Tema 12 - El Epipaleolítico

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1 Tema 12 – El Epipaleolítico

1-. EL POSTGLACIAR
1.1-. NATURALEZA Y MEDIOAMBIENTE
Después del último avance de la glaciación Würm (12.000 BP), los hielos retroceden sustancialmente y
hacia el 11.500 BP la subida de temperaturas y la humedad ambiental es evidente: en el Atlántico se
incrementa en 8º en invierno y 7,4º en verano, fundiéndose parte de los hielos del inlandsis escandinavo.

En el 10.000 BP las masas continentales de hielo sólo persistían en la Península Escandinava, y en el


periodo 10.000-9.000 BP se derriten los hielos permanentes escandinavos y comienza un periodo de
templanza climática en todo el continente.

El deshielo glaciar aumentó el nivel del mar y la subida anegó territorios costeros (transgresión marina),
aunque su inundación no afectó a todas las regiones del mismo modo, así, en el litoral mediterráneo tuvo
un impacto limitado, pero entre Inglaterra y Alemania provocó una inundación masiva de la plataforma
costera y el mar arrasó un territorio de vastas llanuras (Doggerland), por otro lado, el fenómeno contrario
se produjo en la Península Escandinava, donde la retirada de los hielos dejó nuevas tierras que fueron
colonizadas por plantas, animales y seres humanos.

El calentamiento coincidió con un incremento notable de las precipitaciones que aportaron la humedad
necesaria para la regeneración vegetal en el centro y norte del continente, donde la tundra y la pradera
abierta dejó paso a paisajes mixtos con importantes bosques boreales.
En Europa Oriental las lluvias regeneraron las masas arboladas y crearon un mosaico peculiar, la estepa
arbolada, mientras en la zona mediterránea las lluvias no aumentaron en la misma medida y sólo se
incremento el bosque mediterráneo.

Estos cambios produjeron trajo transformaciones en las poblaciones animales, así, las macroespecies
habituadas a los glaciares de la tundra y la estepa abierta se extinguieron y tan sólo sobrevivieron las
especies árticas de menor talla con mayor capacidad de adaptación como el reno, bisonte o el zorro ártico,
pero huyen hacia el norte buscando los hielos y la tundra.
La regeneración de la vegetación permitió la expansión de los animales con hábitos forestales, así, ciervos,
corzos y jabalíes poblaron las latitudes mediterráneas y centrales del continente.

Los cambios medioambientales del periodo 11.500 – 10.000 BP impactó en los modos de vida de los seres
humanos que dependían de la naturaleza, aunque estas comunidades no tuvieron una percepción directa e
inmediata de los cambios, por lo que es de suponer que las primeras comunidades epipaleolíticas
intentasen mantener sus costumbres aunque de manera lenta pero irremediable acabaron cambiando de
hábitos y costumbres.

Hacia el 9.500 BP los modos de vida ya poseían rasgos propios: Epipaleolítico pleno.

1.2-. EL EPIPALEOLÍTICO: HERENCIA E INNOVACIÓN CULTURAL


En la tecnología instrumental se mantuvieron ciertas técnicas de trabajo y prosiguió la talla de útiles
convencionales (raspadores, buriles, muescas, denticulados o raederas), a la vez que se incorporaron
novedades tecnológicas dirigidas a la talla de piezas innovadores como raspadores microlíticos,
microperforadores, microburiles, puntas microlaminares y peculiares arpones óseos.

La característica principal fue la generalización de los microlitos: piezas de reducidas dimensiones (< 5 cm)
talladas en lasquitas y sobre todo laminitas, que poseían siluetas estandarizadas adaptándose las técnicas
de talla y retoque. Estos microlitos se remontaban al Magdaleniense pero proliferaron durante el
Epipaleolítico.
La talla microlítica sirvió sobre todo para elaborar laminillas y puntas de dos tipos:

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- Unas de dorso curvo, como las puntas azilienses, sauveterrienses, tardenoisienses y creswellienses,
y
- Otras con pedúnculos despejados por escotaduras, como las ahrensburgienses y swiderienses.

