Empresas Transnacionales
Empresas Transnacionales
Empresas Transnacionales
Definiciones y conceptos.
En años recientes, importantes cambios se han presentado en el sistema
económico mundial. Uno de los fenómenos más notables de la economía
contemporánea, es la presencia dominante y el crecimiento acelerado de las
empresas transnacionales. Éstas, desempeñan un rol importante como parte de los
llamados “nuevos actores”.1 Son una manifestación de la globalización que
actualmente vivimos. La globalización se comprende como el proceso por el que la
creciente comunicación e interdependencia entre distintos países del mundo unifica
mercados, sociedades y culturas dándoles con esto un carácter global. 2 Así, los
modos de producción y movimientos de capital se ordenan a escala planetaria.
Mientras, los gobiernos van haciendo una transición en sus atribuciones tanto en
términos de recursos, como en términos de influencias, en lo que se ha denominado
la sociedad en red.
De esta manera, los Estados han dejado de ser los únicos actores dentro de las
relaciones internacionales.3 Estos nuevos actores que actualmente están
acaparando el centro del escenario mundial, generalmente pertenecen al sector
privado.4 Su área de influencia no está limitada única y exclusivamente al sector
económico, sino que se vinculan entre si a procesos políticos y sociales. Una forma
de aquilatar la importancia de este tipo de empresas, es examinando su presencia
dominante en los diversos sectores. Los recientes flujos de inversión extranjera
directa se caracterizan no sólo por su elevado volumen, sino por las
transformaciones cualitativas que se estarían produciendo en las estrategias y
modos de operación de las empresas transnacionales.5
La definición de las transnacionales, se ha vuelto un tema de difícil debate ya
que en primer momento, este fenómeno se conoció y estudió bajo la denominación
de multinacionales con características y alcances limitados respecto a las actuales
transnacionales.6 Los términos internacional, pluri-nacional, supranacional,
globales, cosmopolitas, grandes unidades inter- territoriales, multinacional,
transnacional o sociedades globales,7 son instituciones que están presentes en
todas las esferas de la vida económica, social, política y cultural. Responden como
sinónimos de empresas con importantes inversiones en el exterior. Las entendemos
así, en cuanto tienen subsidiarias o filiales en uno o más países.8 En general y para
nuestros propósitos, usaremos el término empresa transnacional que responde a la
denominación oficialmente aceptada por Naciones Unidas y que es la comúnmente
utilizada en América Latina.
Resulta difícil dar una definición única y aplicable para lo que es una empresa
transnacional. Los términos para referirse a éstas, varían de acuerdo al país o región
en que se sitúan. Por lo tanto, también existen diversas definiciones que
caracterizan a las compañías transnacionales. Se proporcionarán diversas
definiciones, especialmente internacionales para poder entender el concepto lo
mejor posible. Ahora bien, una definición base sobre lo que es una empresa
transnacional, surge cuando se piensa en las diversas nociones que se encuentran
en la doctrina y en las organizaciones internacionales. Se denominan
transnacionales, a las empresas que producen en más de un país, que exportan e
importan, por lo que traen como consecuencia el incremento en los flujos de
inversión extranjera directa.9 Son empresas que desbordan las fronteras nacionales,
instalando activos o productivos, asumiendo el control de ellos en más de un país.
