La Crisis de México - Cosío Villegas PDF
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LA CRISIS DE MÉXICO
Daniel Cosío Villegas
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ciencias. £1 tñunfalismo alemanista mediatos, sin que a ninguno parezca
creía vivir, como Cándido, en el me- importarle el destino lejano del país.
jor de los mundos posibles. Las primeras cuestiones que debie-
Hoy sabemos que el rey estaba, ran abordarse para entender la crisis,
efectivamente, desnudo. El programa para calibrarla y resolverla, son: cuáles
político, social y educativo de la Re- eran las metas de la Revolución, cuán-
volución sufrió un sesgo en aquellos do se agotaron y por qué.
años que apenas ahora se trata de co- LA Revolución Mexicana nunca tuvo
rregir, acaso demasiado tarde y sin un programa claro, ni lo ha intentado
saber claramente cómo. Pero lo más formular ahora, in articulo monis, aun
doloroso no es releer esos señalamien- cuando el día de mañana, post mortem,
tos de Cosío sino percatamos de la habrá muchos programas, en especial
tesis central que permea todo el en- los expuestos e interpretados por escri-
sayo, una profecía que han venido re- tores conservadores. Algunas metas o
pitiendo los mejores espíritus mexica- tesis, empero, llegaron a establecerse,
canos, liberales y conservadores, y que siquiera en la forma mecánica a que
desafortunadamente hoy parece cum- conduce la reiteración. Además, como
plida: no sólo la Revolución, como en los procesos históricos prolongados,
hecho histórico —^pensaba Cosío Vi- no todos los propósitos iniciales se han
llegas—, había perdido el rumbo, sino conservado hasta el fin; por el contra-
que la nación misma, México, sufriría rio, algunas de esas metas fueron de-
a un plazo no muy lejano la pérdida bilitándose y en cierto momento dieron
más dolorosa: la de su identidad. paso a otras nuevas —unas principales
¿Cómo leer ahora "La Crisis de Mé- y otras secundarias— y, en consecuen-
xico"? Sospecho que Cosío habría re- cia, con algún vigor inicial. Esta yux-
leído su ensayo asintiendo con nostal- taposición de metas ha hecho aun más
gia y con coraje en cada párrafo, pero confusa la marcha ideológica de la
al final habría dejado abierta, iqual que Revolución, pues las tesis nuevas no
en 1947, una rendija a la fe. La Crisis, reemplazaron a las antiguas, sino que
para Cosío, no había llegado aún a su unas y otras coexistieron, al menos ex-
desenlace, a la Caída. En tal caso ha- teriormente; y, luego, al lado de tesis
bría que seguir leyendo su ensayo co- fundamentales de verdad, aparecieron
mo una profecía que quisiera verse, en designios de una magnitud y de una
un futuro, desmentida por la realidad. importancia menores: al lado de la
Enrique Krauze cuestión agraria, por ejemplo, el fo-
mento del turismo.
TEXTO En todo caso, una de las tesis prin-
MÉXICO viene padeciendo hace ya al- cipales fue la condenación de la te-
gunos años una crisis que se agrava día nencia indefinida del poder por parte
con día; pero como en los casos de en- de un hombre o de un grupo de hom-
fermedad mortal en una familia, nadie bres; otra, que la suerte de los más
habla del asunto, o lo hace con un op- debía privar sobre la de los menos, y
timismo trágicamente irreal. La crisis que para mejorar aquélla el gobierno
proviene de que las metas de la Revo- debía dejar de ser elemento pasivo pa-
lución se han agotado, al grado de que ra convertirse en activo; en fin, que el
el término mismo de revolución carece país tenía intereses y gustos propios
ya de sentido. Y, como de costumbre, por los cuales debía velarse, y, en ca-
los grupos políticos oficiales continúan so de conflicto, hacerlos prevalecer
obrando guiados por los fines más in- sobre los gustos e intereses extraños.
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La reacción contra el régimen políti- da de sangre y plagada de hambre y
co porfirista y su derrocamiento final, de miseria; y luego, por lo que respec-
fueron la meta primera; dentro de la ta al progreso, a México no habían
segunda caen la reforma agraria y el tocado hasta entonces siquiera las mi-
movimiento obrero; en la tercera, el gajas de la Revolución Industrial,
tono nacionalista que tuvo la Revolu- aquella que se inició en Inglaterra des-
ción al exaltar lo mexicano y recelar de fines del siglo xviii. Así, el por-
de lo extranjero o combatirlo con fran- firismo acabó por dispensar en México
queza. Algunos pondrían entre las te- las medicinas del orden y del progre-
sis principales de la Revolución la so, que habían venido aceptándose co-
necesidad de una acción educativa vi- mo panaceas para curar cuanto mal
gorosa por parte del Estado, si bien aquejó al mundo occidental durante
ha sido notoriamente más débil e in- todo el siglo XIX y los primeros años
consistente que las tres anteriores. De del XX. El porfirismo, en suma, acabó
hecho, el no haber llevado la Revolu- por dar al país una filosofía que el
ción a la Escuela hizo que la Revo- mundo occidental le impuso, y que,
lución perdiera bien pronto el soporte como toda filosofía, exaltaba unos va-
de la juventud. lores en detrimento de otros.
Esas tesis parecen hoy lugares co- No fue poca la novedad ni escasa
munes, y candorosos, por añadidura; la pujanza de Madero al alzarse con-
lo son para los poquísimos que siguen tra ella en 1910, pues si se recuerda
creyendo en ellas, y más, por supues- el panorama del mundo de entonces,
to, para quienes las admitirían en el esa filosofía no sufre una derrota se-
papel impreso de un libro, pero nunca ria hasta 1917 en Rusia, y en Europa
en la realidad histórica de México. En propiamente años después. El ataque
su tiempo, sin embargo, no sólo fueron de Madero al "antiguo régimen" fue
novedades, sino que correspondieron parcial y todos han dicho que se en-
tan genuina y hondamente a las nece- derezó a su costado menos vulnerable
sidades del país, que desviaron la ru- pues sostuvo una "mera tesis política,"
ta de éste durante más de un cuarto sin contenido social o económico al-
de siglo, y pueden cambiarla todavía guno. El candoroso "sufragio efectivo,
hasta completar la media centuria. no reelección" de Madero quería decir
dos cosas. Primero, la presencia de
un hecho biológico, es decir, del más
EL contenido ideológico propio del fuerte de todos los hechos: en el país
porfirismo era pobrísimo (baste recor- había surgido durante el porfirismo
dar que la principal bandera de uno toda una nueva generación que no te-
de los pronunciamientos del general nía acceso al poder, a la riqueza, ni si-
Díaz previos a su conquista del poder, quiera al lustre social. Segundo, que
fue la condenación del impuesto del la vida política, la libertad, la demo-
timbre, amén del principio de la no cracia, tenían tanto valor, y aun más
reelección, tan fielmente observado). que el orden, y, por ello, que valía la
En cambio, la realidad nacional y la pena comprometer éste para conseguir
del mundo le dieron dos palabras má- aquéllas. Hay que reconocer ahora,
gicas: orden, la primera; progreso, la después de la catástrofe de la segunda
segunda. En la conciencia de todos los guerra mundial, y no deberá olvidar-
mexicanos estaba la necesidad del or- se jamás, que la inocente tesis de Ma-
den, de la paz, después de casi tres dero fue capaz de echar a la hoguera
cuartos de siglo de una vida mancha- a varios millones de hombres que mu-
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rieron defendiendo un pensamiento pesino y del obrero, en general del "pe-
idéntico. lado", tenía gran novedad y fuerza tre-
La segunda meta de la Revolución menda en el México de 1910 o de
Mexicana fue la de anteponer la con- 1916. Por lo demás, la reforma agra-
dición y el mejoramiento de los más ria, que perseguía, sobre todo, la des-
al de los menos, y la de creer que no trucción del poder político-económico
se conseguiría ese fin sin la iniciativa del gran agricultor, es un hecho que
y el sostén activos de la Revolución se presenta fatalmente en la evolución
hecha ya gobierno. Atacar los proble- "natural" de todo país: en Inglaterra
mas y no esperar a que alguna vez se desde el siglo xvi, y definitivamente
resuelvan por sí mismos; atacarlos por en el xviii, al igual que en Francia,
la base y no en la cúspide, los de la con la Revolución de 1789; en Ale-
masa y no los de la élite, puede pa- mania, hacia 1848; en Rusia, en 1904-
recer hoy hasta un lugar común. En- 07; y en los países de la Europa orien-
tonces fue el mejor timbre de gloria tal, al concluir la primera guerra mun-
de la Revolución y su enseñanza su- dial. En Argentina, Perón ha plantea-
prema. Lo primero no podía tener do el problema, y es una de las fuer-
novedad teórica; pero sí en la realidad zas que manipula; y en Brasil y Chile
histórica de México. Lo segundo tenía comienzan a manifestarse claramente
una gran novedad teórica, pues la Re- los primeros síntomas de esta trágica,
volución Mexicana —como la rusa, pero, al parecer, necesaria enferme-
que se engendró sin relación ideoló- dad. En cuanto al movimiento obrero,
gica alguna con la nuestra— fue el podría hacerse una historia de la Eu-
primer gran asalto al bastión del libe- ropa del siglo XIX —como de Estados
ralismo, por lo menos en su aspecto Unidos en el xx— en tomo al tema
de laissez-faire, laissez-passer. No es único de los ajustes y fricciones que
necesario un esfuerzo mayor para de- provoca la aparición de este nuevo es-
mostrar que esas metas eran certeras. tado llano.
