Edwards Bello Joaquin - Mitopolis
Edwards Bello Joaquin - Mitopolis
Edwards Bello Joaquin - Mitopolis
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JOAQUlN EDWARDS BELLO
MITOPOLIS
Introducción de
ALFONSO CALDERON
EDITORIAL NASCIMENTO
S A N T I A G O DE C H I L E 1 9 7 3
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EXPLICACION
A.C.
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—Don Joaquín, comencemos por su infancia.
—Vine al mundo, en Valparaíso, en la calle del Teatro N º 47. Diez de mayo
de 1887. La calle del Teatro se llamó así por estar situado en ella el Teatro
Odeón, inaugurado por el empresario Smechia el año 1870. Ahora la calle se
llama Salvador Donoso.
Los ruidos de la mueblería de Hozven, en los bajos, me parecían una
música mezclada con pitazos de trenes.
Mis tiernos hombros llegaron cargados de catástrofes: el cólera, la salida del
Tranque de Mena, un diluvio de ocho días, la demolición del Puente de Cal y
Canto, el fusilamiento de Cumming, la sublevación de la Escuadra, Lo Cañas,
La Placilla, Concón y el suicidio de Balmaceda. ¡Ah, y el entierro del obispo
Gandarillas!
Tuve nodriza italiana, de nombre Assunta. Oí decir a mi madre que era
natural de un pueblo llamado Agropoli. La estimaron mucho en casa. Era
robusta y bien parecida. Habia llegado entre los inmigrantes italianos que trajo
Balmaceda. Como la mayoría de ellos, partió a Buenos Aires. Argentina era ya
la Tierra Prometida de los italianos.
Acordándome del tiempo en que nací, describiéndolo para personas de
hoy, temo parecerme al loro de Humboldt, en el villorrio de Venezuela. Este
loro "hablaba" en la lengua de una tribu desaparecida hacia muchos años...
—¿Cuáles fueron sus primeras lecturas?
—Recuerdo el agradable olor del papel cromado de los libros ingleses
de cuentos. Mis primeros nutridores fueron los ingleses; después, Calleja, el
inolvidable Calleja, ilustrado por Méndez Bringa, dibujante inmortal parecido a
Doré y a Catania. Sus imágenes del Feísimo Lentejilla, El Hambre de un Millonario,
La Nobleza de un Artesano, permanecen frescos en mi memoria. Después Verne
completó la ilusión de mis sentidos infantiles dándome una visión grata del
mundo.
Tengo presentes los libros de lectura del segundo y del tercer año. Me
parece estar recitando en la clase del señor Boerget:
—A la sortie de l'école une dizaine de petits garçons...
En otro texto se leía:
—Le vieux chasseur Maurice avait dans sa chambre un etourneau.
En el colegio hacían circular unos cuadernos pornográficos, impresos en
Barcelona: Leche en Porrón, Las Trece Noches de Juanita.
Mis lecturas, desde 1900 a 1904, se condensaban en los textos de estudio y
en los periódicos ilustrados de España y de Chile. Empleaba todos mis centavos
en comprar La Lidia, Barcelona Cómica, Madrid Galante, La Lira Chilena,
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Instantáneas, Luz y Sombra, ¡qué sé yo! Leí asimismo la novela malagueña
Cartucherita, de Arturo Reyes; EL Nido de Cigüeñas, y El Hijo de la Noche, novela
de capa y espada.
En casa de mi abuela, en Santiago, habia una edición maravillosa
de Gil Blas, en dos tomos, ilustrada en colores. Salvo dos páginas
prohibidas, lo leí de un tirón. The Graphic, Le Théatre, La Ilustración Artística y Le
Figaro Illustré, llegaban a casa. En The Graphic me imponía de la guerra anglo-
boer.
—¿Qué otros libros leyó, más adelante, útiles para conocer su formación de
escritor?
—Todo libro, aun el más insignificante es útil.
Viajé a Paris en 1904. Primera novela francesa, y la más profunda impresión
literaria de la adolescencia, fue Cruelle énigme, de Paul Bourget. El mismo año,
tuvo lugar el descubrimiento de Maupassant, y después de Nana, por Emile
Zola. Apoteosis de la literatura. Iba a dar vueltas entonces por los alrededores
del Gran Hotel, en una de cuyas piezas murió Nana, en tanto el público gritaba:
"¡A Berlín! ¡A Berlín!"
Mi lectura favorita fue el mundo, el fait divers en la vida y en los diarios.
Las novelas mis impresionantes que he leído, después de los cincuenta
años, son Los Hermanos Karamazov y Los Endemoniados, de Dostoievsky.
—A propósito de París. ¿Cuál fue el mundo que usted encontró, qué cosas recuerda, de
que manera las impresiones de entonces permanecen en usted?
—Paris de 1904. Llegamos al Hotel du Louvre. Por la calle Rivoli, donde
está la puerta del hotel, pasaban los vendedores de tarjetas postales. Gritaban
L'Angelus et les Glanteuses de Millet, Willy, patron de Claudine. Vendía un cuadro
de éxito: en él se veía a Chopin tocando un Nocturno.
Eran los últimos tiempos del fiacre. Pasaba por los Campos Elíseos el coche
tirado por mulas de la Rejane. En el Mahurins cantaba la Otero. Se entonaba La
Tonkinoise. En el Petit Casino triunfaba Ça n'vaut pas l’amour. En el Ambassadeurs
un gordo entonaba al aire libre: Amusez vous donc, amusez vous...
Era el tiempo de La Valse Bleu. Cantidad de valses con nombres
divinamente cursis: Tu seras toujours mon amour; Si tu savais comme je t'aimais; Le
petit coeur de Ninon. Siempre Ninette y Ninon. Las parejas lloraban abrazadas
delante de un cafe au lait, mientras los violines tocaban Si tu savais...
—¿Y las figuras de entonces, los héroes proustianos?
—Willy, el marido de Colette la francesa, era de las grandes figuras de
entonces, figuras de aquel Paris que ahora está en el osario. Willy, Santos
Dumont, Duval, Boni de Castellane, la bella Otero, Lyane de Pougy, Polaire,
Polin, Dramem, Fragson, Deroulide, Combes. Todo esto mezclado pele mele, y
mucho más, con música de La Valse Bleu y de Quand l’amour meurt, era el tout
Paris.
-¿Y el descubrimiento del idioma?
—Aprender a hablar en francés es una de las inolvidables aventuras de
nuestra vida. Al principio nos entra por la vista. Se trata de los letreros de las
tiendas: Coiffeur, Tailleur, Modes, Robes et Manteaux. Al mismo tiempo los
figurines de la mamá en las revistas ilustradas de Paris. Luego el teatro y
Frégoli con su famosa canción:
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Je suis Juliette, la plus coquette...
—Después de la muerte de su padre, me parece que se va usted a vivir a Inglaterra...
—El año 1905. Yo entré con mi ropa negra, de luto, por mi padre. Inglaterra
era un mundo nuevo. Los niños eran tan distintos que creí verlos por vez
primera. Un niño inglés es niño hasta los veinte años sin darse cuenta. El sexo
no se siente en Inglaterra, por lo menos no se habla de él. Nadie se burla de
nosotros ni quiere hacernos daño, pero a un chileno esto le hace falta como una
costumbre antigua que se asemeja a la amistad. Yo me sentía solo. Era un
pájaro desconocido encerrado en jaula inglesa.
La casa a donde fui destinado para estudiar latín y griego, pertenecía al
Rev. A.J.P. Shepherd, santo hombre, acompañado de su esposa e hijas, que
preparaban jóvenes para su posible ingreso en Oxford.
La señora de Shepherd era humilde y cariñosa. Era ese lado amable de la
vida inglesa que el corazón de Dickens encontró. Me miraba con ternura y tal
vez con algo de compasión. No sé por qué. Tenía una cara delgada y larga,
como la de Virginia Woolf.
En esa casa de campo, de cuya fachada y jardín conservo un sketch, no habia
gas ni electricidad. Para ir a la cama, cada alumno tenía una palmatoria y una
vela. Estaba situada cerca de la aldea de Theale, a 40 millas de Reading, por
cuyas calles pasé muchas veces en bicicleta, silbando o comiendo chocolates. En
el campo, en Berkshire, se ven conejos, ardillas, venados, que apenas se
asustaban de las bicicletas. Los jardines ingleses son los más hermosos del
mundo. El señor Shepherd me hacía ir todos los domingos a la misa católica de
Reading, sin dirigirme jamás la palabra respecto a la diferencia entre su credo y
el mío.
El domingo debíamos vestirnos de negro. La servidumbre no hacía nada.
La comida era fría y servida por nosotros mismos. Recuerdo que al atardecer de
los domingos, en Londres, pasaban vendedores de panecillos, al son de una
campanita, por cuanto estaba prohibido pregonar.
—¿Eran esos aborrecibles domingos que todos hemos vivido?
—Se ha desacreditado el día domingo. Se ha dicho que es mortalmente
aburrido. Depende. En mi niñez los domingos eran encantadores. Los esperaba.
Ropita nueva, levantarse tarde, proyectos de excursiones y matinés en el Teatro
Odeón. Salida de misa. Pasteles en la Gasseaud. Pololeo en la plaza. Las diosas
y los dioses de entonces eran la Celimendi, la Toscano, Zapater y Paco
Hernández. ¡Lindos domingos de antes! Los aburridos ahora somos nosotros.
Recuerdo como eché de menos en el colegio de Inglaterra los domingos
chilenos.
—Sin embargo, en algún momento usted se volvió más bien escéptico, renegó de la
política y trazó una especie de índice de calamidades, un censo del mal en el mundo.
—Es natural que los individuos nacidos a fines del siglo pasado seamos un
poco escépticos. Hemos crecido escuchando y leyendo asuntos de guerra.
Cuando yo era una mezcla de niño volteriano, adornado de frases satánicas y
medio tontas, cuando viajaba desde 1908 hasta 1918, se diría que mis pasos
iban al encuentro de las revueltas y hasta de la guerra. Empecé viendo los
cadáveres del almirante Bautista das Neves y del oficial Alves de Souza, en Río;
luego escuché el estampido de las bombas en la Baixa y en la Plaza de los
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Restauradora En 1915 vi llegar a París trenes chorreando sangre del Iser y de
Champagne.
—¿Y la política chilena?
—Se dice que hay en Chile demasiados partidos políticos. Para mí hay uno
solo, original y viejo: es el bochinche. Creo que las palabras históricas de mayor
franqueza suramericana fueron las que pronunció Miranda cuando le entregaron
al jefe español Monteverde. Miranda dijo: "Bochinche, bochinche. No saben más
que bochinche".
La primera condición para triunfar en el mundo de la politiquería consiste
en ser mediocres. La segunda en ser camaleónicos, sin posibilidad de brillar en
absolutamente nada fuera de la política.
¿Salvación? Trabajo ante todo. En épocas de crisis, solamente el trabajo
intenso puede fortificar la moneda. Gastar menos de lo que se gana. Vender más
y comprar menos. Dejarnos de grandiosidades. Nada de embajadas ni de
comisiones al extranjero. Los políticos son demócratas durante las elecciones.
Una vez elegidos son autócratas. El parlamentarismo y la democracia son
apariencias cuando no hay presupuestos equilibrados ni moneda estable, ni
educación. Creer que un Presidente de por si puede significar progreso es error
infantil. Creer en magias financieras es tontería. Si. Hay una magia: el trabajo, el
orden, el método, el ahorro, la honestidad.
—¿Cuáles son sus ideas religiosas?
—No creo en Dios, pero creo en la Virgen. No puedo creer que Dios es
bueno. Si hay un terremoto, caen las iglesias antes que los prostíbulos, porque
son más altas.
—Da la impresión de que es muy cierto lo que dijo de usted la Mistral, aquello de
que "hijo más reprendedor" no le había salido a Chile.
—Se me suele criticar por mis generalizaciones, pero a mi me han escamado
siempre los que dicen que la fruta chilena es la mejor del mundo; la mujer, la
más bonita, y el pueblo, el más fuerte. Creo que se preparan a hacer cosas de
cuidado, y es preciso ponerse en guardia.
Para comenzar, como todos los suramericanos, vivimos en escenarios
fatalmente empequeñecedores, los males tienden a aplastar lo sobresaliente.
Nos bañamos en un optimismo de pato, que no es otra cosa que la nivelación
por abajo. El chileno es the wrong man in the wrong place.
Siempre vivimos en las zonas más oscuras de la imprevisión, que puede
resumirse en dos frases. Después de las cuchipandas: "¡Deme bicarbonato!" AI
caer de la primera lluvia: "¿Dónde quedaría el paraguas?"
Lo otro, lo de siempre. Estafa, zorzales puestos en la mira, robo fiscal. En
Argentina decían: "El chileno, si no se lleva la mula, se lleva el freno".
—De aquí, posiblemente, se derive el culto de lo feo y/o el invunchismo.
—El invunche sobrevive en forma de deformaciones morales, en
tergiversaciones de hechos referentes a personas y en el acto de degenerar o de
viciar las leyes y las costumbres europeas al poco tiempo de haberlas adaptado
a nuestro modo de vivir. Invunche es el niño robado por brujos de raza india y
deformado bárbaramente. Le tapan los orificios, le tuercen la cabeza y le ponen
los pies en la espalda.
Si alguien descubrió el culto nacional de la fealdad antes de 1922, entonces
le concedo la prioridad.
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Sus símbolos visibles: el raigón vacío, vulgo diente que le falta a Verdejo, en
la caricatura de Coke. Los hoyos destripados en aceras, plazas y calles. Los
figones en el palacio llamado Casa Colorada. Los embadurnadores que pintan
de negro las estatuas. ¡Píntame angelitos negros, si! En toda calle chilena hay un
perro durmiendo. Por las mañanas, de punto fijo: comienza la hora nacional de
la escupida por las calles. Gargarismos hipócritas que van a rematar en
salivazos atómicos. Desayunos de los perros en los tachos de la basura,
disputándolos a las Municipalidades.
Vivimos saludando lo desagradable y lo feo, casi con regocijo. Como los
filatélicos ante un sello defectuoso. El otro día vi un retrato de don Andrés
Bello. Parecía un discípulo o adepto de Onán.
—¿Y los mitos?
—La mitomanía es un vicio suramericano. Poseemos una enorme capacidad
para demoler los hechos verídicos y cubrir el lugar con una pátina de leyenda,
de magia, de ultratumba. El mito es un fruto de infancia de los pueblos. Una
compensación. Una explicación equivocada, como aquella que me dio un
camarero en un hotel de Madrid, 1915:
"Camarero, hay manchas en las sábanas". "Usted no va a poner la cara en
ellas, sino el culo". .
Yo quiero ser recordado como un destructor de mitos, como una persona
que se pasó la vida bombardeando con muchos megatones la mediocridad, la
chatura, la esterilidad de sus compatriotas.
Como un hombre que se negó a vivir amurallado en Mitópolis, «El país o la
ciudad donde los mitos crecen y se preparan, como las moscas contra el Tanax,
para desplazar a la verdad, soldaditos de juguete de una mala causa.
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MITOS
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MITOS PERSISTENTES
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—El duelo de don Baldomero Dublé Almeida en aguas de Valparaíso con
un francés cuyo nombre no se conoce, es un puro capítulo de novela de
Rocambole. Parece que el mito fue urdido en el duelo real de dos franceses que
se odiaban y terminó con la muerte de uno de ellos, el conde d'Espinville cuya
tumba se puede ver en el cementerio principal de Valparaíso.
Del supuesto duelo de don Baldomero, que no necesitó de esta clase de
adornos falsos, no hay un solo detalle exacto. Se dice que comenzó en el Teatro
Odeón; se dice que en el National. Se dice... No se conoce nombre de un solo
testigo, ni del francés muerto. Entraron en una chalupa "una mañana, tranquila
pero fría"... "¡Así tira un francés!", exclamó disparando el marino. "¡Así tira un
chileno!", respondió el alférez Dublé..., "y de un pistoletazo le rompió la cabeza" ...
Estamos en pleno folletón de Fernández y González.
Todo mentira.
***
La supuesta humillación de nuestra bandera en San Francisco de California,
para desagraviar a los norteamericanos con motivo del incidente del Baltimore.
El marino chileno Alfredo Santander desmintió el asunto.
El mito consiste en un viaje de la Chacabuco a San Francisco para saludar la
bandera yanqui. Se decía que después del saludo el teniente de navío don Carlos
Peña se suicidó.
Todo mentira. No hay teniente de navío ni hubo Carlos Peña en nuestra
Marina. Todo mentira.
***
Joaquín Murieta, bandido chileno, jamás fue chileno. Se trata de la historia
de un bandido mexicano, de Sonora, adaptado a Chile en una versión del señor
Morla (¿?).
***
El duelo a bisturí entre los doctores Charlín y Barros Borgoño, con muerte
de ambos, destrozados por horribles heridas.
Hasta el año pasado todo el mundo creía en la efectividad del truculento
episodio. Algunos miembros de la familia Charlín creyeron que un desmentido
no quitaría ningún lustre a la memoria del sabio doctor.
***
En marzo de este año, don Carlos Acuña probó que la estatua llamada
Caupolicán y atribuida a Plaza no es chilena, ni es de Plaza ni se llama
Caupolicán, sino "el último de los mohicanos", y pertenece a Estados Unidos.
***
Nuestra isla de Juan Fernández sirvió de refugio a un marino portugués de
ese nombre. No hay prueba de que la habitara el famoso náufrago de la novela.
La isla de Robinson se encuentra en alguna parte del trópico.
***
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Diputados; se le ascendió en sesión especial. Se decía que él mató a ocho
sublevados y en seguida se encerró en la santabárbara, amenazando con volar a
todo el mundo.
¡Mentira! El sargento Paz padecía de gripe. Mientras los santiaguinos
exaltaban su heroísmo, él, arropado y tiritón, tomaba sudoríferos.
***
Estos son los mitos más famosos que recuerdo.
Si me pusiera a narrar parte de las engañifas o invenciones de grandeza que
ruedan en nuestra sociedad respecto a antepasados, no tendría por dónde
comenzar.
Mitos de amistades en las cortes de Europa, mitos de amores de reyes y de
reinas, mitos de antepasados cortesanos... Mitos de cuadros célebres
encontrados en iglesias antiguas, mitos de aventuras ; de inventos, de bailes, de
saraos...
Ningún hecho, ni siquiera los más recientes y controlados, escapa a la
capacidad creadora de los mitómanos.
Veamos, por ejemplo, el crimen del departamento 29. Empieza a lo Pérez
Escrich. El padre mata al seductor para salvar la honra de la hija. Es bastante
dudoso salvar eso con balas, sobre todo en tratándose de una niñita cuyo solo
retrato produce inquietud.
El público, sugestionable y buscador de mitos como trufas, aceptó la
historia de la seducción. Lavado de honra y sacadura de plata no se avienen
mucho; sin embargo, la versatilidad de la masa aceptó de buen grado. El caso
era bonito; la niña también es bonita. ¡Pase!
Llegaron los abogados, y ahora el folletón de Escrich se transformó en
novela de Dumas, con subterráneos, encapuchados, bombas, dagas y
venganzas espantosas.
El niño, el eterno niño que hay en la masa, obtuvo su cuento maravilloso
para pasar el rato.
La masa es mujer, al cabo; no ama la razón, ni la triste experiencia, sino la
ficción. La ficción se define doblemente en ignorancia y niñez. ¿Que es la
inocencia, sino ignorancia? Inocencia es la cantera de los sueños, o mentiras. De
ahí proviene el poder creador de los niños destruido por la educación represiva
del siglo pasado.
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MENTIROSOS Y MITOMANOS
Agosto, 1941
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¿Mentía don Ramón o novelaba? ¿Es lícito novelar de palabra? ¿Sabia él que
todo el mundo estaba enterado de las causas que motivaron la pérdida de su
brazo?
En achaques de amor, la mentira es un ardid, una flecha. Conocido es el
cuento del huaso que se puso de acuerdo con su capataz para darse méritos
delante de la muchacha de sus pretensiones.
Según el pacto, él iba a simular modestia extrema, pero ahí estaba el capataz
para las exageraciones.
—Tengo una chacrita —dijo con voz dulce a la novia.
—¡Chacrita! —exclamó el capataz—. ¡El medio fundito que tiene!
—Si. Ahí hay algunos animalitos —acepto el huaso ladino.
—¡Animalitos! ¡El tremendo ganado vacuno y caballar que tiene el patrón!
De pronto la novia pregunta, mirándole la mejilla:
—¿Qué tiene en la nariz?
—Un granito —dice el huaso.
—¡Granito! —replica el capataz—. ¡El feroz furúnculo que no se lo han
podio reventar!
En esta tierra las mentiras o mitos más corrientes se refieren al origen de las
familias, a las relaciones que tuvieron en Europa y cosas por el estilo. Abundan
los descendientes de conquistadores, de capitanes deportados a causa de
habérseles sorprendido en la alcoba de una reina, de hijos naturales de reyes y
qué sé yo. Otros manifiestan la vanidad al revés, o modestia olímpica: son hijos
de sus obras; vendían diarios, su padre era carretero, su madre pedía limosna
en las calles.
Por lo que juzgarse puede, la mentira proporciona placer al que la emite; es
un estímulo, y muchas veces nos sentimos tentados de colaborar con sus
autores, sobre todo si son damas y cuentan éxitos con manifiestas falsedades. A
lo mejor hemos inventado la mitoterapia.
Entre jugadores, el mentiroso es corriente, se trata del individuo que juega
diez o quince pesos y pretende haber perdido sumas fabulosas. Otras personas
—y con cierto talento— dicen cosas absurdas, con aire plácido y algo
humorístico. Al final uno se pregunta si se tratará de bromas o mentiras, por
cuanto el verdadero mentiroso es el que se sugestiona a si mismo. De tal
categoría debió ser el inventor del "héroe de Talcahuano". Este mito que duró
varios días, que dio lugar a discursos parlamentarios y declamaciones teatrales,
hace meditar en la consistencia del hecho histórico. Si ahora, en el siglo de las
luces, pudo arraigar una mentira llena de colorido y detalles como ésa, uno se
pregunta cuánto héroe de Talcahuano se ocultará en la historia universal. La
pequeña historia chilena abunda en duelos, amores, hazañas de sociedad y
aventuras falsas. La superchería de Becker o crimen del canciller de la Legación
alemana, en 1909, permite suponer otras patrañas que los métodos del mundo
antiguo no dejaron aclarar.
Hay mentiras que entretienen.
De esto no hace mucho. Me encontraba en casa de un amigo, bastante
exagerado. Abrió un ropero, extrajo algunas prendas de vestir y de pronto
mostró un chaqué viejo. Su rostro, en ese instante cambió de expresión; tomó
ese aire de dignidad estirada que precede casi siempre a las grandes mentiras.
—¿Ves este chaqué?
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—Claro.
—¿Sabes por qué lo guardo? Voy a contarte: es lo más extraordinario que
me haya ocurrido en mi carrera diplomática. Me encontraba en España,
entonces, en misión especial. Yo me habia mandado hacer este chaqué muy
apurado, donde Pinaud, ¿te acuerdas? Un día el camarero del Hotel Paris, en la
Puerta del Sol, donde vivía, llegó a mi cuarto con una cara consternada y me
dijo:
"—Señorito. Señorito..., ahí... en... la puerta..., ahi abajo...
"—¡Qué! Hable de una vez. ¿Qué pasa?
"Entonces el camarero, andaluz de origen, cobró el resuello y me largó:
"—Na, señorito. ¡El delirio! Que el coche de su majestad le está aguardando
abajo. ¡El coche de palacio!
"Salté de la cama y me vestí en un momento —siguió diciendo mi amigo—.
Habia olvidado que el rey, pocos días antes, me dio cita a esa hora en palacio.
Salí como una tromba y me introduje en la Carroza de gala, donde me
aguardaba el mayordomo de la Casa Real. Esas carrozas, doradas, con adornos
de concha e incrustaciones de marfil, tienen pisaderas muy altas. Cuando llegué
a palacio, en el momento de bajar, sentí que mi ropa crujía. No tuve tiempo de
meditar en el asunto. Un edecán me llevó a la sala Barberini, donde me encontré
con su majestad doña María Cristina, La reina madre. Era ésta una dama
imponente. La llamaban doña Virtudes. Besé su mano y mandó que me sentara
frente a ella.
"—Su majestad el rey vendrá en un instante —me dijo, sonriendo."
"Después se puso de pie y me llamó a su lado. Yo no sabia de qué se
trataba. Calcula mi sorpresa y turbación cuando veo a doña María Cristina,
reina madre de España, que toma una aguja, la enhebra delante de mí y, sin
decir nada, se pone a echar puntadas en la rotura de este chaqué. Ahora
comprenderás por qué lo guardo y lo conservaré toda mi vida. Instantes
después entró el rey. Yo estaba colorado como un tomate".
Diciendo así mi amigo me hizo que mirara en el viejo chaqué de Pinaud el
lugar exacto donde se posaron las augustas manos.
—En efecto —observé—, haces bien en conservarlo. Ahora dame un vaso de
agua, de vino, de lo que tengas.
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EL MITO EN LA POLITICA
Octubre, 1942
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la lotería, de las carreras y los cambios de gobierno. Las desilusiones del pueblo
después de las luchas electorales, cuando comprende que las rivalidades exaltadas
de los candidatos eran falsificaciones momentáneas, se transforman en estados de
silencio taciturno, más peligrosos que las crisis mismas.
El campo de la política se divorcia del país y se convierte en ring para ver i
cuál de los políticos es más fuerte.
—El parlamentarismo —que es de tradición británica— ha tendido a
degenerarse en las naciones latinas o hispanoamericanas. El político olvida que
este, no en un país conquistado por él, sino en medio de un electorado que le
llevó al poder para que cuidara sus intereses.
Entre muchos deberes del periodista, uno de los primeros consiste en
generalizar conceptos. Los jóvenes han de saber que la era de las hazañas del
Estado terminó en 1591. Esta era comenzó en la Independencia. En adelante no
existe campo de lucimiento para estadistas, por cuanto Chile se vio cortado de
manera irreparable en su salto biológico y constreñido a llevar vida mediocre
dentro de sus posibilidades de pequeña nación inexorablemente limitada por
circunstancias fatales.
En Chile no hay problemas graves, a menos que los inventemos. Durante
esta guerra se trata de hacer más equilibrios que Blondin en la cuerda. Pero en
política y negocios en general, la única ley, como la del despachero, consiste en
vender más y comprar menos. Los problemas de mecanización, de navegación,
de surtimiento de industrias, de alimentación y otros no son de magnitud o
envergadura propias para hacer célebre a nadie. Así, el estadista a lo Napoleón,
el que pretenda lucimiento estelar, lo hará a expensas de la nación, mediante
esos trastornos a que nos tienen habituados y que trajeron por etapas al pobre
peso hasta su mísero estado actual.
La ruina de nuestra moneda es debida, en mucha parte, al mito del genio
financiero, que en el concepto criollo estuvo representado por el hombre rico
cuando no por el concurso de hombres interesados en negocios de exportación.
El hombre rico no es buen financiero de la colectividad, sino de si mismo.
Me repito. Stinnes fue pésimo financiero para el pueblo alemán. Los financieros
más famosos del mundo actual son Hitler y Stalin. Ninguno supo ganar un peso
para si en su vida. Todos los héroes de la revolución universal eran poco menos
que vagabundos desde 1900 a 1914.
Todo el valor revolucionario del momento reside en Rusia, Italia, Alemania
y Turquía. Inglaterra y Estados Unidos obran a manera de ralentisseurs o
amortiguadores, pero saben los políticos ingleses que, después de la guerra, la
revolución del valor hombre contra el valor oro será victoriosa de todas
maneras. Ellos luchan solamente para impedir que se realice la unidad de
Europa bajo la espada alemana y por la hegemonía alemana.
Un escritor recordó que Arteaga llamó a los periodistas secretarios de los
acontecimientos. Creo que en muchos casos son secretarios a la manera de
Maltrana, el héroe de la novela de Blasco Ibáñez. Son secretarios de hombres
fachadas o Pachecos que ponen su firma en los proyectos de Maltrana cuando
les parecen propicios para lucir en su plumaje. Estadistas de brillo sobraron en
nuestra América mientras hubo necesidad de reforzar los cimientos de los
edificios republicanos y poner los mojones en las partes limítrofes. Brasil es y
seguirá siendo fecundo en estadistas, porque la naturaleza de sus problemas
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reclama hombres de hierro, como Río Branco y Ruy Barbosa. Brasil es un
continente.
El presidente Vargas se empeñó, antes de abordar otros asuntos, en resolver
problemas que una nación pequeña como la nuestra desconoce. El primero de
ellos consistió en la unificación y pago de la deuda publica. Algunos Estados
tan lejanos como si fueran países independientes en el sistema federal, habían
pedido préstamos de dos millones de dólares; no habían visto en efectivo más
de seiscientos mil y pagaban intereses usurarios. La unificación de la deuda
suprimió esa clase de corruptelas.
Nuestros problemas, comparados con los de Brasil, son insignificantes.
Respecto a la guerra, se trata de observar y de procurar, poco a poco, cierta
unidad en la opinión publica. Todo lo demás se define en la tesis general de
atajar el despilfarro y arrebatar de los parlamentarios la facultad para aumentar
los gastos, inflar las plantas, repartir pensiones indebidas y otras corruptelas
por el estilo.
Además de eso y por sobre todo, nuestra política debe sacar el mayor
partido práctico de la situación universal, sin hacer caso de ideologías
individuales, ni de temas sociológicos que nadie tomará en cuenta en las
grandes potencias, ni ahora ni después de la guerra.
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MITOS EN LA ARAUCANA
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EL MISTERIO DE CAUPOLICAN
Junio, 1942
Los pieles rojas se ponían diademas de plumas en las frentes y pintaban sus
rostros con materias colorantes rojas que les duraban pocos meses. Esto lo
hacían para verse más viriles, para producir respeto y, a la vez, atraer la
atención de las mujeres.
Humboldt cuenta cómo hacían los caribes de ciertas tribus venezolanas
para pintarse los rostros de rojo. Los caribes, los quechuas, los guaraníes y los
pampas se adornaban la cabeza con plumas de pájaros.
En Chile los indios no se emplumaban. Por esta razón, la estatua de
Caupolicán, por Nicanor Plaza, se prestó a discusiones y sospechas.
No tengo penchant por la polémica, y no volvería sobre asunto tan
peliagudo como éste, si no fuera que mi amigo Gracián, a quien se podría
otorgar el premio de buen camarada, intervino.
Voy a añadir lo que aprendí respecto a la escultura que nos ocupa. No se
trata de un indio araucano ni de Caupolicán. Luego, al decir que dicha estatua
es otro mito nacional, no me engaño ni promuevo a engaño.
El escritor y poeta Carlos Acuña publicó un artículo respecto al asunto que
nos ocupa, en marzo de este año. Recordaba que el cacique Huayquimir no
reconocía en la estatua de Plaza a un congénere, ni por el físico ni por las
plumas de la frente.
No se explicaba dicho escritor por que razones nuestro gobierno y el pueblo
adoptaron la escultura del gran Plaza como símbolo de la raza aborigen. Según
él, habría llegado a Chile en 1891, a manera de obsequio del escultor para el
presidente Balmaceda. Contaba que el cientista señor Thayer Ojeda removió
cierto día la placa de la estatua, donde decía Caupolicán, y vio que debajo de
ella apareció la inscripción del nombre con que se la conoce en Estados Unidos:
The last of the mohicans.
He aquí el verdadero nombre de la estatua de Caupolicán.
El señor Acuña supone que el escultor Plaza pudo tomar parte en cierto
concurso del gobierno de Estados Unidos, para premiar el mejor boceto del
símbolo destinado a perpetuar la memoria del último de los mohicanos.
Un concurso de escultura para conmemorar la raza aborigen de
Norteamérica ¡y en Paris! ¿Hay quién pueda creer en ello?
21
No solo me parece improbable, sino absurdo y ausente de lógica. En
Estados Unidos hubo siempre buen número de escultores nacionales, y no es en
la patria de Franklin donde les agrada preferir la industria extranjera. No es
aceptable la teoría del concurso parisiense y el triunfo del escultor chileno. Se ha
dicho otras veces que los norteamericanos se tomaron para si la escultura
chilena y transformaron el Caupolicán en mohicano.
Tampoco es aceptable.
En Nueva York existe una estatua famosa de autor no americano: la
Libertad Iluminando al Mundo, por Federico Augusto Bartholdi, escultor
francés famoso. Este monumento arquitectónico colosal, en forma de mujer y en
cuya cabeza tienen cabida varias personas, fue obsequiado por la República de
Francia a Estados Unidos en el centenario de la Independencia, 1886. Es de
sobra conocida de todo el mundo. En cambio, nadie supo que existiera en algún
pueblo la estatua simbólica del piel roja, debida al cincel de otro extranjero, esta
vez un chileno, ganador del supuesto concurso.
