De Mujeres, Hombres y Otras Ficciones Género y Sexualidad en América Latina, Pp. 185-202.
De Mujeres, Hombres y Otras Ficciones Género y Sexualidad en América Latina, Pp. 185-202.
De Mujeres, Hombres y Otras Ficciones Género y Sexualidad en América Latina, Pp. 185-202.
Mauro Brígeiro'
]
Psicólogo y magíster en salud colectiva; profesor asociado e investigador dei departamento de
antropología de la Universidad Nacional de Colombia.
MAURO BRÍGEIRO
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BIBLIOGRAFÍA
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Antropóloga del departamento de antropología de la Universidad Nacional de Colombia.
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CLAUDIA PATRICIA RIVERA AMARILLO
Inestabilidad y corporalidad
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Combinación corriente en ios oficios del siglo XVI. Tales sujetos eran frecuentemente despreciados
por los auténticos médicos, ello debido a su formación -que tenía lugar en la práctica y se alejaba de
los libros-.
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UNA HISTORIA POLÍTICA DE LA DIFERENCIA SEXUAL
Concuerdo con Butler cuando señala que "el 'sexo' no sólo funciona
como norma, sino que además es parte de una práctica reguladora que
produce los cuerpos que gobierna, es decir, cuya fuerza se manifiesta como
una especia de poder productivo, el poder de producir -demarcar, circuns-
cribir, diferenciar- los cuerpos que controla. De modo tai que el 'sexo' es un
ideal regulatorio cuya materialización se impone y se logra (o no) mediante
ciertas prácticas sumamente normalizadas" (Butler, 2002:18).
La diferencia sexual, entendida aquí como un conjunto de normas
que asignan a los cuerpos propiedades y lugares en lo social, y que es
vista como un signo, es un hecho histórico. Según esto, me atrevería a
proponer que, como tal, debe su propia aparición a cuatro factores, prin-
cipalmente, entre los que se cuentan elementos presentes dentro de las
ciencias médicas y jurídicas, así como otros que, a primera vista, podrían
ser considerados como ajenos a los anteriores -como las distinciones bio-
lógicas- y, por lo tanto, ahistóricos y transculturales. Estos factores pue-
den enunciarse de la siguiente manera:
Se hace la luz sobre los ojos de los observadores del cuerpo. En Cosí
fan tutte (Mozart, 2 0 0 0 [1790]), la criada Despina, vestida con una bata
de médico y un par de anteojos con nariz y bigote incorporados que disi-
mulan sus rasgos, acerca un imán a los cuerpos de dos soldados agoni-
zantes por haber bebido a r s é n i c o . Entonces ellos t i e m b l a n
convulsivamente al tiempo que los imanes los liberan de los vapores mor-
tales del veneno. Luego, confundidos, se levantan del suelo mientras que
el doctor Despina los declara salvados. Tomo esta escena como una me-
táfora del ejercicio de los médicos del Renacimiento: curan sin tocar a los
enfermos y sus remedios tienen una apariencia mágica, contrario a io
que sucede con la medicina anatomista, en la que el cuerpo cambia para
los médicos, pues la muerte se torna protagonista cuando los cadáveres
permiten a los médicos ver el cuerpo, y éste se hace tridimensional
(Foucault, 2 0 0 1 [ 1 9 5 3 ] ; Lacqueur, 1994; Rohden, 2001).
Este cambio es visible en ios gráficos de los textos médicos de ios
anatomistas (inicios del siglo XVII), que comienzan a mostrar la forma en
que el cuerpo como objeto cobra un nuevo sentido para la práctica médi-
ca. Antes, enseña Lacqueur (1994), había un acercamiento distinto, ha-
bitado por los elementos fantásticos tan bien mostrados en Cosí fan tutte,
pero ahora, debido a procesos históricos que tienen como protagonista a
la anatomía, ia separación entre el ojo del médico y los cuerpos de los
pacientes se reduce y la medicina se convierte en un testimonio de lo
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leza que los propios hombres, dando lugar a cuerpos que constituían ver-
siones imperfectas de los civilizados cuerpos masculinos, entonces los
hombres podían y de hecho debían hablar por ellas (véase Lacqueur,
1994). Adquirir ei derecho a la palabra implicó entonces -a comienzos del
siglo XIX- posarse sobre ia diferencia, lo que, entre otras cosas, ha lleva-
do a algunas académicas a afirmar que las mujeres no hemos tenido un
papel pasivo en la medicaiización de nuestros cuerpos (Riessman, 2003).
El hallazgo de los instintos. De acuerdo con Foucault (1996; 2000),
hacia el sigio XVI comenzó a operarse un cambio en relación con la ubica-
ción del demonio en la geografía católica de Europa. Los conventos se
llenaron de monjas poseídas por el maligno, mostrando así que Satán
bien podía asentarse en el corazón de la cristiandad. Al mismo tiempo, en
los bosques y en los caminos, es decir, en ia periferia del territorio creyen-
te, las brujas le entregaban al maligno sus cuerpos a cambio de poder y
de placer. Los cuerpos de las mujeres estaban siendo apropiados por el
diablo por una razón: "[d]e entre todos los espíritus Satán elegirá por
predilección y facilidad a los más frágiles, a aquellos cuya voluntad y pie-
dad son menos fuertes" (Foucault, 1996:15; véase también Deiumeau,
2002[1978]). Entre tanto se presentaban trances místicos y apariciones
de santos dentro y fuera de ios espacios eclesiásticos. En el Nuevo Reino,
el Diablo tomaba la forma precisa de las creencias y prácticas indígenas y
africanas, por io que la cristiandad debió redoblar esfuerzos para dete-
nerlo y entregar a Dios las tierras recién descubiertas.
Dado que en el siglo XVI! Dios y ei Diablo parecían rondar los mismos
sitios, y ia iglesia se enfrentaba con la ley civil para dictaminar quién
debía tomar jurisdicción sobre la población en los asuntos espirituales y
de trasgresión de ias normas, se solicitó a los médicos, ya encargados dei
¡nternamiento de locos, indigentes y leprosos, que oficiaran en losjuicios
de brujería como peritos para así distinguir ias tareas de jueces y sacer-
dotes (Foucault, 1996). En esta época la enfermedad era una amalgama
de fenómenos extraordinarios y procesos corporales corrientes, haciendo
parte, como anotaba al comienzo de este escrito, de la lógica de la natu-
raleza. El cuerpo de la posesa y el de la bruja se convirtieron entonces en
terreno de alucinaciones, automatismos y movimientos incontrolables, de
modo que, camino ai siglo XIX, el Diablo perdió lentamente sus territorios
y se los entregó al médico.
En la primera mitad del siglo XIX, una vez terminada ia colonización
de América y comenzadas las gestas de independencia del nuevo conti-
nente, la jurisdicción de los sacerdotes sobre la violación de las leyes
había terminado y el debate acerca del lugar ante el cual debía compare-
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Estandartes de nación
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Aún con todos los cambios que han tenido lugar, no es insólito escu-
char a un hombre referirse a una mujer muy inteligente o que ocupe car-
gos de mando como a un 'operado', es decir, como a un hombre que se
sometió a una cirugía de cambio de sexo, lo que explica sus capacida-
des tan masculinas. En esta y en otras expresiones de uso cotidiano
en algunos círculos bogotanos de hombres sigue enunciándose la co-
rrespondencia, culturalmente elaborada y socialmente compartida,
entre el sexo y los atributos, posibilidades y derechos de una persona,
manifestándose allí la asimetría en las relaciones entre hombres y
mujeres.
A manera de conclusión
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CLAUDIA PATRICIA RIVERA AMARILLO
Epílogo
Quisiera retomar brevemente ei epígrafe con el que doy comienzo a
este artículo. En éste, la menstruación es descrita como la línea que se-
para a los animales de los hombres, poniendo a las mujeres en cabeza de
la humanización, lo cual no concuerda con las vivencias de la menstrua-
ción por parte de muchas mujeres. Lo primero que hemos escuchado
muchas niñas bogotanas al experimentar la menarquia es que, gracias a
esa primera menstruación, "somos todas unas mujercitas".
