Eric Hobsbawn Del Feudalismo Al Capitalismo

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Eric Hobsbawn

Del Feudalismo al Capitalismo

Editorial Crítica. Grupo editorial Grijalbo. Barcelona

De los varios estadios del desarrollo histórico de la humanidad censados por Marx
en el prefacio a su critica de la economía política, los modos de producción
“asiático, antiguo, feudal y burgués moderno”, tanto el feudal como el capitalista
han sido aceptados sin serias objeciones mientras que la existencia o universalidad
de los otros dos ha sido puesta muchas veces en entredicho e incluso negada.

Pero, por este lado, el problema de la transición del feudalismo al capitalismo


quizás ha planteado más discusiones entre los marxistas que ningún otro de los
conectados con la periodización de la historia mundial. En la década de los
cincuenta se establece la conocidísima polémica internacional sobre este punto con
la intervención de Paul Sweezy, Maurice Dobb, H.K. Takahashi, Christopher Hill y
Rodney Hilton, completada con aportaciones posteriores de George Lefebvre, A.
Soboul y Giuliano Procacci. (1) En esta misma década se desencadena una vivísima,
aunque en modo alguno concluyente, discusión en la URSS sobre la “ley
fundamental del feudalismo”, es decir, sobre el mecanismo que lleva
necesariamente a la substitución del feudalismo por el capitalismo, de modo
similar a como la tendencia histórica a la acumulación de capital, de acuerdo con el
análisis de Marx, sentencia irrevocablemente el capitalismo a desaparecer. (2) Hay
otras varias discusiones interesantes sobre el tema, en particular en los países
asiáticos, que desafortunadamente no conozco.

El objeto que persiguen las presentes notas no es proponer nuevas respuestas a los
problemas planteados por la transición del feudalismo al capitalismo, sino
enmarcarla dentro de una discusión más general sobre los diferente estadios del
desarrollo social que recientemente ha vuelto a salir a la luz en las páginas de
Marxism Today. Quizá lo mejor sea avanzar algunas proposiciones susceptibles de
discusión.

1) La primera concierne a la universalidad del Feudalismo. Tal como indica Joan


Simon en Marxism Today (junio 1962) al compendiar el reciente debate sobre el
tema organizado por esta publicación y el Grupo de Historia del Partido
Comunista Británico, la dirección seguida por el pensamiento marxista en las
ultimas décadas tiende a ensanchar el ámbito del “feudalismo” a expensas de
formaciones sociales calificadas en otro tiempo de comunales-primitivas, asiáticas,
etc.
En la practica, esto significa que el “feudalismo”, otrora convertido en una especie
de legado residual, conoce actualmente un vasto proceso de expansión, y bajo esta
etiqueta se enmarca cuando va desde las sociedades primitivas hasta el triunfo del
capitalismo, que en algunos países se ha producido en el presente siglo, y se
extiende desde China hasta África occidental, quizá incluso hasta México. (3)

Sin compartir necesariamente la idea de que sea por completo justificable esta
visión amplia del “feudalismo”, no por ello deja de ser cierto que se trata, de una
formación social sumamente extendida, y también lo es que la forma precisa que
adopta varia considerablemente de un país a otro. La forma mas próxima a la
versión europea plenamente desarrollada es sin lugar a dudas la que se dio en el
Japón —las similitudes son muy notables—, mientras que en otros países el
paralelismo es bastante menor, y en otros los elementos feudales son meros
integrantes de una sociedad constituida notablemente distinta.
2) Bajo tales circunstancias, parece pues muy claro que es difícil admitir el
supuesto de una tendencia universal del feudalismo a transformarse en
capitalismo. Lo cierto es que, de hecho, solo sucedió tal en una región muy concreta
del globo, en Europa occidental y parte del área mediterránea. Es admisible
discutir sobre si en otras áreas concretas (por ejemplo, en Japón y en ciertas partes
de la India) pudo haber llegado a completarse una evolución de este tipo,
exclusivamente con el concurso de fuerzas sociales internas, en el supuesto de que
su desarrollo histórico no se hubiera visto interrumpido por la intromisión de las
potencias capitalistas e imperialistas occidentales. También puede discutirse hasta
donde han llegado en tales áreas las tendencias hacia el capitalismo. (En el caso de
Japón quizá la respuesta a la primera cuestión sea “si” y la respuesta a la segunda
sea “muy lejos”, pero se trata de un tema sobre el que debería guardarse muy bien
de opinar quien no sea un experto.) También puede argumentarse que la tendencia
hacia tal tipo de desarrollo existía en todas partes, aunque su marcha era
normalmente tan lenta que la convertía en negligible. Por descontado, quienes no
acepten el método marxista no admitirán que las fuerzas que generaron el
desarrollo económico en Europa también actuaban en cualquier otra parte, aunque
no necesariamente con los mismos resultados dad la diferencia de circunstancias
históricas y sociales. Pero aquí no le estamos dando vuelta al hecho de si la
transición del feudalismo al capitalismo, contemplada a escala mundial, es un caso
de desarrollo altamente irregular. El capitalismo triunfó plenamente en una, y solo
una, parte del mundo, y esta región transformó después el resto del planeta. En
consecuencia, lo primero que debemos explicar es qué razones específicas hicieron
que dicha transición se produjera precisamente en la región europeo-mediterránea
y no en otra parte.

