos
I)ccado. clernouio e idolatría: nociones en conflicto ............ 151
Lista de ilustraciones
' ( rr ('n Nicholas Osfler, Empires of the Word. A Language History, New York,
ll.rr¡r.r ('ollins Publishers, 2005, p. 331.
l3
t2
PRESENTACIÓN
Í;n.vrA l)APPE
en función de la enseñanza de la doctrina cristiana y la con- lrur nr¿ryor'ía de la población indígena de hablar castellano,
secuente salvación de almas, el uso de algunas de las lenguas ¡ln clcrrrcntos a considerar cuando se estudia la permanencia
indígenas más divulgadas tendría efectos secundarios' A lo rlo rt¡ut'ltas «le las lenguas y culturas indígenas y su potencial
largo de los siguientes siglos, y más allá de los ámbitos ¡ttu'rr hrs ntás diversos movimientos de resistencia.
religiosos, una parte considerable de la minería y del comercio,
entre otros, no hubieran podido realizarse sin una lengua en lllll rnirntcner el idioma de los indios es (...) mantener en el pecho
común -sólo que durante mucho tiempo, esa lengua no era el unl¡ l¡scua de fuego, un fomento de discordia y una piedra de
español sino el náhuatl.s r¡t'rll¡rl¿rlo, para que se miren con aversión entre sí los vasallos
rlc ttt¡ tris¡no soberano.6
En el último tercio del siglo xvIII, todo y nada parece ha-
ber cambiado: desde las condiciones de los grupos lingüísti-
l,n división social impacta, incluso, en la manera de
cos y sus formas de relacionarse, hasta la manera de ver el ¡rrol'rrrrda
r,rlllru tlistintas comunidades lingüísticas perciben el espacio
mundo y de proyectar el futuro del imperio. Dos siglos y medio
rrn'irr ¡xrlftico y económico que comparten, y a sea a través de
de procesos de transformación cultural, de mezclas raciales,
acercamientos y conflictos, cambios lingüísticos, enseñanzas
h uut'i(xt tlirecta, la participación parcial, o la simple presencia
pltrlvn. Si para los españoles, el imperio era "una institución
e imposiciones, han producido un virreinato con una población
que, lejos de caracterizarse por ser bilingüe, está profundamen-
tlllctln" ltacia cuyos virreinatos pueden emigrar y a cuyo inte-
te dividida. Ejemplos, características y particularidades de un tlot ¡rorlfan desplazarse, para los indígenas prácticamente no
hrlrlrr r¡rovilidad: ni física (geográfica), ni económica, ni social.
mestizaje que nadie niega, se observan en diversas facetas
sociales, religiosas y culturales; en las manifestaciones y re-
l,t rcrl ¡ul¡trinistrativa de visible a través de la presencia mino-
presentaciones del lenguaje, sin embargo' parece tener menos
tllnlil tlcl cspañol existía, de facto, para los hispanohablantes
presencia -a menos que se considere, como se ha hecho, la rlp urigcr¡ peninsular y criollo; el náhuatl como lengua íranca
t,ul¡lirr¡¡ri siendo usado entre los indígenas, además de servir
iscritura de las lenguás indígenas como occidentalización de
¡,uln¡r nrctlio de comunicación entre españoles e indígenas de
las mismas.
tlt lclrr¡in¿¡clos espacios sociales. Finalmente, las cerca de qui-
Estos hechos, tan importantes en términos culturales, pare-
cen adquirir un nivel de relevancia distinta en los ámbitos po- ltlTt¡lus lcnguas indígenas en uso terminan por arraigar a los
lítico-administrativos. Las artes y los vocabularios, así como ltrpr)s lingüísticos en espacios muy reducidos.
las traducciones, resultaron indispensables para las tareas
lil lrrrhllrse un mismo idioma en una nación propia de su soberano
evangelizadoras de los frailes; y junto con la negación de una y unit:o monarca engendra cierto amor e inclinación de unas
16 t7
PRESENTACIÓN
SlLVTA l)APPIj
personas a otras, una familiaridad que no cabe entre los que no se ,l, l,,r ('rr (luc se hablan por primera vez de frente Moctezuma
rf f f
l8
PRESENTACIÓN
SILVIA PAPPE
3
en textos que traduce al náhuatl, en el afán de proporcionar
materiales de apoyo en las labores de evangelizació¡.
I" ,.unl)()s lirrgüísticos por donde la autora del presente libro
Los planteamientos de Iraís Hernández se dirigen menos a
un análisis desde los conocimientos lingüísticos actuales y la rt,u, lrr" l)ls{)S de Andrés de Olmos, una y otra vez incluyen
¡,,¡¡¡1,¡r l los ¡lrscls de las personas que hablan las distintas len-
capacida«I gramatical y de traductor de Olmos, que a sus habi-
Iidades ante las dificultades que presenta el contacto con una r,u,r' 1,,', lririlcs que utilizarán las obras de Olmos para dirigir-
realidad conceptualizada de manera distinta a las conocidas, y
, .r 1,,. rrrtlí¡tcnas; y los mismos frailes que, a lavez, buscan en
r I lr rrl,rr,rlt':rt¡Ltellos valores que se deben de trasmitir, y aquellos
cuyos valores resultan difíciles cuando no imposibles de
comprender. Mediante una estrategia inteligente, Iraís Hernán-
,,rr" 'l'( l)()t'sus características negativas deben ser erradica-
dez observa hasta qué grado se transforma culturalmente el
,1,, ',rrr , nrbitrgo, hay que considerar tarnbién el siguiente
mundo indígena ante la latinización de sus lenguas y la evan- r l" i r. ,ru(' t'csulta sorprendente: incluso para un fraile como
gelización de sus creencias y costumbres; además, advierte los
ll¡¡¡,r'. r rr\. f)topósito es la evangelización de los indios y la
,rl,,r, r.rr tlt' sus almas, con frecuencia no se trata ya de una
términos de una serie de elementos que afectan la cultura hispa-
, r' rr,,r (l(' l)L)rsonas (de almas incluso): su ocupación cotidia-
na y cristiana. Ciertamente, no son nuevos los estudios e inter-
pretaciones a este respecto en los campos de la arquitectura y , r , , ', l:r lt rrgtta ntexicana, su preocupación lingüística lo con-
las artes visuales; sin embargo, en la conceptualización de las
¡1,, , ,.r ¡rt(.t(.sCS relaCiOnadaS estreChamente COn ValOreS, COn
r¡ rrrlr, ,rrl.s. cott -diríamos hoy- horizontes de enunciación'
lenguas, y por ende en lo que se refiere a las consecuencias
para el horizonte social y político de la época y las percepciones
I rr rrrrrnr'r(r itttportante de estudios actuales acerca de "los
que de éste se tendría en un futuro, las reflexiones de Iraís
,¡¡,, l,,r¡lt rlc indagaciones en torno a las dif'erencias con
Hernández son notables.
, ¡rr r,, rlt'lo propio; no hay que perder de vista, sin embar-
Parafraseando a Oestler, podemos afirmar que la autora parte r,', ¡¡r, ,'n los horizontes de enunciación de los que es partíci-
¡rr |l¡¡¡1,. t'l otro" ni siquiera tiene alguna posibilidad
de ser
de aquel momento decisivo en que se colocan los elementos
,lrl, r, rrtr' ,r llno: vive "en el error", se le ve como "incompleto",
sociales, culturales e identitarios que propician la irrupción de
una comunidad lingüística en otra. En el centro de su atención
lr,,r, ,r lr,1¡¡¡g tlno es y lo que uno sabe. "EI otro" tiene que ser
' r' ,.rl(,. ,ortvortido, "salvado"' Eso tiene que ver
y ala vez
están las obras de fray Andrés de Olmos y, muy cerca, un proce-
so histórico que, pese a todos los esfuezos de los frailes, nun- ,,, rr,,' (lu('\,er cttn la lengua: por un lado, la propia inter-
ca llega del todo a la compleja situación donde se podría afir- t,r,rr, r,,rr, l;r totttprcnsión (siempre limitada) del lnundo se basa
rrrar decididamente que toda una generación habla una lengua
,, ,rr ,,,rr.t nttir.'ltt(t superior, divino, qüe no puede ser equi-
,,, ,,1,, l',t;i tlcstilatlo, para su transmisión, en textos, en la
rlistinta a la de sus padres. e
,1,., r,,r r ,'n llr crlscñalnza, ell la evangelización, y se puede
22
SIt-vtA PAPPT.
2-5
rNrnoouccró¡r
lR^fs HERNANDEz SuÁREz
27
26
INTRODT-JC(-ION
lRAf s I ltittNÁNl)liz StrÁREz
rni análisis"
En el estudio introductorio de esle Tratado"'' Baudot seña-
la que
A¡ruJ lrxr*J t, I *<*ltí L7 *ntx,
,&. tt. L"
30
INTRODUCCIÓN
rlr,l tr¡rhuio que Olmos realizó con los textos; es deci¡ no sólo
empleó' además de. des-
las estrategias discursivas que Olmos v¡r¡l¡ri rlt'una lengua a la otra el texto sino que adaptó el conte-
completo a la versión de
cubrir que Olmos añadió un capítulo rtlrlo r onfirrme a su conocimiento del mundo indígena, de tal
que se analizarán a detalle'
Castañega, entre otras adiciones ¡t¡l(.tit (lue en ocasiones el texto trasladado difiere bastante
rlr,l or i¡¡inal.
El texto de este au-
Del tralado de hechicerías de castciega' Al t'oncebir los textos de Olmos bajo la noción del trasla-
en Logroño' editado
tor se publicó po, p,i*"'u vez en 1529' r[r rh'utt¡r lengua, destaco su labor como producto del esfuer-
muy sutil y bien fun'
po. fr{lgu"f de iguía con el título Tratado Il rh' iul¡ptación,. tanto de la lengua como de su conocimiento
dado de las supersíiciones y hechicerías
y vanos conjyr-os. y
rl¡l rrttuttlo.
tocontes y de la posibilidad
abusiones: y otras cosas al caso
1946 como Tra-
y"l"*"a¡, áeilas. Posteriormente se reditó en
ndo de las supersticiones y hechicerías;
A' González AT"-
Es- l.as categoías: orden, concierto y aünonía
liu pr"puró la edición 1vtáOrid' Sociedad de Bibliófilos
;;i"ri, que contó con 400 ejemplares' Finalmente ' en 1994' lrnrrr llt.vlr mi análisis, identifiqué las nociones de orden,
a cabo
ellnstitutodeEstudiosRiojanosenl,ogroñopublicólaterce- t'ttnt'lt't'lo y armonía que, desde mi perspectiva, guiaron- el
supersticion.es y hechi-
ra edición con el tiitlo Traiado de las l¡rlrrr¡p tlc Olmos. Estas nociones se manifiestan en los textos
cerías y de la poriiitiaoa y remedio
dellas (1529)' cuya edi-
de Juan Robert Muro
rl¡ nrrrrrcra tanto explícita como implícita, y constituyen el re-
ción e introducción crítica estuvo a cargo r,rrru cn cl cual se basa.
ÁUud, a quien le debemos esta información'e Itttlt'n y concierto es una frase que Olmos usó en forma
Irtllrr¡rrl¡r en el Arte de la lengua mexicana; con ella refleja el
hlr,rrl rlt. lcngua que él mantuvo y que respondía al pensamien-
El traslado de textos a la lengua mexrcana Irr rlr. l¡r úpoca. Su finalidad era alcanzar el orden y el concierto
"lengua mexicana" Irr lrr lt.rrgua mexicana, así que en el análisis muestro la carac-
Además de emplear la denominación Irrtlr¡rt'iírn gramatical del orden en el Arte de la lengua mexi-
en lugar del moderno
también recupero el término trasladar' la r,,,,r,, l)ilr¿l plantear posteriormente una analogía con el orden
f raducir, no sólo
por mantener los parámetros léxicos de llpl rrrrurtlo en la concepción cristiana'
trasmite mejor el sentido
época,lo sino porque considero que
y hechicerías y de la
,)riray Martín de castañega, Tratado le ra1
s.urers-tjciones rlil¡ ||illt/;r ('ovarrubias en relación con el término traducir es muy elocuente: "."si
a"tiÁ iúii¡'Iuan Robert Mrrro Abad (ed' e intr' crítica)'
¡xt.siltilidacl v remedio pp' XXXVII y XXXVIII'
ilil{ h{rtconprimoryprudencia[...]ytrasladandoenalgunaspartes,noconforme
nlojuno s' 1994'
{ l( lr,t|lr ¡rt:ro según el sentido, sería lo que dixo un hombre sabio y crítico, que
l.ogroño, España, Institutofe'Bsiuáio'
(Tesoro dL lo l"'gua iistetlano (1611)'Madridl
coru..uui^ o¡lr ll,,, rr vcrlcr, tomándolo en significación de derramar y echar a perder'"
ro l;. seh.r(rián ¿"
la frase
p.9;;i,;";;;;"rtran ambos términos: sin embargo,
r\4tixit.o,.t.urncr, t984,
JJ
32
INTRoDUCCIÓN
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
34
INTRoDUCcIÓN
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
JI
36
INTRODUCCIÓN
IRAíS HERNANDEZ SUÁREZ
ls Juan de Yaldés, Diálogo de la lengua, Juan Lope Blanch (ed'), Madrid, Casta-
lia. 1969. ' lrr,r¡rr,rrlo:(itirnezAlonso,'Adaptacionesdelaretóricaeclesiástica: frayLuisde
l(, Antonio de Nebrija, Gramática castellana, Miguel Ángel Esparza y Ramón r lr:ry I)icgo Valadés", en Julián Arriba Rebollo et al., Temas de retórica
ltr,rrr,r,lr
Sarnriento (intr. y notas), Madrid, Fundación Antonio de Nebrija (Clásicos Españo' ttnttt. ttt\ttt I'r'lóxico, UNAM, 2000, p. 89-109.
lcs). 1992. ''!| | ' , ' r, , ¡rto tlc "horizonte de recepción" está ligado tanto al concepto de horizonte
t7 ('irr¡¡rcn Bobes Naves, Historia de la teoría literaria. Trasmisores. Edad Media'
r r ' L rtrr|) ¡:rtlarneriano como a la teoría de la recepción que ubica al lector en
I'octus t'ltttitis/¿rs, t. II, Madrid, Gredos, 1995' p' 102. r{rr,, l', r,'r .,rtuu<lo, véase Einilio Lledó, EI silencio de la escritura, Madrid, Espasa
ls (lonfrari0 a su propuesta de buscar un "estilo llano". Olmos, Tratado sobre los sie'
r .rl¡| i \rr,.tr:rlt. 1998, p. 145.
1., l,r,. tkh).\ . tt¡t. t il , p. 3.
39
38
rNTRot)ucctóN
Inefs HrnNÁNo¡z SuÁnsz
estado de tensión y conflicto propiciado por la percepción de l,ir rccepción de Olmos entre nuestros colltemporáneos
¡rrrrrlt' considerarse a la ltz de las dos vertientes del
conoci-
la realidad, "sin orden ni concierto" y el anhelo de Olmos
de transformarla en un nuevo orden cristiano en el que privara nr('nlo cn las que ha sido registrado su aporte: en la filología
lrrlrrrir y en la historia de México. No obstante, en ninguna de
la armonía.
r,llus st: ha conseguido ir más allá de dimensionar su obra en
Pretendo mostrar cómo Olmos intentaba, en primera ins'
tancia, establecer la armonía en la relación entre Dios y los ll rlrccción única señalada por la disciplina desde la que se
¡¡lrurrlir, con posiciones que resultan anacrónicas. Creo que la
hombres mediante el conocimiento del pecado y la manera
de
evitarlo. En segundo lugar, cómo buscaba la armonía por me- lttrtolr¡r le debe a fray Andrés de Olmos un mayor reconocimien-
dio de conciliar las relaciones entre los hombres; por ello la lrr ¡rol su trabajo como cronista, aunque su texto no haya per-
rlrrrntkr, y como iniciador en el trabajo de preservación de la
adecuación del contenido textual estuvo encaminada a modi-
h,rr¡irrir rnexicana. La lingüística no ha realizado intentos siste-
ficar las prácticas y hábitos de la vida cotidiana que parecían'
nrrrtr('os por reconstruir una semiótica de la lengua mexicana,
a sus ojos, transgredir la convivencia armoniosa'
rr ¡rrrrlir tle los textos de Olmos o del conjunto de documen-
En úttimo término, siguiendo las condiciones de la época'
Andrés de olmos también intentaba integrar armónicamente lo¡ rk:l siglo xvr. En este sentido, debo mencionar el trabajo
la relación entre la verdad revelada por las Sagradas Escritu- r,rrr'¡rcional de Alfredo López Austin, quien recupera las con-
ras y los hechos manifiestos como realidad del Nuevo Mundo;
l,lr('rones sobre el cuerpo humano a partir de un análisis que
divino Irrr lrryc una perspectiva semántica y filológica, pero que sólo
así que se afanó en incluir a sus habitantes en el plan
Irrrrr¡r corno fuentes la historia de Sahagún y el vocabulario de
de lá creación, según el cual los indios mexicanos habrían sido
Mrrlnra, sin ocuparse de Olmos.2l
sometidos al demonio, como lo demostró su persistencia
en
f 'or otra parte, la gramática de Olmos, al igual que otros
vo-
la idolatría.
,rlrrrlrrrios y artes de la época, ha sido útil en la investigación
rl rr( ir tle la lengua mexicana del siglo xvl y del conocimiento
llrr¡iiiÍstico de la época, específicamente del náhuatl clásico.22
Olmos, autor casi olvidado en el presente
40
4l
truÍs HrnNÁ¡¡oEZ SuÁREz
En la filología y lingüística nahuas ¡,r;rt trcrrrnente ignorado, uno de sus méritos fue el método que
rrtrlru ri para registrar la información transmitida en su historia,
y la literatura nahuas' ,¡rrt' sirviti de modelo al trabajo que Bernardino de Sahagún
A partir de los estudios sobre la lengua
Olmos apareció como una figura de gran valor' cuyo rnérito
l ,rlrzo Jlosteriorrnente y que es de todos conocido.
fue iniciar los estudios gramaticales, sin menoscabar la ela-
l',1 crritladoso trabajo de investigación del padre Garibay
boracitin de textos en lengua nrexicana que permitieron a los ¡r¡,¡r,¡f i1'¡flfl una visión de conjunto de la obra de Olmos, en
trrrrto 1¡1¡g menciona todos sus traba.jos. Sin embargo, los pre-
estudiosos contemporáneos el acceso al náhuatl clásico'
Pese
',r il|¡r
(l(' Una manera dispersa a lo largo de los dos volúmenes
a este reconocimiento, los recursos que ofrece la obra de Ol-
rfil,'(()rfslituyen la Hisloria de la literatura náhuatl, ya que pa-
mos han sido hasta el momento poco aprovechados' posible-
r¡r ,'rl,:rnizar el material en una historia literaria emplea una
rxente por las vicisitudes por las que ha atravesado la mayor
r lrr,,rlrtirción, según los criterios que consideró pertinentes: pro-
parte de sus textos.2
En el ámbito de la literatura náhuatl, Ángel Ma. Garibay pu- ur lr llcneral, discursos didácticos, prosa histórica, misione-
te- trr,, r'trrrigrafos, Iiteratura didáctica y el teatro catequístico. Por
so el énfasis en la atención justa que el franciscano debía
ner como uno de los más representativos escritores en lengua ll ,,rl,;urización de su obra, Garibay trata los textos en lengua
mexicana: "Olmos, que sabía a la perfección la lengua
y había lrr \r( iutir que se atribuyen a Olnlos con diferente peso, según
tiene moroso empeño ¡rr r l;rril'icación. No obstante, permite hacer un recuento de
escudriñado sus secretos idiomáticos,
en usar frases y procedirnientos estilísticos de dicha lengua'
lll,',, t'l ArÍe de la lengua mexicana, el Huehuellatolli, el Trata-
con el mayor y más brillante resultado de acierto."2a I-o menciona tl,',1,'ltt,t'hicerías y sortilegios, el Tratado sobre los siete pe-
-personaje
a quien encontramos "en todos los cam- t tttlt'\ tu()t'leles, la Historia de los antiguos mexicanos, el Auto
como un
y após- th I lttt, ro final y el Auto de la adoración de los Reyes Magos.
pos: lingüistica, etnografía, moral, oratoria ["'], políglota
I r,rul)iry otorga un reconocimiento literario al esfuerzo de
iol. es una de las ricas personas a quienes todos deben' pero a
I )lrrr,". ¡rlrllr lrasladar ios texlos a la lengua mexicana. con-
quienes todos olvidan" .25
En la misma Historia de lq literatura náhuatl, en referencia
rlh r,¡rrrlrr incluso el uso de las fiases paralelas como un recur-
al texto perclido de Olmos que relata la historia de los indios'
el ¡r nrr( nr()l¿'cnico.26 Este reconocimiento, sin embargo, no de-
padre Garibay hace hincapié en que a pesar de haber sido lrr lr,r, ( r (lue perdamos de vista que Garibay está empleando
rrllllr". tlc tlna lengua y una literatura ajenos a la que se está
I rrltlr,,ut(l(). Cabe preguntarnos, entonces, si los procedimientos
,.Algttntlt;cstlrnpcrdidoshastalafechayotrosfueronatribuidosadiStintosauto. r,,,trlr',tr( .\ (.'nrpleados por Olmos corresponden al cultivo de
rcs tlur:tt'tto rnucho tiemPo.
r{ Ángcl Ma. Caribay, Historia cle la lireraturo náhuarl, México' Porrúa, 1954, t' II,
p 15'
11,,,/ r l. ¡r. .121.
"'//tirl., P 190.
