Díaz Villalba Inconstitucionalidad 22 Bis Cppba

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Causa n° 83.

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“DÍAZ VILLALBA, Blanca Alicia
s/ Recurso de Casación”
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PROVINCIA DE BUENOS AIRES


TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL

En la ciudad de La Plata a los……….días del mes de junio del


año dos mil diecisiete, se reúnen en Acuerdo Ordinario los señores
Jueces de la Sala Cuarta del Tribunal de Casación Penal de la
Provincia de Buenos Aires, doctores Carlos Ángel Natiello y Mario
Eduardo Kohan, bajo la Presidencia del primero de los nombrados,
para resolver en causa Nº 83.026 de este Tribunal, caratulada: “DÍAZ
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VILLALBA, Blanca Alicia s/ Recurso de Casación”. Practicado el


sorteo de ley, resultó que en la votación debía observarse el orden:
KOHAN-NATIELLO procediendo los mencionados magistrados al
estudio de los siguientes:

ANTECEDENTES
I.- Contra la resolución dictada por la Sala III de la Excma.
Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal del Departamento
Judicial Mercedes que, con fecha 29/12/16, confirmó lo resuelto por el
Tribunal Criminal n° 2 de la mentada Departamental en cuanto no
hizo lugar a la declaración de inconstitucionalidad del art. 22 bis “in
fine” del CPP, deduce recurso de Casación el señor Defensor
Particular, doctor Humberto Ariel Pastor, a favor de Blanca Alicia
Díaz Villalba.
II.- Denuncia conculcadas las garantías constitucionales de los
arts.: 1, 5, 16, 18, 19, 24, 28, 31, 33, 43, 75 inc. 22, 116 y 118 de la
CN; 26 de la DADYDH; 10 DUDH; 8.2 de la CADH; 14.1 del
PIDCyP; 11, 15, 57, 168 y 171 de la Const. Pcial.; 1, 15, 22, 22 bis,
36, 37, 39, 328 inc. 1; 338 inc. 3 y ccdtes. del CPP.

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Refiere que aunque no se trate de una sentencia definitiva los


agravios son de neto corte constitucional (Corte Suprema de la Nación
-Strada, Christou y Di Mascio-).
La defensa se queja del absurdo y arbitrario rechazo del planteo
de inconstitucionalidad del art. 22 bis in fine del CPP.
Denuncia que la norma en cuestión, de manera inexplicable,
invierte el orden de principio/excepción en los caos de pluralidad de
imputados, porque expresamente condiciona la renuncia del o los
coimputados al juicio por jurados, a la realizada por tan solo uno de
ellos en favor del tribunal colegiado.
Manifiesta que el juicio por jurados es el principio y la
excepción el Tribunal, y que por tanto, la opción de un coprocesado
por la excepción no puede arrastrar a los restantes en detrimento del
principio, especialmente tratándose de una garantía constitucional.
Sostiene que esa solución es arbitraria y absurda y va en contra
de las mandas constitucionales y derechos y garantías de su defendida
(también de los restantes coprocesados que quieren ser juzgados por
un jurado).
Se queja de la contradicción entre la norma rituaria y la
Constitución Nacional.
Alega que no se trata de una interpretación incompatible de la
Constitución Nacional con las facultades reservadas de la provincia de
Buenos Aires, sino de si la ley 14.543 en el tópico impugnado –
renuncia de un coprocesado al juicio por jurados que obliga a los
restantes- se ajusta y respeta la manda constitucional o no.
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Denuncia la violación flagrante de los arts. 434 y 435 del CPP,


al entender que en el caso se han destratado sus agravios y planteos en
cuanto a cuestiones esenciales.
Hace reserva del caso federal, conforme artículo 14 de la ley 48.
III.- Radicado el recurso por prevención en Sala (fs. 49), fueron
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notificadas las partes.


IV.- Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, la Sala
IV del Tribunal decidió plantear y votar las siguientes:
CUESTIONES
1ra.) ¿Es admisible el recurso de Casación deducido?
2da) ¿Es procedente?
3ra.) ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?

A la primera cuestión planteada el Señor Juez, doctor


Kohan, dijo:
Si bien la resolución en crisis no encuadra estrictamente en
ninguno de los supuestos contemplados en el artículo 450 del C.P.P.,
el planteo incoado por la defensa involucra una cuestión de índole
federal, lo que permite sortear el valladar apuntado logrando la
apertura excepcional de esta instancia, toda vez que se cuestiona la
constitucionalidad del art. 22 bis “in fine” del CPP.
Voto por la afirmativa.

