Yves Klein
Yves Klein
Yves Klein
KLEIN
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YVES
KLEIN
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MUAC 059
Retrato de—Portrait of Yves Klein en su taller, París—in his atelier, Paris, ca. 1956. Foto—Photo © Jean Michalon
El Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC, UNAM, agradece el
generoso apoyo de—The University Museum of Contemporary Art, MUAC,
UNAM, thanks the generous support of:
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Publicado con motivo de la exposición Yves Klein (26 de agosto de 2017 al 14 de enero de 2018)
MUAC, Museo Universitario Arte Contemporáneo. UNAM, Universidad Nacional Autónoma de
México, Ciudad de México.
—
Published on occasion of the exhibition Yves Klein (August 26, 2017 to January 14, 2018) MUAC, Museo
Universitario Arte Contemporáneo. UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México, México City.
Textos—Texts
Daniela Franco, Yves Klein, Klaus Ottmann,
Daniel Saldaña París, Jorge Volpi
Traducción—Translation
Christopher Michael Fraga, Martín Gambarotta
Klaus Ottman, Martí Soler
Edición—Editor
Ekaterina Álvarez Romero ∙ MUAC
Coordinación editorial—Editorial Coordination
Ana Xanic López ∙ MUAC
Asistente editorial—Editorial Assistant
Adrián Martínez Caballero
Maritere Martínez Román
Corrección—Proofreading
Ekaterina Álvarez Romero ∙ MUAC, Ana Xanic López ∙ MUAC
Jaime Soler Frost, Christopher Michael Fraga
Diseño—Design
Cristina Paoli ∙ Periferia
Asistente de formación—Layout Assistant
Krystal Mejía
Yves Klein por Yves Klein por Yves Klein por daniela franco 210
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DANIELA FRANCO
Cronología—Timeline 249
Bibliografía—Bibliography 303
Catálogo—Catalogue 311
Créditos—Credits 321
< Salto al vacío—Leap into the Void, 5, rue Gentil-Bernard, Fontenay-aux-Roses, octubre—October, 1960.
Artwork © Yves Klein Estate, ADAGP, Paris, SOMAAP, México 2017. Foto—Photo © Collaboration
Harry Shunk and Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles
Páginas—Pages 10-11: Dimanche 27 novembre 1960—Le journal d’un seul jour [Domingo 27 de noviembre de
1960—El diario de un solo día—Sunday November 27, 1960—The Diary of One Day] (IMMA 36), 1960 [Cat. 15]
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Presentación
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JORGE VOLPI
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costumbres de sentir y admirar. Quizá por esto, su labor y
obsesiones resultan más cercanos a la utopía como causa
y señal —un derrotero— que como un lugar o estadio
inamovible que se deba conquistar —y al que más nos
valdría no llegar—, pues no vacila en invocar la imagina-
ción desmarcada de teorías y fronteras, sin bordes ni tonos
manipulados, sino tal cual la representación del gozo, que
no es otra cosa sino una forma depurada de la razón.
De este modo, a cada obra debemos impelerle a abandonar
su faceta visible —al fin predecible— para que su exis-
tencia palpable no sea un obstáculo, pues a decir de Oscar
Wilde, los hechos no pueden ocupar el lugar de la fantasía.
La obra —la vida— de Yves Klein es una apología de
esa evolución que pugna por conocer y apreciar una obra
de arte bajo un cariz radicalmente diferente al tradicional,
uno donde sean el color o lo evanescente, y no un trazo o un
contenedor, una prisión, aquello que determine su natura-
leza y alcance. En esta liberación de los sentidos a partir
del despojo de las formas, de la pureza en sí, resulta indis-
pensable una ruptura con las corrientes de las artes visua-
les que hicieron de la línea, el diseño y el contorno no sólo
una fuente de inspiración sino, paradójicamente, un límite
a la impresión plena que los colores por sí mismos brindan
sin ambages dotándonos de sensibilidad, lo cual para el
creador nizardo equivale a “entusiasmo puro”.
Yves Klein encarna, no sin ironía pues descreía de
los símbolos, un referente del arte contemporáneo, quien,
en su afán por depurar de influencias, alegorías e incluso
creencias todo espacio susceptible de albergar el color
sin recato alguno, condujo a otro plano lo que, según el
propio Klein, el pintor francés Eugène Delacroix, célebre
entre otras cosas por su manejo del color, exaltaba como
lo indefinible y esencial de la pintura: “Ya no se trata de
ver el color, sino de percibirlo”; todo debe transcurrir en
un espacio despejado como la “forma definitiva de tratar
el color”, por tanto el vacío es un preludio al “reino de lo
sensible”. Así llegó a alertar Klein, tomando palabras de
Gaston Bachelard, que “primero, no hay nada, luego hay un
nada profundo, y después una profundidad azul”. Se trata
de escuchar silencios y decorar recuerdos. No es casual
además que el creador de “estados pictóricos inmateriales”,
el atizador del vacío y la abstracción, apostara incluso en
14 JORGE VOLPI
sus etapas posteriores al desarrollo de los monocromos por
los elementos naturales —fuego, agua— o el dinamismo
del cuerpo humano —punto de partida de sus antropome-
trías— como instrumentos para pintar bajo la medida de
lo impredecible, y hasta por el aire como argamasa de un
nuevo urbanismo —universal, abierto—, ya que solo ahí
se podrían plasmar otras nociones de belleza y valores de
intercambio material, como el arte acción o el ejercicio
de prácticas inmateriales.
Este recorrido por la obra de Yves Klein nos permite
atisbar un capítulo relevante de la historia del arte, no solo
por los episodios biográficos de un personaje visionario,
que de manera singular se mimetizan con su aprendizaje
y maduración como artista, pionero en más de un sentido de
los fundamentos de las artes visuales de nuestro tiempo
y que apostó por la creación de imágenes infinitas y la pro-
vocación de sensaciones aletargadas o inéditas.
La retrospectiva, coorganizada por el Museo Univer-
sitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad
Nacional Autónoma de México y la Fundación Proa, es una
oportunidad excepcional para conocer y apreciar amplia-
mente la aventura que hay detrás de la historia de un
creador fuera de serie, cuyo legado sigue marcando pautas
y liberando miradas.
PRESENTACIÓN 15
Presentation
—
JORGE VOLPI
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work and his obsessions end up being closer to utopia as a
cause and signal—a path to follow—than as an immovable
place or stage that must be conquered—and which we would
be better off not reaching—for he did not hesitate to invoke
the imagination disassociated from theories and boundar-
ies, without edges or manipulated tones, but as such the
representation of enjoyment, which is nothing other than a
purified form of reason. In this way, we must propel each work
to abandon its visible—and ultimately predictable—side, in
order for its palpable existence not to be an obstacle. For, as
Oscar Wilde would say, facts are no substitute for fantasy.
Yves Klein’s work—and moreover his life—is an apologia
for the evolution that strives to know and appreciate a work of
art under a radically different aspect from the traditional one,
in which it is color or the evanescent rather than a trace or a
container—a prison—that determines its nature and scope.
In this liberation of the senses through the stripping away
of forms, of purity in itself, there is an inescapable rup-
ture with the currents of the visual arts that made the line,
design and the contour not only a source of inspiration but
paradoxically a limit to the full impression afforded directly
by colors themselves, bestowing us with sensibility, which for
the artist from Nice equates to “pure enthusiasm.”
Not without some irony, since he did not credit symbols,
Yves Klein embodies a point of reference for contemporary
art. His utterly immodest ambition to purify every space
capable of housing color, ridding it of influences, allegories
and even beliefs, took to another plane what, according
to Klein, the French painter Eugène Delacroix—renowned
among other things for his handling of color—exalted as the
indefinable and essential quality of painting: “It is no longer a
matter of seeing color, but of perceiving it”; everything must
happen in a clear space as the “definitive way of treating
color,” therefore the void is a prelude to the “reign of the
sensible.” Thus Klein drew on Gaston Bachelard’s words
when he warned that “First there is nothing, then there is a
deep nothing, then there is a blue depth.” It is a matter of lis-
tening to silences and decorating memories. It is no accident
that the creator of “immaterial pictorial states,” the poker
of the void and abstraction, would even, in his later stages,
wager on the development of monochromes by natural
elements—fire, water—or the dynamism of the human
18 JORGE VOLPI
body—a point of departure for his anthropometries—as
instruments for painting under the measure of the unpredict-
able, and even through the air as a mortar of a new, universal,
open urbanism, since it was only there that other notions of
beauty and values of material exchange could be captured,
like action art or the exercise of immaterial practices.
This survey of Yves Klein’s oeuvre allows us to take a
look at an important chapter in the history of art, not only
through the biographical episodes of a visionary figure,
which uniquely follow his training and maturation as an
artist; a pioneering figure, in more than one way, of the fun-
damentals of the visual arts of our time, who made a bid for
the creation of infinite images and the provocation of slug-
gish or unprecedented sensations.
Co-organized by the Museo Universitario Arte Contem-
poráneo (MUAC) at the Universidad Nacional Autónoma
de México and the Fundación Proa, this exhibition is an
exceptional opportunity to learn about and appreciate the
adventure behind the history of an exceptional artist whose
legacy continues to provide guidelines for artists and to
liberate our ways of looking.
PRESENTATION 19
Mi posición en el
combate entre la
línea y el color
—
YVES KLEIN
1— Georges Philippart (ed.), Lettres de Vincent van Gogh à son frère Théo,
París, Éditions Bernard Grasset, 1937, p. 43. La siguiente es la cita exacta: “Y
los hombres se encuentran con frecuencia ante la imposibilidad de hacer algo,
prisioneros en no sé qué jaula horrible, horrible, absolutamente horrible.” La
palabra prisión figura algunas líneas después: “¿Sabes lo que hace desaparecer
la prisión?, se trata de todo afecto profundo, serio”.
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del gran público era ese “Minuto de verdad”2 del que
hablaba Pierre Restany en su texto dedicado a mi exposi-
ción. Tomarse la libertad de hacer “tabula rasa” de toda esa
capa de impureza exterior, e intentar alcanzar ese grado
de contemplación en el que el color se vuelve plena y pura
sensibilidad. Por desgracia, se comprobó en el trascurso de
las manifestaciones que tuvieron lugar en esta ocasión
que muchos de los espectadores eran esclavos de su forma
habitual de ver y que se mostraban mucho más sensibles
a la relación de las PROPOSICIONES entre sí y se recreaban
los elementos decorativos y arquitecturales de un motivo de
muchos colores.
Eso me incitó a ir todavía más adelante en mis búsque-
das y hacer en enero de 1957, esta vez en Milán en la Gale-
ría Apollinaire, una exposición dedicada a lo que me permití
llamar mi “Periodo Azul” (cierto es que desde hacía más de
un año que me había dedicado a la búsqueda de la expresión
más perfecta del azul). Esta exposición contaba con diez3
cuadros de un ultramarino oscuro, todos rigurosamente
idénticos de tono, valor, proporción y amplitud. Las contro-
versias apasionadas que resultaron de ella, y la profunda
emoción que provocó entre las personas de buena volun-
tad, dispuestas a sustraerse de la esclerosis de las antiguas
concepciones y de las reglas ancladas, señalan con el dedo la
importancia del fenómeno. A pesar de todos los errores,
las ingenuidades y las utopías en las que vivo, estoy feliz de
andar en la búsqueda de un problema de tan gran actuali-
dad. Nos falta —y esto no es una exageración— pensar que
vivimos en la era atómica, en la que todo lo que es material
y físico puede desaparecer de la noche a la mañana para
ceder el lugar a todo lo que podamos imaginar como más
abstracto. Creo que, para el pintor, existe una materia sensi-
ble y coloreada que es intangible.
Considero pues que el propio color, en su aspecto físico,
llega a limitar y a sojuzgar mi esfuerzo hacia la creación de
estados artísticos sensibles.
3— Once cuadros. Véase “La evolución del arte hacia lo inmaterial” en esta
publicación, p. 42.
22 YVES KLEIN
Para alcanzar ese “indefinible”4 de Delacroix que es la
esencia misma de la pintura, me dediqué a la “especializa-
ción” del espacio, que es mi última forma de tratar el color.
No se trata ya de ver el color, sino de “percibirlo”.
En estos últimos tiempos, el trabajo del color me ha
llevado a pesar mío a buscar poco a poco la realización de
la materia con un apoyo (del observador, del traductor) y
he decidido ponerle fin al conflicto; en la actualidad mis
cuadros son invisibles y ellos son los que quiero mostrar
en mi próxima exposición parisina en la galería Iris Clert
de una manera clara y positiva.
Voyelles
Arthur Rimbaud5
Carta inivtación con sello azul enviada por Yves Klein a Hans Hartung para su exposición doble—Invitation
card with blue stamp sent by Yves Klein to Hans Hartung for his double exhibition Yves Klein: Propositions
monochromes en la—at Galerie Iris Clert y en la—and Galerie Colette Allendy, mayo—May, 1957
Paris, April 16, 1958
1— The exact citation is as follows: “And men are often prevented in circum-
stance from doing things, imprisoned in I do not know what horrible, horrible,
most horrible cage.” The Letters of Vincent van Gogh, ed. Mark Roskill, New
York, Touchstone, 1997, p. 126.
2— “La Minute de vérité” [The Moment of Truth], by Pierre Restany for the
Propositions monochromes opening invitation at the Colette Allendy’s Gallery,
February 21, 1956.
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where color becomes full and pure sensibility. Unfortunately
this occasion made apparent that many spectators were
slaves to their manner of seeing, and that they were much
more sensitive to the relationships of the PROPOSITIONS to
each other and tended to recreate decorative and architec-
tural elements out of colors.
This forced me to go much further in my experiments
and to present, in January 1957 at the Apollinaire Gallery
in Milan, a show devoted to what I dared to call my “Blue
Period” (it is true that for more than a year I had devoted
myself to the pursuit of the perfect expression of blue).
This show included ten3 paintings in ultramarine blue, all
of them rigorously identical in tone, value, proportion, and
size. The passionate controversies that arose from these
and the deep emotions that they provoked among persons
of good will, who were prepared to suspend the sclerosis of
old conceptions and set rules, testify to the importance of the
event. Despite all the errors, the naïveté, and the utopian
ideals in which I live, I am happy to be in pursuit of a prob-
lem of such great significance. We absolutely must realize—
and this is no exaggeration—that we are living in the atomic
age, where all physical matter can vanish from one day to
the next to surrender its place to what we can envision as the
most abstract. I believe that for the painter, there exists
a sensible and colored matter that is intangible.
I thus believe that color itself, in its physicality, can
limit and control my effort towards creating perceptible
artistic states.
In order to attain this “indefinable” quality4 that Delac-
roix regards as the essence of painting, I became a “specialist”
of space, which is my ultimate way of treating color. It is no
longer a question of seeing color, but rather of “perceiving” it.
Lately, working with color has led me, in spite of myself,
to pursuit, little by little, the creation of matter with a sup-
port structure (that of the observer, of the translator) and
I have decided to bring an end to the conflict; at present, my
3— Eleven paintings. See “The Evolution of Art towards the Immaterial” in this
publication, p. 62.
26 YVES KLEIN
paintings are invisible and it is these that I wish to display at
my next Paris exhibition at the Iris Clert Gallery in a clear
and positive manner.
Vowels
Arthur Rimbaud 5
Yves Klein dando su conferencia en la—giving his lecture at the Université Paris-Sorbonne,
París—Paris, 3 de junio de—June 3, 1959. Foto—Photo © Roger Duval
Conferencia en la Université Paris-Sorbonne, 3 de junio de 19591
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en las ediciones Franco de Sarabia en Madrid, que envía a
París. Desde esa época empieza a llamar la atención sobre
su persona. En 1955 decide abandonar toda actividad
judoca por la pintura y regresa a vivir a París.
Debo confesar que cuando vi por primera vez sus
cuadros me quedé pasmada. Quise en principio pensar en
una enorme broma y después, poco a poco, a pesar mío,
me dejé envolver por la magia del color puro, y comprendí.
Pero ¿comprender qué? No hay nada, exclama en su inte-
rior la personalidad al despertar sobresaltada.
Yves Klein había expuesto, en 1955 y 1956, en la
galería Colette Allendy en París. Me decidí a exponerlo en
mi galería en 1957. Acababa de iniciar su época azul, una
de las más importantes manifestaciones de su carrera de
pintor. Ahí fue donde me di cuenta del poder extraordi-
nario de ese estilo, aunque inadmisible a primera vista,
en el marco de los conceptos, incluso los más audaces,
establecidos y reconocidos hoy. Si Kazimir Malévich llegó
a la exasperación de la forma, Yves Klein había llegado
hasta la exasperación del color e incluso más allá, hasta
la inmaterialización del cuadro, exposición que presenté
en mi galería en abril de 1958 y que fue un éxito total.
Mientras tanto, emprendió la realización de dos cuadros
gigantescos en el salón de la Ópera de Gelsenkirchen, en
Alemania, cuya maqueta fue expuesta en ese momento
en mi galería.
Hoy, toda una ola de seguidores apasionados sigue
sus pasos por toda Europa, continuando con su ética, lo que
transforma a este joven de treinta y un años, con frecuen-
cia a pesar suyo, en director de escuela. A este título les
hablará esta noche junto con el arquitecto Werner Ruhnau,
su colaborador en la arquitectura del aire, de la inmateria-
lización en el arte. [Aplausos]
Señoras y señores,
Me permito desde ahora devolverle a Iris ese título
que ha querido atribuirme de director de escuela, pues
creo que es ella la directora de escuela que nos agrupa
en su galería y que nos estimula en nuestro trabajo y en
nuestras búsquedas. [Aplausos]
Parece que una vez llegados a los hechos que vamos
a exponerles en estas dos comunicaciones, la de esta
30 YVES KLEIN
tarde y la del viernes,3 Werner Ruhnau y yo, debo tomar mi
impulso ante ustedes remontando en retrospectiva a partir
del trampolín de mi evolución, mirando hacia atrás, sin
perder de vista el extremo tan conscientemente alcanzado,
el de la inmaterialización en el arte, para intentar rebotar,
en un solo salto prodigioso, desde la orilla de la proble-
mática del arte a una auténtica realidad inmaterial, y ello
porque apelamos a la sensibilidad, de la que creemos haber
delimitado la inteligente existencia desde hace ya largo
tiempo, incluso quedándonos a pesar nuestro aprisionados
en el vértigo psicológico de la composición, en los límites
del inconmensurable prestigio de la propia vida, de la vida
en sí, en la que la personalidad en ningún caso puede inscri-
birse. El arquitecto Werner Ruhnau los llevará por lo inma-
terial mediante un desarrollo histórico de la arquitectura
a través de las edades. Por mi lado, como pintor, intentaré
llevarlos por ese mismo inmaterial según mis experiencias
personales, entrecortado de reflexiones sobre las operacio-
nes sucesivas que volveremos a ver a contrapelo del tiempo.
¿Por qué este remontar retrospectivo en el tiempo?
Porque justamente no quiero dejarme captar ni que uste-
des se dejen captar ni por un instante por el fenómeno del
ensueño sentimental y pintoresco que crea inevitable-
mente un aterrizaje brusco en determinada parte del
pasado, precisamente en el pasado psicológico, que es
el contra-espacio,4 el espacio del que intento salir mediante
mi trabajo desde hace diez años. Trabajo ingrato, penoso
y sembrado de dudas crueles con frecuencia, que no obs-
tante terminó por engendrar la arquitectura del aire, que
ya casi es una realidad elaborada por Werner Ruhnau
y yo mismo, y que promete, en un futuro que espero cer-
cano, la organización según nuestros deseos de una
comodidad física total ante los fenómenos y circunstancias
4— El término ha sido utilizado por Bachelard, que cita a Raoul Ubac (Gaston
Bachelard, L’air et les songes. Essai sur l’imagination du mouvement, París,
Librairie José Corti, 1943, Le Livre de Poche, col. “Biblio/Essai”, s. f., p. 15 [Hay
trad. española: El aire y los sueños, trad. Ernestina de Champourcin, México,
Fondo de Cultura Económica, 1958, Col. Breviarios, v. p. 19]).
32 YVES KLEIN
misma naturaleza. El trueque en el nivel de estos tres esta-
dos es razonable.
