Historia Ecuador Juris Di CC I
Historia Ecuador Juris Di CC I
Historia Ecuador Juris Di CC I
Septiembre, 2015
APROBACIÓN DEL DIRECTOR DEL TRABAJO DE FIN DE MAESTRÍA
PhD.
Galo Stalin Blacio Aguirre.
DOCENTE DE LA TITULACIÓN
De mi consideración:
El presente trabajo de fin de maestría, denominado: “Incorporación de los principios del debido
proceso en el juicio contencioso administrativo” realizado por Díaz Toledo Darío Alcides, ha sido
orientado y revisado durante su ejecución, por cuanto se aprueba la presentación del mismo.
f)…………………….
ii
DECLARACIÓN DE AUTORÍA Y CESIÓN DE DERECHOS
“Yo, Díaz Toledo Darío Alcides declaro ser autor del presente trabajo de fin de maestría:
“Incorporación de los principios del debido proceso en el juicio contencioso administrativo”, de la
Titulación de Magister en Derecho Administrativo, siendo Galo Stalin Blacio Aguirre, director del
presente trabajo; y eximo expresamente a la Universidad Técnica Particular de Loja y a sus
representantes legales de posibles reclamos o acciones legales. Además certifico que las ideas,
conceptos, procedimientos y resultados vertidos en el presente trabajo investigativo, son de mi
exclusiva responsabilidad.
Adicionalmente declaro conocer y aceptar la disposición del Art. 88 del Estatuto Orgánico de la
Universidad Técnica Particular de Loja que en su parte pertinente textualmente dice: “Forman
parte del patrimonio de la Universidad la propiedad intelectual de investigaciones, trabajos
científicos o técnicos y tesis de grado o trabajos de titulación que se realicen con el apoyo
financiero, académico o institucional (operativo) de la Universidad””.
f. .........................
Díaz Toledo Darío Alcides
110246323-7
iii
DEDICATORIA
Siempre suyo.
Darío Alcides
iv
AGRADECIMIENTO
Mi afectuoso agradecimiento a los Mgs. Galo Cárdenas Carrión, Mgs. Paúl Carrión González y
Abg. Adrián Ruiz Guamán por su valiosa orientación y apoyo en el desarrollo y culminación del
presente trabajo.
El Autor
v
ÍNDICE DE CONTENIDOS
CARÁTULA ................................................................................................................................................... i
DEDICATORIA ........................................................................................................................................... iv
AGRADECIMIENTO ................................................................................................................................... v
RESUMEN ....................................................................................................................................................1
ABSTRACT ..................................................................................................................................................2
INTRODUCCIÓN .........................................................................................................................................3
vi
2.1.5. Celeridad. ............................................................................................................................35
vii
4.1. Consideraciones generales sobre el procedimiento contencioso administrativo ............72
4.6.5. Celeridad..............................................................................................................................91
viii
CONCLUSIONES ....................................................................................................................................124
RECOMENDACIONES...........................................................................................................................125
ANEXOS ...................................................................................................................................................134
ix
RESUMEN
El debido proceso es una institución jurídica que brinda a las partes procesales, el acceso
gratuito a la justicia, la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica; dentro de los diferentes
procesos judiciales, a través de una serie de principios y garantías mínimas, para el normal
desarrollo de los mismos.
Principios como la legalidad, oralidad, celeridad, etc.; se unen a garantías como: el derecho a la
defensa, publicidad, motivación, para asistir a las partes; mientras que el juez se convierte en el
primer garantista de estos derechos.
También existe el proyecto de Código Orgánico General de Procesos, que desarrolla el proceso
administrativo a través del nuevo procedimiento ordinario, siendo materia de análisis, para
conocer sus ventajas y desventajas, en teoría.
1
ABSTRACT
Due process is a legal institution that provides the litigants, free access to justice, effective
judicial protection and legal certainty; within different legal proceedings, through a set of
principles and minimum guarantees for the normal development of the same.
Principles such as legality, orality, speed, etc .; They join guarantees as the right to defense,
publicity, motivation, to assist the parties; while the judge becomes the first guarantor of these
rights.
On the other hand, it is the administrative procedure established in the Act expires administrative
jurisdiction, the same as the due process needs to incorporate its provisions.
There is also the draft Code of General Process, developing the administrative process through
the new ordinary procedure, being subject to analysis, to know its advantages and
disadvantages, in theory.
2
INTRODUCCIÓN
El debido proceso es una figura jurídica de índole constitucional encaminada a proteger a través
de una serie de principios y garantías básicas a toda persona cuyos derechos se encuentren en
litigio ante la justicia ordinaria.
Pero por otra parte, nuestra Asamblea Nacional aprobó en segundo debate el Proyecto de
Código Orgánico General de Procesos, el cual, si bien constituye un aporte muy valioso en
materia procesal, por incorporar la oralidad en sus diferentes procedimientos, no es menos
cierto que, presenta sus inconvenientes como por ejemplo en su tramitación que tendrá el doble
de duración frente al existente en la actualidad, razón por la cual, es necesario el estudio y
análisis de algunas de sus disposiciones, al menos en teoría, hasta que este código entre en
vigencia.
Este trabajo de investigación cuenta con seis capítulos dispuestos de la siguiente manera:
El capítulo I centra su atención en la figura constitucional del debido proceso, sus aspectos
generales, definición, antecedentes históricos, naturaleza jurídica y legislación comparada.
Para el capítulo II se abordará los principios y garantías del debido proceso que pudiesen
incorporarse a cualquier otro proceso que no sea el penal o laboral.
3
En cambio, el capítulo IV desarrolla el tema principal de nuestro estudio que es la incorporación
de los principios y garantías del debido proceso a regir en el proceso contencioso administrativo
y el análisis de varias normas del Proyecto de Código Orgánico General de Procesos.
Como es obvio, todo trabajo de investigación presenta sus dificultades, una de ellas es el
superar una serie de paradigmas sobre el proceso contencioso administrativo, propios de un
sistema caduco y obsoleto hoy en día.
Dejo en manos del futuro lector, este trabajo, a fin de contribuir modestamente con la
transformación de la realidad jurídica procesal de nuestro país en materia administrativa.
4
CAPÍTULO I
CAPÍTULO I: EL DEBIDO PROCESO
5
1.1. Aspectos generales
Una de las más relevantes instituciones o figuras jurídicas del Derecho moderno es el debido
proceso, el cual consagra una serie de principios y garantías mínimas que deben observarse en
todo proceso, ya sea, de índole administrativo o judicial, llegándosele a considerar como el
fundamento del actual derecho procesal.
El debido proceso es catalogado, primeramente, como un derecho humano, que viene a ser
considerado como una garantía procesal de obligatoria observancia, lo que le faculta al
ciudadano común y corriente exigir un juzgamiento imparcial y justo, en donde, el Estado se
encuentre obligado a proveer el servicio de administración de justicia, de forma independiente e
imparcial; y, de dotarle al mismo de unas garantías mínimas o básicas para su cumplimiento.
De esta forma, el debido proceso se convierte en “[…] un derecho esencial que tiene no
solamente un contenido procesal y constitucional, sino también un contenido humano de
acceder libre y permanentemente a un sistema judicial imparcial (Ticona Postigo, 1999, p. 63)”.
Con estos antecedentes, el debido proceso se constituye en una garantía procesal de las
personas, recogida por nuestra Constitución de la República del Ecuador como un derecho
6
humano y fundamental de las mismas; y, garantizado en forma primordial por el Estado, el cual,
bajo la corriente del neo constitucionalismo que vive actualmente nuestro país centra su
atención en la obligatoriedad, efectividad y garantismo de los derechos que la Constitución
reconoce a los ciudadanos, siendo éstos últimos, el eje central de la misma.
Finalmente, se debe recalcar que el debido proceso es un derecho constitucional que sirve de
base para la justicia ordinaria, a fin de que los procesos judiciales o administrativos sean
plenamente válidos, de tal forma que los sujetos procesales puedan enmarcar sus actuaciones
dentro de sus principios y garantías; como bien lo señala el Dr. Agustín Grijalva Jiménez:
Esta constitucionalización de los procesos judiciales, mediante el debido proceso, puede ser
especialmente positiva en una cultura jurídica predominantemente ritualista y formalista como la
ecuatoriana, en que la justicia con frecuencia se sacrifica por las formalidades. Una nueva visión
del proceso judicial como una efectivización del derecho a la justicia y a los derechos, puede
entonces contribuir al desarrollo y fortalecimiento de la propia justicia ordinaria. (2012, p. 278).
Con ello, el debido proceso se convierte en una importante institución jurídica en nuestro país,
siendo necesario su análisis y aplicación dentro del proceso contencioso administrativo, materia
también de la presente investigación jurídica.
1.2. Definición
Para Corral:
7
El Diccionario de Derecho Constitucional de la Corporación de Estudios y Publicaciones, señala
sobre el debido proceso:
No es otra cosa entonces que el conjunto de parámetros que deben cumplirse para asegurar
una apropiada defensa de los derechos de quienes están involucrados en un proceso judicial. El
debido proceso promueve el cumplimiento de garantías y la eficiencia de las normas que deben
aplicarse a todas las personas, casos y procedimientos (2009, p. 71).
El derecho al debido proceso es el derecho a un proceso justo, es el que tiene toda persona
a la recta administración de justicia, a un proceso en el que no haya negación o quebrantamiento
de los que cada uno tenga jurídicamente atribuido o asignado.
Es debido, aquel proceso que satisface todos los requerimientos, condiciones y exigencias
necesarias para garantizar la efectividad del derecho material. Se le llama debido porque se le
debe a toda persona como parte de las cosas justas y exigibles que tiene por su propia
subjetividad jurídica (1977, p. 146).
Para Yépez Andrade: “Al debido proceso se lo conceptúa como las normas jurídicas
constitucionales, que garantizan por parte del Estado al ciudadano su seguridad jurídica a
través del derecho inalienable a su defensa, mediante un procedimiento administrativo o judicial
justo, equitativo y sin dilaciones (2011, p. 43)”.
Finalmente, Zambrano señala que: “El debido proceso es un conjunto de normas que regulan
los derechos y garantías con las que debe contar toda persona que es sometida a un proceso,
el mismo que debe ser justo, oportuno y equitativo (2009, p. 8)”.
8
Es un derecho fundamental, porque a más de ser reconocido como derecho humano, éste
ha sido constitucionalizado y recogido por nuestra Constitución ecuatoriana, y otras
constituciones a nivel mundial, desde una doble perspectiva: como un debido proceso
sustantivo que tiene por misión proteger al ciudadano de leyes y actuaciones contrarias a
los derechos fundamentales; y, como un debido proceso adjetivo o procesal encaminado
al cumplimiento o desarrollo del proceso judicial o administrativo, mediante una serie de
garantías procesales para asegurar los derechos fundamentales de las personas. Con ello,
el debido proceso permite alcanzar la justicia y la tutela efectiva de los derechos del
ciudadano.
e) Por medio del debido proceso se llega a garantizar la seguridad jurídica y la tutela
judicial efectiva de los derechos de las personas, instituciones jurídicas que se
enmarcan como fines primordiales del Derecho y del Estado garantista en el que vivimos
actualmente.
Una vez detalladas sus principales características, se puede llegar a la conclusión de que el
debido proceso es un derecho humano inmerso en la dignidad del ser humano, que se
constituye en un derecho fundamental cuando es reconocido por la Constitución; el cual
9
contiene una serie de derechos y garantías, tanto sustantivas como adjetivas, tendientes a
garantizar el derecho a la defensa de una persona y el desarrollo de un proceso justo, pronto,
equitativo, transparente y sin dilaciones de ningún tipo; todo ello con el objetivo de alcanzar una
correcta administración de justicia, garantizando de esta manera la seguridad jurídica que es
uno de los fines del Derechos y la tutela judicial efectiva de los derechos de las personas dentro
de un Estado garantista como el nuestro.
Los albores del debido proceso se encuentran en dos civilizaciones clave en el desarrollo del
intelecto humano como lo son Grecia y Roma, en donde, nuestro Derecho sentó sus bases para
la posteridad.
Así, la historia nos lleva a Grecia, en donde existían una serie de tribunales cuya competencia
se radicaba de acuerdo al tipo de delito cometido, ya sea este público o privado; así se tenía el
tribunal de la Asamblea del Pueblo, la Heliea (Tribunal de la República), el Aerópago y el
Efetas, en donde los procesos se desarrollaban en forma oral y pública. En estos tribunales
primaban ciertos principios como: unidad de vista, inmediación, concentración, única instancia y
tribunales colegiados.
En cambio, en Roma, para el caso de los delitos privados el Estado actuaba en calidad de
árbitro entre las partes; y, en los delitos públicos, poseía la potestad de castigar en beneficio del
interés social. En estos procesos, con el tiempo, se fueron incorporando una serie de
elementos, es así que, en la cognitio el juez tenía amplios poderes y no se hallaba sujeto a
formalidad alguna; en las centurias el procedimiento se convirtió en oral público; en la accusatio
el sistema acusatorio se volvió sumamente positivo; y, finalmente, en la cognitio extra ordinem
en donde el proceso penal se impulsaba de oficio.
De lo antes expuesto, se puede evidenciar que el debido proceso apareció a la vida jurídica
como una institución netamente de índole penal, destinada a regular de alguna forma sus
procesos.
10
Con posterioridad, el Rey Juan sin Tierra, sienta un precedente en esta institución jurídica,
cuando en su Carta Magna (Magna Charta Libertarum) de 1215, considerada como uno de los
primeros referentes del Derecho Constitucional, en su cláusula 39 manifiesta que:
“39. Ningún hombre libre será arrestado, o detenido en prisión o desposeído de sus bienes,
proscrito o desterrado, o molestado de alguna manera; y no dispondremos sobre él, ni lo
pondremos en prisión, sino por el juicio legal de sus pares, o por la ley del país. (Biblioteca
Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM fecha de consulta
21/01/2014)”.
De esta forma nace jurídicamente el debido proceso legal o debido proceso, el cual reconocía y
garantizaba una serie de derechos únicamente para la nobleza inglesa, entre los que se
contemplaba el juicio previo y la igualdad.
Con posterioridad, el Rey Eduardo III expide la Carta Magna de 1354 en donde por primera vez
se utiliza el término due process of law o debido proceso legal, la cual amplía el ámbito de
reconocimiento de esta institución jurídica cuando manifiesta que ninguna persona, sin importar
su condición o estamento, podrá ser privada de su tierra, libertad, desheredada, ni sometida a
pena de muerte, sin antes responder a los cargos a través del correspondiente debido proceso
legal. Siglos más tarde, el debido proceso reaparece cuando es refrendado por el parlamento
inglés a Carlos I Estuardo, el 7 de junio de 1628, en lo que se conoce como la Petición de
Derechos o Petition of Rights.
En resumen, Inglaterra es el país que sienta las bases, a nivel mundial, para que el debido
proceso se desarrolle como una institución jurídica a nivel constitucional y se consagre como un
derecho fundamental a través de un instrumento de derecho público a favor del ciudadano
común y corriente de un Estado.
11
En América, el debido proceso sienta sus primeras bases en Estados Unidos, específicamente
en su derecho constitucional, a través de la quinta enmienda a la Constitución de ese país en el
año de 1791dentro de lo que se conoce como Bill of Rights o Declaración de Derechos a
solicitud de la reforma propuesta por James Madison.
Esta quinta enmienda manifestaba, en resumen, que ninguna persona podrá ser privada de su
vida, libertad y propiedad sin el debido proceso judicial; posteriormente la décima cuarta
enmienda manifestaba, en cambio, que ningún Estado podía realizar las acciones anteriores sin
el debido procedimiento legal, ni tampoco podrá negar a persona alguna, dentro de su
respectiva jurisdicción, igual protección de la ley.
Una vez expedida la quinta enmienda, la mayoría de las constituciones, incorporaron como un
derecho fundamental el debido proceso legal o judicial dentro del nuevo Estado de Derecho
producto de la Revolución Francesa.
Pero el punto máximo de reconocimiento internacional del debido proceso como un derecho
fundamental y una garantía procesal en todos los sistemas legales, propio de la naturaleza del
ser humano es en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de
diciembre de 1948 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en donde, la fusión del
debido proceso y el juicio público y justo, dan como resultado el derecho humano a un juicio
equitativo e imparcial, el cual se desarrolla en sus artículos 10 y 11. Con posterioridad, en el
año 1966, el artículo 14 del Pacto Internacional de Derechos Humanos de las Naciones Unidas,
declararía al debido proceso como una garantía de tipo universal con la categoría jus cogens
como derecho humano y de observancia para todos los hombres (erga omnes).
Fue tan basto el reconocimiento del debido proceso como garantía constitucional, que fue
incorporado en la mayoría de constituciones a nivel mundial, vinculándose de esta forma
también con el juicio justo, logrando sentar las bases y límites del actuar de la función judicial o
jurisdiccional de los Estados con la finalidad de administrar e impartir justicia de forma
adecuada y correcta en todos los procesos judiciales, no sólo en el campo penal sino también
los campos civil, laboral, fiscal, y por supuesto, en el administrativo conocido también conocido
con el nombre de proceso contencioso administrativo que es materia del presente trabajo
investigativo.
