Manejo Quirurgico de Las Fracturas de Orbita

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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE ODONTOLOGA
DEPARTAMENTO DE CIRIGA Y
TRAUMATOLOGA MAXILOFACIAL

MANEJO QUIRRGICO DE LAS FRACTURAS DE RBITA DE LOS


PACIENTES OPERADOS EN EL INSTITUTO TRAUMATOLGICO DE
SANTIAGO EN EL PERIODO DE ENERO DEL 2001 A DICIEMBRE DEL 2012

Mauricio Sandoval Tobar

TRABAJO DE INVESTIGACIN
REQUISITO PARA OPTAR AL TTULO DE
CIRUJANO-DENTISTA

TUTOR PRINCIPAL

Prof. Dr. Moiss Lorenzo Vladilo

TUTORES ASOCIADOS
Dr. Cristin Nez Baeza
Dr. Gustavo Gazita Larran

Santiago-Chile
2013
1

INDICE

Resumen .. 2

I. Introduccin . 3

II. Marco Terico ..... 5

A. Etiologa de las fracturas orbitarias ... 5

B. Anatoma de la rbita aplicada al trauma . 5

C. Clasificacin de las fracturas de rbita .... 13

D. Diagnstico de las fracturas orbitarias .... 15

E. Lesiones oculares asociadas a fracturas orbitarias ..... 17

F. Tratamiento de las fracturas orbitarias .. 20

G. Abordajes Quirrgicos de acceso a la rbita .. 23

H. Materiales de osteosntesis usados en la fijacin de fracturas


orbitarias ...... 27

I. Materiales usados para la reconstruccin orbitaria .......... 28

J. Complicaciones y secuelas del tratamiento quirrgico de las


fracturas orbitaras ...... 31

K. Instituto Traumatolgico de Santiago . 33

III. Hiptesis ... 35

IV. Objetivos ... 35

V. Materiales y Mtodos 36

VI. Resultados . 41

VII. Discusin ... 55

VIII. Conclusiones ... 65

IX. Referencias Bibliogrficas ..... 66

X. Anexos .. 72
2

RESUMEN

El trauma facial ha aumentado en las ltimas dcadas a nivel mundial, sin


embargo la informacin sobre ste en nuestro pas es limitada. Se considera al
trauma facial una agresin devastadora debido a las consecuencias emocionales y
posibles deformidades que pueden sufrir los pacientes, ms an si consideramos
el trauma orbitario que afecta al globo ocular, pudiendo causar discapacidad
temporal o permanente.
Se realiz un estudio descriptivo transversal cuantitativo en el Servicio de
Ciruga y Traumatologa Maxilofacial del Instituto Traumatolgico de Santiago,
donde se recolectaron datos de 227 fichas clnicas de pacientes operados por
fracturas orbitarias entre enero de 2001 y diciembre de 2012. Las variables
estudiadas fueron Sexo, edad, etiologa, tipo de fractura segn su ubicacin,
lesiones oculares asociadas, otras fracturas faciales asociadas, tiempo entre el
trauma y la ciruga, material de osteosntesis y de reconstruccin, abordaje
quirrgico, complicaciones y secuelas. Estos datos fueron tabulados y graficados
con Microsoft Excel 2010 y analizados con STATA 8.0 mediante las pruebas
exacta de Fisher y regresin logstica.
De la poblacin estudiada la proporcin hombre/mujer fue de 8:1 y el grupo
etario ms afectado fue de 20 a 29 aos. Las agresiones por terceros fueron el
factor etiolgico ms prevalente. La mayora de los pacientes fueron operados a
los 2016 das despus de ocurrido el trauma. La fractura orbitaria ms frecuente
fue la rbito-cigomtica. El abordaje ms usado fue el intraoral seguido por el
subciliar. El 45% de los pacientes present complicaciones posoperatorias, siendo
la parestesia infraorbitaria la complicacin ms frecuente.
Se encontr una asociacin estadsticamente significativa entre la presencia
de ectropion y retraccin cicatrizal posoperatoria con la utilizacin del abordaje
subciliar (P=0.031 y 0.021 respectivamente) y entre la presencia de ectropion y la
utilizacin del abordaje subtarsal (p=0.001) a travs de una regresin logstica.
Si bien se encontraron asociaciones estadsticamente significativas entre las
variables estudiadas, se requieren estudios clnicos prospectivos estandarizados
para relacionar de forma inequvoca las distintas modalidades de tratamiento
quirrgico con los resultados del mismo.
3

I. INTRODUCCIN

El trauma se define como una fuerza externa, estrs o acto de violencia fsica
contra un ser humano. Constituye la cuarta causa de muerte en Chile y la primera
entre los jvenes, siendo adems la principal causa de ingreso masculino en
hospitales (Rojas y cols., 2002).
El trauma maxilofacial es aqul que compromete tanto tejidos blandos como
tejidos duros de la regin facial y ocurre en aproximadamente el 10% de los
pacientes politraumatizados (Andrades y Sciaraffia, 2005). Se considera una
agresin devastadora debido a las consecuencias emocionales y a las posibles
deformidades que pueden sufrir los pacientes afectados.
El impacto sicolgico y sicosocial que genera este tipo de traumas en los
individuos y sus familias, as como tambin su repercusin econmica, ya sea por
los costos de tratamiento, recuperacin y rehabilitacin, o por los das laborales
perdidos, hacen de esta patologa un problema de salud relevante que requiere
ser investigado, ms aun considerando la escasa informacin que existe sobre
este tema en nuestro pas.
Las fracturas maxilofaciales comprenden de un 6% a un 8% de las fracturas
seas corporales. Se consideran lesiones graves debido a su relacin con
estructuras adyacentes importantes como la rbita, la cavidad nasal, el seno
maxilar, el cerebro, entre otras (Medina y cols., 2006).
Se ha demostrado que existe una serie de factores que influencian la
incidencia de las fracturas maxilofaciales: la edad, el gnero, el rea geogrfica,
estrato socioeconmico, el cumplimiento de las leyes del trnsito, el consumo de
drogas y alcohol, la hora del da y condiciones climticas, la violencia domstica,
la osteoporosis y la etiologa del trauma maxilofacial (Shankar y cols., 2012).
Las estadsticas realizadas en Chile y el mundo demuestran que los
traumatismos maxilofaciales han aumentado en los ltimos aos, observndose
tambin cambios en la presentacin de las fracturas en cuanto a severidad y
complejidad, relacionado directamente con un incremento en la energa del
impacto que genera los traumatismos, e indirectamente con una mayor capacidad
de rescatar con vida a pacientes traumatizados, que antiguamente moran en el
lugar del accidente (Villalobos, 2007).
4

El trauma craneofacial con frecuencia involucra el esqueleto orbitario, con


porcentajes que van de un 40% (Metger y cols., 2011) a un 90% (Vega y cols.,
2008). Existen numerosas investigaciones acerca de las fracturas de rbita
realizadas en diversos hospitales y centros de atencin especializados en el
mundo, sin embargo se aprecia un especial nfasis en el estudio de las fracturas
por estallido de la rbita o blowout, ya que se consideran de un manejo sensible
y su tratamiento inadecuado puede originar secuelas tan limitantes como la
diplopia permanente y el enoftalmo (Salej y cols., 2003).
En Chile se conocen slo dos estudios que abordan la incidencia y el manejo
de las fracturas orbitarias. El primero fue realizado en el Hospital Barros Luco
Trudeau de Santiago el ao 1991, describiendo la prevalencia de fracturas
orbitarias y el manejo de las fracturas por estallido de la rbita (Goi y cols., 1991)
y otro realizado en el Hospital Carlos Van Buren de Valparaso en 1997 el cual
describe el tratamiento de las fracturas orbitarias y sus resultados (Badillo y cols.,
1997).
A continuacin se expondrn las principales caractersticas de la patologa
traumtica de la rbita, revisando etiologa, clasificacin y determinantes
anatmicos, se desarrollarn las variantes del tratamiento quirrgico y las
complicaciones posoperatorias presentes en la poblacin estudiada.
Finalmente se discutirn los datos obtenidos comparndolos con otros
estudios desarrollados en distintas partes del mundo.
5

II. MARCO TERICO

A. ETIOLOGA DE LAS FRACTURAS ORBITARIAS

La principal causa de fracturas de rbita en el mundo son los accidentes de


trnsito y las agresiones interpersonales (principalmente derivadas de asaltos),
con porcentajes que van desde un 29% (Rosado y de Vicente, 2012) a un 60%
(Salej y cols., 2003) y de un 15% (Cook, 2002) a un 49% (Mellema y cols., 2009)
respectivamente. En menor porcentaje podemos considerar los traumatismos
orbitarios derivados de lesiones deportivas y cadas. Estos valores coinciden con
los presentados en estudios Chilenos. Sin embargo se ha observado en algunos
pases como Estados Unidos, que las fracturas de rbita derivadas de accidentes
de trnsito han disminuido a travs del tiempo en incidencia y severidad debido al
uso de airbags en los automviles (Duma y Jernigan, 2003).

B. ANATOMA DE LA RBITA APLICADA AL TRAUMA

La rbita reviste especial importancia para muchas de las funciones del ser
humano: aloja y protege al rgano de la visin, forma parte de la pared lateral de
la cavidad nasal que confiere el olfato y forma parte del sistema de resonancia de
la cara al conformar el techo del seno maxilar (Ochoa, 1996).
Se describe como un espacio piramidal de base anterior conformado por 4
paredes: un techo, un piso, una pared interna o medial y una pared externa o
lateral. La base anterior la conforma el reborde orbitario y el vrtice posterior est
formado por el agujero ptico dirigido hacia atrs, arriba y hacia la lnea media
(Ren, 2006).
La rbita est formada por 7 huesos de la cara y del crneo que se unen para
constituir las paredes, estos son: el hueso frontal, etmoides, esfenoides, maxilar,
cigomtico, lacrimal y palatino. El volumen de la rbita es de aproximadamente
30ml de los cuales 7ml son ocupados por el globo ocular, existiendo algunas
variaciones en relacin al sexo y la raza (Ren, 2006; Bidaguren y Barbier, 2011).
6

Pared superior o techo de la rbita


El techo de la rbita est formado principalmente por la lmina orbitaria del
hueso frontal y el ala menor del esfenoides. Es una pared rgida muy
resistente que raramente se fractura, presenta una convexidad superior que
forma el piso de la fosa craneal anterior y el piso del seno frontal.
Posee una depresin en su parte ms externa denominada fosa lacrimal
(Fig.1: LGF) que aloja a la glndula lacrimal, y una pequea depresin
hacia la pared interna la fosa troclear (Fig.1: TF) donde se inserta el tendn
del msculo oblicuo superior.
En la unin de los dos tercios laterales con el tercio medial del reborde
orbitario encontramos la escotadura supraorbitaria, por donde emerge hacia
la cara el paquete vsculo-nervioso supraorbitario (Ren, 2006; Bidaguren y
Barbier, 2011).

