Expansion Colonial

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ISSN 1988-6047 DEP.

LEGAL: GR 2922/2007 Nº 30 MAYO DE 2010

“LA EXPANSIÓN COLONIAL Y EL REPARTO DEL MUNDO”


AUTORÍA
ANDRÉS MANUEL JIMÉNEZ BALLESTEROS
TEMÁTICA
HISTORIA CONTEMPORÁNEA
ETAPA
ESO, BACHILLERATO

Resumen
La expansión imperialista, protagonizada esencialmente por potencias europeas, trascurre al mismo
tiempo que la II Revolución Industrial y suscita una serie de disputas coloniales que, sin duda, se
incluyen entre las causas últimas de la Primera Guerra Mundial. Elemento característico de las décadas
finiseculares del Ochocientos, el proceso supone la ocupación por las metrópolis colonialistas de la
práctica totalidad de Oceanía, más del 90% de África y el 56% del continente asiático.

Palabras clave
COLONIALISMO, IMPERIALISMO, EXPLOTACIÓN, EXPANSIÓN, GUERRAS COLONIALES, ASIA,
ÁFRICA, OCEANÍA.

1. LA EXPANSIÓN COLONIAL.

Aunque definidor de la segunda mitad del XIX, hunde sus raíces en la Edad Moderna, pues ya
desde el XV Portugal y España, a las que se suma posteriormente la corona inglesa, ya habían
impulsado un colonialismo dirigido básicamente hacia América y parte de Oceanía, y al que los
historiadores han dado el calificativo de “mercantilista”.

El término imperialismo comenzó a emplearse en los comedios del siglo XIX y ha suscitado distintas
interpretaciones historiográficas. Así, por ejemplo, una concepción de carácter economicista, nacida en
la obra de los británicos Hobson y Conant y asumida por los intelectuales marxistas como Lenin o Rosa
Luxemburgo, incide en el carácter explotador del fenómeno, acompañado de un deseo de exportación
de capitales y de la búsqueda de materias primas y mercados expansivos. Una segunda concepción es
la de carácter político, definida por Langer como “la autoridad o el control, político y económico, directo
o indirecto, de un Estado, de una nación o de un pueblo sobre grupos similares”; así, estos
historiadores priman los intereses políticos y los deseos de prestigio internacional sobre las razones
económicas como desencadenantes del fenómeno que estudiamos. Por último, debemos señalar la
concepción individualista o psicológica, que concede especial relieve a la actuación individual de

