Radios, Música de Cuarteto y Sectores Populares - Santiago Martinez Luque
Radios, Música de Cuarteto y Sectores Populares - Santiago Martinez Luque
Radios, Música de Cuarteto y Sectores Populares - Santiago Martinez Luque
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Agradecimientos
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Índice
Capítulo I. Introducción 15
I.1. Antecedentes y contexto conceptual 21
I.1.1. Estado de la cuestión 21
I.2. Contexto teórico referencial 27
I.2.1. Los sectores populares y lo popular 27
I.2.2. Los medios de comunicación desde la cultura 33
I.2.3. Del discurso, el poder y la hegemonía 36
I.2.3.1. Sobre la interpelación, la ideología y el discurso 39
I.2.4. A propósito de los aportes de los enfoques discursivos
para el estudio de los medios 44
I.3. Para una caracterización del discurso radiofónico 47
11
III.3. El escenario de radios y las emisoras FM de la ciudad 84
III.4. Condiciones de producción de las emisoras 91
III.4.1. Radio Suquía 91
III.4.2. Radio Popular 96
12
VIII.2. Poner el cuerpo… en la radio 182
VIII.3. Líricas. De continuidades y exclusiones 183
VIII.4. Tipos de versiones o la especificidad del
dispositivo musical 185
VIII.5. El en vivo y lo erótico 186
VIII.6. Consideraciones parciales 192
13
XI.4. La exasperación de la diferencia o los fragmentos
de un sistema opositivo 246
XI.5. Las exclusiones de las que está hecha una afirmación
(de la diferencia) 247
XI.6. La articulación liberal o lo popular como fragmento 249
14
Capítulo I. Introducción
15
sumo y apropiación de estos medios comenzaba a hacerse notar de ma-
nera correlativa con la emergencia de nuevas fragmentaciones sociales
que este tipo de propuestas mediáticas podían aspirar a representar, en
tanto espacios de comunicación, en el marco de la cultura masiva (Mata,
1997; Martinez Luque, 2008a). En ese sentido, lo especialmente rele-
vante del proceso de emergencia y consolidación de las FM fue que hizo
visibles, a partir de sus lógicas de constitución de públicos fragmentarios
o segmentados, a ciertos sujetos en la instancia de lo público, convir-
tiéndose en espacios potenciales de constitución de identidades (Mata
et al., 1993). El afianzamiento de estas radios permitió comenzar a pen-
sar las reconfiguraciones en el escenario mediático así como amplias
transformaciones sociales, en el marco de las cuales diversos sectores so-
ciales lograban reconocerse en las interpelaciones radiofónicas específicas
y segmentadas, emergidas de estos nuevos medios.
En este contexto, surgieron un número limitado de emisoras FM
que se proponían recortar sus públicos desde sus pertenencias sociales
y, de manera específica, buscaban constituirlos entre los sectores popu-
lares de la ciudad. Algunas pocas de estas radios estaban organizadas en
torno a proyectos sociales que reivindicaban la tradición de la comuni-
cación comunitaria o popular, como los casos de FM Sur o FM La Ran-
chada (Cristiano, 1996; Martinez Luque, 2008a). Por distintas razones
de orden legal, económico y comunicativo, este tipo de emisoras no lo-
graron alcanzar niveles relevantes de incidencia comunicativa –excepto
en contextos muy localizados–, ni instalarse, de manera continuada,
como actores reconocidos del escenario radiofónico cordobés.
Por el contrario, emisoras FM privadas que recortaban sus públicos
de similares modos, lograron consolidarse institucionalmente, alcan-
zando visibilidad y legitimidad social así como importantes niveles de
consumo. Los dos casos más notables, sin duda, son las emisoras con
las que nos hemos propuesto trabajar, Radio Popular (92.3 MHz) y
Radio Suquía (96.5 MHz).
Así, si bien actualmente existe un número relevante de radios orien-
tadas de manera específica a oyentes de sectores populares, estas dos
emisoras tienen una larga y continuada trayectoria en el espacio radio-
fónico de la ciudad, han logrado reconocimiento público y mediático y
se han mantenido, con relativa estabilidad, dentro de las emisoras de
mayor audiencia local.
En este sentido, la consolidación y actual vigencia de estas radios,
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cuyo objetivo primordial es la obtención de ganancias y rentabilidad
económica, nos señala insistentemente la eficacia de los espacios del
mercado radiofónico en la interpelación de estas franjas de población.
De allí que nos hemos planteado comprender las propuestas y progra-
maciones de estas emisoras como densos espacios desde los cuales hoy
se constituyen instancias discursivas de identificación para los sectores
populares de la ciudad. Configuraciones que plantean modos de ser, de
interactuar, de hacerse visibles ante otros; en definitiva, de insertarse y
vivir la ciudad, los medios y la cultura. Procesos que están hechos de
operaciones de inclusión y exclusión, de promoción y silenciamiento
de ciertas figuras, de ciertos sujetos y de determinadas características de
estos, y que resultan en imágenes en las cuales reconocerse o extrañarse.
De esta manera, analizar estas propuestas radiofónicas permite di-
bujar caminos de comprensión sobre las estrategias comunicativas de
estos medios locales y las claves a partir de las cuales logran desarrollar
un modo de relacionamiento satisfactorio, en el marco de sus objetivos,
con el entramado de transformaciones culturales y sociales de la Cór-
doba actual, en general, y con los sectores sociales que viven dificultades
o carencias materiales y exclusiones de tipo simbólicas cotidianas, en
particular.
En términos de una caracterización inicial, podemos señalar que
Radio Popular y Suquía son producto del surgimiento extendido de las
FM que se da desde principios de la década de los noventa en nuestra
ciudad así como de las lógicas comerciales y la tendencia a la concen-
tración mediática y empresarial que ya podía verificarse en el escenario
de radios local para mediados de este mismo período. En esa línea,
ambas radios surgen como parte de proyectos empresariales y comer-
ciales más amplios, vinculados al mundo de los medios de la ciudad y a
la producción industrial de espectáculos.
No obstante, estas simples aseveraciones no alcanzan para describir,
aun inicialmente, a estos proyectos. Sería necesario señalar que estas dos
FM, a diferencia de otras muchas que no pudieron construir proyectos
sustentables en términos culturales y económicos, lograron encontrar
de manera particular un espacio propio de interpelación y de constitu-
ción de públicos de sectores populares de la ciudad a la par de modos
de sustentabilidad económica y reproducción institucional. Además, ca-
bría recordar que desde su surgimiento y con distintos trayectos, tanto
“la Popular” como “la Suquía” se introdujeron entre los grandes prota-
17
gonistas de la radio de Córdoba y alcanzaron altos niveles de audiencia,
relativamente estables, entre los sectores definidos como su público pre-
ferencial1. Actualmente, si bien en el marco de sus perfiles claramente
comerciales se observa una lógica de fuerte competencia empresarial por
aquello que desde el mercado se nomina como segmentos populares,
ambos proyectos tienen una posición independiente relevante.
Por otra parte, a modo introductorio, podemos señalar los aspectos
más importantes de las ofertas comunicativas de estas radios. De manera
muy clara, estas emisoras construyen sus propuestas centradas en los
modos marcadamente expresivos de sus conductores, la fuerte presencia
del humor y la apelación a la alegría y la diversión permanente, estruc-
turada en base a un ritmo radiofónico constante que propone estar
“arriba, siempre arriba”. A su vez, se deja ver una cierta recuperación de
lo sentimental, lo amoroso y lo sensible.
El ritmo radiofónico de la mayoría de sus ciclos es sustentado fun-
damentalmente por lo musical, que se constituye en el eje organizador
de estas programaciones. Centralmente se difunde música de cuarteto
de producción local y ritmos centroamericanos y caribeños como el reg-
gaeton, la salsa y la cumbia. En menor medida, y solo en algunos seg-
mentos, puede escucharse folklore nacional, rock y pop local e
internacional.
Articulada con esta propuesta musical y de entretenimiento, ambas
emisoras ponen al aire un acotado desarrollo de información y noticias,
a través de flashes horarios que evidencian bajos niveles de elaboración
y de producción propia de información. Solo en Radio Suquía se marca
la presencia de un móvil transmitiendo desde las calles de la ciudad,
únicamente durante la primera mañana, que rescata fundamentalmente
algunas problemáticas barriales o policiales. Este tipo de cobertura pe-
riodística en directo no tiene presencia en Radio Popular.
De todas maneras, estos no son los únicos espacios desde donde las
radios ponen en juego lo informativo. Trabajado por los conductores, a
pedido de oyentes o por propia iniciativa, también se puede escuchar
información caracterizada como de servicio, basada en datos sobre fe-
chas de pago de salarios, jubilaciones o subsidios estatales e información
sobre servicios públicos. Por otra parte, a través de estas emisoras tam-
bién se puede acceder a noticias sobre los vaivenes de las figuras televi-
sivas y del deporte, particularmente el fútbol, así como sobre lo que
sucede con las bandas y cantantes de cuarteto. Lanzamientos de discos,
18
presentaciones pasadas o futuras, separaciones o disoluciones de con-
juntos musicales, homenajes a cantantes supuestamente olvidados y la
actualidad sobre aquellos que son recordados por todos articulan este
tipo de desarrollo informativo.
La fuerza del cuarteto se observa, de esta manera, en lo musical, en
gran parte de las temáticas referidas en los distintos programas y también
en su marcada presencia en las pautas publicitarias de ambas emisoras.
En un rápido análisis puede apuntarse que más de la mitad de la publi-
cidad emitida se relaciona con el cuarteto: fechas de bailes, eventos es-
peciales y lanzamientos musicales ocupan gran parte del aire de estas
FM (Martinez Luque, 2008a).
Finalmente, para cerrar esta descripción general e inicial, es nece-
sario señalar que estos discursos parecen buscar desenvolverse desde una
particularidad estructurada en torno a la alegría y el humor junto con
la recuperación del cuarteto como la supuesta música propia de los cor-
dobeses, marcas de propuestas que procuran generar identificaciones
con lo local o con lo que es construido como lo local/cordobés. Así, de
modo general, parecen proponer formas de nombrar lo propio cordobés
en un diálogo naturalizado con diversas manifestaciones culturales de
lo global, ya sea en la difusión musical de producción centroamericana,
o en algunas temáticas que se discuten. Por ello, lo local/cordobés parece
construirse en un lugar de importancia para estas radios y supuesta-
mente para sus oyentes y, desde allí, se articula con particulares modos
–inciertos aún para nosotros– de nombrar aquello que se construye
como lo popular, al punto tal que una de las emisoras se apropia de
dicho significante para designarse.
En este marco, partimos del supuesto de que estas emisoras FM de
audiencia amplia, entre las franjas hacia las cuales están orientadas, ar-
ticuladas fuertemente desde el mundo cultural del cuarteto, en cruces
con la cultura globalizada, con otras propuestas mediáticas, con lo que
es nombrado como lo propio cordobés y con lo que es designado como
lo popular, se constituyen en importantes dispositivos culturales de interpe-
lación de los sectores populares cordobeses.
El análisis pormenorizado de diversos aspectos de estos discursos
radiofónicos permitirá de manera medular comprender las claves de
estos sistemas de interpelación y su eficiencia. Al mismo tiempo habili-
tará escarbar en aquellas que nos brinden indicios para comprender los
procesos de constitución y reconstitución de las identidades de los sec-
19
tores populares de Córdoba. Y, quizás, también permita dibujar algunas
hipótesis de lectura sobre las reconfiguraciones, los quiebres y continui-
dades de la hegemonía política y cultural de nuestra sociedad.
Por último, nos interesa dejar establecido que los aspectos esenciales
de esta publicación fueron elaborados como parte de nuestra Tesis para
optar al grado de Magister en Comunicación y Cultura Contemporá-
nea, de la Maestría del mismo nombre del Centro de Estudios Avanza-
dos de la Universidad Nacional de Córdoba: “Propuestas comunicativas,
discursos y estrategias de constitución de públicos de emisoras FM
orientadas a sectores populares de la ciudad de Córdoba” (2012).
El trabajo de campo de dicha investigación fue desarrollado du-
rante los años 2010 y 2011, mientras que la escritura fue finalizada a
mediados de 2012.
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análisis de las propuestas y discursos que nos interesan abordar. Orga-
nizamos esta etapa del trabajo en base a tres dimensiones analíticas fun-
damentales, que en su avance nos fueron alumbrando de manera
gradual las claves operativas de estos discursos. Una de estas dimensio-
nes, a su vez, está subdivida en secciones para facilitar la exposición del
camino analítico desarrollado. Además, para cada sección, teniendo en
cuenta la extensión del trabajo, hemos propuesto una serie de conside-
raciones parciales que intentan sistematizar los aspectos principales
desarrollados en ésta.
En este punto vale decir que, excepto en el análisis sobre las pro-
gramaciones de cada medio, nos hemos concentrado en marcar simili-
tudes y diferencias entre ambas emisoras, pero no intentamos desarrollar
de manera específica o autónoma cada una de ellas. Este principio or-
ganizativo está vinculado a que no es de nuestro interés dar cuenta de
los casos particulares sino comprender lógicas discursivas comunes y
operantes de modo global.
Por último, la cuarta parte está dedicada al cierre del trabajo y a la
presentación de las consideraciones finales de mayor relevancia para la
comprensión integral de los avances realizados sobre el objeto de estu-
dio. En este punto intentamos también dejar asentadas las cuestiones
que alumbran nuestro trabajo y aquellas sobre las cuales sería prudente
seguir indagando posibles líneas de continuidad.
21
comprender en clave cultural la relación entre los medios de comunica-
ción y los sectores populares. Particularmente nos referimos aquí a los
trabajos de Eduardo Romano (1973) quien, inscripto en el fenómeno
político y social del peronismo, buscó encontrar algunas claves para dar
cuenta de la problemática de las culturas populares, los medios de co-
municación y las relaciones de dominio. Para ello, ensayó algunas hi-
pótesis sobre los quiebres y las continuidades de géneros de
comunicación colectiva y cultural desde la época de la colonia hasta el
tercer gobierno peronista de 1973. En ese trayecto revisó los desliza-
mientos y continuidades desde la poesía criolla y gaucha, pasando por
el sainete, el tango y el circo criollo, el radioteatro y el teleteatro en la
Argentina moderna. Romano ensayó entonces interpretaciones de gran
interés sobre los modos en que ciertas formas culturales vinculadas a los
sectores populares pervivían en el proceso de industrialización, de ur-
banización y de constitución de la cultura masiva en nuestro país y el
rol de los medios de comunicación en esos procesos. Podría decirse que
en estos trabajos el autor se anticipaba a lo que sería postulado años más
tarde por Jesús Martín Barbero (1987), sobre los modos de relación
entre las culturas populares y la cultura masiva, cuestión que revisaremos
más adelante (Alabarces, 2008).
De todas maneras, es necesario decir que Romano se inserta en este
campo de problemáticas de manera conjunta con Jorge Ribera y Aníbal
Ford, quienes van reflejando algunas de sus producciones intelectuales
en la revista Crisis, editada entre 1973 y 19762.
En este sentido, junto con Ribera se detienen en analizar de modo
particular el medio radiofónico en tanto fenómeno de amplio consumo
entre diversas franjas de población. Describen así las características de
la radio como industria cultural en nuestro país y la importancia del gé-
nero privilegiado durante las décadas de los treinta y cuarenta: el radio-
teatro. Estos aportes se encuentran compilados de manera fundamental
en Medios de comunicación y cultura popular (1985), compuesto por tex-
tos que en su mayoría son desarrollados en los años de la última dicta-
dura militar y que recién logran ser publicados conjuntamente tras la
reapertura democrática. Heriberto Muraro, que también había formado
parte de Crisis, señala en el prólogo de esta publicación que, ante el pro-
yecto cultural de la dictadura militar, era necesario un primer operativo
cultural que viabilizara “un debate nacional sobre la cultura que quere-
mos y estamos dispuestos a darnos a nosotros mismos” (Romano et al.,
22
1985: 8) y, en esa discusión, adquiría centralidad pensar los medios de
comunicación en relación con los sectores populares del país. Los me-
dios ocupaban un lugar vital en la discusión cultural y política general
y se tornaba necesario estudiarlos desde dicha clave. Esta mirada venía
a romper con las concepciones que los situaban como estrictos meca-
nismos de manipulación de masas.
En relación al tema que nos ocupa, con Martín Barbero (2004) sos-
tenemos que uno de los aportes de relevancia de este grupo de autores
quizás haya sido la apertura de un campo de indagación, con presencia
en toda la década de los ochenta, sobre el estudio de los géneros radio-
fónicos, y mediáticos en general, en relación con las narrativas y culturas
populares.
Precisamente en esa línea, avanzan en Chile Giselle Munizaga y
Paulina Gutiérrez (1987), al indagar sobre la capacidad que la radio
demuestra en mediar lo que las autoras nombraban como lo popular.
Para ellas, la radio adquiere importancia a la hora de llenar el vacío
que dejan los aparatos culturales tradicionales en la construcción co-
tidiana del sentido. Las articulaciones significativas de lo popular se
ven facilitadas por las características de la radio tanto en su dimensión
técnica –en producción y consumo– como por su dimensión discur-
siva. Esta investigación fue considerada, oportunamente, como pre-
cursora en América Latina en la línea de trabajo que desarrolló Martín
Barbero (1989: 140-146).
Por otra parte, otros trabajos pioneros son los desarrollados en Perú
por la investigadora Rosa María Alfaro (1985-1987), quien también de-
jaría su huella en el campo, al presentar un análisis sobre radios de con-
sumo popular, insertas en un contexto de reapertura democrática. En
este marco, Alfaro intentó articular la cuestión de los géneros que se ex-
presaban en la radio con las matrices culturales y, según Barbero, captó
en esas vinculaciones la densidad y la heterogeneidad de las condiciones
de existencia de lo popular explicitando los dispositivos de enlace de lo
discursivo radiofónico con lo territorial, con las distintas temporalidades
y las formas del nosotros (2004: 162-163). A partir de las diversas arti-
culaciones de estos elementos y de los modos de construcción de lo que
es entendido como lo popular, la autora reconstruyó tres tipos de radios
populares que poblaban el éter de la ciudad de Lima de los ochenta: las
emisoras de tipo local, las de tipo popular-andina y finalmente las de
tipo andina provinciana (Alfaro, 1990: 31-42). Además de este mapa
23
de las modalidades de presencia de lo popular en la radio limeña, realizó
trabajos sobre producción y consumo radial en ocho departamentos an-
dinos de Perú.
En ambos trabajos se hacen explícitas las nuevas líneas que orien-
taron los trabajos en el campo durante los ochenta. Por un lado, el aná-
lisis y la indagación de las relaciones entre géneros radiales y matrices
culturales; por otro lado, las relaciones entre las formas de interpelación
a los sujetos sociales y sus modos de apropiación y reconocimiento en
las mismas (Alfaro, 1990; Martín Barbero, 1989: 140-146).
Por otra parte, en la ciudad de Córdoba María Cristina Mata (1988;
1991) buscó indagar el papel que la radio ocupaba como práctica cultural
en la reelaboración de las identidades de los sectores populares en el marco
de la reapertura de la vida política y las transformaciones mediáticas y so-
ciales más amplias que se podían vislumbrar a mediados de la década de
los ochenta. En ese sentido, intentaba reconstruir las marcas que hablaran
de cómo estos sectores, en contextos en transformación, eran representa-
dos en el discurso de las radios de la ciudad y cómo estas representaciones
operaban en la constitución de identidades de estos sectores.
En este caso, en una primera etapa de trabajo, la investigadora cor-
dobesa analizó el discurso y las programaciones de las radios AM de la
ciudad para reconstruir la imagen que se proponía de los sectores popu-
lares cordobeses. En otra fase analítica, analizó cómo estos oyentes se ter-
minaban reconociendo/desconociendo y constituyendo, desde esos
quiebres y continuidades, efectivamente como públicos de estas emisoras.
Mata demostró que este proceso era posible porque las emisoras lo-
graban configurar discursivamente unos destinatarios a quienes les atri-
buían modos de ser y vivir, modos de interactuar, maneras de inscribirse
en la esfera de lo público, que operaban como claves de reconocimiento,
como figuras de identidad para sus oyentes. A través de estos trabajos,
pudimos entender las características centrales de los sistemas de inter-
pelación de las emisoras de consumo popular, que explicaban la eficien-
cia de estos medios –insertos en el mercado– en la constitución de sus
públicos. En este marco, estos trabajos permitieron comprender, por un
lado, las marcas discursivas de las propuestas de estos medios que esta-
ban orientadas a activar y movilizar aspectos de matrices culturales de
los sectores populares de la ciudad en pos de su reconocimiento como
públicos. Por otro lado, estas investigaciones también permitieron com-
prender cómo estas operaciones habilitaban a que estos sectores encon-
24
traran en el ser públicos de estos medios una vía –compleja y conflic-
tiva– de reafirmación e integración social.
De modo más general, es necesario señalar que los trabajos de Ro-
mano y Ribera, de Alfaro, Munizaga y Gutiérrez, así como los de Mata,
dejan entrever fuertes diálogos con las problemáticas, perspectivas y dis-
cusiones que marcan y construyen el campo de la comunicación por
aquellos años. Particularmente se trataba de indagar los modos en que
los sectores populares reconstruían sus modos de estar y ser en el marco
de las reconfiguraciones de la cultura masiva y, por supuesto, en las re-
articulaciones de los órdenes hegemónicos, tras los procesos de reaper-
tura democrática. En ese sentido, la pregunta por las reformulaciones
de la hegemonía conservadora con rostros democráticos y las reconfi-
guraciones de lo popular en diálogo con lo masivo parecían encontrar
en los procesos de producción y consumo de medios de comunicación
una superficie de análisis especialmente reveladora.
Los cruces y referencias con el trabajo que venía desarrollando Jesús
Martín Barbero desde principios de los ochenta, que se publica de ma-
nera sistematizada en 1987 en el libro De los medios a las mediaciones.
Comunicación, cultura y hegemonía, son ineludibles. En dicho trabajo
este autor presentaba de manera clara y ordenada el análisis, entre otras
cuestiones, de los modos en que los medios de comunicación histórica-
mente se habían mostrado como superficies semióticas de articulación
y movilización de matrices y memorias culturales preexistentes en el
desplazamiento de lo popular hacia la conformación de las culturas na-
cionales. En esa línea, este autor buscaba desandar, en el marco de los
procesos de homogeneización de las diferencias culturales propias de la
construcción de lo nacional moderno, los confusos y ambiguos trayectos
de lo popular hacia su lugar y forma en lo masivo, no sin conflicto, no
sin sujeción. Y ese recorrido, con respecto al tema que nos ocupa, ana-
lizaba los discursos y géneros mediáticos como espacio de interpelación
cultural que condensaban dinámicas de la cultura masiva y nacional, así
como la pervivencia en la lógica de resistencia/incorporación de lo po-
pular (Martín Barbero, 1987).
Entendemos los trabajos mencionados como la posibilidad de com-
prender que las lógicas y contratos comunicativos de carácter colectivo
que se refrendaban en géneros y formatos de los medios de comunica-
ción estaban relacionados con matrices de cultura, y que por ello no po-
dían ser entendidos como mera invención/imposición de estos actores.
25
Era en la cultura que había que situar la indagación sobre los medios
de comunicación; era en las transformaciones culturales de nuestras so-
ciedades, en sus reconfiguraciones que residían las claves para compren-
der las características de la emergencia y consolidación de los distintos
medios y sus propuestas dominantes.
La radio FM en Córdoba
26
dentro de los cuales se incluía la radio FM y AM. Al respecto, se puso
especial interés en conocer de manera extendida y representativa los há-
bitos de escucha, las cuestiones que se valoraban en las elecciones de las
emisoras y las características de los públicos de las distintas radios. El
libro Públicos y consumos culturales de Córdoba (1997) es de especial im-
portancia por la representatividad estadística con la que fueron imple-
mentados sus instrumentos de investigación, dando cuenta de los
aspectos analizados para toda la población de la ciudad de Córdoba.
A partir de allí tuvimos un primer panorama global de las propues-
tas, los consumos y los públicos de radios que progresivamente se habían
constituido en la ciudad. De ese modo, si a principios de la década aún
no se veía con claridad la impronta de las radios FM, en el estudio pu-
blicado en 1997 este tipo de emisoras ya presentaban una gran inciden-
cia en los consumos radiofónicos y mostraban públicos propios con
poca o nula relación con la AM –especialmente jóvenes–.
Estos procesos de investigación generaron sin duda aportes de rele-
vancia. No obstante, ninguno de los últimos trabajos desarrollados en
nuestra ciudad detuvo la mirada de manera específica en los medios
orientados a públicos de sectores populares. De hecho, hace más de
quince años que en Córdoba no se conocen trabajos académicos sobre
las transformaciones del espacio de radios así como de las ofertas de las
emisoras FM en general; y hace al menos veinte años que no se conocen
investigaciones que aborden las emisoras orientadas a los públicos de
sectores populares y los modos en que éstas construyen discursivamente
imágenes de sus destinatarios.
27
de los setenta, con la implementación de la dictadura militar y su polí-
tica represiva de disciplinamiento social, mientras que las transforma-
ciones operadas en lo social comenzaron a hacerse visibles durante la
década siguiente con la aparición de amplias zonas de pobreza. Final-
mente, tras la crisis hiperinflacionaria de 1989 y el tránsito definitivo
hacia la sociedad globalizada y neoliberal, las denominadas reformas es-
tructurales y los grandes procesos de transformación impulsados por el
gobierno menemista, terminó de definirse el proceso de moldeado de
la nueva estructura social y económica argentina.
Estos largos y dolorosos procesos redundaron en la ya existente frag-
mentación social y la pérdida de poder de los sectores populares y de
amplias franjas de las clases medias, así como la consecuente mayor con-
centración política y económica en las elites de poder nacional e inter-
nacionalizado (Kessler et al., 2010: 10). En esa línea, se produjo el pasaje
de la metáfora que definía la correlación de fuerzas sociales como “em-
pate social” –que caracterizó la década de los sesenta y parte de los se-
tenta–, a la de la “gran asimetría”, propia de la etapa de la convertibilidad
de la década de los noventa (Svampa, 2005).
Las discusiones posibles sobre la definición y circunscripción de los
sectores populares exceden los límites de este trabajo. Por ello solo nos li-
mitaremos a plantear que, a partir de autores de larga inserción en la
teoría social latinoamericana y argentina, denominaremos sectores po-
pulares a franjas de población que socioeconómicamente pueden ser
pensadas como clases medias bajas y bajas3, que aun en su reconocido
carácter heterogéneo y fragmentario, ostentan experiencias, prácticas y
costumbres en común históricamente constituidas (Romero, 1991;
Barei, 1993: 30; Merklen, 2005; Svampa, 2005; Kessler et al., 2010).
A partir de las transformaciones estructurales referidas, estos sectores
sufrieron retrocesos sensibles tanto en aspectos materiales como simbó-
licos. Solo a modo de breve inventario, podemos señalar el marcado re-
pliegue del salario real de los trabajadores y la merma en la participación
en el producto bruto interno, junto con los altos y estructurales niveles
de desocupación, marginalidad y pobreza. En conjunto, desde mediados
de la década de los setenta, estos aspectos derivaron en la importante
pérdida de poder adquisitivo de los asalariados y un fuerte proceso de
concentración de la riqueza en los sectores dominantes aglutinados en
torno a las actividades de valorización financiera (Basualdo, 2006: 133;
Lozano, 1998: 626).
28
Por otra parte, el gradual desmantelamiento del Estado de Bienestar
implicó procesos de quiebre de las instituciones integradoras e inclu-
yentes como la escuela pública y el trabajo, así como el abandono en las
prestaciones de servicios básicos –salud, educación, transporte–, que
afectó especialmente a los sectores populares. Los escenarios de desafi-
liación estructural e institucional se constituyeron en síntomas de época
(Alabarces, 2002b; Merklen, 2005).
Primero la última dictadura militar, y luego el menemismo, no fue-
ron exclusivamente proyectos de transformación económica y política.
También incluyeron, desde luego, “capítulos culturales” (Muraro,
1985). En esa línea, desde la conducción de estos proyectos políticos se
empeñaron en atacar los valores de solidaridad social en beneficio del
privatismo y el individualismo. De manera conjunta con las transfor-
maciones económicas y sociales, estas cuestiones tuvieron su gradual
pero persistente impacto en los modos en que cada grupo social se au-
torrepresentaba, se pensaba y figuraba su destino social dentro de la so-
ciedad argentina. En particular, vale señalar que tendencialmente los
lazos de solidaridad entre las clases medias y populares –que alcanzaba
su máxima expresión en la década de los setenta–, así como las propias
dentro de los sectores populares, sufrieron rupturas de importancia. De
esta manera, en el marco de claros procesos de descolectivización de los
sectores populares, se comenzaron a delinear marcadas diferencias entre
las franjas de trabajadores asalariados, precarizados y amenazados por
el desempleo, y la emergencia de lo que podemos denominar “clases po-
pulares plebeyas”, asociadas, a partir de los noventa, con el mundo co-
munitario de los pobres, con los excluidos, con la marginalidad (Kessler
et al., 2010: 11). Esta nueva representación de ciertas franjas de los sec-
tores populares, no en pocas ocasiones y especialmente relacionado con
el fenómeno piquetero, ha sido anudada a un estereotipo negativo: lo
plebeyo implica cierta inferioridad antropológica –moral y cultural– re-
activando el estigma de la barbarie y la evocación del aluvión popular,
negro o zoológico (Svampa, 2004).
Si bien estos amplios sectores de población nunca pudieron ser pen-
sados de manera homogénea en nuestro país, en el marco de una socie-
dad signada por un modelo industrial el anclaje de la condición salarial
operaba como referencia. Los procesos señalados profundizaron las frag-
mentaciones, la multiplicidad de clivajes y la heterogeneidad de los sec-
tores populares argentinos.
29
En este contexto, Pablo Alabarces ha sostenido que asistimos a si-
tuaciones de desigualdades radicales que, como venimos señalando, ata-
ñen al acceso a ciertos bienes materiales y simbólicos pero que también
ponen en juego las propias condiciones de producción de la economía
simbólica de nuestra sociedad. En esa línea, sugerentemente, este autor
plantea que se ha puesto en discusión la visibilidad y el derecho a ésta
por parte de los sectores populares argentinos (Alabarces, 2006).
De este modo, si bien podría argumentarse que en la década com-
prendida entre 2002 y 2012, especialmente, algunas dimensiones de re-
levancia de la situación material y simbólica de los sectores populares
argentinos han tendido a modificarse4, entendemos que la desigualdad
continúa presentándose como el síntoma de época, central para com-
prender las condiciones de vida de estos sectores en particular, y de la
sociedad argentina en general.
En otra línea y dentro del panorama descripto, tras los amplios y
extensos debates en diversos campos académicos sobre lo popular que
se dieron especialmente durante la década de los ochenta –algunos de
los cuales hemos referenciado en la sección de Antecedentes–, ha que-
dado claro que tal significante en tanto “noción conceptual” no puede
ya nombrar un espacio cerrado o una serie de prácticas u objetos deli-
mitados exclusivamente vinculados con los sectores populares. Al decir
de Beatriz Sarlo, “la designación ‘popular’ encubre demasiados elemen-
tos heterogéneos como para que sea aceptada en una univocidad que
no posee” (1987: 152). En tal sentido, las discusiones académicas
desarrolladas han permitido superar sistemas de oposiciones desde los
cuales se venía pensando dicha noción: oposiciones entre cultura de eli-
tes y cultura de pueblo, entre cultura tradicional y cultura moderna,
cultura de masas y cultura popular.
Esta fase en que primaba un pensamiento tendencialmente binarista
y opositivo en torno a lo popular ha dejado lugar a un momento epis-
temológico vinculado a la exaltación de lo híbrido (Sunkel, 2006: 274;
Alabarces, 2002a), a las lógicas del pastiche cultural (Jameson, 1995) o
las lógicas también denominadas como fragmentarias (Grüner, 1998).
Es decir, escenarios en los que predominan la atención a las mixturas,
los fragmentos y la ausencia de identificación de nítidos ejes organiza-
dores de lo cultural.
En cualquier caso, en momentos en que la hegemonía capitalista
en lo económico, y liberal en lo político, encontraba su pleno desarrollo,
30
este tipo de perspectivas teóricas promovieron la licuación de lo popular,
como potente figura conceptual, en otras configuraciones culturales.
“La parte” que representaba lo popular, no podía ser más pensada como
unidad discreta. Era atravesada por el todo y se perdía la posibilidad de
su designación. Lo popular para el mundo académico parecía yacer, allí
entremezclado, pero fundamentalmente diluido; quizás el más nefasto
de los efectos de estos procesos fue que dicha noción quedó a la deriva,
olvidada y negada.
Este escenario político cultural dibujado a partir de la profundiza-
ción de las lógicas propias del capitalismo global, financiero y pretendi-
damente multicultural (Grüner, 1998), no ha viabilizado mayores
claridades. Todo lo contrario. En tanto la comprensión del proceso de
lo nacional en su vínculo –moderno– con lo popular se ha disuelto, de
manera casi definitiva, ni lo uno ni lo otro se muestran como espacios
desde los cuales poder designar conceptualmente una alteridad posible
(Ortiz, 1996: 44-45). En esa línea, Grüner, a partir de Jameson, ha plan-
teado con lucidez que el proyecto posmoderno que disuelve la posibili-
dad de nombrar la diferencia, desde los fragmentos, aparece como una
forma nueva de interpelar a los sujetos, vinculado a un formidable pro-
ceso de homogeneización (Grüner, 1990). Y, de este modo, se muestra
como una faceta inasible, innombrable de la lógica cultural del capita-
lismo tardío (Jameson, 1995).
Esta tendencia político académica ha mostrado algunas marcas de
reversión desde hace algunos pocos años con cierta impronta propia en
campos como los de la antropología cultural y la sociología política. La
realidad en el espacio de estudios de la comunicación es algo distinta,
ya que solo se observan los desarrollos de algunos pocos referentes que
trabajan sobre estos temas y discutiendo estas nociones5. Año a año, en
ocasión de asistir a reuniones de divulgación académica que congregan
a investigadores en comunicación de todo el país y países limítrofes,
continuamos verificando la casi absoluta ausencia de interrogantes sobre
lo popular en nuestro campo.
De todas maneras, el significante popular, si bien excluido de los
caminos de la interrogación por parte de los campos académicos y de la
investigación por largo tiempo, no fue necesariamente erradicado como
parte de las interpelaciones elaboradas desde los discursos mediáticos,
por un lado, y de los discursos propios de la política, por otro lado.
En el primer caso, y a modo de sucinta descripción, la apropiación
31
del significante popular ha parecido operar al menos en dos sentidos.
Ha desplazado al pueblo de sujeto político a sujeto de consumo, y
desde allí lo erige como fuente de legitimidad última, por lo que aque-
llo que es investido como lo de mayor nivel de consumo, posee una le-
gitimidad incuestionable. Las radios y canales más escuchados, los
periódicos, los discos y cualquier otro producto de la industria cultural
con el mayor nivel de ventas son motejados como populares. La ins-
tauración de la libertad de mercado como metáfora de la elección del
pueblo, devenido en “gente-consumidora”, es el mecanismo fundante
de esta operación.
En este régimen de la “popularidad”, la apropiación de lo popular
implica necesariamente su cuantificación y por ende su control: los ran-
kings, los ratings y los diversos indicadores de consumo son las ataduras
propias de una incautación positivista y mercantilizada de este signifi-
cante (García Canclini, 1998). Lo popular, desde lo mediático, parece
ser exclusivamente hablado desde el mercado.
Por otra parte, a partir de la profunda crisis económica, política,
social y cultural de 2001 y el innegable proceso de deslegitimación de
la retórica y la práctica política, distintos relatos propios de dicho ámbito
mostraron intentos de rearticulación de este viejo y otrora eficaz signi-
ficante. De amplia tradición en nuestro subcontinente pero ciertamente
ocluido durante la década de los noventa (Argumedo, 2000; Fatala,
2004), lo popular y sus distintas variantes han emergido nuevamente
como parte constante de interpelaciones políticas –cuya real eficacia po-
lítica y discursiva desconocemos–, alrededor de lo cual se buscaba nom-
brar de algún modo lo común, lo compartido, la comunidad. De
manera privilegiada, desde el movimiento político y cultural nombrado
unívoca y falazmente como kirchnerismo –pero no exclusivamente en
tanto se puede observar en otros espacios y discursos–, lo popular, ali-
neado con lo nacional, parece mostrarse como punto de apoyo para in-
tentar designar una refundación del sistema democrático liberal
argentino. No casualmente dichas articulaciones emergentes, de lo na-
cional y lo popular, se instauran en sendos contextos de crisis: los pro-
pios de la sociedad argentina que afronta la crisis de la legitimidad de la
política para conducir el Estado y, de modo más profundo, la crisis de
la propia idea de lo “común argentino” (Grillo, 2007); los correspon-
dientes al régimen capitalista global que cíclicamente, especialmente
desde 2008, demuestran con tozudez que la fase de la globalización
32
triunfante, que licuaba ciertamente lo propio de lo nacional, requiere
de modificaciones estructurales para su reproducción exitosa.
De este modo, hablado desde la política, lo popular parece articu-
larse con una reivindicación de lo nacional, en oposición a los adalides
de lo global y, desde allí, también como un modo de designar posiciones
diferenciadas y la posibilidad del litigio político en lo público. Lo po-
pular como significante –siempre vacío, siempre en disputa (Laclau y
Mouffe, 1985; Zizek, 1992)– vuelve a adquirir presencia relevante y a
estructurarse como parte de sistemas opositivos y binarios desde los cua-
les se intenta articularlo a ciertos sentidos específicos.
33
cesos comunicativos estaban intrínsecamente entrelazados con los de
carácter específicamente cultural. Propusieron, entonces, pensar la co-
municación/cultura con una barra “que genera fusión tensa entre los
elementos distintos de un mismo campo semántico”. El cambio no era
insignificante, la barra “(…) acepta la distinción, pero anuncia la im-
posibilidad de un tratamiento por separado” (Schmucler, 1997: 149).
A partir de esta decisión, y con todo a cuestas, podría apostarse a
una nueva mirada teórica sobre la comunicación y los medios, así como
estimular nuevas prácticas individuales y colectivas de investigación y
comprensión de estos fenómenos.
En un periodo similar, pero con diferentes marcas geográficas, re-
corridos y experiencias, uno de los principales referentes de los estudios
culturales británicos, Raymond Williams, trazaba una serie de líneas
que serían fundacionales para la estructuración de este nuevo tipo de
perspectiva de investigación sobre los medios de comunicación que pa-
recía abrirse a uno y otro lado del Atlántico. Particularmente en un texto
de 1976 planteaba la necesidad de abordar las comunicaciones desde lo
que llamaba una “ciencia cultural” (Williams, 1997).
Desde la perspectiva planteada, los medios de comunicación y sus
productos se constituían en complejos fenómenos de eminente carácter
cultural cuya indagación debía dar cuenta de dichas características. Inda-
gar estos objetos implicaba intentar aprehender una diversidad de dimen-
siones y sus articulaciones. En aquel momento le preocupaban, entre otras
cuestiones, los modos de organización y estructuras de los medios, los
tipos de relaciones entre las instituciones mediáticas, las maneras en que
actuaban los periodistas y productores, sus estrategias de conducción y
moderación, las formas y estrategias discursivas, así como las estructuras
dramáticas puestas en juego en los productos. Del mismo modo, Williams
sostenía que, en el proceso de investigación, hacía falta incluir a los es-
pectadores “no solo estudiando los efectos e influencias persistentes, sino
registrándolos y discutiéndolos de modos más precisos, en tanto que el
proceso aún está vivo” (1997: 81), ya que la recepción de los mensajes
mediáticos formaba parte de las activas dinámicas culturales6.
De manera más o menos precisa, Williams buscaba abordar en este
texto la discusión sobre la necesidad de la multidimensionalidad del es-
tudio de los medios, teniendo en cuenta la densidad de la trama me-
diática institucional y económica, lo específicamente comunicativo así
como la dimensión de la recepción y los públicos de los medios.
34
Este abordaje, complejo para la época, se construía fuertemente en
el supuesto de la relación que se evidenciaba entre medios de comuni-
cación y cultura, por lo que afirmaba que las preguntas realmente inte-
resantes surgirían cuando se reunieran y se “movieran” los resultados del
abordaje de todas las dimensiones de estudio, que pudieran dar cuenta
de las formas y relaciones culturales –implícitas y explícitas– que en los
medios se ponían en juego (Williams, 1997: 81). Los medios como ob-
jeto de conocimiento no se recortaban ni se construían nítidamente de
manera autónoma sino como parte del entramado de la cultura y allí
adquirían plena densidad como objeto teórico.
En línea diferenciada por perspectiva pero anudada en el interés de
complejizar el estudio de la comunicación y de los medios de comuni-
cación, la investigadora chilena Mabel Piccini (1988) planteaba la ne-
cesidad de romper con los modelos instrumentales, lineales y
unidimensionales para concebir los medios. Se trata, decía, de lograr
descentralizarlos, de quitarlos de ese eje imaginario donde la cultura
posmoderna los ha ubicado sin dejar de otorgarle la necesaria atención
a los niveles de su gravitación e incidencia.
Así, los medios de comunicación,
35
específicamente histórico-social, propio de un momento y sociedad
determinada.