Pared inferior o piso de la rbita


El piso de la rbita est formado por el proceso orbitario del hueso
cigomtico (Fig.1:Z), el proceso orbitario del hueso maxilar y hacia posterior
por la lmina orbitaria del hueso palatino, en este ltimo se encuentran
hacia medial el surco lacrimal, el cual alojar el conducto lacrimonasal, y
una depresin para la insercin del msculo oblicuo inferior (Fig.1: OBL).
Hacia anterior y lateral va estar la sutura cigomtico maxilar y hacia atrs
(entre el maxilar y el proceso orbitario del hueso palatino) el canal
infraorbitario que aloja el paquete vsculo-nervioso infraorbitario, el cual se
dirige hacia anterior, transformndose en el canal infraorbitario.
Medial al nervio infraorbitario el piso es delgado y configura un punto dbil
de esta pared (Ochoa, 1996; Ren, 2006).

Pared lateral o externa de la rbita


La pared lateral es la de mayor espesor. Est formada por la porcin
orbitaria del hueso cigomtico (Fig.1: Z) y la superficie orbitaria del ala
mayor del esfenoides (Fig.1: S).
La fisura esfenocigomtica forma el lmite anterior de la fisura orbitaria
7

inferior (Fig.1: IOF) que separa la pared lateral del piso orbitario.
En el sector anterior ubicado 3-4mm detrs del reborde orbitario est el
tubrculo orbitario lateral (Tubrculo de Whitnall) (Fig.1: WT), donde se
insertan el tendn cantal lateral, el ligamento suspensorio del ojo (de
Lockwood) y el ligamento transverso orbitario (de Whitnall) (Ochoa, 1996;
Ren, 2006).

Pared medial o interna de la rbita


La pared medial de la rbita est formada por el proceso frontal del maxilar,
el hueso lacrimal y en su mayor proporcin por la lmina orbitaria del
etmoides y el cuerpo del esfenoides.
En esta pared se encuentra el surco lacrimal (Fig.1: LF) los agujeros
etmoidales anterior (Fig.1: AE) y posterior (Fig.1: PE).
En la unin del techo y la pared medial estn las suturas frontomaxilar,
frontolacrimal, frontoetmoidal y frontoesfenoidal (Ochoa, 1996; Bidaguren y
Barbier, 2011).

Se comunica con regiones adyacentes a travs de nueve vas:


El agujero ptico (Fig.1: OF) y la fisura orbitaria superior comunican la
rbita con la fosa craneal media.
La fisura orbitaria inferior (Fig.1: IOF) comunica la rbita con la fosa
infratemporal.
La escotadura supraorbitaria (agujero en el 25% de los casos) y el conducto
infraorbitario comunican la rbita con la piel y el tejido subcutneo del borde
orbitario superior e inferior (Ochoa, 1996; Rouviere y Delmas, 2005; Ren,
2006).
Los agujeros etmoidales anterior y posterior (Fig.1: AE y PE) comunican la
rbita con las fosas nasales.
El agujero cigomtico que comunica la rbita con la piel de la regin
cigomtica.
El conducto lacrimonasal que comunica la rbita con las fosas nasales a
nivel del meato inferior (Ochoa, 1996; Rouviere y Delmas, 2005).
8

Fig.1 Paredes Orbitarias (extrado de Smith and Nesis Ophthalmic Plastic and Reconstructive Surgery)
(Nunery y cols., 2012): En el vrtice de la rbita est el agujero ptico (OF), en el techo encontramos la fosa
lacrimal (LGF) y la fosa troclear (TF); en la pared lateral el tubrculo orbitario lateral (WT), ala mayor del
esfenoides (S) y el hueso cigomtico (Z); en el piso la fisura orbitaria inferior (IOF) y el origen del msculo
oblicuo inferior (OBL) y en la pared medial o interna el surco lacrimal (LF), formada por la cresta lacrimal

anterior (ALC) y posterior (PLC) y los orificios etmoidales anterior (AE) y posterior (PE).

La resistencia sea del esqueleto orbitario depende de una serie zonas de


mayor condensacin sea que estn distribuidas para disipar de manera eficiente
las fuerzas que recaen sobre el tercio medio del rostro (Kahana y cols., 2008).
Estas zonas de condensacin sea se van a denominar pilares o columnas si se
ubican en sentido vertical y arcos o vigas si se ubican horizontalmente (Rouviere
y Delmas, 2005). Estas zonas dan integridad a la rbita generando un marco
protector alrededor del ojo formado por elementos que se distribuyen en los 3
sentidos del espacio. (Fig. 2)
9

Fig.2 Arcos y columnas del tercio medio facial (extrado del portal de la fundacin AO) (AO Fundation,
2013): en rojo se observan de medial a lateral los pilares fronto-maxilares, fronto-cigomticos y
pterigomaxilares, en azul los rebordes orbitarios superior e inferior y en verde los arcos maxilar y alveolar
superior.

En el sentido vertical va estar formado por los pilares fronto-maxilares en la


parte anterior, fronto-cigomticos en la porcin media y pterigo-maxilares en el
sector posterior el componente horizontal lo forman los rebordes orbitarios
superior e inferior y el componente sagital est dado por los arcos cigomticos en
el sector lateral (Fig. 2). La pared medial carece de contrafuertes (Kahana y cols.,
2008; Schtz y Andersson, 2010).
El contenido de la rbita est constituido por el globo ocular, el nervio ptico,
la musculatura extrnseca del ojo, el paquete vsculo-nervioso, la glndula lagrimal
y grasa periocular (Ochoa, 1996).
La cara interna de la rbita est recubierta por una membrana fibrosa, llamada
perirbita, que corresponde al periostio de los huesos que forman las paredes
orbitarias a las cuales se encuentra dbilmente adherida, no obstante se adhiere
firmemente a lo largo de las suturas, agujeros vasulares y sobre el reborde
orbitario. (Rouviere y Delmas, 2005)
La musculatura extrnseca del globo ocular est compuesta por siete
msculos: cuatro msculos rectos (superior, inferior, lateral y medial), dos
msculos oblicuos (superior e inferior) y el msculo elevador del prpado superior.
Todos estos msculos estn cubiertos por fascias musculares que dan origen
a algunas expansiones ligamentosas. Los msculos rectos se originan a partir de
un anillo tendinoso comn a estos custro msculos que se inserta en la porcin
10

medial de la fisura orbitaria superior. Las fascias musculares que recubren los
msculos rectos conforman un compartimento en forma de cono que tiene como
base el globo ocular al que se adhieren estas fascias para continuarse como la
vaina del globo ocular (cpsula de Tenon). Este espacio est relleno de grasa y
elementos vsculo-nerviosos.
Por dentro del anillo tendinoso comn ingresan a la rbita el nervio ptico; la
arteria oftlmica y los nervios oculomotor, nasociliar y abducens (Rouviere y
Delmas, 2005).

Anatoma de los prpados

Los prpados son dos membranas msculo-fibrosas recubiertas de piel que


protegen el globo ocular. Poseen una porcin adherida al reborde orbitario y una
porcin orbitaria libre con una capa de cilios en su borde. Al juntarse ambos
parpados configuran una hendidura palpebral entre ambos bordes libres y las
comisuras palpebrales hacia los extremos medial y lateral. Estas membranas
estn constituidos por siete planos superpuestos que son, de anterior posterior: la
piel, una capa de tejido celular laxo, una porcin protractora, una segunda capa de
tejido celular laxo, un plano fibroeltico, una porcin retractora y una capa mucosa,
la conjuntiva (Garca, 1998; Rouviere y Delmas, 2005)
La porcin protactora est formada principalmente por el msculo orbicular
de los parpados (Fig. 3: 20), con contribucin de fibras aportadas por los msculos
piramidal de la nariz (prcer) y corrugador de la ceja.
La capa fibroelstica se compone de una porcin central dada por los tarsos
orbitarios, y una porcin perifrica los tabiques o septos orbitarios.
Los tarsos (Fig. 3: 19, 21) son lminas fibrosas densas que ocupan la porcin
ocular de cada prpado y dan forma y resistencia a los prpados, en su interior,
hacia su borde ocular presentan las glndulas tarsales (de Meibomio).
Los tabiques o septos orbitarios (Fig. 3: 11, 26) son delgadas lminas
fibrosas que actan como barrera fsica. Se van a originar en el borde de la rbita
como una prolongacin de la perirbita, para llegar a insertarse en la aponeurosis
del msculo elevador del prpado superior y en la fascia cpsulo-palpebral del
prpado inferior (Rouviere y Delmas).
11

1 Msculo Recto Superior.


2 Msculo elevador del prpado superior.
3 Conjuncin del msculo recto superior
con el elevador del prpado superior.
4 Vaina del globo ocular (Cpsula de
Tenon). 5 Ligamento suspensorio del
frnix superior. 6 Ligamento transverso
orbitario (ligamento de Whitnall).
7 Msculo frontal. 8 Cojn de grasa
frontal. 9 Msculo orbicular de los ojos.
10 Arco marginal. 11 Septo orbitario.
12 Cojn de grasa preaponeurotico.
13 Msculo orbicular preseptal.14 Fascia
postorbicular.15 Aponeurosis del msculo
elevador del prpado superior. 16Frnix
conjuntival superior.
17 Msculo supratarsal (Msculo de
Muller). 18 Conjuntiva. 19 Tarso superior.
20 Msculo orbicular pretarsal. 21 Tarso
inferior. 22 Insercin retractora msculo-
cutnea. 23 Conjuntiva.
24 Frnix conjuntival inferior. 25 Vaina
del globo ocular (Capsula de Tenon).
26 Septo orbitario inferior. 27 Ligamento
suspensorio del ojo (ligamento de
Lockwood). 28 Msculo tarsal inferior.
29 Ligamento suspensorio del frnix
inferior. 30 Msculo oblicuo inferior.
31 Fascia cpsulo-palpebral. 32 Msculo
recto inferior.
Fig. 3: Corte sagital de la rbita y globo ocular. (Extrado de Smith and Nesis Ophthalmic Plastic and
Reconstructive Surgery) (Lemke y Lucarelli, 2012).

La porcin retractora est formada por el msculo elevador del prpado


superior y su fascia (Fig. 3: 2) en el prpado superior, y por la fascia cpsulo-
palpebral en el prpado inferior (Fig. 3: 31). Dentro de este plano se incluye una
porcin muscular lisa compuesta por el msculo supratarsal (de Mller) (Fig. 3: 17)
en el prpado superior y por el msculo tarsal inferior (Fig. 3: 28) en el prpado
inferior.
Descripcin de la Porcin retractora (Fig. 4): El msculo elevador del
prpado superior emerge de la rbita atravesando el tabique orbitario superior
para insertarse en la cara anterior del tarso superior, en el msculo orbicular y
tejido subcutneo a travs de su aponeurosis. Entre el msculo y su aponeurosis
se produce un engrosamiento fibroso denominado ligamento transverso orbitario
(de Whitnall) que se va expandir hacia lateral y medial insertndose en la
perirbita (por medial en la proximidad de la trclea y por lateral en la proximidad
12

de la glndula lacrimal y tubrculo lateral) actuando como una polea para el


msculo elevador del prpado superior. En el prpado inferior la porcin retractora
forma parte de la fascia del msculo recto inferior, desde donde desciende en
forma de dos fascculos que rodean el msculo oblicuo inferior y se vuelven a unir
anteriormente para formar el ligamento suspensorio del ojo (de Lockwood). A partir
de este ligamento se genera una expansin fibrosa llamada fascia cpsulo-
palpebral, que se inserta en el borde inferior del tarso, msculo orbicular y tejido
subcutneo, frnix conjuntival anterior y a la cpsula del globo ocular (Garca,
1998; Jordan y cols, 2012).