3) Todo lo anterior no significa que deba resolverse el problema en términos


estrictamente europeos. Por el contrario, es evidente que en diferentes momentos
históricos las relaciones entre Europa y el resto del mundo fueron decisivas.
Hablando de un modo general, durante la mayor parte de su historia Europa fue
una región bárbara situada en el extremo occidental de una zona de civilización que
se extendía desde China, en el este, hasta el Oriente Medio y Próximo a través de
todo el sur de Asia. (Japón también ocupa una posición marginal similar en la zona
oriental de esta área, aunque se halla mucho más cerca de los centros de
civilización.) Como ha puesto de manifiesto Gordon Childe, en los mismísimos
comienzos de la historia europea, las vinculaciones económicas con el Próximo
Oriente eran importantes, y esto siguió siendo cierto en los inicios de la historia
feudal europea, cuando la nueva economía de los pueblos bárbaros (aunque
potencialmente mucho mas progresiva) se asentó sobre las ruinas del antiguo
imperio greco-romano e hizo que los principales centros de la línea comercial que
unía el este con el oeste a través del Mediterráneo (Italia, valle del Rin) se
convirtieran en etapas finales de trayecto. Las vinculaciones son aun más obvias en
los primeros pasos del capitalismo europeo, cuando la conquista o explotación
colonial de América, Asia y África —así como de ciertas partes de Europa oriental—
posibilito la acumulación primaria de capital en el área donde acabo triunfando.

4) Dicha área comprende partes de la Europa mediterránea, central y occidental.


Gracias a la labor de arqueólogos e historiadores, básicamente a partir de 1939,
podemos establecer hoy en día las principales etapas de este desarrollo económico.
A saber:

A) Un periodo de recaída, inmediatamente posterior al hundimiento del imperio


romano occidental, seguido de una evolución gradual de una economía feudal, y
quizá de una recesión durante el siglo X (“La era de las tinieblas”).

B) Un periodo de desarrollo económico muy rápido generalizado, que se extiende


desde alrededor del año 1000 de nuestra era hasta comienzos del siglo XIV (la “Alta
Edad Media”) y constituye el punto álgido del feudalismo. Este periodo presenta un
marcado crecimiento de la población, la agricultura, la producción de
manufacturas y el comercio, una virtual revitalización de las ciudades, una
notabilísima explosión cultural y una sorprendente expansión de la economía
feudal de occidente bajo la forma de “cruzadas” contra los musulmanes,
emigración, colonización y establecimiento de postas comerciales en diversos
puntos del extranjero.

C) Una gran “crisis feudal” durante los siglos XIV y XV, caracterizada por el colapso
de la agricultura feudal a gran escala, la manufactura y el comercio internacional,
así como por un declive demográfico, varias tentativas de revolución social y crisis
ideológicas.

