Valores Burgueses y Valores Aristocraticos
Valores Burgueses y Valores Aristocraticos
Valores Burgueses y Valores Aristocraticos
valores burgueses
y valores aristocráticos
en el capitalismo moderno:
Una reflexión histórica
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Agustín González Enciso
VALORES BURGUESES
Y VALORES ARISTOCRÁTICOS
EN EL CAPITALISMO MODERNO:
UNA REFLEXIÓN HISTÓRICA
Junio 2000
© Instituto Empresa y Humanismo
Universidad de Navarra
ISSN: 1139 - 8698
Depósito Legal: NA 638/87
Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.
Diseño y producción: ENLACE Comunicación Multimedia
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
Índice
Nota Biográfica
Agustín González Enciso es Catedrático en Historia Moderna y, desde
1987, Profesor Ordinario de Historia Económica en la Universidad de Nava-
rra. Ha sido profesor en las universidades de Valladolid, Autónoma de Ma-
drid y Murcia, investigador asociado en las universidades de Yale y Harvard,
así como Profesor Invitado en las universidades de Florida y Católica de
Buenos Aires.
Especialista en historia económica de la Edad Moderna, ha publicado nu-
merosos trabajos de investigación en revistas especializadas sobre historia in-
dustrial, protoindustrialización, comercio y finanzas estatales de España y
Europa en los siglos XVII y XVIII. Actualmente dirige un equipo de investi-
gación en historia financiera de la Época Moderna (GRHIFI).
Entre sus publicaciones cabe señalar: España y USA en el siglo XVIII: Cre-
cimiento industrial comparado y relaciones comerciales, Universidad de Vallado-
lid, Valladolid, 1979; Estado e industria en el siglo XVIII: La fábrica de Guada-
lajara, Fundación Universitaria Española, Madrid, 1980 (reeditado por la
Universidad de Alcalá de Henares en 1996); Los Borbones del siglo XVIII, con
L.M. Enciso y otros, Gredos, Madrid, 1991; Historia económica de la España
Moderna (dir. y coautor), Actas, Madrid, 1992; Historia de las vías de comuni-
cación terrestres en Navarra (dir. con V. Vázquez de Prada y coautor), AUDE-
NASA, Pamplona, 1993; La Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. 125 años
de historia (dir.), CAMP, Pamplona, 1998; Las carreteras en Navarra hace 100
años, Cámara Navarra de Comercio e Industria, Pamplona, 1999.
al que solemos referirnos con el los siglos XVII y XVIII, unos valo-
nombre de virtudes burguesas, res emergentes empiezan a ser
término que podemos sustituir preponderantes en el paradigma
por el de valor, que viene a ser lo social, al menos en el de los gru-
mismo siempre que quede claro pos con capacidad de acción eco-
que ese valor, el que sea, debe es- nómica y de poder político. Esos
tar convertido en vida. Pues bien, valores han sido llamados valores
según un paradigma ampliamente burgueses y en efecto, han ejer-
compartido, tales virtudes o valo- cido su influencia. Cabe pensar,
res burgueses serían factores fun- sin embargo, si esos valores eran
damentales del desarrollo econó- tan nuevos, y si esa influencia ha
mico que se produjo a partir de la sido sólo favorable al crecimiento,
Revolución Industrial. Es más, di- o ha habido algo más.