A1
IRAfS HERNÁNDEZ SUÁREZ tN'l'Rot)r ¡(.(.tóN
la lengua mexicana o a los principios que regían en ese tiem- rrrr y la castellana, y concluyen que Olmos siguió el orden dc
po a tá literatura clásica; o bien, si constituyen una salida airosa Irr ¡rrintera.2e Al parecer, la influencia que ejerció Nebrija en las
que Olmos
entre ambas posturas y que depende de la finalidad ¡l;rrráticas de las lenguas indígenas del Nuevo Mundo siem-
mantuvo en la composición de sus sermones' ¡rrc trstuvo relacionada con sus Introductione Latinae y no con
El reconocimiento que la lingüística descriptiva' según los ln (iromática castellana, lo cual favoreció una postura ideo-
se ha
criterios estructuralistas, ha otorgado a la labor de Olmos lri¡tica que mantuvo el interés en las lenguas aborígenes y
que tuvo al describir las ca-
centrado en destacar los aciertos rh'srlcñó el principio de la lengua castellana como compañe-
racterísticas propias de la lengua mexicana, al poner
distancia trt rlcl imperio.30
tanto del latín como del romance casteliano' l,ls posturas de diferentes lingüistas contemporáneos al
Para Leonardo Manrique Castañeda27 es evidente
que la rltrrliil su mirada hacia el Arte de la lengua mexicana, conver-
postura de Olmos fue la de establecer un contraste continuo glrt llrrrto en lo tocante a la influencia de Nebrija, como en lo
ion ta gramáfica latina, tanto en lo que concuerda como en lo r¡rc s(. refiere al manejo de las categorías que Olmos compu-
que dislcrepa de la lengua mexicaná, ya que su arte estaba
di- ro Mrrnrique Castañeda, por ejemplo, afirma que la fonología
rigido a misioneros que cónocían el latín' rr, rr¡rcgri a las ideas de su tiempo, pues se basan en las letras
Ascensión Hernández de León-Portilla y Miguel León- rh, rrr ¡rropio alfabeto para lograr resultados bastante exactos,
Portilla2s lo califican de cauteloso, al adoptar de Antonio
de yr (luc incluso transcribió la variación alofónica, reconoció la
en una lengua co-
Nebrija lo que le pareció más congruente vrturrci«in dialectal y los fenómenos sociolingüísticos.3r En su
*o náhuatl, que poseía obviamente muchas diferencias del r¡hlrrlr() introductorio, Ascensión y Miguel León-portilla des-
latín"iy del romance; aun cuando Olmos admitió seguir 1a traza r rllrr.rr cl Arfe..., mediante múltiples analogías entre la lingüís-
J" tu gramática, e incluso coincidir en cuanto a sus propósitos llr rr nr(xlcrna con sus términos técnicos y las aproximaciones
fue capaz de separarse de él cuando lo consideró r¡lr'()lrrr.s hizo de la lengua mexicana. En sentido estricto, el
"*p."rlor,
necesario. Los autores del estudio introductorio al Arte
de la trrl.r rrt'rual del saber lingüístico es el rasero por medio del
lengua mexicana cotejan las dos gramáticas de Nebrija'
la lati- r [rrl ,,(' r¡ritlcn los aciertos de Olmos: "Lo notable es que, en tan
2TLeonardoManrique,..FrayAndrésdeolmos:notascríticassobresuobra |t ll't,l . I Xl,Vll y LII. En este punto coinciden todos los autores que participaron
UNAM' 1982' pp' 27'
tingilística", e¡ Estuáios de Ciltura Náhuatl, vol' l5' México' ftt ¡l r ,lrrf rrrr l,u obra de Antonio de Nebrijct y su recepción en la Nueva España en
Guzmán, B-etancourt y
36]Véase también el artículo compendiando por Ignacio f¡l¡r Irrr r orr las gramáticas elaboradas en la Nueva España. Véase n. 27.
(eds.), Memoria dil coloquio La obra de Antonio de Nebriia y su t' ll',rlt, r ft4r¡irr,lo, "Nebrija in the New World: Renaissance philosophy
Eréndira Nansen of Lan-
u"opción en la España' Quince estudios nebricenses (1492-1992)' México'
IrrI' rrr,l tlr. s¡rlcad of western Literacy", en The Darker side of the Renaissance
Nueva
|NAH, 1997, pP. 97-106.
y Miguel León-Portilla
lltlttttt ttttttttrittlirvandcolonization,Michigan,TheuniversityofMichiganpress,
2sOlmos. Arte de la lengua..., op. cil., Ascensión Hernández fUllr ¡r¡r tt) 67.
(intro.), P. XLVI. rr llrrlrtr¡rrr . t,l). (.¡!-, p.
30-31.
INTt{Ol)l,( ( lo .
IRAíS HERNÁNDEZ StrÁREz
tres ideas que le permiten delinear la figura del faile. Primero, ¡lrn dónde podemos encontrar entre los actores, entre los co-
rrrt'rliantes, un campeón capaz de rivalizar con esos predica-
su labor evangelizadora, en la cual encontró una débil huella
rlorcs ridículos, pero que imitan de modo tan divertido los
erasmiana; segundo, la consideración de que Olmos era un ex-
l,¡occdimientos clásicos de la retórica! ¡Dios mío, cómo gesticu-
perto en brujería y demonolo gía, y tercero, la mentalidad y dis- lrur, crimo saben adaptar su voz, cantuffear, moverse, cambiar
posiciones intelectuales propias de un conquistador' rh' cxpresión y proferir espantosas exclamaciones! Este arte del
No comparto plenamente la visión que Baudot pretende ¡,rrl¡rilo es como una receta misteriosa que los monjes se van pa-
construir alrededor de Olmos y propongo mostrar los puntos ,,;rrrtlo de mano en mano.38
la oración o al papel medular de la Pasión de Cristo, considera ¡lr tr'rr t'r'ílica frente a la jerarquía eclesiástica que motivó a am-
Baudot que son evidencias del carácter erasmizante del traba- Itrr¡ rr rk'l'cnder sus posiciones ante una Iglesia católica suma-
jo de Olmos. ttu,rrll jcriirquica, autoritaria y conservadora. Los dos asumieron
Estos criterios (la Pasión de Cristo y la importancia de la iltrr ¡rctitrrd anticlerical, aunque las condiciones específicas que
oración) me parecen insuficientes y vagos; al parecer, la ora- ¡tr,rrrrrtit'r«rn el desarrollo de uno y otro no alcanzaron un pun-
ción intercalada al principio de cada uno de los sermones de ll rl(' r'ncuentro que favoreciera reacciones análogas. Todo lo
los pecados mortales tenía una función retórica, mientras que rrlrlr¡uio, Olmos actuó sin establecer abiertamente una posi-
la presencia de la Pasión de Cristo no es tan fuerte en ningu- r h)l r onlrlria u opuesta a los designios de la Iglesia ni de sus
no de los sermones, como quedará demostrado más adelante' IFJIr',,('illiUlles; no entró nunca en franca contradicción con los
Por otra parte, la tarea de los predicadores fue muy criticada ffr llrrlos (lue emanaron de las distintas juntas eclesiásticas y
por Erasmo, lo que hace suponer que cuando Olmos puso tan- Illlr¡rlnt('ntc, acataba la orden franciscana en su conjunto.
to empeño en componer sermones como una estrategia fe- Nrr ohslante, una de estas disposiciones, relacionada con la
cunda para la evangelización, no estaba ciñéndose a los prin- lttllrrl,rr'irirr del uso de las lenguas bárbaras en la evangeliza-
cipios erasmianos. r lrltr v crr l«rs textos bíblicos, provocó que los franciscanos
contenía un voca- nriur('r'¿rs de hablar que tenían los viejos en sus pláticas an-
aprendices..."2 Esta gramática originalmente
asimismo' había ela- rr¡,rrrrs",5 como tituló el último capítulo del Arte. Fray Juan
bulario3, que por Oesgracia se ha perdido; lt.rurisla las editó años más tarde6, por lo cual durante muchtr
de los indios
borado años atrás uni historia de ias antigüedades rr( r¡rl)o se le atribuyeron a é1.
que el vocabula-
(que probablemente corrió la misma suerte
l'or otra parte, Gerónimo de Mendieta también nos pro-
rit;, iegrin las palabras de Mendieta: t'(,r( ron¿r una idea aproximada de la temática que abordó Ol-
y tres ["'] fue encargado n,'. ('n ese libro de las antigüedades de los indios: su origen,
cn el año de mil y quinientos y treinta
orden (por ser la me- ,1, ,lrirrde y de quién procedían, sus principales dioses y los
el padre Fr. AndÉs de Olmos de la dicha
¡u. lengua mexicana que entonces
había en esta tierra' y hombre ,r,' (lue practicaban, y de cómo criaban a sus hijos. Adicional-
clocto y discreto), qu" en un libro las antigüedades de es- rrr, rrl, 1¡lg¡¡os autores, entre ellos Georges Baudot,T conside-
'u"u'" ,, (lu('parte del contenido de la historia escrita por Olmos se
tosnaturalesindios,enespecialdeMéxico,yTezcuco,yTlax-
memoria'a , lr, il, ntra en el Códice Tudela, que muestra -según Jeffrey
cala, para que de ello hubiese alguna
\\ rlI r'rson- las representaciones de los indios de diversas re-
de este libro e
En su obra, Mendieta parafrasea el contenido ¡r"r,",. r:l calendario mexica, las fiestas y vida ritual, además
escribe acerca de la
incluso afirma qrr* g'* parte de lo que ,1, I t,,u,tlántatl y la adivinación.8
de fray Olmos'
historia de los indios lo obtuvo de la obra | ,r rrlrra de Olmos alcanzó mucha difusión en su época, no
que ahora. se
Asimismo, incluye algunos pasajes completos ,'1,, l\{t'rrdieta hizo constantes referencias a su trabajo, otro
de los viejos' dis-
conocen como Huehuíl"tol"áU¡' o pláticas , r,,,r'r;r. Alonso de Zorita, sin rnencionailo por su nombre, hi-
formaban parte de
.r.ro, cuyo contenido era instructivo y que ,, ,lr,,rrin a él cuando refirió en sus crónicas Ia forma como
la tradición oral mexicana que Olmos registró' 1,, ,rr 1r,,.,. rnediante pláticas, enseñaban a sus hijos. Zorita pre-
Si la recopilación de los Huehuehtlahtolli
fw posterror o ,,,r,, ililir scrie de fragmentos que recuerda indudablemente a
las antigüedades de
simultánea a la elaboración del libro sobre r,, Ittt, l¡ilchtlahtolli.
hay duda es que prece-
los indios no lo sabemos; de lo que no
mexicana' p]ues
dieron a la elaboración del Arte de la lengua
para ejemplificar "las
Olmos utilizó parcialmente estas pláticas , ,r,,,,, ,,t' t ¡t., pp. 186-202.
Asención Hernández y
,,.r,. ,1, ()lr)ros, Ituehuetlahtolli. Testimonios de la antigua palobra (1600).
r Fray Andrés de Olmos, Arte de la lengua mexicana (1547)' ,t,,,,. I I ,,,rr l'r¡rtilla (intr.), México, Comisión Nacional Conmemorativa dcl V
de
de Cultura Hipánica/lnstituto
Migucl León-Portilla (lntr'il r'¡u¿'i¿'"Boitiones , , ,l, l Iincuentro de Dos Mundos, 1988.
{'r,lrpcración lberoamericana, 1993' p' 7 ' Ir.r,r(l()t.orr LltopíaehistoriaenMéxico(p.I79),proponeunareconstrucci(in
\,I'ltclmaSullivanhapreparadolae¿icióndeunvocabularioqueatribuye-aDo
León-Portilla a lu Irnnr() I)or punto, a partir de Mendieta. Torquemada y Zorita.
()lnros, vóase la introducciJn d" et""n'i¿' Hernández y Miguel I r, I \\lrlkrrson, "El Códicc Tudela: una f¡ente etnográfica del siglo xvl", cn
olrrir tlc Olmos. ,4rle de la lengua mexicana'
ibid'' p' XLYII' ,,1 vl, núrn. 4, Méxioo, INAtl, 1971, pp. 289-304.
r Mr.¡tlit't:r. t'1t. t.it.. p- 179.
53
52
IreÍs HrnNÁN»ez SuÁn¡z CepÍrulo I. FRAY ANr)Rris t)t: ()t.M()\
Olmos significó para sus lectores contemporáneos, un in- r,'olrf 5¡¡s don fray Juan de Zumárraga, y de innurnerablc gcnlc
termediario que acercaba la realidad indígena ajena e incom- 'lu( (()l)curtrió de toda aquella comarca."ll
prensible a los ojos de los españoles, quienes deseaban una ,'\urrque en este apartado menciono algunos de los texlos
explicación de ella. Sobre todo aquellos que rechazaban ia si- '¡rrr :rt'trralmente se atribuyen a fray Andrés de Olmos, mi in-
tuación irnperante de injusticias para los indios, encontraLran r, n, r()n no es hacer un recuentol2 de su obra, sino analizar los
en OImos una mirada que parecía reflejar una apreciación del r' \t()s (lue se señaian en la introducción del presente volumcn.
indio, rruy superior a la imagen que las propias condiciones
de ese momento le imponían. Éste es el caso de Zorita, quien
pretcrrdía mostrar que los pueblos indios poseían una organi- ( )lnros, "la mejor lengua mexieana del siglo xvl"l3
zación que a la llegada de los españoles se había perdido: "Di-
cen los religiosos antiguos en aquella tierra que después que l,r l,risr¡ueda de piezas para integrar las formas de conocer y
los naturales están en Ia sujeción de los españoles y se perdió tr,r',n¡rtir la lengua mexicana me condujo, por un lado, a las
la buena manera de gobierno que entre ellos había, cornenzó ,r tt ,, (ple de ella se escribieron y, por otro, al catálogo de es-
a no haber orden y conciefto, y se perdió la policía y justicia y ' rt(,\ L:n lengua mexicana. Las reiteradas alusiones a ia habi-
ejecución de ella que entre ellos había."e lrrl,rrl tlc Olmos en el dominio de esta lengua, me permitieron
Los Huehuehtlahtolli muestran el orden que los antiguos r,l, rrtrlicarlo como el autor idóneo para iniciar el rastreo.
mexicanos pretendían conservar. Olmos creyó qrre coincidía ( rnro lectores de las postrimerías del siglo xx e inicios del
con el orden cristiano que intentaba instaurar entre los indí- -\r. l)odemos examinar a fray Andrés de Olmos (i500?-1571)
genas evangelizados,l0 por tal motivo preservó y difundió las ,r ¡r.ulr de su obra, huella que dejó en el mundo novohispano,
pláticas en los sermones que compuso. rr,, ,,lo por la escasa informacién que en torno a él pudiésemos
Además del libro de las antigüedades de los indios, de los , r,,ntr¿rr porqlle desde nuestro horizonte, lo que dejó escri-
Iluehutlahtolli y de diversas artes y vocabularios en dife- t,r'.1'¡¡', suficiente para ubicarlo en tanto autor. En el caso de
rentes lenguas, Olmos también fue autor de algunos textos
en lengua mexicana, como nos perrnite apreciar Mendieta:
"Compuso en lengua mexicana un auto del juicio final, el cual
' | ,.r ( it'r'r'rnimo de lVlendieta, Vidasfranciscanas,Jtan B. Iguíniz (pról. y selcc.),
hizo representar con mucha solemnidad en la ciudad de Méxi- .r, rr, TINAM, 1994,p.96.
^1,
co en presencia del virrey don Antonio de Mendoza y el santo l',,r ur rccuento de la obra de De Olmos, que ofrece inforrnación tanto dr: l¡rs
' 'lr, r.rrr's (lc sus textcs como de las publicaciones acerca de é1, remito al cstutlio
¡,,. ¡,,r.rrlrr ¡ror Ascensión Hernández y Miguel de León-Portilla como introtluccirin
, lr,,lrr rrrf) icciente del Arte de la lengua mexicana,op. cit., pp. LXXXVII-X{IV.
hl, rrrlrcl;r sc refiere así a Olmos en Historia eclesióstica indiana (1597), al rcco
" lltirl..1-t.52
r0 AsÍ kr t['jrrrcnros asentado en los capítulos posteriores. ,, ,, r.rrl(, cl dominio práctico de Ia Iengua como su trabajo descriptivo, p. I79.
55
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁP.EZ
C¿pírulo I. I.-R^y ANr)tl,s t)t1()¡ ñrr)\
56
57
IRAÍs HERNÁNDEZ SUÁREZ CepÍrulo I. Fnay ANt>nf,s t)t. ( )t MIi
El Arte de la lengua mexicana se justifica plenamente por l',¡rrña..."23 y que se encontraban en la región que él rccor.nr)
' lrr evangelización. (Veáse imagen El México de Olnrcs.)
su utilidad como herramienta para la evangelización, que ini- rr
ció casi «lesde el mornento en que concluyó la conquista. Los Lrr importancia que la lengua mexicana tenía para la Nrrc
franciscanos estuvieron a cargo de la evangelización en la ',r l:spaña, por el número de hablantes y la extensión terrilo
Nueva España, al lado de los agustinos y los dominicos. Entre rr,rl r¡rre ocupaba, a causa de la dominación mexica, marcó lu
los franciscanos, fray Andrés de Olmos dedicó gran parte de l',rrtir para que se produjera una mayor cantidad de textos cn
su vida a la enseñanza del evangelio, durante los 43 que vivió
| ,t,r (lue en cualquier otra lengua.
en la Nueva España. l'o¡ ¡¡1¡¿ parte, los trabajos realizados por los fiailes en las
La secuencia fraile-evangelización-arte de la lengua deter- I' nl'urs indígenas que se hablaron en el territorio novohis-
minó la distribución de las lenguas traba.iadas en relación con l,,rr(), contribuyeron sin duda al conocimiento de éstas. La-
la localización geográfica de las órdenes religiosas instaladas lr, utrrl¡lemente, sólo una pequeña parte de esos trabajos se
en la Nueva España, durante los siglos xvl y xvil.2l Así, los fran- ' ',n',('rv¿l hasta nuestros días y de muchos textos sólo se cono-
, r' ,,rr rcf'efencia.za
ciscanos ocuparon territorios en los que se hablaron las lenguas
de las que realizaron descripciones gramaticales. Destaca la im-
portancia que los franciscanos otorgaron a la lengua mexica-
na, ya que la mayor parte de sus conventos se ubicaron en el La evangelización en lengua mexicana
centro de la Nueva España; en menor medida atendieron otras
lenguas, corno el otomí, el rnatlatzinca, el tarasco, el totonaco y I rr , r .rngolizaciín en cualquiera de las lenguas indígenas del
l/rr, r,, Mundo fue un asunto que motivó mucha discusión en
el huasteco. En tanto que los dominicos dedicaron su atención al
mixteco, el zapoteco y el zoque, aunque también trabajaron el l,r lr¡ntrrs Eclesiásticas y en los Concilios que se celebraron a
1,, l,r1'o tlcl siglo XVI, incluso en el Concilio de Trento.
náhuatl o mexicano. Por su parte, los agustinos elaboraron
trabajos en huasteco, otomí y náhuatl.2z Olmos "aprendió todos
I )lrrros y los franciscanos predicaron en las lenguas aborí-
los géneros de lenguas que le parecieron de mayor necesidad |', r' , (l(' la Nueva España, además de componer y trasladar
y más universales, como son la mexicana, totonaca, tepehua y
Af
' r¡rlrct;r. l'idas.franciscanas, op. cit., p.92.
huasteca, con las cuales corrió las más provincias de esta Nueva ,, rL' krcalizar información precisa al respecto, en Robert Ricard, op. cit.:
¡,rr,
{ r ,,¡rr,, t', Ia t¡bra de Joaquín García Icazbalcefa BibliograJía Mexicana del si-
r,/ ,¡/,,trrilrtgorazonadodelibrosimpresosenMéxícode1539al600,México.
rlr l')lil. () l)icn enla Bibliogra/ía sobre la castellanización de los grupos iru!í-
:r Vóase al respecto, el apéndice "Ensayo de inventario de obras en lenguas indíge' t " ' .t, Lt lit¡tública Mexicana: siglos Xttt al xx,México, UNAM, 1986, escrita por
l¡',,, r ',rfr( r;rs (iarcía; además de Las obras de consulta mexicanas, siglos xvt ul
nas o refererrtes a ellas escritas por religiosos entre los años 1524-1572", en Ro.
lrcrt llicard, La conquista espiritual de México, México, FCE, 1986. ' ' ¡f ¡ ilr tt. ttNlu. 1990, elaborada por Rafael Pagaza y de Ángel Ma. Garib¡y,
tt .'
" lttii.. pp. 423-431. ".t,1, l,t littratura náhuatl, vols. I y II, México, ponúa, 1954.
