Teoría de La Clase Ociosa - Thortein Veblen PDF

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La COLECCi ÓN P OPULAR signifi ca un esf uerzo edi to ria l - y social--
pa ra difundir entre núcl eos má s am plios de lec tor es. de acue rdo
con normas de ca lidad cultura l y en libros de prec io accesible y
pr esen tac ión se nc illa pero digna, las mo dernas c rea ciones li terarias
de nuestro idioma. los as pec tos más im po rt antes del pensamiento
contemporáneo y las obras de in ter és fun damenta l para nuestra
Amér ic a.

maRIA DE LA
CLASE OCIOS~
De tod os los libros de Veblen , éste es el qu e ha eje rcido un a in -
flu en cia más pro funda so b re el des arro llo hist ór ic o de nu estra epo -
ca , y ba jo su ex ho rto se han reunid o los ec onomist as m ás so bre-
sa lientes . Publi cado por primer a ve z en 1899 sigue si endo un libro
teóri c o indispe nsa ble pa ra co nocer la posi ci ón y el valor de la c lase
ociosa dentro del f act or eco nó m ico de la vida mod erna. y los ejem -
plo s que prese nta par a il ustr ar su teor ía y las pre misas que la apo-
ya n so n tan ac tua les co mo en la époc a en qu e fue escrito . Su senc i-
llez y acces ibili d ad lo co nvie rte n en un libro ameno y co mprens ib le ,
así c om o su pr ofundi dad lo hac e ex c itante y creador .

91~11~~11 1 1 1~IJ[~~ij\\
Traducción de
VICENTE HERRERO
THORSTEIN VEBLEN

TEORIA DE LA
CLASE OCIOSA
Introducción de

JOHN KE"INETH GALBRAITH

FONDO DE CULTURA ECONóMICA


M1lxlCO
Primera edición en inglés. 1899
Primera edición en español (Sccc. de Obras de Sociología), 1944
Primera edición (Col. Popular). 1963
Segunda edición, 1974
[Tercera edición (Col. Conmemorativa 70 Aniversario) 2004]
Tercera reimpresión, 2005
THORSTEIN VEBLEN y LA
"TEOR1A DE LA CLASE OCIOSA"
cultura Libre por JOHN KENNETH GALBRAITH
veblcn. Thorstein Bunde Siempre hay un halo de picardía en su
Teoría de la clase ociosa I Thorstcin Bundc Vcblcn ; actitud hacia su propia obra, en mar-
trad. de Vicente Herrero. - 2" ed . - México: FCE, 1974. cado contraste con la fúnebre seriedad
407 p. ; 117 x 11 cm - (Colee. Popular; 50) de la mayoría de los economistas.
Título original The Theory 01' the Leisut-e Class. An
Economic Study of Institutions WESLEY C. MITCHEI.L
ISBN 968-16·3846-8
1. Clase ociosa 2. Sociología 1. Herrero, Vicente. u- n.
1
Ser. lll. 1.
Le HB831 V4318 Dcwcv 339.4 V395t Lo MÁS cercano que hay en los Estados Unidos a
una leyenda académica -equivalente a la de Scott
Fitzgerald en literatura o a la de los Barrymore en
Distribucíán mundial para lengua española el -teatro- es la leyenda de Thorstein Veblen. La
naturaleza de una leyenda semejante, puede supo-
Sugerencias: [email protected]
\',..'\v\\'.fondodcculturaeconomica.com
nerse, se basa en que la realidad es aumentada por
Te!. (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694 la imaginación y que, a la postre, la imagen tiene
una existencia propia. Esto puede decirse de Ve-
Título original de esta obra: The Theory oíthe Leisure Class. An bien. Fue un hombre de grande y fértil inteligencia,
Economíc Studv o( lnstitutíons y un maravilloso presentador de sus productos. Su
© 1989, Macmillan Companv
vida, comenzada en la frontera del alto Medio Oeste
Prólogo © 1973 by John Kenneth Galbraith en 1857 y desarrollada en su mayor parte en una u
otra universidad hasta su muerte, en 1927, no care-
D. R. © 1944, FONDO DE CüLTL1RA ECONÓMICA ció de aventuras. Ciertamente, según las normas de
Carretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.
la vida académica de su época, fue un anti-confor-
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra mista. En su obra y en su vida hay vasto material
-incluido el diseño tipográfico y de portada-, sobre el cual edificar la leyenda, y no ha faltado
sea cual fuere el medio. electrónico o mecánico, quien lo haya hecho.
sin el consentimiento por escrito del editor; En el pensamiento social norteamericano hay, en
realidad, una tradición que atribuye a Veblen todo
ISBN 968-16-3846·8
VII
Impreso en México. Printed in Mexico
comentario y crítica de las instituciones norteame- suele creerse, dejó una influencia profunda y dura-
ricanas. Como en Marx para un marxista devoto, dera sobre sus escritos posteriores. Veblen no es
todo está allí. Sin embargo, es probable que el mar- una universal fuente de luz sobre la sociedad nor-
xista conozca mejor su tema. En realidad, es po- teamericana. No vio lo que aún no había ocurrido.
sible que en nuestro tiempo nada delate más cla- y también, en algunos aspectos, se equivocó y, en
ramente a un impostor intelectual que una tenden- la disyuntiva entre exactitud y alguna fórmula que
cia a citar desenvueltamente a Veblen; particular- él sintiera que escandalizaría a su público, rara vez
mente a afirmar con toda seguridad, cuando se dice vaciló. Optó por el escándalo. Pero ningún hombre
algo de aparente interés, que Veblen lo dijo antes de su tiempo, ni posterior, vio con ojo tan frío y
y mejor. penetrante, no tanto el lucro pecuniario, sino el
La leyenda derivada de la vida de Veblen debe modo en que su búsqueda hace comportarse a hom-
más aún a la imaginación. A decir verdad, pocos bres y mujeres.
fundamen tos tiene lo que se dice acerca de su som- Esta mirada fría y penetrante es la sustancia que
bría niñez en una pobre familia de inmigrantes hay tras la leyenda de Veblen. Es una mirada
noruegos, pasada en Minnesota; de su reacción a que aún asombra al lector con lo que le revela.
ese medio opresivo; de su acosada vida en el medio Aunque puede haber otros candidatos respetables,
académico norteamericano de las últimas décadas sólo se leen aún dos libros de economistas norte-
del siglo pasado y las tres primeras de éste; del americanos del siglo XIX. Uno es Progress and Po-
modo fatal en que atraía a las mujeres y viceversa, verty, de Henry George;* el otro es la Teoría de la
y de las consecuencias de esto en su rígido ambien- clase ociosa. Ninguno de estos libros, Interesa ob-
te; y de la indiferencia de todas las personas "rec- servarlo, vino del mundo complejo y derivativo de
tas" a su obra. la costa del este. Ambos fueron productos de zo-
Quizás un prologuista debiera perpetuar cual- nas limítrofes: reacciones del colonizador, en un
quier mito que encuentre. La economía es una ma- caso a la enajenación especulativa de tierras, en el
teria bastante aburrida, y la sociología a veces es otro a las pomposas ordenanzas sociales de los ricos.
peor y así son, también, a veces, quienes enseñan Pero no debe llevarse demasiado lejos la compara-
estas materias. Cuando -como en el caso de Ve- ción. Henry George fue el expositor de una idea
blen- un hombre se ve rodeado por un aura, ésta de notable arrastre; su libro sigue siendo impor-
debe ser ensanchada, no disuelta. Una razón de tante para tal idea: el concepto del terrible precio
que la economía y la sociología sean aburridas es que la sociedad paga por la sociedad privada y por
la creencia en que todo lo asociado con la persona- el afán de lucro con tierras. La gran obra de Ve-
lidad humana debe ser tan fastidioso como sea po- bIen es un comentario vasto e intemporal de la
sible. Eso es la ciencia. Sin embargo, hay en ello conducta de quienes poseen riqueza o andan en pos
algo de verdad; pero, en el caso de Veblen, está de ella y que, aparte de su dinero, carecen de la
lejos de ser tedioso. Su vida fue interesantísima;
su niñez, aunque mucho menos sombría de Jo que 1< Progreso y miseria, Fomento de Cultura, Valencia.
VIII IX
eminencia que -según suponían- iban a adquirir tias de la travesía. Los Veblen tuvieron en total
con él. Nadie ha leído realmente mucho si no ha doce hijos, el sexto de los cuales fue Thorstein. La
leído al menos una vez la Teoría de la clase ociosa. primera granja de Wisconsin era improductiva o,
No muchos que tengan una educación superior a más probablemente, inferior a lo que, mejor infor-
la ínfima pasan por la vida sin advertir, en una mados, supieron que había más al oeste. Se muda-
u otra ocasión, el "consumo ostensible", la "emu- ron, y en 1865 volvieron a mudarse. El hogar nuevo
lación pecuniaria" o el "derroche ostensible" aun- y final estuvo en la pradera, hoy a cerca de una
que no sepan muy bien de dónde salieron estas hora de Minneapolis, al sur. Es esta granja la que
frases. aparece en la leyenda de la oscura y miserable ni-
En un prólogo bien planeado debe hablarse, jui- ñez de Veblen. Nadie que visite la comarca podrá
ciosamente, de lo que el lector -con raras excep- creerla. No puede haber, en ninguna parte, un pai-
ciones- aprenderá por sí mismo al leer el libro. saje rural más generoso y opulento. El suelo es
O, como la percepción de cada quien es distinta, negro y profundo, los graneros son enormes, los
se dice lo que el lector nunca descubrirá y que, en silos numerosos, así como las secciones para ven-
realidad, quizá no se halle presente. Y luego se der el grano excedente; las casas son grandes, cua-
dice algo acerca del autor. En el caso de Veblen, dradas, cómodas, aunque sin pretensiones arquí-
esto no puede hacerse. Su vida y su educación son tectónicas. Se ha conservado un retrato de la casa
muy importantes para apreciar su obra. Debemos de Veblen: una estructura blanca, amplia, agrada-
empezar por ellas. Y como -según dijo él mismo, ble, que no sólo delata desahogo, sino riqueza. Co~o
y hay buenas razones para creerlo- la Teoría de la esta comarca fue originalmente una pradera abier-
clase ociosa está especialmente marcada por las ta, con buena vegetación, debió de parecer prome-
circunstancias de la niñez de Veblen, yo me pro- te dora hace cien años. Thomas Veblen adquirió
pongo hacer una pausa después de decir esto, para 117 hectáreas de ella; es difícil imaginar que él, su
hablar acerca del libro. Así, después me será posi- mujer o, por enseñanzas suyas, alguno de sus hijos
ble comentar más brevemente los años posteriores haya podido considerarse miserable. No había mil,
y la obra de Veblen. quizás ni aun cien propietarios de granjas -fami~
Has que trabajaban su propia tierra- tan bien do-
JI
tadas en la Noruega que habían dejado atrás. Y, de
hecho, los Veblen no se consideraban pobres. Her-
A primera vista, los orígenes de Veblen son el típico manos y hermanas de Thorstein comentarían d~s~
clisé norteamericano. Sus padres, Thomas Ander- pués, a veces divertidos, a veces airados, el mito
son y Kari Bunde Veblen, emigraron de Noruega de su anterior pobreza.
a una granja de Wisconsin en 1847, diez años antes Si esta parte de la historia de Veblen es poco no-
del nacimiento de Thorstein. Tuvieron las diñcul- table -desarraigo, partida, penalidades, error de
tades habituales para conseguir el dinero del pa- cálculo, recompensa final-, es común, pero hubo
saje, las inevitables -en su caso terribles- moles- otras cosas que separaron a la familia de la par-
X XI
una casa para albergar a su prole mientras estaba
vada de emigrantes escandinavos, haciendo de Thors- educándose. La leyenda también ha sostenido., o
tein algo menos fortuito. Thomas Veblen, que ha- implicado siempre que el obtener una ed~cacIo,?
bía sido un hábil carpintero y ebanista, pronto de-
requirió de Thorstein Veblen esfuerzos casi heroi-
mostró ser un granjero mucho más inteligente y cos. Esto debe ser desechado para siempre .. Una
progresista de lo normal. Y parece seguro que, con- carta conservada en los archivos de la Sociedad
siderase como considerase la granja para sí mismo, Histórica de Minnesota, escrita por Andrew Ve-
sólo la veía como un puente para sus hijos. Acaso blen hermano de Thorstein, hace notar que "nues-
más excepcional aún fuese su mujer, Kari, Era una tro padre le prestó la ayuda estrictamente necesa-
persona notablemente despierta, imaginativa, inteli- ria durante sus años de escuela. Como el resto d~
gente, confiada en sí misma; desde temprana edad, la familia Thorstein mantuvo sus gastos en el IDI-
ella identificó, protegió y alentó al genio de la fa- nimo. .. de acuerdo con la economía que practicaba
milia. En años posteriores, en una familia y una toda la familia". Una cuñada suya, Florence (Mrs,
comunidad en que siempre se necesitaba más mano Orson) Veblen escribió, más indignada, "No h~y .la
de obra y en que, en consecuencia, la virtud se aso- menor razón para negarle a IDI suegro el crédito
ciaba a la labor eficiente -su eficiencia como tra- de haber pagado por la educación d~ sus hijos, de
bajador era lo que distinguía a un buen chico o todos ellos; bien podía hacerlo: .tema dos bu~n,~~
chica de los demás- tal parece que Thorstein Ve· granjas en el distrito agrícola mas neo del paI~ .
blen fue tratado con cierta tolerancia. So pretexto A pesar de todo, fue una excepció"?, a la práctica
de falta de robustez, se le daba tiempo libre para general de la comunidad el que los Jovenes Veblen
leer. Esto sólo pudieron hacerlo unos padres nota- fuesen enviados a la escuela en lugar de dedicarlos
blemente perspicaces. Uno de los hermanos de Ve- al trabajo útil -como lo llamaban los granjeros no-
blen escribiría después que fue de su madre de ruegos- en el campo. También fueror; enviados,
quien "Thorstein sacó su personalidad y su cerebro", como cosa natural, a una escuela confesional anglo-
aunque otros los considerasen decididamente su sajona -Carleton era congregacionalista- y n~ a
propiedad privada. una de las instituciones luteranas que respon~Ian
Como sus hermanos y hermanas, Thorstein fue a al idioma, la cultura y la religión de los escandina-
escuelas locales y, al terminar, fue enviado al Car- vos. El mito de Veblen (también insiste en ello su
leton College (entonces llamado CarIeton College familia) ha exagerado el alejamiento de los norue-
Academy ), en la cercana población de Northfield. gos en general y de los Veblen en particular. Es
Su hermana Emily asistía también allí; otros miem- parte de la leyenda que. ~l padre d,:, Veblen no ha-
bros de la familia fueron, asimismo, a CarIeton. biaba inglés y que su hIJO tuvo dificultades con el
En un interesante y característico ejercicio de ima- idioma. Esto es disparatado. No obstante, en la
ginación, su padre entró en acción para reducir los estructura de clases local, los anglosajones forma-
gastos escolares. Compró una parcela de terreno
en los límites del poblado, por el valor nominal 1 Estas cartas fueron escritas en 1926 a Joseph Ijorfman.
el distinguido biógrafo de Veblen.
cargado entonces por tales bienes raíces, y levantó
XIII
XII
ban la clase dominante, en el gobierno y en el co- jetar. En un colegio confesional del Medio Oeste
mercio; los escandinavos eran el campesinado la- de aquella época, tal parece que el canibalismo re-
borioso. Los jóvenes Veblen fueron destinados a sultaba más aceptable canónicamente. Veblen recu-
salir de su clase. rrió a la defensa que había de emplear tan conse-
Carleton fue uno de los colegios confesionales que cuentemente por el resto de sus días: no estaba
se establecieron cuando los límites de las tierras haciendo ningún juicio de valor; él no era un par-
cultivadas se desplazaron hacia el oeste, y por los cial de la bebida; su argumento era puramente
que se demostró que con los logros económicos y científico.
cívicos iba también otra índole de cultura. Como Veblen terminó sus dos últimos años de college
los otros de su época, indiscutiblemente era bas- en uno solo, y se graduó con brillantez. Su tesis
tante malo. Como tantas pequeñas escuelas de ar- de graduación fue sobre "El examen hecho por
tes liberales de su tiempo, era el paradero de unos Milis de la filosofía hamiltoniana de lo condicio-
cuantos hombres cultos y maestros devotos, el ele- nado". Sus contemporáneos lo describieron como
mento salvador que al parecer siempre surgía al un triunfo, mas no ha sobrevivido. En Carleton,
establecerse uno de tales colegios. En la época de Veblen había trabado una íntima amistad con ElIen
Veblen, uno de estos hombres fue John Bates Clark, Rolfe; hija de una destacada y próspera familia
que después, en la Universidad de Columbia, sería del Medio Oeste era, como Veblen, independiente
reconocido como el decano de los economistas esta- e introvertida -muy aparte de la masa- y, asi-
dunidenses de su época. (Fue uno de los origina- mismo, muy inteligente. Tardaron ocho años más
dores del concepto de marginalidad, la idea de que en casarse, aunque esta falta de prisa no significa
las decisiones concernientes al consumo no se to- que alguno de los dos tuviera menos razones de
man como consecuencia del total de los bienes po- lamentarlo en años posteriores. La leyenda siern-
seídos, sino como consecuencia de las satisfaccio- pre ha sostenido que Veblen fue un marido indife-
nes que pueden obtenerse de la posesión o del uso rente e infiel, singularmente incapaz de resistir los
de una unidad adicional.) Veblen fue estudiante de requerimientos de las mujeres que, por raro que
Clark : Clark tuvo un buen concepto de Veblen. parezca, seguían enamorándose de él. Al parecer,
Esto pudo requerir imaginación y tolerancia, pues la familia Veblen consideró que la culpa, al menos
en varios de sus ejercicios de clase ya estaba Ve- en parte, fue de Ellen. Ésta sufrió un colapso ner-
bIen ofreciendo buenas indicaciones de su posterior vioso después de un exceso de trabajo enseñando;
estilo y método. Preparó una clasificación, solemne en una carta nada reticente, y no necesariamente
y ostentosamente sincera, de los hombres, por la precisa, conservada en los archivos de St. Paul, una
forma de sus narices; en uno de sus ejercicios de cuñada suya 2 afirma: "No hay la menor duda de
retórica defendió la opinión de un ebrio de su pro-
pio probable fin; en otro, defendió el canibalismo. 2 Florence (Mrs. Orson) Veblen, en 1926. En una crónica
anterior de la familia Veblen ("Thorstcin Veblcn: Reminis-
Clark, que presidía el jurado cuando Veblen pa- cense of his Brother Orson", Social Forces, diciembre de
reció favorecer la embriaguez, se vio obligado a ob- 1931), Florence Veblcn también trata duramente a Ellen. En
XIV xv
que está loca". Lo que es seguro es que fue un evolución como axioma social así como biológico,
matrimonio fracasado e infeliz, y así fue también que al hecho de que el propio Porter era el presi-
el segundo de Veblen. dente de la Universidad. Los escritos posteriores de
Después de enseñar durante un año en una acade- Veblen sugieren poderosamente a Spencer. La se-
mia local, una vez graduado en Carleton, Veblen lección natural no es para Veblen la base de La
partió rumbo a la Universidad Johns Hopkins. de sistema, pero sí le sirve como utilísima explicación
Baltimore, para estudiar filosofía. Por entonces de cómo algunos subsisten y prosperan y otros no.
-1881- Johns Hopkins se anunciaba como la pri- Huelga decir que la avidez es la base de tal selec-
mera universidad norteamericana con una escuela ción, más a menudo que el valor moral.
especializada para graduados, según el modelo eu- Se han efectuado solemnes discusiones sobre el
ropeo. La propaganda, como Veblen diría después, efecto de la disputa filosófica de Yale, y de su pro-
estaba en considerable adelanto sobre los hechos. pia tesis sobre Kant, sobre los escritos ulteriores
El dinero escaseaba, y por tanto, los maestros. El de Veblen. Mi instinto me dice que tal efecto fue
ambiente era el de un conservador poblado sureño. insignificante. Los otros Veblen afirman esto, de
Veblen se sintió infeliz, no completó su curso y co- modo general. En años posteriores, su hermano
menzó lo que -con una importante interrupción- Andrew, físico y matemático, respondió repetida
había de ser toda una vida de peregrinar por el y tercamente a los esfuerzos por identificar las
paisaje académico norteamericano. Su siguiente pa- fuentes del pensamiento de Thorstein Veblen, afir-
rada fue Yale. Era allí una época de considerables mando que no era posible precisarlas. "No creo que
controversias, de lo que los eruditos con afición a nadie en particular influyera mucho sobre la for-
las metáforas tomadas de la industria cervecera mación de sus opiniones." Baste añadir que des-
llaman un fermento intelectual. El principal foco pués de dos años y medio en Ya le -subvencionado
de los debates se centraba entre cierto Noah Por- por un hermano y por la granja y la familia de
ter, presuntuoso teólogo, a la sazón considerado Minnesota- Veblen salió con un doctorado en filo-
como gran filósofo y metafísico, y William Graham sofía. Deseaba dar clases y tenía recomendaciones
Sumner, el expositor norteamericano de Herbert bastante favorables. Mas no pudo encontrar ern-
Spencer. El afán práctico de Porter fue impedir pleo, y así volvió a su hogar de Minnesota. Allí, le-
que Sumner asignara a sus clases los Principios de yendo incesantemente y escribiendo ocasionalmente,
sociología de Spencer, y lo logró. Spencer fue vir- permaneció siete años. Durante una parte de este
tuosamente suprimido. Podemos suponer que el tiempo afirmó hallarse enfermo; Andrew Veblen,
triunfo de Porter debió menos a la fuerza de sus como lo demuestran sus cartas, consideró auténtica
argumentos contra la aceptación spenceriana de la la enfermedad; otros miembros de su familia díag-
nosticaron alergia a los trabajos manuales. Veblen
un comentario inédito (que también se conserva en los se casó, y Ellen llevó consigo un poco de dinero. De
Archivos de Sto Paul), Andrew Veblen disiente, al menos en
parte, y observa que las dos mujeres nunca se habían en- vez en cuando, se le pedía solicitar un puesto de
contrado. maestro; algunas ofertas tentadoras fueron rápida-
XVI xvn
mente retiradas al descubrirse que Veblen no era dirigió al rector y a otras autoridades de la Uni-
cristiano. En 1891 reanudó su vagabundeo acadé- versidad, y le consiguió una beca especial".
mico inscribiéndose como estudiante graduado de El relato, aparte de la impresión que nos tras-
economía en Cornell. mite acerca del carácter y el atuendo de Veblen es
El principal profesor de economía en CornelI era, importante por otra razón. En la vida de Veblen
a la sazón, J. Laurence Laughlin, inveterado expo- siempre hubo individuos -pocos, pero vitales-
nente de la escuela clásica inglesa, quien hasta en- que sintieron su genio y fueron fascinados por él. A
tonces se había negado a ser miembro de la Aso- menudo eran conservadores, como en el caso de
ciación Económica Norteamericana, en la creencia Laughlin, hombres que, en ideas y modo de vida,
de que ésta era de inclinaciones socialistas. Joseph estaban separados de él por un mundo. Y repeti-
Dorfman, de la Universidad de Columbia. el eminen- das veces estos hombres rescataron o protegieron
te estudioso del pensamiento económico norteame- a su prodigioso y muy inconveniente amigo.
ricano y máxima autoridad acerca de Veblen, en su Veblen permaneció en CornelI menos de dos años
voluminosa e importante obra Thorstein Veblen and tiempo suficiente para empezar a avanzar en s~
his Al11erica (Nueva York, Viking Press. 1934), libro carrera, de un modo poco característicamente orto-
al que deben algo todos los que hablan o escriben doxo: publicando artículos en revistas especializa-
acerca de Veblen, narra el encuentro de Laughlin das. Luego Laughlin fue invitado a encabezar el
con Veblen." Laughlin "se hallaba sentado en su departamento de economía de la nueva Universidad
estudio de Ithaca cuando una persona de aspecto de Chicago, y se llevó consigo a Veblen. Éste recio
anémico, tocada con un gorro de piel de mapache, bió una fellowship de 520 dólares anuales, a carn-
con un pantalón de pana, entró y, en el tono más bio de preparar un curso de historia del socialismo
moderado dijo: 'Soy Thorstein Veblen'. Contó a y ~y~dar a editar el recién fundado Journal of
LaughIin su historia académica, le habló de su ocio- Political Economy. Aún no cumplía 35 años. En los
sidad forzada y de su deseo de proseguir sus estu- siguientes años avanzó hasta ocupar el puesto de
dios. Todas las becas estaban dadas, pero Laughlin profesor e instructor, siguió escribiendo y editando
quedó tan impresionado por aquel hombre, que se el I ournal, escribió muchas críticas e incontables
artículos -entre otros, sobre la teoría de los ves-
::¡ Unos miembros de la familia han rebatido a Dorfman tidos femeninos, sobre el bárbaro status de la mu-
sobre muchos detalles. En la biblioteca de la Sociedad His- jer y sobre el instinto del trabajo eficaz y sobre lo
tórica de Minnesota hay un ejemplar, profusamente anota- fastidioso del trabajo-, todo ello anunciador de sus
do, del libro de Dorfman, con las correcciones y disensio-
nes de Emily Vehlen. Se refutan muchos puntos menores libros posteriores. En aquellos años desarrolló tam-
de la historia de la familia. Como otros miembros de ésta, bién su estilo pedagógico, si puede hablarse de tal.
Emily protestó por toda sugestión de que la familia fuera Se sent,aba ante el _escritorio, a hablar en voz baja
pobre o de que estuviese enajenada del resto de la comurrí- y monotona al punado de estudiantes interesados
dad. Y claramente manifestó que le parecía exagerado el
retrato de Thorstein, pintado como un chico solitario, mi- que lograban acercarse bastante. También descu-
serable, excesivamente introvertido. brió Veblen -si no lo sabía de antemano- que algo
XVIII XIX
en él (inteligencia, modales, vestimenta, su sardó- su análisis y el otro en el intrigado lector". Asi-
nica y desafiante indiferencia a toda aprobació~ mismo,· Veblen sobresalta a su lector con unos sig-
o desaprobación) le hacía extremadamente atraen- nificados perversamente escogidos. Estos significa-
vo para las mujeres. Su esposa, como ya dijimos, dos rara vez se apartan de lo sancionado por el uso
se encontró cada vez con mayor competencia. Esta más preciso y exigente. Pero en el éontexto son, al
competencia fue algo con lo que no pudieron recon- menos, inesperados. Esto lo atribuye Veblen a la
ciliarse ni ella ni las comunidades académicas en necesidad científica. Así, en su inmortal análisis
que residió Veblen. En 1899, aún en Chicago, míen- del consumo ostensible, observa que el gasto, si
tras Laughlin seguía esforzándose por conseguirle ha de contribuir eficientemente a la "buena fama"
pequeños aumentos de salario, o por. 0,btener. reno- del individuo, generalmente debe hacerse en "co-
vaciones de su contrato, Veblen publicó el pnmero sas superfluas". "Para producir buena reputación,
y más grande de sus libros: la Teoría de la clase ese consumo tiene que ser derrochador." Todo esto
ociosa. es perfectamente exacto. Los ricos adoran la fama;
el gasto productor de buena reputación es lo que
ItI aumenta su fama; los vestidos, casas, séquitos
que sirven a este propósito y no son esenciales pa.ra
Poco hay que pueda decirse acerca de la Teoría de la existencia, son superfluos. El gasto no esencial
la clase ociosa que el lector no aprenda mejor en el es derrochador. Pero sólo Veblen pudo usar esas
propio libro. Es una obra maravillosa; es asimismo palabras de esta manera. En el caso de dr:rro.c,he
a su modo especial, una obra maestra de la prosa considera necesarias unas palabras de explicación.
inglesa. El estilo de Veblen no puede leerse como característicamente desenvuelta y objetiva. En el
el de ningún otro autor. Wesley C. Mitchell -con- lenguaje de la vida cotidiana, dice, "la palabra
siderado, aunque no muy justificadamente, como su lleva consigo una resonancia condenatoria. La uti-
principal albacea intelectual- dijo una ~ez: "Hay lizamos aquí a falta de una expresión mejor ...
que ser sumamente avanzado para apreciar sus Ii- pero no se le debe tomar en mal sentido ... "
bros." Todos los que aman a Veblen quisieran creer y así continúa. Las esposas de los ricos evitan
eso. La verdad es más sencilla. Sólo hay que to- todo empleo útil porque "la abstención del trabajo
mar en cuenta que, si se desea apreciar a Veblen, no es sólo un acto honorífico o meritorio, sino que
se le debe leer muy cuidadosa y lentamente. Ve- llega a ser un requisito impuesto por el decoro".
bien ilustra, divierte y deleita, pero sólo si se le Honor, mérito y decoro son empleados con exacti-
dedica bastante tiempo. tud, pero no son asociados a menudo con la ocio-
Resulta difícil separar el idioma de Veblen de las sidad. El ladrón o estafador, dice Veblen, que ha
ideas que trasmite. Las ideas son agudas, incisivas ganado una gran riqueza... tiene mayores posibi-
y desafiantes. Pero también su escritura es un lidades que el raterillo de eludir el castigo de la
arma. Mitchell observó que Veblen normalmente ley porque "un gasto bien considerado de su botín
escribía "con un ojo en los méritos científicos de agrada extraordinariamente a personas que tienen
xx XXt
un sentido cultivado de las conveniencias y contri- IV
buye mucho a mitigar el sentido de depravación
moral con que se consideran las infracciones come- La tesis de la Teoría de la clase ociosa puede ex-
tidas". Ordinar-iamente, ~o asociamos el disponer ponerse rápidamente. Es un tratado, el más com-
de una nqueza mal habida con la buena crianza. prensivo jamás escrito, sobre esnobismo y presun-
Es así como debe leerse la Teoría de la clase ción social. Parte de él es aplicable a la sociedad
ociosa, o cualquier escrito de Vcblen. Si el lector norteamericana de fines del siglo pasado -c-en plena
a.vanza rápidamente, las palabras tendrán su signi- "edad sobredorada" del capitalismo norteamerica-
ficado contextual ordinario, no el sentido preciso y no- pero es más maravillosamente pertinente en
perverso dado por Veblen. El derroche será malo el caso de la opulencia moderna.
no fuente de estima; la asociación de ocio con mé- A menudo, los ricos han sido atacados por los
rito, honor y decoro será pasada por alto, así como menos ricos, por disfrutar de una posición social
la que existe entre el pillo y sus gastos. Al planear superior, basada en su dinero y no en valores mo-
esta edición, pensé en explicar los puntos Oscuros rales o intelectuales, por usar su riqueza y su posi-
de Veblen. Me senté a hacerlo y a preparar unas ción para sostener un disoluto consumo de las ri-
notas de pie de página. Mas concluí, al final, que quezas que otros necesitan urgentemente, y por de-
casi nada requería explicación. El estilo es claro fender la estructura social que les ha acordado su
y lúcido. Son sólo las plabras las que hay que pen- privilegiada posición. Y han sido atacados por el
sar. El libro entrega su mensaje, y con él todo su comportamiento pérfido y bajo que su riqueza pue-
encanto, sólo a quienes, también, tienen sus ratos de pagar y que sanciona su posición social. Sus
de ocio. críticos reconocen en todo esto a los ricos su supe-
Cuando Veblen hubo terminado el manuscrito de rior poder y posición, les niegan el derecho a tal
La clase ociosa, lo envió al editor, pero la obra vol- posición o a comportarse como lo hacen. Habitual-
vió a sus manos varias veces para revisión y, según mente, su negativa muestra mucha escandalizada
se cree, requirió una garantía de su autor. Resulta cólera o indignación. Se ha considerado a los ricos
tentador especular acerca de las razones de esta dignos de tal cólera o indignación.
renuencia. El libro no pudo estar mal escrito en Es éste el supremo logro literario y polémico de
ningún aspecto técnico o gramatical. Y tampoco era Veblen: no concede nada a los ricos y acaudala-
Veblen un escritor bisoño. Podemos imaginar que dos; y no soñaría siquiera con sugerir que sus pro-
el perverso y sorprendente uso de las palabras, pias actitudes o pasiones personales están en juego.
aunado sin duda a la ironía y al ataque a los ico- Los ricos son meros especímenes antropológicos,
nos, . fueron más de lo que ningún editor podía cuya conducta resulta más interesante y más visi-
publicar, Pero alguien más debió de ver qué ha. blemente ridícula por la posesión de dinero y pro-
bía allí. piedades. El esfuerzo por establecer precedencia
para sí mismo y el afán por el resultante reconoci-
miento y aplauso son casi las tendencias humanas
XXII
XXIII
más universales. A este respecto, nada diferencia misma luz el consumo de bienes. Por encima de
a Whitney, Vanderbilt o Astor de un cacique papú cierto nivel de riqueza, el disfrute de bienes -ves-
o de lo que "ofrecen las tribus de los andamanes". tidos, casas, automóviles, diversiones- nunca pue-
Los atuendos, festivales o ritos y artefactos de los de volver a considerarse intrínseco como, ingenua-
Vanderbilt y los Whitney son más complejos, pero mente, aún lo considera el economista establecido
eso no significa que su móvil sea distinto, en modo o neo-clásico. Posesión y consumo son el estandar-
alguno, del de sus equivalentes bárbaros. te que anuncia el triunfo, que proclama, según las
Conviene recordar que Veblen escribió en los últi- normas aceptadas por la comunidad, que su posee-
mas años del siglo pasado, antes de que el orden dor es un hombre de éxito. En este sentido, al re-
establecido sufriera el pulverizador embate de la velar lo que antes no se había visto, la Teoría de la
primera Guerra Mundial, de Lenin y de la oratoria clase ociosa es un gran logro científico.
igualitaria de la moderna política democrática. Era También es cierto, j ay!, que buena parte del pro-
un tiempo en que los caballeros aún se creían ca- ceso por el cual se revela esta verdad -por el cual
balleros y -al menos en los Estados Unidos- que se logran las percepciones de Veblen- es, científica-
era la riqueza la que establecía la diferencia. Y, en mente, algo así como una estratagema. No hay duda
general, el resto de la población convenía en ello. de que antes de escribir La clase ociosa, había leído
Veblen calmadamente identificó los modales y el extensamente sobre antropología. Tenía a su dis-
comportamiento de estos presuntos caballeros con posición incontables comunidades y costumbres pri-
los modales y el comportamiento de los pueblos de mitivas, y se remite a ellas con un desenfado que
la selva. Al hablar de la utilidad de las distintas sugiere -y que probablemente se proponía suge-
observancias con el propósito de afirmar o aurnen- rir- que tenía en reserva mucho más de tales
tar la reputación del individuo, Veblen observa que conocimientos. Pero en el libro no hay referencia
"los regalos y las fiestas tuvieron probablemente a sus fuentes; no hay nota que nos diga de qué
un origen distinto de la ostentación ingenua, pero dependió Veblen para informarse. En una de las
adquirieron muy pronto utilidad para este propó- primeras páginas nos explica que el libro está ba-
sito y han conservado este carácter hasta el pre- sado en la observación cotidiana, y no pedantesca-
sente. .. Las diversiones costosas, tales como el mente en la erudición de otros. Esto es cierto por
potlach y el baile, están especialmente adaptadas lo que concierne a la Quinta Avenida y a Newport.
para servir a este fin". Las cursivas que equiparan Se puede suponer un conocimiento adecuado, aun-
el potlach y el baile son mías; Veblen nunca habría que sea de oídas. Pero Veblen no tuvo oportuni-
soñado con hacer resaltar un punto tan obvio. dad similar de saber acerca de los papúes.
El libro es verdaderamente devastador. Pero es, En rigor, la antropología y la sociología de Ve·
también, muchas cosas más. L'1. teoría de la clase bIen son arma y armadura antes que ciencia. Se
ociosa ilumina de modo brillante y revelador el vale de ellas para iluminar (y ridiculizar) el com-
efecto de la riqueza sobre el comportamiento. Na- portamiento de la clase más poderosa de su época.
die que haya leído este libro volverá a ver a la Y como lo hace en nombre de la ciencia y con las
XXIV xxv
armas de la ciencia -sin perrmtir manifestarse a tranvías de la ciudad. Su contrato no fue renovado.
ningún indicio de resentimiento o de ira-, lo hace Las autoridades de la Universidad, como muchos
con casi perfecta seguridad. La mariposa no ataca hombres piadosos, especialmente en las universi-
al zoólogo por decir éste que es más decorativa que dades, creían que contaban con una licencia espe-
útil. Que Marx era un enemigo cuyo veneno había cial para mentir. Así, disimularon el crimen de
que devolver en la misma especie es algo que los despedir a Bemis negando que su acto tuviese al-
capitalistas no dudaban. Pero Veblen no. El rico guna relación con el monopolio de los transportes,
norteamericano nunca comprendió bien qué trataba o que reflejara la menor cortapisa a la libertad aca-
de hacer Veblen, o qué estaba haciendo con él. La démica. La prensa local no se dejó engañar; vio el
pretensión científica, la ironía y las explicaciones acto como una concesión a los intereses de los ne-
minuciosas de que las palabras más peyorativas es- gocios, y lo aplaudió. En una bonita frase acerca
taban siendo utilizadas en un sentido estrictamente de la responsabilidad magisterial, el Iournal de
no peyorativo lo pusieron más allá de la compren- Chicago dijo: "El deber de un profesor que acepta
sión de aquél. el dinero de una universidad por su trabajo es en-
Por entonces, la protección era necesaria. Y hay señar la verdad establecida, no meterse en la bús-
no pocas pruebas de que Veblen estaba consciente queda de la verdad." Un sentimiento sincero.'
de esta necesidad. Durante los años que dedicó a El último capítulo de La clase ociosa es sobre
trabajar en La clase ociosa, los profesores libera- "El saber superior como expresión de la cultura
les de la Universidad de Chicago eran frecuente- pecuniaria". Se anticipa a otra disquisición de Ve-
mente atacados por la plutocracia vecina. Ésta es- blen. mucho más larga y más mordaz, acerca de
peraba que la economía y otra~ ciencias soc<ia~es la influencia de la civilización pecuniaria sobre la
aportaran la doctrina que sancionara sus pr-ivile- Universidad (The Higher Learníng in America: A
gios. A mitad de la última década del siglo, Chaun- Memorandum on the Conduct o{ Universities by
cey Depew, el notable demagogo, dijo a los estu- Businessmen, publicada en 1918). En este capítulo
diantes de Chicago (en un discurso citado por Veblen -aunque interesado en otras cuestiones-
Joseph Dorfman) que "Esta institución, que debe subraya el papel conservador y protector de las
su existencia a la generosidad de RockefeIler, es universidades en relación con la cultura pecuniaria.
ella misma un monumento al uso adecuado de la "Las nuevas concepciones y nuevos descubrimien-
riqueza acumulada por un hombre de genio. Y así tos en materia de teoría científica, y en especial los
es CorneIl, y así es Venderbilt y así son los cale que afectan en cualquier punto a la teoría de las
gios más antiguos, que han recibido los beneficios
~ La historia del despido de Bemis es el tema de un re-
de la riqueza generosa, consciente y patriótica". En ciente estudio de Harold E. Berquist. Jr., "The Edward W.
1895, Edward W. Bemis, un profesor de econo~ía Bemis Controversy at the University of Chicago". AAUP
política en la extensión de la Universidad, ataco al Bulíetín, vol. 8, núm. 4 (diciembre, 1972). Aunque sugiere
monopolio del transporte de Chicago que, mediante unas circunstancias más complejas de las implicadas aquí
y atribuye un papel bastante turbio a J. Laurence Laughlin.
sobornos en grande escala, se había instalado en los las conclusiones de Berquist son como las nuestras.
XXVI XXVII
relaciones humanas, no han encontrado puesto en riada ni por los oprimidos y pobres, Era un hom-
el esquema universitario, sino tardíamente y por bre de designios, no de revolución.
una tolerancia otorgada a regañadientes más que La fuente de los designios de Veblen ha sido
por una bienvenida cordial." Nadie dudará de quién tradicionalmente relacionada a sus orígenes. Hijo
tenía en mente Veblen en esta última frase. En de inmigrantes, experimentó la dura vida de las
otra parte observa que "Como ulterior evidencia regiones limítrofes, en un tiempo en que los escan-
de la íntima relación existente entre el sistema edu- dinavos, de acuerdo con las normas sociales, eran
cativo y las pautas culturales de la comunidad pue- ciudadanos de segunda clase. Se salvaron -lo cual
de notarse que en los últimos tiempos hay una no es muy seguro- porque no era fácil distinguir-
cierta tendencia en la dirección de los seminarios los por su color. ¿Qué hay de más natural que al-
del saber superior a sustituir al sacerdote por el guien con tales antecedentes se volviera contra sus
capitán de industria". opresores? La Teoría de la clase ociosa es la ven-
En tal medio, y con tal tema, es evidente que ganza de Veblen por los abusos a los que estuvie-
Veblen necesitaba la protección de su arte. En ron sometidos él y sus padres.
general, éste le sirvió bien. En el curso de su ca- Estoy convencido de que esto es no comprender
rrera académica a menudo tuvo Veblen dificultades a Veblen. Su móvil no fue la ira ni el resentimiento,
con los administradores académicos, pero por mo- sino el sentido del ridículo. Debo citar aquí una
tivos más personales o idiosincrásicos que políticos experiencia mía. Hace unos diez años, para ocupar
o ideológicos. No fue comprendido ni apreciado por los ocios de una de las ocupaciones más ociosas
sus colegas académicos más materialistas, aunque -la de un embajador moderno--, escribí un librito
a menudo más en boga. Un hombre como Veblen acerca de los clanes escoceses, como aquel en que
crea dificultades a tal gente, que acepta la opinión crecí en la ribera septentrional del lago Erie en
establecida y se regocija en nombre del Establish- Canadá. Los escoceses (como, con rara corrección
ment. Cualquiera que no comparte sus valores es etimológica nos llamamos), tal como los escandina-
una amenaza a su posición y a su amor propio, vos, vivían en granjas; los habitantes de las ciuda-
pues les hace parecer aduladores y pedestres, como des eran ingleses. Desde Toronto, en el siglo XIX
de hecho son. Durante toda su vida, Veblen fue tal otros ingleses, en conjunción con la Iglesia de In-
amenaza. Pero los ricos, a quienes en fin de cuen- glaterra como una especie de compañía tenedora
tas se dirigió, nunca lograron penetrar en sus de- de acciones en pro de los intereses políticos y eco-
fensas nómicos, dominaban la vida económica, política, re-
ligiosa y social del alto Canadá para su indiscutible
ventaja.
v Al escribir el libro me fue agradable volver al
En un mundo hostil, Veblen también disfrutó de ambiente de mi juventud, de mis padres y vecinos,
cierta medida de inmunidad política, porque no fue de los miembros más prestigiosos de los otros cla-
un reformador. Su corazón no latía por el proleta- nes. Nos sentíamos superiores a los tenderos, a los
XXVIII XXIX
vendedores de aperos, a los empleados de los bilia- VI
res, a los tratantes en granos y a otros comercian-
tes de los poblados vecinos. Trabajábamos más La recepcion de la Teoría de la clase ociosa, al
arduamente y gastábamos menos, pero habitual- aparecer, dividió a los hombres de buena reputación
mente teníamos más. Los más prestigiosos clanes y posición ortodoxa de los que eran capaces de
y sus miembros tomaban en serio la educación y, pensar. Sin embargo, en términos generales no de-
como cosa natural, monopolizaban la vida política bió de disgustar a Veblen. Un crítico, miembro del
de la comunidad. Y sin embargo, la gente de los Establishment, dijo que eran tales libros escritos
poblados estaba, invariablemente, bajo la impre- por diletantes los que habían puesto en descrédito
sión de que el prestigio social le pertenecía. Eran la sociología entre los "pensadores minuciosos y
ingleses, no escoceses, eran anglicanos. no presbite- científicos"; la palabra ciencia era utilizada en el
rianos y se identificaban, por vicariamente que fue- sentido aún habitual, como cubierta y defensa de
se, con la vieja clase gobernante. Su trabajo -si la ortodoxia. Con prodigiosa solemnidad sostuvo
podía llamársele tal- no les ensuciaba las manos. que era ilegítimo clasificar dentro de la clase ocio-
A nosotros se nos enseñaba que las pretensiones de sa grupos tan poco relacionados como los bárbaros
categoría social basadas en normas tan vacías eran y los ricos modernos. Otro erudito igualmente pre-
algo absurdo. Y contemplábamos a la gente de las decible afirmó que los ricos lo eran porque gana-
ciudades no con envidia, sino con benévolo despre- ban su dinero: las colosales recompensas del capi-
cio. En general, nos gustaba dejar que lo sintieran. tán de industria y las míseras del jornalero eran la
Cuando publiqué el libro, con mucho, el mayor evaluación de su aportación a la sociedad, medidas
número de las cartas que recibí fue de personas por su eficiencia económica. Pero el libro deleitó
que habían crecido en comunidades alemanas y es- a otros hombres más imaginativos. Lester Ward,
candinavas del Medio Oeste, quienes me dijeron el primer sociólogo norteamericano de reputación
que aquélla era, realmente, la atmósfera de su internacional, dijo que "el libro abunda en expre-
infancia, tal como yo la había descrito. "Así es siones tensas, antítesis agudas y frases enigmáticas,
como nos sentíamos. Podía usted haber estado pero felices. Algunas de éstas han sido interpreta-
hablando de nuestra propia comunidad." Estoy se- das como ironía y sátira, pero ... el lenguaje es cla-
guro de que también fue ése el medio de Veblen. ro e inequívoco ... el estilo [como estilo] está lo
Los Veblen se consideraban, no sin razón, como re- más lejos posible de la apología o el vituperio".
presentantes de una cultura superior. La presun- Ward se mostró admirado, quizás demasiado incon-
ción de la élite anglosajona local sólo les inspiraba dicional. William Dean Howells, por entonces tam-
desprecio. La Teoría de la clase ociosa es el despre- bién en el pináculo de su reputación, asimismo se
cio extendido a una estructura clasista con distin- entusiasmó, se sintió arrebatado por Veblen. "En
ciones de clase que eran una prolongación de aque- la calma desapasionada con que el autor lleva a
llas pretensiones que Veblen observó en su juventud. cabo su investigación, aparentemente no hay partí-
darismo en pro ni en contra de la clase ociosa. Su
xxx XXXI
objeto es descubrir cómo es, qué es y por qué es siendo un estudiante de Berkeley, allá por los trein-
así." (Por estas dos reacciones, estoy en deuda una tas, cuando más poderosa era la influencia de Ve-
vez más con Dorfman.) Las ventas de La clase bIen). Hay un conflicto entre la racionalidad or-
ociosa fueron modestas, aunque pocos habrán pre- denada del proceso maquinal como lo conciben los
visto cuán durables serían. En 1900, Veblen fue ingenieros y técnicos, y el marco pecuniario en el
ascendido a profesor asistente. Su salario siguió que funcionan. Este último en su competencia y
siendo insignificante. agresión entre empresas, y la resolución de ésta en
consolidación y monopolio, sabotea las posibilida-
VII des inherentes al proceso maquinal. Pero -aunque
algunos obj etarán- la idea ha resultado un calle-
En los años que siguieron a la publicación de La jón sin salida. Organización y administración son
clase ociosa, Veblen se dedicó a examinar las em- una tarea mayor de lo que implica Veblen; lo mismo
presas industriales en su marco social; este inte- ocurre al problema de acomodar la producción a
rés ya puede barruntarse en la distinción, hecha al la necesidad social, y al del móvil y el incentivo.
principio de este volumen, entre hazaña, que es la Esto se ha hecho evidente en las economías socia-
de la empresa dedicada, como tal, a hacer dinero, listas, donde ha habido muchas más dificultades, al
e industria, que hace cosas. (En una afirmación traducir la racionalidad del proceso maquinal en un
característicamente impersonal de algo que había rendimiento económico efectivo, de lo que hubiese
de escandalizar, Veblen observa que "aquellas ocu- supuesto Veblen. En los treintas, después de la
paciones clasificadas como proezas son dignas, ho- muerte de Veblen, Howard Scott fundó sobre estas
norables y nobles", en tanto que aquellas que im- ideas el movimiento (quizá sea mejor decir el cul-
plican una aportación útil a la productividad son to) político "tecnocracia", De haber tenido opor-
"indignas, degradantes e innobles".) En 1904, Ve- tunidad. los tecnócratas se habrían encontrado ante
bIen desarrolló este punto (y otros) en The Theory el mismo problema de los socialistas. Aunque muy
of Business Enterprise. Que los libros de Veblen leída en la primera parte del siglo, The Theory ot
aún tenían que ganarse un público nos lo indica el Business Enterprise no ha resistido el paso del
hecho de que, de sus míseros ingresos, se le pidió tiempo. a diferencia de la Teoría de la clase ociosa.
que pagara una buena parte del costo de encuader- Los escritos de Veblen continuaron y también, en
nación. 1906, su peregrinar académico. Aunque siempre mal
En la introducción de una reciente edición fran- pagado y en puestos inferiores, puede decirse que
cesa (de gran éxito) de la Teoría de la clase ociosa, en cierto modo era famoso. Su vida matrimonial
Raymond Aran opina que Veblen era mejor en per- se había vuelto precaria; él no hacía mucho por
cepción social que en percepción económica. Con- resistir los embates de otras mujeres. Pocos asís-
vengo en ello. La idea básica de The Theory of tían a sus clases; los eruditos ortodoxos y aquellas
Business Enterprise es plausible (aun puedo recor- de sus víctimas que podían entender sus argumen-
dar mi interés cuando leí el libro por vez primera tos le eran adversos o se escandalizaban. Pero Ve-
XXXII XXXIII
bien se había vuelto un posible lujo académico. deció una grave enfermedad mental, y falleció en
Harvard, a instancias de Frank W. Taussig, con- 1920.) Partiendo de Missouri, Veblen reanudó su
sideró invitarlo a unirse a su departamento de eco- peregrinar. Durante la primera Guerra Mundial fue
nomía, pero pronto ]0 pensó mejor. David Starr a Washington, como uno de los más inesperados
Jordan, que a la sazón estaba creando una universí. miembros de la administración de tiempos bélicos.
dad al sur de San Francisco (como Harper había De Washington fue a Nueva York, para experimen-
estado creando una en Chicago quince o veinte años tar como editor y luego para enseñar en la Nueva
antes), no pudo permitirse ser tan cauteloso, e in- Escuela de Investigación Social. Sus escritos con-
vitó a Veblen a Leland Stanford como profesor aso- tinuaron; como los anteriores, son mordaces, lacó-
ciado, Veblen pasó tres años allí. Pero su situa- nicos y llenos de brillantes atisbos" Como la Theory
ción doméstica - 3 veces con Ellen, a veces con of Business Enterprise, casi todos desarrollan argu-
otras- era para entonces, dados el tiempo y la co- mentos de los que ya se habían encontrado indica-
munidad, un manifiesto escándalo. Una vez res- ciones -o, en el caso de The Higher Learning in
pondió cansadamente a una queja diciendo: "¿Qué America, todo un capítulo- en La clase ociosa. Nin-
debe hacer uno si las mujeres lo asaltan?" ¿Qué ha- guno de estos libros logró la eminencia de la Teoría
cer, en realidad? Jordan concluyó que había lujos de la clase ociosa. La gente de reputación estable-
que Stanford no podía permitirse. Veblen fue in- cida siguió escandalizándose. En una crítica de The
vitado a marcharse. Los estudiantes no lo echaron Higher Learning in America, aparecida en la New
de menos. Docenas acudían a sus clases, atraídos York Times Review of Books en 1919, Brander Mat-
por su reputación: sólo un puñado --en una oca- thews dijo de Veblen: "Su vocabulario es limitado,
sión sólo tres- llegaban al fin del curso. y cae en fatigosas repeticiones de una docena o
Habiendo salido de Stanford, Veblen tuvo difi- veintena de adjetivos. Su gramática es lamentable-
cultades para encontrar otro puesto, pero, una vez mente defectuosa ... " El libro es, en realidad, uno
más, llegó a rescatarlo un erudito establecido, con de los tratados más efectivos y convincentes de
buen olfato para los disidentes. H. J. Davenport, Veblen. Otros críticos fueron más agudos. Gra-
por entonces una de las mayores figuras en el mun-
do de la economía norteamericana, se lo llevó a la 5 The lnstinct 01 Workmanship and the State 01 the In·
dustrial Arts (1914); Imperial Germany and the Industrial
Universidad de Missouri. Encontró allí algunos de Revolutian (1915); An Inquiry into the Nature 01 Peace and
los estudiantes sobre los que más duradera fue su the Terms 01 Its Perpetuation (1917): The Higher Learning
influencia, incluso uno, Isador Lubin, que después in America : A Memorandum on the Conduct 01 Universities
sería íntimo colaborador de Franklin D. Roosevelt by Businessmen (1918); The Vested Interests and the Com-
mon Man (1919); The Place 01 Science in Modern Civiíization
y de Harry Hopkins, y protector de Veblen en sus and Other Essays (1919); The Engineers and the Price Svs-
muchos momentos de necesidad. Veblen se divor- tem (1921); Absentee Ownership and Business Enterprise in
ció de Ellen y en 1914 se casó con Anne Fessenden Recent Times: The Case 01 America (1923). Al final de su
Bradley, mujer dulce y sumisa a la que, sin em- vida, Veblen recuperó un temprano interés en sus orígenes
nórdicos, y estudió las leyendas islandesas. Su última pu-
bargo, quedaban pocos años de vida. (En 1918 pa- blicación fue The Laxdaela Saga (1925).
XXXIV XXXV
dualmente, paso a paso, llegó a verse que Veblen
era un genio, el más penetrante, original y desen-
vuelto -de hecho el más grande- de quienes mo-
delaron el pensamiento social de su época.
Esto no significa que recibiera muchos honores
o recompensas. Como lo requiere el buen hábito. TEOlHA DE LA CLASE OCIOSA
honores y recompensas se reservan al respetable,
en contraste con el inteligente. Los estudiantes de
Veblen frecuentemente tuvieron que acudir en su
auxilio. Cada vez le resultaba más difícil encontrar
trabajo. A mediados de los veintes, envejecido, si-
lencioso, pobre y cansado, volvió de mala gana a
California, y allí murió en 1929.
The Nation, después de la muerte de Veblen, ha-
bló de su "mordaz ingenio, de su extraordinario
talento para descubrir significados enteramente nue-
vos en hechos viejos", diciendo en una frase lo que
yo aquí he dicho en muchas. Wesley C. Mitchell
escribió una nota necrológica en el Economic Jour-
na! (inglés), por entonces la más destacada publi-
cación de economía en el mundo. Diciendo triste-
mente que "No tendremos ya más de aquellas in-
vestigaciones con su curiosa erudición, su ironía.
sus frases deslumbrantes, sus asombrosas inversio-
nes de problemas y valores", observó asimismo que
el E. J., como los economistas 10 han llamado des-
de hace tiempo, sólo había comentado uno de los
libros de Veblen. En 1925 tomó nota de la novena
reedición de la Teoría de La clase ociosa, veintiséis
años después de su publicación original.

XXXVI
tNDICE

Thorstein Veblen y la "Teoría de la clase


ociosa" por Johrz Kennetñ Galbraith vii

TEORíA DE LA CLASE OCIOSA

Prefacio 5
1. Introducción . 9
II. Emulación pecuniaria . 29
I1I. El ocio ostensible . 43
IV. Consumo ostensible . 75
V. El nivel pecuniario de vida . 108
VI. Cánones pecuniarios de gusto . 121
VII. El vestido como expresión de la cultura
pecuniaria . 173
VIII. La exención de tareas industriales y el
conservadurismo . 194
IX. La conservación de rasgos arcaicos . 218
X. Supervivencias modernas de la proeza . . 252
XI. La creencia en la suerte . 282
XII. Observaciones devotas . 299
XIII. Supervivencias del interés no-valorativo 338
XIV. El saber superior como expresión de la
cultura pecuniaria . 369
PREFACIO

EL PROPÓSITO de este trabajo es estudiar el lugar y


valor de la clase ociosa como factor económico en
la vida moderna; pero ha resultado imposible con-
finar de modo preciso la investigación dentro de los
límites del enunciado. Ha habido forzosamente que
dedicar alguna atención al origen y genealogía de
la institución, así como a ciertas características de la
vida social a las que no se clasifica por lo general
como económicas.
La investigación discurre por terrenos de teoría
económica o generalización etnológica que son, en
cierto grado, poco conocidos. El capítulo de intro-
ducción indica la naturaleza de esas premisas teórí-
cas : espero que baste con él para evitar oscuridad
en los posteriores. En unos artículos aparecidos en
el volumen IV del American Iournal o] SocioIogy
sobre "El instinto del trabajo eficaz * y la tediosi-
* Traduzco como "instinto del trabajo eficaz" lo Que Veblen
denomina instinct 01 workinonship, fórmula para la que DO
he encontrado equivalente mejor. El término workman-
ship ha causado muchas dificultades a quienes han tratado
de verterlo a otros idiomas. Gaétan Pirou recoge en Les Nou-
veaux Courants de la Théorie Bconomique aux E.tats-Unis
(París. 1935, fascículo J, pp. 39-40) una serie de fórmulas pro-
puestas por distintos autores: Halbwachs ha optado por
"instinct artisan", ya que en la rúbrica "instinct ouvrier",
que hubiera preferido, la palabra "ouvrier" habría sido
interpretada como equivalente a "salarié", Emile James
dudó entre "amour du métier" y "amour du t ravail" y
hubiera preferido, de no ser demasiado largo. "amour uu
travail efftcace". o "goút du métier". Pirau opta por "goüt
du beau travail" o "goút du travail bien fait", pero añade
que se trata de un gusto por el trabajo independiente-
mente del resultado obtenido, interpretación que me pareec
desmentida por el propio Veblen. En efecto, como se des-
5
dad del trabajo", "Los comienzos de la propiedad" cos O inferencias sacadas de la etnología, son tamo
y "El status de la mujer en las comunidades bár- bién los más familiares y accesibles que ha sido
baras", se hace una exposición más explícita de la posible encontrar y cualquier persona medianamen-
posición teórica implicada por este trabajo. Pero te informada puede hallar sus fuentes con facilidad.
los argumentos no se basan en esas generalizaciones Por ello no se mencionan fuentes ni autoridades. De
--en parte nuevas- de modo tan absoluto que hayan modo análogo las pocas referencias incluidas en el
de perder completamente su posible valor de detalle texto -por 10 general a modo de ejemplo- pueden
para la teoría económica caso de que esas nuevas ser reconocidas con suficiente facilidad sin que sea
generalizaciones debieran, a juicio del lector, ser necesario citarlas.
desechadas por no tener el respaldo de suficientes
autoridades o datos que las apoyen.
Los datos empleados como ejemplo o para corro-
borar la argumentación se han tomado de preferen-
cia de la vida cotidiana, por observación directa
o notoriedad general, y no de fuentes más recóndi-
tas y alejadas; se ha hecho así, en parte, por mo-
tivos de conveniencia y, en parte también, porque
hay menos probabilidades de interpretar mal el
sentido de fenómenos que son familiares a todos.
Es de esperar que nadie sienta ofendido su sentido
literario o su dignidad científica por haber recurri-
do a hechos corrientes de la vida cotidiana o por lo
que puede aparecer a veces como excesiva libertad
en el manejo de fenómenos vulgares o cuyo lugar
íntimo en la vida del hombre les ha escudado a
veces contra el estudio económico.
Las premisas y datos corroboradores tomados de
fuentes más remotas, así como los elementos teóri-
prende de lo dicho por éste al explicar el concepto (ver inira,
p. 24l, el autor llama instinct ot workmanship a la aptitud
o propensión del hombre a buscar en cada acto que realiza
el logro de algún fin concreto, objetivo, impersonal; al sen-
tido del mérito de la utilidad o eficiencia y el demérito de
la futilidad, el despilfarro o la incapacidad. Por ello prefiero
emplear la fórmula "instinto del trabajo eficaz" de preferen-
cia a la utilizada por el señor Sánchez Vázquez -"instinto
de laboriosidad"- en la traducción del libro de J. A. Hob-
son, Vebten (Fondo de Cultura Económica, México, 1941). [T.l
6 7
l. INTRODUCCION
LA INSTITUCIÓN de una clase ociosa se encuentra en
su máximo desarrollo en los estadios superiores
de la cultura bárbara; por ejemplo, en la Europa
feudal o el Japón feudal. En tales comunidades se
observa con todo rigor la distinción entre las cla-
ses; y la característica de significación económica
más saliente que hay en esas diferencias de clases
es la distinción mantenida entre las tareas propias
de cada una de las clases. Las clases altas están
consuetudinariamente exentas o excluidas de las
ocupaciones industriales y se reservan para deter-
minadas tareas a las que se adscribe un cierto grado
de honor. La más importante de las tareas honora-
bies en una comunidad feudal es la guerra; el sacer-
docio ocupa, por lo general, el segundo lugar. Si la
comunidad bárbara no es demasiado belicosa, el ofi-
cio sacerdotal puede tener la preferencia, pasando
entonces el de guerrero a ocupar el segundo lugar.
En cualquier caso, con pocas excepciones, la regla
es que los miembros de las clases superiores -tanto
guerreros como sacerdotes- estén exentos de tareas
industriales y que esa exención sea expresión eco-
nómica de su superioridad de rango. La India brah-
mánica ofrece un buen ejemplo de la exención de
tareas- industriales que disfrutan ambas clases socia-
les. En las comunidades que pertenecen a la cultura
bárbara superior hay una considerable diferencia-
ción de subclases dentro de lo que puede denominar-
se -en términos amplios- la clase ociosa; hay entre
esas subclases una diferenciación paralela de ocupa-
ciones. La clase ociosa comprende a las clases gue-
rrera y sacerdotal, junto con gran parte de sus
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séquitos. Las ocupaciones de esa clase están diver- da. Como en el estadio superior de que ya se ha
sificadas con arreglo a las subdivisiones en que se hablado, esas tareas son el gobierno, la guerra, las
fracciona, pero todas tienen la característica común prácticas religiosas y los deportes. Esas cuatro es-
de no ser industriales. Esas ocupaciones no in- pecies de actividad rigen el esquema de la vida de
dustriales de las clases altas pueden ser compren- las clases elevadas y para los miembros de rango
didas, en términos generales, bajo los epígrafes de superior -los reyes o caudilIos- son las únicas es-
gobierno, guerra, prácticas religiosas y deportes. pecies de actividad permitidas por el sentido común
En una etapa anterior, pero no la primera, de la o la costumbre de la comunidad. Cuando el esque-
barbarie. encontramos la clase ociosa menos diferen- ma está plenamente desarrollado, hasta los depor-
ciada. Ni las distinciones de clase, ni las que existen tes son considerados como de dudosa legitimidad
entre las diversas ocupaciones de la clase ociosa, para los miembros de rango superior. Los grados
son tan minuciosas ni tan intrincadas como en los inferiores de la clase ociosa pueden desempeñar
estadios posteriores. Los isleños de la Polinesia otras tareas, pero son tareas subsidiarias de algu-
ofrecen en términos generales un buen ejemplo de nas de las ocupaciones típicas de la clase ociosa.
esta etapa, con la salvedad de que -debido a la Tales son, por ejemplo, la manufactura y cuidado
ausencia de caza mayor- la profesión de cazador de las armas y equipos bélicos y las canoas de gue-
no ocupa en el esquema de su vida el lugar de rra, la doma, amaestramiento y manejo de caballos,
honor habitual. La comunidad islandesa de la época perros, halcones, la preparación de instrumentos
de las sagas ofrece también un buen ejemplo de este sagrados, etc. Las clases inferiores están excluidas
tipo. En tales comunidades hay una distinción rigu- de estas tareas honorables secundarias, excepto de
rosa entre las clases y entre las ocupaciones pecu- aquellas que son de carácter netamente industrial
liares a cada una de ellas. El trabajo manual, la y sólo de modo remoto se relacionan con las ocupa-
industria, todo lo que tenga relación con la tarea ciones típicas de la clase ociosa.
cotidiana de conseguir medios de vida es ocupación Si retrocedemos un paso más desde esta cultura
exclusiva de la clase inferior. Esta clase inferior bárbara ejemplar a etapas inferiores de barbarie,
incluye a los esclavos y otros seres subordinados ya no encontramos la clase ociosa en forma ple-
y generalmente comprende también a todas las mu- namente desarrollada. Pero esta barbarie inferior
jeres. Si hay varios grados de aristocracia, las muje- muestra los usos, motivos y circunstancias de las
res de rango más elevado están por lo general exen- que ha surgido la institución de una clase ociosa
tas de la realización de tareas industriales o por lo e indica los primeros pasos de su desarrollo. Son
menos de las formas más vulgares de trabajo ma- ejemplos de estas fases más primitivas de la dife-
nual. Por lo que hace a los hombres de las clases renciación varias tribus nómadas cazadoras de di-
superiores, no sólo están exentos de toda ocupación versas partes del mundo. Puede tomarse como ejem-
industrial, sino que una costumbre prescriptiva les plo adecuado cualquiera de las tribus cazadoras
descalifica para desempeñarlas. La serie de tareas norteamericanas. No es posible afirmar que haya
que tienen abiertas ante sí está rígidamente definí- en esas tribus una clase ociosa definida. Hay una
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diferenciación de funciones y una dístinción de cla- posterior no está constituido ,?or las o.cupaciones
ses basada en ella, pero la exención del trabajo de propias del hombre en el antenor estadio bárbaro.
la clase superior no ha avanzado aún lo suficiente En el desarrollo posterior ese tipo sobrevive sola-
para que pueda serie plenamente aplicable la deno- mente en ocupaciones no clasificadas como indus-
minación de "clase ociosa". Las tribus que se en- triales: guerra, política, deportes, ciencia y el oficio
cuentran en este nivel económico han llevado la sacerdotal.
diferenciación económica a un punto en que se hace Las únicas excepciones notables son una parte de
una distinción marcada entre las ocupaciones de la industria pesquera y ciertas ocupaciones ligeras
los hombres y las de las mujeres y esta distin- que es dudoso puedan ser calificadas com? indus-
ción tiene carácter valorativo [invidious t," En casi tria. tales como la manufactura de armas, Juguetes
todas estas tribus las mujeres están adscritas, por e instrumentos para los deportes. Virtualmente to-
una costumbre prescriptiva, a aquellos trabajos de das las tareas industriales son una excrecencia de
los que surgen, en el estadio siguiente, las ocupa- lo que en la comunidad primitiva bárbara se clasi-
ciones industriales propiamente dichas. Los hom- fica como trabajo de las mujeres.
bres están exentos de esas tareas vulgares y se re- En la cultura bárbara inferior el trabajo de los
servan para la guerra, la caza, los deportes y las hombres no es menos indispensable para la vida
prácticas devotas. En esta materia se hace con fre- del grupo que el realizado por las mujeres. Es in-
cuencia una discriminación rigurosa. cluso posible que el trabajo del hombre contribuya
Esta división del trabajo coincide con la distín- tanto como el de la mujer al abastecimiento de
ción entre la clase trabajadora y la clase ociosa, tal alimentos y de las demás cosas que necesita con-
como aparece en la cultura bárbara superior. Al sumir el grupo. Tan evidente es este carácter "pro-
avanzar la diversificación y especialización de ocu- ductivo" del trabajo de los hombres, que en las
paciones, la línea divisoria así marcada viene a se- obras corrientes de economía se considera el traba-
parar las ocupaciones industriales de las no indus- jo del cazador como tipo de la industria primitiya.
triales. El modelo de donde ha derivado la industria Pero no es así como opina el bárbaro. A sus propios
ojos no es un trabajador y no ha de clasificársele
* Utilizo la palabra "valorativo", aquí y en el resto de la a este respecto junto con las mujeres; ni debe cla-
obra, para traducir el término inglés invídious empleado
por Veblen. Ese calificativo significa de ordinario denigran- sificarse tampoco su esfuerzo juntamente con el
te, envidioso u odioso. Pero como explica más adelante tráfago (drudgery) de las mujeres, como trabajo
(pp. 41-2) el autor. le da un sentido distinto: "Se emplea o industria, de modo que sea posible confundirlo
el término en sentido técnico, para describir una compara-
ción de personas con objeto de escalonarlas y graduarlas con con aquél. En todas las comunidades bárbaras hay
respecto a la valía o valor relativos de cada una de ellas un profundo sentido de la disparidad existente en-
-en sentido estético o rnoral- y conceder y definir así los tre el trabajo del hombre y el de la mujer. El traba-
grados relativos de agrado con que pueden ser legítima- jo del hombre puede estar e.ncaminado al ~osteni­
mente contempladas por sí mismas y por las demás. Una míento del grupo, pero se estima que lo realiza con
comparación valorativa (invidious) es un proceso de va-
loración de las personas con respecto a su valía," [T.l una excelencia y eficacia de un tipo tal que no pue-
12 13
de compararse sin desdoro con la diligencia monó- actual. Caso de ser así, sólo por extensión pueden
tona de las mujeres. ser aceptados para nuestro actual propósito; pero
Si retrocedemos un paso más atrás en la escala pueden servir, a pesar de todo, como ejemplo ~e la
cultural encontramos -en los grupos salvajes- misma manera que si fuesen realmente poblaciones
que la diferenciación de tareas es aún menos com- "primitivas". . .
plicada y la distinción valorativa entre clases y tareas Estas comunidades que no tienen una clase OCIosa
menos consistente y rigurosa. Es difícil encontrar definida presentan también otras semejanzas en su
ejemplos inequívocos de una cultura salvaje primi- estructura social y modo de vida. Son grupos peque-
tiva. Son pocos los grupos clasificados como "sal- ños y de estructura (arcaica) simple; son, por lo
vajes" que no presentan rastros de una regresión general, pacíficos y sedentarios; son pobres y la pro-
desde un estadio cultural más avanzado. Pero hay piedad individual no es una característica domi-
grupos -algunos de los cuales no son, aparente- nante de su sistema económico. Pero no se sigue
mente, resultado de una regresión- que presentan, de ello que sean las comunidades más pequeñas
con alguna fidelidad, los rasgos del salvajismo pri- que existen, ni que su estructura social sea, en to-
mitivo. Su cultura difiere de la cultura de las dos los aspectos, la menos diferenciada, ni tampoco
comunidades bárbaras en la ausencia de una clase que esta clase abarque necesariamente a todas las
ociosa y en la ausencia, en gran medida, del ánimo comunidades primitivas que no tienen sistema defi-
o actitud espiritual en que descansa la institución nido de propiedad individual. Lo que sí es de notar
de una clase ociosa. Esas comunidades de salvajes es que esta clase de comunidades parece incluir los
primitivos en las que no hay jerarquía de clases grupos más pacíficos de hombres primitivos -acaso
económicas no constituyen sino una fracción pe- todos los grupos característicos pacíficos-o El ras-
queña y poco importante de la raza humana. El go común más notable de los miembros de tales
mejor ejemplo de esta fase cultural lo ofrecen comunidades es una cierta ineficacia amable cuando
las tribus de los andamanes y los todas de los Mon- se enfrentan con la fuerza o con el fraude.
tes Nilguiri. El esquema de la vida de estos grupos Los datos que nos ofrecen los usos y los rasgos
en la época de su primer contacto con los europeos culturales de las comunidades que se hallan en un
parece haber sido casi típico por lo que respecta estadio bajo de desarrollo indican que la institución
a la ausencia de una clase ociosa. Pueden citarse de una clase ociosa ha surgido gradualmente du-
otros ejemplos, los aínos de Yezo y, aunque es más rante la transición del salvajismo primitivo a la
dudoso, algunos grupos bosquímanos y esquimales. barbarie; o, dicho con más precisión, durante la tran-
Ciertas comunidades de indios pueblo son inclui- sición de unos hábitos de vida pacíficos a unas cos-
das, con menos seguridad, en la misma ciase. Muchas tumbres belicosas. Las condiciones necesarias al
de las comunidades aquí citadas, si no todas, pueden parecer para que surja una clase ociosa bien des-
muy bien ser casos de degeneración de una barbarie arrollada son: J) la comunidad debe tener hábitos
superior más bien que portadoras de una cultura de vida depredadores (guerra, caza mayor, o ambas
que no haya estado nunca por encima de su nivel a la vez); es decir, los hombres, que constituyen en
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e.stos casos la clase ociosa en proceso de incoación, El fundamento en que se basa habitualmente
tienen que estar habituados a infligir daños por la cualquier discriminación entre hechos cambia con
fuerza y mediante estratagemas; 2) tiene que haber el interés que determina el modo de considerar esos
posibilidades de conseguir medios de subsistencia hechos. Son sobresalientes y sustanciales los he-
suficientemente grandes para permitir que una par- chos iluminados por el interés dominante en la
te considerable de la comunidad pueda estar exenta época. Cualquier base de distinción resultará, en
de dedicarse, de modo habitual, al trabajo rutinarlo. apariencia, sin importancia para quienquiera que
La institución de una clase ociosa es la excrecen- habitualmente considere los hechos de que se trate
cia de una discriminación entre tareas, con arreglo desde un punto de vista distinto y los evalúe para
a la cual algunas de ellas son dignas y otras indignas. una finalidad diferente. El hábito de distinguir y
Bajo esta antigua distinción son tareas dignas aque- clasificar los diversos fines y direcciones de activi-
llas que pueden ser clasificadas como hazañas' in- dad prevalece necesariamente siempre y en todas
dignas, !as ?"upaciones de vida cotidiana en qu~ no partes, porque es indispensable para elaborar una
entra nmgun elemento apreciable de proeza. teoría o esquema general de la vida que sea útil
Esta distinción tiene escaso significado en una en la práctica. El punto de vista particular o la
comunidad industrial moderna y ha recibido, en especial característica que se toma como definitiva
copsecuencia, poca atención por parte de los econo- en la clasificación de los hechos de la vida depende
mistas. Vista a la luz de ese sentido común moderno del interés en consideración al cual se trata de ha-
que preside los estudios de economía, parece mera- cer la discriminación de los hechos. Por consi-
mente formal y no sustancial. Pero persiste con guiente, los fundamentos de la discriminación y
gran tenacidad como lugar común preconcebido in- las formas de procedimiento para hacer la clasifica-
cluso en la vida moderna, como se ve, por ejemplo, ción cambian según avanza el desarrollo de la cul-
en la aversión por las ocupaciones serviles. Es una tura, porque cambia también la finalidad en gracia
distinción de tipo personal, de superioridad e infe- a la cual son aprehendidos los hechos de la vida y,
rioridad. En los estadios culturales primitivos en en consecuencia, el punto de vista adoptado. Así, las
los que la fuerza del individuo contaba de modo características que se reconocen como sobresalien-
más inmediato y evidente en la modelación del tes y decisivas de una serie de actividades o de una
curso de los acontecimientos, la hazaña tenía un clase social en un estadio de cultura no conservarán
gran valor en el esquema general de la vida coti- la misma importancia relativa para los propósitos
diana. El interés se centraba en mayor grado al- de la clasificación en ningún estadio subsiguiente.
rededor de este hecho. En consecuencia, una dis- Pero el cambio de tipos y punto de vista es gra-
tinción basada en estos fundamentos parecía más dual y rara vez produce la subversión o la supresión
imperativa y definitiva entonces que hoy. Por ello, total de un punto de vista que ha sido aceptado en
en cuanto hecho que forma parte de la secuencia un momento dado. De ordinario, se hace una dis-
del desarrollo, la distinción es sustancial y descansa tinción entre ocupaciones industriales y no indus-
en bases suficientemente válidas y poderosas. triales, y esta distinción moderna es una forma
16 17
trasmutada de la distinción bárbara entre hazaña Se siente que hay una antttesís entre los fenómenos
y tráfago. El juicio popular siente como intrínseca- económicos y los no económicos, pero no se concibe
mente distintas tareas como la guerra, la política, el a la manera moderna; no es una antítesis entre el
culto y las diversiones públicas, de un lado, y el tra- hombre y el resto de la creación, sino entre las
bajo relacionado con la elaboración u obtención de cosas animadas y las inertes.
los medios materiales de vida, de otro. La línea Puede que sea un exceso de precaución explicar
de demarcación no es la misma que existía en el hoy que la noción bárbara que se intenta expresar
esquema bárbaro, pero la distinción fudamental no aquí con el término "animado" no abarca todas las
ha caído en desuso. cosas vivas y comprende, en cambio, muchas que
En efecto, la distinción tácita -de sentido co- no lo son. Fenómenos naturales impresionantes, ta-
mún- hoy practicada consiste en que sólo debe les como una tormenta, una enfermedad, una cata-
considerarse como industrial un esfuerzo cuya fina- rata, son considerados como "animados", en tanto
Iidad última sea la utilización de algo no humano. que las frutas y las hierbas e incluso animales poco
No se cree, por ejemplo, que la utilización coactiva notorios como moscas, gusanos, turones, ovejas, etc.,
del hombre por el hombre sea función industrial, no son aprehendidos de ordinario como animados,
pero se clasifica como actividad industrial todo excepto cuando se les considera en colectividad.
esfuerzo encaminado a elevar la vida humana apro- Tal como aquf se emplea, el término no implica
vechando el medio ambiente no humano. Los eco- necesariamente que more en esas cosas un alma
nomistas que mejor han conservado y adaptado la o espíritu. El concepto incluye aquellas cosas que
tradición clásica postulan generalmente el "poder el animista salvaje o bárbaro aprehende como foro
del hombre sobre la naturaleza" como hecho ca- midable en virtud de un hábito -real o imputado-
racterístico de la productividad industrial. Este po- de iniciar acciones. Esta categoría comprende un
der industrial sobre la naturaleza incluye el poder gran número de objetos y fenómenos naturales. Tal
del hombre sobre las bestias y sobre todas las distinción entre lo inerte y lo activo persiste aún en
fuerzas elementales. De este modo se traza una los hábitos mentales de personas irreflexivas y afee-
linea entre la humanidad y el resto de la creación. ta todavía profundamente la teoría dominante de la
En otros tiempos y entre los hombres imbuidos vida humana y de los procesos naturales; pero no
de prejuicios de tipo diferente, la línea no se dibuja penetra nuestra vida cotidiana con la extensión o
con tanta precisión como hoy. En la concepción consecuencias prácticas de gran alcance visibles en
de la vida salvaje o "árbara, la línea divisoria se los estadios anteriores de cultura y creencias.
traza en sitio distinto y de modo diferente. En todas Para la mente del bárbaro la elaboración y uti-
las comunidades que se encuentran en el estadio del lIzación de lo que ofrece la naturaleza inerte es
salvajismo hay un sentido alerta y penetrante de la una actividad que se encuentra en un plano total-
antítesis entre dos grupos de fenómenos, en uno mente distinto de sus tratos con cosas y fuerzas
de los cuales se incluye a sí mismo el bárbaro, en "animadas". La línea de demarcación podrá ser
tanto que en el otro coloca sus medios de vida. vaga y movible, pero la distinción general es suñ-
18 19
cientemente real e imperativa para influir en el decisivamente- en temperamento, y esta diferencia
esquema bárbaro de la vida. La fantasía bárbara tiene que haber dado origen, desde tiempos muy
imputa a la clase una actividad dirigida a algún fin. remotos, a una división del trabajo correspondiente
Es este desarrollo teleológico de una actividad lo a aquélla. La serie de actividades que en términos
que constituye un objeto de fenómeno en hecho generales caen bajo la denominación de hazaña co-
"animado". Dondequiera que el ingenuo salvaje o -rresponden al varón como más fuerte. más robusto
bárbaro se encuentra con una actividad que le estor- y más capaz de una tensión violenta y repentina, y
ba, la interpreta en los únicos términos que están más fácilmente inclinado a la autoafirmación, la
a su alcance -los términos dados inmediatamente emulación activa y la agresión. Las diferencias de
en su conciencia de sus propios actos-o Asimila, robustez, de carácter fisiológico y de temperamento
pues, esa actividad a la acción humana y los objetos que hay entre los miembros del grupo primitivo
activos al agente humano. Los fenómenos de este pueden ser pequeñas; de hecho, en algunas de las
carácter -en especial aquellos notablemente formí- comunidades más arcaicas que conocemos -<:omo,
dables o desconcertantes- tienen que ser afrontados por ejemplo, las tribus de los andamanes-, parecen
con un espíritu diferente y una habilidad de distinta ser relativamente pequeñas y sin importancia. Pero
especie de los requeridos para manejar cosas íner- en cuanto ha comenzado una diferenciación de fun-
tes. Ocuparse con éxito de tales fenómenos es más ciones basada en las líneas marcadas por esta dife-
bien hazaña que industria. Es. demostración de rencia de físico y de ánimo, se amplía la diferencia
pureza, no de diligencia. originaria de sexos. Se produce entonces un pro-
Guiadas por esta discriminación íngenua entre ceso acumulativo de adaptación selectiva a la nueva
lo inerte y lo animado, las actividades del grupo distribución de tareas, especialmente si el habitat
social primitivo tienden a dividirse en dos clases, o la fauna con que el grupo está en contacto son
que en términos modernos pueden denominarse de un tipo que exige el ejercicio de las virtudes más
hazaña e industria. La industria es el esfuerzo en- vigorosas. La persecución habitual de la caza mayor
caminado a crear una cosa nueva, con una finalidad exige un empleo frecuente de las cualidades viriles
nueva que le es dada por la mano moldeadora de de robustez. agilidad y ferocidad y, por tanto, difícil-
quien la hace empleando material pasivo ("bruto"); mente puede dejar de apresurar y ensanchar la dife-
mientras que la hazaña, en cuanto produce un resul- rencia de funciones entre los sexos. Y en cuanto el
tado útil para el agente, es la conversión hacia sus grupo entra en contacto hostil con otros grupos,
propios fines de energias anteriormente encamina- la divergencia de función adoptará la forma des-
das por otro agente a algún otro fin. Hablamos aún arrollada de una distinción entre lo que es hazaña
de "materia bruta" con algo de la concepción bár- y lo que es industria.
bara que da un profundo significado al término. En tal grupo depredador de cazadores, la lucha
La distinción entre hazaña y tráfago coincide con y la caza vienen a constituir el oficio de los hombres
una diferencia entre los sexos. Difieren éstos no físicamente aptos. Las mujeres hacen el resto del
sólo en estatura y fuerza muscular, sino -acaso más trabajo que hay que realizar -los demás miembros
20 21
del grupo que no son aptos para llevar a cabo el Como ya se ha indicado, la distinción entre hazaña
trabajo propio de los hombres son clasificados a y. tráfago es una distinción entre ocupaciones que
este propósito con las mujeres-o Ahora bien, la t~e!1e carácter valorativo. Aquellas ocupaciones cla-
lucha y la caza a que se dedican los hombres son sificadas como proezas son dignas, honorables y
dos tareas que tienen el mismo carácter general. nobles; las que no contienen ese elemento de ha-
Ambas son de naturaleza depredadora; tanto el gue- zaña y especialmente aquellas que implican serví-
rrero como el cazador cosechan donde no han ~umbre o sumisión son indignas, degradantes e
sembrado. Su demostración agresiva de fuerza y Inn?bles. Los conceptos de dignidad, valor u honor,
sagacidad difiere evidentemente de la asidua y ru- aplícados a las personas o a las conductas, tienen
tinaria transformación de materiales que realizan una importancia de primer orden en el desarrollo
las mujeres; no puede calificarse de trabajo pro- de las clases y las distinciones de clase y es, por
ductivo, sino más bien de adquisición de sustancias t~t?,. necesario decir algo acerca de su origen y
por captura. Siendo ésta el trabajo del hombre SIgnIficado. Su base psicológica puede ser expuesta
bárbaro en su forma más desarrollada y más dife- esquemáticamente como sigue:
renciada del trabajo de las mujeres, todo esfuerzo Por necesidad selectiva el hombre es un agente.
que no implique una proeza visible viene a ser in- Es, a su propio juicio, un centro que desarrolla una
digno del varón. Conforme va ganando consistencia actividad impulsora -actividad "teleológica"-. Es
la tradición, el sentido corriente de la comunidad le un agente que busca en cada acto la realización de
exige un canon de conducta, de tal modo que en ese algún fin concreto, objetivo e impersonal. Por el
estadio cultural para el hombre que se respete no hecho de ser tal agente tiene gusto por el trabajo
es moralmente posible ninguna tarea ni adquisición e!i caz y digusto por el esfuerzo fútil. Tiene un sen-
que no tenga por base una proeza -fuerza o frau- ti~~ de~ mérito de la utilidad (serviceability) o
de-o Cuando mediante una muy prolongada costum- eficiencia y ?el demérito de lo fútil, el despilfarro
bre se consolidan en el grupo unos hábitos de vida ~ l.a incapacidad. Se puede denominar a esta ac-
depredadores, la matanza y destrucción de los com- tiY'd~d o propensión "instinto del trabajo eficaz"
petidores en la lucha por la existencia que tratan (!nsttnct ot workmanship)*. Dondequiera que las
de resistirle o burlarle, el domeñar y reducir a su- círcunstancías o tradiciones de la vida llevan a una
bordinación aquellas fuerzas extrañas que no se comparación habitual de una persona con otra en
presentan en el medio como refractarias a su volun- punto a eficacia, el instinto del trabajo eficaz tíen-
tad se convierten en el oficio acreditado del hombre de a crear una comparación valorativa o denigran.
cabal dentro de la economía social. Esta distinción te. La medida en que se produzca este resultado
teórica entre la hazaña y el tráfago está tan tenaz depende, en gran parte, del temperamento de la
y escrupulosamente arraigada en muchas tribus ca- población. En toda comunidad en donde se hacen
zadoras, que el hombre no puede llevar al hogar ha~itUalmente tales .comparaciones valorativas, el
la caza que ha matado, sino que tiene que enviar éxíto patente se convierte en un fin buscado por su
a su mujer para que realice esa tarea inferior. • Véase la nota sobre terminología, pp. 7-8. [T.l

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propia utilidad como base de estimación. Se con- consecuencia de ello -y por contraste- la obten-
sigue la estima y se evita el desdoro poniendo de ción de cosas por medios distintos a la captura
manifiesto la propia utilidad. El resultado es que viene a ser considerada como indigna de un hombre
el instinto del trabajo eficaz se exterioriza en una en su mejor condición. Por la misma razón la prác-
demostración de fuerza que tiene sentido emulativo. tica del trabajo productivo o la ocupación en servi-
Durante aquella fase primitiva de desarrollo social cios personales caen bajo la misma odiosidad. Surge
en que la comunidad es aún habitualmente pacífica, de este modo una distinción denigrante entre la ha-
acaso sedentaria, y no tiene un sistema desarrollado zaña y la adquisición por captura, de un lado, y el
de propiedad individual, la eficiencia del individuo trabajo industrial. de otro. El trabajo se hace tedio-
se demuestra de modo especial y más consistente so por virtud de la indignidad que se le ímpúta,
en alguna tarea que impulse la vida del grupo. La Para el bárbaro primitivo -antes de que esa no-
emulación de tipo económico que se produzca en ción simple haya sido oscurecida por sus propias
tal grupo será, sobre todo, emulación en el terreno ramificaciones y por el desarrollo secundario de
de la utilidad industrial. A la vez, el incentivo que Ideas Con ella emparentadas- "honorable" parece
impulsa a la emulación no es fuerte ni su alcance no comportar otra cosa sino una afirmación de
grande. superioridad de fuerzas. "Honorable" es "formida-
Cuando la comunidad pasa del salvajismo pací- ble"; "digno" es "prepotente". Un acto honorífico
fico a una fase de vida depredadora, cambian las no es, en último término, otra cosa sino un acto de
condiciones de la emulación. Aumenta el alcance y agresión de éxito reconocido; allí donde la agre-
la urgencia de las oportunidades y los incentivos sión implica lucha con hombres o con bestias, la
de la emulación. La actividad de los hombres toma actividad que implica la demostración de una mano
cada vez más el carácter de hazaña; y se hace cada fuerte se convierte en honorable de modo especial
vez más fácil y habitual la comparación valorativa y primordial. El hábito ingenuo y arcaico de inter-
de un cazador o guerrero con otro. Los trofeos pretar todas las manifestaciones de fuerza en tér-
-prueba tangible de las proezas- encuentran un minos de personalidad o "fuerza de voluntad" robus-
lugar en los hábitos mentales de los hombres como tece en gran medida esta exaltación convencional
accesorios que adornan la vida. El botín, los trofeos de la mano fuerte. Los epítetos honoríficos, tan
de la caza o de la razzia pasan a ser considerados comunes entre las tribus bárbaras como entre los
como demostración de fuerza preeminente. La agre- pueblos de cultura elevada, llevan comúnmente el
sión se convierte en forma acreditada de acción y el cufio de este sentido ingenuo del honor. Los epítetos
botín sirve -prima facie- como prueba de una y títulos usados para dirigirse a los caudillos y para
agresión afortunada. En este estadio cultural la propiciarse la voluntad de los dioses y reyes impu-
forma acreditada y digna de autoafirmación es la lu- tan con frecuencia a los destinatarios una propen-
cha; y los objetos o servicios útiles obtenidos por sión a la violencia avasalladora y una fuerza devasta-
captura o coacción sirven de prueba convencional dora irresistible. En algún sentido esto es también
de que la lucha ha tenido un desenlace feliz. Como cierto de las comunidades más civilizadas de hoy
24 25
día. La predilección mostrada en las divisas herál- de la naturaleza humana sirven como refuerzo a
dicas por las bestias más rapaces y las aves de presa esta opinión.
refuerza la misma opinión. Puede, por tanto, objetarse que no es posible que
Con esta apreciación que hace el sentido común haya existido un estadio inicial de vida pacífica como
bárbaro de la dignidad o el honor, disponer de las el aquí supuesto. No hay en la evolución cultural un
vidas -matar competidores formidables, sean bru- punto antes del cual no se produzcan luchas. Pero
tos o seres humanos- es honorable en el mayor el punto que se debate no es la existencia de luchas,
grado. Y este alto oficio.del autor de la ma~anza, ocasionales o esporádicas, ni siquiera su mayor o
expresión de la prepotencia del matador, arroja so- menor frecuencia y habitualidad. Es el de si se pro-
bre todo acto de matanza y sobre todos los ínstru- duce una disposición mental habitualmente belicosa
mentas y accesorios del mismo una aureola mágica -un hábito de juzgar de modo predominante los
de dignidad. Las armas son honorables y su uso, hechos y acontecimientos desde el punto de vista
aunque sea para perseguir a las criaturas más mise- de la lucha-o La fase cultural depredadora se al-
rables de los campos, se convierte en un empleo canza sólo cuando la actitud depredadora se ha
honorífico. Paralelamente la ocupación industrial convertido en la actitud espiritual habitual y acre-
pasa a ser odiosa y, en la apreciación común, el ditada de los miembros del grupo; cuando el com-
manejo de herramientas y útiles industriales resulta bate ha pasado a ser la nota dominante de la teoría
inferior a la dignidad de los hombres cabales. El normal de la vida; cuando, finalmente, la aprecia-
trabajo se hace tedioso. ción vulgar de los hombres y las cosas ha llegado
Se supone aquí que, en la secuencia de la evoíu- a ser una apreciación orientada hacia la lucha.
ción cultural, los grupos humanos primitivos h"!'l La diferencia sustancial entre la fase cultural pa-
pasado de una etapa inicial pacífica a otro estadio cífica y la depredadora es, por tanto, una diferencia
subsiguiente en el que la lucha es la ocupación re- espiritual, no mecánica. El cambio de actitud es-
conocida y característica del grupo. Pero ello no piritual es el resultado de un cambio en los hechos
implica que haya habido una transición brusca de la materiales de la vida del grupo y se advierte, de
paz y buena voluntad inquebrantadas a una fase modo gradual, conforme se van produciendo las
de vida, posterior o superior, en la ~uaJ !,parece por circunstancias materiales favorables a una actitud
primera vez el combate. Tampoco Implica que con depredadora. El límite inferior de la cultura depre-
la transición a la fase cultural depredadora des- dadora es un límite industrial. La depredación no
aparezca toda industria pacífica. Es seguro que en puede llegar a ser el recurso convencional, habitual,
todo estadio temprano del desarrollo social hubo de ningún grupo o clase hasta que el desarrollo de
de producirse alguna lucha. Tuvieron que presen- los métodos industriales haya alcanzado un grado
tarse, con mayor o menor frecuencia, luchas moti- tal de eficacia que, por encima de la subsistencia
vadas por la competencia sexual. Los hábitos cono- de quienes se ocupan de conseguir los medios para
cidos de los grupos primitivos, lo mismo que los de ella, quede un margen por el que merezca la pena
los antropoides y el testinIonio de los inIpulsos de luchar. La transición de la paz a la depredación