Desde ese lugar, se torna necesario posar la mirada en las intersec-
ciones y cruces de los medios y la cultura, por lo que es ineludible in-
dagar aquello que tienen de y hacen con la cultura común, o con la
cultura de las mayorías en etapas sociohistóricas particularizadas (Martín
Barbero, 1997: 9).
36
una perspectiva lingüística (Verón, 1998: 122; Dalmasso, 2008: 15;
Silva, 1997: 189).
Esta amplia orientación teórica ha permitido romper con la exclu-
sividad del lenguaje para pensar la producción de sentido y analizar otras
configuraciones discursivas, sin importar si nos referimos a producciones
escritas, imágenes, sonidos, aspectos corporales, entre otras materiali-
dades posibles. En esa línea, retomamos un abordaje del discurso desde
una perspectiva sociosemiótica8, espacio desde el cual se ha posibilitado
pensarlo desde diversos soportes significativos, asociado necesariamente
al sentido y a las condiciones sociales de su producción.
Este tipo de nociones han sido abonadas por autores como Marc
Angenot, quien sostiene que el discurso social es “(…) todo lo que se
dice y escribe en un estado de sociedad; todo lo que se imprime, todo lo
que se habla públicamente o se representa hoy en día en los medios elec-
trónicos (…)” (1998: 13), y también por Mijail Bajtin quien, por su
parte, “propone interpretar la noción de texto ampliamente, extendién-
dola a cualquier conjunto de signos coherentes” (Dalmasso, 2008: 16).
Desde esta perspectiva, partimos del supuesto de que el sentido so-
cial siempre se manifiesta de manera discursiva (Verón, 1998) y es solo
a partir de sus materialidades, en nuestro caso los discursos radiofónicos,
que se define y funda la posibilidad misma de un análisis y estudio em-
pírico del mismo. No obstante, todo análisis de las diversas manifesta-
ciones discursivas debe poner en juego las condiciones de su producción,
circulación y recepción para desde allí poder reponer el carácter social
de dicha elaboración.
Esta necesaria operación teórico-metodológica se funda en que la
perspectiva sociosemiótica recala sobre la hipótesis de la existencia del
proceso de semiosis social, entendido como la construcción perma-
nente de una red infinita de producción del sentido social. En esa
línea, al analizar “paquetes de sentido” particulares, que se toman
como corpus de análisis, se trabaja con fragmentos de la semiosis por
lo que, analizando productos, se intenta acceder a los procesos de pro-
ducción del sentido. Esta posibilidad epistemológica descansa, a su
vez, sobre el supuesto de que dicho proceso deja “marcas” de su fun-
cionamiento en los discursos particulares o en los productos (Verón,
1998: 127). Verón hablará de marcas cuando la relación entre las pro-
piedades significantes y sus condiciones no esté especificada, mientras
que, una vez que se ha establecido dicha vinculación, las nombrará
37
como “huellas” de uno u otro conjunto de condiciones (producción,
circulación, recepción).
Estas condiciones productivas de los discursos sociales son, a su vez,
condicionamientos que restringen la generación, circulación o su recep-
ción. De esta manera, pueden ser entendidas como verdaderas reglas de
generación y de reconocimiento o lectura que describen operaciones de
asignación de sentido en las materias significantes. Al respecto, en una
línea distinta pero no contradictoria con la planteada, Barei rescata a
Claude Duchet, quien sostiene que la sociosemiótica trata de abrir el
discurso desde dentro para
38
la “hegemonía discursiva” supone reglas específicas de lo decible, de lo
escribible, así como de lo visible, que van construyendo lo aceptable y
pensable en términos discursivos en una sociedad y época determinada.
De este modo, las condiciones, temáticas, estilos así como los modos
de la enunciación son condicionados por aspectos propios de las for-
maciones sociales históricas y por las posiciones que ocupan los enun-
ciadores y destinatarios, como imagen de sujetos construidos en el
discurso y en el marco de relaciones de poder10.
De todas maneras, Angenot no desarrolla este concepto como un
sistema impuesto por un grupo o clase social específica sino que la en-
tiende como un proceso social con dinámicas propias, en la cual se en-
trelazan y tensionan discursos, sentidos “en connivencia y resistencia
con focos recesivos o disruptores” (Dalmasso, 1999: 19). Al igual que
en la propuesta de Gramsci, la hegemonía en lo discursivo está atrave-
sada insistentemente por fuerzas opuestas, contradictorias, es decir, por
un conjunto de contradicciones parciales de discursos dominantes y
contradiscursos o heteronomías (Angenot, 1998: 31).
De la ideología al discurso
39
inspiración lacaniana en pos de comprender de manera cabal la impor-
tancia de la ideología para la construcción de consensos propios del fun-
cionamiento hegemónico y, desde allí, vislumbrar los procesos de
constitución de los sujetos. En ese sentido realizó aportes sustanciales
para el entendimiento de los procesos de la constitución de las identi-
dades sociales, desde el plano de lo ideológico.
La apuesta central del texto fundante al que hacemos referencia
(1970) consistió en construir fundamentalmente una teoría materialista
de la ideología, para lo cual argumentó que no podía existir práctica so-
cial alguna sino por y bajo la ideología. A su vez, ésta no existía sino por
y para el sujeto:
40
El individuo-sujeto se vuelve –se reconoce– porque sabe/siente que
se le está hablando a él. Michel Pêcheux nombra este proceso como in-
terpelación/identificación (2003: 165)11. No nos detendremos en este
punto ya que escapa al foco de atención que nos hemos planteado, no
obstante lo cual nos interesa sostener que la introducción de este con-
cepto está claramente atada, desde la teoría althuseriana, a la ideología.
Stuart Hall (2003), por su parte, retoma críticamente algunas de-
rivas de la teoría althuseriana. Su particular y crítica interlocución se
construye, a un mismo tiempo, con Althusser, Foucault y Lacan, a partir
de lo cual se inscribe en lo que llama el “enfoque discursivo” para pensar
los procesos de interpelación/emplazamiento de sujetos en el marco de
la constitución de la hegemonía.
De modo particular, se detiene en la crítica a la teoría althuseriana
al sostener que ésta supone la suficiencia de la noción de interpelación
para explicar la constitución de las identidades12. Si bien no profundi-
zaremos en este trabajo sobre esta cuestión, se hace necesario marcar
que esta mirada crítica no implica, de todos modos, la supresión de la
noción de interpelación de su propuesta conceptual. Por el contrario,
pervive de manera acotada y potenciada en la dimensión discursiva y
en vínculo con el proceso de constitución de las identidades. De esta
manera, para Hall las identidades se producen desde el discurso a través
de la identificación como proceso de articulación, de sutura, en el marco
de la sobredeterminación de factores, por lo que ésta es en definitiva
condicional y se afinca en la contingencia13 (2003: 20).
Este proceso, a su vez, se estructura en relación con el concepto de
“trabajo discursivo” (Hall, 2003: 18), el cual se propone como el con-
junto de prácticas discursivas específicas –operaciones– orientadas a la
demarcación y ratificación de límites simbólicos (antagonismos en tér-
minos de Laclau y Mouffe, 1985), y la producción de efectos de frontera
en relación con las identidades propuestas. Estas operaciones, de este
modo, hablan de las imágenes de identificación propuestas desde los
sistemas de interpelación y, al mismo tiempo, de la exclusión de otras
posibles, que presionan desde un exterior que se muestra como consti-
tutivo. Este particular concepto permite nombrar, de esta manera, el
proceso a partir del cual se establecen las inclusiones y las exclusiones
en el discurso social (Hall, 2003) y desde allí la idea de que la construc-
ción del sentido es una dimensión estratégica de la puja o disputa de
poder en el marco de sociedades complejas.
41
Las asignaciones de sentido que se configuran dentro de los discur-
sos, desde nuestra perspectiva, se estructuran como parte de la semiosis
social, por un lado, y entrelazadas con las pujas y relaciones de poder
que implican la hegemonía global y discursiva de toda sociedad, por
otro lado.
Así, si bien con Angenot hemos sostenido que la hegemonía dis-
cursiva no puede atribuirse de manera única y homogénea a las prácticas
orientadas de determinados actores que ostentan prístinos intereses
–que buscarían imponer al común de la sociedad–, tampoco entende-
remos que la producción de discursos se genera por efecto o como con-
secuencia necesaria e irrevocable de la hegemonía social. Por el contrario,
la construcción disputada del sentido implica un específico proceso de
trabajo social, es decir una serie interminable e indeterminable de prác-
ticas significantes que reproducen, tensionan y en algunos casos trans-
forman los órdenes del significado. En esa línea, el discurso es poder
porque produce y es producido: “produce porque en él hay materia y hay
trabajo, y no solo signos, estructuras de significación” (Martín Barbero,
2004: 68).
En esta línea, la articulación conceptual necesaria entre el proceso
de trabajo discursivo y la hegemonía permite otorgar relevancia a la di-
mensión del poder y las efectivas luchas por operar y organizar la reali-
dad; por construir lo real y constituir lo que se evidencia para todos
como lo real. En dicho marco emerge aquello que es decible, enunciable,
en definitiva, pensable en un momento histórico determinado.
Y de vuelta a la ideología
42
gico se estructura a partir de prácticas articulatorias de significantes y
sentidos particulares de los mismos. Siempre precarias y contingentes,
dichas articulaciones fijan sentidos que se constituyen en ideológicos al
estructurarse en torno a un determinado punto nodal (el point de ca-
pitation lacaniano) que “acolcha”, detiene el deslizamiento y fija dichos
significados particulares.
Los campos ideológicos, que funcionan como verdaderas unidades,
se organizan alrededor de estos significantes centrales (mayor o Amo)
que, a su tiempo, avalan la articulación de todos los sentidos ideológicos
a su alrededor y son los que definen el horizonte del espacio ideológico
como conjunto. Esa posición de centralidad no es ocupada por una
esencia sino por una fijación contingente de sentido.
Los procesos de constitución identitaria, a su vez, están relacionados
con esta cadena significante y la fijación de sentido, ideológico, que
hemos mencionado. A partir del aporte lacaniano (1992: 141 y ss.),
Zizek plantea que en la articulación y fijación de significados se da el
proceso de interpelación de los individuos para emplazarlos como suje-
tos. El punto nodal es el tramo de la cadena significante, fruto de prác-
ticas articulatorias, a través del cual el sujeto es “cosido” al significante
y, al mismo tiempo, el punto que interpela al individuo a transformarse
en sujeto, dirigiéndole el llamado de un cierto significante amo o prin-
cipal (Comunismo, Dios, Libertad, entre otros muchos posibles). En
definitiva, el punto nodal (point de capition) es el punto de interpela-
ción y subjetivización –ideológica– de la cadena significante, construido
desde la dimensión discursiva social.
En otras palabras, las interpelaciones implican imágenes de identi-
ficación cuya atribución de características se conforma como parte de
operaciones de fijación a significantes y a campos de sentidos ideológicos
determinados. Es decir que se conforman como parte del orden ideoló-
gico y se configuran en la sutura artificial y contingente alrededor de cier-
tos y determinados elementos significantes vinculados, esquemática-
mente, con la reproducción o el cuestionamiento del orden hegemónico.
Entendida de este modo, la ideología adquiere marca histórica, en
tanto dichas operaciones –y fundamentalmente sus resultantes– son pro-
ductos de prácticas político-discursivas que encuentran condiciones para
su éxito o zozobra, en ordenamientos sociales y discursivos determinados.
En otro plano, por cuestiones de espacio y pertinencia no nos de-
tendremos en desarrollar aquí las consideraciones que Zizek y otros (Mu-
43
rillo, 2008) introducen sobre las implicancias del pensamiento lacaniano
para abordar la cuestión de la ideología y la constitución de sujetos (Mar-
tinez Luque, 2009c). De todos modos, es interesante marcar que, desde
estas perspectivas, la interpelación y la constitución ideológica de sujetos
es concebida como parte de los procesos a través de los cuales los seres
humanos nos esforzamos para salvar, para suturar las contradicciones que
anidan en nuestro propio ser, los vacíos de sentido –que nos constituyen
de manera nuclear–, vinculados a la pulsión de muerte psicoanalítica.
En esa línea, tanto los modos en que la amenaza de muerte se configura,
que es también la emergencia de lo Real lacaniano, como las formas de
huir de ella, es decir los tipos de identidades propuestas, son variantes
históricas. La administración de estos procesos se torna para estos autores
en núcleo de las relaciones de poder. Ellas toman al cuerpo como su
blanco, en tanto su siempre amenazante finitud constituye el lugar más
aterrador para los hombres (Murillo, 2008: 25).
44
En esa línea, recuperando a Umberto Eco y a Paolo Fabri, Wolf ha
señalado que el modelo semiótico textual para el estudio de los medios
ha implicado reconocer que el locutor/emisor construye necesariamente
sus mensajes, sus propuestas de sentido con la presencia del otro en ese
discurso producido. Las prácticas mediáticas, de esta manera, pueden
ser pensadas como prácticas discursivas, específicamente significantes,
que como tales se construyen de manera social, relacional y dialógica.
Mijail Bajtin ha sido muy claro en este sentido al afirmar que los
enunciados, sin importar su soporte, tienen siempre la característica de
estar destinados hacia y marcados por el otro. El emisor incorpora lo
que quiere transmitir pero también pone a funcionar sus conjeturas
sobre los conocimientos, las capacidades, el estado de sus destinatarios:
“el enunciado se construye desde el principio tomando en cuenta las
posibles reacciones de respuesta para las cuales se construye el enun-
ciado. El papel de los otros, como ya sabemos, es sumamente impor-
tante” (1992: 285). Los discursos mediáticos, de esa manera, no pueden
desconocer a esos otros con los que intentan relacionarse.
De todos modos, si bien señalamos el carácter vincular de la cons-
trucción del sentido en ningún caso estos procesos son pensados desde
imaginarias relaciones de igualdad entre los medios y los públicos a los
cuales están orientados. Las relaciones de jerarquías y desigualdad entre
unos y otros se mantienen porque en definitiva tienen su origen en or-
denamientos sociales y políticos más amplios construidos en y por la
hegemonía. Pero por asimétricas, las interacciones de los papeles comu-
nicativos no son menos complejas, ya que de todas maneras, se “(…)
confiere un particular relieve a los elementos que en las estrategias tex-
tuales se refieren a los destinatarios, a su labor interpretativa, a los co-
nocimientos que los emisores poseen sobre ellos” (Wolf, 1987: 147).
En este marco, los enunciadores mediáticos intentan anticiparse,
prever las posibles contestaciones a sus enunciados, poniendo en juego
verdaderas “estrategias de anticipación” en relación con sus públicos lo
que, al propio tiempo, constriñe, modifica, necesariamente, el modo en
que se estructuran sus enunciados originales (Bajtin, 1992: 286). A sa-
biendas de las complejidades del proceso de comunicación, en el que la
adhesión a sus propuestas de sentido no está asegurada de antemano,
las ofertas y discursos mediáticos contienen estas prácticas con el fin de
determinar de una manera activa sus enunciados, intentando acotar el
“campo de efectos de sentido posible” (Wolf, 1987; Verón, 1998: 130).
45
Finalmente, desde el modelo semiótico textual de estudio de los
medios, las audiencias nunca se relacionan con un único y singular
texto. Los públicos establecen relaciones con una multiplicidad de pro-
puestas, tanto en un sentido sincrónico como diacrónico, por lo que la
relación comunicativa es construida en torno a conjuntos o series de
prácticas significantes (Wolf, 1987: 143). En esa línea, si bien los medios
son superficies densas de cruces discursivos-culturales (Piccini, 1988),
no abarcan la producción cultural toda sino que “forman parte de un
texto mayor –la cultura mediática– al que remiten y en el que se integran
tanto mensajes de la misma naturaleza como de otras series discursivas”
(Mata, 1993).
Posicionados desde este tipo de perspectiva, podemos resituar a los
discursos mediáticos y despojarlos de su supuesta aura omnipotente en
términos de significación. La complejidad de las relaciones entre emi-
sores mediáticos, públicos a los que buscan interpelar, y cultura se torna
evidente pero no por ello disuelve las relaciones de poder que allí se
ponen en juego.
En este contexto, la radio, como sostiene Mata (1993), desde la di-
mensión de su producción discursiva ya no puede ser pensada como
medio de transmisión de ciertos mensajes sino que se nos muestra como
un complejo espacio interactivo de medios y públicos. Relación que se
erige en base a los discursos de las emisoras desde donde se construyen
y asignan necesidades e intereses de diverso tipo, modos de organización
de la vida cotidiana, maneras de inserción en el espacio público a sus
destinatarios discursivos, entre otras cuestiones. A partir de estos modos
implícitos y explícitos de referenciar y construir a los individuos a los
cuales se dirigen, estas emisoras buscan lograr su adhesión como suje-
tos-público de sus propuestas.
En el análisis de las ofertas y los discursos de las emisoras FM con
las que trabajaremos, intentaremos identificar y reconstruir las huellas de
las complejas relaciones entre medios, públicos y cultura. Las que hablan
de la construcción/negociación de los sentidos sociales sobre los unos y
los otros, y sobre la imagen de realidad en la cual estarían insertos.
En otro plano, vale dejar establecido que el proceso de análisis de
la dimensión discursiva de estas emisoras no nos permite dar cuenta de
las identidades constituidas por ciertos sectores en un momento deter-
minado sino que admite visualizar algunos límites demarcatorios para
dichos procesos, vinculados a los significantes y sentidos determinados,
46
en última instancia ideológicos, en torno a los cuales se proponen estos
espacios de identificación.
47
Así, la toma directa, sin mediaciones, es el efecto tecnológico que ha
posibilitado un verdadero salto cuali-cuantitativo de igualación de tem-
poralidades entre las esferas de la producción y la recepción, sin el cual
no podría existir lo que se conoce como “comunicación de masas” (Fer-
nández, 2004: 14). Se puede hablar, así, del tiempo simultáneo de la
radio.
Con particular acento desde la década de los sesenta, etapa en la
que se hicieron necesarias transformaciones adaptativas en relación a la
TV, esta característica tecnológica-discursiva avala una gran versatilidad
y adaptabilidad que define al medio y su posibilidad expresiva. El apa-
rato ya no podía convocar a ser oído sino que más bien se adaptaba al
oyente rigiéndose por la cotidianeidad y definiéndose como acompa-
ñante y servidor (Mata, 2003). La ductilidad de la radio, que ante even-
tos o demandas inesperadas rápidamente puede dar cuenta de estos
abrazándose a los desafíos que la cotidianeidad de la ciudad y de sus
oyentes le plantea, se convirtió en su principal fortaleza. Desde allí pro-
gresivamente se insertó natural e inadvertidamente en los entornos de
la vida cotidiana para convertirse en un miembro más del hogar. La om-
nipresencia del medio en las rutinas cotidianas llevó a un claro proceso
de naturalización de su existencia y consumo (Rusconi, Molina, 1996).
Ahora bien, dicha condición de instantaneidad, acentuada por sus
condiciones actuales de circulación y recepción, implica al propio
tiempo la fugacidad de lo emitido. En ese sentido, no hay soporte ac-
cesible para lo expresado radiofónicamente más que la propia memoria
y atención de los receptores, por lo que difícilmente se puede revisar o
volver a acceder a lo emitido. Esta condición se profundiza articulada
con el uso social dominante en la actualidad, construido en torno a la
flexibilidad de los soportes de consumo, la unisensorialidad que el
medio demanda (Fernández, 2004; Vitoria, 1998) y su inserción en va-
riadas rutinas cotidianas que en general no remiten a una atención ex-
clusiva a la radio. La necesaria redundancia y relativa pobreza expresiva
del discurso radiofónico actual intentan responder al desafío que pro-
pone la fugacidad.
De modo general, la simultaneidad y fugacidad, en relación con su
uso no excluyente –que parece no activar las precauciones y culpas pro-
pias de la TV, por el hecho de abandonar otras actividades para consu-
mirla– han favorecido la constitución de un imaginario alrededor del
medio que lo sitúa dentro del campo de lo “inofensivo”. La radio tiene
48
contenidos para toda la familia, la puede escuchar cualquiera que “no
pasa nada”. Por ello parece no requerir controles ni límites. No absorbe
la atención como la TV, no hay horario de protección al menor en las
emisoras ni preocupación de los padres por lo que escuchan los hijos
(Rusconi y Molina, 1996).
Un segundo aspecto general que caracteriza al discurso radiofónico
es la serie limitada, aunque con diversas articulaciones posibles, de re-
cursos que puede contener. Los elementos que lo constituyen, a partir
de los cuales desarrolla sus posibilidades expresivas son, como hemos
dicho, las palabras, la música, los efectos sonoros y el silencio. Si se nos
permite la obviedad, se trata de un discurso sólo basado en el sonido,
que requiere de un único y particular sentido.
Al respecto vale decir que el estatuto perceptivo de la audición re-
sulta claramente diferenciado de todos los demás sentidos y, necesaria-
mente, alude a posibilidades discursivas diferenciadas. Fernández (2004:
13) señala que el oído es el único órgano perceptivo plenamente
desarrollado y con experiencia de percepción con que cuenta el ser hu-
mano al nacer. En esa línea, se presupone que el recién nacido tiene in-
corporada al menos una tópica de las relaciones familiares, ya que logra
diferenciar la voz, el sonido que contrasta a la madre por sobre el resto
de los integrantes de la familia.
Desde la perspectiva de este autor, esta cuestión lleva a distinguir la
denominada pulsión escópica de la pulsión invocante. La primera, pro-
pia del sentido de la visión, implica la búsqueda de imágenes de los ob-
jetos que se encuentran fuera del cuerpo, externos, extraños al sí mismo.
La pulsión invocante, por el contrario, pone en cuestión esta diferen-
ciación entre el propio cuerpo y su exterior. La audición percibe sonidos
a través de sólidos y líquidos por lo que el efecto auditivo de percepción
se construye como interno al propio cuerpo. El vínculo perceptivo con
el sonido, y de ahí sus posibilidades identificatorias, no se articula en
torno a la sensación de extrañamiento propia de la imagen14.
Así, en tanto la percepción auditiva se realiza –socialmente– dentro
de nosotros mismos, de nuestros propios cuerpos, el oído se configura
como el órgano de apreciación de lo íntimo y el discurso radiofónico
encuentra allanado el camino para constituirse desde lo próximo, lo cer-
cano y, de manera fundamental, encuentra condiciones para movilizar
lo afectivo. Y, evidentemente, lo corporal.
De modo particular, la música ocupa históricamente un lugar de
49
relevancia en el discurso radiofónico. Justamente vinculado de manera
específica a la movilización de lo emotivo, al acompañamiento de la pa-
labra y a establecer ritmos del discurso, la radio buscó articular la música
como un elemento central desde sus iniciales transmisiones. Como com-
plemento o como contenido principal15, lo musical radiofónico motiva,
ambienta y, más modernamente, construye separaciones entre los seg-
mentos de los ciclos radiofónicos. En todos los casos la música es el eje
vertebrador del discurso radiofónico actual.
En otro plano, a partir de la fuerte injerencia de las discográficas
internacionales desarrollada durante la década de los sesenta así como
por la irrupción de la TV, la competencia entre las distintas emisoras de
un mismo espacio o escenario radiofónico comenzó a construirse en
base a la diferenciación y la distinción desde la oferta. El elemento pro-
tagonista y central de articulación de dichas operaciones distintivas fue,
casi exclusivamente, la música. Desde entonces, la música ha sido cla-
ramente analizada como un elemento fuertemente movilizador de pro-
cesos de identificación y reconocimiento (Martín Barbero, 1987: 186;
Ulloa, 1991) de determinados sectores sociales en las propuestas radio-
fónicas. Por ello, ha sido comprendida como espacio de distinciones y
exclusiones identitarias.
Con particular relevancia para nuestro trabajo, a partir de sus in-
vestigaciones sobre los modos históricos de constitución de públicos de
radio de nuestra ciudad, Mata ha observado que la música se constituyó
en la materia fundamental con que se moldearon y propusieron las dis-
criminaciones sociales entre las emisoras “populares y no populares”
(Mata, 1991).
La palabra, por su parte, se muestra de manera conjunta con la mú-
sica como el otro elemento protagonista del discurso radiofónico, tanto
históricamente como en la actualidad. Así, tendiendo puentes con las
tradiciones orales de amplias franjas sociales pero también con la más
cotidiana forma de comunicación, la palabra radiofónica vehiculiza re-
latos, historias y hechos de la realidad circundante y lejana. De modo
especial, desde sus inicios, la mediación radiofónica permitió romper
las barreras espaciales y geográficas, y escuchar las voces de personajes
públicos, de líderes políticos, de artistas aclamados, de deportistas. Es-
cuchar estas palabras era construir representación en ese lugar, en ese
ámbito. Posteriormente y hasta la actualidad, la posibilidad de registrar
la palabra de protagonistas, testigos, analistas de sucesos de distinto
50
orden también habilita a la radio a romper con la barrera temporal. Me-
diante la articulación de esas palabras repone los hechos.
No obstante, el lenguaje hablado desde lo radiofónico no solo re-
pone temporalidades y espacialidades sino que encuentra su fortaleza
en las posibilidades de movilizar, convencer, persuadir y generar emo-
ciones y reacciones.
Ahora bien, también es necesario decir que la palabra articulada
en el discurso radiofónico siempre implica un doble estatuto informa-
tivo: por un lado, brinda conocimiento sobre referencias determinadas
ya sean hechos, experiencias o saberes; por otro lado, nos brinda nece-
sariamente conocimiento sobre el propio sujeto emisor. Así, solo desde
los particulares modos de pronunciación, los acentos, las pausas, los si-
lencios, y desde la fisonomía singular de cada voz, se reconstruye ese
otro que habla. La voz se muestra como soporte de los “personajes” pro-
pios de cada emisora: en el sistema significativo de la radio, la voz que
pronuncia, presenta y se presenta desde las palabras, se constituye en el
cuerpo del emisor y, desde allí, en componente de individualización ab-
soluta (Fernández, 2004).
Por otra parte, con menor presencia en la actualidad, nos encon-
tramos con los efectos de sonido y el silencio como elementos constitutivos
del discurso radiofónico. Si bien el primero de estos elementos cumplió
una función central en la época de oro de la radio, a través de su prota-
gonismo en los radioteatros, narraciones y representaciones de distinto
tipo, en la actualidad tendencialmente logra una presencia marginal y
eminentemente complementaria de los elementos centrales menciona-
dos. De todos modos, en general, se acuerda en que sus funciones son
las de ambientación y de ilustración de determinadas ideas y situaciones
que se intentan transmitir.
Por su lado, el silencio también se presenta en la radio actual con
un lugar menor y complementario. En esa línea, ante propuestas radio-
fónicas que priorizan un cierto barroquismo expresivo, este elemento
carga el estigma de su asimilación con el error en la puesta en el
aire –“baches” en el lenguaje profesional del medio– o a la ausencia de
ideas del locutor.
Sin embargo, ya sea para acentuar ideas, remarcar sensaciones de
duda o reticencia, para establecer el momento de un diálogo imaginario
con los oyentes, de reflexión por parte del conductor o para usos de tipo
poéticos, el silencio es un elemento potencialmente fructífero para la
51
retórica radiofónica. De todos modos, solo en algunas pocas propuestas
este recurso es utilizado en toda su dimensión expresiva.
Por último, nos interesa subrayar una noción conceptual que arti-
cula los elementos mencionados y se muestra como parte del discurso
radiofónico. Nos referimos al estilo radiofónico o los modos particulares
de hacer radio por parte de los conductores. Este elemento ha sido ve-
rificado como un aspecto central a través del cual se articula la relación
entre los conductores radiofónicos, los programas y las audiencias por-
que en definitiva, en la radio moderna se escuchan tipos de ciclos, gé-
neros, pero en fuerte vinculación con estos modos específicos de hacer
radio (Mata, 1997: 48). Por ello, a partir del estilo de los conductores,
las emisoras buscan lograr adhesión por parte de los públicos a sus pro-
puestas discursivas.
En particular, desde el punto de vista de la producción discursiva,
entendemos el estilo radiofónico como un modo específico de hacer
radio, basado en la selección y combinación particular de los distintos
recursos léxicos, fraseológicos, gramaticales de la lengua en general (Baj-
tin, 1992: 248), y de los elementos del lenguaje radiofónico, en parti-
cular. De esta manera, atañe a los modos de producción y organización
del discurso radiofónico, por un lado, y a los modos de interacción pro-
puestos con los oyentes, por otro lado. Desde allí, junto con los géneros,
que revisaremos más adelante, construye los sistemas de previsibilidad
para los oyentes necesarios para una renovación cotidiana del vínculo
entre radios y audiencias.
Notas
1
Según las mediciones de audiencia disponibles al momento de nuestro trabajo, para
todos los públicos y en todos los horarios, Radio Popular se encontraba entre las tres
emisoras de la ciudad más escuchadas, mientras que Radio Suquía se posicionaba entre
el octavo y décimo lugar. Esta clase de mediciones se vuelve significativa si tomamos en
cuenta la vorágine de emisoras de este tipo que existen en el dial cordobés, en el cual po-
dían contarse, entre legales y alegales, más de cien FM (Ibope 2009-2011).
2
Pablo Alabarces llama a este grupo los “populistas argentinos” (2008).
3
Asumimos teóricamente que esta situación de desigualdades de clase se afinca en pro-
cesos de apropiación diferencial de los recursos socialmente disponibles y se consolida
de manera relacional en tanto y en cuanto se sostiene por una red de vínculos de subor-
dinación de distinto tipo, a través de los cuales unos sujetos se encuentran en posiciones
dominantes y otros en posiciones de subalternidad.
52
4
Existe acuerdo entre distintas fuentes en que desde el año 2002 a la fecha se han pro-
ducido una serie de mejoras en los indicadores sociales de nuestro país. Entre otras cues-
tiones de relevancia han crecido los niveles de empleo, han disminuido los niveles de
pobreza e indigencia y se ha implementado un plan de cobertura social universal para
niños, jóvenes y mujeres embarazadas en situación de pobreza –Asignación Universal–.
Al mismo tiempo se han puesto en marcha amplios programas de acceso a bienes cultu-
rales, tales como el nuevo sistema de TV Digital, cuyos decodificadores se entregan de
manera gratuita a los beneficiarios de la Asignación Universal y a jubilados que reciban
los haberes mínimos, y el Plan Nacional Conectar Igualdad que entrega de manera ma-
siva netbooks a alumnos de escuelas públicas de todo el país, entre otras cuestiones.
5
Entre otros se pueden mencionar Svampa (2003, 2005); Merklen (2005); Ciuffolini
(2008) desde la sociología política; Míguez y Semán (2006) desde la antropología cul-
tural; y Alabarces (2002, 2006) desde la comunicación.
6
Nótense las fuertes vinculaciones entre las preocupaciones que marca Williams y el pro-
yecto de trabajo que más tarde desarrollaría otro referente de los estudios culturales bri-
tánicos, David Morley, en su amplio proyecto Nation Wide Audience (Morley, 1996).
7
Por cuestiones de pertinencia y espacio no desarrollamos aquí las vinculaciones entre
cultura y hegemonía, pero nos interesa dejar en claro que, para pensar dichas relaciones,
seguimos las conceptualizaciones de Antonio Gramsci (Portantiero, 2002) y su conti-
nuación en los estudios culturales británicos, en especial el trabajo de Raymond Williams
(1982).
8
“Dentro de este marco de las ciencias del hombre, la semiótica, o más bien la sociose-
miótica, entendida como estudio del discurso social, encuentra su plena justificación.
Su objeto está constituido por la semiosis social (…)” (Dalmasso, 1999: 13).
9
Martín Barbero va a plantear que la perspectiva sociosemiótica permite avanzar en rom-
per con los límites del semioticismo y lograr desarrollar un movimiento de las “estructuras
del texto a las de la sociedad y viceversa” (Martín Barbero, 1987: 143).
10
La noción de “formaciones discursivas”, presentada inicialmente por Pêcheaux, guarda
cierta relación conceptual con la noción de hegemonía discursiva que estamos trabajando.
Para este autor, las formaciones discursivas pueden entenderse como conjunto de reglas
que “determinan lo que puede y debe decirse desde una posición determinada en la vida
social (…) Una formación discursiva constituye así una ‘matriz de significado’ (…)” (Ea-
gleton, 1997: 245 y ss.).
11
Este proceso de constitución de la identidad de los sujetos, es decir de los individuos en
sujetos, es clara y centralmente inconsciente, por lo que no puede entenderse como una
operación racional a través de la cual los individuos evalúan qué tipos de interpelaciones
reconocen y cuáles desconocen. Es importante comprender en este punto que los procesos
de subjetivización están sobredeterminados y las razones del éxito o fracaso de las inter-
pelaciones ideológicas nunca están claramente presentadas como autoevidencias.
12
En esa línea, Hall plantea que Althusser no llega a explicar a través de qué mecanismos
particulares los individuos aceptan las interpelaciones articuladas desde lo ideológico/dis-
cursivo.
13
Puede analizarse la idea de sobredeterminación en el psicoanálisis en Laplanche y Pon-
tallis (1996).
53
14
Son ineludibles aquí las referencias implícitas a la “Teoría del Estadio del espejo” de
Jacques Lacan como una etapa fundamental para la formación del yo del individuo
(Lacan, 1966). Los primeros desarrollos a este respecto fueron presentados por Lacan
en 1936 y 1938. Sin embargo, no hemos podido acceder a los textos originales, por lo
que citamos un desarrollo publicado en 1966, en “Escritos I”.
15
Vitoria señala que la música puede ser utilizada como fondo sonoro; contraste de lo in-
dicado por la palabra; apoyo y subrayado de títulos de programas; ambientación geográfica,
social, histórica; y como evocación de situaciones de sucesos y situaciones (1998: 77).
54
Capítulo II. Objeto y estrategia metodológica
55
4) ¿De qué maneras estas radios reconocen e inscriben discursiva-
mente a los miembros de su audiencia en el espacio de lo pú-
blico? ¿Qué lugar adquiere en la inscripción de sus oyentes en
el espacio de lo público, la referencia barrial/ territorial? ¿Qué
tipos de relaciones plantean las radios entre sus destinatarios,
otros sectores sociales, y el Estado? ¿Los oyentes de sectores po-
pulares son construidos o reconocidos como sujetos de de-
manda? ¿De carencia? ¿Desde el discurso de las radios se los
reconoce como actores litigiosos en lo social? ¿Son reconocidos
como individuos, como particulares o como actores organiza-
dos, movilizados, con participación en proyectos sociales o po-
líticos de carácter público? ¿Sus oyentes son construidos
discursivamente como protagonistas de acciones colectivas, pú-
blicas o específicamente políticas?
Objetivo general
Objetivos específicos
56
4. Identificar los modos centrales desde los cuales las propuestas co-
municativas de FM Popular y FM Suquía construyen y repre-
sentan discursivamente a sus oyentes.
Dimensión estructural
57
que se ofrecen a las audiencias”, cuyas lógicas son discernibles y que se
someten a ritmos temporales determinados (Buenaventura, 1990). Estas
lógicas de la programación como los ritmos que la organizan evidencian
visiones culturales particulares que circulan en una sociedad y un mo-
mento histórico determinado. Así, la programación no se constituye en
tanto conjunto de producciones llevadas adelante de manera autónoma
por los productores y locutores de la emisora sin injerencia de lo que
son y esperan sus oyentes. Al contrario, está atravesada por una serie de
demandas, supuestos, ritmos y tiempos culturales, de condiciones eco-
nómicas, de posibilidades tecnológicas, que dejan sus huellas en las pro-
puestas de las emisoras. En ese camino, la programación es una
producción cultural que, histórica y socialmente situada y condicionada,
funciona como molde o matriz comunicativa para el establecimiento de
la relación entre emisoras y públicos, y que viabiliza esa interacción co-
tidiana. Desde este punto de vista, se trata de una “guía orientadora”
que les permite a los receptores diferenciar una emisora de otra.
“Cuando escogen una programación lo hacen porque saben lo que pue-
den encontrar en ellas: unos contenidos en unos horarios determinados
y un cierto tipo de comunicación, es decir de interacción con personajes,
voces, sonidos” (Mata y Scarafía, 1993: 133).
La programación permite establecer un marco para relacionarse con
la emisora y hacer previsible tanto la producción del discurso radiofó-
nico como los diferentes modos posibles de su recepción.
Dentro de estas estructuras de relacionamiento que configuran la
programación de modo global, los géneros ocupan un lugar de suma
importancia al organizar particularmente los diferentes bloques o franjas
de programas. Entenderemos, en ese sentido, que los géneros –como
conjuntos de normas o reglas de juego que indican al público el modo
en que debe comprenderse el discurso producido (Mata, 1988)– se con-
figuran en estrategias comunicativas estables (Mata y Scarafía, 1993).
Los géneros, de este modo, proponen un sistema de previsibilidad para
contenidos, estilos de locución y también sobre los modos en que estos
elementos deben ser escuchados.
Los distintos géneros reconocidos –como el informativo, dramático,
educativo, musical, entretenimiento– y la estrella de la radio actual –el
ómnibus– implican un saber oír y decir, por lo que pueden compren-
derse como códigos comunicativos colectivos que forman parte de la
experiencia cultural acumulada de los públicos.
58
En particular desde esta dimensión nos interesa reconocer las ca-
racterísticas de la oferta comunicativa y el perfil radiofónico de las emi-
soras (según tipo y estructura de programación, según predominancia
de géneros, formatos y temas generales) y de modo especial los públicos
prefigurados por estos elementos. En cruce con el análisis de la dimen-
sión enunciativa, este tipo de elementos nos permitirá comprender de
modo global las imágenes de destinatarios construidos.
Dimensión referencial
59
de la realidad estas emisoras o, en otros términos, qué dicen que la rea-
lidad es. Esta cuestión adquiere especial importancia si asumimos que
“la realidad construida en el discurso radiofónico es uno de los modos
de dar sentido a lo real” (Mata y Scarafía, 1993: 39) para los sujetos que
se emplazan como oyentes de éste.
En particular, para nuestro trabajo nos interesa reconocer los modos
en que desde esta dimensión se construye lo referencial atendiendo a
los tipos de temas trabajados, los actores que son caracterizados como
protagonistas de dichas temáticas, las características y tipos de prácticas
que se les atribuyen, los roles que se les asignan, las posibilidades de ac-
ción y expresión, los ámbitos privilegiados de referencia –lo local, lo na-
cional, lo global–.
En base a los aspectos mencionados, nos interesa reconstruir aquí
el lugar que se les otorga y propone en esta dimensión a los sectores po-
pulares de la ciudad, en tanto público de estos medios, como sujetos
presentes o excluidos de la realidad construida.
Dimensión enunciativa
60
muestra como fundamental en la construcción de interpelaciones dis-
cursivas.
No obstante, teniendo en cuenta que los discursos radiofónicos se
constituyen por elementos verbales y no verbales, se torna necesario
construir una propuesta que pueda ser superadora de una mirada ex-
clusivamente lingüística de la enunciación, ya que ello nos impediría
acceder a lo radiofónico en toda su complejidad.
En esa línea, a partir de Fernández sostenemos que lo enunciativo
es “el efecto de sentido de los procesos de semiotización por los que un
texto se construye en una situación comunicacional a través de disposi-
tivos que podrán ser o no lingüísticos” (2004: 21). Lo enunciativo se
muestra, de esta manera, como el campo desde el cual se van a postular,
a partir del análisis del texto, las posibles vinculaciones entre las pro-
puestas llevadas adelante desde la producción de esos discursos y los po-
sibles múltiples modos de su recepción. Dicho marco de relaciones es
construido por dispositivos, mecanismos y posibilidades propias de cada
medio de comunicación que exceden lo específicamente lingüístico.
En este contexto, analizar la dimensión enunciativa de los discursos
radiofónicos implica abordar, por un lado, aquello que se construye por
supuestos e implícitos en aspectos no específicamente verbales –sonoros,
musicales–, y, por otro lado, aquellos que se construyen en base a cues-
tiones específicamente verbales o lingüísticas. Esta diferenciación, hay
que decirlo, solo es realizable en términos analíticos ya que, de hecho,
el discurso radiofónico se nos presenta como una continuidad signifi-
cativa en la cual se entremezclan de manera compleja ambos aspectos.
61
En este marco, a partir de Verón (1997), rechazamos la falsa dico-
tomía del análisis externo o interno del discurso. Una perspectiva ex-
terna supone una relación de exterioridad entre la realidad social y los
discursos, al tiempo que dibuja una suerte de reflejo entre lo uno y lo
otro. Un discurso no refleja nada, por el contrario, es solo un punto de
pasaje del sentido social.
En esa línea, el análisis que nos interesa no puede ser externo dado
que, para postular que algún aspecto de la vida social es una condición
productiva de un conjunto o paquete discursivo, es necesario demostrar
que dejó huellas en el objeto en forma de “propiedades discursivas”.
Por su parte, una mirada que se plantee como interna al discurso
siempre implica una multiplicidad de lecturas posibles sin que necesa-
riamente unas puedan demostrar mayor validez que otras. Un análisis
interno ni siquiera puede postular qué es necesario indagar o proble-
matizar sin tener hipótesis sobre sus condiciones productivas (Verón,
1998: 127). De esta manera, un discurso solo deviene legible en relación
con criterios que se deben explicitar y que en todos los casos, de diversos
modos, movilizan aspectos o elementos de sus condiciones productivas.