Es indudable que en el porfirismo, En lo que podría llamarse su tercer
como en todo régimen que se ha so- tesis, la Revolución Mexicana fue tam-
brevivido, los menos habían acabado bién certera y original. Es verdad que
por privar sobre los más. Y considé- después de la primera guerra mundial
rese quienes eran los más: toda la se desató un ventarrón nacionalista en
población agrícola del país, es decir, todo el mundo, y quizá de allá nos
las tres cuartas partes de la total; los haya llegado algo; pero, aun así, una
obreros de industrias, minas, transpor- cosa no puede disputarse, y es que es-
tes y aun de los talleres domésticos; y tábamos a tono con el mundo y no
todo lo que era "pequeño": el comer- contra él. En cuanto a lo certero, po-
ciante, el burócrata, etc., en simia, lo ca duda parece haber: México ha de-
que en aquella época caía dentro del bido tener apenas otras dos fiebres na-
nombre peyorativo de "pelado". El cionalistas anteriores a ésta de la Re-
porfirismo era en sus postrimerías una volución: la primera formó el clima
organización piramidal: en la cúspide necesario a la Independencia; la se-
estaban las "cien familias"; los demás gunda dio el triunfo a la Reforma y el
eran desvalidos, en mayor o menor mate a la intervención extranjera. En
grado. Un movimiento que tendiera, 1910 el nacionalismo se asoció con la
primero, a destruir a las "cien fami- elevación económica y cultural del in-
lias" y, luego, a fortificar la posición dio, exaltando sus virtudes, sus dan-
económica, social y política del cam- zas, sus canciones, trajes y artes do-
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mésticas; se inclinó a preferir cuanto Desde luego, echemos por delante
fuera mexicano; y se asoció, también, esta afirmación: todos los hombres de
primero con vaguedad, contra la pom- la Revolución Mexicana, sin exceptuar
pa europeizante del general Díaz, y, a ninguno, han resultado inferiores a
después, con mayor claridad y deter- las exigencias de ella; y si, como pue-
minación, contra el "imperialismo", es de sostenerse, éstas eran bien modes-
decir, contra toda influencia exterior tas, legítimamente ha de concluirse que
que quisiera imperar. el país ha sido incapaz de dar en to-
Este nacionalismo fue, por lo de- da una generación, y en el hundimien-
más, tan sano como un nacionalismo to de una de sus tres crisis máximas,
puede serlo: en realidad, nunca dege- un gobernante de gran estatura, de los
neró en xenofobia. Recuérdese, por que merecen pasar a la historia. Lo
ejemplo, que fue Carranza quien por extraordinario de estos hombres de la
la primera vez en nuestra historia re- Revolución, y, desde luego, en mag-
ciente intentó una seria gestión diplo- nífico contraste con los del porfirismo,
mática de acercamiento con todos los parecía ser que, brotando, como bro-
países latinoamericanos, y cómo Mé- taban, del suelo mismo, construirían
xico se convirtió, de 1920 a 1924 so- en el país algo tan grande, tan estable
bre todo, en un verdadero hogar, y tan genuino como todo cuanto hun-
abierto y acogedor, para los latino- de bien adentro sus raíces en la tierra
americanos. Es verdad que ambos he- para nutrirse de ella directa, profun-
chos —como otros que podrían citar- da, perennemente. Si la Revolución
se: digamos el programa vasconcelia- Mexicana no era, al fin y al cabo, si-
no de becas para que grandes números no un movimiento democrático, popu-
de estudiantes centroamericanos vinie- lar y nacionalista, parecía que nadie
ran a las escuelas mexicanas— tuvie- excepto los hombres que la hicieron,
ron un origen antinorteamericano; pe- la llevarían al éxito, pues eran gente
ro ni éste ni otros "antis" llegaron ja- del pueblo, y lo habían sido por gene-
más a manchar el nacionalismo mexi- raciones. En su experiencia personal y
cano. En realidad, puede decirse que directa estaban todos los problemas de
no fue el menor ni el más insignifi- México: el cacique, el cura y el abo-
cante de sus frutos hacer de México gado; la soledad, la miseria, la igno-
el primer país de habla española cons- rancia; la bruma densa y pesada de la
ciente de su cultura, de su lengua y incertidumbre, cuando no el someti-
de su raza mestiza e indígena, una ac- miento cabal. ¿Cómo no esperar, por
titud y un espíritu que se había per- ejemplo, que Emiliano Zapata pudie-
dido en toda la América Hispánica ra hacer triunfar una reforma agraria,
hacía ya un largo siglo. él, hombre pobre, del campo y de un
Por qué y cuándo se agotó el pro- pueblo que desde siglos había perdido
grama de la Revolución Mexicana es sus tierras y por generaciones venía
un capítulo bien doloroso de nuestra reclamándolas en vano? El hecho mis-
historia; pues no sólo el país ha per- mo de que los hombres de la Revolu-
dido su impulso motor sin lograr has- ción fueron ignorantes, el hecho mis-
ta ahora sustituirlo, sino que este fra- mo de que no gobernaran por la razón
caso es una de las pruebas más claras sino por el instinto, parecía una pro-
a que se ha sometido el indudable ge- mesa, quizás la mejor, pues el instin-
nio creador del mexicano... y las to es más certero, aun cuando la ra-
conclusiones, por desgracia, no pue- zón pueda ser más delicada.