A la misma primera cuestión planteada el Señor Juez,

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doctor Natiello, dijo:


Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual
sentido y por los mismos fundamentos.
Voto por la afirmativa.

A la segunda cuestión planteada el Señor Juez, doctor


Kohan, dijo:
Tengo dicho desde hace tiempo que la declaración de
inconstitucionalidad debe obedecer a una cuestión grave y manifiesta,
toda vez que las leyes dictadas por el Congreso de la Nación y de la
Provincia se presumen válidas. Dicha solución ha sido consagrada por
el Tribunal de Casación Provincial que ha sostenido que “…la validez
constitucional de las normas debe ser presumida, implicando que una
declaración en contrario ha de tenerse como ‘ultima ratio’ de la labor
judicial, concepción…que instaura la exigencia de que la
discordancia entre los principios fundamentales de la Carta Magna y
las cláusulas normativas atacadas, ha de ser manifiesta.” (Trib.
Casación, Sala III, P 11258 RSD-422-3 S 3-7-2003 , Juez
MAHIQUES (SD) causa “G.,F. s/ Recurso de casación”, MAG.
VOTANTES: Mahiques-Borinsky).
En tal sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia ha
establecido que la declaración de inconstitucionalidad de una ley o
decreto constituye un acto de suma gravedad institucional, de manera
que debe ser considerada como la “última ratio” del orden jurídico
(autos “Silacci de Mage, L. 45.654, rtos. 28/5/91; en igual sentido se
ha expresado la Corte Suprema de Justicia de la Nación: E.D., 1-12,
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10/2/1961).

A su vez, el Alto Tribunal de la Provincia ha exigido como


indispensable, para la suficiencia de una impugnación de carácter
constitucional, la exposición del modo en que la norma cuestionada
quebrantaría las cláusulas constitucionales invocadas y que exista una
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relación directa entre aquella y éstas (autos “Playamar S.R.L., I 1329,


rtos. 10/12/92).
Por tanto, es opinión del suscripto que al haberse realizado un
pormenorizado análisis de la razonabilidad de la norma, debo
pronunciarme por la no concurrencia de tal calidad.
Es que al estructurarse en nuestro país la división de poderes y
de funciones, inherente a nuestro sistema constitucional de gobierno,
aceptándose que el Poder Judicial es el guardián de la
constitucionalidad, para así asegurar la supremacía de la Carta Magna.
Como refuerzo de lo sostenido hasta aquí, creo conveniente
traer a colación la doctrina legal de nuestro más Alto Tribunal
Nacional, cuando en los autos “Pupelis, María”, sentó que: “la
declaración de inconstitucionalidad de una disposición legal es un
acto de suma gravedad institucional ya que las leyes debidamente
sancionadas y promulgadas, esto es, dictadas de acuerdo a los
mecanismos previstos en la Ley Fundamental, gozan de una
presunción de legitimidad que opera plenamente y que obliga a
ejercer dicha atribución con sobriedad y prudencia, únicamente
cuando la repugnancia de la norma con la cláusula sea manifiesta,

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clara e indudable. La Corte Suprema, al ejercer el elevado control de


constitucionalidad debe imponerse la mayor mesura, mostrándose tan
celosa en el uso de sus facultades como del respeto a la Carta
Fundamental, con carácter privativo a los otros poderes” (El
iluminado me pertenece).
Sentadas así las bases del análisis de la constitucionalidad de
una ley o de un dispositivo contenido en alguna de ellas, adelanto que
habré de propiciar el acogimiento del planteo, desde que se verifican
los postulados invocados que justifican la excepcional declaración
pretendida.
En forma preliminar, he de mencionar que es consabido que
las cláusulas constitucionales son reglamentadas a través de la
legislación, la cual debe velar por las mismas anteponiendo los
mandatos contenidos en aquellas disposiciones. Esta tarea es realizada
por las provincias a través de sus legislaturas o de la Nación en todas
las materias cuyas competencias hayan sido delegadas a ésta (art. 75
inc. 12 de la C.N.).
Sentado ello, a la luz de la tacha que se hace del art. 22 bis del
C.P.P., debo precisar cuál es la garantía constitucional que se
encuentra en juego, que no es otra que la del Juez Natural, contenida
en el art. 18 de la Ley Fundamental. En ese norte, corresponde
recordar que la noción primaria de la garantía del Juez Natural es
aquella que se dirige a enfrentar una posible actuación arbitraria del
poder punitivo del Estado (para perjudicar al acusado), que podría
facilitarse mediante la designación de un juez, especialmente para el
caso (“ad hoc”), con posterioridad a los hechos en presunta infracción
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(“ex post facto”), evitando de esa forma el juzgamiento por
“comisiones especiales” prohibidas por la Constitución Nacional,
siendo que el desarrollo del precepto enunciado viene dado en forma
amplia en fallos de la C.S.J.N. tales como "Rougés, Marcos c/
Provincia de Tucumán", "Sueldo de Poslesman, Mónica", "Grisolía,
Francisco" entre otros.
Así, el Art. 18 CN establece que "ningún habitante de la
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Nación puede (...) ser juzgado por comisiones especiales o sacado de


