Habeas Corpus, Que Tengas Un Cuerpo para Exponer, José Alejandro Restrepo PDF
Habeas Corpus, Que Tengas Un Cuerpo para Exponer, José Alejandro Restrepo PDF
Habeas Corpus, Que Tengas Un Cuerpo para Exponer, José Alejandro Restrepo PDF
[para exponer]
José Alejandro Restrepo
El cuerpo sería lo abierto, lo expuesto. Así sabemos que ocupa un lugar (y tiene
lugar) y es puesto en escena. Existe una fuerte tensión (in-tensión y ex-
tensión) entre ocultar y mostrar el cuerpo, entre el repliegue y el despliegue.
Introducción
El hábeas corpus es una acción jurídica que tutela los derechos fundamentales
frente a cualquier acción que los vulnere. Se trata, en términos jurídicos, de
un derecho basado en el principio de que el hombre libre es dueño de su cuerpo.
En sus orígenes se quiere reconocer y recobrar el cuerpo para su propietario (el
esclavo, por carecer de dominio sobre su cuerpo, no podía ejercer tal acción).
Como forma jurídica está sujeta a interpretaciones y perversas
malinterpretaciones. Ambroise Bierce lo define ácidamente como “recurso judicial
que permite sacar a un hombre de la cárcel cuando lo han encerrado por el delito
que no cometió y no por los que realmente cometió”1.
En cuerpo y alma
Su celo por las almas no tenía límites. Gritaba por los claustros del Monasterio
de Florencia: “¡Almas, Señor; dadme almas!”.
Vida de santa Magdalena de Pazzi
La palabra más casta que he escuchado: “En el verdadero amor, es el alma la
que envuelve al cuerpo”.
Nietzsche, Más allá del bien y del mal
—El robot es casi perfecto… solo le falta el alma. —Te equivocas, está mejor
sin alma.
Fritz Lang, Metrópolis
Y una conmoción del diafragma ofrece casi siempre mejores perspectivas al
pensamiento que la conmoción del alma.
W. Benjamin
El cuerpo humano es la mejor figura del alma humana.
Ludwig Wittgenstein
¡Felices almas! cuyos demonios vivían tan cerca.
William Carlos Williams
Cuerpo quiere decir muy exactamente el alma que se siente cuerpo. O: el alma
es el nombre del sentir del cuerpo.
Jean Luc Nancy
Baudelaire habla de “la moral del juguete” y de la moral del que juega con
ellos: los niños indefectiblemente quieren ver su interior. Del tiempo que
este impulso tome en concretarse (primera búsqueda metafísica) depende el
tiempo de vida del juguete. Es posible que después del descuartizamiento no
quede sino frustración: ¿pero dónde está el alma? Descartes aseguraba que
estaba aposentada en la glándula pineal y Goethe creía comprobarlo en el caso
del cráneo admirable de Rafael Sanzio, “admirable estructura ósea, en la cual
pudo pasearse cómodamente un alma”4.
Las relaciones entre el alma y el cuerpo han pasado por diferentes enfoques a
lo largo de la historia del pensamiento. ¿Pero es el cuerpo el que encierra
el alma o es el alma la que encierra el cuerpo? Aristóteles advierte que no
es posible definir la realidad del alma sin antes saber qué tipo de cuerpo la
alberga. Lo uno condiciona lo otro. Asimismo, sostiene Aristóteles, el
movimiento al que está sometido el cuerpo es el mismo que somete al alma. De
aquí que los movimientos sean e-mociones, puesta en movimiento del alma,
desde movimientos imperceptibles hasta fuertes con-mociones. Puede tratarse
de todo tipo de movimientos, incluidos estados paradójicos tales como
“reposos violentos”5.