den ser más desalentadoras. Pero lo dicho antes es la verdad:
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todos los revolucionarios fueron infe- pulverizada en infinidad de pequeñísi-
riores a la obra que la Revolución mos poblados, en los cuales la vida
necesitaba hacer: Madero destruyó el ciudadana es por ahora imposible
porfirismo, pero no creó la democra- —poblados que viven, desde luego,
cia en México; Calles y Cárdenas aca- aislados unos de otros, fuera del am-
baron con el latifundio, pero no crea- paro del saber y de la fortuna—, no
ron la nueva agricultura mexicana. ¿O puede crear de súbito un ambiente pro-
será que el instinto basta para destruir, picio para una vida cívica consciente,
pero no para crear? A los hombres de responsable. Antes habría que conse-
la Revolución puede juzgárseles ya con guir un aumento de la población, lo
seguridad: fueron magníficos destruc- cual significa hacer producir más al
tores, pero nada de lo que crearon suelo; completar las comunicaciones
para sustituir a lo destruido ha resul- físicas, quintuplicando, digamos, la red
tado indiscutiblemente mejor. No se ferroviaria, decuplicando la de carre-
quiere decir, por supuesto, que la Re- teras, centuplicando la de aviones;
volución no haya creado nada, abso- crear, o poco menos, la comunicación
lutamente nada: durante ella han na- espiritual, con servicios cabales de co-
cido instituciones nuevas, una impor- rreos y telégrafos, y con todos los me-
tante red de carreteras, obras de riego dios de expresión, haciéndolos accesi-
impresionantes, millares de escuelas, bles y honestos: libros, periódicos, ra-
buen número de servicios públicos; in- dio: empresas gigantescas de higiene,
dustrias y zonas agrícolas prominen- de propaganda educativa y de produc-
tes; pero ninguna de esas cosas, a des- ción económica, todas ellas destinadas
pecho de su gran importancia, ha lo- a salvar de la muerte a tanto niño que
grado transformar tangiblemente al ahora desaparece en sus primeros años;
país, haciéndolo más feliz. Así, la obra en fin, una acción educativa lenta, con-
de la Revolución siempre ha quedado sistente, costosísima, para dar a todos
en la postura más vulnerable: expues- los mexicanos una conciencia común
ta a las furias de sus enemigos, y sin de su pasado, de sus intereses y de sus
engendrar en los partidarios el encen- problemas. Esta tarea pudo haberse
dido convencimiento de la obra hecha iniciado antes en una sola ocasión, en
y rematada. Pues la justificación de la 1867, al consumarse el triunfo del Par-
Revolución Mexicana, como de toda tido Liberal: cuando el país era diri-
revolución, de todo movimiento que gido por un grupo de hombres sin par
subvierte un orden establecido, no pue- en nuestra historia, hombres que, ade-
de ser otra que el convencimiento de más, sentían el varonil optimismo de
su necesidad, es decir, de que sin ella quienes el liberalismo era una nueva
el país estaría en una condición peor nos está saliendo una nación, y para
o menos buena. Por supuesto que crear quienes el liberalismo era una nueva
en México una democracia con cier- fe religiosa; cuando el país, si bien
tos visos de autenticidad es una tarea con menos recursos, tenía necesidades
que haría desmayar a cualquier hom- menores. De hecho, Juárez y Lerdo,
bre sensitivo. La tarea es tan comple- como Iglesias, Zarco y Zamacona, lo
ja, tan ardua y tan lenta, que debería intentaron, y con gran energía y con-
concebírsela como consecuencia o tér- sistencia; pero acabaron por sucumbir
mino de muchas otras transformacio- a los golpes de un militarismo al que
nes, y no como una obra en sí, suscep- no logró acendrar la agonía nacional
tible de ser atacada, diríamos, de fren- de la Intervención y del Imperio.
te. Un país cuya escasa población está Claro que la Revolución Mexicana
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no se propuso acometer esa tarea ci- cho con un sabor dinástico y palacie-
clópea, y menos de una manera orgá- go y no propiamente democrático: ¡tan
nica; su primer acto fue atacar a un estrecho y tan uniforme ha sido el gru-
régimen que no sólo había detentado po del que proceden los "elegidos"!
el poder más de la cuenta, sino que, Ni menos puede olvidarse que la re-
con una terquedad sobrehumana, des- gla ha sido un verdadero proceso de
echaba la ocasión de renovarse admi- escisiparidad, la forma de reproduc-
tiendo sangre fresca y savia humana. ción de los organismos inferiores. Más
La Revolución no se propuso, en con- significativo todavía es el hecho de que
secuencia, sino ventilar, airear la at- esa renovación no haya sufrido hasta
mósfera política del país; y ya en el ahora la única prueba que podría dar-
terreno positivo, crear alguna opinión le un carácter genuinamente democrá-
pública, hacer más fácil la expresión tico: un triunfo electoral señalado de
de ella, provocar, inclusive, el parecer un partido o grupo ajeno y hasta
disidente y, en todo caso, respetarlo; opuesto al gobierno. Esto último qui-
asegurar la renovación periódica y pa- zá no fue de una urgencia angustiosa
cífica de los hombres de gobierno, mientras la Revolución tuvo el presti-
dando acceso a nuevos individuos. La gio y la autoridad moral bastantes para
sola idea de que la obra principal de suponer que el pueblo estaba con ella
la Revolución se encaminaría a aliviar y que, en consecuencia, no importaba
la condición económica, social, políti- mucho quién fuera la persona física
ca y cultural de las grandes masas, ha- del gobernante; pero cuando la Revo-
cía esperar que pronto se despertaría lución ha perdido ya ese prestigio y
en éstas una atención real hacia el go- esa autoridad moral, cuando sus fines
bierno y un deseo de participar en él mismos se han confundido, entonces
para defender sus nuevos derechos e habría que someter a la elección real
intereses. del pueblo el nombramiento de sus
Es difícil juzgar con una seguridad gobernantes, pues la duda no recae ya
que no sea hija de la pasión o el pre- sólo sobre personas, sino sobre eso que
juicio los progresos cívicos de México se llama esotéricamente "el régimen".
desde 1910; Justo Sierra no los ten- Y entonces se vería si el progreso cí-
dría por escasos, al aquilitarlos con esa vico de México ha sido, ya que no ca-
benignidad superior y distante con que bal, al menos genuino. Por lo demás,
escribió toda nuestra historia; pero con no nos engañemos si esta prueba lle-
un adarme, nada más, del rigor de im ga fuera de tiempo: de aquí a seis
moralista, podría tildárselos de apoca- años, por ejemplo, las diferencias en-
dos. tre la Revolución Mexicana y los par-
No es despreciable conquista el que tidos conservadores pueden ser tan in-
la renovación de los principales go- sustanciales, que éstos pueden colarse
bernantes se haya cumplido a plazos en el gobierno no ya como opositores,
breves, y muchas veces aun a despe- sino como parientes legítimos. Signi-
cho del deseo y del esfuerzo de quien ficación muy semejante a esta última
abandonaba el poder; así se ha evita- tendría el hecho de que el gobierno
do la dictadura y hasta la influencia revolucionario hiciera a los partidos de
dominante y prolongada de un solo oposición concesiones electorales mí-
hombre. Pero no puede olvidarse que nimas —bastante, sin embargo, para
esa renovación se ha conseguido algu- rociarse con el agua de azahar de la
na vez al precio de la violencia y has- democracia— que les impidiera parti-
ta del crimen; tampoco que se ha he- cipar de manera efectiva en el poder.
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pero que, en cambio, diera a los inte- ción, una tiranía, y la Revolución,
reses de esos partidos, sobre todo a los también por definición, era rebeldía,
económicos, plena satisfacción por la independencia. A los ojos de la opi-
vía de un programa de gobierno "cons- nión nacional, sin miramientos de gru-
tructivo". En ese caso, no sólo no ha- pos o de clases, nada hay tan despre-
bría proceso democrático, sino que la ciable como un diputado o un sena-
Revolución llegaría al extremo de la dor; han llegado a ser la unidad de
esterilidad, pues todo su esfuerzo se medida de toda la espesa miseria hu-
consumiría entonces en mantenerse en mana. Por eso parecen tan vulnerables
el poder, sin más fuerza motriz que la los progresos cívicos que México haya
codicia de poder y de fortuna. alcanzado en los últimos años, pues es
El más negro de los presagios es desesperada toda idea de restaurar en
recordar el papel que ha desempeña- su pleno prestigio un órgano de go-
do el congreso en la era revoluciona- bierno tan esencial para una democra-
ria. Todo congreso ha dejado de ser, cia como lo es el congreso.
por supuesto, un órgano técnico de Antes se dijo que la tarea de hacer
gobierno, al grado de que desde hace de México una gran democracia no
tiempo en ninguna parte del mundo podía haber intentado más que una so-
ha emanado de él, digamos, una ley la vez antes de la Revolución, en 1867.