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determinados personajes especialmente influyentes en las últimas décadas del XIX (v.gr, Jules Ferry,
Benjamin Disraeli).
1.1. Factores del Imperialismo.
- Económicos. Aunque actualmente no gozan de la sobrevaloración de épocas anteriores, son una
de las bases más notables del expansionismo imperialista; destaca el proteccionismo que
acompañó a la depresión económica de 1873 y que obligó a la búsqueda de nuevos mercados, o
las necesidades de materias primas requeridas por una industria en expansión, y que se tenían
por más seguras si procedían de territorios dependientes del propio país.
- Demográficos. La emigración colonial será una solución ante el incremento demográfico europeo
de la segunda mitad del XIX, acompañado además de la pérdida de puestos de trabajo generada
por el desarrollo del maquinismo. Así, cuarenta millones de europeos se trasladaron a las
colonias entre 1870 y 1914, siendo Gran Bretaña el principal país emisor (ocho millones y medio
entre 1880 y el estallido de la IGM).
- Técnicos. El desarrollo tecnológico y su aplicación a los medios de transporte, más rápidos y
baratos, favorece el fenómeno imperialista. La generalización de los barcos de vapor supone,
además, la consolidación de grandes compañías navieras, que presionan a sus gobiernos para
que pongan en marcha una política colonial, garantizadora de las escalas precisas para las
grandes navegaciones.
- Políticos. Se basan en los ideales nacionalistas de las grandes potencias, centrándose en
motivaciones de prestigio internacional, en el afán de asegurar las rutas comerciales y en la
pretensión de control sobre una superficie territorial cada vez más amplia. En determinados
casos, como en la España posterior al 98, las empresas coloniales sirven como pretexto para
hacer olvidar los problemas internos.
- Ideológicos. Estos factores no son sino una serie de razones justificadoras del hecho colonial,
tales como:
a) Nostalgias de los esplendores del pasado histórico.
b) Misión civilizadora, no exenta de matices racistas (“responsabilidad del hombre blanco” para
llevar a otros pueblos los avances de su civilización, pensamiento latente en la obra de
numerosos intelectuales, encabezados por R. Kipling).
c) Misión evangelizadora: extensión del cristianismo a África y Asia. Fue acometida en principio
por los cultos protestantes, sumándose posteriormente la Iglesia Católica, sobre todo durante
el pontificado de Gregorio XVI en las décadas previas a la mitad del siglo.
- Grupos de presión. Sectores económicos y militares y sociedades geográficas y coloniales
favorecen los ideales imperialistas y crean hacia ellos un clima de opinión favorable en el seno
de las potencias occidentales.
Por último, no debemos olvidar la resistencia presentada al proceso de expansión imperialista por
algún personaje concreto –por ejemplo, Bismarck no encontraba demasiado interés para Alemania en el
expansionismo extraeuropeo- o por determinados grupos políticos, sobre todo los nacientes Partidos
Socialistas, opuestos al colonialismo tanto en sí mismo como por los abusos que acarreaba. También
en las mismas colonias se generó una oposición hacia las metrópolis, tímida y lenta inicialmente, pero
que, alentada sobre todo por la intransigencia de los dominadores, acabaría por dar forma a los grupos
que impulsarían, décadas después, la etapa descolonizadora.
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1.2. El reparto del mundo.

Hacia 1870, en pleno retroceso de los antiguos imperios coloniales de España, Portugal y
Holanda, Gran Bretaña y Francia impulsarán un nuevo avance imperialista, iniciado en décadas
anteriores y previo al de otros países que intentarán seguir su ejemplo, pero sin alcanzar la amplitud de
sus dominios.

África:
En el África mediterránea, la presencia francesa hacia 1870 era ya muy importante, pues desde
1830, reinando Carlos X, habían incorporado Argelia como colonia de poblamiento; después, la
apertura del canal de Suez aumentó su interés por la zona, igual que el de los británicos, deseosos de
incorporar estas antiguas áreas del ya decadente Imperio turco. Así, Gran Bretaña compró el 40% de
las acciones del canal, ocupó Chipre y en 1882 se hizo con Egipto, un año después de que Francia se
hiciera con el control de Túnez. Pieza deseada por las grandes potencias será también Marruecos,
aunque hasta los acuerdos franco-británicos de 1904 y la Conferencia de Algeciras de 1906 no se
establecería sobre este territorio un Protectorado hispano-francés. La última conquista europea en el
África mediterránea será Libia, tomada por Italia (1911/12).
En la costa atlántica, naciones como Portugal, España, Francia e Inglaterra ya poseían con
anterioridad a 1870 enclaves costeros e insulares.. Desde ellos, y a través del curso de ríos como el
Senegal, el Níger o el Congo, franceses e ingleses penetrarán hacia el interior del continente. La zona
del Congo fue la más conflictiva, al asentarse en una de sus márgenes el inglés Stanley –sin duda,
junto a Livingstone el más popular de los exploradores de su país-, en nombre de una Sociedad
presidida por el rey Leopoldo II de Bélgica, al mismo tiempo que la otra ribera era ocupada por la
expedición francesa de Brazza; además, los portugueses poseían en la desembocadura del curso
fluvial el enclave de Cabinda, y alemanes y británicos también se interesaban por estos lugares. La
compleja cuestión se resolvió en el Congreso de Berlín de 1885, que fijó la libertad de comercio y
circulación por estas importantes vías fluviales. El artículo 35 de estos acuerdos fijaba la obligatoriedad
de la ocupación militar para considerar el derecho de una potencia sobre cualquier territorio, lo que
propició una auténtica carrera para dominar militarmente el continente africano.
En el África oriental, donde antes de 1870 los portugueses ocupaban Mozambique, los ingleses
Sudáfrica y algunos enclaves y los franceses distintas islas, Alemania y Gran Bretaña firmaron en 1886
un acuerdo para repartirse el resto del territorio en distintas zonas de influencia. Italia también mantenía
aspiraciones territoriales, que siempre contaron con la oposición británica, lo que limitó su dominio a
Eritrea y Somalia, después que los ingleses frenaran cualquier intento de expansión hacia el Nilo en la
batalla de Adua.. Punto muy conflictivo fue Sudán, al confluir en Fashoda (1898) los ejércitos británico y
francés. Una solución diplomática llevó a la retirada de las tropas francesas del general Marchand, que
hubo de dejar el territorio en manos del contingente británico comandado por el general Kitchener. Este
episodio suscitó en su tiempo y en décadas posteriores un notable interés, plasmado tanto en
publicaciones historiográficas como, incluso, en producciones cinematográficas; estudio clásico sobre la
cuestión es la obra de un testigo presencial, el doctor Jules Emily, Misión Marchand, 1896-1898,
editado en París en 1912.
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En 1914 sólo quedaban libres en Africa Etiopía y Liberia. Sin embargo, ni los franceses habían
logrado su anhelo de disponer de un imperio continuo de Oeste a Este, ni los británicos el sueño de
Rhodes de unir el Norte y el Sur, aunque esta meta la conseguirán tras la I Guerra Mundial, al recibir en
mandato la Tanganika alemana.