Fig. 4: Estructuras de los prpados (esquema extrado de Surgical Anatomy of the Ocular Adnexa: A
Clinical Approach. Volumen 9 de American Academy of Ophthalmology Monograph Series) (Jordan y
cols., 2012): (A) vista anterior: Se ha removido el msculo orbicular y la grasa palpebral, (B) vista anterior: Se
ha removido la aponeurosis del msculo elevador del prpado superior y parte de la fascia capsulo palpebral.
13

C. CLASIFICACIN DE LAS FRACTURAS DE RBITA

La fractura de la rbita es la consecuencia de traumas en el tercio medio de la


cara. Pueden ser puras o estar asociadas a fracturas de la regin cigomtico-
maxilar, fronto-naso-etmoidal, fracturas del seno frontal o fracturas de alto impacto
de la cara como son las de tipo Le Fort II y Le Fort III. Dentro de las fracturas que
no comprometen el reborde orbitario encontramos un tipo especial denominadas
fracturas blow-out o por estallido de la rbita, descritas por primera vez en 1950
por Converse y Smith (Goi y cols., 1991).

A travs de los aos se han hecho diversos intentos por clasificarlas:

I. Segn Converse y Smith (1960) se pueden clasificar en (Salej y cols.,


2003):

Fracturas Puras: Facturas blowout y blow in. (Fig. 5:

Fracturas Impuras: rbito-cigomticas, naso-orbito-etmoidales, del
seno frontal y fracturas Le Fort II y Le Fort III.

II. Segn Dingman (1976) se pueden clasificar en (Ochoa, 1996):

A. Fracturas del reborde orbitario: 1. Fracturas del malar o cigoma.


2. Fracturas del frontal.
. 3. Fracturas del maxilar superior.
B. Fracturas intraorbitarias sin compromiso del reborde orbitario

1. Explosin del piso de la rbita.


2. Fractura de la pared interna de la rbita a travs del etmoides.
3. Fracturas combinadas 1 y 2.
4. Explosin del techo de la rbita o de la pared lateral de la rbita.

C. Combinacin de fracturas intraorbitarias y del reborde orbitario.


14

III. Segn Nolasco y Mathog (1994) (Nolasco y Mathog, 1995)en:


Fracturas tipo I : Fractura pura de la pared medial.
Fracturas tipo II : Fractura de la pared medial y del piso de la rbita.
Fracturas tipo III : Fractura de la pared medial, piso de rbita y complejo malar.
Fracturas tipo IV : Fractura de la pared medial, piso de orbita y fracturas complejas
mediofaciales.
Las fracturas Naso-rbito-etmoidales (NOE) se clasifican segn Markowitz
(1991) (Fig. 5: E) en:
Fracturas NOE tipo I: Fractura incompleta con fragmento nico central
donde la insercin del ligamento cantal medial se encuentra preservada.
Fracturas NOE tipo II: Fractura completa unilateral o bilateral con
fragmento nico o con conminucin externa a la insercin del ligamento cantal
medial que se encuentra adherido a algn fragmento seo de buen tamao.
Fracturas NOE tipo III: Fractura con conminucin del fragmento central
con desinsercin del ligamento cantal medial (Shibuya y cols., 2008).

Fig. 5: Tipos de fracturas de rbita Segn Converse y Smith (extraidas deCurrent Therapy in Oral and
Maxilofacial Surgery Y de Operative Techniques in Otolaryngology2008) (Shibuya y cols., 2008; Bell y
Al-Bustani, 2012): (A) Fracturas puras: blow out (en rojo y morado) y blow in(en celeste), (B) Fracturas
impuras: rbito-cigomticas (en rojo), naso-rbito-etmoidales(en celeste), (C) del seno frontal, (D) fracturas
lefort II y III (lnea roja y azul respectivamente). (E) Fracturas naso-rbito-etmoidales tipo I, II y III.
15

D. DIAGNSTICO DE LAS FRACTURAS ORBITARIAS

Para llegar a un correcto diagnstico se debe realizar una historia clnica


completa, conocer los antecedentes del trauma orbitario y posteriormente realizar
un examen clnico acucioso junto con una evaluacin oftalmolgica completa
(Kahana y cols., 2008).
La sintomatologa de las fracturas orbitarias es variada y puede tener
asociados distintos grados de compromiso de la visin permanente o temporal.
Algunos de los sntomas que podemos encontrar son los siguientes:
Desplazamiento del globo ocular (enoftalmos o exoftalmos).
Escaln seo en el reborde orbitario.
Enfisema orbitario (signo evidente de comunicacin de los senos,
especialmente etmoidales y maxilares).
Restriccin de la motilidad ocular extrnseca.
Hipoestesia del nervio infraorbitario.
Aumento de la distancia intercomisural o intercantal.
Epfora.
Respuesta pupilar alterada.
Diplopia (por compromiso muscular o neurolgico) (Contreras, 2000).

Los signos y sntomas se relacionan directamente con la pared orbitaria en


que se encuentra la fractura, pudiendo comprometer una o varias de estas. Segn
esto podemos diversos tipos de fracturas:

Fracturas de la pared lateral: Generalmente se desplazan hacia abajo y
hacia adentro como ocurre en las fracturas del complejo cigomtico. Al
desplazarse la pared y el ligamento suspensorio del ojo puede ocurrir una
ptsis del globo ocular y una distopa cantal externa (Bidaguren y Barbier,
2011).

Fracturas por estallido (o blowout): Representa la fractura del suelo y/o
pared medial de la rbita, sin comprometer los rebordes orbitarios, que se
genera tras un impacto directo sobre el globo ocular que eleva la presin
infraorbitaria hasta el punto de romper el hueso y empujar el contenido
orbitario hacia el seno maxilar o etmoidal. Al disminuir la presin
16

intraorbitaria los tejidos orbitarios retroceden y quedan atrapados en el lugar


de la fractura causando un estrabismo restrictivo. Los signos y sntomas
ms comunes de este tipo de fracturas son el enoftalmo (originado por un
aumento del volumen orbitario, presente en fracturas mayores de la pared
medial y el piso de la rbita) y la diplopia, principalmente en la mirada hacia
arriba (producida por atrapamiento muscular o por compresin nerviosa).
Otros sntomas son la hipoestesia del nervio infraorbitario que indica una
fractura del suelo orbitario, epistaxis y enfisema subcutneo (Bidaguren y
Barbier, 2011).
Fracturas del piso de la rbita: Pueden presentarse con hipoestesia
infraorbitaria, escaln seo en el reborde infraorbitario, edema periorbitario,
enoftalmo o exoftalmo. Se asocian generalmente a fracturas del complejo
cigomtico.
Fracturas de la pared medial: Pueden ocurrir a nivel posterior a travs de
la lmina papircea sin comprometer el reborde orbitario considerndose
como fractura por estallido. Cuando la fractura es de mayor extensin
puede ser parte de una fractura naso-orbito-etmoidal. Se manifiestan
principalmente con epfora (por compromiso del sistema de drenaje
nasolacrimal), telecanto (dado por la desinsercin del ligamento cantal o
fractura del segmento en que se inserta), distopa cantal interna y/o
enfisema (Bidaguren y Barbier, 2011).
Fracturas del techo orbitario: Se asocian a lesiones frontales o del seno
frontal. Son lesiones causadas por traumatismos craneoenceflicos y
requieren interconsulta y evaluacin por neurociruga.
El desplazamiento del techo puede disminuir el volumen orbitario con la
consecuente herniacin de masa craneana, licuorrea y a menudo se
presenta con hemorragia retrobulbar. Puede coexistir con ptosis palpebral y
diplopia derivada del desplazamiento de la trclea.Tambin puede
observarse enoftalmos y asimetra ocular aguda o tras la resolucin del
edema (Burnstine, 2003; Kummoona, 2009).

Todo diagnstico debe estar bien respaldado a travs de la imagenologa:


partiendo desde el uso de radiografas convencionales, siendo las ms tiles la
17

mento-naso-placa y la submento-vertex, hasta la tomografa computarizada. Este


ltimo es el mejor examen complementario en la actualidad para diagnosticar este
tipo de lesiones, ya que permite visualizar finos cortes frontales, sagitales y
transversales, obteniendo as la mejor informacin sobre la posicin exacta de la
fractura y la orientacin de los fragmentos seos desplazados en el espacio (Goi
y cols., 1991).

E. LESIONES OCULARES ASOCIADAS A LAS FRACTURAS ORBITARIAS

Un nmero importante de lesiones oculares se pueden presentar en un trauma


ocular las cuales varan desde una hemorragia subconjuntival, hasta la perforacin
del globo ocular y desprendimiento de retina.
Dentro de las lesiones que comnmente podemos encontrar estn (Zambrano y
Leyva 2007; Salej y cols., 2013):
Hemorragia subconjuntival: Es causada por la ruptura de pequeos
vasos sanguneos subconjuntivales. Se presenta con reas lisas de color rojo
brillante e indoloras sin prdida de agudeza visual, de forma muy similar a la
quemosis, pero a diferencia de sta, sin edema. Su resolucin es espontnea y
se maneja bsicamente con reposo (Bord y Linden, 2008).
Abrasin corneal: Se produce como resultados de cortes, rasguos o
laceraciones de la crnea, causando dolor, fotofobia y sensacin de cuerpo
extrao en el ojo (Wilson y Last, 2004).
Contusin retiniana: Es una alteracin en la organizacin de las capas
externas de la retina que se evidencia como opacificacin a la fundoscopa. En
estos casos hay que evitar el aumento de la presin intraocular. Si la mcula ptica
no est comprometida puede cursar de forma asintomtica (Zambrano y Leyva,
2007).
Midriasis y miosis traumtica: Es causada por la irritacin traumtica del
esfnter del iris provocando contraccin de las fibras musculares, causando
constriccin de la pupila (miosis) sin embargo pequeos desgarros del msculo
del esfnter pueden dar lugar a dilatacin(midriasis) (Bord y Linden, 2008).