58
lneis H¡nNÁNorz SuÁn¡z
CapÍrulo i. Fnay ANonÉs DE OLMos
-§
rlll'r'os textos religiosos a las renguas que ya dominaban. Es-
trr siruación contravenía las disposiciones que
ros respectivos
r,rrt ilios provinciales mexicanos acordaron y entraba
en fran-
¡r t'r,troversia con argunos frailes que rechazaban
r
la ense-
tl¡,r/.¡r de los misterios de la fe cristiana en lenguas
aborígenes.
l)r"'tlc los primeros años de evangelización se emplearJn
di-
\r'r\os argumentos para oponerse al uso de las lenguas
indíge-
*rr\ ('lt Ia predicación, como el que hacía referencia a
su in"apñi_
rLrrl ¡rirra expresar las cuestiones de la fe,
aun cuando en realidad
lrr,, rlcscono cían.2s
lrl l)rimer concilio provincial Mexicano, convocado en 1555
¡rrrr cl scgundo arzobispo de México, fray Alonso de Montúfar,
rll, i¡ ce¡o.er el temor de caer provocados por un
lrr',rrlrt'icnte dominio de ra rengua"ny"..oi",
prohibíá predicar Áoiun-
I' rrrrtirprete. El segundo concilio provincial Mexicano, con_
rrr rrrlo en 1565 por el arzobispo pedro Moya de Contreras,
lr', 1'1¡¡¡s finalidad aplicar los acuerdos del concilio de Tren-
|., r'rr.e los cuales había algunos que aludían directa o indi-
l'r tiuucnte al uso de la lengua; en el capítulo veintitrés se es_
frr" rlr('¿lba: "Que no se permita a los indios tener sermonarios
Irt n()rr¡itras ni otra cosa de la Sagrada Escritura
[...] ni cosa de
t,'Í ill)lrtra escripta de mano salvo la doctrina cristiana
apro_
l,rtrl¡r por los Prelados y traducida por los religiosos
lenguu's.,,ru
las licen- ,;rtll día se descubren secretos y cosas en que se conoce no hlr-
Todo texto impreso debía estar acompañado por lrt'r cntrado muchos dellos en la religión cristiana, [por lo quo
co-
cias correspondientes que autorizaban tanto su impresión rro l¡astaba un ministro que supiera enseñar el páter nóster, el
mo su circulación; Olmos trasladó al mexicano unos sermona- .rvt'rrraría y el credo, ya que es] trabajar en balde plantar y edi-
rios (el Tratado de los siete pecados mortales y el Tratado
de
lr( rrr y sembrar cristiandad si primero no se alTanca y se destruye
en for-
hechit:erías y sortilegios) que fueron difundidos
sótro r t'clla afuera de las ánimas destos nuevos cristianos el culto y
rna nranuscrita. A pásar del reconocimiento de fray Andrés r, lrrtiítn de sus dioses,2e
la aprobación de sus
de Olmos como buena lengua mexicana,
peligro-
textos hubiera sido tarea muy delicada por el contenido \lrrr lros de los decretos que aprobó este Tercer Concilio de-
so que en ellos se discutía. Sin embargo' habría que
conside- t,rr \'('r' t¡ue el combate a la idolatría estaba en todo su apogeo,
en fecha previa a los \,r (lu(' cr-ralquier actividad que pudiera ser sospechosa queda-
.u, qr. ambos tratados f'ueron redactados
de cualquier otro
clos concilios que prohibieron la elaboración l',r l,r,rscrita, y se recomendaba una estricta observancia de las
manuscrito que no fuera la doctrina cristiana' No obstante' ¡rr,rr t'.rir)rteS, las fiestas, los cantos, etcétera; con mucho más
Olmos previá la dificultad que conllevaba poner el
Tratado de ,,',',,rr lrrllrello que pudiera ser fuente de ideas adversas a los
los indios' por eso' en
hechiceiías y sortilegio,s en manos de I'r rr', rPi«rs cristianos: "También se prohíbe por la misma eausa
preocupaclon:
Exortación al indiano lector [sic], advierte con " 1,,'nlr de excomuniín late sentencie dar y divulgar entre los
"Te suplico mucho, hijo mío querido, de poner el mayor cuida' rrr,lr,,', rrlguros libros, sermones o tratados de cosas de religión
do para no escuchar ai revés' Y si algo lo ves oscuro'
que t,,t,ltt, ttlt¡.t en su lengua sin que primero la traducción sea exa-
está claro, que no lo entiendes, por ello pregunta
al padre q lrrr.r,lir y aprobada por el Ordinario."30 Además de los decre-
así ha hablado."z7 lrr ,,r,lr'rurdos en este concilio, se redactó una carta al rey con
Parece que todos los temores exhibidos por los ,r,r ('r it' de avisos, entre los que se encontraba el siguiente:
acuerdos
mados en el primero y el segundo concilio se recrudecieron
los años siguientes, así, en los Memoriales presentados ar ll¡r,lísirno remedio del bien destos naturales y de su ade-
el Tercer Concilio Provincial Mexicano realizado en 158528 l rrrr.rrricnto y progreso en su doctrina y salvación consiste en el
originales'Méxi
Mexicano (1585). Ensayo histórico.iurídico de las documentos
I\rrrúa (Biblioteca Porrúa,27), 1963, p' 180'
I I ,, r¡r¡r¡. ,t¡t. cit., p. 189.
r/ Fray Andrés de olmos, Trafado de hechicerías y sortilegios (1553),
t', i ¡, .)1i4, cursiva mía; posiblemente, los tratados de Olmos, (luc ya
lllutkrt {paleografía, ed. y notas), México, UNAM, p' 1l' i, ,,r¡¡¡.¡l¡;¡¡¡ circulando, habrían levantado polémica entre los detractorcs tlc
'n l'ill a cstc aRo, Olmos ya había trasladado a la lengua mexicana los
dos tratados
lr,1,It.tlt()S
silltltltl:t.lcv¿InlaronpolémicaentornoaSucircrrlaciónentrelosindiosalfabetizl
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApfTULo I. FRAy ANDRlrs r)l Ot.M()s
ordenase y mandase que esto diversidad de ellas en cada pro- ,,,trilr() rle la lengua latina; el arte en lengua indígena seguia
vincia se redu.jese a una, la más común y general que hablasen
lrr,, ¡r;¡lrones que sólo podían comprender y aplicar quienes
y traten toclos los naturales [...] fundando escuela donde lean y
aprendan lo.y niños nuestra lengua castellanq.3l ''rrl'r;rr l',r'¿rrrática. Por otra parte, el arte constituía un instrumen-
tl rrr', ,'.',.¡o a los predicadores y confesores, quienes eran pre_
Acluí sc advierte que si bien se reconocía Ia irnportancia que las "r,'rr.r(los para ütilizar de manera exclusiva y directa la lengua
lcngu,s tcnían para la evangelización, la Iglesia católica admi- I,rlr¡'r'r'r en sus prácticas evangelizadoras. Esto fue a partir de
tía Ia cnorme dificultad que su diversidad representaba; por l1'r',. 1'¡¡¡¡do el Primer Concilio provincial Mexicano prohi_
cllo, la alternativa sería: por un trado, privilegiar una lengua ma_ lrtrr.l r¡s. de intérpretes y ordenó a los clérigos el aprendizaje
yoritaria y por otro, proseguir con la enseñanza del castellano. rlr l,r lcrrgua de lbs indios bajo la amenaza de perder su juris_
Para los franciscanos y, específicamente, para Olmos, la '1t,,
r,,n parroquial si no lo hicieren.33
clección de la lengua mexicana como medio para la evange- l\lue hos de los trabajos3a que compilan documentos en len_
lización resultaba más conveniente aunque entrara en abier- l,rr,r rrt'xicana y que aparecieron en el siglo xvl, señalan que
ta oposición con los decretos de las juntas eclesiásticas y los lrr' r;rl.rcnte los frailes elaboraron materiales para la instruc-
r lnrr rk' los indios (catecismos, sermonarios, doctrinas y
concilios. La utilización del mexicano y la forma como olmos con_
integró los recursos discursivos,32 por una parte hacen supo- lr,,r,rrrri.,¡) en castellano; posteriormente los trasladaron a la
¡
ner que esta opción era rnás viable en términos prácticos, por h rr¡'rr:r «le los indios. Por otra parte, se recomendaba la tra-
el escaso conocimiento que los indios tenían del castellaná y ,h, , r.n en virtud de que algunos indios, egresados del Cole_
I por la otra, que podían obtener un mejor efecto persuasivo con ¡rt,, rlt"l'latelolco y otras escuelas anexas a los conventos, ya
.,rrlrr.¡rr lcer en su lengua. Los frailes
una aproximación al mundo indio deide u, p.opiu lengua. también emprendieron el
rr,rlr.¡¡¡¡ tlc alfabetización de los indios, como se consigna en las
La urgente necesidad de aprender la lengua mexicana para
I lillrr( ,r\ de la épOCa.3s
usarla en la predicación propició la elaboración del Arte ie la
,zrrrnrirraga elaboró dos catecismos
lengua mexicana, pero ésta no se imprimió pese a que la im- -uno amplio y otro bre_
prenta ya se encontraba en la Nueva España. Una explicación rr rlr".¡r.és de haberse celebrado la Junta Eclesiástica de 1546,
plausible podría ser que sus posibres lectores se contaban en
número reducido, pues se trataba de textos que requerían del I I r¡.rrrr0, op. cit,, p.171.
conocimiento del latín para su adecuado manejo. En el siglo ' f ',,, , ¡r.nr¡rlo los de García lcazbalceta, op. cit., y Garibay, op. cit.
xvl, un gramático se formaba preferentemente por medio del f ',,, ,1, ( r)r)sultarse a Mendieta (Historia
eclesiásÍica indiana, p.362), además dc
''rr" l¡¡',r.ri¿rdores contemporáneos que han centrado su interés en el tema, por
l,rrr¡rl¡r ¡¡,.¿ Ma. Kobayashi, La educación como conquista (empresa.frant.i.s-
\t lbirl.. p.304, cursiva ,,,,, ,,t tt,trico), México, El Colegio de México, 1977;pilar Gonzalbo, ..La
mía. lectura
l' ' ' ,.r'('lrlirción en la Nueva España", en Hisroria de la lectura en México, Mé
" Vt'risc cl clpítulo III de este volumen. .r,,, I I ( olcgio de México, 1997.
64
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApÍrULo I. FRAy ANt)t{f rs I)t. ( )t Nl(,,,
en la cual se aprobó su elaboración en castellano. Años más I;¡s.rtes que elaboraron los frailes tenían Ia finaricrirtr rrt.
tarde, fray Alonso de Molina tradujo al mexicano el catecismo
" ' r( i'. (iluminar la senda, dice ormos) ra lengua a otros (rrc
breve. En principio, la presencia de estos dos catecismos o rr,,l,¡
'',1,irn; de ningún modo podría suponerse para el casr¡ rlt.
doctrinas respondía a la necesidad de fijar acuerdos en aque- l,r ,utcs en lengua indígena una motivación como
la que pri_
llo que los liailes debían transmitir, al mismo tiempo que per- r.rr(',te co,dujo a Nebrija a la elaboracién de la Grantá_
'r'i
mitía seleccionar lo que los indios debían de aprender para tt,,t , tts'tallüna en tr492, en la cual apuntó:
ser cvangelizados. Por ello, resulta ilustrativo el título del cate-
cismo compuesto por fray Pedro de Córdoba en 1544, Doctri- t'.rir tres géneros de hombres se compuso el arte del casfe_
na cristiana para instrucción de los indios, y aún más el ll.¡r¡o l)ri¡nerarnente para los que quieren reclucir
en arfificio y
comentario36 que hace: "será de mucho fruto [...] Y mucho ,,,,itt lu lengua que por luenga wso desde niños tle¡trenctieroi.
si se traduce en lenguas de indios pues tantos dellos que sa- I ), ,,¡)uós para aquellos que por la lengua
castellana querrán ve_
ben leer".37 ,,r ;rl t.'onocimiento de la latina [...] Agora
[...] para ei tercer gé_
rr, ro tlc lrombres: los cuales de
Si algunos indios sabían leer sería a ellos a quienes se diri alguna lengua peregrina qr"arán
\ nil itl conocimiento
ría la traducción de la Doctrina cristiana, cuya versión ' de ia nuestra.3s
llana había sido preparada por Ztmánaga y que se llevó a
',r,f,','¡ tcrcer género de hombres estaría consi,Jerado
imprenta para su edición bilingüe. Se trataba de un docume en el Ar_
to especialmente útil para los predicadores y no sólo para I
t' ,1, l,t lcngua mexicana,los que de una lengua ajena (ya fuera
l,r , ,r',rt'llirna u otra lengua europea) quisieran
indios que sabían leer. En muchos casos, el predicador apien,leita.
I ,,,, rg¡¡¡s¡es, en cambio, tuvieron .tro público (los indios
acompañaba con alguno de los indios ya catequizados, que
,lrr, iltlíilfl a la predicación), aunque es posible suponer, co_
,r,
bían leer y que le servían de intérpretes.
lr,,,L t:rllrlrcmos más adelante, que su circulación (o mejor,
Los catecismos consideraban al indio como posible lector la
, rl,,rl , r,rrrprensión) estuviera restringicla, por la
no obstante se recomendaba la restricción de otros textos, rnateria tan
,1, ll, .rrl¡¡ r¡ue COntenían.
que no llegaran a manos de los indios, con excepción cle
catecismos y las doctrinas, como se comentó antes. Otros tex.
tos tenían como lector al fraile que asumía la tarea de ev
gelizar, como es el caso de las artes y los vocabularios.
66
Capírulo II
Orden y concierto
t:,
lil arte de la lengua: ingenio, memoria y retórica
I
,-.
rl I se ntido que el concepto de arte tenía en el siglo xvr se
II
...a
69
InnÍs Fl¡nxÁNor,z SuÁnez CepÍrulo IL oRDEN Y coNCIERTo
superior y ia superior a Dios".2 El hornbre rompió el orderl al '¡r' lrAtabá de conocimientos que implicaban el desarrollo de
pecar, su natur¿lleza quedó desviada aunque de diferente ma' rrrr:r lrabilidad, la destreza para saber hacer algo; de esta índo-
nera según su lenrperatnento, ya que dependiendo de éste eran [' t'rirrr las denominadas artes mecánicas o manuales, y en es-
las potencias racionales que daban lugar a distintos ingenios: tl rr¡hro se inciuyó a las llamadas artes de la lengua. La lengua
"el tcrnpcrirnrento de las cuatro calidades pritneras "-calor, frial' , r,r un don otorgado por Dios y los hombres poseían el inge-
dacJ, hurnidad y scquedad* se ha de llartrar naturaleza por' rrr,, suficiente para aprendet" de manera natural la lengua ma-
que clc eista nacen todas las habilidades del hombre, todas t' rrir (la que rnaman), pero no aquélla que no se les había ofre-
virttrdes y vicios, y ésta gran variedad que vemos de ingenios".s r r,lo ttresde la infancia, entre otras cosas porque su naturaleza
Para lluarte de San Juan, el ingenio procedía del ent ',, lrrrhía modificado, por ello hacía falta un arte.
dirniento, una de las potencias racionales junto a la inraginaci I\4icntras el arte de la lengua busca el establecirniento de un
y rnemoria; rnientras la imaginación tenía que ver con la ,,r,lt'n ¿¡ partir de reglas, el arte retórica se afana por el embe-
ción de figuras o imágenes de aquello que se quería conocer' ll,', nrriento de los discursos con la finalidad de persuadir. Ol-
"la memoria [...] carecía totalmente de invención [...] no puedo rrrr,,, rlaboró el Arte de la lengua mexicana según el principio
engendrar nada [...]. Sólo sirve de guardar y tener en custodia ,h'l orden que desde la perspectiva de fraile franciscano tenía
(, las forrnas y figuras que las otras potencias han concebido".4 lrrnt() de la lengua como del rnundo. También trasladó textos
tsajo esta concepción, el arte aparecía como el instru rr l;r lcngua mexicana y cuidó que en ellos privaran las formas
rl que surgía del ingenio, al mismo tielnpo que lo apoyaba rilrr()niosas para persuadir mejor a los indios.
adquirir una habilidacl susceptible de ser aprendida por me'
ll dio de él: "las attes y ciencias que aprenden los hombres son
unas irnágenes y figuras que los ingenios engendran dentro dc I lrr rrr lc de la iengua mexicana
su lnemoria, las cuales representan ai vivo la nattlral compos'
tura que tiene el sujeto cuya es la ciencia que el hombre quie' '\r,,¡¡¡¡1s¡ la elaboración de un arte de cualquier lengua reque-
re aprender".5 rr,r ( l irtisbo mínirno de cierta madurez de la lengua en cues-
La gramática es un arte, es un instrumento que surge del in' tr,rr 11¡¡¡rsguida mediante un largo proceso de desarrollo como
genio de los hornbres cuya imagen se guarda en la rnernoria.6 r Llil( recientemente, le asignaba el pensamiento europeo de
lrr r'¡ro¡'¿1 al castellano, o bien al latín, al griego y al hebreo,
) Ibid.. p.54. rl, .,lt'tiempo atrás. No habría duda de que, bajo este mismo
r 1áid, p. 103. , ,lu( nril, las lengttas indígenas de América deberían cun'rplir
l ltlem.
' lhid., p. 62.
' t, r, (luisito, antes de ser sometidas a un tratamiento setnc.iante.
r' Vóasc la imagen de la Gramótica quc la representa como "una severa señora d0
ttl:rrl. r¡uc p()rta un cuchiilo y una lima con los que borrar los errores"'
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CApfTULo II. ORDIN y (.oN(.[:tu,o
aa
73
CAPÍTULo II. ORDEN y (.oN('[iR.tr)
IRAfs HERNÁNDEZ SuARF.z
74
IRAíS HERNÁNDEZ SUÁREZ
Cnpítul-o II. ORI)I,N Y (r)N( ll lt l( )
mundo al cual remitía' lr.rlrilidad. Por ello, el término era aplicado también a las artcs
en situacio¡es en lrlrr'rales y mecánicas; en el caso de su aplicación al conoci-
Esta práctica se repetía pese a encontrarse
las que, aparentemeni", páaiu obviarse
la referencia al latín' rnrt'nlo de las lenguas, había una diferencia sutil entre arte y
entre el domi- ¡,r,rrrriitica, ésta era considerada "la ciencia de hablar y escribir
p".o ,, cánocimiento actuaba como rnediador
nio del castellano como lengua materna y el
mexicano.c:mo , .ncctamente", sus reglas estaban sancionadas por autori-
era sólo de índole
lengua ajena. La supremaciá Oet latín no rl,rrlt's efl la lengua mediante el uso, y su objetivo era fijar y
práctica sino también simbólica: I'r,'\('rvar la lengua en su máximo esplendor. L,a finalidad del
,ur(' cra facilitar el aprendizaje de la lengua; simultáneamen-
de la causa porque t''. r('cogía los preceptos de lo aceptable, correcto y estético en
Y para sacar esto más de raízy que se declare
romances que pone Anto-
en el subjuntivo no damos to¿oi tos , ll,r. lll Arte de la lengua mexicana, al igual que otras artes de
que en la lengua latina hay
nio de Nebrixa en su arte, es de notar lrr', lt'nguos aborígenes, elabora los preceptos que determinan
quanda' y cum que qu.iere
I
estos adverbi os: quando que significa ,u,rl es Ia pronunciación correcta (prosodia), la escritura correcta
como no tienen más desta
decir como. [...] Pero en esta lengua r,,rtrgrafía), el orden de las palabras (sintaxis) y la signiticación
romances que cua-
partícula yntla que quiere decir ¡i' 1o]os ]os
según buena razón r .r, t'itlentes de la palabra (etimología), según el planteamien-
draren con ella se pondrán en el subjuntivo
romances del quando y del co- r,',luc hace Nebrija, y que fue seguido en parte por Olmos.ls
y no más, porque todos los otros
I
sobre el cual transitaran adecuadamente los textos evangeliza- ¡rrr',,t'nciá de este debate en el periodo que nos ocup¿r sc l)uc
rll urstrear en el Examen de ingenios (1575) de Juan Huartc tlt.
rlores; por ello, cualquier esfuerzo por normalizar lo aparente- r|,il¡ .luan.
mente infornte bien valía la Pena.
l¡,n el Tesoro de la lengua castellana o española (l6ll),
lrrrstián de Covarrubias mantiene una concepción del lcn-
",
Lafuerza de la palabra l,u,rlc como un don otorgado por Dios, quien concedió a Adán
,l ¡rorlcr para nornbrar, de rnodo que las propiedades de la cosa
del manejo de las ,1,',,r¡'rrada quedaran manifiestas en su nombre. Aquí mismo sc
E,l dorninio de una lengua incluía, además
,r,lvrt'r'te que "la mayor parte del conocimiento de las cosas
reglas, el conocimiento del léxico. Saber una lengua implica-
,l, l,t'ndc del de los vocablos, el que ayuda a ésta, ayuda mu-
ba, en primera instancia, conocer el verdadero significado de
, lro ¡r todas las ciencias; y así los grandes fllósofos antiguos
las palabras que la conformaban; por lo tanto, los artes y gramá-
tr,rlrrr.i¿rron mucho en esta parte, como fue Piatón en el diálo-
ticas se hacían acompañar de un vocabulario. En el ejercicio del 'r'ittll6".l7
(
arre estaba implícito el dominio de la lengua, y el principio del do- ¡', '
minio estaba en la significación de las palabras; ésta se conce-
visión, conocer los vocablos era poseer el cono-
l',rr e sta
f; bía en aquella época, como la verd,td de las palabras'16
r rrrrrt'rrto de las cosas, de ahí la importancia de identificar los
rr.nrlrcq como paso previo al orden en la lengua que, a su vez,
I I-a discusión en torno a la relación que guarda el nombre
, r,r rrrrlispensable para conocer el orden de la realidad"
\ con lo nombrado se remonta a la Antigüedad Clásica' En "El '
ti
La fierza de la palabra adquiría múltiples dimensiones; sin lrros iiunqüe conocía el término téotl, posiblemente porque con-
embargo, explorar al menos dos de ellas nos permitiría aqui- rrlt'nrbá la fuerza de Ia palabra en la selección del término.
latarla: en una primera versión, la palabra evocaba, sugería, in- Irl arte que compuso Olrnos propició la integración de
citaba, provocaba; en una segunda versión, la palabra invocaba, rr,'r iones ajenas, procedentes del mundo cristiano, que con-
llamaba, traía consigo. Había, así, dos fuerzas: una fuerza evo- ll, rrban la finalidad de colocar a los indios en el camino que
r
cadora y una fuerza invocadora, ambas peligrosas cuando se ¡,r,,¡riciara la salvación de sus almas. Olmos dispuso los ejem-
trataba de palabras relacionadas con el mal; sin embargo, no 1,1,,', on la lengua mexicana de tal modo que, además de mode-
habría duda de que nombrar al demonio era invocarlo y ello l,rr los principios gramaticales, también contribuyeran a con-
podía resultar de sumo riesgo y conducir a la pérdida del alma. l,,nrurr una visión del mundo teológico cristiano; así, Olntos
¡,,',lrrr intentar la reorganización del mundo indio según los prc-
, ( l)tos cristianos. No sería clifícil desprender de este punto tlc
l,)J.l..Austin, cómohacercosasconpalabras,Palabrasyacciones,editorialPaidós,
llalcclona.1988. l¡,rv Andrés de Olmos, Tratado sobre los siete pecados mortales (1551-15.5)),
ro (iiorgio Cardona, "Los amuletos escritos: una divagación comparativa"' en lo.r rl..r,r,. UNAM. 1996. p.61.
Itrt¡lttujcs tlcl ,saber, op. cit.
IRAÍS HEITNÁNDEZ SUÁREz CepÍrulcl ¡1. ORr)rrN y (\)N( l t{I()
partida, la inclusión de nuevas prácticas en la organización social Noé; o que vinieron después, de tierra de Sichen en tienrl)o
y política de los indios. Este reordenamiento no implicaba un rlt' .lacob, cuando dieron en huir algunos y dejaron la tierra; o cr¡
rechazo absoltrto al rnundo indio, ya que para Olmos también hrs tiempos en que los hijos de Israel entraron en la tierra clc
significó la integración de aqr.ellas costumbres y maneras quo ¡rrornisión y la debelaron y echaron de ella a los cananeos, amo-
n cos y .iebuseos.23
considcrab¿r aceplatrles en la vida cristiana" procedentes de la¡
enseñanzas de los viejos.
lrrrr vez desechada la posibilidad de que las nuevas tierras
lu, r:rn islas de Asia y ante la inminente evidencia de constituir
El orden en el Nuevo Mundcl rr nucvo continente, los españoles contrastaron la realidad que
r
,rlrría ante sus ojos con las constantes discursivas ofrecidas
E,n E,uropa, Ios pueblos conocidos antes del descubrimien ¡','r l;r Teología y la Filosofía Natural. En este contraste apare-
de Anlérica eran reconocidos a partir Ce los relatos de las ' r,r ( ()t)lo ruptura que los habitantes de la zona tórrida, que an-
I' r()¡nlcnte no cabían en las expectativas, hicieran su aparición,
Sagradas Escrituras. No obstante, la llegada de ios europeos al
nuevo continente cambió por cornpleto Ia concepción que has- ¡ ,!r'hía ofrecerse alguna explicación plausible al respecto.2a
\trn() ¿l Ia creación se encontraba este espacio geográficamente
ta entonces tenían del mundo, pues además de expandirlo te.
t,rrr :rlcjado del mundo conocido y tan extraño a todo lo ima-
rritorialmente surgió la necesidad de aclarar la existencia do
América en Ia descripción bítriica. ¡,rrr,rrkr; lo que propició que su controvertido origen fuera abor-
rl,rrl, r'r) la época.zs El orden del mundo establecido por la Biblia
Para 1528, año en que Olmos llegó a tierras americanas,
¡¡rr *r r'ospondía con la realidad que se imponía a la mirada de
aún podía considerarse la presencia del Nuevo Mundo como
una ruptura con la concepción que la tradición bíblica soste. '¡rr r('s llegaban a las tierras recién conquistadas; así que a
nía.22 La evidencia de que Olmos se preocupaba por explicar el l,,rrt¡r tle ese momento se generaron nuevos discursos cuyas
r' rrl( nci¿ts iban en busca de concordar con la nueva realidad.
origen de los habitantes del Nuevo Mundo, desde una con.