los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa". Por su
parte, la legislación internacional incorporada con jerarquía
constitucional (Art. 75 inc. 22) estableció idéntico principio. Así por
ejemplo, la segunda parte del inc. 1) del Art. 8 de la Convención
Americana prescribe que "Toda persona tiene derecho a ser oída...
por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial
establecido con anterioridad por la ley".
En esa dirección, el Art. 1 del Código Procesal Penal dispone:
"Nadie podrá ser juzgado por otros jueces que los designados de
acuerdo con la Constitución de la Provincia y competentes según sus
leyes reglamentarias (...)".
Para cumplir debidamente con la referida garantía del “Juez
Natural”, el Tribunal debe ser creado por una ley, dictada con
anterioridad al hecho que originó la causa, que determine la
competencia (en razón del territorio, materia, etc.) para entender y
juzgar determinada categoría de delitos o personas.
Se trata de un concepto institucional (órgano jurisdiccional
creado por la ley) y no personal, que goza de vigencia desde antaño en

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el derecho constitucional argentino, perteneciendo por igual a la parte


dogmática de la Constitución Nacional (garantías de los habitantes) y
a la parte orgánica (organización del Estado; en particular, del Poder
Judicial) de la Carta Magna.
De otro lado, el juicio por jurados es un mandato
constitucional que recién empieza a reglamentarse en las distintas
jurisdicciones. En efecto, tanto en la primera de las secciones
enunciadas en el párrafo precedente de la Constitución Nacional (art.
24) como en la segunda de ellas (art. 75, inc. 12 y art. 118) se
establece tal premisa. Este último artículo –que fue tomado del Art.
III, Sección 2, inciso 3° de la Constitución de los Estados Unidos de
América- dispone que todos los juicios criminales ordinarios que no se
deriven del derecho de acusación concedido a la Cámara de Diputados
finalizarán por veredicto dictado por jurados.
Claro está que en el art. 118 se establece un criterio de
oportunidad dejado a consideración de los legisladores de cada una de
las provincias que componen la República al establecer que “Todos
los juicios criminales ordinarios, que no se deriven del derecho de
acusación concedido a la Cámara de Diputados se terminarán por
jurados, luego que se establezca en la República esta institución...”.
Pues bien, en nuestra provincia ese momento ha llegado con la
sanción de la ley 14.543, con lo cual la manda constitucional ha
cobrado plena operatividad en el territorio bonaerense, siendo que el
punto de partida de todo análisis debe hacerse con la total vigencia de
las disposiciones antes mencionadas. A los fines de distinguir entre los
distintos sistemas, habré de referirme a Jueces “profesionales” a
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quienes integramos el Poder Judicial, establecido en la Sección Sexta
de la Constitución de la Provincia de Buenos Aires y somos
designados conforme las previsiones de los arts. 175 y siguientes del
citado cuerpo legal, para distinguirlos de los “jurados populares” que
es la otra arista que habré de invocar a lo largo de este desarrollo.
En esa idea, con el avenimiento de la aludida normativa, se
advierte entre los principios contenidos en el art. 1 del C.P.P. al de
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"juez natural” y al “juicio por jurados", lo que viene a significar que