Extremo Oriente:
A pesar de algunas posesiones holandesas (Indonesia), francesas o portuguesas, en 1870 la
gran potencia colonial en la zona era Inglaterra, que disponía de la India y, en Oceanía, de Australia y
Nueva Zelanda. Tras la apertura del canal de Suez aumenta el interés de las potencias por el dominio
de Asia, uniéndose a Gran Bretaña, que ocupa Malasia y Birmania, Rusia -norte del continente-,
Francia (Indochina, Laos, Camboya, Tonkín y Annam), Estados Unidos y Japón. En cuanto a China,
mantenía un débil gobierno independiente, aunque debió abrir sus puertos a los extranjeros tras la
guerra del Opio (1839/42).
Al final de la etapa colonizadora, casi toda África y Oceanía y una buena parte de Asia estaban
en manos de las grandes potencias, destacando los imperios pluricontinentales de Gran Bretaña y
Francia, y la notable presencia alemana, además del dominio sobre áreas concretas de Portugal,
Bélgica, Italia y España, y los casos especiales de Rusia, Japón y los EE.UU.

1.3. Los Imperios coloniales.

1.3.1. Imperio inglés

Es el primero de la contemporaneidad, alcanzando en 1876 una extensión de casi 22,5 millones


de kilómetros cuadrados, que suponían más de la mitad de los territorios colonizados en aquellos
momentos. Poseía colonias en todos los continentes. Europa: Gibraltar, Malta, Corfú y las Islas
Jónicas; América: Honduras o Canadá; África: Sudáfrica o Sierra Leona; Oceanía: Australia o Nueva
Zelanda; Asia: Hong-Kong o la India, que era su principal colonia de explotación y que era considerada
la "joya de la Corona".
A partir de 1877, año de la coronación de la reina Victoria como emperatriz de la India, la
expansión inglesa se intensifica, especialmente en Africa, donde intentaban hacer realidad el sueño de
Cecil Rhodes de unir un imperio continuo de El Cairo a El Cabo; al mismo tiempo, se aseguran las rutas
hacia la India o China, a lo que responde la anexión de Birmania.
A principios del siglo XX, cuando cesan sus aspiraciones expansionistas, el Imperio británico
ocupaba ya 33,5 millones de km2, en los que vivían 400 millones de personas. Con el nuevo siglo
decrecerá el interés inglés por la incorporación de nuevos territorios, a la vez que el gobierno se
preocupa más por la política europea. La organización administrativa de este vasto conjunto territorial
reviste formas muy diferentes, desde los dominios (Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Unión
Sudafricana), en los que la Corona era representada por un gobernador y poseían notable autonomía,
hasta los protectorados y colonias de explotación, que, por el contrario, no gozaban de ésta, siendo
básicamente proveedores de materias primas y consumidores de manufacturas de procedencia
metropolitana. Así, el principal mercado para los productos industriales británicos, a pesar de su bajo

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nivel de vida, era la India, dados sus casi 300 millones de habitantes, que, a la vez, suministraba a
Inglaterra materias como té, trigo, yute o algodón.

