Vedanta Advaita - Sesha - Abril 2015

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El universo no cambia; es el perceptor

quien lo recuerda constantemente diferente.


Sesha
ÍNDICE
Introducción

VEDANTA ADVAITA
—Comentarios al Dṛg Dṛśya Viveka de Śrī Śaṅkarācārya—
Śloka 1
Śloka 2
Śloka 3
Śloka 4
Śloka 5
Śloka 6
Śloka 7
Śloka 8
Śloka 9
Śloka 10
Śloka 11
Śloka 12
Śloka 13
Śloka 14
Śloka 15
Śloka 16
Śloka 17
Śloka 18
Śloka 19
Śloka 20
Śloka 21
Śloka 22
Śloka 23
Śloka 24
Śloka 25
Śloka 26
Śloka 27
Śloka 28
Śloka 29
Śloka 30
Śloka 31
Śloka 32
Śloka 33
Śloka 34
Śloka 35
Śloka 36
Śloka 37
Śloka 38
Śloka 39
Śloka 40
Śloka 41
Śloka 42
Śloka 43 - 44
Śloka 45
Śloka 46

APÉNDICES

Apéndice 1
Dṛg Dṛśya Viveka de Śrī Śaṅkarācārya (discriminación sobre la naturaleza
del perceptor y de lo percibido)
Apéndice 2
Pronunciación del sánscrito
FIGURAS

Figura 1 Elementos implícitos en la percepción


Figura 2 Estados de cognición y definiciones de Patañjali
Figura 3 Esquema del nacimiento de la conciencia reflejada, cósmica e individual
Figura 4 Ciclo ininterrumpido de dualidad
Figura 5 La conciencia individual como reflejo de la conciencia universal
Figura 6 Modalidades de objetos de conocimiento
Figura 7 Desarrollo del universo a nivel samasthi (colectivo), asociado a los tres
grandes estados de Śaṅkarā
Figura 8 Objetos Materiales e Ideales
Figura 9 Campo de Información
Figura 10 Campo de información básico para la definición de la práctica de la
meditación
Figura 11 Similares modalidades de Campos de Información
Figura 12 Información No-diferenciada
Figura 13 Campo Abierto
Figura 14 Savikalpa y nirvikalpa samadhi internos
Figura 15 Savikalpa y nirvikalpa samadhi externos
Figura 16 Percepción con y sin distancia de los objetos externos
Figura 17 Tipos de karma
Figura 18 El jīva como reflejo
Figura 19 Las tres teorías sobre la existencia del jīva

TABLAS

Tabla 1 Características de los cinco estados de conciencia


Tabla 2 Estados de cognición y el agente de percepción correspondiente
Tabla 3 Aspectos del antaḥkaraṇa
Tabla 4 Representación cosmológica y cosmogónica
Tabla 5 Relación entre la mente, la individualidad y la conciencia individual
Tabla 6 Estados de Conciencia según la relación del perceptor con lo percibido
Tabla 7 Estados de Conciencia según Gauḍapāda y Govindapāda
Tabla 8 Estados de Conciencia según Patañjali
Tabla 9 Estados de Conciencia según Occidente
Tabla 10 Sistematización de los Estados de Conciencia
Tabla 11 Estados de Conciencia como producto de māyā y avidyā
Tabla 12 Desarrollo del universo a causa de los factores de Limitancia
Tabla 13 Desarrollo del universo a causa de los estados de la Materia
Tabla 14 Jīva y la identificación con los cuerpos Sutil y Denso
Tabla 15 Instrumentos a disposición de la cognición
Tabla 16 Algunos términos similares asociados a no-dualidad y dualidad
Tabla 17 Aspecto sat de la realidad no-dual
Tabla 18 Aspecto cit de la realidad no-dual
Tabla 19 Aspecto ānanda de la realidad no-dual
Tabla 20 Sinónimos de información ideal y material
Tabla 21 Relación de Estados de Conciencia según diferentes autores
Tabla 22 El savikalpa samadhi asociado a objeto
Tabla 23 El savikalpa samadhi asociado a sonido
Tabla 24 El nirvikalpa samadhi
Tabla 25 Campos Duales y No-duales
Tabla 26 Los Campos de Cognición
Tabla 27 Resumen de Estados de Conciencia según el tipo de campo
y de información
Tabla 28 Los siete diversos tipos de samadhi
Tabla 29 El Conocedor y lo Conocido
Tabla 30 Los estados de conciencia, tipo de campo, tipo de información y
frontera sensoria
Tabla 31 Los cinco kośa
Tabla 32 Cualidades de un discípulo
Tabla 33 Los diferentes jīva (individuos)
Tabla 34 Tipos de jīva
INTRODUCCIÓN
EL Dṛg Dṛśya Viveka, texto introductorio del sistema Vedanta
Advaita que indaga la Discriminación entre la naturaleza del Perceptor
y lo Percibido, es atribuido a Śrī Śaṅkarācārya, maestro instaurador
del sistema Vedanta Advaita o Filosofía Final No-dual.
Al igual que la gran mayoría de textos profundos pertenecientes
a la tradición advaita, el Dṛg Dṛśya Viveka suele ser confuso al
estudiante poco diestro en el tema de la propia autoindagación
interior. Para la mayoría de quienes experimentan cierto afecto por
la filosofía Vedanta Advaita, esta se convierte en un cuerpo de ideas
profundamente metafísicas que suelen parecer altamente teóricas
y prácticamente inalcanzables. Los diversos libros y comentarios
escritos por insignes maestros, tal como lo es el Dṛg Dṛśya Viveka
por ejemplo, advierten sobre la naturaleza esencial de Brahman como
causa sin causa de todo lo existente a nivel universal, o del Ātman
como esencia primordial que subyace en el ser humano. Sin embargo,
la comprensión de la identidad entre Ātman y Brahman que afirma el
Vedanta Advaita es, al parecer, uno más entre los muchos misterios con
que el estudiante se enfrenta cuando intenta traspasar la impenetrable
maraña de abstracciones y acepciones metafísicas que el sistema
filosófico enuncia. Desafortunadamente, muchas de las conclusiones
del Vedanta Advaita parecen afirmaciones lejanas solo alcanzables por
unos pocos elegidos.
La dificultad que encierra el estudio serio del Vedanta Advaita tiene
que ver con que, desde siempre, la gran mayoría de sus promulgadores
y maestros tratan exclusivamente de su propia vivencia interior No-
dual, sin reparar en la inmensa brecha que existe entre una mente
equilibrada que percibe la realidad del mundo y, en contraste, aquella
realidad que suele aparecer a los ojos de quien lo observa a través de las
agitadas olas de sus incontrolados pensamientos. La representación de
un mundo libre de las agitaciones mentales, y la consecuencia que ello
depara en la representación y vivencia del mundo, es comparativamente
tan inaccesible a cualquier estudiante del Vedanta que, en la mayoría de
ocasiones, sus limitadas reflexiones no pasan de ser anhelos tan lejanos
como la consecución del número ganador de la lotería. Ello hace que
el Vedanta Advaita suela aparecer como un sistema filosófico para una
«elite». En verdad lo es, pues se formuló para aquellos que ya poseían
Viveka, es decir, «Discriminación Metafísica», y para quienes la mente
había alcanzado un nivel idóneo que permitiera la captación altamente
abstracta y metafísica que requiere la comprensión y el análisis de
la No-dualidad. Sin embargo, es necesario adecuar y sistematizar
la enseñanza para un grupo humano que, si bien esta deseoso de la
profundidad de las atemporales enseñanzas, aún no posee una mente
con la disposición adecuada para incursionar en las altas verdades que
la No-dualidad promueve.
El fin de este libro es acercar de una manera sistemática, acorde
a la forma de pensar de gran parte de la cultura occidental, un cuerpo
de ideas que desde siempre brillan por su belleza e impenetrabilidad.
Para ello he tornado la traducción del Dṛg Dṛśya Viveka que ha vertido
el Svami Nihilānanda del sánscrito al inglés, y que a su vez ha sido
llevada al castellano por la profesora argentina Silvia del Río. He
realizado una meticulosa adaptación del escrito de la profesora del
Río con el fin de exponer, en un lenguaje cercano al lector promedio,
la gran mayoría de ideas expuestas en el texto.
Es mi intención aceptar las profundas y eternas enseñanzas de la
Advaita a todos aquellos que, poseedores de una disciplina reflexiva,
anhelen de corazón la bienaventurada Discriminación de la Realidad
No-dual. Este libro, al igual que los anteriores1, es un texto de estudio,
de análisis, de reflexión. De ninguna forma han sido escritas estas
obras para ser leídas de manera rápida y poco atenta. Son libros de
consulta que, gracias a su estudio y profundización, podrán servir
como faros en la noche para quienes deseen navegar en el inmenso
océano de la búsqueda interior No-dual.
Sesha
Buenos Aires, enero de 2005

1 Nos referimos a La Búsqueda de la Nada, El Eterno Presente, La Paradoja Divina y Los


Campos de Cognición, escritos todos por Sesha (www.sesha.info)
VEDANTA ADVAITA
—Comentarios al Dṛg Dṛśya Viveka de Śrī Śaṅkarācārya—

ŚLOKA 12

La forma (rupa) es percibida y el sentido de la vista (indriya) es


su perceptor. Este es percibido y la mente (manas) es su perceptor.
La mente (dhīvṛtti) es percibida y el Testigo (sākṣim) es su perceptor.
Este (el Testigo) es ciertamente el único Perceptor y, por lo tanto, no
puede ser percibido (por ningún otro).
La forma es percibida y el sentido de la vista es su perceptor. El
sentido de la vista es percibido y la mente es su perceptor. La mente,
junto con sus modificaciones, es percibida y la Conciencia No-dual es
su perceptor. La Conciencia No-dual no es percibida por ningún otro
agente previo ni posterior.
Son cuatro los elementos primordiales mediante los cuales el
Vedanta teoriza respecto al proceso de la cognición: forma, sentidos
(para el caso del śloka, la vista), mente y Conciencia No-dual o ātman.
A través de estos cuatro elementos es posible determinar un modelo
metafísico suficientemente coherente para que coincida con las
experiencias comunes que el ser humano tiene cuando intenta conocer
o conocerse.
Para Occidente, la representación de la cognición se establece
basada en la diferencia que prevalece entre «el perceptor y lo percibido».
He aquí que intentar solucionar el dilema de la cognición implica
solventar las siguientes preguntas: ¿Es posible que el perceptor pueda
conocer realmente lo percibido3? ¿Es el perceptor el agente activo del

2 Para mayor rigor, se mantiene en las śloka un doble enunciado. En primer lugar y en cursiva-
negrita aparece la versión castellana que realizó la profesora argentina Silvia del Río, publicada
por Editorial Hastinapura, Buenos Aires, 1976, a partir de la traducción original al inglés de
Svami Nihilānanda. A continuación, se incluye la versión actualizada de Sesha (N.E.)
3 La solución a esta pregunta origina las escuelas positivistas, escépticas, empiristas,…
conocimiento o, en su defecto, es lo percibido4? ¿Es la percepción de
los objetos inmediata o secuencial5?
El modelo occidental tiene de base algunos dilemas cuando analiza
la teoría de Conocimiento. Uno de ellos es definir claramente que es
el perceptor (dṛg) y que lo percibido (dṛśya). Es decir: ¿Donde tiene
inicio la realidad del sujeto y termina la del objeto?; o lo que es lo
mismo: ¿Donde termina la realidad del objeto y se inicia la del sujeto?
En definitiva, la cuestión a resolver es: ¿Cual es la frontera estable que
dirime ambas realidades: objeto y sujeto?
¿Acaso es la piel del sujeto lo que determina la frontera física
respecto del objeto? ¿Acaso el sujeto tiene una connotación ideal y el
objeto una real?
Cada filósofo occidental realiza una interpretación personal
respecto a la naturaleza del perceptor y de lo percibido. Todas las
innumerables posturas filosóficas tienen razón en algunos puntos, pero
desvarían en otros.
Para el Vedanta el camino es otro: No basta representar la cognición
solamente entre objeto y sujeto, ni asumir que el conocimiento es la
aprehensión del objeto por parte del sujeto. Desde nuestra perspectiva,
es importante establecer claramente los diversos elementos a conocer
que se interrelacionan, y las fronteras que pueden establecerse entre
cada uno de ellos, con el fin de dar un orden sistemático al proceso de
la cognición.
Son cuatro los elementos que se interrelacionan en la cognición:
Objetos externos, órganos sensorios, mente y sus modificaciones y
Conciencia No-dual. Ahora ya podemos empezar a realizar ciertas
definiciones:

Sentidos u órganos sensorios:


Son la frontera entre objeto y sujeto.

4 La solución a esta pregunta origina las escuelas objetivista y subjetivista.


5 La solución a esta pregunta origina los conceptos intuitivo y racional.
Objeto externo (lo percibido): Es toda aquella información que
se conoce con el requerimiento de cualquiera de los cinco sentidos.
Sujeto (perceptor): Es toda información que se conoce sin el
requerimiento de cualquiera de los cinco sentidos.

Mente y sus modificaciones: Representa la codificación de


la información del sujeto (el perceptor). Las modificaciones son
cuatro: memoria, yoidad, intelecto (la conciencia refleja, es decir, el
lugar donde se asienta la conciencia individual) y raciocinio.

Conciencia No-dual: Es aquella realidad capaz de conocer


realmente y que atestigua que tanto objeto como sujeto son no-
diferentes, es decir, que no hay realmente un sujeto que exista por
sí mismo independientemente de aquello que conoce como objeto.

Desde la perspectiva del Vedanta el conocimiento de un evento


externo, cualquiera que sea éste, posee un orden implícito: Los
sentidos perciben el objeto externo; la mente, con sus modificaciones,
percibe a los sentidos; finalmente, la Conciencia No-dual percibe a la
mente. Este orden se expone en la figura 1.
Figura 1
Características de los Cinco Estados de Conciencia

Gracias a esta manera de definir los elementos que integran la


cognición, nos es posible establecer cinco maneras de relacionar la
mente (en su aspecto ahaṃkāra, es decir, como yoidad o sujeto) y los
objetos6 a conocer:

6 Ya sean éstos objetos externos u objetos internos (como son los pensamientos, emociones,
sentimientos o pasiones que habitan en la memoria).
Estado de Conciencia de Sueño: La conciencia asociada a la
mente adopta secuencialmente la condición de ser objeto y sujeto,
pues todos los objetos de un sueño son una prolongación del mismo
sujeto; es decir, en este estado de conciencia el sujeto es a la vez causa
del observador del sueño y de lo observado en el sueño.
Estado de Conciencia de Pensamiento: La conciencia asociada a
la mente percibe secuencialmente un objeto que acontece en el «aquí
y el ahora» e introduce en la cognición la intervención de información
proveniente de la memoria, es decir, introduce en la cognición la
historia (el pasado) sobreimponiéndose a aquello que está ocurriendo
en el Presente.
Estado de Conciencia de Observación: La conciencia asociada a
la mente percibe secuencialmente un objeto que está aconteciendo en
el «aquí y el ahora». No hay intervención histórica en la cognición,
pues la memoria se desactiva al no procesarse la información mediante
un acto dialéctico.
Estado de Conciencia de Concentración: La conciencia asociada
a la mente se percibe simultáneamente a sí misma como objeto de
percepción en un campo cerrado de cognición7, de tal forma que sujeto
y objeto se experimentan como no-diferentes.
Estado de Conciencia de Meditación: La conciencia No-dual
se convierte en información que conoce simultáneamente toda la
información potencialmente cognoscible asociada a un campo abierto
de cognición8.
En la tabla 1 recogemos resumidos estos cinco estados de conciencia.

7 En el estado de conciencia de Concentración no hay dualidad sujeto-objeto, es decir, sujeto


y objeto son no-diferentes, por lo que es ya un estado No-dual; sin embargo, la percepción está
todavía delimitada por el alcance de los sentidos (cuando es externa) y fracciones de la mente
(básicamente el inconsciente, cuando es interna). De ahí que se trate de un campo de cognición
cerrado, es decir, limitado por una frontera final. Para mayor información, véase Los Campos de
Cognición, Sesha (www.sesha.info)
8 El estado de conciencia de Meditación es un estado No-dual sin límite final ninguno y,
por tanto, susceptible de incluir toda la información potencialmente cognoscible. De ahí que
se asocie a un campo de cognición abierto, es decir, sin frontera final ni interior alguna. Los
estados de conciencia se encuentran pormenorizadamente detallados en la obra Los Campos de
Cognición, Sesha, (www.sesha.info)
Tabla 1
Características de los cinco Estados de Conciencia

De tal manera que para lograr la experiencia de la Meditación


interior es necesario primeramente desconectar los cinco órganos
sensorios de los objetos externos; posteriormente es preciso
desconectar la relación de comparación que la memoria advierte
mediante la fluctuación mental para que, finalmente, la Conciencia
No-dual sea testigo de sí misma en todo lugar y tiempo.
Este modelo presenta una serie de inconvenientes para la
mentalidad occidental. El primero: La consideración de que la
conciencia individual no perdura necesariamente en el proceso
final de la cognición, pues ha de diluirse; es decir, la mente ha de
adoptar una condición no-diferenciada de los objetos que conoce
a fin de que la Conciencia No-dual asuma la actividad propia del
conocimiento. Segundo: El hecho de que la conciencia individual
pueda momentáneamente ser agente activo en los estados de Sueño,
Pensamiento y Observación para quedar posteriormente relegada
en los estados de Concentración y Meditación, pues Occidente ha
modelado la interpretación de la realidad asumiendo como axioma
que el sujeto y su condición consciente —la conciencia individual—
es un ente indiviso pero consistente, es decir, que existe gracias a que
es portador de experiencia y conocimiento.
Tal vez sean éstos los mayores puntos de desencuentro entre
ambas culturas. Sin embargo, Oriente asumió la teoría de māyā
como explicación del aparente nacimiento y muerte de un «yo» y de
una conciencia individual. A su vez, incorporó, mediante la teoría
del karma, la aparente permanencia de un «yo» y de su condición
consciente: la conciencia individual.
A grosso modo, māyā intenta explicar que el «yo» sólo existe
gracias a la introducción en la percepción de contenidos inexistentes
que se asumen como existentes. Por ejemplo: Debido al temor a la
muerte —condición introducida por experiencias previas y radicadas
en la memoria—, una soga se trastoca en una peligrosa e inexistente
serpiente a los ojos de un atemorizado viajero. A su vez, el karma
explica que el «yo» subsiste gracias a que el sujeto se identifica a sí
mismo como diferente de la soga y, además, porque desea que no le
suceda nada cuando la inexistente serpiente ataque; es decir, el «yo»
subsiste debido a que el sujeto se relaciona con sentido de egoencia y
apetencia de fruto con la acción que realiza.
Desde el Vedanta, la cognición que opera mediante el acto de
la Meditación es totalmente inmoble y real; allí el universo, en las
diferentes gradaciones de información que lo constituyen, es objeto
de atestiguación de sí mismo. De esta manera denominamos ātman (el
Sí Mismo consciente) al agente de percepción No-dual propio de la
Meditación. Por ello el ātman es inindagable por cualquier otro sujeto,
puesto que Sí Mismo contiene todo aquello que puede ser conocido y
nada es diferente de Sí Mismo.
El ātman, agente de percepción del estado de Meditación, es el
conocedor final de la cognición. El Sí Mismo, al conocer, se conoce,
de manera similar a cuando usted se observa a sí mismo en un espejo
externo; en este caso, usted es todo lo potencialmente cognoscente y
el espejo es todo lo potencialmente cognoscible.
ŚLOKA 2

Las formas (objetos de percepción) aparecen como varias


debido a distinciones tales como azul, amarillo, denso, sutil, corto,
largo, etcétera. Por otra parte, el sentido de la vista las percibe,
permaneciendo como uno y el mismo.
Las formas (objetos de percepción) aparecen como múltiples
debido a distinciones tales como amarillo, azul, denso, sutil, corto,
largo, etcétera. El sentido de la vista percibe estas distinciones, pero
él mismo permanece como uno e invariable.
La expresión «formas» se refiere a todo objeto externo de
percepción. Un objeto externo es toda aquella información en la que
la frontera sensoria (los sentidos) interviene o es parte de la cognición.

Se denomina el perceptor a toda información interna a la


frontera sensoria. Se denomina lo percibido a toda información
externa a la frontera sensoria.
La frontera entre el perceptor y lo percibido es la frontera sensoria,
compuesta por los cinco sentidos: oído, tacto, vista, gusto y olfato.
Este planteamiento inicial impide que exista información que se
intersecte, es decir, que haya información común entre el perceptor y
lo percibido.
El Vedanta, al igual que el budismo, recalca la impermanencia de
las formas en general. Definir el mundo con base a una información
cambiante implica el reconocimiento de verdades relativas y
momentáneas. El cambio de los objetos externos puede reconocerse
mediante la aparente estabilidad de los sentidos, pues la rapidez de
cambio de los objetos es mas mensurable que la de los propios sentidos.
El gran dilema que plantea definir cualquier condición de
existencia, es decir, cualquier forma o cualquier nombre, es que
los elementos que usamos para hacerlo son finalmente definidos
por aquello mismo que ellos definen. Es decir, la mente es como un
inmenso diccionario en donde una palabra se define mediante otra,
y esta otra mediante una tercera; sin embargo, tarde o temprano
el desencadenamiento de definiciones llevara al «círculo vicioso»
en donde las palabras se definen las unas a las otras. De igual
manera, el mundo se define por la mediata experiencia de quienes
lo conformamos; sin embargo, la paradoja es que ¡somos definidos
a través de aquello que previamente definimos, es decir, por aquello
que recordamos!
Los sentidos perciben la variabilidad de las formas: azul,
amarillo, denso, sutil, corto, largo, etcétera. Esto ocurre debido
a que el sentido mismo que detecta la información permanece
aparentemente invariable. Sin embargo, en el siguiente śloka
podremos reconocer que la movilidad de los sentidos puede
detectarse a su vez desde la aparente inmovilidad de la mente, lo
cual implica, por deducción, que aún debe existir mas allá de la
actividad mental un substrato mas inmoble o un estado unitivo aún
mas estable.
La definición que hace el Vedanta de las formas o del mundo
externo no coincide exactamente con el punto de vista de la filosofía
occidental, pues mientras que la filosofía occidental asume que la
piel del perceptor o su cabeza o el sonido de su corazón no son
objetos externos al perceptor sino que son parte de él, el Vedanta
considera como objeto externo al perceptor todo aquello en lo que
la frontera sensoria interviene. Por ello, desde el punto de vista del
Vedanta, tanto piel como cabeza o sonidos del cuerpo son objetos
externos.
Hemos asumido la definición de objetos externos de esta manera
gracias a que así es posible establecer una sistematización más clara
del proceso de la percepción y, por ende, una teoría mas universal
respecto a quien es realmente el perceptor y que es realmente lo
percibido. La sistematización mas antigua del proceso de definición
de los diversos estratos de la realidad fue establecida por Patañjali,
según se refleja en la figura 2 y en la tabla 29.

9 Fundador de la filosofía dualista Yoga, a quien algunos orientalistas ubican en torno al año 200
antes de J.C. y otros entre el 600 y el 700 antes de nuestra era.
Figura 2
Estados de cognición y definiciones de Patañjali

Patañjali definió como pratyāhāra la condición voluntaria que


permite desconectar los órganos de los sentidos de los objetos externos.
De tal manera, el primer nivel de interiorización que finalmente
desembocará en la Medicación implica retraer voluntariamente
los órganos de los sentidos de las formas, es decir, de los objetos
externos10. A este estado, de acuerdo al modelo explicado en este
libro y los anteriores11, lo denominamos Observación, y al agente de
percepción de dicho estado se le denomina exín.
A su vez, Patañjali definió como dhāraṇā la condición consciente
de anular algunas de las modificaciones mentales (manas, o raciocinio;
ahaṃkāra, o yoidad; citta, o memoria) y dejar que la modificación
mental que sostiene la conciencia individual (la buddhi) se reconozca a
si misma simultáneamente como objeto y sujeto de conocimiento. Este
estado, que es ya No-dual, se denomina comúnmente Concentración12,
y al agente de percepción de dicho estado se le denomina sākṣin.
Patañjali definió, además, como dhyāna la anulación de la
modificación mental que sostiene la conciencia individual (la buddhi),
dando lugar en consecuencia al nacimiento de un campo abierto No-
dual de cognición donde objeto y sujeto se aúnan de manera simultánea
con todas las demás potenciales informaciones a ser conocidas
que conforman el universo. Este estado se denomina comúnmente
Meditación, y al agente de percepción que simultáneamente es lo
percibido y el perceptor se le denomina ātman.

10 La manera de realizar pratyāhāra está claramente establecida en el libro La Paradoja Divina,


Sesha. (www.sesha.info)
11 Nos referimos a La Paradoja Divina y a Los Campos de Cognición.
12 Véase La Paradoja Divina.
Finalmente, Patañjali definió como samādhi a la inclusión
en un campo abierto No-dual, y de manera simultánea, de toda la
información existente en el universo, incluyendo como parte de él al
sujeto y el objeto mismo de la percepción. Al agente de percepción
de esta excepcional condición cognitiva, en la que el perceptor es
simultáneamente no-diferente de todo lo potencialmente perceptible,
se le denomina también ātman, siendo éste El Campo y el Conocedor
del Campo en todos los Campos.

Tabla 2
Estados de cognición y Agente de percepción correspondiente

ŚLOKA 3

La mente es capaz de conocer las condiciones de la visión —


como ceguera, agudeza o velamiento— porque es una unidad. Esto
también se aplica con respecto a la audición, al tacto, etcétera.
Ciertas características del sentido de la vista, como ceguera,
agudeza visual o su ausencia, pueden ser conocidas por la mente y
sus modificaciones porque la mente es una unidad respecto al sentido
de la vista. Esto también se aplica a cualquier información percibida
por el sentido del oído, del tacto, etcétera.
La mente y sus modificaciones parecen inmobles respecto a las
funciones sensorias (indriyas). Por lo tanto, es factible reconocer la
multiplicidad de condiciones que actúan en el ojo, como cansancio
visual, agudeza visual, ceguera, etcétera. Todas las potenciales
modificaciones visuales son detectadas por la mente gracias a que esta
permanece aparentemente inalterable mientras acontecen cambios en
los sentidos.
Es la condición de permanecer como uno e inmoble ante la
multiplicidad de lo experimentado lo que permite ser sujeto de
los objetos. Sin embargo, la mente y sus modificaciones son solo
aparentemente estables, pues la siguiente śloka mostrará como la
Conciencia No-dual es finalmente el agente último de la cognición.
Es importante analizar la naturaleza de las modificaciones mentales
y distinguir entre las funciones de la mente y los contenidos mentales.

FUNCIONES DE LA MENTE

El Vedanta, genéricamente, asume cuatro funciones de la mente.


Todas las diversas características que la mente posee (inteligencia,
lógica, razón, recuerdos, emociones, sentimientos, pasiones, etcétera)
son catalogables dentro de las siguientes cuatro modificaciones:
Citta
Representa aquello de lo que esta constituida la mente, es decir, la
materia mental. La materia mental representa la memoria no solo en el
ámbito consciente sino también en el ámbito inconsciente.
El concepto de materia mental es un tanto extraño para Occidente.
Para ejemplificar esta apreciación, asuma que la mente es como un
océano. Es válido afirmar que el océano esta conformado por agua;
sin embargo, el agua puede adoptar innumerables formas: corrientes
marinas, olas, burbujas, espuma, etcétera. Análogamente, citta no solo
implica memoria sino toda la información que la mente pueda llegar
potencialmente a adquirir en forma de pensamientos, emociones,
pasiones y sentimientos.
Manas
Representa todas las actividades que se manifiestan cuando se
pone en movimiento citta (la memoria). Dependiendo de la actividad
o movilidad de la materia mental, emergen características como la
inteligencia, es decir, el proceso de eficiencia en el acto dialéctico; la
lógica, como proceso de ordenación de la información localizada en
citta; el razonamiento, como proceso dialéctico a través del cual es
factible realizar una síntesis mediante la comparación; la duda, como
actividad desordenada de no reconocimiento de citta o memoria;
etcétera.
En resumen: el movimiento o fluctuación de citta (materia mental
o memoria) se denomina «manas». Ejemplificando, citta se asemeja al
barro; manas es la actividad que lleva a que una forma de barro que se
moldea coincida con una previamente experimentada.
Ahaṃkāra
Representa un tipo especial de contenido mental cuya característica
principal es el sentido de pertenencia, es decir, de lo «propio», de lo
«mío», de lo «personal». «Ahaṃkāra» genera sentido de diferenciación
entre la información y, por lo tanto, es lo que constituye el sentido de
«yoidad». «Ahaṃkāra» es importante —y se lo considera una de las
cuatro modificaciones mentales— porque es una actividad común a
toda modificación que ocurra en la mente: Todo pensamiento lleva
implícito el sentido de «yo»; no existe una modificación mental
—un pensamiento— que sea fracción del pensamiento «yo». La
modificación mental denominada «yo» es la primera que se estructura
en la mente, es la base sobre la cual se establecen las subsiguientes
modificaciones mentales. Erradicar la apreciación de «yoidad» implica
el desmembramiento, la fractura y la disolución de la actividad mental
diferenciada.
Buddhi
Representa la naturaleza de la mente que infunde cognición.
Buddhi es el asiento de la conciencia individual, es el reflejo de la
conciencia No-dual y, por tanto, es la parte de la mente que conoce
y que refleja inteligencia. Sin embargo, para que emerja la actividad
consciente que representa buddhi es necesario que la función mental
denominada manas esté desactivada. De igual manera, para que la
función manas de la mente esté activa es necesario que la función
buddhi esté desactivada.
En otras palabras:

En el instante en que hay conocimiento no hay duda (manas);


en el instante en que hay duda no hay conocimiento (buddhi).

En el instante en que la mente advierte conocimiento (buddhi),


la memoria (citta) está detenida. Mientras la memoria está en
movimiento, la mente no advierte conocimiento.

Cuando la memoria (citta) está en movimiento, el raciocinio


(manas) está en movimiento. Cuando la materia mental (citta) está
detenida, el raciocinio (manas) está detenido.

En el instante en que hay conocimiento (buddhi) no existe un


testigo individual (ahaṃkāra) que conozca. Mientras existe yoidad
(ahaṃkāra) no hay conocimiento (buddhi).

La primera modificación (pensamiento) que se asocia a la


agitación de la materia mental (citta) se denomina «yo» (ahaṃkāra).
La ausencia de «yo» (ahaṃkāra) implica la ausencia de actividad
dialéctica (manas).
Buddhi se asemeja a la superficie del agua de un estanque en donde
cae la luz del sol: no toda la luz solar será reflejada. De igual manera, la
Conciencia No-dual es reflejada por el limitante denominado buddhi,
generando una Conciencia reflejada que reconoce la información
como real estando ésta asociada a una frontera o límite de cognición.
En resumen: La mente está constituida de memoria o materia
mental (citta). El movimiento, la fluctuación o la agitación de la
materia mental o memoria se denomina genéricamente pensar (manas).
La detención del movimiento de la materia mental o memoria se
denomina conocimiento (buddhi). El conocimiento (buddhi) implica
la ausencia de agitación de la materia mental (citta), de sentido de
yoidad (ahaṃkāra) y de pensamientos (manas). De ahí que yoga sea
definido como yogas cittavṛttinirodhaḥ, es decir, el aquietamiento de
las fluctuaciones (vṛtti) de la mente.

CONTENIDOS DE LA MENTE

Cuando se habla de contenidos de la mente, advertimos las


innumerables posibilidades que la memoria puede detectar. La
materia mental está en disposición de asumir cualquier «forma» o ser
representada mediante cualquier «nombre», siempre y cuando exista
una representación previa en la memoria. Se denomina aprendizaje al
registro en la memoria de una representación previamente no existente.
La mente puede representarse como constituida por contenidos
mentales (citta o memoria o materia mental). A veces suele denominarse
citta a la mente, pues las tres funciones restantes de la mente (manas,
ahaṃkāra y buddhi) están relacionadas con ella:

Ahaṃkāra, o yoidad, es la primera modificación de la mente


cuando la materia mental (citta) se agita.

Manas (pensar) es la agitación de la materia mental (citta).

Buddhi, que es la función que implica conocimiento indivi-


dual, resulta de la detención de la agitación de la memoria (citta).
Es importante anotar que la conciencia individual —cuyo asiento
se establece en la buddhi— no es el real agente del conocimiento; es
decir, no es la buddhi quien realmente conoce, como no es la luna
quien realmente ilumina de noche la tierra. El perceptor final, el agente
último de la cognición, no es la buddhi sino la Conciencia No-dual, tal
como se explica en el siguiente śloka.

ŚLOKA 4

La Conciencia ilumina (otros estados mentales como) deseo;


determinación y duda; fe y no-fe; constancia y su opuesto; modestia;
entendimiento; miedo; y otros, porque es una unidad.
La Conciencia No-dual ilumina y percibe a la mente y sus
modificaciones porque la Conciencia No-dual es una unidad respecto
a la mente y sus modificaciones.
El Vedanta asume como conocedor final de la cognición a un
agente consciente capaz de conocer simultánea y ubicuamente toda
la información que conforma el universo sin experimentarse a sí
mismo como diferente de todo lo potencialmente cognoscible. A este
tipo de agente, cuya condición prioritaria y fundamental de actividad
cognitiva es la No-dualidad, se le denomina ātman.
Este agente, el ātman, posee una serie de características que lo
advierten como excepcional. En primer lugar, no es definible, pues
no es parte de algo ni es suma de partes. Definirlo es limitarlo; sin
embargo, no definirlo no implica desconocerlo. De hecho, todo aquello
susceptible de ser pensado puede potencialmente existir, aunque no
todo lo que potencialmente existe puede ser pensado.

Ātman es aquel agente cuya condición consciente, al conocer


todo lo potencialmente existente, no detecta lo conocido como
diferente de Sí Mismo.
El ātman posee la condición inherente de ser consciente; de hecho,
el Sí Mismo es la Conciencia misma. Cuando alguien se mira al espejo
y se ve a sí mismo, afirma «soy yo»; sin embargo, el ātman, al verse
a Sí Mismo, conoce el universo entero susceptible de ser conocido
y afirma «todo Es». Ātman es autoluminoso, es decir, su naturaleza
consciente depende de sí mismo.
Es extraño para los occidentales asumir como válida esta forma
de cognición, pues siempre se define a la conciencia como conciencia
de un «yo». Asuma la cotidiana circunstancia de observar un evento
cualquiera con atención, por ejemplo, leer un libro o el periódico.
Mientras realiza la atenta lectura y permanece absorto en ella, nacerá la
dilución egoica; ¿dónde está entonces depositado el germen consciente
individual que, según se asume, es la causa del conocimiento? Es decir,
¿dónde está el «yo»? Las respuestas pueden ser variadas; sin embargo,
en el modelo occidental no existe solución al dilema propuesto pues,
aunque evidentemente hay conciencia y existe un saber de lo que se
lee, no se advierte un sujeto individual que en el mismo instante de
estar absorto en la lectura se reconozca diferente de aquello conocido.
El real problema de encontrar quién es el verdadero agente de la
percepción y qué es lo que realmente es posible conocer es lo que
el Vedanta soluciona. El Vedanta advierte que uno y otro no pueden
ser variables, cambiantes o momentáneos, pues de ser así, tanto el
conocedor como lo conocido tienen la limitada validez de ser una
representación relativa del saber, ya que al siguiente momento, al
cambiar las condiciones previas y aparecer las nuevas, la representación
del conocedor y de lo conocido varían.
Basta para ello estimar lo que ocurre en la mente de la casi totalidad
de los seres humanos. ¿Acaso somos permanentemente los mismos
y acaso perdura lo que conocemos de nosotros o del mundo? ¡Por
supuesto que no! Con sólo caminar algunos minutos por un bosque,
el sujeto puede abstraerse en mil recuerdos y convertir el entorno
que acontece en inexistente, mientras proyecta miles de recuerdos
partícipes de la propia historia.
El Vedanta ha encontrado un arcano fundamental, un secreto
escondido en la simplicidad de la percepción. Ha intentado apresar
los objetos que conforman lo percibido, realizando dicho acto sin
intentar envolverlos con la información localizada en la propia historia
personal. El Vedanta intenta reconducir la atención a lo conocido en el
«aquí y en el ahora»; el Vedanta intenta mostrar la importancia de ser
diestro en el arte de ser parte del Presente.

El Presente posee un don inestimable: convierte al perceptor


en objeto de percepción, o a lo percibido en sujeto de percepción,
mientras el conocimiento sigue fluyendo de manera no-diferenciada.
La intromisión de la historia personal en el proceso de la cognición
induce un sesgo de diferenciación de la información, creando por una
parte un campo de información conocido y por otra un conocedor de
ese mismo campo diferenciado.
De igual manera que el agua, al cambiar las condiciones de
temperatura y presión atmosférica, asume un estado sólido, líquido
o gaseoso, así también la aparición de las variadas condiciones de
sujetos y objetos en los que la información puede nuclearse infunde la
representación de universos diferentes percibidos por distintos sujetos.
Es imprescindible para detectar la naturaleza del Presente —y,
por ende, para la experimentación de la conciencia como realidad No-
dual— fracturar las representaciones mentales de tiempo, espacio e
individualidad, es decir, diluir los limitantes que apresan al sujeto a
una representación dual de la información.
Esta nueva condición de cognición no-diferenciada —en la que
el perceptor existe, pero de manera no-diferente a lo conocido— es
totalmente estable, inmoble, sin límite y sin partes.

ŚLOKA 5

Esta Conciencia no nace (aparece) ni muere (desaparece); no


crece ni sufre decadencia. Siendo autoluminosa, ilumina todo lo
demás sin ninguna otra ayuda.
La Conciencia No-dual no nace ni muere. No crece; tampoco
sufre decaimiento. Siendo autoluminosa, ilumina todo lo demás sin
ninguna otra ayuda.
La totalidad de los eventos de los que podemos dar crédito, es
decir, de aquellos que son definibles mentalmente, gozan de la
característica de la impermanencia. Toda información lleva incluidos
los condicionamientos espacial y temporal, y toda información siempre
está referida, desde la perspectiva de la cognición mental, a ser parte
del perceptor o de lo percibido. En consecuencia, la representación
mental de la información es necesariamente variable y dual.
Tiempo y espacio son parte de todas las unidades13 con las que
definimos el mundo que conocemos. Existe, evidentemente, un tipo de
tiempo psicológico a través del cual advertimos mentalmente que la

13 La velocidad, por ejemplo, es espacio recorrido por unidad de tiempo; la aceleración es


velocidad por unidad de tiempo; la fuerza es masa por aceleración; el trabajo es fuerza por
espacio; la potencia es trabajo por unidad de tiempo. Sin embargo, tanto el tiempo como el
espacio e inclusive la masa, no son unidades de información absolutas, pues pueden variar
dependiendo del sistema inercial de referencia que se adopte, tal como lo demuestran las teorías
general y restringida de la Relatividad.
información deviene del pasado y evoluciona en dirección del futuro,
lo cual implica que también la representación psicológica del mundo
está inmersa en información asociada a espacio y tiempo.
Nuestro modelo científico de interpretación de la realidad está
definido por variables relativas, dependientes unas de otras; ni
tiempo ni espacio ni masa son informaciones independientes unas
de otras. Análogamente, la representación psicológica del mundo a
través de la interpretación mental de la realidad subjetiva es también
interdependiente de un sinnúmero de factores que aún no conocemos;
la percepción es un proceso absolutamente complejo del cual no
sabemos mucho.
El Vedanta no está en contravía de la descripción del mundo que
la ciencia plantea. Simplemente, afirma que toda representación de
información que esté sumergida en la trilogía masa-tiempo-espacio
lleva implícita una condición adicional psicológica en la que el
perceptor aparece diferenciado de lo percibido.
El mundo científico y la representación de su modelo basado en
masa-tiempo-espacio es una descripción dual de la información.
La descripción del modelo científico del mundo no puede
representar con claridad la información consciente que proviene
del estado Onírico; tampoco puede desentrañar los misterios de los
estados de Observación, Concentración y Meditación. Al parecer, la
representación que tenemos del mundo sólo es una descripción de toda
aquella información que podemos interpretar mentalmente cuando
asumimos que la flecha temporal —es decir, la dirección del tiempo—
va en dirección al futuro; esto es, cuando la flecha temporal genera
sentido de causalidad, circunstancia que induce la aparición del estado
de conciencia que es propio del estado denominado Pensamiento.
El Vedanta, tal como se viene diciendo, acepta este modelo de
realidad, pero aclara que es cambiante y relativo, y que produce
en el perceptor una condición interior de dolor y sufrimiento ante
la imposibilidad de ser partícipe de algún nivel de estabilidad de
la información de la que es consciente. Tal como Buda afirma, el
impulso de diferenciación entre perceptor y percibido introduce
una huella de sufrimiento, pues se reconoce que la impermanencia
induce dolor psicológico.
El Vedanta propone un modelo de realidad cuya condición
primaria es la estabilidad, y ello como consecuencia de que el modelo
está asociado a una representación de la información carente de
dualidad. Para ello, asumimos que la información es por sí misma
consciente, y que por serlo, es decir, por ser tácitamente consciente,
puede conocerse a sí misma sin necesidad de que una porción de
la información, denominada «el perceptor», sea el agente activo
del conocimiento respecto a la porción restante de información,
denominada «lo percibido».

Con la adecuada educación mental asociada al proceso de


la cognición, es posible anular la frontera dual establecida por
los hábitos mentales de la percepción dual e inducir una nueva
modalidad de representatividad del universo, donde el perceptor es
no-diferente de aquello que conoce.
A este tipo de cognición especial, donde lo conocido es no-
diferente del conocedor, lo denominamos estado de Meditación. El
excepcional agente de percepción que conoce mientras el estado de
Meditación acontece, al cual denominamos ātman, es no-diferente de
aquello que conoce, razón por la cual el ātman no presume sentido de
cambio ni es influenciado de forma externa a él mismo por la trilogía
masa-tiempo-espacio, pues masa-tiempo-espacio son información
implícitamente no-diferente del ātman mismo.
Este ātman, al incluir en sí mismo de manera no-diferente la
condición temporal que subyace en el universo, es ajeno al nacimiento
y la muerte. Al incluir en sí mismo de manera no-diferente la
condición espacial que subyace en el universo, es ajeno al crecimiento
o el decaimiento. El ātman representa el Saber, la Conciencia y la
Comprensión misma; por ello es, en Sí Mismo, autoluminoso; no
requiere para conocerse de algo externo a Sí Mismo, pues no existe
nada ajeno a Sí Mismo que se diferencie de Sí Mismo.
¿Dónde queda la condición egoica en este modelo No-dual de
realidad? El «yo», en el proceso de la Meditación, asume un rol
no-diferente respecto a las demás informaciones. Es decir, el universo
entero queda incluido en el «yo» al igual que el «yo» está incluido en
el universo entero. Un ejemplo de ello es una gota de agua cayendo
en forma de lluvia: Mientras opera la lluvia, cada gota asume una
condición diferenciada. Análogamente, mientras interviene la historia
en la percepción, el perceptor genera una representación consciente
dual, es decir, diferenciada respecto al objeto que conoce. Sin
embargo, cuando cualquier gota cae a la mar cesan las fronteras entre
ella y el agua que conforma el vasto océano. De igual manera, cuando
el perceptor asume una condición de percepción carente de historia,
es decir, cuando conoce la información que se sucede en forma de
Presente, su condición egoica pierde la frontera que lo diferencia de
lo percibido; allí el perceptor es no-diferente de aquello que conoce.

Meditar es educar la mente en la disciplina que la lleva a su


propia disolución.
Desde siempre, los antiguos sabios orientales inculcaron en el
estudiante anheloso de estabilidad interior un sentido de acercamiento
especial al mundo y a si mismo. El trabajo interior, la lectura y la
contemplación de la propia mente, cuando se realizan de manera
sistemática y organizada, procuran una especial apreciación de la
información que conforma el mundo: nace el sentido de perdida
egoica en la percepción, con la subsiguiente perdida del sentido de
diferenciación entre el perceptor y lo percibido.
Sin embargo, el trabajo de representar la información que
constituye el universo de manera No-dual es arduo, pues la mente,
por hábito, esta confinada a percibir la información de manera dual.
La disciplina interior que lleva finalmente al descubrimiento de que
siempre hemos sido el universo entero no-diferente requiere de una
mente completamente equilibrada, razón por la cual en el siguiente
śloka se analiza la condición de la mente y de la representatividad
consciente que opera a nivel individual.
ŚLOKA 6

Buddhi parece tener luminosidad debido al reflejo de la Conciencia


en él. La inteligencia es de dos clases: una designada como el sentido
del yo (ahaṃkāra) y la otra como mente (antaḥkaraṇa).
El intelecto (buddhi) posee dos aspectos: uno es designado como
«yoidad» (ahaṃkāra) y el otro como mente (el aspecto manas del
antaḥkaraṇa)14
La buddhi, como intelecto, es el soporte de la conciencia individual.
De igual manera que una bola de hierro es un medio para absorber
calor y poder ponerse al «rojo», de igual manera la buddhi es el medio
para depositar la conciencia individual o conciencia refleja.

Tabla 3
Aspectos del Antaḥkaraṇa

El concepto más cercano a lo que la consideración occidental


denomina mente se denomina en el Vedanta antaḥkaraṇa, u órgano
interno. El antaḥkaraṇa posee básicamente cuatro aspectos (buddhi,
citta, manas y ahaṃkāra), según se expresa en la tabla 3.

14 En la versión occidental de diversos textos védicos se traducen indistintamente los términos


antaḥkaraṇa y manas como mente. Esta ambigüedad en los términos se debe a que Occidente
identifica el aspecto inteligente de la mente con su aspecto razonador o pensante, mientras
que la sutil concepción oriental desbroza la mente en cuatro aspectos —buddhi o inteligencia
como reflejo de la conciencia, citta o memoria, ahaṃkāra o egoencia y manas o razonamiento
dialéctico— al conjunto de los cuales denomina antaḥkaraṇa. En consecuencia, cuando en un
texto se habla de mente en su sentido global, debe entenderse que se refiere al antaḥkaraṇa; sin
embargo, cuando se hable de mente en el sentido de mente pensante, debe entenderse que se
refiere únicamente al aspecto manas del antaḥkaraṇa, como es el caso de este śloka.
Tabla 4
Representación Cosmológica y Cosmogónica
Los cuatro aspectos del antaḥkaraṇa engloban todas las posibles
funciones de la mente. Al antaḥkaraṇa (vehículo, órgano o sentido
interno) se le califica de órgano debido a que se le considera un
instrumento mas en la cognición, similar a como pueden ser cualquiera
de los sentidos físicos; y se le califica de interno debido a que la
conformación material con la que esta constituido es mucho mas
sutil15 que la de los órganos físicos.
Específicamente, el antaḥkaraṇa es interno a la frontera sensoria
que delimita el mundo interno del externo. No debe olvidarse que los
sentidos son la frontera que delimita la información entre el perceptor
y lo percibido. También es importante recalcar que los cinco sentidos
tienen una vertiente física y otra sutil; es decir, existe una contraparte
sutil correspondiente a cada uno de los órganos físicos. De igual
manera, el antaḥkaraṇa, que esta constituido de materia sutil, posee a
nivel material una contraparte física a la que denominamos «cerebro y
funciones cerebrales».
Los orientales, acostumbrados a la sutileza en sus descripciones,
han introducido una serie de ideas con las cuales intentan plantear
estructuras de información constituidas por diversos tipos de materia,
unos mas sutiles que otros. La variable gradación de materia con la
que se constituyen los diferentes componentes humanos y cósmicos
representa la posibilidad de encontrar constituyentes cada vez
mas densos a medida que se realiza el proceso de mezcla entre los
arquetipos primarios o guṇa. De tal manera, los guṇa, o cualidades
primarias de la materia, son los elementos esenciales de la creación
16
(véase la tabla 4).