en los casos previstos por el nuevo ordenamiento habrá una suerte de
desdoblamiento en la tarea de juzgar algunos delitos criminales que
queda en cabeza de un “Juez Natural” y de un “Jurado Natural”, con
funciones bien diferenciadas, mas ambos con un reconocimiento en el
texto constitucional. Ello surge del propio articulado citado que reza
"Nadie podrá ser juzgado por otros jueces que los instituidos por la ley
antes del hecho objeto del proceso y designados de acuerdo con la
Constitución de la Provincia. La competencia y el procedimiento para
el juicio por jurados en causas criminales se ajustarán a las normas
de este Código", siendo que de esta forma se ha regulado la
participación ciudadana como principio procedimental conforme a lo
previsto en la Constitución de la Nación y en el Código
procedimental.
La jurisdicción es ejercida por los Jueces profesionales, pero el
dictado del veredicto, que esencialmente da por comprobado o no un
objeto procesal, entendido como un hecho humano voluntario en
función penal y con pretensión punitiva es tarea de los jurados. Por
tanto, las funciones de los primeros se limitan a elaborar la sentencia,

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dirigir el debate y eventualmente decidir la imposición de pena sobre


el encontrado culpable por el jurado.
Sin embargo, en las distintas disposiciones contenidas en el
ordenamiento bonaerense, como ser el cuestionado art. 22 bis, los arts.
336, 338 bis, ter, quater, 342 bis, 371 bis, ter, quater y 369 entre otros,
se analiza al Tribunal de Jurados como órgano jurisdiccional.
Lo hasta aquí referido es prolegómeno de la idea central que
aquí deseo abordar, que consiste en establecer qué constituye la
garantía del “Juez Natural” en la provincia de Buenos Aires. Como he
referido en los párrafos precedentes, casi todas las garantías
contenidas en nuestra Constitución Nacional son pasibles de ser
reglamentadas a través de las leyes que regulan su ejercicio. Sin
embargo, hay una que ha sido expresamente reglada en el propio
texto de la Carta Magna y esta no es otra que la del Juez Natural
en el caso de los juicios criminales, el cual no será otro que el
jurado popular, con los alcances que decida darle el legislador local.
Con lo dicho quiero significar que en materia del
enjuiciamiento penal existe un Juez Natural que es aquél Magistrado
profesional designado por la ley que regule el debido proceso –otra
garantía contenida en el propio art. 18 de la C.N.- que coexiste con el
otro juzgador cuya intervención deviene necesaria en este tipo de
procedimiento cual es el jurado. Es decir, a esta altura de las cosas
puedo afirmar, si se me permite la licencia, que existe un Juez que es
más “natural” que otros jueces, el cual no es otro que el jurado
popular, desde que su existencia ya no depende de una ley que lo
reconozca como tal sino que su razón de ser y su presencia viene
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ordenada desde la Constitución Nacional misma. Este parece ser el
espíritu que ha quedado consagrado en la Carta Magna ya desde su
regulación originaria en el año 1853.
Pues bien sobre estas bases ha de reposar el análisis del art. 22
bis del ritual que viene cuestionado. Los efectos que provoca la
aplicación del precepto en cuestión conforme lo escrito viene a
contrariar la voluntad de algunos de los individuos sometidos a la
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Justicia penal de la provincia de Buenos Aires, desde que los priva de


su acogimiento al sistema de enjuiciamiento a través de jurados en
caso de que algún consorte de causa opte por el juicio profesional o
tradicional. Y resulta innegable que tal dispositivo, conforme está
redactado, viola la garantía del Juez Natural contenida en el art. 18 de
la Constitución Nacional al sustraer a un ciudadano de los Jueces que
ella ordena resuelvan los procesos en materia criminal cuando la pena
en abstracto exceda los quince años.
Las objeciones que pueden hacerse a este respecto, relativas a
que una solución similar es aquella relacionada con la unipersonalidad
del Juez de Juicio en el caso de los delitos criminales, al disponer en el
art. 22 del C.P.P. (conforme redacción de la ley 13.943) que en caso
de pluralidad de imputados, al optar uno de ellos por el enjuiciamiento
vía Tribunal colegiado, ello obligaba a la sustanciación de la etapa
plenaria con esta última integración, resultan rebatibles. El
fundamento para descartar tal argumento radica en el hecho de que
cuando la variable del juicio pasa solamente por la cantidad de jueces
profesionales que intervendrán, no se está afectando el procedimiento
ni las reglas en que se enmarca el mismo, desde que las opciones se