26 27
depende, pues, del desarrollo de los conocimientos
técnicos y el uso de herramientas. En consecuencia,
en las épocas primitivas, mientras no se hayan des- n. EMULACIóN PECUNIARIA
arrollado las armas hasta el punto de hacer del
hombre un animal formidable, es imposible una EN EL proceso de la evolución cultural, la aparición
cultura depredadora. Naturalmente, el desarrollo de una clase ociosa coincide con el comienzo de la
primero de las herramientas y las armas es el mis- propiedad. Es necesario que así ocurra porque "am-
mo hecho, sólo que contemplado desde puntos de bas instituciones son resultado de la misma conjun-
vista diferentes. ción de fuerzas económicas. En la fase preliminar
Se puede caracterizar como pacífica la vida de de su desarrollo no son sino aspectos diferentes de
un grupo dado mientras el recurso habitual al com- los mismos hechos generales de la estructura social.
bate no haya colocado la lucha en el primer plano El ocio y la propiedad nos interesan para nuestro
de los pensamientos cotidianos del hombre como propósito en cuanto elementos de la cultura social
rasgo dominante de su vida. Es evidente que un -hechos convencionales-o El desprecio habitual
grupo puede llegar a un grado mayor o menor de del trabajo no constituye una clase ociosa, como
plenitud de esa actitud depredadora, en tal forma tampoco constituye propiedad el hecho mecánico
que su esquema general de vida y sus cánones de del uso y el consumo. El presente estudio no se
conducta puedan estar regidos en mayor o menor ocupa, por tanto, del comienzo de la indolencia ni
extensión por el ánimo depredador. Se concibe, del comienzo de la apropiación de artículos útiles
pues, que la fase cultural depredadora adviene grao para el consumo individual. De lo que se trata
dualmente, a través de un desarrollo de actitudes, es, por una parte, del origen y naturaleza de una
hábitos y tradiciones depredadoras producidas por clase ociosa convencional, y por otra, de los comíen-
acumulación, y que este desarrollo se debe a que zas de la propiedad individual como derecho con-
las circunstancias de la vida del grupo sufren un vencional o pretensión considerada como equitativa.
cambio de un tipo adecuado para desarrollar y con- La diferenciación primera, de donde surgió la
servar aquellos rasgos de conducta que favorecen distinción entre una clase ociosa y otra trabajadora,
más bien una vida depredadora que una existencia es la que se produce en los estadios inferiores de la
pacífica. barbarie entre el trabajo del hombre y de la mujer.
Las pruebas de la hipótesis de que ha habido tal De modo análogo, la forma primera de propiedad
estadio pacífico en la cultura primitiva derivan en es una propiedad constituida por las mujeres y dis-
gran parle de la psicologia más bien que de la etno- frutada por los hombres físicamente aptos de la
logía y no pueden ser detalladas aquí. Se aducen comunidad. Pueden expresarse los hechos en tér-
parcialmente en un capítulo posterior en el que se minos más generales -y más ciertos por lo que
estudia la supervivencia de rasgos arcaicos de la na- respecta a la importancia de la teoría bárbara de la
turaleza humana en la cultura moderna. vida- diciendo que se trata de una propiedad de
la mujer por el hombre.
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Indudablemente hubo algunas apropiaciones de concepto de propiedad se extiende a los productos
artículos útiles antes de que surgiese la costumbre de su industria y surge así la propiedad de cosas
de apropiarse las mujeres. Los usos de las comu- a la vez que la de personas.
nidades arcaicas o existentes en las que las mujeres De este modo se establece gradualmente un sis-
no constituyen propiedad son prueba de tal aserto. tema bien trabado de propiedad de bienes. Y aunque
En todas las comunidades los miembros, tanto va- en los últimos estadios de desarrollo la utilidad de
rones como hembras, se apropian habitualmente las cosas para el consumo se ha convertido en el
para su uso individual una serie de cosas útiles; pero elemento predominante de su valor, la riqueza no
esas cosas útiles no son pensadas Como propiedad ha perdido, en modo alguno, su utilidad como de-
de la persona que se las apropia y que las consume. mo~tración honorífica de la prepotencia del propie-
La apropiación y el consumo habituales de ciertos tarío,
efectos personales de poca importancia no plantean
el problema de la propiedad, es decir, de una pre- Dondequiera que existe la institución de la pro-
tensión convencional a poseer cosas exteriores, con- piedad privada, aunque sea en forma poco desarro-
siderada como equitativa. llada, el proceso económico presenta como caracte-
La propiedad de las mujeres comienza en los esta- rística una lucha entre los hombres por la posesión
dios inferiores de la cultura bárbara aparentemente de bienes. Ha sido costumbre en la teoría econó-
con la aprehensión de cautivas. La razón originaria mica -y especialmente en aquellos economistas que
de la captura y apropiación de las mujeres parece se adhieren con menos titubeos al conjunto de tea-
haber sido su utilidad como trofeos. La práctica das clásicas modernizadas- interpretar en lo sus-
de arrebatar al enemigo las mujeres en calidad de tancial esta lucha por la riqueza como una lucha
trofeos dio lugar a una forma de matrimonio-propie- por la existencia. Tal es, también, su carácter en
dad, que produjo una comunidad doméstica con el todos los casos en que la "sordidez de la naturaleza"
varón por cabeza. Fue seguida de una extensión es tan estricta que no ofrece a la comunidad sino
del matrimonio-propiedad a otras mujeres, además medios de vida muy escasos como contrapartida de
de las capturadas al enemigo. El resultado de la una aplicación celosa e incansable a la tarea de con.
emulación en las circunstancias de una vida depre- seguir medios de subsistencia. Pero en todas las
dadora ha sido, por una parte, una forma de matri- comunidades progresivas se avanza más allá de
monio basado en la coacción, y por otra, la cos- ese estadio de desarrollo tecnológico. La eficacia
tumbre de la propiedad. En la fase inicial de su Industrial se lleva a un punto que permite a los
desarrollo no es posible distinguir ambas ínstítu- que intervienen en el proceso de la industria con.
ciones: las dos surgen del deseo que tiene el hombre seguir algo más que los medios mínimos de sub-
afortunado de poner en evidencia sus proezas, exhi- sIstencia. No ha sido raro en la teoría económica
biendo un resultado perdurable de sus hazañas. Am- hablar de la lucha ulterior por la riqueza sobre esta
bas sirven a esa propensión de dominio que penetra nueva base industrial como de una competencia
la vida toda de las comunidades depredadoras. El por el aumento de las comodidades de la vida, y
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primordialmente por el sensible aumento de las No debe, desde luego, pasarse por alto el hecho
comodidades físicas que permite lograr el consumo de que en una comunidad donde casi todos los
de bienes. bienes son de propiedad privada, la necesidad de
Se sostiene convencionalmente que el fin de la ganarse la vida es un incentivo poderoso y omni-
adquisición y acumulación es el consumo de los presente para los miembros más pobres de ella. La
bienes acumulados -tanto si se trata del consumo necesidad de la subsistencia y de un aumento de co-
directo por parte del dueño de los bienes, como si modidad física puede ser durante algún tiempo el
se trata del consumo hecho por la comunidad do- móvil dominante de la adquisición realizada por
méstica a él unida y teóricamente identificada a este aquellas clases que hacen habitualmente un tra-
propósito con él-. Al me,nos, se cree qu~ .é~:a e~ la bajo manual y cuya subsistencia tiene una base
finalidad económica legitima de la adquisición, um- precaria; que poseen poco y ordinariamente acumu-
ca que la teoría debe tomar en cuenta. Pued<;" desde lan poco; pero en el curso de este estudio se verá
luego. concebirse tal consuro,o. como encamma~o a que¡ incluso por lo que hace a esas clases carentes
satisfacer las necesidades físicas del consumídor de medios, el predominio del móvil de la necesidad
-SU comodidad física- o las denominadas necesi- física no es tan claro como a veces se supone. Por
dades superiores -espirituales, estéticas, intel~ctua~ otra parte, por lo que respecta a aquellos miembros
les, etc.-; la última clase de necesidades se satisface y clases de la comunidad ocupados principalmente
indirectamente mediante un gasto de bienes en la en acumular riqueza, el incentivo de la subsistencia
forma que es familiar para todos los lectores de o la comodidad física no desempeña nunca un papel
obras de economía. considerable. La propiedad nació y llegó a ser una
Pero sólo cuando se toma en un sentido muy ale- institución humana por motivos que no tienen rela-
jado de su significado ingenuo puede decirse que ción con el mínimo de subsistencia. El incentivo
ese consumo de bienes ofrece el incentivo del que de- dominante fue, desde el principio, la distinción valo-
riva invariablemente la acumulación. El móvil que rativa unida a la riqueza y, salvo temporalmente y
hay en la raíz de la propiedad es la emulación; y por excepción, ningún otro motivo le ha usurpado
el mismo móvil de la emulación sigue operando la primacía en ninguno de los estadios posteriores
en el desarrollo ulterior de la institución a la que ha de su desarrollo.
dado origen y en el desarrollo de todas aquellas La propiedad comenzó por ser el botín conservado
características de la estructura social a las que Como trofeo de una expedición afortunada. Mientras
afecta esta institución de la propiedad. La posesión el grupo se separó poco de la primitiva organización
de la riqueza confiere honor; es una distin~ióD comunal y mientras estuvo en contacto intimo con
valorativa (invidious distinction). No es posible otros grupos hostiles, la utilidad de las personas o
decir nada parecido del consumo de bienes ni de cosas objeto de propiedad descansaba principalmen-
ningún otro incentivo que pueda concebirse como te en una comparación valorativa entre el poseedor
móvil de la acumulación y en especial de ningún y el enemigo al que se le había quitado. El hábito
incentivo que impulse a la acumulación de riqueza, de distinguir entre los intereses del individuo y los
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del grupo a que pertenece corresponde, al parecer, miembros del grupo, bajo los métodos cuasi-pací-
a una etapa posterior. La comparación valorativa ficas de la vida nómada.
dentro del grupo entre el poseedor del botín hono- Gradualmente, y conforme la actividad industrial
rífico y sus vecinos menos afortunados figura, sin va desplazando, en la vida cotidiana de la comuni-
duda, en época temprana como elemento de la uti- dad y en los hábitos mentales de los hombres a
lidad de las cosas poseídas, aunque en un principio la actividad depredadora, la propiedad acumulada
no fuera el elemento principal de su valor. La proe- remplaza cada vez en mayor grado los trofeos de las
za del hombre era aún proeza del grupo y el posee- hazañas depredadoras como exponente convencional
dor del botín se sentía primordialmente como guar- de prepotencia y éxito. Con el desarrollo de la in-
dián del honor de su grupo. Encontramos también dustria establecida, la posesión de riqueza gana,
esta apreciación de la hazaña desde el punto de pues, en importancia y efectividad relativas, como
vista de la comunidad sobre todo por lo que se re- base consuetudinaria de reputación y estima. No es
fiere a los laureles bélicos en estadios posteriores que deje de concederse esa estima sobre la base de
del desarrollo social. otras pruebas más directas de proezas, ni que la
Pero en cuanto comienza a tener consistencia la agresión depredadora o bélica afortunada deje de
costumbre de la propiedad individual, empieza a suscitar la aprobación y la admiración de la multi-
cambiar el punto de vista adoptado al hacer la com- tud, ni de provocar la envidia de los competidores
paración valorativa sobre la que descansa la pro- menos afortunados; lo que OCurre es que se hacen
piedad privada. En realidad, un cambio es reflejo menores el alcance y frecuencia de las oportunida-
del otro. La fase inicial de la propiedad -la fase de des de conseguir distinguirse por medio de esta
adquisición por la aprehensión y la conversión inge- manifestación directa de una fuerza superior. A la
nuas- comienza a pasar al estadio subsiguiente de vez, las oportunidades de realizar una agresión in-
una organización incipiente de la industria sobre dustrial y de acumular propiedad por los métodos
la base de la propiedad privada (de esclavos); la cuasi-pacíficos de la industria nómada aumentan en
horda se desarrolla hasta convertirse en una comu- radio de acción y facilidad. Y lo que es más impor-
nidad industrial más o menos autosuficiente ; las tante, la propiedad se convierte ahora en la prueba
posesiones empiezan a ser valoradas no tanto como más fácilmente demostrable de un grado de éxito
demostración de una incursión afortunada, cuanto honorable, a diferencia del hecho heroico o notable.
como prueba de la prepotencia del poseedor de esos Se convierte, por tanto, en la base convencional de
bienes sobre otros individuos de la comunidad. La estimación. Se hace indispensable acumular, adqui-
comparación valorativa pasa a ser primordialmente rir propiedad, con objeto de conservar el buen nom-
una comparación entre el propietario y los otros bre personal. Cuando los bienes acumulados Se han
miembros del grupo. La propiedad tiene aún ca- convertido de este modo en prenda acreditada de
rácter de trofeo, pero con el avance cultural se eficiencia, la posesión de riqueza asume el carácter
convierte cada vez más en trofeo de éxitos conse- de base de estimación independiente y definitiva.
guidos en el juego de propiedad, practicado entre La posesión de bienes, adquiridos agresivamente por
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medio de la nazana personal o pasivamente por tí- cierto nivel convencional y un tanto indefinido de
tulo hereditario, se convierte en base convencional riqueza. En un caso es necesario cierto nivel de proe-
de reputación. La posesión de riqueza, que en un za como condición de respetabilidad; en el otro,
principio era valorada simplemente como prueba de cierto nivel de riqueza. En ambos es meritorio todo
eficiencia, se convierte, en el sentir popular. en cosa lo que excede de esos niveles normales.
meritoria en sí misma. La riqueza es ahora intrín- Aquellos miembros de la comunidad que no llegan
secamente honorable y honra a su poseedor. La a alcanzar ese grado normal y un tanto indefinido
riqueza adquirida de modo pasivo, por trasmisión de proeza o propiedad quedan rebajados a los
de los antepasados o de otras personas, se convier- ojos de sus congéneres y, en consecuencia, se reba-
te, por un refinamiento ulterior, en más honorífica jan también en su propia estimación, ya que, por
que la adquirida por el propio esfuerzo del poseedor; lo general, la base del propio respeto es el respeto
pero esta distinción corresponde a un estadio pos- que le tienen a uno sus prójimos. Sólo individuos
terior de la evolución de la cultura pecuniaria y se de temperamento poco común pueden conservar,
hablará de ella en su lugar adecuado. a la larga, su propia estimación frente al desprecio
La proeza y la hazaña pueden seguir siendo la de sus semejantes. Se encuentran aparentes excep-
base del otorgamiento de la más alta estima popu- ciones a la regla, especialmente en gente de fuer-
lar aunque la posesión de riquezas haya pasado a tes convicciones religiosas. Pero esas aparentes ex-
ser la base de la reputación corriente y de una situa- cepciones rara vez lo son en realidad, ya que tales
ción social impecable. El instinto depredador y la personas se apoyan en la aprobación putativa de
aprobación consiguiente de la eficiencia depredadora algún testigo sobrenatural de sus actos.
están profundamente teñidos por los hábitos men- En cuanto la posesión de propiedad llega a ser
tales de aquellos pueblos que han pasado por la la base de la estimación popular, se convierte tam-
disciplina de una cultura depredadora prolongada. bién en requisito de esa complacencia que deno-
Con arreglo al criterio popular, los honores máxi- minamos el propio respeto. En cualquier comuni-
mas a que es posible aspirar pueden ser, incluso dad donde los bienes se poseen por separado, el
entonces, los conseguidos desplegando una extra- individuo necesita para su tranquilidad mental po--
ordinaria eficiencia depredadora en la guerra, o seer una parte de bienes tan grande como la por-
una eficiencia cuasi-depredadora en el arte política. ción que tienen otros con los cuales está acostum-
Per? a efectos de tener una posición decorosa ordi- brado a clasificarse; y es en extremo agradable
nana en la comunidad, esos medios de conseguir poseer algo más que ellos. Pero en cuanto una per-
reputación han sido remplazados por la adquisición sona hace nuevas adquisiciones y se acostumbra a
y acumulación de bienes. Así como en el anterior los nuevos niveles de riqueza resultantes de aqué-
estadi~ depredador el bárbaro necesita -para estar Has, el nuevo nivel deja de ofrecerle una satisfacción
bIen. SItuado a los ojos de la comunidad- llegar apreciablemente mayor de la que le proporcionaba
~l nivel de fortaleza física, astucia y habilidad que el antiguo. Es constante la tendencia a hacer que el
Impera en la tribu, es necesario ahora llegar a un nivel pecuniario actual se convierta en punto de par-
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tida de un nuevo aumento de riqueza; y a su vez de las necesidades econorrucas de la comunidad;
esto da un nuevo nivel de suficiencia y una nueva pero como la lucha es sustancialmente una carrera
clasificación pecuniaria del individuo comparado en pos de la reputación basada en una comparación
con sus vecinos. Por lo que hace a nuestro problema valorativa, no es posible aproximarse siquiera a una
actual, el fin perseguido con la acumulación con- solución definitiva.
siste en alcanzar un grado superior, en comparación Lo que acaba de decirse no debe ser interpretado
con el resto de la comunidad, por lo que hace a en el sentido de que no haya otros incentivos para
fuerza pecuniaria. Mientras la comparación le sea la adquisición y acumulación que este deseo de su-
claramente desfavorable, el individuo medio, nor- perar en situación pecuniaria y .conseguir así la
mal. vivirá en un estado de insatisfacción crónica estima y la envidia de los semejantes. El deseo
con su lote actual; y cuando haya alcanzado lo que de una mayor comodidad y seguridad frente a la
puede denominarse el nivel pecuniario normal de necesidad está presente en todos y cada uno de los
la comunidad -o de su clase dentro de la comuni- estadios del proceso de acumulación e~ una soci~.
dad-, esta insatisfacción crónica cederá el paso a dad industrial moderna; aunque el nivel de sufi-
un esfuerzo incesante encaminado a crear un ínter- ciencia en estos aspectos está afectado, a su vez,
valo pecuniario cada vez mayor entre él y ese nivel en gran medida por el hábito de la emulación pecu-
medio. La comparación valorativa no puede llegar niaria. En gran parte esta emulación modela los
nunca a ser tan favorable al individuo que la hace, métodos y selecciona los objetos de gasto para la
que éste no desee colocarse en un rango aún más comodidad personal y la vida respetable.
elevado en relación con sus competidores en la Además de esto, el poder conferido por la riqueza
lucha por la reputación pecuniaria. proporciona otro motivo para acumularla. Esa pro-
Por la naturaleza del problema, es difícil que pue- pensión a la actividad encaminada a un fin y esa
da saciarse nunca el deseo de riqueza en ningún repugnancia por todo esfuerzo fútil que correspon-
ejemplo individual y es evidente que la satisfacción den al hombre por virtud de su carácter de agente
del deseo medio general de riqueza está fuera de no le abandonan cuando sale de la ingenua cultura
toda posibilidad. Por amplia, igual o "equitativa- comunal en la que la nota dominante de la vida
mente" que pueda estar distribuida la riqueza de es la solidaridad no analizada e indiferenciada del
la comunidad, ningún aumento general de ella puede individuo con el grupo al cual su vida se encuentra
avanzar un paso en dirección a saciar esta necesi- ligada.
dad cuyo fundamento es el deseo individual de ex- Cuando pasa al estadio depredador, en el que el
ceder a cada uno de los demás en la acumulación egoísmo en el sen tido más estricto se convierte en
de bienes. Si, como se supone a veces, el incentivo nota dominante, esa propensión le sigue acompa-
para la acumulación fuese la necesidad de subsistir ñando como rasgo penetrante que modela su es-
o de comodidad física, sería concebible que en quema general de la vida. La propensión a lograr
algún momento futuro con el aumento de la efi- un resultado y la repugnancia por el esfuerzo fútil
ciencia industrial se pudiera satisfacer el conjunto siguen siendo el motivo económico subyacente. La

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propensión cambia únicamente de forma de expre- o moral- y conceder y definir así los grados rela-
sión y de objetos próximos a los que se dirige la tivos de agrado con que pueden ser legítimamente
actividad del hombre. Bajo el régimen de propie- contempladas por sí mismas y por las demás. Una
dad individual el medio más al alcance de la mano comparación valorativa es un proceso de valoración
para conseguir visiblemente una finalidad es el que de las personas con respecto a su valía.
ofrecen la adquisición y la acumulación de bienes;
en cuanto la antítesis egoísta entre hombre y hom-
bre alcanza plena conciencia, la inclinación a con-
seguir resultados -el instinto del trabajo eficaz-
tiende más y más a modelarse como esfuerzo para
superar a los demás en los resultados económicos
logrados. El éxito relativo, medido por una compa-
ración favorable con los demás, se convierte en el
fin del esfuerzo que se acepta como legitimo y, por
tanto, la repugnancia por la futilidad se coliga en
buena parte con el incentivo de la emulación. Viene
a acentuar la lucha por la respetabilidad pecuniaria
al extender a todo fracaso, y a toda prueba de fra-
caso en materia pecuniaria, una nota de desapro-
bación.
El esfuerzo encaminado a lograr un fin viene a
significar, primordialmente, esfuerzo dirigido a una
demostración de riqueza acumulada que aumente
el grado de reputación, o resultado de tal esfuerzo.
Entre los motivos que llevan a los hombres a acumu-
lar riqueza, continúa correspondiendo la primacía
-tanto en alcance como en intensidad- a este mó-
vil de emulación pecuniaria.
Acaso no sea necesario observar que al emplear
el término invidious (valorativo) no hay intención
de exaltar ni lamentar ninguno de los fenómenos
que vienen a caracterizarse con la palabra. Se em-
plea el término en sentido técnico, para describir
una comparación de personas con objeto de escalo-
narlas y graduarlas con respecto a la valía o valor
relativos de cada una de ellas -en sentido estético
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IlI. EL OCIO OSTENSIBLE
EL EFECTO inmediato de una lucha pecuniaria como
la que se ha descrito esquemáticamente sería -de
no estar modificada su influencia por otras fuerzas
económicas u otras características del proceso emu-
lativo- hacer a los hombres industriosos y~ fruga-
les. Este resultado se produce en realidad, hasta
cierto punto, por lo que se refiere a las clases infe-
riores, cuyo medio ordinario de adquirir bienes es
el trabajo productivo. Ello puede afirmarse, sobre
todo, de las clases trabajadoras de una comunidad
sedentaria que se encuentre en un estadio agrícola
de desarrollo industrial, y en la que haya una con-
siderable subdivisión de propiedad, y en la que le-
yes y costumbres aseguren a esas clases una parti-
cipación más o menos definida del producto de su
industria. Esas clases inferiores no pueden eludir
en ningún caso el trabajo, y la imputación del tra-
bajo no es, en consecuencia, especialmente deni-
grante para sus miembros, al menos dentro de su
propia clase. Por el contrario, siendo el trabajo
su modo de vida reconocido y aceptado, tienen un
cierto orgullo emulativo en conseguir una repu-
tación de eficiencia en su trabajo, que es a menudo
la única línea de emulación que está a su alcance.
En aquellas personas para quienes la adquisición
y la emulación sólo son posibles dentro del campo
de la eficiencia productora y el ahorro, la lucha
por la respetabilidad pecuniaria operará en cierta
medida en el sentido de aumentar la diligencia y
la sobriedad. Pero hay ciertas caracterlsticas secun-
darias del proceso emulativo de las que no se ha
hablado aún, que vienen a circunscribir y a modifí-
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car la emulaci6n practicada en esas direcciones tan- mismo. En todos los momentos, salvo en los esta-
to en las clases pecuniariamente inferiores como dios culturales más bajos, el hombre normalmente
en la clase superior. constituido se ve ayudado y sostenido en su propio
Pero lo que nos importa aquí de modo más in- respeto por las "apariencias decentes" y la exención
mediato es otro aspecto de la clase pecuniaria supe- de "trabajos serviles". Una desviación forzosa de su
rior. Tampoco le falta a esta clase el incentivo de patr6n habitual de decencia, tanto en lo accesorio
la diligencia y el ahorro; pero su acci6n está cuali- de la vida como en la clase y alcance de su activi-
ficada en tan gran medida por las demandas se- dad, se siente como un desprecio de su dignidad
cundarias de la emulaci6n pecuniaria, que prácti- humana, aun aparte de toda consideraci6n cons-
camente cualquier emulación en este sentido está ciente de la aprobaci6n o desaprobaci6n de sus se-
superada, y cualquier incentivo de la diligencia vie- mejantes.
ne a ser ineficaz. La más imperativa de estas de- La arcaica distinci6n te6rica entre lo bajo y lo
mandas. secundarias de la emulaci6n y a la vez la honorable en el modo de vida de un hombre con-
de ámbito más extenso es la exigencia de abste- serva aún hoy mucha de su antigua fuerza. Tanto
nerse del trabajo productivo. Esto es cierto de es así que hay muy pocos miembros de la clase más
modo especial en el estadio bárbaro de la cultura. elevada que no tengan una repugnancia instintiva
En la cultura depredadora, el trabajo se asocia en por las formas vulgares de trabajo. Tenemos un
los hábitos de pensamiento de los hombres con la fuerte sentido de suciedad ceremonial que tiene
debilidad y la sujeci6n a un amo. Es, en conse- especial intensidad al pensar en las ocupaciones aso-
cuencia, una marca de inferioridad y viene por ello ciadas en nuestros hábitos mentales con el trabajo
a ser considerada como indigna de un hombre que servil. Todas las personas de gusto refinado sienten
ocupa una buena posición. Por virtud de esta tra- que ciertos oficios -que convencionalmente se con-
dici6n se considera que el trabajo rebaja y esta sideran serviles- llevan unida con inseparabilidad
tradici6n no ha muerto nunca. Por el contrario, con una cierta contaminación espiritual. Se condena y evi-
el avance de la diferenciación ha adquirido la fuerza ta sin titubear un instante las apariencias vulgares,
axiomática que es consecuencia de una prescrip- las habitaciones mezquinas (es decir, baratas) y las
ci6n de largo tiempo e indiscutida. ocupaciones vulgarmente productivas. Son incompa-
Para ganar y conservar la estima de los hombres tibles con la vida en un plano espiritual satisfactorio
no basta con poseer riqueza y poder. La riqueza o -con el "pensamiento elevado"-. Desde los días
el poder tienen que ser puestos de manifiesto, por- de los filósofos griegos hasta los nuestros, los hom-
que la estima s610 se otorga ante su evidencia. Y bres reflexivos han considerado siempre como un
la demostración de la riqueza no sirve s610 para requisito necesario para poder llevar una vida hu-
impresionar a los demás con la propia importancia mana digna, bella o incluso irreprochable, un cierto
y mantener vivo y alerta su sentimiento de esa im- grado de ociosidad y de exenci6n de todo contacto
portancia, sino que su utilidad es apenas menor con los procesos industriales que sirven a las fina-
para construir y mantener la complacencia en uno Iidades cotidianas inmediatas de la vida humana.
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A los ojos de todos los hombres civilizados, la vida se convertiría inevitablemente en deshonroso --en
de ociosidad es bella y ennoblecedora en sí misma cuanto demostración de pobreza-, incluso aunque
y en sus consecuencias. no hubiese sido considerado ya como indecoroso
Este valor directo, subjetivo, del ocio y de las bajo las tradiciones antiguas derivadas de un esta-
otras demostraciones de riqueza es, en gran parte, dio cultural anterior. La antigua tradición de la
sin duda, secundario y derivado. Es, en cierta J?edi- cultura depredadora consiste en que hay que rehuir
da, un reflejo de la utilidad del ocio como medio de el trabajo productivo, como indigno de los hombres
conseguir el respeto de los demás y, en otra parte, cabales, y con el paso del estadio depredador a la
resultado de una sustitución mental. La ejecución fonna cuasi-pacífica de vida esa tradición se refuer-
del trabajo ha sido aceptada como prueba conven- za en vez de ser desechada.
cional de una inferioridad de fuerza; en consecuen- Incluso aunque no hubiese surgido una clase ocio-
cia viene a ser considerada, utilizando un atajo sa junto con la aparición primera de la propiedad
me~tal, como intrínsecamente baja. individual, hubiese sido en cualquier caso -por la
Durante el estadio depredador propiamente di- fuerza del deshonor unido a la ocupación produc-
cho, y en especial en las etapas primeras ~el des- tiva- una de las primeras consecuencias de la
arrollo cuasi-pacífico de la industria que sigue al propiedad. Y hay que notar que mientras la clase
estadio depredador, una vida ociosa es la demos- ociosa existía en teoría desde el comienzo de la
tración más sencilla y concluyente de fuerza pecu- cultura depredadora, la institución tomó un signi-
niaria y, por tanto, de superioridad de poder, con ficado nuevo y más pleno con la transición del es-
tal de que el caballero ocioso pueda vivir siempre tadio depredador a la siguiente etapa de cultura
con facilidad y desahogo manifiestos. En ese esta- pecuniaria. Desde ese momento existe una "clase
dio, la riqueza consiste principalmente e? esclavo:, ociosa" tanto en teoría como en la práctica. De ahí
y los beneficios que deriva de la posesión de ri- data la institución de la clase ociosa en su forma
queza y poder toman principalmente 1:,- fonna de consumada.
servicio personal. La abstención ostensible de~ tra- Durante la etapa depredadora propiamente dicha,
bajo se convierte, por tanto, en marca convencional la distinción entre las clases ociosas y laboriosas
de éxitos pecuniarios superiores y en índice con- es, en cierto sentido, meramente ceremonial. El
vencional de reputación; y recíprocamente, como la hombre cabal está celosamente apartado de todo
aplicación al trabajo productivo es un signo de lo que es, en su concepto, trabajo rutin~o y ser-
pobreza y sujeción, resulta incompatible con una vil; pero su actividad contribuye apreciablemente
situación respetable en la comunidad. Por lo tanto, al sustento del grupo. El estadio subsiguiente de
allí donde predomina la emulación pecuniaria no industria cuasi-pacífica se caracteriza generalmente
se estimulan de modo uniforme los hábitos indus- por la existencia de una esclavitud consolidada en
triosos y frugales. Por el contrario, esta especie la cual los esclavos son cosas, de rebaños de ganado
de emulación desaprueba en fonna indirecta la y de una clase servil de pastores y de vaqueros; la
participación en el trabajo productivo. El trabajo Industria ha avanzado hasta el punto de que la co-
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munidad no depende ya para su subsistencia de la
caza ni de ninguna otra forma de actividad que predador-e-". Como tal no ofrece un incentivo pecu-
pueda ser calificada justamente de hazaña. Desde mano apreciable, pero contiene, en cambio, un ele-
este momento el rasgo caracterfstico de la vida de me;nto, más o menos ostensible, de hazaña. Es este
la clase ociosa es una exención ostensible de toda último aspecto de la caza -expurgado de toda im-
tarea útil. putación de constituir una actividad lucrativa- el
Las ocupaciones normales y características de único meritorio y el único que corresponde al es-
esta clase en la fase madura de su historia a la que quema general de la vida de la clase ociosa des-
nos estamos refiriendo son, desde el punto de vista arrollada.
formal, muy semejantes a las de sus primeros tiem- La abstención del trabajo no es sólo un acto
pos. Esas ocupaciones son el gobierno, la guerra, los h0!l';'ríf~co o meritorio, sino que llega a ser un re-
deportes y las prácticas devotas. Personas exagera- quísíto Impuesto por el decoro. La insistencia en la
damente amigas de las sutilezas teóricas compli- propiedad COmo base de la reputación es muy inge-
cadas pueden sostener que esas ocupaciones son nua e imperiosa durante los estadios primeros de
aún "productivas", siquiera sea de modo incidental la acumulación de riqueza. Abstenerse del trabajo
e indirecto, pero hay que notar como hecho decisi- es la prueba convencional de la riqueza y, por ende,
vo del problema que tratamos el de que el motivo la marca convencional de una buena posición so-
ordinario y ostensible que tiene la clase ociosa para cial; y esta insistencia en lo meritorio de la riqueza
ocuparse de esas tareas no es, evidentemente, un conduce a una insistencia más vigorosa en el ocio,
aumento de riqueza por medio del esfuerzo pro- Nota notae est nota rei ipsius. Según las leyes
ductivo. En éste, como en cualquier otro estadio ~anentes de la naturaleza humana, la prescrip-
cultural, se gobierna y se hace la guerra, al menos cíón se apodera de esta prueba convencional de
en parte, en provecho pecuniario de quienes dirigen riqueza y la fija en los hábitos mentales de los
ambas actividades; pero es un provecho conseguido hombres como algo sustancialmente meritorio y
mediante el método honorable de la captura y la ennoblecedor en si; en tanto que el trabajo es pro-
conversión. Algo semejante puede decirse de la caza, ductivo, se convierte a la vez, por un proceso aná-
pero con una diferencia: cuando la comunidad sale logo: en intrínsecamente indigno, y ello en un doble
del estadio cazador, propiamente dicho la caza viene sentído. La prescripción acaba por hacer no sólo
a .di~eJenciarse de modo gradual en dos ocupaciones que el trabajo sea deshonroso a los ojos de la co-
dl~tI~tas. De un lado es una profesión, ejercida munidad, sino moralmente imposible para quien
principalmente con ánimo de lucro' falta en ella ha nacido noble y libre, e incompatible con una vida
virtualmente el elemento de hazaña o, en todo caso digna.
no se d~ en grad,;, suficie.nte para absolver a quie.{ Este tabú opuesto al trabajo tiene otra conse-
la practtca de la Imputación de dedicarse a una in- cuencia ulterior respecto a la diferenciación indus-
dustría lucrativa. Por otra parte, la caza es también trial de las clases. Al aumentar la densidad de la
un deporte -un simple ejercicio del impulso de- pobl~ción y convertirse el grupo depredador en co-
munídad industrial constituida, ganan en alcance y
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consistencia las autoridades y costumbres estable- ese sentido, la conducta de los jefes polinesios es
cidas que rigen la propiedad. Se hace impracticable más fiel al canon del ocio honorífico de lo que pu-
acumular riqueza por simple captura y. como lógi- diera parecer a primera vista. Un ejemplo mejor.
ca consecuencia, la adquisición por la industria es o al menos más inequívoco, nos lo ofrece el caso de
igualmente imposible para hombres pobres y orgu- cierto rey de Francia de quien se cuenta que perdió
llosos. Las alternativas que les quedan a estas per- la vida por un exceso de fuerza moral en la obser-
sonas son la mendicidad y la privación. Dondequiera vancia de las buenas formas. En ausencia del fun-
que el canon del ocio ostensible tenga posibilidades cionario cuyo oficio era trasladar el asiento de su
de operar con libertad, surgirá una clase ociosa se- señor, el rey se sentó sin protesta ante el fuego. y
cundaria y en cierto sentido espuria -despreciable- permitió que su real persona se tostase hasta un
mente pobre y cuya vida será precaria, llena de punto en que fue imposible curarle. Pero al hacerlo
necesidades e incomodidades; pero esa clase será as! salvó a Su Majestad Cristianísima de la conta-
moralmente incapaz de lanzarse a empresas lucra- minación servil.
tivas-. El caballero venido a menos y la dama que
ha conocido días mejores no son, ni siquiera hoy, Summum crede netas animam praeierre pudori,
fenómenos desconocidos. Este penetrante sentido Ea propter vitam vivendi perdere causas.
de la indignidad del más ligero trabajo manual es
familiar a todos los pueblos civilizados, lo mismo Ya se ha notado que el término "ocio", tal como
que a pueblos que se encuentran en una cultura aquí se emplea, no comporta indolencia o quie~ud.
pecuniaria meDOS avanzada. En personas de sensi- Significa pasar el tiempo sin hacer nada productlv,?:
bilidad delicada que han estado largo tiempo habi- 1) por un sentido de la indignidad del trabajo
tuadas a las buenas formas, el sentido de lo vergon- productivo. y 2) como demostraci~n de un.a ~apa­
zoso del trabajo manual puede llegar a ser tan cidad pecuniaria que permite una VIda de ?CIOSIdad.
fuerte que en coyunturas críticas supere incluso al Pero la vida del caballero ocioso no se VIve en su
instinto de conservación. Así. por ejemplo, se cuen- totalidad ante los ojos de los especta~ores a los q~e
ta de ciertos jefes polinesios que bajo el peso de hay que impresionar con ese espect~culo del ~CI0
las buenas formas prefirieron morir de hambre a honorífico en que según el esquema Ideal, consiste
llevarse los alimentos a la boca con sus propias ma- su vida. Alguna parte del tiempo de su vida ~stá
nos. Es cierto que esta conducta puede haber sido oculta a los ojos del público y el caballero OCIOSO
debida, al menos en parte, a una excesiva santidad tiene que poder dar -en gracia a s~ ~uen no~bre­
o tabú anejos a la persona del jefe. El contacto de cuenta convincente de ese tiempo VIVIdo en pnvado.
sus manos habría comunicado el tabú y habría he- Tiene que encontrar medios de poner de manifiesto
cho inapropiada para servir de alimento a cualquier el ocio que no ha vivido a la vista de los especta-
cosa tocada por él. Pero el tabú mismo es un de- dores. Esto sólo puede hacerse de modo indirecto.
rivado de la indignidad o la incompatibilidad moral mediante la exhibición de algunos resultados tan-
del trabajo. de modo que. aun interpretándola en gibles y duraderos del ocio así empleado, de manera
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análoga a la conocida exhibición de productos tan- cimiento de procesos que no conduzcan directa-
gibles y duraderos del trabajo realizado para el mente al fomento de la vida humana. Tales, en
caballero ocioso por los artesanos y servidores que nuestra época, el conocimiento de las lenguas muer-
emplea. tas y de las ciencias ocultas; de la ortografía, de la
La prueba duradera del trabajo productivo con- sintaxis y la prosodia; de las diversas formas de
siste en su resultado material -generalmente algún música doméstica y otras artes empleadas en la
artículo de consumo-o De modo semejante, en el casa; de las últimas modas en materia de vestidos,
caso de la hazaña es posible y usual procurarse mobiliario y carruajes; de juegos, deportes y ani-
algún resultado tangible que se pueda exhibir a males de lujo, tales como los perros y los caballos
modo de trofeo o botín. En una fase posterior del de carrera. En todas estas ramas del conocimiento,
desarrollo se acostumbra a emplear algún distintivo el motivo inicial de donde procede en un princi-
o insignia de honor que sirva corno marca conven- pio su adquisición y de donde advino su boga puede
cionalmente aceptada de la hazaña y que indique haber sido algo por entero distinto del deseo de
a la vez la cantidad o grado de hazaña que simbo- mostrar que uno no había pasado el tiempo ocupado
liza. Al aumentar la densidad de población y ha- en tareas industriales; pero a menos que esos cono-
cerse más complejas y numerosas las relaciones cimientos hubieran sido aprobados socialmente como
humanas, todos los detalles de la vida sufren un demostración de un empleo improductivo del tíem-
proceso de elaboración y selección y en ese proceso po, no habrían sobrevivido, ni conservado su puesto
de elaboración el uso de trofeos desarrolla un sis- como prendas convencionales de la clase ociosa.
tema de rangos, títulos, grados y enseñas de los que Tales conocimientos pueden clasificarse, en algún
son ejemplo típico los emblemas heráldicos, las sentido, como ramas del saber. Además -y más
medallas y las condecoraciones honoríficas. a1lá- de ellos hay toda una serie de hechos sociales
Desde 'el punto de vista económico, el ocio, con- que pasan imperceptiblemente de la región del saber
siderado como ocupación, tiene un parecido muy a la de los hábitos y la destreza físicos, Tales son
cercano con la vida de hazañas; y los resultados que los que se conocen como modales y buena educa-
caracterizan una vida de ocio y que sirven como ción, usos corteses, decoro y, en términos generales.
criterios de decoro tienen mucho de común con los las prácticas formales y ceremoniales. Esta clase
trofeos que resultan de las hazañas. Pero el ocio de hechos se presentan a la observación de modo
en el sentido más estricto, a diferencia de la hazaña más inmediato y directo; son por ello requeridos
y de todo esfuerzo productivo empleado en objetos con mayor insistencia corno prueba necesaria de un
que no son de utilidad intrínseca, no deja ningún grado respetable de ociosidad. Merece la pena de
producto material. Los criterios demostrativos de observar que todas esas clases de prácticas cereo
una ociosidad anterior toman, por tanto, general- moniales a las que se clasifica bajo el epígrafe ge-
mente, la forma de bienes "inmateriales". Ejemplo neral de modales tienen Un mayor grado de estima-
de tales pruebas inmateriales de ociosidad son tao ción entre los hombres en aquel estadio cultural en
reas cuasi-académicas o cuasi-practicas y un cono- el que el ocio ostensible tiene la máxima boga como
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signo de respetabilidad, que en etapas posteriores al deseo de conciliarse a los demás o demostrarles
del desarrollo cultural. El bárbaro del estadio de buena voluntad, y este motivo inicial rara vez está
la industria cuasi-pacifica es un cabaIlero bien na- a~sente -caso de que Ilegue a faltar en alguna oca-
cido, de modo mucho más notorio en todo 10 que SlOn- en la conducta de las personas de buenas
se refiere al decoro que los hombres de épocas pos- maneras en cualquier estadio ulterior de desarrollo.
teriores, con excepción de los más exquisitos. Es 1:05 ~odales -se nos dicc- son, en parte, una estí-
bien sabido -o al menos se cree por 10 general- Iizacíón de los gestos y en parte supervivencias sim-
que los modales se han ido pervirtiendo progresiva- bólic~s y convencionalizadas que representan actos
mente conforme se alejaba la sociedad del estadio antenores de dornínío n de servicio o contacto per-
patriarcal. Muchos cabaIleros de la vieja escuela sonal. En gran parte son expresión de la relación
se han visto obligados a notar con tristeza que en d~ status -una pantomima simbólica de domina-
las comunidades industriales modernas la gente ción por una parte y de subordinación por otra-o
de nacimiento inferior observa los modales y cos- AIlí donde en nuestros días son los hábitos mentales
tumbres de las clases mejores; y a los ojos de todas depre~adores y la actividad consiguiente de dominio
las personas de sensibilidad delicada, la decadencia y servidumbre los que imprimen carácter al esque-
del código ceremonial -o, dicho de otro modo, la ma general de la vida, la importancia de todos los
vulgarización de la vida- entre las clases industria- puntillos de conducta es extrema, y la asiduidad con
les propiamente dichas es una de las más cimeras la que se practica la observancia ceremonial de ran-
enormidades de la civilización en los últimos tiem- gos y títulos se aproxima mucho al ideal implantado
pos. La decadencia que ha sufrido el código en por el bárbaro en la cultura nómada cuasi-pacífica.
manos de la gente industriosa atestigua -dejando Algunos de los países del continente europeo presen-
aparte todo vituperio- que el decoro es un pro- tan buenos ejemplos de esta supervivencia espiritual.
ducto y un exponente de la vida de la clase ociosa Esas comunidades se aproximan también al ideal
y sólo prospera de modo pleno en un régimen de arcaico por lo que se refiere a la estimación atribui-
status. da a los modales como hecho de valor intrínseco.
El origen -o, mejor dicho, la procedencia- de .Los modales comenzaron por ser símbolo y panto-
los modales ha de buscarse, sin duda, en algo que numa y sólo tenían utilidad como exponente de los
no sea un esfuerzo consciente por parte de las per- hechos y cualidades simbolizados; pero sufrieron
sonas de buenas maneras encaminado a demostrar después la trasmutación que suele acompañar en
que han gastado mucho tiempo en adquirirlo. El fin el trato humano a los hechos simbólicos. Los mo-
próximo de la innovación y de su elaboración ulte- dales vinieron a tener -en el concepto popular-
rior ha sido la superior eficacia de la nueva inven- una utilidad per se; adquirieron un carácter sacra-
ción en punto a beIleza o expresividad. Como su- mental, independiente en gran medida de los hechos
ponen habitualmente antropólogos y sociólogos, el que originariamente representaban. Las desviacio-
código ceremonial de los usos y costumbres deco- nes del código del decoro han pasado a ser odiosas
rosos debe, en gran parte, su comienzo y desarrollo per se a todos los hombres. y la buena educación
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no es, en el concepto común, una mera marca ad- modales reside en el hecho de que éstos son pre-
venticia de excelencia humana, sino una caracterís- goneros de una vida ociosa. Por tanto -y recíproca-
tica que forma parte del alma digna. Hay pocas mente-, como el ocio es el medio convencional de
cosas que nos provoquen tanta repugnancia instin- conseguir reputación pecuniaria, la adquisición de un
tiva como una infracción del decoro; y hemos ido conocímíento bastante profundo de lo relativo al
tan lejos en la dirección de imputar a las observan- decoro es algo necesario para todo el que aspire a
cias ceremoniales de la etiqueta una utilidad intrín- una ~e~ana reputación desde el punto de vista
seca, que pocos de nosotros, admitiendo que pueda pecumario.
haber alguno, podamos asociar una falta de urba- Aquella parte de la vida ociosa honorable que no
nidad de un sentimiento de la indignidad fundamen- se desarrolla a la vista de los espectadores puede
tal del culpable. Puede perdonarse el quebranta- servir a las finalidades de reputación sólo en la
miento de la palabra empeñada, pero una falta de ~e.dida en que deja tras sí un resultado tangible,
decoro es imperdonable. "Los modales hacen al VISIble, que pueda ser exhibido, medido y comparado
hombre." con. productos de la misma clase exhibidos por otros
No obstante, aunque los modales tienen esta uti- asp.lrantes que compiten en la lucha por la repu-
lidad intrínseca, tanto a juicio de quien los practica tacíón. Tal efecto se produce, en forma de modales
como del observador, este sentido de la rectitud y. conducta de gente ociosa, como consecuencia del
intrínseca del decoro no es más que el fundamento simple hecho de una persistente abstención del tra-
próximo de la boga de los modales y la buena bajo, aun cuando el interesado no piense en ello y
educación. Su fundamento económico ulterior ha no se preocupe de adquirir un aire de opulencia
de buscarse en el carácter honorífico de ese ocio y. señorío d~bidos a la ociosidad. Parece ser espe-
o empleo no productivo del tiempo y el esfuerzo, cíalmente CIerto que varias generaciones de ociosi-
sin el cual no se adquieren los buenos modales. El dad dejan un efecto persistente y perceptible en la
conocimiento y hábito de las buenas formas no se conformación de la persona, y aun mayor en su con-
consigue sino mediante el uso largo y continuado. ~ucta y modale~ habitu~es. Pero todas las suges-
Gustos, modales y hábitos de vida refinados son una tíones de una VIda perststentementg ociosa y todo
prueba útil de hidalguia, porque la buena educación e! conocimiento de lo decoroso, que son consecuen-
exige tiempo, aplicación y gastos, y no puede, por cía de la habituación pasiva, pueden mejorarse aún
ende, ser adquirida por aquellas personas cuyo tiem- más de modo reflexivo mediante un esfuerzo asiduo
po y energia han de emplearse en el trabajo. El por adqui~ir los signos distintivos de un ocio hono- .
conocimiento de las buenas formas es a primera z:¡ble, haciendo de la exhibición ulterior de estos
vista una prueba de que aquella parte de la vida ~lgnOS adventi~io~ ~e exe.nción del trabajo útil, ob-
de una persona bien educada que no se desarrolla Jeto de una disciplina VIgorosa y sistemática. No
bajo las miradas del espectador se ha empleado dig- hay duda de que éste es un punto en el que una
namente en adquirir conocimientos que no tienen aplicación diligente de esfuerzo y gastos puede fo-
efecto lucrativo. En último análisis, el valor de los mentar de modo muy eficaz el logro de un dominio
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decoroso de las facultades que distinguen a la clase en modo alguno, sustancialmente inferiores a otros
ociosa. Recíprocamente, cuanto mayor sea el grado que han tenido una preparación más ardua en las
de eficacia y más patentes las pruebas de un alto conveniencias pecuniarias.
grado de habituación a práctic~s que no sirv,:~ a Hay, además, grados mensurables de conformi-
ningún propósito lucrativo o dlrectamento: u.t1Ílt~. dad con el último código acreditado de puntíllos
río, mayor es el gasto de tiempo y matena Impli- relativos a los medios decorosos y a los métodos
cados por su adquisición y mayor la buena repu- de consumo. Pueden compararse las diferencias en-
tación que de ello resulta. De ahí que en la lucha tre una persona y otra en punto al grado de con-
competitiva por el dominio de los ~)llenos mod,:,-les formidad con el ideal en esos aspectos, y es también
se tomen tantos trabajos para cultivar los hábitos posible graduar y clasificar a las personas con cierta
de conducta decorosa y de ahí que los detalles de exactitud, con arreglo a una escala progresiva de
decoro se conviertan en una disciplina amplia a la modales y educación. La concesión de reputación
que se requiere que se conformen todos aquellos que se hace a este respecto, por lo general, de buena
aspiran a ser considerados como gente de repu- fe, a base de la conformidad con los cánones de
tación impecable. y de ahí también, por otra parte, gusto aceptados en las materias de que se trate,
que el ocio ostensible, del que el decoro es ';lna y sin una consideración consciente de la situación
ramificación se convierta gradualmente en una IOS- pecuniaria o el grado de ocio que ha disfrutado un
trucción laboriosa en materia de comportamiento determinado candidato a la reputación; pero los
y en una educación del gusto y una discriminación cánones de gusto con arreglo a los cuales se hace
respecto a cuáles de los artículos de consumo son esa concesión están constantemente vigilados por
decorosos y a cuáles sean los métodos decorosos la ley del ocio ostensible y sufren continuamente
de consumirlos. cambios y revisiones encaminados a ponerles en con-
Merece la pena de notar, en conexión con esto, sonancia más estricta con sus exigencias. Por ello,
el hecho de que se ha utilizado la posíbílídad de aunque la base próxima de la discriminación pue-
producir indiosincrasias personales patológicas, Y da ser de otra clase, el principio dominante y
de otro tipo y de trasmitir los modales caractens- perdurable de la prueba de buena educación es la
ticos mediante una imitación astuta y una educa- exigencia de un gasto importante y evidente de tiem-
ción sistemática para crear deliberadamente una po. Dentro del ámbito de aplicación de este prin-
clase culta, a veces con resultados muy felices. De cipio, puede haber un grado considerable de varia-
esta manera mediante el proceso vulgarmente cono- ción en los detalles, pero son variaciones de forma
cido como ~snobismo, se logra una evolución sin- y expresión y no variaciones sustanciales.
copada de la hidalguía de nacímiento y educació':l Gran parte de la cortesía del trato cotidiano es,
de un buen número de familias y linajes. Esta hi- desde luego, expresión directa de consideraclon y
dalguía sincopada da resultados que, desde el pun~o buena voluntad y, en su mayor parte, no es necesario
de vista de la utilidad que presentan para la eXIS- hacer derivar este elemento de la conducta de nin-
tencia de una clase ociosa en la población, no son, guna base subyacente de reputación para explicar
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su presencia a la aprobación con que se le mira; de conducta es aceptado como atributo intrínseco de
pero no ocurre lo mismo con el código de las con- un valor superior, ante el cual el plebeyo de baja
veniencias. Estas últimas son expresión del status. cuna se deleita en inclinarse y someterse.
Desde luego, es suficientemente claro, para cualquiera
que se tome la molestia de observar, que nuestra Como se ha indicado en un capítulo anterior, hay
conducta con respecto a los servidores y a otras razones para creer que la institución de la propie-
personas inferiores que dependen pecuniariamente dad ha comenzado por la propiedad de personas
de nosotros es la conducta de una persona que se y en primer lugar de mujeres. Los incentivos para
encuentra en posición de superioridad dentro de una adquirir tal propiedad han sido, al parecer: 1) una
relación de status, aunque esta manifestación se mo- propensión a dominar y coaccionar, 2) la utilidad
difica con frecuencia suavizándose en gran medida de aquellas personas como demostración de la proe-
la expresión original de dominio puro. De modo za de su dueño, y 3) la utilidad de sus servicios.
semejante, nuestra conducta respecto a los supe- El servicio personal ocupa un lugar peculiar en
riores, y en gran parte también respecto a los el desarrollo económico. Durante el estadio de la
iguales, expresa una actitud más o menos conven- industria cuasi-pacífica y, en especial, en los prime-
cionalizada de subordinación. Sirva de ejemplo la ros tiempos del desarrollo de la industria dentro
presencia señorial del caballero o la dama de alta de los límites generales de esa etapa, el motivo
categoría, que atestiguan tanto el dominio e inde- dominante de la adquisición de la propiedad de
pendencia de las circunstancias económicas y que, personas parece haber sido ordinariamente la uti-
a la vez, apelan con fuerza tan convincente a nuestro lidad de sus servicios. Se valora a los siervos por
sentido de lo correcto y amable. Es entre los miem- sus servicios. Pero el predominio de ese motivo
bros de la clase ociosa más elevada, que no tienen no se debe a una decadencia de la importancia
superiores y que tienen pocos iguales, donde el absoluta de las otras dos utilidades que presentan
decoro encuentra su expresión más plena y madu- los siervos. Lo que ocurre es, más bien, que las
ra; y es también esta clase superior la que da al nuevas circunstancias de la vida acentúan la utili-
decoro la formulación definitiva que le hace servir dad de los siervos en el último aspecto citado. Las
como canon de conducta para las clases inferiores. mujeres y otros esclavos son valorados en mucho,
y también aqui el código es evidentemente un có- no sólo como evidencia de riqueza, sino como me-
digo de status y muestra de modo patente su incom- dio de acumularla. Si la tribu se dedica al pastoreo,
patibilidad con todo trabajo productiv,:, ~lgar. pna constituyen, junto con el ganado, la forma usual
seguridad divina y una complacencia I~~enosa de inversión lucrativa. En la cultura cuasi-pacífica,
-<:omo de quien está acostumbrado a exigir ~ue la esclavitud de la mujer impone hasta tal punto su
se le sirva y a DO pensar en el. m8;ñan~-: cr:msbtu· carácter a la vida económica, que la mujer llega a
yen el derecho innato y el cnteno dístintívo del servir como unidad de valor entre los pueblos que
caballero en su mejor forma; y en el concepto se encuentran en ese estadio cultural -como, por
popular, es aún más que eso, porque este modo ejemplo, en los tiempos homénicos-e-, Donde ocurre
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así no puede discutirse que la base del sistema in- el matrimonio a la mujer que tiene esos antece-
dustrial es la esclavitud del tipo que considera a dentes familiares, tanto por la alianza con sus po-
los esclavos como cosas y que las mujeres son derosos parientes que resulta de la unión, corno
comúnmente esclavas. La gran relación humana porque se siente que se hereda una sangre que ha
que penetra todo el sistema es la de amo y siervo. estado asociada con muchos bienes y gran poder.
La prueba de riqueza aceptada como indiscutible La esposa seguirá siendo propiedad de su marido,
es la posesión de muchas mujeres y a la vez de de la misma manera que era propiedad de su padre
otros esclavos ocupados en servir a la persona del antes de la compra, pero a la vez es de la sangre
amo y en producir bienes para él. hidalga de su padre; por ello, desde el punto de
Se establece entonces una división del trabajo por vista moral, es incongruente que se ocupe en las
la cual el servicio personal al amo se convierte en tareas denigrantes que desempeñan sus compañeras
oficio especial de una parte de los siervos, en tanto de servidumbre. Por completa que sea su sumisión
que los empleados en ocupaciones industriales pro- al amo y por inferior que sea la mujer a los miem-
piamente dichas se alejan cada vez más de toda bros varones del estrato social en que la colocó su
relación inmediata con la persona del señor. A la nacimiento, el principio de que la hidalguía es tras-
vez, aquellos esclavos cuya tarea es el servicio per- misible operará para colocarla por encima del es-
sonal, incluyendo en ella las obligaciones domés- clavo corriente; y en cuanto el principio haya
ticas, van siendo gradualmente eximidos de la in- adquirido autoridad prescriptiva, la investirá en
dustria productiva encaminada a fines lucrativos. cierta medida con la prerrogativa del ocio que es el
Este proceso de exención progresiva común de signo principal de hidalguía. Ayudada por este prin-
las tareas industriales corrientes comenzará general- cipio de la hidalguía trasmisible, si la riqueza del
mente por la esposa, o la esposa principal. Una vez propietario de la mujer lo permite, la exención de
que la comunidad ha llegado a adquirir hábitos de la esposa gana en alcance hasta llegar a incluir la
vida fijos, resulta impracticable la captura de espo- exención del servicio personal denigrante y no sólo
sas en tribus hostiles como fuente consuetudinaria del servicio industrial. Al avanzar el desarrollo in-
de aprovisionamiento de mujeres. Donde se ha lo- dustrial y acumularse la propiedad en relativamen-
grado este avance cultural la esposa principal es de te pocas manos, se eleva el nivel convencional de
ordinario de sangre hidalga, y el hecho de que lo sea riqueza de las clases superiores. La misma tenden-
apresura su exención de las tareas vulgares. No po- cia a la exención del trabajo manual y, con el trans-
demos estudiar aquí la manera como se origina el curso del tiempo, del trabajo doméstico servil, se
concepto de sangre hidalga ni el lugar que ocupa amplía más adelante hasta incluir a las demás espo-
en el desarrollo del matrimonio. Para nuestro pro- sas, caso de haberlas, y también a otros siervos que
pósito actual, bastará con decir que la sangre hidal- atienden directamente al amo. La exención es más
ga es aquella que ha sido ennoblecida por un tardía cuanto más remota es la relación en que se
contacto prolongado de la riqueza acumulada o encuentra el siervo con la persona del amo.
con prerrogativas inquebrantadas. Se prefiere para Si la situación pecuniaria del señor lo permite, el
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desarrollo de una clase especial de servidores per- lidad viene así a consistir en gran parte en su exen-
sonales o corporales se ve favorecido también por ción notoria del trabajo productivo y en la demos-
la gran importancia atribuida a este tipo de servicio. tración de la riqueza y el poder del señor que tal
Siendo la persona del amo la encarnación de la expansión proporciona.
dignidad y el honor, tiene el máximo interés. Tanto Después de haber progresado bastante la práctica
para su reputación en la comunidad como para su de emplear un cuerpo especial de servidores que
propio respeto, es cuestión de gran consecuencia viven en esta situación de ocio ostensible, se empezó
el hecho de tener a su disposición servidores espe- a preferir a los hombres para servicios en los que
cializados y eficientes, cuyo cuidado directo de la se ve de modo destacado a quien los practica. Los
persona del amo no se vea distraído de este su oficio varones, en especial los de apariencia robusta y de-
principal por ninguna otra ocupación subsidiaria. corativa, tales como los escuderos y otros sirvien-
Estos servidores especializados son más útiles por tes, deben ser, y son sin duda, más vigorosos y
la exhibición que representan que por el servicio costosos que las mujeres. Son más aptos para esta
efectivamente realizado. En cuanto no se les tiene tarea, ya que demuestran un gasto mayor de ,tiempo
sólo para exhibirlos ofrecen al amo la satisfacción y de energía humana. Por ello, en la econorma de la
de servir de campo de acción a la propensión del clase ociosa la esposa siempre afanada de los pri-
dueño hacia el dominio. Ciertamente, el cuidado meros tiempos patriarcales, con su séquito de don-
del aparato doméstico cada vez más grande puede cellas trabajadoras, cede el puesto a la dama y el
necesitar un aumento de trabajo; pero como el apa- lacayo.
rato aumenta generalmente con objeto de servir de En todos los grados y pasos de la vida y en todos
medio para la buena reputación, más que como me- los estadios del desarrollo económico el ocio de
dio de comodidad, esta atenuación no es de gran la dama y el lacayo difiere del ocio del caballero
peso. Todas estas clases de utilidad se ven mejor que lo es por derecho propio, puesto que el primero
servidas por un gran número de servidores alta- es aparentemente una ocupación de tipo laborioso.
mente especializados. Por tanto, se produce una En gran parte, toma la forma de un ciudado min>:-
creciente diferenciación y multiplicación de servi- cioso y atento al servicio del aTOO o al mantení-
dores domésticos y personales junto con una con- miento y elaboración de los accesorios y. adornos
comitante exención progresiva de tales servidores domésticos, de modo que esta clase OCH?Sa sólo
del trabajo productivo. En virtud de que se les merece este calificativo en cuanto que realiza poco
utiliza como demostración de la capacidad de pago, o ningún trabajo productivo, pero no en el sentido
el oficio de tales servidores domésticos tiende cons- de que evite toda apariencia de trabajo. Las tao
tantemente a incluir menos obligaciones y, de modo reas realizadas por la dama o por los servidores
paralelo, su servicio tiende a convertirse en mera- domésticos son, con frecuencia, bastante arduas y
mente nominal. Ello es cierto en especial de aque- están encaminadas también con frecuencia, a fi-
llos servidores que están dedicados de modo más nes considerados c~mo extremadamente necesarios
inmediato y ostensible al cuidado del amo. Su utí- para la comodidad de toda la familia. Hasta el
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punto en que tales servicios conducen a la eficien- competencia por la reputación es viva y dura. As!
cia física o a la comodidad del amo y del resto de ocurre con frecuencia en la vida moderna. Donde
las personas de la casa, han de ser considerados ello sucede, el servicio doméstico que comprende los
como trabajo productivo. Sólo el residuo de acti- deberes de esta clase servil puede denominarse con
vidades que queda una vez deducido este trabajo más propiedad esfuerzo derrochado que ocio vicario.
efectivo debe clasificarse como ociosidad. Pero este último término tiene la ventaja de que
Pero muchos de los servicios clasificados como cui- indica la linea de donde derivan estos oficios domés-
dados domésticos en la vida cotidiana moderna y mu- ticos a la vez que sugiere cuál es la base económica
chos de los bienes requeridos por el hombre civiliza- sustancial de su utilidad, ya que estas ocupaciones
do para llevar una existencia agradable tienen carác- son principalmente útiles como método de atribuir
ter ceremonial. Han de ser clasificados, por tanto, al amo o a la casa una reputación pecuniaria fun-
como ociosidad en el sentido en que aquí se usa dándose en que se gasta en ella una cantidad noto-
esta palabra. Pueden, a pesar de ello, ser impera- ria de tiempo y esfuerzo.
tivamente necesarios desde el punto de vista de una De este modo surge, pues, una clase ociosa sub-
existencia decorosa; pueden, incluso, ser necesarios sidiaria o derivada, cuya tarea es la práctica de un
para la comodidad personal aunque su carácter sea ocio vicario para mantener la reputación de la cla-
principal o totalmente ceremonial. Pero en cuanto se ociosa primaria o auténtica. Esta clase ociosa
comparten este carácter son imperativos y necesa- vicaria se distingue de la auténtica por un rasgo
rios porque se nos ha enseñado a exigirlos, so pena característico de su modo habitual de vida. El ocio
de incurrir en indignidad o suciedad ceremoniales. de la clase señora consiste, al menos ostensiblemen-
Nos sentimos incómodos en el caso de que nos te, en ceder a una inclinación a evitar el trabajo, y
falten, pero no porque su ausencia produzca una se presume que realza el bienestar y la plenitud de
incomodidad física de modo directo, ni porque un vida del amo; pero el ocio de la clase servil exenta
gusto no educado para discriminar entre lo que se del trabajo productivo es, en cierto modo, un esfuer-
considera desde el punto de vista convencional como zo que se le exige y que no está dirigido de modo
bueno y como malo pudiera sentirse molesto por su primordial o normal a la comodidad de quienes per-
omisión. En la medida en que esto ocurre, el traba- tenecen a ella. La ociosidad del criado no es su
jo empleado en estos servicios ha de clasificarse propia ociosidad. Hasta el punto en que es un ser-
como ocio, y cuando lo realizan personas que no vidor en el pleno sentido de esta palabra, y no es a
son económicamente libres ni dirigen el estableci- la vez un miembro de un grado inferior a la clase
miento, debe clasificarse como ocio vicario (vicarious ociosa propiamente dicha, su ocio se produce a guisa
leisure). de servicio especializado, encaminado a favorecer
El ocio vicario al que dedican su tiempo las es- la plenitud de vida de su amo. La evidencia de esta
posas y criados -y al que se clasifica como cuida- relación de servidumbre aparece, sin duda, en el
dos domésticos- puede convertirse, con frecuencia, porte y modo de vida del sirviente. Lo mismo pue-
en tráfago rutinario y penoso, en especial cuando la de decirse, a menudo, de la esposa en el largo esta-
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dio económico durante el cual es aún primordial- SeI'V1CIO personal cuesta tiempo y esfuerzo y, allf
mente sierva -es decir, mientras sigue en vigor la donde es ostensible en alto grado, demuestra que
comunidad doméstica encabezada por el varón-o el criado que la posee no se ocupa ni se ha ocupado
Para satisfacer las exigencias del esquema de vida habitualmente de ninguna tarea productiva. Es una
de la clase ociosa, el sirviente debe no sólo mostrar presunción de una ociosidad vicaria que data de
una actitud de subordinación, sino también los efec- mucho tiempo atrás. De ese modo el servicio así
tos de una educación especial y una práctica de esa preparado es útil no sólo en cuanto satisface la pre-
subordinación. El sirviente o esposa debe no s610 ferencia instintiva del amo por el trabajo hábil y bien
desempeñar ciertos oficios y mostrar una disposi- hecho, así como su tendencia a un dominio osten-
ción servil, sino que es imperativo que dé muestras sible sobre las personas cuyas vidas sirven a la suya,
de una facilidad adquirida en la práctica de la subor- sino que tiene también la utilidad de poner en evi-
dinación -de una conformidad, debida a una larga dencia un consumo de servicio humano mucho mayor
preparación, con los cánones de la subordinación del que mostraría el mero ocio ostensible practicado
efectiva y notoria-o Incluso hoy día son esta apti- por una persona sin la debida preparación. Es una
tud y esta habilidad adquiridas en la manifestación falta grave que el mayordomo o lacayo cumpla sus
formal de la relación servil lo que constituye el deberes en la mesa o el carruaje de su señor con
elemento principal de utilidad de nuestros criados tan mal estilo que aparentemente su ocupación ha-
bien pagados. así como una de las principales cua- bitual haya podido ser la labranza o el pastoreo. Tal
lidades que adornan a la esposa bien educada. trabajo torpemente realizado implicaría la incapaci-
El primer requisito de un buen sirviente consiste dad del amo para procurarse los servicios de sir-
en saber con claridad cuál es su sitio. No basta vientes especialmente preparados; es decir, implica-
que sepa cómo conseguir ciertos resultados mecá- ría incapacidad de pagar el gasto de tiempo, esfuerzo
nicos deseados; tiene, por encima de todo, que sa- e instrucción requeridos para capacitar a un sirvien-
ber cómo conseguir esos resultados en la forma te preparado para el servicio especial de que se trate,
debida. Puede decirse que el servicio doméstico con arreglo a un código formal rígido. Si la actua-
es una función más bien espiritual que mecánica. ción del criado hace suponer falta de medios por
Se desarrolla gradualmente un sistema complicado parte del amo, contradice la finalidad sustancial
de buenas formas que regulan de modo específico la del servicio, ya que la utilidad principal del criado
manera como ha de practicarse esa ociosidad vicaria es la demostración que supone la capacidad de pago
de la clase sirviente. Debe repudiarse toda desvia- de su amo.
ción de esos cánones formales, no tanto porque sea Lo que se acaba de decir podría interpretarse en
prueba de una falta de eficiencia mecánica, o inclu- el sentido de que la falta de un criado mal prepa-
so porque ponga de manifiesto una ausencia de la rado consiste en la sugestión directa de que sus ser-
actitud y temperamentos serviles, sino porque, en vicios son baratos o útiles. Pero, desde luego, no
último término, demuestra la ausencia de una pre- ocurre así. La conexión es mucho menos inmediata.
paración especial. La preparación especial para el Lo que ocurre aquí es lo que acontece de modo ge-
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neral. Cualquier cosa que aprobamos en su comien- surgen los servidores o dependientes cuya vida se
zo, sea cual sea el motivo de la aprobación. acaba emplea en mantener el honor del caballero ocioso.
por aparecérsenos como justificada por sí sola; aca- Mientras un grupo produce bienes para él. otro,
ba por ser clasificada en nuestros hábitos mentales encabezado generalmente por la esposa. o por la
como sustancialmente buena. Mas para que un ca. esposa principal, consume para él viviendo en ocio-
non específico de conducta pueda mantener su boga sidad ostensible, demostrando con ello su capacidad
tiene que continuar estando apoyado por el hábit~ de soportar un gran quebranto pecuniario, sin po-
o actitud que constituye la norma de su desarrollo, o ner en peligro su opulencia superior.
al menos tiene que no ser incompatible con él. La Este bosquejo -un tanto idealizado y esquemáti-
necesidad de un ocio vicario o un gasto ostensible co- del desarrollo y naturaleza del servicio domés-
de servicios es un incentivo dominante en el soste- tico es más cercano a la verdad en aquella etapa
nimiento de sirvientes. Mientras esto siga siendo cultural que hemos denominado estadio industrial
cierto, puede decirse, sin provocar mucha discusión, "cuasi-pacífico". En ese estadio el servicio p~rs0!1al
que se considerará insoportable todo apartamiento se eleva por primera vez a la categoría de ínstítu-
de los usos aceptados que pueda sugerir un apren- ción económica, y es en ese estadio donde ocupa
dizaje abreviado del servicio. La exigencia de una un mayor lugar en el esquema general de vida ~e
ociosidad vicaria costosa actúa indirectamente, de la comunidad. En la secuencia cultural, el estadio
modo selectivo, guiando la formación de nuestros cuasi-pacífico sigue al estadio depredador y los dos
gustos -de nuestro sentido de lo correcto en tales son fases sucesivas de la vida bárbara. Su rasgo
materias-, y produce también la exclusión de cier- característico es una observancia formal de la paz
tas desviaciones al no dar a éstas la aprobación y el orden, pero la vida tiene todavía en él mucho
necesaria. de coacción y antagonismo de clase para que se la
Al ascender el nivel de riqueza reconocido por el pueda llamar pacífica, en el pleno sentido de la pa-
consenso común, la posesión y explotación de sir- labra. Para muchos propósitos, y desde puntos de'
vientes como medio de exhibir superfluidad expe- vista distintos del económico, podría denominársele
rimenta un refinamiento. La posesión y manteni- también etapa del status. Este término resume bien
miento de esclavos en la producción de bienes es el método de relación humana durante esa etapa
signo de riqueza y hazaña, pero el mantenimiento y la actitud espiritual de los hombres en ese nivel
de sirvientes que no producen nada es signo de una de cultura. Pero como término descriptivo que ca-
riqueza y una posición aún mayores. Bajo este prin- racterice los métodos dominantes en la industria, a
cipio surge una clase de criados, cuanto más nume- la vez que para indicar la tendencia del desarrollo
rosa mejor, cuya única ocupación es servir sin ob- industrial en ese punto de la evolución humana,
jeto especial a la persona de su amo y poner así parece preferible el término cuasi-pacífico. Por
de manifiesto la capacidad de éste de consumir lo que hace a las comunidades de la cultura occi-
improductivamente una gran cantidad de servicio. dental, esta fase del desarrollo económico pertenece
Con ello sobreviene una nueva división del trabajo: probablemente al pasado; salvo para una fracción
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numéricamente pequeña, aunque muy notoria, de ción moderna. Y la razón de no poderlo realizar
la comunidad, en la cual los hábitos de pensamiento es: 1) que tienen demasiados "deberes sociales",
peculiares a la cultura bárbara no han sufrido más y 2) que el trabajo que es necesario realizar es
que una pequeña desintegración. demasiado duro y abundante. Estas dos razones
El servicio personal sigue siendo un elemento de pueden expresarse también en otra forma: J) bajo
gran importancia económica, especialmente por lo un código imperativo de conveniencias, el tiempo
que se refiere a la distribución y consumo de bienes, y esfuerzo de los miembros de tal familia han de
pero su relativa importancia, incluso en esta direc- emplearse ostensiblemente en la práctica de la ocio-
ción, es, sin duda, menor de lo que fue antaño, El sidad notoria, en forma de visitas, paseos, clubes,
mejor momento de esta ociosidad vicaria pertenece círculos de costura, deportes, organizaciones de ca-
al pasado y no al presente, y su mejor expresión ridad y demás funciones sociales análogas. Aquellas
actual ha de encontrarse en el esquema general de personas cuyo tiempo y energía se emplean en estas
vida de la clase ociosa superior, La cultura moder- tareas confiesan en privado que todas estas prác-
na debe mucho a esta clase en lo que respecta a la ticas, así como la atención incidental que hay que
conservación de tradiciones, usos y hábitos menta- dedicar al vestido y otros gastos ostensibles, son
les que pertenecen a un plano cultural más arcaico, muy pesados pero totalmente inevitables; 2) bajo
por lo que hace a su más amplia aceptación y a su la necesidad del consumo ostensible de bienes, el
desarrollo más efectivo. aparato de la vida se ha hecho tan complicado y
En la comunidad industrial moderna se han des- engorroso, por lo que se refiere a habitaciones, mue-
arrollado mucho las invenciones mecánicas de que bles, antigüedades, guardarropa y comida, que los
se puede disponer para la utilidad y comodidad de consumidores de tales cosas no pueden utilizarlas
la vida cotidiana. Tanto es así que los servidores riel modo requerido sin ayuda de otras personas. El
personales, o incluso los domésticos de cualquier contacto personal con los individuos contratados
clase, serían muy poco empleados a no ser por la para que ayuden a cumplir con la rutina impuesta
base del canon de respetabilidad arrastrado por por el decoro es considerado, por lo general, como
la tradición del uso anterior. La única excepción desagradable para los ocupantes de la casa, pero
serían los sirvientes empleados para cuidar inváli- se tolera y se paga su presencia para delegarles una
dos y débiles mentales. Pero tales servidores entran parte de este consumo oneroso de bienes de la fa-
más bien en el epígrafe de enfermos especiales que milia. La presencia de los servidores domésticos
en el de servidores domésticos y son, por tanto, y, sobre todo, de la clase especial de servidores
una excepción más aparente que real a la regla. personales es una concesión que hace la comodidad
La razón próxima de tener servidores domésticos, física a la necesidad moral del decoro pecuniario.
por ejemplo, en la casa medianamente acomodada La manifestación más amplia del ocio vicario en
de hoy día, es (ostensiblemente) la de que los miem- la vida moderna está formada por los denominados
bros de la familia no pueden realizar, sin incomo- deberes domésticos. Estos deberes se están convir-
didad, el trabajo que es necesario en esa ínstitu- tiendo rápidamente en una clase de servicios realí-
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zados no tanto en beneficio personal del cabeza
de f~ilia, cuanto en pro de la reputación de la
familia como unidad corporativa -grupo del que
la esposa es miembro en u~ pie de igualdad ost.e?- IV. CONSUMO OSTENSIBLE
sible-. Con la misma velocidad con que la fam~ha EN LO dicho acerca de la evolución de la clase ociosa
para la cual se realiza se aleja de su base arc~lca vicaria, y su diferenciación del conjunto de. las cla-
de matrimonio-propiedad, estos deberes domésticos ses ociosas en general, se ha hecho referencia a una
tienden naturalmente a salir de la categoria de ocio ulterior división del trabajo -la que hay entre las
vicario en el sentido original de esta fórmula, ex-
cepto en cuanto son realizados por servidores paga- diversas clases serviles-. Una parte de la clase sir-
dos para ello. Es decir, que como la ociosidad viente, especialmente aquellas personas cuya ?cuJ?a-
vicaria es posible únicamente a base de st'!tus o ción es la ociosidad vicaria, asume nuevas obligacío-
servicio pagado, la desaparición de la relación de nes subsidiarias -el consumo vicario de bienes-o La
status en el trato humano lleva consigo la desapa- forma más patente de realizar es~e consumo ~e ve
rición de la ociosidad vicaria en la misma propor- en el uso de libreas y la ocupación de espaciosas
ción en que se va produciendo aquélla. Pero hay habitaciones destinadas a los criados. Otra forma
que añadir, como cualificación de este aserto, que apenas menos visible o eficaz de consumo vicario
mientras subsista la familia, incluso con una doble -y mucho más extendida que la a?ter;ior- es ,,:1
cabeza, esa clase de trabajo no productivo, realizado consumo de alimentos, vestidos, habitación y mobi-
para mantener la reputación familiar, tiene que se- liario hecho por la dama y el resto del personal que
guir siendo clasificado como ociosidad vicaria, aun- compone la comunidad doméstica.
que en un sentido li.geramente modific~~o. Es un Pero ya en un punto de la evolución muy anterior
ocio practicado en mterés de la familia tomada al momento en que aparece la dama habla. empe-
corporativamente, en vez d~ se~Io, como antes.' en zado a producirse, de modo más o menos sistemá-
beneficio del cabeza y propietario de la comunidad tico, el consumo especializado de ~ienes como pru~ba
familiar. de fortaleza pecuniaria. El comienzo de una dife-
renciación en el consumo antecede incluso a la apa-
rición de todo lo que pueda ser denominado propia-
mente fortaleza pecuniaria. Se encuentra ya en la
fase inicial de la cultura depredadora y hasta hay
indicios de que se encuentra una incipient~ diferen-
ciación en este sentido antes de los comienzos de
la vida depredadora. La diferencia más primitiya
en el consumo de bienes se parece a la diferencia-
ción posterior que nos es familiar en que es en gran
parte de carácter ceremonial, pero, al revés que la
última, no descansa en una diferencia de riqueza
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acumulada. La utilidad del consumo como demos- el principio general más o menos rigurosamente
tración de riqueza ha de clasificarse como proceso aplicado es el de que la clase industrial baja debe
derivado. Es una adaptación a un nuevo fin, por un consumir únicamente lo necesario para su subsis-
proceso selectivo, de una distinción ya existente y tencia. Por la naturaleza de las cosas, el lujo y las
bien cimentada en los hábitos mentales humanos. comodidades de la vida pertenecen a la clase ociosa.
En las primeras fases de la cultura depredadora El tabú reserva muy estrictamente, para el uso de la
la única diferencia económica es una distinción tos- clase superior, ciertas vituallas y de modo más
ca entre una clase superior honorable, compuesta de especial ciertas bebidas.
los hombres cabales, por una parte, y, por otra, La diferenciación ceremonial en materia de ali-
de una clase inferior baja. compuesta de mujeres mentas se ve con más claridad en el uso de bebidas
trabajadoras. De acuerdo con el esquema ideal de embriagantes y narcóticas. Si esos artículos de con-
vida en vigor en esa época, corresponde a los hom- sumo son costosos, se consideran como nobles y
bres consumir lo que las mujeres producen. El honorificos. Por ello las clases bajas, y de modo
consumo que corresponde a las mujeres es mera- primordial las mujeres, practican una continencia
mente incidental en relación con su trabajo, es un forzosa por lo que se refiere a esos estimulantes,
medio para que continúen en el mismo y no un con- salvo en los países donde es posible conseguirlos
sumo encaminado a su propia comodidad y la pleni- a bajo costo. Desde la época arcaica, y a lo largo
tud de Sil vida. El consumo improductivo de bienes de toda la época patriarcal, ha sido tarea de las
es honorable, primordialmente, como signo de proe- mujeres preparar y administrar esos artículos de
za y prenda de la dignidad humana; de modo secun- lujo y, privilegio de los hombres de buena cuna y
dario llega a ser honorable en sí, en especial por educación, consumirlos. Por ello, la embriaguez y de-
lo que se refiere a las cosas más deseadas. El con- más consecuencias patológicas del uso inmoderado
sumo de artículos alimenticios escogidos, y con fre- de estimulantes tienden, a su vez, a convertirse en
cuencia también el de artículos raros de adorno, se honoríficos, como signo en segunda instancia del
convierte en tabú para las mujeres y los niños; status superior de quienes pueden costearse ese pla-
de haber una clase baja (servil) de hombres, el tabú cero En esos pueblos las enfermedades que son
rige también para los incluidos en ella. Con un consecuencia de tales excesos son reconocidas fran-
avance cultural ulterior ese tabú puede convertirse camente como atributos viriles. Ha llegado incluso
en una simple costumbre de carácter más o menos a ocurrir que el nombre de ciertas enfermedades
riguroso, pero cualquiera que sea la base teórica corporales derivadas de tal origen, haya pasado a
de la distinción mantenida, tanto si es tabú o una ser en el lenguaje cotidiano sinónimo de "noble"
convención más amplia, las características del es- o "hidalgo". Sólo en un estadio cultural relativa-
quema convencional de consumo no cambian fácil- mente primitivo se aceptan los síntomas del vicio-
mente. Cuando se llega al estadio industrial cuasi- caro, como signo convencional de un status superior
pacífico, con su institución fundamental de la y tienden así a convertirse en virtudes y a merecer
esclavitud que considera a los siervos como cosas, la deferencia de la comunidad; pero la reputación
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que va unida a ciertos vicios costosos conserva de la palabra es un consumo encaminado a la como-
durante mucho tiempo tanta fuerza que disminuye didad del propio consumidor y es, por tanto, un
de modo apreciable la desaprobación suscitada por signo distintivo del amo. Todo consumo semejante
el abuso de placeres por parte de los hombres de la hecho por otras personas no puede prodncirse más
clase noble acaudalada. La misma distinción valora- que por tolerancia de aquél. En las comunidades
tiva añade fuerza a la desaprobación corriente de donde la tradición patriarcal ha modelado profunda-
todo exceso de este tipo por parte de las mujeres, mente los hábitos mentales populares, podemos en-
los menores y, en general, los inferiores. Esta dis- contrar supervivencias del tabú sobre los artículos
tinción valorativa tradicional no ha perdido su fuerza de lujo, al menos en una condena convencional de
ni siquiera en los pueblos contemporáneos más su uso por las clases serviles y dependientes. Esto es
avanzados. Allí donde el ejemplo dado por la clase verdad, en particular, por lo que se refiere a ciertos
ociosa conserva su fuerza imperativa en la regula- artículos de lujo, cuyo uso por las clases depen-
ción de las convenciones, se observa que las mujeres dientes privarla a sus amos de comodidad o placer,
siguen practicando en gran parte la misma contí- o que son considerados como de dudosa legitimidad
nencia tradicional en 10 que se refiere al uso de por cualquier otro motivo. A juicio de la gran clase
estimulantes. media conservadora de la civilización occidental, el
Esta caracterización de la mayor continencia en uso de esos diversos estimulantes es perjudicial,
el uso de estimulantes practicada por las mujeres al menos para uno, si no para los dos, de esos
de las clases bien reputadas, puede parecer un objetivos; y el hecho de que sea precisamente entre
refinamiento lógico excesivo realizado a expensas del las clases medias de cultura germánica donde sobre-
sentido común. Pero hechos que están al alcance vive un fuerte sentido de las conveniencias de la
de quien quiera tomarse la molestia de observarlos época patriarcal, donde las mujeres están sometidas
nos dicen que la mayor abstinencia practicada por en mayor escala a un tabú cualificado respecto a
las mujeres se debe, en parte, a un convencionalismo los narcóticos y bebidas alcohólicas, es demasiado
imperativo; y ese convencionalismo es, de modo significativo para pasarlo por alto. Con muchas
general. más fuerte, allí donde la tradición patriar- reservas -tantas más cuanto más se ha ido debi-
cal -la tradición de que la mujer es una cosa- ha litando la tradición patriarcal- se considera como
conservado su influencia con mayor vigor. En cierto buena y obligatoria la regla de que las mujeres sólo
sentido, que ha sido muy atenuado en alcance y deben consumir en beneficio de sus amos. Se pre-
rigor, pero que no ha perdido en manera alguna senta, naturalmente, la objeción de que el gasto de
su significado ni siquiera hoy, esa tradición dice los vestidos femeninos y los accesorios domésticos
que como la mujer es una cosa, debe consumir es una evidente excepción a esta regla; pero como se
únicamente lo necesario para su sustento -excepto verá por lo que sigue, tal excepción es mucho más
en la medida en que su consumo ulterior contribuye visible que fundamental.
a la comodidad o la buena reputación de su amo-. Durante las primeras etapas del desarrollo eco-
El consumo de cosas lujosas en el verdadero sentido nómico, el consumo ilimitado de bienes, en especial
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de los bienes de mejores calidades -idealmente
todo consumo que exceda del mínimo de subsisten- arreglo al patrón por él establecido son aptas para
cia- corresponde de modo normal a la clase ociosa. sobrevivir. Dado que el consumo de esos bienes de
Esa restricción tiende a desaparecer, al menos for- mayor excelencia supone una muestra de riqueza,
malmente, una vez que se ha llegado al estadio se hace honorífico; e inversamente, la imposibilidad
pacifico posterior de propiedad privada de los bienes de consumir en cantidad y cualidad debidas se con-
y de un sistema industrial basado en el trabajo asa- vierte en signo de inferioridad y demérito.
lariado o en la economia de la comunidad domés- El desarrollo de esta discriminación puntillosa
tica pequeña. Pero durante el estadio cuasi-pacifico respecto a la excelencia cualitativa, del comer, el
anterior -en el que estaban tomando fuerza y con- beber, etc., afecta no sólo el modo de vida, sino
sistencia tantas de las tradiciones a través de las también la educación y la actividad intelectual del
cuales ha afectado a la vida económica de las épocas caballero ocioso. Yana es sólo el macho agresivo
posteriores la institución de la clase ociosa- ese y afortunado -el hombre que posee fuerza, recur-
principio ha tenido la fuerza de una norma conven- sos e intrepidez-o Para evitar el embrutecimiento,
cional. Ha servido de norma con la que tendía a tiene que cultivar sus gustos, pues le corresponde
conformarse el consumo y toda desviación aprecia- distinguir con alguna finura entre los bienes con-
ble de ella se consideraba como una forma de abe- sumibles y los no consumibles. Se convierte en
rración, que el desarrollo ulterior había de eliminar, connaisseur de viandas de diverso grado de mérito,
con toda seguridad, más pronto o más tarde. de bebidas y brebajes masculinos, de adornos v arqui,
Así, pues, el caballero ocioso del estadio cuasi- tectura agradables, de armas, caza, danzas y narcóti-
pacifico no sólo consume las cosas de la vida por cos. Este cultivo de la facultad estética exige tiempo
encima del mínimo exigido para la subsistencia y la y aplícacíón y las demandas a que tiene que hacer
eficiencia física, sino que su consumo sufre también frente el caballero en este aspecto tienden, en con-
una especialización por lo que se refiere a la calidad secuencia, a cambiar su vida de ociosidad en una
de los bienes consumidos. Gasta sin limitaciones aplicación más o menos ardua a la tarea de apren-
bienes de la mejor calidad en alimentos, bebidas, der a vivir una vida de ocio ostensible de modo
narcóticos, habitación, servicios, ornamentos, atuen- que favorezca a su reputación. tntímamente rela-
do, armas y equipo, diversiones, amuletos e ídolos cionada con la exigencia de que el caballero consu-
o divinidades. En el proceso de mejora gradual que ma sin trabas y consuma bienes de la mejor calidad,
se produce en los artículos de consumo, el principio está la exigencia de que sepa consumirlos en la
motivador y la finalidad próxima a la innovación es, forma conveniente. Su vida de ocio debe ser lle-
sin duda, la mayor eficiencia de los productos me- vada del modo debido. Por ello surgen los buenos
jores y más elaborados para la comodidad y bien- modales, en la forma señalada en un capítulo ante-
estar personales. Pero no es ése el único propósito rior. Los modales y modos de vida educados son
de su consumo. Está presente aquí el canon de repu- casos de conformidad con la norma del ocio y el
tación y se apodera de las innovaciones que con consumo ostensibles.
El consumo ostensible de bienes valiosos es un
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medio de aumentar la reputación del caballero ocio- posterior pueden seguir sirviendo, en un grado muy
so. Al acumularse en sus manos la riqueza su propio ligero, a la necesidad religiosa, y en un grado ma-
esfuerzo no bastaría para poner de relieve por este yor a las de recreo y sociabilidad, pero sirven tam-
método su opulencia. Recurre, por tanto, a la ayuda bién a un propósito valorativo, y no lo sirven con
de amigos y competidores ofreciéndoles regalos va- menor eficacia por el hecho de que tengan una
liosos, fiestas y diversiones caras. Los regalos y las base no valorativa en esos móviles más confesables.
fiestas tuvieron probablemente un origen distinto de Pero el efecto económico de esas diversiones sociales
la ostentación ingenua, pero adquirieron muy pronto no se disminuye con ello, ni por lo que hace al con-
utilidad para este propósito y han conservado este sumo vicario ni en lo relativo a la exhibición de
carácter hasta el presente; de tal modo, que su uti- habilidades de adquisición difícil y costosa en ma-
lidad a este respecto ha sido durante mucho tiempo teria de etiqueta.
la base en que se apoyan tales usos. Las diversiones Conforme se acumula riqueza se va desarrollando
costosas, tales como el potlach * y el baile están cada vez más la clase ociosa por lo que se refiere
especialmente adaptadas para servir a este fin. Con a su estructura y funciones y surge una diferencia-
este método se obliga al competidor con quien el ción dentro de ella. Hay un sistema más o menos
anfitrión desea establecer una comparación a servir complicado de rango y grados. Esa diferenciación
de medio para el fin propuesto. El competidor rea- se fomenta por la herencia de riquezas y la heren-
liza un consumo vicario en beneficio de su huésped, cia, consiguiente a ella, de hidalguia. Con la herencia
a la vez que es testigo del consumo del exceso de de la hidalguía va unida la herencia de la ociosidad
cosas buenas que el anfitrión no puede despachar obligatoria; pero puede heredarse una hidalguia su-
por si solo, y se le hace ver, además, la desenvoltura ficientemente fuerte para comportar una vida de
de aquél en materia de etiqueta. ocio y que no vaya acompañada de la herencia de ri-
En el ofrecimiento de diversiones costosas hay, queza necesaria para mantener un ocio dignificado.
desde luego, otros motivos de tipo más cordial. La La sangre hidalga puede trasmitirse sin trasmitir
costumbre de las reuniones festivas se originó pro- a la vez bienes suficientes para permitir un con-
bablemente por motivos sociables y religiosos; esas sumo sin restricciones en una escala que sirva para
razones siguen estando presentes en el desarrollo mantener la reputación. Resulta de ahí una clase
ulterior, pero ya no son los únicos motivos. Las de caballeros ociosos que no poseen riqueza, a la
fiestas y diversiones de la clase ociosa de fecha que nos hemos referido ya de modo incidental. Esos
• Se conoce por potlach una ceremonia practicada por los
caballeros ociosos de media casta entran en un sis-
kwakiutl con la que un hombre trata de adquirir nombradía tema de gradaciones jerárquicas. Los que están más
haciendo grandes dádivas, que la costumbre obliga a de- cerca de los grados superiores de la clase ociosa rica
volver duplicadas en fecha posterior, so pena de perder pres- --en punto a cuna, a riqueza o a ambas cosas-
tigio. A veces toma la forma de fiesta en la que un hombre tienen rango superior a los más alejados de ellas por
trata de superar a sus rivales; en ocasiones se llega a la
destrucción deliberada de propiedad (mantas, canoas, ban- su origen y a los económicamente más débiles. Esos
dejas de cobre). [T-l grados inferiores, y en especial los caballeros ocio-
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sos carentes de riquezas -o marginales- se afilian díato, a base de la notoriedad del hecho. Allí donde
a los más grandes mediante un sistema de dependen- vasallos y gente del séquito practican el ocio y el
cia o feudalidad. Al hacerlo así, consiguen un incre- consumo vicarios, la imputación al patrono de la re-
mento en su reputación o en los medios de llevar putación resultante se produce por el hecho de que
una vida ociosa, derivado de su patrón. Se convíer- esos consumidores viven cerca de su persona de
ten en cortesanos o miembros de su séquito -ser- tal modo que es indudable para todos la fuente
vidores-, y al ser alimentados y sostenidos por su de la ociosidad y el consumo. Al hacerse más am-
patrón, son índices del rango de éste y consumidores plio el grupo cuya buena estimación se trata de
vicarios de su riqueza superflua. Muchos de esos asegurar de este modo, se necesitan medios más
caballeros ociosos afiliados a un patrón son a la vez patentes para indicar la imputación del mérito co-
hombres importantes -de grado menor- por dere- rrespondiente al ocio disfrutado y a esta finalidad
cho propio: de tal modo que algunos de ellos no se debe la boga de uniformes, distintivos y libreas.
pueden ser considerados, en modo alguno, como El uso de uniformes y libreas implica un grado
consumidores vicarios, y otros sólo en parte caben considerable de dependencia, y hasta puede decirse
dentro de esa categoría. Pero los que forman el que es un signo de servidumbre, real u ostensible.
séquito y los dependientes del patrono pueden ser Los portadores de los uniformes o libreas pueden
clasificados como consumidores vicarios sin ningu- dividirse grosso modo en dos clases: libres y ser-
na clase de atenuaciones. A su vez muchos de éstos, viles, o nobles y villanos. De modo análogo, los
y también muchos otros de los aristócratas de grado servicios por ellos prestados son también divisibles
inferior, tienen unido a sus personas un grupo más en nobles e innobles. Es, desde luego, cierto que
o menos numeroso de consumidores vicarios en las la distinción no se observa en la práctica con es-
personas de sus esposas e hijos, criados, etcétera. tricto rigor: los servicios menos humillantes de los
Dentro de todo este esquema graduado de ocio- incluidos en el grupo de innobles y las menos hono-
sidad y consumo vicarios, impera la regla de que ríficas de las funciones nobles se reúnen con fre-
esos oficios han de desempeflarse de tal manera cuencia en la misma persona. Pero no debe por
o en tales circunstancias o con tales símbolos, que ello pasarse por alto la distinción general. Lo que
indiquen claramente quién sea el amo al que deba puede producir alguna perplejidad es el hech? de
imputarse ese ocio o consumo y a quién corresponde que esta distinción fundamental entre noble e Inno-
de derecho, en consecuencia, el incremento de buena ble que descansa en la naturaleza del servicio osten-
reputación resultante de aquéllos. El consumo y sible realizado choca con una distinción secundaria
el ocio practicados por esas personas para su amo entre lo honorífico y humillante, basada en el rango
o patrono representan, por parte de éste, una inver- de la persona para quien se realiza el servicio o cuya
sión hecha con vistas a aumentar su buena fama. librea se usa. Así aquellos servicios que son por
Ello es evidente en el caso de las fiestas y lar- derecho propio la ocupación adecuada de la clase
guezas, y la atribución al huésped o patrono de la ociosa son nobles; tales el gobierno, la lucha, la
reputación resultante se realiza aquí de modo ínme- caza, el cuidado de armas y equipos -en una pala-
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bra, aquellos que pueden clasificarse como ocupacio- cluso cuando se trata de las libreas o uniformes que
nes ostensiblemente depredadoras. Por el contrario, algunas corporaciones y sociedades prescriben como
aquellas tareas que caen dentro del terreno propio traje distintivo de sus empleados. En los Estados
de la clase industriosa son innobles; tales el arte- Unidos, la aversión llega hasta desacreditar -de
sanado o cualquier otro trabajo productivo, los modo tenue e incierto- a aquellos empleos oficiales,
servicios de los criados, etc. Pero un servicio bajo tanto militares como civiles, que exigen el uso de
prestado a una persona de grado muy alto puede una librea o uniforme.
convertirse en un oficio muy honorífico; por ejem- Con la desaparición de la servidumbre tiende, en
plo, el cargo de doncella de honor o dama de compa- conjunto, a decrecer el número de consumidores
ñia de la reina, o el de caballerizo o montero mayor vicarios unidos a cada caballero. Lo mismo pue-
del rey. Los dos últimos oficios citados sugieren de decirse -y acaso en mayor grado- del número de
un principio que tiene un alcance de una cierta personas de él dependientes que llevan en su nombre
generalidad. Cuando, como ocurre en esos casos, una vida de ocio vicario. De modo general, aunque
la tarea servil de que se trata tiene directamente no total ni consistente, ambos grupos coinciden. La
algo que ver en las ocupaciones primarias de la persona dependiente del señor en quien primero
clase ociosa -lucha y caza- adquiere fácilmente se delegaron esos deberes fue la esposa o la esposa
carácter honorífico reflejo. De tal modo puede lle- principal y, como sería lógico esperar, cuando en el
gar a atribuirse gran honor a un empleo que por desarrollo ulterior de la institución se reduce de
su propia naturaleza pertenece a la especie inferior. modo gradual el número de personas que tienen
En el desarrollo ulterior de la industria pacifica, consuetudinariamente esas obligaciones, la esposa
decae gradualmente la costumbre de emplear un es la última en desaparecer de esa categoría. En
cuerpo ocioso de hombres de armas uniformados. las clases más elevadas de la sociedad se necesita
El consumo vicario hecho por gente que depende una proporción amplia de ambas clases de servi-
de un patrono o señor, cuyas insignias llevan, se cios; y la esposa se ve ayudada aún en su tarea
reduce a un cuerpo de servidores de librea. En un por un cuerpo más o menos numeroso de sírvien-
grado posterior, la librea viene a ser prenda de servi- tes. Pero conforme descendemos en la escala social
dumbre, o más bien, de la condición servil. La librea se llega a un punto en el que las obligaciones del
del servidor armado tenía un cierto carácter hono- ocio y el consumo vicario recaen sólo sobre la espo-
rífico, pero ese carácter desapareció cuando la librea sa. En las comunidades de la cultura occidental
pasó a ser distintivo exclusivo de los servidores este punto se encuentra, en la actualidad, en la clase
domésticos. La librea se convierte en denigrante media inferior.
para casi todos aquellos a quienes se obliga a lle- y aquí se produce una inversión curiosa. Es
varla. Estamos aún tan poco alejados de un estadio un hecho de observación corriente que en esta clase
de esclavitud efectiva, que somos plenamente sen- media el cabeza de familia no finge vivir ocioso.
sibles a lo que tenga el más tenue olor de su impu- Por la fuerza de las circunstancias esa ficción ha
tación de servilismo. La antipatía se produce in- caído en desuso. Pero la esposa sigue practicando,
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para .el buen nombre del cabeza de familia, el ocio decorativo y mundano no sean agradables a los ojos
VICariO. Conforme descendemos en la escala social de los hombres educados en los criterios de la clase
de cualquier comunidad industrial moderna, el he- media. Pero el gusto al que tratan de agradar esos
cho. prrmarro -el ocio ostensible del cabeza de efectos de adorno y limpieza domésticos se ha for-
farnlha- desaparece en un peldaño relativamente mado bajo la guía selectiva de unas conveniencias
alto de aquélla. Como ocurre con el tipo corriente que exigen precisamente esas pruebas de esfuerzo
de hombre de negocios actual, el cabeza de fami- derrochado en ellos. En gran parte los efectos nos
lía de clase media se ha visto obligado por las cir- son agradables porque se nos ha enseñado a encon-
cunstancias económicas a emplear sus manos para trarlos agradables. En esos deberes domésticos se
ganar-se la vida en ocupaciones que con frecuencia presta un gran cuidado a la combinación adecuada
tienen en gran parte carácter industrial. Pero el de forma y color y otras finalidades que deben
hecho derivado -el ocio y el consumo vicarios a clasificarse como estéticas en el sentido estricto
lo~ qu,:, de.dica s,: tiempo y esfuerzo la esposa, y el del término; y no se niega que a veces se logran
O~lO VICarIO aUXIlIar. de l.as sirvientes- sigue en efectos que tienen valor estético real. En lo que
VIgor, como ~~nvenclOnahsmo que las exigencias se insiste aquí especialmente es en que, por lo
~e la reputación no permiten que se disminuya. que hace a las cosas agradables de la vida, los es-
o es, en modo alguno, un espectáculo desusado fuerzos de la mujer de su casa están guiados por
encOI;t:-ar un .hombre que se dedica al trabajo con tradiciones que han sido modeladas por la ley del
la máxima asiduidad, con objeto de que su esposa gasto notoriamente derrochador de tiempo y mate-
pued~ I?antener, .en bene~icio de él, aquel grado ria. Si se logra la belleza o la comodidad -y el
~e ocíosldad vrcaria que exige el sentir común de la hecho de que se consiga se debe a circunstancias
epoca. más o menos fortuitas- ha de lograrse por métodos
El ocio a que dedica Stl tiempo la esposa en tales conformes a la gran ley económica del esfuerzo
casos no ~s, ~esde luego, una simple manifestación derrochado. La parte de más alta reputación -la
de vagan.cIa o Indolencia. Se presenta casi invariable- de más "presentación't-e- de los adornos doméstí-
mente disfrazado de trabajo o deberes domésticos cos de la clase media está constituida, por una par-
~ entretenimientos sociales que, debidamente ana- te, por cosas de consumo ostensible y, por otra, por
IIzados, resultan tener poca o ninguna finalidad apar- artificios que pongan en evidencia el ocio vicario
te de mostrar que aquélla no se ocupa ni tiene que vivido por el ama de casa.
oc~parse ,de nada lucrativo ni de nada que tenga una La exigencia del consumo vicario por parte de la
utIlIdad Importante o sustancial. Como ya se ha esposa continúa vigente incluso en un punto inferior
notado al tratar de los modales, la mayor parte de la escala pecuniaria de aquel a donde llega la
de los CUIdados domésticos rutinarios a los que la exigencia del ocio vicario. En un punto por debajo
esposa de clas~ media dedica su tiempo y esfuerzo, del cual se observan pocas o ninguna apariencias de
tienen ese carácter, Ello no quiere decir que los esfuerzo gastado inútilmente, limpieza ceremonial
resultados de su atención a los asuntos de carácter y cosas análogas, la reputación de la familia y de su
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jefe sigue exigiendo a la esposa que consuma osten- estrato superior más próximo y dedican sus energías
~ib!emente algunos bienes. De manera que, como a vivir con arreglo a ese ideal. Tienen que confor-
último resultado de esta evolución de una institu- marse, al menos en apariencia, con el código acep-
ción arcaica, la esposa que en un principio tenía, tado so pena de perder su buen nombre.
tanto en derecho como en teoría, trato de bestia r.a: base sobre la que descansa en ~Itim? térmi!,o
de carga, de propiedad del hombre -productora de la buena reputación en toda comumdad I1~du.stnal
bienes que él consumía-, se ha convertido en consu- altamente organizada es la fortaleza pecumaria. ::
midora ceremonial de los bienes que produce el los medios de mostrar esa fortaleza Y de conseguIr
varón. Pero en teoría sigue siendo, de modo inequí- un buen nombre son el ocio y un consumo osten-
voco, su propiedad, ya qu!, el dedicarse de modo sible de bienes. Por consiguiente, ambos métodos
habitual al ocio y el consumo vicarios es la marca están en boga hasta el punto más bajo de la es.cala
permanente del sirviente no libre. donde es posible que lo estén; y en los estratos Infe-
Este consumo vicario hecho por la familia de las riores en los que se emplean ambos métodos, ambas
clases media y baja no puede ser considerado como tareas se delegan en gran parte a la esposa y los
expresión directa del esquema general de vida hijos.
de la clase ociosa, ya que la comunidad familiar de En peldaños todavia más bajos de la escala, allí
este grado pecuniario no pertenece a la clase ociosa. donde resulte impracticable para la esposa un ~do
Lo que ocurre más bien es que el esquema de vida cualquiera de ocio, perdura el consumo o~~ensIble
de la clase ociosa toma una expresión de segundo de bienes realizado por la esposa ~ los hIJOS. El
grado. La clase ociosa ocupa la cabeza de la estruc- cabeza de familia puede hacer también algo en esa
tura social en punto a reputación; y su manera dirección y, por lo general, lo hace, pero ~i deseen-
de vida y sus pautas de valor proporcionan, por demos aún más en la escala, hasta el nivel de la
tanto, la norma que sirve a toda la comunidad para indigencia -en las márgenes de los barrios Insalu-
medir la reputación. Las clases más bajas de la bres y sobrepoblados de las ciudades- ~I ,:arón
escala se ven obligadas a observar esos patrones y los hijos dejan virtualmente de conSUmIr bIenes
de conducta con un cierto grado de aproximación. valiosos para mantener las apariencias y que~a !a
En las comunidades civilizadas modernas, las lí- mujer como único exponente del ~ecor? ~ec~l11ano
neas de demarcación entre las clases sociales se han de la familia. Ninguna clase SOCIal, 111 siquiera la
hecho vagas e inestables, y dondequiera que esto más miserablemente pobre, abandona todo consumo
ocurre la norma que gradúa la reputación, impuesta ostensible consuetudinario. Los últimos artículos
por la clase superior, extiende su influencia coactiva de esta categoría de consumo no se abandonan, smo
a lo largo de la estructura social hasta los estratos bajo el imperio de la necesidad más ~xtrema. Se
más bajos, sin tener que salvar para ello sino obs- soportan muchas miserias e incomodI~d.es antes
táculos muy ligeros. El resultado es que los miem- de abandonar la última bagatela o la última apa-
bros de cada estrato aceptan como ideal de decoro riencia de decoro pecuniario. N,? hay clase ni 'pafs
el esquema general de la vida que está en boga en el que se haya inclinado ante la presión de la necesidad
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flsica de modo tan abyecto que haya llegado a ne- aquél mientras está bajo la observación directa de
garse a si misma la satisfacción de esa necesidad esas personas. .,
superior o espiritual. La organización moderna de la industria opera
De la precedente ojeada sobre el desarrollo del en la misma dirección, pero por .otro c~mmo. Las
ocio y el consumo notorios, resulta que la utilidad exigencias del moderno sistema industrial colocan
de ambos para el fin de conseguir y mantener una con frecuencia a individuos Y familias en una yuxta-
reputación consiste en el elemento de derroche que posición en la que hay muy poco contacto aparte
es común a los dos. En un caso es el derroche de de esa yuxtaposición. Los vecinos -?ando a esta
tiempo y esfuerzo, en el otro el de cosas útiles. palabra un sentido puramente mecámco--: ~o ~on,
Ambos son métodos de demostrar la posesión de con frecuencia, vecinos en sentido social, DI siquiera
riqueza y ambos se aceptan convencionalmente como conocidos; sin embargo, su buena opinión: por mar-
equivalentes. La elección entre ambos es sólo pro- ginal que sea, tiene un alto grado de. utilidad. 1;'1
blema de su conveniencia publicitaria, excepto en único medio posible de hacer notona la propra
cuan to puedan estar afectados por otras normas capacidad pecuniaria a los ojos de esos observado-
de conveniencia surgidas de fuente distinta. En di- res que no tienen ninguna simpatía por el ~bserva­
ferentes etapas del desarrollo económico puede darse do es una demostración constante de capacidad de
preferencia a uno o a otro por motivos de utilidad. pago. En la comunidad moderna se asiste con ma-
El problema consiste en cuál de los métodos influirá yor frecuencia a sitios donde se congrega una gran
más eficazmente en las personas cuyas convicciones cantidad de personas que son desconocidas unas de
se desea afectar. El uso ha resuelto el problema en otras en la vida cotidiana -lugares tales como
distinta forma según las circunstancias. iglesias, teatros, salones de baile, hoteles, parques,
Mientras la comunidad o grupo social es lo sufi- tiendas, etc. Para impresionar 3: esos. ohserv.adores
cientemente pequeña y compacta para que le pueda transitorios y conservar la propia estíma, ml~n~ras
influir eficazmente la notoriedad común por sí sola se está sometido a su observación, debe escribirse
-es decir, en tanto que el medio humano al que la firma de la fortaleza pecuniaria propia en carac-
tiene que adaptarse el individuo en materia de repu- teres que todo transeúnte pued?" leer. E~, p'!es,
tación está comprendido en la esfera de sus co- evidente que la vida actual se orienta en dI:-eccIón
nocimientos personales y la murmuración de sus a ensalzar la utilidad del consumo ostensible de
vecinos- un método es igualmente eficaz que el preferencia al ocio ostensible. ..
otro. Ambos sirven Igualmente bien durante las Es de notar también que la utilidad del consumo
primeras etapas del desarrollo social. Pero hoy como medio de conseguir reputación, así como la
día, los .medíos de comunicación y la movilidad insistencia en aquél como elemento de decoro, se
de la población exponen al individuo a la observa- manifiesta con mayor plenitud en aquellas partes
ción de muchas personas que no tienen otros me- de la comunidad donde es may?r el con~a.cto hu-
dios de juzgar su reputación. sino por la exhibición mano del individuo y más amplía la movilidad de
de bienes (y acaso de educación) que pueda hacer la población. En relación con la población rural, la
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urbana emplea una parte relativamente mayor de sus han de ser clasificados también, en gran parte, como
ingresos en el consumo ostensible, y la necesidad formas de consumo ostensible; y lo mismo puede
de hacerlo así es más imperativa. El resultado es decirse de los ahorros. El hecho de que sean me-
que, para mantener una apariencia decorosa, la po- nores los ahorros guardados por los artesanos se
blación urbana víve al día en una proporción mucho debe, en alguna parte, a que para los artesanos el
mayor que la rural. Así ocurre, por ejemplo, que ahorro es una forma de publicidad menos eficaz,
el granjero norteamericano y su mujer e hijas vis- con respecto al medio en que viven, que para las
ten mucho menos a la moda y son menos urbanos personas que viven en granjas y aldeas pequeñas. En
en sus modales que la familia del artesano de la éstos todo el mundo conoce los negocios de todo
ciudad que tiene iguales ingresos. Ello no significa el mundo, especialmente el status pecuniario. Con-
que la población urbana sea mucho más aficionada siderado sólo en sí mismo -tomado en su primer
al placer especial que deriva del consumo ostensi- grado- este nuevo incentivo a que están expuestos
ble ni que la población rural dé menos importancia el artesano y las clases trabajadoras urbanas puede
al decoro pecuniario. Pero en la ciudad son más no constituir un motivo suficientemente podero-
fuertes el atractivo de esta línea publicitaria y su so para disminuir en mucho el monto de los ahorros;
eficacia transitoria. Por tanto, se recurre con más pero en su acción constante, que eleva el patrón
facilidad a este método y en la lucha para superarse de gastos decorosos, su efecto contrario a la ten-
unos a otros la población urbana lleva su patrón dencia al ahorro no puede menos de ser muy grande.
normal de consumo ostensible a un punto más ele- Un buen ejemplo del modo de operar de este ca-
vado, con el resultado de que se requiere un gasto non de reputación puede verse en la práctica del
relativamente mayor en esta dírección para indícar copeo el "alternar" y el fumar en lugares públicos,
un grado determinado de decoro pecuniario en la cosas' a las que acostumbran los trabajadores y
vida urbana. La exigencia de conformidad a este pa- artesanos de la población urbana. Puede citarse
trón convencional superior se convierte en impera- como clase en la que esta forma de consuma osten-
tiva. La pauta del decoro es más elevada, clase por sible tiene una gran boga a los oficiales impresores,
clase, y hay que hacer frente a esta exigencia de y entre ellos tiene ciertas consecuencias que se
una apariencia decorosa so pena de perder casta. censuran con gran frecuencia. Los peculiares hábi-
El consumo es un elemento más importante en el tos que en esta materia tiene la clase se consideran,
patrón de vída de la ciudad que en el del campo. por lo general, como una cierta forma de deficiencia
Entre la población rural, su lugar lo ocupan, en moral mal definida que se atribuye a esa clase, o
cierta medida, los ahorros y las comodídades hoga- a la influencia moralmente deletérea que se supone
reñas, que, gracias al comadreo de la vecindad, son ejerce -de modo que no se puede explicar- la pro-
suficientemente conocidos para que puedan servír fesión sobre los hombres ocupados en ella. El estado
al propósito igualmente general de la reputación de la cuestión relativa a los hombres que trabajan
pecuniaria. Estas comunidades hogareñas y el ocio en la composición y en las prensas corrientes de
que se dísfruta -euando se dísfruta efectivamente- las imprentas, puede resumirse como sigue. La habi-
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Iidad adquirida en cualquier imprenta o ciudad en el resto de las profesiones, se puede atribuir, al
puede aprovecharse con facilidad en casi cualquier menos en cierta medida, a la mayor facilidad de mo-
otra empresa o localidad; es decir, la inercia debida vimiento y al carácter más transitorio de los cono-
a la 'profesió~ es pequ,:,ña. Además, esta ocupación cimientos y los contactos humanos en esta profe-
requiere una inteligencia y una información general síon Pero la base fundamental de que se exija la
superiores a las normales, y por ello los hombres disipación en tan alto grado no es, en último análisis.
dedicados a ella están, de ordinario, más dispuestos sino la misma propensión a manifestar el dominio
que muchos otros a aprovecharse de la ligera varia- y el decoro pecuniario que hace parsimonioso y
ción que pueda haber en la demanda de su trabajo frugal al campesino-propietario francés y que in-
de un lugar a otro. A la vez, los salarios que se duce al millonario norteamericano a fundar colegios.
pagan en la profesión son lo suficientemente altos hospitales y museos. Si el canon del consumo os-
para hacer que el movimiento de un lugar a otro tensible no se viese contrapesado en gran parte por
pueda realizarse con relativa facilidad. El resultado otras características de la naturaleza humana distin-
es una gran movilidad de la mano de obra emplea. tas de él, sería lógicamente imposible todo ahorro
da en la Imprenta; acaso mayor que en cualquier para una población situada como lo están hoy los
otro grupo Importante y bien definido de trabaja- artesanos y las clases trabajadoras de las ciudades,
dores. Esos hombres están siendo lanzados de por altos que fueran sus salarios o sus ingresos.
modo constante al contacto con nuevos grupos Pero, aparte de la riqueza y su exhibición, hay
de conocidos, y las relaciones que establecen con otros patrones de reputación y otros cánones de con-
ellos son transitorias o efímeras, no obstante lo ducta más o menos imperativos, y algunos de ellos
cual se valora su buena opinión por el momento. operan en el sentido de acentuar o cualificar el
La proclividad humana a la ostentación, reforzada canon amplio y fundamental del derroche ostensi-
~or sentimientos de camaradería, les lleva a gastar ble. Si no hubiera otro que la eficacia publicitaria,
lIberalmente en aquellas direcciones que mejor sir- deberíamos esperar encontrarnos con que el ocio
van a esas necesidades. Aquí, como en todas partes y el consumo ostensible de bienes se dividían en un
la prescripción se apodera de la costumbre en cuan: comienzo el campo de la emulación pecuniaria en
to ésta alcanza alguna boga y la incorpora a la partes bastante proporcionadas. Podría esperarse
pauta acreditada de decoro. El siguiente paso con- entonces que el ocio fuera cediendo terreno de modo
siste. en hacer de esta pauta de decoro el punto de gradual y tendiera a desaparecer en la medida en
partida de un nuevo avance en la misma dirección que avanza el desarrollo económico y aumenta el
-pues no hay mérito en una simple conformidad tamaño de la comunidad; en tanto que el consumo
externa a una pauta de disipación que se vive como ostensible de bienes debería ir ganando importan-
valor entendido por todos los que pertenecen a la cia, también por grados, tanto desde el punto de
profesión. vista absoluto, como desde el relativo, hasta que
Po; lo tanto, el. hecho de que la disipación pre- hubiese absorbido todo el producto disponible, sin
domme entre los Impresores en mayor medida que dejar aparte nada sino lo suficiente para las meras
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necesidades de la vida. Pero el desarrollo real de ve obligado a producir m~s de .10 que exige el mÍJ:ü-
los hechos se ha separado un tanto de este esquema mo necesario para la subsistencia de la clase trabaja-
ideal. El ocio ocupaba el primer lugar en un co- dora. La relativa decadencia subsiguiente que sufre
mienzo y durante la cultura cuasi-pacífica llegó a el uso del ocio ostensible como base de la repu-
tener un rango muy superior al derroche de bienes tación se debe, en parte, a una eficacia relativa
en el consumo, tanto como exponente directo de cada vez mayor del consumo como demostración
riquezas como en calidad de elemento integrante de riqueza; pero, en parte también, deriva .de otra
del patrón de decoro. Desde ese momento, el con- fuerza, ajena -yen cierto grado antagónica-e- al
sumo ha ganado terreno, hasta que hoy tiene indis- uso del derroche ostensible.
cutiblemente la primacía, aunque está muy lejos Este factor es el instinto del trabajo eficaz. De
aún de haber absorbido todo el margen de produc- permitirlo las circunstancias, ese insti~to .inclina
ción por encima del mínimo de subsistencia. a los hombres a mirar con favor la eficacia pro-
El ascendiente primero del ocio como medio de ductiva y todo lo que sirva de utilidad a los seres
conseguir reputación, deriva de la distinción arcaí- humanos. Les inclina a menospreciar el derroche
ca entre empleos nobles e innobles. En parte, el de cosas o de esfuerzo. El instinto del trabajo
ocio es honorable y llega a ser imperativo porque eficaz se encuentra presente en todos los hombres
muestra una exención de todo trabajo innoble. La y se reafirma hasta en circunstancias muy adver-
arcaica diferenciación entre cIases nobles y villanas sas. Por ello cualquier gasto, por derrochador que
se basa en una distinción valorativa entre las ocupa- pueda ser en realidad, debe tener, por lo me-
ciones, que divide a éstas en hanorificas y degradan. nos, alguna excusa aceptable en forma de finaJidad
tes; y durante los primeros tiempos del estadio ostensible. Ya hemos estudiado en un capítulo an-
cuasi-pacífico esta distinción tradicional se desarro- terior la manera cómo, en determinadas circuns-
lla hasta convertirse en un canon imperativo de tancias, ese instinto da como resultado un gusto
decoro. Se robustece su ascendiente por el hecho por la hazaña y una discriminación vaJorativa entre
de que, en cuanto demostración de riqueza, el ocio los nobles y villanos. En la medida en que choca
sigue teniendo aún tanta eficacia como el consumo. con la ley del derroche ostensible, el instinto del
Es tan eficaz en el medio humano relativamente trabajo eficaz se expresa no sólo en la exigencia. de
pequeño y estable en el que vive el individuo en esa una utilidad sustancial, sino también en el sentido
etapa cultural que, con ayuda de la tradición arcaí- permanente de la odiosidad y la imposibilidad esté-
ca que degrada todo trabajo productivo, da origen tica de lo que es a todas luces fútil. Como es por
a una gran clase ociosa carente de dinero y tiende naturaleza una afección instintiva, su guía afecta
incluso a limitar la producción industrial de la co- de modo especial e inmediato a las violaciones no-
munidad al mínimo necesario para la subsistencia. torias y ostensibles de sus exigencias. Llega con
Esta extremada inhibición de la industria se evita menos rapidez y con fuerza mucho menos exigente
porque el esclavo que trabaja bajo una coacción a las violaciones sustanciales de sus exigencias que
más rigurosa que la impuesta por la reputación, se sólo se aprecian tras un proceso de reflexión.
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Mientras todo trabajo continúa realizándose de de la procreación el hecho de que se pueda hacer
modo exclusivo o general por esclavos, la bajeza que una gallina empolle una nidada de huevos de
de todo esfuerzo productivo se encuentra también porcelana.
presente de modo tan constante en la mente de Esta búsqueda desagradable que se hace en nues-
los hombres que impide que el instinto del trabajo tros días de alguna forma de actividad finalista que
eficaz influya en gran medida para imponer la direc- no sea a la vez indecorosamente productiva de ga-
ción hacia la utilidad industrial. Pero cuando se nancias individuales o colectivas, señala una dife-
pasa del estadio industrial cuasi-pacífico (de escla- rencia de actitud entre la clase ociosa moderna y
vitud y status) al estadio pacífico (de asalariados la del estadio cuasi-pacífico. Como se ha dicho arri-
y pago al contado) el instinto del trabajo eficaz ba, en el estadio anterior la institución omnidomi-
juega con mayor eficacia. Comienza entonces a nante de la esclavitud y el status actuaron sin resis-
modelar en forma agresiva las opiniones de los tencia en el sentido de degradar todo esfuerzo diri-
hombres acerca de lo que es meritorio y se afirma gido a fines que no fueran ingenuamente depreda-
al menos como canon auxiliar de la consideración dores. Era todavía posible encontrar algún empleo
de sí mismo. Dejando aparte toda consideración ex- habitual a la tendencia a la acción en forma de agre-
traña, las personas (adultas) que no tienen hoy sión o represión violentas dirigidas contra grupos
inclinación a realizar algún fin o que no se ven hostiles o contra las clases sometidas en el interior
impelidas por su propio impulso a modelar algún del grupo; y esto servía para disminuir la presión
objeto, hecho o relación, para usos humanos, no son y encontrar un desagüe a la energía de la clase ocio-
hoy sino una minoría que está desapareciendo. El sa, sin recurrir a actividades real o aparentemente
incentivo, de fuerza coactiva más inmediata, que útiles. La práctica de la caza servía también en
inclina a un ocio que es vehículo de reputación y cierto grado a la misma finalidad. Cuando la comu-
a evitar la utilidad indecorosa puede, en gran me- nidad se convirtió en una organización industrial
dida, superar esa propensión, la cual puede, por pacífica y cuando una ocupación más completa de
ende, expresarse sólo en forma de apariencias; así la tierra hubo reducido las oportunidades de dedi-
ocurre, por ejemplo, con los "deberes sociales" y carse a la caza a un residuo sin importancia, la
los conocimientos, cuasi-artísticos o cuasi-eruditos, presión de la energía encaminada a una actividad
que se emplean en el cuidado y en el decorado de finalista tuvo que buscarse un desagüe en alguna
la casa, en la actividad de los círculos de costura otra dírección. La ignominia unida al esfuerzo útil
o en la reforma del traje, o en el destacarse por la entró también en una fase menos aguda con la des-
elegancia, la habilidad en los juegos de cartas, la na- aparición del trabajo obligatorio; y entonces el ins-
vegación deportiva, el golf y otros deportes. Pero tinto del trabajo eficaz se afirmó con mayor. per-
el hecho de que, bajo el imperio de las circunstan- sistencia.
cias, pueda dar por resultado vacuidades, no refuta Ha cambiado en cierta medida la línea de menor
la aseveración de la presencia del instinto en mayor resistencia, y la energía que antaño encontraba cana-
medida de lo que refuta la realidad del instinto lización en la actividad depredadora toma hoy, en
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parte, la dirección de alguna finalidad notoriamente Durante toda la evolución del gasto ostensible,
útil. Ha pasado a ser despreciado el ocio que carece tanto de bienes como de servicios o de vida huma-
de finalidad ostensible, en especial por lo que se na, se da el supuesto obvio de que para que un
refiere a esa gran parte de la clase ociosa cuyo consumo pueda mejorar de modo eficaz la buena
origen plebeyo opera para colocarle en desacuerdo fama del consumidor, tiene que ser de cosas su-
con la tradición del otium cum dignitate. Pero que- perfluas. Para producir buena reputación, ese con-
da aún ese canon de reputación que desestima toda sumo tiene que ser derrochador. No puede derivar
tarea que constituye por naturaleza un esfuerzo ningún mérito del consumo de lo estrictamente ne-
productivo; y ese canon no permitirá más que una cesario para la vida, a no ser en comparación con
boga muy pasajera a cualquier trabajo que sea sus- quienes son tan pobres que no llegan a poder gastar
tancialmente útil o productivo. La consecuencia es ni siquiera lo exigido por ese mínimo necesario
que se ha producido un cambio en el ocio ostensible para la subsistencia; salvo en el nivel de decoro
a que dedica su tiempo la clase ociosa, cambio no más prosaico y menos atractivo, de tal gasto no
tanto de sustancia como de forma. Se ha logrado podría producirse ninguna pauta que sirviera para
una reconciliación entre las dos exigencias contra- la comparación. Sería aún posible un nivel de vida
puestas recurriendo a ficciones. Se desarrollan mu- que admitiera una comparación valorativa en otros
chas e intrincadas observancias corteses y deberes aspectos que el de la opulencia; tal, por ejemplo,
sociales de naturaleza ceremonial; se fundan mu- una comparación en diversas direcciones de las
chas organizaciones cuya finalidad visible, fijada por manifestaciones de fuerza moral, física, intelectual
su título y denominación oficiales, es alguna clase o estética. Hoy están de moda las comparaciones
de mejora social. Hay mucho ir y venir y mucha de estos tipos; pero esas comparaciones están, por
charla, con el fin de que los conversadores no lo común, tan inextricablemente ligadas con la com-
puedan tener ocasión de reflexionar acerca del valor paración pecuniaria, que es muy difícil distinguirlas
económico efectivo de su tráfico. Y junto con la de la última. Esto es cierto de modo especial por lo
apariencia de tarea encaminada a alguna finalidad, que se refiere a la valoración corriente de las expre-
y ligado de modo inextricable con su trama, hay, siones de vigor o eficacia intelectual y estética; tan-
si no siempre. un elemento más o menos apreciable to que interpretamos con frecuencia como estética
de esfuerzo encaminado a algún propósito serio. o intelectual una diferencia que en sustancia no es
En la esfera, más limitada, del ocio vicario se ha más que pecuniaria.
producido un cambio semejante. En vez de pasar El uso del término "derroche" es desafortunado
simplemente el tiempo en ociosidad visible, como en un aspecto. En el lenguaje de la vida cotidiana
en los mejores días del régimen patriarcal, el ama la palabra lleva consigo una resonancia condenato-
de casa del estadio pacífico avanzado se aplica con ria. Lo utilizamos aquí a falta de una expresión
asiduidad a los cuidados domésticos. Las caracte- mejor que describiera adecuadamente el mismo gru-
rísticas salientes de este desarrollo del servicio po de móviles y fenómenos, pero no se le debe
doméstico se han indicado ya. tomar en mal sentido, como si implicase un gasto
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ilegítimo de productos o de vida humanos, A la piada desde el punto de vista de lo genéricamente
luz de la teoría económica el gasto en cuestión no humano-. La ventaja relativa o lograda por un
es más ni menos legitimo que ningún otro. Se le lla- individuo en comparación o competencia con otro,
rna aquí "derroche" porque ese gasto no sirve a la no satisface a la conciencia económica, y el gasto
vida humana ni al bienestar humano en conjunto, hecho en la competencia no tiene, por ende, la apro-
no porque sea un derroche o una desviación del bación de esa conciencia.
esfuerzo o el gasto, considerado desde el punto de Para ser estrictamente exactos, no deberíamos in-
vista del consumidor individual que lo escoge. Si lo cluir bajo el epígrafe de derroche ostensible más
escoge, ahí acaba el problema de la utilidad relativa que aquellos gastos realizados a base de una compa-
que, en comparación con las otras formas de con- ración pecuniaria hecha con propósito valorativo.
sumo a las que no se suele Censurar por el hecho Pero para incluir cualquier elemento bajo este epí-
de ser inútiles, presenta para él. Cualquiera que grafe no es necesario que se le reconozca como
sea la forma de gasto que escoja el consumidor o derroche, en este sentido, por la persona que realiza
cualquiera que sea la finalidad que persiga al hacer el gasto. Ocurre con frecuencia que un elemento del
esa elección, es útil para él por virtud de su pre- nivel de vida que comenzó como forma de derro-
ferencia. Desde el punto de vista del consumidor che, acaba por convertirse, a juicio del consumidor,
individual, la cuestión del derroche no entra dentro en algo necesario para la vida; y puede, de este
del ámbito de la teoría económica propiamente di- modo, convertirse en algo tan indispensable como
chao Por tanto, el uso de la palabra "derroche", cualquier otro artículo de los gastos habituales del
como término técnico, no implica ninguna condena consumidor. Pueden citarse como artículos que
de los motivos o de los fines perseguidos por el caben a veces en este epígrafe -y sirven, por ende,
consumidor bajo este canon de gasto ostensible. de ejemplos de la forma en que se aplica este
Pero, desde otros puntos de vista, merece la pena principio- las alfombras y tapicerías, los cubiertos
de notar que el término "derroche" en el lengua- de plata, los servicios de los camareros, los sombre-
je de la vida cotidiana implica una condena de lo ros de copa, la ropa interior bordada y muchos aro
que se caracteriza como tal. Este significado im- tículos de joyería y vestido. El carácter de indis-
plícito que le atribuye el sentido común es, en sí, pensable que esas cosas llegan a tener una vez que se
una excrecencia del instinto del trabajo eficaz. La forma el hábito y la convención, tiene poco que
reprobación popular del derroche se basa en que ver en la clasificación de los gastos como derroche
para estar en paz consigo mismo. el hombre co- o no derroche en el sentido técnico de la palabra.
rriente tiene que poder encontrar en todos y cada El patrón con el que hay que medir todo gasto, si
uno de los esfuerzos y goces humanos un aumento se quiere decidir la cuestión, es el de si sirve dírec-
de la vida y bienestar. Para encontrar una aproba- tamente para elevar, en conjunto, la vida humana
ción sin reservas, todo hecho económico tiene que -el de si fomenta los procesos vitales tomados en
conseguir aprobación con arreglo al canon de la forma impersonal-, pues ésta es la base de avalúo
utilidad impersonal -es decir, la utilidad contera- establecida por el instinto del trabajo eficaz y ese
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instinto es el tribunal de apelación de última instan- menos en apariencia. Y, por otra parte, incluso en
cia para toda cuestión de verdad o conveniencia una maquinaria y unas herramientas especiales idea-
económica. Es un problema del juicio pronunciado das por algún proceso industrial particular, así como
por un sentido común desapasionado. Por tanto, el en las actividades más rudas de la industria huma-
problema no es el de si, en las circunstancias dadas na son, por lo general, evidentes cuando se las exa-
de hábito individual y costumbre social, un deter- mina de cerca, rastros de un derroche ostensible
minado gasto conduce a la satisfacción o a la paz o, por lo menos, del hábito de ostentación. Seria
espiritual de un consumidor particular, sino el de aventurado afirmar que falte siempre una finalidad
si -dejando aparte los gustos adquiridos y los cá- provechosa en la utilidad de todo articulo o servi-
nones de decoro convencional y de la costumbre- cio, por evidente que sea el hecho de que su propó-
su resultado es una ganancia neta en lo que se re- sito primario y su elemento fundamental están
fiere a las comunidades o a la plenitud de vida. El constituidos por el derroche ostensible; y no seria
gasto consuetudinario debe clasificarse bajo el epi- mucho menos aventurado afirmar de cualquier pro-
grafe de derroche en la medida en que la costumbre ducto primordialmente útil que el elemento de
en que se basa derive del hábito de realizar una derroche no tenga conexión inmediata o remota
comparación pecuniaria valorativa -en la medida con su valor.
en que se conciba que no podria haber llegado a
ser consuetudinario y prescriptivo sin el respaldo
de ese principio de la reputación pecuniaria o el
éxito económico relativo.
Es evidente que, para incluir un determinado ob-
jeto de gasto en la categoria de derroche ostensible,
no es necesario que sea exclusivamente derrochador.
Un articulo puede ser a la vez útil y constituir un
derroche, y su utilidad para el consumidor puede
estar compuesta de uso y derroche en las propor-
ciones más diversas. Los bienes consumibles e
incluso los de producción muestran, por lo general,
como. constitutivos de su utilidad, dos elementos
combinados; aunque, de modo general, el elemento
de derroche tiende a predominar en los articulas de
consumo, en tanto que ocurre lo contrario por lo
que hace a los articulas destinados al uso productivo.
Hasta en artículos que a primera vista parecen ser-
vir sólo a fines de ostentación, es posible encontrar
siempre la presencia de alguna finalidad útil, al
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sustento. Es a todas luces tan difícil bajar de un
nivel "elevado" de vida como rebajar un nivel
V. EL NIVEL PECUNIARIO DE VIDA que ya es. r.elativamente bajo; aunque en el primer
~aso la dificultad es moral y en el último puede
PARA la gran mayoría del pueblo de toda comunidad Implicar una disminución material de la satisfac-
moderna, el fundamento próximo del gasto realizado ción de las necesidades físicas de la vida.
por encima de lo que se necesita para la comodidad Pero aunque es difícil la retrogresión, es relativa.
física no es tanto un esfuerzo consciente por desta- m~nte ,fácil un nuevo avance en el gasto ostensible;
carse en lo costoso de su consumo ostensible como mas aun, ocurre como cosa natural. En los raros
un deseo de vivir al nivel convencional de decoro casos en que no se produce un aumento en el con-
establecido por la cantidad y grado de los bienes sumo vi~ible de una persona cuando ésta dispone de
consumidos. Ese deseo no está guiado por un patrón I?s medios para ese aumento, el sentir popular COD-
rígidamente invaríable al que haya que conformarse sidera que ello exige una explicación e imputa moti-
y más al1á del cual no haya ningún íncentivo. La V?S indignos -tacañería- a quienes no se ponen al

