Resumen Breve Historia de Argentina
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Libertadores y desarrollistas
Aramburu encabezó el gobierno provisional hasta 1958, asumió la decisión de desmontar
el aparato peronista. El partido peronista fue disuelto y se intervinieron la CGT y los sindicatos,
dirigentes políticos y sindicales fueron detenidos. La administración pública y las universidades
fueron depuradas de peronistas y se controlaron los medios de comunicación. Se prohibió
cualquier propaganda al peronismo y la mención de su nombre. Se derogó la constitución de 1949.
Política respaldada por la marina. El 9 de junio de 1956 un grupo de oficiales peronistas
organizó un levantamiento, contaba con el apoyo de muchos grupos civiles y aprovechaba un
clima de descontento y movilización gremial. El gobierno lo reprimió con violencia ordenando el
fusilamiento de civiles y jefes militares, incluyendo a Juan José Valle. Desde entonces las
depuraciones fueron frecuentes y el grupo más antiperonista fue ganando el control del ejército.
Quienes sobrevivieron se adecuaron a las nuevas circunstancias.
Los militares se propusieron compartir el gobierno con los civiles y transferírselo tan
pronto como fuera posible. Se presentaron como continuadores de la tradición de mayo y de
caseros y convocaron a los partidos que compartían el pacto de proscripción a integrar la junta
consultiva, un parlamento sin poder de decisión presidido por Rojas El acuerdo incluía todas las
tendencias del frente civil.
En política económica hubo una parecida ambigüedad. Prebisch, mentor de CEPAL,
elaboró un plan que combinaba algunos principios de la nueva doctrina con un programa más
ortodoxo de estabilización y liberalización. Los instrumentos que el estado tenía para intervenir
empezaron a ser desmontados. Se devaluó el peso y el sector agrario recibió un importante
estímulo, con lo que se confiaba equilibrar las cuentas externas. Se aprobó el ingreso de Argentina
al FMI y al banco mundial. La política social fue más definida. Combinando eficiencia y represión,
se empezó a recuperar autoridad en las plantas. Las convenciones colectivas fueron suspendidas y
en el marco de una fuerte crisis cíclica en 1956, los salarios reales cayeron fuertemente en 1957.
Firme resistencia de los trabajadores. Las huelgas fueron numerosas y combativas, fue
frecuente el sabotaje y el terrorismo. La política de los vencedores logró soldar definitivamente la
identificación entre los trabajadores y el peronismo. No variaron los elementos de su ideología, la
nostalgia implicaba una utopía, expectativa del retorno de Perón. Aspiraban a un funcionamiento
normal y correcto de los mecanismos capitalistas que incluían el estado benefactor y la justicia
social. Terminaba generando una reacción dura y difícil de asimilar. Surgimiento de nuevos
dirigentes sindicales formados en las luchas de esos años, templados para el combate. El gobierno
liberador hizo lo posible por desplazarlos pero fracasó y debió resignarse a tolerarlos y a que
progresivamente ganaran las elecciones en los sindicatos que normalizaban.
Proscripto el peronismo, estas organizaciones asumieron la representación gremial y
política y fueron la base del movimiento. Desde su exilio, Perón conservaba su poder simbólico, se
dedicó a reunir a los que aceptaran invocar su nombre, alentándolos y enfrentándolos entre ellos
para reservarse la última palabra en cualquier negociación.
El pacto de proscripción planteaba un problema: qué hacer con el peronismo. Algunos
aceptaron la exclusión confiando en que la educación democrática terminaría surtiendo su efecto.
Otros aspiraban a comprender y redimir a los peronistas, y los más prácticos a recibir su apoyo
electoral y a través de él, integrarlos. Las distintas opciones dividieron a todas las fuerzas políticas.
En la derecha, optaron por acercarse al peronismo. En la izquierda, política represiva. Su misión
era dirigir la clase obrera y ésta era peronista y no dejaba de serlo. El partido socialista se dividió
en 1956 entre quienes se mantenían fieles a la línea antiperonista y quienes creyeron que el
partido debía construir una alternativa de izquierda para los trabajadores. Algunos se identificaron
con el peronismo, para otros Frondizi empezó a representar una alternativa atractiva.
El ascenso de Frondizi en la UCR provocó su ruptura. Después de la caída de Perón el
radicalismo se dividió: quienes seguían a Balbín se identificaron con el gobierno libertador y
Frondizi eligió la línea de acercamiento con el peronismo. Para atraer a los peronistas reclamó el
levantamiento de las proscripciones y el mantenimiento del régimen legal del sindicalismo. En
noviembre de 1956 la UCR proclamó la candidatura presidencial de Frondizi, lo que aceleró la
ruptura y el partido se dividió en dos: la UCR intransigente y la UCR del pueblo.
En 1957, por dificultades económicas y una creciente oposición sindical y política, el
gobierno provisional empezó a organizar su retiro. Se convocó una convención constituyente para
legalizar la derogación de la constitución de 1949 y actualizar el texto de 1953 y para auscultar los
resultados de la futura elección. Perón ordenó votar en blanco y esos votos fueron los más
numerosos y casi iguales a los de la UCR del pueblo, partido oficialista. En tercer lugar, la UCR
intransigente. La convención resultó un fracaso y se disolvió. Quien atrajera a los votantes
peronistas tenía asegurado el triunfo, siempre que el peronismo siguiera proscripto.
Frondizi se lanzó al juego. Con un discurso moderno, referencias claras a los problemas
estructurales del país y una propuesta novedosa, se había convertido en la alternativa para las
fuerzas progresistas para un sector amplio de la izquierda. Importancia del desarrollo de las
fuerzas productivas y el papel que debían cumplir los empresarios. Negociar con Perón su apoyo
electoral, a cambio del futuro levantamiento de las proscripciones. La orden de Perón fue acatada
y Frondizi se impuso en las elecciones del 23 de febrero de 1958.
Frondizi presidió el gobierno entre mayo de 1958 y marzo de 1962. Aspiraba a renovar los
acuerdos entre los empresarios y los trabajadores, estos eran convocados a abandonar su actitud
hostil e integrarse y compartir los beneficios de un desarrollo económico impulsado por el capital
extranjero.
El realismo político del presidente incluía una tendencia a inclinarse por la negociación con
las grandes corporaciones y una escasa valoración de la escena política. Los partidos manifestaron
rechazo a cualquier cosa que hiciera el presidente, escaso aprecio por las instituciones
democráticas y poca fe en el valor de la continuidad institucional, al punto de especular con la
posibilidad de un golpe militar. El estilo de Frondizi y su grupo era poco inclinad a la discusión, la
persuasión o la búsqueda de acuerdos.
El nuevo gobierno tenía amplia mayoría en el congreso y controlaba las gobernaciones,
pero su poder era precario. Los votos eran prestados, la ruptura con Perón y sus seguidores era
una posibilidad real. Las fuerzas armadas no simpatizaban con quien había roto el compromiso de
la proscripción. Los partidos políticos no llegaban a conformar una red de seguridad para las
instituciones y el partido oficial era incapaz de cualquier iniciativa autónoma. Frondizi apostó a
obrar con prontitud e introducir cambios que configuraran una escena más favorable. Aumento
de salarios, amnistía, levantamiento de las proscripciones, sanción de la nueva ley de asociaciones
profesionales. Frondizi asumió lo que llamó la batalla del petróleo: la negociación con compañías
extranjeras de la exploración y puesta en explotación de las reservas. También autorizó el
funcionamiento de universidades no estatales.
Leyes de radicación de capitales extranjeros y de promoción institucional. Se aseguraba a
los inversores extranjeros libertad para remitir ganancias y repatriar el capital. Régimen especial a
las inversiones en sectores claves para el desarrollo. Trato preferencial en derechos aduaneros,
créditos, impuestos, suministro de energía y compras del estado y protección arancelaria del
mercado local. El presidente negoció en forma personal y secreta. Resultados notables: las
inversiones extranjeras subieron.
La expansión hizo más intensa la crisis cíclica trienal. En diciembre de 1958 se pidió ayuda
al FMI y se lanzó un plan de estabilización. Frondizi convocó al ministerio de economía a Alsogaray,
aplicó un ortodoxo programa de devaluación, congelamiento de salarios, suspensión de controles
y regulaciones estatales. Consecuencias: fuerte pérdida en los ingresos de los trabajadores y
desocupación generalizada.
El plan de estabilización puso fin a una precaria convivencia entre el gobierno y los
sindicatos peronistas. Los efectos y la dureza con que el gobierno reprimió las protestas pusieron a
los sindicatos en pie de guerra. Las huelgas se intensificaron y recrudeció el sabotaje, el gobierno
respondió interviniendo los sindicatos y empleando al ejército para reprimir.
El año 1959 fue un punto de inflexión. La racionalización laboral pudo avanzar, en los
sindicatos un nuevo tipo de dirección más preocupada por controlar las complejas estructuras
sindicales, recurriendo a la corrupción o al matonismo para acallar las disidencias. No podían
sostener una lucha frontal y se dedicaron a golpear para negociar. Vandor, jefe del sindicato
metalúrgico, la figura principal. Este nuevo sindicalismo adquirió gran fuerza en la escena política.
Esa fuerza provenía de la persistencia de un problema (la proscripción peronista) pero
sobre todo del hostigamiento que el gobierno sufría de los militares. Vieron con desconfianza el
triunfo de Frondizi y se dedicaron a vigilarlo y a controlar sus relaciones con los peronistas. La
marina fue más homogénea en su rechazo a la política presidencial, en el ejército dominó un
faccionalismo creciente. El gobierno intentó alentar en el ejército una tendencia que lo apoyara
pero cuando el conflicto estallaba fue incapaz de sostener a sus partidarios. En sus años de
presidencia, Frondizi soportó 32 planteos militares, a todos cedió. En junio de 1959 llegó Montero,
el más duro de los jefes antiperonistas, ejerció tutela pretoriana sobre el presidente. Época de
represión social y política.
Revolución cubana. El triunfo de Fidel Castro de 1959 había sido celebrado por demócratas
liberales. Las izquierdas encontraron en el apoyo a la experiencia cubana un campo de
coincidencias propicio: a principios de 1961, el socialista Palacios ganó una banca de senador en la
Capital, polarizó a las fuerzas progresistas y de izquierda. El anticomunismo prendió fuertemente
en la derecha, el liberalismo antiperonista y en la iglesia. Guerra fría, los militares asumieron una
postura anticomunista. Asociaron con el comunismo al peronismo y los estudiantes universitarios.
La marcha del proceso político y electoral acercaba al débil gobierno de Frondizi a su
catástrofe final. Las elecciones de 1960 con el peronismo proscripto habían mostrado que sus
votos seguían siendo decisivos. Las elecciones de 1962 debían ser más riesgosas, habrían de
elegirse gobernadores provinciales. Para enfrentarlas con posibilidades, Frondizi despidió a
Alsogaray y a Montero, dio por terminada la estabilización, adoptó una política social más flexible
y se lanzó a la tarea de enfrentar electoralmente a los peronistas.
Distintas alternativas. Una era el apoyo a alguna de las fuerzas de izquierda. La existencia
de esta alternativa mostraba que el peronismo empezaba a ser trabajado por una renovación
ideológica. El deseo de los dirigentes era levantar la abstención. A través de las 62 organizaciones
dominaron el aparato electoral, habían ganado la puja interna: el peronismo era el movimiento
obrero y era su dirección sindical, que encabezaba Vandor.
Un triunfo peronista seguía siendo inadmisible. Frondizi antes de las elecciones declaró
que no les entregaría el poder. El gobierno corrió el riesgo de enfrentar al peronismo en elecciones
abiertas. El 18 de marzo, los sindicatos peronistas ganaron en las principales provincias. Frondizi
hizo lo imposible para capear la situación: intervino las provincias donde habían triunfado los
peronistas, cambió todo su gabinete y encargó a Aramburu una mediación con los partidos
políticos, que se negaron a respaldarlo. Era la señal que los militares esperaban y el 28 de marzo
de 1962 depusieron a Frondizi, reemplazado por José María Guido.
Militares en retirada
La movilización popular fue identificándose cada vez más con el peronismo y con Perón,
que hacia 1971 llegó a ocupar en la política argentina una posición central como la que tenía
cuando era presiente. Las fuerzas armadas fueron advirtiendo que debían buscar una salida y
negociar con diversas fuerzas sociales y políticas y con Perón. Los caminos posibles eran varios.
Onganía inició la búsqueda. Su autoridad se resintió por la impotencia frente al desafío
social y por las vacilaciones del ejército para reprimirlo. Impacto en el área económica: salida de
capitales extranjeros y reaparición de las expectativas de inflación. Onganía intentó con
modificaciones menores y una apretura más decidida a lo social pero el clima había cambiado,
estaba cada vez más aislado de las fuerzas armadas. A un año del Cordobazo, Aramburu fue
secuestrado y días después se encontró su cadáver. El episodio despejó las dudas de los militares:
depusieron a Onganía y designaron como presidente a Levingston.
Levingston gobernó hasta marzo de 1971, reveló tener ideas propias diferentes de las de
Lanusse. Designó ministro de obras públicas y de economía a Aldo Ferrer, éste se propuso reeditar
la formula nacionalista y populista. Hubo un impulso salarial distribucionista. Se protegió a los
sectores nacionales del empresariado, por la vía del crédito y de los contratos de las empresas del
estado. El compre argentino y la argentinización del crédito sintetizaban esa política. Levingston
confirmó la caducidad de los viejos partidos y alentó la formación de otros nuevos. La aspiración a
movilizar al pueblo desde el gobierno fue el primer reconocimiento formal de la necesidad de una
salida política.
Convocándola a negociar, reflotó a la CGT. Los dirigentes sindicales lanzaron en octubre de
1970 un plan de lucha que incluyó tres paros generales no contestados por el gobierno. Los
partidos tradicionales reaparecieron. A fines de 1970 la mayoría firmó un documento, La hora del
pueblo: se acordaba poner fin a las proscripciones electorales y asegurar el respeto a las minorías
y a las normas constitucionales. Radicales y peronistas ofrecían a la sociedad la posibilidad de una
convivencia política aceptable.
Levingston resultó incapaz de manejar el espacio de negociación que se estaba abriendo.