Las laminillas y puntas microlíticas eran instrumentos ligeros y de apariencia muy frágiles pero efectivos y
versátiles, que debieron ser parte de otros instrumentos a modo de pequeños dientes o puntas terminales,
pegadas con resina natural a vástagos de madera o de hueso, con la intención de crear unas armas
apuntadas y dentadas.

El microlitismo dio un paso más al inventarse técnicas especificas para modelar unas pequeñas piezas de
silueta geométrica, que aparecieron en el sur de Francia hacia el 9.500 BP, pero hacia el 9.000 BP
resultaban muy comunes en el norte de Francia, Países Bajos y zonas de Alemania e Inglaterra. Hacia el
8.500 BP los geométricos ya eran de uso común por todo el continente. De esta forma, se paso hacia la
nueva fase Epipaleolítico geométrico, equivalente al Epipaleolítico pleno.

Los geométricos más habituales eran triángulos, rectángulos, trapecios y segmentos de círculo, que se
obtenían a partir de láminas estrechas y alargadas que se fracturaban mediante la técnica microburil, que
consiste en hacer una pequeña muesca a un lado y agrandarla con pequeños golpes hasta el tamaño
suficiente para quebrar la lámina con la leve presión de los dedos.
Estos microlitos geométricos debieron de servir como puntas letales de proyectil que no pretendían
penetrar dentro del animal sino propinarle un impacto duro para originarle hemorragias y desgarros
musculares, con la intención de provocar su muerte pero manteniendo intactas las pieles.

En contraposición hallamos puntas realizadas en hueso, cuyas mejores colecciones proceden de las
culturas nórdica y centroeuropea que mostraban un elevado grado de pericia técnica para la fabricación así
como una adaptación predeterminada relacionada con la función de caza, pesca y captura de aves. En
cambio en las culturas mediterráneas y subatlánticas la industria ósea fue escasa y de factura muy simple.

La proliferación de la vegetación y los bosques por muchas latitudes del continente supuso la consolidación
de la caza de animales forestales como el ciervo, pero la regeneración del bosque permitió que se
incrementasen la caza del jabalí y el corzo.
La caza mayor suministró la parte principal de la dieta pero no se renuncio a la recolección de plantas, la
recogida de moluscos litorales, la búsqueda de caracoles terrestres, la pesca de río y pesca de alta mar que
pudieron representar importantes complementos a la dieta aunque no podemos valorar su relevancia.

En otros aspectos, el Epipaleolítico representó una ruptura respecto a las formas de vida tradicional y la
desaparición del arte rupestre del que no hay rastro en los pueblos postglaciares.

2-. DEL MEDITERRANEO A LOS BALCANES


Los cambios de principios del Allerod no tuvieron grandes repercusiones en las riberas mediterráneas, así,
la subida de temperaturas permitió la extensión de los bosques mediterráneos, la subida del mar no
perjudico tan severamente en la costa como en las tierras continentales del norte. Los grupos humanos
ribereños ocupaban corredores litorales próximos a cadenas montañosas por lo que las redes de
comunicación y de intercambio cultural seguían el corredor costero, y se caracterizan por cierto
conservadurismo y mayor fidelidad a la herencia cultural.

Hay prehistoriadores que utilizan un término cultural común para las comunidades epipaleolíticas del
Mediterráneo: el Epigravetiense, aunque otros huyen de esta calificación. Más allá de etiquetas, las
comunidades de las costas mediterráneas poseían rasgos comunes:
- Vida en cuevas,
- Utilización de instrumentos microlaminares
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- Incorporación de geométricos a partir del 9.500 BP


- Escasa industria ósea
- Caza del ciervo como principal sustento alimenticio….