pauta es flexible y, sobre todo, tiene una posibilidad nivel esperado. Por el contrario, se acepta como
indefinida de extensión, siempre que se dé tiempo efe~to normal una rápida respuesta al estímulo. Esto
a habituarse a cualquier aumento de capacidad pe- sugrere que el patrón de gastos que guía general-
cuniaria y para adquirír facilidad en la nueva y mez:¡.te nuestros esfuerzos no es el gasto medio ordi-
mayor escala de gastos que sigue a cada uno. Es nano ya alcanzado; es un ideal de consumo que está
mucho más difícil retroceder de una escala de gastos fuera de nuestro alcance, aunque no muy lejos de
una vez adoptada, que ampliar la escala acostum- él, o que exige algún esfuerzo para poderlo alcan-
brada como respuesta a un aumento de riqueza. zar. El motivo es la emulación -el estímulo de una
Muchos de los artículos de consumo consuetudinario comparación valorativa que nos empuja a superar
resultan, al ser analizados, puro derroche y son, por a aquellos con los cuales tenemos la costumbre de
ende, únicamente honoríficos; pero una vez que se clasificarnos-o Sustancialmente, se expresa la mis-
han incorporado a la escala del consumo decoroso ma proposición con la observación corriente de que
y han llegado, por ello, a convertirse en parte inte- toda clase envidia y trata de emular a la clase si-
grante del esquema general de vida de una persona, tuada por encima de el1a en la escala social, en
es tan difícil prescindir de etlos como de muchos tanto que rara vez se compara con las que es-
artículos que conducen directamente a la comodi- tán por debajo de ella ni con las que se encuentran
dad física o incluso que puedan ser necesarios para en una posición mucho más alta que la suya. En
la vid~ y la salud. Es decir, que el gasto honorífico, otras palabras, ello quiere decir que nuestro patrón
ostensiblemente derrochador, que confiere el bien- de decoro en materia de gastos, como en los demás
estar espiritual, puede l1egar a ser más indispensa- aspectos dond~ interviene la emulación, lo establece
ble que buena parte de ese gasto que sirve a las el uso de quienes se encuentran inmediatamente
necesidades "inferiores" del bienestar físico o del por encima de nosotros en punto a reputación;
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hasta que, de este modo, .y .en. especial en toda se trasmiten a esas clases inferiores con objeto de
comunidad en la cual las dlsUnclOnes de clase son gobernar la forma y el método de alcanzar y man-
un tanto vagas, todos los cánones de reput~ción tener una reputación -para modelar los usos y las
y decoro y todos los patrones de consumo de;,,:an, actitudes espirituales de las clases inferiores-, esa
por gradaciones insensibles, de los usos y hábitos prescripción autoritaria opera constantemente bajo
mentales de la clase social y pecuniaria más ele- la guía selectiva del canon del derroche ostensible,
vada -la clase ociosa rica. templado en un grado variable por el instinto del
Es esta clase la que determina, en líneas gene- trabajo eficaz. A esas normas hay que añadir otro
rales, qué esquema general de vida ha de aceptar principio amplio de la naturaleza humana -el áni-
como decoroso ti honorífico la comunidad; ~ le mo depredador-i-, que por lo que respecta a la
corresponde también implantar, por precepto y ejem- generalidad y al contenido psicológico se encuentra
plo. este esquema de salvación social, en su forJ?u entre los dos que acaban de citarse. Queda aún por
más elevada, ideal. Pero la cIase OCIOsa supenor discutir el efecto del último en la modelación del
sólo puede ejercer este oficio cuasi-sacerdotal con esquema de vida aceptado.
ciertas limitaciones materiales. La clase no. puede Así, pues, el canon que sirve para medir la repu-
efectuar a capricho una revolución o ínvcrsión re- tación, tiene que adaptarse a las circunstancias eco-
pentina de los hábitos ~entales populare.' relativos nómicas, las tradiciones y el grado de madurez es-
a cualquiera de esas exigencias ceremomales. Para piritual de la clase determinada cuyo esquema de
que cualquier cambio llegue a empapar a la masa vida trata de regular. Hay que notar especialmente
y cambiar la actitud habitual del pueblo, se requiere que, por alta que haya llegado a ser en un prin-
tiempo' especialmente si se trata de carnbiar los cipio su autoridad y por fiel a las exigencias funda-
hábitos' de aquellas clases que están socialmente mentales de la reputación que haya podido ser el
más remotas del cuerpo de donde irradian los cam- canon, una observancia formal específica no puede
bios. El proceso es más lento allí donde es menor mantenerse en vigor en ninguna circunstancia, si,
la movilidad de la población o donde los intervalos con el trascurso del tiempo o con su trasmisión
entre las diversas clases son más anchos y abruptos. a una clase pecuniaria inferior, resulta ser contra-
Pero si hay tiempo para ello, el ámbito del arbitrio ria al fundamento último del decoro entre los pue-
de la clase ociosa por lo que se refiere a los pro- blos civilizados, a saber, su utilidad para fines de
blemas de forma y detalle del esquema general de comparación valorativa en punto a éxito pecuniario.
la vida de la comunidad es muy grande; en tanto Es evidente que esos cánones de gasto tienen
que en lo relativo a los principios sociales que regu- mucha influencia en la determinación del nivel de
lan la reputación, los cambios que puede efectuar se vida de cualquier comunidad y cualquier clase so-
encuentran dentro de un margen estrecho de tole- cial. No es menos evidente que el nivel de vida que
rancia. Su ejemplo y su precepto tienen fuerza prevalece en determinado momento o en detenni-
prescriptiva para todas las clases situadas por de- nada altitud social, influirá, a su vez, en gran medi-
bajo de ella; pero para elaborar los preceptos que da, en las formas que adopte el gasto honorífico
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y en el grado en que esa necesidad "superior" do- nómica corriente, que aunque los hombres se mues-
mine el consumo de un pueblo. A este respecto el tran remisos a reducir sus gastos en cualquier
control ejercido por el nivel de vida aceptado es, en dirección, se muestran más remisos a efectuar esas
gran parte, de carácter negativo; actúa casi exclu- disminuciones en unas direcciones que en otras;
sivamente para impedir el retroceso desde una de modo que, aunque se abandona a regañadientes
escala de gasto ostensible que ha llegado en cual- todo consumo acostumbrado, hay ciertas líneas de
quier momento a ser habitual. consumo que se abandonan con una repugnancia
Un nivel de vida es un hábito. Es una escala y relativamente extrema. Los artículos o formas de
método habituales de responder a unos estímulos consumo a los que con más tenacidad se aferra
dados. La dificultad en descender desde un patrón el consumidor son, por lo común, las denominadas
acostumbrado es la dificultad de romper un hábito cosas necesarias para la vida, o sea el mínimo nece-
una vez que se ha formado. La relativa facilidad sario para la subsistencia. Desde luego, ese mínimo
con la que se realiza un avance en el nivel de vida necesario para la subsistencia no es una cantidad
significa que el proceso vital es un proceso de des- de bienes rígidamente determinada, definida e in-
pliegue de actividad y que ese despliegue ~e realiza variable en especie y cantidad; pero para nuestro
con facilidad en una dirección nueva, siempre y propósito actual puede considerarse que comprende
cuando disminuya la resistencia a la expresión de un consumo total, más o menos definido, necesario
la personalidad. Pero, una vez que se ha forma- para mantener la vida. Hay que suponer que ese
do el hábito de expresión siguiendo una línea dada de mínimo sólo se abandona, por lo general, en último
menor resistencia, la descarga buscará el desagüe extremo y en caso de una progresiva disminución
acostumbrado, aun después de haberse producido en de los gastos. Es decir, en términos generales, los
el medio un cambio por virtud del cual se haya hábitos más persistentes e imperativos son los más
elevado de modo apreciable la resistencia exterior. antiguos y arraigados de los que gobiernan la vida
Esa mayor facilidad de expresión en una dirección del individuo -aquellos hábitos que afectan a su
determinada a la que se denomina hábito, puede existencia como organismo-. Vienen tras ellos las
eliminar una parte considerable de la resistencia necesidades superiores -hábitos formados poste-
ofrecida por las circunstancias externas al desarro- riormente por el individuo o la raza- en una grada-
llo de la vida en esa dirección. Del mismo modo ción un tanto irregular y en modo alguno invariable.
que entre los diversos hábitos o modos y direc- Algunas de esas necesidades superiores como, por
ciones de expresión habituales que contribuyen a ejemplo, el uso habitual de ciertos estimulantes, la
formar el nivel de vida del individuo, hay una dife- necesidad de salvación (en sentido escatológico l,
rencia apreciable por lo que se refiere a la persis- o la necesidad de mantener la buena reputación,
tencia ante circunstancias que lo contrarrestan y en pueden preceder en algunos casos a las necesidades
punto al grado de imperatividad con el que la des- inferiores o más elementales. En general, cuanto
carga busca una dirección dada. mayor es la habituación y el hábito más ininterrum-
Es decir, empleando el lenguaje de la teoría eco- pido y coincidente con formas habituales previas
UZ 113
del proceso vital, tanto más persistentemente se Los hombres difieren con respecto a las aptitu-
aferrará el hábito de que se trata. El hábito será des trasmitidas y con respecto a la relativa facilidad
más fuerte si los rasgos particulares que encuentran con que despliegan su actividad vital en determi-
en él el modo de ejercerse, son rasgos o aptitudes nadas direcciones; y los hábitos que coinciden con
que han influido ya de modo amplio y profundo en una aptitud específica relativamente fuerte o con una
el proceso vital o que están íntimamente ligados facilidad de expresión específica relativamente gran-
con la experiencia vital de la estirpe racial de que de o derivan de ellas, llegan a tener gran importan-
se trate. cia en el bienestar del hombre. El papel desempeña-
Los diversos grados de facilidad con la que las do por este elemento de aptitud en la determinación
distintas personas se forman los diferentes hábitos, de la tenacidad relativa de los diversos hábitos que
así como los diversos grados de repugnancia con constituyen el tipo de vida, explica la extrema re-
que abandonan éstos, demuestran que la formación pugnancia con la que abandonan los hombres todo
de hábitos específicos no es sólo cuestión del tiemp? gasto habitual que entre en la categoría de consumo
que dure la habituación. Cuando se trata de deci- ostensible. Las aptitudes o propensiones a las que
dir qué serie de hábitos han de dominar en el es- hay que referir un hábito de este tipo para explicar
quema general de la vida de cada individuo, las su fundamento, son aquellas aptitudes cuyo ejerci-
aptitudes heredadas y los rasgos temperamentales cio se comprende dentro del epígrafe de emulación;
cuentan tanto como el tiempo que haya durado la y la propensión a la emulación -a la comparación
habituación. Y el tipo dominante de aptitudes tras- valorativa- es muy antigua y constituye un rasgo
mitidas o en otros términos, el tipo de tempera- omnipenetrante de la naturaleza humana. Entra
mento qu'e corresponde al elemento étnico domi- fácilmente en vigorosa actividad en cualquier for-
nante en cualquier comunidad, influirá mucho para ma nueva y se afirma con gran insistencia en cual-
decidir cuál ha de ser el ámbito y forma de expre- quier forma bajo la cual haya encontrado alguna
sión del proceso vital habitual de la comunidad. expresión habitual. Una vez que el individuo ha
Hasta qué punto pueden influir las actitudes idio- formado el hábito de buscar expresión dentro de
sincrásicas trasmitidas en la formación rápida y una línea determinada de gasto honorífico -<:uando
definitiva de los hábitos en los individuos, es cosa un grupo determinado de estímulos ha llegado a
que se pone de manifiesto con la extremada facili- tener una respuesta habitual en forma de actividad
dad con la que se forma a veces un hábito alcohóli- de una clase y dirección dadas bajo la guia de esas
co omnidominante; o en la facilidad semejante y en propensiones siempre alerta y muy profundas a
la formación igualmente inevitable de un hábito de la emulación-, no abandona tal gasto habitual sino
observancias devotas en el caso de personas dotadas con la máxima repugnancia. Y, por otra parte, siem-
de una especial aptitud en esa dirección. Este es, en pre que un aumento de fuerza pecuniaria coloque
gran parte, el significado de esa peculiar f~cilidad al individuo en situación de desplegar sus procesos
de habituación a un medio humano específico a la vitales en un ámbito mayor y de alcance adicional,
que se denomina amor romántico. se afirmarán las antiguas propensiones de la raza,
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determinando la dirección que haya de tomar ese pida para que el hábito de gastar haya podido
nuevo despliegue de la vida. Y aquellas propensio- mantenerse a su nivel; o puede ocurrir que el in-
nes que operan ya en el campo de que se trate, en dividuo en cuestión aplace el consumo ostensible
alguna forma de expresión con ellas relacionada, del incremento hasta una fecha posterior -de ordí-
y que estén ayudadas por las sugestiones ofrecidas nario, con vistas a aumentar el. efecto espectacular
por un esquema general de la vida acreditado, y del gasto que espera realizar-o En la medida en
para el ejercicio del cual se encuentran con facili- que la eficiencia industrial hace posible procurarse
dad los medios y oportunidades materiales, tendrán los medios de vida con menos esfuerzo, las ener-
especial importancia en el modelado de la forma gías de los miembros industriosos de la comunidad
y dirección en las que se expresará el nuevo aumen- se van ligando a la consecución de un resultado
to de la fuerza poseída por el individuo. O, dicho superior en punto a gasto ostensible, en Vez de re-
en términos concretos: que en cualquier comuní- tardarse adoptando un ritmo más cómodo. La ten-
dad de la que el consumo ostensible sea uno de los sión no se debilita al aumentar la eficiencia industrial
elementos del esquema general de la vida, es pro- y hacer posible una tensión más ligera, sino que el
bable que cualquier aumento en la capacidad de incremento del producto se emplea para hacer freno
pagar de un individuo tome la forma de un gasto te a esa necesidad, cuya capacidad de expansión
realizado en alguna de las líneas acreditadas de con- no tiene límites, del modo comúnmente imputado en
sumo ostensible. la teoría económica a las necesidades superiores o
Con la excepción del instinto de la propia conser- espirituales. Si J. S. Mill pudo decir que "por ahora
vación, la propensión emulativa es probablemente es discutible que todas las invenciones mecánicas
el más fuerte, persistente y alerta de los motivos realizadas hasta nuestros días hayan aligerado la
económicos propiamente dichos. En una comunidad tarea cotidiana de ningún Ser humano", ello se de-
industrial esa propensión a la emulación se expresa bió, sobre todo, a la presencia de este elemento en
en forma de emulación pecuniaria y. por lo que se el nivel de vida.
refiere a las comunidades civilizadas occidentales El tipo de gastos aceptado en la comunidad o en
de hoy día, ello equivale virtualmente a decir que se la clase a que pertenece una persona determina
expresa en alguna forma de derroche ostensible. La en gran parte cuál ha de ser su nivel de vida. Lo
necesidad de derroche ostensible está, por tanto, dis- hace así de modo directo, encomendándose a su sen-
puesta a absorber todo aumento de la eficiencia tido común de lo que es bueno y conveniente, a
industrial o de la producción de bienes de la comu- través de su contemplación y asimilación habitual
nidad, una vez que se haya provisto a las necesidades del esquema general de la vida en el que está
físicas más elementales. Allí donde, en las condicio- inserto; pero lo hace también de modo indirectc
nes de la vida moderna, no se sigue este resultado, la mediante la insistencia popular en la necesidad de
razón de la discrepancia ha de buscarse, por lo gene- conformarse a la escala aceptada de gastos como
ral, en el hecho de que la velocidad del aumento canon de regularidad, bajo pena de la desestima-
de las riquezas del individuo ha sido demasiado rá- ción y el ostracismo. Aceptar y practicar el nivel
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de vida que está en boga, es a la vez agradable y mejores en todas las comunidades. La baja cifra
útil; por lo general, lo es hasta el punto de ser del índice de natalidad de las clases sobre las que
indispensable para la comodidad personal y el éxito recae con mayor imperio la exigencia de los gastos
en la vida. En lo relativo al elemento del ocio osten- encaminados a mantener su reputación, deriva, de
sible, el nivel de vida de cualquier clase es, por lo modo análogo, de las exigencias de un nivel de vida
general, tan alto como lo permita la capacidad de basado en el derroche ostensible. Es probablemente
ganancia de la clase -con una tendencia constante el más eficaz de los frenos prudenciales malthu-
a elevarse-. El efecto sobre las actividades serias sianos,
del hombre consiste, pues, en dirigirlas con gran El efecto de este factor del nivel de vida, tanto
unicidad de propósito a la mayor adquisición posible por lo que hace a la reducción de los elementos
de riqueza y a desalentar el trabajo que no produce más oscuros del consumo que sirve para la como-
una ganancia pecuniaria. A la vez, su efecto sobre didad y el mantenimiento físicos, como respecto a
el consumo consiste en hacer que éste se concentre la escasez y ausencia de hijos, se ve acaso de modo
en las direcciones que son más visibles para los más claro en las clases dedicadas a tareas acadé-
observadores cuya buena opinión se busca; en tan- micas. A causa de una presunta superioridad y
to que las inclinaciones y aptitudes cuyo ejercicio no escasez de los dones que caracterizan su vida y de
implica un gasto honorífico de tiempo o materia, los resultados conseguidos por ellos, esas clases es-
tienden a caer en el olvido como consecuencia del tán convencionalmente subsumidas en un grado
desuso. social más alto que el correspondiente a su grado
Mediante esta discriminación en favor del consu- pecuniario. En consecuencia, la escala del gasto de-
mo visible, ha llegado a ocurrir que la vida domés- coroso se eleva en la misma proporción y deja, por
tica de la mayor parte de las clases sea relativamen- tanto, un margen excepcionalmente estrecho para
te mezquina comparada con el brillo de aquella los otros fines de la vida. Por la fuerza de las
parte de su vida que se realiza ante los ojos de los circunstancias, su sentido habitual de lo bueno y
observadores. Como consecuencia secundaria de la 10 correcto en estas materias, así como las esperan-
misma discriminación, la gente protege, de modo zas de la comunidad por lo que se refiere al decoro
habitual, su vida privada contra la observación. Por pecuniario de esa clase, son excesivamente altos -si
lo que hace a aquella parte de su consumo que se los mide con arreglo al grado de opulencia y a la
puede realizarse en secreto sin incurrir en la censura capacidad de ganar que prevalecen en ella, en como
del prójimo, se retiran de todo contacto con sus paración con las clases no eruditas de las que son
vecinos. De ahí la actitud exclusivista de la gente nominalmente iguales los miembros de aquélla-o
por lo que hace a su vida doméstica, en la mayor En toda comunidad moderna en la que no hay mo-
parte de las comunidades industrialmente desarro- nopolio sacerdotal de esas ocupaciones, las personas
liadas; y de ahí, por ulterior derivación, el hábito dedicadas a tareas académicas están, de modo íneví-
de reserva y discreción que constituye un rasgo tan table, en contacto con clases que pecuniariamente
importante del código de conveniencias de las clases son superiores a ellas. El alto nivel de decoro pecu-
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níarto que está en vigor en esas clases superiores
s,e ~ras~":lnde a las .cIases académicas, con muy poca
limitación de su ngor; y, como consecuencia, nin-
guna otra clase de la comunidad dedica al derroche VI. CANONES PECUNIARIOS DE GUSTO
ostensible una proporción mayor de sus bienes.
SE HA repetido ya más de una vez la advertencia de
que, aunque la norma que regula el consumo es en
gran parte exigencia del derroche ostensible, no hay
que creer que el motivo basándose en el cual actúa
el consumidor en cada caso concreto sea ese prin-
cipio en su forma pura y no modificada. De ordina-
rio, el motivo que le impulsa es un deseo de confor-
marse a los usos establecidos, de evitar observaciones
y comentarios desfavorables, de vivir de acuerdo con
los cánones de decoro aceptados en relación con la
clase, cantidad y grado de bienes consumidos, así
como en materia de empleo decoroso de su tiempo
y esfuerzo. Por lo común, este sentido del uso pres-
criptivo figura entre los motivos que impulsan la
conducta del consumidor y ejerce una fuerza co-
activa directa, especialmente por 10 que se refiere
al consumo realizado a la vista de los espectadores.
Pero se puede observar también un elemento con-
siderable de gasto prescriptivo en consumos que no
llegan a ser conocidos en grado apreciable a los
extraños -como, por ejemplo, en artículos de ropa
interior, algunos artículos alimenticios, utensilios de
cocina y otros aparatos de uso casero, destinados
más bien al servicio que a la apariencia-o Una
observación profunda descubriría, en tales artículos
útiles, ciertas caracteristicas que añaden al costo y
realzan el valor comercial de los bienes en cuestión,
pero que no aumentan de modo proporcional la
utilidad de esos articulos para los fines materiales
únicos a los que ostensiblemente están destinados
a servir.
Bajo la vigilancia selectiva de la ley del derroche
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ostensible se produce un código de cánones general- institución de la propiedad privada, una de las ca-
mente aceptados de consumo, cuyo efecto es obligar racterísticas salientes del código moral es el carác-
al consumidor a conformarse a un patrón de gastos ter sagrado de la propiedad. No se necesita in-
y derroche en su consumo de bienes y su empleo sistir, ni dar ejemplos, para hacer que se acepte la
del tiempo y el esfuerzo. Este desarrollo del uso proposición de que el hábito de mantener inviolada
prescriptivo tiene un efecto inmediato sobre la vida la propiedad privada se contrapone al otro hábito
económica, pero tiene también otro indirecto y más de buscar la riqueza en gracia a la buena repu-
remoto sobre la conducta en otros aspectos. Los tación que puede ganarse mediante el consumo os-
hábitos mentales relativos a la expresión de la vida tensible de ella. La mayor parte de los delitos contra
en cualquier dirección dada afectan también, inevi- la propiedad, especialmente los delitos de magnitud
tablemente, al criterio habitual acerca de lo que es apreciable, caen dentro de este epígrafe. Es también
bueno y correcto en la vida en otras direcciones. un hecho proverbial y de observación común el de
En el complejo orgánico de hábitos mentales que que en delitos que producen al delincuente una gran
constituyen el núcleo sustancial de la vida conscíen- afluencia de propiedad, no incurre aquél, por lo ge-
t: de un individuo, el interés económico no es algo neral, en la pena máxima ni la censura extremada
aislado y aparte de los demás intereses. Por ejem- que debería recaer sobre su delito si se aplicase
plo, se ha dicho ya algo de su relación con los sólo el código moral ingenuo. El ladrón o estafador
cánones que regulan la reputación. que ha ganado una gran riqueza con sus delitos tie-
El principio del gasto ostensible guía la forma- ne mayores posibilidades que el raterillo de eludir
ción de los hábitos mentales que definen qué es lo el castigo riguroso de la ley; por otra parte, le corres
decoroso y loable en la vida y en las mercancías. ponde una cierta buena reputación por el hecho del
Al hacerlo así, ese principio se contrapone a otras aumento de su riqueza y el de gastar las posesiones
normas de conducta que no tienen en principio nada irregularmente adquiridas de un modo adecuado.
q?e ver ca!, el código del honor pecuniario, pero que, Un gasto bien considerado de su botín agrada extra-
directa o mdirectamente, tienen un significado eco- ordinariamente a personas que tienen un sentido
nómico de alguna magnitud. Así, pues, el canon del cultivado de las conveniencias y contribuye mucho
gasto honorífico puede influir, de modo inmediato a mitigar el sentido de depravación moral con que
o de modo remoto, en el sentido del deber, el de la se consideran las infracciones cometidas. Hay que no-
belleza, el de la utilidad, el de la conveniencia devota tar también -y ello se acerca más al punto que
o ritual y el sentido científico de la verdad. tratamos- que todos nos inclinamos a condonar
No merece la pena entrar a discutir aquí los díver- un delito contra la propiedad cometido por un hom-
sos puntos o el modo particular en que el canon bre cuando el motivo que le impulsó a cometer aquél
del gasto honorífico se contrapone habitualmente a fue el móvil digno de conseguir los medios para
los cánones de la conducta moral. En las comuní- proporcionar a su mujer y a sus hijos una manera
dades modernas donde el rasgo económico y [urídí- "decente" de vida. Cuando se añade a esto que la
ca dominante de la vida de la comunidad es la mujer ha sido "criada en el regazo del lujo", esa
122 123
circunstancia se acepta como un atenuante adicio- Evidentemente, el canon del derroche ostensible
nal. Es decir, que nos inclinamos a perdonar tal es responsable de gran parte de lo que se puede
delito cuando su finalidad es la aspiración honorí- denominar consumo devoto; como, por ejemplo, el
fica de permitir a la esposa del delincuente practi- de edificios, vestiduras y otros bienes sagrados.
car para él aquella cantidad de consumo vicario de Hasta en esos cultos modernos a cuyas divinidades
tiempo y materia requerido por el patrón de decoro se imputa una predilección por templos no cons-
pecuniario. En tal caso, el hábito de aprobar el truidos por la mano del hombre, los edificios sagra-
grado usual de gasto notorio se contrapone al de dos y otros instrumentos necesarios para el culto
condenar las violaciones de la propiedad, hasta tal se construyen y decoran dando alguna considera-
punto, que a veces llega a ser inseguro si la infrac- ción a un grado de gasto excesivo que pueda servir
ción debe ser considerada como merecedora de en- de acicate a la reputación. Y no se necesita sin~ un
comio o de censura. Ello es particularmente cierto poco de observación o introspección -y cualquiera
cuando la sustracción implica un elemento depre- de las dos puede servir a este objeto- para asegu-
dador o pirático. ramos de que el esplendor costoso de la casa de
Apenas merece la pena continuar tratando aquí adoración tiene un apreciable efecto elevador y dul-
este tema, pero puede no estar desplazada la obser- cificador en la estructura mental del creyente. La
ción de que todo ese cuerpo considerable de normas reflexión sobre el sentido de vergüenza abyecta que
morales que rodea el concepto de la propiedad in- invade a todos los creyentes ante cualquier demos-
violable es, en si mismo, un precipitado psicológico tración de indigencia o miseria de los lugares sa-
del carácter meritorio atribuido tradicionalmente grados, sirve para reforzar la misma apreciación.
a la riqueza. Y debe añadirse que esa riqueza a la Los accesorios de toda observancia devota deben
que se considera sagrada, se valora de modo primor- ser absolutamente irreprochables desde el punto de
dial pensando en la buena reputación que se consi- vista pecuniario. Cualquiera que sea la latitud q';1e
gue mediante su consumo ostensible. se permita a esos acceso~os desde e.l'punto de VIS-
La influencia del decoro pecuniario sobre el espíri- ta estético o el de cualquier otra utilidad que pue·
tu científico o el ansia de conocimientos se ha de dan presentar, esa exigencia es imperatíva.
tratar con algún detalle en un capitulo posterior. Puede también ser oportuno notar aquí que en
Tampoco es necesario decir mucho aquí respecto todas las comunidades, especialmente en aquellas
al sentido del mérito y conveniencia devotos o ri- en que no es muy elevado el patrón de deco~o pecu-
tuales, pues también ha de tratarse ese tema en un niario en materia de habitación, el santuano local
capítulo posterior. Empero, este uso del gasto hono- está más adornado y su arquitectura y decoración
rífico influye mucho en la modelación de los gustos son mucho más ostensiblemente costosos que las
populares acerca de lo correcto y meritorio en mate- moradas de los miembros de la congregación. Es~o
rias sagradas y por ello es necesario señalar la in- es cierto de casi todas las sectas y cultos, tanto crrs-
fluencia del principio del derroche ostensible en algu- tianos como paganos, pero lo es en grado especial
nas de las observancias y creencias devotas vulgares. de los cultos más antiguos y maduros. A la vez, por
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lo general, el santuario contribuye poco o nada a la tos de vida imputados a la divinidad se aproximan
comodidad de los feligreses. En realidad, la estruc- más a los de un potentado patriarcal terrenal -en
tura sagrada no sólo no sirve al bienestar físico de los que se concibe que utiliza personalmente esos
los miembros más que en grado muy ligero en bienes consumibles-o En este último caso, el san-
comparación con sus más humildes moradas, sino tuario y sus accesorios adoptan más elementos de
que todos los hombres que tienen un sentido ade- la forma dada a los bienes destinados al consumo
cuado de la verdad, la belleza y el bien, piden que de un señor o propietario temporal. Por otra parte,
en todos los gastos del santuario falte de modo cuando el aparato sagrado se emplea sólo en el ser-
ostensible todo lo que pudiera servir a la comodidad vicio de la divinidad, es decir, allí donde se consume
de los fieles. Si se admite algún elemento de como- en forma vicaria y en nombre de ella por sus servi-
didad entre los accesorios del santuario, hay que dores, las propiedades sagradas toman el carácter
ocultarlo y enmascararlo escrupulosamente bajo adecuado a los bienes destinados únicamente al con-
una austeridad ostensible. En las iglesias mejor sumo vicario.
reputadas de nuestros días, en las que no se abo- En el último caso, el santuario y el aparato
rra ningún gasto, el principio de austeridad se lle- sagrado están dispuestos de modo que no aumente
va al extremo de hacer que los accesorios del lugar la comodidad o plenitud de vida del consumidor
sean, sobre todo en apariencia, un medio de mortí- vicario, o por lo menos que no dé la impresión de
ficar la carne. Hay pocas personas de gusto deli- que la finalidad de su consumo sea la comodidad
cado por lo que se refiere al consumo devoto a de ese consumidor. Pues el fin del consumo vica-
quienes esta incomodidad austeramente derrocha- rio no es realzar la plenitud de vida del consumidor,
dora no parezca algo intrínsecamente bueno y ade- sino la reputación pecuniaria del amo en cuyo nom-
cuado al lugar. El consumo devoto entra dentro del bre se produce el consumo. Por ende, las vestiduras
consumo vicario. El canon de austeridad devota se sacerdotales son notoriamente costosas, adornadas
basa en la buena reputación pecuniaria del consu- e incómodas; y en los cultos en los que no se con-
mo ostensiblemente derrochador respaldado por el cibe que el servidor sacerdotal de la divinidad sirva
principio de que el consumo vicario no debe llevar a ésta en calidad de consorte, son de un tipo auste-
de modo ostensible a la comodidad del consumidor ro e incómodo, y se siente que deben ser así.
vicario. El principio del derroche no sólo invade el domi-
En todos aquellos cultos en los cuales no se con- nio de los cánones de los servicios rituales estable-
cibe que el santo o divinidad bajo cuya advocación ciendo un patrón devoto de gastos decorosos, sino
está el santuario se halle presente y haga uso per- que afecta también a los métodos tanto como a los
sonal de la propiedad para satisfacer los gustos lu- medios y se apoya tanto en el ocio vicario como en
josos que se le imputan, el santuario y sus acceso- el consumo vicario. La conducta exterior de los
rios tienen algo de esa austeridad. El carácter de sacerdotes se presenta en su mejor forma como
los accesorios sagrados es a este respecto un tanto distanciada, ociosa, perfunctoria y sin contamina-
diferente en aquellos cultos en los cuales los hábi- ción con nada que sugiera un placer sensual. Desde
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luego que esto es cierto en diferentes grados para cución únicamente pro [orma. No debe mostrarse
los diferentes cultos y sectas; pero en la vida sacer- al llevar a cabo las tareas propias del oficio sacer-
dotal de todos los cultos antropomórficos son vi- dotal ninguna agilidad o manipulación que exija
sibles los signos de un consumo vicario de tiempo. destreza que pudieran sugerir en ningún sentido
El mismo canon penetrante del ocio vicario se una capacidad de cambiar de profesión.
encuentra también presente de modo visible en los Evidentemente, en todo lo anterior está implícito
detalles exteriores de las observancias devotas y el supuesto del temperamento, gustos, propensiones
basta con señalarlo para que todos los observadores y hábitos de vida imputados a la divinidad por los
puedan darse cuenta de que existe. Todo ritual adoradores que viven bajo la tradición de esos cá-
presenta una notable tendencia a reducirse a una nones pecuniarios de reputación. Al penetrar pro-
simple repetición de fórmulas. Este desarrollo de fundamente los hábitos mentales de los hombres, el
fórmulas es más visible en los cultos maduros, que principio del derroche ostensible ha tenido las no-
tienen a la vez una vida y porte sacerdotales más ciones de la divinidad que tienen los fieles, así como
austeros, adornados y severos; pero es también per- el concepto de la relación en que se encuentra res-
ceptible en las formas y métodos de adoración de pecto a aquélla el ser humano. Desde luego que
las sectas más nuevas y recientes, cuyos gustos en lo esta difusión de belleza pecuniaria es más patente
que se refiere a sacerdotes, santuarios y vestiduras en los cultos más ingenuos, pero es visible en todas
son menos exigentes. La repetición del servicio (el partes. Todos los pueblos, cualquiera que sea el
término"servicio" lleva anexa una sugestión que es estadio cultural o grado de ilustración en que se
significativa a este respecto) se hace más perfunc- encuentren, se inclinan a contentarse con un grado
toria conforme va ganando el culto en antigüedad sensiblemente escaso de información auténtica acer-
y consistencia y ese carácter perfunctorio de la re- ca de la personalidad y circunstancias habituales de
petición es muy agradable para el gusto devoto sus divinidades. Acuden para ello a la fantasía con
correcto. Y con razón, pues el carácter perfunctorio objeto de enriquecer y llenar la imagen que tienen
sirve para subrayar el hecho de que el señor en de la presencia y modo de vida de la divinidad,
cuyo honor se realiza está situado en una posición imputándole habitualmente aquellos rasgos que cons-
que le exalta por encima de la necesidad vulgar de tituyen su ideal de hombre digno. Y al buscar la
un servicio proficuo por parte de sus servidores. comunión con la divinidad los medios y procedi-
Son servidores que no rinden ningún provecho y mientos de aproximarse a ella se asimilan en lo
ello supone una consecuencia honorífica implícita posible al ideal divino existente en las concepciones
para su señor. Es innecesario señalar la íntima humanas de la época. Se siente que se llega con
analogía existente a este respecto entre el oficio mejor gracia y mayor efecto a la presencia divina
sacerdotal y el de lacayo. Es agradable para nuestro con arreglo a ciertos métodos aceptados y con el
sentido de 10 correcto en estas materias, en cual- acompañamiento de ciertas circunstancias materia-
quier caso, reconocer en el carácter notoriamente les que en el concepto popular son peculiarmente
perfunctorio del servicio que se trata de una eje- conformes a la naturaleza divina. Este ideal popu-
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lannente aceptado de la conducta y accesorios ade- una repetición -improductiva desde el punto de vis-
cuados a tales ocasiones de comunión está modela- ta industrial- de las características y hazañas merí-
do, desde luego, en buena parte, por el sentir popular torias de la divinidad; en tanto que el trasfondo de
acerca de lo que es intrínsecamente digno y beIlo la representación se llena con el brillo de los meta-
en el porte y circunstancias humanos en todas las les preciosos y de las variedades más caras de pie-
ocasiones de trato social solemne. A este respecto, dras preciosas. Sólo en las expresiones más grose-
sería equivocado tratar de analizar la conducta de- ras de la fantasía devota llega a tal extremo la
vota externa refiriendo directa y audazmente todas intrusión de los cánones pecuniarios en los ideales
las pruebas de la presencia de un patrón pecuniario devotos. Se presenta un caso extremo en la imagine-
y de reputación a la norma subyacente de la emula- ría devota de la población negra del sur de los Esta-
ción pecuniaria. Por ello seria también equivocado dos Unidos. Sus pintores verbales son incapaces
atribuir a la divinidad, tal como se la concibe popu- de descender a nada más barato que el oro; de modo
larmente, una preocupación celosa por su situación que en este caso la insistencia en la belleza pecu-
pecuniaria y un hábito de evitar y condenar las niaria da un efecto amarillo tan llamativo que sería
situaciones y circunstancias de escasez por el solo intolerable para un gusto más sobrio. Sin embargo,
hecho de que en el aspecto pecuniario ocupen un probablemente no existe ningún culto en el que
grado inferior. no se hayan utilizado los ideales del mérito 'pec~·
Y, sin embargo, una vez que se han hecho todas niario para completar los ideales de conveniencia
esas reservas, resulta que los cánones que regulan ceremonial que guían la concepción de los hombres
la reputación pecuniaria afectan, directa o indirecta- acerca de lo correcto en materia de aparato sagrado.
mente, de modo material a nuestras nociones acerca De modo semejante se siente -y se actúa a base
de los atributos de la divinidad, así como a nuestras de ese sentimiento- que los servidores sacerdota-
nociones respecto a cuáles sean la manera y círcuns- les de la divinidad no deben ocuparse de trabajos
tancias adecuadas y correctas para la comunión di- industrialmente productivos; que el trabajo de cual-
vina. Se siente que la divinidad tiene que ostentar quier especie que sea -toda ocupación que sea de
un hábito de vida especialmente sereno y ocioso. Y utilidad tangible desde el punto de vista humano-
dondequiera que la imaginería poética pinta la mo- no se debe realizar en presencia divina ni dentro
rada de la divinidad con la intención de edificar o del recinto del santuario; que todo lo que llegue a
atraerse a la fantasía devota, el devoto pintor verbal esa presencia debe estar limpio, en su persona y en
coloca ante la imaginación de sus oyentes un trono su apariencia, de toda característica industrial pro-
con profusión de insignias de opulencia y poder y fana y que debe vestirse con ornamentos de un costo
lo rodea de un gran número de servidores. La forma mayor que el empleado en las ocupaciones cotidia-
corriente de tales representaciones de las moradas nas; que en los días consagrados en honor de !a
celestes coloca las funciones de este cuerpo de sir- divinidad o dedicados a la comunión con ella, nadie
vientes en una situación de ocio vicario, pues su debe realizar ningún trabajo que tenga utilidad des-
tiempo y esfuerzo se emplean en gran medida en de el punto de vista humano. Hasta los seglares
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-súbditos más alejados de la divinidad- deben se aduce la objeción de que, considerando la cues-
prestar un ocio vicario en la proporción de un dia tión desde este punto de vista, no se toma en cuenta
de cada siete. uno de los usos principales, si no el principal, de la
En todas estas manifestaciones del sentido inge- cuchara más costosa; la cuchara labrada a mano
nuo de los hombres acerca de 10 que es adecuado agrada a nuestro gusto, a nuestro sentido de lo bello,
y correcto en la observancia devota y en las relacio- en tanto que la hecha a máquina y de un metal
nes con la divinidad se ve claramente la presencia bajo no tiene ninguna función útil aparte de su
eficaz de los cánones pecuniarios que regulan la eficacia bruta. Los hechos alegados en la objeción
reputación, tanto si esos cánones producen efecto son, sin duda, ciertos, pero si se reflexiona, será
sobre el juicio devoto de modo inmediato como si evidente que la objeción es más aparente que real.
sólo lo producen indirectamente. Resulta: 1) que en tanto que los diferentes materia-
Esos cánones reguladores de la reputación han les de que están hechas las dos cucharas, poseen
tenido un efecto semejante, pero de mucho mayor belleza y utilidad para el fin a que se destinan, el
alcance y determinable de un modo mucho más material de la cuchara labrada a mano tiene un
específico, sobre el sentido popular de la belleza valor superior unas cien veces al del metal bajo,
y la utilidad existentes en los bienes consumibles. sin superar en gran medida al último por su belle-
Las exigencias del decoro pecuniario han influido, za intrínseca de textura o color y sin ser superior
de modo muy apreciable, en el sentido de la belleza en grado apreciable por lo que se refiere a su uti-
y la utilidad de los artículos de uso por el hecho de lidad mecánica; 2) que si un examen detallado
ser ostensiblemente costosos; se siente que sirven mostrase que la supuesta cuchara labrada a mano
en la proporción en que son costosos y están mal no era en realidad sino una imitación habilísima de
adaptados a su uso ostensible. los articulos labrados a mano, pero una Imitación
La utilidad de los artículos valorados por su belle- tan bien hecha que diera la misma impresión de
za tiene una dependencia muy íntima de su carácter línea y superficie salvo en el caso de un examen
costoso. Un ejemplo vulgar pondrá de manifiesto minucioso realizado por un ojo experto, la utilidad
esa dependencia. Una cuchara de plata labrada a del artículo, incluyendo el grado que deriva el Usua-
mano, de un valor comercial que oscila entre diez rio de su contemplación como objeto de belleza,
y veinte dólares, no es de ordinario más útil -en bajaría inmediatamente en un 80 o 90 por ciento
el primer sentido de la palabra- que una cuchara y acaso más; 3) si las dos cucharas son para un
del mismo material hecha a máquina. Puede incluso observador relativamente atento, de apariencia casi
no ser más útil que una cuchara fabricada a má- idéntica que sólo el menor peso del artículo espurio
quina de algún metal "bajo", tal como el aluminio, el denuncia su falta de autenticidad, esa identidad de
valor de la cual no pueda ser mayor de diez a veinte forma y color apenas añadirá al valor de la cuchara
centavos de dólar. Por lo general, el primero de esos hecha a máquina ni realzará de modo apreciable
utensilios es, en realidad, menos eficaz para su fina- la satisfacción del "sentimiento de belleza" del usua-
Udad ostensible que el segundo. Inmediatamente rio al contemplarla, mientras la cuchara más barata
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no sea una novedad y mientras pueda conseguirse las obras de arte que tienen una alta valoración son
a bajo costo. intrínsecamente bellas, aunque con frecuencia esto
El ejemplo de las cucharas es típico. Por lo gene- no pueda afirmarse sin alguna salvedad importan-
ral, la superior satisfacción que deriva del uso y te; lo mismo puede decirse de algunos de los mate-
contemplación de productos costosos y a los que se riales empleados en el vestido, de algunos paisajes
supone bellos es, en gran parte, una satisfacción y, en menor grado, de muchas otras cosas. A no ser
de nuestro sentido de lo caro, que se disfraza bajo por la belleza intrínseca que poseen esos objetos,
el nombre de belleza. Nuestro mayor aprecio del sería difícil que hubieran llegado a ser tan codi-
articulo superior es con mucha mayor frecuencia ciados como lo son, o a ser objetos de orgullo para
un aprecio de su superior carácter honorífico que sus poseedores y usuarios, que los monopolizan;
una apreciación ingenua de su belleza. La exigencia pero, por lo común, la utilidad de estas cosas para
de que las cosas sean ostensiblemente caras no el poseedor se debe menos a su belleza intrínseca
figura, por lo común, de modo consciente en nues- que al honor que confieren o a la censura que evitan
tros cánones de gusto, pero, a pesar de ello, no deja su posesión y consumo.
de estar presente como norma coactiva que mode- Dejando aparte su utilidad en otros aspectos, eso.s
la en forma selectiva y sostiene nuestro sentido objetos son bellos y tienen en cuanto tales una utí-
de lo bello y guía nuestra discriminación acerca de lo lidad; son valiosos en ese aspecto y si son suscepti-
que puede y lo que no puede ser legítimamente apro- bles de aprobación o monopolio; son, en conse-
bado como bello. cuencia, codiciados como bienes valiosos y su goce
Es en este punto donde se encuentran y funden exclusivo satisface el sentimiento de superioridad
lo bello y lo honorífico, donde más difícil resulta pecuniaria del poseedor a la vez que su contempla-
hacer una discriminación entre utilidad y derroche ción satisface su sentido de la belleza. Pero la
en cada caso concreto. Ocurre con frecuencia que un belleza de esos objetos en el sentido ingenuo de
articulo que sirve a la finalidad honorífica del derro- la palabra es más bi~n la ocasión que el ~nd~~en­
che ostensible es, a la vez, un objeto bello; y la to de su monopolización o su valor comercial. SIen-
misma aplicación de trabajo a la que debe su uti- do, como es, grande la belleza sensual de las ge-
lidad para la primera de esas finalidades puede con- mas su rareza y precio les añade una distinción que
tribuir -y a menudo lo hace-s- a dar belleza de ,
no tendrían nunca si fuesen baratas. " E n 1a mayo-
forma y color al artículo. El problema se complica ría de los casos que entran en este epígrafe hay, en
más por el hecho de que muchos objetos como, por realidad, relativamente pocos incentivos para la po-
ejemplo, las piedras y metales preciosos y algunos sesión y uso exclusivos de esas cosas bellas, salvo
otros materiales empleados para adorno y decora- por lo que se refiere a su carácter honorífico en
ción, deben su utilidad como artículo de gasto os- cuanto artículos de gasto ostensible. La mayor parte
tensible a una utilidad antecedente como objetos de de los objetos de esta clase general, con la excep-
belleza. Por ejemplo, el oro tiene un alto grado ción parcial de los artículos de adorno personal,
de belleza sensual; muchas, si no la mayor parte, de servirían igualmente bien a cualquier otra finalidad
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distinta de la hanorifica tanto si las poseyera la humano son aceptables por el momento en materia
persona que las contempla como en caso contrario; de vestido; y las infracciones del código ofenden
e incluso por lo que se refiere a los adornos perso- nuestro gusto y se las supone desviaciones de la
nales, hay que añadir que su propósito fundamental verdad estética. La aprobación con que considera-
es dar brillo a la persona de su portador (o dueño) mos el vestir a la moda no puede explicarse de modo
en comparación con otras personas que -se ven obli- alguno como pura ficción. Estamos dispuestos con
gadas a pasarse sin ellos. La utilidad estética de los facilidad, y casi siempre con sinceridad total, a consi-
objetos de belleza no se ve realzada en gran medida derar agradables las cosas que están de moda. Por
ni universalmente por la posesión ejemplo, en momentos en que la moda consiste en
La generalización que nos permite hacer lo hasta articulas bien acabados y de colores poco vivos,
ahora dicho es la de que todo objeto valioso tiene consideramos ofensivas para el buen gusto las telas
que conformarse, para atraer nuestro sentido de la vistosas y los efectos de color demasíado pronun-
belleza, a las exigencias de la belleza y a las del ciados. Un sombrero de fantasía modelo de este año
costo elevado. Pero esto no es todo. Por encima atrae nuestra sensibilidad de hoy con mucho más
de ello el canon de lo costoso afecta también a vigor que un sombrero, también de fantasía, de un
nuestros gustos de tal modo que mezcla inextricable- modelo del año pasado; aunque creo que visto con
mente en nuestra estimación las marcas distintivas la perspectiva de un cuarto de siglo, seria dificilí-
del costo elevado con las características bellas del simo dar a una u otra de tales estructuras la palma
objeto y subsume el efecto resultante bajo el epí- de la belleza intrínseca. Hay que notar también
grafe simple de apreciación de la belleza. Los signos que, considerada simplemente en su yuxtaposición
de lo costoso pasan a ser aceptados como caracte- física con la forma humana, la buena presentación,
rísticas bellas de los artículos caros. Son agradables el brillo perfecto de un sombrero de copa o un za-
en cuanto signos distintivos de su carácter costoso pato de charol no tiene mayor belleza intrínseca
y honorífico, y el placer que proporcionan por este que un brillo equivalente en una manga gastada por
motivo se funde con el que proporcionan la belleza el uso y, sin embargo, no se discute que todas las
de forma y color del objeto; de tal modo que deci- personas bien educadas (en las comunidades perte-
mos a veces de un artículo de adorno que es "verda- necientes a la civilización occidental) se aferran de
deramente encantador" en ocasiones en que un modo instintivo al uno como fenómeno de gran be-
análisis del valor estético del artículo casi no daría lleza y repudian el otro como ofensivo para cual-
motivos para afirmar, sino que es honorífico desde quiera de los sentidos a los que pueda intentar
el punto de vista pecuniario. agradar. Es extremadamente dudoso que se pudiese
Esta mezcla y confusión de Jos elementos del costo inducir a nadie a utilizar un artefacto tal como el
y la belleza tienen, acaso, su mejor ejemplo en los sombrero de copa usado en la sociedad civilizada
artículos de vestir y de mobiliario doméstico. El como no fuera por algun motivo poderoso fundado
código que regula la reputación decide qué formas, en motivos no estéticos.
colores, materiales y efectos generales del adorno Mediante la ulterior habituación a una percepción
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favorable de los signos de elevado costo que presen- ciones que pueden explicarse por otros motivos, esas
tan las mercancías y la identificación habitual de tradiciones están determinadas con mayor o menor
la belleza con 10 conducente a la reputación se lle- rigidez por el plan pecuniario de vida de la clase.
ga al hecho de que un artículo bello que no es La vida cotidiana aporta muchos ejemplos curio-
costoso no se considera como bello. Así ha ocurrido, sos de la forma en que varía de clase a clase el
por ejemplo, que algunas flores bellas han pasado código de belleza pecuniaria de los artículos de uso,
convencionalmente por hierbas parásitas; otras que así como del modo en que el sentido convencional
pueden ser cultivadas con relativa facilidad son de la belleza se aparta del sentido no guiado por
aceptadas y admiradas por la clase media inferior las exigencias de la reputación pecuniaria. Tal, por
que no puede permitirse lujos más costosos de este ejemplo, el césped o el tupido jardín o parque
tipo; pero esas variedades son rechazadas como que atrae de modo tan natural el gusto de los pue-
vulgares por quienes son más capaces de pagar flo- blos occidentales. Parece agradar especialmente a
res costosas y han sido educados para apreciar una los gustos de las clases acomodadas en aquellas
tabla superior de belleza pecuniaria en productos comunidades en las que predomina en grado apre-
de floricultura; en tanto que otras flores, que no ciable el elemento dólico-rubio. El césped tiene in-
tienen una belleza intrínseca mayor que éstas, se discutiblemente un elemento de belleza sensual en
cultivan a elevado costo y suscitan mucha admira- cuanto objeto de apercepción y como tal agrada
ción de los amantes de las plantas, cuyos gustos han sin duda, de modo muy directo, a los ojos de casi
madurado bajo la guía crítica de un medio educado, todas las razas y clases, pero es, acaso, más indiscu-
La misma variación en cuestión de gusto de una tiblemente bello a los ojos de los dólico-rubios que
clase social a otra se ve también por 10 que se refiere a los de la mayor parte de las demás variedades
a otras muchas clases de bienes de consumo, como de hombres. El hecho de que ese elemento étníco
ocurre, por ejemplo, con los muebles, casas, parques tenga un mayor aprecio que los demás elementos
y jardines. Esa diversidad de conceptos respecto a de la población por una franja de césped, coincide
10 que sea bello en esas distintas clases de bienes con otras características del temperamento dólico-
no es una diversidad de la norma con arreglo a la rubio que indican que ese elemento racial fue anta-
cual opera el sentido ingenuo de la belleza. No es ño, durante largo tiempo, un pueblo pastor que
una diferencia constitucional de dotes estéticas, habitaba una región de clima húmedo. El césped
sino una diferencia en el código de reputación la tupido es bello a los ojos de un pueblo cuya tenden-
que especifica qué objetos caben adecuadamente cia heredada le inclina fácilmente a encontrar placer
dentro del ámbito del consumo honorífico para la en la contemplación de un prado bien cuidado.
clase a que pertenece el crítico. Es una diferencia Desde el punto de vista estético, el césped es
en las tradiciones convencionales relativas a las cla- pasto de vacas y hoy día en algunos casos --cuando
ses de cosas que pueden consumirse, en calidad de lo costoso de las circunstancias que la acompañan
objetos de gusto y arte, sin descrédito para el con- excluye toda imputación de industria- se rehabilita
sumidor. Haciendo cierta salvedad para las varia- el idilio de los dólíco-rubíos con la introducción
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de una vaca en un prado o parque privado. En tales apreciación popular media, un rebaño sugiere de
casos la vaca empleada es, por lo general, de una modo tan directo economía y utilidad que su pre-
raza cara. La sugestión vulgar de baratura que es sencia en el parque público sería considerada como
casi inseparable de la vaca, es una objeción perma- intolerablemente barata. Este método de conservar
nente que impide el empleo de este animal con fines los parques es relativamente poco costoso y como
decorativos; por ello hay que evitar el uso de la tal se le considera indecoroso.
vaca como objeto de gusto en todos los casos, salvo Del mismo tenor general es otra característica
en aquellos en que unos alrededores lujosos niegan de los parques públicos. Hay en ellos una estudiada
esa sugestión. Allí donde es demasiado fuerte para exhibición de lo costoso de su mantenimiento junto
que se pueda suprimir la predilección por algún con una ficción de simplicidad y de utilidad franca.
animal herbívoro, para crear la sugestión del prado, Dondequiera que los parques privados están admí-
se da con frecuencia el puesto de la vaca a algún nistrados o poseídos por personas cuyos gustos se
sustituto más o menos inadecuado, tal como un han formado bajo la influencia de hábitos de vida
ciervo, un antílope o algún animal exótico. Aunque correspondientes a la clase media o de tradiciones
a los ojos pastoriles del hombre occidental esos de la clase alta no posteriores a la infancia de la
sustitutos son menos bellos que la vaca, se les pre- generación que hoy se está extinguiendo, muestran
fiere en tales casos a causa de que son más costosos también la misma fisonomía. Los parques que se
o fútiles y. en consecuencia, aumentan más la re- conforman a los gustos educados de la clase alta
putación. No son vulgarmente lucrativos ni en la actual no muestran ya esas características en un
realidad ni por sugestión. grado tan notorio. La razón de esa diferencia de gus-
Los parques públicos entran, desde luego, en la tos entre la generación pasada de la clase educada
misma categoría que el césped; también son imita- y la que se está formando, reside en el cambio de
ciones del pasto. La mejor manera de mantener tal la situación económica. Es perceptible en otros as-
parque es, desde luego, tener animales que pasten pectos una diferencia semejante del mismo modo
en él y el ganado sobre la hierba constituye de que lo es en los ideales aceptados de parques y
por sí una adición importante a la belleza de la jardines. En los Estados Unidos, como en la mayor
cosa, como sabe, sin necesidad de insistir en ello, parte de los otros países de Occidente, hasta hace
cualquiera que haya visto alguna vez un prado bien medio siglo sólo una pequeña proporción de la
cuidado. Pero merece la pena de notar, como expre- población tenía la riqueza que le pudiera eximir
sión del elemento pecuniario en el gusto popular, de la economía. Debido a los imperfectos medios de
que rara vez se recurre a tal método para conservar comunicación, esa pequeña parte estaba diseminada
los parques públicos. Lo más que hacen trabajado- y sus componentes no tenían contacto efectivo en-
res expertos, bajo la vigilancia de un jardinero como tre sí. No había base para que se formase un gusto
petente, es una imitación, más o menos cercana, de que no tuviera en cuenta lo costoso de los medios
un prado, pero el resultado es siempre un tanto de satisfacerlo. La rebelión del gusto de los bien
inferior al efecto artístico del prado. Pero en la educados contra la economía vulgar no tenía freo
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nos. Dondequiera que se pudiera mostrar esporá- firmeza. Rara vez deja por entero de ser afectada,
dicamente el sentido ingenuo de la belleza aprobando y a veces se transforma por matices imperceptibles,
unos alrededores baratos o económicos, le faltaba la produciendo algo no muy distinto de las apariencias
"confirmación social" que sólo puede dar un grupo de rusticidad a las que nos hemos referido más
considerable de personas de mentalidad análoga. No arriba.
había, por ende, una opinión eficaz de la clase supe- Todavía en los gustos de la clase media se da al-
rior capaz de dar de lado las muestras de posible guna inclinación hacia ciertas invenciones desear-
baratura en el mantenimiento de los parques; y, por nadamente útiles que sugieren de modo destacado
consiguiente, no había una divergencia apreciable un uso inmediato y derrochador; pero se mantiene
entre el ideal de la clase ociosa y el de la clase media bien enfrenado bajo el dominio inquebrantable del
inferior respecto a la fisonomía de los jardines. canon que impone la futilidad exigida por la buena
Ambas clases construían igualmente sus ideales te- reputación. En consecuencia, elabora una serie de
niendo ante sus ojos el miedo a la pérdida de repu- procedimíentos y medios de enmascarar la utilidad
tación pecuniaria. -artificios tales como vallas rústicas, puentes, cena-
Hoy está comenzando a aparecer una divergencia dores, pabellones y otros elementos decorativos-.
de ideales. La parte de la clase ociosa que ha estado La verja de fundición rústica y la escalera o los
exenta del trabajo y los cuidados pecuniarios duran- senderos llenos de revueltas trazados sobre un te-
te una generación o más es hoy suficientemente rreno nivelado expresan esta afectación de utilidad
grande para poder formar y sostener una opinión en lo que constituye acaso su mayor alejamiento de
en materia de gusto. El aumento de movilidad de los impulsos primeros del sentido de belleza eco-
sus míembros ha aumentado también la facilidad nómica.
con que puede lograrse una "confirmación social" La clase ociosa selecta ha superado, al menos
dentro de la clase. Dentro de esta clase selecta la en algunos puntos, el uso de estas variantes seudo-
exención de la economía es algo que se da por he- útiles de belleza pecuniaria. Pero el gusto de los
cho, en tal grado que ha perdido gran parte de su recién llegados a la clase ociosa propiamente dicha
utilidad como base del decoro pecuniario. Por tanto, y el de las clases media e inferior, necesita aún una
los cánones de gusto de la clase superior en los belleza pecuniaria que sirva de complemento a la
tiempos recientes no subrayan de modo tan siste- estética, incluso en aquellos objetos que son admí-
mático la necesidad de hacer una constante demos- radas de modo primordial por la belleza que les
tración de un costo elevado y de excluir de modo corresponde en cuanto productos naturales.
estricto toda apariencia de economía. Así aparece, Podemos ver el gusto popular en esas materias
en esos niveles sociales e intelectuales superiores, en el alto aprecio de que goza el trabajo de [ardí-
una predilección por lo rústico y lo "natural" en neria y los macizos de flores de los jardines públi-
parques y jardines. Esa predilección es en gran cos. Acaso sea un ejemplo igualmente bueno de
parte excrecencia del instinto del trabajo eficaz y este predominio que tiene la belleza pecuniaria so-
elabora sus resultados con grados muy diversos de bre la estética en los gustos de la clase media, la
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reconstrucción de los terrenos ocupados últimamen- para hacer sitio donde plantar estacas de arces,
te por la Exposición Colombina. Los datos de que álamos y sauces. Se cree que lo barato de dejar en
disponemos muestran que la exigencia de que una pie los árboles del bosque rebajaría la dignidad
cosa sea costosa para proporcionar reputación, está de que debe estar investido un artículo que intenta
aún en pleno vigor incluso allí donde se evita todo servir para un fin decorativo y honorífico.
derroche ostensible. Los efectos artísticos consegui- El mismo hecho de que el gusto se guía con gran
dos en ese trabajo de reconstrucción difieren mucho frecuencia por criterios de reputación pecuniaria
de los que habría podido conseguir en los mismos puede observarse en los cánones que predomínan
terrenos una persona no guiada por cánones de para juzgar la belleza de los animales. Ya se ha
gusto de carácter pecuniario. Y aun la clase mejor hablado del papel desempeñado por este canon de
de la población de la ciudad contempla el progre- gusto en la atribución a la vaca de su lugar en la esca-
so de los trabajos con una aprobación sin reservas la estética popular. Algo parecido puede decirse de
que hace pensar que en este caso es muy poca O los demás animales domésticos, en la medida en que
ninguna la discrepancia entre los. gust~lS de; la clase tienen alguna utilidad industrial apreciable para la
superior y los de las clases media e mfenor de la comunidad -como, por ejemplo, las aves de corral,
ciudad. El sentido de la belleza en la población los cerdos, el ganado mayor, las ovejas, cabras y
de esta ciudad representativa de la cultura pecu- caballos de tiro-. Son por naturaleza bienes pro-
niaria avanzada pone gran cuidado en no desviarse ductivos que sirven a una finalidad útil y a veces
de su gran principio cultural del derroche osten- lucrativa; por ello, no se les imputa fácilmente
sible. la característica de bellos. No ocurre lo mismo con
El amor a la naturaleza, tomado acaso de un aquellos animales domésticos que no sirven, por lo
código de gustos de la clase superior, se expresa a general, a ningún fin industrial, tal como las pa-
veces, bajo la guia de ese canon de belleza pecu- lomas, loros y otros pájaros a los que se tiene enjau-
niaria, en formas inesperadas, y conduce a resulta- lados, gatos, perros y caballos veloces. Por lo co-
dos que pueden parecer incongruentes a un espec- mún, son artículos de consumo ostensible y, en
tador poco reflexivo. Por ejemplo, la tan difundida consecuencia, son por naturaleza honoríficos y pue-
práctica de plantar árboles en las áreas despobla- den ser considerados legítimamente como bellos.
das de los Estados Unidos se ha trasladado a las áreas Las clases altas admiran convencionalmente esta
forestales como forma de gasto honorífico; de tal clase de animales, en tanto que las clases pecunia-
modo que no es en modo alguno desusado que un riamente inferiores -y la minoría selecta de la
pueblo o un granjero del área forestal tale los árbo- clase ociosa para la que el canon de apartamiento
les originarios y los reemplace inmediatamente en el riguroso de la economía está, en cierta medida, en
patio de la granja o las calles del pueblo por esta- desuso-- encuentran belleza tanto en una como
cas de ciertas variedades exógenas. Se tala, por en otra clase de animales, sin trazar una línea ta-
ejemplo, un trozo de bosque de robles, olmos, hayas, jante de demarcación pecuniaria entre lo bello y
nogales blancos, abetos, tilos americanos o abedules lo feo.
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Por lo que se refiere a aquellos animales domés- más equívoco. Es el más sucio y el de peores cos-
ticos que son honoríficos y a los que se considera tumbres de todos los animales domésticos. Compen-
como bellos, hay una base subsidiaria de mérito sa esto con una actitud servil y aduladora hacia su
de la que debe hablarse. Aparte de los pájaros que amo y una gran inclinación a dañar y molestar al
pertenecen a la clase honorífica de los animales resto del mundo. Así, pues, el perro se recomienda
domésticos y que deben el lugar que ocupan en a nuestro favor porque nos permite ejercitar nues-
esta clase únicamente a su carácter no-lucrativo, tra inclinación al dominio, y como es también un
los animales que merecen especial atención son los artículo costoso elevado y no sirve por lo común a
gatos, perros y caballos veloces. El gato da menos ninguna finalidad industrial, ocupa en el concepto
reputación que los otros dos, porque es menos cos- del hombre un lugar firme en cuanto objeto de bue-
toso; hasta puede servir para una finalidad útil. na reputación. A la vez, el perro está asociado en
A la vez, el modo de ser del gato no le hace apto nuestra imaginación con la caza -empleo meritorio
para la finalidad honorífica. Vive con el hombre y expresión del impulso depredador honorable.
en plan de igualdad, no conoce nada de esa rela- Situado en esta posición ventajosa, cualquier be-
ción de status que constituye la base antigua de lleza de forma y movimiento y cualesquiera rasgos
todas las distinciones de valor, honor y reputación mentales encomiables que pueda poseer son conven-
y no se presta fácilmente a una comparación valo- cionalmente reconocidos y engrandecidos. Y hasta
rativa entre su dueño y los vecinos de éste. La aquellas variedades de perro que han sido resultado
excepción a esta última regla se presenta en el caso de esfuerzos por producir una deformidad grotesca.
de productos raros y de fantasía como los gatos de se consideran por muchas personas como bellas y ese
Angora, que tienen un ligero valor honorífico moti· juicio se formula con entera buena fe. Hasta cierto
vado por lo costosos que son, y a los que correspon- punto, esas variedades de perros -y lo mismo vale
de, en consecuencia, alguna pretensión de belleza de otros animales de fantasía- son consideradas
basada en criterios pecuniarios. y graduadas como de valor estético en proporción
El perro tiene ventajas por lo que hace a su falta al grado de inestabilidad que presentan y a lo gro-
de utilidad y a sus dotes especiales de temperamen- tesco del modo particular que haya tomado en cada
to. Se habla con frecuencia de él como del amigo caso la deformidad. Para la finalidad de que nos
del hombre por antonomasia y se elogia su ínteli- ocupamos esa utilidad diferencial a base de lo gro-
gencia y su fidelidad. Ello significa que el perro tesco e inestable de la estructura es reducible a
es servidor del hombre y que tiene el dón de un términos de una mayor escasez y el gasto consi-
sometimiento sin titubeos, y una rapidez de esclavo guiente. El valor comercial de las monstruosidades
para adivinar el estado de ánimo de su dueño. Junto caninas, tales como los estilos dominantes de perros
con estos rasgos que le capacitan para la relación favoritos tanto para el caballero como para la dama,
de status -y que por 'el momento vamos a calificar, se basa en su alto costo de producción, y el valor
para nuestro propósito actual, de rasgos útiles- que ofrecen para sus propietarios consiste, sobre
el perro tiene características de un valor estético todo, en su utilidad como artículo de consumo os-
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tensible. Se les imputa, indirectamente, un valor cialmente útil a su duefio. La utilidad del caballo
social como reflejo de su costo honorifico; y así, veloz consiste en gran parte en su eficacia como
mediante una fácil sustitución de palabras e ideas, medio de emulación; el ver que el propio caballo
llegan a ser admirados y considerados como bellos. supera al del vecino, satisface al sentido de agresión
También sirve para aumentar la reputación del due- y dominio del dueño. Este uso no es lucrativo, sino
ño cualquier cuidado que se dé a esos animales en conjunto, claramente derrochador y, por ello,
que no son, en ningún sentido, útiles ni provecho- honorífico de modo ostensible, y da, por tanto, al
sos; y como el hábito de cuidarlos no se considera caballo veloz una fuerte presunción de que su pose-
censurable, puede llegar a convertirse en un afecto sión hace merecer una buena reputación. Aparte
habitual de gran tenacidad y del más benévolo ca- de esto, el caballo de carreras propiamente dicho
rácter. Así, pues, en el afecto tributado a los ani- tiene también una utilidad no-industrial, pero hono-
males favoritos se encuentra presente, en forma más rífica, como medio de juego y apuesta.
o menos remota, el canon de lo costoso, como El caballo veloz es, pues, afortunado desde el
norma que guía y modela el sentimiento y la selec- punto de vista estético, ya que el canon de la buena
ción del objeto. Lo mismo vale, como se notará en reputación pecuniaria hace legítimo el libre aprecio
seguida, con respecto al afecto tributado a las per- de cualquier belleza o utilidad que pueda poseer.
sonas; aunque la forma como actúa en este caso Sus pretensiones tienen la sanción del principio de
la norma es algo distinta. derroche ostensible y el apoyo de la actitud depre-
Lo que ocurre con los caballos veloces se parece dadora del dominio y la emulación. El caballo es,
mucho a lo que ocurre con los perros. El caballo además, un animal bello, aunque el caballo de carre-
es, en general, costoso o supone un derroche que ras no lo sea en grado especial para el gusto ingenuo
para fines industriales es inútil. Cualquier uso pro- de las personas que no pertenecen a la clase de los
ductivo que pueda tener, en el sentido de elevar aficionados a los caballos de carreras ni a la clase
el bienestar de la comunidad o hacer más fácil el cuyo sentido de la belleza no está sometido a la
modo de vida de los hombres, toma la forma de coacción moral del aprecio de los aficionados a los
exhibiciones de fuerza y facilidad de movimiento caballos de carreras. Para quienes tienen ese gusto
que agradan el sentido estético popular. Desde lue- ingenuo, la variedad más bella de caballo parece
go, ésta es una utilidad importante. El caballo no ser una forma que ha sufrido alteraciones menos
está dotado de la misma medida que el perro de la radicales que las experimentadas por el caballo de
actitud mental de dependencia servil; pero sirve carreras bajo la selección hecha por los criadores.
eficazmente al impulso de su amo de convertir Sin embargo, cuando un escritor u orador -espe-
las fuerzas "animadas" del medio en cosas que cialmente de aquellos cuya elocuencia está más llena
emplea a discreción, expresando con ello su propia de lugares comunes- quiere dar, con fines retóricos
individualidad dominante. El caballo veloz es, por un ejemplo de la gracia y utilidad de los animales,
lo menos de modo potencial, un caballo de carre- recurre, por lo general, al caballo y también, gene-
ras, de grado superior o inferior; como tal, es espe- ralmente, afirma de modo que no deja lugar a
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dudas, que en lo que está pensando es en el caballo de tal modo que la postura ecuestre, la silla de
de carreras. montar y el paso correctos o considerados como
Hay que hacer notar que en la apreciación grao bellos porque sirven a la buena reputación, se de-
duada de las variedades de caballos y perros, tal ciden también por el uso inglés. Para mostrar
como la que encontramos entre personas de gustos cuán fortuitas pueden ser a veces las circunstancias
moderadamente cultivados en estas materias, se que decidan qué sea lo decoroso y conveniente
puede percibir también otra influencia más directa bajo el canon pecuniario de belleza y qué lo repro-
de los cánones reguladores de la reputación pro- bable, hay que notar que esa silla inglesa y el paso
pios de la clase ociosa. Por ejemplo, en los Estados peculiarmente penoso que ha hecho necesario una
Unidos los gustos de la clase ociosa están formados silla incómoda son una supervivencia de la época
en cierta medida sobre los usos y hábitos que en que las carreteras inglesas eran tan malas y tan
prevalecen o que se cree prevalecen en la clase llenas de cieno y barro que eran virtualmente in-
ociosa de la Gran Bretaña. Esto es menos cierto transitables para un caballo que anduviese COl. un
de los perros que de los caballos. En los caballos, paso más cómodo; de tal modo que una persona
y de modo más especial en los de silla -que son que tenga en lo que se refiere a la equitación los
los que sirven mejor a la finalidad de la exhibición gustos considerados hoy como decorosos, cabalga
costosa simple-, se considera en términos genera- un caballote gordo, de cola recortada, en postura
les que un caballo es más bello en la proporción incómoda y con un paso penoso porque los caminos
en que es más inglés; ya que la clase ociosa inglesa ingleses eran durante gran parte del siglo XVIII in-
es, por lo que hace a los usos bien reputados, la cla- transitables para un caballo que anduviese con un
se ociosa superior de los Estados Unidos y, por ende, paso más natural o para un animal hecho para mo-
el ejemplo por el que se guían los grados inferiores. verse con facilidad en el suelo firme y abierto donde
Este mimetismo de los métodos de la apercepción el caballo es indígena.
de belleza y la formación de juicios de gusto, no Pero no sólo en relación con los bienes consumí-
tiene que producir necesariamente una predilección bIes -incluyendo los animales domésticos- se han
espuria, o por lo menos una predilección hipócrita teñido los cánones de gusto por los cánones que
o afectada. La predilección es un juicio de gusto regulan la reputación pecuniaria. Puede decirse algo
tan serio y tan importante cuando descansa en esta parecido por lo que hace a la belleza de las perso-
base, como cuando se apoya en cualquier otra; la nas. Para evitar todo lo que pueda ser motivo de
diferencia es que este gusto es un gusto por lo que controversia, no voy a dar, a este respecto, ningún
se considera como correcto con arreglo a las nor- peso a la predilección popular que puede haber por
mas que regulan la reputación, no por lo estética- la presencia solemne y el porte dignificado (ocioso)
mente bello. que la tradición vulgar asocia en los hombres ma-
Podría decirse que el mimetismo se extiende más duros con la opulencia. Esos rasgos son aceptados,
allá del simple sentido de la belleza en la carne de en cierta medida, como elementos de belleza feme-
caballo. Incluye también los arreos y la equitación, nina que caen dentro de este epígrafe y que tienen
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un carácter tan concreto y específico que admiten un modernas; pero hay que decir que ha conservado
estudio detallado. Es casi una regla que en las co- su influencia de modo más firme en aquellas co-
munidades que se encuentran en el estadio de des. munidades modernas menos avanzadas en punto a
arrollo económico en el que la clase superior valora desarrollo económico y civil y que muestran super-
a las mujeres en relación con sus servicios, el ideal vivencias más considerables del status y las insti-
de belleza femenina es una mujer robusta y memo tuciones depredadoras. Es decir, que el ideal ca-
bruda. La base de apreciación es la estructura coro balleresco se conserva mejor en las comunidades
poral, en tanto que se da un valor secundario a la contemporáneas que son, en esencia, menos moder-
conformación de la cara. Las doncellas de los nas. Las supervivencias de ese ideal romántico o
poemas homéricos constituyen un ejemplo bien sentimental son muy frecuentes en los gustos de
conocido de ese ideal de la cultura depredadora las clases acomodadas de los países del continente
temprana. europeo.
Ese ideal sufre un cambio en el desarrollo poste. En las comunidades modernas que han alcanzado
rior, cuando en el esquema convencional la ocupa- los niveles superiores de desarrollo industrial, la
ción de la esposa en la clase alta pasa a ser simple- clase ociosa superior ha acumulado una masa tan
mente el ocio vicario. El ideal incluye entonces las grande de riqueza que ha colocado a sus mujeres
características que se supone resultan de una vida por encima de toda imputación de trabajo vulgar-
de ocio impuesta con toda firmeza. El ideal acepo mente productivo. El status de consumidoras víca-
tado en estas circunstancias es el que podemos rias que ocupan las mujeres ha comenzado a perder
deducir de las descripciones de mujeres hermosas su atractivo para la masa del pueblo y, como con-
hechas por poetas y escritores de la época caballe- secuencia, está comenzando a cambiar el ideal de
resca. En el esquema convencional de esos días se belleza femenina, que está volviendo del tipo de la
concebía a las damas de alto coturno en perpetuo mujer patológicamente delicada, traslúcida y delga-
estado de tutela y se les obligaba a observar escru- da en extremo, al tipo arcaico de la mujer que no
pulosamente la abstención de todo trabajo útil. El repudia sus manos y sus pies ni los otros aspectos
Ideal de belleza caballeresco o romántico que de ello materiales característicos de su persona. En el
resulta se preocupa de modo especial de la cara y curso del desarrollo económico, el ideal de belleza
concentra su atención en su delicadeza y en la delí- femenina de los pueblos de cultura occidental ha
cadeza de manos y pies, la esbeltez de la figura y pasado de la mujer físicamente vigorosa a la dama
en especial la del talle. En las representaciones y está comenzando a volver a la mujer; todo ello
pictóricas de las mujeres de la época y en los imi- obedeciendo a las condiciones cambiantes de la
tadores románticos modernos del pensamiento y emulación pecuniaria; las exigencias de la emula-
los sentimientos caballerescos se atenúa el talle en ción requirieron en un momento esclavas sensuales;
un grado que supone una debilidad extrema. Ese en otro, la práctica ostensible del ocio vicario y, en
mismo ideal perdura aún en una parte considerable consecuencia, una patente incapacidad; pero la situa-
de la población de las comunidades industriales ción está comenzando a superar hoy esa exigencia,
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ya que, dado el grado de alta eficacia de la industria tumbrados a ellas. Para llegar a reconciliarse con
moderna, el ocio es hoy posible hasta para las muje- ellas se requiere un proceso de habituación. Sin
res que se encuentran en un grado tan bajo de la embargo, no es posible discutir el hecho de que
escala de reputación pecuniaria que ya no puede resultan atractivas para los hombres a cuyo esquema
servir como marca definitiva del grado pecuniario general de la vida se adaptan como cosas honorí-
supremo. ficas sancionadas por las exigencias de la reputación
Aparte de este control general ejercido por la pecuniaria. Son características de belleza pecunia-
norma del derroche ostensible sobre el ideal de belle- ria y cultural que han llegado a desempeñar un papel
za femenina, hay uno o dos detalles que merecen importante como elemento del ideal de femineidad.
mención específica, ya que muestran cómo puede La conexión que hemos indicado aquí entre el
ejercer una extrema coacción sobre los detalles del valor estético y el valor que tienen las cosas a fines
sentido de la belleza femenina que tengan los hom- de comparación pecuniaria, no está presente en la
bres. Ya se ha notado que en los estadios de la conciencia de quien valora. En la medida en que
evolución económica en los que se considera el ocio al formular un juicio estético una persona se da
ostensible como el medio más importante de adqui- cuenta clara de que el objeto de belleza que está
rir buena reputación, el ideal de belleza exige manos considerando supone un derroche y sirve para afir-
y pies delicados y diminutos y un talle muy del- mar la reputación y ha de ser, por ende, estimado
gado. Esos rasgos, junto con los defectos de estruc- legitimamente como bello, ese juicio no es un juicio
tura que van por lo común unidos a ellos, sirven estético bona fide y no entra en consideración para
para mostrar que la persona que los tiene es inca- nuestro propósito. La conexión en la que insistimos
paz de un esfuerzo útil y tiene, por tanto, que ser aquí entre la belleza de los objetos y la reputación
mantenida en la ociosidad por su propietario. Esa que proporcionan reside en el hecho del efecto que
mujer es inútil y costosa, y valiosa, en consecuencia, produce la preocupación por la reputación en los
como demostración de fuerza pecuniaria. Resulta hábitos mentales del valorador. Tiene el hábito de
que en ese estadio cultural las mujeres se esfuerzan formar juicios de valor de diversa especie --eco-
por alterar sus personas para conformarlas en el nómicos, morales, estéticos o relativos a la repu-
mayor grado que sea posibíe a las exigencias del tación- acerca de los objetos con los que está en
gusto aceptado de la época; y guiados por el canon contacto y la actitud de encomio de un objeto
del decoro pecuniario, los hombres encuentran atrac- determinado que adopte basáodose en cualquier
tivas las características patológicas artificialmente otro fundamento afectará el grado de su aprecia-
conseguidas queresultan de ello. Así, por ejemplo, ción del objeto cuando trata de valorarlo desde el
el talle comprimido que ha sido una moda tan exten- punto de vista estético. Esto es cierto de modo más
dida y persistente en las comunidades de la cultura especial por lo que se refiere a la valoración reali-
occidental y así también los pies deformados de la zada sobre bases tan íntimamente ligadas a la esté-
cultura china. Ambas mutilaciones son repulsivas, tica, como ocurre con la reputación. La valoración
sin ningún género de dudas, para sentidos no acos- con fines estéticos y la formulada con el fin de
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servir a su buena reputación, no están tan separa. Puede ser oportuno recordar aquí la posición psico-
das como debieran estar. Es especialmente fácil lógica moderna. La belleza de forma parece ser
que surjan confusiones entre esas dos especies de cuestión de facilidad de apercepción. Acaso pudiese
valoración, porque en el lenguaje habitual no se sue- expresarse esta proposición en términos más am-
le distinguir, mediante el uso de un término des- plios. Si dejamos aparte la asociación, la sugestión
criptivo especial, el valor de los objetos como medios y la "expresión" clasificadas como elementos de
de conseguir mantener la reputación. El resultado es belleza percibida, la belleza percibida en cualquier
que se aplican para designar este elemento innomi- objeto significa que la mente despliega fácilmente
nado del mérito pecuniario los términos de uso su actividad aperceptiva en las direcciones que brin-
familiar empleados para designar categorías o ele. da el objeto en cuestión. Pero esas direcciones en
mentos de belleza y, como consecuencia fácil a la las que se expresa o se desarrolla fácilmente la acti-
confusión de nombres sigue la confusión de'ideas vidad, son las direcciones a las que se inclina la
correspondientes. Las exigencias de la reputación mente como resultado de un proceso de habitua-
se alfan en la apreciación popular con las demandas ción largo y vigoroso. Por lo que hace a los ele-
del sentido de la belleza, y la belleza que no va mentos esenciales de la belleza, esa habituación es
acompañada por los signos distintivos y acreditados una habituación tan vigorosa y tan larga que no sólo
de la buena reputación, no es aceptada como tal ha producido una proclividad a la forma percep-
b:lI';Za. Pero las exigencias de la reputación pecu- tiva de que se trata, sino también una adaptación
mana y las de la belleza en sentido ingenuo no de estructura y función fisiológicas. En la medida en
coinciden en grado apreciable. La eliminación de que el interés económico entra en la constitución
nuestros alrededores de lo no apto pecuniariamente de la belleza, entra como sugestión o expresión de
produce, en consecuencia, una eliminación más com- adecuación a una finalidad -subordinación mani-
pleta de esa serie considerable de elementos de fiesta y fácilmente inferible al proceso vital-. Esta
b:lI,:za que no se conforman con la exigencia pecu- expresión de facilidad o utilidad económica de cual-
mana. quier objeto -lo que podría denominarse la belleza
Las normas de gusto que hay bajo todo esto son económica del objeto- está mejor servida por una
muy antiguas y probablemente anteriores a la aparí- sugestión clara e inequívoca de su oficio y eficiencia
ción de las instituciones pecuniarias que estamos para los fines materiales de la vida.
estudiando aquí. Resulta, en consecuencia, que por Así considerado, desde el punto de vista estético,
la fuerza misma de la pasada adaptación selectiva el mejor de los objetos de uso es el artículo simple
de los hábitos mentales de los hombres, las exigen- y no adornado. Pero como el canon pecuniario que
cias de belleza se satisfacen mejor, en la mayor regula la reputación repudia en los artículos apro-
parte de los casos, mediante estructuras y artificios piados para el consumo individual lo que no sea
no costosos que sugieren de modo directo tanto el costoso, hay que buscar la satisfacción de nuestro
oficio que deben realizar como el método mediante deseo de cosas bellas por medio de un compromiso.
el cual sirven a su fin. Se eluden los cánones de belleza mediante algún
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arbitrio que dé pruebas de un gasto derrochador los elementos que pudieran ser considerados como
que realce la reputación, a la vez que se hace frente expresiones de beIleza o de utilidad y su sustitución
a las demandas de nuestro sentido crítico de lo por pruebas de ingenio y trabajo malgastados, res-
útil y lo bello o al menos a las de algún hábito que paldadas por una notoria inutilidad; hasta que
ha llegado a ocupar el lugar de ese sentido. Uno de muchos de los objetos de que nos rodeamos en la
esos sentidos auxiliares de gusto es el sentido de la vida cotidiana, e incluso muchos artículos del vestido
novedad; y este último se ve ayudado para sustituir y adorno cotidianos, llegan a ser tales que no se les
a aquél por la curiosidad con la que consideran podría tolerar a no ser bajo el imperio de una tradi-
los hombres los artificios ingeniosos y asombrosos. ción prescriptiva. Ejemplos de esta sustitución de
Resulta de ello que la mayor parte de los objetos la beIleza y la utilidad por el ingenio y el gasto se en-
a los que se considera como bellos y que sirven cuentran en la arquitectura doméstica, las artes
de tales, presentan rasgos de haberse empleado en su domésticas, los objetos de fantasía y diversos ar-
creación considerable ingenio y están calculados para tículos de vestir, en especial los atavíos femeninos
dejar perplejo a quien los contempla -para asom- y sacerdotales.