Mcula ptica: porcin circular de la retina de 5mm de dimetro que concentra la mayor densidad de
conos, permitiendo la visin en colores y la mayor parte de la agudeza visual.
18

Neuropata ptica traumtica: Esta lesin se debe a una compresin del


nervio ptico por fragmentos seos, cuerpo extrao, o hematoma que no alcanza a
seccionarlo. Se manifiesta con la prdida de agudeza visual as como la visin de
colores y la sensibilidad al contraste. El aumento de la presin intraorbitaria debido a
la hemorragia o edema puede provocar tambin el sndrome compartimental
orbitario, que lleva de la neuropata compresiva a la isquemia, causando
disminucin del flujo axioplsmico y en corto plazo dao visual permanente (de 60
minutos a 2 hrs.). En este punto se considera una urgencia oftalmolgica y la
descompresin del nervio debe ser realizada en forma inmediata (Ruiz, 2012).
Hifema: Corresponde al sangrado en la cmara anterior del ojo. Se
visualiza como un nivel de lquido rojo entre la crnea y el iris produciendo
disminucin de la agudeza visual y dolor. Es causado por traumatismos oculares
con objetos de tamao ms pequeo que el reborde de la rbita, lesionando los
vasos sanguneos de la raz del iris o de la cara del cuerpo ciliar. El manejo debe
ser por un oftalmlogo con carcter de urgencia. Puede provocar ambliopa,
glaucoma y hematorrea (impregnacin de la crnea con pigmentos frricos de la
sangre) (Wilson y Last, 2004; Casanovas, 2005).
Hemorragia vtrea: Hemorragia de la cmara posterior del ojo. Se
manifiesta con prdida visual sbita, visin en rojo, visin de moscas, telaraas,
sombras etc. Su complicacin puede producir glaucoma (Casanovas, 2005).
Hemorragia retrobulbar o hematoma orbitario: Esta lesin se produce
en traumatismos cerrados debido al dao de los vasos orbitarios y se asocia
principalmente a fracturas de rbita no desplazadas. La hemorragia da lugar a un
aumento sbito de la presin intraorbitaria que comprime el nervio ptico y ocluye
la arteria retiniana. Se manifiesta con proptosis, limitacin de movimientos
extraoculares, prdida visual aguda y hemorragia subconjuntival difusa (Bord y
Linden, 2008).
Lesiones penetrantes: Estas lesiones estn asociadas a la presencia de
objetos extraos. El primer paso debe ser diagnosticar y proteger el ojo para su
posterior tratamiento por un especialista. No se debe intentar retirar objetos
extraos ni examinar la profundidad de las lesiones. Se puede manejar con
19

analgsicos, antibiticos parenterales para prevenir infecciones y antiemticos


para bajar la presin intraocular (Bord y Linden, 2008).
Ruptura coroidea: La coroides es menos elstica que la retina y puede
daarse por el acortamiento del eje antero posterior del ojo tras el traumatismo
ocular. La lesin de esta capa altamente vascularizada va generar una hemorragia
subretiniana que produce una cicatriz corioretiniana dando lugar a un escotoma.
Su principal sntoma es la prdida de agudeza visual (Bord y Linden, 2008).
Subluxacin y luxacin de la lente: Se debe a la rotura de las fibras de
la znula en forma parcial o total. Se manifiesta con desplazamiento de la lente
hacia la cmara anterior y una notable disminucin de la agudeza visual lo que va
producir diplopia monocular y distorsin de la visin cuando la lente permanece
parcialmente en el eje visual (Bord y Linden, 2008).
Diplopia binocular: Puede ser causada por edema, hematoma o por
restriccin de movimientos. Se deben descartar atrapamientos que requieran
tratamiento quirrgico en las primeras 12 hrs. para prevenir lesiones irreversibles
del msculo (oblicuo o recto inferior). Su diagnstico es exclusivamente clnico.
Frente a la presencia de diplopia binocular una prueba de duccin forzada es de
rigor (Zambrano y Leyva, 2007).
Desprendimiento de retina: Se manifiesta con prdida de campos
visuales, visin de objetos flotantes y destellos. Puede causar ceguera si se
produce el desprendimiento de la mcula. Es una lesin de progreso lento y en
muchos casos no se diagnostica hasta 6 semanas posterior al trauma. Su
tratamiento es oftalmolgico. El momento de la ciruga correctiva depender del
tamao del desprendimiento y el grado de afectacin macular (Casanovas, 2005;
Zambrano y Leyva, 2007).
Ruptura del globo ocular: Se produce por un trauma contundente o por
lesin penetrante y es la principal causa de ceguera monocular. Se manifiesta con
disminucin de la agudeza visual, hemorragia subconjuntival severa, disminucin
de la presin intraocular, hifema y limitacin de los movimientos extraoculares. Su
diagnstico se dificulta al no evidenciarse herniacin del contenido ocular (Bord y
Linden, 2008).

Znula ciliar: conjunto de fibras radiadas transparentes que sujetan y unen la lente o cristalino al cuerpo
ciliar en la cmara posterior del ojo.
20

Considerando la numerosa cantidad de lesiones e injurias oculares que


pueden presentarse en un trauma orbitario se recomienda realizar un examen
oftalmolgico acucioso que debiese incluir al menos los siguientes exmenes:
1. Evaluacin externa.
2. Agudeza visual.
3. Movilidad ocular.
4. Campimetra por confrontacin.
5. Reflejos pupilares.
6. Tonometra
7. Fundoscopa

.F. TRATAMIENTO DE LAS FRACTURAS ORBITARIAS

La ciruga maxilofacial presenta diferentes criterios frente al manejo de


fracturas orbitarias con respecto a: 1) la decisin de operar, 2) el mejor momento
para realizar la ciruga, 3) la mejor forma de evaluar al paciente y 4) como elegir la
eleccin de la tcnica ideal para restaurar la forma y funcin.
A diferencia del resto de las fracturas faciales, en las fracturas orbitarias la
ciruga no busca solamente la correcta unin del hueso; el objetivo de la ciruga es
reconstruir el defecto, corregir dficits funcionales, restaurar la anatoma facial y
devolver el volumen normal del contenido orbitario. Todo esto mediante la correcta
y oportuna reduccin y osteosntesis del rea fracturada antes de que ocurra una
consolidacin viciosa de los fragmentos, con la consecuente reabsorcin y prdida
del tamao seo original (Bidaguren y Barbier, 2011).
Los candidatos a ciruga deben ser seleccionados cuidadosamente y
basndose en indicaciones concretas (Bidaguren y Barbier, 2011). Se debe
distinguir entre aquellos que requieren de una reparacin quirrgica precoz y los
que deben ser observados durante un tiempo hasta asegurarse de la presencia de
sntomas y signos que indiquen necesidad de correccin quirrgica.
21

Se consideran indicaciones de intervencin quirrgica los siguientes casos:


Fracturas de piso de rbita con prueba de duccin forzada positiva y
atrapamiento muscular diagnosticado por tomografa computarizada (TC)
(Duma y Jernigan, 2003).
Enoftalmos o hipoftalmos mayores de 2mm.
Defectos del piso de la rbita mayores al 50% (Bidaguren y Barbier, 2011).
Pacientes con fractura orbitaria y diplopia persistente en posicin primaria
de la mirada, sobre todo en la mirada hacia abajo (Bidaguren y Barbier,
2011).
Pacientes con fractura de rbita y reflejo culo-cardiaco no resuelto
(Burnstine, 2003).
La ciruga tarda tiene como objetivo esperar la remisin del proceso
inflamatorio para una correcta exploracin, debido a que estos pacientes suelen
presentar atrapamiento de tejido conectivo y suelen mejorar con medidas
conservadoras.
En pacientes con restriccin de la mirada leve y sin clara evidencia de
atrapamiento muscular en la TC, es razonable mantener un periodo de
observacin de dos o tres semanas con corticoterapia y ejercicios de movimiento
ocular (Bidaguren y Barbier, 2011).
Tambin se requiere correccin quirrgica en casos de:
Obstruccin del conducto nasolacrimal.
Deformacin de contornos faciales por desplazamiento del esqueleto seo.
Trismo debido a interferencia con la masticacin de las fracturas
cigomticas (Burnsitne, 2003).

Se considera contraindicacin quirrgica el compromiso de la cmara anterior


del ojo (hifema, perforacin ocular) y en ojo nico. En estos casos la ciruga
traumatolgica sobre el marco orbitario puede agravar la patologa ocular por lo
que debern recibir un manejo previo oftalmolgico (Badillo y cols., 1997).
22

Manejo de las fracturas blow out o por estallido de la rbita


En este tipo de fracturas se recomienda la ciruga inmediata o temprana
cuando se presenta diplopia con evidencia imagenolgica de atrapamiento
muscular o de tejidos blandos periorbitarios con reflejo culo-cardiaco no resuelto
y tambin ante la presencia temprana de enoftalmos y distopas severas que
causen asimetra facial. Se recomienda retrasar la ciruga dos semanas ante la
presencia de diplopia con duccin forzada positiva, evidencia imagenolgica de
atrapamiento muscular o de tejidos blandos periorbitarios con una mnima mejora
clnica, grandes fracturas de piso de orbita que causan enoftalmo latente y frente a
una hipoestesia infraorbitaria progresiva (Burnstine, 2003).
Manejo de las fracturas del techo de la rbita o blow in.
En casos severos de este tipo de fracturas puede existir una fractura
extendida hacia la fisura orbitaria superior y canal ptico causando ceguera y
alteraciones de la motilidad extraocular. Su tratamiento incluye su descompresin
inmediata y la reconstruccin de la pared lesionada en caso de presentar
compromiso de la trclea o herniacin de contenido craneal, sin embargo en
presencia de una fractura mnima no se requiere manejo quirrgico (Burnstine,
2003; Salin y Smith, 2005).
Manejo de las fracturas orbito-cigomticas
El hueso cigomtico es un hueso muy fuerte y casi nunca se fractura su
cuerpo, sino ms bien se fractura en el sitio de articulacin con los huesos con que
los limita. El manejo de las fracturas del complejo cigomtico depende del grado
de desplazamiento y de los dficits funcionales y estticos. Cuando la fractura no
est desplazada puede no requerir tratamiento quirrgico (Bidaguren y Barbier,
2011).
Las fracturas desplazadas requieren reduccin abierta y fijacin interna: las
fracturas mnimamente o moderadamente desplazadas pueden ser manejadas a
menudo con un solo punto de fijacin en el pilar cigomtico-maxilar. Cuando el
desplazamiento es mayor deben ser manejadas con dos puntos de fijacin el
cigomtico-maxilar y el fronto-cigomtico requiriendo dos abordajes, si posterior a
esto el reborde infraorbitario sigue desplazado se debe considerar la estabilizacin
del reborde infraorbitario y realizar su fijacin. Finalmente las fracturas
desplazadas con gran conminucin requieren reduccin abierta con abordajes
23

amplios y fijacin de mltiples arbotantes junto con la reconstruccin orbitaria


(Bidaguren y Barbier, 2011; Bell y Al-Bustani, 2012).
Manejo de las fracturas de la pared medial y naso-rbito-etmoidales.
La necesidad de reparar las fracturas de la pared medial depende de la
extensin del defecto y del grado de la prdida de tejido orbitario. Si la prdida es
mnima no es necesario el sellado del sitio de fractura, cuando el defecto es
grande y acompaa a defectos del piso de la rbita debe utilizarse algn material
de reconstruccin para cerrar ambos defectos y asegurar este material al reborde
con tornillos y alambres. En muchos casos es necesario reinsertar el ligamento
cantal medial para lograr reparar el defecto (Shibuya y cols., 2008).
En el tratamiento de fracturas NOE tipo I y tipo II, la pared medial es
reconstruida con microplacas o malla de titanio y el tendn cantal media es
reposicionado mientras se fijan los fragmentos seos. En cambio el tratamiento de
las fracturas NOE tipo III es mucho ms complejo: si la fractura es unilateral, se fija
el tendn cantal medial por medio de alambres a la pared medial por dentro de la
nariz; si es bilateral se fijan ambos tendones cantales mediales. Esto se realiza
uniendo ambos tendones cantales mediales con una ligadura almbrica a travs
de la cavidad nasal, luego de haber realizado una correcta exposicin de la zona
utilizando un colgajo coronal (Shibuya y cols., 2008).
A menudo se daa el sistema de drenaje nasolacrimal producindose su
obstruccin por lo cual es necesaria la dacrocistorinostoma.
Este tipo de fracturas debe ser reparado dentro de 2 semanas consecutivas al
trauma para corregir la deformacin nasal mientras los fragmentos an estn
mviles (Burnstine, 2003).