El cuerpo puede no ser el contenedor del alma. Dice Foucault6 que el alma es
la prisión del cuerpo; es el alma el verdadero carcelero y el instrumento
político-ideológico que manipula y encierra al cuerpo. ¿Cómo hacer para ver
el alma? ¿Cómo verla sin violentar la carne? Toda una serie de procedimientos
ligados a la fotografía, durante el siglo XIX, creyeron plasmarla en diversas
presentaciones: efluvios vitales, emanaciones corpusculares, excrecencias
energéticas, protoplasmas lumínicos, fantasmas sicoicónicos, almas
sicoextásicas, cuerpos fluidos, efectos Kirlian, auras histéricas… Esta
última manifestación fue ampliamente documentada por el doctor Jean-Martin
Charcot en el hospital de La Salpêtrière, donde permanecían internas 4.000
mujeres a la espera de un diagnóstico y una cura. Trabajando sobre los signos
de estos cuerpos, Charcot se inventa la “histeria”, su teatro y su
exhibición7.
El alma, con todas sus connotaciones filosóficas, religiosas y sicológicas,
no solo fue un problema para los primeros anatomistas, lo será también para
los que la quieren aliviar. Un estudiante de Charcot procedente de Viena
(Freud) piensa que hay formas de acceder a lo profundo del alma a través del
cuerpo, a través de los signos y síntomas del cuerpo. No es entonces el
cuerpo el origen de la enfermedad del alma, es el alma la que impone al
cuerpo toda suerte de manifestaciones exteriores. La dificultad es que estos
signos toman forma de jeroglíficos que hay que saber descifrar.
“El lector experimentará quizá la impresión de que concedo excesiva
importancia a los detalles de los síntomas y me pierdo en una
innecesaria labor de interpretación. Pero he visto muy bien que la
determinación de los síntomas histéricos llega realmente a sus más
sutiles matices y que nunca se peca por exceso atribuyendo a los
mismos un sentido. […] La sintomatología histérica puede compararse
a una escritura jeroglífica que hubiéramos llegado a comprender
después del descubrimiento de algunos documentos bilingües. En este
alfabeto, los vómitos significan repugnancia”8.
Hay una corriente “egiptológica” en la época: también para Abel Gance, el
cine es un regreso al mundo de los jeroglíficos. No solo el cuerpo histérico
emite signos, todas las palabras son síntomas, todos los cuerpos hablan. El
signo nos violenta, nos interpela y desencadena reacciones en dos direcciones
creativas: “…moviliza la memoria, pone en movimiento el alma; pero el alma, a
su vez, conmueve al pensamiento, le transmite la coacción de la sensibilidad,
le fuerza a pensar la esencia…”9. Para aprender y para entender, hay que
saber leer los signos. Pero el asunto no es sencillo, parece no haber método.
Los signos no son todos del mismo género, no aparecen de la misma forma, no
se dejan descifrar del mismo modo y no tienen una relación idéntica con su
sentido. La crisis en la interpretación puede ser también la consecuencia de
la pugna entre cuerpo y alma, la mutua expulsión de sus locaciones, la
ruptura violenta de su convivencia (pero también de su connivencia:
“confabulación, acuerdo para cometer un delito…”). Para Antonin Artaud el
cuerpo es alma y el alma es cuerpo también, paso y tránsito de lo corporal a
lo incorporal y viceversa, alma que se descarna y carne que se volatiliza.
Pero si uno sube y la otra desciende (o al revés), entonces ocurre una
dolorosa pérdida mutua y un desencuentro violento. Durante sus diez años de
encierro, Artaud grita su verdad más visceral: son los cuerpos los que tienen
alma y no al revés, porque el cuerpo es el principio mismo del alma. Con
electrochoques quisieron hacerlo volver, convencidos de que había salido de-
sí, cuando en realidad lo que hizo fue salir a-sí.
“Más para que el alma de una persona deje su cuerpo no es necesario que
duerma. Puede salir también en sus horas de vigilia y entonces la enfermedad,
la locura o la muerte serán los resultados”10. El trabajo del chamán o del
sicoanalista es salir en busca del alma extraviada y traerla de nuevo a casa.