12
Luego de esta revisión histórica del debido proceso, se puede evidenciar su evolución desde el
campo penal a otras ramas del Derecho, especialmente al Derecho Constitucional; y de ahí, a
otros campos como el administrativo, laboral, fiscal, civil, etc., constituyéndose, de esta forma
como un derecho fundamental y constitucional de importantísima valía en el accionar
jurisdiccional de los Estados, pero sobre todo una garantía en los derechos procesales de los
administrados.
Pues bien, nuestra Constitución de la República del Ecuador, en su artículo 76 dispone que en
todo proceso, sin importar la materia se debe asegurar el derecho de las personas al debido
proceso, el cual contiene una serie una serie de garantías básicas, que pueden ser entendidas
como aquellos parámetros legales mínimos para el correcto desarrollo de un proceso judicial, a
fin de proteger los derechos de las partes involucradas en el mismo, por una parte; y, por otra,
para llegar una sentencia justa que permita garantizar la seguridad jurídica en nuestro país
(2008).
Dentro del debido proceso, encontramos una serie de principios y garantías que lo sostienen,
que según nuestra Constitución de la República del Ecuador son:
Garantizar el cumplimiento de las normas y de los derechos de las partes por parte
de las autoridades judiciales. (Art. 76 numeral 1)
Juez competente y observancia del trámite propio para cada procedimiento. (Art. 76
numeral 3)
13
Invalidez e ineficacia probatoria de la prueba obtenida y actuada en contra de la
Constitución y la ley. (Art. 76 numeral 4)
El no poder ser juzgado más de una vez por la misma causa y materia. (Art. 76
numeral 7 literal i))
14
La motivación en las resoluciones de los poderes públicos. (Art. 76 numeral 7 literal
l))
Impugnar los fallos o sentencias en los cuales se decida sobre los derechos de una
persona. (Art. 76 numeral 7 literal m))
Como nos encontramos en un Estado constitucional de derechos, se debe tener en cuenta que
los derechos, principios y garantías del debido proceso serán de aplicación directa e inmediata
por parte de las autoridades judiciales, ya sea de oficio o a petición de parte (Art. 11 numeral 3
de la Constitución de la República del Ecuador); es decir que, el debido proceso no necesita de
otra norma o normas de inferior jerarquía para poder ser aplicado, sino que basta con las
disposiciones constitucionales creadas para el efecto (Ibíd.).
Los derechos, principios y garantías del debido proceso, al ser de índole constitucional gozan
de inalienabilidad, irrenunciabilidad, indivisibilidad, interdependencia e igual jerarquía por
disposición del artículo 11 numeral 6 de nuestra Constitución, por lo que se deben tener en
cuenta estas características al momento de estudiarlos más profundamente (Ibíd.).
15
A decir de Zambrano:
Con estos antecedentes, podemos manifestar que la naturaleza del debido proceso es
eminentemente constitucional, por la garantías que brinda para el buen desarrollo de los
procesos en las diferentes materias, incluida la vía contenciosa administrativa, desde la
iniciación de los mismos hasta su culminación, con la finalidad de lograr la tutela judicial efectiva
y la seguridad jurídica en defensa de los derechos del ciudadano. Garantías que también son
de aplicación directa e inmediata y que gozan de inalienabilidad, irrenunciabilidad,
indivisibilidad, interdependencia e igual jerarquía por el hecho de encontrarse vigentes en un
Estado constitucional de derechos, el cual, al mismo tiempo es garantista de los derechos de
las personas.
Para cumplir con este objetivo abordaremos las constituciones de Estados como Italia, España,
Portugal, Chile y Argentina en las líneas que siguen a continuación.
En Italia
16
La Costituzione della Repubblica Italiana (Constitución de la República Italiana) fue aprobada y
publicada entre el 22 y 27 de diciembre de 1947, respectivamente; y, entró en vigencia a partir
del 01 de enero de 1948, constituyéndose en la primera Constitución de la historia italiana.
Esta Constitución se encuentra dividida en cuatro partes, de donde para nuestro estudio nos
interesa: la Parte I en lo relativo a los derechos civiles (artículos 24 y 25); y, la Parte II en lo
referente a la magistratura (artículos 101 y 102).
El artículo 24 de la Constitución italiana, manifiesta: “Todos podrán acudir a los tribunales para
la defensa de sus derechos y de sus intereses legítimos. La defensa constituye un derecho
inviolable en todos los estados y etapas del procedimiento (Camargo, 2006, p. 37)”.
Por otra parte, el artículo 25 de este mismo cuerpo legal dispone: “Nadie podrá ser sustraído al
juez natural establecido por la ley (Ibíd.)”.
De lo señalado en los artículos anteriores, se puede deducir que en Italia, el guisto processo o
debido proceso, posee un reconocimiento constitucional, lo cual implica que la defensa se
convierta en un derecho inviolable durante el transcurso de cualquier proceso judicial sin
importar la materia sobre la cual verse. Igualmente garantiza que todas las personas puedan
acudir o acceder a la justicia para hacer prevalecer sus derechos ante el respectivo juez natural
o competente establecido por la ley; todo ello, en concordancia con el artículo 2 de la
Constitución italiana que dispone el reconocimiento y garantismo de los derechos inviolables del
hombre, tanto individual como colectivamente, por parte de la República Italiana (Corte
Costituzionale della Repubblica Italiana).
El artículo 101 señala que: “la justicia se administrará en nombre del pueblo. Los jueces sólo
estarán sometidos a la ley”.
Y el artículo 102 establece, por una parte, que “la función jurisdiccional será desempeñada
por magistrados ordinarios instituidos y regulados por las normas relativas al ordenamiento
judicial. (Camargo, 2006, p.37)
17
La magistratura italiana, por disposición constitucional, tiene a su cargo la administración de
justicia, la cual se ejerce a nombre del pueblo; teniendo los jueces o magistrados que
someterse estricta y obligatoriamente a lo dispuesto en la ley, quien es la que regula su
actividad judicial a través normas específicas creadas para el efecto.
De igual manera, este último artículo deja abierta la posibilidad de que al interior de los órganos
judiciales se puedan instituir o conformar secciones especializadas para determinadas materias,
dentro de las cuales también podrán participar ciudadanos idóneos no vinculados a la
magistratura (Ibíd.).
En España
El debido proceso también se encuentra reconocido en la Constitución española, vigente desde
el 29 de diciembre de 1978, en su Título I: “De los Derechos y Deberes Fundamentales”,
Capítulo II denominado “Derechos y libertades”, con un marcado énfasis en materia penal, pero
de donde, se pueden rescatar algunos principios y garantías aplicables para todas las materias
(Ibíd., p. 36).
Artículo 24. 1. Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los Jueces y
Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión. 2. Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por
la ley, a la defensa […], a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías,
[…] (Ibíd.).
Este artículo centra su atención en la protección que deben brindar las autoridades judiciales
para que las garantías y principios del debido proceso se cumplan; para lograr, de esta manera,
la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica para los litigantes.
Así mismo, esta disposición constitucional prohíbe que, en ningún caso, los ciudadanos
españoles se encuentren en un estado de indefensión; que gozarán de un juez natural o
competente establecido previamente por la ley; que tendrán derecho a la defensa; pero, sobre
18
todo, el derecho a proceso judicial con las características de público, garantista y sin ningún tipo
de dilaciones que retarden u obstruyan del correcto desarrollo del mismo.
Así como la Constitución española, en su parte dogmática, establece, reconoce y declara una
serie de derechos y deberes fundamentales a favor de sus ciudadanos, entre ellos el debido
proceso; de igual forma, garantiza los mismos ante posibles afectaciones o vulneraciones de
cualquier índole, a través del recurso de amparo que se lo interpone ante la Corte
Constitucional española, con el fin de poder, en todo momento, tutelar las libertades y derechos
establecidos en el artículo 53.2 esta Carta Magna, tal como se menciona a continuación:
Artículo 53.2.- Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos
reconocidos en el artículo 14 y la Sección 1ª. del Capítulo II ante los Tribunales ordinarios por un
procedimiento basado en los principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del
recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. (Senado de España)
Más adelante, en el artículo 120, Título VI denominado “Del poder judicial”, la Constitución
española, recoge otro principio importantísimo dentro del debido proceso como es el de oralidad
en todos los procedimientos, pero en forma especial para materia penal, pero también aplicable
a otras materias. Igualmente, este artículo destaca que las actuaciones judiciales deberán ser
públicas y las sentencias tendrán que ser motivadas y pronunciadas en audiencia pública, tal
como se evidencia seguidamente:
En Chile
La Constitución Política de la República de Chile, vigente desde el año de 1980, en su Capítulo
III: “De los Derechos y Deberes Constitucionales”, artículo 19 numeral 3, dispone y establece
una serie de derechos y garantías relacionados con el correcto y normal desarrollo de los
diferentes procesos judiciales, tal como se expone a continuación:
19
Toda persona tiene derecho a defensa jurídica en la forma que la ley señale y ninguna
autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida intervención del letrado si
hubiere sido requerida […].
Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que le señale la ley
y que se halle establecido con anterioridad por ésta.
Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un proceso previo
legalmente tramitado. Corresponderá al legislador establecer siempre las garantías de un
procedimiento y una investigación racionales y justos. […] (Leyes-cl.com).
El artículo constitucional antes mencionado tiene un rol muy importante, ya que el mismo sienta
las bases del debido proceso en Chile, al asegurar que todas las personas, en ejercicio de sus
derechos, gozan de igual protección ante ley; lo cual se traduce que en juicio, las partes
litigantes se encuentran en igualdad de condiciones para la defensa de sus derechos.
De igual manera, este artículo garantiza a toda persona el derecho a una defensa jurídica
dentro de los parámetros previamente establecidos por la ley, en donde el letrado (o abogado
defensor), no puede ser impedido, restringido o perturbado, por autoridad o individuo alguno,
durante sus intervenciones cuando éstas han sido requeridas o solicitadas.
De toda esta disposición constitucional, nos interesa su inciso quinto, porque es en donde se
resalta, principalmente, el derecho al debido proceso, al manifestar que las sentencias
jurisdiccionales son el resultado de un proceso previo que ha sido tramitado en legal y debida
forma, en donde previamente el legislador ha establecido una serie de garantías para un
procedimiento racional y justo.
En Argentina
20
La Constitución de la Nación Argentina, es producto del Congreso General Constituyente de
1853, encontrándose en plena vigencia hoy en día, lógicamente, con sus respectivas reformas
(siete para ser más precisos).
Esta Constitución se encuentra dividida en tres partes: un preámbulo, una primera parte
denominada “Declaraciones, derechos y garantías”, y, una segunda parte relativa a las
“Autoridades de la Nación”; de donde, para nuestro estudio nos interesa un artículo de esta
primera parte.
El mencionado artículo señala que: “Ningún habitante de la Nación puede ser […] juzgado por
comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la
causa. […] Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos […] (Camargo,
2006, p. 45)”.
De la lectura del presente artículo, se puede determinar, en primer lugar, el principio del juez
natural o juez legal, el cual dispone que ningún ciudadano en Argentina puede ser juzgado por
comisiones especiales, ni tampoco ser distraído de su juez o tribunal competente, el cual ha
sido creado o establecido previamente por la ley sin importar el individuo o individuos que
ejercen dichos cargos. También se puede manifestar que estas prohibiciones son el resultado
de la aplicación de este principio.
Esta defensa implica también el hecho de efectuarla siguiendo toda una serie de reglas
predeterminadas o establecidas con anterioridad en los códigos de procedimiento; de tal forma
que ningún funcionario o autoridad pública pueda impedir, por medio alguno, la defensa de los
derechos de una persona, o peor aún dejarlo en un estado de indefensión.
21
Finalmente, el derecho a la defensa no sólo consiste en ser escuchado por las autoridades
competentes, sino también a producir pruebas y controlar que las mismas puedan producirse
dentro del juicio.
En Bolivia
La Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia entró en vigencia el 07 de febrero de
2009, es la décima séptima Constitución de este país, y está estructurada en cinco partes, de
donde para nuestro estudio, nos interesa el Capítulo Primero: “Garantías Jurisdiccionales” del
Título IV: “Garantías jurisdiccionales y acciones de defensa”, de la Primera Parte denominada
“Bases Fundamentales del estado, Derechos, Deberes y Garantías”, en sus artículos 115, 119 y
120 (Ministerio de la Presidencia)”.
“I. Toda persona será protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos.
II. El Estado garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural,
pronta, oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones (Ibíd., p. 43).
22
gratuidad, transparencia y sin dilaciones de ningún tipo que puedan afectar el normal desarrollo
del proceso o juicio.
Continuando con nuestro estudio y análisis, nos encontramos con el artículo 119 de este mismo
cuerpo constitucional, el cual manifiesta lo siguiente:
“I. Las partes en conflicto gozarán de igualdad de oportunidades para ejercer durante el
proceso las facultades y los derechos que les asistan, sea por la vía ordinaria o por la indígena
originaria campesina. II. Toda persona tiene derecho inviolable a la defensa […] (Ibíd. 43-44)”.
Este artículo centra su atención en la igualdad de oportunidades que gozan, dentro del proceso,
las partes litigantes para ejercer las facultades y derechos que les asisten, ya sea en la vía de la
justicia ordinaria o en la denominada vía indígena originaria campesina. Aquí se puede
evidenciar como este principio de igualdad de oportunidades traspasa el campo de la justicia
ordinaria para incursionar en la justicia indígena de ese país.
Por otra parte se reconoce el derecho que tienen las personas a la defensa, el cual siempre
resulta ser inviolable; ya que ninguna persona puede quedar en indefensión en las diferentes
etapas e instancias del proceso judicial.
I. Toda persona tiene derecho a ser oída por una autoridad jurisdiccional competente,
independiente e imparcial, y no podrá ser juzgada por comisiones especiales ni sometida a otras
autoridades jurisdiccionales que las establecidas con anterioridad al hecho de la causa.
II. Toda persona sometida a proceso debe ser juzgada en su idioma; excepcionalmente, de
manera obligatoria, deberá ser asistida por traductora, traductor o intérprete (Ibíd., p. 44).
Esta disposición constitucional se refiere al juez natural o legal y al derecho que tienen las
partes a ser escuchadas por parte de las autoridades judiciales, las cuales para dar
cumplimiento a lo señalado por el artículo antes mencionado, deben gozar de competencia,
independencia e imparcialidad en sus actuaciones. Aquí también se prohíben las comisiones
especiales y el ser distraído del juez competente previamente establecido por la ley.
En su segundo numeral, este artículo dispone que toda persona que se halle inmersa en un
proceso judicial deba ser juzgada en su idioma, y excepcionalmente en forma obligatoria, será
23
asistida por un traductor o intérprete. Esto obedece a que, en Bolivia existen un sinnúmero
pueblos indígenas que poseen un idioma propio de su cultura.
Así mismo, es necesario destacar el rol que desempeña la función judicial en todos estos
países, a través de sus jueces y tribunales, ya que es importante para el debido proceso,
porque estos administradores de justicia se convierten también en jueces de garantías, que
tutelan y protegen, tanto los derechos de las partes como el normal desarrollo de las diferentes
etapas o instancias de cualquier proceso judicial establecidas previamente por las disposiciones
constitucionales y procesales.
También no se puede dejar de lado el hecho de que todas las constituciones antes expuestas
contienen disposiciones relativas al proceso penal, pero sin embargo de ello existen
disposiciones de carácter general que pueden ser utilizadas para otras materias, como lo
contencioso administrativo que es materia de nuestra estudio.
24
CAPÍTULO II
CAPÍTULO II: PRINCIPIOS Y GARANTÍAS DEL DEBIDO PROCESO
25
Comprendida la institución jurídica del debido proceso, desde su enfoque constitucional,
doctrinario y de derecho comparado; nos corresponde ahora centrar nuestra atención en sus
principios y garantías, especialmente con aquellos relacionados al normal y correcto desarrollo
de los procesos en general, dentro de los cuales se encuentra el contencioso administrativo,
materia también de nuestro estudio y que se lo analizará en capítulos posteriores.
Sin embargo de este gran avance constitucional, nuestra realidad jurídica procesal se muestra
diferente y nos muestra un doble camino, en el sentido de que, por una parte nuestras normas
procesales guardan rígidas formalidades, las cuales en ciertos casos, se convierten en una
verdadera traba para el normal desarrollo de los procesos judiciales debido a sus solemnidades,
teniendo que sacrificarse muchas veces la justicia por dar cumplimiento a las mismas, pese a
que la Constitución señala lo contrario en su artículo 169 (Ibíd.).
26
Pero por otro lado, estas formalidades procesales han sido acogidas positivamente entre los
abogados, en el patrocinio de sus defendidos, a fin de vigilar el correcto desenvolvimiento del
proceso frente a cualquier abuso o arbitrariedad que pudiera surgir en el mismo.
Este último punto nos permite deducir la existencia de un empoderamiento de las normas
constitucionales en la justicia ordinaria, por parte de los abogados, así como también por parte
de las autoridades judiciales para garantizar los derechos de las partes, de ahí que la figura del
juez sea llamada también “juez de garantías”; lo cual deviene en el fortalecimiento y desarrollo
de la justicia ordinaria con bases sólidas derivadas exclusivamente de los fundamentos
constitucionales del debido proceso.