\lrr, lr:rs crónicas y tratados de la época giraron en torno a ex-
cepción bíblica, se la debemos a Mendieta, quien señala:
¡,1r, .rt rotres de esta índole.26
82
CAPITUI-o II. ORI)liN Y ( ()N( ¡l lllI)
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
La temporalidad cle los habitantes mesoamericanos de la Nue' Lrr organización de esta tarea requeriría, entre otras cos¿ls,
va España, por otra parte, se veía abruptamente interrumpi' rh' l:r identificación de las distintas lenguas, establecientlo trrr¿t
da por la presencia ajena, ya que bajo la nueva circunstancia ¡r'r.rrr¡rrío entre ellas, con la finalidad de seleccionar las qtte
no sería posible continuar con la cuenta calendárica que cada Irrrrur ¿rdecuadas a la evangelización.
52 años era rcnovada, según la tradición mexica. Por su cuen' I rr claboración de artes de las lenguas indígenas ya hahía
Irrrr r:rrlt) cuando las autoridades españolas también llegaron a
ta, los españoles, cristianos en su mayoría, se vieron forzadog
a incluir en su propia temporalidad, regida por los aconteci' ,,,¡¡1,¡1fs¡¿¡ la pertinencia de organizar el conocimiento de la
mientos narrados en las Sagradas Escrituras, la existencia rlrrlrsidad lingüística de la Nueva España, por lo menos con-
un Nuevo Mundo, sus habitantes y sus lenguas como pa trr r ()n un registro de los nombres de las lenguas, su ubicación
de la obra divina cuya explicación tendría que ser coherento ¡ r'l rrrrrrero de hablantes.
con las verdades bíblicas. \rurt¡ue distintas, las dos estrategias -religiosa y política-
Las lenguas del Nuevo Mundo aparecían ante los ojos del r,r¡ll1'1,'16¿n una misma finalidad: ordenar el Nuevo Mundo,
conquistador como lenguas antiquísimas y sumamente com' rL'.rlt' l¿r perspectiva correspondiente.
plejas; no obstante, susceptibles de ser descritas y aprend
bajo los parámetros de la ProPia.
La búsqueda de Olmos del orden y el concierto en la I | '.tr ;rlt'gia religiosa: el orden bíblico y la lengua
mexicana, como lo manifiesta en el arte, hace suponer que
percepción de la realidad novohispana corespondía al desordent l ,'' lurrrciscanos estaban convencidos de que en el sermón en
rl producto de la apropiación que el demonio había hecho de e§' rr, \ l( lr¡() se mantenía la ftterza evocadora de las palabras, de
te mundo, pese a que ambos mundos habían sido producto do rr,nr, rir (lue se podría ejercer sobre los indios una supremacía
la divina creación, única e inobjetable, según las Sagradas Es' r,ilrr,, ( n su pensamiento como en su actuación. El manejo y
crituras. Carente de una explicación satisfactoria, Olmos y otrot ,l,,rrruuo de la palabra en mexicano acafreaba así, por la fuerza
cristianos, afianzados en las concepciones bíblicas, ubicaban ¡,, r',rr,rsiva del discurso, un control sobre el individuo misnl«r.
la existencia del Nuevo Mundo y sus habitantes en la lógica del l', r,, ¡¡1¡ bastaba vestir con ropaje nuevo las ideas cristianas, se:
caos: un mundo inesperadamente extenso y sumamente pobla' r, ,¡r,'rrr lrasladar un mundo conceptual al otro. El munclo
do, cuyos habitantes tenían apariencias y costumbres extra' rl'lrl, nrr resultaba incomprensible, pese a los intentos quc
ñas, aunadas a la amplia y sorprendente variedad de lengua§, ',,rlr,r,,rin y Olmos2T ha!ían hecho al elaborar la historia de krs
La tarea de los frailes estaría, entonces, centrada en la restau'
ración del orden, al recuperar el Nuevo Mundo del dominio ^l r, lr¡'r() cn este caso a Sahagún, Historia general de las cosas de lu Ntttt'tt
dcr.noniaco, mediante la evangelización. t , ,.,., l\'lrlxico, Porrúa, 1981. y al trabajo de De Olmos como cronista (ltrc csl:i
L, rr, rrt.rrlr¡ ¡xrr Mendieta (Historía eclesiástica..., op. cit.). y quc sc corl()cc ('()lll()
84 85
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ C,qpÍrulo ll. Ont>t,lv Y ( (,N('lllR'l()
indios a partir de sus propias narraciones. La convivencia en- I't'sc & que el mexicano se consideraba una lengua proli.ja y
tre dominador y dominado no sería suficiente para zanjar la ,rlrrrnclante, cuando se requería introducir nuevas concepcio-
brecha comunicativa que existía entre ambos, y a ella se suma- r,,'s. inexistentes en el mundo indígena y por ende en la lengua,
ba la dificultad de accrcar dos lenguas y dos mundos. l,s tí:rminos resultaban insuficientes. El vocablo castcllanr:r
Los conceptos cristianos *de por sí abstractos- detrás de ,',tuvo presto en estos casos: "Lo rnismo harán con los nom-
palatlras como ángel, dios, dernonio o pecado, resultaban ex' lrrcs gue de nuestro castellano toman. Ex.: angel, plural ange-
traños a los intlios ctel Nuevo Mundo, pues se trataba de pala' l,lr¡¡. u"1 angelome."2q Olmos describe la morfología de esta
bras ins(rlitas que buscaban acomodo en un tejido discursivo ¡rrrlrrbra (la forrnación del plural), lo que nos hace pensar que
irnpropio, cuyo entramado aunque parecía familiar exigía la ,rrr¡lel" era un término admitido de forma corriente en la len-
construcción de un complejo idiosincrático que carecía de re' ¡,rur rrrexicana. Por supuesto, la búsqueda de los términos espe-
I'erentes.28 Por eso se buscó en la lengtla mexicana el término , rlrcos en trengua mexicana condujo a Olmos a localizar algu-
que cubriera ei concepto, se acuñó alguno que se asemejara o r¡,'', (lr.le parecían traducir la cosmovisión cristiana a la india
se recurrió a trasladarlo de la lengua castellana, aun cuando l& , rr iln parirlelisrno que más tarde le resultaría conflictivo. En
presencia del término no supliera satisfactoriamente la necesi' ',,t(' caso se encuentran térrninos corno diablo-tlacatecó-lofl,
I dad conceptual. /' ,/// dios, tlatlaculli-pecado, entre otros.
A partir de los términos que aparecen en el arte, fue posiblo l.ir lengua y el mundo obedecían a un orden; construir o
recuperar parte de esa nomenclatura que Olmos considerabg tr,r,,l:rtl¿lr los vocablos implicaba dar el paso del orden de la
imprescindible en la sistenlatizactón de lo desconocido; 1o mis' lr rf,uil al orden del mundo. En términos bíblicos, el orden
ti mo recurrió a "préstamos" que a "calcos Iingüísticos", en l0 rr¡¡lrritico que proporcionaba el alfabeto tenía significado
medida en que uno y otro le ofrecían la posibilidad de moldear ,lrr'¡rrrr, puesto que alfa y omega constituían el principio y el fin
la realidad indígena al orden hispano. rlr totlas las cosas, precisarnentp donde se encontraba Dios.
Aunque el léxico no tiene una presencia explícita en el arto l¡rrrrlrién la lengua mexicana se vio sometida a este orden al-
(ya que el autor nos remite directamente al vocabulario, quo l,rlrr'lico, en virtud de su traslado a la escritura latina en una
permanece perdido), en sus ejemplos Olmos proporcionó ll lr,t,r tlc elementos léxicos diversos. En su arte, fray Andrés de
correspondencia entre la forma castellana y la mexicana de al' I llrr¡os nos proporciona un ejemplo:
gunos términos que consideré especialmente pertinentes; fuO
el caso de palabras como ángel, dios, doctrina y algunas otrau, Singular Plural
coatl, culebra cocoa
cueyatl, rana cuecueya
Trotado de antigüedade^r. véase Baudot, Iltopía e historia en México..., Madrid¡
L.spasa-Calpe, 1983, p. i70.
rx [)c csto trataré más adelante, en el capítulo IV. t tltt¡:,. Árte de la lengua mexicana, op. cit., p.32.
86
IRAÍs HERNÁNDEZ SUÁREZ Cnpírulo II. ORDEN y CoNCTERTo
88 89
CAPÍTULo II. ORDEN Y CoNCIERTo
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ
También utiliza la misma raíz verbal para hablar de los I-a ortografía y manera de escribir y pronunciar suele se tomar de
derivativos: la escritura de los sabios y antiguos donde las hay; pero en esta
lengua que no tenía escritura, falta esta lumbre y ansi en ella he-
"Talmachtilli, discípulo
mos de andar adivinando; pero pondré aquí lo que me parecerá
Temachtilli, doctrina con que algunos se enseñan
rucerca de la ortografía y pronunciación. Y si cuadrase poner en
Tcmuchtilli, doctrina que enseñan a otros
uso para que en todos haya conforrnidad en el escribir y pronun-
Nonemachlilo, todos enseñan." 36
t:iar de aquí en adelante. 37
La utilización reiterativa de esta clase de términos para ejem' lrs interesante confirmar que el orden que estableció Olmos
plil'icar las nociones gramaticales parecía entrar en abie rn su Arte de la lengua mexicana, específicamente el lugar que
Lontraclicción con la afirmación de lo abundosa y prolija
<
lc rrsigna a la ofiografía en su gramática, difiere del orden que si-
era la lengua mexicana. El esfuerzo de Olmos por poner
¡¿rri<i Nebrija en su Gramática cctstellana y se acerca más al
É: en ella le conducía tanto a la búsqueda de reglas gramati rurlcn de las Introducciones latinae.3s En cuanto a las partes de
como a la delimitación de los términos usados como Irr oración, Olmos mantuvo cierta sinlilitud con los modelos
\.l lo. La naturaleza aglutinante de la lengua mexicana fue bi prirrnaticales de la época, que siguen la propuesta de los gra-
ap
aprovechada por los frailes para acuñar nuevos términos' rrliticos griegos, retomada posteriqrmente por los Iatinos y
i tL
Yi tir de la combinación adecuada de ciertas raíces gramatlca Itsrrtla, por último, en el castellano.3e
con los afijos Pertinentes.
t' ll,t,t.. p. 173.
'r l,conardo Manrique considera que Olmos conoce los distinto rnodelos gramati-
La escritura como principio del orden en la lengua rrtlcs y que adapta el orden a las necesidades de la lengua, op. cit., p. 102. Según
A¡rt'nsión Hernández y Miguel León-Portilla, el arte de Olmos tiene más
r tlcspondencia con la gramática latina de Nebrija. Véase también a Walter Migno-
Elprimerpasoenlabúsquedadelasisternatizacióndesel h, rt¡t.t'it., quien confirma esta posición y la hace extensiva a todas las gramáticas de
po, Ol.or-sería sin duda, la intermediación de la escritura' hr lerrguas indígenas eiaboradas durante los siglos xvl y xvll.
qre fue.on las letras las que le dieron el fundamento' S f" l.rr cl prólogo
del Arte..., Olmos indica las partes de que está compuesto: nombres
¡ ¡rronombres; conjugación, formación y diversidad de verbos; las partes decli-
r,rlrk's y algo de ortografía. Olmos, op. cit, pp. 10-11. Véase Concepción Abellán
lllrrrl. "l-as Introducciones latinae y 7a Gramática castellana: estruciura y partes
\s lbid., p. 183, subraYado rnío. rlr lrr rrrrción", en Ignacio Guzmán y Eréndira Nansen, op. cit., pp. 47-56.
!1' lbid., pp. 49 -55.
90 9l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ C,qpírulo II. ORr)riN y ('oN( ulu¡()
Olmos coloca el capítulo de la ortografía hacia el final de ltt,tlttt't'iones latinae y no de la Gramática castellar?o, conlo
obra. La lengua mexicana requería una propuesta ortográfi Irrrrros señalado, lo cual propició que Olmos, al igual que olros
como reconoció Olmos, en cantbio Nebrija buscaba el perf !r¡rrlriilicos novohispanos, estuviera consciente de que era rn/rs
cionamiento en la escritura t¿rnto de la lengua latina como de ltrr¡rorlante atender al contenido, en tanto que la forma, en dcl'i-
castellana: "...los griegos llamaron orthographia: que n lrtrvir. debía responder únicamente a esta necesidad, por ello
tros poclcrnos nt.¡mbrar en lengua -romana sciencia de bien llrtir rr la ortografía en última instancia y de manera breve.
( )lrnc¡s tuvo presente que su propuesta ortográfica podía te-
clerechanrcnte escribir".40 Ambos coinciden en señalar que
¡nedio cle la ortografía, tas letras representan a los sonidos,al llr irlgunas modificaciones, no obstante, su interés por
obstante, cl lugar que le asignan es distinto. Si llevamos l¡it¡rl)lccer una convención ortográfica no conllevaba la in-
rcllcxiírn al lerreno de la oposición aristotélica de fondo y Ilrrt ron del perfeccionamiento por medio "del correcto escri-
rna, y por otra parte consideramos que la forma también lrtr ", nrás bien encerraba la preocupación de poner orden en la
l'oncto, nos preguntamos: ¿qué significa que Nebrija ini ¡t.runciación mediante su escritura, ya que el mexicano
ra con la ortografía en tanto que Olmos la planteara ha flr',,('ntaba mucha variación en ella, lo cual aumentaba su ca-
el final? Irlr lcr de ca6tica:
92
C¡.pfrulo II. ORrrllN Y ('oN('lliRll)
no es bien
lixlo cllo parece apuntar hacia el carácfer utilitario de un tcx-
pronuncia
la v consonante, porque donde se lu crr cl que se ponía más atención al contenido que a la fbrma'
y será antes abuso que buen usl'"as
¡rrrri,'irin que era explícita en Valdés por la naturaleza
nunciada,
^'- propia de
i; por la forma en la escritufa ena muy I y estaba implícita
preocupación
^
ln lt'nrática de la que se ocupaba su texto que
o" iu ipo. u ; mucho'i autores- contemporáT:: ::..?l"::: ¡rr ( )lmos. La dualidad fondo-forma constituía una discusión
hab
ñ;;il;'i;;;';it'* debía corresponder a lo que se r¡rrcatlquirió mucha vigencia entre los contemporáneos de
y que debía estar, u * '"'' más ligada
-1T::,::t::i:::ilo Nllrlija, de Valdés y de Olmos, a partir de que la integración
tenor son los comentarios que a
ü,i*t*'*""8i """ (escrito entre 1535.' rk,l ¡rt'nsamiento clásico grecolatino mantuvo las diversas posi-
á"|-»,AUro de la lengua l::U]-l:
la ortogra: r lrurt's c¡ue la retórica clásica actualizó gracias a los Padres de
il; i; ialdés, quiá se oponía ela formalizar
latín V 0esvr,ai-{1ije"
ll l¡tlcsia.
castellana siguiendo puntulá"nte l,ir p«rsicién de Olmos mantenía coherencia con la búsque-
,áo rr.ru de ProPósito que en una .le rlrr rlt' la armonía en la composición de los tratados, en la que
de una manera' llllli¿ri un estilo llano, en virtud de su interés por que los indios
--Ér,use pronuncle
vulgar "-:1tL"-9:-r:t:n;li"
,r,ir*u actitud estuvo muy acorde y venía
a
0lrrrplcndieran sus sermones. La inclusión de segmentos de
estilo llano:
a" fo lu" significaba para Valdés un ln lltu'ltuettahtolli en el sermón de los pecados capitales para
É' lltrrlrrrr cl uso de ia lengua mexicana, tuvo como doble pro-
estilo que tengo me es natural'
y sin afectación ninguna es'
...e1 voca' cl establecimiento de las situaciones ejemplares en
;;il;il nabli solamente tengo cuidado de usar dequanto ftrlrrto
fi vrrlrr cotidiana.
\¿ ;;;;* ;;rifiquen bien lo que quiero de.zir' v
dígolo
)lrros hizo esfuerzos por comprender y describir la lengua
I
que todo el bien hablar cas'
f tL( más llanarnente me es posiblá ['.']
lo que queréis con las menos pa' lllr,rrt ¡rrra, como lengua verdadera, mediante la composición
Yt tellano consiste en que digáis
labras que Pudiéredes'47
út w ,4rte concluida en 1547; años más tarde redobló estos
ttlrrlr¿os trasladando a esta misma lengua dos sermones. El
Ihlltrvo de Olmos estaría centrado en la búsqueda de la ar-
lltlrrt¡r, ba.lo la cual tendrían lugar la consonancia y la perfec-
de índole lingüística: ¿serú ülrh ('on ello se colocó en franca oposición a las decisiones
Estecomentario abre muchas interrogantes
lbid.
45
95
CAPÍTULo Il. ORDIiN Y ( oN('lliRl()
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
97
96
ln¡rÍs HrnNÁNoBz SuÁREz CApfTULo ¡1. ORDTiN y ( oN(.[,R.tr)
que son: mexicana, que es la principal y general, y choc ¡ul totonaques, diferentes de mexicanos, aunque los nrayoralcs
mazateca, lenguas oscuras y malsonantes a nuestro oído". v ¡rlirrcipales saben todos la lengua mexicana.5s
El desorden cedía el paso a un cierto orden, en la medida
que los colonos españoles conocían los nombres de las c l(l rrrt'xicano y su lengua se constituían de este modo en los in-
(pueblos, grupos humanos, sierras, montañas, ríos, lenguas, Ir,rrrrcrliarios forzosos que acercaron un mundo al otro, y quc
cétera), lo cual permitía su identificación y control: el que ñr',tr('r'on al europeo en su tarea de ordenar lo que percibía
bra ejerce dominio sobre lo nombrado y está en condici r,rur() (aos. Muy pronto los españoles comprendieron la i¡n_
de iniciar su clasificación.53 No es casual, entonces, flrtt¡ur('ia que el .mexicano tenía en la Nueva España.
nombre de las lenguassa y de quienes las hablaban hubiera l ,.s criterios para nombrar
-y por ende ordenar- las lenguas
do otorgado, desde finales del siglo xvt, por algunos lilrlr¡rs sc impusieron desde la particular visión mexica, estos
tantes del antiguo imperio mexica, quienes servían de in !rlt.rrrs en algunos casos fueron suficientemente explicados:
tes a los españoles que levantaron el censo. "A l,r ,uturales desta provincia llaman cuixcas, que quiere de_
EI nombre que los mexicanos otorgaban a los otros rlt los de la tierra de lagartijas, porque hay muchas; son de
blos y los comentarios acerca de ellos, nos permiten desc llrl r.rr chontales o tuztecos que se interpreta que 'hablan en la
-en muchos casos- su posición frente a esos pueblos; en la ftlll¡urta'. No se escribe (su lengua), porque no se pronuncia".Só
lación de Hueytlalpa dice: l'rr nluchas ocasiones, lo que abundaba en el lugar era re_
( llrrrrrrkr para dar nornbre a sus habitantes; en otros casos, la
Son indios tochos y muy ignorantes los que son comunes y llllt, rrlt¿rd natural para dominar una lengua ajena fue motivo
I tL( plebeyos, y, los que gobiernan a éstos, son de buenos en. fmrrr rlrr.les nombre. De cualquier manera, Ios comentarios en
Ytrl tendimientos; y, en las inclinaciones, todos son de una hrrr. ¡r cllas permiten reconstruir la valoración que tanto los
que son de poco ánimo ¡ Ios unos y los otros, muy móviles en lrrrhr¿rs crmo los españoles hacían de las lenguas que consi-
todo. Son amigos de sólo comer, y beber y holgar, y son de len. rh'rrrr, st¡balternas. Los criterios que guían dicha valoración
r['l¡rt¡rr los prejuicios lingüísticos que rodeaban a las otras
hrry,,,,t indígenas. Así, los nombres que las lenguas prehis-
lbid., p. 97. ftlrrrr ;rs recibían en mexicano hacían alusión a lo poco acep_
52
53 El prirner nivel de legitimación del orden cognoscitivo del mundo lo
Itlrl,',, r¡uc resultaban a los oídos nahuas.
la composición del vocabulario, según plantean Peter Berger y Thomas
en La construcción social de la realidad, Buenos Aires, ,{morrortu Editores, I
p. 123.
5a Recientemente los diferentes grupos étnicos han pugnado por ser
nlediante los nombres que ellos se asignan a sí mismos y a sus lenguas, de fr 4,,rr¡¡ ,¡t. t.it., p. 153. Acuña comenta que
Joseph Velasco, autor de esia /?¿l¡_
lado los que por tradición colonial les fueron impuestos: tarasco por )hth lr.rt('ncció probablemente a la etnia mexicana.
otorní por ñahñú, tarahumara por rarámuri, huasteco por teenek, etcétera. t. tt,t,l t I. v«rl. 6, p. 340.
CnpÍrulo II. ORDIIN y ( ()N( n1ktr)
IRAIs HERNÁNDrz SuÁnez
f
l,r
\lti
t
to del contacto, como el principio del orden que se trataba
encontrar entre las diversas lenguas implicó una jerarquía
tre ellas, según la cual la mexicana sería mejor que cua
otra lengua indígena, aun aceptando el carácter rnayoritario
Irrrtl;¡ f'ue explícita al señalar: "La lengua que hablan es me-
rtr,urit rnuy tosca, y es corrompida en vocablos diferentes de
Il rn.'xicana."6l
f 'n las Relaciones geográficas... podemos encontrar otros
r rrlrlrt rrtivos para describir la lengua, además de rústica y no
alguna otra, como el otomí58.
