Cuentos Ilustrados
Cuentos Ilustrados
Cuentos Ilustrados
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de
que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las
pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
Las moscas. Fábula y poesía para niños
En un frondoso
bosque, de un
panal se derramó
una rica y
deliciosa miel, y
las moscas
acudieron
rápidamente y
ansiosas a
devorarla. Y la
miel era tan dulce y exquisita que las moscas no podían dejar de comerlas.
Lo que no se dieron cuenta las moscas es que sus patas se fueron prendiendo en la miel y que ya no
podían alzar el vuelo de nuevo.
- ¡Nos morimos, desgraciadas nosotras, por quererlo tomar todo en un instante de placer!
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron que el niño reflexionase
sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN
Lleva unos días preparando un regalo muy especial para aquellos que más quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá cuando descubre por la mañana un buenos días, preciosa debajo
de la almohada; o cuando papá encuentra en su coche un te quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir bien: gracias, te
quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de felicidad de la
gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres intentarlo tú y ser un
mago de las palabras amables?
FIN
la liebre y la tortuga, sobre el esfuerzo
- Sí, sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
Así que todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida
y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.
Astuta y muy confiada en si misma, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla
de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin
parar. Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar
antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras
paso, lentamente, pero sin detenerse.
Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la
meta. En un sobresalto, salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había
alcanzado la meta y ganado la carrera!
Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los
demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Y que nadie, absolutamente nadie, es mejor que nadie
Esta fábula enseña a los niños que no hay que burlarse jamás de los demás y que el exceso de confianza
puede ser un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.
Si conoces alguna otra fábula para niños y quieres compartirla con nosotros y los demás padres,
estaremos encantados de recibirla.