1.3.2. Imperio francés.

En 1870 el Imperio francés era bastante reducido: algo menos de un millón de kilómetros
cuadrados, procedentes de la descomposición de sus antiguas colonias antillanas y centroamerticanas
(Martinica, Guayana) y de la expansión realizada a partir de 1830, y continuada bajo el reinado de Luis
Napoleón. Argelia, Senegal, Madagascar, Tahití, Nueva Caledonia, Cochinchina y el protectorado de
Camboya –estas zonas asiáticas ocupadas como protección para los misioneros católicos que se
extendían por estos lugares- eran sus principales territorios, a la vez que había iniciado la ocupación del
Africa noroccidental.
La derrota ante Prusia de 1870 trae el advenimiento de la III República, y con ella, de una serie
de gobiernos (Gambetta, Ferry, Delcassé) que buscan en el imperialismo colonialista la solución para
los problemas económicos interiores. Políticos como Ferry, Gambetta o Delcassé serán los impulsores
de esta orientación expansionista, que supone, en Asia, la ocupación de Amnam, Tonkín y Laos, que
unidos a los territorios que ya detentaba en la zona forman la Unión Indochina, abastecedora de
minerales y, sobre todo, de arroz. En África Argelia servirá como base de operaciones para la anexión
de Túnez y Marruecos, lanzándose después hacia el Sur para unir estas posesiones con Senegal y el
Congo. La expansión hacia el este chocarán con los intereses británicos en el valle del Nilo –ya
hablamos de la crisis de Fashoda- limitándose al control de Djibuti y la ocupación plena de Madagascar,
realizada en 1883 por Galliéni. Si a todo esto sumamos algunos archipiélagos en el Indico y el Pacífico,
en 1914 Francia dominaba un imperio pluricontinental de 10,5 millones de km2 y 55 millones de
habitantes. Aunque de todas sus colonias, sea cual sea su sistema de control, obtiene gran cantidad de
materias primas, el comercio francés con estos territorios fue mucho más reducido que el del Reino
Unido con los suyos, alcanzando su mayor volumen ya en fechas tardías, en coincidencia con la crisis
de 1929.

1.3.3. Otras potencias europeas. Rusia.

Como ya hemos indicado, el hecho de su incorporación tardía a la carrera colonial o el que sus
posesiones procedieran de épocas de pasado esplendor hace que los imperios del resto de países de
Europa occidental sean significativamente más reducidos.
BÉLGICA: el rey Leopoldo II obtiene el Congo en la Conferencia de Berlín (1885) a título
personal, legándolo a su muerte al país. Sus contactos comerciales con este territorio no fueron
especialmente intensos hasta 1920.
HOLANDA: no amplia sus posesiones, pero mantiene una parte de las que ya detentaba antes
de la primera mitad del siglo XIX, estableciendo un sistema de plantaciones modernas que le genera
especias, caucho y tabaco. Colonias holandesas son la Guyana y algunas islas antillanas (Indias
Occidentales) o las Molucas y las Célebes (Indias Orientales); perdió en beneficio de Inglaterra El Cabo
y Ceilán.

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ALEMANIA: se incorpora muy tardíamente al proceso imperialista, pues no lo hará hasta la
década de los ochenta, cuando la “weltpolitik” se anteponga a los problemas europeos; esta tardanza
limita sus posibles opciones expansionistas, a la vez que entra en conflicto con otras potencias cuando
pretenda implicarse en sus zonas de influencia (v.gr., las crisis marroquíes previas a la IGM). Todavía
bajo Bismarck ocupa los protectorados de Africa del Sureste (Tanganika) y del Suroeste, además de
Togo y Camerún (1883-1885). Aunque completó sus dominios con algunas posesiones en el Pacífico
(compra a España de las Carolinas y las Marianas, 1899) y emprende relaciones comerciales con
China, lo cierto es que nunca satisfizo plenamente sus aspiraciones colonialistas.