.,/
Por su predominio sobre los otros grupos frente al c l,rrlrrl¡r: losca, villana, corrupta y avillanada.62 De todas las va-
',,.i
Yti rtlrl¡rrk's tJe la lengua mexicana, la que hablaba la nobleza del
nizador, los mexicanos se constituyeron en informantes e i
,rltrpl:rno central se distinguía como fina y pulida.
pretes, participaron en la tarea de nombrar para reordenar
l{r's¡rc:cto al nombre otorgado a la lengua, objeto de mi in-
h,rr',,, ('ncuentro que la denominación "lengua mexicana" se
57 lbid., p. 315.
s8 Las lenguas indígenas mayoritarias en la Nueva España, como Diego
camargo señala explícitamente en su relación, eran el mexicano y el otomf¡ I r¡',rrlriu cs crear categorías, ordenar la realidad; por ello, la práctica de cli-
embargo, no había duda de que esta ríltima presentaba dos condiciones advof
primero, aunque fuerte numéricamente, no contaba con el prestigio y la difusión ilIr,r l,'', t'lcmentos culturales indígenas *mediante el nombre- se hizo extensiva
ya tenía el mexicano; segundo, sus propias condiciones estructurales -una li .l'r,, ¡'r'r\r)nits a las que se impusieron nombres cristianos por medio del bautisrno
tica sumamente compleja, por ser lengua tonal- hacían sumamente difícil cl ¡ r 1,,. ¡,olrlaciones indias, a las que se añadió el nombre del santo patrono del tcrn-
tento de aprenderla. Esto permite explicar, en parte, las razones que tuvleron I ¡l",rlrl ' ttl,ido.
lianciscanos para atender de manera especial a la lengua mexicana y cómo értil
'i 1, rrt.r, op. cit., t. II, vol. V, p. 208.
fue transformando en la lengua de evangelización en gran parte del territorlo '' ll,r,/ ¡r 1190.
la Nueva España. ' tt,t,t p¡t. 126,283,290 y vol. II, p.61.
100
Cepfrulo II. ORDEN y coNcil.iR1'o
IxeÍs HenNÁ¡¡oEz SuÁREZ
emptreó más frecuentemente durante la Colonia, en tanto tlr¡¡rlrollo deberían poseer lenguas toscas y corruptas. Diego
la denominación asignada por los propios hablantes pal Mrrtt.,z, Camargo, en las Relaciones geográficas del siglo xvl,
quedarse en el olvido, a excepción de la relación de Tetela, t lt¡¡unrcntó profusamente los criterios que otorgaban a la len-
señala: "Llámase, la lengua que hablan, nahua tlatolli, que ¡ltu rncxicana su carácter de pura y bien pulida, la comparó
la general que habla toda la nación mexicana, que diría lutr crl latín en cuanto a lo amplia y copiosa:
gua de los nahuas o lengua nahua."63
lrs t¡na lengua (la mexicana) la más amplia y copiosa que se
El nombre "lengua mexicana" no marcaba ninguna di lrr¡ hailado, después de la latinidad; es suave y amorosa, y en
rencia entre las lenguas o entre las variedades dialectales de hr nruy señora y de gran presunción, compendiosa, fácil y dó-
misma, sino que establecía una relación de poder en la t'il, que no se le haya fin ni cabo. Y se pueden con facilidad
quien nombraba era el que había dominado'6a Una situa< ('o¡llponer versos en la propia lengua con mesura y consonan-
semejante sucedió con los nombres de las otras lenguas r'i¡r. con el modo de escandir y componer.ó7
dígenas en las que ha prevalecido durante mucho tiempo
n,r*b." asignado desde fuera, sin tomar en cuenta difen la lengua mexicana se podía componer
fü cias dialectales o variaciones lingüísticas dignas de menc
La diversidad dialectal de la lengua mexicana fue com
Arlcrrrhs, señaló que en
V;l¡os con mesura y consonancia; su idea del pulimento de la
htt¡t,,,, podría ser una concepción tomada de fray Bernardino
da a la del español Diego Muñoz Camargo, "mestizo que lt Sirhagún, ya que recuerda al libro VI de la historia del
educado desde sus tiernos años camo español y que a si ñfint'iscano, a quien citó al hablar de la religión mexica:
( mo se identificaba como tal",6s en la relación de Tlaxcala, i
LC "...un lenguaje es la lengua tascalense y pura lengua me 'li'rríirn Ios naturales en su antigüedad, adagios, proverbios, y
tG na, y no tiene más diferencia de la que puede tener la le l[('guntas a manera de enigmas y adivinanzas muy compuestas
,sevillana, de la foledana o la asturiana".66 lrr su lengua; hablaban en jerigonza; usaban cuentos risueños;
Se considera que, en la medida en que un pueblo ¡on rnuy grandes fabuladores, y tienen sus fines y sentidos para
rlrx tlinarse, y otros muchos entretenimientos.6s
una organización social más compleja, su lengua podría
más fina y pulida; mientras que, los pueblos presentaban est
f,[ rroci(rn de la pureza de la lengua era frecuentemente ma-
fitfrrrlir cn las R.elaciones geográficas... como opuesta a corup-
63 lbid., t. II, vol.1,p.266.
« En relación con el nombre de la lengua mexicana, véase Bárbara
l¡, rrsulta interesante que actualmente los hablantes de mexicano
,.¿Lengua náhuatl o lengua mexicana? una disensión en el
valentín Peralta,
xlx", en Zarina Estrada (ed.), Me morias del II Encuentro de Lingüística en el Nt
te, t. 2, Hermosillo, México, Universidad de Sonora, 1994, pp' 175-187 '
65 Acuña, op.cit.,¡. I, vol. IY p. 13, la cursiva es mía'
)t lh¡l . tt. l4l, la cursiva es mía.
66 Ibid., p. 78, la cursiva es mía.
I ,¡r,/, t) 20ó"
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
104 105
IRAís HERNÁNDSz SuÁnsz CAPíTULo III. EL ENCUENTR() I:N tRt. tx )ri I I Nr;tiA\
conversión de nuevos adeptos, dando lugar a la homilía o r ,rrrrhiti durante el Renacimiento, cuando se recuperó lit ttirrli
predicación. En este aspecto, debo mencionar de manera muy r ron clásic& pese a mantenerse la separación entre lo sagriukr
especial el trabajo de San Agustín en De doctrina christiana, t 1,, 1lI0{anO.3
que recupera con sentido cristiano los principios retóricos do l'.rr la tradición retórica eclesiástica hubo diversas tendcrt-
Aristóteles, Ciccrón y Quintiliano. En el siglo v tuvo lugar la ' r,r', ¡rref'erir algún género en particular o privilegiar un esiilo
separación de la rettirica cl¿lsica y el inicio del discurso medie' rh tr'¡rninodo. Desde el Concilio de Trento, todas las órdencs
val, dos obras llr¿trcan cstc proceso:'el texto ya mencionado do l lrl'rosas trataron de "impulsar una nueva predicación, aun-
San Agtrstín y l)e nttptiis Philologiae eÍ Mercurii de Marciano ,¡rrl igrrrirando cuestiones formales de estructura, y normativa
Capclla. Bntre los siglos v y vll se revitalizó la obra de Cicerón l''r()rrc¿I, para profundizar en el contenido del sermón y en la
y aparecieron aportaci()nes nuevas de autores como Fortunia' lr¡,rrrrr clel predicador virtuoso".4 La retórica católica y la pro-
no, Casiorloro e lsidoro de Sevilla, cuyas obras privilegian el r,,,riurlc mantuvieron en común la intención de adaptar la re-
uso clel lcrnguaje figurado. Las obras de gramáticos latinos do t,'rrt rr clásica a la teología cristiana, la consideración del Es-
la talla de Donato y Prisciano obtuvieron su máxima difusión I'rilril Santo como fuente de inspiración y el acento emotivo en
hacia los siglos xtt y xlv; estas grarnáticas tenían la particula' lrr l)r('(licación. Los protestantes preferían ei género didáctico
ridacl de incluir un arte retórica. Durante la Edad Media, el ,r rlrl('r'encia de los católicos que utilizaban más el género
{,
t,r cristianismo "mantiene la idea de la retórica clásica de quo rl'lrlrr.'rativo, rechazaban el estilo llano y otorgaban mucha
\ ,l'r.
el estilo era un instrumento adaptable a cualquier argumen' lrr¡r,¡[¿¡¡gi¿ a los elementos emocionales. En este contexto
vr ,r¡r,rrct'ieron la Rhetorica christiana de Valadés (1579), De
to".l Así con el lmpulso agustiniano, las órdenes mendicantcü
r il.C trasladaban la retórica pagana a la oratoria sagrada y daban ttt, tt,t'i(a ecclesiastica de Augustino Valiero (1574) y la Rhe-
Y lil lugar a la tradición retórica eclesiástica que atendía a las ar' t,,t t, ,t acclesiatica de fray Luis de Granada (1576).s
tes praedicandi, cuyo fruto fue la composición de los sermtl' l,;r predicación que se realizaba en castellano, tanto en E,s-
nes. En el siglo xII se inicia una nueva forrna de predicar, l0 l',rr.r ('()rno en el Nuevo Mundo, usualrnente contaba con ser-
del sermón temático, que se redactaba siguiendo un esqueml rr"niu'ios escritos6 ya fuera en latín o en lengua de Castilla:
inicial, el cual requería de un conocimiento del arte retórica'2 rrl¡,urros clérigos mane.jaban ambas lenguas, y ei texto en latín
Aunque en el siglo xlv el arte de predicar perdió su aspecto r r,r scguido a manera de guía, cuando la predicación se hacía
106 107
IneÍs HenNÁNoez SUAREZ Cepftulo III. EL ENcuENTRo ENTRti tx)s t.INot,As
en una lengua diferente. Por otro lado, gran parte de los rlrlrr ver cotejándolo y añadiendo en lengua mexicana algunus
fueron compuestos a partir de los principios retóricos crist ttltits cosas".lo
que ya existían para entonces.T
El sermón de los pecados mortales que Olmos trasladó
mexicano fue escrito originalmente en latín por san Vi La lengua mexicana y sus recursos
te Ferrer en el siglo xlv, y, por lo tanto posee una
marcada por la retórica cristiana que imperaba entonces. A ¡rurtir de que la lengua mexicana contaba con un sistema de
texto se consideraba modelo a seguir durante el siglo xvt, tc¡istro gráfico particular,ll sumamente complejo, cualquier
mo se puede deducir por la presencia de varios ejem Itrtcrro por clasificar los géneros literarios o por identificar una
en algunas bibliotecas conventuales.s ll¡rtlición literaria en mexicano,l2 resultaría ajeno a la grama-
Cuando Olmos eligió el sermón de san Vicente Ferrer lología elaborada por la propia lengua. Es decir, cualquier
trasladarlo al mexicano, lo adaptó a las circunstancias de lnt('nro de clasificación bajo los criterios de una tradición li-
evangelización que él realizaba: "...vista una traqa que creo lrr¡rria europea, aun cuando se intente establecer categorfas
de San Vicente seguí lo más della, sacando fuera las ci urtlírgenas,l3 es inapropiado. Habría que considerar, como lo
tancias por no hacer prolixos los principales sermones [...] Ittrt'c Brotherston, que la escritura mesoamericana se desarro-
niendo las circunstancias por en parte en manera de pláti lllr iconográficamente (tlacuilolli). en un formato que prefb-
ya que no lleven la traga de sermones".e rlnrcrrrente fue el amoxtli. Este Iibro-biombo foliado, generat-
De la misma manera, siguió a Castañega siempre rrcntc de piel, puede clasificarse de acuerdo con el contenido
te de que había que adaptar el texto: "'..tomé el trabajo de
car del dicho libro lo que pareció hazer más al caso para rrr I )lr¡¡.s, Tratado de hechicerías y sortilegios, México, uNeu, 1990, p. 3, el rexro
fios indios, nuevos cristianos], dexando lo demás como lo lll r ott'l¡g1"t *'O.
"t de escritura que propone
It li¡r la noción Brotherston, todo gesto, representación
o
¡rrllrrir visual constituyen un registro del lenguaje; por lo tanto, lafunción «lcl
lrrryrrrrjc no verbal delos amoxtli (libros) de Mesoámérica tiene su propia gram.-
rrhryt, cr»npleja y ejemplifica la equivalencia funcional de la escritura en la so-
7 La prohibición de usar las lenguas vernáculas se aplicaba de manera r'llrl¡rrl, (iordon Brotherston, La América indígena en su literatura: los libros ilal
la Biblia y los Evangelios; se aceptaba en cambio la preparación de textos pan t)unht nundo, México, nca, 1997, p.72.
predicación de los fieles, como los sermones. Dominique Julia, "Lecr rr V¡¡rsc caribay, op. cit., Miguel
León-portilla, "cuícatl y trahtolli", e¡ E.ttutlios da
iontrarreforma", en Cavallo y Chartier (comps.), Hisloria de la lectura en el I ultnnt Náhuatl ,16, México, umau, 1983, y Amos segala, Literatura náhuorl,./ut,n.
occidental, Madrid, Taurus, 2001, p. 426 lt tt,l,,ntidades, representacíones, México, Crijalbo/Conaculta, 1990.
s Baudot, prefacio a Andrés de Olmos, Tratado sobre los siete pecados frA¡r. l¡r rlistinción entre prosa y poesía se vierte en los términos tlahtoili (palahrl)
(1551-1552),Georges Baudot (ed., intr., notas y paleografía), México' UNAM' t t¡t tti'ltitl, in cuícatl (flor y canto), en una clara analogía con las tro,li.iun.*
p. XIII. flrrlrr'¿r\ grecolatinas. véase segala, ibid., cap. y pp. l2l-153;. Birgitta Leantlcr,
e lbid., p.3. h t,', lt itl in cuícatl, flor y canÍo. La poesía de los iri""or, México, rNr/sr:r,, r972.
108 109
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CapÍrulo III. EL ENCUENTRo ENTR¡.: tx)s
t.t,N(¡lr¡s
110
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
CAPÍTULo III. EL I]NCUEN.I.Ro tiN,t,Rtr tx)s il.N(;trA\
Lrr versión náhuatl del Tratado sobre los siete pct,uchts t,tor
textos que compuso: "vista ünaftaza que creo es de san viccn¡
trrl,'r, rlue Olmos elaboró entre l55l y 1552, nos deja cnlrc.
te seguí lo más della, sacando fuera las circunstancias por [0
hacer prolijos los principales sermones y por mete¡ lengua
vrr lrrs formas de conocer y trasmitir la lengua mexicana ctr
rrr¡rs rlc una manera. olmos ya había dado cuenta de las reglas
tiempos según los naturales hablaban en su tiempo"'17
Los textos en y acerca de la lengua mexicana escritos r¡ll rcgían la lengua mexicana, al poner ,.orden y concierto"
r,rr t'll¿r, la nueva tarea implicaba otro reto: la introducción dc
Andrés de Olmos siguieron los cánones establecidos por
producción de lcngua escrita de la época. El Arte de la le ilr;r t'srrLrctura discursiva ajena al interior de la lengua mexi-
r rrr¡ir. Por ello, olmos admitía la dificultad enfrentacia en la
mexiceno (1547) se rigió por los modelos que seguían las
máticas griegas y latinas, aun cuando su autor supo adaptarla
,,rrr¡l,sición de los sermones y parte de su temor se encontra-
lrrr t'r¡rlícito en el prólogo al lector, en el cual advertía: .....hasta
las circunstancias de la lengua mexicana. Los tratados que
rr¡r.¡'¡ sg¡¡¡'n formado no me acuerdo aver escripto sino pláticas
mos traslad«i al mexicano también se ajustaron a las circu
cias que él consideró pertinente señalar, en relación con la
,lrrst.rias, ga esa la letra de donde lo sacava en estilo llano".lB
y costumbres de los mexicanos, aunque mantienen la est Arrnque Olmos había alcanzado el manejo de la lengua me_
ur irr¡¿r por medio de sus reglas gramaticales, dejaba en manos
irro g"n"rrl del texto que los originó: el Tratado sobre los
rft' .tr.s su perfeccionamiento (por ejemplo, las cuestiones re-
te picados mortales (1551-1552), que siguió la traza de
Irrtrr¡rs al acento).le Lo que no perdía de vista era que enfienta-
serrnones de san Vicente Ferrer, y el Tratado de hechiceri
hrr rr¡ir nueva dificultad al escribir un texto, que debía seguir
sortilegios (1553), con el cual intentó combatir la herejía al
urr ¡rrrlrtin de acuerdo con las condiciones estilísticas imperan-
do como anteriormente lo intentó Castañega en Navarra'
, rL0 Estos textos, que no fueron concebidos para tener al i lr',, t'n la época. Por ello reiteraría en más de una ocasión que
YtE como lector sino como escucha, fueron escritos por Olmos ll,, t'scribiría a manera de plática y no de sermón.20
ra que el predicador los leyera en voz alta a sus feligreses l'o¡ 1'¡1¡¿ parte, Olmos no había escrito sermones y no tenía
dioi; el lector a quien iban dirigidos era el fraile, quien r,r¡','ricncia en ello, aunque sí contaba con la experiencia de
h¡rl,r'r r,:scrito pláticas o historias, lo cual no había implicado
taba un discurso traducido y adaptado -en la lengua que
indios entendían-, ya que constituía en la perspectiva ¡rrr, tlil'icultad pues ambas se escribían en estilo llano. Es posiblc
ciscana el recurso idóneo para convencer mejor a los indio¡
cambiar de vida. '' I llrrr,rs. Trafado sobre los siete pecados..., op. cit.,p.3.
f" I rlnros. Arte de la
lengua..., op. cit., p. ll.
"' ',' lf.r\riiin de Covarrubias, en el resoro de la rengua cqstelrana o españora (Ma
rhr,l/Nr'ric., Turner, 1984), deja en claro el carácter específico del scrmón c«rr¡,.r
r I r rr¡¡¡¡¡¡11¡ de razonamientos santos que Ia Iglesia católica
acostumbra cn los
l/ olnr<rs, Trata¡Jo sobre los siete pecados..., op. cit', prólogo, p' 3' Véase .lr, r,,. rliyl¡ss, para que los predicadores [...] nos reprehendan nuestros vicios y
¡x.
r,r,1,,. ( , ri¡r)to que la plática es "en sentido muy general la convcrsaci<1rr o tliíikr¡.
lrlritogo ll 'liatado de hechicerías..., op. cit., p' 5'
112
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPÍTULo lll. EL ENCUENTRo ENTRL ¡x)s ¡.liN(¡t,As
que Olmos se refiriera, en este caso, tanto a los Huehuetlahto lr,\ ¡rl presente entre sí mismos".23 Esta advertencia conducc.
lü qr" había recopilado, como a la Historia de los antiguol fr,r ,r) lado, a que los naturales habían cambiado con el paso
mexicanos.2l Ambos textos procedían de una metodología rh' lrs años la manera de hablar el mexicano. por el otro, alutle
trabajo análoga: en el primero, Olmos registraba por escrito il r¡rrc ,lgunos mantenían Ia forma de hablar "entre ellos"; esto
discurso oral que los propios hablantes referían; en tanto llil¡ llcva a presumir la adaptación del mexicano ante inter-
en el segundo, los hablantes reproducían en voz alta las Ir'rrt,res castizos, por lo cual los mexicanos que aún conser-
rraciones registradas pictográficamente para que Olmos Yrlrrrr¡ cl conocimiento anterior sólo lo empleaban con sus
transcribiera en escritura latina. ¿A qué se refería Olmos l¡trrrlcs. pero no con aquellos hablantes que ya habían perdi-
do mencionaba el estilo llano que seguían las pláticas o h thr l¡r habilidad (probablemente los más jóvenes) o con quie-
rias, a dil'erencia del sermón? ¿Era sencillo y sin ornato el llr,¡ rro la habían adquirido (los nuevos hablantes). De esta
tilo en el que se escribía la historia o la plática, en tanto que lflrrilt'r'a, olrnos nos deja entrever que la evolución del mexi-
sermones debían seguir necesariamente una traza? ¿Era la l{1r.. il sólo unos cuantos años de la irrupción del castellano,
za un nlodelo a seguir o implicaba el ejercicio de traducc tlt ¡rirlpable y había af'ectado la estructura misma de la lengua.
del texto del cual se había seguido la traza? llltrr ¡rosibilidad que merece un análisis posterior, p".o qu"
Olmos mantenía cierta preocupación por seguir una fllrlr los límites de este trabajo, es que la diferenciu qu. ól-
en la composición; sus temores podían tener dos motrvos: " Ittt ' 'qnó estuviera relacionada con dos estilos diferen-
uno porque pocos siguen los sermones o trazas de otros' Y l¡r rlcl rnexicano: uno coloquial y el otro ceremonial.
otro porque me parecía que otros de quien yo podía apre
,rr01 ser faena y lengua, lo harían meior."zz El segundo motivo
como finalidad mostrarse humilde, es decir asumir que el ff,'rr,*,rs narrativos integrados en una composición
bajo realizado por otros pudiera ser ejemplar, recurso
muy propio de la éPoca. lllrlr,,t rcscató parte de la tradición oral indígena en la com-
Además de la preocupación por seguir la traza que un lrrt rrin de los Huehuetlahtotti y tuvo conocimiento de algu-
món debía tener, aunque fuera presentado a manera de p tr cr¡lresiones que correspondían a los recursos retóricos
cas, Olmos también consideró importante adaptar la le rros de dicha tradición. Utilizó estos elementos en Ia com_
la manera como "los naturales hablaban en su tiempo y l.rrilr de los sermones con los que intentaba instaurar la
r'¡rcit'rn cristiana en la Nueva España, integrando en ella
k' rlt' las concepciones indígenas. La lengua mexicana y su
rl sc puede encontrar referencias a estos trabajos en Baudot, utopía e hisbrle ltt ¡rirr oral eran vehículo de una cosmogonía que no sería
Mrt¡itio... (Madrid, Espasa-Calpe,1983), cap. IV en el cual la Historia de los antl¡l
rncxicanos recibe el nombre de Tratado de las antigüedades mexicanas'
'r ()lrrrrrs, Trutado sobre los siete pecados-.., op. cit.,p.3 U hh,,'
tt4
IRAíS HERNANDEZ SUAREZ
CepÍrulo III. EL ENcuENTRo ENTRE Dos LENcuAs
il9
I l8
In¡is HenNÁNoez SuÁ«¡z CAPÍTULo III. EL ENculrN't'Ro riNlRti rx)s r.liN(irlA\
I Int,r ¡x'sición coincide plenamente con el análisis que presenta Mercedcs Mon-
fr rI ( )r't Vega, en el que considera al difrasismo como elemento de la organiza-
)frlrr rlr'l t's¡racio semántico, en función del contexto. Yéase"In cu-itl in huip+lli, in
¡ttl,¡ 'tl tn tzotzopztli, in tl in metlatl: la organización del espacio semántico dc krs
illlrnur.,rrr,rs", en María del Carmen Monia Leyva y Cerardo López (eds.), Memoriu.,;
La lujuria materializada en el difrasismo'rla falda la
camisa" fil I I rtt'ttantro lnternacional de Lingüística en el Noroesle, t. II. Hcrn¡osillo,
Imagen del Códice Mendocino |flrt,r. rrNtsoN, 2000, pp. 345-360.