Las transnacionales pueden definirse como las empresas que acumulan o
reproducen su capital, en un espacio compuesto por varios países. Aseguran
mediante flujos de inversión extranjera directa, el control sobre las unidades
reproductivas situadas en el exterior y derivando de ellas un flujo estable de
ganancias. Por otro lado Robbins y Stobaugh, precisan que el término abarca
cualquier empresa que tenga ataduras en el extranjero, el tamaño y la amplitud de
las operaciones en el exterior. Ésta empresa determinará las tácticas empleadas
para buscar los beneficios de la transnacionalidad.10 Éstos criterios son similares a
los que proponen los autores Dunning, Brooke, Remmers, y Hirsch, exponen que
una empresa toma la decisión de volverse multinacional cuando decide adquirir o
establecer una fábrica en el extranjero.11
Por otra parte, de acuerdo a un estudio realizado por el “Centro de Naciones
Unidas sobre las Corporaciones Transnacionales en 1994”, se estableció que:
A una firma transnacional se le define como una empresa o
grupo de empresas constituida por una sociedad matriz de
conformidad con la legislación de un país que, a partir de su
sede se implanta en el extranjero con sus filiales e inversiones
directas (fusión, privatizaciones y adquisiciones). Con una
estrategia concebida a nivel mundial encaminada
a quitar cualquier obstáculo a la expansión y al libre
movimiento de los poderosos consorcios y monopolios
transnacionales.12
Por otro lado, en la “Declaración tripartita sobre las empresas
multinacionales y la política social” elaborada por la Organización Internacional del
Trabajo, dice que:
La expresión empresas multinacionales se utiliza para
designar las distintas empresas (compañías matrices,
unidades locales o ambas, así como también el conjunto de la
empresa) según la distribución de responsabilidades entre
ellas, partiendo de la base de que se presentarán la
cooperación y la mutua asistencia cuando sea necesario para
facilitar la aplicación de los principios establecidos. Se refiere
a que sea de dominio público, privado o mixto, que sean
propietarias o controlen la producción, la distribución, los
servicios u otras facilidades fuera del país donde tienen su
sede.13
Además, el grado de autonomía de las distintas entidades que componen la
empresa multinacional en relación con las demás, varía grandemente de una
empresa multinacional a otra. Depende del carácter de los lazos existentes entre
estas unidades y sus respectivos campos de actividad, y también se debe tener en
cuenta la gran diversidad en la forma de propiedad, tamaño, el carácter y la
localización de las operaciones de las empresas.
La mayoría de las transnacionales cuentan con las siguientes particularidades;
tienden a constituir un sistema integral que contienen en si mismo las más variadas
formas y tipos de capital. Además, conforman sus propios sistemas de
financiamiento con alta eficiencia. Éste sistema se maneja mediante la operación
del capital productivo y se distribuye en la esfera internacional de acuerdo con el
comportamiento de los mercados nacionales, así como en función de la ubicación
estratégica de las materias primas.14 Las corporaciones transnacionales por sus
poderes hegemónicos, se han constituido en súper Estados dentro los Estados
nacionales. Por otra parte, el “Grupo de Trabajo de la Comisión de Empresas
Transnacionales de Naciones Unidas” encargado de la redacción del proyecto del
“Código de Empresas Transnacionales” define a las empresas transnacionales
como:
Las empresas, cualquiera fuera de su país y propiedad
privada, pública o mixta, que comprenden entidades en dos o
más países, sin importar la forma legal y los campos de
actividades de estas entidades. Operan bajo un sistema de
decisión, que permite políticas coherentes y una estrategia
común por medio de uno o más centros de decisión, al cual
están ligadas por vínculos de propiedad u otros. De tal
manera, que una o más de ellas pueden ejercer una influencia
significativa sobre las actividades de otras y en particular,
compartir conocimientos, recursos y responsabilidades con las
otras.15
Asimismo, son consideradas como enormes compañías con unidades
manufactureras establecidas en todo el mundo, para lograr menores costos de
producción y abastecer mercados mundiales sobre una base integrada vertical y
horizontalmente bajo las indicaciones de una política proveniente de la matriz. Al
mismo tiempo, otra definición generalmente aceptada dice que las sociedades
multinacionales son:
Entidades cuyos poderes de decisión van a influir en grados
diversos sobre el tejido socioeconómico debido a las
actividades y la estructura de decisiones (…), una sociedad
con actividades en varios países y cuyos poderes de decisión
y estructura están más o menos concentrados en provecho de
un único país (…), organización administrada por poderes
generalmente privados, cuyas actividades se extienden más
allá de las fronteras del estado-nación permaneciendo aun así,
sometidas a las diversas reglamentaciones promulgadas por
estos.16
Contrario a la definición anterior del autor Robert Lattes, el concepto o término de
la corporación transnacional, no se reduce a que un grupo de entidades económicas
sean legales o independientes, ni se trata simplemente de personas jurídicas. Las
empresas transnacionales, se consideran entes económicos y políticos. Se han
identificado como sujetos del derecho internacional público y privado, con derechos,
obligaciones y responsables de sus actos en la economía mundial.