Los mohicanos eran indios de una de las veinte tribus, o más, que poblaban
el norte del Nuevo Mundo antes que llegara Colón. Vivían en la región del que
es actualmente río Thames, en Connecticut. Mohican significa lobo; los
franceses les llamaron indios lobos. Durante la penetración de Inglaterra en la
América del Norte, los jefes británicos usaron a los mohicanos como aliados
pasajeros para exterminar a los más feroces y más numerosos indios pequots,
en 1637. Los mohicanos fueron extinguidos más tarde, y si quedaran rastros de
ellos, habría que buscarlos en Massachusetts, Connecticut o Pensilvania. Estos
indios eran robustos, de perfiles aguileños y elevada estatura.
Los cónsules chilenos en Estados Unidos podrían dar la clave de este
problema extraño. Y al final me pregunto: ¿Quién me meterá en líos tan
peligrosos?
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MITO DEL COLOCOLO
Noviembre, 1955
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EL INVUNCHE
Octubre, 1959
24
Escribiendo atrocidades así se despeña en mi mente un vocabulario de
sobrenombres alusivos a fealdades corporales: el machucho, el coltau, el
guallipén, el piguchén, el lampalagua...
Me digo no pocas veces: la industria gangrenosa y cadavérica de los
antepasados brujos ha sido lo suficientemente enérgica para perdurar,
modificada en el medio moderno. El espíritu de destrucción, la jactancia por k
fealdad personal y el aparente desprecio ante ciertas formas de belleza humana,
emparentados están con la brujería y la fealdad nativas.
Hay brujos fabricantes de invunches disfrazados de personas modernas.
Juegan al cacho y hasta escriben en los diarios. Viajan y llevan portadocumentos.
¡Cuidado!
En sus ojos, en sus palabras, en sus pullazos, afloran los deseos de
convertirnos en invunches. El nivel muerto de la fealdad es su meta. La fealdad
su capa de virilidad. Cierto alarde de grosería y de torpeza en la expresión
prestigia al brujo entre sus congéneres.
Invunchismo en la crónica
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IMBUNCHE O INVUNCHE
Noviembre, 1959
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de las islas Apiao, Alao y Chaulinecy. La palabra invunche proviene de las voces
veliches ivún, pequeño ser, y che, hombre, esto es, hombrecillo.
LA transformación de niños sanos y hermosos en monstruos horrendos no
es un incidente más o menos verificado de nuestra prehistoria. Se trata de una
manifestación reiterada de índole negativa, envidiosa y vengativa en
determinados estratos de la sociedad indígena. Además del invunche, el poder
para hacer daño dio alas a otros monstruos, y me remito a la obra del señor
Cañas Pinochet Estudios de la lengua veliche. En la página 287 dice: Hueñauca,
entre los chilotes, cortesano del dios del infierno. Anda a saltitos en una sola
pierna. Disloca una pierna a los muchachos bonitos que puede coger.
En la página 325 de la misma obra aparece el Trauco. Otro horrendo
engendro de una vara de alto, terror de madres y de niños. Vive en cuevas.
Anda a saltos, en busca de niños sanos. Si pilla a uno le rompe las
extremidades, le quiebra el espinazo y las costillas. Le desfigura la cara, le corta
las orejas y le abandona en despoblado.
Lo esencial de estas líneas es probar que es más correcto escribir invunche, o
ivunche, y no imbunche.
Don Julio Vicuña Cifuentes, a quien cité en la crónica anterior, poco más
abajo del titulo Imbunche pone:
"lnvunche, o mejor lvunche, como pronuncian en Chiloé, es un ser deforme y
contrahecho, con la cara vuelta a la espalda y que anda con una sola pierna por
tener la otra pegada a la espalda".
Pude poner estas explicaciones en la crónica anterior. No lo hice ni lo hago,
a menos que me obliguen los contradictores. Condito sine qua non del periodista
es condensarse sin pedantería. Una crónica es esencia de lectura, o lecciones
filtradas en gotas.
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LOS CONQUISTADORES Y LOS REYES DE ESPAÑA
Octubre, 1958
Las mejores películas chilenas son las cortas y sin pretensiones. Vi una
excelente de la Antártida. El público aplaudió.
Voy a poner un reparo a la película. Se trata de la presencia fugaz de cierto
detalle revelador de un error histórico repetido e inveterado. En dicha película
aparece S. M. el rey de España, en su trono, en el momento de nombrar a Pero
Sancho de Hoz gobernador de las nuevas tierras que descubriera, con exclusión
de Chile. Este Pero Sancho habia sido socio de Pizarro. Tales contratos se
ventilaban mediante el Consejo de Indias, en nombre del rey, pero nunca con el
rey en persona.
El origen de los conquistadores es obscuro y humilde. Superaron con sus
proezas a los soldados españoles de su tiempo. Sus hechos asombraron y
continúan asombrando a los investigadores que se interesan en ellos. La
Conquista es, según Lumnis, "la más grandiosa, la más larga y sorprendente
hazaña de la historia".
No sé si a dichos héroes, de origen plebeyo, les hubiera agradado que los
historiadores les agregaran dones y des a sus nombres.
Valdivia sentía natural repulsión por la gente titulada de España. Pizarro,
analfabeto como Almagro, no supo que, casi un siglo después de su muerte,
uno de sus descendientes sería convertido en marqués.
El origen de los conquistadores es obscuro, y laudable es nuestro propósito
de ennoblecerlos agregando, desde luego, un de entre nombres y apellido,
además del don. "Don Quijote endonó a la maritornes de Tolosa y a las mozas del
partido", dice Rodríguez Marín. No es raro que nuestros quijotescos
historiadores hayan endonado a las concubinas de los conquistadores. Ercilla
encantó a una de éstas con nombre de Libros de Caballería. Me refiero a la
tercera y última concubina de Valdivia, Juana Jiménez, a quien adornó el cantor
de La Araucana con el nombre de doña Mencía de los Nidos. Estas
transformaciones nobiliarias echaron raíces en nuestras tierras. Asombrábase de
ello Santa Teresa. En carta de Sevilla, en 29 de abril de 1576, dijo: "Cuanto a lo
de dones, todos los que tienen vasallos de Indias se lo llaman allá que es
vergiienza".
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Extremadura, la región de donde se desgajaron los conquistadores, es la
más atrasada de España. Don Mariano José de Larra, el inconmensurable
cronista, viajó por dicha tierra en diligencia, al1á por 1834, y nos dio un cuadro
inolvidable del país cuyos habitantes son llamados vulgarmente choriceros.
Otros les llamaban corsarios. Es seguro que así corno los vio Larra fueron los
antepasados de nuestro pueblo. Larra pasó por cierta parte del camino, entre
Madrid y Badajoz, donde hay unas hondonadas llamadas El Confesonario. En
dicho terreno los bandoleros confesaban a los aterrados pasajeros. Los siniestros
Cerrillos de Teno, en Chile, son descendientes del Confesonario extremo.
Sigo con mi asunto. Es seguro que ningún rey de España tuvo tratos
personales con los conquistadores o contratistas en el Nuevo Mundo. Ni les
oyeron ni leyeron sus cartas. Es seguro que don Felipe II no conversó con
Ercilla, ni antes que viniera a estas Indias, ni después, cuando el soldado poeta
se estableció en Madrid. El rey don Felipe II no leyó La Araucana.
Ercilla era un vasco nacido en Madrid. Los vascos eran solicitados para el
servicio de los nobles y de los ricos. Eran famosos como "mozos de espuelas".
En dicha condición acompañaron alguna vez a los reyes en sus viajes
compuestos con numerosos carruajes y gente montada.
Respecto de la dedicatoria de La Araucana al monarca, dice Medina: "¿Cómo
recibió esta dedicatoria el monarca español? ¿Leyó la obra, o siquiera la
dedicatoria? Es probable que ni una ni otra cosa".
Poco antes de su muerte escribió Ercilla, refiriéndose a su pluma: Siempre ha
dado en seco y en vacío...
En asuntos atingentes a los nuevos, dominios ultramarinos se ocupaba el
Consejo de Indias. Después de leer los voluminosos tomos del doctor Marañón,
titulados Antonio Pérez, comprendemos mejor la indiferencia de los monarcas
españoles hacia los asuntos de estas tierras.
Mitos, mitos y mitos.
Cuando don Pedro González de Mendoza conoció el nuevo Estatuto hecho
en Guipúzcoa, en que impedía que fueran allá "a morar o a casar", desde otras
partes de España, exclamó: "¿No es de reír que todos, o los más enbian acá sus fijos
que nos sirvan de mozos d'espuelas y que agora no quieran ser consuegros...?
La carta de don Pedro de Valdivia, la del pie del Santa Lucia, ni la escribió
Valdivia ni la leyó don Carlos V. Fue escrita por el "secretario de cartas". Según
don Germán Riesco, junior, la calefacción en los antiguos inviernos consistía en
leer la carta de don Pedro de Valdivia; donde dice que en Chile nunca hace frío.
¡Cómo se pondría de orondo Valdivia si pudiera mirar a la tierra en este 12
de octubre de 1958 para presenciar la caravanas que le resucita vestido con
utilería de teatro, en primer actor joven, cerca de linda Inés Suárez! La caravana
del fundador en las calles de Santiago es la realidad transformada en cuento de
hadas. La realidad de los soldados sucios, prietos de sol y de lodo, andrajosos,
seguidos por indios en miserables filas.
La historia más graciosa de la indiferencia de los reyes respecto de los
americanos es la que contó el indio peruano González Lobo. Llegó a España a
fines de 1679; esperando en ver al monarca. Después de tres años, mediante
aventuras de novela picaresca, por entre laberintos de pasos, de pasadizos y de
escaleras, después de sufrir innumerables plantones, conoció a otro que
aguardaba como él, un aspirante a jardinero de palacio. Ambos recorrieron cada
29
día el dédalo de pasillos y de antesalas. Le remitieron a casa de la baronesa
Berlips, conocida por el apodo de La Perdiz. Todo el patio de la casa era
antesala. "El poder de los magnates se media por el número de postulantes que
aguardaban en sus puertas". Finalmente, doña Antoñita Nuñez, enana de la
cámara del rey, se apiadó de él. Sólo quería besar los pies del monarca. Regaló a
la enana un cintillo. La enana le llevó de la mano, por escalones, antesalas y
retorcidas filas de palaciegos y guardias, hasta una puerta enorme y doble. Por
fin. Estaba en presencia del soberano más poderoso de la tierra. Don Carlos II
de España, hijo de Felipe IV y de doña Mariana de Austria. El indio González
Lobo describió al soberano como sigue:
'Su Majestad estaba sentado en un grandísimo trono, sobre un estrado, y
apoyaba los pies en un cojín de seda color tabaco, puesto encima de un escabel.
A su lado reposaba un perrillo blanco. El encaje de Malinas que adornaba el
pecho del rey estaba humedecido por las babas que fluían de sus labios. Todo él
despedía un fuerte hedor a orines. Sus piernas eran increíblemente flacas. La
enana Antoñita se le acercó al oído y le habló algo. Su Majestad me miró, pero
en ese instante saltó un mono y distrajo su Real atención". (El Hechizado, por
Francisco Ayala).
En La Historia de los Agustinos en Chile leí lo que contó en su estilo
imponderable, el obispo Villarroel, de su viaje en España. Dijo que los deseos de
los criollos de inclinarse ante los reyes expiran en los umbrales del palacio real.
Vitupera el celo de los ministros para alejar a los criollos del rey de España.
El marqués de Viana, palaciego, íntimo servidor y amigo del último rey, se
jactaba de no querer conocer hispanoamericanos. Entre la verdadera nobleza
madrileña la presencia de criollos rebajaba el nivel de distinción de las fiestas.
He dejado para el fin el asombroso caso de Hernán Cortés. Pobre, solo y
olvidado, hallándose en la corte sin poder ver al emperador Carlos V, le
aguardó a que saliera y se colgó del estribo de su coche. Fue alejado por los
guardias, mientras el emperador, asombrado, preguntaba:
—¿Quién sois?
Cortés respondió:
—Soy el hombre que os ha ganado más provincias que ciudades os legaran
vuestros padres y abuelos. Soy Hernán Cortés.
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ESTATUAS DE CONQUISTADORES Y OTRAS
Agosto, 1961
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corte. Mediten los pintores y los escultores. Durante la conquista no hubo
almidón ni lavanderas de fino. En el asombroso ensayo de Germán Arciniegas
sobre la Vida del Conquistador Jiménez de Quesada, leí lo siguiente: "Los
conquistadores que ya saben de América abandonan los cascos de hierro y las
cotas de malla. Visten armaduras de algodón. Parecen payasos o enormes
figuras de relleno. Se adaptan al nuevo clima y la nueva guerra. Toman un aire
mixto de nuevos indios".
Han pasado más de cuatrocientos años. En Cali levantaron un monumento
al fundador don Sebastián de Belalcázar. El escultor español Victorio Macho
hizo la estatua con apostura marcial, pecho levantado... y cabeza de Ramón y
Cajal, Premio Nobel de Medicina.
Nadie podría afirmar que el conquistador Belalcázar era o no parecido a
don Santiago Ramón y Cajal,
El Pedro de Valdivia del pintor Ignacio Zuloaga se parece a otro Premio
Nobel de España, a Juan Ramón Jiménez.
De don Pedro de Valdivia, del verdadero, sabemos poco. Desde luego,
nunca obtuvo despacho del rey para poder llevar el titulo de don. En esto y en
lo del retrato se topa con Cervantes. Ni fue don ni hay de él retrato auténtico. El
ilustre cervantófilo Rodríguez Marín negó la autenticidad del seudorretrato de
Cervantes atribuido a1 pintor J. Jáuregui, en 1600. En dicha fecha el pintor tenía
diecisiete años, y no habia empezado. El académico Pérez de Guzmán
acompañó a Rodríguez Marín en la negación.
¿Cómo eran los conquistadores?
Un episodio, contado en la prosa agradabilísima de Ventura García
Calderón, nos alumbra. Don Pedro de Alvarado viajó a la corte y regresó a
Nueva España casado y con deseos de casar a sus compañeros de aventuras.
"Nietzsche ha dicho que la mujer está destinada al reposo del guerrero".
Don Pedro ha llevado a Nueva España unas lindas españolitas, amigas de
su mujer. Serán presentadas a los conquistadores. En una vasta sala esperan las
posibles esposas a los conquistadores. Las lindas mocitas observan de hito en
hito a sus pretendientes. De pronto, una de ellas, con mezcla de risa y de
espanto en su cara prorrumpe con estas crudelísimas palabras:
—¿Con estos viejos podridos habíamos de casar? Doylos al diablo. Parece
que escaparan del infierno, según están estropeados, unos cojos y otros mancos,
unos sin orejas y tuertos, otros con media cara, y el mejor librado la tiene
cruzada una, dos y más veces.
Lo dicho. Es difícil hacer retratos o estatuas de celebridades anteriores a la
ciencia fotográfica.
La estatua ecuestre de O’Higgins por el francés Carrier Belleuse es una
adaptación del mariscal Ney a la historia chilena. De Waterloo a Rancagua. La
estatua de Carrera es una adaptación del general prusiano Blücher, por el
escultor alemán Christian Rauch.
El colega don Luis A. Baeza me ha escrito unas líneas muy actuales respecto
de la transformación de plazas con mudanzas de estatuas. Dice que el gasto
subiría de 300 millones. Mejor estaría gastar dinero en obras más útiles, a saber:
terminar el Matadero de Lo Valledor, transformar la Plaza Almagro, empezar el
Metro, construir una nueva Casa de Correos, remozar el edificio de la Ilustre
Municipalidad...
32
ROPAS DE LOS CONQUISTADORES
Octubre, 1940
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hispanos reprobaban la política de Madrid. Sin embargo, no fueron siempre los
funcionarios oficiales, los cortesanos o capitanes quienes más pronto se
americanizaron, sino los Colonos, los labradores, los artesanos y obreros
diversos en campos y pueblos.
Según Arciniegas, más pronto amó a América el que trajo la primera pareja
de cerdos que el portador del real sello, del auto inquisitorial o la bula papal.
Respecto al traje y aspecto de los españoles que se radicaran en América,
me ocurrió comentar hace algunos años el caso con el joven dibujante de las
obras históricas de Díaz Meza. En esos dibujos, los conquistadores y sus damas
aparecen vestidos a la usanza cortesana o guerrera de Europa.
—Están bien estos dibujos —le dije—, se ven muy hermosos esos
conquistadores y sus damas, pero la verdad histórica es otra. Ninguno vestía de
tal manera; no podían vestir así. Salvo para contadas ceremonias, los
conquistadores apenas recordaban a las tierras de donde salieron. Ni en el
atezado de sus rostros, ni en la reciedumbre de sus barbas y cabelleras, ni en la
grosura de sus miembros y vientres, ni en sus armas o ropajes, se parecían a los
peninsulares.
En efecto, basta meditar a medias en los hechos históricos conocidos para
comprender que los invasores hispanos se vieron constreñidos a adaptarse a las
escaseces, a los periodos largos de ausencia de comunicaciones, al clima, a los
productos naturales y al contacto de los indígenas, cuyo poder de resistencia y
absorción es notable.
E1 poncho, los colchonetes fibrosos de vegetales, las mazas de madera, las
lanzas de coligiie, los estribos de madera, los pellones de cueros de ovejas y
vacunos reemplazaron a las brillantes armaduras, las tizonas y arzones de
antaño. ¡Y que decir de la soldadesca hispana de Chile! Por algo nos llamaron
rotos; esta última palabra es españolísima; Cervantes la usó a menudo.
Poco a poco el español se hizo americano, amó al continente nuevo y criticó
de áspera manera las leyes no adecuadas y los nombramientos de personajes no
americanos ni familiarizados con la tierra descubierta. Así se gestó la
emancipación en carne española.
Respecto a 1os alimentos, la adaptación siguió un curso paralelo a1 de
costumbres y vestimentas. El maíz constituyó la base de los elementos nutritivos en
los neoamericanos. El maíz sagrado de los incas, cuyo cultivo, y es lo más
maravilloso en la cultura del mundo antiguo, reemplazó las ollas, paellas,
condumios o manjares de la Península.
En el admirable estudio del señor Arciniegas creo encontrar un pequeño
error: consiste en la creencia de que los europeos no usan en su cocina "el maíz".
En realidad no usan ni consumen en sus mesas "el maíz" europeo. Es preciso
anotar que el maíz americano es de otra condición superior. Si el maíz de
España constituye alimento de cerdos, de aves de corral u otra clase de seres
inferiores, ello proviene de su pésima calidad, su mal gusto y dureza. En
cambio, el maíz americano, en cualquiera de las formas en uso para el consumo,
es de los manjares más exquisitos al paladar humano.
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LAS MUJERES DE LOS CONQUISTADORES
Julio, 1949
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que se habia enamorado. Tanto Cerrada como Barrientos vivían rodeados
de hijas e hijos mestizos.
Cuando desembarcó Hernán Cortés en las costas de México, supo de seis
españoles que vivían en buena armonía con los indios de Yucatán. Uno de ellos,
Jerónimo Aguilar, se embarcó en una de las naves españolas para volver a ser
soldado del rey. Habia otro, un marinero de Palos de Moguer, casado con
hermosa india. Se negó a seguir a los de su tierra. Estaba contento con su mujer
y sus hijos. No olvidemos la extremada juventud de los conquistadores en la
primera etapa. Las indias quedaron seducidas por la presencia de los jóvenes
barbudos, de miradas centelleantes; su preferencia par ellos antes que por los
indios es un hecho histórico, prolongado en las criollas. Se trata de blanquear y
de entrar en el orden europeo. Del otro lado del problema, o encima, el español
manifestó mayor simpatía por las indias y por las mestizas que por las mujeres
europeas. Era más fácil gobernar y ser gobernados por indias. El caso es que
muchas veces repudiaron a las mujeres blancas por su costumbre de tratar con
indias. Cortés, como Valdivia, demostró afición indudable por las mestizas o
por las españolas mestizadas antes que por su esposa española.
Cortés no hubiera conquistado México tan fácilmente sin la inteligencia
silvestre, la agilidad y la magia o sexto sentido de los habitantes del Nuevo
Mundo, concentrados para él en la gracia femenina de Malinche, o Marina, su
querida. ¡Qué opaca, pobre y desesperante por su ausencia de inquietudes y de
horizontes debió parecerles a esos jóvenes españoles la vuelta a su
Extremadura, dominada ya por el caciquismo, los vedados y la rutina
implantados por la ociosa nobleza! Hernán Cortés tuvo seis hijos, entre
legítimos y naturales. Además de Marina, tuvo por querida a otra india
tabasqueña. En hombres así es casi absurda la esperanza de un acomodo con el
hogar a la castellana, normal y dirigido por el ama legitima. La llegada de doña
Catalina Suárez, la esposa legítima de Cortés, es un desastre impuesto por las
buenas costumbres. El choque final proviene de las pretensiones de doña
Catalina para usar de los criados indios sin intervenciones de terceros. Quiere
ser el ama a la manera burguesa. Doña Catalina llora con desesperación. ¿Para
qué vivirá una? ¡Quiera Dios llevarme de este mundo! La misma noche se
escuchan en el palacio de Cuernavaca gritos y golpes. Las criadas y esclavas
encuentran a doña Catalina muerta. Ha sido estrangulada por el conquistador.
Hagamos un esfuerzo mental para entender que esos hombres ya no podrían
ser lo que fueron a1 salir de España; vivían como sobrecogidos o deslumbrados
en los imperios que forjaban donde todo era suyo hasta donde podían abarcar
con los ojos para dondequiera los pusieran.
Las indias en ese mundo nuevo les resultaban más equilibradas con su
nuevo género de vida, con el clima y con la geografía. Sobre todo, más dóciles y
respetuosas. Todavía eran un poco divinos e inmortales en cierto sentido para
las naturales de América. No es raro que Valdivia se resistiera a traer a su
burguesa del sórdido y terroso pueblo donde él mismo hubiera vuelto a no ser
absolutamente nadie.
La historia de la atracción de las indias por los españoles y de estos por ellas
es larga. Pedro de Candia, especie de periodista en la expedición de Pizarro,
dice: "Muchos de sus hombres quieren desembarcar en Túmbez. Molina declara
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que él se quedaría para siempre casado con una docena de indias". Hay indias
jóvenes, inalterablemente amables, finas y sonrientes.
Viven sin leyes, como aletargadas. América es la sieste eternelle du genre
humain. Pájaros maravillosos cruzan por los aires, y hacia todas partes se abren
horizontes esperanzados; los ruidos de las aves, de los insectos, de los
animalillos y de los cazadores se conciertan en melodías encantadoras. En las
diversas regiones las indias sirven de intérpretes y de aliadas. Hernando de
Soto, en 1 539, al pasar por los terrenos pantanosos de Everglades, encontró a
un indio desnudo, tatuado, con plumas en la cabeza. Se llamaba Juan Ortiz y
era sevillano como Barrientos. Habia pertenecido a la tropa de Pánfilo de
Narváez en la Florida. Prisionero de los indios, debió la vida a las muchachas
indias. Según dijeron, era "demasiado joven y hermoso para perecer". Se casó
con la hija del cacique.
El viaje de Alonso de Monroy al Perú, excitante como película de cowboys,
nos brinda nuevos aspectos. Cerca de Copiapó la expedición de Monroy sufrió
el ataque de 1os indios; perecieron los españoles, menos Monroy y Miranda,
que fueron conducidos prisioneros delante del cacique. Vivía entre los indios
un desertor español llamado Francisco Gasco. Una india se interesó por los
prisioneros y les salvó la vida. Gasco tenía hijos mestizos de india (1541).
A Valdivia se le conocieron tres o más concubinas, entre otras Inés Suárez,
María Encío y Juana Jiménez. Los inventores de blasones procuran darles
origen nobiliario a las tres. Hay datos para creer que María Encío fuera mestiza
o mulata. Inés Suárez provenía de Tierra Firme y no hay datos precisos respecto
de su origen. Valdivia era enemigo de los nobles, jugador y mujeriego. En
Andacollo, 1554, el andaluz Andrés de Alcántara Cepeda tuvo hijos de la india
Taliguina.
Don Alonso de Ojeda, conquistador a las órdenes de Colón, tuvo por
concubina a una india llamada por él Isabel. Murió en Santo Domingo, dejando
algunos hijos de ella. Lo enterraron, y en su tumba la india amiga se recostó
para no levantarse; los frailes la encontraron abrazada a la piedra sepulcral:
muerta.
Pizarro tuvo en Angelina, hija de Atahualpa, un niño a quien se bautizó con
el nombre de Francisco. En doña Inés Huaylas o Yupanqui, hija de Manco
Capac, una niña. Nunca quiso casarse. Por real cédula los hijos de Pizarro
fueron declarados legítimos. Pizarro era plebeyo y ahora los genealogistas,
inventores de abolengos, le han pintado escudo de oro con piñas, lobos
empinantes y pizarras en trono (Ricardo Palma).
Según Encina, fue una india la mujer que salvó la vida de don Alonso de
Ercilla, cuando imploró la piedad de don García Hurtado de Mendoza. A dicha
india debemos el milagro llamado La Araucana. En el proceso que se instruyó a
don García en Lima, en 1561, hay dos cargos interesantes para esta relación:
Uno: habia escrito de su letra que valía más gobernarse por una india que por
una p... soberbia. E1 historiador don Miguel Luis Amunátegui agrega: ¿Lo diría
por Inés Suárez o por María Encío? El cargo 147 dice que don García se
gobernaba por una india.
En 1601 el mestizo de español y de india Lorenzo Baquero, natural de
Quito, y resentido por malas palabras y mal trato, se sublevó con setecientos
indios contra 1os españoles en Osorno y los derrotó. En 1620 el alférez Diego
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Ruiz de la Ribera, de 16 años, casó con la hija de un cacique por consejo de su
capitán.
En 1600 Quiñones calculaba en sesenta el número de soldados españoles
que se habían pasado a los indios. El clérigo Juan Barba se enamoró de una
india, desertó y se convirtió en director de indios (Encina). Jerónimo Bello y
Juan Sánchez, españoles, cayeron en 1600 con cuatro mil indios sobre Valdivia.
Estos españoles eran resentidos. La palabra resentido tendrá más tarde un
significado incalculable. Comenzaban las luchas de castas, las personas se
miraban de manera inquisitiva concediendo creciente importancia al aspecto
físico y al cutis. Las mestizas más blancas se creían superiores, más decentes, y
se daban importancia. Les agradaba rodearse de criadas y de esclavas. A los
hombres aficionados a las indias, a las mulatas y a las mestizas muy marcadas,
les llamaron chineros, nombre expresivo que hasta hoy se conserva y es un
antídoto defensivo de las mujeres de la clase alta. María Encío se hizo llamar la
atención de la Audiencia por andar trayendo amuletos que tenían la virtud de
devolverle el cariño del marido, abuelo de la Quintrala, y apartarle de las
indias. Don Gonzalo de los Ríos se adivina como precursor de los chineros en
Chile. Se decía que el hombre que probaba india no podía en lo sucesivo gustar
de blanca; quedaba como embrujado.
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VASCOS Y EJECUTORIAS DE NOBLEZA
Agosto, 1949
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expresiones deshonestas referentes a Dios, al copón y a otros símbolos
litúrgicos. Es demasiado decir que las características raciales se pierden en la
tercera generación. A veces los rasgos europeos se pierden en el emigrante a los
pocos años de respirar el aire andino. Lope de Aguirre, el vasco de Oñate, se
sublevó contra Felipe II después de descubrir que ya no era de allá sino de aquí;
Aguirre era pequeño, flaco de carnes, bullicioso y charlatán. En 1567 proclamó
que "se desnaturalizaba de los reinos de España". No cabe una expresión más
directa y precisa para indicar el proceso de americanización, que a la vez
implica el fin del orden europeo, al que nunca más lograron habituarse los
conquistadores. Los vascos que exploraron y conquistaron las maravillas de la
América virgen superaron a los vascos de España, con o sin blasones. En cierto
periodo histórico, las condiciones de vida en Vizcaya fueron duras para los
segundones y para los desposeídos de señoríos; por lo mismo los jóvenes
emigraban a Madrid, a Sevilla y a las Indias; no sentían reparos para ofrecerse
en calidad de mozos o de pajes a los nobles castellanos y a los reyes; era un
pretexto para acercarse a los poderes y conseguir ulteriores situaciones. El
secretario de Isabel la Católica, Hernando del Pulgar, escribió al cardenal
Mendoza una carta con motivo de haber prohibido los guipuzcoanos que sus
familias entroncaran con judíos conversos. Dice así: "Sabido avrá S. S. del nuevo
istatuto fecho in Guipúzcoa en que ordenaron que no fuésemos allá a casar ni morar...
¿No es de reír que los más enbían acá sus hijos que nos sirven de mozos de espuela, y
que no queran ser suegros de sus servidores?"
Los pajes eran a veces mozos de espuelas; pertenecían a la servidumbre y
no podían usar espada mientras duraba dicho estado. Don Alonso de Ercilla no
usó espada mientras sirvió de paje, en medio de cientos más, seguramente sin
divisar al rey sino de bastante lejos, durante el viaje de éste a Londres. Ercilla se
formó aquí. Sin Chile no hubiera volado a la inmortalidad. Lo curioso es que de
vuelta, en España, se convirtió en prestamista de dinero sobre alhajas. Sin duda,
Chile recogió de él lo celestial, y le dio alas.
Los vascos se ennoblecieron en Chile; esto es exactamente lo contrario de lo
que buscan los genealogistas. Pretender que todos los vascos son nobles de
nacimiento es solamente un juego de palabras; he visto en Guipúzcoa mozos,
labriegos, gañanes, villanos, señoritas y ayudas de cámara como en todas
partes. El mismo apellido puede gastarlo un ignorante, un sabio, un tabernero y
un gran señor. Los primeros gemelos (colleras) de oro que tuve los empeñé en
Valparaíso en La Bola de Oro, donde me despachó el propio dueño, un señor
Ugarte, de muy buen aspecto. En nuestro país la familia Ugarte es de primera
fila en la aristocracia vasca. En agosto de 1944 fue asesinado por otro español el
dueño de la agencia EL Vapor, en Valparaíso, calle Cajilla; este agenciero se
llamaba Aguirre Bilbao, otros dos apellidos de los que en Chile han conseguido
ejecutoria de nobleza. Tengo para mí que en 1960 la imaginación fecunda de
nuestros genealogistas hará descender a la familia Yarur de Mahoma. En
attendant tenemos el Libro de Oro de la Colonia árabe.
La gente de Vizcaya es esbelta y bien formada. En España las mujeres más
elegantes son las bilbaínas; elegantes y sencillas. Durante el veraneo en San
Sebastián, las más ricas van al Paseo de la Concha con boinas y alpargatas. El
gran señor vizcaíno se parece a los lores británicos, como ocurre con algunos
Larraínes y algunos Echeverrías chilenos que han conservado los rasgos
40
esenciales de los vascos. Las chilenas más bonitas de la clase alta son las de
origen afrovasco, esto es, las que proceden de cruzamientos entre descendientes
de vizcaínos y de mulatas, o de mescolanzas con las familias que ahora han
blanqueado bastante, pero en cuyos rasgos persisten las señales de los
antepasados africanos: Egaña, Valdivieso, Montt, Cuevas, Blanco, Zañartu,
Gandarillas, Valdés, Casanueva... Se trata, como vemos, de apellidos
brillantísimos, y al enunciarlos se derrumba la leyenda de la supremacía de los
blancos en América. Casi todos nuestros presidentes tuvieron la dosis africana
que equilibra y entona. Otras familias de origen vizcaíno entroncaron en el
bosque semítico: Matte, Jordán, Hertz, Salomón, Pinto.
La Bolsa, las antigüedades, los Bancos, la bibliofilia, son atracciones
semíticas; la música, la heráldica, los títulos pomposos y las tendencias
monarquistas, son afinidades africanas. Lo vasco es lo acérrimo: la soberbia, la
gravedad, la elegancia corporal, la virilidad y un tono general duro, con
tendencias a la burla demoledora.
Don Gabriel Amunátegui, hombre que hizo prodigios para destruir su
natural distinción y talento, sin conseguirlo, suele decir:
—Los Amunátegui llegaron después de la Conquista. Sintieron hambre
después que los otros.