brarse con inaplicables sugestiones e indicios de lo El canon de beIleza exige la expresión de lo gené-
improbable-, a la vez que muestran que se ha rico. La "novedad" debida a las demandas del de-
empleado un trabajo superior al necesario para dar- rroche ostensible se contrapone a este canon de belle-
les plena eficacia para el fin económico que osten- za, dando por resultado el que la .t:Isonomía de
siblemente les corresponde. nuestros objetos de gusto sea un amasijo de det!,lles
Puede demostrarse esto con un ejemplo sacado caprichosos; yesos detaIles están, además, bajo la
de fuera de nuestros hábitos y contactos cotidianos vigilancia selectiva del canon de lo costoso.
y por ello de nuestros prejuicios. Tales son los Este proceso de adaptación selectiv~ de los plane.s
notables mantos de plumas de Hawai o los cono- a las finalidades del derroche ostensible y la SUSti-
cidos mangos tallados de las azuelas ceremoniales tución de la beIleza estética por la pecuniaria, ha
de varias islas polinesias. Son innegablemente be- sido especialmente eficaz en el desarroIlo de la arqui-
Ilos, tanto en el sentido de que nos ofrecen una tectura. Sería extremadamente difícil encontrar una
agradable composición de forma, líneas y color, residencia civilizada o un edificio público modernos
como en el de que demuestran una gran habilidad que pudieran pretender un calificativo mejor que
e ingenio en su dibujo y construcción. A la vez, son el de relativamente inofensivos para la vista de quien-
artículos que están manifiestamente mal adaptados quiera que disocie los elementos de beIleza de los
para servir a cualquier otra finalidad económica. del derroche honorífico. La inacabable variedad de
Pero la evolución de los artificios ingeniosos y fachadas que nos presentan las mejores viviendas
asombrosos bajo la guía del canon del derroche privadas y casas de pisos de nuestras ciudades es
de esfuerzo no tiene siempre, como consecuencia, un una inacabable variedad de calamidades arquitec-
resultado tan feliz. Con la misma frecuencia se pro- tónicas y de sugestiones de incomodidad costosa.
duce una supresión virtualmente completa de todos Consideradas como objetos de belleza, las carac-
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terísticas mejores del edificio suelen ser las paredes Esta utilidad indirecta da una gran parte de su valor
laterales y traseras de esas estructuras a las que a las "mejores" clases de cosas. Para poder apelar
no ha tocado la mano del artista. al sentido educado de utilidad, un artículo tiene que
Lo que se ha dicho de la influencia de la ley del contener algo que sirva a esta utilidad indirecta.
derroche ostensible sobre los cánones del gusto, Aunque los hombres puedan haber comenzado por
vale, con un ligero cambio de términos, respecto desaprobar un modo de vida no costoso por ser indi-
de su influencia sobre nuestras nociones de la uti- cio de incapacidad de gastar mucho y, por ende, una
lidad de las cosas para fines distintos del estético. falta de éxito pecuniario, acaban por caer en el hábi-
Las cosas se producen y consumen como medios de to de desaprobar las cosas baratas como intrínseca-
conseguir un desarrollo más completo de la vida mente deshonrosas o indignas por el hecho de ser bao
humana; su utilidad consiste, a primera vis!a, en ratas. Con el transcurso del tiempo, cada generación
su eficacia en cuanto medios para conseguir ese sucesiva ha recibido esa tradición del gasto merito-
fin. El fin es, en primer término, la plenitud de la rio transmitida por la generación que le antecede y
vida del individuo, tomada en términos absolutos. ha elaborado, a su vez, y fortificado aún más, el
Pero la proclividad humana a la emulación se ha canon tradicional regulador de la reputación pecu-
apoderado del consumo de cosas convirtiéndolo niaria de los bienes consumidos; hasta que hemos
en medio para establecer una comparación v~lora. acabado por llegar a un grado tal de seguridad en
tiva y ha investido, en consecuencia, a los bienes la convicción de la indignidad de todas las cosas
de consumo de una utilidad secundaria en cuanto baratas, que ya no tenemos ningún empacho en
demostración de una relativa capacidad de pago. formular la máxima "barato y malo". Tan vigorosa-
Ese uso indirecto o secundario de los bienes con- mente se ha engranado en nuestro pensamiento este
sumibles da un carácter honorario al consumo y a hábito de aprobar lo costoso y desaprobar lo barato,
la vez a los bienes que sirven mejor a este fin emu- que instintivamente necesitamos en todo nuestro
lativo del consumo. El consumo de bienes costosos consumo aun en el caso de bienes consumidos en
es meritorio y los bienes que contienen un elemento la más estricta intimidad y en los que no existe la
apreciable de costo superior a lo necesario para más ligera idea de ostentación, un cierto grado,
conseguir su utilidad para sus fines mecánicos osten- al menos, de gasto derrochador. Sentimos todos,
sibles, son honoríficos. Los signos de costo superfluo sinceramente y sin la más ligera duda, que ~os
que presentan las cosas son, en consecuencia, signos hemos realzado espiritualmente por haber comido,
de valor -de alta eficacia para el fin indirecto y aunque sea en la intimidad de nuestro hogar, nues-
valorativo al que sirven mediante su consumo-; tros manjares diarios en una vajilla de porcelana
y recíprocamente, las cosas que muestran una adap- pintada a mano (a menudo de dudoso valor artís-
tación demasiado económica al fin mecánico pero tico l, puesta sobre una mantelería de alto precio
seguido y no incluyen un margen de gasto en el y con ayuda de cubiertos de plata labrada a mano.
que apoyar una comparación valorativa agradable, Sentimos cualquier descenso del nivel de vida que
son humillantes y, en consecuencia, no atractivos. estamos acostumbrados a considerar como digno a
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este respecto, como una dolorosa violación de nues- nadas por el mismo patrón de valor de los bienes
tra dignida~ humana. En los últimos doce años, las y se sentirán sinceramente agraviados a la vista de
velas han sido una fuente de luz más agradable que mercancías que no tuvieran el acabado honorífico
ninguna otra para una cena.. Para unos ojos bien conveniente. Resulta de ello que no hay en la actua-
educados, la luz de las velas es ahora más suave y lidad mercancía alguna que no contenga en grado
menos molesta que ninguna otra -preferible a la mayor o menor ese elemento honorífico. Cualquier
del petróleo, la del gas o la eléctrica-o Difícilmente consumidor que -moderno Diógenes- se empeñase
se hubiese podido decir lo mismo hace treinta años. en eliminar de lo que consume todo elemento hono-
cuando las velas eran o habían sido hasta muy re- rífico o de derroche, se encontraría en la ímposíbí-
cientemente la luz más barata de que podía dispo- lidad de satisfacer sus necesidades más nimias en
nerse para usos domésticos. Tampoco se considera el mercado moderno. Más aún, si recurriese al pro-
hoy que las velas sean una luz aceptable o eficaz cedimiento de subvenir directamente a sus necesi-
para ningún otro propósito que no sea la ilumina- dades por su propio esfuerzo, encontraría difícil, si
ción ceremonial. no imposible, eliminar de su cabeza los hábitos meno
Un sabio político, aún vivo, ha resumido la con- tales corrientes; de tal modo que difícilmente podría
clusión de todo esto en la frase "un traje barato conseguir lo necesario para el consumo de un día
hace a un hombre barato", y probablemente no hay sin incorporar instintivamente al producto por él
quien no sienta la fuerza convincente de la máxima. hecho en casa algo de este elemento honorífico y
El hábito de buscar en los bienes el costo superfluo cuasi-decorativo del trabajo derrochado.
y de exigir que todos los bienes presenten alguna Es evidente que en su selección de mercancías
utilidad de tipo indirecto o valorativo, lleva a un útiles en el mercado al por menor, los compradores
cambio en los patrones con arreglo a los cuales S" guían más por el acabado y la presentación de
se estima la utilidad de los bienes. En la aprecia- las mercancías, que por' cualquier marca sustancial
ción de las mercancías que hace el consumidor na de utilidad. Las mercancías, para poderse vender,
se separa el elemento honorífico del elemento de efi- tienen que ostentar signos visibles de que se ha
cacia bruta, y la utilidad de las mercancías se forma empleado alguna cantidad apreciable de trabajo
mediante la unión de ambos. Bajo el patrón resul- en darles los signos del gasto decoroso, además de
tante de utilidad, ningún artículo puede pasar sólo la necesaria para darles eficacia para el uso mate-
a base de su suficiencia material. Para que el con- rial a que deben servir. Este hábito de convertir
sumidor pueda aceptarlo de modo completo y to- la evidencia de su carácter costoso en canon de
tal, tiene que mostrar también el elemento honorí- utilidad contribuye, desde luego, a aumentar el ím-
fico. Resulta de ello que los productores de artículos porte conjunto de los artículos de consumo. Nos
de consumo dirigen sus esfuerzos a la producción de pone en guardia contra la baratura, identificando
mercancías que satisfagan esta demanda del elemen- en cierta medida el mérito con el costo. Por lo
to honorífico. Lo harán con tanta mayor satisfac- común, el consumidor hace un esfuerzo perseverante
ción y eficacia dado que también ellos están domí- para obtener cosas de la utilidad requerida al precio
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más ventajoso que pueda lograr; pero la exigencia a mano que sirven para la misma finalidad consis-
convencional de un costo evidente, como vocero V te, de ordinario, en que aquéllas son más adecuadas
elemento constitutivo de la utilidad de las mercan" a su finalidad primordial. Son un producto más
cías, le lleva a rechazar como de grado inferior aque- perfecto -muestran una adaptación más perfecta
llas mercancías que no contienen un gran elemento de medios a fines-o Ello no les salva de la poca
de derroche ostensible. estima y la depreciación, ya que no llenan los requi-
Hay que añadir que una gran parte de esas carac- sitos impuestos por el derroche honorífico. El tra-
terísticas de los artículos de consumo que figuran bajo a mano es un método de producción más costo-
en el sentir popular como signos de utilidad y a las so; de ahí que las mercancías elaboradas por este
que se ha hecho referencia aquí como elementos procedimiento sean más útiles para conseguir o
de derroche ostensible, atraen al consumidor por aumentar una buena reputación pecuniaria; de ahí
otros motivos que el de ser costosos. Por lo gene- también que los signos de trabajo a mano pasen
ral, presentan pruebas de haber sido realizados por a ser honoríficos y que las mercancías que los exhi-
una mano de obra buena y hábil, aun en el caso ben adquieran un rango superior al producto ela-
de que esto no contribuya a la utilidad sustancial de borado a máquína correspondiente. Por lo común, si
las mercancías; y sin duda es, en gran parte, a causa no invariablemente, los signos honoríficos del tra-
de alguna de esas razones por lo que cualquier bajo hecho a mano son ciertas imperfecciones e
signo particular de utilidad honorífica logra primero irregularidades observables en las líneas del artículo
alcanzar boga y mantenerse después como elemento elaborado, las cuales muestran las fallas del arte-
constitutivo normal del valor de un artículo. Una sano en la ejecución de su obra. El fundamento
presentación que demuestre una buena mano de de la superioridad de las mercancías hechas a mano
obra es agradable simplemente por este hecho, ínclu- es, pues, un cierto margen de tosquedad. Ese mar-
so cuando su resultado más remoto y por el mo- gen no puede ser nunca tan amplio que indique un
mento no tomado en cuenta, sea fútil. La contem- trabajo descuídado, ya que ello sería prueba de
plación de un trabajo bien hecho satisface el sentido un costo bajo, ni tan estrecho que sugiera la pre-
artístico. Pero hay que añadir también que ninguna cisión ideal que sólo alcanza mediante la acción de
demostración de elaboración hábil ni de adaptación la máquina, ya que eso sería también de un costo
ingeniosa y eficaz de medios a la finalidad persegui- bajo.
da puede, a la larga, gozar de la aprobación del La apreciación de esas marcas de tosquedad hono-
consumidor civilizado moderno, a menos que tenga rífica a las que las mercancías elaboradas a mano
la sanción del canon del derroche ostensible. deben -a los ojos de la gente bien educada- su
La posición aquí adoptada se refuerza de una ma- valor y encanto superiores, es materia de una dis-
nera muy apropiada si examinamos el lugar asignado criminación minuciosa. Exige una educación y la
en la economía del consumo a los productos elabo- formación de hábitos mentales correctos acerca de
rados a máquína. La diferencia importante entre lo que podemos denominar la fisonomía de las mer-
las mercancías elaboradas a máquina y las hechas cancías. Las personas vulgares y de inferior educa-
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ción, que no han reflexionado lo debido acerca de recen del dón, los hábitos o los incentivos necesarios
los puntillos que regulan el consumo elegante, admí- para poder hacer discriminaciones acerca de las
ran y prefieren con frecuencia las mercancías hechas bases de sus varios juicios estéticos, las expresiones
a máquina y de uso diario, precisamente por su exce- del sentido de lo honorífico se mezclan con las del
siva perfección. La inferioridad ceremonial de los sentido de la belleza y las del sentido de la utilidad
productos elaborados a máquina viene a mostrar -del modo que ya hemos expuesto-; la valoración
que la perfección de habilidad y eficacia que su- compuesta resultante sirve como juicio sobre la
ponen cualesquiera innovaciones costosas en el aca- belleza o la utilidad del objeto, según que la ten-
bado de las mercancías, no basta por sí sola para dencia o el interés del valorador le incline a aprehen-
conseguir que se acepten y gocen de un favor per- der el objeto en uno o en otro de esos asnectos. Se
manente. La innovación debe tener el apoyo del sigue con frecuencia de ahí que los signos de bara-
canon del derroche ostensible. No se tolerará nin- tura o vulgaridad se consideran como signos definí-
guna característica de la fisonomía de las mercan- tivos de ineptitud artística, y que sobre esta base
cías, por agradable que sea en sí misma, y por se construyan, como guía en cuestiones de gusto,
aceptable que pueda ser para el gusto por el trabajo dos códigos o tablas: uno de características estéticas
eficaz, si resulta contraria a esta norma reguladora apropiadas, y otro de características abominables.
de la reputación pecuniaria. Como ya se ha señalado, los artículos baratos
La inferioridad ceremonial de los bienes consu- -y, por tanto, indecorosos- del consumo diario de
mibles debida a la "vulgaridad" o, en otras palabras, las comunidades industriales modernas son, por lo
a su bajo costo de producción, es cosa que han general, productos hechos a máquina; y la caracte-
tomado muy en serio muchas personas. La objeción rística genérica de la fisonomía de las mercancías
contra los productos elaborados a máquina se pre- hechas a máquina en comparación con la de los
senta a menudo como objeción a la vulgaridad de artículos elaborados a mano, es su mayor perfec-
tales bienes. Lo vulgar está dentro del alcance ción en punto a eficacia y su mayor exactitud en la
(pecuniario) de mucha gente. Por tanto, su consumo ejecución de los detalles planeados. De ahí resulta
no es honorífico, ya que no sirve para la finali- que siendo honoríficas las imperfecciones visibles
dad de una favorable comparación valorativa con de las mercancías elaboradas a mano, se las con-
otros consumidores. De ahí que el consumo, y aun sidera como siguo de superioridad desde el punto
la vista de tales bienes, sea inseparable de una su- de vista de la belleza, de la utilidad o de ambos. De
gestión, que resulta intolerable, de corresponder a aquí ha surgido esa exaltación de lo defectuoso
los niveles inferiores de la vida humana, y de ahí de que fueron entusiastas portavoces, en su época,
también la tendencia a apartarse de su contempla- J ohn Ruskin y WiIliam Morris; y sobre esta base
ción, bajo el impulso de un penetrante sentido de se ha fundado y practicado la propaganda por ellos
mezquindad que resulta en extremo desagradable iniciada, y continuada desde entonces, de la tos-
y deprimente para una persona sensible. En gentes quedad y el esfuerzo derrochado. De ahí viene tam-
cuyos gustos se afirman imperiosamente y que ca- bién la propaganda en favor de una vuelta al arte-
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sanado y la industria casera. La parte de la obra para gastar sin tasa, a la vez que para derrochar
y especulaciones de ese grupo de autores que entra tiempo y esfuerzo. Por eso es por lo que los impre-
dentro de la caracterización aquí señalada habría sores contemporáneos están volviendo al "viejo es-
sido imposible en una época en que las mercancías tilo", y a tipos más o menos en desuso que son menos
visiblemente más perfectas no fueran las más ba- legibles y dan a la página un aspecto más tosco que
ratas. los "modernos". Hasta una revista científica, que no
No intento, desde luego, tratar aquí -ni puedo tiene, al menos ostensiblemente, otra finalidad que
hacerlo- de nada que se refiera al valor económico la presentación más eficaz posible de los problemas
d~ esta escuela de enseñanza estética. Lo que se
que conciernen a la ciencia, concede tanto a las
dice no debe tomarse en sentido despectivo sino, exigencias de esa belleza pecuniaria que publica sus
sobre todo, como caracterización de la tendencia trabajos científicos en tipo viejo estilo, en papel
de esta enseñanza en lo que se refiere a su efecto de hilo y con bordes sin cortar. Pero los libros
sobre el consumo y sobre la producción de bienes que no tienen ostensiblemente la finalidad única
consumibles. de presentar eficazmente su contenido van, desde
Acaso sea ejemplo más vigoroso de la forma como luego, mucho más lejos en esa dirección. Nos pre-
ha influido en la producción la tendencia represen- sentan un tipo algo más tosco, impreso en papel
tada por esa forma de gusto, lo ocurrido en la manu- de barba, elaborado a mano, con márgenes excesivos
factura de libros de la que se ocupó William Morris y hojas sin cortar y encuadernados con una tos-
durante los últimos aiios de su vida; pero lo que quedad difícil de conseguir y una cuidada ineptitud.
puede decirse de la obra de la Kelmscott Press en La Kelmscott Press redujo la cuestión al absurdo
grado eminente vale también, con fuerza ligeramente -mirada sólo desde el punto de vista de la utilidad
atenuada, si se afirma de modo general de los libros bruta- al imprimir libros para uso moderno edita-
artísticos de fecha posterior -por lo que se refiere dos con ortografía anticuada, impresos en letra gó-
al tiro, papel, ilustraciones y los materiales y el tica y encuadernados en vitela cosida con correas.
trabajo de encuadernación-o Las pretensiones de Como característica ulterior que determina el papel
excelencia atribuidas a los últimos productos de la económico de los libros artísticos, tenemos el hecho
industria librera se basan en cierto modo en el grado de que, en su mejor forma, esos libros más elegan-
de su aproximación a la tosquedad de la época en tes sólo se imprimen en ediciones limitadas. Así. una
que el trabajo del productor de libros era una lucha edición limitada es una garantía -un tanto tosca. es
enconada con materiales poco apropiados y trabaja- cierto- de que ese libro es escaso y, por ende, cos-
dos con instrumentos insuficientes para la tarea, toso, y una distinción pecuniaria a su consumidor.
Como esos productos requieren el trabajo a mano, El atractivo especial que para el bibliófilo de
son más costosos; son también de uso menos gustos cultivados presentan esos productos de la
cómodo que los libros elaborados con vistas única- industria librera no reside, desde luego, en un reco-
mente a su utilidad; por consiguiente. constituyen nocimiento consciente e ingenuo de su carácter
una demostración de la capacidad del comprador costoso y su superior tosquedad. Aquí, como en
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el caso paralelo de la superioridad de los artículos En teoría estética podría ser extremadamente dí-
elaborados a mano sobre los hechos a máquina, la fícil, si no impracticable por entero, trazar una línea
razón consciente de la preferencia es una excelencia divisoria entre el canon de clasicismo o aprecio de
intrínseca imputada al artículo más costoso y más lo arcaico y el canon de belleza. Para fines estéticos
barato. La superior excelencia imputada al libro apenas es necesario trazar esa distinción y en rea-
que imita los resultados de procedimientos antiguos lidad no tiene por qué existir. En una teoría del
y ya en desuso, se concibe como una utilidad supe- gusto acaso pueda considerarse como elemento de
rior en el aspecto estético, pero no es raro encontrar belleza la expresión de un ideal aceptado de arcaís-
a un bibliófilo enterado que sostenga que el pro- mo -cualesquiera que sean las bases que hayan
ducto más tosco es también más útil como vehículo motivado su aceptación-; no es necesario plantear-
del lenguaje impreso. Por lo que se refiere al supe- se el problema de su legitimación. Pero para nues-
rior valor estético del libro decadente, hay posibi- tro propósito actual -para el propósito de deter-
lidades de que la afirmación del bibliófilo tenga minar qué bases económicas hay en los cánones
algún fundamento. El libro se concibe pensando aceptados de gusto, y cuál es su significado para la
únicamente en su belleza y normalmente el resul- distribución y consumo de bienes- no puede afír-
tado de esa forma de concebirlo es un cierto éxito marse igualmente que la distinción esté fuera de
de quien lo planea. Pero lo que queremos subrayar lugar.
aquí es el hecho de que el canon de gusto bajo cuya La posición de los productos hechos a máquina
influencia trabajan los editores de estos libros, es en el esquema de consumo de la gente civilizada
un canon formado bajo el imperio de la ley del sirve para señalar la naturaleza de la relación que
derroche ostensible y que esa ley actúa de modo subsiste entre el canon del derroche ostensible y el
selectivo para eliminar todo canon de gusto que código de lo que es decoroso consumir. Ni en mate-
no se conforme a sus demandas. Es decir, que aun- ria de arte y gusto propiamente dichos, ni por lo
que el libro decadente pueda ser bello, los límites que se refiere al sentido corriente de la utilidad
dentro de los cuales puede trabajar quien lo planea, de las mercancías actúa este canon como princi-
se fijan por exigencias que no tienen carácter esté- pio de innovación o iniciativa. No penetra en el
tico. ~i el producto es bello, tiene que ser a la vez futuro como principio creador que haga innovacio-
costoso y poco apropiado a su uso ostensible. Sin nes y añada nuevos artículos de consumo y nuevos
embargo, este canon imperativo de gusto para el elementos de costo. El principio en cuestión es, en
que planea los libros no está modelado enteramente cierto sentido, más bien una norma negativa que
por la ley del derroche en su primera forma; el positiva. Es más bien un principio regulador que un
canon se modela, en cierta medida, de acuerdo con principio creador. Muy rara vez inicia u origina
esa expresión secundaria del temperamento depre- directamente un uso o costumbre. Su acción no
dador -la veneración por lo arcaíco o absoluto- es más que selectiva. El derroche ostensible no ofre-
que en uno de sus desarrollos especiales se denomi· ce directamente bases para la variación y el des-
na clasicismo. arrollo, pero la conformidad con sus exigencias es
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una condición para la supervívencía de las innova.
ciones que puedan hacerse por otros motivos. De
cualquier modo que surjan los usos y costumbres
y los métodos de gasto, están todos ellos sujetos a VII. EL VESTIDO COMO EXPRESióN
la acción selectiva de esta norma reguladora de la DE LA CULTURA PECUNIARIA
reputación; y el grado en el que se conforman a sus
exigencias es una prueba de su aptitud para sobre- SERÁ oportuno mostrar con algún detalle, por vía
vivir en la lucha con otros usos y costumbres se- de ejemplo cómo se aplican los principios econó-
mejantes. En igualdad de circunstancias, bajo el micos hast~ ahora expuestos a los hechos cotidia-
imperio de esta ley, tiene mayor oportunidad de nos en alguna de las direcciones del proceso vital. A
sobrevivir el uso o el método notoriamente derro- este fin, ninguna especie de cons!,mo presenta ~
chador. La ley del derroche ostensible no explica ejemplo mejor que el gasto realizado en. matena
el origen de las variaciones, sino sólo la persistencia de vestido. La regla que encuentra expresló!' espe-
de aquellas formas aptas para sobrevivir bajo su cial en el vestido es la del derroche ostensible de
dominio. Actúa para conservar lo que encaja en bienes, aunque los demás principios reguladores de
ella, pero no para motivar su aceptación. Su misión la reputación pecuniaria relacion!1dos con epa en-
es probar todas las cosas y aferrarse a las que son cuentran también aquí buena ocasión de manifestar-
adecuadas para sus fines. se. Otros medios de poner en evidc:ncia la situación
pecuniaria del individuo sirven eficazmente a este
fin; y siempre y en todas partes est.án ~n boga otros
métodos' pero el gasto en el vestír tiene sobre la
mayor p~e de los demás métodos la ventaja de
que nuestro atavío está siempre de manifies~o y
ofrece al observador una indicación de nuestra sítua-
ción pecuniaria que puede apreciarse a PI'ÍI!'c:ra vi..
tao Es también cierto que el gasto admitido en
materia de ostentación es una característica que
se encuentra presente de modo más !'otorio y aca.so
universal en lo que se refiere al vest.ldo .que en nm-
guna otra especie de consumo. Nadie discute el lu-
gar común de que la mayor parte del gasto realizado
por todas las clases en lo que se !",fiere a su ~ta~o
se realiza pensando en consegwr una apariencia
respetable y no en la protección de la persona, Y,
probablemente, en ningún otro punto ~e siente con
tanta agudeza la sensación de mezqum~d que al
no lIegar al patrón fijado por el uso SOCIal en ma-
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teria de vestidos. Las personas sufren un grado con- tras hábitos mentales en materia de vestido que
siderable de privaciones de las comodidades o de las cualquier cosa que DO sea un atavío costoso nos re-
cosas necesarias para la vida, con objeto de poderse sulta instintivamente odiosa. Sin reflexión o aná-
permitir lo que se considera como una cantidad lisis sentimos que lo barato es indigno. "Un traje
decorosa de consumo derrochador; esto es cierto del barato hace a un hombre barato." En materia de
vestido en grado aún mayor que de los demás vestido se siente la verdad de la expresión "barato
artículos de consumo; de tal manera que no es, y malo" aun con menos atenuaciones que en otras
en modo alguno, una ocurrencia rara encontrar en un direcciones de consumo. Sobre la base del gusto y
clima inclemente personas que van mal abrigadas la utilidad, un artículo de vestir que no sea costoso
para aparecer como bien vestidas. Y el valor co- se considera como inferior con arreglo a la máxima
mercial de las mercancías empleadas en el vestido "barato y malo". Hasta cierto punto, encontramos
en cualquier comunidad moderna se debe, en una que las cosas son bellas -y útiles- en proporción
extensión mucho mayor, al hecho de que esté de a su costo. Con pocas y no importantes excepcio-
moda y al aumento de reputación que proporcionan nes, todos encontramos que -tanto por lo que se
las mercancías, que al servicio mecánico que pres- refiere a la belleza como en lo relativo a la utilí-
tan para vestir a la persona que las use. La nece- dad- es preferible un artículo de vestido costoso
sidad del vestido es una necesidad eminentemente y hecho a mano a una imitación menos costosa de
espiritual o "superior". él, por bien que el artículo espurio pueda imitar el
Esta necesidad espiritual del vestido no es, por original costoso; y lo que ofende a nuestra sensi-
entero, ni siquiera de modo fundamental, una pro- bilidad en el artículo espurio no es que sea defec-
pensión ingenua a la exhibición del gasto. La ley del tuoso de forma acolar, o en cualquier otro efecto
derroche ostensible guia el consumo en lo que se visual. El artículo ofensivo puede ser una imitación
refiere al atavio -como en lo relativo a las demás tan buena que desafíe todo examen que no sea muy
cosas-, principalmente de segunda intención, al minucioso; y, sin embargo, en el momento en que
modelar los cánones de gusto y decoro. En la ma- se descubre la falsificación, su valor estético, así
yor parte de los casos, el motivo consciente del como su valor comercial, declinan rápidamente. No
comprador o portador de atavíos ostensiblemente es sólo eso, sino que puede afirmarse con poco
costosos es la necesidad de conformarse al uso riesgo de contradicción que, en materia de vestido,
establecido y de vivir con arreglo a los patrones el valor estético de una falsificación descubierta
acreditados de gasto y reputación. No es sólo que, declina aproximadamente en la misma proporción
para evitarse la mortificación que resulta de los en que el artículo falsificado es más barato que su
comentarios y observaciones desfavorables, deba original. Pierde casta desde el punto de vista esté-
uno guiarse por el código de las conveniencias re- tico porque cae a un grado pecuniario inferior.
lativas al vestido, aunque ese motivo cuenta bastante Pero la función del vestido como demostración de
por sí solo; es que, además, la exigencia del costo la capacidad de pagar no acaba con mostrar simple-
elevado está tan profundamente engranada en nues- mente que el usuario consume mercancías valiosas
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en una cantidad que excede a la necesaria para su que realzan en tan gran medida la dignidad natural
comodidad física. El simple derroche ostensible de de un caballero, deriva del hecho de que sugieren
mercancías es eficaz y satisfactorio en la medida sin ningún género de dudas que el usuario no puede,
en que se practica; es una buena presunción del así vestido, echar una mano a ninguna tarea que
valor social. Pero el vestido tiene posibilidades más sirva de modo directo e inmediato a ninguna acti-
útiles y de mucho mayor alcance que esa prueba vidad humana útil. Los vestidos elegantes sirven
tosca y de primera mano del mero derroche osten- a su finalidad de elegancia no sólo por ser caros,
sible. Si, además de mostrar que el usuario puede sino también porque constituyen los símbolos del
permitirse consumir sin trabas y en forma antíeco- ocio. No sólo muestran que el usuario es capaz
nómica, puede también mostrarse a la vez que no de consumir un valor relativamente grande, sino
se encuentra obligado (u obligada) a ganarse la que indican a la vez que consume sin producir.
vida, la prueba de su valor social se realza de modo El vestido de las mujeres llega más lejos aún que
muy considerable. Por ende, nuestro vestido, para el de los hombres en lo que se refiere a demostrar
servir eficazmente a su finalidad, debe no sólo ser que quien lo usa se abstiene de toda tarea produc-
caro, sino demostrar a la vez, sin lugar a dudas, a tiva. No se necesitan argumentos para imponer el
todos los observadores que el usuario no se dedica convencimiento de que los estilos más elegantes de
a ninguna especie de trabajo productivo. En el pro- los sombreros femeninos llegan aún más lejos que
ceso evolutivo que ha llevado nuestro sistema de el sombrero de copa de los hombres en punto a
vestido hasta su actual adaptación, admirablemente hacer imposible el trabajo. El zapato de la mujer
perfecta, a su finalidad, se ha dado la debida aten- añade el denominado tacón Luis XV a la demostra-
ción a esa línea subsidiaria de prueba. Un examen ción de ociosidad forzosa que presenta su brillo;
detallado de lo que se estima en el juicio popular porque ese tacón alto hace indudablemente en extre-
como apariencia elegante demostrará que tiende mo difícil aún el trabajo manual más simple y
a dar en todo momento la impresión de que el necesario. Lo mismo vale, y aun en mayor grado,
usuario no realiza habitualmente ningún esfuerzo para la falda y el resto de las ropas que caracterizan
útil. No hay que decir que ningún atavío puede el vestido femenino. La razón sustancial de nuestro
considerarse elegante, ni Siquiera decoroso, si mues- tenaz aferramiento a la falda es precisamente ésta:
tra los efectos del trabajo manual sobre el usuario, es cara y dificulta a su usuaria todo movimiento,
ya sea por su suciedad o por su uso. El efecto incapacitándola para todo trabajo útil. Lo mismo
agradable de unas vestiduras limpias y sin manchas puede afirmarse de la costumbre femenina de llevar
se debe principal, si no enteramente, a que llevan el cabello excesivamente largo.
consigo la sugestión del ocio -de la excención de Pero el vestido femenino no sólo va más allá que
todo contacto personal con procesos industriales el hombre moderno en lo que se refiere al grado
de cualquier clase que sean-o Gran parte del en- en que demuestra su exención del trabajo, sino
canto atribuido al zapato de charol, a la ropa blanca que añade un rasgo peculiar y extremadamente ca-
impoluta, al sombrero de copa brillante y al bastón, racterístico que difiere en su esencia de todo lo
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que los hombres practican habitualmente. Esa ca. de vestirse conforme a la última moda acreditada,
racterístíca la apartan la clase de artificios de que así como el hecho de que esa moda acreditada cam-
es ejemplo típico el corsé. En teoría económica, el bia constantemente de temporada en temporada, es
corsé es, sustancialmente, una mutilación, provocada un hecho suficientemente familiar para todos, pero
con el propósito de rebajar la vitalidad de su usua- la teoría de ese flujo y cambio no ha sido elaborada
ria y hacerla incapaz para el trabajo de modo pero todavía. Podemos decir, desde luego, con perfecta
manente e indudable. Es cierto que el corsé perju- lógica y verdad, que ese principio de la novedad
dica los atractivos personales de su portadora, pero es otro corolario de la ley del derroche ostensi-
la pérdida que se sufre por ese lado se compensa ble. Es evidente que si sólo se permite que cada
con creces con lo que se gana en reputación, ga- prenda sirva durante un plazo breve, y si nada de
nancia derivada de su costo e invalidez visiblemente 10 empleado en vestir en la temporada anterior
aumentados. Podría decirse en términos generales se lleva ni se usa durante la actual, aumenta mu-
que, en lo fundamental, la femineidad de los vestidos cho el dinero derrochado en los vestidos. Dicho así,
de la mujer se resuelve en la eficacia de los obstácu- esto es cierto, pero no es más que negativo. Casi
los a cualquier esfuerzo útil que presentan los todo lo que esta consideración nos permite afirmar
ornamentos peculiares de las damas. Esa diferencia es que la norma del derroche ostensible ejerce una
entre el vestido masculino y el femenino no se seña- vigilancia reguladora en todo 10 relativo al vestido,
la aquí sólo como un rasgo característico. Su base de tal modo que cualquier cambio de moda tiene
se estudiará a continuación. que conformarse a la exigencia de derroche; pero
Así, pues, hasta abara tenemos como norma funda- deja sin respuesta el problema de cuál sea el motivo
mental y dominante del vestido el principio del para hacer y aceptar un cambio de los estilos predo-
derroche ostensible. Como subsidiario de este prin- minantes y deja también de explicar por qué es tan
cipio y corolario suyo encontramos una segunda imperativamente necesaria como nos consta que 10
norma, el principio del ocio ostensible. En la crea- es, la conformidad a un estilo determinado en un
ción de los vestidos esa norma se presenta en forma momento dado,
de díversos arbitrios que tratan de mostrar que el Si queremos encontrar un principio creador, ca-
usuario, hasta el punto en que se puede probar sin paz de servir como móvil para la invención y la
díficultad, no se ocupa, ni puede ocuparse, de nin- innovación en materia de modas, tendremos que re-
guna tarea productiva. Más allá de esos dos prin- currir al motivo primitivo y no económico en el
cipios hay un tercero de fuerza coactiva apenas que se originó el atavío -el motivo del adorno-.
menor, que se le ocurrirá a cualquiera que reflexio- Sin entrar en un estudio a fondo de cómo y por qué
ne un poco sobre el problema. El vestido tiene que se afirma ese motivo bajo la guía de la ley de 10
ser no sólo ostensiblemente caro e inconveniente, costoso, puede afirmarse, en términos generales. que
sino a la vez de última moda. Hasta abora no se todas y cada una de las sucesivas innovaciones en
ha dado ninguna explicación satisfactoria del fenó- materia de modas constituyen un esfuerzo para
meno de cambio de modas. La exigencia imperativa lograr alguna forma de exhibición que pueda ser
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más aceptable para nuestro sentido de la forma en diversas partes del mundo se han creado estilos
y el color o de la eficacia que aquella a la que des- y tipos de vestido relativamente estables; así ocurre,
plaza. El cambio incesante de estilos es expresión por ejemplo, entre los japoneses, chinos y otros
de una búsqueda inquieta de algo que sea agradable países orientales; de modo análogo ocurrió entre
a nuestro sentido estético; pero como toda innova- los griegos, los romanos y algunos pueblos orientales
ción está sujeta a la acción selectiva de la norma de la Antigüedad; lo mismo, en épocas más recien-
del derroche ostensible, el ámbito dentro del cual tes, entre los campesinos de casi todos los países
pueden producirse tales innovaciones es un tanto de Europa. Críticos competentes consideran en la
restringido. La innovación no sólo tiene que ser más mayor parte de los casos esos vestidos nacionales
bella -o, acaso con más frecuencia, meDOS ofensiva o populares como más adecuados y más artísticos
al gusto- que aquella a la que desplaza, sino que que los estilos fluctuantes del moderno vestido ci-
tiene que alcanzar también el patrón aceptado en vilizado. A la vez son, al menos de modo general,
materia de costo. menos ostensiblemente costosos; es decir, se ve en
A primera vista podría parecer que el resultado su estructura con mayor facilidad elementos distin-
de esa lucha incesante para conseguir la belleza en tos del que supone la ostentación del gasto.
el vestir debería ser una aproximación gradual a la Esos vestidos relativamente estables están, por
perfección artística. Podríamos esperar naturalmen- lo general, localizados de modo estricto en comar-
te que las modas mostrasen una tendencia notoria cas pequeñas, y varían de lugar en lugar con grada-
en dirección hacia uno o varios tipos de atavío emi- ciones ligeras y sistemáticas. Han sido elaborados
nentemente adecuados a la forma humana; y hasta en todos los casos por pueblos o clases más pobres
podríamos sentir que tenemos bases fundadas para que nosotros y en especial pertenecen a países, loca-
esperar que hoy, después de todo el ingenio y es- lidades y épocas en los cuales la población a la que
fuerzo empleados en el vestido a 10 largo de tantos pertenece el vestido de que se trate es relativa-
años, las modas deberían haber encontrado una re- mente homogénea e inmóvil. Es decir, los vestidos
lativa estabilidad que se aproximase bastante a un estables, capaces de soportar la prueba del tiempo
ideal artístico que se pudiera sostener de modo y la perspectiva, son elaborados en circunstancias
permanente. Pero no ocurre así. Sería muy aven- en las que la forma del derroche ostensible se afir-
turado afirmar que los estilos actuales sean intrín- ma de modo menos imperativo que en las grandes
secamente más adecuados que los de hace diez, ciudades civilizadas modernas, cuya población rela-
veinte, cincuenta ocien años. Por otra parte, circu- tivamente móvil y rica marca hoy día el ritmo en
la sin contradicción el aserto de que los estilos en materia de modas. Los paises y clases que han ela-
boga hace dos mil años son más aceptables que las borado de esta forma vestidos estables y artísticos,
construcciones más complicadas y laboriosas de hoy. se han encontrado en una situación en la cual la
La explicación de las modas que se acaba de ofre- emulación pecuniaria ha tomado el sesgo de una
cer no expresa, pues, todo lo que es necesario acla- competencia en ocio ostensible y no en consumo
rar y tenemos que ir más lejos. Es bien sabido que ostensible de bienes. Así, pues, puede sostenerse, en
180 181
términos generales, que las modas son menos esta- ficción tan transparente y su futilidad sustancial
bIes y adecuadas en aquellas comunidades en las se muestra a nuestra atención en forma tan audaz,
que, como ocurre entre nosotros, se afirma de modo que aquélla llega a ser insoportable y hemos de re-
más imperativo el principio de un derroche osten- fugiarnos en un nuevo estilo. Pero el nuevo estilo
sible de bienes. Todo esto señala un antagonismo tiene que conformarse a las exigencias de un derro-
entre el atavío artístico y lo costoso del vestido. che y una futilidad susceptibles de contribuir a
Desde el punto de vista práctico, la norma del derro- realzar la reputación. Su futilidad se hace en se-
che ostensible es incompatible con la exigencia de guida tan odiosa como la de su predecesor y el único
que el vestido sea bello o conveniente. Y ese anta- remedio que la ley del derroche nos permite es tra-
gonismo ofrece una explicación de ese cambio ince- tar de encontrar consuelo en alguna construcción
sante de la moda que no pueden explicar por sí nueva, igualmente fútil e igualmente insostenible.
solos el canon de lo costoso ni el de la belleza. De ahí la fealdad esencial y el cambio incesante de
El patrón que regula la reputación exige que el los atavíos de moda.
vestido muestre un gasto derrochador; pero todo Habiendo explicado así el fenómeno del cambio
derroche es ofensivo para el gusto ingenuo. Hemos de las modas, la tarea inmediata es transportar la
señalado ya la ley psicológica que hace que todos explicación de los hechos de la vida cotidiana. Entre
los hombres -y acaso en un grado mayor las mu- esos hechos de la vida cotidiana figura la inclina-
jeres- aborrezcan lo fútil -tanto por lo que se ción bien conocida que tienen todos los hombres
refiere al esfuerzo como en lo relativo al gasto- por los estilos que están de moda en un momento
con la misma intensidad con que se decía antaño dado. Un nuevo estilo alcanza boga y conserva el
que la Naturaleza tenía horror al vacío. Pero el prin- favor popular durante una temporada y, al menos
cipio del derroche ostensible requiere un gasto a en la medida en que es una novedad, las personas
todas luces fútil; y la apariencia ostensiblemente encuentran, por lo general, atractivo el nuevo estilo.
costosa del vestido que resulta de lo dicho es, por Se considera bella la moda dominante. Esto se
ende, intrínsecamente fea. Por ello encontramos que debe, en parte, al alivio que proporciona por el hecho
en todas las innovaciones en materia de vestido, cada de ser diferente de lo que se usaba antes de ella y, en
uno de los detalles añadidos o alterados lucha por parte, al hecho de que contribuye a la reputación.
evitar la condena sumaria mostrando alguna fina- Como ya se indicó en el capítulo anterior, el canon
lidad ostensible; a la vez, la exigencia del derroche que regula la reputación modela en cierta medida
ostensible impide que la finalidad de esas innova- nuestros gustos, de tal modo que bajo su guía puede
ciones pase de ser algo más que una apariencia, en aceptarse como conveniente cualquier cosa, hasta
cierto sentido transparente. Aun en sus expresiones que la novedad deja de ser tal novedad o hasta que
más libres de trabas, la moda llega pocas veces -o la garantía de reputación se transfiere a una estruc-
ninguna- a pesar de una simulación de una utilidad tura nueva que sirve a la misma finalidad general.
ostensible. Sin embargo, la finalidad ostensible de Que la supuesta belleza -o "lo encantador"- de
los detalles de la moda en el vestir es siempre una los estilos en boga en cualquier momento dado no es
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sino transitoria y espuria, se pone de manifiesto se aplica en casi todos los puntos con mayor fuerza
por el hecho de que ninguna de las múltiples y cam- a! atavio de la mujer. Pero hay un punto en el cua!
biantes modas resiste la prueba del tiempo. Con- el vestido de la mujer difiere sustancialmente del
templada con la perspectiva de media docena de masculino. En el vestido de la mujer se insiste de
años o más, la mejor de nuestras modas nos sor- modo más evidente en aquellos rasgos que atesti-
prende por lo grotesca, si no por lo desagradable. guan que su usuaria está exenta o es incapaz de
Nuestra afección transitoria por cualquier cosa que todo empleo vulgarmente productivo. Esta caracte-
sea el último grito de la moda se basa en funda- rística del atavío femenino es interesante no sólo
mentas de carácter no estético y dura sólo hasta porque completa la teoría del vestido, sino tam-
que el sentido estético permanente puede reafirmar- bién porque confirma lo que se ha dicho del status
se y repudiar ese último artificio imposible de económico de las mujeres tanto en el pasado como
tolerar. en el presente.
El proceso de producir una náusea estética re- Como ya se ha visto al estudiar el status de la
quiere más o menos tiempo; el lapso requerido en mujer en los epígrafes del Ocio Vicario y el Consumo
cada caso dado es inversamente proporciona! a! grao Vicario, en el curso del desarrollo económico ha
do de odiosidad intrínseca del estilo de que se trate. llegado a ser tarea de la mujer consumir en forma
Esa relación de tiempo entre la odiosidad y la ines- vicaria para el cabeza de la comunidad doméstica;
tabilidad de las modas nos ofrece un fundamento y su atuendo está imaginado teniendo a la vista. esa
para la inferencia de que cuanto más rápidamente se finalidad. Hemos notado que el trabajo ostensible-
suceden y se desplazan los estilos, tanto más ofen- mente productivo perjudica de modo peculiar a la
sivos son para un gusto firme y sólido. Por ende, reputación de las mujeres respetables y, por ende,
la presunción aplicable es la de que cuanto más se han tomado cuidados especiales en la aparien-
lejos llega la comunidad -yen especia! las clases cia del vestido de las mujeres, con objeto de dar
acomodadas- en punto a riqueza y movilidad y a a entender al observador el hecho (con frecuencia
ámbito de contacto humano, con tanto más vigor se ficticio) de que la usuaria no se ocupa, ni puede
asienta la ley del derroche ostensible en materia ocuparse habitualmente, en ningún trabajo útil. Las
de vestir, y tanto más tiende a caer en desuso O a conveniencias exigen de las mujeres respetables que
ser superado por el canon de la reputación pecunia- se abstengan de todo esfuerzo útil con mayor ñr-
ria el sentido de la belleza, tanto más rápidamente meza que los hombres de las mismas clases sociales,
cambian y desaparecen las modas y tanto más gro- y que exhiban, en grado mucho mayor que éstos, su
tescos e intolerables resultan los diversos estilos que ociosidad. Nos produce una ímnresíón penosa el
pasan a estar sucesivamente en boga. contemplar la necesidad de cualquier mujer bien
Queda aún por estudiar al menos un aspecto de nacida, que se ve obligada a ganarse la vida mediante
esta teoría del vestido. La mayor parte de lo que el trabajo útil. No es la "esfera de la mujer". Ssta
se ha dicno se aplica tanto al atuendo masculino se encuentra en la casa que la mujer debe "embe-
como a! femenino; aunque en la época moderna llecer" y de la que debe ser el "principal adorno".
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Del cabeza masculino de la familia no se habla, por presenten pruebas de una vida de ocio, sino incluso
lo común, como de un adorno. Esta característica. que se incapaciten para toda actividad útil.
tomada en conexión con el hecho de que las conve- Es aquí donde el traje de los hombres se encuen-
niencias requieren una atención más constante a la tra en situación de inferioridad con respecto al
exhibición costosa en los vestidos y otros adornos atavío femenino, y ello con motivo. El gasto osten-
empleados por las mujeres, contribuye a reforzar sible y el ocio ostensible fortalecen la buena repu-
la concepción implícita en 10 anterior. Como resul- tación en cuanto que constituyen pruebas de foro
tado de su pasado patriarcal, nuestro sistema social taleza pecuniaria; ésta, a su vez, contribuye a la
hace que la función de la mujer sea en un grado buena reputación o es honorífica, porque, en último
muy importante la de demostrar la capacidad de término, demuestra éxito y fuerza superiores; por
pago de la familia a que pertenece. Con arreglo ende, la demostración del derroche realizado y el
al sistema de vida de la civilización moderna, la ocio disfrutado por cualquier individuo por cuenta
mujer debe cuidar de modo especial el buen nomo propia, no puede lógicamente tomar tai forma o
bre de la familia a que pertenece; y el sistema de alcanzar una altura tal que implique incapacidad
gasto honorifico yacio ostensible mediante el cual o notoria incomodidad por su parte; en tal caso,
se sostiene principalmente el buen nombre es, en la exhibición no mostraría superioridad, sino infe-
consecuencia, la esfera de la mujer. En el esquema rioridad de fuerza, contradiciendo así su finalidad
ideal, tal como tiende a realizarse en la vida de propia. Así, pues, dondequiera que el gasto que
las clases pecuniarias superiores, esa atención al suponga derroche y la abstención ostensible de todo
gasto ostensible de materias y esfuerzos debe nor esfuerzo útil se lleven normalmente -o por regla
malmente ser la única función económica de la general- hasta el extremo de mostrar una incomo-
mujer. didad patente o una incapacidad física voluntaria-
En la etapa de desarrollo económico en la que mente producida, la inferencia inmediata es la de
las mujeres eran aún propiedad de los hombres en que el individuo en cuestión no realiza ese gasto
el pleno sentido de la palabra, el ocio y el consumo derrochador ni sufre esa incapacidad en beneficio
ostensibles pasaron a ser parte de los servicios de su reputación pecuniaria personal, sino en nom-
que se exigían de aquéllas. No siendo las mujeres bre de alguna otra persona de la que depende eco-
dueñas de sí mismas, el gasto ostensible por ellas nómicamente y con la que se encuentra en una
practicado y el ocio de que disfrutaban habían de relación de dependencia económica, relación que,
redundar en crédito de su amo y no en el de ellas; en último término, tiene que reducirse, en teoría
y, por consiguiente, cuanto más costosas y más noto- económica, a una relación de servidumbre.
riamente improductivas fueran las mujeres de la Apliquemos esta generalización a los vestidos fe-
comunidad doméstica, tanto más enaltecedora y más meninos y expresémosla de modo concreto: el tacón
eficaz para mantener la reputación de la comunidad alto, la falda, el sombrero absurdo, el corsé y, en
doméstica o de su jefe había de ser su vida. Tanto términos generales, el no tomar en cuenta la corno-
es así que se ha exigido a las mujeres no sólo que didad de la usuaria, rasgos Itodos que constituyen
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caracterfsticas indudables del traje de todas las muo adornadas, grotescas, inconvenientes y, al menos en
jeres civilizadas, son otras tantas pruebas de que en apariencia, incómodas hasta un grado máximo. Se
la concepción de la vida civilizada moderna la muo espera del sacerdote que se abstenga de todo esfuer-
jer es aún, en teoría, dependiente económicamente zo útil y que cuando esté a la vista del público pre-
del hombre -de que, acaso en un sentido altamen- sente un aspecto de impasibilidad melancólica, en
te idealizado, sigue siendo propiedad del hombre-o forma muy análoga a la de un criado conocedor de
La razón vulgar con que se explica todo este ocio y su oficio. El hecho de que vaya afeitado es un argu-
lujo ostensible por parte de la mujer reside en el mento más en el mismo sentido. Esta asimilación
hecho de que sigue siendo servidora del hombre, una de la clase sacerdotal a la de los servidores corpo-
servidora a la que, con la diferenciación de funcio- rales, en lo que se refiere a su apariencia y vesti-
nes económicas, se le ha delegado el cargo de mos- dura, se debe a la semejanza de las dos clases por
trar la capacidad de pago de su señor. lo que hace a su función económica. En teorfa eco-
Hay una semejanza marcada en estos aspectos nómica el sacerdote es un servidor personal cuya
entre el traje femenino y el de los servidores do- misión se interpreta en el sentido de que sirve a la
mésticos, especialmente los criados de librea. En persona de la divinidad cuya librea lleva. Su librea
ambos casos hay una exhibición complicada de gasto es de carácter muy costoso, como debe ser para
innecesario, así como una notable falta de conside- poner de manifiesto de modo decoroso la divinidad
ración por la comodidad física de quien usa los ves- de su exaltado señor; pero está ideada ex profeso
tidos. Pero el atavío de la dama subraya aún más para mostrar que el hecho de usarla contribuye poco
que los vestidos del criado la ociosidad y hasta la o nada a la comodidad fisica del portador, ya que
incapacidad física de la portadora. Y así debe ser es un artículo de consumo vicario, y el aumento de
ya que, en teoría, con arreglo al esquema ideal de reputación que deriva de su cons':lmo ha de impu-
la cultura pecuniaria, la señora de la casa es el sir- tarse al señor ausente y no al servidor.
viente principal de la comunidad doméstica. La línea de separación entre los vestidos de las
Además de los criados a los que se reconoce co- mujeres, los sacerdotes y los criados, por una parte,
rrientemente como tales, hay, al menos, otra clase y los vestidos de los hombres, por otra, no s~ obser-
de personas cuya apariencia exterior les asimila a la va siempre en la práctica, pero de modo nguroso
clase de los criados y que presenta muchas de las ca- es difícil negar que está presente siempre de modo
racterísticas que constituyen la femineidad de los más o menos definido en los hábites mentales po-
vestidos de la mujer. Se trata de la clase sacerdotal. pulares. Hay, sin duda, también hombres libres, y
Los vestidos sacerdotales muestran, de modo acen- no pocos, que en su celo ferviente por una represen-
tuado, todas las caracterfsticas que, según hemos tación impecable trasponen la línea teórica.existente
visto, constituyen una demostración de un status entre el vestido del hombre y el de la mujer, hasta
servil y una vida vicaria. Aún más notable en este el extremo de presentarse en un atuendo destinado
sentido que los vestidos cotidianos del sacerdote, en forma patente a molestar la constitución de los
las vestiduras sacerdotales propiamente dichas son mortales; pero todo el mundo reconoce sin dudar
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un momento que tal atuendo masculino se aparta de tación de la necesidad del trabajo manual, y sufi-
lo normal. Tenemos la costumbre de decir que tal cientemente grande a la vez para formar un cuerpo
vestido es "afeminado"; y oímos a veces la obser- social aislado que se bastase a sí mismo y la masa
vación de que tal o cual caballero exquisitamente del cual pudiese servir de cimiento a unas reglas de
ataviado está tan bien vestido como un lacayo. conducta especiales para esa clase y cuya sanción
Merece la pena examinar con mayor detalle cier- consistiera sólo en la opinión corriente de la clase.
tas aparentes discrepancias que ofrece esta teoría Pero ahora que ha llegado a haber una clase ociosa
del vestido, ya que señalan una tendencia más o me- suficientemente grande y poseedora de tal cantidad
nos evidente en el desarrollo posterior y más madu- de riqueza que toda imputación de practicar un tra-
ro del vestido. La boga del corsé ofrece una apa- bajo manual obligado sería una calumnia vana e
rente excepción a la regla que hemos citado y de la inocua, el corsé ha caído en gran medida en desuso
que constituye un ejemplo. Sin embargo, un exa- dentro de esa clase.
men más a fondo de esa moda mostrará que esta Las excepciones relativas a estas reglas de exen-
aparente excepción es, en realidad, una comproba- ción del uso del corsé son más aparentes que reales.
ción de la regla de que la boga de cualquier ele- Son las clases ricas de países que tienen una estruc-
mento o característica determinados del vestido des- tura industrial inferior -más cerca del tipo arcaico
cansa en su utilidad en cuanto demostración de una cuasi-industrial- junto con las personas últimamen-
situación pecuniaria. Es bien sabido que en las co- te llegadas a las clases ricas en las comunidades
munidades industriales más avanzadas no se usa el industriales más avanzadas. Estas últimas personas
corsé, sino dentro de ciertos estratos sociales bas- no han tenido aún tiempo de desembarazarse de los
tante bien definidos. Las mujeres de las clases más cánones plebeyos de gusto y reputación que arras-
pobres, especialmente en la población rural, no lo tran de su antiguo grado pecuniario inferior. Por
emplean habitualmente, salvo como lujo de días de ejemplo, es frecuente esa supervivencia del corsé en-
fiesta. En esas clases las mujeres tienen que traba- tre las clases sociales superiores de las ciudades nor-
jar duramente y no les sirve de gran cosa fingir el teamericanas que han ascendido a la opulencia re-
ocio crucificando su carne en la vida cotidiana. El ciente y rápidamente. Si empleamos la palabra como
uso del corsé en los días de fiesta se debe a la imi- término técnico y sin ninguna resonancia peyorativa,
tación de los cánones de decoro de una clase supe- puede decirse que el corsé persiste en gran medida
rior. Por encima de este bajo nivel de indigencia durante el periodo de esnobismo -el intervalo de in-
y trabajo manual el corsé era, hasta hace una o dos certidumbre y de transición de un nivel de cultura
generaciones, casi indispensable para mantener una pecuniaria inferior a uno superior-o Es decir, que
posición socialmente impecable, y su exigencia oblí- en todos los países que han heredado el corsé, éste
gada a todas las mujeres, incluso las más ricas y continúa en uso siempre y cuando sirve a su finali-
de mayor reputación pecuniaria. Esta regla se man- dad de demostrar el ocio honorífico al sugerir la
tuvo en vigor mientras no hubo una clase suficien- incapacidad física de la portadora. Naturalmente,
temente rica como para estar por encima de la impu- la misma regla se aplica a todas las mutilaciones y
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artificios inventados para disminuir la eficacia visi- mente educados para captar matices delicados en
ble del individuo. las variaciones de los medios de demostrar la rique-
Algo semejante puede decirse, con razón, respec- za y el ocio. El método de publicidad sufre un re-
to a diversos artículos de consumo ostensible y algo finamiento cuando se ha desarrollado una clase opu-
parecido puede afírmarse, sín duda, aunque en gra- lenta suficientemente grande y que tiene tiempo
do menor, de diversas características del vestido, en disponible para poder interpretar hábilmente signos
especial las que implican una incomodidad o apa- de gasto más sutiles. Los vestidos "chillones" re-
riencia de incomodidad para quien lo lleva. Durante sultan ofensivos para el buen gusto de la gente que
los cien años pasados ha habido una tendencia cla- lo tiene, ya que ponen de manifiesto un deseo in-
ramente perceptible, en especial en el desarrollo de debido de impresionar la sensibilidad no educada
los trajes de los hombres, a dar de lado métodos :Jel vulgo .. Para el !ndividuo de alto linaje sólo tiene
de gasto y símbolos del ocio que tengan que ser rmportancía material la estima más honorífica que
molestos, aunque hayan podido servir a una finali- le da el sentido culto de los miembros de su propia
dad útil en un momento determinado, pero la con- clase. Cuando la clase ociosa opulenta ha llegado a
tinuación de los cuales en las clases superiores de ser tan grande y el contacto del individuo de la clase
hoy día habria de ser supererogatoria; por ejemplo, ociosa con los miembros de su propia clase tan amo
el uso de pelucas empolvadas y de encaje de hilo plio que se ha lIcgado a constituir un medio humano
de oro y la práctica de afeitarse continuamente la suficientemente grande para la finalidad honorífica
cara. En los últimos años se ha recrudecido ligera- surge una tendencia a excluir de ese esquema a lo~
mente el uso del afeitado en la buena sociedad, pero elementos inferiores de la población, aun como me-
se trata probablemente de una transitoria e incons- ros espectadores cuyo aplauso o censura haya de
ciente imitación de la moda impuesta a los ayudas buscarse. El resultado de todo esto es Un refina-
de cámara y se puede esperar que siga el camino de miento de métodos, un recurso a artificios más su-
la peluca empolvada de nuestros abuelos. tiles y una espiritualización del esquema simbólico
Estos índices y otros que se les parecen en punto del vestido. Y como esta clase ociosa superior mar-
a la audacia con la que señalan a todos los obser- ca la pauta en todas las cuestio~es de decoro, el
vadores la inutilidad habitual de las personas que resultado para el resto de la SOCiedad es también
los emplean, han sido reemplazados por otros mé- una mejora gradual del esquema del vestido. Al
todos más delicados de expresar el mismo hecho; U?-ejorar la comunidad en riqueza y cultura, la capa-
métodos que, para los ojos habituados de ese circu- cídad de pago se demuestra por medios que exigen
lo menor y selecto cuya buena opinión se busca de en el observador una discriminación progresívamen-
modo principal, son no menos evidentes que aqué- te más fina. Esa discriminación más fina de los
llos. Los métodos anteriores y más toscos de publi- medios de publicidad constituye un elemento muy
cidad pudieron mantenerse mientras el público cuya importante de la cultura pecuniaria superior.
atención se trataba de atraer comprendia grandes
sectores de la comunidad que no estaban adecuada-
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~n parte humano y en parte no humano- y un su-
Jeto humano con una constitución física e intelec-
VIII. LA EXENCIóN DE TAREAS INDUSTRIALES tual mas o menos definida. En conjunto, este sujeto
Y EL CONSERVADURISMO humano es más o menos variable; de modo princi-
pal, sin duda, por obra de una regla de conservación
LA VIDA del hombre en sociedad, al igual que la vida selectiva de variaciones favorables. La selección de
de las demás especies animales, es una lucha por variaciones favorables es, acaso en gran medida, una
la existencia y, por ende, un proceso de adaptación conservación selectiva de tipos étnicos. En la histo-
selectiva. La evolución de la estructura social ha ria de cualquier comunidad cuya población se com-
sido un proceso de selección natural de institucio- ponga de una mezcla de elementos étnicos diversos,
nes. El progreso que se ha hecho y se está haciendo uno u otro de los diversos tipos persistentes y
en las instituciones humanas y en el carácter hu- relativamente estables de cuerpo y de temperamen-
mano puede atribuirse, en términos generales, a una to se eleva a una posición de dominio en determi-
selección natural de los hábitos mentales más con- nado momento. La situación, incluyendo las institu-
venientes y a un proceso de adaptación forzosa de ciones en vigor en cualquier momento determinado,
los individuos a un medio que ha cambiado progresi- favorece la supervivencia y el predominio de un
vamente con el desarrollo de la comunidad y con las tipo de carácter de preferencia a otro; y el tipo de
cambiantes instituciones bajo las que han vivido hombre así seleccionado para continuar y elaborar
los hombres. Las instituciones no son sólo resultado ulteriormente las instituciones trasmitidas por el
de un proceso de selección y adaptación que modela pasado modelará en grado considerable esas insti-
los tipos predominantes o más difundidos de acti- tuciones a su propia imagen y semejanza. Pero apar-
tud y aptitudes espirituales; son a la vez métodos te de la selección de tipos de carácter y hábitos
especiales de vida y de relaciones humanas y, por mentales relativamente estables se produce, sin duda,
tanto, a su vez factores eficaces de selección. De a la vez un proceso de adaptación selectiva de há-
tal modo que las instituciones variables contribuyen oitos mentales dentro del cuadro general de aptitu-
por su parte a una ulterior selección de individuos des que caracterizan al tipo o los tipos étnicos
dotados del temperamento más adecuado y a una dominantes. Puede haber variación en el carácter
ulterior adaptación de los temperamentos y hábitos fundamental de un pueblo como consecuencia de
individuales al medio cambiante por la formación la selección hecha entre tipos relativamente esta-
de instituciones nuevas. bIes; pero hay también dentro del cuadro general
Las fuerzas que han guiado el desarrollo de la del tipo una variación debida a la adaptación en
vida humana y de la estructura social son, sin duda, detalle y a la selección hecha entre concepciones
reductibles en último extremo a términos de tejido habituales especificas acerca de cualquier relación
vivo y medio material; pero para los fines que aquí social o grupo de relaciones dados.
nos ocupan no necesitamos ir tan lejos y es posible Sin embargo, para nuestro actual propósito, el
expresar esas fuerzas en términos de un meaio problema de la naturaleza del proceso de adapta-
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ción -tanto si se trata sobre todo de una selección los procesos pasados, están adaptadas a las circuns-
hecha entre tipos estables de temperamento y ca- tancias pasadas y, por tanto, no están de pleno
rácter, como si es de modo fundamental una adapta- acuerdo con las exigencias del presente. Por su pro-
ción de los hábitos mentales de los hombres a las pia naturaleza este proceso de adaptación selectiva
circunstancias cambiantes- tiene menos importan- no puede alcanzar nunca a la situación progre~iva­
cia que el hecho de que, por uno u otro método, las mente cambiante en que se encuentra la comunidad
instituciones cambian y se desarrollan. Las ínstítu- en cualquier momento dado, ya que el medio, la
ciones tienen que cambiar al variar las circunstan- situación, las exigencias de la vida que. imponen
cias, ya que por naturaleza son un método habitual la adaptación y realizan la selección, cambian d~ día
de responder a los estímulos ofrecidos por ~sas en día; y cada situación sucesiva de la comumdad
circunstancias cambiantes. El desarrollo de esas ins- tiende, a su vez, a quedar en desuso tan pronto
tituciones es el desarrollo de la sociedad. Las ínstí- como se ha producido. Cuando se ha dado un paso
tuciones son, en sustancia, hábitos mentales predo- en el desarrollo, ese paso constituye por sí mismo
minantes con respecto a relaciones y funciones un cambio de situación que exige una nueva adap-
particulares del individuo y de la comunidad; y el es- tación; se convierte en punto de partida de un nUE>-
quema general de la vida, que está compuesto por vo paso en el ajuste, y así sucesivamente.
el conjunto de instituciones en vigor en un momen- Hay que notar también, aunque pueda ser una
to o en un punto determinados d;el desarroll? d~ perogrullada monótona, que las instituciones de hoy
cualquier sociedad, puede caracterizarse, ~n ter;nl w
-el esquema general de vida aceptado en el presen-
nos generales, desde el PUIl;to de vista pSlcológl.co, te- no se adaptan enteramente a la situación de
como una actitud de espíritu o teoría de la VIda hoy. A la vez, los actuales hábitos mentales de los
predominante. Por lo qU7 se refi.e~e a sus caracte- hombres tienden a persistir indefinidamente, a me-
rísticas genéricas, esa actitud espiritual o teorí~ de nos que las circunstancias impongan un cambio. Esas
la vida es reductible, en último análisis, a términos instituciones así trasmitidas, esos hábitos mentales,
de un tipo predominante de caráctc:r.. . puntos de vista, actitudes y aptitudes mentales etc.,
La situación de hoy modela las ínstítucíones de son, pues, en si mismas, un factor conservador. ~st~
mafiana mediante un proceso coactivo de selección, es el factor de la inercia social, la inercia psicológí-
que actúa sobre la concepción habitual que los hom- ca, el conservadurismo.
bres tienen de las cosas y altera o refuerza con ello La estructura social sólo cambia, se desarrolla Y
un punto de vista o una actitud mental trasmitida se adapta a una situación modificada, mediante un
por el pasado. Las instituciones -es decir, los há· cambio en los hábitos mentales de las diversas cla-
bitos mentales- bajo la guía de los cuales viven ses de la comunidad; o, en último análisis, mediante
los hombres, se reciben, pues, trasmitidas desde un cambio en los hábitos mentales de los individuos
un pasado remoto; más o menos remoto, pe~ en que constituyen la comunidad. La evolución de la
cualquier caso han sido elaboradas y trasmitidas sociedad es sustancialmente un proceso de adapta-
por el pasado. Las instituciones son producto de ción mental de los individuos, bajo la presión de las
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circunstancias, que no toleran por más tiempo há- la sociedad se encuentra protegido c~>ntra la acc!ón
bitos mentales formados en el pasado, bajo un con- del medio en cualquier aspecto esencial, esa porción
junto de circunstancias diferentes y que concuer- de la comunidad o esa clase adaptará sus concep-
dan con éstas. Para nuestro propósito inmediato el ciones y su esquema general de la vida a la nueva
problema de si este proceso de adaptación es un situación general más tarde que el resto del grupo;
proceso de selección y supervivencia de tipos étnicos y en la misma medida en qué ello ocurra, tenderá
persistentes o un proceso de adaptación individual a retrasar el proceso de transfonnación social. La
y una herencia de caracteres adquiridos, no es, ne- clase ociosa opulenta se halla en tal sit?ación pro-
cesariamente una cuestión de gran importancia. tegida con respecto a las fuerzas económicas que. fa-
El avance social, sobre todo considerado desde el vorecen el cambio y el reajuste. Y puede decirse
punto de vista de la teoría económica, consiste en que, en último anál~sis,. las fuerzas. que favorecen
un acercamiento progresivo a un ajuste aproximada. un reajuste de ínstítucíones, especialmente en la
mente exacto "de las relaciones internas a las exter- comunidad industrial moderna, son, casi por entero,
nas"; pero ese ajuste no llega nunca a establecerse de naturaleza económica.
de modo definitivo, ya que "las relaciones exter- Se puede considerar a toda comunidad como un
nas" están sujetas a un cambio constante, como con- mecanismo industrial o económico, la estructura del
secuencia del cambio progresivo que se produce en cual está compuesta por lo que se denomina sus
"las relaciones internas". Pero el grado de aproxi- instituciones económicas. Esas instituciones son mé-
mación puede ser mayor o menor, según sea la fa- todos habituales de continuar el proceso vital de la
cilidad con la que se hace un ajuste. En cualquier comunidad en contacto con el medio material en
caso, un reajuste de los hábitos mentales de los hom- el que aquélla vive. Cuando se han elaborado de e~t7
bres para conformarse a las exigencias de una situa- modo determinados métodos de desplegar la actívi-
ción modificada sólo se produce de modo tardío y dad humana en ese medio detenninado, la vida de
a regañadientes, y sólo bajo la coacción ejercida por la comunidad se expresa con alguna facilidad en esas
una situación que ha hecho insostenibles las opinio- direcciones habituales. La comunidad utilizará las
nes establecidas. El reajuste de las instituciones y fuerzas del medio para los fines de su vida con arre-
las opiniones habituales a un medio modificado se glo a métodos aprendidos del pas~do y encarnados
hace como respuesta a una presión exterior; es una en esas instituciones. Pero a medida que a~~enta
respuesta a un estimulo. Así, pues, la libertad y la la población y conforme aumentan el conOCimiento
facilidad de reajuste, es decir, la capacidad de cre- y la habilidad de los hombres en la ?irección de las
cimiento de la estructura social, depende en gran fuerzas naturales, los métodos habituales de rela-
medida del grado de libertad con el que la situación ción entre los miembros del grupo y el método ha-
actúa en cualquier momento dado sobre cada uno bitual de continuar el proceso vital del grupo como
de los miembros de la comunidad -el grado de un todo, dejan de dar el mismo resultado de anta-
exposición de cada uno de los miembros a las fuer- ño; y las condiciones de vida res~ltantes n~ se dIS-
zas coactivas del medio-. Si un sector o clase de tribuyen ni reparten entre los diversos miembros
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del mismo modo ni con el mismo efecto que antes. nuevos métodos industriales; y al hacerlo así no
Si el esquema general de vida con arreglo al cual se podrán seguir viviendo con arreglo a las nocio.nes
desarrollaba el proceso vital del grupo bajo las con- por ellos recibidas acerca de cuáles sean los hábitos
diciones antiguas daba el resultado más alto que se de vida adecuados y bellos.
podía alcanzar -dentro de las circunstancias- en Cualquier persona a quien se le exija que cambie
lo referente a eficiencia o facilidad del proceso vital sus hábitos de vida y sus relaciones habituales con
del grupo. de no modificarse ese mismo esquema sus semejantes sentirá la discrepancia entre el mé-
general, no produciría, una vez alteradas las condi- todo de vida que le imponen las exigencias rec~én
ci~nes, el resultado más alto que se pueda conse- surgidas y el tradicional esquema general de VIda
ll,IDr. En las nuevas condiciones de población, habi- a que está acostumbrado. Son los individ?os c~lo­
lidad y conocimiento, la facilidad de la vida con cados en esta situación quienes tienen el íncentívo
arreglo al esquema tradicional acaso no sea inferior más vivido para reconstruir el esquema general de
a lo que era en las condiciones antiguas; pero to- la vida que han recibido y quienes se convencen con
das las probabilidades son de que sea ínferior a lo más facilidad de lo imprescindible que es aceptar
que pudiera ser caso de haberse alterado el esquema nuevos patrones; y es por la necesidad de conseguir
general para adaptarlo a las nuevas condiciones. los medios de vida indispensables por lo que los
El grupo se compone de individuos y la vida del hombres se encuentran en tal situación. La presión
grupo es la vida de los individuos vivida en separa- ejercida por el medio sobre el grupo, que opera en
ción, por lo menos aparente de los demás. El es- favor de un reajuste del esquema general de la vida
quema general de la vida aceptado por el grupo es de éste, actúa sobre sus miembros en forma de exi-
el consenso de las opiniones, sostenidas por el cuero gencias pecuniarias; y debido a este hecho -debido
po general de esos individuos respecto a qué sea lo a que las fuerzas externas se convierten en gran
bueno, justo, conveniente y bello en la vida huma- parte en exigencias pecuniarias o económicas- po-
na. En la redistribución de las condiciones de la vida demos ver que las fuerzas que favorecen el reajuste
que resulta del nuevo método de enfrentarse con de instituciones en cualquier comunidad industrial
el medio, el resultado no es un cambio igual en la moderna son principalmente fuerzas económicas; o
facilidad de la vida del grupo. Las nuevas condicio- más específicamente, que esas fuerzas adoptan la
nes pueden aumentar la facilidad de la vida del gru- forma de presión pecuniaria. Un reajuste como el
po en su conjunto, pero la redistribución producirá, que aquí estamos considerando es, en sustancia, un
por lo común, una disminución de la facilidad o la cambio en las opiniones de los hombres acerca de
plenitud de la vida de algunos miembros del grupo. qué sea bueno y justo y el medio de que se produzca
Un avance en los métodos técnicos, un aumento en un cambio en los conceptos que tienen los hombres
la cifra de población o en la organización industrial de lo bueno y de lo justo es, en gran parte, la
requerirá que, por lo menos, algunos de los miem- presión de las exigencias pecuniarias.
bros de la comunidad cambien sus hábitos de vida Un cambio cualquiera en las opiniones de los hom-
para poder adaptarse con facilidad y eficacia en los bres respecto a lo que es bueno y justo en la vida
200 201
humana no se abre camino, en el mejor de los casos, cológica correspondiente, en el caso de que una cla-
sino en época tardía. Esto es cierto de modo espe- se o comunidad esté alejada de la acción de las
cial de cualquier cambio en dirección de lo que se fuerzas que favorecen el mantenimiento de los há-
denomina progreso; es decir, en dirección contraria bitos mentales últimamente desarrollados.
a la situación arcaica -la situación que puede ser Es un hecho notorio que cuando los individuos,
considerada como punto de partida de cualquier e incluso grupos considerables de hombres se segre-
paso que se dé en la evolución social de la comuní- gan de una cultura industrial elevada y quedan
dad-o El retroceso, la vuelta a un punto al que la expuestos a un medio cultural inferior, a una situa-
especie ha estado habituada en el pasado durante ción económica de carácter más primitivo, dan en
mucho tiempo, es más fácil. Ello es cierto, sobre seguida muestras de reversión a las caracteristicas
todo, cuando el desarrollo a partir de ese punto no espirituales que distinguen el tipo depredador; y pa-
se ha debido de modo principal a una sustitución rece probable que el tipo de europeo dólico-rubio
de un tipo étnico cuyo temperamento es ajeno al posea una mayor facilidad de reversión a la barbarie
punto de partida. que los otros elementos étnicos con los que está
En la historia de la civilización occidental, la eta- asociado en la cultura occidental. En la historia
pa cultural inmediatamente anterior a la actual es reciente de la migración y la colonización abundan
la que hemos denominado estadio cuasi-pacífico. En ejemplos en pequeña escala de tal reversión. A no
ese estadio cuasi-pacífico la característica dominan- ser por miedo a ofender ese patrioterismo que cons-
te en el esquema general de la vida es la ley del tituye un rasgo tan caracteristico de la cultura de-
status. No hay necesidad de señalar hasta qué pun- predadora, y la presencia del cual es a menudo el
to se inclinan los hombres de hoy a volver a la ac- signo más destacado de reversión que se observa
titud espiritual de señorio y subordinación que ca- en las comunidades modernas, podria citarse como
racteriza a aquella etapa. Acaso pudiera decirse más ejemplo de tal reversión el caso de las colonias nor-
bien que se encuentra en un desuso inseguro por las teamericanas, pues la presenta en una escala desusa-
exigencias económicas de hoy y no que haya sido damente grande, aunque no fue una reversión de
definitivamente suplantada por un hábito mental gran alcance.
que esté de pleno acuerdo con esas exigencias pos-
teriores. Los estadios depredador y cuasi-pacífico de La clase ociosa está, en gran medida, protegida con-
la evolución económica parecen haber sido de larga tra la presión de aquellas exigencias económicas que
duración en la historia de todos y cada uno de prevalecen en toda comunidad industrial moderna
los principales elementos étnicos que constituyen las y altamente organizada. Las exigencias de la lucha
poblaciones de la cultura occidental. El temperamen- por los medios de vida son menos fuertes para esta
to y las propensiones propios de esos estadios culo clase que para cualquier otra; y como consecuencia
turales han alcanzado, en consecuencia, una persis- de esta posición privilegiada deberiamos esperar
tencia tal que hace inevitable una rápida reversión teóricamente que aquélla fuese una de las clases
a las caracteristicas generales de la constitución psi- sociales que menos respondiesen a las demandas de
202 203
un desarrollo ulterior de las instituciones y reajuste d1almente en un cálculo interesado de las ventajas
a una situación industrial modificada presentadas materiales; es una revulsión instintiva ante cualquier
por la situación. La clase ociosa es la clase conser- apartamiento del modo aceptado de hacer o consi-
vadora. Las exigencias de la situación económica derar las cosas -revulsión común a todos los hom-
general de la comunidad no actúan de modo directo bres y que sólo puede ser superada por la fuerza
ni sin dificultades sobre los miembros de esa clase. de las circunstancias. Todo cambio en los hábitos de
No se les exige que cambien sus hábitos de vida y vida y mentales es penoso. La diferencia a este res-
sus concepciones teóricas del mundo externo para pecto entre la parte acaudalada de la humanidad y
adaptarse a las demandas de una nueva técnica in- el resto de la misma no estriba tanto en el motivo
dustrial 50 pena de perder sus propiedades, ya que que impulsa al conservadurismo como en el grado
no constituyen parte orgánica de la comunidad in- de exposición a las fuerzas económicas que provocan
dustrial en el pleno sentido de la palabra. Por ende, el cambio. Los miembros de la clase adinerada no
esas exigencias no producen con facilidad en los ceden a la demanda de innovación con la misma fa-
miembros de la clase ociosa aquel grado de incon- cilidad que otros hombres, porque no se ven obli-
formidad con el orden existente que puede llevar a gados a hacerlo así.
cualquier grupo de hombres a abandonar las con- Este conservadurismo de la clase adinerada es una
cep~iones y métodos de vida que han llegado a ser caracteristica tan patente que ha llegado incluso a
habituales para ellos. La función de la clase ociosa ser considerado como signo de respetabilidad. Como
en la evolución social consiste en retrasar el moví- el conservadurismo es una característica de la parte
II!iento y en conservar lo anticuado. Esta proposi- más rica -y, por ende, de mejor reputación- de
cíón no es, en modo alguno, nueva; ha sido durante la comunidad, ha adquirido un cierto valor honorí-
mucho tiempo uno de los lugares comunes de la fico o decorativo. Ha llegado a ser prescriptivo en
opinión de la gente. tal forma que en nuestras nociones de respetabili-
La convicción predominante de que la clase rica dad va comprendida, como algo que se da por hecho,
es por naturaleza conservadora, ha tenido acepta- la adhesión a las opiniones conservadoras, y se ím-
ción general sin necesidad de mucha ayuda por par- pone de modo imperativo a todos los que quieren
te de ninguna concepción teórica acerca del lugar llevar una vida impecable desde el punto de vista de
y relación de esa clase en el desarrollo cultural. la reputación social. El conservadurismo es deco-
Cuando se da una explicación de ese conservaduris- roso porque es una característica de la clase supe-
mo. de clase es, por lo general, la explicación peyo- rior y. por el contrario, como la innovación lo es de
ratíva de que ocurre asi porque los ricos tienen un la clase inferior, es vulgar. El primer y más instin-
interés creado, de naturaleza indigna, en el mante- tivo elemento en esa revulsión y reprobación ins-
nimiento de las condiciones actuales. La explicación tintivas con las que reaccionamos ante toda innova-
dada aquí no imputa ningún motivo indigno. La ción social es ese sentimiento del carácter esencial-
oposición de la clase ociosa a los cambios en el es- mente vulgar de aquélla. De tal modo que aun en
quema cultural es instintiva y no se basta primor- los casos en que se reconocen las razones sustan-
204 20S
ciales que abonan la posición de que es portavoz el común con el hábito conservador el hecho de que
innovador -como puede ocurrir con facilidad cuan- actúa para retrasar la innovación y el desarrollo de
do los males que trata de remediar estén suficien- la estructura social. El código de convencionalis-
temente alejados en el tiempo, en el espacio o en el mos y usos decorosos en boga en un pueblo y una
contacto personal- no puede menos de apreciarse época determinados tiene, en mayor o menor grado,
el hecho de que el innovador es una persona con la el carácter de un todo orgánico; de tal modo que
que resulta, por lo menos, desagradable estar aso- cualquier cambio apreciable en un punto del esque-
ciado, y cuyo contacto social debe evitarse. La inno- ma general implica un cierto cambio o reajuste en
vación está mal vista. otros puntos del mismo y aun una reorganización
El hecho de que los usos, actos y opiniones de la en toda la línea de aquél. Cuando el cambio que se
clase ociosa acomodada adquieran para el resto de hace no afecta inmediatamente sino a un punto poco
la sociedad el carácter de canon prescriptivo de con- importante del esquema general, la perturbación con-
ducta, añade peso y alcance a la influencia conser- siguiente de la estructura convencional puede ser
vadora de esa clase. Obliga a todas las personas que imperceptible; pero aun en ese caso, puede asegu-
cuidan de su reputación a seguir su ejemplo. Así rarse que se ha de seguir alguna perturbación de
ocurre que, por virtud de su posición elevada en mayor o menor alcance en el esquema general. Por
cuanto encarnación de las buenas formas, la clase otra parte, cuando un intento de reforma implica
adinerada viene a ejercer en el desarrollo social una la supresión o la remodelación total de una insti-
influencia retardataria mucho mayor de la que co- tución de primera importancia en el esquema con-
rrespondería a su simple fuerza numérica. Su ejem- vencional, se percibe inmediatamente que tiene que
plo prescriptivo opera en el sentido de robustecer producirse una perturbación seria en todo el esque-
en gran medida la resistencia de todas las demás ma; se percibe que un reajuste de la estructura a
clases contra cualquier innovación y de fijar los efec- la nueva forma tomada por uno de sus principales
tos de los hombres en las buenas instituciones que elementos tiene que ser doloroso y molesto, si no
les han-sido trasmitidas por una generación anterior. dudoso.
En lo referente a los impedimentos opuestos a Para darse cuenta de la dificultad que habría de
la adopción de un sistema convencional de la vida implicar tal cambio radical en cualquiera de las ca-
más acorde con las exigencias de la época, la influen- racterísticas del esquema convencional de la vida,
cia de la clase ociosa opera también en la misma basta con sugerir la supresión de la familia mono-
dirección en otra forma. Con un criterio lógico es- gámica o el sistema agnaticio de parentesco. la pro-
tricto, este segundo método de guía de la clase supe- piedad privada o la fe teísta, en cualquier país
rior no debería colocarse en la misma categoría que perteneciente a la civilización occidental; o suponer
el conservadurismo instintivo y la aversión también lo que sería la supresión del culto de los antepasa-
instintiva a los nuevos modos de pensamiento de dos en China, del sistema de castas en la India, de
que acabamos de hablar; pero podemos muy bien la esclavitud en África o el establecimiento de la
tratar de él aquí, ya que, por lo menos, tiene en igualdad de los sexos en los países mahometanos.
206 207
No se necesita hacer ninguna argumentación para teración de cualquiera de los artificios ideados en
demostrar que la perturbación producida en cual- ventaja del hombre en sociedad. Lo que es cierto
quiera de esos casos en el sistema general de c~n· en un grado tan patente de las innovaciones de
vencionalismos habría de ser muy fuerte. Tales m- primera importancia, lo es también en menor esca-
novaciones implicarían también alteraciones de gran la de los cambios que tienen una importancia inrne-
alcance en los hábitos mentales de los hombres en diata más reducida. La aversión al cambio es en
otros puntos del esquema general d.istintos del .in- gran parte aversión a la molestia que implica el rea-
mediatamente afectado por el cambio. La aversión juste exigido por cualquier cambio, y esta solidari-
a tal innovación equivale a repudiar un esquema dad del sistema de instituciones de cualquier cultura
de vida esencialmente extraño al propio. o pueblo determinados robustece la resistencia ins-