15 A decir de la Filosofía Saṃkhya, la mente y los sentidos sutiles están constituidos por la mezcla
de los tanmātra (la esencia sutil de los cinco elementos) previos al proceso de quintuplicación,
es decir, a la combinación de los cinco elementos sutiles que posteriormente darán lugar a los
cinco elementos densos: éter, aire, fuego, agua y tierra densos. La contraparte física de los
sentidos sutiles se corresponde con cada uno de los cinco elementos posteriores al proceso de
quintuplicación: el éter con el oído, el aire con el tacto, el fuego con la vista, el agua con el gusto
y la tierra con el olfato.
16 Los guṇa son las cualidades de la materia; esto es, las condiciones implícitas que existen en
todo lo existente y que constituyen el instrumento material de toda potencial creación. Son tres:
Sattva: Cualidad de equilibrio.
Rājas: Cualidad de movimiento y actividad.
Tamas: Cualidad de densificación, cristalización e inercia.
El análisis cosmológico y cosmogónico oriental —esto es, la
descripción que oriente otorga al nacimiento del universo y del
hombre— posee apreciaciones que son inusuales es nuestra tradición
occidental. Sin embargo, muchas de las ideas expresadas a través de sus
teorías son francamente interesantes, aunque a primera vista nos resulten
completamente ajenas y aparentemente confusas. No obstante, la idea de
este libro no es ahondar en ellas17, sino mas bien dedicarnos a profundizar
en la representación de como opera el proceso de la cognición.
El antaḥkaraṇa, mediante su aspecto buddhi, es capaz de ser
consciente básicamente de dos cosas: «ser consciente de que soy» y
«ser consciente de no saber quien soy».
Mediante la primera opción, la conciencia individual es capaz de
representarse a sí misma como agente de cognición (ahaṃkāra), siendo
ello lo que permite a la conciencia identificarse existiendo como un
«alguien», como un «yo». De esta manera, el individuo es consciente
de existir como agente de percepción diferenciado, es decir, como ente
independiente de aquello que es capaz de conocer.
Mediante la segunda opción, la conciencia individual es proclive
a representarse a sí misma como ignorante (debido a «no saber quien
soy») y a permitirse ser consciente del acto de la duda que opera en un
raciocinio que no lleva a ninguna síntesis. La mente puede saber que
duda, es decir, puede ser consciente de la duda (manas), aparte de ser
consciente de que «yo» dudo (ahaṃkāra).

El Vedanta concede a la realidad No-dual la cualidad de ser


consciente de algo y, simultáneamente, ser consciente de si misma,
es decir, de saber y saber que sabe.

Mezclándose entre sí mediante el proceso de quintuplicación, estas cualidades primordiales


conforman los cinco elementos sutiles y densos, los cuales conforman a su vez un tipo específico
de universo y, por ende, la estructura propia del ser humano.
17 En el libro Cuántica y Meditación, Sesha (www.sesha.info) se analiza escrupulosamente la
conformación del universo mediante la comparación de las ideas mas abstractas de Oriente con
los conceptos mas interesantes de la física cuántica.
Por ello, a la actividad de la buddhi se la presume como reflejo de
esta realidad No-dual, ya que tal actividad le permite al ser humano
ser secuencialmente consciente de sí mismo y del mundo que conoce.
La gran diferencia entre la conciencia individual —soportada por
buddhi— y la Conciencia No-dual estriba en que en la buddhi el acto de
«saber que soy» es secuencial al acto de «saber que el mundo es»; esto
es, los actos de Autoevidenciarse y de Evidenciar son secuenciales. En
cambio, en la representación consciente No-dual el universo entero es
consciente de Evidenciarse y de Evidenciar de manera simultánea;
esto es, el universo y todo lo potencialmente cognoscible es ubicua y
simultáneamente el perceptor y lo percibido.
Se considera a la buddhi como un reflejo de la Conciencia No-
dual debido a que la conciencia individual asume la identificación con
un «yo» (ahaṃkāra) y con su actividad «pensante» (manas). Como
se verá mas adelante, esta doble identificación, por ser de naturaleza
momentánea, solo existe en virtud de una transitoria representación
consciente que, finalmente, es un reflejo consciente en forma individual
con asiento en la buddhi.

ŚLOKA 7

En opinión del sabio, la identidad que hay entre el reflejo (de la


Conciencia) y el ego es como la identidad que hay entre el fuego y
una bola de hierro (candente). El cuerpo, habiéndose identificado
con el ego (el que, a su vez, ya se ha identificado con el reflejo de la
Conciencia) pasa por ser una entidad consciente.
En opinión de los sabios, la identidad del reflejo de la Conciencia
No-dual (cidābhāsa) con el agente de la cognición (ego o ahaṃkāra)
es como la identidad del fuego con una bola de hierro candente. El
cuerpo, habiéndose identificado con el agente de la cognición (el cual
se ha identificado a su vez con el reflejo de la Conciencia No-dual),
pasa por ser una entidad individual consciente.
El análisis pormenorizado que el Vedanta hace de la realidad
requiere previa claridad sobre ciertos conceptos que atañen al estudio
de la conciencia, de la mente y, en general, del mundo interior. Muchos
de estos conceptos no tienen parangón en la cultura occidental, puesto
que el estudio que de ellos se tiene es bastante precario18.
Denotamos a la conciencia individual con el término cidābhāsa.
Asumimos que la conciencia individual se manifiesta no por si misma,
sino como reflejo, debido a la delimitación que la buddhi realiza de la
Conciencia No-dual. Ser conscientes de nosotros mismos como agentes
individuales implica «saber» que nosotros somos y, además, «saber» que
el mundo es. El acto secuencial de «saber» y «saber que se sabe», como
representación Autoevidente y Evidente de la información, es el carácter
mas cercano de la naturaleza de la conciencia individual (cidābhāsa).
Cidābhāsa, o conciencia individual, induce el sentido de identificación
con cualquiera de los cuerpos (kośa)19 que reconoce como existentes. La
identificación con los diferentes cuerpos constituidos de información
diferenciada es denotada como jīva. Mientras que el termino cidābhāsa
implica sentido de conciencia, jīva implica sentido de individualidad; por
ejemplo, tengo cuerpo (cuerpo físico), tengo vitalidad (cuerpo pránico),
dudo (cuerpo mental), sé (cuerpo de conocimiento). La representación
mas cercana del jīva en la terminología occidental es la idea llamada
individuo o conformación individual, es decir, la integración individual
que encierra cuerpo y mente.
Cidābhāsa (la conciencia individual) se asienta en la parte del
antaḥkaraṇa (mente) denominada buddhi (intelecto). Cuando se
habla de conciencia individual es necesario referirse a cidābhāsa,
pero cuando nos referimos al conjunto individual como limitante nos
referimos al jīva.
18 Occidente estudia solamente dos estados de conciencia: Sueno y Vigilia. El Vedanta, en
cambio, estudia, según sea el requerimiento del análisis, cuatro (Sueño, Vigilia, Causal y
No-dual) o cinco estados de conciencia (Sueño, Pensamiento, Observación, Concentración y
Meditación). Esto hace que el estudio de la mente y sus funciones sea mucho más detallado y
profundo en el caso de Oriente, lo cual implica el uso de ideas que resultan extrañas a la manera
Occidental de desarrollar los procesos cognitivos.
19 Kośa, o ilusorias envolturas que aparentemente delimitan (upādhi) la realidad No-dual.
Estas son:
.- Annamaya-kośa, o envoltura ilusoria hecha de alimento, también llamado cuerpo físico.
.- Prāṇamaya-kośa, envoltura ilusoria hecha de vitalidad, también llamado cuerpo energético o etérico.
.- Manomāyā-kośa, o envoltura ilusoria hecha de mente, también llamado cuerpo astral.
.- Vijñānamāyā-kośa, envoltura ilusoria hecha de conocimiento, llamado cuerpo de conocimiento.
.- Ānandamāyā-kośa, envoltura ilusoria hecha de Bienaventuranza, también llamado cuerpo causal.
Cidābhāsa es la conciencia del jīva (individuo).

Buddhi es el asiento de la conciencia individual (cidābhāsa).


Buddhi es el aspecto del jīva en donde se refleja la conciencia
individual (cidābhāsa).
Hemos unificado estos conceptos en la tabla 5 a fin de facilitar su
compresión.
Tabla 5
Relación entre la Mente, la Individualidad y la Conciencia Individual

El «yo» (ahaṃkāra) pareciera que conoce, pero no es por él mismo


sino a causa de la asociación de la conciencia individual (cidābhāsa);
de tal manera que el «yo» afirma: «¡soy inteligente!», «¡conozco!»,
«¡soy consciente!». El «yo» no tiene el sesgo de inteligibilidad que la
conciencia individual (cidābhāsa) posee por naturaleza. Sin embargo,
pareciera que el «yo» conoce gracias a la identificación tácita que
posee con la conciencia individual, de manera similar a cómo una
«bola de hierro», al ser calentada al fuego, pareciera que está «al
rojo». Verdaderamente el hierro no arde por él mismo, sino que se
calienta por asociación con el fuego en el que se sumerge. De igual
forma, el «yo» no conoce por él mismo sino por asociación con la
conciencia individual en la que «flota».
A su vez, la conciencia individual (cidābhāsa) es el reflejo de
la Conciencia No-dual. El resultado es que parece que hubiera un
agente de percepción que tuviera conciencia propia, cuando esto no es
realmente así. Esto sería, por ejemplo, como asumir que quien conoce
mientras dormimos es el sujeto del sueño, cuando el sujeto del sueño es,
en realidad, tan solo una conciencia «refleja» del agente de percepción
vigílico. De tal manera, el «yo» (ahaṃkāra) no es quien realmente
conoce, sino que es la conciencia individual (cidābhāsa) en asocio al
«yo» quien conoce, tal como ocurre en la identidad hierro-fuego. Sin
embargo, tampoco es la conciencia individual quien conoce finalmente,
puesto que ella es, a su vez, reflejo de la Conciencia No-dual.
El «yo» (ahaṃkāra), al poseer por asociación un sesgo de
conciencia individual (cidābhāsa), se identifica alternativamente con el
cuerpo (soy el cuerpo), el prāṇa (tengo vitalidad) y la mente (conozco),
asumiendo que él es experimentador independiente de lo conocido e
induciendo un sentido genérico individual, al cual se denomina jīva.

Jīva se asimila a lo que en Occidente denominaríamos un


«individuo».
Cuando se desea hacer evidente la condición consciente de un
individuo, lo llamamos cidābhāsa. En cambio, cuando deseamos
advertir la condición individualística que perdura en el ser humano,
lo llamamos jīva. Sin embargo, a la fracción que determina la
individualidad en el campo de la mente (antaḥkaraṇa) la llamamos
ahaṃ-kāra. Tantos términos se prestan a confusión, pero cuando se
los reflexiona emergen como herramientas con las cuales fraccionar la
percepción y la cognición al nivel sutil con que la tradición india esta
acostumbrada a hacerlo.
Desde una perspectiva dual, tanto la conciencia refleja (la
conciencia individual o cidābhāsa) como el individuo (jīva) se
asocian entre sí como lo hace el calor al hierro dotando al metal de
un color rojo. Así, entonces, la conciencia individual o cidābhāsa
dota al individuo o jīva de sentido de conciencia de sí mismo, con
la consabida opción de que exista identificación personalística con el
cuerpo, la vitalidad y la mente, y también con el intelecto (buddhi).
Sin embargo, desde una perspectiva No-dual, ni la conciencia
individual (cidābhāsa) ilumina por si misma al jīva (pues cidābhāsa
es tan solo un reflejo de la Conciencia No-dual, o kūṭasthacaitanya),
ni el jīva mismo existe sin el brillo de la conciencia refleja. ¿Como
«nacen», entonces, la creación individualística y la conciencia refleja
que la alienta? La solución al entuerto surge con el ingreso del concepto
māyā: Lo que percibimos no es la realidad sino un conglomerado
de historia que cree que conoce gracias a que, mientras conoce, se
recuerda a si mismo existiendo. ¿Como «perdura» el sentido de
individualidad? Gracias al karma, es decir, debido a que el individuo
se «futuriza» constantemente mediante la apetencia del fruto de sus
acciones (el deseo) y mediante el sentido de intencionalidad en las
acciones que realiza (sentirse hacedor de la acción, es decir, sentir que
la acción le pertenece).

ŚLOKA 8

La identificación del ego con el reflejo de la conciencia, con el


cuerpo y con el Testigo es de tres clases, a saber: natural, debida al
karma (pasado) y debida a la ignorancia, respectivamente.
La identificación del ego (ahaṃkāra) con el reflejo de la conciencia
(cidābhāsa), con el cuerpo y con la Conciencia No-dual es de tres
clases, respectivamente: la natural, la debida al prārabdha karma
(karma pasado) y la debida a la ignorancia (māyā).
La relación entre el individuo y su conciencia refleja fue estudiada
en el śloka anterior. Sin embargo, y con el fin de aclarar lo previamente
expuesto acerca de la relación entre el jīva y cidābhāsa, es importante
analizar que la naturaleza de la mente y de la conciencia es tratada de
manera diferente por el Vedanta a como lo hace Occidente.
Occidente asume que la conciencia es propiedad de «alguien», es
decir, que la conciencia es propia de un «yo». Nunca se plantea ni se ha
planteado el hecho de que la mente pueda perder la condición individual.
Desde la perspectiva del Vedanta, sin embargo, la mente puede asumir
cualquier frontera, incluso ser receptáculo de la información total del
universo diferenciado, situación a la que definimos como Īśvara, el
dios creador. Además, la relación conciencia-mente es muy confusa
para Occidente pues no hay acuerdo entre los teóricos respecto a cual
es previa, o si son similares o bien funciones una de la otra. Para el
Vedanta, la condición consciente siempre esta presente; el universo
diferenciado, en si mismo, es solo conciencia. Sin embargo, debido
a que la mente determina la frontera de información con que se
establece la percepción, es posible relacionar información consciente
de «infinitos tamaños», inclusive relacionar toda la información de
manera no-diferenciada. La conciencia es como el espacio infinito
sobre el cual se infla un globo. La mente es el globo que crece en la
medida que se insufla aire. Al modificarse la frontera delimitadora,
varia la percepción de la realidad gestándose solamente cinco estados
posibles de cognición referidos a objeto y sujeto (sueño, pensamiento,
observación, concentración y meditación). Cuando la frontera
desaparece —es decir, cuando la mente deja de delimitar información
diferenciada, esto es, cuando desaparece la delimitación entre la
información que constituye el globo y la que es diferente de él—,
entonces el espacio —que para nuestro ejemplo es la conciencia— se
reconoce a si mismo como No-dual.
La conciencia reflejada puede asumirse como individual o
colectiva. Ambas, individual o colectiva, nacen del poder mismo de
māyā —la ignorancia primordial— que vela la realidad y proyecta
una ilusión. Se asume a la conciencia individual o cidābhāsa como
delimitada por la mente individual, específicamente por el aspecto
buddhi del antaḥkaraṇa (véase la figura 3). El sentido de continuidad
del aparente reflejo individual que se asocia con la mente es producto
del karma, tal como hemos descrito anteriormente y como analizaremos
también más adelante.
Mientras que el limitante individual en donde se refleja la
Conciencia No-dual es la buddhi, a nivel colectivo el limitante es
mahat, es decir, la mente cósmica. Desde esta perspectiva, la buddhi
personal es uno de los contenidos de la mente colectiva. Esto es: Así
como la luz puede reflejarse sobre la amplia superficie del agua y
también en una gota, de igual manera la conciencia No-dual se refleja
en la mente colectiva (hiraṇyagarbha) o en la individual (buddhi).
Cuando el reflejo acontece en la mente colectiva se denomina
mahat y cuando lo hace sobre uno de sus aspectos —la buddhi— se
denomina cidābhāsa.
Figura 3
Esquema del nacimiento de la Conciencia Reflejada Cósmica e Individual

La identificación, es decir, la relación entre el conjunto individual


(jīva) y la conciencia individual (cidābhāsa) ocurre a causa de tres
posibles circunstancias:

IDENTIFICACIÓN NATURAL

De igual manera que un cuerpo posee unas propiedades físicas


—como por ejemplo: dureza, resistividad, masa, etcétera— que le
permiten interactuar de manera física, química o eléctrica con otros
cuerpos, de igual manera la relación de la conciencia individual con
el jīva, y específicamente con su mente (antaḥkaraṇa), hace que el
sentido del «yo» (ahaṃkāra) ejerza de forma instantánea y natural
la condición de pertenencia e identificación entre todas las diferentes
informaciones que la mente advierte.
Así como la conciencia induce conocimiento, de igual forma
el ahaṃkāra genera identificación de la mente con el sentido de
reconocimiento de sí misma y, secuencialmente, de aquello que
conoce como objeto.

La natural actividad del «yo» (ahaṃkāra) inspira el sentido de


identidad de la mente con toda la información que por su esfera
circule.

IDENTIFICACIÓN POR EL KARMA PASADO

Se advierte sentido de identificación entre el individuo (jīva) y la


conciencia individual (cidābhāsa) gracias a que el jīva, al conocer,
introduce información que es parte de su pasado. Debido a esta
información, se recuerda existiendo como un ente poseedor de todos
los atributos de individualidad.

Mientras la mente advierta información con sentido de historia,


necesariamente el «yo» (ahaṃkāra) induce sentido de identificación
con el pensamiento o la acción que se realice.
Recordarse a sí mismo deviniendo en el tiempo o, lo que es similar,
futurizarse reconociéndose potencialmente existente en el tiempo,
genera un sesgo de realidad individual en la relación entre mente y
conciencia. Basta fracturar el sentido de historia y evitar introducir
en la mente cualquier apreciación de comparación dialéctica entre
informaciones para que la información se alinee de manera distinta,
esto es, asumiendo una condición No-dual.

IDENTIFICACIÓN POR LA IGNORANCIA

El hecho de reconocer que la dualidad impera en la percepción


induce un sentido de unidad de un perceptor respecto a lo percibido.
La ignorancia primordial —es decir, māyā— produce las bases para
que la dualidad se asuma como existente.

Mientras māyā proceda, la información siempre adoptará una


condición diferenciada. Es la condición diferenciada lo que induce
una identificación entre el individuo y la conciencia No-dual.
Mientras exista en una percepción cualquiera la relación entre la
«forma» conocida y el «nombre» mental que de ella se interprete, o
bien exista una relación entre el «nombre» percibido y la «forma»
mental que de ella se interprete, la ignorancia, en forma de māyā,
induce sentido de dualidad. El reconocer que evidentemente existimos
y que el universo existe alrededor nuestro, impulsa un sentido de
identificación entre el individuo y su propio sentido de conciencia
que le permite Evidenciar (es decir, reconocer aquello que conoce) y
Autoevidenciarse (reconocerse a si mismo).

ŚLOKA 9

La mutua identificación entre el ego y el reflejo de la Conciencia,


que es natural, no cesa mientras ellos sean tomados como reales.
Las otras dos identificaciones desaparecen después de desgastarse
el resultado del karma, y de lograr el conocimiento de la más alta
Realidad, respectivamente.
La mutua identificación natural entre el ego (ahaṃkāra) y el
reflejo de la conciencia individual (cidābhāsa) no termina mientras
estos son considerados reales. Las otras dos identificaciones (debidas
al karma pasado y a la ignorancia) desaparecen, respectivamente,
cuando la acción se realiza sin karma (karma yoga) y cuando se
obtiene el conocimiento de la mas alta realidad (jñāna yoga).
La percepción de la realidad se asemeja a un carrusel: en cada
instante, perceptor y percibido cambian las condiciones de relación
mutuas, de tal modo que la cognición varia a cada instante. La
referencia personal cognitiva se sustenta en el hecho de asumir que
el «yo» es consciente tanto de si mismo como del complemento del
campo de percepción; es decir, es consciente de si mismo y también
de todo aquello que no es él. A estas dos condiciones las hemos
denominado Autoevidencia y Evidencia, respectivamente.
Dependiendo de las condiciones de relación entre perceptor y
percibido, la cognición adopta uno de los únicos cinco posibles modos
de relación entre ambos, creando de esta manera cinco únicos estados
de conciencia posibles (véase la tabla 6).
Tabla 6
Estados de Conciencia según la relación del Perceptor con lo Percibido

SUEÑO

Mientras el sujeto onírico (agente de percepción del estado de


sueño) conoce asociado a un campo cerrado constituido de información
diferenciada, toda la información que su mente aprecia nace y muere
como lo hacen las cansadas olas en la playa. Edificios, colosales
montañas y brillantes soles se esfuman al albor de un nuevo día. Toda
construcción que la mente detecta durante el sueño a través del sujeto
onírico tiene la característica de ser una momentánea realidad o, lo
que es lo mismo, una momentánea fantasía.
Lo percibido no es estable; tampoco el perceptor. Inclusive, cada
noche, cuando se insinúa la aparición del sujeto onírico, el universo se
desarrolla sin que exista necesariamente un patrón que devenga de la
noche anterior. La información en este estado de conciencia es todavía
mas cambiante y momentánea que en el siguiente (el del Pensamiento),
pues no existe sentido de causalidad entre la información que conforma
el mundo y el perceptor; es decir, el universo que se despliega cada
noche no tiene realidad en el mismo estado, ni el sujeto onírico tiene
asidero en si mismo.
El sujeto onírico no tiene relación alguna con los agentes
de percepción de los demás estados; en verdad, no hay relación
alguna entre cualquiera de ellos, excepto en el hecho mismo de que
parecen reales por la simple razón de que un vestigio de conciencia
insufla inteligencia a la mente mientras esta procesa la información
correspondiente a cada estado, situación que imprime un sesgo de
momentánea realidad a la naturaleza del perceptor y de lo percibido.
Tanto el sujeto onírico como el sujeto, el exín y el sākṣin son
agentes de percepción relativos. En el caso de los tres primeros, la
dualidad imprime en su naturaleza su sesgo característico de cambio e
impermanencia; en el caso del sākṣin, es únicamente la absoluta plenitud
inmutable del ātman lo que le evidencia como impermanente. Y son,
precisamente, el cambio y la impermanencia la causa del sufrimiento.
Lo que agobia respecto a la vida no es el dolor que produce vivir, sino
la impermanencia que el agente de percepción reconoce en si mismo
y en el mundo, en el constante carrusel de sus percepciones duales.
Ninguno de esos tres cambiantes agentes de percepción puede
impedir que la identificación con la dualidad finalice, puesto que la
desaparición de uno lleva implícitamente a la aparición de otro que
también es parte de una realidad cambiante. Tampoco el sākṣin puede
establecerse indefinidamente en la inmutabilidad, pues todavía hay un
estado mas pleno y estable: el estado absoluto del ātman.

La raíz del dolor es la ignorancia; solo el saber es capaz de


cortar los nexos de dualidad que operan en la información que
constituye el universo.
Evidentemente, es la aniquilación del karma pasado y el recto
conocimiento lo que logra liberar al perceptor del sentido de
diferencia que reconoce respecto a lo percibido. Sin embargo, tanto
la dilución del sañcita karma20 (el karma acumulado) como el recto

20 La naturaleza del karma ha sido estudiada en profundidad en el libro El Eterno Presente,


Sesha, (www.sesha.info)
conocimiento que depara el samādhi21 devienen exclusivamente
como consecuencia del correcto discernimiento sobre la naturaleza
esencial del perceptor y de lo percibido; es decir, devienen de la
experiencia fundamental que implica la experiencia total de la No-
dualidad que opera en la Meditación.
Mientras exista un agente de percepción que merodee
alternativamente cualquiera de los tres estados de conciencia altamente
inestables22, la identificación que se geste en ese estado entre el
individuo (jīva) y la conciencia reflejada (cidābhāsa) llevara a que el
agente de percepción se reconozca a si mismo como diferente de todo
aquello que percibe.
En conclusión: Es la libertad que provee el discernimiento lo
que le permite obtener al perceptor una condición cognitiva No-
dual. El discernimiento (viveka) es una peculiar certeza que provee
la conciencia cuando no existe la mas mínima duda respecto a lo
que realmente es lo Real. El discernimiento es la herramienta por
excelencia que el Vedanta procura inculcar en los estudiantes. La mas
alta certeza es el conocimiento del ātman, de ahí que la experiencia del
samādhi deshaga el sañcita karma o karma acumulado durante eones
de existencias.
El discernimiento (viveka) se desarrolla gracias a experimentar la
ininterrumpida condición de los eventos Reales, es decir, de aquellos
que hacen parte «del aquí y del ahora». Una mente diestra en el
acto de estar constantemente atenta sin esfuerzo alguno a «lo que
esta aconteciendo» desarrolla la cualidad de entender algo Real que
esta mas allá de la experiencia misma de la historia y del futuro. El
discernimiento (viveka) no es el intelecto o la cualidad inteligente de
la cual nos orgullecemos tanto en Occidente. Viveka es la certeza de lo
Real; es la ausencia total de dudas respecto a la naturaleza inmortal
del ser humano; es la comprensión viva que el saber irradia cuando la
mente camina por los despejados linderos de la No-dualidad.

21 El estado de «posesión de si mismo», llamado en el budismo tibetano nirvāṇa, en el zen


satori y en el cristianismo éxtasis místico.
22 Observación, Pensamiento y Sueño.
Un paso intermedio a la procura del discernimiento (viveka) es
la ejercitación en la realización de la acción recta o karma yoga.
En verdad, la acción es inferior al conocimiento; sin embargo, a un
estudiante con un intelecto inconstante en la apreciación del Presente
es necesario adiestrarlo en la importancia de la acción como medio
de purificación de la mente. De ahí que la realización de la acción
recta y una activa responsabilidad ante los compromisos adquiridos
en el mundo, ya sean personales o colectivos, se convierte en un
medio correcto de vida que un día permitirá florecer el discernimiento
metafísico o viveka.
Por ninguna razón se debe negar la importancia de la acción; al
contrario: La acción correctamente realizada, la acción diestra o karma
yoga, es un medio de purificación de la mente. Sin embargo, la acción,
para realizarse acorde a los cánones que el Vedanta establece como
recta, requiere básicamente de dos condiciones: No apetencia al fruto
de la acción y ausencia de sentido de yoidad en el acto que se ejecuta.

PENSAMIENTO

Mientras el sujeto (agente de percepción del estado de Pensamiento)


conoce en un campo cerrado constituido de información diferenciada,
la información que logra detectar bulle de manera cambiante como
agua hervida en una olla, o como las agitadas olas que rompen una tras
otra en las costas de un acantilado llevadas por la tormenta.
El sujeto jamás descansa; su naturaleza es el cambio, la actividad,
el movimiento. Reconoce fácilmente la información que ocupa un
lugar en el tiempo y toda aquella que ocupa un lugar en el espacio.
Él mismo, el sujeto, se reconoce como parte de un engranaje que
evoluciona hacia el perfeccionamiento, pero no reconoce que tipo de
perfección es su meta, pues su naturaleza solo pondera el sentido de
parte, de limite, de fracción, de historia.
El sujeto cree que nace, que crece, que se reproduce y finalmente
muere. Es presa del sufrimiento; jamás encuentra algo percibido que
sea estable, que dependa de sí mismo. Vive de sus fantasías futuras, de
recordar sus grandes logros; teme lo que no conoce de sí mismo y se
enorgullece de saber mas que otros.
Este mediocre perceptor tiene miedo a morir; no sabe cual es la
causa de su nacimiento. Juega a ser inteligente intentando encerrar
todo lo que conoce en una ecuación matemática; sin embargo, al llegar
a casa, tantos conceptos inteligentes no le privan de no poder soportar
su soledad o su abatimiento por no llevar una vida feliz.
El sujeto, de pequeño quiere ser bombero; cuando crece suele
anhelar ser medico; mientras es maduro quisiera ser banquero; ya de
viejo hubiera deseado ser feliz. Nada lo calma; todo lo que conoce
le produce tan solo una momentánea felicidad. Cree en Dios, pues
supone que un ser superior sí debe poseer la paz que su naturaleza
humana no le provee.
El sujeto cambia a cada instante. Él no es más que la momentánea
agrupación de memoria que se cree dueña de la acción y del saber. De tal
modo, puede en un instante ser prodigo en cariño para, al siguiente, mirar
con desprecio a su congénere. El sujeto aguanta su mísera vida gracias a
que es fiel a un pensamiento, a una meta, a un anhelo; en todo caso, a un
especial tipo de información del cual en ese instante no es participe.
El sujeto es diestro en vivir otra vida que no es la suya, o criticar sin
saber que es lo que realmente pasa por el alma de aquél de quien habla
mal. El sujeto se esconde en la pobreza que otorgan la fuerza física o
la económica para poder vencer a los oponentes que no asumen un rol
de vida similar al suyo. También es capaz de matar mientras habla de
Dios, es capaz de torturar niños y de no respetar ancianos. No tiene
sentido de la prioridad; su alma esta enferma de desdicha y con ella
nutre la desdicha del prójimo. No sabe ser feliz por la felicidad ajena,
ni se gratifica con conquistas de otros.
¡Cuanto dolor se engendra el hombre por vivir de esta manera! ¿Acaso
no nota que tanta maldad finalmente incubará más dolor en su propia
vida? Cuantas lágrimas derramadas sin sentido, cuanta sangre humana
ha alimentado buitres en tantas guerras. El sujeto habla de paz si la guerra
esta cerca; habla de cultura biodinámica cuando su cuerpo esta enfermo;
habla de ecología cuando nota que el mundo no aguanta su depredación.
Sin embargo, ¡hay tantos sujetos que han ofrecido su vida y su
inteligencia al mundo, hay tantos poetas que nos hacen reír de amor y de
gracia, hay tantos niños que nos muestran la salud que provee su inocencia...!
Ser sujeto, mas que un alivio es una decepción. Ver un mundo
diferenciado que a cada instante se fractura, que a cada momento
cambia, produce un extraño dolor que solamente la búsqueda interior
cura. No buscamos acabar el dolor del mundo, ni su hambre, ni su
desesperación; tan solo advertimos que en el estado de conciencia
de Pensamiento el mundo es el resultado de nuestros propios actos,
de nuestros propios deseos, de nuestro propio egoísmo. El mundo no
se cura con comida; se cura venciendo la ignorancia que nos induce
a creer que somos diferentes unos de otros, diferentes entre razas,
diferentes a los soles y a las inmensas galaxias.
El sujeto es una primitiva y momentánea forma mental que conoce
información. Bajo su presencia todo vestigio de información es cíclica,
fugaz, inconstante. Toda actividad racional sostenida en la dialéctica
provee verdades a medias, mentiras a medias, vidas a medias.

OBSERVACIÓN

Mientras el exín (agente de percepción de la observación) conoce en


un campo cerrado constituido de información diferenciada, el universo
se divide en dos únicas realidades estables: perceptor y percibido. Sin
embargo, el perceptor (exín) se percibe carente de historia, tal como
ocurre cuando intentamos recordar algo que esta mas allá de un tiempo
histórico manejable. Así es, pues, que la observación induce sentido
de vacío de información respecto a pasado y futuro.
¿Qué éramos antes de nacer? Esta pregunta induce un muy alto
sentido de presencia en el «aquí» y en el «ahora». Mientras se intenta
responder la inquietud, emerge la apreciación de un perceptor —un
exín— que no requiere definirse a si mismo mientras indaga, pues
si lo hiciera pasaría al previo estado de conciencia: el estado de
Pensamiento. A su vez, lo percibido no tiene tintes; es tan solo un
vacío de «formas» y de «nombres» que conforman una pared oscura y
sin fronteras percibibles.
El exín también emerge, por ejemplo, cuando caminando por el
bosque nos introducimos en la magia de un pequeño sendero lleno de
flores o en las sombras juguetonas que produce el follaje de un gran
árbol mientras descansamos a su vera. ¿Quien, mientras camina en un
bosque, no se ha convertido momentáneamente en árbol, flor, sombra
o nube en algún momento de su vida? ¿Quien no se ha sorprendido
alguna vez de la propia oscuridad que llena el instante previo al sueño,
cuando los ojos descansan en el interior y no existe ya esfuerzo por
recordar lo acontecido en el día que termina?
La percepción de la observación que el exín realiza es bálsamo al
cansancio de la mente y al estrés con el que el ser humano se enfrenta
día a día. Solemos, durante algunos instantes, refugiarnos en el exín
cuando vamos al cine y absortos somos testigos de la magia que la
película cuenta; también cuando realizamos un deporte o cuando una
conversación es amena. Percibir el mundo sin historia o percibirse a sí
mismo sin historia es un proceso que descansa a la mente.
Es común redirigir la atención a un evento que «esta aconteciendo»
con el fin de convertirlo en acto de fusión momentánea entre perceptor
y percibido. Esa es la magia de atender el Presente sin pensarlo. ¿Acaso
no es grata la sensación que perdura tras salir de una bella película de
cine que ha acaparado la atención durante muchos minutos? ¿Que decir
de la atención viva entregada momentáneamente a la realización de un
deporte? El universo del exín es francamente grato; jamás comparable
a la percepción del sākṣin, y mucho menos a la del ātman, pero fiel
compañero de la vida y del descanso interior.

CONCENTRACIÓN

Mientras el sākṣin (agente de cognición del estado de


Concentración) conoce toda la información que constituye el campo
de cognición cerrado, el sākṣin asume una condición no-diferenciada.
Allí el sākṣin descansa en él mismo, se conoce a si mismo.
Debido a que las fronteras que delimitan el campo cerrado de
cognición23 son excluyentes —es decir, están excluidas de la percepción
y por lo tanto no pueden ser conocidas—, pareciera que la percepción
interior se pierde en el infinito, al igual que la vista se confunde en la

23 Para aclarar los conceptos de «frontera» y «campo de cognición», se recomienda el paciente


estudio de Los Campos de Cognición, Sesha, (www.sesha.info)
lejana oscuridad mientras en la noche buscamos las estrellas más lejanas.
¡Que grata es esta modalidad de percepción! ¡Que maravilloso es
perderse en el silencio que opera en la ausencia de dualidad! Ningún
ser humano podrá equiparar la experiencia del sākṣin en Concentración
con cualquier otro estado dual que exista en la naturaleza humana. Es
el dulce arrobo en un espacio sin limites, la cálida sensación de ser
parte de todas las cosas, la profunda lucidez que acompaña al acto de
la cognición. ¡Es imposible que exista algo en el terreno de la mente
que pueda equiparar semejante libertad!
El sākṣin, a donde sea que mira, a donde sea que contempla, se
conoce a sí mismo. Él es simultáneamente el silencio y su ausencia,
la simpleza y su ausencia; es libertad y esclavitud, locura y cordura,
todo ello sin dueño. Tiempo, espacio y «yo» fracturan su condición
antagónica y se entremezclan como las burbujas en las olas y como
las olas en el mar.
Lo percibido no logra distinguirse diferente del sākṣin; lo percibido
es el sākṣin mismo en todos los recodos del campo de cognición
establecido. Sin embargo, sabemos que existe un estado de percepción
superior —la Meditación— porque la comprensión que en ella se
genera cuando es experimentada reconoce que la Concentración era
limitada y, por lo tanto, relativa.

MEDITACIÓN

Mientras el ātman (agente de cognición en el estado de Meditación)


conoce, todo lo cognoscible es no-diferente de Sí Mismo. La situación
es similar a una gota que cae al océano: allí pierde cualquier frontera
que induzca sentido de diferenciación con cualquier otra gota; la
gota se identifica con el océano y, a su vez, es no-diferente de sus
innumerables constituyentes. También el ātman puede representarse
como el espacio en el espacio, en cuya matriz no existe sentido de
diferenciación y del cual una parte cualquiera presenta sentido de
identidad con el todo.
La extraña sensación que podemos advertir respecto a la
experiencia del ātman en el estado de Meditación tiene que ver con
el hecho de que toda la información potencialmente cognoscible se
conoce a sí misma ubicua y simultáneamente. El universo, con toda su
gradación de vida y junto con todo aquello que ha sido o será, envuelve
al unísono al perceptor difundiéndolo en lo percibido. La inmensa
realidad conocida no se equipara con ninguna otra condición existente
en el universo. Todo el universo fluye conociéndose a sí mismo sin
que el ātman registre sentido de diferencia temporal o espacial.
Allí el amor, el saber, el ser se conjugan en una expresión no-
diferenciada donde las cosas no se ven nacer ni morir, el sentido de
cambio —que mentalmente solemos registrar— cesa y la vitalidad del
acto de la comprensión y del amor nuclean cada fracción del universo
impidiendo que ella se catalogue independiente de cualquier otra.
El perceptor (el ātman), inmerso en la propia bienaventuranza que
provee el Saber que todo Es, no encuentra fuera de si un universo
independiente de si mismo. Si Mismo es el tiempo, el espacio y la
causa de lo que nace y muere. Si Mismo es viento, sombra, luz y vida.
Jamás el ātman dejo de ser lo que siempre ha sido; comprende que
nunca existió dualidad, que māyā es ilusión y que la realidad siempre
permaneció. Sin embargo, nadie dice: «ahora sí sé, ahora conozco».
Nadie habla, nadie escucha; pero todo sonido, desde el producido en
la galaxia mas lejana hasta el trinar del escondido pájaro de la mañana,
son escuchados por «aquello», por ese insondable oído que esta en
ningún lugar pero se encuentra simultáneamente en todas partes.

ŚLOKA 10

El estado en que (el pensamiento de) ego desaparece y el cuerpo


también deviene inconsciente, es llamado estado de sueño profundo.
El estado en el cual el ego se manifiesta a medias es llamado estado
de sueño. El estado en el que la manifestación del ego es total es
llamado estado de vigilia.
En el estado de sueño profundo (suśuptyavasthā) desaparecen
la manifestación, el ego y la apreciación corporal. En el estado de
sueño con sueños (svapnāvasthā) el ego es a la vez sujeto y objeto
de percepción24. En el estado de vigilia (jāgradavasthā) el ego
(ahamkāra) se reconoce como agente diferenciado de aquello que
conoce25.
El Vedanta estudia comúnmente la representación de cuatro estados
de conciencia, de acuerdo con el desarrollo cosmológico establecido
en la tabla 4. Sin embargo, es posible también plantear otros cánones
mediante los cuales es posible representar las diversas gradaciones
duales a través de las cuales la Conciencia No-dual, mediante māyā,
se manifiesta en el universo dual.
Inicialmente, los primeros autores que intentaron sistematizar el
Vedanta —Gauḍapāda y Govindapāda— plantearon un modelo de
cuatro estados de conciencia (ver tabla 7).

Tabla 7
Estados de Conciencia según Gauḍapāda y Govindapāda

Tanto turīya como suṡupti, svapna y jāgradavasthā26 representan


los cuatro posibles estados de conciencia, es decir, las modalidades
de planos de existencia donde la conciencia puede iluminar el acto
de la comprensión. La conciencia, cuando se identifica con el cuerpo

24 En el caso del sueño, la información que constituye objeto y sujeto es acausal.


25 En el caso del estado de vigilia, la información que constituye objeto y sujeto es causal.
26 La palabra sánscrita avasthā se traduce como «estado».
físico —sthūla-śarīra— o los constituyentes físicos del mundo, se
denomina visva; cuando la conciencia se identifica con la mente o con
los contenidos del cuerpo sutil —liṅga-śarīra— se denomina taijasa;
cuando la conciencia se identifica con el cuerpo causal —karaṇa-
śarīra— se denomina prajña, y finalmente, cuando se identifica con el
estado No-dual —turīyāvasthā— se denomina samādhi.
Existe otro modelo de estados de conciencia mucho mas apto
para el estudio de la cambiante percepción que ocurre en el transcurso
del proceso meditativo, si bien no se asocia tan apropiadamente
como el de Gauḍapāda al desarrollo de la descripción cosmológica
o cosmogónica. El exponente de este modelo tiene a Patañjali como
creador. Patañjali es el primer sistematizador del proceso interior de
la cognición. Asume cuatro modelos de percepción diferentes uno de
otro, según sea la relación entre el perceptor y lo percibido (tabla 8).

Tabla 8
Estados de Conciencia según Patañjali

Los estados descritos por Patañjali como pratyāhāra, dhāraṇā y


dhyāna acontecen en el ambiente consciente denominado vigilia. No
existe una relación absolutamente concordante entre la descripción de
Patañjali y la que realiza el Vedanta, simplemente porque sus modelos
intentan explicar situaciones diferentes; por ejemplo, tanto el sistema
internacional de medida (metros, centímetros, etcétera), como el ingles
(pies, pulgadas, etcétera) sirven de referencia a cualquier objeto que se
mida; sin embargo, las equivalencias numéricas entre ellos varían. El
modelo de Gauḍapāda hace hincapié en el orden cosmológico sobre
el cual esta desarrollado el universo; Patañjali, a su vez, sistematiza
las posibles relaciones que establecen sujeto y objeto en la cognición
hasta lograr el samādhi, es decir, un tipo de cognición completamente
estable asociado a sujeto y objeto no-diferenciados.
La coincidencia total se advierte en la relación que Patañjali
describe como samādhi, de la que el Vedanta afirma que opera en el
estado de Conciencia denominado turīyāvasthā.
En el estudio del proceso de la practica interior que hace Patañ-
jali no se incluye el «estado de sueño» ni el «estado causal», pues
en la realización práctica de la meditación dormirse no es un logro
ni existe un intervalo de experiencia onírico que sirva de peldaño a
dicho proceso. Además, la practica meditativa jamás desemboca en un
estado de sueño sin imágenes, similar en estructura al «estado causal».
Por esto, es absurdo pretender que los modelos sean idénticos cuando
estudian diversas formas de expresión de la cognición.
Tabla 9
Estados de Conciencia según Occidente

Occidente maneja, a su vez, un modelo de estados de conciencia


muy sui generis, en donde la percepción solo se analiza desde una
perspectiva muy limitada (véase la tabla 9).
Es importante acotar que Occidente asume el «estado de vigilia» sin
las tres variables que Patañjali estima: pratyāhāra, dhāraṇā y dhyāna27.
Sin embargo, algunas disciplinas occidentales asumen que bajo ciertas
circunstancias puede existir una modalidad de percepción que califican
de expansión de conciencia o estado alterado de conciencia, y que, en
definitiva, no tiene actualmente ningún sesgo de sistematización.
Tabla 10
Sistematización de Estados de Conciencia

Sin embargo, con el fin de occidentalizar el estudio de la percepción


en la practica meditativa, y utilizando para ello las teorías orientales
de base y las concepciones fundamentales de el Vedanta, es posible,
tal como se ha hecho en todas las obras precedentes28, estimar cinco
estados de conciencia que, junto con el estado de samādhi, califican y
sistematizan con absoluta claridad los diferentes estados por los que
todo estudiante transcurre cada vez que intenta realizar su practica de
meditación (véase la tabla 10).
27 Ver en el Śloka 9 los estados de Observación, Concentración y Meditación, correspondientes
a pratyāhāra, dhāraṇā y dhyāna, respectivamente. 
28 La Búsqueda de la Nada, El Eterno Presente, La Paradoja Divina y Los Campos de
Cognición, obras todas escritas por Sesha (www.sesha.info).
Estos cinco estados de conciencia, más samādhi, se corresponden
en un todo con los estados de conciencia desde la visión de Patañjali.
La única diferencia es la inclusión de los estados de pensamiento y
sueño, que tiene por finalidad otorgarles un orden dentro de todo un
esquema coherente de percepción.

Ninguno de los tres modelos orientales poseen contradicciones;


simplemente, adecuan un número de estados de conciencia acorde
al tipo de análisis cognitivo que realizan.
Es conveniente recordar que cuando se estudia la conciencia
usando como base la representación causal del desarrollo de la
conformación del universo29 y del individuo, suele ser muy práctico
analizar al testigo de la percepción asociándolo a los cuerpos que
aparentemente lo limitan.
Desde esta perspectiva cosmológica —es decir, sujeta a un
devenir temporal—, se asume un instante donde los guṇa (cualidades
de la materia) estaban en equilibrio. A este momento específico de la
creación se le denota como universo causal o prakṛti. Se le denomina
causal, pues la prakṛti lleva en sí todos los gérmenes de los «nombres»
y «formas» que conformarán el subsiguiente universo. Causal, así
como una semilla de naranjo es potencialmente infinidad de otras
cosas: árbol de naranja, madera para leña, sombra para transeúntes,
dinero por trueque de frutos, alimento, nido para insectos, etcétera.
Analizando al agente de percepción desde esta apreciación
cosmológica, y asociado al estado causal, vemos que en el estado
causal la conciencia induce ausencia de sentido de sujeto de igual
manera a cuando un individuo cesa de pensar mientras duerme. Allí,
en esta modalidad de existencia, hay conciencia mas no opera ningún
tipo de testigo de la percepción.
Puede entenderse el estado causal gracias a lo que le ocurre a un
sujeto mientras se desmaya; si luego de haber nuevamente despertado
se le pregunta «¿Qué ha pasado?», responde «¡No lo sé, no me
acuerdo de nada!». Es absurdo asumir que el individuo no existía

29 Esto es el desarrollo de la prakṛti en elementos sutiles y densos, tal como se describe en la


tabla 4, śloka 6.
mientras permanecía desmayado; simplemente, había momentánea
pérdida del sentido egoico; el sujeto se convirtió temporalmente en
una potencialidad de existencia, mas no en acto de existencia.
El estado causal implica una modalidad de existencia carente de
yoidad en la que el universo está en potencialidad de acción, mas
permanece ignorante de su propia existencia. La tradición Vedanta
asume que Īśvara, el Dios creador, es el regente de este tipo de
realidad; es decir: Se denomina Īśvara a la inteligencia —pues existe
un orden en el estado causal— de una realidad existente únicamente
en potencia.

ŚLOKA 11

El órgano interno (antaḥkaraṇa) —que, en sí mismo, es sólo


una modificación (vṛtti)—, al estar identificado con el reflejo de la
Conciencia, imagina (varias) ideas en el sueño. Y el mismo órgano
interno en estado de vigilia (estando identificado con el cuerpo)
imagina los objetos como externos a él debido a los indriyas.
En el estado de sueño con sueños, la mente (antaḥkaraṇa), gracias
a que está dotada de la luminosidad de la conciencia individual
(cidābhāsa), se identifica con la memoria (citta) e imagina las ideas.
La misma mente (antaḥkaraṇa), en estado de vigilia y debido a la
identificación con el cuerpo, imagina los objetos externos que son
detectados a través de los sentidos (indriyas).
Desde la perspectiva occidental se considera que la mente posee
la condición natural de conocer. Desde esta representación, la mente,
a la vez que es instrumento de cognición, impulsa el sentido del saber
que es propio de la conciencia.
Para el Vedanta el modelo cognitivo tiene otra especificación:
La mente es un instrumento de cognición, como lo pueden ser los
sentidos físicos; pero a diferencia de éstos, la mente es un instrumento
interno respecto a la frontera sensoria, razón por la cual se la denomina
antaḥkaraṇa (instrumento, vehículo, sentido u órgano interno). En
este modelo cognitivo, la conciencia individual es considerada como
una realidad refleja o individual, como la chispa que salta de una
chimenea respecto del fuego que consume la madera o como puede
ser el espacio de una habitación respecto al de toda la casa.
La conciencia individual posee entonces, desde la perspectiva
Vedanta, dos condiciones innatas: autorreconocer al perceptor y
conocer lo percibido. A estas dos formas de representación cognitiva
dual, que en esencia conforman cualquier modalidad de representación
mental, las denominamos respectivamente Autoevidencia y Evidencia.
La esencia del verdadero saber no responde a la consideración de qué
es lo que conforma al perceptor o a lo percibido, o cuáles son sus causas,
sus características o los modelos matemáticos a través de los cuales se
relacionan. El verdadero saber consiste en la clara comprensión de la
interrelación entre conocedor y conocido, es decir, consiste en el claro
reconocimiento de la no-diferencia de perceptor y percibido.

