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l presente libro indaga la naturaleza del movimiento social ducción y comercialización de la producción ca
de la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán, Mo- fetalera en el norte de Chiapas; el cambio social
relos en contra del club de golf (1995-2001). y cultural en el norte de Morelos; los estudios de
La lucha social de los tepoztecas se orientó a la defensa del género y el envejecimiento; la política cultural y
territorio étnico y el medio ambiente. Esto produjo una respues- la defensa del patrimonio cultural y finalmente
ta social extraordinaria que desplegó una creatividad política en los enfoques contemporáneos sobre antropolo
múltiples dimensiones de la vida social de Tepoztlán en contra de gía y turismo. Entre sus publicaciones como
la construcción de un club de golf que amenazaba con destruir el autora y coautora se encuentran los libros: La
modo de vida y cultura de estos pueblos.
participación estatal en la producción y comer-
Así, el fundamento de la identidad de la comunidad de pue-
cialización del café en la región norte del estado
blos originarios apuntaló la defensa del territorio étnico, sentando
de Chiapas (1988), La producción cafetalera en
las bases políticas para la afirmación cultural y la reactivación
de la memoria colectiva. Esto legitimó la noción de justicia ali- México, 1977-1988 (1992), Antropología vi-
mentando la emoción del sujeto colectivo al recuperar el control sual (1997), Women and Indigenous Religions
de sus vidas y asumir a cabalidad la ciudadanía cultural para (2010), Enfoques antropológicos sobre turismo
dirigir de forma concreta el poder del pueblo. Esto constituyó contemporáneo (2013).
el renacimiento cultural, político, estético y ético de los tepoz-
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita
del titular de los derechos patrimoniales
Introducción......................................................................................................................... 13
Ejes conceptuales................................................................................................................ 27
Antropología, política y movimientos sociales............................................ 29
Cultura, modelo cultural mexicano, modernidad y globalización.... 45
Conclusiones...................................................................................................................... 259
Referencias........................................................................................................................... 277
nico que me advirtió que mirara con cautela los movimientos sociales des-
de abajo, con énfasis en la heterogeneidad de la noción del bien común; a
la doctora Catherine Héau Lambert, quien me aportó interesantes ideas
sobre la profundidad del dato histórico para comprender la resistencia
colectiva; al doctor Alessandro Lupo por el extraordinario apoyo más allá
de la academia; al doctor Druzo Maldonado por su amable colaboración bi
bliográfica; a la doctora Maya Lorena Pérez por su amable colaboración y
quien no dudó en proporcionarme copia de sus contribuciones sobre los
movimientos indígenas; al doctor Antonio García de León por su solida-
rio apoyo académico. Al doctor Pierre Beaucage, paciente y desinteresado
lector de este manuscrito. A la doctora María Fernanda Paz Salinas, por su
cuidadosa y generosa lectura del manuscrito. Al doctor Carlos Navarrete Cá
ceres por sus estimulantes comentarios y su apoyo solidario a lo largo de tan
tos años: a todos ellos, mi más profundo agradecimiento.
Finalmente, pero no por ello menos importante, quiero agradecer a la
doctora Cristina Oehmichen Bazán por aceptar acompañarme en la última
fase de esta investigación, proponiéndome un estimulante giro teórico-me
todológico para la mejor interpretación del fenómeno social y para escudri
ñar los intersticios del dato cultural en la arena del conflicto social. Su
orientación enriqueció mi comprensión del fenómeno de los vínculos pri
mordial y la topofilia analizada con la perspectiva del análisis de la cultura
del doctor Gilberto Giménez, quien aportó pautas para recuperar el registro
etnográfico en torno a los vínculos primordiales, fundamento de la “ma-
tria tepozteca”.
Quisiera agradecer al Instituto de Investigaciones Antropológicas de
la Universidad Nacional Autónoma de México por el papel decisivo que
ha desempeñado en mi formación profesional, por el apoyo y el reconoci-
miento a mi trabajo de investigación. A mis colegas y amigos investigadores,
extraordinarios interlocutores: a Fernando Botas del gabinete de diseño por
su colaboración en las ilustraciones; a Gerardo Jiménez Delgado por la di
gitalización de los mapas a partir de las bases de datos generadas y recti-
ficadas por Sandra Figueroa Sosa, quien, junto con José Luis Hernández
colaboró, además, en la formación editorial de este libro.
sultaron heridos”. Marcos Olmedo Gutiérrez fue muerto por dos impactos
de bala: uno en el cuello y otro en el abdomen.
La presente investigación analiza el movimiento etnopolítico1 de la
comunidad de pueblos originarios del municipio de Tepoztlán por la de
fensa del territorio y el patrimonio cultural. Este movimiento expresa el
conflicto social y la acción colectiva resultantes de la confrontación de
las presiones de orden económico y político ejercidas por los mandos del
poder nacional y transnacional –acostumbradas a dominar por la fuerza–,
que pretenden abrir al mercado las tierras comunales y ejidales, menosca
bando el territorio y el patrimonio cultural de las comunidades originarias
de Tepoztlán, Morelos.
A mediados de 1995, las comunidades del municipio de Tepoztlán
fueron informadas de la puesta en marcha del proyecto de un mega de
sarrollo impulsado por la General Telecommunications and Electronics
(gte), consorcio multinacional de telecomunicaciones con sede en Wa
shington, DC, en asociación con uno de los bancos más grandes de Méxi
co, y operado por el Consejo Mexicano de Inversionistas (cmi), integrado
por, entre otros, Kandt-Sobrino y Salinas Pliego.2
El proyecto de club de golf “El Tepozteco” representaba una inversión
superior a los 300 millones de dólares. Incluía un campo de 18 hoyos, una
casa-club, un fraccionamiento de 800 residencias, un hotel de gran lujo,
una academia de golf, un club de tenis y un centro corporativo. Pretendía con
vertirse en parque corporativo “inteligente” para empresas de alta tecnolo
gía que se comunicarían a través de una red de cables de fibra óptica y enlace
satelital. Representaba un concepto urbanístico integral y un modelo inter
nacional basado en “la armonía y respeto a la naturaleza”. Planificado para
detonar la inversión y el crecimiento al atraer a la industria extranjera al va
lle de Cuernavaca, incluiría también al conjunto de pueblos originarios
del municipio de Tepoztlán.
Dirigentes políticos locales y regionales, así como la alta jerarquía
de la Iglesia católica, apoyaron el proyecto; sin embargo, la comunidad de
pueblos originarios se vio amenazada y lo rechazó. Ello condujo a la arena
política, al tornarse candente el clima social para impedir un desarrollo
1
El concepto alude a la naturaleza de la relación de los sujetos sociales con el Estado nacio
nal para negociar, desde los referentes étnicos, el reconocimiento de la diferencia cultural;
el respeto al territorio étnico y la redistribución de los recursos económicos a los que tie
nen derecho, según se consagra en la Constitución Política Mexicana.
2
En adelante me referiré a este megaproyecto simplemente como “club de golf ”.
3
El término me resulta útil, pues refiere a la naturaleza sistémica de las poblaciones que
viven en la modernidad, pero se reproducen desde sus referentes culturales tradicionales.
5
Cabe aclarar que jurídicamente no existe la revocación de mandato, a pesar de que ha si
do una propuesta de diversas organizaciones sociales y partidos políticos en las reformas
constitucionales. Sin embargo, ante la cancelación de poderes al municipio ejecutada por
el Congreso morelense, la población decidió gobernarse de acuerdo con los usos y costum
bres; bajo esta normatividad promovieron la elección democrática de las autoridades mu
nicipales en la que resultó electo Lázaro Rodríguez.
Las reformas constitucionales a las que se hace referencia se integran al debate nacional so
bre la reforma del Estado en México. Éste es un proceso político inconcluso que implica
una amplia cantidad de temas pertenecientes al ámbito de política económica, política social,
administración pública, política electoral y federalismo, además del debate sobre el Estado
mexicano. La reforma del Estado plantea el acuerdo de la clase política en torno a la redefini
ción de las relaciones de la sociedad con el poder. Esta postura es resultado del proceso de de
mocratización nacional que hizo evidente el autoritarismo del sistema político mexicano.
En ese contexto, la sociedad exigió mayor participación en la vida pública, promoviendo el
fortalecimiento justo y eficaz de las relaciones entre la propia sociedad y las instituciones
del Estado. El proceso inició en 1977 con el decreto de la Ley Federal de Organizaciones Po
líticas y Procesos Electorales. En 1995 continuó el debate sobre el tema; pero realmente
dio frutos hasta finales de 1997, cuando la oposición ganó la mayoría en el Congreso –in
cipiente evidencia del proceso de democratización mexicana. Más tarde, en 2000, con el
triunfo de Vicente Fox en los comicios presidenciales de ese año, se creó la Comisión para
la Reforma del Estado, con base en un acuerdo de convergencia y cooperación entre la clase
política nacional; ésta realizó la encuesta nacional y los foros de consulta acotando legisla
tiva y socialmente, los temas relevantes para iniciar el trabajo legislativo. El presidente Felipe
Calderón promulgó la Ley para la Reforma del Estado con la finalidad de establecer un
marco normativo para establecer los mecanismos para el análisis, negociación y construc
ción del proceso de la reforma del Estado mexicano, el 29 de marzo de 2007; ley que expiró
el 1 de abril de 2008 sin que hubiera rendido frutos.
6
El concepto de conflicto social alude a la discordancia de intereses entre dos o más partes,
lo que genera oposición, choque y, en última instancia, llega a derivar en lucha social.
7
Dicho concepto refiere al escenario de conflictividad política en el que convergen la im
posición de los intereses de los poderes fácticos la pérdida de credibilidad de los políticos,
suscitando un comportamiento contestatario y la acción social (Aguilar Fernández 2003).
y/o moral que da cuenta del significado del sacrificio individual o colectivo
por la libertad y la vida. Este es un elemento constante en la experiencia his
tórica de los explotados, los oprimidos y excluidos en su larga lucha por la
igualdad, la libertad, la justicia y la dignidad humana (Sánchez Vázquez
2005).
Los conceptos que utilizo para el análisis y explicación del fenómeno
social parten de la observación y cuentan con amplio consenso entre la
comunidad científica por su validez ontológica y epistémica, sobre todo
porque surgen del disenso (Villoro 2007: 30-41). En tanto abstracciones
de la realidad, los conceptos no tienen propiedades tangibles y no pueden
ser mesurados directamente. En el ejercicio reflexivo de la antropología
política, dichos conceptos, nociones y abstracciones surgen de la concep
tualización de las personas y sus interacciones en la vida cotidiana.
Los conceptos antropológicos –en cualquiera de los campos de estu
dio– surgen de la observación directa; no son categorías elegidas a priori
para ser puestas a prueba en la investigación. Por ello, me resulta obliga
torio utilizar para mi estudio los siguientes: agencia, resistencia, sujeto co
lectivo, arena política, movimiento social y movimientos etnopolíticos. Estos
no son indistintos, sino fases del proceso de resistencia y lucha social por
lo que me permiten comprender las particularidades socioculturales de
las reivindicaciones sociales aludidas por los actores sociales en el proceso
contrahegemónico (Gledhill 2000). De igual manera, la revisión concep
tual me ha permitido acercarme a la naturaleza simbólica del conflicto polí
tico en torno a la defensa del territorio y la cultura propia de los habitantes
del municipio de Tepoztlán. Esto hace necesario entender los aspectos cul
turales y las definiciones y campos semánticos en el contexto local, nacio
nal y global de la cultura, identidad cultural, bienes culturales, patrimonio
cultural, uso social del patrimonio cultural, patrimonialización, gestión cultu
ral, industrias culturales, democracia cultural, ciudadanía cultural, etcé
tera, del escenario sociopolítico contemporáneo en México del cual forman
parte. Dichas nociones y conceptos son esenciales para comprender el he
cho social total (Mauss 1974) que emerge en los contextos socioculturales
en respuesta a los modelos económicos y políticos que se suman a los ajus
tes estructurales derivados de la globalización. Así, cultura y política son
los ejes teóricos fundamentales de esta investigación.
8
Los estudios en torno a la resistencia, tuvieron una amplia influencia en la antropología
política en los años 80 del siglo xx. Éstos situaban la preocupación disciplinar, fundamen
talmente en torno a la resistencia autóctona, constituida en la reflexión política de la ex
periencia colonial y el examen a profundidad de la historia para abordar al dominante y
al dominado. Esta trayectoria de las ciencias sociales permitió percibir la constitución de
un sujeto resistente unitario y diversos acercamientos a las formulaciones más sofisticadas
de la antigüedad. Dicha reflexión contrariamente señala la agencia del sujeto histórico que
protagoniza la resistencia social en el mundo contemporáneo más que a la constitución de
un nuevo sujeto social.
der 2005), sobre todo cuando se establece un agente colectivo que logra
intervenir en el proceso de transformación social, promoviendo cambios
y opiniones acerca de la existencia del conflicto que se trata de resolver, al
volver visibles las conductas colectivas y las acciones conflictivas, defensi
vas, de reconstrucción o de adaptación a un elemento social precario o de
bilitado por el sistema político (Ibarra 2003; Grau e Ibarra 2000). Entonces
los movimientos sociales surgen por la insatisfacción de las necesidades,
derechos e intereses (Martí i Puig 2004); pero en ocasiones las personas
también se movilizan por la voluntad de enfrentarse a quienes vulneran
sus intereses, a través de formas organizativas horizontales de participa
ción solidaria y un alto nivel de integración simbólica aunque mantengan
un bajo nivel de especificación de roles y papeles (Ibarra 2003). En ese sen
tido, los movimientos sociales no son objetos sociales constituidos, regu
lados por normas institucionalizadas y sustentadas por sanciones legales
(Touraine 2006: 103). Sin embargo, constituyen una respuesta a la viola
ción de una norma, un valor, una forma de autoridad o contra la propia
sociedad (Touraine 1986: 103-106). Finalmente, toda agencia colectiva se
asocia a la noción de conciencia vinculada a su vez a la idea de justicia so
cial y democracia, aspectos del orden social que conforman en conjunto
un campo de conocimiento central para la filosofía política, la sociología
y antropología política.
Alain Touraine ha insistido en la importancia del derecho a la igual
dad cultural,10 entre otros principios fundamentales de los movimientos so
ciales:
Michel Wieviorka señala que Alain Touraine, desde mediados de los años setenta del si
10
glo xx, fundó el programa de investigación para estudiar los nuevos movimientos sociales
en Francia (Wieviorka 2006: 25).
11
Las características de estos movimientos y organizaciones sociales muestran que los con
flictos sociales en América Latina, como en otras regiones, ya no son particularmente la
expresión del conflicto asalariado keynesiano-fordista, en el cual los sindicatos son el su
jeto privilegiado; los nuevos sujetos del cambio se mueven fuera de las relaciones formales
de clase y se concentran en el nivel socioterritorial.