La revulsión que experimentan personas pacifi- tintiva que encuentra todo cambio en los hábitos
cas ante toda propuesta de modificaciones. ~e los mentales de los hombres, aun en cuestiones que, en
métodos de vida aceptados es un hecho familiar en sí mismas consideradas, son de menor importancia.
la experiencia cotidiana. No es raro oír a las per- Consecuencia de esa repugnancia cada vez mayor,
sanas que dispensan a la comunidad consejos y debida a la solidaridad de las instituciones huma-
amonestaciones saludables, expresarse vigorosarnen- nas, es el hecho de que el reajuste provocado por
te en contra de los efectos perniciosos y de gran toda innovación exige un gasto de energía nerviosa
alcance que habría de experimentar aquélla como mayor del que sería necesario hacer en otro caso.
consecuencia de cambios relativamente poco impar. No es sólo que todo cambio en los hábitos mentales
tantes, tales como la separación de la Iglesia y el establecidos sea desagradable. Es que, además, el
Estado el aumento de la facilidad del divorcio, proceso de reajuste de la teoría de la vida aceptada
la adopción del sufragio femenino, la prohibición implica un cierto grado de esfuerzo mental, un es-
de la fabricación y venta de bebidas alcohólicas, la fuerzo más o menos prolongado y laborioso para
abolición o la restricción de la herencia, etc. Se nos descubrir las obligaciones que a cada uno incum-
dice que cualquiera de estas innovaciones habría de ben en las nuevas circunstancias y darles el debido
"quebrantar la estructura social de arriba hacia aba- cumplimiento. Ese proceso exige un cierto gasto
jo" "reducir la sociedad al caos", "subvertir los fun- de energía y, por ende, exige también para su reali-
d~entos de la moral", "hacer intolerable la vida", zación algún exceso de energía, superior al empleado
"perturbar el orden natural:', etc. Tales expresiones en la lucha cotidiana por la existencia. En conse-
tienen, sin duda, carácter híperbólíco. pero a la vez, cuencia, el progreso se ve estorbado por la mala
como toda exageración, demuestran la existencia de alimentación y el exceso de trabajo físico en grado
un vívido sentido de la gravedad de las consecuen- no menor que por una vida tan lujosa que excluya
cias que tratan de describir. Se considera que el la posibilidad de descontento al eliminar todo moti-
efecto producido por estas innovaciones y otras .se- vo susceptible de provocarlo. Las personas desespe-
mejantes al perturbar el esquema general de VIda radamente pobres y todas aquellas personas cuyas
aceptado sería mucho más grave que la simple al- energías están absorbidas por entero por la lucha
208 209
cotidiana por la existencia, son conservadoras por- para permitir un consumo de bienes muy por en-
que no pueden permitirse el esfuerzo de pensar en cima del mínimo necesario para la subsistencia, el
pasado mañana, del mismo modo que las que llevan excedente disponible una vez satisfechas las necesi-
una vida muy próspera son conservadoras porque dades físicas más imperativas se desvía con fre-
tienen pocas oportunidades de descontento con la cuencia hacia finalidades inspiradas por el decoro
situación hoy existente. ostensible, en vez de contribuir a aumentar la como-
Se sigue de este aserto que la institución de una didad física y la plenitud de la vida de los individuos.
clase ociosa opera en el sentido de hacer conserva- Además, es probable que el excedente de energía de
doras a las clases inferiores al privarles, hasta don- que se pueda disponer se emplee también en la
de es posible, de los medios de subsistencia, redu- adquisición de bienes destinados al consumo osten-
ciendo así su consumo y, por ende, de la energía de sible o a la acumulación también ostensible. El re-
que pueden disponer, hasta el punto de hacerlas sultado es que las exigencias de la reputación pecu-
incapaces del esfuerzo exigido para el aprendizaje niaria tienden: 1) a no dejar disponible para fines
y adopción de nuevos hábitos mentales. La acumu- que no sean el consumo ostensible. sino apenas el
lación de riqueza en el extremo superior de la escala mínimo necesario para la subsistencia, y 2) a absor-
pecuniaria implica privaciones en el extremo infe- ber todo excedente de que se pueda disponer una
rior. Es un lugar común decir que dondequiera que vez que se haya provisto a las meras necesidades
se presente un grado considerable de privaciones físicas de la vida. El resultado de todo ello es ro-
en la masa del pueblo, ello constituye un obstáculo bustecer la actitud conservadora general de la comu-
importante a toda innovación. nidad. La institución de una clase ociosa pone obs-
Este efecto inhibitorio directo de la desigual dís- táculos al desarrollo cultural: 1) de modo inmediato,
tribución de la riqueza está secundado por otro in- por la inercia propia de esa clase; 2) por su ejemplo
directo que tiende al mismo resultado. Como ya prescriptivo de gasto ostensible y conservadurismo,
hemos visto, el ejemplo imperativo establecido por y 3) indirectamente, por medio del sistema de des-
la clase superior al fijar los cánones que regulan la igual distribución de la riqueza y los medios de
reputación, fomenta la práctica del consumo osten- subsistencia en que se basa esa institución.
sible. El mantenimiento del consumo ostensible Hay que añadir a esto que la clase ociosa tiene
como uno de los elementos principales del patrón también un interés material en dejar las cosas como
que mide el decoro en todas las clases, no es, desde están. En las circunstancias que predominan en
luego, atribuible por entero al ejemplo de la clase cualquier momento determinado, esa clase se en-
ociosa adinerada, pero la práctica y la importancia cuentra en una posición privilegíada y es de presu-
que se le da se robustecen, sin duda, por el ejem- mir que cualquier desviación del orden existente
plo de la clase ociosa. Las exigencias del decoro actúe en detrimento de la clase y no en su ventaja.
en esta materia son considerables e imperativas en En consecuencia, la actitud de la clase, considerán-
grado sumo; de tal modo que aun en aquellas clases dola únicamente en cuanto influida por su interés
cuya posición pecuniaria es suficientemente fuerte de clase, habría de ser la de dejar las cosas como
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están. Ese motivo interesado viene a servir de com- más o menos inadecuado de los métodos de vida a
plemento a la vigorosa tendencia instintiva de la una situación que prevaleció en algún momento del
clase y a hacerla así aún más conservadora de lo que desarrollo anterior; y son, por ende, malas por algo
sería en otro caso. más que por el mero hecho del intervalo que se-
Naturalmente, todo esto no quiere decir nada que para la situación actual de la pasada. "Bueno" y
suponga elogio o censura del papel de la clase ocio- "malo" se emplean aquí, naturalmente, sin ninguna
sa como exponente y vehículo del conservadurismo resonancia acerca de lo que deba o no deba ser.
y el retroceso en la estructura social. La inhibición Se utilizan sólo desde el punto de vista de la evolu-
que provoca puede ser saludable o nociva. Que en ción (moralmente incoloro) y con la intención de
cualquier caso determinado sea una u otra cosa, designar la compatibilidad o incompatibilidad con el
no es problema de teoría general, sino de casuís- proceso evolutivo real. La institución de una clase
tica. Desde un punto de vista táctico, puede ser ociosa favorece -por la fuerza del interés de clase
cierta la opinión, expresada con tanta frecuencia y el instinto de clase, y por precepto y ejemplo pres-
por los portavoces del elemento conservador, de que criptivo-e- la perpetuación del desajuste de institu-
sin esa resistencia importante y coherente ofrecida ciones que hoy existe e incluso una reversión a un
por las clases conservadoras acomodadas, la inno- esquema general de la vida algo más arcaico; es-
vación y la experimentación sociales llevarían apre- quema que estaría aún más lejos de ser adecuado a
suradamente a la comunidad a una situación insos- las exigencias de la vida en la situación existente
tenible e intolerable, el único resultado posible de que el esquema acreditado y anticuado que nos ha
la cual sería el descontento y una reacción desas- trasmitido el pasado inmediato.
trosa. Pero todo esto se sale del objeto de nuestro Pero pese a todo lo dicho acerca de la conserva-
estudio. ción de los procedimientos antiguos, sigue siendo
Aparte de toda censura y de toda cuestión acerca cierto que las instituciones cambian y se desarro-
del carácter indispensable de tal freno a la innovación llan. Hay un desarrollo acumulativo de costumbres
exagerada, la clase ociosa, por la naturaleza misma y hábitos mentales y una adaptación selectiva de
de las cosas, actúa siempre en el sentido de re- convenciones y métodos de vida. Hay que decir algo
tardar ese ajuste al medio al que se denomina avan- sobre el papel de la clase ociosa en lo que se refiere
ce o desarrollo social. La actitud caracterfstica de a la dirección de este desarrollo, así como a su re-
la clase puede resumirse en la máxima "todo lo que tardo; pero poco puede decirse aquí acerca de su
existe está bien"; en tanto que la ley de selección relación con el desarrollo institucional, excepto en
natural, aplicada a las instituciones humanas, nos la medida que toca a las instituciones que son de
da el axioma "todo lo que existe está mal". No es modo primario e inmediato de carácter económico.
que las instituciones de hoy sean enteramente malas Esas inStituciones -la estructura económica- pue-
para las finalidades de la vida de hoy, sino que son, den ser divididas en dos clases o categorías, según
siempre y por la naturaleza misma de las cosas, ma- que sirvan a uno u otro de los dos propósitos diver-
las en cierta medida. Son resultado de un ajuste gentes que guían la vida económica.
212 213
Empleando la terminología clásica, son institu- turaleza de la relación de esas clases con el proceso
ciones adquisitivas o productívas; SI volvemos a los industrial y las instituciones econámicas. Su fun-
términos ya empleados en relación co,:, O!ros. pro- ción tiene carácter parasitario y su interés les ím-
blemas en capítulos anteriores, son mstltuclO,nes pulsa a dedicar cualquier sustancia de que puedan
pecuniarias o industriales: e~ una te~cera termmo- disponer a su propio uso y conservar todo lo que
logia, son instituciones que SIrven al lDteré,s econó- se encuentre en sus manos. Las convenciones del
mico valorativo (il1vidious) o al no valoratívo." La mundo de los negocios se han desarrollado bajo la
primera categoría se refiere a los "negocios", la se- gula selectiva de este principio depredador o para-
gunda a la industria, tomando esta palabra en sen- sitario. Son convenciones relativas a la propiedad;
tido mecánico. Las instituciones de esta última clase derivadas, por procedimientos más o menos remo-
no suelen ser reconocidas como tales, en gran parte, tos, de la antigua cultura depredadora. Pero esas
porque no se refieren de modo inmediato a la clase instituciones pecuniarias no son enteramente ade-
gobernante y, en consecuen~i~1 rar~ vez son objeto cuadas a la situación actual, ya que se han des-
de legislación o de convención deliberada. Cuando arrollado en una situación pasada, que diferia en
se les dedica alguna atención, se las suele enfocar algo de la presente. Por tanto, no son tan adecua-
desde el punto de vista pecuniario o de l<?s nego- das como podrían ser, ni siquiera desde el punto de
cios, pues éste es el aspecto o fas~ de la V1d~ eco- vista de su eficacia en materia pecuniaria. La nueva
nómica que ocupa de modo prm~lpal las delibera- vida industrial exige métodos adquisitivos distintos;
ciones de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo y las clases pecuniarias tienen algún interés en adop-
los pertenecientes a las clases s';1periores. Esas cla- tar las instituciones pecuniarias de tal modo que
ses tienen en las cosas económicas poco más que éstas sean todo lo eficaces que se pueda para el
el interés derivado puramente de los negocios; a 1!1 logro de ganancias privadas, en la medida en que
vez es sobre ellas sobre quienes recae de modo pn- ello sea compatible con la continuación del proceso
mordial la tarea de deliberar acerca de los asuntos industrial del que surge esta ganancia. De ahí que
de la comunidad. en la dirección que imprime la clase ociosa al des-
La relación de la clase ociosa (es decir, de la arrollo institucional haya una tendencia más o me-
clase no industrial acaudalada) con el proceso eco- nos firme, que responde a los fines pecuniarios que
nómico es una relación pecuniaria -una relación modelan la vida económica de la clase ociosa.
adquisitiva, no productiva; de explotación; no de El efecto del interés pecuniario y los hábitos men-
utilidad-o Indirectamente, su papel econ~IDlco pue- tales pecuniarios sobre el desarrollo de las institu-
de, sin duda, ser de la mayor importancta para el ciones puede observarse en leyes y convenciones
proceso de la vida económica, y n<? se mtenta. aquí, encaminadas a proteger la seguridad de la propie-
de ningún modo, depreciar la función eC0ll:ómlca ~e dad y el cumplimiento de los contratos, la facilidad
la clase acudalada o de los capitanes de mdustna. de las transacciones pecuniarias y los intereses
Nuestra finalidad se reduce a señalar cuál es la na- creados. De ese tipo son los cambios que afectan
* Véase la note, p. 13. IT.l a la quiebra y la administración judicial, la respon-
214 215
sabllídad limitada, los bancos y la moneda, las dustria, y favorecen as! la posibilidad de prescindir
coaliciones de trabajadores o patronos, los trusts y de la gran función de propiedad que corresponde
los pools, El hecho de que la comunidad provea a la clase ociosa. Por tanto, la dirección dada al
institucionalmente a esas necesidades, sólo tiene desarrollo de las instituciones económicas por la in-
importancia inmediata para las clases acomodadas fluencia de la clase ociosa tiene, indirectamente,
y en la proporción en que lo son; es decir, en la una gran importancia industrial.
medida en que están incluidas dentro de la clase
ociosa. Pero de modo indirecto esas convenciones
de la vida de los negocios tienen la máxima impor-
tancia para el proceso industrial y para la vida de
la comunidad. Y al guiar a este respecto el des-
arrollo institucional, las clases pecuniarias sirven,
por ende, a una finalidad de la más alta ímportan-
cia para la comunidad, no sólo en la conservación
del esquema social aceptado, sino también en la mo-
delación del proceso industrial propiamente dicho.
El fin inmediato de esa estructura institucional
pecuniaria y de su mejora es la mayor facilidad de
la explotación pacífica y ordenada; pero sus efec-
tos más remotos sobrepasan con mucho ese ob¡ eto
inmediato. No es sólo que la mayor facilidad en la
dirección de los negocios permita que la vida in-
dustrial y extra-industrial siga sus procesos con
menos perturbaciones, sino también que la elimina-
ción de perturbaciones y complicaciones que de
ella resulta, y que exigirla en otro caso el ejercicio
de una astuta discriminación en los asuntos de la
vida cotidiana, opera en el sentido de hacer super-
flua a la clase ociosa. En la medida en que las
transacciones pecuniarias se reducen a rutina, se
puede prescindir del capitán de industria. Este re-
sultado, innecesario es decirlo, pertenece todavía a
un futuro indefinido. Las mejoras hechas en favor
de los propietarios de dinero en las instituciones
modernas tienden, en otro campo, a sustituir a la
"desalmada" sociedad anónima por el capitán de in-
216 217
este modo la disposición real de ánimo de la comu-
nidad. La tendencia próxima de la institución de
IX. LA CONSERVACIóN DE RASGOS la clase ociosa en lo que se refiere a la modelación
ARCAICOS del carácter humano actúa en la dirección de la su-
pervivencia y la reversión espirituales. Sus efectos
LA INSTITUCIÓN de una clase ociosa produce efec- sobre la disposición de ánimo de una comunidad
tos no sólo sobre la estructura social, sino también producen un retraso del desarrollo espiritual. Espe-
sobre el carácter de cada uno de los miembros de la cialmente en la cultura reciente, la institución ha
sociedad. En cuanto una determinada proclividad tenido, en conjunto, una tendencia conservadora.
o punto de vista haya conseguido ser aceptado como En lo fundamental, esta proposición es bastante
patrón o norma de vida autoritario, reaccionará so- conocida, pero es posible que en la aplicación que
bre el carácter de los miembros de la sociedad que aquí hacemos de ella tenga para muchos apariencia
lo han aceptado como norma. Modelará en cierta de novedad. Por tanto, puede no estar de más un
medida sus hábitos mentales y ejercerá una vigi- examen sumario de sus fundamentos ·lógicos, aun a
lancia selectiva sobre el desarrollo de las aptitudes riesgo de alguna repetición tediosa y de formular
e inclinaciones de los hombres. Ese efecto se pro- algunos lugares comunes.
duce, en parte, por una adaptación coactiva, educa- La evolución social es un proceso de adaptación
tiva, de los hábitos de todos los individuos y, en selectiva de temperamento y hábitos mentales bajo
parte, por una eliminación selectiva de los indivi- la presión de las circunstancias de la vida en co-
duos y linajes no aptos. El material humano que no mún. La adaptación de los hábitos mentales cons-
se presta a los métodos de vida impuestos por el tituye el desarrollo de las instituciones. Pero junto
esquema general aceptado sufre, en mayor o menor con el desarrollo de las instituciones se ha produ-
proporción, una eliminación así como una repre- cido un cambio de carácter más sustancial. No sólo
sión. De este modo, los principios de la emulación han cambiado los hábitos de los hombres con las
pecuniaria y la exención industrial se han erigido cambiantes exigencias de la situación, sino que esas
en cánones de vida y se han convertido en factores exigencias han producido también un cambio co-
coactivos de una cierta importancia en la situación rreIativo en la naturaleza humana. El material hu-
a que tienen que adaptarse los hombres. mano de la sociedad varía con el cambio de condi-
Esos dos grandes principios del gasto ostensible ciones de la vida. Los etnólogos más modernos
y la exención de tareas industriales afectan al des- consideran esta variación de la naturaleza humana
arrollo cultural, tanto porque guían los hábitos men- como un proceso de selección entre varios tipos o
tales de los hombres y controlan así el desarrollo elementos étnicos relativamente estables y persis-
de las instituciones, como porque conservan con tentes. Los hombres tienden a retornar o a repro-
criterio selectivo ciertos rasgos de la naturaleza hu- ducir, con mayor o menor exactitud, uno u otro
mana que conducen a la facilidad de la vida bajo el de determinados tipos de naturaleza humana que,
esquema general de la clase ociosa y controlan de en sus características principales, han sido fijados
218 219
de conformidad aproximada a una situación del pa- [ando aparte otros elementos de menos importancia
sado diferente de la actual. En los pueblos pertene- y marginales de nuestra cultura. Pero dentro de
cientes a la cultura occidental están comprendidos cada uno de esos principales tipos étnicos, la rever-
varios de esos tipos étnicos humanos relativamente sión tiende a tomar una u otra de dos -al menos-
estables. Esos tipos étnicos sobreviven en la heren- principales direcciones de variación: la variante pa-
cia racial de hoy, no como moldes rígidos e inva- cifica o ante-depredadora y la variante depredadora.
riables, cada uno de los cuales tiene una sola pauta La primera de esas dos variantes características se
precisa y específica, sino en forma de un número acerca más al tipo genérico en todos los casos, ya
mayor o menor de variantes. Alguna variación de que constituye la representante retrógrada de su tipo
los tipos étnicos ha sido resultado del prolongado tal como existía en la primera etapa de la vida en
proceso selectivo a que han estado sujetos durante común según las pruebas de que disponemos, tanto
el desarrollo prehistórico e histórico de la cultura arqueológicas como psicológicas. Se supone que
varios tipos y sus híbridos. esa variante representa a los antepasados del hom-
Esa necesaria variación de los tipos mismos, de- bre civilizado actual en la fase pacífica y salvaje
bida a un proceso selectivo de considerable dura- de la vida que precedió a la cultura depredadora,
ción y tendencia constante, no se ha estudiado de el régimen de status y el desarrollo de la emulación
modo suficiente por los autores que se han ocupado pecuniaria. La segunda variante -depredadora-
de la supervivencia étnica. Nuestra argumentación de los tipos en cuestión se considera como super-
va a ocuparse aqui de las dos principales variantes vivencia de una modificación más reciente de los
divergentes de la naturaleza humana que resultan tipos étnicos principales y de sus híbridos -de esos
de esta adaptación selectiva relativamente tardía de tipos tal como fueron modificados, principalmente
los tipos étnicos comprendidos en la cultura occi- por una adaptación selectiva, bajo la discíplina de
dental; el punto de interés va a ser el efecto proba- la cultura depredadora y la posterior cultura emu-
ble de la situación de hoy día en el estímulo de la lativa del estadio cuasi-pacífico, o la cultura pecu-
variación con arreglo a una u otra de estas dos lí- niaria propiamente dicha.
neas divergentes. Bajo las leyes reconocidas de la herencia puede
Podemos resumir brevemente la posición etnoló- haber una supervivencia de una fase pasada más o
gica, y para evitar los detalles que no sean estricta- menos remota. En el caso ordinario, medio o nor-
mente indispensables, el cuadro de tipos y variantes mal, si ha variado el tipo, sus rasgos se trasmiten
y el esquema de reversión y supervivencia que les arroximadamente en la forma en que se daban en
concierne se presentarán con una sencillez y simpli- e pasado reciente -al que podemos llamar el pre-
cidad de diagrama que no sería admisible para sente hereditario-. Para los fines que aquí perse-
ninguna otra finalidad. El hombre de nuestras co- JUimos, este presente hereditario está representado
munidades industriales tiende a reproducirse según por la cultura depredadora tardía y la cultura cuasi-
uno de tres tipos étnicos principales: el dolicocéfalo- pacífica.
rubio, el braquicéfalo-moreno y el mediterráneo, de- En la mayoría de los cesos el hombre civilizado
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moderno tiende a reproducirse con arreglo a la a los individuos de esas comunidades, virtualmente
variante de la naturaleza humana característica de en todos los casos, como híbridos de los elementos
esta cultura depredadora o cuasi-depredadora re- étnicos predominantes, combinados en las propor-
ciente -que, desde el punto de vista de la heren- ciones más variadas; con el resultado de que tíen-
cia, existe aún-o Esta proposición requiere algunas den a retrotraerse a uno u otro de los tipos étnicos
salvedades por lo que se refiere a los descendientes componentes. Esos tipos étnicos presentan una di-
de las clases serviles u oprimidas de la época bár- ferencia de temperamento algo semejante a la que
bara, pero las salvedades necesarias no son, pr?ba- existe entre las variantes depredadora y ante-depre-
blemente, tan grandes como podría parecer a pnme- dadora de los tipos; el tipo dólíco-rubío presenta
ra vista. Tomando la población en su conjunto, esa más características del temperamento depredador
variante depredadora, emulativa, no parece haber -o al menos más de la violenta disposición de éste-
alcanzado un grado muy alto de consistencia o que el tipo braquicéfalo-moreno y especialmente
estabilidad. Es decir, que la naturaleza humana más que el mediterráneo. Cuando el desarrollo de
heredada por el hombre occidental moderno no se las instituciones o del sentimiento real de una comu-
aproxima a la uniformidad por lo que respecta al nidad dada difieren de la naturaleza humana depre-
ámbito o a la fuerza relativa de las diversas apti- dadora, es imposible decir con seguridad que tal
tudes y propensiones que contribuyen a formarla. divergencia indique una reversión a la variante ante-
El hombre del presente hereditario es ligeramente depredadora. Puede deberse a un dominio mayor
arcaico desde el punto de vista de las finalidades de uno u otro de los elementos étnicos "inferio-
de las últimas exigencias de la vida en común. Y el res" de la población. Aun más, a pesar de que
tipo al que el hombre moderno tiende principal- no hay pruebas todo lo concluyentes que sería de
mente a revertir conforme a la ley de la variación, desear, hay indicios de que las variaciones del tern-
es una naturaleza humana algo más arcaica. Por peramento real de las comunidades modernas no
otra parte, a juzgar por los rasgos reversivos que se deben por completo a una selección de tipos
aparecen en los individuos y que varían desde el étnícos estables. Parece ser en grado apreciable una
estilo de temperamento predominantemente depre- selección hecha entre las variantes depredadora y
dador, la variante ante-depredadora parece tener una pacífica de los diversos tipos.
mayor estabilidad y simetría en la distribución o Esa concepción de la evolución humana contem-
fuerza relativa de sus elementos temperamentales. poránea no es indispensable en este estudio. Las
Esta divergencia de naturaleza humana heredada, conclusiones generales a las que se llega mediante
diferencia entre una variante anterior o posterior el uso de estos conceptos de adaptación selectiva
del tipo étnico con arreglo al cual tienden a repro- seguirían siendo sustancialmente ciertas aun ern-
ducirse los individuos, está contrarrestada y oscu- pleando los términos y conceptos anteriores -dar-
recida por una divergencia similar entre los otros winistas y spencerianos-. Dadas las circunstancias,
dos tipos étnicos principal,:s que contribuyen. a puede ser admisible una cierta latitud en el empleo
formar las poblaciones OCCIdentales. Se concibe de los términos. La palabra "tipo" se emplea con
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cierta vaguedad para denotar variaciones de tempe- na y, por lo que hace a determinados rasgos ~da·
ramento que a juicio de los etnólogos acaso no sean mentales, la fijaron. Y es a esas características
más que variantes triviales del tipo y no tipos ét- antiguas y genéricas a las que se inclina a. volver
nicos distintos. Dondequiera que parece esencial el hombre moderno en el caso de producirse va-
para nuestro estudio una discriminación mayor, riaciones de la naturaleza humana del presente
será evidente por el contexto el esfuerzo realizado hereditario. Las condiciones en que vivían los hom-
para hacerla. bres en las etapas más primitivas de la vida en
Los tipos étnicos de hoy son, pues, variantes de común, a las que se puede denomin.ar propia,mente
los tipos raciales primitivos. Han sufrido alguna humanas parecen haber sido de típo pacífico; y
alteración y han alcanzado un cierto grado de fije- el caráct~r -el temperamento y la actitud espiri-
za en esa forma alterada, bajo la disciplina de la tual de los hombres en esas condiciones de medio
cultura bárbara. El hombre del presente hereditario e instituciones primitivos parece haber sido de tipo
es la variante bárbara, servil o aristocrática, de los pacífico y no agresivo, por no decir indolente. Para
elementos étnicos que lo constituyen. Pero esa va- la finalidad inmediata que aquí nos ocupa, ese esta-
riante bárbara no ha alcanzado el máximo grado dio cultural pacífico puede ser considerado como
posible de homogeneidad ni de estabilidad. Aunque el punto que señala la fase inicial del desarr~llo
la cultura bárbara -los estadios depredador y cuasi- social. Por lo que hace a nuestra argumentación
pacífico- ha tenido una gran duración absoluta, no actual, la característica espiritual dominante de esa
ha tardado lo suficiente ni ha sido lo bastante inva- presunta fase inicial de la cultura pa~ece habe~
riable para dar al tipo una fijeza extrema. Se pre- sido un sentido espontáneo y no explícito de solí-
sentan con frecuencia variaciones de la naturaleza daridad del grupo que se expresaba en gran parte
humana bárbara yesos casos de variación se están en una simpatía complaciente, pero. <;n modo. alguno
haciendo más perceptibles hoy día porque las condi- vehemente, hacia todo lo que facilita la Vida hu-
ciones de la vida moderna no actúan ya de modo mana, y una revulsión desagradable pro,:,ocada por
consistente para reprimir las desviaciones del tipo toda inhibición o futilidad de vida conocidas. Dada
bárbaro normal, El temperamento depredador no su presencia ubicua en los hábitos mentales del
se presta a todas las finalidades de la vida moderna salvaje antedrepredador, este sentido penetrante,
y, más especialmente, de la industria moderna. pero no vehemente, de lo genéri~ente ~til, pa-
Las desviaciones de la naturaleza humana del pre- rece haber sido una fuerza coactiva apreciable en
sente hereditario son casi siempre reversiones a una la vida y la forma de los contactos habituales de
variante anterior del tipo. Esa variante anterior está aquél con los otros miembros del grupo.
representada por el temperamento que caracteriza Los rastros de esa fase pacífica inicial e indife-
a la fase primitiva del salvajismo pacífico. Las cir- renciada de la cultura parecen borrosos y dudosos
cunstancias de la vida y las finalidades de los esfuer- si consideramos sólo las pruebas categóricas de su
zas que predominaban antes del advenimiento de existencia tal como las presentan los usos y opinio-
la cultura bárbara, modelaron la naturaleza huma- nes en boga en el presente histórico, tanto en las
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comunidades civilizadas, como en las que no lo A la luz de la ciencia biológica y psicológica mo-
están; pero es menos dudosa la prueba de su exis- derna, la naturaleza humana tendrá que explicarse
tencia que encontramos en las supervivencias psico- en términos de hábito; y en esa nueva exposición
lógicas. en forma de rasgos persistentes y profun- parece ser éste el único lugar y base que se puede
dos del carácter humano. Esos rasgos sobreviven atribuir a esos rasgos. Esos hábitos de vida tienen
acaso en un grado especial entre aquellos elementos un carácter muy profundo para que se les pueda
étnicos que estuvieron aglomerados en segundo tér- atribuir a la influencia de una disciplina posterior
mino durante la cultura depredadora. Los rasgos y breve. La facilidad con que los eclipsan temporal-
adecuados a los hábitos iniciales de la vida se hicie- mente las exigencias especiales de la vida reciente
ron entonces relativamente inútiles para la lucha y moderna demuestra que esos hábitos son los efec-
individual por la existencia. Y aquellos elementos tos que sobreviven de una disciplina de fecha extre-
de la población o grupos étnicos menos aptos por madamente antigua; disciplina de las enseñanzas
temperamento para la vida depredadora fueron opri- de la cual los hombres se han visto obligados a
midos y lanzados a segundo plano. apartarse con frecuencia en materia de detalle en
Con la transición a la cultura depredadora, el las nuevas circunstancias de una época posterior;
carácter de la lucha por la existencia cambió en y el modo casi ubicuo como se afirman donde-
cierto grado, pasando de lucha del grupo contra quiera que disminuye la presión de las exigencias
un medio no humano a lucha del grupo contra un especiales nos dice que el proceso mediante el cual
medio humano. Este cambio fue acompañado de se fijaron y se incorporaron esos rasgos a la cons-
un creciente antagonismo entre los diversos miem- titución espiritual del tipo, tiene que haber durado
bros del grupo y una conciencia cada vez mayor un tiempo relativamente largo y sin haber sufrido
de ese antagonismo. interrupciones importantes. La cuestión no está afec-
Las condiciones necesarias para triunfar dentro tada seriamente por ningún problema relativo a si
del grupo, así como las condiciones necesarias para se trató de un proceso de habituación en el viejo
la supervivencia del grupo, cambiaron en cierta sentido de la palabra o de un proceso de adaptación
medida; y la actitud espiritual dominante en el selectiva de la raza.
grupo cambió gradualmente y llevó a una posición El carácter y las exigencias de la vida, bajo el
de legítimo dominio en el esquema general de vida régimen de status y de antítesis entre individuos y
aceptado a un grupo distinto de aptitudes y propen- clases que abarca todo el intervalo entre el co-
siones. Entre esos rasgos arcaicos a los que hay mienzo de la cultura depredadora y el momento
que considerar como supervivientes de la fase cultu- actual indican que es difícil que pudieran haber
ral pacífica, se encuentran ese instinto de solidari- surgido y adquirido fijeza durante aquel intervalo
dad racial al que denominamos conciencia -que los rasgos temperamentales aquí estudiados. Es muy
incluye el sentido de fidelidad y equidad- y el probable que esos rasgos hayan sido trasmitidos
instinto de trabajo eficaz en su expresión ingenua desde un método de vida anterior y hayan sobre-
y no-valoratíva. vivido a lo largo del intervalo de las culturas de-
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predadora y cuasi-pacifica en situación de desuso dad Y compasión indiscriminada no favorecen de
incipiente, o al menos inminente, y no que hayan modo apreciable la vida del individuo. Su posesión
sido aportados y fijados por esa última cultura. puede servir para proteger al individuo frente a
Parecen ser características hereditarias de la raza los malos tratos de una mayoría que considera que
y haber persistido a pesar de que las condiciones una cierta proporción de tales ingredientes forma
requeridas para triunfar en el estadio cultural de- parte de su ideal de hombre normal; pero aparte
predador y en los posteriores fueran distintas de las ,de su efecto indirecto y negativo, el individuo sale
antiguas. Parecen haber persistido por la fuerza mucho mejor librado en el régimen de competencia
de la tenacidad de trasmisión que corresponde a un cuanto menor sea la proporción en que posea esas
rasgo hereditario presente en cierto grado en todo dotes. Puede decirse que la carencia de escrúpulos,
miembro de la especie y que, en consecuencia, des- de conmiseración, de honestidad y de apego a la
cansa en una amplia base de continuidad racial. vida contribuye, dentro de ciertos límites, a fo-
Tal carácterístíca genérica no se elimina con fa- mentar el éxito del individuo en la cultura pecu-
cilidad ni siquiera en un proceso de selección tan niaria. Los hombres que han tenido mayor éxito
severo y continuado como aquel al que estuvieron en todas las épocas han sido, por lo general, de
sometidos durante los estadios depredador y cuasi- este tipo; con excepción de aquellos cuyo éxito no
pacifico los rasgos que aquí estamos estudiando. se ha medido en términos de riqueza ni de poder.
Esos rasgos pacíficos son, en gran parte, ajenos a Sólo dentro de límites estrechos, y aun así sólo
los métodos y al espíritu de la vida bárbara. La en sentido pickwickiano, es posible afirmar que la
característica sobresaliente de la cultura bárbara honestidad es la mejor conducta.
es una emulación y un antagonismo incesante en- Desde el punto de vista de la vida en las con-
tre las clases y los individuos. Esa disciplina basada diciones de la civilización moderna en una comu-
~n la emulación favorece a aquellos individuos y nidad ilustrada de la cultura occidental, el salvaje
lmajes que sólo poseen las características del sal- primitivo y ante-depredador cuyo carácter hemos
vaje pacifico en un grado relativamente ligero. En tratado de bosquejar esquemáticamente, no tuvo
consecuencia, tiende a eliminar esos rasgos y apa- gran éxito. Aun para los fines de esa hipotética
rentemente los ha debilitado en grado apreciable cultura a la que su tipo de naturaleza humana debe
en las poblaciones que han estado sometidas a ella. la estabilidad que tiene -los fines del grupo salva-
Incluso cuando la disconformidad con el tipo de je pacíñco-s-, ese hombre primitivo tiene tantos y
temperamento bárbaro no se paga con una penali- tan notorios defectos económicos como virtudes
dad extrema, se produce al menos una represión económicas -como debe ser evidente para cual-
más o menos firme de los individuos y linajes dis- quiera cuyo sentido del problema no esté defor-
conformes. mado por la lenidad basada en un sentimiento de
En cualquier fase cultural conocida, posterior o Ilolidaridad-. En el mejor de los casos, es "una
distinta de la presunta fase inicial de que aqui he- persona inteligente, que no sirve para nada". Los
mos hablado, los dones de bondad de caracter, equi- defectos de ese tipo de carácter que suponemos
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primitivo son la debilidad, la ineficacia, la falta Bajo la disciplina severa y prolongada del régi-
de iniciativa y de ingenio y una amabilidad indo- men de competencia, la selección de tipos étnicos
lente y que se inclina a ceder a todo, junto con ha actuado en el sentido de dar un predominio
un sentido animista vívido, pero incongruente. Jun- marcado a esos rasgos de carácter, favoreciendo
to con esos rasgos van otros que tienen algún la supervivencia de aquellos elementos étnicos más
valor para el proceso de la vida colectiva, en el ricamente dotados a estos respectos. A la vez, los
sentido de que fomentan la facilidad de la vida hábitos adquiridos más antiguos y más genéricos
del grupo. Esos rasgos son el carácter pacífico, la de la raza no han dejado nunca de tener alguna
buena voluntad, la honestidad y un interés no- utilidad para los fines de la vida de la colectividad
emulativo y no-valoratívo en los hombres y en las y no han caído nunca enteramente en un desuso
cosas. definitivo.
Cuando llega el estadio depredador de la vida, Puede merecer la pena señalar que el tipo de
se produce un cambio en las condiciones de ca- europeo dólico-rubio parece deber mucha parte
rácter requeridas para triunfar. Los hábitos de vida de su influencia dominante y su posición de señorío
de los hombres tienen que adaptarse a las nuevas en la cultura reciente al hecho de poseer en grado
exigencias bajo un nuevo esquema de relaciones excepcional las características del hombre depre-
humanas. El mismo despliegue de energía que ha- dador. Esos rasgos espirituales, junto con grandes
bía encontrado expresión en los rasgos de la vida dotes de energía física -resultado, probab!eII!ente,
salvaje a que nos hemos referido arriba, necesita de una selección entre grupos y entre lmaJes-,
ahora encontrarla siguiendo una nueva línea de ac- actúan de modo principal para colocar a todo ele-
ción, en un nuevo grupo de respuestas habituales mento étnico en la posición de clase ociosa o
a unos estlmulos que se han modificado. Los mé- dominadora, especialmente durante las primeras fa-
todos que, medidos en términos de facilidad de ses del desarrollo de la institución de una clase
vida, responclían relativamente bien a las condicio- ociosa. Esto no quiere decir que precisamente el
nes antiguas, dejan de ser adecuados a las nuevas. mismo conjunto de aptitudes en cualquier individuo
La situación anterior se caracterizaba por una rela- haya de asegurarle por necesidad un éxito personal
tiva ausencia de antagonismo o diferenciación de destacado. En el régimen de competencia las con-
intereses; la situación posterior por una emulación diciones requeridas para el triunfo del individuo
que aumenta constantemente su intensidad a la no son necesariamente las mismas que se requie-
vez que se reduce su ámbito. Los rasgos que carac- ren para el de una clase. El triunfo de una clase
terizan el estaclío cultural depredador y los subsi- O partido presupone un fuerte elemento de lealtad a
guientes y que indican los tipos de hombre más un jefe o adhesión a un dogma; en tanto que el
aptos para sobrevivir bajo el régimen de status, Individuo que compite puede conseguir mejor sus
son (en su expresión primaria) la ferocidad, el fines si combina la energía, iniciativa, egoísmo y
egoísmo, el espíritu de clan y la falta de sinceridad carácter artero del bárbaro con la falta de lealtad
-el abuso de la fuerza y el fraude. O de espíritu de clan del salvaje. Puede observarse
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de pasada que los hombres que han tenido un éxito po. Ninguna de ellas sigue teniendo ningún interés
brillante· (napoleónico) a base de un egoísmo ím- material en sobrepasar a las demás. No puede afir-
parcial y una carencia total de escrúpulos han pre- marse lo mismo en igual grado de los individuos
sentado con frecuencia más características físicas y sus relaciones mutuas.
del tipo braquicéfalo-moreno que del dólico-rubio. Los intereses colectivos de cualquier comunidad
La mayor proporción de individuos que consiguen moderna se centran en la eficacia industrial. El
un relativo éxito de tipo egoísta parece pertenecer, Individuo es útil para los fines de la comunidad
sin embargo, por lo que hace a su físico, al último en proporción a su eficiencia en lo que vulgar-
elemento étnico mencionado. mente se denomina las tareas productivas. Ese
El temperamento producido por el hábito de vida Interés colectivo está mejor servido por la hones-
depredador favorece la supervivencia y plenitud de tidad, la diligencia, la mansedumbre, la buena vo-
vida del individuo en régimen de emulación; a la luntad, la ausencia de egoísmo y un reconocimiento
vez favorece la supervivencia y el éxito del grupo y aprehensión habituales de la secuencia causal
si la vida del grupo en cuanto colectividad es tam- lin mezcla de creencias animistas y sin sentido de
bién, de modo predominante, una vida de compe- dependencia de ninguna especie de intervención pre-
tencia hostil con otros grupos. Pero la evolución ternatural en el curso de los acontecimientos. No
de la vida económica de las comunidades indus- le puede decir mucho de la belleza, excelencia moral
trialmente más maduras ha comenzado, a su vez, a o dignidad o reputación generales de una naturaleza
tomar una dirección tal que los intereses de la co- humana tan prosaica como la que implican estos
munidad no coinciden ya con los intereses emula- rasgos. y hay pocos motivos que permitan entu-
tivos del individuo. En cuanto grupos, esas comu- siasmarse por la forma de vida colectiva que se
nidades industriales avanzadas están dejando de produciría en el caso de que esos rasgos prevale-
ser competidoras para conseguir los medios de vida cieran ejerciendo un dominio incondicionado. Pero
necesarios o hacer respetar el derecho a vivir -ex~ esto no nos interesa por el momento. El buen fun-
cepto en la medida en que las propensiones depre- cionamiento de una comunidad industrial moderna
dadoras de sus clases gobernantes siguen mante- se consigue mejor allí donde se dan estos rasgos,
niendo la tradición de guerra y rapiña-o Esas y se llega a alcanzar en el grado en el que el mate-
comunidades han dejado de ser hostiles entre sí rial humano se caracteriza por su posesión. En
por la fuerza de circunstancias distintas de las que cierta medida se requiere su presencia para conse-
integran la tradición y el temperamento. Sus inte- guir un ajuste adecuado a las circunstancias de la
reses materiales -dejando acaso aparte los íntere- situación industrial moderna. El mecanismo com-
ses de la buena fama colectiva- han dejado de ser plejo, amplio, esencialmente pacífico y altamente
incompatibles, pero el éxito de cualquiera de las organizado de la comunidad industrial moderna fun-
comunidades favorece indiscutiblemente -por aho- ciona con mayor rendimiento cuando esos rasgos
ra y por un tiempo futuro incalculable- la pleni- O la mayoría de ellos están presentes en el grado
tud de vida de cualquiera otra comunidad del gru- máximo que es posible concebir. Esos rasgos se
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dan en el hombre de tipo depredador en un grado de tareas, pero sobre todo en las industriales. La
marcadamente inferior de 10 que es útil para las entrada a la clase ociosa se encuentra en las tareas
finalidades de la vida colectiva moderna. pecuníarías,
Por otra parte, en el régimen de competencia el Esas dos clases de ocupaciones difieren material-
interés inmediato del individuo está mejor servido mente en lo relativo a las aptitudes requeridas para
por un comercio astuto y una administración ca- cada una de ellas y la educación que resulta de
rente de escrúpulos. Las características arriba men- ellas sigue, de modo semejante, dos líneas diver-
cionadas como útiles para los intereses de la comu- gentes. La disciplina de las ocupaciones pecuníarias
nídad son perjudiciales para el individuo y no al opera en el sentido de conservar y cultivar algunas
revés. La presencia de esas aptitudes en la cons- de las aptitudes depredadoras y el ánimo depre-
titución mental de éste canaliza sus energías hacia dador. Lo hace así, tanto al educar a aquellos indi-
fines distintos de la ventaja pecuníaria; y tienden viduos y clases empleados en estas ocupaciones,
también a llevarle a buscar la ganancia por los como al reprimir y eliminar selectivamente a aque-
canales indirectos e ineficaces de la industria y no llos individuos y linajes ineptos a este respecto. En
embarcándose en una carrera franca y decidida de la medida en que el proceso competitivo de adqui-
una práctica poco escrupulosa. Las aptitudes indus- sición y tenencia modela los hábitos mentales de
triales constituyen un obstáculo bastante importante los hombres y en la medida en que sus funciones
para el individuo. En el régimen de emulación los económicas están comprendidas dentro del ámbito
miembros de una comunidad industrial moderna de la propiedad de riqueza concebida en términos de
son rivales y cada uno de ellos consigue mejor su valor en cambio y de su administración y financia-
ventaja individual e inmediata si, gracias a una miento mediante la permutación de sus valores, su
carencia excepcional de escrúpulos, puede superar experiencia de la vida económica favorece la super-
y dañar a sus semejantes cuando tiene oportunídad vivencia y acentuación del temperamento y hábitos
de hacerlo. mentales depredadores. Bajo el sistema pacífico
Ya se ha notado que las instituciones económicas moderno, una vida de adquísición favorece, sobre
modernas caen, en términos generales, denlro de todo, los hábitos y aptitudes depredadores que pue-
dos categorías distintas -la pecuniaria y la indus- den desarrollarse pacíficamente. Es decir, las ta-
trial-. Lo mismo puede decirse de las tareas. Bajo reas pecuniarias permiten perfeccionarse en la línea
el primer epígrafe se agrupan las tareas que tienen general de prácticas comprendida bajo la denomina-
algo que ver con la propiedad o la adquisición; ción de fraude y no en las que corresponden al
bajo el segundo, las relacionadas con el trabajo o la método más arcaico de captura violenta.
producción. Lo mismo que veíamos al estudiar Esas tareas pecuniarias que tienden a conservar
el desarrollo de las instituciones, vemos al ocu- el temperamento depredador, son las relacionadas
parnos de las tareas. Los intereses económicos de con la propiedad -función inmediata de la clase
la clase ociosa se encuentran en las tareas pecunia- ociosa propiamente dicha- y las funciones subsi-
rias; los de las clases trabajadores en ambas clases diarias relativas a su adquisición y acumulación.
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Comprenden éstas aquella clase de personas y serie dichas, las que mayor reputación proporcionan son
de deberes del proceso económico relacionados con las que tienen relación inmedíata con la propiedad
la propiedad de empresas ocupadas en la industria en gran escala. Les siguen aquellas tareas que están
basada en la competencia; en especial aquellas ope- subordinadas inmediatamente a la propiedad y a
raciones fundamentales de administración económi- las finanzas, tales como las bancarias y jurídicas. Las
ca que se clasifican como operaciones financieras. tareas bancarias comportan también la sugestión
Hay que añadir a éstas la mayoría de los empleos de una gran propiedad y este hecho tiene, sin duda,
comerciales. En su mejor y más claro desarrollo Importancia en el prestigio que da al negocio. La
esas obligaciones constituyen la función económica profesión jurídica no implica la tenencia de mucha
del "capitán de industria". El capitán de industria propiedad; pero como el trabajo del abogado no
es más bien un hombre astuto que ingenioso y su tiene ningún tinte de utilidad, salvo para fines de
capitanía tiene un carácter más pecuniario que competencia, tiene un grado elevado en el esque-
industrial. La administración industrial que practi- ma convencional. El abogado se ocupa exclusiva-
ca es, por lo general, de tipo permisivo. Los detalles mente de los detalles del fraude depredador, tanto
relativos a la eficacia mecánica de la producción por lo que se refiere a conseguir como a frustrar
y de la organización industrial se delegan a subor- el éxito de las argucias, y el triunfo en la profesión
dinados que tienen una mentalidad menos "prác- se acepta, en consecuencia, como signo de grandes
tica" -hombres mejor dotados para el trabajo efi- dotes de esa astucia bárbara que ha suscitado siem-
caz que para las tareas administrativas-o En lo que pre entre los hombres respeto y temor. Las tareas
hace a su tendencia a modelar la naturaleza huma- mercantiles sólo a medias proporcionan reputación,
na mediante la educación y la selección, la mayor a menos que impliquen la tenencia de mucha pro-
parte de las tareas no económicas deben clasificarse piedad y un elemento de utilidad muy reducido.
con las pecuniarias. Tales son la política y las El grado que ocupen en la escala varía hasta cierto
tareas eclesiásticas y militares. punto según que sirvan a las necesidades superiores
Las tareas pecuniarias tienen también la sanción O a las inferiores de tal modo que al vender al por
que supone el hecho de que contribuyen a la re- menor cosas necesarias para la satisfacción de las
putación en un grado mucho mayor que las indus- necesidades más vulgares de la vida desciende al
triales. De este modo los patrones reguladores de nivel de las manufacturas y el trabajo en las fábri-
la buena reputación propios de la clase ociosa vie- cas. El trabajo manual, y aun el trabajo de dirigir
nen a apoyar el prestigio de aquellas aptitudes que procesos mecánicos está, desde luego, en una situa-
sirven a la finalidad valorativa; y, por tanto, el ción precaria en punto a respetabilidad.
esquema general de lo que es una vida decorosa Es necesario hacer una salvedad por lo que se
tal como la entiende la clase ociosa, estimula tam- refiere a la disciplina dada por las tareas pecunia-
bién la supervivencia y el cultivo de los rasgos de- rias. Al aumentar la escala de la empresa industrial,
predadores. Las tareas tienen una gradación jerár- la administración pecuniaria comienza a perder el
quica. Dentro de las tareas económicas propiamente carácter de marrullería y competencia astuta en
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cosas de detalle. Es decir, para una proporción cada diata con la producción de bienes tienen, por lo
vez mayor de las personas que están en contacto general, la tendencia contraria. Pero con respecto
con este aspecto de la vida económica. el negocio a la última de estas clases de tareas hay que notar
se reduce a una rutina en la que la sugestión de que casi todas las personas empleadas en ellas se
superar o explotar a un competidor es menos inme- relacionan también en cierta medida con problemas
diata. La exención consiguiente de hábitos depre- de la competencia pecuniaria, como, por ejemplo,
dadores se extiende, sobre todo, a los subordinados con la fijación de sueldos y salarios mediante la
que están empleados en el negocio. Los deberes que competencia, la compra de bienes de consumo, etc.
imponen la propiedad y la administración no están Por tanto, la distinción hecha aquí entre clases de
virtualmente afectados por esta salvedad. tareas no es, en modo alguno, una distinción rígi-
No ocurre lo mismo en lo que respecta a aquellos da y tajante entre clases de personas.
individuos o clases ocupados inmediatamente en la Las ocupaciones de las clases ociosas en la in-
técnica y en las operaciones manuales de produc- dustria moderna son de tal tipo que mantienen vivos
ción. Su vida cotidiana no constituye un proceso algunos de los hábitos y aptitudes depredadores.
de habituación a los motivos y maniobras emula- En la medida en que los miembros de esas clases
tivos y valorativos del aspecto pecuniario de la toman parte en el proceso industrial, su actividad
industria en el mismo grado que la de aquéllos. tiende a conservar en ellos el temperamento bár-
Tienen que aferrarse a la aprehensión y coordina- baro. Pero hay algo que decir en contrario. Los
ción de los hechos y secuencias mecánicas y a su individuos así colocados en una posición que les exi-
apreciación y utilización para las finalidades de la me de esa tensión pueden sobrevivir y trasmitir
vida humana. En lo que se refiere a esta parte de sus caracteristicas aunque difieran mucho del pro-
la población, la acción selectiva y educadora del medio de la especie en punto a constitución física
proceso industrial con el que están inmediatamente y espiritual. Las posibilidades de supervivencia y
en contacto opera en el sentido de adaptar sus trasmisión de rasgos atávicos son mayores en aque-
hábitos mentales a las finalidades no valorativas llas clases que están más protegidas contra la pre-
de la vida colectiva. Para ellos, por tanto, se apre- sión de las circunstancias. La clase ociosa está
sura el desuso de las aptitudes y propensiones noto- protegida en cierto grado contra la tensión de la
riamente depredadoras trasmitidas por la herencia situación industrial y debe, en consecuencia, dar
y la tradición desde el pasado bárbaro de la raza. una proporción extraordinariamente grande de re-
La acción educativa de la vida económica de la versiones al temperamento pacífico o salvaje. Los
comunidad no es, por ende, de tipo uniforme en to- Individuos que discrepan del común de sus compa-
das sus manifestaciones. La serie de actividades fieros o que tienen tendencias atávicas pueden des-
económicas relacionadas inmediatamente con la plegar sus actividades vitales siguiendo líneas ante-
competencia pecuniaria tiene tendencia a conser- depredadoras sin sufrir una represión o eliminación
var ciertos rasgos depredadores; en tanto que aqueo tan rápida como la que se da en los niveles infe-
llas tareas industriales que mantienen relación inme- riores de la vida.
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Algo de eso parece ser cierto en la realidad. Por mento pecuniario; en otro caso su fortuna se dísí-
ejemplo, hay una proporción bastante grande de paría y perdería su casta. Hay suficientes ejemplos
miembros de las clases elevadas. cuyas inclinaciones de esto.
les llevan a ocuparse de tareas filantrópicas y un La admisión a la clase ociosa se produce median-
sentimiento considerable en esa clase que apoya te un proceso selectivo continuo por virtud del cual
los esfuerzos encaminados a la reforma y el mejo- se extrae de las clases inferiores a los individuos
ramiento sociales. Y, además, gran parte de ese y linajes eminentemente aptos para la competencia
esfuerzo filantrópico y reformador lleva los signos pecuniaria agresiva. Para llegar a los niveles supe-
distintivos de aquella "inteligencia" y aquella in- riores, el aspirante no sólo ha de tener las aptitudes
coherencia amables que son características del sal- pecuniarias en una proporción bastante elevada, sino
vaje primitivo. Pero puede dudarse aún de si esos en un grado tan eminente que pueda superar dífí-
hechos son prueba de una mayor proporción de cultades muy importantes que se oponen a su as-
reversiones en los estratos superiores que en los censo. Salvo accidente, los nouveaux arrivés son
inferiores. Aunque en las clases no adineradas se un grupo escogido.
dieran las mismas inclinaciones, no sería fácil que Este proceso de admisión selectiva ha estado ope-
encontrasen expresión, ya que esas clases carecen rando siempre, desde que se implantó la forma de
de los medios, el tiempo y la energía necesarios emulación pecuniaria -lo que equivale a decir des-
para dar eficacia a sus inclinaciones en este res- de que se implantó la institución de la clase ocio-
pecto. Es difícil discutir la presunciones que apor- sa-. Pero el fundamento preciso de la selección
tan los hechos. no ha sido siempre el mismo y, en consecuencia, el
Hay que hacer otra salvedad: la de que la clase proceso selectivo no ha dado siempre los mismos
ociosa de hoy día se compone de quienes han tenido resultados. En la primera parte de la época bár-
éxito en sentido pecuniario, y que, por tanto, es de bara o estadio depredador propiamente dicho, la
presumir que estén dotados de una proporción prueba de aptitud era la proeza en el sentido inge-
más que suficiente de rasgos depredadores. La en- nuo de la palabra. Para conseguir entrar en la
trada en la clase ociosa se logra por medio de las clase, el candidato había de estar dotado de espíritu
tareas pecuniarias, y esas tareas, por selección y de clan, robustez, ferocidad, falta de escrúpulos y
adaptación, operan en el sentido de no admitir tenacidad en la concepción de sus propósitos. l!.stas
a los grados superiores sino aquellos linajes aptos eran las cualidades que contaban para conseguir
pecuniariamente para sobrevivir a la prueba depre- acumular y mantener la posesión de riqueza. La
dadora. Y en cuanto se produce en esos niveles base económica de la clase ociosa era entonces,
superiores un caso de reversión a la naturaleza como ha sido posteriormente, la posesión de rí-
humana no depredadora, lo corriente es que se queza; pero los métodos de acumular riqueza y las
expulse a quien lo presenta, arrojándosele a los dotes requeridas para poseerla han cambiado bas-
niveles pecuniarios inferiores. Para conservar su tante desde los primeros tiempos de la cultura
puesto en la clase, un linaje ha de tener tempera- depredadora. A consecuencia del proceso selectí-
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vo, los rasgos dominantes de la clase ociosa de cución de los propósitos y la continuidad de las
los primeros tiempos bárbaros eran una agresividad aspiraciones que distinguen al bárbaro depredador
audaz, un sentido siempre alerta del status y falta afortunado del salvaje pacífico a quien suplantó
de escrúpulos para recurrir al fraude cuando éste aquél. Pero no puede decirse que este rasgo dis-
fuera conveniente. Los miembros de la clase ociosa tinga de modo característico al hombre de la clase
mantenían su puesto en elIa mediante la proeza. superior destacado por el éxito pecuniario, de los
En la cultura bárbara posterior, bajo el régimen miembros de las clases industriales. La preparación
cuasi-pacífico del status, la sociedad alcanzó unos y selección a que éstos se necuentran sometidos en
métodos estables de adquisición y posesión. La la vida industrial moderna dan a este rasgo un
simple agresión y la violencia ilimitada cedieron, peso igualmente decisivo. Puede decirse que la te-
en gran parte, su lugar cama método más acer- nacidad en la consecución de los propósitos distin-
tado de acumular riqueza a las prácticas astutas gue a estas dos clases de otras dos: el inútil des-
y la marrullería. En consecuencia, la clase ociosa afortunado y el delincuente de baja estofa. Por lo
hubo de conservar unas aptitudes y propensiones que hace a dotes naturales, el hombre adinerado
diferentes. La agresión arbitraria y la robustez que puede compararse con el delincuente de modo aná-
la acompaña, junto con un sentido despiadada- logo a como puede compararse al industrial con
mente lógico del status, hubieron de seguir con- el subordinado bonachón y desafortunado. El tipo
tanda entre los rasgos más espléndidos de la clase. ideal de hombre adinerado se asemeja al tipo ideal
Estos rasgos han continuado en nuestras tradiciones de delincuente por su utilización sin escrúpulos de
como típicas "virtudes aristocráticas". Pero se aso- cosas y personas para sus propios fines y por su
ciaron con elIas, en proporción cada vez mayor y desprecio duro de los sentimientos y deseos de lo.
sirviéndoles de complemento otras virtudes pecu- demás y carencia de preocupaciones por los efectos
niarias de las menos agresivas, tales como la pre- remotos de sus actos; pero se dieferencia de él
visión, la prudencia y la marrullería. Al avanzar porque posee un sentido más agudo del status y por-
el tiempo y acercarse al estadio pacífico moderno que trabaja de modo más consistente en persecu-
de la cultura pecuniaria, las aptitudes y hábitos ción de un fin más remoto, contemplado en virtud
últimamente mencionados han ganado en eficacia de una visión de mayor alcance. El parentesco de
relativa para los fines pecuniarios y han contado los dos tipos de temperamento se muestra además
relativamente más en el proceso selectivo mediante por una proclividad "deportiva" y una inclinación
el cual se consigue, primero, la admisión a la clase • los juegos de azar, junto con un deseo de emula-
ociosa y se conserva, después, el lugar obtenido. ción sin objeto. El tipo ideal de hombre adinerado
El motivo en que se basa la selección ha ido muestra también un parentesco curioso con el de-
cambiando hasta que en la actualidad las aptitudes líncuente en una de las variaciones concomitantes
que cualifican para la admisión en la clase son de la naturaleza humana depredadora. El delincuen-
sólo las pecuniarias. Lo que queda de los rasgos te es con mucha frecuencia supersticioso; cree fir-
bárbaros depredadores es la tenacidad en la canse- memente en la suerte, los encantamientos, la adívi-
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nación y el destino y en los augurios y las ceremonias duos, esas dos líneas pueden ser denominadas pecu-
chamanistas. Cuando las circunstancias son favo- niaria e industrial. En lo relativo a la conservación
rables, esa propensión se suele expresar en un cier- de propensiones, aptitud espiritual o ánimo, puede
to fervor devoto servil y una atención puntiUosa denominarse a esas dos líneas valorativa o egoísta
a las prácticas devotas; acaso sea mejor caracte- y no-valorativa o económica. Por lo que hace a la
rizarla como devoción que como religión. En este tendencia intelectual o cognoscitiva de las dos di-
punto el temperamento del delincuente tiene más recciones de ese desarrollo, puede caracterizarse
en co~ún coI? las clases pecuniaria y ociosa que a la primera como el punto de vista personal de
c~m el l:,du~tnal o con la clase de los dependientes la conación," la relación cualitativa, el status, o el
SIn aspiracrones. valor; y a la segunda como el punto de vista de
La vida en una comunidad industtial moderna la secuencia, la relación cuantitativa, la eficiencia
-o, dicho con otras palabras, en la cultura pecu- mecánica o el uso.
niaria- actúa en el sentido de producir, mediante Las tareas pecuniarias estimulan de modo princi-
un proceso de selección, el desarrollo y la conser- pal la primera de esas dos series de aptitudes y
vación de una determinada serie de aptitudes y propensiones, y actúan selectivamente para conser-
propensiones. Este proceso selectivo no es una varlas en la población. Por otra parte, las tareas
~imple tendencia a revertir a un tipo étnico dado, industriales ejercitan de modo principal las de la
inmutable, sino más bien a una modificación de la segunda serie y operan en el sentido de conser-
naturaleza. humana que difiere en algunos respectos varlas. Un análisis psicológico exhaustivo mostra-
de cualquiera de los tipos o variantes trasmitidos rla que cada una de esas dos series de aptitudes
por el pasado. El objetivo de la evolución no es y propensiones no es sino la expresión muItifonne
único. El temperamento que la evolución tiende a de una cierta inclinación temperamental. Por la
establecer como normal difiere de todas y cada una fuerza de la unidad o unicidad del individuo, las
de las variantes arcaicas de la naturaleza humana aptitudes, el ánimo y los intereses comprendidos
en su mayor estabilidad de aspiraciones -mayor en la serie primeramente mencionada son expresio-
unicidad de fines y mayor persistencia en el es- nes conjuntas de una determinada variante de la
fuerzo-c. Por lo que se refiere a la teoría económica naturaleza humana. Lo mismo puede afirmarse de
el objetivo del proceso selectivo es, en conjunto • Empleo aquí la palabra "conación" y más adelante "co-
y en esta medida, único; aunque hay tendencias nativo", castellanizando las inglesas conation y conative,
menores de considerable importancia que se des- muy empleadas ambas en la sociología de lengua inglesa,
a partir de Ward. Etimológicamente derivan de conatío
vían de esta línea de desarrollo. Pero aparte de esta (esfuerzo, intento, empresa) y ésta de conari (emprender,
tendencia general, la linea del desarrollo no es intentar, ensayar, esforzarse. procurar). Ward explica en
única. Por lo que respecta a la teoría económica, BU Compendio de sociología (trad. esp. de D. Adolfo Posada,
el desarrollo sigue en otros aspectos dos líneas di- 3! ed., Madrid, 1929, pp. 299-301) que fue Sir William Ha-
milton quien resucitó la palabra "para indicar el motivo
vergentes. En lo que respecta a la conservación humano". Ward la hace también equivalente a "buscar la
selectiva de capacidades o aptitudes de los índíví- I.tlsfacción del deseo". [T.J
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la segunda serie. Ambas. pueden se~ concebidas cráticas y las burguesas -es decir, los rasgos des-
como direcciones alternativas de la VIda humana, tructivos y los pecuniarios- se deben encontrar
de tal modo que un determinado individuo se in- principalmente en las clases superiores, y las vírtu-
clina de un modo más o menos consistente a la una des industriales -es decir, los rasgos pacífícos-
o a la otra. La tendencia de la vida pecuniaria es, sobre todo en las clases dedicadas a la industria
en términos generales, la de conservar el t<:mp,:ra- mecánica.
mento bárbaro, pero sustituyendo la predilección De modo general e indeterminado esto es asi, pero
por el daño físico que caracteriz~ al bárbaro. pn- el término de comparación no se aplica con tanta
mitivo por el fraude y la prudenCia o la capacI~ad facilidad ni da resultados tan concluyentes como
administrativa. Esa sustitución de la devastación sería de desear. Hay varias razones a las que se
por la estratagema se produce sólo en ?l' grado puede atribuir su fracaso parcial. En cierta medida
mcíerto, En las tareas pecumanas, la accI~n s,:lec- todas las clases se encuentran enzarzadas en una
tiva actúa de modo permanente en. esa direc~ló~, lucha pecuniaria y en todas las clases de posesión
pero fuera de la competencia que tiene PO: f.mall' de rasgos pecuniarios favorece el éxito y la super-
dad el lucro la disciplina de la vida pecumana no vivencia del individuo. Dondequiera que prevalece
opera de m~do constante en el mismo sentido. La la cultura pecuniaria, el proceso selectivo medían-
disciplina de la vida ~oderna en l~ q.ue hace a te el cual se modelan los hábitos mentales de los
consumo de tiempo y bienes no act,,;a meq~voca­ hombres y se decide la supervivencia de los linajes
mente para eliminar las virtudes anstocrátlc.as o rivales se produce de modo próximo sobre la base
fomentar las burguesas. El esquema conven~lOnal de la aptitud adquisitiva. En consecuencia, a no
de lo que se considera como vida decorosa exige un ser por el hecho de que la eficiencia pecuniaria
empleo considerable de los rasgos b.árbaros de ~a es, en conjunto, incompatible con la eficiencia in-
primera época. En capítulos antenores, Y bajo dustrial, la acción selectiva de todas las ocupaciones
el epfgrafe de ocio, hemos notado a~gunos de~alles tendería al predominio ilimitado del temperamento
de ese esquema tradicional de la Vida que tienen pecuniario. El resultado seria que lo que se ha
importancia para este punto; en capítulos poste- denominado "hombre económico" se convertiría
riores se mostrarán otros. en tipo normal y definitivo de la naturaleza hu-
Resulta de lo que se ha dicho que la ~da de ~a mana. Pero el "hombre económico", cuyo interés
clase ociosa y el esquema general de VIda propio es el egoísta y cuyo único rasgo humano es la pru-
de ella deben fomentar la conservación del tempe- dencia, es inútil para las finalidades de la industria
ramento bárbaro; sobre todo de su variante cuasi- moderna.
pacffica o burguesa, pero también en cierto grado La industria moderna requiere un interés no-
de la variante depredadora. Por tanto, en ausen- valorativo e impersonal en el trabajo que se reali-
cia de factores perturbadores. debe ser posible ex- za. Sin ello serían imposibles los complicados pro-
poner una diferencia de temperamento entre las cesos industriales que, de hecho, no hubieran sido
diversas clases de la sociedad. Las virtudes arísto- concebidos nunca. Este interés en el trabajo dife-
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rencia al trabajador, por una parte, del criminal ducto importante- mediante el cual se produce
y, por otra, del capitán de indus.tria. Como para esa transfusión de las concepciones aristocráticas
que continúe la vida de la comunidad h~y que ~. de la vida y, en consecuencia, de los rasgos de
lízar el trabajo, se produce una selección cualifi- carácter más o menos arcaicos. Las nociones de 10
cada que, dentro de una determi~~da serie de <><:'l' bueno y de 10 bello que tienen las personas de la cla-
paciones, favorece la aptitud espiritual de trabajo. le en cuestión están modeladas por su contacto con
Hay que conceder, sin embargo, que aun dentro de los señores, y los criados llevan los prejuicios asl
las ocupaciones industriales, la eliminación selectí- adquiridos a sus iguales de baja cuna y diseminan
va de los rasgos pecuniarios es un proceso incierto de este modo los ideales de la clase superior por
y que, en consecuencia, aun en esas ocupaciones toda la comunidad sin la pérdida de tiempo que
hay una supervivencia apreciable del temperamen- podría sufrir en otro caso esa diseminación. El
to bárbaro. A este respecto no existe en la actua- dicho "a tal señor, tal criado", tiene una ímpor-
lidad ninguna distinción amplia entre el carácter tancia mayor de lo que se cree comúnmente para
de la clase ociosa y el de la generalidad de la po- la rápida aceptación popular de muchos elemen-
blación. tos de la cultura de la clase superior.
El problema de una distinción de clases con ~es· Hay también otra serie ulterior de hechos que
pecto a su constitución espiritual está oscurecido contribuyen a disminuir la diferencia de clase por
también por la presencia en todas las clases SOCla· 10 que se refiere a la supervivencia de las virtudes
les de hábitos adquiridos de vida que estimulan en pecuniarias. La lucha pecuniaria produce una clase
gran medida rasgos heredados y contribuyen, a la IUbalimentada de grandes proporciones. Esa sub-
vez a desarrollar en toda la población los rasgos Ilimentación consiste en una deficiencia de las cosas
qu~ estimulan. Esos hábitos adquiridos o rasgos necesarias para la vida o de las cosas necesarias
de carácter asumidos son, por lo común, de tono para mantener un gasto decoroso. En cualquier
aristocrático. La posición prescriptiva de la clase caso, el resultado es una lucha dura por los me-
ociosa como tipo que posee las condiciones que dios de hacer frente a las necesidades cotidianas,
determinan la buena reputación, ha impuesto en tanto por 10 que se refiere a las necesidades físicas
las clases inferiores muchas características de la COmo a las superiores. La tensión exigida por la
teoría de la vida de la clase ociosa; con el resul- luto-afirmación contra las circunstancias desfavo-
tado de que en toda la sociedad se produce siem- rables absorbe toda la energía de los individuos;
pre un cultivo más o menos persistente de esos ~stos inchnan sus esfuerzos en la dirección que les
rasgos aristocráticos. Por este motivo, tales rasgos Impone la necesidad de no atender sino a sus fina-
tienen también una mayor posibilidad de super Udades valorativas propias y se hacen cada vez más
vivencia en el cuerpo del pueblo de la que tendrían ,estrechamente egoístas. De este modo los rasgos in-
si no se diera el precepto y el ejemplo de la clase l!ustriales tienden a quedar anticuados por el des-
ociosa. Puede mencionarse a la clase de los ser- uso. Por tanto, la institución de una clase ociosa, al
vidores domésticos como un conducto -y un con- Imponer un esquema de decoro pecuniario y al pri-
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var a las clases inferiores de todo lo que es posible le encuentran a nuestro alcance. Ese resumen no
privarles en lo que respecta a medios de vida, actúa puede evitar los lugares comunes y el tedio de los
indirectamente en el sentido de conservar en la lectores, sino con mucha dificultad; pero, pese a
masa de la población los rasgos pecuniarios. El re- ello, parece necesario hacerlo para dejar completa
sultado es una asimilación de las clases inferiores la argumentación, siquiera sea en el esquema des-
al tipo de naturaleza humana que, en principio. co- DUdo que aqui se intenta. Por todo ello, puede
rresponde únicamente a las clases superiores. pedirse para los capítulos que siguen un cierto grao
Resulta, en consecuencia, que no hay entre las do de indulgencia, ya que ofrecen un estudio frag-
clases superiores y las inferiores una gran diferen- mentario de esa especie.
cia de temperamento; pero resulta también que la
falta de tal diferencia se debe en buena parte
al ejemplo prescriptivo de la clase ociosa y a la
aceptación popular de esos grandes principios del
derroche ostensible y la emulación pecuniaria en
que se basa la institución de una clase ociosa. La
institución opera en el sentido de rebajar la eñ-
ciencia industrial de la comunidad y retrasar la
adaptación de la naturaleza humana a las exigen-
cias de la vida industrial moderna. Influye en la
naturaleza humana predominante o efectiva en di-
rección conservadora: 1) por la trasmisión directa
de rasgos arcaicos, mediante la herencia dentro de
la clase y dondequiera que la sangre de la clase
ociosa se trasfunde fuera de ella, y 2) conservando
y fortificando las tradiciones del régimen arcaico y
haciendo así que las posibilidades de supervivencia
de los rasgos bárbaros sean también mayores que
el ámbito de transfusión de la sangre de la clase
ociosa.
Pero poco o nada se ha hecho para recoger o re-
sumir datos que tienen significación especial para
el problema de la eliminación o supervivencia de
rasgos en las poblaciones modernas. Por ende, es
muy poco lo que se puede ofrecer como apoyo de
la opinión aqui expuesta, aparte de resumir y exa-
minar una serie de hechos de la vida cotidiana que
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se requiere mucha insistencia para lograr que se
acepte la proposición de que, en los países de la
x. SUPERVIVENCIAS MODERNAS Europa civilizada, la clase ociosa hereditaria posee
DE LA PROEZA ese espíritu marcial en un grado superior que la
clase media. Más aún, la clase ociosa proclama esta
LA CLASE ociosa vive más bien por la comunidad in- distinción como un motivo de orgullo y ello, sin
dustrial que en la comunidad industrial. Sus rela- duda, con algún fundamento. La guerra es honora-
ciones con la industria tienen carácter pecuniario ble y las proezas bélicas son eminentemente hono-
y no industrial. La admisión a la clase ociosa se ríficas a los ojos de la generalidad de los hombres;
consigue mediante el ejercicio de las aptitudes pe- y esta admiración de las proezas bélicas constítu-
cuniarias -aptitudes adquisitivas y no aptitudes ye, por sí sola, la mejor prueba de un temperamento
útiles-o Hay, por tanto, una continua criba selee- depredador en los admiradores de la guerra. El en-
tiva del material humano que constituye la clase tusiasmo por la guerra y el temperamento depreda-
ociosa y esa selección se hace sobre la base de la dor de que es índice, prevalecen en mayor medida
aptitud para las empresas pecuniarias. Pero el es- en las clases superiores, sobre todo en la clase ocio-
quema general de la vida de la clase es, en gran sa hereditaria. Además, la ocupación seria ostensi-
parte, una herencia del pasado y encarna en un ble de la clase superior es la del gobierno, que, por
grado muy alto los hábitos e ideales de la primera lo que se refiere a su origen y al contenido de su
parte del periodo bárbaro. Ese esquema general desarrollo, es también una ocupación depredadora.
bárbaro y arcaico de la vida se impone también a La única clase capaz de disputar a la clase ociosa
los estratos inferiores en forma más o menos miti- hereditaria el honor de una mentalidad belicosa ha-
gada. A su vez, el esquema general de la vida, de bitual es la de los delincuentes de la clase inferior.
las convenciones, opera selectivamente y por edu- En épocas normales, la gran mayoría de las clases
cación para modelar el material humano, y su ac- industriales siente una relativa apatía por lo que
ción se. ejerce, sóbre todo, en el sentido de conser- hace a los intereses bélicos. De no estar excitada,
var rasgos, hábitos e ideales que pertenecen a la esta masa del pueblo vulgar que constituye la fuer-
primera parte de la época bárbara -la era de za efectiva de la comunidad industrial es más bien
la proeza y la vida depredadora. adversa a toda lucha que no sea defensiva; más
aún, responde un poco tardíamente incluso a una
La expresión más inmediata e inequívoca de esa provocación que motiva una actitud de defensa. En
naturaleza humana arcaica que caracteriza al hom- las comunidades más civilizadas o, mejor dicho,
bre en el estadio depredador es la propensión com- en las comunidades que han alcanzado un desarro-
bativa propiamente dicha. En los casos en que la llo industrial avanzado, puede decirse que el espíritu
actividad depredadora es una actividad colectiva, de agresión bélica está desapareciendo en la gene-
esa propensión se denomina con frecuencia espíritu ralidad del pueblo. Esto no quiere decir que no
marcial o, en épocas posteriores, patriotismo. No haya en las clases industriales un número apreciable
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de individuos en los que ese espíritu marcial se al ejerCICIO de rasgos y propensiones que no de-
afirma decididamente, ni tampoco que la masa del ben clasificarse como proezas en el sentido antiguo
pueblo no pueda encenderse de ardor marcial bajo de la palabra.
el estimulo de alguna provocación especial, tal como Aparte de la actividad bélica propiamente dicha,
las que se ven operar hoy dia en más de uno de los encontramos en la institución del duelo una expre-
países de Europa y momentáneamente en Norte- sión de la misma disposición superior para el como
américa, Pero salvo en estas temporadas de exalta- bate; y el duelo es una institución de la clase ociosa.
ción y salvo para aquellos individuos dotados del En sustancia, el duelo es un recurso más o menos
temperamento arcaico de tipo depredador, junto deliberado a la lucha como arreglo final de una
con los individuos de las clases superior e ínfima diferencia de opinión. En las comunidades civiliza-
que tienen dotes análogas, la inercia de la masa de das prevalece como fenómeno normal únicamente
cualquier comunidad civilizadora moderna a este allí donde existe una clase ociosa hereditaria y casi
respecto es probablemente tan grande como para exclusivamente en ella. Las excepciones son: 1) los
hacer impracticable la guerra, salvo en caso de in- oficiales militares y navales -que ordinariamente
vasión del territorio. Los hábitos y aptitudes de la son miembros de la clase ociosa y a la vez están
generalidad de los hombres favorecen el despliegue educados especialmente para que se formen en ellos
de actividad en direcciones menos pintorescas que hábitos mentales depredadores-, y 2) los delincuen-
la bélica. tes de clase inferior -que, por herencia, educación
Esa diferencia de temperamento entre las clases o ambas cosas, tienen una disposición y unos hábi-
puede deberse, en parte, a una diferencia en la he- tos depredadores análogos. Sólo el caballero de alta
rencia de caracteres adquiridos por las distintas cuna y el camorrista recurren normalmente a los
clases, pero al parecer corresponde también, en cier- golpes como disolvente universal de las diferencias
ta medida, a una diferencia étnica. La diferencia de opinión. El hombre corriente no luchará de
de clases es menos visible a este respecto en aque- ordinario, sino cuando una Irritación momentánea
llos países cuya población es relativamente homo- excesiva o una gran exaltación alcohólica provo-
génea desde el punto de vista étnico, que en los quen en él la inhibición de los hábitos más como
países en los que hay una divergencia más amplia pIejos de respuesta a los estímulos que favorecen
entre los elementos étnicos que constituyen las dí- la provocación. Se ve arrojado entonces a las foro
versas clases de la comunidad. A este respecto pue- mas más simples y menos diferenciadas del instin-
de notarse en estos últimos países que las personas to de auto-afirmacíón : es decir, revierte temporal-
recién llegadas a la clase ociosa muestran, en tér- mente y sin reflexionar a un hábito mental arcaico.
minos generales, menos espíritu marcial que los La institución del duelo como modo de zanjar
representantes contemporáneos de la aristocracia definitivamente las disputas y las cuestiones de pre-
de tiempos pasados. Estos nouveaux arrivés han cedencia, se convierte por variación insensible en
salido hace poco tiempo de la masa general de la lucha privada no provocada y obligatoria como obli-
población y deben su ascenso a la clase ociosa pción social para mantener la buena reputación
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propia. En la pintoresca supervivencia de la caba- como menos inclinación al aislamiento de su pero
llería belicosa que supone el duelo estudiantil ale- sana y de sus intereses del grupo doméstico en que
mán, tenemos un ejemplo especial de uso de este vive, y muestra mayor sensibilidad a la reprensión
tipo propio de la clase ociosa. En la clase ociosa y mayores apocamiento, timidez y necesidad del
inferior o espuria de los delincuentes hay en todos contacto humano amistoso. En la generalidad de
los paises una obligación social semejante, aunque los casos ese temperamento temprano pasa, me-
menos definida, que fuerza al camorrista a afirmar diante una pérdida gradual aunque relativamente
su virilidad mediante un combate no provocado rápida de las características ínfantiles, al tempera-
con sus semejantes. Y se extiende a todos los grao mento del muchacho propiamente dicho; aunque
dos de la sociedad un uso semejante que prevalece se dan también casos en que las características de-
entre los muchachos. El muchacho conoce, por lo predadoras de la vida del muchacho no surgen en
general, con toda minuciosidad, cuál es la grada. absoluto o, todo lo más, aparecen sólo en un grado
ción en que se encuentran él y sus compañeros en ligero y oscuro.
lo que respecta a su relativa capacidad combativa; En las muchachas la transición al estadio de-
y en la comunidad de los muchachos no hay, por lo predador rara vez se realiza de modo tan completo
general, ninguna base segura de reputación para como en los muchachos; y en una proporción re-
nadie que, por excepción, no quiera o no pueda lu- lativamente grande de los casos DO se realiza en
char cuando a ello se la invita. absoluto. En tales casos la transición de la infancia
Todo esto se aplica de modo especial a los muo a la adolescencia y a la madurez es un proceso grao
chachas que se encuentran por encima de un cierto dual e ininterrumpido de desviación del interés,
límite, un tanto vago, de madurez. El temperamen- que pasa de las finalidades y aptitudes infantiles a
to del niño no responde, por lo común, a la des- las finalidades, funciones y relaciones de la vida
cripción que acabamos de hacer durante la infancia adulta. En las muchachas el intervalo depredador
y los años en que está vigilado muy de cerca, en es menos importante y frecuente; y en los casos en
que el niño busca aún de modo habitual el contacto que ocurre, la actitud depredadora y aisladora es,
con su madre en todas las incidencias de su vida por lo general, menos acentuada.
cotidiana. Durante ese periodo temprano de la exis- En el niño (varón) el intervalo depredador está,
tencia, hay poca agresión y poca propensión al anta- por lo general, bien marcado y dura algún tiempo,
gonismo. La transición de esa manera de ser pací- pero concluye, por lo común (si es que concluye en
fica a la depredadora y, en casos extremos, maligna absoluto), cuando el muchacho alcanza la madurez.
o malvada del muchacho, es gradual y se realiza de Esta última afirmación puede requerir algunas sal-
modo más completo, cubriendo un campo mayor vedades de mucha importancia. No son, en modo
de las aptitudes del individuo en unos casos que alguno, raros los casos en que la transición del
en otros. En el estadio temprano de su desarrollo, adulto no se realiza, o se realiza sólo de modo par-
el niño, cualquiera que sea su sexo, muestra menos cial -entendiendo por temperamento de "adulto"
iniciativa y menos auto-afirmación agresiva, así el temperamento medio de los individuos adultos
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que en la vida industrial moderna ofrecen alguna rasgos de la vida infantil, el niño reproduce, tem-
utilidad para los fines del proceso de la vida colec- poralmente y en miniatura, algunas de. las fa~es
tiva y de los que puede decirse, en consecuencia, anteriores del desarrollo del adulto. Segun esta in-
que constituyen el promedio real de la comunidad terpretación, la predilección que siente el much:a-
industrial. cho por la hazaña y por el aislamiento de su propIO
La composición étnica de los pueblos europeos Interés debe considerarse como una reversión tran-
es variada. En algunos casos aun las clases infe- sitoria a la naturaleza humana que es normal en
riores comprenden una gran proporción del ele- la cultura de los primeros tiempos de barbarie -la
mento dólico-rubio enemigo de la paz, en tanto que cultura depredadora propiamente dicha-o En este
en otros ese elemento étnico se encuentra, sobre aspecto, como en muchos otros, el carácter de la
todo, en la clase ociosa hereditaria. El hábito com- clase ociosa y de la clase delincuente muestran una
bativo parece prevalecer en menor escala entre los persistencia en la vida adulta de rasgos que son
muchachos de la clase trabajadora de las últimas cla- normales en la infancia y en la juventud, y que
ses de pueblos citados que entre los muchachos son igualmente normales o habituales en los esta-
de las clases superiores o entre los de los pueblos dios culturales anteriores. A menos que la diferen-
mencionados en primer término. cia se deba por entero a una diferencia fundamen-
Si se pudiese comprobar, mediante un estudio tal entre tipos étnicos persistentes, los rasgos que
más amplio y más a fondo que el actual, esta gene- distinguen al delincuente bravucón y al caballero
ralización acerca del temperamento del muchacho puntilloso que lleva una vida ociosa de la genera-
perteneciente a la clase trabajadora, añadiría fuerza lidad de las personas son, en cierta medida, rasgos
a la opinión de que el temperamento belicoso es, de un desarrollo espiritual retrasado. Señalan una
en un grado apreciable, característica racial; parece fase inmadura, en comparación con el grado de des-
entrar en mayor proporción en la constitución del arrollo alcanzado por la generalidad de los adultos
tipo étnico dominante de la clase superior -el dé- en la moderna comunidad industrial. Y se verá que
lico-rubio- de los países europeos que en la de la constitución espiritual pueril de esos represen-
los tipos de hombre subordinado, de las clases infe- tantes de los estratos sociales superiores e ínfimos
riores, que constituyen la masa de la población de se muestra también en la presencia de otros rasgos
las mismas comunidades. arcaicos distintos de esa proclividad a la hazaña
Puede parecer que el caso del muchacho no tie- feroz y al aislamiento.
ne gran importancia en relación con la relativa pro- Como para no dejar duda respecto a la esencial
porción del elemento proeza que tienen las diversas falta de madurez del temperamento combativo te-
clases de la sociedad: pero tiene, al menos, algún nemos cubriendo el intervalo entre la mocedad au-
valor como demostración de que ese impulso com- téntic~ y la virilidad adulta, los desórdenes sin