A partir de ese momento se inicia un largo camino de pudor por cuenta
del mismo acontecimiento que nos hace mujeres delimitado por una pu-
blicidad que promete hacer inodora, invisible e indetectable a la mens-
truación, por creencias que nos impiden tocar durante esos días objetos y
personas por culpa del fantasma de la contaminación, por explicaciones
médicas que describen a las mujeres menstruantes como foco de infec-
ciones de nuevo durante esos días o al menos como sus víctimas poten-
ciales, por el uso de expresiones en la cotidianidad que asocian la volubi-
lidad de las personalidades y la irritabilidad durante la menstruación y
que son usadas como insulto, por una larga lista de eufemismos dirigidos
a decir sin decirlo que ha llegado la menstruación... En realidad la expre-
sión "eso nos hace todas unas mujeres" es motivo de sonrojo.
Quizá esta sensación de turbación, que tantas generaciones de mu-
jeres latinoamericanas hemos aprendido a hallar tan natural a través de
la larga procesión de convicciones y explicaciones humillantes que narra-
ba en el párrafo anterior -y que hemos debido dejar atrás desde hace
tiempo-, es la que indica que nuestro lugar frente a ese proceso de
humanización, eso que nos es más propio, lo que para Remak nos sepa-
raba de las bestias, nos hace ahora, en estas tierras, sujetas de la ver-
güenza.
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BIBLIOGRAFÍA
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SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO 1
1 . Introducción
misoginia de una Iglesia que, en el pasado, hizo todo lo posible para do-
mesticar la producción intelectual de diversas mujeres y apartarlas de
ese ámbito, y que aún hoy les niega la posibilidad de ocupar un lugar
protagónico en su anquilosada estructura jerárquica.
Lo que me propongo en este escrito es rastrear algunos elementos
de las constituciones y reglas de las órdenes de las Carmelitas Descalzas
y de las Clarisas que puedan ser comprendidos desde la sexualidad y el
género como construcciones sociales. Estos documentos, escritos entre
los siglos XVI y XVII, sirvieron de normas para el establecimiento de los
monasterios femeninos en el Nuevo Reino, proceso en el que es notable
la centralidad de la espiritualidad carmelitana reformada.
Antes de entrar en materia, es importante reconocer varios límites
de este trabajo. El primero de ellos tiene que ver con las fuentes de las
que se vale; literatura normativa. Ésta está basada en el deber ser y segu-
ramente sólo muestra una faceta de la vida monástica. Podría completar-
se esta visión con otras fuentes que permitieran conocer tanto la recep-
ción como la práctica de estas normas; sin embargo, considero que este
tipo de documentos tienen una importante dimensión de poder, propio de
lo escrito, en el que pueden ser identificados aspectos de la ideología
dominante sobre la sexualidad y el género, así como que las normas,
sobre todo cuando aparecen con tanto detalle, más que demostrar la gran
imaginación de una priora que podía predecir todas las transgresiones
posibles, obedecen, seguramente, a regulaciones que se proponían co-
rregir prácticas existentes.
La otra advertencia es que las categorías que propongo de sexuali-
dad y género son, en demasía, contemporáneas. Seguramente en esta
época no encontramos aún un sistema que podamos llamar sexualidad,
que reúna en sí las prácticas sexuales, el deseo, la reproducción, la
conyugalidad y las "desviaciones", como seguramente se configuraría
posteriormente. La obra de Foucault (1996) advierte de estos anacronis-
mos en los que muchos autores incurren al aplicar en cualquier parte y
en cualquier momento ciertas categorías, como si siempre y en todos los
lugares hubieran existido - e n el campo de los estudios históricos sobre
ia sexualidad, el caso de ia "homosexualidad" en la Grecia Clásica resulta
tristemente célebre, al igual que el del "feminismo" de Sor Juana Inés de
la Cruz en lo que a los estudios de género se refiere-. Uso entonces gé-
nero y sexualidad como marcos generales de comprensión porque me
parecen útiles hoy para reunir una serie de elementos del pasado que
pueden ser explicados desde estos desarrollos teóricos, pero con el cui-
dado de no atribuirlos a los sujetos de los que hablo.
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ESPOSAS Y AMANTES DE CRISTO:
SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO
2. Contexto histórico 4
" Para la elaboración de este escrito fue muy importante ei HbroMonyas coronadas. Vida conventual
femenina en Hispanoamérica (2003). Además de ser un bello libro, reúne interesantes artículos de
investigaciones históricas sobre ias monjas coloniales, abordando problemáticas muy diversas:
aspectos económicos y culturales, iconografía, vida cotidiana, conocimientos culinarios y musicales.
5
La pureza de sangre era una de los requisitos exigidos "para ingresar en un convento femenino
[los cuales] fueron establecidos desde el sigio XVI en el concilio de Trento, en su sesión número XXV
(1563)" (Montero, 2003: 57). Sólo hasta el siglo XVIII, en la Nueva España, se les permitió a las
indígenas ser monjas, después de reconocer su "madurez cristiana", «pero siendo necesario que las
mojas tuvieran cierto grado de instrucción para cumplir los deberes monásticos [lectura y escritura
de latín y castellano, aritmética, música] el virrey reservó su convento para las indias caciques, cuya
cultura era superior a la de las indias del común» (Muriei, 2003: 81).
6
Cita de las constituciones redactadas por doña Elvira, en: Pacheco, Juan Manuel SJ. (1975), «Historia
eclesiástica», en: Historia extensa de Colombia, Lerner. p. 516, citado en: Jaramillo, 2003: 90.
7
Dentro dei convento existían diversas categorías de monjas, varias de ellas conservadas hasta el
concilio Vaticano II. Éstas estaban basadas en divisiones de casta y, posteriormente, de clase en las
que las mujeres de origen inferior se dedicaban a los oficios domésticos y materiales, mientras las
otras "monjas se hallaban liberadas de los trabajos domésticos y serviles, siendo su principal deber
el cantar las horas canónicas en ei coro de sus capillas. Por ese motivo, se ¡es llamaban monjas de
coro" (Lledías, 2003:157).
205
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
8
Convento en ei cuál vivió la importante escritora mística Francisca Josefa de la Concepción de
Castillo (1671-1742).
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SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO
cofundadora del Carmelo también y que trajo a esta nueva obra a dos
de sus sobrinas profesas del Carmelo (Díaz, 1928) -el convento fue eri-
gido mediante Cédula Real de Felipe III y bula de Urbano VIII (Jaramülo,
2 0 0 3 : 90) s -.
9
Jaramillo (2003) afirma que la fundación tuvo lugar el 6 de enero de 1629. sin embargo puse esta
fecha porque tanto Díaz (1928) como Toquica (2003) reportan la fundación en 1628. Para más
detalles sobre el convento de Santa Clara ver: Toquica, María Constanza (1999) "El convento de
Santa Clara de Santafé de Bogotá en ios siglos XVII y XVIII", tesis de maestría en historia, Universidad
Nacional de Colombia.
207
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
Y por que heos entendido, que por ser esta ciudad lugar pasagero,
acuden al dicho Convento muchos pasaieros, que no tienen deudo
con ninguna Religiosa, ni mas causa para yr a el, que buscar entre-
tenimiento (constituciones Clarisas, 1699: 224).
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EN EL NUEVO REINO
10
Esta es una idea suscitada en conversaciones que, sobre este tema, he sostenido con ia antropóloga
Mercedes López.
209
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llevarse, entre ios dientes las obejas del Divino Revaño. Y aunque
este cuidado le deven tener con todas las que les están encomen-
dadas, mucho maior devn ponerle, en las Religiosas, cuia limpieza
espiritual; y corporal; maiormente quando se acompaña con humil-
dad: es, tan acepta a Dios nuestro Señor, que como sus esposas
quiere que sigan a! Esposo, adonde quiera que fuere, con Himnos,
Cánticos y alabanzas (constituciones Clarisas, 1699: 135-136)
11
En quien, por el momento, no me detendré con detalle, aunque no porque resulte menos
interesante.