La mente, como instrumento de percepción, es lo que estipula,


en razón del acto dialéctico, el sentido de diferenciación entre
perceptor y percibido, creando un sesgo dual de Autoevidencia y
Evidencia.
La mente (antaḥkaraṇa), que en esencia es memoria (citta) en
movimiento (manas) con sentido de pertenencia (ahaṃkāra)30, induce
una relación equívoca entre aquello que percibe en el Presente y los
contenidos previos existentes en ella. En la mente, en razón del desfase
entre lo conocido intelectivamente en el pasado y la información que
es parte del Presente, se induce una sobreimposición de la irrealidad
dual sobre la realidad No-dual, con el subsiguiente desdoblamiento
de la información en forma de una representación mental de pasado,
presente y futuro, todos ellos diferentes.
Sin embargo, la mente (antaḥkaraṇa) tiene la posibilidad del
conocimiento que es propio de la conciencia individual (cidābhāsa)
gracias a que un estrato del mismo antaḥkaraṇa (buddhi) es capaz
de servir de asiento al brillo de la comprensión que otorga el saber
No-dual. La buddhi, como aspecto del antaḥkaraṇa que soporta el

30 El sentido de movimiento o agitación de la memoria (citta) se denomina manas; el sentido de


propiedad, de pertenencia o de «yoidad» de esa información que constituye citta se denomina
ahaṃkāra; la quietud de citta se denomina buddhi.
brillo de la conciencia y que encierra como comprensión individual
el saber que en la mente opera, se asemeja al brillo de la luna cuya
luminosidad no es propia sino proveniente del sol.
La salida a una cognición correcta consiste, entonces, en que la
mente pueda conocer sin intermediación histórica, es decir, que la
mente contemple el mundo sin definirlo dialécticamente. Consiste, en
definitiva, en que el «yo» (ahaṃkāra) no se distinga de aquello que
conoce, de tal modo que la conciencia sea testigo de sí misma y no
de las estructuras cambiantes de la memoria que afloran en forma de
pensamientos.

La condición de reconocimiento de la conciencia individual


conociéndose a sí misma convierte al perceptor en objeto de
percepción, razón por la cual se establece una modalidad de
cognición No-dual.
Desdoblar la cognición sin que exista requerimiento histórico —
es decir, apresar el mundo interno o externo sin la intervención de la
memoria— otorga a la información una nueva realidad: la realidad
No-dual. Desde esta perspectiva, el observador pierde la condición de
localización espacial y temporal respecto a lo conocido, fundiéndose
en una comprensión única y maravillosa carente de diferenciación.
Es importante acotar que la información que la mente puede
experimentar tiene dos contextos: interno y externo. La frontera
sensoria es el límite que el Vedanta establece como frontera entre
la información interna y la externa. Toda información en la que
intervengan los sentidos físicos —como el sonido del motor de un
coche, el brillo de un atardecer, el tacto de la piel, etcétera— es
considerada como información externa. A su vez, toda información
que no requiera de la intermediación sensoria, es decir, de los sentidos
físicos, es considerada como información interna, tal como lo son los
sentimientos, las emociones, las pasiones, los recuerdos, etcétera.
El Vedanta considera que tanto la información externa —que requiere
de intermediación sensoria— como la interna —que no requiere de la
intermediación sensoria— son información esencialmente No-dual.
Es decir, la dualidad se desvanece finalmente cuando la conciencia
advierte que se aquieta la condición agitada de la mente, de forma
similar a cuando el viento deja de soplar sobre la superficie de un
lago. Allí cesa el influjo de dualidad, al igual que la quietud superficial
del lago, gracias a la ausencia de viento, no genera ninguna ola que
origine diversificación de reflejos solares.

La información diferenciada solamente existe en la


caleidoscópica agitación de la mente. La actividad del antaḥkaraṇa
lleva a la diferenciación de la información, es decir, a la cognición
de un perceptor diferente de aquello que conoce.
La mente, al pensar, adopta la forma de lo percibido. No existe
un objeto real por sí mismo, ni tampoco un sujeto real por sí mismo.
Pensar implica recordar; dualidad implica pensar. Así, entonces, la
dualidad entre perceptor y percibido emerge de la condición fluctuante
de la mente, de la actividad racional que requiere de comparar la
información que acontece en el Presente con un contenido previamente
existente en la memoria.
La Meditación es una modalidad de comprensión en la que
el perceptor no induce representación comparativa histórica. De
esa manera, el perceptor se percata que Sí Mismo, el ātman, no es
diferente de lo que conoce, sin importar la región de información que
se establezca.

ŚLOKA 12

El cuerpo sutil —que es la causa material de la mente y del ego—


es uno, y es de la naturaleza insensible (inanimado, inconsciente).
Él continúa en los tres estados, y nace y muere.
El cuerpo sutil (liṅga-śarīra), que es la causa material de la
mente (antaḥkaraṇa) y del ego (ahaṃkāra), es uno y no posee
conciencia por sí mismo. El cuerpo sutil (liṅga-śarīra) asume esos
tres estados de conciencia (sueño profundo, sueño con sueños y
vigilia), y nace y muere.
¿Cuál es el origen de la dualidad entre el perceptor y lo percibido?
La diferenciación realmente no está aconteciendo; la diferenciación
sólo ocurre cuando la mente introduce su condición dialéctica en el
proceso de la cognición y pregunta, por ejemplo: «¿Cuál es el origen
de la dualidad entre el perceptor y lo percibido?».
La mente está sumergida en una vorágine de información que fluye
con sentido de tiempo y espacio. Cualquier evento puede ser catalogado
asociándolo a tiempo y espacio. Sin embargo, tiempo y espacio son
condiciones que sostienen el acto diferenciador que promueve la mente;
de hecho, no son más que pensamientos inteligibilizados por la mente.
El universo cobra realidad y tiene sentido como suceso
independiente de quien lo observa en el mismo momento en que
aparece un agente de percepción que tiene sentido de propiedad sobre
sí mismo. Mientras la cognición ocurra bajo parámetros relativos, la
información se adecua a la peculiar forma de realidad del agente (una
realidad sólo aparente), tal como se adecua en el sueño para presentar
un universo con peculiares condiciones.
Lo que mejor define un estado de conciencia son los cánones de
relación entre el perceptor y lo percibido. Lo extraño de este modelo
de realidad es que, sea cual sea el estado de conciencia en que se
halla el agente, todas las cogniciones se le aparecen como reales en
tanto que operen los cánones que ese estado define y que caracterizan
un universo en particular. Al variar los cánones cambia el estado, o
viceversa; y, en consecuencia, varía la representación de la información
que ellos especifican. De tal forma, el universo es como una realidad
de información constituida, por ejemplo, de agua, ya sea en forma
vaporosa como las nubes, en forma líquida como el océano o en forma
sólida como la nieve; pero el agua jamás deja de ser agua. De igual
manera, la información asume cinco estados de conciencia sin dejar
de ser información similar. Son solamente los cánones de relación
entre perceptor y percibido, circunscritos por los cuatro limitantes31
básicos, los que dibujan una peculiar forma de realidad que determina
un universo con características específicas.

31 Nos referimos a los limitantes de frontera, espacialidad, causalidad e interpretación. Ellos han
sido profundamente desarrollados en La Paradoja Divina, Sesha, (www.sesha.info).
Denominamos avidyā (ignorancia) al acto mediante el cual la
estabilidad de la realidad No-dual se encuentra velada ante el hecho
de experimentarse mentalmente como una realidad diferenciada.
Denominamos māyā (ilusión) al hecho de asumir que la aparente
realidad diferenciada que se experimenta es una realidad única y
existente por sí misma.

Tabla 11
Estados de Conciencia producto de Māyā o Avidyā

De ahí, entonces, que avidyā sea la causa de los tres estados


de conciencia definidos por Gauḍapāda, es decir, de los estados
denominados jāgradavasthā, svapnāvasthā y suṣuptyavasthā32. Desde
la perspectiva de Patañjali, avidyā es causa de los estados de conciencia
de pratyāhāra y dhāraṇā33. Desde la perspectiva de los cinco estados
de conciencia que se definen en esta obra, avidyā es causa de los

32 Véase tabla 7, Los estados de conciencia según Gauḍapāda.


33 Véase tabla 8, Los estados de conciencia según Patañjali.
estados de Sueño, Pensamiento, Observación y Concentración34. Es de
anotar que todas estas perspectivas representan similares ideas (véase
la tabla 11).

El universo diferenciado existe solamente en la mente del


perceptor, dentro de las innumerables probabilidades que su
memoria tiene como opción de combinaciones. Māyā o ilusión es
asumir cualquier conjunto de combinaciones probables como real.
Avidyā o ignorancia es asumir que el conocimiento que provee la
conciencia individual es real.
El lector no debe preocuparse por la proliferación de estados
de conciencia que aparecen desde las diversas vertientes o modelos
de realidad. Todos ellos son similares al cuerpo físico, que puede
estudiarse por partes —cabeza, tronco y extremidades—, por sistemas
—esquelético, muscular, nervioso, sanguíneo, etcétera—, por género —
masculino y femenino—, o bien por color, peso, inteligencia, etcétera
Mientras Gauḍapāda hizo énfasis en el desarrollo de la conciencia
asociado al ordenado estudio cosmológico (es decir, causal o asociado
al tiempo), Patañjali buscó la descripción de la conciencia desde
una perspectiva ordenada según las diferentes características de la
mente. Asimismo, esta obra introduce una condición similar a la de
Patañjali, pero en la que se incluye de manera metodizada el estudio
de la conciencia basado en las cinco diversas relaciones existentes
entre el perceptor y lo percibido, las cuales generan cinco estados de
conciencia.
La mente, por sí misma, no es inteligente, pues se asemeja a la
luna cuyo brillo no es propio sino que es producido como reflejo del
sol. La fuerza de la comprensión que procura el saber no es propio de
la mente sino reflejo de la Conciencia sobre el limitante de la buddhi,
que es la función intelectiva o inteligente de la mente (antaḥkaraṇa)35.

34 Véase tabla 10, Sistematización de los estados de Conciencia.


35 Ver figura 3, Esquema del nacimiento de la Conciencia Cósmica e Individual.
La mente (antaḥkaraṇa), junto con sus diversas funciones, es
el instrumento de percepción en el que se asienta la conciencia
individual. Por tanto, la mente, junto con sus cuatro modificaciones
—intelecto o buddhi, memoria o citta, razonamiento o manas y
yoidad o ahaṃkāra—, es como una sombra que no sólo no provee
de colorido sino que opaca los objetos que la luz de la Conciencia
No-dual ilumina.

ŚLOKA 13

Māyā, sin duda, tiene dos poderes: el de proyección (creación) y


el de velamiento. El poder (śakti) de proyección crea todo, desde el
cuerpo sutil hasta el cuerpo denso.
Māyā posee dos poderes: el de velar la realidad (āvaraṇa śakti) y el
de proyectar la ilusión (vikṣepa śakti). El poder de proyectar (vikṣepa
śakti) crea todo, desde el universo sutil hasta el cuerpo denso.
La teoría de māyā es una inteligente herramienta filosófica
que permite indagar la existencia y diseñar un modelo de realidad
profundamente extraño pero resueltamente lógico e interesante. Esto
es lo que suelen aportar las grandes teorías, como es el caso específico
de la teoría general de la relatividad.
¿Qué implica que māyā posea el poder de velar la realidad (āvaraṇa
śakti)? Implica que lo conocido es sólo «aparentemente real» mientras
que se vela lo auténticamente «real», pero también abona el hecho de
que lo «real» y la «apariencia de realidad» coexisten aunque jamás se
intersectan.
¿Qué implica que māyā posea el poder de proyectar (vikṣepa
śakti)? Implica que lo conocido es potencialmente relativo, sin
sustento propio y, por tanto, altamente inestable; implica que la
«apariencia de realidad» no tiene sustento en sí misma, pero que
puede ser conocida gracias a que el atributo de lo «real» siempre está
presente como sustrato.
Afirmamos que el universo jamás ha dejado ni dejará de ser lo que
siempre ha sido, de igual manera que el hecho de dormir no anula la
condición vigílica. Lo que ocurre, simplemente, es que la descripción
diferenciada del universo restringe la realidad a una apreciación dual.
De igual manera, todos los potenciales estados de existencia que
emergen en forma de perceptor y percibido —según una relación
asociada a los cinco estados de conciencia— parecen reales en el
momento mismo en que la «realidad aparente» del perceptor alienta
la percepción.
¿Existen realidad e ilusión simultáneamente?
¿Posee la ilusión comienzo y fin?
¿La ilusión existe fuera de la realidad o está dentro de ella?
¿Qué hace que la realidad induzca el nacimiento de la ilusión y
qué hace que la ilusión se resuelva finalmente en la realidad?

Afirmamos que el universo diferenciado no existe sin un perceptor


que se experimente diferenciado de él, pues māyā es la ilusión que
tiene el perceptor de asumir que el mundo es diferente de él.
Intentemos solucionar las anteriores inquietudes aprovechando
el concepto māyā. Para ello busquemos una comparación, un símil:
Asumamos momentáneamente que lo «real» es la vigilia y que el
sueño —el mundo onírico— es la ilusión, lo «aparentemente real».
Respondamos las preguntas desde una nueva perspectiva, asumiendo
como base conceptual circunstancias para todos nosotros válidas:
Ambos estados son reales mientras se los experimenta.
El sueño tiene raíz en la vigilia; sin embargo son distintos, pues
el agente de percepción del sueño interpreta su mundo y disfrute de
diversa manera a como interpreta su mundo el agente de percepción
de la vigilia.
El sueño nace de la vigilia, el sueño muere en la vigilia.
El sueño tiene reglas físicas y mentales propias, esto es, posee un
orden asociado a la momentánea realidad que se está experimentando.
En esa especial parcela de realidad las cosas son reales, aunque al
recobrarse la vigilia se comprueba que sólo eran una ilusión.
Mientras el sueño procede, el universo de la vigilia desaparece;
y viceversa.
Ambos coexisten pero sólo se aprecian secuencialmente, jamás
simultáneamente.
Bien, ahora con estos sencillos postulados intentemos ver cómo
la mente apresa el concepto de realidad e ilusión, tal como el Vedanta
intenta explicarlo a través de la teoría de māyā:
¿Existen sueño y vigilia simultáneamente? Sí, pero que se
experimente uno u otro estado depende de la condición específica del
perceptor y lo percibido, es decir, de los limitantes que operan en el
peculiar estado de conciencia. Sin embargo, la experimentación de la
vigilia requiere necesariamente la disolución del agente onírico. Sin
esta condición es imposible despertar.
¿Posee el sueño comienzo y fin? Sí, para quien está despierto; no,
para quien está dormido. Desde esta perspectiva, el agente del sueño
asume que su nacimiento se esconde en la noche de los tiempos a
tenor de lo que su representación mental onírica le provee. El gran
error del agente onírico consiste en asumir que la realidad de su estado
se sustenta en lo que él puede recordar de sí mismo y del mundo.
Cada pensamiento del agente onírico está inmerso en la catastrófica
condición de asumir que su razonamiento es real sólo por el hecho
de coincidir científicamente con la experiencia propia y ajena, es
decir, con las leyes físicas propias y ajenas, esto es, con lo que percibe
mediante los sentidos e interpreta mediante su mente.
¿El sueño existe fuera de la vigilia o está dentro de ella? Existe dentro
de la vigilia en tanto que el universo onírico es sólo una modificación
de la misma información que existe en la memoria del agente vigílico;
pero también existe fuera de la vigilia desde la perspectiva de que el
agente activo de la cognición onírica no es el mismo que en el estado
vigílico. En consecuencia, el sueño no está fuera de la vigilia, tampoco
está dentro; sin embargo, ¡no son lo mismo!
¿Qué hace que la vigilia induzca el nacimiento del sueño y qué
hace que el sueño se resuelva finalmente en la vigilia? Sueño y vigilia
aparecen como diferentes solamente por la condición de los agentes de
percepción inmersos en cada estado. El agente es consecuencia de la
peculiar forma de experimentar el mundo que conoce; el mundo es el
resultado de la peculiar forma en que se relaciona el perceptor con su
memoria. Realmente, el sueño sólo nace a los ojos de un agente onírico,
pues el agente vigílico jamás ve nacer y morir el sueño; él siempre
ha estado, está y estará despierto. Para él, el sueño es solamente una
de las múltiples formaciones mentales que pueden ser recordadas, al
igual que recuerda a sus padres, lo que afirman de su nacimiento o
las lecciones del colegio en las que le enseñaban la inmensidad del
universo físico.

He aquí que māyā es el eslabón entre estados de conciencia; es


aquello que da sentido al absurdo y denota como ilusorio lo que el
«yo» ilusorio asume como real.

En conclusión: Debido a māyā lo No-dual deviene como dual,


lo dual como real, lo real como inestable, lo inestable como irreal.
Māyā proyecta el universo en todas sus gradaciones de materia; pero,
mientras lo hace, induce el desconocimiento del perceptor de lo que
es su verdadera génesis, tal como al dormir el perceptor pierde la
condición de su verdadero origen.

ŚLOKA 14

La manifestación de todos los nombres y formas en la entidad


que es Existencia-Conciencia-Bienaventuranza y que es la misma
que Brahman —como la espuma, etcétera, en el océano—, es
llamada creación.
Brahman, como Existencia-Conciencia-Bienaventuranza (sat- cit-
ānanda), sostiene la manifestación de todos los «nombres y «formas»
tal como el océano sostiene la espuma, lo cual se denomina creación.
Desde el Vedanta hay solamente tres condiciones que no poseen
raíz en una previa: Existencia, Conciencia y Bienaventuranza absolutas
(sat-cit-ānanda).
Así como la graciosa pregunta de «¿Qué es primero, el huevo
o la gallina?» lleva siempre a una causa previa que se confunde en
un círculo vicioso, de igual manera la gran mayoría de realidades
que percibimos tienen su raíz en otra realidad previa. El universo
se manifiesta profundamente causal, razón por la cual, desde la
perspectiva de la ciencia, es posible predecir acontecimientos.
Sin embargo, el gran dilema de cualquier realidad cuya génesis
deriva de otro elemento previo —como el dichoso huevo o la gallina—,
reside en que la transformación que adquiere en virtud del espacio y
del tiempo conlleva experimentar una condición de impermanencia.
El cuerpo físico, la mente, así como cualquier entidad material o ideal
son impermanentes, es decir, su naturaleza varía dependiendo de los
innumerables factores que determinan sus causas.

El Vedanta reconoce que el universo dual, en cualquiera de


sus factores constituyentes, es cambiante, razón por la cual el ser
humano se enfrenta a diario y en todo momento con la inestabilidad
y la impermanencia. Esta situación le lleva a no saber quién es
verdaderamente él mismo, y redunda en confusión y sufrimiento.
Una apreciación genérica que tenemos del mundo cambiante e
inestable es representarlo en el Vedanta bajo los atributos genéricos
de «nombre» y «forma». Todo evento cuya «forma» posea una
representatividad de «nombre» en la mente del perceptor, o cuyo
«nombre» posea una representatividad de «forma» en la mente del
perceptor, es catalogado como dual, cambiante, inestable. En resumen:
lo presuponemos irreal, pues no existe por sí mismo ni permanece
inalterable en el tiempo y el espacio.
«Nombre» y «forma» es una abreviación que usamos para advertir
un universo relativo cuya información diferenciada se trasforma a
cada momento. Asumimos que el universo de «nombres» y «formas»
evoluciona hacia nuevos «nombres» y nuevas «formas». La creación
misma también es posible representarla como un conjunto de
«nombres» y «formas» que se articulan de tal manera que ofrecen un
sentido de momentánea realidad, pues al instante siguiente aquello
que se afianzaba como válido deriva en una nueva condición.
El cambiante universo es como un hermoso juego en el que
las cosas sólo son reales por el hecho de recordarlas. La actividad
dialéctica que impera en la mente introduce la condición del pasado
en la cognición. De esta manera, «nombre» y «forma» no son más
que representaciones cognoscitivas de un pasado siempre inexistente
respecto a la predominancia de un continuo Presente.
Conocer no es relacionar el «nombre» de un objeto real o ideal
respecto a una «forma» que reposa en la memoria. Tampoco conocer
es relacionar mentalmente una «forma» con un «nombre» que reposa
en la memoria. Conocer es comprender de manera consciente sin
necesidad de la relación de «nombre» y «forma» que precede en la
actividad dialéctica.

Conocer no es el saber ocurrido mediante el acto dialéctico del


pensar, situación que implica historia. Conocer es comprender sin
el requerimiento de la historia; implica ser no-diferente de aquello
que se conoce.

Figura 4
Ciclo ininterrumpido de dualidad

Según se refleja en la figura 4, la mente, con base a su aspecto


citta (memoria) y mediante el acto dialéctico del pensamiento
(manas), induce el sentido de tiempo y espacio con la simultánea
y subsiguiente apreciación de «nombre» y «forma». Al emerger así
la dualidad, el sujeto se experimenta diferente del objeto. Entonces
el sujeto se reconoce pensándose. Así, nuevamente se perpetúa
el interminable ciclo que deposita al ser humano en un estrato
impermanente de realidad.
A decir del Vedanta, existen tres factores que por su naturaleza no
son consecuencia de ninguna condición previa, razón por la cual se les
estima como reales, es decir, de naturaleza No-dual. Ellos son la Seidad
absoluta (Sat), la Conciencia absoluta (Cit) y la Bienaventuranza
absoluta (Ānanda).

SAT

Previa a la existencia sólo hay existencia. La naturaleza del efecto


ha de ser similar a la naturaleza de su causa, razón por la cual existir
no puede nacer de la no-existencia; Ser no puede tener raíz en el no-
Ser. Por lo tanto, Ser es la única y exclusiva causa de sí mismo; es y
existe por sí mismo.
Si el perceptor se percibe existiendo —es decir, Es—, no puede
adoptar sentido de distancia de su propia seidad pues, de alejarla, no
se podría percibir existiendo.
Lo que existe tiene Ser, lo que no existe no tiene Ser. Ser es
condición necesaria y suficiente de sí mismo; por tanto, es una
condición de naturaleza No-dual.

CIT

La Conciencia induce comprensión, saber. El acto mismo de ser


consciente es previo a cualquiera otra condición. La Conciencia no
puede ser objeto de conocimiento de ningún sujeto; sin embargo, es
gracias a la Conciencia que el sujeto cono conoce los objetos.
En cualquiera de los cinco estados de conciencia brilla el saber, se
apresa el reconocimiento de la existencia de los objetos. Sin embargo,
ningún agente, ningún sujeto puede atestiguar que ha percibido a la
conciencia, a la vez que tampoco puede negar que es consciente de
aquello que experimenta en forma de objeto; como mínimo, no puede
negar ser consciente de Ser.
La Conciencia brilla por sí misma, el Saber sabe por sí mismo. Ser
consciente es saber del mundo y saber de mí. Sólo la Conciencia se
conoce a Sí misma y sólo depende de sí misma; ella es No-dual.

ĀNANDA

La condición más pura y cercana a la Bienaventuranza es el Amor.


Nacemos con la posibilidad de amar, es decir, de romper las cadenas
que nos inducen diferenciación. Amar es integrarse en lo amado. Amar
es incluir lo amado como parte integrante del perceptor mismo.
Nótese que es posible amar, pero es imposible convertir al amor en
un objeto de percepción. El amor es indefinible pero experimentable;
el amor habita más acá y más allá de las oscuras regiones de la razón.
Cuando amamos lo divino nos olvidamos de la condición limitada
que la mente ofrece y nos trasladamos a regiones donde las fronteras y
los límites son como nubes que se desprenden en jirones.
El sentido natural y espontáneo de integración de la información
que constituye el universo en sus diversas gradaciones, representa una
faceta de lo que es el amor. Nos adueñamos del amor. Pero, cuando
amamos, el amor se adueña de nosotros. El amor es previo a cualquier
condición, el amor no estipula ninguna frontera, el amor integra todo
lo existente en una realidad No-dual.
Existencia, Conciencia y Bienaventuranza son idénticos; por
tanto, Brahman, que es saccidānanda, es fuente y sostén de toda
manifestación, pues todo lo manifestado y todo lo potencialmente
manifestable se origina y sostiene en el absoluto No-dual.
Todo pensamiento o sentimiento participa de la naturaleza de
saccidānanda. Sin embargo, nada de aquello que existe, conoce o ama
puede, mientras adopte la condición diferenciada, reconocerse como
agente cognitivo estable y permanente de la realidad que experimenta.
Cuando emerge la Meditación y la mente reposa en el suave lecho
del silencio de «nombres» y «formas», la información que constituye
el universo se revela como la causa siempre inmemorial de todo lo
existente: Brahman, también denominado saccidānanda.
ŚLOKA 15

El otro poder (de Māyā) vela la distinción entre el Perceptor y los


objetos percibidos —los cuales son conocidos dentro del cuerpo—,
además de la distinción entre Brahman y el universo fenoménico
—el cual es percibido fuera del cuerpo. Este poder es la causa del
universo fenoménico (samsara).
El otro poder de Māyā —velar la realidad No-dual—induce
diferenciación entre el perceptor y los objetos percibidos, ya sean
éstos internos o externos, además de inducir la diferenciación entre
Brahman y el universo fenoménico. Este poder es causa del universo
fenoménico.
Antes de proseguir con los comentarios quisiera hacer una sutil
pero necesaria aclaración del texto. El estudiante avezado puede
llegar a apreciar una aparente contradicción entre el enunciado de
este śloka de Śaṅkara y el enunciado alternativo que aquí se propone,
pues mientras que Śaṅkara expresa que māyā vela la «distinción»
entre el perceptor y lo percibido, el enunciado alternativo evidencia
que māyā vela la «no-diferencia» entre el perceptor y lo percibido.
Esta misma contradicción aparente se repite en los śloka sucesivos,
hasta el 19 inclusive. Sin embargo, no existe contradicción. De hecho,
ambos enunciados afirman exactamente lo mismo, si bien desde dos
enfoques diversos.
El origen de la aparente contradicción radica en que el poder
de ocultación de māyā (vikṣepa śakti) produce simultáneamente
dos efectos: Vela la distinción entre lo Real y lo ilusorio y, además,
vela la no-diferencia entre perceptor (sujeto) y percibido (objeto).
Sin embargo, ambos efectos son en realidad uno y el mismo, como
explicamos a continuación:
La realidad que planteamos es que el perceptor es en verdad
no-diferente de lo percibido. El hecho de que quede velada la no-
diferencia entre ambos produce la aparición de la dualidad, es decir, de
un perceptor y un percibido diferenciados cuya naturaleza es ilusoria.
De este modo, desvelar la no-diferencia entre perceptor y percibido
implica necesariamente distinguir lo Real de lo ilusorio; y viceversa,
discernir lo Real de lo ilusorio implica necesariamente reconocer la
no-diferencia entre perceptor y percibido.
Como veremos en los śloka que siguen, Śaṅkara opta por
resaltar la necesidad de discernir (viveka) entre lo Real y lo ilusorio
tanto dentro del cuerpo como fuera de él, lo cual implica distinguir
interiormente entre ātman y jīva, y exteriormente entre Brahman y
el universo fenoménico. Ello es muy coherente con la pedagogía que
sigue Śaṅkara en esta exposición eminentemente teórica. Nosotros,
sin embargo, optamos por destacar la No-dualidad, es decir, la no-
diferencia entre perceptor y percibido, en base a que nos parece más
valioso ahondar en el aspecto práctico de la realización de la No-
dualidad, es decir, en la sistematización de una práctica meditativa
funcional y operativa.
Para finalizar esta disquisición, cabe añadir que la condición
Dentro-Fuera que plantea Śaṅkara advierte que Dentro se asocia a
la actividad propia del individuo (vyaṣṭi) y Fuera tiene que ver con el
entorno colectivo (samashti). En cambio, la condición Dentro-Fuera
que planteamos en esta obra tiene que ver con la información que se
detecta más allá de la frontera sensoria (Fuera) o la información que
se detecta sin la intervención de los sentidos (Dentro), planteamiento
que coincide plenamente con la sistematización efectuada por Patañ-
jali a efectos de la práctica meditativa. Desde la perspectiva Vedanta
existen básicamente dos tipos de objetos que la mente del perceptor
puede representar: los internos y los externos. Ambas modalidades
de objetos se experimentan como diferentes del conocedor y juntos
conforman la dualidad objeto-sujeto que acompaña toda cognición de
eventos diferenciados.
Es importante acotar que la mente, según el estado de conciencia en
donde opere, es decir, según la específica relación entre el perceptor y
lo percibido, tiene la capacidad de interpretar la información conocida
como diferenciada, pero en verdad la información es no-diferente. La
información aparece diferenciada a los ojos del entendimiento mental,
pero en verdad la información nunca ha cambiado su naturaleza
primigenia No-dual.
La diferenciación ocurre exclusivamente en la mente del
perceptor, pues la mente es la información que determina el sentido
de diferenciación de la información.
Por esta razón, mientras se use el instrumento mental para conocer,
lo conocido adoptará el tinte de diferenciación propio del instrumento
de cognición, al igual que observar el mundo con un cristal coloreado
otorga a los objetos un tinte específico de acuerdo al color que
impregna el traslúcido cristal.
La actividad mental —y específicamente la actividad dialéctica
(manas), es decir, la representación comparativa de la información
con una información previa ya experimentada— hace que la memoria
adopte un papel relevante en la cognición. De tal manera, la intrusión
del pasado otorga al objeto conocido un tinte de realidad que no es
propio de él, sino que es parte de los contenidos que conforman la
historia del perceptor. Por lo tanto, el objeto conocido no es realmente
el objeto en sí, pues lleva asociada información histórica, es decir,
información en forma de pasado debido a la propia actividad dialéctica.
Es esta asociación lo que lleva a que toda la información que conforma
el campo de cognición lleve implícita sentido de espacio, de tiempo,
de diferenciación y de apariencia de realidad.

Toda información representada bajo factores duales, es decir, en


los que exista diferenciación entre perceptor y percibido, la denota
genéricamente el Vedanta como información asociada a «nombre»
y «forma».

Así, entonces, «nombre» y «forma» no es más que la expresión


de un mundo que emerge en la mente del perceptor, el cual siempre
conoce objetos que ya acontecieron pero jamás es capaz de reconocer
la información existente en forma de Presente, esto es, asociada «al
aquí y al ahora».

La Meditación es el arte de experimentar la información No-dual


que acontece en forma de Presente.
El universo diferenciado —es decir, la información dual— se
conforma gracias a la distribución de cuatro factores de limitancia
que, al entremezclarse, dan lugar a cinco estados de conciencia
constituidos todos ellos por la misma información, de igual manera
que el oro conforma anillos, collares, pulseras o relojes sin dejar en
ninguno de ellos de ser oro (véase la tabla 12).

Tabla 12
Desarrollo del universo a causa de los Factores de Limitancia

En resumen: Al igual que la física cuántica expresa la


conformación de las partículas primarias como interrelación de
quarks —cuya naturaleza material no está aún establecida y que son
más bien idealizaciones matemáticas—, así también es posible asumir
teóricamente que la interrelación de los «cuatro limitantes» adapta la
información a ser percibida en cinco posibles estados de conciencia.
Estos cinco estados de conciencia –sueño, pensamiento,
observación, concentración y meditación– conforman a su vez cinco
diversos agentes de cognición que aprecian información según el plano
de existencia representado por la combinación de los limitantes36
Desde la condición de los cuatro limitantes, el universo es suma de
información adimensional. Con esto quiere expresarse que el limitante
de causalidad/no-casualidad y los restantes limitantes (espacialidad,
fronteras e interpretativo) no son nada por ellos mismos, es decir, son

36 Se ha expuesto exhaustivamente la naturaleza de los limitantes y de los estados de conciencia


en La Paradoja Divina, Sesha, (www.sesha.info).
adimensionales; en consecuencia, la información sólo cobra sentido
de referenciación en la medida en que casualidad/no-casualidad se
relaciona o no con parte/todo (limitante de espacialidad), y/o con
dentro/fuera (limitante de fronteras) y/o con nombre/forma (limitante
interpretativo).
Esta conjunción de informaciones que conforman los cuatro
limitantes, y que por sí mismas e independientemente son
adimensionales, acontecen en la mente. La mente es la región de
realidad donde acontece la diferenciación.

Tabla 13
Desarrollo del universo a causa de los estados de la materia

El Vedanta estudia también una modalidad de conformación


del universo adecuada al proceso cosmológico (es decir, referida al
aparente proceso causal que deviene en el tiempo), tal como se ha
indicado en la figura 3. Desde esta perspectiva, el universo diferenciado
—conformado por el poder de proyectar de māyā (vikṣepa śakti)—
está constituido por tres tipos de materia en función de la combinación
de los tres guṇa o cualidades de la materia, elementos éstos que están
presentes en toda la creación (véase la tabla 13).
De esta manera, el universo se proyecta como un todo conformado
de informaciones múltiples y variadas, todas ellas constituidas ya sea
por cuatro limitantes teóricos o bien por los tres tipos de materiales:
causal, sutil y denso. Cualquier tipo de diferenciación es denominada
genéricamente «nombre» y «forma», pues la mente, para definir
cualquier evento, necesita comparar dialécticamente lo que conoce
(«nombre») respecto al contenido de la memoria («forma»); o,
inversamente, necesita comparar dialécticamente lo que conoce
(«forma») respecto al contenido de la memoria («nombre»).

Esta conjunción de materiales —guṇa, elementos sutiles y


elementos densos— conforman las innumerables gradaciones de
regiones del universo y de los seres que en ellos viven.

Todos los objetos constituidos por los limitantes o por las


gradaciones de materia pueden ser materiales o ideales. Todos ellos,
según las teorías vedánticas, están conformados por algún tipo de
materia, ya sea causal, sutil o densa, o pueden ser representados como
un tipo de información originada por la particular conformación de los
cuatro limitantes, en donde la vida, en todas sus manifestaciones, es
sólo expresión de información interrelacionada.

ŚLOKA 16

El cuerpo sutil (liṅga) que existe en estrecha proximidad al


Testigo (sākṣin), identificándose con el cuerpo denso, deviene el Sí
Mismo empírico encarnado, a causa de que su ser es afectado por el
reflejo de la Conciencia.
La Conciencia No-dual (kūṭtasthacaitanya) alienta la aparición
de la conciencia individual (cidābhāsa) reflejada en el cuerpo sutil
(liṅga-śarira), razón por la cual nace el individuo (jīva) que se
identifica con los diversos cuerpos que han sido creados por el poder
de proyectar de māyā (vikṣepa śakti).
La Conciencia No-dual (kūṭtasthacaitanya) es la representación
del acto consciente que impera en Brahman, el Absoluto No-dual.
Brahman (el Absoluto No-dual) y kūṭtasthacaitanya son descripciones
que aparecen como diferentes a la interpretación mental de un
individuo, pero esencialmente son una misma realidad: Brahman es
el agente no-diferenciado que simultáneamente es el conocedor y
lo conocido de toda la información potencialmente existente en el
universo, y kūṭtasthacaitanya es la conciencia de ese agente.
El Vedanta intenta definir siempre meticulosamente las ideas que
representan los órdenes más abstractos de la realidad. Por ello, es
necesario entender que cada palabra intenta expresar una función o
una actividad única que opera en el universo. Kūṭtasthacaitanya se
usa como denominación de la Conciencia No-dual, de igual manera
que cidābhāsa se asocia a la conciencia refleja o conciencia del
individuo (jīva).
Del mismo modo, se denomina Brahman al agente que
experimenta la Conciencia No-dual y se define al jīva como el agente
que experimenta la conciencia individual o refleja. Es decir, jīva es el
agente que es capaz de identificarse con la información diferenciada,
tanto sutil como densa.

Mientras el Absoluto No-dual (Brahman) es el agente de la


Conciencia No-dual (kūṭtasthacaitanya), el individuo (jīva) lo es
de la conciencia refleja (cidābhāsa).

Es posible resumir entonces la relación del jīva con el cuerpo sutil


y denso según la tabla 14.
Es importante acotar que el cuerpo causal es una necesidad teórica,
nacida del hecho de que debe existir una condición de potencialidad
que es raíz de toda conformación existente en el universo. Note cómo,
por ejemplo, una persona al dormir puede desactivar la condición
pensante e ingresar al estado causal, es decir, ingresar al sueño
sin imágenes. Allí no hay conciencia de «yo», por tanto no existe
sentido de individualidad; sin embargo, al despertar, nuevamente
emerge la realidad diferenciada. Debe haber, por tanto, una condición
inteligente y consciente, una realidad, un estado —ya sea individual o
colectivo37— en el que converja toda la potencialidad de «nombres»
y «formas» sin que ningún «nombre» y «forma» pueda ser conocido
como diferente por un «yo» que, mientras dura el estado causal, es
inexistente, o mejor dicho, indiferenciable.

37  Ānandamaya-kośa e Īśvara, respectivamente.


Tabla 14
Jīva y la identificación con los cuerpos Sutil y Denso

*Envoltura38

Toda esta inmensa catalogación que apenas hemos comenzado a


analizar tiene una finalidad: encontrar un orden interior que sirva para
establecer claramente el camino de la práctica meditativa.
Veamos el proceso de la cognición dual desde otra perspectiva que
servirá de ayuda al estudiante (véase la figura 5).
El Vedanta asume que lo verdaderamente real es la Conciencia
No-dual, cuyo agente es Brahman. Brahman y la Conciencia No-dual
(kūṭasthacaitanya) son idénticos. Sin embargo, nuestra experiencia
cotidiana —es decir, la experiencia del individuo, del jīva— es un
constante sentido de diferenciación, de dualidad.
¿Cómo compaginar semejante divergencia? La respuesta es:
Asumiendo que la conciencia individual (cidābhāsa) es tan sólo un
38 En sánscrito, kośa.
reflejo delimitado por la mente (antaḥkaraṇa), y específicamente por
la condición de la buddhi (intelecto). Pero la conciencia universal
(mahat), que posee el saber de los universos sutil y denso, ha de tener
un origen. Tal origen es el universo causal, cuya conciencia se asocia
a la divinidad de Īśvara.
¿Tiene Īśvara causa en alguna otra región de la realidad? Sí y no.
Īśvara es la causa eficiente y formal de toda la creación, pero Īśvara
es parte de māyā. Él rige y desencadena la ilusión de «nombres» y
«formas» pero no está sometido a ella.

Figura 5
La Conciencia Individual como reflejo de la Conciencia Universal

¿Cuál es la salida al dilema de la percepción dual, siendo que


incluso el mismo Īśvara es parte de māyā? La solución estriba en
intentar, mediante la práctica de la Meditación, un tipo de percepción
que excluya la presencia diferenciadora del antaḥkaraṇa; es decir, la
salida consiste en evitar que la conciencia se refleje sobre cualquier
aspecto delimitado de la mente39, logrando así convertir a la conciencia
en objeto de percepción de sí misma, esto es, logrando que la conciencia
sirva de sostén a una cognición que simultáneamente adopte el papel
del perceptor y de lo percibido. Cuando ello ocurre, aquello conocido
y aquel que conoce no se diferencian de la conciencia misma, que es
el sostén de la cognición.
Cuando esta modalidad de cognición simultáneamente evidente y
autoevidente —y, por tanto, No-dual— opera en un campo limitado,
es decir, cuando la información aparece como no-diferenciada en una
región cualquiera, se denomina Concentración.

Cuando la modalidad de cognición No-dual opera sobre toda


la información potencialmente cognoscible, es decir, asociada a un
campo de cognición abierto, se denomina Meditación.

El proceso de la representación cognitiva del Vedanta tiene por


fin sistematizar un método que sirva para deshacer la apariencia de
realidad diferenciada que la mente genera, dado que la mente siempre
representa la información de manera dialéctica.

ŚLOKA 17

El carácter de un Sí Mismo encarnado (jīva) también aparece


debida a la falsa superposición en el sākṣin. Al desaparecer el poder
de velar, la diferencia (entre el veedor y el objeto) se aclara, y con
ello el carácter jivaico (ser individual) del sākṣin desaparece.
El jīva (individuo) aparece debido a la falsa sobreimposición
de māyā, es decir, por la proyección de la realidad No-dual sobre la
ilusoria conciencia individual (cidābhāsa). Al desaparecer el poder
de velar de māyā (āvaraṇa śakti), la diferenciación entre perceptor y
percibido cesa y, con ello, la ilusoria proyección de la naturaleza del
jīva (individuo) desaparece.
El universo es tan sólo una construcción de «nombres» y «formas»
cuyo origen es inexplicable, es decir, no tiene inicio pues su naturaleza

39 Específicamente, sobre la condición intelectiva de la buddhi.


diferenciada es realmente inexistente. La aparente consistencia del
universo radica en el hecho de que la información que de él se procesa
tiene sentido de causalidad, es decir, pareciera que fluye en el tiempo
deviniendo del pasado y evolucionando hacia el futuro; también se
sustenta en el hecho de que pareciera que existe en un espacio infinito e
ilimitado que tiene realidad propia. En realidad, sin embargo, ni tiempo
ni espacio son realidades absolutas sino sólo realidades relativas al
propio sentido de existencia de un «yo» o agente de percepción.

El «yo» tiene origen en māyā, y su sentido de permanencia


radica en el karma.

Es así, por tanto, que resulta imposible encontrar una actividad,


circunstancia o entidad que sea causa del universo. Desde este punto
de vista, el universo es infinito pero limitado para cualquier agente de
cognición, justo al contrario de la célebre afirmación de Einstein40.
Es infinito, pues cada estado de conciencia es infinito en cuanto a
la cantidad de eventos que es posible percibir y por la cantidad de
información que lo constituye; pero a la vez es limitado, pues cada
estado se encuentra limitado por los restantes estados de conciencia y,
además, por las condiciones en las que la información se percibe en
función de la relación existente entre el perceptor y lo percibido.
Analicemos a continuación estas dos afirmaciones.
En cada estado de conciencia el agente de percepción puede
representarse mentalmente la información con base a infinitas
probabilidades. Es decir, el agente es susceptible de percibir infinidad
de eventos, ya sean éstos ideales o materiales. Es algo similar a lo que
ocurre con la serie de los números enteros en base al sistema decimal,
donde se usan diez números con los cuales, por adición o sustracción,
es posible conformar cualquier cantidad numérica hasta el infinito.
Sin embargo, cada estado de conciencia es limitado, pues
ninguno de ellos —excepto el estado de meditación— abarca toda la
probabilística realidad. Esto sería similar a reconocer que el conjunto

40 Según alguna solución de la ecuación de estado de Einstein, el universo es finito pero ilimitado,
pues tiene un final aunque se expande ilimitadamente a semejanza de un globo que se infla.
de los números enteros, aunque infinito, está limitado precisamente
a la serie de los números enteros, quedando excluida la serie de los
fraccionarios, los imaginarios, etc. Así pues, el hecho de apreciar que
la información cognitiva adopta cinco posibles formas de relacionarse
en función de cinco agentes diversos de cognición —uno para cada
uno de los cinco estados de conciencia posibles— implica que un
estado de conciencia inhibe la representación mental de otro debido
a la condición secuencial de la mente. Así, cada estado de conciencia
se alterna secuencialmente con los restantes estados, de modo que
ningún agente —excepto el ātman— puede percibir todo ubicua y
simultáneamente.
En resumen: El Universo es infinito en cuanto a que pueden darse
infinitos eventos en cada estado de conciencia, pero es limitado en
cuanto a que la percepción del agente se encuentra delimitada por la
relación que se establece entre el perceptor y lo percibido en cada uno
de los cinco estados de conciencia que pueden manifestarse.
Veamos ahora la otra afirmación, referente a que el universo de
«nombres» y «formas» no tiene inicio en el tiempo, aunque, como
veremos, sí tiene un final.
Es imposible determinar la causalidad del universo, pues el agente
de percepción que pregunta por su propia génesis y la del universo sólo
existe en virtud de las específicas condiciones de los cuatro limitantes que
perduran en el momento de inquirir mentalmente respecto a su origen.
La condición limitante del tiempo tiene sentido en la medida
que existe sentido de causalidad en las informaciones. De no haber
sentido de causalidad, nadie tendría necesidad de pensar de dónde
vienen las cosas o a dónde van luego de conocerse. Imaginemos que
un sujeto onírico se preguntara acerca del origen del universo que
percibe durante sus instantes de ensueño. Para este sujeto, su universo
tiene infinidad de años de antigüedad y él lo contempla desde hace
tiempo, desde la referencia que ofrece su propia historia. Más cerca
de la realidad, sin embargo, está el hecho de que todo ello —el propio
agente onírico y la historia misma de ese universo que contempla— ha
sido creado en un instante en la mente ensoñadora del agente vigílico,
y que todo se desvanecerá al despertar.
En conclusión: La única realidad que abarca todos los niveles,
incluso aquellos previos al nivel espacio-temporal ligado a un agente
de percepción diferenciado, es la realidad No-dual.
La realidad No-dual implica la ausencia de «yoidad» en la
percepción, pero no niega la existencia misma de la «yoidad». Lo que
ocurre es, simplemente, que en la experiencia No-dual el «yo» adopta
una condición no-diferente respecto al ātman (agente de cognición del
estado No-dual que opera en la Meditación). Mientras se experimenta
el estado No-dual, la mente adopta una condición de potencialidad
de diferenciación que incluye al espacio y al tiempo; sin embargo,
la potencialidad de diferenciación es reconocida por el ātman sin
experimentarla como diferente de Sí Mismo.
Afirmamos que la realidad No-dual es la causa válida de la
existencia, y que en ella la información adopta un carácter no-
diferente. Sin embargo, es innegable la representación dual que la
mente precisa del mundo. En resumen, la información no puede ser
dual y No-dual simultáneamente, pues la experiencia que de ella se
tiene desde la lógica y desde la perspectiva mental no es esa. Como
salida al dilema propuesto, el Vedanta asume que la dualidad es sólo
aparente, mientras que la No-dualidad es permanente. La aparente
coexistencia de ambas realidades se valida gracias a māyā (la
ilusión), tal como una serpiente aparece como real ante la percepción
de un caminante distraído, cuando lo que hay en realidad es una soga
en el camino.
Como en el ejemplo de la soga y la serpiente, māyā debe operar
induciendo a que la actividad dialéctica del perceptor vele la realidad
de la información No-dual (la soga) y proyecte en su propia naturaleza
mental una representación ilusoria (la serpiente).
Sin embargo, el gran dilema de la cognición se resume en el hecho
de que el agente de percepción, mientras utiliza la actividad dialéctica,
presupone lo conocido como diferente de él mismo, es decir, diferente
del conocedor, de igual manera que una serpiente ilusoria parece
diferente de una soga real.
En virtud de lo anterior, el Vedanta asume que la salida a la
cualidad de la impermanencia que acontece en toda información
diferenciada —impermanencia que se da inclusive en la propia
condición del perceptor y en su relación con lo percibido— es una
correcta cognición. La solución estriba en conocer correctamente qué
somos realmente y qué no somos realmente, es decir, discernir entre
la naturaleza real e ilusoria de las cosas. La salida, por supuesto, no se
asocia jamás a desarrollar un tipo de actividad que por su naturaleza
intrínseca sea buena o divina; es decir, la acción no es en sí misma el
medio de liberación de la ignorancia o de la ilusión que māyā crea al
envolver a la mente y sus actividades.
Ante la imposibilidad de reconocer intelectivamente qué
somos mediante el proceso dialéctico, podemos mas bien afirmar
consecutivamente lo que no somos. A este ejercitamiento en la
constante disquisición en la negación de lo conocido lo denominamos
neti, neti (ni es, ni es), y al resultado final de este proceso lo llamamos
apavāda: desobreimposición de la dualidad sobre la No-dualidad.
Por otro lado, la acción, mientras sea realizada por un agente de
percepción que se experimente diferenciado de aquello que realiza,
imprime un sesgo de diferenciación en la cognición. ¿Quién realiza
la acción virtuosa? ¡Yo!, el sujeto; razón por la cual cualquier acción
virtuosa es sólo una manifestación de las infinitas probabilidades que
existen como representaciones en la memoria. Por ello, el Vedanta no
impulsa un rol ritualístico ni le otorga a la moral la importancia que
Occidente muestra. La moral es un juego peligrosamente relativo en
donde la religiosidad y la política tienen un factor determinante. De
no ser así, las guerras, el hambre y el dolor humano ya habrían sido
erradicados del planeta. Mientras sea el provecho propio la base del
actuar, el provecho general será de segundo término.
Es importante resaltar que el saber que busca el Vedanta no
es el desarrollo intelectual de una mente inteligente que procesa
eficientemente información diferenciada. El Vedanta sólo aprecia un
saber real cuando está asociado a cualquier condición de información
—un árbol, un perro, una nube, etcétera— en la que el perceptor,
mientras aborda el acto de la compresión cognitiva, se experimenta
no-diferente de aquello que conoce; es decir, cuando lo conocido
incluye al conocedor y el conocedor a lo conocido.
La Meditación es el medio a través del cual es posible imprimir
a la cognición una apreciación No-dual. Nótese que hay formas de
cognición cotidianas que, si bien no se acercan a la Meditación,
sirven para ejemplificar otras modalidades de cognición. Tal es el
caso de caminar por un bosque y difundirse momentáneamente en el
paisaje; o el hecho mismo de ver una película de cine y abstraerse
momentáneamente en la pantalla, situación en la que se experimenta
un mundo carente de observador diferenciado. Lo mismo ocurre
mientras acontece el acto del aprendizaje, momento preciso en que no
se advierte sentido de «yoidad». También en el hecho de concentrarse
en el trabajo que se realiza cotidianamente, donde el sujeto puede estar
incluso largos minutos sin tener noción de sí mismo y sin embargo
es innegable que existe una actividad consciente, pues la acción se
realiza igualmente de forma ordenada y eficiente.