Es difícil sintetizar con menos orgullo un record de familia. Hay chispas de
humorismo británico que le permiten reunir y distribuir las palabras con gracia
y elegancia. Tiene cuatro colores por lo Amunátegui, lo Swinburn, lo Jordán y
lo Valdés. En ciertos casos es difícil definir a las personas por los apellidos: nos
inclinamos a estudiarlas en sus tics, en sus expresiones, en las formas de sus
narices y de sus labios. Del reverso de tantas mezclas y condiciones suele salir
lo menos lógico: Gabriel Amunátegui piensa y vive como un francés.
Lo peor que se puede afirmar de los negros africanos en Chile es que el
clima los destruyó. Si dijeran pe vinieron pocos y que de pronto no vinieron
más, sería mejor. Atribuyo en parte la vitalidad de las familias de origen
vascongado a la saludable cantidad de tónico negro que han ingerido. La
fortaleza de la sangre negra preserva al europeo del clima andino, del proceso
de evolución enfermiza que a no pocos enloquece. El shock andino se
transforma en energía; la sangre europea recibe la combinación negra; aquí en
Venezuela una pequeña dosis de sangre negra ha silo benigna. Las personas
más eufóricas y activas de nuestra sociedad contuvieron esas chispitas de salud.
Los vascos dotados de sangre negra son los más vascos legitimistas, y un
fenómeno latente de esta naturaleza sólo podría entenderse si decimos que esa
sangre ha servido para dar relieve y vida a la parte europea del individuo que
el clima andino se esforzaba en destruir.
La prueba de que los vascos se ennoblecieron y prosperaron en Chile
consiste en que los apellidos de más fama en dicha lengua son los chilenos y si
hubieran permanecido en Vizcaya languidecerían en sus villorrios tan
anónimos u obscuros como cuando salieron de allá.
Lo qué nos falta ahora es ser sencillos. En vez de pelear unos y otros, los de
origen vasco, los de origen castellano, los indoandaluces y los afrovizcaínos
debieran darse las manos. Conversar hace blanquear la dentadura; pelear hace
cariar las muelas. Dijo Marcel Proust: "El rasgo más sobresaliente de la princesa
Matilde Bonaparte es en efecto la sencillez con que habla de todo lo atingente al
41
nacimiento y a la clase social. ¡La Revolución Francesa! Le oí decir una vez: "¡Sin
ella, yo estaría vendiendo naranjas en las calles de Ajaccio!"
¡Cuántos de nosotros, vascos o castellanos, si no fuera por la conquista de
América, estaríamos vendiendo alpargatas en Guipúzcoa, o barquillos en
Sevilla!
42
LA BELLEZA DE LA QUINTRALA
Noviembre, 1949
43
grosería del presente, y achacan la indiferencia o frigidez sexual de los hombres
modernos para con ellas a la decadencia general. Estas damas, agriadas y
agresivas, descargan de preferencia sus iras en las personas más jóvenes y de
aspecto feliz. Finalmente se recluyen en sus aposentos o se enclaustran. Es el
caso de la celebre condesa de Castiglione, bella intrigante politiquera y espía del
Segundo Imperio, que al final de su vida se cubrió el rostro con un velo espeso
de musulmana para que nadie pudiera verlo nunca más, y así paseaba como un
fantasma del Imperio por la calle que hoy lleva su nombre. Trescientos años
antes que la Castiglione, una chilena politiquera y severa como ella huía de
Santiago a sus cerros de La Ligua, cubierta con el antifaz de sus antojos para que
nadie la importunara, lejos de las miradas lancinantes y burlescas. El
descontento del físico personal es una enfermedad de los cerebrales, tanto en las
mujeres como en los hombres.
Pierre Loti cuenta que para la celebración del matrimonio de una de sus
hermanas le pusieron un traje de pajecillo, con cuello de encaje, y en el trayecto
escuchó que decían: il est gentil. "Nunca pude olvidar esta frase de elogio —dice
Loti—, por cuanto yo no soy mi tipo. No me gusto nada, y uno de mis mayores
deseos consistiría en cambiar de físico". Lo peor en estos artistas como Pierre
Loti consiste en que el aspecto corporal decae casi siempre en la proporción
contraria a1 encumbramiento espiritual. La lucha para equilibrar al cuerpo con
el espíritu es grotesca, y de ello emanan no pocas desgracias. Loti era pequeño,
de pie breve y de aspecto extraordinariamente vulgar. A veces una fealdad de
Cuasimodo, diabólica y capaz de asustar a los niños, vale más que una figura
vulgar e inofensiva. Todos hemos conocido hazañas de ciertos chiquitos feos de
irresistible gancho para las mujeres.
La literatura o vida interior de Loti es como un anhelo profundo de ser otro,
y no él mismo. Ante todo deseó volverse turco, algo así como sultán quimérico.
En su casa se hizo arreglar una mezquita para dormir y soñar en ella. Pero no
tuvo nunca la majestad de un turco. Entre mis libros hay uno de Francis
Jammes, que cuenta cómo vio a Loti. Veamos: "Tenía Loti mas o menos 45 años.
Es la única vez que le vi. Su imagen vive en mis recuerdos. Fue en vísperas de
una fiesta que daban en honor de Natalia de Servia y de su hijo Alejandro. Loti
dio orden de que le llevaran a su cuarto un vaso de leche pura y un huevo
crudo. En seguida subió para mudar de ropa; cuando bajó a las diez habia
reemplazado el traje gris por el uniforme de marino, tan constelado de cruces y
de medallas que sobrepasaba el ridículo. Parecía uno de esos guerreros
japoneses cantados por los parnasianos; un crustáceo incrustado con piedras
preciosas. Su nariz se proyectaba entre los pómulos pintados y en sus ojos
redondos un abismo se habría en quien sabe cuál negra noche.
Esos ojos reflejaban la compasión y el recelo, y hacían olvidar el maquillaje.
Con el cuello tieso caminaba lentamente, encima de sus tacones elevados,
mecánico y solemne. Al día siguiente, antes de retirarse, lamentó que en Francia
no pudiera vestir de beduino como tenía costumbre de hacerlo en el desierto de
Sahara". La verdad: esos hombres chiquitos producen pena solamente cuando
disfrazan su pequeñez. Otra parte de la genialidad de Napoleón consistió en
que nunca tuvo miedo de ser chico. El poeta Heine estuvo presente cuando las
tropas francesas ocuparon Dusseldorf, con Napoleón al frente montado en
Marengo. Llevaba un pito colgado del cuello. Le hubiera bastado silbar para que
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todos los príncipes de Prusia y los magnates gigantescos de Alemania le
hubieran entregada sus castillos.
Hemos sacado expresamente entre las figuras del Grevin de la memoria
este grupo, con la intención de poner en medio un retrato imaginario de la
Quintrala. Es imprudente dar crédito a las reconstituciones históricas, y lo más
valioso en dichos casos es el autor, a causa de su poder intuitivo, sus estudios
de la materia, la hondura de su reflexión y la experiencia. ¿Cómo era
físicamente la Quintrala? Mi parecer me dice que era fea, pequeña y finalmente
antipática, lo cual no implica que yo desprecie las tesis contrarias. El "retrato" de
la Quintrala publicado en El Mercurio de octubre de 1942 y que dicen fue
encontrado en la chacra de Tobalaba, además de haber sido ignorado por la
modelo, esto es, por la propia Quintrala, muy minuciosa en sus inventarios,
carece de veracidad en el indumento y en el peinado, y nada hay que abone la
seriedad histórica del hallazgo. Esta ausencia de datos directos nos constriñe al
descubrimiento de los caracteres físicos de nuestra Catalina mediante métodos
que nos recuerdan el del célebre astrónomo Le Verrier, en su acierto respecto de
la existencia y posición del planeta Neptuno. En pocas partes de la tierra las
personas se observan unas a otras tanto como en nuestra América. La
observación de unos a otros peca de objetiva.
Por lo mismo es extraño que nadie fijara en su retina la belleza de doña
Catalina de los Ríos (Quintrala). No hay mención de ella, y sorprende, por
cuanto las mujeres bonitas, lejos de caer en los osarios del olvido, dejan en las
generaciones contemporáneas un perfume agradable que se transmite a las
herederas, y es el agradecimiento de muchos ojos que se complacieron en su
contemplación. Antes que por otros detalles diferenciadores, la historia califica
a las mujeres por su aspecto físico. Sabemos así que eran bonitas Helena, Friné,
Aspasia, Cleopatra, Beatrice d’Este, La Fornarina, Ninon de Lenclos y madame
Récamier. El tiempo de nuestra infancia se prodigó en bellezas femeninas algo
más aparatosas que las de ahora; los cuerpos bien alimentados y con tendencias
a la inflación prestigiaban los vestidos que traían de Paris las hormigas de la
moda con nombres tan evocadores como Georgette; nosotros admirábamos las
bellezas de entonces, con fanatismo respetuoso, y corríamos para verlas pasar
con sus esponjadas y frufrutantes campanas de rasos y de encajes. Vestido que
no sonaba no valía. No pronunciamos sus nombres para no envejecerlas,
aunque los retenemos, y es raro, por lo mismo, que ningún historiador haya
dicho la palabra bella o siquiera bonita en tratándose de tan principal mujer
como la Quintrala. Las mujeres feas son más hacendosas que las bonitas, y eso
si distinguió a la Quintrala: el espíritu adquisitivo, administrador y severo. Las
mujeres feas cuidan su hacienda, que es su fuerza. Las bonitas agradecen que
uno alabe lo que menos tienen: orden y poder creador, el carácter de las bonitas
es apacible o contento: las feas suelen agriarse. De los Estados Unidos trajeron
la noticia de un sistema novísimo para regenerar a cierta clase de malvados
incorregibles y con defectos físicos humillantes. El sistema consiste en hacer con
ellos experimentos de cirugía facial para embellecerles. Parecido es el sistema
de "componer" las caras de las locas en los manicomios mediante cuidadosos
maquillajes, y en seguida ponerlas de manera sorpresiva frente a buenos
espejos. La inquietud vengativa y la estrictez casera de la Quintrala no son
propias de las bonitas; se torturaba demasiado, y por lo mismo ardía en
45
inquietudes matadoras. Es entretenida como un incendio. Sus llamaradas
alegraron la crueldad callada de la Conquista. En cierta ocasión afirmé lo
mismo que estoy diciendo: era fea. Las personas mal informadas, que siempre
están al acecho, replicaron: "Era preciosa: los hombres se morían por ella".
Quiero que un estudioso, con la historia en las manos, me pruebe una sola
ocasión en que a la Quintrala no le haya ocurrido todo lo contrario, esto es, ir
tras de los hombres que no la querían a ella, sino A otras. El drama finca en eso
precisamente: en la persecución por ella de hombres jóvenes y blancos,
gobernadores, hijos de gobernadores o capitanes. Era chilena de cuatro
generaciones, con un tronco maternal indio, y por eso buscó desesperadamente
la manera de perpetuar la parte blanca de su sangre. Finalmente fondeó en un
hombre viejo, apocado y con hijos naturales. Matrimonio de raison, de intereses.
Campofrío fue un justificativo de su nombre.
Pequeña y tal vez gruesa. ¿Por que razones? El apeadero en la puerta y el
piso de plata para encaramarse en el caballo. La sangre india trae piernas cortas
y rollizas. ¡Perdóname, oh Quintrala de los dibujantes y de los poetas, vestida
como en los cuentos de Calleja, con terciopelos, plumas y escarpines de seda, yo
te veo en cama, en el rancho abierto, con ventanas sin vidrios y puertas de
cueros velludos, con una caña larga en la mano para espantar las gallinas! No
eras bonita ni elegante, pero valiente, altiva, sufrida y dura como piedra
fundamental de nuestra sociedad. En ti se batieron todos los gérmenes mejores
de todas las mujeres chilenas; no fuiste caso aislado, sino parte inicial de la
serie, o producción a la douzaine del stock femenino nacional. Fuiste la mujer
superior entre hombres debilitados por las guerras y el mestizaje. No te
merecieron, y tan física era en fin de cuentas tu belleza como la otra.
46
ORIGEN DE LA PALABRA QUINTRALA
Junio, 1948
47
convirtió en Talca. De otra parte, diversos idiomas indígenas americanos
influyeron en nuestro territorio. Antes de la llegada de los conquistadores
españoles, Chile habia sido conquistado hasta el Maule por los emperadores
peruanos. Como vemos, ya estamos medio internados en el entretenido
laberinto. Los encomenderos hacían poco caso de pragmáticas y leyes de Indias,
las que eran percudidas en el trayecto y burladas en la arribada. Vivian como
reyezuelos y se amaizaban, o americanizaban.
En Cuba dicen aplatanarse por la persona foránea que se deja embrujar por
las costumbres de la vida. En Brasil, en Colombia y las regiones amazónicas
hablan del embrujo llamado amaniguamiento. Se trata de la querencia por la
manigua o selva, no obstante sus peligros y asechanzas. La familia Lisperguer
me hace el efecto de haber sido embrujada por la tierra, en La Ligua. Primero
embrujados; después brujos. Vivian, vestían y pensaban como caciques y
cacicas. Por lo mismo, Catalina 1Ievó con orgullo su nombre de la tierra.
Quintrala, Catrala o Catralca, según mis intuiciones, deducciones y lecturas,
significa una personalidad prodigiosa, agresiva y vigilante, que suele producir
estruendo, algo reunido entre vigía, mujer de fuego, persona que conduce
armas terribles y que puede producir mortíferos fogonazos. Kin, quim o quin,
da fuerza a la palabra Tralca, o trala, Kim, que conoce, que domina o maneja.
Kinmapu quiere decir tierra que resuena. Así como en los idiomas antiguos la
idea de fuerza y de violencia condensaba en bla, bal o bel, así en lenguaje de
indios chilenos la fuerza, la violencia, el trueno y el estallido de las armas de
fuego condensaba en la voz Ka, y más acentuada en tralka, o tralca. Talcahuano
proviene de Tralkaweño, trueno de Dios. Tralka significa asimismo arma de
fuego. Es como el burdulka de los vascos.
Según Zozaya, la expresión bal, bel, bala y palo tiene el mismo origen
bélico. En el lenguaje araucano, el estruendo, requiere el aumentativo ca o ka.
Al cazador de pájaros le llaman tralcatufe. De todo lo cual se infiere lo antes
expresado: Quintrala, Catrala y Kimtralka, como quieran escribirlo, se traduce
en mujer cazadora, mujer armada, o mujer temible, capaz de producir
descargas. En suma, la mujer de fuego, la justiciera, la vigía, la que no se deja
calumniar ni robar impunemente. Algo muy curioso en la Quintrala parece
haber sido su espíritu evasivo de las reglas y las normas sociales santiaguinas.
No le agradaba meterse por los caminos trillados.
48
EL COIPO
Abril, 1956
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Respecto de las ubres dice: "Dorsales son las tetas de la hembra, cuatro o
cinco por cada lado del espinazo e impares con frecuencia. Otra rareza
anatómica es la de tener el intestino grueso tres veces mayor que el delgado".
Las pieles y los sombreros finos de "castor del Canadá" que nos venden las
tiendas del "centro" son, en realidad, de coipo. El vello del coipo se llama "fino
fieltro importado" en las sombrererías. La cacería inmisericorde aniquila
rápidamente al coipo.
"La carne es comestible. Menos sabrosa que la de conejos y liebres. Seca y
fibrosa, guarda un olorcillo a cieno".
La dama coipa es tan amante del marido que daría lecciones a las humanas.
Se vio en la ciénaga de Purén una coipa dejándose morir de dolor en el mismo
sitio en que el cazador le habia matado al esposo.
La vieja polémica del Nuevo Mundo es el título de una obra, cuyo autor,
Antonello Gerbi, reunió resúmenes de las teorías denigrantes para América.
Según esta teoría, planteada en primer lugar por Hegel, en Alemania, y por
Buffon, en Francia, América es un continente inmaturo, impotente y
genéricamente inferior al Viejo Mundo. Según dicha Leyenda Negra, las
especies animales de América meridional son pequeñas, degeneradas y
cobardes. Solamente Chile escapó, en parte, a la teoría demoledora de la
degeneración de los europeos y de todos los productos del Viejo Mundo en el
suelo inmaturo, "sin orden ni simetría", de América.
El padre Molina, o abate que decimos, defendió la fauna chilena, a veces
con errores o mitos excusables en su fervor patriótico y en su destierro de Chile
en plena juventud. Salió con veintisiete años y vivió ochenta y nueve (1740-
1823). A los sabios que pregonaban la pequeñez y la mutilación natural de los
animales americanos opuso Molina la existencia de una enorme bestia como el
hipopótamo en los ríos y en los lagos de Arauco. Un hipopótamo con pies
palmiformes "como las focas", y con una piel cubierta por un pelaje muy suave
y muy blanco.
Posiblemente se trata de un mito ponderativo basado en el coipo. Un
monstruo mixto de coipo, de piguchén, de pincoya y de trauco. La palabra
coipu deriva del mapuche co, agua, e ipún, barrer, imagen que representa la
natación del animal (Housse). Las palabras indias coipa, coipulabquén, coipin,
coipomó y coipué están relacionadas con coipu o copo.
En el Libro de las viejas polémicas, con más de trescientas páginas, aparecen
citas de los sabios chilenos que acudieron en defensa de los americanos, entre
otros, don Miguel Luis Amunátegui y don Manuel de Salas. La tesis de la
debilidad fue rechazada. Contra las versiones hegelianas y buffonianas de la
naturaleza de América, sostuvieron la de la esplendidez de Chile, país el más
adecuado para la humana felicidad, capaz de todas las aclimataciones de
animales de Europa, donde no se conocen fieras, insectos ni animales
venenosos.
50
EL MITO DE MANUEL RODRIGUES Y LA
BATALLA DE MAIPO
Abril, 1955
51
entre los más modernos Encina, Blanchard Chessi, Díaz Meza y abundante
crónica con la última de Manuel Gandarillas, ilustrada y con citas de Antonio
Bizama Cuevas. El gran poeta y colega Gandarillas ha recordado el uso del
aguardiente en la batalla de Maipo. El documento del aguardiente apareció
antes en un Zig-Zag de 1906 ó 1907. El uso del alcohol u otros excitantes en las
batallas ha sido universal. En Venezuela el guarapo ayudó a la independencia.
En WaterIoo, al final, Blücher hedía como un odre de alcohol. El general francés
Marchand, héroe de Fachoda, al escultor que le hacia el busto, dijo: "A quien
debieran levantar un monumento es al general Pinard. En argot pinard es vino.
El ataque nocturno de Cancha Rayada, que dispersó las tropas de San
Martin y dejó herido a O’Higgins, se debió en parte a la fiesta que celebraban, o
santo de San Martin.
El San José estuvo a punto de terminar con el ejercito patriota si no hubiera
sido por el general Las Heras. El argentino prefiere el mate al aguardiente. El
militar Cruz se asombró al ver dispersos y derrotados esa noche a los mismos
soldados vencedores en Chacabuco y denodados asaltantes en Talcahuano.
¿Hay un misterio de psicología en el asunto? Según Mitre, los negros de Cuyo
fueron los mejores soldados en Cancha Rayada.
Después del desastre nocturno, la situación en Santiago era aterradora.
Creyeron que se repetiría el caso de Rancagua. Las Heras salvó la situación.
Dejemos al lado lo simbólico y monumental para imaginar como llegaría a
Santiago el general Las Heras, bragado y de mirada terrible. Chamuscado y
patilludo, insomne, casi en cueros. Sable en mano daba órdenes como truenos y
amenazaba de muerte a los desertores. La deserción era otro enemigo, tan
terrible como los Burgos y Talaveras. Las Heras estaba cocinándose un charqui
frito, cerca del mate, en el momento de la sorpresa. ¡Ahijuna! Con feroz energía,
el hombre de las cejas como cerdas montó y se hizo obedecer en las sombras de
la noche triste chilena. No aflojó. Libró a tres mil quinientos hombres, base de la
libertad. De un galope llego a Santiago y acampó en La Pampa, lo que ahora es
el Matadero. En llegando quedó esperando órdenes. Llegó San Martin y le dio
diez pesos para que comprara un uniforme. La ciudad de Santiago habia
pasado una noche de pesadilla. Saqueos, tiros perdidos, gritos de auxilio,
estertores de agonizantes. ¡Misericordia! ¡Misericordia! Zapiola contó que los
batallones de milicianos, formados de prisa, no sirvieron. Unos huían de noche
a remoler. Otros huían a engrosar el ejército... de Osorio. La población, en un
noventa por ciento, no sentía la guerra. El pánico de Santiago ha quedado
descrito por testigos como Pérez Rosales y Zapiola. No hubo mulas ni caballos
suficientes para los que huían a Mendoza. Los partidarios del rey se quitaban
las caretas y los ladrones se dedicaban de preferencia a asaltar las casas de los
patriotas. Los monarquistas esperaban los resultados como en la copla de La
Mascotta: "En la batalla estar detrás mientras pelean los demás, y en la victoria
estar al frente... ¡Es conveniente!" Hubo indiferentes de gran calidad, como don
Diego Portales. Zapiola le llamó "Machiavello de chingana".
Zapiola era por su origen un poco resentido. Nos dio detalles que otros
escritores de su tiempo escondieron con el pretexto del patriotismo. Zapiola era
hijo natural de don Bonifacio Zapiola Lezica, argentino, y de una criada, o
"allegada", de la casa de doña Pastoriza Zapata, llamada Carmen Cortés. Don
Bonifacio Zapiola se fue a su tierra, dejándole abandonado de cortos años. Don
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Bonifacio Zapiola era hermano del general. El libro de Zapiola Recuerdos de
treinta años es el documento más franco y libre de su tiempo.
Pérez Rosales dice: Espantaba ver el gentío, de a pie y a caballo, que se lo
llevaba todo por delante, en el camino de los Andes. La familia de Pérez Rosales
pagó catorce mil pesos por unas mulas. Su madre estuvo a punto de morir
despedazada en la cordillera.
Manuel Rodríguez, un mito nacional, según Encina y según toda persona
franca que conozca la historia, deseaba la derrota del ejército de San Martin y de
O’Higgins para quedar, con Carrera, dueño de una pequeña tropa, sin valor
militar, pero que se imponía a la primitiva imaginación popular. Los soldados
de Rodríguez usaban una divisa espantable, compuesta de una calavera de
trapo blanco en fondo negro, como la que usan nuestros niños piratas de
primavera. Eran como coro de zarzuela con uniformes de Húsares de la Muerte.
Un cuco. En todo, quinientos de caballería. Estos salvadores de la patria tenían
más ganas de molestar a O’Higgins que de combatir a los españoles. Los
oficiales eran en su totalidad carrerinos.
Conozcámonos. En estas condiciones, con O’Higgins herido gravemente y
Rodríguez en sus espaldas, preparaba San Martin la batalla decisiva. La noche
anterior, dice Encina, "llegaba hasta los escasos transeúntes el murmullo de las
plegarias que desde los hogares subían al cielo, rogando por el hermano, el
marido, el padre o el novio que estaban en el campo de batalla".
Amaneció el día milagroso: 5 de abril de 1818. Copia feliz del Edén. Cielo
limpio, cantos de diucas, olor a frutas y flores.
San Martin tenía dos amigos seguros en Chile, a los que nunca olvidó: el
huaso Estay y O’Higgins. Era O’Higgins el más capaz de reconocer jerarquías,
de obedecer y de organizar, virtudes que a veces parecen ser ajenas a nuestra
raza. Esta capacidad de obediencia y de organización fue obstaculizada por
personas que tuvieron un concepto silvestre personal del patriotismo: los
carrerinos. Manuel Rodríguez era el cónsul general o representante del
carrerismo en Chile, el año 1818, en ausencia de los ídolos. San Martin era para
los carrerinos un patán cuyano, y O’Higgins un guacho bruto.
Veamos la conducta de Rodríguez. Dice Zapiola: "El regimiento de
Rodríguez no concurrió a la batalla. Esperaba la llegada de Juan José y Luis
Carrera, cuya libertad creía inminente. En todo caso, contaba con don José
Miguel. El regimiento de húsares sería la base de una revolución contra aquel
orden de cosas".
De Encina: "A Manuel Rodríguez lo único que le interesaba era que el
nuevo desastre de San Martin, que creía indudable, lo encontrara en el poder".
"Era incapaz de organizar nada. Armó al pueblo para dejar vacíos los
almacenes, de manera que San Martin no pudiera rearmar a sus soldados".
"Después de eliminar a San Martin y O’Higgins, barrerían de Chile a los
españoles, si antes no huían aterrados con las proclamas que don José Miguel
sabia lanzar". "La intensidad del odio anulaba todo ideal". "Ellos se retirarían a
Coquimbo con caudales y con todo lo que pudieran acarrear". "El Ministro del
Interior Miguel Zañartu comprendió, después de Cancha Rayada, que el peligro
no estaba en el desastre mismo, sino en Manuel Rodríguez". "Los realistas y los
carrerinos contaban con la derrota de San Martin".
La victoria llegó, gracias a San Martin, a Las Heras y a O’Higgins, en gran
parte. O’Higgins levantó a un muerto. El resto lo hicieron el roto chileno y los
53
argentinos. Al finalizar el año 1817, el ejército constaba de dos mil setecientos
argentinos y seis mil quinientos catorce chilenos. La formación de este ejército,
dice Encina, da a San Martin títulos para ser considerado el primer general y el
máximo libertador de América. Sin sombra para Bolívar, el genio.
Datos son éstos más útiles, en 5 de abril, que los discursos, los cañonazos y
las charangas. Es una manera de espejo de ayer para mirarnos la cara de hoy. Si
ha crecido Manuel Rodríguez en el corazón popular es a causa de un apego
entrañable a la oposición y a lo que llamamos bochinche. Ya dijo Miranda:
Bochinche, bochinche, no saben más que bochinche. Ultimas palabras antes de la
prisión. Bochinchero típico, enemigo del orden jerárquico, fue Urriola, y hay
calle Urriola en todo pueblo chileno. Mi padre decía que entre la maldad y la
virtud no hay términos medios. "Son como el permanganato y el chocolate".
Las mentiras, o mitos, traen familia y aumentan sin cesar. Nuestro buen
pueblo ha engordado la gloria de Manuel Rodríguez. En ello influye la
emotividad de la muerte. Muerte violenta. Asesinato y animita. El eterno
revolucionario es endiosado. Se dijo que San Martin habia huido a Buenos
Aires, que O’Higgins estaba en cama y que Rodríguez a la cabeza del pueblo,
habia derrotado a Osorio en Maipo. Lo creyeron así durante algunos años.
"Corrió en textos de enseñanza".
De mi parte digo: soy apolítico. Nunca voté desde 1920. No odio bastante a
una persona como para desearle que vaya a La Moneda a servir de pararrayos
de pasiones como la vanidad, la envidia y la codicia. Es imposible contentar a
mi tierra desde el Poder.
San Martin escribió a un amigo de Buenos Aires lo siguiente, desde
Santiago: "Me hago violencia en habitar este país: en medio de su belleza, todo
me repugna en él; los hombres, en especial, son de un carácter que no confronta
con mis principios, y me producen un disgusto continuado que corroe mi triste
existencia". "Dos meses de tranquilidad en el virtuoso pueblo de Mendoza me
volverían la vida".
San Martin quiso ser amigo de Manuel Rodríguez. Este lo sabía y recurría a
él en los momentos difíciles. Los enemigos de San Martin inventaron la fábula
de su intervención en el asesinato de Til-Til. Navarro, el matador, urgido para
que declarara contra O’Higgins, confesó que habia recibido la orden del coronel
Alvarado y de Monteagudo. San Martin se esforzó sin cesar para atraer a
Manuel Rodríguez. Tenía simpatías por el eterno guerrillero.
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MITOS DE SAN BRUNO, DE MARCO DEL PONT
Y DE LOS TALAVERA
Octubre, 1952
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A esta ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera, peines, cepillos,
jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito. Le
compararon con la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco cuesta
desfigurar a las personas. A José Bonaparte, el más inteligente de los hermanos
de Napoleón, le pusieron en Madrid, cuando era rey, el sobrenombre de Tuerto
Pepe Botellas. Dice Larra: "Tenía dos hermosos ojos y no bebía". Así hacen las
reputaciones. Santiago en habladurías y sobrenombres sube tan alto como Lima
y cualquier otra ciudad chismosa de América. La historia sufre de un cáncer
que se llama hipocresía. Algunos historiadores mienten para forjar patriotismo;
otros para halagar la vanidad de ciertas clases sociales o partidos políticos.
Bolívar confesó a De Lacroix que inventó el acto heroico de Ricaurte "para
entusiasmar a los soldados". Con Marcó del Pont ha ocurrido en Chile lo
contrario: de un verdadero héroe como fue el teniente coronel del Batallón
Ligero de Voluntarios de Tarragona don Francisco Casimiro Marcó del Pont,
hicimos aquí un invunche histórico. Al que se cubrió de gloria en el sitio de
Zaragoza le cubrimos de lodo en Santiago. La acción de Marcó del Pont en
Zaragoza le valió ser ascendido a coronel en el campo de batalla. Consistió esta
acción en haber roto el cerco francés y penetrado en la ciudad con cincuenta de
los cien soldados que llevara, la mayor parte heridos, como el mismo. Más
tarde, en el segundo sitio, año 1809, combatió al frente de los granaderos con tal
denuedo que la Junta Central decretó su ascenso a mariscal y más tarde le
encomendó la Comandancia General de Armas de Aragón, que desempeñó de
1810 a 1811. (Datos de Antonio de Lezama). Este heroico y noble militar cayó
prisionero de San Martin en 1817. Finalmente fue llevado a Luján, donde le
confinaron en malas condiciones y donde murió de pena.
Vamos ahora al regimiento de los Talaveras. Este regimiento, de más de
quinientos hombres, llegó a Chile el año 1814. Oigamos a Zapiola: "Se ha
hablado del odio que el pueblo de Santiago tuvo a los Talaveras. Quizá se
confunde el odio con el miedo. Según el señor Amunátegui, cuando después de
Rancagua entró en Santiago el ejército español, o realista, no habia en las
puertas de calles menos de seis mil banderas españolas. Al pasaje de cada
batallón desparramaban de los balcones flores de grandes azafates y algunos
personajes arrojaban puñados de dinero, que los soldados en marcha no se
detenían para recoger". A la entrada de los vencedores de Chacabuco, que fue
por la Cañadilla y calle Puente, no recordamos haber visto banderas, ni sombra
de flores y menos dinero (Zapiola). El regimiento Talaveras era el más elegante
y más disciplinado que viera Santiago. Estaba compuesto de soldados
escogidos, y no de presidiarios o libertos. Trajo una banda de clarines y de
pitos. Los clarines no habían llegado antes a Chile. "El batallón de Talaveras no
tenía música, pero si una banda de tambores y pífanos que alternaba con otra
de cornetas perfectamente tocadas". El que dice esto era entendido: el músico y
escritor Zapiola. Los Talaveras trajeron, además, la cachucha. Fue el baile de
moda. Imaginemos lo que seria la irrupción de quinientos o más jóvenes
españoles en una ciudad como el Santiago de entonces. Aquí se repite siempre
el tema de la antigua zarzuela Los Molinos de Viento. Chiquillas o mujeres de
gran belleza y de temperamento expansivo se marchitan entre hombres no muy
hermosos y bastante apáticos. Parece que la mujer esperara que vinieran a
fecundarla desde el aire en una especie de vuelo nupcial. A ella no le importa
mucho la nacionalidad del conquistador. En Buenas Aires las niñas de las
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mejores familias salieron del brazo con los ingleses de la invasión. El peso
acentuó su valor. En Santiago centenares de niñas se entusiasmaron con los
Talaveras, como algunos años mas tarde con los marinos españoles prisioneros
o desertores de la María Isabel y de la Covadonga. El abuelo del poeta Préndez
Saldías fue un marino del Santa Isabel qua se escapó a nado y llegó a la playa
im puris esto es, pilucho, o en pelotas.
Sigo con Zapiola, cuya obra, no sé por qué causas, carece de la importancia
que debieran darle. Los Talaveras alojaron en la Plaza, en el palacio de los
presidentes, el Correo de hoy. Tocaba su banda en un tabladillo que se
construyó en la misma Plaza, frente a la cárcel, la Intendencia de hoy. "Este
batallón se hacia admirar por el lujo de su uniforme, muy variado, por la gracia,
la soltura y uniformidad de su marcha, y por la cadencia de los fusiles". Tenían
el privilegio de salir a la calle con la bayoneta al costado. "A esto hay que
agregar una circunstancia que vale mucho: la buena figura, nada común, por no
decir rara". "Esta superioridad la reconocía el público que daba hasta los
soldados rasos el tratamiento de don". Da un poco de vergüenza escribir estas
cosas. Tal vez por eso no goza Zapiola de la popularidad de un Pérez Rosales.