Hostilizado por el establishment económico, estaba enfrentado con los partidos políticos, con la
CGT y los empresarios nacionales. Los jefes militares apreciaron que Levingston era poco capaz e
encontrar una salida y decidieron su remoción y reemplazo por Lanusse.
Lanusse anunció el restablecimiento de la actividad política partidaria y la próxima
convocatoria a elecciones generales. Las fuerzas armadas optaban por dar prioridad a la salida
política y aspiraban a reconstruir el poder y la legitimidad del estado. Las discrepancias sobre
cómo enfrentar a las organizaciones armadas y la protesta social eran crecientes. Las fuerzas
armadas iniciaron una represión ilegal: secuestro, tortura y desaparición/asesinato de militantes.
Vacilaciones con la política económica, se optó por renunciar a cualquier rumbo y se disolvió el
ministerio de economía. Inflación desatada, fuga de divisas, caída del salario real y desempleo.
Para el gobierno, el centro de la cuestión estaba en el GAN, que empezó siendo una
negociación y se convirtió en un tironeo entre Lanusse y Perón. La propuesta inicial del gobierno:
condena general de la subversión, garantías sobre la política económica, respeto a las normas
democráticas, que se asegurara a las fuerzas armadas un lugar institucional en el futuro régimen.
Lo principal era acordar una candidatura presidencial de transición. Asegurar el lugar de las fuerzas
armadas era imposible. Los otros puntos tenían que ver con la táctica de Perón.
En noviembre de 1971 Perón relevó a Paladino y lo reemplazó por Cámpora. Perón se
propuso conducir la negociación sin renunciar a ninguna de sus cartas. Se hacía cargo del clima
social y político del país, no resignó su papel de referente de la ola de descontento social ni
renunció al apoyo proclamado organizaciones armadas, las alentó y legitimó y cuando se organizó
la juventud peronista, incluyó a su dirigente más notorio: Galimberti. Alentó a la hora del pueblo y
organizó su propio GAN, el frente cívico de liberación nacional.
Lanusse planteó que el acuerdo era condición para las elecciones, imposibilidad de obligar
a Perón a negociar. Lanusse optó por que Perón no sería candidato, a cambio de su
autoproscripción. Perón aceptó las condiciones. Regresó al país, dialogó con los políticos, en
particular con Balbín, sellando el acuerdo democrático. Imagen pacificadora. Organizó su
combinación electoral: el frente justicialista de liberación con partidos menores, impuso la fórmula
presidencial: Cámpora.
La fórmula constituía un desafío y un avala a la contestataria del movimiento, le dio a la
campaña electoral un aire desafiante. Cámpora al gobierno, Perón al poder. Carácter ficticio de la
representación política. Los radicales con la candidatura de Balbín aceptaban el triunfo peronista y
su futuro papel de minoría legitimadora. La juventud peronista constituyó una culminación de la
polarización de la sociedad contra el poder militar.
El clima se prolongó hasta la asunción de Cámpora. La sociedad movilizada y sus dirigentes
escarnecieron a los militantes, transformando la retirada en huida. Liberaron de la cárcel a los
presos políticos condenados por actos de subversión. Las formas institucionales fueron salvadas
por una ley de amnistía. Perón fue identificado como el salvador de la nación.
Este fenómeno tenía que ver con la heterogeneidad del movimiento peronista y con la
decisión y la habilidad de Perón para no desprenderse de ninguna de sus partes. La figura
simbólica de Perón había llegado a reemplazar a su figura real. Para todos, Perón expresaba un
sentimiento general de tipo nacionalista y popular, de reacción contra la reciente experiencia de
desnacionalización y privilegio. El 11 de marzo de 1973 el país votó contra los militares y el poder
autoritario, pero votó por un espacio social, político y también militar en el que los conflictos
todavía debían dirimirse.
1973: Un balance
Para sus protagonistas, las raíces de esos conflictos se hallaban en una economía
exasperante, promesas no cumplidas, frustraciones acumuladas. Sin embargo, la economía del
país tuvo un desempeño medianamente satisfactorio.
Lo más notable: el crecimiento del sector agropecuario pampeano, que se inició a
principios de los sesenta y se prolongó hasta el comienzo de los ochenta. En estos años se abrieron
nuevos mercados para los granos y aceites argentinos.
El sector agrario pampeano se transformó. El estado promovió el cambio aunque no
cambió su política de transferir recursos a la economía urbana. Efectos de la modernización
general de la economía. Fabricación de tractores, cosechadoras y silos, permitió una mecanización
total de la tarea y cambios en las formas del almacenaje y transporte. En la organización de la
explotación fueron introduciéndose criterios empresariales modernos, flexibilización del sistema
de arrendamientos, incorporación a la explotación de empresarios que no poseían tierra. Hacia
1985, final de esta etapa expansiva, la superficie cultivada se había extendido pero la
productividad de la tierra se había duplicado y la mano de obra cuadruplicado.
Crecimiento de las exportaciones de granos y aceites, los mercados de carne continuaron
estancados o en retroceso. Crecieron las exportaciones industriales. El impacto de las crisis cíclicas
disminuyó y el margen para el crecimiento industrial aumentó.
El producto industrial creció luego de la crisis de 1963 y hasta 1975. Parte de ese
crecimiento corresponde a la maduración de muchas de las inversiones realizadas, también
contribuyó a él un conjunto variado de empresas nacionales. Luego de sufrir una fuerte
depuración, se adecuaron a las nuevas condiciones, acomodaron sus posibilidades al espacio que
le dejaban las grandes empresas extranjeras. Aprovecharon el uso de los créditos subsidiados o de
los mecanismos de promoción del estado. En un proceso de maduración, aumentaron su escala e
hicieron un esfuerzo para hacer más eficiente su organización y sus procesos.
La industria se modernizó y se acercó a los estándares internacionales. Su crecimiento se
relaciona con los procesos de concentración y depuración y el aumento de la inversión del estado.
Hubo un crecimiento del mercado interno debido al aumento del empleo industrial y de la
construcción. Los sindicatos conservaron su eficacia en la defensa de sus representados, no valió
para los trabajadores no sindicalizados, de donde provenían muchos de los protagonistas de las
nuevas formas de protesta social.
Hacia 1973, la expansión se acercaba a los límites de la capacidad, que por falta de
inversión privada no había crecido. La conflictividad social no podía ser satisfecha con una
redistribución. La iniciativa para la paz pasaba al estado.
Desde 1955 no habían disminuido los atributos del estado ni su capacidad para definir las
reglas. Por allí pasaban grandes decisiones. Para los empresarios representaba la posibilidad de
ganancias más fáciles y seguras, el control de sus políticas era una cuestión vital.
Nadie controlaba todo el conjunto de sus estructuras. La experiencia de Onganía muestra
esas dificultades para las fuerzas armadas, proclives a identificar su estructura institucional con la
del estado. Los otros actores corporativos solían concluir sus conflictos en empates o bloqueos
recíprocos. El poder conservado por el sindicalismo después de 1955 muestra las frecuentes
alianzas entre dos competidores para sacar beneficio a costa de un tercero o de la comunidad.
A través de la reiterada convocatoria a los sindicalistas, los sectores subordinados tuvieron
acceso al estado y a sus decisiones. Durante el gobierno de Perón, su poder y su voluntad de
controlar aseguraron la disciplina. Después de 1955, la conducción vandorista de los sindicatos fue
para los empresarios una garantía de la desmovilización de los trabajadores y la negociación. La
ruptura de ese equilibrio luego de 1966 mostró el peligro de que resortes del estado cayeran en
manos dudosas. Quienes confiaron en Perón, esperaban que fuera capaz de controlar la
movilización social y disciplinar a quienes apelaran en la puja corporativa a su capacidad de
presión. Debían ser organizados y disciplinados en el estado mismo.
En 1973 había futuro para la escena corporativa. Sobre la escena democrática había
muchas dudas. Los partidos políticos no entusiasmaban. El partido justicialista apenas existía, los
restantes eran un conjunto de direcciones vacías con pocas ideas y escasa capacidad para
representar los intereses de la sociedad. La hora del pueblo no llegó a constituir un espacio de
discusión y negociación, Perón solo la usó como escenario y para garantizar el respeto de las
formas constitucionales. El resto participó con Perón o se limitó a aceptar sus términos,
renunciando a su función de control y alternativa. La idea de democracia, de representación
política de los intereses sociales, de negociación, de constitución colectiva el poder, tenía escaso
prestigio en una sociedad acostumbrada a que cada una de sus partes negociara por separado con
el poder. Los sectores propietarios se sentían más cómodamente expresados por sus
organizaciones corporativas. Los sectores populares no encontraron representación ni voceros.
La ola de movilización contenía un importante elemento de participación pero sus
elementos democráticos se cruzaban con una cultura política espontanea que llevaba a identificar
el poder con el enemigo y la represión. Mientras los partidos políticos carecían de fuerza o
convicción para hacerse oír entre ellos, los activistas formados en matrices del peronismo,
catolicismo o la izquierda, tendieron a acentuar y dar forma a esta cultura espontanea e incluirla
en la lógica de la guerra. Los montoneros tuvieron capacidad para combinar la acción clandestina
con el trabajo de superficie, que realizaron a través de la juventud peronista. Al hacerlo
introdujeron un sesgo en el desarrollo del movimiento popular: lo sometieron a una organización,
cuya estrategia se elaboraba en otras partes y eliminaron todo lo que tenía de espontaneo.
Convertida en parte de una máquina de guerra la movilización popular fue apartada de la
alternativa democrática
La vuelta de Perón
El 25 de mayo de 1973 asumió Cámpora y el 20 de junio retornó al país Perón. Ese día un
enfrentamiento provocó una masacre. El 13 de julio, Cámpora y el vicepresidente Solano Lima
renunciaron, asumió Raúl Lastiri. En septiembre, elecciones y la fórmula Perón-Perón alcanzó el
62% de los votos. El 1 de julio el año siguiente murió Perón e Isabel lo reemplazó hasta que fue
depuesta por los jefes militares.
Perón armó su proyecto sobre tres bases: un acuerdo democrático con las fuerzas
políticas, un pacto social con los grandes representantes corporativos y una conducción más
centralizada de su movimiento. Para que funcionara necesitaba que la economía tuviera un
desempeño satisfactorio y que pudiera reforzarse el poder del estado. Punto débil: los
mecanismos y los instrumentos estaban desgastados y resultaron ineficientes, el control que
Perón podía tener no era pleno. Las fuerzas armadas se mostraban reticentes. El gobierno resultó
corroído por la lucha desencadenada dentro del movimiento. El pacto social funcionó mal y el
democrático funcionó bien y se respetaron los acuerdos pero al final resultó irrelevante, no sirvió
ni para constituir una oposición eficiente ni para suministrar el respaldo necesario para el
mantenimiento del gobierno constitucional.
El programa de reconstrucción y liberación nacional, consistía en un intento de superar las
limitaciones al crecimiento de una economía cuyos rasgos básicos no se pensaba modificar. Perón
recurrió a José Ber Gelbard. Sus objetivos eran intervencionistas, nacionalistas y distribucionistas y
no implicaban un ataque directo a ninguno de los intereses establecidos.
Se esperaba apoyar el crecimiento de la economía en una expansión del mercado interno
y en el crecimiento de las exportaciones. La nacionalización del comercio exterior apuntaba a
asegurar la transferencia de parte de los beneficios al sector industrial, se cuidó de preservar los
ingresos de los sectores rurales. Uno desencadenó un fuerte conflicto pero se trató de continuar
expandiendo las exportaciones industriales a través de convenios especiales.
Las empresas nacionales fueron respaldadas con líneas especiales de crédito y con el
mecanismo del compre argentino en las empresas públicas, para lograr eficiencia y control se
integraron en una corporación de empresas nacionales. Pasaban por el estado: el manejo
centralizado de crédito y el control de precios. El estado aumentó sus gastos a través de obras
sociales e incrementó el número de empleados públicos y de empresas del estado, contribuyó a
activar la economía interna a costa de un déficit creciente.
La clave del programa residía en el pacto social. Mientras Onganía había fracasado en su
intento con la autoridad, Perón recurría a la concertación. El estado debía disciplinar a los actores
combinando persuasión y autoridad. Hubo concertaciones sectoriales y una mayor que estableció
el congelamiento de los precios y la suspensión de las convenciones colectivas.
Los primeros resultados de este programa fueron espectaculares. La inflación se frenó
bruscamente, la coyuntura del comercio exterior permitió superar la situación de la balanza de
pagos, las mejoras salariales y el incremento de gastos del estado estimulaban el aumento de la
actividad interna. Desde 1973 comenzaron los problemas. El incremento del consumo hizo
reaparecer la inflación, el aumento del precio del petróleo encareció las importaciones,
incrementó los costos de las empresas. El mercado común europeo se cerró para las carnes
argentinas. Una crisis habitual pero la resolución clásica estaba vedada. El pacto social debía servir
para repartir los mayores costos, pero las reglamentaciones a las que se apeló revelaron las
dificultades de la persuasión y las crecientes falencias del estado para hacer valer su autoridad.
Los actores del pacto social demostraron escasa capacidad y poca voluntad para cumplirlo.
La CGE lo representaba mal, sus instituciones primarias habían sido forzadas a encuadrarse en ella.
Es probable que por las mismas razones hayan firmado los acuerdos sin mucha convicción,
esperando que el tiempo trajera condiciones mejores. No podían asegurar que sus miembros
cumplieran lo acordado. Los empresarios encontraron maneras de violar el pacto y de manifestar
su escaso entusiasmo.
Perón debía subordinar a quienes lo apoyaban, los sindicalistas carecían de tradición,
instrumentos y objetivos para cogobernar. La movilización de los trabajadores les impedía
negociar con libertad. Antes de que las organizaciones guerrilleras llegaran a tener un papel activo,
las fábricas estuvieron en estado de rebeldía.
La movilización concluía con ventajas salariales, lo que aumentaba la amenaza sobre los
dirigentes nacionales. Perón se dedicó a fortalecerlos. Una modificación de la ley de asociaciones
profesionales reforzó la centralización de los sindicatos, aumentó el poder de sus autoridades y
prolongó sus mandatos. El pacto se fue desgastando, el gobierno tuvo interés en una
renegociación. El 12 de junio Perón convocó a una concentración masiva en la plaza de mayo y
pidió disciplina y amenazó con renunciar.