Sin embargo, continúa Frazer, no siempre se trata de estados patológicos y no
siempre las consecuencias son dramáticas. En ciertas circunstancias es
posible depositar el alma en un lugar seguro mientras pasa el peligro. Pero
si este lugar es lo suficientemente seguro, se podría dejar guardada allí
permanentemente. De esta forma se consigue la inmortalidad pues nada puede
matar su cuerpo dado que su vida ya no reside allí.
Si alguien sabe de almas y espíritus son los pueblos “primitivos”. Una
anécdota muestra bien un malentendido y un desencuentro radical y eterno: un
misionero-etnólogo que trabajaba en Nueva Caledonia creía entender muy bien
la mentalidad primitiva, así como su propia misión, la de enseñarles el mundo
del espíritu (de lo que supuestamente los “salvajes” carecían). Después de
años de paciente labor pastoral, el misionero quería conocer el progreso en
el aprendizaje y le dijo a uno de ellos:
Pornografía/Pornología/Pornotopía/ Pornogramática
Si no hay límites para el horror, ¿habrá límites para su exposición? ¿Por qué el
san Bartolomé de la Capilla Sixtina después de haber sido desollado vivo, exhibe
su piel como una vestidura pero el cuerpo permanece intacto? ¿Por qué santa
Lucía, después de perder los ojos (versiones dicen que ella misma se los arrancó
para dejar de agradar a su prometido, en un verdadero acto de desprendimiento),
aparece con ellos en un plato y sus cuencas intactas?
La categoría de lo abyecto plantea un cuerpo expuesto brutalmente hacia
afuera. Lo de dentro es expulsado. Aquí el cuerpo no emite signos sino
“emete” signos, en el sentido de lo “emético”, violentas arcadas de signos.
La representación obscena es una representación sin-escena. Su diferencia con
la pornografía sería para Hal Foster, “lo obsceno, donde el objeto sin
escena, está demasiado cerca del espectador, y lo pornográfico, donde el
objeto es puesto sobre la escena para el espectador, el cual queda de este
modo lo bastante distanciado para ser su voyeur”12. Obsceno (y exaltado), el
arte barroco es fundamentalmente exhibición de cuerpos y evocación del goce,
sostiene Lacan en su seminario XX, “por lo pronto, solamente hablo de cuanto
se ve en todas las iglesias, cuanto se cuelga en las paredes, se desmorona,
deleita, delira, lo que hace un rato llamé obscenidad, pero exaltada”13.
Holocausto caníbal (1979) es una película sui-géneris. No es pornografía en
los términos clásicos. Su propósito va un poco más allá: la transgresión de
las más sagradas prohibiciones de la cultura relacionadas con el sexo y la
muerte (violaciones, canibalismo, decapitaciones, masacres…). Toda una
exhaustiva pornología. Sin embargo, al final, toda esta orgía iconófila está
salpicada de piadosas argumentaciones iconoclastas, entre cínicas y
humorísticas:
Sacrificio —Variación Nº 1—
Ningún documento escrito da cuenta de la conversación que tuvo Dios con Abraham
antes de que procediera al sacrificio de su hijo. Según Derrida, Dios pudo
haberle dicho: “¡Pero ante todo, sin periodistas!”42. Solicitud iconoclasta que
apela a la confidencialidad y al pacto secreto. Cualquier traición a la reserva
hubiera hecho del sacrificio un evento creíble porque los medios lo
certificaron, lo hicieron televisable (visto a la distancia). Y si hablamos del
sacrificio de Isaac es porque, en efecto, alguien filtró la información.