En resumen, los objetos que se pueden reconstruir en el análisis de
los discursos no se encuentran ni fuera ni dentro de estos. Son sistemas
de relaciones “(…) que todo producto significante mantiene con sus
condiciones de generación por una parte, y con sus efectos por otra
parte” (Verón, 1998: 128). De todos modos, esta distinción que se pro-
pone no alude a una diferenciación de tipo ontológica entre realidad y
discursos, sino que se configura como una operación metodológica que
construye objetos determinados de análisis.
En este punto, aunque en otra línea, se hace necesario señalar que
entendemos que el sentido es aprensible como efecto global, como re-
sultado del funcionamiento de todos los aspectos que intervienen en
estas propuestas radiofónicas en vínculo con sus condiciones productivas
(Mata y Scarafía, 1993: 23 y 28). Por ello, el análisis de los aspectos de
nuestro interés se desprende de la articulación significativa de los diver-
sos elementos correspondientes a las dimensiones y categorías que pro-
ponemos. En ningún caso podremos extraer consideraciones definitivas
a partir de elementos o categorías particulares sino que intentaremos
construir de manera gradual y acumulativa el proceso de análisis e in-
terpretación. Vale decir que tanto la estrategia analítica como expositiva
responden a esta concepción.
62
II.5. Estrategia analítica
63
dores de las condiciones de escucha, rutinas, actividades cotidianas, ex-
pectativas y gustos de los destinatarios prefigurados.
En segunda instancia, desarrollamos el análisis de la dimensión re-
ferencial de estos discursos. Desde aquí hemos procurado indagar la
realidad construida como tal, a partir de las temáticas y actores domi-
nantes, así como las características atribuidas a estos últimos. A su vez
nos interesan, de modo central, los mecanismos discursivos que –por
presencias y exclusiones– figuran a los sectores populares de la ciudad
como sujetos de la realidad referenciada.
Por otra parte, llevamos adelante un proceso de análisis enunciativo
que busca reconstruir las principales estrategias y operaciones discursivas
puestas en juego para la constitución de la relación comunicativa con
sus oyentes, proceso en el cual se busca interpelarlos, emplazarlos como
públicos de dichas propuestas. En este punto nos centramos en el modo
en que se construye el contrato comunicativo entre la imagen que se
propone de los enunciadores y la imagen de los destinatarios. Particu-
larmente, prestamos atención a los diversos dispositivos de demarcación
de los enunciadores, sus características y los mecanismos de legitimación
de sus roles discursivos.
A su vez, y de manera fundamental, nos interesa indagar la confi-
guración de los destinatarios en base a las características generales que
se les atribuyen (género, edades, ocupaciones, modos de entreteni-
miento, gustos y necesidades), el tipo de organización de la vida coti-
diana; modalidades comunicativas y modos de relacionamiento que se
les asignan; los tipos y carácter de las relaciones sociales en las cuales se
los inserta discursivamente (semejanzas, igualdades, diferencias y dis-
tinciones en relación a otros actores sociales y ante el Estado); maneras
de ocupar los espacios públicos así como los modos en que se propone
su visibilización ante otros.
El análisis global sobre estas tres dimensiones ha sido estructurado
a partir de lo verbal y lo no verbal, con presencia directa e indirecta, por
lo que hemos trabajado desde lo implícito y lo explícito, a partir de los
usos y posibilidades de la discursividad radiofónica y sus elementos. En
particular, las dimensiones y categorías de trabajo –que luego presenta-
mos– retoman aspectos propuestos por Flores (2009), por Mata y Sca-
rafía (1993) y otros elementos de elaboración específica para este trabajo.
Finalmente, es necesario decir que hemos procurado desarrollar el
proceso de análisis con el horizonte de lo que conocemos como “satu-
64
ración téorica” (Strauss, Corbin, 2002: 231) de las categorías centrales
de nuestros objetivos específicos. En ese sentido, hemos cerrado algunas
categorías y excluido aquellas que no lográbamos desarrollar de manera
correcta en propiedades y dimensión.
Entendemos que hemos logrado la información necesaria en ciertas
categorías para constituirlas en ejes sobre los cuales organizamos nues-
tros análisis e interpretaciones.
65
el hecho de que, para este último tipo de jornadas, los bloques nocturnos
y de madrugada adquieren una particularidad especial dado que es una
práctica usual que los fines de semana las emisoras transmitan en vivo
bailes de cuarteto, eventos especiales, shows organizados por ellas mis-
mas, entre otras cuestiones.
De esta manera, el corpus de análisis quedó conformado por 276
horas de programación de ambas emisoras, en base a la selección de los
siguientes días de emisión:
2) Discursos radiofónicos.
2.1) Dimensión estructural del discurso.
2.1.1) Tipo de estructura de programación. Características de la
oferta comunicativa.
66
2.1.2) Géneros dominantes.
2.1.3) Perfil de programación.
2.1.4) Características generales del destinatario prefigurado.
2.2) Dimensión referencial del discurso.
2.2.1) Temáticas globales dominantes.
2.2.2) Actores dominantes referenciados.
2.2.3) Ámbitos dominantes de referencia.
2.2.4) Características de los actores personalizados.
2.3) Dimensión enunciativa.
2.3.1) Construcción de los enunciadores.
2.3.1.1) Presencia directa de la radio y los programas como
enunciadores. Caracterización y legitimación.
2.3.1.2) Conductores como enunciadores. Presencia lingüística
directa.
2.3.1.3) Conductores como enunciadores. Presencia indirecta
a través de estrategias y recursos expresivos.
2.3.2) Construcción de los destinatarios.
2.3.2.1) Presencia indirecta en la pauta publicitaria.
2.3.2.2) Presencia indirecta en la pauta de difusión musical.
2.3.2.3) Presencia indirecta en la participación de los oyentes
en el discurso. Motivaciones y autorreferencias.
2.3.2.4) Presencia directa de los destinatarios. Apelaciones, ca-
lificaciones y referencias. Marcas singulares y colectivas de refe-
rencias. Necesidades e intereses que se les atribuyen. Espacios y
prácticas que se les asignan.
Notas
1
Día posterior al encuentro de fútbol entre River Plate y el local Club Atlético Belgrano
que determinó el descenso del equipo porteño al Torneo de la B Nacional.
68
Capítulo III. Contextos y condiciones de producción
La ciudad neoliberal
En su calidad de segunda urbe más habitada del país, con una población
actual estimada en más 1.300.000 personas1, desde hace algunas décadas
nuestra ciudad enfrenta fuertes procesos de transformación y reconfi-
guración. En particular “desde hace unos años, Córdoba viene sufriendo
un salto de escala en su desarrollo”, conjuntamente con un marcado
proceso de precarización social y económica de la vida urbana (Plan Di-
rector Municipal, 2008: 6). Estos procesos de transformación se verifi-
can como parte de las implicancias de las sucesivas crisis de fines del
siglo XX y comienzos del siglo XXI, que incorporaron de manera más
cruda su actual fisonomía metropolitana, sus paisajes de riqueza y po-
breza, las peleas por el lugar junto con la conciencia ambiental. En este
sentido, la Córdoba de los años 2000 se ha caracterizado por la incerti-
dumbre sobre el rumbo de su desarrollo y la ausencia o debilidad de la
autoridad del Estado municipal.
En particular, fruto de una muy lábil política estatal de planificación
urbana, la ciudad se ha desarrollado en un ejido desordenado y de ex-
cesiva extensión2, y con un índice muy bajo de densidad poblacional3.
Estos fenómenos han traído aparejadas fuertes “deseconomías urbanas
en la provisión de infraestructura, equipamiento y transporte público
así como una permanente amenaza de consumo inadecuado del suelo,
tanto rural de valor productivo, como natural de valor paisajístico-am-
biental” (PDM, 2008: 5).
69
De todos modos, la trama urbana no puede ser descripta homogé-
neamente de esta manera, ya que conviven zonas particulares de baja
densidad junto con otras de muy alta concentración poblacional, que
se han desarrollado como parte del proceso de reconfiguración de las
relaciones centro-periferia. En esa línea, si bien instalado en la memoria
colectiva y social como un espacio de relevancia, el centro de la ciudad
ha perdido su importancia como el lugar de todos, relacionado parcial-
mente con el surgimiento de nuevas centralidades (PDM, 2008: 5),
pero también debido al hecho de que se han venido reconfigurando los
modos de vivir y representarse el espacio urbano común por el conjunto
de la población.
Para Peralta y Liborio (2010), estos procesos globales de transfor-
mación de la ciudad y de toda su área metropolitana han sido impulsa-
dos de manera fundamental por la acción de los actores privados. En
particular esto puede analizarse a través del hecho de que los niveles de
crecimiento demográfico se acentúan de manera concéntrica hacia las
afueras de la ciudad, de acuerdo a las necesidades de los intereses inmo-
biliarios. Esta dinámica parece expulsar “población en un proceso cen-
trífugo de contraurbanización, que no resuelve sino que agrava algunos
problemas estructurales de arrastre como la provisión de vivienda, em-
pleo y servicios (…)” (Peralta, Liborio, 2010: 6).
Así, ante un Estado débil y ausente en sus funciones de control y
promoción, las demandas de las lógicas del mercado se han impuesto
sistemáticamente y Córdoba
70
niños y jóvenes de 0 a 15 años. A su vez, existen importantes franjas
poblacionales que, a pesar del alto crecimiento de la producción y el au-
mento del empleo, no pueden salir de la situación de desocupación4.
Dentro de la población que se encuentra en situación de pobreza se es-
tima que algo menos de la mitad puede ser considerada indigente, es
decir entre un 8% y 10% del total (Cippes, 2011)5.
En relación a la pervivencia de los fenómenos de pobreza y
desigualdad, fuentes privadas señalan que desde 2007 a la fecha asisti-
mos a un proceso de crecimiento económico con alta inflación que con-
figura un escenario nítidamente diferenciado para las distintas franjas
de población de la ciudad.
Según estos trabajos, en los últimos años se ha delineado “una ciu-
dad de tres pisos”, cuyo primer escalón corresponde a aquellos que se
benefician especialmente por el modelo de crecimiento económico ac-
tual. Se trata de los sectores vinculados a la exportación de productos
primarios y sus derivados; los empresarios que abastecen el mercado in-
terno; la industria automotriz; el sector inmobiliario y el de interme-
diación financiera, entre otros.
Por otro lado, el segundo y tercer escalón, a grandes rasgos, corres-
ponde a parte de lo que nosotros denominamos sectores populares de
la ciudad. En ese sentido, con una mejor situación se ubican los traba-
jadores con fuerte representación sindical que a través de paritarias y
acuerdos colectivos de trabajo han logrado mantener sus ingresos e in-
cluso aumentar sus salarios reales, como el caso de los empleados de ser-
vicios de transporte, empleados municipales o aquellos que se
desempeñan en la metalúrgica y empresas automotrices. Este panorama
–si bien general– también es dispar dado que los trabajadores estatales
no han logrado, en todos los casos, mantener su poder adquisitivo.
En el tercer y último escalón se sitúa a aquellos sectores de trabaja-
dores precarizados que se encuentran en una posición desfavorable para
mantener su nivel salarial. Ésta es una franja de población que por su
imposibilidad de ajustar salarios en relación a la inflación “explica en
parte la persistencia de la pobreza en la ciudad de Córdoba y de la Ar-
gentina en general” (Cipes, 2011: 9).
En esta trama urbana y social se ha generado una forma de creci-
miento y transformación de la ciudad, cualitativamente diferente, que
ha implicado “el pasaje irreversible de un tejido urbano sociocultural
heterogéneo a un nueva configuración espacial definida por la prolife-
71
ración de emprendimientos residenciales tipo ghetto” (Grifone, 2010:
10). Entre estos desarrollos ocupan un lugar muy importante las urba-
nizaciones cerradas como uno de los paradigmas residenciales contem-
poráneos más importantes. Su fuerte presencia dibuja una ciudad en la
cual predomina la fragmentación del tejido urbano, interrumpiéndose
“no solo en el sentido físico-espacial, sino también en su continuidad
social y vivencial” (Grifone, 2010: 10).
La Córdoba del siglo XXI se presenta como una ciudad dual cuya
impronta territorial se dibuja en la profundización de la fragmentación
y la segregación residencial, así como la conformación de guetos de po-
bres y ricos según sea su posicionamiento en la estructura social y ocu-
pacional.
El Estado, en sus distintos niveles, no solo que no ha cuestionado
este proceso de desenvolvimiento de la ciudad sino que lo ha avalado.
“La escasa regulación pública del mercado de suelos y de los alquileres
favorecen la segmentación funcional y la segregación social del espacio
urbano” (Tecco y Fernández, 2005). En ese sentido, la función regula-
dora del Estado es un mecanismo escasamente contemplado actual-
mente, debiéndose probablemente ello antes que a una elección
ideológica justificadora (el tan mentado “modelo neoliberal”) al uso de
significativos recursos de poder que detentan determinados actores que
operan en el mercado inmobiliario y de la construcción.
En particular, a través de los planes de vivienda para sectores de
bajos ingresos en las afueras de la ciudad, de la erradicación de villas
miserias en las nuevas “barrio-ciudades”6 también fuera del área central,
como por la política urbana en relación a los barrios pobres urbanos, se
ha terminado de constituir una trama en la cual se viven fuertes procesos
de fragmentación, segregación y desigualdad socioeconómica. Así, en
un extremo aparecen las villas de emergencia y los barrios-ciudad, y en
el otro las urbanizaciones cerradas cuyos trámites de autorización suelen
ser simples y sin mayores revisiones (Valdez, 2007: 2).
La ciudad se encuentra segmentada, diferenciada y “efectivamente
segregada en términos socioeconómicos” (Díaz y Caro, 2002: 19): per-
sonas con diferentes niveles socioeconómicos se ubican en lugares dife-
rentes y agrupados entre ellos sin encontrarse, en espacios residenciales
comunes, con otros sectores sociales.
Para Fernández (2010), el tema de la segregación residencial socioe-
conómica (SRS) en la ciudad de Córdoba puede ser abordado desde di-
72
mensiones objetivas y subjetivas. Las primeras están vinculadas con la
localización o concentración espacial de la pobreza o la riqueza, mientras
que las de segundo tipo aluden a las interrelaciones mencionadas y a las
representaciones que los habitantes tienen en su condición de vecinos
sobre el propio barrio, sobre los espacios circundantes y las maneras en
que perciben que son considerados por los vecinos de otras zonas de la
ciudad.
Desde esta perspectiva, la autora ha verificado objetivamente la
SRS en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, en tanto y en cuanto
importantes segmentos de la trama urbana quedan configurados como
espacios de concentración homogénea de ciudadanos en situación de
pobreza. Por otra parte, en relación a la percepción subjetiva de este
fenómeno, la SRS se consolida como tal ante la escasa presencia o au-
sencia de interrelaciones entre los sectores considerados como “pobres”
y otras zonas de la ciudad, así como por la falta de ocupación común
–para el encuentro o la diferenciación– en los espacios públicos urbanos
(Fernández, 2010). En esa línea, se verifican situaciones de interacción
tendencialmente dentro de los propios barrios que en muchas ocasiones
no posibilitan la integración social sino que reproducen las fragmen-
taciones existentes. Al mismo tiempo, “el aislamiento con el resto de
la ciudad está dado por una cuestión de morfología urbana, ya que los
barrios están ubicados en las zonas periféricas y alejadas de las grandes
avenidas y de los lugares de importante circulación” (Fernández, 2010:
7). En muchas zonas segregadas, a su vez, el trazado de las calles exis-
tentes y su mantenimiento no facilitan la conectividad fluida con el
entorno.
Por otra parte, la mayoría de los servicios públicos en los barrios
populares son deficientes: el estado de las calles es deficitario con muy
bajo nivel de asfaltado; la luz y el agua tienen prestaciones con falencias
de continuidad y calidad; si bien se cuenta con servicio de teléfonos,
cuando se produce algún percance o dificultad, la empresa privada que
realiza la prestación tarda varios meses en la reparación escudándose en
que no existen las condiciones de seguridad para dicha actividad (Fer-
nández, 2010: 7). En muchos de estos barrios, además, no se cuenta
con servicio de gas de red.
A esto hay que sumarle que en muchas zonas segregadas de la ciu-
dad existe un acceso irregular a la tenencia de la tierra, por ser propie-
dades fiscales o privadas en situación de uso y ocupación irregular, es
73
decir que, en la mayoría de los casos, los vecinos no han accedido a las
escrituras de esas propiedades.
De modo general, se puede observar que muchas de las áreas segre-
gadas están insertas en círculos de reproducción de malas condiciones
de vida y de bajísimo nivel de accesos a servicios públicos esenciales. La
segregación residencial socioeconómica (SRS) conlleva, a su vez, fuertes
procesos de aislamiento y fragmentación social dado que los contactos
y relaciones de los “segregados” se producen en mayor medida con per-
sonas con sus mismas vivencias y modelos. El acceso a los servicios cada
vez más excluyentes reduce, aún más, la heterogeneidad de las relaciones
sociales que podrían establecerse si la política habitacional propendiese
a contrarrestar la fragmentación social (Tecco y Fernández, 2005).
De modo complementario, este tipo de diseño de la trama urbana
favorece fuertes procesos de estigmatización de los barrios y áreas donde
se concentran los grupos de población en situación de pobreza o discri-
minados, considerando que ésta es una dimensión central de la “nueva
pobreza que está creciendo en prácticamente todas las ciudades en la
era de la globalización de las economías” (Tecco y Fernández, 2005: 5).
En desmedro del encuentro y el reconocimiento entre unos y otros,
se prioriza la circulación, apotegma de las ciudades tardocapitalistas. En
ese sentido, nos encontramos con estilos de vida profundamente indi-
vidualistas que se realizan en contextos de desafiliación, desarraigo y
pérdida de la mirada del otro. Muchos autores relacionan estos procesos,
que podemos denominar como de desurbanización, con el crecimiento
del simulacro de contacto, el surgimiento de verdaderas barreras sim-
bólicas entre los ciudadanos y la instauración de diferentes formas de
segregación, encierro y aislación urbana (Oropeza, 2004: 702).
Progresivamente Córdoba se ha configurado como una urbe que se
caracteriza por su nivel de desigualdad, fragmentación, segregación y gue-
tificación, siendo estas tendencias las que movilizan los procesos de cre-
cimiento y transformación de la ciudad en la actualidad. De todos
modos, y en relación al objeto que nos ocupa, es de particular interés
señalar que estos escenarios urbanos nos plantean fuertes desafíos de
comprensión sobre los modos en que distintos sectores viven, transitan,
se representan y, fundamentalmente, se sienten parte de y se imaginan
integrados a la ciudad.
74
III.2. Sobre las manifestaciones culturales en la ciudad
75
ello se muestra capaz de ser receptiva con respecto a propuestas nacio-
nales e internacionales pero no ha adquirido el carácter cosmopolita que
se le puede atribuir a otras grandes ciudades latinoamericanas como
Buenos Aires, San Pablo y México DF. En ese contexto, lo cordobés, en
tanto forma de lo local, parece mantener una fuerte impronta en los
desarrollos culturales de la ciudad.
Por su estrecha relación con el tema de nuestro trabajo, nos interesa de-
tenernos en caracterizar de modo general, el desarrollo del espacio de la
música en nuestra ciudad.
Al respecto, hay que decir que en la actualidad, aquellos géneros
que podríamos incluir en la denominada música popular como el fol-
klore, el tango y el cuarteto mantienen altos niveles de vigencia, aun-
que no siempre con el poder de convocatoria que hace unos años
poseían.
En este contexto, y sin lugar a dudas, el género predominante en la
ciudad desde todo punto de vista es el cuarteto de producción local. Si
bien desde sus inicios el cuarteto estuvo vinculado exclusivamente con las
clases y sectores de menores recursos económicos, en la actualidad este fe-
nómeno se ha extendido –de manera desigual– a gran parte de la sociedad.
Se observa, de todas maneras, que a medida que se asciende en el nivel
socioeconómico decrece la preferencia por el cuarteto, pero en todos los
sectores parece estar presente el gusto por este ritmo (Delfos, 2007)8.
Así, a pesar de la piratería y la descarga ilegal, este nivel de prefe-
rencias se plasma también en un alto nivel de ventas discográficas. En
los rankings locales de ventas de discos de 2010, grupos y solistas del
cuarteto como Damián Córdoba, Carlos Jiménez, Sabroso o La Fiesta
han dejado muy lejos a artistas imbatibles en el orden nacional, como
Luis Miguel, Ricardo Arjona o Jorge Rojas (Fantini, 2012).
A su vez, este género se distingue particularmente dado que el nivel
de preferencias de consumo se articula con una gran convocatoria de
público a los distintos tipos de eventos bailables realizados en vivo. De
allí que exista un acuerdo generalizado en que el cuarteto es el género
musical de mayor convocatoria de la ciudad, la provincia y, probable-
mente, del país. Para 2004 se estimaba que los espectáculos de este gé-
nero movilizaban a más de 100. 000 personas por mes en los distintos
76
espacios donde se desarrollaban los bailes (Santos y Rodríguez, 2004).
Esta tendencia, muy lejos de decaer, se ha mantenido estable.
77
acerca a los suburbios de la ciudad donde ya asomaba la consolidación
de un cinturón nítidamente industrial, demarcado por los predios de
las empresas Fiat e Ika Renault. Este lento proceso de acercamiento del
cuarteto a la ciudad fue correlativo con las transformaciones del perfil
de ésta y las características de la sociedad cordobesa que empezaba a
mostrar una clase obrera industrial14 (Hepp, 1988: 56 y ss.). En ese con-
texto, al tiempo que se legitima el género y se expande el mercado exis-
tente para dicha propuesta musical, centrada en lo bailable y alegre, la
rentabilidad del negocio de las presentaciones en vivo comienza a tor-
narse mucho más atractiva. Ello explica el surgimiento de otras orquestas
imitadoras del estilo original.
Para la década de los setenta, el cuarteto consigue ampliar sus már-
genes de visibilidad en los bordes de la ciudad para acercarse al centro
durante los años siguientes. Según Barei, es a partir de 1970 que “el
ritmo se adueñaría definitivamente de la ciudad en los carnavales de
‘Rieles Argentinos’ y en las pistas de baile de los suburbios” (1993: 44).
Durante estos años, los principales conjuntos adquieren una pre-
sencia avasalladora al llegar a ser difundidos por la TV15. Junto con este
éxito televisivo las orquestas de cuarteto ya han logrado imponerse en
el mercado local de la música bailable y hegemonizar el circuito de bailes
desarrollados para la familia y la juventud. Este tipo de eventos, no obs-
tante, delimitaba un espacio distinto al de los encuentros bailables a los
cuales asistían los jóvenes de clases medias (boites, disc jockeys y música
beat) (Blázquez, 2008: 53).
Los sectores populares cordobeses parecían encontrar en el cuarteto
y los bailes del género un ritmo musical ya plenamente urbano que les
hablaba y los nombraba y que viabilizaba, a través de su consumo, un
modo de distinción social. En ese sentido, “los cuartetos empiezan a de-
finir una identidad cultural y la Córdoba popular comienza a proyec-
tarse en el país a través de este ritmo particular” (Barei, 1993: 45).
Correlativamente, los sectores subalternos, encabezados por las fran-
jas obreras industriales, alcanzan especialmente en nuestra ciudad un
alto nivel de protagonismo y visibilidad pública así como una serie de
conquistas sociales, políticas y económicas de envergadura. La serie his-
tórica de actos insurreccionales protagonizados, centralmente, por estos
sectores juntos con algunas franjas de clases medias, como el Cordobazo
en mayo de 1969 o el Viborazo en 1972, culminan con una suerte de
consagración en el plano político en 1973: en las primeras elecciones
78
provinciales abiertas de marzo de 1973, tras la dictadura encabezada
por Onganía, son elegidos gobernador y vice dos referentes vinculados
a los sectores populares y progresistas de la provincia. Ellos son Ricardo
Obregón Cano –un dirigente ligado a la izquierda peronista– y Atilio
López –Secretario General del gremio de Transporte–. Por primera vez
en la historia local, un dirigente sindical –prestigiado a nivel social– al-
canza un cargo de esta magnitud.
Este nivel de organización sindical y política, pero también las con-
quistas salariales, la recuperación de la capacidad adquisitiva y la distribu-
ción del ingreso marcan claros avances de los sectores populares cordobeses
en el plano económico por aquellos años (Gordillo, 2009: XL).
Todo cambiaría en 1976 con el golpe de Estado que inaugura la
dictadura autodenominada Proceso de Reorganización Nacional. En esa
línea, la política represiva del gobierno encabezado por Jorge Rafael Vi-
dela encuentra en Córdoba un representante tristemente elocuente. Lu-
ciano Benjamín Menéndez, al mando del Tercer Cuerpo de Ejército,
encabeza desde nuestra ciudad uno de los más profundos procesos re-
presivos en el país. Miles de militantes y dirigentes obreros, sindicales y
estudiantiles son asesinados o desaparecidos. Se estima que sólo en el
Centro clandestino de detención y tortura de La Perla –uno de los más
significativos del interior del país– fueron torturados y desaparecidos
tres mil ciudadanos argentinos.
Esta política represiva global atacó también las manifestaciones cul-
turales que se mostraban como propias para las mayorías populares. A
partir de ello se prohibió que los medios de comunicación difundieran
y publicitaran el denominado folcklore de protesta, el rock nacional y
también la música local de los cuartetos16. Incluso estaba prohibida la
palabra “cuartetos”17.
Sumado a esto, se restringieron los espacios para realizar eventos en
vivo y los pocos bailes que se llevaban adelante eran blanco común de
razias policiales. De este modo, se logró desalentar la práctica de asistir
a estos encuentros y se hizo compleja la continuidad del negocio cuar-
tetero (Blázquez, 2008: 61). A pesar de diversas estrategias orientadas a
la reproducción del espacio, el cuarteto sufrió la estocada represiva: los
grandes bailes de la ciudad que constituían el circuito de reproducción
de las orquestas fueron desarticulados.
A nivel de producción, entre otras cuestiones para lograr ser acep-
tados en los circuitos de difusión y no ser perseguidos, se introdujeron
79
modificaciones que intentaban modernizar el sonido original dominante.
Este nuevo sonido, en algunos casos, permitió a las bandas efectivamente
diferenciarse marcadamente de las perseguidas orquestas tradicionales al
tiempo que acercó a nuevas franjas de público más jóvenes, de sectores
medios que se identificaban con estas renovadas propuestas.
A su vez, según Blázquez, a partir del descrédito, la persecución, la
prohibición y la sospecha sobre el espacio de los bailes se terminó re-
forzando el carácter “marginal”, “peligroso” y poco familiar que la dic-
tadura le atribuía al cuarteto y desde el cual justificaba sus intervenciones
represivas. Muchos sujetos entrevistados por este autor afirman que tras
la dictadura se perdió casi definitivamente “el ambiente familiar” de di-
chos encuentros (2008: 63). Estos procesos fueron construyendo al baile
de cuarteto en un evento fuertemente juvenil. Ir al baile, así, era viven-
ciado como una práctica de resistencia en la que las franjas jóvenes de
los sectores populares de la ciudad podían poner en juego sus identida-
des, “la práctica efectiva de la sensualidad y el erotismo fuera de la mi-
rada de los padres y de los miembros de otras clases sociales” (2008: 73).
80
presentar segmentaciones y distinciones socioculturales dentro de los
públicos, sobre la base de los sectores sociales dominantes hasta ese mo-
mento –clases medias bajas y bajas–.
Asimismo, durante estos años se mantiene con fuerza lo que puede
ser nombrado como lógica de reivindicación territorial del cuarteto –es-
pecialmente en los públicos de Carlos Jiménez– por lo que también se
puede hablar de distinciones territoriales de público. Determinados sa-
lones en barrios particulares de la ciudad se muestran como eminente-
mente seguidores de unos u otros conjuntos o solistas20.
En este contexto, hacia finales de la década de los ochenta, tras el
largo proceso de visibilización social, el cuarteto accede a uno de los
mayores espacios de legitimación y consagración de la música popular
argentina: el Festival Nacional de Cosquín. La actuación de Carlitos Ji-
ménez en Cosquín ‘88 generó altos niveles de discusiones, tensiones y
disputas culturales21. De todos modos, dejó en claro que el cuarteto
había abandonado la marginalidad del campo cultural cordobés para
posicionarse en un lugar estratégico de éste.
Estos méritos culturales, y fundamentalmente los niveles de adhe-
sión popular que alcanza el género, lo constituyen en un elemento bus-
cado y deseado por los actores de la política, que veían en la asociación
con ciertos grupos y bandas la posibilidad de establecer una interpela-
ción eficiente hacia la sociedad cordobesa en general, y los sectores po-
pulares en particular22.
De este modo, la ciudad, los medios y la política abrazan a este es-
pacio cultural como un náufrago a un madero. Y es que además de sus
evidentes posibilidades económicas se muestra como factor diferencia-
dor para un discurso que busque nombrarse como popular pero también
muestra su potencia para articular lo local y lo cordobés como disposi-
tivos de integración e identificación (Mata, 1988, 1993; Barei, 1993).
La década de los noventa es de continua ampliación y crecimiento
del fenómeno. Se incorporan una gran cantidad de nuevas bandas que
logran mantenerse, indicio de una consolidación de un mercado am-
pliado y de la incorporación de nuevos sectores de públicos23. Además,
el cuarteto es reconocido como un fenómeno local de alcance nacional.
En esa línea, estos años están marcados por una amplia legitimación so-
cial y mediática del género en gran parte del país (Blázquez, 2008: 81).
Musicalmente, la dinámica industrial del cuarteto parece necesitar
“incorporar los géneros centroamericanos en boga o las melodías pop
81
que dominan el dial [radiofónico] para redondear un repertorio que
pueda cubrir las horas que dura un baile” así como para explotar un po-
tencial mercado nacional e internacional (Arrascaeta, 1999). La incor-
poración del merengue, en la segunda mitad de los noventa, además de
implicar cambios en la conformación de las orquestas, trajo aparejada
la consolidación de temáticas y letras “fiesteras”24.
Durante los noventa, así como se va dando una proliferación de
bandas de cuarteto, también se presenta una lógica de concentración
del manejo del negocio en pocas manos. Los actores principales intentan
ejercer el control sobre la producción, los circuitos de difusión y de re-
alización de eventos. Pocos empresarios empiezan a controlar las nuevas
formaciones musicales, mientras que los espacios para tocar en vivo tien-
den a concentrase bajo el control de tres grandes actores: el empresario
Emeterio Farías, Carlos la Mona Jiménez y el dueño de una de las ban-
das más importantes de esta década –Trulala– Manolo Cánovas.
De cualquier forma, se puede observar que la reproducción de las
dinámicas del cuarteto depende de sus vínculos con los medios y espe-
cialmente con las radios comerciales que difunden de manera privile-
giada este género. En esta línea, a principios de la década se describía
que es “común ver a los cuarteteros con la valijita llena de plata que re-
caudaron de las boleterías de los clubes. Así como viene, la depositan
en la radio religiosamente para la publicidad de los bailes de la próxima
semana” (Platía, 1993: 39). La ampliación del género implica la conso-
lidación de una gran y creciente inversión publicitaria en los medios lo-
cales y en especial en las radios25.
El nuevo siglo
82
gre– terminó de completar el perfil de un personaje ideal para su explo-
tación comercial y mediática.
Localmente el cuarteto mantiene tal intensidad que, al parecer, ni
siquiera en medio de la crisis social y económica más fuerte de la historia
argentina el negocio de los bailes se ve claramente resentido. Así, en el
año 2002, en una Córdoba que alcanzaba el 26% de desocupación la
asistencia a los bailes no disminuía, al menos notablemente26.
En el 2004, la presentación del conjunto La Barra en el tradicional
Teatro San Martín, en ocasión de su décimo aniversario, suscitó innu-
merables cruces argumentativos que buscaban deslindar las pertenencias
y pertinencias culturales del género. El recinto que hasta ese momento
había estado reservado para expresiones de la alta cultura se conmovía
con la sola posibilidad de que un grupo de este tipo desplegara su pro-
puesta allí. Escudados en argumentos arquitectónicos y acústicos, el per-
sonal del teatro incluso llegó a amenazar con abandonar sus tareas si el
evento, que tenía cierto aire de revancha cultural, se concretaba.
Finalmente la presentación se llevó adelante. La Barra tocó en el
Teatro San Martín y parte importante de su público fue la dirigencia
política cordobesa, especialmente del Partido Justicialista por entonces
en el poder. Este hecho dejó en claro al menos dos cuestiones: una, que
el estigma sobre el género aún no estaba del todo disuelto; dos, que de
la mano de su alta legitimidad social, su importancia económica y sus
estrechas relaciones con los ámbitos de la política y el Estado, pocos es-
pacios podían mantenerse esquivos al género.
En términos generales, el cuarteto continuaba su ya característico
sendero de transformaciones adaptativas e inestabilidad en sus formas
musicales. En ese camino, convocaba a franjas de públicos antes reacias
y había logrado apropiarse de espacios impensables hasta esos momen-
tos, lo que le permitía consolidar un nivel de convocatoria masiva y di-
versificada al mismo tiempo. Para Ávalos, el mapa urbano del cuarteto
había cambiado y las reglas de su industria acompañaban y promovían
estas transformaciones que incidían “en la distribución de los puntos
de convocatoria bailable, y también en las modalidades de encuentro
entre músicos y público (…)” (Ávalos, 2005).
En el marco de esta dinámica, los puntos de encuentro y referencia,
los lugares donde se realizaban los bailes ya no podían ser tan claramente
relacionados con barrios o zonas de la ciudad y/o con cantantes o bandas
particulares. En ese sentido, en la trama urbana hecha trizas agonizaban
83
los bailes que eran parte de una larga tradición cordobesa y que repre-
sentaban públicos barriales más o menos específicos27. Esta suerte de
proceso de desterritorialización de ciertas bandas y solistas así como de
ciertas franjas de públicos, gradualmente parece ir dejando lugar a lo
que Ávalos nombra como “público flotante”, que no pertenece a nin-
guna zona de la ciudad en particular, y que asiste a diversos lugares bai-
lables28.
Por otro lado, tras la muerte del líder y gestor principal de la banda
Trulala, Manolito Cánovas, en el año 2000, el escenario del cuarteto
quedó fracturado en dos. Emeterio Farías y Carlitos Jiménez se erigieron
como los protagonistas excluyentes, situación que se expresó y profun-
dizó en un fuerte conflicto entre ambos a finales de 200129. La disputa
particular tensionó y polarizó el espacio en todas sus dimensiones (Bláz-
quez, 2008; Ávalos, 2008).
Con recursos diferenciados, estos actores ponen en juego circuitos
propios de realización de eventos, manejo de bandas, producción propia
de material discográfico y, de manera fundamental, buscan dominar e
incidir en el proceso de difusión musical a través de las emisoras FM y
la TV (Martinez Luque, 2008b).
84
con cierto grado de formalidad haya desarrollado algunos de los temas
que nos incumben. Así, no tenemos a nuestra disposición trabajos sis-
temáticos de investigación que indaguen la realidad radiofónica de la
ciudad de Córdoba, en general, y de las FM en particular, en el periodo
1997-201230. Ante esta situación, nuestro análisis recupera múltiples
fuentes de información como publicaciones periodísticas locales –esca-
sas, ya que allí también ha sido marginal la atención prestada al medio
radiofónico–, fuentes entrevistadas de manera personal, información de
empresas o consultoras privadas de medios y datos de producción aca-
démica nacional, que relevan aspectos de nuestro interés sin necesaria-
mente ser focalizados en nuestra ciudad.
Comerciales y concentradas
85
entender estos procesos de concentración como parte de otro de mayor
amplitud que promovió la pérdida de centralidad de la pluralidad co-
municativa y cultural como valor en la comunicación mediática y pú-
blica, para poner a la competencia de los distintos productos, es decir
al mercado y sus lógicas, en el centro de la escena mediática, en general,
y radiofónica, en particular. En ese sentido, Becerra y Mastrini han se-
ñalado que la realidad de la concentración inaugurada en los noventa
llevó a un panorama que sitúa a la Argentina entre los países con los
mayores índices de concentración de medios en toda Latinoamérica
(2006: 460).
En esta trama, durante los primeros años 2000 comienzan a adqui-
rir fuerte protagonismo grupos mediáticos locales de mediano y pe-
queño tamaño, como el caso de Cadena 3 o Grupo Shopping, así como
otros, de igual o mayor envergadura, surgidos en el mercado de medios
de Buenos Aires.
Un párrafo aparte merece, en este punto, el singular caso de Cadena
3 - Radiodifusora del Centro SA, propietaria de FM Radio Popular.
Este grupo logró la concesión directa de la AM LV3 desde diciembre
de 1990 e inició un fuerte proceso de expansión nacional desde 1998
consolidado hacia los 2000. Esta dinámica se desarrolló a través de dos
líneas fundamentales: por un lado, las franquicias, es decir la compra
de bloques horarios de programación por parte de emisoras privadas de
distintas ciudades y provincias; por otro lado, la transmisión de la pro-
gramación completa de la fórmula central del Grupo LV3, a través de
emisoras propias en distintas ciudades del país.
Esta última línea, es necesario decirlo, tuvo su impulso inicial con
lo que llamamos “licencias menemistas” (Martinez Luque, 2011), luego
validadas por el COMFER del gobierno de Fernando de la Rúa (1999-
2001). De modo llamativo, Radiodifusora del Centro SA fue beneficia-
ria del expeditivo otorgamiento de múltiples licencias en el último año
de la presidencia menemista34. El despegue económico de este grupo
implicó nuevos estándares de calidad de transmisión y móviles, cober-
tura periodística así como un altísimo nivel de captación de la inversión
publicitaria local disponible (Martinez Luque, 2008a). De hecho, el
grupo Cadena 3 se convirtió en uno de los grandes actores del espacio
de radios a nivel nacional35 y local, consolidando su posición dominante
en el dial de la ciudad a partir de sus tres fórmulas exitosas en FM (Ca-
dena 3, 100.5 y Radio Popular).
86
Por otra parte, si bien no tenemos a nuestra disposición estudios
sistemáticos sobre las propuestas y proyectos de las FM de la ciudad, un
reconocimiento continuado del espacio de este tipo de emisoras junto
con la información periodística que sobre éste se produce, nos permite
sostener que la abrumadora mayoría de proyectos existentes se desarro-
llan con fines de lucro y una gestión de tipo empresarial.
Por ello no fue extraño que en el año 2005 se creara Radio Mitre
Córdoba (AM 810 MHz; FM 97.9 MHz) perteneciente al multimedios
Clarín. Desde 2001 este grupo retransmitía en FM –104.1 MHz– la
programación completa de origen de Radio Mitre y a partir de este mo-
mento, el conglomerado se propuso desarrollar una estrategia diferente.
Su apuesta consistió en proponer una programación integral de pro-
ducción local con la presencia de reconocidos locutores y periodistas
que hasta ese momento se desempeñaban en otros medios de la ciudad.
Mitre Córdoba logró rápidamente una porción importante de au-
diencia que se encontraba disponible –seguramente por las sucesivas cri-
sis de otras emisoras AM locales– y empezó a inscribirse también en la
FM a través de la retransmisión de toda su programación en dicho tipo
de frecuencia.
A partir de esta irrupción y de las estrategias ya implementadas por
Cadena 3, la vieja dicotomía entre las FM y las AM comenzó a perder
vigencia definitivamente. Los grandes grupos consolidaron la sumatoria
de audiencias de las AM y las FM conjuntamente con las posibilidades
comerciales que esta articulación brindaba.
En ese marco, la pelea por el liderazgo comercial del espacio de ra-
dios se polarizó –de manera dispar– entre estos dos grandes actores. El
proceso de concentración/polarización comercial que presenciamos
desde entonces es muy claro y tiene fuertes consecuencias para el pano-
rama general del medio36.
En ese sentido, si reconocemos que la publicidad es la fuente prin-
cipal de financiación del sistema de medios, podremos comprender las
dificultades para la sustentabilidad de la mayoría de los proyectos ra-
diofónicos de la ciudad. Sin importar la orientación y tipo de gestión
mediante el cual se organicen, las cerca de cien emisoras FM que trans-
miten diariamente en Córdoba intentan apropiarse del exiguo porcen-
taje de inversión publicitaria que dejan a su paso estos dos grandes
actores de la radio de la provincia.
En este contexto, durante gran parte de la última década los pro-
87
yectos radiofónicos que se reconocen relacionados con organizaciones
comunitarias, educativas, sociales o políticas tienen muy poca presencia
en la ciudad tanto por cantidad de emisoras sobre el total como por sus
niveles de audiencia cuantitativa, su visibilidad pública e incidencia co-
municatival37 (Martinez Luque, 2011). Algo distinto es el caso de las
emisoras vinculadas a instituciones religiosas que, con distintas realida-
des, logran tener una presencia nada desdeñable, al menos en lo que
tiene que ver con niveles cuantitativos de audiencia38.
El lugar de las FM
88
de las FM para recortar eficazmente públicos segmentados que, a su
modo, “expresan otras fragmentaciones de la sociedad; [generando] (...)
propuestas identificatorias más allá de estrictos límites de pertenencia a
un sector social” (Mata, 1991: 51). Esta potencia de las FM para movi-
lizar audiencias segmentadas y fragmentarias puede ser comprendida
como un analizador de la matriz de la cultura mediática, en constitu-
ción. Así, en contraposición a los procesos de indiferenciación e iguala-
ción en el consumo que implicaba la cultura masiva (Martín Barbero,
1987), la cultura mediática parece involucrar la homogeneización en
cierto nivel de las ofertas junto con la segmentación y fuerte demarca-
ción de públicos diferenciados a partir de distinciones de sexo y edad
en detrimento de las diferencias derivadas de las posiciones económicas
y sociales (Mata, 1997: 22).