En la segunda fase del gobierno los actores cambiaron de estrategia. En la CGT se
impusieron los partidarios de la negociación dura, tradición vandorista. Isabel Perón se lanzó a
construir una base propia de poder, rodeada de un grupo de fieles. Se dedicó a parodiar las
fórmulas y gestos de Perón y su política se apartó totalmente de la que él había trazado. Se
propuso homogeneizar el gobierno colocando a amigos en los puestos clave y rompiendo las
alianzas con los militares y empresarios. Provocaron la renuncia de Gelbard y desalojaron a las
cabezas del sindicalismo opositor, la agitación gremial disminuyó de manera considerable en 1975.
En 1975 la crisis económica urgía a tomar medidas drásticas: los problemas de la balanza
de pagos eran muy graves, la inflación estaba desatada y el estado estaba desbordado. El gobierno
debió acceder a la demanda de la CGT y convocó a paritarias. Situación inmanejable. El nuevo
ministro de economía, Celestino Rodrigo, provocó un shock económico al decidir una devaluación
del 100% y un aumento de tarifas y combustibles similar o superior. Sindicalistas volvieron a exigir
en las paritarias y los empresarios concedieron aumentos que llegaban al 200%. La presidenta
decidió no homologarlos, resistencia de los trabajadores, culminó en movilizaciones y un paro
general de 48hs. La CGT encabezaba la acción contra un gobierno peronista. Isabel cedió, Rega y
Rodrigo renunciaron, los aumentos fueron homologados y devorados por la inflación. El gobierno
entró en su etapa final.
La suerte del movimiento popular estaba implícita en las relaciones entre Perón y quienes,
alrededor de montoneros y la juventud peronista, constituían la tendencia revolucionaria del
peronismo. Unidos contra los militares no tenían interés en hacerlas explícitas. Perón cimentaba
su liderazgo en su capacidad de incluir a todos los que invocaran su nombre. Su estrategia de
enfrentamiento con quienes lo expulsaron del poder consistía en utilizar a los jóvenes y a los
sectores que movilizaban para hostigarlos y presentarse como el único capaz de contenerlos.
Montoneros y la juventud peronista aprovecharon su adhesión para insertarse más en el
movimiento popular y servirse de su crecimiento. En la cultura política de estos dos, dos grandes
concepciones: una se apoyaba en la vieja tradición peronista, nacionalista y distribucionista.
Quienes permanecieron fieles a la más profunda y sólida cultura política popular adherían al viejo
estilo político, autoritario, faccioso, verticalista y anticomunista. La otra, arraigó en una parte
importante de los sectores populares e incorporó la crítica radical de la sociedad: liberación o
dependencia. Ambas concepciones se definieron en consignas de batalla: la patria peronista o la
patria socialista. Los montoneros terminaron identificados con la segunda, el sindicalismo y los
grupos de extrema derecha de la primera.
El triunfo de 1973 abrió la lucha por la conducción real y simbólica del movimiento y del
pueblo. Otras líneas revolucionarias dentro del peronismo nunca habían contado con el posible
apoyo de Perón, estaban dispuestas a una guerra larga y de posiciones. Para montoneros el triunfo
abría una lucha por el control del poder y del discurso peronista, concentraron sus energías en
dominar a ambos expulsando a los enemigos y ganando para su causa al propio Perón.
A principios de 1973 los militantes de la tendencia se lanzaron a ocupar espacios de poder
en el estado pero pronto reestablecieron las relaciones de fuerzas reales. A partir de la renuncia
de Cámpora, una a una perdieron las posiciones ocupadas.
Desplazada de las posiciones de poder en el gobierno, la tendencia revolucionaria se lanzó
a la lucha de aparatos. Se trataba de demostrar quien tenía más poder, quien movía más gente y
quien pegaba más duro. En el clima de movilización y enfrentamiento de tendencias, la vieja fiesta
popular dominguera se transformó en una demostración de fuerza, las vanguardias debían exhibir
su capacidad para organizar al pueblo y convertirlo en una máquina de guerra lanzada a la lucha
contra otras falanges igualmente organizadas. En esas jornadas se libraba una batalla real.
La guerra de aparatos se desarrolló bajo la forma de terrorismo y asesinatos. Montoneros
se dedicó a eliminar personajes. Contra ellos se constituyó otro terrorismo, con aparatos
parapoliciales que operaban con el rótulo de acción anticomunista argentina, triple A. Los
asesinatos se multiplicaron, victimas ajenas al combate pero que servían para demostrar poder.
La competencia se desenvolvió en el ámbito del discurso. Los montoneros debieron
enfrentarse con el problema del líder vuelto al país que empezaba a hablar inequívocamente. El
conflicto era público, mientras concentraban toda su artillería en los traidores, reinterpretaron
hasta donde era posible la palabra de Perón, sosteniendo que se trataba de desvíos tácticos, un
líder que no los desautorizaba en forma explícita, elaboraron la teoría del cerco que impedía a
Perón conocer la verdadera voluntad de su pueblo y se aferraron a la imagen de una evita
montonera. El 1 de mayo de 1974 se llegó a la ruptura: al abandonar una plaza de donde Perón los
expulsaba, renunciaban a hablar en nombre del movimiento.
Optaron por volver a la vieja táctica y pasaron a la clandestinidad. Asesinatos, secuestros,
intervención en conflictos sindicales y acciones militares pero fracasadas. Los siguió el ERP, creció
la represión clandestina. Desde febrero de 1975 el ejército convocado por la presidenta, asumió la
tarea de reprimir la guerrilla. Genocidio en marcha.
El gobierno peronista se acercaba a su final. El rodrigazo había desatado una crisis
económica imposible de dominar, preparó la crisis política. En julio de 1975 ni las fuerzas armadas
ni los grandes empresarios hicieron nada para respaldar a la presidenta. Los empresarios cedieron
a los reclamos de los sindicalistas. Rotos los acuerdos que había construido Perón, los grandes
empresarios se separaron de la CGE y atacaron al gobierno. Cuando López Rega cayó en desgracia,
comenzaron a prepararse para el golpe. Videla se negaba a respaldar políticamente al gobierno en
crisis, puso plazos, esperó que la crisis económica y la política sumadas consumaran su deterioro y
preparó su reemplazo.
Renuncian López Rega y Rodrigo, Ítalo Luder reemplazó brevemente a Isabel. Cafiero
intentó capear la crisis pero la inflación desatada, la fuerte recesión y desocupación, hicieron
imposible restablecer el acuerdo entre gremialistas y empresarios. El congreso, del que se
esperaba que encontrara el mecanismo para remover a la presidenta, tampoco pudo reunir el
respaldo necesario. El retorno de Isabel a la presidencia clausuró la posibilidad y agravó la crisis
política que, sumada a la económica, creó una situación de tensión insoportable y una aceptación
anticipada de cualquier salida. La caída de Isabel era inevitable, prefirieron evitar divisiones
acompañándola hasta el fin. El 24 de marzo de 1976 los militares la depusieron y arrestaron.
El proceso 1976-1983
El 24 de marzo de 1976, la junta de comandantes en jefe se hizo cargo del poder, dictó los
instrumentos del proceso de reorganización nacional y designó presidente a Videla. En 1981 fue
reemplazado por Viola, quien renunció a fines de ese año. Su sucesor, Galtieri, renunció a
mediados de 1982, luego de Malvinas. Bignone convocó a elecciones en 1983 y entregó el mando
a Alfonsín.
El estado terrorista
El caos creo las condiciones para la aceptación de un golpe de estado que prometía
restablecer el orden y asegurar el monopolio estatal de la fuerza. La propuesta de los militares
consistía en eliminar de raíz el problema: la sociedad y sus conflictos.
Operación integral de represión planeada por la conducción de tres armas en todo el país.
Lo estableció la justicia. Los mandos militares concentraron toda la acción y los grupos
parapoliciales se disolvieron o subordinaron a ellos. Las tres ramas se asignaron diferentes zonas
de responsabilidad y hasta mantuvieron cierta competencia.
Los oficiales superiores no desdeñaron participar personalmente en tareas de ejecución.
Compromiso colectivo. La ejecución requirió un complejo aparato administrativo. La represión fue
una acción sistemática realizada desde el estado.
Se trató de una acción terrorista clandestina, dividida en cuatro momentos: el secuestro,
la tortura, la detención y la ejecución. Para los secuestros operaban de noche, en los domicilios.
También fueron realizados en fábricas, lugares de trabajo, en la calle. Al secuestro seguían el
saqueo de la vivienda.
El primer destino del secuestrado era la tortura, sistemática y prolongada. La picana, el
submarino, las violaciones sexuales, servían para lograr la denuncia de compañeros, lugares,
operaciones, quebrar la resistencia del detenido, anular sus defensas, destruir su dignidad y su
personalidad. Muchos morían, los sobrevivientes iniciaban una detención prolongada en centros
clandestinos. La administración y el control de estos centros da idea de la complejidad de la
operación y de la cantidad de involucrados. Victimas mal alimentadas, sin atención médica,
siempre encapuchadas, embarazadas dieron a luz y los secuestradores se apropiaron de sus hijos o
los entregaron. El destino final era el traslado, su ejecución.
Esta era la decisión más importante, se tomaba después de un análisis de los antecedentes
o utilidad. Todas las ejecuciones fueron clandestinas. A veces los cadáveres aparecían en la calle,
dinamitaron pilas de cuerpos, pero la mayoría de los casos los ocultaban, enterrados como
desconocidos, quemados o arrojados al mar luego de ser adormecidos. De ese modo no hubo
muertos, sino desaparecidos.
Fue una masacre. Alrededor de nueve mil casos, muchos otros no denunciados. Las
organizaciones defensoras de los derechos humanos reclamaron por 30mil desaparecidos, en su
mayoría jóvenes de entre 15 y 35 años. Montoneros siguió operando limitado a acciones
terroristas desvinculados de su anterior práctica. Su conducción y sus cuadros emigraron a México,
desde allí organizaron atentados y otras operaciones, que terminaron de manera catastrófica.
Cuando la amenaza de las organizaciones ya había disminuido, la represión continuó. Algunos
tenían relaciones indirectas con las organizaciones armadas, muchos cayeron por la razón de ser
parientes de alguien, figurar en una agenda o haber sido mencionados en una sesión de tortura.
Con el argumento de enfrentar y destruir a las organizaciones armadas, la operación procuraba
eliminar todo activismo, protesta social, expresión de pensamiento crítico. Los resultados fueron
los buscados.
El verdadero objetivo eran los vivos, la sociedad que debía ser controlada y dominada por
el terror y la palabra. El estado se desdobló: una parte, clandestina y terrorista de represión sin
responsables eximida de responder reclamos. La otra, pública, apoyada en un orden jurídico
silenciaba cualquier otra voz. Fue clausurada la expresión pública de opiniones. Los partidos y la
actividad política, los sindicatos y la actividad gremial quedaron prohibidos. Los medios de prensa
fueron censurados, se impedía cualquier mención del terrorismo estatal y sus víctimas. Solo
quedaba la voz del estado.
Su discurso retomó dos motivos tradicionales y los desarrolló hasta las consecuencias. El
adversario, la subversión apátrida sin derecho a voz o a existencia, que podía y merecía ser
exterminada. Contra la violencia se argumentó en favor de un orden que era violento y autoritario.
El terror cubrió a la sociedad. Clausurados los espacios, cada uno quedó solo e indefenso
ante el estado, una sociedad inmovilizada y sin reacción, se impuso la cultura del miedo. Algunos
no aceptaron y emigraron o se refugiaron en un exilio. La mayoría aceptó el discurso estatal,
justificando que por algo será o se refugió en la ignorancia de lo que sucedía.
La vuelta a la democracia
La derrota agudizó la crisis del régimen miliar e hizo públicos los conflictos disimulados. Se
culpó a la junta militar de la derrota, cuyos miembros fueron enjuiciados y condenados. En medio
de un conflicto entre las tres fuerzas, fue designado presidente Bignone, quien logró un consenso
mínimo para un programa de institucionalización.
El gobierno se proponía negociar la salida electoral. Se intentó lograr el acuerdo de los
partidos para una serie de cuestiones. La propuesta de los militares fue rechazada por la opinión
pública y por los partidos que convocaron una marcha civil en defensa de la democracia. El
gobierno fijó la fecha de elecciones para fines de 1983.
El gobierno era incapaz de controlar el aparato represivo. Tampoco podían tomar
compromisos, las fuerzas armadas habían entrado en estado deliberativo. Los militares debían
enfrentarse con su fracaso como administradores de un país desquiciado. Una sociedad que se
enteraba de la existencia de enterramientos de personas desconocidas, de centros clandestinos de
detención, de una historia de la que pocos habían querido saber.
La sociedad despertaba voces hasta entonces poco escuchadas, militantes de las
organizaciones de los derechos humanos y las de las madres de plaza de mayo. Su manera de
desafiar el poder militar se combinaba con una forma original de activismo. Las marchas de los
jueves se convirtieron en marchas por la vida. Las organizaciones de derechos humanos
impusieron a toda la práctica política una dimensión ética, un sentido del compromiso y una
valoración de los acuerdos básicos de la sociedad por encima de las afiliaciones partidarias.
Empezaron a aparecer nuevos protagonistas sociales. La crisis económica generó motivos
movilizadores: quienes reclamaron cuestionaban la política económica, la clausura de lo público.
En otros casos fue todo un fragmento de sociedad el que se organizó para reclamar y buscar
soluciones. El nuevo activismo social se manifestó en campos diversos, renació en las
universidades y en las fábricas.
La sociedad experimentaba una nueva primavera: el enemigo común estimulaba la
solidaridad y alentaba una organización y una acción de la que se esperaban resultados concretos.
A fines de los años sesenta había un repudio total de la violencia o forma de guerra, también una
confianza menor en la posibilidad de encontrar una solución, única, radical y definitiva.
La movilización sindical fue intensa: los sindicalistas sacaron a la gente a la calle para
reclamar contra la crisis económica y en favor de la democracia. Hubo una serie de paros
generales y abundantes huelgas parciales en las que se destacaron los gremios estatales. Los
sindicalistas pusieron sus mejores esfuerzos en la normalización, que negociaron con el gobierno
combinando la presión y el acuerdo. Las distintas fracciones coincidieron en este objetivo. Su
acción movilizadora confluyó en la recuperación de la democracia.