bativo corresponde a un temperamento más arcaico objeto y hechos por puro juego, pero más o menos
que el que posee el hombre adulto medio de las sistemáticos y complicados, que producen los esco-
clases industriosas. En esto, como en otros muchos lares de una edad ligeramente superior. En la ma-
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yor parte de los casos, esos desórdenes se limitan persona así dotada de una proclividad hacia las
al periodo de la adolescencia. Reaparecen con fre- hazañas se encuentra en una situación que le per-
cuencia y agudeza cada vez menores conforme el mita guiar el desarrollo de los hábitos de los miem-
joven se va fundiendo con la vida adulta, y repro- bros adolescentes de la comunidad, la influencia
ducen así, de modo general, en la vida del individuo, conservadora y retrógrada que ejerce puede ser con-
la secuencia mediante la cual ha pasado el grupo siderable. e.ste es, por ejemplo, el significado de
del hábito de vida depredador a otro más pacifico. la atención con que en los últimos tiempos han
En un número bastante grande de casos, el des- fomentado muchos clérigos y otros pilares de la
arrollo espiritual del individuo llega a su término sociedad las "brigadas de muchachos" y otras orga-
cuando el individuo se acerca al final de esa fase nizaciones seudomilitares. Lo mismo puede de-
pueril; en tales casos, el temperamento combativo cirse del estímulo dado al desarrollo del "espíritu
persiste durante toda la vida. Aquellos individuos de colegio", el atletismo escolar, y otras cosas aná-
que llegan a alcanzar en su desarrollo espiritual la logas en las instituciones docentes superiores.
posición de hombre adulto pasan, pues, de ordina- Esas manifestaciones del temperamento depreda-
rio, por una fase arcaica temporal correspondiente dar deben clasificarse bajo el epígrafe de hazaña.
al nivel espiritual permanente de los hombres com- En parte no son sino expresiones simples e irre-
bativos y deportivos. Desde luego, los diferentes flexivas de una actitud de ferocidad emulativa, y
individuos alcanzan esa madurez y sobriedad inte- en parte actividades deliberadamente emprendidas
lectuales en distinto grado; y quienes no consiguen con la intención de conseguir una reputación me-
llegar al promedio quedan como residuo no re- diante la proeza. Igual carácter tienen los deportes
suelto de una forma más tosca de humanidad sub- de toda clase, incluyendo el boxeo, el toreo, el atle-
sistente en la comunidad industrial moderna y como tismo, el tiro, la pesca con caña, la navegación de-
un fuerte obstáculo a ese proceso selectivo de adap- portiva y los juegos de habilidad y destreza, incluso
tación que favorece una eficiencia industrial ele- cuando el elemento de eficacia destructora no es
vada y la plenitud de vida de la colectividad. un rasgo sobresaliente. El deporte tiene muchos
Ese desarrollo espiritual retrasado puede expre- matices que van desde el combate hostil hasta la
sarse no sólo en una participación directa de los astucia y la marrullería, pasando por la habilidad,
adultos en hazañas juveniles caracterizadas por la sin que sea posible trazar en ningún punto la línea
ferocidad, sino también indirectamente ayudando divisoria. La base de la afición al deporte es una
y fomentando los desórdenes de ese tipo comen- constitución espiritual arcaica -la posesión de la
dos por los más jóvenes. Estimula, por ende la propensión emulativa depredadora en un grado re-
f(.>n~ación de. hábitos d~ ferocidad que pueden Per- lativamente alto-« Una fuerte proclividad hacia la
sísttr en la VIda pos tenor de la generación que se hazaña aventurera y a infligir daños es especial-
está desarrollando y retarda así cualquier moví- mente pronunciada en aquellas ocupaciones que
~iento dirigi.do hacia un temperamento más pací. en el lenguaje corriente se denominan, de modo
ficamente eficaz en toda la comunidad. Si una específico, deportivas.
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Acaso sea más cierto, o al menos más evidente, en ceril. Por ejemplo, la jerga del atletismo se com-
relación con los deportes que con respecto a otras pone en gran parte de locuciones extremadamente
expresiones de la emulación depredadora de las que languinarias tomadas de la terminología bélica. Sal-
ya hemos hablado, que el temperamento que inclina YO cuando se adopta como medio necesario de
a los hombres a practicarlos es un temperamento comunicación secreta, el uso de una jerga especial
moceril. La afición a los deportes señala, pues, en en cualquier ocupación es con toda probabilidad
un grado especial, un desarrollo retrasado de la una prueba de que la ocupación de que se trata es
naturaleza moral del hombre. Ese temperamento IUstancialmente ficción.
moceril peculiar a los deportistas se pone inmedia- Otro rasgo en el que difieren los deportes del
tamente de manifiesto cuando se presta atención a duelo y de otros desórdenes semejantes es la pe-
la gran importancia que tiene el elemento de fic- culiaridad de que admiten la atribución a motivos
ción presente en toda actividad deportiva. Los de- distintos de los impulsos de hazaña y ferocidad.
porte. comparten ese carácter de ficción con los Probablemente es poco lo que en cada caso deter-
juegos y hazañas a los que se inclinan habitual- minado pueda haber de otros motivos, pero el
mente los muchachos (especialmente varones). La hecho de que se acuda con frecuencia a otras razo-
ficción no entra en la misma proporción en todos nes para explicar la práctica de los deportes indica
los deportes, pero sí se da en todos ellos en grado que a veces se dan, de modo subsidiario, otros mo-
muy apreciable. Está presente de modo visible en tivos. Los deportistas -cazadores y pescadores-
gran medida en el deportivismo propiamente dicho tienen con más o menos extensión el hábito de atri-
y en los concursos atléticos, mucho más que en los buir al amor a la naturaleza, la necesidad de recreo
juegos de habilidad de carácter más sedentario, y otras cosas semejantes el carácter de incentivos
pero esta regla no se aplica con gran uniformidad. de su pasatiempo favorito. Esos motivos se encuen-
Es notable, por ejemplo, que incluso muchos hom- tran. sin duda, presentes con mucha frecuencia y
bres prosaicos y bonachones que van de caza suelen constituyen parte de los atractivos de la vida de-
llevar un exceso de armas y bagajes con objeto de portiva; pero no pueden ser los incentivos príncí-
impresionar su propia imaginación con la idea de la pales. Esas necesidades ostensibles podrían satis-
seriedad de su empresa. Estos cazadores son tam- facerse con más facilidad y de modo más completo
bién propensos a un porte fanfarrón e Itistriónico lin el acompañamiento de un esfuerzo sistemático
y a una complicada exageración de los movimien- para privar de la vida a aquellas crituras que cons-
tos tanto de astucia corno de matanza que implican tituyen una característica esencial de esa "natura-
sus hazañas. De modo semejante, en los deportes leza" amada por el deportista. En realidad, el efecto
atléticos se da casi siempre una buena parte de más perceptible de la actividad del deportista es
exageración, fantarronería y mixtificación ostensi- mantener la naturaleza en ese estado crónico de
ble -rasgos que señalan la naturaleza Itistriónica desolación al matar a todos los seres vivos cuya des-
de esas ocupaciones. Desde luego que en todo esto trucción puede lograr.
se ve bastante claro el remanente de la ficción mo- Sin embargo, hay algún fundamento en abono de
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la pretensión del deportista de que, dados los con- euencía, tienden a excluirla también, por prescrip-
vencionalismos existentes, su necesidad de recreo ción, del esquema de la vida de la comunidad en
y de contacto con la naturaleza puede satisfacerse general. A la vez, el ejercicio físico sin objeto es abu-
mejor siguiendo el camino tomado por él. Ciertos rrido y desagradable por encima del grado en que
cánones de buena educación impuestos por el ejem- es posible soportar ambas cosas. Como ya se ha
plo prescriptivo de una clase ociosa depredadora Dotado al tratar de otro problema, en tales casos
en el pasado se han conservado por el uso de los se recurre a alguna forma de actividad que pueda
representantes contemporáneos de esa clase; yesos presentar una apariencia aceptable de finalidad,
cánones no permiten al deportista buscar el con- aunque se le asigne esa finalidad únicamente con
tacto con la naturaleza en otras condiciones sin in- esta intención ficticia. Los deportes satisfacen esas
currir en censuras. De tarea honorable trasmitida exigencias de futilidad sustancial junto con una fic-
por la cultura depredadora como forma superior ción aceptable de finalidad. Además de esto dan
del ocio cotidiano, los deportes han pasado a ser un campo donde puede funcionar la emulación y son
la única forma de actividad al aire libre sancionada también atractivos por ese motivo. Para ser deco-
plenamente como decorosa. Entre los incentivos rosa una ocupación tiene que conformarse al canon
próximos de la caza y la pesca puede, pues, con- de derroche ostensible propio de la clase ociosa; a
tarse la necesidad de recreo y de vida al aire libre. Ja· vez, toda actividad, para poder persistir hasta
La causa más remota que impone la necesidad de llegar a hacerse expresión habitual, aunque sólo sea
buscar ambas cosas en forma de matanza sistemá- parcial, de vida, tiene que conformarse al canon
tica es una prescripción que no puede violarse sin de eficiencia genéricamente humano de alguna fina-
el riesgo de perder la reputación y de la consi- lídad objetiva útil. El canon de la clase ociosa
guiente lesión sufrida por el propio respeto. actúa de modo lento y penetrante eliminando con
Algo semejante es lo que ocurre con otras clases criterio selectivo del esquema general acreditado
de deporte. Los juegos atléticos son el mejor ejem- de vida todos los modos de acción sustancialmente
plo de ello. Desde luego, se da también aquí el uso útiles o tendientes a una finalidad; el instinto de
prescriptivo respecto a qué formas de actividad, trabajo eficaz actúa en forma impulsiva y puede sa-
ejercicio y recreo son permisibles con arreglo al tisfacerse, de modo provisional, con una finalidad
código de una vida respetable. Los adictos a los de- próxima. Sólo cuando la futilidad ulteriormente
portes atléticos y quienes los admiran exponen la aprehendida de un tipo determinado de acción en-
pretensión de que tales deportes proporcionan el me- tra en el complejo reflexivo de la conciencia como
jor medio de recreo y de "cultura física" que se elemento ajeno en esencia a la tendencia normal-
puede encontrar. Y el uso prescriptivo refuerza esta mente finalista del proceso vital, se produce su
pretensión. Los cánones' que marcan lo que es efecto inquietante y desalentador en la conciencia
una vida decorosa, excluyen del esquema general de del agente.
la vida de la clase ociosa toda actividad que no pue- Los hábitos mentales del individuo forman un
da ser clasificada corno ocio ostensible. Y, en conse- complejo orgánico, que tiende necesariamente a la
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utilidad del proceso vital. Cuando se intenta asímí- No sólo mejoran la contextura física de quien par-
lar el derroche o la futilidad sistemáticos como ticipa en ellos, sino que, se añade por lo general.
fin de la vida, dentro de ese complejo orgánico, se fomentan también un espíritu viril, tanto en los
produce una revulsión. Pero esa revulsión del oro deportistas como en los espectadores. En los Esta-
ganismo puede evitarse cuando es posible confinar dos Unidos es el futbol americano el juego que se le
la atención a la finalidad próxima y no reflexiva ocurrirá probablemente a cualquier persona en
del ejercicio de la destreza o la emulación. Los de- cuanto se plantee la cuestión de la utilidad de los
portes -caza, pesca, juegos atléticos, etc.- permí- juegos atléticos, ya que esta forma de deporte es,
ten ejercitar la destreza y la ferocidad y astucia en la actualidad, la que ocupa un lugar más desta-
emulativas características de la vida depredadora. cado en la mente de quienes arguyen en favor o en
En la medida en que el individuo sólo está dotado contra de los juegos deportivos como medio de sal.
de reflexión o de sentido de la tendencia ulteríor de vación física o moral. En consecuencia, este de-
sus acciones en proporción ligera, en la medida en porte atlético típico puede servir de ejemplo que
que su vida es sustancialmente una vida de acción aclare la importancia de tales juegos para el des-
impulsiva e ingenua, la finalidad inmediata e irre- arrollo del carácter y el cuerpo de quien los prac-
flexiva de los deportes satisfará aceptablemente su tica. Se ha dicho, no sin razón, que la relación del
instinto de trabajo eficaz, en forma de expresión futbol americano con la cultura física es muy pare-
de dominación. Esto es cierto de modo especial si cida a la existente entre las corridas de toros y la
sus impulsos dominantes son las propensiones emu- agricultura. La aptitud para estas instituciones lú-
lativas irreflexivas del temperamento depredador. dicas requiere una preparación o entrenamiento
A la vez los cánones de lo decoroso le recomenda- cuidadoso. El material empleado, tanto animal como
rán los deportes como expresiones de una vida pe- humano, se somete a una selección y disciplina cui-
cuniariamente impecable. Una ocupación cualquiera dadosos, con objeto de asegurar y acentuar ciertas
mantiene su lugar como modo tradicional y habi- aptitudes y propensiones características del estado
tual de. recreo decoroso haciendo frente a esas dos ferino y que tienden a caer en desuso con la domes-
exigencias de derroche ulteríor y finalidad próxima. ticación. Ello no quiere decir que el resultado sea
En la medida en que otras formas de recreo y en todos los casos una rehabilitación completa y
ejercicio son moralmente imposibles para las pero acabada de los hábitos mentales y corporales sal-
sanas bien nacidas y de sensibilidad delicada, los vajes o bárbaros. El resultado es más bien un re-
deportes son los mejores medios de recreo que pue- torno unilateral a la barbarie o a la [erae natura
den encontrarse dadas las circunstancias. --una rehabilitación y acentuación de aquellos ras-
Pero esos miembros de la sociedad respetable gos ferinos que favorecen el daño y la desolación
que defienden los juegos atléticos, justifican por sin un desarrollo correspondiente de los rasgos que
lo común su actitud a este respecto -ante sí mis- pueden servir a la conservación del individuo y a
mos y ante sus prójimos- basándose en que tales la plenitud de su vida en un medio feríno-s-, La
juegos sirven como medio inestimable de desarrollo. cultura aplicada en el futbol da un producto de fe-
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rocidad y astucia exóticas. Es una rehabilitación individuo que entra en la competencia sin estar
del temperamento de los primeros tiempos bárba- debidamente dotado de esos rasgos se encuentra
ros, junto con una represión de aquellos detalles en una situación de desventaja, análoga a la de un
temperamentales que, desde el punto de vista de toro sin cuernos en una torada en que todos sus
las exigencias sociales y económicas, constituyen las congéneres los tuvieran.
características salvadoras del carácter salvaje. La posesión y cultivo de los rasgos de carácter
El vigor físico adquirido mediante la prepara- depredadores pueden, desde luego, ser deseables
ción para los juegos atléticos -en la medida en que por motivos distintos de los económicos. Predo-
puede decirse que el entrenamiento produce ese mina una predilección ética o estética por las apti-
efecto- es ventajoso, tanto para el individuo como tudes bárbaras, y los rasgos en cuestión sirven de
para la comunidad, ya que, en igualdad de circuns- modo tan eficaz a esa predilección que su utilidad
tancias, lleva a una utilidad económica. De modo ética o estética contrapesa probablemente cualquier
semejante los rasgos espirituales asociados con los inconveniencia económica que puedan producir.
deportes atléticos son, desde el punto de vista eco- Pero para los fines que aquí nos interesan, esta
nómico, ventajosos para el individuo, pero no para cuestión está fuera de lugar. Por tanto, no decimos
los intereses de la colectividad. Esto vale para toda aquí nada acerca de la deseabilidad o conveniencia
comunidad donde esos rasgos estén presentes en la de los deportes en conjunto, ni de su valor para
población en un cierto grado. La competencia mo- fines que no sean los económicos.
derna es, en gran parte, un proceso de autoafírma- Con arreglo al criterio popular hay muchas cosas
ción basado en esos rasgos de la naturaleza humana admirables en el tipo de hombre que trata de fo-
depredadora. En la forma adulterada en que en- mentar la vida deportiva. Hay confianza en sí mis-
tran en la emulación pacífica moderna, la posesión mo y camaradería, dando a esta palabra el uso que
de una cierta medida de esos rasgos es algo que tiene en el lenguaje corriente. Desde un punto de
casi puede calificarse de necesario para la vida del vista diferente, las cualidades caracterizadas con
hombre civilizado. Pero aunque son indispensables esas palabras en el lenguaje cotidiano podrían ser
para el individuo que tiene que participar en la denominadas truculencia y espíritu de clan. La ra-
competencia, no son directamente útiles para la co- zón de la aprobación y admiración que suscitan, por
munidad. Por lo que hace a la utilidad del individuo lo general, esas cualidades viriles, así como la de
para .las finalidades de la vida colectiva, la eficien- que sean denominadas viriles, es su utilidad para
cia emulativa s610 es útil, en todo caso, indirecta- el individuo. Los miembros de la comunidad, y en
mente. La ferocidad y la astucia no son útiles para especial de aquella clase de la comunidad que tiene
la comunidad, salvo en las relaciones hostiles con la iniciativa en el establecimiento de los cánones
otras comunidades; y sólo son útiles para el indi- de gusto, están dotados de esa serie de propensio-
viduo porque en el medio humano a que está ex- nes en grado suficiente para hacer que la falta de
puesto hay una proporción muy grande de los mís- ellas en los demás se considere como un defecto
mos rasgos, los cuales actúan vigorosamente. Todo y para hacer que su posesión en un grado excepcío-
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nal sea estimada como atributo de mérito superior. mostrar que el impulso depredador no prevalece con
Los rasgos del hombre depredador no están, en el mísmo grado de intensidad en todas las clases.
modo alguno, en desuso en la generalidad de los Tomando simplemente como rasgo de la vida mo-
pueblos modernos. Están presentes y pueden salir derna el hábito de llevar bastón puede parecer, todo
a la luz con todo relieve en cualquier momento, lo más, un detalle trivial; pero el uso tiene al-
mediante cualquier apelación a los sentimientos gún significado para el punto de que tratamos.
en que se expresan - 3 menos que esa apelación cho- Las clases en las que más predomina ese hábito -las
que con las actividades especificas que constituyen clases con las que está asociado el bastón en la
nuestras ocupaciones habituales y comprenden el imaginación popular- son la clase ociosa propia-
campo general de nuestros intereses cotidianos-o mente dicha, los deportistas y los delincuentes de
La generalidad de la población de cualquier comu- la clase inferior. Podría, acaso, añadirse a ellos los
nidad industrial sólo está emancipada de estas pro- hombres ocupados en las tareas pecuniarias. No
pensiones, inconvenientes desde el punto de vista puede afirmarse lo mismo de la mayor parte de los
económico, en el sentido de que, por un desuso hombres ocupados en la industria; y puede notarse,
parcial y temporal, han pasado a estar situadas en de pasada, que las mujeres no llevan bastón, salvo
el trasfondo de los motivos subconscientes. Con en los casos de invalidez, en los cuales tiene una
diversos grados de potencia en los diferentes indi- utilidad de tipo distinto. Desde luego, la práctica
viduos, siguen estando en situación de ser utilizadas es, en gran medida, un uso elegante; pero la base
para la modelación agresiva de las acciones y senti- de los usos elegantes está constituida por las pro-
mientos de los hombres, siempre que llegue hasta clividades de la clase que establece las pautas de
ellos un estímulo de intensidad mayor de la coti- los usos elegantes. El bastón tiene la finalidad
diana. Y en cualquier cosa en que ninguna ocu- de demostrar que las manos de su portador se em-
pación ajena a la cultura depredadora haya usurpado plean para una finalidad distinta del esfuerzo útil
el campo de interés y sentimiento ordinarios del y, por ende, tiene utilidad como demostración del
individuo, se afirman vigorosamente. Eso es lo que ocio de quien lo lleva. Pero es también un arma y
ocurre en la clase ociosa y en ciertos sectores de la satisface por ello una necesidad sentida por el hom-
población ':lue constituyen apéndices de esa clase a bre bárbaro. El manejo de un medio ofensivo tan
la que están subordinados. De ahí la facilidad con primitivo y tangible es muy agradable para cual-
que se dedican a los deportes las personas recién quiera que esté dotado, aunque sólo sea en un grado
ingresadas en la clase ociosa y de ahí el rápido des- moderado, de ferocidad.
arrollo de los deportes y del sentimiento deportivo Las exigencias del lenguaje hacen imposible evitar
en toda comunidad industrial en la que se haya una apariencia de desaprobación de las aptitudes,
acumulado la riqueza en forma suficiente para po- propensiones y expresiones de vida que aquí se es-
der eximir del trabajo a una parte considerable de tudian. Sin embargo, no se trata de dar ningún
la población. lentido laudatorio o condenatorio a ninguno de estos
Un hecho conocido y familiar puede servir para aspectos del carácter humano o del proceso vital.
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Los diversos elementos de la naturaleza humana mano o de las actividades que favorecen su des-
predominante se consideran desde el punto de vista arrollo. Esto se aplica tanto a las personas que
de la teoría económica y los rasgos estudiados se participan activamente en los deportes, como a
avalúan y ordenan teniendo en cuenta su importan- aquellas cuya experiencia deportiva es sólo contem-
cia económica inmediata para la facilidad del pro- plativa. Lo dicho aquí acerca de la. propensión de-
ceso de la vida colectiva. Es decir, esos fenómenos portiva es igualmente adecuado a diversas reflcxio-
se consideran aquí desde el punto de vista econó- nes que se harán ahora respecto a lo que se conoce
mico y se valoran con respecto a su acción directa corrientemente como vida religiosa.
en cuanto favorecen o perturban un ajuste más per- El último párrafo toca de modo i':lcidental. el
fecto de la colectividad humana al medio y a la hecho de que es difícil emplear el lenguaje d~ la VIda
estructura institucional requerida por la situación cotidiana en el estudio de esta clase de aptitudes y
económica de la colectividad en el presente y en el actividades sin darle implícitamente un sentido de
futuro inmediato. A esos fines, los rasgos trasmi- elogio o censura. El he~ho es significativo, ya ~ue
tidos desde la cultura depredadora son menos útiles muestra la actitud habitual del hombre corrien-
de lo que pudieran ser, aunque tampoco en rela- te desapasionado acerca de las propensiones que se
ción con esto deba dejarse de lado el hecho de que expresan en los deportes y las hazañas. Y acaso s~a
la agresividad enérgica y pertinaz del hombre de- adecuado este lugar para exammar esa resonancia
predador es una herencia de no escaso valor. Se peyorativa que se encuentra en t?das las numerosas
pasa muchas veces por alto el valor económi~ -con disertaciones en defensa o elogio de los deportes
alguna consideración también del valor SOCIal en el atléticos así como de otras actividades de carácter
más estricto sentido-s- de esas aptitudes y propen- predomi~antemente depredador. Está comenzando,
siones sin reflexionar en su valor desde otro punto al menos, a ser observable en los portavoces de
de vista. Cuando se contrasta con la mediocridad la mayoría de las otras instituciones que n~s han
prosaica del esquema general de vida de la comu- sido trasmitidas desde la fase bárbara de la VIda, la
nidad industrial moderna y se juzga con arreglo a misma mentalidad defensiva. Entre esas institucio-
los patrones de moralidad acreditados, y más espe- nes arcaicas que se considera necesario defender fi-
cialmente con arreglo a las pautas estéticas y poé- gura, junto con otras, todo ~l sistema e~is~en~e de
ticas, esas supervivencias de un tipo de h?~bre distribución de la riqueza, aSI como las dlst1nclOnc~
más primitivo pueden tener un valor muy distinto clasistas de status que resultan de él; todas o casi
del que aquí se les asigna. Pero como todo esto es todas las formas de consumo que entran en el epí-
ajeno a nuestro actual propósito. expresar cualquier grafe de derroche ostensible: el status de las
opinión sobre esta materia estaría totalmente fuera mujeres en el sistema patriarcal y muchos rasgos
de lugar. Todo lo que es posible hacer es advertir distintivos de los credos y prácticas devotas tra-
que esos patrones de excelencia ajenos a nuestro dicionales en especial las expresiones exotéricas
actual propósito rlo deben influir en nuestra apre- del credo 'y la aprehensión ingenua de las prácticas
ciación económica de esos rasgos de carácter hu- recibidas del pasado. Por consiguiente, lo que haya
272 273
de decirse a este respecto en relación con la actI- aunque su efecto próximo fomenta la reversión
tud defensiva tomada al recomendar los deportes a propensiones perjudiciales desde el punto de vis-
y el carácter deportivo, será aplicable, con un cam- ta industrial, se cree que, indirecta y remotamente
bio de fraseología adecuado, a las defensas que se -mediante algún proceso de inducción polar o aca-
han hecho de esos otros elementos de nuestra he- so de contrairritaci6n difícil de comprender-, los
rencia social con ellos relacionados. deportes fomentan un hábito mental útil para fines
Hay un sentimiento -por lo general vago y no sociales o industriales. Es decir, que aunque los
confesado de modo explícito por el propio defensor, deportes son en esencia hazañas valorativas, se pre-
pero perceptible de ordinario por el tono de su sume que, como consecuencia remota y oscura de
discurso- de que esos deportes, así como el con- algo desconocido, producen el desarrollo de un tem-
junto de los impulsos y hábitos mentales depre- peramento que favorece tareas de tipo no valora-
dadores subyacentes en el carácter deportivo, no tivo. Por lo común, se intenta demostrar todo esto
merecen en conjunto la aprobación del sentido co- empíricamente; o más bien se supone que esto es
mún. "Por lo que hace a la mayoría de los asesinos, una generalización empírica que debe ser eviden-
no son, desde luego, unos caballeros." Este aforismo te para quienquiera que se interese por el pro-
ofrece una valoración del temperamento depreda- blema.
dor y de los efectos disciplinarios de su expresión Al practicar la prueba de esta tesis, se elude astu-
y ejercicio francos, considerados desde el punto de tamente el traicionero terreno de la inferencia de
vista del moralista. En cuanto tal, ofrece una indi- causa a efecto, excepto en la medida que permite
cación de lo que es la opinión sensata de los hom- mostrar que los deportes fomentan las "virtudes
bres maduros respecto al grado de utilidad de los viriles" de que hemos hablado. Pero como son pre-
hábitos mentales depredadoras para los fines de cisamente esas virtudes viriles las que (desde el
la vida colectiva. Se considera que la presunción punto de vista de la economia) necesitan justifica-
está contra toda actividad que implique habituación ción, la cadena de la prueba se quiebra donde debe-
a la actitud depredadora y que la carga de la prueba rla comenzar. Hablando en términos económicos
pesa sobre quienes hablan en favor de la rehabili- muy generales, esas defensas son un intento de
tación del temperamento depredador y de las prác- demostrar que, a pesar de la lógica misma de la
ticas que lo robustecen. Hay un gran caudal de cosa, los deportes fomentan lo que, grosso modo,
sentimiento popular que favorece las diversiones puede denominarse instinto de trabajo eficaz. Mien-
y la iniciativa del tipo de que aquí se trata; pero a tras no haya conseguido convencerse a sí mismo
la vez está presente en la comunidad un sentido ni persuadir a los demás de que ése es el efecto
muy penetrante de que tal base sentimental carece de los deportes, el sesudo apologista de éstos no
de legitimidad. La legitimación requerida se busca, podrá estar satisfecho, y hay que admitir que, por
por lo general, demostrando que, aunque los de- lo común, no lo está. Su insatisfacción con la de-
portes tienen sustancialmente un efecto depredador fensa por él hecha de las prácticas de que se trata
y, desde el punto de vista social, desintegrador, y se demuestra de ordinario por el tono truculento
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y el celo con que amontona aseveraciones en apoyo clase ociosa es más propensa que las clases indus-
de su posición. triales a una actitud y un ánimo belicosos. Algo
Pero ¿por qué se necesitan esas defensas? ¿No semejante parece ser cierto en relación con 105
es suficiente legitimación el hecho de que exista un deportes. Pero es, sobre todo, mediante sus efectos
gran sentimiento popular en favor de los deportes? indirectos, producidos por intermedio de los cáno-
La prolongada disciplina de la proeza a que ha nes que regulan lo que constituye una vida decorosa,
estado sometida la raza en la cultura depredadora como la institución tiene la influencia que ejerce
y la cuasi-pacífica, ha trasmitido a los hombres de sobre el sentimiento dominante en relación con la
hoy día un temperamento que encuentra satisfac- vida deportiva. Ese efecto indirecto actúa de modo
ción en esas expresiones de ferocidad y astucia. Así, casi inequívoco en el sentido de favorecer una
pues, ¿por qué no aceptar estos deportes como supervivencia del temperamento y los hábitos de-
expresiones legítimas de una naturaleza humana predadores; y esto es cierto incluso en relación
normal y plena? ¿Qué otra norma obligatoria hay, con aquellas variantes de la vida deportiva pros-
si no la que se da en el conjunto de propensiones critas por el código de decoro de la clase ociosa
que se expresan en los sentimientos de esta gene- superior; como por ejemplo el boxeo, las peleas
racíón -incluyendo la tendencia hereditaria a la de gallos y otras expresiones igualmente vulgares de
proeza? La norma ulterior a la que se apela es la actitud deportiva. Pero diga lo que quiera el
el instinto del trabajo eficaz, que es un instinto último esquema protocolizado de lo decoroso, los
más fundamental, de prescripción más antigua, que cánones acreditados de decencia sancionados por
la propensión a la emulación depredadora. );:sta la institución establecen de modo inequívoco que la
no es sino un desarrollo especial del instinto del emulación y el derroche son buenos y sus contra-
trabajo eficaz, una variante relativamente tardía rios perjudican la reputación. A la luz crepuscular
y efímera, a pesar de su gran antigüedad absoluta. que reina en los sectores sociales inferiores, los
El impulso depredador emulativo -o, como se le detalles del código no son captados con toda la
puede denominar, el instinto deportivo- es esen- facilidad que podría desearse, yesos amplios cá-
cialmente inestable en comparación con el instinto nODes latentes de decoro se aplican de modo un
primordial del trabajo eficaz del que deriva y se tanto irreflexivo, con poca discusión respecto al
ha diferenciado. Contrastada con esta norma ulte- ámbito de su competencia y a las excepciones que
rior de vida, la emulación depredadora, y por ende han sido sancionados en detalle.
la vida deportiva, no está justificada. La afición a los deportes atléticos, no sólo en lo
El modo y medida en que la institución de una que respecta a la participación directa en ellos,
ciase ociosa conduce a la conservación de los depor- sino también en forma de sentimiento y apoyo mo-
tes y la hazaña realizada con propósito valorativo ral, es, en grado más o menos pronunciado, carac-
no pueden, desde luego, ser expuestos en forma terística de la clase ociosa; y es un rasgo que esa
sucinta. Dadas las pruebas ya citadas, resulta que, clase comparte con los delincuentes de la clase
por lo que hace a sentimientos e inclinaciones, la inferior y con elementos atávicos existentes en el
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cuerpo de la comuni~ad y dotados ~e ~a tenden- qufer grado por este tipo de carácter, no puede
cia depredadora dommante. Pocos individuos per- menos de afectar en gran medida el alcance, la
tenecientes a los países civilizados de Occidente dirección, las pautas y los ideales de la vida colec-
carecen del instinto depredador hasta el extremo tiva al medio.
de no encontrar diversión en los deportes y juegos Puede decirse algo análogo de otros rasgos que
atléticos, pero en la generalidad de ~os individuos contribuyen a formar el carácter bárbaro. Para los
de las clases industriales la inclinación a los de- fines de la teoría económica, esos otros rasgos bár-
portes no es tan fuerte que se la pueda denominar baros pueden considerarse como variaciones conco-
hábito deportivo. En esas clases, los depo~es s~n mitantes de ese espíritu depredador del que la proe-
una diversión ocasional, no una característica sena za es una expresión. En gran parte no tienen
de la vida. No puede, pues, decirse que la genera- primordialmente carácter económico, ni mucha im-
lidad del pueblo cultive la propensión deportiva. portancia económica directa. Sirven para indicar
Aunque no está totalmente en desuso de la ge';lera- la etapa de evolución económica a que está adap-
lidad de ellos, ni siquiera en un grupo apreciable tado el individuo que las posee. Por ende, tienen
de individuos, la predilección por .Ios deportes en importancia en cuanto pruebas exteriores del grado
las clases industriales corrientes tiene carácter de de adaptación del carácter en el que están com-
reminiscencia más o menos divertida, como interés prendidas a las exigencias económicas de hoy; pero
ocasional, pe~o no constituye un interé~ vital y per- son también importantes en cierta medida en cuan-
manente que figure como factor dommante en la to aptitudes que contribuyen a aumentar o a dis-
modelación del complejo orgánico de hábitos men- minuir la utilidad económica del individuo.
tales de que forma parte. La proeza, tal como encuentra expresión en la
Tal como se manifiesta en la vida deportiva de vida del bárbaro, se manifiesta en dos direcciones
hoy, esa propensión puede no aparecer co~o factor principales: la fuerza y el fraude. Esas dos formas
económico de gran importancia. En sí misma con- de expresión se encuentran presentes también en la
siderada no cuenta mucho por lo que hace a sus guerra moderna, en las ocupaciones pecuniarias y
efectos directos sobre la eficiencia industrial o so- en los juegos y deportes. Ambas series de aptitu-
bre el consumo de un determinado individuo; pero des se cultivan y robustecen con la vida deportiva,
el hecho de que haya prevalecido y se haya des- así como con las formas más serias de vida emu-
arrollado el tipo de naturaleza hum~a del que e;;ta lativa. La estrategia o la astucia son elementos
propensión es un rasgo característIco,. es cuest16~ invariablemente presentes en los juegos, así como
de alguna importancia. Afecta a la VIda econó~l­ en las empresas guerreras y en la caza. En todas
ca de la colectividad, tanto por lo que hace al rít- esas tareas la energía tiende a convertirse en habi-
mo de desarrollo económico como en lo relativo al lidad y marrullería. La habilidad, la falsedad y la
carácter de los resultados conseguidos por ese des- arrogancia ocupan un lugar bien seguro por lo que
arrollo. Para bien o para mal, el hecho de que los hace al método de proceder de toda contienda atlé-
hábitos mentales populares estén dominados en cual- tica y de los juegos en general. El empleo habitual
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de un árbitro y las minuciosas reglas técnicas que semejante. Puede señalarse como ulterior indica-
rigen los límites y detalles de fraude y ventaja ción de Su parentesco espiritual, que los miembros
estratégica permisibles, atestiguan de modo sufi- de la clase delincuente inferior muestran, por 10
ciente el hecho de que las prácticas fraudulentas general, en un grado marcado esta fisonomía astuta
y los intentos de superar por tales medios a los y que muestran con gran frecuencia la misma exa-
adversarios no son características adventicias del geración histriónica de esa fisonomía que se obser-
juego. Por la naturaleza de las cosas, la habituación va a menudo en el joven aspirante a premios atlé-
a los deportes debería conducir a un desarrollo más ticos. Dicho sea de paso, ésta es la marca más
amplio de la aptitud para el fraude; y el hecho legible de lo que se llama vulgarme "matonismo"
de que prevalezca en la comunidad ese tempera- de los jóvenes aspirantes a una mala reputaci6n.
mento depredador que inclina a los nombres a los Hay que notar que el hombre astuto no tiene para
deportes, lleva consigo la indicación de que preva- la comunidad ningún valor económico -como no
lece una práctica feroz y una total falta de consi- sea en los tratos con otras comunidades en los que
deración de los intereses de los demás, tanto indi- se necesita habilidad-o Su actuación no sirve para
vidual como colectivamente. El recurso al fraude, en fomentar el proceso vital genérico. En el mejor
cualquier forma y bajo cualquier legitimación legal de los casos, su influencia económica directa es una
o consuetudinaria con que se practique, es expre- conversión de la sustancia económica de la colee.
sión de un hábito mental estrechamente" egoísta. Es tividad que se utiliza para cosas ajenas al proceso
innecesario detenerse a explicar el valor económico de la vida colectiva -algo muy parecido a lo que se
de ese rasgo del carácter deportivo. llamaría en medicina un tumor benigno, con una
Hay que notar a este respecto que la caracterís- cierta tendencia a transgredir la línea insegura que
tica más patente de la fisonomía afectada por los separa las excrecencias benignas de las malignas.
atletas y otros deportistas es una extremada astucia. Los dos rasgos bárbaros, ferocidad y astucia, cons-
Las dotes y hazafias de Ulises son apenas inferiores tituyen el ánimo o actitud espiritual depredador. Son
a las de Aquiles, tanto por lo que hace al fomento expresiones de un hábito mental estrechamente
sustancial del juego, como en lo relativo al brillo egoísta. Ambos son altamente útiles para la conve-
que dan al deportista astuto entre sus asociados. La niencia individual en una vida orientada hacia el
pantomima de la astucia es por lo común el primer éxito valorativo. Ambos tienen también un alto va-
paso de esa asimilación al deportista profesional lor estético. Ambos son fomentados por la cultura
que sufre un joven después de matricularse en cual- pecuniaria. Pero ambos son igualmente inútiles
quier escuela bien reputada, ya sea de enseñanza para las finalidades de la vida colectiva.
secundaria o de enseñanza superior. Y la fisonomía
astuta, como rasgo decorativo, no deja nunca de
recibir la atención reflexiva de los hombres que
tienen interés serio en los juegos atléticos, las
carreras u otras pruebas de naturaleza emulativa
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ulterior del desarrollo humano bajo una forma es-
pecífica impuesta por la disciplina depredadora.
XI. LA CREENCIA EN LA SUERTE Pero en cualquier caso ha de considerarse como
un rasgo arcaico, heredado de un pasado más o
LA INCLINACIÓN a los juegos de azar es otro rasgo menos remoto, más o menos incompatible con las
subsidiario del temperamento bárbaro. Es una va- exigencias del proceso industrial moderno y que
riación concomitante de carácter que prevalece de constituye un obstáculo mayor o menor para la
modo casi universal entre los deportistas y entre plena eficiencia de la vida económica colectiva del
los hombres dedicados en general a las actividades presente.
bélicas y emulativas. Este rasgo tiene también un Aunque la creencia en la suerte es la base del
valor económico directo. Se reconoce que en toda hábito de los juegos de azar, no es el único ele-
comunidad donde predomina en un grado aprecia- mento que entra en el hábito de apostar. La apues-
ble es un obstáculo a la máxima eficiencia in- ta sobre el resultado de las contiendas deportivas
dustrial. basadas en la fuerza y en la habilidad se basa en
Es dudoso que se pueda clasificar la proclividad otro móvil distinto, sin el cual la creencia en la
hacia los juegos de azar como característica que suerte difícilmente podría ser una característica
corresponde de modo exclusivo al tipo de natura- prominente de la vida deportiva. Este otro motivo
leza humana depredadora. El factor principal en es el deseo del presunto ganador o del partidario
el hábito de los juegos de azar es la creencia en la del presunto ganador de aumentar el ascendiente
suerte; y, al parecer, esta creencia se origina al me- de su bando a costa del perdedor. No es sólo que la
nos, por lo que hace a sus elementos, en una etapa victoria del bando más fuerte sea más señalada
de la evolución humana anterior a la cultura de- y la derrota del perdedor más penosa y humillante
predadora. Puede muy bien haber sido durante la en la proporción en que mayores son la ganancia
cultura depredadora cuando la creencia en la suer- y la pérdida pecuniarias que resultan de la apuesta,
te se desarrollara hasta adoptar la forma que hoy aunque esto constituye por sí solo una considera-
presenta como principal elemento de la inclinación ción de cierto peso. Es que la apuesta se hace, por
a los juegos de azar en el temperamento deportivo. lo general, con la intención no expresa verbalmente
Es probable que la forma específica en la que se ni siquiera reconocida in petto, de hacer mayores
presenta en la cultura moderna se deba a la disci- las probabilidades de éxito del bando por quien se
plina depredadora. Pero la creencia en la suerte apuesta. Se siente que la solicitud y las cosas ma-
es, en sustancia, un hábito de fecha más antigua teriales empleadas a este fin no pueden menos de
que la cultura depredadora. Es una forma de la influir en el resultado. Aquí se da una manifesta-
aprehensión animista de las cosas. La creencia ción especial del instinto del trabajo eficaz, res-
parece ser un rasgo que en sustancia pasó a la cul- paldado por un sentido aún más manifiesto de que
tura bárbara desde una fase anterior y se trasmutó la congruencia animista de las cosas tiene que de-
y trasmitió a través de esa cultura a un estadio cidir el resultado en sentido victorioso para el lado
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en favor del cual se ha apropiado y fortificado deportista de las comunidades modernas, la creen-
con tanto trabajo conativo * y cinético la propensión cia comprende por lo menos dos elementos que es
inherente a estas pruebas. Este incentivo de la posible distinguir y que han de considerarse como
apuesta se expresa en. forma de respald.ar el. favo- dos aspectos del mismo hábito mental fundamental
rito propio en cualquier prueba y es, inequívoca- o como el mismo factor psicológico en dos fases
mente, un rasgo depredador. La creencia en la sucesivas de su evolución. El hecho de que esos
suerte se expresa en una apuesta COID? forma s~bor. dos elementos sean fases sucesivas de la misma
dinada del impulso depredador propiamente dic~o. línea general del desarrollo de la creencia, no írnpi-
De tal modo que puede afirmarse que, en la medida de que coexistan en los hábitos mentales de cua!-
en que la creencia en la suerte se expresa en for- quier individuo determinado. La fonna. m~s. pri-
ma de apuesta, ha de considerarse como elemento mitiva (o la fase más arcaica) es una íncípíente
integrante del tipo de carácter depredador. Por lo creencia animista o un sentido animista de las rela-
que hace a sus elementos, la creencia es un hábito ciones y las cosas que imputa a los hechos. un
arcaico que sustancialmente corresponde a la natu- carácter cuasi-personal. Para el hombre arcaico,
raleza humana primitiva e indiferenciad~. Pero todos los objetos y hechos notables y evidentemente
cuando esta creencia se ve apoyada por el Impulso seguidos de consecuencias que se producen en su
emulativo depredador y se diferencia por ello, adop- medio tienen una individualidad cuasi-personal. Los
tando la forma específica del hábito de los jU;l¡os concibe como dotados de volición o, más bien, de
de azar debe clasificarse, en esta forma específica propensiones que entran en el complejo de las
y altam'ente desarrollada, como rasgo del carácter causas y afectan a los acontecimientos en forma
bárbaro. inescrutable. El sentido de la suerte y el azar
La creencia en la suerte es un sentido de la exis- o de la necesidad fortuita que tiene el deportista,
tencia de una necesidad fortuita en la secuencia es un animismo inarticulado o incipiente. Se aplica
de los fenómenos. En sus diversas mutaciones y a los objetos y a las situaciones, con frecuencia de
expresiones tiene gran importan~ia en rel~ción con modo muy vago; pero por lo general llega a con-
la eficiencia económica de cualquier comunidad en la cretarse en el sentido de implicar la posibilidad
que se dé en grado apreciabl,:,. ~~sta tal pun~o de propiciar, o de engañar o engatusar, o pertur-
es cierto lo anterior que ello justifica un estudio bar de otro modo el despliegue de las propensiones
más detallado de su origen y contenido y de la ím- residentes en los objetos y que constituyen los me-
portancia de sus diversas .ramifi~aciones para !a dios materiales y accesorios de cualquier juego de
estructura y función económica, asi como un estudio habilidad o suerte. Hay pocos deportistas que no
de la relación de la clase ociosa con su desarrollo, tengan la costumbre de llevar amuletos o talis-
diferenciación y persistencia. En la forma desarro- manes a los que se cree corresponde una eficacia
llada e integrada en que es más fácil observarla
en el bárbaro de la cultura depredadora o en el mayor o menor. Y no es mucho menor la prop?r~
ción de quienes temen instintivamente las J!lanlO-
* Véase la nota de la p. 245. [T.l bras encaminadas a darles mala suerte, realizadas
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por los adversarios, o los medios materiales em- en general y a las sagas islandesas en particular, es
pleados en cualquier prueba en la que hacen una un ejemplo de ese sentido de una propensión extra.
apuesta; o que sienten que el hecho de apostar física en el desarrollo de los acontecimientos.
a un atleta o bando participante en un juego robus- En esta expresión o forma de la creencia, la pro-
tece y debe robustecer a ese bando; o para quienes pensión apenas está personificada, aunque se le
la "mascota" que cuidan significa algo más que una imputa en grado variable una cierta individualidad;
broma. y se concibe a veces esta propensión individuada
En su forma simple la creencia en la suerte es que cede a las circunstancias, por lo común a cir-
ese sentido instintivo de la existencia de una pro- cunstancias de carácter espiritual o preternaturaI.
pensión teleológica inescrutable en. l?s obje~os o Un ejemplo conocido y destacado de la creencia
situaciones. Los objetos o acontecímíentos tienen -en un estado relativamente avanzado de diferen-
una cierta propensión a producir un fin determi- ciación y que implica una personificación antropo-
nado tanto si se concibe que ese fin o punto obje- mórfica del agente preternatural al que se apela-
tivo de la secuencia se da de modo fortuito como nos lo ofrece el juicio de Dios. En este caso se
si se busca deliberadamente. Partiendo de este ani- concebía que el agente preternatural actuaba corno
mismo simple, la creencia va pasando, por grada- árbitro cuando se le pedía, y modelaba el resultado
ciones insensibles, a la segunda forma o fase de- de la lucha con arreglo a algún criterio estipulado,
rivada a que nos hemos referido má,s arriba y que tal corno la equidad o la legalidad de las preten-
es una creencia más o menos articulada en un siones respectivas de los contendientes. En la creen-
inescrutable agente preternaturaI. El ~gente I?r.eter. cia popular corriente se muestra todavía, de modo
natural opera por medio de los oh,Jet?s. Vlsl.bles oscuro, un sentido análogo de una tendencia in-
con los que está asociado, pero su individualidad escrutable, pero espiritualmente necesaria, de los
no se identifica con esos objetos. El uso de la acontecimientos; así lo prueba, por ejemplo, la
rúbrica "agente preternatural" no prejuzga aqui conocida máxima "el que sabe que su causa es justa
nada respecto a cuál sea la naturaleza del agente está triplemente armado", máxima que para el tipo
al que se califica de preternaturaI. . gste .es. sólo un corriente de persona irreflexiva conserva mucho de
desarrollo posterior de la creencia anímísta, El su significado, aun en las comunidades civiliza-
agente preternatural no se concibe necesariamente das actuales. La reminiscencia moderna de la creen-
como un agente personal en el pleno sentido de cia en los hamingia, o en la guía de una mano
la palabra, sino corno un instrumento que partí- invísible, que es posible descubrir en la aceptación
cipa de los atributos de personalidad en la medida de esta máxima, es tenue y acaso incierta; en cual-
de poder influir de modo un tanto arbitrario en el quier caso parece estar mezclada con otros momen-
resultado de cualquier empresa y especialmente tos psicológicos que no tienen un carácter clara-
de cualquier prueba deportiva. La difundida creen- mente animista.
cia en los hamingia o gipta (gaeta, audlUli que da Para la finalidad aquí perseguida no es necesario
tanto color a las primeras leyendas germánicas investigar más a fondo el proceso psicológico ni
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la genealogía etnológica mediante la cual la última representa un cierto grado de facilidad para captar
de las aprehensiones anímísticas de la propensión y adaptar unos hechos a una secuencia causal cuan-
deriva de la primera. Este problema puede tener titativamente determinada. Lo que falta en los
la máxima importancia para la psicología de los trabajadores torpes es la facilidad de captación y
pueblos o la teoría de la evolución de los credos adaptación, y lo que se busca con su educación
y cultos. Lo mismo vale para el problema, más -en cuanto su educación aspira a aumentar su efi-
fundamental, de si ambas están relacionadas como ciencia industrial- es el desarrollo de esa faci-
fases sucesivas de una secuencia de desarrollo. Se lidad.
hace aquí referencia a estos problemas con el solo En la medida en que las aptitudes heredadas o
propósito de señalar que el interés ~e nu.e.stro actual la educación recibida por el indivíduo le inclinan
estudio no se encuentra en esa dirección. Por lo a explicar los hechos y secuencias en términos dis-
que se refiere a la teoría económica, esos dos ele- tintos de la causalidad o realidad, rebajan su efi-
mentos o fases de la creencia en la suerte, o en ciencia productiva o su utilidad industrial. Esta
una tendencia o propensión extra-causal existente rebaja de eficiencia debida a Una inclinación a los
en las cosas tienen sustancialmente el mismo ca- métodos animistas de captar los hechos es especial-
rácter. Tien~n significado económico e,:, cuant,? há- mente visible si se toma la masa y no el individuo
bitos mentales que afectan la concepción habitual -cuando se considera en conjunto a una determi-
que tiene el individuo de los hechos y secuencias nada población que tiene tendencia animista, como
con los que tiene contacto y que afectan, por ende, tal conjunto-. Las desventajas económicas del ani-
a la utilidad del individuo para fines industriales. mismo son más patentes -y sus consecuencias de
Por tanto, dejando aparte toda cuestión relativa a mucho mayor alcance- en el sistema moderno de la
la belleza, valor o carácter benéfico de toda creencia gran industria que en cualquier otro. En las comu-
animista, hay lugar a discutir su importancia eco- nidades industriales modernas, la industria está
nómica en relación con la utilidad del individuo siendo organizada, en una extensión cada vez mayor,
como factor económico y en especial como agente como un sistema amplio de órganos y funciones que
industrial. Se condicionan recíprocamente; y, en consecuencia,
Ya se ha notado al tratar de otro problema que, la ausencia de toda inclinación tendenciosa en la
para poder presentar la máxima utilidad en los aprehensión causal de los fenómenos se hace, tam-
complejos procesos industriales de hoy día, el in- bién, cada vez más necesaria como requisito para
dividuo tiene que estar dotado de la aptitud y el la eficiencia de los hombres ocupados en la indus-
hábito de captar y relacionar fácilmente los hechos tria. En un sistema de artesanado, una ventaja en
en términos de secuencia causal. Tanto en conjunto destreza, diligencia, fuerza muscular o resistencia,
como en sus detalles, el proceso industrial es un puede en un grado muy amplio compensar tal
proceso de causalidad cuantitativa. La "inteligen- inclinación tendenciosa de los hábitos mentales de
cia" que se exige al trabajador, así como al director los trabajadores.
de un proceso industrial, es poco mayor de la que Algo muy semejante OCUrre en la industria agríco-
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la de tipo tradicional, muy parecida al artesanado de la población una inclinación tendenciosa, por
por lo que se refiere a las demandas que se hacen ligera y poco notoria que sea, a explicar los hechos
al trabajador. En ambas es el trabajador el motor de la vida cotidiana recurriendo a base distinta de
primero del que se depende de modo principal y la causalidad cuantitativa, puede producir una dis-
las fuerzas naturales utilizadas se conciben en gran minución apreciable de la eficiencia industrial co-
parte como agentes inescrutables y fortuitos cuya lectiva de una comunidad.
acción está fuera del alcance del control o la dis- El hábito mental animista puede presentarse en
creción del trabajador. En la apreciación popuiar, la forma arcaica e indiferenciada de creencia ani-
en estas formas de industria se deja una parte mista incipiente, o en la fase posterior y más inte-
relativamente pequeña del proceso industrial a la grada en la que hay una personificación antropo-
oscilación fatal de una secuencia mecánica amplia mórfica de la propensión imputada a los hechos. El
que tiene que ser comprendida en términos de cau- valor industrial de un sentido animista tan vívido
salidad y a la que tienen que adaptarse las ope- o de tal recurso a un agente preternatural, o a la
raciones industriales y los movimientos de los guia de una mano invisible es, desde luego, muy
trabajadores. Conforme se desarrollan los métodos parecido en todos los casos. Por lo que se refiere
industriales, las virtudes del artesano van contando a la utilidad industrial del individuo, el efecto es,
cada vez menos como compensación de la poca en cualquier caso, de la misma especie; pero la
inteligencia o de la poca inclinación a aceptar la extensión en que ese hábito mental domina o mode-
secuencia de causa y efecto. La organización indus- la el complejo de sus hábitos mentales varía con el
trial toma cada vez más el carácter de un meca- grado de proximidad, intensidad o exclusividad con
nismo en que corresponde al hombre discriminar que el individuo aplique habitualmente las fórmu-
y seleccionar qué fuerzas naturales han de producir las animistas o antropomórficas a los hechos de su
sus efectos en servicio de aquél. El papel que co- medio. El hábito animista opera en todos los casos
rresponde al trabajador en la industria cambia: de en el sentido de embrollar la apreciación de la se-
motor primero pasa a ser una persona que discri- cuencia causal; pero el sentido animista más arcaí-
mina y valora secuencias cuantitativas y hechos me- ca, menos reflexivo y menos definido de la propen-
cánicos. Aumenta la relativa importancia econó- sión suele afectar a los procesos intelectuales del
mica de la facultad de una captación rápida y una individuo del modo más profundo que las formas
apreciación no tendenciosa de las causas que en- superiores de antropomorfismo. Dondequiera que se
cuentra en su medio, y cualquier elemento del com- presenta el hábito animista en su forma ingenua,
plejo de sus hábitos mentales que introduzca una su ámbito y campo de aplicación no están defini-
inclinación tendenciosa contraria a esta rápida apre- dos ni limitados. En consecuencia, afectará de modo
ciación de las secuencias reales, aumenta propor- palpable al pensamiento del individuo en todos los
cionalmente su importancia como elemento pertur- momentos de su vida -en todo lo que tenga que
bador que rebaja su utilidad industrial. Por el efecto ver con los medios materiales de vida-o En el des-
acumulativo que produce sobre la actitud habitual arrollo posterior y más maduro del animismo, una
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vez definido éste mediante el proceso de elabora- dentes y reconocidas de una divinidad antropo-
ción antropomórfica, cuando su aplicación se ha vis- morfa desde el punto de vista del interés estético,
to limitada de modo relativamente consistente a lo moral o espiritual o incluso desde el punto de vista
remoto y lo invisible, se produce el hecho de que más remoto de lo político, lo militar o la política
una cantidad cada vez mayor de hechos de la vida social. La cuestión que aqui nos ocupa es el valor
cotidiana se explican provisionalmente sin recurrir económico, meDOS pintoresco e importante, de la
al instrumento preternatural en el que se expresa creencia en tal agente preternatural, considerada
un animismo desarrollado. Un agente preternatural como hábito mental que afecta a la utilidad indus-
altamente integrado y personificado no es un medio trial del creyente. Y aun dentro de este ámbito
conveniente de resolver las ocurrencias triviales de económico, más estrecho, la investigación está for-
la vida y, por tanto, se forma con facilidad el hábito zosamente limitada a la importancia inmediata de
de explicar muchos fenómenos triviales o vulgares en este hábito mental en relación con la utilidad del
términos de secuencia causal. La explicación provi- creyente en cuanto trabajador, y no se extiende al
sional a que así se llega queda, por negligencia, estudio de sus efectos económicos más remotos.
como definitiva para las cosas triviales, hasta que Esos efectos más remotos son muy difíciles de des-
una provocación o perplejidad especial hace que el cubrir. Su investigación encuentra tantos obstácu-
individuo la abandone. Pero cuando surgen exigen- los por los prejuicios corrientes acerca del grado
cias especiales, es decir, cuando se produce una en que se eleva la vida como consecuencia del con-
peculiar necesidad de recurrir de modo más pleno tacto espiritual con tal divinidad, que todo intento
y franco a la ley de causa y efecto, si el individuo de averiguar su valor económico tiene que ser, por
posee una creencia antropomórfica, recurre por lo el momento, forzosamente infecundo.
general al agente preternatural como solución uni- El efecto inmediato y directo del hábito mental
versal. animista sobre la estructura mental general del
Esta propensión o agente extra-causal tiene una creyente actúa en el sentido de rebajar su inteligen-
grandísima utilidad como recurso en los casos en cia eficaz en el aspecto en que esa inteligencia
que el individuo se encuentra perplejo, pero su uti- tiene mayor importancia para la industria moderna.
lidad no tiene en absoluto carácter económico. Allí El efecto se produce, en grado variable, tanto si el
donde ha alcanzado el grado de consistencia y espe- agente o propensión preternatural en que se cree
cialización que corresponde a una divinidad antro- es de casta superior. como si es de casta inferior.
pomórfica, es de modo especial un refugio y una Esto vale igualmente con relación al sentido de la
fuente de consuelo. Tiene en su favor muchas co- suerte y la propensión que tiene el bárbaro como
sas, aun basadas en hechos que no son el de propor- con relación al que tiene el deportista; y algo aná-
cionar al individuo perplejo un medio de eludir la logo puede decirse de la creencia algo más desarro-
dificultad de explicar los fenómenos en términos de llada en una divinidad antropomórfica, tal como
secuencia causal. Difícilmente podría justificarse la que posee, por lo general, la misma clase. H~y
el que nos detuviéramos aquí en las ventajas evi- que considerar también que lo mismo puede afír-
Z9Z 293
marse -aunque no sea fácil decir cuál es su grado b) en cuanto induce a un cierto reconocimiento
relativo de certeza- de los cultos antropomórficos habitual de la relación con un superior y la conser-
más desarrollados que atraen al hombre civilizado va, fortaleciendo así el sentido corriente del status
devoto. La incapacidad industrial. consecuencia de y la fidelidad.
una adhesión popular a cualquiera de los cultos Por lo que se refiere al último extremo mencio-
antropomórficos más elevados, puede ser relativa- nado (b), ese conjunto de hábitos mentales que
mente ligera, pero no se la debe pasar por alto. Y constituye el carácter de cualquier individuo es, en
aun esos cultos de clase elevada de la cultura occi- cierto sentido, un todo orgánico. Una variación no-
dental no representan la última fase de disolución table en una dirección determinada producida en
de ese sentido humano de la propensión extra- cualquier punto, comporta una variación concomi-
causal. El mismo sentido animista se muestra tam- tante, correlativa de la primera, en la expresión
bién en atenuaciones del antropomorfismo, tales habitual de la vida en otras direcciones y otros
como la apelación setecentista al orden de la natu- grupos de actividades. Esos diversos hábitos meno
raleza y a los derechos naturales, y su representan- tales o expresiones habituales de la vida son todos
te moderno, el concepto notoriamente posdarwi- ellos fases de la secuencia vital única del indivi-
nista de una tendencia meliorativa en el proceso duo; en consecuencia, un hábito formado en res-
de la evolución. Esta explicación animista de los puesta a un estímulo determinado afectará necesa-
fenómenos es una forma de la falacia que los lógi- riamente al carácter de la respuesta que se dé a
cos conocen con el nombre de ignava ratio. En otros estímulos. Una modificación de la naturaleza
relación con la industria y con la ciencia equivale humana en cualquier punto es una modificación
a un error en la aprehensión y valoración de los de la naturaleza humana en su conjunto. En este
hechos. aspecto, y acaso en mayor grado sobre bases más
Aparte de sus consecuencias industriales direc- oscuras que no podemos estudiar aquí, tienen su
tas, el hábito animista tiene una cierta significa. fundamento esas variaciones concomitantes que se
ción para la teoría económica por otros motivos: producen entre los diferentes rasgos de la natu-
1) Es un indicio bastante seguro de la presencia, y raleza humana. Así, por ejemplo, los pueblos bár-
hasta cierto punto incluso del grado de potencia, baros que tienen un esquema general de la vida de
de otros rasgos arcaicos que le acompañan y que carácter depredador bien desarrollado, poseen, por
son de importancia económica sustancial, y 2) las lo común, también un fuerte hábito anímísta, un
consecuencias materiales de ese código de conve- culto antropomórfico bien conformado y un vívido
niencias devotas a que da origen el hábito animista sentido del status. Por otra parte, el antropomor-
en el desarrollo de un culto antropomórfico son fismo y el sentido que percibe una propensión ani-
!m~ortantes en do~ sentidos: a) como ya hemos mista en las cosas materiales se presentan de modo
Indicado en un capítulo anterior, en cuanto afectan mucho menos notorio en la vida de los pueblos
al consumo de bienes que hace la comunidad y a que se encuentran en los estadios culturales que
los cánones de gusto que prevalecen en ella, y preceden y siguen a la barbarie. El sentido del
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status es también, en conjunto, más débil en las co- comitantes en los rasgos heredados. En su forma
munidades especificas. Hay que notar que en la mejor desarrollada, el temperamento depredador, el
mayoría, si no en todos los pueblos que viven en sentido del status y el culto antropomórfico, co-
el estadio cultural antedepredador, o salvajismo, se rresponden a la cultura bárbara; y cuando los tres
encuentra una creencia animista vívida, pero muy fenómenos aparecen en comunidades de otro nivel
poco especializada. El salvaje primitivo tomó su cultural, subsiste entre ellos algo de una relación
animismo mucho meDOS en serio que el bárbaro causal mutua. La forma en que vuelven a presen-
o el salvaje degenerado. El animismo desemboca tarse correlacionados los hábitos y aptitudes de los
para él en una fantástica creación de mitos, pero individuos y clases actuales indica una semejante
no en una superstición coactiva. La cultura bár- relación causal u orgánica entre los mismos fenó-
bara presenta deportividad, status y antropomor- menos psicológicos considerados como rasgos o há-
fismo. Es corriente observar variaciones concomi- bitos del individuo. Ya hemos visto en un punto
tantes en los mismos aspectos en el temperamento anterior del presente estudio que la relación de sta-
individual de los hombres que viven en las comu- tus, en cuanto característica de la estructura social,
nidades civilizadas de hoy día, Estos representantes es una consecuencia del hábito mental depredador.
modernos de la disposición de ánimo depredadora Por lo que hace a su genealogía, esa relación es, en
bárbara que constituyen el elemento deportivo son, lo fundamental, una expresión más desarrollada
por lo general, personas que creen en la suerte; de la actitud depredadora. Por otra parte, un culto
cuando menos tienen un fuerte sentido de una pro- antropomórfico es un código de relaciones de status
pensión animista de las cosas, que les impulsa a muy detalladas, basado en el concepto de una pro-
los juegos de azar. Algo análogo puede afirmarse pensión preternatural inescrutable de las cosas ma-
en relación con el antropomorfismo de esa clase. teriales. Así, pues, por lo que se refiere a los hechos
Los miembros de ella adheridos a algún credo mues- externos de su genealogía, puede considerarse el
tran, por lo común, adhesión a uno de los credos culto como una excrecencia de ese sentido animista
ingenua y consistentemente antropomórficos; hay que penetra tan profundamente al hombre arcaico,
pocos deportistas que busquen consuelo espiritual definida y transformada en cierto grado por el há-
en los cultos menos antropomórficos, tales como los bito de vida depredador; el resultado de todo ello
de las confesiones unitaria o universalista. es un agente preternatural personificado, al que se
lntimamente ligado con esta correlación de an- dota, mediante un proceso de imputación, de todos
tropomorfismo y proeza está el hecho de que los los hábitos mentales que caracterizan al hombre de
cultos antropomórficos actúan en el sentido de con- la cultura depredadora.
servar, cuando no de iniciar, hábitos mentales favo- Los rasgos psicológicos más generales del caso,
rables a un régimen de status. Por lo que se re- que tienen importancia inmediata para la teoría
fiere a este punto, es totalmente imposible decir económica y que, en consecuencia, han de ser to-
dónde acaba el efecto disciplinario del culto y dón- mados en cuenta aquí, son, pues: a) como ya se ha
de comienza la evidencia de unas variaciones COD- visto en un capítulo anterior, el hábito mental emu-
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latívo, depredador, que aquí denominamos proeza,
el cual no es sino la variante bárbara del instinto
genéricamente humano del trabajo eficaz, que ha XII. OBSERVANCIAS DEVOTAS
adoptado esa forma específica guiado por un há-
bito de comparación valorativa de las personas; b) UN EXAMEN rápido de ciertos incidentes de la vida
la relación de status, que es una expresión formal moderna habrá de mostrar la relación orgánica que
de tal comparación valorativa debidamente medida existe entre los cultos antropomórficos y la cultura
y graduada con arreglo a una tabla sancionada; e) y el temperamento bárbaros. Servirá también para
un culto antropomórfico, que -al menos en los mostrar de qué modo están relacionados la super-
días de su vigor primitivo-- es una institución, el vivencia y eficacia de los cultos y el predominio de
elemento característico de la cual está constituido su tabla de prácticas devotas con la institución
por una relación de status entre el sujeto humano de una clase ociosa y las fuentes de acción implíci-
considerado como inferior y el agente preternatu- tas en esa institución. Sin intención de defender
ral personificado, al que se estima como superior. ni atacar las prácticas de que vamos a hablar bajo
Teniendo esto presente, no debe haber dificultad el epígrafe de observancias devotas, ni los rasgos
para reconocer la íntima relación que subsiste en- espirituales e intelectuales de los que esas obser-
tre esos tres fenómenos de la naturaleza humana vancias son expresión, podemos considerar los fe-
y de la vida humana; la relación equivale a una nómenos cotidianos de los cultos antropomórficos
identidad de algunos de sus elementos sustanciales. corrientes desde el punto de vista del interés que
Por otra parte, el sistema de status y el hábito de presentan para la teoría económica. De lo que se
vida depredador son una expresión del instinto del puede hablar adecuadamente aquí es de los rasgos
trabajo eficaz, en la forma que éste adopta como tangibles, externos, de las observancias devotas. El
consecuencia de una costumbre de comparación valor moral, así como el devoto de la vida de la fe,
valorativa; por otra, el culto antropomórfico y el queda fuera del ámbito de nuestra investigación
hábito de las observaciones devotas son una expre- actual. Naturalmente, no se plantea aquí ningún
sión del sentido animista que tiene el hombre de problema relativo a la belleza o verdad de los credos
una propensión existente en las cosas materiales, de donde derivan los cultos. Y ni siquiera podemos
elaborada bajo la guía del mismo hábito general de ocuparnos de su importancia demasiado grave para
comparación valorativa. Las dos categorías -el poder encontrar lugar adecuado en un esbozo tan
hábito de vida emulativo y el hábito de las obser- superficial como el nuestro.
vancias devotas- han de ser consideradas, por lo En un capítulo anterior se ha dicho algo acerca
tanto, como elementos complementarios del tipo de la influencia que los patrones pecuniarios de va-
bárbaro de naturaleza humana y de sus modernas lor ejercen sobre el proceso de valoración llevado
variantes bárbaras. Son expresiones de la misma a cabo sobre bases no relacionadas con el interés
serie general de aptitudes, elaboradas como respues- pecuniario. La relación no es por entero unilateral.
ta a diferentes grupos de estímulos. Los patrones y cánones de valoración económicos
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se ven, a su vez, influidos por patrones de valor too Donde el sentido animista del apostador se ve
extra-económicos. Nuestros juicios acerca de la im- ayudado por una tradición relativamente desarro-
portancia económica que presentan los hechos es- llada, produce una creencia más o menos articulada
tán modelados, en cierta medida, por la presencia en un agente preternatural o hiperfísico que tiene
dominante de esos intereses más prominentes. Hay un cierto contenido antropomórfico. Donde así ocu-
incluso un punto de vista desde el cual el interés rre hay, por lo general, una inclinación claramente
económico sólo tiene peso en cuanto dependiente perceptible a llegar a una acomodación con el agen-
de esos intereses no-económicos superiores. Por te preternatural mediante algún método aprobado
tanto, para nuestro propósito actual hay que dedi- de contacto y conciliación. Este elemento de pro-
car algún empeño a la tarea de aislar el interés piciación y de engatusamiento tiene mucho en co-
económico o la importancia económica de esos fe mún con las formas más toscas de adoración -si
nómenos de los cultos antropomórficos. Se requie- no por lo que hace a su derivación histórica, sí al
re algún esfuerzo para despojarse del punto de vista menos en lo relativo a su contenído psicológico real.
más serio y llegar a una apreciación económica de Evidentemente hay una continuidad inquebrantada
esos hechos que tenga la menor cantidad posible que va pasando gradualmente hasta lo que se reco-
de inclinación tendenciosa motivada por intereses noce como práctica y creencia supersticiosas y afir-
superiores extraños a la teoría económica. ma así su parentesco con los cultos antropomór-
ficos más toscos.
En el estudio del temperamento deportivo nos he- El temperamento deportivo o propicio a los jue-
mos encontrado con lo que proporciona la base gos de azar comprende, pues, algunos de los elemen-
material del hábito de los juegos de azar del depor- tos psicológicos sustanciales que contribuyen a ha-
tista, es el sentido de una propensión animista de cer un creyente en dogmas y un observante de las
las cosas y acontecimientos materiales. Para los fi- formas devotas establecidas; el punto principal de
nes que estudia la economía. este sentido de la pro- coincidencia es la creencia en una propensión ines-
pensión es sustancialmente el mismo elemento psi- crutable o una interposición preternatural en la se-
cológico que se expresa, bajo una gran variedad de cuencia de los acontecimientos. Por lo que hace a
formas, en las creencias animistas y los cuItas an- la práctica del juego de azar, la creencia en el agen-
tropomórficos. Por lo que se refiere a los rasgos te preternatural puede ser, y es de ordinario, menos
psicológicos tangibles de los que tiene que ocuparse articulada, especialmente en lo que se refiere a los
la teoría económica, el espíritu de juego de azar hábitos mentales y el esquema geaeral de vida impu-
que penetra de modo tan profundo al elemento de- tado al agente preternatural o, en otras palabras,
portivo, pasa. por gradaciones insensibles, a la es- en lo relativo a su carácter moral y sus finalidades
tructura mental que encuentra satisfacción en las al intervenir en los acontecimientos. Con respecto
observancias devotas. Considerado desde el punto a la individualidad o personalidad del agente cuya
de vista de la teoria económica. el carácter depor- presencia -en forma de suerte, azar, maleficio o
tivo se convierte gradualmente en el carácter devo- mascota- siente v a veces teme y trata de eludir
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el deportista, sus opiniones son también menos es- la comunidad, la tendencia a adherirse a alguno
pecíficas, menos integradas y menos diferenciadas. de los credos acreditados y a dedicarse a la prác-
La base de su actividad en el juego de azar no es, tica de las observancias devotas. Es de notar tam-
en gran medida, sino un sentido instintivo de la bién que los miembros descreídos de esas clases
presencia en las cosas o situaciones de una pene- muestran una tendencia mayor que la generalidad
trante fuerza o propensión extrafísica y arbitraria, de los incrédulos a convertirse en prosélitos de al-
y a la que no se suele reconocer como agente per- guna fe acreditada. Este hecho comprobado por la
sonal. El apostador es, con frecuencia, creyente en observación lo reconocen los defensores de los de-
la suerte en su sentido ingenuo y a la vez adepto portes, en especial al defender los deportes atléticos
fervoroso de algunos de los credos aceptados, Se más ingenuamente depredadores. Más aún, se pro-
inclina de modo especial a aceptar la parte del cre- clama con cierta insistencia como rasgo meritorio
do relativa al poder inescrutable y los hábitos ar- de la vida deportiva el hecho de que quienes par-
bitrarios de la divinidad que ha conseguido su con- ticipan de modo habitual en los juegos atléticos son
fianza. En tal caso, está poseído por dos, y a veces peculiarmente afectos a las prácticas devotas. Y
por más de dos, aspectos separables del animismo. puede observarse que los cultos a los que están
Más aún, la serie completa de las fases sucesivas adheridos los deportistas y las clases delincuentes
de la creencia animista se encuentra presente, sin depredadoras, o los cultos a los que se adhieren
solución de continuidad, en el equipo espiritual de por lo común prosélitos procedentes de esas clases,
toda comunidad deportiva. Esa cadena de concep- no sao, generalmente, ninguna de las denominadas
ciones animistas comprende, en uno de los extre- fes superiores, sino cultos relacionados con una di-
mos de la serie, la forma más elemental de un sen- vinidad totalmente antropomórfica. La naturaleza
tido instintivo de suerte, azar y necesidad fortuita humana arcaica y depredadora no se satisface con
y, en el otro, la divinidad antropomórfica perfecta- concepciones abstrusas de una personalidad que se
mente desarrollada; entre ambos se encuentran to- va disolviendo y que llega gradualmente, por mati-
dos los estadios intermedios de integración, Junto ces que varían de modo imperceptible, hasta el con-
con esas creencias en un agente preternatural, va cepto de secuencia causal cuantitativa, tal como la
una modelación instintiva de la conducta conforme que imputan los credos especulativos y esotéricos
a las supuestas exigencias de la suerte o el azar, del cristianismo a la Causa Primera, la Inteligencia
por una parte, y una sumisión más o menos devota Universal, el Alma del Mundo o el Aspecto Espiri-
a los decretos inescrutables de la divinidad, por otra. tual. Como ejemplo de un culto del tipo que re-
Haya este respecto una relación entre el tempe- quieren los hábitos mentales del atleta y el delin-
ramento deportivo y el de las clases delincuentes; cuente, puede citarse la rama de la Iglesia militante
y ambos están relacionados con el temperamento a la que se conoce como Ejército de Salvación. Se
que inclina a un culto antropomórfico. Tanto el recluta éste, hasta cierto punto, entre los delincuen-
delincuente como el deportista tienen, por lo co- tes de la clase inferior, y parece comprender tamo
mún, en mayor grado que el promedio general de bíén, sobre todo por lo que hace a los oficiales, una
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proporción mucho mayor de hombres con histo- nua y complaciente a una providencia inescrutable.
rial deportivo, que la proporción en que tales hom- En consecuencia, trata de afiliarse sobre todo a al-
bres se encuentran con respecto a la población de guna de esas organizaciones religiosas seculares que
la comunidad. se ocupan de difundir las formas exotéricas de la
El atletismo practicado en los colegios presenta fe, como, por ejemplo, la Asociación de Jóvenes
un ejemplo que viene al caso aquí. Los defensores Cristianos (YMCA) o la Sociedad Juvenil Pro-Con-
~el elemento devoto en la vida de los colegios sos- ducta Cristiana (YPSCE). Esas organizaciones secu-
tíenen -y no parece haber razón para discutir su lares están organizadas para fomentar la religión
aserto- que el material atlético deseable que pro- "práctica"; y como si tratasen de reforzar la ar-
porciona cualquier grupo estudiantil de los Estados gumentación y de demostrar de modo irrefutable
Unidos es a la vez predominantemente religioso, o, la íntima relación que existe entre el temperamento
al menos, más dado a las observancias devotas que deportivo y la devoción arcaica, esas organizaciones
el promedio de los estudiantes cuyo interés en los religiosas seculares dedican, por lo general, una
juegos atléticos y otros deportes colegiales es me- parte importante de sus energías al fomento de las
nor. Esto es lo que cabría esperar en teoria. Puede competencias atléticas y otros juegos de habilidad
notarse, dicho sea de paso, que desde cierto punto y suerte. Podría, incluso, decirse que se considera
de vista se piensa que esto da prestigio a la vida que los deportes de esta especie tienen alguna efi-
deportiva del colegio, a los juegos atléticos y a las cacia como medios de gracia. Al parecer, son útiles
personas que se ocupan de estas cosas. No es raro como medio de hacer prosélitos y de mantener en
que los deportistas de los colegios se dediquen a los conversos, una vez que han llegado a serlo, la
la propaganda religiosa, como profesión o como ocu- actitud devota. Es decir, los juegos que permiten
pación subsidiaria; y puede observarse que cuando que se ejercite el sentido animista y la propensión
esto ocurre hay grandes probabilidades de que se emulativa ayudan a formar y conservar el hábito
conviertan en propagandistas de alguno de los cul- mental más acorde con los cultos más esotéricos.
tos más antropomórficos. Se inclinan a subrayar, De ahí que esas actividades religiosas seculares, la
sobre todo, en sus enseñanzas, la relación personal función de un noviciado o un medio de ingreso a
de status que subsiste entre una divinidad antropo- ese desarrollo más pleno de la vida del status espí-
morfa y el sujeto humano. ritual que es privilegio exclusivo de quien se halla
Esa íntima relación entre el atletismo y las prác- en estado de gracia.
ticas devotas que se observa entre los colegiales es El hecho de que el clero de muchas iglesias esté
un hecho bastante notorio, pero tiene un rasgo espe- siguiendo en este aspecto la dirección indicada por
cial al que no se ha prestado atención, a pesar de las organizaciones seculares, parece excluir toda
que es muy claro. El celo religioso que penetra a posibilidad de discusión respecto al aserto de que
gran parte de los elementos deportivos de los cole- el ejercicio de las inclinaciones anírmstas emulati-
gios tiene una tendencia especial a expresarse en vas e inferiores es sustancialmente útil para las
forma de una devoción ciega y una sumisión ínge- finalidades devotas. De modo especial aquellas orga-
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nizaciones eclesiásticas que están cerca de las or- porte la inclina también a los cultos antropomórfi-
ganizaciones seculares por lo que se refiere a la cos, y, por otra, que la habituación a los deportes, y
importancia que atribuyen a la religión práctica, acaso especialmente a los deportes atléticos, opera
se han inclinado hasta cierto punto a adoptar estas en el sentido de desarrollar las propensiones que
y otras prácticas en conexión con las tradicionales encuentran satisfacción en las observancias devo-
observancias devotas. Así hay "brigadas de mucha- tas. Y, recíprocamente, resulta también que la ha-
chos" y otras organizaciones sancionadas por el cle- bituación a esas observancias favorece el desarrollo
ro que actúan en el sentido de desarrollar la in- de una proclividad a los deportes atléticos y a to-
clinación emulativa y el sentido del status en los dos los juegos que permiten desplegar el hábito de
miembros más jóvenes de la congregación. Estas la comparación valorativa y la apelación a la suerte.
organizaciones pseudo-militares tienden a elaborar Sustancialmente, en ambas direcciones de la vida
y acentuar la proclividad a la emulación y la com- espiritual encuentra expresión la misma serie de
paración valorativa y robustecen por ello la facili- propensiones. Aquel tipo de la naturaleza humana
dad innata de discernir y aprobar la relación de bárbara en el que predominan el instinto depreda-
dominio y subordinación personales. Y un creyen- dar y el punto de vista animista se inclina normal-
te es, sobre todo, una persona que sabe obedecer y mente a ambas. El hábito mental depredador im-
aceptar de buen grado las reprensiones. plica un sentido acentuado de la dignidad personal
Pero los hábitos mentales que estas prácticas fo- y la posición relativa de los individuos. La estruc-
mentan y conservan no forman sino la mitad del tura social en la que el factor dominante en la mo-
contenido sustancial de los cultos antropomórficos. delación de las instituciones ha sido el hábito de-
El otro elemento, complementario, de la vida devo- prepador, es una estructura basada en el status. La
ta -el hábito mental animista- se suscita y con- norma más importante en el esquema general de
serva mediante una segunda serie de prácticas vida de la comunidad depredadora es la relación
organizadas con aprobación del clero. Son éstas de personas y clases superiores e inferiores, nobles
las prácticas de juegos de azar de las que puede y villanos, dominantes y subordinados, amos y es-
tomarse como tipo la tómbola o lotería organizada clavos. Los cultos antropomórficos han derivado
por la Iglesia. Para indicar el grado de legitimidad de ese estadio del desarrollo industrial y han sido
de estas prácticas en relación con las observancias modelados por el mismo esquema de diferenciación
devotas propiamente dichas, hay que notar que esas económica -diferenciación en consumidor y pro-
loterías y otras oportunidades análogas de interven- ductor- y están penetrados por el mismo principio
ción del azar parecen atraer en mayor medida a la dominante de señorío y servidumbre. Los cultos
generalidad de los miembros de las organizaciones imputan a la divinidad los hábitos mentales que
religiosas que a personas de hábitos mentales me- responden al estadio de diferenciación económica
nos devotos. en el que se modelaron aquéllos. Se concibe a la
Todo esto parece argüir, por una parte, que el divinidad antropomorfa como puntillosa en todas
mismo temperamento que inclina a la gente al de- las cuestiones de precedencia e inclinada al robuste-
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cimiento de su dominio y al ejercicio arbitrario de turales que se han dado entre el estadio depreda-
su poder -a recurrir habitualmente a la fuerza dor primero y la actualidad. Pero aun después d~
como árbitro final. este refinamiento de la imaginación devota y la rm-
En las formulaciones posteriores y más maduras tigación consiguiente de los rasgos más duros de
del credo antropomórfico, ese hábito de dominación conducta y carácter que se imputan, por lo general,
que se imputa a una divinidad de presencia terri- a la divinidad, continúa existiendo en la concepción
ble e inescrutable poder, se convierte en "la pater- popular de la naturaleza y temperamento divinos
nidad de Dios". La actitud espiritual y las aptitudes un residuo muy importante de la concepción bár-
imputadas al agente preternatural siguen siendo las bara. Así resulta, por ejemplo, que al caracterizar
que corresponden al régimen de status, pero adop- a la divinidad y sus relaciones con el proceso de la
tan ahora la forma patriarcal característica del es- vida humana, oradores y escritores pueden emplear
tadio cultural cuasi-pacífico. Hay que notar aún aún con eficacia símiles tomados del vocabulario
que, incluso en esta fase avanzada del culto, las ob- bélico y el modo de vida depredador, así como lo-
servancias en que se expresa de modo mejor la cuciones que implican una valoración comparativa.
devoción aspiran siempre a propiciarse la divinidad Se utilizan con buen éxito figuras de lenguaje de
mediante la exaltación de su grandeza y gloria y este tipo, incluso para dirigirse a los auditorías mo-
la profesión de fidelidad y servidumbre. El acto dernos menos belicistas, compuestos por adeptos
de propiciación o de adoración está destinado a ape- a las variantes más suaves del credo. Este uso efi-
lar a un sentido del status imputado al poder ines- caz de epítetos y términos de comparación bárba-
crutable al que se aproxima el creyente mediante ros a que recurren oradores populares, nos sugiere
él. Las fórmulas propiciatorias más en boga siguen la idea de que la generación moderna ha conservado
siendo las que comportan o implican una compa- un vívido aprecio de la dignidad y mérito de las
ración valorativa. Una lealtad a la persona de una virtudes bárbaras; y arguye también que hay un
divinidad antropomorfa dotada de tal naturaleza cierto grado de congruencia entre la actitud devota
humana arcaica implica, por parte del devoto, pro- y el hábito mental depredador. Sólo de segunda
pensiones arcaicas análogas. Por lo que hace a la intención se revuelve -caso de que lo haga en a1 4