Mientras existe un perceptor diferenciado de aquello que conoce,


el universo adopta una condición diferenciada. Desde este modelo
de realidad dual, la información que constituye el universo no tiene
principio pero sí tiene final; es decir, es infinita pero limitada.

ŚLOKA 18

Similarmente, Brahman, mediante la influencia del poder que


oculta la distinción entre Él y el universo fenoménico, aparece como
dotado con los atributos de cambio.
El universo fenoménico parece dotado del atributo de cambio en
virtud de la influencia del poder de velar de māyā (āvaraṇa śakti),
que vela la no-diferencia entre Aquello (Brahman) y el universo
fenoménico.
Occidente piensa que el universo es real en sí y que existe
independientemente de quien lo percibe y, puesto que a sus ojos el
cambio del universo parece real, asume que la Realidad cambia.
Para el Vedanta, sin embargo, Brahman (el absoluto No-dual)
es No-diferente del Universo diferenciado; y puesto que finalmente
no es detectable cambio alguno en el absoluto No-dual, resulta que
todo cambio es ilusorio, tanto como el universo mismo. También cabe
resaltar aquí que el Vedanta, al contrario que Occidente, no plantea este
modelo desde una hipótesis teorética sino desde la evidencia vivencial
y empírica que resulta del samādhi, es decir, desde la evidencia que
resulta de la Realización del Absoluto No-dual.
El Vedanta justifica el hecho de que el cambio parezca real en
base a la actividad de māyā, la cual vela (āvaraṇa) la realidad No-
dual y, por tanto, la no-diferencia esencial de todo cuanto existe. Esta
afirmación intenta evidenciar que sólo hay una única Realidad, la
cual es Absoluta y No-dual, si bien existen planos o estados diversos
de realidad aparente que son inducidos por el poder (śakti) de velar
(āvaraṇa) y de proyectar (vikṣepa) de māyā, y que se caracterizan por
la diferenciación entre el perceptor y lo percibido.
Desde la realidad aparente dual (diferenciada) pareciera que los
cambios son reales y, por tanto, podría inducirse que la Realidad
Suprema es asimismo cambiante. Desaparecido, sin embargo, el poder
de māyā, se ve que realmente no hay cambio alguno, pues espacio y
tiempo —que son la referencia de todo cambio posible— son sólo
relativos a un «yo» y, por tanto, ilusorios. Māyā está representada en
la cognición como el acto dialéctico a través del cual toda síntesis,
conclusión o juicio se produce por un acto por parte del perceptor
de enfrentamiento o comparación de toda percepción con ideas
previamente existentes en su memoria.
La paradoja es que si el Absoluto No-dual (Brahman) es No-
diferente de las realidades ilusorias (el universo fenoménico), ¿cómo
surge el cambio de lo permanente?, es decir, ¿cómo puede nacer del
Brahman No-dual el individuo dual? Trataremos de resolver esta
aparente paradoja en este comentario y en los que le siguen.
Asumir que el individuo existe por sí mismo parece un hecho
razonable, pero lleva a asumir que el resto de eventos también deben
existir por sí mismos. Toda ciencia se establece bajo la presunción
de que observador y observado guardan completa independencia; de
no ser así, debería existir un rasgo del observador en la naturaleza de
lo observado, situación que al parecer del científico no ocurre en la
cotidianidad.
Sin embargo, el hecho de definir al perceptor y a lo percibido
como realidades independientes genera incertidumbre respecto a qué
es cada uno de ellos. Por ejemplo: ¿Qué es un sujeto? ¿Es su cuerpo
y capacidad vital? ¿Es su mente? ¿Es su condición consciente? ¿Es
acaso su alma?
De todas estas opciones, en Occidente pareciera que el alma goza
del atributo de mayor estabilidad. Sin embargo, ¿cuál es la relación
entre ella, cuya naturaleza se supone estable, y las demás condiciones,
cuyas naturalezas son cambiantes? ¿Cómo emergen las actividades
inestables de la actividad estable del alma? ¿Está subordinado el
cuerpo al alma? Hay mil preguntas que se arremolinan respecto a
este modelo; sin embargo, asumir por fe la creación como un acto
divino tampoco es una salida lógica ni interesante. Las inquietudes
son demasiado grandes para respuestas tan simples.

El Vedanta, al igual que todos los grandes sistemas de


pensamiento, se enfrenta a cómo explicar la relación entre lo
permanente y lo impermanente.

Desde nuestra perspectiva, no es la fe ni el conjunto de acciones


virtuosas lo que ofrece una salida al dilema del sufrimiento y la
ignorancia. La verdadera respuesta a la sed de inmortalidad del
individuo es el Recto Conocimiento. El Recto Conocimiento es
una modalidad de cognición en la que se experimentan eventos que
existen exclusivamente en el Presente, es decir, eventos carentes de
representación dialéctica mental y que, por tanto, no gozan de la
proyección ilusoria que sí poseen los contenidos históricos.
El logro de la modalidad de cognición no-diferenciada requiere
establecer un orden basado en los instrumentos de los que disponemos
para conocer, reflejados en la tabla 15.
A la mente (antaḥkaraṇa) se la considera un instrumento de
cognición, mas no la base de la cognición. Ella no es inteligente, no tiene
luz propia, no posee conciencia por sí misma. Siendo así, el proceso
cognitivo reconoce dos tipos de objetos de conocimiento (figura 6).

Tabla 15
Instrumentos a disposición de la cognición

Figura 6
Modalidades de Objetos de Conocimiento

Los objetos internos están conformados de memoria y son objetos


ideales que pueden adoptar la condición de pensamientos, sentimientos,
emociones o pasiones, etc. Los objetos externos conforman el universo
material que experimentamos.
Tanto los objetos internos como los externos son interpretados
por la mente. Sin embargo, se diferencian en que mientras los objetos
externos requieren de la intermediación sensoria para ser detectados,
los objetos internos no. Toda representación que incluya una
condición consciente reflejada —es decir, que implique la presencia
de la conciencia individual— induce una cognición dual, diferenciada
y cambiante cuya representación genérica puede definirse como
asociada a «nombre» y «forma».
El Vedanta asume que tanto los objetos internos como los externos
son en esencia no-diferentes del sujeto; es decir, asume que existen
objetos internos y externos, pero que todos participan de una misma
realidad No-dual.
¿Cómo hacer que prospere un tipo de cognición que diluya la
modalidad de realidad diferenciada? La respuesta se ofrece en la
siguiente sentencia.

ŚLOKA 19

También en este caso, cuando desaparece el poder de velar,


la distinción entre Brahman y el universo fenoménico deviene
clara. Por lo tanto, el cambio siempre es percibido en el universo
fenoménico, pero nunca en Brahman.
La no-diferenciación entre Brahman y el universo fenoménico
se hace clara con la desaparición del poder de velar de māyā. Por
lo tanto, el aparente cambio fenoménico es percibido en el universo
dual, pero jamás en Brahman, el Absoluto No-dual.
¿Qué es la desaparición del poder de velar de māyā? La
desaparición consiste en la extinción del sentido de diferencia entre
perceptor y percibido. Ello implica que es imposible para un agente
individual detectar la desaparición «del poder de velar», pues es la
presencia misma de un agente individual diferenciado lo que induce la
aparición de la dualidad y, por lo tanto, la presencia de māyā.
Esta definición de los poderes de māyā —velar la realidad No-dual
(āvaraṇa śakti) y proyectar una realidad aparentemente real (vikṣepa
śakti)— persigue, en definitiva, interpretar el hecho de que de la No-
dualidad emerge un universo dual provisto de sentido de diferenciación,
al igual que de una soga situada a la vera del camino emerge una
serpiente inexistente. El Vedanta asume que la irrealidad surge por
un proceso de errónea cognición; por lo tanto, la solución estriba en
inducir un Recto Conocimiento, es decir, es necesario procurar el
desarrollo de una actividad discriminativa metafísica que distinga entre
lo real y lo ilusorio. Lo ilusorio corresponde a toda información en el
universo fenoménico que teniendo «nombre» pueda ser interpretada
mentalmente mediante «forma», o que teniendo «forma» —ya sea
física o ideal— pueda ser interpretada mediante un «nombre». Ello
acontece exclusivamente en realidades duales. «Nombre» y «forma»
es una elegante manera de referirse a la dualidad.
Desde la perspectiva No-dual el universo fenoménico existe, pero
tal como existen, por ejemplo, innumerables tonos sonoros o colores
en una pantalla de cine. Sin embargo, la información —en nuestro
ejemplo, sones y colores— es toda ella no-diferente, tal como ocurre
en la película de cine mientras el absorto perceptor se encuentra
difundido en toda la pantalla. En este caso, el perceptor detecta la
multiplicidad de información mas no detecta diferenciación entre ella
y él mismo a causa de que no se detecta a sí mismo diferente del resto
de la información que experimenta.
Por lo tanto, la No-dualidad no excluye la existencia de múltiple
información, inclusive de infinita información; simplemente, la
ausencia de un perceptor diferenciado de la información que se
conoce deshace el sentido de dualidad. El sentido de dualidad
como apreciación sujeto-objeto existe solamente cuando el sujeto
se experimenta diferenciado de lo que conoce al mediar el proceso
dialéctico.
El hecho de que la información es esencialmente consciente —
gracias a que el acto consciente es previo a la información misma—
induce a inferir que el universo siempre posee y poseerá la impronta
consciente aun cuando no haya un individuo diferenciado de por
medio, tal como ocurre en el ejemplo de la película de cine.

Por lo tanto, la información es finalmente Conciencia, pero la


Conciencia no es información; es decir, la información «es algo»
o potencialmente «es algo», pero la Conciencia «Es», sin más,
independientemente de que la mente la reconozca como «algo» o
como potencialmente «algo».

Es paradójico que desde la perspectiva No-dual no se experimenta


sentido de cambio en la información, mientras que desde la referencia
dual el universo se experimenta como un infinito de diferenciación.
El agente No-dual —el ātman o, a nivel colectivo, Brahman— ve
navegar al individuo (jīva) a través del océano de muerte y nacimiento
físico y mental; pero él, a sí mismo, no se reconoce nacido ni muerto,
ni en cambio ni evolucionando. Brahman se experimenta inalterable,
inmutable, inmanifestado y siempre no-diferente (véase la tabla 16).

Tabla 16
Algunos términos similares asociados a No-dualidad y Dualidad

Cuando el poder de velar de māyā se extingue —es decir, cuando


cesa el sentido de diferenciación con el que la mente detecta la
información—, el universo, gracias a la condición consciente de la
naturaleza esencial No-dual de la información, adopta una nueva
condición de realidad en donde él mismo, de manera simultánea y
ubicua, es objeto y sujeto de percepción.
Mientras exista māyā, los poderes de velar (āvaraṇa śakti) y
de proyectar (vikṣepa śakti) estarán manifiestos. De esta manera,
la información que constituye la realidad puede asumir diferentes
posiciones y construir diversos universos de realidad, tal como es
posible edificar puentes, edificios y máquinas diversas con las mismas
piezas de «mecano».
La idea fundamental que debe ser entendida por el estudiante es
que la actividad multidinámica que opera en la realidad dual es sólo
aparente; existe únicamente en razón a que el perceptor se define a
través de su propia historia o de la del entorno. Mientras existan árboles,
necesariamente el sol hará sombra sobre los caminos. Mientras exista
perceptor diferenciado de lo percibido, existirá la dualidad, la cual
puede ordenarse de cinco únicas maneras en función de la relación
entre el perceptor y lo percibido, según lo establecido en los cinco
estados de conciencia.
¿Cómo puede emerger la ilusión? ¿Cómo emergen māyā y sus
poderes? ¿Qué impulsa a la ilusión a aparecer desde la No-dualidad?
Estas preguntas tienen respuesta en el hecho de asumir que el universo
nunca ha dejado de ser No-dual ni ha evolucionado desde algún
principio, si bien la mente, al no detectar la No-dualidad, incurre en
las fastidiosas preguntas que están más allá de su propia historia y, por
tanto, de su capacidad dialéctica.

ŚLOKA 20

Cada entidad está caracterizada por cinco aspectos: existencia


(asti), cognoscibilidad (bhāti), bienaventuranza (priya), nombre y
forma. De éstos, los tres primeros pertenecen a Brahman y los otros
dos al mundo.
Cada entidad manifiesta está caracterizada por cinco aspectos; a
saber: Existencia (Sat), Cognoscibilidad (Cit), sentido de Integración
(Ānanda), «nombre» y «forma». De éstos, los tres primeros son
atributos de Brahman, el Absoluto No-dual, y los dos restantes
pertenecen a la dualidad.
Detectamos un evento fantasioso gracias a un acto consciente,
y lo experimentamos como «existente» mientras lo reconocemos.
Asimismo, podemos relacionarnos con él e integrarlo como un nuevo
objeto de nuestro propio mundo. Esto es lo que ocurre tanto en los
sueños como mientras se piensa o se observa el mundo. En cada
diversa apreciación de los estados de conciencia, todo se vislumbra
«existente» mientras perduran las condiciones en que la información
se «conoce»; pero, finalmente, la información es toda ella idéntica.
El poder de «integración» hace que el movimiento natural de la
información construya sentido de identidad, de unidad, es decir, que
todo tienda a ser uno, mas no a ser múltiple.

Estas tres condiciones existen en todo lo manifiesto: existencia


o sat, conciencia o cit y sentido de integración o ānanda.
Ninguna de estas tres condiciones —sat, cit y ānanda— pueden ser
determinadas como objetos por un perceptor ajeno a ellas. El perceptor
es posterior a estas tres condiciones; por ello, ningún perceptor jamás
podrá detectarlas como objeto de percepción, tal como lo hace con
una idea o con un objeto material; esta es la razón por la cual son tan
importantes en nuestro análisis de la realidad.

Tabla 17
Aspecto Sat de la realidad No-dual

**Concentración41

41 El estado de Concentración es limitado al ser parte de un campo cerrado, aunque la información


que lo constituye es No-dual. Véase Los Campos de Cognición, Sesha, (www.sesha.info)
En general, sat provee a la información de sentido de existencia,
de seidad. Así, entonces, la información puede experimentarse como
diferenciada o no-diferenciada, según sea el estado de conciencia
activo, pero en ambos casos la información adopta sentido de realidad,
de existencia (véase la tabla 17).
Entiéndase: Detectamos mentalmente sólo una realidad de lo que
la mente sugiere. De no ser así, es decir, en caso de detectar una nueva
realidad que también la mente sugiere, la anterior se disipa y la actual
prevalece como real. Jamás podremos detectar mentalmente algo
antes de que lo planteemos como real.
El universo se despliega, y somos entonces testigos de su realidad
hasta que ésta se desdibuja y una nueva realidad diferenciada emerge.

Jamás detectamos mentalmente el universo antes de desplegarse


como real. La mente lo percibe entonces, pero nunca como un
evento previo a su propia existencia.
Tabla 18
Aspecto Cit de la realidad No-dual

** Concentración42

42 Ver nota anterior.


Todo evento sólo «existe» si se le «conoce»; previo a conocerse,
un objeto es sólo potencialidad de existencia. Sin embargo, la
potencialidad de existencia es una modalidad de «conocimiento».
Así, todo evento se ve «existiendo» cuando se es «consciente» de
él, y todo evento del que se es «consciente» se experimenta siempre
como «real».
Al sentido de integración consciente de la realidad experimentable
lo denominamos amor. Amor implica sentido de integración
entre conocedor y conocido. La más alta condición de amor se
establece cuando el perceptor es, simultánea y ubicuamente, todo lo
potencialmente cognoscible (Véase la tabla 19).
Tabla 19
Aspecto Ānanda de la realidad No-dual

Ānanda, como amor, es la expresión más auténtica del océano


No-dual. Allí, cada gota que lo conforma es consciente de la
unicidad del océano, situación ésta que conduce a la experiencia de
la bienaventuranza absoluta.
«Nombre» y «forma» son la representación de la dualidad.
«Nombre» y «forma» representan la mente y sus constitutivos, así
como toda gradación de información que pueda ser intelectivamente
comprendida. «Nombre» y «forma» representan el sentido de
diferenciación que opera en los estados de conciencia cerrados43.
«Nombre» y «forma» no son estables ni continuos; su naturaleza
cambia según se modele a su alrededor la información que los constituye.

ŚLOKA 21

Los atributos de Existencia-Conciencia-Bienaventuranza están


igualmente presentes en el ākāśa (éter), aire, fuego, agua y tierra, así
como en los dioses, animales y hombres, etcétera. Los nombres y las
formas son los que hacen que uno difiera del otro.
Los atributos de Existencia (Sat), Conciencia (Cit),
Bienaventuranza (Ānanda), están igualmente presentes el ākāśa (éter),
vāyu (aire), agni (fuego), apas (agua) y pṛthivī (tierra), al igual que
en los dioses, animales, hombres, etcétera. La interpretación mental
de «nombres» y «formas» hace que uno difiera del otro.
El proceso cosmológico que el Vedanta acepta de la escuela
Saṃkhya es profundamente interesante. El Vedanta describe multitud
de tópicos mediante unas ideas muy sugerentes, tal como lo realiza la
física cuántica al hacer intervenir ciertas teorías que intentan explicar
un nuevo modelo de realidad. Por ello, existen algunas relaciones
entre los modelos expuestos por los antiquísimos sabios orientales y
los elaborados por los ilustres físicos cuánticos del siglo pasado44.
Hemos de entender varias cosas respecto a la teoría Vedanta de
los cinco elementos. Primero, que previo a ellos existe una triple
potencialidad de existencia a la que denominamos prakṛti: un océano
de impulso potencial de vida en todas las gradaciones posibles,
compuesto por rājas (impulso de actividad), tamas (impulso de
cristalización, de concreción) y sattva (principio de equilibrio). A

43  Nos referimos a los estados de Concentración, Observación, Pensamiento y Sueño. Para
mayor aclaración consultar el pie de página 36.
44 Las relaciones entre los modelos aceptados por el Vedanta y sus correlaciones con la física
cuántica han sido estudiadas en el libro Cuántica y Meditación, escrito por Sesha
estas tres condiciones existentes en todo lo manifiesto se les denomina
guṇa (cualidades esenciales de la materia).

Figura 7
Desarrollo del universo a nivel Samaṣṭi (colectivo),
asociado a los tres grandes estados de Śaṅkara

Sin embargo, asumimos que el universo constituido por «nombres»


y «formas» —es decir, el universo dual que se experimenta en campos
cerrados— emerge para luego, tras miles de millones de años,
desaparecer. Se asume que la mente potencial universal despliega
al comienzo del manvantara (inicio del universo) la expresión de
su propio orden. A esta mente potencial que aún no se encuentra
manifiesta, pues todavía es un estado potencial de la existencia, la
denominamos Īśvara. A su vez, la materia que constituye a Īśvara son
los guṇa; Īśvara es, por tanto, la inteligencia potencial de la materia
que conformará el universo. Asumimos que Īśvara es parte de māyā,
es decir, Īśvara es el Absoluto No-dual (Brahman) asociado a su
poder de velar (māyā). La única distinción que asumimos entre Īśvara
(conciencia causal) y jīva (el individuo) es que, mientras Īśvara no es
dominado por el poder de proyectar de māyā (la ilusión de «nombres»
y «formas»), el jīva (individuo) sí.
He aquí, entonces, que el primer nivel de la creación —la realidad
causal— la establece la conciencia causal (Īśvara), en cuya inteligencia
existe la potencialidad de crear un universo de múltiples gradaciones
(causal, sutil y denso), basándose cada sucesiva gradación en la
causalidad del universo previo. Īśvara, junto con toda la gradación de
divinidades, nace al inicio de manvantara, y todas ellas se resumen en
Brahman a su final, en el pralaya (véase la figura 7).
Existen, a su vez, en cada uno de los tres potenciales
universos —causal, sutil y denso— variadas líneas de información
constituidas en campos cerrados, cuya «aparente evolución» posee
diversas proyecciones. Es decir, según sean las conformaciones de
las tres guṇa, pueden conformarse «líneas evolutivas» diferentes,
tal como acontece, por ejemplo, entre humanos45, devas46 y las
realidades esféricas47.

45 La línea de evolución «humana» posee como sesgo característico una mente imbuida de
tamas y rajas, lo que impulsa al jīva a la experimentación continuada del sentido de egoísmo y
del sentido de realización de la acción.
46 Los devas, o entidades luminosas, y toda la gradación de su «línea evolutiva» poseen
como característica fundamental una mente imbuida de sattva y rajas, lo que les lleva a ser
entes incansables y equilibrados que rigen todas las funciones de la naturaleza, desde el brillo
que inunda el sol hasta la fuerza de gravedad, pasando por el crecimiento de los árboles y la
inteligencia que rige el aroma de las flores.
47 Nos referimos a las entidades que pertenecen a la «línea evolutiva» que conforma desde los
átomos a las grandes estrellas y constelaciones.
El ser humano es una minúscula congregación de información
entre todas las potenciales que existen. El ser humano no es dueño de
su cuerpo, pues no maneja las principales funciones orgánicas ni ejerce
un control voluntario sobre ellas; tampoco es dueño de su vitalidad
(prāṇa), pues ella deviene de la luminosidad solar y se repone a
diario fundamentalmente con el sueño; tampoco es dueño de su mente
(antaḥkaraṇa), pues no controla voluntariamente su actividad ni aun
por unos minutos.

El ser humano es esencialmente Conciencia No-dual. Él no


es ni su cuerpo físico (annamaya-kośa), ni su cuerpo pránico
(prāṇamaya-kośa), ni su mente (mano y vījñānamaya-kośa). El ser
humano es siempre conciencia no-diferenciada.

Es el erróneo sentido de realidad, instaurado en su sentido de


representación mental de la información, lo que confunde al jīva
(individuo), induciendo una probabilidad de realidad ajustada a un
molde de información previo localizado en forma de memoria. Más
allá de una representatividad ajustada a la memoria, existe una realidad
carente de sentido de diferenciación. Denominamos No-dualidad a
dicha representación de la realidad, y denominamos meditación a la
ejercitación sistematizada que induce la apreciación No-dual.

ŚLOKA 22

Habiendo devenido indiferente a nombre y forma, y siendo


devoto a saccidānanda, uno debe practicar siempre la concentración
o dentro del corazón o fuera de él.
Volviéndose indiferente a «nombre» y «forma», y siendo solo
devoto a saccidānanda, el agente debe practicar continuamente la
meditación, ya sea «interiormente» (sin intervención de los sentidos)
como «exteriormente» (con intermediación sensoria).
Volverse indiferente a «nombre» y «forma» implica no incorporar a
la imagen del objeto que se está conociendo la representación histórica
que de él se tiene en la memoria, es decir, implica no inmiscuir la historia
en la percepción. Ajustar la cognición a una previa conceptualización
histórica radicada en forma de memoria, desdice de lo conocido e
imprime un sesgo de diferenciación entre perceptor y percibido.
Según la filosofía occidental, existen dos tipos de objetos a conocer:
los ideales y los materiales. Los objetos ideales existen en la mente
del perceptor, es decir, son interdependientes de quien conoce. Los
objetos materiales (también llamados en filosofía como objetos reales)
conforman toda realidad aparente que no depende del conocedor.
Así, entonces, afirmamos que un sentimiento es ideal, mientras que
el agua del océano es material. La filosofía intenta infructuosamente
encontrar cuál de ellos, material o ideal, son la fuente de la realidad.
Nosotros afirmamos que ambos son reales y ambos son ilusorios. La
información adopta la condición de material cuando la percepción se
vierte hacia el exterior mediante los cinco sentidos y éstos se expresan
en un estado de conciencia tal que favorece dicha percepción. La
percepción depende finalmente de la relación que en dicho estado de
conciencia se establece entre sujeto y objeto (estados de observación,
pensamiento y sueño).
En cambio, la información adopta la condición ideal cuando la
mente asume como válidos los contenidos radicados en la memoria
y los experimenta interiormente —es decir, sin concurso de los
sentidos— como objetos de cognición asociados a cualquiera de los
estados de conciencia que son proclives a aparecer en concordancia a
ellos (estados de observación, pensamiento y sueño).
Así, entonces, tenemos dos tipos de universo dependiendo de la
representación material o ideal que de él hagamos (véase la figura 8).
Cuando se reconoce como base de una información material o ideal
al eterno Brahman —el uno sin segundo, saccidānanda, o seidad,
conciencia y bienaventuranza absolutas—, entonces la información
adopta la condición consciente No-dual, en la cual el perceptor asume
la condición no-diferenciada que alienta al universo y a todo lo
potencialmente existente.

La práctica de la Meditación hace posible, mediante el vivo acto


de la comprensión, la experimentación que induce un saber en el que
los objetos ideales y materiales asumen una representación No-dual.
Figura 8
Objetos Materiales e Ideales

Es necesario, entonces, que el proceso del acto meditativo


incluya tanto los cinco sentidos (fuera) como la ausencia sensoria
(dentro) al experimentar la información; es decir, es preciso que el
individuo tenga acceso tanto a una representación material como ideal
de la información. Ambas formas de representación —la ideal y la
material— convergen finalmente en una experiencia No-dual siempre
y cuando se verifiquen las pautas que la modalidad de información
No-dual requiere para ser experimentada.
Existen varios sinónimos a la condición de permanecer atento a
los objetos materiales o ideales; todos ellos tienen en común que la
información experimentada incluye la intermediación sensoria (para
objetos materiales) o su ausencia (para objetos ideales) (tabla 20).
En este śloka debe entenderse que la atención al corazón, como
órgano físico, tiene la validez de cualquier otro objeto material
externo. Las implicaciones metafísicas respecto a usar el corazón como
centro de concentración no invalidan aquellas prácticas que implican
permanecer atento a cualquier otra zona corporal o externa: un pájaro,
el sonido del viento, un olor particular, etcétera. Jamás el problema de
la Meditación estriba en qué fracción de información ha de tomarse
como base de la práctica meditativa. La práctica meditativa externa,
al igual que la interna, requieren la anulación del proceso dialéctico
en la cognición. Esta condición de anulación del proceso dialéctico
es posible gracias a que se considera a la información, en sí misma,
como conciencia. La validación del acto cognitivo realizada por el
individuo, en su personal y peculiar proceso dialéctico, deja rastros de
dualidad entre perceptor y percibido.

Tabla 20
Sinónimos de información Ideal y Material

Toda información ideal es representada mentalmente sin el


requerimiento sensorio; a su vez, la representación mental de
toda información material requiere la intermediación de los cinco
sentidos físicos.
Por consiguiente, la atención al corazón representa en este śloka
la atención necesaria a cualquier ente material o externo que pueda
ser detectado por los sentidos. De igual manera, ha de entenderse por
interior al corazón toda aquella información que puede ser representada
cognitivamente por un testigo sin que exista intermediación sensoria.
El individuo, al discurrir dialécticamente, imprime una frontera que
delimita momentáneamente la información, al igual que delimitamos la
extensión del mar mediante el horizonte que planteamos visualmente.
Realmente, la Meditación es el ejercicio que propende a la
experimentación de la No-dualidad. Cualquier otra práctica —
visualización, reflexión, etcétera— posee la validez que el interés
mental insufla, pero jamás va más allá de este límite. La Meditación,
como práctica interior y exterior, debe ser estudiada y practicada de
conformidad con una tradición lo suficientemente viva, es decir, en la
que aún existan exponentes que hayan realizado la condición de sus
postulados. Es imposible guiar a un estudiante a través del laberinto
de su propia mente cuando quien le enseña aún no ha salido del suyo.
La forma de Meditación acorde con los cánones del Vedanta
será expuesta sólo brevemente en el presente libro, pues ya ha sido
analizada pormenorizadamente en otras obras previas48.

ŚLOKA 23

Las dos clases de samādhi para ser practicadas en el corazón


(dentro de uno mismo) son conocidas como savikalpa y nirvikalpa. El
savikalpa samādhi se divide en dos clases, según si está relacionado
con un objeto cognoscible o con un sonido (como objeto).
Las dos clases de samādhi practicadas interiormente son conocidas
como savikalpa y nirvikalpa samādhi. El savikalpa samādhi se divide
nuevamente en dos clases, de acuerdo a su asociación con un objeto
cognoscible interno o con la simultaneidad de sujeto-objeto como
fuente de cognición.
Śaṅkara plantea que la experiencia No-dual puede experimentarse
ya sea exterior o interiormente, es decir, con la participación «sensoria»
o sin ella. La experiencia de la No-dualidad con la participación
sensoria lleva a tres tipos de samādhi, y la experiencia No-dual sin
apreciación sensoria lleva también a tres tipos de samādhi. Como
veremos, estos seis tipos de samādhi concluyen finalmente en la
experiencia de la «disolución total de la mente» que opera en un
séptimo y último estado No-dual.
Los tres tipos de samādhi que Śaṅkara establece son, por una
parte, el savikalpa y el nirvikalpa; a su vez, el savikalpa samādhi se
divide en asociado a Objeto o bien asociado a Sonido. Esta última
modalidad de definición se presenta confusa, pues la representatividad

48 Nos referimos a La Búsqueda de la Nada, El Eterno Presente, La Paradoja Divina y los


Campos de Cognición, escritas por Sesha. 
de las palabras lleva a suponer tipos de experiencia que la No-dualidad
jamás provee. En verdad, en la experiencia interna de Concentración
el universo se resume únicamente en la simultaneidad de objeto-
sujeto. Afirmar que un tipo de savikalpa se asocia a «sonido» muestra
precariamente una realidad que está más allá de lo que el «sonido»
mismo puede ofrecer, aunque sea éste una vibración originada en
el piano sutil o causal. Śaṅkara intenta hacer notar que un tipo de
savikalpa se asocia a la cognición de un objeto interior, pero que otro
tipo de savikalpa tiene como base de cognición una realidad que está
más allá de los objetos y a la cual llama «sonido». La experiencia del
«sonido» que atribuye Śaṅkara a la segunda modalidad de savikalpa
debe ser entendida bajo una óptica más clara. Es decir, la fuente
cognitiva del segundo tipo de savikalpa no es un objeto, aunque se
hable de «sonido», sino la simultaneidad cognitiva de sujeto-objeto
que opera en el estado de Concentración.
Con el fin de presentar un modelo de práctica meditativa coherente,
se intentará usar las ideas de Śaṅkara estableciendo un orden estricto
y relacionándolas con cada uno de los estados No-duales que operan
gradualmente en la experiencia interior. No obstante, antes de pasar a
la descripción detallada de los diversos tipos de Samādhi es necesario
hacer una serie de aclaraciones respecto a la práctica de la Meditación.
Es debido a las incongruencias escritas por infortunados
maestros no diestros en la experimentación de la No-dualidad que
gran cantidad de estudiantes intentan infructuosamente desvelar la
verdad tras una oculta palabra que sus instructores tampoco conocen.
La teorización de la práctica meditativa tiene un solo fundamento:
crear un medio apropiado como apoyo mental a la práctica mientras
la experiencia interior aún es inestable. Escuchar la enseñanza de un
maestro experimentado (śravaṇa) y reflexionar sobre sus enseñanzas
(manana) posee el encanto de sorprender vivamente la atención
del estudiante y de inducir que su mente permanezca atenta a las
disquisiciones que se presentan, y de esa manera evitar que la mente
se distraiga en situaciones intrascendentes. Sin embargo, el modelo
intelectivo a seguir debe tener la fuerza de representar claramente la
meta que se estima como válida; debe poseer la universalidad que
conlleva el poder ser experimentada de similar manera por cualquier
estudiante. De no ser así, el mundo de la Meditación se fracciona en
miles de explicaciones, todas ellas sin fuerza alguna para apaciguar
la agitación mental.
Que un discípulo profundice, reflexione e incluso memorice los
vastos conocimientos que pueda haber recibido tiene gran importancia
y, a la vez, ninguna. La mente, instrumento generalmente torpe y
profundamente inestable, ronda segundo a segundo por terrenos de la
memoria que llevan y traen al perceptor como un trozo de madera en
una tormenta de mar. El estudio, la reflexión, inclusive la disciplina
diaria de la práctica interior cobran sentido en aquellos que aún no
pueden remontar su egoencia y saltar a los terrenos no-duales de la
cognición. A ellos, a los estudiantes deseosos de aposentar a Dios en
su corazón, les es necesario domar la inquieta actividad de la mente
mediante el esfuerzo de la disciplina. Pero aún así, sepa el estudiante
que el conocimiento mismo que se imparte a través de las vedāṅga49, o
mediante cualquier otro sistema de enseñanza, tiene como único fin la
transformación de las vṛtti (hábitos mentales). Usted aprende a usar los
cubiertos para llevar el alimento a la boca y sobrevivir, y sin embargo
aprende a tomar el alimento sin morder el cubierto; es decir, aprende
a separar el auténtico alimento de lo que no es más que un vehículo.
La relación metafórica entre el cubierto y el alimento, es decir, entre el
conocimiento intelectual y la Real apreciación No-dual de la conciencia,
radica en que el intelecto es un mero intermediario que conduce al Real
saber No-dual, aunque en última instancia el conocimiento intelectual
es desechable debido a que su condición se hace innecesaria una vez
llega a apreciarse la Realidad Absoluta No-dual.
La naturaleza del samādhi, la cual ahora se intentará explicar a
través de los siguientes seis śloka, puede parecer un pálido reflejo de
la realidad que encierra, tal como puede llegar a ser vacía la expresión
escrita que un poeta hace del amor debido a la condición inefable
de este sentimiento. Toda explicación intelectual tiene validez en el

49 Las seis ciencias sagradas, accesorias de los Veda. Son, respectivamente, la ciencia de la
correcta pronunciación y articulación de los mantrams (śikṣā); la ciencia de los rituales y
ceremonias religiosas (kalpa); la ciencia de la prosodia en el lenguaje sánscrito (chandas);
el estudio de la gramática sánscrita (vyākaraṇa); la ciencia de la astrología y la astronomía
(jyotiṣa), y, finalmente, la explicación etimológica de las palabras de los veda (nirukta).
hecho de intentar explicar la experiencia final que todo estudiante
fervorosamente anhela. Las explicaciones no son para quienes
están firmemente establecidos en la No-dualidad, sino para aquellos
quienes, deseosos de infinito, intentan mediante el orden del intelecto
desmoronar las cíclopeas fronteras duales que la mente interpone
constantemente.
Es importante que el lector entienda que el uso sin calificativo
alguno de la palabra samādhi se refiere al estado supremo de
conciencia, y nunca a cualquiera de los estratos previos a los que
denominamos savikalpa o nirvikalpa samādhi. Cualquier referencia
que hagamos del término samādhi, a secas, sin calificativo, debe ser
entendido como el séptimo tipo de samādhi al que Śaṅkara se refiere
más adelante, es decir, a la cúspide de toda modalidad de cognición.
Existe profunda confusión en la mayoría de estudiantes sobre lo
que son los primeros seis tipos de samādhi, es decir, los asociados a
Observación, Concentración y Meditación, pues la No-dualidad —idea
necesaria para enfrentar metafísicamente la búsqueda interior— es
profundamente esquiva, por no decir confusa, debido a que la mente no
está educada al planteamiento No-dual de la realidad.
Para comenzar a aclarar estos términos, procederemos a
explicar que la palabra «samādhi» deriva de las voces sánscritas
sam-adha, que significan «posesión de sí mismo». El samādhi es,
pues, un estado de arrobamiento extático en el que el practicante
se ensimisma, es decir, se absorbe en su auténtica naturaleza. Sin
embargo esta autoabsorción presenta diversos grados. Los dos niveles
fundamentales de autoabsorción se denominan respectivamente
savikalpa y nirvikalpa samādhi.
En el savikalpa samādhi, también denominado saṃprajñata o
sabīja samādhi, la mente se haya temporalmente en reposo, sin estar
por completo absorbida o integrada en la Conciencia. El nirvikalpa
samādhi, también denominado asaṃprajñata o nirbīja samādhi50,

50 El término savikalpa deriva de las voces sa-vikalpa, que significan «con duda, error o
ignorancia»; saṃprajñata significa «con mente» y sabija, «con semilla o atributos». Igualmente,
nirvikalpa deriva de nir-vikalpa, es decir, «sin duda, error o ignorancia»; asaṃprajñata, «sin
mente» y nirbīja, «sin semilla o atributos».
es aquel en el que la mente, gracias a la ausencia de dualidad en la
cognición, se haya completamente absorbida en la Conciencia No-
dual. Brillando ésta ahora en toda su gloria natural, el yogui adquiere
la omnisciencia intuitiva. Aún así, el estado es todavía inestable y el
practicante suele retornar a un estado mental, aun cuando regresa con
cambios psicoenergéticos permanentes. Cuando la realización del
nirvikalpa se estabiliza y se torna permanente, ya sea porque ha sido
suficientemente profunda, ya sea porque se ha repetido un número
suficiente de veces, el yogui es susceptible entonces de alcanzar la
liberación total en vida del jīvanmukta, que es el estado definitivo No-
dual. Este estado es el que se denomina samādhi sin más calificativo,
o también mukti o nirvāṇa.
Con el fin de ahondar en los estados que Śaṅkara denomina
samādhi, hacemos en la tabla 21 un parangón entre diferentes autores
con el fin de aclarar el tema.
Tabla 21
Relación de Estados de Conciencia según diferentes autores

Todos los autores coinciden en presentar el samādhi (ver en la


tabla 21 el tercer estado No-dual) como la manifestación culmen de la
experiencia No-dual, es decir, como aquella modalidad de cognición
en donde el observador es no-diferente de todo lo existente. Por esta
razón, los estados de conciencia asociados al Sueño, Pensamiento y
Observación no pueden establecerse como criterios de referencia de
la experiencia No-dual.
La sistematización en diversas fases de la experiencia No-dual ha
llevado a innumerables autores a promover todo tipo de clasificaciones;
todas ellas coinciden en establecer a la No-dualidad como eje central
de algunas de las experiencias clasificadas como samādhi51. Por ello,
el estudiante no debe preocuparse en exceso con la terminología usada,
y sí debe estar atento con sopesar su propia experiencia No-dual con
la de los diversos autores que de ella hablan. Lo fundamental es la
experiencia propia, lo demás tan solo sirve a quien no la tiene.
La experiencia de la No-dualidad puede ser realizada por cualquier
individuo que en algún grado pueda establecer una correlación de
identidad entre observador y observado. El samādhi No-dual es un tipo
excepcional de cognición que implica una modalidad de conciencia
donde sujeto y objeto son no-diferentes. El samādhi No-dual (pues
el savikalpa samādhi asociado a Objeto es dual, es decir, tiene que
ver con el estado de conciencia de Observación) implica finalmente la
posesión de un saber atemporal que asocia al universo como un ente
No-diferente entre sus infinitos constituyentes.
Es importante acotar que Śaṅkara denomina savikalpa samādhi
asociado a Sonido a lo que Patañjali denota como dhāraṇā y a lo
que nosotros denominamos como Concentración. El término usado
por Śaṅkara para diferenciar los savikalpa samādhi no deja de parecer
un tanto extraño. Savikalpa asociado a Objeto y Sonido suelen ser
términos que pueden crear algo de confusión; sin embargo, no debe ser
así. Mientras en el savikalpa samādhi interior asociado a Objeto existe
efectivamente una masa de cognición distinta del perceptor mismo y a
la que denominamos objeto, en el savikalpa samādhi interior asociado
a Sonido no hay objeto alguno diferenciado del perceptor.
Así, entonces, debe entenderse que Śaṅkara refiere la expresión
Sonido como referencia a la existencia de un limitante mental que
impide aún la experiencia de la meditación. La expresión de Śaṅkara
se debe a que el sonido es la expresión primera de la diferenciación; el
sonido es la expresión genésica de la creación y se asimila al primer
impulso que constituye la mente, razón por la cual en el estado de

51 Nos referimos al savikalpa samādhi asociado a «sonido», al nirvikalpa samādhi y finalmente


al samādhi. Ver tabla 21: Relación de experiencias No-duales entre diferentes autores.
Concentración todavía hay un limitante que impide la apertura del
campo y cuya raíz es el aspecto primario e instintivo de la mente: el
deseo de existir como un «yo».

ŚLOKA 24

Los deseos, etcétera, (que están) centrados en la mente, deben


ser tratados como objetos (cognoscibles). Meditad en la Conciencia
como su Testigo. Esto se llama savikalpa samādhi asociado con
objetos (cognoscibles).
Toda realidad cognoscible interior —pensamientos, emociones,
deseos y pasiones— debe ser tratada como objeto. La atención
del sujeto, dirigida a observar de manera distante dichos objetos
interiores, se denomina savikalpa samādhi asociado a Objeto.
Śaṅkara establece el savikalpa samādhi asociado a objeto como
inicio del proceso de internalización. Este savikalpa samādhi asociado
a objeto es lo que denomina Patañjali como pratyāhāra y nosotros
como Observación interior (véase la tabla 22).

Tabla 22
El Savikalpa Samādhi asociado a Objeto

La Observación interior, o el savikalpa samādhi asociado a objeto,


es un estado dual. Allí, tanto sujeto como objeto son parte de un
entramado diferenciado. La Observación interior nace en el mismo
momento en que somos testigos de que estamos pensando.
Es muy diferente pensar a saber que se piensa. Cuando
comprendemos que estamos pensando, esto es, cuando la atención
no alienta el pensamiento sino que ilumina el acto de comprensión
de que él existe, entonces el pensamiento se diluye, desaparece.
Los pensamientos sólo tienen realidad con base a que la atención
los ilumina. Cuando la atención ilumina el acto de atender a los
pensamientos, éstos, al ser indagables, pierden la prioridad que la
atención depositaba en ellos y se hacen secundarios, razón por la cual
decaen de inmediato y desaparecen.
Todo pensamiento, sentimiento, emoción y pasión son susceptibles
de ser observados, esto es, son indagables por un testigo previo a ellos.
Ante cualquier pensamiento es posible indagar: ¿quién piensa?; ante
cualquier sentimiento es posible indagar: ¿quién siente? De esa manera,
pensamiento y sentimiento adoptan una condición de distanciamiento,
de distinción respecto a quien lo atestigua, de manera similar a cuando
un objeto oloroso nos disgusta y lo alejamos inmediatamente de la nariz.

El instante mismo de saber que se piensa nos lleva al Presente.


Ello hace que el pensamiento se deshaga.

Cuando en el mundo interior somos proclives a reconocer que


hay actividad mental, a darnos cuenta de que estamos pensando,
entonces el pensamiento se diluye. Si permanecemos en el estado de
comprender que cualquier pensamiento es observable, entonces ellos
no aparecen y, en caso de hacerlo, emergen en el interior a la distancia,
tras una brecha que no afecta ni contamina al testigo que los observa.
La destreza en este tipo de percepción lleva a la maravillosa
condición de ser expectante de un universo interior vacío de
pensamiento. La atención se posa ahora entre pensamiento y
pensamiento, es decir, en el espacio que une los pensamientos. El
testigo de dicho estado se reconoce ausente de historia, razón por la
cual no percibe nada más que su ausencia de historia.
La observación es un estado dual. Allí sujeto y objeto coexisten
de manera diferenciada. El estado de presencia que aquí emerge aún
no es suficientemente estable; aún es posible llegar a modificar la
cognición para lograr mayor presencialidad. Cuando se logra, emergen
la Concentración o la Meditación interiores.
A su vez, el savikalpa samādhi asociado a objeto puede
experimentarse dentro o fuera de la frontera sensoria, razón por la
cual existe savikalpa samādhi asociado a objeto tanto «dentro» como
«fuera» de la frontera sensoria.
Cuando el testigo que conoce es proclive a observar con sentido de
distancia los pensamientos, es decir, cuando es consciente de que está
pensando, entonces se denomina Observación Interna. A su vez, cuando
el testigo se funde en los contenidos externos proyectado a través de los
sentidos, entonces denominamos a este tipo de percepción Observación
Externa o savikalpa samādhi asociado a un objeto externo.
Por lo tanto tenemos dos tipos de savikalpa samādhi asociados a
objeto: interno y externo, es decir, dentro o fuera de la frontera sensoria.

ŚLOKA 25

Yo soy Existencia-Conciencia-Bienaventuranza, desligado,


autoluminoso y libre de dualidad. Este estado se conoce como
savikalpa samādhi asociado con sonido.
Yo soy Existencia-Conciencia-Bienaventuranza, desligado,
autoluminoso y libre de dualidad. Este estado se conoce como
savikalpa samādhi52 asociado a la percepción interior y simultánea
de sujeto-objeto.
Para Śaṅkara, el savikalpa samādhi asociado a sonido es el estado
siguiente al savikalpa samādhi asociado a objeto interior.
El savikalpa samādhi asociado a sonido es una experiencia No-
dual. En este tipo de cognición se verifica una nueva relación entre
sujeto y objeto, esta vez no-diferenciados uno de otro.
Cuando el testigo del estado del savikalpa samādhi asociado a
objeto logra convertirse en objeto interior de su propia indagación,
entonces nace el savikalpa samādhi asociado a sonido interior.

52  Concentración Interior.


Tales estados son definidos con diferente nombre según sea el
estudioso del caso, según se aprecia en la tabla 23.