210
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12
Hito fundamental es el concilio de Trento (1545-1565), cuyo principal objetivo fue impulsar la
Contrarreforma, en respuesta a la Reforma protestante. La naturaleza de la fe, la gracia y la
justificación, el papel mediador de la Iglesia y los sacramentos fueron algunas de sus principales
banderas. En este proceso ocupó un lugar muy importante la reforma de la deteriorada vida monástica
de ia baja Edad Media (Sánchez, 2003)
13
Sólo tres mujeres tienen este título -Teresa de Jesús, Teresita del Niño Jesús y Catalina de Siena-
en un grupo de 33 doctores de la Iglesia.
211
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SEXUALIDAD Y GENERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
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14
Consideremos el significado de ios pantalones en las luchas de equidad de las mujeres. Ver
también, en el contexto de la guerra y la participación política, el asunto del vestido, como se sugiere
en el trabajo de Aída Martínez Carreño (2001).
213
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
sos ojos. Esta pretensión de ocultar el cuerpo deseable de las mujeres, así
como la vigilancia que se ejercía sobre el trato con los hombres, está sus-
tentada en una fuerte idea sobre la mujer como provocadora de las "más
bajas pasiones" de los hombres y, portento, como incitadora del pecado15.
En la reproducción de la estructura social el cuerpo es objeto de di-
versas intervenciones; vestirlo es una de ellas: «los ritos representan la
forma de las relaciones sociales y al darle a estas relaciones expresión
visible permite que la gente conozca su propia sociedad. Los ritos actúan
sobre el cuerpo político mediante el instrumento simbólico del cuerpo
físico» (Douglas 1973: 173). Así, el cuerpo es expresión de lo social, pero
también tiene una función aloplástica, es decir, mediante él se puede
intervenir la vida social - e s como un muñeco de vudú que puede ser
pinchado para causar efectos en el medio social-.
15
Esta culpabilidad de la provocación femenina se ha expresado en diversos momentos históricos.
Mireya Soares (2004), haciendo una relación entre la violencia sexual en el contexto de la colonización
y el mundo contemporáneo, señala el elemento común de la sospecha, en ambas épocas, de que
las mujeres sean las culpables de la violencia sexual de la que son objeto-el vestido aquí desempeña
un papel fundamental. Ver, por ejemplo, el artículo de Marco Meló sobre las revistas juveniles
femeninas que aparece en este libro.
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ESPOSAS Y AMANTES DE CRISTO:
SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO
Las monjas solían seguir las prácticas de desprecio del cuerpo, pro-
pias dei cristianismo de la época, como los ayunos, las disciplinas y las
mortificaciones. El pecado de la sensualidad -que podía ser expresado en
caricias hechas al propio cuerpo o al cuerpo de las otras- amenazaba ia
pureza y la continencia conservadas con tanta disciplina (resulta notable
la minuciosidad con la que las reglas y constituciones de las mujeres
consagradas se esmeraban para impedir este pecado, pues son abun-
dantes las recomendaciones para no permitir que las monjas estuvieran
solas o hablaran con gente externa al convento, ya que tales situaciones
podían convertirse en ocasión de pecado).
Esta constante vigilancia tiene como base aquel argumento ideológi-
co -ampliamente empleado desde la moral católica- que afirma que la
mujer no puede ser ella misma la regidora de su carácter y que siempre
se debe desconfiar de la fragilidad de su espíritu y su propensión al peca-
do. Como se lee en un tratado del siglo XVI16; "El diablo, enemigo astuto,
engañador y cauteloso induce con gusto al sexo femenino que es incons-
tante en razón de su complexión, de creencias poco firmes, malicioso,
impaciente, melancólico por no poder regir sus afectos" (Weyer p. 22,
citado en: Foucault, 1996: 15).
Veamos algunos detalles de las prescripciones en relación con el
contacto con extraños y las visitas de los familiares, así como los diversos
215
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
recursos para evitar conversaciones sin testigos, con los cuales la priora
se aseguraba de enterarse de todo lo que hablaran y pensaran las mon-
jas (para ello se recurría también a la revisión de la correspondencia)
- s i n embargo, no cabe duda de que las monjas tenían recursos, aunque
limitados, para escapar a estos controles-.
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ESPOSAS Y AMANTES DE CRISTO;
SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO
[La Abadesa] Deve visitar todas las noches ei Dormitorio, las ca-
mas, y hazer que cada religiosa duerma en ia suia, y hade visitar
las puertas, para ver si todas están cerradas (Constituciones
Clarisas, 1699:141).
[La abadesa] visitara todas las camas, y dará orden, que la lampara
que hade estar en medio del dicho Dormitorio, que nunca de noche
hade faltar, este bien, cebada, y encendida, que se vea lo que en ei
ay. Y no consienta que duerman las Monjas acompañadas, una con
otra, ni que ¡as Monjas duerman desnudas de sus hábitos (consti-
tuciones Clarisas, 1699: 181).
Ninguna hermana pueda entrar en celda de otra sin licencia de ia
priora, so pena grave culpa (Teresa, 1567: 12) (Alcalá, 1 5 8 1 : 72).
17
Cabe decir, como ya había explicado, que la clausura, como práctica generalizada y obligatoria en
la vida religiosa femenina, fue una novedad introducida por el concilio de Trento.
217
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
1699: 174) [...] y a ninguna sea licito hablar alli, sino solamente a
la portera (Regla de las Clarisas, 1699: 72).
[ia portera] no deje llegar a ninguna hermana al torno sin
licencia...no dar cuenta a nadie de cosa que allí pasare, sino fuere
a la prelada, ni dar carta, sino fuera a ella que la lea primero, ni dar
ningún recado a ninguna (Teresa, 1567: 25).
Sea el locutorio de camtidad conveniente con reja de yerro, y estre-
cha, y en tal manera clabada con dabos de yerro que jamas se
pueda abrir... a la qual sea puesto de la parte de dentro un velo de
lieso negro de tal manera que las Monjas no puedan ver, ni ser
vistas (Regla de las Clarisas, 1699:76).
218
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5. Nota final
223
FRANKLIN G I L HERNÁNDEZ
224
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SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
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BIBLIOGRAFÍA
Documentos
ARTÍCULOS Y LIBROS
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SEXUALIDAD Y GÉNERO EN LAS REGLAS MONÁSTICAS COLONIALES
EN EL NUEVO REINO
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PUTO, LOCAZA O ARPÍA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS
..I
LATINOAMERICANAS"
Presentación
1
Agradecemos a Marco Martínez, Franklin Gil Hernández, Marco Meló y Catalina Villamii por ia
lectura y comentarios realizados a este texto.
2
Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia.
3
Antropólogo de ia Universidad Nacional de Colombia.
ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
Las nove/as
La primera novela tomada en consideración es El beso de la mujer
araña (1976), de Manuel Puig, que relata la historia de dos presos en
Buenos Aires durante la dictadura militar argentina en la década de 1970.
La trama se desarrolla en la cárcel por medio del diálogo entre los dos
personajes. En este texto no existe un narrador; cuando el lector abre el
libro se encuentra de repente ante una conversación ya iniciada entre un
activista político que sueña con cambiar el statu quo y encontrarse con
su compañera en el "fervor de la lucha revolucionaria" (Valentín); y un
contador de historias que se desvive por los galanes de Hollywood (Molina).
Cuando Valentín no está estudiando, Molina ocupa su tiempo libre na-
rrándole películas europeas y norteamericanas de los años treinta y cua-
renta del siglo XX. Molina es recluido antes que Valentín, paga una pena
por corrupción de menores y es contratado por la dirección de la cárcel
para ejercer las funciones de espía y extraer información al revoluciona-
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PUTO, LOCAZA O ARPÍA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
rio con quien comparte la celda. Él indaga por la vida de Valentín, por sus
amistades y por su lucha; y a medida que io conoce, se enamora, lo cuida
de los maltratos propinados por los carceleros y le ofrece una vía de esca-
pe a través de sus relatos,
Molina es caracterizado como un homosexual amanerado que se de-
fine como "puto" pero también como mujer. Es sentimental y posee un
sentido estético que podríamos denominar cursi 4 , constituido por el re-
curso de la citación de 'textos' originados en ia 'cultura popular', princi-
palmente del cine y los melodramas.