El público es muy receptivo, se le capta con un valor
nuevo y, lleno de buena voluntad, queda perplejo y atiende a
cualquier cosa, ya que no ve una y otra vez nada con sus ojos,
ni pintura, ni cualquier fenómeno visual. Resuelvo comen-
tar mi acto y declaro: “Les parece quizá que ahí intento lo
imposible, que me precipito hacia algo que es inhumano…
Para decir verdad, casi desearía eso por mi parte; quiero
decir que desearía comenzar hoy mediante ese acto mi
carrera pictórica, pero ¡ay! todo esto es bello y tan humano
en el sentido más auténtico y constructivo que sea, el más
clásico que sea, ya que es el resultado de una larga evolución,
de una continua y perseverante búsqueda personal, con
frecuencia difícil a través de los años, de una liberación,
de una comodidad cada vez más cierta, más justa y más
aireada en la existencia material y tangible que vivimos,
existencia ahogada y oscurecida por la técnica, que es la
falsa perspectiva ilusoria de la ciencia. La verdadera cien-
cia que es, ella sí, arte puro”.
Justamente he buscado reducir a los límites más extre-
mos mi acción pictórica para esta exposición. Podría haber
hecho gestos simbólicos, como barrer el lugar que me ha
sido reservado en esta sala, asimismo podría haber pintado
los muros con un pincel seco, sin color. ¡No! Estas pocas
palabras que pronuncié ya eran demasiadas. No debería
haber venido para nada ni mi nombre debería de haber
figurado en el catálogo. [Aplausos]
“Donde la técnica fracasa, la ciencia comienza”, dijo
Herschel.7 Y creo poder decir con sentido común, en esta
tarde que no será con cohetes, con sputniks o misiles,
que el Hombre realizará la conquista del espacio, ya que de
este modo siempre será un turista de ese espacio; pero
sí habitándolo con sensibilidad, es decir, no sólo inscribién-
donos en él sino impregnándonos de él, al corporizarnos
con la vida misma que es este espacio en el que reina la
34 YVES KLEIN
pueden en ningún caso participar, ya que, si quieren salvar
a todo precio su personalidad, matan a su individuo espiri-
tual fundamental y pierden la vida.
Esos artistas que no pueden cooperar trabajan desde
el vientre, desde el plexus, desde las tripas. Los artistas
que pueden crear en común son aquellos que trabajan con
el corazón y la cabeza. Son artistas que saben lo que es la
responsabilidad de ser hombres frente al universo. En esos
artistas, la imaginación está en su psiquismo. La experien-
cia continua de la apertura, la experiencia misma de la
novedad, como dice Gaston Bachelard.9 Para esos artistas
dispuestos a la cooperación, imaginar es ausentarse, es lan-
zarse a una vida nueva. En sus múltiples impulsos, en todas
las direcciones y en todas las dimensiones, están paradó-
jicamente unidos y separados a la vez. La imaginación es
para ellos “la audacia de la sensibilidad”.
¿Qué es la sensibilidad? Es lo que existe más allá de
nuestro ser y que sin embargo nos pertenece siempre.
La vida misma no nos pertenece. Mediante la sensibilidad
es que la vida nos pertenece y la podemos alcanzar. La sen-
sibilidad es la moneda del universo, del espacio, de la gran
naturaleza que nos permite alcanzar la vida en su estado
de materia primera.
La imaginación es el vehículo de la sensibilidad. Trans-
portados por la imaginación, logramos la vida, la propia
vida, la vida que es el arte absoluto. En la estela de esos des-
plazamientos volumétricos, en ese lugar, gracias a una velo-
cidad estática vertiginosa, se materializa de pronto y aparece
ante el mundo tangible el arte absoluto, lo que los mortales
llaman con una sensación de vértigo: el “gran arte”.
Propongo pues, la creación en común a los artistas
que ya conocen lo que acabo de enunciar y quizá más aún,
burlarse de su personalidad posesiva, egoísta y egocéntrica,
mediante una especie de exasperación del Yo, en todas sus
actividades representativas del mundo teatral, tangible,
psíquico y efímero, en el que bien conocen estar a punto de
desempeñar un papel —yo les propongo continuar diciendo
“mi obra” cada uno por su lado por separado, al hablar a
los muertos vivos que nos rodean en la vida cotidiana de la
36 YVES KLEIN
individualmente de regreso a la vida real, aquella en que
el hombre pensante ya no es el centro del universo, sino el
universo, el centro del Hombre. Entonces conoceremos el
prestigio con relación al vértigo de antes, y así nos converti-
remos en hombres aéreos, conoceremos la fuerza de atrac-
ción hacia lo alto, hacia el espacio, hacia ninguna parte y
por todas partes a la vez. La fuerza de atracción así domi-
nada, levitaremos literalmente en una libertad total física y
espiritual.
Aprovecho este momento para responder a toda clase
de intentos pictóricos de hoy, llamados de “gesto”, llama-
dos de “signo”, llamados de la “velocidad”, pues conozco un
artista que ha creado máquinas para pintar cuadros de
este tipo. Estas máquinas y sus obras serán presentadas den-
tro de poco tiempo en París. Se trata de cierto arte abstracto
o no figurativo, lo que fue la fotografía frente al realismo del
siglo XIX. Al igual que la exasperación académica del rea-
lismo fue detenida por la fotografía que, según yo, permitió
que la pintura volviera a tomar el camino del asombro,
lo que siempre debe hacer para ser justamente pintura,
arte —ese camino fue el impresionismo. Incluso, estas
máquinas extraordinarias que producen cuadros de una
calidad, de una improvisación, de una variedad inaudita
e indiscutible, en este espíritu técnico del “signo” y de
la “velocidad”, detendrán felizmente a tiempo esa clase
de arte abstracto que, peligrosamente desde hace años,
precipita toda una generación hacia un vacío no pleno,
justamente hacia lo que es el azote moral de Occidente: la
hipertrofia del Yo, de la personalidad.
Busco precisarles a estos artistas que han atacado
con frecuencia mi forma de pintar, que no me interesa
ningún signo para orientarme en la navegación por el mar
de la sensibilidad. A partir de Poincaré, podríamos decir
que nuestras sensaciones no nos pueden dar la noción
de espacio. Esta noción se construye gracias al espíritu
con elementos que preexisten en él. Las sensaciones por
sí mismas no tienen ningún carácter espacial. “No es por ir
deprisa que alcanzamos velocidad”.
Descartes, a quien todos los fanáticos de este arte del
gesto y del signo condenan y desprecian, previó el ingenio
técnico que se vuelve en objeto científico. Estas máquinas
para pintar estarán bien pronto a disposición de quien
38 YVES KLEIN
todo ese espíritu cuantitativo, ha sido reconocido como el
enemigo de la libertad. Desde hace mucho, la lucha se ha
librado contra ese espíritu. Los verdaderos enemigos son la
psicología, el enfoque aprendido, la sentimentalidad, la com-
posición, el heroísmo11 sentimental, que engendran mundos
totalitarios; espacios delimitados por el terror, residuos para
los ventrílocuos del Occidente. [Aplausos]
Este Centro de la Sensibilidad quiere imaginación e
inmaterialización. Quiere libertad en el sentido del corazón
y de la cabeza. Además de la creación de ese centro, ese
programa, según nosotros, es susceptible de influir quizá
sobre el espíritu de las escuelas ya existentes.
En seguida incluyo una lista que por lo menos quiere
proporcionarles las cátedras correspondientes a una selec-
ción muy incompleta de algunos profesores ya sondeados:
12— En los manuscritos francés y alemán había sólo una rúbrica: “Teatro” por
“Teatro” y “Música”.
40 YVES KLEIN
apariencia física y psicológica del cuadro: líneas, formas,
composición, oposiciones de colores, etcétera.
En la actualidad ya no debería haber intermediarios.
Deberíamos encontrarnos literalmente impregnados por esa
atmósfera pictórica especializada y estabilizada previamente
por el pintor en un espacio dado. Debe actuarse entonces por
una percepción-asimilación directa e inmediata sin efecto
alguno, ni truco ni superchería más allá de los cinco sentidos,
en el dominio común del hombre y del espacio: la sensibilidad.
¿Cómo realizar todo esto? Yo me encierro totalmente
solo cuarenta y ocho horas antes de la inauguración en la
galería, para repintarla enteramente en blanco. Por una
parte, para limpiarla de la impregnación de las numero-
sas exposiciones precedentes. [Risas] Por otra, mediante
mi acción de pintar los muros en blanco, el no color los
convierte momentáneamente en mi espacio de trabajo y de
creación, en una palabra: los convierte en mi taller.13
Así, pues, creo que el espacio pictórico —al que ya
he llegado a estabilizar frente y alrededor de mis cuadros
monocromos de los años anteriores— quedará a partir de
ahí bien establecido en el espacio de la galería. Mi pre-
sencia en acción en el espacio dado, creará el clima y el
ambiente deslumbrante pictórico que reina habitualmente
en todo taller de artista dotado de un poder real. Una den-
sidad sensible abstracta, pero real, existirá y vivirá por sí
misma y para sí misma en los lugares vacíos sólo
en apariencia.
En resumen, no quiero extenderme más sobre esta
exposición, y sólo me falta decir que la experiencia fue
concluyente; me hizo comprender, profundamente, que la
pintura no se encuentra en función del ojo. Fue un éxito com-
pleto y la gran prensa se limitó a comprobar ese fenómeno
al reconocer que observó al 40% del público conectado, en
esa pequeña sala en apariencia vacía, sobrecogido por algo
ciertamente eficaz, pues muchas personas entraban furiosas
y salían satisfechas [Risas], comentando y discutiendo, de
una manera positiva y seria, las posibilidades reales de tal
42 YVES KLEIN
una veintena de superficies monocromas, todas de diferen-
tes colores, verde, rojo, amarillo, violeta, azul, naranja, y
me encuentro así en el principio de mi carrera en este estilo
o por lo menos al principio de la presentación en público
de este estilo. Busco mostrar el “color” y me doy cuenta,
en la inauguración, de que el público —en presencia de
todas esas superficies de diferentes colores presentados
en el cimacio, prisionero de su óptica aprendida— recons-
truye los elementos de una policromía decorativa. No puede
penetrar en la contemplación del color de un cuadro a la
vez y es decepcionante en extremo para mí, ya que jus-
tamente rechazo categóricamente hacer que sobre una
misma superficie jueguen aunque sea dos colores solos
entre sí. Según yo, dos colores opuestos sobre una misma
tela obligan al lector no tanto a entrar en la sensibilidad,
en la dominante, en la intención pictórica, sino que le
obligan a ver ya sea el espectáculo del combate entre esos
dos colores, o la propia armonía perfecta. Se trata de una
situación psicológica, sentimental, emocional, que perpetúa
una especie de reino de la crueldad. [Risas] Y entonces, uno
ya no puede adentrarse en la sensibilidad del color puro
desembarazado de toda contaminación exterior.
Se me objetará sin duda que toda esta evolución fue
muy precipitada, apenas en cuatro años, que nada se puede
hacer en tan poco tiempo, que… [Vacilación] desenmas-
cara la mayor facilidad y en consecuencia la falta de valor
profundo y real del intento. Respondo que, aunque no haya
comenzado de hecho a mostrar mi pintura hasta 1954 en
París, trabajo en este estilo desde hace ya mucho tiempo;
desde 1946. Esta larga espera demuestra precisamente que
supe esperar. [Risas]
Esperé a que la cosa se hubiera estabilizado en mí
para mostrarla y para demostrarla. Los pocos amigos de
esa época que me alentaron lo saben bien. Me puse a pintar
monocromáticamente junto a mis actividades pictóricas
normales que provenían de la influencia de mis padres,
ambos artistas pintores, porque me parecía que el color
me guiñaba el ojo sin cesar mientras trabajaba. Por otra
parte, el color me maravillaba, ya que cada vez más ante
cualquier cuadro, figurativo o no figurativo, experimentaba
la sensación de que las líneas y todas sus consecuencias,
contornos, formas, perspectiva, composición, formaban con
14— Georges Philippart (ed.), Lettres de Vincent Van Gogh à son frère Théo,
París, Éditions Bernard Grasset, 1937, p. 43.
15— Ibid., p. 183. La cita exacta es la siguiente: “El pintor del porvenir es un
colorista como todavía no ha existido ninguno.”
16— A este respecto encontramos, en los Archives Iris Clert del Musée Natio-
nal d’Art Moderne, Centro Georges Pompidou, una tarjeta postal a Iris Clert,
44 YVES KLEIN
Desgraciadamente no tuve el gusto de descubrir la
obra de Gaston Bachelard hasta muy tarde, tan sólo en el
año pasado, en el mes de abril de 1958.17 A la pregunta que
se me plantea con frecuencia de ¿por qué haber escogido
el azul?, yo respondo tomándole prestado aún a Gaston
Bachelard esos maravillosos pasajes de su libro L’air et les
songes que se refieren al azul:
fechada el 7 de abril de 1958 (St. Martin): “Querida Iris, ¡en la basílica de San
Francisco de Asís hay cuadros monocromos íntegramente azules! Es del todo
increíble darse cuenta así de la imbecilidad de los historiadores del arte que
jamás han señalado todavía esto. Están todos firmados ‘Giotto’. ¡Qué precursor!
¡Eso es un precursor! Viva Giotto, viva Iris. Hasta luego. Yves.” Publicada en Yves
Klein: La vita, la vita stessa che é l’arte assoluta (cat. de exp.), Prato, Museo
Pecci, 23 de septiembre de 2000-10 de enero de 2001, París, t.a.t., 2000 p. x.
46 YVES KLEIN
atormentado por una preocupación concreta, que la ponga
con todas las otras en el saco del ‘trapero’, en el saco que
va a la espalda, de acuerdo, en suma, con el gesto tan
expresivo y eficaz de una mano que se echa a la espalda lo
que resuelve desdeñar.”22
No hay que olvidar “que estamos en presencia de
psiquismos que no se deciden a decidirse, que se muestran
sordos a los reproches”.23 “Cuando el espíritu ha sido prepa-
rado para la libertad, cuando se le ha descargado de sus
preocupaciones terrestres, se puede iniciar el ejercicio de la
ascensión imaginaria”.24 Desoille sugiere entonces al sujeto
que se imagine subiendo por un camino de suave pen-
diente, un camino liso, sin abismo vertical y sin vértigo.25
Quizá podríamos ayudarnos aquí suavemente del ritmo de
la marcha sintiendo la dialéctica del pasado y del porve-
nir bien señalada por Crevel: “Uno de mis pies se llama
pasado; el otro, futuro”.26
Es necesario pues regresar al carácter del sueño
ascensional sobre el cual quiero insistir.27
23— Ibid., p. 148 [p. 145]. Baudelaire dice “los más claros reproches”.
24— Ibid., p. 150 [pp. 146-147]. Bachelard dice “preparado de esta manera” y
“descargado en cierta medida”.
26— Ibid., p. 150 [p. 147]. La cita de René Crevel se extrajo de Mon corps et moi.
Precisamente.
Desde luego que pienso que es necesario empezar a
volver al hoy ahora, para que les pueda presentar la arqui-
tectura del aire, pues debo hablarles todavía del fuego y del
agua que deseo integrar a esta arquitectura en devenir,
una no-arquitectura.32
29— Ibid., p. 154 [p. 150]. Bachelard cita “Lettres à une amie” de Jules Laforgue.
32— En el manuscrito mecanografiado figura este párrafo sobre los dos árbo-
les del Edén:
48 YVES KLEIN
El fuego es para mí el porvenir sin olvidar el pasado.33
Es la memoria de la naturaleza. El proyecto para una plaza
pública de un surtidor en el que bailarían llamas en lugar
de chorros de agua y la construcción de muros de fuego en
la arquitectura del aire es una idea que data en mi caso de
1951. Me extasié en La Granja, palacio de verano de la anti-
gua monarquía española, a unos 80 kilómetros de Madrid,
“En el Edén existieron dos árboles. El árbol del Conocimiento del Bien y del
Mal (llamado también de la ciencia) y el árbol de la Vida.
Para mí, los artistas que merecen realmente este nombre son aquellos que
siempre tienen acceso por un poder misterioso al Edén y podrán comer del
fruto del árbol de la Vida a hurtadillas. El árbol del Conocimiento produce un
fruto que, una vez consumido, abre los ojos del hombre sobre la dualidad, el
Bien y el Mal, creando en él el dominio psicológico, y le presenta permanente-
mente dos proposiciones ilusorias y artificiales en el exterior de la naturaleza:
el Bien, el Mal.
Se trata de lo que puede llamarse en lógica un dilema —ahora bien, se sabe
que la solución de un dilema se conquista por una especie de escapatoria en el
descubrimiento de una tercera proposición independiente de las dos ya pro-
puestas. Responder al dilema Bien o Mal: ¡yo! es decir la Vida, pero si el hombre
responde yo, responde la Vida, la Vida con toda seguridad del árbol de la Vida. No
obstante, al decir yo, su personalidad es, ahí mismo, captada enteramente por el
dominio psicológico de su condición de hombre que tiene los ojos abiertos gracias
al fruto del árbol del Conocimiento, consumido en el origen por Adán y Eva.
Además, el artista no es capaz de dejar de responder al dilema y de ser a
secas, debe responder yo, lo que implica ‘él’ y ‘la vida’ y el todo son cuatro
puntos: el signo del hombre, el cuadrado, mientras que el signo de Dios es el
triángulo, pues jamás responde al dilema.
¿El arte es el reflejo de la psicología?
No, el arte para mí es el reflejo de la vida, del hombre en el espíritu absoluto.”
(Yves Klein Archives).
33— Un texto muy cercano a este pasaje fue publicado en Yves Klein, la vie, la
vie elle-même qui est l’art absolu (cat. de exp.), Niza, Musée d’Art Moderne et
d’Art Contemporain, 28 de abril-septiembre del 2000. Publicado en inglés y en
italiano: Prato, op. cit., 2000 (con un cuaderno complementario). La paginación
es la misma en esas tres ediciones (pp. 95-96) bajo el título Le feu ou l’avenir
sans oublier le passé. Termina con una larga cita de Baudelaire, extraída de
La psychanalyse du feu. París, Gallimard, colección “Folio/Essais”, 1985, pp.
23-24, 27-29. La cita de Baudelaire va precedida del parágrafo siguiente:
“Así es como hoy retomo ese viejo proyecto que jamás ha sido realidad en
ninguna parte del mundo y por lo demás me siento asombrado pues el fuego es
muy arquitectónico o de todos modos urbano sobre todo en los países del norte
de Europa en los que se construye mucho hoy con un estilo de vanguardia más
que en el sur, y sobre todo también porque el fuego es el símbolo mismo del ser
social y de la sociedad en general, y además porque, en Gelsenkirchen, entendí
que la ciudad tan industrial se conoce desde hace mucho tiempo como ‘la Ciudad
de los mil fuegos’”.
Publicado en: “Il fuoco, ou l’avenir sans oublier le passé (1961)”, en Giuliano
Martano, Yves Klein: il mistero ostentato, Turín, Martano Editore, 1970, pp.
89-90 (variante).
50 YVES KLEIN
Así, pues, en cuanto a esos muros de fuego, quizá
ustedes comprenderán cómo se adaptarán en un instante
a la arquitectura del aire.
Para la proposición de la edificación de muros de
agua, fijados a la edificación de muros de fuego, debemos
hablar también del agua en sí para comprender bien el
espíritu del agua. Parecería que falta en principio compren-
der el silencio, en cuanto a nuestra alma que necesita
ver algo que se acalla. “Y como en los tiempos antiguos,
podrás dormir en el mar”,36 dijo Paul Éluard en Nécessités
de la vie.
El himno restituido por [Pierre] Saintyves continúa
así: “La ambrosía está en las aguas, aguas que traen a la
perfección todos los remedios que alejan las enfermeda-
des para que mi cuerpo experimente sus felices efectos y
que pueda yo por largo tiempo ver el sol.”37 Y además no
hay que olvidar el espíritu que se cierne sobre las aguas.
Es el elemento fluídico, el elemento femenino esencial del
cual necesitamos para establecer el equilibrio entre la
justicia y la violencia.
Así pues, el regreso al Edén lleva buen camino después
de la caída del hombre, hemos atravesado por una larga
evolución en la Historia para alcanzar, en la cima, la pers-
pectiva y el fracaso por la visión psicológica de la vida que
es el Renacimiento.