Tabla 23
El Savikalpa Samādhi asociado a Sonido

Del savikalpa samādhi asociado a Sonido, o estado de


Concentración, no puede hablarse en exceso; simplemente, no existen
palabras para definir una realidad carente de atributos individuales
donde, sin embargo, sujeto y objeto están íntimamente interrelacionados
ubicua y simultáneamente. Los términos simultaneidad y ubicuidad
son cercanos a la dimensión de esta forma de cognición, pero ni aún
ellos pueden aflorar la condición de viveza, fuerza, paz y saber que allí
opera. Ninguna condición mental se acerca a la vivencia de este estado.
Śaṅkara habla de savikalpa samādhi asociado a Sonido buscando
un parangón con la causa primera de la materia, en virtud de que
el ākāśa, el estadio más sutil de la materia, tiene por cualidad
fundamental la vibración o el Sonido. El Sonido es la fuente de la cual
emergen los demás constituyentes del universo. Tanto aire (vāyu) como
fuego (agni), agua (apas) o tierra (pṛthivī) sutiles se desencadenan
desde ākāśa (lo que contiene). Ākāśa, como principio inmerso en el
Sonido, es la simiente de los cuerpos densos y sutiles que conforman
el universo.
El savikalpa samādhi asociado a Sonido puede experimentarse
referido a la información externa o interna, según intervenga o no en la
cognición la frontera sensoria. De esta manera, es posible expresar dos
tipos de experiencia de Concentración, esto es: Concentración interna
o Concentración externa, o bien savikalpa samādhi asociado a sonido
Dentro o savikalpa samādhi asociado a sonido Fuera. Generalmente,
Śaṅkara establece como modelo de análisis la experiencia interna, por
lo que este śloka en cuestión plantea la Concentración interior.
A fin de aclarar mejor el estado que Śaṅkara denomina savikalpa
samādhi interno asociado a Sonido, adoptaré una terminología
diferente; lo denominaré savikalpa samādhi interior asociado a Sujeto-
objeto, pues la experiencia meditativa del estado de Concentración
interior tiene como base la simultaneidad de dicha cognición No-dual.
La imagen que Śaṅkara ofrece no es clara, pues puede creerse que
la Concentración es un estado de dualidad donde un sujeto atisba
la presencia de un objeto sutil interior. Dicha situación es contraria
a la condición No-dual de la percepción interior, donde sujeto y
objeto se experimentan simultánea y ubicuamente en el mundo
interior, proveyendo la sorpresa de una cognición donde es tácita la
«inmensidad de mí mismo»
La incipiente experiencia de la No-dualidad referida a la
Concentración es ya de por sí una experiencia única. Difícil es, en
verdad, expresar con palabras la vívida realidad de un mundo ajeno
a la dualidad, pues las palabras, al igual que el pensamiento, tienen
origen en la dualidad. Los epítetos más cercanos mediante los cuales es
posible acercarse a definir la No-dualidad son Existencia, Conciencia
y Bienaventuranza Absolutas. Las frases más delicadas que visten la
tersa realidad del mundo No-dual tienen que ver con aquéllas que la
poesía vierte en las sugestivas representaciones que Śaṅkara ofrece,
tales como «desligado», «autoluminoso» y «libre de dualidad».
La palabra «desligado» se refiere a que la experiencia del savikalpa
samādhi asociado a sujeto-objeto —es decir, la Concentración, ya
sea interna o externa, que opera en el experimentador de este tipo
de estado No-dual— no se liga con lo que se conoce ni con lo que
se hace; es decir, no existe actividad kármica asociada a esta forma
de Cognición. En cualquier otra actividad en la que exista sentido de
diferenciación opera la actividad kármica, tal como siempre está el
brillo cuando hay luz.
La palabra «autoluminoso» tiene que ver con la naturaleza
consciente del agente que experimenta la No-dualidad de este tipo de
savikalpa samādhi. Este agente, el sākṣin, se reconoce existiendo por
sí mismo, es decir, el sākṣin es consciente de que él Es y, simultánea
y ubicuamente, de que lo conocido es No-diferente de él mismo. La
cualidad «autoluminosa» invoca la consideración de que el sākṣin aún no
es el agente último de la cognición, esto es, todavía puede ser indagado
por el Ātman. Note cómo cuando usted lee este libro puede preguntarse:
¿quién lee el libro?; es decir, puede indagar sobre la naturaleza del
agente que lee. Ello lo lleva a la simple respuesta de saber que es el
«yo» quien lee. Pero, posteriormente, puede indagar: ¿quién soy «yo»?
Si la indagación se realiza correctamente, permitiendo que la pregunta
se deslice en el silencio de la espera de la respuesta, notará que el «yo»
es indagado por otro agente previo del cual poco sabemos, un agente
silencioso que reposa más allá de cualquier comprensión mental. Ello
implica que el «yo» es indagable, es decir, no es autoluminoso, no
posee conciencia por sí mismo y en sí mismo.
La expresión «libre de dualidad» manifiesta la esencia
fundamental del Vedanta que ya se hace partícipe en este estado de
Conciencia: el universo es esencialmente Conciencia No-dual. La
idea de la No-dualidad es patrimonio de la cultura oriental, aunque
otras culturas, de manera no tan minuciosa, hagan uso de ella.
Carencia de dualidad implica un tipo de cognición libre de
diferenciación entre objeto y sujeto. Sin embargo, la No-dualidad
no requiere de la modificación, evolución ni transformación de los
objetos ni del sujeto, sino, más bien, el reconocer que la información,
sin importar qué característica manifiesta a la luz del intelecto
diferenciado, es esencialmente No-dual; el universo es una inmensa e
ilimitada fuente y receptáculo de conciencia, cuya base primordial es
la ubicuidad y simultaneidad de objeto-sujeto no-diferenciados.

ŚLOKA 26

Pero el nirvikalpa samādhi es ese estado en el cual la mente


deviene firme —como la (no vacilante llama de una) lámpara al
resguardo del viento—, y en el cual el estudiante deviene indiferente
a ambos, objetos y sonidos, debido a la completa absorción en la
Bienaventuranza de la realización del Sí Mismo.
Pero en el nirvikalpa samādhi53 la mente se hace firme como
la llama que no fluctúa colocada en lugar protegido del viento. El
practicante integra simultánea y ubicuamente todo objeto y sujeto
interior potencialmente existente, completando así la absorción en la
dicha de la realización del ātman.
El paso siguiente, según Śaṅkara, para el encuentro con el Sí
Mismo (el Ātman), tiene que ver con el encuentro del nirvikalpa
samādhi. El nirvikalpa samādhi, al igual que el savikalpa samādhi
asociado a sujeto-objeto, es una experiencia cognitiva No-dual.
Mientras el savikalpa asociado a sujeto-objeto —también
denominado estado de Concentración— está delimitado por una
frontera mental, y específicamente por la condición más inconsciente
y primaria de la memoria (el instinto), en el nirvikalpa ya no existe
frontera final, por lo que concluimos que es un campo abierto de
cognición constituido por información no-diferenciada.
El nirvikalpa samādhi, al igual que los anteriores, puede
experimentarse ya sea con o sin la intervención sensoria, dando como
resultado un nirvikalpa «interno» o un nirvikalpa «externo».
El savikalpa interno asociado a sonido tiene dos únicas
informaciones: objeto y sujeto no-diferenciados. El campo de
cognición de la Meditación está lleno de la presencia de objetos-
sujetos no-diferenciados. La inercia de este estado lleva a que
estos dos contenidos (objeto-sujeto) proyecten en sí mismos las
innumerables probabilidades de lo que han sido, son y serán, dando
como resultado un universo de tantas probabilidades como objetos
existan potencialmente en la mente. Sin embargo, todas estas posibles
y potenciales realidades coexisten simultánea y ubicuamente en el
campo de cognición que ahora se establece en el nirvikalpa samādhi,
o estado de Meditación.

53 Meditación.
A su vez, el savikalpa externo asociado a sujeto-objeto tiene
tantas informaciones como la frontera sensoria incluya y delimite en
la cognición. Es decir, los objetos visuales no van más allá de lo que
el ojo ve; los auditivos no se experimentan más allá de lo que los
oídos escuchan, etcétera. La inercia en la Concentración externa, esto
es, la permanencia en el savikalpa externo asociado a sujeto-objeto,
procura de manera totalmente natural y espontánea la aparición del
nirvikalpa samādhi externo. Ahora la frontera final sensoria va en
aumento hasta el infinito; la mayor información que esta frontera acoge
llega finalmente hasta el punto de integrar todo lo potencialmente
cognoscible. A este tránsito de aumento de información en el campo
sensorio que se extiende hasta el infinito lo denominamos nirvikalpa
externo o Meditación externa.
El nirvikalpa es distintamente denominado según sea el estudioso
del tema en cuestión, dando como resultado la tabla 24.
De igual manera que el savikalpa asociado a objeto —o estado de
Observación— desemboca en el savikalpa asociado a sujeto-objeto
—o estado de Concentración—, así también puede éste desembocar
naturalmente en el nirvikalpa samādhi o estado de Meditación.

Tabla 24
El Nirvikalpa Samādhi

La mente es información que detecta información; o lo que es


lo mismo, es información que diferencia información. Así como
es posible digitalizar las formas o los colores, es decir, representar
las formas y los colores en secuencias de ceros y unos propios del
lenguaje binario, de igual manera es posible que la información
adopte cualquier condición, ya sea conocida o no conocida por la
mente humana.
Siendo así, tenemos entonces tres tipos de informaciones a las que
podríamos en teoría acceder:
La información consciente o a corto plazo: Conjunto de
informaciones que conforman la memoria a la cual tenemos acceso en
cualquier momento. Por ejemplo: nombre, nacionalidad, estado civil,
profesión, número de hijos, deudas bancarias, etcétera.
La información inconsciente o a largo plazo: Conjunto de
informaciones que conforman lo que suele denominarse inconsciente.
Por ejemplo: lo ocurrido en años cercanos al nacimiento, nombres de
personas que es imposible recordar, etcétera.
La información complementaria: Es toda la información restante,
esto es, todo lo potencialmente existente que no conocemos. Por
ejemplo, abarca desde las vidas anteriores a las posteriores, lo que fue
y será en sus gamas más complejas, los tipos de conocimiento que aún
nadie detecta, etcétera.

El universo es información, pero el Vedanta asume que la


información es esencialmente conciencia; razón por la cual la
información es básicamente no-diferenciada.

Todos los estados de conciencia expuestos en los libros no son


más que delimitaciones de información según un modelo u otro que
los autores determinan. Los modelos más certeros y universales
tienden a sistematizar la mayoría de información existente según los
diversos estados en los que ésta pueda ser conocida. Así, entonces,
Śaṅkara establece cuatro estados de conciencia —onírico, sutil, causal
y No-dual—en función de los códigos cosmológicos establecidos por
la tradición de la que él hacía parte.
Igualmente, Patañjali establece cuatro estados de conciencia,
representativos cada uno de la estructura que opera en la práctica
meditativa.
Sin importar cuántos estados haya o cuántos sea posible establecer
—pues, finalmente, puede haber tantos estados como informaciones
existan, es decir, infinitos—, todos ellos plantean mostrar la realidad
bajo una óptica más extensa que la reconocida generalmente por la
filosofía y psicología occidentales. La introducción de la No-dualidad
expande los horizontes del Ser hasta los confines de lo inimaginable.
Es por ello que los diversos tipos de samādhi no son más que expresiones
más «universales» o «genéricas» de conocer la esencia que subyace en el
universo entero y que es base de toda la información cognoscible.
Las diferencias entre savikalpa asociado a «sujeto-objeto» y
nirvikalpa son profundas, pues la experiencia de la potencialidad de
todo lo existente manifiesta la intensidad de una experiencia cuya
naturaleza no se puede sobrepasar. Ser espectador no-localizado (es
decir, no-diferenciado) de los incontables mundos que han nacido, son
y serán, y reconocer la magnitud del impulso de la vida sin referencia
de tiempo y espacio, es una experiencia francamente inenarrable.
Ser testigo no-diferenciado de un universo que se expresa
simultáneamente en cada uno de sus componentes sin que ninguno de
ellos corresponda a un agente diferenciado, es una experiencia única
imposible de sobrepasar.
Allí, en la Meditación, el universo se conjuga, se integra; y, en su
movimiento hacia sí mismo, surge la fuerza del amor que, en forma
de Bienaventuranza absoluta (ānanda), cubre todas las cosas como un
manto de viva luz que protege toda la creación.
El nirvikalpa samādhi, o Meditación, es la más pura expresión
de que la divinidad reside en el seno de cada individuo, de que jamás
hemos estado ausentes de su regazo y de que la ilusión (māyā) es un
maravilloso juego del que ahora no existe el más mínimo vestigio.
Allí no existe pregunta alguna; allí el silencio se conjuga en miles
de sones que conforman infinitas melodías. No se advierte pregunta
alguna, pues se es dueño del Saber (cit); de hecho, se es el Saber mismo.
En él no existe vacío alguno, pues la fuerza de la vida se extiende más
allá de las fronteras mismas de todo lo que Existe (sat), impregnando
del hálito de vida la más lejana y la más cercana partícula de existencia.
El nirvikalpa samādhi no puede conjugarse en palabras, se
resiste a ser desmenuzado por la mente dialéctica; él guarda su
secreto gracias a que nunca podrá ser pensado.

Tanto el nirvikalpa samādhi como el savikalpa samādhi asociado


a sonido encierran una percepción conformada por información No-
dual de objeto y sujeto. La diferencia consiste en que el savikalpa
aún tiene información No-dual que incluir a causa de que existe
una frontera final que cierra su campo cognitivo. En cambio, en el
nirvikalpa samādhi no existe frontera alguna, si bien todavía hay
información No-dual que integrar que hace referencia a todo aquello
que aún la mente no puede ni podrá conocer.
El agente de percepción del nirvikalpa samādhi es el ātman. El
ātman es idéntico a Brahman, el Absoluto No-dual. El ātman, como
perceptor del estado ilimitado No-dual, es no-diferente de aquello que
conoce. No es un agente aislado en un lugar parecido al cielo o el paraíso,
no; su naturaleza es Ser simultánea y ubicuamente, es conocer toda la
potencial información que la mente tiene del universo, a la vez que Sí
mismo es toda la información potencial que conforma el universo.
Para definir claramente los diversos estados de conciencia o
tipos de samādhi es necesario encontrar una representación lógica
que sea suficientemente inteligente para mostrar la dirección hacia
la que apunta metafísicamente el término No-dualidad. Para ello,
analizaremos brevemente algunas ideas descritas previamente en
otros textos54, si bien en un orden diferente.

FRONTERA
LA CUALIDAD FUNDAMENTAL DE LA DIFERENCIACIÓN

A todo evento diferenciado el Vedanta lo denomina genéricamente


como «nombre» y «forma». Todo objeto material o ideal posee la
característica común de poder ser definido intelectivamente. Ello
lleva a que cualquier objeto material o ideal se diferencie de otro
en función de que posee una definición conceptual, la cual siempre

54 Nos referimos a La Paradoja Divina y Los Campos de Cognición.


está asociada a tiempo y espacio. Por ejemplo, la mente reconoce
la frontera superficial del océano que son las costas, pero también
advierte las fronteras geográficas determinadas por los diferentes
convenios internacionales entre países o las fronteras hidrotérmicas
determinadas por las diversas corrientes y las temperaturas que actúan
en ellas. La mente induce también fronteras temporales, como aquellas
que delimitan todos los eventos de un periodo histórico; o fronteras
ideales, como las que delimitan al conjunto de personas que han sido
novelistas o al conjunto de los seres vertebrados. Cada evento, sea
cual sea, es diferente en función de que es posible determinar una
frontera que lo delimita.
Definir implica imprimir una frontera al concepto intelectivo
que se analiza. Dicha frontera delimita las características del objeto
respecto de las características que no posee el objeto.
Los sentidos físicos, por ejemplo, intervienen en la creación de una
frontera entre objetos materiales e ideales: observamos con la vista
cosas bellas, pero no podemos ver la connotación ideal de la belleza
en sí. No importa qué condición definamos, emerge siempre una
frontera ideal o material —ya sea de peso, de color, de temperatura, de
masa, de tiempo, de longitud, de belleza, de temporalidad, de gusto o
disgusto, etcétera— que tiene la virtud de determinar un límite y, por
ende, de introducir un sesgo de diferenciación entre aquello que ha
sido definido versus aquello que se halla más allá de la frontera y, por
tanto, no es parte del objeto propio de la definición.
No existe ningún objeto diferenciado sin una frontera, pues definir
implica, ya de por sí, fijar, determinar un límite a la idea o al objeto
material establecido.
De modo inverso, podemos entonces representar una idea como
una agrupación de información asociada a una frontera determinada,
y así entonces denominarla «campo». Por lo tanto, un campo de
información se refiere a una agrupación de información (figura 9).
Un campo de información se asemeja a la expresión matemática
denominada conjunto. Así como un conjunto matemático es la
agrupación delimitada de números, un campo de información es la
agrupación delimitada de cualquier tipo de entes materiales o ideales.
Por ejemplo, toda información que definamos —tal como «caballos»,
«hojas de un árbol», «ramas de todos los árboles», «gotas de agua»,
«nubes en el cielo», «sentimientos de odio o alegría»— puede
agruparse en un campo de información delimitado por una frontera.
Figura 9
Campo de Información

Es posible, entonces, representar un evento dual, cualquiera que


éste sea, mediante un «campo de información». Por ejemplo, el campo
denominado «bosque» está conformado por árboles, animales, ríos,
montañas, planicies, insectos, etcétera.
Todo campo de información es infinito pero limitado. Es infinito
en cuanto a que está compuesto de innumerables partes o fracciones,
pero es limitado en cuanto a que está delimitado por una frontera
material o ideal.

Todo «campo de información» está conformado por infinitos


atributos pero está delimitado por una frontera.
Las características de los «campos de información» y de la
información misma se han discutido en profundidad en otros textos,
razón por la cual remitimos al estudiante que desee profundizar sobre
el tema a los textos sugeridos.

INFORMACIÓN
LA ESENCIA DE LA COGNICIÓN

La información, por sí misma, es indefinible y adimensional. No


existe información que defina a la información misma. Sin embargo,
la agrupación de información define a la información. Es decir, a fin
de que la información tenga sentido, debe de haber algo constituido
de información que establezca una relación entre informaciones.
Un ejemplo claro para entender la naturaleza de la información es
la geometría euclidiana, que es aquella que se estudia en todos los
colegios y que tiene como hipótesis fundamental afirmar que por un
punto pasan infinitas rectas. La geometría euclidiana define la línea
como una sucesión de puntos, el plano como una sucesión de líneas y
el volumen como una sucesión de planos; pero el punto, que en teoría
conforma líneas, planos y volúmenes, es indefinible en sí mismo, es
decir, es adimensional espacialmente.

La información es una realidad adimensional; no existe por sí


misma sino solamente en relación a otras informaciones.
Desde esta perspectiva, y con el fin de definir apropiadamente la
naturaleza del samādhi, plantearemos un campo de información básico
con cuatro informaciones: el perceptor, lo percibido, la frontera entre
el perceptor y lo percibido y, finalmente, la frontera final del campo.
De tal manera que nuestra disquisición para determinar la naturaleza
del samādhi nos ha llevado hasta ahora a establecer un específico
«campo de información», tal como lo establece la figura 10.
La información que fundamentalmente nos interesa para el análisis
de la práctica meditativa es aquella denominada «el perceptor» y aquella
denominada «lo percibido». El campo que constituyen el perceptor y lo
percibido es fundamental para nuestro posterior desarrollo del proceso
de la cognición. Sin embargo, para definir claramente al perceptor y a
lo percibido es necesario hablar previamente acerca de las fronteras;
en este caso, la frontera interna y la frontera final.

FRONTERA SENSORIA
LA FRONTERA POR EXCELENCIA

La frontera por excelencia la constituyen los cinco sentidos.


La frontera sensoria determina la condición diferenciada de la
información material respecto a la ideal55; es decir, una información es

55 Ver figura 8.
material cuando es exterior a la frontera sensoria y, por tanto, cuando
se percibe mediante los cinco sentidos; es ideal cuando es interior a
la frontera sensoria y, por tanto, cuando lo conocido se percibe sin el
concurso de los cinco sentidos.
Ahora podemos concretar más nuestro campo de información, tal
como lo planteamos desde siempre a través del Vedanta y según lo
estipulado en la figura 10.
Figura 10
Campo de Información básico para la definición de la práctica de la Meditación

INFORMACIÓN DIFERENCIADA

Hemos establecido un campo de información básico que será


objeto de análisis, pues existen dos maneras de presentación de la
información en función de que exista o no frontera sensoria, y dos
tipos de campos de información en función de la presencia o no de
frontera final.
Cualquier evento externo o interno que pueda representarse
mentalmente por un agente de percepción debe considerarse
diferenciado, pues necesariamente existen el perceptor, lo percibido, la
frontera sensoria y una frontera final, tal como acontece en la figura 11.
Tal como lo muestra la figura 11, un campo de información es
idéntico a la suma del perceptor + lo percibido + frontera externa +
frontera interna. Los campos de información pueden poseer dos tipos
de constituyentes de información y dos tipos de constituyentes de
fronteras. Es decir, un campo de Información puede estar constituido
de información dual y No-dual y, además, constituido por una frontera
final cerrada o abierta.
Figura 11
Similares modalidades de Campos de Información

La diversa composición de estados de conciencia nacen de la


agregación de estas características (véase la tabla 25).

Tabla 25
Campos duales y No-duales

Los campos de información están constituidos de información dual


o No-dual; sin embargo, todas las características que la información
potencialmente puede llegar a obtener, que en esencia son infinitas,
pueden clasificarse como combinación de cuatro limitantes posibles56:
Causalidad, Frontera (frontera sensoria), Espacialidad, Interpretativo
(nombre-forma). Es decir, la información que constituye y diferencia
cada uno de los estados de conciencia varía en función de los limitantes
que lo constituyen57 (véase la tabla 26).

Tabla 26
Los Campos de Cognición

Cuando el perceptor se reconoce a sí mismo diferente de


aquello que percibe, entonces la información que constituye el
campo es diferenciada. A su vez, cuando la información del campo
es diferenciada, la información aparece o bien como material o bien
como ideal, en función de que se halle respectivamente fuera o
dentro de la frontera sensoria.

56  Los limitantes han sido profusamente desarrollados en La Paradoja Divina.


57 Estado de Conciencia = Campo de Cognición = Campo de Información + Conciencia = Función
(E, C, F, I), donde E = limitante Espacial; C = limitante Causal; F = limitante de Fronteras; I =
limitante de Interpretación.
INFORMACIÓN NO-DIFERENCIADA

La información puede definirse, tal y como lo planteamos en la Tabla


25, como diferenciada (dual) o no-diferenciada (No-dual). También es
posible definir el relacionamiento de toda la información potencialmente
existente como Causal o No-Causal; o como situada espacialmente
Dentro o Fuera de una frontera sensoria; o como aparentemente real
(māyā) o Real (sat); o como parte o todo. De igual manera, el limitante
de Frontera permite estructurar la información potencialmente existente
en dos campos de información complementarios, denominados
respectivamente el Perceptor y lo Percibido.

Cuando el perceptor se reconoce simultáneamente a sí mismo


y a aquello que percibe, entonces la información que constituye
el campo asume una condición no-diferenciada y el estado se
denomina Concentración. En este caso no existe ninguna frontera
interior que amerite un sesgo de diferenciación entre objeto-sujeto,
pero sí existe una frontera final que delimita a objeto y sujeto de los
demás objetos-sujetos potencialmente existente

Figura 12
Información No-diferenciada

La figura 12 muestra la condición genérica de la información no-


diferenciada en la que perceptor y percibido no pueden delimitarse
uno de otro, dado que el campo de información no posee ninguna
frontera interior.
CAMPO CERRADO

Es posible definir la potencialidad ilimitada de la información con


base al tipo de frontera final que contiene a la información. En este
caso es viable plantear dos tipos de frontera final: Cerrada y Abierta.
Es válido afirmar que el campo es cerrado mientras exista una
frontera final que delimite el campo de información, pues la información
que lo constituye está contenida dentro de una frontera. Para aclarar
este punto, note que la cognición normal del ser humano está siempre
delimitada a una condición límite sensoria, en caso de ser externa, o
a una capacidad de acceso a la memoria, en caso de ser interna. Cada
individuo posee su propia capacidad de delimitar el entorno que
conoce, ya sea por su constitución sensoria, es decir, por la capacidad
de los cinco sentidos, o ya sea por la definición de eventos en razón de
su propia historia, es decir, por su condición de raciocinio.
Un campo cerrado es, por ejemplo, un bosque, un cuerpo humano, el
conjunto de los números, etcétera. La información que la mente humana
puede detectar a través del proceso racional posee necesariamente una
frontera cerrada y está constituida de información diferenciada; es
decir, normalmente el ser humano sólo capta información proveniente
de los estados de Sueño, Pensamiento y Observación.

Mientras exista frontera final, necesariamente el campo de


información se establece como cerrado.

CAMPO ABIERTO

Cuando no existe frontera final que delimite un campo de


información, entonces lo denominamos campo abierto (véase la figura
13). Un ejemplo cercano de ello puede ser la inmensidad del espacio,
que al parecer siempre está en expansión, razón por la cual contiene
siempre a la creación.

La ausencia de frontera final induce la ilimitación del campo y,


por lo tanto, la aparición de un campo de información abierto.
Figura 13
Campo Abierto

El terreno de lo infinito, lo absoluto, lo inconmensurable, omniabarcante,


eterno, etcétera, corresponde a este tipo de realidad abierta.
El ejemplo más típico y contundente del campo abierto son
los estados de Meditación y Samādhi, donde la información que
constituye el campo es no-diferenciada (pues no hay frontera interior)
y la frontera que lo delimita es Abierta. Este tipo de cognición es poco
frecuente en el ser humano, circunstancia que lleva a que el desarrollo
teórico de su naturaleza sea prácticamente inexistente. Son muy pocos
los maestros que han intentado profundizar en el análisis de estos
estados de conciencia; la mayoría, tan sólo se esmeran por dar ánimo
a sus esforzados estudiantes a causa de la dificultad que provee el
entendimiento de la No-dualidad.
Resumiendo: Tenemos hasta ahora dos tipos de información —
diferenciada y no-diferenciada—, dos tipos de campo —Cerrado y
Abierto— y dos tipos de frontera —sensoria (que delimita al conocedor
de lo conocido) y final (que delimita la totalidad del campo)—. En
virtud de lo anterior, es posible organizar la cognición en función del
tipo de información y de la modalidad de campo (tabla 27).
Ya es posible, entonces, determinar con precisión los diferentes
estados de conciencia y adentrarnos en distinguir claramente la
práctica de la Observación, la Concentración y la Meditación. Gracias
a ello podremos definir y distinguir con claridad los dos savikalpa
samādhi y el nirvikalpa samādhi internos y externos de los que habla
Śaṅkara en esta obra.
Tabla 27
Resumen de Estados de Conciencia según el tipo de Campo y de Información

OBSERVACIÓN
SAVIKALPA SAMĀDHI ASOCIADO A OBJETO

En el estado de Observación tiende a primar la información en


un campo cerrado donde sólo prevalece el Observador (en caso de la
práctica interior) o lo Observado (en la práctica externa).
Es necesario, para que prospere este estado, dirigir la atención
exclusivamente a los acontecimientos «que están sucediendo»; de no ser
así, es decir, en caso de atender pensamientos (si la práctica es interna)
o de interpretar lo percibido (en caso de estar en práctica externa), el
estado se deslizará inmediatamente al Pensamiento o bien al Sueño.
Cuando en el mundo interior la atención logra posarse firmemente
en el observador que atiende, los múltiples pensamientos empiezan
a distanciarse hasta que finalmente una masa oscura, homogénea e
ilimitada, situada al frente del observador, se convierte en la única
realidad experimentable. La permanencia en este estado conlleva a
que el observador finalmente prime sobre lo observado, de tal manera
que se de un «salto» a la Concentración, estado en el que el observador
es simultánea y ubicuamente el observador y lo observado.
La Observación, como es lógico, es parte de un campo
cerrado donde la información que lo constituye es necesariamente
diferenciada. Cuando la información que se encuentra atrapada en una
frontera cerrada se hace no-diferente, entonces emerge el estado de
Concentración. Esto ocurre cuando el observador es simultáneamente
lo observado (práctica interna) o bien cuando lo observado es
simultáneamente el observador (práctica externa).

CONCENTRACIÓN
SAVIKALPA SAMĀDHI ASOCIADO A SUJETO-OBJETO

Se alcanza el estado de Concentración cuando el perceptor se


reconoce no-diferente de lo percibido dentro de un campo cerrado de
cognición58. Entonces el perceptor fluye no-diferenciado en la totalidad
del campo cerrado, pero no alcanza a percibir toda la información
potencial, pues ésta se halla más allá de la frontera final.
Es desde la Concentración que finalmente la experiencia No-
dual se vierte en la Meditación, donde el perceptor se experimenta
irremediablemente «expandido» hacia una realidad que está más
allá de su propio control. El universo pierde la condición estable que
favorece la Concentración y se adentra en una explosión interior que
avizora una realidad que rápidamente se integra en el propio campo.
Allí, el practicante se ve impelido a integrarse con la información
potencial que la frontera final del campo delimitaba, como un río que
irremediablemente muere en el océano que lo contiene. La meditación,
o nirvikalpa samādhi, es la experiencia donde el río comienza a ser
océano.
La experiencia de la Concentración es profundamente exquisita,
pero aún existe un vestigio de potencialidad de información no
integrada en el campo. En la medida que se profundiza en el estado, la
información No-dual que antes conformaba el complemento del campo
inicia ahora el proceso de integración al campo. Dicha integración,
en forma de nirvikalpa, puede realizarse en instantes o simplemente
permanecer el estado de concentración sin que prospere el estado de
Meditación.

58 Un campo de información se denomina campo de cognición cuando la naturaleza de la


conciencia se introduce como parte integrante del campo. Para profundizar en el tema, se aconseja
leer cuidadosamente Los Campos de Cognición, Sesha, (www.sesha.info)
MEDITACIÓN
NIRVIKALPA SAMĀDHI

Cuando se diluye la frontera final del campo de cognición cerrado


que delimita el estado de Concentración, entonces el perceptor del
campo (el ātman) puede afirmar que se encuentra en meditación, es
decir, en nirvikalpa samādhi. En el nirvikalpa la frontera final cesa, es
decir, la mente no produce sentido de diferenciación de la información,
dejando atrás todo posible nivel de diferenciación y de información
potencial por integrar. Allí, la ausencia de cualquier frontera interior y
de cualquier frontera final mece al perceptor (el ātman) en un estado
de inmensa dicha. El Sí Mismo se asemeja a las inmensas galaxias que
bordean el infinito de cuanto existe. El tiempo y el espacio se conjugan
y no asumen la condición diferenciadora que inducen en otros estados
de conciencia. Allí, el néctar de bienaventuranza se experimenta
sin comienzo ni final. No existe un «algo» diferente de otro «algo».
Existencia, Conciencia y Bienaventuranza se prodigan por doquier,
sin que exista agente diferenciado que sea testigo de la majestad de lo
que acontece.
La vivencia del nirvikalpa samādhi, en cualquiera de sus facetas,
es la más excelsa de las experiencias que el ser humano pueda vivir.
Todas las tradiciones convergen en el profundo significado de la
experiencia final59 del samādhi tiene como sostén y fundamento de
toda realidad.
Como ejemplo del nirvikalpa samādhi interior, a continuación
presento un testimonio cuyo objetivo es mostrar, con el más puro afán
pedagógico, la obtención de dicho estado mediante el camino interior
(antaḥ), es decir, sin la presencia de los objetos externos, pues los
sentidos previamente han sido desconectados de ellos:
«Transcurría el mes de mayo del año mil novecientos
ochenta y seis. Algunos amigos me invitaron a una práctica
interior que consistía en hacer varios tipos de visualizaciones

59 Conceptos como nirvāṇa (tradición del budismo), éxtasis místico (originario del
cristianismo), satori (con raíces en el Zen) son ejemplos de la universalidad del estado
fundamental que el Vedanta denomina samādhi.
acompañadas de música, actividad que frecuentemente
realizaban en grupo. Mi interés por este tipo de ejercicios en
particular era muy escaso. Aún así, acepté gracias a que se
reunían en un lugar lejano de la ciudad donde el paisaje, por
sí mismo, era un aliciente suficiente que superaba con creces
la pesadez de una tarde llena de prácticas que, a mi entender,
carecían de sentido.
La sala era realmente acogedora; el clima frío de aquella
región era sosegado por un tapete de lana virgen de oveja,
de espesor bastante generoso. Una de las paredes era un
inmenso ventanal que contrastaba en la cercanía con los
múltiples colores de algunas flores sembradas en los jardines
circundantes y con un espejo de agua en forma de laguna que
aparecía a la distancia. El cielo, intensamente azul, parecía
pregonar una tarde excepcional.
Todos nos sentamos en la sala donde realizaríamos la
práctica. Preferí tomar cierta distancia del grupo; eran ellos
unos seis. Permanecí unos metros alejado pues, en caso de ser
necesario y a causa de la posible inconformidad del tipo de
práctica realizada, podría levantarme sin hacer mucho ruido ni
molestarlos en exceso para salir a gozar de la majestuosidad de
tanta naturaleza bellamente reunida.
La música comenzó. Mozart era el primer invitado, luego
Beethoven. Mientras los compases iban y venían, quien dirigía
el grupo pedía que lleváramos las manos a diferentes lugares del
cuerpo donde supuestamente se encuentran los cakra y sitios con
algún tipo particular de energía. Allí, las manos rítmicamente
servían de guía a la energía que debía desprenderse de cada
lugar para dirigirse a otros sitios del cuerpo. Tras unos minutos
de seguir con las instrucciones comencé a sentirme incómodo,
pues los años previos de estudio y práctica de meditación
Vedanta Advaita —unos ocho, más o menos— allanaban el
camino de la búsqueda interior desde un camino diferente: La
autoobservación del proceso cognitivo. En aquella época el
camino de la autoobservación me era profundamente complejo
de realizar; y aunque era relativamente constante en la práctica
y mi corazón buscaba sanamente un resultado conducente a
una experiencia fundamental No-dual, tal como la tradición
la afirma, lo más que podía lograr en algunas ocasiones era
desconectarme del dolor corporal o aplacar momentáneamente
algunos sones externos que el oído no cesaba de escuchar.
Siempre, miles de pensamientos se arremolinaban intentando
cada uno sobresalir desesperadamente sobre los restantes a
la superficie consciente, como si fueran náufragos buscando
oxígeno mientras la tormenta los abate al fondo del mar.
Así, continuó la experiencia por algunos minutos en el
acostumbrado caos mental, siempre el desesperante, cotidiano
e incontrolable caos mental. Finalmente, tomé la decisión
de intentar conscientemente evitar escuchar la música y, por
ende, las instrucciones que se daban respecto a dónde localizar
la energía, sus colores o el lugar del cuerpo a donde debía
redirigirse.
De un momento a otro, y sin razón alguna, el espacio interior
tomó un tinte completamente oscuro. Me pareció extraño
pues siempre y en todo momento, durante todos los años de
práctica, había siempre presencia de alguna sombra o color; y
cuando ello no acontecía, de un sonido o una molestia física.
El panorama totalmente oscuro que se presentaba al frente, en
mi vista interior, se asemejaba a una inmensa bóveda celeste
carente de estrellas y de luminosidad. Era momentáneamente
perceptor de una realidad asombrosa, completamente quieta y
libre de los excesivos atributos que normalmente los sentidos
físicos hacen que la mente, mediante los procesos dialécticos,
advierta de los objetos externos.
Allí podía pensar aún. Mi natural capacidad inquisitiva
llevaba a intentar saber qué estaba pasando. Observaba a los
lados, arriba, abajo... No había nada, todo estaba carente de
formas. Permanecí allí investigando todo lo que podía sonsacar
al instante. Pasados unos minutos, el proceso cognitivo que
antes acompañaba a la oscuridad que en ciernes me cubría
empezó a ralentizarse; a cada momento era más difícil atribuir
características a lo que en mi mundo interior acontecía.
Finalmente, en la lejanía del universo oscuro que me
invadía y justo al frente, en una localización que podía
presumirse correspondiente al horizonte, emergió un pequeño
sol de color rojo. Rápidamente se acercaba, aumentando
considerablemente su tamaño. Advertía que mi proceso
pensante se hacía más lento a medida que aquel sol rojo se
acercaba; los «nombres» y las «formas» con las que podía
atribuir características a lo que acontecía eran cada vez más
escasos; la mente se dirigía a un tipo de experiencia en la que
paulatinamente se veía imposibilitada de pensar. Llegó el
momento de poder observar claramente la naturaleza luminosa
de aquella masa de color rojo que, instante a instante, buscaba
cubrir todo el espacio de mi vista interior. Por el carácter de
su luminosidad se asemejaba a un sol. En los extremos de su
circunferencia brotaban resplandores en forma de tentáculos,
que secuencialmente se reabsorbían nuevamente en la masa en
la cual se originaban; parecía con vida y mostraba una energía
más allá de cualquier contemplación.
Fue necesario tomar una última determinación: permanecer
a la expectativa de lo que podría ocurrir o abrir los ojos y
cortar de tajo el proceso que acontecía interiormente. Opté
por lo primero: permanecer impasible ante cualquier cosa que
pudiera pasar. Inclusive el irrefrenable temor a morir empezó
a invadirme, pues la inmensa masa luminosa tenía, al parecer,
el poder de arrastrar la vida que en mi cuerpo moraba. Sentir
la muerte tan cerca acrecentaba mi temor. Asumí realmente la
decisión: seguir, sin importar qué pudiera acontecer. En ese
mismo momento el sol rojo cubrió la totalidad de mi espectro
interior, chocó violentamente contra el pecho e hizo que el
corazón explotará en mil pedazos, igual que una botella de
cristal caída desde cientos de metros de altura.
Fui lanzado al espacio mismo. No sentía el cuerpo. Era
espectador de cómo la luna, los planetas, el sol y las estrellas
pasaban una a una o por millones, conformando un universo cada
vez más ilimitado. Podía advertir galaxias y nidos de galaxias,
cada uno con infinitos constituyentes; era testigo de mundos
conformados por cada partícula de polvo. Luces inenarrables,
fuerzas que por su furia son incomprensibles e ideas que jamás
mi mente podrá nunca explicar se arremolinaban en una danza
acompañada por la música de una felicidad indescriptible.
Era testigo no solamente de este universo, sino de todos los
restantes, de aquellos que existen más allá de nuestra limitada
comprensión mental. Tiempo y espacio se manifestaban, pero
no limitaban. Un inmenso manto de bienaventuranza cobijaba
la existencia. Luego, afianzado en el infinito mismo, me
convertí en infinito.
Mi corazón recuerda cosas que la mente está imposibilitada
a definir con palabras. Era el conocedor y lo conocido. La
fuerza de la comprensión habitaba en cada recodo de un
universo sin principio ni final. Un océano de conciencia
habitaba todo lo existente y más allá de lo existente. El amor
era tan enloquecedor como el brillo de mil soles juntos que
se mecen en una pompa de jabón. Allí, resguardado de toda
dualidad, fundido en el lugar de los secretos, el universo reveló
su esencia inmortal.
Durante horas el universo fluía en el universo mismo.
Ni el amanecer de universos ni la explosión de inmensas
estrellas eran capaces de enturbiar dicho estado. Es una
realidad sin comienzo ni final. Es imposible saber qué tiempo
duró aquello; sólo había eternidad. Finalmente, y después
de unas horas, apareció nuevamente el mundo objetivo.
Nuevamente los objetos aparecían ante mis ojos, los sonidos
magnificados creaban algo de confusión; sin embargo, era
imposible distinguir entre una forma y otra. Los objetos se
presentaban, según su índole esencial, dotados de color, olor,
sonido, etcétera, pero era incapaz de encontrar diferencia entre
ellos. Al igual, el perceptor se asemejaba a un inmenso cristal
transparente imposible de localizar.
Lo sucedido después, y el asombro suscitado en quienes
incrédulos me observaban, es parte de otra historia. Los gloriosos
días que posteriormente se sucedieron forjaron una comprensión
que solamente la experiencia misma puede otorgar.»

ŚLOKA 27

La primera clase de samādhi es posible tanto con la ayuda de


algún objeto externo como de uno interno. En este samādhi, el
nombre y la forma están separados de lo que es Existencia Pura
(Brahman).
El savikalpa samādhi asociado a objeto es posible realizarlo tanto
con la ayuda de un objeto externo como de uno interno. El agente
experimentador de este savikalpa samādhi asociado a objeto aún no
es Brahman, el absoluto No-dual.
El savikalpa samādhi asociado a objeto es una experiencia dual,
fragmentaria, donde sujeto y objeto aún se contrarrestan, tal como lo
hacen dos cargas del mismo signo.
La tradición establece la división del savikalpa samādhi asociado
a objeto en dos modalidades de experiencia: interna (antaḥ) y externa
(bāhya). Estas dos modalidades de savikalpa samādhi son resultado del
inicio de la experiencia que desembocará finalmente en la Meditación.

La esencia del samādhi no-dual se soporta en el hecho de


la existencia de un tipo de cognición donde el observador se
experimenta no-diferente de aquello que conoce.
Como ya se ha dicho reiteradamente, la práctica meditativa presenta
tres peldaños o estados fundamentales: Observación, Concentración y
Meditación. A la vez, la práctica posee dos vertientes esenciales: la
interna y la externa. De este modo, tenemos tres estados simétricos
que hacen un total de seis estados de conciencia: Observación,
Concentración y Meditación internas, y Observación, Concentración
y Meditación externas.
Lo que se persigue, tanto en la práctica interna como en la externa,
es posibilitar un estado de cognición No-dual en el que el perceptor
se percibe simultánea y ubicuamente no-diferente de lo percibido.
Con tal fin, la estrategia empleada en la práctica interna es idéntica,
aunque simétricamente opuesta, a la empleada en la práctica externa.
El pormenor de la práctica, tanto interna como externa, se encuentra
detallado en otras obras60; no obstante, y para mayor facilidad del
lector, procedemos a recordarlo brevemente a continuación.
En la práctica interna se busca que lo percibido sea el propio
perceptor, es decir, se busca percibir o indagar al propio perceptor.
Para ello, es preciso primeramente desconectar los órganos sensorios,
a fin de verterse en el mundo interno. A continuación, la clave es
distanciarse de todo lo que no sea el perceptor, lo cual incluye
tomar distancia de los objetos internos: pensamientos, emociones,
fantasías, etc. Este estado, en el que predomina exclusivamente el
perceptor, se denomina Observación interior. La permanencia en este
estado produce una paulatina autoabsorción de la atención sobre sí
misma en el Presente, lo cual da lugar al estado no-diferenciado de
la Concentración (no-diferenciado, pues es obvio que el perceptor es
no-diferente de lo percibido ya que ambos son el único y el mismo),
dando lugar a continuación al mágico instante en el que el campo de
cognición de la Concentración se abre para producirse el estado de
Meditación interior.
Idénticamente a la práctica interior, la práctica externa busca que
perceptor y percibido se manifiesten no-diferentes, sólo que la vía
que se sigue es la simétricamente opuesta a la empleada en la práctica
interior; a saber: en la práctica externa se busca que el perceptor sea
lo percibido, es decir, se busca ser percibido por lo que se percibe o,
dicho de otro modo, que sea lo percibido quien percibe. Para ello, el
observador se sumerge en la percepción pura a través de los sentidos
desapareciendo como observador separado, es decir, percibiendo
los objetos externos sin distancia hasta llegar a fundirse con ellos.
Este estado, en el que predomina exclusivamente lo percibido, se
denomina observación exterior. Análogamente a la práctica interior,
la persistencia en este estado origina una paulatina autoabsorción
de la atención sobre sí misma en el Presente, lo cual da lugar al

60 Particularmente en La Paradoja Divina, Sesha, (www.sesha.info).


estado no-diferenciado de la Concentración (que obviamente es no-
diferenciado, dado que lo percibido es no-diferente del perceptor ya
que ambos son el único y el mismo), dando lugar a continuación a que
desaparezca la frontera final del campo, produciéndose entonces la
inigualable vivencia de la meditación exterior.
Detallaremos a continuación el mismo análisis, pero desplegado
ahora por estados de conciencia.
Observación interior, o antaḥ savikalpa samādhi asociado a
objeto: El testigo (exín) atiende la ausencia de pensamientos. Allí,
firmemente situado como espectador, se experimenta a sí mismo como
ausente de historia. El Presente se convierte en un devenir que cada
vez induce mayor densificación y preeminencia al testigo y menos a
los objetos (pensamientos, etc.) que conoce.
Observación exterior, o bāhya savikalpa samādhi asociado a
sujeto-objeto: El testigo (exín) se funde en lo conocido, dando lugar
a la preeminencia de lo observado. Allí, la cognición es carente de un
testigo independiente que haga propio el saber. La cognición opera
gracias a que lo conocido es esencialmente conciencia. Es lo conocido
quien conoce, aunque aún no posee el poder de atestiguarse, situación
que sí operará en la Concentración.
Concentración interior, o antaḥ savikalpa samādhi asociado
a sujeto-objeto: El exín, testigo de la Observación, se convierte en
objeto de percepción de sí mismo. Esta nueva modalidad de cognición,
donde el sujeto es simultáneamente objeto y sujeto de conocimiento,
produce una forma de atestiguación No-dual. Esta nueva manera No-
dual de experimentar la realidad es atestiguada por el sākṣin, el cual
es no-diferente de lo conocido. El sākṣin fluye simultáneamente como
aquel que atestigua y como aquello que es atestiguado.
Concentración exterior, o bāhya savikalpa samādhi asociado
a sujeto-objeto: El exín, testigo de la Observación exterior, ahora se
reconoce a sí mismo como sujeto de percepción de lo conocido. Esta
nueva variante de cognición induce la aparición de la cognición No-dual.
El nuevo testigo, el sākṣin, es ahora la intersección simultánea y ubicua
de todo lo conocido a través de los sentidos y de quien atestigua todo ello.
Meditación interior, o antaḥ nirvikalpa samādhi: Esta práctica
marca el inicio de la integración total de la información No-dual.
Aquí toda la información potencialmente cognoscible por la mente
del Señor de la creación, esto es, tanto la información consciente
como la complementaria, se integra simultáneamente en un todo No-
dual. Este proceso acontece, al igual que en la Concentración Interior,
sin que exista presencia sensoria, es decir, el mundo externo queda
momentáneamente extinguido sin que se le pueda concienciar. Esta
práctica provee la integración simultánea en un todo No-diferente
de todos los contenidos conscientes e inconscientes que hacen parte
de la mente humana. En este estado, al igual que en todos los que
denominamos interiores (antaḥ), los sentidos están ausentes.
Meditación exterior, o bāhya nirvikalpa samādhi. En este estado
la delimitación sensoria que existía en el estado de Concentración
ahora se extingue. El universo material ahora se experimenta como
un todo no-diferente. La frontera final sensoria se abre, de tal manera
que los contenidos del universo se agrupan tal como lo hace el espacio
de una jarra que se rompe con el espacio externa a ella. El universo
se sigue viendo, oliendo, tactando, etcétera, pero la simultaneidad y
ubicuidad de todos los eventos se conciencian en la vorágine de la
percepción que acontece.
La enumeración de los estados No-duales que Śaṅkara determina
no son, finalmente, distintos a los que otros grandes comentaristas,
como Patañjali, definen (véanse las figuras 14 y 15). Hablar, como
Śaṅkara lo hace, de modalidades de nirvikalpa o savikalpa samādhi
no debe crear confusión en el estudiante, pues todas las diversas
sistematizaciones de las diversas gradaciones que se experimentan
en la fase de la práctica meditativa convergen finalmente en
la experiencia No-dual, tan intransmisible como inexpresable.
Personajes de la talla de Śaṅkara y Patañjali, entre otros, han tenido
la inmensa dificultad de plantear un camino que no se puede «ver»
con los ojos del intelecto dual.
Figura 14
Savikalpa y Nirvikalpa Samādhi Internos

Figura 15
Savikalpa y Nirvikalpa Samādhi Externos
ŚLOKA 28

La entidad que (siempre) es de la misma naturaleza e ilimitada


(por tiempo, espacio, etcétera.), y que se caracteriza por la Existencia-
Conciencia-Bienaventuranza, es verdaderamente Brahman. Tal
reflexión ininterrumpida es llamada la absorción intermedia, que es
el savikalpa samādhi asociado con sonido (objeto).
El ātman, cuya naturaleza siempre es la misma e ilimitada, y
que se caracteriza por la Existencia-Conciencia-Bienaventuranza,
es verdaderamente Brahman. La experimentación No-dual de los
objetos del mundo externo se denomina savikalpa samādhi asociado
a sujeto-objeto, y su percepción permanente desemboca finalmente en
el logro de Brahman.
El logro del savikalpa samādhi asociado a sonido, es decir,
todavía asociado o delimitado por una frontera mental construida por
lo que solemos denominar inconsciente, deviene normalmente desde
el estado de Observación, y es lo que nosotros denominamos estado
de Concentración.
La tradición explica mayormente la experiencia interior; es decir,
explica cómo es posible adoptar una condición No-dual mediante una
serie de pasos, cada uno de los cuales supone el ingreso a un estado
de conciencia progresivamente más elevado y profundo. El mayor
análisis nunca hecho, y que el Vedanta acepta casi en su totalidad, lo
hizo hace miles de años el sabio Patañjali mediante el análisis de sus
famosos aforismos.
Tal como se estudió previamente61, Patañjali propone cuatro pasos
consecutivos interiores, cada uno de ellos más profundo, que van
desde desconectar los sentidos de los objetos externos (pratyāhāra)
hasta el logro del samādhi, mediante el paso previo por los estados
denominados dhāraṇā (Concentración) y dhyāna (Meditación).
La tradición ha estudiado con pormenor la práctica interior, pero
son pocos los libros y los autores que han planteado de manera explícita
y ordenada la práctica externa dentro de un sistema lo suficientemente
claro como para que los estudiantes puedan metodizarla.