A continuación, nos adentraremos en aquellos principios y garantías del debido proceso que
guardan relación y que podrían ser incorporadas al proceso contencioso administrativo.
Los principios son mandatos de optimización que están caracterizados por el hecho de que
pueden ser cumplidos en diferente grado y que la medida debida de su cumplimiento no sólo
depende de las posibilidades reales sino también de las jurídicas […].
La doctrina señala que, los principios suelen ser relativamente generales, porque no están
referidos a las posibilidades del mundo real o normativo.
Los principios tienen una importancia fundamental por lo que respecta a su contenido para el
ordenamiento jurídico (2009, p.68).
27
Dentro del debido proceso, encontramos los siguientes principios constitucionales que se
exponen a continuación.
De la lectura del numeral anterior se desprende el primer principio del debido proceso
denominado “garantía de cumplimiento”, consiste en el hecho de que toda autoridad, sea
esta administrativa o judicial, debe garantizar el estricto cumplimiento de las normas de todo
nivel jerárquico, así como los derechos que les asisten a las partes litigantes en juicio.
La palabra garantizar significa el compromiso que adquiere la autoridad, en este caso, para
hacer cumplir lo dispuesto en la Constitución y la ley; y, por otro lado, garantizar la correcta
aplicación de los derechos de las partes en juicio (Ibíd.).
Finalmente, es necesario destacar que para cumplir este principio del debido proceso, las
autoridades judiciales y administrativas deben tener una firme convicción ética y moral durante
el transcurso de los procesos; además, de la respectiva jurisdicción y competencia para que sus
actuaciones gocen de validez.
2.1.2. Legalidad.
Este principio es uno de los principios más antiguos del debido proceso, ya que sus orígenes se
remontan a la Carta Magna expedida por el Rey Juan sin Tierra en el año 1215, para luego
convertirse en un derecho fundamental y humano de la persona y desembocando, actualmente,
en su reconocimiento constitucional en la mayoría de la constituciones a nivel mundial; por lo
29
que se puede expresar que este principio ha gozado y goza de un carácter universal por su
relevancia.
La competencia, en un sentido general, debe ser entendida como el conjunto de funciones que
tiene a su cargo el juez o autoridad pública para ejercer de manera legítima su cargo. La
competencia puede ser otorgada por razón del territorio, las cosas, las personas y los grados,
siguiendo lo señalado en al artículo 1 inciso segundo del Código de Procedimiento Civil.
Nuestra legislación cuenta con una serie de materias jurídicas, las cuales poseen, a su vez, una
serie de procedimientos que deben ser respetados y observados por las partes; en donde el
30
juez debe ser el primero en garantizar la observancia de estas normas procesales, a fin de dar
cumplimiento al principio constitucional de legalidad materia de nuestro análisis.
La prueba es uno de los elementos esenciales del proceso y está destinada a demostrar los
hechos que las partes alegan en juicio; por ende, ésta debe ser actuada y evacuada en el
momento procesal oportuno para que pueda gozar de legitimidad y validez, para que de esta
forma el juez pueda efectuar o realizar la respectiva valoración de las mismas, utilizando las
reglas de la sana crítica.
Por simple lógica, se puede deducir y comprender que aquella prueba obtenida o actuada al
margen de las disposiciones constitucionales y legales es violatoria, y por ende, no tendrá
validez de ningún tipo, así como también carecerá de eficacia probatoria, ya que su único afán
es alterar la verdad de las cosas o hechos que se quieren demostrar para perjudicar o
beneficiar a una de las partes litigantes al momento de dictar sentencia; desviándose de esta
forma el curso normal del proceso.
Una prueba presentada con claras violaciones al proceso y al marco legal vigente de nuestro
país, puede ser calificada, inclusive, como nula por parte del juez debido a los antecedentes
que la originaron; es por ello que, para evitar este tipo de incidentes los operadores de justicia
deben ser muy cautelosos y precavidos al momento de realizar la valoración de la prueba,
cerciorándose que la misma haya sido obtenida bajo los parámetros que la ley procesal exige,
la forma en cómo fue aportada e incorporada al proceso; y, sobre todo, observando que no se
hayan violentado en ningún momento los derechos constitucionales de las partes en litigio.
31
De esta manera, sólo la prueba actuada u obtenida de acuerdo a la ley, podrá dar fe dentro de
cualquier juicio; ya que goza de la debida validez y legitimidad que le debe caracterizar.
Por consiguiente nuestra ley procesal consagra en forma taxativa los medios probatorios que
pueden ser admitidos en un proceso, es decir, que el juez y las partes no están en libertad
absoluta de escoger los medios que usarán para formar la convicción del juez respecto de los
hechos discutidos en el proceso, quien tiene la libertad para apreciar las pruebas rendidas según
lo dicte su sano criterio {sana crítica}, eso no significa que pueda aceptar cualquier medio de
prueba, sino únicamente los previstos en la ley como tales (Yépez, 2011, p. 59).
De donde se destaca la figura jurídica de la sana crítica, de la cual se puede manifestar que:
Las reglas de la sana crítica son estándares jurídicos que actúan como principios de la
conducta humana a seguir, aunque no son normas jurídicas en sentido estricto, si lo son los
artículos que se refieren a ella. La sana crítica es básicamente, la aplicación de los principios del
correcto entendimiento humano con especiales fundamentos en la lógica jurídica, en la equidad y
en la justicia, y en los principios científicos del Derecho. Así, aunque el legislador no impone al
juez el resultado de la apreciación, si le impone el camino, el medio concreto, el método de
valoración y éste no es otro que el de la razón y la lógica como elementos de todo juicio (Guach,
1998, p. 330).
Criterios doctrinarios con los cuales coincidimos por la claridad de sus postulados ya que
ayudan a sostener el principio de eficacia probatoria que gira en torno a la prueba.
2.1.4. Oralidad.
El numeral sexto del artículo antes mencionado, tiene como finalidad que todos los procesos,
independientemente de la materia que traten, sean tramitados obligatoriamente a través del
sistema oral en todas sus instancias o etapas.
Nótese que esta disposición es enfática al mencionar que en todos los procesos tendrá lugar el
sistema oral, lo cual, incluye también al proceso contencioso administrativo dentro de la misma.
Debe destacarse que la norma constitucional es tajante al señalar que el sistema oral se
aplicará en todas las materias, todas las instancias, etapas y diligencias. Queda claro que el
ánimo de la disposición constitucional es que todo el decreto procesal aplique el sistema oral,
quedando superada cualquier discusión de si es viable o no, si alguna materia no debe
someterse al sistema oral, sino dejando el debate a un gran desafío, ¿cómo hacer aplicable la
orden de la Constitución?
En esta parte cabe recordar que el sistema oral permite reducir el tiempo de duración de un
proceso, permitiendo una pronta solución a los problemas legales de las partes y en el menor
tiempo posible.
Un mayor ámbito de acción de sus competencias dentro del juicio a fin de garantizar el
cumplimiento del debido proceso en el mismo.
Tener contacto directo con las partes en audiencia para apreciar sus exposiciones y
criterios legales.
Apreciar de mejor manera la prueba, la cual deberá ser actuada en su presencia, lo que le
permitirá tener mayores elementos de juicio al momento de realizar su valoración.
En cuanto a la oralidad como parte integrante del juicio, éste se convierte en un elemento
indispensable para el desarrollo del debido proceso al momento de las audiencias; ya que les
permite a las partes litigantes ejercer adecuadamente su derecho a la defensa a través de las
intervenciones de sus abogados patrocinadores.
34
de los derechos y la igualdad de las partes en sus diferentes actuaciones, instancias o etapas;
así como también, para alcanzar una mayor agilidad en la tramitación del mismo.
2.1.5. Celeridad.
Este principio de celeridad unido a otros principios, tales como la simplificación, uniformidad,
eficacia, inmediación y economía procesal, tienen la obligación de hacer efectivas las garantías
del debido proceso en todo proceso judicial.
Este principio reviste de tal importancia, que el Código Orgánico de la Función Judicial, lo
recoge de manera idéntica al texto constitucional en su artículo 18, el cual dispone que:
Más adelante, este mismo cuerpo legal dedica su artículo 20 a explicar en qué consiste el
principio de celeridad, manifestando lo siguiente:
Nótese también que la mencionada disposición señala que la celeridad tendrá lugar en todas
las materias, y que tanto el juez como las partes, se hallan obligados a proseguir el trámite; ya
sea de oficio o a petición de parte respectivamente.
Finalmente, el último inciso del artículo 20 del Código Orgánico de la Función Judicial sanciona
a los jueces, servidores y auxiliares judiciales que provoquen el retardo injustificado de la
administración de justicia, esto como medida para permitir que el principio de celeridad impere
sobre todos los obstáculos que se pudiesen presentar en la tramitación de las causas (2009).
2.1.6. Inmediación.
36
de acceder gratuitamente a la justicia y la tutela efectiva de sus derechos e intereses; y, en el
segundo, como uno de los principios procesales de base para sostener el sistema procesal a fin
de garantizar la realización de la justicia (2008).
Pero la norma contenida en el artículo 169 va más allá, al señalar que: “Las normas procesales
consagrarán los principios de […] inmediación, […] y harán efectivas las garantías del debido
proceso (Ibíd.)”.
Según esta disposición constitucional, la inmediación siempre deberá estar presente dentro de
las normas procesales vigentes y las que se expidan a futuro en nuestro país, para de esta
forma, efectivizar el cumplimiento y ejecución de las garantías del debido proceso.
Luego del reconocimiento constitucional del principio de inmediación, del Código Orgánico de la
Función Judicial, lo acoge nuevamente otorgándole la categoría de principio rector para la
correcta y adecuada administración de justicia (2009).
El artículo 19 del cuerpo legal citado anteriormente, en la parte referente a este principio señala
que: “Los procesos se sustanciarán con la intervención directa de las juezas y jueces que
conozcan de la causa (Ibíd.)”.
Con lo señalado por esta norma, se debe entender que la inmediación en nuestro país está
orientada directamente a la sustanciación del proceso, a través de la intervención directa del
juez competente, desde su inicio hasta la culminación del mismo.
En doctrina, según García Falconí (2009): “es el contacto directo de las partes entre sí y con el
juez y de este con los litigantes y las personas particulares que cooperan en la administración
de justicia (2009, p. 283)”.
En lo procesal, aquel que impone o aconseja que el juzgador mantenga el mayor contacto
con las partes, para descubrir mejor su actitud y conocer su proceder personal en el juicio, indicio
importante de la mala o buena fe con que actúan y, por ende, del Derecho en que confían o del
que simulan (2008, p. 467).
37
Por un lado, no se puede dejar de lado el contacto directo entre el juez y las partes en las
audiencias, que son las actuaciones orales en donde se discute sobre un derecho en
controversia y las partes defienden sus posiciones; y, por otro lado, la presencia del juez, de
manera personal, en la práctica de las diferentes pruebas, a fin de garantizar el debido proceso
y, de esta manera, evitar que alguna de ellas pueda ser actuada en contra de la Constitución y
la ley.
Finalmente, hay que recordar que la falta de este principio acarrea la nulidad del proceso, en la
audiencia y en la práctica de la prueba, recayendo directamente la responsabilidad de ello en el
juez que conoce la causa, quien será debidamente sancionado.
Hasta aquí lo concerniente a los principios constitucionales del debido proceso, debiendo ahora
abordar los contenidos de las garantías constitucionales de esta institución jurídica, las cuales
serán objeto de estudio a continuación.
Estas garantías, a su vez, se encuentran a cargo y bajo entera responsabilidad del Estado,
quien es el encargado de velar por la tutela procesal de los derechos de las personas.
Para Cabanellas, las garantías constitucionales son un: “Conjunto de declaraciones, medios y
recursos con que los textos constitucionales aseguran a todos los individuos o ciudadanos el
38
disfrute y ejercicio de los derechos públicos y privados fundamentales que se les reconocen
(2008, p. 171)”.
Dentro del debido proceso, encontramos las siguientes garantías constitucionales que se
exponen a continuación.
Art. 76.- Garantías básicas del derecho al debido proceso.- En todo proceso en el que se
determinen derechos y obligaciones de cualquier orden, se asegurará el derecho al debido
proceso que incluirá las siguientes garantías básicas:
7. El derecho de las personas a la defensa incluirá las siguientes garantías:
Nadie podrá ser privado del derecho a la defensa en ninguna etapa o grado del
procedimiento.
Contar con el tiempo y con los medios adecuados para la preparación de su defensa.
Ser escuchado en el momento oportuno y en igualdad de condiciones (Ibíd.).
El literal a) se viene a constituir como la piedra angular para el desarrollo del derecho a la
defensa, la cual deberá ser ejercida por las partes a lo largo del proceso, independientemente
de la materia que trate, en sus diferentes etapas o grados; y, ninguna autoridad, sea judicial o
administrativa, podrá privarles de este ejercicio constitucional.
De la doctrina antes expuesta, se puede apreciar que el derecho a la defensa goza de las
características de inviolabilidad e inalienabilidad en su aplicación.
Se dice que el derecho a la defensa es inviolable porque a ninguna persona se le privará del
mismo; y, porque su inobservancia provoca responsabilidades de índole penal para la autoridad
o servidor, sea judicial o administrativo, que no permitió su correcto ejercicio.
Finalmente, se debe tener en cuenta que el derecho a la defensa busca, principalmente, evitar
que las partes se encuentren en un total estado de indefensión, razón por la cual, este derecho
debe contar con la debida experticia legal, que sólo los profesionales del Derecho pueden
aportar dentro del juicio o proceso, a fin de que también, no se quebrante la seguridad jurídica.
40
disposición todos los medios adecuados y necesarios que requiera para fundamentar su
defensa, siempre y cuando éstos no sean contrarios a la Constitución y la ley.
Por otra parte, el literal c) de esta misma disposición constitucional centra su atención en el
hecho de que las partes tienen que ser escuchadas en las diferentes diligencias procesales,
recayendo esta obligación en el juez, quien será el encargado de darles la palabra en el
momento oportuno para ejerzan su derecho a la defensa y a la réplica. En este sentido, se
favorece también a que las partes puedan ser escuchadas en igualdad de condiciones.
El principio de publicidad se constituye en una garantía procesal cuando el artículo 76, numeral
7, literal d) de la Constitución de la República del Ecuador dispone: “Los procedimientos serán
públicos salvo las excepciones previstas por la ley. Las partes podrán acceder a todos los
documentos y actuaciones del procedimiento (2008)”.
Las disposiciones citadas anteriormente nos permiten concluir que la publicidad del proceso se
constituye como una garantía y principio a la vez, con la finalidad de que las partes procesales y
el público en general puedan conocer las diferentes diligencias realizadas y todo lo actuado a lo
largo del mismo; ya que no puede quedar nada oculto especialmente para las partes, las cuales
tienen todo el derecho para acceder a los diferentes documentos y actuaciones procesales.
41
De esta forma las diferentes etapas o instancias de los procesos, e inclusive las resoluciones y
sentencias, se convierten en públicas y de conocimiento general para todas las personas;
excepto en aquellos casos en los cuales exista una prohibición legal de por medio, en cuyo
caso, el proceso será llevado en reserva y no estará a disposición de las personas en general,
sino únicamente para las partes intervinientes en el mismo.
Este principio de publicidad, impide que existan en el proceso actuaciones ocultas para las
partes o para quienes intervienen en él por el ministerio de la ley como sujetos procesales; así la
publicidad resulta indispensable para la validez del proceso, pues sólo de esta manera existe
contradicción en el mismo; y, esto porque el juicio es una contienda entre dos partes, quienes
hacen afirmaciones, argumentaciones, críticas, rectificaciones y autocríticas sobre las
pretensiones, las objeciones y las pruebas; por tal todo esto debe ser público, ya que el proceso
no es secreto, y por supuesto, si lo fuera se prestaría a la manipulación y a la inequidad. (García
Falconí, 2009, p. 197)
La esencia de la publicidad radica en el derecho que poseen las partes o sujetos procesales
para conocer, en cualquier estado del proceso, las diferentes actuaciones y diligencias
suscitadas en el mismo, a fin de lograr una efectiva y oportuna defensa.
Finalmente, no se puede dejar de lado el hecho de que la publicidad también permite a las
partes conocer las decisiones que toma el juez a lo largo del proceso, las cuales deberán ser
apegadas estrictamente a derecho y ejecutadas con total transparencia para otorgarle plena
validez al mismo.
42
2.2.3. Derecho a un abogado o defensor público.
El derecho a ser asistido por un abogado particular o, en su defecto, por un defensor público, es
una garantía del debido proceso tendiente a evitar que las personas se encuentren en un
estado de indefensión dentro de los procesos en general.
Por simple lógica, las partes requieren contar con la presencia y asesoramiento de un abogado,
independientemente de la materia que se trate, pues éste es el profesional versado en el
conocimiento del Derecho y la ley; y, por ende, el más apto para la defensa de los derechos e
intereses de las partes procesales.