Los nuevos conflictos surgen, pues, en los puntos de sutura entre sistema y
mundo de la vida […] que aparecen más bien “en los ámbitos de reproduc
ción cultural, la integración social y la socialización” […] En una palabra: los
nuevos conflictos se desencadenan no en torno a problemas de distribución,
sino en torno a cuestiones relativas a la gramática de las formas de la vida
(Habermas 1986b: 85).
12
El Estado como forma de poder público mantuvo protagonismo en la gestión de la eco
nomía y en la promoción del desarrollo, su intervención en la regulación de la vida pú
blica ha planteado un desafío constante a los mandos del poder del capital. Sin embargo,
las fallas en la contención de los desequilibrios económicos, financieros y políticos mi
naron su solvencia frente a la ciudadanía ante su incapacidad para resolver y arbitrar en
los conflictos sociales, en la redistribución de la riqueza y el poder. Además, fue notoria
su obsolescencia como soporte de la expansión del capital en la fase de internacionali
zación al no haber generado los marcos institucionales para resolver los compromisos
sociopolíticos. La crisis del Estado se aprecia en el desmantelamiento del Estado de bien
estar y la crisis de Estado-nación al no poder responder a sus funciones socioeconómi
entre la teoría del sujeto y la teoría del actor social. En opinión de Gil
berto Giménez, ninguna de estas teorías da cuenta del amplio acervo de
conocimientos producidos por las ciencias sociales en torno a las socieda
des modernas, contextos que consignan la maquinaria social que integra la
pluralidad de los subsistemas ajustados sólo parcialmente para posibilitar
el cambio social. Las unidades de acción son los actores individuales y los
actores colectivos que interactúan en el sistema de relaciones sociales al
disponer de un margen de acción y un cierto grado de autonomía, lo que
a su vez implica una identidad.
Gilberto Giménez argumenta que el actor social se define por su po
sición en la estructura social, ya que cuenta con diversos recursos: riqueza,
profesión, potencial sociocultural, poder político y socioeconómico, re
laciones interpersonales, etcétera. Éstos le permiten un papel considerable
en la dinámica social. Éste mundo –según Bourdieu– “es también la re
presentación y la voluntad de existir socialmente, equivalente también a
ser percibido, y por cierto ser percibido como distinto (Giménez Montiel
2006: 147). Alain Touraine (apunta Giménez) rechaza vigorosamente la
reducción del sistema al actor y la inversa, del actor al sistema, por lo que
los denomina escenarios sociales vacíos, sin actores. Giménez advierte: “el
actor social se halla situado siempre en algún lugar entre determinismo y
libertad” (Giménez Montiel 2006: 146).
Por su parte, Alfredo Guerrero discurre acerca de los contenidos sub
jetivos, a partir de los cuales se produce la ruptura en los procesos de la
transición democrática en México, y pondera que estos son: a) el rompi
miento subjetivo ocasionado por el neoliberalismo dentro de los espacios
públicos, b) la gestación de movimientos sociales que constituyen suje
tos sociales emergentes como resultado de los rompimientos subjetivos, c)
las relaciones de la democracia y los espacios públicos en su dimensión de
poder, y d) los problemas de las políticas públicas en la configuración de un
nuevo Estado democrático (Guerrero Tapia 2006: 21).
Guerrero da cuenta del paradigma de la identidad y la teoría de la in
teracción estratégica –siguiendo a Canneti– al advertir que los imagina
rios pueden conceptualizarse como los sustratos de memoria colectiva,
los paisajes cognitivos y míticos, los deseos, el pensamiento utópico, los
códigos simbólicos de la cultura y los universos representacionales; son
procesos participantes en la construcción de las identidades sociales. En
13
Edward B. Taylor [1871] representa el punto de partida para la comprensión de la evolu
ción del concepto de cultura; en su definición señala: “La cultura o civilización, en sentido
etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el
arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adqui
ridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad” (Taylor 1975: 29).
14
Ejemplo de ello sucede con el tequila y el mariachi, aspectos culturales vernáculos de
nuestro país que ahora forman parte del gusto y el prestigio de los consumidores en el
Japón moderno y en otras latitudes.
…la diversidad cultural es, para el género humano, tan necesaria como la di
versidad biológica para los organismos vivos. En ese sentido, constituye el
patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en
beneficio de las generaciones presentes y futuras (unesco 2004).
15
Frank Schenk (1995) señala “la Ley de Desamortización de 1857 (la llamada Ley Ler
do), es una legislación federal orientada a la privatización de la propiedad agrícola; los
miembros de las comunidades propietarias de la tierra, podían convertirse en dueños de las
parcelas hasta entonces en posesión de las instituciones clericales y civiles, las que debían
privatizar en poco tiempo. Los usuarios de la tierra, podían reclamarlas en propiedad, las
tierras y los inmuebles no utilizados podían adquirirse mediante subasta pública. Mien
tras que los edificios y terrenos en uso de las instituciones religiosas: iglesias, hospitales,
ayuntamientos y mercados estaban exentos de privatizarlos. En cuanto a los terrenos de
las aldeas, el ejido y el fundo legal, estuvieron exentos de privatización”.
de las culturas, a través de la llamada fusión de las razas y la unificación lingüística de los
habitantes del Estado. Bonfil (1997), Nolasco (2008), Olivera (1970) y Bartolomé (1997) ad
vierten lo debatible del indigenismo integracionista y sus consecuencias para la existencia
de los pueblos indios en México, sostienen que no puede haber integración si ésta se fun
damenta en la asimetría.
El autor argumenta que: “la idea de ciudadanía es uno de tantos dislates progresistas que
17
sólo sirven para calentar los cascos de la gente respecto al espacio social que ocupa, y para
que los súbditos obligados a dejarse gobernar, sino también personas dotadas de dere
chos” (Moore 1998 [1949]: 9).
18
Ejemplo de ello lo encontramos en el caso Xcaret, ampliamente documentado por los
trabajadores de la cultura en México.
de lo ajeno rompe con nuestra visión del mundo, con nuestra matriz cultural,
con lo que nos distingue en la diversidad planetaria. Cabe advertir que en el ámbi
to democrático moderno el respeto a la cultura se erige como factor incluyente
hacia el trato digno de las personas hacia sus bienes patrimoniales y su cul
tura. Éste es un rasgo de las naciones pluriétnicas y pluriculturales que habrán
de devenir en la buena sociedad, en la sociedad abierta, pluralista basada en
la tolerancia y el reconocimiento del valor de la diversidad (Bonfil Batalla
1997: 34).
19
Como las reformas constitucionales en materia de cultura que fueron suspendidas por
las acciones del Parlamento Alterno de Cultura y Educación y otras organizaciones del
sector cultura.
20
Entre esas acciones ciudadanas se encuentran las encabezadas por el maestro Francisco
Toledo en el Centro Histórico de la ciudad de Oaxaca al impedir la construcción de un
McDonald’s y la modernización del equipamiento de dicha zona. Asimismo, las acciones
ciudadanas de los habitantes de Coyoacán contra los vendedores informales, contra los
cambios del uso del suelo y la transformación de la arquitectura vernácula del Centro His
tórico en comercios; también en Cuicuilco, al impedir la destrucción de los vestigios de la
metrópoli más antigua de Mesoamérica; en Tepoztlán, al detener la construcción de un club
de golf; en Cuernavaca, en el Casino de la Selva, al impedir la destrucción de los vestigios
tempranos de la civilización antigua de Gualupita y los murales que formaban parte de las
instalaciones del viejo hotel para dar paso a la edificación de un centro comercial del corpo
rativo Costco; en San Salvador Atenco, al impedir la construcción de un nuevo aeropuerto
metropolitano; en Temazcalzingo y San Antonio Pueblo Nuevo, estado de México, cuando
las mujeres mazahuas se apersonaron para defender el agua y su significación más allá de
la importancia para su sobrevivencia; y, finalmente, en Teotihuacán, al tratar de impedir la
construcción de un supermercado de la cadena Wal-Mart en el perímetro C, área de amor
tiguamiento de la zona de monumentos.
21
Las dimensiones valorativas del patrimonio cultural son formas clasificatorias para esta
blecer distinciones entre el saber y el conocer; puedo enunciar: la dimensión histórica, la
dimensión social, la dimensión científica, la dimensión simbólica, la dimensión estética y
la dimensión ética.
Recuérdese la exigencia de los pueblos indios en San Andrés Larráinzar sobre la gestión
23
Del gran macizo montañoso del Ajusco se desprende una cordillera de ele-
vadas montañas que lo une con el majestuoso Popocatépetl y cuyas faldas
meridionales comienzan a formar lo que políticamente se llama Estado de
Morelos, el que a su vez está dividido, geográficamente hablando, en dos
grandes y características porciones limitadas por montañas llamadas Plan de
Amilpas al oriente y la Cañada de Cuernavaca al occidente, espléndidos valles
cruzados por numerosas corrientes de agua que forman hermosos torren-
tes, los que después, al reunirse, constituyen los pintorescos ríos que dan
sus aguas a los fértiles campos […] Entre el frío glaciar de la montaña y el
tórrido de las riberas del Amacuzac se encuentran todas las temperaturas,
toda la variedad de productos agrícolas y las mejores condiciones para la vida
humana, que han hecho siempre ver con creciente interés el territorio more-
lense (Díez 1967).
Por doquier pueden verse las huellas del pasado de fuego: en la forma cónica de
los montes, en los monolitos y las formaciones volcánicas del Tepozteco y
de Jantetelco, en grandes murallas de piedra, en los profundos subsuelos de
basalto y en la rica composición de los suelos agrícolas. Morelos está situado
entre los paralelos 18º 20’ y 19º 07’ de latitud norte de la línea del Ecuador
y los meridianos 98º 37’ y 99º 30’ de longitud oeste. Los límites de Morelos
pueden trazarse así: al norte, la sierra del Ajusco y sus derivaciones separan al
estado del Valle México; hacia el noroeste, la sierra del Popocatépetl, llamada
…está lejos de ser un espacio virgen, indiferenciado y neutral que sólo sirve
de escenario para la acción social o de contenedor de la vida social y cultu-
ral. Se trata siempre de un espacio valorizado sea instrumentalmente (v. g.
bajo el aspecto ecológico, económico o geopolítico), sea culturalmente (bajo
el ángulo simbólico-expresivo). En efecto, el territorio sólo existe en cuan-
to ya valorizado de múltiples maneras: como zona de refugio, como medio
de subsistencia, como fuente de productos y de recursos económicos, como
área geopolíticamente estratégica, como circunscripción político-admi
nistrativa, como belleza natural, como objeto de apego afectivo, como tierra
natal, como espacio de inscripción de un pasado histórico o de una memo-
ria colectiva, como símbolo de identidad socioterritorial (Giménez Montiel
1996b: 10).
Pueblos y localidades
Tepoztlán 13 978 habitantes
Colonia Ángel Bocanegra 792 habitantes
Amatlán de Quetzalcóatl 821 habitantes
San Andrés de la Cal 1 116 habitantes
Santa Catarina 3 663 habitantes
Santiago Tepetlapa 767 habitantes
Santo Domingo Ocotitlán 1 150 habitantes
San Juan Tlacotenco 1 599 habitantes
Colonia Obrera 1 328 habitantes
dro 2). De acuerdo con los resultados del II Conteo de Población y Vivienda
en 2005, inegi reportó que el municipio tiene 36 145 habitantes (Instituto
Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal 2005). A partir de
finales del siglo xx, parece haber un aumento de la población femenina (fi-
gura 4).
9000
8000
7000
6000
5000
4000
3000
2000
1000
0
1900 1910 1921 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000
Hombres
Mujeres
Hombres: 837
Mujeres: 743
Totales 1 580
Monolingüe: 0
16000
14000
12000
10000
8000
6000
4000
2000
0
1900 1910 1921 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 1995 2000
Tenango
del Aire
Ozumba
de Alzate
Indicador
Comparativo estatal
municipal
Población Económicamente
15 047 2.2 %
Activa 2000
Sector primario
2 432 (26 %) 2.9 %
(personas que laboran)
Sector secundario
2 456 (27 %) 2.1 %
(personas que laboran)
Sector terciario
4 068 (44 %) 2.0 %
(personas que laboran)
Estructura agraria
Tenencia de la tierra
Propiedad ejidal 1995 2 100 ha (8.6 %)
Propiedad comunal 1995 20 407 ha (83.9 %)
Propiedad privada 1995 1 757.6 ha (7.2 %)
Principales cultivos
24
Clifford Geertz argumenta que esta suerte de tensión se encuentra en los estados pos-
coloniales por la peculiar profundidad con que sus pueblos sienten que su modo de ser
está íntimamente ligado a la sangre, la raza, la lengua, la región, la religión o la tradición
y a causa de la creciente importancia que en el siglo xx adquirió la noción de estado so-
berano como instrumento positivo para realizar anhelos colectivos (Geertz 1992: 220).
60
50
40
30
20
10
0
Población que gana Población que gana Tepoztlán Yautepec
menos de un más de 5 salarios mínimos Huitzilac Tlayacapan
salario mínimo Cuernavaca Tlalnepantala
Jiutepec
Desarrollo humano
Número de viviendas
1 222 4.1 %
sin agua entubada
Número de viviendas
2 080 3.7 %
sin drenaje ni excusado
Número de viviendas
91 2.01 %
sin energía eléctrica
En cuanto a la salud, desde los años cuarenta se entabló una lucha so
cial por contar, al menos, con una clínica que brindara estos servicios de
manera gratuita (Lewis 1986). A principios del siglo xxi, se cuenta con
siete clínicas de primer nivel, 13 consultorios médicos particulares y 17 más
que aparecen censados. En los últimos años han proliferado toda suerte de
prácticas medicinales tradicionales, como la herbolaria y la curandería, en-
tre las que destacan las medicinas alternativas, las naturistas y las fitoterapias
a las que acude una gran clientela local y alóctona, en el llamado turismo
para la salud.
Para el desarrollo físico y espiritual del cuerpo, existen instalaciones
deportivas en todas las primarias y secundarias del municipio, amén de las
canchas de fútbol cercanas al panteón municipal. Otro ámbito de desarro-
llo se ubica en el auditorio donde se presentan festivales de los grupos de
danza, exposiciones y proyección de ciclos de cine.
La educación es importante en el municipio de Tepoztlán, pues sus
miembros fueron beneficiados con el fomento de la educación socialista
impulsada por el gobierno cardenista. Entonces muchos jóvenes fueron
formados como profesores rurales en las Misiones Educativas de Oaxte-
pec y la ciudad de México (Lewis 1983). En el imaginario local se asevera
que “Tepoztlán es la Atenas de Morelos”; ésta es la matria (González y
González 1992a) de donde han salido brillantes profesionistas en múlti-
ples campos del conocimiento. Comparativamente a nivel regional, la es-
colaridad de la población tepozteca permite constatar el imaginario social
con las estadísticas de la entidad: en éstas supera el promedio educativo de
la entidad (6.85), se encuentra por debajo de Cuernavaca y por encima de los
indicadores educativos de otros municipios cercanos con mayor grado de
urbanización (figura 6).