Es posible discernir algunos aspectos particulares a ellas, en estos aspectos
cabe citar principalmente la realización de actividades en diversos países, los
recursos, la elaboración común y aplicación de una estrategia unificada. Con
relación a esto, el Sr. el Hadji Gissé en el “Documento de Resolución de las
Naciones Unidas de 1997” y el “Conjunto de principios y normas de la conferencia
de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo”, han ampliado el concepto
sobre empresa transnacional del cual se cita que:
Se entienden por tales las firmas, las sociedades de personas,
las sociedades de capital, las compañías, otras asociaciones,
las personas físicas o jurídicas o cualquier combinación de las
mismas, independientemente de la forma de creación o control
de propiedad,
privada o estatal, que se dediquen a actividades comerciales.
El propósito de esta disposición es la exclusión de ciertos
criterios como la condición jurídica de la sociedad, el origen
del capital o la identidad del personal ejecutivo.17
Así pues, la “Comisión de los Derechos Humanos de la Organización de las
Naciones Unidas” propone dos elementos para poder identificar a estas empresas.
La primera, es cuando una empresa llamada matriz tiene una parte en otra empresa
y ejerce efectivamente una influencia dominante o la sucursal está bajo su
dirección. El segundo elemento, se refiere a cuando la empresa matriz tiene la
mayoría de los derechos de voto de los accionistas de una sucursal y tiene derecho
a invalidar la voluntad de la mayoría de los miembros del órgano administrativo.18
Como se mencionó anteriormente, existen diferentes definiciones y por lo tanto,
conceptos de lo que una empresa transnacional significa. Estas diferenciaciones
dependen de sus actividades, de su número y tamaño de sucursales en el
extranjero, la proporción de sus bienes e ingresos, etc. 19 De acuerdo a sus
actividades, se pueden definir como aquellas empresas que dominan las industrias
globales, en las que la reducción de costos del manejo de información y de
transporte, han hecho rentable realizar esfuerzos de producción, comercialización,
investigación y desarrollo en otros países pero escala mundial.
Por otra parte, las definen como empresas que operan fuera de las fronteras
de su casa matriz y que son en gran medida,20 responsables por la creciente
integración mundial ya que
sirven como vehículo a la inversión extranjera.21 Como no existe una definición
general sobre lo que significa empresa transnacional, algunos las definen de
manera global como aquellas empresas cuyos controles de activos fábricas, minas,
oficinas de ventas, etc. que están en dos o más países.