En esta parte es necesario recalcar el hecho de que las partes procesales, según sus
posibilidades económicas, elegirán al abogado de su confianza para que los represente en el
juicio; y, en caso de no poseer los recursos económicos necesarios, el Estado le designará un
defensor público de oficio.
El contacto y la comunicación entre la persona y su abogado defensor son vitales dentro del
proceso, porque facilitan el correcto ejercicio del derecho a la defensa; lógicamente esta
comunicación tiene que ser libre y sin ningún tipo de barreras de por medio. Así mismo, esta
comunicación deberá ser privada porque en base de las conversaciones entre la persona y su
abogado, surgen los elementos que permiten estructurar la defensa en cualquier caso y que
posteriormente servirá en juicio.
Téngase en cuenta que la disposición constitucional antes transcrita, señala claramente que el
derecho a ser asistido por un abogado o defensor público en los diferentes procedimientos
judiciales, esto es en materia civil, penal, laboral, contencioso administrativo, etc.
43
Cuando la persona es de escasos recursos económicos recibe la ayuda estatal por medio de la
Defensoría Pública, órgano autónomo de la Función Judicial creado constitucionalmente para
asistir en la defensa de las personas que por su estado de indefensión o condición social,
económica y cultural no pueden pagar un abogado particular.
El inciso segundo del artículo 191 de la Constitución de la República destaca que la Defensoría
Pública prestará un servicio legal, con las características de técnico, oportuno, eficiente, eficaz y
gratuito, en el patrocinio y asesoría jurídica de los derechos de las personas; pero lo más
importante de todo es que lo deberá hacer en todas las materias e instancias, en donde cabe
inclusive lo contencioso administrativo materia de nuestro estudio (Ibíd.).
De esta forma queda garantizado el acceso pleno a la justicia y la igualdad de condiciones entre
las partes dentro de los procedimientos judiciales, independientemente de su materia.
Pero, el rol de la Defensoría Pública para el desarrollo del debido proceso es importante, pero
su eficacia, en la práctica, se encuentra supeditada por el presupuesto asignado por el Estado
para sus actividades de patrocinio, especialmente en el número de defensores públicos, que
muchas veces es limitado para la serie de casos que deben atender.
El Estado, por medio de los gobernantes de turno no han cumplido con la disposición
constitucional de establecer el número adecuado y suficiente de defensores públicos, para el
patrocinio gratuito de las personas que pertenecen a los grupos vulnerables de la población que
no disponen de medios económicos quedando en el desamparo e indefensión al no contar con la
asistencia profesional de defensores públicos, atentándose contra su seguridad jurídica y
derechos humanos (2011, p. 65).
Otra de las garantías que nos ofrece el debido proceso es el derecho de asistencia gratuita de
traducción, cuyo sustento constitucional se encuentra en el artículo 76, numeral 7, literal f) de la
Constitución de la República, el cual manifiesta lo siguiente: “Ser asistido gratuitamente por una
traductora o traductor o intérprete, si no comprende o no habla el idioma en el que se sustancia
el procedimiento (2008)”.
44
Resultaría ilógico, a primera vista, aplicar esta garantía al proceso contencioso administrativo,
pero la realidad de nuestro país nos indica lo contrario, ya que dentro de nuestro colectivo
social, nos encontramos con pueblos y nacionalidades indígenas que habitan a lo largo del
territorio ecuatoriano y que hablan una serie de idiomas ancestrales, de donde, el kichwa y el
shuar se encuentran entre los principales.
Por ende, puede haber decisiones de las autoridades públicas que afecten los derechos de las
personas pertenecientes a estos grupos indígenas, las cuales obligatoriamente acudirán a la vía
contenciosa administrativa para reclamar sus derechos, pero aunque cuenten con un abogado
defensor, que por lo regular llevará la defensa en castellano, estas personas, por su condición
cultural, se mantendrán siempre al margen del proceso, con lo cual se estaría vulnerando
gravemente el debido proceso y en especial su derecho a la defensa. Igual caso se aplicaría
para el caso de las personas extranjeras que se encuentren en nuestro país y no hablen el
castellano.
Por ello, y para poner en práctica esta disposición constitucional, es necesario que en el juicio
contencioso administrativo, se mantenga informado al extranjero o la persona perteneciente a
cualquier comunidad indígena en su propio idioma; para de esta manera garantizar “el derecho
a la tutela jurídica sin discriminación alguna, de manera gratuita, a la vez que se garantiza el
derecho a la defensa” (Zambrano, 2009, p.57).
45
El derecho a la defensa faculta a las personas para que dentro del juicio tengan la oportunidad
de hacer uso y puedan exponer, de forma verbal o escrita, las razones y argumentos que les
asisten para probar sus dichos, así como también, el derecho para replicar y desvirtuar los
argumentos expuestos en su contra.
De esta manera se cumple el principio de contradicción de la prueba, que permite a una de las
partes procesales conocer la prueba de la parte contraria, vigilar su evacuación y contradecirla,
ya sea, con otra prueba o con algún argumento firme que permita desvirtuarla. Así mismo, este
principio permite la aplicación de la igualdad de las partes dentro del juicio. “El impedirse el
ejercicio de este inalienable derecho ocasiona la indefensión, lo cual atenta contra la seguridad
jurídica de la sociedad (Yépez, 2009, p. 64)”.
No se puede volver dos veces sobre lo mismo, axioma que transferido al juzgamiento,
significa decir que ninguna persona puede volver a ser sometida a un juicio, de cualquier clase
que sea, cuando ya ha sido juzgada anteriormente por el mismo hecho que fue objeto del juicio
anterior, principio este que es enunciado de la siguiente manera: “Nadie podrá ser juzgado más
de una vez por la misma causa”. (2009, p. 59)
Si bien la legalidad sustantiva, es una garantía propia del derecho penal, la norma constitucional
antes transcrita, amplía su campo de acción y aplicación a todas las materias; lo cual significa
que, una persona a más de no poder ser juzgada dos veces por la misma causa, tampoco
podrá ser juzgada en la misma materia.
46
Vale la pena recordar que tanto la causa y la materia tendrán que ser las mismas para que
pueda operar esta garantía, que en doctrina se la conoce como principio non bis in ídem.
Por otra parte, la legalidad sustantiva garantiza la seguridad jurídica evitando un nuevo proceso
por un asunto que en su momento ya fue resuelto por el juez, pues la esencia de esta garantía
es no permitir que el Estado con todo su poder, realice repetidos intentos por juzgar varias
veces a la persona, la cual, por el contrario, estaría en una constante incertidumbre sobre su
destino en lo judicial.
Por ello, junto con esa garantía viene aparejada la cosa juzgada la misma que:
“La necesidad de afianzar el orden jurídico ha impulsado a sostener, por medio de una ficción,
que las decisiones de la justicia adoptadas regularmente de acuerdo con las normas procesales
expresan la verdad y son, por lo tanto, irrevocables (Hutchinson, 2009, p.585)”.
Finalmente, se debe tener en cuenta que la cosa juzgada y el principio non bis in ídem, son
instituciones jurídicas completamente diferentes, mientras la primera tiene lugar en la sentencia
definitiva que se halla en firme; en cambio, el segundo regula la estructura procesal al señalar
que no podrán existir dos procesos, en la misma materia y por el mismo asunto.
47
2.2.7. Comparecencia de testigos y peritos.
Otra garantía constitucional del debido proceso es la comparecencia de testigos y peritos ante
los jueces, cuya disposición se encuentra enunciada en el artículo 76, numeral 7, literal j) de la
Constitución de la República, cuando expresa que: “Quienes actúen como testigos o peritos
estarán obligados a comparecer ante la jueza, juez o autoridad, y a responder al interrogatorio
respectivo (2008)”.
Los medios probatorios aplicables al proceso contencioso administrativo son los mismos
establecidos para el proceso civil, a excepción de la confesión judicial, que es reemplazada por
un informe que debe elaborar el representante de la Administración en base de una serie de
preguntas que le plantea la parte demandante.
Entre los principales medios de prueba se tienen los informes, informes técnicos o científicos,
documentos y expedientes administrativos; los testigos y peritos; y, la inspección judicial.
La disposición constitucional antes mencionada centra su atención en las figuras de los testigos
y peritos, que intervienen en los juicios en general; y, la obligación que éstos tienen de
comparecer ante los jueces y las autoridades, a fin de que rindan el respectivo interrogatorio
sobre los hechos que son motivo de juicio, o en su defecto, para dar una opinión técnica,
especializada o científica sobre un asunto determinado dentro del juicio y necesaria para formar
el criterio del juez al momento de resolver el mismo.
El presente principio permite a la jueza, juez o autoridad administrativa si ese fuera el caso,
llevar adelante un interrogatorio que permita esclarecer testimonio, presentación de informes
presentados por los peritos, ampliación o aclaración de los mismos, aspectos relativos a su
idoneidad, esto se lleva a cabo con el propósito de fortalecer los procesos administrativos,
penales o de cualquier otra índole, ya que los mismos pueden ser objetos de impugnación o
calificados como nulos (Zambrano, 2009, p. 60).
Vale recordar que la comparecencia de los testigos y peritos es una obligación, un deber moral
y un alto sentido de justicia en el esclarecimiento de la verdad sobre el hecho que se va a
juzgar. Si éstos no comparecen voluntariamente, el juez o la autoridad administrativa podrán
requerirlos mediante el uso de la fuerza pública a fin de que rindan su interrogatorio.
48
2.2.8. Competencia en el juzgamiento.
La Constitución de la República del Ecuador en su artículo 76, numeral 7, literal k), claramente
enuncia lo siguiente: “Ser juzgado por una jueza o juez independiente, imparcial y competente.
Nadie será juzgado por tribunales de excepción o por comisiones especiales creadas para el
efecto (2008)”.
La garantía de competencia en el juzgamiento trae consigo una serie de elementos claves para
la figura del juzgador o juez, el cual en sus diferentes actuaciones debe ser independiente,
imparcial y competente.
“La independencia del juez consiste, en la depuración del ánimo del juez, de influencias
producidas por los poderes públicos, que en momento determinado le obliguen a actuar sin la
rectitud requerida (García, 2009, p.155)”.
La independencia del juez, por ende, es absoluta y no se halla sometida a influencia alguna, ya
sea ésta, de los poderes públicos, superiores jerárquicos y administrativos, e inclusive, de las
partes litigantes.
Es por ello que, el artículo 8 del Código Orgánico de la Función Judicial de 2009 dispone que
los jueces, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional, estén sometidos a la Constitución, los
instrumentos internacionales de derechos humanos y la ley; con lo cual se reafirma su
independencia en la toma de decisiones que estará basada únicamente en el contenido de las
disposiciones legales vigentes en nuestro país, respetando así el principio de legalidad del
artículo 76 numeral 3 de la Constitución de la República (2008).
Un juez es imparcial cuando obra con rectitud en el ejercicio de sus funciones, y no se inclina a
favor ni en contra de las partes litigantes. El juez jamás debe parcializarse porque, al momento
de hacerlo, desvía completamente su función de administrar justicia y la razón de ser de sus
funciones, causando un perjuicio directo a una de las partes.
49
“El deber de imparcialidad del juez, se refleja en su obra máxima, la sentencia, obtenida a
través del debido proceso dirigido con una prolija imparcialidad, pero, exento de ritualismos
infecundos y sólo fundados en base a las pruebas aportadas por las partes (García, 2009, p.
177)”.
El artículo 9 del Código Orgánico de la Función Judicial recoge esta garantía constitucional,
cuando claramente manifiesta que las actuaciones de los jueces deberán ser imparciales y
respetando la igualdad de las partes ante la ley. Así mismo, manifiesta que las pretensiones y
excepciones deducidas por las partes litigantes serán resueltas en base al marco constitucional
y legal vigente en nuestro país y a la prueba aportada por las mismas (2009).
Una novedad que trae el artículo antes mencionado es que las partes litigantes, para poder
dialogar fuera de juicio con el juez, deberán notificar esta situación a la otra parte; medida que
ha sido adoptada para garantizar el derecho a la defensa a la réplica, ya que toda audiencia o
reunión privada fuera de juicio está prohibida.
El último elemento que le acompaña al juez en su labor y que se halla dentro de la garantía que
estamos estudiando es la competencia, misma que puede ser definida como “la aptitud legal de
ejercer jurisdicción en una causa concreta y determinada” (García, 2009, p. 141); es decir, que
la competencia es la capacidad legal para poder administrar justicia por parte del juez en los
asuntos puesto bajo su conocimiento en vista del territorio, la materia, las personas y el grado.
De ahí que el Código de Procedimiento Civil, en su artículo 1, manifieste que “la competencia es
la medida de la jurisdicción” (García, 2009, p. 141), y en este mismo sentido lo disponga el
artículo 7 del Código Orgánico de la Función Judicial (2009).
En esta garantía constitucional también aparece la figura del juez natural, quien es el encargado
de sustanciar la causa en razón de la competencia previamente establecida por la ley; y, por lo
cual, ninguna persona podrá ser distraída del mismo bajo justificación alguna.
El literal l), del numeral 7, del artículo 76 de la Constitución de la República, dispone que:
Las resoluciones de los poderes públicos deberán ser motivadas. No habrá motivación si en
la resolución no se enuncian las normas o principios jurídicos en que se funda y no se explica la
pertinencia de su aplicación a los antecedentes de hecho. Los actos administrativos, resoluciones
o fallos que no se encuentren debidamente motivados se consideraran nulos. Las servidoras o
servidores responsables serán sancionados (2008).
Dicho de otra forma, la motivación permite a las autoridades administrativas y judiciales exponer
las razones de hecho y de derecho que les sirvieron para tomar una decisión frente al caso que
se encuentra bajo su conocimiento.
51
Como se puede evidenciar, la motivación, tanto a nivel doctrinario como a nivel constitucional y
legal, es un elemento importantísimo y constitutivo de todo acto administrativo, resolución o
fallo, y su omisión en el contenido de las mismas genera inmediatamente la nulidad absoluta;
dejando a estas decisiones sin valor jurídico alguno y sancionando a la autoridad que cometió
este error.
La motivación es una necesidad y una obligación que ha sido puesta en relación con la
tutela judicial efectiva, es una garantía de interés general encuadrable en un Estado de Derecho,
por ello constituye una de las garantías del derecho constitucional al debido proceso. (Yépez,
2011, p.71)
Es por estas razones que la motivación goza de importancia constitucional y con el paso del
tiempo se ha convertido en una de las garantías del debido proceso.
En forma general se puede expresar que recurrir significa el hecho de entablar un recurso,
previamente establecido por la ley, en contra de una resolución que resulte lesiva para los
derechos e intereses de una persona.
52
La impugnación puede tener lugar frente a la misma autoridad que dictó el acto administrativo,
fallo o resolución judicial; o, ante sus superiores jerárquicos, teniendo como objetivo principal la
revisión de los posibles errores cometidos en estas decisiones, a fin de lograr su revocatoria o
nulidad.
Por ello, para que la impugnación surta el efecto previsto, esta debe contener un reclamo
legítimo debidamente fundamentado sobre el error existente en la decisión tomada, además de
cumplir con la debida técnica mediante los diferentes requisitos que exige cada recurso.
En esta parte, necesario tener en consideración el contenido del artículo 173 de la Constitución
de la República, referente a los actos administrativos expedidos por las autoridades estatales o
públicas, donde cuya impugnación podrá tener lugar en la vía administrativa o contenciosa
administrativa, ésta última a cargo de la Función Judicial (2008).
Finalmente, esta disposición constitucional sienta sus bases en el artículo 31 del Código
Orgánico de la Función Judicial al establecer el principio de impugnabilidad en sede judicial de
los actos administrativos (2009).
Burneo, expone:
En resumen, el conjunto de preceptos desplegados a través de los trece literales del numeral
7, del artículo 76, se constituyen una base sólida para garantizar el ejercicio del derecho de
defensa, tan importante dentro de la seguridad jurídica que la Constitución ampara como
elemento indispensable de la convivencia pacífica (2009, p. 162).
Todos estos principios y garantías constitucionales nos presentan una visión muy amplia para el
desarrollo del debido proceso en la legislación secundaria y de manera especial en lo
contencioso administrativo; y, unidos a los siguientes derechos:
Acceso gratuito a la justicia, es decir que, todas las personas pueden acceder a la
administración de justicia de nuestro país para hacer valer sus derechos, en forma gratuita,
y en igualdad de condiciones. Este derecho constitucional concuerda con el principio de
acceso a la justicia que establece el artículo 22 del Código Orgánico de la Función Judicial
del 2009.
53
Tutela judicial efectiva, la misma que debe ser real, imparcial, expedita, para no dejar en
indefensión a ninguna de la partes, es decir que, a través de la tutela efectiva accedemos a
los jueces y tribunales de justicia, para lograr una decisión de ellos a través de una
sentencia o fallo con su debida ejecución o cumplimiento (García, 2009).
Seguridad jurídica, es la “certeza que los miembros de una sociedad tienen sobre la
vigencia de la ley, el respeto de sus derechos y la protección efectiva de los mismos, frente
al ejercicio del poder y las atribuciones que éste confiere al Estado” (Corporación de
Estudio y Publicaciones, 2009, p. 272). Por tanto, la seguridad jurídica es un elemento
esencial para garantizar el pleno ejercicio de los derechos constitucionales y legales de las
personas.