teoría económica, la relación de fidelidad, tanto a guna ocasión- la imaginación devota de los adora-
una persona física como a una persona extrafísica, dores modernos contra la imputación al objeto de
ha de tomarse como variante de aquella servidum- su adoración de emociones y actos feroces y venga-
bre personal que constituye una parte tan grande tivos. Es cuestión de fácil observación el hecho
del esquema depredador y cuasi-pacífico de la vida. de que en la apreciación popular los epítetos san-
La concepción bárbara de la divinidad como cau- guinarios aplicados a la divinidad tienen un ~alor
dillo bélico inclinado a una forma de gobierno au- estético y honorífico. Es decir, que las sugestiones
tocrática, se ha suavizado mucho gracias a los mo- que comportan estos epítetos son muy aceptables
dales más amables y los hábitos de vida más para nuestra aprehensión irreflexiva.
moderados que caracterizan a aquellas fases culo
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Mis ojos han visto la gloria del advenimiento del en términos de fuerza y secuencia cuantitativas y
Señor; desapasionadas.
está pisando en el lugar donde se encuentran las Desde el punto de vista de esas exigencias econó-
uvas del rencor; micas modernas, la devoción ha de ser considerada,
ha desencadenado el rayo final de su terrible espada: tal vez en todos los casos, como supervivencia de
su verdad está eu marcha. una fase anterior de la vida en común -un signo
de desarrollo espiritual detenido-. Naturalmente,
Los hábitos mentales que guían a una persona de- sigue siendo cierto que en una comunidad en la
vota se mueven en el plano de un esquema general cual la estructura económica sigue siendo en lo sus-
de vida arcaico que ha perdido gran parte de su tancial un sistema de status, en la que, en conse-
utilidad para las exigencias económicas de la vida cuencia, la actitud de la generalidad de las personas
colectiva presente. En la medida en que la orgam- que pertenecen a ella se modela adaptándose a la
zación económica está adaptada a las exigencias de relación de dominio y servidumbre personales, o
la vida colectiva del presente, el régimen de status en la que, por cualquier otra razón -de tradición
ha perdido su utilidad y no hay en aquélla lugar o de aptitudes heredadas-, la población, en su con-
ni uso para una relación de servidumbre personal. junto, se inclina de modo muy acusado a las ob-
Por lo que se refiere a la eficiencia económica de servancias devotas, un hábito mental devoto que
la comunidad, el sentimiento de fidelidad personal no exceda al del promedio de la comunidad debe
y el hábito mental general de que ese sentimiento considerarse en el individuo que lo tenga simple-
es expresión son supervivencias que se acumulan mente como manifestación del hábito de vida que
sobre el terreno e impiden un adecuado ajuste de prevalece en esa comunidad. Visto a esta luz, no
las instituciones humanas a la situación existente. puede pensarse que un individuo devoto en una co-
El hábito mental que mejor se presta a las finalida- munidad devota constituya un caso de reversión,
des de una comunidad industrial pacífica es esa ya que está acorde con el promedio de la comuni-
actitud espiritual realista que reconoce sólo el va- dad. Pero desde el punto de vista de la situación
lor de los hechos materiales como miembros opa- industrial moderna, puede considerarse con segu-
cos de la secuencia mecánica. Es esa estructura ridad que una devoción excepcional -un celo de-
mental que no imputa instintivamente a las cosas voto que se eleva de modo claramente perceptible
una propensión animista, ni recurre a la interven- por encima del grado medio de devoción corriente
ción preternatural como explicación de fenómenos en la comunidad- es, en todos los casos, un rasgo
difíciles de comprender, ni se funda en una mano atávico.
invisible que adapta el curso de los acontecimien- Desde luego, es igualmente legítimo considerar
tos a los usos humanos. Para hacer frente a las esos fenómenos desde un punto de vista distinto.
exigencias necesarias para lograr la máxima eficien- Pueden ser apreciados para una finalidad diferente
cia económica en las condiciones modernas, hay y entonces cabe invertir la caracterización hecha
que aprehender habitualmente el proceso universal aquí. Hablando desde el punto de vista del interés
310 i11
devoto, o del interés del gusto devoto, podría de- remoniales exigidos por todo culto en forma de
cirse, con igual rigor, que la actitud espiritual pro- relicarios, templos, iglesias, vestiduras, ~acrifici?s,
ducida en los hombres por la vida industrial mo- sacramentos, vestidos de fiesta, etc., no SIrve a nm-
derna es desfavorable al desarrollo libre de la vida gún fin material. Por consiguiente, t~o este apa-
de la fe. Podría objetarse, con razón, al desarrollo rato material puede caracterizarse, sin dar a esta
reciente de los procesos industriales que su disci- calificación ningún sentido peyorativo, como artícu-
plina tiende al "materialismo", a la eliminación de los de derroche ostensible. Lo mismo puede decir-
la piedad filial. Desde el punto devista estético po- se en términos generales de los servicios personales
dría decirse algo paralelo. Pero, por legítimas y consumidos en estas mismas prácticas, tales como
válidas que para esos fines puedan ser estas refle- la educación y los servicios sacerdotales, las pere-
xiones y otras semejantes, no caben dentro de nues- grinaciones, ayunos, festividades, devocione~ d0il!és-
tra presente investigación, que se ocupa exclusiva- tícas, etc. A la vez, las observancias en ejecución
mente de la valoración de estos fenómenos desde de las cuales se produce este consumo sirven para
el punto de vista económico. extender y prolongar la boga de esos hábitos menta-
La gran importancia económica del hábito men- les en los que se basa el culto antropomórfico. Es
tal antropomórfico y la inclinación a las prácticas decir fomentan los hábitos mentales característicos
devotas, excusa el que sigamos hablando de un tema, del régimen de status. En la medida en que lo ha-
la discusión del cual no puede menos de ser des- cen, obstruyen el camino hacia una organi~ación
agradable en una comunidad tan devota como la más eficaz de la industria en las circunstancias de
nuestra si lo consideramos como fenómeno econó- la vida moderna, y son, en primer lugar, antagóni-
mico. Las observancias devotas tienen itnportancia cas del desarrollo de las instituciones económicas
económica en cuanto índice de una variación con- en la dirección exigida por la situación actual. Para
comitante de temperamento que acompaña a los la finalidad que tenemos a la vista aquí, tant~ los
hábitos mentales depredadores e indica, por ende, efectos indirectos de este consumo como los direc-
la presencia de rasgos industrialmente perjudícia- tos constituyen una rebaja de la eficiencia econó~i.
les. Indican ciertamente la presencia de una acti- ca de la comunidad. Así, pues, en teoría económica
tud mental que tiene un cierto valor económico y considerado en sus consecuencias próximas, el
propio por virtud de su influencia sobre la utilidad consumo de cosas y esfuerzos en el servicio de una
industrial del individuo. Pero tienen también im- divinidad antropomorfa implica una disminución
portancia de modo más directo, ya que modifican de la vitalidad de la comunidad. Cuáles pueden ser
las actividades económicas de la comunidad, en es- los efectos morales indirectos y más remotos de
pecial por lo que se refiere a la distribución y con- esta clase de consumo es cosa que no admite una
sumo de los bienes. respuesta sucinta y es, además, un problema que
La importancia económica más patente de esas no podemos estudiar aquí.
observancias la vemos en el consumo devoto de bie- Sin embargo, es oportuno señalar el carácter eco-
nes y servicios. El consumo de los accesorios ce- nómico general del consumo devoto, en compara-
312 313
ción con el consumo para otros fines. Un estudio sala de audiencia del caudillo y el del santuario. En
siquiera sea somero, de la serie de motivos y fine~ este aspecto se requiere una cierta "limpieza" ce-
de donde deriva el consumo devoto de cosas, nos remonial de atavio, la característica esencial de la
ayudará a apreciar el valor de ese consumo y el del cual, en el aspecto económico, consiste en que las
hábito mental general con el que concuerda. Hay vestiduras utilizadas en esas ocasiones deben tener
un paralelismo muy visible -por no decir una iden- los menores indicios posibles de cualquier ocupa-
tidad sustancial- de motivos entre el consumo que ción industrial o dedicación habitual a tareas que
se realiza al servicio de una divinidad antropomor- presenten alguna utilidad material.
fa y el que se lleva a cabo al servicio de un caba- Esta exigencia de derroche ostensible y limpieza
llero ocioso -caudillo o patriarca- entre las clases ceremonial de todo rastro de industria se extiende
sociales superiores durante la cultura bárbara. Tan. también a los atavíos, y en menor grado a los ali-
to en el caso del caudillo como en el de la divi- mentos que se consumen en las festividades sagra-
nidad, hay costosos edificios destinados únicamen- das; es decir, en los dias dedicados -tabú- a la
te a la persona servida. Esos edificios, así como las divinidad o a algún miembro de los rangos inferio-
cosas que los complementan en la práctica del ser- res de la clase ociosa preternatural. En teoría eco-
vicio, no pueden ser vulgares por 10 que se refiere nómica, las festividades sagradas deben interpre-
a su clase ni en 10 relativo a su grado; muestran tarse como un lapso dedicado a un ocio vicario
siempre un elemento grande de derroche ostensible. practicado en nombre o en honor de la divinidad o
Puede notarse también que los edificios devotos santo en cuyo nombre se impone el tabú y cuya
tienen siempre una forma arcaica en su estructura buena reputación se supone realzada por la absten-
y sus accesorios. También los servidores, tanto del ción de todo esfuerzo útil en esos días. El rasgo
caudillo como de la divinidad, tienen que aparecer característico de tales días de ocio vicario devoto
en presencia de la persona a la que sirven ataviados es un tabú más o menos rígido impuesto a toda ac-
con vestiduras de carácter especial y adornado. El tividad que sea útil para los fines humanos. En
rasgo económico que distingue a esas vestiduras es el caso de los días de ayuno, la abstención osten-
un derroche ostensible acentuado en forma muy su- sible de toda clase de ocupaciones lucrativas y de
perior a la normal, junto con la característica secun- todas las actividades que fomentan (materialmen-
daria -más acentuada en el caso de los servidores te) la vida humana, se acentúa aún más con la abs-
sacerdotales que en el de los servidores o cortesa- tinencia obligatoria de todo consumo que pudiera
nos del potentado bárbaro- de que esos vestidos ir encaminado a la comodidad o la plenitud de vida
de corte tienen que ser siempre, en cierto grado, del consumidor.
arcaizantes. También los vestidos usados por los Puede observarse, entre paréntesis, que las festi-
miembros seglares de la comunidad, cuando apare- vidades seculares son del mismo origen y se han
cen en la presencia divina, deben ser de un tipo producido por una derivación ligeramente más re-
más costoso que su atavío cotidiano. También aquí mota. Se diferencian de los días auténticamente
es muy marcado el paralelismo entre el uso de la sagrados mediante una gradación de matices que
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pasa por una clase intermedia de aniversarios se- que contribuye al bienestar temporal de la huma-
mi-sagrados de reyes y grandes hombres que han nidad. Pero, además, en el caso de la clase sacer-
sido en cierto modo canonizados, hasta la festividad dotal, el tabú va aún más lejos y añade un refina-
inventada deliberadamente para realzar algún acon- miento en forma de prohibición a los clérigos de
tecimiento notable o hecho destacado, al que se buscar ganancias mundanas, aun en el caso de que
intenta honrar, o la buena fama del cual se concep- puedan hacerlo sin dedicarse a la industria, reba-
túa como necesitada de reparación. Este refina- jándose con ello en su dignidad. Se considera como
miento más remoto en el empleo del ocio vicario indigno del servidor de la divinidad a la que sirve,
como medio de mejorar la consideración dada a un que busque una ganancia material o piense en cosas
fenómeno o dato, se ve en su mejor forma en la temporales. "De todas las cosas despreciables que
última de sus aplicaciones. En algunas comunida- existen, la más despreciable es un hombre que apa-
des se ha establecido un día de ocio vicario al que rece como sacerdote de Dios y es sacerdote de su
se denomina Día del Trabajo. Esta observancia está propia comodidad y ambiciones."
destinada a aumentar el prestigio del hecho del Hay una línea discriminatoria, que un gusto cul-
trabajo mediante el método arcaico y depredador tivado en materias de observancia devota puede
de una abstención obligatoria de todo esfuerzo útil. trazar con muy poca dificultad, entre aquellas ac-
Se imputa a este dato del trabajo en general la ciones y conducta encaminadas a la plenitud de la
buena reputación atribuible al vigor pecuniario pues- vida humana y las conducentes a la buena fama de
to de manifiesto al abstenerse del trabajo. la divinidad antropomorfa; y en el esquema ideal
Las festividades sagradas, y las festividades todas de la vida bárbara, la actividad de la clase sacerdotal
en general, constituyen un tributo impuesto al cuer- cae por entero del lado de allá de esa línea. Lo
po del pueblo. El tributo se paga en ocio vicario y que cae dentro del epígrafe de economía es infe-
el efecto honorífico que de él deriva se imputa a la rior al nivel adecuado de solicitud del sacerdocio
persona o al hecho en honor de la buena reputa- en su mejor condición. Las aparentes excepciones
ción de los cuales se ha instituido la festividad. Tal a esta regla que presentan, por ejemplo, algunas de
diezmo de ocio vicario es una exigencia de todos las órdenes monásticas medievales (los miembros
los miembros de la clase ociosa preternatural y es de las cuales trabajan con vistas a alguna finalidad
indispensable para su buena fama. Un saint qu'on útil) apenas quebrantan la regla. Estas órdenes
ne ch6me pas es un santo desprestigiado. marginales de la clase sacerdotal no constituyen
Además de este diezmo de ocio vicario que se un elemento sacerdotal, caen por entero más allá de
cobra a los seglares, hay también clases especiales esa línea. Lo que sucedió fue que esas órdenes de
de personas -los diversos grados de sacerdotes y dudoso carácter sacerdotal, que permitían a sus
hier6dulas- cuyo tiempo se dedica enteramente a miembros ganarse la vida, se desprestigiaron por
un servicio semejante. La clase sacerdotal está obli- ofender el sentido de las conveniencias vigentes en
gada a abstenerse de todo trabajo vulgar, especial- las comunidades en donde aquéllas existieron.
mente en cuanto es lucrativo o en cuanto se concibe El sacerdote no debe poner sus manos en nin-
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gún trabajo mecánico productivo; pero debe con- carácter vicario imputado al sacerdote correspon-
sumir en gran escala. Más aún, es de notar que, en de también a la vida del seglar. El ámbito de apli-
lo que se refiere a su consumo, debe adoptar foro cación de este corolario es bastante amplia y abarca
mas que no conduzcan evidentemente a su propia especialmente movimientos en favor de la reforma
comodidad o plenitud de vida; debe conformarse o rehabilitación de la vida religiosa de carácter ascé-
a las reglas que rigen el consumo vicario, tal como tico, pietista y austero -movimientos en los cuales
se explicó en un capítulo anterior así titulado. Or- se concibe que el sujeto humano posee su vida
dinariamente, no se considera adecuado a la dígni- mediante un vínculo servil directo que le une a su
dad de la clase sacerdotal el que sus miembros soberano espiritual-o Es decir, dondequiera que
aparezcan bien alimentados o den muestras de hila- desaparece o decae la institución del sacerdocio, o
ridad. Más aún, en muchos de los cultos más des- dondequiera que hay un sentido excepcionalmente
arrollados, la prohibición de un consumo que no vívido de la presencia inmediata y señorial de la
sea vicario por parte de la clase sacerdotal va tan divinidad en los asuntos terrenales, se concibe que
lejos que con frecuencia llega a ordenar la mortifi- los laicos se encuentran en una relación de servi-
cación de la carne. Y aun en aquellas sectas mo- dumbre inmediata de la divinidad y se interpreta
dernas que se han organizado siguiendo las últimas su vida como práctica de un ocio vicario dirigido
formulaciones del credo en una comunidad indus- al enaltecimiento de la reputación de su señor. En
trial moderna, se siente que toda ligereza y expre- tales casos de reversión hay una vuelta a la relación
sión de gusto en el goce de las cosas buenas de este de servidumbre inmediata, como factor dominan-
mundo es ajena al verdadero decoro del clero. Todo te de la actitud devota. Se subraya. por ende, un
lo que sugiera que esos servidores de un señor in- ocio vicario austero e incómodo, perdiendo, en cam-
visible llevan una vida de dedicación a sus propios bio, importancia como medio de gracia el consumo
fines y no de devoción a la buena fama de su señor, ostensible.
hiere duramente nuestra sensibilidad como algo fun- Puede dudarse de que sea plenamente legítima
damental y eternamente malo. Constituyen una cla- esta caracterización del esquema general de la vida
se servidora, aunque, en cuanto siervos de un señor sacerdotal, basándose en que una proporción con-
muy exaltado, ocupan, por virtud de esa luz re- siderable de los sacerdotes modernos se aparta, en
fleja. un rango elevado en la escala social. Su con- muchos aspectos, de ese esquema. El esquema no es
sumo es consumo vicario; y como, en los cultos válido por lo que se refiere al clero de aquellas
avanzados, su señor no necesita ganancias materia- confesiones que se han separado en cierta medida
les, su ocupación es ocio vicario en el pleno sentido de la antigua tabla de creencias y observancias.
de la palabra. "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis Estas confesiones dan importancia, al menos de
otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios." modo aparente o por permisión, al bienestar tem-
Puede añadirse que en la medida en que los se- poral de los seglares, así como al del clero. Su modo
glares son asimilados a los sacerdotes, por cuanto de vida, no sólo en la intimidad de su propio hogar,
se les concibe como servidores de la divinidad, ese sino incluso, con frecuencia, en público, no difiere
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en grado extremo de la forma de existencia de aque- donde los miembros de ese clero confesional o sec-
llas personas que piensan con criterio secular, ni tario se apartan del uso tradicional, en dirección
por lo que se refiere a austeridad ostensible, ni en a una conducta y porte menos austero o arcaico,
lo relativo al arcaísmo de sus vestiduras. Esto vale se apartan también del ideal del decoro que corres-
en mayor medida para aquellas confesiones que ponde a los sacerdotes. Probablemente, no hay en
han llegado más lejos por este camino. Hay que res- la cultura occidental ninguna comunidad ni secta
ponder a esta objeción que lo que tenemos aquí no en la que los límites de indulgencia permisible no
es una discrepancia con la teoría de la vida sacer- sean de modo patente más estrictos para los encar-
dotal, sino una conformidad imperfecta con el es- gados del oficio sacerdotal que para los seglares.
quema general de esa vida por parte de ese sector Si el propio sentido que tiene el clérigo de la dig-
del clero. Ese sector representa al sacerdocio de nidad sacerdotal no basta para imponerle un límite
una manera parcial e imperfecta y no puede con- eficaz. el sentido dominante en la comunidad acerca
siderarse que muestre el esquema general de la de estas materias se afirmará de modo tan vigoroso
vida sacerdotal en forma auténtica y completa. El que le obligará a conformarse a él o a apartarse del
clero de las sectas e iglesias de este tipo puede ca- oficio sacerdotal.
racterizarse como un sacerdocio a medias, o un Puede añadirse que muy pocos o ninguno de los
sacerdocio en proceso de devenir o de reconstitu- miembros de ningún clero serían capaces de buscar
ción. No cabe esperar que tal clero presente las un aumento de sus emolumentos por móviles pu-
características del oficio sacerdotal, sino mezcladas ramente lucrativos; si un clérigo afirmase tal cosa,
y oscurecidas con motivos y tradiciones extraños. se consideraría su pretensión incompatible con el
debidos a que en las finalidades de las organizacio- sentimiento del decoro dominante en su congrega-
nes a que pertenece esta fraccíón disidente del ción. Puede también notarse a este respecto que
sacerdocio, aparecen factores distintos del animis- nadie, sino los burlones y gente muy cerradas de
mo y el status cuya presencía es perturbadora. mollera, dejan de sentirse agraviados interiormente
Puede apelarse directamente al gusto de cual- ante una broma pronunciada desde el púlpito; y
quier persona que posea un sentido discriminador que no hay nadie cuyo respeto por su pastor no
y cultivado de lo que es conveniente que haga un sufra ante cualquier signo de flaqueza por parte
sacerdote, o al sentido dominante acerca de qué es de éste en cualquier coyuntura de la vida, salvo de
lo que constituye el decoro sacerdotal en cualquier una flaqueza de índole palpablemente histórica
comunidad acostumbrada a pensar o a criticar lo -una obligada relajación de dignidad-o La oratoria
que puede o no puede hacer un clérigo sin incu- propia del santuario y del oficio sacerdotal debe
rrir en censuras legítimas. Aun en las confesiones comportar poco o nada que sugiera algo relacio-
más secularizadas hay un cíerto sentido de que debe nado con la vida cotidiana real, y no debe utilizar
observarse una distincíón entre el esquema general el vocabulario del comercio o la industria moder-
de vida del sacerdote y el del seglar. No hay per- nos. De modo semejante el sentido que cada uno
sona de sensibilidad que deje de sentir que a1I1 tiene de lo decoroso se ve ofendido ante una inter-
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vención demasiado detallada e íntima del clero en cialmente, en la transición. El portavoz de ta! or-
las cuestiones industriales y otros problemas pura- ganización es, en principio, más bien servidor y
mente mundanos. Hay un cierto nivel de generalidad representante de la organización que miembro de
por debajo del cual un sentido educado de lo que una clase sacerdotal especial, portavoz de un' señor
es correcto en la oratoria sagrada no permite des- divino. Y sólo mediante un proceso de especiali-
cender a un clérigo bien preparado cuando trata zación gradual vuelve ese portavoz a reconquistar,
de intereses temporales. Esas cuestiones que tie- en las generaciones posteriores, la posición sacer-
nen importancia únicamente desde el punto de vis- dotal, con plena investidura de la autoridad sacerdo-
ta humano y secular, deben tratarse con un grado tal y el modo de vida vicario, arcaico y austero
tal de generalidad y despego que pueda hacer su- que la acompaña. Lo mismo vale para la quiebra
poner que el orador representa a un señor cuyo y restauración del ritual devoto después de esa
interés en los asuntos seculares no llega sino a una reacción. El oficio sacerdotal, el esquema general
benévola tolerancia. de la vida sacerdotal y la tabla de observancias de-
Hay que notar, además, que las sectas y varian- votas, sólo se restauran y rehabilitan de modo gra-
tes no-conformistas de cuyo clero nos estamos ocu- dual e insensible, y con mayor o menor variación
pando aquí, difieren entre sí con respecto al grado de detalle, en la medida en que el sentido huma-
de su conformidad con el esquema ideal de la vida no de lo que conviene a las prácticas devotas re-
sacerdotal. De modo general, encontraremos que afirma su primacía en cuestiones que afectan al
la divergencia en este aspecto es mayor por lo interés en lo preternatural -y, puede añadirse, en
que se refiere a las confesiones relativamente jó- la medida en que la organización aumenta en ri-
venes, y en especial a aquellas confesiones nuevas queza y adquiere, a la vez, una parte mayor del
cuyos fieles se reclutan principalmente entre la punto de vista y los hábitos mentales de una clase
baja clase media. Tales confesiones presentan una ociosa.
gran mezcla de móviles humanitarios, filantrópicos Por encima de la clase sacerdotal, y ordenada en
y de otra especie, que no pueden clasificarse como una jerarquía ascendente hay, por lo general, una
expresiones de la actitud devota, tales como el de- clase ociosa vicaria sobrehumana de santos, ánge-
seo de aprender o de contacto socia! que entra en les, etc., o sus equivalentes en los cultos étnicos.
gran medida en el interés real que presentan los Los miembros de estas categorías están colocados
miembros de esas organizaciones. Los movímíen- en una escala gradual con arreglo a un complicado
tos no conformistas o sectarios han derivado, por sistema de status. El principio de status opera a lo
lo general, de una mezcla de motivos, algunos de los largo de todo el sistema jerárquico, tanto visible
cuales son opuestos a ese sentido del status en que como invisible. La buena fama de esos diversos
se basa el oficio sacerdota!. Incluso a veces el órdenes de la jeratrquía sobrenatural exige también,
motivo ha sido en buena parte una reacción contra por lo común, un cierto tributo de consumo vicario
un sistema de status. Donde así ocurre, la instí- y ocio vicario. En muchos casos se han dedicado a
tución del sacerdocio ha perecido, a! menos par- su servicio sub-órdenes de servidores o dependíen-
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tes que practican en representación de ellos un ocio proceso industrial, caen, en términos generales, en
vicario, de modo muy análogo al que encontramos dos categorías: 1) la clase ociosa propiamente dicha,
en un capítulo anterior que practicaba la clase ocio- protegida contra las tensiones de la situación eco-
sa subordinada en el sistema patriarcal. nómica, y 2) las clases indigentes, incluyendo a los
delincuentes de la clase inferior que están excesiva-
Sin una cierta reflexión no puede apreciarse la foro mente expuestos a esa tensión. Por lo que se re-
ma en que esas observancias devotas y la peculia- fiere a la primera, persiste en ella un hábito mental
rídad del temperamento que implican, o el consu- arcaico, porque ninguna presión económica efectiva
mo de cosas y servicios comprendidos en el culto, obliga a esa clase a adaptar sus hábitos mentales
están relacionados con la clase ociosa de una a la nueva situación; en tanto que, por lo que
comunidad moderna o con los motivos económicos hace a la segunda, la razón de que no ajuste sus
de los que, en el esquema moderno de la vida, es hábitos mentales a las nuevas exigencias de la efi-
exponente esa clase. Será útil a este propósito un ciencia industrial consiste en la falta de nutrición
resumen breve de ciertos hechos que tienen impor- y en la ausencia del exceso de energía necesario
tancia con respecto a esa relación. para realizar con facilidad el ajuste, junto con una
Resultaba de un pasaje anterior de este estudio falta de oportunidades de adquirir el punto de vista
que para los fines de la vida colectiva actual, y en moderno y habituarse a él. La tendencia del pro-
especial por lo que se refiere a la eficiencia indus- ceso selectivo sigue en ambos casos la misma di-
trial de la comunidad moderna. los rasgos caracte- rección.
rísticos del temperamento devoto constituyen más Desde el punto de vista que inculca la vida in-
bien un obstáculo que una ayuda. En consecuencia, dustrial moderna, los fenómenos se subsumen ha-
deberíamos encontrar que la vida industrial mo- bitualmente en la relación cuantitativa de la secuen-
derna tiende a eliminar selectivamente de la cons- cia mecánica. Las clases indigentes no sólo no
titución espiritual de las clases ocupadas directa- llegan al mínimo de ocio necesario para poder apro-
mente en el proceso industrial esos rasgos de la piarse y asimilar las generalizaciones científicas más
naturaleza humana. En términos generales, debe- recientes que ese punto de vista implica, sino que,
ría ser cierto que los hábitos devotos están en de- además, se encuentran por ]0 general en una rela-
cadencia o tienden a desaparecer entre los miembros ción tal de dependencia o subordinación personal
de lo que se puede denominar la comunidad índus- a sus superiores pecuniarios que retrasa en grado
trial efectiva. A la vez debería ser cierto que esa importante su emancipación de los hábitos menta-
aptitud o hábito sobrevive con bastante mayor vi- les del régimen de status. El resultado es que esas
gor en aquellas clases que na entran de modo pri- clases conservan, en cierta medida, el hábito rnen-
mordial o inmediato como factor industrial en el tal que encuentra su principal expresión en un
proceso vital de la comunidad. fuerte sentido del status personal y del que es un ras-
Ya se ha señalado que estas últimas clases que go la devoción.
viven más bien por el proceso industrial que en el En las más viejas comunidades de la cultura eu-
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ropea, la clase ociosa hereditaria, junto con la masa ción espuria o, en el mejor de los casos, supersti-
de la población indigente, es más dada a las prác- ciosa; e indudablemente la objeción es certera y va
ticas devotas que el promedio de la clase media en derechura y con vigor a la finalidad deseada
industriosa dondequiera que existe una clase con- por quienes la formulan. Pero para nuestro actual
siderable de este tipo. Pero en algunos de esos propósito, esas distinciones extra-económicas y ex-
países las dos categorías de humanidad conserva- tra-psicológicas, por válidas y decisivas que puedan
dora arriba mencionadas comprenden virtualmente ser en relación con el propósito con vistas al cual se
a toda la población. Allí donde esas dos clases tie- formulan, tienen que quedar necesariamente fuera
nen una gran preponderancia, su tendencia general de esta investigación.
modela el sentimiento popular en tal medída que Lo que ha ocurrido, en realidad, con respecto a la
hace doblegarse a toda posible tendencia divergente emancipación de ciertas clases del hábito de las
que pueda producirse en la clase media, la cual observancias devotas, 10 muestran las quejas formu-
carece de importancia, e impone a toda la comuní- ladas modernamente por el clero en el sentido de
dad una actitud devota. que las iglesias pierden la simpatia de las clases
Desde luego, no debe interpretarse lo anterior artesanas y la influencia que sobre ellas ejercían,
en el sentido de que esas comunidades o clases A la vez se cree, por lo general, que está decayen-
excepcionalmente inclinadas a las observancias de- do también la cordialidad del apoyo prestado a la
votas tiendan a conformarse en su conducta, en un Iglesia por parte de lo que comúnmente se deno-
grado también excepcional, a las especificaciones mina clase media, en especial por lo que se refiere
de ningún código moral que podamos estar acos- a la porción masculina adulta de esa clase. ~stos
tumbrados a asociar con este o aquel credo. Un son fenómenos reconocidos por todos y podría pa-
hábito mental muy devoto no comporta necesaria- recer que una simple referencia a tales hechos bas-
mente una observancia estricta de los mandamien- taba para probar suficientemente la posición gene-
tos del decálogo o de las normas jurídicas. Más ral aquí bosquejada. Una apelación a los fenómenos
aún, está resultando un lugar común para los es- generales de la asistencia popular a la iglesia y la
tudiosos de la vida criminal de las comunidades pertenencia a la Iglesia podría bastar para conven-
europeas el hecho de que las clases criminales y cer de la verdad de la proposición aqui sostenida.
disolutas se distinguen por ser, en todo caso, más Pero conviene detallar algo más el curso de los
devotas, y devotas de modo más ingenuo, que la ge- acontecimientos y las fuerzas que han producido
neralidad de la población. Donde se encuentra una este cambio en la actitud espiritual de las comu-
relativa ausencia de la actitud devota es en quienes nidades industriales más avanzadas de la actuali-
constituyen la clase media pecuniaria y la masa dad. Ello servirá para poner de manifiesto el modo
de ciudadanos respetuosos de la ley. Quienes apre- como operan las causas económicas hacia una se-
cian más los méritos de los credos y observancias cularización de los hábitos mentales de los hombres.
superiores podrán objetar a esto que la devoción A este respecto la comunidad norteamericana nos
de los delincuentes de la clase inferior es una devo- ofrece un ejemplo convincente en grado excepcío-
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nal, ya que de todas las comunidades industriales El caso de la clase ociosa inferior o dudosa en
de igual importancia ha sido ésta la menos influida Norteamérica -la denominada por lo común clase
por circunstancias externas. media- presenta algunas peculiaridades. Difiere de
Tomando debidamente en cuenta las excepciones su equivalente europea por lo que se refiere a su
y desviaciones esporádicas de lo normal, podemos vida devota, pero difiere más bien en grado y en
resumir con la mayor brevedad la situación actual en método que en sustancia. Las iglesias siguen te-
los Estados Unidos diciendo que, por regla general, niendo el apoyo pecuniario de esta clase, aunque
son especialmente devotas las clases inferiores en los credos a los que se adhiere con mayor facilidad
eficiencia económica o en inteligencia o en ambas son relativamente pobres en contenido antropomór-
cosas -como, por ejemplo, la población negra del fico. A la vez la congregación de la clase media
sur, gran parte de la población extranjera de clase tiende, en muchos casos, tal vez de modo un tanto
inferior, gran parte de la población rural, sobre todo remoto, a convertirse en congregación de mujeres
en aquellos sectores más atrasados en materia de y menores. Hay una apreciable falta de fervor de-
educación, desarrollo de su industria o contacto in- voto entre los varones adultos de la clase media,
dustrial con el resto de la comunidad-o Lo mismo aunque sobrevive entre ellos un grado considerable
ocurre con los fragmentos que poseemos de una de asentimiento benévolo y bien visto a las líneas
clase indigente especializada o hereditaria o de generales del credo en el que han sido educados.
una clase criminal o disoluta segregada del resto Su vida cotidiana se realiza en contacto más o me-
de la comunidad; aunque en estas últimas el há- nos íntimo con el proceso industrial.
bito mental devoto adopta la forma de la ingenua Esta peculiar diferenciación sexual, que tiende a
creencia animista en la suerte y en la eficacia de delegar las observancias devotas a las mujeres y los
las prácticas del chamanismo, con frecuencia aun niños, se debe, al menos en parte, al hecho de que
mayor que la forma de una adhesión declarada a las mujeres de clase media constituyen, en gran
cualquier credo aceptado. Por el contrario, la clase medida, una clase ociosa (vicaria). Lo mismo vale
artesana se está apartando de modo ostensible de en menor grado para las mujeres de las clases in-
los credos antropomórficos generalmente aceptados feriores artesanas. Viven en un régimen de status
y de todas las observancias devotas. Esta clase se que procede de una etapa anterior del desarrollo
halla expuesta de modo especial a las tensiones in- industrial y conservan, en consecuencia, una es-
telectuales y espirituales de la industria organizada tructura mental y unos hábitos mentales que les
moderna, que requiere un reconocimiento constan- inclinan, por lo común, a una excepción arcaica de
te de los fenómenos de secuencia real impersonal las cosas. A la vez, no se encuentran en una rela-
y una conformidad sin reservas con la ley de cau- ción orgánica directa con el proceso industrial ge-
sa y efecto. A la vez, esa clase no está sub-alimen- neral que pudiera hacerles inclinarse de modo decí.
tada ni trabaja de modo excesivo en tal grado que dido a romper esos hábitos mentales que, para las
no le quede margen de energía para la tarea de finalidades industriales modernas, han perdido su
adaptación. utilidad. Es decir, la peculiar devoción de las mu-
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jeres es una expresión particular de ese conser- bargo, las relaciones del hombre de clase media
vadurismo que las mujeres de las comunidades norteamericano con la comunidad económica son,
civilizadas deben, en gran parte, a su posición eco- por lo general, bastante íntimas y exigentes; aun-
nómica. Para el hombre moderno la relación patriar- que hay que observar también de pasada, y como
cal del status no es, en modo alguno, el rasgo atenuación de lo anterior, que su actividad econó-
dominante de la vida; por el contrario, para las mica comparte a menudo en cierto grado el carác-
mujeres, y en especial para las mujeres de la clase ter patriarcal o cuasi-depredador. Las ocupaciones
media superior confinadas por prescripción y por bien vistas en esa clase y que más influencia tienen
las circunstancias económicas a su "esfera domés- en la modelación de sus hábitos mentales, son las
tica", esa relación es el factor vital más real y for- ocupaciones pecuniarias de las que se ha hablado
mativo. De ahí que tengan un hábito mental favora- con un motivo semejante en un capítulo anterior.
ble a las observancias devotas y a la interpretación Hay mucho de la relación de mandato arbitrario
de los hechos de la vida en términos de status pero y sumisión, y no poco de práctica astuta, remota-
sonal. La lógica y los procesos lógicos de su vida mente afin a! fraude depredador. Todo esto co-
doméstica cotidiana son transportados al reino de rresponde al plano de vida del bárbaro depredador
lo sobrenatural y la mujer se encuentra a gusto y en quien es habitual una actitud devota. Y, ade-
satisfecha en un cuadro general de ideas que para más de esto, las observancias devotas convienen
el hombre son, en gran medida, ajenas e imbéciles. también a esta clase en cuanto favorecen su buena
Sin embargo, los hombres de esa clase no están reputación. Pero este último incentivo de la piedad
desprovistos de sentimientos piadosos, aunque no merece ser tratado aparte y vamos a ocuparnos de
sean, por lo general, de una piedad de tipo agre- él inmediatamente.
sivo o exuberante. De ordinario, los hombres de Salvo en el sur, no hay en la comunidad norte-
la clase media superior adoptan, respecto a las ob- americana ninguna clase ociosa hereditaria impor-
servancias devotas, una actitud más complaciente tante. Esta clase ociosa del sur es un tanto dada a
que los hombres de la clase artesana. Acaso pueda las observancias devotas; en mayor grado que cual-
explicarse esto, en parte, diciendo que lo que es quier clase de una posición pecuniaria equivalente
cierto de las mujeres de esta clase lo es también, de los demás sitios del país. Es bien sabido tam-
en menor grado, respecto de los hombres. Estos bién que los credos dominantes en el sur son de
constituyen, en grado bastante marcado, una clase un tipo más anticuado que sus contrapartidas del
protegida de los riesgos de la vida económica, y la norte. Corresponde a esta vida devota más arcaíca
relación patriarcal de status que persiste aún en del sur un inferior desarrollo industrial en esa par-
su vida conyugal y en el empleo habitual de cria- te del pais. La organización industria! del sur tiene
dos, puede también operar en el sentido de con- en la actualidad -y, sobre todo, ha tenido hasta
servar un hábito mental arcaico y ejercer una in- hace muy poco-- un carácter más primitivo que el
fluencia retardataria en el proceso de secularización del conjunto de la comunidad norteamericana. Se
que están sufriendo sus hábitos mentales. Sin em- aproxima más al artesanado por la escasez y tos-
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quedad de sus instrumentos mecánicos, y el elemen- hábito mental devoto y hasta qué punto debe cla-
to de señoría y servidumbre ocupa en ella un lugar sificarse como un caso de mimetismo protector
más importante. Puede notarse también que, debí. empleado con el fin de lograr una asimilación ex-
do a las circunstancias económicas peculiares de terna a canones de buena reputación tomados de
esta parte del país, la mayor devoción de la pobla- ideales extranjeros. Parece haber alguna propen-
ción del sur, tanto blanca como negra, presenta una sión devota sustancial, especialmente a juzgar por
correlación con un esquema general de vida que en el grado bastante marcado de observancias rituales
muchos aspectos recuerda los estadios bárbaros del que se está desarrollando en los cultos de la clase
desarrollo industrial. También son y han sido re- superior. Hay entre los creyentes de la clase supe-
lativamente más frecuentes y menos condenados rior una tendencia claramente perceptible a afiliarse
q!-'e en otras partes del país las infracciones y vi- a aquellos cultos que subrayan en mayor grado el
CIOS de carácter más arcaico, como, por ejemplo, ceremonial y los accesorios espectaculares de la ado-
los duelos, pendencias, enemistades familiares em- ración; y en las iglesias en que predominan los
briaguez, carreras de caballos, peleas de gallos: jue- feligreses de clase superior hay a la vez una ten-
gos de azar, incontinencia sexual masculina (puesta dencia a acentuar los rasgos rituales del servicio y
de manifiesto por el considerable número de mula- del aparato de las observancias devotas, en perjui-
tos). Hay también un sentido más vivo del honor cio de los rasgos intelectuales. Esto es cierto aun
-expresión del espíritu- deportivo, que deriva de en los casos en que la Iglesia de que se trate perte-
la vida depredadora. En primer lugar, por lo que nezca a una confesión con un desarrollo relativa-
se refiere a la clase más rica del norte, que es la mente escaso del ritual y los elementos exteriores
clase ociosa americana en el mejor sentido de la rú- del culto. Este desarrollo peculiar del elemento ri-
brica, apenas es posible hablar de una actitud devo- tual se debe, sin duda, en parte, a una predilección
ta hereditaria. Esta clase se ha desarrollado hace por los espectáculos ostensiblemente derrochado-
demasiado poco tiempo para que pueda tener a res, pero es probable que, también en parte, sea
este respecto un hábito trasmitido plenamente des- indicio de cuál es la actitud devota de los fieles.
arrollado, ni siquiera una especial tradición do- En la medida en que es cierto esto último, indica
méstica. Sin embargo, puede notarse de pasada que una forma relativamente arcaica del hábito devoto.
hay en esa clase una tendencia perceptible a adhe- En todas las comunidades devotas de un estadio
rirse -por lo menos en forma nominal, y al parecer cultural relativamente primitivo y escaso desarro-
en cierta medida de modo real- a alguno de los llo intelectual puede observarse el predominio de
credos aceptados. Así, por ejemplo, las bodas, los fu- los efectos espectaculares en las observancias devo-
nerales y los acontecimientos honoríficos semejan- tas. Ello es, sobre todo, característico de la cultura
tes de esa clase se solemnizan con relativa uniforrni- bárbara. Hay en sus observancias devotas, con
dad con un grado especial de ceremonias religiosas. bastante uniformidad, una apelación directa a las
Es imposible decir hasta qué punto esa adhesión emociones, utilizando todas las avenidas de los sen-
a un credo supone una reversión de buena fe a un tidos. Y en las iglesias de la clase superior contem-
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poránea hay una tendencia inequívoca a volver a ritmo que el desarrollo de la riqueza y la facíli-
esa forma ingenua y sensorial de atracción. Es me- dad de la vida de los fieles y ha alcanzado su
nos perceptible en los cultos que pretenden conse- máxima expresión en aquellas clases que ocupan
guir la fidelidad de la clase ociosa inferior y de la un grado superior en punto a riqueza y reputación.
clase media. Hay una reversión al uso de las luces Las causas a las que se debe esa estratificación
de colores y los espectáculos brillantes, un mayor pecuniaria de la devoción han sido indicadas ya, en
empleo de símbolos, de la música orquestal y del términos generales, al hablar de las diferencias de
incienso, y podría incluso decirse de lo "procesio- hábitos mentales entre las clases. Las diferencias
nal" y lo "recesional', y de variadas evoluciones de clase en materia de devoción no son sino una ex-
y genuflexiones -una incipiente reversión a un ac- presión especial de un hecho genérico. La laxitud
cesorio tan antiguo del culto como es la danza de las prácticas religiosas de la clase media infe-
sagrada. rior, o lo que puede denominarse en términos gene-
Esta reversión a las observancias espectaculares rales la decadencia de la piedad filial en esas clases,
no se limita a los cultos de la clase superior aun-
I se percibe, sobre todo, en las poblaciones urbanas
que encuentra su mejor ejemplo y su mayor acen- ocupadas en las industrias mecánicas. De modo
tuación en las cumbres pecuniarias y sociales de general, no se encuentra en la actualidad una pie-
mayor altitud. Desde luego los cultos de la parte dad filial impecable en aquellas clases cuya tarea
devota de la clase inferior de la comunidad, tal como se aproxima a la del ingeniero y el mecánico. Esos
los negros del sur y los elementos extranjeros más empleos mecánicos son, en cierto grado, un hecho
atrasados de la población, presentan también una moderno. Los artesanos de épocas anteriores que
fuerte inclinación al ritual, el simbolismo y los efec- trabajaban para una finalidad industrial de carácter
tos espectaculares; es lo que cabría esperar de los similar a la que hoy sirve el mecánico, no eran
antecedentes y el nivel cultural de esas clases. En igualmente refractarios a la disciplina de la devo-
esas clases el predominio del ritual y el antropo- ción. Desde que se han producido los procesos
morfismo no es tanto una reversión como un des- industriales modernos, la actividad habitual de los
arrollo continuo del pasado. Pero el uso del ritual hombres ocupados en esa rama de la industria ha
y de los rasgos devotos con él relacionados se está cambiado mucho por lo que respecta a su disciplina
extendiendo también en otras direcciones. En los intelectual; y la disciplina a la que está expuesto
primeros días de la comunidad norteamericana, el mecánico en su tarea cotidiana afecta también
las confesiones predominantes partían de un ritual a los métodos y pautas de su pensamiento en mate-
y unos accesorios caracterizados por una simplici- rias extrañas a su trabajo cotidiano. La familia-
dad austera; pero todo el mundo sabe que, con el ridad con los procesos industriales altamente orga-
transcurso del tiempo. esas confesiones han adop- nizados e impersonales del presente opera en el.
tado, en grado variable, muchos de los elementos sentido de perturbar los hábitos mentales animis-
espectaculares a los que antaño renunciaron. De taso La ocupación del trabajador está siendo de
modo general, ese proceso ha seguido el mismo modo cada vez más exclusivo la supervisión de un
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proceso de secuencias mecánicas desapasionadas. presente. Resulta asimismo que ese hábito persiste
Mientras el individuo es el primer motor principal con mayor tenacidad en aquellas clases de las co-
y típico del proceso y mientras el rasgo caracte- munidades industriales modernas, la vida cotidiana
rístico del proceso industrial. es la destreza y fuerza de las cuales está más alejada de los procesos mecá-
del artesano, el hábito de interpretar los fenómenos nicos de la industria, y que son también, en otros
en términos de los motivos y propensiones perso- aspectos, las más conservadoras; en tanto que en
nales no sufre, por el contacto con los hechos reales, aquellas clases que se encuentran habitualmente
una perturbación tan considerable y continua que en contacto inmediato con los procesos industria-
pueda llevar a su eliminación. Pero en los procesos les modernos, y los hábitos mentales de cuyos miem-
industriales últimamente desarrollados, en que los bros están, en consecuencia, expuestos a la fuerza
motores primeros y los artificios por intermedio coactiva de las necesidades tecnológicas, esa inter-
de los cuales operan tienen carácter impersonal pretación animista de los fenómenos y esa inclina-
y no individual, las bases de generalización pre- ción tendenciosa que sirven de base a las observan-
sentes habitualmente en el ánimo del trabajador cias devotas están en proceso de desaparición. Y
y el punto de vista desde el cual aprehende éste resulta, por otra parte -y ello tiene especial impor-
habitualmente los fenómenos, son un conocimiento tancia para el punto que estamos debatiendo-, que
forzoso de la secuencia real. El resultado. por lo el hábito devoto gana en cierta medida en alca?ce
que respecta a la vida de la fe del trabajador. es y complicación en aquellas clases de las comumd~­
una inclinación al escepticismo. des modernas que disponen en mayor grado ?e ri-
Se desprende, pues, de lo dicho, que el hábito queza y de ocio. En esta como en otras rel~clones.
mental devoto alcanza su mejor desarrollo en una la institución de una clase ociosa opera tendiendo a
cultura relativamente arcaica; el término "devoto" conservar, e incluso rehabilitar, aquel tipo arcaico
se usa aquí, naturalmente, sólo en su sentido antro- de naturaleza humana y aquellos elementos de la
pológico. sin implicar nada respecto a la actitud cultura arcaica que la evolución industrial de la so-
espiritual así caracterizada, fuera del hecho de una ciedad, en sus etapas más recientes, tiende a eli-
inclinación a las observancias devotas, Se despren- minar.
de también que esa actitud devota señala un tipo de
naturaleza humana más en consonancia con el modo
de vida depredador que con el proceso de vida de la
comunidad más consistente y orgánicamente indus-
trial desarrollado más tarde. En gran medida es
expresión del sentido arcaico habitual del status
personal -la relación del señorío y subordinación-
Y. por consiguiente, encaja dentro del esquema g~­
neral industrial de la cultura depredadora y cuasi-
pacífica, pero no con el esquema industrial del
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desarrollo más vigoroso y característico del sacer-
docio.
Entre esos motivos extraños que afectan el esque-
XIII. SUPERVIVENCIAS DEL INTERES ma general de la vida devota en su desarrollo ulte-
NO-VALORATIVO rior, pueden mencionarse los motivos de la caridad
y de la buena compañía o trato social; o, en tér-
CONFORME avanza el tiempo, el culto antropomór- minos más generales, las diversas expresiones del
fico, junto con su código de observancias dev~tas, su- sentido de la solidaridad humana y la simpatía.
fre, en proporción cada vez mayor, una des.lnte~a. Puede añadirse que esos usos extraños a la estruc-
ción progresiva debida a la presión de las exigencias tura eclesiástica contribuyen materialmente a su
económicas y a la decadencia ~eI siste~a de. status. supervivencia, por lo que hace al nombre y a la for-
A medida que avanza esa desln~egraclOn, Vle?en a ma, aun entre personas que pueden estar dispues-
asociarse y fundirse con la actitud devota ciertos tas a abandonar lo sustancial de aquélla. Entre los
otros motivos e impulsos que no siempr~ son de
origen antropomórfico ni derivados del. hábito de su- motivos que han contribuido a sostener formalmen-
bordinación personal. No todos esos Impulsos sub- te el esquema de la vida devota, figura un elemento
sidiarios que se mezclan con el hábito devoto en la aún más característico y penetrante: ese sentido
vida de devoción posterior son enteramente con- no-reverente de congruencia estética con el medio,
gruentes con la actitud devota ni con la aprehensión que queda como residuo del acto de adoración mo-
antropomórfica de la secuencia de fenómenos. No derno después de eliminar su contenido antropo-
siendo el mismo su origen, su influjo sobre el esque- mórfico. Esto ha servido bien al mantenimiento
ma general de la vida devota no se ejerce tampoco de la institución sacerdotal al fundirla con el mo-
en la misma dirección. Se entrecruzan de muchos tivo de la subordinación. Este sentido o impulso
modos con la norma subyacente de la s~bordina­ de congruencia estética no tiene primordialmente
ción o vida vicaria, que es la base sustancial de la carácter económico, pero tiene un efecto indirecto
que derivan el código de observancias devotas y .las considerable en lo que se refiere a la modelación
instituciones eclesiásticas y sacerdotales. Debido del hábito mental del individuo para fines econó-
a la presencia de esos motivos extraños. el régimen micos en las etapas posteriores del desarrollo in-
de status social e industrial se desintegra gradual- dustrial; su efecto más perceptible a este respecto
mente y el canon de la subordinación personal píer- se produce en el sentido de mitigar la tendencia
de el apoyo que deriva de una tradición inquebran- egoísta bastante pronunciada trasmitida por tradí-
tada. Hábitos e inclinaciones extraños invaden el ción desde las fases anteriores y más completas del
campo de acción ocupado por este canon hasta.que régimen de status. La importancia económica de
las estructuras eclesiástica y sacerdotal se destinan este impulso se contrapone, pues. con la de la acti-
parcialmente a otros usos, ajenos en cierta med!da tud devota; aquélla tiende a cualificar, si no a eli-
a las finalidades del esquema general de la VIda minar, la tendencia egoísta, sofocando la antítesis
devota, tal como ésta se presentaba en los días del O antagonismo entre el yo y el no-yo; en tanto que
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siendo la última una expresión del sentido de subor- de la clase ociosa; pero no lo es que, bajo el esque-
dinación y señorío personales, tiende a acentuar esa ma general de la clase ociosa tal como se presenta
antítesis y a subrayar la divergencia entre el inte- en las etapas posteriores de su desarrollo, la vida
rés egoísta y los intereses del proceso vital gené- tienda de modo consistente a reprimir esas aptitu-
ricamente humano. des o a impedir la formación y ejercicio de los
Ese residuo no valorativo de la vida religiosa hábitos mentales en los que se expresan. La dis-
-el sentido de comunión con el medio o con el ciplina positiva del esquema general de la vida de
proceso vital genérico- así como el impulso de la clase ociosa actúa en gran parte en sentido con-
caridad o de sociabilidad actúan de modo muy in- trario. El esquema general de vida de la clase
tenso en la modelación de los hábitos mentales ociosa, con su disciplina positiva, impuesta por
de los hombres para finalidades económicas. Pero prescripción y por eliminación selectiva, favorece
la acción de toda esta clase de proclividades es un la primacía omni-penetrante y omní-dominadora de
tanto vaga y es difícil averiguar detalladamente de los cánones del derroche ostensible y la compara-
dónde proceden. Sin embargo, parece claro que la ción valorativa en todas las coyunturas de la vida.
acción de toda esta clase de motivos o aptitudes Pero por lo que hace a sus efectos negativos, la
actúa en un sentido contrario a los principios en tendencia de la disciplina de la clase ociosa no es
que se basa la institución de la clase ociosa que fiel a los cánones fundamentales del esquema de
hemos formulado ya. La base de esa institución, un modo tan inequívoco. En la medida en que re-
así como de los cultos antropomórficos con ella gulan la actividad humana en materia de decoro
asociados en el desarrollo cultural, es el hábito de pecuniario, los cánones propios de la clase ociosa
la comparación valorativa: y ese hábito es incon- exigen la ausencia de contacto con el proceso indus-
gruente con el ejercicio de las aptitudes de que aho- trial. Es decir, inhiben toda actividad orientada
ra se trata. Los cánones fundamentales del esquema en las mismas direcciones en que ejercen sus es-
general de la vida de la clase ociosa son un derro- fuerzos habitualmente los miembros de la comuní-
che ostensible de tiempo y bienes y una ausencia de dad que carecen de dinero. Especialmente por lo
contacto con el proceso industrial: en tanto que que se refiere a las mujeres, de modo más particu-
las aptitudes de que aquí se trata se expresan, en el lar a las mujeres de la clase superior y la clase
aspecto económico, mediante un odio al derroche media superior de las comunidades industriales avan-
y a toda forma de vida fútil, y mediante un impulso zadas, esa inhibición llega a exigir la abstención
de participación en el proceso vital o de identifica- aun del proceso emulativo de acumulación por los
ción con él, ya sea en su aspecto económico o en métodos cuasi-depredadores de las ocupaciones pe-
cualquier otra de sus fases o caras. cuniarias. En su desarrollo último, la cultura pecu-
Es evidente que esas aptitudes y los hábitos men- niaria o de la clase ociosa, surgida como variante
tales a que dan origen cuando las circunstancias emulativa del impulso del trabajo eficaz, está comen-
favorecen su expresión, o cuando se afirman en for- zando a neutralizar su propia base, al eliminar el há-
ma dominante, son contrarios al esquema general bito de comparación valorativa en materia de eficacia
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y aun de posición pecuniaria. Además, el hecho de posición pecuniaria protegida que ocupa la clase
que los miembros de la clase ociosa, tanto hombres ociosa no sólo ofrece una situación favorable para
como mujeres. se encuentren, en cierta medida, la supervivencia de aquellos de sus miembros que
exentos de la necesidad de ganarse la vida en una no están dotados del conjunto de aptitudes reque-
competencia con sus semejantes. permite a los ridas para ser útiles en el proceso industrial moder-
miembros de esa clase no s610 sobrevivir, sino has- no, sino que además los cánones exigidos en la clase
ta, dentro de ciertos límites, seguir sus inclinaciones ociosa para mantener una reputación obligan a la
en el caso de que no estén dotados de las aptitudes vez al ejercicio ostensible de determinadas aptitu-
que favorecen el éxito en la pugna basada en la des depredadoras. Las tareas en que encuentran
competencia. Es decir, que en el último y más pleno ejercicio las aptitudes depredadoras sirven como
desarrollo de la institución, la vida de los miembros demostración de riqueza, linaje y ausencia de con-
de esa clase no depende de la posesión y del ejer- tacto con el proceso industrial. La supervivencia
cicio constante de las aptitudes que caracteriza al de rasgos depredadores en la cultura de la clase
hombre depredador afortunado. Las posibilidades ociosa se ve fomentada, en forma negativa, por la
de supervivencia de individuos no dotados de esas exención de tareas industriales de que goza esa cla-
aptitudes son, pues, mayores en los grados supe- se y, de modo positivo, por la sanción de los cáno-
riores de la clase ociosa que en el promedio general nes de decoro propios de ella.
de una población que vive con arreglo al siste- Con respecto a la supervivencia de rasgos carac-
ma de competencia. terísticos de la cultura salvaje antedepredadora, la
Hemos visto en un capítulo anterior, al estudiar situación difiere en cierto grado. La posición prote-
las condiciones de supervivencia de los rasgos arcai- gida que ocupa la clase ociosa favorece también la
cos, que la peculiar posición de la clase ociosa pre- supervivencia de esos rasgos; pero el ejercicio de
senta oportunidades excepcionalmente favorables de las aptitudes favorables a la paz y la buena volun-
supervivencia de rasgos que caracterizan los tipos tad no tiene la sanción afirmativa del código de lo
de naturaleza humana propios de un estadio cultural decoroso. Los individuos dotados de un tempera-
anterior y ya obsoleto. Esa clase está protegida con- mento en el que hay grandes reminiscencias de la
tra la tensión de las exigencias económicas y, en cultura antedepredadora se encuentran en cierto
este sentido, no recibe el choque rudo de las fuerzas modo en una posición ventajosa con respecto a la
que favorecen la adaptación a la situación econó- clase ociosa, en comparación con individuos de fue-
mica. Ya hemos estudiado la supervivencia en la ra de la clase y dotados de modo semejante, pues no
clase ociosa y la supervivencia bajo el sistema ge- están sujetos a la necesidad pecuniaria de contra-
neral de vida propio de la clase ociosa, de rasgos y rrestar esas aptitudes que favorecen una vida DO
tipos que suponen una reminiscencia de la cultura basada en la competencia; pero tales individuos se
depredadora. Esas aptitudes y hábitos tienen una encuentran expuestos a una especie de coacción mo-
oportunidad excepcionalmente favorable de super- ral que les obliga a no tomar en consideración esas
vivencia dentro del régimen de clase ociosa. La inclinaciones, ya que el código de lo decoroso les
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obliga a adoptar los hábitos de vida basados en hombres que tienen relación con la industria en
las aptitudes depredadoras. Mientras el sistema forma de dirección pecuniaria de una empresa, to-
de status permanece intacto, y mientras la clase man algún interés en que el trabajo se realice bien
ociosa puede emprender otros caminos de activí- y sea industrialmente eficaz, y aun se enorgullecen
dad no industrial que no sean los de matar el tiem- de ello; esto aparte del provecho que pueda derivar
po de un modo derrochador y carente de objeto, no para ellos de cualquier mejora de esta clase. Los
cabe esperar ninguna desviación considerable del esfuerzos realizados en esta dirección de progreso
esquema general establecido por la clase ociosa de no valorativo de la eficiencia industrial por parte
lo que es una vida merecedora de buena reputación. de clubes comerciales y organizaciones de fabrican-
La presencia, dentro de la clase y en ese estadio, de tes, son también conocidos.
un temperamento no depredador, ha de conside- La tendencia a fines distintos de los valorativos
rarse como un caso de reversión esporádica. Pero ha creado una multitud de organizaciones, el pro-
los canales de desagüe no industriales y conducentes pósito de las cuales es alguna obra de caridad o
a una 1:mena reputación que puede encontrar la de mejora social. Tales organizaciones tienen, con
propensíon humana a la acción, se ciegan debido frecuencia, carácter cuasi-religioso o seudo-religioso,
al avance del desarrollo económico, la desaparición y participan en ellas tanto hombres como mujeres.
de la caza mayor, el declinar de la guerra, la des- Reflexionando un poco se presentarían multitud de
composición del gobierno de los propietarios y la ejemplos, pero para la finalidad de indicar y carac-
decadencia del oficio sacerdotal. Cuando esto ocu- terizar las propensiones de que aquí se trata y su
rre, la situación comienza a cambiar. La vida hu- alcance, basta con citar algunos de los casos más
mana tiene que encontrar expresión en una direc.. patentes y concretos. Tales son, por ejemplo, la
ción si no puede hallarla en otra; y donde falla el agitación en pro de la abstención de bebidas alco-
canal depredador, se recurre a otra cosa. hólicas y de otras reformas sociales semejantes, de
Como se ha indicado más arriba, la exención de la reforma carcelaria, de la extensión de la educa-
las tensiones pecuniarias se ha llevado más lejos ción, de la supresión del vicio y de la evitación de
en el caso de las mujeres de clase ociosa de las la guerra mediante el arbitraje, el desarme y otros
comunidades industriales avanzadas que en el de medios; tales, en cierta medida, los settlements "
cualquier otro grupo considerable de personas. En universitarios, las denominadas guildas de vecindad,
consecuencia, puede esperarse que las mujeres pre- las diversas organizaciones de que son ejemplo la
senten una reversión más acusada que los hombres
a. ~ temperamento no valorativo. Pero hay tam- * Organizaciones iniciadas en Inglaterra y los Estados
Unidos, a fines del siglo XIX, por clérigos protestantes y
bién en los hombres de la clase ociosa un aumento estudiantes universitarios, con la intención de ampliar la
per~eptible de~ alcance y ámbito de actividades que labor caritativa, haciéndola más eficaz mediante una con-
derivan de aptitudes que no deben clasificarse como vivencia efectiva y directa de personas acomodadas y cultas
egoístas y que no tienen como fin una distinción con los pobres ineducados. De los settlements deriva en
lI'8fi parte todo lo que hoy se conoce como "trabajo so-
valorativa. Así, por ejemplo, la mayor parte de los cial". [T.l
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Asociación de Jóvenes Cristianos (YMCA) y la So- refiere a los iniciadores de la obra como a quienes
ciedad Juvenil Pro Conducta Cristiana (YPSCE), la apoyan. Esta última observación seria especial-
los círculos de costura, los clubes sociales y de arte mente cierta con respecto a aquellas obras que dan
y aun los comerciales; tales son también, en menor distinción a su realizador, como consecuencia del
medida, las fundaciones pecuniarias de establecí- gasto grande y ostensible que exigen; como por
mientos semipúblicos de caridad, educación o diver- ejemplo, la fundación de una universidad o una
sión, tanto si están dotados de recursos por indivi- biblioteca o museo públicos; pero también, y acaso
duos adinerados como si tienen su base financiera en la misma medida, es cierto de la obra más
en contribuciones aportadas por personas de meno- corriente de participación en organizaciones y mo-
res medios de fortuna -en la medida en que tales vimientos que son de modo señalado de la clase
establecimientos no tienen carácter religioso. superior. Sirven tales organizaciones y movimientos
Desde luego no se intenta decir aquí que tales para dar fe de la buena reputación pecuniaria de
esfuerzos deriven enteramente de motivos de tipo sus miembros, así como para recordarles en forma
no egoísta. Lo que se afirma es que, en la genera- grata su superioridad de status mediante el contras-
lidad de los casos, se dan motivos no egoístas y te entre ellos y la humanidad inferior a la tarea de
que la mayor importancia, hoy claramente percep- cuyo mejoramiento se dedican, como, por ejemplo,
tible, que tienen esfuerzos de este tipo en las cir- el settlement universitario que ahora está en boga.
cunstancias de la vida industrial moderna en com- Pero aun haciendo todas las concesiones y deduc-
paración con la que tenían bajo el régimen inque- ciones necesarias, queda una serie de motivos que
brantado del principio de status, indica la presencia no tienen carácter emulativo. El hecho mismo de
en la vida moderna de un escepticismo eficaz con que se busque la distinción o la buena fama por
respecto a la plena legitimidad de un esquema este método es prueba de que prevalece un sentido
general de vida de tipo emulativo. Es un hecho de la legitimidad y de la supuesta presencia real de
tan notorio que ha llegado a ser un lugar común un interés no-emulativo, no-valorativo, como factor
el de que, por lo general, figuran entre los íncen- constitutivo de los hábitos mentales de las comu-
tivos de esta clase de obras motivos extraños -mo- nidades modernas.
tivos de carácter egoísta, y especialmente el motivo Es de notar que en toda esta serie de actIvidades
de una distinción valorativa-. Hasta tal punto de la clase ociosa actualmente en vigor, que se rea-
es esto cierto, que muchas obras inspiradas osten- lizan a base de un interés no-valoratívo y no-religio-
siblemente por un espíritu altruista y desinteresado so, las mujeres participan con mayor actividad y
se inician y se llevan a cabo primordialmente con persistencia que los hombres -salvo, naturalmente,
vistas a realzar la reputación y aun la ganancia por lo que se refiere a aquellas obras que requieren
pecuniaria de sus promotores. Por lo que hace a un gran gasto-. La posición pecuniaria subordi-
algunos grupos considerables de organizaciones o nada que ocupan las mujeres las incapacita para
establecimientos de esta clase, el motivo valorativo obras que requieren grandes gastos. Por lo que se
es en apariencia dominante, tanto por lo que se refiere a las obras encaminadas a la mejora social,
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los miembros del sacerdocio o clero de las sectas trabajo eficaz, en direcciones distintas de la actí-
menos ingenuamente devotas o de las confesiones vidad de los negocios.
secularizadas se asocian con la clase de las mujeres. Como ya se ha notado, la vida cotidiana de las
Esto concuerda con 10 que cabría esperar en teoría. mujeres acomodadas y del clero contiene un ele-
También en otras relaciones económicas se encuen- mento de status mayor que el existente en la vida
tra situado el clero en una posición un tanto de la mayoría de los hombres, en especial de los
equívoca entre la clase de las mujeres y la de los hombres ocupados en tareas industriales propia-
hombres ocupados en empresas económicas. Por mente dichas. De ahí que la actitud devota sobre-
tradición y por el sentido dominante de las conve- viva en mejor estado de conservación en esas clases
niencias, tanto el clero como las mujeres de las que en la generalidad de los hombres de las comu-
clases acomodadas se encuentran colocados en la nidades modernas. De ahí que pueda esperarse que
situación de una clase ociosa vicaria; en ambas una parte importante de la energía que busca ex-
clases la relación característica que más influye presión en tareas no lucrativas desempeñadas por
en la formación de los hábitos mentales de la clase esos miembros de las clases ociosas vicarias se con-
es una relación de subordinación -es decir, una vierta en observancias devotas y obras piadosas.
relación económica concebida en términos perso- De ahí también, en parte, la mayor proclividad de-
nales-; en ambas clases puede percibirse vigorosa- vota de las mujeres de que se ha hablado en el
mente una especial inclinación a interpretar los capítulo anterior. Pero aquí interesa más notar
fenómenos en términos de relación personal y no de el efecto de esta proclividad en lo que se refiere
secuencia causal; ambas clases se apartan, en obe- a la modelación y el color que da a los fines de
diencia a los cánones de decoro, de los procesos los movimientos y organizaciones no lucrativos que
ceremonialmente sucios de las ocupaciones lucrati- estamos estudiando aquí. Dondequiera que se en-
vas o productivas que hacen que la participación cuentra presente, ese tinte devoto rebaja la eñcíen-
en los procesos de la vida industrial contemporánea cia inmediata de las organizaciones para cualquier
sea para ellos una imposibilidad moral. El resul- fin económico al que puedan dirigirse sus esfuerzos.
tado de esta exclusión ceremonial de todo esfuerzo Muchas organizaciones caritativas y de mejora social
productivo de carácter vulgar consiste en desviar dividen su atención entre las actividades devotas y
una parte relativamente amplia de las energías de el bienestar secular de la gente cuyos intereses
las modernas clases femenina y sacerdotal al serví- aspiran a beneficiar. Apenas puede dudarse de que
cio de intereses distintos del egoísta. El código no si se dedicara una atención y esfuerzo igualmente
deja ninguna alternativa en la que pueda encontrar serlos a los intereses seculares' de esa gente, el
expresión el impulso encaminado a una acción do- valor económico inmediato de su obra sería bastan-
tada de finalidad. Por lo que hace a las mujeres de te mayor de lo que es. Podría igualmente decirse,
la clase ociosa, el efecto de una inhibición cons- si fuera éste el lugar adecuado para ello, que la
tante de toda actividad industrialmente útil se mues- eficiencia inmediata de esas obras de mejora moti-
tra en una afirmación incesante del impulso del vadas por la finalidad devota podría ser mayor caso
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de que no se vieran estorbadas por los motivos y sito de humanizar a los pobres son por lo común, y
aspiraciones seculares que generalmente coexisten con plena conciencia, escrupulosos en extremo y muy
con aquéllos. exigentes -aunque no lo manifiesten de modo ex-
Hay que hacer alguna deducción del valor eco- plícito- en cuestiones relativas a deco~o y .mo-
nómico de esa clase de empresa no-valorativa como dales. Son, por lo común, personas de Vida eJ~m­
consecuencia de la intrusión del interés devoto. pIar, dotadas de una tenaz insistencia en la limpieza
Pero hay que hacer también deducciones motivadas ceremonial de los diversos artículos de su consumo
por la presencia de otros motivos que con mayor diario. La eficacia cultural o civilizadora de. esa
o menor amplitud se contraponen a la tendencia inculcación de hábitos mentales correctos relativos
económica de esa expresión no-emulativa del ins- al consumo de tiempo y mercancías, no puede ~er
tinto de trabajo eficaz. Si se examina detenidamente fácilmente sobrestimada; tampoco carece de Im-
esta cuestión se ve que lo anterior es cierto en tal portancia su valor económico para el individ';l0 que
medida que, una vez tomado en cuenta todo, puede adquiere esos ideales más elevados y de mejor re-
incluso resultar que esa clase general de empresas putación. En las circunstancia.s de la cultura pecu-
tiene un valor económico dudoso si lo medimos niaria hoy existente, la reputación -y en consecu~n­
en términos de la plenitud o facilidad de vida de cia el éxito- del individuo, depende en gran medida
los individuos o clases a cuya mejora se dirige la em- de lo bien que conozca y utilice los modales y mé-
presa. Por ejemplo, muchos de los esfuerzos hoy todos de consumo que sugieren un gasto habitual
en boga encaminados a la mejora de la población de tiempo y de cosas. Pero en lo relativo a la im-
indigente de las grandes ciudades son, en gran par- portancia económica ulterior de esa ensei?anza de
te, de carácter cultural. Por este medio se trata de métodos de vida más dignos, hay que decir que ~I
acelerar el ritmo con el que determinados elemen- efecto producido consiste, en gran parte, en sustí-
tos de la cultura de la clase superior encuentran tuir los métodos de conseguir los mismos resultados
aceptación en el esquema de la vida cotidiana de materiales por otros procedimientos más costosos
las clases inferiores. Por ejemplo, los settlements o menos eficaces, en relaciones en las que el hecho
dirigen en parte su solicitud a aumentar la eficien- que tiene valor económico sustancial es el re~ultado
cia industrial de los pobres y a enseñarles una material. La propaganda de la cultura consiste. en
utilización más adecuada de los medios de que pue- gran parte en inculcar nuevos gustos o, más bien,
den disponer; pero la dirigen, con no menos vigor, una nueva tabla de conveniencias sociales, que han
a inéu1car, mediante el precepto y el ejemplo, ciertos sido adaptados al esquema general de la vida de la
puntillos que la clase superior considera correctos clase superior bajo la guía de la formulación hecha
en materia de modales y costumbres. Examinando por la clase ociosa de los principios de statu~ y
a fondo la cuestión se vería que la sustancia eco- decoro pecuniario. Esa nueva tabla de convemen-
nómica de esos puntillos consiste, por lo general, en cias pasa al esquema general de la vida de la clase
un derroche ostensible de tiempo y de cosas. Esas inferior, procedente del código e!aborado por un
buenas personas que salen de sus casas con el propó- elemento de la población cuya VIda se encuentra
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fuera del proceso industrial; y esa tabla intrusa
difícilmente puede ser adecuada a las exigencias impecable. Resulta de ello no sólo un hábito de
de la vida de esas clases inferiores en mayor me- rebajar las ocupaciones útiles, sino también algo '!ue
dida que la tabla en boga entre ellas, y en especial tiene una importancia más decisiva en punto a guiar
que la tabla elaborada por ellas bajo la tensión de la acción de cualquier grupo organizado. de ge':lte
la vida industrial moderna. que pretende conseguir una buena reputación social.
Naturalmente, todo esto no intenta poner en tela Hay una tradición que exige que no se tenga una
de juicio el hecho de que las conveniencias de la familiaridad vulgar con ninguno de los procesos o
tabla sustituta sean más decorosas que aquellas a detalles que tienen que ver con las necesidades .ma.
las que desplazan. La duda que se ofrece aquí es teriales de la vida. Se puede mostrar -y ello llene
simplemente una duda acerca de la utilidad eco- carácter meritorio-- un interés cuantitativ.o ~n el
nómica de esa obra de regeneración ---es decir, la bienestar del vulgo, por medio de suscnpciones
utilidad económica en ese sentido inmediato y ma- o trabajando en comités y otras organizaciones s~
terial en el que pueden comprobarse con un cierto mejantes. Se puede -y ello es acaso más meritorio
grado de confianza los efectos del cambio, y consi- aún- mostrar solicitud de modo general y en de-
derada desde el punto de vista no del individuo sino talle por el bienestar cultural del vulgo en forma
de la facilidad de vida de la colectividad-. Para de medidas destinadas a elevar sus gustos y a darle
apreciar la utilidad económica de esas empro;sas .de oportunidades de mejora espiritual. Pero ne;> debe
mejora social no hay que considerar las apariencias mostrarse un conocimiento íntimo de las. circuns-
de su trabajo efectivo, ni siquiera cuando la fina- tancias materiales de la vida del vulgo m de los
lidad de la empresa es primordialmente económica hábitos mentales de las clases que lo constituyen
y el interés fundamental no es, en ningú!1 sentido, que pudiera dirigir eficazmente los esfuerzos de
egoísta ni valorativo. La reforma económica produ- esas organizaciones a una finalidad materi~l,,?ente
cida es, en gran parte, una permutación de los méto- útil. Esa repugnancia a confesar un conOClIDlent?
dos de derroche ostensible. indebidamente íntimo de los detalles de las condí-
Pero hay que decir algo más con respecto al ca- ciones de vida de la clase inferior prevalece, desde
rácter de los motivos desinteresados y los cánones luego, en grados muy diversos entre los ?istintos
de procedimiento que hay en toda obra de esta clase individuos; pero, por lo general, en cualquier orga-
que esté afectada por los hábitos mentales caracte- nización del tipo que aquí estamos tratando se da
rísticos de la cultura pecuniaria; y ese examen ul- en un grado suficiente para influir profundamen-
terior puede llevar a otra cualificación de las c;on- te en el curso de la acción que tales orgamzaciones
secuencias a que hemos llegado. Como se ha Visto ejercen. Ese temor a toda. imputació':l de familia-
en un capítulo anterior, bajo la cultura pecuniaria, ridad inconveniente con la Vida vulgar tiende -como
los cánones de lo decoroso y lo conducente a una consecuencia de su acción constante al modelar el
buena reputación exigen la fu!ilidad h~bi~ual del uso y los precedentes de tal organización-, a dar
esfuerzo como signo de una Vida pecumaríamente de lado los motivos iniciales de la empresa, en fa-
vor de ciertos principios guías aconsejados por la
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buena reputación y reductibles en último término a vos, incompatibles con frecuencia con el móvil íní-
cuestiones de mérito pecuniario. De tal modo que, cíal, los cuales determinan que se disponga de buena
en una organización de larga tradición, el motivo parte de los medios destinados a la finalidad osten-
inicial de fomentar la facilidad de la vida de esas sible. Por ejemplo, puede haberse destinado ciertos
clases pasa poco a poco a ser sólo el motivo osten- fondos a la fundación de un asilo de expósitos o de
sible y la obra vulgarmente eficaz de la organiza- una casa de retiro para inválidos. La diversión
ción tiende a quedar relegada al olvido. de gastos hacia el derroche ostensible en casos se-
Lo que es cierto a este respecto de la eficiencia mejantes no es 10 suficientemente rara como para
de organizaciones encaminadas a una obra no-valo- producir sorpresa o provocar una sonrisa. Una par-
rativa, lo es también en lo que se refiere a la obra te considerable de los fondos destinados a esa obra
de individuos motivada por las mismas considera- se gasta en la construcción de un edificio, en la
ciones, aunque acaso haya que admitir mayores sal- fachada del cual se emplea alguna piedra estética-
vedades con respecto a los individuos que a las mente objetable, pero costosa, y que se cubre con
empresas organizadas. El hábito de atribuir mérito detalles grotescos e incongruentes, destinados, como
aplicando los cánones de gasto derrochador y falta sus muros almenados, sus torrecillas, sus portones
de familiaridad con la vida vulgar, propios de la ostentosos y sus avenidas estratégicas, a sugerir
clase ociosa, tanto por lo que se refiere a la produc- ciertos métodos bárbaros de guerra. El interior de
ción como en 10 relativo al consumo, es necesaria.. la estructura presenta los mismos rasgos que acu-
mente fuerte en los individuos que aspiran a realizar san la penetrante influencia de los cánones del de-
una obra de utilidad pública. y si el individuo olvi- rroche ostensible y la hazaña depredadora. Por
da su posición y dedica sus esfuerzos a conseguir ejemplo, por no entrar en mayores detalles, las ven-
una eficacia vulgar, el sentido común de la comuni- tanas están colocadas con la intención de dar al
dad -el sentido del decoro pecuniario--- repudiaría observador casual la impresión de su excelencia pe-
inmediatamente su obra y lo volvería a su puesto. cuniaria, y no con vistas a la eficacia en relación
Ejemplo de ello es la administración de donaciones con su finalidad ostensible de la conveniencia o
hechas por personas de espíritu filantrópico con la comodidad de los beneficiarios que han de vivir en
única finalidad (al menos ostensible) de mejorar el edificio; y los detalles de la disposición interior
las condiciones de vida humana en algún aspecto se conforman lo mejor posible a esa exigencia -aje-
particular. Los objetos a que se dedican con mayor na a la finalidad, pero imperiosa- de la belleza
frecuencia donaciones de esta clase son, en la actua- pecuniaria.
lidad, escuelas, bibliotecas, hospitales y asilos para Naturalmente que en todo esto no hay que presu-
inválidos y pobres. El propósito expreso del donan- mir que el donante lo habria encontrado mal, o que
te es en esos casos el mejoramiento de la vida hubiera obrado de otro modo en el caso de haberse
humana en el aspecto particular mencionado en la encargado personalmente de la obra; resulta que en
donación; pero se encuentra invariablemente que en los casos en que se ejerce esa dirección personal
la ejecución de la obra figuran otros muchos moti- -en que la empresa se realiza por administración
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y bajo la vigilancia del donante y no por quienes vados de las pautas y cánones de la cultura pecu-
administran los bienes donados- las finalidades y niaria, actúan subrepticiamente para desviar un
los modos de administración no son diferentes a esfuerzo de tipo no-valorativo, apartándolo de un ser-
este respecto. Y tampoco agradaría a los beneficia- vicio eficaz, sin perturbar el sentido que tiene el
rios ni a los observadores exteriores a cuya como- agente de su buena intención o sin presentar visible-
didad o vanidad no afecta inmediatamente que se mente a su conciencia la futilidad sustancial de su
dispusiera de los fondos en forma distinta. A nadie obra. Puede descubrirse el efecto de esos motivos
le gustaría que la empresa se dirigiera con vistas al a través de toda la tabla de empresas no-valorativas
uso más económico y eficaz de los medios dispoui- y encaminadas a mejorar la vida de las clases infe-
bIes para la finalidad material inicial de la funda- riores que constituyen un rasgo tan importante y
ción. Todos los interesados, tanto si su interés es sobre todo tan ostensible del esquema público de
inmediato y egoísta como si es sólo contemplativo, la vida de las personas acomodadas. Pero su im-
concuerdan en que una parte considerable de los portancia teórica es tal vez suficientemente clara
gastos debe destinarse a las necesidades superiores como para no necesitar más aclaraciones; sobre
o espirituales derivadas del hábito de una compara- todo, teniendo en cuenta que se dedicará detallada
ción valorativa de hazañas depredadoras y derroche atención a una de esas clases de empresa -los esta-
pecuniario. Pero esto no quiere decir sino que los blecimientos de enseñanza superior- en otro lugar.
cánones de reputación emulativa y pecuniaria pe- En las circunstancias determinadas por la posí-
netran hasta tal punto el sentido común de la comu- ción protegida que frente a las circunstancias eco-
nidad que no permiten escape ni evasión, ni siquiera nómicas ocupa la clase ociosa parece, pues, haber
en el caso de una empresa basada ostensiblemente una cierta reversión a aquelIos impulsos no-valora-
y por entero en un interés no-valorativo. tivos que caracterizan la cultura salvaje ante-depre-
Puede ocurrir incluso que la empresa deba su dadora. La reversión comprende tanto el sentido
virtud honorífica como medio de realzar la buena del trabajo eficaz como la proclividad a la indolencia
reputación del donante, a la supuesta presencia y a la amabilidad. Pero en el esquema moderno
de ese motivo no valorativo; pues ello no impide de la vida, los cánones de conducta basados en ra-
que sea el interés valorativo el que guíe los gastos. zones pecuniarias o valorativas son un obstáculo
La presencia eficaz de móviles de origen emulativo para el libre ejercicio de esos impulsos; y la pre-
o valorativo en obras no-emulativas de esta especie sencia dominante de esos cánones de conducta des-
es algo que se puede demostrar, en general y en vía en gran medida los esfuerzos hechos a base del
detalle, en cualquiera de las clases de empresa de que interés no-valorativo al servicio de ese interés valo-
se ha hablado más arriba. Dondequiera que en tales rativo en el que se basa la cultura pecuniaria. Para
casos se presentan esos detalIes honoríficos, encu- nuestro propósito actual los cánones de decoro pe-
bren por lo común su propósito bajo designaciones cuniario son reductibles a los principios de derro-
que corresponden al campo del interés estético, che, futilidad y ferocidad. Las exigencias del decoro
ético o económico. Esos motivos especiales, derí- están presentes de modo tan imperioso en las em-
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presas de mejora social como en las líneas de yen a la vez una clase ociosa vicaria. Por lo que