ITALIA: no se lanza a la política imperialista hasta la consolidación de su proceso unificador,


estableciéndose en Eritrea y Somalia, aunque fracasan sus aspiraciones iniciales sobre Etiopía.
Posteriormente, logra Libia tras una guerra con Turquía (1911/12).
ESPAÑA: pierde sus antiguas posesiones en América y Oceanía, lo que culmina, tras el desastre
del 98, con la desposesión de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En África domina los territorios de Río de
Oro (Sahara) y Guinea Ecuatorial, y, ya en el siglo XX, inicia su protectorado compartido sobre
Marruecos.
PORTUGAL: también pierde buena parte de su antiguo Imperio (v.gr., Brasil), aunque el control
sobre territorios como Angola, Mozambique o Guinea Bissau le conceden dominios con una extensión
de más de dos millones de kilómetros cuadrados.
La derrota alemana en la I Guerra Mundial alteraría el mapa colonial, desapareciendo el imperio
germano y pasando sus colonias a las grandes potencias en calidad de mandatos; la misma suerte
corrieron las colonias turcas en Oriente Medio, en un proceso especialmente favorable para los
intereses franceses y británicos.
RUSIA: es la única potencia de la Europa oriental con cierta relevancia en el proceso
imperialista. Fracasada la expansión en el ámbito balcánico, los rusos vuelven su mirada hacia Asia. Su
expansionismo no tiene una base industrial; por tanto, no busca materias primas ni mercados, sino que
obedece a razones estratégicas: lograr fronteras seguras con los pueblos de las estepas. Desde 1850
hasta comienzos del siglo XX se produce la colonización de Siberia; por otra parte, la expansión hacia
Asia Central (Turquestán) choca con los intereses británicos, creándose el Estado-tapón de Afganistán.
Sus deseos de colonizar la región de Manchuria provocarán en 1904 la guerra contra Japón, saldada
con la derrota rusa. En 1914 Rusia dominaba en Asia 17,5 millones de km2, pero con sólo una
población de 33 millones de habitantes.

1.3.4. Potencias extraeuropeas: Japón y Estados Unidos.

JAPÓN: su expansionismo es consecuencia de la Era Meiji (1868), buscando satisfacer las


necesidades de su industrialización y dar salida al incremento demográfico. A partir de 1876 incorpora
distintos archipiélagos, como las Kuriles, y entre 1894/95 se enfrenta a China, logrando, además de
Formosa, controlar Corea, sobre la que creará posteriormente un protectorado, hasta anexionarla en
1910; también domina desde 1904 buena parte de Manchuria. En conjunto, las colonias niponas se
extienden por 300.000 km2, con una población de 19 millones de personas; todos estos territorios los

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consigue manteniendo una actitud beligerante, que justifica los enfrentamientos militares que mantiene
con Rusia, al coincidir sus ámbitos de posible expansión.
ESTADOS UNIDOS: su política imperialista se basa en el control económico de otros países, en
los que sólo interviene militarmente si sus intereses están en peligro. Además de estas causas
económicas, hay que ver en el imperialismo americano razones de prestigio y la continuidad del espíritu
de conquista manifestado en la ocupación de su propio Oeste. Sus territorios de actuación son la misma
América y el Pacífico. La incorporación de nuevas zonas la hace mediante: a) compra (v. gr.,
adquisición de Alaska a Rusia en 1867); b) guerra (como la mantenida contra España en 1898, que les
proporciona Filipinas, Guam, Puerto Rico y cierto protectorado sobre Cuba); c) otros sistemas (como el
tratado firmado con Panamá para la adquisición del canal y sus territorios adyacentes en 1904). El
imperialismo americano nos muestra una ocupación directa reducida, similar en extensión a la
japonesa, pero con una zona de influencia política y económica mucho mayor.