cho de otro modo, gracias a que
esos valores se pusieron en prác- La reflexión que surge nos lleva
tica -aunque no como causa a ver que los valores burgueses
única-, la economía creció; de ha- han sido favorables para el desa-
ber seguido predominando los va- rrollo económico en muchos as-
lores aristocráticos o nobiliares, pectos, pero también han produ-
la economía no habría dado el cido un vacío que proviene de sus
salto espectacular que se produjo limitaciones. Sí, los valores bur-
desde 1800 aproximadamente, gueses son limitados y por eso un
como lo demuestra el hecho del capitalismo basado sólo en valo-
lento crecimiento anterior. res burgueses -como muchos pro-
pugnan-, produce efectos positi-
La explicación tiene un alto vos limitados. Insisto en repetir
grado de simplificación histórica, efectos positivos limitados, por-
porque el proceso que desenca- que en principio, suponemos que
dena el “factory system” fue bas- el capitalismo ha traído muchas
tante más complejo y largo de lo ventajas. Pero no se pueden ob-
que se supone. En cualquier caso, viar las limitaciones de algunos
hay una realidad implícita, y es el planteamientos que vienen a re-
hecho de que a partir de un deter- ducir las ventajas potenciales;
minado momento histórico difícil ahora bien, cuando se limita el
de precisar, pero evidente ya en bien posible, se produce un mal
yas funciones asumidas eran rezar por un estado cada vez más pode-
por la comunidad y defenderla y roso y a la vez más necesitado de
administrarla. Su estatuto les dinero y de burócratas, los bur-
daba toda la preeminencia polí- gueses fueron haciéndose un
tica y social. Igualmente tenían hueco importante en la sociedad.
una notable riqueza, pues contro- Frente a la cuna nobiliaria, defien-
laban una parte importante de los den la valía personal; frente a los
recursos agrarios, pero como les privilegios que condicionan a priori
pasaba a los reyes, los privilegia- el mercado, defienden la libertad
dos también necesitaban dinero económica, o en todo caso, el de-
contante y sonante, que no siem- recho del rey; frente al privilegio
pre podían obtener de sus tierras. político, que daba los cargos a los
El tercer estamento era el estado dignatarios del clero o de la no-
llano, el pueblo en general, for- bleza, defienden sus conocimien-
mado, sobre todo, por campesi- tos técnicos y una lealtad al mo-
nos rurales, artesanos y servido- narca sin sombra de dudas.
res domésticos de la ciudad. Los
comerciantes también formaban Como capitalista, el burgués
parte, jurídicamente, del tercer es- defiende la iniciativa individual, la
tado pero parece obvio que su si- valía personal, el dinero ganado
tuación social era diferente. Por en el mercado libre; la ausencia,
esta razón los burgueses tendie- en definitiva, de todo tipo de tra-
ron a diferenciarse de los otros bas a su actividad. Pero esto no
miembros del estado llano. La di- era fácil de conseguir en aquélla
ferencia fundamental la encontra- sociedad. A la hora de la verdad,
ron en el trabajo manual. El bur- el camino más viable que tenía un
gués no es un privilegiado, cierto, burgués para ascender social-
pero tampoco trabaja con las ma- mente en los siglos XVI y XVII y,
nos, lo cual le daba un punto de en buena medida, en el siglo
honra y la posibilidad de acceder XVIII, era conseguir el ennobleci-
a un estamento privilegiado, es miento. En cierto modo eso repre-
decir, de ennoblecerse11. senta una contradicción, que le
llevó a Braudel a acuñar el tér-
Durante la Época Moderna y mino “traición de la burguesía”10,
bajo las circunstancias creadas o sea, un burgués que quiere de-
Parece a primera vista curioso tonces por todas partes una litera-
cómo Sombart hace también tura que intentaba enseñar los
mención a autores de los siglos nuevos métodos de agricultura
XVI al XVII que aun no dedicados cuya introducción se suele llamar
al comercio, sino a la agricultura, revolución agraria”. Sigue el autor
como el español Herrera14, de- enumerando y comentando algu-
fienden ideas similares: el agricul- nas obras, entre las cuales incluye
tor, según Herrera, debía tener un la de Herrera y otras también cita-
modo deliberado de actuar, aver- das por Sombart para concluir
sión a la ociosidad y conoci- que “esa literatura contribuyó mu-
miento preciso de su actividad, es cho a la formación de algunos de
decir, una actitud que hoy llama- los hábitos mentales más caracte-
ríamos profesional, no de simple rísticos de la economía mo-
distracción o disfrute: no el ocio derna”15.