En el rubro educativo cuenta con instituciones educativas en la cabe
cera municipal. En algunas localidades hay escuelas de nivel maternal,
preescolar, primaria, secundaria y un centro de educación especial. Los
estudios de educación media superior o preparatoria sólo se obtienen en
la cabecera municipal. *Los indicadores señalan que el número de maes-
tros por habitante y por último el que se refiere a la “población indígena,”
advierten que poco más de 27 % de la población menor de 15 años apa-
rece sin primaria y más de 8 % de los adultos son analfabetas (González y
González 1992a).
Tlalnepantla
Tlayacapan
Yautepec
Jiutepec
Cuernavaca
Huitzilac
Tepoztlán
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9
Ello se entiende a la luz del dato que señala que el municipio de Te-
poztlán ocupa el lugar 19 en los indicadores de marginalidad a nivel es-
tatal. Estos indicadores, aunque califican al municipio en su totalidad, se
encuentran distribuidos de manera desigual, por lo que si bien la cabecera
municipal y algunas otras áreas específicas se encuentran relativamente
cubiertas en cuanto a servicios, el total de las 24 localidades presenta di-
ferentes características que evidencian problemas de rezago, marginación
y carencias de servicios básicos (Gobierno del Estado de Morelos 2000).
Paradójicamente, y pese a los indicadores mencionados, la educación
es uno de los aspectos más relevantes del desarrollo humano que caracte
rizan al municipio de Tepoztlán (cuadro 8). La población registrada para 1926
era de menos de 100 alumnos, pero superó los 700 para 1948 (Lewis 1951:
123). Sin embargo, pese a los avances sociales a nivel nacional, el municipio
no cuenta con infraestructura para la educación superior, la cual se en-
cuentra en Cuernavaca, donde se localiza la Universidad Autónoma del Es
tado de Morelos y el itesm campus Cuernavaca. Pese a ello, un número
importante de jóvenes tepoztecos asiste cotidianamente a la Universidad
Nacional Autónoma de México y a la Universidad Autónoma Metropolitana.
Acceso a la educación
Nivel primaria
Escuelas: 21
Docentes: 144
Grupos: 156
Nivel secundaria
Escuelas: 7
Docentes: 79
Grupos: 38
Nivel bachillerato
Escuelas: 1
Alumnos hombres: 62
Alumnos mujeres: 55
Docentes: 16
Grupos: 3
del estado neoliberal para asumir el papel de árbitro de los bienes públi-
cos, el bienestar social y la obligación de promover y crear espacios para
la producción simbólica y cultural de la población mexicana. Así, se dejó
en manos de las empresas el camino para la privatización de la cultura. Sin
embargo, ello no impidió que a lo largo de esos años, bajo el principio
de los usos y costumbres, se siguiera estimulando con eventos alusivos el
triunfo del pueblo, el montaje de las exposiciones fotográficas y los cartones
producidos por el querido dibujante “Rius”, avecindado en el municipio,
quien ilustró la lucha de la comunidad de pueblos originarios en contra del
club de golf.
…en la Villa de Tepuztlan dicen llamarse Tepuztlan, porque cuando sus an-
tepasados vinieron a poblar esta tierra, hallaron que se llamaba así, porque
los que primero la tenían poblada, dijeron que el gran diablo o ídolo que tenían
se llamaba Ome tochtli, que quiere decir dos conejos, y que por sobre nom-
bre, tenía el de Tepuztecatl, como quien dice un gran señor (Acuña 1985).
…la nación Xochimilca, que llega a un pueblo que se llama Tuchimilco, y por
otro nombre Ocopetlayuca; de una genealogía y generación son los de Ocui-
tuco, Tetela [del Volcán], Ueyapan, Tlalmimilulpan, Jumiltepec, Tlacotepec,
Zacualpa, Temoac, Tlayacapa, Totolapa y Tepuztlan… (Durán, F. D. 1967).
Esta doctrina es sujeto de seis pueblos que hacen círculo de fe: San Andrés,
Santa Catarina, Santiago, Amatlán, Santo Domingo y San Juan a corta dis-
tancia uno de otro. En ellos viven 973 familias de indios, que padecen es-
casez de agua y tratan en cortes de madera, maíz y frijol, fruta en crecida
cantidad por hallarse en su recinto más de 14 000 árboles frutales (Villaseñor
y Sánchez 1983).25
25
Cabe mencionar que, comparando estos datos con los registros del Libro de tributos del
marquezado del valle (1540), se infiere un total de 2 313 casas y una población de 6 294 para
las nueve localidades de la comunidad de pueblos originarios, mientras que el documento
citado por dichos autores plantea la interrogante sobre la veracidad del dato respecto a una
explicación plausible.
militar por setenta y dos días. Más que una afrenta, su derrota constituyó
una de las más grandes victorias militares (López González 1966).
Muchos años después, Maximiliano de Habsburgo asumió el trono
del segundo imperio mexicano. En 1864, recibió una petición de notables
y funcionarios del pueblo de Tepoztlán, quienes, anticipando el protocolo
de la época, explicaron con gran detalle la genealogía y legitimidad de Te-
poztlán como pueblo antiguo desde tiempos precolombinos, legitimidad
reconocida después de la conquista por las reales cédulas otorgadas por
Felipe II de España y sus sucesores. La solicitud expresa señalaba que al
final de la Guerra de Independencia, los títulos de propiedad del pueblo se
habían perdido. De acuerdo con la tradición oral, esta pérdida se debía a
una traición (Mallon 2003: 297).
Concretamente solicitaban: a) la nulidad del acuerdo fraudulento de
1842, b) el mantenimiento de los límites y linderos del territorio, certifi-
cado por los títulos primordiales encontrados en 1853, c) se cotejaran los
títulos de propiedad con cada uno de los vecinos con los que Tepoztlán
mantenía conflictos de tierras, y d) que el emperador en persona se asu-
miera como juez imparcial y decidiera sobre el caso:
Y no es justo Señor, que por más tiempo sufra nuestro pueblo. Desde vuestro
advenimiento al trono, sonó la hora de la justicia en Megico y lla nosotros
no tenemos las dilaciones inconsiguientes ni lo dispendioso de un juicio.
Tampoco tenemos la injusticia y antes sí descansamos en la protección que
VªM Ofrece á los pueblos indígenas que han sido desgraciados (Mallon
2003: 298).
26
Decreto del Parque Nacional el Tepozteco, firmado por el presidente Lázaro Cárdenas el
13 de enero de 1937, Tepoz en l@ red, <http://www.tepoz.com.mx/zpdf/parquenacional.pdf>.
en la parte sur del municipio, sobre las que se había extendido la hacienda
de Oacalco (Paz Salinas 2005a: 86-87), que conformarían la fundación del
ejido de Amilcingo, y 23 800 hectáreas reconocidas como los terrenos
comunales. María Fernanda Paz señala respecto a estos conflictos interco
munitarios que los pueblos de San Juan Tlacoltenco y Santo Domingo:
consumo del mercado interno, como las máquinas de coser (López Gon-
zález 1980: 51).
La década de los años treinta del siglo pasado, en la comunidad de
pueblos originarios de Tepoztlán, significó una época de intensas luchas
por el poder entre centrales y anarquistas pese al restablecimiento del or-
den constitucional en Morelos, como queda asentado en los expedientes
judiciales del archivo histórico local (Salazar Peralta 2006b). En 1930 el
municipio de Tepoztlán estaba integrado por los pueblos de: Santa Catari-
na, San Andrés de la Cal, San Juan Tlacotenco, Santo Domingo Ocotitlán,
Santiago Tepetlapa, Amatlán e Ixcatepec, formando una comunidad de
pueblos agrarios, de origen indígena y una cultura tradicional basada en
usos y costumbres propios. La composición social de los ocho pueblos es-
taba constituida por 1 290 varones y 1 290 mujeres para un total de 2 580
habitantes.27 Ese mismo año, cambió el estatus geopolítico de la cabecera
municipal de ciudad (1921) a villa (1930).
Lewis argumenta que el entramado de la organización social de los
pueblos originarios de Tepoztlán se constituye por la organización del pue
blo. De éste dimanan las instituciones de alcance local, como las ayudan-
tías municipales, la representación de los bienes comunales, las escuelas,
las iglesias y los mercados. Las unidades sociales dependientes son los ba
rrios y las familias. Todas en conjunto se asocian a unidades mayores: el
municipio, la región, el estado de Morelos y la nación en su conjunto. En
opinión de Lewis, para los tepoztecos el municipio constituía el continuum
de articulación e interrelación de todos los órdenes socioeconómicos y po
líticos. La percepción de pertenencia del tepozteco se volvía distante y
formal conforme se alejaba del núcleo familiar (Lewis 1971).
Un rasgo paradigmático de la organización social de estos pueblos
originarios es en primer lugar, su férreo sentimiento de fidelidad al grupo
y a la familia de pertenencia. Esto se refleja en la interacción social con
otros barrios y pueblos dentro y fuera del municipio. Oscar Lewis señala
que “cada individuo es un celoso guardián de sus derechos” (Lewis 1971:
106); éste es un aspecto de intensidad variable, pues es más fuerte en las
relaciones intrafamiliares y disminuye a medida que se va moviendo hacia
las unidades mayores. Ejemplo de ello es la solidaridad social basada en el
bien común establecido en las controversias y disputas por los límites del
relación con la registrada en la Colonia; ya fuera por fallecimiento, por una posible drástica
baja tasa de natalidad o por la emigración forzada.
Cuando uno viaja de Tepoztlán hacia los poblados entre los cuales se en-
cuentra y son de menor tamaño, se encuentra una mayor persistencia de
las viejas costumbres, menor alfabetización y más gente que habla la lengua
indígena. Una situación parecida puede observarse dentro del propio Te-
poztlán, entre los barrios más grandes que son los del centro y los menores
que se extienden hacia las orillas (Lewis 1971: 106).
28
La memoria colectiva se asocia con el tema de la construcción de la identidad colectiva y
apela al recuerdo de acontecimientos importantes para el cuerpo social, quedando consti-
tuido como un registro que se transforma a lo largo del tiempo en patrimonio colectivo; se
convierte en un esquema de vida cotidiana y un modelo aspiracional para los valores, las
formas y los códigos culturales de representación de lo local y regional que nutren la ética
concreta del cuerpo social.
29
La identidad refiere a la dimensión simbólica de la subjetividad. En tanto dimensión re-
lacional, la identidad es constitutiva del sujeto. En el sujeto lo subjetivo es cultural y por tanto
colectivo: “Es una construcción colectiva, cultural en continua construcción y reconstruc-
ción. En su proceso el yo y el otro yo se proyectan en un porvenir común. Las relaciones
interpersonales e intergrupales forjan las identidades de los actores sociales” (Giménez
Montiel 2005c: 72).
30
En el capítulo anterior había advertido que Etnogénesis es un término que designa un pro
ceso de reconstrucción étnica (Barabas 2005).
Todos los dueños de las milpas hacían un día de campo y con verdadero
amor y devoción colocaban una cruz de pericón en cada esquina de la milpa
con la creencia de que San Miguelito defendería las milpas de las tormen-
tas [y granizadas] que se presentan después… Llegaba el mes de octubre y
me iba a zacatear, haciendo gavillas chicas que colgaban en la cañuela del
maíz para que pronto secaran las mazorcas en caso de que lloviera o se echa-
ra a perder el zacate o pastura. Cuando la mazorca empieza secarse se le
llama camahuac, que quiere decir maíz fresco; es cuando se ocupa para los
tlaxcales, sabrosas gorditas preparadas con natas de la leche de vaca, queso,
canela y carbonato o royal (Villamil Ortíz 1998: 219).
31
Pericón. Nombre científico: Tagetes lucida. Planta herbácea silvestre, localmente se le co
noce por su olor penetrante y color amarillo intenso; se considera un color sagrado, aso-
ciado al punto cardinal Este.
32
Estos rituales agrarios devuelven a los actores la conciencia del excepcional proceso civi-
lizatorio que ha permitido la supervivencia de los pueblos mesoamericanos.
ochenta del siglo pasado, sólo estaban presentes los músicos tradicionales
y los actores-gobernantes del reto, vestidos de piel y taparrabos. En la ac-
tualidad, el Reto del Tepoztecatl se representa en la plaza cívica con atuendos
y escenografía que exaltan el pasado prehispánico; a él asiste un nutrido
público y en ocasiones los medios de la televisión nacional y global.
Según Ascensión Hernández de León Portilla, estudiosa de la litera-
tura indígena, el Reto del Tepoztecatl es un texto teatral de carácter evange-
lizador que recupera del caudal de la tradición prehispánica una elaborada
escritura indígena. Constituye un corpus testimonial acerca de la llegada del
catolicismo y la ruptura de los pueblos indígenas con el pasado prehispánico.
Durante las centurias xvi a xviii se elaboró una copiosa literatura náhuatl
que abarca desde textos religiosos para la evangelización, artes o gramáticas,
vocabularios, obras para ser escenificadas, hasta cantares, poemas y una am-
plia gama de escritos de índole legal como testamentos, papeles de tierras,
peticiones, quejas, bandos y de otros géneros más (Hernández de León Por-
tilla 1988).
federal, cuya acción se ha ejercido por medio de una amplia gama de pro-
gramas, proyectos de desarrollo y vacuas promesas que han pretendido
“hacer todo lo posible por hacerles llegar el progreso” (Flores Ayala 1983).
Por ello los tepoztecas han rechazado sistemáticamente los proyectos Mon
tecastillo, el Teleférico, el Tren Escénico, la Penitenciaría del Estado, el li-
bramiento de la ciudad de Cuernavaca y, finalmente, el Club de Golf
de ks. Todos han sido considerados por la población como proyectos de
dudoso beneficio social que intentan socavar su territorio étnico.
En ese sentido, el proceso histórico derivado de la modernización no
logró convencer a la población; la inercia modernizadora de los gobernan-
tes proclives a las políticas neoliberales juzgó insuficientes los programas
orientados a transformar los rezagos de la estructura agraria anquilosada
y abandonada por los gobiernos estatal y federal. Pese a ello, todavía pocos
meses atrás, los funcionarios del gobierno morelense insistían en conven-
cer a los campesinos de la aplicación del Programa Federal de Certificación
de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos (Procede) (Braña
Varela y Martínez Cruz 2005), cuyos resultados pueden constatarse como
el dispositivo institucional que arruinó a los comuneros y ejidatarios que
lo asumieron en muy distintas entidades nacionales, transformando radi-
calmente la tenencia colectiva de la tierra en privada.
Durante siglos la tenencia colectiva de la tierra ha sobrevivido por la
conservación del usufructo colectivo del trabajo agrario. Pero, conforme
a los preceptos neoliberales, la privatización abre totalmente los canales
de la especulación y venta de la tierra.33 Este proceso ha dejado al sector
campesino, en Morelos y en todo el país, en una vulnerabilidad sociopolí-
tica que se agrava por la relación de profunda desigualdad, propiciada por
el capítulo agrario del tlcan, que acentúa la inequidad social y política,
que caracteriza al proceso de globalización de fines del siglo xx.