Dacriorinocistectomia: es la ciruga con que se corrige una obstruccin de la via lacrimal, operacin que
consiste en practicarle al saco lagrimal una nueva apertura que atraviesa el hueso hasta la nariz.
24

G. ABORDAJES QUIRRGICOS DE ACCESO A LA RBITA

Se han descrito numerosas tcnicas de abordaje quirrgico de la rbita que


varan de acuerdo a la localizacin y extensin de la fractura, presencia de heridas
en la piel, habilidad tcnica del cirujano y presencia de lesiones oculares u otras
fracturas faciales.
Podemos encontrar diversos abordajes que se van a detallar ms adelante:
abordajes inferiores de la rbita como el subciliar, subtarsal, de reborde orbitario o
infraorbitario, transconjuntival o de fondo de saco (Werther, 1998), abordaje intraoral
que puede o no contemplar un acceso transantral o de CadwellLuc (o maxilar
vestibular) y diseccin del tercio medio facial (deglobing) (Ellis y Zide, 2008).
Abordajes superiores de la rbita como abordaje en cola de ceja (Converse), en
alas de gaviota, coronal, blefaroplastia superior y abordaje de Lynch. Abordajes
mediales que pueden ser transcaruncular, de Lynch, en alas de gaviota, degloving o
diseccin mediofacial y abordajes inferiores extendidos con cantotoma medial.
Finalmente Abordajes laterales que pueden ser abordaje en cola de ceja o
abordajes inferiores con cantotoma lateral. En muchos casos se va usar una
combinacin de los distintos abordajes (Villalobos, 2007; Bidaguren y Barbier, 2011).
Abordaje subciliar (Fig. 6: A, B [a]):
Se realiza una incisin cutnea en el prpado inferior 2 a 3 mm por debajo de las
pestaas paralela al borde libre de este, extendindose ms all del canto lateral, se
reseca el msculo orbicular de separndolo de la piel de 4 a 6 mm inferior a la
incisin cutnea. Se diseca el plano muscular entre el borde superior de la rbita y la
incisin cutnea, atravesndolo entre las porciones preseptal y pretarsal del orbicular
y finalmente se realiza la incisin del periostio sobre la cara anterior del hueso
maxilar y cigomtico 3 a 4 mm bajo el reborde infraorbitario. La incisin superior al
reborde infraorbitario atraviesa el tabique orbitario y puede crear una contractura del
tabique que derive en ectropion y exposicin escleral (Ellis y Zide, 2008).
Abordaje Subtarsal (Fig. 6: A, B [b]):
Se realiza una incisin cutnea 5 a 7 mm del borde libre del prpado inferior (o
en el borde inferior del tarso correspondiente al pliegue subtarsal), se atraviesa el
msculo orbicular disecando hasta llegar al septo orbitario (tratando que la incisin
del msculo orbicular quede bajo la incisin cutnea para prevenir la inversin de la
25

cicatriz). Posteriormente se decola el msculo orbicular en su porcin preseptal


hasta exponer la cara anterior del reborde infraorbitario, donde se realiza la incisin
del periostio al mismo nivel que en el abordaje subciliar.
Abordaje palpebral Inferior o suborbitario (Fig. 6: A, B [c]):
La incisin se realiza en un pliegue entre la piel del prpado inferior y la piel de la
mejilla atravesando todos los planos. Se reserva solo para ciertos casos con un
marcado edema palpebral persistente que impide una adecuada ubicacin de una
incisin superior. Una mala tcnica conduce a una falla en el drenaje linftico del
prpado produciendo linfedema y compromiso esttico de la cicatriz final.
Abordaje transconjuntival (Fig. 6: C, D):
Se realiza generalmente con un protector corneal y sujecin de la placa tarsal
inferior con suturas para reflejar el prpado inferior. Luego se realiza la incisin en la
cara interna del prpado inferior a la placa tarsal siendo esta preseptal o retroseptal.
Si es necesario realizar la cantotoma lateral es lo primero que se realiza, luego se
realiza la cantolsis inferior (cortando la porcin inferior del tendn cantal lateral).
Luego se avanza por el plano decolado hasta acceder al periostio (Ellis y Zide,
2008).
Abordaje palpebral Superior o blefaroplastia superior (Fig. 6: E):
Se realiza una incisin cutnea en el pliegue palpebral superior paralelo al surco
palpebral superior aproximadamente a10mm sobre el borde libre del prpado
superior y 6mm sobre el canto lateral. Se diseca el msculo orbicular de los ojos y se
accede al reborde orbitario lateral. Se contina con la diseccin sobre el reborde
lateral donde se realiza la incisin del periostio (Ellis y Zide, 2008; Bidaguren y
Barbier, 2011).
Abordaje en cola de ceja (Fig. 6: F):
Se realiza una incisin cutnea de 2 cm de largo, paralela al borde superior de la
ceja evitando as cortar los folculos pilosos y extendindose hasta el periostio. (Las
extensiones altas deben evitar la rama frontal del nervio facial y las bajas deben
estar al menos 6 mm sobre el canto lateral). Luego se realiza la incisin del periostio
y la diseccin subperiostica del borde orbitario lateral (Ellis y Zide, 2008; Bidaguren y
Barbier, 2011).
26

Abordaje transoral vestibular superior (Fig. 6: J):


La incisin de espesor completo se realiza en el fondo del vestbulo superior
desde la lnea media hasta la altura del primer molar superior del lado comprometido
3 a 5mm sobre el margen mucogingival bajo la apertura piriforme (para proteger la
mucosa nasal). Posteriormente se decola el periostio avanzando hacia arriba donde
se encontrar el paquete vsculo-nervioso infraorbitario, se expone el reborde
infraorbitario y al llegar al hueso cigomtico se encuentran las fibras del msculo
masetero que se cortan para obtener un adecuado acceso al hueso cigomtico (Ellis
y Zide, 2008).
Abordaje cutneo medial o de Lynch (Fig. 6: I)
Se realiza a travs de una incisin supero-medial de la rbita de espesor
completo. Se eleva el periostio bajo la trclea, se despega el tendn cantal medial, el
saco lagrimal puede ser elevado de su fosa dejando el ducto intacto. Posterior a la
cresta lacrimal posterior se ubica la artera etmoidal anterior y puede ser ligada si es
necesario al igual que la arteria etmoidal posterior (Wobig y Dailey, 2004).
Abordaje Coronal (Fig. 6: H):
Es un abordaje extenso que proporciona una exposicin amplia de la raz nasal,
techo orbitario, pared medial de la rbita, pared lateral, reborde orbitario externo,
cuerpo y arco del hueso cigomtico. Se realiza una incisin en el cuero cabelludo
a travs de la piel, tejido subcutneo y galea aponeurtica, y se eleva el colgajo
coronal por un plano subgaleal superficial al pericrneo. A nivel temporal y
preauricular se diseca sobre la fascia temporal. La incisin del periostio se realiza a
2-3 cm sobre el reborde supraorbitario y se prosigue en un plano subperiostico para
acceder a la parte superior de la rbita incluyendo el borde medial y lateral (Ellis y
Zide, 2008).
27

C E
A

F
D
H

G
I
J K

Fig. 6: Principales abordajes quirrgicos para la rbita (extradas de Abordajes Quirrgicos del Macizo
Facial, 2008Y de Journal of Oral and Maxilofacial Surgery 1998)(Werther, 1998; Ellis y Zide, 2008): (A,B)
abordajes cutneos del prpado inferior [a] Subciliar, [b] Subtarsal, [c] Reborde orbitario; (C,D) Abordajes
transcojuntivales: preseptal y pretarsal; Abordajes del prpado superior (E) Blefaroplasta superior, (F) Cola de
ceja; abordajes intraorales (G) despegamiento facial (Degloving), (J) Vestibular Superior; (H) abordaje coronal; (I)
abordaje de Lynch y (K) abordaje transcaruncular.
28

H. MATERIALES DE OSTEOSNTESIS USADOS EN LA FIJACIN DE


FRACTURAS ORBITARIAS

El objetivo de la osteosntesis es la fijacin interna con cicatrizacin sea


primaria incluso bajo carga funcional. Para lograr esta meta existen 4 principios
que deben ser alcanzados: reduccin de los fragmentos seos, fijacin estable de
los fragmentos, preservacin del suministro de sangre adyacente y movilizacin
funcional temprana. Dentro de los materiales de osteosntesis ms usados estn:
Alambres de acero.
Utilizados ampliamente en el pasado con un resultado relativamente
satisfactorio sin embargo generalmente quedaba cierto grado de rotacin y
desplazamiento. Se debe considerar tambin que para su utilizacin el paciente
debe estar bajo cobertura antibitica debido al aumentado riesgo de infeccin
(Escobar, 2009).
Placas de titanio
La tcnica de fijacin mediante placas y tornillos permite la fijacin rgida y evita
la necesidad del uso de fijacin intermaxilar de las fracturas del tercio medio y
mandbula, pudiendo ser usado incluso en fracturas infectadas. Adems produce
reparacin sea primaria eliminando la aparicin del callo seo que puede causar un
sobre relieve en la superficie de la cara (Iribarren y Carvajal, 2002). El uso de estas
placas precisa la correcta adaptacin entre los extremos fracturados para
conseguir una correcta fijacin. Si esto no se logra quedar un espacio entre los
extremos fracturados y la placa quedara sometida a una gran tensin lo que
producir deformacin de la placa y fractura o prdida de los tornillos, generando
resorcin sea y alteracin de la reparacin (Baker y Dayan, 2005).
Miniplacas.
Hoy en da se consideran el mejor sistema para lograr fijacin estable de los
huesos del tercio medio de la cara. Existen de mltiples formas y tamaos, y
pueden ser usados en fracturas nuevas o antiguas. El uso de titanio en su
confeccin ha permitido aumentar la maleabilidad de ella.
En la zona periorbitaria se recomienda el uso de placas ms finas o
microplacas. Estas tienen un espesor de 1mm a diferencia de las miniplacas que
tienen un espesor de 1.5 a 2mm lo cual permite evitar que estas se hagan notorias
29

debido a la delgadez de los tejidos en esta zona. Pueden ser usadas sin
problemas en zonas como la apfisis fronto-cigmtica, reborde infrarobitario o el
arco cigomtico ya que no necesitan resistir fuerzas musculares de gran
intensidad como por ejemplo en la mandbula (Maldonado y Cols., 2008; Escobar,
2009).
Placas reabsorbibles.
Estos sistemas fueron creados para evitar ciertas complicaciones generadas
por las placas metlicas tales como: corrosin, electrolisis, hipersensibilidad y en
algunos casos cierto potencial carcinognico; adems se debe considerar que por
ser elementos inertes el cuerpo los identifica como cuerpo extrao
encapsulndolos e impidiendo su invasin vascular. Los materiales de confeccin
ms usados incluyen: polidioxanona, cido poligliclico y cido polilctico
(Maldonado y cols., 2008). Presentan ventajas en la fijacin de fracturas en nios
al no interferir con el crecimiento de los huesos gracias a su reabsorcin completa
en un ao (Escobar, 2009).
Actualmente la fijacin de los trazos de fractura se realizan utilizando microplacas
de titanio u otros materiales como placas reabsorbibles, no obstante muchos
pacientes no pueden acceder a esta opcin de tratamiento debido a su elevado
costo, y solo pueden acceder a reducciones almbricas que son tratamientos ms
baratos (Maldonado y cols., 2008).

