Con Días y Ollas ...
Con Días y Ollas ...
Con Días y Ollas ...
-Sereno
-General San Martín
-Ministro Guido
-Sacerdote Javier de Luna Pizarro
-Alfarero (Ollero)
-Pedro Manzanares
-Joven
-Barbero
-Soldados y oficiales de San Martín
-Soldados y oficiales españoles
-Varios pregoneros
-Ciudadanos de Lima
I ACTO
el invierno. Es que estamos en junio y esta ciudad sí que sabe hacer sentir su
humedad. Sí, junio, y ésta húmeda noche limeña sin estrellas me recuerda un
acontecimiento curioso ocurrido en un mes como este, allá por 1821, época aquella
muy turbulenta debido al momento político tan importante no sólo para el Perú
sino para la América entera. (PIENSA) Qué tiempos aquellos... (PIENSA) Vienen a mi
memoria el virrey La Serna y el general San Martín. Acababan de iniciarse entre
ellos las famosas negociaciones o armisticios de Punchauca cuando el ejército
patriota, acantonado en Huaura, recibió el siguiente santo, seña y contraseña: -SE
ENCIENDE UNA LUZ ILUMINANDO HACIA LA DERECHA UN ESPACIO DEL
PROSCENIO DESCUBRIENDO A TRES SOLDADOS DE LA EPOCA DE LA
INDEPENDENCIA.
SOLDADO 1: (CONTUNDENTE) «Con días y ollas, venceremos».
SOLDADO 2: Vaya contraseña; no he escuchado nada más enigmático...
SOLDADO 3: Y a mí me parece una frase realmente disparatada...
SOLDADO 1: Ni una ni la otra, yo creo que el general San Martín trae una buena
estrategia entre manos.
SOLDADO 2: Puede ser cierto. De ser así quizá estemos muy cerca de la victoria.
SOLDADO 3: De cualquier manera no deja de ser una genial frase disparatada: «Con
días y ollas, venceremos». -SE APAGA LA LUZ DE LOS SOLDADOS Y
QUEDA ENCENDIDO SOLO EL ESPACIO DONDE SE ENCUENTRA EL
SERENO.
SERENO: Aquella frasecita tenía a todos muy confundidos. Para otros, exceptuando a
algunos de sus Ministros como Monteagudo, Luzuriaga, Guido y García del Río,
el santo y seña era una charada tonta; y los que juzgaban a San Martín más
cristiano, caritativamente se alzaban de hombros murmurando: «¡Extravagancias
del general!». Sin embargo, el santo y seña tenía su malicia o entripado, y como
les decía, es la síntesis de un gran suceso histórico. Veamos cómo se le ocurrió a
nuestro libertador tan maravillosa idea... -APAGON. SE ENCIENDE UNA LUZ
ILUMINANDO EL EXTREMO DERECHO DEL PROSCENIO DESCUBRIENDO UNA
OFICINA EN EL CUARTEL DEL GENERAL SAN MARTIN.
-EN ESCENA EL GENERAL SAN MARTIN RODEADO DE SOLDADOS Y OFICIALES.
SAN MARTIN: Estimo que la ocupación de Lima no puede deberse al éxito de una
batalla.
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SAN MARTIN: Sin poner en duda el valor de ustedes considero que hay otra razón
que me mueve a pensar en una estrategia política y no en una fiera batalla, y es que
no podemos darnos el lujo de tener bajas considerando que no andamos sobrados
de valientes en nuestro ejército.
SOLDADO 1: (APARTE AL SOLDADO 2) Después de todo el general tiene razón...
SOLDADO 2: Ahora entiendo, ahora entiendo...
OFICIAL 1: Mis respetos, general, nos ha dado una sabia lección de consideración
a la vida de nuestros valientes.
SAN MARTIN: Es mi responsabilidad y la de cualquier jefe el pensar siempre en la
vida de sus hombres.
OFICIAL 2: General, ¿y qué informaciones tiene de los patriotas que se encuentran
en la ciudad de Lima?
SAN MARTIN: Las mejores, y por ello, a través de mi constante y secreta
correspondencia, le he dado mi plena confianza al entusiasmo y a la gran actividad
que están mostrando para conspirar a favor de la causa libertadora.
OFICIAL 1: Cierto, no olvidemos que gracias a ellos el batallón de Numancia se
separó de los realistas.
