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LA AURORA Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
La aurora de Nueva York tiene Tu apetencia de muerte y el gusto de su cuatro columnas de cieno boca. y un huracán de negras palomas La tristeza que tuvo tu valiente alegría. que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime Tardará mucho tiempo en nacer, si es por las inmensas escaleras que nace, buscando entre las aristas un andaluz tan claro, tan rico de nardos de angustia dibujada. aventura. La aurora llega y nadie la recibe en su Yo canto su elegancia con palabras que boca gimen porque allí no hay mañana ni esperanza y recuerdo una brisa triste por los posible. olivos. A veces las monedas en enjambres “Llanto por la muerte de I. furiosos Sánchez Mejías” taladran y devoran abandonados niños. Los primeros que salen comprenden con sus huesos que no habrá paraíso ni amores ROMANCERO GITANO deshojados; saben que van al cieno de números y ROMANCE DE LA PENA NEGRA leyes, A José Navarro Pardo a los juegos sin arte, a sudores sin Las piquetas de los gallos fruto. cavan buscando la aurora, La luz es sepultada por cadenas y cuando por el monte oscuro ruidos baja Soledad Montoya. en impúdico reto de ciencia sin raíces. Cobre amarillo, su carne, Por los barrios hay gentes que vacilan huele a caballo y a sombra. insomnes Yunques ahumados sus pechos, como recién salidas de un naufragio de gimen canciones redondas. sangre. Soledad, ¿por quién preguntas “Poeta en N. York” sin compaña y a estas horas? Pregunte por quien pregunte, IV.- ALMA AUSENTE dime: ¿a ti qué se te importa? No te conoce el toro ni la higuera, Vengo a buscar lo que busco, ni caballos ni hormigas de tu casa. mi alegría y mi persona. No te conoce el niño ni la tarde Soledad de mis pesares, porque te has muerto para siempre. caballo que se desboca, al fin encuentra la mar No te conoce el lomo de la piedra, y se lo tragan las olas. ni el rasgo negro donde te destrozas. No me recuerdes el mar, No te conoce tu recuerdo mudo que la pena negra, brota porque te has muerto para siempre. en las tierras de aceituna bajo el rumor de las hojas. El otoño vendrá con caracolas, ¡Soledad, qué pena tienes! uva de niebla y montes agrupados, ¡Qué pena tan lastimosa! pero nadie querrá mirar tus ojos Lloras zumo de limón porque tú has muerto para siempre. agrio de espera y de boca. Porque, tú has muerto para siempre ¡Qué pena tan grande! Corro como todos los muertos de la Tierra, mi casa como una loca, como todos los muertos que se olvidan mis dos trenzas por el suelo, en un montón de perros apagados. de la cocina a la alcoba. ¡Qué pena! Me estoy poniendo No te conoce nadie. No. Pero yo te de azabache carne y ropa. canto. ¡Ay, mis camisas de hilo! ¡Ay, mis muslos de amapola! con un niño de la mano. Soledad: lava tu cuerpo con agua de las alondras, Dentro de la fragua lloran, y deja tu corazón dando gritos, los gitanos. en paz, Soledad Montoya. El aire la vela, vela. El aire la está velando. Por abajo canta el río: volante de cielo y hojas. MUERTE DE ANTOÑITO EL Con flores de calabaza, CAMBORIO la nueva luz se corona. A José Antonio Rubio ¡Oh pena de los gitanos! Sacristán Pena limpia y siempre sola. Voces de muerte sonaron ¡Oh pena de cauce oculto cerca del Guadalquivir. y madrugada remota! Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil. ROMANCE DE LA LUNA, LUNA Les clavó sobre las botas A Conchita García Lorca mordiscos de jabalí. La luna vino a la fragua En la lucha daba saltos con su polisón de nardos. jabonados de delfín. El niño la mira, mira. Bañó con sangre enemiga El niño la está mirando. su corbata carmesí, pero eran cuatro puñales En el aire conmovido y tuvo que sucumbir. mueve la luna sus brazos Cuando las estrella clavan y enseña, lúbrica y pura, rejones al agua gris, sus senos de duro estaño. cuando los erales sueñan verónicas de alhelí, Huye luna, luna, luna. voces de muerte sonaron Si vinieran los gitanos, cerca del Guadalquivir. harían con tu corazón collares y anillos blancos. Antonio Torres Heredia. Camborio de dura crin, Niño, déjame que baile. moreno de verde luna, Cuando vengan los gitanos, voz de clavel varonil: te encontrarán sobre el yunque ¿Quién te ha quitado la vida con los ojillos cerrados. cerca del Guadalquivir? Mis cuatro primos Heredias Huye luna, luna, luna, Hijos de Benamejí. que ya siento sus caballos. Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí. Niño, déjame, no pises Zapatos color corinto, mi blancor almidonado. medallones de marfil, y este cutis amasado El jinete se acercaba con aceituna y jazmín. tocando el tambor del llano. ¡Ay, Antoñito el Camborio, Dentro de la fragua el niño, digno de una Emperatriz! tiene los ojos cerrados. Acuérdate de la Virgen porque te vas a morir. Por el olivar venían, ¡Ay Federico García, bronce y sueño, los gitanos. llama a la guardia civil! Las cabezas levantadas Ya mi talle se ha quebrado y los ojos entornados. como caña de maíz.
Cómo canta la zumaya, Tres golpes de sangre tuvo
¡ay, cómo canta en el árbol! y se murió de perfil. Por el cielo va la luna Viva moneda que nunca se volverá a repetir. alrededor de tu faja. Un ángel marchoso pone Pero yo ya no soy yo, su cabeza en un cojín. ni mi casa es ya mi casa. Otros de rubor cansado -Dejadme subir al menos encendieron un candil. hasta las altas barandas; Y cuando los cuatro primos ¡dejadme subir!, dejadme, llegan a Benamejí, hasta las verdes barandas. voces de muerte cesaron Barandales de la luna cerca del Guadalquivir. por donde retumba el agua.
ROMANCE SONÁMBULO Ya suben los dos compadres
Verde que te quiero verde. hacia las altas barandas. verde viento. Verdes ramas. Dejando un rastro de sangre. El barco sobre el mar Dejando un rastro de lágrimas. y el caballo en la montaña. Temblando en los tejados Con la sombra en la cintura farolillos de hojalata. ella sueña en su baranda, Mil panderos de cristal verde carne, pelo verde, herían la madrugada. con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde, Verde que te quiero verde. verde viento verde ramas. Bajo la luna gitana, Los dos compadres subieron. las cosas la están mirando El largo viento dejaba y ella no puede mirarlas. en la boca de un raro gusto Verde que te quiero verde. de hiel, de menta y de albahaca. Grandes estrellas de escarcha ¡Compadre! ¿Dónde está, dime, vienen con el pez de sombra dónde está tu niña amarga? que abre el camino del alba. ¡Cuántas veces te esperó! La higuera frota su viento ¡Cuántas veces te esperara, con la lija de sus ramas, cara fresca, negro pelo, y el monte, gato garduño, en esta verde baranda! eriza sus pitas agrias. Sobre el rostro del aljibe Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde...? se mecía la gitana. Ella sigue en su baranda, Verde carne, pelo verde, verde carne, pelo verde, con los ojos de fría plata. soñando en la mar amarga. Un carámbano de luna -Compadre, quiero cambiar la sostiene sobre el agua. mi caballo por su casa, La noche se puso íntima mi montura por su espejo, como una pequeña plaza. mi cuchillo por su manta. Guardias civiles, borrachos Compadre, vengo sangrando, en la puerta golpeaban. desde los puertos de Cabra. Verde que te quiero verde. -Si yo pudiera, mocito, Verde viento, verdes ramas. este trato se cerraba. El barco sobre el mar. Pero yo ya no soy yo. Y el caballo en la montaña. ni mi casa es ya mi casa. -Compadre, quiero morir ROMANCE DE LA GUARDIA CIVIL decentemente en mi cama. ESPAÑOLA A Juan Guerrero De acero, si