A Molina no le importa la política; sus intereses personales están por
encima de todo, él vive el presente y muestra un gran amor por su madre y
por el mozo de un restaurante que lo desvela. Valentín, por su parte, es un
preso político, marxista, heterosexual, macho y racional. Su vida adquiere
sentido merced a ia lucha de clases, subordinando sus sentimientos a sus
intereses políticos. Piensa siempre en el mañana, en el país que ayudará a
construir y en su empresa de lograr la igualdad entre ios hombres.
Si bien en El beso de la mujer araña no existe una alusión explícita a
los factores raciales que definen a los personajes, sabemos que estamos
hablando de dos hombres blancos. Uno perteneciente a sectores popula-
res argentinos -como lo hace saber por medio de sus extensos conocimien-
tos de la cultura pop- y ei otro a ¡a clase media (y, como él mismo dice, con
un apellido de segunda clase, pero al fin de cuentas con apellido), con
estudios superiores y vocación revolucionaria.
La segunda historia, La noche es virgen (1997), de Jaime Bayly, narra,
retrospectivamente y en primera persona, los episodios de la vida de un
presentador de televisión limeño, Gabriel Barrios, quien aspira a llegar a
ser escritor algún día. Desde Miami, Gabriel recuerda con nostalgia parte
de su vida en Lima y el romance que sostuvo con Mariano, un joven músico
que conoció en un bar de ia ciudad, a quien extraña intensamente porque
io ha dejado por una mujer. La historia se desarrolla en los principales ba-
res y lugares de fiesta de Miraflores, sector encopetado de Lima, a donde
Barrios acude noche tras noche. Bayly nos presenta una Lima de finales de
la década de 1990, definida por una población diferenciada por la raza y la
clase social, en donde el sexismo y la homofobia se convierten en obstácu-
los para que las personas bisexuales y homosexuales sean felices.
4
Lo kitsch como problema social e histórico aparece por primera vez en la cultura española, ya que
la palabra castellana para designar el fenómeno -'cursi'- posee esa carga semántica en su propia
etimología (Santos, 2001). Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra 'cursi'
denota una cosa que "con apariencia de elegancia o riqueza, es ridicula y de mal gusto [...] [así como
a los] artistas y escritores, o [...] [a] sus obras, cuando en vano pretenden mostrar refinamiento
expresivo o sentimientos elevados" (RAE, 1984).
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ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
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PUTO, LOCAZA o ARPÍA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
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ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
-¿Y qué tiene de malo ser blando como una mujer?, ¿por qué un
hombre o lo que sea, un perro o un puto, no puede ser sensible
si se le antoja?
-No sé, pero al hombre ese exceso le puede estorbar (Puig, 2004
[1976]: 35).
[...] los que se desviven por una pinga durita y los que sienten
asco ante la sola idea de tocar pinga ajena, yo, es obvio, soy de
los primeros, y eso lo llevo hasta la tumba y ya no hay quien me
cambie (y por favor olvídate de inyectarme hormonas, mamá:
too late, darling) (Bayly, 1997: 180. Cursivas nuestras).
234
PUTO, LOCAZA O ARPÍA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
23o
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733
PUTO, LOCAZA O ARPÍA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
237
ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
[...] desde que era un pelaíto yo entendí que mi rollo era con los
hombres y, por lo tanto, sería la oveja rosada de la familia. Y
supe además para entonces que la vida es dura y la gente es
mala [...] Supe, además, que ia mayoría [de hombres gay] había
vivido infancias iguales a la mía y que en sus corazones había
dolor y amargura (Sánchez, 2003: 18-21).
5
Como se verá más adelante, el vocablo 'loca' puede ser empleado de distintas formas según el
sentido que se quiera resaltar. En este párrafo lo entendemos como sinónimo de hombre homosexual
feminizado.
238
PUTO, LOCAZA O ARPIA:
CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
6
Para profundizar en el tema de la simulación véase: Baudrillard, Jean (1981), Cultura y simulacro.
Barcelona, editorial Kairós. y Sarduy, Severo (1982), La simulación, Caracas, Monte Ávila Editores.
239
ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
Algunas de las obras de arte con mayor contenido erótico son las que
representan mártires o escenas de La Pasión: en ellas, muchas veces,
vemos a mujeres y hombres atados e indefensos en los que el rostro pa-
rece representar sensualidad y provocación, mientras que el cuerpo se ve
mucho más sugestivo. Uno de los martirios más representados es el de
san Sebastián, ¡cono gay por excelencia, invocado muchas veces con el
ánimo de mostrar una identidad gay transhistórica que se edifica por medio
de referentes estéticos comunes (en este caso, de la pintura renacentista).
En el siglo XX, algunos artistas han utilizado técnicas fotográficas
para retomar la imagen del santo con el propósito de exacerbar su sen-
sualidad y su carácter homoerótico. La portada de La noche es virgen
(editorial Anagrama, 1997) es una intervención del San Sebastián de Pierre
et Gilíes con la clara intención de usar un referente gay -no necesaria-
mente homosexual, pues la categoría gay no identifica a todos los hom-
bres homosexuales y está íntimamente relacionada con variables de raza,
gusto y posición social. San Sebastián es un referente foráneo importado
de las "culturas gay" del hemisferio norte, de obligada referencia y cono-
cimiento si se quiere ser un "verdadero gay".
?
Cuando hablamos aquí de canónico no nos referimos al carácter hegemónico propio de la selección
de autores y obras consideradas representativas de un tipo de literatura -como la latinoamericana-
sino, más bien, al carácter original de uno y otra que se da, siguiendo a Harold Bloom (2004), cuando
se gana la lucha contra la tradición y se logra romper, en cierta medida, con ella. Para el presente
caso, esta victoria marcó una ruptura o cambio paradigmático en la literatura de América Latina
cuando, según Lidia Santos (2001), a mediados del siglo XX, la cultura de masas fue incorporada en
las obras eruditas durante el advenimiento del posmodernismo, provocando una revolución del
concepto mismo en la erudición. Si bien aquí consideramos el carácter canónico de un autor o una
obra como sinónimo de originalidad, en ningún momento negamos las hegemonías y relaciones de
poder que se pueden ejercer a través de la implantación de un canon.
240
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CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
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CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
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ANDRÉS GÓNGORA Y MANUEL RODRÍGUEZ
con claridad, que sabemos lo que significan, son construcciones que apa-
recen ante nuestros ojos como un hecho. No obstante, y siguiendo a Judith
Butler (1993), tai apariencia es sólo un efecto que alberga una inestabi-
lidad constitutiva, ya que ninguna de estas categorías encierra en sí un
conjunto delimitado y finito de significados, ni se define independiente-
mente de la otra.
244
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CONSTRUCCIONES DEL SUJETO HOMOSEXUAL EN TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS
BIBLIOGRAFÍA
245
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246
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CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
1
Bergery Luckman. 1989:87.
2
Wittig, 1978.
CAMILA ESQUERRA MUELLE
tos -bien sea individuales o colectivos- y más aún cuando esta identidad
confronte sistemas de significados y de sentido tan reglados y atravesa-
dos de manera innegable por relaciones de poder como el género y ia
sexualidad -a lo que habría que añadir el hecho de que todo ejercicio de
conocimiento recurre a la categorización a través de la que construimos
significados y asignamos identidades-. También es necesario aclarar que
los procesos de nombramiento y de autonombramiento suponen ingresar
a un terreno de lucha desde el conocimiento y la afirmación en la existen-
cia social de los sujetos.