Desarrolladas en su mayoría desde las lógicas mercantiles, las FM
de la ciudad lograron demostrar su capacidad de interpelación, su po-
tencia nominativa; en definitiva “la capacidad demiúrgica del mercado
mediático” (Mata, 1988: 11), en general, y del propio de las FM en par-
ticular. Este tipo de medios, de reciente surgimiento en términos histó-
ricos, pareció encontrar su pleno sentido, en tanto práctica cultural, al
dar cuenta de las transformaciones de la cultura de una sociedad esta-
llada y fragmentada que requería de representación.
89
minos de audiencia–, sencillos y largamente probados en los grandes
medios, resultado de la instauración definitiva de lógicas de producción
que tienen su centro en la rentabilidad económica.
En este contexto, se han observado múltiples procesos de renova-
ción de propuestas radiofónicas que sería tedioso puntualizar. Sin em-
bargo, también se ha verificado una cierta estabilidad del selecto grupo
de emisoras que alcanzan mayores niveles de audiencia, excepto por mo-
dificaciones vinculadas, de manera fundamental, a los pases de conduc-
tores entre emisoras.
Hábitos de consumo
90
III.4. Condiciones de producción de las emisoras
Origen y propiedad
Radio Suquía fue creada en julio del año 1989 como parte de la inicia-
tiva privada de dos empresarios particulares, Emeterio Farías y Rodolfo
Barrionuevo, con cierto nivel de experiencia en el ámbito de los medios
y el espectáculo. En ese sentido, de modo explícito, era presentada como
parte de la voluntad de estos individuos de tener un medio de comuni-
cación propio para potenciar sus proyectos empresariales (Mata et al.,
1993).
En este marco, Radio Suquía es parte de las primeras emisoras FM
que surgen en la ciudad y su puesta en el aire puede ser entendida con-
juntamente con una porción reducida de proyectos radiofónicos comer-
ciales que se insertaron tempranamente en este espacio mediático y que
lograron construir viabilidad comunicativa e institucional para su re-
producción.
El inicio de las transmisiones es autorizado legalmente por un Per-
miso Precario y Provisorio otorgado por el COMFER a nombre de Ba-
rrionuevo40. Asimismo, se funda una Sociedad de Responsabilidad
91
Limitada, FM Suquía SRL, para la explotación comercial del medio
compuesta por ambos empresarios.
Los propietarios iniciales de esta emisora se desempeñan como co-
merciantes y, fundamentalmente, como productores de eventos musi-
cales durante la década de los ochenta y noventa. Así, a pesar de que su
ámbito central de acción está vinculado con los eventos bailables de
cuarteto en clubes de la ciudad de Córdoba, también organizan y pro-
ducen espectáculos de artistas nacionales de renombre como Palito Or-
tega y el fallecido Sandro.
A su vez, Farías y Barrionuevo eran propietarios de la agencia de
publicidad “Mejor propaganda”. Desde allí producían programas radio-
fónicos en la emisora local AM LV2 con el por entonces reconocido
conductor local Marcos Marchini (“La mañana de Marchini”) y tam-
bién ciclos televisivos (“Todos con Marchini”).
Años después, a principios de los 2000, Barrionuevo se desvincula
de FM Suquía SRL y cede su porción de la empresa a Cecilia Irene Bizileo,
esposa de Farías. El PPP sigue siendo propiedad de Barrionuevo y debe
ser transferido a la SRL (Resolución COMFER 73/2002). A partir de
esto, la familia Farías queda en el control absoluto de FM Suquía 96.5
MHz.
Emeterio Farías tenía, en 2011, alrededor de 67 años y cerca de 50
años en el mundo del espectáculo. Al tiempo que desarrolla otras acti-
vidades, continúa siendo propietario de “Mejor propaganda” y además
ha creado la productora audiovisual “Rango TV”. A través de esta em-
presa ha producido ciclos televisivos vinculados a la música de cuarteto
como “El club del 12”, “Al rojo vivo” y “Ritmo Punta”, este último aún
en la pantalla local de TV abierta.
Además, es propietario de FM Radio 21 (89.3 MHz) y FM 97.5
Radio de Folklore, ambas de la ciudad de Córdoba. En sendos casos se
trata de emisoras estructuradas como organizaciones empresariales con
fines de lucro cuyas propuestas comunicativas son de corte musical, en
un caso orientada a jóvenes con interés en el pop y el rock nacional, y
en el otro orientada a aquellos interesados en el folklore nacional. Esta
lógica de acumulación de emisoras ha permitido que se aluda al Grupo
Farías41.
Por otra parte, y de modo complementario a su actividad como em-
presario de medios, Farías representa una cantidad importante de bandas
de cuarteto –cuestión que ya hemos referenciado–, por lo que es claro
92
que la “radio es una extensión de su actividad empresarial” e incluso “el
motor principal de su actividad”42.
Este empresario también extiende sus influencias al mundo del fút-
bol local y nacional ya que ha sido por cuatro períodos consecutivos
presidente de la Liga Cordobesa de Fútbol y, en tal carácter, se desem-
peñó como miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación del Fútbol
Argentino43.
A su vez, en su carácter de dirigente deportivo y hombre cercano al
Partido Justicialista de Córdoba, en diciembre de 2011 fue designado
por el entonces gobernador de la provincia, José Manuel de la Sota,
como Presidente de la Agencia Córdoba Deportes. Este organismo pro-
vincial, con aportes de capital privado, es el encargado de las gestiones
estatales en todo lo referido al desarrollo del deporte en Córdoba44.
Como se podrá observar, en la figura especialmente reveladora de
este empresario local, las redes culturales y económicas del cuarteto, el
fútbol, los medios y la política se entrecruzan de manera permanente.
Organización y gestión
Como hemos dicho, Radio Suquía es una emisora de claro carácter em-
presarial con declarados fines de lucro. Esta búsqueda de obtención de
rentabilidad se desarrolla fundamentalmente a través de la venta de pu-
blicidad así como por su relación con el complejo fonográfico y de pro-
ducción de eventos musicales a nivel local. De hecho, una
importantísima cantidad de la publicidad emitida por esta emisora co-
rresponde a eventos bailables, lanzamientos de materiales discográficos
y grupos musicales de cuarteto. Pero también se pueden observar pu-
blicidades vinculadas a otro tipo de productos y servicios.
En cuanto a su organización institucional, si bien se trata de una
de las primeras FM que surgen en la ciudad, para 1993 esta radio de-
mostraba un nivel de consolidación institucional importante y un tipo
de designación compleja de roles diversos y diferenciados. A su vez, se
podía identificar la presencia de personal profesional con experiencia
previa y jóvenes que se iban formando a la par de estos (Mata et al.,
1993). Mucho más cerca en el tiempo, en 2003, también se podía ob-
servar que la emisora mantenía muchas de estas características iniciales
con una dirección general, jefaturas de distinto tipo y una oficina espe-
cífica encargada de las tareas comerciales y administrativas. De igual
93
modo se desempeñaba laboralmente personal especializado a cargo de
tareas de producción general y específica (Mata, 2003). Todos bajo un
régimen de trabajo remunerado. Estas características generales se man-
tienen en el tiempo.
Al momento de editarse este libro no existen en la emisora gerencias
artísticas, musicales o periodísticas, por lo que la producción específica
de los programas depende de los productores y conductores de cada seg-
mento horario.
En este marco, los recursos generales con los que cuenta la emisora
están orientados al desarrollo de la propuesta central de la emisora de
entretenimiento y musical. Por ello el área periodística informativa de
Radio Suquía no goza de recursos de producción particulares o especí-
ficos y se maneja con lo que son capaces de desarrollar y generar los pro-
pios periodistas que lideran el ciclo de primera mañana45.
Por otra parte, a partir de la información disponible, podemos plan-
tear que, a pesar de ser una organización compleja y con áreas y funciones
de trabajo claramente delimitadas, también existe un importante grado
de concentración de las decisiones en el propietario y director de la emi-
sora. Al igual que en otros medios, el personalismo se combina con es-
tructuras empresariales de gestión con cierto grado de complejidad46.
Trayectoria
94
clarado que para el segundo semestre de 1994 la emisora ya tenía con-
solidado este tipo de propuesta y que Radio Popular surge en ese mo-
mento como “copia exacta de Suquía”47.
Este cambio del perfil inicial de la propuesta se observa plenamente
consolidado, como eco en sus públicos, para mediados de la década de
los noventa. Radio Suquía era la única FM, dentro de las de mayor nivel
de audiencia, que no producía segmentaciones de público desde lo etario
sino que su audiencia, por el contrario, estaba constituida por personas
de todas las edades, de ocupaciones variadas pero concentrada en sec-
tores medios bajos y bajos (Mata, 1997).
También es necesario decir que la Suquía, a partir del surgimiento
de su directa competidora, FM Popular, en agosto de 199448, ha tenido
vaivenes de importancia en cuanto a sus niveles de audiencia. En apa-
riencia, esto ha estado fuertemente vinculado con los conductores que
lograba contratar para los espacios de mayor relevancia de su progra-
mación. Así, desde 1994 Suquía cede el cetro de la emisora FM, orien-
tada a sectores populares, más importante de la ciudad y logrará
recuperarlo recién para 1999-2000 cuando incorpora a Héctor Titi Cia-
battoni como conductor radiofónico principal.
Este locutor se desempeñó como un importante recurso de la pro-
gramación de Radio Popular en horario vespertino desde 1994 hasta
1998. A partir de su traspaso, comienza a desempeñarse en la mañana
de Radio Suquía y logra posicionarse como uno de los conductores más
reconocidos del escenario radiofónico de la ciudad. En el mismo movi-
miento, Radio Suquía vuelve a situarse en el periodo 1999-2007 entre
las emisoras FM más escuchadas de la ciudad, especialmente durante la
mañana49. De igual modo, perderá dicha posición a partir del retorno
de Ciabattoni a la programación matutina de Radio Popular en setiem-
bre de 200750.
Desde entonces, si bien forma parte de las diez emisoras más escu-
chadas de la ciudad, FM Suquía no ha logrado volver a posicionarse
dentro del selecto grupo de las radios de mayor audiencia, según las me-
diciones disponibles51.
95
III.4.2. Radio Popular
Origen y propiedad
96
Centro SA eran los arriba mencionados junto con Carlos Ferla, Eduardo
y Efraín Bischoff.
Defilippi, financista y accionista principal de esta sociedad, es un em-
presario sin relación previa con el mundo de los medios. De hecho su tra-
yectoria profesional se desarrolla desde importantes posiciones dentro del
espacio de los bancos y las finanzas. Sus relaciones familiares también lo
acercan al mundo de los negocios financieros e inmobiliarios53.
Por su parte, Pereyra y Vargas son conductores radiofónicos que se
desempeñan en LV3 entre 1984 y 1989. Su incorporación a la sociedad
con Defilippi se habría realizado a partir de vínculos personales con el
primero, y por su renombre como locutores de la radio local.
El otro integrante inicial significativo de Radiodifusora del Centro
es Carlos Ferla, abogado, cuya carrera profesional se desarrolla en estre-
cho vínculo con el conglomerado empresarial de Aldo Roggio, por un
lado, y con instituciones financieras, por otro lado54.
Finalmente también se destacan, por las relaciones de poder que re-
presentan antes que por los porcentajes accionarios mínimos que osten-
taban, los integrantes originales Efraín y Eduardo Bischoff. El primero,
padre de Eduardo, murió en el año 2013 y se destacaba como historia-
dor y periodista local de fuerte inclinación católica y conservadora. El
segundo es cónsul honorario de Dinamarca en Córdoba55, y al mo-
mento de la privatización se desempeñaba como gerente de Relaciones
Institucionales del Grupo Fiat Argentina y vicepresidente segundo de
la Unión Industrial de Córdoba56. Entre 2007 y 2011 se desempeñó
como legislador provincial por el Partido Nuevo de Luis Juez.
Como se puede observar, al igual que sucede con Radio Suquía y
su propietario, aunque con mayor cantidad de actores, las redes e in-
fluencias económicas, políticas y culturales se cruzan complejamente en
estos medios como evidentes espacios desde los cuales se juega y repro-
duce el poder local en sus distintas dimensiones.
Organización y gestión
97
Su financiamiento está centrado en la venta de publicidad, en es-
pecial el vinculado a la música de cuarteto. En esa línea, Radio Popular
se muestra como una impresionante maquinaria de captación de recur-
sos económicos, y sospechamos que seguramente se trata de una unidad
de negocios altamente rentable. En ese sentido, teniendo en cuenta la
duración promedio de las publicidades y el valor publicado del segundo
a julio de 2011, hemos estimado que en los dos principales programas
de la emisora –“Para Todos” y “Los Populares”– sólo el cuarteto implica
una facturación publicitaria anual de $ 2. 500.000. Es decir que exclu-
sivamente a través de estos ciclos, Radio Popular y Cadena 3 estarían
captando desde el espacio del cuarteto una porción superior al 6% del
total de la inversión publicitaria anual para todas las radios de Córdoba,
estimada en 40 millones de pesos aproximadamente57, siempre a valores
de 2011.
No obstante esto, esta emisora es una organización que deja entrever
bajos niveles de autonomía en su relación con el grupo empresario al que
pertenece. En ese sentido, en entrevistas personales se nos ha asegurado58
que el funcionamiento comercial de las distintas emisoras del grupo se
encuentra fuertemente orientado a favorecer a los accionistas que se
desempeñan como conductores de la emisora central, LV3. En particular,
se nos ha informado que la Secretaría de Administración, que gestiona la
contratación de las pautas publicitarias, promueve que dichas pautas se
establezcan en la fórmula central del grupo, y no en las FM. Este tipo de
funcionamiento desnudaría claras relaciones de poder dentro del grupo
dejando entrever una organización centralizada en estos individuos, Pe-
reyra y Vargas, y no en las posibilidades de desarrollo del todo59.
En esa línea, hemos afirmado que si bien el grupo tiene altos niveles
de profesionalización, claras divisiones de roles y generación de estrate-
gias de management, en lo que hace a aspectos tan importantes como
la posibilidad de expandir su actividad empresarial a otras ramas del sec-
tor de medios ha terminado primando la experiencia personal e indivi-
dual de Pereyra y Vargas. Así, el funcionamiento de todo el grupo parece
pendular entre la organización empresarial de complejo funcionamiento
y una forma de liderazgo de tipo patriarcal (Martinez Luque, 2006).
De todos modos, en pos de nuestros objetivos, interesa señalar aquí
que este tipo de modo organizativo y empresarial de gestión parece ser
una cuestión de relevancia a la hora de analizar los discursos de Radio
Popular.
98
Trayectoria
Desde mediados de los años sesenta, LV3 (AM 700 MHz ) se constituyó
en una de las emisoras con mayor nivel de adhesión por parte de sectores
medios-bajos y bajos de nuestra ciudad. Ya por la década de los ochenta,
la propuesta de esta emisora estatal se basaba en fórmulas musicales ar-
ticuladas alrededor de la música popular cordobesa, el folklore y géneros
románticos; unas formas especiales de intervenir en los conflictos ba-
rriales y ciudadanos –con fuerte presencia de los móviles en la calle–;
un claro rol intermediador de la radio frente al Estado (Mata, 1988) y
un especial estilo de conducción centrado en las figuras individuales de
Mario Pereyra y Gregorio Rony Vargas.
Estos dos conductores fueron indiscutibles referentes de la emisora,
tanto en el proceso de la radio pública de la década de los ochenta, como
en el periodo de la concesión que se extiende desde 1991 hasta el mo-
mento de edición de este libro.
En este punto es interesante señalar que tiempo antes de iniciarse
el proceso formal de llamado a concurso y posterior concesión de LV3
Radio Córdoba, cuando ya eran conocidas las intenciones de privatiza-
ción del medio, estos conductores –los de mayor audiencia de Córdoba–
junto a casi todos sus colaboradores, decidieron trasladarse a la emisora
directamente competidora, LV2, de carácter privado desde 1980. A par-
tir de ese momento y como consecuencia del traspaso, comenzó a pro-
ducirse un proceso de caída de los niveles de audiencia y pauta
publicitaria de LV3. Este proceso incidió en la posterior cotización de
la emisora al momento de ser concesionada (Martinez Luque, 2006).
En diciembre de 1990, Pereyra y Vargas retornaron a la radio pero
esta vez como parte accionaria del grupo que se hacía cargo de la emi-
sora. La concesión fue otorgada inicialmente por 15 años60.
Tras la privatización, la radio comenzó un proceso de crecimiento
notable, logrando mantener siempre muy buenas relaciones con el poder
local y nacional, especialmente, como hemos dicho, con los dirigentes
menemistas (Martinez Luque, 2006, 2011; Llorens, 2012).
En este proceso de expansión y crecimiento general del grupo, la
puesta en el aire de FM Radio Popular ocupó un lugar de relevancia,
en tanto proyecto que permitió disputar –entre otras a Radio Suquía–
y captar de manera específica un importante y creciente nivel de inver-
sión publicitaria originada en el espacio industrial del cuarteto. En ese
99
sentido, el surgimiento de esta emisora era solo comprensible, en una
de sus dimensiones, en tanto proyecto comercial destinado a públicos
fragmentarios de sectores populares, y como emergente de las lógicas
de concentración mediática que marcaron la década de los noventa.
Más allá del aspecto comercial, la emergencia de FM Radio Popular
también supuso la posibilidad de desarrollar una propuesta orientada
claramente a sectores populares de la ciudad que estaban, de alguna ma-
nera, siendo interpelados eficazmente por otras propuestas como FM
Radio Suquía, entre otras. Radio Popular y su propuesta comunicativa
parecía expresar, en esta línea, la búsqueda de un tipo de interpelación
fragmentaria, que no podía ser viabilizada de manera efectiva desde las
propuestas ya existentes del grupo mediático Cadena 3 (Martinez
Luque, 2008a).
La presentación de estilos radiofónicos con continuidades pero tam-
bién con rupturas con los presentados en emisoras que oportunamente
eran consumidas masivamente por oyentes de sectores medios-bajos y
bajos, fue un aspecto importante de estas nuevas propuestas. Y, de ma-
nera especial, se consolidaron como centrales los conductores de los dis-
tintos segmentos61. Desde su surgimiento hasta la actualidad, FM
Popular se introdujo entre los grandes protagonistas del espacio de ra-
dios, todos ellos con proyectos de carácter estrictamente comercial. De
modo particular, esta emisora alcanzó muy altos niveles de audiencia
entre los sectores definidos como su público preferencial, sectores me-
dios bajos y bajos de la ciudad y el gran Córdoba62.
Notas
1
Los datos del último censo provincial (2008) señalan que la ciudad tenía 1.309.536
habitantes registrando un crecimiento intercensal de 1,9% con respecto a la población
censada en el año 2001.
2
El ejido urbano alcanza los 576 km2 situándose como uno de los más amplios de las
urbes latinoamericanas. Guía Estadística de la Ciudad de Córdoba. http://www.cor-
doba.gov.ar/
3
La densidad poblacional de Córdoba es de 2.270 personas/km2 mientras que ciudades
similares, con la misma cantidad aproximada de habitantes, como Rosario, muestran
más del doble de densidad, 5.350 personas/km2. INDEC, Censo Nacional (2001).
4
“En Córdoba, la mitad de los desocupados lleva más de un año buscando trabajo”.
Diario Comercio y Justicia, 07-07-2011. http://www.comercioyjusticia.com.ar
100
5
“En Córdoba, estamos en un 18 por ciento de pobreza. Y un 8 por ciento de indigen-
cia”, comenzó Massei. “Ese es el cálculo que usamos para todos los programas que te-
nemos en el Ministerio de Desarrollo Social”. Declaraciones del ministro provincial de
Desarrollo Social. Artículo: “Para la Provincia, la pobreza en Córdoba triplica los índices
del Indec”. Diario Puntal, 4-10-2011. http://www.puntal.com.ar
6
El proyecto encarado por el Gobierno de la Provincia denominado Plan “Mi casa, mi
vida” se desarrolló en base a la construcción de los denominados barrios-ciudad, que
hasta el momento completan cinco y se localizan en áreas periféricas de la mancha ur-
bana. Estos barrios cuentan generalmente con centenares de vivienda (entre 200 y 500),
escuela, dispensario, plaza central, posta policial, centro comercial y otros espacios co-
munes, según las características propias de cada caso, como por ejemplo predios para
alojar caballos y carros. Los vecinos que habitan en estos barrios provienen de diferentes
asentamientos informales o villas miseria (Tecco y Fenández, 2005: 7). En la mayoría
de los casos, los procesos de traslado de los habitantes de las villas miseria a estas zonas
alejadas del centro ha reducido la posibilidad de que estos experimenten interacciones
heterogéneas que la anterior proximidad al centro posibilitaba.
7
Retomamos para la realización de esta caracterización lo desarrollado, fundamental-
mente, en la compilación de Milagros Ortiz (2009).
8
En las clases bajas y marginales el 39% escucha cuarteto; en las clases medias, el 28%;
en las clases altas, el 11%.
10
Se puede mencionar la dimensión de la cultura musical pero también, como señala
Blázquez, aparentemente habría tenido relación con la baja sensible de costos para con-
tratar la pequeña orquesta característica de cuarteto que implicaba los honorarios y mo-
vilización de sólo cuatro o cinco miembros en comparación con las grandes orquestas
típicas que movilizaban muchos mayores recursos y cantidad de músicos (Blázquez,
2008).
10
Con ciertos deslizamientos este tipo de operación de legitimación también ha sido parte
de las políticas oficiales del Estado Provincial en relación al género. En el año 2000 la
Cámara de Legisladores de la Provincia de Córdoba dejó establecido el 4 de Junio como
Día del Cuarteto. Dicha fecha conmemorativa toma como referencia al día en que su-
puestamente la primera orquesta de cuarteto, “La Leo”, habría desarrollado una presen-
tación en vivo en la emisora AM LV3, en junio de 1943 (Blázquez, 2008: 34).
Entendemos que esta instauración oficial parece desplazar, en un mismo movimiento, el
cuarteto de lo rural originario a lo popular-masivo, y de allí a lo cordobés, en tanto reco-
noce que el cuarteto es la música propia de la provincia. Pero entendemos también que
dicho estatus no pudo ser tal, hasta que el género no alcanzó las superficies mediáticas.
11
Blázquez sostiene que el cuarteto no puede ser considerado de origen estrictamente
rural sino que se trata de una música urbana desarrollada por sujetos con experiencia en
el trabajo formal y plenamente insertados en las dinámicas citadinas (2008: 41).
12
Además de los citados existen otros trabajos de investigación que mencionan las rela-
ciones entre cuartetos y medios, como Florine (2001), pero no conocemos trabajos que
analicen detenidamente este aspecto del fenómeno de la música de cuarteto.
13
“Bailables” era el nombre con el cual se designaba a los programas radiofónicos noc-
turnos en los que se difundía música apropiada para la danza, ejecutada en vivo en los
estudios de las emisoras (Blázquez, 2008: 55).
101
14
Para 1963, el 48% de los trabajadores de la ciudad de Córdoba eran empleados del
sector automotriz (Baldo et al., 2011: 16).
15
Primero, “La Leo” se presenta en 1973 en “Sábados circulares”, un programa de gran
audiencia y alcance nacional. Más tarde, en 1974, “Canal 12 de Córdoba se arriesga
con ‘La fiesta de los cuartetos’. Ya son famosos Coquito Ramaló y su cantante, Carlitos
Rolán y Berna” (Barei, 1993: 45).
16
Esta resolución fue implementada por el COMFER y dada a conocer como una de las
primeras medidas de la dictadura el 24 de marzo de 1976 (Barei, 1993).
17
Carlos la Mona Jiménez suele recordar que en ocasión del Mundial de Fútbol Argentina
1978, una de cuyas subsedes era Córdoba, “el gobierno militar retiró todas sus grabacio-
nes de las disquerías céntricas: ‘Ellos decían que era berreta y pusieron todos discos de
Beethoven’” (Blázquez, 2008: 61).
18
Grandes conjuntos como Chebere, Santamarina y Trulala se emplazan en estos lugares.
19
En los inicios de la década de los ochenta, Carlos la Mona Jiménez, separado de su tío
Coquito Ramaló, se lanzó como solista y comenzó a editar sus propios discos: con su
corte difusión “La flaca Marta” en 1984 vendió 140.000 unidades, cifra más que abultada
para la época (Barei, 1993: 40 y ss.).
20
Entrevista del autor a Gabriel Avalos, periodista especializado en cuarteto de la sección
cultural del diario La Mañana de Córdoba, junio de 2008.
21
Fue una actuación polémica por una serie de disturbios que se produjeron con sus pú-
blicos ya que se les impidió acceder a la plaza para escucharlo en vivo. Esta actuación
funcionó como disparador de diversos artículos periodísticos y académicos. Ver Schmu-
cler (1997), Hepp (1988).
22
En las elecciones provinciales que se desarrollan hacia finales de los ochenta la gran
mayoría de los actos de cierre de campaña cuentan con presentaciones en vivo de ban-
das o cantantes de cuarteto. Incluso se llega a plantear mediáticamente la posibilidad
de que Jiménez sea consagrado como candidato a gobernador de la provincia (Barei,
1993: 88).
23
Entrevista del autor con Gabriel Avalos (2008).
24
El conjunto Trulala es sin duda el más importante exponente de este tipo de propuestas
en la década de los noventa pero también lo es el conjunto La Barra (1994).
25
Considerando todos los artistas del género, se puede estimar que la inversión publici-
taria del cuarteto en la radio representaba entre el 15% y 20% del total de la pauta global
del medio, estimada –en 1996– entre catorce y dieciocho millones de pesos anuales (Cris-
tiano, 1996: 276).
26
“‘La gente sigue viniendo igual porque quiere olvidarse de sus problemas. Hoy más
que nunca usa cada pesito que le queda para divertirse’, señala el cantante cuartetero
[Carlos Jiménez]. Emeterio Farías, el empresario top del cuarteto, también destaca que
la cantidad de gente que concurre a los bailes es la misma. Sin embargo, aclara que se
han realizado algunos reacomodamiento de precios y que hay muchas más invitaciones
y concursos para incentivar al público”. Artículo periodístico “Que siga, que siga el baile”,
Sección Espectáculos, La Voz del Interior, 16-09-2002.
27
La Asociación Deportiva Atenas en General Bustos, el Club Sargento Cabral en San
Vicente, el Deportivo, Alas Argentinas, e incluso el más nuevo Estadio del Centro, son
102
algunos de esos puntos de referencia que han perdido su importancia relativa en el
mundo de los cuartetos.
28
Algunas razones circunstanciales de este proceso pueden estar relacionadas con el de-
nominado “efecto Cromañón”, a partir del cual algunos de los clásicos locales fueron in-
habilitados por la Municipalidad de Córdoba, acción que a su vez produjo una protesta
de los industriales del cuarteto. De todos modos, como contrapartida, los mismos agen-
tes municipales habilitaron locales de la zona del Abasto como Faruk y Palm Beach, que
representan nuevos escenarios de la movida cuartetera de reciente inauguración.
29
El conflicto habría estado originado en la lucha por la representación del joven cantante
Walter Olmos, considerado como el heredero de Rodrigo. Esta tensión se repetiría con
menor intensidad hacia 2008, por una situación similar pero con el cantante Damián
Córdoba.
30
A modo de ejemplo, vale decir que en el periodo comprendido por los últimos quince
años, hemos registrado sólo cinco tesis de grado de la carrera de Licenciatura en Comu-
nicación Social (ECI-UNC) que indaguen algún aspecto relacionado con las FM de la
ciudad y, en la mayoría de estos casos, se trata de trabajos que hacen referencia a una
emisora en particular sin inscribirla de manera más general en el escenario de radios de
la ciudad (Registro de la Biblioteca de la Escuela de Ciencias de la Información, UNC).
En la misma línea, no hemos podido relevar trabajos de investigación sobre el espacio
de emisoras FM de la ciudad, para el mismo periodo, en centros especializados de inves-
tigación como el Centro de Estudios Avanzados (CEA) o el Centro de Investigaciones
de la Facultad de Filosofía y Humanidades (Cifyh), ambos de la Universidad Nacional
de Córdoba. Setiembre 2011.
31
Particularmente nos referimos a las modificaciones del inciso E del artículo Nº 45, de
la Ley 22285.
32
En la ciudad de Córdoba en 1989-1990 se otorgaron 30 PPP y luego, en 1991, logra-
ron reinscribirse exitosamente 18 emisoras. De todas maneras, para esos años se contaban
más de 40 radios operando en el ejido de la ciudad. Artículo periodístico “Un concurso
y demasiados aspirantes”, Sección Espectáculos, La Voz del Interior, 15-03-99.
33
El gobierno de la Alianza (1999-2001) y la nueva intervención del COMFER decidió
la revisión de las licencias otorgadas por este Régimen de Normalización confirmando
157 y revocando 275 licencias FM de distintas categorías en todo el país (García Leiva,
2002: 10). En muchos casos, las licencias fueron ratificadas a pesar de los gravísimos vi-
cios administrativos del proceso con el pretexto de evitar altos niveles de litigiosidad que
implicarían las revocatorias y argumentando la baja conflictividad de las áreas de cober-
tura en las cuales finalmente se confirmaron licencias.
34
Según se desprende de los expedientes del COMFER, entre el mes de enero y el 7 de
diciembre de 1999 –tan sólo tres días antes del cambio de autoridades nacionales– se
adjudicaron a sociedades de este grupo seis nuevas licencias de FM para su explotación
comercial. Cinco de estas licencias fueron firmadas entre octubre y diciembre de 1999
(Martinez Luque, 2011).
35
“Para 2007, los principales grupos recaudaron algo más de $165 millones, repartidos
casi en partes iguales en la AM y en la FM. A la hora de contar los billetes, va primero
el grupo Hadad (Radio Diez, Mega, Amadeus, Pop y Vale), secundado por CIE (Rock
& Pop, Aspen, Blue, América y Metro), el Grupo Clarín (Radio Mitre, La 100 y Mitre
103
810) y Radiodifusora del Centro (Cadena 3)”. Artículo periodístico “Cadena 3, la cuarta
radio que más factura”, Revista Punto a Punto, 24-03-2008. www.papcordoba.com
36
En la ciudad de Córdoba hoy se puede estimar –mediante datos publicados y aceptados
por distintos referentes– que los dos grupos más importantes, Cadena 3 (AM 700, FM
106. 9, FM Popular y FM Córdoba) y Grupo Clarín - Mitre Córdoba (AM 810 Mitre
Córdoba, FM Mitre Córdoba, FM Mía, FM La 100) concentran más del 65% de la au-
diencia (sumadas FM y AM) y más del 80% de la facturación publicitaria. De esta ma-
nera, según los parámetros del Coeficiente de Concentración de Medios (CR4),
presentado por Mastrini y Becerra (2006), cuando los primeros cuatro actores concentran
el 50% de la facturación y de la audiencia se puede hablar de un mercado altamente
concentrado. En ese marco, a partir de los datos mencionados, podemos afirmar que el
grado de concentración del mercado radiofónico cordobés es extremadamente alto.
37
Entre este tipo de radios podemos mencionar a emisoras como FM UTN, FM Sur,
FM La Ranchada, FM Libre y Radio Revés (ECI-UNC). En los últimos años, se han
sumado algunas otras experiencias como la FM Cotolengo Don Orione –fundada en
2007– y las incipientes FM La Quinta Pata (año 2009, Bº San Vicente) y Che Radio
(año 2010, Bº Ampliación Yapeyú).
38
Entre estas emisoras se puede mencionar especialmente a Radio María (Iglesia Católica
Argentina; Arzobispado de Córdoba).
39
Para el desarrollo que aquí presentamos, hemos retomado investigaciones académicas
como las encabezadas por María Cristina Mata (1993, 1996, 1997, 2003), trabajos pro-
pios (Martinez Luque, 2006, 2008a, 2011) e información periodística relevada en medios
especializados y de interés general.
40
PPP Nº 583, reinscripto bajo el Nº 829.
41
Artículo periodístico “Vorterix patea el tablero”, La Voz del Interior, 28-03-2012.
http://vos.lavoz.com.ar
42
Entrevista a José Reyna, miembro del staff de programa periodístico de la primera ma-
ñana de Radio Suquía (Mata, 2003).
43
http://www.federacioncordobesafutbol.com/ Noticias Institucionales, 29-09-2011.
44
http://www.cba.gov.ar/
45
“La radio no tiene ningún interés en desarrollar una estructura informativa durante el
resto de la programación [aparte del programa ‘Primera Hora’]. No hay un sistema in-
formativo ni un esquema de producción informativa adentro de la radio”. En esa línea
se afirma que “es una radio esencialmente de entretenimiento, de compañía que se ocupa
esencialmente de difundir música (…)” y “la naturaleza de la radio es entretener, difundir
la música del cuarteto”. Entrevista a José Reyna, miembro del staff de programa perio-
dístico de primera mañana de Radio Suquía (Mata, 2003).
46
“Hay un director que es Emeterio Farías, que es el que maneja la radio, por quien en-
tran y salen todas las decisiones que se toman”. Entrevista a José Reyna, miembro del
staff del programa periodístico de primera mañana de Radio Suquía (Mata, 2003).
47
Artículo periodístico “Cuando nació la Popular era una copia exacta de Suquía”.
http://www.kuarteto.com/noticias/2006/masnoticias
48
Artículo periodístico “Un nuevo cambio en las mañanas”, Sección Artes y Espectáculos,
La Voz del Interior, 8-8-1994. www.lavoz.com.ar
104
49
“Héctor Ciabattoni seguramente quedó muy conforme al ver las últimas mediciones
de Ibope para las radios cordobesas: Para todos, su programa de Radio Suquía, es el se-
gundo en audiencia detrás de Juntos en la franja de 9 a 13”. Artículo periodístico “Salto
a fuerza de rating”, Sección Espectáculos, La Voz del Interior, 8-08-2007.
www.lavoz.com.ar
50
Artículo periodístico “Un nuevo cambio en las mañanas”, Sección Espectáculos, La
Voz del Interior, 8-08-2007. www.lavoz.com.ar
51
Según mediciones Ibope publicadas en el matutino local La Voz del Interior. Artículo
periodístico “Radio en Córdoba: números sin sorpresas”, Suplemento Vos, La Voz del
Interior, 27-06-2011. http://vos.lavoz.com.ar
52
Según se desprende de los expedientes del organismo, este hecho implicaba una viola-
ción de la por entonces vigente Ley de Radiodifusión Nº 22285. En particular se in-
cumplía el inciso b) del artículo 43 que establecía que las mismas personas físicas no
podían ser licenciatarios de más de un servicio de radio en una misma localización. Re-
solución COMFER 1548/2001 y 721/2002.
53
Defilippi fue presidente del Banco Denario fundido a principios de la década de los
ochenta. Tras ese suceso, emprendió negocios de informática y de exportación sin dejar
nunca su participación en negocios vinculados a las finanzas y la Bolsa de Valores. Ac-
tualmente figura como agente oficial de la Bolsa de Valores de Córdoba, como parte del
Grupo del Plata, integrado por Gustavo Eduardo Defilippi y Gustavo Defilippi. Además,
su cuñado es Horacio Parga, propietario de una importante firma inmobiliaria, Edisur
SA (Martinez Luque, 2006).
54
El buffet que encabeza, Ferla-Muzzi, representa a las empresas del Grupo Roggio (In-
mobiliaria Alvear, Aguas Cordobesas, Metrovias, CET) y a los bancos Patagonia, Macro,
Galicia, HSBC, entre otros (Llorens, 2012).
55
Guía Diplomática. http://www.mrecic.gov.ar/
56
www.uic.org.ar
57
Estas estimaciones han sido realizadas a partir del registro de publicidades que confec-
cionamos como parte del análisis del discurso de esta emisora. Los valores del segundo
publicitario se encuentran publicados en la página web de la emisora. A su vez, hace al-
gunos años realizamos una estimación de similares características con resultados casi
idénticos (Martinez Luque, 2008a).
58
Entrevista personal del autor con un exempleado jerárquico de la empresa. Por cues-
tiones de orden personal, el entrevistado ha solicitado que su identidad no sea divulgada
(Martinez Luque, 2006).
59
Este funcionamiento habría generado disputas internas de distinto tipo entre aquellos
que gestionan las FM (100.5 y FM Popular) y los directivos del grupo. En esa línea, son
conocidos los conflictos de los conductores Mario Pereyra y Rony Vargas con colegas de
las FM, como habría sucedido con Héctor Ciabattoni. Esta cuestión en particular habría
determinado su alejamiento en febrero de 1999 y su radicación en la competencia, FM
Suquía.
60
El gobierno de Néstor Kirchner renovó esta y otras concesiones sin mayores revisiones
en el año 2006.
61
En la primera etapa destacan Omar Pereyra y Héctor Titi Ciabattoni. Ambos con una
105
importante experiencia radiofónica pero sin antes haberse desempeñado en emisoras de-
dicadas al género del cuarteto. Artículo periodístico “Pereyra y Zuliani, herederos en
vida”, Día a Día, 15-05-2009. www.diaadia.com.ar. Héctor Titi Ciabattoni en
http://www.ascenso-cuartetero.com.ar/notas/TitiCiabattoni.htm
62
Según mediciones Ibope publicadas en el matutino local La Voz del Interior. Artículo
periodístico “Radio en Córdoba: números sin sorpresas”, Suplemento Voz, La Voz del
Interior, 27-06-2011. http: //vos.lavoz.com.ar.
106
Capítulo IV. Las programaciones
Programación semanal
FM Popular (2010-2011)
Lunes a viernes
107
Sábados
Domingos
108
A partir de la tarde del día sábado esta propuesta incorpora otros
programas, pero articulados en torno a los mismos géneros radiofónicos,
es decir a la estrategia comunicativa dominante vinculada a lo musical.
Como se podrá observar, la continuidad y homogeneidad de la progra-
mación en tanto matriz comunicativa es muy marcada en este caso.
FM Popular (2010-2011)
Total semanal
Cantidad Duración
109
pecto con mayor detenimiento en la dimensión referencial que desarro-
llamos más adelante.
En este marco, observamos que el perfil de la emisora es claramente
musical (81% de los minutos emitidos) con especial predominancia du-
rante los días de fin de semana.
Por otra parte, la sistematicidad de la programación, ya marcada
por los momentos en que es situado cada bloque, es acentuada por la
separación entre las distintas horas del día, sea dentro de cada programa
o hacia el final de estos, por la emisión de flashes noticiosos, por un
lado, y por la emisión de la pieza de artística institucional central de la
emisora, por otro lado. Cada uno de los flashes, si bien es desarrollado
por los mismos locutores que se encuentran al aire en ese momento,
tiene fuertes marcas de su carácter institucional al ser producidos de
manera manifiesta y exclusivamente en base a información publicada
en la página web del grupo Cadena 3.
A su vez, este carácter marcadamente estructurado de todos los ele-
mentos de la programación se puede observar en el desarrollo sistemá-
tico y riguroso de las tandas publicitarias en los mismos momentos de
cada programa sin importar la franja horaria: a los 15, 30 y 45 minutos
de cada hora.
Además de estas características, llama la atención que la programa-
ción de toda la emisora se resuelve solo con seis locutores que están pre-
sentes a lo largo de todo el día, durante toda la semana. Excepto el caso
del principal conductor, Héctor Ciabattoni, que no se desempeña du-
rante los domingos. El mantenimiento de las mismas voces se verifica
también durante los diferentes períodos de licencias de locutores que
hemos podido relevar en el discurso analizado. En esa línea, aquellos
que se ausentan del aire, por distintas razones, son reemplazados por lo-
cutores que ya son conocidos y que se desempeñan en otros programas
de la emisora. Este modo de funcionamiento, además de favorecer un
criterio de continuidad, cercanía y familiaridad de las voces con las au-
diencias, también se muestra como clara marca de los férreos modos ad-
ministrativos y organizativos de la institución y de las condiciones
materiales en las se desempeñan sus trabajadores (Martinez Luque,
2006, 2008a).
Por otra parte, es necesario señalar que el plantel de voces que puede
escucharse está compuesto por tres hombres e igual cantidad de mujeres.
No obstante, son las voces masculinas las que ocupan las horas de mayor
110
importancia, según las pautas de consumo reconocidas en nuestro ám-
bito. De esta manera, la mañana central, la siesta-tarde y la tarde-noche
son horas articuladas por voces masculinas mientras que las horas de la
primera mañana (6:00-8:00), noche (20:00-24:00) y la madrugada
(24:00-6:00) son ocupadas por voces femeninas.
Lunes a viernes
111
Sábados
02:30 a 06:00 Fiesta cuartetera María Fernanda Morfino
06:00 a 08:00 Intermedio musical ——
08:00 a 12:30 La mitad más uno Edgar Moreno
12:30 a 16:30 Micros ——
16:30 a 19:30 Propuestas Armando Miguel Montoya
19:30 a 23:00 La vida es color de rosa Bruno Espinosa
23:00 a 00:00 Rumbo al baile Eduardo Barrios Duran
Domingos
112
segmentos de la programación de fin de semana, muestran, en ese sen-
tido, fuertes marcas de productos independientes que rentan su espacio
y desarrollan desde allí sus propuestas comunicativas. En estos casos, se
observa un menor nivel de desarrollo de los principales ejes estilísticos,
musicales, temáticos, en particular, y comunicativos, en general, del
resto de la propuesta de la emisora.