La democracia fue en primer lugar una ilusión. Luego de la crisis económica y la derrota
militar, aparecía para superar desencuentros y frustraciones, sería una fórmula de convivencia
política y la solución de los problemas concretos. La afiliación a los partidos políticos fue masiva.
Las movilizaciones en defensa de la democracia eran la expresión de una voluntad colectiva:
mostrarse y reconocerse como integrantes de la civilidad.
La afiliación masiva transformó a los partidos políticos. Amplio deseo de participación y se
animaron los comités, se renovaron los cuadros dirigentes. Los viejos se vieron desafiados por
otros que habían planteado posiciones discrepantes, la renovación fue amplia e integral.
El peronismo empezó a convertirse en un aceptable partido. La cuestión del verticalismo
quedó postergada y el partido combinó la organización territorial con la sindical.
El radicalismo se renovó por impulso de Alfonsín, que en 1972 había creado el movimiento
de renovación y cambio para disputarle el liderazgo a Balbín. Se distinguió del resto de los
políticos, criticó a los militares, asumió la defensa de detenidos políticos y el reclamo por los
desaparecidos. Desde el fin de la guerra su ascenso fue vertiginoso. Hizo de la democracia su
bandera, la combinó con un conjunto de propuestas de modernización de la sociedad y el estado,
una reivindicación de los aspectos éticos de la política y un discurso ganador que atrajeron a una
masa de afiliados y simpatizantes.
Radicales y peronistas cosecharon apoyos y dejaron poco espacio para otros partidos. A la
derecha fue difícil unificar las fuerzas. A la izquierda, el partido intransigente logró reunir un
amplio y heterogéneo espectro de simpatizantes que eran reacios al dirigente radical.
Los partidos tuvieron dificultades para dar completa cabida a las múltiples demandas y no
llegaron a constituir plenamente un espacio de negociación de los intereses. Las organizaciones de
derechos humanos fueron cada vez más intransigentes en un reclamo (la aparición con vida y el
juicio y castigo a los responsables) que los partidos intentaban traducir en términos aceptables
para el juego político.
Las formas de hacer política del pasado reciente dejaban paso a otras en las que se
afirmaba el pluralismo, el respeto de las formas institucionales y una subordinación de la práctica
política a la ética. Se valoró la eficacia de este instrumento. Se puso el acento en el consenso
alrededor de las reglas y en la acción conjunta para la defensa del sistema. La combinación de la
valoración de la civilidad con un fuerte voluntarismo derivó en un cierto facilismo, en una
democracia boba, aséptica y conformista.
La civilidad vivió plenamente su ilusión y acompañó al candidato. El peronismo encaró su
campaña con mucho del viejo estilo. Alfonsín recurrió a la constitución. Agregó una apelación a la
transformación de la sociedad, que definía como moderna, laica, justa y colaborativa. Estigmatizó
al régimen militar. Aseguró que la democracia podía resolver los problemas de largo plazo,
satisfacer la masa de demandas acumuladas y prestas a plantearse. La mayoría de la sociedad le
creyó y el radicalismo superó al peronismo.
El terrorismo de estado
Introducción al concepto de terrorismo
El terrorismo es un concepto que hace referencia al uso de la violencia para obligar a un
gobierno o tomar decisiones en favor de quien ejecuta la acción terrorista. Este concepto tiene
fuertes connotaciones políticas y un alto contenido emocional entre la población. No siempre el
uso de la violencia implica un acto terrorista. Cuando se usa el terrorismo como herramienta de
acción política no se tienen en cuenta las leyes ni los derechos humanos. El grupo que utiliza
métodos terroristas considera que su causa justifica toda acción por más cruel y sanguinaria que
sea. El terrorismo busca a través de la utilización del terror conseguir objetivos que consideran que
por otra vía no serán posibles de alcanzar.
El terrorismo de estado
El terrorismo de estado es un tipo especial de terrorismo. Su protagonista, el terrorista, en
este caso sería el estado. Son producto de un plan sistemático y planificado para lograr objetivos
vinculados con el poder.
El estado al violar las leyes contradice su propia existencia porque uno de los objetivos del
estado es proteger y velar por la seguridad de la sociedad. La sociedad delega en el estado
poderes especiales para usar en función defensiva o garantizar el cumplimiento de la ley. La
sociedad reconoce al estado el uso monopólico de la violencia legítima como instrumento y
atributo propio de su condición estatal.
La policía puede usar armas, un ciudadano debe conseguir permisos especiales del estado
para hacerlo. Los cuerpos de seguridad pueden matar, allanar y detener. Los ciudadanos no,
excepto en situaciones muy particulares y límites.
La sociedad reconoce ese poder como legítimo siempre y cuando esté regulado por la ley.
El ejercicio abusivo del poder puede llevar a que desde el estado se utilicen distintos tipos de
acciones violentas y represivas al margen de lo que establecen las leyes. En muchos casos
obstaculiza la actividad judicial para lograr impunidad ante posibles acciones ilegales.
En muchos casos, los ejemplos de terrorismo de estado surgieron como forma de combatir
a grupos terroristas que amenazaban el predominio del estado. En esos casos, argumentan que no
se trata de una guerra convencional y por eso las formas usuales de guerra tampoco son utilizadas.
El estado al realizar acciones que violan la ley utiliza los procedimientos y estrategias de
los grupos de combate. El uso de la crueldad y de la violencia desmedida es justificado por el
estado terrorista porque permitiría anticipar acciones terroristas y lograr así mayores
probabilidades de salvar vidas de posibles víctimas civiles
El terrorismo de estado es la peor forma de violencia política. Se ejerce sobre personas
que no pueden defenderse, viola el contrato original entre una sociedad y el estado.
El genocidio en la historia
Existen numerosas situaciones en la historia de la humanidad previas al sigo XX en las que
se produjeron hechos que hoy serían calificados como genocidio. Los persas, los romanos, las
cruzadas emprendidas por los reinos cristianos de Europa, invasiones de origen Mongol, las
guerras de religión en Europa.
Al referirse a la población nativa americana desde la llegada de los europeos, se producen
otras discusiones porque las prácticas de las distintas naciones en las colonias americanas no
fueron exactamente las mismas. Porque se trató de un proceso dilatado durante varios siglos,
intervino la aniquilación directa, la diseminación de enfermedades, la instauración de la esclavitud,
a las que fueron sometidos los pueblos originarios.
La expansión de fronteras internas de los nuevos países americanos durante el siglo XIX
conllevó a una práctica sistemática de ocupación de territorio con exterminio de su población
originaria. Esto coincidió con la expansión y consolidación del imperio británico como principal
potencia mundial, con presencia en todos los continentes.
El genocidio en el siglo XX
Se ha debatido acerca del uso del concepto para expresar lo sucedido en las matanzas
durante la guerra civil española y las dictaduras militares latinoamericanas. En Guatemala y
Argentina se desarrollaron procesos de juicio a los responsables de las matanzas. En otros casos,
las leyes de amnistía y las condiciones políticas y sociales no permitieron que hubiera procesos
judiciales contra los responsables de prácticas similares.
La idea de definir a ciertas poblaciones como extinguibles puede incluirse dentro del
concepto de genocidio. Existe un amplio consenso respecto de muchos casos en los que la
definición de genocidio debe ser aplicada. El más conocido e impactando fue el holocausto del
pueblo judío a manos de los nazis, fueron exterminados seis millones de personas, la mayoría de
origen judío, también fueron víctimas gitanos, comunistas, homosexuales y personas con
necesidades especiales de distintas nacionalidades y religiones.
Lo más destacado de este caso es el uso sistemático del método científico y el cálculo
racional para el exterminio, los nazis lo denominaron solución final, fue precedida de estudios para
determinar la manera más eficiente, rápida y de menor costo para proceder a tal fin.
Autores afirman que solo este caso puede considerarse genocidio, dado el carácter
internacional, planificado y basado en el odio racial del exterminio que buscaba ser absoluto,
aunque no lo haya logrado. Todo lo sucedido en los campos de concentración supera el concepto
jurídico de crimen, en él se hizo realidad la más absoluta condición inhumana que jamás se haya
dado sobre la tierra.
El genocidio en Argentina
El primer caso en territorio argentino es el del pueblo de los Quilines en valles calchaquíes.
Estos pueblos resistieron la conquista española todo lo que pudieron, nunca se sometieron por
completo y participaron en guerras calchaquíes que culminaron con una gran rebelión. Al ser
derrotados, fue asesinada buena parte de las mujeres y de los niños, escasos sobrevivientes
fueron obligados a trasladarse hasta Buenos Aires.
El estado argentino fue responsable de una práctica sistemática de genocidio contra las
poblaciones originarias en la Patagonia y Chaco durante la conquista del desierto hacia fines del
siglo XIX. Los sobrevivientes fueron reducidos a la servidumbre, a pesar de que se había prohibido
la esclavitud de los niños hijos de esclavos y la introducción de nuevos.
Pasada la segunda mitad del siglo XX, el caso más notorio fue el proceso de reconstrucción
nacional. La dictadura cívica radical en 1976 implicaba eliminar a quienes se opusieran a las ideas o
pudieran reconstruir la capacidad de acción política y sindical de los trabajadores y los jóvenes.
Conclusiones
El genocidio es un concepto que sirve para caracterizar situaciones en las que se pone en
riesgo la continuidad vital de grupos sociales que tienen características comunes , pueden ser
étnicas, religiosas, nacionales, políticas o ideológicas. A través de prácticas buscan su aniquilación
total o su neutralización y desaparición.
Se trata de la eliminación física, simbólica y subjetiva de un grupo social que es
caracterizado como amenazador, indeseable o enemigo. Puede suceder en épocas de guerra como
en momentos de paz.
Es importante la visibilización de estas prácticas a través de la memoria y la toma de
conciencia. Permite el repudio generalizado y limita las posibilidades de presentarlo como
operaciones neutras o eliminación de enemigos. Esto implica presentar a las víctimas como
victimarios y legitimar el accionar de los auténticos victimarios: los genocidas.
Transición a la democracia
La transición es un lapso de tiempo que comienza cuando un régimen no democrático de
un país comienza a retirarse. Termina cuando un régimen democrático se impone sin riesgo de ser
derrocado. Intervalo que se entiende entre régimen político y otro.
Un ejemplo en Argentina es el período luego de la derrota en la guerra de Malvinas en
1982, los militares deben convocar a elecciones para volver a un régimen democrático. El fin de la
guerra es el momento de inicio de una transición entre ambos regímenes. Ese período finalizó
cuando el gobierno de Menem derrotó a los militares. Dio a la democracia un impulso definitivo y
ya no hubo peligros de retroceso.
Un cambio de régimen político implica el cambio de reglas que regulan el acceso al poder y
en el grupo que tomará el control de estado. Una democracia es un sistema de reglas en el que los
ciudadanos se expresan libremente y eligen a sus gobernantes. La democracia se define como una
poliarquía que no incluye todo lo que una democracia sustantiva podría ser, sino que se limita a
todo aquello que no puede dejar de tener.
Pactos e incertidumbre
Los procesos de democratización suelen estar a cargo de una élite política, es la encargada
de conducir el proceso de instalación de la democracia, muchas veces recurre a pactos. Toman
muchas decisiones, algunas veces pensando en el bien común y otras tratando de sacar el máximo
beneficio personal o grupal. La acción de los nostálgicos obliga a que los políticos de diversos
partidos tengan que acordar reglas entre sí para controlar la lucha por el poder.
Para acordar estas reglas, los miembros de una élite deben alcanzar pactos que den
formas institucionales a los acuerdos. Estos pueden ser secretos o públicos y tienen como fin
generar garantías recíprocas para competir en igualdad de condiciones por el poder.
Los pactos son importantes por dos motivos. El primero, se constituyen en la garantía de
que los sectores nostálgicos del régimen autoritario no tendrán margen de maniobra para intentar
otro golpe de estado. El segundo, la alianza de la elite forma una red de contención de las
demandas de una sociedad. Los pactos son las claves para que una transición sea exitosa y
ordenada. La transición de España fue considerada como modelo para ser imitada por los países.
España
El periodo correspondiente a la transición española comenzó con la muerte de su dictador,
el Gral. Francisco Franco, en 1975. Dos días después de muerto Franco, se inicia la transición a la
democracia con el nombramiento del rey Juan Carlos I que llegó al poder por la designación del
dictador Franco pedo después optó por abrir paso al régimen democrático. Fue protagonista de
otro acontecimiento clave: un grupo de militares irrumpió a los tiros en el parlamento español
intentando derribar al gobierno, Juan Carlos I condenó el golpe y éste fracasó.
Otro protagonista fue Adolfo Suarez, dirigente político que venía del régimen anterior y
que fue presidente del gobierno español entre 1977 y 1981. Decidió la legalización del partido a
cambio de que este aceptara la monarquía institucional. Tuvo fuertes oposiciones.
Sergio Carrillo (presidente del partido comunista español) aceptó el trato y además rompió
relaciones con la unión soviética, que se oponía a negociar. Suarez y Carrillo sabían que para
superar la dictadura debían ceder y aceptar algunas demandas de otros.
Felipe González se apoyó en otros gobiernos europeos socialistas y así fortaleció su
imagen dentro de España. Su estrategia internacional fue bloquear el ingreso de España a la
comunidad europea hasta que no hubiera terminado la democratización. Eso estimuló a muchos
empresarios a apoyar a la democracia. Ganó las elecciones en 1982 y gobernó hasta 1996, uno de
los periodos más prósperos de la España contemporánea.
Los políticos españoles tomaron decisiones difíciles, apostaron a confiar entre sí
convencidos de que era momento de abandonar antiguas disputas y construir una democracia
acompañada de bienestar y libertad.
Argentina
En 1982 la Argentina perdió la guerra de Malvinas y el gobierno militar perdió toda
legitimidad ante la sociedad. Debió renunciar y lo reemplazó provisionalmente Bignone, quien
convocó a elecciones.
El intento por recuperar Malvinas buscó recuperar la unidad y el apoyo perdido, pero su
efecto fue el contrario. El fracaso del gobierno militar era rotundo y por eso el régimen se cayó.