Gasto y gusto. La sangre no para de correr. Para Jean Luc Nancy, la
pornografía es la llaga que no cierra. Pero es que no es necesario que
cierre, por lo menos antes de que vacíe el contenido purulento. Lo abyecto
seduce y luego aparta, oscila entre la atracción y el rechazo permanentes. Lo
abyecto no solo tiene una capacidad transgresora y perturbadora; también
ejerce una función reguladora dentro de la sociedad. Purga, limpieza,
catarsis. Acercarse a lo abyecto, “sondar la herida del trauma, tocar la
obscena mirada-objeto de lo real”43 es un intento de ver para Ver. El regreso
de la cultura a la naturaleza o, en términos de Levi-Strauss, de lo cocido a
lo crudo, lo abyecto es una forma sintomática de la necesidad apremiante de
salir de-sí. Frente a lo abyecto dice Julia Kristeva44, el cuerpo se da
vuelta como un guante, quedan las tripas al aire. El cuerpo se auto expulsa
en un reflejo auto inmunitario. Es el paso de la violencia representada a la
violencia de la exposición y de la presentación.
Sucede que, a veces, curar la herida es inútil y “sanar las heridas” no deja
de ser una piadosa práctica Nueva-Era. La herida puede quedar abierta para
siempre, sobre todo si es hecha por la mismísima mano de Dios:
“Dios había metido su dedo en la red de mis nervios, y,
discretamente, al pasar, había embrollado un poco los hilos. Dios
había retirado su dedo y en él habían quedado fibras y finas
raicillas arrancadas a los hilos de mis nervios. Y en el sitio
tocado por su dedo, que era el dedo de Dios, había un agujero
abierto; y en mi cerebro, una herida hecha por el paso de su dedo.
Pero después que Dios me tocó con el dedo de su mano me dejó
tranquilo y no volvió a tocarme, ni permitió que me sucediera ningún
mal. Me dejó ir en paz; pero me dejó con el agujero abierto”45.
Dios tiene mano de cirujano: su gesto es el de abrir, separar, disecar. Es la
misma táctica de la búsqueda del sentido. Abrir la imagen o abrir el cuerpo
no puede ser resultado de una violencia irracional. Entrar sin destruir es
asunto de método y de tiempo; su ingreso es operativo, “se adentra hondo en
la textura de los datos”. Benjamin aclara así que estamos ante una tarea de
sensibilidad y entendimiento, de delicadeza y audacia, cualidades aunadas y
no rivalizando entre sí. Asimismo opera el cirujano: entrar sin romper,
deslizarse en los intersticios, interpolarse en los pequeños espacios…
La “imagen abierta” no se refiere a la “Obra Abierta” en el sentido de
Umberto Eco. No es la obra polisémica que juega y permite una multiplicidad
de interpretaciones. Sería más bien una imagen (un cuerpo) en el sentido de
Warburg, donde se reúnen símbolos y síntomas, saberes y no-saberes, metáforas
y metamorfosis, conceptos y fantasmas, razón y monstruos. Imágenes que se
revelan y se rebelan a la vez. “Las imágenes se abren y se cierran como
nuestros cuerpos que las miran”, dice Didi-Huberman46. Pues es el gesto
propio de la imagen abrirse, disponerse y presentarse abierta para establecer
un flujo entre adentro y afuera. Imágenes que funcionan como relicarios donde
se exponen partes del cuerpo u ostensorios donde se expone la hostia,
tecnologías de la mirada y tecnologías del dispositivo de exhibición. Las
heridas y los estigmas de Cristo se representan como bocas húmedas o sexos
femeninos abiertos. Heridas boquiabiertas que balbucean invitando a entrar en
ellas: “Inmola a Cristo para ver lo que contiene un Dios; haz una incisión
crucial al misterio”47.
Si las imágenes (los cuerpos) nos invitan, nos acogen, nos alojan ¿tenemos
ojos para entender o entendimiento para ver? Rilke cree que lamentablemente
en el hombre los ojos están dispuestos hacia adentro, imposibilitados para
ver y funcionan más como trampas que como aperturas, en vez de liberar
cercan, impiden acceder a lo Abierto48.
42. Jacques Derrida, Surtout pas de journalistes!, París, Éditions de
L`Herne, 2004, p. 35.