A su vez, durante el fin de semana se emiten bloques, nombrados
como “Intervalos musicales”, que no presentan conductores a cargo.
Este tipo de unidades suelen ser situadas como modo de cubrir horas
de programación que no logran ser producidos de otra manera o con
otro tipo de proyectos.
Por otra parte, vale la pena remarcar que, si bien al finalizar cada
programa se emite el spot o cuña institucional central, la ausencia de
flashes informativos de producción institucional, excepto en “La mitad
más uno”, diluyen el “efecto institución”, es decir, la construcción de la
emisora como un actante individualizado (Fernández, 2004: 30) a lo
largo de la programación.
Estos distintos elementos dejan entrever un menor nivel de insti-
tucionalidad de las prácticas de programación, cuestión que diferencia
marcadamente las características de esta propuesta con respecto a la ya
descripta Radio Popular.
En este contexto, esta programación presenta un mayor grado de
diversidad durante la semana con respecto a la propuesta de Radio Po-
pular. Esta situación se verifica fundamentalmente por la presencia, de
lunes a viernes, de dos programas de tipo informativo y por la inserción
de programas ómnibus y de entretenimiento, con marcas de externali-
dad, durante los fines de semana. De todos modos, si bien en menor
medida, al igual que sucede con la oferta comunicativa de Radio Popular
las propuestas de Radio Suquía están dominadas por el género musical.
113
Programación por tipo de género
FM Suquía
Total semanal
Cantidad Duración
Entretenimiento 1 5% 420’ 5%
114
ductoras principales en horarios de menor relevancia y con programas
de corta o mediana duración. Al igual que en Radio Popular, se eviden-
cia una fuerte predominancia de las voces masculinas por sobre las fe-
meninas como soporte de los aspectos verbales del discurso.
115
mar que el perfil de la programación de ambas emisoras es claramente
musical, ya que un porcentaje mayoritario de las unidades de análisis
mencionadas se estructuran en base a este tipo de género.
La homogeneidad en todos los niveles de la dimensión que anali-
zamos debe ser comprendida en su particularidad pero también situada
como parte de la tendencia general que se desarrolla en las emisoras FM
locales. En esa línea, aunque dicha orientación está vinculada entre otras
cuestiones a las lógicas comerciales y empresariales desde las cuales se
gestionan la mayoría de las emisoras de este tipo, cabe aquí remarcar,
por un lado, en torno a qué elementos se estructura la homogeneidad
y, por otro lado, señalar que ésta no implica ineficacia interpelativa. Es
decir, que esta caracterización se construye como parte de los elementos
necesarios para comprender las estrategias de constitución de los públi-
cos de estos medios.
En línea con lo dicho, de modo general, tanto los tipos de organiza-
ción de la programación como los géneros y las temáticas dominantes
establecen una continuidad que alude a jornadas de trabajo, de ocupa-
ciones, que no pueden implicar una escucha atenta y sin interrupciones.
Estas continuidades acogen un tipo de escucha que está hecha de frag-
mentos, de pausas, de apuros y de preocupaciones que demandarían la
atención de los destinatarios. Así, estas programaciones suponen la adap-
tación a las formas y tiempos de una cotidianeidad que requiere esfuerzos
y cuidados que no pueden estar destinados exclusivamente a la radio. La
radio acompaña y se adapta. Desde allí, desde este lugar de ausencia de
exigencias y demandas, parece construir su gran predisposición, su con-
fiabilidad y su apertura a las necesidades de los oyentes que quieran o
necesiten escucharla. De este modo, estas propuestas, en el marco de las
lógicas globales de la radio en su competencia con otros medios, no pue-
den ni requieren ser demandantes. Por el contrario, se definen como ami-
gables, cercanas –opuestas a lo extraño– y predispuestas al encuentro.
Finalmente, a partir del análisis de esta dimensión, nos interesaría
enfocar algunos elementos iniciales que podemos visualizar sobre las ca-
racterísticas generales del destinatario prefigurado.
Por una parte, desde las estrategias comunicativas dominantes en
las programaciones y el modo en que son situados y estructurados los
diversos programas, se pueden señalar aspectos sobre los usos del medio
radiofónico que se le atribuyen al destinatario. En esa línea, la radio se
construye fundamentalmente como compañía, recreación y fuente de
116
información promovida desde los géneros dominantes como el musical
y, en menor medida, el ómnibus y los informativos.
En este marco, también es necesario señalar la uniformidad de in-
tereses a ser satisfechos a través de este medio que se le asignan a los des-
tinatarios construidos. A este respecto se puede mencionar la cuestión
de la música –con fuerte preeminencia del cuarteto–, el mundo del fút-
bol y otras temáticas de orden general, como las vinculadas a la política,
decisiones de estado y hechos policiales, entre otros.
Estos últimos aspectos se presentan en menor medida, o si se quiere
circunscriptos a las necesidades construidas como tales que buscan sa-
tisfacerse desde la mañana bien temprano. Desde allí se perfila un des-
tinatario al que le interesará acceder a información sobre la realidad
social de modo global: policiales, accidentes viales e inseguridad, eco-
nomía, salarios y consumo, así como aquellas informaciones relevantes
de conflictos o dificultades en la prestación de servicios públicos. De
esta manera, estas emisoras se proponen como espacio de acceso a infor-
mación útil y variada para la reproducción de la vida social.
En ese sentido se observan programas que, con distintos acentos,
articulan sus propuestas informativa-referenciales en relación a cues-
tiones vinculadas a las ocupaciones y obligaciones de diverso tipo –fechas
de pago, trámites y gestiones– y también a aquellas que se relacionan
con aspectos propios del ocio y el entretenimiento –lugares, fechas y ho-
rarios, precios de entradas, transmisiones mediáticas de eventos musi-
cales y deportivos, entre otras–. Es decir, temas que se delinean como
necesarios para saber qué es lo que sucede en la ciudad y sobrellevar
las falencias y dificultades de una gran urbe en constante crisis como
Córdoba, pero también propios de una oferta cultural amplia, basada
en el entretenimiento.
Así planteado, desde estos segmentos parecen incluirse, preponde-
rantemente, las imágenes de destinatarios de franjas adultos y adultos
jóvenes, sin una pertenencia social claramente definida.
De manera complementaria, también pueden reconstruirse aspectos
generales de las rutinas de los destinatarios, atribuidas o supuestas. En
ese sentido, ambas emisoras –aunque a su modo– marcan los momentos
del día de casi idéntica manera. Así, la nueva jornada comienza, o puede
hacerlo, a las 6:00 con el acompañamiento y la información de los pro-
gramas de primera mañana; la actividad, de cualquier tipo, se desarrolla
marcada principalmente por los ciclos que comienzan a las 8:00 y se
117
puede estipular una suerte de pausa, repositora de energías, de descanso
o de almuerzo en torno a la finalización de dichos programas cerca de
las 12:00. Asimismo, estas programaciones parecen implicar días labo-
rales o de actividades en el hogar que comienzan a cerrarse alrededor de
las 17:00 o 18:00, también reguladas por los horarios de inicio de los
programas vespertinos. Finalmente la noche y pleno momento de ocio
o de presencia en el hogar se construye en las franjas que van desde las
19:00 hasta las 00:00.
En particular es interesante señalar que, si bien las pautas de hora-
rios de inicio de jornada son similares en gran cantidad de emisoras lo-
cales (6:00), no es común la clara demarcación de las 12:00 o 12:30
como límite de desempeño de tareas o inicio de momentos de descanso.
Quizás este aspecto es el que nos hable con mayor claridad del destina-
tario construido, en tanto y en cuanto parece remitir, por un lado, a
una estructuración del horario de un almuerzo temprano, y por otro
lado, a la necesaria pausa de jornadas laborales de prematuro inicio y
que refieren a tareas de importantes esfuerzos físicos como los propios
de la industria o la construcción, entre otros.
En la misma línea, la estructuración de los programas nocturnos y
de madrugada correspondientes a los fines de semana anticipan e incluso
promueven de manera muy clara rutinas de entretenimiento y diversión
vinculadas fundamentalmente con las prácticas de asistencia a los bailes
de cuarteto o espacios de recreación con similares características. De
esta manera, es significativa la construcción de estos segmentos de pro-
gramación como parte de las tramas nocturnas y festivas cuarteteras.
Estas franjas horarias se estructuran como modo de acompañar la di-
versión y la festividad nocturna, que –aunque por fuera del espacio del
baile de cuarteto– buscan configurarse con lógicas que se proponen
como similares: desde allí se puede bailar, divertirse pero también satis-
facer las necesidades que se tramitarían en los bailes de cuarteto, como
las de tipo eróticas o amorosas en el lugar que se esté. Esto último sucede
con mayor fuerza en las propuestas de Radio Suquía, en programas
como “Fiesta cuartetera” y “Super bailable”.
De modo particular, en relación con estos segmentos, los destina-
tarios adquieren claras características juveniles o adulto-juveniles, y ten-
dencialmente inscriptos en las franjas de sectores populares como
asiduos asistentes a estos eventos bailables.
Así, a partir de los elementos trabajados, podemos plantear que estas
118
programaciones prefiguran, de manera primordial, a sus destinatarios
como sujetos jóvenes y adultos-jóvenes, dejando de lado a otras franjas
etarias como niños y adultos mayores. Estos últimos solo parecen en-
contrar algún espacio en propuestas de primera mañana o particulares
de fin de semana.
119
120
Capítulo V. La realidad en construcción
En este apartado nos interesa aproximarnos a las temáticas que, por can-
tidad de ocurrencias, adquieren legitimidad en el discurso de la emisora,
así como aquellas figuras que son construidas como actores de éstas. En
esa línea intentamos caracterizar de modo general la imagen de realidad
que se construye en estos discursos y desde allí la representación que se
busca proponer.
Particularmente le hemos prestado atención a los temas referencia-
dos, los actores reconocidos como protagonistas de acciones y las carac-
terísticas que se les atribuyen a estos. También hemos analizado los
ámbitos espaciales (local, nacional o internacional) predominantes en
relación a las temáticas articuladas en el discurso de las emisoras (Mata
y Scarafía, 1993: 45-51).
En el caso de Radio Popular es necesario tener en cuenta, como ya
hemos mencionado, el fuerte marco institucional de Cadena 3 en el tra-
tamiento y presencia de ciertos temas a través de la sistematicidad de
los flashes de noticias de cada hora a lo largo de toda la programación.
En esa línea, gran parte de la enunciación periodística se construye en
articulación fuerte con la emisora principal del grupo.
En el discurso de Radio Suquía, por su parte, los flashes de noticias
se restringen únicamente a la programación matutina de lunes a sábado,
por lo que desde esta dimensión el efecto institucional se ve debilitado
en comparación con lo señalado para Radio Popular. Sin embargo, en
la programación matutina Radio Suquía propone un vínculo de tipo
periodístico con las temáticas referenciadas a partir del dispositivo del
móvil en vivo; es decir, la toma radiofónica directa desde –supuesta-
mente– las calles de la ciudad. Este aspecto le permite a estos segmentos
discursivos proponer un efecto de mayor interpenetración con la reali-
121
dad social que el de FM Popular, que carece de cualquier tipo de con-
tacto en vivo con el exterior radiofónico, más allá del que se produce
por la intervención de sus oyentes.
122
Temáticas referenciadas comparadas por emisora
FM Suquía FM Popular
Solidaridad 1% Autorreferencial 2%
(6) (vida de los conductores) (14)
123
FM Suquía FM Popular
Autorreferencial 0%
(vida de los conductores) (1)
Mundo laboral 0%
(2)
Interés general 5%
(41)
Otros 2%
(16)
Total 100%
(752)
124
Por un lado, aquella que hemos reconstruido alrededor de la mú-
sica, los espectáculos y eventos bailables. Especialmente relacionado al
mundo del cuarteto, pero no exclusivamente en Radio Popular, este
tema atraviesa todos los segmentos y se muestra como una cuestión que
se propone de enorme relevancia y ordenadora del discurso de las emi-
soras. Así, se tematizan la realidad de las bandas y los cantantes, sus lan-
zamientos musicales, sus próximas presentaciones, y en menor medida
sus situaciones personales y realidades laborales y económicas. También
emergen las historias de bandas y cantantes actuales así como de aquellas
que ya han desaparecido o están gestionando su relanzamiento. Este úl-
timo aspecto se muestra como una huella discursiva relevante sobre las
características etarias, las competencias, los saberes e intereses sobre el
desarrollo histórico del género de cuarteto que se les atribuyen a los des-
tinatarios.
El nivel de presencia de esta temática y su modo de desarrollo parece
también funcionar como un operador de legitimidad para el enunciador
y para la representación de la realidad que se propone. En ese sentido,
las referencias al vínculo biográfico y profesional de los conductores con
el mundo del cuarteto y sus referentes son permanentes.
Por otro lado, aparecen como contenido transversal y con gran rele-
vancia los temas relacionados con el deporte y especialmente con el fútbol.
Sobre este aspecto, el desarrollo se centra en los resultados de los encuen-
tros de las distintas categorías de los torneos nacionales en los que parti-
cipan equipos locales, el fútbol internacional y, de manera fuerte, el
desempeño de los jugadores de distinto orden. En las muestras analizadas
esta presencia es de mucha mayor importancia en Radio Suquía.
El fútbol ocupa en estos discursos el lugar de narración dominante.
De este modo, al igual que sucede en la escena mediática y cultural con-
temporánea más amplia de nuestro país, y a falta de otros relatos, in-
clusivos, dadores de sentido, el fútbol parece emerger de manera
expansiva e indetenible (Alabarces, 2002a: 22) como ordenador de las
experiencias satisfactorias de enunciadores y destinatarios. Y, desde allí,
como temática de referencia obligada.
En otro plano, estos discursos proponen un esquema de clasifica-
ciones y jerarquías a través de las cuales, por un lado, se plantean los
temas serios –periodísticos– sobre los cuales se informa, desde un estilo
de locución vinculado primordialmente con la lectura. Y, por otro lado,
los temas no serios o de menor relevancia social sobre los cuales se puede
125
discutir, dialogar, bromear durante el desarrollo de los programas, es
decir vinculado con una estilo de fuerte oralidad, pero que carecerían
de importancia o valor desde una perspectiva racionalista1.
En este sentido, se puede observar la construcción de registros di-
ferenciados que podrían ser relacionados con, por una parte, la radio
como medio que permite satisfacer necesidades informativas propias de
sociedades complejas, en las que la información se ha tornado una ne-
cesidad. Y, por otra parte, la radio como espacio de puesta en común y
encuentro con temáticas que tienen que ver con lo que es de gusto, di-
vierte y recrea a los oyentes.
En esa línea, marcadas por las necesidades informativas que la propia
agenda mediática promueve y construye, la presencia de las temáticas se-
rias permite entender que estas radios elaboran sus agendas teniendo como
horizonte brindar indicaciones para facilitar la vida de sus oyentes (Mata,
1988). Así, a pesar de las características notablemente musicales de estas
propuestas, estas emisoras buscan ocupar un espacio en el escenario me-
diático como medios de utilidad y relevancia para la vida diaria en la ciu-
dad y no exclusivamente como espacios de recreación y diversión.
Esta complementariedad de registros quizás es más clara en Radio
Popular que en Radio Suquía ya que en esta última los temas serios-in-
formativos no encuentran lugar en gran parte de la programación, es-
pecialmente vespertina, nocturna y de fin de semana.
Ahora bien, de modo más general es interesante activar aquí las pre-
cauciones que podrían tentarnos a pensar que la fuerte presencia de los
temas vinculados a la música de cuartetos y el fútbol, forma parte ex-
clusiva de la configuración de ofertas comunicativas que pretenden ar-
ticular aspectos de interés para los sectores populares cordobeses. De
todas maneras, sin prescindir de dicho principio interpretativo, junto
con Alabarces situamos la alta presencia de estas temáticas en el marco
de procesos más amplios de legitimación de géneros y temas que, du-
rante la década de los ochenta, parecían hablarnos del drama del reco-
nocimiento de los sectores populares latinoamericanos, parecían
nombrar los modos de existencia de “lo popular en lo masivo”, al decir
de Martín Barbero (1987).
Por el contrario, en la actualidad y tras el fuerte avance neoconser-
vador de la década de los noventa, tal supuesto se transformó drástica-
mente. La amplia y homogénea legitimación de dichos géneros y temas
–que en el caso del cuarteto hemos descripto como condición de los
126
discursos que analizamos– nos habla de su captura por la administración
simbólica de la hegemonía. En esa línea, cuando las desigualdades ma-
teriales y simbólicas se hacían más flagrantes y radicales, la telenovela,
el carnaval y localmente el cuarteto, fueron articulados como espacios
de representación de la gente común, como parte de una trama de falso
igualitarismo o “plebeyismo hegemónico”, en la cual supuestamente
todo podía ser dicho y oído, sin espacios para los conflictos y clivajes
(Alabarces, 2006).
Enmarcar las temáticas dominantes de los discursos que analizamos
como parte de estos procesos más generales, que entendemos a grandes
rasgos vigentes, permite situarlos en las condiciones sociales y discursivas
más amplias y por ello valorar su papel como parte de la hegemonía ge-
neral, y de la hegemonía discursiva, en particular.
127
y sus dirigentes como parte relevante de la realidad referenciada. En
Radio Suquía estos sujetos están presentes pero con una importancia
mucho menor.
Por otra parte, adquieren menor relevancia otros actores como em-
presas y empresarios, dirigentes deportivos, la Policía –en tanto institu-
ción y miembros de esa fuerza– así como aquellos que son nombrados
como criminales o delincuentes, entre otros.
FM Suquía FM Popular
128
FM Suquía FM Popular
Medios de 1% Participantes de 1%
comunicación / (5) protestas (9)
periodistas
Trabajadores 0% Vecinos 0%
(en general) (2) (3)
Vecinos 0% Trabajadores 0%
(2) (en general) (2)
Otros 2% Artistas 0%
(15) (3)
Organismos 0%
internacionales (1)
Total 100%
(651)
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento realizado.
129
Con respecto a las características que se les atribuyen a los actores
personalizados es notoria, en el discurso de ambas emisoras, la homo-
geneidad de dichas propiedades. En primer lugar, de manera casi exclu-
siva, los protagonistas principales de las acciones referenciadas son
sujetos de género masculino.
En segunda instancia, son construidos como actores individuales
que no forman parte ni son reconocidos como integrantes de colectivos
más amplios.
A su vez, la referencia de actores pertenecientes a la franja etaria
de los adultos es muy nítida, dejando fuera de la representación pro-
puesta a los adultos mayores, los jóvenes y los niños quienes logran
una presencia ínfima como protagonistas de acciones. Esta última ten-
dencia es más fuerte en el discurso de Radio Popular que en el de
Radio Suquía.
130
en los cuales éstas no tienen participación posible. Este tipo de te-
máticas, a pesar de que son construidas como aspectos de la realidad
que intervienen en la vida de todos, son protagonizadas y gestionadas
por otros.
También parece relevante destacar que adquieren una importante
presencia determinados temas –música, eventos musicales y bailables,
fútbol, mundo de los medios– que son situados como aspectos espe-
cialmente significativos de la realidad configurada. Se les asigna peso
propio y relevancia para los destinatarios, pero también el protago-
nismo de estas esferas está restringido a unos pocos actores. En estos
casos esos otros son cantantes, músicos, bandas musicales, futbolistas
y personajes mediáticos.
En este marco, y considerando de manera especial que el ámbito
de lo local se muestra como de gran peso en los discursos analizados, es
de destacar la escasa presencia de figuras relacionadas con los actores
que se encuentran por su situación económica, social o cultural en po-
siciones de subalternidad frente a diversos poderes. Estos sujetos, parte
de lo que podemos nominar como mundo de abajo, gente común o
mayorías sociales, representados ya sea como trabajadores, vecinos, usua-
rios e inclusive como meros oyentes de estas emisoras, alcanzan una pre-
sencia de muy baja intensidad en tanto personajes activos de la realidad
o como protagonistas de acciones de relevancia.
Este tipo de sujetos parecieran sólo encontrar algún espacio de re-
presentación a partir de la categoría que hemos construido de sujetos
particulares, designados desde nombres propios o simplemente como
particulares, personas o individuos, inscriptos fundamentalmente como
parte de hechos policiales o de accidentes viales, en la ciudad o en las
rutas de la provincia. De todos modos, la mencionada categoría no ne-
cesariamente remite de manera exclusiva al tipo de sujetos que nos in-
teresan pero, al parecer, es solo desde allí que pueden ser incluidos y
referenciados. Valga subrayar que en muchos de estos casos esta refe-
rencia implica la condición de víctima.
Estas verdaderas operaciones discursivas de exclusión de ciertas en-
tidades e inclusión en otras, implican la caracterización de los sectores
populares como actores fundamentalmente pasivos.
De esta manera, la flagrante operación de exclusión social de los
sectores populares de la ciudad junto con las fortísimas oclusiones de
género –de las mujeres–, y también etarias –de los jóvenes, los niños y
131
los adultos mayores– de la realidad representada delinean un espacio pú-
blico reducido y restringido.
Reducido, dado que allí solo adquieren visibilidad cierto tipo de
problemáticas y temas. Restringido, porque el espacio de representación
y la visibilidad que implica se muestra reservado para actores vinculados
al ámbito del Estado y la política, por un lado, y relacionados con el
mundo de los medios, la música, el espectáculo y el deporte, por otro
lado. Dichos sujetos, a su vez, redundan en la pertenencia al género
masculino y a la franja etaria adulta. Al parecer, en estos discursos solo
ellos están bañados de la legitimidad necesaria, por distintos caminos,
para ser parte de lo público y lo común representado.
En este marco, la pretendida ruptura de las censuras culturales que
habilitan la amplia difusión de temáticas supuestamente populares como
el fútbol o el mundo del cuarteto se ven cuestionadas por la falta de vi-
sibilidad de los sectores populares como actores en lo público. Este pro-
ceso no solo implica una caracterización de estos como pasivos, sino
también la dificultad de ser concebidos como sujetos que encarnen, le-
gítimamente, “prácticas litigiosas” y por lo tanto políticas (Mouffe,
1993) en el espacio de lo común. La representación de estos sujetos
como actores de demanda, reclamo o protesta de cualquier tipo es ten-
dencialmente excluida de la realidad referenciada.
En última instancia, estas operaciones de exclusión y limitación dis-
cursiva que condicionan la posibilidad de que los sectores populares
sean representados como actores sociales, políticos y culturales de nues-
tra sociedad, hablan no solo de estas configuraciones de sentido parti-
culares –los discursos de Radio Popular y Radio Suquía– sino que
también aluden a las características de la hegemonía discursiva. Es decir,
las desigualdades de acceso a la representación y el derecho al simbo-
lismo de estas franjas sociales.
Al mismo tiempo, y de manera articulada, se muestran como indi-
cadores de la continuidad y reafirmación de exclusiones más amplias y
globales en la hegemonía social de la ciudad.
Notas
1
Guillermo Sunkel, entre otros, ha indagado cómo esta escisión entre “lo serio y aquello
que carece de valor” se reproduce y desdibuja en la prensa popular chilena (Sunkel, 2003:
277).
132
2
Parte de la muestra de esta emisora fue registrada en los días lunes 27, martes 28 y
miércoles 29 de junio de 2011, es decir los días posteriores al domingo 26 de junio en
el que el Club Belgrano de Córdoba jugó contra River Plate el segundo partido de la de-
nominada “Promoción” para definir el ascenso al Torneo de Primera División y el des-
censo al Torneo Nacional B de fútbol. Seguramente no es necesario recordar el fuerte
impacto general y en la agenda mediática en particular que tuvo el descenso de categoría
del equipo porteño. Del mismo modo, los medios de Córdoba dieron a dicho evento
deportivo especial prioridad en sus agendas.
133
134
Capítulo VI. La construcción de los enunciadores
135
cana a los tres minutos y medio, que versa sobre la radio, sus caracterís-
ticas y la relación que ésta propone a sus oyentes.
Esta pieza, gracias al formato canción con el cual está concebida,
articula la intervención conjunta y coordinada de los cantantes más im-
portantes del género de cuarteto, como Carlitos Jiménez, Damián Cór-
doba y Javier Brizuela, del grupo La Barra. Estas diferentes voces tienen
su espacio dentro de la canción –acorde con el estilo musical interpre-
tativo de cada uno–, de modo que puedan ser especialmente reconoci-
bles al tiempo que en algunos segmentos de la pieza también se unen a
otros intérpretes de menor reconocimiento para desarrollar fragmentos
en común. Cada uno de estos artistas se constituye en verdaderos enun-
ciadores dentro de la narración producida por la emisora y proponen,
al mismo tiempo, una imbricación entre estos otros sujetos de palabra
y la radio. Puede entenderse que la propuesta de sentido se trata, en de-
finitiva, de una imbricación entre el mundo industrial del cuarteto, re-
presentado por los cantantes, y Radio Popular.
A su vez, esta pieza central de artística está definida por la inserción
de un narrador principal que le da marco a todo este relato institucional.
Se trata de la voz del locutor Mario Pereyra –conductor principal de la
radio central y accionista de Cadena 3–, quien desarrolla una escueta
pero medular función de presentación de la pieza, su carácter y sentido.
La historia que se le atribuye a esta figura y su relación con la ciudad,
con la música popular y con el medio radiofónico habilitaría a Pereyra
para legitimar su presencia en una emisora en la cual no cumple ninguna
función explícita.
(Mario Pereyra)
(Carlos Jiménez)
(otros cantantes)
Una romántica voz, una canción popular
136
Esa palabra de amor, que te acompaña hasta hoy
Que no te va a abandonar
Siempre te invita a vivir en la mañana de sol
Y por las noches también cuando está tibia la piel
(Mario Pereyra)
137
Construcción de la radio y el programa como enunciadores
FM Popular
Totales 100%
(1.427)
138
(Música de cuarteto.
Voz masculina irreconocible)
(Estribillo)
Radio Suquía, siempre con vos, una canción
Radio Suquía, 96. 5, Radio Suquía…
139
cualitativa como cuantitativa de las piezas artísticas así como la com-
plejidad de recursos que se utilizan y fundamentalmente la variedad de
aquellas, estructuran un panorama en el que Radio Suquía tiene una
presencia sensiblemente inferior a la que se pudo reconocer en el dis-
curso de Radio Popular.
En particular, la presencia de los elementos que constituyen a la
emisora como enunciadora es inversa a la analizada en Radio Popular.
La fuerza que ostenta la emisora en la primera propuesta recae en los
programas como figuras de enunciación en el caso de Radio Suquía.
Así, esta última pierde gran fuerza en relación a cada uno de los ciclos
como productora del discurso. Por ello son los programas y conductores
quienes dominan las marcas de la enunciación mientras que la radio, si
bien presente, se muestra con una incidencia menor. El “efecto institu-
ción”, en el caso de Radio Suquía, tiene un bajo nivel de desarrollo.
FM Suquía
Totales 100%
(935)
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento realizado.
140
De esta manera, al igual que lo analizado en la dimensión estructu-
ral, se dibuja una marcada diferencia en cuanto a los modos e intensidad
en que la dimensión institucional de estas emisoras se evidencia en sus
discursos. Mientras que Radio Popular se encuentra extremadamente
presente como enunciadora condicionando toda la propuesta, incluso
el desarrollo y perfil de los propios conductores, en el caso de Radio Su-
quía la institución se debilita y emergen con claridad los programas y
los locutores.
141
Las marcas lingüísticas subjetivas
142
tivante del discurso emitido nos hablan al menos de dos cuestiones bá-
sicas. Por un lado, denotan escalas subjetivas de ponderación sobre los
objetos calificados que son expuestas de modo explícito y, por otro lado,
implican la experiencia y vivencia afectiva de los enunciadores en rela-
ción con dichos temas u objetos. La relevante presencia de este tipo de
marcas léxicas puede ser leída como una exposición/apelación a la di-
mensión experiencial particular de los sujetos, enunciadores y destina-
tarios, que se constituyen en el discurso.
La presencia de otros tipos de marcas léxicas como sustantivos, ver-
bos o adverbios de tipo subjetivo es de mucho menor incidencia.
Como se puede observar, en todo este tipo de marcas lingüísticas
directas se perfila la constitución subjetiva de cada uno de los conduc-
tores, sus valores y percepciones de modo predominante. Esta pauta de
presencia directa es parte importante de la construcción del perfil ca-
racterístico de cada uno de ellos pero solo adquiere sentido en la com-
plementariedad con el resto de los elementos que presentaremos a
continuación.
Por otra parte, es necesario decir que de manera distinta a la confi-
guración lingüística directa individual del enunciador, también se re-
gistra este tipo de marcas que nos hablan de la construcción de una
figura productora del discurso de carácter colectivo. Este fenómeno
puede ser leído con mayor presencia en Radio Suquía. De todos modos,
en una lectura global, la figura del enunciador como parte de una enti-
dad colectiva tiene mucha menor presencia y prima la imagen del sujeto
individual.
En este contexto, se pueden señalar de manera fundamental las mar-
cas lingüísticas –verbos y pronombres– que hacen referencia a aquellos
que producen el discurso radiofónico y que exceden a los conductores,
como las figuras de operadores, productores y musicalizadores.
143
individual de los enunciadores se recorta claramente desde los pronun-
ciamientos explícitos sobre distintos temas.
Entre los casos más notables, encontramos los programas matutinos
que caracterizamos como ómnibus –“Para todos” y “La mitad más
uno”– en los cuales hemos registrado este tipo de presencia subjetiva de
manera continuada a lo largo de todo el corpus analizado. Particular-
mente estos enunciadores se constituyen individualmente desde la ex-
presión explícita sobre diversos temas como la calidad de los servicios
públicos, la denominada inseguridad, las obligaciones del Estado e ins-
tituciones como los sindicatos, el cuidado del espacio público y también
cuestiones como el fútbol y la música. La diversidad de estas temáticas
sobre las cuales se expresan está en general relacionada con la agenda
mediática del día, que se recupera desde estos horarios y programas, con
los temas que plantean los mensajes que se atribuyen a oyentes y, fun-
damentalmente, con el uso social de la radio matutina que estas pro-
puestas aceptan y reproducen. Es decir, ciclos que buscan acompañar,
entretener y mantener informados, de distintas maneras, a sus oyentes.
En estos casos, al igual que en el informativo de primera mañana
de Radio Suquía, se trata de enunciadores que se muestran dispuestos
a pronunciarse de manera clara sobre diversos temas aun cuando sus
posiciones puedan ser controvertidas o discutibles. Desde ese lugar,
construyen sus figuras individuales como comprometidas con las diver-
sas problemáticas cotidianas pero también críticas, auténticas y sinceras.
En esa línea, especialmente en el ciclo matutino de Radio Popular, se
propone ese tipo de vínculo con los oyentes: “Ah, yo soy kamikaze me
encanta que me critiquen, me encanta. Eso sí después bánquensela. Des-
pués viene la respuesta de Ciabattoni que se saca por ahí y responde
cualquier barbaridad pero bueno…”2.
Por otra parte, en el caso de los conductores vespertinos y con
mayor presencia en Radio Popular, también se pueden reconocer estas
marcas de manera continua como parte de la construcción subjetiva de
los enunciadores. No obstante, en estos casos, los temas sobre los que
se pronuncian se diferencian claramente de aquellos sobre los que se in-
terviene en los ciclos matutinos. Alejados, en general, de temáticas o
problemáticas sociales, estos conductores construyen sus figuras pro-
nunciándose explícitamente sobre tres temas fundamentales: el pro-
grama y la relación con los oyentes, la música y shows de cuarteto, y el
fútbol. De modo muy esporádico también aparecen posturas sobre otros
144
temas propios de la agenda mediática circunstancial como las situaciones
particulares que viven personajes de la farándula u otro tipo de cuestio-
nes. La particularización de estas figuras está mediada, en estos casos,
por su compromiso y cercanía con estos temas pero alejados de otros
sobre los cuales tienden a no pronunciarse de modo explícito y abierto.
En todos los casos mencionados se construye la credibilidad y legi-
timidad de los enunciadores en base a la idea de la transparencia y au-
tenticidad de su figura: dice exactamente lo que piensa, no se guarda
nada para sí, no oculta nada. En ese sentido, no intenta convencer a su
destinatario, eso no es parte del contrato comunicativo propuesto. El
enunciador de estas emisoras es verosímil porque no pretende, de modo
predominante, convencer ni persuadir, prácticas que en su ausencia re-
fieren a la deslegitimación y desconfianza sobre la retórica y “las grandes
palabras de la política y la moral” (Martín Barbero, 1987: 111). En esa
línea, se plantea la no artificialidad del enunciador ya que se presenta
tal como es, se muestra y escucha.
145
comunes a ambas emisoras que forman parte de lo que hemos denomi-
nado enunciador dominante.
146
liza de modo no forzado. El conductor escapa, de esta manera, al riesgo
de constituirse en un personaje artificial circunscripto a lo radiofónico:
habla así porque es de ese modo. A partir de este y otros elementos los
conductores delinean personajes accesibles, cercanos y, fundamental-
mente, auténticos.
A su vez, a través de estos mecanismos lingüísticos básicos, los con-
ductores se erigen en figuras singulares que, al mismo tiempo, son parte
de entidades que se expresan de este modo. Forman parte de un nosotros
popular y cordobés que se propone como colectivo de pertenencia, de
identificación para aquellos que están de un lado y del otro del micró-
fono. Una inclusión que, en tiempos de globalización desespacializadora
y disolución de distinciones territoriales, apela a un modo de estructurar
lo local pero también a la recuperación de un habla que no encuentra
posibilidad de desarrollo y visibilidad en otros espacios mediáticos de
relevancia.
147
estos últimos adicionan acompañamientos con instrumentos musicales,
el uso de un megáfono y su sirena (“Los populares” de Radio Popular) o
el sonido de aplausos en vivo y gritos de agitación (“Cuartetomanía” de
Radio Popular; “A todo volumen” de Radio Suquía).
Así, el canto agitado, enérgico, fuerte o calmo, pero en todos los
casos construidos vivazmente, se muestra como el eco de unos cuerpos
que se expresan desde esa práctica. Es parte de una manifestación que
encuentra, en el discurso radiofónico y la percepción acústica, la posi-
bilidad de su potencia: los planos y distancias del sonido, el timbre, los
ritmos, los quiebres y la fuerza de la voz construyen la copresencia del
enunciador y de su cuerpo expresándose en el movimiento evocado. La
voz es cuerpo presente del emisor, fragmentado pero plenamente cor-
poral (Fernández, 2004). Opera, de esta manera, como elemento sen-
sible para la definición de la imagen construida de un enunciador que
es movilizado por la música que se difunde en su ciclo, comprometido
con ésta mediante la práctica del canto y el baile.
Ahora bien, este tipo de configuración discursiva involucra también
una operación de inclusión de los conductores en entidades de perte-
nencia compartidas con aquellos que desarrollan una vivencia similar
de lo musical. De hecho, esta vivencia festiva, alegre y mediada por lo
corporal es reclamada a los destinatarios. Se trata, en esa línea, de poner
el cuerpo en movimiento para promover un tipo de encuentro similar
con lo musical. De este modo, el canto se configura como parte de un
modo de fruición entusiasta, activa y corporal de la música que se pre-
supone común a otros. En esa línea, vale la pena destacar que la ten-
dencia es a que este tipo de construcción del enunciador tenga mayor
incidencia en los ciclos en los que se difunde casi exclusivamente música
de cuarteto. Por ello, podríamos sostener que la construcción que se
desarrolla y propone es la de un tipo de experiencia subjetiva específi-
camente en relación a esta música: se propone ser en relación con la
música de cuarteto.
En este marco, la articulación de esta práctica de entonación musi-
cal con frases de agitación3, el toque de instrumentos musicales o el
aplauso permanente confirman no sólo la propuesta de goce activo de
esta música sino que complementan una adhesión plenamente corporal
al cuarteto, en continuidad con lo que actores de esta verdadera indus-
tria cultural local proponen como su sentido.
Dicha propuesta parece erigirse en continuidad con la propia
148
desarrollada desde la esfera de la producción mercantil cuartetera. Pero
también parece aludir a un aspecto de estas ofertas mediáticas que busca
activar el placer y el erotismo como poderosos componentes interpela-
tivos que encuentran en los cuerpos enlazados en la práctica social de la
danza su principal base de sustentación imaginaria (Blázquez, 2008).
Por otra parte, en otro nivel de lectura, el canto que se desarrolla
por encima de los temas musicales difundidos supone también una
apropiación de ese producto cultural que no respeta introducciones, fi-
nales, ni segmentos. En otras palabras, que no repara en los límites de
la canción como producto extraño, en relación con el cual debería man-
tenerse una actitud considerada o contemplativa. Por el contrario, se
proponen sujetos que se apropian del tema musical, lo procesan y tri-
turan con sus propias voces desafinadas y chillonas. Así, parecería que
en este orden la cuestión primordial es la experiencia activa de la música
y no el producto en sí. Sólo desde allí la canción tiene sentido, desde su
capacidad para movilizar los cuerpos, es decir desde su valor de uso, y
no por su valor de exhibición (Sanmartino, 2008).
Ante lo señalado, no podemos dejar de referenciar la lectura que
Jesús Martín Barbero propone sobre parte de la obra del filósofo alemán
Walter Benjamin, y las transformaciones del sensorium de los sectores
populares, en relación con la producción de las industrias culturales mo-
dernas. Según este autor, Benjamin entendía que la sensibilidad emer-
gente de las masas a principios del siglo XX estaba vinculada con una
lógica del acercamiento, del “sentir cerca” aquellos objetos de la cultura
–alta– que otrora le fueran inaccesibles. Un modo de recepción de los
productos, estrictamente relacionado con la dispersión y la recreación
que, si bien hacía al éxito de las industrias culturales, también mostraba
una dimensión desde la cual los sectores populares extraían placer de
esos consumos (Martín Barbero, 1987: 49-56). No pretendemos plan-
tear estas lecturas como estrictamente válidas para nuestro objeto de
análisis pero sí nos permitimos relacionarlas y dejar sentado que enten-
demos que allí, en estos dispositivos de enunciación, pueden estar aún
presentes modos residuales (Williams, 1982) y eficaces de activar memo-
rias y prácticas, es decir experiencias, de los sectores populares en relación
con los productos de la industria cultural, como el cuarteto.
En este sentido, en contra de las interpretaciones que suprimen las
desigualdades culturales (y de todo tipo) y entronan lo popular desde
un “plebeyismo hegemónico” (Alabarces, 2006), esta lógica del sentir
149
cerca y apropiarse de estos objetos culturales parecen referenciar la per-
vivencia de una dinámica de la igualdad –dada en el marco de la indus-
tria– y, lógicamente, la vitalidad de las marcas que hablan de esferas
culturales opuestas que aún siguen regidas por la inaccesibilidad para
los sectores populares.
150
lesco como aspecto de suma importancia. En esa línea, si bien adquiere
especial presencia en determinados ciclos, la burla es parte central del
estilo cómico del enunciador dominante de estas radios.
La presencia de esta forma de humor, una de las más primitivas y
populares (Flores et al., 2010: 20-22), se puede reconstruir a partir de
las chanzas, burlas o la puesta en ridículo del otro –coconductores, ope-
radores técnicos, oyentes–, relacionada con situaciones, temas o noticias
tratados en los programas –especialmente los deportivos– o movilizados
por mensajes leídos en vivo. Pero también, siguiendo a Flores, hemos
reconstruido la incidencia de lo burlesco desde las operaciones discur-
sivas que incorporan elementos de la parodia como la imitación, la ca-
ricatura o la construcción de personajes estereotipados orientados a la
ridiculización. Este filón humorístico adquiere densidad también desde
lo burlesco. Entre otras que revisaremos más adelante, se han podido
relevar imitaciones ridiculizantes de personajes de la política, los medios
locales y del mundo industrial del cuarteto.
En todos los casos, al igual que sucede con el chiste, las posibilidades
y manifestaciones que adquiere este aspecto humorístico van dibujando
marcadamente las particularidades de cada enunciador, tanto en su cos-
tado expresivo como en los límites temáticos y morales que está dis-
puesto a respetar.
En esa línea, el modo en que el conductor Héctor Ciabattoni –pro-
grama “Para todos” de Radio Popular– articula un amplio arco de re-
cursos expresivos humorísticos es especialmente ilustrativo.
Particularmente este locutor, quizás el más dúctil y ágil en el manejo
del humor, logra conjugar de manera eficiente diversas propuestas có-
micas explotando las específicas características de la discursividad radio-
fónica en pos de constituir una propuesta claramente diferenciada y
atractiva. Así, desarrolla un ciclo en base a los recursos humorísticos
mencionados pero también incorpora de manera permanente aspectos
de la farsa (Flores, 2010: 64), a través de dramatizaciones humorísticas
espontáneas sobre diversas situaciones que muestran fuertes reminis-
cencias del radioteatro, giros que articulan rasgos de la ironía, el uso del
absurdo y también el doble sentido.
Pocos temas parecen merecer el respeto de la “barbarie humorística”
de Ciabattoni: el fútbol, el alcoholismo de reconocidos personajes me-
diáticos, las prestaciones de servicios públicos provinciales y el papel de
importantes gremios locales, el estado de calles y paseos de la ciudad o
151
los problemas –delicados o triviales– de los oyentes. Estas amplias y di-
versificadas posibilidades temáticas y humorísticas lo recortan por sobre
el resto, de manera nítida.