Una vez analizados los principios y garantías constitucionales del debido proceso, es momento
de estudiar y analizar el proceso contencioso administrativo en el Ecuador, en el capítulo que
sigue a continuación.
54
CAPÍTULO III
CAPÍTULO III: EL PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO EN EL ECUADOR
55
Previo a la exposición de los antecedentes históricos que dieron vida al proceso contencioso
administrativo en el Ecuador, no se puede dejar a un lado, la importancia que tuvo el derecho
francés en la creación y evolución de la institución jurídica conocida como “contencioso
administrativo”, la misma que fue un referente histórico y jurídico de valía para la mayoría de
legislaciones del mundo.
El Consejo de Estado Francés vivió dos momentos históricos bien marcados y que fueron
cruciales para su origen y evolución.
56
Estas ideas se trasladaron a España y otras partes del mundo, donde la figura del Consejo de
Estado fue acogida conjuntamente con la jurisdicción contencioso administrativa a fin de
salvaguardar el principio de legalidad y la seguridad jurídica.
Así mismo, la Constitución de 1929 deja que la ley sea la indicada para establecer la forma en
cómo se llevará dicha jurisdicción y en qué casos se la podría aplicar.
Más tarde, la Constitución de 1945 sustituye al Consejo de Estado por el “Tribunal de Garantías
Constitucionales”, teniendo este nuevo ente como una de sus atribuciones el ejercer la
jurisdicción contencioso administrativa, esta vez, en la forma que determine la ley.
Para 1959 se codificó la Ley de Régimen Administrativo, cuyo artículo 112 establecía que al
Consejo de Estado le correspondía ejercer la jurisdicción en lo contencioso administrativo,
mientras que su disposición transitoria señalaba que los asuntos contencioso administrativos se
ventilarán en breve y sumariamente, al tenor de las disposiciones que para el efecto dictare el
Consejo de Estado (que se plasmaron en el Reglamento del 13 de octubre de 1962), hasta que
se promulgue la ley sobre lo contencioso administrativo.
58
Consejo de Estado, iniciando de esta manera una nueva etapa histórico jurídica de la
jurisdicción contencioso administrativa en nuestro país.
Así mismo señalaba, que la ley fijaría el número de salas y magistrados, así como la
organización y funcionamiento de los asuntos que conocerían los tribunales de lo contencioso
administrativo y contencioso tributario.
Para el año 2006, se crea el Tribunal Distrital de lo Contencioso Administrativo No. 5, con sede
en la ciudad de Loja y con jurisdicción para la provincias de Loja y Zamora Chinchipe, decisión
que fue tomada por el Consejo Nacional de la Judicatura de aquel entonces y publicada en el
Registro Oficial número 367 del 29 de septiembre de 2006
59
Toda esta realidad jurídica de la jurisdicción contenciosa administrativa, se mantiene hasta el
año 2008, cuando se expide la Constitución de Montecristi, la cual traerá profundos cambios,
tanto para la Sala Especializada de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de
Justicia, los Tribunales Distritales de lo Contencioso Administrativo como para la legislación
encargada de regular esta jurisdicción.
Con los cambios producidos en los derechos de las personas y las funciones del Estado, a raíz
de la vigencia de la Constitución de 2008, en el Suplemento del Registro Oficial número 544, de
fecha 9 de marzo de 2009, se promulgó el Código Orgánico de la Función Judicial, con la
finalidad de regular y administrar de manera integral la justicia en nuestro país, apegada a una
serie de nuevos principios relacionados con la supremacía constitucional, la unidad
jurisdiccional, la administración de justicia y los derechos de las partes en juicio con respeto al
debido proceso en general.
A nivel de las cortes provinciales, el artículo 216 del Código Orgánico de la Función Judicial
dispuso que existirán salas de lo Contencioso Administrativo en aquellas cortes provinciales que
determine el Consejo de la Judicatura, el mismo que será el encargado de determinar la sede y
circunscripción territorial para el ejercicio de la competencia de las mismas; mientras que, el
artículo 217 señala ampliamente las atribuciones y deberes de estas Salas.
60
En cuanto a los Tribunales Distritales de lo Contencioso Administrativo, la transitoria cuarta del
Código en mención, señala que los mismos continuarán funcionando hasta que el nuevo
Consejo de la Judicatura integre las nuevas salas de lo Contencioso Administrativo de las
Cortes Provinciales a través del respectivo concurso público de merecimientos y oposición.
Dicho concurso fue realizado y en la actualidad se encuentran posesionados todos los jueces
de las Salas Provinciales de lo Contencioso Administrativo, e incluso en la ciudad de Quito
viene funcionando desde julio de 2013 la Unidad Judicial de lo Contencioso Administrativo.
Aprobado a futuro este Código, todas las disposiciones que se opongan al mismo, dentro de
ellas la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, quedarán derogadas.
A mi modesto criterio, la creación de las Salas Especializadas por parte del Código Orgánico de
la Función Judicial es un gran alcance por hacer prevalecer la unidad jurisdiccional lo cual
considero muy acertado, así como la designación de sus miembros a través de un concurso
público de merecimientos y oposición, en esta rama del Derecho que por muchos años ha
pasado abandonada, y que, en los actuales momentos está cobrando impulso para acercarla a
la ciudadanía común y corriente, en defensa de la legalidad y moralidad administrativa.
61
3.2. Principios
Granja Galindo (1999) sostiene que los principios que fundamentan lo contencioso
administrativo en nuestro país son cinco: el principio de existencia de un proceso administrativo;
la seguridad jurídica; la legalidad; la igualdad jurídica y la garantía jurisdiccional (p. 404).
Como tercer principio, se encuentra el de la legalidad, el cual obliga a los Tribunales Distritales
de lo Contencioso Administrativo, hoy Salas de lo Contencioso Administrativo, a ejercer y a
decidir sobre los asuntos que le impone la Constitución y la ley, así como también para realizar
el respectivo control de este principio en las actuaciones administrativas.
El principio de igualdad jurídica se presenta en cuarto lugar, y dispone que tanto el ciudadano
como el Estado, a través de sus representantes, acudan a la jurisdicción contenciosa
administrativa en igualdad de condiciones.
En quinto lugar se halla el principio de garantía jurisdiccional, que no es otra cosa que “el
derecho a obtener justicia sobre la base del más elevado nivel normativo” (Ibíd., p.406).
Una vez expuestos estos principios, vale la pena destacar que el Dr. Nicolás Granja Galindo es
uno de los pocos autores nacionales que abordan este tema ampliamente, generando un
verdadero aporte jurídico en para el proceso contencioso administrativo en el Ecuador.
62
Cabe destacar que sobre estos principios nada dispone o menciona la Ley de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, careciendo por tanto de un sustento legal al respecto, pero si en el
ámbito doctrinario.
Dado que la jurisdicción contenciosa administrativa se encarga del control jurisdiccional de las
decisiones de la administración pública, su ley ha previsto los siguientes recursos para hacerlo:
El recurso de plena jurisdicción o subjetivo, que por disposición del artículo 3 de la Ley
de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, inciso segundo: “ampara un derecho
subjetivo del recurrente, presuntamente negado, desconocido o no reconocido total o
parcialmente por el acto administrativo de que se trata (1968)”.
El recurso de anulación, objetivo o por exceso de poder, que según el mismo artículo 3
de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, inciso tercero: “tutela el
cumplimiento de la norma jurídica objetiva, de carácter administrativo, y puede proponerse
por quien tenga interés directo para deducir la acción, solicitando al Tribunal la nulidad del
acto impugnado por adolecer de un vicio legal (Ibíd.)”.
63
Es un mecanismo de control de las funciones del Estado que ejercen las autoridades de la
administración pública y una garantía democrática que nos ofrece el ordenamiento jurídico. Tiene
por objeto tutelar el cumplimiento de la norma jurídica objetiva, de carácter administrativo,
solicitando al Tribunal Contencioso Administrativo la nulidad del acto administrativo impugnado
por adolecer de un vicio legal. Por medio de esta acción se persigue mantener el imperio de la
legalidad del orden jurídico. (Jaramillo, 2013, p. 370)
Finalmente, se puede evidenciar que estos recursos persiguen fines diferentes, mientras el
recurso subjetivo está destinado al amparo o protección de los derechos individuales de la
persona; en cambio, el recurso objetivo se enfoca en tutelar el cumplimiento de la norma
jurídica objetiva de tipo administrativa. Todo ello, con el ánimo de que impere el control
jurisdiccional, a fin de evitar errores y arbitrariedades en las decisiones que pudiesen tomar las
autoridades públicas en el ejercicio de sus cargos, y haciendo prevalecer los principios de
legalidad y seguridad jurídica tratados en el apartado anterior.
Una vez comprendidos estos términos, se los podrá aplicar a lo contencioso administrativo que
es lo que nos concierne en este apartado.
64
Miguel Ángel Bercaitz sostiene que la palabra jurisdicción unida a la expresión contencioso –
administrativa, señala la existencia de una función relativa a la decisión de los conflictos
suscitados entre la administración pública y los administrados, con motivo de actos o de hechos
regidos por el Derecho Administrativo (1980, citado por Granja, 1999, p. 417).
Más adelante, este mismo Código, cuando se refiere a la integración de la Corte Nacional de
Justicia, manifiesta que existirá una Sala Especializada de lo Contencioso Administrativo dotada
de competencia para conocer el recurso de casación en esta materia y otros asuntos
determinados por la ley; y, que por disposición del artículo 185 del ya citado cuerpo legal son:
65
5. Los recursos de casación que se interpongan contra las sentencias y los autos definitivos
dictados dentro de los procesos de excepciones a la coactiva en materia no tributaria;
6. Los recursos de casación en las causas por indemnización de daños y perjuicios
propuestas por los particulares en contra de las instituciones del Estado; así como los
recursos de casación por la responsabilidad declarada de sus servidores, o de las personas
a las que por delegación o concesión se les haya entregado servicios públicos;
7. Los conflictos de competencia positivos o negativos entre autoridades o dependencias del
sector público, referente a servicios públicos; y,
8. Los demás que establezca la Ley (Código Orgánico de la Función Judicial, 2009).
Corresponde a las juezas y jueces que integren las salas de lo Contencioso Administrativo:
1. Conocer y resolver las controversias que se suscitaren entre la administración pública y los
particulares por violación de las normas legales o de derechos individuales, ya en actos
normativos inferiores a la ley, ya en actos o hechos administrativos, siempre que tales actos
o hechos no tuvieren carácter tributario;
2. Supervisar la legalidad de los actos y hechos administrativos, y la potestad reglamentaria de
la Administración no tributaria, como también las acciones judiciales que se incoen por su
inactividad;
3. Conocer y resolver las impugnaciones que se propusieren en contra de los reglamentos,
resoluciones y más actos normativos de rango inferior a la ley, en materia no tributaria,
provenientes de las instituciones del Estado que integran el sector público;
4. Conocer y resolver las demandas que se propusieren contra actos, contratos o hechos
administrativos en materia no tributaria, expedidos o producidos por las instituciones del
Estado que conforman el sector público y que afecten intereses o derechos subjetivos de
personas naturales o jurídicas; inclusive las resoluciones de la Contraloría General del
Estado, así como de las demás instituciones de control que establezcan responsabilidades
en gestión económica en las instituciones sometidas al control o juzgamiento de tales
entidades de control. Igualmente conocerán de las impugnaciones a actos administrativos
de los concesionarios de los servicios públicos y de todas las controversias relativas a los
contratos suscritos por los particulares con las instituciones del Estado.
5. Conocer de las acciones de prescripción de créditos fiscales no tributarios que propongan
contra la administración nacional, regional, municipal o de las demás personas jurídicas que
integran el sector público;
6. Conocer y resolver de las controversias regidas por la Ley de Propiedad Intelectual;
7. Conocer las demandas que se propongan contra los actos administrativos y las
resoluciones expedidas por el Consejo de la Judicatura, el Pleno del Consejo de la
Judicatura, las Comisiones Especializadas, el Director General y los Directores Provinciales;
8. Conocer y resolver las acciones propuestas contra el Estado, sus delegatarios,
concesionarios y toda persona que actúe en ejercicio de una potestad pública, en las que
se reclame la reparación de las violaciones a los derechos de los particulares por falta o
deficiencia de la prestación de los servicios públicos, o por las acciones u omisiones de sus
funcionarias y funcionarios y empleadas y empleados públicos en el desempeño de sus
cargos;
66
9. Conocer y resolver las acciones propuestas contra el Estado en las que se reclame la
reparación de los daños y perjuicios causados por error judicial, retardo injustificado o
inadecuada administración de justicia, violación del derecho a la tutela judicial efectiva, y
por violaciones de los principios y reglas del debido proceso, sin perjuicio de lo establecido
en el Código de Procedimiento Penal;
10. Conocer los juicios de excepciones a la coactiva en materia no tributaria, y las
impugnaciones al auto de calificación de posturas; así como también las acciones de
nulidad del remate, los reclamos de terceros perjudicados y tercerías;
11. Conocer de las impugnaciones efectuadas por los titulares de la administración pública
respecto de actos lesivos al interés público y que no puedan ser revocados por la propia
administración;
12. Conocer de las impugnaciones a las declaraciones de ruina y órdenes de ejecución de
obras de conservación, reforma y rehabilitación de inmuebles;
13. Conocer de las impugnaciones a sanciones administrativas firmes contra las servidoras y
los servidores públicos, emanadas de las instituciones del Estado que conforman el sector
público, cuando tales cuestiones de personal no se refieran al nacimiento o extinción de la
relación de servicio de servidoras y servidores públicos; salvo lo dispuesto en normas
especiales;
14. Conocer y resolver las causas que instaure la Administración para repetir las
indemnizaciones que hubiere tenido que pagar por sentencias firmes dentro de juicios
contencioso administrativos, por la responsabilidad declarada de sus servidores o de las
personas que por delegación, concesión o privatización, se les haya entregado servicios
públicos; y,
15. Los demás asuntos que establezca la ley (Ibíd.).
Cabe destacar que, en la actualidad, todas las Salas de lo Contencioso Administrativo de las
cortes provinciales del país se encuentran conformadas y en funciones, mientras que los
Tribunales Distritales de lo Contencioso Administrativo han sido suprimidos por varias
resoluciones administrativas del Consejo de la Judicatura; sin embargo de ello, no existieron
reformas en los artículos 8 y 10 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, que
tratan sobre la sede y jurisdicción del Tribunal Distrital de lo Contencioso Administrativo; y, sus
atribuciones y deberes, respectivamente, por lo que estas disposiciones están derogadas
tácitamente.
67
3.5. Procedimiento
Como parte demandada o sujeto pasivo, se encuentran los órganos públicos, las personas
jurídicas semipúblicas; y, las personas naturales o jurídicas a cuyo favor derivaren derechos del
acto o disposición (Art. 24) (Ibíd.).
En este punto se debe tomar en cuenta que “La demanda, en el caso de los actos
administrativos, se la deberá interponer en el término de noventa días (recurso subjetivo); los
recursos objetivos en el plazo de tres años; y, los contratos y demás acciones en el plazo de
cinco años” (Díaz, 2013, p. 83).
68
gobiernos autónomos descentralizados, establecimientos públicos y personas jurídicas
semipúblicas, deberá citarse a sus respectivos personeros legales, teniendo en estos casos,
que notificar al Procurador General del Estado, para que haga la vigilancia de los mismos (Art.
33) (Ibíd.).
De igual forma se citará a la persona natural o jurídica que en cuyo favor se derivare el acto
administrativo o resolución administrativa que se impugna para que pueda hacer valer sus
derechos (Art. 33) en calidad de tercero coadyuvante (Art. 25) (Ibíd.).
Una vez citada la entidad demandada, ésta tendrá el término de veinte días para contestar la
misma (Art. 9 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General del Estado), y en la cual,
propondrá las excepciones dilatorias y perentorias de que se crea asistida. Igual término cabrá
para la entrega del expediente administrativo por parte del funcionario o empleado público a
cargo del mismo (Art. 34) (Ibíd.).
El demandado en esta demanda también estará en la obligación de enunciar las pruebas que
va a rendir y demás documentos en que fundamenta su derecho (Arts. 35 y 36) (Ibíd.).
Si la controversia es de aquellas que versan únicamente sobre cuestiones de puro derecho, una
vez contestada la demanda, se mandará a notificar a las partes y la Sala dictará sentencia
dentro del término de doce días (Art. 38) (Ibíd.).
Los medios de prueba a ser utilizados en el procedimiento contencioso administrativo son los
mismos establecidos en el Código de Procedimiento Civil, a excepción de la confesión judicial,
69
la cual será reemplazada por una serie de preguntas que la parte contraria desee realizar y que
deberán ser contestadas a través de un informe (Art. 39) (Ibíd.).
Así mismo, la Sala podrá disponer de oficio, la práctica de las pruebas que considere
necesarias y pertinentes para conseguir un mejor criterio, con la finalidad de tomar una decisión
más acertada del asunto en controversia (Art. 40) (Ibíd.).