Sin embargo, Robert Dunning proporciona otra definición completando lo
anteriormente expuesto. Considera que una empresa transnacional es aquella
empresa que maneja unidades económicas ya sea en dos o más países y que tiene
a su cargo extender el crecimiento económico y tecnológico dentro de los países
en los que actúan. Se provocan así, una interdependencia que beneficie y que al
mismo tiempo traiga una dependencia política, contribuyendo al control de la
economía mundial.22
Ahora bien, me parece importante mencionar el concepto sobre lo que una
filial significa. De acuerdo a la definición de la “Organización de las Naciones
Unidas” una filial, es una empresa de derecho local en un país de destino, con un
bajo control efectivo de una matriz ubicada en el país de origen. 23 Por lo que esta
sucursal, es parte de una empresa que opera en el extranjero, no tienen una
personalidad jurídica diferente de la matriz. A diferencia de las filiales, en ellas el
control siempre es total. En los países de destino, las sucursales tienen el estatuto
de empresa extranjera, por lo que pueden acogerse como las filiales a las ventajas
que se aplican a las empresas de derecho local. En el caso de las filiales, la
propiedad de la matriz puede ejercerse sobre diferentes fracciones del capital. Dado
que por definición, la transnacionalización supone un relación de dominio respecto
de una unidad productiva en el exterior, el umbral a partir del cual dicha fracción
pasa a considerarse como otorgando un control sobre la empresa. Por otro
lado, se deduce la definición oficial de filial (“foreign affiliate”), como la empresa en
el extranjero que es controlada por otra empresa. De ello también se deriva la
definición de empresa matriz, quien es la que controla por lo menos una filial en el
extranjero.24
Ahora bien, correlacionando todas las definiciones anteriormente
mencionadas, se puede llegar a la conclusión de que no existe una definición oficial
como tal. La definición que más se acerca a lo generalmente aceptado, es la que
las Naciones Unidas nos proporciona. Como lo señalamos y explicamos en párrafos
anteriores, una empresa transnacional se constituye de una matriz y sus filiales o
sucursales. Es importante tener claros estos conceptos, porque son indispensables
para el entendimiento de su desarrollo. Es decir, de las funciones, la estructura y la
organización de una transnacional. Así pues nos queda claro que viendo sus
dimensiones, una transnacional influye fuertemente tanto en el país receptor como
en el país emisor. Además, ésta influencia depende de las características por las
que se conforman este tipo de empresas como lo son; su dimensión, trascendencia
geográfica, sectores de actividades, aunque estas sean en ocasiones positivas o
negativas. Todo depende del país receptor, de su jurisdicción y aplicación de los
reglamentos y la normatividad para el mejor provecho de su instalación y
producción.
1.1. Funciones
Pero poco a poco, todas estas líneas de investigación han ido confluyendo en torno
a un hecho primordial, el más fundamental de esta etapa económica: el dominio
abrumador de un reducido número de empresas transnacionales de
dimensiones gigantescas, mayores que Estados, sobre la producción, el
comercio y las finanzas mundiales.
Pero incluso estas cifras son pobres para retratar la realidad de la globalización. Hay
que quedarse con las 200 mayores empresas, por ejemplo, para lograr una imagen
realista del sistema económico que gobierna la vida material de los seis mil
millones de seres humanos que habitamos este planeta. Clairmont y
Cavanagh(6) tienen el mérito de haber señalado a los verdaderos amos del mundo,
al revelar el poder real, concreto, físico, de los 200 mayores grupos transnacionales.
La cifra de negocio anual de estos gigantes es nada menos que la cuarta parte
(26,3%) de la producción mundial, crece a un ritmo doble de lo que crece el Producto
Interior Bruto de los 29 países industrializados que integran la OCDE, y supera ya a
la producción total sumada de los otros 182 países que no forman parte de la
OCDE, pero donde vive la inmensa mayoría de la humanidad.
Aquí no estamos ya en el terreno de los conceptos, sino en el de las fuerzas físicas,
con sus nombres y apellidos y sus modos de actuar, confrontados a la realidad
de un poder que se eleva sobre todos los demás poderes humanos de una manera
muy clara y agresiva.
Por eso no es un slogan izquierdista ni una frase de efecto decir que la globalización
es la dictadura económica mundial de 200 multinacionales, más o menos. Y poco a
poco, entre las fuerzas sociales y políticas que resisten a los efectos de la
globalización y se preguntan sobre las alternativas, se está llegando precisamente a
esta conclusión. Nombres y apellidos
Si hablamos de beneficios, los que repartió entre sus accionistas la General Electric
en 1997 superaban la producción anual compartida por los 40 millones de habitantes
del Congo-Zaire. Si hablamos de empleados, los de la General Motors superan a las
fuerzas armadas de muchos Estados del mundo.