El caso es que los oficiales y los individuos de tropa gozaron de hospitalidad
Eran admitidos en casas aristocráticas, y mas de un sargento ingreso en ellas El
sargento Antonio García Aro casó con doña Tadea Reyes Saravia. Otros
permanecieron casados en Chile. En la batalla de Chacabuco el ejército español
tuvo pan caliente, de primera El ejercito patriota, ni frío ni caliente. Al día
siguiente de Chacabuco vio Zapiola, en la calle Santo Domingo, a un soldado
del Talaveras vestido de limpio, con el fusil al hombro. La gente le veía pasar.
Algunos gritaron ¡Que le quiten el fusil! Nadie se le acercó. El fundador de la
Bolsa de Valparaíso fue un señor Arcos, ex soldado español de Chacabuco ¿Qué
tal?
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EL SOLDADO BAJO EL CABALLO DE O’HIGGINS
Octubre, 1952
EN agosto 6 de 1945 recibí una carta de don Rafael de Larrea C., carnet
08139. Esta carta contenía una idea personal respecto de la batalla de Rancagua,
la que no publiqué ni comenté entonces por no estar enterado del asunto.
Después de haber estudiado el caso en Pérez Rosales y en Encina, creo que el
señor Larrea, profundo conocedor de nuestra historia, tiene razón, por lo menos
en parte. Lo que no me parece muy claro en dicha carta es la identificación del
soldado que se supone muerto bajo el caballo de O’Higgins.
Los hechos de 1814 se han alejado y se dibujaron en las imaginaciones
populares con tales caracteres de maravilla, que el solo intento de glosarlos con
imaginación cansada o escéptica me parece escandaloso. Sin embargo, el
público moderno se habituó al detalle exacto y cínico, de tal manera que o dice
la verdad uno o la dirá otro, y así me digo: será mejor empezar. Voy a publicar
la carta, que tuve guardada, y antes le haré un preludio:
Pensemos cómo sería Santiago en octubre de 1814. Los militares luchan por
el Poder. Muy importante; es la época de Napoleón, del Rojo y negro, de
Stendhal; de César o Nada. Dos bandos políticos o dos clanes sociales se
disputan el mando. Don José Miguel Carrera, Adonis y militar, descendiente de
familia opulenta, en cuyas haciendas no se respetaron autoridades reales,
quiere para si esa torta. Su lema parece ser: o yo o nadie. Su odio a O’Higgins
está impregnado en el desprecio del legitimo señorito por el hijo natural de un
expatriado. Cuando se trata del hijo del irlandés ve rojo. Es su atajacaminos.
Carrera se habia adueñado del poder mediante un cuartelazo cuando llegó el
general Osorio con sus soldados peninsulares para recobrar el país para la
corona de Castilla. Llegaba este general a Talcahuano con un regimiento
español disciplinado, que miraba en menos al aporte considerable de chilenos y
unos pocos peruanos que lo completaban. Osorio intimó rendición a los
chilenos independientes, que él llamaba "insurgentes". En caso contrario, no
dejaría piedra sobre piedra. Con dicho enemigo a la vista los generales chilenos,
incapaces no solamente de organizar sino de mandar con la suficiente
autoridad, tardaron en llegar a un acuerdo. Los soldados patriotas,
desorientados, improvisados, carecían de disciplina. Esta es otra palabra que es
preciso agrandar y subrayar: Disciplina. El general Carrera, victorioso en el
último cuartelazo, pretendió atajar el avance de Osorio mediante un oficio que
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dirigió a1 general español en el que protestó de su adhesión a Fernando VII, el
rey. Al mismo tiempo, le amenazó con destruir sus fuerzas, si después de
recibir dicho oficio no se reembarcaba. Osorio no respondió y continuó su
avance sobre la capital. Así llegó la batalla de Rancagua. De Encina: "Mientras
Carrera ponía precio a la cabeza de Osorio y quemaba en efigie a Abascal, el
ejercito español se dirigía a Santiago, en medio del júbilo de la casi totalidad de la
población". "El ambiente realista que dominaba de un extremo a otro, se tornó
incontrarrestable desde la segunda dictadura de Carrera". Más tarde diría
O’Higgins: "Desde el momento que se hizo indispensable mi unión con Carrera
lloré la ruina y desolación del Estado chileno. El odio universal del ejército y del
país a las corrompidas costumbres de los Carrera, la memoria de la ruina a que
habían reducido a Chile, intencionalmente, dispersando al ejercito e inutilizando el
armamento, me hicieron entrever el resultado que hoy experimentamos".
A esa misma Plaza que vemos hoy, por cuyo pavimento cruzan fantasmas
de cuatro siglos, llegaron a matacaballos los expresos del desastre. Nadie había
dormido bien esa noche, cruzada de gritos y rumores. Era la madrugada del 2
de octubre de 1814. La Patria Vieja habia muerto. "Todo habia quedado en
esqueleto después del último cuartelazo de Carrera". Solamente los partidarios
del régimen Colonial demostraron su júbilo. Aparecieron banderas y arcos
triunfales. ¿Llegó O’Higgins a la capital en caballo brioso, con el uniforme de
parada? Nadie lo sabe. Según Pérez Rosales, O’Higgins dijo a su madre con
furia: "¡Carrera tiene la culpa de cuanto pasa!"
El hecho es que la patria libre, nacida el 18 de septiembre de 1810, quedó
herida de muerte el 2 de octubre de 1814. La ambición de obtener el poder por
un solo hombre la mató. Hay admiradores de Carrera y habrá siempre. Yo lo fui
a los veinte y a los treinta.
No soy historiador y estas notas van sin pretensiones, simplemente para
hacer una atmósfera del tiempo a la carta del señor Larrea, que pongo a
continuación:
"Señor Edwards:
"Todos conocemos el monumento de la Alameda de las Delicias en que un
artista ponderó en bronce la hazaña de O’Higgins. Bajo el caballo de dicho
héroe hay un soldado vencido, al que la tradición llama español, a manera de
símbolo de la victoria precursora de la Independencia. Sin embargo, la estricta
verdad histórica me dice que dicho soldado era tan chileno como el mismo don
Bernardo. Van las pruebas:
"A los casi tres años de proclamada la Junta de Gobierno de 1810, el Virrey
del Perú envió a Chile al brigadier don Antonio Pareja. Con oficiales y 40
soldados que le acompañaban, debía organizar las fuerzas necesarias para
derrotar a los que se designaba con el nombre de "insurgentes".
"El 18 de enero de 1813 desembarcaba en San Carlos de Ancud el brigadier,
y comenzaba de inmediato la tarea que se le encomendara. Juntó a sus exiguas
fuerzas las que en Chile se habían mantenido fieles al Virrey, como ser el
batallón Chiloé y el Valdivia, unos 2.500 hombres, e inició su campaña para
derribar a1 Gobierno patriota, ahora encabezado por don José Miguel Carrera.
"Ese ejército —dice el libro Fuerzas Armadas de Chile, página 177—, que iba a
emprender a sangre y fuego la reconquista de Chile, se componía de chilenos y
de éstos, la mayor parte chilotes".
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"Después de algunas alternativas en la lucha militar, a la muerte de Pareja,
en mayo de 1813, se hizo cargo de la Jefatura Realista el coronel don Juan
Francisco Sánchez.
"Don Diego Barros Arana, en la página 128 del tomo 9 de su monumental
obra "Historia de Chile", se refiere en estos términos a1 ejército de Sánchez: "Era
compuesto casi exclusivamente de chilenos, de manera que en él no pasaban de
seis los españoles europeos".
"En otra nota pone: "El ejército realista era compuesto de soldados chilenos,
nativos de las provincias de Chiloé, Valdivia y Concepción. Entre sus jefes y
oficiales, según recordamos, no habia más españoles europeos que el
Comandante en Jefe Sánchez, el Comandante Berganza, el Comandante de
voluntarios Castro Ballesteros y los dos voluntarios Elorreaga y Quintanilla.
Estos cinco vivían en Chile desde largos años, los tres últimos desde la niñez.
Sólo en agosto de 1814 llegó a Chile con el coronel Osorio un batallón del
Regimiento de Talaveras, cuyos oficiales y soldados eran todos españoles.
Mientras tanto, en el ejercito patriota servían no pocos españoles de nacimiento,
entre los cuales recordamos los siguientes: el comandante de Milicias don José
de Samaniego, el sargento mayor don Carlos Spano, el capitán de artillería don
Hipólito Oller, el capitán de asamblea don Raimundo Sessé (ayudante de
Carrera) y el subteniente don Francisco Javier Molina, famoso guerrillero".
"Como dice Barros Arana, en las líneas transcritas, a raíz del llamado Pacto
de Lircay, convenido entre Gabino Gainza, sucesor del coronel Sánchez en la
jefatura realista, y don Bernardo O’Higgins, sucesor de Carrera en la patriota,
pacto que no fuera aceptado por el Virrey Abascal, éste envió a Chile como
nuevo General en Jefe a don Mariano Osorio, que traía como refuerzo un
batallón de Talaveras, de 550 (quinientos cincuenta) hombres, comandados por
don Rafael Maroto. Estas eran las primeras tropas españolas que llegaban a
Chile desde hacia muchos años.
"Osorio juntó a sus 550 españoles, unos cinco mil soldados chilenos y
emprendió con ellos, desde Chillán, la reconquista de Chile.
"El 1° y 2 de octubre de ese mismo año de 1814 puso sitio a Rancagua, en
donde se habia encerrado O’Higgins con una parte de las fuerzas patriotas.
Estas ocupaban la Plaza de Armas de esa ciudad y toda la primera cuadra de
cada una de las 4 calles de acceso, y habían construido las trincheras y
parapetos en las respectivas cuatro primeras bocacalles. Las tropas de Osorio
rodearon entonces completamente el reducto patriota por sus cuatro costados.
Su dispositivo de ataque, detallado en la página 563 del tomo 9 de la obra de
Barros Arana y en la página 244 de la "Historia Militar de Chile" del general
Téllez, era el siguiente:
"Por la calle de San Francisco o del SUR, atacaba el batallón de los 550
talaveras (única fuerza española de su ejército, como sabemos); dos compañías
del Real de Lima (200 soldados peruanos) y 150 Húsares (chilenos) de la
Concordia.
"Por la calle del Oriente, los dos batallones de Chiloé, o sea 1.050 soldados
chilenos a las órdenes del coronel chileno Manuel Montoya.
"Por la calle del Poniente, los batallones de Concepción y Castro, o sea,
1.500 soldados chilenos, a las órdenes del coronel Rodríguez Ballesteros. Por el
Norte, los batallones de Chillán (600 hombres) y Valdivia (502 hombres),
formados exclusivamente por chilenos, tanto en la clase de tropas, suboficiales y
60
oficiales, como sus respectivos jefes, don Clemente Lantaño y don Juan
Nepomuceno Carvallo".
"Cuando la defensa se hizo imposible, O’Higgins ordenó preparar la salida
que lo inmortalizara. Se formó una columna de 500 hombres, todos montados, a
cuya vanguardia se colocó el guerrillero patriota (español de nacimiento) don
Francisco Javier Molina, "soldado rudo que habia defendido con vigor la
trinchera Oriente".
"Arremetieron los patriotas por el costado NORTE, o sea, buscaron el punto
más cercano al camino de Santiago que debían alcanzar para salvarse. Para
romper el cerco tuvieron que atravesar las líneas de los batallones
exclusivamente chilenos: Chillán y Valdivia, comandados por Lantaño y Car-
vallo.
"O’Higgins no pudo, aunque lo hubiese buscado, encontrar un soldado
español en su camino de retirada. Los talaveras, como sabemos, estaban
precisamente en el costado Sur, o sea, en el lado opuesto.
"De modo que en verdad el realista caído que se ve en las estatuas de la
Alameda de Santiago y en la Plaza de Rancagua era tan chileno como don
Bernardo y como el que escribe estas líneas.
"Estimo que no sería exceso de imaginación determinar su nombre entre las
bajas, que no fueron muchas, sufridas por las fuerzas de Lantaño y Carvallo.
Por muchos hechos sugestivos y coincidentes, supongo que se trataría del joven
don José María Riesco, perteneciente a una familia de veintitantos hermanos,
familia que, según Vicuña Mackenna, del que he obtenido buena parte de los
datos que aquí consigno, dio muchos y excelentes servidores y soldados, tanto
al rey como a la Patria.
"Riesco, amigo de Lantaño, se alistó como soldado voluntario bajo sus
banderas a los 13 años. Resultó herido en Rancagua, y por su entusiasmo y
valor se le debe considerar capaz del acto temerario de tratar de contener a un
adversario montado en brioso animal.
"Después de Chacabuco, en el Perú, y al saber que se organizaba la segunda
expedición de Osorio, se incorporó de los primeros y recibió el nombramiento
de Oficial del Batallón Arequipa. Murió el 8 de febrero de 1819, en la ciudad
argentina de San Luis, en la masacre que de los prisioneros de Maipú organizó
el sanguinario Monteagudo.
"La guerra de la Independencia fue una revolución, o guerra civil. Como
dijo Lastra, en mayo de 1814, se trató de una revolución en que los chilenos
fueron al mismo tiempo los vencedores y los vencidos".
Hasta aquí la carta del señor Rafael de Larrea C., de agosto de 1945.
61
CALAVERA DE DON JOSÉ MIGUEL CARRERA
Diciembre, 1945
"Señor Edwards:
"Por casualidad me impuse días atrás de su interesante articulo titulado
Esqueletos sin calavera acerca del cráneo que se venera en El Paico, y que se dice
ser, por la gente de esa localidad, la calavera de don José Miguel Carrera.
"Hojeando la obra de Vicuña Mackenna El Ostracismo de los Carrera, me
encuentro con una transcripción que hace este historiador de un pliego que
escribió el fiscal Cavero, que actuó en el proceso, agregándolo en seguida al
expediente, y que en parte dice: "Fueron fusilados dichos Carrera y Álvarez,
delante de cuyos cadáveres desfilaron inmediatamente las tropas; y después de
habérseles cortado la cabeza y manos al primero, y solo la cabeza al segundo,
fueron entregados sus cuerpos a la Caridad, quien los condujo a la iglesia de
este título, donde se hallan".
"Más adelante Vicuña Mackenna narra cómo se llevó a efecto la
exhumación de los restos de los Carrera, por la comisión encargada de hacerlo,
y al respecto dice que: "El sepulturero de este cementerio (del de la Caridad),
que era conocido con el nombre de Tomasito, señaló el sitio donde yacían los
restos de Luis y Juan José, y los de don José Miguel se sacaron revueltos con los
de sus compañeros de patíbulo, Álvarez y Monroy, conociéndose los de aquel
por un diente engastado en oro que se habia hecho poner en Estados Unidos".
"Ahora bien. La calavera que se venera en El Paico, y que se dice ser la del
prócer por la gente de ese pueblo, tiene el diente de oro a que hace mención
Vicuña Mackenna, o al menos indicios de que alguno de ellos se le hubiese
cariado y tapado
"La comisión encargada de traer los restos de los Carrera a Santiago afirma
que en los de don José Miguel venia incluida la calavera, a pesar de que el fiscal
Cavero dice que después de ser fusilado le fue cortada la cabeza.
"En suma, yo estimo este asunto como usted, que deben exhumarse los
restos del prócer, a fin de salir de dudas, ya que ellos descansan en la iglesia
metropolitana de esta capital.
Carnet 47948".
Respuesta:
No veo las razones de usted para no firmar esta carta con todas sus letras.
Se trata de un tema de actualidad que ha despertado interés y siempre una
firma da fuerza y autoridad a las ideas u opiniones.
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ANDRES BELLO, DIEGO PORTALES Y ALGUNOS
MITOS DE LA INDEPENDENCIA
Enero, 1961
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La revolución de la Independencia se prestó para dar vuelo a las malas
pasiones. San Bruno, el malo, disparó el último cañón español en la última
batalla. Le dimos una muerte infame.
Claro que la novela de la Independencia, para nuestro uso, perdería
bastante si San Bruno apareciera como bueno y Marcó del Pont como valiente y
con talento. Así no tendría lectores. El mito patriótico necesita esos peleles: San
Bruno, malo, y Marcó del Pont, tonto.
Volvamos los ojos a Venezuela. La pavorosa destrucción de toda clase de
valores, empezando por los del género humano, en que degeneraron las guerras
de la Independencia, nos permiten suponer poderes adivinatorios en aquellos
que como Bello se abstuvieron de actuar con armas cortantes. Los historiadores
venezolanos Baralt y Gil Fortoul recordaron este hecho: los trabajos de la paz
fueron sumergidos y perdidos en la mar de los hechos de armas, de los
crímenes de guerra y revoluciones, con hechos a veces heroicos, a veces
abyectos y estériles. La historia es casi siempre una descripción de batallas.
Batallas y asesinatos.
Bello y Portales, más hijos del sistema Colonial que de los bochinches
revolucionarios, congeniaron en muchos puntos. Bello expresaba con dignidad
y con belleza clásica las ideas que Portales estampaba con palabras terribles. A
veces el Epistolario de Portales produce repugnancia.
La niñez de Bello es diferente de la niñez de los conquistadores. El
patriotismo de Bello era respetuoso, interno y poético, a la vez candoroso, como
el amor a la madre. Es seguro que Bello no creyó en el triunfo de los
revolucionarios. Más tarde, Bolívar reconoció la superioridad de Bello, uno de
sus primeros maestros. Un maestro grave y severo no se hace simpático a un
niño, lo cual no impide que deje honda huella en él. Más simpático fue para
Bolívar el divertido Simón Rodríguez. Este despertó la parte de tunante y de
calavera indispensable que dormitaba en el temperamento combativo del
señorito más rico y consentido de Caracas, como era don Simoncito Bolívar.
Antes que maestro de Bolívar, el gracioso y transformista Simón Rodríguez, o
Robinson, hizo las veces de bufón, de animador y de hincha interesado.
Contribuyó a conformar la parte falsa de la biografía del Libertador, mediante
el vicio sudamericano de la mitomanía, en este caso, ponderativa.
Mitomanía patriotera, ¡he ahí al enemigo de la verdad!
Poco antes de su muerte, Portales era odiado. Le odiaban con el odio al
policía, al contralor y al juez. Le mató todo e1 mundo. Drama de la hipocresía.
Portales habia cometido el crimen de perseguir a los falsificadores, a los
ladrones y a los pillos en general. Osó meter sus narices de sabueso en esa
cueva de Ali Babá, como ha sido invariablemente la Aduana de Valparaíso. ¡No
podía ser! Todos armamos la mano que asesinó a Portales en el Barón.
64
MITO DE LA CASA HISTORICA
Diciembre, 1954
65
La casa de la chacra Tobalaba, que dicen "de la Quintrala", no tiene otra
fuente de información para ostentar dicho origen que la fantasía de los
ocupantes actuales de ella. Ni tienen mayor autoridad un retrato, una camisa,
una bacinica y una silla para montar que muestran como si hubieran sido
quintralianos.
Un caballero de nombre Puelma Silva conserva en su chacra El Retiro, en
Quilpué, "la casa en que se albergó Balmaceda en vísperas de La Placilla".
Según don Roberto Hernández, el presidente Balmaceda no pernoctó en
Quilpué en agosto de 1891. El 22 de agosto Balmaceda habia dicho a don Víctor
Echaurren VaIero, en Santiago:
—Marcho a ponerme al frente de las tropas. Acompáñeme.
Junto con ellos fue un piquete de cien soldados. A las tres treinta se fue a la
Estación Central y tomó el único carro de primera del convoy, que partió
rápidamente. Llegó a Quillota y puso un telegrama que fue interceptado por la
telegrafista, señorita Celinda Arregui, a1 servicio de los opositores. Pernoctó en
la modesta casa del jefe de estación. En la pieza habia una estera, un lavatorio y
una palmatoria de bronce con resorte para sacar el cabo de vela. A las nueve de
la mañana del 23 de agosto partió de Quillota y una hora después llegó a
Quilpué, cuya estación, en desorden indescriptible, era hospital y refugio de
soldados en derrota, la mayoría ebrios. Balmaceda se dirigió al telégrafo y fue
interrumpido por el comandante Moraga, quien anunció la derrota y la llegada
del enemigo al puente de las Cucharas. Los cerros de Quilpué estaban cubiertos
de tropas opositoras. En vez de seguir a Valparaíso el tren retrocedió a
Santiago. A las dos de la tarde llegó a Quillota. El presidente y comitiva
almorzaron en el Hotel Soussa. Ahí se dijo que Del Canto habia tomado
Tobolango. El 23 alojó en la estación de Llay-Llay. El 24 comió un queso de
cabra en Montenegro. El 26 se encontraba en la capital, toda llena de rumores.
(Datos de Hernández y de Bravo Kendrick).
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LA CASA DE BELLO EN CARACAS
Febrero, 1957
67
La división en castas era pavorosa. Entre otros, Vallenilla Lanz recordó:
pardos, quinterones, mestizos, blancos de orilla, curanderos, comerciantes, etc.,
"dispensados por su baxa calidad".
Blancos de orilla son, según el docto Blanco y Azpurúa, "aquellas familias
que habitan las extremidades de la ciudad sin influxo y consecuencia en lo
público y general".
No sé si por haber vivido fuera de Chile y por haberme criado en un medio
ajeno a asuntos de castas, apenas si puedo concebir la fábrica de genealogías
falsas, la compra de títulos de Castilla y la madeja de chismes y de enredos de
que estuvieron llenas las capitales Coloniales de España y Portugal.
En Venezuela dichos enredos alcanzaron temperaturas de rojo blanco.
Miranda, el Precursor, es algo así como deslumbrador milagro incubado en la
hedionda cocina de la vanidad y de la calumnia. En efecto, su asombrosa
carrera se generó en el resentimiento de su padre, acusado de ser mulato y tendero.
Los biógrafos de Miranda, Rodríguez Mendoza, Manuel Gálvez, Wolfram
Dietrich, Picón Salas, Nucete Sardi y Madariaga, no mencionan la verdadera
calle y la casa en que nació el Precursor. Wolfram Dietrich exagera la nobleza
del origen del criollo hasta emparentarle con Pico de la Mirandola. El divorcio
de la verdad y de la fantasía es grande. Miranda nació en humilde cuna, cuando
su padre emigrante de Canarias, "con no muy holgada bolsa, tenía casatienda
de mercería y amasijos de harina". Dicha casatienda estuvo situada en la
Esquina del Hoyo, limite entre las parroquias de Santa Rosalía y San Pablo. Los
biógrafos ponderativos le hacen nacer en la calle de la Divina Aurora, cerca de
la Plaza Principal. Esta última fue adquirida por el padre de Miranda el año
1762, cuando Francisco tenía doce años. El biógrafo Angel Grisanti, sin dejar de
enumerar los títulos de nobleza de la familia de Miranda, con escudos de todas
descripciones, nos permite entrever algo de la realidad escueta en el
interesantísimo ensayo titulado El Precursor Miranda y su familia.
No fiemos en casas históricas, ni en datos ponderativos de antecedentes de
familia de los héroes. La casa de Bolívar, en Caracas, la que conserva el
patriotismo de los venezolanos con veneración, es posiblemente la misma en
que vio la luz el genio. La misma joya, solo que engastada en orfebrerías
preciosas de cariño y orgullo nacionales. El niño Simoncito apenas la
reconocería. Acaso un árbol v él estarían de acuerdo.
Nota: El libro que cité, de Vallenilla Lanz, me fue obsequiado por mi amigo Avelino
Urzúa, "venezolano honorario''.
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O’HIGGINS Y MIRANDA EN LONDRES
Septiembre, 1957
FRANCISCO DE MIRANDA
1750-1816
69
Vivió en ésta casa, entre 1803 y 1810. Nació en Caracas, Venezuela, y fue el
Precursor de la Independencia de las Repúblicas de la América Latina. Fue aquí donde
se encontró en 1810 con el Libertador Simón Bolívar.
La emisora BBC de Londres dijo entonces que por dicha casa habían
desfilado otras celebridades, como Madariaga, O’Higgins, Nariño, Caro, San
Martin, Alvear, Zapiola, Chilabert y otros. Además, don Andrés Bello.
Insisto en que O’Higgins no conoció la casa de Grafton Way, o Grafton
Street. Respecto de don Andrés Bello me parece que no hubiera estado mal su
nombre en la placa.
En 1810 llegó Bello a Londres en calidad de secretario de la comisión
enviada a Inglaterra por la Junta de Caracas, integrada por Bolívar y López
Méndez.
Bolívar, según las Memorias de O’Leary convenció a Miranda de la conveniencia
de acompañarle a Venezuela Bolívar partió antes que él, el 21 de septiembre.
Miranda partió el 1º de octubre.
Antes de partir, Miranda dejó su casa al cuidado de su ama y manceba Sara
Andrews y a la disposición de López Méndez y de Andrés Bello. Dicen que la
biblioteca de Miranda sirvió a Bello para el estudio de los clásicos. Era un
tesoro. Constaba de seis mil volúmenes.
Nunca más vería Miranda sus libros ni sus hijos, ni su casa de Grafton Way
27. Hoy lleva el numero 58. Fue respetada por las bombas de Hitler. Los que
eran terrenos baldíos en tiempos del Precursor se transformaron. Los
arquitectos Adams hicieron la Plaza Fitzroy. St Pancras fue construida en 1819.
Es actualmente un barrio romántico de artistas. En el vivió Bernard Shaw.
70
CHILE EN EL PACIFICO
Agosto, 1952
71
Para los que nos criamos en el siglo pasado, estos hechos desilusionan.
Reconozco que los historiadores, con fines evidentemente loables, inflaron
nuestras hazañas, o los nombres de los hechos guerreros; así la guerra que otros
historiadores foráneos llaman simplemente "del salitre" quedó enfarolada y
multiplicada con el suntuoso nombre de "Guerra del Pacífico". Otro historiador
la nombró "guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana". La batalla
de Tacna quedó ornada con el mote de "batalla del Campo de la Alianza". En
tierras de oradores y de políticos, donde los pueblos toman las palabras por
acciones, la retórica patriotera obtiene un valor peligroso. A la vista del último
censo, que dio a nuestro país cinco millones novecientos mil habitantes, he oído
decir que contamos con ocho millones.
—¿Que razones pudo tener el encargado del censo para adulterar las cifras?
—pregunté al mismo señor.
—Se trata de impedir un aumento de representantes parlamentarios —me
respondió.
Yo no puedo admitir que esto último sea verdadero. Lo indudable es que
oscilamos entre dos males: el verbalismo y la extralimitación. Españoles y
portugueses se achacaban vicios parecidos, y así los españoles decían que éstos
a cien soldados de caballería les llamaban cuatrocientos pes de caballo.
Malas son las extralimitaciones verbales cuando afincan en la realidad del
presupuesto. Creernos todavía potencia universal, cuando apenas somos una
fuerza suramericana, local, es peligroso y propenso a las desilusiones. Cada vez
que escribo de esto, pienso que la crónica podría caer en lectores nuevos; por lo
mismo, repito: El Ejército de Chile es el primero de nuestra América; la Marina,
lo mismo. Pero tenemos oficialidades para un país de cincuenta millones de
habitantes. Si no construimos aquí ni los fusiles, ni los cañones, ni los barcos de
guerra, entonces las fuerzas armadas suramericanas son puramente locales. No
podrían sostener una guerra con potencias industriales europeas, ni con
Norteamérica. Chile encuentra el pretexto de sus armamentos en su pasado
histórico y en los países agresivos que le rodean. Los generales en el gobierno
son caros y peligrosos, por cuanto sueñan con guerras, con cuarteles modernos
y con armamentos. Para los norteamericanos es buen negocio la agresividad
suramericana, a manera de mercado para el excedente inservible de sus
armamentos. No veo remedio para el mal. Lo cierto es que contamos con cien
generales por cada millón de habitantes. En la misma proporción y con una
escuela militar en cada Estado, los norteamericanos podrían contar más de
quince mil generales.
72
HEREDEROS DE PEPE BOTELLAS EN SANTIAGO
Febrero, 1959
73
Robert Lucas Thompson, antepasado de los Thompson de aquí. El resultado de
siempre. Nunca se tuvo conocimiento de los millones de mister Lucas.
El mismo año 1949 salió a rodar otra herencia, parecida a las anteriores. Esta
vez los millones provenían de la firma Lanchands, de Colombo, en la India. El
presunto heredero vagaba en Chonchi cubierto de harapos.
En Valparaíso, en febrero de 1958, un joven alemán, con cigarrería en la
Plaza de Aníbal Pinto, recibió la noticia —¡caray!— de haber heredado ciento
cincuenta mil millones del emigrante alemán Emmerich, tío suyo, fallecido en
Nueva York.
Este cuento de vacaciones no logró retirar a1 joven alemán de la venta de
tabacos. ¡A Dios gracias!
En julio del mismo año los diarios anunciaron la muerte de un peluquero
chileno, Manuel Vásquez Manríquez, en Nueva York. Este peluquero, casado
con la norteamericana Rose Hoch, Avenida Bedford 350, habia muerto bajo las
ruedas de un camión. No se sabe que experto misterioso avaluó la fortuna
dejada por el fígaro chileno en la suma de un millón de dólares. La hermana del
peluquero, la simpática doña Luzmira Vásquez Manríquez, convertida de la
noche a la mañana en celebridad social, fotografiada, interviuvada y radiada,
decidió partir al país de los rascacielos y de los dólares. No tardó en topar con la
realidad triste de los hechos. Su hermano, el peluquero, no habia dejado ni para
el viaje.
Voy a contar la última ficción de herencias fabulosas, deseando que no
termine como las anteriores, por respeto a ilustres próceres de la familia De la
Barra, implicada en la novela. Admiro a don Eduardo y a don Miguel de la
Barra. Don Eduardo, un sabio y un héroe de la lealtad en 1891. La novela, o
historia, es la siguiente. Tomo de la revista Vea:
"José Bonaparte se refugió en los Estados Unidos después de la derrota de
su hermano Napoleón. Organizó negocios en Nueva Jersey avaluados en varios
millones de dólares. Parece que le bajó entonces la inspiración de que sus
herederos serian chilenos, por cuanto cambió su rutilante apellido Bonaparte
por el de Pereira Lira. Tuvo dos hijas: Ángela, a la que desheredó, y Athenais,
que casó con un diplomático chileno, don José Miguel de la Barra, en 17 de julio
de 1834, en la iglesia San Roque, en Paris".
Los documentos publicados en la revista Vea desconciertan, en primer
lugar, porque parecen auténticos, y no frutos de sueños de verano. ¡Dios quiera!
Un detalle: el ex rey José Bonaparte fue llamado Pepe Botellas, o El Tuerto Pepe
Botellas, por la cosmografía del pueblo madrileño. Es sabido que no era tuerto
ni borracho. Don Mariano José de Larra le hizo justicia cuando escribió: "Tenía
dos hermosos ojos y no bebía". Una mujer española cuando don José entraba en
España por Bayona escandalizo al público cuando exclamó: "¡Que guapo es!"
De otra parte ¿como es posible que hasta hoy el gran público no haya
sabido absolutamente nada de la fascinante novela de los descendientes de un
Bonaparte en Santiago? ¿Como es posible creer en el cambio del apellido
Bonaparte con olor a gloria universal por el de Pereira Lira, muy Huérfanos
Street?
74
LOS MILLONES DE MR. THOMPSON
Abril, 1949
Todos los años el otoño. Caída de las hojas y paso del mito por el cielo.
¿Quién hace los mitos? Nadie lo sabe. Nacen, crecen y pasan. Después de
mantenerse en el aire —a veces un mes, a veces menos—, se pierden por los
espacios del olvido. Los mitos se componen de diversas maneras de acaeceres.
Conocemos el mito del duelo a muerte, el mito del Baltimore, el de las barras de
oro de Lo Águila, el de la revolución de Talcahuano, el de Guayacán, el de los
salvadores de bañistas, y el de los quíntuples de Ovalle.
El último es el mito de la herencia. En 1947 los santiaguinos supimos la
historia de la llamada Herencia Bonet. Un señor don Claudio Bonet, catalán,
nacido en Villa de Fontenay, en 1715, fue a pelear como marino y soldado en
Madagascar. La hija del virrey se enamoró de él. Don Claudio se casó y los
naturales de la isla le proclamaron virrey. La fortuna de la princesa isleña era
enorme, y el marino, como buen catalán, organizó con ella el Banco de
Tananarive. Este Banco presto a1 quince y veinte por ciento. En pocos años el
dinero se multiplicó. El señor Bonet, sin hijos, murió dejando una fortuna
enorme, mitad para la reina Ranavalo y mitad para su único pariente, don
Gabriel Bonet. Los descendientes de este dichoso don Gabriel se habían
esparcido por todo el mundo, y una parte se encontraba en Chile, entre
Antofagasta y la Plaza de la Victoria, en Valparaíso.
