Confesión y Perdón de Los Pecados Papa Francisco
Confesión y Perdón de Los Pecados Papa Francisco
Confesión y Perdón de Los Pecados Papa Francisco
Cómo confesarse
No es siempre fácil confesarse: no se sabe que decir, se cree que no es necesario dirigirse
al sacerdote…Tampoco es fácil confesarse bien: hoy como ayer, la dificultad más grande
es la exigencia de orientar de nuevo nuestros pensamientos, palabras y acciones que, por
nuestra culpa, nos distancian del evangelio. Es necesario «un camino de auténtica
conversión, que lleva consigo un aspecto “negativo” de liberación del pecado, y otro
aspecto “positivo” de elección del bien enseñado por el Evangelio de Jesús. Este es el
contexto para la digna celebración del sacramento de la Penitencia. El camino a recorrer,
comienza por la escucha de la voz de Dios y prosigue con el examen de conciencia, el
arrepentimiento y el propósito de la enmienda, la invocación de la misericordia divina que
se nos concede gratuitamente mediante la absolución, la confesión de los pecados al
sacerdote, la satisfacción o cumplimiento de la penitencia impuesta, y finalmente, con la
alabanza a Dios por medio de una vida renovada.
Qué confesar
«El que quiere obtener la reconciliación con Dios y con la Iglesia debe confesar al
sacerdote todos los pecados graves que no ha confesado aún y de los que se acuerde, tras
examinar cuidadosamente su conciencia. La confesión de las faltas veniales, está
recomendada vivamente por la Iglesia». (Catecismo de la Iglesia Católica, 1493).
El que se confiesa está bien que se avergüence del pecado: la vergüenza es una gracia que
hay que pedir, es un factor bueno, positivo, porque nos hace humildes.
Papa Francisco
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Tomado del pequeño libro “Custodia el corazón”, del Papa Francisco
Examen de conciencia
Consiste en interrogarse sobre el mal cometido y el bien emitido: hacia Dios, el prójimo y
nosotros mismos.
En relación a Dios
¿Solo me dirijo a Dios en caso de necesidad?
¿Participo regularmente en la Misa los domingos y días de fiesta?
¿Comienzo y termino mi jornada con la oración?
¿Blasfemo en vano el nombre de Dios, de la Virgen, de los santos?
¿Me he avergonzado de manifestarme como católico?
¿Qué hago para crecer espiritualmente, cómo lo hago, cuándo lo hago?
¿Me revelo contra los designios de Dios? ¿Pretendo que Él haga mi voluntad?
En relación al prójimo
¿Sé perdonar, tengo comprensión, ayudo a mi prójimo?
¿Juzgo sin piedad tanto de pensamiento como con palabras?
¿He calumniado, robado, despreciado a los humildes y a los indefensos?
¿Soy envidioso, colérico, o parcial?
¿Me avergüenzo de la carne de mis hermanos, me preocupo de los pobres y de los
enfermos?
¿Soy honesto y justo con todos o alimento la cultura del descarte?
¿Incito a otros a hacer el mal?
¿Observo la moral conyugal y familiar enseñada por el Evangelio?
¿Cómo cumplo mi responsabilidad de la educación de mis hijos?
¿Honoro a mis padres?
¿He rechazado la vida recién concebida? ¿He colaborado a hacerlo?
¿Respeto el medio ambiente?
En relación a mí mismo
¿Soy un poco mundano y un poco creyente?
¿Cómo, bebo, fumo o me divierto en exceso?
¿Me preocupo demasiado de mi salud física, de mis bienes?
¿Cómo utilizo mi tiempo?
¿Soy perezoso?
¿Me gusta ser servido?
2
Tomado del pequeño libro “Custodia el corazón”, del Papa Francisco
Hay muchas personas humildes que confiesan sus recaídas. Lo importante, en la vida de
cada hombre y de cada mujer, no es no volver a caer jamás por el camino. Lo importante
es levantarse siempre, no quedarse en el suelo lamiéndose las heridas. El Señor de la
misericordia me perdona siempre, de manera que me ofrece la posibilidad de volver a
empezar siempre.
Papa Francisco