Pero detrás de los nombres de las empresas que dominan el mundo están los
nombres y apellidos de sus propietarios. Y llegados a este punto, la globalización
nos enfrenta con una oligarquía mundial de una riqueza y de un poder tan
concentrados como no se vieron en ninguna otra etapa histórica de la
humanidad.
Casi nada queda de la vieja aristocracia de siglos atrás, si no tuvo la precaución de
participar de las grandes empresas capitalistas, cosa que sí han hecho las familias
reales de Gran Bretaña y Holanda, o algunas dinastías árabes.
Son sus mayores accionistas. Y hay otros apellidos no menos, sino más conocidos
que los nombres de sus empresas, como el del ser humano supuestamente más rico
del mundo, al menos hasta este mes de abril: Billy Gates (Microsoft), o el
famosísimo especulador Georges Soros, o Larry Ellison, de Oracle, que según
dicen ha destronado a Gates. En fin, junto a estos novísimos ricos hay familias
industriales y financieras muy antiguas, casi con solera: las de los Agnelli, amos de
la Fiat, los Quandt (40% de BMW), los Rothschild, los Rockefeller de la Stardard
Oil, en España los Botín del BSCH.
Cuando se cita ese dato espeluznante de que 225 de entre estos multimillonarios
poseen fortunas personales superiores a los ingresos anuales de 2.500 millones
de personas, las más pobres del planeta, hablamos de su injusta e insultante
riqueza.
Pero cuando los relacionamos con la propiedad de esas 200 empresas que
concentran una desproporcionada parte del capital mundial, entonces hablamos ya
de su poder, no sólo de su riqueza.
Explicar la globalización como un triunfo del mercado no deja de ser una ironía.
Estamos hablando de empresas cuyo dominio sobre el mercado presenta muy pocas
fisuras. A través de una escalada de macrofusiones, va quedando en cada sector
económico un número tan reducido de empresas que, por acuerdo mutuo, están en
condiciones de determinar para bastante tiempo, no sólo los precios de venta, sino
incluso los precios de compra.
Imponen a las empresas menores que les suministran materias primas y auxiliares,
componentes y productos semiacabados, precios de compra imposibles.
Con ocasión de la reciente fusión entre Volvo y Renault, se hizo patente que entre
sólo tres grupos transnacionales copaban el 65% de todo el mercado mundial
de camiones. Y entre cinco cubren casi el 60% del de automóviles. Las 10 primeras
empresas de comunicaciones controlan el 86% del mercado...
Para que no quede duda de que se trata de lo más parecido a un club de 200
bandidos, la única multinacional española contada entre ellas es Telefónica, es
decir una empresa cuyos beneficios están asociados, según los sindicatos, a la
sobreexplotación del trabajo precario; según los consumidores, al monopolismo y al
fraude; según los países latinoamericanos donde se ha instalado, al colonialismo;
una empresa en cuya dirección reina, según los partidos de izquierda, el nepotismo
político y la corrupción.
Naciones que son por recursos naturales y humanos verdaderas potencias, como
Brasil, México o Pakistán, permanecen sometidas a través del crédito (la Deuda
externa). El crédito se renueva sobre la base de condiciones cada vez más duras y
precisas, pero siempre favorables a la implantación de las multinacionales de los
países acreedores en los países deudores. Y la ayuda al desarrollo, nada generosa,
se utiliza con los mismos fines.
De este modo, las líneas aéreas, telefónicas, eléctricas, férreas, y hasta la tierra,
los bosques y los ríos de los países más poblados del mundo van pasando a
manos de las compañías transnacionales, acentuando su dependencia
económica y sus dificultades para abordar un desarrollo autónomo y sostenido.