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mueven dentro de un único plano de sujetos llamados a tomar la


decisión del pleito sometido a su conocimiento, de ahí la ausencia de
perjuicio o de afectación a derecho o garantía alguna.
Por el contrario, en el caso del paralelismo que se busca con la
cláusula del art. 22 bis del ritual, ello reluce más por falsa apariencia
que por ajuste a la realidad, toda vez que lo que aquí se resuelve en
definitiva no es solamente la privación de la garantía de intervención
del –conforme la licencia que antes me he otorgado- Juez “más
natural entre los naturales” como lo es el jurado, sino el sometimiento
a un procedimiento completamente distinto y con reglas diferentes, las
cuales no solamente se limitan a la división del rol de juzgamiento
sino, por ejemplo a las notas distintivas que hacen al sistema de
valoración de la prueba que rige para los jurados populares y para los
Jueces profesionales, entre muchas otras.
De todas formas corresponde hacer algunas aclaraciones en
torno a la decisión final y a cómo debería procederse en el futuro con
el sistema procesal penal. He dicho líneas arriba que el juicio penal
por jurados es un instituto arraigado a la Constitución Nacional desde
su primera redacción, perdurando a través de las sucesivas reformas
que de ella se ha hecho, sin perjuicio de lo cual, conforme el precitado
art. 118 de dicho texto supremo, se ha dejado la oportunidad, el
“cuándo” y, obviamente, parte de la forma de instrumentación, el
“cómo”, en manos de los legisladores locales. Así, vemos la
instauración de sistemas de jurados clásicos en las provincias de
Buenos Aires y Neuquén por un lado y del otro, un juicio de tipo
escabinado en Córdoba.
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En lo que aquí interesa, el ordenamiento rituario bonaerense ha
establecido, a través de la ley 14.543 un sistema de enjuiciamiento por
jurados opcional, reservado a algunos delitos, en lo que estimo que se
trata de un régimen de implementación progresivo de tal instituto, que
considero será ampliado en el futuro con los “aggiornamientos” del
proceso penal que resultarán necesarios, conforme la evolución de la
sociedad. En ese marco situacional, entiendo que solamente habré de
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propiciar la declaración de inconstitucionalidad del art. 22 bis del


C.P.P., disponiendo en consecuencia la realización de un juicio por
jurados en el caso de los coimputados Walter Manuel Cartula Abregu,
Brian Nicolás Pedrozo Maldonado, Aldo Omar Pérez Torres, Natalia
Verónica Fernández Russo, y Blanca Alicia Díaz Villalba que hayan
elegido tal vía y, de otro distinto, respecto de Gladys Graciela Rosales
Fernández quien ha expresado su deseo de ser sometido al juicio
celebrado solamente ante Jueces profesionales.
Nada hay para objetar al respecto desde que el actual
ordenamiento adjetivo prevé la separación de juicios en el art. 340
cuando se dieren los casos, así como existen múltiples situaciones en
las que se producen distintos debates por mismos hechos juzgados a
diferentes individuos, como ser, cuando son enjuiciados en diferentes
tiempos por no haber sido habidos en la misma oportunidad. Y desde
el punto de vista del individuo sometido a proceso, he de recordar que
cada relación de éste con el hecho que se le atribuye es única y que,
tratándose de objetos procesales diferentes, pueden llegar a coexistir
situaciones diferentes respecto de la posición de los imputados frente
al acontecer delictivo. Si bien no es la solución más adecuada a la hora

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de preservar la economía procesal, es la que hoy por hoy resulta más


respetuosa de los distintos intereses en pugna, a la vista de las
garantías constitucionales en juego y de la progresividad en la
implementación del instituto del juicio por jurados con la optatividad
consagrada en la actual redacción del ritual, desde que las objeciones
receptan principios de inferior jerarquía que la propia Constitución
Nacional.
Previo a dar cierre a mi voto, he de permitirme sugerir a los
legisladores una modificación a la redacción del articulado hoy
tratado. Con base a las fundamentaciones antes desarrolladas, al
entender que en materia criminal la garantía del Juez Natural viene
reglamentada por la propia Constitución Nacional y no por una ley
inferior, teniendo en cuenta ahora sí la economía procesal por la que
debe velarse en el proceso, la disyuntiva relativa a la coexistencia de
varios imputados con intereses contrapuestos en relación a si son
enjuiciados por vía de jurados o de jueces profesionales debe ser
resuelta a favor del primero de los sistemas, haciendo prevalecer la
intención del constituyente por sobre cualquier otra que derive de las
leyes locales.
En resumidas cuentas, una vez que se ha hecho operativa la
cláusula constitucional que dispone la implementación del
enjuiciamiento penal por vía de jurados, en el sistema opcional que
instrumenta el rito bonaerense, ningún ciudadano puede ser privado de
ser juzgado por ese “Juez más natural entre los naturales”.
Por tanto, al encontrar que el art. 22 bis “in fine” del C.P.P.
contraviene la garantía del Juez Natural contenida en el art. 18 de la
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Constitución Nacional, es que corresponde declarar su
inconstitucionalidad y ordenar la realización de los sendos juicios
conforme lo escogieran los distintos imputados en la presente causa.
Sentado ello resulta insustancial pronunciarme respecto de los
restantes agravios traídos por la defensa,
Voto por la afirmativa.
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A la misma segunda cuestión planteada el Señor Juez,


doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual
sentido y por los mismos fundamentos.
Voto por la afirmativa.

A la tercera cuestión planteada el Señor Juez, doctor


Kohan, dijo:
Visto el modo en que han sido resueltas las cuestiones
precedentes, corresponde: 1) Declarar admisible y procedente el
recurso de Casación deducido por el señor Defensor Particular, doctor
Humberto Ariel Pastor, a favor de Blanca Díaz Villalba; 2) Decretar la
inconstitucionalidad del art. 22 bis del CPP, disponiendo en
consecuencia la realización de un juicio por jurados en el caso de los
coimputados Walter Manuel Cartula Abregu, Brian Nicolás Pedrozo
Maldonado, Aldo Omar Pérez Torres, Natalia Verónica Fernández
Russo, Blanca Alicia Díaz Villalba y de un juicio celebrado solo ante
Jueces Profesionales respecto de Gladys Graciela Rosales Fernández

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(arts. 1, 5, 16, 18, 19, 28, 31, 33, 43, 75 incs. 22 de la C.N., 116 y 118
de la CN; 8 inc. 2 ap. h de la Convención Americana de Derechos
Humanos; 11, 15, 57, 168 y 171 de la Constitución Provincial; 1, 15,
22 y 22 bis del CPP); 3) Diferir la regulación de honorarios
profesionales al letrado interviniente, doctor Humberto Ariel Pastor,
por la labor profesional desplegada ante esta sede para una vez
regulados en la instancia. (Artículos 1, 9, 16, 33 y 51 de la Ley N°
8904); y 4) Tener presente la reserva del caso federal, conforme
artículo 14 de la ley 48.
Así lo voto.

A la misma tercera cuestión planteada el Señor Juez,


doctor Natiello, dijo:
Adhiero al voto del doctor Kohan, expidiéndome en igual
sentido y por los mismos fundamentos.
Así lo voto.

Con lo que se dio por finalizado el Acuerdo dictándose la


siguiente:
SENTENCIA
Por lo expuesto en el Acuerdo que antecede la Sala Cuarta
del Tribunal resuelve:
I.- Declarar admisible y procedente el recurso de Casación
deducido por el señor Defensor Particular, doctor Humberto Ariel
Pastor, a favor de Blanca Díaz Villalba.
II.- Decretar la inconstitucionalidad del art. 22 bis del CPP,
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disponiendo en consecuencia la realización de un juicio por jurados en
el caso de los coimputados Walter Manuel Cartula Abregu, Brian
Nicolás Pedrozo Maldonado, Aldo Omar Pérez Torres, Natalia
Verónica Fernández Russo, Blanca Alicia Díaz Villalba y de un juicio
celebrado solo ante Jueces Profesionales respecto de Gladys Graciela
Rosales Fernández.
Arts. 1, 5, 16, 18, 19, 28, 31, 33, 43, 75 incs. 22 de la C.N.,
USO OFICIAL – JURISDICCIÓN ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA

116 y 118 de la CN; 8 inc. 2 ap. h de la Convención Americana de


Derechos Humanos; 11, 15, 57, 168 y 171 de la Constitución
Provincial; 1, 15, 22 y 22 bis del CPP.
III.- Diferir la regulación de honorarios profesionales al letrado
interviniente, doctor Humberto Ariel Pastor, por la labor profesional
desplegada ante esta sede para una vez regulados en la instancia.
Artículos 1, 9, 16, 33 y 51 de la Ley N° 8904.
IV.- Tener presente la reserva del caso federal, conforme
artículo 14 de la ley 48.
Regístrese. Notifíquese. Oportunamente remítase.

CARLOS ÁNGEL NATIELLO MARIO EDUARDO KOHAN

ANTE MÍ:

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