Argentina tuvo una transición por el derrumbe del régimen militar saliente con
características propias. La dictadura se derrumbó sin plan alternativo más que irse rápidamente y
dejar el problema a los civiles. Los políticos argentinos no buscaron una salida pactada, acordaron
presionar por elecciones inmediatas en las que compitieron descaradamente sin acuerdos
mínimos para esa lucha por la presidencia. Los partidos no entablaron diálogos entre sí para
enfrentar conjuntamente los problemas que enfrentarían siendo gobierno.
En 1983, elecciones. Ganó Alfonsín, quien no había apoyado la guerra de Malvinas y
prometía juzgar a los militares culpables de violar los derechos humanos.
La ausencia de pactos entre la élite política hizo que no hubiera acuerdos sobre un modelo
económico a seguir. Tampoco sobre qué hacer con los militares.
El gobierno enjuició y condenó a los militares responsables del golpe y de las
desapariciones. Hizo que los sectores nostálgicos del régimen militar se mantuvieran en alerta y
mostraran constantemente su capacidad de daño.
Se produjeron tres levantamientos militares durante los años de Alfonsín y un cuarto en el
mandato de Menem. Este último resolvió el asunto de raíz, reprimiendo a los militares rebeldes y
concediendo indultos que dejaron a los militares juzgados en libertad. Se consolidó la democracia
política y finalizó la transición ya que los militares nunca volvieron a ser una amenaza.
La apelación a la civilidad
Inicialmente el gobierno radical debía respaldarse en su poder institucional. Allí su apoyo
era limitado, en particular en el congreso, la mayoría que tuvieron en la cámara de diputados
contrapesaba con la mayoría de los peronistas en el senado. Los dos partidos tenían la posibilidad
de vetarse recíprocamente.
El gobierno, necesitado de apoyo político, con dificultades para encarar los problemas de
la crisis, dos alternativas: gobernar efectivamente, desplegando su voluntad pero tensando las
cuerdas institucionales, o tratar de concertar las distintas opiniones y llegar a acuerdos que
fortalecieran la república. El gobierno adoptó una vía media.
Los apoyos del gobierno se encontraban en el radicalismo y en el conjunto de la civilidad
que lo había respaldado. Actor político nuevo. Se trataba de un partido complejo y difícil de
unificar, en el que coexistían variadas tendencias y donde se representaban múltiples intereses.
Desde 1983 Alfonsín estableció un fuerte liderazgo partidario, capitalizando el apoyo que
había ganado en la civilidad. Su agrupación interna, el movimiento de renovación y cambio, eficaz
para ganar elecciones internas, pero poco consistente para proponer a la sociedad líneas
programáticas. Notable grupo de dirigentes jóvenes provenientes de la militancia universitaria, la
junta coordinadora nacional. Aportaron elementos ideológicos al discurso de Alfonsín y una gran
capacidad para la organización y la movilización de civilidad, que Alfonsín convocaba con el
programa de la constitución. La coordinadora ganó mucho poder y suscitó resistencias internas, la
unidad solo podía mantenerse gracias a la conducción de Alfonsín.
El pacto entre Alfonsín y la civilidad se calló con los actos masivos y con la fe en la
democracia. Allí residía su gran capital político, Alfonsín siguió utilizando esa movilización. Trabajó
en su educación, en la construcción como actor político maduro y consciente.
Desde el plan austral, su discurso se orientó hacia los temas del pacto democrático, la
participación y la concertación y hacia una nueva meta de la modernización. Reformas concretas:
la reforma del estado, el traslado de la capital al sur, la reforma constitucional, no concretadas
pero logró mantener la iniciativa en la discusión pública. Inquietud común: la convergencia de
distintas tradiciones políticas detrás de un único proyecto democrático y modernizador. Tentación:
la articulación de esas tradiciones en un movimiento político que las sintetizara y que comenzó a
denominarse el tercer movimiento histórico.
La apelación a la movilización de la civilidad sumada al protagonismo presidencial, suscitó
dudas sobre su relación con el proceso de institucionalización democrática. El gobierno debió
elegir entre atenerse estrictamente a las normas republicanas y aceptar una concertación que lo
alejara de sus objetivos programáticos o combinar aquel apoyo con el amplio margen de autoridad
presidencial y presionar al congreso desde la calle, pasarlo por alto, orientar quizás a la justicia.
Las frágiles bases de su poder residían en la coherencia y la tensión de esa civilidad. Sus
limitaciones pasaban por la fidelidad al pacto inicial, nuevas cuestiones lo privaron de la iniciativa
discursiva. Estas surgieron a izquierda y derecha, pero sobre todo de un peronismo renovado.
Un heterogéneo conjunto de fuerzas se nucleó en torno del partido intransigente con un
programa que se ubicaba en el mismo terreno que el alfonsinismo, agregaba consignas
nacionalistas y antiimperialistas. Esta fuerza se dedicó a señalar la infidelidad del gobierno al
programa y a radicalizar las consignas de los derechos humanos, el antiimperialismo le permitía
sintonizar con aquellos sectores del sindicalismo que repudiaron a la deuda externa. No lograron
constituir un polo alternativo. Se disgregó y fue absorbido por el peronismo renovado.
A la derecha creció la unión del centro democrático fundada por Alsogaray, mentor de las
ideas liberales. Popularidad entre jóvenes. Su éxito electoral fue relativo, pudo aspirar a
convertirse en la tercera fuerza, que arbitrara entre radicales y peronistas. Éxito ideológico.
Al competir con la fuerza gobernante en el terreno de la opinión pública, los partidos y las
instituciones, izquierdas y derechas contribuyeron a reforzar la institucionalidad. Después de las
elecciones de 1983, predominaron quienes quisieron combatir al gobierno desde las viejas
posiciones nacionalistas de derecha, alentaron el acuerdo de políticos y sindicalistas peronistas
con los militares. Fue articulándose dentro del peronismo una corriente opuesta que combatió con
la conducción oficial, a fines de 1985 conquistó la preeminencia en el partido. El peronismo
renovador se proponía adecuar el peronismo al nuevo contexto democrático, insertarse en el
discurso de la civilidad y sumarle el de las demandas sociales. Cuando se produjo la crisis militar de
semana santa de 1987, los dirigentes renovadores manifestaron solidaridad total con la
institucionalidad democrática y respaldaron al gobierno. Inscribían al peronismo en el juego
democrático, parecían crear la condición de éste: la posible alternancia entre partidos
competidores y copartícipes.
El fin de la ilusión
El año 1987 fue decisivo para el gobierno de Alfonsín. El episodio de Semana Santa,
culminación de la participación de la civilidad y la evidencia de su limitación de poder. Perdió la
exclusividad del liderazgo sobre la civilidad. Ganancias para el peronismo renovador. En clima de
deterioro económico agudizado y de inflación creciente, triunfaron en las elecciones de 1987.
El gobierno sintió una derrota que cuestionaba su legitimidad y su capacidad de gobernar.
Las dificultades para su gestión fueron crecientes, hasta llegar al calvario. El plan económico le dio
un respiro, la oposición peronista aceptó compartir la responsabilidad en la aprobación de los
nuevos impuestos necesarios para equilibrar las cuentas del estado. Pero no acompañó al
gobierno en las trasformaciones de fondo, la credibilidad de la nueva orientación fue escasa y los
signos de la crisis reaparecieron. En el propio partido, disconformes con la conducción de Alfonsín,
quien propuso como candidato presidencial a Angeloz.
La cuestión militar tuvo dos nuevos episodios porque la situación de los oficiales seguía
irresuelta porque los activistas militares estaban dispuestos a aprovechar la debilidad del
gobierno. Enero de 1988, el teniente coronel Aldo Rico, jefe de aquel lanzamiento, huyó de su
prisión. La movilización civil fue mínima, el respaldo militar a los sublevados resultó escaso. Rico
fue perseguido por el ejército, se rindió y fue encarcelado.
A fines de 1988, una nueva sublevación encabezada por Mohamed Alí Seineldín, jefe de
los carapintadas. Se sublevó en un regimiento y reclamó una amnistía, reivindicación de la
institución y renovación de los mandos. Se comprobó que el ejército se negaba a reprimirlo. El
resultado final fue incierto. Desde el punto de vista el gobierno, no acertaba a conformar ni la
civilidad ni a los oficiales. El proyecto de reconciliar a la sociedad con las fuerzas armadas había
fracasado. Quienes habían apelado a los militares repudiaban su actitud subversiva y el
nacionalismo fascistizante que esgrimían.
En enero de 1989 un grupo terrorista asaltó el cuartel de La Tablada y el ejército encontró
la ocasión para realizar una demostración de fuerza que culminó con el aniquilamiento de los
asaltantes. El reconocimiento que recogió fue el primer indicio del cambio de prioridades y valores
en la opinión pública, la cuestión militar abierta llevaría a la reivindicación de los militares.
Luego de la elección de septiembre de 1987 creció la figura de Cafiero, gobernador de
buenos aires, presidente del partido justicialista y jefe del grupo renovador. Éste y los renovadores
habían remodelado el peronismo a imagen y semejanza del alfonsinismo: respeto a la
institucionalidad republicana, propuestas modernas y democráticas, elaboradas por intelectuales,
distanciamiento de las grandes corporaciones y establecimiento de acuerdos mínimos con el
gobierno para asegurar el tránsito ordenado entre una presidencia y otra.
Menem demostró capacidad para reunir en torno suyo diferentes segmentos del
peronismo, dirigentes sindicales, antiguos militantes de la extrema derecha o izquierda de los años
setenta, caudillos o dirigentes locales. Con este apoyo ganó la elección interna y en julio de 1988
quedó consagrado candidato a presidente.
En los meses siguientes se familiarizó con las propuestas neoliberales, tejió solidas alianzas
con la iglesia y los oficiales de las fuerzas armadas, apeló a los humildes. En el voluntarismo se
acercaba al estilo de Alfonsín, todo lo demás lo diferenciaba.
En agosto de 1988 el gobierno lanzó un nuevo plan económico que denominó primavera,
con el propósito de llegar a las elecciones con la inflación controlada, sin realizar ajustes. Al
congelamiento de precios, salarios y tarifas se agregó la intención de reducir el déficit estatal para
lograr el apoyo de los acreedores externos. El plan marchó de entrada con dificultades: la
predisposición de los distintos actores a mantener el congelamiento fue escasa, los cortes en los
gastos fiscales fueron resistidos.
Se trataba de una situación explosiva. El banco mundial y el FMI limitaron sus créditos al
gobierno argentino. Cuando ambas instituciones hicieron este anuncio, todo el edificio se
derrumbó. El gobierno anunció la devaluación del austral e inició un periodo en que el dólar y los
precios subieron y la economía entró en descontrol. Hiperinflación, destruyó el valor del salario y
de la moneda. Afectó la producción y la circulación de bienes.
El partido justicialista obtuvo un triunfo y Menem quedó consagrado presidente. A fines
de mayo la hiperinflación tuvo sus primeros efectos dramáticos: asaltos y saqueos a
supermercados, duramente reprimidos. Alfonsín renunció, para anticipar el traspaso del gobierno.
La jefatura
Luego de electo en 1989, Menem procedió a ampliar los márgenes de poder del ejecutivo.
Con la ampliación de la corte suprema se aseguró la mayoría, la corte falló en favor del ejecutivo
en cada situación discutida. Para eliminar controles y restricciones, removió a casi todos los
miembros del tribunal de cuentas y al fiscal general, redujo el rango institucional de la sindicatura
general de empresas públicas y desplazó a jueces o fiscales cuyas iniciativas resultaban incómodas.
Menem recurrió a los vetos parciales de las leyes y a los decretos de necesidad y urgencia. Todo
convalidado por representantes, funcionarios y magistrados.
Se concentró en la política, pero no se preocupó mucho de las cuestiones de
administración o gestión. Después de separarse de su esposa transformó la quinta de olivos en
una corte, rodeado de un círculo íntimo. El jefe concedía a sus fieles protección e impunidad.
Tráfico de influencias. La corrupción se confundió con el sistema y se integró a la máquina política.
Los políticos se quejaron de los costos sociales y políticos de la gran transformación y del
recorte de los recursos que ellos manejaban. Carvallo trató de corregir la corrupción.
El talento de Menem se manifestó en su capacidad para hacer que el peronismo aceptara
sus reformas. El peronismo ya no era l de antes. Luego de 1983 aceptó las nuevas condiciones de
la democracia y se convirtió en un partido de organización territorial.
Menem no necesitó ni la plaza ni el balcón para comunicarse fácilmente con la gente,
jugaba al futbol y visitaba los programas de televisión populares. Ante las demandas de la
sociedad daba una respuesta rápida. Demostró que para gobernar podría prescindir del peronismo
y de sus cuadros.
El movimiento renovador se disolvió y muchos de sus dirigentes se incorporaron al
menemismo. Cafiero fue reemplazado por Duhalde, electo gobernador en 1991 y reelecto en
1995. Duhalde construyó en la provincia un sólido aparato político y se perfiló como candidato a la
sucesión presidencial. Entre los sindicalistas muchos dirigentes obtuvieron beneficios personales y
algunos gremios transformados en organizaciones empresarias aprovecharon las prebendas de la
privatización.
En los comicios de 1991 Menem lanzó nuevos dirigentes. Estas elecciones fueron un éxito
para el presidente y convencieron a los dudosos de que el peronismo tenía nuevo jefe.
Actualización doctrinaria del peronismo: declaró que se apartaba de la línea histórica trazada por
Perón y empezó a pensar en la posibilidad de su reelección.
Fuera del peronismo, la oposición política fue mínima. La UCR no pudo remontar el
descrédito de 1989. Los radicales no sabían cómo enfrentar a Menem.
La cuestión militar tenía dos aspectos: el castigo a los responsables del terrorismo de
estado y el sostenido reclamo de los carapintadas. Antes de llegar al gobierno Menem había
establecido sólidos contactos con ellos. A fines de 1989 los indultó, dentro de su política más
general de reconciliación. Los carapintadas habían se sublevado reclamando el cumplimiento de
una promesa de Menem. Éste ordenó una represión en regla y los mandos militares acataron la
orden. Muertos y heridos, los responsables fueron juzgados.
Poco después asumió la jefatura del estado Martín Balza. Logró mantener la disciplina y la
subordinación del ejército al poder civil. El presupuesto militar fue reducido y se privatizaron
empresas militares. En 1994, supresión del servicio militar obligatorio y su reemplazo por un
sistema de voluntariado profesional.