En el terreno político, la población tepozteca ha vivido los vaivenes
de la política nacional. Sin embargo, desde los años setenta y a partir de
la democratización, con la creación de nuevas fuerzas políticas se abrieron
nuevas opciones para el ejercicio de la vida política institucionalizada, sin
que ello haya transformado el ejercicio del poder. Poco a poco, las distin-
tas fuerzas políticas han aparecido en la escena tepozteca, consolidándose
a partir de los votos emitidos en cada sexenio.
quien argumentaba con suspicacia que advertía este hecho como una muestra más del in
quebrantable deseo del capital de hacerse por todos los medios posibles de su territorio.
34
La transición democrática apela al tiempo de sustitución del partido en el poder por más
de siete décadas y el advenimiento del Partido de Acción Nacional a la presidencia de la
República como resultado del ejercicio democrático de los ciudadanos en las urnas. El pan
había sido hasta entonces un partido político de oposición.
35
Dicha autonomía suponía dejar de ser presa de los clientelismos políticos, instrumenta
dos por el sistema político mexicano; a través de las redes del poder, en el pasado estable
cieron los caciquismos en las culturas íntimas, criticadas por John Gledhill y Claudio Lomnitz.
36
La concertacesión hace referencia a las alianzas y acuerdos políticos entre las distintas fuer
zas políticas, que en el legislativo se expresa sobre temas de orden electoral.
37
Comunicación personal con Alvarado Peralta, comunero y presidente del Patronato Cul-
tural del pueblo de Amatlán de Quetzalcóatl.
los tepiles o mandatarios del pueblo a decirle que por su edad había sido
elegido según la ley para que lo devorase el monstruo de Xochicalco, lugar
que significa la flor de los palacios. El anciano se entristeció por la noticia,
pero el pequeño niño le dijo a su padre, no te apenes yo iré en tu lugar. Lo
que debo recomendarte le dijo, es que al otro día acompañado de los tepi
les, vayan al lugar llamado Tlahtlachialoyan o mirador, desde ahí se observa
toda la región al amanecer tendrán cuidado de mirar al oriente, si aparece
una nube blanca y hermosa. Estén satisfechos pues he matado al monstruo
y si fuere nube negra es ya me ha devorado. Hecha esta recomendación al
día siguiente preparó su morralito de izcle y al tercer día fue llevado por los
tepiles, saliendo del pueblo llegaron a Tequimila donde el niño le dijo a uno
de los tepiles párate ahí y te llamarás Zacatepetl o cerro del zacate y quedó
encantado para siempre. Enseguida dijo al segundo tepil párate ahí y te lla-
marás Texihuiltépetl quedando encantado. Al tercero le dijo, párate ahí y te
llamarás Tlamatépetl, siguiendo el camino iba jugando y juntando aiztli o vi-
drios (obsidiana) en forma de hoja cortante, depositándolos en su morralito
de iztle. Enseguida llego a un lugar donde un Cuicuizcatl o aguililla estaba
sobre una piedra plana, lugar llamado Cuicuizcatlan. Más abajo encontró en
el camino un carrizo tirado y le llamó Acallyohcan. Enseguida llegó a un pas-
tal y lo llamó Zacatech, adelante encontró una varaniera le llamó Tlacotzinco.
Así mismo todos los lugares que atravesó hasta llegar a Xochicalco. Llegando
al lugar fue presentado al monstruo, era una serpiente enorme que le decían
Mazacuatl que lo vio con desprecio por lo pequeño que era; pero que no ob-
jetó debido al hambre que tenía, así que pidió que se lo llevasen, enseguida se
tragó al Tepoztecatl niño, cuando al instante empezó el monstruo a retorcer-
se, el niño con los vidrios que llevaba en el morral le rajó la barriga, el animal
al fin murió y el niño salió ileso de la barriga del monstruo. En ese momento
se sintió un fuerte emalocotl o remolino oscureciendo el día, haciendo des-
aparecer al animal que tanta gente había devorado. La gente a ahí reunida
quedó sombrada por la proeza del niño. Entonces el Tepoztecatl vencedor
de este desafío había liberado y salvado a tantos pueblos de la región, fue de
clarado rey por su pueblo haciéndose famoso en la región. Entre tanto, sus
ancianos padres se encontraban en Tlahtlacharoloyan, se llenaron de gusto al
mirar por el oriente una hermosa nube blanca. Tiempo después los mexihca
le hicieron muchos obsequios, le trajeron un cajón cerrado sin saber lo que
contenía. Un día reunido con su pueblo sin saber que contenía los regalos
por curiosidad empezaron a forcejear el cajón del obsequio de él escaparon mi
les de palomas dirigiéndose hacia la ciudad de México. Las que quedaron
La modernidad de la tradición
Como hemos visto, la tradición cultural de la comunidad de pueblos ori
ginarios de Tepoztlán se nutre de signos culturales que alimentan una
milenaria memoria colectiva que se resignifica a través del tiempo, con
cretándose a través de una tortuosa historia sociocultural. La memoria
colectiva remite, como señala Régine Robin –citada por Gilberto Giménez–,
a una problemática de raíces o de los orígenes asociada invariablemente a
la idea de tradición o de memoria colectiva que busca reencontrarse con
un cuerpo social, con un pasado, con una historia, una geografía, un tiempo,
lugares y nombres propios (Giménez Montiel 2005g: 96-97).
En este punto me interesa discernir cómo la geografía cultural alimen-
ta la noción de tradición cultural, al actualizar y resignificar el hallazgo
arqueológico de la cueva de Chimalacatepec. Dicho hallazgo arqueológico
resignificó la importancia del inventario de bienes culturales y, desde el
punto de vista social, reafirmó en el imaginario social la representación
del Valle Sagrado de Tepoztlán, fundamento del argumento que legitima
la defensa del territorio, la tradición y la cultura propia de la comunidad
de pueblos originarios.
Por ello, recupero la noción de Valle Sagrado de la narrativa social,
puesto que representa la visión interpretativa de los sujetos sociales en tor-
no a los espacios sacralizados con fundamento en la cosmovisión indígena
mesoamericana para sobrevivir como cuerpo social al inicio del siglo xxi,
país, hoy van adquiriendo su mayoría de edad y desean ser los arquitectos de
su futuro pues nadie conoce mejor los problemas que quien los vive.
Para ello, es necesario que el gobierno del Estado y el gobierno Fede-
ral apoyen con recursos al municipio y al mismo tiempo proporcionen y
alienten la gestión de los propios pueblos en la búsqueda de la solución a sus
problemas.
Hoy nuestros pueblos se enfrentan a uno de los momentos más críticos
de su historia. En un periodo muy corto se han ido alterando muchos aspec-
tos de su vida, el crecimiento demográfico está en pleno auge, la propiedad
de la tierra sufre cambios cada día, las actividades productivas no son ya las
mismas, las tierras de cultivo se agotan, se van enajenando o se abandonan,
los servicios urbanos se vuelven insuficientes e ineficaces, el automóvil igual
que en cualquier lado se vuelve más poderoso y en fin resulta urgente tomar
medidas que permitan prever lo que de otra manera será catastrófico (Flores
Ayala 1983).
38
Traducción de las palabras del legendario monarca Tepoztecatl, en voz de su represen-
tante, dirigidas al gobernador, en Primera Reunión de Fortalecimiento Municipal en Te-
poztlán, 1983.
cipal. Éste es una fuente que ofrece datos judiciales, que perfila a una
comunidad en la que la violencia doméstica se deriva del alcoholismo y el
orden patriarcal (Salazar Peralta 2007). Mientras que en años recientes se
observa un incremento de la violencia emanada de ciertas pautas de con
ducta asociadas a la migración y a la drogadicción, se ha observado también
formas criminales asociadas a la narcoviolencia y la industria del secues-
tro en Morelos (Becerra Acosta y Ríos Navarrete 2001).
La visión del ayuntamiento respecto del municipio es aportada por
Lázaro Rodríguez Castañeda quien señala:
En el último tercio del siglo xx, el desastre del campo fue más que
evidente. El éxodo se convirtió en un hecho irrefutable, consecuencia del
desmantelamiento del aparato agrario, unido a la “transferencia tecnológi-
ca” de las empresas del Estado que fueron privatizadas (Oehmichen Bazán
1999a). La infraestructura de financiamiento agropecuario fue codiciada
por los capitales bancarios y especulativos. El sector fue dejado libre frente
a los vaivenes del mercado nacional y global, con absoluta carencia de fi
nanciamiento y mecanismos de fomento. Con sus magros ahorros pocas
unidades agrarias pudieron paliar la crisis y la descapitalización familiar.
Se redujeron los niveles de bienestar familiar. Empezó de manera masiva
la renta de las parcelas y el paulatino abandono de éstas. Los programas de
financiamiento de la exhausta red de organismos de fomento para las unio-
nes campesinas poco podían hacer para resucitar el sector agropecuario.
La prognosis no fue nada esperanzadora.
…el 12. 5 % del total del territorio del municipio es superficie agrícola, pues el
resto del territorio se constituye por bosques y pedregales: texcales. La te-
nencia de la tierra ha sido históricamente comunal y privada. Los terrenos
comunales ocupan el 83.9 % del total del territorio municipal que sostiene
una economía de subsistencia. En 1929, se funda el ejido con las tierras recu-
peradas de la hacienda de Oacalco, que representa el 8.6 % del total. Mientras
que la propiedad privada ocupa una menor extensión y representa el 7.2 %
del territorio (Varela 1984: 241-260).
Es una forma de agricultura precaria, antigua, desarrollada por la población sin tierra (Lewis
39
1971).
E n este capítulo abordo los aspectos que considero más relevantes de los
movimientos sociales, particularmente de los movimientos etnopolí
ticos fundados en la declaración política de la identidad cultural. Entiendo por
movimiento social la organización de los individuos, en su calidad de ac
tores sociales, cuya finalidad es la transformación política de la realidad
concreta.
Todo movimiento social es una forma de acción colectiva e implica
un conflicto preexistente. En este sentido, el caso del movimiento social de
la comunidad de pueblos originarios del municipio de Tepoztlán, sirve
de referente empírico para comprender la naturaleza de la movilización
colectiva en contra del club de golf, cuya característica más sobresaliente
fue el uso social de los referentes culturales: la identidad cultural y el
territorio étnico, aspectos que caracterizan a los movimientos etnopolíticos
contemporáneos. Los símbolos culturales, la identidad, el sentido de perte
nencia al territorio étnico, los vínculos primordiales, la historia común y la
lengua propia son los componentes de la identidad tepozteca;40 todos estos
40
Gilberto Giménez analiza el interés antropológico respecto a la identidad étnica, explica
que ésta es fundamental por la definición de las fronteras étnicas nosotros/ellos que se mo
vilizan en referencia a la alteridad. Estas diferencias culturales son subjetivamente defini
das, seleccionadas en tanto son significativas para los actores sociales para autoidentificarse y
clasificarse con fines de interacción mediante procesos de inclusión-exclusión, estableciendo
fronteras entre ellos, lo cual requiere la organización y reglamentación de los intercambios
entre los grupos. Giménez suscribe la propuesta de Frederick Barth en torno a las fronte
ras étnicas, que definen al grupo étnico; ello explica su persistencia histórica. Por lo tanto,
los conceptos de etnia y etnicidad son formas clasificatorias forjadas por los científicos
sociales para caracterizar a ciertos grupos humanos específicos. El trasfondo de la etnici
42
Primordialismo es un concepto que alude a la naturaleza precapitalista de la organiza
ción social de las comunidades étnicas/originarias preexistentes al Estado, “originariamente
autónomas”. En el caso de la comunidad de pueblos originarios del municipio de Te
poztlán, eran tributarios del señorío de Cuauhnáhuac y de Tenochtitlán; a la llegada de los
españoles ya contaba con un territorio, una identidad cultural propia, una lengua y una
historia común (Giménez Montiel 2005b).
43
Agencia social es un término ampliamente utilizado en la teoría social para aludir a la ca
pacidad de acción del sujeto colectivo frente a la existencia de un conflicto o de una tensión
que trata de resolverse haciendo visible y dimensionando la acción colectiva que da cauce
al movimiento social.
44
El autor enuncia el caso de los cañeros veracruzanos que exigían mayor precio para su
producción; en la sierra de Juárez los campesinos indígenas suspendieron el corte de la ma
dera reclamando mejor pago a la papelera Tuxtepec. Luchas semejantes ocurrieron entre
los candelilleros, los productores sociales del café y el tabaco en el norte de Chiapas y los
henequeneros parcelarios que producen para cordemex en Yucatán, acciones que van des
de quemar los plantíos hasta las marchas a la ciudad de México. En Larrainzar, Chiapas,
los indígenas armados de machetes asaltaron las fincas y mataron a los hacendados; en
Guerrero, las luchas de los campesinos indígenas emergieron caracterizadas por las guerri
llas. Todas estas formas contestatarias contaron con amplio apoyo popular, constituyendo la
expresión de los movimientos campesinos.
45
Entre otros temas, se analiza la experiencia de las comunidades tzotziles, tzeltales y cho
les del norte de Chiapas en la organización de la producción social en los cafetales comu
nales, la industrialización y la comercialización directa del café, expresión de la autogestión
de los pueblos indígenas ante el desmantelamiento del Inmecafé y la caída de los mercados
internacionales del grano en los años ochenta del siglo pasado.
[Con las] “reformas del estado.” Éstos se vieron fuertemente impulsados desde
afuera por las humillantes “condicionalidades” de los préstamos y los pro
gramas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional encamina
dos a garantizar, antes que ninguna otra cosa, el pago de la deuda. En plena
consonancia con la ortodoxia neoliberal, las condiciones establecidas para
obtener el aval de ambas instituciones, su respaldo o, en ciertos casos, algu
La crisis del campo y las rupturas políticas del sector agrario consti
tuyeron el catalizador de los movimientos indígenas. Éstos rechazaron las
reformas constitucionales, particularmente Artículo 27 de finales de 1991,
que transformó rápidamente y desdibujó el trato supuestamente preferen
cial que los gobiernos revolucionarios habían otorgado a los campesinos
indígenas en tanto productores sociales (Bartra y Otero 2008). Se argu
mentaron las dificultades que los campesinos indígenas tenían para ser
competitivos en el contexto de la liberación comercial, por lo que se ins
trumentaron y establecieron los criterios para que México aceptara los tér
minos del Acuerdo General de Aranceles y Comercio. El gatt (General
Agreement on Tariffs and Trade) fue impulsado por la Organización Mun
dial de Comercio (ocde) en su carácter de agencia supranacional. Esto
llevó a que los subsidios en la agricultura fueran retirados, al mismo tiem
po que se redujeron los aranceles a la importación de productos básicos.
