El Carácter de Un Verdadero Adorador - Por Francisco Monteal
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El Carácter de Un Verdadero Adorador - Por Francisco Monteal
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El Carácter de un Verdadero Adorador
Ahora, ¿por qué de esa necesidad absoluta?, ¿por qué es necesario establecer un
estilo de vida permanente de adoración hacia el Padre?. Las respuestas
pueden ser muchas, pero todas coinciden en algo muy importante y
crucial para la vida de la Iglesia: Porque Dios sabe que es allí, en la
Adoración, la habitación donde podemos experimentar el poder que
necesitamos diariamente para ser transformados en Su gloria.
Cada domingo, las iglesias cristianas en toda Latinoamérica y el resto del
mundo se ven abarrotadas de millones de personas que
lamentablemente muchas de ellas salen de los cultos siendo las mismas
personas que entraron con las mismas actitudes de culpabilidad,
rechazo, preocupaciones y toda clase de problemas que impiden cultivar
y desarrollar una genuina adoración hacia el Padre. Muchas de esas
personas viven enfrascadas en una mera rutina de religiosidad, donde la
sensibilidad a la presencia de Dios se pierde por no cruzar la línea que
separa la religión de la verdadera adoración.
Ahora, de acuerdo a esto, ¿cuántas veces hemos sentido en nuestros cultos de la
Iglesia que a pesar de hacer el mejor esfuerzo posible para experimentar
la presencia de Dios no logramos romper la barrera que obstaculiza el
contacto de nuestro espíritu con el mismo Espíritu de Dios?, ¿cuántas
veces somos conscientes de lo que nuestros labios están declarando al
entonar una alabanza al Padre?, ¿cuántas veces hemos sido sensibles al
mover del Espíritu Santo obrando a nuestro alrededor?, ¿qué tanto
logramos comprender lo que Dios quiere decirnos cuando el pastor o el
orador está predicando la Palabra de Dios a la congregación?.
Dios no está buscando adoración, sino adoradores genuinos para su reino. Él no
necesita que le adoremos, porque al final de cuentas Él es Dios ya sea que
le adoremos o no y más aún si dejáramos de alabarle, “aún las piedras
clamarían”.
La adoración no es una forma de expresión ni mucho menos una manifestación
de sentimientos humanos; no está relacionado con algún estilo musical ni
tampoco con algún arte o pensamiento filosófico. La Adoración es en su esencia
una experiencia plena y constante de la presencia de Dios en nuestras vidas, un
estilo de vida inobjetable para el creyente nacido de nuevo.
Hace un buen tiempo atrás leí un artículo publicado en Internet del pastor
Robert L. Dickie donde define lo siguiente: “La Adoración es aquella en la que
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En su libro “El Abrazo del Padre”, Danilo Montero, uno de los ministros de
alabanza más prominentes de Latinoamérica, revela un principio fundamental
que muchas veces hemos ignorado: “Para adorar al Dios verdadero necesitamos
conocerlo. Pero sólo podemos conocerlo en la medida en que Él se nos revele”.
Pablo pudo experimentar en carne propia aquella revelación divina que cambió
totalmente el rumbo de su vida y que le motivó a empezar una relación genuina
con Jesús. Aquél encuentro camino a Damasco fue el inicio del ministerio de
uno de los más grandes adoradores que se mencionan en las Sagradas
Escrituras.
En la Biblia se relata la vida de hombres y mujeres que establecieron una
auténtica relación con el Padre y que los llevó a ser los genuinos adoradores que
Él está buscando.
Es allí en la Adoración donde Moisés pudo experimentar la misma presencia de
Dios pasando frente a su rostro sin que éste desfallezca por el poder de Su
gloria (Exodo 33)
Es allí en la Adoración, donde Isaías recibió su llamado y pudo sentir el toque
de Dios limpiando y borrando sus culpas y pecados (Isaías 6)
Es en la Adoración, donde el rey David danzó alegremente delante del pueblo
de Israel cuando trajeron el arca de regreso a Jerusalén (2 Samuel 6:12-19)
Es allí en la Adoración, donde Ana, después de haber derramado su amargura
delante de Dios, recibió lo que tanto había deseado por mucho tiempo (1
Samuel 1)
Jesús fue muy claro en el libro de Juan capítulo 4 donde dice que Dios está
buscando “verdaderos adoradores que le adoren al Padre en espíritu y en
verdad”. Nótese claramente que no solo son simples adoradores, sino que
expresa de manera clara y precisa que son verdaderos adoradores lo que Él
busca.
Si bien es cierto, la Biblia no menciona específicamente acerca de un patrón
bíblico de lo que constituye ser un verdadero adorador, no obstante, brinda
muchos ejemplos registrados entre sus páginas de personas que determinaron
seguir un estilo de vida que los llevara a una auténtica relación con Dios, una
vida plena de adoración.
No pretendo definir un patrón de lo que es ser un verdadero adorador, pero si
deseo enfocarme en lo que realmente tiene que ver con el carácter de un
adorador genuino para el servicio al Señor.