de ingresos o un presupuesto de gas- Se comprueba esa idea si se recuerda
tos públicos, es decir, que no cimiple el carácter que tenía entonces la pren-
ya los fines que supone la esencia mis- sa periódica, el gran instrumento para
ma de un parlamento; pero en cual- forjar una opinión pública, y, con ella,
quier país democrático sigue desempe- la democracia, y el que tuvo a partir
ñando funciones bastante más impor- de 1896, en parte como consecuencia
tantes todavía: ser censor de los actos de un desafortunado contagio del ex-
del Ejecutivo, órgano de expresión de terior. En lugar de los sesenta diarios
la opinión pública y el juez final en capitalinos de la era de Juárez y de
actos de tanta trascendencia nacional Lerdo, sólo quedaron dos o tres; en
como una declaración de guerra. Juz- vez del periódico doctrinario, escrito
gado el nuestro conforme a este pa- por las mejores plumas del país —por
trón, tan modesto desde un punto de su calidad literaria, por su autoridad
vista intelectual o técnico, tan impor- moral y por la firmeza y honestidad
tante cívicamente hablando, el juicio de sus convicciones políticas—, apa-
no puede ser otro que el de la conde- rece el periódico informativo, "mera
nación más vehemente y absoluta: en planta de ensamble de noticias", la
las legislaturas revolucionarias jamás mayor parte de las cuales se fabrica
ha habido un solo debate que merezca en el extranjero; a sustituir el motor
ser recordado, como lo merecen los de la fe social y política, vino el del
de los congresos del 56 al 76 del siglo apetito de ganar dinero. La democra-
pasado, y si cupiera alguna duda, bas- cia mexicana, por esto, nunca la-
taría considerar cómo aconteció la re- mentará bastante esa desventurada
ciente reforma al artículo 39 de la transformación de la prensa periódi-
Constitución o, a la inversa, cómo fue ca, transformación que, por otra par-
aprobada hace años su redacción ex- te, ha sido general en el mundo. Pero
tremista inicial. Los Congresos revo- aun así, el caso de la prensa moderna
lucionarios han sido tan serviles como mexicana es patético, pues en cual-
los del porfirismo, con la diferencia quier capital europea o yanqui, y en
de que este régimen era, por defini- varias de la América del Sur, hay
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siempre algún periódico limpio y efi- Por desgracia, hasta una medida que
caz al cual puede acudirse en busca tiene su justificación en las mejores ra-
de una opinión informada y recta; pe- zones sociales y morales necesita para
riódicos que no solamente registran los perdurar de un éxito que la sustente,
hechos con fidelidad, sino que los co- y, en el caso de una actividad econó-
mentan y aprecian. De ahí que la pren- mica, no hay otra vara para medir ese
sa moderna del país llevará sobre sus éxito que la de su lucratividad. Esta,
espaldas la inmensa responsabilidad a su vez, depende —como lo prego-
de haber cambiado la satisfacción pe- nan en vano los economistas— del
renne y superior de ilustrar, por la fu- buen uso de los factores de la produc-
gaz y terrena de enriquecerse; de ha- ción. Ahora bien, la agricultura por-
ber negado, en suma, toda guía y toda firista era flaca en dirección o inicia-
luz al pueblo de México. tiva, puesto que concluyó por ser en
buena medida una industria extracti-
LA tremenda diferenciación de clases va de ausentistas; era flaca también en
es fenómeno viejísimo en México; tan- cuanto a la tierra, por limitaciones na-
to, que podría decirse que toda nues- turales y de técnica; en cambio, era
tra historia no es sino un largo y fuerte en cuanto a capital, porque, po-
aflictivo esfuerzo para borrar un poco co o mucho, todo él pertenecía al te-
estos desniveles. Hubo diferencias so- rrateniente; y era fuerte porque el tra-
ciales en todas las colectividades indí- bajo, parco y un tanto rutinario, reci-
genas anteriores a la Conquista; las
hubo durante la Colonia y en la era bía salarios bajísimos.
independiente. No puede, pues, acha- Según este criterio —^y es, por su-
cárselas al porfirismo; y, sin embargo, puesto, el principal en el caso—, pudo
la larga duración de éste, su estabiU- afirmarse en un principio que la Re-
dad misma, las hicieron como más forma Agraria se justificaba social-
aparentes y rígidas al encamarlas en mente al dar al campesino la satisfac-
personas físicas, con esa irritante os- ción de ser propietario; pero con el
tentación de lo palpable. tiempo sólo podría mantenerla el he-
La Revolución Mexicana fue en rea- cho reiterado de que la remuneración
lidad el alzamiento de una clase pobre del trabajo del campesino-propietario
y numerosa contra una clase rica y es- fuera mayor que la del campesino-asa-
casa. Y como la riqueza del país era lariado. Y para esto era menester que
agrícola, se enderezó por fuerza con- la nueva agricultura resultara más lu-
tra los grandes terratenientes; por eso, crativa que la antigua; y para esto era
también, la Reforma Agraria tomó en preciso, a su vez, un mejor empleo de
buena medida la forma simplista de los factores de la producción: se re-
una mera división o repartimiento de quería que la dirección fuera más acer-
la riqueza grande de los pocos entre tada, que surgiera un capital capaz de
la pobreza de los muchos. La Revolu- reemplazar con ventaja al del terrate-
ción hizo después de su triunfo algu- niente, y que con capital y con técnica
nos esfuerzos —pocos, débiles y casi se superaran algunas de las más serias
siempre necios— para justificar la Re- limitaciones naturales que estrangula-
forma Agraria con otras razones: ju- ban a la agricultura mexicana de mu-
rídicas, económicas y hasta técnico- cho tiempo atrás.
agrícolas; pero aquella que la hizo El problema era de visión e inicia-
arrolladura fue una razón de la más tiva, de técnica, de consistencia y de
pura prosapia cristiana: la de una pa- honestidad —y en todo la Revolución
tente injusticia social. fue muy inferior a las exigencias. Ca-
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recio de visión para abarcar el pano- bién la suficiente constancia, el esfuer-
rama de nuestra agricultura y sacar de zo sostenido y penoso, único que pudo
él lo que con tanta razón podría lla- conducir a algún resultado palpable y
marse la estrategia de la Reforma duradero. Bastaría medir la constan-
Agraria. Esta debió haber principiado cia, no ya, digamos, en el oscuro tra-
en las zonas de los cultivos industria- bajo de alguna estación agrícola expe-
les (azúcar, café, algodón), los más rimental, trabajo que consiste sobre
avanzados y prósperos, y no —como todo en acumular observaciones por
ocurrió en la realidad— en las zonas años de años, sino en el caso burdo,
de cereales, en la altiplanicie, porque pero más significativo, de las dotacio-
ahí las condiciones naturales de suelo nes de ejidos, y el ritmo con que se
y de clima son decididamente desfavo- las ha ejecutado: se verá entonces que
rables. Faltó iniciativa, pues la Revo- no hubo constancia, y, además, que
lución despertó muy tarde a la idea las dotaciones no han sido dictadas por
de que la Reforma Agraria no era tan la prudencia ni la necesidad, sino por
sólo un partir el latifundio y un dar el afán de hacerse pasar por el mayor
los pedazos a los ejidatarios, como lo repartidor de tierras. Constancia, bajo
revela este hecho impresionante: la la forma de congruencia o consisten-
primera institución de crédito para la cia, también faltó: se dieron a los cam-
nueva agricultura y el ensayo inicial pesinos las tierras, pero no los medios
de reforma de la enseñanza agrícola de transformar los productos que sa-
son de 1925, es decir, posteriores en caban de ellas. Los molinos de trigo,
diez años a la primera ley agraria, la las descascadoras de arroz, los inge-
famosa del 6 de enero de 1915. Faltó nios de azúcar, las secadoras y tosta-
técnica, porque no se apreció desde el doras de café, las despepitadoras de
principio el hecho obvio de que el me- algodón y los molinos de aceite siguie-
ro cambio de titular del derecho de ron siendo propiedad de los antiguos
propiedad no podía operar el milagro dueños de la tierra, es decir, de los
de remunerar mejor un esfuerzo cuyo enemigos de los ejidatarios. No sólo
ejercicio se repetía exactamente en las eso, sino que muchas de las grandes
mismas condiciones físicas, económi- empresas de la Revolución debieron
cas y técnicas. No se hizo un esfuerzo haberse inspirado en la idea fija de
serio para averiguar qué cambios de que la Reforma Agraria debía tener
cultivos y de métodos podían sortear éxito a todo trance: mucha parte de
mejor las condiciones desfavorables en la obra educativa debió haberse hecho
que siempre ha vivido nuestra agricul- en tomo a los ejidos; jamás construir
tura. Se dice, por ejemplo, que los ge- carreteras con meros fines turísticos
netistas rusos han desarrollado, par- sin haber concluido antes cuantas ne-
tiendo de variedades mexicanas, un hí- cesitaran los ejidos para lograr sus fi-
brido de maíz que, al reducir el ciclo nes económicos y sociales. Y así para
vegetativo de la planta, salva los peli- los proyectos de riego, y para las obras
gros de las heladas tempranas y tar- de salubridad y de asistencia social.