152
mayor del que su interlocutor está dispuesto a reconocerle. Por ello, el
que no respeta las dinámicas de la gastada no reconoce al otro como su
igual o es caracterizado como un “agrandado o carteludo” (2010: 307 y
ss.). Este aspecto se muestra como parte de un mecanismo de reproduc-
ción de un tipo de vínculo e intercambio de equiparación simbólica y,
fundamentalmente, es marca de pertenencia a una(s) comunidad(es)
que reconoce(n) estas modalidades de interacción burlesca como válida
para sus relaciones comunicativas y fundantes de su sociabilidad.
En este marco, como vemos, de manera predominante las variantes
humorísticas, su presencia y características se constituyen en un anali-
zador fundamental de la constitución discursiva de los enunciadores,
de la importancia del aspecto expresivo en estos discursos y, fundamen-
talmente, del contrato comunicativo propuesto. En ese sentido, las di-
versas formas de humor buscan construir un campo fértil de
establecimiento de relaciones próximas y de identificación entre enun-
ciadores y destinatarios. Pero también proponen y construyen un modo
de vivencia, asimilación y procesamiento de los distintos temas que se
suceden en una sociedad compleja como la cordobesa.
Popularcito y yo
153
fundamental, alrededor de Popularcito se construye un espacio espe-
cialmente receptivo y productor de burlas y gastadas con los oyentes.
Se conforma, desde allí, como uno de los puntos de condensación de
prácticas discursivas cómicas desjerarquizantes.
Como en el baile
154
Este personaje radiofónico se construye desde distintos enunciado-
res, en general, exagerando y caricaturizando los estilos impostados de
locución que le son propios, el modo en que nombran y saludan a los
miembros del público9 de los eventos bailables de cuarteto, sus pausas
y tiempos pero también retomando sus expresiones que invitan a su-
marse a la fiesta que se desarrolla en estos espacios. Este tipo de imita-
ción recorre el discurso de las emisoras resolviendo una presencia que
se construye en el simulacro de la festividad pero fundamentalmente
como una figura cercana, habitual y reconocible para una franja impor-
tante de los sectores populares cordobeses.
El locutor de bailes, también reconocido como animador o lengua-
raz (Hepp, 1988: 70-71), es una figura presente a lo largo de todo el
desarrollo de este género musical, y una función que sobrevive a pesar
de las múltiples transformaciones en la conformación de las orquestas
y los formatos de las presentaciones en vivo.
En dicho entramado, conductor radiofónico y presentador de bailes
se entremezclan, diferencian y confunden en un juego de parodias, más-
caras, continuidades y desplazamientos ambiguos. Particularmente en
el discurso de Radio Suquía, algunos conductores se dibujan como pre-
sentadores, desempeñando tareas que se muestran similares en uno y
otro ámbito. De hecho, realizan o han realizado tareas de locución, de
presentación o de animación en bailes de cuarteto10. En Radio Popular,
con menor fuerza, funcionan mecanismos similares11.
En términos globales, vale la pena señalar que esta figura, ya sea
bajo su representación burlesca o por la inserción de los conductores
radiofónicos en tales labores, abreva en una larga tradición de roles de
intermediación entre los públicos populares y los productos culturales
industriales orientados a dichos sectores. En ese sentido, tanto en el
circo criollo, en el sainete así como en el radioteatro, la función de in-
termediación, a través de estilos singulares pero reconocibles que sitúan
al humor como faceta central de su desarrollo, se hace presente como
modo de articular un tipo de participación activa de los públicos en los
espectáculos. La relación de proximidad con los participantes también
emerge, de este modo, como carácter necesario de dicho esquema (Ro-
mano, 1973: 44; Martín Barbero, 1987: 183-185).
Desde este dispositivo, que juega entre la parodia y la realidad, la
cuestión del locutor de bailes parece referenciarse y remitir, por un
lado, a la experiencia en los espacios de presentaciones en vivo atri-
155
buida a los destinatarios y, por otro lado, a la activación de ciertas me-
morias culturales –también asignadas a estos sujetos discursivos– con
respecto a esta función de larga tradición en estos productos culturales.
Entendemos así, que la búsqueda de la activación de esas experiencias
y memorias se relaciona también con la construcción de la legitimidad
de los conductores radiofónicos como enunciadores, en particular, y
como dispositivo transversal de estos sistemas de interpelación en
general12.
156
puesto lo permite y lo promueve, es promotor y objeto pasible de re-
cursos humorísticos, de bromas y gastadas.
Desde esa posición de enunciación, que necesariamente implica un
enunciador sin voz propia o con una de tipo acallada, se pronuncian
los aspectos de corte eminentemente humorístico y sin aparentes reglas
más que el respeto por la fluidez, el ritmo de los ciclos y el carácter ani-
mado de sus intervenciones. Su presencia desordenada y muchas veces
disruptiva, sus máscaras, sus burlas –todos elementos que no podemos
dejar de vincular a estilos cómicos y ejes expresivos populares (Martín
Barbero, 1987; Bajtin, 1974)– proponen una figura que espera y, en
cierta medida, respeta el espacio del conductor, pero que también in-
vade, cuestiona desde el humor y escapa del silencio al que su sitio tec-
nológico parece destinarlo. También es cierto que acompaña, asiente y
traza miradas imaginarias cómplices mediante la introducción de silen-
cios absolutos de tipo picarescos.
En cualquier caso, y de modo más general, aquello que nos interesa
subrayar es la importancia de las figuras de Popularcito y el operador
radiofónico como puentes específicos de identificación con los sectores
populares de la ciudad en tanto públicos de estas propuestas. En esa
línea, a través de sus estilos interlocutivos burlescos, desordenados y
atropellados, de las temáticas sobre las cuales intervienen así como en
la operatividad de las máscaras –como marca de las ambigüedades y
conflictos identitarios– se construyen nítidos dispositivos de homolo-
gación entre estos verdaderos otros enunciadores y los delineados sujetos
populares cordobeses.
De esta manera, si bien a lo largo de toda la propuesta de estas emi-
soras se construyen permanentemente dispositivos discursivos que bus-
can anudar a los destinatarios con la imagen simplificada, aconflictiva
y folklorizada de los sujetos populares cordobeses, en estos personajes
dichos procesos de sentido parecen evidenciarse nítidamente pero tam-
bién con una especificidad.
Nos referimos a lo que denominamos como homologación de se-
gundo orden. En ese sentido, y en otro nivel de lectura, observamos que
estos personajes implican un carácter significativamente metafórico de
aquellos sujetos imposibilitados de controlar las condiciones de emergen-
cia de la propia voz. Tanto Popularcito, hablado por otro en un explícito
mecanismo de ventriloquia, como el operador, quien carece de voz propia
y se pronuncia desde las máscaras sonoras que construye, están marcados
157
por la desigualdad en el acceso a la palabra pública y la imposibilidad de
gestionar su propia representación. Se mueven, en términos de De Certau
(1999), en el terreno de las tácticas con reglas impuestas por otros. Es en
este sentido que notamos aquí los ecos difusos, las huellas lejanas de los
actores impedidos de regular las condiciones de su propia visibilidad y de
su propia representación. Es decir, de las lógicas de la economía simbólica
de las culturas populares (Alabarces, 2006).
Así, si aceptamos estas premisas interpretativas, estos personajes im-
plican un conjunto de huellas que aluden a la movilización de la
desigualdad simbólica referenciada y, por ello, a un tipo de procesa-
miento propuesto, vinculado a su fugaz e inofensiva suspensión.
FM Popular
Gastada 5% Imitación de 1%
(14) sonidos en vivo (7)
158
Recursos Recursos específicamente
humorísticos radiofónicos
Ironía 0% Producción de 7%
(1) sonidos musicales y (57)
de otro tipo en vivo
Absurdo 0%
(1)
100% 100%
(289) (839)
FM Suquía
Gastada 3% Imitación de 2%
(9) sonidos en vivo (10)
159
Recursos Recursos específicamente
humorísticos radiofónicos
Ironía 0% Producción de 1%
(1) sonidos musicales y (5)
de otro tipo en vivo
Absurdo 0%
(1)
100% 100%
(294) (480)
160
intento, en un simulacro de ruptura de las jerarquías ya que sitúa a las
interrelaciones por fuera de las distancias diferenciadoras que establecen
las demandas propias de la moral y las retóricas de la corrección política.
En ese sentido, una figura auténtica supone la aceptación de tal carácter
por su contraparte en el proceso de comunicación; no se exige nada a sí
mismo y, por lo tanto, no exige nada al otro.
Este nivel de aceptabilidad que suponen estas lógicas de enunciación,
entendemos, se muestra como parte central del dispositivo de interpela-
ción. Se trata de una propuesta de incorporación a un espacio –de con-
sumo– que no demanda nada más que la propia copresencia y que
propone, en cierto grado, una lógica de igualación (Alabarces, 2002a).
En ese marco, los niveles de expresividad y particularmente la im-
pronta de los diferentes recursos humorísticos, además de perfilar las
características singulares de los enunciadores y proponer una relación
de cercanía e igualación con los destinatarios, parecen construir un dis-
curso que busca nombrar y apelar fuertemente a lo cordobés y lo popu-
lar como parte constitutiva del mismo.
La articulación de determinadas variantes humorísticas marca, con
insistencia, la construcción de una traza identitaria y una política de des-
linde de lo propio. En esa línea, el tema del humor cordobés ha sido re-
visado en términos de sus orígenes históricos –atribuida a andaluces y
comenchingones– y en su pregnancia en la actualidad en diversos soportes
(Flores et al., 2000; Hepp, 1988: 234). En cualquier caso, se suele reco-
nocer al humor como una “zona de expresión identitaria” (Navarro Cima,
2009: 464) y como marca de identidad poderosa, originada en lo popular
y legitimada en su vínculo con lo masivo (Echevarría, 2000: 96-97).
De esta manera, y en otro plano analítico, se nos ha hecho claro
que la construcción de los enunciadores y la figura de las emisoras im-
plican su inserción en campos de identificación y diferencia que desde
lo cordobés y lo popular parecen nombrar lo propio y común. En ese sen-
tido, el proceso de configuración de los enunciadores no se completa
sólo a través de los procesos de legitimación de sus características únicas
e irrepetibles sino hasta que claramente son parte de la trama de estos
campos de identificación.
Observamos, hasta aquí, dos grandes procesos de enunciación que
aluden a la configuración de estos espacios de inclusión/interpelación
discursiva.
Por un lado, nos referimos a las marcas y elementos que hablan de
161
los intentos de movilización o activación de memorias y experiencias –de
diferentes niveles– que han sido teóricamente relacionadas con los sectores
populares desde distintas perspectivas del análisis cultural. Memorias y
experiencias constituidas históricamente en relación con el ámbito de la
cultura en general y de la industria cultural nacional y local, en particular.
En el mismo sentido, hemos señalado las huellas en el aspecto humorístico
de estas propuestas: las mascaradas, lo burlesco, lo irreverencial; en los
modos en que se propone experimentar lo musical: de apropiación y abo-
lición de las distancias con el objeto; en los procesos de homologación: la
constitución de figuras posicionados en los bordes de las posibilidades
enunciativas, entre otras cuestiones que hemos analizado.
Por otro lado, hemos subrayado las marcas que aluden a la cons-
trucción de lo popular y cordobés, como lo propio y común, a través
de un proceso de supresión u oclusión. Así, estos significantes son arti-
culados en torno a las propuestas del mercado, desde el cuarteto como
industria cultural local. De esta manera, se trata de una demarcación
que no se muestra permeable a la articulación de estos significantes con
otros sentidos posibles. Se excluyen, por lo visto hasta este punto, las
alegrías, solidaridades y festividades que se afincan en otros espacios que
no sean los propios de la industria de la música, el cuarteto y su vehículo
privilegiado, estos discursos empresariales. Pero también otras cuestiones
como las desigualdades, las injusticias, los conflictos y dolores de los
cuales podemos suponer están hechas las experiencias de los sectores po-
pulares de la ciudad y que, por lo tanto, podrían ser parte de esta arti-
culación discursiva de lo cordobés y lo popular.
Notas
1
Estas presencias quizás puedan leerse como marcas de desplazamientos de destinatarios
construidos, a quienes se les atribuye conocimiento de Mario Pereyra: marcas de desti-
natarios a los que se dirigía este locutor, desde su programa de AM que conduce desde
la década de los ochenta, y a quienes hoy les habla Radio Popular.
2
Programa “Para todos”. Radio Popular, 26-4-2010.
3
La frase característica del ciclo “Los populares” de Radio Popular, es “Acariciame, sal-
tame y bailame”, dando cuenta de modo muy ilustrativo de la relación planteada entre
cuerpo, música y baile.
4
Entendemos al chiste como una pequeña manifestación de carácter verbal que pretende
suscitar la risa y que suele expresarse en prosa. Puede hacer referencia a acontecimientos
162
y preocupaciones de la vida cotidiana, a algún contratiempo o incongruencia llamativa
para un grupo de personas (Flores, 2009: 35 y ss.).
5
Programa “Para todos”. Radio Popular, 26-4-2010.
6
Programa “Para todos”. Radio Popular, 26-4-2010.
7
Programa “A todo volumen”. Radio Suquía, 29-06-2011.
8
Programa “Para todos”. Radio Popular, 26-4-2010.
9
En general se trata de la apelación “chicos y chicas” con una particular extensión de las
últimas vocales de cada palabra y un estilo de locución engolado.
10
Los conductores de radio se encuentran, trabajan y socializan con sus públicos en los
espacios del baile. Allí rompen las barreras de distancias y anonimatos; los locutores dejan
de ser sólo unas voces, aún con sus particularidades, para convertirse en hombres y mu-
jeres, con determinado color de cabello, fisonomías específicas, entre otras cuestiones.
Con su inserción en esos espacios de encuentro, la radio pero también los propios con-
ductores se construyen como parte de lo propio y lo común. Se torna difícil pensarlos
de otro modo (Alfaro, 1990: 91).
11
En Radio Popular, especialmente Patricia Bon de “Cuartetomanía” y Santiago Gianola
de “Los populares”, de modo permanente, marcan su participación en los bailes de cuar-
teto. En el caso de Radio Suquía el locutor del programa “Micros” se define como parte
de la banda musical La Banda de Carlitos, pero también Bruno Espinoza explicita su
trabajo de animación en los momentos previos y pausas de los bailes de la Asociación
Deportiva Atenas.
12
Llamativamente de similar modo, Ulloa analiza el desarrollo de la salsa en Cali (Co-
lombia) prestando atención al papel de los locutores radiofónicos, a quienes atribuye el
papel de mediadores que “consolidaron un vínculo estrecho entre un público-masa de
la ciudad y la radio que tuvo en la salsa el producto ideal para legitimar una identificación
rentable, para reciclar un modo de hablar urbano y contemporáneo y para reforzar el
consumo de la mercancía cultural y sus valores” (1991).
163
164
Capítulo VII. Los destinatarios en la publicidad
165
vivo –de miércoles a sábado– y con los géneros musicales que organizan
estos programas. Es decir, con los contratos comunicativos globales de
estos ciclos que acunan con mayor naturalidad y previsibilidad las pu-
blicidades sobre los bailes de cuarteto.
Con esta misma doble lógica interpretativa, es posible comprender
el hecho de que esta tendencia solo se ve contenida en los programas
musicales folklóricos –en el caso de Radio Popular–, los informativos
–en el caso de Radio Suquía– y aquellos que son emitidos los días do-
mingos.
Vale también mencionar que en ambas emisoras son los ciclos cen-
trales matutinos, que hemos caracterizado como programas ómnibus,
en los que se observa mayor nivel de presencia de publicidades diferentes
a las del cuarteto. En particular es importante mencionar que en el ciclo
“La mitad más uno”de Radio Suquía, la publicidad del cuarteto no
ocupa el primer lugar de importancia como sucede en la gran mayoría
de los ciclos.
166
Tipos de anuncios publicitarios
FM Popular
167
Tipos de anuncios publicitarios
FM Suquía
169
de espacios y eventos que no sean exclusivamente juveniles y fiesteros.
Estos encuentros también son publicitados y por lo tanto amplían las
características del destinatario juvenil apelando a figuras de otras franjas
etarias. Sólo a modo de ejemplo podemos mencionar que la banda Che-
bere, de gran importancia en la década de los ochenta, promociona bai-
les destacando que habrá “mesas, sillas, mozos… como antes”
aludiendo, de esta manera, al ambiente familiar que dominaba los bailes
en las décadas pasadas.
En otro nivel, entendemos que el consumo de cuarteto propuesto se
muestra como parte de un proceso de integración social desde la dife-
rencia. En ese sentido, de la mano de esta exitosa industria cultural local,
esta dinámica parece recorrerse por un camino material y uno de tipo
simbólico (Alabarces, 2002b: 22). El primero adquiere sentido para un
sujeto que al tiempo que consume se construye en parte de los que lo-
gran apropiarse de bienes y servicios y por lo tanto de aquellos que “que-
dan dentro”, que quedan incluidos. Desde allí se distinguen de los
marginales, de los excluidos, de los que se encuentran fuera de cualquier
posibilidad de consumo, en el marco de una sociedad definida por ló-
gicas de exclusión y desigualdad.
El camino de tipo simbólico está vinculado a que, a pesar de que
este espacio musical goza de cierta legitimidad social amplia y un vín-
culo privilegiado con lo cordobés en términos generales, el cuarteto y
en particular la apropiación dominante propuesta a partir de la partici-
pación en los eventos bailables, parece continuar operando como marca
en lo social y cultural. Es decir que este cuarteto parece construir un es-
pacio de nítida distinción desde el consumo propuesto (García Canclini,
1998: 83), que implica la expresión de un conjunto de intereses parti-
culares o la fuerza de una particularidad. En esa línea, este cuarteto, el
de los bailes y eventos en vivo, denota un verdadero nosotros popular que
funciona como proposición de vía de integración a la sociedad capita-
lista o, en otras palabras, a una vía de incorporación e integración social
desde el consumo a la “manera popular” (Alfaro, 1990: 36).
En dicho contexto, se propone como propia de los destinatarios
una estructura de consumos, dominada por el gasto en este rubro, que
dibuja un modo diferenciado de transitar esta dimensión de la vida2.
Por lo que, si bien se regla por las lógicas propias de nuestro ordena-
miento social, a partir de las cuales el que no consume no existe o no
“es parte de la cuenta” (Ranciere, 1996), establece una distinción anu-
170
dada en el gasto en estos ámbitos y prácticas que hablan de la recreación,
el placer, el cuerpo y el tiempo presente.
A su vez, en el marco de la amplia aceptación social del cuarteto y
la relativa extensión de su consumo, la afirmación de este género y sus
bailes, de la joda y de la noche también parece aludir y referir ambigua-
mente a posiciones subalternas y estigmatizadas en las desiguales jerar-
quías sociales y culturales de la ciudad.
171
El segundo tipo de publicidades se organizan en torno a la promo-
ción de productos de limpieza, seguros familiares, mobiliario y equipa-
miento para el hogar así como cierto tipo de entretenimiento y
esparcimiento –Aerosilla Carlos Paz, Circo Soleil, en Radio Popular–.
Con similar presencia en ambas emisoras, este tipo de pauta parece
proponer un destinatario que se relaciona con otro tipo de cuestiones
que exceden al cuarteto y las necesidades generales ya mencionadas. A
través de estas publicidades, se apela de manera específica a las nociones
de seguridad, cuidado, ahorro y limpieza en el espacio del hogar pero
también se lo articula con prácticas de esparcimiento de tipo familiar,
que complementan los promocionados espacios de bailes de cuarteto.
Claramente, aquí los consumidores son construidos como integrados y
preocupados por el ámbito hogareño y familiar, por lo que se observan
marcas etarias de mayor edad entre las imágenes de los destinatarios pre-
figuradas.
Por otra parte, a través de nuestro análisis hemos podido reconstruir otras
series particulares de publicidades. Éstas parecen estar relacionadas, por
una parte, con las condiciones institucionales de desarrollo de ciertos pro-
172
gramas, y con las relaciones sociales, políticas o económicas de los medios,
por otro lado, antes que por una dinámica de continuidad e interrelación
con las estrategias globales de interpelación de estos discursos.
En el caso de Radio Suquía, vinculados a dos de los ciclos semanales
de la emisora, hemos podido reconstruir pautas publicitarias con fuertes
marcas de las lógicas institucionales de funcionamiento. Nos referimos
a las producciones que desde su carácter independiente –“La mesa del
fútbol” y “Primera hora”– gestionan sus propios financiamientos a través
de la publicidad. En ese sentido, parte importante de sus avisos se mues-
tran como absolutamente diferenciados de los del resto de las horas de
programación.
En el caso de “La mesa del fútbol” por presencia de publicidades
vinculadas al rubro de la mecánica e industria automotriz6. Por su parte,
con menor incidencia proporcional pero significativa de igual modo,
en “Primera hora” encontramos avisos institucionales de empresas y gru-
pos económicos muy importantes (Aguas Cordobesas, Telecom o Elec-
troingeniería), de empresas de finanzas y de instituciones gremiales de
gran envergadura.
En ambos casos, con sus diferencias, se trata de publicidades que
sólo podemos relevar en estos ciclos independientes y que parecen ex-
plicarse más por los contactos y recursos profesionales y personales de
productores y conductores que por una estrategia comunicativa común
articulada con el resto de la programación.
Para el caso de Radio Popular, en la línea con lo que venimos tra-
bajando, es interesante señalar la pauta transversal a toda la programa-
ción, y de fuerte presencia global, construida alrededor de la difusión
de prácticas y valores propios de la religiosidad católica. En ese sentido,
estas publicidades son las de mayor presencia luego de las de cuarteto y,
aunque no tienen tanta incidencia como las mencionadas, se insertan
en casi la totalidad de los segmentos de programación.
A su vez, en todos los casos están referenciadas con organizaciones
particulares tales como hogares para madres solteras, instituciones an-
tiabortistas e incluso la propia Iglesia católica argentina. Así, encontra-
mos diversas piezas publicitarias que, entre otras cuestiones, condenan
el aborto, promueven la adopción de niños entregados a instituciones
públicas y divulgan proyectos de ayuda a matrimonios en crisis de pa-
reja. Las marcas de la fe y la moral católica son fuertes y evidentes. En
tal sentido, de manera permanente, se apela a significantes estructura-
173
dores de esta doctrina religiosa tales como Dios, pecado, misericordia,
entre otros. Al mismo tiempo, en todas las publicidades relevadas se
pueden reconocer con distinta intensidad marcas moralizantes y disci-
plinantes, articuladas alrededor del culto religioso católico7.
Claramente, este tipo de publicidades intentan dialogar con sujetos
a quienes se les atribuye preocupación e interés en temas de sexualidad
y pareja, pero para quienes también la religión católica se presenta como
un discurso con cierto potencial de interpelación. En ese sentido, si bien
en nuestro país y en nuestra provincia prevalece una cultura cristiana
de largo espesor (Mallimaci, 2008), estas publicidades adquieren parti-
cular importancia al evidenciar los vínculos institucionales del propio
grupo radiofónico Cadena 3 con entidades de fuertes perfiles católicos-
conservadores8.
Por otra parte, con menor presencia global, aparecen las publicida-
des vinculadas a distintos productos gráficos –suplementos– de los dos
matutinos más importantes de la ciudad, La Voz del Interior y Día a
Día9. Con distintas características, estas piezas publicitarias se centran
en fomentar el consumo de suplementos y productos particulares que
se entregan junto con los periódicos, pero no promocionan el consumo
de los propios diarios. Estos productos se construyen como espacio de
acceso a lo lúdico –juegos de azar– o a distinto tipo de conocimiento
sobre temas que son configurados como de interés o preocupación ge-
neral. En ese sentido, estas publicidades perfilan un destinatario al que
se le atribuyen intereses de formación, capacitación y lectura de espar-
cimiento. Así, con una presencia menor –3% del total emitido–, estos
productos discursivos nos hablan de la construcción de un destinatario
al que se le atribuyen este tipo de intereses generales pero centrado en
temáticas que suelen ser vinculadas a franjas específicamente de sectores
populares10.
No obstante, al igual que en el caso de las publicidades de perfil reli-
gioso, estas producciones dejan entrever marcas de las relaciones entre los
dos principales grupos mediáticos cordobeses ya que muchas de ellas, es-
pecialmente las entregadas con Día a Día, son presentadas como copro-
ducciones entre dicho periódico y la emisora; es decir, entre el Grupo
Clarín y Cadena 3. De manera evidente, esto describe el carácter concen-
trado del espacio de medios de Córdoba y también de las posiciones do-
minantes y complementarias no competitivas que estos medios particulares
ocupan. En ese sentido, nos brindan indicios sobre las acciones comer-
174
ciales coordinadas de estos actores que se muestran como sostenes cen-
trales de la hegemonía conservadora de la ciudad (Martinez Luque, 2006).
Finalmente, otro de los aspectos que nos interesa señalar es el per-
manente trabajo de autovaloración y difusión de las propias produccio-
nes del grupo Cadena 3 a través de avisos institucionales. Desde este
tipo de publicidades se promueven eventos organizados por el grupo,
producciones audiovisuales evocatorias del bicentenario argentino así
como los clasificados para venta y compra de bienes y servicios –alojados
en el sitio web de Cadena 3–. Así, la emisora se construye siendo mucho
más que un medio de comunicación y el destinatario como mucho más
que un oyente, por lo que la relación que se propone no se centra ex-
clusivamente en el consumo mediático sino que lo excede para situarse
en un vínculo de mayor amplitud.
De esta manera la radio, y el grupo al cual pertenece, se posiciona
como una institución relevante de la ciudad, con distintas funciones y
ámbitos de injerencia, mientras que el destinatario prefigurado es si-
tuado con la posibilidad de satisfacer necesidades diversas, que exceden
lo mediático, a través de la radio/institución: asistir a espectáculos gra-
tuitos o desarrollar operaciones de compra y venta de distintos produc-
tos y servicios, entre otras.
175
nerse modos particulares de vivir el consumo, y desde allí maneras di-
ferenciadas de integración y diferenciación a través de la lógica que éste
implica. La apropiación material y simbólica del cuarteto propuesta en
estos segmentos publicitarios habla, para nosotros, de un modo de ser
parte de la sociedad capitalista pero también de dejar la marca de lo que
se es en esos procesos. En otras palabras, parecen referir a procesos de
integración pero sin perder el sentido de lo propio, de la particularidad
construida socialmente. De allí que hemos retomado a Rosa María Al-
faro para marcar que, de modo similar a lo que esta autora peruana pa-
recía observar en las emisoras populares urbanas de la Lima de la década
de los ochenta, en el discurso publicitario de Radio Suquía y Radio Po-
pular observamos que se propone y construye un camino de demarca-
ción de un nosotros que implica la integración a las sociedades
capitalistas a la “manera popular” (Alfaro, 1990: 36).
Parece tratarse de la aceptación e invocación de los discursos sobre
las diferencias propias del mercado en las cuales “lo popular” –lo que
así es propuesto y construido– tendría su propio espacio, su lugar dife-
renciado de otros segmentos, de otros nichos. Pero que, de todas ma-
neras, no se diluiría en su calidad de espacio para la reproducción de lo
que es propuesto como el fragmento popular.
Por otra parte, hemos señalado la complementariedad de la difusión
de otros bienes y servicios publicitados vinculados a la reproducción in-
dividual y familiar u hogareña, que –desde las diferencias que implica–
dejan entrever un arco amplio de características de los destinatarios. En
ese sentido, la predominancia del cuarteto –vinculado a la difusión fun-
damental de los bailes de fin de semana– marca una tendencia a delinear
un sujeto juvenil, que estas otras publicidades de orden más general, y
que pueden referir al ámbito de la familia y el hogar, amplían o ensan-
chan. Desde allí, los destinatarios de estas radios adquieren intereses
culturales relativamente compartidos pero diferenciados en términos de
las experiencias biográficas y generacionales en las que son insertos. Por
ello, el consumidor delineado por estas emisoras, si bien marcado por
el gasto en la recreación fiestera y cuartetera, encuentra desde estas otras
publicidades la posibilidad de ser hablado por otras necesidades, inte-
reses y demandas.
En cualquier caso estos conjuntos de consumos se muestran como
básicos, no suntuarios ni lujosos, que delinean destinatarios generacio-
nalmente dispares pero equiparables en términos sociales, ya que su ima-
176
gen no se caracterizaría por la sobreabundancia de recursos económicos.
Por otra parte, la pauta publicitaria también nos ha permitido re-
construir marcas de las lógicas organizativas de estas instituciones y de
sus vínculos políticos y sociales.
Nos interesa recordar en este punto, las marcas de la gestión finan-
ciera de las producciones independientes en Radio Suquía, y también
los vínculos con las instituciones religiosas y el Grupo Clarín en Radio
Popular de Cadena 3.
De todos modos, además de este tipo de marcas, estas publicidades
de alguna manera también aluden a la configuración de destinatarios que
forman parte de algún nivel de las industrias y la mecánica automotriz,
por un lado, y que tienen cierto nivel de cercanía y proximidad con los
discursos y valores religiosos del catolicismo, por otro lado. Asimismo,
también refieren a ciertos hábitos de relación –lectura, colección– con
producciones gráficas de entretenimiento, divulgación o formación como
las promovidas en vínculo con La Voz del Interior y Día a Día.
Finalmente, nos interesa señalar el hecho de que en el discurso pu-
blicitario de Radio Popular y el Grupo Cadena 3 encontramos un te-
rreno fértil para reconstruir una imagen institucional que excede lo
mediático, para desde allí proponerse como una organización de inci-
dencia social y vinculada a distintos ámbitos de la vida de la ciudad. En
esa línea, la permanente promoción de aspectos institucionales que
hacen a servicios extrarradiofónicos dibuja en el mismo movimiento las
características mencionadas de la radio como enunciadora y a los desti-
natarios como sujetos cuya relación con el medio no está circunscripta
al carácter de público/consumidor. Por el contrario, se expande y se
realiza en la satisfacción de necesidades e intereses de distinto orden,
como las culturales amplias o incluso las de tipo económico.
Notas
1
“Este es el cuarteto de siempre, el que nunca va a morir, el que me da mucha felicidad y
alegría, por eso te cago amando cuarteto. Soy cuartetero y bien caravanero… no me importa
nada el qué dirán. Soy cuartetero y bien caravanero, nada ni nadie nos podrá hacer cambiar.
De lunes a domingo todos los días cuarteteamos”. Extracto de la canción “Bien caravanero”.
Disco: Feroz (2010) Damián Córdoba. http://www.damiancordoba.com.ar/discos/
2
Es claro, al respecto, las críticas que, entre los prejuicios, la realidad y las imágenes pro-
movidas desde estos medios, realizan los sectores medios al gasto supuestamente excesivo
en bailes y salidas nocturnas en que incurrirían franjas de los sectores populares.
177
3
En “Para todos” (Radio Popular) se observa un 50% de publicidades de cuarteto mien-
tras que en “La mitad más uno” (Radio Suquía) encontramos un 15%.
4
En la lectura global ocupa el segundo lugar de importancia, detrás de las publicidades
de cuarteto, con un 31% de presencias.
5
Además, en el caso de Radio Suquía se proponen lugares de la ciudad particulares para
su satisfacción. En especial, es importante la promoción de los locales de indumentaria
situados, generalmente, en una franja de la zona céntrica de Córdoba, en la cual se co-
mercializa la indumentaria de marcas de menor precio. En este caso, esta zona comercial
es reconocida por su característica afluencia popular. En general refieren a la calle Itu-
zaingó en el centro de Córdoba.
6
Estas publicidades alcanzan un importante 33% en “La mesa del fútbol”.
7
“El aborto es un crimen gravísimo pero la misericordia de Dios todo lo sana, todo lo
perdona. Si una vez nos equivocamos ayudemos a que un niño pueda ver la luz. A partir
de la concepción hay vida. Portal de Belén, hogar para la mamá sola”. “Cuando el amor
es responsable une a un varón y a una mujer para toda la vida (…) hay vida desde la
concepción. Portal de Belén, hogar para la mamá sola”. Programa “Los populares”, Radio
Popular, 1-05-2010.
“El que recibe un niño en mi nombre a mí me recibe. Hogar Nazareth”. “¿Tu matrimonio
está en crisis? Queremos ayudarte. Dejanos tu mensaje. Somos un grupo de matrimonios
que ayuda a matrimonios. Es un servicio de la Iglesia católica argentina”. Programa “Ale-
gre despertar”, Radio Popular, 27-04-2010.
8
Permanentemente se pueden escuchar publicidades de las organizaciones Hogar Naza-
reth para las madres solas, y de El Portal de Belén. En ambos casos se trata de institu-
ciones expresamente antiabortistas encabezadas por el abogado y actual legislador
provincial Eduardo García Elorrio.
9
Ambas publicaciones son diarias y pertenecen al Grupo Clarín. La Voz del Interior es
una institución centenaria mientras que Día a Día se lanzó a mediados de los 2000 como
una publicación de lectura rápida y orientada especialmente a sectores populares de la
ciudad.
10
Se trata de juegos de azar, suplementos deportivos pero también materiales que forman
parte de cursos de formación sobre sexualidad adolescente, suplementos sobre los santos
católicos, sobre las características del Camino Real Histórico de la provincia, Atlas Mun-
dial o Suplemento Tejer. También se promociona el suplemento Sangre Cuartetera, que
versa sobre la historia y característica de los distintos grupos y solistas de cuarteto.
178
Capítulo VIII. Los destinatarios en la pauta musical
179
está dominado por la difusión de las producciones de cantantes y bandas
del género local de cuarteto: casi ocho de cada diez canciones emitidas
corresponden a este tipo de música.
Naturalmente, esta fortísima presencia del cuarteto deja muy poco
espacio para otros tipos de géneros musicales como el pop/rock, latino
y español, la cumbia de origen nacional y el reggaeton. Solo en Radio
Popular y concentrado en el programa de primera mañana, tienen pre-
sencia otros géneros de tradicional consumo entre los sectores populares
como el folklore nacional y, en menor medida, el tango.
A partir de este tipo de incidencia, se dibuja con claridad el vínculo
inescindible entre el cuarteto y estas emisoras. En ese sentido, desde la
etapa inicial del género como durante su proceso de legitimación social y
en sus actuales posibilidades de reproducción económica, el cuarteto ha
estado fuertemente relacionado con los medios de comunicación y en
particular con la radio. En ese marco, si bien por el impacto de las prác-
ticas clandestinas como la piratería, entre otras cuestiones, el negocio dis-
cográfico se encuentra en pleno proceso de transformación, es claro que
sin la difusión permanente de este género a través de estas emisoras, la in-
dustria del cuarteto sería impensable en su configuración actual. Es decir,
el enlace entre la difusión musical radiofónica, el negocio discográfico y
la continua y altamente rentable producción de eventos bailables.
Por otra parte, la predominancia del cuarteto en la pauta musical
de estas emisoras también parece hacer referencia a un sujeto oyente al
que se le propone un consumo musical radiofónico determinado y fuer-
temente modelado por estas mismas lógicas de musicalización. Estos
discursos dibujan así las marcas de un proceso de formación de un gusto
homogéneo, en términos de géneros, y emplazado en la producción de
orden local.
La excepción relativa a la homogeneidad señalada se encuentra en
los programas matutinos centrales de ambas emisoras, en los cuales, a
pesar de la predominancia del cuarteto, también se da lugar a otros gé-
neros como el rock/pop nacional e internacional, el pop latino, el reg-
gaeton u otros ritmos centroamericanos. Desde allí también se produce
el espacio para estructuras de gustos y consumo musical caracterizadas
por mayor variedad de expectativas que, de todas maneras, se presentan
como parte de las modelaciones impuestas por el mercado discográfico
de orden global.
En este contexto, aún cuando las características del género actual
180
se hayan conformado en procesos permanentes de transformación y
apropiaciones de ritmos y temas musicales de otras partes del mundo,
el cuarteto se propone desde su carácter fuertemente local. Se lo plantea,
de este modo, como el capital musical más relevante de la provincia,
como nuestra música, en definitiva, como aquello que culturalmente
nos identifica como cordobeses. No hay ningún otro elemento que
pueda disputar dicho carácter:
Buenos Aires tiene el tango, y La Rioja con la chaya, los salteños con
la zamba, en Corrientes el chamamé; en Santiago del Estero gozan de
la chacarera. Y nosotros los cordobeses, cuarteteamos hasta morir2.
181
VIII.2. Poner el cuerpo… en la radio
182
VIII.3. Líricas. De continuidades y exclusiones
183
ras. Y, atendiendo a la necesaria interpenetración entre la producción y
la difusión, si no es programado por estas radios, difícilmente sea parte
de las producciones discográficas, dando cuenta de los mecanismos dis-
ciplinantes del mercado pero también de las avenencias de solistas y
conjuntos.
No obstante esto, en algunos pocos materiales discográficos, espe-
cialmente en los representantes del cuarteto que podemos nombrar
como “tradicionalista” (Blázquez, 2008: 111) como Carlitos Jiménez,
La Banda de Carlitos o Damián Córdoba, aún se pueden identificar al-
gunos ejes líricos que dejan ver las marcas que hablan de un vínculo
conflictivo con las miradas prejuiciosas y disciplinantes que la Córdoba
conservadora y timorata deposita sobre los sectores populares, en gene-
ral, y sobre el cuarteto, en particular.
184
VIII.4. Tipos de versiones o la especificidad de un dispositivo
musical
185
dustria moderna, respondiendo a la necesidad de movimiento continuo
de los bailarines.
A su vez, y de manera fundamental, estas versiones suelen mos-
trarse nítidamente marcadas por aquellos sujetos que se encuentran
presentes en los espacios de los bailes. A diferencia de los registros en
vivo de otros géneros musicales y en el marco de una relación de cierta
cercanía y conocimiento mutuo entre los artistas y determinadas fran-
jas de públicos, en este tipo de canciones quedan tallados y registrados
los diálogos y saludos entre los locutores, los cantantes y seguidores
individuales, grupos y barrios de la ciudad que se encuentran allí. Las
voces, los gritos, los aplausos y los saludos hablan de los individuos y
colectivos frente a los escenarios. Los bailarines dejan su marca en
estos materiales discográficos por su estar, por su vivencia entusiasta
del espacio del baile.
Las huellas de los allí presentes se traducen en visibilidad, paradó-
jicamente sonora, de esos sujetos en discos o canciones que luego son
comercializados, potencialmente atesorados y masivamente difundidos
por estas emisoras. El en vivo, en ese sentido, parece acarrear mucho
más que la obvia búsqueda de rentabilidad empresaria. Parece proponer,
complementariamente, complejas articulaciones de sentido que no
creemos que puedan ser soslayadas.
Observamos que en esos materiales, y en la importancia que ad-
quieren en la pauta de musicalización de estas emisoras, se juega la men-
cionada cuestión de la visibilidad de los propios seguidores de las bandas
y solistas4, excluidos de otros órdenes de representación simbólica y me-
diática. Articuladamente con esto, también implica la promoción y re-
valorización del baile como espacio privilegiado de desenvolvimiento
de las presencias populares, de expresión de un tipo de socialidad propia,
y de reivindicación de un vínculo particular –cercano y recíproco– entre
artistas y público.
186
dios, es decir a “la conjunción [única] de sonido, imagen, sorpresa y
compromiso físico” (2004: 88).
Así, para este autor, el en vivo “se vuelve vida” fundamentalmente
cuando se toca o compromete al cuerpo, cuando se articulan las voces
esforzadas de cantantes, cuando sus cuerpos se despliegan en los esce-
narios, o cuando se observa el sudor de los deportistas, los latidos y la
energía en acción de músculos y tendones. En esos momentos, en que
hay fascinación por los cuerpos re-presentados y ningún otro pensa-
miento es posible, la articulación de estos en el en vivo se torna funda-
mental para movilizar lo erótico desde lo mediático.
Para nosotros, la alta presencia de la música en vivo en la pauta mu-
sical de estas emisoras alude a la ya mencionada cuestión de la visibilidad
pero, de manera articulada, también se encuentra vinculada a la repo-
sición permanente de los bailes como espacios privilegiados de encuen-
tro con el placer y el erotismo. Es decir, que este tipo de versiones se
construye como parte de los dispositivos de movilización de lo erótico
desde estas emisoras.
Siguiendo a Roland Barthes, Silverstone afirma que lo erótico no
puede ser pensado como lo evidente, como lo expuesto o lo explícito.
Por el contrario, se constituye desde la dinámica de lo sugerente, de la
intermitencia, del centelleo de la piel entre dos prendas, entre dos bor-
des, entre los pliegues. Desde esta perspectiva, lo erótico es la pregunta,
es la incerteza y nunca la respuesta clara o nítida. Logra seducir por su
presencia inconstante, dubitativa, por “la puesta en escena de una apa-
rición-como-desaparición” (2004: 89). Pero siempre con los cuerpos
como su sostén, como la materialidad sobre la cual se articula la suge-
rencia como sentido de lo erótico.
En esta línea, observamos que la base fundamental para la movili-
zación corporal y la articulación de lo erótico en estos discursos –aunque
no es su único sustento– está relacionada con la capacidad de estos me-
dios para constituirse como interfase, como interconexión permanente
entre los espacios de baile de cuarteto y las figuras de sus oyentes. La
organización de estas pautas de musicalización así nos lo indica: las emi-
soras, desde el cuarteto, logran que los cuerpos dancen, y por eso ale-
gran, divierten y seducen.
