Las Cruzadas

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LAS CRUZADAS, ¿CUANTAS SON Y CUALES FUERON SUS

CONSECUENCIAS?

Introducción

Las cruzadas fueron expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa
occidental, normalmente a petición del Papa, en el territorio conocido como Tierra Santa, que
estaba bajo control de los musulmanes. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el
brazo armado de la política papal.

En un esfuerzo por entender por qué los cruzados las llevaron a cabo, los historiadores han
apuntado como razones el dramático crecimiento de la población europea y la actividad
comercial entre los siglos XII y XIV. Las Cruzadas, por tanto, se explican como el medio de
encontrar un amplio espacio donde acomodar parte de esa población en crecimiento; y como
el medio de dar salida a las ambiciones de nobles y caballeros, ávidos de tierras. Las
expediciones ofrecían, como se ha señalado, ricas oportunidades comerciales a los
mercaderes de las pujantes ciudades de occidente, particularmente a las ciudades italianas de
Génova, Pisa y Venecia.

Aunque estas explicaciones acerca de las Cruzadas quizá tengan alguna validez, los
cruzados no pensaron encontrarse con los peligros de enfermedades, las largas marchas
terrestres y la posibilidad de morir en combate en tierras lejanas. La idea de que los cruzados
obtuvieron grandes riquezas es cada vez más difícil de justificar; la Cruzada fue un asunto
extremadamente caro para un caballero que tuviera el propósito de actuar en Oriente si se
costeaba por sí mismo la expedición, ya que probablemente le suponía un gasto equivalente a
cuatro veces sus ingresos anuales.

A pesar de esto las cruzadas fueron trascendiendo y tomaron su cimiento en la compresión


de la sociedad que apoyo este fenómeno.

Desarrollo

Historia de las Cruzadas

A su alrededor se han forjado mitos y leyendas muy alejadas de la realidad histórica y que
la literatura se ha encargado de difundir.
Estas campañas se extendieron hasta el siglo XIII y se caracterizaban por la bendición que
les concedió la Iglesia, otorgando privilegios temporales a los combatientes.

El origen de las Cruzadas

La I Cruzada fue predicada por el Papa Urbano II en el Concilio de Clermont (1095), tras
la conquista de Jerusalén por los turcos selyúcidas (1076) y las peticiones de ayuda del
emperador bizantino Alejo I Comneno. Aparte de la recuperación de los Santos Lugares, con
su clara connotación religiosa, los Papas vieron las Cruzadas como un instrumento de
ensamblaje espiritual que superase las tensiones entre Roma y Constantinopla, que además
elevaría su prestigio en la lucha contra los emperadores germanos, afianzando su poder sobre
los poderes laicos. También como un medio de desviar la guerra endémica entre los señores
cristianos hacia una causa justa que pudiera ser común a todos ellos, la lucha contra el infiel.

El éxito de esta iniciativa y su conversión en un fenómeno histórico que se extenderá


durante dos siglos, se deberá tanto a aspectos de la vida económica y social de los siglos XI al
XIII, como a cuestiones políticas y religiosas, en las que intervendrán una gran variedad de
agentes: como la difícil situación de las masas populares de Europa occidental; el ambiente
escatológico, que hacía de la peregrinación a Jerusalén el cumplimiento del supremo destino
religioso de los fieles; o los intereses comerciales de las ciudades del norte de Italia que
participaban en estas expediciones y que encontraron en las cruzadas su oportunidad de
intensificar sus relaciones comerciales con el mediterráneo oriental, convirtiéndose en las
grandes beneficiarias del proceso. Los comerciantes italianos reabrieron el Mediterráneo
oriental al comercio occidental, monopolizaron el tráfico y se convirtieron en intermediarios
y distribuidores en Europa de las especies y otros productos traídos de China e India.

También tuvo su papel la necesidad de expansión de la sociedad feudal, en la que el marco


de la organización señorial se vio desbordado por el crecimiento, obligando a emigrar a
muchos segundones de la pequeña nobleza en busca de nuevas posibilidades de lucro. De esta
procedencia eran la mayoría de los caballeros franconormandos que formaron la mayor parte
de los contingentes de la primera cruzada.