puede ser, Cónsul General de la Poesía con las sábanas de holanda. ¿No ves la herida que tengo Los caballos negros son. desde el pecho a la garganta Las herraduras son negras. -Trescientas rosas morenas Sobre las capas relucen lleva tu pechera blanca. manchas de tinta y de cera. Tu sangre rezuma y huele Tienen, por eso no lloran, de plomo las calaveras. Apaga tus verdes luces Con el alma de charol que viene la benemérita. vienen por la carretera. ¡Oh ciudad de los gitanos! Jorobados y nocturnos, ¿Quién te vio y no te recuerda? por donde animan ordenan Dejadla lejos del mar, silencios de goma oscura sin peines para sus crenchas. y miedos de fina arena. Pasan, si quieren pasar, Avanzan de dos en fondo y ocultan en la cabeza a la ciudad de la fiesta. una vaga astronomía Un rumor de siemprevivas de pistolas inconcretas. invade las cartucheras. Avanzan de dos en fondo. ¡Oh ciudad de los gitanos! Doble nocturno de tela. En las esquinas, banderas. El cielo, se les antoja, La luna y la calabaza una vitrina de espuelas. con las guindas en conserva. ¡Oh ciudad de los gitanos! La ciudad libre de miedo, ¿Quién te vio y no te recuerda? multiplicaba sus puertas. Ciudad de dolor y almizcle, Cuarenta guardias civiles con las torres de canela. entran a saco por ellas. Los relojes se pararon, Cuando llegaba la noche, y el coñac de las botellas noche que noche nochera, se disfrazó de noviembre los gitanos en sus fraguas para no infundir sospechas. forjaban soles y flechas. Un vuelo de gritos largos Un caballo malherido, se levantó en las veletas. llamaba a todas las puertas. Los sables cortan las brisas Gallos de vidrio cantaban que los cascos atropellan. por Jerez de la Frontera. Por las calles de penumbra El viento, vuelve desnudo huyen las gitanas viejas la esquina de la sorpresa, con los cabellos dormidos en la noche platinoche y las orzas de monedas. noche, que noche nochera. Por las calles empinadas suben las capas siniestras, La Virgen y San José dejando atrás fugaces perdieron sus castañuelas, remolinos de tijeras. y buscan a los gitanos para ver si las encuentran. En el portal de Belén La Virgen viene vestida los gitanos se congregan. con un traje de alcaldesa San José, lleno de heridas, de papel de chocolate amortaja a una doncella. con los collares de almendras. Tercos fusiles agudos San José mueve los brazos por toda la noche suenan. bajo una capa de seda. La Virgen cura a los niños Detrás va Pedro Domecq con salivilla de estrella. con tres sultanes de Persia. Pero la Guardia Civil La media luna soñaba avanza sembrando hogueras, un éxtasis de cigüeña. donde joven y desnuda Estandartes y faroles la imaginación se quema. invaden las azoteas. Rosa la de los Camborios, Por los espejos sollozan gime sentada en su puerta bailarinas sin caderas. con sus dos pechos cortados Agua y sombra, sombra y agua puestos en una bandeja. por Jerez de la Frontera. Y otras muchachas corrían perseguidas por sus trenzas, ¡Oh ciudad de los gitanos! en un aire donde estallan En las esquinas, banderas. rosas de pólvora negra. Cuando todos los tejados eran surcos en la sierra, el alba meció sus hombros en largo perfil de piedra.
¡Oh ciudad de los gitanos!
La Guardia Civil se aleja por un túnel de silencio mientras las llamas te cercan.
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda? Que te busquen en mi frente. Juego de luna y arena.
CANCIÓN DEL JINETE
Córdoba. Lejana y sola.
Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja. Aunque sepa los caminos yo nunca llegaré a Córdoba.
Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja. La muerte me está mirando desde las torres de Córdoba.
¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa! ¡Ay que la muerte me espera, antes de llegar a Córdoba!