Los supuestos bajos volúmenes de la producción agraria fueron su
plidos con la compra masiva de granos y básicos, lo que terminó por hun
dir al campesinado mientras enriquecía a los importadores. Las unidades
productivas comunales y ejidales fueron descapitalizadas y abandonadas
por la banca de desarrollo (Madrid 2009), quedando en ruinas y sufrien
do el atropello más devastador. Esta situación se agravó por la firma del
Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, que
dejó a los campesinos e indígenas más vulnerables que nunca frente a sus
competidores en esos países: carentes de medios de producción y libres
para vender su fuerza de trabajo en Estados Unidos y Canadá.
La apertura comercial, la liberalización del mercado y la desprotec
ción al sector social de la agricultura mexicana inscribieron a los pueblos
originarios en el capítulo agrario del Tratado de Libre Comercio de Amé
rica del Norte en completa desventaja; las organizaciones supranaciona
les pactaron a quince años con el Estado mexicano para dar tiempo a los
ajustes estructurales que fueran necesarios. Éstos nunca fueron estableci
dos ni operados por el Estado-nación, pues la clase política nacional “no
realizó los acuerdos políticos ni legislativos en la materia”, conduciendo a
las condiciones de desventaja del sector agrario en la relación comercial
de carácter transnacional, lo que provocó un terrible empobrecimiento
que empujó a la población agraria a emigrar y a desarraigarse. Los sobre
vivientes de la crisis del campo aún permanecen en sus lugares de origen
sorteando los embates de la profunda desigualdad, lo que aumenta expo
nencialmente la conciencia del abandono, marginación y desigualdad que
46
La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas ha desarrollado in
dicadores y estadísticas confiables en torno a las condiciones en que se encuentran éstos,
identificando las regiones culturales con la finalidad de señalar los elementos culturales
que caracterizan a dichos pueblos en su diversidad etnolingüística y su distribución en el
territorio nacional. Se tienen identificados los indicadores del desarrollo humano, que re
tratan la desigualdad y las grandes brechas sociales que existen entre los distintos sectores
de la sociedad por grupo, edad, género y edad en el país. <http://www.cdi.gob.mx>.
47
Advierte que el movimiento social masivo y de mayor trascendencia en la actualidad en
México es la emigración sin precedentes hacia los Estados Unidos.
…con las elecciones del 2000, se hiciera justicia a la necesidad de los mexi
canos de transitar a espacios de dignidad, libertad y democracia que permi
tieran ejercer los derechos humanos a cabalidad; es necesario señalar que en
las regiones indígenas, el sistema de partidos no ha reparado la existencia de
una cultura milenaria que cuente con el respaldo de la ley, increíblemente en
las contiendas electorales, simulaciones democráticas, se siguen eligiendo “re
presentantes populares” que no responden a los justos reclamos de nuestras
comunidades (Congreso Nacional Indígena 2000).
48
Valadez señala que la autonomía alude “a entes jurídicos de naturaleza pública, en cuyo
caso a veces incluso se habla de autogobierno; pero también se admite la autonomía de
los entes colectivos y por supuesto la autonomía de la voluntad de los individuos. Esas tres
formas de la autonomía: publica, social y privada, resultan de la vigencia de un orden jurí
dico superior que las regula, como decisión del poder soberano a través de la Constitución”
(Valadez 2001).
49
Los territorios del litoral de Baja California, antiguas residencias de las comunidades in
dígenas yumanos: cucapá, cochimí, pai pai, kiliwa y kumiai, seminómadas, durante siglos
sobrevivieron por los recursos de sus territorios étnicos constituidos por tierras continen
tales, cuevas y montañas, mares, islas, costas y esteros, lugares de refugio que posibilitan su
sobrevivencia. Estos pueblos se encuentran en medio de la guerra que el gobierno imple
mentó en su contra, al desarticular sus territorios para beneficiar al turismo, despojándolos
y expulsándolos de sus espacios tradicionales y obligándolos a vivir como ciudadanos de
segunda, en los cordones de miseria de las ciudades turísticas del noroeste mexicano que
han frenado su natural desarrollo histórico y cultural. <http://redescolar.ilce.edu.mx/re
descolar/publicaciones/publi_mexico/publikoipai.htm>, [consulta: 28 de marzo de 2009].
50
Desde época prehispánica y colonial se desarrolló la minería, generando contaminación
por el arsénico de los mantos freáticos, lo que se agrava por la instalación del confinamien
to de residuos tóxicos, empresa de capital español.
51
Ubicada en el estado de Veracruz, como parte de un proceso de protección y conserva
ción de recursos naturales, iniciado en 1936, funcionó hasta finales de los años 70 como
Estación Biológica Tropical y el 13 de noviembre de 1998, por decreto presidencial, se creó
la Reserva (rblt), en tierras de ocho ejidos, parcialmente indemnizados. Ésta presenta desde
su origen serias inconsistencias que a lo largo de los años han hecho surgir problemas que
están aún sin solución y que se suman a problemas anteriores (Pérez Silca 2010).
52
“La cepal establece, entre 1980 al 2002, que aumentaron en 300 % las actividades no agro
pecuarias y el autoempleo en los espacios rurales mexicanos, resalta un cambio demográ
fico significativo, con una disminución considerable de la población con edades inferiores
a los 15 años, lo que supone una contracción de la oferta laboral del sector rural a futuro”
(Ramírez del Valle 2009).
53
“El presidente Fox pretendió por decreto despojar a la comunidad de Atenco de sus tie
rras, la movilización social lo impidió. Los luchadores sociales ya no pueden levantar la voz
ni defender sus derechos, porque se les acusa de criminales y terroristas, sentenciados a 112
años de prisión por la defensa de sus tierras en Atenco, Estado de México” (Ramírez del
Valle 2009).
54
Desde el 1 de enero de 1994, el levantamiento zapatista se unió al movimiento indígena
nacional, que se había convertido en actor principal en el escenario social y político nacio
nal e internacional. Sobre todo entre los activistas de los movimientos contrahegemónicos.
Para 2000 se agregan las siguientes demandas: 1) el cumplimiento de los acuerdos de San
Andrés; 2) la libertad de los presos políticos zapatistas; y 3) el cierre de siete posiciones del
ejército ubicadas en zonas zapatistas. Al iniciar el año 2001, se negociaba un documento
entregado por la oficialía de partes a cada uno de los diputados y senadores del Congreso
de la Unión, conteniendo los siguientes componentes: 1) pronunciamiento señalando las
razones por las cuales se debe aprobar la iniciativa Cocopa; 2) conceptos de derechos de
los pueblos indígenas (autonomía, territorio, pueblo, comunidad, etcétera); y 3) documento
comparativo de los Acuerdos de San Andrés, el Convenio 169 y las iniciativas de la Cocopa,
pan, pvem, cnc-pri y Ernesto Zedillo. Sin embargo, esta demanda fue ignorada, decretán
dose el 28 de abril de 2001 la Ley Indígena aprobada por el Senado de la República. Cro
nología del proceso de la Reforma Constitucional en materia Indígena, Centro de Derechos
Humanos, Miguel Agustín Pro Juarez, A.C. <http://www.centroprodh.org.mx.html>.
55
Por desgracia, en México la incipiente democracia representativa sólo se ha orientado a
consolidar las clientelas electorales y no a construir la ciudadanía plena participativa, lo
que ha provocado la precarización de la atención a los principios de justicia distributiva y
una total negligencia ante el desmantelamiento del estado de bienestar, triunfo de los tra
bajadores. Éste sufrió la más feroz embestida, particularmente la dirigida al ámbito de las
pensiones de jubilación, cuya administración fue descentralizada, sin que se le proveyera
de recursos financieros. Ésta fue otra de las acciones prescritas por el Banco Mundial, que
tuvo como consecuencia que se acentuara la mercantilización de los bienes y los derechos
colectivos en los ámbitos de la salud, la educación, los recursos naturales y la cultura, situa
ción que se traduce objetivamente en indicadores negativos en torno al desarrollo humano
y al nivel de competencia del gobierno en México.
57
Todo esto ha profundizado la brecha social entre pobres y ricos, indios y mestizos conna
cionales en un mundo glocalmente interconectado. El tránsito hacia la posmodernidad del
Estado mexicano no previó el impacto negativo que provocarían las políticas neoliberales
y la globalización capitalista en amplios sectores de la población que experimentan una
de las peores crisis económicas y sociales de la historia nacional. A esto se suma el bono de
mográfico (crecimiento poblacional), que coincide paradójicamente con el envejecimiento
progresivo de la población nacional. Lo que augura que la crisis se ha instalado en la vida
de varias generaciones por venir.
nal que en cualquier época anterior. Es un proceso abierto, que incluye di
versas tendencias y efectos, a veces combinables, a veces contradictorios,
dentro de una misma sociedad. Si bien bajo la globalización las sociedades
son parcialmente homogeneizadas, estos procesos trabajan articulando las
diferencias preexistentes y engendrando otras (García Canclini 2002: 25-26).
Los procesos orientados hacia una nueva articulación política de las colec
tividades étnicas y los Estados requieren de estrategias que posibiliten esta
relación a través del diálogo que no se parezca a los actuales monólogos de
los Estados, mismos que tienden a imaginar a sus interlocutores de acuerdo
a su propia imagen y semejanza. La construcción del otro puede ser cuestio
nable desde el punto de vista antropológico, ético o filosófico, pero resulta
absolutamente perversa desde el punto de vista político (Bartolomé Bisto
letti 2000).
58
Los autores señalan: “El poder no abarca a la totalidad del cuerpo social respecto a las
relaciones de autoridad y la constitución de la comunidad política”. Tal situación se advertía
en la prensa, ante las manifestaciones de los pobladores de Atenco blandiendo sus mache
tes por las calles de la ciudad de México.
se configuren como sujetos políticos, sin que esto implique la necesaria cons
trucción de un aparato estatal propio.
Muchos de los grupos etnolingüísticos que protagonizan estos procesos
pertenecen a las tradiciones civilizatorias mesoamericana y andina, y están
compuestos por una multitud de comunidades agrícolas débilmente inte
gradas entre sí, aunque el conjunto de los hablantes puedan sumar millones.
Por ello, buscan encontrar en las matrices históricas, lingüísticas y culturales
compartidas los referentes comunes que posibiliten la identificación colecti
va (Bartolomé Bistoletti 2002).
La noción de control cultural introduce la idea de la dimensión política de la cultura res
59
60
onu, Declaración del Milenio, 13 de septiembre de 2000. En septiembre de 2000, con
fundamento en un decenio de grandes conferencias y cumbres de las Naciones Unidas,
los dirigentes del mundo se reunieron en la sede de Nueva York para aprobar la Declara
ción del Milenio, comprometiendo a los países socios a una nueva alianza mundial para
reducir los niveles de extrema pobreza y establecer una serie de objetivos sujetos a plazo,
conocidos como los objetivos de desarrollo del milenio y cuyo vencimiento está fijado para
el año 2015. Los objetivos de desarrollo del milenio establecen la erradicación de la pobreza
extrema y el hambre, la educación universal, la igualdad entre los géneros, la reducción de
la mortalidad de los niños, el mejoramiento de la salud materna, el combate al vih/sida, la
sustentabilidad del medio ambiente y el fomento a la asociación mundial. Disponible en:
<http://www.un.org/spanish/milenio/ares552.pdf>.
y ritual en cada ciclo agrícola. Por tanto, las condiciones materiales de exis
tencia de la comunidad dependen del vigor del ámbito simbólico, al tiem
po que se asegura la salvaguarda de la vocación agraria tepozteca y evita lo
ocurrido en otros pueblos tradicionales ahora urbanizados y conurbados
con la ciudad de Cuernavaca (Sánchez Reséndiz 2006).
Consiguientemente, la constitución de la identidad tepozteca no reside
únicamente en la funcionalidad de la lengua vernácula –en tanto indicador
para la clasificación de la comunidad indígena de pueblos originarios. Al
respecto, suscribo el comentario de Enrique Serrano, quien coordinó los
trabajos para establecer los criterios científicos para construir los indica
dores y las estadísticas demográficas más tarde estandarizadas por el inegi
y la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas:
…al revisar con detalle los resultados de esta clasificación encontramos que
[desde el inicio de los censos formales en el país en 1895] la lengua ha sido
el principal criterio utilizado para identificar a la población indígena. Sin
embargo, el criterio lingüístico marcador de la etnicidad puede ser insufi
ciente; la lengua es uno de los elementos de la identidad indígena que permi
ten una adscripción poco más precisa. Otros elementos y rasgos culturales
son demasiado subjetivos, dificultan delimitar y cuantificar la pertenencia
etnolingüística de las personas que están sujetas a una dinámica de cambio
social cotidiano que difícilmente refleja el sentido de pertenencia e iden
tidad. Aun con estos criterios, se excluyen regiones con presencia importan
te de población indígena, en particular tres municipios: uno en Michoacán,
Aquila, en donde viven los nahuas de la costa del Pacífico y dos en Morelos,
Tepoztlán y Tetela del Volcán, los cuáles quedarían excluidos al no caber en
ninguno de los criterios definidos; pero, sí se toman como variantes únicas
del náhuatl, que de hecho lo son, se pueden considerar como minoritarias en
sus entidades (Serrano Carreto 2004).
Esta idea se confronta con el hecho de que los actores sociales apelan
a la autenticidad, a la ancestralidad del origen mítico del sujeto cultural.
Se apela al control cultural, como noción dinamizada por el conflicto so
cial, que genera la agencia colectiva y la conciencia social, en tanto fuer
zas transformadoras de la realidad (García de León 1994); por lo que, en
este sentido, no se apela a una entelequia (Clifford 1995), aunque tampoco
se alude a un pasado mítico anquilosado, encerrado en una vieja vitrina de
museo decimonónico, sino a una visión de pasado que se articula con el
presente para orientar el rumbo comunitario hacia el futuro.
En mi etnografía, en los registros etnográficos previos y en la tradición
oral he observado que la preeminencia de la noción de pasado constituye
un aspecto emblemático de ser y vivir del tepozteco. Esta consideración
sociocultural advierte la historicidad y el contexto sociopolítico del tiem
po situado, lo que no niega las observaciones de Lewis y Varela en torno a
los cambios observados. En efecto, dichos cambios reflejan la existencia de
pérdida de valores de tipo inter e intracomunitario, lo que vuelve a poner
de manifiesto el papel central de la alteridad en la definición de la identi
dad tepozteca en la interacción intercultural.