D) Un periodo de renovada expansión, que transcurre entre mediados de l siglo XV


y mediados del XVII, y en el que por primera vez se ponen de manifiesto signos de
una ruptura importante en las bases y la sobreestructura de la sociedad feudal (la
Reforma, los elementos característicos de la revolución burguesa en los Países
Bajos) y entre los comerciantes y conquistadores europeos dentro de América y el
océano Indico. Este es el periodo que Marx considera como comienzo de la era
capitalista. (4)

E) Otro periodo de crisis, ajuste de posiciones o retroceso, la “crisis del siglo XVII”,
que coincide con la primera ruptura frontal con el viejo modo, la revolución
inglesa. Inmediatamente después, un periodo de expansión económica renovada y
crecientemente generalizado, que culmina con

F) El triunfo definitivo de la sociedad capitalista, que virtualmente se produce de


forma simultánea en el último cuarto del siglo XVIII a través de la revolución
industrial, en Gran Bretaña y de las revoluciones americana y francesa.

El desarrollo económico de Europa oriental es algo distinto. Comparable en


términos generales durante los periodos A y B, la conquista de amplias áreas
europeas por pueblos asiáticos (mongoles, turcos) crea una ruptura, y durante los
periodos D y E ciertas partes de esta zona quedan subordinadas como semicolonias
en manos del área capitalista europea en desarrollo con lo que se ven sometidas a
un proceso de refeudalización.

5) Así pues, la transición del feudalismo al capitalismo es un proceso largo y en


modo alguno uniforme, que comprende como mínimo cinco o seis fases. La
discusión de tal transición ha girado básicamente alrededor del carácter de los
siglos situados entre los primeros signos indiscutibles de bancarrota feudal
(periodo C, la “Crisis feudal” (5) del siglo

XIV) y el triunfo definitivo del capitalismo a finales del siglo XVIII. Cada una de las
fases censadas contiene firmes elementos de desarrollo capitalista. Por ejemplo, en
el periodo B, el imponente auge de las manufacturas textiles italianas y flamencas,
que sufrieron un colapso durante la crisis feudal. Por otro lado nadie ha sostenido
con un mínimo de seriedad que el feudalismo se prolongara más allá del siglo XVIII
o que el capitalismo se consolidara antes del siglo XVI. Pero no obstante, tampoco
nadie puede poner en entredicho que durante todo el periodo de 1000-1800, o en
su mayor parte, existió una evolución económica persistente que avanzaba según
una misma dirección, aunque no en todas partes ni al unísono. Hubo áreas que
después de ostentar la vanguardia del proceso sufrieron un marcado retroceso,
como es el caso de Italia; otras que durante un cierto tiempo modificaron la
dirección de su camino evolutivo, una vez mas sin seguir ninguna uniformidad.
Cada gran crisis vio como países antes “punteros” pasaban a la retaguardia y su
plaza la ocupaban otros con mucho mayor grado de atraso en épocas pretéritas,
pero potencialmente más progresivos; es el caso de Inglaterra. De lo que no cabe
duda fundada es de que cada fase de este proceso aproximaba la victoria del
capitalismo, incluso aquellas que a primera vista se nos muestran como periodos de
recesión económica.

6) Si dicho análisis es correcto, parece necesaria la existencia de una contradicción


fundamental en esta particular forma de sociedad que siempre avanza más allá en
el camino que conduce a la victoria del capitalismo. Su naturaleza, la de esta
contradicción, nunca ha sido aclarada de forma satisfactoria. Por otro lado,
también es indudable que las fuerzas que se oponían a tal desarrollo, aunque
ineficaces, están lejos de ser negligibles. La transición del feudalismo al capitalismo
no es un proceso simple en el que los elementos capitalista inmersos dentro del
feudalismo se fortalecen hasta que tienen la potencia necesaria para romper en
pedazos el caparazón feudal. Como hemos visto una y otra vez (en el siglo XIV y,
probablemente, también en el XVII), una crisis feudal también implica a las capas
mas avanzadas de la burguesía que se desarrollan en su seno, de ahí que se
produzca un aparente retroceso. El progreso prosigue o se reanuda en otras partes,
hasta entonces mas atrasadas, como Inglaterra. Pero, desde luego, la característica
mas interesante de la crisis del siglo XIV no es solo el derrumbamiento de la
agricultura feudal a gran escala sobre los dominios señoriales, sino también el de la
industria textil italiana y flamenca, con sus patrones capitalistas y mano de obra
asalariada ( proletarizada) y una organización que casi ha alcanzado las fronteras
de la industrialización, Inglaterra avanza, pero Italia y Flandes, mucho mas
desarrolladas hasta entonces, nunca se recuperaran, con lo cual la producción
industrial global disminuye. Naturalmente, durante un largo periodo en el que va
creciendo las fuerzas del capitalismo, pero que una y otra vez fracasan en sus
intentos por separarse del tegumento feudal , o que incluso se ven envueltas en sus
crisis, se hace muy difícil, por no decir imposible, una descripción en términos
estáticos. Esta dificultad queda muy bien reflejada en el carácter poco satisfactorio
de la discusión marxista sobre el periodo situado entre la primera crisis general del
feudalismo y la incuestionable, aunque muy posterior en el tiempo, victoria del
capitalismo.