1.4. Administración y explotación coloniales.

Tras la rápida conquista, venía la organización para administrar y gobernar las colonias. Al
principio no existieron organismos especializados para este fin, hasta que España e Inglaterra crearon
Ministerios para ocuparse de estos territorios, medida seguida por numerosas naciones en las últimas
décadas del XIX y comienzos de nuestro siglo. Más tarde, se crearon algunos órganos
supraministeriales para coordinar las actividades de distintas carteras ministeriales. En cuanto a las
colonias, fue más rápida la creación de organismos administrativos, recuperando importancia el sistema
de Compañías Privilegiadas, en especial hasta 1890, momento en el que los Estados se hicieron cargo
de modo directo de la administración colonial. Esto lo realizaron a través de dos sistemas que, en
ocasiones, tienen bastantes puntos comunes:
a) Sistema inglés

- DOMINIOS: colonias de alto porcentaje de poblamiento blanco, que disponen de parlamento y


gobierno propios, pero sólo para cuestiones de política interior, en tanto que la exterior queda en manos
de Inglaterra (v.gr., Canadá).
- PROTECTORADO: colonias en las que los representantes del gobierno metropolitano controlan
la administración, valiéndose de jefes indígenas (v.gr., Sierra Leona).
- COLONIAS DE EXPLOTACION (o de la Corona): administración dirigida exclusivamente por un
gobernador y funcionarios ingleses. Es el tipo más abundante, sirviendo como ejemplo la mayoría del
África negra.

b) Sistema francés
- Se basa en el principio de ASIMILACION, que intenta imponer paulatinamente la estructura de
los departamentos franceses (gobernador y consejo consultivo, con representantes en el Parlamento
parisino). Con el tiempo, las nuevas colonias acabarían por adoptar los sistemas de PROTECTORADO
o de COLONIAS DE EXPLOTACION, similares a las de Inglaterra.

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Además, en algunos territorios ambas potencias impusieron regímenes especiales, como en el
Senegal o en la India. En cuanto al resto de los países imperialistas, adoptaron sistemas parecidos a
los anteriores.
El fin primordial del imperialismo era la explotación de las colonias, lo que obligaba a dotarlas de
una mínima infraestructura, que requería notables inversiones procedentes, al principio, de los
presupuestos de las metrópolis, y, posteriormente, de los de las colonias y del capital privado, que
alcanzó cotas muy importantes. En cuanto al comercio cabe distinguir dos tendencias distintas, pues,
mientras que Inglaterra, Bélgica y Holanda defendieron cierto liberalismo , la actitud mayoritaria a partir
de 1880 fue el proteccionismo, que ya habían implantado Francia, Alemania y España. En cuanto a los
intercambios, primero se limitaron a grandes cantidades de materias primas que iban a parar a las
metrópolis desde las colonias; a partir de 1890, éstas se convirtieron en receptoras de productos
manufacturados procedentes de la potencia que las dominaba. Aunque la importancia colonial varía
mucho de unos países a otros, la balanza comercial presentó siempre, lógicamente, un saldo positivo
para las metrópolis.

1.5. Consecuencias del proceso imperialista.

De índole económica, política y social, muy relacionadas entre sí y diferentes para las metrópolis
o para las colonias. Sin embargo, la más evidente es el descubrimiento geográfico de todo el mundo, su
colonización y reparto.

Para las metrópolis:

Desde una perspectiva económica, en la primera fase de la colonización las colonias suponen un
fuerte gasto en el presupuesto de las potencias, y exigen grandes inversiones privadas, aunque todo
este desembolso se compensará con creces. Las colonias aportarán grandes cantidades de materias
primas, y serán mercados donde se vendan las manufacturas metropolitanas. Aunque el comercio de
las metrópolis con sus colonias será siempre muy activo, sólo en el caso de Inglaterra superará el 50%
del total del comercio exterior. Por otra parte, los territorios coloniales serán punto de atracción de
emigrantes, lo que alivia la presión demográfica y atenúa los problemas sociales de las potencias.
Políticamente, las colonias sirven para suavizar las tensiones políticas internas, trasladando a ellas las
posibles rivalidades entre los países europeos; aun así, también suponen una fuente de problemas, al
aparecer en las distintas naciones focos de oposición a la política colonial, criticando la explotación que
se hace de estas posesiones y las fuertes inversiones que exigen.

