Principios Integridad Icai
Principios Integridad Icai
Principios Integridad Icai
Introducción
I. Honestidad
Una comunidad académica debe promover la búsqueda del conocimiento exigiendo
honestidad personal e intelectual en el aprendizaje, la enseñanza y la investigación.
La honestidad con uno mismo y con los demás es esencial en el proceso de aprendizaje. A fin de
aumentar sus conocimientos y su juicio crítico los estudiantes deben ser honestos consigo mismos y
con los demás respecto a lo que saben y lo que no saben. Los estudiantes podrán desarrollar un
buen sentido de su progreso académico y hacer buen uso de las evaluaciones de sus profesores si se
les enseña a ser honestos. Los profesores tienen la responsabilidad de articular estándares de
honestidad académica para sus estudiantes, particularmente en entornos no tradicionales como el
aprendizaje colaborativo.
Los profesores también tienen un papel muy importante como modelos de integridad académica
para sus estudiantes. Para ser maestros eficaces, los profesores deben ser ejemplo de honestidad en
su propia búsqueda del conocimiento así como en su interacción con sus estudiantes y colegas. En
su ejercicio de la enseñanza y la investigación los profesores son el modelo más visible de
integridad para sus estudiantes.
La falta de honestidad mina el proceso de enseñanza y aprendizaje. Los que se copian no aprenden
ni desarrollan las destrezas, el conocimiento y la pericia que necesitan para ejercer sus profesiones.
Además, les restan valor y legitimidad a los grados académicos de las instituciones donde los
obtienen y representan una amenaza para la sociedad porque profesan un conocimiento que no
tienen, poniendo en riesgo el bienestar y los derechos de los individuos y de su comunidad.
Aunque todos los valores que se definen en este documento son esenciales para la integridad
académica, la honestidad ocupa un lugar especial. La honestidad es necesaria para el desarrollo de
los demás valores. La confianza, la justicia, el respeto y la responsabilidad precisan de la honestidad
como fundamento. Sin honestidad solo se producen versiones disminuidas de los demás valores. No
obstante, al reconocer el lugar especial que ocupa la honestidad en la vida académica no se
pretende reducir la integridad académica a la honestidad. La honestidad es la base de la integridad
académica pero no su totalidad. Tampoco se puede cultivar sin las demás virtudes.
El cultivo de la honestidad tiene un papel crucial en el desarrollo moral. La virtud, según Aristóteles,
es un hábito. Si les inculcamos a nuestros estudiantes la importancia de la integridad académica
promoveremos en ellos el hábito de la honestidad de por vida. Asimismo, la honestidad no puede
cultivarse sin los otros valores.
La integridad académica requiere valor, juicio crítico y consciencia propia; requiere valor para
afrontar decisiones difíciles y escoger lo que está bien, así como aceptar la responsabilidad por
nuestras acciones y sus consecuencias, incluso cuando nos cueste.
II. Confianza
Así como la honestidad genera confianza la falta de honestidad genera suspicacia y falta de
confianza. La confianza es la respuesta natural a la honestidad. Debemos fomentar la confianza
entre los miembros de la comunidad académica pero, más importante aún, debemos fomentar
acciones y políticas que promuevan y justifiquen la confianza de los demás.
Cuando los profesores establecen guías claras para los trabajos de sus estudiantes y para su
evaluación estimulan su confianza. Del mismo modo, cuando los estudiantes realizan sus trabajos
solícitamente y con honestidad estimulan a los profesores a prestarles más atención y participar en
un diálogo académico abierto, aún cuando los lleve por un camino imprevisto. Cuando los
administradores interactúan con la facultad y los estudiantes de forma respetuosa y responsable
estimulan su confianza en la administración.
La desconfianza empobrece la vida académica. Sin confianza se pierde la dimensión colectiva del
conocimiento. Sin confianza los miembros de una comunidad universitaria trabajan aisladamente.
Solo si confiamos podemos valorar y continuar el trabajo de los demás. Tanto en el plano individual
como en el de las disciplinas, la confianza promueve el desarrollo del conocimiento. Sin confianza es
imposible realizar trabajo en equipo. Sin confianza no hay libre intercambio de ideas, pues los
individuos se abstienen de compartir información e ideas por temor a que no se les de el debido
crédito, a que se les desprestigie o a poner en riesgo sus carreras. Un clima de desconfianza atenta
contra la creatividad y la búsqueda del conocimiento.