7) Hasta que punto este cuadro de una substitución gradual del feudalismo por el
capitalismo puede aplicarse a regiones situadas fuera del “corazón” del desarrollo
capitalista? Solo de forma muy reducida. Debe admitirse que se observan ciertos
signos de desarrollo comparable bajo el impulso del mercado mundial a partir del
siglo XVI; quizás un buen ejemplo lo constituya el fomento de las manufacturas
textiles en la India. Pero en cuanto concierne a la tendencia opuesta, la de que las
zonas que estuvieron en contacto con las potencias europeas y cayeron bajo su
órbita de influencia se convirtieron en economías y colonias sometidas a occidente,
hay algo más que meras impresiones. De hecho, gran parte del continente
americano vino a caer en economías esclavistas al servicio de las necesidades del
capitalismo europeo, y una muy amplia porción de África quedo hundida
económicamente a causa del comercio de esclavos; amplias áreas de Europa
oriental recayeron en economías neofeudales por razones muy similares. Incluso el
leve y temporal estimulo que pudo proporcionar aquí y acullá el desarrollo de la
agricultura y la industria mercantil vinculadas al surgimiento del capitalismo
europeo, se vio frenado de inmediato por una deliberada desindustrialización de las
colonias y semicolonias tan pronto fueron consideradas como posibles
competidoras frente a la producción de la metrópoli o incluso, como en el caso de la
India, cuando se limitaron a intentar el abastecimiento de su propio mercado en
lugar de recurrir a importaciones procedentes de la Gran Bretaña. Por tanto, el
efecto neto del ascenso del capitalismo europeo fue intensificar un desarrollo
desigual y dividir el mundo de forma cada vez mas clara en dos sectores, el de los
países “desarrollados” y el de los países “Subdesarrollados”, o en otros términos,
los explotadores y los explotados. El triunfo del capitalismo a finales del siglo XVIII
da la impronta de este desarrollo. Aunque no puede negarse que suministra las
condiciones históricas para que se produzcan transformaciones económicas a lo
largo y ancho de todo el planeta, de hecho el capitalismo las hace más difíciles que
antes en aquellos países que no pertenecen a su núcleo original de desarrollo o a
sus alrededores. Solo la revolución soviética de 1917 proporciona los medios y el
modelo para un autentico crecimiento económico global a escala planetaria y para
un desarrollo equilibrado de todos los pueblos.
NOTAS

(1) Ci. supra.

(2) Que yo sepa esta discusión no ha sido vertida al ingles ni tampoco aparece
reflejada en los recientes Fundamentals of marxism-leninism, editados por O.
Kuusinen.

(3) Marxism Today (1962), p. 184.


(4) El capital, vol. I, pp. 637-638

(5) La primera vez que se presta atención seriamente a esta crisis es en la década de
los treinta. Las discusiones marxistas sobre este problema aparecen en M. Dobb,
Estudios sobre el desarrollo del capitalismo; R.H. Hilton, en Annales E.S.C. (1952),
pp. 23-50; F. Graus, La primera crisis del feudalismo (en alemán y checo), 1953-
1955; M. Malowist (en polaco), 1953 y 1954; y E.A. Kosminsky, “Feudal rent in
England”, Past and Present, n. 7 (1955)

https://sites.google.com/site/historiadelaeducacion09/eric
durante la mayor parte de su historia Europa fue una región bárbara situada en el extremo
occidental de una zona de civilización que se extendía desde China, en el este, hasta el Oriente
Medio y Próximo a través de todo el sur de Asia

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