I. MATERIALES USADOS PARA LA RECONSTRUCCIN ORBITARIA

Se han utilizado muchos materiales para la reconstruccin de las paredes


orbitarias considerando materiales aloplsticos, autoinjertos, aloinjertos y
xenoinjertos sin embargo no existe consenso en el material ideal para la
reconstruccin de la cavidad orbitaria.
Un material ideal para la reconstruccin debe tener las siguientes propiedades:
qumicamente inerte, biocompatible, no ser alergnico ni carcinognico, tener un
costo/beneficio aceptable, esterilizable, fcil manipulacin, capaz de estabilizarse,
conservar su forma y ser radiopaco.
Los principales factores a tener en cuenta a la hora de elegir el mejor material
son: tamao del defecto, compromiso de mltiples paredes, adaptacin a los
30

contornos internos, restauracin de un volumen adecuado, comunicacin con los


senos adyacentes, prevencin del desplazamiento del material, riesgo de generar
otros traumas, adhesiones o restricciones de la motilidad ocular producidos por el
material y saber si se va efectuar una reparacin temprana o tarda (Potter y Ellis,
2004).

1. Materiales autgenos
Son los primeros materiales en ser usados. Entre estos encontramos:
Hueso autgeno:
Sus ventajas son su resistencia relativa a la infeccin, la donacin por el
mismo paciente, la ausencia de respuesta inmune antagnica y despreocupacin
por su retiro posterior. No obstante presenta algunas desventajas: la morbilidad
del sitio donante, la reabsorcin variable del injerto y la dificultad para manipularlo.
Los injertos pueden ser de origen membranoso o endocondral y los sitios dadores
ms utilizados son la calota y la cresta iliaca.
Cartlago Autgeno:
No es una opcin frecuentemente utilizada, los sitios donantes son el cartlago
septal y el cartlago conchal. Entre sus ventajas se encuentra una menor
morbilidad del sitio donante, fcil recoleccin y flexibilidad, sin embargo su
principal desventaja es la dificultad para recontornearlo y para su insercin, ya que
es un material que posee memoria. Su uso se limita a casos muy especficos y su
tasa de xito no es muy alta a largo plazo, ubicndose muy por debajo del hueso
autgeno.

2. Materiales alognicos
Estos materiales no poseen clulas vivas, pero de acuerdo con el material
poseen propiedades osteoinductoras u osteoconductoras. Los materiales
alognicos ms utilizados son: Fascia liofilizada, hueso homlogo y cartlago
homlogo.

3. Xenoinjerto
Es un tipo de material raramente utilizado, en esta categora se ha descrito el
uso de dermis porcina liofilizada. Esta ltima no posee la resistencia adecuada
31

para la reconstruccin de las paredes orbitarias por lo cual slo se ha usado para
reconstruir pequeos defectos (Potter y Ellis, 2004).

4. Materiales aloplsticos
Hoy en da son los materiales ms utilizados debido a que su uso genera
menor morbilidad para el husped, disminuyen el tiempo operatorio y estn
ampliamente disponibles en variados tamaos y formas, pero pueden actuar como
cuerpo extrao en el organismo y generar algn grado de reaccin por parte del
husped. Existen materiales aloplsticos no reabsorbibles (como las mallas
metlicas, mallas de polietileno, bloques de hidroxiapatita (No reabsorbible) y
lminas de silicona) y materiales aloplsticos reabsorbibles.
Mallas metlicas:
Se han utilizado distintas aleaciones para su confeccin siendo el titanio el que
presenta mayores beneficios. Son materiales de fcil manipulacin y alta
resistencia por lo que son usadas para la reparacin de grandes defectos. Aunque
presentan un bajo ndice de complicaciones su principal desventaja es el riesgo de
exposicin y de infeccin. Adems se debe considerar que su remocin (en caso
de ser requerida) es extremadamente difcil debido a su encapsulacin y
crecimiento seo a travs de sus orificios y a su oseointegracin.
Polietileno de alta densidad:
Ha sido ampliamente utilizado en los ltimos aos, comercialmente disponible
como Medpor (Porex quirrgico, College Park, GA), es un material altamente
biocompatible, insoluble en fluidos tisulares y tiene la capacidad de permitir el
crecimiento fibro-vascular en su interior debido a su porosidad, lo cual disminuye
la probabilidad de encapsulacin. Posee alta resistencia y bajo ndice de
infecciones. Est disponible en muchas formas y es usado en finas capas para la
reconstruccin de las paredes orbitarias. Su nica desventaja es ser un material
radiolcido por lo cual no es fcilmente ubicable en tomografas postoperatorias.
Hidroxiapatita (No reabsorbible):
Rara vez ha sido usado para la reconstruccin de las paredes orbitarias. Es un
material altamente biocompatible y genera una mnima respuesta inflamatoria.
Puede ser poroso permitiendo el crecimiento de tejidos a travs de l, sin embargo
es de difcil manipulacin y estabilizacin, adems posee pobres propiedades
32

mecnicas.
Siliconas y tefln:
El uso de estos materiales es limitado. En gran porcentaje son encapsulados
por el cuerpo. Presentan un gran porcentaje de fallas debido a la falta de
estabilizacin y falta de fijacin por lo que van quedando en desuso con el
surgimiento de mejores materiales (Potter y Ellis, 2004).
Materiales aloplsticos reabsorbibles
Son materiales relativamente nuevos creados para evitar las complicaciones a
largo plazo de los materiales no reabsorbibles sin embargo no mejoran
sustancialmente sus propiedades en comparacin a estos: presentan mayor
complejidad en su tcnica y manipulacin, no son recomendables para la
reparacin de grandes defectos, su tasa de xito es baja por lo cual no son muy
usados. Dentro de este grupo podemos encontrar mallas confeccionadas a base
de: polilactida, poliglactina y polidioxanona (Potter y Ellis, 2004).

J. COMPLICACIONES Y SECUELAS DEL TRATAMIENTO QUIRRGICO


DE LAS FRACTURAS ORBITARAS

Gran porcentaje de los pacientes que sufren fracturas orbitarias presentan


complicaciones y secuelas a largo plazo despus de realizada la ciruga
reconstructiva o reparacin quirrgica del defecto, entre ellas, sntomas visuales,
alteraciones de la sensibilidad y alteraciones estticas (Folkestad y Granstrm,
2003). Muchos estudios coinciden en que las ms comunes son: infeccin de la
herida operatoria, cicatriz antiesttica (adherida o retrada, hipertrfica o quelodea)
enoftalmo, diplopia, ectropion, reduccin o implante en mala posicin e hipoestesia
del nervio infraorbitario (Rodriguez y cols., 2004).
Estas secuelas se relacionan directamente con el tipo de trauma y guardan
estrecha relacin con la pericia del cirujano (Rodriguez y cols., 2004), adecuada
valoracin multidisciplinaria, diagnstico preciso y en forma indirecta con el mtodo
de reconstruccin utilizado y el tiempo transcurrido entre el trauma y el momento de
la intervencin (Salej y cols, 2003). A continuacin describiremos algunas de las
principales complicaciones y secuelas:
33

Enoftalmo:
El enoftalmo se produce por un aumento de volumen intraorbitario, este
aumento de volumen se ver en el postoperatorio por una reconstruccin
inadecuada de las paredes orbitarias y va a estar favorecido por la atrofia de la
grasa retrocular y por la migracin del contenido orbitario a travs de la fractura.
Para resolver esta complicacin se debe evaluar la posicin del material de
reconstruccin usado en una tomografa y la posicin del globo ocular en sentido
sagital, si este material (implante o injerto) se encuentra desplazado se debe
realizar una segunda ciruga para reposicionarlo. Si mediante esta ciruga no fuera
posible o suficiente lograr un adecuado volumen se debe agregar otro material de
reconstruccin para elevar el material de reconstruccin y restablecer el volumen
normal de la rbita (Cole y cols, 2009).
Diplopia:
La diplopia postoperatoria puede darse por paresia de algn nervio
oculomotor, contusin muscular intraorbitaria o edema local, tambin puede estar
causado por la colocacin inadecuada del injerto, si esta produce atrapamiento de
la musculatura extraocular. Su tratamiento debe realizarse en conjunto con un
oftalmlogo. Si bien en la mayora de los casos presenta regresin espontanea en
algunas ocasiones es necesario el reajuste de los msculos extraoculares en
forma quirrgica.
La necesidad de la reintervencin depender de las molestias generadas en el
paciente, ya que muchos pacientes con diplopia en los extremos de la mirada, no
lo consideran lo suficientemente incomodo como para buscar la correccin
quirrgica, no as cuando sucede en el campo de visin primario o en la mirada
hacia abajo ya que puede interferir con la marcha (Cole y cols, 2009).
Ectropion:
Este se produce principalmente en el prpado inferior consecutivo al abordaje
quirrgico de esta zona. Si se presenta el ectropion en forma temprana posterior a
la ciruga se debe indicar fuertes masajes del prpado inferior y ejercicios de
apertura y cierre evitando una reintervencin quirrgica temprana a menos que se
produzca una exposicin corneal significativa e irritacin. Despus de 4 a 6 meses
de terapia conservadora se debe considerar la ciruga correctiva (Cole y cols,
2009).
34

Hipostesia infraorbitaria:
Se produce en porcentajes variables que van de un 18% a un 83%. Es
causada por una lesin traumtica o por atrapamiento del nervio infraorbitario a
travs del piso de la rbita. En la mayora de los casos esta prdida de
sensibilidad es residual logrando su recuperacin completa en 3 a 6 meses
(Bidaguren y Barbier, 2011).
Trismo:
El trismo o alteracin de la apertura bucal se produce por trabazn mecnica
del arco cigomtico con la apfisis coronoides. Su tratamiento consiste en la
reintervencin con la realizacin de una osteotoma y una nueva reduccin del
arco cigomtico o la coronoidectomia segn corresponda (Bidaguren y Barbier,
2011).