En la Península Ibérica se han distinguido dos industrias sucesivas, perceptibles en las cuevas de Mallaetes
y Cocina: un Epipaleolítico microlaminar con abundante utillaje de pequeñas dimensiones, y un
Epipaleolítico geométrico con la aparición de los geométricos.
En la Península Itálica, la industria más conocida es el Romanelliense presente en la Grotta dell´Uzzo.
Pero en ambos lugares los modos de vida tenían coincidencias:
- Vida en cuevas,
- Instrumental lítico con abundancia de piezas microlaminares y la aparición posterior de microlitos
geométricos, aunque también se tallaron piezas de grandes dimensiones,
- Muchas cuevas de la costa se ocuparon como campamentos semipermanentes y estaban ubicados
en lugares estratégicos para la caza,
- La caza regular de cabra y rebeco en las montañas próximas en temporada estival.

En Francia, se llama Sauveterriense localizado en el yacimiento de Martinet. Se aprovecharon las cuevas


aunque hubo asentamientos al aire libre y su repertorio instrumental incluía raspadores microlíticos,
muescas, denticulados, útiles microlaminares, y hacia su final gran cantidad de geométricos, siendo la
pieza más peculiar la punta de Sauveterre: una laminilla apuntada fusiforme que poseía un retoque
abrupto en uno o dos lados y se usó como punta de proyectil para cazar.
Su principal fuente de alimentación era la caza de ciervos, con capturas de jabalí y corzo.

La región Oriental europea, el Epipaleolítico es muy poco conocido, no obstante, sobresale la cueva de
Franchthi, en la costa nororiental del Peloponeso entre el 10.000 y el 7.000 BP, que contaba con un
repertorio industrial convencional y la caza proporcionaba una buena parte de la dieta.

En los Balcanes, sobresale la cuenca del Danubio con Las Puertas de Hierro, que es una especie de área
refugio de comunidades residuales de cazadores-recolectores, que ocuparon abrigos abiertos junto al
cauce del río. Su industria lítica se caracterizaba por los raspadores unguiformes y las hojitas de dorso,
mientras que su dieta se basaba en ciervos y jabalíes junto con cabras y rebecos, así como la pesca de
carpas y esturiones.
Hacia el 8.500 – 8.000 BP aparecieron las necrópolis con un ritual tipo como la inhumación individual en
posición decúbito supino con adultos de 30/40 años, y de cuyo estudio se ha hallado que los habitantes de
la zona tenían una notable dependencia de los recursos acuáticos.

Hacia el 9.000 BP se produce la colonización de las islas mediterráneas como Córcega, Cerdeña y Baleares,
pero cualquier hipótesis al respecto es todavía mera especulación. Sus primeros pobladores tenían una
forma de vida muy rudimentaria, vivían en cuevas, utilizaban instrumentales muy sencillos y se
alimentaban de la caza de pequeños mamíferos endémicos que cuya caza regular provocó la extinción de
varias especies insulares.

3-. LA EUROPA SUBATLÁNTICA


3.1-. LA CULTURA AZILIENSE
La Cultura Aziliense representa el Epipaleolítico en la cornisa cantábrica y suroeste de Francia,
estableciendo su origen en el yacimientos de Mas d´Azil, Francia, hacia el 11.500 BP, ocupando cuevas y
abrigos. En todas las regiones, los niveles azilienses continúan las secuencias de ocupación del Paleolítico
Superior y enlazan con niveles magdalenienses, es decir, hay una clara continuidad que convierte a las
poblaciones azilienses en los sucesores culturales de los grupos glaciares.

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La tecnología instrumental aziliense resulta de la combinación de útiles tradicionales (raspadores, buriles,


muescas, denticulados y raederas) y nuevos modos de talla para la obtención de piezas microlíticas. Esta
microlitización permitió versiones muy pequeñas de instrumentos clásicos, pero también el crear una
nueva generación de laminillas apuntadas de pequeñas dimensiones como las microgravettes y las puntas
azilienses.