Para ilustrar el complejo panorama que ello supone quisiera contras-
tar, por ejemplo, las posiciones de Foucault y Boswell en el uso de los
términos. Foucault 3 usa el término 'homoerótico' y no 'homosexual' para
hablar de los sujetos que tienen prácticas eróticas con individuos del
mismo sexo, dado que antes del siglo XIX estas prácticas no presupon-
drían una identidad, mientras que Boswell4 sostiene que ia categoría 'gay'
es la más apropiada, aun para hablar del mundo premoderno.
Al mismo tiempo, Butler 5 señala las dificultades de la nominación
'lesbiana'. Plantea, por un lado, cómo la palabra singular 'lesbiana' no
puede connotar la pluralidad, la particularidad de las mujeres incluidas
en esta categoría y, por otro, que la carga negativa que pesa sobre esta
categoría es muy difícil de modificar. Sin embargo, veremos que el
a u t o n o m b r a m i e n t o t i e n e una u t i l i d a d s i m b ó l i c a y, por lo t a n t o ,
innegablemente política.
Al decir 'homosexual', 'gay' o 'lesbiana' reconocemos lo que ignora-
mos y lo que silenciamos, pues, si bien estos términos aluden a la dife-
rencia -en este caso de "orientación sexual" u opción sexual-, a la vez
desconocen las particularidades de individuos y ias marcas de identidad
colectivas -otorgadas por sus historias, sus comportamientos y sus
prospectivas- que, desde luego, no pueden ser comprendidas dentro de
estas categorías. Este es el dilema de cualquier ejercicio de categorización
que pretenda sintetizar una identidad y, al mismo tiempo, su alcance,
pues veremos cómo tales categorías están colmadas de significados, lo
que nos mostraría un movimiento metonímico en el que una parte consti-
tutiva del sujeto se convierte en el todo al ser nombrado -es decir: la
lesbiana es en su totalidad una lesbiana gracias a que parte de ella (su
orientación y opción sexual) pasa a constituir una identidad total-.
3
Foucault, 1991:176.
• Boswell, 1993: 66-67.
;
Butler, 1998.
2-8
LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
6
En la actualidad-dentro de los movimientos homosexuales y con los movimientos lésbicosyqueer,
se da un álgido debate entre si la homosexualidad es cultural (corrientes como el constructivismo) o
natural (idea sostenida por los esencialistas). Este debate tiene como escenario la búsqueda de
argumentos para validar la homosexualidad como orientación sexual legitima. Ambas corrientes
apuntan a lo mismo: la reivindicación de derechos civiles; sin embargo, los dos tipos de argumentación
tienen fortalezas políticas diferentes (Bellucci y Rapisardi).
7
Sedgwick, 1990.
a
Sabater Pi, 1984: 44, 128-130.
7i9
CAMILA ESQUERRA MUELLE
1
Boswell, 1993.
10
Durante la Edad Media se desarrolló el modelo de sexualidad con fines exclusivamente
reproductivos como modelo deseable y obligatorio. La sexualidad no procreativa era considerada
pecaminosa.
11
Boswell, 1993:197-201.
-' Boswell. 1993.
250
LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
!
Ibid: 352, 353.
14
Boswell, 1993:117-118.
5
Ibid: 1993:172-174.
251
CAMILA ESQUERRA MUELLE
!
Halperin, 1989.
17
Mondimore. 1998.
> Boswell, 1993:85-87.
19
Ibid. 1993; 106.
252
Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
El proceso histórico que siglos antes hubiera dado origen a ias leyes
canónicas y producido la escisión dei mundo entre Oriente y Occidente
también llevó a ias posteriores campañas de expansión europea hacia un
continente que habría de llamarse las Indias -por un error de interpreta-
ción cartográfica- y que luego se llamaría América. Este "erróneo Oriente"
habría de representar un reto de entendimiento que los colonizadores
europeos tendrían que solventar a partir de sus idearios, en los que no
cabía más que un "Occidente" reducido a ios contornos de! mar Medite-
rráneo y un Oriente exótico y lejano. En ¡as llamadas Indias, más tarde
renombradas América, sus indígenas mantenían diversos esquemas de
género y sexualidad que sorprendieron y afectaron a los conquistadores
que llegaron a nuestro continente desde el siglo XV.
La valoración de estas prácticas, conductas y sujetos en América antes
de la conquista era variada; algunos grupos los tenían en buena estima,
otros no. Sin embargo, lo que sucedió durante ia conquista y colonización
de América en relación con la homosexualidad y ios sistemas de género
fue la imposición de un epistema europeo equivalente a la importación
de la sodomía; es decir, dei significado peyorativo de ia conducta y los
1
Halperin, 1989.
21
Frabetti, 1 9 7 8 : 1 3 9 .
22
Según Williams (1992) 'nadie', en navajo, quiere decir "el que está transformado". Así, unnad/e
sería, a los ojos de los colonizadores, un berdache.
253
CAMILA ESQUERRA MUELLE
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Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
Esta práctica parece haber sido común en América del Norte antes
de la colonización, particularmente en grupos como los iroqueses, los
pima, los navajo (que llamaban 'nadie' a sus berdaches), los grupos illinois,
arapajo y mijaves y entre los yanquis y los zapotecas de México, así como
entre otros grupos de América del Sur 28 . Respecto a ios incas, Cieza de
León (c.1520-1554 2 9 ) afirmaba que esta sociedad "despreciaba el peca-
do nefando" mientras que Garcilaso de la Vega y otros sostuvieron lo con-
trario. Fray Pedro Martyr narra una terrible escena de penalización a es-
tos "hombres vestidos con trajes de mujeres" durante las exploraciones
de Nuñez de Balboa:
Halló tan manchada aquella tierra defte vicio, que muchos Indios
eftavan veftidos en trage de mugeres, para denotar con el hábito fu tor-
peza, y fu, tanto lo que fe embraveció defto el Capitán, que quarenta deflos,
que pudo coger a las manos, los echó a los perros, para que muriellen
defpedacados, con admiración y gufto de los demás Indios 30 .
No para todos los grupos ei homoerotismo era algo estimable, siendo
ejemplo de ello los aztecas de México o los muiscas de Colombia, como
anota Abel M a r t í n e z 3 1 : "Las penas eran severas para violadores y
sodomitas" (Humboldt [1769-1859], 1992) y cita a Castellanos: "Mandó
a matar a quien mujer forzase, siendo soltero, pero si casado durmiesen
dos solteros con la suya. Al sodomita, que muriese luego con ásperos
tormentos".
En el territorio de lo que hoy es Colombia, en el siglo XVI, también se
registraron casos de homoerotismo de los que dan cuenta los cronistas;
"Cometen bestiales y nefandos pecados", "Comen carne humana y son
abominables y sodomitas y crueles y tiran sus flechas ponzoñosas"
(Fernández de Oviedo [1478-1557], 1984). Fray Pedro Aguado ([1538-
¿?],1930) relata casos de sodomía o pecado nefando -como él lo llama-
ba- en la provincia de la Nueva Granada. Así mismo, en su diario, Humboldt
([1769-1859], 1982) registra un caso de berdaches a los que llamaban
cusmos entre los laches "única nación en la que era permitida una clase
de pederastía" que habitaban el norte de Boyacá (pertenecientes a la
familia lingüística macrochibcha 32 ):
2oo
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Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
Además de esta conversación, tuvo una entrevista -que tuvo que "ex-
tractar, dada la dificultad de conseguir respuestas directas"- con el pro-
pio bardaje, Juana, quien pertenece a una tribu guahiba que vive a orillas
del caño llamado Yakuiribu, en la orilla derecha del río Tomo. A continua-
ción transcribo algunos apartes:
Esta entrevista expresa cómo los bardajes han estado incluidos den-
tro de la estructura social y de los sistemas de parentesco -incluida la
sucesión y la herencia- de los guahibo, como ya lo había anotado Lucena
en la definición del término 'bardaje'. Podríamos además deducir que el
matrimonio entre los guahibo no estaba ligado a la reproducción. Según
Williams 39 , los berdaches tenían un poder místico y ceremonial y, a la vez
(de acuerdo con las observaciones de los viajeros), se les brindaba un
trato reverencial. Aunque la homoeroticidad estuvo ligada a los berdaches,
el caso contrario -es decir, la homoeroticidad de individuos no berdaches-
no influía necesariamente en la identidad de género ya que, según anota
Williams, las relaciones afectivas entre personas del mismo género en las
culturas indígenas americanas eran la regla.