En la valoración de la identidad tepozteca, la noción del pasado en
marca la interrelación de las nociones de pasado y presente en el contexto
sociopolítico de la lucha tepozteca; por lo que, lejos de representar sim
plemente una continuidad histórico-social, la noción tepozteca de pasado
(Broda 1994) se asocia a la representación del ethos rebelde que nutre su
identidad colectiva, según se consigna en la historia de larga duración de
la comunidad de pueblos originarios; esto no necesariamente alude a la
continuidad cultural en el escenario político, pues la resistencia colectiva
de dicha comunidad implica fracturas del cuerpo social y, por tanto, re
presenta discontinuidades importantes en la formación social. La identi
dad rebelde de los tepoztecas (Mallon 2003) les ha permitido desarrollar
estrategias colectivas de resistencia social y rechazo al cambio social, al
abuso y a la manipulación del poder hegemónico, que han dejado a los te
poztecas por un largo tiempo histórico en la marginación y la desigualdad
social, como sucede con otros pueblos indígenas del país.
La comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán es heredera de la
cultura mesoamericana, tanto en su tradición productiva como reproduc
tiva con desarrollos notables en la agricultura de la que devienen sus cono
cimientos particulares y profundos sobre las plantas y los animales que
integran su entorno vital. Entre los saberes y conocimientos terapéuticos,
alimentarios y artesanales destacan los conocimientos astronómicos y ca
lendáricos, la arquitectura vernácula, la cerámica y los textiles de fibras na
turales de algodón (Salazar Peralta 1993); dichos conocimientos han sido
capitalizados para la compleja organización del trabajo colectivo de la vida
ceremonial y el ritual, lo cual ha conformado un inventario cultural que cons
tituye y confiere especificidad a su tradición cultural, la que con el paso del
tiempo se ha transformado por la inclusión de nuevos conocimientos téc
nicos, nuevos implementos y también por los gustos y preferencias estéti
cas de los consumidores.
La historia de larga duración de la comunidad de pueblos originarios
del municipio de Tepoztlán ha tejido una serie de tramas e intersticios re
levantes en distintos campos de la vida social y para la acción colectiva
(elementos que son invisibilizados por la historia oficial). Las sociedades
tradicionales primordialistas, como la tepozteca, ofrecen al investigador la
oportunidad de interpretar los distintos procesos culturales, identitarios
y étnicos, no sólo a través de la memoria histórica de los actores sociales,
cuyas palabras son filtradas y cotejadas con otras herramientas teórico-
metodológicas61 para comprender el comportamiento de las modernas so
ciedades tradicionales y cuestionar la veracidad de la historia social, en
la recuperación de la configuración de la acción colectiva en los contextos
de ruptura, exaltación y resistencia ante el status quo político y el poder
hegemónico.
Comprender la dimensión temporal de la identidad tepozteca y su re
levancia para la historia social implica estudiar dónde se entrecruzan el espa
cio significante de la cultura interiorizada con el habitus y el ethos tepozteca,
lo que significa comprender en los campos epistemológico, ontológico y
fenomenológico la forma como estas modernas sociedades tradicionales
61
A lo largo de la investigación he tratado de mantener el cuidado y la reflexividad respec
to a las distintas fuentes para evitar una errónea interpretación, derivada de un exceso de
empirismo.
62
Aludo al concepto de ciudadanía en tanto que en las sociedades contemporáneas se ape-
la a los procesos democráticos de los ciudadanos, sujetos políticos cuyos derechos están
protegidos formalmente por la “igualdad constitucional” arbitrada por el Estado definido,
multicultural y pluriétnico. Sin embargo, la influencia capitalista y el sesgo multicultural
provocan la emergencia de demandas democráticas que apelan a los derechos colectivos y
la ciudadanía cultural que exigen el reconocimiento al derecho a la diversidad cultural por
clase, género y etnia. La construcción de la ciudadanía emerge de los conflictos sociales
que confrontan valores y derechos políticos con el Estado y entre ciudadanos.
63
“Los pueblos indígenas comparten un territorio ancestral común delineado étnicamente,
distinto al habitado por la población de otros espacios del país… Los pueblos indígenas re-
claman el derecho histórico a un gobierno propio, a la existencia y supervivencia, así como
el derecho a la tierra y sus recursos, incluso por encima de los derechos de los estados. La
demanda a la autodeterminación es uno de sus derechos humanos más reconocidos por las
Naciones Unidas; que se vincula con los derechos colectivos y la ciudadanía cultural, lo que
implica la lucha por la restitución de las culturas y comunidades indígenas a la cultura pro-
pia con la cual se identifican ligada a una historia y territorio específicos” (unesco 1999).
64
“Los movimientos indígenas revelan una raíz histórica profunda, son víctimas de racis-
mo estructural del sistema de justicia que si bien impacta negativamente a todos los mexi-
canos; en particular afecta catastróficamente a los pueblos indígenas, por lo que se requiere
una reforma de fondo al sistema judicial” (Laviña y Orobitg Canal 2006).
65
Alianza Cívica representa la emergencia del movimiento ciudadano por democratizar la
vida política nacional, a través de la vigilancia del proceso electoral de 1994. Su objetivo fue
establecer la transparencia de los comicios para que fueran coherentes con las transforma
ciones económicas y sociales, dando confianza a la ciudadanía en una coyuntura compleja
y marcada por la incertidumbre y la inseguridad nacional, debido al alzamiento del mo-
vimiento indígena en Chiapas, pero sobre todo por los asesinatos del cardenal Posadas por
narcotraficantes, más la muerte del candidato priísta a la presidencia, Luis Donaldo Colo-
sio, en plena campaña electoral, a manos de un francotirador solitario.
de los campos simbólico, social y político que dan cuenta del vigor de las
estructuras de significación,66 pertenencia social, identificación y autoads-
cripción, las cuales determinan la relación íntima del sujeto con el terri-
torio. De esta relación emanan los vínculos primordiales, fundamentales
para entender el inventario cultural asociado a la organización de la vida
ceremonial y el ritual, así como la relevancia de los sistemas normativos te
poztecas que alimentaron la resistencia de la comunidad contra el club de golf.
En tal sentido, analizo la significación del conocimiento local sobre
los procesos identitarios vinculados a la pertenencia étnico-territorial para
comprender la articulación de las formas político-culturales en el escena
rio de la resistencia, la revocación del mandato, la gobernabilidad, la ne-
gociación y la soberanía en el proceso constitutivo del sujeto colectivo y la
ciudadanía cultural. También analizo los factores que se conjugaron en el
sentimiento colectivo de lucha y resistencia que contravinieron el orden ins
titucional establecido por los disfraces del poder. Así pues, el movimiento
etnopolítico contribuyó a transformar la vida política de los pueblos origi-
narios, fortaleciendo el capital cultural y político de estas modernas socie-
dades tradicionales y vinculándolas con el movimiento indígena nacional.
…un método de lucha política colectiva basado en la idea básica de que los
gobiernos dependen en último término de la colaboración o por lo menos de
la obediencia de la mayoría de la población. Funciona a base de movilizar a la
población civil para que retire ese consenso, de procurar socavar las fuentes
de poder del oponente, y de hacerse con el apoyo de terceras partes. Sus
métodos abarcan desde la no cooperación social, económica, política y por
último la intervención no violenta (Randle 1998).
como República de Indios, integrada por las tierras comunales. Más tarde, las tierras re-
cuperadas por la reforma agraria en 1929 constituyeron el ejido; en 1937, la parte norte
del territorio fue decretado por el general Cárdenas Parque Nacional el Tepozteco, zona de
protección natural que incluye todo el núcleo agrario de Tepoztlán; en 1985, otra porción
del territorio fue declarada Área Natural Protegida del Corredor Biológico Chichinautzin. El
territorio incluye el Texcal, área natural protegida, cuenta con una barrera jurídica y aseso-
ría técnico-científica del Laboratorio de Ecología del Centro de Investigaciones Biológicas
de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
<http://www.ine.gob.mx/ueajei/publicaciones/gacetas/231/tepozteco.html>.
70
Idem.
71
Esto es relevante porque en la cronología del movimiento indígena en México entre 1994
72
<http://www.geocities.com/valdiviacano/demo/insdem.html>.
73
Es como vivir una profecía, una horrible pesadilla donde los tepoztecas mi-
ramos desde la barda de piedra, la alfombra de frescos y verdes pastos del
Club de golf, mientras los de este lado, los del pueblo morimos por la escasez
del agua, pues las albercas y la sobrepoblación se acaban la poca agua que
nos quedaba.74
tivo querían llevar a la puerta de sus hogares. Sin embargo, los estrategas
y negociadores del gran capital global no consideraron las consecuencias
76
que acarrearía aumentar aún más las carencias de la población local. El
conflicto reprodujo fielmente lo ocurrido en otras circunstancias y con-
textos sociales: un grupo financiero, formado por empresarios y políticos
deseosos de llevar el desarrollo a pueblos atrasados y generar una jugosa
acumulación de capital, deciden invertir su dinero en un predio que cons-
tituye parte de un corredor ecológico y donde se albergan bienes cultu-
rales, como señalaba el dictamen del Instituto Nacional de Antropología
e Historia. En ambos sentidos, el patrimonio cultural y natural de los te-
poztecas fue violentado, no sólo en su normatividad, sino principalmente
en la dimensión simbólica de la comunidad de los pueblos originarios de
Tepoztlán.
La tercera fase de la Asamblea Popular en contra del club de golf puede
identificarse con la vuelta a la institucionalización y la gobernabilidad, que
dependían no del orden político constitucional sino del sujeto colectivo.
Éste se adjudicó el derecho a mantenerse en posesión de la presidencia
municipal por haber destituido al cabildo. Esto significaba que los tepoz-
tecos habían desconocido al gobierno, por lo que, en consecuencia, esta-
ban sobreviviendo al margen de los recursos económicos, legislativos y
judiciales del estado. Pero los priístas pronto buscaron recuperar el pro-
tagonismo político frente al poder de la Asamblea Popular y el Comité de
Unidad Tepozteca (Quero 2002). Sin embargo, la base social del cut impi-
dió su cometido. No cabe duda de que éste fue un periodo de autogestión
excepcional para la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán y para
los municipios del norte morelense, así como para la ciudadanía del país.
76
Testimonio del periodista Carlos Basurto, 5 de noviembre de 1995.
77
Entrevista a Antonio Rodríguez (en Bolos 2003: 126).
78
El padre Antonio Pinal resultó ser sobrino del obispo de Cuernavaca y encargado de la
Parroquia de la Natividad y las capillas de los barrios y los pueblos para el momento en que
estalló el malestar social en la comunidad de pueblos originarios.
79
Krauze comenta la dificultad de una cultura democrática de la región latinoamericana
debido al arraigo de las creencias en las tradiciones y costumbres heredadas del proceso
colonial, estableciéndose un desgastante divorcio entre la ley impresa y las aspiraciones y
hábitos que integran la realidad social. A lo largo de la vida republicana ha pesado el férreo
aprendizaje del santuario de lo individual de la moral religiosa que templaba a la política
que favorecía la obediencia al orden institucional que en la dimensión civil era percibido
en el sentido: el espíritu religioso y el espíritu de la libertad marchan unidos.
80
Estas posturas también las registré en el trabajo de campo, documentando las fiestas
patronales en Amatlán.
El desarrollo de los pueblos y para los pueblos, debería ante todo incluir la
voluntad de los propios pueblos para que no sólo sea la imposición de los
capitales nacionales y extranjeros. En este momento de gozo, por la celebra-
ción a Nuestra Señora de la Natividad, y de respeto el movimiento social del
pueblo tepozteca, debemos reflexionar en el destino de nuestros pueblos.
Nuestra Iglesia debe ser imán con dimensiones de pueblo, que nos permita a
través del entendimiento de los pueblos originarios, su trascendencia histó-
rica por alcanzar justicia y dignidad.82
81
Registro etnográfico, 8 de septiembre de 1995.
82
Entre los aspectos más conmovedores de la fuerza social de la comunidad de pueblos
originarios, encontramos el subtexto del discurso que el padre Filiberto dirigió a los fieles
de la comunidad de pueblos originarios, reconociendo el valor de su lucha; dicha alocución
la entiendo como el intento de restituir la pérdida de confianza del pueblo hacia la jerarquía
de la Iglesia católica. Por ello, a través del reconocimiento del valor de la lucha social se
establecía la fuerza de la solidaridad con el cuerpo social y el deseo de retornar a la unión
entre pueblo e Iglesia; esta muestra de humildad de jerarquía de la Iglesia frente a la razón de
la lucha social del pueblo significaba la restauración del sentido de comunión, pertenencia
y solidaridad de los principios éticos en los que se sustenta la comunidad de pueblos ori-
Héau explica: “Cada barrio de Tepoztlán tiene un apodo: Santo Domingo son los sapos, Santa
83
Cruz: cacomixtles, San Pedro: tlacuaches, San Sebastián: alacranes, Santa Trinidad: hormigas,
San Miguel: lagartijas, San José: burros, Los Reyes: gusanos. KS son las siglas de la compañía
que proyecta construir el campo de golf. Alejandro Morales es el alcalde que vendió las tierras
comunales a espalda de su pueblo” (Héau Lambert s/f: 190).
De la Santísima Trinidad
la hormiga trabajadora
es una abyecta realidad
que presenciamos por ahora.
PARA K. S.
Autor: Víctor Flores Ayala
Música cantada por Modesto Conde
El renacimiento tepozteca
La lucha social de la comunidad de pueblos originarios por la defensa de
su territorio étnico produjo una respuesta social extraordinaria que des-
plegó una creatividad política en múltiples dimensiones de la vida social
de Tepoztlán, lo que alentó el febril entusiasmo colectivo. Estos aspectos
dieron sustento a la definición de movimiento etnopolítico. El fundamen-
to de la dimensión indígena apuntaló la defensa del territorio étnico, sen-
tando las bases políticas para la afirmación cultural y la reactivación de
la memoria colectiva. Esto legitimó la noción de justicia que alimentó la
emoción del sujeto colectivo al hacerlos sentir en control de sus vidas,
asumiendo a cabalidad la ciudadanía cultural para dirigir de forma directa
el poder del pueblo, lo que constituyó el renacimiento cultural, político,
estético y ético. En este contexto se produjeron textos, registros visuales,
sitios web, emisiones radiofónicas y exposiciones colectivas que tuvieron
como marco al ex convento de la Natividad de la orden dominica, sede del
museo y del Archivo Municipal.
84
El Ayuntamiento Libre, Constitucional y Popular fue electo democráticamente por el pue
blo, según la ancestral costumbre indígena, el 24 de septiembre de 1995 con base legal en
los Artículos 115, 40 y 39 de la Constitución Política Mexicana.
tos. Aunque su dimensión lúdica es para los niños y jóvenes –que con juegos
y bromas reciben obsequios de los comerciantes y en las casas que visitan–,
la fiesta de muertos no es un evento donde se reviva el duelo, sino una re
creación folclórica de la muerte.
Empero, el equilibrio de fuerzas del movimiento social fue puesta en
riesgo cuando se radicalizaron las posturas del sujeto colectivo. Esto ocu-
rrió cuando el Congreso del estado decretó el 29 de noviembre de 1995 la
desaparición de los poderes municipales en Tepoztlán. Fue entonces que
la Asamblea Popular reorganizó la vida social y política bajo el esquema
de Gobierno Autónomo Provisional, bajo el acuerdo colectivo de los usos y
costumbres comunitarias.
