Hora Santa Cuaresma 1
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DE LA ASUNCIÓN
DIOCESIS DE MATAMOROS
H. MATAMOROS TAM,
OFRECIMIENTO
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heridas que recibió por nosotros, para corroborar nuestra fe y enar-
decer nuestra devoción; y porque quiere mostrar siempre a Dios el
precio de nuestro rescate".
A esto añade San Juan Crisóstomo: "Cristo conservó las llagas
de su cuerpo para que en el día del Juicio den testimonio de su
pasión contra los que niegan al Hijo de Dios Crucificado". ¿Qué
excusa podrán presentar los condenados al ver en estas llagas lo que
Cristo hizo por ellos?...
Y con estas llagas aparece Jesús ahora ante los ojos de mi fe aquí
en el Sagrario. ¡Cuánto me amó Jesús! ¡Cómo me aseguran estas
llagas que me sigue amando y que no cesa de interceder por mí ante
el Padre!...
Hablo al Señor. Todos
¡Dentro de tus llagas, escóndeme!
¡Cuántas veces te lo he dicho, Señor!
Ahora te lo digo con más convicción que nunca.
En estas llagas tuyas hallo yo mi refugio.
Dentro de ellas no temo la prueba y la tentación.
En ellas encuentro mi fuerza al sentirme débil.
En ellas, el estímulo en las luchas de la vida
En ellas, mi descanso en las fatigas.
En ellas, el lenitivo en mi dolor.
En ellas, la seguridad de mi salvación.
C o n t e m p l a c i ó n afectiva. Alternando con el que dirige
Jesús, llagado despiadadamente en tu pasión.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en todo tu cuerpo por la flagelación.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en tu sagrada cabeza por las espinas.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en tus hombros por el pesado patíbulo.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en la cruz por los clavos crueles.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado en tu costado por la lanza del soldado.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para demostrarnos tu infinito amor.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para ser el perdón de nuestros pecados.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
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Jesús, llagado para encontrar en ti nuestro refugio.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para ser nuestra fuerza en la lucha.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para ser Tú nuestro descanso.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
Jesús, llagado para que te amemos como Tú nos amas.
— Dentro de tus llagas, escóndeme.
TODOS
Señor Jesús, tus llagas, ahora cinco soles en el Cielo, le están
diciendo al Padre lo mucho que me amas y has hecho por mí. Ellas
expían mis pecados. ¡Perdónalos, Señor! Ellas son mi esperanza.
¡Sálvame, Señor! Ellas son mi amor. ¡Haz que te quiera, Señor!
Madre María, no podemos imaginar tu dolor cuando contem-
plabas en el Calvario las llagas que destrozaron el cuerpo de tu
Jesús. Hago mías las palabras de ese himno tan bello: "Clava en mí
las llagas del Crucificado, divide conmigo tus penas atroces".
En mi vida. Autoexamen
El Papa Inocencio VI escribió: "¿Qué cosa más saludable que
estas llagas, de las cuales procede nuestra salvación, y en las cua-
les pueden curarse siempre las almas?". Y el Padre Nieremberg
dice emocionadamente: "¿Qué son esas cinco llagas sino otras tan-
tas bocas que están jurando que Vos me amáis?". Entonces, puedo
y debo hacerme dos preguntas. ¿Lavo con frecuencia las manchas
de mi alma en la Sangre que fluye de las llagas de Cristo, sobre
todo en el Sacramento de la Penitencia? ¿Puedo jurarle yo con mis
sacrificios a Cristo que le amo, lo mismo que Él me jura su amor a
mí?...
PRECES
Contemplando el cuerpo de Jesucristo atravesado por llagas pro-
fundas, pedimos al Padre:
Señor Dios nuestro, ten piedad de tu pueblo.
Tú, Señor Jesús, que secabas las lágrimas de todos los que llo-
raban y acudían a ti,
— pon tus ojos de bondad en los pobres y en todos los que sufren.
Escucha de modo especial los gemidos de los agonizantes,
— y mándales tus santos ángeles que los conforten y lleven a ti,
junto con aquellos que les precedieron con el signo de la fe.
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Que los que viven alejados de tu gracia con peligro de su salva-
ción,
— vuelvan confiados sus ojos a ti, que salvas a todos los que redi-
miste con tus llagas benditas.
Y a nosotros danos tu bendición,
- para que perseveremos en tu gracia y en tu amor.
Padre nuestro.
Señor Sacramentado, aquí en la Santa Hostia nos ofreces tus
llagas, igual que a los apóstoles el día de la Resurrección, como
fuentes del agua viva del Espíritu. ¡Llagas benditas, que fuisteis
nuestra salvación! Os adoramos, os besamos con pasión y en ellas
saciamos y agotamos nuestra sed de Dios. Así sea.
Recuerdo y testimonio...
1. Santa Coleta, al levantarse la Hostia en la consagración, vio a Jesús
todo llagado, mientras decía "¡Padre! Mira mis heridas, mi cuerpo desan-
grado, mis dolores y mi muerte. ¡Todo por los hombres pecadores! Que mi
sacrificio no sea en vano. ¡Sálvalos por mi amor, por mis dolores, por mis
espinas y por mis llagas!".
2. Jesucristo imprime místicamente en nosotros sus cinco Llagas, con-
forme a lo de Pablo: "Llevo grabadas en mí las llagas de Jesús". Lo expre-
só maravillosamente Santa Verónica Giuliani al narrarnos cómo se le
imprimieron a ella: "Vi salir de las cinco Llagas de Jesús cinco rayos bri-
llantes que se dirigían hacia mí. Luego se convirtieron en pequeñas llamas.
En cuatro de ellas vi los clavos y en el quinto una lanza de oro toda can-
dente. La lanza me atravesó el corazón de parte a parte, los clavos me atra-
vesaron manos y pies. Sufrí dolores indecibles y me sentí como transfor-
mada en Dios. Luego que me quedé llagada, volvieron los rayos de luz
otra vez a las Llagas de Jesús". En cada Comunión se reitera místicamen-
te en nosotros esta gracia, iniciada en el Bautismo...
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