61 Ver Tabla 8.
Es la Bhagavad-gītā (el Canto del Señor) el texto que desde siempre
ha inspirado el camino de la práctica interior y exterior en la tradición
Vedanta. Las primeras seis estancias o capítulos del libro en cuestión
—específicamente del dos al seis— tienen como objeto desarrollar
pormenorizadamente las ideas que llevan a convertir el mundo externo
en objeto de práctica Meditativa mediante la realización continuada
del karma yoga62, a fin de lograr la libertad final (mokṣa).
Es común creer que el mundo externo, en vez de ser un objeto
de contemplación, se convierte en un objeto de distracción. Esta
concepción, tan frecuente en la tradición religiosa occidental y en
algunas otras, ha convertido la realidad material en símbolo de algo
innoble, erróneo e inclusive malvado. Tales apreciaciones, fruto de la
ignorancia, demuestran el pobre sentido que se da al mundo y a los
objetos materiales que lo constituyen. Inclusive, esta falaz apreciación
del mundo material ha generado una brecha del mundo interior respecto
al desarrollo científico que, basado en el realismo filosófico, intenta
describir a su manera la parcela de realidad de sus observaciones.

Desde el Vedanta, el mundo no es un contrincante que deba ser


aplastado sino un instrumento de realización de la propia libertad.
La maestría de lograr verlo como un ente No-dual es el fundamento
de la práctica exterior o karma yoga.
La práctica meditativa externa se sustancia en el karma yoga, el
cual enseña a realizar toda acción rectamente, es decir, sin consecuencia
kármica o atadura causal. El fundamento del karma yoga establecido
en la Bhagavad-gītā busca desarticular la condición egoica que tiende
a aparecer mientras se realiza la acción. Son dos los objetivos que el
karma yoga intenta plantear asociados a la acción: Desapegarse de su
resultado (apetencia del fruto futuro) y desapegarse del sentimiento de
ser su ejecutor (egoencia).

62 Un análisis profundo acerca de la acción se ha planteado en el libro El Eterno Presente, Sesha,


(www.sesha.info).
LA APETENCIA DEL RESULTADO DE LA ACCIÓN

La Bhagavad-gītā propone la realización de la acción sin apetencia


del fruto, es decir, propone realizar la acción por la acción y no por el
resultado que de ella se pueda obtener.
Esta situación carece de sentido para la cultura occidental, pues
todo el planteamiento de esta cultura se basa en el provecho propio.
La economía, la educación e inclusive el planteamiento científico del
mundo occidental se basa en el hecho de la existencia de realidades
independientes, ya sean objetos materiales o ideales, que pueden ser
conocidos y poseídos por un perceptor que ostenta una condición
similar de individualidad e independencia.
Occidente actúa basándose en el provecho personal. Los individuos
se educan con una visión egoísta fundamentada en la consecución de
las metas personales. Aunque se hable de que el provecho común es
superior al individual, ello es una falacia, una mentira. La democracia y el
capitalismo son verdades de pocos que convencen a muchos. El mundo
está manejado por la conveniencia de muy pocas personas; éstos son
quienes establecen las reglas que gobiernan al resto. En el mundo prima
el poder de pocos sobre muchos, y no el bien común frente al individual.
Esta forma de vida tiene sus ventajas, especialmente para aquellos
que forman parte del clan de privilegiados. La riqueza de pocos
tiene como condición la pobreza de muchos. Los pobres desean ser
poderosos, los poderosos desean serlo aún más.
La acción lleva al ser humano a proyectarse en las metas que sus
inacabados deseos plantean día a día. La intencionalidad y el deseo
planean por doquier. Las acciones se impregnan por la necesidad de
lograr metas inacabadas, de allegar frutos a las acciones y de obtener
resultados de cada acción particular.

RECONOCERSE AGENTE EJECUTOR DE LA ACCIÓN

Otro grave error de la mayoría de los individuos que realizan


cualquier tipo de acción es asumir que son ellos quienes verdaderamente
ejecutan la acción. Si el ser humano fuera lo suficientemente observador
de los procesos que le rodean, notaría con profundo asombro cómo cada
cosa verdaderamente se hace por sí misma. El mundo se manifiesta
como una materialización del instante experimentado, pero jamás es
un acto que emerja en función de las querencias de los individuos.
Nuestra propia constitución física y psicológica es producto de
años sin cuento. Son miles las experiencias que hemos olvidado en
esta y otras existencias. Nuestro universo, forjado de recuerdos a corto
plazo por la información situada en la memoria consciente, es tan
pobre como nuestra decisión de no decir jamás mentiras.
¿Cómo evitar la guerra si ella es, en sí misma, consecuencia del
egoísmo humano? ¿Cómo evitar las enfermedades si nos acogemos a
modos de vida desordenados?
El ser humano asume que él controla la acción, pero tan sólo es
espectador de un universo que fluye en una dirección que a veces
coincide con sus deseos y a veces no. No somos creadores de las
acciones; somos simples espectadores cuya única libertad consiste
en permanecer o no atados al pasado creyendo que somos quienes
realizamos las acciones.

La libertad consiste en identificarse o no con la acción realizada


por apetencia de fruto y sentido de egoencia. Así, la auténtica
libertad radica en actuar sin la presencia del sentido de «yo».
¿Cómo lograr sustraerse al sentido de apetencia por el resultado de
la acción y al sentido de egoencia en la acción?
Primero de todo, es necesario que el sentido de yoidad sea
erradicado mientras se realiza toda acción. Para ello es imprescindible
que la cognición de los objetos externos se realice bajo un modelo de
percepción diferente al que normalmente está establecido; es decir, se
debe impedir, mientras se ejecuta toda acción, que exista sentido de
distancia entre el perceptor y los objetos de percepción.
La interpretación mental de las acciones induce un sentido de
distancia, de diferenciación entre el perceptor y lo percibido. La
apreciación de espacialidad es consecuencia de interponer la frontera
sensoria entre los objetos que constituyen el mundo y su perceptor.
Figura 16
Percepción CON y SIN distancia de los objetos externos

Desde una perspectiva metódica —no en el campo ético sino


en el epistemológico—, la obtención del estado de Concentración
deviene en la consecución de una serie de pasos que a continuación
describimos.
Cuando planteamos la práctica meditativa externa o la interna, nos
apoyamos en los breves gráficos que se plantean a continuación (véase
la figura 16).
Desde la perspectiva externa, es necesario que el sujeto (que es parte
integrante de la mente) se proyecte a través de los sentidos y perciba
los objetos externos (auditivos, visuales, etcétera) desde el mismo
lugar donde ellos se encuentran. Ese primer paso lo denominamos
Observación externa. En el mismo momento en que se proyecta la
percepción, la condición egoica queda momentáneamente suspendida.
La cognición depende ahora del campo sensorio mismo que ahora se
destaca. La condición inteligente que emerge como controlador del
estado se denomina exín.
Cuando la mente se proyecta a través de los sentidos, el sentido
de yoidad desaparece y la mente es trasladada a una nueva forma
de cognición más allá de su común funcionamiento; ello ocurre,
por ejemplo, cuando se la traslada de estar «dentro» de la frontera
sensoria a estar proyectada «fuera» de ésta, como sucede cuando el
individuo se abstrae momentáneamente en un deporte, lee ávidamente
un interesante libro o cuando observa una emocionante película y se
abstrae momentáneamente en la pantalla de cine.
Para lograr la relocalización de la cognición externa es necesario
que la percepción sea realizada desde la fuente, es decir, desde el
objeto externo, y que además se realice con profundo detalle63.
Cuando el sentido de yoidad se desvanece en el campo de cognición
y la forma de cognición perdura lo suficiente como para crear una
inercia consistente, entonces el campo mismo induce un perceptor que
conoce simultáneamente al campo y a sí mismo. Dicha modalidad de
conocimiento se denomina Concentración externa o bāhya Savikalpa
samādhi asociado a sonido.

63 Con el fin de profundizar en la correcta cognición externa, se aconseja analizar y estudiar


pacientemente el libro La Paradoja Divina
ŚLOKA 29

La insensibilidad de la mente (a los objetos externos), como se


dijo anteriormente, a causa de la experiencia de Bienaventuranza,
es designada como la tercera clase de samādhi (nirvikalpa). El
practicante debe dedicar su tiempo ininterrumpidamente a estas seis
clases de samādhi.
La disolución de la mente en la totalidad de todos los contenidos
externos procura un estado de Bienaventuranza (ānanda) designada
como bāhya nirvikalpa samādhi o Meditación exterior. El practicante
debe dedicar su tiempo ininterrumpidamente a la absorción en estas
seis clases de samādhi.
El nirvikalpa samādhi es el estado de conciencia supremo por
excelencia. No existe una modalidad de percepción más estable que
aquella que acontece en este estado.

La esencia del conocimiento del Vedanta es que el individuo


(jīva) es idéntico al Absoluto No-dual (Brahman).
Es de anotar que el Vedanta no afirma que en el nirvikalpa
samādhi el universo se diluya en alguna condición que sólo puede
ser allí conocida; tampoco afirma que implique la integración de una
entidad creadora que subyace en alguna región de la creación. Desde
nuestra perspectiva, la información que constituye el universo —es
decir, toda la que la mente puede conocer y también aquella que no es
cognoscible— jamás se destruye, no se deshace ni se transforma en
algo que previamente no sea ella misma.
Afirmamos que la información puede adoptar una condición
peculiar de cognición en el samādhi No-dual, al no existir los
atributos dialécticos que la delimitan en los estados previos y
duales de conciencia. El gran dilema de Occidente y de los sistemas
pseudocientíficos duales es que asumen a priori la existencia de una
condición denominada «yo». Inclusive, le insertan la condición de
ser consciente, de tener pensamientos y de poseer un cuerpo vivo.
El hecho de tomar al «yo» como algo real y como punto de partida
es la más errónea de las invenciones humanas, y hace que todas las
indagaciones respecto al origen de la existencia terminen siempre
desembocando en caminos sin salida, en paradojas irreconciliables.
Aunque nadie define claramente el «yo», todos asumen que lo poseen,
que es la base de su existencia y que es la fuente de la cognición; sin
embargo, nada hay más nefastamente incierto.

El «yo» es una verdad en la que todos creen, pero que nadie


puede probar. Su naturaleza cambiante, efímera e inestable, que se
acompaña de eventos externos de similar naturaleza, es la fuente de
la dualidad, de la impermanencia y del sufrimiento humano.
El «yo» no es «algo» que exista en la mente ni fuera de ella, como
la lava que puede ser expulsada por un volcán; tampoco es «algo» que
se recubra por capas como una cebolla; menos aún es un principio que
nace y lentamente madura, como lo hacen las plantas al germinar.

El «yo» es el sentido de propiedad de la cognición.

Afirmamos que el «yo» es un ilusorio intermediario en la


cognición, y que su presencia en relación con los objetos que conoce
crea la posibilidad de que la información adopte cinco diversos estados
de conciencia, tres de ellos duales y dos No-duales.
Afirmamos que el «yo» es parte de la mente y que la mente es
parte del «yo». Que cuando la mente incluye la «yoidad» en el proceso
cognitivo, específicamente en el proceso dialéctico, la información
conocida adopta una condición que implica la diferenciación entre el
perceptor y lo percibido.
Afirmamos que mientras la mente adopte en su funcionamiento
una condición dialéctica, todo proceso pensante va acompañado de
localización, pertenencia y control. La condición de localización,
pertenencia y control se denomina «yo». El «yo» no es algo ajeno
al pensamiento; es, simplemente, el sentido de localización, de
pertenencia y de control asociado al pensamiento.
LOCALIZACIÓN

Cuando el perceptor, al pensar de manera dialéctica, asume que


sitúa su experiencia enmarcada en un orden que su propia historia
avala, localiza la información pensada respecto al factor tiempo.
Cuando el agente de cognición o perceptor, al pensar, asume que
su experiencia se estructura asociada al sentido de distancia —«yo»
aquí, «ello» allá—, entonces la información determinada se localiza
respecto al espacio.
En general, cuando la información cognitiva se localiza desde
cualquier sistema de referenciación, el pensamiento queda atado al
sistema que determina la referenciación misma. El «yo» es el sentido
de referenciación que opera en el proceso dialéctico.

PERTENENCIA

Cuando en el proceso dialéctico los pensamientos se acompañan


del sentido de pertenencia, es decir, del sentido egoico, la cognición
genera sentido de lo mío y de lo que no es mío.
La apreciación de lo mío induce un sentido de adueñamiento,
de propiedad de lo pensado. Allí, el pensamiento adopta el matiz de
ser pensado por mí, o adopta la característica de pertenecerme a mí.
Entonces, la historia misma, la memoria misma —que en realidad
no es más que un conglomerado de información con sentido de
pertenencia— asume el sentido de primera persona, de ser poseída
por un agente común dueño del acontecimiento vivido en forma de
experiencia y que ahora existe en forma de recuerdo.

CONTROL

El «yo» es control. La continua actividad dialéctica genera un


sesgo de orden en el que emergen situaciones más importantes unas
que otras. El más importante de todos los pensamientos es «ser un
yo». Cualquier categoría que plantee la mente está comandada por el
sentido del «yo».
De ahí en adelante todos los pensamientos restantes han de ser
controlados en base al orden establecido por el agente primordial de
la cognición: el «yo».
Un samādhi No-dual, ya sea savikalpa o nirvikalpa, es tan sólo
la ausencia de sentido de localización, pertenencia y control de la
cognición misma. Pero, de no existir «yo», ¿dónde está el perceptor
de lo conocido? ¿Quién ordena la cognición? ¿Quién conoce? La
respuesta es simple: la información es, en sí misma, esencialmente
consciente. En resumen: es el propio campo de cognición quien tiene
una conciencia inherente a Sí Mismo; así, y según la información
establecida en él, es el mismo campo quien conoce. La información
es esencialmente consciente de sí misma. El sentido de diferenciación
de la información sólo ocurre si se introduce el sentido de relación de
localización, pertenencia y control de la información pensada.
La Concentración, entonces, es información No-dual asociada a
un campo de cognición cerrado —es decir, delimitado— conformado
por información no-diferenciada, esto es, por información carente de
sentido de localización, pertenencia y control.
La Meditación, por lo tanto, es información asociada a un campo
de cognición abierto, es decir, información no-diferenciada y no
delimitada por frontera alguna, carente de sentido de localización,
pertenencia y control.
A su vez, debido a que Concentración (savikalpa samādhi asociado
a sonido) y Meditación (nirvikalpa samādhi) son estados específicos
de la práctica meditativa, pueden definirse así:
El savikalpa samādhi asociado a sonido, o estado de Concentración,
es un conglomerado de información No-dual excluyente —pues hay
una frontera y no hay conciencia aún de la totalidad de la potencial
información No-dual que existe en el universo más allá de ella— y sin
sentido de localización, pertenencia y control.
El nirvikalpa samādhi, o estado de Meditación, es un conglomerado
de información No-dual incluyente —pues hay conciencia de
la totalidad de la potencial información No-dual existente en el
universo—, y sin sentido de localización, pertenencia y control.
Cuando todos los eventos externos potencialmente existentes
son conocidos por el campo mismo, la representación final de tal
cognición se denomina nirvikalpa samādhi o meditación exterior.

Asimismo, cuando todos los eventos internos potencialmente


existentes son conocidos por el campo mismo, la representación final
de tal cognición se denomina nirvikalpa samādhi o meditación interior.
En verdad, la momentánea consecución del nirvikalpa samādhi
es tan sólo una práctica más. Lo realmente valioso es la permanencia
en él. El logro fundamental, más que la momentánea vivencia del
nirvikalpa samādhi, que ya de por sí es valiosa, es la estabilidad que
se puede llegar a lograr en ese estado. A la estabilidad o permanencia
del nirvikalpa samādhi lo denominaremos simplemente samādhi. La
constante vivencia durante algún tiempo de la profunda experiencia
del samādhi lleva a la obtención de la iluminación total, el gran logro
final que sólo puede pertenecer a los jīvanmukta (liberados en vida).
De esta forma, el samādhi, término acuñado por la tradición del Rāja
Yoga, expresa la estabilidad y perdurabilidad del nirvikalpa samādhi.
El nirvikalpa no pasa de ser una práctica recurrente que, después de
ser experimentado, se pierde para luego en posteriores prácticas ser
nuevamente experimentado. Nirvikalpa y savikalpa samādhi pueden
ser vívidas experiencias cuyo camino nace de situarse correctamente
«dentro» o «fuera» de la frontera sensoria en el estado de conciencia
de Observación. Tanto el nirvikalpa producido «fuera» de la frontera
sensoria en la práctica externa, como el nirvikalpa originado «dentro»
de la frontera sensoria en la práctica interna, desembocan en la
estabilidad del samādhi, cuya esencia es la vivencia de los jīvanmukta
o liberados en vida.
De esta manera tenemos finalmente seis tipos de prácticas, dos de
ellas asociadas a campos cerrados de información diferenciada, dos
asociadas a campos cerrados de información no-diferenciada y dos
más asociadas a campos abiertos No-duales. La séptima modalidad
no es ya una práctica sino el estado absoluto y permanente No-dual
(véase la tabla 28).
Tabla 28
Los siete diversos tipos de Samādhi

La gloria de la experiencia del ātman ha sido cantada de


innumerables maneras a través de todos los tiempos. Cualquiera de sus
descripciones raya en poesía e intuición. Ante la dificultad de expresar
lo inefable a quienes aún no han logrado la vivencia del nirvikalpa,
sólo queda el recurso de acercarse mediante el arrojo intuitivo, la
dulzura del silencio o la expresión inteligente cargada de elegancia.

«Salutación a sat-cit-ānanda Para-Brahman, ese glorioso


primer Perceptor, quien es autoluminoso, eternamente
Indivisible, puro, inmaculado, sin deseos, sin atributos,
imperecedero, omnipresente, inmutable, sin comienzo ni fin.
Algo como un principio supremo indescriptible que es
imperecedero, nonato, inalterable, imperturbable, inmóvil, el
uno sin segundo, prístino e infinito, ese algo sólo existe.
Que no es ni corto ni largo, ni tanto como esto ni tanto
como eso, ni negro ni blanco, ni robusto ni delgado, ni bueno
ni malo, eso debe ser comprendido como Brahman.
Que no es ni sutil ni denso, que no tiene ni casta ni
nombre, que es Inmutable, Inmortal y no manifestado, que
está allende el alcance del entendimiento y la palabra, eso
debe ser comprendido como Brahman»64

«Él es el Señor de todo. Él es el Conocedor de todo. Él es


el Controlador Interno. Él es la fuente de todo; a partir de Él
se originan todos los seres y en Él finalmente desaparecen»65
«Sólo el inmortal Brahman está delante, ese Brahman
está detrás, ese Brahman está a la derecha y a la izquierda.
Sólo Brahman impregna todo arriba y abajo; este universo es
únicamente ese Supremo Brahman.
El que habita la tierra pero está dentro de ella, a quien la
tierra no conoce, cuyo cuerpo es la tierra, y quien controla
la tierra desde adentro, es el Gobernador Interno. Él es tu
inmortal Sí-Mismo.
El que habita el cielo pero está dentro de él, a quien el
cielo no conoce, cuyo cuerpo es el cielo, y quien controla
el cielo desde adentro, es el Gobernador Interno. Él es tu
inmortal Sí-Mismo.
El que habita la oscuridad pero está dentro de ella, a
quien la oscuridad no conoce, cuyo cuerpo es la oscuridad, y
quien controla la oscuridad desde adentro, es el Gobernador
Interno. Él es tu inmortal Sí-Mismo.
El que habita la luz pero está dentro de ella, a quien la
luz no conoce, cuyo cuerpo es la luz, y quien controla la luz
desde adentro, es el Gobernador Interno. Él es tu inmortal
Sí-Mismo.
El que habita todos los seres pero está dentro de ellos, a
quien ninguno de los seres conoce, cuyo cuerpo es todos los
seres, y quien controla a todos los seres desde adentro, es el
Gobernador Interno. Él es tu inmortal Sí-Mismo.

64 Mokṣa-gītā1-2, 5, 6 y 7.
65 Māṇḍūkya Upaniṣad VI.
El que habita el ojo pero está dentro de él, a quien el ojo
no conoce, cuyo cuerpo es el ojo, y quien controla el ojo desde
adentro, es el Gobernador Interno. Él es tu inmortal Sí-Mismo.
El que habita la mente pero está dentro de ella, a quien la
mente no conoce, cuyo cuerpo es la mente, y quien controla
la mente desde adentro, es el Gobernador Interno. Él es tu
inmortal Sí-Mismo.
El que nunca es visto pero es el Testigo; el que nunca es
oído pero es el Oyente; el que nunca es pensado pero es el
Pensador; el que nunca es conocido pero es el Conocedor No
hay otro testigo sino Él, ni otro oyente sino Él, ni otro pensador
sino Él, ni otro conocedor sino Él. Este Gobernador Interno
es tu inmortal Sí-Mismo. Todo lo demás, salvo Él, es mortal»66

El Ātman no es «algo en especial»; no es un contenido físico, una


idea, un camino o una meta. Tampoco responde a un anhelo o a la
formalización de un profundo deseo ni a la apreciación de un acto
creador, mantenedor o destructor del mundo. El Ātman se asemeja al
instante de comprensión que acontece en el mismo instante en que opera
el saber, ya sea éste precedido de una actividad dialéctica o intuitiva.
Desafortunadamente, el acto mismo de la comprensión transcurre
de forma fugaz. No nos referimos al proceso dialéctico o al entorno
que precede al acto intuitivo, sino al mismo instante de saber que opera
en el proceso del conocimiento. Si el ser humano pudiera prolongar el
pequeño momento en el que la mente aquieta su alocada actividad para
permitir la presencia de la comprensión, tendría una visión diferente
de sí mismo y del mundo.
Es sumamente importante para el Vedanta el acto de comprensión,
de saber, de conciencia que opera en el instante en que la mente realiza
la síntesis de un juicio o en el que la mente discurre mientras presencia
la intuición.

66 Bṛhadāranyaka. Upaniśad. III. 7. 3, 6, 13-15, 18, 20, 23.


El instante de comprensión lleva encerrado el secreto
fundamental respecto a la realidad de todas las cosas.
Lo único importante alrededor de todo pensamiento es el instante
mismo en que el razonamiento se detiene, en el que la mente restringe
la actividad comparativa del objeto conocido respecto a uno similar
radicado en la memoria. Cuando el razonamiento cesa, la síntesis del
juicio permite a la mente adoptar una momentánea quietud, suficiente
como para «saborear» la comprensión de aquello que ya no se
razona. Razonar no es Saber; razonar es una actividad de relación, de
comparación entre un evento a conocer respecto a otros existentes. El
instante mismo del Saber irrumpe como cognición, como conciencia,
como conocimiento, como comprensión. Pero la volatilidad del
instante del Saber, la momentaneidad en que transcurre el acto de
la comprensión, impide vislumbrar con detenimiento el deleite del
Presente. El Presente es un fluir de comprensión, un fluir de atención
contemplativa respecto de «aquello que está aconteciendo».
Evidentemente, estar atento es una condición inherente al ser
humano; sin embargo, la posibilidad de permanecer atentos sin
inmiscuir la historia mientras fluye el deleite sobre el objeto radicado
en el Presente, pasa a ser una posibilidad francamente imposible de
experimentar para la gran mayoría de los seres humanos. Educarse en
evitar perturbar el Presente con la representación histórica en forma
de memoria implica evitar pensar en aquello que se conoce. Debe
entenderse que no pensar implica tan sólo no reflexionar, y de ninguna
manera busca plantear un estado de extravío mental. El acto racional
está asociado al entorno previo al instante de la comprensión; pero la
comparación que ocurre en el proceso mismo de pensar nunca es por sí
misma saber, nunca es por sí misma comprensión. La intuición misma
es un acto de saber donde se ha erradicado la condición dialéctica
anterior al acto mismo de la comprensión.
Ātman es la realidad continua en forma de Conciencia que se
revela cuando la atención se posa permanentemente en el Presente,
generando un sesgo vivo e intenso de comprensión. Por ello Ātman,
Conciencia, atención no asociada a la historia y comprensión son
términos evidentemente sinónimos.
El Ātman refulge con mayor intensidad en el acto mismo de la
comprensión que cotidianamente experimenta el ser humano por el
mero hecho, por ejemplo, de mirar al cielo.

EL PROCESO DIALÉCTICO

La dialéctica, es decir, la contraposición de ideas en forma


de tesis y antítesis, es previa al juicio sintético o síntesis, pero no
es su causa. El modo en que el Vedanta trata a la conciencia, y la
concepción que tiene de su naturaleza, varía mucho respecto a cómo
se la trata y concibe en Occidente. Occidente advierte la existencia de
la conciencia individual, y todo el desarrollo de las diferentes artes y
ciencias parte de la aceptación de la realidad de un universo en el que
el ser humano participa como un ente independiente. Nunca Occidente
estudia al ser humano bajo otro comportamiento excepto aquel en el
que la conciencia actúa como una actividad diferenciadora. La mente,
entonces, suele aparecer como poseedora de conciencia, es decir,
como si ella fuera luminosa, activa o inteligente. Esta forma sesgada
y limitada de ver al hombre impide el reconocimiento de otras formas
de cognición.
Ciertos tipos de experiencias cognitivas no pueden ser explicados
desde este rudimentario modelo epistemológico. Tanto los estados
extáticos de los místicos como los estados de Concentración no-
diferenciada que enseña el Vedanta están fuera del alcance de toda
explicación desde el punto de vista occidental. Inclusive el simple acto
de cognición que ocurre en el estado de Observación externa, donde el
perceptor se disuelve momentáneamente —tal como acontece cuando
se atiende absorto una película de cine o mientras se lee atentamente un
libro—, tampoco pueden ser explicados mediante el modelo occidental.
Sin embargo, no es un agente independiente quien goza de esta
excelsa posibilidad, sino la Conciencia misma cuando no existe una
actividad limitativa mental que opere diferenciando a objeto de sujeto.
El proceso de diferenciación que opera en la mente requiere
aceptar la existencia de una conciencia individual reconociéndose
como sujeto y, a la vez, requiere la existencia de contenidos materiales
o ideales a los que tal conciencia separada reconoce como objetos de
cognición. La interrelación de ambos, sujeto y objeto, impulsa una
nueva modalidad de cognición, una nueva integración de información
consciente a la cual se denomina síntesis. Este modelo, que es el
dialéctico, otorga especial importancia a la experiencia, a su capacidad
de ser almacenada en la memoria y a la fluidez y eficiencia de su
manejo mediante la actividad denominada inteligencia.

La Conciencia, desde la perspectiva Vedanta, posee una


insospechada actividad. Su naturaleza es esencialmente
simultaneidad de cognición sujeto-objeto, razón por la cual el
universo puede, desde esta perspectiva, ser conocido de forma
inmediata en todas sus posibles presentaciones.
Desde la perspectiva Vedanta, esta forma de encarar el mundo
produce diferenciación, cambio y, por ende, impermanencia entre
conocedor y conocido. La dialéctica, el razonamiento, es sólo útil en
un mundo que siempre se cae a pedazos y cuya estabilidad se sostiene
en las experiencias retenidas en forma de memoria.

EL PROCESO INTUITIVO

La expectativa de un conocimiento que surge sin un previo


razonamiento suele ser profundamente veraz, pero altamente
incontrolable. El acto de conocer sin la presencia de un conocedor es
poco frecuente. Saber sin tener que pensar es una opción interesante.
La intuición marca una nueva manera de entender el mundo.
¿Quién conoce en el proceso intuitivo? La respuesta no es fácil.
Evidentemente, existe un saber; pero mientras éste refulge, no existe en
ese preciso instante un conocedor. El conocedor surge posteriormente,
cuando hay apropiación del conocimiento por parte de un «yo», es
decir, cuando nuevamente surge el proceso dialéctico en la cognición.
En el proceso dialéctico siempre existen por lo menos un sujeto y
un objeto; el conocimiento se sostiene en la interrelación de ambos. En
el proceso intuitivo no cabe la condición de separación entre objeto y
sujeto, entre conocedor y conocido. El saber intuitivo se expresa por la
propia autoluminosidad de la conciencia y gracias a la definición que
de ella tenemos de ser simultáneamente el conocedor y lo conocido.

La intuición es un acto de cognición inmediata en la que el


sujeto no se advierte en ese preciso instante como agente activo
de la cognición. La ausencia de «yo» imprime una nueva forma de
saber del mundo. La intuición muere en el mismo instante en que el
«yo» renace y nos recordamos conociendo y comparando mediante
nuestra propia historia.
La intuición es un proceso certero, profundamente eficaz y
eficiente. Sin embargo, suele confiarse poco en esta manera de percibir
la realidad, pues la ausencia momentánea del «yo» en el proceso
cognitivo suele ser comparado posteriormente con un estado de
extravío, ensoñación o imaginación.

EL PROCESO DISCRIMINATIVO

El proceso Discriminativo requiere de una mente sosegada.


Discriminar no es discernir sobre el color de un objeto, sobre la
validez de una virtud o sobre la importancia de la vida. Discriminar es
una facultad que pone al alcance un saber total y contundente respecto
a la realidad de lo que las cosas son.

Desde la óptica discernitiva, el universo se conoce como un


inmenso océano de realidad no-diferenciada. Discernir no es pensar
en la no-diferenciación; tampoco es intuir la no-dualidad. Discernir
es saber qué es lo real, es comprender plenamente que el universo
es un inmenso océano de información no-diferenciada.
La plena convicción de que la realidad subyace de manera
atemporal, infinita y sin distingos de «nombre» y «forma», permite
a la mente impedir la segregación de pensamientos que justifiquen
la momentaneidad de lo conocido. Así, más allá de la dialéctica o de
la intuición hay un saber cuya condición consciente se sostiene en
él mismo.
Al igual que toda ola muere finalmente en las playas, así todo
proceso intelectivo o intuitivo muere en el ámbito Discriminativo.
Discriminar procura de manera natural un saber metafísico. El más alto
nivel Discernitivo es el acto de Discriminación denominado viveka en
sánscrito. La cumbre de todo conocimiento es el saber metafísico, el
diferenciar lo real de lo ilusorio.
Denominamos jñāna yoga a aquella forma de encarar el mundo
en la que quien lo conoce asume la permanente convicción de su
identidad no-diferenciada con lo conocido. El jñāna Yoga es el camino
que se transita mediante la adecuación de un discernimiento similar
al cortante filo de una navaja. El convencimiento de la realidad No-
dual que procura el discernimiento no requiere de justificativos ni de
intuiciones que valoren la realidad conocida. El universo se entiende
bajo una nueva prerrogativa: el perceptor es no-diferente de lo
percibido.
La educación que lleva a la obtención de semejante herramienta
de cognición es muy simple: la constante y perseverante atención
al Presente que está aconteciendo. Finalmente, la mejor manera de
encarar el mundo es estar continuamente atento a él.
Ahora permítame el lector dar un nuevo testimonio, esta vez
respecto a una experiencia meditativa asociada a los sentidos —es
decir, externa—, que podemos situar en los terrenos que acontecen
más allá del umbral del savikalpa samādhi y que hubiera podido llegar
a desembocar en un profundo nirvikalpa samādhi. El bosquejo de la
descripción tiende a mostrar pedagógicamente las diferencias que
operan en la práctica de la obtención del samādhi cuando el origen de
la información es externo (bāhya).
«Transcurría la primavera del año dos mil uno. Me
encontraba con un grupo de estudiantes realizando un
seminario de varios días en la bella región de Álava, España.
Durante un par de días habíamos realizado diversas prácticas
internas y externas que buscaban situar a los estudiantes en
una modalidad de percepción correcta, con el fin de que la
información adoptara una condición No-dual.
Una de las prácticas consistía en subir por un camino
rural hacia la cima de una de las montañas que acompañan el
monasterio donde nos alojábamos. El tipo de práctica que los
estudiantes realizaban y los pormenores del ejercicio no son
importantes ahora. Sin embargo, mientras ellos lentamente
subían con los ojos vendados, mi atención permanecía,
al igual que la de ellos, en cada uno de los pasos que daba
secuencialmente en la lenta ascensión a la cumbre. Aquella
vez los primeros estudiantes en llegar emplearon unos
cuarenta y cinco minutos. Subimos a un lugar al que jamás
antes habíamos ido; era la primera vez que al final del camino
transitábamos por un escarpado y pedregoso sendero. Sin
perder ni un momento la atención del golpe de mis pies sobre
el camino de tierra, finalmente llegué el primero al lugar
deseado y permanecí contemplando el paisaje a la espera de
los jóvenes estudiantes.
La fuerza de la primavera se hacía sentir por doquier. El
verde de las precoces yemas de los árboles era muy claro.
A la distancia se extendían algunas hectáreas de diversos
sembrados, todos ellos rodeados por la exquisita sierra que
se encontraba cerrando el firmamento. El cielo era azul, y
por él surcaban algunas águilas juguetonas. El sonido de la
brisa fresca meciendo los árboles y de los pequeños insectos
sobrevolando el campo se entremezclaba en mi percepción.
Sentado sobre una piedra podía notar la dureza de su superficie;
el cuerpo jadeaba por el ejercicio realizado y el oxígeno
llenaba afanosamente los pulmones, la sangre reclamaba la
vida que en ellos se encerraba. Mil olores diversos —ruda,
plantas aromáticas, pinos y muchos más— conformaban el
espectáculo que frente a mí se realzaba.
Mientras todo ello acontecía, no preguntaba acerca de
dónde me encontraba o quién era yo. La fuerza de la primavera
había impregnado mis sentidos de gusto por ella. Estaba
proyectado en cada evento externo; saboreaba cada percepción
sin notar que lo hacía. Era consciente de cada detalle, pero no
tenía interés alguno de reconocerme como agente diferenciado
del espectáculo sensorio. Estaba, no en los ojos, sino en lo que
ellos ven; no en los oídos, sino en lo que ellos escuchan; no en
el tacto, sino en lo que la sensación detecta; no en la nariz, sino
en los aromas que transporta el viento; no en el gusto, sino en
el sabor de la saliva que espesamente pasaba por la garganta.
Estaba completamente fuera; no había vestigio de sujeto; todo
el universo de la percepción se resumía en ser objeto que los
sentidos detectan.
Así debí permanecer tal vez unos minutos. Ningún
pensamiento florecía mientras los sentidos exteriorizados
acariciaban los objetos externos. De un momento a otro la
percepción tomó un cariz diferente. Antes sólo había objetos
visuales, olfativos, táctiles, etcétera; ahora el conglomerado
de objetos asumía su propia condición de sujeto; sin embargo,
ambos, sujeto y objeto, acontecían de manera simultánea. La
Concentración exterior se aposentaba con los minutos. Aún
no llegaban todos los alumnos. Pasados unos minutos, podía
notar cómo algunos se acercaban jadeando del esfuerzo y se
acostaban en el césped entregándose al descanso. Sin embargo,
no lo veía desde ningún lugar en especial. Todo acontecía
espontáneamente. El sujeto se distribuía uniformemente en el
campo. La fracción denominada «yo» estaba en algún sitio del
inmenso campo de percepción, pero no conformaba ningún
sentido de identidad.
Pasados unos instantes, tal vez segundos, la cognición
nuevamente dio un vuelco. La percepción sensoria se expandía
con tal velocidad que era testigo de aquello que estaba más allá
de las montañas mismas; escuchaba las pisadas de los insectos
que acontecían a miles de metros. Un prodigioso universo de
infinitas informaciones sensorias se acumulaba de manera
simultánea. El perceptor de dicho estado no era diferente del
estado mismo. Así, el savikalpa samādhi externo finalizaba e
iniciaba el nirvikalpa samādhi con una potencial expansión
hasta el infinito.
Sin embargo, pasados apenas unos segundos, y debido
a la dificultad que en aquella época los sistemas corporales
tenían para fluir sin límite a la integración del universo
entero, la expansión se limitó a algunos kilómetros. Durante
aquellos gloriosos instantes era consciente de la humedad, del
movimiento y la vida de cada una de las infinitas gotas de los
pantanos localizados a kilómetros de distancia. La percepción
se conjugaba de forma simultánea en los miles de árboles,
personas y animales. El tiempo, desarticulado completamente
como ente diferenciador, acompañaba la también mortecina
sensación de diferenciación espacial. Todo era conocido, pero
nadie era el conocedor particular de los eventos.
La danza de conciencia acompasada por una alegría
infinita, resultado de la integración no-diferenciada de la
información constitutiva del campo, era como una madre que
recibe en su regazo al cansado hijo que por miles de vidas estuvo
fuera de su terruño. ¿Cómo describir la inmensa inteligencia
que subyace en la simpleza de los actos? Las acciones, miles
y miles asociadas a los objetos, se acompasaban sin crear
discordia alguna. Todo fluía ejecutándose por sí mismo; no
existía sujeto, no existían objetos, solamente un continuo de
información simultáneo y ubicuo de no-dualidad.
Mientras allí permanecía, «aquello observó» el panorama
cercano de jóvenes que aún subían cansados. «Aquello dio
instrucciones» para iniciar algunos ejercicios y, mientras los
jóvenes los realizaban, «aquello» permanecía silenciosamente
sumido, experimentando aquel maravilloso espectáculo de
vida. Ninguno de los estudiantes se percató de lo acontecido;
simplemente se prepararon para iniciar las indicaciones
dadas y nuevamente se refugiaron en sus mentes llenas de
preconceptos y pensamientos.»
Tanto en la práctica interior como en la exterior, cuando se
traspasa la barrera del savikalpa samādhi asociado a objeto no es
posible ejercer ningún control sobre la dirección o el camino que debe
seguirse. La única opción es la entrega total, la carencia de esfuerzo
cognitivo y la no intervención en el instante que acontece. Es cierto
que existen innumerables modalidades de samādhi; pero finalmente,
en el nirvikalpa samādhi el estado mismo contempla su propia
realidad, comprendiendo que una realidad más allá de este estado es
tan sólo un concepto en el que ni siquiera es posible pensar. Allí, el
ātman, observador de tan magna realidad, no se agita ni aún ante el
nacimiento de un universo, y menos aún ante su disolución.

ŚLOKA 30

Con la desaparición del apego al cuerpo y con la realización


del Supremo Sí Mismo, cualquiera sea el objeto al cual la mente se
dirija, uno experimenta samādhi.
Con la desaparición de la identificación con el cuerpo y con la
realización del ātman, y sin importar a qué objeto interno o externo se
dirija la mente, la experiencia del samādhi permanece.
He aquí el culmen de todo estado cognitivo, el estado más estable
que el ser humano puede obtener: la realización suprema. Ahora
el universo, en sus diversas gradaciones de existencia, en todas las
probables condiciones de ser pensadas, asume un rol cognitivo
simultáneo. A dicha estabilidad se la denomina samādhi.

La desaparición de la identificación con el cuerpo implica la no-


localización de un agente que asuma al cuerpo como propio o que
asuma una fracción de historia como propia.
La ausencia de identificación se refiere a la ausencia de sentido
de propiedad de «algo» por parte de «alguien». En verdad, mientras
el estado de samādhi permanece, el cuerpo existe de manera similar
a antes de que ocurriera; lo que cambia es la naturaleza del perceptor:
mientras que en los estados asociados a la cognición dual el perceptor
ocupa una región restringida, localizada y delimitada, a la cual se
denomina «sujeto», en el samādhi el perceptor es la conciencia misma
distribuida como sostén esencial del universo entero.
La no identificación con el cuerpo se reduce a algo así como ver
una montaña y reconocer que ella no es el perceptor que la observa, o
como mirar una piedra y notar que ella no es parte de mi cuerpo. Con
esa misma seguridad con la que se atestigua que montaña y piedra no
son «mi cuerpo», así, de esa manera, el ātman se atestigua como no
residente exclusivo del cuerpo, ni como suma de cuerpos, ni como
si su cuerpo fuera el universo. Simplemente, el ātman no diferencia
«algo» de «alguien», no importa el tamaño ni la condición del «algo»
o del «alguien».
La Conciencia No-dual asume variadas condiciones dependiendo
del limitante que aparentemente la contenga; sin embargo, la
Conciencia No-dual es en sí misma también el limitante que puede
contenerla o aparentemente delimitarla. Es como si se considerara que
el espacio que contiene al océano estuviera aparentemente delimitado
por el espacio que contiene a las playas; la realidad, sin embargo, es
que aunque la playa delimita al océano y el océano a la playa, el espacio
—que es sostén de ambos— no está delimitado, pues sigue siempre
siendo lo que es: espacio no-delimitado, espacio sin diferencia, es
decir, no-diferente, No-dual.

Tabla 29
El Conocedor y lo Conocido
Tabla 30
Los Estados de Conciencia, Tipo de Campo, Tipo de Información y Frontera Sensoria
La Conciencia No-dual —el ātman, que es Brahman— asume
cinco formas de expresión mediante los cinco estados de conciencia,
cada uno con características que determinan una manera de relación
entre objeto y sujeto (véase la tabla 29). Lo único común entre todos
ellos es que son aparentemente reales, es decir, que existe conciencia
asociada a ellos. Cada agente asociado a cada estado asume que
su realidad es la válida; sin embargo, cuando emerge el siguiente
estado, el nuevo agente asume que el previo era ilusorio y que el de
ahora es el real.
Los cinco estados pueden resumirse asociándolos a la experiencia
que puede darse tanto «fuera» como «dentro» de la frontera sensoria
(véase la tabla 30).

ŚLOKA 31

Por la contemplación de Aquel que es alto y bajo, las cadenas del


corazón se rompen, todas las dudas se disuelven y todos sus karmas
(las actividades y sus efectos) se agotan.
Por la permanente contemplación de aquel ātman que a la vez
es alto y bajo, las cadenas del corazón se rompen, todas las dudas se
disuelven y todos los karmas se agotan.
El agente de percepción, al identificarse como poseedor de una
conciencia individual, afirma: «yo sé»; al identificarse con su mente,
afirma: «yo pienso»; al identificarse con su prāṇa, afirma: «yo tengo
vitalidad»; y, finalmente, al identificarse con su cuerpo físico, afirma: «yo
tengo cuerpo». Es la constante identificación con cada uno de sus cinco
constituyentes67 lo que induce en el agente un sentido de diferenciación
y el subsiguiente nexo kármico que se establece entre ellos.
Mientras la acción es realizada por un agente que asume disponer
de conciencia individual, de mente, de prāṇa y de cuerpo físico, el
agente convierte la acción en una representación de sus anhelos —
apetencia de fruto— o se experimenta a sí mismo como ente activo

67 Es decir, cuatro de los cinco kośa o envolturas que aparentemente limitan al Ātman. El quinto
es el ānandamaya-kośa o cuerpo causal, donde no hay sentido de yoidad y, por tanto, no hay
identificación posible.
y creador de la acción. De esta manera, el agente, cuando actúa,
no realiza la acción por la acción, pues está centrado en un entorno
temporal lejano al Presente y, además, cree ser agente ejecutor de los
actos que realiza.
La apetencia al fruto de la acción encadena al agente de cognición
con un futuro inexistente; la intencionalidad puesta en el resultado
de la acción se convierte en sed de prevalencia en el tiempo. Así, los
inacabados deseos por la obtención de innumerables frutos aún no
conseguidos se convierten en el estandarte que lanza al agente a nacer
y morir cíclicamente, mientras es presa de un grial que le es imposible
conseguir. El perceptor se asemeja a los galgos que, mientras persiguen
el señuelo en la pista de carreras, cada vez que creen tenerlo para sí
nuevamente lo ven a la distancia. Así, corriendo y dando una y otra
vuelta a la pista, convierten el anhelo de posesión del señuelo en objeto
de actividad y cambio.

La apetencia del fruto de la acción encadena al agente con el


inexistente futuro, induciendo sentido de perpetuidad al «yo».
A su vez, mientras el sujeto asume que es él quien realiza la acción,
cree que tiene la posibilidad de decidir entre hacer o no hacer, o entre
hacer esto o aquello. Esta condición de plantearse ser creador de la
acción afianza su sentido egoico, encadenándolo a la prevalecencia
del sentido de yoidad.
El ser humano cree falsamente que es él quien realiza la acción;
nada más falso. Sin embargo, tampoco es un juguete del destino,
pues posee libertad. Pero su libertad no estriba en decidir qué tipo de
acción realiza, no; su libertad consiste en que siempre ha sido, es y
será libre, pues no importa qué acción ejecute, son las cualidades de
la materia68 quienes la realizan. El ser humano no es un generador de
acciones, pues él en esencia es libre: nada le toca, nada le afecta. El
error consiste, debido a la ignorancia de su propia naturaleza, en creer
que él es el hacedor, que el mundo es diferente de él y que él posee la
capacidad de decidir.

68 Los guṇa, es decir: rajas, actividad; tamas, inercia, y sattva, equilibrio.


El ser humano es parte del escenario del prārabdha karma.
El clima, el ambiente social, las propias enfermedades y todo
constituyente activo no es algo que pueda decidirse, pues es parte de
la película que finalmente debe acontecer en aras al encadenamiento
que previos actos en remotos tiempos generaron. La libertad no radica
en alterar lo ya decidido sino que estriba en continuar con el proceso
natural de encadenamiento sin inducir uno nuevo. Identificarse con
la acción denota sentido de perpetuidad al agente yoico que actúa.
La auténtica libertad es librarse del «yo», es ausencia continua de la
experiencia dual en la cognición. Libertad es Ser sin la implicación de
lo mío y lo no mío.
¿Quién actúa en un sueño? ¿Qué sentido tiene, mientras se
duerme, realizar la acción por el resultado que de ella se pueda lograr?
Finalmente, al despertar, tanto sujeto como objetos oníricos se resumen
en la inexistencia, junto con el soñador que antes era consciente de
ellos. El ser humano es sólo Conciencia No-dual que, debido a la
ignorancia de su propia naturaleza mental, se encadena mediante la
acción creando afianzamiento y perdurabilidad de yoidad.