257
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25fi
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1
Mondimore; 1998, 50.
45
Mondimore, 1998.
259
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5
Serrano, 1997.
' Stepan, 1991, y Pedraza, 1996,
48
Más adelante veremos cómo la falta de métodos sistemáticos en estos estudios propuestos como
nociones positivas sobre el asunto serán la causa para que científicos como Kinsey y Hooker
desvirtúen sus conclusiones.
260
Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
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49
Mondimore, 1991.
50
Ibid.
261
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51
Mondimore, 1998: 70.
' Pecado silencioso.
53
Mott, 1987.
'Giraldo, 2001:26-32.
262
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CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
263
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264
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CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
67
Robert, 1970.
66
Coraminas, 1980.
59
Ni en ¡a obra de Coraminas ni en la de Covarrubias aparece ninguna mención a los términos
tríbada' o 'lesbiana'.
¡
Boswell, 1993.
265
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266
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CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
267
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79
Mondimore, 1998.
1
Faderman, 1981.
1
Mayoral, 1993.
82
Mondimore, 1998.
'Walkowitz, 1993.
268
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84
Citado por Mondimore en Historia natural de la homosexualidad (1998) y antes por George
Chauncey (hijo) en De la inversión sexual a la homosexualidad: la medicina y la cambiante
conceptuaíización de la desviación en la mujer (1982).
269
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85 Mondimore, 1998
270
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271
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274
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Mott, 1998.
-' Boswell, 1993: 66-67.
275
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93
Marotta, 1981.
' Doty, 1996.
' Bourdieu, 1998:143.
;
Es lo mismo que 'camionera': lesbiana de aspecto muy masculino.
276
LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
Este listado reúne una serie de "formas de decirse como sujeto sexual"
agrupadas bajo ia concepción de lo queer.
De esta manera queda esbozada la genealogía de la construcción de
sujetos LGBT a través del nombramiento. Es claro que devenir homosexual,
gay o lesbiana no consiste exclusivamente en tener relaciones sexuales
con personas del mismo sexo, sino que implica un acto de performancia
desde un acto del habla y de la construcción social.
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BIBLIOGRAFÍA
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CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
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CAMILA ESQUERRA MUELLE
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280
Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO.
CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES
281
JERARQUÍAS Y RESISTENCIAS:
"Mi familia decía que yo iba a sufrir más, decían que yo, siendo un
homosexual y siendo negro, sufriría mucho más, que era para yo estar
preparado siendo un homosexual negro que siendo apenas un hetero-
sexual negro o un homosexual blanco. Mi mamá me dijo que no era
fácil ser negro en el Brasil y principalmente ser negro, pobre y homo-
sexual, que es una carga multiplicada por tres" 2 .
1
Este artículo reúne algunos resultados etnográficos obtenidos en universos homosexuales de
Bogotá y Río de Janeiro, y nace como parte de la investigación que se tituló originalmente "El ejercicio
de la homosexualidad en un grupo de afrodescendientes en Bogotá", financiada por el concurso
Jóvenes investigadores de Colciencias en 2002, entidad a la cual agradezco por el incentivo que me
brindó. Agradezco también a Jaime Arocha por su orientación académica y el entusiasmo con el cual
recibió mi propuesta, a Mará Viveros por ios aportes conceptuales, el estímulo y la invitación a
participar en esta publicación, a Antonio Ochoa, Leonardo Hincapié, Germán Rincón y Rafael Gutiérrez
por cada una de sus contribuciones, a Lina Vargas, Mauro Brigelro y a los estudiantes de antropología
pertenecientes al Grupo de Estudios Afrocolombianos, así como a todos los miembros del Gessam
por sus sugerencias y críticas durante la etapa de articulación de la propuesta de investigación. Este
trabajo hace parte también de mi tesis de maestría en antropología social en el Museo Nacional de
la Universidad Federal de Rio de Janeiro, titulada "Negros homossexuais: raca e hierarquia no Brasil
e na Colombia", orientada por el profesor Gilberto Velho, a quien extiendo mi gratitud. Final y
especialmente, agradezco a los protagonistas de este estudio y a todas las personas que me brindaron
apoyos incondicionales durante el transcurso del trabajo de campo.
2
Palabras de Crispín, joven oriundo de Salvador de Baha, joven negro que mora en Río de Janeiro
desde 2002 y quien se ha desempeñado como cocinero y aseador de varios restaurantes. La
traducción del testimonio es mía.
MARÍA ELVIRA DÍAZ BENÍTEZ
3
No me estoy refiriendo básicamente a la diversidad de repertorios asociados a logay, que pueden
ir desde diferenciaciones muy discutibles como la hecha por Luiz Mott (2000) entregays asumidos
y enrustidos (secretos), o diferenciaciones basadas en la orientación de género (travestís, transexuales
y transgeneristas), o respecto de hombres cuyas ocupaciones se asocian a logay pese a que su
subjetividad no obligatoriamente se construya de esa manera (como por ejemplo strippers y gogo
boys) u hombres que también se asocian a logay por su performancia como mujeres en contextos
284
JERARQUÍAS Y RESISTENCIAS:
RAZA, GÉNERO Y CLASE EN UNIVERSOS HOMOSEXUALES
285
MARÍA ELVIRA DÍAZ BENÍTEZ
5
Argentina es un país que vive una experiencia análoga. Allí lo negro es lo otro por excelencia; se
llama negro a cualquier cosa burda, a un mal ccmportamiento, a una falta de instrucción, a una
falta de educación y a todo lo que se asocie con la pobreza y el mal gusto (ver: Blázquez, 2004).
6
Original en portugués. La traducción es mía.
286
JERARQUÍAS Y RESISTENCIAS:
RAZA, GÉNERO Y CLASE EN UNIVERSOS HOMOSEXUALES
dosela frecuentemente con las clases medias. La bicha Susy es una ima-
gen más "modesta" de la barbie: se considera que alguien es susy y no
barbie si su cuerpo aún no se encuentra lo suficientemente trabajado, si
no posee las mismas facciones bonitas que identifican a las barbies y, en
menor medida, cuando no cumple las expectativas respecto del nivel so-
cial (razón por la cual son llamados también barbies pobres). Metro gay
se llama a aquellos hombres que cuidan cautelosamente su apariencia,
que no "dan pinta", que son generalmente bonitos y pueden tener un
estilo boy, barbie o intermedio entre éstos. Actualmente, en el circuito
carioca de bares y lugares de encuentro homosexual, el metro gay se en-
cuentra en el ápice de las preferencias, constituyendo otro mito hegemó-
nico del deseo. Los ursos (osos), por su parte, son homosexuales viriles
pero con una estética opuesta a la de las barbies: son gordos, velludos y
barbados, y dicen ser personas que no se preocupan mucho por su apa-
riencia 7 .
Partiendo de estas clasificaciones producidas por las comunidades
homosexuales se hace evidente que el código o ¡deal hegemónico
imperante, a grandes rasgos, es el del hombre blanco, joven, viril, depila-
do, de cuerpo ejercitado, prototipo que excluye a los afeminados, a los
negros, a los hombres mas viejos, a ios hombres de baja estatura y a los
hombres gordos. El patrón de belleza es blanco y opera como una espe-
cie de ápice o punto de partida desde donde se construyen y articulan
otras estéticas y subjetividades. Tal blancura o "blanquidad" actúa como
un lugar de poder que "es determinante para las interacciones sexuales y
en la economía del deseo dentro de los mundos homosexuales" (Pinho
2004: 130). A su vez, este patrón no actúa solo, pues únicamente toma
visos de "perfección" si está intersecado con una capacidad de consumo
correspondiente con la de las clases medias y medias-altas. Los homo-
sexuales pertenecientes a estos sectores privilegiados, a partir de su po-
sición de clase, tienen la posibilidad de crear élites en el mundo gay, de
c i m e n t a r ideologías y, de alguna m a n e r a , de c o m p e t i r con los
heterosexuales por la posesión del discurso dominante; es decir, el refi-
namiento, la belleza, la moda y el cuidado del cuerpo son herramientas a
7
Mencionemos otras denominaciones: bicha montada - aquellos que usan ropas femeninas pero
no al punto de trasvestirse completamente, y sólo en determinados contextos como la "pegacáo"-,
baitota, frango, bicha paraiba, bicha podre, fanchona, zapatona, lady, zapatinha, entre otras. Cabe
anotar, además, que dentro de cada denominación hay subdivisiones. Por ejemplo, como explica
Fígari (2003:356), las barbies pueden ser "chesfer" (si tienen el pecho muy desarrollado), "rasgadas"
(si son delgadas y su musculatura está bien definida) y "puffy" (quienes más exhiben su musculatura).