K. INSTITUTO TRAUMATOLOGICO DE SANTIAGO

El Instituto Traumatolgico Dr. Teodoro Gebauer Weisser es un hospital


pblico, autogestionado, dependiente del Servicio de Salud Metropolitano
Occidente, especializado en Ortopedia y Traumatologa, y centro de derivacin
nacional y regional de esas patologas. Atiende a una poblacin adulta, mayor de
15 aos, proveniente del Servicio de Salud Metropolitano Occidente y de las 15
comunas que lo integran. Resuelve el 54% de la patologa traumtica de la Regin
Metropolitana y el 12% de esa misma patologa en el pas (Instituto
Traumatolgico, 2013a).
Entre el ao 2001 y 2012 se realizaron 55.174 intervenciones quirrgicas,
generando un promedio anual de 5.015 cirugas, de las cuales alrededor del 2%
corresponden a las realizadas por el equipo de Ciruga y Traumatologa
Maxilofacial (Instituto Traumatolgico, 2013b).
Dentro de los servicios del Instituto Traumatolgico se encuentra el de Ciruga
y Traumatologa Maxilofacial, que cuenta con tres Cirujano dentistas, especialistas
en ciruga y traumatologa maxilofacial.
35

Las patologas tratadas en el instituto son: (Instituto Traumatolgico, 2013c):

I. Tratamiento quirrgico y ortopdico de los traumatismos del macizo facial.


II. Tratamiento de las secuelas del traumatismo facial.
III. Tratamiento de las deformidades maxilofaciales.
IV. Tratamiento de quistes y tumores de los maxilares.
V. Patologa de la ATM.

Los pacientes que ingresan al Instituto con fracturas de la rbita y lesiones


traumticas del globo ocular son derivados en forma rutinaria a la Unidad de
Trauma Ocular del Hospital del Salvador, con el fin de realizar una evaluacin
especializada de los globos oculares y la rbita, diagnosticar y resolver en forma
oportuna alteraciones visuales y oculares derivadas del trauma, para dar paso
posteriormente a la ciruga de fijacin y reconstruccin de la rbita.

El Centro Nacional de Trauma Ocular y Accidentes Laborales del Hospital del


Salvador mejor conocido como Unidad de Trauma Ocular fue creado en 1994
con el fin de atender las urgencias oftalmolgicas derivadas del trauma ocular .
Actualmente este centro atiende cerca de 33.000 consultas anuales
correspondientes a trauma ocular severo, traumas oculares menores y urgencias
oftalmolgicas no traumticas que no pueden esperar a resolverse en los servicios
de oftalmologa electivos, los que habitualmente se encuentran sobredemandados.
Cuenta con un equipo de cerca de 20 oftalmlogos de diferentes
subespecialidades, trabajando los 365 das del ao de 8 a 20 hrs. (horario en que
ocurre ms del 80% de los traumatismos oculares, para lograr el objetivo de
disminuir la ceguera secundaria al trauma ocular en Chile (Andrighetti y Varas,
2010).
36

III. HIPOTESIS

El tipo de fractura, el abordaje quirrgico y el tiempo de espera entre el trauma y


la ciruga se relacionan con las complicaciones posoperatorias encontradas en los
pacientes tratados por fracturas de rbita operadas en el Instituto Traumatolgico de
Santiago, durante el periodo comprendido entre Enero del ao 2001 y Diciembre del
ao 2012.

IV. OBJETIVOS

Objetivo general

 Determinar la relacin existente entre las principales caractersticas del


tratamiento quirrgico (tipo de fractura, tipo de abordaje y tiempo de espera entre
el trauma y la ciruga) y las complicaciones posoperatorias de las cirugas de
fracturas de rbita.

Objetivos especficos

 Caracterizar la poblacin afectada por fracturas de rbita segn edad, sexo y


etiologa de las fracturas operadas en el Instituto Traumatolgico.
 Caracterizar las fracturas de rbita segn distribucin anatmica, otras fracturas
maxilofaciales asociadas, y el compromiso ocular asociado a las fracturas.
 Identificar las principales caractersticas del manejo quirrgico de las fracturas
orbitarias, operadas en el IT en el periodo estudiado.
 Asociar el tipo de fractura, abordaje quirrgico y tiempo de espera entre el
trauma que origin la fractura y la ciruga con las complicaciones y secuelas
posoperatorias.
37

V. MATERIALES Y MTODOS

A. Tipo de estudio
Se realiz un estudio descriptivo transversal de tipo cuantitativo en el Servicio
de Ciruga y Traumatologa Maxilofacial del Instituto Traumatolgico, consistente
en la revisin y recoleccin de datos provenientes de Fichas Clnicas de pacientes
operados en dicho servicio con diagnstico de fracturas de rbita durante el
perodo comprendido entre Enero de 2001 y Diciembre de 2012.

B. Universo y seleccin de la muestra


De un universo de 238 pacientes operados por fracturas faciales que
comprometen la rbita, con diagnstico de fractura de orbita se encontraron 233
fichas clnicas de las cuales se seleccion una muestra de 227 para su anlisis.
Las fichas fueron encontradas y seleccionadas de la siguiente manera: Una
primera parte fueron elegidas a travs de la base de datos REGMAX 2.0
(Microsoft Acces) disponible en el servicio. Esta base de datos fue creada el 2011
durante la realizacin de estudios epidemiolgicos previos, en la que se incluyeron
todas las fichas clnicas disponibles en ese momento de los pacientes operados
en el instituto por el equipo de ciruga y traumatologa maxilofacial. Su creacin se
bas en la base de datos REGMAX 1.1 (Microsft Acces) que se usaba
anteriormente a esa fecha en el servicio para registrar las cirugas realizas por el
equipo. De esta forma se seleccionaron 181 fichas clnicas. Las fichas de los
pacientes operados en el 2011 y 2012 fueron seleccionadas a partir de los
registros de pabelln segn diagnstico preoperatorio. De esta forma se
seleccionaron 57 fichas clnicas.
De las 238 fichas clnicas seleccionadas, se realizaron 249 cirugas con
diagnstico de fractura de rbita, ya que 11 cirugas correspondieron a
intervenciones secundarias de los mismos pacientes, ya sea debido a
complicaciones de la primera ciruga o a la planificacin de la reparacin de las
fracturas en ms de una ciruga. Y slo fueron encontradas 233 fichas. Finalmente
6 fichas fueron eliminadas del estudio por poseer datos incompletos quedando
constituida la muestra por 227 fichas clnicas.
38

C. Criterios de inclusin y exclusin

Criterios de inclusin:
 Pacientes operados en el pabelln central del Instituto Traumatolgico que
presenten fracturas de cualquier segmento de la rbita incluyendo los
diagnsticos de: rbito-frontal, naso-rbito-etmoidal, rbito-cigomticas, piso
de rbita, Le Fort II y Le Fort III y que presenten fichas clnicas con datos
completos.
Criterios de exclusin
 Pacientes operados por otras fracturas maxilofaciales
 Pacientes tratados con manejo conservador de las fracturas orbitarias,
atendidos ambulatoriamente en policlnico.
 Pacientes operados por secuelas de fracturas antiguas
 Fichas clnicas con datos incompletos

D. Procedimiento

Se procedi, previa autorizacin de la Direccin del Hospital y aprobacin del


Comit de tica (Ver anexo 1 y 2), a la revisin de 233 fichas correspondientes a las
cirugas realizadas en pabelln central por el equipo de Ciruga y Traumatologa
Maxilofacial del Instituto Traumatolgico, que presentaron diagnstico de fracturas
de rbita siendo todos los datos recopilados, registrados en planillas Excel de donde
posteriormente se extrajeron los resultados.
De las fichas seleccionadas se registraron los datos de edad, sexo, etiologa del
trauma, ubicacin de la fractura, lesiones oculares asociadas al trauma, tiempo de
espera entre la ocurrencia del evento traumtico y la realizacin de la ciruga,
abordajes quirrgicos realizados, material de osteosntesis utilizado, material de
reconstruccin de la cavidad orbitaria y complicaciones y secuelas posoperatorias.
Los datos fueron recogidos en una base de datos en Microsoft Excel 2010 y
fueron analizados con el programa Stata 8.0.
39

Operacionalizacin de variables

1. Sexo: Se clasific en Masculino y Femenino, para observar la distribucin de


esta variable.
2. Edad: Se registraron las edades de los pacientes y, luego se categorizaron
en los siguientes rangos: 1019 aos, 2029 aos, 3039 aos, 4049 aos
y, 5059 aos y, 60 aos y ms
3. Etiologa del trauma: Se definieron 8 categoras de acuerdo a la base de
datos preexistente en el servicio:
- Accidente pedestre: Cadas de nivel y accidentes a pie.
- Accidente deportivo: Accidentes durante la realizacin de deportes.
- Accidente de trnsito: Atropello, choques, colisiones.
- Accidente en bicicleta: Cadas desde la bicicleta o accidentes durante la
conduccin de sta.
- Accidente de trabajo: Accidentes durante la jornada laboral del paciente.
- Agresin por terceros: Asaltos, peleas, violencia interpersonal.
- Cada de altura: Toda cada de altura, no se incluye las cadas de nivel.
- Otras.
4. Tipo de Fractura segn localizacin anatmica: Las fracturas se
clasificaron de acuerdo a su ubicacin en:
- Fracturas de las paredes internas: aqu se incluyen las fracturas divididas en
dos categoras segn prevalencia: fracturas del piso de la rbita y fracturas
de las otras paredes de la rbita.
- Fracturas de reborde orbitario: se incluyeron las fracturas del reborde orbitario
asociado a otras porciones seas de la cara clasificadas en: rbito-frontales,
rbito-cigomticas, naso-rbito-etmoidales, Le Fort II y Le Fort III.
5. Lesiones oculares asociadas al trauma: Se registraron las lesiones
oculares descritas en el examen fsico que se realiz al paciente al momento
del ingreso. Las lesiones registradas fueron: Hemorragia subconjuntival,
quemosis, desprendimiento de retina, hemorragia vtrea, ruptura coroidea,
hifema, midriasis traumtica, hematoma retrobulbar, contusin retiniana.
6. Otras fracturas maxilofaciales asociadas: Se registraron las fracturas
maxilofaciales distintas de las fracturas de rbita presentes en los pacientes
40