Las movilizaciones del pueblo mapuche contra la presa de Biobío, de los bolivianos
de Cochabamba contra las tarifas del agua, han sacado a la luz el poder que las
multinacionales (en estos casos españolas: la FECSA-Enher en Chile, y la Abengoa
en Bolivia) han llegado a adquirir en estos países y en muchos otros, y de la manera
destructiva en que lo utilizan.
En los gravísimos conflictos por la tierra que vive Latinoamérica desde México hasta
el sur de Chile, en la resistencia a la deforestación de sus selvas, en las luchas en
torno a los precios del café o de otros productos agrícolas, lo que subyace es la
penetración de capital transnacional interesado en el control de las materias
primas del planeta. Como poderes extranjeros arrasan la cultura y la naturaleza que
encuentran a su paso, con más violencia que los conquistadores de hace cinco
siglos.
El peso adquirido por las multinacionales bien podría llamarse recolonización. Las
cadenas del viejo colonialismo militar, tras un paréntesis de independencia,
reaparecen en la etapa de la globalización como cadenas financieras y económicas,
pero no por ello menos pesadas. Deslocalización, paro y precariedad
El efecto social que nos es más próximo es el crecimiento del paro y la precariedad,
cuyo salto en las últimas décadas debe considerarse el reverso de la concentración
del capital internacional que llamamos globalización.
Desde los primeros años ochenta, todavía antes de que se produjesen los cambios
de legislación laboral más importantes en Europa, se hizo notar una característica
del capital transnacional: su deslocalización, su facilidad, no absoluta por supuesto,
pero sí real, de desplazar sus inversiones productivas de un país a otro, de una
ciudad a otra, a la busca de las llamadas "ventajas comparativas".
Y entre ellas, una legislación laboral ventajosa para la empresa era y es una de las
más importantes. Así, desde la década de los ochenta comenzó una sorda pugna
entre los Estados y las ciudades para atraer la inversión de las mayores de estas
empresas, lo que contribuyó no poco a recortar los derechos obreros.
En los EEUU, donde llegó más lejos esta tendencia, los sindicatos practicaron una
política suicida llamada de "concesiones", por la que competían entre ellos, los de
una ciudad contra los de otra, ofreciendo a las empresas acuerdos ventajosos para
retenerlas o para conseguir sus inversiones, con un coste elevado para los
asalariados.
Hoy, por desgracia, nuestros sindicalistas están acostumbrados a oír las amenazas
fundadas, o incluso los faroles de su empresa transnacional: "si no os parece bien,
llevaremos la producción a tal o cual país". Política y economía La idea de que la
globalización sustituye la economía por la política podría muy bien ceder su sitio a
otra idea más precisa: el poder político de la inmensa mayoría de los Estados hoy
existentes nada o casi nada puede frente a empresas de dimensiones superiores a
los Estados. Al menos, mientras esos gobiernos y esas empresas se muevan en un
mismo terreno, el de la economía capitalista mundial. ¿Y qué gobiernos se sienten
en condiciones de moverse fuera de la esfera del mercado mundial capitalista? En
todo caso, no los que hoy conocemos.
Todos los gobiernos que hoy existen tratan de establecer convenios con las
empresas multinacionales, en una relación de fuerzas muy desequilibrada a favor de
las últimas. La política fiscal, el precio de los terrenos, la calidad y la
programación de las infraestructuras, la legislación laboral, la docilidad de los
sindicatos, la venalidad de los políticos y de la justicia, y otros muchos factores
entran en juego cuando la Volkswagen, por ejemplo, trata con el gobierno de Madrid
y el de Praga para decidir sus inversiones.
Antes se decía: "lo que es bueno para la General Motors es bueno para los Estados
Unidos". Pero esta asociación entre el interés de las grandes empresas y el interés
nacional sólo tiene sentido en seis o siete países en todo el mundo. En los demás, el
interés de la multinacional extranjera pesa más en la balanza que el llamado
interés nacional.