Espiritualmente dos corrientes coinciden en las Cruzadas. Por un lado, la idea de un


itinerario espiritual que enlaza la cruzada con la vieja costumbre penitencial de la
peregrinación. Así se intenta alcanzar la Jerusalén celestial por vía de la Jerusalén terrestre.
Ambas a ojos del cristiano del siglo XI resultaban prácticamente inseparables. Y más que
para los caballeros para las masas populares imbuidas de unas ideas mesiánicas y en extremo
anarquizantes, que chocaron repetidamente con el orden social establecido. Son las llamadas
cruzadas populares, como la de Pedro el Ermitaño, que precedió a la expedición de los
caballeros, la de los Niños (1212) y la los Pastoreaux (1250). Por otro lado, está la idea de
una "guerra santa" contra los infieles, en la que Jerusalén no constituye el único objetivo, se
lucha contra el Islam.

Las ocho Cruzadas

La historiografía tradicional contabiliza ocho cruzadas, aunque en realidad el número de


expediciones fue mayor. Las tres primeras se centraron en Palestina, para luego volver la
vista al Norte de África o servir a otros intereses, como la IV Cruzada.

La I cruzada (1095-1099) dirigida por Godofredo de Bouillon, Raimundo IV de Tolosa y


Bohemundo I de Tarento culminó con la conquista de Jerusalén (1099), tras la toma de Nicea
(1097) y Antioquia (1098), y la formación de los estados latinos en Tierra Santa: el reino de
Jerusalén (1099), el principado de Antioquia (1098) y los condados de Edesa (1098) y Trípoli
(1199).

La II Cruzada (1147-1149) predicada por San Bernardo de Clairvaux tras la toma de


Edesa por los turcos, y dirigida por Luis VII de Francia y el emperador Conrado III, terminó
con el fracasado asalto a Damasco (1148).

La III Cruzada (1189-1192) fue una consecuencia directa de la toma de Jerusalén (1187)
por Saladino. Dirigida por Ricardo Corazón de Léon, Felipe II Augusto de Francia y Federico
III de Alemania, no alcanzó sus objetivos, aunque Ricardo tomaría Chipre (1191) para
cederla luego al Rey de Jerusalén, y junto a Felipe Augusto, Acre (1191)

La IV Cruzada (1202-1204), inspirada por Inocencio III ya contra Egipto, terminó


desviándose hacia el Imperio Bizantino por la intervención de los venecianos, que la
utilizaron en su propio beneficio Tras la toma y saqueo de Constantinopla (1204) se
constituyó sobre el viejo Bizancio el Imperio Latino de Occidente, organizado feudalmente y
con una autoridad muy débil. Desapareció en 1291 ante la reacción bizantina que
constituyeron el llamado Imperio de Nicea, al tiempo que Génova sustituía a Venecia en el
control del comercio bizantino.

La V (1217-1221) y la VII (1248-1254) Cruzadas, dirigidas por Andrés II de Hungría y


Juan de Brienne, y Luis IX de Francia, respectivamente, tuvieron como objetivo el sultanato
de Egipto y ambas terminaron en rotundos fracasos.

La VIII cruzada (1271) también fue iniciativa de Luis IX. Dirigida contra Túnez
concluyó con la muerte de San Luis ante la ciudad sitiada.

La VI Cruzada (1228-1229) fue la más extraña de todas, dirigida por un soberano


excomulgado, Federico II de Alemania, alcanzó unos objetivos sorprendentes para la época:
el condominio confesional de Jerusalén, Belén y Nazareth (1299), status que sin embargo
duraría pocos años.