CAPÍTULo III. EL ENCUE^-TRo riN.t-Ru tx)s l.t:N(iL,As
IRAís HERNÁNDez SuÁn¡z
t25
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPÍTULo III. EL ENCUENTRo ENTRE tx)s t.¡iNot,As
del traslado de los sermones del castellano a la lengua lrtrir perfecta dicción de la lengua mexicana que asegurara la
cana que Olmos hizo; de otro modo no se explicarían hrrclra comprensión del contenido del texto.
mente sus intenciones al recuperar el Tralado sobre los s l)ese a que la circunstancia de poner en escritura una lengua
pecados mr¡rtales y el Tratado de hechicerías y sortilegios qut' carecía de ella37 le obligó a establecer una ortografía, no
sus versiones castellanas, trasladarlas al mexicano y huho en ésta Ia obligatoriedad que podía esperarse de quien
al horizonte de recepción indígena. El sentido de este es lhlllba poniendo orden en la lengua. Olmos y sus amanuenses
estuvo centrado en el estado de tensión y conflicto propi rr)r¡ poco cuidadosos en mantener fija la forma ortográfica de
do por su percepción de la realidad, como un todo sin orden l¡s palabras, aunque su frecuencia les hiciera upureó", varias
concierto, y su anhelo por transformarla en un nuevo orden vr('cs en el mismo folio. Esta paradoja encuentra sentido a par-
el que privara la armonía. llt tlcl momento en que advertimos que Olmos le asignó poca
ltrr¡rrrrtancia a la ortografía en su Arte, además de su inquie-
Ittrl por la dicción más que por la ortografía, ya que era el
Eufonía, consonancia en el discurso $mtcnido y no la forma lo que intentaba rescatar en la com-
pusición de los textos.
En la Nueva E,spaña del siglo XVI, las prácticas de lectura y lil criterio que siguió Olmos al seleccionar las letras del al-
critura intentaban seguir la regla de escribir como se ftrhcto que representarían gráficamente los tbnemas del me-
de tal ntoclo que la representación escrita de una frase i l['irno fue que reflejaran su buena pronunciación, por lo cual
ba mantener una aproximación estrecha a su dicción' Por lrll¡rlaba: "Y por esso quitamos del abece la v consonante,
parte, la carcncia de suficientes textos, a causa de la incipi lrrrlue donde se pronuncia no es bien pronunciada, y será an-
presencia de la irnprenta y pocos lectores, haría mucho lrr, ahuso que buen uso."38
frecuente la situación en la que un lector le otorgaba voz a (luda grafía que podía ser usada en la escritura del mexica-
texto ante un público numeroso. ¡o tlcbía reflejar el sonido que representaba, a fin de mantener
En estas concliciones es posible justificar y comprender htl¡rcto el sentido. Tuvo cuidado en conservar la ortograf'ía, en
qué Olmos mantenía su atención en la buena pronunciación liltrto que ésta permitía una buena pronunciación, pues, alterar-
esperaba que la escritura del mexicano respondiera a esta h t't¡uivalía a correr el riesgo de "corromper', los vocablos y
t'¡rt'rvertir" las sentencias,
gencia. Aunque Olmos instauraba una propuesta ortogr es decir alterar el sentido de lo que
mediante sus textos, el fin último de ésta era asegurar lr t¡ucría decir. La falta de sistematización en la forma escrita
126
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CAPíTULo III. EL ENcuENTRo ENTRE Dos l,PN(¡UAx
de las palabras carecía de importancia, en tanto no se al pcnnite afirmar que Olmos va en busca
de la eufbnía más que
su sentido. tlc la ortografía.
Uno de estos casos lo constituye Ia alternancia hecha lira precisamente.la pronunciación y no la
escritura lo que
mismo amanuense entre la i latina y la y griega, que ccntró la atención de Olmos en una propuesta
ortográfica,
muchas formas léxicas de uso muy fiecuente, por ejemplo quc se puso en marcha al trasladar Ios
t,extos: ..después=de / se
formas adverbiales que consignamos a continuación: h de escribir á, porque los natural p,rorun"ian mas que /, y
Itltrcsce ser pronunciación de h,,.ao",ia á unas vezes paresce
ln icuac "cuando" (folio 314' p. l0) {Ut' la comen, y otras vezes la pronuncian mucho.,,4t
Yn icuac "cuando" (folio 314, p' l0) lugares que Olmos frecuentaba en este
.Los tiempo hacen
Izcatqui "aquf'(fol.349, P. 128) icar Ia realizaciín del texto entre Hueytlalpan
Yzcatqui "aquf' (fol. 3M, P. ll6)3e y iupu;;ü:
r cnde, distintos amanuenses participarán
en ella, tal como
cvidencia el manuscrito.42 Lai diferencias
Así como las parrículas in, yn, inic, ynic, que son usadas i ortog.afi"as ,os
clan una incipiente convención que aún
tintamente a lo largo de todo el texto. Esta alternancia, u
no se gene raliza_
ru todos los escribientes ni
era del dominio de los amanuen-
otra que también se presenta frecuencia y está ligada a la , sobre todo explicaría la poca sistematización
[üi zación de ll para registrar el sonido lateral del mexicano de la escritura
un mismo individuo, o la ausencia de
se cambia en ocasiones por l-, trae como consecuencla
DE una puntillosa actitud
¡0ilr preservar la forma de Ia escritura.
Como ejemplo de ello
inestable ortografía capaz de producir la siguiente vari
L
!0§
:lnos citar el tratado .,Sobre la vanidad
en el adorno,,, en el
aparece reiteradamente el término ,.mujer,,
que, en la ver_
LET
iyolo "su coraz.ón" ( folio 345' p. 114) en mexicano y pese a que se trata de
iyollo "su corazón" (folio 327, p. 56) la escritura del mis_
¡t manuen se,a3 adqu iere
yyolo "su corazón" (folio 342, p. 108) diferente ortografía:
yyollo "su coraz.6n" (folio 340' p' 100)
gihuatl
ciuatl
Éstas y otras variaciones, que es posible encontrar en los
trasladados a la lengua mexicana, no impiden la pronunc
aproximada que el hablante de mexicano esperaría para
ei sentido de la frase en cuestión. Poco importaba por ello,
l,llmts. Arte de la lengua..., op. cit., p. 176,
la escritura se registraba una u otra grafía. Esta situación lht,l., p. l74la cursiva es mía.
lacursiva es mía.
129
Inefs H¡nuÁNoezSuAxez CApÍTULo III. EL EN(.t,EN.t.Ro I:N,t.RIr tx)s il.N(ilrA\
de hechicerías, Olmos da explicaciones, argumenta, pre Ir'rr'¡t's.4e El más conocido en la época fue er de peclro ci^¡ckr:
convencer con enseñanzas e intenta otorgarle verosimilitud ¡¡l obstante, Olmos prefirió por algún motivoso el de Caslañc
discurso, mediante la inserción de narraciones cuyos actorot yrr Scgún su experiencia, Olmos adaptó el texto a las condi_
situaciones son conocidos y familiares a los indios. Por r lrrrr.s cle los indios:
plo, la narración que personifica el propio Olmos en
navaca, unos años atrás, cuando enfrenta la aparición tonré el trabajo de sacar del dicho libro Io que pareció hacer
demonio; esta narración pretende darle verosimilitud al r¡r;rs al caso para éstos, dejando lo demás como lo podrán ver
EI sermón, por su parte, conserva el elemento reiterativo , ott'jiindolo y añadiendo en lengua mexicana algunas otras co_
propio de la retórica cristiana (la repetición como estrategia ",rs
o rnaneras que experiencia muestra diversas aver o exercitar
disuasión), al que Olmos añade la inclusión de ciertos los lrcchizeros en esta Nueva España.sl
de los Huehuetluhtolli con la clara intención de exhortar a
indios a seguir las enseñanzas ahí planteadas. l'ltr,' l.s diferencias ostensibles entre el rratado y los sermo-
En anrbas composiciones, Olmos actualiza los ele l)r'r, \r' cncuentra la existencia de una traza definida en éstos, en
narrativos colocándolos en el horizonte de recepción de htillo r¡ue en el Tratado no aparece un esquema fijo, sino que
escuchas, ya que integra factores culturales propios del lrrLr :r¡rartado o sermón particular tiene su propio desarrollo.
do indígena (la pintura corporal, el vestido, los hongos, l'or otra parte, en los Sermones la presencia sistemática de
tera), además de hacer uso de los dispositivos que la lrl.rl)claciones a los posibles interlocutores es recurrente, lo
mexicana le ofrecía, los difrasismos y paralelismos.aT Por rIrI r¡()s conduce a suponer una situación discursiva específi-
puesto, estos elementos no cumplen únicamente una fu rt tlr;rblante-oyente), que no aparece en el Tratado, el cual se
I tt'r retórica, sino que participan del contenido que refería u rl[r¡',' ir un lector aislado. Esta presencia de interpelaciones es
mundo que Olmos deseaba transformar. tllll ¡xrra mostrar la evidencia de las prácticas de lectura que
A diferencia de los sermones de Ferrer, que se remo I,rh':rlr, a un texto como el sermón de los pecados mortales.
al siglo xIV, Olmos basó su Tratado de hechicerías en un lrlr , ,¡,ro a la discrepancia con el texto de Ferrer, Baudot seña-
to contemporáneo, publicado en 1527, cuyo autor fue C ln r¡rrt' "la participación de los oyentes se ve fomentada y hasta
ñega.a8 Los tratados sobre demonología tuvieron una gran trtl¡(ll por el predicador. Las frases imperativas dan buena
fusión en España, pues eran fundamentales para combatir u
lr \'i,r.,, r.1 capítulo siguiente, acerca de la noción de demonio.
f'l rr , I
¡,rrrlogo del Tratado de hechicerías y sortilegios, Baudot sugiere que Olnr.s
a7 Sería excesivo mostrar ahora ejemplos de cada uno, ya que en dif'erentes
tos a lo largo del texto se presentan varios. En lo que sigue se planteará la
filrhr lr,rlx'r colaborado con castañega, en tanto que para esta fecha ya era c.nsi-
*rn,l,, ¡¡¡¡ cxperto en demonología por haber participado con fray Juan de Zulnl
cia de las narraciones y de los pasajes de los Huehuetlahtolli.
as Ct¡mo se señaló en la Introducción del presente volumen. ltr¡rr lrr lrr cxtirpación de la brujería en Vizcaya, op. cit., p. x.
'' rr1,,,,,,,.'liúado de hechicerías..., op. cit., p. 3.
IRAíS HERNÁNDEz SuÁnez CepÍrulo IIl. EL ENCUENTRo EN.t"nt: tx)s r.tiN(;t,As
prueba de ello y ya difieren clel modelo de San Vicente Ferrer" r"'¡r.cífica, bajo la cual los escuchas se identifican y se sientcn
Ambas características están estrechamente vinculadas al ¡ lnt('¡'pelados por las palabras del predicador: ..y ahora, hi, jo_
vlrrt'ito, tú que necesitas un padrino, tú
nero del que proceden los dos textos: deliberativo, los loven doncella, tú joien
ntt¡t,<t, tu anciano, tú anciana, tú señor noble, rú dama noble, lú
nes; demostrativo, el Tratado.
La presencilt de los interlocutores en la trama discursiva rfr(' eres feliz..."sa Cualquiera de los presentes podría caer en
los Sernlones aparece con la tiecuencia requerida por un rrl¡lrrna de las interpelaciones mencionadas, ya que tú adquie_
curso en el que la oratoria 'la elocufio- tiene una función rr rra multiplicidad de individualidades e4 el momento de la
sa: mover cl ítninto de sus escuchas. En el interior del texto lr lr¡rrlización del discurso. otro recurso fue la interpelación que
demos iclentil'icar al dcstinatario último al que nos he ¡¡r'rrc,alizaba ubicando espacial y temporalmente al interlocu-
referido antes, y¿t que los interlocr¡tores a quienes va d lrrr. "Y ahora tú que aquí estás...', Auh yn axcan iniztonoc.ss
el sernr(rn son cvocados continuamente' y esto constituye 1,. interpelación constante de los interlocutores nos hace
elemcnto textual que nos permite afirmar que la naturalezS mirrrcner la presencia del escucha a quien iba dirigido el dis-
un texto como cl T"atado sobre los siefe pecados ruortales rrrrs., lo cual nos permite dar vida al texto en una situación en
ga ¿r sr¡ lcctura en voz alta; es decir, nos confirma la práctict I, t¡rre el discurso sería pronunciado en voz alta; no obstante,
Ieclura de la que fue objeto' No obstante, entre los ele f'\tir situación se manifestaría todavía más por medio del carác-
más irnportantes en términos de estrategia discursiva se l, ¡rcrlocutivo de algunas frases, en las cuales se evidencia
cuentra el recurso retórico de tradición agustiniana, que rl¡rr¡r¡.ente la función conativa del discurso: *quizá por ello
h,tltt ti.s de decirte, quizá por ello habrás de interrogari",
ta continuamente establecer contacto con el interlocutor ¿"r",
Itro§ tificándolo- de manera específica: lr ¡rso sabio?"56
( )tra manera de
actualizar al interlocutor es llevarlo al terreno
Han de saber ustedes , mis queridos hermanos j ovencitos " " rh'l ¡rccado comentado en el sermón, así podemos encontrar
Y ahora. sepan ustedes... hrrst's como la siguiente, apropósito del fraude y el robo: ..mejor
Y ahora, hermanos míos...s3 fun('rrra trabajar, ser leñador, labrador, tú el perezoso,'.s7
l.rr estrategia discursiva que Olmos siguió en cada texto fue
En ocasiones, la apelación al interlocutor adquiere matices lrrrrt'ada por la estructura que le sirvió de patrón: arte, tratarJo o
emotivos, cuando deja de ser una denominación genérica, I'rrilrin, misma que vinculó con las intenciones que Ie animar«rn.
mo ustedes, het'manos o hijos, y pasa a adquirir una di
tt ll,t,l.. p.
5r Baudot, prefacio a Andrés de Olmos, Tt'atado sobre los siele pecados"" op' 41 .
estas I
tt ll,t,l . p. 4i.
X I V. Efectivamente. en el texto de san Vicente Ferrer no aparecen
a, ll't,l , p. 5i.
\\ lhitl., varias páginas, los ejemplos se ofrecen en la versión castellana pcfo t' ll,t,l.. p. 91 .
It'r utirlrr cr)rrespr)ndiente cn mexicano.
114
IRAfs HERNANDEZ SuÁREz CepÍruLo III. EL ENcuENTRo
riN.t.Rti ¡x)s LlNot,As
58 E.R. Curtius, Literatura europea y Edad Meditt latina, México, r'cs, 1998' t'
d'Arribas
ll5, señala que la teoría agustiniana se convirtió en patrimonio permanent€ Rebollo et al.. op. cit., p.93.
ñl('urtius,
tidad Media. op. cit., t.I, p. ó1.
1e thid., t. II, cap. VI, pp. 631-659. ^' ll,¡¿., r. I, p. I 19, el paréntesis es
mío.
r36
137
CepÍrulo lll. EL ENcuENTRo EN.t.Rti ¡x)s t.tiNCtJAs
IRAÍS HERNÁNDEZ SUAREZ
r38
r
i
las situaciones d' l)or ello cada uno de los siete pecados mortales prcscnl¿r
Olmos asumió que debía hacer explícitas lr¡r una explicación detallada de sus circunstancias -nlctlinlrlt'
desconocían (po!
p".áá. lu" to, iniios -según él observaba- de abandonar d ll rccurso retórico de los hijos del pecado- y de córno sc po'
los engaños del demonio); AeUia persuadirlos rli¡r cvitar caer en ellos.
demonio y .onu"r"",l"; á; alejar
de sí todo aquello que tuvig
ra tintes demoniacos:
su padre' t' I rr concordia entre los hombres
si un hornbre recibe algún signo de 9" :"U'"' 19.t
que le dejan el trabajo de hacer amts'
una abuela put^ ('onocer y reconocer el pecado en todas sus formas, así como
'no'tá no crea en.eslo' si quizá aún un
tad con el Diablo, aunque'el hiio
lu, .oru, daáas por e] aae.r19 rrlt'rrtificar las maneras de evitarlo *que van ligadas estrc-
hombre agarra i:l 3t:t]:::1
permitiera,el Diablo hacer aque-
I
por palabras, por intenciones o pensamre"l:: I.:^"'-:;;;;"":' tlluehuetlahtolli), para preservar las buenas prácticas y hábi-
en los que no había vo
incurría en é1, excepto en los sueños tos cotidianos de los indios.
tuvo un papel muy i*pott
luntad. La voluntad, o libre albedrío' l)e los Huehuetlahtolli podemos identificar algunas máxi-
de la época' que tenían cor
tante en las discusiones teológicas lrrrrs intercaladas en el tratado de la lujuria:68
origen del mal, ya. 1¡Ul
mo finalidad resolver el conilicto del
que todo 1o había hecho b
éste no podía provenir del Dios No sigas a nadie, no frecuentes el mercado. No te detengas en
krs baños ni en las calles, porque allá está, allá vive, su mentira,
142
t
IRAIS HERNÁNDEZ SuÁREz Cepfruuo III. EL ENCUENTRo r;Nl.Rti tx)s t.t1N(¡l,Ar
144
145
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ CAPÍTULo III. EL ENCUENTRo EN RE Dos I,IINotJAs
consideraba aceptable; así, poner énfasis en el arreglo lctitudes que mostraban respeto y atención resultaban pri-
nal caía bajo la óptica cristiana en el pecado de soberbia, rnordiales, por ello los ancianos en sus pláticas sugerían:
debía erradicarse. La soberbia adquiría una doble dim
por un lado, constituía un atentado a la hurnildad (la Y si alguien habla contigo, no estarás haciendo dibujos en la tie-
en el adorno, hija de la soberbia); por el otro, los adornos rra, no estarás jugando con algo, no estarás golpeándote los
pies, no estarás meneándolos, no estarás estregándolos, no es-
dados o pintados eran reminiscencias idolátricas en tanto
tarás mordisqueando tu vestidura. No estarás escupiendo, no mi-
constituían representaciones simbólicas de la adoración a
rarás a una y otra parte, no te levantarás con precipitación, tam-
antiguas divinidades, que en la perspectiva cristiana era un poco estarás recostado, tampoco estarás rascándote.?7
to de desobediencia al primer mandamiento y por tanto,
do de soberbia: "bueno será aquél que no siga llevando Tan acertado resultaba tomar una buena actitud de escucha
bordados o pintados a ejemplo del Diablo, como se como ser sumamente cuidadoso en lo que se hablaba, cuando
vuestros
)stros antepasaoos .''
átttepasados".75 sc caía en el pecado de la ira:
Si las reglas de urbanidad en el comer y el cuidado cti
apariencia personal eran importantes en ias relaciones el que tanto persigue algo con ardor, que tanto investiga la vida
nas, no lo era menos la cortesía en el hablar, de modo ajena lo que no es su trabajo, o quizá que enmaraña el pelo ajeno,
lr
encuentran frecuentes menciones a las prácticas verbale§ que es mala lengua, violento, o brutal como esclavo de madera,
to en los Huehuehtlahtolli como en el Tratado sobre los que es duro con la gente, de corazón duro, estúpido en el rostro,
pecados mortales. Especialmente el Tratado de heckic¿ maldiciente, esfúpido en su labio y en sus oídos, que vive a lo loco,
0 que habla sin seso, provoca, habla desatinadamente, dice las co-
R
y sortilegios destacaba la importancia del habla como
sas sin pensarlas. Por ello allácaerá en el lazo, en la trampa, en el
nifestación para identificar a las mujeres corno "min
hoyo, al precipicio allá irá [...] sufrirá enfermo y herido, para
dei diablo".76
desaparecer un día.78
Era fundamental para la armonía en la convivencia
dida corno la preservación de un orden jerárquico
'lirrnbién era muy importante reconocer el lugar social de los
te-, reconocer cuáirdo se debía hablar, a quién dirigirse, en
Itttcrlocutores y a partir de ello rnantener el turno en el uso de la
orden y sobre todo de qué y cómo hablarle. Las sigui
tas nos permiten ubicar lo que Olmos identificó como ¡tllabra -el momento oportuno de hablar-, así como lo que se
tlcbía decir y callar en cada situación.
verbales armónicas, que ya funcionaban en las relaci
rárquicas que mantenían los mexicanos como orden social,
', Olrnos, Huehuehtlahtolli. Testimanio de la antigua palabra (i600) (recogido por
lurrr Baptista), México, Comisión Nacional Conmemorativa del V Centenario dcl
zs Olmos, Tratado sobre los siete pecados marlales, p. 49. lhtcucntro de Dos Mundos, 1988, p. 83.
rr { )lrnos, TraÍado sobre los siete pecados...,
7ó Véase al respecto el capítulo IV Pecado demonio e idolatría: nocicnes en op. cit., p. 177, cursivas mfas.
r46 147
t-
CApf.rul-o III. EL ENCUENTRo
IRAIS HERNANDEZ SuÁnnz EN.|RE rx)s t.ilN(¡t,AI
I
t49
CAPÍTULo III. EL ENCUEN.TRo ENTRÍ] Ix)S LENCUAS
el Pecaclo'84
rus habitantes discursivamente en el pian divino de la creacirin.
l,os indios habían sido creados por Dios pero habían sido so.
dos espacio's
Olmos logró integrar los i),t"""13::t;i'rd;
v rrrt'lidos por el demonio, como lo dernostraba su persistencia
il;,iion"''d" sln.vicelte
:"lH:,[ffi"':;'#un"iuno' Ierrer :! rlr Ia idolatría.