Al sentido de prevalecencia del sentido del «yo» en el tiempo lo


denominamos karma.
Ahora nos trasladamos a un corto diálogo acontecido hace poco
tiempo en uno de los seminarios.
Estudiante: No entiendo cómo puede afirmar usted que
no existe hacedor de la acción, pues todos somos testigos de
que la acción efectivamente se realiza.
Sesha: Se equivoca; usted nunca realiza ninguna
acción. Lo más que logra es asumir que usted la hace, como
al comprar un lote de tierra que, gracias a una escritura
debidamente registrada y notariada, asume que legalmente es
de su propiedad.
Esa tierra realmente no es de nadie; ella simplemente está
allí, usted también. Se adueña de ella, pero no le pertenece.
E: ¡Pero la acción se realiza, es imposible negar esa
condición!
S: No se niega la acción, pero usted no realiza ninguna
acción. La acción se realiza por sí misma.
E: ¿Por sí misma?
S: Sí, por sí misma. Al terminar la clase seguramente irá
a su casa.
E: Si; eso pienso hacer.
S: La sala donde nos encontramos está situada en un lugar
alejado de la ciudad, razón por la cual habrá venido en coche.
E: Efectivamente.
S: Muy bien. Note cómo la condición más inteligente
al terminar la clase es tomar su coche e ir a casa. Es la
opción natural, es aquella situación que surge de manera
espontánea, como si el universo se construyera de tal forma
que la actividad más coherente fuera esa: viajar de regreso a
su casa en coche. Supongamos que ahora mismo ha terminado
la clase; usted deberá salir a por su coche. Si el Presente que
ahora acontece es viajar a casa, ¿acaso es usted quien decide
ir a por su coche? ¿Cree que es usted quien toma la decisión
de ir al coche cuando el coche ya está ahí? Ya sentado en
su coche, la nueva situación que acontece está construida
inteligentemente en el Presente de tal manera que usted debe
dirigirse a casa. ¿Cree que usted decide ir a su casa? ¡Ya todo
estaba en el Presente, listo para que tomara el coche y luego
se dirigiera a casa!
Usted no realiza la acción, la acción se realiza por sí
misma. Sin embargo, usted cree que es quien decide. Jamás
decide; tan sólo, por su afán protagonista, se asume decidiendo
lo que hace, y simultáneamente se sitúa más allá del Presente
proyectando que llega a casa y se sienta en un mullido sofá.
Si se precia de ser inteligente, entonces acepte que el acto
más eficiente es perseguir la inteligencia que acontece en el
Presente y que ordena de manera natural cada situación que
puede realizarse.
El sol no se oculta ni aparece por el hecho de que seamos
testigos de su atardecer o amanecer. Él sale o se oculta sólo
por el hecho de ser parte de lo que en ese momento acontece
en forma de Presente. No se plantea amanecer más temprano o
trasnochar en el verano. Tan sólo la inteligencia de la naturaleza
misma impulsa a que cada cosa ocurra en el único Presente
en donde ella puede suceder. Sin embargo, el ser humano
proyecta su yoidad en el tiempo al desear el fruto de la acción,
y se afianza a sí mismo reconociéndose como ejecutor de la
acción. Ése es su error, ello es ignorancia, ello produce karma.

Debido a la ignorancia, el ser humano yerra en la forma de


administrar la acción, convirtiéndola en una cárcel cuyos barrotes
impiden la simple experimentación del Presente.
El karma se convierte en cadenas que atenazan al hombre y le
impiden discernir con claridad. Las innumerables experiencias llevan
siempre a cuestas igual cantidad de deseos inconclusos, todos ellos
asociados a un mismo protagonista: el «yo».
¿Cuál es la salida al encadenamiento kármico?
Puesto que la errónea identificación del individuo consigo mismo y
el mundo se debe a la ignorancia, existen dos salidas: la Recta acción y
el Recto conocimiento. La primera es la vía del karma yoga, la otra es la
vía del jñāna yoga. Una evita actuar con sentido de «apetencia de fruto»
y «sentido yoico»; a esta modalidad de acción se la denomina dharma.
La segunda busca desarrollar una condición de saber impulsada por el
Discernimiento69, evitando así caer en las redes del error.
Mientras el sañcita karma o karma acumulado sirve de receptáculo
a todas las acciones realizadas con «apetencia de fruto» y «sentido
de yoidad», el prārabdha karma es tan sólo una fracción del sañcita
que servirá como hilo conductor al transcurrir del individuo entre su
nacimiento y muerte. A su vez, el āgāmin es el nuevo karma que se

69 En sánscrito viveka.
conforma cuando el individuo no realiza la acción de manera diestra y
que irá a nutrir interminablemente al sañcita (figura 17).

Figura 17
Tipos de Karma

El sañcita karma, siendo en esencia ignorancia, es consumido por


la fuerza del discernimiento y, específicamente, por la experiencia más
carente de ilusoriedad: el samādhi. He aquí que la repetición constante
de la práctica del samādhi lleva a consumir el conjunto de inacabados
deseos construido a lo largo de años sin cuento. Tal dilución kármica
se asemeja a milenarios y frondosos árboles que se consumen en horas
o días ante el fuego que los cubre. De esa manera, el samādhi diluye
la ignorancia que le impide a la mente reconocer la esencia No-dual
de su real naturaleza.
El prārabdha karma nace con la fecundación del individuo y se
consume finalmente con su muerte. El prārabdha constituye el karma
«individual» y el «colectivo»; es decir, es la causa de toda acción que
se vive mientras se tiene un cuerpo físico. Por ser el prārabdha un mar
de consecuencias, no puede ser trasformado. Todo suceso personal o
colectivo es parte del prārabdha y es necesario experimentarlo; por
ello, nunca pasará nada excepto aquello que deba ocurrir. El prārabdha
se asemeja a un partido de fútbol que se observa en diferido; allí,
mientras que el agente no conozca el resultado, creerá y hará fuerza
por el equipo de su gusto; sin embargo, ya las cartas han sido echadas.
En realidad, la única verdadera libertad del agente estriba en no
identificarse con el dolor que produce perder el encuentro o con el
gusto que implica sentirse ganador.
El āgāmin karma se convierte en el receptáculo de todas las
acciones realizadas mientras el agente experimenta el prārabdha y
cree que él decide y que él siente intencionalidad. No se crea āgāmin
karma en la medida en que la acción se realice diestramente, es decir,
cuando el agente realice la acción de manera dhármica. La recta
acción, el dharma o también el llamado karma yoga cumplen con la
condición de permitir ejecutar la acción sin crear un eslabonamiento
al futuro. De otro modo, el āgāmin karma generado se convertirá en
parte del sañcita; y así, la interminable rueda del saṃsāra seguirá su
interminable movimiento.
Quienes logran la liberación total de la ignorancia, aquellos
jīvanmukta cuya mente está libre de toda duda y cuyo corazón es tan
inmenso como el universo mismo, libres ya de karma, sin identificación
alguna con lo que sucede, viven aquello que su prārabdha depara.
Con un cuerpo aparente, pero llenos de Ser en sí mismos, realizan toda
acción aunque nada hagan, y haciendo nada todo lo hacen.

ŚLOKA 32

Hay tres maneras de concebir al jīva, a saber: como aquel limitado


(por) el prāṇa, etcétera; como aquel representado (cidābhāsa) (en
la mente); y la tercera, la misma Conciencia como imaginada en
sueños (asumiendo las formas de hombre, etcétera.)
Hay tres maneras de concebir la aparición del jīva (individuo):
Como aquel limitado por el prāṇa, etcétera70; como cidābhāsa
(conciencia individual) reflejada por la actividad mental, y la tercera,
como proyección en sueños de la conciencia individual.
El Vedanta esgrime tres teorías que pueden explicar
convenientemente la aparición del individuo (jīva) en el espectro de la
creación misma. Es debido a que apropiamos experiencia de nuestra
propia realidad individual que intentamos reconocer nuestra propia
raíz, nuestra causa inicial como individuos. Recordemos que jamás
se pone en entredicho la existencia del individuo (jīva), pues ésta
es innegable; sin embargo, afirmamos que el individuo (jīva) no es
algo sustancial que posea por sí mismo la virtud de la existencia. El
individuo (jīva) es una condición de cognición que no se puede definir
a sí misma, pues carece del atributo de la estabilidad; en cambio,
expresa una continua condición de impermanencia.
Intentar encontrar la causa de lo momentáneamente existente lleva
a que surja un modelo de realidad en el cual el individuo (jīva) existe
solamente mientras él se piensa a sí mismo. La realidad del jīva se
sostiene en el hecho de recordarse y proyectarse en el tiempo mediante
la actividad continua del pensamiento. El universo se experimenta
diferenciado del perceptor cuando éste agrega a lo conocido los
atributos de su propia y personal historia. El universo realmente no
existe diferenciado, sino tal cual se percibe en el instante previo a
definirlo mentalmente con los atributos de «nombre» o «forma».
Intentar justificar la existencia del individuo (jīva) nos lleva a
esgrimir tres teorías que igualmente avalan el modelo meditativo y
que pretenden, metafóricamente hablando, explicar cuál es la causa
del nacimiento del hijo de una mujer estéril, o qué fue primero: el
huevo o la gallina. Cualquiera de los tres enfoques que a continuación
se comentan no tiene otro fin que dar a la mente herramientas para
justificar que el individuo (jīva) existe sólo gracias al hecho de que
pensamos que existe.

70 Lo que aparentemente limita (upādhi) son los cinco kośa, con la salvedad de que el
Ānandamaya-kośa no genera una limitación de tipo individual o egoica Ver tablas 14 y 30.
Tabla 31
Los cinco kośa

** Śarīra71

EL INDIVIDUO (JĪVA) COMO LIMITANTE

Así como las paredes de un jarrón delimitan el espacio interno del


externo, de igual manera el individuo (jīva) se presenta existiendo de
manera individual gracias a la interpretación mental de las impresiones
sensorias que devienen a través de los sentidos y a la vitalidad propia
del sistema físico que se traduce en acción.
El ser humano se identifica con sus cinco kośa (upādhi, o lo que
aparentemente limita), los cuales imprimen a la cognición una frontera
específica, de modo análogo a como se establece en el sentido del
gusto un límite entre el sabor dulce y el salado. Estos cinco kośa,
o envolturas que aparentemente delimitan al ātman, son causa del
registro del sentido de diferencia en la percepción (tabla 31).
Los factores que imprimen sentido de diferenciación a la cognición
y, por lo tanto, producen sentido de multiplicidad, sentido de parte y,
por ende, sentido de individualidad, son:
71 Śarīra o cuerpo, según la definición de Gauḍapāda. Es un concepto similar a kośa o envoltura
que aparentemente limita al Ātman
Actividad Sensoria: Ser testigos de la diferenciación de colores,
olores, sonidos y cuantas variantes de información puedan ser
experimentadas por los sentidos.
Reconocer la fuerza de la vitalidad que despierta la vida respecto a
su ausencia, es decir, notar el sentido de vida que opera en la naturaleza
respecto a aquello en que la vida huye a causa de la muerte.
Ser testigos del raciocinio y de las diferencias que esta actividad
promueve sobre el ser humano, es decir, atestiguar la diferencia de
ideas, emociones sentimientos y pasiones. Asumir que cada individuo
posee un sesgo de conciencia por el hecho de reconocer la propia.
Reconocer que el universo físico ha nacido (aunque no se sepa
cómo) y que finalizará (aunque tampoco se sepa cómo), al igual que el
universo desaparece en quien se desmaya y vuelve a emerger en quien
despierta del desmayo.

EL INDIVIDUO (JĪVA) COMO REFLEJO

De igual manera que la superficie laminar de un lago ofrece


un único reflejo del sol gracias a la quietud del agua, de igual
manera el individuo (jīva) nace como reflejo de la mente universal
(mahat). La aparente realidad del sol reflejado sólo existe gracias a
las consideraciones que ofrece la superficie esmaltada del agua que
permanece inmóvil.
Así como el agua de un estanque cuya superficie está agitada es
capaz de reflejar innúmeros soles, de igual forma el antaḥkaraṇa (la
mente) surge como uno de los incontables reflejos que acontecen en la
agitación de la mente universal.
Cuando el agua del océano se mueve, forma «corrientes marinas»;
mientras se eleva de su propio horizonte, genera «olas»; cuando es
calentada por el sol, se «evapora»; al existir fuerte viento, su superficie
salpica en pequeñas gotas. Así, de esta manera, la conciencia causal o
mente cósmica —la mente de Īśvara, el señor de la creación—, por su
propio poder aparece como múltiple, reflejando su propia naturaleza
en otras variadas naturalezas. De esta manera, el individuo (jīva)
aparece como el desencadenante de una actividad inteligente que, en
realidad, es previa a él (figura 18).
Figura 18
El jīva como reflejo

De la misma manera en que un espejo refleja la figura de quien está


frente a él gracias a la naturaleza transparente del vidrio y a la solución
de plata adherida en una de sus caras, de idéntica manera, y gracias
a la naturaleza esencialmente sátvica del antaḥkaraṇa (la mente), la
conciencia causal o cósmica (Īśvara) aparece como reflejada en la
buddhi, dando asiento al individuo (jīva).

EL JĪVA COMO ILUSIÓN

Así como todos los individuos presentes en un sueño son tan sólo
la representación de una proyección ilusoria del soñante, así mismo
el individuo (jīva) y los restantes entes diferenciados no son más que
la conformación del sueño de Īśvara, el Señor creador, la inteligencia
que rige ordenadamente en el universo entero.
Así, entonces, el individuo no es más que una proyección mental
imaginativa cuyo poder se sostiene en que su creador es consciente, de
igual manera que todos los eventos del sueño parecen reales debido a que el
soñador los aviva con el propio fuego que su realidad consciente sostiene.
Desde esta perspectiva, el individuo y todo el universo son
fragmentos que van y vienen por la senda de la existencia consciente o
inconsciente, de acuerdo con las condiciones que el creador del sueño
imponga. Sin embargo, y debido al sentido de identificación con su
propia realidad ilusoria y también a la actividad dialéctica mental,
cada individuo asume el rol de experimentarse a sí mismo como real
e independiente, mientras que experimenta a los restantes individuos
como ajenos a su peculiar naturaleza.
Según esta extraña forma de representar la existencia del jīva, el
individuo no es más que parte de un sueño de quien lo crea, y su única
solución para descubrir su propia verdad es despertar reconociendo
que su naturaleza ya es, en sí misma, idéntica a quien lo crea.

ŚLOKA 33

La limitación es ilusoria, pero Lo que aparece como siendo


limitado es real. La «jīvaidad» (del Sí-Mismo) se debe a la
sobreimposición de los atributos ilusorios; pero, realmente, tiene la
naturaleza de Brahman.
La limitación que conforma al individuo (jīva) es ilusoria, pero
lo que aparece siendo limitado como un individuo (jīva) es Real. El
individuo (jīva) existe debido a la superposición de atributos ilusorios;
sin embargo, el individuo (jīva) posee la naturaleza de Brahman, el
Absoluto No-dual.
El individuo (jīva) se asemeja a la fantasía que un sediento
viajero observa cuando en medio del desierto percibe un espejismo en
forma de oasis. Para el viajero dicho oasis es real mientras existe la
superposición de estados —sed, cansancio, desesperación, insolación,
etcétera—, que sumados crean dicha fantasía. Mientras dicha fantasía
dura, la realidad de lo conocido es innegable para el sorprendido
viajero que jura estar observando una realidad incuestionable. Es fácil
entender que el inexistente oasis es real mientras la superposición
de estados crea y alimenta la fantasía; y también que finalmente, al
intentar beber el agua que su mente fabrica, notará que en sus manos
sólo hay arena. He aquí el duro despertar a una nueva realidad también
incuestionable mientras se la experimenta.
Es decir, el individuo (jīva) simultáneamente existe y no existe.
Existe mientras la superposición de estados —pensamiento, memoria,
sentimientos, proyección al futuro, deseos, etcétera— está presente, y
no existe cuando el agente se reconoce en el Presente mismo donde
realiza la acción que «está sucediendo». Sin embargo, ambos estados
son reales, tanto la existencia del individuo (jīva) como su inexistencia.
La solución al dilema de algo simultáneamente existente e inexistente
es asumir que no son diferentes ambas condiciones. La Conciencia
sostiene y vincula todo estado de realidad, de igual manera que las
cuentas de un collar están sostenidas por un mismo hilo.
La Conciencia nunca ha variado su condición de ser Conciencia
No-dual, aunque el individuo (jīva) se experimente a sí mismo
diferenciado y asumiendo una conciencia personal e individual. Dicha
conciencia individual (cidābhāsa) impregna de realidad la cognición,
pero dicha cognición que emerge se advierte diferenciada debido a
que el conocedor de dicha información la interpreta valorándola desde
su peculiar experiencia; es decir, caminamos de noche por el bosque
y producimos ruido al pisar las hojas secas caídas, pero el ruido de
las hojas secas nos recuerda constantemente que estamos caminando.
Es un círculo vicioso del cual no hay salida mientras estamos en él:
a través del pensar nos reconocemos como individuos (jīva), pero
para conocernos como individuos, a su vez es necesario pensar.
Nos definimos mediante nuestra memoria, pero nuestra memoria
está siempre generándose, razón por la cual el individuo (jīva) se
experimenta activo y «evolucionando». En verdad, nadie está activo
ni evoluciona; ello sólo lo cree quien alimenta su existencia desde su
propia experiencia, tal como en un sueño los diversos personajes se
alimentan de su propia experiencia para soportar la momentaneidad
del estado.

He aquí el gran misterio: el individuo (jīva) es y no es; sin


embargo, nunca ha dejado de ser lo que realmente ha sido, es y será.
En el sueño todos los personajes tienen en común que son la
conformación de un único soñador, razón por la cual entre ellos se
entretejen condiciones que para todos son similares: Gravedad,
hambre, cansancio, sentimientos, etcétera. De igual manera, todos los
individuos (jīva), no importa lo que conozcan, advierten la realidad
a su acomodo, pero entre ellos tienen en común las condiciones
kármicas colectivas que operan para todo el género humano y que, a
la vez, se entretejen con las demás entidades existentes del universo.
Por esa razón, mientras un «nivel crítico» de humanos crean que la
verdad de su individualidad es incuestionable, la interpretación del
universo seguirá un derrotero en dirección a la suma del colectivo que
así piensa. ¿Cómo sería tratado alguien que en un sueño se atreviera a
afirmar que la experiencia del universo que se está experimentando es
falsa y que todos aquellos que creen que existen por sí mismos son tan
sólo como un espejismo en el desierto?

ŚLOKA 34

Las sentencias védicas como «Aquello tú eres», etcétera, declaran


la identidad del sin-partes Brahman con el jīva, el que aparece como
tal desde el punto de vista de la «teoría de la limitación» (avaccheda
vāda). Pero esto no concuerda con los otros dos puntos de vista
(acerca del jīva).
Las sentencias védicas como «Tú eres Aquello», etcétera72,
declaran la identidad de Brahman (el Absoluto No-dual) con
el individuo (jīva) tal como ha sido definida por la «teoría de la
limitación». Pero las sentencias védicas no se aplican a la naturaleza
del individuo (jīva) que expresan las dos teorías restantes: la del
«reflejo» y la del «sueño».
La base esencial de todo el Vedanta es la identidad entre jīva y
Brahman, expresada mediante la sentencia védica Jīva Brahma
Aikya73. A su vez, se afirma que Brahman es Conciencia No-dual, es
decir, Brahman es la condición consciente gracias a la cual el universo
y todos sus contenidos se conocen existiendo.

72 Las cuatro grandes sentencias védicas o mahāvākya resumen toda la enseñanza de los
cuatro veda. Éstas son: Tat Tvam asi (Tú eres Aquello), Aham brahmāsmi (Yo soy Brahman),
Ayam ātmā brahma (Este Ātman es Brahman) y Prajñānam Brahma (Brahman es Conciencia).
73 El individuo (jīva) es idéntico al Absoluto No-dual (Brahman).
En resumen, asumimos que el individuo (jīva) posee una naturaleza
idéntica a Brahman (el Absoluto No-dual). La esencia primordial de
dicha identidad es la condición consciente que anida en el universo
y que permite, en cualquier estado de conciencia, comprender que,
mientras la cognición opere, lo percibido es real y el perceptor es real.
Para Occidente el concepto «conciencia» no pasa de ser una
idealización que sustenta la cognición. Ya sea la «conciencia» un
acto integrador de la información que opera en el cerebro o bien el
brillo de la mente que permite conocer, la «conciencia» no pasa de
ser una condición impalpable, un recurso teórico que sirve de apoyo
a la imposibilidad de entender cómo opera el proceso de la cognición
y, finalmente, el juicio sintético que de ella se extrae. Sin embargo,
la «conciencia» no es eso, no es sólo una abstracción teórica; es una
condición formal cuyo fuego enardece de vida todo lo existente.
Intente recordar algún suceso extraordinario en el cual se haya
producido una «tensa atención», como por ejemplo la intensidad que
ocurre en los instantes en que alguien va a lanzarle con fuerza un
objeto y, pasados unos segundos, aún no se decide a hacerlo. En la
«tensa atención» del compás de espera suele decirse que el ambiente
está tan denso que «puede cortarse con una cuchilla». En esos
instantes la atención permanece firme en la expectante presencia del
objeto que viene y, pasados unos segundos, pareciera que el espacio
que rodea el momento gana una densidad inusual; es como si el
ambiente se masificara adoptando una condición casi palpable. Pues
bien, de igual manera, mientras la atención se posa continuamente
sobre los contenidos que son parte del Presente sin advertir la
fastidiosa condición de definirlos, la cognición de dichos objetos
asume una intensidad inusual. De permanecer en dicha actitud atenta,
la Conciencia, como acto que promueve el saber, adopta una nueva
condición que sobresale sobre cualquier «nombre» o «forma» que
pueda aparecer en la mente. Si se logra afianzar esta nueva presencia
consciente durante unos segundos o minutos, la información conocida
revelará la mágica condición de no pertenecer a un género, clase o
condición especial con la que pueda ser definida, sino que emerge
de ella lo común a todos los eventos potencialmente existentes en el
universo, gracias al hecho de que existen y se conocen en virtud de
la condición activa e iluminadora de la «Conciencia». De tal manera,
la «Conciencia» se convierte en aquello común a todo lo existente,
en la fuerza que sostiene toda información. En ella nace y muere el
tiempo; en ella se resume lo minúsculo y lo infinito. La «Conciencia»
se convierte en lo único a ser conocido, a la vez que se convierte en el
agente que conoce todo lo conocido.
Evidentemente, la afirmación de la identidad entre jīva y Brahman
no debe tomarse como si dos entes diferentes pudieran llegar a ser
iguales alguna vez, o como que uno se convierte en otro para impedir
la diferenciación. Debe entenderse por identidad el hecho de que jīva
es esencialmente Brahman, y que Brahman es esencialmente jīva. Es
decir: Sin importar qué condición de información pueda estar siendo
conocida, la información tiene como sustento a la «Conciencia»;
cuando el individuo (jīva) finalmente aquieta la actividad dialéctica,
la conciencia individual se resume en la Conciencia No-dual, así como
una gota que, llevada por el viento, juguetonamente salpica sobre la
superficie para nuevamente posarse sobre el lecho del océano.

Figura 19
Las Tres Teorías sobre la Existencia del Jīva

Śaṅkara, autor de los aforismos, asume que, de las tres teorías


descritas en el aforismo anterior, la «teoría de la limitación» acusa
mayor claridad sobre el hecho de la identidad entre jīva y Brahman
gracias a que las dos teorías restantes, la del «reflejo» y la del «sueño»,
inducen a que el individuo (jīva) resultante no tenga una existencia
real. Sin embargo, desde la perspectiva del análisis que estamos
realizando, la naturaleza de la Conciencia perdura sobre cualquier
evento existente, razón por la cual las tres teorías otorgan un nivel de
validez en el que se complementan las unas a las otras (figura 19).

ŚLOKA 35

Māyā, que tiene la doble naturaleza de proyección y ocultamiento,


está en Brahman. Ella limita la naturaleza indivisa de Brahman y Lo
hace aparecer como el mundo y el ser encarnado (jīva).
Māyā, que tiene el doble aspecto de proyección y ocultación, está
en Brahman. Ella limita la naturaleza indivisa de Brahman y Lo
proyecta como el mundo y el ser individual (jīva).
Ahora Śaṅkara intenta explicar la segunda teoría sobre el
nacimiento de la individualidad (jīva). Māyā (la ilusión) es la causa
del mundo y del individuo; en general, es la causa del sentido de
diferenciación existente en la cognición.
Māyā puede definirse como «ilusión», pero el resultado de su
actividad puede describirse también como «ignorancia».

MĀYĀ COMO «ILUSIÓN»

El efecto de māyā como «ilusión» implica la existencia de una


realidad diferenciada que se asume como real. Māyā permite que
cualquier condición diferenciada de información pueda adoptar una
condición aparentemente real, sin importar en qué estado de conciencia
se realice la percepción.
Mientras, por ejemplo, se duerme y las imágenes oníricas desfilan
a la luz de la conciencia del estado onírico, todo lo experimentado
asume la condición de conocerse como real, es decir, existe y sabemos
que existe. Mientras el caudal de información que conforma el estado
onírico siga siendo reconocido por la función mental que allí aparece,
permitirá que la historia se descubra paso a paso induciendo un mundo
de innumerables e infinitas condiciones. Con los demás estados de
conciencia pasa igual: en todos ellos la realidad ampara la cognición
y diferenciación entre perceptor y percibido que en ellos opera. La
condición de diferenciación de la información, que reconocemos
gracias a que existe una función consciente, es obra de māyā. El asomo
de realidad que experimentamos del mundo, sea cual sea la condición
de percepción que experimentamos, es obra de māyā.
Debido a la «ilusión» que su naturaleza provoca, māyā nos induce
a aceptar la realidad de nuestra propia individualidad y a sustentarnos
en ella como un náufrago lo hace en una tabla que flota en la tormenta.
Por ello, es imposible negar nuestra propia existencia y la de los demás.
Simplemente, advertimos que cualquier definición que planteamos
respecto a la «realidad» es momentánea y fugaz. Debido a ello, no es
posible negar la existencia del mundo, y sólo advertimos que la fugaz
presencia de su realidad en nuestra conciencia diferenciada no tiene
que ver con la siguiente percepción de él en el instante siguiente. Esa
falta de estabilidad en la continuidad de la percepción es señal de que
existe un elemento incierto en la cognición, cuya naturaleza muestra
como real algo que evidentemente no lo es.

Si no fuese por la transitoriedad e impermanencia de lo conocido,


sería imposible que el ser humano notara que está sumergido en un
juego donde las cosas aparentan ser algo, mas no son realmente tal
como las conocemos.
La perspectiva de lo conocido se asemeja a la momentánea pero
real proyección de una serpiente sobre una soga. De igual manera,
el individuo (jīva) existe gracias a la aparente estabilidad que ofrece
māyā al sumergirlo en un mundo igualmente cambiante y con el
cual tiene que luchar a toda costa en búsqueda de la estabilidad y
permanencia de su propia naturaleza «yoica», situación que le lleva
a tener que recordarse o, en su defecto, a proyectarse en el futuro.
La estabilidad y seguridad del «yo» estriba, entonces, en tener que
recordarse o proyectarse, es decir, en jugar a vislumbrar el pasado o
anhelar el futuro. Sólo así puede el individuo creer que él es alguien,
que es real, gracias a que cubre todo el espectro del tiempo: pasado,
Presente y futuro.
MĀYĀ COMO «IGNORANCIA»

El efecto de māyā como «ignorancia» implica la falta de


discriminación que el individuo tiene para reconocer su naturaleza
No-dual. Māyā provoca imposibilidad de autoconocimiento, de igual
manera que al revolver el agua de un estanque todas las partículas en
suspensión impiden ver el fondo. La turbulencia de la mente es māyā.
La vorágine de ideas que despliega el hecho de pensar constantemente
impide una representación correcta del mundo.

Tabla 32
Cualidades de un Discípulo

Por ello, el Vedanta asume que la forma más eficiente de


restringir la proyección de māyā y cesar de convertir la cognición
en una representación diferenciada es ver el mundo con ojos llenos
de discernimiento, es decir, con la facultad de reconocer qué es
verdaderamente lo real y qué lo ilusorio. Para ello se requiere que en el
proceso de la cognición exista educación y ejercitamiento en el acto de
estar Presente. La atención constantemente dispuesta al contacto de las
realidades que acontecen en forma de Presente, es decir, en forma de
«aquí y ahora» permite, a través de muchos años de práctica, separar
el velo que induce ignorancia y que impide discriminar correctamente
la esencia inmortal y No-dual del ser humano.
Sin embargo, la constante atención sobre las realidades que «se
están sucediendo» en forma de Presente requiere de la disciplina que
induce un trabajo interior. Por ello, desde siempre hemos planteado
que internarse en el desarrollo de la explicación de la No-dualidad
requiere del estudiante una serie de cualidades, sin las cuales es difícil
lograr la reflexión y el ejercitamiento en un razonamiento coherente
(tabla 32).
Viveka
Finalmente implica discriminación metafísica, es decir, discriminar
que Brahman es real y que māyā es ilusoria. La discriminación que
advierte con claridad que un árbol es tal o que el nombre con el
que señalamos a una persona coincide con su verdadero nombre se
denomina buddhi o intelecto, y no es el tipo de certeza que planteamos.
La discriminación a la que hacemos referencia es aquella que aflora de
la profunda comprensión interior y que no requiere de convencimiento
adicional, como lo es, por ejemplo, el hecho de saber que existimos.
De igual manera, Viveka induce una espontánea forma de representar
la realidad mediante la cual el universo se desdobla sin que exista la
más mínima sospecha en aceptar que el universo es No-dual.
Cuando el universo se percibe desde él mismo, es decir, cuando
el agente de cognición es no-diferente de lo conocido, la fuerza de la
comprensión que surge de esta forma de ver el mundo impide cualquier
duda, de igual manera que quien está profundamente enamorado no
puede negar que sus sentimientos existen y se dirigen hacia alguien
en especial.
Vairāgya
La renuncia mental a los objetos de sensación es vairāgya. Es
imposible renunciar a lo que no se conoce. La renuncia no lleva
al conocimiento; es el conocimiento el que lleva a la renuncia. La
obtención de viveka (discernimiento) induce, de manera espontánea,
una forma de ver el mundo sin apego. Imagine que mientras sueña
logra ser consciente del estado, sin que ello implique necesariamente
despertar. Podrá gustar de lo que experimenta; pero bien sabe, con
claridad, que toda la inmensa gama de situaciones que allí acontecen
son inexistentes. El sentimiento de sufrimiento, de gozo o de placer de
quien sabe que sueña se atempera ante la comprensión de reconocer
que dicho mundo es una proyección ilusoria que en cualquier
momento puede desaparecer. Dicha comprensión no es resultado del
convencimiento respecto a una idea preconcebida en el mismo estado
de sueño, no; el desapego que emerge ante la experiencia que se
sucede en el sueño deviene de la comprensión clara y tácita que genera
el saber de la vigilia.
El desapego mental a los objetos de sensación (vairāgya) es la
consecuencia natural del discernimiento (viveka). Sin embargo,
la renuncia no implica la obligatoria austeridad ni, más lejano aún,
la pobreza. Ser pobre no implica tener desapego ni discernimiento,
pues si así fuera los países tercermundistas estarían llenos de sabios
trascendidos. La opulencia, así como la pobreza, son factores que por
sí mismos no implican una condición discernitiva. El desapego es
válido si, y sólo si, existe claridad mental respecto a él. Renunciar al
goce que la vida ofrece, sin tener claridad mental de lo que se hace,
convierte al individuo en un ser humano más egoísta y ruin.
Satsaṃpatti
Conjunto de seis virtudes o seis tesoros. El florecimiento de estas
seis cualidades sólo acontece cuando la mente está calma, gracias a que
los objetos de los sentidos cobran una dimensión diferente al existir
de por medio desapego ante ellos. Estas seis virtudes se describen a
continuación:
Śama
Control de la mente. Cuando la mente ha logrado la tranquilidad
que el discernimiento y el desapego produce, entonces no se agita
en las escabrosas elucubraciones que los pensamientos procuran;
en cambio, logra permanecer atenta y completamente viva al
instante que florece en forma de Presente.
Dama
Control de los sentidos. Una mente equilibrada puede a
voluntad retirar los órganos de los sentidos de los objetos de
sensación, al igual que una tortuga esconde los miembros dentro
de su caparazón. Un individuo forjado en esta noble virtud puede
a voluntad desconectar la vista, el oído o cualquier otro órgano de
conocimiento. De esta manera, la práctica meditativa logra una
fluidez inusual, pues los impactos que los sentidos provocan en
alguien sin disciplina interior impiden una neutra presencia en el
mundo interior.
Uparati
Hábito de control. El afianzamiento en las dos virtudes previas
promueve el hábito de su sostenimiento. Cuando esta virtud
enaltece al estudiante, gran parte de su práctica interior (sādhana)
está concluida, pues la mente ha adquirido una disciplina inusual
que le otorga un control carente de esfuerzo. Una mente así se
asemeja a un manso animal que siempre obedece con cariño a
las exigencias de su amo. La mente ahora es un foco en donde
confluyen la fuerza y el conocimiento, la simpleza y la bondad.
Titikṣā
Indiferencia ante los pares de opuestos. Una mente
habitualmente controlada no cede ante los abates físicos y
psicológicos. Permanece incólume ante el placer y el dolor. Llega
inclusive a controlar el sistema neurovegetativo, permitiendo a
voluntad funciones que otrora era imposible manejar. La pereza y
el decaimiento huyen como el humo del fuego. La cordial viveza
inunda todo el panorama de su realidad, dando como resultado un
individuo insensible ante los excesos mentales.
Samādhāna
Constante pensamiento en Dios. ¿Dónde se deposita la mente
cuando advirtiendo la realidad del Presente no busca objeto alguno
en el cual esconderse? Evidentemente, el flujo de comprensión
que opera en todo instante se deposita en una realidad carente de
atributos diferenciadores. La mente se resume en aquello que a
través de ella se conoce. La condición diferenciadora que produce
la existencia de un perceptor diferenciado de lo que conoce se
disuelve, y el universo asume una nueva y maravillosa condición
de ser conocido: la No-dual. Allí, toda la información del universo
danza sin que exista diferencia entre el sonido de la música y el
movimiento de quien danza.
Śraddhā
Fe. Implica la aceptación de la enseñanza del maestro, gracias
a que la propia vivencia del discípulo intuye el saber que aquél
es capaz de transmitir. Es fe con certeza, y no aceptación ciega
de un conocimiento que lo supera. El discípulo no requiere de
entregar su alma a un ideal que no entiende; más bien, gracias
a la certeza de su propia experiencia, acepta con contentamiento
aquellas instrucciones que su mente apenas vislumbra pero que en
su corazón ya resuenan.
Mumukṣutva
Ardiente deseo de liberación. ¡Cuán lejos se encuentra Occidente
de entender el trasfondo de esta virtud! Occidente negocia con la
devoción. La condición de entrega siempre se advierte en pos de
una contraprestación. El fiel, al dialogar en el rezo con Dios, negocia
sus necesidades, trueca sus penas por futuras penitencias. Con tanta
insistencia se le ha enseñado al ser humano a reconocerse pecador que
finalmente se lo ha creído. El ser humano no sabe enamorarse de lo
divino porque él no se siente a sí mismo en la justa talla para merecer
semejante condición.
Acaso, en el santo silencio que la madurez interior provoca, ¿quién
no ha vertido dulces lágrimas que estremecen los mismos cimientos de
la realidad? El quemante anhelo de la liberación de māyā se convierte,
finalmente, en el único fuego que la extingue.
ŚLOKA 36

Esto ocurre porque la falsa representación de la Conciencia


(cidābhāsa: el reflejo de la Conciencia), ubicada en la buddhi, realiza
varias acciones y goza sus resultados, por lo tanto, es llamado jīva.
Y todo esto, que consiste de los elementos y sus productos que son
de la naturaleza de los objetos de goce, es llamado jāgrat (universo).
La falsa proyección de la Conciencia No-dual sobre la buddhi,
denominada individuo (jīva), ejecuta variadas acciones y se identifica
gozando de sus resultados. Los objetos de goce con los que se identifica
el individuo (jīva) están conformados por los cinco elementos que
conforman el universo material (jāgrat).
Uno de los grandes obstáculos con los que nos enfrentamos para
entender en profundidad la filosofía Vedanta consiste en la dificultad
de aceptar el hecho de que el individuo (jīva) no es realmente un
agente que ejecute acciones por voluntad propia. El guión de la vida
ya está escrito desde el mismo momento en que la vida se insinúa en
el vientre materno. Las tendencias se modelan en función de acciones
previas acontecidas en épocas sin cuento; sin embargo, todas las
acciones previas son generadas a su vez por otras más antiguas, y
estas más antiguas por otras más ancestrales aún. Nunca es factible
conocer el origen de las tendencias genéricas que llevan a la existencia
a desenrollarse en una u otra dirección. Todo se asimila a lo ocurrido
en los sueños, donde el agente busca su propia causa en la historia.
Cada vez que el agente onírico desempolva los arcaicos recuerdos que
guardan las generaciones pasadas, siempre encuentra una causa previa
a las restantes.
Este universo físico que detectamos a través de los sentidos e
interpretamos mediante la mente tiene en común el hecho de que su
información es causal. Gracias a ello asumimos que todo evoluciona.
Gracias a ello asumimos que el «yo» viaja perfeccionándose mediante
las experiencias ya sucedidas, las que acontecen y las que vendrán.
En los sueños, por el contrario, el universo que se detecta no posee la
condición común de ser causal; por ello, es viable mientras se duerme
nacer ancianos y morir jóvenes; es posible desafiar las leyes de la
naturaleza, como la gravedad o el electromagnetismo, sin que ello
disminuya la realidad de lo conocido.
A la representación de la continuidad causal, en la que un «yo»
se siente sumergido mientras ejecuta las acciones, la denominamos
karma. El karma es la razón de la perdurabilidad del «yo». Identificarse
constantemente con el hecho de representar la cognición mediante
el proceso dialéctico lleva a relacionar lo que es con lo que fue y
lo que será. Sin embargo, la comprensión de dicho evento ocurre
exclusivamente en el Presente. Por ello, la solución al problema de
la diferenciación entre las informaciones causales no consiste en
encontrar su génesis sino en permanecer en el Presente mientras
se conoce el mundo que acontece «aquí y ahora». Dicha forma de
establecer esta nueva relación con el universo conocido induce un
reordenamiento de la información del conocedor y de lo conocido,
de tal manera que la frontera entre ambas vertientes de la cognición
—el perceptor y lo percibido— desaparece, y el acto de comprensión
permanece de forma no-diferenciada como Conciencia.
¿Acaso un testigo cualquiera que es parte del sueño puede afirmar
que es él quien realiza las acciones? ¿Acaso el soñador que permanece
dormido puede afirmar que es él quien ejecuta las acciones? Mientras
el sueño acontece, ambas preguntas se resuelven positivamente; sin
embargo, al despertar, es claro notar que las preguntas carecen de
toda validez: mientras se duerme no existen testigos separados; todos
ellos, e incluso el universo mismo, son representaciones de la mente
de un soñador que ha experimentado las acciones en vigilia, las ha
convertido en memoria y las vuelca al estado onírico.

No existe verdaderamente un agente que ejecute por sí mismo


las acciones; lo más que hay es un agente que se recuerda hacedor
o un agente que se proyecta con anhelo de hacer.
El ser humano se encadena al mundo a causa de experimentarlo
mediante un «yo», al que considera como parte integrante e individual
de sí mismo. Pero ello no es así. No existen partes; sólo existen
recuerdos con «nombres» o recuerdos con «formas». Jamás el
Presente asume, si se lo experimenta continuamente, una condición
dual. Para comprobarlo, basta testificar el universo sin representarlo
comparativamente con información del pasado o del futuro. Cada
vez que el «yo» esté sumergido en el universo causal e intente
actuar fundamentado en el gozo del fruto o busque actuar asumiendo
credibilidad a su propio sentido individualista, entonces el karma se
convierte en el pegamento que encadena cada una de las acciones y
que da sentido al acto evolutivo.
El ser humano pareciera que actuara, sin embargo no es así; actúa
el impulso mismo que la naturaleza provee y en el que todas las
cosas se agrupan. Creemos que el universo se mueve, sin embargo él
siempre está incólume. El universo no cambia; es el perceptor quien
lo recuerda constantemente diferente. Son las cualidades mismas que
conforman las cosas quienes ejecutan toda acción. Toda actividad
ocurre en el inteligente movimiento que acontece en la quietud. No
existe un agente al que denominemos «yo» que realice la acción.
Realmente, no existe ni agente ni acción. Sin embargo, si alguien
es testigo del movimiento de algo, sepa que dicha actividad ocurre en
su mente en el mismo instante en que conscientemente la valida como
diferente de él mismo, en el mismo momento en que se recuerda con
la posibilidad de recordar.

ŚLOKA 37

Estos dos, que datan de tiempo sin comienzo, tienen (solamente)


existencia empírica y existen hasta que uno logra la liberación. Por
lo tanto, ambos son llamados empíricos.
Estos dos —el individuo (jīva) y el universo fenoménico (jāgrat)—
datan de tiempo sin comienzo y se experimentan de forma diferenciada
hasta que se logra la liberación. Por eso ambos, el individuo y el
universo fenoménico (jīva y jāgrat), se denominan realidades
empíricas.
Tanto el individuo (jīva) como el universo fenoménico (jāgrat)
parecen reales a causa de māyā. La aparente realidad del individuo y
del universo nace de la errónea representación mental que opera en la
mente humana. La aparente realidad del individuo y del mundo nace
de la inestabilidad cognitiva que produce su experiencia, esto es, de la
falsa creencia de que lo observado existe por sí mismo. Los diversos
constitutivos del mundo parecen reales porque se experimentan
reales e independientes unos de otros por la conciencia individual;
sin embargo, son irreales a causa de que varían percepción tras
percepción consciente. Afirmamos que el sesgo de variabilidad del
mundo, el cambio que se establece en lo conocido y la impermanencia
del observador son producto de una errónea cognición; por ello, el
mismo conocedor de la errónea cognición ha de ser también inválido,
momentáneo e igual de inestable que aquello que conoce.
En cualquier tipo de cognición diferenciada, es decir, en la que
exista sujeto conocedor diferenciado del objeto conocido, es imposible
advertir claramente su causa primera. Si algún día, por ejemplo, llega
a ser posible por la astrofísica encontrar las ecuaciones que sostienen
el origen del Big Bang, entonces de inmediato surgirá la inquietud
de plantearse qué hay previo a éste. Para ejemplificar dicha situación
intentemos por un momento analizar la realidad onírica: Intentar
detectar el origen de la vida misma en un sueño tropieza con la falta
de recursos de quien piensa en ello. Sin embargo, al despertar, es
posible ser consciente de que el montaje ilimitado del universo que
previamente era representado conscientemente, simplemente nunca
existió; el infinito de objetos y sujetos experimentales en el sueño era
tan sólo una momentánea ilusión.
Usamos a māyā para explicar la razón de la momentánea
existencia y de su momentánea realidad. Es māyā lo que produce la
aparición del tiempo, el espacio y la causalidad; por ello, es imposible
hallar el origen y la causa de las cosas desde el producto mismo de
māyā. En este sentido, individuo y universo (jīva y jāgrat) no tienen
comienzo; no son ni reales ni ilusorios, sino empíricos o fenoménicos.
Sin embargo, sí tienen un final. Su final tiene lugar cuando se logra
la liberación, al igual que el final de un sueño tiene lugar cuando se
despierta, esto es, cuando la correcta percepción que deviene de un
discernimiento metafísico (Viveka) es capaz de distinguir con claridad
entre lo No-dual y lo dual, es decir, entre lo Real y lo ilusorio.
En un universo causal es imposible encontrar una condición
primera, cuna de las restantes formas de expresión de la información
** Universo causal74

La coherencia de un mundo causal se edifica exclusivamente desde


el agrupamiento e interrelación de la información. Para ejemplificar
este hecho, tomemos un concepto cualquiera, por ejemplo «mesa».
Para definir el concepto «mesa» hemos de recurrir a otros conceptos,
tales como «mueble», «tabla», «pies o patas», etc. A su vez, para definir
cada una de estas ideas es preciso acudir a otros nuevos conceptos,
y así sucesivamente. Encontramos finalmente que todo concepto
se define siempre a partir de otros, sin que sea posible hallar algún
concepto inicial que sea definición de sí mismo y, por tanto, que sea la
fuente de toda definición posterior.
En consecuencia, todo concepto asume sentido solamente cuando
está agrupado o relacionado con otros conceptos. Si en lugar del término
«concepto» se emplea el término más general de «información»,
podemos entonces afirmar de igual manera que la información —que
en sí misma es adimensional, es decir, insignificante— sólo cobra
sentido de significancia cuando se agrupa. Mientras la información
sirva para definir algún contenido, el contenido es suma de condiciones
de información.
Hemos visto que el universo es sin principio. Sin embargo, cuando
se lo indaga con la mente parece que hubiera un desarrollo o evolución
en el tiempo y que todo estuviera causado por algo previo. No obstante,
resulta imposible hallar mentalmente una causa original, fuente de todo
lo demás. Siempre, tras un evento, es posible hallar alguno previo, y
todavía otro previo a aquel, y así ilimitadamente. El hecho de que
el universo aparezca ilimitadamente encadenado causalmente ante el
individuo vigílico se debe a que la información del estado vigílico está
dotada de sentido de causalidad, siendo esa, precisamente, la única
diferencia fundamental entre el estado onírico y el vigílico.

74 La explicación del limitante Causal y la representación que tiene en la cognición han sido
estudiadas profundamente en el libro La Paradoja Divina, Sesha.
Los diversos constituyentes del universo tienen significancia
solamente por ser agrupación de información
Es por ello que el sentido de tiempo cobra validez exclusivamente
en el estado vigílico. En el estado de sueño no tiene sentido encontrar
una representación estable temporal para todos sus habitantes, ni leyes
que omniabarquen la suma de condiciones experimentables en las que
el tiempo se introduce. Sin embargo, definir el universo experimentable
o empírico como causal implica la impotencia de encontrar su génesis,
pues finalmente todo evento no es más que el resultado de alguno
previo. Por lo tanto, la definición causal lleva a una contradicción
insuperable: en caso de existir una génesis causal, ella también habría
de ser causada, pues el efecto no puede ser diferente a la causa que lo
alienta ni la causa diferente del efecto que genera.

El universo es sin principio cuando se lo indaga con la mente.


Sólo la apreciación de causalidad ofrece sentido a la condición
temporal, pues el tiempo tiene sentido sólo si existe sentido de
causalidad en la información. De otro modo, mirar atrás en el
tiempo podría implicar ver el futuro, o proyectarse adelante en el
tiempo podría ubicar sin restricciones una situación del pasado.
En consecuencia, el individuo y el universo fenoménico (jīva y
jāgrat, respectivamente) no tienen comienzo pero sí final. Cuando
la Conciencia No-dual asume el rol de ser fuente de su propia
cognición, reconoce que su naturaleza es siempre existente y que la
diferenciación es un tópico potencial que acontece exclusivamente en
la mente potencial de un individuo potencial. Sin embargo, tanto la
potencialidad como la mente o el individuo mismo son no-diferentes
a la indagación que la Conciencia No-dual realiza de sí misma. La
Conciencia No-dual es, así, causa y origen de individuo y universo
(jīva y jāgrat); a su vez, tanto jīva como jāgrat desaparecen como
entes diferenciados en la liberación o jñāna, es decir, en la Realización
o despertar a la Conciencia No-dual.
Así como la información posee una representación causal, de
igual manera es posible estudiarla desde una perspectiva espacial, es
decir, como siendo a la vez «parte» y «todo». La información tiene la
extraordinaria propiedad de ser «parte» y, a la vez, «todo»; y ello de
modo ilimitado. Véase, por ejemplo, el caso de este libro. Cada página
es a la vez «parte» y «todo»; es una «parte» de ese «todo» mayor que es
el libro, pero también es en sí misma un «todo» compuesto de párrafos
(«partes»). A su vez, cada párrafo es una «parte» de la página, pero
también es un «todo» compuesto de líneas, frases o palabras. De este
modo, cada página está compuesta de párrafos, a su vez compuestos
de líneas, a su vez compuestas de palabras, a su vez compuestas de
letras, a su vez compuestas de moléculas de tinta, y así sucesiva e
ilimitadamente. Pero también cada página es un todo que es parte de
este libro, que es parte de todos los libros, que es parte de la cultura,
que es parte del conocimiento, y así ilimitadamente.
La información, gracias a esta cualidad de ser a la vez parte y todo,
puede agruparse de infinitas maneras; por tanto, la información asume
siempre una condición ilimitada.