Para las colonias:

Las consecuencias coloniales se dan con distinta intensidad en cada una de ellas, aunque en
todas coexisten una dualidad de economías, sociedades, instituciones, culturas, etc. Se crea un nuevo
paisaje geográfico, construyéndose puertos en las costas y nuevas ciudades en el interior, se levantan
nuevas vías de comunicación y se explotan nuevas zonas agrícolas y yacimientos mineros. Esto, junto
a la llegada de las manufacturas metropolitanas, trae la economía de mercado y el uso de la moneda,
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aunque, junto a esta economía moderna, se mantiene la tradicional de subsistencia, no suponiendo el
aumento de producción y consumo la subida paralela de las rentas de los campesinos.

Demográficamente, y a pesar de las ventajas que trae la medicina occidental, al principio se


produjo un descenso de población indígena; más tarde, el crecimiento de la natalidad y la reducción de
las tasas de mortalidad provocarán un fuerte incremento demográfico, que dará lugar a nuevos
problemas sociopolíticos. También aumenta el fenómeno del urbanismo y se distinguen claramente dos
clases en el mundo colonial: una burguesía compuesta mayoritariamente por blancos emigrados de
otros países, y un proletariado indígena, segregación social claramente advertible en la existen de
barrios muy diferenciados. Las dualidades también llegan a las explotaciones agrícolas, coexistiendo
las modernas plantaciones con las tierras cultivadas con sistemas tradicionales. Culturalmente, en las
colonias se va produciendo un cambio de mentalidad, consecuencia de la evangelización y la
enseñanza misionales, lo que origina una notable aculturación. Finalmente, los abusos en la explotación
fomentarán un sentimiento anticolonialista, precedente de los futuros movimientos independentistas del
siglo XX.

2. BIBLIOGRAFÍA COMENTADA.-

COQUERY, C., y MONIOT, H., África negra. De 1800 a nuestros días. Labor, Barcelona, 1976.
Tratamiento pormenorizado de la colonización africana en una obra que estudia la historia
contemporánea de este continente. Muy útil también para el análisis del proceso descolonizador.
FIELDHOUSE, P., Economía e Imperio. La expansión de Europa (1830-1914). Siglo XXI, Madrid, 1978.
Es un tratado que expone con morosidad las relaciones entre desarrollo económico y expansionismo
colonial.
LENIN, V.I., El imperialismo, fase superior del capitalismo. Fundamentos, Madrid, 1974.
Es una interpretación del fenómeno imperialista desde las bases ideológicas del marxismo.
MADRIDEJOS, M., Colonialismo y neocolonialismo. Salvat, Barcelona, 1975.
Acercamiento a las fórmulas coloniales decimonónicas y a las formas de colonialismo presentes en la
actualidad; incide especialmente en la realidad del África negra desde la perspectiva de uno de sus
grandes líderes en las últimas décadas, el senegalés Leopoldo S. Senghor.
MIEGE, J.L., Expansión europea y descolonización de 1870 a nuestros días. Labor, 2ª edición,
Barcelona, 1980.
Estudio de la expansión colonial de las potencias europeas. Cuadros cronológicos. Amplia relación de
fuentes documentales y bibliográficas.
MOMMSEN, W.J., La época del imperialismo. Europa, 1885-1918. Siglo XXI, Madrid, 1977.
Obra clásica que dedica algunos capítulos al fenómeno imperialista, planteado desde la óptica de su
papel como causa de la Gran Guerra.
MORALES LEZCANO, V., El colonialismo hispano-francés en Marruecos (1898-1927). Siglo XXI,
Madrid, 1976.
Análisis concreto del fenómeno colonial en Marruecos.
VARIOS, “España en África: un siglo de fracaso colonial”, Número extraordinario IX de “Historia 16”,
1979.
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Monografía sobre la misma cuestión que la anterior, pero sólo desde la perspectiva española.
VARIOS, “Historia Universal Siglo XX”, vols. 1-4. Historia 16, 1984.
Diversos artículos de esta publicación se refieren a la cuestión colonial a inicios del siglo XX. Incluyen
cronologías y, sobre todo, mapas de gran claridad. Muy interesantes las páginas del volumen 1 escritas
por José U. Martínez Carreras.