43. Hal Foster, op. cit., p. 161.
44. Julia Kristeva, Poderes de la perversión, México, Siglo XXI, 1988.
45. Knut Hamsun, Hambre, Madrid, Aguilar, 1957, p. 51.
46. Georges Didi-Huberman, op. cit., p. 25.
47. Victor Hugo, Dios (fragmentos), citado por Georges Didi-Huberman, op.
cit., p. 49.
48. “Con todos los ojos ve la creatura, lo abierto. Pero nuestros ojos están
como al revés, y completamente en torno suyo, la cercan como trampas,
alrededor de su libre salida”. Rilke, Octava elegía a Duino, Caracas, Monte
Ávila Editores, 1986, p. 79. Heidegger se basó en este poema para desarrollar
su concepto de “lo abierto” como relación entre el ser y el mundo, como lo
humano que se abre ante lo velado y lo develado del mundo.
Prohibido tocar las obras (en el museo), por favor no toque las bailarinas (en
una sala de striptease) apuntan a una ley implacable y a su penalización para el
que la infringe. “NO TOCAR” es un mandamiento. No tocar lo que está allí para
ser tocado. Lo intocable es entonces salvaguardado a la distancia por la vista,
ya que el punto de vista de la mano está proscrito. Sólo sería posible tocar sin
tocar. Pero para tener una firme noción del espacio y de la distancia no basta
con mirar, se hace necesario tocar tocando. Este tocar implica igualmente ser
tocado, cuerpo sintiente y cuerpo sentido. El cirujano toca a fondo, introduce
sus manos, mientras que el mago lo hace a distancia por “imposición de manos”49.
Cristo toca para sanar pero también es tocado directamente o a través de un
objeto en busca de la eficacia de la magia simpática. Esta relación invita al
otro, a la experiencia del cuerpo del otro que está fuera de mí. A palos de
ciego, a ciegas, a trompicones, la mano busca afuera, a tientas. Igual le sucede
a la caricia que no sabe que es lo que busca, como lo plantea Levinas: “Este ‘no
saber’, este desorden fundamental, le es esencial. Es como un juego con algo que
se escapa, un juego absolutamente sin proyecto ni plan, no con aquello que pueda
convertirse en nuestro, o convertirse en nosotros mismos, sino algo diferente,
siempre otro, siempre inaccesible, siempre por venir”50.
De una aproximación con poco tacto a un encuentro full contact (boxeo y
karate juntos), si de tocar se trata hay que saber dosificar las fuerzas. Un
exceso de fuerza o un exceso de ternura pueden dar pie a malinterpretaciones.
Alexander Scriabin indicaba que sus piezas para piano deberían ser
interpretadas con una “ternura despiadada”. Una caricia mal dosificada puede
parecer un intento de estrangulamiento: “Mi novia se llama Mayerli, es
livianitica y yo ya la he levantado del cuello dos veces”51. Del toque al
golpe hay una variación o un juego de interpretaciones. Es bien sabido que
hay ternuras que matan: “a los niños hay que propinarles mucha ternura”52.
A flor de piel, a flor de sentido, el sentido como toque. Este toque puede
ser viento o soplo ligero. San Juan de la Cruz experimenta simultáneamente
dos cosas: el toque y el sonido que equivalen, el primero a deleite y el
segundo a inteligencia. El toque del aire lo siente con el tacto; el sonido,
que es toque de onda de aire, con el oído. El toque físico también se goza
como toque del alma. No es solo sensibilidad sino también discernimiento
porque el toque del oído es entendimiento.
Durante la Edad Media se conoció como tactus (toque) al encuentro entre Dios
y el alma. O mejor, es el instante en que el alma en un descuido es asaltada,
raptada inesperadamente por el toque de la gracia. El toque puede ser efecto
de superficie o puede ser un toque a fondo, un toque que penetra y rasga las
entrañas. Tal fue el caso de santa Teresa de Jesús:
“Le vi una larga lanza de oro y su punta parecía ser una punta de fuego. Me
pareció que la hundía varias veces en mi corazón y rompía mis entrañas.
