Metalogénesis Andina-Geologia e Interpretacion 2017
Metalogénesis Andina-Geologia e Interpretacion 2017
Metalogénesis Andina-Geologia e Interpretacion 2017
Algunos autores (Ej. Hollister, 1978; Titley, 1981; Kutina, 1998) han sugerido que
las fallas mayores en el basamento, activadas por alzamiento tectónico, son
importantes para la mineralización ya que permiten el acceso rápido para los
magmas porfíricos a niveles corticales someros.
Por otra parte, no ha habido un criterio uniforme para la definición de las unidades
metalogénicas básicas (espaciales y temporales), de modo que en los distintos
trabajos se han separado provincias y épocas metalogénicas que no son
equivalentes o comparables entre sí.
Así, por ejemplo, el trabajo pionero de Ruiz y Ericksen (1962) presentó una
clasificación genético-paragenética y discutió su distribución espacial, identificando
seis áreas con mineralización caracterizada por un metal individual o una
determinada asociación de metales; éstas áreas incluían depósitos
poliparagenéticos y fueron denominadas provincias metalogénicas de cobre,
hierro, oro, plomo-zinc-cobre, plata y manganeso respectivamente.
Por su parte, Stoll (1964, 1965) distinguió, en Chile, una sola provincia
metalogénica a la que denominó Faja Cuprífera Chilena (Chilean Copper Belt), en
la cual predomina la mineralización de cobre, pero es de carácter polimetálico y
poliparagenético (en este sentido, comparable a la Provincia Metalogénica del
Geosinclinal Andino de Ruiz et al., 1965).
Stoll asignó la mineralización chilena al lapso del Jurásico al Eoceno, pero señaló
que la más importante sería Larámica (Cretácico Superior - Paleoceno). Petersen
(1970), a pesar de titular su trabajo "Provincias Metalogénicas en Sudamérica", no
definió provincias metalogénicas propiamente tales, sino que discutió la
distribución espacial de los yacimientos de los distintos elementos metálicos a
nivel continental.
Este autor tampoco discutió mayormente la edad de los depósitos (que en la
época era poco conocida) y su principal contribución fue la de describir una
zonación de yacimientos en franjas longitudinales, que llegaría a considerarse
típica en los Andes Centrales.
A partir del Geostill se elaboraron otros modelos que utilizan el mismo concepto
general, pero hacen énfasis en la liberación a diferentes profundidades en la zona
de subducción de ciertos elementos que serían relevantes para la mineralización
relacionada a arcos magmáticos en zonas de convergencia, tales como halógenos
(Cl, F; Michell y Garson, 1972) o de H2S (Oyarzún y Frutos, 1974). Estudios
posteriores mostraron que el Geostill no es más que una sobre-simplificación de
procesos metalogénicos bastante más complejos (Ej. Burnham, 1981).
En efecto, los depósitos metálicos que definen la zonación metálica transversal a
la cadena andina son significativamente diacrónicos y la supuesta zonación-tipo
observada en el sur del Perú, no se mantiene en otros sectores de los Andes, lo
cual no puede ser atribuido exclusivamente al rol de la erosión.
Además, la evolución de las ideas respecto al origen de los magmas en las zonas
de subducción, que señalan al manto litosférico como su fuente principal en zonas
de convergencia de placas y no en la placa oceánica subductada, además de
consideraciones físico-químicas respecto al rol de los fluidos en condiciones
magmáticas (Burnham, 1979, 1981), hicieron que el popular concepto Geostill
dejara de considerarse válido para los Andes Centrales (Zentilli, 1975; Clark et al.,
1976).
Ericksen (1975, 1976) definió una "Provincia Metalogénica Andina", la cual incluye
a toda esta cadena montañosa y distinguió en ella cinco subprovincias
longitudinales de hierro, cobre, polimetálica de metales base y plata, estaño y oro.
La distribución de estas subprovincias coincide esencialmente con la zonación
mineral descrita por Petersen (1970).
Este autor destacó la relación espacial y genética de los yacimientos con plutones,
intrusiones subvolcánicas y volcanitas de carácter calco-alcalino, lo que consideró
indicativo de una zona de subducción activa al menos desde el Triásico. La
decreciente edad de oeste a este que muestran las rocas ígneas y yacimientos
metálicos desde inicios del mesozoico, la atribuyó ya sea a la lenta migración de la
zona de subducción hacia el este, "a la generación cada vez más profunda de los
magmas", a una disminución del ángulo de subducción o a una combinación de
estas posibilidades.
Fe (P),
Cu (Mo-Au),
Cu-Pb-Zn-Ag y
Sn (W-Ag-Bi),
las cuales son, esencialmente, las mismas que Sillitoe (1976) denominara Franjas
Metalogénicas.