SOLDADO 1: (APARTE A SOLDADO 2) Si siguen así dentro de poco vamos a tener hasta al
virrey La Serna en nuestras filas.
OFICIAL 2: Ese fue un duro golpe para el orgullo de los chapetones, mi general...
SAN MARTIN:.- Muy duro, quizá por ello han redoblado esfuerzos mejorando sus
sistemas de espionaje.
OFICIAL 1: (PREOCUPADO) También nos han asestado duros golpes interceptando
nuestras comunicaciones con los patriotas de la capital frustrando varias veces
nuestros planes.
SOLDADO 2:.- Me parece que el general está contrariado...
SAN MARTIN: .- (PREOCUPADO) Sí, sí, esa respuesta del enemigo nos ha costado valiosas
vidas. Muchos de nuestros hombres, sorprendidos llevando cartas en clave, han
sido fusilados por los españoles... Por eso es necesario que encontremos de
inmediato un medio seguro y expedito de comunicación. (CONTUNDENTE) Y si lo
logramos tengan por seguro que en poco tiempo la capital será nuestra.
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SERENO: Sí, era necesario encontrar a todo trance un medio seguro y expedito de
comunicación. Menudo problema para el libertador. Preocupado con este
pensamiento, paseaba una tarde el general, por la larga y única calle de Huaura,
acompañado por su Ministro Guido y un ayudante.
-POR UN COSTADO ENTRAN A LA ESCENA DEL SERENO EL GENERAL SAN MARTIN
ACOMPAÑADO DEL MINISTRO GUIDO Y SU AYUDANTE. AMBOS, SIN DEJAR DE SEGUIRLO, SE
RETRASAN UN TANTO PARA COMENTAR APARTE. EL SERENO LOS OBSERVA. SAN MARTIN
VIENE PENSATIVO.
AYUDANTE: (MIRANDO A SAN MARTIN LE HABLA AL MINISTRO GUIDO ) El general no ha
dejado de pensar desde el otro día en aquello de que el éxito de la ocupación de
Lima debe ser logrado gracias a un ardid político.
GUIDO: Sea cual fuere su decisión esperemos que sea acertada y que la historia
esté de nuestro lado.
SAN MARTIN: (SEÑALANDO A UN COSTADO) Eh, observen aquel viejo caserón...
GUIDO: (OBSERVANDO) ¿Cuál, general, aquel cuyo patio se observa?...
SAN MARTIN: Sí, y observen aquel horno para fundición de ladrillos y obras de
alfarería que se encuentra en medio del patio...
(SE CONGELAN E INTERVIENE EL SERENO).
SERENO: En aquel tiempo, en que no llegaba por acá la bella y cautivadora porcelana
importada, era el trabajo de alfarero, un buen y lucrativo oficio. Así, la vajilla de
uso diario, como los utensilios de cocina, eran de barro cocido y calcinado en el
país, listo para el servicio de todos. En cambio, los finos jarrones de Guadalajara y
las vasijas de plata que servían para la sopa y el caldo, figuraban sólo en la mesa
de gente acomodada.
-SE APAGA LA LUZ QUE LO ILUMINA. CONTINUAN SAN MARTIN Y SUS ACOMPAÑANTES.
GUIDO: (OBSERVANDO) Lo vemos, general, pero no me parece un patio fuera
de lo común...
SAN MARTIN: (EMOCIONADO) ¡Eureka! Ya está resuelta la «x» del problema (GUIDO
Y EL AYUDANTE SE MIRAN EXTRAÑADOS).
AYUDANTE: (APARTE AL MINISTRO GUIDO.) Yo creo que el general está perdiendo el
juicio.
SAN MARTIN: (LLAMANDO A UN COSTADO) ¡¿Hay alguien en casa?!
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-APARECE POR ESE COSTADO UN INDIO DE MAS DE CINCUENTA AÑOS. VISTE MANDIL COMO
LOS ALFAREROS. TRAE UNA OLLA DE BARRO EN LA MANO.
ALFARERO: Buenos días, señores, ¿ustedes dirán en qué puedo servirlos?
SAN MARTIN: Buenos días, buen hombre, hemos sido atraídos por la belleza de sus
trabajos.
GUIDO: (APARTE AL AYUDANTE) Creo que ya perdió el juicio, no es hora de
comprar implementos de cocina.