L)
las pláticas de los ? Y:::1:'!::::'i:r\?»:;::i
siete pecat lrn última instancia, desde hacía mucho tiempo el demoniu
en el rratado sobre tos
t0/rj,
t50
CApfTULo III. EL ENCUENTRo uN'r'Rt, tx)s t.tiN(¡t,Att
Inefs HrnNÁN»rz SuÁn¡z
así nacieron , los quinametin (los primeros gigantes),86 aún ¡rlicación que incluyera a la Nueva España dentro de lus nu-
no estaba inundado el universo, se llamaban gigantes, eran muy n¡¡livas de la creación desde la perspectiva cristiana. En apoyo
fuertes, viejos, tiraban piedras, traían desgracias' ["'] Eran ¡r csla afirmación presento una referencia a otros gigantes, cuyu
muy espantosos, como beitias fteras. En México, en la morada del rrrrirlogía con la versión de Olmos es innegable y permite dedu-
vXirriy yo he visto sus huesos, muy grandes, de tal modo quo lir que el origen de la Nueva España se suponía muy antiguo;
parece'que por aquí cerca vivieron hace mucho tiempo'87 u' lrata de Jubileos, un texto del siglo I A. C. que explica así el
or rgcn de la humanidad:
Si bien el imaginario medieval estaba lleno de seres mit
cos, en el que se incluía tanto a gigantes, dragones, unic< cuando la humanidad se multiplicó, algunos ángeles quedaron
faunos, elfos, gárgolas, ninfas y otros, la explicación a este tan prendados de la belleza de las hijas de los hombres que
saje en el texto de Olmos me parece que no responde e rlcscendieron a la tierra, adoptaron forma humana y tomaron una
vamente a este orden discursivo.sS csposa cada uno. A través de este acto se tornaron impuros y
El capítulo de Olmos en el que aparece esta mención a pcrdieron la cualidad espiritual que dios les había conferido.
Asimismo enseñaron a los seres humanos muchas cosas que ja-
gigantes no existe en la versión de castañega ni hace él refe
nrás debían haber sabido; les enseñaron por ejemplo a fabricar
óiá atguna a estos seres, en otra parte de su texto' Induda
ilr¡nas, a vestirse de forma seductora, a practicar la magia, [...] a
mente, este capítulo responde a la necesidad de ofrecer una celebrar sacrificios a falsos dioses. [...] las relaciones ilícitas en-
tre ángeles y mujeres produjeron una raza de gigantes, una raza
8óLa presencia de gigantes constituye un elemento de la cosmogonía rlestructiva en extremo.89
cana, que los ubicain la segunda era o segundo sol, según los
Anales de
la Piedra dol
cuyo contenido encuentra su paralelo en la iconografía -que muestra lrl l)'anciscano ubicaba la presencia de estos gigantes antes del
y dice: "El segundo sol que hubo y era signo. del 4 ocellcil (itg"l':t-.1.
[ue rlrlrrvio en términos temporales y espacialmente en el territorio
bieboraniruh (sol del jaguar). t...1 En esre sol vivían gigantes: dejaron dicho
viejos que su salutación era 'no se caiga usted', porque. el .que caía' :" :tf:..l rrovohispano tan conocido por él; hubo gigantes (él ha visto
presencia de hU
siempre;', de esta manera narrativa se explicaban los indios la rrrs huesos) y hubo diluvio (narración bíblica sumamente co-
parte' habrl
fósiles gigantes. Gordon Brotherston' op' cit', p' 306' Por otra
Anthony Pagden, el pensamiento de los rrocida), de modo que esta tierra participó de la creación.
tomar en cuenta que como señala
del siglo XVl.rtuúu invadido por extraños seres fantásticosextraídos
de.la Ijsta misma narración acerca de los gigantes en la Nueva
imagi-nativadelaBajaEdadMedia,loquecondujoalosviajerosdeesetiempol lls¡raña la encontramos en Mendieta,eo quien retoma lo dicho
buscaran gigantes, amazonas o pigmeos. Anüony Pagden' op' cit''
p' 29'
s1 Olmos,Tiatado de hechicerías..., op. cit.,p.3l ' Esta cita nos recuerda el
¡ror Olmos y añade información:
Ríos "" 'de manera
de Brotherston , op cit., p. 366, respecto a que el Códice r'' Nr)r'!nan Cohn, E/ cosmos, el caos
gigantes desaparecidos' debidamente I y el mundo venidero. Las anliguas raíc,c:¡ ilt lu
menciona los huésos fosilizados de
mostrados en el siglo xvt, a españole§ que no los comprendieron"'
lt tU)o(alíptica, Barcelona, Crítica, 1995, p. 200.
'¡' Atlcrnás de Mendieta, también Zoritay Torquemada retoman la mención quc hizo
88 Véase Julio Caro Baroja, .,/a ,áí, d" 1lor"t raras,Barcelona, Seix Barral' 1993'
I llrnos acerca de los gigantes en la Nueva España.
localizar parte de esta literatura.
IRAÍS ÉIERNÁNDEZ SUÁREZ C¡pfrulo IIL EL ENCUEN'rRo liN'lltl, lx)§ I l'N(llrA\
Hallóse en la memoria de los indios viejos cuando fueron con- n tt'r'l'itorio novohispano, con lo cual la acercaba a la rcttlitl¡ttl
quistados de los españoles, que en esta Nueva España en tiempos rlc los escuchas.
pasados hubo gigantes, como es cosa cierta [. '.] El padre Fr. An'
drés de Olmos, tratando de esto, dice que él vio en México en lli.jos míos: incontables son los procedimientos del Diablo para
tiempo del virrey D. Antt¡nio de Mendoza, en su propio palacio, t'rrgañar a la gente. Sabréis que cuando yo,fray Andrés de Olmos,
ciertos huesos rtel pie de un gigante que tenían casi un palmo de ttllá vivía, en la región de Cuernavaca, quizá ya [hace] veinte
alto: entiéndese de los osezuelos ile los dedos del pie. Y yo me ru'ir.rs, un hombre casado vivía en un templo; me dijo que oyó
acuerdo que al virrey D. Luis de Velasco, el viejo, le llevaron a t¡uc é1, el hombre-tecolote [el Diablo], se apareció a un hontbre y
otros huesos y rnuelas de terribles gigantes'er lc mandó que llamara a algunos en secrcto.e2
Volviendo a Olmos, debo señalar que él introdujo ele l'rrrrr integrar lo narrado a la realidad que vivían los interlocu-
que le daban verosimilitud al discurso, ya que al incor lules de Olmos, el mismo narrador se convertía en personaje de
este tema en el tratado lo hace colocándose é1, como ln lristoria y ubicaba el acontecimiento en un tiempo y un lugar
había visto los huesos enormes, además de referirlo a un lrt'olrocidos por ellos; el resultado era convincente, sobre todo
específico: la casa del virrey en México. nr la medida que mantuviera consonancia con 1o vivido y fue-
Además de ubicar su discurso en el horizonte de rece rrr susceptible de ser creído.
de sus escuchas, el recurso de incluir en la narración hec ofrecer una identidad al demonio implicaba ubicarlo tem-
que añadían verosimilitud servía para integrar los evento§
¡rrrirl y espacialmente, no sólo por sus apariciones sino por los
manera que pudieran coincidir con las expiicaciones bíbl lcsultados de su actuación en el mundo:
del mundo.
No obstante, la noción de demonio constituyó en el I lace muchas años. gentes del pueblo eran así sacrificadas ante los
jo de Ohnos un serio obstáculo que le impidió consta tliablos, y colgaban y sangraban como está escrito. A causa de
te allanar el camino de una evangelización sin altibajos; Ol ó1, del Diablo, a veces se recuerda que hubo espantosos sacrifi-
se esforzó por inciuir en el espacio novohispano la cios sangrientos, efusiones de sangre, crímenes; mucha sangre
del demonio, debía convencer a los indios de su existencia sc esparcía en su morada, en México, y esto por todas partes se
poder convencerlos de su maldad. Por ello, la representac hacía cuando llegaron los hombres de Castilla.e3
"' ( )lrnos, Tratado de hechicerías..., ap. cit., p. 43, cursivas nlías. En la vcrsirln tlc
( ¡r\tlñega el capítulo "Cuáles son los ministros del demonio" no incluyc csi¿ts
')r Fray Gerónirno de Mendiela, Historia eclesiástica indiana (1597), Antonio Nl r¡¡rr r¡rciones ni otras parecidas,
hial Carcía (est. preliminar), México, CoNACULTA (Cien rle México), 1997, p.2út " ll,id., p.69.
154
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ
ción de restos óseos de gigantes en términos malignos (de ¡urrrlló su actividad bajo los parámetros de este pensamiento
gen demoniaco) ofrecían argumentos irrefutables de la llrstiano y de una visión del mundo que constantemente entra-
sencia del demonio; ésta fue la explicación más hu cn oposición con el mundo indio. por ello, el intento por
que Olmos estableció y consideró que los indios no vacil hr¡i',r la armonía entre los dos mundos de los que participa-ba:
en aceptar. rl crrropeo -más propiamente cristiano español- y el indio, f'ue
ilr l¿trea más encomiable.
l)csde la perspectiva cristiana de la época, tanto Ia vida co_
lrr) lit muerte encontraban sentido bajo los designios divinos;
')4 Castañega, op.cit., pp. 26- 27. ¡r' vivía para alcanzar la vida eterna mientras que la muerte era
es Olmos, Tratado de hechicerías..., op.cit., p. 45, la cursiva es mía. Este párrafo ¡rirrilclójicamente- la puerta de acceso a Ia inmortalidad tjcl
cxiste en la versión de Castañega.
rrl,rir. seguir los preceptos marcados por la Iglesia carólic¡r
156
15'l
Innfs HenNÁNoEz SuÁREz Cepftjr_o lV. pECADo, DuMoNto ti ltxlt AI,[f^
constituía una ruta para conseguir la eternidad, de aquí la lic. en los siglos posteriores
y que constituiría en gran mecridr
portancia de conocer la doctrina cristiana, los mand lo que los cristianos calificaron de herético. En este
¡ritrte de
tos, los sacramentos, etcétera, de manera que se pudiera scrtido, la lucha sostenida en contra de la enferrnedad y
la
el pecado. ,)r¡e'te adquiriría paulatinamente una nueva dimensión:
una
I-a concepción de la naturaleza humana estaba basada en h¡cha contra el pecado, bajo ra concepción cristiana
de ra vida
dualidad cuerpo-alma, en Ia que ambas partes establecen clcrna del alma cuando el cuerpo fallece.3
relación estrecha e indisoluble. No es casual, entonces, que El pensamiento de San Agustína influyó de manera deter_
to Sahagún como Olmos emplearan en su momento ex ,linante en estas concepciones cristianas, ya que sintetizó
ambos
nes similares que aludían al papel de médicos que h rxrremos de la duaridad cuerpo-arma al desarrolrar una posi-
ejercido en su práctica, así corno nombrar medicina a lo cirin específica en la noción de pecado. para er obispo
¿á ni-
aplicaban er¡ su atán curativo. Así, Olmos en su prólogo ¡xrna "pecado" significaba miseria, pecar era morir porque el
Tratado de hec'hicerías y sortilegios elabora la siguiente ¡x'cado era el camino de la pérdida de la vida del alma (ú gra_
logía: "tocando Ia rnateria de manera que avese y no ci¿r), en tanto que el estado de gracia conducía
a lo alto, i la
I,
I
zoñe a los leyentes o oyentes porque vana es la medicina
más daña que cura y más enficiona que sana: y que antes
vitla eterna.5 Bajo esta concepción era posible ser inmortar
lrr ¡nedida en que se alcanzaba la salud completa
del cuerpo y
en
159
CepÍrulo IV. pECADo, DEMoNro E ¡Dor_ATRfA
IRAfS HERNÁNDEZ SUÁREZ
160
CAPÍTULo Iv. PECADo, DEMoNIo E IDoLATRfA
IRAfs HERNÁNDEz SuÁn¡z
t63
C¿.pfrulo IV. PEcADo, DllMoNlo li ltx)l AlRlA
la lengua mexicana la empleó en sll gramáticals para conf creyentes las diversas figuras que podía adoptar el demonio y
*u, pálrb.us derivadas o compuestas, en las que el sentido los múltiples engaños que solía hacer. Por ello, como mencio-
lo divino se mantenía inalterado. En contrapartida, usó el lré anteriormente, los tratados de demonología eran muy po-
no tlacatecólotl para designar al demonio, además de otros pulares en la Europa cristiana del siglo xvt, especialmente en
cablos indígenas que eran diversos y específicos' No obs lrspaña, donde se publicó hacia 1529 el Tratado muy sutil y
te, en ningún caso Ia concepción cristiana de dios o de hien fundado de las supersticiones y hechicerías de fray Martfn
formó parte del horizonte de los indios mexicanos, al rle Castañega, así corno la Reprobación de las supersticiones y
no en la manera esperada por los frailes. hachicerías de Pedro Ciruelo, entre otros.16
Para mí es includable que los españoles cristianos Olmos mantuvo vigente este principio dominante, ya que
raron que los indios manejaban los conceptos de dios y l)ropuso conocer las circunstancias del pecado para evitarlo,
nio, por ello buscaron de entrada los vocablos corre cn sl Tratado sobre los siete pecados mortales, e identificar al
rle lnonio con sus engaños para poder evadirlo, como sugiere
tes -léotl y tlacatecólotl-, además de otros vinculados a
nociones del bien y del mal. Ollnos enrpleó como est tl Tratado de l¿echicerías y sortilegios.
en la evang eliz.ación, la identificación conceptual y termi Tanto él como Castañega persiguieron el objetivo de infor-
rn¿rr a los cristianos acerca de la herejía, la superstición y el cul-
lógica del demonio con la finalidad de desenmascararlo'
conflicto inició al enfrentar la ausencia de identidad entre to al demonio, para evitar que, por su ignorancia, la Inquisición
y léoll, entre clemonio y tlacatecólotl, entre pecado y I ¡rudiera condenarlos. Ambos autores tuvieron la experiencia
culli, elcétera. rlc cnfrentar situaciones en las que actuaron en defensa de un
De igual forma, las prácticas de vide cotidiana que los cristiano acusado de he§ía: Juan de Matlactlánl7 en el caso de
dios mexicanos mantenían chocaban con la conceptualizat
cristiana de virtud y pecado, desde la cual los frailes q
imponer un orden diferente en la diaria existencia indígena. ru l)cbemos tomaf en cuenta que estas creencias no se transmitieron única y
Bajo el principio dominante en tonro al bien y al mal, la vl lrt lr¡sivamente por medio del género denronológico, siguiendo a Arturo Morgado:
dad acerca de dios y el demonio era incuestionable; no "No podemos olvidar, por ejemplo, las referencias literarias (Cervantes, Feijóo.
lurrcs Villarroel, por citar algunos nombres) ni ios tratados de teología moral [,..J
iante, confirmar la presencia del demonio ameritaba la rrl¡lrrnos de los cuales contienen numerosas referencias sobre la hechicerfa, pucsto
zación de tratados que mediante argumentos enseñaran a r¡rr' hiista buscar el capítulo dedicado a los pecados cornetidos contra cl primcr
rrr¡rDtlamiento para que encontremos numerosas alusiones mágico-brujeriles." Artu-
trr Mrrrgado García, Demonios, magos y brujas en la España moderna, Espuñl,
llrnvcrsidad de Cádiz, 1999, p. 18.
I M¿rría Elvira Buclna, "Información del proceso contra Don Juan, caciquc dc
ts Detéutl,dios deriva tát1tutl, dtvinidad o cosa que pertenece a dios o a su
I
l6?
Cepfru¡-o IV. pEcAr», t)l(MtrNlo r llxI Attl^
Irefs HrnnÁNonz SuÁnnz
Olmos, y un padre mercedario condenado por la Inquisiciónt ¡rartida por muchos franciscanos, que consistfa en cottru{t ¡lr
con quien se solidarizó Castañega y fue encarcelado'l8 ,- ¡raralelo e invertida2o la presencia del demonio, con unr l¡brlm,
( nrinistros y sacramentos como los que la Iglesia cutóllol l¡ttln
Ei padre Olmos trasladó el texto de Castañega con una
cn la configuración de la liturgia dedicada a dios.
ble perspectiva: por un lado, el manejo directo de los
contel
la La noción de demonio que Olmos propuso respondft f, ulx
dos iefeientes al principio dominante; por el otro'
adaptaci
visión hispana; la concepción prehispánica del mal y ru ptfilr
de aquellos contenidos que le permitirían particulariz1 Y ":
r¡iflcación o cualquier otra noción que él quisieru trüfl¡rnlllr,
textualizar el mal, en el mundo indio' Es decir' la distin
entre el bien y el mal, dios y el demonio, el pecado
y la vi ¡*rsiblemente fueron alteradas por su visión occident¡|, tnulI
so los textos en lengua mexicana pasaron por el tamiz dol plt
no requería -desde el horizonte de Olmos- mayor explicac
por cánstituir un principio dominante; mientras que las
s¿rmiento europeo, de manera que difícilmente puedo lnl'¡rli
; lr
iicularidades que caracterizaban a estas nociones' en
el á csle trabajo una visión prehispánica del mundo. Mi intrnulól
textos' por cs encontrar las dificultades que el autor enfrentó y cótno lm
to novohispano, sí debían ser explicitadas en sus
ahora t rt:solvió, al integrar en sus textos dos concepciones «lol ntultrlil
que en estas situaciones aparecen las referencias que
Es importante advertir que, para el horizonte occidonfil¡ ¡c
nominaríamos culturales.
De la misma manera' Olmos trasladó el texto de San ¡rarte de la indiscutible presencia del demonio en tófmlno¡
rliscursivos, lo cual le otorga una existencia como entldrd ott
te Ferrer sobre los pecados mortales, sin mediar expli
tológica subjetiva sobre la que se construye enunciudor tph
&o *"r"u de qué ,on "i pecado y la virtud; Olmos partió del tcr,ológicos objetivos.zt por ello, si Ios españoles Gnconlfr
supuesto dL la generalidad de estas nociones e
introdujo
elementos que résultaban familiares a los indios
y que les lrn demonios en la Nueva España, fue debido a quo t¡lrlhn
c¡ristemológica y discursivamente; lo que nos interctl lr fd
mitirían identificar las condiciones propicias para el
pecado.'
¡lfi tónica que los tra v.r-tir cómo las nociones manifiestas a partir del discur¡o r lltt
Acorde con la época y en la misma
sobre hechicería y demonología europeos' gran parte del lx)nen (o sobreponen) a una realidad que ellos intentlhln llt
(siguiendo a I.rder, e irrumpen discursivamente en la lengua, f'uncroRlnthl
tado de hechicerías y sortilegios de Olmos
autores se basó en el M' lrr¡ro el ámbito donde se disolvían aparentemente los conlllrrlru
tañega, quien a decir de algunos
la naturalez¡ considerar que los españoles utilizaban conscionrrnrilr
UatZ¡cárum)ts ten'a como finalidad explicar
posición cOt ¡rl tlemonio para infundir miedo y por medio de ér conlñrlri lr
características del demonio. El autor asumía una
crnducta de los indios traería como colofón la suportolón rhl
168
IRAÍS HERNANDEZ SUÁREZ CApfTULo IV. PEcADo, DEMoNto g rr¡olnTnfn
pensamiento demoniaco, mágico y brujeril que estuvo sonaje indígena, prehispánico, cuando hace alguna aparición
en el pensamiento europeo casi hasta el siglo xvlll. No por México.2a
Este diablo que tanto se asemeja a la identidad cultural prehis-
tante, el demonio existía más allá de la utilización que se
pánica pide algo parecido a la colaboración del aborigen para
de él: acepto la posibilidad de que la noción de demonio
rechazar la nueva religión, y en consecuencia el nuevo estado de
haya usado para causar temor pero no justifico su presencia cosas. [...] es como una tenaz nostalgia de cultos pasados, que el
el mundo novohispano a partir de su función, sino que la noc señor "aparecido" intenta revivir, y patalea rabiosamente ante las
de demonio tuvo una existencia en el pensamiento eu pruebas de su abolición y los símbolos de la nueva cultura. Sí, el
independientemente de los usos asignados. El demonio diablo es aquí, sobre todo, la nostalgia de l<ls tiempos prehispá-
tivaba y seducía, por lo que quienes tenían trato con él no nicos. Y Olmos lo sabe bien cuando añade estos detalles, estas
recían temerle, sino que lo adoraban y reverenciaban, pues lábulas que son suyas, personalísimas, al fárrago de Ia prédica
era su deseo. Su carácter de "espantable" era una función antidiat¡ólica de su colega Castañega, al mismo tiempo que Io
por otra parte, no siempre se cumplía. traduce al náhr¡atl.25
l'7 t
)
Inefs HenNÁNoEz SuÁREz Capfru¡_o IV. pECADo, DllMoNto t1 ilx)t Ail{f^
discursivo apropiado (incluso mnemotécnico)' de manera En los últimos catorce años de su vida, olmos se enconrr¡r-
en sus discursos esta figura alcance la emotividad sufici ha en Ia Huasteca realizando su trabajo de evangelización crn
para conmover a los indios. En mi opinión, fray Andrés runa energía que Baudot reconoce al exaltar sus cualidaclcs:
t74
lnaÍs HEnNÁNorz SuÁnrz CApfTULo IV. pEcADo, DllM(rNIt h
ilr.tl Alili
el trabajo de Castañega -y Olmos lo secundó- era que plantea' La representación e identidad der demonio, a§f conrr rr¡
ba la brujería como una inversión del cristianismo, según la r*rmbres con los que se le designaba,
adquirieron tambün t,rr
cual el demonio establecía una contradicción abierta contra Diog rir de natura,zación en ra Nueva
Espara; en ormos nur¡rn d*
y la Iglesia fundada por él y mantenía sus propios poderes por' .r'ipciones del demonio que lo muestran
bajo un urpo,ofn qu,
que Dios así lo permitía. l«r identificaba craramente con
los indios: ,i" ,.
ui*roro- rt
Castañega planteó la brujería como "una inversión del cris' l)iablo; como el rey presentó engalanado,
:e urf iUan-on¡itf,
tianismo", por lo tanto herejía; mientras que Ciruelo en r¡¿rdos los señores en los tiempos
an-tiguos cuando ibm r hrr"
Tratado en el cual se repueban lodas las supersticiones y lar;. yo ruve gran, miedo.,,36 Ei atavío
chicerías, asumió un cierto eclecticismo entre la posibilid
Indígena qu. uriLin'i
i,riguos mexicanos re otorgaba personaridad *
ar demonr, g¡¡
de la existencia del demonio y la ilusión provocada por olrnos presenró a los indios en sus
escritos, i";;il¡ii;;;,
güentos.3a No obstante, Ciruelo coincidió con Castañega rlc manera que resultara una imagen
familiar
" "flor, u-fliüOl
Olmos en reconocer el origen de la idolatría como falta al p; r¡rre algunos grabados cle_la époóa
y posterior.,
rner mandamiento. rluciend.o ras imágenes del aemonio'con
,igucí tl;n
criterios ouroDrrt
'r'U7!"