Esto que cuento, tan absurdo, fue sostenido por ciertos órganos de la
prensa. Para hacer más complicada la novela, se sostenía que el legado de la
fortuna fue hecho a ciento cuarenta años de plazo. Este plazo seria cumplido en
1947, y los herederos de Lérida, Zaragoza, Santo Domingo, Antofagasta,
Santiago y Valparaíso se conglutinaron comercialmente bajo el titulo de
Organización Bonet.
No obstante los peligros que encaran los apagadores de ilusiones, vamos a
copiar el telegrama con que la Embajada de Chile en Londres informó al
Ministerio de Relaciones Exteriores: "Accediendo a peticiones hechas por varios
interesados de Chile, requerí del Register General, Somerset House, Strand,
London W. C. 2, oficina pública que lleva el registro de herencias y testamentos
del Reino Unido, la información del caso. La oficina mencionada me ha
comunicado que no existe en ella ningún antecedente acerca de la Herencia
Bonet".
75
Pasaron dos años y el mito de la herencia ha vuelto, esta vez con el nombre
de Thompson y la nacionalidad norteamericana. El virrey de Madagascar se ha
vuelto comerciante neoyorquino. Para que el mito tenga probabilidades de
durar es preciso que el creador de la fortuna codiciada haya sido excéntrico y
muera sin herederos directos. Don Lucas Thompson vivía solo y era solterón.
En 1852 depositó tres millones de dólares "en cierto Banco norteamericano".
Con su muerte la fortuna quedó prácticamente congelada.
Como en el caso de los Bonet, algunos parientes de don Lucas, o sedicentes
herederos, se reunieron y hablaron de fundar una especie de mancomunal. Hay
uno que no se dejó engatusar. Don Elliot Robert Thompson, residente en San
Bernardo, no ha creído en los millones ni los desea.
Un frío cable de Nueva York ha venido a sepultar el último mito. "El Juez
James A. Delenhaty (siempre que esté bien escrito así) ha dicho que nunca tuvo
conocimiento del caso contado en Chile. Si hubiera existido una fortuna sin ser
adjudicada a los herederos, él lo hubiera sabido".
Pretender que en Nueva York pudieran existir millones de dólares en
Bancos y sin dueños es casi tan infantil como suponer barras de oro enterradas
en la hacienda Lo Aguila desde 1891, sin que las hubieran descubierto ni
desenterrado personas tan avisadas como don Domingo Toro Herrera y su hijo,
el actual propietario.
Postulantes a millonarios hay muchos. Lo que falta es la plata.
76
MITOS DE HERENCIAS
Julio, 1958
77
dieciocho mil buenos dólares. Chile no sentirá ni el olor de dicho dinerillo, pero
nos llena de orgullo la hazaña del compatriota. Aquí, no hubiera pasado de la
Avenida Matta, sin casa ni ahorros.
78
LAS HERENCIAS FABULOSAS
Febrero, 1959
79
encontramos nada. Habia, si, un señor B..., en cuya tumba decía: "Nacido en
Monterrey en 1779; fallecido en 1822; RIP; su madre, esposa e hijos".
"En esos días de 1939 se exhibía en los cines de San Francisco una obra
sobre la vida del discutido suizo John Augustus Sutter, en cuya propiedad,
también cerca de Sacramento, se encontraron los grandes filones de oro. Sutter
llevó su caso hasta la Corte Suprema de Washington, nada más que para
recuperar sus propiedades, y al bajar las escalas, después de conocer que el
veredicto le habia sido adverso, sufrió un ataque al corazón. Tenía más de
ochenta años, y cuarenta años de acción judicial sin interrupción en favor de lo
que él consideraba sus legítimos derechos.
"Supo por mi buen amigo, el ex secretario general de la presidencia de
entonces, que don Pedro celebró la anotación que hice sobre Sutter y, más aún,
cuando dejaba estampado con mi firma: "el primer perjudicado en no obtener la
herencia de los B... es el cónsul suscrito". Ahí terminó el caso de la herencia del
millonario B... No seria extraño que los herederos aún tengan esperanzas...
"Pero, mi querido don Joaquín, tengo otro caso. Es corto. Unos miembros de
la vieja y distinguida familia Zapata aseguraban que su bisabuelo habia ido
muy joven a California y que habia fallecido soltero e intestado, dejando una
fortuna que avaluaban en varios cientos de millones de dólares. Efectivamente,
se encontró la tumba del señor Zapata, nacido en Chile. Habia fallecido en 1865.
Después de mucho indagar, en Sacramento, encontré a un señor Zapata,
hombre de más o menos setenta y cinco años. Era el hijo del mentado
"millonario". No hablaba una palabra de castellano. Estaba pensionado como
profesor de violín de una escuela. Fue extremadamente atento conmigo, casi
hasta la exageración. Al retirarme de su casa, la señora, una mujer bonachona,
norteamericana, me dijo con especial ternura: "Ha sido un placer tenerlo aquí en
esta humilde casa. Mi esposo está muy enfermo. No sabe usted cuánto le
agradeceríamos si el Gobierno de Chile (el de mi suegro) pudiera enviarle una
mesada, aunque fuera insignificante..."
"Podría contarle muchas anécdotas de millonarios chilenos en California.
Las dos anteriores creo que sobran y bastan.
"En otra carta le escribiré sobre un tema mucho más interesante. Será sobre
mis conversaciones con la señora Gertrude Atherton. Tengo el libro sobre sus
memorias, y, en caso que usted no lo haya leído, se lo ofrezco.
"Su amigo, respetuosamente,
Mario Illanes".
80
HECHOS FABULOSOS EN VALPARAÍSO
Febrero, 1958
81
Hay misterio en Playa Ancha. Un jardín se llama Rubén Darío. En la casa de
la familia Silva Endeiza —hogar de Pezoa Veliz— no hay una placa, ni un
busto.
Vamos al caso de la lotería. Servirá a los estudiosos para ilustrarnos en el
proceso de formación de los mitos. Un antropólogo podría decir: El carácter
mitómano y fantástico del chileno proviene del aislamiento y de tediosos
periodos de pobreza de una raza de mineros, de marinos, de jugadores y de
aventureros. Es la protesta del hombre brillante de ayer, contra el aburrimiento
y la nulidad de hoy.
El caso de la lotería es típico.
En El Mercurio de 4 de febrero apareció la siguiente relación, muy
periodística, con grandes letras:
"CASO DRAMÁTICO ENCIERRA EL ÚLTIMO "GORDO" DE LA
LOTERÍA DE CONCEPCIÓN"
"Sus cuatro ganadores siguieron durante doce años el número que resultó premiado. Lo
ocurrido al señor Gregorio Pizarro Ramos.
"Uno de aquellos hechos que la fría lógica no puede explicar acaba de
ocurrir en nuestra ciudad en relación con el último premio mayor de la Lotería
de Concepción. El "gordo" de sesenta millones de pesos —que correspondió al
número 18165, vendido en Valparaíso— favoreció a un grupo de cuatro
porteños, todos ellos vinculados con las actividades aduaneras.
"Los afortunados fueron los señores Jorge Gallo, socio del Agente de Aduana
señor Gerardo Donoso; Oscar Gómez, jefe del Departamento de Encomiendas
Internacionales de la Aduana; Sergio Cardemil, funcionario retirado de la
Aduana, y Gregorio Pizarro Ramos, funcionario de ese mismo servicio.
"Cabe señalar que estas cuatro personas venían "siguiendo" el número
18165 desde hacia doce años, sin desmayar.
"Pues bien, el hecho inexplicable dice relación con el último de los nombrados,
don Gregorio Pizarro Ramos.
"El domingo pasado don Gregorio Pizarro Ramos recibió dos fuertes
emociones, de muy diversa índole. La primera, el impacto de alegría que
produce el saberse poseedor del número premiado con el gordo de la Lotería.
La segunda, la profunda aflicción de perder un pariente cercano, en este caso,
su sobrino, don Pedro Pizarro Maureira, hijo de su hermano, don Pedro Pizarro
Ramos. El señor Pizarro Maureira estaba desahuciado, victima de una nefritis
ante la cual la ciencia médica fue impotente.
"El señor Gregorio Pizarro habia visitado a su sobrino, en su lecho de
enfermo, poco antes de su muerte. En relación con esta visita, ha trascendido
que en esa oportunidad el señor Pizarro se refirió a la difícil situación económica
que le afectaba, y a la que no le veía solución.
"Su sobrino, que le escuchaba con interés, le interrumpió:
"—¿Está seguro, tío, que no tiene solución?
"—No, salvo, claro está, que alguien desde el Más Allá interceda por mi y
me saque el "gordo" de la Lotería.
"Cuando el domingo pasado el señor Gregorio Pizarro supo que lo
"imposible" había ocurrido, y que la lotería lo había convertido en un nuevo
millonario, experimentó un comprensible estallido de alegría. Pero de pronto
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recordó la conversación con su sobrino, el grave estado en que éste se hallaba, y
ante lo ocurrido sus palabras de entonces adquirieron un terrible significado.
"Sin pensar ya en el dinero, corrió junto a él. Pero a1 llegar a su lado pudo
darle sólo su último abrazo: porque Pedro Pizarro Maureira falleció entre sus
brazos".
"Señor Director:
"Ruego a usted se sirva tener a bien publicar, en el diario que tan
dignamente dirige, la efectividad de los hechos ocurridos con relación a la
crónica aparecida en la primera página del diario de hoy (ayer) cuyo titulo dice:
"Caso dramático encierra el último "gordo" de la Lotería de Concepción".
"No es esta crónica informada por mi persona; mis deseos eran guardar el
silencio de la noticia para evitarme los sinsabores que precisamente producen
las noticias publicadas al respecto.
"Es efectivo que formo parte de las cuatro personas favorecidas con el
número 18165 premiado con la Lotería, el cual lo comprábamos desde el año
1934, o sea, 23 años consecutivos.
"Es efectivo que el domingo 2 del presente, conocedor de la gravedad en
que se encontraba mi sobrino, fui a verlo, y solamente pude hablar con mi
hermano, ya que él en ese instante se encontraba en reposo absoluto y sólo
pude mirarlo y despedirme en silencio. La noticia del número premiado la sabía
muchas horas antes de esta visita, de tal manera que era absolutamente
imposible sostener una conversación y en ningún caso respecto a dinero, como
se alude en la crónica publicada.
"Referente a mi situación económica, es totalmente falso que era aflictiva.
Mi estado financiero, tanto comercial como bancario, es absolutamente solvente
y no tengo compromisos ni deudas que vengan a saldarse con el dinero de la
Lotería.
"Sin otro particular, saluda atte. a usted, Gregorio Pizarro Ramos".
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CHISTES DE DON RAMON BARROS LUCO
Marzo, 1950
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—No me podría presentar con las manos vacías en Mendoza.
—Váyase por el Estrecho —le dice don Ramón.
Otro: recibe un telegrama del gobernador que ha sido reemplazado por
malo. El telegrama dice: "Las sociedades obreras y las personas más
importantes piden que me quede". Responde don Ramón: "No les haga caso".
Cuando le eligieron para presidente, recibió de cierto funcionario dudoso el
siguiente parte: "Estoy enteramente a sus órdenes". Don Ramón respondió:
"Era de que no".
Nuestro pueblo, el escultor de este personaje sin estatuas, poco adentrado
en la historia clásica, le quiere así, como lo ha forjado, a lo huaso viejo, Llano,
dueño de recetas caseras.
Señalar el límite entre la fábula y la historia es empresa difícil. Los
historiadores interpretan los hechos cada cual a su manera. El médico y
fisiólogo francés Dumas, en el aniversario de Goethe, dijo que nada justificaba
la interpretación que han dado a las últimas palabras del genio alemán, y que
ha sido propagada por la tradición. Según él, Goethe dijo Más luz simplemente
porque su vista se apagaba y el cuarto estaba obscuro. Miles de moribundos
piden más luz y más aire. Por lo mismo les ponen balones de oxigeno. El
público quiere que los héroes mueran para el público, pero hay veces en que
mueren simplemente para ellos, sin teatralidades. A lo mejor, el presidente
Barros Luco no pensó en hacer chistes para la galería, sino para su tranquilidad,
y no creyó que le celebraríamos como humorista sino como estadista y por su
gravedad. Pruebas a1 canto:
En la revolución de 1891 don Ramón estuvo embarcado en el crucero
Blanco. Este crucero fue torpedeado y hundido en Caldera. Según la tradición, el
señor Barros Luco habría repetido el rapto de Europa, a su manera, salvándose
agarrado de la cola de un vacuno. En las Memorias de don Alejandro Lira
encontré una página de enorme interés para el asunto que nos entretiene. Es la
página 104. El señor Lira era ministro del señor Barros Luco. Dice:
"Estábamos en torno de él, del Presidente, se entiende, todos los Ministros,
en un momento de buen humor y de confidencias. Uno de nosotros le dijo
familiarmente:
"—¿Por qué no cuenta cómo se salvó el 91, en Caldera?
"Al oir esta pregunta vi por primera vez una expresión de molestia en el
rostro del Excelentísimo señor Barros Luco. Le señaló a1 interpelante la
inoportunidad de imitar a sus enemigos políticos, que habían pretendido
ridiculizarle con la invención tan conocida".
Si no fue cierto lo de Caldera, puedo decir que encontré un nuevo mito para
mi colección. Según dice don Francisco Encina, en su historia monumental de
Chile, tomó decimoquinto, el señor Barros Luco esculpió en una frase lapidaria
su conducta política: "La mitad de las dificultades se resuelven solas y la otra
mitad no tienen solución". Encontré una máxima parecida en la autobiografía
de Rudyard Kipling. Es india, adoptada por el padre del escritor. "La mayoría
de las cosas en este mundo se resuelven dejándolas solas". Acaso en las venas
de don Ramón corría una dosis de sangre musulmana. Un pachá sentencioso en
Constantinopla decía: "Dos días me tienen sin cuidado: el que no ha venido y el
que ha pasado".
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MITOS DE BARROS LUCO
Marzo, 1950
Entre las cartas que recibí referentes al asunto del salvamento de don
Ramón Barros Luco, la mejor es la que dice: "En Caldera vive todavía el señor
Eduardo Aracena, tripulante de una chalupa fletera en la madrugada del
hundimiento del Blanco. Entre otros náufragos, este don Eduardo salvó a don
Ramón Barros Luco, según él mismo me lo ha contado varias veces; de modo
que el asunto de la ternera es leyenda. Le doy este dato y le dejo mi nombre por
si acaso le interesa tener relación más detallada. Firma: Jorge Fernández,
capitán de navío (R), Santiago, Ministerio de Defensa Nacional, Oficina Meteorológica de
Chile, Quinta Normal, Casilla 717".
Respuesta: En el libro Memorias, de don Alejandro Lira, en la escena del
desmentido que dio el entonces presidente don Ramón Barros Luco a la
pregunta festiva de uno de sus ministros, respecto de su salvamento en
Caldera, las palabras fínales de don Ramón no mencionan la chalupa, ni el
nombre de persona alguna. Dice simplemente que dormía y que despertó en la
playa. Termina de esta manera:
"Muchos médicos a quienes he contado este suceso me han dicho que
ciertamente la explosión y conmoción producidas sobre mi cabeza por el
estallido del torpedo que hundió al buque, me causaron un súbito
aturdimiento, y sólo recuperé mis sentidos cuando ya las olas del mar me
habían arrojado a la playa".
De mi parte creo en la versión del señor Aracena y en el olvido de don
Ramón. En adelante, el nombre de Aracena quedará —para mi, por lo menos—
incorporado a nuestra historia a manera de factor providencial en la vitalidad
del presidente que hizo del chiste breve un arma decisiva en el camino de la
tranquilidad suya y de todos- Su escapada con vida del torpedo disparado por
mano chilena, bajo bandera chilena, debió hacerle meditar y llegar a la certeza
de que el peor presidente constitucional es mejor que un tirano y que una
revolución. Durante su periodo no se rompió el equilibrio y pasó semejante al
Rey Petiso de las caricaturas tan conocidas, poniendo un pie primero y otro
después, con sumo cuidado, en la cuerda tendida sobre infinitos peligros. Vaya
un ejemplo:
Durante e1 periodo final de su presidencia los jóvenes militares
demostraron cierto descontento. Un general, amigo de don Ramón, se acercó al
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bufete presidencial en La Moneda para darle parte del asunto. Al mismo tiempo
mostró un grueso rollo de papel en el que iban detalladas las observaciones
debatidas por los militares. Con respeto y precaución dejó el rollo en la mesa.
—¿Tendría S. E. la bondad de leerlo? Se trata de un síntoma grave.
Sin demostrar ansiedad, don Ramón le respondió:
—Déjelo aquí y pase dentro de un mes.
Este chiste es inventado, sin duda, pero contiene una receta contra los
sembradores de ansiedad. Hay otro auténtico. Se refiere al A. B. C. El canciller
brasileño Muller fue autor de un proyecto de unión de Argentina, Brasil y
Chile, en 1915. Se encontraban en Santiago en mayo de ese año Muller de Brasil
y Murature, de Argentina. En el banquete celebrado en la Escuela Militar de
Santiago, el Excmo. señor Barros Luco recibió un borrador del discurso de
ofrecimiento. Don Ramón lo olvido. En cambio improvisó otro en el que dijo:
Las demás naciones americanas pueden adherir al A. B. C. si así lo desean.
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BARRAS DE ORO EN LO AGUILA
Abril, 1944
88
CHISTES VIEJOS
Mayo, 1953
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daría los mensajes de viva voz. ¿Qué ave sería ésa? La cría de un loro con
paloma.
Otro chiste que oí a un tío mío, en Quilpué, posiblemente en el siglo pasado.
Este tío, marino, hermano de mi madre, habia recorrido medio mundo y estuvo
embarcado en un crucero británico. El cuento es el siguiente: Un padre estaba
desesperado con un hijo que tenía la manía de apostar a todo evento. Lo
embarcó para ver si navegando perdía la maldita costumbre. Cuando se
despidió le dijo a1 capitán, que era un viejo cascarrabias:
—Que nadie le haga caso, ni le apueste, a ver si se cura. .
—¡Conforme!
Dos horas después de embarcado el joven apostador fue a ver al capitán y le
dijo:
—Usted padece de un tumor en la parte baja de la espalda.
—¡No, señor! —exclamó iracundo el capitán.
—¡Le apuesto diez libras a que tiene un tumor!
—¡Cómo no voy a saber yo que no tengo! —insistió rabioso el capitán.
—¡Pruebe que no tiene!
El capitán —seguro de ganar— se levantó la camisa v mostró su dorso. No
tenía un tumor. Cobró las diez libras y se rió de la estupidez del muchacho.
Cuando regresaron del viaje, el capitán explicó el caso al padre del muchacho.
Le dijo que habia aceptado la apuesta, seguro de ganar, para quitarle los deseos
de apostar.
—¡Me fregué! —gritó el padre, desesperado—. ¡Antes de embarcar apostó
conmigo veinte libras a que haría sacarse la camisa a1 capitán para mostrarle
salva sea la parte!
El viejo chiste apareció firmado Potasse en el periódico francés Humour
Magazine, número 33, de enero de 1953, 20 calle La Bruyère, Paris (9). Por lo
demás es un magnífico magazine. Nil novi sub sole. Esto último es de Salomón,
en el Eclesiastés. Nada nuevo, nada nuevo.
90
EL TESORO DE VALPARAÍSO
Marzo, 1956
91
the English hero. 1710. Printed in Cheapside, Edit. Nath Crouch. He leído El Cuadro
histórico de las Indias, por Madariaga. He leído a Van Loon. He leído The voyage
of the Pelican, por Mowbray Morris. He leído La Historia de Inglaterra, de
Chesterton. He leído la de Maurois. La hazaña de Drake parece novela de
Verne. El marino en la vuelta a Inglaterra sabía que una flota española le
perseguía. El poder naval español entonces era temible. Norma inseparable de
Drake era: "antes que perder un gramo de mi tesoro prefiero perder mi vida".
No podía esperar un regreso a la América española. La idea de que haya
enterrado parte del tesoro es absurda por donde se la mire. He knew that he could
not turn back with all the spanish fleet on the look out.
En dichas circunstancias y en su tiempo, Drake hacia el papel de audaz
burlador de una escuadra todopoderosa, como más tarde harían los cruceros
alemanes Von Tirpitz y de Hitler. Antes de llegar a Inglaterra, en mares
europeos, le sorprendió el más violento temporal. Drake hizo arrojar al agua
mucha carga, y hasta víveres, pero ni un gramo de su tesoro, cuyo valor era de
más de trescientas mil libras esterlinas. Base del Bank of England.
Asombroso es por todo lo dicho que un hombre de Valparaíso busque
actualmente, en marzo de 1956, el tesoro de Drake en cierta caverna del fundo
La Poza, en la Quebrada Verde. Se trata esta vez del señor Marillanca, dueño de
una carnicería de la calle de Eloy Alfaro, N O 351. Lleva gastados doscientos tiros
de dinamita. ¡Salvas a Drake! ¡Desengáñese, señor Marillanca! El tesoro material
que usted busca no existe. Pero hay otro espiritual que posiblemente esté en
usted mismo. Hay tesoros en Valparaíso. Tesoros son la Universidad Santa
María y el buen comportamiento de sus habitantes. Ese es el gran tesoro. Si yo
fuera alcalde, haría colocar este letrero en calles y plazas, desde el Barón hasta
Playa Ancha:
HIJOS DE VALPARAÍSO
92
UN BUSCADOR DE TESOROS MURIO
EN ACTOS DEL SERVICIO
Diciembre, 1956
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Lloyds, de los Dock del Mincing Lane, y en fin, de todo el gigantesco depósito
portuario de la isla pobre, pero dueña del océano.
Léase Londres.
El tesoro de Drake era su vida misma. En un momento de peligro de
naufragio, mandó arrojar al mar cuatro toesas de víveres, antes que un gramo
del tesoro, que llegó a Plymouth en 1580.
Cada vez que aparecen buscadores del tesoro de Drake (actualmente hay
tres), escribo algo parecido a esto. Veo ahora mismo un ejemplar del diario La
Opinión, de marzo de 1951. Produce pena. Un joven millonario santiaguino,
engañado con planos y documentos falsificados por un vivo extranjero,
encontró apoyo en las autoridades marítimas para buscar el tesoro de Drake en
Juan Fernández.
Produce pena leer eso. Hay un abismo de incomprensión. Cada día que
pasa se arraiga más en mi uno de los versos de don José Joaquín de Mora con el
concepto que se formó sobre nuestra capacidad mental. El sabio español dijo
"En vez de mente masa tenebrosa". Algunas veces le sobra razón. Las reiteradas
búsquedas del tesoro del pirata inglés me parecen además deprimentes y
vergonzosas. Deprimentes por cuanto revelan un acomodo del tremendo y
aterrador pirata del siglo de oro ingles para el uso de mentalidades
microscópicas de ahora. Es infantil. La audacia y la pericia de un marino inglés
de Isabel son algo inconcebible ahora. Los buscadores de su tesoro en las playas
de recreo lo humanizan y lo infantilizan. Algo es algo.
94
SANTOS CHOCANO Y EL ENTIERRO
13 diciembre, 1934
***
Chocano alentaba el ideal del continentalismo americano. Según su ideario,
América tenía una sola alma. Recorrió diversas repúblicas y en su amor por la
gloria, mezclado con el ansia de oro, no hizo sino repetir a los conquistadores,
de quienes parecía ser la supervivencia en estas épocas de grisácea democracia
y escasez de grandeza en las empresas. Su manera de enfocar el poder era
perfectamente lógica, aunque irritara a ciertos idealistas literarios a estilo del
malogrado e interesante Elmore, o del tronitonante Vargas Vila. Según lo que
hemos leído de él, Elmore se manifestaba enemigo de la fuerza, lo cual es un
contrasentido, puesto que sin fuerza no pude sustentarse ningún ideal, ni
siquiera la libertad. El Apra peruano sabe perfectamente, a estas fechas, lo útil y
primordial que es la fuerza. Contra un puño amenazante no hay más remedio
que otro puño más fuerte, y contra el cesarismo del dólar no hay más remedio
que el archicesarismo del peso. Lo demás son garambainas.
Habiéndose hecho una especie de lírico mentor de Estrada Cabrera, en
Centroamérica, Chocano desató las iras de ese vigía decorativo, apostado en
París, que se llamó Vargas Vila, maestro hinchado de orgullo, de latines y de
citas romanas. Cuando Vargas Vila decía más horrores del poeta peruano, una
revolución derrocó a Cabrera. Chocano fue condenado a muerte. Entonces se
pasó una lista a los intelectuales del mundo, para que suscribieran un llamado a
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la libertad del condenado. Vargas Vila, todo lo enemigo que era del tirano
Cabrera y de su mentor, firmó, diciendo:
—No quiero que condenen a muerte a Chocano.
—¿Ahora le salva usted?
—No. Es que ese hombre, que ha deshonrado a la patria y a la América,
deshonraría también al patíbulo. Yo he salvado al patíbulo de la presencia de
Chocano.
Después, Vargas Vila continuó fulminando contra Lugones y, especialmente,
contra Leguía, a quien llamó: "gusano de seda con ínfulas de serpiente pitón".
Al ad látere leguiísta Guillen le llamó: "rata hidrófoba de las alcantarillas de los
conventos de Lima’’.
***
Como se ve, los epítetos del autor de Ibis eran tan fuertes, que llegaban a ser
innocuos. Mucho veneno no mata.
Dijo una tarde Chocano: "Si debieran desaparecer rodos los libros del
mundo, y quedar dos solamente, yo pediría que guardaran: Las vírgenes de las
rocas, de d'Annunzio, y Sangre, voluptuosidad y muerte, de Barrès. Su autor
favorito era d'Annunzio, y el hombre más genial a quien dijo haber conocido
fue Pancho Villa.
Debo recordar el amor profundo y sincero que manifiestan hacia México los
escritores que tuvieron el agrado de vivir en esa tierra algo quimérica y poética:
Valle Inclán, Gabriela Mistral, Chocano. Todos ellos quedaron meduseados por
esa tierra de pasión y de ensueño. ¿Y qué decir de Mayne Ryed y de Lawrence?
Algo, algo grande hay en México, sin duda.
***
Hablando en la intimidad de la guerra del Pacifico, pero en mucha
intimidad y alegremente decía:
—Miren ustedes. En Tacna, el jefe del ejército fue el almirante Montero,
hombre simpatiquísimo, tan simpatiquísimo, que el día de la batalla estaban
todos curados como cuero... No hay plaga peor que los simpáticos...
Nosotros, llevados del momento de expansión, le recitamos una poesía
humorística de esa guerra:
¿Quién es el viejito
que apenas se mueve?
Es un veterano
del setenta y nueve.
Hace medio siglo
se tomaba el Morro:
hoy está tan débil,
que duerme con gorro...
El poeta reía...
***
SANTOS C H O C A N O
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10111213
96
Las letras de su nombre suman 13. Era un supersticioso, como Queiroz. A
veces iba a hacerse rociar de agua bendita. Creía que un retrato en la pared no
debía ladearse, porque traía mala suerte.
Hace tres días fue a ver a una adivina, madame Eriz, quién le auguró la
tragedia.
—Veo que la muerte le ronda, o pasa cerca de usted —le dijo.
Chocano se interesó bastante por esta dama y tan cierto es que el día 13,
cuando entró en el tranvía, donde le habia precedido la muerte, llevaba un libro
dedicado a madame Eriz, con la cual tenía cita.
La gran cita, a la cual ninguno faltará: la cita con la Desnarigada.
97
PARAISO DE PASCUA
Febrero, 1934
En cierta crónica del doctor Marín que estuvo en la isla de Pascua encontré
lo mejor que al respecto he sabido después de la reflexión de Omer Emeth en el
prólogo del libro pascuense de Vives. La observación del doctor Marín me
sugiere el siguiente discurso que echa un gobernador imaginario de Pascua a
un visitante:
—Si quiere entender de verdad sobre esta isla aparte de su cabeza lo que
haya oído o leído sobre ella en Chile. Mi mayor entretenimiento aquí consiste
en leer lo que por allá dicen. Lo colecciono y lo pego en este libro titulado Mito
de Pascua. Mire los títulos: Imperio Colonial chileno, Tres ensayos sobre Rapa Nui, La
mariposa que voló sobre Pascua, El embrujo de Pascua, Hora de decisión para Pascua,
Despensa del porvenir en Rapa Nui, Pascua, llave del Pacifico, Té, café y chocolate de
Pascua, Mano de obra pascuense para el salitre, Mataveri paraíso del turismo.
Ya ve usted los títulos. En los años que llevo en esta isla del olvido solo una
utilidad le vi.
—¿Cual?
—La de deshacerse de los salvadores de la patria de manera barata. En vez
de mandarlos de observadores al Turquestán, a Pekín o a París, los trajeron
aquí. No hay bicho más peligroso que el salvador de la patria. Aquí se desaho-
garon entre ellos...
—¿Cómo?
—Peleando unos con otros. Por un cepillo de dientes, por cigarrillos, por un
vaso de vino y, sobre todo, por la costumbre.
—¿Y lo del café y el cacao?
—¡Fantasías!
—¿Y el casino en la playa de Mataveri?
—Mire usted. Mataveri es un hoyo de viento y excrementos. Según el
finado obispo Edwards, hay ahí unas piedras que recuerdan al sacerdote que se
comieron en curanto. Contaba el mismo obispo, que era muy chistoso, lo
siguiente: le preguntaron a unos canacas que a quiénes preferían, si a los
misioneros católicos o a los protestantes. Los canacas respondieron en el acto,
mirando la barriga del obispo con ojos concupiscentes: "a los católicos". ¿Por
que?, les preguntaron. "Más gordos y sabrosos", respondió el canaca viejo.
¿Leyó al doctor Marín en EL Mercurio?
98
—No.
—Dice que cuando preparaba la máquina para tomar la fotografía de un
grupo de nativos uno de ellos se desprendió y dijo: "¿Cuánto me van a pagar?
Yo quiero cigarrillos y un traje nuevo como el suyo". Como trataran de
explicarle que el acto era amistoso y gratuito, replicó: "No lo creo. Si todo lo
hicieran gratuitamente no irían tan elegantes ni tan saludables. Ustedes nos
explotan y viven de nosotros". El doctor Marín agregaba que llevaban
medicinas por valor de mil dólares. La actitud del agitador de Pascua es
parecida a la actitud del agitador de aquí. Recibimos regalos de Rockefeller, de
Danciger, de Marshall y de otros capitalistas norteamericanos. En seguida nos
decimos: a mi no me la pega, por algo será. Después pasa un grupo de nativos
con una banderita de a peso en que se lee: Abajo los yanquis. El pascuense es un
ser paradisíaco, es el hombre de Rousseau y de Montaigne. Podría cantar el
modinho bahiano: Canto canciones en qualquer lugar mais nao me agrada trabalhar.
Cuando se cansa come una banana que toma del árbol. El robo no es un pecado
sino un deporte. Cada año desaparecen cientos de corderos del canaca que
trabaja. Nadie chista ni delata. Cuándo desaparece algún objeto podemos estar
seguro de que no lo encontraran nunca. Son chispeantes y críticos Se fijan
mucho, se observan con humorismo y se ponen motes. A mí me llaman el
Diablo Triste. Omer Emeth les retrató bien cuando dijo: El far niente es el fondo
de la sociología pascuense o alma canaca al natural. Pereza, ironía y poesía. El
canaco le llamó Vives Solar. Es descendiente directo de aquel padre de familia
que al morir recomendó a sus hijos que huyeran a toda costa de todo trabajo
entre comidas. A estos hombres felices, Chile les trajo ropas, tabaco, zapatos e
instrucción. Resultado: callos, dolores de cabeza y agitadores.
99
EL MAESTRO DE BOLIVAR
Marzo, 1954
100
Del Panteón de los Héroes de Lima fueron trasladados a Caracas. Alrededor de
sesenta mil personas asistieron al acto de la colocación de los restos en el
Panteón de los Próceres, en Caracas, el 28 de febrero de este año, centenario de
su muerte.
Respecto de los trabajos de don Simón en Chile, puedo declarar que
fracasaron por completo. La Escuela de Valparaíso cerró por falta de alumnos.
La de Concepción, a causa del terremoto, que solamente anticipó la clausura.
Don Simón decía: "En Chile prediqué en desierto". No conservó buenos
recuerdos de nuestro país, ni de los ministros de nuestro gobierno. (El Maestro
del Libertador, por Fabio Lozano y Lozano).