ALFARERO: (OBSERVANDO BIEN AL GENERAL) Perdón, caballero, ¿no es usted el
general...
GUIDO: Ese mismo, nuestro caudillo.
ALFARERO: (EMOCIONADO) Qué gusto tenerlo por aquí, general, si desea alguna olla,
vasijas, platos o tazas para la tropa, gustoso se las daré, aún sin cobrarle una sola
moneda, de esa manera me sentiré parte del apoyo a la lucha libertaria.
SAN MARTIN: Gracias, amigo, su gran espíritu de amor por la patria será muy
importante para lograr la victoria que todos esperamos.
ALFARERO: Pues entones, deje que contribuya con mi pequeño aporte. Tenemos
implementos de cocina de todo tipo y tamaño; aunque, si su merced desea también
puedo hacerlos a pedido.
SAN MARTIN: Dio usted en el clavo, de eso precisamente quiero hablarle. (A GUIDO)
Creo tener la respuesta que esperaba y que me ha tenido pensando todos estos días.
GUIDO:- (SIN ENTENDER) Si usted lo dice...
AYUDANTE: (APARTE AL MINISTRO GUIDO. SORPRENDIDO ) ¿No entiendo cuál es la
relación entre el ardid político y unos objetos de barro?
GUIDO: Ni yo, quién entiende a los genios...
SAN MARTIN: (EXTENDIENDOLE LAS MANOS) ¿Me permite su olla de barro? (EL
ALFARERO SE LA ENTREGA Y SAN MARTIN LA OBSERVA). Mi amigo, el trabajo que
usted realiza es excelente...
ALFARERO: Gracias, general.
SAN MARTIN: Dígame, ¿pueden sus diestras manos hacer ollas con doble fondo? (EL
MINISTRO GUIDO Y SU AYUDANTE SE MIRAN EXTRAÑADOS)
ALFARERO: Con todos los fondos que su merced quiera...
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GUIDO: (EXTRAÑADO) Perdone la indiscreción, mi general... ¿Por qué hacer una olla con
doble fondo?
SAN MARTIN: Amigo Guido, (MOSTRANDOLE Y ENTREGANDOLE LA OLLA) he aquí
la respuesta que buscaba. Dentro de esas ollas, escondidas en el doble fondo,
viajarán nuestras cartas y comunicados para los patriotas de Lima. Así mismo,
ellos nos devolverán las noticias con notas escritas y guardadas en el fondo de las
mismas.
GUIDO:.- (SORPRENDIDO) General, permita que me rinda una vez más ante vuestro
ingenio...
AYUDANTE: (SORPRENDIDO CON LA OLLA DE BARRO EN LAS MANOS) Ahora caigo, vaya,
jamás pensé que con unas ollas de barro se podría burlar al enemigo...
SAN MARTIN: No sólo burlarlos, sino también vencerlos...
ALFARERO: (RECIBIENDOLE SU OLLA) ¿Con mis ollas?
SAN MARTIN: Así es, amigo mío... ¡Con días y ollas, venceremos!
-SE APAGAN LAS LUCES, SE ILUMINA AL SERENO
SERENO: Así, el indio alfarero entró de lleno a nuestra historia. El tenía por costumbre
hacer semanalmente un viajecito a Lima llevando sus platos y ollas de barro; el
negocio iba bien pues aún no se conocían por nuestras tierras las ollas de cobre
estañado. Ahora, como ya estaba acordado con el general San Martín, viajaba entre
aquellos utensilios, pues no se diferenciaba en nada de las otras, la «olla
revolucionaria» llevando en su doble fondo importantísimas cartas secretas para
los patriotas de la capital. Era muy valiente y osado el indio alfarero, ¿quién iba a
imaginarse que ese pobre indio viejo andaba tan seriamente metido en asuntos de
política?
-SE APAGA LA LUZ DEL SERENO Y POR EL COSTADO OPUESTO INGRESA EL ALFARERO
(OLLERO) JALANDO UNA MULA CARGADA CON OLLAS Y PLATOS DE BARRO. SI NO ES
POSIBLE CONSEGUIR UNA MULA PARA LA PUESTA EN ESCENA, EL ALFARERO PUEDE
INGRESAR CARGANDO EN LA ESPALDA SUS COSTALILLOS CON LOS OBJETOS DE BARRO.