Cuando la sacaba me parecía que las sacaba también y me quedaba toda en fuego
de amor por Dios. El dolor era tan grande que me hacía gemir y sin embargo la
dulzura de este dolor excesivo era tal que ya no deseaba ser aliviada”.
¿Hasta dónde y qué tan hondo puede llegar el toque? Antes del desarrollo de
la tecnología escópica, el tacto era el instrumento indicado para llegar
hasta lo más íntimo y recóndito del cuerpo. Solo cuando la observación y
experimentación sobre los cadáveres salieron de la clandestinidad y se
libraron de los impedimentos morales, se inició una nueva forma de
visibilidad. Los signos de la vida, de la muerte y de la enfermedad se hacen
identificables fuera y dentro del cuerpo. El cuerpo se vuelve legible,
abierto a la disección del lenguaje y de la mirada. En el caso y la
iconografía de santo Tomás, “tocar para creer”, introducir el dedo índice en
la llaga del costado de Cristo, parece inocente y sin consecuencias frente a
la historia de las “comadronas de la Virgen”. En los evangelios apócrifos y
en La leyenda dorada se habla de Zelimi y Salomé, dos comadronas que
asistieron a la Virgen en el parto. La primera practicó un tacto vaginal y
comprobó asombrada la virginidad de la madre. La segunda, escéptica, realizó
a su vez el tacto y su mano se secó inmediatamente. Solo al tocar al niño
recién nacido, su mano se recuperó milagrosamente.53 En el evangelio de
Santiago, esta doble osadía (la de la duda y la del tacto en profundidad)
tuvo un final mucho más dramático: “Y, habiendo entrado la partera, le dijo a
María: ‘Disponte, porque hay entre nosotras un gran altercado con relación a
ti’. Salomé, pues, introdujo su dedo en la naturaleza, mas de repente lanzó
un grito, diciendo: ‘¡Ay de mí! Por tentar al Dios vivo se desprende de mi
cuerpo mi mano carbonizada’”54. El sentido común y el sentido cultural hablan
de los cinco sentidos (cinco son los dedos del humanismo). ¿Podríamos sentir
diferentemente, sin acatar la jerarquía y la competencia entre los sentidos?
¿Es posible otra organización de la sensibilidad, natural y técnica? Dejar
descansar el privilegio histórico del ojo en aras de la percepción háptica,
del ojo que toca y otras muchas combinatorias posibles entre los sentidos.
Incluso habría otros sentidos no independizados, no localizados, como sugiere
Nancy: “del movimiento, la tensión, el tiempo, el magnetismo…”55.
Lo “invisible” y lo “intocable” no son sólo problemas de la filosofía o de la
teología. Son también las búsquedas y obsesiones del arte y la tecnología. Lo
nunca visto y lo nunca tocado pueden oscilar en un amplio rango: desde la
fobia a tocar o ser tocado (el delirio de tocar56) hasta el desarrollo de
prótesis que acrecientan la percepción por contacto directo (micrófono de
contacto, radioterapia de contacto, etc.).
Muchas reliquias son fragmentos corporales del santo, generalmente huesos
pero también músculos (el corazón de santa Teresa…), secreciones y
excreciones corporales (leche de la virgen, lágrimas, sangre…). Otras
reliquias fundamentan su poder curativo en el hecho de haber estado en
contacto con el fragmento de cuerpo del santo en cuestión. Algunas de ellas
incluso fueron atesoradas en vida del santo: algún vestido, cabellos
cortados, sangre perdida… Hay aquí claras resonancias de los principios de la
magia por contagio: lo semejante produce lo semejante, la cosa guarda las
propiedades de la persona y el efecto se produce incluso a la distancia, los
fragmentos de cuerpo tienen el mismo poder que el cuerpo entero, la parte
vale por el todo. Las reliquias son clasificadas como insignes y no insignes
dependiendo de la importancia del santo y de la parte del cuerpo: la cabeza
será siempre la más cotizada. Como tesoros conservados en relicarios
ricamente decorados también fueron botín y causa de guerra entre ciudades
(fue célebre la disputa entre Poitiers y Tours por la posesión del cuerpo de
san Valentín). Las catedrales y basílicas están edificadas sobre las criptas
que albergan las reliquias, pero también pueden ser portadas por los fieles
en medallones colgados del cuello (encolpios). Dicen que el general Francisco
Franco, en ocasiones especiales llevaba al cuello el relicario con la mano de
santa Teresa. Las reliquias se tocan y se besan para asegurar por contacto su
efecto milagroso; incluso en el máximo grado y la máxima superficie de
contacto, se absorben por ingestión57.