días, fenómeno tan frecuente en Mé^ En cuanto a la honestidad.. . ¿sería
xico. Pues bien, la falta de institucio- preciso hablar?
nes y de espíritu técnico ha ocasiona- Con todo esto no quiere sostenerse
do, no sólo que el experimento sea de que la Reforma Agraria no haya pro-
origen extranjero, sino que sus venta- ducido ningún resultado favorable, si-
jas no se hayan comprobado y aplica- no simplemente que su éxito no ha si-
do hasta ahora en México. Faltó tam- do tan grande que se imponga a la
192
opinión nacional. La verdad es que se volución Mexicana acabó por ser, si
encuentra en la peor condición posi- se quiere, más obrerista que campesi-
ble: ha sido lo bastante recia en su na, más urbana que rural. Concomi-
faena destructiva para concitar en su tantemente, habrá pocas razones de
contra todo el odio y la saña de quie- malestar y desprestigio para la Revo-
nes la sufrieron y de quienes tienen in- lución Mexicana como las que le ha
tereses opuestos a los principios que dado el movimiento obrero. ¿Por qué?
la inspiraron; pero en el aspecto cons- Porque éste es, en el mejor de los ca-
tructivo su éxito no ha sido lo bastan- sos, desorbitado y, en el peor, irres-
te transparente para mantener inque- ponsable, deshonesto, carente de vi-
brantable la fe de quienes esperaban sión superior y aun de gran iniciativa
de ella la felicidad terrenal de diez o o de simple acometividad política. Pe-
doce millones de mexicanos. ro esto, a su vez, tiene una explica-
ción.
LA Revolución Mexicana fue más cam- El movimiento obrero, como fuerza
pesina que obrera en sus principios; económica y política nueva, emergen-
pero como tuvo siempre un carácter te, rompió en todas partes del mundo
popular, bien pronto hizo del obrero un equilibrio establecido, incurriendo
uno de sus sostenes más socorridos y, por este solo hecho y de manera ne-
a su vez, concedió a éste personalidad cesaria en el desagrado de los secto-
res sociales que representaban las vie-
y fuerza tales, que ya para 1917 se jas fuerzas, usufructuarias de la esta-
daba a la cuestión obrera, al artículo bilidad que todo equilibrio supone. El
123 de la Constitución revolucionaria, Estado principió por empeñarse en
un rango igual al 27, en que se apo- mantener el equilibrio y, para eso, se
yarían nada menos que la propia re- opuso a la organización obrera. Cuan-
forma agraria, la política minera, en do se convenció de que era vano su
especial la petrolera, y, en general, to- empeño y acabó, además, por descu-
das las "modificaciones a la propie- brir que esa fuerza podía hacerlo a él
dad privada" que tanta alarma causa- todopoderoso o destruirlo, se planteó
ron a la burguesía mexicana y extran- uno de los problemas más graves de
jera. La legislación del trabajo ha re- nuestros días; de hecho, el más gra-
sultado con el tiempo más voluminosa ve. Y no tardaron en perfilarse las tres
y minuciosa que la propia legislación soluciones principales que al efecto se
agraria, sin que la actividad y las pro- propusieron: el fascismo y el comunis-
porciones de los tribunales encargados mo suprimieron a uno de los conten-
de aplicarla sean inferiores a los or- dientes: el primero, al obrero; el se-
ganismos administrativos exigidos por gundo, al capitaHsta. La democracia,
las leyes agrarias. El movimiento obre- por su parte, se declaró ajena al con-
ro llegó pronto a ser más sólido y fuer- flicto, y anunció que su papel sería el
te que el agrarista. Y algunos de los de un mero rejeree, es decir, el de
gobernantes mexicanos hicieron ensa- quien arbitra una lucha, pero no la
yos "socialistas" en el campo obrero, e\ñta o la extingue. Ideó para eso una
no intentados con la misma amplitud legislación industrial que, con toda la
en el agrícola: tal, por ejemplo, la ad- mucha complicación que un abogado
ministración obrera de los Ferrocarri- es capaz de introducir, no es distinta
les Nacionales y de los de Yucatán, la en su concepción, en sus métodos y
del ingenio del Zacatepec, la de varias en sus fines, de las Reglas del Mar-
explotaciones mineras y de algunas qués de Queensberry, que presiden las
plantas industriales. En suma, la Re- peleas de box.
193
La Revolución Mexicana no tuvo el males viene de la fuerza desmedida e
genio bastante para idear un sistema irresponsable de los obreros; si se tra-
jurídico que, sin impedir el nacimien- ta de liberales honestos, no quieren
to y desarrollo espontáneo de los con- defender la causa sin pretender lim-
flictos obreros, permitiera su eficaz so- piarla antes de todas las excrecencias
lución en beneficio de los intereses su- que ha producido una política guber-
periores de la colectividad. No sólo namental tan ciega. En segundo tér-
eso, sino que, en su simple papel de mino, el gobierno ha desperdiciado
referee, ha sido tan constante e inne- todas las muchas oportunidades que
cesariamente parcial que ha acabado ha tenido para ir creando en la orga-
por convertirse en el "montonero" que nización obrera no sólo una concien-
hace desaparecer todo el riesgo y la cia y un sentido de responsabilidad
nobleza de la lucha entre dos rivales propios, sino el sentimiento de la in-
francos. La legislación obrera, toda dependencia o dependencia de los pro-
ella, fue concebida para favorecer al pios medios, y no de los ajenos, cosa
trabajador. No podía ni debía ser de ésta tan importante como aquélla. El
otra manera, pues, por definición, el movimiento obrero mexicano ha lle-
obrero es el débil, frente al poder casi gado a depender de un modo tan
invencible de la riqueza; pero, en el completo de la protección y el apoyo
aplicar de esa legislación, los gobier- oficiales que se ha convertido en un
nos revolucionarios, respetando la fá- mero apéndice del gobierno, al que
bula del conciliador amigable o del ar- sigue en todas sus vicisitudes, de gra-
bitrador imparcial, se han inclinado do o por fuerza. De hecho es apenas
casi siempre de parte del obrero, no instrumento gubernamental y no tiene
importándoles cuan notoriamente in- otro papel que el de servir al gobierno
justa, o grotescamente pueril, fuera la de coro laudatorio. Este maridaje ha
causa concreta que en un momento sido perjudicial a ambos cónyuges: al
dado defendía el obrero. gobierno le ha impedido resolver pro-
Los tribunales no sólo han fallado blemas cuya solución, por otra parte,
las más de las veces en favor del obre- economía general del país como el de
ro, sino que han condenado al patrón, los ferrocarriles y el del petróleo, pro-
creo que invariablemente, al pago de blemas cuya solución, por otra parte,
los salarios "caídos". Con ello se ha le hubiera dado un prestigio y una
quitado al obrero la sensación de pe- autoridad de que tanto necesita; a la
ligro, de azar o de aventura que toda organización obrera, la ha envilecido
lucha comporta; y al patrón se le ha y degradado y, lo que es peor, la ha
acabado la fe en la justicia, haciéndo- condenado a desaparecer o a pulveri-
le concebir, en cambio, el rencor y el zarse en el instante mismo en que no
apetito de venganza. cuente con el beneplácito guberna-
El daño que se ha hecho en esa for- mental, sin que pueda dejar otro re-
ma a la causa de los obreros —que cuerdo que el triste papel de bravucón
por ser la mejor tiene un valor per- oficial que en vida desempeñó.