Ahora bien, la operatoria de este dispositivo no se sustenta única-
mente en la estricta reproducción musical de piezas en vivo o en la pro-
ducción de ciclos que simulan la festividad y el erotismo de los eventos
187
de cuarteto. Entendemos, de manera distinta, que se trata de operacio-
nes de apropiación que adquieren su particular significación acunadas
en las características específicas del discurso radiofónico y en su capaci-
dad de movilizar lo íntimo y lo corporal. Así, desde el cuarteto en vivo,
estas propuestas solo pueden brindar un espacio sonoro relativamente
indefinido, marcado por un juego de ambigüedades en tanto, como
toda interacción humana, cada baile, cada encuentro, cada serie de ros-
tros, cuerpos y movimientos que allí se anudan solo pueden remitir a
una combinación única. Y, si bien reglada por las férreas conductas em-
presarias, la reproducción de esa unicidad remite a la particularidad que
adquiere cada evento con lo que allí ponen sus participantes.
Delimitado de este modo, el en vivo solo puede proponer una se-
ductora apertura relativa de sentidos y convocar a ser definitivamente
indagado por la imaginación individual en cruce con las experiencias
subjetivas construidas en dichos espacios. Estas aperturas, ambigüedades
y marcas de lo relativamente indescifrable articulan la operatoria de lo
intermitente y lo sugerente propio de lo erótico. De allí que entendemos
que este tipo de registros y versiones en vivo, junto con el estilo fiestero
predominante, se muestren como parte central de un potente y especí-
fico dispositivo de interpelación radiofónica de los cuerpos en relación
con lo erótico.
Si prestamos atención a la importancia que, según las perspectivas
que indagan las culturas y prácticas populares de nuestro país, adquiere
el cuerpo para estos sectores socioculturales, podremos valorar la rele-
vancia de este aspecto de los sistemas de interpelación de estas emisoras.
En ese sentido, se ha señalado que se observa como característica general
un predominio del cuerpo por sobre lo discursivo vinculado a la visibi-
lidad y a tipos de socialidades en constitución (Alabarces, 2006). Ade-
más, se afirma que, en particular entre los jóvenes, se prefiere tocarse
para saber que ahí hay otro para garantizarse con sus cuerpos –materia-
les, reales– la existencia de un nosotros, de un común imaginado (Ala-
barces, 2006: 12).
Lo corporal y lo vital
188
25), en estos dispositivos notamos que la construcción de las imágenes
identificatorias se produce en fuerte relación con lo corporal. Incluso, ya
de manera más arriesgada y en una lectura global de estos discursos, dirí-
amos que se pueden observar aspectos, entre ellos la pauta musical, de
estos sistemas de interpelación que emplazan a los destinatarios como
cuerpos, en tanto vitalidad en plena ebullición y reproducción.
A este respecto, con Murillo (2008), desde una perspectiva que re-
cupera la mirada lacaniana para pensar las interpelaciones y la constitu-
ción de los sujetos, planteamos que siempre éstas y su anudamiento a
determinadas articulaciones ideológicas, nos hablan de propuestas que
funcionan como escapes a la omnipresente y pulsante amenaza de la
muerte. Tanto los modos en que este peligro se configura como las for-
mas de huir de ella son variantes histórico-sociales. Por ello, cada socie-
dad reproduce y transforma el marco de relaciones de poder específicas
a través de la administración de las carencias que remiten todas, en úl-
tima instancia, a la muerte. Así, la gestión de estos procesos, de hecho,
se nos presenta como parte del núcleo de las relaciones y disputas de
poder y toman al cuerpo como su blanco en el marco de que, para el
ser humano, la muerte de éste es el proceso más amenazante y aterrador
(Murillo, 2008: 25).
Ahora bien, esta fuerza inquietante, que el psicoanálisis ha nom-
brado como tanathos, sólo puede eludirse ficcionalmente, y la figura de
un sujeto como portador de una identidad unitaria e incuestionable es
parte fundamental de dicha operación. Por ello, las lógicas de interpe-
lación y constitución de sujetos, que abre caminos para escapar a esa
amenaza y construir la ilusión de pervivencia, también responden a cier-
tas dinámicas históricamente configuradas y sus correspondientes tramas
de disputa, lucha ideológica y de poder.
Si se acepta nuestra interpretación, podrá entenderse cómo, en con-
textos de permanente amenaza material –de hambre, de dificultades la-
borales, de seguridad, de acceso a derechos y servicios mínimos– y
simbólica –de disolución de la propia identidad, de desencuentro con
lo que se es, de imposibilidad de gestionar la propia representación–,
este tipo de articulación radiofónica anudada a lo vital y lo corporal,
puede encontrar un fértil espacio para dibujar propuestas de identifica-
ción/diferenciación para las distintas franjas de sectores populares de la
ciudad.
189
Pautas de musicalización por género, temáticas,
estilos y tipos de versiones
FM Popular
Folklore Humorística
nacional y tango 0%
9% (3)
(104)
Total Tradición-
100% remembranza
(1.118) de lugares
4%
(42)
Otros
1%
(7)
Total
100%
(1.118)
190
Pautas de musicalización por género, temáticas,
estilos y tipos de versiones
FM Suquía
Total Tradición/
100% remembranza
(831) de lugares
1%
(5)
Otros:
3%
(24)
Total
100%
(830)
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento realizado.
191
VIII.6. Consideraciones parciales
192
local, y formas de nombrar lo popular, en tanto parcela o posición cul-
tural diferenciada.
Por otra parte, la apelación a lo sensible y a las problemáticas inti-
mistas que encuentran espacio de desarrollo en las líricas del cuarteto,
y otros géneros musicales, muestran claros lazos de continuidad con ló-
gicas más generales de la cultura y los discursos mediáticos actuales. En
particular, en vínculo con la dinámica cultural del capitalismo tardío,
la posmodernidad, se insiste y remarca la singularidad, como modo se-
guro de sobrellevar la fragmentación y la profundización estructural de
las desigualdades a todo nivel. A su vez, articuladamente, la predomi-
nancia de estas temáticas refieren a la fuerza que han adquirido en los
medios de comunicación la presencia de géneros y temas que hablan de
lo singular privado y lo afectivo.
Pero también estas estructuras de gustos e intereses propuestas
muestran la huella de la importancia que lo sensible y, desde allí, el
cuerpo, parece adquirir para distintas franjas de los sectores populares.
En esa línea, autores de diversas disciplinas de nuestro país observan
cómo las lógicas de visibilidad y las estéticas de comunicación de estos
sectores se sostienen en la cuestión de los cuerpos. Desde diferentes ob-
jetos, perspectivas y campos de indagación, el cuerpo emerge como so-
porte significativo, modalizador de nuevas socialidades en constitución
y como garantía de visibilidad y existencia ante sí mismos y ante otros
(Alabarces, 2006; Garriga Zucal, Moreira, 2006; Gonzáles, 2008).
En este contexto, la afirmación de la versión construida del cuarteto
fiestero y sensible, orientado de manera clara a la práctica social del baile
y, por lo tanto, a la movilización de los cuerpos, parece hablarnos con
claridad de la posibilidad de la reproducción del negocio cuarteto. No
obstante, también referencia el modo en que, en el marco de procesos
culturales amplios y particulares de los sectores populares, se propone
expresar la diferencia en el vivir y gozar el consumo radiofónico musical.
A partir de esto, la eficacia interpelativa de estos discursos pareciera
depositarse, de manera relevante, en atender y movilizar la vinculación
entre la música y su experiencia corporal, desde una articulación de sen-
tido particular. De modo general, no hay posibilidad de construir este
verdadero dispositivo de interpelación sin este uso del cuarteto, cuyo
sentido está ligado al baile como placer e insertado en la trama festiva
propia del género (Barei, 1993: 64).
Teniendo en cuenta lo hasta aquí analizado, se dibujan una serie de
193
desplazamientos significativos que plantearían que la radio es música,
la música es cuarteto y, finalmente, el cuarteto es baile, fiesta y seduc-
ción. En definitiva, desde los deslices semánticos que aquí reconstrui-
mos, estas radios son baile, fiesta y seducción.
En esta última línea, la reposición permanente de los eventos bai-
lables a través de la música en vivo deja en evidencia dispositivos de de-
marcación y visibilidad de sujetos, modos de sociabilidad y espacios
propuestos como propios para los sectores populares cordobeses, por
un lado, y la movilización o activación de lo erótico, por otro lado.
En el marco de una ciudad segmentada territorial y socialmente,
los bailes parecen contribuir a definir y conformar el ámbito de lo com-
partido y de lo propio para estos sujetos. Esos espacios se proponen, en
ese sentido, como los lugares de encuentro entre las figuras de los con-
ductores/enunciadores –plenamente insertados simbólica y material-
mente en estos ámbitos–, los destinatarios y los artistas del género. Es
decir, que son las instancias de anudamiento de aquellos que forman
parte del nosotros cuartetero, popular y cordobés.
Por otro lado, lo erótico es movilizado, de modo articulado con lo
que surge desde otros aspectos, desde el dispositivo del en vivo y la con-
figuración de un espacio interfase entre los bailes de cuarteto y los des-
tinatarios construidos como participantes de esos eventos. Este espacio
de interrelación a la vez que reproduce los cuerpos-voces movilizados,
agitados y presentes en el en vivo, construye desde la propia discursivi-
dad radiofónica la plataforma para situar a los sujetos como activos par-
ticipantes del dispositivo erótico.
Finalmente, en vínculo con la transversal movilización de lo cor-
poral, se constituye un aspecto interpelativo que, entramado en los dis-
cursos del mercado y el consumo, apela a la corporalidad de un modo
específico y particular: una interpelación que busca emplazar a los in-
dividuos como cuerpos, en ebullición, en reproducción, en plena afir-
mación de lo vital. Es decir, a la posibilidad –ideológicamente
constituida– de eludir la siempre presente y permanente amenaza de la
desaparición.
Notas
1
Spot institucional. Radio Suquía, 9-05-2010.
194
2
Tema musical “Nuestro estilo cordobés”. Disco: En vivo en Atenas (1987), Carlos la
Mona Jiménez.
3
Tema musical “Y ya lo ve”. Disco: Fuerza Interior (2009), Damián Córdoba.
4
El solista de cuarteto Damián Córdoba, en ocasión de una entrevista radiofónica de
promoción del evento bailable en el cual se grabaría un disco en vivo, marcaba claramente
la cuestión de la visibilidad como un aspecto de relevancia. Señalaba que era muy im-
portante que vayan todos los grupos de seguidores con sus banderas, con “sus trapos”,
de modo que él pudiera nombrarlos desde el escenario para quedar registrados en las
canciones. Porque, sostenía, “yo sé lo importante que es para los chicos salir en los discos,
en parte también por eso grabamos discos en vivo”. Programa “La mitad más uno”.
Radio Suquía, 06-05-2010.
195
196
Capítulo IX. La participación radiofónica
197
De todos modos, es necesario dejar en claro que entendemos que
este aspecto no construye una imagen refleja de los oyentes empíricos
sino que es parte de la constitución discursiva de los destinatarios, en
tanto comporta una serie de mediaciones desde la esfera de la produc-
ción. En ese sentido, es válido suponer que la denominada participación
se produce en el marco de regulaciones y condicionamientos propios
de la configuración de la enunciación radiofónica, vinculados a las prác-
ticas de quienes promueven y habilitan dichas intervenciones como pro-
ductores y conductores. Explícita o implícitamente se incluyen y
excluyen mensajes a ser difundidos, se habilitan dispositivos técnicos
para la participación –mensajes de texto, contestador, redes sociales vir-
tuales– así como se potencian o restringen tipos de comunicación –ora-
les, en vivo o registradas para ser reproducidas, escritas para ser leídas–.
En todos los casos, estas operaciones revelan fuertes procesos de deli-
mitación y, consecuentemente, figuración de aquellos que son construi-
dos como oyentes de estas programaciones.
Por otra parte, antes de introducirnos al análisis de este aspecto, es
necesario dejar sentado que hemos registrado una diferencia importante
en la cantidad de intervenciones o mensajes entre las dos emisoras que
nos ocupan. En el caso de Radio Popular, nos hemos encontrado con
casi el doble de participaciones emitidas que en Radio Suquía. Esta di-
ferencia se verifica en términos globales y de manera particular en los
distintos segmentos horarios. Entendemos que está vinculada, de modo
general, a los niveles de audiencia de una y otra emisora y, de modo es-
pecífico, a las estrategias comunicativas de cada ciclo, en el marco de las
cuales se promueve en mayor o menor medida este tipo de relación con
las radios.
De todas maneras, es importante señalar que en la mayoría de los
programas de ambas emisoras la participación del público es un ele-
mento estructural y constante que construye decididamente las pro-
puestas de los ciclos.
198
o realizar pedidos, de información, aclaraciones u opiniones de los con-
ductores, sobre diversos temas.
Lo privado particular
Son los únicos que me hacen reír. Estoy casada y no puedo salir por-
que él es muy celoso1.
Soy casada con hijos pero por mucho tiempo mi matrimonio estuvo
a punto de derrumbarse. Me gustaba otra persona. Era como que no
sentía nada por mi marido. (…) Cuando me di cuenta que esa tercera
persona no daba nada por mí, que era todo pasajero me hizo reflexio-
nar. Me di otra oportunidad. Me di cuenta que amo a mi esposo. Que
199
sin él no puedo vivir; que si me falta un segundo lo extraño con locura
y cuando estamos juntos parecemos una parejita de adolescentes. Que-
ría compartir la felicidad con ustedes2.
200
El cuarteto y el fútbol
De sombras y ausencias
201
o de orden policial, dado que se trata de una de las temáticas con mayor
presencia en la dimensión referencial de estos discursos. Esto pareciera
reafirmar un principio interpretativo global de nuestra investigación que
sostiene que estas propuestas predominantemente anudan las imágenes
de sus destinatarios, y su actividad, en la dimensión de lo vital y su re-
producción, contrario a los sucesos que nos hablan de los conflictos y
las violencias cotidianas.
202
con la intervención en la dimensión material de la vida de sus destina-
tarios –plagada de carencias y falencias– sino con un proceso de elabo-
ración y reconfirmación imaginaria de estilos de vida diferenciados, sin
posibles interacciones con otros sociales diferentes. O, en otros térmi-
nos, una suerte de reafirmación cultural de lo que sus audiencias son y,
circularmente, se les propone continuar siendo.
La humorada y lo cordobés
203
con otros sujetos. Destacan como ejes transversales dos temas funda-
mentales: el fútbol –la situación del equipo del cual se es seguidor o
hincha, los resultados del fin de semana o bromas que trascienden el
momento particular–, y la sexualidad –propia del oyente gastado/bur-
lado o de la pareja real o ficticia que se le atribuye–. En no pocas oca-
siones ambas temáticas se cruzan.
Como segmento especialmente ilustrativo de este tipo de partici-
pación radiofónica se destaca la sección fija del programa “Los popula-
res” (Radio Popular) llamada “Momento cultural”, en la cual se
aglutinan las principales cuestiones que recorren las distintas participa-
ciones humorísticas.
Nominada con claro sentido burlesco y paródico en relación a las
jerarquías culturales que se sitúan como dominantes, “Momento cul-
tural” presenta intervenciones, supuestamente espontáneas, de oyentes
que despliegan versos de propia autoría tematizando los sucesos coti-
dianos, el fin de semana futbolístico o simplemente dedicándose a bro-
mear con otros oyentes. “La primavera” de Antonio Vivaldi como
cortina musical lleva al extremo el gesto paródico del segmento con res-
pecto a lo que es construido como culto, y enmarca, por contraste, las
voces de los oyentes con fuertes marcas lingüísticas regionales y socio-
lectales (Kerbrat Orecchioni, 1986) propias de los sectores populares
cordobeses. De este modo, los elementos que, diseminados en el resto
del discurso de las emisoras, nos hablan de las oposiciones entre el
mundo de arriba y los mundos de abajo4, encuentran en el humor bur-
lesco y paródico desarrollado en esta sección un dispositivo de anuda-
miento y especial visibilización.
De modo más general, esta sección opera como un potente dispo-
sitivo cualitativo de homologación (Mata y Scarafía, 1993: 96) que pro-
pone asimilar las características de los personajes populares –de barrio,
futboleros, cómicos, creativos– con las imágenes de los destinatarios.
Así, a partir del humor como espacio discursivo definitorio de lo cor-
dobés, se propone articular dichos rasgos prototípicos y folklorizados
con los sujetos populares de la ciudad.
La seducción y lo erótico
204
mensaje de carácter erótico o sexual orientado a la seducción de otros
oyentes. En la mayoría de estos casos, se trata de intervenciones de hom-
bres que se dirigen a mujeres ratificando el carácter machista que atra-
viesa de modo general estos discursos.
Dichas intervenciones se caracterizan por las fuertes marcas socio-
lectales propias de los sectores populares de la ciudad así como por el
tipo de vivencia abierta y explícita –casi grotesca– de la sexualidad que
dejan entrever.
Nos interesa presentar aquí algunas de las marcas analizadas que refieren
a espacios y ámbitos desde donde las figuras de los oyentes se dibujan
205
en las intervenciones. Si bien éstas pueden ser reconstruidas sólo en al-
gunos mensajes, constituyen indicadores relevantes sobre las caracterís-
ticas y atributos en relación a los cuales se perfilan los destinatarios de
estas emisoras.
IX.3.2. La cárcel
206
tad, la cárcel emerge también como espacio de inscripción y de defini-
ción. Estas marcas tienen tanta o mayor presencia como las referidas a
actividades escolares o de estudio. En esta relación de diferencia y simi-
litud se produce un significativo proceso demarcatorio de las imágenes
de los destinatarios que nos resulta especialmente interesante señalar,
en tanto los vincula públicamente con el mundo del crimen y el delito.
Así, este reducido pero consistente indicador propone sujetos referen-
ciados con las franjas que podríamos denominar marginales de los sec-
tores populares cordobeses. Pero también este tipo de presencia de lo
carcelario y, por lógica, de lo delictual, nos señala procesos de carácter
más amplio que han sido vinculados con las transformaciones generales
de los sectores populares argentinos en los últimos años. En particular,
nos referimos a la reconfiguración de los estándares de valoración,
idearios y reelaboración de identidades que han habilitado el quiebre
de la homogeneidad que hasta hace unas décadas ostentaba la “cultura
del trabajo”, y su consecuente cuerpo de expectativas de futuro y ascenso
social. De manera complementaria al debilitamiento de este conjunto
de valores y la emergencia de un ideario del postrabajo, se ha hecho via-
ble la valoración positiva de otros ámbitos y prácticas. Entre otras po-
demos mencionar el complejo de actividades vulgarmente conocido
como “la joda” o “la mala vida” –la noche, la calle, el delito– que hoy
no necesariamente se muestran tan ilegítimos como lo fueran (Míguez
y Semán, 2006: 31). Estos procesos parecen dejar sus marcas en las pro-
puestas comunicativas que analizamos.
207
mentos de ocio–, y la inscripción colectiva de grupos de jóvenes vincu-
lados al mundo de la música del cuarteto y los bailes del género, que se
expresan y contactan a través de estas radios.
El primer tipo de escucha colectiva parece mostrarse como el cruce
de la práctica residual de los iniciales modos de organización del con-
sumo radiofónico –vinculado a un medio que invitaba a ser oído– y el
actual uso social predominante del medio como compañía que se aco-
moda a las necesidades, tiempos y actividades de los oyentes.
El segundo tipo de inscripción colectiva está relacionada con gru-
pos, usualmente de jóvenes, que parecen buscar inscribirse y lograr vi-
sibilidad en el discurso de estas radios. En vínculo con las continuidades
entre los espacios de los bailes de cuarteto y estas propuestas comunica-
tivas, las marcas de estas presencias colectivas se construyen a partir de
características autoatribuidas, pertenencias a barrios de la ciudad –te-
rritorios– y referencias a bandas y cantantes particulares de cuarteto.
Pero también adquieren importancia en su definición la abierta reivin-
dicación de un complejo de prácticas y espacios que ya hemos reseñado
y que, con sesgo disciplinante, es llamado la mala vida (Míguez y Semán,
2006: 30). De este modo, estas marcas colectivas-juveniles se soportan
en vínculo con el mundo del cuarteto y refieren a la noche, el alcohol,
las drogas y también a un tipo de vivencia explícita, abierta y, si se
quiere, descuidada de la sexualidad, opuesta a los prejuicios y tendencias
moralizantes. Entre muchas otras, hemos relevado las siguientes nomi-
naciones colectivas: los pibes de la placita fumanchu, los pibes de la es-
quina, las toca to’, las únicas pura joda, los mala fama, la maldita junta,
los pocadroga, las parapito, los sombra.
Desde aquí, reconstruimos las huellas de determinadas transforma-
ciones de las culturas populares argentinas (Míguez y Semán, 2006: 31)
y de la valoración positiva de estas prácticas y ámbitos. Por ello es, qui-
zás, en estos elementos donde la reivindicación juvenil de lo popular,
en general, y de lo plebeyo, en particular, deja su huella con más fuerza
en tanto imagen de identificación diferenciada de otras franjas de los
sectores populares y fuertemente de otros segmentos sociales. En este
sentido, muchos de estos aspectos parecen presentarse como puntos de
diferencia fuerte, casi indigeribles, por la moralidad y las prácticas cul-
turales dominantes. Desde nuestra perspectiva, llamar la atención sobre
estas otras articulaciones de lo popular implica atender a su potencia
operativa en el marco de los complejos sistemas de interpelación de estos
208
discursos, movilizando tenuemente los modos de vivencia y las expe-
riencias de la desigualdad, de ciertas franjas de los sectores populares de
la ciudad.
209
IX.5. Consideraciones parciales
210
tiempo, la baja pero consistente presencia de la cárcel como espacio rela-
cionado con la audiencia parece aludir a marcas discursivas vinculadas
con la crisis de los estigmas que avalaban la invisibilización de las prácticas
delictivas, por un lado, y con las transformaciones culturales de franjas
de los sectores populares, por otro lado.
En cuanto a las temáticas, destacan la cuestión de lo personal, lo
íntimo y privado, el mundo de la música –especialmente del cuarteto–,
y el fútbol, en menor medida, entre otros. En este marco, desde estas
presencias se configura un campo de intereses que encuentran espacio
de desarrollo en estos medios. A partir de los temas excluidos en las in-
tervenciones también se pueden reconstruir analizadores de relevancia.
En ese sentido, con claridad queda establecido que estos contratos co-
municativos, de modo primordial aunque no homogéneamente, arti-
culan y promueven la dimensión activa, participante, movilizada de los
destinatarios en torno a las temáticas vinculadas con lo sensible, lo afec-
tivo, lo corporal y lo que brinda placer, en el marco de un proceso ge-
neral de despliegue de las subjetividades.
En el mismo movimiento, parece promoverse la importancia de
lo específicamente cultural como espacio de anudamiento, de encuen-
tro y de reconocimiento entre los sujetos que desde estos discursos se
dibujan.
A partir de esto, puede entenderse la relevancia de la visibilización
y valorización de un complejo de relaciones sociales y unos modos de-
terminados de socialidad, construidos como propios. Los sujetos se en-
cuentran y reencuentran, se saludan, se ‘gastan’, expresan sus afectos, se
seducen e incluso erotizan a través de la radio. Si bien la relación de
consumo de la emisora es construida predominantemente como una
práctica de tipo individual, se configura como explícitamente compar-
tida con otros no presenciales.
De manera más general, la heterogeneidad relativa de las imágenes
de los destinatarios construidos en la participación, nos habla de sujetos
jóvenes, adultos jóvenes y adultos diferenciados relativamente por un
tipo de vivencia individual o colectiva de la radio, por el tipo de ins-
cripciones familiares, por las relaciones o las distancias con el mundo
laboral, entre otras cuestiones. De este modo, a pesar de estar regidas
por el criterio de rentabilidad económica y diseñadas en términos de
homogeneidad comunicativa, estas propuestas mediáticas construyen
articulaciones interpelativas complejas que llevan la huella de las estra-
211
tificaciones socioeconómicas y diferencias socioculturales de las hetero-
géneas franjas de sectores populares de la ciudad.
En tal sentido, se promueve la constitución de un campo complejo
y relativamente unificado de identificación en torno a lo popular cor-
dobés. Dicha amalgama ideológica discursiva, a pesar de su amplitud,
pareciera ser eficiente en articular y aglutinar las distintas y específicas
imágenes de los destinatarios constituidos, en el marco del proceso de
interpelación.
Notas
1
Programa “Para todos”, Radio Popular, 26-4-2010.
2
Programa “Para todos”, Radio Popular, 28-4-2010.
3
Programa “Los populares”, Radio Popular, 23-04-2010.
4
“[Cortina de música clásica] El micro de La Banda de Carlitos ha sido calificado como
escasamente cultural… Es lo que hay, ¿viste?”. Programa “Micros”, Radio Suquía,
8-05-2010.
5
Programa “Los populares”, Radio Popular, 23-04-2010.
212
Capítulo X. La presencia directa de los destinatarios.
Apelaciones y referencias
213
forma masculina (“señores”), mientras que en otros tramos de estas pro-
gramaciones se trabaja de manera más amplia y casi sin proceder a la
exclusión de la apelación general femenina.
En otros segmentos podemos reconstruir una presencia relevante
de otro tipo de apelaciones que –aunque generales– se dibujan con un
grado de mayor cercanía, como “mi gente” y “amigos y amigas”, entre
otras. Estas construcciones tienen mayor incidencia en el discurso de
determinados programas1.
De cualquier manera, desde una perspectiva general, este tipo de
mecanismos discursivos, apelativos generales, viabilizan la construcción
de destinatarios como parte de una audiencia amplia y fundamental-
mente “evidente”, cuya existencia es incuestionable (Fernández, 2004:
31). En ese marco, estas fórmulas parecen construirse como modos re-
lativamente neutros de contacto y, por tal carácter, de inclusión que pro-
pone pertenencias indefinidas. Las demarcaciones más específicas
–siempre necesarias– se desarrollan a través de otras figuras, que anali-
zaremos a continuación.
214
tamente un vínculo interindividual entre los enunciadores, constituidos
también claramente desde sus singularidades, y destinatarios que com-
parten determinados intereses. En esa relación son reconocidos como
sujetos y, desde allí, pueden dibujar los rasgos de sus personalidades. Se
trata, de este modo, de la celebración de la subjetividad en el marco de
la cual se van dibujando mil fisonomías diferentes que configuran una
imagen de la audiencia como sumatoria de individuos. No hay marcas
de condena al individualismo, no hay barreras para su desarrollo.
A partir de dichas características, la estructuración de relaciones
entre enunciadores y destinatarios se dibuja con indicios de refugio, de
espacio propio y exclusivo. Allí se escucha la música que te gusta, se
charlan los temas comunes que te interesan, tus problemas y situaciones
personales, entre otras cuestiones. El despliegue central de la imagen de
destinatario pasa de esta manera por la construcción de sujetos que
ponen énfasis en el desarrollo propio sin mayor anclaje en lo social por
lo que, articuladamente con otros aspectos ya analizados, está fuerte-
mente caracterizada no solo por lo singular sino también por lo íntimo-
privado.
Este tipo de configuración se ampara en procesos más amplios que,
en alguna medida, ya hemos referenciado. En esa línea, en la denomi-
nada cultura posmoderna se ha potenciado el surgimiento “de géneros
y formatos [mediáticos] que pongan en escena la cotidianeidad, la sub-
jetividad, la intimidad de cada ser singular así como se han revitalizado
y renovado viejos géneros con esta misma característica” (Papalini, 2007:
15). En los medios se encuentra como tema principal la narración de la
vida, sus aspectos subjetivos y dentro de ella los pasiones y lo sensible.
En el contexto de creciente repliegue de la subjetividad al ámbito
de lo privado, el intercambio propuesto y construido desde el discurso
de estas emisoras descansa sobre el supuesto de que la socialidad, e in-
cluso la reflexión sobre ella, se concentra de manera fundamental en la
esfera de lo íntimo que encuentra lugar de expresión en lo mediático
(García Canclini, 1998: 264-270).
Esta articulación de lo individual y lo íntimo-privado en estos dis-
cursos radiofónicos opera legitimándolos y autentificándolos, borrando
las huellas de la construcción mediática de los públicos y, sobre todo,
viabilizando la relación cercana y afectiva que se propone entre enun-
ciadores y destinatarios.
Observados desde otro lugar, estos procesos de singularización tam-
215
bién parecen estar marcados por determinadas transformaciones cultu-
rales de franjas de los sectores populares argentinos. En esa línea, según
Míguez y Semán (2006), de modo diferenciado a las culturas conven-
cionales, en las culturas populares actuales parece emerger una estructura
de valores dentro de la cual se destaca la noción de “reciprocidad”. Se
observa, así, que los procesos de reconocimiento y legitimación social
se construyen en estricta relación de “reciprocidad y dependencia” con
otros sujetos singulares. Por ello, como hemos dicho, estas relaciones
no son nunca entre iguales abstractos, como piensa el derecho, sino
entre personas particulares que merecen un trato según el tipo (2006:
27). A partir de esto, sostenemos que parte relevante del discurso de
estas radios lleva la huella de la vigencia de estos valores de cercanía y
reciprocidad específica entre seres singulares, en tanto posibilidad de
desarrollo y legitimación de enunciadores y destinatarios.
216
que se reconocen en lo juvenil, de manera predominante, pero no nos
permite designar lapsos vitales específicos. Este tipo de presencia de lo ju-
venil adquiere mayor incidencia en Radio Suquía, marcando algunas di-
ferencias que ya hemos señalado en otras dimensiones de análisis.
De todos modos, también hay lugar para apelaciones que constru-
yen de manera directa otro tipo de figuras en relación con las cuales es
necesario establecer un vínculo de mayor respeto y, si se quiere, de
mayor distancia aunque en ningún momento se cae en formas solemnes.
En ese sentido, difundido en todo el discurso de Radio Popular y con
menor presencia en Radio Suquía, especialmente en algunos programas,
podemos reconocer pronombres como “usted” o apelaciones como “se-
ñora” y “señor”.
217
En esa línea, la construcción que se propone, tendencialmente, de-
marca la imagen de un oyente ya existente y no como una figura po-
tencial o posible. El destinatario-oyente ya es parte de la audiencia de
la radio y siempre lo ha sido: es un ya-siempre-oyente.
A partir de lo dicho, este dispositivo se nos revela como una operación
de cierre y sutura de una imagen de sujeto sobre la que descansa toda po-
sibilidad de esta producción mediática. Es decir, el pretendido emplaza-
miento de los individuos como públicos4. Esta figura se muestra como
cerrada y permanente: todos los que deben estar posicionados en ese lugar
ya lo están, siempre lo han estado y por lo tanto siempre lo estarán. Este
fenómeno encuentra eco en lo ya analizado en los modos de presencia di-
recta de los oyentes, en particular en las marcas que se construyen en la
relación con la radio como objeto que define la identidad de los sujetos.
En esa línea, el ser público de estas emisoras particulares supone un grado
de definición en sí mismo de la imagen de los destinatarios.
Por ello, esta característica que une a los sujetos con la condición de
público ahistóricamente, se constituye en parte nodal de la operación más
amplia de interpelación de estos medios. Y se produce desde un doble
movimiento: a) moldeando la “historia” de esa relación y su sentido de
manera retroactiva, por lo que moldea la propia “historia” del sujeto dis-
cursivo y la emisora; b) produciendo un borramiento de la operación ini-
cial de identificación mediática propuesta, es decir del dispositivo
enunciativo que fija la imagen del ya-siempre-oyente (Zizek, 1992: 144).
Con respecto a este último aspecto, además de cerrada y permanente, en
tanto siempre se ha sido oyente, esta figura también se muestra como na-
turalizada e inmodificable: el destinatario es y será oyente, y dejar de serlo
implicará una modificación de su estatuto identitario.
218
están casi exclusivamente construidas desde lo individual, es decir, con
muy poca presencia de tipo colectivo. Además, se dibujan a partir de
características especiales.
Por un lado, particularmente en determinados ciclos como “Los
populares” de Radio Popular y “A todo volumen” de Suquía, a través
del apelativo y calificativo fuerte de “perra” (entendido como la mujer
libertina, de vida disipada) pero también “perrita”, “mamuchita”,
“mami”, las mujeres son construidas como destinatarias-objeto de deseo.
Así, en vínculo con la articulación propuesta entre cuerpo-baile-
erotismo, las propuestas mencionadas constituyen a las destinatarias de
estos discursos como mujeres que desarrollan la sensualidad de sus cuer-
pos en exclusiva relación de intercambio erótico-sexual con los hombres.
Probablemente, estas configuraciones lleven la marca de la codificación
cultural amplia que se condensa en los eventos bailables de la música
de cuartetos y su expreso acento machista y heterosexual. Según refiere
Blázquez, en estos espacios las figuras femeninas se encuentran expuestas
como objetos a ser consumidas visualmente (2008: 168)5.
Por otro lado, la mujer como destinataria de estos discursos está fuer-
temente relacionada con las referencias al ámbito del hogar, al gusto por
la música –en general de cuarteto– y especialmente a sus vivencias senti-
mentales, románticas o de pareja, es decir como destinatarias-sensibles.
Específicamente este último aspecto es importante piedra de toque para
la construcción de esta imagen a lo largo de todo el discurso, y especial-
mente en los programas de franjas de la tarde y noche, de Radio Popular.
Esta cuestión no se configura de igual modo en Radio Suquía.
En estos segmentos vespertinos y nocturnos de programación, la
destinataria femenina se construye con similar fuerza al de tipo mascu-
lino, pero emerge anudada casi exclusivamente a las situaciones perso-
nales, relaciones amorosas y de pareja que se le asignan. Por ello, su
presencia no se realiza por sí misma si no en relación –conflictiva o ar-
mónica– con lo masculino y es desde allí que adquiere relevancia.
Como se puede observar, en mayor o menor medida, estos discursos
son hablados desde el machismo, como fenómeno social general. Pero
de manera específica esta característica también parece estar vinculada
con ecos de aspectos particulares de la realidad sociocultural de los sec-
tores populares. En esa línea, y de modo general, Alabarces (2006) ha
sostenido que las prácticas populares, entre otras características, están
recubiertas por la homofobia y el machismo. Pero también otros estu-
219
dios han observado que, a pesar de las transformaciones en las estruc-
turas laborales y de ocupación de los sectores populares –el soporte eco-
nómico del núcleo familiar ha pasado fuertemente de los hombres hacia
las mujeres–, “no ha surgido una igualación simbólica entre los géneros”
y se observa el peso de un patrón que torna “diferentes, asimétricos aun-
que también complementarios y necesarios, al hombre y a la mujer”
(Míguez y Semán, 2006: 27).
En este contexto, poco de la mujer como sujeto independiente y
autónomo se deja entrever en estos discursos. Aquí vale apuntar que
estas configuraciones machistas se muestran consistentes y complemen-
tarias con las exclusiones de género analizadas en la dimensión estruc-
tural (las programaciones) y referencial de estas propuestas
comunicativas.
X.6. Cuartetero(s)
220
de ser partícipes del mundo festivo de la noche de la ciudad son los “bai-
larines”, “fiesteros” y “ambienteros”8.
De esta manera, el cuarteto se establece como consumo cultural ge-
neral compartido y, especialmente, como lugar que pronuncia, en claro
nexo con la práctica social del baile, la dimensión del ocio, el placer y
el goce como aspecto central de la vida de los destinatarios. Y es que
nombrados desde el cuarteto se construyen sujetos que se emplazan en
cuerpos que laten al ritmo de este género musical, de la alegría y del
baile. A la par, allí también se dispone la activación de la dimensión
amorosa, erótica y sexual de la vida como cuestión significativa y de par-
ticular relevancia.
Por otra parte, con menor incidencia, desde los mundos de los
cuartetos también se dibujan sujetos vinculados de modo específico con
el trabajo y la producción en este ámbito. Nos referimos a las figuras
particularizadas de productores musicales, músicos consagrados de gran-
des bandas, y artistas que se inician en este circuito cultural.
Como se puede observar, en una primera mirada, ninguna posición
relacionada con el cuarteto parece quedar fuera. Desde una trama que
se reconoce y construye como diversa y compleja, por la variedad de
condiciones y prácticas que acuna, estos discursos trazan un amplio
campo de identificación en torno a este fenómeno cultural. Se logran
de este modo altos niveles de inclusión discursiva, por lo que el efecto
frontera si bien es claro también dibuja un amplio espectro apelativo.
Sin embargo, esta amplitud no es equivalente a ambigüedad y ausencia
de sentidos específicos; todo no es igual a nada. Por el contrario, se ar-
ticula con la asignación específica y diferenciada de prácticas y vivencias
múltiples, con la construcción de singulares figuras identitarias que se
definen en torno a las variadas experiencias culturales posibles en rela-
ción a los “mundos de los cuartetos”9.
De esta manera, lejos de proponer una figura única, socialmente
reconocida como la del cuartetero –fruto de un proceso de simplificación
estigmatizadora sobre el género, de modo específico, y sobre los sectores
populares, de modo general–, estos discursos radiofónicos
desenvuelven un dispositivo complejo para la construcción de imágenes
que puedan dar cuenta de la omnipresencia del cuarteto, por un lado,
y que proponga términos específicos movilizadores, por otro lado. En
esa línea, este tipo de sistema de interpelación discursiva que se articula
desde el amplio espacio cultural del cuarteto parece requerir reconocer
221
las pluralidades y complejidades de los mundo(s) del cuarteto(s) y, fun-
damentalmente, de los heterogéneos sectores populares de la ciudad de
Córdoba.
En otro nivel de lectura, todas estas figuras están atravesadas por
los circuitos de producción industrial de este tipo de música y por la
práctica de su consumo. Sea como productor, músico, público de la
emisora, participante de los eventos bailables, consumidor de los mate-
riales de prensa y difusión y productos discográficos, todas estas figuras
están perforadas implícita o explícitamente por la marca del cuarteto
como mercado, de producción y consumo. En esa línea, desde el dis-
curso de estas emisoras, el cuarteto es un relato que permite articular
diversos destinatarios exclusivamente desde su carácter de industria cul-
tural local exitosa, es decir, desde su lógica mercantil. No existe lugar
para ningún otro tipo de interpelación.
No obstante ello, reconocer el modo mercantil de construcción del
cuarteto que se produce desde estos discursos no debe impedirnos con-
cebirlo como un complejo espacio de identificación para los sectores
populares de la ciudad que se asienta y, al mismo tiempo, excede la di-
mensión de su consumo. En esa línea, a través del cuarteto parecieran
establecerse los límites entre grandes sectores sociales, al tiempo que se
operarían distinciones identitarias más específicas incluso hacia dentro
del propio ámbito del género. Asimismo, hemos podido analizar que
estos procesos de identificación muestran indicios fuertes de estar vin-
culados con una serie de reivindicaciones de identidades grupales de
franjas juveniles de sectores populares cordobeses, su visibilidad y la va-
lorización de los barrios, como espacios de lo propio en la ciudad. En
el marco de estos procesos, nos parece fundamentado reflexionar sobre
la potencialidad que muestra el cuarteto como discurso que nombre,
de algún modo, la desigualdad y las dinámicas de la dominación. Si bien
poco queda de ello en la actual configuración del género, entendemos
que “toda relación de subalternidad precisa discursos que la constituyan,
entendiendo la “noción” de discurso en su sentido amplio, es decir, no
sólo como relato –social, colectivo, del pasado y del presente–, sino tam-
bién como modo de aprehender el mundo” (Guha citado por Alabarces,
Añon, 2009).
Vale decir en este sentido, que hemos propuesto que en las pautas
de musicalización de estas radios el tipo de líricas que desde el cuarteto
nominamos como “negro” aluden, soterradamente, a la enunciación de
222
las desigualdades y conflictos sociales y culturales que atraviesan a Cór-
doba en tanto sociedad desigual, segregada y segmentada. En otros tra-
bajos, también hemos sostenido que pueden observarse huellas de las
apropiaciones del cuarteto en línea con estas gramáticas “negras”
que –opuestas a lo “cheto”– buscan nombrar las diferencias y desigual-
dades de nuestra sociedad (Martinez Luque, 2010). Muy poco de esta
conflictividad opera discursivamente en la construcción de los “cuarte-
tero(s)”que hemos analizado.
223
débil presencia y, en general, aparece articulada fuertemente con la ima-
gen del destinatario singular y en relación con la figura del oyente. Es
decir que esta apelación y referencia adquiere sentido en tanto la radio
y los conductores se insertan como compañía en las actividades que
hacen a la consecución del sustento cotidiano y a la reproducción de la
vida doméstica.
X.8. El hincha
224
tificación que se dibujan insertos en un territorio de deseos, ilusiones y
expectativas como campo compartido con los destinatarios; es desde
esta condición común que se construye de manera central la reciproci-
dad entre unos y otros.