El esfuerzo filosófico-teológico por diferenciar la imagen del ídolo, la
religión de la magia se arruina cuando estas reliquias son tratadas como
fetiches mágicos (cosificación y espectralidad, animismo y mercancía). La
Iglesia católica erigió sus tribunales de la verdad para filtrar las
imágenes, para mantener a raya los ídolos y fetiches. La Inquisición tenía
sus especialistas para estos efectos: “celador de la imaginería”, “examinador
de la imaginería”, “expurgador de imágenes”. La crítica protestante contra el
catolicismo es implacable a este respecto y constituye uno de los puntos de
discusión más encarnizados entre católicos romanos y reformados. Calvino,
quien en 1543 publica su Tratado de las reliquias, hace exhaustivos
inventarios para demostrar que hay demasiados cuerpos atribuidos a un solo
santo y demasiadas partes sin cuerpo para que tantas reliquias sean
auténticas. Pero para él, lo más censurable es que estas reliquias sean
objeto de culto, cayendo poco a poco en la idolatría, impidiendo el descanso
eterno de los cuerpos bajo tierra ( poniendo así en riesgo lo resurrección
prometida), “transfiriendo el honor de Dios a otra parte”58.
Los inicios de la antropología y la crítica marxista estuvieron de acuerdo en
considerar el fetichismo como una forma “degradada y supersticiosa”,
“culturalmente inferior”. Marx compara el fetiche de la mercancía con
aquellas producciones “del mundo religioso sumido en las tinieblas” que
aparecen como entes independientes, dotados de vida, asunto lleno de
“sutilezas metafísicas y resabios teológicos”. En 1924 Stalin pronunció estas
palabras en el Segundo Congreso de los Soviets, después de la muerte de
Lenin: “Nosotros los comunistas, somos gente de una pasta especial. Estamos
hechos de un material especial. El cuerpo comunista no se corrompe”59. El
cuerpo incorrupto del santo de la religión (en olor a santidad) y el cuerpo
incorrupto del santo de la teología-política (en olor a glicerina y formol),
están allí para ser contemplados en exposición y sobre-exposición
permanentes. No se trata en ninguno de los dos casos de hombres corrientes,
ni en vida, ni después de muertos. El embalsamamiento del cuerpo de Lenin
movilizó la fe popular en su líder natural y sobrenatural. Malevich, el
artista suprematista, propuso una tumba en forma de cubo, “para mantener la
vida eterna de Lenin, derrotando a la muerte”60. Asunto que no dejó de
despertar serias críticas: Trotsky dijo que se trataba de una sustitución de
las reliquias de santos y que semejante proyecto iba en contra de la
dialéctica marxista.
Tiempo después, en 1992, cuando se discute qué hacer con el cuerpo de Lenin,
el Patriarca de Moscú, Alexis II, advirtió que de no enterrarlo, “su alma
malhechora seguirá planeando sobre el país, para su gran desgracia”. El
cuerpo embalsamado está bajo severa vigilancia (guardianes, vidrios
blindados, cámaras de seguridad, etc.), no solamente para que no sea saqueado
entero o por partes. En esto coinciden el Patriarca y el Politburó: el cuerpo
está embalsamado y vigilado para asegurarse de que nunca regrese como
fantasma o espectro…
49. Benjamin nos recuerda que siempre hay un mago en todo médico de cabecera.
50. Emmanuel Levinas, El tiempo y el otro, Barcelona, Ediciones Paidós, 1993,
p. 133.