Muchas instituciones han tratado de promover un clima de confianza a través de sistemas de honor,
que son prácticamente únicos a las comunidades educativas. Los sistemas de honor son una
tradición respetada en los colegios y universidades y existe amplia evidencia empírica de su efecto
positivo sobre el comportamiento y las actitudes de sus estudiantes y profesores. Sin embargo, los
sistemas de honor no son una opción adecuada para todas las instituciones ni son imprescindibles
para la integridad académica o la confianza. La integridad académica se puede alcanzar de muchas
formas.
Independientemente de que utilicen sistemas o códigos de honor, las instituciones deben actuar de
manera que alienten y justifiquen la confianza entre sus miembros. La importancia y la
interrelación de los otros cuatro valores que comprende la integridad académica surgen aquí con
mayor claridad: actuar con honestidad, justicia, respeto y responsabilidad fomentan actitudes de
confianza.
Del mismo modo que tratamos de fomentar la confianza dentro la comunidad académica, también
debemos fomentar la confianza entre la comunidad académica y la comunidad externa. La sociedad
debe confiar en nuestra erudición y en los grados académicos que otorgamos para que nuestro
trabajo y méritos tengan valor y significado social. Ya sea mediante estándares académicos claros y
coherentes o la investigación honesta e imparcial, nos esforzamos por actuar de maneras que
promuevan y justifiquen la confianza de aquellos que están fuera de la comunidad académica.
III. Justicia
Una comunidad académica debe intentar asegurar que los estándares, las prácticas y
procedimientos institucionales para fomentar la integridad académica y la interacción entre
todos sus miembros se fundamenten en el principio de la justicia.
La evaluación es una parte integral del proceso de enseñanza y aprendizaje. Los estudiantes y los
profesores constantemente evalúan sus ideas, sus datos y el trabajo que realizan. La justicia es
esencial a todo proceso de evaluación. Sin justicia, las evaluaciones pueden ser falsas, engañosas y
arbitrarias.
Los estudiantes y la facultad esperan que los instrumentos y criterios que se utilicen para evaluar
su trabajo sean precisos, justos y pertinentes. La justicia hacia los estudiantes se manifiesta en la
predictibilidad y la claridad en la expresión de las expectativas y las normas, así como en la
coherencia en la forma en que se responde al comportamiento deshonesto.
Los estudiantes esperan que la facultad y la administración atiendan con justicia los casos de
deshonestidad académica que ponen en peligro tanto la calidad de la enseñanza en el aula como el
valor y reputación de los grados que les son conferidos. Los estudiantes honestos no deben ser
penalizados por su honestidad. Los estudiantes deben hacer uso responsable de las fuentes que
consultan y citarlas adecuadamente. De lo contrario, los estudiantes que se esfuercen por escribir
sus trabajos o exámenes en sus propias palabras recibirán una nota más baja que los estudiantes
que copien al pie de la letra trabajos tomados de la Internet sin darles crédito.
La facultad espera un trato justo no solo de sus estudiantes, sino de la administración y los colegas.
Este aspecto de la integridad académica requiere que los miembros de la facultad se evalúen unos a
los otros de manera justa y que la administración trate a la facultad y a los estudiantes con equidad.
IV. Respeto
Una comunidad académica debe promover el respeto entre los estudiantes, los profesores y
el personal administrativo. Igualmente, debe promover el respeto por la erudición, la
investigación, los procesos educativos y por su herencia intelectual.
En una comunidad académica, el respeto se define como el reconocimiento del valor de sus
miembros en su carácter individual y colectivo. La comunidad académica debe reconocer que la
naturaleza colectiva y participativa del proceso de enseñanza y aprendizaje, así como del trabajo
colaborativo, depende del respeto mutuo. Respetar a las personas implica reconocer su valor y
tratarlos como un fin en sí mismos, no meramente como un medio para lograr nuestros propios
fines. El respeto es una virtud fundamental de las comunidades. Cuando no hay respeto, se trata a
las personas como a objetos. La enseñanza eficaz reconoce la naturaleza colectiva y participativa
del proceso de aprendizaje. Por tanto requiere respeto mutuo, como también lo exigen el trabajo
colaborativo y colegial, cuyo valor en la academia es y ha sido siempre innegable.