El espacio que contiene al individuo (jīva) y al universo


fenoménico ( jāgrat) es sin límites. Su realidad cobra sentido por el
hecho de que la información tiene la maravillosa propiedad de ser,
a la vez, «todo» y «parte».
Cuando la mente interviene de manera dialéctica en el proceso de
la cognición, la información adopta tantas partes como pensamientos
asociados a «nombre» y «forma» fluyan en la memoria. Es decir, cada
«todo» puede ser dividido en tantas «partes» como ideas existan en la
mente; y simétricamente, también cada «parte» puede serlo de tantos
«todos» como ideas haya en la mente. El intervalo que diferencia dos
informaciones cualesquiera, es decir, dos «partes» de un mismo todo,
se denomina espacio. Cuando la mente idealiza el tamaño de las cosas,
asocia dicha distancia espacial a las fronteras que interpone como
límites. Debido a que la mente procesa exclusivamente información
previamente conocida, es decir, información con fronteras o límites
asociados a «nombre» y «forma», todo contenido pensado puede ser
contenido en un entorno espacial.
Por ejemplo, si dirigimos la mirada a la estancia en la que nos
hallamos, observaremos que la estancia, que es un «todo» en sí
misma, se encuentra compuesta de «partes» tales como mesa, silla,
suelo, techo, paredes, y así sucesivamente, hasta agotar tantas partes
como ideas existan en nuestra mente. El hecho de diferenciar la mesa
del suelo o de las paredes se debe a que trazamos mentalmente una
frontera conceptual entre tales objetos y, en consecuencia, emerge una
distancia espacial entre tales fronteras.
Como observación final, cabe añadir que una representación
de un espacio absoluto del universo es impensable por la mente, al
igual que una condición de tiempo infinita. Sin embargo, el hecho
de no poder pensar en información infinita o absoluta no implica la
inexistencia del contenido de esa condición; simplemente indica que
la alegoría de tiempo y espacio no puede ser traducida a un lenguaje
que está exclusivamente diseñado para definir «partes» o «suma de
partes». Este lenguaje es, precisamente, el lenguaje en el que la mente
interviene y procesa la información.
En conclusión: Individuo y universo (jīva y jāgrat) son ambos
sin tiempo, pues en realidad nunca han tenido un comienzo; y sólo
pueden reconocerse como lo que realmente son, es decir, como no-
diferenciados y como sólo aparentemente reales cuando el perceptor
alcanza la liberación, es decir, cuando se trasciende el plano mental
que les da visos de realidad diferenciada.

ŚLOKA 38

El estado de sueño profundo, que está asociado con la Conciencia


reflejada erróneamente (en la mente), y que es de la naturaleza
de ocultamiento y proyección, primeramente cubre el Sí Mismo
individual (empírico) y el universo conocido, pero luego los imagina
(en sueños) nuevamente.
La Conciencia No-dual, asociada al poder de «velar» de māyā
genera el estado de sueño profundo o sueño sin imágenes; asociada
al poder de «velar» y «proyectar» de māyā, que aparentemente se
produce en la mente del creador (Īśvara), genera al individuo y al
universo experimentable (jīva y jāgrat). Simultáneamente, el creador
(Īśvara), a través del individuo, imagina el mundo experimentable y
genera el estado de sueño.
El individuo (jīva) y el mundo fenoménico (jāgrat), al
experimentarse diferenciados, se consideran erróneamente como
reales —pāramārthika—, es decir, manteniéndose permanentes en
tiempo y espacio. Sin embargo, esto no es así. La experiencia que el
individuo posee de sí mismo y del mundo, así como la interpretación
mental que de todo ello tiene, varía dependiendo del ambiente en
donde fluya la información que experimenta.

Tabla 33
Los diferentes jīva (individuo)

Así como en sueños la ausencia de causalidad imprime un sesgo


característico al mundo y a quien lo conoce, de igual forma en el
estado vigílico la causalidad induce una representación específica
acorde con la modalidad de información que compone al individuo y
al mundo que allí se experimenta. De igual manera, la representación
de la existencia del individuo es otra cuando el agente se absorbe
momentáneamente en la ignorancia o estado causal —aquel en el que
el individuo y el universo no se reconocen existiendo, y que es fuente
u origen de la manifestación—, situación similar a la que acontece
cuando la mente se detiene momentáneamente en sueños, estado al
que suele denominarse sueño profundo o sueño sin imágenes (ver
tabla 33).
El «yo» vigílico no es verdaderamente muy estable. Fluctúa según
emerjan experiencias y se desvanece mientras ocurre el sueño. No
puede ser el mismo “yo”el experimentador del sueño y el de la vigilia,
pues en cada mundo se interpreta la realidad de una forma específica.
Las condiciones morales, físicas, geográficas, etcétera cambian en el
mismo sueño o entre sueños respecto a las que imperan en vigilia. De
igual manera, en vigilia el perceptor del universo puede representarse
y representar lo conocido de variadas formas según se experimente
como sujeto, exín, sākṣin o ātman.

Cualquier modalidad de perceptor, excepto el ātman, sólo existe


en el instante en que se advierte la información que detecta. Todos
los perceptores son momentáneos y relativos, excepto el ātman.
Todo individuo (jīva) existe en la momentánea fracción en que
asume como propia la cognición. Dicha cognición es válida o real tan
sólo en ese instante. El individuo (jīva) sólo dura la momentaneidad
del instante en que su mente fluctúa intentando conocer. Sólo el ātman
es testigo de sí mismo y de todo el universo existente; sólo él es el
conocedor y lo conocido, el campo y el conocedor del campo en todos
los campos.

ŚLOKA 39

Estos dos objetos (a saber, el sí mismo que percibe [jīva] y el


mundo percibido [jāgrat]) son ilusorios a causa de haber existido
solamente durante el periodo de experiencia (onírica). Por esto
nadie, después de despertarse del sueño, vuelve a ver estos objetos
cuando sueña otra vez.
Tanto el individuo como el mundo fenoménico (jīva y jāgrat) del
estado onírico son ilusorios porque existen solamente mientras la
experiencia onírica acontece. Es decir, al despertar del sueño nadie
atestigua de similar forma la naturaleza de los objetos oníricos, igual
que al dormir tampoco se experimentan los objetos vigílicos.
De igual forma a como el individuo de vigilia (vyāvahārika jīva)
aparece existiendo por cualquiera de las tres teorías mencionadas en
los comentarios previos —es decir, como «limitante», «reflejo» y
«sueño»—, así mismo el individuo de sueños (prātibhāṣika jīva) es
una representación imaginada del individuo de vigilia.
No obstante, la situación no termina aquí. El texto no profundiza
sobre los diferentes individuos de vigilia (vyāvaharika jīva) que
pueden ser experimentados mediante las diferentes modalidades de
percepción vigílica, sin embargo el «yo» vigílico tampoco es uno sólo.
Existen cuatro modalidades de perceptores y de universos percibidos
en el estado de conciencia vigílico, tal como ha sido resumido en la
tabla 32. La cognición es un carrusel de percepciones momentáneas.
Estas percepciones momentáneas están interrelacionadas en el
ámbito consciente mediante el acto de comprensión que advierte
constantemente el individuo (jīva) mientras está asociado al instante
experimentado en cada estado de conciencia. Así como un llavero
sostiene todas las llaves, o como el espacio contiene todos los
volúmenes, de igual manera la conciencia sostiene todos los jīva y
todos los universos que aquéllos conocen. Tal como al agua sólida
se le denomina hielo y a la gaseosa vapor, de esa misma manera la
Conciencia No-dual adopta todas las infinitas probabilidades en
que la información puede ser pensada. Sin embargo, aunque la
información permanece siendo no-diferente, la mente, en el instante
de la cognición, asume como válida una de las infinitas probabilidades
que en sí son parte del objeto conocido. De esta manera, y durante
el escrutinio momentáneo de la cognición, el objeto conocido asume
unas características similares a aquellas con las cuales se definió y que
ahora forman parte de la memoria.
La cognición se asimila a los diferentes canales de televisión
que pueden ser sintonizados por un televidente cualquiera. Mientras
un canal ocupa la pantalla, los restantes permanecen en potencia.
Cuando se cambia el canal, se actualiza cualquiera de los probables
en espera, mientras que el canal que estaba activo pasa a ser parte de
aquellos que ahora están en potencia. El individuo (jīva) y el mundo
conocido (jāgrat) parecen reales a causa de que el jīva asume un
rol de cognición que avala la misma memoria que lo conforma. Al
cambiar el campo de informaciones que la memoria establece a causa
del cambio de la condición de los cuatro limitantes75, la relación entre
conocedor y conocido varía, cambiándose matices o agrupaciones en
la información y, por lo tanto, estableciendo con la misma información
un nuevo individuo y un nuevo universo.
Ni el individuo ni el universo han variado nunca; el individuo (jīva)
ve florecer en su particular percepción la actualización secuencial y
sistemática de las infinitas probabilidades que la información posee
por el hecho de ser no-diferente. El individuo vigílico (vyāvahārika
jīva) parece diferente porque se piensa diferente; es decir, recuerda su
historia y asume que ella es la que ahora está conociendo. Si el individuo
asumiera el reto de conocer sin la intervención de la historia (es decir,
sin intervención de la memoria), entonces perdería la capacidad de
experimentarse diferente de lo conocido. A esta excepcional forma de
cognición la denominamos No-dualidad.

ŚLOKA 40

El jīva ilusorio piensa el mundo ilusorio como real, pero el jīva


empírico piensa (ese mundo) como irreal.
El individuo onírico (prātibhāṣika jīva) cree que el mundo onírico
es real, pero el individuo vigílico (vyāvahārika jīva) lo cree irreal.
El texto define claramente tres tipos de individuos (jīva) cuya
naturaleza se asocia excluyentemente a cada uno de los estados de
conciencia existentes. Son los siguientes: El jivātman o pāramārthika
jīva, cuya esencia inmortal y permanente se asimila al ātman; el
individuo fenoménico vyāvahārika jīva, que es aquel que discurre en
el estado vigílico, y el sujeto onírico o prātibhāṣika jīva, que es aquel
que discurre en el estado de la experiencia que acontece en el sueño
(véase la tabla 34).
Śaṅkara analiza en este śloka y los dos siguientes la distinción
entre los tres jīva señalados. En cada ocasión evidencia que lo que
aparece real para un jīva no lo es para el siguiente, ya que ninguno
de estos jīva es real excepto el pāramārthika jīva o jivātman única
entidad que, por tanto, sí atestigua la Realidad.
75 Causal, Espacial, Interpretativo y de Frontera. Véase La Paradoja Divina, Sesha.
Tabla 34
Tipos de jīva

Para mayor precisión, cabe aclarar que no existe una realidad


denominada individuo, «yo» o ego. El «yo» o egoencia no es más
que un sentido de propiedad; o expresado más precisamente: es una
información que dota de sentido de propiedad a la información. Así,
pues, lo que existe es un fluir de momentáneas superposiciones de
informaciones que son experimentadas por el sentido de propiedad de
esa misma superposición de informaciones. Lo que existe es un sueño
que «sueña» ser real, y lo que existe es un ente vigílico que «recuerda»
que es real.
La única diferencia entre el estado onírico y el vigílico estriba en
que la información que constituye la vigilia es causal, mientras que
la que constituye el estado onírico es acausal. Es la única diferencia
entre ambos estados, si bien es una diferencia inmensa. Es por ello
que el individuo onírico no puede reconocerse como sumatoria de las
innumerables noches en donde el sueño hace acopio de experiencias.
Así, el individuo vigílico se reconoce como suma de su experiencia,
mientras que el onírico se reconoce tan sólo en su experiencia del
momento.
Por otra parte, no existe la posibilidad de que los dos estados —
vigilia y sueño— coexistan simultáneamente ya que la mente, debido
a que su proceso cognitivo es secuencial, excluye el sueño mientras
se halla en vigilia o bien excluye la vigilia mientras se halla soñando.
Además, los estados de sueño y vigilia no existen uno independiente
del otro, es decir, no hay un estado que exista por sí mismo. De ser
independientes habría la posibilidad de encontrar las fronteras que los
delimitan y, por lo tanto, sería posible encontrar una nueva forma de
cognición referida a este segmento intermedio.
La condición de realidad o irrealidad que acota la información no
es aplicable al modelo que el Vedanta emplea para explicar el mundo.
En verdad, para el Vedanta la información es, a la vez, real e irreal,
tal como se expuso en el śloka 37; por ello, negar una porción de
información implica crear otra que rellene el agujero que impone la
ausencia de la anterior. En consecuencia, no existe una información
que sí sea real y que contrarreste una que sí es ilusoria. El Vedanta
sostiene que la Conciencia, en Sí-Misma, es la única actividad que es
estable y continua. La Conciencia, en Sí-Misma, adopta la exquisita
condición de ser simultáneamente sujeto y objeto de cognición de
ella misma, razón por la cual cualquier movimiento no es más que un
movimiento de Ella-Misma en Sí-Misma. Es decir, la Conciencia, en
Sí-Misma, es completamente ajena a todo potencial cambio, razón por
la cual se convierte en el objetivo predilecto de la realización interior.

ŚLOKA 41

El jīva empírico ve el mundo empírico como real. Pero el jīva


real lo conoce como irreal.
El individuo vigílico (vyāvahārika jīva) ve el mundo empírico
como real, pero el perceptor final (jīvātman) lo reconoce como irreal.
El gozador de cada estado de conciencia interpreta su universo
de manera apropiada a su condición. Mientras el ātman se reconoce
simultáneamente como gozador de todos los potenciales campos de
información existentes, el individuo o «yo» vigílico (vyāvahārika
jīva) es una representación consciente que asume la condición de
ser conocedor del universo que puede ser representado mediante la
información que reposa en la memoria.
La representación cognitiva del universo sigue exclusivamente los
cánones del estado de conciencia que florece en el momento de la
percepción. Basta que el perceptor cambie la relación con lo percibido
e inmediatamente la información se aglomera en función de un nuevo
canon. El nuevo estado de conciencia impondrá un perceptor y un
campo percibido acorde con las representaciones históricas que el
nuevo campo delimite.

No existe una única condición individual, es decir, un único


«yo» que transite a través de los diversos estados de conciencia en
los que puede ser conocida la información.
Desde esta perspectiva, cada «gozador» de la experiencia, asociado
a cada estado de conciencia, induce la manifestación de un individuo
(jīva) que reconoce a los restantes como ilusorios y que solamente
avala la existencia de sí mismo y del universo que experimenta, acorde
con las condiciones que presenta dicho estado de conciencia.
Excepto el jīvātman, pāramārthika jīva o ātman, ningún otro
agente experimentador posee la condición de ser testigo inalterable
del universo mismo. El jīvātman o pāramārthika jīva conoce de
manera simultánea y ubicua todas las potenciales condiciones en
que se presenta la información, de la cual Sí Mismo es agente no-
diferenciado.
De tal forma, mientras existe un individuo en cualquiera de los
estados de conciencia permitidos, los restantes quedan en potencia.
La relación entre perceptor y percibido cambia de forma incierta, tal
como lo hacen las olas en su incesante movimiento sobre la superficie
del mar.
El jīvātman o pāramārthika jīva, aunque jamás ha dejado de existir,
es envuelto por la ilusión (māyā) de los restantes jīva, impidiendo
que su real naturaleza no-diferenciada se manifieste. Este jīva real
es sostén de los restantes, pero su inmortal naturaleza se esconde
ante los universos diferenciados que los restantes individuos (jīva)
atestiguan en su historia y en los mundos que existen exclusivamente
en los procesos pensantes que se arremolinan sin cansancio en sus
propias mentes.
ŚLOKA 42

Pero el pāramārthika-jīva sabe que su identidad con Brahman


es (lo único) real. Él no ve lo otro (y si lo ve), sabe que es ilusorio.
Pero sólo el pāramārthika jīva conoce realmente su real identidad
con Brahman. No advierte otro conocedor fuera de Sí Mismo; y si lo
ve, comprende que es ilusorio.
El pāramārthika jīva es Conciencia No-dual. Su naturaleza
esencial es el conocimiento no-diferenciado del Ser. Él sabe que es
existencia no comparable a información alguna, pues Él mismo es la
suma no-diferenciada de toda información.
La representación de su realidad no requiere de los límites que
imponen los conceptos que, por comparación, intervienen en la
expresión de todo juicio y síntesis mental. El pāramārthika jīva,
cuya naturaleza es bienaventuranza absoluta, posee la condición de
unificación en Sí Mismo de todo aquello que conoce, pues lo conocido
y Sí Mismo son idénticos simultánea y ubicuamente.
En el caso de un jīvanmukta, es decir, un liberado en vida, la
representación de su cognición puede advertir el registro de individuos,
pero la interpretación interior de dicha percepción no se traduce en
él como un agente independiente. Quien registra dicha información
(el ātman o pāramārthika jīva o jivātman) «sabe» sin más, es decir,
sin requerimiento de que exista una asociación entre la información y
los registros históricos que lo conforman. Por el contrario, cualquier
evento que implique una relación con otros agentes se experimenta
como una respuesta automática a una pregunta de alguien al que se
reconoce como no-diferente, o bien como la respuesta automática a
la necesidad de su propio cuerpo y, en general, del dharma o deber
propio que asiste en oportunidad de lugar o tiempo.
La reacción constante que ofrece el pāramārthika jīva se parece
a la reacción inteligente que todo el cosmos posee ante el hecho de la
continua vida y actividad que existe hasta los confines de lo conocido.
El «saber» es una corriente de Conciencia No-dual que no requiere
diferenciar al perceptor de lo percibido, de igual manera que un agente
diferenciado no requiere, a su vez, reconocerse como cabeza, tronco y
extremidades para asumir de manera natural su inobjetable identidad
individual.

Puede parecer extraña la forma No-dual de cognición, en la que


no existe un agente diferenciado que reaccione buscando una meta
o que se advierta a sí mismo como actor de sus actos.
Sin embargo, esta reacción carente de yoidad no es más extraña
que el conocimiento que ocurre en la reacción intuitiva, donde
el «saber» se expresa sin la presencia voluntaria de un agente y
se experimenta como una corriente de conocimiento carente de
presencia personalística.

ŚLOKA 43-44

Así como las características del agua, como dulzura, fluidez y


frialdad, aparecen inherentes en las olas y también en la espuma,
cuyo sustrato son las olas; así también la Existencia, Conciencia y
Bienaventuranza, que son las características naturales del sáksin,
aparecen inherentes en el vyāvahārika-jīva debido a su relación con el
sākṣin, y a través de él igualmente inherentes en el prātibhāṣika-jīva.
Así como las características del agua, como dulzura, fluidez
y frialdad, están inherentes en las olas y también en la espuma,
cuyo sustrato son las olas, así también la Existencia, Conciencia y
Bienaventuranza, que son las características naturales del ātman,
están inherentes en el individuo vigílico (vyāvahārika jīva) debido a
su relación con el ātman (pāramārthika jīva), y a través de aquél están
igualmente inherentes en el individuo onírico (prātibhāṣika-jīva).
Es innegable que el estado onírico es real mientras se lo
experimenta, y que el perceptor asociado a ese estado se advierte a
sí mismo, mientras experimenta el estado, con idéntica condición
de realidad a todo lo restante que conoce fuera de sí. Del mismo
modo, el perceptor vigílico y todo lo restante a él gozan también de
la condición de realidad. Desde la perspectiva del Vedanta, nunca
se niega la condición de realidad que ambos agentes poseen en el
instante mismo en que atestiguan sus correspondientes realidades. De
hecho, es evidente que la condición consciente es parte del mundo
que advierten ambos individuos, tanto el individuo vigílico como
el onírico (vyāvahārika y prātibhāṣika-jīva), y también que ambos
mundos existen y que la información allí presente es relacionable a la
restante, es decir, que son universos con condiciones completas para
albergar la vida en todas sus diversas manifestaciones.
El gran dilema que suele tener el ser humano respecto al mundo
que personalmente experimenta es que siempre, y de manera natural,
posee los atributos necesarios para experimentarlo como real, existente
y relacionable. Asumir que el individuo onírico y el estado onírico
son inexistentes por el sólo hecho de no ser advertidos en vigilia
por el sujeto vigílico sería tan absurdo como negar cualquier otra
realidad cognoscible por el mero hecho de no ser parte del presente
experimentable, como la fantasía o la imaginación.
Para el Vedanta, ni el individuo vigílico ni el onírico son
inexistentes; lo que se afirma, simplemente, es que la representación
mental que de ellos tenemos es momentánea, es decir, impermanente.
Su existencia, conocimiento y sentido de relación con su historia o con
el universo que los rodea puede validarse únicamente en el instante
donde la breve realidad de la cognición produce la fantasmagórica
realidad que se advierte. Más allá del instante conocido, la percepción
es un mar ilimitado de probabilidades. La Realidad Absoluta es una
infinidad no-diferenciada simultánea y ubicua. En su seno pueden
emerger infinidad de apariencias que no son más que momentáneos
sesgos aparentemente diferenciados del Absoluto No-dual. El hecho
de que aparezca una u otra apariencia no es más que una probabilidad
dentro del infinito e ilimitado océano de la Conciencia No-dual. Lo que
finalmente sustancia una apariencia entre las infinitas probabilidades
en un instante dado es la mente, es decir, es la cualidad dialéctica
(manas) y su capacidad memorística (citta).
Jamás se niega la esencia existencial y cognitiva del ser humano;
incluso se considera que es de naturaleza idéntica a la del ātman. Sin
embargo, su peculiar momentaneidad y la dependencia de la realidad
como factor sujeto a tiempo y espacio sugieren la existencia de otro
agente con un ambiente más propicio a la estabilidad y perpetuidad de
la cognición. Dicha cognición estable e inmoble es representada por el
pāramārthika jīva (el ātman), cuya peculiar naturaleza es no-diferente
de aquello conocido, siendo por tanto un agente capaz de modelar un
sentido de realidad carente de todo sentido de diferenciación. Dicha
forma de cognición es propicia en el intervalo que el Presente acoge,
donde los acontecimientos son parte «del aquí y el ahora».

La percepción y la realidad que asumimos del universo es


tan sólo una de las posibles probabilidades con las que un objeto
se define gracias al «nombre» y a la «forma» más próximos que
previamente existen en la memoria.

En base al proceso dialéctico, la mente advierte lo conocido


como suma de partes, como partes causales y como informaciones
distribuidas en fronteras que únicamente existen en la memoria
del individuo que previamente las ha conocido. Finalmente, el
trabajo consiste en apresar lo que se percibe bajo una óptica lejana
a la exclusión que genera el proceso dialéctico. Esta óptica se
encuentra únicamente en el espectro asociado al Presente, es decir,
en la comprensión «aquí y ahora» sin mediar la interpretación
mental que deriva de la intervención de la memoria y la dialéctica
comparativa.
Más allá de la apreciación dual, el universo No-dual jamás ha
dejado de manifestarse en cada instante, incluso en aquellos apartes
donde el individuo se atestigua como diferenciado de aquello que
conoce.
ŚLOKA 45

Con la desaparición de la espuma (en la ola), sus características


como la fluidez, etc., se funden en la ola; nuevamente, con la
desaparición de la ola en el agua, estas características, como antes,
se funden en el agua.
Con la desaparición de la espuma en la ola, sus características
como fluidez, etcétera, se funden en la ola; y con la desaparición de
la ola en el agua, estas características, al igual que con la espuma,
también se funden nuevamente en el agua.
La desaparición de los objetos en la práctica meditativa no implica
su destrucción. La dilución del sujeto en la práctica meditativa no
implica el desvanecimiento de la cognición. En verdad, la información
constituyente de objeto y sujeto perdura, pues jamás la información
se destruye; simplemente es experimentada desde la óptica No-dual.
Es absurdo presumir que una gota de lluvia desaparece al ser
absorbida por el gran océano; sólo desaparecen el «nombre» y su
«forma». El hecho de no detectar las fronteras que la delimitan no
niega su prevalecencia. La mente, mediante la asignación de «nombre»
y «forma», es el generador primario de fronteras, mientras que el
conocimiento no referido a una frontera implica un real saber que
carece de representación de «nombre» y «forma». Dicha generalidad de
cognición no derrumba la existencia misma del objeto o del sujeto, sino
que introduce una nueva forma de conocimiento en la que el perceptor
y lo percibido gozan de simultaneidad en la cognición. En este modelo
de cognición el perceptor asume una condición no asociada a tiempo ni
espacio, de ahí que cualquier cognición de tal perceptor sea un «todo»
de cognición, es decir, sea una cognición No-dual.

El universo no se resquebraja por no ser pensado; sólo se


diluye la ilusoriedad de su apariencia momentánea. En realidad, la
condición mental del ser humano es solamente una modalidad de
recordación de lo acontecido, mas no una forma de reconocer lo que
las cosas realmente son.
Veamos desde otro ángulo y mediante un ejemplo lo anteriormente
expuesto:
Cuando contemplamos el cielo estrellado no vemos la realidad
en el Presente: lo que contemplamos es lo que fue el firmamento
tiempo atrás, pues la luz de las estrellas emplea años en llegar hasta
nuestras pupilas. Igualmente, tampoco vemos la realidad actual del
sol o la luna cuando los contemplamos; sólo vemos lo que fueron unos
instantes antes, cuando surgió de ellos la luz que ahora percibimos.
Del mismo modo, ni siquiera vemos el Presente en lo que sea que
tenemos a nuestro lado, pues no sólo tarda un instante en alcanzarnos
la luz que aquello refleja sino que, además, nuestro sistema biológico
(terminaciones nerviosas, sinapsis, etc.) demora un tiempo en hacerse
una imagen de lo percibido. Para cuando llegamos a interpretar la
percepción, esa percepción no es ya el Presente del objeto sino sólo la
imagen de su pasado más o menos remoto.
La brecha temporal y espacial que ha de transponer la información
para ir del objeto al sujeto genera una representación esquemática y
diferenciada del mundo. Es por ello que resulta imposible percibir
de este modo la realidad en sí de las cosas. La única manera en que
un sujeto puede percibir la realidad en sí de un objeto es desde la
condición misma del objeto. Tal cosa es posible únicamente cuando
el sujeto se halla asociado al campo unificado que se establece en el
Presente, es decir, cuando se contempla lo que sea que acontece en el
«aquí y ahora» sin mediar ni la historia ni el proceso dialéctico. Esta
modalidad de cognición carente de representación mental diferenciada
permite que el cerebro, como una parte más de la información
indiferenciada constitutiva del nuevo campo de cognición, perciba
el objeto reportándolo de similar forma pero interpretándolo de otra
totalmente diferente, una forma que se encuentra asociada a otro
estado de conciencia: el estado No-dual. Desde esta nueva modalidad,
una casa seguirá percibiéndose como una casa y un árbol como un
árbol, pero tanto la casa como el árbol como cualquier otra cosa que se
perciba se verán como no-diferentes de quien los percibe.
Desde la No-dualidad la sustancia del universo es, metafóricamente
hablando, de la misma urdimbre que los sueños. El soñador sueña el
mundo onírico con todos los elementos que en ese estado parecen
tangibles y reales; mas si toma conciencia de que lo que sucede es
un sueño mientras aún persiste el sueño, reconoce que todo cuanto
acontece no son más que las imágenes de sí mismo y del mundo
onírico que su mente suscita, que todas están en él y que todas son
él; y que, como todo lo que acontece en un sueño, no son más que
fantasmagóricos y pasajeros reflejos diferenciados del soñador y,
como tales, no-diferentes de quien sueña ni, en su cualidad, diferentes
entre sí. Son, solamente, los innumerables espejos donde el soñador
único perennemente se contempla.
ŚLOKA 46

Con la desaparición del prātibhāṣika-jīva (en el vyāvahārika-


jīva), la Existencia, Conciencia y Bienaventuranza (que son sus
características) se funden en el vyāvahārika-jīva; cuando éste
también desaparece, estas características se funden en el sākṣin.
Cuando el individuo onírico (prātibhāṣika-jīva) desaparece
al ser experimentado el individuo vigílico (vyāvahārika-jīva), las
características esenciales del individuo onírico (prātibhāṣika-jīva),
que son Existencia, Conciencia y Bienaventuranza, se funden en el
individuo vigílico (vyāvahārika-jīva). Cuando éste también desaparece,
sus características esenciales, que también son Existencia, Conciencia
y Bienaventuranza, se funden en el ātman (pāramārthika jīva).
De igual forma que la naturaleza esencial del agua de un río no
muere al ser absorbido por el mar, ni la naturaleza esencial del agua de
mar muere al fundirse en el océano, de igual manera las condiciones
esenciales de todo lo creado permanecen sin importar quién sea el
perceptor ni cuál es su estado de conciencia.
Así como las burbujas se resumen en las olas y las olas se resumen
en el mar, de idéntica manera un tipo de agente de cognición se funde
en el tipo de agente siguiente al cambiar el estado de conciencia
desde el cual se experimenta la realidad. Lo que varía es la forma de
relacionarse el Perceptor y lo Percibido, pues la esencia consciente
que determina su realidad siempre existe, independientemente de la
forma o de agente que emerjan en el estado de conciencia.
Así como al abrir un armario de una habitación su espacio es
absorbido por el espacio del cuarto, y así como al abrir la puerta del
cuarto su espacio se funde con el de la casa, de igual manera el ātman
(el pāramārthika jīva) siempre está presente en todos los espacios y
tiempos de la creación. La aparente diferencia entre individuos (jīva)
consiste en las fronteras que se interponen entre los ambientes que,
finalmente, existen gracias al espacio mismo que contiene toda la
casa. De esa manera, el ātman se revela como tal al desaparecer el
instrumento generador de fronteras: la mente.
No existe separación entre los individuos de cada estado de
conciencia. No existe realmente diferenciación en la información
que constituye cualquier estado de conciencia. Dicha aparente
diferenciación es resultado de una falsa proyección acontecida en la
mente del perceptor, como igualmente falso es el hijo de una mujer
estéril.
Es posible hablar del inexistente hijo de una mujer estéril, de
igual manera que es posible hablar del inexistente individuo (jīva).
Sin embargo, no sólo por hablar de ello es posible avalar la realidad
que se nombra. El hijo solamente existe en la representación histórica
de quien habla; de igual manera, el mundo diferenciado definido
por «nombres» y «formas» solamente existe en la mente de quien lo
recuerda.
Ātman es el objeto inicial y final de todo conocimiento. Ātman es
aquello que está en medio de objeto y sujeto. Ātman es aquello que
existe antes del objeto y más allá del sujeto. Ātman es lo único que se
conoce, es el único conocedor.
APÉNDICE 1

Dṛg Dṛśya Viveka


— Śrī Śaṅkarācārya —
Śloka 1
La forma es percibida y el sentido de la vista es su perceptor. El sentido de la
vista es percibido y la mente es su perceptor. La mente, junto con sus modificaciones,
es percibida y la Conciencia No-dual es su perceptor. La Conciencia No-dual no es
percibida por ningún otro agente previo ni posterior.
Śloka 2
Las formas (objetos de percepción) aparecen como múltiples debido a distinciones
tales como amarillo, azul, denso, sutil, corto, largo, etcétera. El sentido de la vista
percibe estas distinciones, pero él mismo permanece como uno e invariable.
Śloka 3
Ciertas características del sentido de la vista, como ceguera, agudeza visual
o su ausencia, pueden ser conocidas por la mente y sus modificaciones porque la
mente es una unidad respecto al sentido de la vista. Esto también se aplica a cualquier
información percibida por el sentido del oído, del tacto, etcétera.
Śloka 4
La Conciencia No-dual ilumina y percibe a la mente y sus modificaciones porque
la Conciencia No-dual es una unidad respecto a la mente y sus modificaciones.
Śloka 5
La Conciencia No-dual no nace ni muere. No crece; tampoco sufre decaimiento.
Siendo autoluminosa, ilumina todo lo demás sin ninguna otra ayuda.
Śloka 6
El intelecto (buddhi) aparece como si poseyera luminosidad debido al reflejo de la
Conciencia No-dual en él. El intelecto (buddhi) posee dos aspectos: uno es designado
como «yoidad» (ahaṃkāra) y el otro como mente (el aspecto manas del antaḥkaraṇa).
Śloka 7
En opinión de los sabios, la identidad del reflejo de la Conciencia No-dual
(cidābhāsa) con el agente de la cognición (ego o ahaṃkāra) es como la identidad
del fuego con una bola de hierro candente. El cuerpo, habiéndose identificado con
el agente de la cognición (el cual se ha identificado a su vez con el reflejo de la
Conciencia No-dual), pasa por ser una entidad individual consciente.
Śloka 8
La identificación del ego (ahaṃkāra) con el reflejo de la conciencia (cidābhāsa),
con el cuerpo y con la Conciencia No-dual es de tres clases, respectivamente: la natural,
la debida al prārabdha karma (karma pasado) y la debida a la ignorancia (māyā).
Śloka 9
La mutua identificación natural entre el ego (ahaṃkāra) y el reflejo de la
conciencia individual (cidābhāsa) no termina mientras éstos son considerados
reales. Las otras dos identificaciones (debidas al karma pasado y a la ignorancia)
desaparecen, respectivamente, cuando la acción se realiza sin karma (karma yoga) y
cuando se obtiene el conocimiento de la más alta realidad (jñāna yoga).
Śloka 10
En el estado de sueño profundo (suśuptyavasthā) desaparecen la manifestación,
el ego y la apreciación corporal. En el estado de sueño con sueños (svapnāvasthā) el
ego es a la vez sujeto y objeto de percepción. En el estado de vigilia (jāgradavasthā)
el ego (ahaṃkāra) se reconoce como agente diferenciado de aquello que conoce.
Śloka 11
En el estado de sueño con sueños, la mente (antaḥkaraṇa), gracias a que está
dotada de la luminosidad de la conciencia individual (cidābhāsa), se identifica con
la memoria (citta) e imagina las ideas. La misma mente (antaḥkaraṇa), en estado de
vigilia y debido a la identificación con el cuerpo, imagina los objetos externos que son
detectados a través de los sentidos (indriyas).
Śloka 12
El cuerpo sutil (liṅga-śarīra), que es la causa material de la mente (antaḥkaraṇa)
y del ego (ahaṃkāra), es uno y no posee conciencia por sí mismo. El cuerpo sutil
(liṅga-śarīra) asume esos tres estados de conciencia (sueño profundo, sueño con
sueños y vigilia), y nace y muere.
Śloka 13
Māyā posee dos poderes: el de velar la realidad (āvaraṇa śakti) y el de proyectar
la ilusión (vikṣepa śakti). El poder de proyectar (vikṣepa śakti) crea todo, desde el
universo sutil hasta el cuerpo denso.
Śloka 14
Brahman, como Existencia-Conciencia-Bienaventuranza (sat-cit-ānanda),
sostiene la manifestación de todos los «nombres» y «formas» tal como el océano
sostiene la espuma, lo cual se denomina creación.
Śloka 15
El otro poder de māyā —velar la realidad No-dual— induce diferenciación entre
el perceptor y los objetos percibidos, ya sean éstos internos o externos, además de
inducir la diferenciación entre Brahman y el universo fenoménico. Este poder es
causa del universo fenoménico.
Śloka 16
La Conciencia No-dual (kūṭasthacaitanya) alienta la aparición de la conciencia
individual (cidābhāsa) reflejada en el cuerpo sutil (liṅga-śarīra), razón por la cual
nace el individuo (jīva) que se identifica con los diversos cuerpos que han sido creados
por el poder de proyectar de māyā (vikṣepa śakti).
Śloka 17
El jīva (individuo) aparece debido a la falsa sobreimposición de māyā,
es decir, por la proyección de la realidad No-dual sobre la ilusoria conciencia
individual (cidābhāsa). Al desaparecer el poder de velar de māyā (āvaraṇa śakti), la
diferenciación entre perceptor y percibido cesa y, con ello, la ilusoria proyección de la
naturaleza del jīva (individuo) desaparece.
Śloka 18
El universo fenoménico parece dotado del atributo de cambio en virtud de la
influencia del poder de velar de māyā (āvaraṇa śakti), que vela la no-diferencia entre
Aquello (Brahman) y el universo fenoménico.
Śloka 19
Por lo tanto, el aparente cambio fenoménico es percibido en el universo dual,
pero jamás en Brahman, el Absoluto No-dual.
Śloka 20
Cada entidad manifiesta está caracterizada por cinco aspectos, a saber: Existencia
(Sat), Cognoscibilidad (Cit), sentido de Integración (Ānanda), «nombre» y «forma».
De éstos, los tres primeros son atributos de Brahman, el Absoluto No-dual, y los dos
restantes pertenecen a la dualidad.
Śloka 21
Los atributos de Existencia (Sat), Conciencia (Cit) y Bienaventuranza (Ānanda)
están igualmente presentes en el ākāśa (éter), vāyu (aire), agni (fuego), apas
(agua) pṛthivī (tierra,) al igual que en los dioses, animales, hombres, etcétera. La
interpretación mental de «nombres» y «formas» hace que uno difiera del otro.
Śloka 22
Volviéndose indiferente a «nombre» y «forma», y siendo sólo devoto a
saccidānanda, el agente debe practicar continuamente la meditación, ya sea
«interiormente» (sin intervención de los sentidos) como «exteriormente» (con
intermediación sensoria).
Śloka 23
Las dos clases de samādhi practicadas interiormente son conocidas como
savikalpa y nirvikalpa samādhi. El savikalpa samādhi se divide nuevamente en
dos clases, de acuerdo a su asociación con un objeto cognoscible interno o con la
simultaneidad de sujeto-objeto como fuente de cognición.
Śloka 24
Toda realidad cognoscible interior —pensamientos, emociones, deseos y
pasiones— debe ser tratada como objeto. La atención del sujeto, dirigida a observar
de manera distante dichos objetos interiores, se denomina savikalpa samādhi asociado
a Objeto.
Śloka 25
Yo soy Existencia-Conciencia-Bienaventuranza, desligado, autoluminoso y libre
de dualidad. Este estado se conoce como savikalpa samādhi asociado a la percepción
interior y simultánea de sujeto-objeto.
Śloka 26
Pero en el nirvikalpa samādhi la mente se hace firme como la llama que no
fluctúa colocada en lugar protegido del viento. El practicante integra simultánea y
ubicuamente todo objeto y sujeto interior potencialmente existente, completando así
la absorción en la dicha de la realización del ātman.
Śloka 27
El savikalpa samādhi asociado a objeto es posible realizarlo tanto con la ayuda de
un objeto externo como de uno interno. El agente experimentador de este savikalpa
samādhi asociado a objeto aún no es Brahman, el absoluto No-dual.
Śloka 28
El ātman, cuya naturaleza siempre es la misma e ilimitada, y que se caracteriza
por la Existencia-Conciencia-Bienaventuranza, es verdaderamente Brahman. La
experimentación No-dual de los objetos del mundo externo se denomina savikalpa
samādhi asociado a sujeto-objeto, y su percepción permanente desemboca finalmente
en el logro de Brahman.
Śloka 29
La disolución de la mente en la totalidad de todos los contenidos externos procura
un estado de Bienaventuranza (ānanda) designada como bāhya nirvikalpa samādhi o
Meditación exterior. El practicante debe dedicar su tiempo ininterrumpidamente a la
absorción en estas seis clases de samādhi.
Śloka 30
Con la desaparición de la identificación con el cuerpo y con la realización del
ātman, y sin importar a qué objeto interno o externo se dirija la mente, la experiencia
del Samādhi permanece.
Śloka 31
Por la permanente contemplación de aquel ātman que a la vez es alto y bajo,
las cadenas del corazón se rompen, todas las dudas se disuelven y todos los karmas
se agotan.
Śloka 32
Hay tres maneras de concebir la aparición del jīva (individuo): Como aquel
limitado por el prāṇa, etcétera; como cidābhāsa (conciencia individual) reflejada
por la actividad mental, y la tercera, como proyección en sueños de la conciencia
individual.
Śloka 33
La limitación que conforma al individuo (jīva) es ilusoria, pero lo que aparece
siendo limitado como un individuo (jīva) es Real. El individuo (jīva) existe debido
a la superposición de atributos ilusorios; sin embargo, el individuo (jīva) posee la
naturaleza de Brahman, el Absoluto No-dual.
Śloka 34
Las sentencias védicas como «Tú eres Aquello», etcétera, declaran la identidad de
Brahman (el Absoluto No-dual) con el individuo (jīva) tal como ha sido definida por la
«teoría de la limitación». Pero las sentencias védicas no se aplican a la naturaleza del
individuo (jīva) que expresan las dos teorías restantes: la del «reflejo» y la del «sueño».
Śloka 35
Māyā, que tiene el doble aspecto de proyección y ocultación, está en Brahman.
Ella limita la naturaleza indivisa de Brahman y Lo proyecta como el mundo y el ser
individual (jīva).
Śloka 36
La falsa proyección de la Conciencia No-dual sobre la buddhi, denominada
individuo (jīva), ejecuta variadas acciones y se identifica gozando de sus resultados.
Los objetos de goce con los que se identifica el individuo (jīva) están conformados por
los cinco elementos que conforman el universo material (jāgrat).
Śloka 37
Estos dos —el individuo (jīva) y el universo fenoménico (jāgrat)— datan de
tiempo sin comienzo y se experimentan de forma diferenciada hasta que se logra la
liberación. Por eso ambos, el individuo y el universo fenoménico (jīva y jāgrat), se
denominan realidades empíricas.
Śloka 38
La Conciencia No-dual, asociada al poder de «velar» de māyā genera el estado
de sueño profundo o sueño sin imágenes; asociada al poder de «velar» y «proyectar»
de māyā, que aparentemente se produce en la mente del creador (Īśvara), genera al
individuo y al universo experimentable (jīva y jāgrat). Simultáneamente, el creador
(Īśvara), a través del individuo, imagina el mundo experimentable y genera el estado
de sueño.
Śloka 39
Tanto el individuo como el mundo fenoménico (jīva y jāgrat) del estado onírico
son ilusorios porque existen solamente mientras la experiencia onírica acontece. Es
decir, al despertar del sueño nadie atestigua de similar forma la naturaleza de los
objetos oníricos, igual que al dormir tampoco se experimentan los objetos vigílicos.
Śloka 40
El individuo onírico (prātibhāṣika jīva) cree que el mundo onírico es real, pero el
individuo vigílico (vyāvahārika jīva) lo cree irreal.
Śloka 41
El individuo vigílico (vyāvahārika jīva) ve el mundo empírico como real, pero el
perceptor final (jivātman) lo reconoce como irreal.
Śloka 42
Pero sólo el pāramārthika jīva conoce realmente su real identidad con Brahman.
No advierte otro conocedor fuera de Sí Mismo; y si lo ve, comprende que es ilusorio.
Śloka 43 - 44
Así como las características del agua, como dulzura, fluidez y frialdad, están
inherentes en las olas y también en la espuma, cuyo sustrato son las olas, así también
la Existencia, Conciencia y Bienaventuranza, que son las características naturales
del ātman, están inherentes en el individuo vigílico (vyāvahārika jīva) debido a su
relación con el ātman (pāramārthika jīva), y a través de aquél están igualmente
inherentes en el individuo onírico(prātibhāṣika jīva).
Śloka 45
Con la desaparición de la espuma en la ola, sus características como fluidez,
etcétera, se funden en la ola; y con la desaparición de la ola en el agua, estas
características, al igual que con la espuma, también se funden nuevamente en el agua.
Śloka 46
Cuando el individuo onírico (prātibhāṣika jīva) desaparece al ser experimentado
el individuo vigílico (vyāvahārika jīva), las características esenciales del individuo
onírico (prātibhāṣika jīva), que son Existencia, Conciencia y Bienaventuranza,
se funden en el individuo vigílico (vyāvahārika jīva). Cuando éste también
desaparece, sus características esenciales, que también son Existencia, Conciencia y
Bienaventuranza, se funden en el ātman (pāramārthika jīva).
APÉNDICE 2

PRONUNCIACIÓN DEL SÁNSCRITO

La transcripción del idioma sánscrito se ha efectuado en esta


edición siguiendo los criterios de la indología actual, con la única
excepción del término Vedanta Advaita el cual hemos optado por
mantener según la tradición al uso castellano.
Asimismo, hemos restituido el género correspondiente a los
vocablos sánscritos que a menudo, debido a la ambigüedad del
inglés en este sentido, se han popularizado con un género que no les
corresponde. Es el caso, por ejemplo, de la buddhi o la upaniṣad.
Además, y siguiendo los criterios más coherentes de uso, hemos
mantenido invariables los términos sánscritos en el caso de las
flexiones del plural, transcribiendo por ejemplo los tres guṇa en vez
de los tres guṇas.

ORIENTACIONES PARA LA PRONUNCIACIÓN

Vocales
Las vocales con una raya encima (llamada macrón) son largas.
Hay que distinguir, pues, entre:
a/ā
i/ī
u/ū
Las vocales «e» y «o» son siempre largas. Dos vocales contiguas
forman siempre diptongo.
Las transcripciones ṛ y ṝ se pronuncian «ri» y «rī», respectivamente.
Consonantes
ṃ Nasaliza la vocal que le precede.
ḥ Se realiza con una suave expiración gutural sorda, cercana a
una «j» castellana suave.
g Es siempre suave, como en gota.
c Equivale a la «ch» castellana, como en el caso del conocido
término cakra, que se pronuncia chakra. Empleamos esta transcripción
debido a que existe otra letra sánscrita diferente que suena similar y
que se transcribe como «ch».
j Es similar a una «ll» castellana, como en llave, o una «j»
suave francesa, como en jour.
ṅ Marca una «n» gutural, como en angosto.
Todas las consonantes seguidas de «h» se pronuncian con una
ligera expiración en la misma sílaba, como una «j» suave castellana o
como suena la «h» en la expresión inglesa boathouse.
Las consonantes con un punto debajo (ṭ, ḍ, etc.) se pronuncian
golpeando el paladar con el ápice de la lengua.
La «v» tiene una pronunciación labiodental, similar a la «v»
alemana o una «f» suave castellana. Cuando está situada tras una
consonante se pronuncia como una «u» castellana o «w» inglesa,
como es el caso de svāmī , advaita o sattva.
Tanto ś como ṣ se pronuncian convencionalmente de forma similar
a la combinación inglesa «sh».
La letras «h» corresponde a una expiración sonora que hoy en día
también se pronuncia como sorda.
Las demás consonantes, incluida la «ñ», se pronuncian como en
castellano.
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La AFVAS nace como medio de acercamiento a la enseñanza que Sesha


ha impartido por el mundo, así como para poder dejar un legado revisado
íntegramente por él. Este extremo se resume en el Artículo 3 de los estatutos
de la Asociación:
Artículo 3: La existencia de esta Asociación tiene como fines: El estudio
y la divulgación de las enseñanzas Vedanta Advaita del autor denominado
Sesha, así como cualesquiera otras enseñanzas de este mismo autor,
incluyendo las que se refieren a la filosofía oriental en general, a la práctica
de la meditación y a la física cuántica y relativista.
Esta asociación se encarga principalmente de transcribir, corregir, revisar y
editar los textos, audios y videos de los diferentes cursos y eventos realizados,
para finalmente ponerlos a disposición pública en la Web creada para ello
(www.vedantaadvaita.com). Así mismo se realizan otras tareas que facilitan
la expansión de su enseñanza, como pueden ser traducciones, Power Points,
boletines, libros, etc. En el artículo 4 de los Estatutos se refleja este punto:
Artículo 4: Para el cumplimiento de estos fines se realizarán las siguientes
actividades: La transcripción, edición y traducción de textos, audios, videos y
cualquier otro soporte tecnológico de este mismo autor, así como el desarrollo
de una página Web donde incluir tales ítems.
Para sufragar este proyecto los socios pagan una cuota mensual de 15€
(con posibilidad de hacerla efectiva en cuatro modalidades diferentes; mensual,
trimestral, semestral o anualmente) y, con el dinero recaudado se financian los
trabajos realizados tanto por profesionales como por los propios socios.
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