El instrumental óseo es pobre y tallado a partir de técnicas sencillas. La lista comprende punzones,
azagayas, espátulas y pequeñas esquirlas apuntadas por los dos extremos que podrían haber sido anzuelos
planos para pescar. En este panorama sobresalen los arpones, que son los fósiles guías para la cultura. Su
morfología difiere nítidamente del Magadaleniense: la silueta fusiforme, sección aplanada y dientes
recortados en una o dos hileras. Los hay que carecen de perforación en la base, los hay con perforación
circular, si bien los más típicos presentan perforación en ojal, y carecen de decoración pero hay ejemplares
con motivos muy sencillos. Estos arpones podrían haber tenido una función ritual o simbólica.

En cuanto a la subsistencia alimenticia, estas comunidades vivieron sobre todo de la caza tradicional del
herbívoros como el ciervo, el corzo y el jabalí. En zonas de montaña se cazaba cabras y rebeco, y hay una
leve intensificación de tareas de recogida de moluscos marinos, así como cierta intensificación de las
capturas de salmones y truchas aunque últimamente hay pruebas de prácticas de pesca marina. La
recolección vegetal es muy desconocida.

Los enterramientos son poco conocidos y se limitaron a sencillas inhumaciones individuales de cuerpo
entero con un pequeño ajuar como restos de ocre, objetos líticos, arpones, conchas marinas y cantos
decorados, que fueron las únicas expresiones artísticas: pequeños guijarros planos decorados con motivos
geométricos básicos, pintados en tonos negros y rojizos o grabados con incisiones simples.

3.2-. LA CULTURA TARDENOISIENSE


Hacia el 8.500 BP la Cultura Aziliense se desvanece para dar paso a complejos culturales que representan el
Epipaleolítico pleno o Epipaleolítico geométrico. De ellas la cultura más representativa es la Tardenoisiense
que se extendió por el suroeste y noroeste de Francia, pero también por Luxemburgo, Suiza y Alemania
meridional.

Estas comunidades persistieron en el uso de cuevas pero, también se acostumbraron a levantar


campamentos al aire libre junto a llanuras arenosas carentes de arbolado próximas a los ríos. No
conocemos sus prácticas alimenticias aunque cabe pensar que el ciervo fuera su principal fuente.

En cuanto al instrumental lítico, se caracterizó por la notable impronta microlítica de carácter geométrico,
sobre todo de triángulos isósceles. Su pieza más representativa fue la punta tardenoisiense: un trapecio
tallado sobre laminilla a partir de la técnica del microburil, que presenta retoque abrupto en un lateral y en
la base que da forma de isósceles.

Hay enterramientos individuales que en ocasiones están cubiertas por piedras grandes y por lo general con
ajuares poco vistosos

En Pesse, Países Bajos, se han encontrado restos de una piragua labrada en un tronco de pino datada en el
8.500 BP, mientras en Noyen-sur-Seine se descubrió otra piragua del 7.600 BP.

4-. LA EUROPA TEMPLADA


4.1-. LA CULTURA CRESWELLIENSE
En las Islas Británicas, las comunidades epipaleolíticas mantuvieron los modos de vida similares a los que
de sus antepasados inmediatos. Así, el Epipaleolítico inicial ingles estuvo representado por la Cultura
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Creswelliense, del yacimiento Star Carr, datado hace 11.000 años junto a un lago interior. Las excavaciones
dieron con un poblado de cazadores-recolectores al aire libre con cabañas de mediana amplitud.

La industria lítica está representada por raspadores, buriles, muescas, denticulados y perforadores, aunque
las herramientas más interesantes fueron las puntas creswellienses: largas laminillas apuntadas que
poseen un retoque abrupto en un lado para enmangar y retoque distal en la punta, pero también se han
encontrado piezas macrolíticas de gran tamaño.