manente— es no sólo ilimitado, sino
en cierta forma irreparable. En pri- CON todo, los logros de la Revolución
mer término, ha creado a la causa Mexicana en la prosecución de sus
una oposición tan enconada, que hoy tres metas mayores: libertad política,
en día no tiene casi un defensor des- reforma agraria y organización obre-
interesado y sincero: si se trata de ca- ra, no han sido ni parcos ni magros;
pitalistas y reaccionarios, todos los habrían bastado para mantener por
194
largo tiempo la autoridad moral de Esa devastación casi total de la ri-
los gobiernos revolucionarios si a los queza nacional ha podido ser recibida
ojos de la nación los esfuerzos para por algunos con júbilo, y por otros
conseguirlos hubieran tenido una pro- como un feliz augurio de que Méxi-
bidad inmaculada. Lo humanamente co sería en adelante un país pobre,
imposible era conservar la fe en un pero en el cual la riqueza estuviera
gobernante mediocre y deshonesto. distribuida con equidad. En un mo-
Así, una general corrupción adminis- mento de la vida revolucionaria del
trativa, ostentosa y agraviante, cobija- país pudo ser cierta la alentadora afir-
da siempre bajo un manto de impuni- mación de que en México no había un
dad al que sólo puede aspirar la más solo millonario, y que grandes grupos
acrisolada virtud, ha dado al traste sociales mejoraban su condición eco-
con todo el programa de la Revolu- nómica; pero la triste realidad social
ción, con sus esfuerzos y con sus con- habría de imponerse bien pronto, an-
quistas, al grado de que para el país te la necesidad de recrear la riqueza
ya importa poco saber cuál fue el pro- destruida. Quizás ninguna carga ma-
grama inicial, qué esfuerzos se hicie- yor cayó sobre los hombros de la Re-
ron para lograrlo y si se consiguieron volución; por eso, resultó la más se-
algunos resultados. La aspiración úni- vera prueba de su rectitud, de su for-
ca de México es la renovación tajan- taleza y de su capacidad creadora. Y
te, la verdadera purificación, que sólo de esta gran prueba moral salió peor
quedará satisfecha con el fuego que que de las otras: en lugar de que la
arrase hasta la tierra misma en que nueva riqueza se distribuyera pareja-
creció tanto mal. mente entre los núcleos más numero-
Debe convenirse en que la Revolu- sos y los más necesitados de ascender
ción fue un movimiento violentísimo, en la escala social, se consintió que
cuya fuerza destructiva se ha ido ol- cayera en manos de unos cuantos que,
vidando. Exterminó a toda una gene- por supuesto, no tenían —ni podían
ración de hombres y a grupos e ins- tener— mérito especial alguno. De
tituciones enteras: acabó íntegramen- ahí la sangrienta paradoja de que un
te con el ejército y con la burocra- gobierno que hacía ondear la bande-
cia porfirista; concluyó con la clase ra reivindicadora de un pueblo po-
más fuerte y más rica, la de los agri- bre, fuera el que creara, por la preva-
cultores grandes y medianos, desapa- ricación, por el robo y el peculado,
reciendo así toda la alta burguesía y una nueva burguesía, alta y pequeña,
gran parte de la pequeña; muchas de que acabaría por arrastrar a la Revo-
las mejores fuentes de riqueza nacio- lución y al país, una vez más, por el
nal —ios transportes, la industria azu- precipicio de la desigualdad social y
carera, toda la ganadería, etc.— lan- económica.
guidecieron hasta el borde mismo de Al sobrevenir la Revolución, la an-
la extinción; aun grandes grupos pro- terior jerarquía desapareció, y ello
fesionales, los maestros universitarios, contribuyó también a la deshonesti-
por ejemplo, vieron sus filas tan mer- dad universal; el remolino elevó has-
madas, que sus cuadros dejaron de ta el cielo la hojarasca, y los indivi-
existir propiamente. La Revolución duos quisieron conservar para toda la
Mexicana, en suma, creó un vacío de vida los mil pesos de sueldo que sú-
riqueza enorme y deshizo la jerarquía bitamente ganaban, hurtando un mi-
social y económica labrada durante llón mientras el remolino duraba.
largos años. Y no ha sido causa menor de la
195
deshonestidad gubernamental mexica- se media de los grandes centros urba-
na la constante inseguridad en que vi- nos, con la vana pretensión de crear
ven en este país todo hombre y toda una élite de la que manaría más tar-
mujer, en especial porque a la omni- de la luz redentora de todo el pueblo
potencia del Estado se agrega una ar- mexicano; el poblado pequeño, el cam-
bitrariedad que tiene todos los signos po, es decir, el país, recibirían alguna
de una maldición bíblica: víctima de vez, con el andar "necesario" del tiem-
ella, el mexicano cae y se levanta, y po, el agua de aquel distante manan-
una y otra vez, a lo largo de toda su tial.
vida. Y el hombre que vive inseguro José Vasconcelos personificaba en
quiere protegerse, no importándole si 1921 las aspiraciones educativas de
para lograrlo viola una ley o archiva la Revolución como ningún hombre
un precepto moral. llegó a encamar, digamos, la Refor-
La deshonestidad administrativa de ma Agraria o el movimiento obrero.
México tiene sus causas, apenas bos- En primer término, Vasconcelos era
quejadas antes; ellas no quitan un lo que se llama un "intelectual", es
adarme a su monstruosidad social, ni decir, un hombre de libros y de preo-
mucho menos reducen en nada los'fu- cupaciones intelectuales; en segundo,
nestos efectos políticos que ha tenido, lo bastante joven, no sólo para haber-
pues, como se dijo antes, ha sido la advertido las fallas del porfirismo y
deshonestidad de los gobernantes re- lo bastante joven, no sólo para haber-
volucionarios, más que ninguna otra se rebelado contra él, sino para tener
causa, la que ha tronchado la vida fe en el poder tansformador de la edu-
misma de la Revolución Mexicana. cación; en tercero, Vasconcelos fue el
EN su ataque inicial al "antiguo régi- único intelectual de primera fila en
men", la Revolución no hizo mención quien un régimen revolucionario tuvo
siquiera de los vicios que tenía la edu- confianza y a quien se dieron autori-
cación porfiriana. A pesar de estar am- dad y medios de trabajar. Esa con-
parada ésta con la monvmiental figura junción de circunstancias, tan insólita
de don Justo Sierra, era muy vulne- en nuestro país, produjo también re-
rable a la crítica: ya Antonio Caso, sultados inesperados; tanto, que en
como Henríquez Ureña y Alfonso Re- México hubo entonces una como des-
yes, habían señalado, todavía en vida lumbradora aurora boreal, anuncio del
del régimen, las limitaciones de la fi- nuevo día. La educación no se enten-
losofía superior en que se informaba. dió ya como una educación para una
Pero no era ésa, ni con mucho, su fa- clase media urbana, sino en la forma
lla principal: la educación superior, única que en México puede entender-
con todas sus debilidades, no era ma- se: como una misión religiosa (apostó-
la, ni para el país ni para la época; es lica), que se lanza y va a todos los
más, tenía una seriedad y una dignidad rincones del país llevando la buena
que perdió pronto y que no ha reco- nueva de que México se levanta de su
brado. En cambio, la escuela popular, letargo, se yergue y camina. Entonces
la primaria y la rural, la técnica más sí que hubo ambiente evangélico para
necesaria, la agrícola, por ejemplo, enseñar a leer y a escribir al prójimo;
eran limitadísimas en su número, en entonces sí se sentía, en el pecho y
su inspiración y en su eficacia. En esto en el corazón de cada mexicano, que
el porfirismo se retrataba de cuerpo la acción educadora era tan apremian-
entero: la acción educativa del gobier- te y tan cristiana como dar de beber
no se ejercía exclusivamente en la cla- al sediento o de comer al hambrien-
196
to. Entonces comenzaron las primeras nombre, la profesión y las intenciones
grandes pinturas murales, monumen- del intelectual, al grado de que ningún
tos que aspiraban a fijar por siglos las otro volvió a gozar de la fe y la con-
angustias del país, sus problemas y sus fianza de la Revolución.