ALFARERO: (VOCEANDO) ¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos! ¡Ollas y platos!
¡Baratos! ¡Baratos!
-INGRESAN TRES SOLDADOS ESPAÑOLES Y UN OFICIAL PATRULLANDO EL LUGAR Y LO
DETIENEN.
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TELON
FIN DEL I ACTO
II ACTO
-SE ENCIENDE LA LUZ QUE ILUMINA LA PLAZUELA DESCUBRIENDO AL SERENO QUIEN ESTA
OBSERVANDO DETENIDAMENTE SU RELOJ DE CADENA.
SERENO: Cómo pasa el tiempo. Nuestra historia aún no termina, aún falta el desenlace
y aún faltan personajes comprometidos en esta patriótica y conspiradora historia...
(PAUSA) En aquel entonces vivía en Lima el señor Francisco Javier de Luna
Pizarro, sacerdote que ejerció desde entonces gran influencia en el país. Su casa
quedaba muy cerca a la iglesia de la Concepción y él fue el patriota designado por
San Martín para entenderse con el alfarero.
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(ACOMPAÑA AL JOVEN QUIEN SALE POR DONDE VINO. QUEDA SOLO Y COGIENDO
LA OLLA DE BARRO LLAMA HACIA UN COSTADO) ¡Pedro! ¡Pedro! ¿Dónde está ese
negrito mataperro?
-APAGON Y SE ENCIENDE LA LUZ DESCUBRIENDO AL SERENO EN SU MISMA UBICACION.
SERENO: Una vez a la semana, y con gran puntualidad, el valiente indio ollero pasaba
a las ocho de la mañana por la calle de la Concepción pregonando con toda la
fuerza de sus pulmones:
OLLERO.- (INGRESANDO POR EL COSTADO OPUESTO) ¡Ollas y platos! ¡Baratos!
¡Baratos! ¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos! (SE PIERDE PREGONANDO POR EL
EXTREMO OPUESTO DEL ESCENARIO)
SERENO: (CAMINA HACIA EL PROSCENIO DONDE LO ESPERA OTRA LUZ ENCENDIDA)
¡Pruebe su papita rellena con picantito! ¡Rico ajicito para darle gusto a
su comida! (SE ACERCAN A COMPRARLE)
VENDEDOR: (PREGONANDO CON SU CANASTA EN EL BRAZO ) ¡»Piñita de nuez, llegó
la «piñita de nuez»! (TRANSEUNTES SE DETIENE Y LE COMPRAN).
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TELON
FIN DEL II ACTO
III ACTO
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PEDRO: (RETRACTANDOSE) He, quise decir, señor, que los estamos burlando en sus
propias narices... (RIE)
SACERDOTE:.- Así está mejor, cuidado con las malas palabras... Bueno, algún día los
realistas se enterarán, y cuando eso ocurra ya el país entero será, por sus cuatro
costados, nuestro.
PEDRO: Bendito día ese; le juro señor que yo me mando un zapateo y un guitarreo de
alegría hasta el día siguiente (SE PONE A IMPROVISAR MUY CONTENTO UN
ZAPATEO).
SACERDOTE:.- (RAPIDAMENTE LE RECIBE LA OLLA) No lo dudo, espera, espera, Pedro,
que con tanto zapateo vas a soltar la olla y allí sí que nos quedamos sin nuestro
correo de barro.
PEDRO:.- Perdón, pues, señor, que los negritos como yo somos muy quimbosos para
demostrar nuestra alegría, y tratándose de la patria ni qué decir, pues...
SACERDOTE.- Bueno, bueno, pero por ahora le devolverás mañana esta olla al alfarero, a
la hora puntual, cuando pase por nuestra puerta...
PEDRO:.- (CONTENTO) Estaré puntual como siempre, señor...
SACERDOTE:.- Y trátalo como debes hacerlo para no despertar ninguna sospecha.
PEDRO:.- No hay problema, le meteré su lisura...
SACERDOTE:.- (INTERRUMPIENDOLO) Pero que no sean de mucho calibre, mira que a la
gente le puede espantar que mi mayordomo ande regando sus palabrotas como
cualquier sujeto vulgar...
PEDRO: (PICARO) No se preocupe, señor... Cuidaré la jeta, y nadie se dará cuenta que
entre el ollero y este negrito servidor hay un trato de caballeros...