El respeto por uno mismo presupone participación activa en los procesos de aprendizaje,
enseñanza e investigación. Los estudiantes demuestran respeto hacia ellos mismos y hacia sus
compañeros y profesores asistiendo a clases puntualmente, prestando atención, escuchando más
que tratando de convencer a los demás de su punto de vista, preparándose y participando en clase,
entregando los trabajos a tiempo y esforzándose por dar su máximo. Del mismo modo, demuestran
respeto hacia los demás absteniéndose de hacer ataques personales, utilizando lenguaje ofensivo,
intimidando, solicitando inmerecidamente que se reevalúen sus trabajos y evitando cualquier
comportamiento que interrumpa o interfiera con la clase, las horas de oficina u otros modos de
interacción entre profesores y estudiantes.
Los requisitos de respeto y civismo deben ser recíprocos y vincular a los profesores, al personal no
docente, a los administradores y a los estudiantes. Los profesores demuestran respeto hacia sus
estudiantes escuchando con seriedad sus ideas, respetando sus metas y aspiraciones y
reconociéndolos como individuos.
Todos los miembros de la comunidad académica demuestran respeto hacia el trabajo de otros –sus
ideas, palabras, descubrimientos, datos, investigaciones y obras de creación publicadas en cualquier
formato impreso o digital como libros, revistas, enciclopedias, bases de datos, blogs o en discos,
grabaciones, vídeos y conferencias– dándoles el debido crédito y citando correctamente las fuentes.
En estos ejemplos se puede ver la interdependencia de los valores que constituyen la integridad
académica. Parte del respeto a los demás implica tratarlos con justicia y honestidad. De este modo
se crea un ambiente de confianza.
V. Responsabilidad
Una comunidad académica debe mantener los más altos estándares de conducta en el
aprendizaje, la enseñanza y la investigación exigiendo que todos sus miembros actúen
responsablemente a fin de promover la integridad académica.
Algunas instituciones no exigen que se actúe ante un caso de deshonestidad, otras permiten
denuncias anónimas. Sin embargo, las denuncias anónimas no están exentas de controversia. Para
algunos, es una abdicación de la propia responsabilidad y puede implicar que el denunciante no
está convencido. También puede minar el debido proceso pues no le permite al acusado la
oportunidad de confrontar y presentar testigos.
Como mínimo, un sistema de integridad académica debe requerir a los individuos que asuman la
responsabilidad de su propia honestidad y traten de evitar la mala conducta de otros. Esto puede
ser tan simple como cubrir las respuestas durante una prueba. La responsabilidad máxima es
informar cualquier acto de deshonestidad e informar cualquier transgresión en la que uno sea o no
un participante intencional. Solo así estamos dispuestos a asumir plena responsabilidad de nuestra
participación en la comunidad académica.
Conclusión
Este llamado a la integridad académica adjudica una gran responsabilidad a todos los miembros de
la comunidad académica. Es imperativo crear un equilibrio entre la norma y la compasión. Las
instituciones académicas se dedican al aprendizaje, y debemos tratar de que, cuando ocurran
violaciones a la integridad académica, todos aprendan de la experiencia.
Agradecimientos
Los comentarios escritos al bosquejo de octubre de 1997 fueron presentados por: Bill Taylor,
Oakton Community College; Mark A. Hyatt, U.S. Air Force Academy; Sally Kuhlenschmidt, Western
Kentucky University; Beverly Foster, University of North Carolina, Chapel Hill; Bruce Johnston, Lyon
College; R. Michael Hainess, Keene State College; y Patricia Bass, Rice University.
Los comentarios escritos al bosquejo de febrero de 1998 fueron presentados por Lawrence M.
Hinman, Universidad de San Diego. Los participantes de un taller de dos días sobre integridad
académica en San Diego aportaron comentarios orales.
Además de las ideas de las personas mencionadas anteriormente, el presente documento se basa en
la labor realizada sobre la integridad académica por la directiva y consejos de diferentes
universidades y en las discusiones sobre integridad académica que surgieron de esos grupos.