Ciertas clasificaciones (como barbie y u/so) son importadas de las dinámicas gay de los países
centrales (bears, por ejemplo), las demás son básicamente locales.
287
MARÍA ELVIRA DÍAZ BENÍTEZ
"El tipo tiene que estar muy bien vestido, el cabello tiene que
estar bajito, si tiene un cabello black power, la gente lo mira y
dicen que no les gusta. Si usa un cabello muy moderno como
alisado pueden decir que es pintosa. La ropa no puede ser muy
llamativa, demasiado fashion ya no les gusta. Todos sabemos
que a la raza negra generalmente a muchos les gusta usar colo-
res más llamativos, colores más vivos, pero no, los homosexua-
les negros tienen que vestirse con colores sobrios, tienen que
usar ropas de marca, no pueden "dar pinta", tiene que ser súper
macho, solo así es va a ser aceptado en la sociedad".
"El negro bonito tiene que ser más claro, no puede ser aquel que en
la oscuridad usted pierde, de ojos claros, cabellos cortados, masculino
pero no gordo, tiene que ser musculoso, alto y bien vestido [...] tiene que
tener expresiones afiladas, nariz pequeña, labios más delicados" 8 .
En estos testimonios (como en muchos otros en ambos países) apa-
rece el cabello corto como una condición para que la aceptación de los
hombres negros sea efectiva. Esta norma estética que se impone simbó-
licamente a los negros podemos verla también como una forma de "ame-
nizar" o "mermar" la "negrura" del individuo. Esta exigencia estética pue-
de ser, para su portador, un mecanismo para crear imágenes positivas de
sí mismo y una estrategia de "reinvención" de su cuerpo y su apariencia.
Es importante tener en cuenta que, tanto en Colombia como en la socie-
8
Ambos testimonios los traduje del original en portugués de mi tesis de maestría titulada "Negros
homossexuais: Raga e hierarquia no Brasil e na Colombia" (2005).
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29C
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12
La actividad/pasividad, lejos de ser una identidad estable, debe ser vista como un juego de
posibilidades. La creencia en la superioridad otorgada por el ejercicio del rol activo es frecuentemente
revaluada, dando espacio al contradiscursc de la pasividad como preferencia o como alternativa. En
diversos circuitos homosexuales bogotanos y cariocas, las interacciones son delineadas de acuerdo
con el denominado 50/50 o troca-troca, respectivamente. No obstante, hay que tener en cuenta
que esta nueva red de valores - que autoras como Heilborn (1992) y Guimaráes (1977) llamaron
igualitaria - hace parte más específicamente de universos homosexuales de clases medias y medias-
altas. En mi estudio encontré que eran justamente los gay boys - en ambos países - quienes
mayoritariamente opinaron sentirse cómodos con el 50/50, o que no tenían ninguna contradicción
con el hecho de ser penetrados. Por el contrario, hay contextos regionales en los cuales - como dijo
uno de mis entrevistados - "quien penetra no es homosexual". Los cacorros colombianos o los bofes
brasileños, en dichos contextos, pueden incluso reafirmar su heterosexualidad por medio de la
penetración de un hombre.
13
La última expresión traduce, literalmente, "esas dos van a quebrar la loza", y hace parte de la
jerga de los ambientes gay cariocas, designando, como expliqué anteriormente, a una pareja en la
que ambos son muy afeminados.
14
Existe una especie de juego con lo femenino presente en las interacciones o tratos cotidianos.
Muchos se nombran corrientemente como "ella", o con nombres de mujer ficticios o usando la
versión femenina de su propio nombre: Camila en vez de Camilo, Andrea en cambio de Andrés,
Bruna en vez de Bruno, Carla en vez de Carlos, etc.
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15
Si bien ejercen resistencia mediante su apariencia y orientación/actuación de género, hay que
hacer la salvedad de que estos individuos no obligatoria ni exclusivamente poseen una ideología
anti patriarcal.
16
En Río escuché muchos comentarios acerca de ia peligrosidad de las travestís. Existen mitos
como que esconden cuchillas de afeitar debajo de la lengua, o cuchillos entre sus "nalgas de silícona"
(es claro que todos estos dichos en forma de burla evidencian un imaginario colectivo).
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xualidad no existe dentro de los valores del ser negro (ver Monteiro, 1983;
Me Rae, 1990), pues "hasta para respetados valores intelectuales de
aquellos movimientos, la homosexualidad es una depravación típica del
blanco que contaminó a uno u otro negro sinvergüenza aculturado exis-
tente por ahí" (Monteiro, 1983: 118).
Vale la pena recordar también la reacción del movimiento negro bra-
sileño ante la hipótesis proferida por el antropólogo Luiz Mott acerca de
la homosexualidad de Zumbi, el mayor líder de la historia negra brasileña
y uno de los mas importantes símbolos de la conciencia negra en América
Latina:
18
El nombre de este grupo significa, en dialecto yoruba, 'negro riomosexua/'. Esta agrupación reunía
en su seno, en ese entonces, a gays y lesbianas de Bahía.
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"Las bichas blancas son más racistas, más prejuiciosas, las ne-
gras no son tanto, pero las blancas hasta para promoverse en
una jerarquía más encima, para elevarse más, siempre quieren
colocara las negras más abajo que ellas [...] Uno siempre habla
19
Sobre valores machistas y virilidad obligatoria en poblaciones afrocolombianas ver: Viveros, 1998,
2000, 2001,2002; Urrea y Quintín, 2001. No obstante, debo llamar la atención sobre la experiencia
de un grupo de jóvenes homosexuales oriundos de Quibdó, residentes en Bogotá, quienes trabajan
en el centro comercial Galaxcentro 18 (como estilistas, maquilladores y diseñadores de modas). En
mi tesis de maestiía llamé la atención sobre los cambios operados en los valores patriarcales de
estas comunidades, en la convivencia de estos muchachos con sus coterráneos y otras personas
del Pacífico colombiano y en los espacios de aceptación y respeto que han ganado durante años
gracias a diversos factores: su trabajo asociado a la dignidad, a ios proyectos de reconocimiento
social, a la exaltación de la cultura afrocolombiana, a la participación política, a los "visos" de
modernidad que proyectan con sus ocupaciones y estilos de vida, etc.
20
La expresión "negáo tém um casetao" no tiene una traducción exacta en español;
aproximadamente sería: "el negro la tiene grandísima".
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1
Original en portugués. La traducción es mía.
22
Como es el caso de los muchachos quibdoseños de Galaxcentro 18, en donde los vínculos de
amistad, trabajo y solidaridad ejercen resistencia ante los valores machistas y homofóbicos. Para
una explicación más detallada, propongo ver: Díaz Benítez (2005).
