BIOETICA
BIOETICA
BIOETICA
INTRODUCCIÓN
A lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX, el desarrollo de la cultura
tecno-científica, por un lado, y el impacto de los movimientos de la sociedad civil
por el otro, suscitaron una serie de acontecimientos de indudable importancia para
el desarrollo de la bioética. Si bien en sus inicios la bioética fue de dominio
básicamente anglosajón, posteriormente, a partir de los años ochenta, se extendió
a los países europeos y ha tenido, desde los años noventa hasta la actualidad, un
desarrollo que incluye a la región latinoamericana y una gran parte de los países
del mundo, por lo que actualmente se puede hablar de una bioética internacional
con diferentes grupos, voces y análisis particulares. Ejemplo de ello son los
principios o postulados que establece la escuela europea: vulnerabilidad, dignidad,
integridad y autonomía.
ALCANCE DE LA BIOÉTICA
La bioética no sólo trata las cuestiones morales en el ámbito de la biomedicina,
sino que además incluye:
Cuestiones epistemológicas: modelos explicativos sobre la conducta
humana (p.ej. debate entre el determinismo biológico y la influencia
ambiental), metáforas y modelos sobre el papel de los genes, etc.
Cuestiones ontológicas (estatuto de lo humano al comienzo y al final de la
vida; estado vegetativo persistente; relación entre la dotación genética y la
identidad del individuo, etc.).
La bioética se desarrolla en el contexto de una sociedad pluralista, ajena a los
grandes relatos unificadores de tipo religioso o ideológico. Por lo tanto, la bioética
es una ética civil que se sustenta en la racionalidad humana secularizada, capaz
de ser compartida por todos, en un terreno filosófico neutro. Como dice Marciano
Vidal (1989) "más allá de un ordenamiento jurídico y deontológico, y más acá de
las convicciones religiosas".
Es una ética laica, racional, que formula la dimensión moral de la vida
humana en cuanto ésta tiene de repercusión para la convivencia ciudadana
en general. Pero con la consciencia de las limitaciones de la razón, es
decir, evitando el racionalismo ingenuo.
Es una ética pluralista: acepta la diversidad de enfoques, desde los que se
intenta construir un acuerdo moral en una unidad superior.
Es una ética "mínima" (Adela Cortina), es decir, el mínimo común
denominador moral de una sociedad pluralista, que garantiza al mismo
tiempo la diversidad de proyectos humanos (culturales, religiosos, etc.). En
esta línea se situarían igualmente los intentos del teólogo Hans Küng de
una Ética Mundial por medio del diálogo de las distintas religiones, que
pudiera llegar a unos acuerdos sobre valores y fines vinculantes. En cuanto
ética mínima, no puede aspirar a ser totalizadora, y por lo tanto no se
identifica con la visión de ninguna religión, que plantea cosmovisiones
opcionales. En cuanto ética común, sus contenidos no pueden depender de
simples preferencias personales, sino que reflejarían cierto grado de
consenso social derivado de la racionalidad.
Sus contenidos se van descubriendo tras evaluación y discusión crítica, por
sucesivas convergencias surgidas de la común racionalidad humana. Se
trata, pues, de una ética dinámica y enraizada en la historia, que acepta
moverse provisionalmente en la duda y en la perplejidad, pero que avanza
hacia niveles cada vez mayores de búsqueda del bien y de la justicia para
toda la humanidad, contrastando sus conclusiones continuamente con la
realidad de cada momento y de cada cultura.
FUNDAMENTACIONES DE LA BIOÉTICA
El valor de la persona humana es una intuición o "a priori" que sirve de marco
referencial para elaborar la bioética. Por lo tanto, el ser humano tiene dignidad, y
no precio. De aquí se deriva el que todas las personas merecen la misma y
absoluta consideración y respeto.
Principio de no maleficencia
Este principio ya se formuló en la medicina hipocrática: Primum non nocere, es
decir, ante todo, no hacer daño al paciente. Se trata de respetar la integridad física
y psicológica de la vida humana. Es relevante ante el avance de la ciencia y la
tecnología, porque muchas técnicas pueden acarrear daños o riesgos. En la
evaluación del equilibrio entre daños-beneficios, se puede cometer la falacia de
creer que ambas magnitudes son equivalentes o reducibles a análisis cuantitativo.
Un ejemplo actual sería evaluar el posible daño que pudieran ocasionar
organismos genéticamente manipulados, o el intento de una terapia génica que
acarreara consecuencias negativas para el individuo.
Principio de beneficencia
Se trata de la obligación de hacer el bien. Es otro de los principios clásicos
hipocráticos. El problema es que hasta hace poco, el médico podía imponer su
propia manera de hacer el bien sin contar con el consentimiento del paciente
(modelo paternalista de relación médico-paciente). Por lo tanto, actualmente este
principio viene matizado por el respeto a la autonomía del paciente, a sus valores,
cosmovisiones y deseos. No es lícito imponer a otro nuestra propia idea del bien.
También se puede usar este principio (junto con el de justicia) para reforzar la
obligación moral de transferir tecnologías a países desfavorecidos con objeto de
salvar vidas humanas y satistacer sus necesidades básicas.
Principio de justicia
Consiste en el reparto equitativo de cargas y beneficios en el ámbito del bienestar
vital, evitando la discriminación en el acceso a los recursos sanitarios. Este
principio impone límites al de autonomía, ya que pretende que la autonomía de
cada individuo no atente a la vida, libertad y demás derechos básicos de las otras
personas.
Los países industrializados, con menos población que los países pobres,
contaminan más y derrochan más recursos. Las sociedades opulentas deberían
bajar del pedestal la autonomía desmedida que va en detrimento del desarrollo
justo y viable para todos.
REFERENCIAS
Organización Mundial de la Salud
Comisión Nacional de Bioética de México