conducta, y ejercen una vigilancia selectiva sobre a ellas se refiere, la abstención de todo esfuerzo
los detalles de dirección y administración de cual- útil tiene un doble fundamento.
quier empresa. Como guían y adaptan el método Escritores y oradores que reflejan el sentido co-
en sus detalles, esos cánones de decoro tienen una mún de la gente inteligente acerca de la estruc-
gran eficacia para anular toda aspiración o esfuerzo tura y función sociales, han dicho repetidas veces
no-valorativo. El principio omnipenetrante, imper- y con razón que el índice más seguro del nivel de
sonal, desapasionado, de la futilidad actúa cotidia- cultura alcanzado por cualquier comunidad -y,
namente y opera en el sentido de impedir la ex- podría añadirse, por cualquier clase determinada
presión eficaz de aquella parte de las aptitudes de la comunidad- es la posición que en ella ocu-
antedepredadoras que sobreviven y que se clasíñ- pan las mujeres. Esta observación es acaso más
can bajo el epígrafe de instinto del trabajo eficaz; cierta por lo que se refiere al estadio de desarrollo
pero su presencia no impide la trasmisión de esas económico que en lo relativo al desarrollo a que
aptitudes ni la reaparición continua de un impulso se ha llegado en cualquier otro aspecto. A la vez,
que encuentra expresión en ellas. la posición que se asigna a la mujer en el esquema
En el desarrollo ulterior y posterior de la cultura aceptado de vida de cualquier comunidad o cultura
pecuniaria, la exigencia de abstenerse de participar es, en grado muy grande, expresión de tradiciones
en los procesos industriales para evitar el desprecio modeladas por las circunstancias de una fase de
social, se lleva tan lejos que comprende incluso la desarrollo anterior y que sólo de modo parcial se
abstención de todo empleo emulativo. En ese esta- han adaptado a las circunstancias económicas exís-
dio avanzado la cultura pecuniaria favorece de modo tentes o a las exigencias del temperamento y los
negativo la afirmación de las propensiones no valo- hábitos mentales que rigen la conducta de las muo
rativas, al rebajar la importancia atribuida al mé- jeres en esa situación económica.
rito de las ocupaciones emulativas, depredadoras o Ya se ha notado incidentalmente, de modo gene-
pecuniarias, comparadas con las de naturaleza In- ral, en el curso de este estudio del desarrollo de las
dustrial o productiva. Como se notó más arriba, la instituciones económicas, y en particular al hablar
exigencia de esa abstención de toda tarea que tenga del ocio vicario y del vestido, el hecho de que la
utilidad para los seres humanos se aplica, de modo posición de las mujeres en el esquema económico
más riguroso que a otra clase cualquiera, a las moderno se contrapone de modo más amplio y con-
mujeres de la clase superior -am la excepción, sistente que la posición de los hombres de las mis-
acaso más aparente que real, del clero de ciertos mas clases a los impulsos provocados por el instin-
cultos-. La razón de que sea más extremada la to del trabajo eficaz. También es aparentemente
insistencia en exigir una vida fútil a esa clase de cierto que el temperamento femenino incluye en ma-
mujeres que a los hombres del mismo grado p"!'u- yor proporción el instinto que aprueba la paz y re-
niario y social consiste en que no sólo son una prueba la futilidad. No es, por ello, fortuito que
clase ociosa de grado superior, sino que constítu- las mujeres de las comunidades industriales mo-
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dernas den muestras de un sentido más vivido de da a la actividad del hombre; y se siente que toda
la discrepancia existente entre el esquema general. desviación de las tradiciones que le imponen los de-
mente aceptado de vida y las exigencias de la sítua- beres a ella asignados es antifemenina. Si lo que
ción económica. se discute son los derechos polfticos o el sufragio,
Los diversos aspectos del "problema de la mujer" nuestro sentido común acerca de la materia -es
han puesto de manifiesto de modo inteligible el decir, la consecuencia lógica de nuestro esquema
grado en que la vida de las mujeres está regulada general de vida reflejado sobre el punto de que se
en la sociedad moderna, y en especial en sus círcu- trata- dice que la mujer debe estar representada
los educados, por un código de sentido común en el cuerpo polftico y ante la ley, no de modo ín-
formulado bajo las circunstancias económicas de mediato y por si misma, sino a través del cabeza
una fase anterior de desarrollo. Se siente aún que, de la comunidad doméstica a que pertenece. Es ano
por lo que hace a sus aspectos civil, económico y tifemenino que aspire a una vida dirigida por ella
social, la vida de la mujer es esencial y normalmen- misma y centrada en torno a ella misma; y nuestro
te una vida vicaria, el mérito o demérito de la cual sentido común nos dice que su participación direc-
debe imputarse, por la naturaleza misma de las ta en los asuntos cívicos o industriales de la comu-
cosas, a algún otro individuo que se encuentra con nidad es una amenaza a ese orden social que ex-
respecto a ella en una cierta relación de propiedad presa nuestros hábitos mentales tal como se han
o tutela. AsI, por ejemplo, se siente que cualquier formado bajo la guía de las tradiciones de la cul-
acción realizada por una mujer que contraría a una tura pecuniaria. "Todo este ir y venir relacionado
de las disposiciones del código convencional acep- con la 'emancipación de la mujer de la esclavitud
tado se refleja de modo inmediato en el honor del del hombre' y demás expresiones análogas es, em-
hombre a quien pertenece aquélla. Puede haber, pleando en sentido inverso el castizo y expresivo
desde luego, un cierto sentido de incongruencia en lenguaje de Elizabeth Cady Stanton, 'pura estupi-
la mente de quienquiera que emite una opinión de dez'. Las relaciones sociales de los sexos están de-
esta clase con respecto a la fragilidad o perversidad terminadas por la naturaleza. Toda nuestra cívilí-
de la mujer; pero, después de todo, el juicio del zación -es decir, todo lo que hay de bueno en
sentido común de la comunidad en tales materias ella- se basa en el hogar." El "hogar" es la comu-
se pronuncia sin muchas dudas, y pocos hombres nidad doméstica con un cabeza de familia mascu-
dudarían de la legitimidad de su sentido de una lino. Esta opinión, pero expresada por lo común
tutela lesionada en cualquier caso que pudiera sur- de modo más vigoroso, es la dominante acerca del
giro Por el contrario, las malas acciones de un hom- status de la mujer, no sólo entre la generalidad de
bre arrojan poco descrédito sobre las mujeres cuya los hombres de las comunidades civilizadas, sino
vida está asociada con él. también entre las mujeres. Las mujeres tienen un
AsI, pues, el esquema general de la vida buena sentido muy vivo de lo que exige el esquema con-
y bella -es decir, el esquema a que estamos habi- vencional, y aunque es cierto que muchas de ellas
tuados- asigna a la mujer una "esfera" subordina- no se encuentran a gusto en las condiciones ím-
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puestas por los detalles que exige el código, hay po- En este movimiento de la "Nueva Mujer" ~ue
cas que no reconozcan que el orden moral existente así se han denominado esos esfuerzos ciegos e in-
coloca a la mujer, por necesidad y por el derecho coherentes para rehabilitar la situación preglacial
divino de la prescripción, en una posición subordi- de la mujer- pueden distinguirse al menos dos ele-
nada al hombre. En último análisis, con arreglo a mentos, ambos de carácter económico. Esos dos
su propio seatido de lo bueno y de lo bello, la vida elementos o motivos se expresan por la doble con-
de la mujer es, y debe ser, en teoría, expresión de signa de "Emancipación" y "Trabajo", Se reconoce
segundo grado de la vida del hombre. que ambas palabras representan un sentido de in-
Pero a pesar de este sentido profundo acerca de justicia muy extendido. Que ese sentimiento preva-
cuál sea el puesto adecuado y natural de la mujer, lece, es algo que reconoce incluso gente que no
se puede percibir ya un incipiente desarrollo del cree que tenga base real en la situación de hoy
sentimiento de que todo este sistema de tutela, vida dia. Son las mujeres de las clases acomodadas de
vicaria e imputación de méritos y deméritos tamo las comunidades en las que el desarrollo industrial
bién vicaria, es equivocado. O por lo menos de la ha avanzado más, las que más vivo tienen y con
idea de que aun pueda ser un desarrollo natural y mayor frecuencia expresan ese sentimiento de una
una buena solución en su tiempo y lugar adecuados, injusticia que exige reparación. En otras palabras,
y a pesar de su evidente valor estético, no sirve hay una demanda más o menos seria, de emancipa-
adecuadamente a las finalidades cotidianas de la ción de toda relación de status, tutela o vida víca-
vida en una comunidad industrial moderna. Aun ria; y la reacción se afirma con mayor vigor en la
ese grande e importante grupo de mujeres bien edu- clase de mujeres a las que el esquema general de
cadas de las clases alta y media, a cuyo sentido vida trasmitido desde la época del régimen de sta-
desapasionado y matronal de las conveniencias tra- tus impone con menos atenuaciones una vida vica-
dicionales esta relación de status se presenta como ria, y en aquellas comunidades cuyo desarrollo eco-
fundamental y eternamente justa -incluso esas muo nómico se ha apartado más de las circunstancias
jeres cuya actitud es conservadora-, encuentran a las que está adaptado ese esquema tradicional.
por lo común alguna ligera discrepancia de detalle La demanda proviene de aquella porción del sexo
entre las cosas tal como son y tal como creen que femenino a la que los cánones reguladores de la
deben ser a este respecto. Pero ese grupo de muje- buena reputación excluyen de todo trabajo útil, re-
res modernas meaos sumisas que, por la fuerza de servándola para una vida de ocio y de consumo
la juventud, la educación o el temperamento, están ostensible.
apartadas en cierto grado de las tradiciones de sta- Más de uno de los críticos de este movimieato
tus trasmitidas por la cultura bárbara, y en las de la "Nueva Mujer" ha sido incapaz de interpretar
cuales hay, acaso, una indebida reversión al impulso sus móviles. Un observador popular de los fenó-
de auto-expresión y al instinto de trabajo eficaz, menos sociales ha resumido hace poco tiempo, con
tiene un sentido de la injusticia de la situación de- cierto calor, la posición de la "Nueva Mujer" norte-
masiado vivido para poder conformarse con ella. americana: "Se ve mimada por su esposo, que es
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el más devoto y trabajador de los esposos del mun- cia, es acaso más fuerte en la mujer que en el
do entero. .. Es superior a su esposo en 10 tocante hombre.
a educación y en casi todos los aspectos. Está ro- Mientras el lugar ocupado por el sexo femenino
deada de las atenciones más numerosas y delicadas. en la sociedad le obliga a un tráfago incesante, la
Sin embargo, no está satisfecha ... La 'Nueva Mu- mujer está, en la mayoría de los casos, bastante
jer' anglosajona es el producto más ridículo de la contenta con su suerte. No sólo tiene algo tangible
época moderna y está destinada a ser el más lamen- y útil que hacer, sino que carece de tiempo y de
table fracaso del siglo." Aparte de la desaprobación posibilidades de pensar para dedicarse a una afir-
-:>caso justificada- contenida en ese presenti- mación rebelde de la propensión humana a dirigir-
rmento, el resumen no añade sino oscuridad al pro- se por sí misma que ha heredado. Y una vez que
blema femenino. El sentimiento de injusticia que ha pasado ese estadio en que todas las mujeres
tiene la mujer moderna se compone de aquellas tienen que dedicarse al trabajo rutinario y penoso,
cosas que esa típica caracterización del movimien- y cuando para las mujeres de las clases acomodadas
to presenta como razones por las que debía estar la ocupación acreditada ha pasado a ser un ocio
contenta. Está mimada y se le permite, y aun se le vicario que no exige un trabajo duro, la fuerza
exige, que consuma en grandes cantidades y osten- prescriptiva del canon de decoro pecuniario, que
siblemente -en forma vicaria, para la buena repu- exige por su parte la observancia de la futilidad
tación de su marido u otro guardián-o Está exenta ceremonial, impide durante mucho tiempo a las mu-
de toda tarea vulgarmente útil, o descalificada para jeres de mentalidad elevada toda inclinación senti-
ella -con objeto de que dedique su tiempo al ocio mental a dirigirse por sí mismas y a una "esfera de
~cario, en honor de la buena reputación de su guar- utilidad". Ello es especialmente cierto durante las
dián natural (pecuniario )-. Esos oficios son los primeras fases de la cultura pecuniaria, en que el
signos convencionales de la persona que no es libre ocio de la clase ociosa es aún, en gran parte, actí-
y son incompatibles, además, con el impulso hu: vidad depredadora, afirmación activa de dominio en
mano que lleva a la actividad encaminada a algún la que hay suficiente finalidad tangible de carácter
fin. Pero la mujer está dotada de una cierta can- valorativo para permitir que se tome en serio como
tidad de instinto del trabajo eficaz -y hay razones tarea a la que puede uno dedicarse sin sentirse
para creer que la porción que le corresponde es avergonzado por ello. Esta condición de las cosas
mayor de la que tiene el hombre-, y la futilidad ha durado indudablemente en algunas comunidades
de la vida o de los gastos es contraria a ese instin- hasta el momento actual. Continúa teniendo una in-
to. La mujer tiene que desarrollar su actividad vital fluencia, el grado de la cual es diferente en los dis-
en respuesta a los estímulos directos e inmediatos tintos individuos, y que varía según cuál sea la
del medio económico con el que está en contacto. vivacidad del sentido de status y la debilidad del im-
El impulso de vivir su propia vida a su modo y de pulso del trabajo eficaz de que esté dotado el indivi-
penetrar en los procesos industriales de la comuni- duo. Pero allí donde la estructura económica de la
dad de modo más próximo que en segunda instan- comunidad ha sobrepasado tanto el esquema general
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de vida basado en el status que la relación de subor- ciente y carácter menos genérico ceden terreno, en
dinación personal ha dejado de ser considerada como cierta medida, ante las características espirituales
la única relación humana "natural", comienza a re- más antiguas y más profundas de la especie.
afirmarse en los individuos menos conformistas el Así, pues, en cierto sentido el movimiento de la
hábito antiguo de la actividad encaminada a un fin "nueva mujer" señala una reversión a un tipo más
frente a los hábitos y opiniones más recientes, reían- genérico de carácter humano o a una expresión me-
vamente superficiales y efímeros, con que ha contri- nos diferenciada de la naturaleza humana. Es un
buido a nuestro esquema general de la vida la cultu- tipo de naturaleza humana que hay que caracterizar
ra depredadora y la pecuniaria. En cuanto el hábito como proto-antropoide y, por lo que se refiere a
mental y las concepciones de la vida derivadas de la la sustancia, si no a la forma de sus rasgos domí-
disciplina depredadora y cuasi-pacífica dejan de es- nantes, corresponde a un estadio cultural que puede
tar en íntimo acuerdo con la situación econónúca calificarse de posiblemente sub-humano. El moví-
posteriormente desarrollada, aquellos hábitos y opi- miento o rasgo evolutivo en cuestión comparte,
niones comienzan a perder su fuerza coactiva para desde luego, esa caracterización con el resto del des-
la comunidad o la clase de que se trate. Esto es arrollo social reciente, en la medida en que este
evidente por lo que hace a las clases industriosas desarrollo social da muestras de una reversión a la
de las comunidades modernas; para ellas el esque- actitud espiritual que caracteriza el estadio indife-
ma general de la vida propio de la clase ociosa ha renciado anterior de evolución económica. No fal-
perdido mucha de su fuerza obligatoria, en especial tan por entero tales pruebas de una tendencia ge-
por lo que se refiere al elemento de status; pero neral a la reversión contraria al predominio del
se comprueba también de modo visible, aunque no interés valorativo, aunque no son plena ni índiscu-
en la misma medida, por lo que hace a las clases tiblemente convincentes. La decadencia general del
superiores. sentido del status en las comunidades industriales
Los hábitos derivados de la cultura depredadora modernas es, en cierto modo, prueba de esa evolu-
y cuasi-pacífica son variantes relativamente efíme- ción; lo mismo ocurre con el perceptible retorno
ras de ciertas propensiones y características meno a una desaprobación de lo fútil en la vida humana
tales subyacentes en la especie; ésta los debe a la y de aquellas actividades que sirven únicamente al
disciplina prolongada del anterior estadio cultural beneficio del individuo a costa de la colectividad
-protoantropoide- de vida económica pacífica y o de otros grupos sociales. Hay una perceptible ten-
relativamente indiferenciada, desarrollada en contac- dencia a condenar todo lo que suponga infligir do-
to con un ambiente material relativamente simple lor, así como a desacreditar todas las empresas de
e invariable. Cuando los hábitos impuestos por el tipo merodeador, incluso cuando esas expresiones
método de vida emulativo han dejado de gozar de del interés valorativo no operan de modo tangible
la sanción de las exigencias económicas existentes, en detrimento material de la comunidad o del indio
se inicia un proceso de desintegración por virtud viduo que las juzga. Puede incluso decirse que en
del cual los hábitos mentales de desarrollo más re- las comunidades industriales modernas el sentido
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desapasionado de la generalidad de los hombres
señala como carácter humano ideal el que se íncli-
na a la paz, a la buena voluntad y la eficiencia eco-
nómica, y no a una vida de egoísmo, fuerza, fraude XIV. EL SABER SUPERIOR COMO EXPRESION
y dominación. DE LA CULTURA PECUNIARIA
La influencia de la clase ociosa no se ejerce de
modo decidido en pro o en contra de la rehabilita- CON EL fin de que se puedan conservar en la gene-
ción de esta naturaleza humana proto-antropoide. ración venidera determinados hábitos mentales con-
Por lo que hace a las posibilidades de supervíven- venientes a ciertos fines, el sentido común de la
cía de individuos dotados de una cantidad excep- comunidad da su sanción a una disciplina y la incor-
cionalmente grande de esos rasgos primitivos, la pora dentro del esquema general aceptado de la
posición protegida que ocupa esa clase favorece a vida. Los hábitos mentales formados de este modo
sus miembros de modo directo al retirarles de la lu- bajo la guía de profesores y tradiciones académicas
cha pecuniaria; pero, indirectamente, debido a los tienen un valor económico -un valor por lo que
cánones de derroche ostensible de cosas y esfuerzo afecta a la utilidad del individuo- no menos real
propios de la clase ociosa, la institución de tal clase que el valor económico similar de los hábitos men-
disminuye las posibilidades de supervivencia de los tales formados sin esa guía bajo la disciplina de la
individuos de ese tipo en el cuerpo general de la vida cotidiana. Cualesquiera características del es-
población. Las exigencias de derroche impuestas por quema y la disciplina académicos aceptados que de-
el decoro absorben la energía sobrante de la pobla- riven de las predilecciones de la clase ociosa o de
ción en una competencia valorativa y no dejan mar- la guia de los cánones de mérito pecuniario deben
gen para ninguna expresión de la vida que no tenga ser puestos en la cuenta de esa institución, y cual-
carácter valorativo. Los efectos espirituales más re- quier valor económico que puedan presentar esos
motos y menos tangibles de la disciplina impuesta rasgos del esquema educativo es expresión en de-
por el decoro actúan en la misma dirección y ope- talle del valor de esa institución. Por tanto, es opor-
ran acaso con mayor eficacia en igual sentido. Los tuno señalar cualesquiera características peculiares
cánones del decoro son resultado de una elaboración del sistema educativo que sean atribuibles al esque-
del principio de comparación valorativa y, en conse- ma general de vida de la clase ociosa, tanto por lo
cuencia, operan en el sentido de inhibir todo es- que se refiere a la finalidad y método de la disci-
fuerzo no valorativo y de inculcar la actitud egoísta. plina, como en lo relativo al ámbito y carácter del
cuerpo de conocimientos inculcado. Es en el saber,
y de modo más particular en el saber superior,
donde más patente resulta la influencia de los idea-
les de la clase ociosa; y como el propósito que
aquí nos guía no es el de presentar una exhaustiva
recolección de datos que muestre el efecto produ-
cido en la educación por la cultura pecuniaria, sino
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el de poner de manifiesto el método y tendencia nalidad era la propiciación, y esa finalidad se bus-
de la influencia ejercida por esa clase ociosa sobre caba en gran parte adquiriendo facilidad en el ser-
la educación, todo lo que vamos a intentar hacer es vicio. Al parecer, sólo de modo gradual llegaron a
un examen general de las características más sa- abrirse paso hasta el conjunto de la instrucción sa-
lientes del saber superior que puedan servir a esta cerdotal o chamanista otros elementos, distintos del
finalidad. servicio eficiente al señor.
Por lo que hace al origen y comienzos del desarro- El servidor sacerdotal de los poderes inescruta-
llo, el saber está relacionado de modo más íntimo bles que se mueven en el mundo externo vino a
con la función devota de la comunidad, en espe- quedar colocado en la posición de mediador entre
cial con el conjunto de observancias en que se expre- esos poderes y la generalidad de la humanidad n?
sa el servicio prestado a la clase ociosa sobrenatural. instruida; ya que poseía un conocimiento de la et~.
El servicio mediante el cual trata de granjearse la queta sobrenatural que le abría las puertas perrm-
voluntad de los agentes sobrenaturales en los cultos tíéndole llegar a la presencia de aquéllos. Y como
primitivos. no es un empleo industrialmente prove- ocurre por lo común con los mediadores entre el
choso del tiempo y el esfuerzo de la comunidad. En vulgo y sus señores, tanto si los señores so~ natu-
consecuencia, hay que clasificarlo en gran parte rales como si son preternaturales, le pareció con-
como ocio vicario practicado en honor de los pode- veniente tener a mano medios de impresionar de
res sobrenaturales con los que se llevan a cabo modo tangible al vulgo con el hecho de que esos
negociaciones y cuya buena voluntad se cree con- poderes inescrutables habían de hacer lo que él les
seguir mediante el servicio y las profesiones de su- pídiera. De ahí que llegase a ser parte integrante
bordinación. En gran parte el saber primitivo con- de la tradición sacerdotal un conocimiento de cier-
sistía en un conocimiento de lo necesario para el tos procesos naturales que podían emplearse para
servicio de un agente sobrenatural y la facilidad en fines espectaculares, junto con cierta habilidad ma-
su práctica. Por ende, era de carácter muy análogo nual. El conocimiento de este tipo pasa por ser
a la preparación exigida por el servicio doméstico conocimiento de lo "incognoscible" y debe su utili-
de un señor temporal. En gran medida el conoci- dad para los fines de los sacerdotes a su carácter
miento adquirido a través de los sacerdotes-maes- recóndito. Al parecer, fue de esta fuente de donde
tros de la comunidad primitiva era un conocimien- surgió el saber como institución, y el mismo origen
to del ritual o ceremonial; es decir, un conocimiento tiene su díferenciación de la estirpe paterna de ri-
del modo más adecuado, eficaz o aceptable de acer- tual mágico y fraude chamanísta, que ha sido lenta
carse o de servir a los agentes preternaturales. Lo y tediosa y que apenas se ha completado aún, ni
que se aprendía era la manera de hacerse indispen- siquiera en los más avanzados de los altos semina-
sable a esas potencias y de ponerse, por tanto, en rios del saber.
situación de pedir, o aun de exigir, su intercesión El elemento recóndito del saber es aún, y ha sido
en el curso de los acontecimientos o su abstención en todo tiempo, un elemento muy atractivo y efi-
de intervenir en una determinada empresa. La fí- caz para la finalidad de impresionar y aun de enga-
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ñar a los ignorantes; y a los ojos del analfabeto da que aumentó el cuerpo de conocimientos siste-
total la posición del sabio se valora, en gran parte, matizados, fue surgiendo una distinción, cuyo origen
en términos de su familiaridad con las fuerzas ocul- en la historia de la educación es muy antiguo, en-
tas. Así, por ejemplo, y por no citar más que un tre el conocimiento esotérico y el exotérico; el pri-
caso típico, en época tan tardía como mediados del mero -en la medida en que hay una diferencia
siglo XIX, los campesinos noruegos han formulado sustancial entre los dos- comprende aquel cono-
instintivamente su sentido de la superior erudición cimiento que no tiene relación primordial con la
de teólogos como Lutero, Melanchthon, Peder Dass economía o la industria. y el segundo abarca prin-
y aun de un teólogo tan moderno como Grundtvig, cipalmente el conocimiento de los procesos indus-
en términos de magia. Estos, junto con una lista triales y de los fenómenos naturales utilizados de
muy amplia de celebridades menores, tanto vivas modo habitual para los fines materiales de la vida.
como muertas, han sido considerados como maes- Esta línea de demarcación se ha convertido con el
tros de todas las artes mágicas; y esas buenas per- tiempo, al menos en el concepto popular, en la lí-
sonas han pensado que toda posición elevada en la nea normal de separación entre el saber superior
jerarquía eclesiástica comportaba una profunda fa- y el inferior.
miliaridad con la práctica mágica y las ciencias Es significativo, no sólo como muestra de su ín-
ocultas. Más cerca de nosotros hay un hecho pa- tima asociación con la profesión sacerdotal, sino
ralelo que muestra, de modo semejante, la íntima también en cuanto indica que su actividad cae en
relación que hay en la opinión popular entre la eru- gran parte dentro de aquella categoría del ocio os-
dición y lo incognoscible; y sirve a la vez de ejem- tensible a la que se conoce como modales y buena
plo en forma un tanto tosca para explicar la incli- educación, que las clases eruditas de todas las co-
nación que da al interés cognoscitivo la vida de la munidades primitivas son muy puntillosas en lo que
clase ociosa. Aunque la creencia no está, en modo se refiere a formas, precedentes, gradaciones de
alguno. confinada a la clase ociosa, esa clase com- rango, ritual, vestiduras ceremoniales y cosas acce-
prende hoy un número desproporcionadamente gran- sorias del saber en general. Naturalmente, ello era
de de creyentes en las ciencias ocultas de todas cla- de esperar y nos indica que. en su fase incipiente,
ses y matices. Aquellas personas cuyos hábitos el saber superior es una ocupación de la clase ocio-
mentales no han sido modelados por el contacto sa -y de modo más específico una ocupación de la
con la industria moderna, consideran aún que el clase ociosa sobrenatural-o Pero esa predilección
conocimiento de lo incognoscible es el último. si por las cosas accesorias del saber indica también
no el único verdadero. Así. pues. el saber comenzó otro punto de contacto o de continuidad entre el
por ser, en un sentido, un subproducto de la clase oficio sacerdotal y el de sabio. Por lo que hace a
ociosa vicaria de los sacerdotes. Y. al menos hasta su origen, el saber, así como el oficio sacerdotal es
fecha muy reciente, el saber superior ha continuado en gran parte excrecencia de la magia simpática'; y
siendo, en algún sentido, un sub-producto u ocupa- ese aparato mágico de forma y ritual encuentra su
ción subsidiaria de las clases sacerdotales. A medí- sitio, como cosa natural, en la clase erudita de la co-
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munidad primitiva. El ritual y las cosas accesorias hechicero, y por otra, del servidor O criado de un
tienen una finalidad oculta de carácter mágico; de amo temporal. Tanto por lo que hace a su origen
modo que su presencia como factor integrante de las como en lo relativo a su contenido psicológico, esos
primeras fases del desarrollo de la magia y la cien- usos y las concepciones en que se apoyan corres-
cia es cuestión de utilidad tanto como de afección ponden a un estadio de desarrollo cultural no más
al simbolismo. moderno que el del angekok, o el hacedor de lluvia.
Este sentido dc la eficacia del ritual simbólico y Su lugar en las fases recientes de las observancias
del efecto simpático que puede producirse median- devotas, así como del sistema educativo superior,
te la práctica diestra de los accesorios tradicionales es el de una supervivencia de una fase animista
del acto o finalidad en cuestión está, desde luego, muy antigua del desarrollo de la naturaleza humana.
presente de modo más claro y en mayor medida en Puede afirmarse con seguridad que esas caracte-
la práctica mágica que en la disciplina de las cíen- rísticas rituales del sistema educativo del presente
cias, aun de las ocultas. Pero hay, por lo que yo sé, y del pasado reciente tienen su lugar primordial en
pocas personas que tengan un sentido educado del las instituciones y grados del saber superior, libe-
mérito académico para quienes los accesorios ritua- ral y clásico y no en los grados y ramas inferiores,
les de la ciencia sean cosa baladí. La misma gran tecnológicos o prácticos del sistema. En la medida
tenacidad con que persisten esos accesorios rituales en que los poseen, las ramas inferiores y menos
en las fases últimas de su desarrollo, es algo evi- reputadas del esquema educativo los han tomado
dente para quienquiera que reflexione sobre lo que evidentemente de los grados superiores y su pero
ha sido la historia del saber en nuestra civilización. sistencia en las escuelas prácticas sería altamente
Aun en nuestros días la comunidad erudita con- improbable, por no decir más, de no tener la san-
serva usos como el de la toga y el birrete, la matrícu- ción del ejemplo continuo de los grados superiores
la, las ceremonias de iniciación y graduación y la y clásicos. Por lo que se refiere a las escuelas in-
colación de grados, dignidades y prerrogativas aca- feriores y prácticas y a quienes en ellas actúan, la
démicas en una forma que sugiere una especie de adopción y cultivo de tales usos es un caso de mi-
sucesión apostólica universitaria. La fuente próxi- metismo -debido a un deseo de conformarse hasta
ma de todos esos rasgos del ritual, los vestidos, la donde sea posible a las pautas reguladoras de la
iniciación sacramental, la trasmisión de dignidades reputación académica mantenidas por los grados y
y virtudes peculiares por el hecho de la imposición clases superiores, que han heredado legitimamente
de manos y cosas semejantes utilizadas en la vida esos rasgos accesorios, por derecho de sucesión
académica es, sin duda, el uso de las órdenes sacer- directa.
dotales; pero es posible descubrir su origen en un Este análisis podría llevarse con seguridad un
punto más remoto, en la fuente de donde los reci- paso más allá. Las supervivencias y reversiones rí-
bió la clase sacerdotal especializada propiamente di- tuales se producen con mayor vigor y con más aire
cha, en el curso de la diferenciación por la cual de espontaneidad en aquellos seminarios del saber
el sacerdote vino a distinguirse, por una parte, del que se ocupan de modo primordial de la educación
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de las clases sacerdotal y ociosa. En consecuencia, universidades norteamericanos de corta existencia.
deberíamos esperar que, de un examen general del Puede haber muchas excepciones a la regla, en es-
desarrollo reciente de la vida de los colegios y uni- pecial en aquellas escuelas que han sido fundadas
versidades, resultase -y resulta con bastante cla- por las iglesias de mejor reputación y más compli-
ridad- que dondequiera que las escuelas fundadas cado ritual y que, en consecuencia, comenzaron en
para.la enseñanza de las clases inferiores, en las que el plano conservador y clásico, o llegaron a la posi-
se difunde el conocimiento de las cosas inmediata- ción clásica por un atajo; pero la regla general,
mente útiles, se convierten en instituciones de saber por lo que se refiere a los colegios fundados du-
superior, el desarrollo del ceremonial y los acce- rante el siglo XIX en las comunidades norteamerica-
sorios rituales y de las "funciones" académicas com.. nas más modernas, ha sido la de que, mientras la
plicadas marcha al mismo compás que la transi- comunidad ha seguido siendo pobre, y mientras
ción de las referidas escuelas del campo de lo la población de la que han sacado sus alumnos los
vulgarmente práctico a la esfera superior y clásica. colegios ha estado dominada por hábitos de indus-
La finalidad inicial de esas escuelas y la tarea que tria y ahorro, las reminiscencias del hechicero pri-
les corresponde de modo principal en el primero mitivo no han encontrado sino una aceptación es--
de esos dos estadios de su evolución ha sido pre- casa y precaria en el esquema general de la vida
parar para el trabajo a los miembros jóvenes de del colegio. Pero en cuanto la riqueza comienza a
las clases industriosas. En el plano del saber clá- acumularse de modo apreciable en la comunidad, y
sic~ y .superior: al que tienden por lo común, su en cuanto una determinada escuela comienza a in..
aspiración dommante pasa a ser la preparación de clinarse hacia una clientela de clase ociosa, se pro-
los miembros jóvenes de las clases sacerdotal y ocio- duce también un aumento perceptible de ritual aca-
sa --o de una clase incipiente- para el consumo démico y de conformidad con las formas antiguas
de cosas materiales e inmateriales, con arreglo a un en materia de vestiduras y solemnidades sociales y
método convencionalmente aceptado y que goza académicas. Así, por ejemplo, ha habido una coin-
de bu.ena reputación. Je.ste h~ sido, por lo común, cidencia aproximada entre el aumento de riqueza
el feliz desenlace que ha temdo el destino de las en la clientela de cualquier colegio del Medio Oeste
escuelas ~ndadas por "amigos del pueblo" para y la fecha de aceptación -primero como toleran-
ayudar a Jóvenes luchadores, y donde esa transición cia y luego como moda imperativa- del vestido de
se produce en buena forma hay, por lo general, si etiqueta para los hombres y el descotado para las
no invariablemente, un cambio paralelo hacia una mujeres, como indumento académico adecuado a
vida escolar más ritual. las ocasiones solemnes de la vida colegial o a las
En la vida académica de hoy, el ritual es, por 10 reuniones de diversión social dentro del círculo del
g~neral, más completo en las escuelas cuyo fin prin- colegio. Dejando aparte la dificultad mecánica de
cipal es el cultivo de las "humanidades". Esa co- llevar a cabo una tarea de tal envergadura, seria
r~elación se muestra, acaso más claramente que en bastante fácil demostrar esta correlación. Lo mis-
mnguna otra parte, en la historia de los colegios y mo puede afirmarse del uso del birrete y la toga.
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Muchos colegios de esa parte del país han adop- corriente. Como resultado de la acción conjunta
tado en los años recientes el birrete y la toga como de esos factores, la generación siguiente a una gue-
insignias académicas; y puede decirse con segu- rra tiene probabilidades de contemplar una rehabi-
ridad que difícilmente hubiera podido ocurrir esto litación del elemento de status, tanto en su vida so-
en fecha muy anterior, o antes de haberse desarro- cial como en el esquema de observancias devotas
llado un sentimiento de clase ociosa de suficiente y en otras formas simbólicas o ceremoniales. En la
volumen para apoyar un fuerte movimiento de re- década que se inicia en el año ochenta y, en forma
versión hacia una concepción arcaica del fin propio menos visible, en la anterior, se pudo percibir que
de la educación. Puede notarse que este detalle iba avanzando gradualmente una ola de sentimiento
del ritual académico no sólo coincide con el sen- que favorecía hábitos de negocios de tipo cuasi-
tido de la adecuación de las cosas propio de la clase depredador, la importancia del status, el antropo-
ociosa, por cuanto que apela a la propensión aro morfismo y, en términos generales, el conservadu-
caica hacia los efectos espectaculares y la predilec- rismo. Las expresiones más directas e inmediatas
ción por el simbolismo antiguo. sino que, a la vez, del temperamento bárbaro, tales como el recrudeci-
encaja perfectamente dentro del esquema general míento de la proscripción y las espectaculares ca-
de la vida de la clase ociosa desde el momento que rreras de fraude cuasi-depredador, hechas por cier-
implica un elemento notable de derroche ostensi- tos "capitanes de industria", comenzaron antes y
ble. La fecha exacta en que se produjo la reversión estaban en decadencia a fines de la octava década
al birrete y la toga, así como el hecho de que afec- del siglo. El recrudecimiento del sentimiento an-
tó casi al mísmo tiempo a un número tan grande tropomórfico parece haber alcanzado su momento
de instituciones académicas, parece haberse debido, más agudo antes de acabar la penúltima década.
en cierta medida, a una ola de sentimiento atávico de Pero el ritual y los accesorios de la vida académica
conformidad y de preocupación por la reputación de que aquí se trata, constituyen una expresión
que llegó a la comunidad en ese periodo. aún más recóndita y remota del sentimiento ani-
Puede no ser enteramente inoportuno notar que, mista bárbaro y, en consecuencia, no alcanzaron la
cronológicamente, esa curiosa reversión parece coin- misma boga y desarrollo sino más lentamente, y lle-
cidir con la culminación de una cierta boga del sen- garon a su expresión más amplia en fecha aun pos-
timiento atávico y la tradición en otras direccio- terior. Hay razones para creer que la culminación
nes.. La ola de reversión parece haber recibido su de ese proceso ha pasado ya. A no ser por el nuevo
impulso inicial de los efectos psicológicamente des- ímpetu dado a una nueva experiencia bélica y por
integradores de la Guerra Civil. La habituación a la el apoyo que el desarrollo de una clase rica presta
guerra lleva consigo una serie de hábitos mentales a todo ritual -en especial cuando su ceremonial es
depredadores, por obra de los cuales el espíritu de derrochador y sugiere de modo muy marcado gra-
clan reemplaza en cierta medida el sentido de soli- daciones de statue--, es probable que las mejoras
daridad, y un sentido de distinción valoratíva suplan- y aumentos posteriores de los símbolos y ceremo-
ta el impulso encaminado a la utilidad equitativa niales académicos hubiesen de declinar gradualmen-
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le. Pero aunque puede ser cierto que el birrete y diana, y es cierto en particular de las escuelas de
la toga, y la observancia más estricta de las reglas aquellas comunidades orientadas de modo casi ex-
de decoro académico que vinieron con ellos fueron clusivo por motivos económicos. Esta sustitución
traídos por esa oleada post-bélica de reversión a la parcial de la eficiencia sacerdotal por la pecuniaria
barbarie, tampoco hay duda de que esa reversión es concomitante de la moderna transición del ocio
ritualista no podría haberse introducido en el es- ostensible al consumo ostensible como medio más
quema general de la vida de los colegios hasta que importante de conseguir y mantener una buena repu-
la acumulación de riqueza en manos de una clase tación. La correlación de ambos hechos es proba-
propietaria hubiera llegado a ser suficientemente blemente clara sin necesidad de insistir más en este
grande para proporcionar la base pecuniaria reque- punto.
rida por un movimiento que hubiera de llevar a los La actitud de los centros docentes y de las clases
colegios del país hasta las exigencias que, en punto académicas con respecto a la educación de las mu-
a saber superior, tiene la clase ociosa. La adop- jeres sirve para mostrar de qué modo y en qué me-
ción del birrete y la toga es uno de los rasgos atá- dida se ha apartado el saber de su antigua posición
vicos más destacados de la vida colegial moderna, de prerrogativa propia de las clases sacerdotal y
y señala a la vez el hecho de que esos colegios se ociosa e indica también hasta qué punto se ha apro-
han convertido de modo definitivo, o aspiran a con- ximado a ser auténticamente saber desde el punto
vertirse, en establecimientos para la clase ociosa. de vista realista moderno, económico o industrial.
Como ulterior evidencia de la íntima relación exis- Las instituciones académicas superiores y las profe-
tente entre el sistema educativo y las pautas cultura- sionales eruditas eran hasta hace poco tabú para
les de la comunidad puede notarse que en los últi- las mujeres. Aquellos establecimientos estaban de-
mos tiempos hay una cierta tendencia en la dirección dicados desde el principio, y en gran medida han
de los seminarios del saber superior a sustituir al continuado estándolo, a la educación de las clases
sacerdote por el capitán de industria. La situación sacerdotal y ociosa.
no es, en modo alguno, completa o inequívoca. Tie- Como se ha puesto de manifiesto en otro sitio,
nen mayor aceptación como directores de esas insti- las mujeres constituyeron la clase sierva origina-
tuciones quienes combinan el oficio sacerdotal con ria y, en cierta medida, en especial por lo que se
un alto grado de eficiencia pecuniaria. Hay una ten- refiere a su posición nominal o ceremonial, han per-
dencia semejante, pero menos pronunciada, a confiar manecido hasta el presente en esa misma situación.
la tarea de instruir en el saber superior a hombres Ha predominado un fuerte senlido de que la ad-
que tienen una cierta cualificación pecuniaria. Como misión de las mujeres a los privilegios del saber
cualificaciones para la tarea docente, la capacidad superior (como a los misterios eleusinos) sería con-
administrativa y la habilidad publicitaria cuentan traria a la dignidad del gremio erudito. Por consi-
bastante más de lo que contaban antaño. Esto se guiente, s610 en época muy reciente, y casi de modo
aplica de modo especial a aquellas ciencias que tie- exclusivo en las comunidades industrialmente más
nen mayor relación con los hechos de la vida coli- avanzadas, se han abierto a las mujeres los grados
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académicos superiores. Y aun en las circunstancias la actitud instintiva y el ánimo de la clase erudita
apremiantes que prevalecen en las comunidades en relación con el proceso vital de una comunidad
industriales modernas, las universidades de más ca- industrial. Sirven como exponente del estadio de
tegoría y mejor reputación muestran una extrema desarrollo que, a los efectos industriales, han alcan-
repugnancia a hacer tal cosa. El sentido de la dig- zado el saber superior y la clase académica, y pro-
nidad de clase, es decir, del status, de una diferen- porcionan de este modo una indicación de lo que
ciación honorífica entre los sexos conforme a una debe esperarse de esa clase en aquellos puntos en
distinción entre dignidad intelectual superior e in- que el saber y la vida de la clase tienen una rela-
terior, sobrevive de modo muy vigoroso en esas cor- ción más inmediata con la vida y la eficiencia eco-
poraciones de la aristocracia del saber. Se siente nómicas de la comunidad y con el ajuste de su
que las mujeres no deberían propiamente adquirir esquema general de la vida a las exigencias de la
más que aquellos conocimientos a los que se puede época. Lo que esas supervivencias rituales indican
clasificar en uno de estos dos epígrafes: 1) en co- es que no prevalece el conservadurismo, sino el sen-
nocimientos que conducen de modo inmediato a timiento reaccionario, en especial en las escuelas
una mejor realización de los servicios domésticos superiores, donde se cultiva el saber convencional.
-la esfera doméstica-, y 2) aquellas habilidades Hay que añadir a esos indicios de una actitud con-
y destrezas cuasi-académicas y cuasi-artísticas que servadora otra característica que sigue la misma
caben sin ningún género de dudas bajo la denomi- dirección, pero que es un síntoma de mayor impor-
nación de ocio vicario. Se siente que es antifeme- tancia que esa inclinación lúdica a las trivialidades
nino el conocimiento que expresa el desarrollo de la de forma y ritual. La gran mayoría de los colegios
propia vida del conocedor y la adquisición del cual y universidades norteamericanos están afiliados a
es consecuencia del interés cognoscitivo de quien una confesión religiosa y se inclinan en grado bas-
lo adquiere, cuando no está impulsado a adquirirlo tante apreciable a la práctica de las observancias
por los cánones de las conveniencias y cuando no devotas. Su putativa familiaridad con los métodos
hace referencia a un señor cuya comodidad o buena y con el punto de vista científicos deberían, al pa-
reputación hayan de realzarse con su empleo o ex- recer, eximir al personal docente de esas escuelas
hibición. De igual modo tampoco puede ser consi- de todo hábito mental animista; pero hay aún una
derado como femenino ningún conocimiento útil considerable proporción de ese personal que profe-
como demostración de un ocio que no sea vicario. sa creencias antropomórficas y se inclina a las ob-
Para apreciar la relación existente entre esos se- servancias del mismo carácter propias de una cul-
minarios superiores del saber y la vida económica tura anterior. Esas profesiones de celo devoto son
de la comunidad, los fenómenos a los que acaba- debidas, sin duda, en gran parte, a consideraciones
mos de pasar revista tienen importancia más bien de utilidad y comodidad, tanto por parte de las es-
como indicaciones de una actitud general que como cuelas en cuanto corporaciones como por parte de
hechos de primera importancia desde el punto de los miembros de su cuerpo docente; pero no pue-
vista económico. Sirven para demostrar cuáles son de dudarse de que, después de todo, hay un ele-
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mento muy apreciable de sentimiento antropomór- portivo y la inclinación a los juegos de azar, apenas
fico presente aun en las escuelas superiores. En la es necesario decir nada más acerca del valor eco-
medida en que así ocurre, hay que considerarlo nómico de ese entrenamiento deportivo y de esa
como expresión de un hábito mental arcaico, ani- preparación para la organización y la actividad de
mista. Ese hábito mental tiene que influir en cierta grupo.
medida en la instrucción dada en esos centros aca- Pero todos esos rasgos del esquema general de
démicos y, en la misma medida, su influencia con- la vida de las clases académicas y de los estableci-
tribuye a modelar los hábitos mentales del estu- mientos dedicados a la conservación del saber su-
diante en sentido conservador y favorable a la perior no son, en gran parte, sino incidentales. Es
reversión; opera en el sentido de obstruccionar su difícil considerarlos como elementos orgánicos de
avance hacia el conocimiento realista que mejor la obra de investigación e instrucción que consti-
sirve a los fine. de la industria. tuye la finalidad ostensible de la existencia de las
Los deportes escolares, que tan gran boga tienen escuelas. Pero esas inclinaciones sintomáticas sir-
en los seminarios del saber superior de hoy día, ven para establecer una presunción respecto al ca-
tienen una tendencia semejante; y los deportes tie- rácter del trabajo realizado, considerado desde el
nen mucho en común con la actitud devota de los punto de vista económica -y respecto a la tenden-
colegios, tanto por lo que se refiere a su base psico- cia que el trabajo serio realizado bajo sus auspicios
lógica, como en lo relativo a su efecto disciplina- da a la juventud que acude a las escuelas-. Las
rio. Pero esta expresión del temperamento bárbaro consideraciones anteriormente hechas sugieren la
debe atribuirse de modo primordial al cuerpo es- presunción de que las escuelas superiores deben
tudiantil y no a la actitud de las escuelas; excepto adoptar en su trabajo, del mismo modo que adop-
en la medida en que los colegios o sus elemen- tan en su ceremonial, una posición conservadora;
tos directores patrocinan y estimulan activamente pero hay que contrastar esa presunción con la rea-
-como ocurre a veces- el desarrollo de los depor- lidad mediante una comparación del carácter eco-
tes. Puede decirse de las asociaciones estudiantiles nómico de la labor realizada y un examen, siquiera
(fratemities) lo mismo que de los deportes coleo sea superficial, del saber cuya conservación se con-
giales, pero con una diferencia. Los últimos son, fía a las escuelas superiores. Es bien sabido a este
de modo primordial, una expresión del impulso de- respecto que los más acreditados seminarios del
predador; las primeras son de modo más específico saber han tenido, hasta fecha reciente, una posición
expresión de aquella herencia de espíritu de clan conservadora. Han adoptado una actitud contraria
que constituye una característica tan marcada del a todas las innovaciones. Por regla general, un nuevo
temperamento propio del bárbaro depredador. Tarn- punto de vista o una nueva formulación del cono-
bién es notable que subsiste una relación íntima cimiento no han logrado ser admitidos y acogidos
entre las asociaciones estudiantiles y las actividades en las escuelas, sino después de que tales cosas nue-
deportivas escolares. Después de lo que se ha dicho vas se han abierto camino fuera de ellas. La mayor
en un capítulo anterior con respecto al hábito de- parte de las excepciones poco importantes y des
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viaciones que no influyen de modo tangible en a formar un concepto justo de sus proporciones
el punto de vista convencional o en el esquema relativas.
convencional de la vida, tales como minucias en Hasta ahora no se ha dicho nada del mecenazgo
el campo de las ciencias fisicomatemáticas y nue- de las personas acomodadas, tema tratado habitual-
vas interpretaciones de los clásicos, en especial mente con cierta extensión por los escritores y ora-
las que sólo tienen importancia filológica o lite- dores que se refieren al desarrollo de la cultura
raria. Con excepción del dominio de las "huma- y la estructura social. Esta función de la clase ocio-
nidades" en sentido estricto y salvo en la medida sa no deja de tener una influencia importante sobre
en que los innovadores han dejado intacto el punto el saber superior y la difusión del conocimiento y la
de vista tradicional de las humanidades, la clase cultura. Son suficientemente conocidos la forma y
erudita reconocida y los seminarios del saber su- el grado en que esa clase fomenta el saber median-
perior han visto, por lo general, con malos ojos te el patronato de ese tipo. Oradores cuya fami-
cualquier innovación. Las nuevas concepciones y liaridad con el tema les permite presentar a sus
nuevos descubrimientos en materia de teoría cien- oyentes el profundo significado de ese factor cul-
tífica, y en especial los que afectan en cualquier tural, lo han hecho, con frecuencia, en términos
punto a la teoría de las relaciones humanas, no han afectuosos y eficaces. Sin embargo, esos oradores
encontrado puesto en el esquema universitario, SiDO han presentado el problema desde el punto de vista
tardíamente y por una tolerancia otorgada a rega- del interés cultural o del interés de la adquisición
ñadientes más que por una bienvenida cordial: y y mantenimiento de una buena reputación más bien
los hombres que han hecho esos esfuerzos encamí- que desde el punto de vista del interés económico.
nadas a ampliar el ámbito del conocimiento hu- Considerada desde esta última perspectiva y valo-
mano no han sido, por lo común, bien recibidos rada con vistas a la utilidad industrial, esa función
por sus contemporáneos eruditos. Las escuelas su- de las personas acomodadas, así como la actitud in-
periores no han dado, de ordinario, su aprobación telectual de los miembros de la clase acomodada,
a ningún avance serio de los métodos o del conte- merece cierta atención y es posible presentar ejem-
nido del conocimiento hasta que tales innovaciones plos de eIla. Para caracterizar la relación de mece-
han perdido su juventud y buena parte de su utili- nazgo hay que notar que, desde el punto de vista
dad -hasta después de haberse convertido en lu- externo, considerada sólo corno relación económica
gares comunes del equipo intelectual de ese nuevo o industrial, es una relación de status. El hombre
cuerpo de conocimientos extraacadémicos y ese nue- de ciencia que trabaja bajo la protección de un
vo punto de vista, y cuyos hábitos mentales han patrono practica en honor de éste los deberes de una
sido modelados por ellos-o Esto es cierto por lo vida científica vicaria, y refluye sobre el patrono
que hace al pasado reciente. Sería arriesgado decir una cierta reputación del mismo modo que se impu-
hasta qué punto puede serlo también del presente ta la buena reputación a un señor en honor de
inmediato, ya que es imposible contemplar los he- quien se practica alguna forma de ocio vicario. Hay
chos actuales desde una perspectiva que nos ayude que notar también que, desde el punto de vista bis-
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tóríco, el fomento del saber o el mantenimiento de incidencias prácticas que le dan su contenido, tie-
la actividad académica a través de la relación de me- nen para esa clase algún atractivo independiente de
cenazgo ha sido, por lo común, un fomento del toda cuestión de conocimiento. Todo esto es Cierto
conocimiento de las tradiciones clásicas o las hu- en tanto en cuanto los cargos gubernamentales si-
manidades. Este conocimiento tiende más bien a guen siendo, material o formalmente, cargos des-
rabajar la eficiencia industrial de la comunidad que empeñados por propietarios; y es cierto también
a elevarla. más allá de ese límite, en la medida en que la tra-
Además, por lo que se refiere a la participación dición de la fase más arcaica de la evolución guber-
directa de los miembros de la clase ociosa en el namental ha durado hasta la vida reciente de esas
fomento del conocimiento, hay que notar que los comunidades modernas en las que el gobierno de
cánones que regulan el modo de vida que hace a los propietarios pertenecientes a una clase ociosa
quien lo lleva merecedor de una buena reputación, está comenzando ahora a desaparecer.
actúan en el sentido de llevar el interés intelec- En el campo del saber en que predomina el in-
tual que busca expresión en esa clase hacia la eru- terés cognoscitivo o intelectual -las ciencias pro-
dición clásica y formal y no hacia las ciencias que piamente dichas-, la cuestión se presenta de modo
tienen alguna relación con la vida industrial de la distinto, no sólo en lo relativo a la actitud de la
comunidad. Las incursiones más frecuentes reali- clase ociosa, sino en lo que respecta a la totalidad
zadas por miembros de la clase ociosa en campos de la dirección de la cultura pecuniaria. Debería
de conocimiento distintos del clásico, se han hecho esperarse que el saber por el saber, el ejercicio de
en las disciplinas jurídicas y políticas y, más espe- la facultad de comprensión sin ulterior propósito,
cialmente, en las ciencias administrativas. Estas fuese preocupación de hombres a quienes ningún
soidisant ciencias son, en lo sustancial, cuerpos de interés material desvía de tal investigación. La po-
máximas útiles para guiar a la clase ociosa en su sición protegida de la clase ociosa debería permitir
tarea gubernamental, realizada sobre la base de de- el libre juego del interés cognoscitivo entre los
fender la propiedad. El interés con que se estudia miembros de esa clase y, en consecuencia, debería-
esta disciplina no es, pues, por lo común, simple- mos tener, como creen confiadamente muchos au-
mente un interés intelectual o cognoscitivo. Es, en tores, una gran proporción de eruditos, hombres
gran parte, el interés práctico de las exigencias de de ciencia y sabios procedentes de esa clase y cuyo
esa relación de dominio en que están colocados los incentivo para dedicarse a la investigación ci~nt~­
miembros de la clase. Por lo que hace a su origen, ñca y la especulación fuesen resultado de la diSCI-
las tareas de gobierno constituyen una función de- plína de una vida de ocio. Hay que esperar, e?
predadora, que corresponde íntegramente al esque- cierta medida, ese resultado, pero hay característi-
ma general arcaico de la vida de la clase ociosa. cas del esquema general de la vida de la clase ocio-
Consisten en el ejercicio del control y la coacción sa acerca de las cuales ya hemos dicho lo sufi-
sobre la población de la que saca esa clase sus me- ci~nte, que desvían el interés intelectual de esa
dios de subsistencia. Esa disciplina, así como las clase hacia temas distintos de la secuencia causal
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de los fenómenos que constituyen el contenido de ma es la actitud de su descendiente actual, en la
las ciencias. Los hábitos mentales que caracteri- medida en que es heredero de todo el conjunto de
zan la vida de la clase son los determinados por la las virtudes de la clase superior. Pero los caminos
relación personal de dominio y por los conceptos de la herencia son múltiples y no todo hijo de un
derivados y valorativos del honor, el valor, el mé- caballero presenta esas características. La trasmí-
rito, el carácter y otros semejantes. La secuencia sión de los hábitos mentales característicos del
causal que constituye el contenido de las ciencias señor depredador es un tanto precaria, de modo
no es visible desde ese punto de vista. Tampoco especial en los linajes en los que sólo una o dos de
aumenta la buena reputación el conocimiento de las últimas generaciones han estado influidas por
hechos vulgarmente útiles. Por tanto, es probable la disciplina de la clase ociosa. Las posibilidades
que el interés de la comparación valorativa, en pun- de que se presente una fuerte inclinación, congé-
to a mérito pecuniario o de otro tipo honorífico, nita o adquirida, hacia el ejercicio de las aptitudes
ocupe la atención de la clase ociosa, en perjnicio cognoscitivas son, al parecer, mayores en aquellos
del interés cognoscitivo, y que allí donde se forma miembros de la clase ociosa que tienen anteceden-
este último interés se desvíe, por lo común, más tes de la clase inferior o de la clase media; es decir,
bien hacia campos de especulación o investigación los que han heredado el conjunto de aptitudes pro-
que fomentan la buena reputación y son fútiles, que pias de las clases industriosas, y que deben su
hacia el conocimiento científico. Tal ha sido, en puesto en las clases ociosas a la posesión de cuali-
realidad, la historia del saber sacerdotal y de la dades que tienen más importancia hoy de la que
clase ociosa mientras no se ha abierto paso hasta tenían en la época en que se modeló el esquema
'a disciplina académica un cuerpo considerable de general de la vida de la clase ociosa. Pero aun fuera
conocimientos sistematizados de origen extra-aca- de esos últimos reclutas de la clase ociosa hay un
démico. Pero desde que la relación de señorío y número suficientemente dominante para modelar
subordinación ha comenzado a dejar de ser el fac- sus concepciones teóricas y en los que la proclivi-
tor dominante y formativo del proceso vital de la dad hacia la teoría es suficientemente fuerte para
comunidad, hay otros rasgos del proceso vital y encaminarles a la investigación científica.
otros puntos de vista que se están imponiendo a los El saber superior debe, en parte, la intrusión de
eruditos. las ciencias a aquellos vástagos disidentes de la cla-
El caballero ocioso verdaderamente bien educa- se ociosa que han caldo bajo la influencia domí-
do debe ver y ve el mundo desde el punto de vis- nante de la tradición reciente de las relaciones ím-
ta de la relación personal; y el interés cognoscitivo personales y que han heredado un conjunto de
en la medida en que logra alcanzar expresión en él aptitudes humanas que difieren en ciertos rasgos
tiene que tratar de sistematizar los fenómenos so- importantes del temperamento característico del ré-
bre esa base. Así ocurre con el caballero de la gimen de status. Pero también en parte y en ma-
vieja escuela, en quien los ideales de la clase ociosa yor grado, debe la presencia de este cuerpo extraño
no han sufrido ninguna desintegración; y esa mis- de conocimiento científico a los miembros de las
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clases industriosas que se han encontrado en cír- timo con el proceso industrial y el interés económi-
cunstancias suficientemente buenas para poder de- ca; o acaso sea más cierto decir, en la proporción
dicar su atención a intereses distintos de la búsqueda en que cada uno de ellos se ha ido evadiendo su-
del sustento diario, y cuyas aptitudes heredadas de- cesivamente del dominio de las concepciones de
rivan de una época anterior al régimen de status, relación personal o status y de los cánones subor-
en el sentido de que sus procesos intelectuales no dinados a ella: el de la adaptación a fines antropo-
están dominados por el punto de vista valorativo y mórficos y el del valor honorífico. Sólo en la
antropomórlico. De estos dos grupos, que compren- medida en que las exigencias de la vida industrial
den aproximadamente toda la fuerza efectiva del moderna han impuesto el reconocimiento de la se-
progreso científico, es el último el que ha aportado cuencia causal en el contacto práctico de la huma-
una contribución mayor. Y con respecto a ambos, nidad con su medio, han llegado los hombres a
parece ser cierto que no son tanto la fuente como sistematizar los fenómenos de ese medio y los he-
el vehículo, o que todo lo más constituyen el ins- chos de su contacto con él en términos de secuen-
trumento de conmutación, por intermedio del cual cia causal. De tal modo que, así como el saber
los hábitos mentales impuestos a la comunidad por superior en su forma más desarrollada como flor
el contacto con su medio bajo las exigencias de la perlecta del escolasticismo y el clasicismo ha sido
vida social y de las industrias mecánicas modernas un subproducto del oficio sacerdotal y la vida del
son utilizados por el conocimiento teórico. ocio, puede decirse que la ciencia moderna es un
La ciencia -en el sentido de un reconocimiento subproducto del proceso industrial. Así, pues, los
articulado de la secuencia causal que hay en los hábitos mentales impuestos por la vida industrial
fenómenos, tanto físicos como sociales- no ha sido moderna han encontrado expresión y elaboración
un rasgo característico de la cultura occidental, coherentes como cuerpo de conocimientos cíentí-
sino desde que el proceso industrial de las comu- ficos teóricos que se ocupa de la secuencia causal
nidades occidentales ha llegado a ser sustancial- de los fenómenos, a través de esos grupos de hom-
mente un proceso de artificios mecánicos en el bres -investigadores, sabios, hombres de ciencia,
cual la tarea del hombre es simplemente la de dis- inventores, especuladores-, la mayor parte de los
criminar y evaluar las fuerzas materiales. La ciencia cuales ha realizado su obra más importante fuera
ha florecido aproximadamente en el mismo grado del abrigo de las instituciones académicas. Y en
en que la vida industrial de la comunidad se ha este campo extra-académico de la especulación cien-
conformado a esta pauta y en el mismo grado en tífica se han originado, de tiempo en tiempo, los
que el interés industrial ha dominado la vida de la cambios de método y de finalidad que han pasado
comunidad; y la ciencia, y en especial la teoría a la disciplina académica.
científica, ha avanzado en los diversos sectores de En relación con esto hay que notar que existe
la vida y el conocimiento humanos en la propor- una diferencia claramente perceptible de materia
ción en que cada uno de esos diversos sectores ha y finalidad entre la instrucción dada en las escue-
llegado sucesivamente a tomar un contacto más ín- las primarias y secundarias, por una parte, y en los
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seminarios superiores del saber, por otra. Puede actitud peculiar de las mujeres de la clase ociosa
que la diferencia existente entre ambas, por lo que en las circunstancias de la situación económica mo-
se refiere al carácter inmediatamente práctico de derna. La disciplina del Kindergarten se presenta,
las enseñanzas dadas y de los conocimientos ad- en su mejor forma -o en otros términos, está más
quiridos en ellas, tenga alguna importancia y me- alejada de los antiguos ideales patriarcales y peda-
rezca la atención que ha recibido de tiempo en gégicos-c-, en las comunidades industriales avanza-
tiempo; pero hay una diferencia sustancial en la das, donde hay un número considerable d 7 mujeres
inclinación mental y espiritual que favorecen una inteligentes y ociosas, y en las que el sistema de
y otra disciplina. La divergencia que existe entre status ha perdido una cierta parte de su rigor, bajo
el saber superior y el inferior es especialmente no- la influencia desintegradora de la vida industrial
table por lo que se refiere a la forma más reciente y la ausencia de un cuerpo coherente de tradicio-
de la educación primaria en las comunidades ín- nes militares y eclesiásticas. Su apoyo moral lo
dustriales avanzadas. En ellas la instrucción se en- encuentra en esas mujeres de buena posición. Las
camina de modo principal a la eficacia o destreza aspiraciones y métodos del Kindergarten ~on esen-
intelectual y manual, en la aprehensión y empl~ cialmente atractivos para esa clase de mujeres que
de hechos impersonales en su relación causal y no se encuentran a disgusto en las condiciones im-
en la honorífica. Es cierto que, bajo el imperio de puestas por el código pecuniario q~e establece las
las tradiciones antiguas, originadas cuando la edu- condiciones necesarias para que la VIda sea merece-
cación primaria era de modo predominante una dora de una buena reputación. Así, pues, el Kin-
mercancía consumida por la clase ociosa, en la ge- dergarten y todo lo que representa el espíritu del
neralidad de las escuelas primarias se hace un uso Kindergarten en la educación moderna debe atri-
liberal de la emulación para espolear la diligen- buirse, junto con el "movimiento de la mujer nue-
cia; pero incluso ese uso de la emulación como va" a esa revulsión contra la futilidad y la compa-
expediente está decayendo a todas luces en los gra- ración valorativa que en las circunstancias de la
dos primarios de la instrucción en aquellas comu- vida moderna provoca la vida de la clase ociosa en
nidades en las que la educación primaria no está las mujeres más inmediatamente expuestas a su
guiada por la tradición eclesiástica o militar. Todo disciplina. Resulta de este modo que la institución
esto es cierto de modo especial, sobre todo en el de una clase ociosa favorece también aquí indirec-
lado espiritual, de aquellas porciones del sistema edu- tamente el desarrollo de una actitud no-valorativa
cativo que han sufrido inmediatamente la influencia que puede, a la larga, resultar ser una amenaza
de los métodos e ideales del Kindergarten. para la estabilidad de la propia institución e in-
La tendencia peculiarmente no valorativa de la cluso para la estabilidad de la institución de la
disciplina del Kindergarten y el carácter similar propiedad privada en que aquélla se basa.
de la influencia del Kindergarten en la educación
primaria fuera de los límites propios de aquél, debe En el pasado reciente se han producido algunos
sor considerada en relación con lo ya dicho de la cambios tangibles en el campo de la enseñanza de
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los colegios y universidades. Esos cambios han con- Los fundamentos expresos, basándose en los cua-
sistido de modo principal en un desplazamiento les se ha tratado, hasta donde es posible, de mano
parcial de las humanidades -las ramas del saber tener intactas las pautas y métodos de cultura
que se concibe que favorecen a la cultura, el carác- recibidos por tradición, son igualmente caracterís-
ter, los gustos y los ideales tradicionales- por esas ticos del temperamento arcaico y de la teoría de
otras ramas del conocimiento que favorecen la efi- la vida propios de la clase ociosa. Por ejemplo, se
ciencia cfvica e industrial. Para expresar la misma considera "superiores", "más nobles", "más dignos",
cosa en otras palabras, esas ramas del conocimiento al goce y la tendencia derivada de la contempla-
que favorecen la eficiencia (en último término la ción habitual de la vida, ideales, especulaciones y
eficiencia productiva) han ido ganando gradual- métodos de consumir tiempo y cosas en boga en la
mente terreno sobre aquellas ramas que favorecen clase ociosa de la Antigüedad clásica, que a los que
un mayor consumo o una inferior eficiencia indus- resultan a este respecto de una familiaridad aná-
trial y un tipo de carácter adecuado al régimen de loga con la vida cotidiana y el conocimiento y as-
status. En esta adaptación del esquema instructivo, píraciones de la humanidad corriente de una comu-
las escuelas superiores se han encontrado, por lo nidad moderna. Ese saber, el contenido del cual
común, del lado conservador; cada paso que han es un conocimiento profundo de los hombres y las
dado hacia adelante ha tenido hasta cierto punto cosas actuales, es, en comparación con el clásico,
carácter de concesión. Las ciencias han entrado en "inferior", "bajo", "innoble" -a veces se llega ~
la disciplina del erudito, abriéndose paso a la fuer- aplicar a este conocimiento realista de la humani-
za desde fuera, por no decir desde abajo. Es no- dad y la vida cotidiana el epíteto de "sub-hu-
table que las humanidades que han cedido tan a mano".
regañadientes terreno a las ciencias están unifor- Esta afirmación de los defensores de las huma-
memente adaptadas para modelar el carácter del nidades que pertenecen a la clase ociosa parece
estudiante con arreglo a un esquema de consumo ser fundamentalmente certera. Desde el punto de
tradicional y egocéntrico; un esquema de cont~m· vista estético, el goce y la cultura ~ la actitud
plación y goce de la verdad, la belleza y el bien, espiritual o hábito mental- resultante~ de una con-
con arreglo a una pauta convencional de propiedad templación habitual del antro~omorfismo! del es-
y excelencia, la característica saliente de la cual píritu de clan y la complacencia ':~ s! mismo del
es el ocio -otium cum dignitate-. Los defensores caballero de antaño o de una familiaridad con las
de las humanidades han sostenido, en un lenguaje supersticiones animistas y la truculencia exuberan-
velado por su propia habituación al punto de vista te de los héroes homéricos, por ejemplo, es más
arcaico decoroso, el ideal encamado en la máxima legitima que los resultados correspondientes deri-
[ruges consumere nati. En las escuelas que han sido vados de un conocimiento realista de las cosas y
modeladas por una cultura de clase ociosa y se de una contemplación de la eficiencia cívica o ~n­
basan en ella, esa actitud no debe resultar sorpren- dustriosa contemporánea. No puede haber gran dIS-
dente. cusión respecto a que los hábitos primeramente
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mencionados son superiores en punto a valor es- esas ramas del saber y el punto de vista que re-
tético u honorífico y, en consecuencia, en punto a presentan en el sistema educativo a una vida colee-
la "dignidad", que es la base resultante de la com- tiva eficiente en las circunstancias industriales mo-
paración. El contenido de los cánones de gusto, y dernas -en qué medida favorecen una adaptación
más particularmente de los cánones de honor, es, más fácil a la situación económica actual. La cues-
por la naturaleza de las cosas, una resultante de la tión es económica, no estética; y los patrones del
vida anterior y de las circunstancias pasadas de saber de la clase ociosa que encuentran expresión
la raza, trasmitidas a la generación posterior por en la actitud despectiva de las escuelas superiores
herencia o por tradición; y el hecho de que un hacia el conoci'!1iento realista, deben valorarse, para
prolongado dominio de un esquema general de la nuestro propósito actual, sólo desde este punto de
vida depredador y propio de una clase ociosa haya vista. A este propósito, el uso de epítetos tales como
modelado profundamente los hábitos mentales y "noble", "bajo", "superior", "inferior", etc., sólo tie-
el punto de vista de la raza en el pasado, es una ne importancia en cuanto que muestra el ánimo y
base suficiente para un dominio estéticamente le- el punto de vista de los contendientes; tanto si de-
gítimo de tal esquema general de la vida en gran fienden la dignidad de lo nuevo, como si son parti-
parte de lo que concierne a los problemas de gus- darios de la dignidad de lo viejo. Todos esos epíte-
to en la actualidad. Para nuestro propósito actual, tos son honoríficos o humillantes; es decir, son
los cánones que regulan el gusto son hábitos ra- términos de comparación valorativa que, en último
ciales, adquiridos por una habituación más o menos análisis, entran en la categoría de lo que contribuye
prolongada a aprobar o desaprobar el tipo de co- a dar y mantener una buena reputación o a quitar-
sas sobre las que se emite un juicio de gusto favo- la; es decir, corresponden al conjunto de ideas que
rable o desfavorable. En igualdad de circunstan- caracteriza el esquema general de la vida del ré-
cias, cuanto más larga e ininterrumpida sea la gimen de status; es decir, son, en sustancia, expre-
habituación, más legitimo es el canon regulador sión deportiva -expresión del hábito mental depre-
del gusto de que se trate. Todo esto parece ser aún dador y animista; es decir, indican un punto de
más cierto de los juicios relativos a la valla o al vista y una teoría de la vida arcaicos, que pueden
honor, que de los juicios relativos al gusto. ser adecuados al estadio depredador de cultura y
Pero cualquiera que sea la legitimidad estética de organización económica del que derivan, pero
del juicio desfavorable recaído sobre la enseñanza que, desde el punto de vista de la eficiencia econó-
moderna en opinión de los defensores de las huma- mica en. el sentido más amplio de la palabra, son
nidades, y por reales que puedan ser los méritos anacromsmos contraproducentes.
de la afirmación de que la tradición clásica es más Los clásicos y la posición de privilegio que ocu-
digna y produce un carácter y una cultura más ver- pan en el esquema general de la educación, al que
daderamente humanos, no tiene nada que ver con se aferran con tan fuerte predilección los semina-
el problema que nos ocupa. De lc que se trata aho- rios superiores del saber, sirven para modelar la ac..
ra es de saber hasta qué punto son o no favorables titud intelectual y rebajar la eficiencia económica
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de la nueva generación erudita. Esto lo hacen no debe pesar poco en el juicio de quíenes piensan que
sólo sosteniendo un ideal humano arcaico, sino tam- el trabajo eficaz tiene poca importancia compara-
bién inculcando la discriminaoión entre el conocí- do con el cultivo de ideales decorosos:
miento cuya posesión realza la buena reputación y
el que la rebaja. Este resultado se consigue por dos 1am [ides et pax et honos pudorque
procedimientos: 1) inspirando una aversión habi- Priscus et neglecta redire virtus
tual hacia todo saber meramente útil frente al que Audet.
no es más que honorífico, y modelando así los gus-
tos del novicio de buena fe, haciéndole sentir como Debido a la circunstancia de que este conocimien-
placidos sus gustos única, o casi únicamente, en to ha pasado a ser parte de las exigencias elemen-
aquel ejercicio intelectual que no produce, de modo tales de nuestro sistema de educación, la capacidad
normal, ninguna ganancia industrial o social, y 2) de usar y entender algunas de las lenguas muertas
empleando el tiempo y el esfuerzo del estudiante del sur de Europa no sólo es agradable para la pero
en adquirir un conocimiento que no tiene utilidad, sana que encuentra ocasión de exhibir sus aptitu-
salvo en la medida en que ese saber se ha incorpo- des a este respecto, sino que la evidencia de tal
rado convencionalmente a la suma de saber nece- conocimiento sirve a la vez de recomendación a todo
sitada por el erudito y ha afectado, en consecuencia, sabio con respecto a su auditorio, tanto erudito
a la terminología y lenguaje empleados en las ramas como lego. Se supone, por lo general, que se ha
útiles del conocimiento. Salvo por lo que hace a empleado un cierto número de años en adquirir esa
esta dificultad terminológíca -que es en sí una información sustancialmente inútil, y su falta crea
consecuencia de la boga de los clásicos en el pasa- una presunción de saber apresurado y precario, así
do-, un conocimiento, por ejemplo, de las lenguas como de carácter vulgarmente práctico, igualmente
antiguas no tendría importancia práctica para nin- perjudicial con arreglo a las pautas convencionales
gún hombre de ciencia o erudito no ocupado pri- de erudición sólida y vigor intelectual.
mordialmente en tareas de carácter lingüístico. Na- Lo mismo-ocurre con la compra de cualquier ar-
turalmente, todo esto no tiene nada que ver con el tículo de consumo por un comprador que no es juez
valor cultural de los clásicos, ni hay aquí ninguna experto de los materiales o del trabajo empleado
intención de menospreciar la disciplina de los clá- en él. Hace su cálculo del valor del artículo basán-
sicos o la tendencia que su conocimiento da al es- dose, sobre todo, en la apariencia costosa del aca-
tudiante. Esa tendencia parece ser de carácter eco- bado de aquellas partes y rasgos decorativos que no
nómicamente contraproducente, pero este hecho tienen relación inmediata con la utilidad intrínseca
--en realidad bastante notorio- no tiene por qué del artículo; se presume que subsiste una cierta
preocupar a quien tiene la suerte de encontrar con- proporción, mal definida, entre el valor sustancial
suelo y vigor en la tradición clásica. El hecho de del artículo y el costo del adorno añadido para po-
que el saber clásico opere en el sentido de contra- derlo vender. La presunción de que ordinariamente
riar las aptitudes de trabajo de quien lo aprende, no puede haber una erudición sólida donde falta
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el conocimiento de los clásicos y las humanidades, yen un medio muy eficaz para adquirir o mantener
lleva a que el cuerpo estudiantil haga un ostensible una buena reputación.
derroche de tiempo y trabajo para adquirir ese Co- A este respecto, los clásicos no han tenido apenas
nocimiento. La importancia atribuida convencional rival hasta muy recientemente. En el continente eu-
mente a un cierto derroche ostensible como acce- ropeo siguen aún sin rival peligroso, pero como en
sorio de toda formación que da a quien la posee los últimos tiempos el atletismo escolar se ha abier-
una buena reputación, ha afectado a nuestros cá- to paso y ocupa un lugar reconocido como esfera
nones de gusto y de utilidad en materia de erudi- apropiada de brillo académico, esta última rama
ción, de modo muy semejante a como el mismo del saber -si el atletismo puede clasificarse como
principio ha influido en nuestro juicio acerca de la tal- se ha convertido en rival de los clásicos en
utilidad de los bienes manufacturados. punto a primacía en la educación de la clase ociosa
Es cierto que, en la medida en que el consumo en las escuelas norteamericanas e inglesas. Los de-
ostensible ha ganado más y más terreno sobre el portes atléticos tienen una evidente ventaja sobre el
ocio ostensible como medio de conseguir y mantener conocimiento de los clásicos en cuanto saber propio
una buena reputación, la adquisición de las lenguas de la clase ociosa, ya que el éxito como atleta pre-
muertas ha ido dejando de ser una exigencia tan sume no sólo un derroche de tiempo, sino también
imperativa como lo era antaño y que Su virtud ta- un derroche de dinero, así como la posesión de cier-
lismánica como vocero de la erudición ha sufrido tos rasgos de carácter y temperamento arcaicos y
una rebaja concomitante. Pero aunque esto es cier- nada industriales. En las universidades alemanas,
to, lo es también que los clásicos no han perdido el lugar ocupado en las norteamericanas e inglesas
apenas valor en cuanto prueba de respetabilidad por los deportes atléticos y las asociaciones estu-
erudita, ya que para ese propósito basta con que diantiles (fraternities) denominadas con letras grie-
el erudito pueda demostrar algún saber reconocido gas en cuanto ocupación académica de la clase ocio-
convencionalmente como prueba de haber gastado sa, lo han tenido en cierta medida una hábil y
tiempo en adquirirlo; y los clásicos se prestan con graduada capacidad de embriagarse y el duelo per-
gran facilidad a este uso. En realidad, caben pocas functorio.
dudas de que ha sido su utilidad como prueba de Es difícil que la clase ociosa y sus pautas de vir-
haber derrochado tiempo y esfuerzo y, por ende, tud -arcaísmo y derroche- hayan podido tener
de la fortaleza pecuniaria requerida para poderse influencia directa en la introducción de los clásicos
permitir este derroche, lo que ha asegurado a los dentro del esquema general del saber superior;
clásicos la posición preeminente que ocupan en el pero la tenaz retención de los clásicos en las escue-
esquema general del saber superior y lo que ha lle- las superiores y el alto grado de reputación unido
vado a que se les considere como el más honorífico a ellos se deben, sin duda, a que se conforman de
de todos los saberes. Sirven a los fines decorati- modo muy íntimo con las exigencias del arcaísmo
vos del saber de la clase ociosa mejor que cualquier y el derroche.
otro cuerpo de conocimiento y, por ende, constitu- La palabra "clásico" comporta siempre esta nota
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de derroche y arcaísmo, tanto si se usa para deno- adquirir el hábito del lenguaje que tiende al desuso.
tar las lenguas muertas o las formas anticuadas o sino también en cuanto demostración de que quien
desusadas de pensamiento y dicción en el lenguaje habla ha estado asociado habitualmente desde la
vivo, como si se emplea para denotar otras formas infancia con personas familiarizadas con ese tipo de
de actividad o aparato académico a los que se apli- lenguaje. Muestra, por tanto, los antecedentes de la
ca con menor propiedad. Así, por ejemplo, se de- clase ociosa que tiene esa persona. Una gran pure-
nomina inglés "clásico" al idioma arcaico de la len- za de lenguaje es una presunción de que se han
gua inglesa. Su uso es imperativo siempre que se dedicado varias vidas sucesivas a ocupaciones dis-
hable y se escriba acerca de temas serios, y la faci- tintas de las vulgarmente útiles; pero esa presun-
lidad en su empleo dignifica hasta la charla más ción no es, en modo alguno, una prueba concluyente.
trivial y llena de lugares comunes. Desde luego que El mejor ejemplo de clasicismo fútil que puede
la forma moderna de la dicción inglesa no se escribe encontrarse fuera del Lejano Oriente es la ortogra-
nunca. Hasta los escritores menos literarios o más fía convencional del idioma inglés. Una falta de co-
sensacionalistas tienen el sentido de esa convenien- rrección ortográfica es extremadamente molesta y
cia impuesta por la clase ociosa que requiere el capaz de desacreditar a cualquier persona a los ojos
arcaísmo en el lenguaje en un grado suficiente para de quienes poseen un sentido bien desarrollado de
impedirles caer en semejante lapsus. Por otra par- la verdad y la belleza. La ortografía inglesa satis-
te, el estilo más elevado y convencional de dicción face todas las exigencias de los cánones que regulan
arcaica sólo es de uso apropiado -y ello es muy la buena reputación bajo la ley del derroche osten-
característico- en las comunicaciones entre una di.. sible. Es arcaica, complicada e ineficaz; su adqui-
vinidad antropomórfica y sus súbditos. A medio sición consume mucho tiempo y esfuerzo; el hecho
camino entre los dos extremos se encuentra el len- de no haberla adquirido es fácil de captar. En con-
guaje cotidiano empleado en la conversación y la secuencia, es la primera y más fácil prueba de me-
literatura de la clase ociosa. recer o no una buena reputación en materia de sa-
La dicción elegante, tanto al hablar como al es- ber, y la conformidad con su ritual es indispensable
cribir, es un medio eficaz de conseguir y mantener para poder llevar una vida académica impecable.
una buena reputación. Es importante conocer con Con respecto a esta pureza de lenguaje, como con
alguna precisión el grado de arcaísmo convencional- respecto a otros puntos en donde hay un uso con-
mente requerido al hablar sobre cualquier tema. vencional basado en los cánones del arcaísmo y el
El uso es bastante distinto en el púlpito y en el derroche, quienes hablan en favor del uso adoptan
mercado; este último, como podría esperarse en instintivamente una actitud defensiva. Sostienen,
teoría, admite el empleo de palabras y giros relati- sobre todo, que un uso puntilloso de las locuciones
vamente nuevos y eficaces, aun por personas que antiguas y acreditadas sirve para trasmitir el pen-
cuidan en extremo su lenguaje. El evitar cuidadosa- samiento de modo más adecuado y preciso de lo
ment~ los neologismos es honorífico, no sólo por- que lo haría el uso directo de la forma más recien-
que mduce a creer que se ha gastado tiempo en te de inglés hablado; a pesar de ser evidente que
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las ideas de hoy se expresan eficazmente en la jerga
de hoy. El lenguaje clásico tiene la virtud honorí-
fica de la dignidad; provoca atención y respeto por-
quc es el método de comunicación acreditado den-
tro del esquema general de la vida de la clase
ociosa, ya que comporta una clara sugestión de que
quien lo emplea ha estado exento de toda ocupa-
ción industrial. La ventaja de las locuciones acre-
ditadas consiste en que favorecen una buena repu- Este libro se terminó de imprimir y encuader-
tación, y la favorecen porque son complicadas y nar en el mes de noviembre de 2005 en Im-
anticuadas y sugieren, por ende, un derroche de tiem- presora y Encuadernadora Progreso, S. A. de
po y la exención del uso y de la necesidad de em- C. V. (IEPSA). Calz. de San Lorenzo. 244; 09830
plear un lenguaje directo y vigoroso. México, D. F. Se tiraron 2 000 ejemplares.

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