esperanzas. Entonces se sentía fe en el Vasconcelos se desterró del país,
libro, y en el libro de calidades pe- para fracasar, primero, como profesor
rennes; y los libros se imprimieron a universitario; para encerrarse largos
millares, y a millares se obsequiaron. años en Francia, en España, en Ar-
Fundar una biblioteca en un pueblo gentina, sin leer, sin estudiar, sin ver
pequeño y apartado parecía tener tan- cosas, sin tratar ni conocer a nadie,
ta significación como levantar una enceguecido y obstinado, todo en un
iglesia y poner en su cúpula brillantes sacrificio estéril que ni a él ni al país
mosaicos que anunciaran al caminante podía aprovechar. Y ahí está, símbo-
la proximidad de un hogar donde des- lo de las aspiraciones educativas de la
cansar y recogerse. Entonces los festi- Revolución, achacoso, desorbitado, ar-
vales de música y danza populares no bitrario, inconsistente, convertido al
eran curiosidades para los ojos carne- catolicismo, tardía y vergonzosamente,
runos del turista, sino para mexica- para perder el respeto de los liberales
nos, para nuestro propio estímulo y y no ganar el de los católicos.
nuestro propio deleite. Entonces el tea- Se dirá que es injusto identificar la
tro fue popular, de libre sátira políti- gloria y miseria de un hombre con la
ca; pero, sobre todo, espejo de costum- de una obra colectiva y, por ende,
bres, de vicios, de virtudes y de aspi- perdurable. En verdad que lo es, mas
raciones. sólo en un sentido: la obra educativa
Si Vasconcelos hubiera muerto en de la Revolución no concluyó con la
1923, habría ganado la inmortalidad, salida de Vasconcelos de su Ministe-
pues su nombre se habría asociado in- rio, sino que el impulso duró quizás
disolublemente a esa era de grandioso diez o doce años más; y durante ellos,
renacimiento espiritual de México; relajada ya la tensión evangélica, se
amplió, se pulió y se redondeó la obra
pero Vasconcelos siguió viviendo, vive en muchos y muy importantes aspec-
todavía, y Vasconcelos siguió perso- tos. Pero la trayectoria de la obra es
nificando y personifica todavía las vi- idéntica a la de quien en su momento
cisitudes de la educación en México. de gloria la personificó, porque ha ter-
Allá para 1923, Vasconcelos peleaba minado por ser caóticamente inconsis-
con sus mejores amigos y sostenes: tente, mucho más aparente que real y,
con Antonio Caso y con Pedro Hen- sobre todo, porque fracasó en su anhe-
ríquez Ureña, con Lombardo Toleda- lo de conquistar a la juventud: hoy la
no y Alfonso Caso; el lugar que ellos juventud es reaccionaria y enemiga de
dejaron fue ocupado por bardos adu- la Revolución, justamente como Vas-
ladores desde la adolescencia. Para concelos lo ha sido y lo es.
1924, el apóstol de la educación, el
maestro de la juventud, el Quiroga, el PARECE indudable que si la situación
Motolinía, el Las Casas del siglo xx, actual de México ha de juzgarse con
resultó un modesto pero ambicioso po- alguna severidad, difícilmente puede
lítico, a quien tenía que arrastrar, aho- escaparse a la conclusión de que el
gar y hacer desaparecer el torbellino país pasa por una crisis gravísima. Es
político. Con ello, no sólo dejó trunca ella de tal magnitud que si se la ig-
su obra, la más importante y urgente nora o se la aprecia complaciente-
para el país, sino que desprestigió el mente, si no se emprende en seguida
197
el mejor esfuerzo para sacarlo de ella, rrompido y no cuentan ya con la auto-
México principiará por vagar sin rum- ridad moral, ni siquiera política, ne-
bo, a la deriva, perdiendo un tiempo cesaria para hacer un gobierno eficaz
que no puede perder un país tan atra- y grato, déjeseles el tumo a las dere-
sado en su evolución, para concluir en chas, que no han dirigido el país desde
confiar la solución de sus problemas 1910.
mayores a la inspiración, a la imita- Cuesta un esfuerzo desgarrador no
ción y a la sxunisión a Estados Unidos, recomendar esta solución siquiera sea
no sólo por vecino rico y poderoso, si- por el motivo bien simplista, pero tan
no por el éxito que ha tenido y que humano, de desear una purificación
nosotros no hemos sabido alcanzar. A haciendo tabla rasa de todo cuanto
ese país llamaríamos en demanda de existe. Y es indudable que las izquier-
dinero, de adiestramiento técnico, de das tendrían que purificarse o morir.
caminos para la cultura y el arte, de La organización obrera perdería, es
consejo político, y concluiríamos por verdad, su sustento y su mentor; pero
adoptar íntegra su tabla de valores, tan se haría independiente; tendría que for-
ajena a nuestra historia, a nuestra con- talecerse apretando sus filas, expulsan-
veniencia y a nuestros gustos. A la in- do a los líderes venales, creando fon-
fluencia ya de por sí avasalladora de dos de resistencia, conservando su
Estados Unidos se uniría la disimulada fuerza para hacer uso de ella sólo en
convicción de algunos, los francos in- las causas justas e importantes; y to-
tereses de otros, la indiferencia o el dos los obreros percibirían entonces,
pesimismo de los más, para hacer po- con la amarga experiencia cotidiana,
sible el proceso del sacrificio de la na- que sus intereses son suyos, y de na-
cionalidad, y, más importante todavía die más. No serían los obreros los úni-
que eso, de la seguridad, del dominio cos que debieran limpiarse y fortale-
y de la dicha que consigue quien ha cerse; también los campesinos, si bien
labrado su propio destino. Muchos de cuentan con menores medios para ha-
los problemas de México se resolve- cerlo. Entre ellos hay también líderes
rían entonces; gozaría el país de una deshonestos, también una sumisión al
prosperidad material desusada; pero gobierno que linda con la vieja servi-
¿estamos seguros de que nuestro pue- dumbre patronal de que esperaron li-
blo, nosotros mismos, seríamos de ver- berarse, asimismo, tiene ya la psicolo-
dad más felices? Nuestro indio, por gía de quien recibe sin merecer y sin
ejemplo, ¿ganaría algo al pasar a la esforzarse; la misma, por otra parte,
categoría de irredento que tiene ahora que han tenido sus ancestros desde la
el negro norteamericano? Colonia. Y por un proceso semejante
¿Qué podría hacer el país para re- tendrían que pasar los hombres libera-
conquistar su camino, para alcanzar, les de México. Con las derechas en
al mismo tiempo que el progreso ma- el poder, la mano velluda y macilenta
terial, una mejor organización políti- de la iglesia se exhibiría desnuda, con
ca, social, hvmiana? toda su codicia de mando, con ese su
Una solución se ocurre casi en se- incurable oscurantismo para ver los
guida: entregar el poder a las dere- problemas del país y de sus hombres
chas. Puesto que las izquierdas se han reales. La iglesia perseguiría a los li-
gastado llevando su programa hasta berales, los echaría de sus puestos, de
donde pudieron, esfuerzo que, después sus cátedras; les negaría la educación
de todo, les ha llevado treinta años; a sus hijos; serían, en suma, víctimas
puesto que las izquierdas se han co- prontas de un ostracismo general. Y
198
los liberales sentirían también en toda la fórmula, después de todo tan sim-
su fuerza la persecución desatada de ple, de cambiar de régimen y de signo
una prensa intolerante, incomprensiva, político. Con ello no parece que pu-
servidora ciega y devota de los intere- diera conseguirse otra cosa que la
ses más transitorios y mezquinos. Y el eventual purificación de las izquierdas.