101
STRADIVARIUS EN COYHAIQUE
Agosto, 1949
102
Químicos, doctores, ingenieros y músicos han examinado los violines de
Stradivarius y tratado de adivinar su secreto Nada sacaron en limpio; el mago
de Cremona lo llevó al otro mundo. Se ha creído que el secreto de la sonoridad
extrahumana proviene del barniz de color ambarino que nadie ha podido
imitar. Según algunos expertos, quedan en el mundo, entre cientos de
falsificaciones, unos quinientos cuarenta Stradivarius; de ellos ciento sesenta y
tres en los Estados Unidos. Cada uno de estos violines tiene un nombre propio,
como las locomotoras antiguas. El de Efrem Zimbalist se llama Lamoureux. Tres
eran las familias de Cremona famosas por sus violines: Amati, Guarnerius y
Stradivarius. En Las Palmas, Canarias, el señor Ponedal compró un Stradivarius
catalogado por el famoso comerciante Hill de Londres. Vale más de sesenta mil
libras. Hay violoncelos Stradivarius tan valiosos como los violines.
El presidente Jefferson, de Estados Unidos, músico, arquitecto, agricultor,
inventor, paleontólogo, lexicógrafo y político muy honrado, tuvo un Amati, el
que pretende poseer actualmente la señora Edwin Clark, de Los Angeles.
La obra más completa sobre Stradivarius es la de Georges Hoffmann,
Stradivarius l'Enchanteur, Edition des Gazettes, Paris, Bd. Haussmann. En ella
aparecen el blasón y el monograma de Stradivarius, entre las ilustraciones. Ante
todo, Antonio Stradivarius fue un honrado artesano; trabajó con las manos, y
con toda la conciencia. Según Hoffmann, no pueden quedar en el mundo más
de ciento cincuenta instrumentos auténticos y expertizados del famoso cremonés.
Corren centenares de historias, o invenciones, de Stradivarius encontrados en
viejos y podridos graneros; en manos de ladrones, en las sentinas de los barcos
de carga, y por fin ofrecidos en venta por marineros borrachos en las callejuelas
de los puertos.
Pongamos el mito del Stradivarius con la mención "penúltimo", después del
de la colección de mariposas con el ejemplar más grande del mundo, existente
en nuestra Quinta Normal.
103
LOS GRINGOS Y EL FUTBOL
Junio, 1962
104
fotografía del Club de Fútbol de los Sagrados Corazones, en el año 1904. En ella
aparece, con su uniforme de back izquierdo, sentado, nuestro Gustavo Ross.
Solía decir el notable financiero que el juego del fútbol es un tónico general para
el organismo. En él se ejercitan el cuerpo y el espíritu. El juego del fútbol se
parece al juego de la Bolsa, cuando el especulador marca a un "zorzal", cuando
lo engaña con esguinces o cachañas, para embotellarlo, y, finalmente,
escamotearle la pelota y meter el gol. Ambos juegos son de origen, británico, de
cuando Inglaterra cantaba Rule Britannia.
El artículo del doctor De la Carrera merece ser prolongado en un folleto. Es
una resurrección entusiasta, admirablemente documentada y bien escrita. No
estaría mal agregar, al lado de Carlos Fanta, a nuestro gran Vial Jones, otro pilar
del deporte en este diario. Otro olvidado es Robinson Álvarez famoso dirigente
del Colo Colo. Entre los primeros futbolistas de Valparaíso recordemos a Juan
Enrique Lyon, a Renato Zanelli y a Serafín Guerra. El fútbol nació en el cerro
gringo, el Cerro Alegre o Pleasant Hill. En el firmamento de este cerro, Pablo
Neruda descubrió una estrella con brillo singular en prodigioso aumento. Se
llama Sara Vial. Tiene sangre gringa como que es sobrina de Jorge Vial Jones. Es
la poetisa sensacional de Valparaíso.
105
RETRATOS
Febrero, 1954
De Isabel la Católica, Colón, Cervantes, Valdivia y otros
106
con Marte". "Tipo de gotoso. La pérdida del conocimiento, frenesí o delirio es un
accidente observado en la gota. En francés, goutte remontée au cerveau".
El retrato de Valdivia en nuestra Ilustre Municipalidad es otra fantasía. Lo
regaló doña Isabel II, como pudo regalar un biombo. Dice Rodríguez Mendoza:
"Don Pedro aparece con mirada de salón, peinado a la gomina y el rollo de
papeles en la mano". Corresponde, eso sí, al Pedro de Valdivia de los historiadores
floreados que le hacen moralista, buen esposo, escritor de cartas al rey,
fundador del catolicismo en Chile y muy elegante.
De don Hernán Cortés hay un retrato, el más divulgado, reproducido del
que le hicieron un siglo después de muerto y cuyo original se conserva en el
Hospital de Jesús Nazareno en la ciudad de México.
Bolívar es, en cuanto a retratos, otro caso de policefalia. En mi fichero
Iconografía de Bolívar, miro más de cuarenta copias. Ningún retrato se parece a
otro. Es preferible atenerse a lo que dijeron del aspecto del héroe máximo las
personas que le vieron: Perón de Lacroix, O'Leary, Páez y los ingleses. En mi
dormitorio, cerca del de Bello, tengo, en marco, el que mejor estimo, reproducción
en colores de la acuarela atribuida a Espinosa, hoy en poder del doctor Eduardo
Santos.
El Napoleón por David, cruzando los Alpes, es una fantasía. No pasó a
caballo, sino en mula y arropado. David era flatteur. Cuando le dijeron que
"mejoraba" a Napoleón y a Paulina Bonaparte, respondió: ¡Vayan a decírselo!
De O’Higgins, el mejor retrato es el que le hizo en palabras María Graham:
chico, de manos muy pequeñas, de tez rojiza y facciones toscas.
De Bello, lo mejor que hay es la estatua por Plaza. El de la tapa del libro de
Eugenio Orrego no es Bello, sino un peluquero portugués del siglo XVIII.
El que circula de Camilo Henríquez es pura fantasía.
107
ROBINSON CRUSOE DE JUAN FERNANDEZ
O DE TOBAGO
Febrero, 1955
La princesa Margarita Rosa ha sido festejada por sus súbditos con un viaje
maravilloso a manera de despedida de su niñez. Viaja como Alicia en el país de
las maravillas por las islas que Inglaterra tomo a España en el Caribe. Los
españoles las habían tomado a los indios. La isla de Trinidad fue descubierta
por Cristóbal Colón el 31 de julio de 1498. Se llamaba Isla de los Colibríes.
Colón llevaba una larga lista de nombres católicos para bautizar a todas las
islas. El colibrí es la maravilla del reino alado. Típico de América. Pensamiento
alado detenido a veces en el aire. Se conocen seiscientas treinta y ocho especies
diferentes. La más hermosa es la cuello de rubí. En Brasil dicen beija-flor. Aquí
picaflor. Abunda donde hay flor de campanilla. En Trinidad vio Colón los
primeros papagayos de gran tamaño. Llamó la atención de los españoles que
"jamás hablan". Según Madariaga, era una táctica para no decir donde estaba el
oro. La primera vista del maíz ocurrió en Trinidad. Los habitantes eran racistas.
Los hijos habidos en mujeres extrañas a su raza eran castrados para que
engordaran. Se los comían a lo spiedo. La primera noción que tuvimos aquí de
la isla se remonta al primer pavimento de asfalto, el asfalto natural de Trinidad,
buen negocio inglés. La isla fue conquistada por los ingleses en 1797 y cedida a
ellos por España en 1802. El mejor bitter es el de Trinidad. Imperialismo,
brandy, oporto, bitter y ron Jamaica.
La isla de Tobago dista veinte minutos de Puerto España, Trinidad. Ahora
dicen que es Tobago, y no Juan Fernández, la isla de la obra inmortal de Defoe.
En mi costumbre de pergeñar a veces obras de ficción voy a decir en qué
consiste el problema. El público lector, el que hace la fama de los libros, es casi
siempre niño. Este público pretende que lo que lee sea cierto, que sea arrivé, lo
cual en las novelas u obras de ficción no es posible. A toda realidad pura y
simple le falta gracia. El autor es el encargado de agregar los granitos de gracia.
Esto se obtiene con la imaginación. De ahí provienen los errores que comete el
público buscador de claves. Ningún buen autor hace héroes de un solo tipo. Los
héroes de las novelas son la mezcla de varios tipos que el autor conoció. Esto ha
ocurrido en las grandes como en las mediocres obras de ficción. La obra de
Proust es una cosa mentale. Ningún personaje de Proust tiene un valor fijo.
108
Swan, la duquesa de Guermantes, Albertine y otros son sumas de personajes de
su tiempo. Acaso el más cercano a un retrato es Charlus.
No olvidemos que el Robinson de Defoe no es una historia, sino una ficción
basada en diversos casos reales, entre otros, el de un marino inglés que
naufragó en Juan Fernández. En Inglaterra se conocían casos de marinos
náufragos que se habían salvado y vivido en islas o en territorios aislados. Uno
de dichos casos y quizás el más conocido fue el de Alejandro Selkirk, náufrago
en Juan Fernández. De ahí a creer que Daniel Defoe contó las aventuras de
Alejandro Selkirk hay una distancia grande. Robinson es un personaje de
novela, uno de los más celebrados en el mundo. Es tan novelesco como
Montecristo. En Marsella muestran al viajero la isla, el castillo de If y la celda
que ocupó Montecristo. Pura ficción. Hay detalles en la aventura de Robinson
que no corresponden a la isla chilena. Hay además inexactitudes zoológicas y
botánicas. Hay errores como en la relación de la valentía de Robinson que se
sumergía en el mar completamente desnudo y regresaba a la isla con los bolsillos
llenos de galletas tomadas del barco náufrago. ¿Que bolsillos serian esos?
Robinson invento el paraguas. En fin: la isla de Robinson esta compuesta de
varias islas. Nosotros podemos decir que es Juan Fernández, los ingleses dirán
Tobago. Al respecto he leído no poco: de Emilio Biggeri de Julio Pages, de Julio
Lanzarotti, de Waldo Schmitt, de Ernesto Morales, etc.
109
EL BANDIDO JOAQUIN MURIETA
"Y ¿que nos dicen ustedes de lo que ha ocurrido en Chile con el famoso
Joaquín Murieta, personaje mexicano con quien durante casi un siglo hemos
estado creyendo compatriota nuestro? Es tan grande la fuerza del mito
enraizada en la tradición, que lo más inverosímil es lo que más persiste.
Todavía, a la altura de 1953, quedan recalcitrantes que se resisten a aceptar la
realidad, pese a la intervención decisiva de las autoridades literarias que han
demostrado hasta la saciedad la superchería (inocente en tiempos anteriores a
toda legislación sobre propiedad literaria).
"No es que halague a muchos el ser los conterráneos de un bandolero a lo
Pincheira o a lo guaso Raimundo, no: es que la leyenda va elevando y hermoseando
al sujeto hasta darle los contornos de un héroe, y aun de un semidiós.
"El autor de Joaquín Murrieta (no Murieta) es un antiguo periodista y
folletinista francés, director de La Democracia de Marsella, Roberto Hyenne, que
anduvo aventurando por California. Pero esto, que es el hecho real y efectivo,
no interesa a la masa ni le preocupa saberlo. El mito se ríe de los investigadores".
Fragmento de una crónica por Victor Domingo Silva, publicada en La
Nación, en 29 de mayo de 1953.
Ernesto Montenegro, en crónicas publicadas en La Nación en junio de 1960 y
en abril de 1963 confirma: Joaquín Murrieta, desperado mexicano de Sonora, que
un pirata de Chile convirtió en chileno para su provecho y para satisfacción
patriótica de sus lectores.
110
EL MARINERO ELECTRICISTA
111
MONUMENTO DE VALPARAÍSO
Mayo, 1957
UN MITO
112
Nuestros escultores evitan la dificultad de los pies echando pesados capotes de
fierro encima de los héroes estatuados. Muy abrigadores.
Monumento a Colón. Otra estatua con mito. Hace algunos años, el colega don
Carlos Rojas Contreras escribió lo siguiente:
"Señor Director:
"Existe la creencia de que la estatua de Colón y otras pertenecen al Perú y
que fueron traídas a Chile después de 1879.
"Una sugerencia inoportuna que un señor hizo por la prensa fue el punto de
partida para esta maledicencia; el autor de ese párrafo manifestó: "en vista que
se trajeron unos mamarrachos de mármol y ellos desadornan las salas de la
Intendencia de ese puerto, en tal caso sería preferible la estatua de Colón obra
del notable escultor Revelli que poseía Lima en su hermosa Alameda de Acho".
"Esa sugerencia llego a poder del viento que posee la calumnia y la
Argentina fue la primera que la comentó a su modo, por la prensa; es probable
que llegara a conocimiento del señor X, que se firma "Hispano Americano",
autor de un trabajo en nuestra contra y decía: La estatua de Colón se encuentra
en Santiago".
"La verdad es otra. La estatua de Colón que hay en Valparaíso, incluso la
que representa a "La Justicia" en la Plaza de los Tribunales y las que posee la
Plaza Victoria, una en cada esquina, "Las Cuatro Estaciones", "fueron
encargadas a Europa, el año 1876". En esa fecha era Intendente de Valparaíso el
señor Francisco Echaurren, que se esmeró en embellecer la ciudad".
"La estatua de Colón estuvo en calle Victoria —hoy Avenida Pedro Montt—,
frente a calle General Cruz. A fines del siglo pasado fue trasladada a la Avenida
Brasil donde hoy se encuentra".
113
MITO DE LA ESTATUA DE LA JUSTICIA
EN VALPARAÍSO
Abril, 1957
EL MITO
114
"LA VERDADERA, HISTORIA"
115
MONUMENTO A PRAT
Mayo, 1954
116
franceses. La historia de dicho escultor de Prat vale la pena. Era un pastorcillo
en Rouerg. En 1850, con motivo de una boda en su aldea, hizo una escultura con
palos y arcilla, en el camino de la iglesia. Era la imagen de un vagabundo que
amenazaba con su bastón. El cortejo alegre de la boda desvió el camino para no
topar con el intruso vagabundo. Cuando supo la verdad admiró la escultura del
aficionado. Así nació al arte Denys Puech, más tarde membre de l'lnstitut. La
estatua de los hermanos Amunátegui es otra obra maestra de Puech que honra
a Santiago. Chile y Puech, unidos en la comprensión del arte.
El mito del bosquejo de Rodin para el monumento a Prat proviene de que
en 1886 se acordó erigir una estatua a Vicuña Mackenna. Entonces pidieron a
Rodin que se interesara por el proyecto. Rodin hizo la maqueta, y pidió por ella
diez mil francos. Hubo dos comisiones receptoras de proyectos, una civil y otra
militar. No fue aceptado ni pagado el proyecto de Rodin. El escultor francés no
olvidó el desaire y se negó a exponer obras suyas en la Exposición de Arte de
nuestro Centenario en 1910.
Es probable que la maqueta hecha por Rodin, entre 1886 y 1890, sea la que
ahora hizo válida nuestro embajador señor Rossetti para perpetuar en Paris la
memoria del escritor más latino, más entretenido y chilenazo que hayamos
tenido.
El monumento a Prat fue obra de Denys Puech, con la colaboración de
Virginio Arias y del arquitecto Maillard. Obtuvo la intervención de Arias el
escultor Miguel Blanco. El de Vicuña Mackenna, al pie del cerro, lo hizo el
francés Coutan.
117
ESTATUA DEL ROTO CHILENO
Enero, 1955
¿Y el rotito de Yungay?
Ese pobre se quedó
con los crespos hechos hasta
que vuelva a salir el sol.
118
Las lecturas de El Padre Padilla nutren. Ásperas, sin duda, pero nos hacen
conocernos mejor. Presidía el señor Balmaceda. Le llamaban Nerón, o rey
Zamacueca I. Las caricaturas son sorprendentes. Todo el Chile de entonces
trepida y vive en un Grand Guignol. La llegada de los carruajes parisiense a la
grande Daumond, para La Moneda, es un motivo que levanta centenares de
chismes, de cuchufletas y de venenosas acusaciones. Calles y plazas de Santiago
hierven de eso que estallará finalmente, y se hará tragedia en Concón y La
Placilla. El periódico de Allende lo escarba todo con talento, en la realidad de
hechos dolorosos e inevitables. Ejemplo: llegan de Europa, por cuenta del
gobierno, quinientos emigrantes italianos. El mismo mes han emigrado a
Argentina dos mil obreros chilenos. Las aduanas de Valparaíso, la prohibición
al ganado argentino, la compra de la Isla de Pascua a la reina Pomaré, la baja
del valor del peso, la especulación, todo esto, en la pluma al rojo de Allende,
hace un cuadra diabólico, un enorme glosario mural de Diego Rivera.
He ido a ver la estatua del Roto, a un paso de mi casa. Flores y banderas.
Sería bueno que pensáramos alguna vez en cambiar la Araucana guerrera por
una Araucana de paz obrera, industrial y campesina. Así hicieron las razas más
guerreras del mundo cuando comprendieron que el armamento bélico no es
negocio: Suecia, Suiza, Noruega, Finlandia. "Del puño cerrado no esperemos
felicidad", creo que dijo Rodó.
119
ENTERRADO VIVO
Octubre, 1954
120
Tres días después, ayer, encontré a un liberal allegado a la familia del señor
Atienza. Indignado, exclamó:
—¡Mito! ¡Nada más que invención! ¡No hubo tal cosa! ¡Se trata del mito del
enterrado vivo! El señor Atienza falleció en la Asistencia Pública. Por desgracia
no hubo duda. Murió bien muerto, como todo el mundo que muere de una vez.
Fue muy triste, pero peor hubiera sido lo otro. ¡No crea una palabra! ¡Es un
mito! ¡Es el conocido mito del enterrado vivo!
Me despedí. Llegué a casa. Al archivo. Letra M. Mitos nacionales. Pesado
cartapacio. Mito del enterrado vivo. En primer lugar, Pérez Freire, el gran músico
Pérez Freire. El mitómano hace la puntería a lo alto. No se anda con pequeñeces. El
músico Pérez Freire murió en Madrid. Fue "enterrado vivo" por algún mitómano
macabro el año 1944. Contaban el caso con detalles espeluznantes. Cuando
abrieron el ataúd, antes de colocarlo en la tumba santiaguina..., ¡horror! Todo
ensangrentado, las manos destrozadas, la ropa en jirones, los ojos saltados. El
vidrio hecho pedazos.
Afortunadamente se encontraba en Santiago el señor Victor Domingo Silva.
Le habia visto morir en Madrid. Contó que había muerto completamente, sin
dudas. Le enterraron treinta horas más tarde, después de haber embalsamado el
cadáver. Llego a Chile en el crucero Ministro Zenteno, mediante la intervención
de don Emilio Rodríguez Mendoza.
Otro golpe del mitómano macabro tuvo lugar en Concepción, en agosto de
1945. Se trataba de un conocido medico de dicha ciudad. Los detalles se
parecen. Son de tipo standard. La familia habría abierto la tumba, un mes
después del fallecimiento, para recuperar algunos documentos que habrían ido
olvidados en un bolsillo del extinto. ¡Horror de horrores!
Ya conocemos el resto: los cabellos, los ojos, las manos, la ropa...
Pues bien. La familia desmintió. Mito. No hubo absolutamente nada de
verdad.
Ahora, una reflexión. ¿Causa del mito del entierro? Parece que las mentes
de algunos funcionaran de manera unilateral, con tendencias a producir
ansiedad. Para molestar. Aprovechan la muerte de alguien conocido para
molestar a los vivos. Si no pueden comparar al muerto con algún vivo, para
achicarle, entonces echan mano del mito. Es una forma de velorio especial. Hay
entierros que acaban a capazos. El hombre débil o inútil se divierte
produciendo el pánico mediante la invención de hechos inauditos. Esta vez les
he aguado la fiesta. ¡Disculpen!
121
EL MITO DE DON FEDERICO SANTA MARÍA
Diciembre, 1956
122
a mil), que fue a pedir al Banco esa mañana con el objeto de castigar la fachenda
de Cachiporra.
Don Federico, no lo niego, tenía "riñones", como dicen los españoles. No le
faltó audacia para hacer danzar el precio del azúcar. En 1905, el gobierno de
Francia tomó cartas en el asunto. Se habló en el Senado de expulsar de Francia
al osado que hacía encarecer el azúcar, le sucre del chocolate, de la pâtisserie y
del petit déjeuner. El hombre pequeño y barbudo y mal vestido del Nº 5 de la
Avenida de la Opera hizo temblar a la Bolsa y a los industriales. Dicho señor
vivía aislado, no iba a comidas ni a tés. Frecuentaba solamente, de tarde en
tarde, a dos o tres chilenos que no podía evitar. Odiaba a los rastacueros y vivía
como ermitaño. Nunca fue sociable.
No tuvo auto. En religión y en superstición era nulo. Había resuelto el
asunto por negación. Solterón y ateo, sacaba de paseo a pie a su bourgeoise,
compraba puros Londres de sesenta céntimos, los partía y fumaba por mitades.
Metódico hasta la manía, no rompía los sobres de las cartas que recibía. Le
servían de blocks. Su cama estaba siempre cubierta de cartas y de telegramas
por cientos de millones en negocios.
El mito de los calicheros es por lo tanto una deformación monstruosa.
Menos mal que es de índole ponderativa, o cariñosa. Poder quemar billetes,
como quien quema hojas secas, es el sueño de no pocos miserables. Es un
motivo de leyenda en la España de Pandereta. En nuestro mundo popular corre
un tantito de sangre andaluza que nos exalta agradablemente la imaginación.
El cuento del millonario Santa María quemando canastadas de billetes en
Paris es pariente de los cuentos del tesoro del pirata Drake, en Playa Ancha, de
las barras de oro de Lo Águila y de cien otros. En España encontraríamos el
origen. He leído el caso del torero Frascuelo y el rey don Alfonso XII. Después
de hacer una faena despiporrante, el torero habría sido llamado al palco real. El
rey le dio un billete de mil pesetas. El torero sacó un habano y lo encendió con
el billete.
Este es el papá del mito de don Federico Santa María. No niego que don
Federico tuvo coraje en los negocios. Coraje y genio. Pero en gastos y en
derroches personales, más se pareció a Shylock y a Harpagón que a Frascuelo y
a Osuna.
123
CACHIPORRA, OSUNA Y PEDRO LEON GALLO
Enero, 1957
124
ejército de nortinos con fusiles y corvos. Se propuso marchar sobre Santiago
desde Copiapó para proclamarse amo de Chile. Tenía penacho y agallas. Era un
caudillo ideal, alto, con fuerzas hercúleas, con bigote y pera negros, elegante,
poeta y enamorado, además de jugador de monte y de rocambor. La masa
popular, junto con los lectores de Lamartine y de Hugo, vieron en Gallo al
salvador de la patria. Es éste un fantasma permanente. La masa popular es
artista. Ve en la naturaleza de los hombres seductores algo que no ve el hombre
mediocre con equilibrio de pato. La masa es desequilibrada y visionaria.
Cuando llegó a Santiago la noticia del combate llamado victoria de Los
Loros, o victoria de Gallo, los mitómanos de la calle Ahumada comentaron la
hazaña elevándola a la mitología. Según ellos, don Pedro León Gallo habría
armado a sus rotos con balas de plata. Añadían detalles novelescos de la vida
anterior del ídolo de cuando fue minero. Así, cierta noche de orgía y juego,
después de desplumar a unos gringos, habría dado de propina al mozo su mesa
de juego de sólida plata.
125
EL BALTIMORE Y EL BANCO EDWARDS
Febrero, 1943
126
"Banco de A. Edwards y Cía." promovió la revolución acuciado por intereses de
dinero, contrarios al porvenir nacional. No voy a extenderme esta vez. Los
ignorantes de las costumbres de los hombres de negocios de estas familias, que
son la misma, pueden estampar cuantos disparates quieran.
Murió Carlos Edwards Vives; murió Agustín Ross; murió Carlos Silva
Vildósola. Estas tres personas podían tapar la boca a la maledicencia mejor que
yo. Está muy bien ensalzar la memoria de Balmaceda; lo malo consiste en echar
manotadas de barro a una familia del siglo pasado, con la intención de levantar
el pedestal del héroe político.
Es triste que no podamos ni siquiera alabar a alguien sin enlodar a otros. En
nuestra tierra hasta el elogio envuelve un sadismo solapado. Cuando la dama
señala a un señor en la calle y dice: "Es el que más vale de la familia", ya está
menospreciando a otros.
En nuestro Jardín Zoológico hay muchas especies de la fauna americana,
pero no he visto al chacal de la calle Huérfanos, al rajador chilensis con sombrero
Rosenblit y reloj de pulsera.
Es preciso conocer algo de lo que fue esta familia Edwards de La Serena y
de Coquimbo, desde 1810. No sé hasta qué punto los santiaguinos la hayan
contaminado. Cuando los señores santiaguinos, descendientes de reyes,
tramaban el asesinato del capitán de la Scorpion y el robo de sus bienes, don
Jorge Edwards le mandaba un capataz a todo galope para ponerle en guardia.
Los Edwards iniciaron los trabajos del cobre en Coquimbo; mi padre decía que
del primer viaje en barco de vela llegó con los zapatos rotos. (Perdonen los
parientes siúticos).
Don Agustín Ross Edwards desdeñó los negocios fructíferos que en su
época cristalizaron en la baja del peso. Propició toda su vida la conversión
metálica, contra los latifundistas. Bebía solamente leche y agua. Hasta sus
últimos años, encorvado, blanco de canas, paseaba a su esposa enferma por la
plaza. Es la última pareja romántica de viejos casados chilenos que haya visto
en inolvidable estampa de honor y de cariño.
La pluma de un Maurois podría novelar el comienzo de esta familia de
Coquimbo, en cuya casa alojó Darwin. Su calidad me parece superior. Vivian
bien, sin lujo. Observaban ciertas reglas en el comer y en el trato; sus muebles y
su vajilla eran sólidos y de agradable aspecto. Cuando llegué a Santiago la
primera vez, me llamó la atención que casi nadie sabía comer, ni hablar, ni
saludar; ni se lavaban las manos antes de ir a la mesa.
Los Edwards Garriga fueron esposos abnegados; hombres de honor,
metódicos, estoicos frente al destino. En su carta a Mitre, el propio Balmaceda
nada dice de los Edwards; pero si echa la culpa de su muerte a la aristocracia
santiaguina.
La revolución empezó con el despecho de los figurones cuando vieron que
Balmaceda buscaba la clase media.
Luego la revolución cundió en forma de avalancha. Nadie deseaba una
dictadura. Si el Banco Edwards no hubiera dado su dinero para ayudar al
Parlamento, los padres de los mismos que atacan a esta familia hubieran dicho
que eran unos miserables y avaros.
A la sombra de doña Juana Ross Edwards, prima de mi padre, vivían
centenares de familias; ella no se puso nunca sombrero. Si don Jorge Edwards
se hubiera establecido en California en vez de en Coquimbo, su nombre estaría
127
escrito en Madison Square junto al de los pioneers, con Jackson, Lincoln y los
Vanderbilt. Aquí, el mitómano de la calle Huérfanos, el rajador chilensis, lo
quiere convertir en barrito.
Ese mito no es aceptable, ni me prestaré para esponjarlo y floripondearlo.
Digo que es mentira.
128
LA MARINA NORTEAMERICANA Y CHILE
Octubre, 1946
América del Norte tuvo una sola revolución grande, la que ahorró las
revoluciones menores y las guerras entre Estados del mismo origen.
Las guerras y las revoluciones en la América española derivaron de la
ausencia de esa gran revolución que en la América del Norte terminó con la
victoria unionista de Lincoln. Por lo mismo, las líneas que siguen, en lo que se
refiere a la intervención norteamericana después de la guerra entre Perú y
Chile, han de tomarse como buenos oficios de un hermano mayor que vio en
esa guerra un movimiento unionista en pequeño. Vamos a contar los casos en
que intervinieron barcos de guerra norteamericanos en asuntos chilenos, y
demostraremos sin gran trabajo que la intervención fue favorable a nosotros.
De esta manera destruiremos mitos o fábulas que sobrepasan lo tolerable.
Está bien un mito cuando es patriótico y no ofende a una potencia amiga. No
está bien cuando tergiversa la verdad medio a medio y pretende probar lo
contrario de lo que ocurrió. Tal es el caso de la intervención de la fragata
norteamericana Lackawana, en Arica, después de las victorias de Chile en Perú y
Bolivia. El mito chileno pretende que los plenipotenciarios norteamericanos
hicieron presión en los chilenos para impedir a nuestro país el logro de sus
ambiciones. Todo eso es falso; pero no solamente falso: la verdad es que ocurrió
lo contrario. La intervención de los norteamericanos Hurbult, Trescott y Logan
impidió que las negociaciones se prolongaran de manera viciosa, accediendo a
la intención peruana de embrollar y de esperar en vías a intervenciones
inamistosas para Chile de otras potencias pequeñas iberoamericanas. En 1881
actuaba el plenipotenciario Logan, de los Estados Unidos, en Santiago. Este
diplomático era tenido por los negociantes peruanos como, acérrimo enemigo.
En su Vida y Obra de don Francisco García Calderón 1, los autores peruanos Paz
Soldán y Delgado dicen: "Esta mediación producida en esos momentos
demostró, dada la conducta observada por el mediador, que se trataba
solamente de presionar al prisionero, sirviendo los intereses y ambiciones de
Chile".
1
Desclée de Brouwer, Paris, imprimeurs.
129
El prisionero no era otro que don Francisco García Calderón, ilustre
estadista y gran patriota peruano, padre de nuestros conocidos Francisco y
Ventura García Calderón.
El señor García Calderón padre, después de las derrotas de su patria, fue
nombrado presidente provisional del Perú, con asiento en el histórico pueblo de
Magdalena la Vieja. El gobierno de Chile decretó su detención, y ese caballero
fue llevado al Cochrane, para trasladarle más tarde a nuestro país, donde
permaneció prisionero dos años y medio. Una vez libre, en 1884, en Buenos
Aires, el señor García Calderón publicó un libro titulado Mediación de los Estados
Unidos de Norte América en la Guerra del Pacífico. En esta obra atacó de manera
violenta al mediador norteamericano, por su actitud desacertada, infecunda,
parcial y amenazadora. El ex plenipotenciario peruano acusó al mediador de los
Estados Unidos de haberle amenazado diciéndole:
—Apresúrese a firmar, pues de lo contrario, más tarde será peor.
Tras de leer los documentos apuntados, uno se pregunta cómo pudo tener
vida el mito del Lackawana, burdamente contrastado con la supuesta
intervención del robusto Bismarck.
Una vez glosado el mito del Lackawana vamos a recordar el mito del
Baltimore. Este último es como el cuento del entierro. No obstante las
innumerables veces que la prensa lo desmintió, hay siempre incautos que caen
en la ingenuidad de creer. Seremos breves esta vez. El mito del Baltimore tomó
cuerpo en el odio incubado contra Balmaceda en 1891, después de Concón y La
Placilla. Vamos a los hechos: A causa de la revolución de 1891, se hicieron
presentes algunos barcos de guerra extranjeros en los puertos chilenos; entre
éstos los cruceros norteamericanos California (almirante Brown) y Baltimore
(contraalmirante MacCann).
Los marinos norteamericanos se pusieron al servicio del gobierno
constituido (Balmaceda). Trataron de evitar las batallas finales en Concón y La
Placilla, mediante un armisticio. Era tarde. Después de la derrota balmacedista,
Valparaíso sufrió el saqueo, la ebriedad y otros desórdenes. Gran parte del
pueblo victorioso creyó ver enemigos de su causa en los marinos norteamericanos.
Se decía —y era verdad— que algunos balmacedistas de primera fila encontraron
refugio en los barcos yanquis. La hostilidad creció en los barrios bajos: una
poblada atacó a un grupo de marinos del Baltimore, matando a uno e hiriendo a
diecisiete. Reclamó el gobierno norteamericano de manera enérgica primero.
Finalmente fue demasiado benévolo y el asunto terminó, en cambio de notas
amistosas y el pago de una indemnización a las familias de las victimas.
Entretanto, el incansable forjador de mitos lanzaba a la circulación la más
risible, monstruosa y pueril de todas sus creaciones: "El gobierno de Washington
habría exigido que fuera un barco de guerra chileno frente a Punta Angel, en
Valparaíso, para que arriara la bandera y saludara al pabellón norteamericano
con 21 cañonazos.
"El oficial chileno de apellido Peña, o Walker, después de cumplir la orden,
se habría suicidado encima de su bandera". Otros mitómanos situaron el
incidente en San Francisco de California.