Ahora bien, este tipo de incidencia de la figura del hincha se mues-
tra, de este modo, como parte de un discurso que en continuidad con
rasgos culturales y discursivos generales construye y reproduce la cen-
tralidad que el fútbol ostenta en nuestra sociedad. El problema, enton-
ces, es que la importancia y pregnancia de este deporte, junto con otros
procesos culturales como la posmoderna y neoconservadora ficticia abo-
lición de las jerarquías culturales, han implicado que esta imagen de
identificación se constituyera de manera transclasista (Alabarces,
2002b). En esa línea, el ser hincha en principio puede considerarse
como parte de un dato y de un tipo de interpelación sin riesgos por su
carácter naturalizado y generalizado. Allí, en este panorama de univer-
salización, al parecer, no existirían espacios para la diferenciación social
o sectorial. Pero, con Alabarces (1997), consideramos que cualquier aná-
lisis cultural que no hable de las diferencias y los sistemas de oposiciones
y relaciones, no es productivo. Es decir que si no logramos reconstruir
el enclave de la diferencia en esta imagen poderosa del hincha, igual-
mente no estaremos diciendo nada más que lo evidente.
En ese sentido, en estos discursos, la figura del hincha parece ad-
quirir importancia como imagen de identificación en tanto se articula
con un modo de vivencia particularizado, o propuesto como tal, del
fútbol. Las demarcaciones y las distinciones parecen dibujarse desde los
estilos interlocutivos –pasionales, personalizados, pretendidamente sos-
tenidos en la autenticidad y originalidad como rasgos desplazados hacia
el ser hincha– y en los modos en que, como hemos señalado en otros
aspectos, se dibuja una zona explícita aunque ambigua entre fútbol y
sexualidad, entre fútbol y corporalidad: “¡¡¿Qué van a hablar estos de
San Lorenzo?!! Con violencia no nos pudieron parar. Impotentes. Muer-
tos, cadáveres (…)”11.
De esta manera, a partir de determinados modos de abordar y de-
linear su vivencia se propone un tipo de identidad futbolera particula-
rizada y distinguida –aun cuando tenga mucho de guión estereotipado
de la pasión–, en el marco de una interpelación global centrada en el
goce y la exposición corporal.
225
X.9. El territorio
226
Sea en el hogar, el trabajo o incluso en espacios de entretenimiento y
espectáculos musicales y bailables14, el destinatario parece no poder ser
constituido como un sujeto que acarrea preocupaciones, problemas o
como partícipe de conflictos compartidos con otros. Las temáticas men-
cionadas, de todos modos, no se encuentran plenamente ausentes, pero
se propone un destinatario que parece asumirlos como un dato más de
una realidad que se muestra como de difícil modificación. Es decir un
sujeto que implícitamente es construido como observador distante de
la conflictiva realidad.
En este contexto, se torna especialmente sugerente que a lo largo de
más de 200 horas de programación no hemos logrado reconocer ni si-
quiera en una sola ocasión la articulación del significante ciudadano como
modo de apelación o de referencia directa. Por su parte, las figuras de ve-
cino y de usuario tienen una inserción absolutamente minimizada15.
En el trabajo de análisis sobre las emisoras AM de la ciudad que
Mata (1988) realizara en la década de los ochenta, se verificaba que estas
figuras tenían cierta presencia como parte de los dispositivos de inter-
pelación radiofónica de los sectores populares. Los vecinos eran cons-
truidos como miembros de una comunidad en extensión de la familia,
el barrio, que como tal celebraba su vida o realizaba acciones de bien
común (difusión de labores de clubes, cooperadoras, comisiones). En
ese sentido, la vecindad remitía a relaciones solidarias en el marco de la
cooperación y cierta idea de orden y progreso. La figura de los usuarios,
por su parte, adquiría sentido frente a las prestaciones de instituciones
de naturaleza pública y su estado de indefensión ante ellas. Desde aquí,
y esto es particularmente relevante, emergía la idea de conflicto en el
discurso radiofónico. Los usuarios eran sujetos demandantes y las emi-
soras se proponían como mediadoras, trasladando quejas y reclamos a
los funcionarios responsables. Finalmente, en contadas ocasiones, los
vecinos eran interpelados como ciudadanos y se estimulaba a actuar en
relación con sus representantes políticos, sus aliados o adversarios en el
terreno del poder.
Como se podrá observar, los ejes que en la investigación de Mata
aludían a la interpelación como vecinos y usuarios, se muestran como
prácticamente disueltos en los discursos de las emisoras que analizamos.
En particular, la inscripción barrial, los temas y necesidades que requie-
ren de acciones solidarias o cooperativas, así como el rol de intermedia-
ción ante el Estado no son cuestiones operantes en los discursos que
227
nos ocupan. Tampoco se construye a la política como espacio de acción
legitimado, cercano o siquiera accesible desde el cual se pudiera articular
la interpelación de la ciudadanía.
Tenemos en claro que la presencia de este tipo de significantes no
aseguraría la articulación de un determinado sentido de estos. No obs-
tante, estas ausencias se tornan significativas si prestamos atención a las
transformaciones operadas y al hecho de que, para significativas vertien-
tes teóricas, en América Latina los modos de comprender y nombrar la
protesta social y la acción colectiva por la demanda de derechos está
vinculada fundamentalmente a procesos relacionados con la categoría
de la ciudadanía (Mata y Córdoba, 2009). Pero también al hecho de
que para lograr avances específicos en lo que hace a la discusión pública
de las libertades y derechos de todos “parece necesario que (…) los in-
tegrantes de una sociedad deban construirse subjetivamente como por-
tadores de esa condición básica”, en tanto, desde una perspectiva amplia,
la ciudadanía habla del derecho a tener derechos (Grillo, 2006: 176).
En ese sentido, en tiempos en que desde el Estado nacional se pro-
mueve una reinvención de su papel como entidad reguladora de lo so-
cial, lo económico y lo cultural, desde estos discursos, el espacio de lo
público y también lo estatal se muestran como ámbitos inconexos e
inaccesibles para los destinatarios configurados. Es decir que lo público
y el Estado son marcados por su carácter restringido y especialmente re-
servado para otros tipos de sujetos completando el delineamiento del
proceso de repliegue y anudamiento de las subjetividades a lo íntimo y
lo privado.
En este marco, los destinatarios que construyen el discurso de estas
radios no pueden ser actores de demanda o protagonistas de conflicto
de ningún tipo y, desde allí, se les niega su inscripción litigiosa y por lo
tanto pública en el espacio de lo común. Sea como ciudadanos, vecinos
o usuarios.
Desde esta perspectiva, podremos comprender la relevancia de este
tipo de configuraciones discursivas que proponen la obliteración de la
ciudadanía como identidad y práctica propuesta. Y, aun cuando reco-
nozcamos que “los medios actúan en el tope que el mercado le impone
a la democracia” (Grillo, 2006: 176), también entendemos que es ne-
cesario discutir la naturalización de esos límites con la posibilidad de
hacer pensables otras figuras en y frente a los medios, en general, y a
estas emisoras en particular.
228
Presencia directa del destinatario según referencias
(tabla parcial)
FM Popular
Total 100%
(815)
229
Vida sentimental/ 7%
personal del oyente (62)
Pertenencia a territorio 6%
específico (barrio (51)
o pueblo)
Hinchas de fútbol 5%
(49)
Actividades de la vida 5%
cotidiana (hogar) (44)
Actividades recreativas 3%
y de tiempo libre (24)
Poetas populares/ 2%
personajes populares (22)
Participación en juegos 1%
de azar (quiniela) (12)
Estudio 0%
(3)
Cordobeses 0%
(4)
Total 100%
(919)
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento realizado.
230
Presencia directa del destinatario según referencias
(tabla parcial)
FM Suquía
Hinchas de fútbol 3%
(48)
231
Actividades de la vida 3%
cotidiana (hogar) (46)
Actividades recreativas 2%
y de tiempo libre (24)
Consumidores/ 1%
vendedores (19)
Madres/padres 1%
de familia (18)
Vida sentimental/ 1%
personal del oyente (11)
Sujetos solidarios 1%
(10)
Creyentes (religión) 0%
(8)
Automovilistas 0%
(6)
Consumo de otros 0%
medios (2)
Cordobeses 0%
(2)
Contribuyentes 0%
(2)
Vecino 0%
(1)
Otros 1%
(12)
Total 100%
(1.424)
Fuente: Elaboración propia en base a relevamiento realizado.
232
X.11. Consideraciones parciales
233
tistas. Igualmente sucede con la imagen de los sujetos que viven el cuar-
teto como espacio de producción y de desempeño laboral.
En este contexto, si bien parece haber lugar para todos, los acentos
y la fuerza en determinadas figuras constituyen vacíos, silencios y ex-
clusión para otras. La predominancia de los bailarines y del consumo
musical como modos de relación con el género hablan del anudamiento
de los sujetos a los dos aspectos fundamentales de la industria, es decir,
la realización de los bailes y la producción discográfica y su difusión ra-
diofónica. En este sentido, todas las figuras, con mayor o menor inten-
sidad, están marcadas por la perspectiva del cuarteto como espacio
exclusivamente mercantil.
De igual manera, las imágenes predominantes vienen a nombrar de
modo explícito el tipo de vivencia de esta música que se construye desde
todos los aspectos discursivos analizados. La alegría, el placer, el erotismo
y el cuerpo en movimiento mediados por la práctica social del baile, or-
ganizada industrialmente. Desde estas emisoras, eso es el cuarteto, eso
es formar parte del cuarteto y, como hemos dicho, en estas articulaciones
reside parte importante del sistema de interpelación de estos discursos.
Otra de las figuras que adquiere relevancia, aunque en mucha
menor medida que las hasta aquí reseñadas, es la imagen del hincha de
fútbol. Articulada en torno a la definición de perfiles subjetivos de des-
tinatarios y enunciadores, el ser hincha de determinados equipos se
muestra como dato relevante de las identidades propuestas. De todos
modos, en estos discursos el hincha adquiere importancia como imagen
de identificación en tanto se articula con un modo de vivencia particu-
larizado, o propuesto como tal, del fútbol. Así, desde los estilos interlo-
cutivos y en los modos en que, como hemos señalado en otros aspectos,
se dibuja una zona ambigua entre fútbol y sexualidad, entre fútbol y
cuerpos, se propone un tipo de identidad futbolera específica. Estas for-
mas de la distinción se consolidan en el marco de un sistema de inter-
pelación que le otorga centralidad al goce y la exposición corporal.
De manera distinta, adquieren espacio de referencia y designación
el trabajo, las ocupaciones y las tareas cotidianas del hogar. Quizás con
menor fuerza de la que cabría imaginarse, este tipo de referencias ubican
a los destinatarios en tanto sujetos en actividad, desarrollando tareas
que se estructuran como obligaciones que viabilizan la reproducción de
la vida material. En este sentido, si bien el trabajo parece ser planteado
como ámbito de socialización con otros, estos espacios no se construyen
234
como otorgadores de identidad. Los sujetos no son interpelados en re-
lación a estas zonas de lo social sino en su transitarlas. Por ello, hemos
marcado que desde esta dimensión de estos sistemas de interpelación,
los sujetos son articulados con determinadas identidades propuestas,
desarrollando tareas que no las modifican. De esta manera, en juego
con un mundo laboral estructurado por la contingencia y la falta de cer-
tezas, de modo general, y con las dificultades crecientes, especialmente
entre los sectores populares, de extraer experiencias vividas como posi-
tivas o gratificantes del trabajo, se ocluye la figura del trabajador como
imagen interpelativa de relevancia.
En esta línea, el orden del hacer y el ser no necesariamente se cru-
zan. El hacer implica, fundamentalmente, aquello que se muestra como
ineludible para la supervivencia y para la satisfacción de las necesidades
materiales y simbólicas. Entramado con amenazas, carencias, riesgos y
privaciones, el hacer se construye como diálogo inevitable con un
mundo material que demanda respuestas concretas permanentes.
El ser, por su parte, se configura desde otros lugares: el cuarteto, el
fútbol y desde la condición de oyente de estas emisoras. Todos ámbitos
que sin exigencias, compromisos, ni amenazas proveen cálidas satisfac-
ciones procesadas a través del cuerpo y dibujan un lugar propio en el
mundo.
En este marco, el ser oyente de estas emisoras se propone como
identidad articulatoria de todos estos espacios satisfactores. Englobante,
cerrada, permanente y autoevidente, la imagen del oyente admite y pro-
mueve lo individual, pero también lo colectivo, lo femenino y lo mas-
culino, lo cuartetero, el futbolero y el laburante. La propuesta, en ese
sentido, busca estructurarse como parte de las tramas de identidades,
de prácticas, de ámbitos vinculados, también mediante operaciones dis-
cursivas, con el destinatario configurado.
De todas maneras, la presencia del oyente no designa ni referencia
de modo directo las diversas formas de la pobreza o la marginalidad en
tanto condición o situación social y económica, encubriendo, de este
modo, un aspecto posible de la dimensión material de la vida de los des-
tinatarios.
En similar línea, parecen articularse la oclusión de las figuras de ciu-
dadanos, vecinos y usuarios. Es decir, la dificultad de estos discursos de
interpelar sujetos que impliquen relación con las diversas formas de la
política, con la gestión o acción en pos de satisfacer necesidades, caren-
235
cias colectivas o privaciones en las prestaciones de servicios públicos,
entre otras cuestiones. En definitiva, todo aquello que remita a lo con-
flictivo, a lo litigioso, a las disputas y violencias tan propias de la dimen-
sión material y económica del mundo social contemporáneo, en general,
y de la sociedad cordobesa, hecha de imposiciones, exclusiones y mar-
ginaciones a todo nivel, en particular.
Estos silenciamientos implican, al propio tiempo, plantear una re-
lación de extemporaneidad entre los destinatarios construidos y el Es-
tado, entendido como ámbito ante el cual demandar el cumplimiento
de derechos pero también como actor privilegiado de resolución y re-
gulación de las problemáticas sociales más acuciantes. Por otro lado,
también proponen el mismo tipo de vínculo con el ámbito de lo pú-
blico, como espacio de visibilidad (Caletti, 2007) desde el cual se cons-
truyen y hacen pensables socialmente los conflictos y carencias.
En esta línea, estos discursos parecen operar desde la tendencia a la
elusión interpelativa, aunque no referencial, de aquello que, especial-
mente desde lo material, implica litigios, riesgos, angustias, inquietudes
y amenazas, proponiéndose por el contrario como el espacio fluido del
bienestar y de lo confiable.
Notas
1
Esto se puede ver especialmente en el Programa “Los populares” de Radio Popular y
“La batea” de Radio Suquía.
2
De modo global, este tipo de referencia alcanza un 44% en Radio Popular y un 48%
en Radio Suquía.
3
Esto sucede de manera especial con el programa “Alegre despertar” y “Los populares”
de Radio Popular, en el que se nombra a los destinatarios como parte de “los gaiteros”,
en referencia al apellido de la conductora Noemí Gaite; o de “los populares”, en el se-
gundo caso.
4
“La ideología ha siempre-ya interpelado a los individuos como sujetos; esto equivale a
determinar que los individuos son siempre-ya interpelados por la ideología como sujetos,
lo cual necesariamente nos lleva a una última proposición: los individuos son siempre-
ya sujetos” (Althusser, 1970).
5
En los bailes se forman círculos de bailarines. Generalmente las corrientes femeninas
comienzan a girar en sentido antihorario y arrastran a otros bailarines que forman una
gran rueda de cuerpos danzantes. “Los movimientos femeninos son acompañados por
los muchachos, quienes forman un círculo compacto de cuerpos que rodean las cadenas
femeninas interiores (…) Las mujeres pasan cerca de los hombres que aprovechan así
236
para tocarles el pelo, acariciarles el rostro, invitarlas a bailar o simplemente las consumen
visualmente (…)” (Blázquez, 2008: 13-14).
6
Las referencias globales a esta cuestión adquieren mayor importancia en Radio Suquía,
26%, mientras que en Radio Popular alcanzan un 17%. De todos modos, en ambas
emisoras se muestran consistentemente como el segundo aspecto referenciado de mayor
incidencia.
7
En muchas ocasiones el modo de nombrar la condición de seguidores de bandas o can-
tantes se produce a partir de un desplazamiento del propio nombre de los artistas. Así,
por ejemplo, se designa a los destinatarios como moneros o trulaleros, dado que se les
construye como seguidores del solista Carlos la Mona Jiménez o de la Banda Trulala.
8
Dentro del aspecto vinculado al cuarteto este tipo de referencias se muestran como las
de mayor importancia. De modo global, en Radio Popular alcanzan el 46%, mientras
que en Radio Suquía trepan hasta un 43%, siempre dentro de las referencias vinculadas
al cuarteto. Como se podrá observar, en ambos discursos estas figuras tienen una pre-
sencia dominante y homogénea.
9
A partir de la complejidad que reconoce en el mundo del cuarteto, Blázquez ha plan-
teado la idea de “mundos de los cuartetos”. Sostiene, en esa línea, que el cuarteto y su
circuito de producción de bailes se le ha presentado de manera plural: “cada conjunto
musical o cuarteto se ve obligado a construir su propio mundo, su propio éxito (…) En
la creación de estos mundos, el género musical se va haciendo diferente, con variantes
que distinguen y diferencian a distintos y diferenciados grupos sociales que se identifi-
can/son identificados como cuarteteros, ambienteros o bailarines (…) Mundos del cuar-
teto debe entenderse entonces como símbolo conceptual para representar las
interconexiones de acciones y experiencias individuales (…)” de diferentes actores (Bláz-
quez, 2008: 22-23).
10
Esto se da a través del deslizamiento de los colores de los determinados clubes hacia
una propuesta de identificación, los celestes, los rojo y blancos, o por las nominaciones
de las hinchadas y seguidores de determinados equipos como los piratas, los matadores,
entre otros.
11
Programa “Los populares”, Radio Popular, 26-04-2010.
12
Sobre esta cuestión hemos revisado y criticado (Martinez Luque, 2009a) entre otros a
autores como Svampa (2005), Svampa y Pereyra (2003) y Merklen (2005). En dicho
trabajo rescatábamos la perspectiva de Merklen al poder pensar la “inscripción territorial”
de los sectores populares desde una lógica de integración política –línea predominante
en la sociología política– y también como vía de integración social. Desde esa mirada el
barrio se muestra como vía específica posible en esos dos niveles (Merklen, 2005: 136).
A nivel local, los procesos de territorialización de los sectores populares [organizados]
han sido analizados por Ciuffolini (2008).
13
¿Acaso las pertenencias como las propias a los mundos del cuarteto logran disolver
estas pertenencias de carácter material y simbólico a determinados espacios de la ciudad?
¿Acaso la inserción en una ciudad desigual y fragmentada, en barrios cuyos conflictos y
necesidades son cotidianos y flagrantes, no requieren de construcción y expresión en
estas emisoras? En otros trabajos hemos revisado los vínculos entre medios y procesos
de territorialización (Martinez Luque, 2009a).
14
Los conflictos entre los asistentes a los bailes de cuarteto y la policía son hechos rela-
237
tivamente comunes pero no hemos encontrado ningún tipo de referencias a este tipo de
cuestiones.
15
En Radio Popular la referencia al usuario ha sido relevada en cinco ocasiones, mientras
que la del vecino no alcanza presencia alguna. En Radio Suquía la referencia al vecino
está presente en una ocasión mientras que la imagen de usuario no ha sido relevado.
238
Capítulo XI. Reflexiones finales
239
sidades de los oyentes que quieran o necesiten escucharla. Así, en el
marco de las lógicas globales de la FM de la ciudad y en su siempre com-
pleja competencia con la TV y también con los nuevos medios digitales,
estas propuestas no pueden ni requieren ser demandantes. Por el con-
trario, se instituyen como naturalmente amigables, cercanas –opuestas
a lo extraño– y con predisposición al encuentro con sus oyentes.
Esa compañía, de todos modos, no se define por una tópica global
escapista del mundo urgente y complejo. Si bien dominados por la ló-
gica de lo musical y el entretenimiento, estos discursos acompañan tam-
bién al decir, al contar y al escuchar sobre aquello que sucede en la
ciudad. Los aspectos básicos que se necesitan para delinear una carto-
grafía de lo social son desarrollados en estas programaciones: la infor-
mación económica, política, social, policial está presente, de manera
sucinta, comentada y sin mayores detalles. Cuestiones que parecen alu-
dir a las necesidades informativas, que los propios medios contribuyen
a construir, de saber qué es lo que sucede en una sociedad compleja
como la Argentina y, a su vez, facilitar la vida en una gran urbe como
Córdoba marcada por las falencias y las dificultades en prestaciones y
servicios.
En este marco, y ésta es una cuestión fundamental de estas propues-
tas, la compañía de la radio se define en relación con los tiempos coti-
dianos productivos u ocupacionales, en el trabajo o el hogar, pero
también por los propios del ocio y el entretenimiento. Particularmente,
los bloques vespertinos y nocturnos y especialmente aquellos de fin de
semana, decididamente se establecen como estructuradores de los tiem-
pos de las salidas nocturnas, de los bailes de cuarteto, es decir, de aque-
llos momentos que se proponen vinculados a la fiesta y el placer. Las
prácticas de ocio y entretenimiento, industrialmente organizadas en los
bailes de cuarteto, de franjas importantes de los sectores populares de
Córdoba dejan allí su huella indiscutible. El tiempo y espacio del baile
de cuarteto es un elemento ineludible y estructurador de estos discursos,
y desde allí, estas programaciones hablan, con especial tinte generacio-
nal, de la diferencia.
Por otra parte, hemos sostenido que estos discursos proponen sis-
temas de interpelación de amplio espectro que a la vez buscan ser espe-
cíficamente movilizadores, recuperando como parte de su lógica el
reconocimiento de condiciones de escucha y vida heterogéneas y diver-
sas. Una marca de estos procesos es señalada por los espacios que se re-
240
conocen constituyentes de los diversos destinatarios, adultos, adultos
jóvenes y jóvenes. Así, desde diversos aspectos y fundamentalmente en
la presencia directa de los oyentes y en los modos explícitos de referen-
ciar a los destinatarios, el trabajo, el hogar y los bailes aparecen como
espacios que otorgan sentido a la relación con las radios. Estos ámbitos
se muestran fuertemente vinculados a la cuestión de la compañía del
medio pero también al reconocimiento de las socialidades, prácticas y
nociones culturales que encuentran continuidad en su desarrollo y le-
gitimidad entre los destinatarios y las emisoras. A este respecto, nos ha
llamado la atención la consistente visibilización del espacio carcelario
como ámbito delineador de las figuras de los oyentes. Cuestión que
hemos señalado como huella notable de los valores y nociones culturales
en transformación de franjas de sectores populares que, vinculados al
régimen del postrabajo, hoy le asignan validez a prácticas y espacios que
otrora no los ostentaban.
241
otros de manera muy nítida como los vecinos, los ciudadanos, los jóve-
nes y niños, las mujeres y, de modo general, los sectores populares. A su
vez, los claros procesos de individualización de enunciadores y destina-
tarios han sido puestos en relación con tendencias sociales y culturales
amplias que encuentran en estas emisoras espacios de continuidad y re-
producción. Al mismo tiempo, se muestran emparentados con la im-
portancia de las temáticas propias de lo biográfico, lo íntimo y lo
privado, que parecen extenderse de modo global en diversos medios sin
importar su soporte.
De todas maneras, en este marco de continuidades con lógicas ge-
nerales, también nos hemos detenido a analizar los procesos a través de
los cuales estos discursos buscan construir un lugar de lo propio y de lo
particular. Hemos señalado, así, los dispositivos que pretenden dar
cuenta y proponer una diferencia constituyente en estas propuestas co-
municativas.
Esta verdadera “lógica de la diferencia” (Laclau y Mouffe, 1985:
151) se construye, entre otras cuestiones, desde el desarrollo y la pre-
sencia notable de temas no serios vinculados con un estilo de fuerte
oralidad, pero que carecerían de importancia o valor desde una pers-
pectiva racionalista; la propuesta de un tipo especial de vivencia de la
música –agitada, de compromiso físico, alegre, bailable– que implica
a enunciadores y destinatarios; la validación de tipos de relación recí-
proca, cercana, auténtica, sin falsedades y pretendidamente desjerar-
quizada entre los sujetos de la comunicación; y también la centralidad
de lo expresivo con el amor, el erotismo y el humor como elementos
fundantes.
242
sujetos sino que también los integra a un campo común que nos habla
de lo cordobés y particularmente de lo popular.
Como parte de esta trama, fuertemente vinculada con el humor y
lo propio cordobés, la visibilidad y validación de círculos de socialidad
también opera como eje demarcatorio de los destinatarios. Especial-
mente desde los dispositivos de presencia directa, pero también en la
interacción que se propone con los enunciadores, se construyen sujetos
para quienes la relación con los otros, el mantenimiento del contacto y
la expresividad, de sensaciones y emociones, con sus pares de distintos
espacios, adquiere un valor particular. Las radios se muestran, en esa
línea, como espacios significativos y legítimos para la reproducción y
valorización de dichos vínculos consagrados en el simple o cariñoso con-
tacto, en la burla o en la gastada que, en sus variantes, aluden al soste-
nimiento de la interacción. En el marco de procesos de fragmentación,
descolectivización social y una trama urbana que promueve los desen-
cuentros, el ser público de estas emisoras se configura como parte de la
posibilidad de la reproducción de relaciones, del encuentro con otros y
base para la visibilidad de estos sujetos y sus preocupaciones, intereses
y necesidades.
De igual modo, la cuestión del cuerpo se torna fundamental para
la constitución del vínculo entre enunciadores y destinatarios. En la ex-
periencia activa, cantada, agitada de la música, en el tipo de apropiación
festiva bailable del cuarteto, en los modos de vivencia del fútbol, así
como en las maneras en que se expone y valida la íntima sexualidad o
el erotismo –como dimensión fundamental de la vida–, la corporalidad
se muestra como cuestión central de estos discursos. Desde aquí es que
adquiere sentido lo sensible, el amor y también el humor, que toma al
cuerpo y a la sexualidad como objeto de burla.
Especialmente vinculado con la corporalidad, lo erótico es cons-
truido de modo particular desde distintos dispositivos y se muestra
como referencia y marca de socialidad. Así, a partir de la seducción hacia
otros sujetos situados como oyentes o hacia los mismos enunciadores,
pero también movilizado desde la discursividad radiofónica apelando a
la música en vivo, lo erótico emplaza a los destinatarios en tanto cuerpos.
A este respecto, a partir de la articulación de los registros musicales de
los bailes de cuarteto, los sujetos/cuerpos son asidos al contacto, a la in-
termitencia, a los claroscuros y la sugerencia que definen lo erótico y
que encuentra en la apropiación radiofónica de estos eventos la posibi-
243
lidad de su legitimación y reproducción simbólica y material como es-
pacio de particular valor. Hemos sostenido que esta cuestión implica,
en última instancia, el anudamiento de esos cuerpos a lo enérgico, a la
vibración vital, a la reproducción y la pervivencia de esas existencias.
Pero la corporalidad, además de marca de socialidades que muestran
especial pregnancia entre franjas juveniles de los sectores populares, es
también huella de las búsquedas de visibilidad, encuentro y ser en común.
El cuerpo y el contacto con otros parecen garantizar desde su materialidad
la existencia de ese grupo para los sujetos, es decir, que asegurarían la
realidad de un nosotros, de un común imaginado (Alabarces, 2006: 12).
Por otro lado, es necesario señalar que la constitución de esta lógica
de la diferencia parece también articular, y movilizar, memorias y expe-
riencias culturales –de diverso orden– que han sido teóricamente rela-
cionadas con los sectores populares desde distintas perspectivas de
análisis. En esa línea, hemos observado estas huellas en la cuestión hu-
morística de estas propuestas construida en torno a las mascaradas, lo
burlesco, lo paródico y, en menor medida, lo irreverencial, todos ele-
mentos que no podemos dejar de vincular históricamente a estilos có-
micos y ejes expresivos populares (Martín Barbero, 1987; Bajtin, 1974).
También hemos analizado esta propuesta de enlace con experiencias his-
tóricamente constituidas, en los modos en que se propone vivir lo cul-
tural relacionado a la experiencia activa de la música. Cuestión que
parece referirse a la apropiación y abolición de las distancias con el ob-
jeto cultural que Benjamin describió como “nuevo sensorium” de las
masas, en una lógica de igualación desde la cual los sectores populares
extraerían placer.
De la misma manera, hemos destacado también la pervivencia de
la función del locutor o presentador de los bailes de cuarteto como una
figura de mediación entre públicos y artistas. Así, entre la parodia y lo
real, este personaje se hace presente en estas propuestas y parece mos-
trarse como un modo de actualizar un rol de larga tradición en los pro-
ductos culturales orientados a los sectores populares. A su vez, también
configura una alusión a un tipo de participación activa de los públicos
en los espectáculos y a una relación de proximidad entre artistas y par-
ticipantes. El locutor o lenguaraz parece condensar memorias, procesos
de personalización –por fuera de los medios–. En definitiva, habla de
desplazamientos culturales relacionados con aquello que es propuesto
como lo propio para estos sectores.
244
También hemos señalado sobre este punto los dispositivos discur-
sivos de homologación que parecen aludir a la activación de figuras po-
sicionadas en los bordes de las posibilidades enunciativas con
dificultades de gestionar su propia representación. Es decir, a las marcas
de las desigualdades expresivas y a la economía simbólica de los sectores
subalternos.
245
promisos, ni amenazas proveen cálidas satisfacciones procesadas a través
del cuerpo, y que dibujan un lugar propio en el mundo.
A su vez, de modo transversal aunque con especial fuerza desde los
discursos publicitarios del cuarteto, los destinatarios son interpelados
como consumidores. Imagen que, si bien nítidamente alude a interpe-
laciones extendidas en distintos medios e instituciones, en estos casos
también está marcada por la diferencia en tanto construyen “una manera
popular” (Alfaro, 1990) de integración a la ciudad y a la economía ca-
pitalista a través del consumo.
En este contexto, hemos analizado cómo desde estos diversos as-
pectos, se busca construir y articular esta lógica de la diferencia alrededor
de dos significantes dominantes vinculados a lo popular y lo cordobés.
En el marco de la lógica posmoderna de difuminación de fragmentos
equivalentes e inconexos y de la dinámica globalizante de disolución de
las espacialidades y distinciones socioterritoriales, estos ejes significantes
articulan sentidos como parte de una propuesta de identificación/dife-
renciación de lo cultural propio en cruce con lo local.
246
y valorización de una sexualidad abierta, desbordante, a la fuerza de los
mundos de la noche, las prácticas socioculturales vinculadas a la denomi-
nada joda, las drogas, el alcohol y, en menor medida, el mundo del delito.
Estos elementos parecen presentarse como puntos de diferencia fuerte,
casi indigeribles por la moralidad y prácticas culturales dominantes. Es-
pecíficamente relacionados con las imágenes juveniles y con marcas im-
portantes de lo colectivo, a partir del mundo de la noche cuartetera y el
espacio del barrio, estos elementos adquieren una fuerza cualitativa en al-
gunos segmentos de estos discursos, a ser tenida en cuenta.
En este marco, la construcción del destinatario como parte de lo
popular, desde esta articulación de sentido que hemos nombrado como
plebeya y su exacerbación, se define por ser lo execrable, lo bajo, lo sucio,
lo que no es deseado por otros pero que opera, por diferencia, como un
límite demarcatorio fuerte y por ello como núcleo de un aspecto iden-
titario que define a un tipo de destinatario.
En tiempos de máxima visibilidad y supuesta legitimidad del cuar-
teto, de pretendida igualdad de todas las prácticas culturales y de captura
hegemónica de los temas, géneros y valores populares, estas imágenes par-
ticulares parecen aludir a marcas de la articulación y movilización especí-
fica de los modos de vivencia y las experiencias de la desigualdad, de ciertas
franjas de los sectores populares de la ciudad. Desde allí, parece impor-
tante prestar atención a las huellas de lo plebeyo y su exacerbación como
un lugar posible desde el cual lo popular podría ser designado en vínculo
con el conflicto y el establecimiento de antagonismos.
XI.5. Las exclusiones de las que está hecha una afirmación (de
la diferencia)
247
lares, los niños, los jóvenes, los adultos mayores y las mujeres como su-
jetos de representación y actores de la realidad en la dimensión referen-
cial. Dando lugar a la configuración de una realidad representada que
delinea un espacio público reducido y restringido. Reducido, porque
allí solo adquieren representación ciertos tipos de problemáticas y temas.
Restringido, porque el espacio de visibilidad que este implica se muestra
reservado para actores particulares vinculados al ámbito del espectáculo,
el deporte, el mundo mediático, la política y el Estado.
Del mismo modo, hemos insistido en la ausencia casi absoluta, de
modo global, de los fenómenos de exclusión social, de la marginalidad
y la pobreza. Solo en algunos ciclos, como “Hola domingo” de Radio
Suquía, que dejan claras muestras de no estar en línea con el sentido
general de estas propuestas, logran incidencia estos temas, elementos e
imágenes. No obstante, en general su presencia se estructura como re-
ferencia a la realidad de sujetos individuales, licuando a través de la ló-
gica de la casuística el carácter social de estas realidades.
Las líricas, temáticas y vertientes privilegiadas sobre las cuales se
asienta la difusión musical del cuarteto, excluyendo lo que hemos nom-
brado como cuarteto negro, además de operar como reproductor de los
mecanismos disciplinantes del mercado discográfico y dispositivo de
modelación de gustos, acude en el mismo sentido de una reafirmación
cultural antes que una representación de la dimensión material de la
vida de los sectores populares.
De todas maneras, también hemos planteado que las tenues marcas
de lo que llamamos exacerbación plebeya de lo popular, que opera como
propiedad discursiva de estas propuestas, se muestra como producto de
las presiones, en procura de su representación en estos discursos, de va-
lores y nociones en legitimación vinculados a las franjas marginalizadas
y excluidas de los sectores populares.
Complementariamente, y en el marco de estas lógicas globales de
exclusión, no resulta llamativa la ausencia casi absoluta de las referencias
e interpelaciones a los sujetos desde las nociones de la solidaridad o
ayuda mutua. Además de mostrarse como un proceso discursivo que
fortalece lógicas globales marcadamente individualistas, esta elusión
habla fundamentalmente de una invisibilización de las carencias, las di-
ficultades y amenazas propias de las condiciones materiales de vida de
los sectores mayoritarios.
En este contexto, se explica también la transformación de los roles
248
de las emisoras orientadas a estas franjas de población, en relación a la
vida social global. En esa línea, estas radios FM parecen no poder ocupar
los papeles de intermediación social entre los sujetos y ante el Estado,
que oportunamente describiera Mata (1988). En el marco de una ciu-
dad que asiste cómplice o silenciosamente a la consolidación de una
trama social hecha de carencias, segregaciones y marginaciones, estas
emisoras parecen definirse globalmente como instituciones que hablan
más de un proceso de reafirmación cultural de una diferencia que de una
posible intervención material en la vida de sus destinatarios.
De modo más general, estos procesos de silenciamiento y escamoteo
implican una lógica de identificación, de anudamiento de los sujetos,
que confina la actividad y la dimensión creativa de los sectores populares
a la trama de lo cultural en sentido restringido. Esta operación propia
de una articulación “populista liberal” (Roberts, 1999) o neopopulista,
propone a aquello que construye como lo popular como fuente de legi-
timación, pero anuda a los sectores que lo encarnarían a una incapacidad
de producir cultura legítima con todo lo que implica de disputa, con-
flicto, cruces y litigio. Es decir, que proponen una suerte de esclerosa-
miento de lo popular o de un afincamiento en una posición
inmodificable, eludiendo su inserción en la cultura como campo de
fuerzas y “espacio de lucha por el sentido” (Grünner, 1990).
En este marco, las imágenes de identificación que, fundamental-
mente, este proceso requiere silenciar, aún cuando dicha elusión no
puede ser total, se vinculan a la de sujetos en situación de pobreza o de-
finidos como carenciados así como aquellas que hablan de potenciales
demandas, conflictos y litigios como las del ciudadano, el usuario e in-
cluso la de vecino.
249
Como hemos visto, poco de ello está presente en el discurso de estas
emisoras. No obstante, la captura de dicho significante, como parte de
sus propuestas e identidades que procuran construir, es nítida. Lo po-
pular y lo cordobés, como su desplazamiento localista, son los puntos
nodales desde los cuales se sostiene toda la propuesta de sentido de estos
discursos.
Desde esta lógica, la articulación de este significante se encuentra
vinculada con la propuesta que asigna a los sujetos un “estilo de vida”
determinado por el juego de signos y las prohibiciones fundadas en la
industria cultural (Oropeza, 2004: 709), y que sitúan a las emisoras y
al cuarteto como piedras de toque. Estas dos cuestiones y sus figuras re-
lacionadas son parte de una tríada elemental que se completa con la ne-
cesaria imagen del consumidor. Así, desde estos discursos, lo popular
parece nombrar un espacio, un segmento, un nicho que el mercado ha
construido y logrado naturalizar como tal.
A partir de esto, en la deriva político-cultural de estas articulaciones,
lo popular es diferencia, fragmento, una emergencia particular en las
configuraciones multiculturales propias del estallido posmoderno y su
consecuente disolución de jerarquías. Desde esta serie de marcas, lo po-
pular cordobés se torna un tipo de representación folklorizada de los
modos de vida de las mayorías locales y es prolijamente emplazado en
el estante mercantil del pastiche cultural de la ciudad (Jameson, 1995).
Esta configuración tiene aires de pieza inconexa de nuestra cultura en
el marco de una lógica fragmentaria (Grünner, 1998), en la cual las for-
mas e identidades culturales singulares conviven y son articuladas de
manera superpuesta y compleja.
Por esta misma razón, la irreverencialidad que supo acunar y nom-
brar se desliza hacia la neutralidad de un elemento más, entre otros mu-
chos diversos, fundamentalmente porque en la lógica de la diferencia
no hay relaciones de oposición, no hay antagonismos posibles. Por ello
también, lo popular desde estas emisoras no admite conflictividad ni puede
hacerlo: es la celebración del sí mismo.
En este marco, la figura del destinatario de estas radios articulada
alrededor de estos sentidos, nos habla, entonces, de una serie de prácticas
y espacios que se le proponen como propios a los individuos de sectores
populares de la ciudad.
Pero, como toda propuesta ideológica, también constituye una de-
manda: la licuación del conflicto que podría implicar lo popular desde
250
otras posibles articulaciones. En otras palabras, atendiendo a los prin-
cipales reclamos de la hegemonía conservadora de la ciudad, desde es-
pecíficos dispositivos discursivos estas propuestas “acolchan” (Zizek,
1992) este significante, eclipsando cualquier posibilidad de articularlo
con la irreverencia, con el cuestionamiento, en definitiva, con una otre-
dad potencialmente radical y litigiosa.
En este punto, para nosotros es necesario señalar que analizar estos
procesos de “captura ideológica” implica entender estos discursos como
parte de prácticas articulatorias que, en el marco de procesos hegemó-
nicos de mayor amplitud, reconocen y construyen condiciones especí-
ficas para su éxito. Desde esta perspectiva, hemos intentado evitar
pensarlos como rústicas prácticas manipulatorias. Por el contrario, las
operaciones que procuran figuras de identificación para los sectores po-
pulares desde estos actores del mercado, se erigen y constituyen recupe-
rando y movilizando aspectos de larga presencia entre estas franjas de
población y sus modos de vivencia de la esfera y prácticas culturales.
Pero también dando espacio a diferentes procesos de transformación
que estos sectores viven en la actualidad. He allí parte de la eficaz com-
plejidad de estos dispositivos de interpelación.
En este marco, desprestigiar a estos medios desde posiciones sim-
plistas con acusaciones que les enrostren su carácter comercial o la pro-
moción de una actitud evasiva ante la vida, no es ni ha sido una opción
para nosotros. El camino que hemos estimado necesario parece desarro-
llarse entre la comprensión de sus operaciones comunicativas y su efi-
cacia potencial para dar cuenta de las realidades de los sectores
populares, al tiempo que cumplen con sus objetivos de lucro.
En esta línea, parece prudente valorar el papel que estas emisoras
desarrollan como parte de la trama de disputas discursivas, políticas y
sociales, en tanto verdaderas maquinarias culturales de captura de los
sujetos populares, que afirman la hegemonía conservadora de nuestra
sociedad.
Por otra parte, enunciar la importancia de estos proyectos comuni-
cativos nos impone precisar determinadas ausencias. Las que creemos
que corresponden a discursos y propuestas de relevancia que se consti-
tuyan como espacios de construcción de imágenes alternativas de iden-
tificación para los sectores populares de nuestra ciudad. Desde nuestra
perspectiva, según se lee en las prácticas y proyectos comunicativos de
la ciudad, tanto de medios públicos como comunitarios, no habría
251
mucho para decir y hacer desde nuestro campo en relación con los sec-
tores populares locales. A pesar de las transformaciones que se han in-
tentado y se intentan forzar en el mundo de los medios a nivel nacional,
localmente la resignación, la impotencia y cierto nivel de pasividad ante
el mercado parecen seguir siendo los síntomas de época.
Describir, comprender y criticar el papel de estas propuestas me-
diáticas, en relación articulada con otros discursos de amplia circulación
social, para nosotros, forma parte de la posibilidad de cuestionar y trans-
formar las relaciones de sujeción que la hegemonía social y discursiva
sostiene y reproduce. En este sentido, nos hemos pensado como parte
de un aporte a un proceso más amplio que permita construir condicio-
nes para diseñar y desarrollar estas otras propuestas hoy ausentes que
conflictúen, en sus distintos niveles, las lógicas mediáticas y culturales
dominantes.
Esperamos que el presente trabajo constituya un paso adelante en
este camino.
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