El sujeto colectivo ponderó que la restauración del equilibrio de fuer-
zas tendría que centrarse en términos político-electorales. Mediante elec-
ción y nombramiento de la candidatura unitaria del pueblo, con arreglo en
el principio de los usos y costumbres, advirtieron que con su autonomía de
la clase política para legalizar dicha elección necesitaban el registro electo-
ral, por lo que solicitaron al prd el suyo. El tiempo pasó volando, semanas
más tarde, las elecciones populares municipales fueron organizadas y vi-
giladas por la comunidad y Alianza Cívica.85 En las elecciones populares
municipales la gran mayoría de la población expresó con el voto su recha-
zo a las autoridades locales revocadas, a las estatales y a las federales.
En las elecciones intermedias se eligió una nueva presidencia muni
cipal. No se permitió la participación de los partidos políticos en la orga
nización electoral, tampoco se permitió gastar dinero en campañas políticas.
Los candidatos fueron seleccionados de los barrios, los pueblos y las
colonias de la comunidad de pueblos originarios. El 24 de septiembre de
1996 se distribuyeron boletas con las fotos de los candidatos para que
cada uno de los residentes, supiera leer y escribir o no, pudiera entender
por quién se votaba, pero no por qué proyecto político. Hubo observado-
res nacionales e internacionales incluyendo a dos personalidades nacio-
nales: el escritor Carlos Monsiváis y la actriz Ofelia Medina, así como la
representación de Alianza Cívica.86 Resulta interesante en este contexto
que el sujeto colectivo (Arnoletto 2007) se despojara de los ropajes de la
democracia representativa institucionalizada (Castoriadis 1999: 157). Al
85
Centro de Derechos Humanos, Miguel Agustín Pro (s/f), Informe: Tepoztlán. El dere-
cho de un pueblo a sobrevivir, en <http://www.sjsocial.org/PROHD/Publicaciones/Informes/
info_html>.
86
<http://www.elandar.com/back/www-97/andar/feature1/tepozesp.html>.
mación señalando: …ha sido la primera vez que la ley se ha ejercido plena-
mente. No fue planeado, pero surgió de una manera espontánea (en Bolos 2003).
Así pues, los meses posteriores fueron difíciles, marcados por las con
frontaciones entre el bando priísta, base de apoyo de los enviados del
gobierno, quienes se enfrentaban con los miembros del cut. El Ayunta-
miento Autónomo Provisional de Tepoztlán nombró al cabildo encargado
del orden administrativo; mientras los jóvenes tepoztecos se turnaban en
las guardias de las barricadas del pueblo; las mujeres montaban una cocina
en la escalinata de la alcaldía para alimentar a los voluntarios de las barrica-
das. Para el pueblo la percepción social de estar en control era muy emo-
cionante. Muchos tepoztecas recuerdan que, al atardecer, Lázaro salía a la
terraza del palacio municipal y anunciaba las noticias del día a la multitud
orgullosa, compuesta por viejos, mujeres, adolescentes y comerciantes:
Tomamos posesión sin armas, sólo con pura inteligencia hemos construido
nuestra propia democracia…
Tiempo más tarde, la intermediación de algunos actores políticos
morelenses, emisarios del pasado, enturbiaron las relaciones entre los líde-
res y la población, volviendo a enrarecer la vida social por la desconfianza
que resurgió; la paz de noviembre dio lugar a la sangre de diciembre. An-
tes del Año Nuevo, fue asesinado el hermano de Alejandro Morales. Tres
taxistas fueron culpados del asesinato, junto al apreciado, maestro, Gerardo
Demesa Padilla; este último fue arrestado en Cuernavaca, a pesar de que
cientos de testigos juraban su inocencia. Nada importó, los indiciados fue-
ron acusados de asesinato sólo por ser integrantes del cut. Tristemente,
el encarcelamiento de Mauricio Franco, Fortino Mendoza, José Carrillo y
Gerardo Demesa constituyó la maniobra más brillante de la gubernatu-
ra contra la rebeldía colectiva. El juicio de Demesa, Mendoza, Carrillo y
Franco terminó a mediados de julio; pese a ello, el juez dijo que emitiría su
veredicto hasta mediados de agosto y luego lo pospuso indefinidamente.87
Para la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán era claro que los
taxistas y el maestro habían sido víctimas del terrorismo de Estado para
que Tepoztlán se rindiera. Sin embargo, un año más tarde, la entrada al
pueblo seguía bloqueada por los retenes rudimentarios de muros de pie-
dras de baja altura que en algunos casos se complementaban con otros
simbólicos de alambres de púas retorcidos, colocados sobre las bardas de
escombros en la parte superior.
<http://www.elandar.com/back/www-97/andar/feature1/tepozesp.html>.
87
88
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General, Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (ccri-gg, ezln) (1995). En este comunicado del ezln se dieron
a conocer los invitados de la Mesa sobre Derechos y Cultura Indígena. Fue firmado en las
montañas del sureste mexicano .
89
Así nombra la población autóctona a los avecindados, que son un sector de la población
fluctuante que tiene casas de fin de semana; son intelectuales que viven alternando su coti-
dianidad entre Tepoztlán y la ciudad de México o bien son inmigrantes pobres expulsados
de los estados de Puebla, Oaxaca y Guerrero que mantienen altos niveles de pobreza a nivel
nacional. Se incluye en esta clasificación a los extranjeros que se han quedado a vivir de
manera permanente en Tepoztlán.
La policía les gritó que llevaban órdenes de prevenir que los peregrinos
continuaran a Tlaltizapan. Mientras que los niños lloraban, los adultos grita-
ban a los policías. El jefe de la policía Juan Manuel Ariño demandó “Quere-
mos ver al Presidente Municipal y a los demás tepoztecos”. “¡No nos tienen
por qué obstruir el paso, pinche viejo!” gritó una mujer. Los participantes se
lanzaron en contra de la policía al grito de “¡Viva Zapata, viva Tepoztlán!”
hasta que se convirtió en un canto estruendoso.
La policía se lanzó en contra de los manifestantes, “Golpearon a nues-
tros viejitos” confesó después la maestra Leticia Moctezuma. Se oyeron los
disparos. Marcos Olmedo, hombre de 65 años, también conocido como “El
Chipi”, se derrumbó. ¡Corran, mataron al Chipi!, gritó una mujer, mientras
los disparos seguían resonando en el aire; a Marcos le habían disparado, pero
no estaba muerto. Yo iba junto a Marcos, dijo Refugio Marquina, y en la
corredera lo vi caer, después de los balazos. Todavía los granaderos lo gol-
Para el gobernador, éste es el “muertito” buscado por los del cut ansiosos de
rentabilizar el martirologio. Para la opinión pública es un hecho lamentable.
Para el racismo que se duele del fracaso del proyecto que salvaría a Morelos
(o la nación entera), es la desaparición innecesaria de un mínimo obstáculo
al Progreso. Pero a lo largo de las ceremonias funerarias, el asesinado por los
ritos del poder, se vuelve el esposo, el padre, el amigo, el vecino, en medio del
azoro de asistir a un acto tan poderoso en su indefensión, entre comentarios
políticos y reminiscencias…
La covacha de Marcos Olmedo –evidencia de miseria y prueba ardiente
del abandono; es un solar, la casucha de Marcos, una pieza con dos camas y las
pertenencias que sólo la costumbre atesora– está cerca del cementerio, pero
la tradición exige un viaje largo por el pueblo, para que el difunto se despida
y los de Santo Domingo Ocotitlán lo añadan a sus plegarias (Monsiváis 1996).
¡Bájense, pinches viejas!, ¡nomás llegue la noche las vamos a violar!, ¡a ver,
sigan gritando viva Zapata, cabrones!, ¡pinches indios malditos, ya no estén
jodiendo!, ¡por su culpa estamos aquí desde anoche sin tragar, ahora nos la
pagan! Al escucharse las primeras balas, algunos tepoztecas se tiraron al sue-
lo para protegerse, mientras los policías les gritaban: ¡no se levanten cabro-
nes o se los lleva la chingada! Cuando los dirigentes del cut se acreditaron
y pidieron pasar, les contestaron: ¡si usted pasa…tenemos órdenes de ma-
tar!, preguntaron ¿De quién? ¡Del gobernador! les respondieron (Monsiváis
1996).
“Pide Carrillo Olea a la cndh estar en las diligencias del MP”, en La Jornada, 13 de abril
90
1. Cancelación definitiva, total y por escrito del proyecto del club de golf.
2. Liberación inmediata e incondicional de los presos Mauricio Franco,
Fortino Mendoza, José Carrillo y Gerardo Demesa.
3. La cancelación inmediata e incondicional de las órdenes de aprehen-
sión giradas en contra de los ciudadanos de Tepoztlán.
4. Reconocimiento del Ayuntamiento Libre, Constitucional y Popular
electo democráticamente por el pueblo, según la ancestral costumbre
indígena, el 24 de septiembre de 1995 y con base legal en los artículos
115, 40, y 39 de la Constitución Política Mexicana.
“Taller de análisis del sujeto popular, en la defensa de los usos y costumbres del pueblo de
91
del gobierno morelense, Jorge Morales Barud, por demorar en cancelar las
órdenes de aprehensión contra los miembros del cut. Esto atemorizó a
la población por ser perseguidos políticos: la población y el cut, en con-
secuencia, reforzaron los retenes de acceso a la población ante una posible
intervención policiaca (Guerrero Garro 1997: 46).
La cuarta fase de la Asamblea Popular en contra del club de golf puede
identificarse con el momento cuando la comunidad de pueblos originarios
de Tepoztlán se unió al contingente de la primera de tres marchas del silencio
que se realizaron en los límites de Morelos para protestar contra el gobier-
no estatal (Quero 2002: 116). El descontento era por los sucesos de abril, el
aumento de la delincuencia y la inseguridad del 10 de junio de 1997, lo que
condujo al aumento en las movilizaciones de la sociedad civil por la descon
fianza, pues aquella presumía que el gobernador encubría a los narcos en
Morelos. Todo ello condujo a llamados reiterados entre la población por la
salida de funcionarios del gobierno estatal, situación que llevó a las orga-
nizaciones no gubernamentales, entre ellas la Coordinadora Morelense de
Movimiento Ciudadanos, a convertirse en representantes del descontento
social que mantuvo acorralado al gobernador Carrillo Olea.
92
Warman argumenta que los zapatistas no sólo habían peleado por la tierra sino también
por ejercer el dominio sobre el territorio a través de la comunidad libre. Por ello, la lucha
zapatista se había convertido en un radical programa político que buscaba la transfor-
mación de la naturaleza del Estado. En este sentido, las nuevas condiciones de los movi-
mientos etnopolíticos de la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán no fueron una
simple reedición de los preceptos del zapatismo, sino una nueva modalidad de lucha social.
<http://www.geocities.com/valdiviacano/demo/insdem.html>.
93
(Quero 2002). Claudio Lomnitz recuerda que los viejos cacicazgos políticos
tepoztecas de finales del siglo xix y principios del xx tenían el dominio po-
lítico de la comunidad de pueblos originarios. En épocas pasadas, los nota-
bles solían enfrentarse a las haciendas (Mallon 2003: 207-356) que pretendían
extender su dominio; por ello, los representantes tepoztecas apelaban al
ancestral origen indígena, al derecho a sus tierras y el derecho a sus repre-
sentantes, para lo cual asumían el rol y el discurso de los principales indíge-
nas de la colonia. La dialéctica entre hegemonía y las relaciones de poder
pueden observarse en dos procesos diferentes: en la manipulación de una
mitología dominante y en el desarrollo de lenguajes de interacción entre
grupos culturales. El primero comporta la apropiación de las culturas locales
y su resignificación; el segundo, la creación de formas y marcos de interac-
ción específicos entre grupos locales (Lomnitz Adler 1995: 43-45).
Vale la pena resaltar que el movimiento etnopolítico de la comunidad
de pueblos originarios de Tepoztlán se caracterizó por constituir un suje-
to colectivo heterogéneo que integró a muchos actores sociales al esquema
contestatario del pueblo. El sujeto colectivo no era emergente, sino histó-
rico, y su afirmación étnica conformó la lucha social. Ese hecho para nada
correspondía con los representantes de esos viejos cacicazgos. El que és
tos estuvieran integrados a la lucha social no significa que tuvieran peso
político y protagonismo por encima de los actores sociales que protago-
nizaron los movimientos etnopolíticos entre 1995 y 2001. Los viejos caci-
cazgos afiliados al pri de los que hablan Quero y Lomnitz, proclives a la
concertacesión oportunista y al voto útil, participaron en los movimientos
etnopolíticos, pero eran un segmento marginal en la Asamblea Popular, de-
bido a que la extensa base social del cut contuvo su actuación y los redujo
a un interlocutor que polarizaba con los miembros del cut y las organiza-
ciones civiles. Por el contrario, el consenso de la Asamblea quedó bajo el do-
minio de las bases del cut. En ese sentido, los caciques se vieron obligados a
mantener la organicidad, objetivos y estrategias de lucha de acuerdo con lo
implementado por el cut para contener a los poderes fácticos.
Esto tampoco significa que las reivindicaciones propias del conflicto ét
nico territorial (los vínculos primordiales, la memoria colectiva, la organi-
zación de la vida ceremonial y el ritual, los usos y costumbres) carecieran
de un origen legítimo y legal. Por otro lado, la defensa colectiva del territorio
étnico se tradujo en un fenómeno de resistencia civil e ingobernabilidad
que derivó en el ejercicio del poder del pueblo, al ejercer la democracia par
ticipativa, la democracia directa-revocatoria y la ciudadanía cultural. Aunque
El vínculo zapatista
La lucha de la comunidad de pueblos originarios en contra del club de golf
se vinculó con otros movimientos del ámbito indígena nacional; en particular
con el zapatismo chiapaneco. Durante uno de tantos mítines, el 23 de marzo
de 1996, José Flores Ayala, ex presidente municipal de Tepoztlán, repetía:
“¡no nos dejaremos engañar!” Luego, uno de los líderes de los maestros
disidentes de la cnte, en Morelos, leyó el mensaje del ezln al pueblo de
Tepoztlán que comunicaba a los tepoztecos su solidaridad con la lucha en
contra del club de golf (Menéndez 1995):
<http://www.ezln.org/documentos/1996/19960323.es.html>.
94
<http://www.eco.utexas.edu/~archive/chiapas95/1997.08/msg00300.html>.
95
…queremos ser ciudadanos de primera y parte del desarrollo del país; pero
queremos serlo sin dejar de ser indígenas. No está en juego la posibilidad de
volver a ser lo que eramos y no somos. Tampoco el que, en otros nos convir-
tamos. Lo que está en juego es sí, se reconoce o no el lugar que ya tenemos
y en el que somos. Es la posibilidad de ser con todos y no bajo los otros.97
96
<http://www.laneta.apc.org/edicionesera/EZLN%205.html>.