En los patios del MacKay y más tarde en el liceo hemos escuchado dichos
mitos del Lackawana y del Baltimore.
130
No estaría mal nombrar un inspector fiscal de mitos en grado tres.
Traspasamos la idea a los inventores de pegas o canonjías de las ubres
presupuestarias.
Hagamos otra excursión en el tiempo hacia atrás. Ochenta años atrás, Chile
se encontraba en guerra con España, siempre buscando el espíritu unionista de
que hablamos. Llegó a Valparaíso un veterano de Estados Unidos: el comodoro
Rodgers, fogueado en varios mares, héroe de Marruecos, de Charleston y de
otras acciones memorables; al mismo tiempo era encargado de negocios de
Washington el mayor general Kilpatrick, ex comandante de la caballería
unionista, vencedor de Wheeler, héroe de Waynesboro, Jonesboro, Augusta y
Kingston.
La posición de Estados Unidos entonces no era muy fuerte, a causa de las
heridas recientes. No obstante, la actitud de Rodgers y de Kilpatrick fue
francamente amistosa para Chile. En más de una ocasión apuntó los cañones
del Monadneck contra la Numancia de Méndez Núñez.
131
LO DEL BALTIMORE
Junio, 1952
Por penúltima vez voy a desmentir el infantil disparate del marino chileno
Peña, que habría sido comisionado por nuestro gobierno para ir a San Francisco
de California, en un barco de guerra de nuestra Marina, y en dicho puerto
cumplir una de las condiciones impuestas por Washington, motivadas por el
incidente con marineros norteamericanos, en Valparaíso, el año 1891. La
dolorosa misión del teniente o capitán Peña habría consistido en saludar la
bandera yanqui con veintiún cañonazos. El broche de oro de la fenomenal
mentira es el suicidio del inexistente Carlos Peña, después de la humillante
ceremonia. Entre la infinidad de mitos históricos patrioteros, es éste el más
nocivo y adherente. En todas las naciones cultivan el mito histórico, y a veces
con saludables resultados. Con razón nuestro Encina ha dicho, en comentario
de Nicolás Palacios, que el más vital sentido de los pueblos es el de la
nacionalidad. Lo tuvieron hasta el hiperbolismo Pérez Rosales y Vicuña
Mackenna. Polos positivos. Lo tiene Encina. Solamente un entrañable amor a la
patria chilena explica una vida entregada a estudiar la historia paso a paso
como itinerario de Chile. Por lo mismo, aceptó y cultivó el mito de la raza
araucano-gótica, que asimismo podría ser vándalo-gótica, de Vandalucía.
Unamuno rebatió a Palacios y sostuvo que Chile era, con la Compañía de Jesús,
una genial creación del pueblo vascongado. Yo creo que el chileno es el pueblo
superior de nuestra América, sin mitos. Necesita leche y no mitos. Es seguro
que hay sangre germánico-española en no pocos chilenos. Los Rozas, de
Burgos, en Castilla la Vieja, eran de ascendencia germánica.
Hay otros mitos benévolos y fecundos, como ser, el duelo a muerte de un
general con cierto francés. Nunca se supo el nombre del francés ni el sitio del
lance. Este mito es repetición o versión popular del duelo del conde
d'Espinville, cuya tumba se encuentra en el cosmopolita cementerio de
Valparaíso.
La verdad sobre el incidente del Baltimore es la siguiente, en pocas líneas. El
gobierno de Washington era partidario de Balmaceda, esto es, de un gobierno
legal estable. La conducta del ministro Egan, amigo y partidario acérrimo de
Balmaceda, irrito al pueblo de Valparaíso después de las victorias
parlamentarias de Concón y La Placilla. La culpa del asunto debe recaer en el
ministro Egan, según escribió el editor del Harper’s Weekly, de julio de 1892. El
132
16 de octubre de 1891 bajaron a tierra marineros del Baltimore, sin armas, y
fueron asaltados simultáneamente en diversos barrios. Uno murió y ocho
quedaron gravemente heridos a cuchillo. Uno de los heridos presentaba
dieciocho cuchilladas. Treinta y seis marineros fueron apresados y apaleados.
Egan reclamó. La nota del gobierno provisional chileno fue considerada
ofensiva en Washington. No obtuvo respuesta. Se envenenaron las relaciones
entre ambos países. Lo más triste consistió en la actitud doble del argentino
enemigo de Chile Estanislao Zeballos. Este ministro de Argentina en Washington
ofreció víveres y cuanto necesitara una escuadra yanqui, en caso de ocupar el
puerto de Antofagasta. Roca aceptó. Mitre dijo: "Sería un crimen". Finalmente,
Chile pagó setenta y cinco mil dólares de indemnización a las familias del
muerto y de los heridos. Era un hecho aceptado, es un derecho obrar así.
El presidente Harrison, años antes, pagó igual suma a las familias de
súbditos italianos que fueron linchados por turbas norteamericanas en Nueva
Orleans. Esta es la historia. El marino Carlos Peña no existió. Hay un libro sobre
esto, de José Miguel Barros Franco. Completo y claro. El Mercurio desmintió el
caso tres veces. Averiguador Universal, 6259, 6565, 6570. Yo lo desmentí cuatro
veces, pero ocurre como en el cuento del billete premiado de lotería. Siempre
hay uno que no ha leído la historia y que cae. Seguirán cayendo: "Los hay, los
hay, la cosa es dar con ellos", dice D. A. Garfias. El pueblo no gusta de los casos
sencillos. Le encanta lo monstruoso, lo misterioso, lo absurdo y lo inverosímil.
El pueblo tiene una prodigiosa imaginación de lo falso. Mueren dos doctores de
gripe, el mismo día y en cama. El pueblo no acepta. Murieron en un duelo con
bisturí, encerrados en una pieza oscura. No crean lo que les digan, sino lo que
les conste. Ahora decían que el portaaviones norteamericana vino para ejercer
presión. Infantil. Fue una moda gritar contra el imperialismo del dólar. Ya pasó.
Es como el sarampión. Sin dólares no funcionaria nada. No hay capitales
privados. O capitalismo del Estado, o capitalismo extranjero. Es fatal. Huachipato
funciona con carbón norteamericano. Es una necesidad por cuanto nuestro
carbón no cuenta con las calorías suficientes. No alcanzamos a seis millones de
habitantes: es la cifra del aumento de la población de Estados Unidos cada dos
años.
Los norteamericanos podrían ser nuestros mejores amigos. O Rusia, o
Perón, o Estados Unidos. Escojamos.
133
ILUSION Y TURISMO
Octubre, 1956
134
"Finalmente, me permito contarle un chascarrillo nacional. Un yanqui
andaba por esos campos buscando reliquias del pasado chileno. Un huaso
diablo fue a ofrecerle una calavera de O’Higgins. El yanqui, entusiasmado, le
pasó veinte dólares. El huaso —un tonto pillo, seguramente— pretendió repetir
y llevo al yanqui otra calavera chica, de niño. El gringo le pregunto:
"—¿Y ésta?
"El huaso respondió:
"—Es la calavera de O’Higgins cuando era guagüita.
"Me despido afirmando a usted la necesidad de perpetuar la fantasía para
fomento del turismo.
"Besa sus pies.
"Eugenia Urquieta, Lautaro 723".
Respuesta:
135
fiera". Asimismo, en los campos de Waterloo, los guías y cicerones no cesan de
encontrar, para los turistas, botones dorados de la Vieja Guardia.
Ilusión. Todo es ilusión, o inocencia. El pueblo, decíamos, es la mayor
reserva de inocencia.
Créame, señora o señorita, su muy "venerable" agradecido. Otra ilusión. Ser
venerable y, besado en los pies, como los profetas. Bendita seas.
136
EL SUBTERRANEO DE LOS JESUITAS
Noviembre, 1951
137
conyugal. No tardó en sobrevenir la frialdad y más tarde la separación, a la
antigua.
Me pregunto si dicho libro justifica los ardores de una persecución. No, de
ninguna manera. Menos ahora que antes. Se trata de una obra densa, pesada, de
escaso interés novelesco, que no daña a la Iglesia ni a nadie. No se la podría
tomar en serio. Si la fealdad de ciertas mujeres es el escudo de su honor, la
pesadez de un libro pecador seria la valla para impedir que hiciera daño. Dudo
de que alguien pueda leerlo ahora con fines de entretenimiento. No es siquiera
antirreligioso. Es, si se quiere, antijesuítico. El interés de su lectura en estos
tiempos se parece al interés de un buscador de casullas apolilladas, de
candelabros funerarios y de púlpitos desvencijados. El autor demuestra
preocupaciones eclesiásticas de renegado.
El subterráneo de los jesuitas, con su entierro de oro y valores, es un mito
nacional en la ya larga lista de mitos. Los entierros de joyas y oro, que
seguramente son muchos en todas partes, no se encuentran donde los
buscamos. Los enterradores, generalmente avaros, murieron con su secreto. No
es posible imaginar a los jesuitas, o a Marcó del Pont, metidos a enterrar
caudales antes de seguir a España. De pronto, donde menos se piensa salta un
entierro por si mismo, removido acaso mediante personas ignorantes. Se trata
de entierros hechos por excéntricos desconocidos. Los que dejaron suculentos
entierros de verdad no se llamaron Drake ni Morgan, ni Marcó del Pont, ni
fueron frailes jesuitas, ni dominicos u otros. En la vieja casa de un pueblo
chileno, La Ligua, un niño vio caer discos metálicos del techo. Eran monedas de
oro. Una gallina que escarbaba entre la paja y las vigas carcomidas había
descubierto el tesoro enterrado lo menos siglo y medio atrás. En la calle
Mouffetard, París, en 1937, los albañiles, mientras demolían murallas,
encontraron un tesoro En diversos barrios de Londres las bombas de los
alemanes en la última guerra pusieron a luz esa clase de monedas de oro y de
joyas que los ilusos salen a buscar en islas remotas o en el fondo de los mares.
La idea de buscar entierros en sitios determinados es una enfermedad
mental. Proviene de la fiebre de invenciones fantásticas o mitomanía, más
corriente en pueblos mineros y montañosos. En Colombia los entierros se
llaman "santuarios"; en Perú, "tapados". En Coquimbo y La Serena es común
encontrar viejos que pasan la vida haciendo planos imaginarios en el suelo con
sus bastones. Sus casas, pobres y sucias, están cubiertas de planos geográficos y
de cifras cabalísticas. Lo único que salió a luz de sus excursiones por la bahía de
Guayacán ha sido guano. Estos fabricantes de fábulas terminan por creer lo que
cuentan y comunican. En Oaxaca, México, un iluso consiguió permiso del
Estado para buscar un tesoro en la catedral. En resultado consistió en la
apertura de hoyos, el destrozo de antiquísimas tumbas, la postura a la luz de
calaveras casi pulverizadas y el debilitamiento de las murallas. En Santiago
tuvimos el caso del gran poeta peruano Santos Chocano, empalicado por un
loco delirante de entierros que poco más tarde le mató de un volapié por la
espalda. Chocano soñaba con oro y sucumbió en la busca de fortunas
repentinas. Acostarse pobre y despertarse rico, sin esfuerzo, por arte de
birlibirloque, es la esperanza de muchos. Chocano, poeta, buscó el subterráneo
de los jesuitas, piedra filosofal y cuadratura del círculo en las leyendas
santiaguinas.
138
Según la obra de Ramón Pacheco, los jesuitas utilizaban el subterráneo con
diversos objetos. Uno de ellos: enterrar en vida a los enemigos de la Orden. Los
negocios de los jesuitas eran muchos y de varia índole, como vasta colmena.
Para mayor discreción solían mantener emisarios bajo tierra. Eran dueños de
ollerías, pulperías, carpinterías, despachos, bodegones, carnicerías, panaderías,
velarías, curtidurías, boticas y ojoterías. Además de lo dicho, intervenían en los
negocios públicos y en los domésticos de la gente principal. En último lugar el
subterráneo hubiera debido servirles para esconder sus tesoros. El subterráneo,
siempre según la fantasía de Pacheco, iba desde la Casa de Ejercicios de la
Ollería hasta San Pablo, dando vueltas y curvas alrededor de la vieja iglesia de
la Compañía. Contenía extensas bodegas, celdas, prisiones secretas, galerías de
diversa categoría y puertas grandes o chicas. Las personas no enteradas del
secreto para moverse dentro del subterráneo, se perdían irremediablemente.
Fue lo que ocurrió a uno de los personajes del laberíntico libro: don Santiago
Ruiz. Otro de los personajes se llama don Belisario de Miramar.
Sin un poco de fantasía la vida seria imposible. Por desgracia para los
cultores de mitos y de irrealidades, el encuentro en Santiago de unos arcos y
murallas de bodegas vineras, es en extremo decepcionante. Lindo hubiera sido
encontrar, como en las portadas del folletín de Pacheco, una bóveda enorme, y
en gancho de carnicero el esqueleto de un ajusticiado.
139
EL URANIO CHILENO PARA CHILE
Julio, 1959
140
bajaron a cero. Tengo a la vista la fotografía de los descubridores del fraude:
gobernador, señor Contreras; juez letrado, señor Cerveró; secretario, señor
Canales; director del laboratorio, señor Davidson; director de El Magallanes,
señor Cienfuegos; prefecto de Policía y señores Alejandro Tinsly y Alberto
Daerswill.
Antes se habia efectuado una estafa parecida en Pozo Amarillo.
El año 1938 el señor don Domingo Pedregoso denunció al Departamento de
Minas la existencia de petróleo en el estero de Genón, cerca de Constitución. El
ingeniero señor Wensel, de dicho departamento, examinó el lugar e informó: no
hay petróleo.
En 1955, octubre, tras de otra denuncia de existencia de petróleo, en
Constitución, por los señores Oscar Smith Rivera y el regidor de la
Municipalidad de Constitución señor Álvaro Santa Maria, el mismo experto
señor Wensel declaró en informe técnico que, en suma, la materia espesa y
negruzca que habían tomado por petróleo los quijotescos mineros era en
realidad un prosaico y maloliente depósito de aguas estancadas con sus
respectivos coros de sapitos.
El periódico norteamericano Times, en octubre de 1951, dio la noticia
sensacional de encuentro de uranio en Chile. Uranium Find. La Corporación de
Fomento (CORFO) habría contratado, en absoluto secreto, una comisión de
geólogos norteamericanos. Dichos geólogos, después de explorar terrenos en el
valle central, proclamaron el descubrimiento de dos depósitos de uranio en La
Serena. El descubrimiento traería inesperada riqueza al país. El presidente
pediría al Congreso la dictación de una ley basada en "el uranio chileno para
Chile".
Me pregunto: ¿quién vio a los dichosos geólogos?, ¿Quién vio el uranio?
En 1954 el periódico América, de Cuba, anunciaba: "En Coquimbo ha sido
descubierto un rico yacimiento de uranio, oro, plata y cobre".
¿Qué se hizo? Humo, polvo y nada.
El año 1954 el Ministerio de Minería, o Balde de Agua Fría, declaró: "No
existe mineral de selenio en Chile, ni existe, tampoco, la más remota posibilidad
de que en el territorio nacional se descubra ese mineral".
141
MENTIRAS O MITOS PONDERATIVOS EN
LAS PELICULAS
Abril, 1958
¿Que gesto harían Moisés y sus judíos si pudieran resucitar para venir a
ver, en este pobre mundo, la película Los Diez Mandamientos?
—¡Milagro! ¡Milagro! —gritarían, aterrados.
Con millones de dólares, en la Babel de Hollywood, los israelitas de hoy
cambiaron el pasado, no solamente de su raza, sino de sus panoramas nativos.
Y, digamos la verdad, exaltaron la historia, la hermosearon, la hicieron
fascinante.
Los norteamericanos de Hollywood, en sus fábricas demoníacas, acapararon
todo lo necesario para maravillarnos. Compraron lindos tipos, o estrellas de
carne y hueso. Compraron paisajes, compraron vestimentas magnificas. ¡Ahí
tienen ustedes! Vamos a ver a Cleopatra, a Friné, a Nerón, a César, a Napoleón,
a Julián Sorel, a la Traviata, o al Juan Gallardo, de Sangre y Arena.
—¡Chico! ¡Me siento muy contento de ser español! —decía el poeta
malagueño Souviron al salir de ver dicha película.
—¡Ya lo creo!
Toreros yanquis, atléticos, sanos. Nerón yanqui. Lesseps yanqui. Dama de
las Camelias y Armando Duval yanquis. Napoleón de Massachusetts. He visto
a Agripina con fuerte acento yanqui ofreciendo porridge a Nerón. My dear, here is
your porridge.
Hace poco vi una película corta referente a la Antártida chilena, con
estrellas nacionales como don Francisco Encina y el señor Gómez Millas, ilustre
rector de la Universidad. La película muy buena. Un pero: aparece una
entrevista de sus majestades los reyes de España con Pero Sancho de Hoz, socio
de Pizarro, nombrado gobernador de las nuevas tierras que descubriera, "con
excepción de Chile".
Los reyes de España nunca recibieron a los conquistadores, ni leyeron las
Cartas de Indias. No recibió Carlos V a Hernán Cortés, ni Felipe II a Ercilla.
Todo eso es fantasía.
Otros casos. Los franceses protestaron por los errores históricos de las
películas en que aparecieron Lesseps, Pasteur y Luis XV. Lesseps no fue a Suez
142
invitado por la emperatriz Eugenia, sino por el rey Luis Felipe. Ni se enamoró
de Eugenia. Tenía sesenta y cuatro años y diecisiete hijos.
Con la película La Guerra y la Paz, de Tolstoi, ocurrió algo extraordinario.
No gustó a todos. Esto proviene de que hay aquí, como en otras partes del
mundo, fanáticos napoleónicos, o locos circunstanciales. Estos locos son
cuerdos cuando no suena el nombre de Napoleón. Padecen la manía
napoleónica por momentos o por temporadas. De otra manera irían al
manicomio. Hay casos. El actor Coquelin, el viejo, después de encarnar a
Napoleón en el teatro, sufrió la crisis total de napoleonitis mental. Terminó sus
días en el manicomio.
Napoleón creyó que Rousseau habia sido una maldición para Francia. Pero
sin Rousseau no hubiera tenido lugar la Revolución, madre de Napoleón. Así
yo me digo: Napoleón nos hizo mucho daño, pero sin él nuestra Independencia
hubiera tardado un siglo. A veces me digo que Napoleón fue una encarnación
de Satanás. El que menciona su nombre sufre extrañas influencias. El que lee
algo de él queda hipnotizado. Un jefe árabe, al verle en Alejandría, dijo: "¡No
pelearé contra él, por Alá! Ese no es un hombre Es un brujo. En todo se ve que
es un brujo".
Hagan la experiencia de mencionar su nombre. Ya verán. En el acto los
hombres cambian. Se ponen como beodos, parecen morfinómanos, o toros ante
trapos rojos. Yo diría, parodiando el conocido refrán del cochon, que todo
político tiene en su vientre un Napoleón qui sommeille. No solamente los políticos.
Conozco cientos de napoleonoides. Lo curioso es que nunca están de acuerdo
entre ellos. Hagan la prueba hoy mismo, en el club, en la plaza o en la oficina.
Esperen a que se junten tres o cuatro conocidos, y disparen.
—Batalla de Waterloo.
—Napoleón no era el mismo de antes. Las glándulas. Estaba gordo.
—Llevaba en su bolsillo el parte de la victoria. A las cuatro habia ganado la
batalla.
—Le traicionó Grouchy.
Hay uno que no habla. Mira a sus pies con aire superior. Es el sabelotodo.
De pronto dice, como iluminado:
—Ustedes no saben nada. Han leído al tonto de Ludwig. Napoleón perdió
porque su ejército habia perdido la fe en él. Los soldados de la famosa Guardia
huyeron como corderos, dice Stendhal.
—No diga leseras.
-—El tonto es usted.
Así suelen terminar las discusiones napoleónicas. Lo que ocurre es que cada
uno se forjó un Napoleón a su gusto en la cabeza. Cada uno tiene su Napoleón.
Los más graciosos son los Napoleones siúticos. Estos se manifiestan indignados
con el Napoleón cinematográfico de La Guerra y la Paz. Según ellos es absurdo,
sin virilidad ni elegancia. Dicen así:
—¡Hase visto insolencia igual! El mismo actor ordinario, calvo y chato, el
judío Herbert Lom, hace los papeles de Napoleón, y poco después aparece, con
la misma jeta, en papel de gangster en el Quinteto de la Muerte, En las Barreras
del Terror hace de bandido griego. ¡Absurdo!
Bueno, entre un bandido y un guerrero hay poca diferencia. Si un hombre
mata con uniforme en una batalla es un héroe. Si mata de civil, en la paz, es un
gangster. Un descendiente de sueco, Lindbergh, es héroe nacional norteamericano.
143
En Suecia hubo un famoso bandido Lindbergh. En Inglaterra un hermano del
explorador Shackleton fue ladrón de veras, no de películas.
Perón se creyó un Napoleón. Caballo blanco, entrecejo fruncido y guerra
contra los ingleses. Sus arengas sonaban con tono imperial: "Cuando yo
aparezco, mis cien mil descamisados valen por cuatrocientos mil, como dijo
Napoleón".
Cipriano Castro, el de Venezuela, se creyó Napoleón. Nuestro poeta Pezoa
Véliz recordaba que don José Miguel Carrera, en la cubierta del barco que le
traía a Chile, declaró que sería el Napoleón sudamericano.
¿Conocía Napoleón su poder oculto, de brujería? La duquesa de Abrantes
conoció a doña Leticia Ramolino, la madre de Napoleón. Tenía, según ella, tipo
de adivina, de tireuse de cartes. Algo bruja, de nariz afilada y ojos sibilinos.
No supo Napoleón los estragos que haría su brujería en esta América
española, o gigot colonial de la vieja España. Buena presa éste continente con
forma de jugosa chuleta de cordero, según el brujo.
144
ORO, MANGANESO, ONIX Y MARMOL
EN QUILICURA
Enero, 1955
145
¡Y un loro!, exclamé, sin poderlo remediar, parodiando el cuento del
cazador jactancioso y de su mozo.
Vamos a ver. Quilicura en mapuche significa piedra roja. El pueblo está
situado a diez kilómetros de Santiago. Hace más de treinta años solía ir con
Aquiles Vergara a Lo Campino, inolvidable mansión que heredó de su padre, el
general Vergara. Era éste un gran señor, de aspecto marcial y noble. Corrían por
sus venas sangres vasca, castellana y portuguesa de Viana do Castello. La
misteriosa casa de la hacienda revelaba algo de la vida novelesca del general.
Yo no le conocí pero vi pasar su sombra en dicha casa. El general vivió como un
castellano de la Edad Media. Escarbaba el suelo sin mar. Demolía cerros y
edificaba desde el amanecer. Hacia emplazamientos para cañones, torreones,
casamatas, puentes y cuarteles subterráneos. Todo de piedra de sus canteras.
Los generales planean siempre guerras. Creo que el general Vergara preparaba
la defensa de Santiago contra una quimérica invasión argentina. El espectro de
este varón extraño, despótico y fuerte vagaba por esa casa, por esos jardines,
por los aposentos y las fortalezas. Docenas de retratos del general le mostraban
en posturas guerreras, ora francesas, ora germanas, ora británicas. Siempre un
poco fidalgo.
El general era buen mozo, arrogante y con una expresión cruel, de orgullo y
desafío. Se habia retratado en toda clase de poses y con uniformes variados:
ingleses, franceses, alemanes y españoles. En uno de estos retratos aparecía con
el torero Mazantini, en Granada. Llevaba bigote entero y tupido. Ahora suelo
meditar en el misterio de dicho gran señor. Esa casa tenía bodegones, cepos,
carruajes y enormes caballerizas. Vagaba por ella un bufón de cuento de
Hoffmann, vestido de soldado, que balaba como una oveja. Andaba encorvado
y no parecía ser humano. Me parece ver a esos fantasmas en la decoración de
otros tiempos. El general edificó cerca de la casa un pabellón separado para su
amada. Nadie la vio. Cuando murió el general, el día del entierro de don
Germán Riesco, la dama partió sin que la vieran a Río de Janeiro. Me parece ver
el fantástico retrete o excusado, del general, en forma de trono, con cortinajes, al
que se accedía subiendo cuatro gradas, alfombradas. Sentado en él me creí no
pocas veces un califa en Consejo de Ministros. El general dictaba órdenes como
un país. Grande y déspota. Grande hasta para regalar. Regalaba cañones del
Perú, espadas con cazoleta de oro y caballos pur sang. Pagaba pensiones
personales a los veteranos del 79 y de 91. Regaló Las Salinas a la Marina de
Chile. Era dueño, con su hermana Blanca, de la Población Vergara, en Viña del
Mar. Hizo arrasar sus viñas de Quilicura para mitigar las borracheras. Era un
capítulo vivo de historia del viejo Chile victorioso. Mezcla de general y de
sultán. La noche del terremoto de 1906 se fue a la caballeriza, hizo ensillar el
potro más ligero, se vino de un galope a Santiago; tomó a su esposa y se la llevó
a su castillo, abrazada y segura, al anca.
Otro detalle de su quinta. En un decorado del acto del cementerio sevillano
de Don Juan Tenorio se habia construido un enorme pedestal de piedra, alto, de
diez metros. En noche de luna pregunté a Aquiles, su heredero:
—Y esto. ¿Que es?
—Para que pongamos su estatua —me respondió Aquiles, riendo.
No creo que a un hombre con el ojo del general Vergara, veterano de
Marruecos, de Concón y La Placilla, ex ministro de Riesco, de una actividad
cesárea, se le pudieran escapar los tesoros de Quilicura,
146
Corre mucha fantasía por ahí. Es como la patraña de las barras de oro de Lo
Águila. Creer que pudieran quedar barras de oro enterradas en una casa que
habitó don Domingo Toro, padre, es para soltar la risa. Creer que puedan
quedar señales de barras de oro en un sitio que ocupa don Domingo Toro
Astaburuaga, es no conocer a este filántropo.
147
DEL BOXEO
Julio, 1946
148
Madrid, y cuenta sus relaciones con la zarina, sus amores con la Otero y su
duelo con Boni de Castellane, entonces uno se dice que si contara cualquier
hecho curioso, real, de su vida, nadie le creería. En un cenáculo de mentirosos
por el estilo de un cazador de fieras de Bengala, el hombre verídico se queda
cohibido, a menos que salga con una más grande y lo eche todo a la broma.
En nuestra tierra vivimos envueltos en el mito; en mucha parte la historia
misma se envuelve en polvaredas de mitos, a veces doradas y otras veces
piadosas. A menudo he pedido a mis amigos escritores que lean en detalle
ciertos capítulos de historia, "como si por primera vez los conocieran", para
reflexionar en los detalles y dar a cada cosa, a cada personaje, su justa
proporción, después de podar la floresta, lo frondoso, lo hiperbólico. Entonces
nos encontraremos con batallas gigantes que solo fueron bochinches y con
gigantones políticos que sólo fueron pequeños intrigantes.
¡Oh, cuánto mito! El platino del aire; la campana de oro de Arica; el petróleo
"tapado" de Magallanes; el entierro de Guayacán; el héroe Paz, de Talcahuano;
el doctor que encontró en la calle una niñita, y resultó que la estaban velando; el
señor que se topó con el hombre que acababa de morir.
¿Y qué decir del mito del genio político? No pasa mucho tiempo sin que las
derechas descubran un genio, un Napoleón. Generalmente, el Napoleón
nacional es un hombre misterioso; ha vivido en el extranjero y se revela de
repente. Unos dicen que Schacht le tiene por el primer financista del mundo;
otro asegura que vio, en su casa, una carta en que Mussolini le llamaba "mi
maestro". De otro político dirán que la obra de Kemal Pachá, en Turquía, fue
inspirada por él. Del de más allá vendrán a decirnos que Roosevelt no hace otra
cosa que imitarle. Hace pocos días dijeron de un político chileno viajero que se
encontraba anclado en Nueva York a causa de cierta misión secreta que le
encomendara el gobierno de monsieur Lebrun. Nadie desmintió la paparrucha.
La verdad es que dicho señor no piensa en otra cosa que en regresar. ¡Pobre
Francia! No quiere servirla.
149
EL AVION DE VIRACOCHA
Abril, 1955
150
¿Cuál es la diferencia entre contar cosas fantásticas a un niño para dormirle,
y contar noticias fantásticas a la United Press, para el público?
¿Es mentiroso el director de Estadística?
¿Es mentiroso el que propone el negocito de las motonaves?
151
NAPOLEON EN CHILE
Mayo, 1957
Alguna vez alguien suele acercarse con aire misterioso y nos dice:
—¿No sabe usted? Estuvimos a punto de recibir a Napoleón en Chile.
—¿Para qué?
—¿Le parece poco? ¡Figúrese usted! ¡Cómo hubiera cambiado todo!
¡Napoleón en Chile!
—¿Cambiar qué? Suponiendo que fuera verdad todo eso...
—Pero, si, es verdad. Lord Cochrane estuvo a punto de ir a buscarlo en
Santa Elena para traerlo a Chile.
—Ya ve usted cómo es un mito. Lord Cochrane no habló jamás de eso. Era
inglés. En cierta ocasión dijo que de buena gana hubiera llevado a los malos
gobernantes de su patria a hacerle compañía al tirano ilustre (Napoleón), en
Santa Elena. Lord Cochrane luchó invariablemente por la libertad contra la
tiranía. El mito de la traída de Napoleón a Chile es reflejo de la idea del marino
francés Hipólito Bouchard, al servicio de los argentinos. Este marino, según
contaron don Pastor Obligado y el general Garmendia, salió en julio de 1817 en
un barco de guerra llamado Argentina con la intención de libertar al emperador.
Contaba el Argentina seiscientas toneladas y cuarenta y dos cañones. Llegó,
frente a Santa Elena el 19 de septiembre de 1817. Un fortísimo temporal, y la
presencia de dos fragatas inglesas, dieron fin a la tentativa del marine Bouchard, o
Buchardo. De otra parte, supongamos que Napoleón hubiera sido libertado,
embarcado por Cochrane y traído a Santiago. ¿Cree usted que un genio es
semilla que germina y da frutos en cualquier terreno? De ninguna manera.
Napoleón fue un hijo de la Revolución Francesa, nieto de los generales de Luis
XIV. La experiencia, la disciplina, la tradición de un pueblo no se improvisan, y
el más grande general seria impotente si no contara con una masa obediente y
leal. Sin el entusiasmo de la Revolución, el general Bonaparte no habría
significado nada. Napoleón es el pueblo francés de 1800. Supongamos a
Napoleón en Santiago. Un huaso se quedaría mirándolo, incrédulo. Luego,
socarrón, diría: "¿Y este guatoncito es el tan mentado Napoleón?" Un general de
la frontera hubiera comentado a su vez: "Bueno sería este gallo por allá en
Francia; lo que es en Chile no lo veo ganando batallas. ¡Venirnos con
Napoleones aquí, donde tuvimos al genio de la guerra, al general más grande
de todos los tiempos, Lautaro, el invencible Lautaro, más genial que Alejandro,
152
que César y que Anibal!" No. Napoleón no era hombre para Chile. La gramática
parda le hubiera destrozado en cierne: la neumática, la tramitación, la capillita
adversa, en una palabra, la envidia. Aquí no hubiera pasado de ser on Napo, el
amargao. Al fin se hubiera dicho: ¡Esto es peor que Waterloo!
153
EL AMIGO DE CHURCHILL
154
—Era mayorcito que yo... Y estaba enfermo porque fumaba mucho... Parece
que esa caída que tuvo en Niza, el 60, lo dejó muy mal parado. De ahí le
vinieron todos los achaques al pobre Winston Leonard...
CONSTRUYÓ SU CASA
155
los ataques de las V-2 alemanas y de las derrotas posteriores del "bulldog" en la
Cámara de los Comunes.
CHURCHILL PERIODISTA
Y los recuerdos siguen mal hilvanados, con fechas poco claras, pero con
certeras frases sobre los gustos, los paseos, las anécdotas. Churchill gustaba del
fútbol y del cricket. Pero sólo practicaba este último juego. Churchill fumaba
desde joven, Churchill gustaba del brandy. Churchill gustaba invitar a sus
amigos a "tomar un trago" al mediodía. Churchill era un gran pintor y un gran
amigo.
Izquierdo está cansado de hablar. Lo dejamos con sus recuerdos y creemos
interpretar su último pensamiento:
—Quisiera estar junto a mi amigo Churchill, invitarle a un brandy y
hablarle de Chile, de fútbol y de los copihues...