En cuanto a la industria ósea se han encontrado arpones y puntas dentadas, así como unos grandes
azadones de cuerna, pero lo más llamativo son los restos de madera y fibras vegetales, que consisten en
pequeños trozos de corteza de abedul y un fragmento de un zagual (remo) tallado en madera de abedul,
aunque los más notables son los restos de una especie de plataforma hecha de tablones de madera, que
armaron junto a la ribera del lago.

Estos grupos subsistieron de la caza de grandes ungulados, aunque el ciervo se confirma su importancia
junto con el alce, corzo o jabalí e incluso el uro. Se han hallado restos de perro, lo que apunta hacia la
posibilidad de su domesticación, aunque lo sorprendente son los pocos restos de peces hallados mientras
que se han detectado restos de catorce plantas comestibles.

Otro yacimiento seria Mount Sandel, en Irlanda, al aire libre que sirvió como campamento para cazadores-
recolectores hacia el 9.000-8.500 BP, del que se han conservado las huellas de cabañas circulares con
numerosos hoyos donde encajaron los postes de madera.
En este yacimiento seguían una dieta variada basada en la caza del jabalí y ciervo, la pesca de la anguila,
trucha y salmón, así como en la recolección de avellanas.

4.2-. LA CULTURA FEDERMESSER


En las latitudes medias continentales se produjeron notables cambios medioambientales con la
proliferación de masas boscosas de pinares y bosquetes mixtos entre praderas.
La Cultura Federmesser encuentra sus raíces en los últimos tiempos glaciares del 12.000 BP, y 500 años
más tarde en los Países Bajos y Alemania occidental.

Vivian en campamentos al aire libre próximos a lagos, ríos y mares, que poseían un alto potencial de
recursos. Así, los campamentos ocupaban áreas muy extensas aunque no presentan huellas claras de
cabañas por lo que podría tratarse de chozas alzadas poco resistentes. Los hogares son las únicas
estructuras de interés conservadas.

En cuanto al instrumental contaban con raspadores microlíticos, buriles, muescas y denticulados, aunque
los objetos más peculiares fueron las puntas Federmesser: laminillas apuntadas de dorso curvo y retoque
abrupto lateral, que responden al horizonte de puntas de dorso típicas del Epipaleolítico inicial y recuerdan
las puntas azilienses.

La industria ósea es muy pobre con unas pocas puntas lisas o dentadas que se usaban para la caza del
ciervo, pilar de la dieta, aunque se han hallado restos de pescados (lucio).

El arte mobiliar cuenta con ocasionales plaquetas de motivos esquemáticos y algún diente grabado.

4.3-. LA CULTURA AHRENSBURGIENSE


Hacia el 11.000 BP la cultura Federmesser deja paso a la Cultura Ahrensburgiense, cuyos orígenes se sitúan
en las regiones costeras del Mar del Norte, donde se extendió entre Bélgica, Alemania y parte de Polonia.
El término procede del yacimiento Ahrensburg (Alemania), con unos asentamientos típicos: campamentos
instalados al aire libre, formando poblados junto a lagos, ríos o costas. Hay pocos yacimientos en cueva.
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El utillaje lítico comprende raspadores microlíticos, muescas, denticulados y raederas, pero la pieza más
peculiar es la punta de Ahrensburg: una laminilla alargada que poseía truncatura oblicua en un lateral y
pedúnculo retocado en el proximal. En los últimos tiempos aparecieron con profusión los geométricos.

En cuanto a la industria ósea eran comunes las puntas dentadas y los arpones, que eran de dos modelos:
- Arpones de fuste grueso y una hilera de perfilados dientes granchudos, y
- Arpones de fuste delgado y dos hileras de dientes alternativos por lado  puntas Bremme.

Las piezas más llamativas son las talladas en madera y trenzadas con fibras vegetales, encontrándose el
arco más antiguo conocido datado en el 10.000 BP.