En estos momentos, Gran Bretaña vive una crisis laboral por la decisión de la BMW
de abandonar la Rover, que cuenta con 18.000 obreros y de la que dependen hasta
50.000 empleados en la industria auxiliar. La empresa alemana había exigido al
gobierno de Tony Blair que entrase en el euro, y al no conseguirlo, optó por vender
su filial inglesa a una compañía gestora.
La operación implica despidos por encima de los 5.000. Pero uno de los posibles
compradores finales, Ford, también planea cerrar una factoría inglesa (y más de
3.000 despidos). Para colmo, Honda anunció por las mismas fechas recortes de su
producción en Inglaterra de hasta el 50%.
Las decisiones políticas de Estados más débiles son todavía más manejables.
En 1989 la Siemens AG destinó una pequeña partida de sus superbeneficios (una
propina de 369 millones de pesetas) a uno de los patrones de Filesa para que el
gobierno de Felipe González adaptase los planes del tren de alta velocidad español
(AVE) a los intereses de la empresa alemana.
Ni siquiera el poder político del más fuerte de los Estados hace temblar a quienes se
saben verdaderos amos del mundo, en cuanto a poder económico. De cara a la
galería, la condena de Microsoft por monopolismo puede pasar por ejemplo de
supremacía del poder político sobre el económico.
Pero resortes muy poderosos actúan detrás del escenario judicial. La empresa de
Billy Gates recientemente formó un lobby en Washington con la misión de comprar la
voluntad de políticos influyentes de los dos partidos.
Una parte de los aspectos políticos e incluso ideológicos implicados en las guerras
de nuestros días aparecen en los medios de comunicación, aunque evidentemente
deformados, cuando no falsificados. Pero la censura es mayor, sin ningún género de
dudas, en lo que toca a los móviles económicos de las guerras y la implicación de
las empresas.
La guerra del Golfo en 1991 es el ejemplo más claro, pero no el único caso. Se luchó
por el control de las fuentes y de los precios del petróleo. Y la participación de los
Estados fue "estimulada" con las generosas donaciones que el grupo kuwaití KIO
distribuyó a los políticos, y también con ofertas variadas de participación en los
previsibles negocios de la reconstrucción.
También la guerra de Chechenia es una guerra petrolera por la ruta del crudo
del Mar Caspio. La implicación personal de lo que los rusos llaman "la familia" del
Kremlin en las empresas rusas del sector (Lukoil, Gazprom) explica su obstinación
en exterminar a este pueblo que se interpone entre Moscú y los oleoductos.
Basta considerar el elevado número de petroleras que hay entre las mayores
transnacionales para comprender también la importancia de esta materia prima en
todos los escenarios de guerra, en las maniobras estratégicas de las grandes
potencias y alianzas (la OTAN en el Este de Europa), y en otros dramáticos
acontecimientos recientes como el genocidio de Timor Oriental.
Todos estos hechos, más que otros, han potenciado la conciencia de que la
globalización, como proceso económico, se confunde con la concentración del
capital en un número tan reducido de empresas que, por su talla y su poder, se
elevan sobre muchos de los actuales Estados, y de esta manera modifican también
las condiciones políticas y culturales de nuestra vida.
Pero es legítimo pensar que a una alternativa global sólo llegaremos después de
muchos tanteos y a base de combinar muchas alternativas parciales. Y quizá
desarrollando en la propia sociedad civil un poder de otra naturaleza que el de los
actuales Estados, no sólo capaz de cambiarlos sino de sustituirles por un poder de
mayor envergadura social.
Quizá sea este poder de una sociedad civil alternativa el que, desarrollándose,
llegue un día a estar en condiciones de medirse con el poder, hoy por hoy
incontenible, de la oligarquía financiera mundial que a través de unas pocas
centenas de compañías capitalistas tiene a la humanidad en un puño