Luego de finalizado el término de prueba, las partes podrán presentar sus alegatos, ya sea, de
forma verbal o escrita, ante la Sala para lo cual podrán solicitar audiencia de estrados o remitir
un informe en derecho, respectivamente. Estos alegatos podrán presentarse hasta la
expedición de la sentencia (Art. 41) (Ibíd.).
Una vez finalizado el término de prueba y presentados los alegatos por las partes litigantes, la
Sala estará en la obligación de dictar sentencia en el término de doce días (Art. 41) (Ibíd.).
70
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO IV: PRINCIPIOS Y GARANTÍAS A REGIR EN EL PROCESO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
EN EL ECUADOR BASADOS EN LAS NORMAS CONSTITUCIONALES DEL DEBIDO
PROCESO
71
Una vez estudiadas las instituciones jurídicas del debido proceso y del proceso contencioso
administrativo en capítulos anteriores; ahora, es momento de efectuar un análisis jurídico que
nos permita proponer la incorporación de algunos principios y garantías del debido proceso a lo
contencioso administrativo en nuestro país, con la finalidad de realizar una serie de postulados
que permitan garantizar los derechos de las partes litigantes y el correcto desarrollo de esta
clase de juicios.
Así mismo, serán motivo de estudio y análisis varias disposiciones que conforman el texto
aprobado del “Proyecto de Código Orgánico General de Procesos” (COGEP), por parte de la
Asamblea Nacional, en la parte relativa a los principios que a futuro regirán para todos los
procesos, incluido el contencioso administrativo, con el fin de contrastar los avances y
retrocesos, en esta materia, y lograr un sólido criterio jurídico al respecto.
72
En esta parte, surge una primera incompatibilidad entre la norma y la doctrina, al tratar de
establecer si el juicio contencioso administrativo es un procedimiento o un proceso, ya que
ambos términos, jurídicamente hablando, tienen significados diferentes, pero que en la práctica,
son utilizados como sinónimo, debido al desconocimiento sobre la materia por parte de los
profesionales del Derecho, así como también por la falta de impulso legislativo para reformas
para esta materia.
El medio instaurado por el orden jurídico para dar satisfacción jurídica, con intervención del
órgano judicial y por aplicación, en lo fundamental, de normas o principios de Derecho
Administrativo o financiero, a las pretensiones de los particulares afectados, ya sea por el
ejercicio de la función administrativa del Estado como por los particulares que ejerzan la función
administrativa por delegación del Estado; o del Estado, que persigue la declaración de nulidad de
sus propios actos (Ibíd., p. 457).
Sin ahondar en mayores detalles, puesto que las diferencias entre estos términos son palpables
por simple lógica, se puede deducir que el procedimiento administrativo es el medio de
manifestación y auto tutela de la Administración Pública, en donde ésta, aparece como juez y
parte del mismo, siendo, en algunos casos, un presupuesto procesal de la vía jurisdiccional; en
73
cambio, el proceso contencioso administrativo es la defensa en juicio, ante un tribunal
especializado, imparcial, independiente y perteneciente a la Función Judicial, de los derechos
de las personas cuando éstos son vulnerados por las diferentes actuaciones de la
Administración Pública, garantizando con ello el derecho a la tutela judicial efectiva y a la
seguridad jurídica establecidos en nuestra Constitución.
En este sentido, autores ecuatorianos de reconocida trayectoria académica como son Efraín
Pérez Camacho, Jorge Zavala Egas, Nicolás Granja Galindo, Marco Morales Tobar, Juan
Benalcázar Guerrón, Marco Aguirre Torres y Herman Jaramillo Ordóñez; dentro de sus obras,
realizan acertadamente esta diferenciación entre procedimiento y proceso administrativo,
siguiendo las corrientes contemporáneas del Derecho Procesal Administrativo con la finalidad
de sustentar sus postulados y criterios personales, pero sus esfuerzos han quedado relegados
únicamente al campo doctrinario.
En cuanto a nuestra jurisprudencia, el único caso, hasta el momento encontrado por parte del
Departamento de Jurisprudencia e Investigaciones Jurídicas de la Corte Nacional de Justicia, y
que hace referencia a esta diferencia entre proceso y procedimiento administrativo se encuentra
en la resolución número 0107-131, del 25 de febrero de 2013, expedida por la Sala
Especializada de lo Contencioso Administrativo, la cual en su parte pertinente manifiesta que:
“Una precisión necesaria que la Sala considera pertinente realizar es la diferencia que existe
entre el proceso judicial, y el procedimiento administrativo; en el presente caso, el proceso judicial
está regulado por las normas de la Ley de la Jurisdicción de lo Contencioso Administrativa y
1
La Corte Nacional de Justicia ha establecido en vía on-line el denominado “Sistema de Jurisprudencia”,
el cual cuenta con una serie de jurisprudencia procesada en las diferentes materias a su cargo. Al mismo
se accede a través de la siguiente dirección electrónica: http://app.funcionjudicial.gob.ec/sipjur/
74
supletoriamente, por las normas del Código de Procedimiento Civil; las del procedimiento
administrativo, en este caso el sumario administrativo, están previstas en los arts. 78, 79, 80, 81,
82, 83 y 84 del Reglamento a la LOSCCA; supletoriamente, cabrían aplicarse las disposiciones
procedimentales contenidas en el ERJAFE, en tanto la institución es una dependencia del
Ministerio de Salud Pública, Función Ejecutiva y si ello no fuera suficiente, también en forma
supletoria las disposiciones del Código Adjetivo Civil; en los dos casos, proceso judicial y
procedimiento administrativo están, desde luego, cobijados por las disposiciones constitucionales,
por ser la base del ordenamiento jurídico; […] (2015).
Esta diferenciación jurisprudencial manifiesta las normas principales y supletorias, que son
aplicables tanto para el proceso judicial (en este caso contencioso administrativo) como para el
procedimiento administrativo; señalando además, que ambos casos deben guardar relación
directa con las disposiciones constitucionales aplicables al debido proceso por ser la base de
nuestro ordenamiento jurídico.
Pero este significativo avance, por más mínimo que haya sido, desaparece cuando en el texto
para el segundo debate se retoma nuevamente el término “procedimiento contencioso
administrativo”, confundiendo nuevamente los términos proceso y procedimiento como si fueran
sinónimos.
Finalmente, hasta que el nuevo Código Orgánico General de Procesos entre en vigencia, aún
se mantendrán las disposiciones contenidas en el Título IV: “Del Procedimiento Contencioso
Administrativo” de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
75
4.2. Proceso contencioso administrativo o proceso administrativo
El retraso que se tiene en el uso de la terminología en esta materia, permite que aún, sigamos
hablando de procedimiento contencioso administrativo en la Ley de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa o de proceso contencioso administrativo en el proyecto de Código Orgánico
General de Procesos, obedeciendo a la tradición jurídica mantenida en nuestro país en este
campo.
Sin embrago, el término proceso contencioso administrativo, utilizado en el texto original del
proyecto de Código Orgánico General de Procesos, hubiera sido motivo de estudio y análisis,
porque recogía las consideraciones clásicas y modernas que sobre el mismo se han
manifestado hasta el momento dentro de la doctrina.
Por otra parte, la visión moderna, posee una noción más amplia y genérica, cuando manifiesta
que el “proceso administrativo” es el medio más acertado para brindar satisfacción jurídica a las
pretensiones, tanto de la administración como del administrado, cuando han sido afectados en
sus derechos debido al obrar público (Dromi, 2009).
76
El proceso administrativo como garantía judicial, en lo principal, tiene la misión de hacer
respetar y cumplir las garantías y principios del debido proceso de las partes litigantes, aunque
una de ellas sea la administración pública, durante la sustanciación del mismo; de igual forma,
debe garantizar el derecho o derechos invocados por las partes y que son motivo de la
controversia; y, finalmente, un medio de control jurisdiccional para las actuaciones de las
autoridades públicas.
Uno de los principales cambios radica en el hecho de que dentro del proceso administrativo no
deberían existir recursos sino verdaderas acciones judiciales, tal como lo manifiesta Dromi a
continuación:
De la sede administrativa a la sede judicial no hay recursos sino acciones, pues no se trata
de una simple revisión de lo actuado sino de la jurisdicción plena del tribunal para revisar, para
repasar en todo su alcance y plenitud el acto administrativo cuestionado o impugnado.
El uso del término recurso, de origen francés y también de cuño español, se justificaba, pues
indicaba solamente un repaso de algunos aspectos del alcance de la decisión. En cambio,
77
creemos que la palabra acción abre una perspectiva de amplia revisión, teniendo en cuenta que
ha sido, en este sentido, utilizada un poco como sinónimo del derecho que invoca o que dice
invocar, o tener, o titularizar el accionante, en la emergencia administrado. […]
Los recursos se refieren a las impugnaciones que se realizan dentro y ante un mismo órgano
estatal. Por ello y en tanto el proceso administrativo importa la impugnación por los particulares
de los actos de la Administración, ante un órgano jurisdiccional, de acuerdo con el sistema
judicialista es más propio hablar de acción y no de recursos, como los antiguos Códigos
Contenciosos provinciales (2009, p. 1189).
Esta reflexión es muy acertada, porque un recurso es el último medio que tiene el administrado
para impugnar las decisiones de la Administración Pública ante ella misma, es así que, en
nuestro país contamos con los recursos de reposición, apelación y extraordinario de revisión en
el procedimiento administrativo común, según lo dispuesto tanto el Estatuto del Régimen
Jurídico Administrativo de la Función Ejecutiva (ERJAFE), como en el Código Orgánico de
Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (COOTAD).
De ahí que, por simple lógica, no se puede interponer un recurso sobre otro recurso, pero
lastimosamente en nuestro país ocurre esta situación jurídica, donde del recurso de plena
jurisdicción o subjetivo se puede interponer el recurso de casación.
Es por ello que, ante esta incompatibilidad de términos, me inclino por el criterio expuesto por
Roberto Dromi, señalando que dentro del proceso administrativo ecuatoriano se debería de
hablar de acciones, en concreto, y sobre las cuales puede tener lugar el recurso de casación.
La de lesividad.
El silencio administrativo.
Además, se hace necesario recalcar que el artículo 327 del Código Orgánico General de
Procesos dispone que todas las acciones en esta materia deberán ser tramitadas en el
procedimiento ordinario, con excepción de las acciones relativas al silencio administrativo y
pago por consignación, en cuyo caso, serán tramitadas dentro del respectivo procedimiento
sumario (Ibíd.).
79
estatal podrán ser impugnados o recurridos, a más de la vía administrativa o gubernativa, ante
los órganos correspondientes de la Función Judicial (vía judicial); naciendo de esta manera el
control judicial de las actuaciones administrativas (2008).
Más adelante, en este mismo cuerpo legal, en el Título IV, capítulo cuarto, sección sexta
denominada justicia ordinaria, el artículo 182 dispone que la Corte Nacional de Justicia se
organice en salas especializadas; mientras que, el artículo 186 establece que las cortes
provinciales de justicia se organicen, de igual forma, en salas especializadas por materias, las
cuales deben guardar la debida correspondencia con las establecidas en la Corte Nacional de
Justicia (Ibíd.).
De estas salas especializadas, sólo las de lo Contencioso Administrativo, tanto a nivel de Corte
Nacional de Justicia como de cortes provinciales, son las encargadas de realizar el control
judicial de las actuaciones administrativas, por disposición de los artículos 185 y 217 del Código
Orgánico de la Función Judicial, respectivamente y en el ámbito de sus competencias (2009).
A fin de realizar este control, el Ecuador cuenta, desde 1968, con la Ley de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa, la cual en sus artículos 1 y 2, dispone los casos en los cuales el
administrado podrá recurrir a esta vía; es decir, cuando se han vulnerado sus derechos o
intereses personales; o, cuando existan resoluciones administrativas que lesionen derechos
particulares establecidos o reconocidos por la ley como consecuencia de una disposición de
carácter general.
Pero este control judicial está por cambiar, ya que una vez que entre en vigencia el nuevo
Código Orgánico General de Procesos (COGEP), doce meses después de su publicación en el
Registro Oficial, la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa quedará derogada (2015).
Es así que, este nuevo cuerpo legal, en su Libro IV Procesos; Título I: Procesos de
Conocimiento; Capítulo II: Procedimientos Contencioso Tributario y Contencioso Administrativo;
Sección I: Disposiciones Comunes y Sección III: Procedimiento Contencioso Administrativo,
destina dos medios procesales para las acciones administrativas, esto es, el procedimiento
ordinario y el procedimiento sumario, tal como se lo expresó en el apartado anterior (Ibíd.).
80
Sin embargo de este avance procesal, considero que la jurisdicción contenciosa administrativa
tuvo que ser separada de este código, por su tradición jurídica, al ser considerada como una
jurisdicción especial por contar con un proceso y normas propias para esta materia; y, por el
aparecimiento e impulso del derecho procesal administrativo que poco a poco se fue
constituyendo como una rama especializada del derecho administrativo en general.
En su lugar, y debido a los cambios constitucionales y legales que ha sufrido nuestro país
desde el año 2008, se pudo haber unificado en un solo cuerpo legal, el procedimiento y proceso
administrativo en una propuesta de Código Orgánico de Procedimiento y Proceso
Administrativo; la cual podía contener la vía gubernativa y judicial sin ningún inconveniente,
para así, desarrollar sus propias figuras procesales y solucionar los diferentes conflictos que
surjan entre la Administración Pública y sus administrados. También se pudo aprovechar esta
oportunidad para dotar a estas dos vías de sus propios principios generales para la tramitación
de los mismos.
Una vez realizadas las debidas apreciaciones y reflexiones jurídicas sobre el proceso
administrativo en general, es momento de centrar nuestra atención en el parte medular de la
presente investigación, que es incorporar ciertos principios y garantías del debido proceso a
esta clase de juicios, a la luz de las nuevas concepciones constitucionales y al desarrollo que
hoy en día tiene el Derecho Procesal Administrativo.
Hoy en día autores como Munar & Ortiz afirman que el debido proceso dentro de los procesos
administrativos se ha convertido en un principio que:
81
regularidad jurídica y afianzar la credibilidad de las instituciones del Estado, ante la propia
organización y los asociados y asegurar los derechos de los gobernados (2014, p. 22).
A continuación, se analizarán aquellos principios del debido proceso que pudiesen quedar
plasmados en la aún vigente Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
82
Es así que:
Considero, dentro de mi modesto criterio que en nuestro país hoy en día, no pueden existir
únicamente jueces de garantías penales, sino que deben existir para las diferentes materias a
fin de dar cumplimiento a esta disposición constitucional y por razones de orden práctico.
a) Contar con un juez garantista, experto en la materia, que cumpla y haga cumplir de
forma estricta y apegada a derecho las normas sustantivas y procesales que existen en
el derecho administrativo, de tal forma que, sus diferentes actuaciones y decisiones
sean apegadas a Derecho y aseguren la correcta y justa administración de justicia.
83
b) Que los derechos de las partes en juicio no sean conculcados o violentados, sino por el
contrario, sean respetados, aplicados y garantizados a lo largo de los diferentes
momentos procesales del juicio.
4.6.2. Legalidad
El principio de legalidad contenido en el debido proceso, tiene una doble finalidad, por una
parte, expone que las personas deberán ser juzgadas por las autoridades judiciales
competentes para hacerlo; y, por otra, éstas deberán guardar la debida observancia del trámite
propio para cada procedimiento.
Con lo expuesto anteriormente, nos podemos dar cuenta que al momento de radicarse la
competencia en el juicio administrativo, no sólo se está cumpliendo la disposición señalada en
la norma legal; sino que también, se estaría ejecutando la norma constitucional relativa al juez
competente, contenida en el principio de legalidad.
Es así que, el legislador pudo abarcar todo el sentido y alcance del principio de legalidad, en lo
referente a la competencia y observancia del trámite, cuando incorporó el artículo 29.1 a este
cuerpo legal, sin embargo sólo consideró en forma exclusivamente a la competencia, dejando
por ende, este principio a medias.
85
También hay que señalar que el principio de legalidad, constituye una garantía y derecho
fundamental de los ciudadanos, que su juzgamiento se efectué con arreglo a la ley nacional, así
lo señala la Constitución de la República y las leyes, más aun tal juzgamiento debe llevarse a
cabo con la ley preexistente (García, 2009, p. 118).
Por tanto, es de vital importancia que este principio se incorpore en su totalidad al proceso
administrativo y de manera urgente, a fin de garantizar a las partes litigantes un juzgamiento
acorde con lo dispuesto en la ley.
Finalmente, este proyecto de código, en su artículo 327, manifiesta que todas las acciones a
tramitarse en el proceso administrativo se efectuarán a través del procedimiento ordinario, con
excepción del silencio administrativo positivo y pago por consignación, en cuyo caso, se las
tramitará a través del procedimiento sumario, cumpliéndose de esta manera con el principio de
legalidad en su parte procesal (Ibíd.).
86
excepción de la confesión judicial, la cual será reemplazada por un escrito de preguntas que
deberán ser contestadas vía informe por parte de la Administración Pública (1968).
Esta salida, desde mi punto de vista, afecta al proceso administrativo, ya que el mismo debe
contar con sus propios medios de prueba, orientados desde la realidad jurídica que día a día
vive nuestra Administración Pública.