Esta cultura se distinguió por el arte mobiliar cuyos hallazgos se concentran en el centro/oriente de
Alemania y en Polonia. Las representaciones se limitaban a motivos geométricos grabados en bastones
perforados y puntas barbeladas, conformando hileras continuas a partir de incisiones rectilíneas,
ondulaciones, zig-zags y rombos.

4.4-. LA CULTURA SWIDERIENSE


La Cultura Swideriense se sitúa en tierras ribereñas de Polonia, situando su núcleo principal en la
desembocadura del río Vistula, pero se extendieron tierra adentro alcanzando los Cárpatos.

Son campamentos al aire libre bastante extensos, ocupando cabañas muy sencillas con materiales
perecederos de las que únicamente se conservan agujeros para los postes y algunos hogares.

El instrumental reunía raspadores, buriles, muescas, láminas….pero la pieza guía de la cultura fue la punta
de Swidry: peculiares laminillas apuntadas dotadas de pedúnculo y retoque abrupto inverso localizado en
punta y borde.
En el instrumental óseo destacan los arpones en asta de reno y las llamadas hachas de Lingby.

La base de su alimentación era el ciervo, complementado con el auroch y el corzo.

4.5-. LAS CULTURAS FORESTALES: EL MAGLEMOSIENSE


El Epipaleolítico pleno en Europa Central está representado por las Culturas de los Bosques o Culturas
Forestales, que son grupos culturales con una característica común como la adaptación al nuevo mundo
boscoso que surgía con el Postglaciar en las latitudes próximas a Bélgica, norte de Alemania y Dinamarca.

Estos asentamientos se hallaban junto al mar, así que fueron anegados por la siguiente subida de las aguas.
Eran campamentos al aire libre próximos a cursos de agua como lagos, lagunas y costa, aunque también
hubo campamentos en áreas interiores que se ocuparon temporalmente y que podrían representar una
especie de cazaderos estivales.

La mayoría de los yacimientos ocupaban una extensión de unos 40-20 m2, aunque las plantas excavadas no
han revelado huellas claras de cabañas ni de estructuras aparentes más allá de hogares sencillos. En las
cabañas se usaban técnicas para impermeabilizar toda la estructura, así los suelos se recubrían con
cortezas y ramas de abedul y pino.

En la industria lítica se encuentran microraspadores, microburiles y microperforadores; laminillas


microlíticas de distintos tipos y piezas geométricas, así como también piezas de notable tamaño.

En la industria ósea se recurre a punzones, anzuelos, y sobre todo arpones, claramente distintos de los
usados por las bandas vecinas.
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También se han encontrado restos de artilugios compuestos por fibras vegetales y madera, recuperándose
fragmentos de trampas elaboradas con madera de cerezo para capturar peces o anguilas. También se han
hallado vástagos de flechas en madera de pino, con microlitos pegados mediante resina.

La dieta estaba diversificada, provenía de la caza de animales forestales como el ciervo, jabalí y corzo, de la
caza de aves como complemento menor, así como de la pesca de agua dulce. Pero lo más llamativo fue su
gusto por los mamíferos marinos: hay restos de especies de ballena, orca, delfín y foca, que revelan la
pesca de alta mar, que llegaron a representar el 40% de la dieta, es decir, serían unas poblaciones mucho
más pescadores que cazadores, por lo que el resultado es una dieta amplia o diversificada.

El arte fue muy poco representativo basado en un imaginario simple de decoraciones geométricas.

5-. LA EUROPA SEPTENTRIONAL


Entre los años 11.500 – 9.000 BP el deshielo descubrió un territorio virgen que comenzó a cubrirse de
vegetación, pero fue hacia el 10.000 BP cuando los primeros humanos cazadores del sur visitaban sus
costas.