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Para terminar, quiero mostrar cómo el exotismo con el cual son percibidos
los negros y lo negro en general puede ser entendido como un espejo con
tres caras: por un lado se acerca a ese "otro", se apropia, se admira, se
disfruta y hasta se imita, pero al mismo tiempo se puede ser insensible res-
pecto del estado de carencia y exclusión en el que puede estar inserto ese
"ser exótico"; por otro, se le brinda al negro un espacio muy específico de
participación mediante ia fetichización de su cuerpo y su sexualidad, al mis-
mo tiempo que se le niega la posibilidad de ponerse en escena como un ser
que va más allá de su cuerpo (que es, por ejemplo, intelectual). El negro
ofrece en este juego de ideologías una experiencia directa con lo dionisíaco,
una utopía erótica y genital pero -a veces- nada más. Como dice Laura Mello
e Souza (1989: 281), el exotismo "no se limita al movimiento estético de
admiración. Implica, al mismo tiempo, una dimensión entre una fascinación
y un repudio, pudiendo fácilmente transformarse en un deseo de destruc-
ción del otro considerado extraño y amenazador".
Pero hay otra parte interesante en esta dinámica, que sería la tercera
cara del espejo: el uso que ese ser exótico puede hacer de su imagen. No
existe poder sin que exista también el contrapoder, ni victima sin que exista
resistencia -recordemos a Bruno Latour cuando dijo que "el poder solo existe
para quien cree en él"-. Así, el hombre negro homosexual o heterosexual
puede apropiarse del estigma de su sexualidad exagerada y usarla como un
mecanismo para insertarse socialmente y demostrar superioridad y, por lo
tanto, una ventaja ante otros hombres. Los individuos negros son cosificados
cuando se les ve como seres exóticos cuyo único gran atributo es su genital;
sin embargo, éstos pueden valerse de ese estigma para cosificar a los otros
creando una contra-saga, un estereotipo de la inferioridad sexual dei hom-
bre blanco.
José Carlos, uno de mis entrevistados bogotanos, decía: "Aquí los ne-
gros saben manejar muy bien su cuerpo, saben explotar sus atributos y sa-
carle provecho", lo cual es una opinión bastante generalizada entre homo-
sexuales blancos. En Río de Janeiro conocí a un joven mulato que le decía a
su enamorado blanco: "usted nunca va a encontrar un negrote como yo,
'ativáo' [muy activo], de ojos verdes, es difícil que lo encuentres".23 El uso
del propio cuerpo bajo una percepción de sí mismo como exótico es explicitada
por no pocos hombres negros y no sólo en ambientes gay. La
autodiferenciación se efectúa mediante movimientos, poses y ropas, mediante
el discurso del propio exotismo y mediante manifestaciones performáticas.
Un ejemplo de esto lo encontré en Luis, sobre quien José Carlos decía:
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21
Original en portugués. La traducción es mía.
25
Bar ubicado en el centro de Río de Janeiro en el que interactúan personas diversas pese a ser
frecuentado mayoritariamente por jóvenes negros procedentes de la periferia y el suburbio cariocas.
Tiene fama de ser un lugar "sucio" debido al capital socioeconómico y al color de piel de muchos de
sus clientes, así como a ia apariencia del lugar.
26
Bar ubicado en Copacabana, en plena zona turística. A diferencia del Buraco da lacraia, Incontru's
congrega travestís y más jóvenes negros y mulatos que cualquiera otra de lasboates de la zona sur.
Es considerado también como un lugar "sucio" por la procedencia económica y el "estilo" de muchos
de sus clientes, pero especialmente porque es escenario de prácticas de prostitución o "michetagem".
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nes materiales y con ios niveles de educación: por un lado, las desigual-
dades en las condiciones económicas crean experiencias desiguales de
homoeroticidad; por otro, la clase social puede "diluir" el color -éste sería
uno de los espacios donde es posible negociar la raza-. Podríamos pensar
también, entonces, en la dicotomía ser o estar negro 27 , donde el color
dependería del tránsito y circulación de los individuos a través de dife-
rentes relaciones y posiciones de ciase. Por este motivo, encuentro in-
adecuado asociar la dupla homosexual-negro con la idea de una "doble
discriminación" sin detenernos en las especificidades, pues no todos los
homosexuales negros viven las mismas realidades: la aceptación, la dis-
criminación, la percepción de sí mismos y la subjetividad se estructuran
de forma diferenciada de acuerdo con la clase social, la ocupación, la
apariencia, el discurso, el lugar de proveniencia y la forma como se vive
la homosexualidad y se actúa o performatiza el género. Los prejuicios
respecto a la apariencia o los rasgos fenotípicos de los negros son un
telón de fondo constante en las experiencias de estos individuos, pero
varían dependiendo del mapa de clase social de ambas ciudades y, por
consiguiente, de los lugares por los cuales transiten y construyan sus re-
des sociales.
27
Parafraseando las categorías de "ser o estar homosexual" desarrolladas por Fry (1985) y Heilborn
(1992) y criticadas por Trevisán (1986).
28
De la misma manera que en referencia a la noción de la supremacía en la actividad sexual existen
ideologías alternativas, también existen contradiscursos respecto de las posibilidades de sostener
una relación de pareja con un hombre negro, sobrepasando los estereotipos de raza y desvalorizando,
entre otros, el imaginario del pene grande como único valor.
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BIBLIOGRAFÍA
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RAZA, GÉNERO Y CLASE EN UNIVERSOS HOMOSEXUALES
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304
.....»,«»«*>
Esta película del año 1998 está basada en ia novela del mismo nom-
bre del escritor y presentador peruano Jaime Bayly {La noche es virgen,
Yo amo a mi mami, Los últimos días de la prensa). Su realizador y director
es el peruano Francisco J. Lombardi, quien ha realizado diversos traba-
jos, entre ios que se encuentran: Bajo la piel, La ciudad y los perros y
Pantaleón y las visitadoras.
Hablar de una obra de arte, en este caso de una película, contiene el
riesgo de la sobreinterpretación, mas no es mi intención hacer una exé-
gesis de la película, ni mucho menos hacer un análisis detallado de su
argumento. Lo que quiero hacer es comentar tres ideas -las que a mí me
llamaron la atención ai ver esta producción, pero también al leer una de
las novelas de Bayly-. La primera ¡dea está relacionada con la representa-
ción de ia bisexualidad/homosexualidad, la segunda con algunas relacio-
nes entre sexualidad y "raza" y la tercera con ia categoría 'género'.
FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
La representación de la bisexualidad/homosexualidad
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" N O SE LO DIGAS A NADIE"
APUNTES SOBRE SEXUALIDAD, 'RAZA' Y GÉNERO EN UNA PELÍCULA LATINOAMERICANA
"Raza" y sexualidad: "¡Qué feos somos los peruanos, carajo, qué pueblo
para feo el peruano de mis amores!" 1
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FRANKLIN GIL HERNÁNDEZ
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Yo, TÚ, ELLOS: HETEROSEXUALIDADES TRASGRESORAS1
Yo, tú, ellos (2000) es una película del director brasileño Andrucha
Waddington, producida por Conspiragáo Filmes y Columbia TriStar Filmes
do Brasil. Fue ganadora de una mención especial en ia selección oficial
del Festival de Cannes 2 0 0 0 , así como del premio a la mejor película y
mejor actriz en el Festival de Cartagena (Colombia), dei premio India Ca-
talina de Oro y del Festiva! de cine latinoamericano de La Habana, entre
otros. Waddington, realizador autodidacto, es un carioca de 34 años de
edad que comenzó su carrera como asistente del conocido cineasta ar-
gentino Héctor Babenco.
Esta película está basada en hechos reales. Cuando Andrucha
Waddington vio en televisión una entrevista a una mujer nordestina que
compartía su casa con sus tres esposos, tomó su automóvil y se dirigió al
nordeste de Brasil en su búsqueda. El director aclara, sin embargo, que
este no es un filme biográfico. En palabras de Waddington, "Yo, tú, ellos
habla sobre las relaciones humanas y de cómo, cuando estás distante de
la sociedad, es posible fijar tus propias reglas".
El nordeste
Género y sexualidad
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Yo, TÚ, ELLOS: HETEROSEXUALIDADES TRASGRESORAS
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CLAUDIA RIVERA Y MANUEL RODRÍGUEZ
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CLAUDIA RIVERA Y MANUEL RODRÍGUEZ
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Yo, TÚ, ELLOS: HETEROSEXUALIDADES TRASGRESORAS
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