En 1995 Balza realizó una crítica de la acción del ejército en la represión clandestina y
afirmó que la obediencia no justificaba los actos cometidos. La declaración provocó reacciones
hostiles en el ejército.
Un apoyo similar en la iglesia. Un grupo de obispos comenzó a reclamar políticas
compensatorias. Rechazo del aborto, derecho a la vida. Menem se hizo aceptar por la jerarquía
eclesiástica y estableció excelentes vínculos con Bush y Bill Clinton. Argentina abandonó el
movimiento de países no alineados, se clausuró un proyecto de construcción de misiles, se
respaldaron todas las posiciones internacionales de EEUU y se lo acompañó en sus empresas
militares. Involucrarse en las cuestiones de medio oriente tuvo un precio: dos atentados, uno en la
embajada de Israel y otro en la AMIA.
El gobierno enfrentó inicialmente escasa oposición a las reformas. Hubo algunos
incipientes movimientos de resistencia: la CTA no encuadrada en el peronismo y luego el MTA
peronista disidente, lograron coordinar sus protestas en la marcha federal de julio de 1993 y un
paro general al que no se adhirió la CGT. En diciembre de 1993 un estallido violento: la pueblada.
Incendio de edificios públicos y viviendas de políticos, nueva forma de protesta.
Menem trabajó con empeño en su reelección, superó todo tipo de dificultades y
finalmente lo logró. No fue fácil, el problema principal estaba en el congreso: la reforma
constitucional debía ser habilitada en ambas cámaras. En 1993 Menem logró la aprobación del
senado, exploró la posibilidad de hacerla aprobar por ley. La UCR estaba dividida, Alfonsín se
oponía pero los gobernadores radicales eran más proclives a un entendimiento. En noviembre de
1993, Menem y Alfonsín acordaron en secreto las condiciones para la reforma constitucional que
habría de contener la cláusula de reelección y modificaciones para modernizar el texto y reducir el
margen de discrecionalidad presidencia. Alfonsín fundamentó su decisión en los riesgos
institucionales que tendría una reforma sin el consentimiento de las fuerzas políticas, los
beneficios podrían obtenerse para la modernización institucional. El partido radical lo aceptó pero
el resto del ámbito opositor lo rechazó.
A principios de 1995 la crisis del tequila dio fuerza a la campaña reeleccionista, Menem
pasó a encarnar en la opinión el orden y la estabilidad. En las elecciones enfrentó a un UCR
debilitada y a una nueva fuerza (frepaso). El triunfo de Menem fue claro, logró el %50 de los votos.
Un país transformado
Al finalizar la década de los 90, Argentina era un país nuevo. Las políticas de la década
menemista contribuyeron a esa transformación pero no fueron el único factor. Menem le dio un
impulso al cambio y creó un modelo de gestión política, social y económica que se mantuvo.
En la economía los cambios fueron consecuencia de las reformas del gobierno de Menem
y del cese de la inflación. Los cambios profundizaron el giro iniciado en 1976. El estado redujo la
asistencia estatal a sectores a través de subsidios. Se promovieron las exportaciones.
El golpe más fuerte lo recibió el sector industrial volcado al mercado interno, empresas
debieron cerrar, sobrevivieron las que pudieron reconvertir sus procesos de producción y
adecuarse a los nuevos estándares mundiales. Los cierres y la tecnificación produjeron una
reducción del nivel de ocupación, sumado a los despidos en las empresas privatizadas, conformó
un gran contingente de desocupados.
Los grandes grupos nacionales se asociaron con los consorcios internacionales para
adquirir las empresas del estado. La mayoría vendió su participación y dedicó esa ganancia a
consolidar su núcleo principal. El gobierno alentó las exportaciones mediante subsidios destinados
a grupos fabricantes. Algunas empresas instalaron filiales en otros países, un grupo se había
adecuado a las condiciones de la economía globalizada, otro había desaparecido y un tercero
subsistía con dificultad.
Transformación del mundo agrario. Los precios internacionales mejoraron y alentaron los
cambios productivos. El motor estuvo en los cereales y las oleaginosas, fue el resultado de una
combinación de nuevos procedimientos tecnológicos y formas de organizar la producción. Se
generalizaron los pooles de siembra, permitieron combinar de manera efectiva distintos factores
de la producción. La frontera agraria comenzó a expandirse. La soja, las oleaginosas, los aceites y
los cereales incrementaron las exportaciones del sector, los productores de frutas y hortalizas
encontraron su alternativa exportadora en el mercosur.
El estado fue desentendiéndose de sus funciones sociales. Para achicar su déficit, el estado
nacional transfirió su responsabilidad a los estados provinciales y hubo un deterioro en la calidad
de los servicios. Abandonó los principios de universalidad y asumió solamente la parte destinada a
los pobres de manera focalizada, de acuerdo con las urgencias o la capacidad de presión social.
El discurso neoliberal impuso en la opinión sus propuestas y problemas. El debate público
se redujo a la economía y a la estabilidad. Luego de 1995 algunos actores recuperaron
aspiraciones, pero de manera casi nostálgica.
Los cambios en la economía y en el estado le dieron a la sociedad un perfil absolutamente
diferente al que había tenido en los años anteriores.
La ejecución del PAN durante la gestión de Alfonsín reveló que muchos sectores de la
sociedad padecían hambre. La hiperinflación de 1989 escenificó los cambios, que fueron
profundizados por las políticas reformistas de los noventa. La apertura económica y las
privatizaciones de empresas públicas agravaron los problemas de empleo, las reformas estatales
provocaron el deterioro de los servicios de salud, educación y seguridad.
La sociedad se polarizó. La transformación dejó ganadores y perdedores. Un sector se
sumergió en la pobreza, muchos ricos prosperaron. Las desigualdades no se disimularon. La
antigua sociedad dejó paso a otra muy segmentada, de partes incomunicadas, separadas por su
diferente capacidad de consumo y de acceso a los servicios básicos.
Las clases medias experimentaron una fuerte diferenciación interna en sus ingresos. Las
actividades o las profesiones dejaron de indicar con certeza la posición social. Un extenso sector
de viejas clases medias se deslizó sumándose al heterogéneo mundo de la pobreza. Quedaron en
vulnerabilidad, la precariedad laboral se sumó a la pérdida de la atención médica o la jubilación.
La formación de un extenso mundo de pobreza fue el dato más significativo de la nueva
sociedad. Los cambios laborales fueron decisivos: reducción del empleo estable, aumento del
trabajo ocasional y del empleo informal, baja de los salarios y aumento de la desocupación,
significó una pérdida de la cantidad y calidad del trabajo y la combinación de ciclos de empleo
ocasional con otros de desocupación.
Lo característico del conurbano es el entrelazamiento de lo viejo y lo nuevo, los barrios
deteriorados de clase media, las villas de emergencia y los lujosos countries y barrios privados.
Otros cambios tuvieron que ver con los valores y proyectos de vida. El mundo de los ricos y
exitosos puso en cuestión las expectativas de la antigua sociedad, para qué, si no había
recompensa probable. La misma combinación entre trabajo y delito ocasional era frecuente entre
quienes salían cada día a buscar cómo mantener a su familia y hacerse de un ingreso extra. La
lucha por la supervivencia estimuló una solidaridad.
La retirada del estado fue uno de los aspectos más dramáticos de la nueva situación. La
atención médica declinó. Los hospitales públicos se deterioraron. Las escuelas, también
deterioradas, permanecieron en pie. La escuela pública perdió su papel integrador y se convirtió
en reproductora de la desigualdad.
También retrocedió el estado en su función de proveer seguridad. En los grandes
conglomerados se hizo más difícil la prestación de servicios, contribuyó la corrupción de la
institución policial. El delito entró en la habitualidad social y la policía participó de sus frutos y
hasta lo organizó.
El estado reemplazó las políticas universales de sus épocas de esplendor por
intervenciones parciales y focalizadas. Los fondos venían del estado aunque en muchos casos los
recibía de organismos internacionales. Se destinaron a programas muy variados: vivienda,
recalificación laboral, fomento de emprendimientos, salud y educación. El mundo de la pobreza se
consolidó. Estas acciones contribuyeron a hacer menos terribles las consecuencias de la gran
mutación social.
La transformación tuvo efectos contundentes en la política. En las barriadas pobres, la
sociedad se articuló en torno de un complejo universo de sociedades de fomento. Surgieron
referentes con capacidad para establecer orden y ayudar en la solución de las situaciones de
emergencia.
Punteros y referentes sociales articularon las redes políticas y sociales. Se negociaban
contingentes de votantes importantes para la disputa interna. Se trataba de conjuntos antes que
de individuos. El individuo, presionado por la necesidad de asegurar subsistencia, subsumido en el
grupo, encontraba en la elección la ocasión para obtener algo de lo que necesitaba. El beneficio
concreto debía incluirse en un contexto de solidaridades, valores y discursos compartidos cuya
construcción constituyó todo un desafío para las organizaciones políticas. El peronismo obtuvo
una ventaja.
En el resto de la sociedad se produjo una evolución convergente. A partir de 1983 la
ciudadanía militante y comprometida dio nueva vida a los partidos políticos. Pero gradualmente
perdió relevancia el debate de ideas y la formulación de propuestas. A la desconfianza hacia las
ideologías se sumó el repliegue de la ciudadanía, desilusionada con las promesas no cumplidas de
la democracia. Los partidos acompañaron esta transformación y desarrollaron otras funciones. Los
dirigentes gradualmente fueron conformando una nueva corporación. La ciudadanía se fue
reduciendo y los partidos perdieron vitalidad y representatividad.
Las instituciones republicanas se fueron resintiendo. Las urgencias de la crisis y la idea de
jefatura del peronismo tensaron la relación entre los poderes y se fue estableciendo la antigua
concepción de la democracia líder. Se trató de equilibrar las necesidades del gobierno en tiempos
de emergencia con las exigencias republicanas de controles, balances y contrapesos.
En la segunda mitad de la década de 1990, renacimiento del espíritu ciudadano, que se
manifestó con intensidad en las cuestiones pendientes del terrorismo de estado. Instituciones
especializadas, un grupo de profesionales y hasta una nueva especialidad académica revitalizaron
el discurso político moral original. Su acción se desarrolló al costado de la política partidaria,
acentuando su función vigilante y censora. Entre el activismo contestatario creció una nueva
lectura del pasado. Iniciaron la reivindicación de la lucha de los años setenta acorde con el nuevo
clima de protesta social que se insinuaba.
Epílogo
No parece fácil que se recuperen las condiciones estructurales sobre las que se sustentó el
kirchnerismo. No se trata de un peronismo eterno, es un segundo peronismo, muy diferente al
primero. El de entonces fue el peronismo de los trabajadores y de la justicia social, el actual es el
peronismo de los pobres y la inclusión. Corresponden a dos Argentinas muy diferentes.
La vieja Argentina fue un país vital y conflictivo, con una economía próspera, capaz de dar
empleo a los sucesivos contingentes que se incorporaron a la sociedad. Fue dinámica, móvil e
integrativa. Algunos conflictos fueron propios de la incorporación social acelerada. Otros se
explican por las características del estado y su relación con las diferentes corporaciones e
intereses. Aquel estado fue activo y potente, intervino de manera creciente para regular los
conflictos de una sociedad cada vez más compleja. Desarrolló su capacidad para conceder
privilegios. Del interés general se fue deslizando hacia el favor a alguno de los grupos de interés
organizados que negociaban con él y lo presionaban. Fue progresivamente colonizado por las
corporaciones, perdió su autonomía y se convirtió en el campo de combate.
La Argentina vital generó una ciudadanía informada, activa y participativa. En la primera
mitad del siglo XX hubo dos grandes ciclos políticos democráticos, uno radical y otro peronista.
Hubo algunos rasgos comunes: se trató de un tipo de democracia prebiscitaria, de líder, y poco
preocupada por la institucionalidad republicana. El radicalismo y el peronismo se proclamaron
como la expresión de la nación y del pueblo, su jefe se asignaba una misión y no se creía limitado
por normas e instituciones. Los adversarios fueron considerados enemigos del pueblo y la nación.
El resultado fue una política facciosa, intolerante e inestable, atrajo intervenciones
militares. Los militares aprovecharon los conflictos para proponer la alternativa de la dictadura. La
Argentina vital también produjo un nacionalismo construido sobre la idea de la unidad y la
homogeneidad. Ser nacional. La definición fue conflictiva, aquel que imponía la suya decidía quien
pertenecía a la nación y quien era su enemigo. El ejército, la iglesia, los movimientos políticos,
estas imágenes concurrieron en un nacionalismo intolerante y paranoico.
La última dictadura militar potenció al extremo los conflictos de la vieja Argentina e inició
la construcción de la nueva. Es una Argentina decadente. El rodrigazo de 1975 inició un proceso de
empobrecimiento y de redistribución regresiva del ingreso. Los cambios beneficiaron a quienes
tenían una relación privilegiada con el poder, pero hubo afectados que quedaron en desocupación
y en la miseria. El resultado fue una sociedad fragmentada.
Argentina hizo en 1983 su intento más sistemático y voluntarioso de construcción de una
democracia republicana. Por contraposición a los horrores de la última dictadura pudo instalarse
en el imaginario social de una democracia ideal. Retrocedió el nacionalismo integral y duro,
floreció un patriotismo pluralista y menos paranoico. Los costos más duros de la gran
transformación: una deuda externa imposible de pagar y una inflación imposible de controlar.
La prioridad pasó a la reforma y al estado. Esta transformación tuvo dos aspectos
salientes. Uno fue la privatización de las empresas el estado, que alivió el problema de la deuda
externa. El otro fue la ley de convertibilidad, que contuvo la inflación pero creo las condiciones
para un final catastrófico. Cuando éste llegó en 2001 reaparecieron los problemas de fondo de la
nueva Argentina, multiplicados por una profunda crisis política y social. La exportación de soja y
otras permitió recomponer las finanzas de manera casi milagrosa. El estado la madre de todos los
problemas, incluso el democrático.
En la construcción democrática de 1983 se combinaron el sufragio, la institucionalidad
republicana, el estado de derecho, la pluralidad y la discusión racional. Era novedosa la
interpelación a una ciudadanía consciente y activa. Queda poco de aquella ilusión. Cada vez son
menos los ciudadanos conscientes, reflexivos y comprometidos. Cada vez pesan menos las
instituciones, la opinión pública y el estado de derecho.