156
EL RELOJ MÁS GRANDE DEL MUNDO
¿Está en Santiago el reloj más grande del mundo?— El tomo 5, páginas 857-
858, del The New General Encyclopedia, 1939, dice que el reloj más grande del
mundo, que tiene un diámetro de ciento cincuenta pies, se encuentra en
Santiago, Chile. Está situado en un cerro que se eleva sobre la ciudad a mil pies
de altura. Quedaría muy agradecida si me informase dónde se encuentra este
reloj, si lo hay.— Jo Ricci.
R.— No es esta la primera vez que en una enciclopedia se acoge un dato
pintoresco, sin verificarlo previamente. Tampoco sería nuevo el juego de una
chuscada, hecho por un chileno. Hace años, los amantes del San Cristóbal
soñaron con la colocación de un gigantesco reloj en la cumbre de éste cerro.
Pues bien, con el ensueño de unos santiaguinos, el espíritu travieso de algún
chileno y la cándida credulidad de ciertos editores resultan posibles tales
maravillas. Mande usted esta respuesta de El A. U. a la firma que editó esa
enciclopedia. Perderemos en celebridad; pero ganaremos en honradez.
157
EL CERRO ENCANTADO
Noviembre, 1953
158
EL FRIO
Junio, 1960
159
alimento indispensable. La capacidad vital del alimento se calcula en calorías.
La calefacción en casa nos acoraza el cuerpo con reservas de calor. La gente
desprovista de dichas reservas suele perecer de frío en estas noches de junio.
No solamente las personas, sino, asimismo, los pobres huéspedes de regiones
cálidas encerrados en el zoológico.
¿Cómo defendernos del frío? ¿Con la estufa eléctrica? ¡Nunca! La Compañía
nos castigaría con una multa.
Hay gente feliz que capea el frío con elegancia. Cuando termina el verano
de aquí, vuelan a gozar del verano de Europa. Son las golondrinas del dólar.
Dios las bendiga.
160
SAN JUAN FRIO
Junio, 1953
San Juan no tiene que hacer aquí con los sortilegios de su día; esto es, del 24
de junio, por cuanto se trata de fuerzas coincidentes en el otro hemisferio y
dependen de la posición de otras estrellas. No podemos usar de la magia de
ésta fecha aquí como la usan en Europa, y el caso proviene de que heredamos
un calendario que no corresponde con nuestro cielo ni con nuestro clima.
Nuestros Santos Patronos, o abogados, tienen sus especialidades y costumbres,
a veces tan antiguas, como que remontan a la mitología y al paganismo. Cada
santo define su poderío y su influencia sobre nosotros en periodos o estaciones
propicios. El error nuestro consiste en creer que los periodos propicios
atribuidos a los santos en determinadas fechas en el Viejo Mundo, coinciden
con las mismas fechas en nuestro Mundo Nuevo. ¡Salve América inocente! He
repetido que el día del San Juan de los europeos es una festividad derivada de
la antigua Roma. Es la celebración del solsticio de verano. Antes solíamos gozar
de los llamados veranitos de San Juan. No obstante, las noches eran siempre
heladas. En cambio, en las naciones europeas celebran el calor con mayores
calores. Hay rondas nocturnas alrededor de hogueras. Se suscitan encantamientos.
Antes de la puesta del sol los mozos se declaran a las novias y les ofrecen flores de
la estación. Se celebra la danza del sol, en tanto aquí, hoy 25 de junio, llueve y
hiela. ¿No tenemos acaso por aquí otro mes cálido, equivalente al junio
español? ¿Por qué pretendemos ser como eran nuestros antepasados españoles,
hasta en lo imposible?
Supongamos que Suramérica fuera una niña que heredó de España, su
abuela, una capa de pieles y un abanico. Esta niña, respetuosa de las cosas de la
abuela, dio en la costumbre de usar el abrigo de pieles en los meses que lo
usaba su abuela, esto es, en diciembre, enero y febrero. De la misma manera dio
en la costumbre de usar el abanico en junio, julio y agosto, porque así lo hacia
su abuela,
A veces me pregunto si no habrá algo más hondo de lo que parece en esta
disparidad de climas, que desquicia los refranes y que trastorna el sentido
termométrico de los acaeceres. Así es imposible de ser originales, y a veces
hacemos el ridículo, como en diciembre, con flores y con simulación infantil de
una Navidad para yanaconas, con nieve de algodón y ácido bórico. Todavía
nuestros escritores dicen canícula, ponen golondrinas, que no existen, en sus
161
cielos falsos y elogian a la niña de quince abriles. Yo repito cada año esto mismo,
y seguiré, mientras todo sea lo mismo. Je dis toujours la même chose parce que c’est
toujours la même chose (Tardieu).
Abril, mis queridos lectores, es en Europa el precursor del sol. Los latinos lo
dedicaron a Venus, a la Venus naciente, por cuanto abril, de aperire, o abrir,
indica la apertura del seno de la madre tierra para dar a luz los frutos de la
primavera y del amor. Es absurdo repetir aquí los refranes europeos relacionados
con santos y meses, como: "Mayo es loro cubierto de oro". El español Eugenio
Montes dijo de agosto: "Dulce infierno".
Asimismo, no digamos que a cada cerdo le llega su San Martín, sino que a
cada chancho le llega su hora. ¿Se podría intentar un reajuste de fechas, o un
nuevo calendario para el Nuevo Mundo?
162
VERDULERAS DE LIMA Y PAPEL MONEDA EN 1887
163
su Ensayo sobre la naturaleza del papel-moneda bajo su aspecto histórico y económico-
monetario, haya hecho referencia a las verduleras. Dice en la pag. 45: "En 1875 se
inicia un nuevo periodo con la inconversión de los billetes de los bancos de
emisión existentes. En 1879 sobreviene la Guerra del Pacífico y el papel cae en la
depreciación, hasta terminar su circulación en 1837, en medio del rechazo
público. El gobierno procedió entonces a retirar el billete y dio curso legal a la
libra esterlina, por cuyo modelo se creó posteriormente la nueva libra peruana".
2) El señor Garland, en la obra citada por usted, dice en otra parte,
refiriéndose a la intervención de la autoridad con motivo de la resistencia al
nuevo circulante: "...para obligar a los comerciantes, y de manera especial a los
vendedores de comestibles, a que recibieran por su valor nominal los billetes..." En
la misma pag. 31 habla de "negativa de los vendedores de artículos de primera
necesidad".
Estas citas que tomamos de la obra del señor Garland permiten suponer que
las verduleras debieron provocar en el mercado de Lima incidencias que la
tradición aún recuerda. Una mención expresa a las verduleras quizás se puede
encontrar en escritos costumbristas sobre aquella época de Lima.
Nota.— Los trabajos del IV Congreso Científico (1° Panamericano) se
dividen en secciones, de las cuales la VII corresponde a Ciencia Económicas y
Sociales. La impresión de los trabajos de esta Sección, dirigida por don Julio
Philippi, ocupa el volumen VIII, que consta de dos tomos. El trabajo del señor
Garland figura en primer término del Tomo II. Su referencia al Tomo IX
segundo sólo obedece a número serie según encuadernación, que a veces se
dispone caprichosamente.
No vemos por qué la vuelta a la convertibilidad deba calificarse de "repudio
por el Estado de su propio billete", como dice su carta.
164
TRES MILLONES CUESTA LA COLECCIÓN DE
MARIPOSAS QUE EXHIBE EL MUSEO NACIONAL
—Entre este valioso material que la sección posee —nos dijo el doctor Ureta
— se destacan, por su interés científico y belleza, la colección Germain y Droste,
colección de coleópteros exóticos, de mariposas chilenas y numerosas otras.
En la colección Germain, compuesta de más de cincuenta mil ejemplares, se
encuentran representadas todas las especies chilenas de este orden. Esta
colección fue formada por el sabio entomólogo don Filiberto Germain, y
últimamente ha sido incrementada por el doctor Ureta Rojas con nuevas
especies descubiertas de coleópteros, destacándose hermosos ejemplares de
brillantes colores metálicos, verde y azul, que han sido traídos de la alta
cordillera de Coquimbo y otros puntos del país. En las colecciones en general se
nota una ordenación que se va haciendo conforme a los últimos adelantos de la
Sistemática.
Entre estas colecciones de mariposas se destaca la de langostas chilenas, que
fueron estudiadas por el cardiólogo argentino doctor José Libermann.
—La colección más espectacular —nos dice el doctor Ureta—, por la
maravillosa belleza que ella encierra, es la Kallinas de Ceylán, cuyo mimetismo
165
las identifica con las hojas secas en tal forma, que vista la caja por su faz inferior
más semeja una colección botánica que una colección de mariposas.
Nos dice más adelante el eminente investigador chileno que las Ortitópteras,
o mariposas de alas de pájaros, son verdaderamente deslumbrantes en sus colores
verde y negro de terciopelo y oro. Además, estas mariposas son de un valor
muy elevado, habiendo una caja con cuatro ejemplares que valen aproximadamente
ochocientos mil pesos.
166
RODEO A LA CHILENA
Octubre, 1943
"Señor Edwards:
"Un amigo del Sur me convenció de la necesidad que tenía yo como
santiaguino burócrata, de saborear las delicias de la vida campestre, por lo
menos en uno de sus aspectos alegóricos, cual es el rodeo a la chilena.
"Yo no conocía un rodeo; lo confieso con cierto rubor. Salimos en dirección
a la Quinta Normal, por la parte donde se encuentra la Exposición de Animales.
Recuerdo que un niñito que iba en el tranvía preguntó a su padre:
"—¿Por qué hacen la Exposición de Animales, junto con la Semana del
Niño?
"El papá no supo que contestar.
"Para llegar a la parte de la Exposición hay que andar como cinco cuadras.
Llegamos. La entrada cuesta dieciocho pesos, con derecho a ver el rodeo. No me
voy a referir a los animales expuestos, sino al rodeo, que se celebraba en la
llamada "medialuna". Las graderías estaban llenas de público y se notaba en las
caras bastante entusiasmo. Algunos espectadores compraban cerveza.
"El rodeo en si mismo como espectáculo me defraudó. Hace tiempo que no
veía huasos bien vestidos y montados; he leído en una revista que el traje
completo de huaso, con sus arreos de montar, sale costando más de diez mil
pesos. El rodeo —y basta de rodeos— consiste en el juego de largar unos
terneritos por una puerta para que los huasos los persigan y los atajen. Si no los
pueden atajar, entonces vuelven a largarlos. Esto se repite hasta el cansancio y
de manera monótona. Le confieso que he visto pocas veces en mi vida un
espectáculo más pesado y sin color.
"Uno de los huasos se equivocó y se le fue encima a un ternerito,
quebrándole un cuerno. El jurado le dio cinco puntos. No sé cuántos puntos le
hubiera dado en caso de que matara al pobre animalito. Desearía que usted,
señor cronista, me indicara su opinión. ¿Ha decaído la fiesta o siempre fue así?
¿De qué proviene mi desilusión?
F. Nicolls B."
Respuesta:
167
No ha decaído la fiesta del rodeo. Lo que ocurre es otra cosa: el cine, con sus
emocionantes novedades de selección universa], cambió nuestras facultades
críticas. Las aguzó y las estilizó, por haberlas habituado paulatinamente a lo
óptimo. Las muchedumbres que acuden a los cines constituyen un mundo
nuevo, excesivamente saturado de celebridades y de records de todo orden.
Esta nueva permeabilidad de las muchedumbres para lo selecto y lo
quintaesenciado hace difícil la presentación de lo criollo no evolucionado, ni
acomodado a la mayor vibración nerviosa y la curiosidad hiperestesiada.
El cine, en sucesivos records, nos ha mostrado rodeos Californianos,
partidas de billar, exhibiciones de tiro al blanco, escenas de doma, juegos de
malabaristas y de cuanto pueda imaginar el más exigente en proezas por el
estilo.
Actualmente nos llegan impresiones del progreso que hacen los espectáculos
nativos de lejanos países apenas civilizados. Ahora bien, lo nativo chileno ha
permanecido estático y forzosamente desentona, cansa o molesta. No creo que
ganemos mucho con exhibir delante de visitantes extranjeros escenas de vida
nacional, antes de haberlas perfeccionado y estilizado. La cueca, el rodeo y las
danzas araucanas están buenas como gérmenes de algo superior, aventajado
por la imaginación y por el arte.
Ninguna manifestación de vida popular es estática; así, por ejemplo, los
famosos ballets rusos, como las danzas hawaianas y las tahitianas, contienen
apenas un porcentaje mínimo de originalidad histórica.
Pruebas de vigor y de resistencia, con más belleza, son las carreras de saltos,
la Parada Militar de septiembre y el Cuadro Verde de Carabineros.
168
ISLAS DE MARES DEL SUR
Diciembre, 1941
169
—Basta que sepas eso para que pueda apostarte cualquier cosa a que no
comes langosta. Los ex alumnos del liceo no comen langosta.
—Ni el delicioso producto de la familia de las lamelibranquias: la ostra
—dijo Dax.
—¡Claro! ¿Tú crees que esos acaparadores de ostras y langostas saben cómo
se llaman en latín?
—No, y si lo hubieran sabido, serian incapaces de hacer el monopolio.
—Langosta de Juan Fernández —suspiró Stepton.
—Juan Fernández, archipiélago compuesto de tres islas principales: Más a
Tierra, Santa Clara y Más Afuera. Descubiertas en 1574 por el portugués Joao
Fernández, quien las llama Santa Cecilia, el santo del día. Condenado por el
Tribunal de la Santa Inquisición de Lima, el que le acusó de brujería por
navegar con demasiada rapidez. Situación: 33° 42. Lat. S. 79º 00. Productos: las
cabras monteses, pesca fernandeciana y langosta. Ayer llegaron a Valparaíso
tres goletas: Liliana, María y Yolanda, tres chiquillas a la vela, portadoras de
miles de langostas vivas.
—Por muy de Mares del Sur que te creas..., ni comerás langostas ni sabrás
quienes se las comen... Seguramente son gentes de muy lejos..., posiblemente
velludas... Todo eso de los Mares del Sur es puro intelectualismo, y los
intelectuales no comen langosta.
170
RAZA DEL PACÍFICO
1946
171
Según el reciente libro del historiador Van Loon, los marinos británicos que
habían permanecido a bordo vieron desde la cubierta la fogata y sólo al día
siguiente pudieron ir a tierra para rescatar algunos huesos de su capitán.
El objeto de estas líneas consiste en atraer la atención de los lectores a las
recientes expediciones de cientistas chilenos en la Tierra del Fuego y otras
regiones australes con fines de estudio.
No hemos sacado gran cosa en limpio.
En los informes respecto al origen de los naturales de esas regiones
quedamos como los doctores del Rey que rabió. El perro bien puede estar hidrófobo
y bien puede no lo estar. Una expedición dirigida por don Benjamín Subercaseaux
y por don Oliver Schneider, después de recorrer el archipiélago de Chonos y la
región de Taitao, concluyó lo siguiente.
No todas las unidades étnicas que viven y vivieron en la región de Chiloé y
canales patagónicos son de origen polinésico, pero podemos decir, sin temores a
desmentidos, que tres de estas unidades lo son en forma evidente.
La expedición, dirigida por el señor Lipschütz, exploró diversos puertos del
canal de Beagle y de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Las conclusiones son:
tipología facial mongoloide y no australoide.
Como un simple detalle para ilustrar estas notas, voy a recordar lo siguiente:
En diciembre 24 de 1941 escribí en esta sección una crónica titulada Islas de
Mares del Sur.
Llevado en alas de simples intuiciones, decía que el chileno más definido, el
de ciertas capas populares arraigadas, y no mal alimentadas, se parece al nativo
de las Islas de Mares del Sur, las que los norteamericanos transforman en
pequeños paraísos para lunas de miel millonarias. Estos tipos nacionales en las
mujeres, si les ponen collares de flores en los cuellos y otros en las cabezas,
además de las faldillas de flecos, se parecen de manera notable a las hawaianas
de los carteles para atraer turistas a Honolulú. La chilena popular bien cuidada,
de exuberante cabellera y ojos fortísimos, además de bellos, es más polinésica
que española. Desde luego, sus pómulos no pertenecen a la topología europea,
sino a la del Pacífico.
Es fácil encontrar en nuestro pueblo todos los tipos de razas de color, no
negros africanos, sino orientales y del Pacífico. En nuestras calles no llamarían
la atención las hawaianas, ni las tahitianas de Gauguin; tampoco producirían
sensación las hindúes de Ceylán, ni las indochinas, ni las pekinesas.
De otra parte, desde mi enorme ignorancia en asuntos étnicos, voy a
proponer lo siguiente: el clima y los alimentos influyen de manera decisiva en
las personas. El fenómeno de la aclimatación es esencial. A veces una degeneración
larvada, por ausencia de tal o cual vitamina, puede determinar cambios en la
piel, en el cráneo, en la cabellera, en el aspecto general de las personas y en el
carácter. Los cientistas aseguran que la alimentación basada en arroz, de manera
exclusiva, podría producir el tipo asiático. Así ha ocurrido en cierta región de
Rumania.
La fauna del Altiplano es parecida, por su estatura y por sus lanas espesas,
a la fauna del Tibet.
En Japón las mujeres por coquetería y los hombres por necesidades bélicas,
se hacen operar los párpados excesivos, o manta manchuriana, que da a los ojos
un aspecto pesado de almendras. No es raro encontrar ojos así entre nosotros
con el nombre de capotudos. El chileno se conoce imperfectamente a si mismo, y
172
muchas veces el tipo más orgulloso de su aspecto europeo, en Chile, descubriría
su origen americano de seguida ante los ojos de un extranjero..., y a mucho
honor.
El hecho de que un europeo pueda transformarse en americano de Mares del
Sur podría ser tan agradable en cierto sentido como la transmutación del viejo
Fausto en el drama de Goethe, no por pacto con espíritus infernales, sino por
trasplante del cuerpo en la naturaleza virginal del Nuevo Mundo.
173
LA MADRE CHINA
1927
174
Me parece oportuno recordar que en La cuna de Esmeraldo (enero 1918), yo
usé la denominación de repúblicas indo-mediterráneas, sujetándome a la
escuela germana, o sea a la definición científica de los países europeos que nos
originaron, conocida por mí a través de una obra de Ortega y Gasset, que cité
entonces. Para los cientistas alemanes no existe, con muy justa razón, la raza
latina, sino la mediterránea, que forma países tales como Francia, España, Italia,
Portugal, Rumania, etc., y que consiste en una mezcla de cartagineses, íberos,
celtas, godos, griegos, romanos, bereberes, negros, moros, judíos. Este
verdadero guirigay étnico nos comprueba cuánta ilusión encierran las
afirmaciones que solemos hacer sobre nuestro origen. Más tarde he visto que
amigos o lectores de mis obras emplean la denominación indo-mediterránea en
Perú y otras repúblicas. Yo insisto en que es la única verdadera, y si empleo casi
siempre la de "ibero-americana" es por hacerme entender periodísticamente
mejor y con la conciencia de que, al decir americano, se entiende al indígena.
El gobierno mexicano emplea oficialmente el dictado de país indo-latino, lo
cual equivale a reconocer categóricamente el origen asiático. En los últimos
capítulos de El Roto, uno de los personajes debate el asunto de si nuestra madre
patria es España o el Asia. Seguramente: las dos. La cosa está en saber de qué
regiones de Asia y en qué países de nuestro continente se radicaron. Porque
tanto el piel roja de Estados Unidos y Canadá, como el araucano y el patagón,
carecen de esa fineza artística que se perpetuó en pirámides, vasos policromos,
huacos, fortalezas y templos de piedra. En los extremos norte y sur del
continente floreció un indio perrero e indómito; los norteamericanos lo
exterminaron, o poco más o menos; en cambio, nosotros, que creemos haberlo
asimilado, estamos en vías de ser asimilados por él. La política misma se explica
como una tendencia al autóctono.
¿De qué parte de Asia serán? Es posible que haya un poco de todas las
regiones. A las sirvientas en Chile y a las mujeres del pueblo en Argentina se les
dio el nombre de chinas, por sus semblanzas asiáticas.
En París, en compañía de chilenos, visité un campamento de indios de la
India inglesa, y quedamos maravillados de ver cómo aquello nos recordaba
exactamente un pequeño pueblo chileno. Nos venían deseos de interrogar a
esas gentes en español. Lo mismo me ocurrió en la Sociedad de Naciones con
las mujeres del maharajá de Patiala.
En los trabajos el indígena americano es el único que puede competir con la
paciencia china. La prueba en México es la tendencia a las miniaturas, virtud
característica de Asia. En los mercados populares mexicanos puede ver el turista
toda clase de admirables trabajos de paciencia, hasta pulgas amaestradas. En Chile,
tenemos las canastitas de Panimávida, tour de force de paciencia.
Junto con el calendario azteca, parecido al chino, el hallazgo de elefantes y
Budas nos desvía un poco la mirada hacia el Lejano Orienté, donde quién sabe
si nosotros que nos creemos más cerca del tipo europeo, tenemos una antepasada
en tumba de porcelana con dragones protectores.
175
LA MADRE PATRIA
1934
176
50 Los retratos de generales chinos y japoneses se parecen de manera
notable a los militares sudamericanos.
60 El calendario azteca se parece al chino.
70 En una exposición hindú del Bosque de Bolonia, don Félix Nieto y yo
quedamos asombrados notando el parecido de los hindúes con nuestros
campesinos. Tuvimos deseos de hablarles castellano.
80 En algunas ruinas mexicanas se han encontrado piedras grabadas con
cabezas de elefantes. Es sabido que el elefante es oriundo de Asia.
¿Para qué seguir? En nuestra América el europeo es dominado por la
naturaleza india. Antes de leer las magnificas observaciones de Keyserling, y en
nuestro defectuoso lenguaje periodístico, habíamos hecho notar que no hay
vascos, ni italianos, ni ingleses, ni franceses, a la tercera generación: hay
chilenos. América destruye al europeo, mientras más europeo con mayor
fuerza. Por eso los alemanes del sur pierden las cualidades de raza aria a la
tercera generación.
A veces, un chileno demuestra un genio endemoniado. Estas actitudes
corrientes, de cascarrabias, provienen de la irritación interna producida por la
defensa de un resto de razas arias o celtas, o íberas, contra la naturaleza india,
que, al fin mata y triunfa. Son los Tucapeles del espíritu. La selección se opera
por destrucción de los sensibles.
Y no seria raro que una tarde el ilustre ministro de China nos hable de esa
madre patria. Nadie le negaría el derecho.
177
CLIMA MONGÓLICO
1960
178
población, a causa de las nuevas condiciones de la tierra, del aire, del alimento y
del clima, en general, lo cual quiere decir que familias de europeos puros, sin
mezclas ni mestizajes, después de algunas generaciones exteriorizan caracteres
que les hacen parecerse a los indígenas. Si estas personas regresaran a Europa,
no las tomarían ya por europeas. En la Enciclopedia Británica, cuya guía
prepararon expertos de gran calidad, dirigidos por Walter Yust, aparecen datos
referentes a Chile, cuya población era, para 1945, de cinco millones trescientos
ochenta y nueve mil quinientos cincuenta y cuatro habitantes, un treinta por
ciento blancos; mestizos, sesenta y cinco por ciento; indios, cinco por ciento.
Densidad por milla cuadrada: 18,6.
No podría escribir de asunto tan serio si no me ayudara un sistema
acumulativo de apuntes. Mis deducciones, las pocas que me atrevo a publicar,
están basadas en un pequeño fichero, en detalles ordenados y en las obras de
diversos sabios: los Amunátegui, Barros Arana, Vicuña Mackenna, Encina,
Latcham, Alberto Edwards, Keller, Ebert, Battig, La Serna, Lipschütz, Greve,
Drapkin, Thayer Ojeda, además de las crónicas históricas esenciales de la
Conquista, que sirven en forma constante y que aparecen acumuladas en el
Cuadro Histórico de las Indias, por Salvador de Madariaga. Tienen, indudablemente,
un valor considerable las observaciones de las personas que de pronto,
sorpresivamente, se encuentran en el paisaje chileno frente al chileno, que no es
solamente el habitante del "centro" de Santiago, del hotel central, de las tiendas,
del barrio de Los Leones y del "plan", en Valparaíso. En un cuarto de hora de
marcha, desde el Hotel Carrera hasta el Mapocho y la Chimba, se verá que el
paisaje cambia; se vuelve progresivamente más áspero y desierto; las caras son
más oscuras y preocupadas, y el total se muestra más agresivo, como solapado.
Chimba es palabra expresiva: al otro confín.
En los chilenos viejos, de cuarta o quinta generación, aunque no hayan
tenido abuela india, se observan detalles del tipo mongólico en los ojos, en los
cabellos y en los pómulos. Lo que en Oriente llaman mancha manchuriana da a
los ojos un aspecto pesado, de almendras. Es lo que aquí llamamos "ojos
capotudos". El tipo japonés es corriente en las diversas escalas de nuestra
sociedad. El cine japonés lo puso de relieve. De ahí la creciente simpatía sísmica
japono-chilena.
Parecida a la versión de Antonio Romera es la de Siegfried, cuando dice de
nosotros: "Estos mongoloides dan a este lejano hemisferio no sé qué aspecto de
Extremo Oriente". No se quiera ver intenciones peyorativas. Keyserling celebró
la belleza de nuestras geishas centreras. A poco de evolucionar en el clima, todos
tomamos un aire ajaponesado. En mi retrato al óleo por Boris Grigorieff,
actualmente en el Museo de Valparaíso, soy un japonés americanizado, si no un
europeo ajaponesado. La impresión de japoneses que damos en Europa algunos
chilenos que aquí pasamos por blancos puros es sorprendente. Esto mismo me
decía Darío Risopatrón en Paris, a quien sus petites amies llamaban el samurai.
Claro que en Madrid, en Sevilla o en Granada, pasaremos por españoles; es que
los españoles, no góticos, ni vascos, ni vándalos, ni gallegos, tampoco serian
tenidos por blancos en la Europa septentrional o en los Estados Unidos.
Refiriéndose a Chile, escribió Siegfried: "Sólo por error ha podido considerarse
a este húmedo y romántico país como de raza blanca".
La densa roca fundamental de la raza es mongoloide. El regalo amistoso de
los inteligentes peluqueros del barrio de Omori, en Tokio, es significativo. Es un
homenaje al pelo chileno, negro y liso como el japonés. Pelo volcano-sísmico.
179
El año 1904, en Londres, mi tío Domingo Gana, ministro de Chile, era
confundido en público con el ministro de Japón, barón Hayashi. Cuando conté
esto a un pariente de don Domingo, me dijo, en tono de disgusto:
—¡Don Domingo Gana tenía muy buena figura!
—Conforme. El barón Hayashi también era un viejo buen mozo.
Generales, ministros, personas chilenas de diferentes clases, niñas bonitas y,
sobre todo, gente popular, suelen parecer asiáticos, de Japón, de China, de India
o de Indochina. Todo, menos europeos. Chile está frente a la China, de espaldas
a Europa. Rayén Quitral es una geisha. El ex ministro don Enrique Barbosa
parece un gran señor japonés. En Londres, a la vista de un desfile de marineros
chilenos, se oían exclamaciones en el público: Japs!
180
EL MITO DEL REPOSO
Agosto, 1951
181
sociedad que los malos amigos y los enemigos habían labrado en su corazón.
Vivía feliz en su destierro.
—Eso es lo que él pretendió. La carta que escribió a O’Higgins prueba que
no era feliz ni habia olvidado nada; antes al contrario.
—¿Por qué razones un Washington parece ser siempre más tranquilo y feliz
en su retiro final que un San Martín o un O’Higgins?
—Cuestión de raza o de clima. En la historia de Antonio Pérez, por el
doctor Marañón, subrayé varias veces la palabra envidia. Habla de la envidia
del español. Se ha dicho que el amarillo de la bandera española corresponde a
la envidia. Defecto máximo de España. Envidiosos somos todos, pero hay
matices. Se trata de un sentimiento universal derivado del instinto de adquirir.
—Don Andrés Bello buscaba el olvido en Peñalolén.
—Le había mordido la envidia nativa, en su tierra, cuando era mozo. Le
acusaron de traidor. Bello perteneció a la clase media y no a la clase
depredadora. No pudo sentir la guerra de independencia como los señores
esclavistas. Las revoluciones son fraguadas por gente rica, de clase alta. Había
sido secretario de Vasconcellos y de Emparán. Los grandes cacaos no le ocuparon
jamás. La mordedura de la envidia persiguió los pasos de Bello como el
ritornello de la calumnia en El barbero de Sevilla. Ni los diecinueve años de
Londres ni su adaptación a Chile borraron esa baba de la estupidez. Después
los generales venezolanos y sus propios acusadores sufrieron iguales
acusaciones de traición, sólo que más creíbles. El huracán venezolano de 1810 a
1830 arrasó con todo.
No busquemos olvido de nuestros errores o desastres. Recordemos el
cuento árabe del joven Alí el Hermoso, en Bagdad. El día de su boda, este joven,
al inclinar su cuerpo ante la resplandeciente prometida, dejó escapar un ruido
hediondo que le llenó de vergüenza y de horror. Ante el estupor de los presentes,
huyó. Se expatrió, pasando ríos, cerros, pueblos, en el camino del olvido. Tras
de algunos años creyó que podría regresar sin temor a la tierra natal. En el
mercado topó con el alza inevitable de los precios.
—En otros tiempos esto valía la tercera parte —dijo a la vendedora.
Esta replicó:
—¡Eso sería cuando a Ali el Hermoso se le soltó un viento ante la novia!
182
OBRAS DEL AUTOR
El Inútil. Novela. 1910.
Tres Meses en Río de Janeiro. Crónicas. 1911.
El Monstruo. Novela. 1912.
La Tragedia del Titanic. Narración. 1912.
Cuetos de Todos Colores. 1912.
La Cuna de Esmeraldo. Preludio de una novela chilena. 1918.
El Roto. Novela. 1920.
Metamorfosis. Prosa y verso. 1921.
Crónicas. Valparaíso-Madrid. 1924.
El Nacionalismo Continental. Crónicas. 1925.
Tacna y Arica. Cap. Polonio. 1926.
El Bolchevique. Novela breve. 1927.
El Chileno en Madrid. Novela. 1928.
Valparaíso, la ciudad del viento. Novela. 1931.
Criollos en París. Novela. 1933.
El bombardeo de Valparaíso y su época. Crónicas. 1934.
Don Eliodoro Yáñez, La Nación y Otros Ensayos. Crónicas. 1934.
Don Juan Lusitano. Crónicas. 1934.
La Chica del Crillón. Novela. 1935.
Crónicas. 1964
Recuerdos de un cuarto de siglo. 1966.
Nuevas Crónicas. 1966.
Hotel Oddó. 1966.
El Subterráneo de los Jesuitas y Otros Mitos. 1966.
Crónicas del Centenario. 1968.
Memorias de Valparaíso. 1969.
La Quintrala, Portales y Algo Más. 1969.
En torno al Periodismo y otros asuntos. 1969.
Andando por Madrid y otras páginas. 1969.
Francisco Miranda y otros personajes. 1970.
Los diez últimos volúmenes signados en la bibliografía corresponden a tomos de crónicas.
183
ÍNDICE
Pags.
Explicación 4
Mito 10
Mitos persistentes 11
Mentirosos y mitómanos 14
El mito en la política 17
Mitos en La Araucana 20
El misterio de Caupolicán 21
Mito del colocolo 23
El invunche 25
Imbunche o invunche 27
Los conquistadores y los reyes de España 29
Estatuas de conquistadores y otras 32
Ropas de los conquistadores 35
Las mujeres de los conquistadores 37
Vascos y ejecutorias de nobleza 41
La belleza de la Quintrala 45
Origen de la palabra Quintrala 49
El coipo 51
El mito de Manuel Rodríguez y la batalla de Maipo 53
Mitos de San Bruno, de Marcó del Pont y de los
Talaveras 57
El soldado bajo el caballo de O’Higgins 60
Calavera de don José Miguel Carrera 64
Andrés Bello, Diego Portales y algunos mitos de la
Independencia 65
Mito de la casa histórica 67
La casa de Bello en Caracas 69
O’Higgins y Miranda en Londres 71
Chile en el Pacífico 73
Herederos de Pepe Botellas en Santiago 75
Los millones de Mr. Thompson 77
Mitos de herencias 79
Las herencias fabulosas 81
Hechos fabulosos en Valparaíso 83
Chistes de don Ramón Barros Luco 86
Mitos de Barros Luco 88
Barras de oro en Lo Águila 90
Chistes viejos 91
El tesoro de Valparaíso 93
Un buscador de tesoros murió en actos del servicio 95
184
Pags.
185
186