3.- ACTIVIDADES

 Serie “Cultura del siglo XIX”: Acontecimientos políticos que se produjeron en Europa en este siglo:
nacionalismos, imperialismos y colonialismos (18 min.). Hiares.
 Serie “Historia del siglo XX”: Colonización y descolonización (24 min.). FWV.
 Atlas de Historia universal: Un mundo en conflicto. El mundo moderno (vídeo número 13, 55 min.).
VTF- Multimedia.
 Imágenes y acontecimientos del siglo XX: De 1901-1938 (episodio número 1, 30 min.). British Pathe
News.
 Enciclopedia visual del siglo XX: Gandhi (vídeo número 9). VIP TV.
 TIEMPOS MODERNOS. Divertida sátira de la producción industrial en cadena, el desarrollo del
proletariado y la mecanización. Es una película muda en la que, sin embargo, se utilizan música y
onomatopeyas
- Eurpa central, 1900-1939 ( vides). Gaumont. Media (60 min)
- Oriente medio. 1900-1956. Del Imperio otmonao a la crisis de Suez ( vides) Gaumont-
Media (60 min)
PÁGINAS WEB
Citroen. www.citroen.es. Esta página recoge, dentro de la sección Historia, una coimlñeta
cronología de los automóviles de esta marca comercial.
Los exploradores del siglo XIX y XX. http://perso.wanadoo.es/antarctica. Contiene textos, citas,
testimonio y fotografías sobre “La Conquista del Poo Sur”, “El paso del Noroeste”, “Las
Fuentes del Nilo”. Muy recomendable por los datos que aporta y el atractivo diseño

Uso de Google Earth para localizar geográficamente los sucesos históricos.

1. Enumera y explica las causas del imperialismo europeo del siglo XIX.
2. Comenta el texto.
Es la británica la más grande de las razas dominantes que el mundo ha conocido y, por
consiguiente, el poder determinante en la historia de la civilización universal. Y no puede
cumplir su misión, que es crear el progreso de la cultura humana, si no es merced a la
expansión de la dominación inglesa. El espíritu del país tendrá fuerzas para cumplir esta misión
que nos ha impuesto la Historia y nuestro carácter nacional.
[...] El Imperio británico, firmemente unido, y los Estados Unidos deben juntos asegurar la paz
del mundoy asumir la pesada responsabilidad de educar para la civilización a los pueblos
retrasados. Joseph Chamberlain al frente del Ministerio de Colonias británico, en 1895.
3. Comenta el siguiente texto.
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ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 30 MAYO DE 2010
“La misión civilizadora de la que habla la sociedad capitalista es tan sólo un pretexto para
esconder su ansia de explotación y de conquista (...). Enemigo de toda explotación del hombre
por el hombre, defensor de todos los oprimidos sin distinción de razas, el Congreso condena
esta política de robo y conquista, aplicación desvergonzada del derecho del más fuerte que pisa
el derecho de los pueblos vencidos, y comprueba también que la política colonial aumenta el
peligro de tensiones internacionales y de guerras entre los países colonizadores”. Resolución
de la IIª Internacional de Stuttgart en 1907.
¿Qué posturas adoptaron las formaciones políticas de los países colonialistas frente al
fenómeno del imperialismo?
4. Explica las diferencias existentes entre las dos fases de la expansión imperialista por el
mundo.

Autoría
 Nombre y Apellidos: ANDRÉS MANUEL JIMÉNEZ BALLESTEROS
 Centro, localidad, provincia: CÓRDOBA
 E-mail: [email protected]

C/ Recogidas Nº 45 - 6ºA 18005 Granada [email protected] 11

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