rico se exhibiría entonces ya sin tapu- No pensemos ya en el sinarquismo,
jos: ostentoso, altanero, déspota, ven- partido de una ramplonería mental
trudo y cuajado de joyas y de pieles, propia sólo del desierto, ni en las de-
como ya empieza a aparecer en foto- rechas que proceden de disensiones en-
grafías públicas. El liberal se sentiría tre facciones de la Revolución, sino
sobrecogido, apocado, primero; des- en Acción Nacional. En primer lugar,
pués, lo inundaría la zozobra de quien me parece claro que Acción Nacional
no es ya dueño de su destino, para cuenta con tres fuentes únicas de sus-
acabar por ser despreciado y perse- tentación: la iglesia católica, la nueva
guido. Y tendría que reaccionar, que plutocracia y el desprestigio de los re-
reunirse con los suyos, que luchar en gímenes revolucionarios; pero la me-
grupo y como militante. Así acabaría dida de la escasa fuerza final que ten-
por imponerse la tarea que hoy ha dría, la da el hecho de que se alimenta
abandonado: conducir al país juiciosa- mucho más de la tercera fuente que de
mente, por caminos más despejados y las otras, a pesar de la tradicional ge-
limpios, reconquistando antes el poder nerosidad nutricia de la iglesia cató-
en una lucha sin duda azarosa y dura, lica para amamantar a todo partido re-
pero en la cual se templarían su cuer- trógrado. Esto quiere decir que Acción
po y su espíritu. Teóricamente, esta Nacional se desplomaría al hacerse
solución tendría hasta la ventaja de gobierno. ¿Tendría, llegado ese mo-
darle una lección moral y política a mento, algo más para vivir por sí mis-
Estados Unidos, a quien ha interesado ma y guiar al país? No cuenta ahora
tan poco el progreso sano y real del ni con principios ni con hombres y, en
vecino y amigo, y tanto su sumisión consecuencia, no podría improvisar ni
callada y barata. los unos ni los otros. En sus ya largos
No hay sino dos consideraciones años de vida, su escasa e intermitente
que impiden recomendar esa solución: actividad se ha gastado en una labor de
sus peligros, desde luego; pero, sobre denuncia; pero poco o nada ha dicho
todo, el temor de que el país no obtu- sobre cómo organizaría las institucio-
viera otro beneficio que el bien triste nes del país. Creo recordar que alguna
de convertirse en teatro de nuevas y vez sostuvo que la "base" de la edu-
estériles luchas. Porque, ¿México pue- cación era la familia, lo cual quiere de-
de esperar algo de las derechas? cir muy poco o demasiado, más bien
La derecha mexicana, como la de lo primero que lo segundo.
todo el mundo, no es la mano cordial; Y ¿quiénes son los hombres de Ac-
carece de la comprensión y de la ge- ción Nacional? No tienen sex-appeal
nerosidad de que tanto necesita nues- para el pueblo mexicano: ninguno de
tro desdichado país. Por añadidura, sus dirigentes procede de él, ni siquie-
nada nos ofrece que sea nuevo o me- ra del campo o de la aldea; antes bien,
jor de lo que ahora tenemos. Desde son de la clase media alta, y sus inte-
este punto de vista, México no podía reses y experiencias están confinados
encontrarse en una situación ni más dentro de las paredes de la oficina o
angustiosa ni más desesperada, pues la penumbra de la iglesia; no conocen
no se encaminaría mejor acudiendo a más aire libre que el vaho que despi-
199
den las calles asfaltadas de las gran- ma, una fundada desconfianza hacia
des ciudades. Son los que el porfirismo un partido, hacia todo partido que no
llamaba personas decentes, lo cual que- haya sabido forjar en el ayuno de la
ría decir, en la forma, una reminis- oposición un programa claro, ahora sí
cencia muy lejana del vestir inglés y, que de acción nacional, y que no dé
en el fondo, una mentalidad señorü. la sensación reconfortante de que mar-
Y, de nuevo, mucho del valor que hoy cha hacia un nuevo día, y no hacia la
parecen tener esos hombres de Acción noche, ya muerta y callada.
Nacional se deriva del desprestigio de Esa misma desconfianza, sólo que
los hombres de la Revolución. La pren- extremada, deberíamos tener hacia un
sa y la iglesia han hecho de Manuel partido militar, posibilidad que por
Gómez Morín, el jefe de Acción Na- desgracia no puede descartarse a la
cional, casi un santo, y de Vicente ligera. La mayoría de los gobernantes
Lombardo Toledano, la figura mayor de la Revolución han sido militares,
del movimiento obrero, casi un villano; y, sin embargo, ningún mexicano sen-
pero Manuel Gómez Morín sabe, co- sato vio en ese hecho un inconvenien-
mo nadie en este mundo, que él no es te mayor, porque procedían del pue-
superior a Lombardo ni moralmente. blo y no de una casta, y porque ellos
El hecho de que muchos jóvenes vota- mismos habían hecho la Revolución.
ran en favor de la candidatura del doc- Hoy no puede decirse lo mismo: por
tor Mario Torroella para senador del una parte, esos militares han pasado
Distrito Federal sólo puede tener la por un proceso de relajamiento seme-
explicación de que votaban en contra jante al que la Revolución ha sufrido;
de Fidel Velázquez, secretario de la por otra, han desaparecido o han aca-
Confederación de Trabajadores, pues bado por perder el poder. No cono-
carece de toda seriedad suponer que cemos bastante a quienes los han sus-
puede mirarse al primero objetivamen- tituido, mas nada de extraño tendría
te como mejor gobernante o legislador. que creyeran, como todo soldado pro-
Un mérito indudable tienen los hom- fesional cree, que ellos representan el
bres de Acción Nacional, y Manuel orden y la dignidad nacional. Mien-
Gómez Morín, desde luego, antes que tras sean ellos los únicos que lo crean,
ninguno de ellos: fueron los primeros menos mal; pero el peligro será grave
en sacudir la apatía política tan carac- si los civiles principian a compartir
terística del mexicano; fueron los pri- esa opinión. Entonces habrá orden,
meros en preocuparse como grupo de mucho orden; pero poca dignidad, na-
algunos problemas del país y en pro- cional o personal.
poner a éstos soluciones distintas de ¿QUÉ remedio puede tener, entonces,
las fórmulas oficiales; en fin, han sa- la crisis de México? Se dijo desde un
crificado una parte de su bienestar principio que la crisis era grave. Por
(parte grande o pequeña) al enfrentar- una parte, la causa de la Revolución
se como oposición al gobierno. Pero ha dejado ya de inspirar la fe que toda
sus taras son mucho mayores que sus carta de navegación da para mante-
méritos: representan y son instrumen- ner en su puesto al piloto; a eso debe
to no del catolicismo, sino de una je- añadirse que los hombres de la Revo-
rarquía eclesiástica que no tiene supe- lución han agotado su autoridad mo-
rioridad moral alguna; representan, o ral y política. Por otra parte, no es
le hacen el juego, a intereses plutocrá- claro el fundamento en que podría fin-
ticos bien deleznables. carse la esperanza de que la redención
México puede y debe tener, en su- venga de las derechas, por los intereses
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que representan, por su espíritu anti- Si no se reafirman los principios, sino
popular y su impreparación. que simplemente se los escamotea; si
El único rayo de esperanza —^bien no se depuran los hombres, sino que
pálido y distante, por cierto— es que simplemente se les adorna con ropitas
de la propia Revolución salga una domingueras o títulos ... ¡de aboga-
reafirmación de principios y una depu- dos!, entonces no habrá en México au-
ración de hombres. Quizás no valga la torregeneración, y, en consecuencia, la
pena especular sobre milagros; pero regeneración vendrá de fuera, y el país
al menos me gustaría ser bien enten- perderá mucho de su existencia na-
dido: reafirmar quiere decir afirmar de cional y a un plazo no muy largo.
nuevo, y depurar querría decir usar
sólo de los hombres puros o limpios. México, noviembre de 1946
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