La evolución se eleva en la actualidad al pasar por una
desmaterialización, hacia una inmaterialización, y nos diri-
gimos por la felicidad hacia un bienestar auténtico y diná-
micamente cósmico. Seguramente no es suficiente decir o
escribir o proclamar: “¡He sobrepasado la problemática del
arte!”, es preciso todavía haberlo logrado, como creo que
yo lo logré. Deseo incluso conectar por un instante con el
sobrepasamiento de la barrera del propio oficio, lo que es
un método que siempre surge de esta misma ética personal
de la que hablé y que me ha permitido instalarme, yo, como
pintor, en los dominios extranjeros sin otras dificultades que
36— Extracto del capítulo “L’eau maternelle et l’eau feminine”, en L’eau et les
rêves de Gaston Bachelard, París, Librairie José Corti, 1942, Le Livre de Poche,
colección “Biblio/Essai”, s. f., p. 132.
52 YVES KLEIN
moría, en suma, no obstante luego de una existencia en la
realidad sonora física.
Así, pues, para volver a la idea de sobrepasamiento
del oficio, preparo incluso un gran concierto en ese espíritu
monotónico, hoy, pero esta vez ya no electrónico, pues es
demasiado frío para mi gusto. Quiero tomar la dirección
personal de una gran orquesta clásica de ciento cincuenta
ejecutantes. [Aplausos]
Sería muy largo en este momento extenderme sobre los
detalles de la empresa. La idea que se desarrolla a partir de
ello, y que se relaciona con el tema de hoy, es esa posibilidad
que debe buscar el artista occidental en el espíritu de una
fuga clásica pura para salir de la melodía y del ritmo, hacer
del tema el mero tema y disolver el contra-tema que, de este
modo, ya no aparecerá. Así que no hay ni exposición, ni epi-
sodio, ni desarrollo, se trata del canon del futuro de la fuga
clásica traspuesta en un tema inmediato.
No salgo de mi asombro ante ustedes y compruebo que
tenemos una idea muy petrificada de lo que es la caligrafía
japonesa en Europa. Esa pobre gente del gesto y del símbolo
no ha comprendido más que el lado exótico y superficial.
Se ignora o parece ignorarse que la caligrafía japonesa tiene
una realidad evolutiva de esta índole. [Aplausos] Y, ¡aten-
ción! se trata de una realidad, no de una broma lo que estoy
diciendo [Risas], así es como sucede la cosa. Pero hasta aquí,
¡ya es demasiado! Necesito aullarles a estos artistas pintores,
Action Painters, etc., ¿no es cierto? Pero dejen de gesticular
así, ¡no porque nos agitemos como locos demostraremos
que estamos activos! [Risas] ¿Hoy podrán ustedes regresar,
gracias a las terribles máquinas de las que hablé antes, al
verdadero arte; como los impresionistas regresaron en su
época de la cruel realidad de los objetos del realismo de
Courbet —mediante la invención de la fotografía—, a la
admiración de la vida y de la vida en sí misma? ¿Podrán uste-
des verse librados, según mi parecer, de los tormentos que les
torturan en el infierno de la composición y de la velocidad de
las líneas y de las formas que no llevan a ninguna parte?
Según mi parecer, el arte no es un lenguaje o una posi-
bilidad de comunicación para el artista. Si fuera así, la obra
de arte no sería más que un medio y no un fin, una creación
real. El hombre sólo crea la obra de arte para no sentirse
solo, ya que quizá no hay más que un sólo hombre sobre la
54 YVES KLEIN
Así, un esbozo de manifiesto técnico en busca de una
tentativa de transformación de la colectividad puede resu-
mirse de esta manera: transformar la forma de pensar y de
actuar de un pueblo en el sentido del deber individual en
calidad frente a la colectividad nacional y del deber nacional,
siempre en calidad, frente a la colectividad de las nacio-
nes. Así, puede elevarse un pueblo entero hasta la altivez
aristocrática de su moral en la escala individual realmente
integrada en la sociedad. Y entonces, un esbozo de un sis-
tema económico puede resumirse de la manera siguiente:
siendo la economía dominio de la elección de ilusiones vanas
y de construcciones en las que los apriorismos denotan las
insuficiencias del acólito38 previo —eh, sí, del análisis pre-
vio [Risas]— ciertas escuelas han creído percibir un buen
número de realidades. Pero este enfoque de la cuestión eco-
nómica con gran frecuencia no alcanza a ser, para ellas, más
que una aproximación. Estos fisiócratas prosaicos no han
sabido, al extenuar la ganga del universo sensible, descar-
gar la materialidad del cosmos para acceder finalmente a la
definición del conocimiento, mediante la toma de conciencia
de la utilidad marginal del espacio. Un nuevo esfuerzo surgió
en los años treinta con la escuela keynesiana y la teoría lla-
mada del pleno empleo. Pero si la vocación del empleo puede
conducir a una terapia suma del todo válida, el desconoci-
miento completo de una toma de conciencia colectiva de la
intensidad espacial no podría, de nuevo, conducir más que
a una aproximación cuantitativa. Vemos entonces que todo se
analiza en términos de fracaso y el presupuesto de las econo-
mías compuestas hoy no anuncia más que un amplio déficit.
Una nueva era debería pues aparecer en la que una
perspectiva cualitativa del campo energético de la econo-
mía pudiera finalmente orientar la inercia fundamental de
lo vivo hacia una concepción dinámica de la cosa creada.
Esta concepción encuentra para mí su fundamento en
la riqueza cada día más elaborada del patrimonio espacial.
Igualmente, un gran fresco se despliega que espera su
etiqueta monetaria. Yo rechazo en efecto reservas y divisas,
riquezas acumuladas de las grandezas del pasado, pero que
56 YVES KLEIN
Pero volvamos, para olvidar esas proposiciones tan
serias y severas, a la posibilidad de aplicar de nuevo esa
suerte de ética en el teatro, por ejemplo. De una cosa a
otra, se llega al espectáculo sin actores, sin decorado, sin
escenario, sin espectadores, sino tan sólo el creador que
nadie ve, ante la carencia de la presencia de nadie, y el
espectáculo comienza. [Aplausos] El autor vive su espec-
táculo, su creación, es su propio público y su triunfo o su
fracaso, y poco a poco el autor ya no está ahí él mismo y
sin embargo el espectáculo continúa. [Risas] Vivir en un
constante espectáculo, en una constante manifestación, estar
ahí, por todas partes, en otra parte y en el adentro y en el
afuera, gozar de la vida en el estado de materia primera,
una especie de sublimado del deseo, una materia embe-
bida e impregnada en el “todo” y el espectáculo continúa,
monoespectáculo y fuera del mundo psicológico al fin. El
espectáculo del porvenir es una sala vacía. [Aplausos]
Así, he aquí cómo, a través de todas estas búsquedas
para un arte en vías de inmaterialización, Werner Ruhnau
y yo nos hemos encontrado uno a otro en la arquitectura
del aire. Él, azorado, molesto ante el último obstáculo que
Mies van der Rohe no pudo franquear, el techo, la pantalla
que nos separa del cielo, del azul del cielo. Y yo, molesto
por la pantalla que constituye el azul tangible sobre la tela
y que priva al hombre de la visión constante del horizonte.
Soñé esta concepción de la arquitectura del aire en
mi impulso monocromático ya hace bastantes años, pero
sin comprender toda su importancia y su considerable
alcance. Werner Ruhnau supo valorar esta idea, entiendo
que vaga, y volverla realidad. El hombre en el Edén bíblico
se encontraba sin duda en el estado de trance estático
como en un sueño. El hombre del porvenir, en su inte-
gración en el espacio total, en su participación en la vida
del universo que ofrecerá el primer paso ya dado en esa
dirección que es la arquitectura del aire, se encontrará
sin duda en un estado dinámico de sueño despierto, en
una lucidez aguda frente a la naturaleza tangible, mate-
rial y visible que controlará en el nivel terrestre para su
comodidad física. Liberado de una falsa interpretación de
la intimidad psicológica, vivirá en un estado de concordia
absoluta con la naturaleza invisible e imperceptible para
los sentidos, es decir con la vida misma vuelta concreta
58 YVES KLEIN
más precisado, pinto cuadros monocromos de una forma
lo más clara posible. La sensibilidad al color aún muy
material debe reducirse a una sensibilidad inmaterial
más neumática.
Werner Ruhnau está seguro de que la arquitectura de
hoy está en vías de la inmaterialización de las ciudades del
mañana. Los techos suspendidos y las construcciones-tiendas
de Frei Otto y otros son pasos importantes en esta dirección.
Al utilizar el aire y los gases y el sonido como elementos
de arquitectura, este desarrollo puede adelantarse aún más.
Mis muros de fuego, mis muros de agua, son, con los techos
de aire, materiales para construir una nueva arquitec-
tura. Con los tres elementos clásicos: fuego, aire y agua, se
construirá la ciudad de mañana; será finalmente flexible,
espiritual e inmaterial. La idea, en el espacio, de servirse
de la energía pura para construir para los hombres, ya no
parece absurda en este orden de ideas. En tal concepción
de la arquitectura, parece fácil comprender que la des-
aparición de lo pintoresco y de la ensoñación pintada es
inevitable, y felizmente, ya que es lo pintoresco lo que ha
acabado con todos los poderes reales del hombre.
Quiero terminar rindiendo un homenaje a Werner
Ruhnau con este poema mal traducido, y me excuso por
ello, del gran poeta alemán Christian Morgenstern:
40— En alemán, el poema se intitula “Der Lattenzaun”: “Es war einmal ein
Lattenzaun, / mit Zwischenraum, hindurchzuschaun. / Ein Architekt, der dieses
sah, / stand eines Abends plötzlich da— / und nahm den Zwischenraum heraus
/ und baute draus ein grosses Haus. / Der Zaun indessen stand ganz dumm, /
mit Latten ohne was herum. / Ein Anblick grässlich und gemein. / Drum zog ihn
der Senat auch ein. / Der Architekt jedoch entfloh / nach Afri-od-Ameriko.” A
Christian Morgenstern (1871-1914) con frecuencia se le cita como un precursor
de la poesía concreta.
60 YVES KLEIN
Detalle—Detail Yves Klein en su taller, París—in his atelier, Paris, ca. 1960. Foto—Photo ©
Harry Shunk and Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles 61
The Evolution of Art
Towards the Immaterial
—
YVES KLEIN
1— The text of this talk has been drawn from an audio recording. The typewrit-
ten manuscript held at the Yves Klein Archives was re-worked and reveals some
variations with relation to what he actually said. There is also a large format
manuscript that Klein would have used for reading aloud, but it is incomplete
and does not seem to correspond to the document that we see on the desk in
photographs of the Université Paris-Sorbonne event. Under these conditions, the
recording is the most reliable document, even though it seems to have been the
object of cuts and edits. According to the note entitled “Origines de la carrière
picturale,” for example, a 15-minute-long color film was projected during the
talk, but there is nothing in the recording that would correspond to an interrup-
tion for the duration of the projection. Quotation marks have been used or the
text has been indented to mark portions that are clearly identifiable as quotes.
The variations introduced by Yves Klein are indicated in the notes, along with
bibliographic references and cuts in the audio recording.
63
him for the first time. In 1955 he decided to forego all activity
in Judo to devote himself to painting and he settled in Paris.
I must confess that, little by little, despite myself, I fell
under the spell of the magic of pure color and I understood.
But what did I understand? There is nothing, then it sud-
denly cries out within oneself, jarring us from our sleep.
Yves Klein had exhibited his work in Paris at Colette
Allendy in 1955 and 1956. In 1957 I decided to exhibit his
work in my gallery. He had just entered into his blue period,
one of the most important developments of his career
as a painter. It is in this work that I became conscious of
the extraordinary power of this style of painting, however
unacceptable at first sight, in the framework of concepts, even
the most daring, that today are well-established and rec-
ognized. If Kasimir Malevich went to the limits of the exacer-
bation of form, Yves Klein, for his part, went to the limits of
the exacerbation of color, and yet further still, to the immate-
rialization of painting in the exhibition that I presented in my
gallery in April of 1958—an exhibition that was a complete
success. During this period he also undertook the creation
of two gigantic paintings for the lobby of the Gelsenkirchen
Opera-House in Germany, the model of which is presently on
exhibit in my gallery.
Today a great wave of impassioned disciples follows his
ethical model throughout Europe, which has transformed this
young man of thirty-one years into the leader of a school. It
is in this capacity that he will speak to you this evening about
the immaterialization in art with architect Werner Ruhnau,
his collaborator in the architecture of air. [Applause]
3— The talk took place on June 3, 1959, in Turgot Hall. Under the patronage
of the Germany Embassy and its cultural attaché, Bernhard von Tieschowitz, it
would seem that a second session had initially been scheduled for June 5.
64 YVES KLEIN
devote myself to a retrospective discussion of my evolution,
taking its origins as my point of departure, without losing
sight of its ultimate and consciously attained end: that of
the immaterialization in art in order to rebound, in one
prodigious leap, from the brink of the problems of art into
an authentic immaterial reality. This is what we refer to as
sensibility, of which we believe, already for some time, to
have comprehended its intelligent existence, while remain-
ing, despite our imprisonment in the psychological vertigo
of composition, at the edge of the immeasurable marvel of
life itself, of life in itself, on which personality at no time can
inscribe its name. For his part, the architect Werner Ruhnau
will guide you to the immaterial through the historical
evolution of architecture across the ages. I for my part, as
a painter, shall attempt to lead you to this same immaterial
through my personal experiences, interspersed with reflec-
tions on successive operations that we shall review back-
wards through time.
Why this retrospective re-ascension in time? Precisely
because I have no desire to allow neither you nor myself
to be seized, even for an instant, by the phenomenon of
sentimental and picturesque reverie that inevitably results in
an abrupt landing somewhere in the past, in the psychologi-
cal past, to be exact, which is the counter-space,4 the space
I have attempted to leave through my work of the past ten
years. A thankless and painful work, oftentimes scattered
with cruel doubts, which nevertheless has ended with the
engendering of the architecture of air, almost already real-
ized by Werner Ruhnau and myself. It promises, I hope, total
physical comfort befitting to us in atmospheric phenomena
and thermal conditions of Nature on the surface of our planet
in the near future.
I begin therefore quite without emotion by seizing the
thread of Ariadne, which for me is impalpable sensibility,
new matter, and new dimension, before entering into the
labyrinth of sentimentality, promising myself firmly to never
let go of it until I return. And here is how it all happened.
4— This term has been used by Gaston Bachelard, citing Raoul Ubac. See
Bachelard, Air and Dreams: An Essay on the Imagination of Movement. Trans-
lated by Edith R. Farrell and C. Frederick Farrell, Dallas, Dallas Institute of
Humanities and Culture, 2011, p. 9.
5— Ibid, p. 168.
66 YVES KLEIN
“Perhaps it seems to you that I am attempting the impos-
sible, that I am throwing myself toward something that is
inhuman… Truth be told, I would almost wish this for myself,
that is, to begin my pictorial career today through this act,
but alas! All of this is indeed human in the most authentic
and constructive sense, which may be the most traditional,
for it is the result of a long evolution, of a continual and per-
severing personal quest, often difficult over the years, a quest
for liberation, for a forever truer comfort, a comfort more
just, more airy than the material and tangible existence that
we live in, an existence smothered and obscured by technol-
ogy, which is the false and illusory perspective of science. The
true science is pure art.”
For that exhibition I took my pictorial action precisely
to the most extreme point of reduction. I could have made
symbolic gestures, such as sweeping the space that had been
reserved for me in that hall; I could even have painted the
walls with a dry brush, without paint. No! The few words
that I pronounced were already too much. I should not have
come at all, nor should my name have appeared in the cata-
logue. [Applause]
“Where technology fails, science begins,” says Her-
schel.7 And I believe that I can say with good reason this
evening that it will not be with rockets, sputniks or mis-
siles that mankind will achieve the conquest of space, for
he will then always remain just a tourist in this space.
Rather it is achieved by inhabiting its sensibility, which is
to say, not by joining up but by impregnating oneself, by
becoming one with life itself, this space where the tranquil
and tremendous force of pure imagination and of a feudal
world reigns that, like mankind, has never known neither
beginning nor end!
One must not take this to mean that I condemn technol-
ogy, no, but let us leave it in its place. The more one lives
in the immaterial, the more one loves matter. Technology is but
the means; science, like art, is the end. Technology can never
become a complete and autonomous entity, unlike the scientific
fact or the work of art. “Woe to the picture which shows to a
man gifted with imagination nothing more than finish.
68 YVES KLEIN
of which Gaston Bachelard speaks.9 For those artists pre-
pared to cooperate, imagining means withdrawing them-
selves, leaping forwards to a new life. In their combined
élan, going out into all directions and dimensions, they are
paradoxically at once unified and apart. Imagination for
them is the audacity of sensibility.
What is sensibility? It is what exists beyond our being
yet belongs to us always. Life itself does not belong to us.
It is with our own sensibility that we can purchase life. Sen-
sibility is the currency of the universe, of space, of Nature.
It allows us to purchase life in the state of first matter.
The imagination is the vehicle of sensibility. Transported
by the imagination, we attain life, the life itself, which is
absolute art. In the wake of such volumetric movements in
place, such vertiginous static speed, absolute art soon mate-
rializes and appears in the tangible world. It is what mortals
call, with a sensation of vertigo, the “great art.”
I propose then the following to the communal artists who
already know what I have just enunciated and perhaps even
more, know to mock their possessive, selfish, and self-cen-
tered personality through a kind of exasperation of the ME
in all their representative activities in the theatrical, tangible,
physical, and ephemeral world in which, as they quite well
know, they play a role: I propose to them that they continue to
say “my work” for their separate parts, which nevertheless
are produced in cooperation, when speaking to the living
dead who surround us in the daily life of the communal
work. I propose to them that they continue to say joyously
“me, I, my, mine,” etc. and not the hypocritical “we” and
“our,” but this only after having fully adhered spiritually to
the conjugation of means in the creation of art.
I shall then find it completely natural and normal to learn
one day that one of the members of the celebrated pact has
suddenly and spontaneously signed on of my paintings some-
where in the world without even mentioning me or of our
enterprise. Similarly, I shall hasten to sign the works of other
adherents of this kind of pact without preoccupying myself
in the least with the fact these works are not, in fact, mine.
[Applause] I put forth this apparently somewhat primitive,
70 YVES KLEIN
opinion, painting to return on the path of wonder—that which
it must always do to be truly painting, truly art. That path was
Impressionism, and the same is true also for these extraor-
dinary machines, which produce paintings of unprecedented
and indisputable quality, improvisation, and variety. In this
technical spirit of the “sign” and of “speed” will happily
in time bring to a halt this class of abstract art, which has
dangerously for several years rushed an entire generation
into an emptiness that has no fullness, precisely into that
which is the scourge of the Western world: the hypertrophy
of the Me, of the personality.
I am specifically addressing those artists who have so
often attacked my style of painting. I don’t need in any sign
to orient myself in navigating the sea of sensibility. Accord-
ing to Poincaré, our feelings cannot give us the concept of
space. Our mind construct this concept out of elements that
preexist within it. Feelings themselves have no spatial char-
acter. “It is not by going fast that one attains speed.”
Descartes, whom all the fanatics of that art of the
gesture and of the sign condemn and mistrust, foresaw the
technical device that becomes a scientific object. These paint-
ing machines will be soon available to whoever desires to cre-
ate an abstract canvas of quality, at whatever speed and in
whatever lapse of time, limited or unlimited, with or without
fervor, anger, delicacy, gentleness, brutality, charged with
extraordinary signs, executed with gestures no less extraor-
dinary than these machines themselves, even more so, the
height of the spectacular. [Applause]
Having said that, I return to the attempts to coordinate
with artists who work cooperatively on an absolute art,
attempts that today are not yet easily realized. Here is first
a summary of what this research has yielded. It is in form
of a manifesto published by Werner Ruhnau and me: “The
Creation of a Center for Sensibility.”10 The Center for Sen-
sibility has the mission to reveal the possibilities of creative
imagination as a force of personal responsibility. A new
concept, the true notion of quality, needs to be substituted
for quantity, today overused and overvalued. It is possible to
reach that point through immaterialization and sensibility.
72 YVES KLEIN
—Music: Pierre Henry, [Sylvano] Bussotti12
—Photography: [Charles] Wilp
—Criticism and History: no one named yet
—Economy: [Leslie] Péan
—Public Relations: Iris Clert [Applause]
—Religion, Press, Film, Television, Politics, Philosophy,
Physics, Biochemistry: no one named yet
—Martial Arts and War College: General [Moshe] Dayan
[Applause]
12— In the French and German manuscripts there was just a single rubric,
“Theatre,” in place of “Theatre” and “Music.”
13— Variation in the manuscript: “Many people have maliciously suggested that I
acted in this way at that time precisely because, in effect, I did not have a studio.
But let us leave aside such unpleasant, demagogic considerations.”
74 YVES KLEIN
endowed with real power. A sensible density that is abstract
yet real will exist and will live by and for itself in places that
are empty only in appearance.
In short, I have no wish to extend myself further on the
subject of this exhibition. I should simply say that the experi-
ence was conclusive; it made me profoundly understand that
painting is not a function of the eye. It was a complete success
and the press was forced to acknowledge this phenomenon by
noting that it had observed that 40% of the contacted public
were captivated in this apparently empty room by something
certainly highly effective, for many people who entered in a
state of fury emerged satisfied [Laughter], commenting upon
and discussing in a serious and positive manner the real pos-
sibilities of such a demonstration. I should also say that I even
saw numerous individuals enter and, after several seconds,
burst into tears for no apparent reason, begin to tremble or sit
down on the floor and remain there for hours without moving
or speaking. [Laughter, applause]
All of these reactions astonished me, and I must admit
they still very much astonish me today. [Laughter] Why have
I arrived at that point? Because it is always quite simply
agreeable whenever one undertakes to do something to go
right to the conclusion. [Laughter] And one will see further,
in conclusion with the architecture of air, that I was not
wrong to act this way, although for a long time everyone
believed that I was venturing towards a dead end. Phantoms
and strange characters that belong to no one have emerged
from this void filled with sensibility, such as these pictorial
sponge-sculptures and these portraits of the readers of my
monochromes.
Let us now go back in time to the blue period of 1957.
It led me to the discovery that my paintings are only the
ashes of my art. I exhibited blue monochrome paintings, all
identical in format and tone, at Iris Clert and Colette Allendy.
The considerably heated controversies raised by this mani-
festation proved to me the value of the phenomenon and
the real depth of the upheaval that men of good will became
embroiled in, with no concern to submit passively to the
sclerosis of recognized concepts and established rules.
The public received each of these blue monochrome
propositions, completely similar in appearance, in quite differ-
ent ways. The art lover went from one to the other as is fitting
76 YVES KLEIN
time who encouraged me were aware of it. I had begun to
paint monochromatically alongside my usual painting, which
was influenced by my parents, both of them artists, because
it seemed that the color winked an eye at me. Besides, it
filled me with wonder because in front of any painting, fig-
urative or nonfigurative I felt more and more that the lines
and all that results from its—the contours, the forms, the per-
spectives, the compositions—became exactly like prison bars.
Far away, I felt amidst color, life, and freedom. In front of the
painting I felt imprisoned. I believe it is that same feeling
of imprisonment that made Van Gogh exclaim, “I long to be
freed from I know not what horrible cage.”14 And further
on, “The painter of the future will be a colourist such as has
never yet been.”15 This will come in a later generation.
It is without doubt through color that I have, little by
little, become acquainted with the immaterial. The external
influences that have made me pursue this monochromatic
path to this immaterial are manifold: first, the reading of the
journals of Delacroix, the champion of color, whose work lies
at the source of contemporary lyrical painting; then a study
of Delacroix in relation to Ingres, the champion of an aca-
demic art, who, in my view, by engendering the line and all
its consequences brought today’s art to a crisis of form, as is
expressed in the beautiful and grandiose, dramatic adven-
ture of Malevich or in Mondrian’s insoluble problem of
spatial organization that has inspired the polychrome archi-
tecture from which our contemporary urban development
suffer so atrociously.
Finally, and above all, I received a profound shock
when I discovered in the Basilica of Saint Francis in Assisi
frescoes that are scrupulously monochromatic, uniform and
blue, which I believe may be attributed to Giotto (but which
might be by one of his pupils, or else by some follower of
Cimabue or even by one of the artists of the Sienna school,
though the blue of which I speak should certainly be of the
same nature and the same quality as the blue in the skies of
Giotto, which may be admired in the same basilica on the
14— The Letters of Vincent van Gogh, edited by Mark Roskill, p. 126 (Vincent
van Gogh to Theo van Gogh, July 1880).
15— Ibid, p. 26 (Vincent van Gogh to Theo van Gogh, c. May 20, 1888).
16— In this regard we find, in the Archives Iris Clert at the Musée National
d’Art Moderne, Centre Georges Pompidou, a postcard to Iris Clert, dated April
7, 1958 (St. Marin): “Dear Iris, In the Basilica of St. Francis of Assisi there are
monochrome paintings entirely in blue! It’s wholly incredible to realize thus the
stupidity of art historians, who have never pointed this out. They’re all signed
‘Giotto.’ What a forefather! That’s a precursor! Long live Giotto, long live Iris.
Until next time. Yves.” Published in Yves Klein: La vita, la vita stessa che é l’arte
assoluta. Exhibition catalog, Paris, TAT, 2000, p. X.
78 YVES KLEIN
of blue air more than elsewhere, we feel that the world
may be permeated by the most indeterminate reverie. This
is when reverie really has depth. The blue sky opens up in
depth beneath the dream. Then dreams are not limited to
one-dimensional images. Paradoxically, the aerial dream
soon has only a depth dimension, the other two dimensions,
in which picturesque, colored reverie plays its games, lose
all their oneiric interest. The world is then truly on the other
side of the unsilvered mirror. There is an imaginary beyond,
a pure beyond, one without a within. First there is nothing,
then there is a deep nothing, then there is a blue depth.18
22— Ibid.
25— Ibid. The René Crevel quote was taken from Mon corps et moi.
80 YVES KLEIN
all cases, the color is volumetric; happiness pervades the
whole being.26
26— Ibid, p. 118. Klein introduces several variations into the quotation.
29— The typewritten manuscript includes this paragraph about the two trees in
Eden: “In Eden there were two trees. The tree of the Knowledge of Good and Evil
(also known as science) and the tree of Life. For me, the only artists who truly
deserve the name are those who always have access, by some mysterious power,
to Eden, and who will be able to eat the fruit of the tree of Life on the sly. The tree
of Knowledge produces a fruit that, once consumed, opens man’s eyes to the
duality of Good and Evil, creating in him the psychological domain, and forever
presenting him with two illusory, artificial propositions outside of nature: Good,
Evil. It is a matter of what logicians would call a dilemma. Now, we all know that
the solution to a dilemma is found through a sort of way out, in the discovery
of a third proposition, independent of the two already proposed. To respond to
the dilemma between Good and Evil: I! that is to say, Life, but if man says I, Life
answers, Life with all the security of the tree of Life. Nevertheless, upon saying
I, his personality is, right then and there, entirely captured by the psychological
domain of his human condition, having open eyes thanks to the fruit of the tree
of Knowledge, originally consumed by Adam and Eve. Moreover, the artist is
incapable of not responding to the dilemma plain and simple. He must say ‘I,’
which implies ‘he’ and ‘life’ and the whole consists of four points: the sign of the
man, the square, while the sign of God is the triangle, since He never responds to
the dilemma. Is art the reflection of psychology? No, for me art is the reflection of
life, of man in his absolute spirit.” (Yves Klein Archives)
30— A text very similar to this passage was published as “Le feu ou l’avenir
sans oublier le passé,” in Yves Klein, la vie, la vie elle-même qui est l’art absolu.
Exhibition catalog, Nice, Musée d’Art Moderne et d’Art Contemporain, 2000,
pp. 95-96. It closes with a long quotation of Gaston Bachelard, taken from The
Psychoanalysis of Fire, Translated by Alan C. M. Ross, London, Routledge &
Kegan Paul, 1964 [1938]. The Bachelard quotation is preceded by the following
paragraph: “It is thus that today I reprise that old project that has never been
realized anywhere in the world, which astonishes me, since fire is very architec-
tural or in any event urban, especially in the countries of northern Europe where
there is much avant-garde style construction today, more so than in the south, and
especially, too, because fire is the very symbol of the social being and of society in
general, and in addition because, in Gelsenkirchen, I understood that such an
industrial city has long been known as “the City of a thousand fires.” Published in
“Il fuoco, ou l’avenir sans oublier le passé (1961),” in Giuliano Martano, Yves
Klein: il mistero ostentato, Turin, Martano Editore, 1970, pp. 89-90.
82 YVES KLEIN
well as esthetical and psychological to present plays of water
over a mirroring spatial and aquatic base, which forms also an
insurmountable and invisible barrier. It is gentleness, the fire:
33— Paul Eluard, Necessities of Life, quoted in Gaston Bachelard, Water and
Dreams: An Essay on the Imagination of Matter, Translated by Edith R. Farrell,
Dallas, The Dallas Institute of Humanities and Culture, 1983 [1942], p. 115.
84 YVES KLEIN
giving you an example of my potential to pass into the field
of music, for example.
Several years after that I created a monotone symphony
of which here is a selection: [Plays excerpt]. And now a
scream by François Dufrêne a monotone scream [Scream,
applause]. And now a scream, pay attention to this, a
scream by Charles Estienne [Scream, laughter], and now
a very beautiful scream by Antonin Artaud [Scream].
I quite regret that I cannot provide a selection from the
symphony by Pierre Henry, the well-known composer of pho-
nic and concrete music, but my tape recorder does not func-
tion at the required speed for this—oh, yes, but at the moment
it is too difficult to mount. But this is precisely the same sym-
phony that I had composed several years ago, from which, if
I am not mistaken, you heard a selection initially, of course,
that has been reconstituted by Pierre Henry in a much more,
ahem…, competent manner. [Laughter]
The selection from my monotone symphony you heard
at the beginning is an electronic sound. The symphony orig-
inally lasted forty minutes. [Laughter] It was precisely that
long to demonstrate the desire to conquer time. The opening
and the ending of this sound was cut, which provoked a vari-
ety of strange sonorous phenomenon that exhaled sensibility.
Effectively having neither a beginning nor an end that is in the
least perceptible, this symphony was freed from the phenome-
nology of time, becoming something outside of the past, pres-
ent, and future, since in all it knew neither birth nor death,
meanwhile existing in sonorous physical reality.
Now, to return to the concept of overcoming the craft, I
am now preparing a grand concert in this monotone spirit,
but this time no longer electronic, which is too cold for me.
I wish to conduct in person a great classical orchestra of one
hundred and forty musicians. [Applause]
It would take too long at present to expand upon the
details of this enterprise. The idea that emanates from this,
and which has bearing on today’s topic, is this potential, which
the Western artist needs to investigate in the spirit of a pure
classical fugue to leave melody and rhythm behind, make the
subject the sole theme, and dissolve the counterpoint, which
thus would never again appear. There is then no more expo-
sition, episode, or development; it is the canon of the future of
the classical fugue transposed into an immediate theme.
86 YVES KLEIN
painting should be presented at his eye level in a position
perpendicular to the earth, like a screen. It thus becomes
necessary to make the pigment adhere to the supporting
surface in some manner. I have searched for a fixative
medium that is capable of fixing each grain of pigment to
the other and then to the supporting surface without the
alteration of any of them and without depriving any of them
of their autonomous potential of radiation, while forming
a unit with the others and the support, thus creating the
mass of color, the pictorial surface.
Thus by applying these rules of pictorial research to an
entire people of whatever country, with the idea of pre-
senting one day a painting that will radiate in the gallery of
the world to the eyes of the universe, one realizes that the
monetary principle, money, is the fixative for all individuals
in a society, [Laughter]. It mummifies them and takes away
their authority with respect to themselves, and directs them
all straight towards quantitative surplus production instead
of forming groups, while they abandon the imaginative and
free responsibility that would compel them to find well-being
in qualitative production.
Thus, a draft of the manifest for the transformation of
collectivity can be summarized as follows: to transform the
manner of thinking and of action of a people in the direction
of individual duty through quality vis-à-vis national collec-
tivity and national duty, always through quality, vis-à-vis
the collectivity of nations. Thus can one elevate an entire
people to aristocratic pride in its morality on an individual
scale that is truly integrated in society. And it is then that
a draft of an economic system can be summarized in the
following manner: economy being the domain of choice of
vain illusions and of constructions, which a priori denote
the insufficiencies of preliminary acolysis35—uh, yes, of
preliminary analysis [Laughter]—certain schools believed
to perceive a good number of realities. But this approach to
the economic phenomenon has too often remained only
an approximation. Such commonplace physiocrats did not
know, in extenuating the matrix of the sensible universe, to
35— See Klein, “Sketch and Broad Outlines for the Economic System of the Blue
Revolution,” note. 1, in Yves Klein, Overcoming the Problematics of Art, op. cit.
88 YVES KLEIN
suppress the least possibility of cyclical evolution leading
to the classic inflationary spiral. Overproduction, instead
of presenting the characteristics of useless growth of quan-
titatively uncountable wealth, would no longer be a pure
and simple destruction of energies but a general emulation
whose constructive quest would contribute to the splendors
of the future. On the international level, the creation of a
standard representing a spiritual value would forestall any
commercial development and allow for the end of customs
wars, the idea of quality becoming the multiplier of formerly
antagonistic national economies.
These brief overtures on what could be the economy
of tomorrow, should we so wish it, allows us a glimpse into
the enormous possibilities of a system that at last reconciles
universal intellectual and moral aspirations with the strictest
economic imperatives. In such a system, the wealthy man
would necessarily be an authentic genius within his spe-
cialty. This would only be just, at long last.
But let us return—and forget these excessively serious
and severe propositions—to the possibility of applying one
more time this kind of ethics to the theater, for example.
Gradually, one arrives at a spectacle without actors, with-
out decor, without stage, without spectators, with nothing
more than the solitary creator who is seen by no one, with
the exception of the presence of no one, and the spectacle
begins. [Applause] The author lives his spectacle, his cre-
ation, he is his own public and his own triumph, or flop, and
little by little even the author himself is no longer present,
and yet the spectacle continues. [Laughter] To live in a
constant spectacle, in a constant manifestation, to be there,
everywhere, and elsewhere, inside as well as outside, is to
play life in the state of first matter, a kind of sublimation of
desire, a matter imbibed and impregnated into “everywhere”
and the spectacle continues, a mono-spectacle that is ulti-
mately outside of the psychological realm. The spectacle of the
future is an empty room. [Applause]
Thus, here is how, across all these pursuits of an art on
its way towards immaterialization, Werner Ruhnau and I,
have met in the architecture of air. He, embarrassed, troubled
by the last obstacle that a Mies van der Rohe knew not how to
overcome: the roof, the screen that separates us from the sky,
from the blue of the sky. And I, troubled by the screen that
90 YVES KLEIN
The architectures of air should adapt themselves to the
given circumstances and natural conditions, to mountains,
valleys, monsoons, etc., if possible without necessitating the
operation of substantial artificial modifications. For example,
where the wind changes direction every six months, the roof
of air can be created with a minimal artificial support. In the
end it is the old dream of men and of the imagination to play
with the elements of nature, to direct and control its phe-
nomena and manifestations.
I have to arrive in my evolution at an architecture of
air because only there can I at last produce and stabilize the
pictorial sensibility in the state of first matter. Until now, in
the architectonic space, still very precise, I compose mono-
chrome paintings in the most enlightened manner possible.
The sensibility of highly material color must be reduced to a
more pneumatic pictorial sensibility.
Werner Ruhnau, for his part, is sure that contemporary
architecture is on its way towards the immaterialization of
the cities of the future. The suspended roofs and tent con-
structions of Frei Otto and others are important steps taken
in this direction. In using air, gasses, and sound as elements
of architecture, this development can be advanced further.
My walls of fire and my walls of water are, together with my
roofs of air, the materials for the construction of a new archi-
tecture. With the three classic elements of fire, air, and water,
tomorrow’s city will be built and will at last be flexible,
spiritual, and immaterial. The idea of making use of pure
energy in space to built for mankind does not at all appear
to be outlandish. In such a conception of architecture, it
seems easy to understand that the disappearance of the
pictorial and of painted dreams is inevitable, and happily
so, for it is the pictorial that has killed all real the powers
in man.
I wish to conclude by rendering homage to Werner
Ruhnau through the following poem37 by the great German
poet Christian Morgenstern, for whose poor translation I beg
your pardon:
38— The German title of the poem is “Der Lattenzaun”: “Es war einmal ein
Lattenzaun, / mit Zwischenraum, hindurchzuschaun. / Ein Architekt, der dieses
sah, / stand eines Abends plötzlich da— / und nahm den Zwischenraum heraus
/ und baute draus ein großes Haus. / Der Zaun indessen stand ganz dumm, / mit
Latten ohne was herum. / Ein Anblick grässlich und gemein. / Drum zog ihn der
Senat auch ein. / Der Architekt jedoch entfloh / nach Afri-od-Ameriko.” Christian
Morgenstern (1871-1914) is frequently cited as a precursor of concrete poetry.
92 YVES KLEIN
Yves Klein con un monocromo perforado—with a holed monochrome, ca. 1960. Foto—Photo ©
Harry Shunk and Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles 93
Manifiesto del
Hotel Chelsea*
—
YVES KLEIN
* Nueva York, 1961. Escrito en inglés en colaboración con John Archambault y Neil
Levine. Versión en español publicada originalmente en Yves Klein. Retrospectiva,
Buenos Aires, Fundación PROA, 2017. Traducido por Jaime Arrambide.
Yves Klein en su taller, París—in his atelier, Paris, ca. 1960. Foto—Photo © Harry Shunk
and Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles
Visto que he pintado monocromos durante quince años,
Visto que he creado estados pictóricos inmateriales,
Visto que he manipulado las fuerzas del vacío,
Visto que he esculpido el fuego y el agua y que del
fuego y del agua extraje pinturas,
Visto que para pintar he usado pinceles vivientes, o
sea, el cuerpo desnudo de modelos vivos embadurnados de
pintura, pinceles vivientes que respondían a mis órdenes
del estilo “un poco más a la derecha, y ahora a la izquierda,
no, a la derecha”. Yo por mi parte había resuelto el pro-
blema del desapego manteniéndome a una distancia defi-
nida y obligatoria de la superficie a pintar,
Visto que he inventado la arquitectura y el urbanismo
del aire —y por supuesto que esta nueva concepción tras-
ciende el sentido tradicional de las palabras “arquitec-
tura” y “urbanismo”—, mi objetivo fue, desde el principio,
retomar la leyenda del Paraíso perdido. Este proyecto fue
aplicado sobre la superficie habitable de la Tierra por la
climatización de grandes extensiones geográficas a través
de un absoluto control sobre las situaciones térmicas y
atmosféricas en sus relaciones con nuestras condiciones
morfológicas y psíquicas.
Visto que con mi Sinfonía monotonal-silencio he pro-
puesto una nueva concepción de la música,
Visto que entre muchas otras aventuras también he
precipitado un teatro del vacío,
Hace quince años, en tiempos de mis primeros intentos,
jamás habría pensado que alguna vez sentiría repentina-
mente esta necesidad de explicarme, de satisfacer el deseo
de los demás de conocer los cómo y los porqués de todo lo
que ha pasado, y los cómo y los porqués que son aún más
peligrosos para mí, a saber, la influencia de mi arte sobre
las jóvenes generaciones de artistas de todo el mundo en
la actualidad.
Me inquieta escuchar que cierto número de ellos piensa
que represento un peligro para el futuro del arte, que soy
uno de esos desastrosos y nefastos productos de nuestra
época a los que hay que aplastar y destruir por completo
antes de que el mal se extienda. Lamento tener que infor-
marles a todos ellos que no era esa mi intención, y tener
que declarar con satisfacción para quienes manifiestan su
fe en la multiplicidad de nuevas posibilidades que abre el
95
camino que yo prescribo: ¡Cuidado! Nada se ha cristalizado
todavía, ni puedo decir que vendrá a continuación. Solo
puedo decir que hoy tengo menos miedo que ayer a enfren-
tar el recuerdo del futuro.
Un artista siempre se siente un poco incómodo cuando
le piden que hable de sus obras. Esas obras deberían hablar
por sí mismas, sobre todo si son obras válidas.
¿Qué debo hacer, entonces? ¿Detenerme?
No. Lo que yo llamo “la indefinible sensibilidad pictórica”
excluye por completo justamente esa solución individual.
Así que…
Pienso en aquellas palabras que una noche me sentí
inspirado a escribir: “¿El artista del futuro no debería
ser aquel que exprese a través del silencio, pero eterna-
mente, una inmensa pintura que carezca de toda noción
de dimensiones?”
El público de las galerías, como cualquier otro público,
se llevaría esa inmensa pintura en el recuerdo (un recuerdo
que no derivaría en absoluto del pasado, sino de su con-
ciencia de la indefinible sensibilidad del hombre). Siempre
es necesario crear y recrear en una fluidez física constante,
para recibir la gracia que hace posible una creatividad posi-
tiva del vacío.
Así como en 1947 creé la Sinfonía monotonal-silencio,
compuesta en dos partes —un amplio sonido continuo
seguido de un silencio igual de amplio y extenso, dotado de
una dimensión ilimitada—, del mismo modo intentaré hoy
presentar ante ustedes por escrito una pintura de la breve
historia de mi arte, seguida al final, naturalmente, de un
puro y “afectuoso” silencio.
Mi explicación concluirá con la creación de un irresis-
tible silencio a posteriori, cuya existencia en nuestro espa-
cio común, que después de todo no es otro que el espacio de
un solo ser vivo, inmune a las cualidades destructivas del
ruido físico.
El éxito de mi pintura por escrito depende en gran
medida de su fase inicial técnica y audible. Solo entonces
el extraordinario silencio a posteriori, en medio del silen-
cio así como en la celda del silencio físico, engendrará una
nueva y única zona de sensibilidad pictórica inmaterial.
Habiendo alcanzado hoy ese punto del espacio y del
conocimiento, me preparo para tomar impulso y recorrer
96 YVES KLEIN
retrospectivamente el trampolín de mi evolución. A la
manera de un clavadista olímpico y según la técnica clásica
de ese deporte, me apresto para saltar hacia el futuro del
hoy, retrocediendo con prudencia, sin perder jamás de vista
el borde conscientemente alcanzado hasta hoy: la inmate-
rialización del arte.
¿Qué objetivo tiene ese viaje retrospectivo en el tiempo?
Simplemente evitar que ni ustedes ni yo mismo sucum-
bamos ni por un instante al poder de ese fenómeno que son
los sueños sentimentales y paisajísticos y que podría desen-
cadenarse como consecuencia de un abrupto aterrizaje en
el pasado. Ese pasado es precisamente el pasado psicoló-
gico, el anti-espacio, que es el que fui dejando atrás en mis
aventuras de los últimos quince años.
Lo que más interés y entusiasmo me despierta actual-
mente es “lo cursi”. Siento que la esencia misma del mal
gusto tiene una fuerza capaz de crear algo que va mucho
más allá de lo que tradicionalmente se considera arte.
Quiero jugar fría y ferozmente con la sentimentalidad y la
“morbidez” humanas. Hace poco tiempo que me convertí
en una especie de sepulturero del arte (y es curioso que esté
utilizando el mismo término que me aplican mis enemigos).
Algunas de mis últimas obras son tumbas y ataúdes. Durante
el mismo periodo de tiempo, he logrado pintar con fuego,
usando potentes y abrasadoras llamas de gas que en algu-
nos casos alcanzaban los tres o cuatro metros y con las que
lamía la superficie de una pintura para dejar registro del
espontáneo rastro del fuego.
En suma, mi objetivo es doble: primero, registrar el ras-
tro de la sentimentalidad humana en la civilización actual;
segundo, registrar el rastro del fuego que ha engendrado a
esa misma civilización. Y eso porque mi preocupación cons-
tante siempre ha sido el vacío y porque creo que tanto en el
corazón del vacío como en el corazón humano arde un fuego.
Todos los hechos que son contradictorios son prin-
cipios genuinos de una explicación del universo. El fuego
es ciertamente uno de esos principios genuinos que se
contradicen esencialmente unos con otros, al igual que la
dulzura y la tortura están al mismo tiempo en el corazón y
en el origen de nuestra civilización.
¿Qué impulsa mi búsqueda del rastro de la sentimen‑
talidad a través de la fabricación de supertumbas y
98 YVES KLEIN
conocida como action painting. Me gustaría dejar en claro
en este momento que lo mío es lo contrario al action paint-
ing, en tanto yo permanezco completamente ajeno a todo
trabajo físico durante la creación.
Por citar apenas un ejemplo de los errores antropo-
métricos que pueden encontrarse en las ideas deformadas
que ha difundido la prensa internacional: me refiero a ese
grupo de pintores japoneses que con enorme fervor usó
mi método a su propia y particular manera. De hecho,
esos pintores se transformaron a ellos mismos en pinceles
vivientes. Se sumergieron en color y luego rodaron sobre
sus lienzos: ¡se convirtieron en ultra action painters! En lo
personal, yo jamás me embadurnaría el cuerpo de pintura
para volverme un pincel viviente. Muy por el contrario, a
la hora de pintar, estoy más cerca de ponerme un smoking
y los guantes blancos. Ni se me ocurriría ensuciarme las
manos con pintura. Despegada y a distancia, la obra de
arte debe completarse a sí misma ante mis ojos y bajo mis
órdenes. Así, desde que la obra empieza a completarse,
yo estoy ahí parado, presente en la ceremonia, impecable,
tranquilo, relajado, perfectamente consciente de lo que está
pasando y listo para recibir a ese arte que nace al mundo
de lo tangible.
¿Qué me llevó a la antropometría? La respuesta
puede encontrarse en mi trabajo durante los años 1956 y
1957, cuando tomé parte de la gran aventura de crear una
sensibilidad pictórica inmaterial.
Acababa de retirar de mi taller todas mis obras ante-
riores. El resultado: un taller vacío. Me quedaba quieto en
mi taller vacío y la creación de estados pictóricos inmate-
riales ocurría maravillosamente. Sin embargo, poco a poco
empecé a desconfiar de mí mismo, pero nunca de lo inma-
terial. Así que empecé a contratar a modelos, como hacen
otros pintores, pero a diferencia de ellos, yo no quería que
posaran para mí, sino meramente trabajar en su compañía.
Había pasado demasiado tiempo a solas en mi taller y ya
no quería seguir solo con el maravilloso vacío azul que se
estaba desplegando. Aunque parezca extraño, era per-
fectamente consciente de que no estaba experimentando
el mismo vértigo de todos mis predecesores frente a ese
vacío absoluto que es el verdadero espacio pictórico. ¿Pero
cuánto podía durar mi confianza en esa certeza?
10 0 YVES KLEIN
Transportados por la imaginación (efectiva), alcanzamos
la vida, esa vida que es arte absoluto en sí misma.
El arte absoluto, eso que los mortales llaman con sensa-
ción de vértigo el súmmum del arte, se materializa instantá-
neamente. Hace su aparición en el mundo tangible, por más
que yo permanezca en un punto fijado geométricamente, en
la estela que dejan esos extraordinarios desplazamientos
volumétricos a una velocidad estática y vertiginosa.
La respuesta a la pregunta de cómo fui iniciado en
la sensibilidad pictórica puede encontrarse en la fuerza
intrínseca de los monocromos de mi periodo azul de 1957.
Ese periodo de monocromos azules fue el fruto de mi
búsqueda de lo indefinible en pintura, algo que el maestro
Delacroix ya identificó en su época.
Entre 1946 y 1956, durante mis experiencias con
monocromos en otros colores distintos del azul nunca
permitieron que olvidara la verdad fundamental de nuestra
época, a saber, que la forma ya no es un simple valor lineal,
sino un valor de impregnación.
En 1946, todavía adolescente, quise firmar con mi
nombre sobre la otra cara del cielo durante un fantástico
viaje “realista-imaginario”. Ese día, tendido boca arriba en
las playas de Niza, empecé a odiar los pájaros que revolo-
teaban en mi diáfano y despejado cielo azul, porque sentía
que intentaban horadar mi obra más bella y grandiosa.
Hasta el último pájaro debe ser eliminado.
Así los humanos tendremos derecho a levitar en una
total y efectiva libertad física y espiritual.
No serán ni los misiles ni los cohetes ni los satélites los
que harán del hombre el “conquistador” del espacio. Esos
medios son solo ensoñaciones de los científicos actuales,
que siguen viviendo imbuidos del espíritu romántico y sen-
timental del siglo XIX.
El hombre sólo tomará posesión del espacio a través
de la aterradora y a la vez tranquilizadora fuerza de la
sensibilidad. La verdadera conquista del espacio que el
hombre tanto anhela sólo llegará cuando logre impregnar
el espacio con su propia sensibilidad. ¡Su sensibilidad es
capaz incluso de leer en la memoria de la naturaleza del
pasado, del presente y del futuro!
¡Esa es nuestra verdadera capacidad de acción extra-
dimensional!
10 2 YVES KLEIN
Yves Klein en el Teatro-Ópera de Gelsenkirchen—on the site of the
Gelsenkirchen Opera-House, 1959. Foto—Photo © Charles Wilp / BPK, Berlin 103
Chelsea Hotel
Manifesto*
—
YVES KLEIN
* New York, 1961. Written in English in collaboration with John Archambault and Neil Levine.
Yves Klein haciendo una Pintura de fuego en su taller—realizing a Fire Painting in his
atelier, 14 rue Campagne-Première, París—Paris, 1960. Foto—Photo © Jacques Fleurant
Due to the fact that I have painted monochromes for
fifteen years,
Due to the fact that I have created pictorial immaterial
states,
Due to the fact that I have manipulated the forces of
the void,
Due to the fact that I have sculptured in fire and in
water and have painted through fire, and through water,
Due to the fact that I have painted with living brushes—
in other words, the nude body of live models smothered in
paint. These living brushes are under the constant direction
of my commands, such as “a little to the right; over to the
left now; to the right again,” etc. By maintaining myself at a
definite and obligatory distance from the painting, I am able
to resolve the problem of detachment,
Due to the fact that I have invented the architecture and
the urbanism of air—of course, this new conception tran-
scends the traditional meaning of the terms, architecture and
urbanism—my original goal being an attempt to reconstruct
the legend of the lost Eden. This project has been directed
toward the habitable surface of the Earth by the climatization
of the great geographical expanses through an absolute
control over the thermic and atmospheric situations in their
relation to our morphological and psychic conditions,
Due to the fact that I have proposed a new conception
of music with my Monotone-Silence Symphony,
Due to the fact that I have also precipitated a theater of
the void, among countless other adventures,
I would never have believed fifteen years ago at the time
of my earliest efforts that I would feel so suddenly the respon-
sibility to explain myself—to satisfy your desire to know
the whys and the wherefores of all that has occurred and the
still more dangerous whys and wherefores for me, in other
words—the influence of my art on the young generation of
artists throughout the world today.
It disturbs me to hear that a certain number of them
think that I represent a danger to the future of art—that I
am one of those disastrous and nefarious products of our
era who must be crushed and destroyed completely before
the propagation of the progress of evil. I am sorry to have to
reveal to them that this was not my intention; and to have
to declaim with pleasure to those who evince a faith in the
105
multiplicity of new possibilities in the path that I prescribe—
Careful! Nothing has crystallized as yet; and whatever will
happen after this, I cannot say. I can only say that I am not
anymore afraid today than I was yesterday facing the souve-
nir of the future.
An artist always feels a little uneasy when called upon to
speak of his own works. They should speak for themselves,
particularly if they are valid works.
Therefore, what can I do? Stop now?
No, what I call the undefinable pictorial sensitivity abso-
lutely forbids this very personal solution.
So …
I think of those words that I was inspired to write one
evening. “Wouldn’t the future artist be he who expresses
through silence, but eternally, an immense painting lacking
any sense of dimension?”
The gallery-goers—always the same, just as the others—
would carry this immense painting in their remembrance
(a remembrance which does not derive from the past but
alone is cognizant of the possibility of increasing infinitely the
incommensurable within the scope of the undefinable sensi-
tivity of man). It is always necessary to create and recreate in
a constant physical fluidity in order to receive the grace which
permits the positive creativity of the void.
Just as I created a Monotone-Silence Symphony in
1947, composed in two parts—one broad continuous sound
followed by an equally broad and extended silence, endowed
with a limitless dimension—in the same way, I shall attempt
to put before you a written painting of the short history of
my art, to be followed naturally at the end of my expose by a
pure and “affective” silence.
My exposé will close with the creation of a compelling a
posteriori silence whose existence in our communal space,
which is, after all, the space of a single being, is immune to
the destructive qualities of physical noise.
Much depends upon the success of my written painting
in its initial technical and audible phase. Only then will the
extraordinary a posteriori silence, in the midst of noise as
well as in the cell of physical silence, generate a new and
unique zone of pictorial immaterial sensitivity.
Having reached this point today in time and knowledge,
I propose to gird my loins, then back-step retrospectively
10 6 YVES KLEIN
along the diving board of my evolution. In the manner of an
Olympic diver in the most classic technique of sport, I shall
prepare for my leap into the future of today by moving
backward prudently, constantly keeping in sight the edge
consciously attained today—the immaterialization of art.
What is the purpose of this retrospective journey in time?
Simply, neither do I want you nor myself, even for an
instant, to fall into the grip of that phenomenon of senti-
mental and landscaped dreams which would be provoked
by an abrupt landing in the past. The latter is precisely the
psychological past, the anti-space, which I have been leaving
behind in my adventures of the last fifteen years.
At present, I am enthusiastically interested in “the
corny.” I have the feeling that there exists in the very essence
of bad taste a force capable of creating something far beyond
what is traditionally termed art. I want to play with human
sentimentality and “morbidness” in a cold and ferocious
manner. Only very recently I have become a sort of under-
taker (oddly enough, I am using the very terms of my ene-
mies). Some of my latest works have been tombs and coffins.
Within the same span of time, I have succeeded in painting
with fire, using very powerful and searing gas flames, some
ten to twelve feet in height, to lick the surface of a painting in
order to record the spontaneous trace of fire.
In sum, my goal is twofold: first of all, to register the
trace of human sentimentality in present-day civilization; sec-
ondly, to register the trace of fire which has engendered this
very same civilization. And this because the void has always
been my constant preoccupation; and I hold that in the heart
of the void as well as in the heart of man, fires are burning.
All facts that are contradictory are genuine principles
of universal explanation. Fire is truly one of these genuine
principles that are essentially self-contradictory, being at the
same time mildness and torture in the heart and origin of
our civilization.
What provokes my search for the trace of sentimentality
through the fabrication of super-graves and super-coffins,
what provokes my search for the trace of fire, why should I
search for the Trace itself?
Because every work of creation, regardless of its cosmic
order, is the representation of a pure phenomenology—all that
is phenomena manifests itself. This manifestation is always
10 8 YVES KLEIN
press—a group of Japanese painters eagerly applied this
method in their own very different manner. These paint-
ers in fact transformed themselves into living brushes. By
drowning themselves in color and then rolling on their
canvases, they became ultra-action-painters! Personally,
never would I attempt to smear paint over my own body
and become a living brush; but on the contrary, I would
rather put on my tuxedo and wear white gloves. I would not
even think of dirtying my hands with paint. Detached and
distant, the work of art must complete itself before my
eyes and under my command. Thus, as soon as the work is
realized, I stand there—present at the ceremony, spotless,
calm, relaxed, worthy of it, and ready to receive it as it is
born into the tangible world.
Whatever directed me towards anthropometry? The
answer can be found in my work during the years of 1956
to 1957, when I was taking part in the adventure of creating
the pictorial immaterial sensitivity. I had just removed from
my studio all my former works. The result—an empty studio.
My only physical action was to remain in my empty studio,
and the creation of my pictorial immaterial states proceeded
marvelously. However, little by little, I became mistrustful
of myself: but never of the immaterial. I therefore hired
models, as other painters do. But unlike the others, I merely
wanted to work in their company rather than have them
pose for me. I had been spending too much time alone in
the empty studio; I no longer wanted to remain alone with the
marvelous blue void that was budding.
Though seemingly strange, remember that I was
aware of not having that vertigo experienced by all my
predecessors facing the absolute void which forcibly is the
real pictorial space. But how long could my security in this
awareness endure?
Years ago, the artist went directly to his subject, worked
outdoors in the country, had his feet firmly planted on the
ground—it was healthy.
Today, the academicized easel-painters have reached
the point of shutting themselves in their studios, confront-
ing the terrifying mirrors of their canvases. Now the reason
for my use of nude models becomes quite evident: it was a
way of preventing the danger of secluding myself in the overly
spiritual spheres of creation, thus rupturing with the most
11 0 YVES KLEIN
fundamental truth of our age—that is to say, form no longer
is a linear value but rather a value of impregnation.
Just an adolescent in 1946, I went to sign my name on
the underside of the sky during a fantastic “realistico-imag-
inary” journey. That day, as I lay on the beach at Nice, I
began to hate the birds which occasionally flew in my pure,
unclouded blue sky, because they tried to bore holes in my
greatest and more beautiful work.
Birds must be eliminated.
Thus, we humans shall possess the right to levitate in
an effective and total physical and spiritual freedom.
Neither missiles nor rockets nor sputniks will render
man the conquistador of space. These means are only a
dream world of today’s scientists who still live in the romantic
and sentimental spirit of the nineteenth century.
Man will only arrive at inhabiting space through the
terrifying though pacifying force of sensitivity. The real con-
quest of space so much desired by him will only result from
the impregnation of man’s sensitivity in space. Man’s sensi-
tivity is omnipotent in the immaterial reality. His sensitivity
can even see into the memory of the nature of the past, of
the present, and of the future!
It is our effective extradimensional capacity for action!
If proofs, precedents or predecessors are needed,
let me then cite: Dante, in the Divine Comedy, described
with absolute precision what no traveler of his time could
possibly have discovered, the invisible constellation of the
Northern Hemisphere known as the Southern Cross; Jon-
athan Swift, in his Voyage to Laputa, gave the distances and
periods of rotation of two satellites of Mars though they were
unknown at the time.
When the American astronomer Asaph Hall, discovered
them in 1877, he realized that his measurements were the
same as those of Swift. Seized by panic, he named them Pho-
bos and Deimos—Fear and Terror! With these two words—
Fear and Terror—I find myself in front of you in the year of
1946, ready to dive into the void.
Long Live the Immaterial!
And now,
I thank you so much for your kind attention.
1— Ernst Bloch, Geist der Utopie, Frankfurt am Main, Suhrkamp Verlag, 1973,
p. 11 (mi traducción).
3— Yves Klein, “La evolución del arte hacia lo inmaterial”, en esta misma publi-
cación, p. 28.
179
aire” y los planes de la colaboración internacional de artis-
tas y arquitectos para un “Centro de Sensibilidad”.
Klein ya era reconocido por sus excentricidades artís-
ticas. Su exorbitante confianza en sí mismo, su carisma
irresistible y su personalidad mesiánica habían atraído una
gran multitud que apenas si podía caber en el pequeño
Anfiteatro Descartes de 280 butacas.
Fue ahí, en esa oscura aula de conferencias de paredes
revestidas en madera de la Université Paris-Sorbonne que
Klein también emitió su profética proclama: “Mis cuadros
sólo son las cenizas de mi arte”.4 Lo que Klein proclamó se
hizo realidad menos de dos años después cuando comenzó su
última gran serie de obras, las Peintures de feu [Pinturas de
fuego] entre marzo y julio de 1961 en la instalación de pruebas
de Gaz de France, en La Plaine Saint-Denis, cerca de París.
Como ha escrito el psicólogo arquetipal James Hillman,
“la profecía pertenece a la cultura humana, y aparece de
varias formas como adivinación u oráculo, como visión
chamánica, como idea de progreso, evolución y redención.
Implica el acceso al Paraíso mismo; la pronoia y la provi-
dentia de los poderes divinos”.5
Sin embargo, Klein no era un profeta en la tradición de
los artistas-proféticos mesiánicos que surgieron durante los
siglos XIX y XX, sobre todo en los países de habla alemana,
desde Karl Wilhelm Dieffenbach, Gusto Gräser, Gustav
Nagel y Ludwig Christian Haeusser hasta Joseph Beuys.6
Si bien Klein era un católico devoto, rehuía del misticismo:
“Yo desprecio el oscurantismo de falsos pintores que se
proclaman místicos y ocultistas. Un pintor debe compren-
der lo que es y lo que está haciendo”.7
A Klein, en cambio, se lo debe considerar en el con-
texto de la gran tradición de pensadores europeos utópicos,
4— Klein, “La evolución del arte hacia lo inmaterial”, op. cit., p. 42.
6— Ver Pamela Paela Kort, Artists and Prophets. A Secret History of Modern Art
1872-1972. Catálogo de exhibición, Schirn Kunsthalle, Frankfurt am Main, 2015.
18 0 KLAUS OTTMANN
desde Thomas More, el humanista renacentista y autor de la
primera obra de ficción utópica, publicada en latín en 1516,
hasta el pensador y filósofo socialista francés del siglo XVIII
Charles Fourier. Cuando Klein proclama “no soy ni filósofo ni
economista, ni ninguna otra cosa, y me limito a expresar mis
pensamientos utópicos”,8 se hace eco de la reflexión de More:
“Yo, uno más entre todos sin filosofía, le he dado forma para
el hombre una ciudad filosófica”.9 Igual que More, Klein no
era filósofo. Era un agitador de ideas que usaba su con-
siderable carisma para propagar el cambio social mediante
la imaginación alquímica de un artista. Cuando teorizaba
sobre su práctica del arte, lo hacía especulando desde una
cultura general que incluía ideas filosóficas, científicas y
políticas. Sin embargo, Klein dejó dos grandes cuerpos de
escritos en los que trata el predicamento del arte moderno
de un modo bastante explícito en términos filosóficos: “Le
dépassement de la problématique de l’art” [Superando las
problemáticas del arte] vendría a ser su ética, “L’aventure
monochrome” [La aventura monocromática], su estética.
Juntos conforman su legado filosófico.
Con sus escritos y conferencias públicas, así como
su práctica artística, la intención de Klein era promover su
Utopía del entusiasmo, una visión de un futuro de libertad
artística y social absoluta y su creencia utópica en le grand
Art absolu et total [el Arte grandioso, absoluto, total].10
La carrera de Klein se desarrolla como una serie de gestos
utópicos: desde sus tempranas profecías autocumplidas,
sus libros de artista conceptuales Yves Peintures y Haguen-
ault Peintures; sus Monochrome Propositions; su puesta en
escena del Vacío; y finalmente sus tardíos trabajos en cola-
boración sobre la arquitectura del aire, agua y fuego. Todos
estos estaban diseñados, según escribió en uno de sus rezos
a Santa Rita de Cascia, “para restablecer sobre la Tierra la
voluntad divina tal como es en el Paraíso”.11
Krefeld. Santa Rita (1381–1457) pasó 40 años como monja viviendo de acuerdo
a la regla agustiniana en el monasterio de Santa María Magdalena en Cascia,
Italia. Klein, un católico devoto, viajó a Cascia en varias ocasiones. En septiem-
bre de 1958 le presentó al monasterio un pequeño monocromo azul dedicado a
Santa Rita. Regresó en febrero de 1961 para dejar un ex-voto en el monasterio.
La ofrenda consiste en una caja plástica, dividida en tres compartimentos. La
parte superior tiene tres bandejas con pigmento azul (IKB), rosa (monorosa) y
hoja dorada (monodorado). La parte inferior contiene tres lingotes de oro de
distintos pesos descansando sobre un lecho de pigmento azul. En la parte cen-
tral de la caja se incorporó una ranura ancha como para contener el manuscrito
plegado de la oración.
12— “Le serpent, le mal, dans le jardin de L’Eden …” (Yves Klein Archives).
13— Klein, “La evolución del arte hacia lo inmaterial”, op. cit., p. 51.
18 2 KLAUS OTTMANN
alma y el vehículo, la fuente principal de todas las obras y
de toda la atracción universal”.14
Como comenta Jonathan Beecher, “para realizar esta
visión, Fourier argumentaba, lo que se necesitaba era una
nueva serie de leyes e instituciones que promoverían los más
diversos tipos de gratificación erótica y que al mismo tiempo
integrarían los impulsos sexuales en el entramado pleno de
la vida colectiva del hombre”.15
Citando a Fourier (“Nuestra culpa no es, como se ha
creído, desear en demasía (overmuch), sino desear dema-
siado poco…”); Roland Barthes escribe, “Éste es el placer
único y triunfante, que reina sobre todo… su ser es la
demasía… El Placer somete a la Muerte”.16 En la visión de
Klein, es la sensibilidad inmaterializada del color en el vacío,
liberada de los barrotes carcelarios del dibujo por su espec-
táculo del entusiasmo overmuch:
14— Citado en Jonathan Beecher, Charles Fourier: The Visionary and His
World. Berkeley, University of California Press, 1986, p. 303.
15— Ibid.
16— Roland Barthes, Sade, Fourier, Loyola. Madrid, Cátedra, 1997, p. 101.
21— Oeuvres complètes de Ch. Fourier, vol. 1: Théorie des Quatre Mouvement.
Paris, Librairie Sociétaire, 1846, p. 176.
18 4 KLAUS OTTMANN
experimentar “la beatitud del paraíso artificial en azul”.23
Y en una de las situaciones más maniacas, los visitantes
son inmovilizados en un auditorio por un grupo de “enca-
denadores” y “amordazadores” y obligados a escuchar una
“inundación acústica monótona que impregna el espa-
cio de un modo volumétrico” mientras son atendidos por
“hermosas muchachas jóvenes, desnudas o como mucho
luciendo bikinis”
o por “hombres jóvenes extremadamente apuestos”.24 Pero
a diferencia de las fantasías utópicas de Fourier, ¡aquí
no habría “sexualidad alguna”!25
Klein tenía en claro la aparente ingenuidad de sus ideas
utópicas: “Soy feliz, a pesar de todos mis errores y de toda
mi ingenuidad, y a pesar de las utopías en las que habita-
mos…”.26 Y a la vez, también las consideraba “lógicas en
teoría”. Sentía que sus colaboraciones con Werner Ruhnau
en su arquitectura del aire se daban “sobre buenas bases”:
“Por más de un año ya, he colaborado exitosamente con el
arquitecto Werner Ruhnau. Juntos creamos la arquitectura
del aire y muchas otras cosas están todavía en preparación.
Con el escultor Norbert Kricke concebí esculturas de agua,
viento, fuego y luz, sin haberlas todavía realizado”.
Las ideas utópicas de Klein no caen en la trampa que,
como nos recordaba Adorno, constituyen la antinomia
de cualquier arte “nuevo” (arte con la pretensión de novedad)
que se queda corta en realizar su promesa utópica:
28— Pierre Restany, Yves Klein: Fire at the Heart of the Void, trad. Andrea
Loselle. Putnam, Connecticut, Spring Publications, 2005, p. 53.
18 6 KLAUS OTTMANN
Uno no representa el infinito, ni tampoco uno lo produce.29
Klein logra esto por vía de una especie de trampa ontoló-
gica. Klein escribió en una nota, haciendo referencia a su
colección de escritos que luego se transformarían en Supe-
rando las problemáticas del arte: “Deseo lograr el esfuerzo
dramático más grande que hasta ahora haya existido en el
mundo. ‘Todo a mi alrededor’… ‘el vacío’ es solo el preludio—
como un verdadero neorrealista, lograré poesía real poniendo
este libro en práctica, que para mí existe, que he escrito y
publicado desde el comienzo, y que además, nunca existió”.30
El arte de sensibilidad inmaterial de Klein ya ha estado
en el infinito desde siempre. Solo puede atisbarse en un ins-
tante en la experiencia fenomenológica de sus monocromos
azules o en el Vacío —en el “espectáculo del entusiasmo”.31
El artista entusiasta “no refleja, no calcula, no habla, y no da
explicaciones; acciona”.32 En otra parte escribe: “creo que
lograré mi objetivo si trabajo con conciencia de mi acto y
lleno de entusiasmo”.33
La “revolución de entusiastas”34 de Klein debe ser
considerada en el contexto de la noción de Entusiasmo que
se desarrollaba en la Francia católica que, como demostró
Jan Goldstein,35 era distinta a los países protestantes anglo-
parlantes del siglo XVIII que pregonaban la racionalidad,
y donde el entusiasmo tenía una carga más negativa: “traía
a la mente todo lo que contradecía, y era rechazado por, la
racionalidad ilustrada”.36
38— Ibid.
40— Eugène Delacroix, Diario de Eugène Delacroix, trad. Juan del Encina y
Leopoldo Gutiérrez de Zubiaurre México, Centauro, 1946.
18 8 KLAUS OTTMANN
sensibilidad azul de Klein es “entusiasmo puro” que puede
llevar de regreso a la inmortalidad, al estado edénico antes
de la Caída del Paraíso: “La sensibilidad es entusiasmo
‘puro’, un regocijo que es alegre y serio a la vez”.41
Una concepción soteriológica del Entusiasmo pare-
cida a la de Klein se encuentra en una analogía entre el
Entusiasmo y la Resurrección propuesta por el escritor de
ciencia ficción norteamericano Philip K. Dick. Refiriéndose
a 1 Reyes 17:22 (la primera mención de resurrección en las
Sagradas Escrituras), Dick percibe el Entusiasmo “en el
corazón del misterio cristiano”.
42— The Exegesis of Philip K. Dick, ed. Pamela Jackson y Jonathan Lethem.
Boston y Nueva York, Houghton Mifflin Harcourt, 2011, p. 734.
46— Yves Klein y Werner Ruhnau, “Projet pour une architecture de l’air”, en Le
Dépassement de la problématique de l'art et autres écrits, op. cit., p. 269.
19 0 KLAUS OTTMANN
superficie de nuestra tierra”,47 que es “capaz de cualquier
cosa en la realidad inmaterial”.48
En un capítulo de la película de Andréi Tarkovski
realizada en 1971 Andréi Rubliov (o La pasión de Andréi)
al artista se le encarga pintar El juicio final en los prístinos
muros blancos de una iglesia nueva. Se niega a representar
lo que considera es irrepresentable, prefiriendo dejar las
paredes blancas y pintar “nada”.
En 1958, Klein decide poner en escena lo no-represen-
table o “indefinible” en el espacio vacío de la galería de Iris
Clert en París como “azul desmaterializado” y “la sensibili-
dad pictórica en el primer estado material”. Al pintar todas
las paredes de blanco y así transformar a la galería en Le
Vide (el Vacío—un espacio vaciado de obras de arte pero
lleno con la presencia activa del artista), logra tener éxito
ahí donde Rubliov había fracasado—es decir, en pintar
nada. Más tarde escribe sobre este suceso:
49— Klein, “La evolucion del arte hacia lo inmaterial”, op. cit., p. 41.
51— “Mi posición en la batalla entre la línea y el color”, en esta publicación, p. 20.
19 2 KLAUS OTTMANN
Nils Norman serían impensables sin el compromiso inque-
brantable de Klein con su visión utópica.
Pero a diferencia de la visión de Beuys de una escultura
y arquitectura sociales cuyo objetivo fue democratizar el arte
al transformar a toda persona viva en artista, la instancia
final en Klein se definía claramente como una serie de gestos
colaborativos que llevaron a la remoción gradual del artista
como autor y en última instancia “más allá del arte, más
allá de la sensibilidad, más allá de la vida”.55
Yves Klein en el cuarto dedicado a “lo inmaterial” en el—in the room dedicated to the “Immaterial”
at the Museum Haus Lange, Krefeld, durante su exposición—during his exhibition Monochrome
und Feuer, enero—January, 1961. Foto—Photo © Charles Wilp / BPK, Berlin
I am. We are.
That is enough. Now we have to begin. Life has been put in
our hands. For itself it became empty already long ago. It
pitches senselessly back and forth, but we stand firm, and
so we want to be its initiative and we want to be its ends.
Ernst Bloch, The Spirit of Utopia1
195
barely fit into the small Amphithéâtre Descartes, which
seated two hundred and eighty.
It was here, in this dark, wood-paneled lecture hall at
the Université Paris-Sorbonne, that Klein also made his
prophetic proclamation: “My paintings are only the ashes
of my art.”3 What Klein had proclaimed became true less
than two years later when he began his last major series of
works, the Peintures de feu [Fire Paintings] between March
and July 1961 at the testing facility of Gaz de France in La
Plaine Saint-Denis near Paris.
As the archetypal psychologist James Hillman has writ-
ten, “Prophecy belongs to human culture, and it reappears
in various guises as divination and oracle, as shamanic
vision, as the idea of progress, of evolution, of redemption.
It implies access to Heaven itself; the pronoia and providen-
tia of the divine powers.”4
Yet, Klein was not a prophet in the tradition of the mes-
sianic artist-prophets that emerged during the nineteenth
and twentieth century primarily in the German-speaking
countries, from Karl Wilhelm Diefenbach, Gusto Gräser, Gus-
tav Nagel, and Ludwig Christian Haeusser to Joseph Beuys.5
While Klein was a devout Catholic, he eschewed mysticism:
3— Yves Klein, “The Evolution of Art towards the Immaterial,” in this publication
p. 75.
5— See Pamela Kort, Artists and Prophets: A Secret History of Modern Art
1872-1972, exh. cat., Schirn Kunsthalle, Frankfurt am Main, 2015.
19 6 VKLAUS OTTMANN
eighteenth-century French socialist thinker and philosopher
Charles Fourier. When Klein proclaims, “I am neither a phi-
losopher nor an economist, nor anything else, and I confine
myself to expressing only utopian thoughts,”7 he echoes
More’s reflection: “I, one of all other without philosophy, Have
shaped for man a philosophical city.”8 Like More, Klein was
not a philosopher. He was an agitator of ideas who used his
considerable charisma to propagate social change through the
alchemical imagination of an artist. When he theorized about
his practice of art, he did so by speculating out of a general
culture that included philosophical, scientific, and political
ideas. Yet Klein left two major bodies of writing in which he
addressed the predicament of modern art quite explicitly in
philosophical terms: “Overcoming the Problematics of Art”
was to be his ethics; “The Monochrome Adventure,” his aes-
thetics. Together they form his philosophical legacy.
With his writings and public lectures, as with his artis-
tic practice, Klein intended to promote his Utopia of Enthu-
siasm, a vision of a future of absolute artistic and social
freedom and his utopian belief in le grand Art absolu et total
[great, absolute, and total Art (le grand Art absolu et total].9
Klein’s career developed as a series of utopian gestures:
from his early self-fulfilling prophecy, his conceptual artist
books Yves Peintures and Haguenault Peintures; his Mono-
chrome Propositions; his staging of the Void; and finally his
late collaborative works on the architecture of air, water,
and fire. All of these were meant, as he wrote in one of
his prayers to Saint Rita of Cascia, “to restore on Earth the
divine will as it is in Heaven.”10
10— “Prayers to Saint Rita,” manuscript in the archive of Paul and Tomma
Wember, Krefeld. Saint Rita (1381–1457) spent 40 years as a nun living to the
Augustinian Rule in the monastery of Saint Mary Magdalen at Cascia, Italy. Klein,
a devout Catholic, traveled to Cascia several times. In September 1958 he gave
the monastery a small blue monochrome painting dedicated to Saint Rita. He
returned in February 1961 to place an ex-voto in the monastery. The offering
consists of a plastic case, divided into several compartments. The upper part has
The serpent, the evil, in the Garden of Eden, this was the
line, drawing, contour, form … “their eyes will open.”11
three trays filled with blue pigment (IKB), pink (monopink) and gold leaf (mono-
gold). The lower part contains three gold ingots of different weights resting on a
bed of blue pigment. In the central part of the case a wide slot was built so as to
hold the folded manuscript of the prayer.
11— “Le serpent, le mal, dans le jardin de L’Eden …” (Yves Klein Archives).
12— Klein, “The Evolution of Art towards the Immaterial,” op. cit., p. 84.
13— Quoted in Jonathan Beecher, Charles Fourier: The Visionary and His World.
Berkeley, University of California Press, 1986, p. 303.
19 8 KLAUS OTTMANN
As Jonathan Beecher comments, “To realize this vision,
Fourier argued, what was necessary was a new set of laws
and institutions that would promote the most diverse kinds
of erotic gratification while at the same time integrating the
sexual drives into the whole fabric of man’s collective life.”14
Quoting Fourier (“Our fault is not, as has been believed,
to desire overmuch, but to desire too little…”), Roland Barthes
writes, “Here we have pleasure alone and triumphant, it
reigns over all… its nature is the overmuch… Pleasure over-
comes Death.”15 In Klein’s vision, it is the immaterialized
sensibility of color in the void, freed from the prison bars of
drawing by his spectacle of overmuch enthusiasm:
14— Ibid.
15— Roland Barthes, Sade, Fourier, Loyola, trans. Richard Miller. Berkeley,
University of California Press, 1989, p. 83.
16— “Selections from Dimanche,” Overcoming the Problematics of Art: The Writ-
ings of Yves Klein, op. cit., pp. 119–20.
20— Oeuvres complètes de Ch. Fourier, vol. 1: Théorie des Quatre Mouvement.
Paris, Librairie Sociétaire, 1846, p. 176.
21— “Selections from Dimanche,” Overcoming the Problematics of Art: The Writ-
ings of Yves Klein, op. cit., p. 110.
20 0 KLAUS OTTMANN
Klein was aware of the seeming naiveté of his utopian
ideas: “I am happy, despite all my errors and all my naiveté,
and despite the utopias in which I dwell…”25 Yet, he also
considered them “logical in theory.” He felt his collabora-
tions with Werner Ruhnau on his architecture of air were
“on good grounds”: “For more than a year already, I have
successfully collaborated with the architect Werner Ruhnau.
Together we created the architecture of air and many other
things are still in preparation. With the sculptor Norbert
Kricke I conceived water, wind, fire, and light sculptures,
without however having yet produced them.”
Klein’s utopian ideas do not fall into the trap that, as
Adorno reminded us, constitutes the antinomy of any “new”
art (art with the pretension of newness) that stops short of
carrying through its utopian promise:
27— Pierre Restany, Yves Klein: Fire at the Heart of the Void, trans. Andrea
Loselle. Putnam, Connecticut, Spring Publications, 2005, p. 53.
20 2 KLAUS OTTMANN
phenomenological experience of his blue monochromes or
the Void—in the “spectacle of enthusiasm.”30 The enthusi-
astic artist “does not reflect, does not calculate, does not
speak, and does not provide explanations; he acts.”31 Else-
where he writes, “I believe I shall reach my goal if I work
conscious of my act and filled with enthusiasm.”32
Klein’s “revolution of enthusiasts”33 should be seen in
the context of the notion of Enthusiasm that evolved in
Catholic France, which, as Jan Goldstein has shown,34 was
distinct from the eighteenth-century Protestant English-speak-
ing countries that championed rationality, where enthusiasm
carried a more negative valence: “It conjured up everything
antithetical to, and rejected by, enlightened rationality.”35
In Diderot and d’Alembert’s Encyclopédie (1751–65)
and Voltaire’s Dictionnaire philosophique (1764), Imagina-
tion and Enthusiasm were closely linked terms. Jan-Louis de
Cahusac’s article for the Encyclopedie describes enthusiasm
as a “furious fit that grabs hold of the mind and… inflames
the imagination, elevates it and renders it fertile.”36 In oppo-
sition to the Protestant tradition, he regards enthusiasm as
“the masterwork of reason,” a “rapid operation of reason”
which produces an “accord between the soul and the sens-
es.”37 Cahusac’s description is echoed in the German philoso-
pher Friedrich Wilhelm Joseph Schelling’s definition of poetic
force (Dichterkraft), which he described, in his explication of
Plato’s dialogue on divine possession, Ion, as a “miraculous
effect for which no natural cause can be found–it suddenly
30— “Some (False) Foundations,” Overcoming the Problematics of Art: The Writ-
ings of Yves Klein, op. cit., p. 7.
37— Ibid.
39— The Journal of Eugène Delacroix, trans. W. Pach. New York, Covici, Friede,
Inc., 1937, supplement.
20 4 KLAUS OTTMANN
death and proof of eternal life… This is the Essence of the
Christian (1) experience and (2) knowledge, and is related to
Elijah sending back a part of his spirit to his friend Elisha…
this return is due to compassion (agape) on the part of the
departed friend who turns down Nirvana out of love for his
friends left behind.
I define Christ, then, as anyone whose love (compassion)
is so great that he rejects his chance at Nirvana (return to
God) to return from death… to and for his friends. After he
dies they receive his returned spirit... whereupon the two
realms are reunited to form what is called “the Kingdom
of God” since the syzygy of him and his friend occupies —
occurs in— both realms. The living friend not only finds
the dead friends in his mind—he also experiences the next
world: the two realms unify like two signals; this is resto-
ration of the cosmos to before the Fall.41
Every house hath two doors, one into the street, and a
postern door on the back side into the garden. These doors
be made with two leaves, never locked nor bolted… Whoso
will, may go in, for there is nothing within the houses that is
private, or any man’s own.43
41— The Exegesis of Philip K. Dick, ed. Pamela Jackson and Jonathan Lethem.
Boston and New York, Houghton Mifflin Harcourt, 2011, p. 734.
47— “Truth Becomes Reality,” Overcoming the Problematics of Art: The Writings
of Yves Klein, op. cit., p. 189.
20 6 KLAUS OTTMANN
in the first material state.” Painting all the walls white and
thus transforming the gallery temporarily into Le Vide (the
Void—a space emptied of works of art but filled with his
active presence), he succeeded where Rublev had failed—
namely, to paint nothing. He later wrote about this event:
48— Klein, “The Evolution of Art towards the Immaterial,” op. cit. pp. 74-75.
50— Yves Klein, “My Position in the Battle Between Line and Color,” in this
publication p. 24.
20 8 KLAUS OTTMANN
all sort of ways; this is certainly true. I am perhaps repeating
others, but I do so consciously, well aware of having earned
the right to say it: and there it is, for me just as for every-
one, there is nothing more to do; today the official theater is
“to be” and “I am,” so in fact all that anyone wishes me “to
be” and even all that anyone wishes me not “to be”! I shall
even accomplish “to be” no longer at all one day!...55
55— “Selections from Dimanche,” Overcoming the Problematics of Art: The Writ-
ings of Yves Klein, op. cit., p. 101.
Yves Klein por Yves Klein por Yves Klein por daniela franco
In regard to my attempt at the immaterial,
which is to say the void... impossible to give
you a photograph. Please publish the pho-
tocopy, this page written by my own hand,
to clearly show that I am of good faith.
Me pinto de azul.
We live in a period when artists who
reject art objects are often turned
into fetishes themselves.
it would be amusing,
beyond which
avant-garde painting
would not be able
to
go.
Transfiguring
Atom by Atom
Into a Creature
Monocromo azul sin título—Untitled Blue Monochrome (IKB 68), 1961 [Cat. 27]
En 1958, el escritor italiano Dino Buzzati publica Sesenta
relatos.1 El primer cuento del volumen, “Los siete men-
sajeros”, narra la historia de un príncipe, hijo menor del
monarca, que abandona su ciudad natal para explorar los
confines del reino. El príncipe parte en busca de la fron-
tera última, el punto en el mapa donde el reino deja de
serlo y se convierte en un territorio bárbaro, inexplorado
y salvaje. Para la expedición, al príncipe lo acompañan,
como parte de su cohorte, siete mensajeros, encargados de
mantener abierta una vía de comunicación con la ciudad
que han abandonado. La idea del príncipe es que cada
uno de los siete mensajeros parta rumbo a la capital alter-
nadamente, conforme el campamento se aleja más y más
hacia la periferia del reino. Los mensajeros llevarán cartas
y traerán noticias de la familia real. Puesto que el campa-
mento del príncipe está cada vez más lejos de la ciudad, los
emisarios tardan cada vez más tiempo en regresar con las
cartas. Al principio les lleva unos cuantos días de cabal-
gata, pero más adelante esos días se convierten en sema-
nas, meses y finalmente años.
En algún punto, el príncipe calcula que el próximo
mensajero en partir tardará treinta y cuatro años en ir a
la ciudad y volver hasta su campamento, de modo que no
tiene sentido enviar, después de aquel, a ningún mensajero
más: a su regreso, el príncipe estaría ya muerto. A pesar de
haber recorrido una distancia tan larga, de estar a varias
décadas a caballo de su ciudad natal, el príncipe no ha
encontrado todavía la frontera del reino. El final del relato
transmite un desasosiego de carácter metafísico. “A medida
que avanzo hacia la improbable meta, el cielo irradia una
luz insólita que nunca había visto, ni siquiera en sueños”,
consigna el príncipe.
En enero de 1957 se inauguró, en la galería Apolli-
naire de Milán, la exposición Proposte monocrome, epoca
blu, de Yves Klein. El propio Buzzati se convertiría, con oca-
sión de esa muestra, en uno de los primeros defensores de
la obra de Klein en Italia.
***
233
Tal vez es por deformación profesional que, desde un
inicio, leí la obra de Yves Klein como si se tratase de una
novela, una ficción ordenada detrás de la cual late, cons-
tante, un mismo impulso. Y tal vez es por esa misma defor-
mación profesional que la puerta que escogí para entrar
al mundo de Klein fue un libro: el catálogo de una expo-
sición que reproducía obras que pude haber visto (que he
visto) exhibidas en museos. Al margen de la exposición que
aquel catálogo inventariaba, el libro me permitía hojear,
pasar la página, recorrer cronológicamente la obra de Klein
como si su vida hubiese tenido una dirección, un sentido,
una trama incluso. Es decir, como si Yves Klein hubiese sido
no un artista, sino un personaje; o, más exactamente, un
personaje-artista: como si un novelista hubiera concebido
aquel personaje que, de una manera totalmente coherente,
despliega una obra legible que modifica para siempre el
arte contemporáneo.
***
***
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***
***
7— “Yves Klein judoka”, en Yves Klein, Les fondements du judo, París, Éditions
Dilecta, 2006.
10— Como sucede con Marcel Duchamp o Joseph Beuys, la figura de Klein
parece atraer lecturas empeñadas en señalar con dedo flamígero esa dupli-
cidad. Así, por ejemplo, “The Eras of Yves Klein”, de Anne Carson (en Float,
Nueva York, Knopf, 2016).
11— Yves Klein, “Manifiesto del Hotel Chelsea”, Nueva York, 1961. En esta
misma publicación, p. 101.
***
241
were a novel, an ordered work of fiction behind which there
beat a single, constant impulse. And perhaps it is because of
that same professional malformation that the door through
which I chose to enter Klein’s world was a book: an exhi-
bition catalog reproducing works that I could have seen
(and that I have seen) exhibited in museums. At the margin of
the exhibition that the catalog was inventorying, the book
enabled me to flip from page to page, to journey through
Klein’s œuvre as if his life had had a direction, an orienta-
tion, a plot, even—that is, as if Yves Klein had not been an
artist, but instead a character, or more precisely an artist-
character, as if a novelist had conceived of this character
who, in a totally coherent way, developed a legible oeuvre
that would forever change contemporary art.
***
***
***
4— Gaston Bachelard, L’air et les songes. Paris, Librairie José Corti, 1943, pub-
lished in English as Air and Dreams: An Essay on the Imagination of Movement,
translated by Edith R. Farrell and C. Frederick Farrell, Dallas, The Dallas Institute
of Humanities and Culture, 1988. The quotation below appears on p. 163 of the
latter edition.
***
5— Carl Jung, Psychology and Alchemy, edited and translated by Gerhard Adler
and R. F. C. Hull, Princeton, NJ, Princeton University Press, 1953. The passage
cited below appears on p. 214.
7— “Yves Klein judoka,” in Yves Klein, Les fondements du judo. Paris, Gallimard, 1957.
***
9— Virgil, The Aeneid, VI, 126-129. Cited in Carl Jung, op. cit., p. 39.
10— As occurs with Marcel Duchamp or Joseph Beuys, Klein’s figure seems to
attract readings that insist on flamboyantly pointing out that duplicity. See, for
example, Anne Carson, “The Eras of Yves Klein,” in Float. New York, Knopf, 2016.
11— Yves Klein, “Chelsea Hotel Manifesto,” New York, 1961, In this publication
p. 111.
< Retrato de Yves Klein—Portrait of Yves Klein, ca. 1960. © Harry Shunk and
Janos Kender © J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles
1928–1946
—
Yves Klein y sus padres—and his parents Fred Klein y—and Marie Raymond, Cagnes-sur-Mer, ca. 1932 251
1947–1948
—
Yves Klein y—and Claude Pascal en las calles de Niza usando camisas con sus huellas de manos
25 2 y pies—in the streets of Nice, wearing their shirts with hands and foots imprints, ca. 1948
Arriba—Top: Yves Klein y—and Arman (fila superior—upper row) en su escuela de Judo en
Niza—at their Judo School in Nice, ca. 1952. Foto—Photo © J. Nocenti
Abajo—Bottom: Califiaciones de la clase de judo de Yves Klein—Yves Klein’s Judo grades, 1951 253
Partitura para Sinfonía monotonal-silencio—Score of the
25 4 Monotone-Silence Symphony, (IMMA 43), 1947–1961
In summer 1947, he enrolls at a judo club in Nice, where he
meets Claude Pascal and Armand Fernández, later known as
Arman. In addition to sharing an enthusiasm for martial arts, the
three yearn for the adventure of travel, creation and spiritual-
ity. At the beach in Nice, the three friends decide to “split up the
world” among themselves. It is thus that Arman gets the earth
and its riches, Claude gets the air, and Yves gets the heavens and
their infinitude.
That year, he looks after his aunt Rose’s bookstore.
He begins to work on the project Symphonie Monoton-Silence
[Monotone-Silence Symphony] consisting of a single tone followed
by a long silence. This symphony is usually considered to be the
acoustic equivalent of monochromatic painting.
Yves Klein en frente de la libreria de su tía en Niza—in front of her aunt’s library in Nice, ca. 1948 255
1948–1950
—
Izquierda—Left: Notas a mano de los viajes de Yves Klein a Italia—Handwritten notes from
Yves Klein’s travel to Italy, 1948
Derecha—Right: Yves Klein durante su servicio military en—during his military servive at
25 6 Langenargen, Alemania—Germany, 1948
During the summer of 1948, he travels to Italy. Starting in
November, he spends most of a year completing his military ser-
vice in Germany.
In late 1949 he provisionally installs himself alongside
Pascal in London, where the two continue practicing judo. Klein
works with the framer Robert Savage, from whom he learns the
technique of gold plating, which he will later use in his own works.
In early 1950, he completes his first monochromes in
gouache and watercolor on paper and paperboard.
On April 4, 1950, Klein and Pascal leave for Ireland, where
they spend five months at an equestrian club. Klein returns to
Nice in December.
Arriba—Top: Yves Klein y su tía—and his aunt Rose Raymond (a la derecha—to the left) en—at Toledo,
España—Spain, junio—June, 1951
25 8 Abajo—Bottom: Postal de Yves Klein para sus papás desde Toledo, España—Postcard of Yves Klein to
his parents from Toledo, Spain, 1951
On February 3, he leaves for Madrid, where he spends five
months learning Spanish and strengthening his judo practice.
He enrolls at the Bushido Kwaï judo club, where he works as an
instructor until his departure. At the school, he develops a friend-
ship with its director, Fernando Franco de Sarabia, whose father
is an editor.
Yves Klein en—in Hong Kong durante su viaje hacia Japón—during his
26 0 trip up to Japan, septiembre—September, 1952
With the help of his aunt he travels to Yokohama, where he
enrolls at the Kodokan Institute in Tokyo, the most prestigious
judo center in the country. He receives the 4th Dan in judo, the
highest degree awarded to Europeans.
During his 15-month stay, he splits his time between the
Institute and French classes that he offers to Japanese and US
students. He decides to write a book about the basics of judo to
help promote the martial art in Europe.
In 1953, he and Harold Sharp make documentary films
about judo. At the same time, he organizes one exhibition with
his parents’ work.
Yves Klein y sus papás—and his parents, Marie Raymond y—and Fred Klein, París—Paris, 1954 265
1955
—
Izquierda—Left: Página de un libro de prensa personal de Yves Klein con una fotografía de su
Escultura aerostática en la ocasión de su exposición—Page from a personal pressbook of Yves
Klein with a photograph of his Aerostatic Sculpture—at the occasion of his exhibition Yves
Klein: Propositions monochromes en la—at Galerie Iris Clert, París—Paris, mayo—May, 1957
Derecha—Right: Yves Klein durante su exposición—during the exhibition Yves Klein: Proposte
monocrome, epoca blu, Galeria Apollinaire, Milán—Milan, enero—January, 1957. Foto—Photo
© Fedele Toscani—Alinari Archives 271
d’une minute [Fuego de Bengala-pintura de fuego azul de un
minuto] (M 41), antecedente de sus posteriores pinturas de fuego
y la primera obra inmaterial: una habitación completamente
vacía como testimonio de la presencia de sensibilidad pictórica
en estado de materia prima.
El 31 de mayo, la galería Schmela abre sus puertas en
Düsseldorf con la exposición Yves, Propositions monochromes.
Entre el 24 de junio y el 13 de julio, se realiza la exposición Mono-
chrome Propositions of Yves Klein en la Gallery One en Londres.
En Niza, conoce a Rotraut Uecker, una joven artista alemana
que se convertirá en su ayudante y posteriormente en su esposa.
Tarjeta de invitación para la exposición—Invitation card for the exhibition Yves Klein: Proposte
27 2 monocrome, epoca blu, Galeria Apollinaire, Milán—Milan, 2–12 de enero de—January 2-12, 1957
On May 31, Galerie Schmela opens its doors in Düsseldorf
with the exhibition Yves, propositions monochromes. From June
24 to July 13, Gallery One in London holds the exhibition Mono-
chrome Propositions of Yves Klein.
In Nice, he meets Rotraut Uecker, a young German artist
who will later become his assistant and eventually his wife.
Yves Klein durante su exposición—during the exhibition Yves Klein: Proposte monocrome,
epoca blu, Galeria Apollinaire, Milán—Milan, enero—January, 1957. Foto—Photo © Rotofoto 273
1958
—
Yves Klein y—and Jean Tinguely con su obra—with their works Excavatrice de l’Espace la cual crearon
27 6 juntos—that they created together, Impasse Ronsin, París—Paris, 1959. Foto—Photo © Martha Rocher
In January he is commisioned to decorate the new building for
the Gelsenkirchen Opera-House (Musiktheater im Revier). The
construction takes 14 months. He works with artists like Norbert
Kricke, Paul Dierkes, Robert Adams, Jean Tinguely. The project is
overseen by the architect Werner Ruhnau.
On April 26, accompanied by Iris Clert and public lighting
director of the city of Paris, he experiments with lighting the
Obelisk at the Place de la Concorde in blue, an action with which
he aims to complement the opening of his exhibition La spécial-
isation de la sensibilité à l’état matière première en sensibilité
picturale stabilisée, Le Vide (Époque Pneumatique) two days
later at Galerie Iris Clert. The lighting of the monument was not
carried out on the scheduled day because permission was not
given in time.
On June 5, he carries out his first experiment with “living
brushes” at the apartment of Robert Godet. On that afternoon,
Yves covers the nude body of a young woman in paint. Through
a series of rotational movements, she leaves impressions of her
body on a sheet of paper that has been placed on the ground,
until it is completely saturated. The result is a blue monochrome.
On November 17, Galerie Iris Clert opens the exhibition
Vitesse pure et stabilité monochrome, a collaboration with Jean
Tinguely. Working together, the artists create works consisting
of metal discs painted in International Klein Blue and kept in
motion by high-speed motors.
Izquierda—Left: Arman, Jean Tinguely, Rotraut Uecker, Daniel Spoerri, Jacques Villeglé y—and Pierre
Restany durante la firma de “Declaración consitutiva del Nuevo Realismo” en el departamento de
Yves Klein—during the signature of the “Constitutive Declaration of Nouveau Realisme” in Yves Klein’s
appartment, París—Paris, 27 de octubre de—October 27, 1960. Foto—Photo © Harry Shunk and Janos
Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles
Derecha—Right: Cartel de la exposición—Poster of the exhibition Yves Klein le Monochrome, Galerie
28 4 Rive Droite, París, octubre 11–noviembre13—Paris, October 11–November 13, 1960
François Dufrêne, Jacques Villeglé and Jean Tinguely. In the pref-
ace to the catalog, Pierre Restany uses the phrase “new realism”
to describe their work for the first time.
On May 19, Klein registers the formula for blue that he had
developed under the name International Klein Blue and obtains
a patent.
He makes his first Cosmogonies in Cagnes-sur-Mer, which
are the marks of different states of nature. He ties a canvas
Arriba—Top: Yves Klein haciendo una Cosmogonía en la orilla del río Loup, cerca de—realizing a
Cosmogony on the banks of the Loup River—near Cagnes-sur-Mer, 1960. Foto—Photo © Rotraut
Abajo—Bottom: Embouchure du Loup [Boca del río Loup—Mouth of the Loup River], (COS 4), 1960 285
El 19 de octubre, realiza lo que será conocido como Le Saut
dans le vide [El salto al vacío], fotografiado por Harry Shunk y
John Kender.
El 27 de octubre se firma la “Declaración constitutiva del
grupo Nouveaux Réalistes”, en su casa en París. Al día siguiente
se reúne con Arman, Hains, Raysse, Restany y Tinguely con
el fin de producir un Anthropométrie suaire collective [Túnica
antropométrica colectiva]. Por medio de este gesto, Klein integra
a los nuevos realistas a su trabajo.
El domingo 27 de noviembre, como parte de las represen-
taciones teatrales del III Festival d’Art d’avant-garde, presenta
Théâtre du vide [Teatro del vacío], una “última forma de teatro
colectivo que es un domingo para todo el mundo”. El mismo día,
se distribuye en ciertos kioscos de París el diario “Dimanche
27 novembre 1960 - Le Journal d’un seul jour” [Domingo 27 de
noviembre 1960 - “Diario de un solo día”] y se celebra una con-
ferencia de prensa en la galería Rive Droite.
Comienza a realizar sus primeras Peintures de feu [Pintu-
ras de fuego].
Lanzamiento del periódico de Yves Klein—Release of Yves Klein’s newspaper Dimanche 27 Novembre-
Le Journal d’un seul jour en los kioskos de París—in the kiosks of Paris, 27 de noviembre de—
28 6 November 27, 1960. Foto—Photo © Hans Haacke/SOMAAP, México, 2017
covered in blue paint to the roof of his Citroën during a trip from
Paris to Cagnes-sur-Mer, submitting it to the effects of the wind,
rain and dust. After the trip on the highway, the painting registers
the erosion of its components facing weather. Klein makes many
more such works, using the traces left by the canes on the estu-
ary of the Loup River, soaking the canvas in the river after dying
the water blue, et cetera.
From October 11 to November 13 the exhibition Yves Klein,
le monochrome is held at Galerie Rive Droite in Paris.
On October 19 he carries out what will come to be known as
Le Saut dans le vide [Leap into the Void], photographed by Harry
Shunk and John Kender.
On October 27 the “Constitutional declaration of the Nou-
veaux Réalistes group” is signed at his house in Paris. The
following day he meets with Arman, Hains, Raysse, Restany and
Tinguely with the aim of producing a collective Anthropométrie
suaire collective [Collective Anthropometric Shroud]. With this
gesture, Klein integrates the new realists into his work.
On Sunday, November 27, as part of the theatrical representa-
tions of the 3rd Festival d’Art d’avant-garde, he presents Théâtre du
vide [Theatre of the Void], a “final form of collective theatre that is
a Sunday for everyone.” That same day, some of the kiosks in Paris
distribute the newspaper Dimanche 27 novembre 1960 - “Le jour-
nal d’un seul jour” [Sunday november 27, 1960 “Newspaper of a
Single Day”] and a press conference is held at Galerie Rive Droite.
He begins to create his first Peintures de feu [Fire Paintings].
Izquierda—Left: Yves Klein enfrente de su obra—in front of his work Ci-Git l’Espace [Aquí yace el
espacio—Here Lies Space] (RP 3) en el—at the Museum Haus Lange, Krefeld, durante su exposición—
during his exhibition Monochrome und Feuer, enero—January, 1961. Foto—Photo © Charles Wilp /
BPK, Berlin
Derecha—Right: Yves Klein con—with Rotraut haciendo un Relieve de esponja en la playa de Malibú
cerca de la casa de Virgina Dawn—realizing a Sponge-Relief on the beach of Malibu near Virginia
28 8 Dwan’s house, junio—June, 1961
Louis Saguer writes the score for Symphonie Monoton-Silence.
The first major retrospective exhibition of his work is held
from January 14 to February 16. Yves Klein: Monochrome und
Feuer is shown at the Museum Haus Lange in Krefeld, Germany,
at the initiative of Dr. Paul Wember, director of the museum.
In February he travels to Cascia, Italy, and makes a votive
offering at the monastery of Santa Rita, which will be rediscov-
ered in 1980 in its storehouse of offerings.
The exhibition Yves Klein, le monochrome is held at Leo
Castelli Gallery in New York from April 11 to 29. Klein and Rotraut
spend two months at the Chelsea Hotel. Misunderstood by the
public, he writes the Chelsea Hotel Manifesto.
The exhibition Yves Klein, le monochrome is held at Virginia
Dwan Gallery in Los Angeles from May 29 to June 24.
In March he makes a large series of Peintures du feu at
the Centre d’Essais du Gaz in France, the French gas company’s
test center. Klein’s “Fire paintings” are the mark of the “moment-
states of fire.” Klein uses reinforced Swedish cardboard, which
has the peculiarity of burning more slowly than other commonly
Ex-voto dedicado por—dedicated by Yves Klein a—to Santa Rita di Cascia, 1961 289
En marzo hace una gran serie de Peintures de feu en el
Centre d’Essais du Gaz de France, el centro de pruebas de la
compañía francesa de gas. Las “Pinturas de fuego” de Klein eran
la marca de los “estados-momentos de fuego”. Klein utilizó car-
tón sueco reforzado, que tenía la particularidad de quemar más
lentamente que los materiales de uso común. Además, combinó la
acción de verter el agua sobre el soporte con la acción de las
llamas, de modo que la impresión del fuego incluyó rastros del
flujo del agua.
El 20 de noviembre se inaugura la exposición Yves Klein le
Monochrome: Il nuovo realismo del colore en la galería Apolli-
naire en Milán.
Yves Klein en el cuarto dedicado a “lo inmaterial” en el—in the room dedicated to the “Immaterial” at
the Museum Haus Lange, Krefeld, durante su exposición—during his exhibition Monochrome und Feuer,
29 0 enero—January, 1961. Foto—Photo © Charles Wilp / BPK, Berlin
used materials. He also combines the act of pouring water onto
the material support with the action of the flames, such that the
impression of the fire includes traces of the flowing water.
On November 20 the exhibition Yves Klein le monochrome:
Il nuovo realismo del colore opens at Galleria Apollinaire in Milan.
Izquierda—Left: Boda de—Wedding of Yves Klein y—and Rotraut Uecker, Iglesia—Church Saint-
Nicolas-des-Champs, París—Paris, 21 de enero de—January 21, 1962
Derecha—Right: Tarjeta invitación para la boda de—Invitation card for the wedding of Yves Klein
y—and Rotraut Uecker, Iglesia—Church Saint-Nicolas-des-Champs, París—Paris, 21 de enero de—
29 2 January 21, 1962
On Sunday, January 21, Yves Klein and Rotraut Uecker are mar-
ried at the Church of Saint-Nicolas-des-Champs in Paris.
Between January and February he begins to work on the
plaster casts of Arman, Martial Raysse and Claude Pascal with
the intention of creating the Reliefs-Portraits of the new realists.
On January 26, with the help of François Dufrêne, Jacques
Villeglé and Niki de Saint-Phalle, he removes paintings from a
gallery in the Musée d’art moderne de la Ville de Paris, dedicated
to the 16th Salon Violet (from January 12 to February 2). The
purpose is to create a Zone de sensibilité picturale immatérielle
[Zone of Immaterial Pictorial Sensibility].
That same day, a Zone de sensibilité picturale immatérielle
is transferred to Dino Buzzati.
On February 4 and 10, a Zone de sensibilité picturale
immatérielle is transferred each to Claude Pascal and Michael
Blankfort, also in Paris.
On June 6, Yves Klein dies at his home in Paris at the age of 34.
Jacques Villeglé, Francois Dufrêne y—and Yves Klein preparando el performance El vacío
durante—preparing the Void performance during the Salon Violet en el—at the Musée d’art
Moderne de la Ville de Paris, 26 de enero de—January 26, 1962. Foto—Photo © Harry Shunk
and Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles 293
Declaración
29 4 constitutiva del Nuevo Realismo—Constitutive Declaration of New Realism, 1960
EXHIBICIONES INDIVIDUALES 1950–1962
—
PERSONAL EXHIBITIONS 1950–1962
295
Dimanche 27 Novembre, Galerie Rive Droite, París—Paris,
27 de noviembre de—November 27, 1960
29 6
Micro-Salon, Galleria de La Tartaruga, Roma—Rome, diciembre
de—December, 1957
297
La nuova concezione artistica, Galerie Azimuth, Milán—Milan,
4 de enero–1 de febrero de—January 4–February 1, 1960
29 8
Avantgarde 61, Städtisches Museum, Tréveris—Trier, 7 de
octubre–5 de noviembre de—October 7–November 5, 1961
299
FILMOGRAFÍA SELECTA (1953-1963)
—
SELECTIVE FILMOGRAPHY (1953-1963)
30 0
Bas-Reliefs dans une fôret d’éponges [Bajorrelieves en un bosque
de esponjas—Bas-Reliefs in a Sponge Forest]
A partir de la exposición en la galería—from the exhibition at the
Galerie Iris Clert, 15–30 junio de—June 15–30, 1959
Realización—Realization: Albert Weil
Color, 7’40’’
301
16mm, sonorizado—with sound, B/N—B/W, 2’50’’
Collection British Film Instituts, © Archbuild Ltd, Londres.
30 2
BIBLIOGRAFÍA
—
BIBLIOGRAPHY
303
LIBROS MONOGRÁFICOS—MONOGRAPHICAL BOOKS
Krahmer, Catherine, Der Fall Yves Klein zur Krise der Kunst,
Múnich—Munich, R. Piper and Co Verlag, 1974.
Restany, Pierre, Yves Klein, il Fuoco nel cuoro del vueto, Salerno,
Edizioni Sottotracia, 1998.
30 4
Ribettes, Jean-Michel, Yves Klein contre C. G. Jung, Bruselas—
Brussels, La Lettre volée, 2003.
305
Klein, Yves y Claude Parent, Le Mémorial, Projet d’architecture,
París—Paris, Éditions Dilecta, 2013.
30 6
Yves Klein, Estocolmo—Stockholm, Moderna Museet, 1966.
307
Yves Klein, Tokio—Tokyo, Television Gallery, 1986.
30 8
Yves Klein, Fráncfort—Frankfurt, Schirn Kunsthalle,
2004. Marie Raymond / Yves Klein, Angers, Expressions
contemporaines, 2004.
309
Lanzamiento del periódico de Yves Klein—Release of Yves Klein’s newspaper
Dimanche 27 Novembre-Le Joural d’un seul jour, París—Paris, 27 de noviembre de—
November
31 0 27, 1960. Foto—Photo © Hans Haacke/SOMAAP, México, 2017
CATÁLOGO
—
CATALOGUE
ANTROPOMETRÍAS—ANTHROPOMETRIES
1. Antropometría sin título—Untitled Anthropometry (ANT 7), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel—Dry pigment and
synthetic resin on paper
102 × 73 cm
2. Antropometría sin título—Untitled Anthropometry (ANT 8), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel quemado—Dry pigment
and synthetic resin on burnt paper
102 × 73 cm
3. Antropometría sin título—Untitled Anthropometry (ANT 92), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel montado sobre tela—Dry
pigment and synthetic resin on paper mounted on canvas
220 × 150 cm
4. Antropometría sin título—Untitled Anthropometry (ANT 97), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel montado sobre tela—Dry
pigment and synthetic resin on paper mounted on canvas
216 × 158.5 cm
5. Jonathan Swift (ANT 125), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel montado sobre tela—Dry
pigment and synthetic resin on paper mounted on canvas
180 × 270 cm
COSMOGONÍAS—COSMOGONIES
6. Vent Paris-Nice [Viento París-Niza—Wind Paris-Nice], (COS 10), 1960
Pigmento seco y aglutinante indefinido sobre papel montado sobre
tela—Dry pigment and undefined binder on paper mounted on canvas
93 × 73 cm
7. Cosmogonía sin título—Untitled Cosmogony (COS 12), 1961
Pigmento seco y aglutinante indefinido sobre papel—Dry pigment and
undefined binder on paper
105 × 76 cm
8. Cosmogonía sin título—Untitled Cosmogony (COS 17), 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre papel—Dry pigment and
synthetic resin on paper
64 × 49.5 cm
311
9. Le Vent du voyage [El viento del viaje—The Wind of Travel],
(COS 27), ca. 1961
Pigmento seco y resina sintética sobre tela—Dry pigment and synthetic
resin on canvas
93 × 74 cm
31 2
17. Pintura de fuego sin título—Untitled Fire Painting (F 82), ca. 1961
Cartón quemado montado sobre panel—Burnt cardboard mounted
on panel
142 × 303 cm
18. La marque du Feu [La marca del fuego—The Trace of Fire] (F 85),
1961
Cartón quemado montado sobre panel—Burnt cardboard mounted on
panel
79 × 119 cm
19. Pintura de fuego sin título—Untitled Fire Painting (F 92), 1961
Cartón quemado montado sobre panel —Burnt cardboard mounted on
panel
70 × 100 cm
313
25. Paravent [Pantalla—Screen], (IKB 62), 1957
Pigmento seco y resina sintética sobre 5 paneles de madera—Dry
pigment and synthetic resin on 5 wooden panels
150 × 350 cm
26. Monocromo azul sin título—Untitled Blue Monochrome (IKB 67),
1959
Pigmento seco y resina sintética sobre gasa montada sobre panel—Dry
pigment and synthetic resin on gauze mounted on panel
92 × 73 cm
27. Monocromo azul sin título—Untitled Blue Monochrome (IKB 68),
1961
Pigmento seco y resina sintética, piedras, sobre gasa montada sobre
panel—Dry pigment and synthetic resin, pebbles, on gauze mounted on
panel
194 × 140 cm
28. California (IKB 69), 1961
Pigmento seco y resina sintética sobre gasa montada sobre panel—
Dry pigment and synthetic resin on gauze mounted on panel
194.5 × 140 cm
29. Tapiz azul—Blue Tapestry (IKB 227), ca. 1956
Lana—Wool
190 × 148 cm
MONOCROMOS—MONOCHROMES
30. Monocromo verde sin título—Untitled Green Monochrome (M 5),
ca. 1954
Pigmento seco y aglutinante indefinido sobre papel montado sobre
tela—Dry pigment and undefined binder on paper mounted on canvas
57 × 40 cm
31. Monocromo negro sin título—Untitled Black Monochrome (M 17),
1957
Pigmento seco y resina sintética sobre papel—Dry pigment and
synthetic resin on paper
74 × 24 cm
32. Monocromo rojo sin título—Untitled Red Monochrome (M 18), 1957
Pigmento seco y resina sintética sobre papel—Dry pigment and
synthetic resin on paper
50 × 65 cm
33. Monocromo rojo sin título—Untitled Red Monochrome (M 27), 1956
Textil, pigmento y aglutinante indefinido sobre gasa montada sobre
aglomerado—Textile, pigment and undefined binder on gauze mounted
on hardboard
18.3 × 12.3 cm
31 4
34. Monocromo azul “Londres 50”—Blue Monochrome “London 50”
(M 28), 1950
Pastel sobre papel montado sobre tela—Pastel on paper mounted
on canvas
23 × 12.5 cm
35. Monocromo rojo sin título—Untitled Red Monochrome (M 38), 1955
Pigmento seco y resina sintética sobre gasa montada sobre panel—Dry
pigment and synthetic resin on gauze mounted on panel
50 × 50 cm
36. Monocromo amarillo sin título—Untitled Yellow Monochrome
(M 46), 1957
Pigmento seco y resina sintética sobre tela montada sobre panel—Dry
pigment and synthetic resin on canvas mounted on panel
100 × 100 cm
37. Monocromo rojo sin título—Untitled Red Monochrome (M 49), 1956
Pigmento seco y resina sintética sobre madera—Dry pigment and
synthetic resin on wood
50 × 2.5 cm
38. Monocromo verde sin título—Untitled Green Monochrome (M 50),
1956
Pigmento seco y resina sintética sobre madera—Dry pigment and
synthetic resin on wood
50 × 2.5 cm
39. Expression de l’univers de la couleur mine orange [Expresión del
universo del color naranja mina—Expression of the Universe of the
Color Lead Orange] (M 60), 1955
Pigmento seco y resina sintética sobre cartón montado sobre panel—
Dry pigment and synthetic resin on cardboard mounted on panel
95 × 226 cm
40. Monocromo negro sin título—Untitled Black Monochrome (M 78),
1957
Pigmento seco y resina sintética sobre gasa montada sobre panel—Dry
pigment and synthetic resin on gauze mounted on panel
30.5 × 60 cm
41. Monocromo azul sin título—Untitled Blue Monochrome (M 113),
1956
Pigmento seco y resina sintética sobre madera—Dry pigment and
synthetic resin on wood
50 × 2.5 cm
MONOCROMOS ORO—MONOGOLDS
42. Monogold oro sin título—Untitled Monogold (MG 8), 1962
Hoja de oro sobre panel—Gold leaves on panel
91 × 73 cm
43. Le Silence est d’or [El silencio es oro—The Silence is Gold]
(MG 10), 1960
Hoja de oro sobre panel—Gold leaves on panel
148 × 114 cm
315
MONOCROMOS ROSAS—MONOPINKS
44. Monocromo rosa sin título—Untitled Pink Monochrome (MP 19),
ca. 1962
Pigmento seco y resina sintética sobre gasa montada sobre panel—Dry
pigment and synthetic resin on gauze mounted on panel
92 × 72 cm
45. Monocromo rosa sin título—Untitled Pink Monochrome (MP 30),
1955
Pigmento seco y resina sintética sobre panel—Dry pigment and
synthetic resin on panel
100.3 × 64 cm
46. Monocromo rosa sin título—Untitled Pink Monochrome (MP 55),
1955
Pigmento sobre cartón—Pigment on cardboard
50 × 92.5 cm
ESCULTURAS—SCULPTURES
54. Escultura sin título—Untitled Sculpture (S 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8),
1957
Edición póstuma—Posthumous edition, 2015
Pigmento seco y resina sintética sobre 8 cubos de resina—Dry pigment
and synthetic resin on 8 resin cubes
19.5 × 9.1 × 9.5 cm cada cubo—each cube
55. Assemblage de rouleaux à peindre usagés [Montaje de rodillos de
pintura usados—Assembly of used paint rollers] (S 7), 1956-1962
Montaje de rodillos de pintura usados sobre placa de metal—Assem-
blage of used painting rollers on metal plate
26 × 21 × 18 cm
56. Victoria de Samotracia—Samothrace Victory (S 9), 1962
Edición póstuma—Posthumous edition, 1973
Pigmento seco y resina sobre yeso en base de piedra—Dry pigment
and synthetic resin on plaster on stone base
52 × 24.5 × 24 cm
57. Escultura sin título—Untitled Sculpture (S 11), 1960
Edición póstuma—Posthumous edition, 2002
Pigmento seco y resina sintética sobre bronce—Dry pigment and
synthetic resin on bronze
99 × 36 cm
58. Escultura sin título—Untitled Sculpture (S 18), 1957-1958
Edición póstuma—Posthumous edition, 2001
Pigmento seco y resina sintética sobre bronce, base de piedra—Dry
pigment and synthetic resin on bronze, stone base
75 cm de altura—high
59. Venus azul—Blue Venus (S 41), 1962
Edición póstuma—Posthumous edition, 1982
Pigmento seco y resina sintética sobre yeso—Dry pigment and
synthetic resin on plaster
69.5 × 30 × 20 cm
317
60. Caja con lingotes—Box with Ingots, ca. 1959
Caja con seis lingotes de oro—Box with six gold bars
5.5 × 11 × 3.5 cm
31 8
69. Escultura de esponja azul sin título—Untitled Blue Sponge
Sculpture (SE 191), 1959
Pigmento seco y resina sintética sobre esponja natural, soporte
metálico, base de piedra—Dry pigment and synthetic resin on natural
sponge, metallic stem, stone base
28 × 18 × 11 cm
70. Escultura de esponja rosa sin título—Untitled Pink Sponge
Sculpture (SE 206), 1959
Pigmento seco y resina sintética sobre esponja natural, soporte
metálico, base de piedra—Dry pigment and synthetic resin on natural
sponge, metallic stem, stone base
25 × 20 × 12 cm
71. Escultura de esponja azul sin título—Untitled Blue Sponge
Sculpture (SE 212), 1959
Pigmento seco y resina sintética sobre esponja natural, alambre de
hierro—Dry pigment and synthetic resin on natural sponge, iron wire
62 × 13 cm
72. Escultura de esponja azul sin título—Untitled Blue Sponge
Sculpture (SE 233), ca. 1960
Pigmento seco y resina sintética sobre esponja natural—Dry pigment
and synthetic resin on natural sponge
27.5 × 24 × 14 cm
PIGMENTOS—PIGMENTS
73. Pigmento puro—Pure Pigment (PIG 1), 1957
Instalación—Installation, 2017
Pigmento azul seco—Dry blue pigment
400 × 820 cm
319
Yves Klein en su taller, París—in his atelier, Paris, ca. 1960. Foto—Photo © Harry Shunk
and
32 0Janos Kender / J.Paul Getty Trust. The Getty Research Institute, Los Angeles
CRÉDITOS DE EXPOSICIÓN
—
EXHIBITION CREDITS
321
DIRECTORIO
—
DIRECTORY
Registro—Registrer
ACERVOS—COLLECTIONS Juan Cortés
Elizabeth Herrera
Artístico Contemporáneo—Contemporary
Art Collection Mariana Arenas
Pilar García Alfredo Cuevas
Cruz Lira
Valeria Macías Rodríguez
Manuel Magaña
Documental—Archival Collection
Laboratorio de restauración—
Sol Henaro
Conservation
Elva Peniche Claudio Hernández
Karla Jiménez
COMUNICACIÓN—MEDIA
Carmen Ruiz
CURADURÍA—CURATORIAL
Curadores adjuntos—Curators
Publicaciones—Publishing
Amanda de la Garza
Ekaterina Álvarez
Alejandra Labastida
Ana Xanic López Marco Morales Villalobos
Virginia Roy
Difusión—Diffusion
Francisco Domínguez Asistente curatorial—Curatorial Assistant
Andrea Bernal Roselin Rodríguez
Eduardo Lomas
32 2
MUSEOGRAFÍA—INSTALLATION DESIGN Programa Pedagógico—
Joel Aguilar Pedagogic Program
Mónica Amieva Montañez
Mantenimiento—Maintenance
PROGRAMAS PÚBLICOS—
Roberto Arreortua
PUBLIC PROGRAMS
Maribel Sánchez
Luis Vargas Santiago
Mauricio Galván
Programa Académico—Academic
Program “Campus Expandido”
Eliza Mizrahi
Isabella Contreras
323
VINCULACIÓN—
INSTITUTIONAL RELATIONS
Gabriela Fong
Procuración de fondos—Fundraising
María Teresa de la Concha
Josefina Granados
Comercialización—Marketing
Alexandra Peeters
Juan Carlos Rojas
32 4
PATRONATO FONDO DE
ARTE CONTEMPORÁNEO, A.C.
—
Marta M. Mejía
Secretaria—Secretary
325
32 6
AGRADECIMIENTOS
—
ACKNOWLEDGEMENTS
< Yves Klein dando su discurso sobre “lo inmaterial” en ocasión de la inauguración de—delivering
his speech about the “Immaterial” at the occasion of the opening of Vision in Motion-Motion in
Vision, Hessenhuis, Amberes—Antwerp, 1959. Foto—Photo © Charles Wilp / BPK, Berlin 327
YVES KLEIN se terminó de imprimir y encuadernar el 21 de
agosto de 2017 en los talleres de Offset Rebosán S.A. de C.V.,
Acueducto 115, col. Huipulco, Tlalpan, Ciudad de México.
Para su composición se utilizó la familia tipográfica Linotype
Centennial, diseñada por Adrian Frutiger. Impreso en Domtar
Lynx de 118 g y 216 g y Couché mate 150 g. Diseño y supervisión
de producción Periferia. El tiraje consta de 2,500 ejemplares.
—
YVES KLEIN was printed and bound in August 21th, 2017
in Offset Rebosán S.A. de C.V., Acueducto 115, col. Huipulco,
Tlalpan, Mexico City. Typeset in Linotype Centennial, designed
by Adrian Frutiger. Printed on 118 g and 216 g Domtar Lynx
and Couche matte 150 g. Design and production supervision by
Periferia. This edition is limited to 2,500 copies.
—
—
MUAC 059
UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO
—
26.08.2017–14.01.2018
Salas—Rooms 1, 2 & 3
muac.unam.mx