97
ezln (2001), Comunicado del 6 de marzo, leído en Tepoztlán.
98
<http://www.ezln.org/noticias/noticiario010311.html>.
99
Expresión usada coloquialmente por los habitantes de la ciudad de México; a los visitan-
tes distinguidos las autoridades del gobierno local entregan la llave de la ciudad y emblema
de distinción que el subcomandante Marcos mencionaba en términos de reciprocidad.
El silencio que somos quienes color de la tierra somos, fue roto. Sobre sus
pedazos nos levantamos. No está en juego la posibilidad de volver a ser lo
que éramos y no somos. Tampoco en lo que nos convirtamos. Lo que está en
juego es si se reconoce o no el lugar que ya tenemos y lo que somos. Es la po-
sibilidad de ser con todos y no bajo de nosotros. No importa la pequeñez de
otros que del gran nosotros somos, importan todos, los que hacen leyes y los
que las legitiman, nosotros, quienes hacen la historia y quienes la escriben.100
<http://www.ezln.org/noticias/noticiario010311.html>.
100
los derechos negados durante mucho tiempo, entre ellos, el derecho a ser
un ciudadano (Bolos 2003: 45).
Por otra parte, la resolución judicial del conflicto social en contra del
club de golf concluyó el jueves 28 de junio de 2001, cuando el Tribunal
Unitario Agrario del Décimo Octavo Distrito, con sede en Cuernavaca, falló
a favor de la comunidad de pueblos originarios. Por consiguiente, se resti-
tuyeron las 280 hectáreas donde se pretendía construir el club de golf “El
Tepozteco”. El juez concedió la razón jurídica a la ciudadanía y a las autori-
dades comunales de Tepoztlán: los terrenos en litigio eran y son comuna-
les, no propiedad privada. Por tanto, forman parte del territorio étnico de
los tepoztecos. Lo anterior llevó a la anulación de 85 escrituras.
El movimiento etnopolítico de la comunidad de pueblos originarios
de Tepoztlán concluyó con un triunfo. Abrió nuevas posibilidades políti-
cas de organización de la población de origen indígena, ethos e ideología
agraria, comunera; la lucha y agencia social transformó y pavimentó el ca-
mino hacia una mayor participación ciudadana en la construcción de un
nuevo proyecto de nación. A partir de la certeza política, nacida del ejer-
cicio de gobierno autónomo, a través del cual se generaron cambios en las
estructuras políticas establecidas localmente, la capacidad transformadora
del movimiento etnopolítico de la comunidad de Tepoztlán fue reforzada
por las organizaciones de la sociedad civil que catalizaron, con su capacidad
de organización y trabajo colectivo, la defensa del territorio étnico y la cul
tura tepozteca, bajo los principios éticos de los usos y costumbres, condu-
centes a la democratización de lo público y lo social.
La agencia colectiva y la constitución del sujeto colectivo tepozteca
proporcionó una imagen afirmativa invaluable para otros municipios de la
región, para relacionarse bajo una nueva perspectiva con las instancias de
gobierno estatal y federal. La experiencia del movimiento etnopolítico de la
comunidad de Tepoztlán tuvo la bondad de establecer y fortalecer las re-
des sociales y las alianzas entre los municipios de la región, transformando
al actor social en sujeto colectivo, observante, reflexivo y crítico de la ges-
tión gubernamental en función del bien común, del valor de la cultura, la
justicia y la ética concreta de la ciudadanía cultural.
La agencia social y la constitución del sujeto colectivo de estos movi-
mientos etnopolíticos representan un ejemplo relevante contemporáneo
de la lucha social y política de los pueblos indígenas, del que se desprende
el aprendizaje siguiente: no se puede entender la polarización política sin
comprender los factores culturales, políticos y sociales que se sumaron al
El aspecto que marcó un hito en las luchas sociales modernas fue que
los sistemas normativos: los usos y costumbres y la organización de la vida
ceremonial y el ritual se hayan incorporado a la arena política. La suma
de éstos a las actividades propiamente políticas –los retenes, las concen-
traciones, los mítines, las marchas, las pintas–, además de los portales de
semillas, representan un hecho sin precedentes al conjugarse el sujeto co-
lectivo y la rebeldía colectiva ante una demanda común: ¡No al club de
golf!, denuncia que constituyó al sujeto colectivo que agrupó y estrechó las
redes sociales con la sociedad civil nacional e internacional y tendió puen-
tes con sujetos colectivos de otras luchas sociales como, por ejemplo, el
ezln, el Congreso Nacional Indígena y Alianza Cívica, coordinadas en
torno a los derechos indígenas de la región latinoamericana y de América
del Norte. Una característica final, surgida de la experiencia tepozteca, fue
la presión de la sociedad civil y los gobiernos municipales morelenses en la
vida pública en función del bien común.
serpiente.dgsca.unam.mx/cesem/MANUALES/SIR/21.
html>......................................................................................................... 90
Figura 7. Trabajo artesanal esculpido en espina de pochota. Dibujo
de Fernando Botas............................................................................... 93
Figura 12. Valle del Anáhuac. Rediseñado del de Brundage (1982); ge-
neración de coordenadas: Sandra Figueroa Sosa; digitaliza-
ción: Gerardo Jiménez Delgado........................................ 102-103
Figura 14. Una portada de semillas, diseñada por el Arq. Arturo De-
mesa Ortiz............................................................................................ 230
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Tuxpan
Xiuhcoac
Teoatlalli Metztitlan
R. Lerma
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to
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L. Chapala Tlaximaloyan Tula
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(ciudad de Hidalgo) Teotihuacan
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Tzintzuntzan México Cempoalla
Ixtlahuaca Tlascala
Toluca
Michoacan V. Popocatepetl Cuetlaxtlan
Cuauhnahuac Acatzinco Chalchicuecan
(Córdoba)
(Cuernavaca) Cholula (Veracruz)
Coixtlahuacan
Chilapan
Yancuitlan
co Tzotzolan Xaltepec
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Yo (Tlaxiaco) Achiutla Mictlan
Acapulco Uayacan (Mitla)
(Oaxaca)
Tecuantepec Chiapas
Tototepec
Coatulco
Xoconochco
Cuauhtemallan
Ayutlan
Figura 11. Localización del mundo azteca. Rediseñado del de Brundage (1982); generación de coordenadas: Sandra Figueroa Sosa;
digitalización: Gerardo Jiménez Delgado.
Tula
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Chiapan
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Teotihuacan
Cuauhtitlan Chiconautla Tiliuhquitepec
Cuahuacan Acolman
Toltitlan Ecatepec
Ac
Calpulalpan
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Azcapotzalco
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Chapultepec
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Coyouacan Ixtapalapa Tl
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V. Iztaccihuatl
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V. Popocatepetl
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Cuauhnahuac an
Malinalco Huaxtepec Atlixco
Xiuhtepec
Yautepec Yecapixtlan
Tepeyacac
Tlalmanalco
Cuauhquechollan
Figura 12. Valle del Anáhuac. Rediseñado del de Brundage (1982); generación de coordenadas: Sandra Figueroa Sosa;
digitalización: Gerardo Jiménez Delgado.
17 No. Poblado No. Poblado
1 Asunción Ahuatlán 51 Natividad Tlatenchi
58 2 2 Concepción Ozumba 52 Nativitas Tepoztlán
8 19
24 3 Purificación Tlalnepantla 53 Nexpa
94 20 4 San Agustín Amatlipac 54 Pueblo Nuevo
3
23 27 1 5 San Agustín Tepetlixpita 55 San Agustín Jonacatepec
52 26 13 6 San Andrés Cuauhtempan 56 San Andrés (Acacueyecan de la cal)
4 18 9 15
68 83 79 87 7 San Andrés Tlalamac 57 San Andrés Acatlipa
92 40 6 5 7
62 69 56 21 8 San Esteban Tepetlixpa 58 San Buenaventura Coajomulco
25 10 9 San Guillermo Totolapan 59 San Felipe Xoxocotla
12 22 11 35 31
47 14 16 100 10 San José Yahuitepec 60 San Francisco Tejalpa
41 11 San Juan Bautista Texcalpan 61 San Gabriel Amacuitlapilco
93 33
12 San Juan Bautista Tlayacapan 62 San Jerónimo Tlaltenango
60 39 34 13 San Juan Tepecoculco 63 San Juan (San Esteban) Tetelpa
29 84 30 45
49 89 65 44 14 San Lucas Amalinalco 64 San Juan Bautista Panchimalco
91
15 San Marcos Tecomaxusco 65 San Juan Bautista Yecapixtla
16 San Mateo Atlatlahucan 66 San Juan Evangelista Xochitepec
85 17 San Mateo Tecalco 67 San Juan Teocaltzingo
18 San Miguel (El Fuerte) 68 San Lorenzo Chamilpa
57 28 19 San Miguel Atlautla 69 San Luis Amatitlán
43
86 20 San Nicolás del Monte (El Vigía) 70 San Marcos Tlayecac
80 21 San Pedro Ecatzingo 71 San Martín Tepalcingo
32
66 37 22 San Pedro y San Pablo Tlayacapan 72 San Martín Tlayahualco
73 36
46 23 San Sebastián Xuchitan (La Cañada) 73 San Mateo Tetecala (Tetecalita)
95
70 24 San Vicente Chimalhuacan 74 San Matías Chalcatzingo
76 42 25 Santa Catarina Tlayca (Ignacio Bastida) 75 San Miguel Atlacahualoya
48 26 Santiago Mamalhuazuca 76 San Miguel Atlacholoaya
99 90
82 27 Santiago Nepopualco 77 San Miguel Jojutla
54 28 Asunción Tlacotepec 78 San Miguel Tlaltizapan
97 61 29 Concepción Cocoyoc 79 San Nicolás Ahuatepec
59 78 74
55 30 Natividad Metepec 80 San Nicolás Tecajec
63 31 Ocoxaltepec 81 San Pablo Axochiapan
88 32 Rosario Zacualpan 82 San Pedro Jantetelco
33 San Andrés Jumiltepec 83 San Salvador Ocotepec
96 34 San Juan Bautista Tetela del Volcán 84 San Sebastián Xochitlán
72 35 San Marcos Huecahuasco 85 San Vicente (Zacualpan)
64 77 98
36 San Martín Temoac 86 Santa Ana Tezoyuca
71
37 San Miguel Anenecuilco 87 Santa Catarina (Zacatepetlac)
51 38 San Miguel Huautla 88 Santa María Atotonilco
50 39 San Miguel Huepalcalco 89 Santa María Pazulco
40 San Nicolás Tetelcingo 90 Santiago Amayuca
75 41 San Pedro y San Pablo Tlalmimilulpan 91 Santiago Jiutepec
42 Santa Catalina Huazulco 92 Santiago Tepetlapa
53
43 Santiago Cuautla 93 Santo Domingo Oaxtepec
81 44 Santiago Ocuituco 94 Santo Domingo Ocotitlán
45 Santo Domingo (San Andrés) Hueyapan 95 Santo Domingo Ticuman
46 Santo Tomás Popotlán 96 Santo Domingo Tlaquiltenango
47 Asunción Cuernavaca 97 Santo Tomás Huitzililla
48 Asunción Temimilcingo 98 Santo Tomás Tetelilla
38 49 Asunción Yautepec 99 Xaloxtoc
50 Magdalena Telixtac 100 San Sebastián Achichipico
67
Figura 13. Intendencia de México (detalle). Retomado de Dorothy Tanck de Estrada (2005); generación de coordenadas: Sandra Figueroa Sosa;
digitalización: Gerardo Jiménez Delgado.
Tepoztlán
Movimiento etnopolí tico y patrimonio cultural Ana María Salazar es egresada de la
E
l presente libro indaga la naturaleza del movimiento social ducción y comercialización de la producción ca
de la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán, Mo- fetalera en el norte de Chiapas; el cambio social
relos en contra del club de golf (1995-2001). y cultural en el norte de Morelos; los estudios de
La lucha social de los tepoztecas se orientó a la defensa del género y el envejecimiento; la política cultural y
territorio étnico y el medio ambiente. Esto produjo una respues- la defensa del patrimonio cultural y finalmente
ta social extraordinaria que desplegó una creatividad política en los enfoques contemporáneos sobre antropolo
múltiples dimensiones de la vida social de Tepoztlán en contra de gía y turismo. Entre sus publicaciones como
la construcción de un club de golf que amenazaba con destruir el autora y coautora se encuentran los libros: La
modo de vida y cultura de estos pueblos.
participación estatal en la producción y comer-
Así, el fundamento de la identidad de la comunidad de pue-
cialización del café en la región norte del estado
blos originarios apuntaló la defensa del territorio étnico, sentando
de Chiapas (1988), La producción cafetalera en
las bases políticas para la afirmación cultural y la reactivación
de la memoria colectiva. Esto legitimó la noción de justicia ali- México, 1977-1988 (1992), Antropología vi-
mentando la emoción del sujeto colectivo al recuperar el control sual (1997), Women and Indigenous Religions
de sus vidas y asumir a cabalidad la ciudadanía cultural para (2010), Enfoques antropológicos sobre turismo
dirigir de forma concreta el poder del pueblo. Esto constituyó contemporáneo (2013).
el renacimiento cultural, político, estético y ético de los tepoz-
E
l presente libro indaga la naturaleza del movimiento social ducción y comercialización de la producción ca
de la comunidad de pueblos originarios de Tepoztlán, Mo- fetalera en el norte de Chiapas; el cambio social
relos en contra del club de golf (1995-2001). y cultural en el norte de Morelos; los estudios de
La lucha social de los tepoztecas se orientó a la defensa del género y el envejecimiento; la política cultural y
territorio étnico y el medio ambiente. Esto produjo una respues- la defensa del patrimonio cultural y finalmente
ta social extraordinaria que desplegó una creatividad política en los enfoques contemporáneos sobre antropolo
múltiples dimensiones de la vida social de Tepoztlán en contra de gía y turismo. Entre sus publicaciones como
la construcción de un club de golf que amenazaba con destruir el autora y coautora se encuentran los libros: La
modo de vida y cultura de estos pueblos.
participación estatal en la producción y comer-
Así, el fundamento de la identidad de la comunidad de pue-
cialización del café en la región norte del estado
blos originarios apuntaló la defensa del territorio étnico, sentando
de Chiapas (1988), La producción cafetalera en
las bases políticas para la afirmación cultural y la reactivación
de la memoria colectiva. Esto legitimó la noción de justicia ali- México, 1977-1988 (1992), Antropología vi-
mentando la emoción del sujeto colectivo al recuperar el control sual (1997), Women and Indigenous Religions
de sus vidas y asumir a cabalidad la ciudadanía cultural para (2010), Enfoques antropológicos sobre turismo
dirigir de forma concreta el poder del pueblo. Esto constituyó contemporáneo (2013).
el renacimiento cultural, político, estético y ético de los tepoz-