51. Diario El Tiempo, 8 de junio de 2003, p. 3-1. En 1980, el filósofo
marxista Louis Althusser tampoco notó cómo el masaje al cuello de su esposa
se transformó imperceptiblemente en estrangulamiento. Al poco tiempo del
homicidio apareció un grafiti en la Escuela Normal donde trabajaba el
profesor: siempre quiso ser un trabajador manual.
52. Emisión radial durante la celebración del “día de los niños”.
53. Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada 1, Madrid, Alianza, 1982, p.
54.
54. Protoevangelio de Santiago (20,1), en: Los Evangelios apócrifos, Madrid,
Biblioteca de Autores Cristianos, 2003, p. 163.
55. Jean Luc Nancy, A la escucha, Buenos Aires, Amorrortu, 2007, p. 26.
56. La folie du doute avec délire du toucher [la locura de la duda con
delirio de tocar], de 1875, es la obra del psiquiatra Legrand du Saulle que
Freud retoma en Tótem y tabú (1913) para referirse a la magia en sus
diferentes modalidades como un fenómeno fundamentalmente de contacto.
57. Una religiosa del siglo XVII que tenía una especial devoción por san
Francisco de Sales, bebía diariamente el agua en que había macerado una
reliquia del santo, “remedio soberano para todos los males internos y
externos”. Ver: Jacques Gelis, El cuerpo, la Iglesia y lo sagrado, en:
Historia del cuerpo,Madrid, Taurus, 2005, p. 56.
58. Calvino advierte la existencia de santos con tres y cuatro cuerpos; de
reliquias fraudulentas como un hueso de ciervo que lo hacían pasar por el
brazo de san Antonio; de una esponja que se adoraba como si fuese el cerebro
de san Pedro. Así como hay una huella en piedra que aseguran es del pie de
Jesús, se escandaliza Calvino ante el colmo del fraude (pias fraudes): la
huella sobre una piedra de las nalgas de Jesús, en Reims, detrás del gran
altar. En : Jean Calvin, Traité des réliques, París, Editions Bossard, 1921,
p. 138.
59. Citado por Susan Buck-Morss, Mundo soñado y catástrofe. La desaparición
de la utopía de masas en el Este y el Oeste, Madrid, Machado Libros, 2004, p.
91. El instituto soviético encargado de mantener el cuerpo de Lenin también
embalsamó a Dimitrov (jefe del PC búlgaro), Choybalsan (presidente de
Mongolia), Gottwald (jefe el PC checo), Ho Chi Minh (presidente de Vietnam
del Norte), Agostinho Neto (presidente de la República Popular de Angola),
Lindon Forbes Burnham (presidente de la República Cooperativa de Guyana) y
Kim Il Sung (presidente de Corea del Norte
60.Ibíd., p. 96.
Corporosidad
Rompo el sello que cerraba mi carne. Quiero vivir en mis venas, en la médula de
mis huesos, en el laberinto de mi cráneo. Me recluyo en mis vísceras. Me acomodo
en mis excrementos, en mi sangre. En algún lugar revientan cuerpos para que yo
pueda vivir en mis excrementos. En algún lugar abren cuerpos para que yo pueda
estar a solas con mi sangre. Los pensamientos son llagas en mi cerebro. Mi
cerebro es una cicatriz. Quiero ser una máquina. Brazos para asir piernas para
andar sin dolor sin pensamiento.
Heiner Müller, Hamlet machine
Sacrificio —Variación Nº 2—
Kafka84 propone una variante al sacrificio de Isaac: Abraham no acude a la cita
con Dios. No porque haya dejado de creer, no porque no crea en la necesidad del
sacrificio sino porque no se considera digno por su aspecto repugnante y por la
suciedad de su hijo. No están “presentables” para un rito que será visible,
tele-visable, del que todo el mundo hablará. “Presentable”: traído al Presente
de la transmisión en “vivo y en directo”, traído al mundo de la Presentación.