Consecuencias

Las Cruzadas influyeron en múltiples aspectos de la vida medieval, aunque, en general, no


cumplieron los objetivos esperados. Casi todas las expediciones militares sufrieron
importantes derrotas. Jerusalén se perdería en 1187 y lo que quedó de las posiciones
cristianas tras la III Cruzada hasta su definitiva pérdida en el siglo XIII (San Juan de Acre -
1291) se limitaba a una estrecha franja litoral cuya pérdida era cuestión de tiempo. Además,
los señores de Occidente llevaron sus diferencias tanto a las propias Cruzadas (Luis VII de
Francia y Conrado III en la II Cruzada; Ricardo Corazón de León y Felipe II Augusto en la
III) como a los estados cristianos fundados en Tierra Santa, dónde los intereses de los
diferentes grupos dieron lugar a numerosos conflictos.

En el intento de re ensamblar las cristiandades latina y griega, no sólo falló la Cruzada,


sino que acentuó el odio y la diferencia entre ellas, convirtiéndose en causa última de la
ruptura definitiva entre Roma y Bizancio. Cierto es que Bizancio pidió ayuda a Occidente,
pero al modo tradicional, pequeños grupos de soldados que le ayudasen a recobrar las
provincias perdidas, no con grandes ejércitos poco dispuestos a someterse a la disciplina de
los mandos bizantinos, o que se convirtieran en poderes independientes en las tierras que
ocupasen o en la propia Constantinopla, como ocurrió en la IV Cruzada. Historiadores como
Ana Comneno o Guillermo de Tiro nos han dejado testimonios del impacto del paso de los
cruzados por las tierras bizantinas y el choque entre la brutalidad de costumbres de los
occidentales y el refinamiento cultural bizantino.

Por último, y a pesar de los réditos políticos que las Cruzadas tuvieron para el Papado
como director de la política exterior europea, pronto se encontró Roma con voces que
criticaban su uso como instrumento al servicio de los intereses papales, sobre todo desde que
no se limitaron a los musulmanes, y se dirigieron también contra los disidentes religiosos o
los enemigos políticos.

Conclusión

Las cruzadas casi no afectaron al medio oriente.

Las cruzadas no solo fueron impulsadas por el deseo religioso de recuperar los lugares
santos, sino también por el deseo de tierras y botín.

La única cruzada que tuvo algún éxito fue la primera.

En realidad fueron diez cruzadas, pero la de los labriegos y la de los niños no se cuentan
por haber sido demasiado pequeñas y no haber obtenido ningún éxito.

Las cruzadas no cumplieron su objetivo, pero si beneficiaron a Europa y mejoraron su


situación económica.

Lo que se consiguió fue:

Desde el punto de vista social.

 Mejorar las relaciones entre las naciones cristianas de Occidente para combatir al
infiel.
 La comunidad de intereses y peligros de los cruzados, debilitaron las luchas del
feudalismo.
 Fortaleció la autoridad del monarca, al no tener que luchar contra los grandes
vasallos.
 Se elevó el nivel moral del pueblo por el interés espiritual de la lucha.

Desde el punto de vista político.


 Impidieron que los turcos y árabes, intentaran la conquista de Europa, retrasando la
conquista de Constantinopla cuatro siglos.
 Los señores feudales, al ausentase y someterse a unas normas, aprendieron a
obedecer.

Desde el punto de vista militar.

 Los cruzados se acostumbraron a la disciplina y perfeccionaron el ate militar.


 Se instituyeron torneos, como escuela militar de los caballeros.
 Desde el punto de vista comercial.
 Los frecuentes viajes y los contactos con Oriente, fomentaron el comercio y la
marina. Los puertos de Venecia, Génova, Pisa, Marsella… aumentaron de tráfico.
 Se perfeccionaron cultivos e industrias, aportando nuevas mercancías al mercado
Europeo, como la caña de azúcar, las especias…

Desde el punto de vista cultural.

 Se desarrollan el estudio de la geografía y del arte de navegar.


 Los conocimientos que los árabes tenían de las matemáticas y la medicina se
aprovecharon.
 Se desarrolló la literatura de naturaleza heroica y de aventuras.

Referencias Bibliográficas:

http://www.arteguias.com/cruzadas.htm

https://sobrehistoria.com/las-cruzadas-origen-historia-consecuencias/

https://endrina.wordpress.com/2012/10/14/las-cruzadas/

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