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Un verdadero adorador:
2. ES TEMEROSO DE DIOS
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3. ES ÍNTEGRO
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que es ser una persona íntegra --- “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y
quién estará en su lugar santo?, el limpio de manos y puro de corazón”.
Una persona íntegra siempre tratará de examinar sus pensamientos y sus
deseos del corazón para no pecar contra Dios. Es aquella que se mantiene
alerta ante cualquier amenaza tentadora del pecado y que rechaza cualquier
intento negativo que interfiera en su comunión con el Padre.
Quiero dar dos ejemplos específicos de personas que mantuvieron de
principio a fin su firme convicción de vivir íntegros delante de Dios. Uno de
ellos lo encontramos en el libro de Génesis capítulo 39, su nombre: José.
Por lo que la Biblia describe, José era un joven de “hermoso semblante y
bella presencia” (v. 6). Él se había convertido en el mayordomo oficial en la
casa de Potifar, prácticamente era el segundo después de su amo, su palabra
era considerada como si fuera una orden de la misma boca de su jefe, tenía
lo que cualquier cristiano hoy en día desearía tener: prosperidad, autoridad,
respeto, un buen trabajo y sobretodo la eterna presencia de Dios sobre su
vida. Sin embargo, José representaba un blanco fácil de distinguir para una
mujer impía como la esposa de Potifar. Ella prácticamente se había
convertido en el “dardo de fuego” que peligrosamente acechaba y seducía
con su hermosura y vanidad. Seguramente para cualquier hombre impío de
aquella época ella era una tentación difícil de despreciar, y nuestra realidad
no es ajena a este cuadro. Lamentablemente, hoy en día muchos cristianos
son alejados de su comunión con Dios al dejarse seducir por los placeres de
este mundo y llevan una vida llena de conflictos espirituales, morales y
emocionales al volverse contra Dios.
Pero José no era de aquellos que fácilmente se dejan influenciar por los
deseos engañosos del corazón humano. En el verso 9 se encuentra la clave
que describe la esencia de lo que es ser una persona íntegra ante los ojos de
Dios --- “...¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”.
Una pregunta que vale más que mil respuestas.
José estaba determinado a ser aquél “limpio de manos y puro de corazón”
que subiera al monte del Altísimo para ofrecer verdadera adoración a través
del sacrificio de una vida pura e íntegra ante los ojos del Padre.
Pero hay algo muy importante en este capítulo de las Escrituras que todo
adorador debe considerar si desea ofrecer una auténtica adoración a Dios.
En los versos 2, 3, 21 y 23 se menciona un hecho resaltante que puede
apreciarse en la vida de una persona íntegra como José --- “Mas Jehová
estaba con él”.
Una persona íntegra en conducta, pensamiento y ejemplo es sin lugar a
dudas aquél templo donde la presencia de Dios reposa y se deleita en
aquella habitación del corazón puro, santo y agradable.
El segundo ejemplo lo encontramos en Daniel. Daniel era también muy
joven como José, pero no era cualquier joven de aquella época. La Biblia
menciona en el capítulo 1 que durante el cautiverio babilónico,
Nabucodonosor, rey de Babilonia mandó a sus encargados a traer de Israel a
jóvenes del “linaje real de los príncipes” (v. 3), “en quienes no hubiera tacha
alguna, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, sabios en ciencia, de
buen entendimiento e idóneos para estar en el palacio real” (v. 4).
Evidentemente estamos hablando acerca de un joven proveniente de la
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El creyente que busca llevar una vida genuina de adoración siempre será
consciente de la necesidad de considerar a la Palabra de Dios como su eje
fundamental en el cual giran todos sus pensamientos y acciones.
La Palabra de Dios es indiscutiblemente nuestra arma principal para vivir
una vida victoriosa ante los problemas y los conflictos que amenazan
constantemente nuestra vida de adoración al Padre. Asimismo, es nuestra
“brújula” que nos permite tener un claro sentido de orientación en medio de
un panorama difuso y violento propio de nuestra sociedad de hoy.
En 2da. de Timoteo capítulo 2 verso 15, Pablo hace una exhortación a
Timoteo sobre la manera de cómo debemos encaminarnos en el marco de la
Palabra de Dios --- “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado,
como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de
verdad”.
Aquel adorador que busca en todo momento presentarse ante Dios sin
manchas ni reproche, siempre mostrará una clara señal de hambre y sed por
Su Palabra ante los demás. Estará convencido de que no hay otra cosa más
importante en su vida que cumplir la voluntad del Padre revelada en las
Escrituras.
No en vano el salmista escribió: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y
lumbrera a mi camino”. ¡Qué fascinante manera de considerar a la Palabra
de Dios en la vida de un adorador!
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Aquél que adora con excelencia al Padre celestial es aquél que busca la
manera de ofrecer su ofrenda diez veces mejor de lo que ofrecería si no
estuviera seguro y preparado en lo que hace. No utiliza la improvisación
para no ofrecer una adoración mediocre y sin sentido.
- Trata de aprender y absorber de las experiencias de otros adoradores con
el fin de aplicarlas a su vida y ministerio.
- Es consciente de la necesidad del Espíritu Santo como guía y fuente de
inspiración para ofrecer su adoración a Dios.
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