Igualmente, esta disposición legal se refiere a que los informes solicitados a las autoridades por
parte del juzgador dentro del juicio, no se constituirán como declaración o confesión de parte
(Ibíd.).
Más allá de que, con este nuevo código, todas las materias cuenten con los mismos medios de
prueba, y que para el proceso administrativo existan ciertas excepciones; no es menos cierto
que las partes procesales tienen […] el derecho a promover libremente todos los medios
probatorios, siempre que no sean ni ilegales, ni manifiestamente impertinentes, valga decir, que
conduzcan a demostrar los hechos controvertidos en el proceso […] (Hernández Mendible,
2014, p. 600)., a fin de otorgarle a éstos la debida eficacia probatoria que se merecen; ya que
solamente la prueba debidamente actuada y practicada conforme a lo dispuesto en la ley puede
dar fe en juicio, en contradicción de aquella que no es válida y carente de esta eficacia
probatoria, debido a que fue actuada en contra de expresas normas constitucionales y legales y
que por simple lógica será excluida o apartada de las otras, tal como lo dispone el artículo 76
numeral 4 de la Constitución de la República del Ecuador.
Este principio también es recogido y desarrollado en el inciso tercero del artículo 160 del Código
Orgánico General de Procesos al disponer que:
“Carece de eficacia probatoria la prueba obtenida por medio de simulación, dolo, fuerza física,
fuerza moral o soborno. Igualmente será ineficaz la prueba actuada sin oportunidad de
contradecir (Ibíd.)”.
Algo nuevo que trae este Código, es que de la resolución que contenga la inadmisión de alguna
prueba, se podrá interponer la respectiva apelación pero con un efecto diferido.
Al respecto me parece interesante el criterio del Dr. Álvaro Ojeda Hidalgo, presidente de la Sala
de lo Contencioso Administrativo de la Corte Nacional de Justicia quien propone un esquema de
cuatro etapas para el juicio administrativo: a) la demanda y su contestación; b) la audiencia
preliminar; c) la audiencia de prueba (no obligatoria); y, d) la audiencia de juzgamiento (Corte
Nacional de Justicia, 2014).
5.1 De darse esta audiencia, pues no tiene el carácter obligatorio, tendría tres cometidos
fundamentales, respecto a las pruebas que hayan sido aceptadas por el tribunal en la audiencia
preliminar: 1.- Las partes harán una relación de las pruebas documentales aportadas
conjuntamente con la demanda y su contestación. 2.- Se recibirá la prueba documental adicional.
3.- Se recibirán y practicarán las pruebas no documentales, en el orden que el tribunal determine.
A cada intervención explicativa de una de las partes, se le dará la posibilidad de réplica a la otra.
5.2. Los medios de prueba podrán ser todos los que estén permitidos en el Derecho público
y el Derecho común, salvo la confesión judicial. Debería tenerse particular cuidado con la
prueba de testigos: en el sentido de que las preguntas para el interrogatorio se propongan
verbalmente sin admisión previa de pliegos; que no se admitan escritos de repreguntas; que los
testigos no puedan ser previamente tachados (la parte podrá hacer al respecto las observaciones
que crea pertinentes); que el tribunal pueda limitar discrecionalmente el número de preguntas y
testigos presentados, cuando se de una inútil reiteración de testimonios sobre hechos
suficientemente esclarecidos. (Corte Nacional de Justicia, 2014, p.161)
88
Este criterio es muy acertado en cuanto a la forma de evacuar la prueba dependiendo de su
tipo; criterio que comparto por la claridad de sus contenidos y por las explicaciones vertidas en
el mismo, por parte de un administrador de justicia que vive día a día con la realidad procesal
en lo contencioso administrativo de nuestro país.
4.6.4. Oralidad
La única audiencia no obligatoria que existe dentro de esta ley, es la audiencia de estrados,
misma que puede tener lugar, desde la conclusión del término de prueba hasta la expedición de
la sentencia, en donde las partes podrán alegar sus fundamentos e impugnar los presentados
por la parte contrario según lo dispuesto en el artículo 41 de la esta ley (1968).
La jurisdicción de lo contencioso administrativo es una de las materias más olvidadas por parte
del legislador y la que presenta más retrasos e incompatibilidades en su aspecto procesal,
debido a la falta de impulso legislativo a lo largo de estos casi cincuenta años que ha estado en
vigencia.
Actualmente, con una Constitución que promueve el principio de oralidad y que manifiesta que
todos los juicios, en todas sus instancias, serán orales; es el momento de pensar en una
reformulación del proceso administrativo, que conlleve el desarrollo del mismo mediante una
serie de audiencias; en donde, también se desarrollen otros principios del debido proceso como
la inmediación, la contradicción, la concentración, etc. (2008).
89
Proceso oral por audiencias. La sustanciación de los procesos en todas las instancias,
fases y diligencias se desarrollarán mediante el sistema oral, salvo los actos procesales que
deban realizarse por escrito. Las audiencias podrán realizarse por videoconferencia u otros
medios de comunicación de similar tecnología, cuando la comparecencia personal no sea posible
(2015).
Este artículo, desde mi perspectiva legal, marca una pauta muy importante en el derecho
procesal de nuestro país, porque todas las materias, a excepción de la constitucional y penal,
contarán a futuro con un proceso oral, necesario desde hace varias décadas atrás.
Cuando en este proyecto de código, se refiere al proceso administrado manifiesta que todas las
acciones planteadas por esta vía, a excepción del silencio administrativo positivo y el pago por
consignación, se llevarán mediante el procedimiento ordinario, el cual, en su tramitación
contiene dos audiencias: la preliminar (artículo 292) y la de juzgamiento (297); quedando de
esta forma incorporado y desarrollado el principio de oralidad en nuestro proceso administrativo,
lo cual corresponde un avance sustancial en esta materia, al pasar a un juicio netamente oral
(Ibíd.).
Informa la regulación que debe llevar a cabo el legislador para garantizar la realización de un
proceso, en el cual se encuentren presentes las características de inmediación del juez,
concentración de las actuaciones y su publicidad. Ello se traduce en la existencia de la
preeminencia de la expresión o exposición oral sobre los escritos, pero de ningún modo supone
90
la desaparición definitiva de estas actuaciones; por ello el proceso por audiencias se traduce en
un sistema procesal mixto. […]
Como conclusión debe señalarse que la interpretación constitucional conduce a considerar
que la adopción del principio de “oralidad” debe ser suficientemente racional para garantizar un
equilibrio entre la escritura y aquella, pues no existe un sistema procesal total y absolutamente
oral (Hernández Mendible, 2015, págs. 593-594).
Como se podrá evidenciar, el principio de oralidad juega un rol muy importante en el proceso
administrativo porque, en primer lugar, permitiría que el juicio se desarrolle delante de los
miembros que conforman la Sala Especializada de lo Contencioso Administrativo; en segundo
lugar, porque se reducirían las actuaciones escritas, dejando solamente aquellas que por sus
características especiales no pueden ser evacuadas de manera oral; y, en tercer lugar,
promovería la aplicación de otros principios del debido proceso como la inmediación,
concentración y publicidad, lo cual concuerda con lo dispuesto en el proyecto de Código
Orgánico General de Procesos, existiendo, por tanto, una concordancia entre la teoría y la ley.
4.6.5. Celeridad
Por otra parte, cuando este principio es incorporado al Código Orgánico de la Función Judicial,
en su artículo 20, éste señala que la administración pública debe ser rápida y oportuna en su
tramitación, resolución y ejecución; teniendo los jueces que proseguir los trámites dentro de los
términos legales, caso contrario serán sancionados (2009).
Aplicando este principio al proceso administrativo vemos que las Salas de lo Contencioso
Administrativo de la cortes provinciales de justicia del país deberán tramitarlo en un término de
65 días (13 semanas) aproximadamente; aunque en la práctica puede llegar a durar el doble, es
decir, 130 días (26 semanas), siendo su principal cuello de botella el momento de la práctica de
la prueba, con lo cual deja de haber celeridad en el mismo.
91
En este sentido es acertado lo dispuesto por el proyecto de Código Orgánico General de
Procesos, cuando en su artículo 3 manifiesta que los jueces controlarán las actividades de las
partes procesales a fin de evitar dilaciones innecesarias en todos los procesos (2015).
Pero todo esto se desdice en el procedimiento ordinario, medio por el cual se sustancian las
acciones del proceso administrativo; ya que tiene una duración de 116 días (23 semanas
aproximadamente), con lo cual deja de existir celeridad en el proceso.
Esto se debe a la falta de conocimiento del legislador; ya que él no conoce la realidad jurídica
procesal de nuestro país en las diferentes materias; ni tampoco, puede colocar a todos los
procesos en un mismo saco, sin darse cuenta de sus peculiaridades. Nuevamente recalco, que
fue un error colocar al proceso administrativo conjuntamente con los otros procedimientos por
su especial naturaleza.
4.6.6. Inmediación
El principio de inmediación, dentro de cualquier juicio oral, siempre deberá estar presente, ya
que éste implica la intervención directa del juez en todas las etapas del proceso, de su inicio
hasta su final; teniendo contacto con las partes, las pruebas, los alegatos, a fin de descubrir las
verdaderas intenciones de los litigantes. La falta de este principio en juicio acarrea la nulidad del
mismo.
92
Puede ocurrir también que, según la tipo de prueba, pueda existir un contacto de la Sala con
testigos y peritos, pero esto dependerá de las circunstancias que dieron lugar al juicio, antes
que por el proceso mismo.
A fin de garantizar la presencia de los jueces en las audiencias, este proyecto de código,
dispone que sean nulas aquellas audiencias donde falte el juzgador.
Igualmente, el artículo 3 de este mismo cuerpo legal procesal, le otorga al juez la dirección del
proceso, a fin de controlar las actividades procesales de las partes, a fin de solicitar
aclaraciones, encauzar el debate y tomar acciones correctivas, para evitar dilaciones que
pudiesen entorpecer el normal desarrollo del proceso (Ibíd.).
Para el proceso administrativo, es un avance significativo contar con este principio tanto en su
audiencia preliminar como en la de juzgamiento para asegurar el correcto desarrollo del mismo.
Al igual que los principios, existen ciertas garantías del debido proceso que deben incorporarse
de manera obligatoria en la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa, a fin de
garantizar un juicio justo para las partes procesales.
Se debe recordar que las garantías del debido proceso aseguran, principalmente, los derechos
consagrados en la Constitución teniendo a su cargo el Estado la tutela procesal de los mismos,
a fin de proteger los derechos de las partes en juicio.
Por tanto, en los siguientes apartados, se desarrollaran una serie de garantías tendientes a
garantizar la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica en el proceso administrativo.
93
4.7.1. Gratuidad
La gratuidad es un derecho que les asiste a las partes procesales para acceder a la justicia, en
aquellos momentos donde exista controversia en cuanto a sus derechos; ya sea, en su
reconocimiento, vulneración, extinción o modificación.
El acceso gratuito a la justicia, como garantía, permite la tutela judicial efectiva, imparcial y
expedita de los derechos e intereses de las partes vinculadas al proceso, bajo la sujeción de los
principios de celeridad e inmediación, a fin de evitar que éstas queden en la indefensión.
Esta garantía forma parte de los principios que rigen a la Función Judicial, y se encuentra
presente en el artículo 12 del Código Orgánico de la Función Judicial, en donde señala que el
acceso a la administración de justicia es forma gratuita (2009).
94
4.7.2. Derecho a la defensa
En primer lugar esta garantía dispone que ninguna persona será privada de su derecho
inalienable e inviolable a la defensa. En este sentido la Ley de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa no hace referencia a esta garantía en sus disposiciones.
En segundo lugar, la persona deberá contar con el tiempo y los medios adecuados para realizar
su defensa. En cuanto al tiempo, las partes procesales contarán con los diferentes términos
señalados por la ley para ejercer su defensa a lo largo del proceso administrativo. Para los
medios, en cambio, se deberá tener en cuenta que no sean contrarios a lo que dispone la
constitución y la ley.
Cabe destacar que el vocablo medios adecuados, hace alusión a todos los elementos que
servirán de ayuda para fundamentar la defensa, pero éstos tendrán que enmarcarse a lo
dispuesto en las normas constitucionales y legales.
En tercer y último lugar, el derecho a la defensa señala que las partes procesales tendrán que
ser escuchadas en el momento oportuno y, sobre todo, en igualdad de condiciones.
95
Sobre el derecho a ser escuchado en juicio, la doctrina señala:
Toda persona tiene garantizado el goce y ejercicio del complejo derecho a la defensa, que
comprende el derecho a formular alegatos en cualquier estado y grado de proceso, a que estos
sean oídos con las debidas garantías, es decir, a la posibilidad de intentar excepciones,
objeciones e impugnaciones y presentar medios probatorios establecidos en el ordenamiento
jurídico, y a disponer de un plazo razonable que debe estar determinado legalmente.
Este derecho incluye el efectivo acceso al expediente, la revisión de las actas procesales, a
obtener copia de los documentos y medios probatorios que cursen en él y a que la ley otorgue un
tiempo prudencial para preparar los argumentos que se pretendan formular durante la tramitación
del proceso (Hernández Mendible, 2015, p. 589).
Del párrafo anterior, podemos concluir que los cuerpos legales en estudio, contemplan el ser
escuchado durante la tramitación del proceso administrativo; lógicamente, en el proyecto de
Código Orgánico General de Procesos existe una mayor presencia de esta garantía por ser su
trámite oral, en el cual, las partes tendrán la oportunidad de ser escuchadas u oídas en las
diferentes audiencias establecidas en este proyecto de código.
96
Considero que debe existir una disposición expresa que señale claramente que dentro del
proceso administrativo, tanto el ciudadano o administrado y la administración pública, se
encuentren en igualdad de condiciones a fin de superar todo tipo de desventajas que pudiera
sufrir el administrado frente a la figura de la administración pública, que aparece rodeada de
una serie de potestades que superan los derechos de cualquier ciudadano.
Esta apreciación se ha convertido en un paradigma difícil de superar hasta el momento por los
administrados, e inclusive por los mismos profesionales del Derecho, por lo que es necesario
plasmarlo en una norma jurídica, debido a que en nuestro medio es muy común el formalismo
jurídico en los procesos judiciales.
Así mismo, concuerdo con el criterio expuesto por el Dr. Álvaro Ojeda Hidalgo, y citado
anteriormente en este trabajo, quien propone que el proceso administrativo debe contar con
cuatro etapas que son: a) la demanda y su contestación; b) la audiencia preliminar; c) la
97
audiencia de prueba; y, d) la audiencia de juzgamiento; ya que con ello se estaría impulsando el
desarrollo de la igualdad de las partes en juicio administrativo (Corte Nacional de Justicia,
2014).
La publicidad, dentro de nuestro sistema jurídico, se encuentra recogida en los artículos 76,
numeral 7, literal d) y 168 de la Constitución de la República del Ecuador (2008); en el artículo
13 del Código Orgánico de la Función Judicial (2009); y, finalmente en el artículo 8 del proyecto
de Código Orgánico General de Procesos (2015), permitiendo que ésta pueda ser desarrollada
en armonía con toda la nueva legislación expedida a partir del 2008 cuando se expidió la
Constitución de Montecristi.
Resumiendo todas estas normas, se puede manifestar que la publicidad permite, por una parte,
que la información de los todos los juicios, sus etapas, actuaciones o diligencias, audiencias,
resoluciones judiciales y decisiones administrativas será pública, con excepción de aquellos
casos señalados por la Constitución y la ley como reservados; y, por otra, que las partes
procesales puedan acceder a las actuaciones y demás documentos del proceso.
Se debe tener presente que hoy en día la Función Judicial, a través de su sistema SATJE,
permite la consulta de causas en todas las materias, incluido lo contencioso administrativo,
98
razón más que suficiente para incorporar esta garantía a la Ley de la Jurisdicción Contencioso
Administrativa.
Dado que toda la actuación de los que ejercen el poder público se encuentra sometida al
principio de la publicidad siendo los tribunales órganos integrales del poder judicial, los procesos
de los cuales conocen se encuentran sujetos también a este principio.
Es así como la Constitución exige la publicidad del proceso, carácter público que debe
constituir la regla, sin prejuicio de que en casos excepcionales, por motivo de decencia pública o
protección al honor, vida privada o intimidad de las personas, el tribunal resuelva que el asunto se
debe tramitar a puertas cerradas, es decir, sin la participación de personas distintas de las que
contienden, conforme a lo que disponga la ley.
La publicidad, además de permitir conocer la rectitud de la actuación jurisdiccional,
contribuye a evitar que se produzcan sentencias-sorpresa, es decir, las que no tienen nada que
ver con lo que fue objeto de debate y de prueba durante el juicio.
Se puede afirmar que la publicidad no solo garantiza la presencia de cualquier ciudadano
que tenga interés en asistir al proceso, sino que además permite que los medios de comunicación
tengan acceso a la información que se genera del debate procesal, pudiendo informar tanto a
quienes no pudieron asistir al recinto del tribunal como al público en general y también garantiza
la transparencia, lo que permite un efectivo control social sobre la corrección de la conducta de
los jueces, que están llamados a resolver los asuntos bajo el escrutinio vigilante de toda la
sociedad (Hernández Mendible, 2015, págs. 592-593).