En 1983 se creyó que el estado podría llevar a la práctica lo que el gobierno democrático
decidiera. Los modos de obtener beneficios del estado cambiaron. Se pasó de incidir en la
orientación general de sus políticas a la obtención de beneficios para empresas o personas
específicas. Predominaba entonces la opinión neoliberal, que predicaba el achique del estado, lo
que en realidad significó desmontar sus principales instrumentos de regulación y control. La base
del estado prebendario se mantuvo y se profundizó. Siglo XXI, el discurso neoliberal fue
reemplazado por el estatista.
Hubo y hay una importante traslación de ingresos por la vía de la política, que explica
parte de la polarización social. El estado fue perdiendo su burocracia, sus procedimientos, sus
agencias de control, sus normas y su ética. Gobiernos discrecionales fueron destruyendo el estado.
El segundo peronismo mostró una gran capacidad de adaptación. Avanzó en el desmonte
del estado y de los mecanismos de control. La democracia y particularmente la necesidad de
sustentar el poder en los sufragios abrieron nuevas posibilidades a la profesionalización. Hay un
cambio cultural. Los recursos para el enriquecimiento personal provienen del estado. La prueba de
fuego de los gobernantes del segundo peronismo está en su capacidad de llevar adelante a un país
que en los últimos tiempos ha tenido experiencias muy traumáticas, que ha vivido en emergencia
y que valora la gobernabilidad y la normalidad.
Democracias delegativas
Las democracias delegativas surgieron en la necesidad de caracterizar a los regímenes
políticos postransicionales de la década de 1980 en América Latina. Las democracias surgidas en
aquellos años no se ajustaban a las tipologías previas, por lo cual tuvieron que recurrir a un nuevo
concepto.
Profundizando en el concepto
Las democracias delegativas son una forma de manejar y ejercer el poder político, se
distingue por la forma en la que se toman las decisiones. Así como en las representativas, los
ciudadanos tienen la facultad de reunirse, agruparse políticamente y competir por el voto popular.
Solo una persona o un grupo de personas toman las decisiones, estos no sienten la necesidad ni la
obligación de consensuarlas, ampliarlas o someterlas a la revisión de instituciones de control.
En democracias representativas, la toma de decisiones requiere del acuerdo de los
diferentes partidos políticos. El congreso, espacio donde los partidos políticos ponen en discusión
sus ideas, intentando llegar a acuerdos y tomar decisiones considerando los varios puntos de vista.
En las democracias delegativas el presidente tiene el derecho de tomar las decisiones que
crea posibles para el país basándose en sus propias ideas, métodos y acciones. La idea central es
que existe una necesidad de salir de la situación crítica de cualquier manera. Se vota a alguien sin
importar su pasado y sin conocer su real capacidad más allá del discurso. Es por esto que es
asociada con una lógica hiperpresidencialista. Se implementa un sistema de elección mayoritario
para sus presidentes, como el balotaje. El presidente argumenta representar la voluntad del
pueblo y para eso necesita porcentajes muy altos de votación que legitimen su vocación
mayoritaria. Los liderazgos son carismáticos y concentran en ellos todo el saber y la decisión sobre
cómo salir de la crisis.
En las democracias delegativas se estimula la aparición de dicotomías, polarización social
entre quienes apoyan las decisiones presidenciales y quienes no lo hacen. Quien ocupa la
presidencia, afirma que no representa a un partido, sino a la nación en su conjunto.
El uso persistente de un lenguaje de crisis y el recurso de invocar constantemente los
miedos desatados por las crisis son parte de la estrategia de sostén de este régimen. No estar de
acuerdo con la decisión presidencial es no estar de acuerdo con la nación. Otra característica es la
negación de las instituciones democráticas. Las decisiones presidenciales son las mejores y las
únicas para el país. Los obstáculos a ese tipo de decisiones son considerados dañinos. La justicia, el
parlamento, los opositores, todos ellos son obstáculos que no deben ser respetados si contradicen
al presidente.
En una democracia representativa, las instituciones son espacios para la revisión de las
decisiones del poder ejecutivo. En una democracia delegativa, son espacios de cuestionamiento al
régimen. No solo las instituciones políticas son obstáculos, también los grupos económicos y la
prensa.
Las democracias delegativas se caracterizan por su condición movimentista. Se apoyan en
movimientos sociales. Esto les permite ampliar la cantidad de individuos que apoyan al candidato.
Los movimientos permiten una mejor integración de las diferencias entre sus componentes. Los
partidos políticos son considerados obstáculos para la toma de decisiones porque solo integran a
personas que coinciden entre ellas y rechazan a quienes piensan distinto. Se sostiene en el apoyo
de un movimiento pero no se limita a éste.
El mundo actual
Dos hechos históricos enmarcan el período que denominamos mundo actual entre 1989 y
2016. Cayó el muro de Berlín a fines de 1989 y el muro del Caribe en enero de 2015.
Después de la segunda guerra mundial comenzó la guerra fría, caracterizada por un
mundo bipolar. El período designa la rivalidad que enfrentó a EEUU con la URSS y sus respectivos
aliados. Se libró en los frentes político, económico, propagandístico y de forma muy limitada en el
militar. Se oponían dos bloques: el occidental y el del este. El primero agrupaba países de
economía capitalista con un alto nivel de desarrollo y sistemas políticos democráticos. El segundo,
países con una economía de planificación centralizada y modelos políticos de tipo autoritario.
El muro de Berlín comenzó a construirse en 1961 en el marco de este enfrentamiento.
Dividía a Alemania en dos. Distintas funciones: fue levantado para proteger a su población de
fascistas que conspiraban para evitar la construcción de un estado socialista y sirvió para impedir
la emigración masiva.
El muro del Caribe comenzó como un embargo comercial, económico y financiero de
Estados Unidos en contra de Cuba en 1960. En 1962 se estableció el bloqueo del paso de buques
soviéticos a Cuba. En 2015, EEUU y Cuba reiniciaron sus relaciones diplomáticas.
La caída de los muros expresan la culminación de procesos de disolución de un mundo
organizado en dos ejes de poder y la emergencia de otro más independiente y complejo.
1. De la caída del Muro de Berlín (1989) al derrumbe de las torres gemelas (2001)
En la guerra del Golfo (agosto de 1990-febrero de 1991), naciones unidas autorizó una
acción militar con el objetivo de desalojar a Irak, que había invadido el territorio del estado de
Kuwait. Estuvo liderada por EEUU. Operación tormenta del desierto, dejó expuesta la superioridad
militar de EEUU. Derrotó al ejército iraquí. El escenario político internacional tendía al
multilateralismo, el conjunto de las naciones, reconociendo el liderazgo norteamericano igual
tenía participación en decisiones políticas de impacto global.
Otro de los conflictos, la guerra de Balcanes. Las fuerzas serbobosnias tomaron la ciudad
de Srebrenica y ejecutaron a 8 mil musulmanes. Ponía de manifiesto que algunos conflictos
étnicos y otros de base nacionalista muy antiguos, habían quedado tapados por la expansión
soviética en dicha región y una vez que ésta desapareció, resurgieron con muchísima fuerza y
crueldad. Este conflicto se prolongó durante toda la década de 1990. Hacia 1999 la OTAN llevó a
cabo la intervención de Kosovo, con el objetivo de frenar la masacre que se estaba produciendo.
Japón desde la década de 1980 y China e India a partir de los noventa, son casos
emblemáticos de expansión material en la historia económica mundial contemporánea. Están
entre los de mayor PBI mundial y tienen a EEUU como su principal socio comercial.
c. La aplicación de las ideas neoliberales en América Latina
Los estados instrumentaron bonos de deuda pública, las empresas pudieron financiarse
globalmente y los flujos de capitales se trasladaron de las economías más desarrolladas a las
emergentes. Cuando las condiciones de la economía mundial cambian, los flujos de capital se
revierten. Provoca que las crisis financieras se transformen en económicas. Desde mediados de
1990 estas crisis fueron recurrentes. Para muchos eran la consecuencia natural de las políticas
neoliberales.
El período entre finales de la década de 1980 y el inicio del siglo XXI es definido como la
era de la información, por el gran cambio tecnológico y su impacto. Internet se convirtió en el
desarrollo tecnológico más representativo de esta era. Diversos dispositivos fueron reduciendo las
distancias y agilizaron las posibilidades de comunicación. La centralidad de estas áreas en el
entramado científico, productivo, comercial y financiero hizo que las compañías de este sector se
transformen en las estrellas financieras de fines del siglo XX. Hacia el año 2000 entraron en crisis.
La crisis de las puntocom. Colapso económico generalizado de ciertas empresas de internet. Éstas
prometían gran crecimiento y dinero con baja inversión y se sobrevaloraron las bolsas generando
una burbuja especulativa.
Tercera y última etapa. Se caracteriza por una guerra global permanente. Acontecimientos
que llevan a la conclusión de que a nivel global se están atravesando tiempos difíciles de alta
incertidumbre. Problemas medioambientales, terrorismo y migraciones masivas desde zonas
empobrecidas.
La primavera árabe hace referencia a una serie de le alzamientos populares en los países
árabes acontecidos desde 2010. Se inició en Túnez y forzó un cambio de gobierno en ese país. Son
revoluciones de civiles que a través de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información
reclaman mayores libertades, cambios en el régimen político y terminar con gobiernos
autoritarios. Cinco años después, Túnez parece ser el país donde se pueden ver más avances, en
otros persisten las dificultades. En siria hay una profunda guerra civil, lo mismo Irak. Es una de las
consecuencias de la incursión de las fuerzas militares estadounidenses en la región.
Para EEUU, Inglaterra y las potencias occidentales el surgimiento del estado islámico (ISIS)
y del califato es el más grande desastre. La guerra contra el terrorismo por la cual se han limitado
las libertades civiles y gastado millones de dólares, ha fracasado. ISIS ha demostrado que peleará
con cualquiera que no se adhiera a su variante intolerante, puritana y violenta del Islam. Se trata
de una organización militar bien dirigida que tiene mucho cuidado al elegir sus objetivos y el
momento óptimo para atacarlos.
Firma del tratado nuclear entre Irán y los cinco miembros permanentes del consejo de
seguridad de las naciones unidas, más Alemania. El acuerdo corta las vías para que Irán desarrolle
armas nucleares. A medida que Irán cumpla con las condiciones, se levantarán todas las sanciones
contra ese país impuestas por la ONU, la UE y EEUU.
Rusia no dejó de ser una gran potencia. Las potencias europeas a través de su organización
militar y de su capacidad de influencia económica tientan a algunos de sus aliados estratégicos
para que se posicionen más cercanos a Europa y abandonen a Rusia. Ucrania, gobierno que se
quiere aliar con Europa y regiones de su territorio vecinas a Rusia que prefieren un acercamiento a
dicha potencia.
Miembros de la OTAN temen que Rusia pueda impulsar agitaciones. Ésta niega que vaya a
apoyar cualquiera de los movimientos subversivos. Cualquier posible situación de conflicto que
involucre a Rusia puede hacer presagiar conflictos de enorme magnitud potencial. El hecho de que
EEUU y Cuba retomaran relaciones diplomáticas, una de las últimas consecuencias de la guerra
fría. En el Caribe falta recorrer obstáculos.
Globalización
La globalización tiene dos características importantes: la existencia de organizaciones y
empresas de alcance mundial y la velocidad de las comunicaciones derivadas de los avances
tecnológicos. Grandes compañías vinculadas con la industria de la alta tecnología, un sector clave:
China. Se ha venido convirtiendo en el taller del mundo.
TLCAN
El 1 de enero de 1994 entró en vigor el tratado de libre comercio de América del Norte, firmado
por Canadá, EEUU y México. Este elimina barreras arancelarias para el comercio y fija condiciones
de inversión para los países miembros. La intención de EEUU y del tratado fue expandirse al resto
de Latinoamérica en un gran acuerdo comercial y financiero llamado ALCA. Sin embargo encontró
un freno por distintas experiencias de gobierno de la región que surgieron con visiones
contrapuestas a la vigente.
Mercosur
El Mercosur está integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia. La
asociación nació a partir del tratado de asunción y planteó la libre circulación de bienes, servicios y
factores productivos con eliminación de derechos aduaneros y el establecimiento de aranceles
externos comunes y de políticas comerciales concertadas para la relación con otros países. Los
estados también comparten los valores de sociedades democráticas, pluralistas y defensoras de
libertades fundamentales y derechos humanos, también la protección del medio ambiente, el
combate a la pobreza y el desarrollo económico y social buscando mejores niveles de equidad.
ALBA
ALBA surgió con el acuerdo inicial entre Venezuela y Cuba, propusieron una forma de integración y
unión de América Latina y el Caribe buscando un desarrollo independiente priorizando la
complementariedad regional. Se incorporó Bolivia con la propuesta del TCP como instrumento de
intercambio solidario destinado a beneficiar a los países miembros. El ALBA-TCP se presenta
también como una alianza política que defiende la autodeterminación y la identidad de los
pueblos que la integran. Algunos de los principios básicos son: el comercio o inversión,
cooperación y solidaridad, fomento de las inversiones de capitales latinoamericanos, concertación
de posiciones en la esfera multilateral e integración energética de la comunicación y el transporte
entre países.
La alianza del pacífico es un proyecto de integración regional creado por Chile, Colombia, México y
Perú. Sus objetivos: la construcción de un área de integración con base en la libre circulación de
bienes, servicios, capitales y personas y lograr mayores niveles de bienestar y reducir los niveles de
desigualdad socioeconómica. Articulación política. La promoción cultural, el intercambio
académico y la creación de redes de investigación científica. Prioridades.
G20
Antecedente con el G6 formado por funcionarios financieros de Italia, Francia, Alemania, Japón,
Reino Unido y EEUU. Adquirió el nombre de G8 a partir de la inclusión de Canadá y Rusia. Se
discuten y se proyectan políticas globales, su cumplimiento no es obligatorio y cada país decide si
las obedece o no. El G20 se inició en 1999, fue una reunión de ministros de economía y
presidentes de bancos centrales frente a las consecuencias de la crisis financiera del sudeste
asiático de 1998. Se hace lugar en cada reunión países invitados que no forman parte del grupo,
se incorporan nuevos puntos de vista. En cada reunión discuten temas referidos a la economía
global, las instituciones financieras internacionales, la regulación financiera y la puesta en marcha
de reformas económicas.