SERENO: Y el día señalado, cumpliendo con su semanal oficio y con la patria, el ollero
estaba ya en la calle de Concepción frente a la puerta del sacerdote Luna Pizarro
llamando con su alegre pregón a Pedro Manzanares, quien, ni corto ni perezoso, lo
esperaba desde muy temprano con la bendita olla de barro en la mano...
EN OFF: (SE ESCUCHA EL PREGON DEL OLLERO ) ¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos!
¡Ollas y platos! ¡Baratos! ¡Baratos! (EL OLLERO PASEA POR LA PLAZUELA. EL
SERENO HABLA DESDE SU LUGAR).
SERENO: Y es que Pedro Manzanares, quien jamás dejaba de acudir a la cita y pagar
un real por una olla de barro, ya sabía que a la semana siguiente de haber
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comprado la olla tenía que salir a la puerta con el utensilio en la mano gritando y
repitiendo el mismo estribillo colérico con el ceño fruncido:
PEDRO: (TRAE LA OLLA EN MANO. IRACUNDO LLAMA AL OLLERO) Oiga usted, «so
cholo» ladronazo, con sus ollas que se «chirrean» todito... Ya puede usted
cambiarme ésta que le compré ayer, antes de que se la rompa en la «tutuma» para
enseñarle a no engañar al público. ¡Pedazo de pillo!...
OLLERO: (RIE COMO NO DANDOLE IMPORTANCIA A PEDRO ) No hagas hígado, negrito,
que te la cambio por la que quieras, hoy, mañana y pasado...
PEDRO:.- (SE LE ACERCA MUY MOLESTO) Pues que sea hoy mismo, cholito sabido, que ya
me dan ganas de ponértela de sombrero.
OLLERO:.- (CALMANDOLO) No reniegues casero, que te la voy a cambiar.
PEDRO: (MOLESTO) ¡Ahorita mismo antes que te ponga colorada la nariz de un solo
coscorrón! Ya, apura, y cámbiame la olla que está más rajada que tu pezuña...
OLLERO:.- Está bien, está bien... (LE MUESTRA OTRA OLLA) ¿Qué te parece ésta, es de tu
agrado?
PEDRO:.- (LE RECIBE LA OLLA Y LA REVISA) A ver, vamos a ver, si no tiene alguna grieta...
OLLERO:.- Mis ollas son de calidad, lo que pasa es que de seguro no sabes usarlas...
PEDRO:.- Ningún usarlas. Para que sepas, este negrito sabe mucho de ollas porque naci
en una cocina.
OLLERO:.- Con razón saliste quemadito...
PEDRO: (MOLESTO Y AMENAZANDOLO) ¡Qué te pasa, oye jijuna atrevido, que ahorita
te reviento la calabaza y te dejo listo pa’ tu entierro!
OLLERO:.- (FINGIENDO SUMISION) Disculpe, pues caserito que no quise ofenderlo.
PEDRO: Está bien, so cholo apestoso, acepto tus disculpas y me quedo con esta olla.
Ahora puedes marcharte a seguir ofreciendo tus ollas (BURLON) de «calidad».
-EL OLLERO SALE SONRIENTE Y PREGONANDO SUS OLLAS. HABLA EL SERENO DESDE LA
BANCA DONDE ESTA SENTADO.
SERENO: Y tanto se repitió la escena de compra y cambio de ollas y el agasajo de
palabrotas, soportadas siempre con paciencia por el indio, que el barbero de la
esquina, quien era un andaluz muy entrometido, llegó a decirle al moreno Pedro
una mañana:
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ILUMINA CON LUCES AMBIENTANDO NOCHE) ¡Ave María Purísima! ¡Las doce
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han dado! ¡Viva el Perú, y sereno! (VA SALIENDO POR UN COSTADO. SE VUELVEN A
OIR ACORDES DE GUITARRA CRIOLLA) ¡Las doce han dado! ¡Viva el Perú, y
sereno! ¡Las doce han dado! ¡Viva el Perú, y sereno! (DESAPARECE Y SU VOZ SE VA
PERDIENDO EN OFF. LA PLAZUELA QUEDA VACIA CON FONDO MUSICAL DE
GUITARRA. SE VAN APAGANDO LAS LUCES DEL ESCENARIO).
TELON.