en el campo, sino el negocio, la
Parece evidente que, desde dis-
ocupación de hacer producir a ese
tintos puntos de vista, se está
campo.
conformando una nueva actitud
A pesar de lo dicho, no debe- ante la vida económica, clara ya
rían resultarnos curiosas esas ci- en los siglos XIV-XV, si no antes,
tas de haber leído a Schumpeter, que coincide con lo que desde el
quien al hablar de cuestiones so- punto de vista práctico llamamos
bre ideas económicas indica que espíritu del capitalismo. Como
“con reparos dejo fuera de consi- concluye Sombart al respecto, “la
deración la literatura sobre agri- riqueza [según esos autores] no
cultura (administración de las se obtiene por servicios de corte o
granjas, tecnología agrícola)”. Por méritos de guerra, ni tampoco a
sólo mencionar lo que dice que base de la alquimia, sino me-
no considera, el autor se remonta diante una buena administra-
a escritos ingleses del siglo XIII y ción” (p. 126). Está claro que esa
dice que desde el siglo XV hay “un buena administración no es exclu-
nuevo espíritu comercial en agri- siva del espíritu capitalista, y que
cultura -relacionado con las trans- puede basarse en otras considera-
formaciones de la estructura so- ciones, pero evidentemente no es
cial del campo- [que] produjo en- contraria, y además encaja bien
rra, otros tantos hilos de seda que dida de tensión empresarial. Esto
unen las naciones y las llevan a la puede ser importante a título per-
paz por la necesidad del comer- sonal. Pero globalmente, el enno-
cio”24. No obstante, era difícil que blecimiento llevó otra mentali-
tales planteamientos durasen de- dad a esa nueva aristocracia que
masiado, y con el utilitarismo se se fijó más en el comercio y en las
desvaneció la ética. En el caso de influencias cortesanas, que en el
los grandes negocios, se fue a una viejo -y ya desconocido- oficio de
definitiva interacción entre intere- las armas. Ahora bien, de ese
ses políticos e intereses económi- modo, ya no existe una función
cos, de modo que el ideal paci- tradicional, los privilegios no se
fista de Sedaine se volvió del re- justifican y el honor también se
vés: en adelante, las guerras se- degrada25. Interesa, sobre todo, el
rán, sobre todo, de carácter favor real, y mostrarse con arreglo
económico. a lo establecido.
medida, de tal manera que los va- trategia empresarial, antes se va-
lores trascendentes dejaron de ser loraba más la consecución de re-
vistos como algo necesario para sultados, y ahora asciende el
construir un orden social objetivo. “descubrimiento y realización de
El estado pasaba a ser el legisla- principios”. Antes, las personas se
dor supremo y la referencia funda- desarrollaban en la empresa, fun-
mental será la voluntad general, damentalmente, por rango, pero
nada más. el valor ascendente es la inclu-
Función, finalidad, servicio, in- sión. Desde el punto de vista per-
clusión, solidaridad, trascenden- sonal, si los valores dominantes
cia, responsabilidad, son valores hasta ahora eran tales como el de-
que la sociedad estamental trató seo de adquirir y la satisfacción,
de poner en práctica y que los los nuevos valores deseables se-
burgueses primero aceptaron rán el afán de crear y compartir y
(aunque ellos no eran entonces el autodominio.
los principales responsables) y
luego abandonaron. Si los recor- Como señala A. Llano, “vaya
damos ahora es porque, tras la ex- por delante que aquí no se pro-
periencia histórica vivida y a la pone suerte alguna de dualismo
hora de afrontar una nueva orien- maniqueo”, sino que ambos tipos
tación de las organizaciones so- de valores poseen un carácter
ciales y económicas, estos valores complementario. Lo que propone
resultan hoy deseables. el autor es una síntesis no dialéc-
Es muy ilustrativo al respecto, tica, que supera por incremento
el cuadro de “valores dominantes en vez de por eliminación” (p.