BRICS
Proceso de integración entre países en desarrollo. El BRICS fue interpretado como un símbolo del
cambio en el poder económico mundial. Nació en tiempos de repercusión e impacto de la crisis de
la economía y buscó poner en discusión nuevos caminos de desarrollo económico promoviendo la
reforma de las instituciones financieras. Pretenden la inserción de los mercados emergentes en la
agenda mundial. Proponen la creación de una nueva moneda que funcione como reserva mundial
y que le dé estabilidad y previsibilidad a las transacciones comerciales y financieras como
alternativa al dólar.
Visiones críticas de la globalización
Para autores, se está lejos de un mundo independiente. Se ha profundizado la
dependencia externa de la mayoría de los países. Siguen existiendo mecanismos que refuerzan la
sujeción de países emergentes o en situación de escaso desarrollo. Se hacen evidentes a través de
las deudas externas y por la presencia del capital financiero y su imposición de condiciones al
momento de realizar inversiones.
El comercio libre que caracteriza a la actual etapa del capitalismo mundial es un
mecanismo de concentración y centralización del capital internacional que no deja de profundizar
la dependencia. El capitalismo mundial en la actualidad se organiza en torno a cinco monopolios
en los siguientes ámbitos: tecnología, flujos financieros, recursos naturales, medios de
comunicación y armas de destrucción masiva. El control de dichos recursos beneficia a Japón,
EEUU y la Unión Europea, da como resultado la conformación de una mayor y más firme
hegemonía global.
Pobreza y desigualdad
El informe SOFI de la FAO publicado en el 2015 observa un lado positivo: la cantidad de
personas que padecen hambre en el mundo es por primera vez en un cuarto de siglo inferior a 800
millones. Reducción del 25% en los últimos veinticinco años. Dos de los problemas más graves que
enfrenta este mundo actual globalizado siguen siendo la pobreza y el hambre. La privación de
alimento es la manifestación más contundente de que alguien está sumido en la pobreza, la falta
de oportunidades, de salud, de ingreso, de relaciones sociales, de educación, de cultura y hasta de
deseos, también lo son.
En el mundo actual globalizado, las diferencias entre los que están dentro del sistema y los
excluidos, son cuestiones habituales, toleradas y crecientes. El problema de la distribución del
ingreso ocupa un lugar destacado en el debate internacional.
La desigualdad se manifiesta en la distribución inequitativa del ingreso, en los distintos
espacios de la vida social y económica. El aumento en la desigualdad en los ingresos está
afectando la estabilidad social y supone una amenaza para la seguridad en el ámbito mundial. La
desigualdad también se expresa entre hombres y mujeres aún son discriminadas en sus salarios,
en las oportunidades del mercado laboral.
Medidas como promover la igualdad entre hombres y mujeres en materia de empleo y
una mayor estabilidad laboral que aliente inversiones en educación y en formación de
trabajadores son algunas de las acciones sugeridas a los gobiernos para reducir la brecha entre
ricos y pobres.
El economista francés Thomas Piketty sostiene que si la riqueza sube por encima del
crecimiento de la economía, una desigualdad muy grande se puede perpetuar en el tiempo.
Sugiere como política pública, para evitar aumento estructural de la desigualdad social en la
sociedad, progresividad impositiva y una tasa o impuesto mundial sobre la riqueza patrimonial.
Mundialización de un impuesto a la riqueza.
El crecimiento de la desigualdad y la pobreza pone en riesgo a la democracia, que debe ser
inclusiva y participativa, con un mercado que sea equitativo es necesario mantener preocupación
por los pobres y la justicia social, con la exigencia de reformas que proveen la redistribución de la
riqueza producida y la universalización de mercados libres al servicio de las familias.
Las cuestiones del medio ambiente
Breve descripción de la problemática
La cuestión del medio ambiente es uno de los principales tópicos de la agenda mundial. El
cuidado del mismo y su destrucción son temas ineludibles a la hora de analizar el mundo actual. El
cambio climático y el calentamiento global, conforman uno de los ejes centrales de los desafíos
que se plantean distintos gobiernos y organismos internacionales.
La actividad humana altera la composición de la atmósfera mundial. El calentamiento
global es definido como el aumento en el promedio de la temperatura de la atmósfera terrestre en
las últimas décadas. Las alteraciones variables climáticas generan cambios lentos pero con efectos
significativos. El sector agrícola es la actividad económica que sufre las peores consecuencias del
cambio climático. Ese impacto afectará principalmente el rendimiento de cultivos y comprometerá
las economías locales
El calentamiento global está directamente ligado a las emisiones de gases, si no se detiene
el aumento de la temperatura puede amenazar en el año 2020 la supervivencia del 20 al 30% de
las especies conocidas. En las relaciones entre países industrializados y en desarrollo, los efectos
del cambio climático se pondrán de manifiesto en grandes migraciones desde zonas costeras hacia
zonas más ricas y seguras. Si el deshielo continúa y los mares crecen se puede producir una
catástrofe.
Los grados de vulnerabilidad frente al problema ambiental son muy diferentes si
comparamos los países ricos con los países pobres. Las comunidades de estos últimos están
especialmente afectadas ya que tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos
capacidades para resolver el problema y son más dependientes de recursos sensibles al clima. Se
ve amenazada su propia supervivencia.
Los países industrializados son los que producen más gases de efecto invernadero,
beneficiándose con los aumentos en la actividad económica, pero haciendo pagar el costo de la
contaminación al planeta. Es imposible que el desarrollo económico e industrial de las zonas más
atrasadas del mundo siguiendo el modelo del siglo XX. Si este continuara, nos encontraríamos
frente a una fórmula de crecimiento que nos llevaría al desastre global.
El impacto ambiental del estilo de desarrollo dominante pone en peligro su supervivencia
y la de otras especies. La destrucción del medio ambiente asociada al crecimiento económico ha
sido una constante pero en la actualidad muestra dos singularidades. Una, su impacto no solo es
local, sino que afecta recursos comunes. La segunda, hay una generación consciente e informada.
Una economía con pocas capacidades tecnológicas y escaso capital humano no será capaz de
cuidar el medio ambiente. Estará siempre inclinada a sostener el crecimiento mediante el uso
intensivo de sus recursos naturales que, junto con la mano de obra barata, son su fuente de
competitividad internacional.
Sociedad, estado y políticas medioambientales
El cambio climático mundial es el máximo problema de los bienes comunes el mundo. Se
requiere una solución multinacional. Para abordar los peligros del cambio climático habrá que
esforzarse por comprometer a la mayoría de los países, sino a todos.
Cuatro posibles caminos para intentar frenar la destrucción del medio ambiente. Primero,
desarrollar y poner a disposición la innovación tecnológica que nos ayude a reducir las emisiones
de dióxido de carbono. Segundo, diseñar nuevas políticas públicas activas que permitan forjar un
gran pacto de responsabilidad. Tercero, intensificar la presión pública por medidas inmediatas. Por
último, crear una conciencia global del problema y que cada uno actúe en forma responsable.
Desde una visión anticapitalista plantean que para preservar el planeta es necesario
cambiar el sistema, rechazando cualquier mecanismo de mercado que se promueva como solución
a problemas medioambientales.
Por desarrollo sostenible se entiende la capacidad en cada país y región de satisfacer las
necesidades básicas sin comprometer a las futuras generaciones. Busca armonizar el crecimiento
económico, la inclusión social y la protección del medioambiente.
En diciembre de 2015 los 195 países que participaron de la 21° conferencia sobre cambio
climático alcanzaron un acuerdo que logró que los participantes reconozcan el problema del
calentamiento global. Había posiciones que llevaban a algunos de los países a subestimar o negar
el problema. La firma del acuerdo es vista como un primer paso en la búsqueda de solucionar
algunos de los problemas medioambientales. Éste es el primero en el que las naciones se
comprometen a realizar una transición hacia una economía baja en carbono. Los mismos países
reconocen que los términos del acuerdo no son por sí solos suficientes, sino que requerirán
compromisos mayores para empezar a resolver los problemas.
El escenario político-internacional
Desde la dimensión política y teniendo en cuenta la velocidad que ha ido adquiriendo la
globalización se pone en duda la viabilidad de los estados nacionales como instrumento primordial
para la resolución de conflictos. Aún son los principales protagonistas del escenario político
internacional, aparecen nuevos actores que les disputan espacios de poder. El terrorismo de
alcance global, el crimen organizado.
Se introducen dos conjuntos de ideas teóricas que brindan sus aportes para el estudio de
las relaciones internacionales. Choque de civilizaciones e interdependencias complejas. Samuel
Huntington planteó que el nuevo orden mundial pos guerra fría iba a ser un orden apoyado en
civilizaciones. Una vez agotado el enfrentamiento ideológico entre comunismo y capitalismo, los
principales conflictos internacionales surgirían entre países con diferentes identidades culturales y
religiosas. Los principales contendientes por un lado, occidente, y por otro, el mundo islámico. El
terrorismo iba a jugar un rol determinante, convirtiéndose en el enemigo a temer y a enfrentar.
EEUU comenzó una guerra en la que su enemigo era el terrorismo integrista islamita.
Implicaba atacar territorios de otros estados a los que EEUU debía asociar con el apoyo a esos
grupos terroristas.
En el nuevo escenario internacional, el poder político real está mucho más ligado que
antes a su riqueza y a sus motivaciones u objetivos económicos. No hay asuntos prioritarios a
resolver en las discusiones políticas internacionales y los canales de comunicación incluyen actores
gubernamentales y no gubernamentales. Contraponiendo al poder bélico, soft power, el poder de
influir y persuadir que tienen los estados y estos nuevos actores no estatales a partir del comercio,
las finanzas, la cultura, el entretenimiento y la tecnología.
Las potencias conservadoras disputarán espacios de influencia con otras potencias en ascenso que
promueven ideas de cambio. Conflicto entre los países desarrollados del Occidente, que luchan
por mantener sus posiciones, y las potencias emergentes, que plantearán cada vez más demandas
de reforma del orden internacional. El capitalismo globalizado, el multilateralismo, la democracia y
la opinión pública mundial hacen su trabajo para evitar que éste termine en la guerra entre
potencias.
Los actores involucrados en este tipo de contienda podrían agruparse en: nómades (actores del
mercado globalizado) o sedentarios (actores territoriales). Será un conflicto por las reglas bajo las
cuales debería funcionar el capitalismo financiero. Podría ser interpretado como uno en el que
factores de la producción de fácil disposición geográfica se enfrentan con otros que por sus
propias características están fijos en un lugar.
c. Conflictos en los que se disputa la legitimidad del poder político al interior de un estado
En estos se pone en discusión la legitimidad de los gobiernos en una determinada unidad política
estatal. Son importantes porque generalmente las facciones en discordia son apoyadas por
diferentes potencias externas o dichas facciones se identifican con valores, ideas y culturas afines
a unas u otras concepciones dominantes en el mundo. Se enfrentan gobiernos establecidos frente
a actores políticos insatisfechos porque no participan de las decisiones públicas y no se sienten
representados políticamente. Impactan en otras regiones del mundo y por el alcance que tiene la
información se difunden en el mundo entero.
Son aquellos en que los estados se disputan un territorio. Involucran a naciones que poseen armas
atómicas o que las van a tener. La amenaza de uso de armas nucleares aún está presente y
algunos consideran que con bastante fuerza.
El terrorismo. Uso sistemático del terror como forma violenta de la lucha política, sirve
para coaccionar a sociedades o gobiernos, creando un clima de inseguridad e intimidación a
adversarios políticos y a la población en general. Los estados occidentales hacen esfuerzos por
evitar esos atentados pero les resulta difícil el combate con un enemigo para el que no están
preparados, en esa lucha una de las herramientas consiste en limitar libertades individuales.
Los motivos e ideas detrás de los terroristas islámicos extremos se remontan a hechos
muy antiguos. Sayyid Qutb se proponía mostrar que el islam y la modernidad eran totalmente
incompatibles. Su proyecto consistía en desmontar toda la estructura política y filosófica de la
modernidad y devolver al islam a sus orígenes. Creía que en el islam no era posible restar
importancia a la divinidad sin destruirla. El islam era total e inflexible.
Fundamentalismo se relaciona con la literal interpretación de los libros sagrados de
cualquiera de las religiones monoteístas. Integrismo hace referencia a unión entre religión y
estado, sometiendo el segundo a la primera. Islámico es aquello que está relacionado con el islam.
Islamista hace referencia a quien propugna la aplicación de la ley islámica en la vida política. El
islam es la segunda religión del mundo. La cuna del islam se encuentra en el actual Arabia Saudita.
Los ataques promovidos por organizaciones terroristas de origen fundamentalista
integrista islamista resultan una embestida contra los símbolos esenciales de Occidente. Muchos
de esos lugares y países que sufrieron los atentados son emblemas de la intención de predominio
e influencia por parte de occidente sobre otras culturas y tradiciones.
La globalización del peligro terrorista se manifiesta como globalización de la expectativa de
atentados posibles en casi cualquier punto de la tierra y en cualquier momento. Las
organizaciones que eligen como método de acción política el ejercicio del terrorismo tienen un
doble propósito: hacerse conocidas internacionalmente, difundir sus posturas, demostrar su
capacidad de causar daño e infundir el miedo entre la población. El miedo conduce a cambiar
conductas.
La mayoría de los estados ante la amenaza terrorista y también por el aumento de la
violencia se han visto obligados a incrementar sus fuerzas de seguridad y los controles para la
población civil, lo que afecta las libertades individuales. La magnitud del problema del terrorismo y
la imposibilidad de hacerle frente con éxito refuerzan la idea acerca de la pérdida de la eficacia en
el uso de los instrumentos con los que cuentan los estados nacionales. La interconexión de los
ciudadanos de la aldea global debería reforzarse con articulaciones políticas en busca de una
convivencia pacífica. El conflicto civilizatorio no puede abordarse como una cuestión de seguridad
nacional cuya principal salida sea la vía militar. Cobra relevancia la idea de independencias
complejas. La búsqueda de soluciones, negociaciones de diferentes actores gubernamentales,
globales y las organizaciones de la sociedad civil.