Los colonizadores noruegos procedían del territorio maglemosiense danés dejando un rosario de
yacimientos datados en la segunda mitad del decimo milenio BP. Estos yacimientos se han agrupado bajo
dos culturas:
- Cultura Fosna  colonizadores meridionales, y
- Cultura Komsa  colonizadores septentrionales.
Los primeros rastros fueron las expediciones que costeaban las tierras para la caza del reno, así, los
cazadores se instalaban en chozas perecederas levantadas en lugares con una posición estratégica en
colinas dominando costas, lagos y corredores naturales. También se han reconocido huesos de mamíferos
marinos por lo que estas incursiones tendrían como propósito la pesca marina.

El instrumental contaba con las clásicas láminas y laminillas, raspadores, buriles y unas pequeñas puntas
lanceolada dotadas del típico pedúnculo para encajar en vástagos, aunque más adelante aparecieron
anzuelos y hachas de piedra y los campamentos pasaron a ser más estables.

Los primeros rastros de colonización humana en tierras del Báltico y Rusia noroccidental se remontan al
10.000 BP. Las riberas orientales contaban con un mosaico ambiental mixto muy productivo con praderas,
pinares, bosques perennifolios, ríos, lagunas y lagos. Así los primeros humanos debieron de llegar desde
Polonia pero también desde regiones interiores de Ucrania, conformando la Cultura Kunda, cuyos
campamentos se levantaban en zonas estratégicas amparadas por las terrazas fluviales, con una gran
variedad de recursos a su alrededor. Las cabañas eran perecederas con poca consistencia y mínima
organización interior.
El instrumental contaba con laminillas apuntadas y pedunculadas para su enmangue (puntas Kunda),
mientras que los talladores usaban una técnica peculiar por presión.
El instrumental óseo destacaba los punzones, puñales, puntas dentadas, azagayas con ranuras provista de
sílex y arpones de una sola hilera de dientes.

6-. BALANCE. 3.000 AÑOS DE PREHISTORIA


Elementos de adaptación que se pueden contemplar en este periodo son:
- La reducción de la movilidad:
Desde los primeros tiempos se introdujeron un cambio en los ritmos de vida cotidiana. En los
tiempos Epipaleolíticos no era necesario trasladarse para hallar la provisión de alimentos, pero
¿que motivo la reducción de la movilidad?

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En primer lugar, el aumento de la población y de las concentraciones demográficas, con la


necesidad de marcar los territorios de las bandas,
En segundo lugar, el aumento de la caza de animales forestales que poseen hábitos más estables y
territoriales.
En tercer lugar, una fragmentación del territorio por la regeneración forestal, que complicó los
desplazamientos.
El resultado fue un aumento de los campamentos residenciales de larga duración y un incremento
de la sedentarización.

- La fragmentación cultural:
La restricción de la movilidad y de incremento de la territorialidad condujo a que la homogeneidad
cultural del Epipaleolítico antiguo desapareciera, y que en el Epipaleolítico pleno la fragmentación
condujo hacia la regionalización.

- La competitividad social:
La fragmentación y la territorialidad originaron un nuevo marco de relaciones sociales entre las
comunidades humanas y una reconversión de los códigos de identidad territorial que llevo a un
incremento de la conflictividad social, tensiones entre grupos y un aumento en los conflictos de
orden territorial.

- El incremento de la población:
En torno 8.500 – 8.000 BP se produjo la transición hacia el Mesolítico y en este periodo hubo
indicios de circunstancias que incidieron como la aparición de poblados con un alto grado de
sedentarización, alto nivel de competición por los recursos y una intensificación productiva notable
para lograr una mayor cantidad de alimentos.
Con la diversificación de la dieta, incorporando recursos novedosos a partir de unas nuevas
prácticas de caza, pesca y recolección se intensificó la caza de aves del entorno marítimo litoral, la
captura de nuevas especies de foca y marsopa, la recolección de moluscos y la pesca en altura.

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