y valores ascendentes en la cul- 154). En efecto, la cultura liberal
tura de la empresa” que estable- había establecido un dualismo ex-
cen A. Llano y C. Llano Cifuen- cluyente. El triunfo burgués exigía
tes27. En cuanto a la finalidad de el fracaso nobiliar. El ideal, em-
la empresa, el valor dominante pero, está más bien en la integra-
hasta hoy era el beneficio econó- ción. Como se suele decir tam-
mico, sin embargo, el valor ascen- bién en el Instituto Empresa y Huma-
dente es el servicio a la sociedad. nismo, elegir la cooperación antes
En cuanto a la definición de la es- que la competencia (si entende-
NOTAS
13. Sombart, W. (1972), caps. 1-3; Weber, 19. Aurell, J. y Puigarnau, A. (1998), p. 61.
W. (1973), primera parte. Aunque pudiera no ser más que un ideal,
los manuales para comerciantes recogían
14. Se trata del libro de Alonso de He-
ese tipo humano. Las referencias a la
rrera, Obra de agricultura, publicado por
ética personal, en cambio, desaparecen
primera vez en 1513. Existe una edición
en el mundo contemporáneo.
actual, con introducción de U. Martínez
Carreras (B.A.E., Madrid, 1970). 20. Bohemian versus Bourgeois: French Society
and French Man of Letters in the Nineteenth
15. Schumpeter, J.A. (1982), pp. 199-200. Century, Nueva York, 1964. Apud, McClos-
Una breve referencia a esta misma cita key, D.N. (1998), pp. 297-299.
en Grice-Hutchinson, M. (1982), pp. 175-
76.También resulta interesante que 21. Schmitz, C.J. (1993), p. 51.
Schumpeter retrotraiga la “revolución 22. Hirschman, A.O. (1977), passim.
agraria” al siglo XV, lo que se puede justi- 23. Puede verse el libro de B. Groethuy-
ficar por la reestructuración social ocu- sen (1981), pp. 155 y ss., 184 y ss., y al
rrida tras las graves crisis de población respecto, mi trabajo de 1991.
anteriores -peste negra- y por las nuevas 24. Recogido en P. Leon, (1970), p. 369.
oportunidades comerciales.
25. Véase Maravall, J.A. (1979), pp. 201 y
16. Al respecto, remito a mis comenta- ss.
rios a la aportación de L. Liggio en Ra- 26. Uso la edición de Madrid, 1981.
vina, L. (ed) (2000), pp. 163 y ss.
27. Recogido y comentado en A. Llano
17. Aurell, J. y Puigarnau, A. (1998), p. 50. (1988), pp. 154-155.
18. J. Burckhardt, Reflexiones sobre la historia 28. Se pueden ver, al respecto, las consi-
universal, cita recogida en Mitre, E. (1997), deraciones de P. Savona (1993), cap.
pp. 220-221. quinto.
BIBLIOGRAFÍA
Aurell, J. y Puigarnau, A. (1998), La cul- Iglesia y realidad socio-económica (en el centena-
tura del mercader en la Barcelona del siglo XV, rio de la Rerum Novarum), Pamplona, pp.
Barcelona. 205-217.
Braudel, F. (1976), El Mediterráneo y el González Enciso, A. (2000), “Comen-
mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 2 tarios a Liggio”, en Ravina, L. (ed.), pp.
vols., Madrid. 163-171.
González Enciso, A. (1991), “La bur-
guesía histórica y la ética económica. So- Grice-Hutchinson, M. (1982), El pensa-
bre los orígenes del pragmatismo indivi- miento económico en España (1177-1740),
dualista”, en AA.VV., Doctrina social de la Barcelona.
Serie en inglés: