LibroSTVDIUM 21
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Revista de Humanidades
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Norma Vasallo (C. de la Mujer, U. La Habana, Cuba)
Alicia Yllera Fernández (Filología Francesa, UNED)
STVDIVM 21 (2015)
Índice
Estudios
Un retablo de Bonanat Zahortiga para Castelnou (Teruel).
Notas para la biografía del pintor
Amparo París Marqués . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13-34
Bureta: formación y desarrollo de un señorío medieval
Ana del Calvario y María Luz Rodrigo-Estevan . . . . . . . . . . . . . . . . 35-76
Don Pedro González de Mendoza. Retazos históricos
de un arzobispo franciscano en la Granada del siglo xvii
José Antonio Peinado Guzmán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77-104
La delegación carlista de Bartolomé Feliú y Pérez (1909-1912)
¿Partidario de una nueva sublevación tradicionalista?
Agustín Fernández Escudero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105-136
La reapertura de la Academia General Militar de Zaragoza
(1927-1931)
Sergio Sánchez Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137-170
Bienes ocultos. Verdad y libertad en Michel Foucault
Juan Manuel Cincunegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171-198
Más de un siglo de lingüicidio en las aulas.
Aproximación al caso del aragonés
Iris Orosia Campos Bandrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199-230
Morir, comer y compartir en Oconahua
Ricardo Ávila, Martín Tena y Martha Ocegueda . . . . . . . . . . . . . . . . . 231-250
Políticas de salud: el estrés en el ámbito de los profesionales
sanitarios
María del Carmen García-Morán y Marta Gil-Lacruz . . . . . . . . 251-272
Historia constructiva y rehabilitación
del antiguo matadero municipal de Langreo (Asturias)
María Zapico López . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273-298
Comunicación internacional vía correo electrónico:
una cuestión de estructura y competencia comunicativa
en inglés comercial como lengua franca (BELF)
María Ángeles Velilla Sánchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299-320
Notas y reseñas
Una nueva entonación: la historia de la ópera en castellano
Alfonso Colorado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323-328
Sumarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331-342
Table of contents
Articles
An Altarpiece for Castelnou (Teruel) by Bonanat Zahortiga:
Notes for a Biography of the Painter
Amparo París Marqués . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11-34
Bureta: Formation and Development of a Medieval Manor
Ana del Calvario y María Luz Rodrigo-Estevan . . . . . . . . . . . . . . . . 35-76
Don Pedro González de Mendoza: Historical Snippets
of a Franciscan Archbishop in 17th Century Granada
José Antonio Peinado Guzmán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77-106
The Carlist Delegation of Bartolomé Feliú y Pérez (1909-1912):
Supporter of a New Traditionalist Revolt?
Agustín Fernández Escudero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107-104
The Reopening of the General Military Academy of Zaragoza
(1927-1931)
Sergio Sánchez Martínez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105-136
Hidden Goods: Truth and Freedom in Foucault
Juan Manuel Cincunegui . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137-170
More than a Century of ‘Linguicide’ in the Classroom.
An Approach to the Case of Aragonese
Iris Orosia Campos Bandrés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171-198
Dying, Eating, and Sharing in Oconahua
Ricardo Ávila, Martín Tena y Martha Ocegueda . . . . . . . . . . . . . . . . . 231-250
Health Policies: Stress Research among Healthcare Professionals
María del Carmen García-Morán y Marta Gil-Lacruz . . . . . . . . 251-272
History of the Building and Rehabilitation
of the Langreo (Asturias) Municipal Abattoir
María Zapico López . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273-298
Abstracts . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331-342
Resumen
El contrato y albaranes de un retablo gótico realizado por Bonanat Zahortiga para
el altar mayor de la iglesia de Castelnou (Teruel) entre 1452 y 1454, incluyendo la
descripción de la antigua iglesia y la aportación de algunos datos sobre la biografía
del pintor.
Palabras clave: Bonanat Zahortiga, Castelnou (Teruel), pintura gótica aragonesa
Abstract
The contract and invoices of a Gotic altarpiece by Bonanat Zahortiga for Castel-
nou church (Teruel) high altar between 1452 and 1454, including the old church
description and providing some data about the painter’s biography.
Keywords: Bonanat Zahortiga, Castelnou (Teruel), aragonese gothic painting
Introducción
Escribir sobre la historia o el patrimonio de determinados lugares, y en
particular sobre los del Bajo Aragón histórico, supone poner palabras so-
bre una pared en blanco, porque no existe la documentación municipal
antigua ni la parroquial, ha desaparecido la mayoría de los elementos (igle-
Castelnou está situado en la ribera derecha del río Martín, muy cerca de su
desembocadura, precisamente en el límite entre las provincias de Teruel y
Zaragoza. Su término municipal confronta con los de Sástago, Escatrón,
Jatiel y Samper de Calanda.1
La primera mención documentada data de los primeros días de marzo
de 1262, cuando se hizo el amojonamiento de los términos de Escatrón y
Valimaña, en cuyas fronteras estaba la «via de Scatron a Castelnou.» El 25
de noviembre de 1303, en la venta del lugar de Valimaña y algunos bienes
sitos en Escatrónpertenecientes a Oger de Nuez, se menciona que Valima-
ña confrontaba con los términos de Escatrón, Samper de Calanda y Caste-
lnou. Unos años después, en enero de 1316, Rodrigo González de Jatiel,
señor de Castelnou, y fray Jimeno, abad de Rueda, firmaban un compro-
miso acerca del aprovechamiento de las aguas de la acequia de Valimaña.2
En el campo del señorío temporal, después de pertenecer a los señores
de Jatiel, Castelnou pasó por diversas manos. El 28 de febrero de 1441, en
Jatiel, fray Fortuño de Heredia, de la Orden de San Juan de Jerusalén, y
Raimundo Claver, habitante en Castelnou, como procurador de Joan de
Castejón, habitante en Godojos, vendieron a los frailes del convento de
Caspe, de la misma orden militar, el lugar de Castelnou, por precio de
quince mil sueldos, otorgando albarán inmediatamente después de la ven-
ta. La toma de posesión del lugar fue el 1 de marzo del mismo año. Con-
gregados por voz de Domingo Lalueza, corredor público, el alcaide, los
dos jurados y los ocho hombres que formaban el concejo ante las puertas
de la iglesia de San Vicente, el prior fray Domingo Cortés recibió el home-
1 Madoz (1985: 90-91). Madoz incluye en las confrontaciones Valimaña, un lugar que fue
propiedad del monasterio cisterciense de Rueda, con sus propios términos, y que fue in-
corporado al término municipal de Castelnou. en la actualidad es una finca de propiedad
privada.
2 Contel Barea (1977), docs. 113, 151 y 163 respectivamente.
naje de manos y boca, revocó los oficios y nombró a los que debían des-
empeñarlos en adelante, tomándoles el juramento. Tomó posesión tam-
bién de la iglesia, depositando las llaves en manos del vicario Joan de
Tremps.3 En este documento destacamos la forma en que es citada la pa-
rroquial, porque es la única ocasión en que la hemos documentado como
iglesia de San Vicente.
No obstante, el lugar estuvo en manos de la Orden tan sólo cinco años.
El 23 de febrero de 1446, en Caspe, se hizo la reventa de Castelnou a favor
del mismo fray Fortuño de Heredia que había sido su anterior propieta-
rio.4 El 17 de septiembre de 1453 Fortuño de Heredia, escudero, señor de
Godojos, vendía a Pedro Vacca, señor de Foz y de Calanda, el castillo y
lugar de Castelnou.5 Así pues, Fortuño de Heredia, escudero, posiblemen-
te emparentado con el sanjuanista que lleva el mismo nombre, detentaba el
señorío temporal sobre Castelnou el año en que se encargó el retablo, pero
en 1454, cuando fue entregado y colocado en el altar mayor, era señor
temporal Pedro Vacca.
Respecto a la iglesia, en la Visita pastoral realizada el 7 de febrero de
1543 la relación incluye un retablo de mazonería de pincel, tres manteles,
lápida, cobertor y delantealtar de seda y brocado en el altar, una cajuela de
plata con las formas en el sagrario, una custodia de plata, un cáliz, y los
ornamentos necesarios para la celebración de la liturgia.6 En 1553 el reta-
blo era de pincel, so la invocación de Nuestra Señora. El altar era de made-
ra, el delantealtar de chamelote dorado, y había lápida y corporales, man-
teles y cobertor de cuero; ante el altar ardía una lámpara. Había un
segundo retablo, de pincel, de la advocación del Crucifijo, con su lápida,
corporales, manteles y cobertores, con un altar de piedra y un delantealtar
de lienzo pintado. Se mandó poner una puerta en el cementerio, para que
no entrasen los puercos y otros animales, y hacer un arca grande donde
guardar los ornamentos, con objeto de que los clérigos saliesen ya revesti-
dos de la sacristía.
3 AHPNZ (Archivo Histórico de Protocolos de Zaragoza), Juan de Albión, 1441, ff. 30r-
32v la venta; en ff. 32v-33r el albarán: y la toma de posesión en ff. 57v-60r.
4 AHPNZ, Juan de Albión, 1446, ff. 1v-6r.
5 AHPNZ, Miguel Navarro mayor, 1453, ff. 371r-371v. En París Marqués (1997), doc. 2, la
venta; el doc. 3 recoge la venta de Pedro Vacca a Valentín Claver, en 1456.
6 ADZ (Archivo Diocesano de Zaragoza), Visitas de los años 1543 a 1656, véase las referen-
cias en las Fuentes documentales que se detallan al final del artículo. Las Visitas anteriores
a 1543 no hacen alusiones al edificio. Las descripciones de los retablos varían dependiendo
del sacerdote que las hace, aunque siempre se refieren a los mismos objetos y elementos.
7 ADZ, Ms. 82, ff. 266v-267r, se mencionan las casas y el alcaide; no aparecen en Serrano
Montalvo (1995), p. 27, donde sólo se recoge los titulares de los trece fuegos.
ban: altar del Santo Cristo, de Nuestra Señora del Rosario, San Valero, San
Vicente, Almas y San Juan Bautista. La población la formaban noventa
vecinos, doscientas veinte almas de comunión.8
Sobre los santos que tradicionalmente han sido objeto de la devoción
en Castelnou y encontramos representados en los altares de ambas iglesias,
es preciso aludir al obispo de Zaragoza, San Valero, y a su discípulo San
Vicente, que en el año 306 asistieron al concilio de Elvira, en Granada.
Según cuenta la leyenda, cuando San Valero fue desterrado por Daciano a
Enate, en la Ribagorza oscense, pasó por Castelnou, donde tuvo que sufrir
las burlas de los infieles. Debido a ello, profetizó que jamás habitaría un
infiel en el lugar, algo que parece se cumplió, pues en todos los casos en
que puede accederse a los que formaban el vecindario, siempre parecen ser
cristianos. También entra en la leyenda una cruz de bronce, que se encon-
tró enterrada bajo el pórtico de la iglesia vieja (la primitiva), según era
tradición y estaba anotado en las memorias de la parroquial. Servía para
dar paz, y se utilizaba en los conjuros contra las tormentas: cuando se
acercaba una tormenta la cruz emitía unos silbidos, según manifestó mo-
sén Juan Landa, en los primeros años del XVIII.9
este asunto, tal vez cabría apuntar que posteriormente otra autora ha rea-
lizado el estudio y transcripción de otros ejemplares del manuscrito, des-
cartando como no válido ese ejemplar en concreto, por tratarse de una
mala copia de finales del siglo xix, y de una traducción del que se supone
compuso Juan de Anchias a finales del siglo xv.19 Sí queremos apuntar que,
según la genealogía de Juan Ortigas que aparece en el Ms. 1282 del Archivo
Histórico Nacional, Bonanat no podía descender de Juan, aunque sí po-
dría ser descendiente de su hermano, Tomás Ortigas, del que no se preci-
san sus hijos y nietos.20
Fuese cual fuese la ascendencia de la familia, se ha documentado que
Bonanat Ortiga, Ortigas, Zaortiga o Zahortiga, en la documentación ori-
ginal, fijado definitivamente como Zahortiga, estuvo activo en Zaragoza al
menos desde 1406, año en que firmó un contrato de aprendizaje con el
pintor Juan de Oviedo para los tres años siguientes.21 Bonanat tenía el ta-
ller y su casa en la parroquia de Santa María la Mayor de Zaragoza, y fue
cofrade de la cofradía del mismo nombre.22
Hemos documentado a Bonanat Ortiga, pintor, ciudadano de Zarago-
za, que el 16 de mayo de 1426, en Zaragoza, otorgaba haber recibido de
Martín Blasco y de Blanca Garcez, mujer suya, vecinos de dicha ciudad,
seiscientos ocho sueldos y cuatro dineros, cantidad que le debían por carta
de comanda firmada el 10 de septiembre de 1420.23 El 18 de noviembre de
1427 Bonanat Ortigas, pintor, vecino de Zaragoza, nombraba procurado-
35 Fernández Somoza (1997) describe este tipo de contratos, especialmente en pp. 40-42. Lo
mismo Mañas Ballestín (1979), pp. 33-37, que estudia al detalle la pintura gótica.
Los dos últimos documentos relacionados con este retablo son singu-
lares por el enunciado de los textos, que no es el ordinario en este tipo de
documentos, por los intervinientes, y por el último abono, que adopta la
forma de comanda, lo que podría indicar que fue un pago en especie. El 15
de noviembre de 1454 el notario Juan de Longares escribe que ante él ha-
bían comparecido dos hombres, de los cuales uno dijo tener por nombre
Antón Clavero, y el otro Domingo Continente, los dos vecinos del lugar
de Castelnou, y a los cuales dicho notario no conocía. Ambos reconocie-
ron tener en comanda de Nicolau Zahortiga, pintor, habitante en la ciudad
de Zaragoza, doscientos treinta y un sueldos. Gonzalvo de la Cueva, San-
cho Peralta, Joan de Peralta, Antón Cortés, Martín Joan, notario, y un tal
Antón cuyo apellido es ilegible, habitantes de dicha ciudad, eran los fian-
zas de salvo.
Acto seguido y ante el mismo notario comparece Bonanat Zahortiga,
pintor, ciudadano de Zaragoza, de una parte, y de otra dos hombres, de
los cuales uno dijo que tenía por nombre Bertolomeu Ibarz, clérigo, olim
vicario del lugar de Castelnou, y el otro Antón Clavero, jurado y procu-
rador del concejo de Castelnou. Estos dos dijeron que Bonanat Zahorti-
ga se había obligado a hacer un retablo para dicho lugar por precio de
seiscientos treinta sueldos jaqueses. Y Antón Clavero otorgaba que el
retablo estaba acabado y asentado, que Bonanat había recibido el total
del precio convenido, y que había hecho las pinturas y casas de acuerdo
con las condiciones acordadas, por lo que daba el contrato por nulo y
rescindido. Fueron testigos Jaime Albana, escribiente, y Joan de Laviana,
habitantes de Zaragoza.48 Los treinta sueldos de diferencia entre el precio
que había sido pactado en el contrato y la cantidad total abonada serviría
para cubrir los gastos de desplazamiento del maestro y sus ayudantes
hasta el lugar.
48 AHPNZ, Juan de Longares, 1454, los dos documentos en ff. 960r-961r. El enunciado de
los documentos no es el habitual, pero Juan de Longares acostumbra redactarlos de esta
forma.
Fuentes documentales
ADZ, Archivo Diocesano de Zaragoza, Visitas pastorales, Arciprestazgo de Belchite, 210,
año 1543, f. 47bis r; 210, año 1553, ff. 381r-381v; 213-1, año 1570, ff. 338v-339; 214-1,
años 1581, 1595 y 1597; 216-1, año 1656, ff. 110r-111r; 217-2, año 1716, f. 7v; 217-3, año
1745, ff. 21r-21v; 221, año 1771, ff. 559r-561v.
ADPZ, Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza, Ms. 82 y Ms. 758/5.
AHPNZ, Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Zaragoza, Antón Ximénez del
Bosch, carp. 1833, año 1406.
AHPNZ, Juan de Albión, carp. 1328, años 1441, 1446.
AHPNZ, Miguel Navarro mayor, carp. 3390, año 1453, y carp. 3391, año 1454.
AHPNZ, Juan de Longares, carp. 3229, año 1452; carp. 3232, año 1453, carp. 3233, año 1454;
carp. 3235, año 1455, y carp. 3241, año 1458.
AHPNZ, Antón Melero, carp. 2912, años 1420, 1427, 1428 y 1430.
BN, Biblioteca Nacional de España, Ms. 18305.
49 Si su primer encargo documentado es de 1406, debe suponerse que nació entre 1378 y
1381, por lo tanto en 1452 tendría setenta o más años.
50 Describen el uso de plantillas en la pintura de la época Miquel y Serra (2011), pp. 364-
379.
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Apéndice documental
1.- 1426, mayo, 16. Zaragoza.
Bonanat Zahortiga (Ortiga), pintor, ciudadano de Zaragoza, otorga haber recibido de Martín
Blasco, carpintero, y de Blanca Garcez, mujer suya, vecinos de dicha ciudad, seiscientos ocho
sueldos y cuatro dineros jaqueses, cantidad que le debían por una carta de comanda otorgada
en la misma ciudad el 10 de septiembre de 1420, la cual fue testificada por el notario Antón
Ximénez de Aísa. Testigos Pedro lo Broto, calcetero, vecino de Zaragoza, y Miguel Empador,
escribiente, habitante de la misma.
AHPNZ, Antón Melero, carp. 2912, año 1426, f. 37r.
Félix de Alemania, viña de Lope Marco de Asín, y con campo de Juan de Larraz. Como
fianzas de salvo presenta a Jaime Martínez, vecino de Zaragoza, y a Juan de Royas, escudero,
habitante de la misma. Testigos Guillén Salas, daguero, y Martín Marco de Asín, sillero, veci-
nos de Zaragoza.
AHPNZ, Antón Melero, carp. 2912, año 1430, ff. 35r-35v.
Antón de Arguis, habitantes de dicha ciudad. Son testigos Bartolomé Ibarz, clérigo, y
[Jaime]52 Albana, escribiente, habitantes de Zaragoza.
AHPNZ, Juan de Longares, carp. 3233, año 1454, ff. 960r-960v.
52 El notario escribe Bartolomé como nombre propio del segundo testigo, que es el del
primer testigo; el segundo es Jaime Albana, según el siguiente documento, en el que
también figura como tal.
Resumen
Los señoríos constituyeron una efectiva fórmula de articulación político-adminis-
trativa, militar y social del territorio en la Edad Media. El conocimiento de su
origen y formación nos da las claves para comprender la evolución del paisaje y de
las formaciones sociales que lo habitaron. Muchos de estos señoríos nacieron en el
período de grandes expansiones territoriales (siglos xii y xiii) y estuvieron en ma-
nos de familias nobiliarias que proyectaron su influencia política, civil y militar
sobre los territorios controlados, alcanzando un prestigio social y económico que
los situó dentro de la elite de poder. El señorío de Bureta se enmarca dentro de la
dinámica feudal medieval y supone un ejemplo para conocer el funcionamiento de
la tenencia de tierras dentro de la administración del reino de Aragón. Hoy todavía
perviven las huellas de sus orígenes medievales y siguen vigentes sus títulos nobi-
liarios.
Palabras clave: señorío, Edad Media, Reino de Aragón, Bureta, linaje de los Francia
Abstract
The formation of medieval manors is the origin of the spaces where we still inhabit
nowadays. Through knowing how they were formed, we can understand some
keys about the environment around us. Many of these manors were in the hands
of major noble families. They projected their political, civil and military influence
over the estates they control, expressing a social and economic prestige that situa-
ted them within the power elite. The Bureta Manor must be placed as part of all
this feudal system and it is a good example that can help us to understand how the
tenure worked in the kingdom of Aragon. The title associated to the Bureta manor
–Count of Bureta– still survives nowadays.
Keywords: manor, Middle Ages, Aragon, Bureta, France lineage
1. Introducción
En el valle del Huecha, en la comarca de Campo de Borja, se encuentra la
localidad de Bureta. Por su ubicación fronteriza —enfatizada por el pro-
pio valle del río— entre las actuales Comunidades Autónomas de Castilla
y León, Navarra y La Rioja, estuvo en el punto de mira e interés de los
reinos medievales limítrofes. La población se encuentra asentada en un
cerro que, desde la Antigüedad, ofreció posibilidades para establecer un
asentamiento seguro ante posibles ataques exteriores. Su ubicación geoes-
tratégica fue especialmente valorada a partir del siglo xiii de modo que los
nobles que tomaron posesión del lugar lograron afianzarse en el enclave
hasta consolidar el señorío. Desde entonces hasta hoy, los rastros de este
pasado señorial todavía perviven. En el actual municipio se conserva el
palacio de los condes de Bureta y la iglesia de la Santa Cruz, construccio-
nes de los siglos xvi y xvii que recuerdan el poderío de los linajes allí esta-
blecidos. Linajes cuyo mayor renombre llegó en el siglo xix gracias a la
figura de la condesa de Bureta, una de las heroínas más populares y cono-
cidas de los Sitios de Zaragoza de 1808.
En el contexto del régimen señorial aragonés, es nuestro objetivo ana-
lizar los cambios de tenencia más decisivos que atravesó Bureta entre los
siglos xiv y xv, esto es, en su período de formación y consolidación como
señorío y futuro condado. Con este hilo conductor hacemos un acerca-
miento a la conformación del régimen señorial en los territorios ganados al
Islam y su posterior gestión por el reino aragonés, la adscripción adminis-
trativa de la población y las tierras al señorío y al realengo, el proceso de
enajenación del patrimonio real en favor de los hijos legítimos e ilegítimos
de los monarcas —con la consiguiente consolidación de una nueva aristo-
cracia laica que dominará gran parte del patrimonio del reino—, y la ascen-
sión de una elite de poderosos linajes cercanos a la órbita regia, como los
Luna, entre cuyas posesiones y señoríos quedó incluido Bureta.
Junto con una aproximación a los principales aspectos organizativos
del señorío jurisdiccional de María de Luna, al que se adscribió Bureta,
2. Fuentes de información
El archivo privado ubicado en el actual palacio de los condes de Bureta,
custodio de un impresionante fondo documental —unas 14.000 piezas
desde la Baja Edad Media hasta el siglo xix—, incita a la curiosidad de
quien investiga diferentes periodos de la historia en Aragón. Desafortuna-
damente su consulta está restringida pero, dado el interés que nos suscita
la formación de los señoríos medievales y, en especial el de Bureta, hemos
buscado información en los fondos documentales de otros archivos de ti-
tularidad pública y privada. Las indagaciones realizadas han aportado una
valiosa información acerca de la génesis de este señorío y de las poderosas
familias —como la de los Francia, infanzones asentados en Zaragoza—
que consolidaron el sistema señorial en Bureta hasta llevarlo a su máximo
esplendor, ya en el siglo xvii, cuando alcanzó el título de condado.
El grueso de las fuentes utilizadas se hallan editadas y las hemos com-
plementado con documentos inéditos localizados en diversos archivos.1
Las tipologías documentales más interesantes son, a priori, los testamentos
y donaciones, pues aportan información respecto a herencias y posibilitan
trazar la línea sucesoria masculina en el señorío; por su parte, los inventa-
rios de bienes, capitulaciones matrimoniales, actos de posesión de tenen-
2 Las búsquedas en documentación inquisitorial han sido realizadas por M.ª Luz Rodrigo
dentro del proyecto HAR 2012-34444: Inquisición y sociedades urbanas, dirigido por el
Dr. José M.ª Cruselles (Univ. de Valencia).
3 Hemos consultado la Colección de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de
Castilla y León, Corona de Aragón y Navarra, coordinada y anotada por Tomás Muñoz
y Romero, Madrid, Atlas, 1972. Y la de M.ª Luisa Ledesma, Cartas de Población del
Reino de Aragón en los siglos medievales, Zaragoza, IFC, 1991.
6 De hecho, según las investigaciones de Luis Zueco y de otros historiadores del arte (Ca-
bañero, Cantos y Giménez, 2006: 17-92), se describen las características de lo que fue la
torre musulmana de sillares, datada en los siglos x-xi y hoy integrada en el basamento del
palacio condal.
blecer los límites cerca de Borja dividiendo la cuenca del río Huecha en
una parte alta, para el obispado de Tarazona, y una parte baja, donde se
ubica Bureta, para el obispado de Zaragoza (Ubieto, 1984: 42).
Afirma Antonio Ubieto (1984: 43) que en los años centrales del siglo
xii el príncipe Ramón Berenguer IV controló esta zona sobre la que «ejer-
cía una acción ilimitada» aunque hubo espacios «que es posible que no
poseyese directamente, aunque tampoco se podría asegurar que obedecie-
sen a los musulmanes valencianos.» En cualquier caso, si el territorio de
Bureta obedecía a Ramón Berenguer IV fue porque obtuvo la transmisión
directa de las zonas conquistadas por Alfonso I. Como muchas otras po-
blaciones, Bureta siempre estuvo habitada por musulmanes, primero por
mudéjares y posteriormente por moriscos hasta 1610, momento en que se
produjo su expulsión.
8 Como marco general y particular de estas cuestiones véase Franco de Espés (1991: 34-35)
y Rodrigo (1992).
9 Sobre la entrega de Trasmoz, consúltese el trabajo de José Luis Corral (1979:14) sobre el
sistema defensivo aragonés esta frontera. En cuanto a políticas nobiliarias de Jaime I y
repartos territoriales, véanse, entre otros, los trabajos de Rodrigo (2009a; 2009b).
10 El dato, extraído del Archivo de la Corona de Aragón (ACA), Pergaminos reales, Jaime
I, nº 2818 (1272, Montpellier), es recogido por Antonio Ubieto (1984: 304): «el 10 de
abril de 1254, Jaime I de Aragón dio a un tal Monteagudo el castillo y la villa de Bureta.»
villas legadas por sus ancestros y había emparentado con la casa real me-
diante el matrimonio en 1339 con la infanta Violante, la menor de las hijas
de Jaime II. Años más tarde, en 1348, todas sus posesiones conformaron el
condado de Luna al recibir el título de I Conde de Luna, en reconocimien-
to de su victoria ante La Unión en Épila. Se convertió así en la primera
persona de sangre no real que ostentaba tal título y, a falta de un varón en
la línea sucesoria, su hija María, nacida de un segundo matrimonio con
Brianda d’Agout, heredó el condado en 1360, tras fallecer don Lope.
14 Argudo et alii, 1998: 21. El dato es corroborado en este estudio con la referencia en nota
de la obra de Bofarull y Mascaró, Procesos de las Antiguas Cortes y Parlamentos de Ca-
taluña, Aragón y Valencia custodiados en el Archivo General de la Corona de Aragón,
Barcelona, Codoin A.C.A., vol. I, 1847: 120-127.
15 Las negociaciones, en las que tuvo un papel destacado el papa aragonés Benedicto XIII,
no llegaron a buen puerto. En 1410, la muerte de Martín I el Humano abrió un interreg-
no de dos años que concluyó en el Compromiso de Caspe (1412); en el proceso de elec-
ción, don Fadrique ofreció su candidatura, que fue rechazada, siendo finalmente procla-
mado Fernando de Trastámara. La bibliografía sobre el tema se ha actualizado con las
investigaciones publicadas al pairo del 600 aniversario del Compromiso.
16 Argudo et alii, 1998: 22. Los autores estudian la correspondencia —hallada en un registro
notarial de la villa de Luna custodiado en el Archivo de Protocolos Notariales de Zara-
goza—, que Lope Ferrant de Luna, procurador general del condado, mantuvo a lo largo
de 1409. La conclusiones extraídas arrojan luz sobre la aplicación real de la jurisdicción
señorial: quién ostentaba el poder efectivo en sustitución del titular, quienes eran sus
delegados, cómo se cobraban las rentas y aplicaban la justicia, etc., según el registro de
1409, donde quedan anotados asuntos relacionados con muchos lugares y villas del seño-
río y con la aplicación fáctica de la jurisdicción en uno de los condados más relevantes de
la época medieval. Este libro resulta imprescindible para conocer, más allá del ejercicio de
poder en unas localidades concretas, la organización de los señoríos nobiliarios aragone-
ses durante los siglos centrales de la Edad Media.
experimentaron un alto grado de aculturación a partir del siglo xii, hasta tal
punto que los mudéjares y moriscos de Aragón apenas utilizaron la lengua
árabe como forma de expresión oral y escrita, aunque es cierto que hasta
nosotros han llegado importantes fragmentos de literatura aljamiada.20
Analicemos ahora los datos aportados por los fogajes de 1405 y 1495.
Las cortes celebradas en Maella el 26 de julio de 1405 fueron convocadas
para solucionar algunas de las necesidades de los súbditos aragoneses. El
problema financiero era grave: la gran magnitud de la deuda sostenida por
el General del reino se había incrementado con la carga de los excesivos
censales emitidos para hacer frente a los gastos extraordinarios, y no se
había logrado rescatar la deuda anterior. Para paliar la situación, se optó
por cobrar una tasa repartida entre los hogares habitados del reino, con el
objetivo de lograr un saneamiento de la Hacienda eliminando un buen
número de censales. El primer paso para lograrlo consistió en hacer un
recuento de las unidades fiscales o casas, para proceder al reparto del pago
de la tasa. Las 42.227 casas inventariadas en el registro, estudiado por Ses-
ma y Abella (2004), permiten obtener datos demográficos que denotan un
crecimiento poblacional respecto al fogaje de 1364, incremento que conti-
núa durante toda la centuria.
A comienzos del siglo xv, cuando tiene lugar el inventario de 1405,
Bureta pertenece al señorío laico de María de Luna que, con 1.506 fuegos
bajo su jurisdicción, era la mayor propietaria de señorío secular en Ara-
gón. Aunque ya se aprecia un menor número de castillos en el conjunto
aragonés debido a que las necesidades defensivas del reino han disminuido
respecto a la centuria anterior, en el caso de Bureta, el castillo sigue consti-
tuyendo un elemento esencial del enclave, acumulando nuevas funciones
como unidad de producción económica, residencia señorial o punto de
almacenamiento agrícola, sin olvidar, por supuesto, la continuidad de su
carácter de plaza fuerte en la frontera con Castilla.21
El recuento poblacional que afectó al lugar en 1405 anota un total de
58 fuegos, de los cuales 2 pertenecen a infanzones afincados en Bureta,
20 Entre las varias publicaciones especializadas y monografías de María José Cervera, véase
por ejemplo, Manuscritos moriscos aragoneses, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos
y del Oriente Próximo, 2010.
21 La importancia de la plaza fuerte continúa en el siglo xvi, según la noticia encontrada en
AHPZ, Ramiro Nogueras, Cariñena, Pleitos contra la condesa viuda de Bureta,
1545.05.27: Juan de Moncayo, propietario de Bureta, exige como condición a posteriores
compras, el arreglo del castillo y las murallas del lugar.
22 En este apartado utilizamos el estudio del fogaje de 1495 publicado por Serrano (1997).
M.ª Teresa Ferrer (2002) señala que este fogaje no debió basarse en un recuento exhaus-
tivo pues resulta incongruente el sorprendente incremento del número de unidades fisca-
les en censos posteriores.
23 La división en cullidas y sobrecullidas ya se advierte desde el siglo xiv, en relación con la
percepción de impuestos sobre el tránsito de mercancías en zonas fronterizas y hacia
1463-1465 está formalmente organizada, integrando auténticas circunscripciones admi-
nistrativas y comerciales, a cargo de un sobrecullidor que recibe estos impuestos (Ubieto,
1984: 167). Para la división en doce sobrecullidas se optó, en un principio, por hacer un
recuento de los merinados (Ubieto, Ag., 2001: 43-44); y más tarde, se tuvo en cuenta la
antigua agrupación geográfica de juntas que garantizaban la seguridad en los territorios,
con sede en la población cabecera de cada territorio. El solapamiento de divisiones admi-
nistrativas dificulta el conocimiento de las poblaciones que componían cada sobrecullida;
en nuestro caso, es claro que Bureta perteneció a la de Tarazona.
24 Según otras investigaciones que han revisado el trabajo de Serrano Montalvo, los fuegos
mudéjares de la sobrecullida de Tarazona en 1495 fueron 1.529; y en 39 lugares se registró
exclusivamente población mudéjar. Uno de ellos sería Bureta. (Navarro y Villanueva,
2004).
25 Las Cortes de Tarazona de 1495 señalan que «forman un fuego todas aquellas personas que
habitan en una casa y toman la despensa de un superior o pater familias continuament en dicha
casa, lo que ha de jurar el superior o pater familias.» (Serrano, 1995, vol. I: XXV). El censo o
fogaje de 1495 fue autorizado por las Cortes de Tarazona para repartir el cobro de un impues-
to sobre el pan y la carne —las sisas— con el que se quería sufragar durante tres años la nueva
aportación material y humana a la defensa del reino (500 caballos, 250 jinetes y 250 hombres
de armas), en un momento en que la amenaza expansiva militar de Francia se convierte en real
tanto en el Rosellón como en Nápoles. La trascendencia de este censo reside en que tuvo una
gran pervivencia, rigiendo el cobro de impuestos en Aragón durante todo un siglo, y en que
incluyó a dos colectivos muy significativos: el grupo privilegiado del clero, que suponía en
torno al 10-12% de la población total aragonesa; y el colectivo mudéjar, muy importante
demográfica y económicamente en los valles fluviales de la cuenca media del Ebro.
26 El carácter más rural de esta pobreza se compara con que el área urbana de referencia, Tara-
zona, sólo censa 14 hogares fiscalmente insolventes (Serrano Montalvo, 1997, vol. I: XIX).
das de forma habitual a partir del siglo xiv otorgaban a los reyes el derecho
de comprar o luir el señorío vendido en cualquier momento entregando al
comprador el precio recibido.29
Las noticias que se han contrastado acerca de las sucesivas posesiones,
tenencias y derechos sobre el lugar de Bureta resultan contradictorias y
difusas en muchos casos, pero permiten en cierta medida recomponer to-
dos los eslabones que se suceden desde 1430, hasta la adquisición del lugar
por la familia Francia en 1466. Además, estos avatares evidencian la com-
plejidad de la organización señorial en la Baja Edad Media y los diferentes
agentes que intervienen en la potestad de los territorios y de sus morado-
res. Por ello las investigaciones para esclarecer las gestiones de compraven-
ta en estos años no han estado exentas de dificultades, dadas las diferentes
manos que estaban en posesión de cada uno de los derechos de Bureta:
derechos de molino, del castillo, de percepción de rentas censales, de lui-
ción del lugar, etc. El hallazgo en la sección de Nobleza del AHN de un
documento sobre los censales que soporta el castillo y lugar de Bureta,
permiten junto con otras aportaciones archivísticas localizadas, trazar el
siguiente itinerario de la propiedad en estas décadas.30
Una vez que el 1 de febrero de 1430 Alfonso V se hace con el control
de los bienes, honores y dignidades de don Fadrique de Luna como castigo
a su rebeldía, el monarca aragonés lleva a cabo el reparto y venta de terri-
torios y derechos entre sus más allegados con la finalidad de extraer bene-
ficios económicos y consolidar fidelidades clave. Así se desmigaja el patri-
monio perteneciente al entonces último conde de Luna.31 En este proceso
29 Recibe el nombre de carta de «gracia» porque la duración de los efectos de la venta de-
pende de la merced que hace el rey en no redimir lo que vendió. Cf. José Ignacio López
Susín, Léxico del derecho aragonés, Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2006: 144. A veces,
las cartas de gracia eran anuladas; en otras ocasiones, el monarca se comprometía a no
recuperar los bienes vendidos; y en otras los reyes vendieron a terceros las cartas de gra-
cia, como ocurre con la de Bureta. Con el tiempo estas prácticas generaron dilatados
pleitos donde se trataba de dilucidar los derechos de propiedad de cada implicado en
estas compraventas, cesiones y compromisos.
30 AHN, Nobleza, Parcent, C.123/D.20, n.1, Bureta, 1533.09.28.
31 La información se localiza en una copia simple de fines del siglo xvi en los fondos de la
Colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia (ES/RAH-09-00888,
M-82, fs. 258-259): Alfonso V, en atención a que el conde de Luna se ha aliado con el rey
de Castilla y ambos han protagonizado diferentes violencias en el reino de Aragón y, por
tanto ha incurrido en los delitos de traición y lesa majestad, le priva de todos sus honores
y dignidades, confisca sus bienes y absuelve a sus vasallos y oficiales de la fidelidad que
le debían. En Sinués y Ubieto (1986: 74) encontramos la referencia al documento de
aprehensión de los territorios proveniente del ACA, reg 2.684, fol. 32v-33v: «Cinco pro-
visiones y comisiones, en las que manda el rey que se haga aprehensión de los castillos,
villas y lugares que fueron de Federico de Luna en el condado de Luna, a saber, Arándiga,
Chodes, Suso, Huesa [...] Bureta [...]». Después de este episodio, el título de conde de
Luna quedó sin asignar hasta que Juan II lo otorga a su hijo Alonso de Aragón, siendo
transmitido posteriormente a los duques de Villahermosa quienes lo disfrutan hasta la
actualidad.
32 Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza (AHPrNZ), Pedro de Vilanova, reg.
1162, s/f., hace referencia a las trasmisiones del castillo y demás operaciones con las car-
tas de gracia y derechos de luición en el ítem 11. Estas informaciones no coinciden con
las aportadas por Ubieto (1983: 304) y Sinués y Ubieto (1986: 116).
33 El documento, fechado en 1434, es una copia inserta en un expediente de 1622. Se trata
de un privilegio de Alfonso V concediendo la franquicia y el lugar de Bureta a Juan de
Moncayo: «El Rey don Alfonso vendió el lugar de Bureta, que es comprendido en dicho
privilegio, a don Juan de Moncayo, su Camarero, aprehensión hecha por parte de este se
sirvió S.M. de extender y ampliar el mismo privilegio al citado lugar de Bureta y en favor
del nominado don Juan. Y fue hecha esta ampliación y nueva concesión, por el referido
señor rey don Alfonso, en Palermo a 30 de noviembre de 1434, firmada con su misma
mano y refrendada por Arnaldo Fonolleda, secretario de S. M. en lugar de Juan de Vite-
llino, y sacado este transcripto por Miguel Beltrán notario en Barcelona, a 26 de marzo
de 1622.» AHPZ, Juan de Folloneda, Expedientes Casa de Híjar, Barcelona, 1434.11.30,
inserto en documento de 1622.03.26 (P/4-45-27).
34 AHPrNZ, Pedro de Vilanova, 1447.02.14, Zaragoza, Registro 1162. s/f. 11 piezas sin
numerar. El documento se incluye en el Apéndice del Trabajo Fin de Máster de Ana del
Calvario, El señorío de Bureta, Zaragoza, Universidad, 2015. Disponible en: https://za-
guan.unizar.es
37 AHPrNZ Pedro de Vilanova, 1447/02/14, Reg. 1162. s/f. 11 piezas sin numerar.
38 En 1678 el rey Carlos II, con la concesión del privilegio de 24 de marzo, otorgó el título
de conde a don Antonio de Francia y Marín de Resende, inaugurando así la etapa condal.
Y fue en 1784 cuando, por falta de sucesión directa, la titularidad del condado pasó a Juan
Crisóstomo López Fernández de Heredia, VI conde y señor de Bureta, con quien en-
tronca el actual XIII Conde de Bureta, don Mariano de los Dolores López-Fernández de
Heredia e Izquierdo, que ostenta el título desde 1984. (Jiménez, 2009).
39 El infante Fernando dirigió las revueltas dinásticas de la nobleza del reino de Valencia
contra Pedro IV, fue derrotado en Épila en 1348 y se unió con Pedro I de Castilla contra
el monarca aragonés. (Recuero, 2013)
40 AHPZ, Ramiro Nogueras, Pleitos contra la condesa viuda de Bureta, 1545.05.27 Cariñe-
na. Testamento de Sancho de Francia.
culmina el periodo señorial para dar paso a la etapa condal. Aunque nues-
tra investigación de momento no se adentra en los siglos modernos, hay
que señalar que la organización señorial medieval, con las evoluciones y
modificaciones propias del proceso de consolidación de los Estados mo-
dernos, pervivió durante el Antiguo Régimen.
El linaje de los Francia mantuvo vínculos con la alta nobleza y la reale-
za desde el siglo xii. Hemos visto que muchos de sus miembros fueron
personajes destacados tanto por sus destrezas militares como por su faceta
de letrados, pero donde aparece la evidencia de su presencia en la vida pú-
blica, es en las actas de cortes celebradas en el reino. Su mayor o menor
número de aparición y participación posibilita sopesar la influencia que
pudo ejercer y el lugar que ocupó entre los diversos escalafones nobiliarios
aragoneses de la época.
Varios personajes de la familia Francia asistieron a las diferentes reu-
niones de Cortes desde el siglo xiii dentro del estamento o brazo de los
caballeros.42 En las Cortes generales se trataban asuntos de interés común
con la presencia regia, asuntos que posteriormente se concretaban en las
Cortes particulares de cada territorio que integraba la Corona aragonesa.
Una cuestión que llama la atención de análisis realizado sobre las alianzas
matrimoniales es la vinculación de la familia Francia con la elite judeocon-
versa zaragozana, elite que desempeñó un papel institucional y financiero
43 AHPrNZ, Miguel Navarro, 1455.11.07, Zaragoza, s/f; Juan Ram, 1458.09.26, Daroca, ff.
92v-93; Juan Terrén, 1458.07.03, Zaragoza, f. 52r.: Albaranes de pago por censales y ren-
tas que recibe Beatriz Ruiz como usufructuaria y gestora de los bienes de su hermano (a
causa de haber fallecido también el hijo de éste) y de su marido, y como curadora del
patrimonio de sus hijos.
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Resumen
El artículo estudia la figura histórica del arzobispo granadino don Pedro González
de Mendoza en los escasos cinco años y medio que estuvo al frente de dicha dióce-
sis. Este personaje, procedente de las más altas esferas de la Corte, terminará siendo
arrinconado, al final de sus días, en el obispado de Sigüenza, debido a las intrigas
cortesanas. En su etapa en Granada realizará una importante labor de mecenazgo,
primordialmente en el palacio episcopal. Asimismo, resultan importantes en su
persona otros aspectos como el doctrinal, en el afianzamiento de la doctrina inma-
culista, o de diplomacia, en su conflicto con la Inquisición.
Palabras clave: Pedro González de Mendoza, Granada, arzobispado, mecenazgo,
inquisición, inmaculismo, siglo xvii
Abstract
The article examines at the historical figure of the Granada Archbishop don Pedro
González de Mendoza in just five years and a half that was head of the diocese. This
character, from the highest circles of the Court, will end up being cornered, at the
end of their days, in the bishopric of Sigüenza, due to court intrigues. In his time at
Granada held an important role of patronage, primarily at the episcopal Palace.
Also, will be important in his person other aspects as the doctrinal, in the strengthe-
ning of the immaculist doctrine, or diplomacy, in its conflict with the Inquisition.
Keywords: Pedro González de Mendoza, Granada, archbishopric, patronage, in-
quisition, immaculism, 17th century
1. Introducción
Decía Dante que «no hay mayor dolor que acordarse de los tiempos fe-
lices en la desgracia.» Algo así debió pensar fray Pedro González de
Mendoza cuando, al final de su vida, y en su retiro de Sigüenza, reflexio-
nara sobre lo que a lo largo de ella le había acontecido. Nacido en una
familia de las de más alta alcurnia del reino de Castilla, criado en la Cor-
te dentro del núcleo más cercano al rey Felipe III, con un ascenso y pro-
gresión de lo más fulgurante desde muy joven, al ocupar altos puestos
eclesiásticos, terminó cayendo en desgracia por los continuos entresijos
y traiciones cortesanas. Poco menos que «desterrado» en la diócesis de
Sigüenza, fue víctima de su amistad con el Duque de Lerma, quien había
sido denostado, junto con todos sus allegados, tras llegar al poder nuevos
hombres enormemente influyentes como el Duque de Uceda y, sobre
todo, el Conde-duque de Olivares. El prelado franciscano, enormemente
culto, y que se había codeado con la elite intelectual del Siglo de Oro
español, acabó sus días alejado de la capital del reino (a pesar de que en
su epitafio se escriba que el nombramiento de obispo de Sigüenza, fuera
expreso deseo de Felipe IV por tenerlo cercano a la Corte), en una dióce-
sis secundaria como la seguntina, tras haber estado al frente de otras de
primera fila como las de Granada o Zaragoza. Solamente el nombra-
miento como mitrado de tal sede es ya considerado como una forma de
degradar a un hombre, que había presidido sillas arzobispales. Retirado
y desaparecido del primer plano político, sus actividades ya no tendrían
la trascendencia de años anteriores.
Así pues, vamos a adentrarnos en la personalidad de un hombre de
una enorme complejidad, de gran intelecto, poder e influencia en el pri-
mer cuarto del siglo xvii. Debido a que abarcar toda su vida conllevaría
un estudio notoriamente más amplio que un artículo, nos ceñiremos a
su estancia al frente del arzobispado de Granada. Si bien este período se
reduce a unos cinco años y medio, su actividad como metropolita gra-
nadino fue bastante activa y fructífera, especialmente como mecenas ar-
tístico.
2. Retazos biográficos1
Don Pedro González de Mendoza, bautizado realmente con el nombre de
Fernando de Silva y Mendoza, nació en Madrid, aunque la fecha de su
nacimiento no es muy clara: 1569, 1570 o 1571.2 Era hijo del noble portu-
gués Rui Gómez de Silva, quien fuera príncipe de Éboli y ministro secre-
tario de Felipe II, y de doña Ana Mendoza y de la Cerda, la enigmática y
controvertida princesa de Éboli. Ésta terminaría siendo encarcelada por el
rey debido a sus intrigas en la Corte.
Siendo niño, entró en la Corte como Menino del príncipe, el que habría
de ser a la postre Felipe III. De su educación y crianza se encargaron sus
abuelos maternos, don Diego de Mendoza y de la Cerda y doña Catalina
de Silva, los príncipes de Mélito. Desde su niñez, el propio papa Gregorio
XIII quiso prepararlo para convertirlo en cardenal, encargando para ello al
nuncio pontificio Filippo Sega.
Al no ser hijo primogénito (era el séptimo de nueve hermanos3 y el
tercero en la línea de sucesión de la primogenitura), hubo de dedicarse a la
carrera eclesiástica, aunque según las crónicas, se decidió por la religión
tras un desengaño amoroso. Fuere como fuere, siendo muy joven, en 1585,
ingresó en el convento o monasterio franciscano de Nuestra Señora de la
Salceda, según decían, «de observancia muy rigurosa.» Dicha comunidad
se encontraba en la comarca de La Alcarria, entre los términos de Peñalver,
Pastrana y Tendilla. Fue al hacer la profesión religiosa cuando cambió su
nombre de pila por el de Pedro, en memoria del Gran Cardenal de España
don Pedro González de Mendoza, quien fuera su bisabuelo materno. Sus
4 María Teresa Fernández Madrid y Manuel Gómez Lorente, «El Convento de Nuestra
Señora de la Salceda. Análisis histórico y simbólico», Wad-Al-Hayara: Revista de Estu-
dios de Guadalajara, 19 (1992), p. 432.
5 Archivo de la Catedral de Granada (ACGr), Actas Capitulares, X, f. 65v. Otros autores
ofrecen otras fechas —nombramiento el 19 de julio e imposición de palio el 2 de agosto
(Marías, 1992: 135)—, pero el documento de transcripción de bula no ofrece ninguna
duda. Ya Bermúdez de Pedraza afirma lo siguiente: «Y en treinta de Março de mil
ʃeiʃcientos y diez, tuuo auiʃo el Cabildo de ʃu preʃentacion, y embio a Madrid ʃus legados
Capitulares a darle la en ora buena.». Cfr. Bermúdez, 1989: f. 283r. Esta referencia y otras
noticias que extractamos más adelante de los libros capitulares, nos hacen creer que en la
Corte, el nombramiento, aunque no oficial, probablemente fuese vox populi.
6 Miguel Ángel López, Los arzobispos de Granada. Retratos y semblanzas, Granada, Im-
prenta Santa Rita, 1993, p. 115.
7 Sobre la figura de este prelado en Granada, remito al trabajo de López (1993), pp. 115-124.
8 Como afirma Bermúdez de Pedraza al comentar la juventud con la que llegó a ser metro-
politano de Granada, «ʃuplio con meritos las canas». Bermúdez (1989), f. 283 r.
9 Marías (1992), p. 137.
10 Archivo del Sacro Monte (ASM), Carta del Arzobispo Don Pedro González de Mendoza
de 9 de marzo de 1610, Leg. 1, parte 1ª, ff. 535rv.
11 ASM, Cédula Real a Pedro González de Mendoza de 23 de marzo de 1610, Leg. 1, parte
1ª, f. 539 r.
12 ASM, Carta del Arzobispo Don Pedro González de Mendoza de 10 de abril de 1610,
Leg. 1, parte 1ª, ff. 537rv.
4. Labor de mecenazgo
Como afirma Bermúdez de Pedraza en su crónica eclesiástica, don Pedro
González de Mendoza «viʃitó ʃu Igleʃia, y no hallo que reformar en lo for-
mal della, pero reparó en lo material del templo, y en la hermoʃura del
edificio, y culpó lo poco que en tantos años auia crecido su fabrica. Em-
Junto al impulso que le dio a las obras de la Catedral, otro de los grandes
proyectos que el prelado asumió fue la reforma del Palacio Arzobispal.29 En
el pontificado de don Antonio de Rojas Manrique se habían adquirido unas
casas, entre la Mezquita y la Plaza Bibarrambla, para convertirlas en sede de
la Curia, así como residencia arzobispal. Son las denominadas en los docu-
mentos como «casas arzobispales». Por unas razones u otras, en episcopa-
dos posteriores apenas se usaron. Es por ello que, hubo que reformarlas
antes de la llegada del nuevo prelado González de Mendoza. De ello se
encargaría el maestro de obras Ambrosio de Vico, concluyendo las obras en
diciembre de 1610, y ascendiendo su gasto a 5.000 reales.30 A pesar de ello,
nada más tomar posesión como arzobispo, decidió emprender una nueva
edificación y reestructuración del recinto, tal y como reseña Bermúdez de
Pedraza: «Era aficionado a labrar como ʃe vio en las caʃas Arçobiʃpales eran
indignas de tan gran dignidad, aceleró su ruina, y edificó un palacio
Arçobiʃpal, adornado con las efigies de los Arçobiʃpos, y Obiʃpos primeros
de Granada, obra digna de tan gran Principe.»31 Realmente lo que se hizo
fue continuar las obras ya emprendidas para acondicionar la residencia
episcopal, con la finalidad de darle una mayor prestancia al edificio. Junto a
esto, se repararon otras casas pertenecientes al arzobispado que servían de
almacenes, caballerizas y cárcel arzobispal, concretamente los alhoríes del
barrio de San Lázaro y la casa de la Tercia en la calle de los Mesones.32
El remozado del palacio arzobispal fue encargado nuevamente a Am-
brosio de Vico, finalizándose la construcción en 1613. Para tal ampliación
se incorporaron seis casas de la calle Libreros y se cambió la entrada de la
puerta principal. En su origen, ésta daba a la plaza de Bibarrambla. Tras la
remodelación, se accederá al recinto episcopal a través de la cancela que se
ubica frente a la iglesia del Sagrario.
El coste de las obras ascendió a los 200.000 reales aproximadamente,
destacando primordialmente el trabajo de albañilería, cantería, carpintería,
29 Antonio Gallego y Burín, Granada. Guía artística e histórica de la ciudad, Granada, Don
Quijote, 1982, pp. 252-253.
30 Miguel Ángel López, La Curia y el Palacio Arzobispal de Granada, Granada, Imprenta
Ave-María, 1986, pp. 60-63. Esto se refleja en: Archivo Histórico Diocesano de Granada
(AHDGr), Legajo 335-F, pieza 1, pliego 2º.
31 Bermúdez, 1989: f. 283r.
32 López, 1986: 63.
Figura 1. Fuente del Palacio Episcopal. Legajo 335-F, pieza 1, pliego 2.º
Foto: José A. Peinado Guzmán.
36 Con respecto al episcopolio completo, los lienzos de don Garcerán Albanell y el cardenal
don Agustín de Espínola fueron pintados por Juan Bautista Alvarado y Pedro de Raxis
el mozo en 1630. El de don Fernando de Valdés y Llano se realizaría en Madrid en 1639.
cuadros las realizaría Juan de Raxis. Otras pinturas de interés que se reali-
zaron fueron una imagen de San Francisco, obra del citado Pedro de Raxis,
así como unas estampas sobre el Templo de Jerusalén y de El Escorial,
cuyos marcos fueron dorados por el mencionado García Corral. Este mis-
mo pintaría catorce lienzos que narraban la historia de los mártires de la
Alpujarra. De igual modo, acometería la tarea de dorado, y pintura de ce-
losías y balaustres en verde del terrado y patio.
Con respecto al alto coste que supusieron estas obras, merece especial
comentario el pequeño desencuentro que se produjo entre Felipe III y don
Pedro González de Mendoza a causa de las mismas. El Rey escribiría una
carta al arzobispo, al ser informado de que el cabildo de la catedral ha so-
licitado tomar a censo 20.000 ducados sobre la fábrica de la misma, para la
obra del crucero. Sostenía el monarca que de hacer eso, la catedral siempre
estaría empeñada. Reprochaba, asimismo, que se habían gastado de diez a
doce mil ducados en las obras de las casas arzobispales, tomando ese dine-
ro de las fábricas de las iglesias parroquiales. Se había dotado de misas,
capas, vestuario y procesiones cargándolo a la fábrica de la catedral, de
igual modo que se había aumentado la dotación de los prebendados, amén
de haber hecho dispendios en mobiliario lujoso. El rey, pues, solicitaba al
arzobispo que le informase de todo ello. El cabildo, pues, responderá con
otra carta, justificando su actuación y haciendo un informe de todo lo rea-
lizado tiempo atrás en las obras catedralicias.37
Al margen del Palacio Arzobispal, otras obras de interés que llevaría a
cabo fueron la finalización de la iglesia de Santa María de la Alhambra, en
cuya fachada se conserva el escudo del propio prelado.38 Asimismo, a pesar
de que su antecesor había arreglado y dotado numerosas iglesias alpujarre-
ños, tras la guerra con los moriscos que se había producido en dicho lugar,
aún quedaban por reformar algunos templos. Así pues, tras la visita pasto-
Uno de los asuntos que abordó nada más entrar en la sede granadina, fue
el tema de los sambenitos de la Catedral, algo que su predecesor don Pedro
de Castro no había logrado alcanzar.42 Sería al propio Inquisidor General,
el cardenal de Toledo don Bernardo de Rojas y Sandoval, a quien le pediría
como una «merced para su esposa», que fuesen descolgados del templo
catedralicio los citados sambenitos. Aquellos trofeos de la Inquisición,
unos por causa de moriscos y otros por judaizantes, fueron trasladados a
otras iglesias de la capital. Los relacionados con los primeros a la Iglesia
47 «Ilustrísimo y Reverendísimo señor aviendo visto el Deán y Cabildo de esta santa yglesia
lo que vuestra señoría Ilustrísima me mandava çerca de benir los inquisidores de este
santo tribunal a ella y acordándose de la merçed que de mano de vuestra señoría Ilustrí-
sima a rreçevido y la buena correspondeçia que an tenido los que agora asisten en el
gustaran de haçerles toda buena acogida en tiempo de vuestra señoría Ilustrísima y de
ellos pero rreçelando que en tiempo de otros se a de volver a los mismos ynconvenientes
que obligó a rretirarse quieren se entienda que es graçia que no obliga a mas de mientras
la buena correspondençia estubiere en pie y por tal se a de pedir precariamente yo quedo
muy contento de que aviendose pedido esto por parte del señor Patriarca no se concedió
por que se bea lo que esta sancta yglesia desea servir a Vuestra Señoría Ilustrísima y con
la voluntad que le obedece que de mi ya se save que deseo tener por officio el servir a
Vuestra Señoría Ilustrísima las cosas que exasperaron en aquel tiempo fue la primera
querer esto con tanta superioridad que en no estando la alfombra nueva llamavan al tri-
bunal al maestro de çeremonias y devajo de juramento le haçian declarase quien avia
mandado poner aquellas sillas y alfombras puniendo la yglesia lo que tiene y no estando
sujeta a verse en la ynquisiçion por dar lo que tiene que fuera una notable sujeción si esto
pasara adelante saliendo en nombre de Cabildo a rreçevirlos yban delante del con las
faldas levantadas y criados delante cosa que en buena cortesía ya be Vuestra Señoría
Ilustrísima lo que se deve haçer con yglesias tan grabes quando salen a onrrar y a servir a
otros y si acaso no se salía tan a punto se rreñía a los mismos que salían con ser gente tan
para estimar los que salen a haçer semejantes actos. Estas y otras cosas açedaron los pe-
chos en aquellos tiempos y para que Vuestra Señoría Ilustrísima ponga la mano y preven-
ga las que pueden suceder me a pareçido deçirlas para que en estos no aya ocasión que no
mueva a servir a Vuestra Señoría Ilustrísima y a sus tribunales». ACGr, Actas Capitula-
res, X: jueves 7 de marzo de 1613, ff. 157v y Bermúdez, 1989: f. 284v.
48 «Aviendo venido a visitarme don Pedro Cifontes ynquisidor mas antiguo deste tribunal
de la santa ynquisiçion y dadome una carta del señor cardenal de Toledo cuyo original
envie a vuestra señoría me pidió ynterçediese para que se les hiçiese en la yglesia la aco-
gida que desean de reçivirlos y yo escrevi a vuestra señoría a cuyo papel me rremito y
abiendose leydo todo en ese santo Cabildo determino vuestra señoría escriviese yo al
Y como cita la propia carta, esto dice el billete que el arzobispo grana-
dino remitió al inquisidor Cifontes, instándole a que la Inquisición dé res-
puesta clara sobre las condiciones que el cabildo pone para recibir al Santo
Oficio en la catedral.49
Llevada esta carta por el secretario del Arzobispo al Inquisidor Cifon-
tes, éste respondió de la siguiente forma: «el tribunal deste sancto offiçio
ofreçe tener con el Cabildo de esa sancta yglesia toda buena correspon-
dençia en todas cosas y ocasiones y excusar de su parte lo que an
propuesto.»50
Tras esta respuesta de Cifontes, leída por el Cabildo y el prelado, se dio
por zanjado el asunto. De este modo, se acordó que los capitulares saliesen
a recibir a la Inquisición cuando viniesen a leer el edicto de la fe en la puer-
señor cardenal su determinaçion de como lo hiçe cuya copia envié a vuestra señoría y
aviendosela leydo al ynquisidor Cifontes saco los puntos della para enviarlos por su
parte también junto con su pareçer, y abiendose hecho, me envió abra dos días me envió
a Collantes secretario de su tribunal a decir como ya tenían orden del consejo de poder
venir y aun que esto se fundava en aber pareçidole bien lo que el Cabildo deçia y aviar
reparado con todo eso. Me pareçio por no aver tenido respuesta del señor Cardenal tor-
nar a rrefrescarles las condiciones con que vuestra señoría ofreçe el salir a rreçevirlos y
haçerles buena acogida en su yglesia para que en ningún tiempo puedan alegar no se les
dixo y assi les envie copia de la carta que el Cabildo me dixo que escriviese y juntamente
escrevi otra a don Pedro Cifontes cuya copia va con esta y fee en entranvas de mi secre-
tario que las llevó y dio en su mano y bio leer y ahora envio la rrespuesta del dicho yn-
quisidor para que vuestra señoría bea lo que se a de rresponder y viniendo allanándose a
todo pareçe no se les pueden negar lo que piden a 7 de março de mill y seisçientos y treçe,
fray Pedro Gonçalez de Mendoça, Arçobispo de Granada». ACGr, Actas Capitulares, X:
jueves 7 de marzo de 1613, f. 157r; y Bermúdez, 1989: f. 285r.
49 «No e tenido carta del señor Cardenal de Toledo en respuesta de la mia y apuntamientos
del cabildo pero pues Vuestra Merced me avisó con el secretario Collantes tenían reso-
luçion y orden del consejo para venir a la yglesia es fuerça saber si conforma con lo que
el Cabildo escrivio por mi mano al señor Cardenal para que yo le dé rrespuesta y no se le
haga de nuevo la envajada que Vuestra Merced y ese santo tribunal le a de enviar viendo
que por mi no tienen rrespuesta de nada harales dificultad resolverse sin ber el assiento
con que esto queda, y assi Vuestra Merced me rresponda luego por que es mañana dia de
Cabildo y pueda yo en él dar las nuevas de su yda de Vuestra Merced y declarar la forma
y aunque a Vuestra Merced di los apuntamientos de las cosas en que se rrepara y ley la
carta que envié al señor Cardenal en nombre del Cabildo me a parecido enviar con mi
secretario copia della para que esos señores bean la forma con que el Cabildo a benido en
dar la yglesia y me trayga la respuesta para que yo se la dé que con esta claridad todo se
haçe bien y sin ella todo se dificulta. Dios guarde e.t.c.». ACGr, Actas Capitulares, X:
jueves 7 de marzo de 1613, ff. 157v y siguiente y Bermúdez, 1989: f. 285r.
50 ACGr, Actas Capitulares, X: jueves 7 de marzo de 1613, f. 158r y Bermúdez, 1989: ff.
285rv.
51 Ibidem.
52 ACGr, Actas Capitulares, X: viernes 8 de marzo de 1613, f. 158v.
53 Para constrastar todo el tema de la Inmaculada y, de modo particular, del inmaculismo en
Granada, ver: José Antonio Peinado Guzmán, Controversia teológica. Devoción popular.
Expresión plástica. La Inmaculada Concepción en Granada, Granada, Universidad de
Granada, 2012, Tesis doctoral en el repositorio de la Universidad de Granada: http://0-
hera.ugr.es.adrastea.ugr.es/tesisugr/2009937x.pdf
lez de Mendoza tenía hacia el Sacro Monte (recuérdese que nunca llegó a
visitarlo en su pontificado) y lo que suponía, el sustrato concepcionista
que se estaba generando en España no fue ajeno a un prelado que, ya de
por sí era franciscano y que, por tanto, llevaba en sus genes la devoción por
el misterio inmaculista. En este sentido, resulta muy apropiada la presen-
tación que Bermúdez de Pedraza hace de él.54
Así pues, González de Mendoza mantendría el ardor dejado por su
predecesor, en cuanto al inmaculismo se refiere. Fomentó el culto a la In-
maculada en la diócesis, de igual modo que haría posteriormente en las
sedes de Zaragoza y Sigüenza.55 Entre sus obras destaca un texto eminen-
temente concepcionista: Inmaculatae Concepcionis. Pero su libro más co-
nocido, sin lugar a dudas, se llama Historia del Monte Celia de Nuestra
Señora de la Salceda, de la que se conserva una copia en el Archivo de la
Abadía del Sacro Monte.56 Toda ella, además de contar profusamente la
historia de dicho monasterio, es un hermoso tratado lírico-teológico sobre
la limpia concepción de la Virgen. Resulta interesante extraer algunas be-
llas imágenes alusivas al asunto que el prelado utiliza.57 Por ejemplo, com-
puertas adentro? Si la portada honra la casa, y da a conocer el dueño, y las puertas del
infierno, dize san Hieronimo; son los pecados (…) Pero la virgen desde su concepcion
siempre estuuoa puerta çerrada, nunca dio paso a nadie que solo Dios auia de entrar, y
salir en sus entrañas: y fuera poca magestad suia, si al contrario se abrieran las puertas de
su casa, y le hizieran condemostracion ta graue recibimiento en ellas». González de Men-
doza, 1616: f. 357.
58 «Y siendo la hermosura de Christo la que excede los limites de la naturaleza en los hijos
de los hombres. Spetio sus forma, prae filiis hominum. Obligarle a vajar el rostro, ya ta-
par los ojos, por ver a su madre caida a vista dellos, fuera dura cosa, y melancolia comun.
Y assi leuanto Dios sobre todos, particulariçandola en el sitio, y leuatado esse cauello
puesto a vista de su hijo. (…) Porque el subir da a entender, que en algun tiempo estuuie-
ron vajos, y caidos. Pero la Virgen desde su cocepcion estuuo tan leuantada, que descu-
brio con su alteza, que la mano diuina auia preuenido su mejora a tajando el daño, preue-
niendo el sitio, sobre los otros montes, leuantandole sobre angeles, y sanctos,
descubriendo Dios en ella la magestad de su hijo, y dando lugar a que pudiesse salir con
la cara descubierta a vista de todos». González de Mendoza, 1616: f. 486.
59 «En la formacion desta ciudad, deste Templo, de esta Torre auia de dejar de acabar de
formar la O y continuar la obra? In formam clipei, en forma de escudo? Auiendo puesto
la deffesa en su madre al fin, y en el discurso de su vida, no la auia de ayer puesto en el
principio? fuera quedar abierta la O: desmantelada la muralla, y descubierta la falta, y el
portillo, para el que quisiesse ofenderla: y assi como Torre de David, Mille clipei pendent
ex ea. Mill escudos tiene de deffensa, y en fee de esso, leuanta la voz celebrando su victo-
ria, desseando venga a noticia de todos la Iglesia. Haec est Virgo, in qua nec nodus origi-
nalis, nec cortex actualis culpae fuit. Que ni original, ni actual la ofendieron en concep-
cion, ni en vida». González de Mendoza, 1616: f. 492.
60 González de Mendoza, 1616: f. 561.
61 Recuérdese que los dominicos no hablaban de la limpia concepción de la Virgen desde el
primer instante de la misma, sino que eran favorables al concepto de santificación, esto es,
que la limpieza del pecado se produciría en un estadio posterior.
62 González de Mendoza, 1616: ff. 562-563. Esta misma referencia también la encontramos
en: ASM, Fondo de Don Pedro de Castro, Leg. 9, 1ª part., f. 425r.
63 «Por el que va con esta vera Vuestra Señoría Ilustrísima lo que aqui se ha hecho por par-
te del señor Presidente Bernardo de Olmedilla, y mia, para quietar las materias que se han
ocasionado de sacar a luz la opinion pia dela Limpia Concepcion de nuestra Señora,
auiendo tantos años que corria en paz y quietud, honrada y celebrada su memoria en la
Iglesia con fiestas y solenidad, y fuera de lo que se dize en el memorial, me a parecido
aduertir a Vuestra Señoría Ilustrísima que se quietara mas la ciudad, si su Magestad toma
resolucion de que sus justicias executen demonstraciones en los que no siguen lo que la
Iglesia celebra; por que atender a lo que es argumentos, es de otro lugar. Y del buen
gouierno de los Reyes tan Christianos es, que no seaparte el pueblo de respetar el camino
que la Iglesia sigue: porque es fuerte cosa, que auiendo leuantado Altares en honra desta
Limpieça, concedido rezos, publicado gracias y indulgencias a los que assisten a su fiesta,
se diga, que las justicias quitan las Imagenes, y prohiben las alabanças, y q no se tenga por
bueno otro medio que el que destierra y prohibe el que la Iglesia concede. Porque aunque
Vuestra Señoría Ilustrísima no a escrito sino que se euiten los alborotos, interpretase esto
segun el afecto de cada uno, no satisfaciendose con menos que pedir como pidieron en
Seuilla algunos, que con trompetas y a voz de pregonero, vaya fuera esta deuocion, y en
Granada se a pedido, que se destierren los hombres pios y deuotos que la tienen en el
coraçon, y publican con la boca. Si materia tan graue no seremedia, no podran dexar de
estrecharse los coraçones de los que nacimos en España, y nos criamos a los pechos des-
ta deuocion, alentados con el fauor que la Iglesia le a hecho desde que empeçó a correr. Y
teniendo Vuestra Señoría Ilustrísima este desseo, y los animos y piedad Christiana de su
parte, mas abierto camino hallaran la obediencia de sus ordenes, si las da para que las
opiniones las sigan los doctos enla Catreda, y las justicias castiguen a los que hizieren
demonstraciones contra las que la Iglesia tiene hechas: es materia para que los hereges
tomen larga mano, y los Christianos se entibien y discurran con menos estimacion y mas
duda de la que conuiene en las acciones dela Iglesia, con que queda obligado Vuestra
Señoría Ilustrísima a no consentir que se leuante voz contra la Limpieça de nuestra Seño-
ra la Virgen Maria, ni permitir, que oyendose en la Iglesia esta voz en honra de la Virgen,
se oyga en las calles la contraria, pues los Reyes antecessores de su Magestad han tenido
los ojos puestos en esta veneracion, y su Magestad, Dios le guarde, sabemos que la tiene
sobre ellos. Y es bien, que ministros tan grandes suyos como Vuestra Señoría Ilustrísima
no los desuien y aparten, sino que lo que se determinare camine apadrinando los passos
que la Iglesia a dado, hasta que por ella se determine otra cosa, alentando esta deuocion,
y desseando que los fieles lo sean en honra y seruicio de la Virgen. Dios guarde a Vuestra
Señoría Ilustrísima largos años. De Granada veintiuno de Otubre de mil y seiscientos y
quinze. Fr Pedro Gonçalez de Mendoça Arçobispo de Granada». Bermúdez, 1989: ff.
289r y siguiente. Esta misma referencia viene recogida en: José Szmolka Clarés, «La Se-
mana Santa Barroca (siglo XVII)», en Semana Santa en Granada (tomo I), Granada,
Gemisa, 1990, pp. 81-82.
64 López, 1993: 117.
65 Alonso Ferriol y Caycedo (de), Libro de las fiestas, que en honor de la immaculada Con-
cepción de la Virgen Maria, nuestra señora, celebró su deuota y antigua Hermandad. En
San Francisco de Granada…, Granada, 1616, ff. 11v-17v.
66 «yauiendolo tratado y conferido pareció queserrece de la festiuidad de la linpisima
conçepcion de nuestra señora con octaua conformandose con el quadernillo de señor San
7. Miscelánea de referencias
Finalmente, para concluir este artículo, recogemos en este apartado las
alusiones sueltas que hemos encontrado a lo largo de su pontificado en
Granada. La primera de ellas tiene que ver con las fundaciones de casas
religiosas que, a lo largo de su episcopado, se produjeron. Si bien don
Pedro de Castro había negado esta posibilidad en su mandato, González
de Mendoza abrirá la mano, en este sentido, y permitirá que se funden
varias comunidades nuevas.67 La única condición fue que se ubicasen en
lugares donde el perjuicio económico para las parroquias fuese el menor.
Así pues, nacerían los conventos franciscanos de Nuestra Señora de la
Concepción y San Juan Bautista en Motril y Ugíjar, respectivamente; y ya
en la capital, surgirían otros más: el Convento de Agustinos Descalzos en
1613, fundado por Antonio de Arostegui, unido al Hospital de la Resu-
rrección y en el que se encontraba una devota imagen de la Virgen de
Loreto.68 De igual modo, aparecería el Convento de Nuestra Señora
de Gracia, de la orden trinitaria descalza, una vez obtuvieron las licencias de
don Pedro Gozález de Mendoza. Fue fundado por fray Sebastián de la
Madre de Dios, fray Jorge de los Santos, fray Esteban de la Concepción y
fray Juan de San Gregorio, quienes habían llegado a Granada en 1608.69
Asimismo, bajo la advocación de Nuestra Señora del Destierro, surgiría el
Convento de San Basilio, una fundación del padre fray Antonio de San
Basilio.70 Finalmente, también se fundaría el convento de mercedarios cal-
zados de Nuestra Señora de Belén, por el padre fray Onofre. En él se
conservaba una preciosa imagen de Nuestra Señora de Belén, obra de
Alonso de Mena, y que en la actualidad recibe culto en la iglesia parro-
quial de Valderrubio (Granada).71 Especialmente tuvo singular afecto con
sus «hermanos de religión», esto es, los franciscanos, que tenían convento
en San Luis el Real, en la localidad de La Zubia, a los que visitaba frecuen-
temente. A ellos les ofreció la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza de
la localidad granadina de Churriana de la Vega. Asimismo, para los fran-
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78 Bermúdez, 1989: f. 285v, ACGr; martes 28 de julio de 1620, f. 145v; viernes 4 de septiem-
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Resumen
El objetivo de este trabajo es conocer algo más sobre Bartolomé Feliú y Pérez, un
tradicionalista seguidor de los principios de Dios, Patria, Rey que llegó a ser dele-
gado del pretendiente don Carlos en 1909 y después de su hijo don Jaime hasta
1912. Para el desarrollo de este artículo se ha utilizado, aparte de otras fuentes,
principalmente las cartas que Feliú dirigió a don Jaime entre 1910 y 1912. En estas
se ha podido ver, además de las quejas de este delegado cansado de tanto trabajar y
de luchar contra sus contrarios dentro del partido, la importancia del descontento
en España y en el tradicionalismo en estos años. Años en los que los jaimistas vol-
vían a hablar de una nueva sublevación para poner en el trono a su pretendiente, el
único que podía salvar la Patria. Por tanto, se ha considerado necesario indagar en
las inquietudes de los dirigentes legitimistas, en unos momentos tan cruciales en la
Historia de España.
Palabras clave: Bartolomé Feliú, jaimistas, don Jaime, Mella, sublevación, tradicio-
nalistas
Abstract
The aim of this work is to know more about Bartolomé Feliú y Perez, a follower
traditionalist principles God, Country, King (Dios, Patria, Rey) became chief pre-
tender Don Carlos in 1909 and after of his son Don Jaime until 1912. For the Deve-
lopment of this article a part from other sources has been used, mainly the letters
sent to Jaime Feliú between 1910 and 1912. It has been seen, besides the chief com-
plaints of tired of working and fights his contraries within the party, the importan-
ce of discontent in Spain and traditionalism in these years. Years in which the jai-
mistas turned to talk of a new uprising to put on the throne to her suitor, the one
who could save the country. Therefore, it was considered necessary to investigate
the concerns of the Loyalists leaders at such crucial moments in the history of
Spain.
Keywords: Bartolomé Feliú, jaimistas, don Jaime, Mella, revolt, traditionalists
1. Introducción
Tras la dimisión del marqués de Cerralbo en su cargo de delegado tradicio-
nalista en diciembre de 1899, continuó con la jefatura Matías Barrio y
Mier,1 ostentando la misma hasta que murió en junio de 1909. Don Carlos,
para continuar con su representación en España, de nuevo no consideró la
opción de delegar en ningún carlista con corona de conde o marqués, sino
que nombró al catedrático y diputado por Tafalla Bartolomé Feliú. Este
navarro recibía como legado del fallecido profesor palentino un partido
que había conseguido superar la crisis de 1900 y en lucha con otras forma-
ciones políticas, había buscado un espacio público alejado de los lugares
cerrados.2 A la muerte de don Carlos, en julio de 1909, don Jaime, su hijo
y heredero, confirmó a Feliú en el puesto de delegado tradicionalista, en el
que permaneció hasta noviembre de 1912, mezclando las labores de repre-
sentación de su rey con la de ser diputado en distintas legislaturas y tam-
bién con su atareada vida académica.
Durante su delegación, Feliú continuó defendiendo el trilema de Dios,
Patria, Rey, haciendo especial hincapié en el tema de la religión, con signi-
ficativas intervenciones, tanto en el Congreso como en la vida pública,
relacionadas con la misma.
En el Archivo Histórico Nacional —AHN— se han localizado nume-
rosos escritos de Bartolomé Feliú dirigidos tanto al pretendiente don Jai-
me, nuevo duque de Madrid y Jaime III para los jaimistas, como a su secre-
1 Matías Barrio y Mier (1844-1909) fue un abogado y catedrático que resultó elegido dipu-
tado carlista en distintas legislaturas. También fue nombrado delegado de don Carlos
desde diciembre de 1899, por la dimisión del marqués de Cerralbo, hasta su muerte en
junio de 1909.
2 Jordi Canal, El Carlismo, Madrid, Alianza, 2004, pp. 260-262.
tario Samaniego. Estos están fechados entre los años 1909 y 1912, y a pesar
de que pueda existir alguna laguna documental, han servido como base de
este trabajo por tener una considerable importancia al acercarnos a la si-
tuación tradicionalista de los primeros años del siglo xx, con su sempiter-
na idea de llegar al trono a través de la sublevación. Está documentación
también ofrecerá la visión particular que podía tener el delegado jaimista
de la España de los años de su jefatura.
Bartolomé Feliú y Pérez (Peralta 1849-Zaragoza 1918) fue un catedrá-
tico y profesor de física en distintos institutos y universidades y por últi-
mo profesor de terminología en la Universidad Central de Madrid.3 En el
plano político, desde junio de 1909 fue designado por don Carlos, duque
de Madrid y Carlos VII para los carlistas, como su delegado. A la muerte
de este pretendiente fue confirmado en el puesto por don Jaime, hijo del
rey fallecido, continuando representante hasta su dimisión en 1912, con
motivo de las intrigas de Vázquez de Mella ante don Jaime, el nuevo aspi-
rante al trono4.
En el Archivo Histórico Nacional existe el expediente universitario de
Feliú con sus datos como alumno en la Facultad de Ciencias de la Univer-
sidad Central, su licenciatura en Ciencias Físicas por la Universidad de
Barcelona, así como su doctorado en esta materia y su tesis doctoral: «Es-
tado actual de la meteorología y porvenir reservado a la misma.»5 En rela-
ción con su vida universitaria, fue logrando reconocimiento, lo que le su-
puso nombramientos como catedrático en distintas facultades. También
hay datos sobre su pertenencia a tribunales de oposiciones, dentro del
mundo académico.6
A partir de 1896 Feliú empezó a aparecer más vinculado al partido
tradicionalista, presentándose por primera vez como candidato carlista a
3 Gran Enciclopedia Navarra, Pamplona, Caja de Ahorros de Navarra, 1990, tomo V, p.87.
4 Juan Vázquez de Mella (1861-1928) fue un periodista y político asturiano, descubierto
por el marqués de Cerralbo, quien lo llamó a Madrid para que se incorporara a la redac-
ción de El Correo Español. Después hizo importantes labores dentro del partido, pero
por sus desavenencias con don Jaime, en 1922 llevó a cabo la llamada escisión mellista.
5 AHN (Archivo Histórico Nacional), ES.28079.AHN/2.3.1.21.3.1/Universidades, 5525,
exp. 30.
6 Como un ejemplo inicial, se pueden ver las ediciones de Gaceta de Instrucción Pública,
La Dinastía o La Correspondencia de España de abril, septiembre, octubre, diciembre de
1895 o enero, marzo de 1896. Más adelante, el Diario Oficial de Avisos de Madrid (11-X-
1900), con motivo de su nombramiento en la Universidad Central, hacía un recorrido por
toda la vida académica, hasta aquel momento, del ilustre navarro.
nombres mucho más significativos y válidos que Feliú para este cargo,
como el mismo Cerralbo o el propio Mella.24 Por estas desavenencias se
llegó a comentar que existían actos de indisciplina a la hora de acatar las
órdenes del señor, e incluso que Feliú no aceptaría el cargo. Sin embargo,
de forma oficial, los seguidores de don Carlos aseguraban que dentro del
partido solo cabía la obediencia, pero continuaban teniendo sus dudas in-
cluso cuando el propio pretendiente confirmó, con un escueto telegrama,
el nombramiento de Feliú. Así que Mella, dudando también del lacónico
comunicado, siendo don Carlos tan retórico, pidió a su rey confirmación
por escrito del nombramiento. Eran unos momentos en los que aumenta-
ban las diferencias entre los carlistas, seguidores de don Carlos; y los jai-
mistas, deseosos de que su hijo, don Jaime, lo relevara como pretendiente
al trono español, con el fin de propiciar un cambio radical en el partido.
Por otro lado, no faltaba la prensa liberal que en artículos titulados como
«Los carlistas contra D. Carlos» llegaban a decir que, además, el preten-
diente estaba prostrado en la cama con una apoplejía que le impedía hablar
y que había sido su esposa, doña Berta, junto con su camarilla, la que había
ordenado este nombramiento. Este era tachado de «impía ingratitud hacia
Barrio y Mier.»25
Ante el desarrollo de los acontecimientos, desde Venecia se volvió a
remitir un telegrama a El Correo Español, firmado, en apariencia, por el
propio don Carlos en el que decía que se desmintieran todas las ridículas
invenciones sobre su estado de salud, ya que él estaba perfectamente. En
otro momento, se garantizaba que el pretendiente había ido de pesca y a
pasear. En vista de las dudas que estaban surgiendo, y como apoyo a su
soberano, pasara lo que pasara, distintos dirigentes carlistas también se
apresuraron a publicar cartas en El Correo Español asegurando que «ha-
bían nacido, vivirían y morirían dentro de la comunión carlista.»26 En dis-
tintos discursos, el marqués de Cerralbo hacía años que también había
confesado esto mismo.
El nuevo delegado provisional, el día 20 de junio de 1909, escribió a
don Jaime agradeciéndole el autógrafo del día 19 por el que le felicitaba
por la delegación concedida por su padre. Se dirigía a él como a «mi amado
príncipe.»27
Melchor Ferrer asegura que este viaje de Feliú a Guernica, siguiendo órde-
nes de Venecia y para conmemorar el xxxiv aniversario de la jura de los
Fueros por don Carlos, fue el único acto importante que hizo Feliú duran-
te su primer periodo de jefatura delegada.33
Sin embargo, sobre el carlismo se cernía un nuevo y mayor desastre
relacionado con los rumores acerca de la grave enfermedad de don Carlos.
De hecho, el conde de Melgar34 ya le había comentado la posibilidad de la
veracidad de estas noticias al marqués de Cerralbo en una carta desde Pa-
rís, fechada el 17 de junio de 1908. En otro momento decía que si el rey
falleciera, el sucesor sería su hijo don Jaime, el cual volvería a poner al
frente del partido al marqués de Cerralbo.35 Finalmente, los malos auspi-
cios se confirmaron y don Carlos murió el 18 de julio de 1909.
La noticia, incluyendo datos biográficos del fallecido, fue recogida
con profusión por la mayor parte de la prensa española, haciéndose eco
del telegrama que don Alfonso, el hermano de don Carlos, había dirigido
a Feliú, que en aquel momento, como se ha dicho, se encontraba de viaje
político en Vascongadas, por lo que fue entregado en El Correo Español.
Decía: «Fallecido señor consecuencia colapso cardiaco, producido por
noticias circularon referentes su salud. Comuníquelo leales carlistas.» La
muerte de don Carlos, se aseguraba, había sido cristiana, teniendo a su
confesor al lado, y sin grandes sufrimientos, estando rodeado de sus seres
queridos. También era noticia la actuación de don Jaime, del que se recor-
daba que había jurado no provocar jamás una guerra civil y que le decía a
Feliú que «Con el corazón partido por el dolor, pido a los leales de siem-
pre oraciones por el eterno descanso de mi augusto padre.»36 Asimismo,
el nuevo pretendiente le pedía a Mella que, junto con Tamarit, partiera
hacia Italia para acompañarle en aquellos momentos. Según apunta Arós-
tegui, Juan Vázquez de Mella, pensador asistemático, era el hombre más
representativo del pensamiento tradicionalista de cuño carlista en aquel
tiempo.37
33 Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo español, tomo XXVIII, pp. 316-318.
34 Francisco Martín Melgar, conde de Melgar (1849-1926), desde 1876 hasta 1880, permane-
ció con don Carlos en París actuando de hecho como secretario, aunque el nombramien-
to oficial no lo consiguió hasta llegar a Londres en julio de 1880. Finalmente fue destitui-
do de su cargo en 1900.
35 AMC (Archivo del Museo Cerralbo), MS. E. 6490, C. XII, legajo nº. 17, R. 466.
36 El Siglo Futuro (19-VII-1909).
37 Julio Aróstegui, «La ideología», en Julio Aróstegui, Jordi Canal y Calleja: Las Guerras
carlistas. Hechos, hombres e ideas, Madrid, La Esfera de los Libros, 2003, p. 193.
38 Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo. Tomo XXVIII, pp. 318-333, y F. Melgar: El
noble final…, pp.12-13. El Correo Español del día 19 apareció con toda su primera pági-
na enlutada y con una esquela mortuoria del «Augusto señor don Carlos de Borbón y
Austria de Este.»
39 Jordi Canal, El Carlismo, p. 263.
40 Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo. Tomo XXVIII, apéndices documentales,
pp.173-178, donde se reproduce íntegramente este testamento que constaba de veinticin-
co páginas. También en El Correo Español del día 24 de julio.
41 El Correo Español (24-VII-1909). Otros rotativos como La Correspondencia de España
o La Época e incluso el integrista El Siglo Futuro de los días 24 y 25 de julio, recogían
estos funerales tanto en Madrid como en otros puntos de la geografía española. En el
trabajo de Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo. Tomo XXVIII, p.332, también
se hace mención a algunos de los funerales celebrados en otras ciudades españolas e in-
cluso en Francia, Jerusalén o Buenos Aires.
42 Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo. Tomo XXIX, Sevilla, Editorial Católica
Española, 1960, pp.30-37. Francisco M. Melgar, El noble final…, p. 28.
43 AMC, MS. E. 6490, C. XIX, legajo 6, R. 1012.
44 AHN, Sección Diversos, Archivo Carlista (años 1910-1917), legajo 131, exp.3, microfil-
me 6591.
45 Jordi Canal, El carlismo, p. 261.
46 La Correspondencia de España, El Correo Español o La Época de octubre y noviembre
de 1909.
47 Melchor Ferrer, Historia del tradicionalismo. Tomo XXIX, pp.31-34, aporta comentarios
sobre la Semana Trágica y esta actuación en Barcelona en 1909.
48 Manuel Tuñón de Lara, «Estructuras sociales (1898-1931)», Los comienzos del siglo xx.
La población, la economía, la sociedad (1898-1931), tomo XXXVII de la Historia de Es-
paña Menéndez Pidal, Madrid, Espasa-Calpe, 1996, pp. 437-674.
49 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 13-99.
50 Eduardo González Calleja, «¿Quiénes eran los carlistas?» en Julio Aróstegui, Jordi Ca-
nal y Calleja: Las Guerras carlistas. Hechos, hombres e ideas, Madrid, La Esfera de los
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51 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp.99-
104, 108-111 y 132-136.
57 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, cartas del
25 y 29 de noviembre de 1910, exp. 229-232, 236-240; del 27 de diciembre, exp. 247-251;
del 11 de enero, exp. 272-276; y del 19 de mayo, exp. 308-309
58 Eduardo González Calleja, La razón de la fuerza, orden público, subversión y violencia
política en la España de la Restauración (1875-1917), Madrid, Consejo Superior de Inves-
tigaciones Científicas, 1998, pp. 480-489.
59 Estas noticias aparecían en los distintos diarios de Madrid de los años 1910 y 1911.
60 El Siglo Futuro (15-I y 3-II-1910) y La Correspondencia de España (14-III-1910).
61 Carlos Seco Serrano, «La España de Alfonso XIII. El estado y la política (1902-1931)»,
en tomo XXXVIII de la Historia de España Menéndez Pidal, Madrid, Espasa-Calpe,
1996, pp. 181-217, ofrece distintos momentos de la situación social que se vivía en Espa-
ña en aquel verano de 1910.
62 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 155-176.
que por cierto, en las cartas investigadas se ha visto que en ocasiones cam-
biaba la mano que las escribía, aunque, como se ha dicho, al final siempre
aparecía la firma del delegado.
Feliú seguía escribiendo, indistintamente dirigiéndose a don Jaime o a
Samaniego, su secretario. Cuando se dirigía a este último le pedía que lo
que le escribía se lo trasladara al soberano. El 27 de septiembre le decía al
rey que una vez reunidos a los jefes regionales, estos alegaban que no po-
drían cumplir las órdenes de S.M. porque consideraban que aquel no era
el momento, además de que se quejaban de que no había discreción por
parte de Llorens, que acababa de regresar de reunirse con don Jaime en el
castillo de Frohsdorf72 y que hacía que los planes fueran conocidos pre-
viamente, además de sugerir que era preferible nombrar una Junta Militar
para que interviniera en la organización.73 De forma clara no se mencio-
naba el tipo de plan, pero por el contexto y por las cartas de días posterio-
res, estaba claro que hablaban sin ningún disimulo de preparar una nueva
sublevación.
El 12 de octubre Feliú escribió a don Jaime señalándole, entre otras
cosas, que los jaimistas debían dejar claro que eran capaces de demostrar
que eran suficientes como para proclamar «una restauración cristiana en
el país», para lo que le pedía a su rey que pidiera a dios que les ayudara,
aunque también añadía los correspondientes comentarios acerca de una
insurrección.74 Igualmente, el 5 de noviembre de 1910, le insistía sobre
las quejas del comportamiento de Llorens que, sin reservas, decía a
quien quisiera escucharle, los pormenores del levantamiento. Él como
delegado pensaba que había que tener cuidado para evitar un nuevo des-
engaño. Continuaba reflejando las opiniones de algunos correligiona-
rios que decían que todo era sabido por su rey y que tenían el apoyo de
algunos ministros, pero que «no había que levantar la liebre para evitar
discordias internas en bien de la religión y de la patria, pero obedecien-
do ciegamente a nuestro caudillo, para ser dignos de la historia y olvidar
desidias antiguas.» En un escrito del 29 de noviembre volvía a repetir el
72 Este castillo de Frohsdorf (castillo de las ranas) estaba situado a 50 kilómetros de Viena
y fue dejado en usufructo a don Carlos y en propiedad a don Jaime por la duquesa de
Parma (Francisco Melgar, Don Jaime. El príncipe caballero, Madrid, Espasa Calpe, 1932,
pp. 150-154).
73 El Correo Español (12-IX-1910).
74 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 203-
210.
75 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 222-
226, 236-240 y 266-268.
76 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp.
286-291.
77 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp.
324-327.
78 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 310-311.
cientes que tuvieran una fuerte implicación, para de esta manera obligar a
actuar al Gobierno, por ejemplo, en el tema de su política religiosa.79
Según iba relatando Feliú a su señor y a su secretario, en la primavera
de 1911 la situación en España iba empeorando. Les hablaba de que las
huelgas estaban sostenidas con dinero francés, lo que obligaba a una unión
con Alemania; del problema de Marruecos; y añadía que en Cataluña exis-
tían diferencias entre los jefes militares y los civiles, estando los primeros
con ideas belicosas y de independencia.80 Por tanto, el delegado jaimista
notificaba los problemas que tenía el tradicionalismo en la Península, y
también informaba a don Jaime de lo que acontecía en España, preparán-
dole para que supiera lo que se iba a encontrar cuando ocupara el trono
por el que ellos se iban a levantar, en una nación con una creciente lucha
social y con unos sindicatos queriendo evitar una huelga general.81
Sigue siendo difícil creer que los jaimistas, con el conocimiento y apro-
bación de su soberano, se estuvieran preparando para otra sublevación des-
pués del fracaso de la última, y más sabiendo, como sucedió entonces, que
ahora eran conocidos sus planes. Pero vaya, si bien de momento se desco-
noce el motivo, pero lo cierto es que el tiempo continuó transcurriendo y
pronto se dejó de hablar de todos estos preparativos sublevacionistas, y de
hecho, tampoco se produjo un levantamiento jaimista en ningún momento
ni en ningún lugar. Po su parte, el profesor Canal asegura que a pesar de las
estructuras paramilitares, las últimas partidas carlistas que se levantaron
fueron en 1906/1907, pero que se puede afirmar que en 1900 quedó cerrado
el viejo ciclo insurreccional carlista.82 Sin embargo, no se puede olvidar que
en los años 1910/1912, tal y como reproduce Ferrer, fueron múltiples los
sucesos violentos de distinta índole que se fueron sucediendo en la Penín-
sula y en los que se vieron implicados los jaimistas que estaban deseosos de
mostrar su fuerza, en especial en las zonas donde estos tenían más seguido-
res, como Cataluña, Provincias Vascongadas o Valencia.83
Como una especie de crónica se podría ir detallando las cartas que Feliú dirigía
a don Jaime o a su secretario, quejándose de sus ocupaciones y pidiendo ayu-
da. Decía el representante que, además de hacer sus labores como delegado
jaimista, continuaba ejerciendo de jefe de la minoría tradicionalista en el Con-
greso, así como en «los tráfagos de la Universidad» y en el control de las intri-
gas internas que se venían sucediendo en El Correo Español. En el periódico,
decía Feliú, Mella y los mellistas hacían lo necesario para perjudicarle, además
de que, algunos redactores gozaban con todo lo que molestaba al delegado.
Precisamente, los días 17 y 23 de junio de 1910 se quejaba ante Samaniego de
su falta de tiempo. El 16 de agosto suplicaba al rey que hiciera lo necesario para
evitar las luchas internas en el periódico, ya que era forzoso mostrar una per-
fecta concordia ante los enemigos del tradicionalismo. El 5 de septiembre so-
licitaba opiniones sobre algún redactor de El Correo Español. A la vez, volvía
a quejarse de su falta de tiempo, pidiendo que se nombrara un subdelegado
que le ayudara, aunque no le privara de su relación directa con los jefes regio-
nales y con S.M., que entonces sería más satisfactoria. El 21 de septiembre
volvía a quejarse de que la mayor parte de los redactores de El Correo Español
estaba en su contra y a favor de Mella. De hecho, allí le tildaban de «oscuro
aventurero», publicando sus viajes de propaganda de forma trasnochada y
llenando sus páginas con los viajes y trabajos de Mella o de Llorens, por lo que
Feliú aseguraba que no podía continuar así, que no podía tolerar la situación
como delegado de S.M. El 12 de octubre Feliú volvía a quejarse de sus múlti-
ples tareas, por lo que seguía abogando por la creación de una «Junta de Gue-
rra» que le ayudase en ciertos quehaceres, ya que, insistía, ocupaba sus maña-
nas en la Universidad y las tardes en el Congreso, en donde Mella ponía en su
contra a otros correligionarios, y en donde la Ley del Candado, según él pen-
saba, se prolongaría durante mucho tiempo.84 Finalmente, esta ley que limita-
ba el establecimiento de asociaciones pertenecientes a órdenes o congregacio-
nes religiosas, fue aprobada el 23 de diciembre de 1910 con el voto en contra,
tanto en el Congreso como en el Senado del catolicismo militante. El domingo
8 de enero los tradicionalistas se reunieron en un banquete, con asistencia de
800 comensales, para mostrar su repulsa a esta Ley.85
84 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 144-
148, 152-154, 182-184, 187-192, 194-202 y 206-213.
85 Carlos Seco Serrano, «La España de Alfonso XIII…, pp. 179-188.
89 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 133, exp. 7/71,
74-86, 130-250 y 274-283.
90 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 241-
244, 260-265, 277-281, 312-316, 331-333.
91 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 133, exp. 229-
232, 245-246, 260-265, 317-319, 352-354, 358-363, 367-375, 382-385, 394-396, 399-425,
437-446 y 453-466.
92 La Correspondencia de España (17-III-1912).
93 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 345-
346, 376-387, 391-393 y 442-446.
94 Manuel Tuñón de Lara, «Estructuras sociales…, repasa el tema del caciquismo preemi-
nentemente rural.
95 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 133, exp. 260-
265 y 312-316.
96 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 423-
425, 429-441, 447-453 y 458-462.
97 El Correo Español (11-III-1912).
98 Jordi Canal, El Carlismo, p.257.
99 El Siglo Futuro (15-IV-1912).
100 La Época (26-IV-1912).
101 El Imparcial (26-IV-1912).
102 La Época (13-IV-1912).
103 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp. 364-
372, 376-379, 388-390, 397-402 y 437-446.
104 Juan Ramón Andrés Martín, «El caso Feliú y el dominio de Mella…», p.101. En este
trabajo se explica de forma concienzuda el desarrollo de esta situación, que fue un anun-
cio de la escisión mellista. La Época (10-XI-1912), El Liberal (11-XI-1912) o La Tradi-
cion (23-XI-1912).
105 AHN, Sección Diversos, Archivo Carlista, legajo 130, carpeta 1, microfilme 6588.
106 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 133, Exp.269-
273.
Así que pronto empezaron a circular por España las noticias de cambio
en el partido. El veterano diputado y general Joaquín Llorens, como prin-
cipal jaimista, se anticipaba a las noticias oficiales y declaraba que don Jai-
me aceptaría la dimisión de Feliú para una mejor renovación del jaimismo,
dando detalles de cómo quedaría compuesta la Junta que en el futuro iba a
dirigir a los tradicionalistas, y añadiendo que él mismo se encargaría de
continuar con la reorganización de los requetés.107
En un escrito sin fecha, pero que por su contenido es de pocos días antes
de la comunicación oficial, Feliú se dirigía a don Jaime diciéndole que agra-
decía que por fin hubiera accedido a su relevo gracias a los argumentos so-
bre la dificultad que tenía para desempeñar la jefatura del partido, además
de que, por sus trabajos profesionales, no podía dedicarle a la Comunión
todo el tiempo requerido. A la vez, pedía instrucciones acerca de El Correo
Español y daba su opinión sobre cómo debía ser la Junta a crear, en la que
opinaba que no sería necesario que figurasen diputados ni senadores, aun-
que sí sería preciso incluir a representantes de fuera de Madrid.108
Evidentemente, ante estas circunstancias, don Jaime no tardó en hacer
públicas sus decisiones definitivas. Una de estas fue la de dirigirse a Barto-
lomé Feliú comunicándole que aceptaba su dimisión.109 La carta aparecía
publicada íntegramente en la primera página de El Correo Español del 13
de noviembre de 1912. Decía:
Mi querido Feliú
Accediendo á tus reiteradas instancias he venido en relevarte del cargo de
delegado mío en España.
Muy á mi satisfacción lo has desempeñado; y conociendo la nobleza de tu
corazón estoy seguro de que la recompensa más preciosa para ti ha de ser la
seguridad que te doy de la gratitud que te conservaré, por la lealtad, la recta
intención y el espíritu levantado conque me has servido en el desempeño de
tan difícil cargo.
Si consiento en relevarte de éste, lo hago para darte una prueba más de mi
particular estima y de mi deseo de no abusar de tus fuerzas.
El asombroso y consolador incremento de nuestra comunión; el surgir de
animosos requetés y de brillantes Juventudes jaimistas por todos los ámbi-
110 El Correo Español (13-XI-1912) publicaba esta carta, fechada el día 13 de noviembre de
1912, justo al lado de la de don Jaime a su delegado dimitido.
111 El Globo y otros periódicos de mediados de noviembre.
112 La Época (11-XI-1912).
6. Conclusión
A través de las fuentes investigadas se ha visto cómo los tradicionalistas,
ante los problemas internos que estaba viviendo España en los años
1910/1912, como solución, aunque con métodos violentos, continuaban
deseosos de poner en el trono español a don Jaime para, como su delegado
aseguraba, proclamar además una restauración cristiana. Sin embargo,
querían dejar claro ante los españoles un programa político moderno, aun-
que cercano a su trilema de Dios, Patria, Rey, del que Feliú era defensor a
ultranza. Por otro lado, parecían obviar que, a pesar de la aquiescencia de
su rey y del apoyo de su representante en España, Bartolomé Feliú, no
tenían la suficiente infraestructura ni la economía necesaria. Posiblemente
por estos motivos, después de muchos escritos entre pretendiente y dele-
gado, lo cierto fue que no existió ningún levantamiento, aunque no dejaba
de ser curioso que estos legitimistas, a pesar de sus derrotas continuas,
prosiguieran con sus ideas bélicas. Muchos años tendrían que pasar, hasta
llegar a 1936, cuando con el estallido de la última guerra civil española,
contribuyeran de forma real en una nueva contienda.
113 AHN, Archivo de la familia Borbón-Parma, Diversos, Archivo Carlista, 130, exp.117-
120 y 121-125.
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siglo XX. La población, la economía, la sociedad (1898-1931), tomo XXXVII de la His-
toria de España Menéndez Pidal, Madrid, Espasa-Calpe, pp. 437-674.
Archivos
Archivo Histórico Nacional (AHN)
Archivo del Museo Cerralbo (AMC)
Congreso de Diputados, Índice Histórico de Diputados.
Hemeroteca
ABC
El Correo Español
La Correspondencia de España
Resumen
La enseñanza militar en España ha pasado por diversas y complejas fases. Un ejér-
cito dividido desde mediados del siglo xix, en materia de formación de oficiales,
consideró dos fórmulas para preparar a los cadetes. De un lado las llamadas Armas
técnicas —Artillería e Ingenieros— y de otro las llamadas Armas generalistas —In-
fantería y Caballería. Las Armas técnicas, partidarias de una formación exclusiva
en su área y de la creación de academias especiales para sus oficiales, frente a las
generalistas, partidarias de una formación común en academias de tipo general.
Tras la Gran Guerra y las campañas de Marruecos, el General Primo de Rivera
retornó al modelo de academia generalista, inaugurando un centro de formación en
Zaragoza: la Academia General Militar. Para dirigir este centro pensó en el General
Francisco Franco y en el grupo de los africanistas para realizar la actividad docente.
La metodología didáctica que se aplicó estuvo basada en la krausista Institución
Libre de Enseñanza.
Palabras clave: historia militar, enseñanza militar, academias militares, Academia
General Militar de Zaragoza, dictadura de Miguel Primo de Rivera, Institución
Libre de Enseñanza
Abstract
The military training in Spain has gone through several complex stages. An army
divided since the mid-nineteenth century, in training officers, it considered two
ways to prepare to the cadets. On the one hand the technical branches —Artillery
and Engineers; on the other one, the generalist branches —Infantry and Cavalry.
The technical branches were in favor of an exclusive training in their speciality and
the creation of special schools for their officers, while the general branches were in
favor of a common training in integral academies. After the Great War and the
campaigns of Morocco, General Primo de Rivera returned to the generalist aca-
demy model, opening a training center in Zaragoza: the General Military Aca-
demy. To manage this entity he thought in the General Francisco Franco and the
Africanist group for teaching. The teaching methodology was based on the krau-
sist Institución Libre de Enseñanza.
Keywords: military history, professional military education, military academies,
General Military Academy of Zaragoza, dictatorship of Miguel Primo de Rivera,
Institución Libre de Enseñanza
taba entre las diferentes Armas, provocando una falta de unión en el Ejér-
cito de Tierra. Varios diarios militares publicaron durante lustros artículos
referentes a la necesidad de un tipo de enseñanza u otra.
Los artículos y el control de la prensa militar, normalmente solían estar
en manos de oficiales de Infantería y Caballería. Por ello encontramos ci-
tas muy parecidas durante todo el periodo previo al establecimiento de
una nueva Academia de carácter generalista. Dichos artículos podemos
encontrarlos a lo largo de todo el periodo 1893-1925, en diferentes publi-
caciones.3 Bien en libros como, por ejemplo, los de Joaquín Fanjul4 o José
Ibáñez Marín,5 autores ambos vinculados intelectualmente a la Institución
Libre de Enseñanza. O bien en revistas de carácter militar, vinculadas a las
tropas de África como La Revista de las Tropas Coloniales, cuya influencia
comentaremos más adelante. Incluso desde el mundo civil se abordaba el
asunto de la reforma de la enseñanza militar en obras especializadas. Por
ejemplo, La escuela moderna, revista pedagógica hispano-americana, muy
cercana a los movimientos pedagógicos de la Institución Libre de Ense-
ñanza, editaba en 1919 un número especial sobre la enseñanza militar.
3 Entre las diferentes obras de carácter militar que profundizan en el debate de los diferen-
tes tipos de enseñanza, pueden consultarse las siguientes: Rafael Torres Campo, Sobre la
enseñanza militar, 1891; Manuel de Luxán y García, «Discusiones del congreso pedagó-
gico hispano-portugués-americano en relación con la enseñanza militar.» Memorial de
Ingenieros del Ejército, año XLVII, 11 (noviembre 1892), 344-353; José Ibáñez Marín, La
educación militar, 1899; Vicente Morera, «El ingreso en nuestra academia», Memorial de
Ingenieros del Ejército, año LV, 2 (febrero 1900), 33-36; o José Sarmiento Lasuén, Ense-
ñanza militar en España: su reorganización en todos los órdenes, Burgos, Cariñena, 1902.
4 Joaquín Fanjul, Misión social del Ejército, Madrid, 1907.
5 José Ibáñez Marín, Los cadetes, Madrid, Tip. El Trabajo, 1903.
6 Ana Isabel Alonso Ibáñez, Las Juntas Militares de Defensa (1917-1922), Madrid, Minis-
terio de Defensa, 2004.
7 Julio Busquets, El militar de carrera en España, Barcelona, Ariel, 1984., p. 81.
8 Fernando Puell de la Villa, Historia del Ejército en España, Madrid, Alianza, 2000.
9 Michael Alpert, La reforma militar de Azaña, Madrid, Siglo xxi, 1982. Para citar, se ma-
neja la edición de 2008.
10 Ramón Tamames y Xavier Casals, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, Barcelona, Edi-
ciones B, 2004, p. 50.
14 Miguel Alonso Baquer, «La selección de la elite militar española.», en Historia social de
las Fuerzas Armadas, Madrid, Alhambra, 1986, vol. V, p. 31.
15 Alonso Baquer, 1986, vol. V, p. 32.
16 Para profundizar en estas tipologías resulta imprescindible la lectura de M. Janowitz, El
soldado profesional, Madrid, Ministerio de Defensa, 2010. Debe complementarse con la
obra de Miguel Alonso Baquer (1986).
17 Busquets, 1984; y Carlos Blanco, La Academia General Militar de Zaragoza, Barcelona,
Ariel, 1991.
3. Proceso de creación
Desde la clausura de la Academia General Militar de Toledo en 1893, los
sucesivos gobiernos albergaron la posibilidad de reabrir un centro de ca-
racterísticas similares. Los más serios intentos fueron fundamentalmente
dos. El primero de ellos consistió en un proyecto de refundación del Co-
legio General Militar, enmarcado en el seno de la Ley de Reorganización
de los establecimientos de instrucción militar de fecha 17 de julio de 1904.18
Este proyecto «no llegó a constituirse; los frecuentes cambios de gobierno
y cambio de Ministro de la Guerra y los intereses creados o lo que fuera,
hicieron lo demás.»19 El segundo y más serio intento en cuanto a posibili-
dades de éxito, tuvo lugar en 1918, cuando se nombró una comisión orga-
nizadora que presidió el General Villalba Riquelme. La comisión confec-
cionó muchos de los puntos que más adelante sirvieron para la consecución
del objetivo final: la creación de una Academia de carácter generalista, a
imitación de la anterior Academia de Toledo. Dicha comisión establecía
los trabajos de organización para el nuevo centro y elaboró una memoria
que, a la postre, fue la base para la constitución de la Academia en Zarago-
za. Asimismo, la propia memoria establecía la ciudad de Zaragoza como
lugar ideal para el centro.
La elección de Zaragoza para establecer la Academia General Militar
fue un proceso elaborado y largo, aunque el factor determinante para
que el centro se localizase a orillas del Ebro fue la extensión del Campo
de Maniobras de Alfonso XIII. Una vez decidida la creación de la Aca-
demia General Militar y de su emplazamiento en Zaragoza, comenzaron
a funcionar una serie de comisiones militares que trabajaron para diseñar
las principales características que debía tener el centro. En 1924, estaba
ya plenamente consolidada la idea definitiva de abrir una Academia de
carácter generalista. La primera de las comisiones y la elaboración de
planes previos correspondió al General Losada Ortega, como Jefe de la
Sección de Instrucción del Ministerio de la Guerra.20 Posteriormente se
comisionó, en agosto de 1925, al Teniente Coronel de Estado Mayor Es-
pallargas Barber para visitar academias de Estados Unidos y Europa.21 Y
El nuevo sistema educativo para los oficiales del Ejército español quedaba
fijado de nuevo en un modelo de enseñanza generalista. Durante dos años
los cadetes ingresaban en la Academia General Militar de Zaragoza, para
posteriormente elegir el Arma o la Especialidad deseada. Tras el paso por
33 Real Decreto de 20 de febrero de 1927, Gaceta de 22. Bases 14ª, 15ª y 16ª.
34 Ibíd., base 18ª.
35 Campins, 1932, p. 37.
36 Campins, 1932, p. 37.
3.3. Ingreso
39 Campins, 1932, p. 74
40 Campins, 1932, p. 75.
avanzadas está el enemigo, pero en estas otras no, lo tenemos en casa, está
en muchas partes, muchas veces no sabemos quién es el amigo y quién el
enemigo.47
antigüedad; eso sin contar que el guardar sus preceptos remediará considerable
desgaste del que la guerra por sí sola produce.49
Instrucción militar
3.5. Profesorado
63 Se ha tratado de seguir el rastro de las diferentes películas, consiguiendo tan solo la auto-
rización del Ministerio de la Guerra para la adquisición de estos filmes. Sabemos que tras
la disolución de la Academia, estas películas pasaron a otro organismo del Ministerio, el
Depósito de la Guerra, junto con la mayoría del material empleado en la Academia.
64 Campins, 1932, p. 173
65 Izquierdo, Aparicio y Ortíz de Zárate, op. cit., p. 181.
res y unos 248 de sus cadetes murieron durante la Guerra. Cinco de ellos
consiguieron la Cruz Laureada de San Fernando y cuarenta y uno la Me-
dalla Militar Individual por acciones de guerra. De entre los alumnos de la
Academia General Militar, muchos llegaron a ocupar altos cargos tanto
durante el Franquismo, como durante los inicios de la democracia. Como
ejemplos citaremos a los Generales Coloma Gallego, Cuadra Medina, Ál-
varez Arenas, De Santiago o al primer ocupante de la cartera del Ministe-
rio de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado.
Las vicisitudes por las que hubo de pasar la Academia fueron notables.
Aunque el propósito era unificar criterios y aunar voluntades dentro del
Ejército, las diferencias siguieron existiendo. La guerra interna entre Ar-
mas generales y técnicas siguió latente en el Ministerio de la Guerra. Tras
la disolución del Arma de Artillería en 1929, Primo de Rivera ya no contó
con muchos apoyos militares. Por otra parte, la Academia, fruto de la po-
lítica militar del dictador para con los africanistas, sería objetivo a revisar
en un más que posible cambio de régimen. La familiaridad de Franco con
la cúpula gubernamental le enfrentó con los influyentes segundos niveles
administrativos del Ministerio y favoreció la «inquina» hacia la Academia
de su aparato burocrático.66 Este conflicto latente condujo a la postre al
cierre de la Academia por Manuel Azaña en 1931.
La disolución de la Academia también trajo una controversia enorme.
La República, recién nacida, y su Gobierno Provisional con el Ministerio
de Defensa a la cabeza, introdujeron una serie de reformas de gran calado.
De hecho una de las primeras decisiones de Azaña en el Ministerio fue la
reforma de la enseñanza militar, como preludio de sus famosas reformas
militares. Ya venía de antes una lucha interna entre Franco y Azaña, cuan-
do el Rey renunció. La última plaza militar en arriar la bandera monárqui-
ca e izar la tricolor republicana, fue de facto la Academia General Militar.
Todo ello junto con un apasionado discurso del General Franco, le llevó a
ser expedientado desde el Ministerio. Ante la renuncia del Rey, los profe-
sores de Infantería y Caballería se mostraron más inquietos e, incluso, de-
solados. Mientras, la mayoría de los de Artillería y algunos Ingenieros se
felicitaron porque el Rey se hubiera visto obligado a abandonar el trono.67
Algo sorprendente es la forma en la que los protagonistas se entera-
ron de la disolución de la Academia. Estando de maniobras en Canfranc,
Referencias bibliográficas
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Cardona Escanero, Gabriel, 1983, El poder militar en la España contemporánea hasta la
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Resumen
En este artículo abordo la crítica que Charles Taylor realizó sobre el proyecto ge-
nealógico de Foucault. El reproche central que dirige el filósofo canadiense dirige
a Foucault gira en torno a la insistencia por parte de éste en mantener inarticulados
los bienes que orientan su pensamiento. Los análisis histórico-críticos que el filó-
sofo francés nos ha ofrecido, pretenden responder a la pregunta acerca de cómo
hemos devenido lo que somos. Sin embargo, estos sólo resultan plausibles si reco-
nocemos, como trasfondo, cierta noción de bien o de bienes no realizados, o repri-
midos, que ahora estamos en mejores condiciones de comprender.
Palabras clave: Michel Foucault, Charles Taylor, teoría crítica, verdad, libertad,
poder
Abstract
In this article I address the criticism that Charles Taylor performed on Foucault’s
genealogical project. The main criticism revolves around Foucault’s insistence on
keeping inarticulated the goods that guide his thinking. The critical historical
analysis that the French philosopher has given us, seek to answer the question
about how we have become who we are. However, these are only plausible if we
recognize as a background some notion of good or goods not realized, or repres-
sed that we are now better able to understand.
Keywords: Michel Foucault, Charles Taylor, critical theory, truth, freedom, power
4 Axel Honneth, Crítica del agravio moral. Patologías de la sociedad contemporánea, Bue-
nos Aires, Fondo de Cultural Económica, 2009, p. 125.
5 Honneth (2009), pp. 136 y ss. De acuerdo con Honneth, Adorno y Foucault comparten
las siguientes convicciones en su crítica a la modernidad: (1) Ambos encuadran sus críti-
cas a la era moderna y al poder respectivamente, en el marco de una teoría más amplia: el
proceso de civilización se entiende como proceso de racionalización técnica o instrumen-
tal. Aunque sus orientaciones divergen, Adorno se enfoca en el modelo de dominación de
la naturaleza, mientras Foucault lo hace en el modelo de control social. En ambos casos
encontramos la convicción de que los procesos de racionalización perfeccionan los me-
dios técnicos de dominación social bajo la apariencia encubridora de una emancipación
social. (2) Ambos reconocen que el cuerpo humano es la verdadera víctima del proceso
superior de racionalización instrumental. Su tema común no es la supresión de otra di-
mensión de la racionalidad social, sino la destrucción de márgenes de acción de libertad
corporal. (3) Ambos reconocen en las mutaciones intelectuales y políticas alrededor de
1800 como las verdaderas raíces de la era moderna social. En el caso de Foucault, apunta
a las diversas técnicas de disciplina corporal y las ciencias humanas que surgen en el con-
texto del interrogatorio policial para formar el poder disciplinario. Adorno, en cambio,
apunta al pensamiento universalista ilustrado como la fase clave para el establecimiento
del mercado capitalista. (4) Ambos consideran que el proceso civilizador de la racionali-
zación instrumental culmina en organizaciones de dominación que son capaces de con-
I
De acuerdo con Taylor, los análisis históricos que realiza el filósofo francés
se encuentran en continuidad con aquellos que han desplegado los repre-
sentantes del pensamiento crítico. Como estos autores, Foucault ha ofre-
cido relatos imaginativos acerca de lo que ha pasado, con el fin de explicar
cómo hemos devenido esto que hemos llegado a ser. Estos relatos tienen
un carácter crítico que sólo resulta plausible si reconocemos como trasfon-
do la convicción de que a la historia subyace cierta noción de bien o de
bienes no realizados o reprimidos, que ahora (gracias a los relatos pro-
puestos) estamos en mejores condiciones de comprender.
Pero esto es justamente lo que Foucault se niega a aceptar. Aun cuando
toda su obra acaba sacando a la luz los males de nuestro pasado, se resiste a
concebir que la negación o la superación de dichos males pueda traducirse
en la promoción de un bien. Como ha indicado recientemente Paul Veyne,
la resistencia de Foucault a la hora de articular los bienes que orientan su
propio análisis arqueológico-genealógico está basada en una «sensibilidad
metafísica tácita» que se ve reflejada en su metodología, que consiste, fun-
trolar y conducir por completo la vida social. Sin embargo, mientras Adorno considera
que el control totalitario se realiza por medio de la manipulación psíquica que llevan a
cabo los medios de comunicación másica, Foucault cree que esos resultados son garanti-
zados por los procedimientos de disciplina corporal que realizan las instituciones inter-
conectadas como la escuela, la fábrica o la cárcel. Ahora bien, según Honneth, la diferen-
cia más importante entre Foucault y Adorno se pone de manifiesto cuando pensamos en
el modo cuasi-conductista a partir del cual, en un principio, Foucault explica el poder de
control. Para Foucault, la subjetividad de los sujetos, sus estructuras de personalidad, son
enteramente producidas por la disciplina corporal. Es cierto que en su obra póstuma
realizó un viraje que introdujo en el centro de su teoría a la subjetividad al incorporar los
análisis respecto a las relaciones que establece el sujeto consigo. Aún así, la diferencia es
notable respecto a Adorno, y las consecuencias que se siguen de ello, importantes. Para
Adorno, el poder de control que emana de las organizaciones de administración centrali-
zada se entiende como poder de influencia psíquica. El énfasis está puesto en la pérdida
de la fuerza psíquica por parte de los individuos para su autodeterminación práctica en la
era posliberal del capitalismo. De este modo, mientras que la crítica de Adorno apunta a
la instrumentalización de la subjetividad humana, para Foucault el individuo moderno no
es otra cosa que una ficción producida por la fuerza.
6 Citado por Miguel Morey, «Introducción. La cuestión del método», en Tecnologías del yo
y otros textos afines, de Michel Foucault. Barcelona, Paidós/ICE:UAB, 1990, p. 26.
7 Miguel Morey, «Introducción. La cuestión del método», pp. 27-28.
8 Charles Taylor, Sources of the Self. The Making of Modern Identity, Cambridge M.A.
Cambridge University Press, 1989, p. 99.
9 Hubert Dreyfus y Paul Rabinow, Michel Foucaul: Beyond Structuralism and Hermeneu-
tics. Chicago, The Chicago University Press, 1983. De acuerdo con estos autores, las
obras que estamos considerando forman parte de la segunda etapa en el itinerario de
Foucault, la cual está caracterizada por una inversión de la prioridad otorgada en la pri-
mera etapa a la teoría sobre la práctica. En la llamada época arqueológica Foucault habría
insistido en describir en términos teóricos las reglas que gobiernan las prácticas discursi-
vas, mientras que en las obras tardías (que corresponden al período genealógico) el énfasis
se pone en la relevancia que tiene para la inteligibilidad de las ciencias humanas el hecho
de que éstas forman parte de un conjunto de prácticas organizadas y organizativas en
cuya expansión las propias ciencias humanas jugarían un rol crucial. Esto viene acompa-
ñado de un desplazamiento del lugar otorgado al propio investigador que ya no ocuparía
la posición de un espectador distanciado, sino que se reconocería involucrado (produci-
do, hasta cierto punto) en las prácticas sociales que estudia. La introducción del método
genealógico tiene como objeto diagnosticar y aprehender la significación de las prácticas
sociales desde dentro de dichas prácticas. De acuerdo con Dreyfus/Rabinow, Histoire de
la Sexualité se ocupa críticamente de la hipótesis represiva, aquella que afirma que la
verdad se encuentra de manera intrínseca en oposición al poder y que por ello juega un
rol liberador. En Surveiller et punir, en cambio, la genealogía del individuo moderno es
presentada por Foucault en relación a la construcción del cuerpo dócil y silenciado, con
el fin de mostrar la relación intrínseca entre tecnología disciplinaria y la normatividad de
las ciencias sociales. Esta interpretación cronológica, sin embargo, no está libre de proble-
mas. Como ha indicado Miguel Morey, convencionalmente se suelen trazar tres períodos
en la obra foucaultiana: (1) Aquella que se centra alrededor de la cuestión del saber y que
se conoce usualmente como arqueología y que incluye las obras publicadas entre 1961 y
1969, es decir, de Histoire de la folie a L’archéologie du savoir; (2) la llamada genealogía
II
Taylor comienza llamando la atención sobre el contraste que establece
Foucault en Surveiller et punir entre los diferentes modos de castigo que
se ejercitan en la época clásica y la actualidad. Foucault abre su libro des-
cribiendo el modo en el cual Robert Damiens, un hombre de 42 años, an-
tiguo soldado del ejército francés, que se lanzó, cuchillo en mano, sobre
Luis XV el 5 de enero de 1757, infligiéndole una leve herida, fue sometido
a tortura y descuartizamiento. Pese a la insistencia del acusado de haber
intentado únicamente asustar al rey, pero en ningún caso asesinarlo, fue
condenado por regicidio y ejecutado poco después. Foucault describe de
manera detallada el castigo al que fue sometido Damiens.
que se inicia con textos como L’Ordre du discours o Nietzsche, la généalogie, l’histoire y
encuentra su momento mayor con la publicación de Surveiller et punir y La volonté de
savoir; y (3) aquella que se refiere a las cuestiones de la subjetividad – es decir, las técnicas
y tecnología de la subjetividad – que contiene obras como L’usage des plaisirs y Le souci
de soi (los volúmenes 2 y 3 de su Histoire de la sexualité). Cada uno de estos períodos
respondería, según Deleuze a tres preguntas mayores de la problemática filosófica: ¿qué
puedo saber?, ¿qué puedo hacer?, y ¿quién soy yo? Morey cree que una periodización
trae consigo toda clase de problemas insolubles. Entre ellos cabe destacar la reinterpreta-
ción retrospectiva que hace el propio Foucault en su etapa final dedicada a la cuestión del
sujeto. Dice Morey: «Y es que, en ese momento, Foucault va a rearmar toda su trayecto-
ria anterior, releyéndola ahora desde el problema del sujeto, y dotándola de un sentido
retrospectivo que afila su agresividad y multiplica sus posibilidades. El nuevo nombre
para su quehacer es ahora ontología histórica de nosotros mismos (o del presente, o de la
actualidad). Su punto de partida hay que buscarlo en la Aufklärung, y más precisamente
en la conciencia de sí de la Aufklärung. Y la pregunta mayor es: ¿Qué somos hoy en la
contingencia histórica que nos hace ser lo que somos?» (Miguel Morey, «Introducción.
La cuestión del método», p. 22) En este sentido, Foucault contrasta la pregunta de Kant
formulada en 1784, Was heisst Aufklärung?, es decir, ¿qué es lo que pasa en este momen-
to? ¿qué es este mundo, este período, este momento preciso en que vivimos? ¿Quiénes
somos? Con la cuestión cartesiana que se pregunta: ¿quién soy yo? Yo, en tanto sujeto
único, pero universal y ahistórico. Como veremos, pese a las profundas diferencias que
podemos establecer entre el pensamiento de Foucault y el proyecto antropológico de
Taylor, no cabe duda que la filosofía de éste último se encuentra muy influenciada por la
obra del filósofo francés. Basta con echar una mirada a las citas que de Foucault encon-
tramos en la mayoría de sus obras para comprender la relevancia que ha tenido para su
reflexión. Pero, además, la distinción establecida por Foucault entre la pregunta cartesia-
na ¿Quién soy yo?, y la pregunta kantiana ¿quiénes somos nosotros en este momento
preciso de la historia?, echa cierta luz a las cuestiones que estamos tratando. La pregunta
kantiana, según Foucault, lo que hace es interrogarse acerca de nosotros en el presente.
Desde el momento en el cual se articuló por vez primera no ha dejado de crecer su rele-
vancia, como vemos que ocurre en el pensamiento de Hegel y de Nietzsche. Eso no sig-
nifica que el otro aspecto de la filosofía, la «filosofía universal», haya desaparecido. En la
propia filosofía contemporánea es posible distinguir, como hace Foucault, un modo de
hacer filosofía que él llama una analítica de la verdad y una ontología del presente. Como
señalo más adelante, una ontología del presente es, según Morey, lo que enmarca al final
todo el trabajo de Foucault, cuyo objetivo, como él mismo señala es «la creación de liber-
tad». Esto nos permite aproximarnos, otra vez, y antes de haber presentado las objeciones
al pensamiento de Foucault adelantadas por Taylor en los textos que estamos analizando
una respuesta anticipada. Porque sin duda, hablar de «creación de libertad» significa in-
dudablemente apostar a un bien. Sin embargo, el modo en el cual ese bien es abordado, en
su caso, adopta una postura radicalmente negativa. Morey cita a Foucault: «Sin duda, el
objetivo principal hoy no es descubrir, sino rechazar lo que somos. Nos es preciso imagi-
nar y construir lo que podríamos ser para desembarazarnos de esta especie de «doble
coerción» política que es la individualización y la totalización simultáneas de las estruc-
turas del poder moderno. Podría decirse, para concluir, que el problema, a la vez político,
ético, social y filosófico, que se nos plantea hoy no es tratar de liberar al individuo del
Estado y sus instituciones, sino de liberarnos nosotros del Estado y del tipo de individua-
lización que le es propio. Nos es preciso promover nuevas formas de subjetividad recha-
zando el tipo de individualidad que se nos ha impuesto durante siglos.» (Miguel Morey,
op. cit., p. 24). Sirva esto como primera respuesta al hipotético conservadurismo de Fou-
cault. Pese a que, en términos generales, como señala Gay Gutting, ante la pretensión que
la única alternativa a la red de micro-centros de poder es la dominación totalitaria, la
conclusión no sería, como suele pensarse, una desesperación reaccionaria, sino más bien
el rechazo de la pretensión de que la liberación revolucionaria requiere una transforma-
ción global. En cierto modo, puede decirse que para Foucault la política es siempre local,
incluso la política revolucionaria (Gay Gutting, Michel Foucault. A Very Short Introduc-
tion, Oxford, Oxford University Press, 2005, p. 88).
10 Michel Foucault, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo xxi, 2005,
p. 205.
III
En buena medida, el volumen I de Histoire de la sexualité es una extensión
del método genealógico de Surveiller et punir. En este caso, el objeto de
estudio son los diversos cuerpos de conocimiento acerca de la sexualidad
que ha producido la sociedad moderna. El propósito consiste, de manera
semejante, en mostrar la conexión de estos cuerpos de conocimiento con
las estructuras modernas de dominio. El centro de la discusión en este caso
es la llamada «hipótesis represiva». El objetivo de Foucault consiste en
desmantelar la presunción común de que la actitud primaria de la sociedad
moderna hacia el sexo es su negación.
Según Taylor, en el marco de rehabilitación de la vida corriente que
caracteriza la modernidad, el movimiento Romántico concibió la posibili-
dad de liberar nuestra naturaleza interior de las demandas de la postura
objetivante y la aplicación instrumental de la razón por medio de la expre-
sión auténtica. Una faceta ineludible de dicha naturaleza es el hecho de que
somos seres sexuados y, como tales, nuestra verdad puede estar sujeta a las
distorsiones que ejerce sobre ella el poder exterior, las costumbre, la ética
del trabajo capitalista, o las disciplinas de la sociedad burocrática.
Para Foucault, la sexualidad es una construcción histórica. Para él no
existe una esencia subyacente del sexo. Incluso la noción biológica del sexo
que la asocia con algún tipo de pulsión arcaica tiene su origen histórico en
el marco del discurso sobre la sexualidad. Según Foucault, durante los si-
glos xviii y xix, la sexualidad se convirtió en objeto de la investigación
científica, del control administrativo y preocupación social colaborando
en la demarcación que la burguesía estableció para diferenciarse de la no-
bleza de «sangre» y las clases trabajadoras. De este modo, como señalan
Dreyfus y Rabinow, «la sexualidad emergió como un componente central
en una estrategia de poder que conectó de manera exitosa al individuo y a
la población en la expansión del biopoder.»13
Junto al control ejercido por médicos, reformadores y científicos socia-
les que encontraron en la sexualidad la clave de la identidad humana, se
produjo un crecimiento sin precedentes en la discusión, escritura y pensa-
miento sobre el sexo. Es la invención de la esencia de lo sexual la que inci-
ta a hablar, lo que justifica los discursos, las confesiones, la asistencia de los
expertos. Como ya señalamos, el propósito de Foucault es desmantelar
toda esta concepción cuyas raíces más profundas las encuentra en las prác-
ticas tempranas de la confesión, adoptando la forma del autoescrutinio
durante la contrarreforma, o la «curación por la palabra» en el psicoanáli-
sis freudiano. Dice Foucault (2005: 35):
Más que la uniforme preocupación de ocultar el sexo, más que una pudi-
bundez general del lenguaje, lo que marca a nuestros tres últimos siglos es la
variedad, la amplia dispersión de los aparatos inventados para hablar, para hacer
hablar del sexo, para obtener que él hable por sí mismo, para escuchar, registrar,
transcribir y redistribuir lo que se dice.
Por lo tanto, Foucault no niega que existan datos fisiológicos que con-
ciernen a la reproducción humana, pero sostiene que más allá de lo mera-
mente biológico, cuando nos internamos en las áreas de las que se ocupan
las ciencias humanas, cualquier intento por establecer universales con res-
pecto a la sexualidad se convierte en una estrategia de dominio que funcio-
na a partir de la comprensión de la sexualidad como locus de nuestra reali-
zación como seres humanos. Para Foucault esta autoexpresión en términos
de una naturaleza enigmática que requiere de nuestra expresión es lo que
nos ha convertido en los modernos seres sexuales que somos, para quienes
un elemento crucial de la vida buena es algún tipo de realización/satisfac-
ción sexual. Esto es, por lo tanto, lo que nos convierte en última instancia
en objetos de control —nuestra añoranza por acceder a nuestra más autén-
tica naturaleza como seres sexuales.
Ahora bien, como señala Taylor, de manera semejante a lo que ocurría
con Surveiller et punir, lo importante es notar que se ha producido una
transformación en las modalidades de control con respecto al antiguo mo-
IV
Regresemos ahora a la crítica que Taylor dirige a Foucault. Comencemos
recordando cuál es la recriminación central que le hace al filósofo de Poi-
tiers. De acuerdo con Taylor, hay un momento en el análisis foucaultiano
en el que éste adopta una postura de radical neutralidad hacia los diferentes
sistemas de poder, lo que se traduce en una suerte de restricción evaluativa.
Por un lado, después de haber contrastado la filosofía del castigo que
subyace a la época clásica y el «humanitarismo moderno», Foucault se
niega a evaluar el segundo en relación al primero debido, en primer lugar,
a la adopción por parte de Foucault de una postura nietzscheana de neu-
tralidad, pero además, nos dice, porque de su análisis se desprende una
lectura concreta del «humanitarismo». De manera semejante, frente a los
adherentes y herederos del romanticismo y la Teoría Crítica, para quienes
la disciplina moderna había reprimido nuestra naturaleza y constituido
sobre ello sistemas de dominación del hombre por el hombre, acompañada
de una cierta ideología de la liberación expresiva (especialmente en lo que
concierne a la sexualidad), Foucault denuncia el funcionamiento de un dis-
positivo enmascarado de control que estaría fundado, precisamente, en la
En tercer lugar, Foucault propone que las relaciones de poder son in-
tencionales pero no subjetivas. Es decir, a parte de los propósitos cons-
cientes particulares de los agentes en un contexto dado, no es posible atri-
buir a nadie un plan o un propósito consciente en lo que concierne a la
estrategia lógica del propio contexto. De esto se sigue que la coherencia
que se pone de manifiesto en los relatos que el propio Foucault despliega,
no deriva de la revelación de un proyecto, sino de la lógica de oposición de
las estrategias. Es decir, estrategias sin proyecto, como prueba la constitu-
ción y mantenimiento del sistema moderno de control y dominio. Lo cual
deriva, como dice Taylor, en una imagen de lucha permanente que atravie-
sa el contexto en el cual estamos atrapados.
Pero esta es justamente la tesis que Taylor pone en cuestión y que ob-
jeta carente de sentido. Por un lado, Taylor reconoce la importancia que
tiene como recordatorio en los estudios sobre el poder la esterilidad de la
visión popular que lo analiza en términos de la habilidad del agente A de
hacer que el agente B haga algo o no lo haga. Pero la razón de la esterilidad
de una imagen semejante se debe a que los actos de poder son heterogé-
neos, no admiten una descripción culturalmente neutra de su realización.
Eso significa que el poder sólo puede ser comprendido dentro de un con-
texto, lo cual, a su vez, implica que los contextos sólo son inteligibles en
relación a los tipos de poder que los constituyen, tal como Foucault nos
enseño. Pero, para Taylor (1985: 172):
La confusión está en no ver que no sólo puede, sino que debe haber algo
entre el subjetivismo total, por un lado, que considera que no existen patrones
V
Veamos ahora de qué modo argumenta Taylor contra la tesis nietzscheana
defendida por Foucault, según la cual sería posible concebir una noción de
poder que excluyera enteramente las nociones de libertad y verdad.
Ya dijimos que es posible concebir situaciones en las que es factible
prescindir de la noción de agencia en lo que respecta al actor que impone
su voluntad sobre otro en una relación de poder. Hay numerosas situacio-
nes que involucran igualmente al dominador y al dominado en una impo-
sición. Por el contrario, Taylor rechaza la posibilidad de articular una no-
ción de poder/dominación que prescinda enteramente de algún tipo de
noción de constreñimiento que se impone a alguien a través de un proceso
que, de algún modo, esté relacionado con la agencia humana. Es decir, aun
cuando es factible en muchas circunstancias prescindir de cierta noción de
agencia en lo que respecta al polo activo en la relación de poder, es decir,
del perpetrador de la imposición, no es posible hacer lo mismo en lo que
respecta a la víctima.
rar lo perdido, todo el camino desde la época Romántica hasta las batallas más
recientes sobre la ecología. Pero el punto es que el sentido de ganancia y de
pérdida depende de la conmensurabilidad, de la comprensión de nuestra iden-
tidad, de aquello de lo que ahora nos damos cuenta más plenamente, o estamos
traicionando o mutilando. (Taylor, 1985: 181-182)
Eso no significa para Taylor que todo en la historia pueda ser descrito
en términos de pérdidas y ganancias. Existen también elementos incon-
mensurables. El error es ofrecer un veredicto de inconmensurabilidad a
priori.
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Veyne, Paul, 2009, Foucault. Pensamiento y vida. Barcelona: Paidós.
Resumen
La escuela como espacio contribuyente al retroceso del aragonés ha sido un factor
de alusión recurrente durante las últimas décadas en monografías dedicadas al es-
tudio y caracterización lingüística y cultural de la provincia de Huesca. Sin embar-
go, no existe un análisis de su repercusión que ofrezca una visión holística, funda-
mentada en lo sucedido desde la llegada de la escuela a mediados del siglo xix
hasta la actualidad. Con el fin de paliar esta carencia se recopilaron y analizaron los
testimonios documentados disponibles y se desarrolló una investigación sobre la
situación actual mediante un estudio de caso múltiple bajo metodología de natura-
leza etnográfica. Los resultados muestran la continuación de ciertas prácticas re-
presivas hacia los jóvenes hablantes de aragonés en nuestros días.
Palabras clave: aragonés, ‘lingüicidio’, genocidio lingüístico, lenguas minorizadas,
enseñanza
Abstract
The role of the school in the shift of Aragonese language has been underlined du-
ring the last decades in works focused on the linguistic and cultural characteriza-
tion of Huesca province. Nevertheless, there is not still available a holistic study
focused on the analysis of its influence over the years, from 19th century to the
present. With the aim of contributing to this field a work of compilation and
1. Introducción
El papel de la escuela como espacio asimilador de la cultura y la lengua
altoaragonesa ha sido a lo largo de las últimas décadas un elemento de
alusión recurrente en una buena cantidad de trabajos centrados en la reco-
pilación lingüística y la caracterización sociolingüística de las diferentes
variedades dialectales del aragonés. Asimismo, el influjo de la escuela en la
pérdida de la cultura y la lengua propias ha salpicado también otro tipo de
trabajos, esta vez de carácter etnológico, centrados en los modos de vida de
la montaña pirenaica y prepirenaica a lo largo de las primeras décadas del
siglo xx. Sin embargo, a pesar de que es consabido el papel que la enseñan-
za reglada ha tenido en el proceso de sustitución lingüística del aragonés
por el castellano (Conte, Cortés, Martínez, Nagore y Vázquez, 1977;
Tomás, 1999; Nagore, 2002; Gracia, 2012; López, 2014 y 2015), todavía no
existe un análisis de este proceso que otorgue una visión global, completa,
que integre lo sucedido desde la generalización de la enseñanza reglada a
mediados del siglo xix hasta la situación encontrada en las aulas altoarago-
nesas de nuestros días.
Con el fin de dar respuesta a esta carencia y aportar una aproximación
global al influjo de la escuela en el proceso de retroceso del aragonés, se
recopilaron algunos de los testimonios que mejor ejemplifican la situación
sociolingüística de esta lengua en las aulas a lo largo de ya más de un siglo.
Asimismo, se completó esta labor de análisis con los datos obtenidos sobre
la situación actual, tratando la información recopilada durante un trabajo
empírico de corte etnográfico realizado durante dos años en algunos cen-
tros escolares de la geografía altoaragonesa.
El análisis realizado no deja lugar a dudas: nos encontramos ante una
escuela claramente contribuyente a lo largo de los siglos xix, xx y xxi a un
proceso de lo que se ha denominado lingüicidio (Phillipson, 1988), gloto-
Desde que, durante las primeras décadas del pasado siglo, comenzaran a
desarrollarse en territorios plurilingües como el País de Gales (Saer, 1922)
los primeros movimientos en favor de la escolarización temprana en la
lengua materna, una parte importante de la labor teórica y práctica de la
disciplina sociolingüística se ha centrado en el estudio de las comunidades
lingüísticas minoritarias. La cuestión sociolingüística referida a los dere-
chos de los hablantes de estas lenguas ha tomado fuerza paulatinamente
desde que centrase por primera vez el discurso de la UNESCO en 1953,
momento en el que esta institución se manifestó a favor de que la instruc-
ción en los países colonizados no se continuara llevando a cabo en la len-
gua de los colonos sino en las lenguas indígenas de las comunidades domi-
nadas (Siguán, 2001).
za, tal y como anotó en sus cuadernos de campo el lingüista francés Jean
Joseph Saroïhandy:
La lengua que se encuentra uno en Graus sufre diariamente la influencia del
castellano, que es la lengua enseñada en la escuela y la que todo el mundo co-
noce. Se piensa que el dialecto debe excluirse en el trato con gentes distinguidas
y muchas personas nacidas en el país no lo han usado nunca conmigo. (Latas,
2009: 28)
También a esta situación de las primeras décadas del siglo xx hace refe-
rencia el testimonio de Jesús Garcés que recoge López (2014b: 100):
Pues yo en casa mía l’aprendié [el belsetán] qu’es pais míos el charraban tal
cual, se me quedó e m’ha feto goyo charrá-lo e el mantiengo. Anque no ha sito
a gusto de toz perque a bezes asta he llebato leña per charrá-lo, deziban que
yera basto el belsetán. Una bez el maestro en la escuela me pegó un bofetón per
charrar el belsetán, yera mal bisto,
Quizás más interesante resulta la experiencia vivida por Luis Pérez Ge-
lla en la escuela de una localidad muy meridional, Ayerbe, entre los años
1940 y 1950. El autor cuenta el resultado de su redacción sobre el tema
«Ganarás el pan con el sudor de tu frente», que el maestro de aquel pueblo
solicitó a sus alumnos. Buen conocedor de la dura vida de los labradores
en aquellos años, el niño decidió realizar una pequeña investigación entre-
vistando a su tío, dedicado desde joven al trabajo de la tierra, transcribien-
do su testimonio en la lengua en la que él se lo había transmitido. Pérez
cuenta así el resultado de su original y documentado trabajo:
Orgulloso por mi ejercicio me presenté en la escuela creyendo que nadie
como yo podría presentar tan bien los deberes solicitados por nuestro profesor,
pero la historia de aquel diez esperado no terminó como yo deseaba. Presen-
tados y corregidos los escritos sobre el tema requerido, D. José María nos iba
dando la puntuación obtenida según su criterio. Y llegó la valoración del mío.
Con una serenidad que no era habitual, me dijo:
— Por cómo has comprendido y desarrollado el tema solicitado, con cierto
valor etnográfico, creo que este trabajo merecería un diez, pero teniendo en
cuenta la cantidad de faltas ortográficas y palabras mal escritas, que no pertene-
cen a nuestro idioma castellano, me veo obligado a quitarte el uno de delante,
por lo que queda puntuado con un hermoso cero.
Mi disgusto fue terrible. Pero no solo por la mala nota atribuida, sino por-
que encima fui la rechifla de todos los compañeros de mi clase. Después de
muchos años, yo he seguido queriendo mantener, aunque solo sea como apor-
La «llegada» de la democracia
Los testimonios que hasta ahora se han presentado muestran una situa-
ción que si bien responde a una escuela promotora de un claro proceso
aculturador y represivo, no distan en exceso de la realidad acontecida en
las escuelas de otros territorios plurilingües del Estado hacia la mitad del
pasado siglo (Benet, 1978; Iza, 2011). Sin embargo, es una vez llegada la
democracia cuando, quizás, resulta más sorprendente constatar la prolon-
gación de esta situación de humillación, rechazo o persecución a la lengua
aragonesa en las aulas.
A este respecto, centrándose en las consecuencias sociolingüísticas de
una escuela en la que no tenía cabida la lengua propia, contaba el maestro
Ricardo Mur Saura en 1988 que en un colegio con internado de la cabece-
ra comarcal de la Jacetania, uno de los principales núcleos urbanos del
Alto Aragón, había alumnado procedente de muy diversos lugares, entre
el cual se encontraba una cantidad considerable de jóvenes desplazados
desde los valles y los alrededores de la ciudad. La situación sociolingüís-
tica del centro por aquel entonces era muy diversa, encontrándose «algu-
nos que hablan bien el aragonés, otros que lo comprenden pero no lo
hablan; otros que, por haberse perdido ya en sus pueblos, solo saben al-
guna palabra y, para terminar, otros que ni hablan ni entienden nada»
(Mur, 1988: 46). Sin embargo, como exponía Mur, la actitud de los jóvenes
aragonesohablantes hacia su propia lengua cuando esta era promovida
por el propio maestro en el ámbito escolar era de rechazo o burla en mu-
chos casos:
Los chavales que conocen bien o relativamente bien su lengua tratan de
esconderla como sea. En la escuela no hablan en aragonés conmigo nada, aun-
que saben de sobras que yo lo hablo. Solo lo hacen cuando quieren conseguir
algún permiso o que les quite alguna tarea, pues saben lo que me gusta y lo que
no. En el pueblo sí que hablan conmigo en aragonés. En la escuela cuando les
hablas en aragonés la reacción espontánea es o que hagan alguna burla o que se
callen. Incluso uno, alguna vez, se puso a ‘charrotiar’ en catalán (Mur, 1988: 46,
traducido del aragonés al castellano).
— Los que solo entienden pero no hablan y los que solo conocen alguna
palabra harían dos grupos: a) unos que no quieren escuchar ni siquiera el nom-
bre de su lengua. Estos lo normal es que espeten con palabras como ‘paleto’,
‘bubaz’, ‘panticuto’, que se rían o que pongan mala cara; b) otros que tienen
algo de interés y sienten orgullo de lo poquito que conservan todavía. Estos,
si escuchan algo de aragonés contestan como saben. Incluso hay veces que sor-
prenden con alguna ‘charrada’ y mezclan bastantes palabras, sabiendo siempre
lo que hacen (Mur, 1988: 46, traducido del aragonés al castellano).
casa a nuestros padres y reirnos de los compañeros que hablaban como Óscar.
(Zeresuela, 1998: 14, traducido del aragonés al castellano)
Distribución geográfica de los testimonios recopilados y de los lugares en los que se ha rea-
lizado la investigación.
2. Objetivos y metodología
Revisada la situación acontecida en las escuelas altoaragonesas con respec-
to a la lengua propia, que sin duda resulta paradigmática en comparación
con la realidad y evolución de otras lenguas regionales del Estado como el
gallego, el aranés, el catalán o el euskera, nos planteamos el siguiente pre-
supuesto de partida: En las escuelas altoaragonesas del siglo xxi se (re)pro-
ducen dinámicas de represión lingüística, extendidas durante más de un
siglo en las aulas de este territorio.
Atendiendo a lo acontecido a lo largo de la historia y puesto en eviden-
cia en los testimonios que hemos repasado en la primera parte de este tra-
bajo, de forma apriorística parece evidente que nuestro presupuesto podría
ser acertado. En cualquier caso, con el fin de aportar datos empíricos a tal
respecto, se acometió una aproximación a la realidad actual a través de un
diseño de estudio de caso múltiple en ocho centros altoaragoneses, esco-
giendo una serie de escuelas que se extendieran a lo largo de las comarcas
altoaragonesas en las que existe todavía empleo cotidiano o influencia del
aragonés, con el fin de obtener una perspectiva holística del panorama ac-
tual que permitiera obtener una conclusión extensible a todo el territorio.
En cuanto a los aspectos metodológicos, hay que señalar que desde el
ámbito de la psicología social se han desarrollado múltiples estrategias,
cuantitativas y cualitativas, para el estudio de las actitudes lingüísticas,
entre las cuales encontramos desde los rígidos cuestionarios sociolingüís-
extraescolar), hace que haya centros en los que el aragonés tiene una
mayor presencia que en otros.
En coherencia con la literatura sobre las actitudes hacia las lenguas en
peligro (Sallabank, 2013), consideramos que estos hechos pueden afectar al
estatus del aragonés y por ende a las percepciones sobre la lengua de los
docentes; por lo tanto, dado que queríamos dibujar un panorama general
de las actitudes lingüísticas de todo el profesorado, la selección de un úni-
co centro no hubiera permitido abordar el objetivo de nuestro estudio.
Son muy diversas las clasificaciones respecto a la tipología de estudios
de caso. Para justificar la elección de este diseño hemos seguido las indica-
ciones de dos clásicos en la teoría sobre los estudios de caso, Stake (1995)
y Yin (1994). Stake (1995), tomando como criterio la finalidad del mismo,
contempla tres tipos de estudio de caso: el intrínseco, denominado por Yin
(1994) como «diseño de caso único», que pretende la comprensión de un
caso concreto que es seleccionado como único no por ser ilustrativo o re-
presentativo de otros sino por el interés que presenta su idiosincrasia; el
instrumental, caracterizado por el examen de varios casos para profundi-
zar en un tema o construir una teoría, pretendiendo la generalización des-
de un conjunto de situaciones específicas; y el colectivo, que es adecuado
para la investigación de un fenómeno por medio de la selección y estudio
intensivo de varios casos con la pretensión de obtener algunas conclusio-
nes generales.
Yin (1994) contempla cuatro tipos de diseño de estudio de caso: 1) el
caso único con unidad única, 2) el caso único con múltiples unidades, 3) el
caso múltiple con unidad única y 4) el caso múltiple con múltiples unida-
des. Dado que hemos entendido cada centro como una realidad indepen-
diente para el estudio, el estudio de caso múltiple con múltiples unidades
de Yin (1994), asimilable al colectivo de Stake (1995), es el que ha estructu-
rado nuestro proyecto de investigación.
En el caso de esta investigación, cada uno de los centros educativos de
la muestra constituye un caso determinado tanto por una situación socio-
lingüística como por una cultura propia. A través del acercamiento a una
serie de casos que comparten el hecho de estar situados en zonas de uso
e/o influencia de la lengua aragonesa se ha intentado abordar la compren-
sión de la situación de esta lengua en el contexto escolar, a través de la ex-
ploración de las actitudes lingüísticas del profesorado de Educación Infan-
til y Primaria.
3.2. Muestra
3.3. Resultados
Las actitudes lingüísticas de los docentes del Alto Aragón: perspectiva general
A lo largo de la investigación se identificaron tres tipos de actitudes
hacia el aragonés y su enseñanza entre el profesorado, dos de ellas minori-
2 Este quedaría completado con las comarcas de Hoya de Uesca / Plana de Huesca, So-
montano de Barbastro, la zona Norte de la de Cinca Medio e incluso algunos puntos
nororientales de la Comarca de Cinco Villas. (Nagore, 2001)
tarias y una muy extendida entre los docentes de todos los centros partici-
pantes.
En primer término, existen unas actitudes muy minoritarias de com-
promiso efectivo con el aragonés, que se materializan en la realización de
algunas actividades puntuales relacionadas con esta lengua y en una valo-
ración positiva de su inclusión en la escuela, destacándose su valor como
hecho cultural principalmente:
A mi me gusta aprovechar las cosas que sé del aragonés pues eh... pues apro-
vechar en clase y decirlo, o sea... porque además aquí precisamente que muchos
críos pues sus padres hablan o igual los abuelos y demás... pues me parece in-
teresante.
En cualquier caso también cabe señalar que dentro de este perfil las
actitudes parecen ser mucho más optimistas entre el profesorado más jo-
ven. Así, algunos de estos profesores cuya lengua materna no es la arago-
nesa incluso llegan a manifestar su interés por que se les solicite una forma-
ción en esta lengua y por la apuesta de las administraciones por dar un
mayor peso al aragonés dentro del contexto escolar:
Bueno, la cosa es que normalmente hacemos formación. La formación que
nos ofertan casi siempre es: cosas de ordenadores, cosas de competencias... Si
dentro de esa oferta formativa igual pusieran aragonés para maestros, ya que
voy a hacer una formación a mí personalmente sí que me gustaría hacerlo. Que
luego lo pueda poner en práctica o no es otra cosa, pero, como aragonesa entre
comillas y como curiosidad, igual si a los maestros les empiezas a picar la cu-
riosidad para que aprendan aragonés igual dicen: «oye, es que es mi identidad
también». Entonces igual sí que luego en el claustro cuando se deciden horarios
y todo: «oye, vamos a darle más valor a esto». Pues nosotros con nuestra auto-
nomía de centros vamos a darle más importancia.
Por otra parte, entre estos docentes también suele ser recurrente la jus-
tificación de la problemática y abandono de la lengua aragonesa en la es-
cuela a través de una alusión reiterada al escaso apoyo mostrado por las
instituciones o a la pasiva actitud de los hablantes respecto a su propia
lengua:
— Mira, es que ¿sabes lo que yo creo?, que por mucho que se meta en las
escuelas, por mucho que hagas en las escuelas por meter el aragonés como algo
común, mientras no se haga a nivel institucional no haremos nada (...) Mientras
que desde un nivel mucho más arriba de las familias, a nivel institucional, no
se le de un valor, se podrán hacer cosas puntuales o en zonas concretas, pero...
— Es que a mí, fíjate, hay una cosa que me ha sorprendido siempre aunque
tampoco he tenido muchas ocasiones de estar en contacto, pero..., con gente
que se dedica al estudio del aragonés o han publicado algunos libros... En con-
creto hace dos años vino a mi pueblo una chica a explicarnos sobre el libro que
había publicado y un señor que es del pueblo le dijo: «¿Pero nos podrías hablar
algo en aragonés?» Y, claro, ¡no habló en aragonés! Entonces..., es que a mí todo
lo que nos has planteado me parece tan utópico... Si es que los que dicen hablar
aragonés yo a los que he oído me resulta una cosa completamente forzadísima;
yo no conozco a nadie que lo hable fluido y que le salga natural.
— Si Educación no le da el valor que tiene, yo creo que esto es totalmente
anecdótico. Yo creo que en la cuestión del idioma ha sido todo una apuesta po-
lítica y han dejado que eso muera por sí mismo. Porque... también es una ley de
vida, yo siempre digo que las lenguas son entes vivos que nacen, crecen, tienen
una vida y mueren, porque ha habido cantidad de lenguas que han existido en
la humanidad; han nacido y han muerto. Pero si las alimentas, y... pues pueden
seguir viviendo, pero lo que no pueden es estar muriendo el aragonés de inani-
ción. ¿Por qué? Pues porque nadie lo habla, nadie lo charra...
— Es que yo creo que no se lo creen ni ellos. Mira, en... cuando en el Parla-
mento se ponen a hablar de las lenguas oficiales, ¿no?, eh, hay zonas de Aragón
que se habla catalán, pero es que se habla toda la Franja, ¿no? Bueno, pues se
quita porque no interesa, ¿no? El aragonés, tres cuartos de lo mismo. Entonces,
claro, si las cosas, EH, los de arriba, no las ponen en valor y se lo creen, es difícil
que eso se transmita a la población, porque hay que hacer muchos cambios»;
Ehhhhnnnn... nosotros somos un eslabón, pero hay muchos... Entonces, no
tenemos que perder la idea nuestra pero... eeehhh...
darle, o darle un peso que en otras lenguas se han EMPEÑADO, sí o sí, que lo
tengan. Y a lo mejor pues aquí…, a lo mejor están empezando, no lo sé, porque
yo no sé si en todas las escuelas dan aragonés o no, yo no lo sé…
lidad va a ser luego mía! Y no, si yo estoy haciendo estos kilómetros no voy a
poner menos…’ (…) Que yo sepa, esto no ocurre con ningún otro maestro, de
ninguna otra materia, de los que también se desplazan. Esto que ocurre con el
aragonés, por lo que yo entendí de lo que me decía el jefe de estudios, es porque
la inspectora no está de acuerdo con el aragonés. Ya me lo dijo abiertamente,
que es que iba a intentar quitar esta plaza.
— Hace un par de semanas lo comenté con la directora, porque yo no tenía
claro si para el año que viene lo iban a pedir o no [el profesor de aragonés], des-
pués de todos estos quebraderos de cabeza que les ha dado, como me ha dicho
el jefe de estudios en varias ocasiones.
— Entre los que no son proclives a la presencia del aragonés en la escuela
hay una compañera que ni me habla, directamente, que es muy curioso. Por-
que por el hecho de que yo imparta una asignatura no significa que yo sea ni
mejor ni peor persona y eso no habría que pararse a mirarlo. Pero directamente
por eso ya se me tacha en algunas ocasiones (…). No me saluda y si yo estoy
hablando gira la cabeza para otro lado (…) Y la jefa de estudios sobre todo
al principio, ahora parece que como no le he dado muchos problemas, ahora
parece que poco a poco me va hablando… Pero vamos, que ella no está muy de
acuerdo en esto (…) Hubo un tiempo que hasta lo pasé mal, pero ahora voy a la
mía. Pienso que no tengo que demostrar nada a nadie, hago mi trabajo lo mejor
que puedo y lo mejor que sé.
4. Discusión y conclusiones
La valoración de todo lo expuesto conduce a la conclusión de que la situa-
ción general de las actitudes lingüísticas de los docentes de Educación In-
fantil y Primaria del Alto Aragón en nuestros días se caracteriza por un
clima general de ignorancia o cierto desinterés hacia la lengua aragonesa.
rables hacia una lengua minoritaria. Este hecho fue constatado durante el
periodo de trabajo de campo, dado que se percibió un rechazo a la parti-
cipación en los grupos de discusión por parte de profesorado cuyas acti-
tudes hacia la lengua aragonesa eran clasificadas como negativas por sus
propios compañeros participantes en el estudio. Estas evidencias condu-
cen al cuestionamiento de hasta qué punto existen prejuicios lingüísticos
entre el profesorado de Educación Infantil y Primaria en activo en el te-
rritorio altoaragonés. En consecuencia, se considera que un estudio que
permita una aproximación menos directa, a través de una metodología
etnográfica fundamentada en la observación participante, por ejemplo,
podría aportar una mayor cantidad de claves a este respecto. También se
considera oportuno un acercamiento a través del cuestionario sociolin-
güístico, tal y como ya hizo Huguet (2006) para el análisis de las actitu-
des lingüísticas del alumnado altoaragonés hacia las lenguas presentes en
el currículum escolar, pues esta es una herramienta que además de facili-
tar una recolecta de las actitudes de una muestra mucho más amplia, fa-
vorece el anonimato del participante y por ende una mayor predisposi-
ción a la emisión de la opinión acerca de la lengua objeto de estudio, sea
esta positiva o negativa.
En cualquier caso, a la vista de la situación detectada, no cabe duda de
que resulta necesario dotar al Alto Aragón de unos docentes sensibles e
incluso interesados y conocedores de la realidad tanto lingüística como
sociolingüística de este territorio. En 1987 Álvarez recordaba que
a menudo en la enseñanza se hace caso omiso de la heterogeneidad de variantes
y se trata de imponer un modelo único, con el que se contribuye a que los estu-
diantes se sientan ajenos y extraños en su propia lengua, lengua que han hablado
y oído hasta llegar a la escuela; y que se sientan igualmente avergonzados de su
modo particular de hablar, reflejo indiscutible de un medio social, cultural y
geográfico determinado. (Álvarez, 1987: 41)
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Resumen
Se presenta un recuento sucinto del tratamiento que se da a las defunciones en
Oconahua, un pueblo mestizo del oeste mexicano, y la relación de éstas con el
comer y el beber. Se reflexiona igualmente sobre dichos actos en el trance de la
muerte y sus ritos concomitantes.
Palabras clave: muerte, comida, compartir, México
Abstract
The present work intends to make a brief account of the treatment given to fune-
rals in Oconahua, a mestizo village in Western Mexico, and their relation with ea-
ting and drinking. A reflection is also made on such acts in the throes of death and
its correlative rites.
Keywords: death, food, sharing, Mexico
Steve Jobs
do por Morin, 1974: 39) encierran una realidad irrebatible: para el ser hu-
mano, tanto la vida como la muerte —su opuesto complementario— sólo
tienen sentido en la medida en que ocurren en el contexto del grupo al que
se pertenece, sea éste amplio o reducido. Es el grupo el que brinda justa
dimensión a los hechos que dan contexto y sentido a una y a otra. En am-
bas situaciones son los miembros del grupo los que se ocupan de quienes
nacen y mueren en su seno, y son ellos mismos los que se ocupan en com-
partir, tanto en la vida como en la muerte.
Compartir es uno de los actos más importantes que dan sentido a la
experiencia humana, tanto en la vida como en la muerte. El compartir en
la muerte es el objeto del texto que sigue. En él se describe cómo es com-
partido el trance mortuorio en Oconahua, un pueblo mestizo del oeste
mexicano. En la primera parte presentaremos las características de esa co-
munidad rural, así como algunos detalles de tres decesos ocurridos ahí en
años recientes. En la segunda, realizaremos una reflexión de carácter ge-
neral sobre el arduo trance que significa morir, apuntado algunos asomos
de su expresión en el caso del pueblo en cuestión. Concluiremos nuestra
reflexión con una cavilación popular sobre el fenómeno de la muerte y su
opuesto –la vida– que generalmente expresan los que aún no mueren,
quienes compensan la partida del difunto con la comida y la bebida, las
cuales operan como ansiolíticos en buena medida.
1. Oconahua y su gente
Oconahua es un antiguo pueblo de México situado en el borde occidental
de los valles inmediatos a la Sierra Madre Occidental, a unos 100 kilóme-
tros al oeste de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco, en México. Es
un pueblo pequeño que cuenta con 2132 habitantes, según el Conteo de
Población y Vivienda 2005. Prácticamente todos sus habitantes se conocen
y muchos de ellos se encuentran emparentados. Se trata de una sociedad
rural modesta que transita hacia los modos y tratos modernos, aunque
muy ligada aún a los cánones tradicionales. Esto explica que las sociabili-
dades personales y familiares sean todavía bastante profundas y sólidas, y
que el respeto y el aprecio por el otro sean marcados. Por tanto, entre los
habitantes de Oconahua el espíritu de solidaridad y apoyo mutuo es aún
indeleble. La casa y la cocina están siempre abiertas tanto para la gente de
la comunidad, como para quienes llegan de fuera. Un ejemplo de esta acti-
tud es cómo se comparte el maíz, los frutos de la tierra y otros beneficios.
(Ávila, Tena y Ocegueda, 2009)
organizaron para realizar una colecta en el pueblo, casa por casa, para en-
frentar y paliar la conmovedora situación. Otros más se constituyeron en
el cementerio para preparar la tumba que recibiría los restos mortales del
accidentado. A tono con la situación, el médico encargado de emitir el
certificado de defunción no cobró los honorarios pertinentes. Por su parte,
el delegado municipal de Oconahua, autoridad político-administrativa lo-
cal, dispensó a la familia del difunto del pago de derechos para la obten-
ción del espacio mortuorio en el cementerio. Otros vecinos más ayudaron
a los deudos del difunto a preparar el sitio donde su cuerpo sería velado.
Fue dispuesto en una habitación cercana a la entrada de la casa, pero como
era pequeña, las personas que llegaban al servicio funerario a ofrecer con-
dolencias a los familiares y allegados de Felipe, tuvieron que ser instaladas
en el patio de la misma casa, y aun en la calle. Familiares y amigos asearon
al difunto y le pusieron ropa limpia. Lo vistieron como él acostumbraba,
con ropa sencilla, como la de cualquier día, excepto por la camiseta, que
fue la del equipo de fútbol en el que jugaba. (Numerosos difuntos son
vestidos con el atuendo que los identificaba en vida: sombrero, gorra, len-
tes, traje de charro, algún utensilio de trabajo, etc.)
Tendido el cuerpo, fueron colocados en el piso, alrededor del ataúd,
veladoras encendidas y los asistentes comenzaron a rezar el rosario. Llega-
ban personas que llevaban flores crecidas en sus propios solares. Otros,
con mejores condiciones económicas, llevaron o enviaron comida y bebi-
das calientes, como café e infusiones diversas, de zacate limón, de canela o
de flor de naranjo agrio. Algunos comerciantes enviaron canastos con pan
para que los familiares pudieran ofrecer algo de comer a los asistentes al
velatorio. Usualmente las mujeres acompañan a los difuntos durante el día,
mientras que los hombres lo hacen por las noches. Los borrachines del
pueblo también suelen quedarse durante las horas nocturnas, pues así
aprovechan lo que se ofrece, en especial las bebidas con alcohol, distribui-
das para soportar la noche larga y fría: «de qué otra forma es posible
aguantar…» Por lo demás, quienes no pudieron asistir a las exequias y
compartir con la familia de Felipe el difícil trance por el que pasaba, rega-
laron ladrillos, cal y arena para construir la fosa mortuoria.
Tras levantar el catafalco para llevarlo al templo a la misa de cuerpo
presente, en su lugar fue confeccionada una cruz con cenizas —también se
acostumbra a elaborarlas con cal— tomadas del fogón de la cocina donde
se mantuvieron calientes los alimentos obsequiados a los deudos. Otras
veces se utilizan las cenizas de la fogata que se enciende en el patio o en la
calle para mantener la vela y paliar el frio nocturno. El diseño de la cruz se
hace para ayudar al ánima del difunto a que encuentre el camino que lo
habrá de conducir al otro mundo.
Durante la misa los familiares y amigos del difunto hicieron guardias
en torno al féretro. Al término del servicio religioso el ataúd fue trasladado
en hombros al cementerio, y quienes acompañaron el cortejo entonaban
cánticos y rezos. Se tuvo cuidado de que los portadores del ataúd estuvie-
ran sobrios, pues en alguna ocasión, al cruzar un vado, a unos portadores
voluntarios que estaban pasados de copas se les cayó el féretro y los restos
del difunto terminaron en el suelo.
La tumba en el cementerio había sido excavada a pico y pala. Por las
condiciones del terreno hubo necesidad de que la agotadora faena la reali-
zara una numerosa cuadrilla de peones. Como Felipe era apreciado en
Oconahua, y gracias a la solidaridad de los pobladores con sus familiares,
no sólo acudieron los que hicieron el trabajo, sino muchos otros que se
parapetaron para dar ánimos a los que trabajaban, aprovechando al tiempo
la comida y la bebida que varios vecinos del pueblo habían enviado para
agradecer el trabajo realizado y la compañía de los que llegaron. Deposita-
do el cuerpo en la tumba y sellada la cripta, el sepelio se dio por concluido.
Al final del novenario, quienes acudieron a rezar los nueve rosarios
levantaron la cruz con una cuchara y con la mano derecha, para luego co-
locarla en una bolsa pequeña, mientras se rezaba la letanía: «levántate cruz
para que esta alma tenga luz; levántate tierra para que esta alma no se pier-
da.» Después, la ceniza fue esparcida sobre la tumba del difunto formando
una cruz. Esta vez no fue enterrada al lado de la tumba, como también se
acostumbra.
Sus padres le pusieron Miguelito en honor a San Miguel Arcángel, san-
to patrono de Oconahua. Su abuela sigue creyendo que es bueno tener
«muchos animalitos» en casa —pájaros, palomas, perros, gatos— para que
la muerte «se encuentre con ellos y no con uno». Sin embargo, todos los
que ella tenía no evitaron que el pequeño Miguel enfermara y muriera.
Gracias a medidas sanitarias preventivas, en la actualidad son pocos los
niños y jóvenes que fallecen en Oconahua. El efímero paso por este mun-
do de los que mueren a corta edad no les exime, aun bautizados y sin tener
uso de razón, de la carga del pecado propio, el original. Sólo algunos casos
especiales, como el de Miguelito, tienen acceso directo al paraíso. Estos
niños son llamados «angelitos» y por esa razón les visten de blanco. A
ellos no se les tocan los clamores. Tampoco son llevados al templo ni se les
ofrece misa, porque se encuentran en gracia de Dios. Esto motiva que el
1 Sea «angelito» o no, las comidas compartidas en el contexto de toda defunción dan sen-
tido al duro pero realista refrán: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo».
«la tierra que los vio nacer», aquella donde «dejaron enterrado su ombli-
go.» Quizá por eso, una de las canciones que más se entonan en el peregri-
nar del difunto de su casa al cementerio es aquella que dice… «México
lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que
me traiga aquí…»
Un fuerte sentido de solidaridad y pertenencia existe entre los miem-
bros del pueblo de Oconahua cuando fallece uno de sus miembros, sean
hombres, mujeres, adultos, niños, pobres o acomodados. Este sentido de
solidaridad y apego se materializa, entre otras formas, con el obsequio de
alimentos. En ese paso tan grave e incierto que es la muerte, que iguala de
facto a todos los miembros de una comunidad, la dádiva de alimentos ge-
nera un sentido de pertenecía, de adhesión comunitaria, que si bien es tran-
sitorio, deja huella en el ánimo del sujeto. Ese sentido de pertenencia y de
razón de ser forja comportamientos fraternos. La solidaridad y el apego
recuerdan la fragilidad de la vida. Rememoran penurias materiales de épo-
cas difíciles, cuando apenas era posible preparar lo que se tenía a la mano
para compartir durante los sepelios, como una gallina de corral con la que
se improvisaba un caldo escuálido que era acompañado de tortillas y chile;
o cuando apenas se podían ofrecer unas cuantas «galletas de animalitos»2 y
una infusión mustia y desabrida de alguna hierba ruderal.
Hoy en día las condiciones materiales menos apretadas permiten a los
de Oconahua compartir platillos más elaborados durante los funerales. In-
clusive entre las familias que no requieren apoyo para enfrentar sus sepe-
lios, son bienvenidas las muestras materiales de reconocimiento y aprecio
hacia el difunto y sus dolientes.
Los alimentos son compartidos desde el día del fallecimiento del difunto,
prácticamente, hasta el final del novenario. Y su calidad, que no su cantidad,
depende del bolsillo de los deudos, aunque también del grado de solidaridad
comunitaria. Se bebe café, infusión de canela, café con canela, infusión de
zacate de limón o de flores de naranjo agrio para el mal de bilis que suele
afectar a los dolientes. Estas bebidas se acompañan con pan o galletas.
Las comidas que se comparten con mayor frecuencia son los guisos con
carne, los frijoles, las tortillas, el arroz y los chiles aliñados en salsas diver-
2 Se trata de bizcochos miniatura, elaborados con harina ruda y azúcar, que fueron muy
populares en México hace algunas décadas y cuya apariencia zoomorfa les valió su apela-
tivo.
3 La primera connotación simbólica del tamal es su materia prima, el maíz, que es la misma
de las tortillas, pan cotidiano de los mesoamericanos. Al ser del grano esencial, los tama-
les provienen de la tierra. O sea que, cuando se comen tamales se come tierra y de la tierra;
y cuando se muere se vuelve a ella. Esto explica por qué se ofrendan tamales a los difun-
tos, para que puedan alimentarse en su camino de vuelta a la madre tierra. «De la tierra
comemos y la tierra nos come», reza el diptongo nahua.
4 A propósito de beberse a los muertos, lo usual es hacerlo por medio de bebidas espiri-
tuosas: el espíritu con el que éstas cuentan concierne tanto a los vivos como a los muertos,
los fusiona en un momento dado. Cirlot (1991: 8) señala el «alcohol es el agua de la vida
(aqua vitae), es decir, un símbolo de coincidentia oppostirum, conjunción de opuestos
[como la vida y la muerte], cuyos dos principios, uno de ellos activo [la vida] y el otro
pasivo [la muerte], fluyen cambiantes, creativos y destructivos a la vez.»
fatal historia ocurrida a Tristán e Isolda (Cirlot, 1991: 77). Con todo, los
símbolos tienden a perdurar durante cierto tiempo, el de la memoria indi-
vidual pero sobre todo la colectiva, que es la que retiene los recuerdos y las
imágenes de los muertos, en particular de aquellos que desaparecieron en
circunstancias trágicas.
El tema de la muerte es objeto central de la Antropología porque es un
fenómeno complejo situado en la interfaz de lo biológico y de lo cultural.
Se trata de un constructo cultural de alcance universal, que presenta dos
configuraciones básicas: por un lado, la desaparición del otro; por el otro,
la imagen de la propia muerte (Boëtsch, 2009: 167). La asunción de la
muerte suma expresiones incontables, dependiendo de los lugares y de los
periodos.
La muerte es el trance más grave que enfrenta al animal humano. Cons-
ciente o inconscientemente, es el evento más preocupante de su vida. Se
trata del paso crucial entre la vida —hecho conocido y asumido— y la
muerte, condición ésta diferente, ignota y opuesta a la vida misma. (Mea-
glia, 2009: 241) La muerte subleva al hombre. Éste se niega a asumir su fin,
como sí admite el de los animales y las plantas. Interponiendo las trampas
que le erige su ego —principio inherente de subsistencia—, el animal hu-
mano se arroga la creencia de que, aunque el cuerpo cese de funcionar en
un momento dado, alguna parte de sí mismo continuará existiendo en esa
entidad abstracta denominada «más allá». (Cabrero, 1995: 9) Esto explica
la cantidad y diversidad de ritos así concebidos para enfrentar a la muerte,
para hacerse de la certeza de una supuesta supervivencia más allá de la vida
misma.
Malinowski (1948, citado por Geertz, 2005: 146) señalaba que «la
muerte provoca entre los sobrevivientes una respuesta dual de amor y
aversión, una profunda ambivalencia emocional de fascinación y de miedo
que amenaza los fundamentos psicológicos y sociales de la existencia hu-
mana. Los sobrevivientes se sienten atraídos hacia el muerto por el afecto
que le tienen y, al propio tiempo, rechazados por la espantosa transforma-
ción provocada por la muerte.» Por su gravedad y consumación, todos
prefieren mantenerse lejos de la muerte, que en la tradición occidental es
representada por un esqueleto, según es representada en la décima tercera
carta del Tarot. (Cirlot, 1991: 77)
Casi tan grave como el desafío del fallecimiento, sea el propio o el aje-
no, la experiencia humana enfrenta también el sufrimiento provocado por
la enfermedad (Geertz, 2005: 99), hecho no menor y que en ciertos casos
puede ser más arduo que la muerte misma. Tal explica que tránsitos de
envergadura liminal como los partos o las agonías, exijan tantas precaucio-
nes. (Caillois, 1984: 178)
Numerosas sociedades han coincidido en el modo de percibir la muerte.
Por ejemplo, los indios, los antiguos mexica, los mongoles y los javaneses, la
perciben como una mancha cuyo único exterminador es el fuego, al menos
temporalmente. El fuego, que según numerosas creencias todo lo purifica,
puede evitar que la mancha expansiva de la muerte contamine otros elemen-
tos vitales, como los lechos de agua corriente. Por ello hay que conducirla a
las profundidades de la tierra, su ámbito natural. (Caillois, 1984: 178)
Aunque la muerte como tal sea erradicada y llegado el momento el ca-
dáver haya dejado de ser considerado una persona —pudiendo convertirse
en despojos o en entidad sacra (Boëtsch, 2009: 170; Cirlot, 1991: 344)—,
prácticamente todas las sociedades observan especial cuidado con los di-
funtos, pues aunque éstos ya no sean personas, sus entidades incorpóreas
y por lo tanto impalpables siguen presentes; se trata de las almas y los es-
píritus. Esto ocurre sobre todo cuando el fallecido no ha sido enterrado y
por lo tanto no ha ingresado aún en la sociedad de los difuntos. Sólo cuan-
do se integra a dicha sociedad puede convertirse en potencia benéfica.
(Caillois, 1984: 57) Un caso aparte lo constituyen las entidades celestiales
conocidas como ángeles, sobre todo en el contexto de la tradición judeo-
cristiana. En el caso de Oconahua, como se ha mencionado, los niños, es-
pecialmente los que no han recibido el bautismo y/o la comunión, se con-
vierten en ángeles cuando fallecen y de inmediato engrosan las filas de la
corte celestial. Estos seres alados, en tanto que «fuerzas ultra-poderosas,
son capaces de hacer ascender o descender a los muertos de la [verdadera]
Fuente de la Vida; pueden ser tan poderosos, en un momento dado, como
esa entidad tan portentosa que es la Cruz». (Cirlot, 1991: 9)
En orden concomitante de ideas, se puede decir que los símbolos consti-
tuyen el asidero por medio del cual los vivos mantienen «vivos» a los muer-
tos; y en esa figuración, la distinción entre lo sagrado y lo profano, que en
principio está bien delimitada por la religión, tiende a diluirse. (Caillois,
1984: 11) Con todo, los sistemas de símbolos pertinentes establecen vigoro-
sos, penetrantes y duraderos estados anímicos, los cuales motivan a los hom-
bres. Planteado lo anterior, hay que decir que los símbolos operan, sobre
todo, como apoyo esencial para los vivos. Los seres humanos dependen de
símbolos y de sistemas de símbolos, y esta dependencia es tan grande que
resulta decisiva para hacer viables a los hombres, pues sin ellos la criatura
humana se hundiría en una viva y perenne ansiedad. (Geertz, 2005: 96)
Hoy en día y un poco en todas partes, pero sobre todo ahí donde se ha
impuesto la individualización humana y la laicización de la conciencia, la
muerte es percibida como la transformación del cuerpo vivo en otras subs-
tancias, tanto del ámbito biológico como del químico y del físico. Sin em-
bargo, pese el arsenal de conocimientos con que cuenta el hombre, inclui-
dos los más novedosos paradigmas científicos, la muerte no deja de
provocar un estado de ansiedad, de angustia. (Boëtsch, 2009: 168)
En el mundo moderno, sobre en todo en el área cultural llamada Occi-
dente, el trance mortuorio y el duelo han tendido a convertirse en fenóme-
nos más individuales. (Meaglia 2009: 234) La muerte de un próximo es
tratada como asunto íntimo, en el sentido de ser, básicamente una expe-
riencia personal y propia del sujeto que porta el duelo; la pesadumbre y la
tristeza se viven en soledad, prácticamente. (Boëtsch, 2009: 174) Con todo,
mantiene su vigencia la observación de Levy-Bruhl relativa al sentido de
grupo que asumen los humanos, tanto en la vida como en la muerte. En
efecto, aunque la escala de lo social y lo cultural se haya hecho tan grande
como la de la percepción global, la cual ha sido posible, sobre todo, debido
a la masificación de las comunicaciones virtuales, el sentido grupal sigue
siendo el punto de referencia más inmediato y vital de los seres humanos.
Aunque participa en cierto modo del mundo moderno y depende de él
en buena medida, en la sociedad de Oconahua, como en cualquier otra aún
rural, los muertos ocupan un lugar de primera importancia en la vida comu-
nitaria. El culto que se les otorga es «exterior» e «institucionalizado», a la
vez que codificado. (Boëtsch, 2009: 173) Las costumbres y los ritos ligados
a la muerte aún conservan un grado de estructuración significativo. Por
ejemplo, durante el funeral al difunto se le acerca un vaso con agua para que
palie su sed durante lo que se cree que será su inevitable recorrido al más
allá. Pareciera que tal costumbre procede de los ritos católicos y habría sido
entronizada en México por los evangelizadores europeos a partir del siglo
xvi. Sin embargo, es posible que su origen se remonte a la mitología prehis-
pánica, particularmente la de los pueblos de filiación mexica, entre los cua-
les a los difuntos se les acercaba una jarra de agua para mitigar su sed. Según
Duverger (1983, citado por Fabre, 2009: 158), esta costumbre remitiría al
origen norteño y por lo tanto semidesértico de esos pueblos, donde la falta
de agua y la sed persistente habrían sido una constante.
Cada sociedad crea modos singulares de honrar a sus muertos. En la
tradición occidental sobresalen dos extremos: el de la «angustia mediterrá-
nea», cuyo paradigma lo constituyen las plañideras y las carrozas fúnebres
sobrecargadas de arreglos y tiradas por grandes y elegantes corceles prie-
6. Apostilla
La muerte es la antítesis de la vida. Como tales, vida y muerte son coma-
dres inseparables. Aunque la muerte termina por desplazar a la vida, para
los creyentes la vida resucitará en alguna parte. Los no creyentes no tienen
esperanza; empero pueden contar con la certeza de que la vida continuará
de alguna manera, pues vida y muerte son parte de un proceso continuo,
dialéctico.
Sea como fuere, para unos y para otros, hay que asegurarse de comer
mientras la muerte llega —compartiendo incluso la comida con los difun-
tos— pues si no se come se muere. Hay que comer para no morir, pues con
la panza llena la vida sigue; y mientras haya vida la parca aguarda, aunque
sólo sea transitoriamente. Hay que dejar a los muertos en el hoyo, para
que los vivos nos vayamos al bollo…
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Resumen
En el ámbito de las profesiones sanitarias la incidencia del estrés es grave porque
no sólo afecta al profesional que lo padece, sino también al enfermo que depende
de sus cuidados. En cuanto a su incidencia en este gremio, presenta notables dife-
rencias en función del género, ocupación y cargo desempeñado. La prevención es
la vía ideal de solución de este problema. Se basa fundamentalmente en una orga-
nización del trabajo más racional, el establecimiento de turnos más equilibrados, la
conciliación de la vida laboral y familiar, el desarrollo de un ambiente agradable en
el puesto de trabajo, la intervención con los propios trabajadores y el desarrollo de
políticas sociolaborales promotoras de la salud.
Palabras clave: estrés, profesiones sanitarias, prevención, políticas de salud
Abstract
Stress problems in healthcare professionals constitute an important problem, becau-
se their consequences impact on the professional and the patient who is being atten-
ded by this professional. About its healthcare professional’s group prevalence, this
syndrome varies according to gender, job and role. Primary, secondary, and tertiary
prevention strategies are effective fighting against this syndrome. Their basis are on
the rational management of the work, adjusted schedule work, balance between the
labor and familiar life, nice atmosphere in the work place, individual interventions
adapted to the workers and public policies devoted to health promotion.
Keywords: stress, healthcare professions, prevention, health policies
1 Este artículo ha contado con el apoyo económico e institucional del Programa estancias
de profesores e investigadores senior en centros extranjeros, PRX 16/00232.
Figura 1. Proceso desencadenante del estrés laboral. Fuente: Mansilla y Favieres (2011)
Un estudio realizado por Pili (2010), refleja que las demandas excesivas
y las precarias condiciones de trabajo de los profesionales de la salud re-
percuten de manera significativa sobre su calidad de vida laboral y sobre la
calidad del servicio que ofrecen las organizaciones del sector sanitario. Las
consecuencias de condiciones adversas y el aumento del estrés son, entre
otras, el aumento de la tasa de accidentes, la morbilidad y el absentismo.
Autores como Bravo, Zurriaga, Peiró y González (1993) opinan que estos
factores de organización y laborales se centran sobre todo en los conflictos
de rol, ambigüedad de rol y sobrecarga de rol. El rol o papel social se defi-
ne por el conjunto de expectativas que el entorno u organización compar-
ten sobre una determinada posición social. Se basa en el conjunto de acti-
tudes, valores, conductas, etc. que asume el individuo o grupo en una
determinada unidad social.
El conflicto de rol. A menudo la atención individualizada y responsable
puede generar un conflicto entre los principios éticos adquiridos en la for-
mación profesional y las prácticas diarias sometidas a las disponibilidades
y recursos reales. Además, la preocupación por el gasto sanitario y las res-
tricciones económicas aumentan el nivel de estrés por no poder atender al
paciente de la forma adecuada.
La ambigüedad de rol implica la incertidumbre sobre las exigencias de
la propia tarea y los métodos o maneras de realizarla.
La sobrecarga de rol supone la falta de tiempo material para completar
el trabajo asistencial encomendado en una jornada laboral. El número de
pacientes por día que ha de atender un profesional, es excesivo para el
tiempo del que dispone.
La prevención del estrés resulta el enfoque más eficaz para evitar situacio-
nes de compleja resolución. Cuanto antes se afronte el estrés, menores se-
rán las probabilidades de que se cronifique o que se presenten enfermeda-
des graves. En este sentido, la investigación de Marine, Ruotsalainem,
Serra y Verbeek (2008) ilustra la efectividad de las intervenciones orienta-
das a mejorar las condiciones de trabajo y/o el desarrollo de las personas
en la prevención del estrés de los trabajadores de la atención sanitaria. En
cualquier caso, según Cooper, Dewe y O´Driscoll (2001), las variables psi-
cosociales —como la percepción de la propia competencia, las estrategias
personales de afrontamiento, la aptitud para manejar los factores estresan-
tes del ambiente y las habilidades sociales, etc.—, modelan la eficacia de
dichos programas preventivos.
Una aproximación clásica al estudio de dichas medidas, permite su cla-
sificación en tres categorías complementarias: la prevención secundaria y
terciaria; la prevención primaria; y las técnicas de relajación.
a) Variables personales
Las técnicas de intervención basadas en el trabajador pretenden dotarle de
recursos de afrontamiento del estrés laboral, como complemento de las
medidas organizativas. Siempre que peligra la salud física, psíquica y social
del empleado, lo fundamental es darse cuenta a tiempo y ponerse manos a
la obra.
Según Roca (2007), las técnicas de afrontamiento más relevantes, que se
utilizan tanto en la prevención primaria como en la secundaria y terciaria,
se pueden clasificar, en primer lugar, en unas técnicas generales que atañen
a la alimentación, el ejercicio físico y el tiempo de ocio: tener una dieta
adecuada, basada en el consumo de frutas, verduras y pescado; disminuir o
suprimir excitantes, como el alcohol, el tabaco y el café: practicar ejercicio
físico diario que dota al organismo de mayor energía y potencia el sistema
inmunitario; además, las personas físicamente activas, también tienden a
cuidar su dieta, lo que a su vez, redunda en un mejor manejo del estrés;
procurar distraerse aumentando el tiempo de ocio y dedicando parte del
mismo a tareas con las que se disfrute y aprenda.
En segundo lugar, la finalidad de las técnicas cognitivo-conductuales
consiste en que el paciente, al descubrir su propio potencial, mejore su
autoestima. Las técnicas utilizadas por Roca (2007) abordan de manera
5. Políticas sanitarias
Uno de los objetivos de las políticas sanitarias en relación al estrés de sus
profesionales, consiste en evaluar y comparar la efectividad de las distintas
intervenciones orientadas a su prevención, tanto en relación con el am-
biente y las condiciones laborales, como en relación a potenciar los dife-
rentes recursos personales de afrontamiento. La valoración objetiva de
estas estrategias facilitará el diseño de campañas adecuadas de prevención
y promoción de la salud. Las siguientes instituciones claves en el estudio
del trabajo como fenómeno psicosocial, priorizan estas prácticas.
6. Conclusiones
El estrés implica sufrimiento y pérdida de potencial del capital humano y
social de nuestras organizaciones. La presión laboral repercute en la satis-
facción laboral y en el desempeño profesional (Álvarez, 2007). Esto ad-
quiere mayor relevancia en los profesionales sanitarios que desarrollan su
labor con personas y se produce una mayor implicación emocional. Estos
profesionales esperan no sólo una compensación económica, sino una sa-
tisfacción personal, la sensación de utilidad y un reconocimiento social de
su labor.
Como la OMS (2000) propone: «el trabajo saludable es aquel en que la
presión sobre el empleado se corresponde con sus capacidades y recursos,
el grado de control que ejerce su actividad y el apoyo que recibe de las
personas que son importantes para él.». Y «un entorno laboral saludable,
no es únicamente aquel en que hay ausencia de circunstancias perjudicia-
les, sino abundancia de factores que promuevan la salud.» (OMS, 1986)
La variedad de técnicas que pueden emplearse frente a las distintas cau-
sas de estrés, es enorme. Cada individuo, grupo o institución ha de elegir
las que más le convengan, en función del tipo de riesgo al que están some-
tidos, la clase de estrés padecido y de sus propias características personales
y organizativas.
Debemos pensar también en la importancia de potenciar políticas y
soluciones sociales preventivas. Las políticas sanitarias plantean que la es-
trategia que una empresa ha de seguir para eliminar el estrés de sus traba-
jadores debe ser global y basarse en una actitud proactiva por parte de la
organización. Así, cuando se logra eliminar el estrés del trabajador, éste
mejora su desempeño y facilita tanto su desarrollo personal como el bien-
estar psicosocial de la organización en la que se integra su labor (Aguerre-
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Resumen
El presente texto recoge un exhaustivo análisis sobre la historia constructiva del
macelo municipal de Langreo, en el Principado de Asturias. Se trata de una de las
edificaciones más significativas de este municipio que ejemplifica, a través de sus
muros, la evolución arquitectónica de los espacios destinados a acoger la matanza
de reses, en consonancia con la normativa sanitaria que fue surgiendo a lo largo de
los años a tal efecto. En la actualidad, constituye una muestra de rehabilitación y
reutilización del patrimonio industrial a través de su reconversión en pinacoteca
municipal, de la mano del arquitecto Jovino Martínez Sierra.
Palabras clave: historia constructiva, patrimonio industrial, Langreo, matadero,
rehabilitación
Abstract
The text presented here provides a comprehensive analysis of Langreo municipal
abattoir building history, located in the Principado of Asturias. This is one of the most
significant buildings in this municipality which exemplifies, through its walls, the ar-
chitectural evolution of the spaces destined to host the slaughter of cattle; in line with
the health regulations that was developing over the years to this purpose. Moreover,
nowadays, it is a sign of rehabilitation and reuse of industrial heritage through its
conversion into a municipal art gallery by the architect Jovino Martínez Sierra.
Keywords: history of building, industrial heritage, Langreo, abattoir, rehabilitation
* Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo. Beneficiaria del Programa
«Clarín» de Ayudas Postdoctorales del Principado de Asturias en la Universidad de Nan-
tes. Correo electrónico: [email protected]. Fecha de recepción del artículo: 25 de
mayo de 2015. Fecha de aceptación: 10 de julio de 2015.
1. Introducción
Langreo constituye uno de los enclaves del Principado de Asturias en el
que la industrialización se dejó sentir con mayor profundidad, especial-
mente desde mediados del siglo XIX. Asimismo, las actividades industria-
les modificaron por completo el paisaje de este territorio, poblándolo con
talleres y humeantes chimeneas de las fábricas con un nuevo vocabulario
arquitectónico
Dentro de las actividades industriales desarrolladas a lo largo de la
historia en este concejo, ubicado en la zona central de Asturias, las indus-
trias englobadas dentro del sector agroalimentario representaron tan solo
un porcentaje minoritario.1 En términos generales, podemos resumir sus
características principales de un lado, en las reducidas dimensiones de es-
tos establecimientos, y de otro lado, su concepción entendida para el
abastecimiento local.
Uno de los sectores que contó con una implantación más fuerte y no-
toria en este ámbito geográfico desde las últimas décadas del siglo xix fue
aquellos en los que se llevaban a cabo actividades relacionadas con la in-
dustria cárnica y la matanza de reses.2
usual fue que los sacrificios de animales se realizasen en el seno de las fa-
milias, sin regirse por ningún tipo de norma sanitaria. Esta costumbre co-
menzó a invertirse de manera significativa en el siglo xix, momento en el
que se observa un creciente interés auspiciado por los avances realizados
en medicina3 hacia cuestiones relacionadas con la higiene pública. A partir
de ese instante muchas de las muertes humanas acaecidas se achacaron a la
falta de salubridad sobre la base de investigaciones bacteriológicas4 y si-
multáneamente esas conclusiones, sustentadas por teorías científicas, se
trasladaron a los espacios urbanos. De este modo se fueron imbricando los
conceptos de higiene y el de servicios de las ciudades tales como el alcan-
tarillado, cementerios5 y mataderos.6
Por lo que respecta a los mataderos, la mencionada preocupación por
la seguridad alimentaria y la higiene, se tradujo en un intento de sistema-
tización de construcción de los mismos en las afueras de las ciudades y en
edificios levantados para tal fin que contribuyesen a unificar las tareas de
control de la carne. La legislación en este sentido tuvo un proceso largo
de gestación y surgió en momentos determinados para subsanar momen-
táneamente determinados problemas con los que no se consiguió acabar
definitivamente. Como punto de partida podemos mencionar el Real De-
creto de 20 de enero de 1834 que alentaba a la construcción de mataderos
con las características7 apuntadas más arriba. Después, a partir de 1877 el
control de la industria cárnica y los mataderos pasaron a ser competencia
exclusiva municipal.8 Y por ejemplo, todavía en 1918 encontramos un Re-
3 La fijación por la higiene derivó en la corriente conocida como Higienismo que fue con-
secuencia directa de la expansión e impacto de la Revolución Industrial en toda Europa.
Esta situación propició el consiguiente traslado de una considerable masa de población
hacia los suburbios de las ciudades, lo que unido a las pésimas condiciones de habitabili-
dad facilitó la propagación de enfermedades.
4 José María López Piñero, Luis García Ballester y Pilar Faus, Medicina y sociedad en la
España del siglo xix, Madrid, Sociedad de estudios y publicaciones, 1964; y Luis Urteaga,
«Miseria, mismas y microbios. Las topografías médicas y el estudio del medio ambiente
en el siglo xix», Geocrítica, Cuadernos Críticos de Geografía Humana, 29 (1980). URL:
http://www.ub.edu/geocrit/sv-58.htm.
5 Sobre cementerios véase Carmen Bermejo Lorenzo, Arte y arquitectura funeraria: Los
cementerios de Asturias, Cantabria y Vizcaya (1787-1936), Oviedo, Universidad de
Oviedo, 1998.
6 Francisco Quirós Linares, Las ciudades españolas en el siglo xix, Valladolid, 1991, p.50.
7 Gloria Sanz Lafuente, «Perspectiva de la historia de la seguridad alimentaria. Entre la ley
y la práctica social de la inspección 1855-1923», Revista española de estudios agrosociales
y pesqueros, 212 (2006), pp. 81-118.
8 Ley Municipal de 2 de octubre de 1877, Artículo 72.
13 Luis Bellido, «Proyecto de Matadero y Mercado de ganados para Madrid… op. cit., pp.
298-305.
14 Luis Bellido, «Proyecto de Matadero y Mercado de ganados para Madrid… op. cit., pp.
298-305.
15 Si por algo destacaba este matadero era por lo singular de sus triperías, conformadas
mediante un sistema patentado, en las que las operaciones en ellas realizadas se llevaban
a cabo mecánicamente.
16 Luis Bellido, «Proyecto de Matadero y Mercado de ganados para Madrid… op. cit.
17 Luis Bellido, «Proyecto de Matadero y Mercado de ganados para Madrid… op. cit.
18 Luis Sala, «La Construcción de mataderos en España», La Construcción Moderna, año
XXII, 22, 30 de noviembre de 1924, pp. 265-266.
19 Bellido proyectó este matadero realizando seis grupos de edificaciones: edificios destina-
dos a dirección y administración general, edificios del matadero, edificios de Mercado de
Ganado de consumo, edificios de mercado de ganado de trabajo, edificios de sección sa-
nitaria, y servicios ferroviarios. Destaca la incursión de cámaras frigoríficas y de objetos
de transporte de animales de última tecnología. Luis Bellido, «Proyecto de Matadero y
Mercado de ganados para Madrid», La Construcción Moderna, año VIII, 19, 15 de octu-
bre de 1910, pp. 367-375. Véase también Abasto y consumo de carnes en la Corte y régi-
men del Matadero y Mercados de Ganado, Exposición Internacional de industrias de la
alimentación, Madrid, Imprenta Municipal, 1929.
20 Según la normativa las reses debería entrar por su propio pie al matadero y no se permi-
tiría bajo ningún concepto la entrada de reses muertas. En Art. 366 Ayuntamiento de
Langreo. Ordenanzas municipales de 1909. Imprenta la Torre, La Felguera, 1909.
21 Lo habitual era el ganado vacuno, lanar y cerdos, pero también encontramos casos en los
que se sacrificaban aves.
22 En ellas se señalaba que todas las reses cuyo destino fuese el consumo público debían ser
reconocidas por el facultativo antes del degüello. Ver Ayuntamiento de Langreo, Orde-
nanzas municipales de 1909.
Una de las opciones más adecuadas para solventar esta situación era la
de ejecutar un matadero municipal concebido a partir de una arquitectura
planificada y esmerada que facilitase una matanza y control higiénico de
las carnes a comercializar.23 Además, en la concepción de la estructura de
este tipo de edificios se tendría en cuenta al personal que trabajaba en el
mismo, facilitando sus labores, y también la de los inspectores, mediante la
introducción de estancias separadas de cada una las fases correspondientes
al proceso productivo.24
No obstante, en la década de 1890 algunos concejales langreanos, espe-
cialmente Antonio Coto,25 se mostraban proclives a la construcción de un
macelo municipal, y aunque obtendría cierto apoyo de los concejales de
izquierdas, la idea no prosperó en aquel momento.26
No será hasta 1914 cuando el Ayuntamiento ofrezca una propuesta fir-
me al objeto de levantar un inmueble destinado a servir como matadero
39 Como hemos señalado se había procedido a la subasta con anterioridad a tal tramitación
con el fin de dar comienzo a las obras con la mayor premura posible, siendo estas adju-
dicadas a Eladio Cabeza en un primer momento.
40 El Noroeste, 28 de noviembre de 1914. Manuel del Busto Delgado (Cuba, 1874 – Gijón,
1948), a temprana edad se trasladó a España, tras la muerte de su madre. Se titula como
arquitecto en Madrid en 1898, y comenzó a trabajar muy joven en Asturias donde encon-
tramos ejemplos proyectados por él en varios puntos. Fue arquitecto municipal del
Ayuntamiento de Langreo desde el 28 de diciembre de 1903, ocupando cargos similares
en Gijón y Avilés. Concretamente en el concejo de Langreo encontramos otras obras
atribuidas al mismo como las escuelas públicas de Ciaño o un pequeño kiosco del parque
Dorado de Sama, ambos desaparecidos. También es reseñable el hotel para Buenaventura
Junquera de la Sociedad Metalúrgica de Duro Felguera, y podría haber sido el proyectis-
ta del matadero municipal y el inicial Sanatorio Adaro en este concejo. Sobre Manuel del
Busto véase Rosa Faes, Manuel del Busto arquitecto, Colegio oficial de Arquitectos de
Asturias, Oviedo, 1997; María Cruz Morales, Oviedo. Arquitectura y desarrollo urbano.
Del eclecticismo al movimiento moderno, Oviedo, Universidad, 1981, y Gijón 1880-1920.
La arquitectura y su entorno, Gijón, Ayuntamiento, 1978. También es imprescindible la
consulta de la revista Liño, Revista de Anual de Historia del Arte del Departamento de
Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, que en sus números 2, 3 y 4, correspon-
dientes a 1981, 1982 y 1983 respectivamente, aborda el Inventario Arquitectónico de
Asturias.
41 Blanca Begega y Faustino Suárez, coords., Proyecto Cultural Antiguo Macelo… Op. cit.
44 Seguramente en el proyecto original no tenía cabida este espacio y sería un añadido pos-
terior, puesto que el tipo de vanos nada tiene que ver con el del resto del edificio.
45 Se deben tener en cuenta que inicialmente el recorrido sería diferente y tal vez también
las funciones de los edificios. Esta es la configuración del matadero justo antes de ser
desmantelado para su rehabilitación, Los carriles según la inscripción serían realizados
en 1920 por Altos Hornos de Vizcaya, en el caso de la nave que nos ocupa.
Figuras 2 y 3. Alzado y planta del edificio para almacén, cuadras y cochera, por Fran-
cisco Casariego, 1918. Fuente: Archivo Municipal del Ayuntamiento de Langreo.
Figura 4. Vista general del matadero municipal de Langreo, 1921. Fuente: Porfolio de
las Fiestas de Santiago de Sama.
el almacén que adornaba sus lienzos horadando una hilera de tres ventanas
desarrolladas en vertical y dintel curvado.
El edificio fue objeto de reformas posteriores que facilitaron su destino
a nuevos usos. Es así como el espacio para cocheras pasó a albergar un ta-
ller mecánico. Mientras, el ala correspondiente a las cuadras se adaptó para
ser ocupada por una vivienda de dos alturas, con el cometido de servir de
habitación para el chófer municipal, trasladándose la cochera al espacio
inicialmente dedicado a almacén.49
Fue a finales de la década de 1960 cuando se pone en evidencia que el
conjunto de edificaciones integradas en el macelo resultaba anticuado y
pequeño. Por este motivo se comenzó a redactar un proyecto con el fin de
construir nuevas instalaciones en un solar anejo al macelo de la calle Gene-
ral Sanjurjo.50
49 Junto a estos se realizarían diversas obras como las de almacenes y cobertizos que se
ejecutan en 1952, o un estercolero también de ese año. AML, Libros de Actas de Sesiones
del Ayuntamiento de Langreo. Tomo 85, 27 de agosto de 1952.
50 AML, Libros de Actas de Sesiones del Ayuntamiento de Langreo. Tomo 104, 5 de no-
viembre de 1969.
58 El arquitecto Jovino Martínez Sierra, nace en Gijón el 25 de mayo de 1961, estudió arqui-
tectura en la Escuela Técnica de la Universidad Politécnica de Madrid. A los 25 años re-
gresa a su ciudad natal donde monta su estudio de arquitectura, ha sido galardonado en
varias ocasiones con el reputado Premio Asturias de Arquitectura, entre sus obras figu-
ran el nuevo consistorio de Ribadesella, el Instituto de Montevil (Gijón), el centro de
salud Mieres Sur, edificios en el campus universitario del Cristo (Oviedo), la reforma del
Cine Felgueroso de Langreo (2007), el Centro Tecnológico del Acero de Avilés (2005), el
parque fluvial del Piles en Gijón, la piscina natural de agua de mar en Tapia de Casariego
(2010), el Valey Centro Cultural de Castrillón (2011). Consultado el 15 de enero de 2015.
URL: http://www.jovinoms.com
59 AML, Proyecto básico de ejecución y rehabilitación del antiguo macelo para Pinacoteca
Municipal de Langreo, Jovino Martínez Sierra, Julio 2004, Expediente: 5359.
60 Todos los carriles así como otros elementos que quedan a la intemperie se han tratado
con pintura anticorrosión.
61 Eduardo Úrculo nació el 21 de septiembre de 1938 en la localidad vizcaína de Santurce.
En 1941, los rigores y penurias posteriores a la Guerra Civil empujaron a su familia a
trasladarse a Sama de Langreo. n dicha localidad transcurrió su infancia. En 1948 ingresó
5. Conclusiones
A modo de conclusión, parece conveniente señalar la oportunidad e inte-
rés del objeto de estudio de este trabajo, habida cuenta la toma de concien-
cia a la que, por fortuna, en los últimos años estamos asistiendo con res-
pecto al valor del Patrimonio Industrial, con unas indudables consecuencias
desde el punto de vista científico y académico, en el plano de la investiga-
ción, de la conservación y, en definitiva, del conocimiento de este patrimo-
nio. Los vestigios de la industria poseen una serie de valores arquitectóni-
cos, tecnológicos, sociológicos o paisajísticos que hacen de ellos un
documento esencial para conocer nuestra más reciente historia. Tal es así
que una de las prioridades de la investigación relacionada con el Patrimo-
nio Industrial reside en la necesidad de su protección y perpetuación ya
que, por su propia especificidad, presenta un rápido deterioro y está ex-
puesto a desaparecer. No obstante, esta labor no supone una tarea sencilla
pues, hasta fechas relativamente recientes, la falta de sensibilización de la
sociedad no otorgaba el estatus de valor patrimonial a este tipo de testimo-
nios. Como consecuencia se han perdido y todavía es frecuente la destruc-
ción de inmuebles de la industrialización a causa de la débil percepción
social e institucional acerca de los valores del Patrimonio Industrial. Con
todo, las intervenciones encaminadas a resaltar y perpetuar, principalmen-
te, los valores arquitectónicos de las edificaciones surgidas como instala-
ciones industriales, parecen presentarse como el procedimiento predomi-
nante empleado a la hora de intentar perpetuar los vestigios de la historia
relacionados con la industrialización. No obstante, cabe preguntarse sobre
la adecuación de muchas de estas intervenciones ejecutadas sobre el patri-
monio arquitectónico industrial, sobre si verdaderamente entrañan un
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Abstract
Email correspondence has become one of the most useful ways for global commu-
nication, and more precisely for international business communication. Diverse
studies of global communication in English have been carried out concerning ELF
(English as lingua franca) and BELF (Business English as lingua franca). The pur-
pose of this research is to bring to the forth the latest variation patterns in business
email communication in English. The study aims to analyze an authentic corpus of
90 emails written in English by business managers of different chemical companies
set up in 14 different countries around the world, including native and non-native
speakers of English who use this language as a lingua franca for commercial and
distribution purposes. The central research targets are to observe: (i) The main
communicative strategies used by business practitioners to achieve the required
communicative competence in BELF (e.g. politeness strategies or a shared core
vocabulary); (ii) the generic move structure variation from the standard organiza-
tion of, for instance, business letters to a more relaxed pattern. Several linguistic,
generic and pragmatic aspects reveal an inclination towards a more informal,
co-operative and goal-oriented international business email communication.
Keywords: Business communication, ELF, BELF, structural moves variation, com-
municative competence
Resumen
La correspondencia vía correo electrónico se ha convertido en una de las formas
más útiles para establecer nexos de comunicación a escala global, y de manera más
precisa, para realizar transacciones comerciales a nivel internacional. Numerosos
estudios sobre comunicación global se han llevado a cabo considerando el inglés
como lengua franca (ELF), y específicamente el inglés comercial como lengua fran-
ca (BELF). El objetivo de este estudio es mostrar los patrones más recientes de
variación en correos electrónicos comerciales escritos en ELF. En este estudio se
analiza un corpus compuesto por 90 emails, escritos en inglés por agentes comer-
ciales de empresas internacionales asentadas en 14 países distintos, incluyendo ha-
blantes nativos y no nativos de dicha lengua que usan el inglés como lengua franca
con fines comerciales y de distribución de productos. Los objetivos centrales de
este estudio son observar, en primer lugar, las estrategias comunicativas principales
empleadas por estos profesionales del comercio internacional para conseguir co-
municarse de manera efectiva en inglés comercial como lengua franca (BELF) (ej.
Estrategias de cortesía o léxico específico en común); Y en segundo lugar, la varia-
ción de los patrones estándar de organización de este género hacia una estructura
menos convencional, teniendo en cuenta géneros similares, como son las cartas
comerciales. Diversos aspectos lingüísticos, genéricos y pragmáticos revelan una
inclinación hacia un tipo de correo comercial a nivel internacional con un enfoque
más informal, cooperativo y orientado a conseguir objetivos concretos.
Palabras clave: Comunicación empresarial, inglés como lengua franca (ELF), in-
glés comercial como lengua franca (BELF), variación estructural, competencia co-
municativa
1. Introduction
In recent years globalization phenomenon has undergone a significant de-
velopment and as a consequence many international business transactions
are carried out by agents with different first languages and from different
countries, therefore, in most cases English is chosen as a lingua franca
(henceforth ELF) to communicate rather than a foreign language to com-
municate. ELF is defined as a way to communicate in English among
speakers who have different first languages including native English
speakers but, in most cases, it is a contact language between people who
share neither a common native tongue nor a common national culture, and
for whom English is an additional language (Jenkins, 2007; Seidlhofer et al.
2006; Dewey 2007; Seidlhofer 2011; Mauranen 2012, 2014). ELF is under-
stood as a communication tool used routinely and successfully by millions
of speakers from diverse cultural and linguistic backgrounds in their pro-
fessional, academic and personal lives. As Facchinetti et al (2010) see it, the
3. Method
The present study consist in the analysis of a written corpus comprised by
90 emails written in English by business managers of different chemical
companies set up in 14 different countries from the five continents (See
Table I). Among the participants are included native and non-native
speakers of English who use this language as lingua franca for commercial
and distribution purposes, however, no information was obtained con-
cerning the proficiency level in English of the email writers. In this case, it
is the Spanish company which is establishing commercial relations with
the other 13 multinational companies all around the world. All the Spanish
emails are drafted by the same person while there are different referees
from each multinational company. The emails in the corpus are both dif-
ferent companies’ responses to emails sent by the Spanish company and
email responses by the Spanish corporation to other multinational compa-
nies’ previous correspondence. The topic of the emails largely concerned
potential business information, feedback from the companies’ customers,
Country N. of Emails
Canada 2
Spain 43
China 4
Germany 5
England 1
Malaysia 1
Australia 2
Rumania 3
Israel 4
Russia 3
South Africa 5
Switzerland 5
Vietnam 5
Thailand 7
N = 90
The study is focused on the moves which have been identified to have
greater relevance for the study in terms of data provided, considering the
space constrains, and those which have been found to be present on the
great majority of the emails in the corpus. These six moves are: Move II:
salutation; Move V: providing information; Move VI: requesting; Move
VII: pre-closing; Move VIII: closing; Move IX: Signature. Data has been
interpreted both in qualitative and quantitative terms, however, since it is
a rather small-sized corpus, it could reveal tendencies, that although not
generalisable, could illustrate points and provide significant insights to
4. Results
4.1. Move II: Salutation
Salutation %
Hi (first name) 32
No salutation 3
Hi (name), hi friend 1
Good day 1
TABLE 4.
CORE VOCABULARY EXTRACTED FROM THE ANALYZED CORPUS
This core vocabulary and phrases shared among the email writers shows
that there is a tendency to use standardized or native vocabulary also by
BELF users which enables the writers to be successful in these international
encounters. According to Kankaanranta and Louhiala-Salminen (2013: 27)
«BELF as a shared resource was now taken for granted by internationally
operating business professionals; it was perceived as any other necessary
tool to do the work». Given that the email writers work for multinational
companies where international transactions are ordinary dealings some
«core» or pre-established shared vocabulary and structures are needed.
Among this vocabulary some generic specialized terms such as «proforma
invoice» or «quotation» and some verb collocations such as «to place an
order» are also common in the Business English as Lingua Franca domain.
What is noticeable of this part of the analysis is the great variety of closing
forms found in the corpus of emails which can be observed in the table
below (see Table 5). As it can be seen in the table, 90% of the emails inclu-
de move VIII, closing, as a relevant part of the message. However, the
most striking aspect to highlight is the inclination to unconventional phra-
ses which are far away from the conventional and rather formal phrases
usually found in business letters or faxes such as «Yours sincerely or Yours
faithfully.» By contrast, the closing phrases «Regards» (30%) and «Kind
regards» (23%) are the most common forms of closing found in the cor-
pus. Moreover, instead of «Yours sincerely» and «looking forward to hea-
ring from you soon», which would be the pre-established phrases, the
variations «Sincerely yours» and «looking forward to hear from you
soon» has been observed. These variable or unconventional phrases in the
closing moves are a clear evidence of the linguistic variation of the moves
towards more relaxed or less conventional English in business emails. Ne-
vertheless, it could also be an intrinsic feature of BELF in the sense that
given the stated background diversity of ELF users, more varied forms of
expression are used (See Table 5).
TABLE 5.
MOVES VII AND VIII: CLOSING AND PRE-CLOSING MOVES
Closing %
Regards 30
Best regards 23
Thanks and regards 10
No closing 9
Thanks & Best regards 7
Sincerely yours 3
Kind regards 2
Have a nice evening 2
Thank you. Best regards 2
Thanks in advance and best regards 1
Looking forward to hear from you soon 1
Thanks for your reply. Regards 1
Thanks for your comments 1
Thanks for your helpful attitude 1
Thank you in advance for your prompt reaction 1
Thank you very much for your kind attention and support,
Mr. (first name). Hope to have good news from you ASAP 1
Once again thank you very much 1
Hasta pronto. Feliz anio nuevo 1
Spasiba 1
Thanks again 1
I hope to have been of help. Regards 1
In reference to move IX, it can be said that it is still an important and fixed
move in this among the emails in the corpus, since this move has been
found present in 81% of the messages in the corpus. This move makes also
clear the previously mentioned dynamic of first name versus full name
usage, as it has been illustrated in the salutation move. As it can be obser-
ved in the table below, in this case, 65% of the email messages were signed
with the full name (name + surname) of the participants, with the curiosi-
ty in two messages written by Russian participants that are signed both in
English and in Russian (see table IV). 10% of the signature moves in the
email corpus include the first name and the surname’s initial (i.e.: Milly N.)
or the two surname’s initials and the first name following a colon (i.e.:
K,R, Radi). What is noticeable from the analysis results is that 3% percent
of the messages were signed just with the first name (i.e.: Roni). According
to Kankaaranta (2005: 295) «the reason for the frequent use of salutations
and closings, with first names in particular, might be the writers’ desire to
contribute to cordial relations between the employees». Finally, in some
messages the signature is present by means of the use of a preprogrammed
signature. Therefore, as it has been present on the great majority of emails
even in the shorter ones
TABLE IV.
MOVE VI: SIGNATURE
Signature %
No signature 9
5. Conclusion
Given that the purpose of this analysis was to study the variation patterns
of international business emails written in English as a lingua franca
towards a more informal, co-operative and goal-oriented nature in terms
of the different communicative strategies used and their structural moves
variation, some conclusions have been reached. A pragmatic view of the
language choice characterized by a high degree of cooperativeness and a
consensual style can be noticed in the interactions. Conversational and
unconventional style are some of the most visible features to describe the
emails in the corpus. In this sense, personalization, involvement and good
rapport among the email ELF writers can be noticed.
Furthermore, the email technological advances have also contributed
to modifying the discursive practices from a «formal» register to an «in-
formal» message exchange, thanks to this fast computer-based communi-
cative medium. For the same reason, in terms of structure, even in most
cases the emails are framed around 5 essential moves, the email writers
seem to avoid reiterations or repetitive moves such the pre-closing move
proposed by Kankaanranta (2005). Therefore, the emails lean to be short
in extension since the information is direct, brief and condensed and this
may be due both to the channel of communication and because of the
consensual features used by BELF users. Brevity and directness are com-
municative strategies that can be observed in the central core of the emails,
the requesting and providing information moves, among two other com-
municative strategies proposed by Louhiala-Salminen and Kankaanranta
(2011) in their study about «Competence in BELF»: an English core vo-
cabulary frequently used by BELF users and diverse politeness principles
(as proposed by Brown and Levinson, 1987). What can be highlighted
from the politeness strategy used in BELF business communication is a
direct-issue oriented discourse based on a rather cordial relationship
among sender and recipient to abridge the physical distance and possible
cultural differences, while never discarding negative politeness strategies
to lessen the imposition upon the business colleague. This need for com-
municative competence in BELF is essential to be successful in interna-
tional business encounters among multinational companies, given that
English language is the main instrument to get the work done while simul-
taneously maintaining a good relationship. To achieve so, the managers in
charge of commercial relations tend to show involvement when writing
emails to international business partners which contrast with the notion of
detachment which typically characterize a writer’s relationship to the
reader (Chafe, 1982).
To conclude, English as lingua franca used in business emails is highly
situation-specific, dynamic, idiosyncratic and tolerant of different varia-
tions and it has been proved to be a neutral and pragmatic language among
both native English speakers and non-native speakers. Accordingly, it has
been shown that even though there is a tendency to follow standardized
email correspondence, there are certain variation patterns that may help
BELF users to conform their message depending on the recipient’s culture
and interpersonal relation in terms of formulaic features, text length or
politeness strategies used and these results seem to be similar to the ones
obtained by Giménez-Moreno and Skorczynska (2013) in their study.
Furthermore, BELF users do not neglect the diversity of communities,
cultures and different backgrounds among International business work-
ers, as it has been proved by the use of different mother languages in the
emails apart from English. Finally, all these aspects can be considered as
essential requirements for a business practitioner’s professional success
when involved in international business email communication in English.
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Reseñas / Reviews
así como una historia del arte y del pensamiento, todo, a través de la
ópera.
Los capítulos del libro se centran en diversas épocas y lugares que han
constituido un hito en la historia de la ópera. Si bien hay un recuento de
características formales de los diversos subgéneros, estilos y escuelas, tam-
bién hay un amplio espacio para cuestiones sociales y políticas. Por ello se
cuenta con detalle el progresivo control teatral y operístico impuesto en
Francia durante Revolución hasta el cénit del Imperio napoleónico. Este
libro evita las manidas listas de compositores y obras y en vez de ello ela-
bora breves y sustanciosas monografías de varias óperas, que funcionan
como una auténtica introducción a estas óperas y como una guía de su
audición.
Esta Historia de la ópera debería llamarse en realidad «nueva histo-
ria de la ópera» porque incorpora los resultados de investigaciones en
las últimas décadas que modifican los lugares comunes que numerosos
manuales repiten. El autor deja claro desde el inicio que son insosteni-
bles:
[…] los prejuicios y proyecciones del siglo xx: aseveraciones de la índole
«Gluck revolucionó la ópera» (cuando en el siglo xviii no existe «la ópera»
como tal, sino como una multiplicidad de géneros y estilos con planteamientos
y propósitos enteramente diferentes, y como si entonces fuese siquiera conce-
bible que un único compositor pudiese tener un impacto a escala semejante)...
[que] «Rossini, Bellini y Donizetti suponen el apogeo del bel canto» (como si
no existiesen diferencias esenciales en el estilo vocal de cada uno de ellos como
para subsimirlos bajo un mismo concepto, que por lo demás casi nunca se de-
fine de manera concreta)… […] o que Wagner invento la «obra de arte total»,
la unión de todas las artes (una idea en sí tan trivial que resulta casi irrisorio
atribuírsela a un pensador como Wagner, que dedicó muchas más páginas a re-
flexionar sobre la ópera que a sus propias composiciones, y que no explica en
absoluto en qué sentido es Das Rheingold una «obra de arte total» y no lo es ya
cualquier ópera de Lully del siglo xvii) (p. 10)
Uno de los aspectos donde más se nota el cambio es que las historias de
la ópera privilegiaban el arco que va del clasicismo dieciochesco a la prime-
ra mitad del siglo xx. Lo que quedaba fuera de éste —la ópera renacentista
y barroca, la ópera contemporánea— eran capítulos breves, pinceladas,
mientras que el bel canto o la ópera verdiana y wagneriana eran considera-
dos medulares. Menéndez Torrellas desarrolla con similar amplitud y pro-
fundidad los diversos estadios históricos de la ópera, ya no hay un perío-
do, lugar o compositor que detente el centro absoluto. La ópera es un
vasto océano histórico con obras imprescindibles en cada uno de los mares
que lo componen, una hidra de cien cabezas; su tronco, una fuerza ince-
sante cuya historia es mucho más que unas pocas obras señeras. En otras
palabras, este libro no es una historia de «la» ópera sino una visión de la
ópera desde una perspectiva historiográfica estricta: crítica y múltiple Por
ello sistemáticamente el libro resalta cómo veían los contemporáneos las
obras y no solamente como se ven ahora. Nuestro gusto es uno más entre
muchos, y cambiará.
A pesar de su diversidad y erudición bien disimulada (el autor, doctor
en estética y filosofía, formado en Alemania, es un ensayista y traductor)
este libro tiene un centro: la de la experiencia personal de un escucha
apasionado de la ópera, que continuamente la conecta con diversos as-
pectos de la realidad. Es decir, el libro es también el testimonio de una
dilatada y meditada convivencia con el género. Lo único de lamentar en
esta publicación es el menudo tamaño que la letra, que a veces hace can-
sada la lectura.
Por su parte, La ópera, voz, emoción y personaje de Laia Falcón se dis-
tingue, en primer lugar, por su carácter narrativo: es una especie de largo
cuento, o de novela breve, sobre ese género teatral y musical. En vez de
seguir un camino en el que se repase de manera sistemática los períodos o
las obras la autora recurre a material diverso (lo mismo chispeantes anéc-
dotas que digresiones artísticas o que una interesante reflexión) con el fin
de mantener el interés del lector. La autora es una especia de Sherezada que
imbrica numerosos relatos en uno solo. Por ello no es de extrañar que este
libro sea asimismo un ejercicio de escritura con intenciones literarias y
ensayísticas, lo que a veces recarga la redacción, alguna vez hiperbólica,
pero siempre expresiva y clara.
La dispersión (o variedad) del libro ayuda a que el lector tenga una idea
de la amplia relación de la ópera con la historia del arte, pero sobre todo,
con la vida misma, con los dilemas personales, las alegrías y angustias co-
tidianas de cualquier persona. Esta obra se plantea como objetivo, y lo
Sumarios
Amparo París Marqués. Un retablo de Bonanat Zahortiga para Castel-
nou (Teruel). Notas para la biografía del pintor.
El contrato y albaranes de un retablo gótico realizado por Bonanat
Zahortiga para el altar mayor de la iglesia de Castelnou (Teruel) entre 1452
y 1454, incluyendo la descripción de la antigua iglesia y la aportación de
algunos datos sobre la biografía del pintor.
Palabras clave: Bonanat Zahortiga, Castelnou (Teruel), pintura gótica ara-
gonesa.
Summaries
En los artículos y trabajos enviados cada autor hará constar en folio aparte los siguien
tes datos: nombre y apellidos, dirección postal completa, dirección electrónica, títulos aca
démicos, categoría profesional, adscripción académica y fecha de entrega de la colaboración.
La extensión de los artículos deberá oscilar entre las 20 y 25 páginas escritas en DIN A-4,
con tipo de letra Times 12 y separadas por un espacio interlineal de 1.5. Las páginas irán
numeradas e incluirán las notas a pie de página escritas en Times 9 y separadas por un solo
espacio interlineal. Deben contener:
Las referencias bibliográficas incluidas en las notas se harán constar en minúscula según
la siguiente estructura:
Fernando López Rajadel, 1994, Crónicas de los jueces de Teruel (1176-1532). Teruel,
Instituto de Estudios Turolenses.
Jaime Caruana Gómez de Barreda, 1953, «Organización de Teruel en el siglo xii», Teruel,
10, pp. 9-108.
María del Mar Agudo Romeo, 2000, «El combate judicial en el fuero de Teruel». En
José Manuel Latorre Ciria, coord., Los fueros de Teruel y Albarracín. Teruel, Instituto
de Estudios Turolenses, pp. 77-86.
En caso de bibliografía al final del artículo, se limitará a las obras citadas en el texto. Se
invertirá la mención de autoría (apellidos, nombre) con objeto de ordenar alfabéticamente
las obras según el apellido de su autor. Si se opta por el sistema Harvard, el año de edición
se colocará a continuación de la mención de autoría y se separará por una coma del título del
libro o artículo.
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To be considered, the following information of the author must be included: first name,
family name, full postal address, e-mail address, professional category, academic degree, and
date of submission.
Submissions ought to be between 20-25 DIN A4 pages long written in Times 12 pt. and
1.5 interlinear space. Pages should be numbered and footnotes should be written in Times 9
pt. and single interlinear space. They should include:
3) Abstract (both in the language of the main text and in English). Abstracts ought
to be one single paragraph of no more than 200 words and should not have tables,
illustrations or bibliographical references;
4) Key words (both in the language of the main text and in English).
Authors are recommended to adhere to the following format for the writing of
research studies: a) introduction containing the foundations and the objectives of the
study; b) descriptions of resources, methodology, and materials used; c) presentation of
results and discussion; d) conclusion. All appendixes considered necessary can be added
to the study.
Tables and figures should not be embedded in the text, but should be included as a
separate file, and the place where they are to appear in the text should be clearly indicated.
They should be numbered and include a short descriptive title. Roman numerals (Table I)
should be used for tables and Arabic numerals (Figure 1) for figures and illustrations.
Fernando López Rajadel, 1994, Crónicas de los jueces de Teruel (1176-1532). Teruel,
Instituto de Estudios Turolenses.
Jaime Caruana Gómez de Barreda, 1953, «Organización de Teruel en el siglo xii», Teruel,
10, pp. 9-108.
María del Mar Agudo Romeo, 2000, «El combate judicial en el fuero de Teruel». En José
Manuel Latorre Ciria, coord., Los fueros de Teruel y Albarracín. Teruel, Instituto de
Estudios Turolenses, pp. 77-86.
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