Como se puede evidenciar con la doctrina antes expuesta, la publicidad es una necesidad
imperiosa en el proceso administrativo que no debe faltar, porque conlleva también
transparencia, porque las partes procesales se convierten en los primeros veedores de la
actividad judicial, lo que le permite al juez actuar apegado a derecho en sus diferentes
actuaciones y decisiones.
Hasta aquí no habría problema alguno, pero toda esta realidad cambia, cuando aparece una
persona de escasos recursos económicos afectada en sus derechos por la administración
pública, lo que requiere la asistencia de un defensor público, ya que no puede estar en
indefensión.
99
Pero lastimosamente, la Defensoría Pública aún no cuenta con abogados en esta materia,
omitiendo el servicio que debe brindar a este tipo de persona, que como todas, debe ser
defendida en juicio.
Esta doctrina deja sentada una verdadera enseñanza, cuando expone que el Estado a toda
costa, debe garantizar a las personas de escasos recursos económicos la asistencia de un
abogado de oficio.
En el apartado 2.2.4 del presente trabajo, se manifestó que esta garantía establecida en el
artículo 76, numeral 7, literal f) de la Constitución de 2008, tiene su razón de ser por la
existencia de pueblos y nacionalidades indígenas en nuestro territorio nacional.
Puede ocurrir que alguna decisión de la autoridad pública afecte sus derechos y deban recurrir
a la jurisdicción contenciosa administrativa, para lo cual necesitarán un traductor que le
comunique y haga conocer las diferentes actuaciones y decisiones judiciales al respecto, con tal
que sus derechos no sean vulnerados. Esta traducción, según dispone nuestra Constitución, no
debe tener costo alguno, sino que será gratuita.
Sin más fundamento esta garantía debe incorporarse de manera urgente a los cuerpos legales
en estudio.
100
4.7.6. Contradicción
Las partes deben poder intercambiar libremente los argumentos y tener conocimiento de los
documentos presentados por la parte adversa, dentro de los términos suficientes, para su
discusión ante el juez. Es una de las manifestaciones de los derechos de la defensa, principio
general y fundamental del derecho, y uno de los aspectos esenciales del derecho a un proceso
justo (Morand-Deviller, 2010, p. 741).
De lo antes expuesto, se infiere que la contradicción goza de ser una garantía y principio a la
vez; porque le permite a las partes contradecirse entre ellas y frente al juzgador, al cual deben
tratar de convencer con sus argumentos a lo largo del proceso administrativo.
Independencia también significa que los jueces de lo administrativo ejerzan con libertad sus
funciones teniendo como límite el principio de legalidad, es decir sometiéndose única y
exclusivamente a lo que manda la Constitución y la ley.
Debe traducirse en que no se prejuzgue o anticipe una valoración de un asunto sin escuchar
a todas partes involucradas y considerado los hechos alegados y efectivamente probados
conforme a la norma jurídica que resulte aplicable al asunto que se ha de resolver. La
imparcialidad exige que se actúe con objetividad, y en consecuencia, demanda del órgano
jurisdiccional una actuación sin prejuicios, sin prevención respecto a alguna de las partes o sin
tener un completo conocimiento del asunto (Hernández Mendible, 2014, págs. 591-592).
102
La independencia y la imparcialidad se hallan desarrollados en el Código Orgánico de la
Función Judicial de 2009 en sus artículos 8 y 9, respectivamente; pero deben ser incorporados,
por su importancia procesal, tanto en la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa como
en el proyecto de Código Orgánico General de Procesos, a fin de garantizar a las partes el
acceso gratuito a la justicia, la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica.
103
CAPÍTULO V
CAPÍTULO V: INVESTIGACIÓN DE CAMPO
104
5.1. Descripción del trabajo de campo
A fin de poder constatar la hipótesis del presente trabajo y poder determinar la importancia de la
incorporación de los principios y garantías del debido proceso, al juicio contencioso
administrativo, de la totalidad de abogados que litigan en la jurisdicción contencioso
administrativa en la ciudad y provincia de Loja, se escogió un grupo focal de 50 profesionales
del Derecho, y se les aplico una encuesta de 17 preguntas, cuyos resultados y análisis que se
presentan a continuación.
Tabla 1
105
Gráfico 1
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 2
106
Gráfico 2
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 3
Ante la pregunta planteada, 5 de los encuestados llegaron a la deducción de que debe existir
una concordancia con el nuevo marco constitucional, esto es equivalente al 10% del total de
encuestados; 17 de los encuestados respondieron que se debe garantizar el debido proceso a
las partes litigantes, equivaliendo al 34% del total de los encuestados; 10 de los encuestados
reconocieron que se deben implementar para el proceso administrativo la correcta y adecuada
administración de justicia, siendo su equivalente el 20% del total de los encuestados; 7 llegaron
a dilucidar que se debería implementar y expedir un nuevo proceso contencioso administrativo,
equivaliendo al 14% del total de encuestados; finalmente, 11 de los encuestados, respondieron
107
que se debe implementar la garantía al acceso a la justicia, a la tutela judicial efectiva y a la
seguridad jurídica, equivalente al 22% del total de encuestados.
Gráfico 3
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
4.- Está usted de acuerdo con que las autoridades judiciales, garanticen el cumplimiento
de las normas constitucionales y legales, así como los derechos de las partes en el
juicio contencioso administrativo.
Tabla 4
108
Gráfico 4
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 5
De los datos receptados, los encuestados infieren claramente en la afirmación absoluta ante la
consulta planteada, dando un porcentaje del 100%.
109
Gráfico 5
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 6
Ante la pregunta planteada, 39 de los encuestados llegaron a señalar que se deben seguir
aplicando los medios de prueba antiguos determinadas en la ley adjetiva civil denominado
Código de Procedimiento Civil, dando un total en porcentaje al 78% de los encuestados; apenas
11 de los encuestados llegaron a señalar que se necesita establecer nuevos medios de prueba
para el procedimiento contencioso administrativo, resultando el 22% del total de encuestados.
110
Gráfico 6
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 7
111
Gráfico 7
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 8
Del muestreo tomado, inferimos que la negativa ha superado a la respuesta afirmativa, teniendo
como resultado que 35 de los encuestados determinaron que el tramite contencioso
administrativo no cuenta con celeridad en su desarrollo, equivalente tal presunción al 70% del
total de encuestados; 15 de los encuestados infieren que el tramite contencioso administrativo si
cuenta con celeridad suficiente en su desarrollo, dando como resultado el 30% de encuestados.
112
Gráfico 8
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 9
113
Gráfico 9
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
10.- Considera que dentro del juicio contencioso administrativo se cuenta con el
tiempo y los medios suficientes para el ejercicio del derecho a la defensa.
Tabla 10
114
Gráfico 10
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 11
17 de los encuestados están a favor de que el actor enuncie la prueba en la demanda inicial,
siendo el 34% del total de los encuestados; 33 de los encuestados no consideran que sea
necesario la implementación de la enunciación de la prueba en la demanda ya que creen que
se podrían vulnerar sus derechos del administrado, dando como resultado un 66% del total de
encuestados.
115
Gráfico 11
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
12.- Considera usted que en el juicio contencioso administrativo existe igualdad entre
las partes procesales.
Tabla 12
12 de los encuestados consideran que si hay igualdad entre las partes procesales, dando como
resultado un 24% del total de los encuestados; caso contrario, 38 de los encuestados no creen
en tal igualdad y ven al estado como un ente influyente en las decisiones de los magistrados en
materia administrativa.
116
Gráfico 12
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 13
117
Gráfico 13
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
14.- Considera que las personas de escasos recursos económicos, que quieran iniciar
un juicio contencioso administrativo, cuenten con la asistencia de un defensor
público experto en la materia.
Tabla 14
Esta pregunta llego a tener una unanimidad en criterios, determinando los 50 jurisconsultos, que
se debe dar el apoyo necesario a las personas que no tienen la posibilidad de pagar un
abogado patrocinador, por tanto el porcentaje se detalla en un 100%, del total de encuestados.
118
Gráfico 14
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 15
119
Gráfico 15
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
16.- Usted considera que en los actuales momentos tiene lugar el principio de
contradicción en el juicio contencioso administrativo.
Tabla 16
120
Gráfico 16
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Tabla 17
121
Gráfico 17
Fuente: Abogados en libre ejercicio.
Elaborado por: El autor.
Una vez finalizada la investigación legal y doctrinaria sobre el tema y realizadas las encuestas a
los abogados vinculados a los juicios administrativos, es momento de realizar la contrastación
de los objetivos e hipótesis, en los términos que siguen a continuación:
A fin de cumplir el objetivo general, que se resumía en incorporar los principios y garantías del
debido proceso en el juicio administrativo e impulsar, de esta forma, una reforma sustancial en
la materia, se ha elaborado la respectiva propuesta de reforma tomando en consideraciones
especiales propias para esta clase de juicios.
Así mismo, se cumplieron los objetivos específicos, siendo el primero de ellos la identificación
de los principios y garantías del debido proceso que podían incorporarse al proceso
administrativo. Objetivo que se desarrolla a lo largo del capítulo cuarto del presente trabajo de
fin de maestría, teniendo entre los principios el de garantía de cumplimiento, legalidad, eficacia
probatoria, oralidad, celeridad e inmediación; y, entre las garantías la gratuidad, el derecho a la
122
defensa, la publicidad y transparencia, derecho a un abogado defensor, asistencia gratuita de
traducción, contradicción y juez independiente, imparcial y competente.
Así mismo, se realizó el debido estudio de Derecho Comparado sobre el debido proceso y la
incorporación de sus principios al juicio administrativo, en los capítulos I y IV.
El cuarto objetivo, encuentra su asidero en la propuesta de reforma que se halla al final del
capítulo VI.
Por tanto, el presente trabajo se ajusta a la realidad procesal que actualmente se encuentra
viviendo el proceso administrativo; constituyéndose en un aporte para garantizar el acceso a la
justicia, la tutela judicial efectiva y la seguridad jurídica en nuestro país.
123
CONCLUSIONES
Una vez culminado el presente trabajo de fin de maestría, se ha llegado a las siguientes
conclusiones:
El debido proceso no es aplicable solamente para el campo penal y laboral, sino por el
contrario también se aplicable para las otras materias procesales, entre las cuales se
encuentra el proceso administrativo o contencioso administrativo.
En cuanto a las garantías del debido proceso, no existe igualdad de las partes procesales,
ni tampoco la asistencia de un defensor público especializado en lo administrativo, ni
tampoco la asistencia gratuita de un traductor en el caso de las comunidades indígenas de
nuestro medio.
124
RECOMENDACIONES
A fin de dar cumplimiento a los principios del debido proceso se recomienda estructurar un
nuevo proceso administrativo basado en la oralidad, contradicción, celeridad inmediación.
Se recomienda que la prueba no sea anuncia al momento de plantear la demanda, sino con
posterioridad a fin de que las partes se encuentren en igualdad de condiciones, y no tenga
ventaja la una parte sobre la otra.
Se recomienda que exista norma expresa en el proceso administrativo que manifieste que
las partes procesales se encuentren en igualdad de condiciones dentro del juicio.
125
Se recomienda a la Asamblea Nacional rever los términos de las diferentes actuaciones
realizadas a lo largo del juicio ordinario, a fin de que las acciones administrativas que se
tramiten por esta vía cuenten con el debido principio de celeridad.
126
PROPUESTA DE REFORMA
CONSIDERANDO
Que, el artículo 75 de la Constitución de la República del Ecuador establece que todas las
personas sin excepción alguna, tienen el derecho a acceder gratuitamente a la justicia y a la
tutela efectiva, imparcial y expedita de sus derechos e intereses, con sujeción a los principios de
inmediación y celeridad; a fin de que, no se encuentren en un estado de indefensión dentro de
cualquier juicio;
Que, es urgente armonizar el sistema procesal actual a las normas constitucionales y legales
vigentes en lo actuales momentos;
En ejercicio de las atribuciones que le confieren el numeral 6 del artículo 120 de la Constitución
de la República y el numeral 6 del artículo 9 de la Ley Orgánica de la Función Legislativa,
expide la siguiente:
Artículo 2.- Sustitúyase el término “recurso” por “acción” en todo el texto de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa.
Art. ….- Principios del proceso administrativo.- Durante la tramitación del proceso
administrativo, se observarán los siguientes principios y garantías:
2. Principio de Legalidad: En materia administrativa sólo se podrá ser juzgado por la Sala
Especializada de lo Contencioso Administrativo competente según el domicilio del actor; y,
con observancia del trámite previsto en esta ley.
3. Eficacia probatoria: Las partes procesales tendrán derecho a presentar prueba según los
medios legales establecidos para el efecto, en ninguna parte del proceso, se le solicitará a
la parte actora a enunciar su prueba por adelante, sino únicamente ante la presencia de la
128
Sala y en audiencia. La prueba obtenida o actuada con violación de la Constitución y la ley
carecerá de validez y eficacia probatoria.
9. Igualdad de las partes procesales: Aunque en el proceso administrativo una de las partes
procesales es la administración pública, representada por los diferentes organismos
estatales; al momento de tramitarse el proceso administrativo; tanto actor como demandado
se encontrarán en iguales condiciones para hacer valer sus derechos en juicio.
129
11. Derecho a un abogado defensor: Las personas de escasos recursos económicos que
litiguen en contra de Administración Pública tendrán la asistencia jurídica de un defensor
público a fin de no quedar en indefensión.
12. Asistencia gratuita de traducción: Las personas o comunidades indígenas que litiguen
dentro del proceso administrativo, contarán con un traductor facilitado por el Estado, a fin
de que se halle informado de las actuaciones realizadas en el mismo.
13. Contradicción y dirección procesal: Las partes procesales tendrán las mismas
oportunidades de ser escuchadas en juicio. A fin de evitar dilaciones de cualquier tipo, la
Sala Especializada de lo Contencioso Administrativo, dirigirá, a través de su presidente la
dirección del proceso administrativo.
15. Motivación: Las decisiones tomadas por las Salas Especializadas de lo Contencioso
Administrativo, que declaren, reconozcan, modifiquen o extingan sus derechos deberán ser
motivadas, es decir, que en ellas se expresarán los fundamentos de hecho y de derecho
que sirvieron de fundamento para expedir dicha decisión.
16. Derecho a impugnar: Las partes procesales tendrán el derecho a impugnar las decisiones
tomadas por las Salas Especializadas de lo Contencioso Administrativo, cuando se
consideren afectadas en sus derechos e intereses
130
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
García de Enterría y Fernández, E. y.-R. (2008). Curso de Derecho Administrativo (Vol. Tomo
II). Bogota-Lima: TEMIS.
García Falconí, J. (2009). Los principios rectores y disposiciones fundamentales que se deben
observar en la administración de justicia en el Ecuador según el Código Orgánico de la
Función Judicial. Quito: Ediciones RODIN.
Hutchinson, T. (2009). Derecho Procesal Administrativo (Vols. I, II). Santa Fe: Rubinzal -
Culzoni Editores.
Jaramillo Ordóñez, H. F. (2013). Manual de Derecho Administrativo. Loja: EDILOJA Cía. Ltda.
132
Morand-Deviller, J. (2010). Curso de Derecho Administrativo (10a ed.). (Z. y. Rincón Ardila y
Peláez Gutiérrez, Trad.) Bogota: Departamento de Publicaciones de la Universidad
Externado de Colombia en el mes de julio de 2010.
Ticona Postigo, V. (1999). El Debido Proceso y la demanda civil. Lima: Edit. Rodhas.
Zambrano Simball, M. (2009). Los principios constitucionales del debido proceso y las garantías
jurisdiccionales. Quito: Edit. PH Ediciones.
133
ANEXOS
134
Anexo 1: Modelo de Encuesta
ENCUESTA
135
6. Está usted de acuerdo que para el procedimiento contencioso administrativo se
utilicen los mismos medios de prueba que en código de procedimiento civil, o que
en su defecto se elaboren medios de prueba propios para esta materia.
a) Medios de prueba establecidos en el Código de Procedimiento Civil. ( )
b) Nuevos medios de prueba. ( )
10. Considera que dentro del juicio contencioso administrativo se cuenta con el tiempo
y los medios suficientes para el ejercicio del derecho a la defensa.
SI ( ) NO ( )
12. Considera usted que en el juicio contencioso administrativo existe igualdad entre
las partes procesales.
SI ( ) NO ( )
14. Considera que las personas de escasos recursos económicos, que quieran iniciar
un juicio contencioso administrativo, cuenten con la asistencia de un defensor
público experto en la materia.
SI ( ) NO ( )
15. Dado que en nuestro país existen pueblos y nacionalidades indígenas, y en nuestro
medio local la etnia Saraguro, ¿usted considera que en caso de darse un juicio
contencioso administrativo se les facilite un traductor, si estas personas no hablan
el idioma español?
SI ( ) NO ( )
16. Usted considera que en los actuales momentos tiene lugar el principio de
contradicción en el juicio contencioso administrativo.
SI ( ) NO ( )
137