Castañega hablaba del paralelismo entre la iglesia de (Véase imagen delDiablo en el Nuevo Uundo.)---
h y la iglesia del demonio, éste deseaba ser venerado y por
tanto tenía sus propios templos. Olmos no dudó en ubicar
La identidad der demonio estaba vincurada
,:l n:TPrr con el que se designaba, mediante
estrcchÍnr,,r,
lu ,olroiilii.
[,' existencia de estos lugares de adoración demoniaca en el rlisoluble entre significado y slgnificante,
emperor rroiil'ül
bito discursivo mexicano, de modo que valiéndose del tontar en cuenta que Olmos recurrió
#
lltt
ter aglutinante de la lengua acuñó un término que cucntemente a los nombres en castellano:
en sus textot mU, hr.
demonio, Ciítrtl-y
apropiado para referirse al templo del demonio: "así es ella, srrranás. Los distintos tipos, propiedades,
poderes y miiJiiliru
casa del diablo, la casa del hombre búho; en ella se ve a tlc los diabros serían una constante en
una riteratu. dtm,
los descreídos, todos aquellos que no creen en el r,lrigica cada vez más desarrorada, Ia imagen
demonhil uur
ro Dios".35 rr¡.srraba el Malleus Maleficarum, establecl¿
Los rituales demoniacos en el caso de la Nueva España ¡rlícita entre er nombre y
,nu ii
ra caracrerísrica arudida, "la.tCi
r)rras cosas, se abordaron sus innumerabres
¿oi¿ülnir,
quirían otras peculiaridades a diferencia de los que sucedían ¿rnomrnroldnr¡,
Europa: el demonio hacía perder el juicio con el pulque y l)i,blo, Demonio, Belial, Beelzabul, Satanás, grtom,ii,
hongos que consumían los indios. f n«rtleo, Leviatán,
Mammón.37
Ai
1"1 6 177
Ipats H¡nx.rxoEz SUAREZ CAPÍTULO IV. I)trt.¡t x r, t rt t,r r, ,
^
I r ,, ,1
,11
ir l rr , I
t rrpítulo dicz del Libro de los coloquios,
Sahu¡irrrr lrtr rt,, ,,,r,
r , ,i r
tluir sobre las concepciones que él había ilrlt.r¡rrr.trrrl,, ,r, I r, ,
lf'r,: tle las creencias de los indios, lo que consitjcrri (lur, ,,r ,r ,,r,
¡rrba nrás a la naturaleza de los diablos:
en Francia' a rinares der siglo xvt' t I. lib. cuarto, cap. XI. p. 334.
fi"Jll,líí,i:;ñ';i;.;;;;;
C¡.pÍrulo IV. PttcADo, DtiMoNlo E IDoLAI'RIA
Inels HrnNÁNoEZ SUAREZ
183
r82
IRAIS HERNÁNDEZ SUÁREZ CrpÍrulo IV. PECAIX), trl(M(,Nr) lr ilrI AiltlA
-,) l, i '* indios realmente estaban interiorizando, por medio tlc lu ¡rtr.
dicación de Olrnos: tlacatecólotl resulta temiblc si rc lo lrnt r.
tt 4.a*,_i*
trlil \\ U seoso de ser alabado, siempre anda buscando honurol, hlt¡
cando elevarse. Quiere ser estimado, quiere que sc lruhlc th ó1,
quiere que io traten coino a un dios. Mucho desen el ft{n lxr
r}\^-_ír;YYl
'\/
der de Dios."ae No obstante, si los indios rezan en su ¡lo:nhro ¡r
logra controlar su furia y ¿quién mejor que Olmos (olovnrlu n
santo por la memoria colectiva) que tan bien lo con([§ llun
\ \. que interceda por los indios y controle el enojo «le lhutttot'tl
\YV lotl? }l4lueve a la reflexión un resultado inespera«lo y opu0rlu rr
\\ ./'
I \ '\ rrl,'
las intenciones de Olmos.
11i
l\t' El pecado y la idolatría
184
u7
CepÍ'lul-cl lV. lI r ,ltrr. rrr Ar¡, ,r,. I r.,¡r , r
IRAís HERNÁNDI]Z SUÁREZ
de las cosas ¡tecadcl y cómo evitarlo, cuyo eje centrirl r.r¡r pl,r t,,,rr, rrt,
dios padie. Por esta raz6n, el desconocimiento
no sólo el re- la idolatría. Cada pecado con todo y sus hijos irrlr¡rrlrtrr lr,rl,, l,¡
de Dios porJía conducir al clemonio, a la herejía;
chazo sino la ignorancia claba lugar a la
idolatría: ¡rluma de Olmos un toque característico, ),¡t (1ilr. ,,r.il,11,il .rl
circunstancias implicaba ponerlo bajo el conl(.\to ltrltl,, l,r
pues la ignorancia entonces es peca«lo ["'l
cuando alguno puede Siguiendo la tradición agustiniana, los ll.tutr r,.r rltlrr ,1, ¡,,,
hecho: y no tlían la postura según la cual el pecado cr¡r t.rrlr.rrrrr rlrll ,lr,
y a.n. slibe, alguna cosa o del clerrécho [sicl' o del
Asy como es loable
hace lo que es en sí para lo saLrre [sic]' t"'1 ¡rodía preceder a la muefte eterna, si no se t.lr¡¡rr,rrrlrrlrl r,l , rmrl
muy dañosa la igno-
la ignorancia de lo malo y vicioso, así es no por medio de la virtud; por ello, r¡eclialllc ln,. r,r,,r nlrr.,r
,on"iu d" io bueno y obligatorio y virtuoso"'5o transmitidas durante la predicación, los c¡'isll¿rr¡or r.trut , rtlrl
rtados a llevar una vida saludable tanto cn lo t r,t¡rrrrl ,,rr,,
De rnodo que, una de las maneras de evitar
la infidelida<l por en lo espiritual.
ignorancia sería dar a conocer cómo actuaba
el diablo en su afán
Precisarnente esta relación entre el demonio, r.l ¡rr,r rrrlr ¡ l,r
el riesgo que ello implicaba:
d"e conseguir seguidores, con todo ,:nfermedad, encuentra explicación
-de acucrtl() ( on r,l r.rr,,
cimiento de la época- corno condición de salrrrl rlt.l rrlnrrr I rh I
Pero para que nadie diga que no conoce-su
falta' las cosas mal
cuerpo, qlle se delimitaban mutuamente, en ¡lrlrrl'rrr,, rlr. llr rr
hechas, entonces ," ¡uiuti' aquí todos
los modos que tiene el
mucho' hijo mío
lico Martínez: "la varia disposición y complcxir'rr rlr, Ir¡ r lr r
Diablo para .ngañai a las genies' Te suplico
escuchar ai revés'sl ¡ros hace mucho al caso para la variación dr: lir, ( r,,llltlrrr r
r¡uerido, de poner el n'rayor Ál¿u¿o para no
af'ectos del alma, pues vemos que el ánima ltrrry rk.urrlllrltrr ,.,
era necesario 'oalTancar ntuda y Se compone con Ia complexión del crrcr.¡r,r, | | ,rrtil,¡il,
Olmos arJtnitíit (ltlc p¿tr¿I plantar la verdad no de necesidad, porque el ánima rige y gohicrrlr cl ,l, r¡,,,
hechizerías y
primero las nlalas yr'trbu' clc los vicios' herejías'
si bien. omitía El vicio y el pecado favorecían el deterioro lrrrrtrr r[.] r,,¡rr
abusiones y supcrsticitlncs"'51 lln esta expresión' ritu como del cuerpo. El daño que el diablo ¡lotllrr , rlt¡rrl r rr
la mención a la irlolatría, nt'¡ la cxcluía, ya que el
conocimiento
ignorancia que la causaba' tre los humanos era múltipie y variado, los n¡;rh.., ¡rlr.r trrlr,lr ,r
de estas cosas servía para crradicar la su persona en forma física con enfermedadcs y ¡illlt lrt tilil) I
estabart sumidos
Para Clmos eru intl"lublc que los indios
para proceder a apar- lc;54 en el entendimiento, alterando la percepciulr (h, lrt,, nr'r,
en la idolatría, debía convetlcerlos de ello cn el sueño, creando la, falsa sensación de qrrc ll r¡.rilr¡lrr r r,r
e identidad del
tarlos; los esfuerzos por mostrar la existencia
186 187
CApÍTUr-o IV. PECADo, DEMoNro E roolnrnfe
Inefs HnnNÁNoEz SuÁREz
t89
r88
IRAis HERNÁNDEZ SUÁR,EZ C,qpÍrulo IV. I,lr'Atx,. Dt ltlñtl t, il(l \thtr
de la voluntad de quien no conocía a fondo la verdad y se de- visión unánime del bien y del mal; estas (l¡lcl'clrt,ln¡ l¡¡¡rlutr
jaba conquistar. convirtiéndose en su vasallo o ministro, y por evidentes en la conflictiva concepción de lu lrr.irrrtu l(l fulul
lo tanto, en idólatra. La soberbia era el pecado que mejor defi- terio, uno de los hijos de la lujuria, constituy(i ulru rlr lrrr ¡rtl
nía a1 demonio y el que cometían quienes lo adoraban, porque blemas más difíciles de erradicar entre las prlctit,nr rlo h¡ llr
iba contra el primer mandarniento. dios mexicanos, quienes no cejaban en su enr¡rcilo rlt trlillllr,nr,r
Las prácticas religiosas que admitía la Iglesia católica co- relaciones maritales con varias mujeres a Ia vc¿, l,r¡r llnlh¡ llr
mo liturgia cristiana señalaban la diferencia entre el bien y el sistían en imponer la monogarnia y el matrinrrxlio t'rrlrlllru tt Lr,,
mal, lo propio de Dios y del demonio; tanto en los elementos indios bautizados; no obstante, el éxito de la crrr¡tlr.iu lu trrlrt
que usaban como en la calidad de las palabras proferidas. ba asegurado ya que pese a ser trautizados lllanlclrfrrrr lrr ¡rrllr lt
Mientras a Dios correspondía lo limpio y lurninoso, el diablo ca cultural de tener varias esposas.
estaría rodeado de lo oscuro y sucio; Olmos fue más especí- Desde el horizonte de Olmos, los indios t¡uc irrt,rtnltll r,l
fico al oponer lo bueno y limpio a la adoración de ídolos y la esta falta respondían al llamado del demonio y rrt,lrrrrlrrmt r un
pintura faciai: "Del mismo modo pensarás en la venerable vida hipocresía: "el adúltero que defiende a su manccb¡r, ¡t ¡ll r ur,trlrr
de los Santos amados por Dios, cuan buenísima y iimpia es, y ¿acaso no tiene corazón doble? ¿Acaso no reza cn vrrnu'/ 1,Aur
cuánto han sufrido porque no querían que se adoraran ídolos; so no dice a lo loco: hágase tu voluntad?"-5tt
no querían que se pintaran los rostros."56 La frase metafórica "corazón doble" referida l lrr ltl¡xrr,rr,rlrr
Las características culturales de las prácticas religiosas in' -hija de la soberbia- conduce nuevamente a lu lcr,u¡rr,tttr lr)l
dias aparecen rechazadas por l)ios, en palabras de Olmos: de elernentos culturales propios clel contexto irrtlf¡ctrrr, r,rr r.l
"Dios pide que nadie adore ídolos, que nadie se pinte el rostro' cual no sólo se comete adulterio sino que se horrrr¡ ttl rh'lrlultll.
que nadie queme hojas, queme hierbas, que nadie queme in- es decir se realizan actos idolátricos: "Éste (el lri¡rrl,rllrtl ilr,rrl
cienso, nadie ponga copal elr la lumbre, porque esto es una corazón doble, por fuera llama a Dios, pero por dctrlto u r,l r,u
ofrenda al diablo."57 casa o en secreto, se pinta el rostro, pone a coccl l¡rr1tl¡, ltlr,l
ba, echa copal al fuego."so
Para Olmos, el vercladero problema de la pcrsislcr¡r lrr rlr, l¡r
Lujuria idolatría radicaba en la realización en secrelo rle t.rtrrr, ¡rrrtr tr
cas que aparentemente estaban erradicadas, pct'() (lu(. ',r,1'trl¡rtl
La distancia cultural gue separaba al mundo cristiano español vigentes a causa de este "carazón doble". Su ¡lull it'r¡rrtr lrirt ln
del mundo indio hacía poco proLrable que coincidieran en una el proceso seguido a don Juan de Matlactlán ctr l\.1(t lr, lr¡rlrtrr
190 l9l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ CApfTULo lV. PEcAI)o, r)tiM()Nt() l ux)t.At.RfA
permitido tener una experiencia directa al respecto, ya que ahí alla",6'2 conformaba el vocablo tzutzucayutl o tzrtrxx,a.yttl (la
se hacía evidente que, aun siendo bautizado y casado por el mezquindad). Molina en su vocabulario traduce este tórmino
ritual católico, don Juan poseía ídolos a los que realizaba ce- como "avaricia"63 mientras que la palabra nextlaualli (con Ia
remonias (el llamado Panquetzaliztli) y tenía alrededor de l6 misma ortografía) está consignada como ',sacrificio de san-
concubinas, según lo admitieron los testigos.60 gre, que ofrecían a los ydolos, sajándole o horadando alguna
parte del cuerpo".64
De esta digresión lexicográfica podemos deducir que la tra-
Avaricia ducción de la frase no dejaba lugar a dudas; no obstante, su
significación sólo nos permitiría concluir que los sacrificios
Otro caso en el que Olmos refiere elementos indígenas como estuvieron ligados :-en la visión española- a un deseo de enri-
pecaminosos se encuentra en la avaricia, pecado en el que los quecimiento, probablemente porque estaban relacionados con
ídolos eran mencionados en el tratado sobre la usura, una de el dominio de los pueblos a los que se les exigía tributos.
sus hijas. En esta mención se hacía evidente un conflicto cog-
nitivo en el que, desde nuestro propio horizonte y desde la ac-
tual utilización terminológica, parecería no coincidir la signi- Gula
ficación de "avaricia" con el "sacrificio de sangre a los ídolos".
"La avaricia llamada sacrificio de sangre a los ídolos" (que en El pecado se consideraba miseria, enfermedad y muerte, según
la versión en mexicano dice: "Ytzutzucayutl ytoca nextlaualli").61 lo marcaba la tradición agustiniana, así que evitar el pecado era
EI término yfzulzucayuf I era posiblemente un término re- también preservar la vida y la salud. Nada parecía tan cercano
cién construido, a partir de Ias necesidades léxicas que plan- cuando se trataba de establecer lo que se permitía y se prohibía
teó la evangelizaci(rn; l'ue claborado con la raíz lzotzoca o comer o beber, según señalaba el pecado de la gula. Los ali-
tzutzuca que signil'icaba "rnczquino" y que unida al sufijo de- mentos eran buenos o malos en cuanto a su calidad y cantidad,
rivativo -yutl, que Olmos consignó como partícula que sig- así como en Ia forma de su consumo, siempre en relación estre-
nificaba "el ser de la cosa, o lo que pertenece o es anexo a cha con los órdenes del saber: el conocimiento de la época
establecía el criterio de los hábitos alimenticios sanos frente a
60Véase, Luis Conzález, Procesos de indio:s, itkilutrus v hechiceros, México, publi-
caciones del A.G.N., 1912; García Payón, Dcscripción del pueblo de Gueytlalpan,
Xalapa, Universidad Veracruzana, 1965; Crccnleal', Zuntárraga y la Inquisición 62 Olmos, Arte de la lengua..., op. cit., p.37
Mexicana, 1536-1543, México, FCE, 1992; María Elvira Buelna, op. cit., pp. 85-95. ó3 Fray Alonso de Molina, Vocabulario en lengua castellana ¡, nt,xicrttrtt, Mir-
6r Olmos, Tratado sobre los siete pecados..., op. t:i|., pp. 84 y 85. San Vicente Ferrer
drid, Ediciones Cultura Hispánica (Incunables Americanos siglo xvr, v«rl. IV), 1944,
habla del sacrilegio como una de las circunstancias de la avaricia, San Vicente Fe- p. 154.
ner, Opera seu sermones..., op. cit., p.345. & Ibid., p.72.
192
CAPÍruLo IV. PL('Alx). I)lll\4()Nlo l1 lln)l
IRAÍS HERNÁNDEZ SUÁREZ ^llrl^
los que no lo eran. Todavía más cuando se trataba del consu- Sólo que a veces así deja Dios, cuando hace que la gentc sttli'it.¡rit
ra saber si un hornbre es acaso buen cristiano o si no lo es. llstc
mo de otras sustancias que alteraban los sentidos, a los que se
no huye de Dios para adorar ídolos, pintarse la cata, se esfuerz.a t¡t¡is
les adjudicaba además un carácter diabólico. olmos, en relación
bien por rezar alúnico Dios y no se ocupa más que de esto, ad()r¿lr
a la gula, conminaba a seguir hábitos alimenticios sanos, evi- y rezar, aunque sea muy infeliz y llore mucho, esté triste y herido.("'
tar los excesos, no comer por placer y practicar el ayuno; pros-
cribía las prácticas contrarias y advertía: Olmos calificó esta actitud como blasfernia -derivada de la ir¡r
y no dudó en explicitarla con la finalidad du que los indios
También mucho se peca aun comiendo hongos y ricino, embria-
abandonaran estas prácticas:
gándose y perdiendo el juicio' de tal modo que así desaparecerá
su corazón, se harán sueños espantosos y nos llegará el pavor' y
quizá así llegue uno a morir, y a ver algo diabólico'ó5 ¿Acaso no se blasfema el nombre de Dios, no se le desprecia cuan-
do se adoran ídolos o aun cuando uno se pinta el rostro' o aun
cuando quema hierba, quema hojas, o aun quema copal, o se va
a los bosques y a los campos y no entra a la morada de Dios?ó7
Ira
194
IRAfs HERNANDEZ SuÁREz CepÍrulo IV. PIj(tAtx). r)t,MoNrl I rxrr
^nrt\
En el Tratado sobre los siete pecados mortales, Olmos dis- También en la envidia pudo Olmos ubicar a k¡ irlolrrtrlr, run
tinguía entre la pereza en la realización de las actividades físi- cuando su explicación es sumamente confusa y rrrlrs lrrt'rr ¡rrr
cas y aquélla que se manifestaba por el abandono de las prác- reciera que advertía acerca del peligro de calulllrti¡rr r.tr louro ¡r
ticas espirituales; en este último caso, sería el tlacatecólotl el las prácticas idolátricas a causa de la envidia; lo r¡uc rlos lltv¡r
provocador de esta circunstancia. Olmos dio un matiz particular ría a suponer que las persecuciones y procesos int¡uisilorrlllr,
a la pereza de los indios para orar a Dios o para realizar sus pudieron originarse por falsas acusaciones en algrrrros trrsr,,,
actividades: 'Así es uno pecador cuando se es flojo, de manos Los franciscanos, Olmos entre ellos, sostenían t¡rrc cl ¡rrt rr
mueltas, y comete así un grandísimo pecado, y así se desespera do y la maldad eran condiciones intrínsecas al horr¡hlr' (lur' ('n
y se va abriendo al Diablo. Porque de este modo es como si su su categoría de ser mortal tendía espontáneamenlL: ir cll¡rs, ro
corazón viviera con el hombre-búho, al caer en el pecado."6e lo la naturaleza espiritual, mediante la gracia, potliir rrt'lrrrrr
Así, la pereza encontraba un vínculo con la idolatría por contrarrestándola, actuando con el libre albedrío. lisl¡r r¡l¡uu
medio del personaje que encarnó para Olmos el ídolo por exce- presencia del pecado, sin embargo, no impedía ur¡ir ¡rpr()l)r¡r
lencia, contra quien habría que luchar y con el cual se iden- ción específica en los distintos ámbitos en los que cl scr ll¡r¡¡¡uro
tificaría al demonio en el ámbito mexicano: el tlacatecólotl se desenvolvía, de aquí que fuera necesario habl¿rr ¡¡('('ltrr
u hombre-búho. damente de "sus circunstancias". Olmos intentó ubicar c\l¡rs ('l
cunstancias dentro de las particularidades del mund«r ilttlio, r¡rrr'
cuanto más distantes de su propio horizonte más ccrr'¡u¡¡rr h'
Envidia parecían al pecado y al demonio, por lo tanto idolírlrit¡rs
La identificación del demonio entre la poblaci(rn irrrll¡itrrrr
La envidia como sentimiento tormentoso en el corazón provo- recién bautizada y los efectos que por medio de sus ('nll¡rtl()'.
caba tristeza, resentimiento, ¿unargura; el deseo de ocasionarle producía, serían para Olmos una constante, ya quc crr rl ll,t
mal a otro; también propiciaba la calumnia para causar daño. tado sobre los siete pecados mortales describió cittlrt tr¡o rL'
Para dar a conocer lo que es la envidia, Olmos citó a San Agustín: los pecados y los hijos de la idolatría, además de darsc ir l¡r t¡r
rea de ubicarlos en relación con las prácticas culturllcs r¡rrc r'l
Invidia nihil aliud est quam tristitia sive dolor alienae felicitis. conocía y que podía calificar de idolátricas, lo r¡rrc rrrlvcrttrr
Lo que quiere decir: que siente enviiJia en su corazón uno cuan- claramente en el Tratado de hechicerías y sortilegio,r.
do un hombre vive próspero y quiere saber el otro por qué es Para Olmos, tanto el Tratado de hechicerías -v l;ttrtilt'¡;t,,.t
mísero y quizá como hacer para ir satisfecho a su ve2...70 como el Tratado de los siete pecados mortale,s lrtvit'r'on lr¡rr
damento en el combate a la idolatría. En el prirrrt'to, ()lntrs
6e Olmos, Tratado sobre los siete pecados..., op. cit., p.229. abordó la hechicería como adoración al denl«xrio; r's rlcr rr.
7o lbid., p. 233. idolatría, mientras que en el segundo texto, l¡¡nlo r'l ¡rr',;rrlo
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