al momento del ingreso, a causa del mismo trauma. Las fracturas


encontradas fueron: fractura de arco cigomtico, de huesos nasales (HPN),
Le Fort I y fracturas mandibulares (ngulo, cndilo, cuerpo, rama,
coronoides).
7. Tiempo entre el trauma y la ciruga: Se determin el tiempo en das entre
la fecha del trauma descrita en la anamnesis y la fecha de la ciruga y luego
se categorizaron en los siguientes rangos: de 1 a 7 das; de 8 a 14 das, de
15 a 30 das, de 31 a 60 das y ms de 60 das.
8. Material de Osteosntesis: Se clasific segn el material empleado en la
ciruga en las categoras: placas (reduccin a travs de placas y miniplacas
fijadas con tornillos), alambres (donde se us por si solo para fijar las
fracturas) y placas y alambres combinados.
9. Material de Reconstruccin de las paredes orbitarias: Se registr el
material utilizado para la reconstruccin de las paredes internas de la rbita
en cada caso donde fue requerido, ya sea: malla de titanio, de polipropileno,
polietileno, merocel, silicona e injerto autlogo.
10. Tipo de abordajes quirrgicos: Se registraron todos los abordajes
utilizados en cada ciruga para acceder a las fracturas de cualquier porcin
de la rbita. Los accesos realizados fueron: blefaroplasta superior, cola de
ceja, subciliar, subtarsal, suborbitario, transconjuntival, intraoral (o maxilar
vestibular), dorso nasal y despegamiento (degloving) medio facial.
11. Complicaciones y Secuelas: Se registraron todas las alteraciones estticas
y funcionales descritas en la ficha, consideradas complicaciones o secuelas
de este tipo de cirugas independiente del tiempo de seguimiento. Las
complicaciones encontradas fueron: infeccin de los abordajes, dehiscencia
de la herida operatoria, linfedema, ectropion, enoftalmo, lagoftalmo,
disminucin de la agudeza visual, reduccin no satisfactoria, parestesia
infraorbitaria, epfora, retraccin cicatrizal, cicatriz hipertrfica, epifora,
alteracin de la movilidad mandibular. En la categora reduccin no
satisfactoria se incluyeron casos donde la reduccin no fue exitosa
produciendo alteraciones como escaln seo, fijacin sea en una posicin
desplazada, obstruccin nasal o movilidad de segmentos seos.
41

E. Anlisis Estadstico

Se us estadstica descriptiva como el promedio para las variables cuantitativas


(edad) y frecuencias absolutas y relativas para las variables cualitativas (tiempo de
espera, sexo, etiologa del trauma, tipo de fractura, lesiones oculares asociadas,
otras fracturas maxilofaciales asociadas, abordajes quirrgicos, materiales de
osteosntesis, de reconstruccin y complicaciones y secuelas).
Para evaluar diferencias estadsticamente significativas entre los resultados se
utiliz la prueba exacta de Fisher y la prueba de x2 (Chi-cuadrado) donde se
consider como significativo un valor p menor o igual a 0.05. Posterior al anlisis
bivariado se probaron modelos de Regresin Logstica multivariados para
determinar la influencia de las variables: tipo de fractura, abordaje quirrgico y
tiempo de espera entre el trauma y la ciruga sobre la variable resultado
complicaciones y secuelas, donde se consideraron estadsticamente significativas
las variables con un valor para p 0.05.
42

VI. RESULTADOS

Caracterizacin de la poblacin en estudio.


En el periodo comprendido entre Enero de 2001 y Diciembre de 2012 el equipo
de Ciruga y Traumatologa maxilofacial del Instituto Traumatolgico de Santiago
realiz 1138 cirugas en el pabelln central de las cuales 249 (21,9%) se
realizaron bajo el diagnstico de fracturas de rbita. Estas fueron realizadas en
238 pacientes que sufrieron 262 fracturas de rbita, no obstante solo se
encontraron 233 fichas clnicas de los respectivos pacientes, de las cuales 6 se
encontraban con datos incompletos por lo que no fueron incluidas en este estudio.

Total: 227 pacientes

Variables N %

10-19 14 6,2%
Edad (aos) 20-29 67 29,5%
30-39 61 26,9%
Rango = 15-79 40-49 44 19,4%
50-59 29 12,8%
60 o mas 12 5,3%
Masculino 203 89,4%
Sexo
Femenino 24 10,6%
Accidente pedestre 14 6,2%
Accidente deportivo 14 6,2%
Accidente trnsito 46 20,3%
Etiologa de la Accidente en bicicleta 33 14,5%
Fractura Accidente laboral 1 0,4%
Agresin por terceros 102 44,9%
Cada de altura 16 7,0%
Otros 1 0,4%

Tabla 1: Descripcin de los pacientes operados por fracturas orbitarias en el IT en


el periodo Enero 2001 Diciembre 2012.
43

De los 227 pacientes operados por fracturas de rbita se observ un


predominio del sexo masculino (89,4%) por sobre el sexo femenino (10,6%). El
56,4% present entre 30-40 aos. El 44,9% de las fracturas de rbita fueron
causadas por agresin por parte de terceras personas (102 pacientes), (tabla 1).
En el 20,3% de los pacientes operados, las fracturas fueron causadas por
accidentes de trnsito (46 pacientes). Finalmente, se registr un solo trauma de
origen laboral debido a un golpe con un tronco de madera al cortar lea con un
hacha y en otros se incluy una fractura por impacto contundente posterior a una
explosin. (Tabla 1). Respecto a la distribucin mensual de cirugas por fractura de
rbita por ao, se observ que durante los doce aos que contempl este estudio,
en los primeros cinco aos las cifras no alcanzaronn las 20 cirugas por ao.
Desde el ao 2006 al 2012 se mantienen en un rango entre 20 y 26 operaciones
anuales llegando a un mximo el ao 2011 con 34 cirugas anuales (Tabla 2).

MES/AO 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Enero 1 1 2 4 2 1 3 2 2 2 5 2
Febrero 0 0 1 0 0 0 1 1 1 0 2 0
Marzo 0 1 1 1 1 1 2 0 3 2 4 0
Abril 1 1 1 0 1 1 1 3 1 1 4 1
Mayo 1 0 1 1 2 1 0 4 1 3 2 4
Junio 0 2 1 0 0 3 4 2 1 2 1 3
Julio 0 0 2 0 2 2 2 1 2 5 1 2
Agosto 2 0 1 2 2 1 4 2 2 4 3 0
Septiembre 0 0 1 0 1 5 1 0 2 2 4 1
Octubre 1 1 3 0 0 2 2 2 1 0 2 3
Noviembre 1 1 2 3 1 2 2 3 0 3 3 2
Diciembre 1 1 1 1 1 2 4 3 4 1 3 2
Total 8 8 17 12 13 21 26 23 20 25 34 20

Tabla 2: Distribucin mensual de cirugas por fractura de rbita por ao.


44

La edad promedio de la muestra fue de 36,613 aos, siendo el rango etario


ms afectado aquel comprendido entre los 20 y los 29 aos, concentrando el 29,5%
de los pacientes.
En todos los grupos etarios los hombres superan en nmero a las mujeres,
siendo la mayor de las diferencias en el rango comprendido entre los 20 y los 29
aos, donde la proporcin de hombres respecto a las mujeres fue de 15:1 (Tabla 3).

Sexo / Rango Masculino Femenino Total


M:F %
Etario (%) (%) (%)
10-19 13(6,4%) 1(4,1%) 14(6,1%) 13:1 6,2%
20-29 63(31%) 4(16,6%) 67(29,5) 15,7:1 29,5%
39-39 55(27%) 6(25%) 61(26,8%) 9,1:1 26,9%
40-49 38(18,7%) 6(25%) 44(19,3%) 6,3:1 19,4%
50-59 27(13,3%) 2(8,3%) 29(12,7%) 13,5:1 12,8%
60 o ms 7(3,4%) 5(20,8%) 12(5,2%) 1,4:1 5,3%
Total 203 24 227 8,4:1 100%

Tabla 3: Distribucin de frecuencias de los pacientes operados por fractura de rbita


segn sexo y rango etario (M:F= Razn masculino : femenino)

100

80
Frecuencia

60
Masculino
40
Femenino
20

Grfico 1: Distribucin de frecuencias de los pacientes operados por fractura de


rbita segn etiologa y sexo.

En lo que se refiere a la etiologa de las fracturas en relacin al sexo de los


pacientes, se observ un mayor nmero de pacientes de sexo masculino en todas
las etiologas.
45

Etiologa V/S Rango


10-19 20-29 39-39 40-49 50-59 60 o ms TOTAL
Etario
Accidente pedestre 0 4 3 1 3 3 14
Accidente deportivo 3 3 4 1 3 0 14
Accidente de trnsito 5 12 17 3 6 3 46
Accidente en bicicleta 0 6 7 12 8 0 33
Accidente laboral 0 0 0 1 0 0 1
Agresin por terceros 6 35 24 25 8 4 102
Cada de altura 0 7 6 1 0 2 16
Otros 0 0 0 0 1 0 1
TOTAL 14 67 61 44 29 12 227

Tabla 4: Distribucin de frecuencias de los pacientes operados por fractura de


rbita segn etiologa y rango etario.

Considerando la etiologa, pero ahora relacionada al rango etario de los


pacientes, se observ un predominio de las agresiones por parte de terceros en
todos los rangos, seguido por los accidentes de trnsito en la mayora de los
rangos, salvo en la 5 y 6 dcada donde la segunda mayor frecuencia
correspondi a los traumas por accidentes en bicicleta (Tabla 4).
46

Caracterizacin de las fracturas orbitarias operadas en el IT.

Dentro de la muestra compuesta por 227 pacientes, se encontraron 262


fracturas orbitarias operadas, generando un promedio de 1,17 fracturas por
paciente. El 13,2% de los pacientes present combinaciones de estos tipos de
fracturas.
Un 90% de todas las fracturas correspondi a fracturas del reborde
orbitario siendo las fracturas rbito-cigomticas las ms prevalentes con un 74,4%
del total (195 facturas) presentndose una mayor prevalencia del lado izquierdo
(117 fracturas) y solo un caso de fractura bilateral.
El 10% del total las fracturas orbitarias correspondi a fracturas de las
paredes internas de la rbita y de estas un 84,6% correspondieron a fracturas del
piso de rbita (22 fracturas) mientras que el 15,4% restante se dividi entre las
paredes restantes (3 fracturas de pared lateral y 1 de techo de rbita) (Grfico 2).

1,53% Piso de rbita


8,40% Otras paredes
3,44%
rbito-cigomticoas

9,54% NOE
74,43%
1,15% rbito-frontal
1,53%
Le Fort II

Le Fort III

Grfico 2: Distribucin de las fracturas orbitarias segn localizacin anatmica

Del total de las fracturas se observ que el lado izquierdo estaba levemente
ms afectado que el derecho, con un 55% de las fracturas, versus el 40,5% de
lado derecho siendo 1,3 veces mayor la cantidad de fracturas del lado izquierdo
versus el lado derecho. Solo en 12 (4,5%) casos se presentaron fracturas
bilaterales.
47

Grfico 3: Fracturas faciales asociadas a fracturas de rbita.

En un 44,9% de los pacientes operados por fracturas orbitarias (100


pacientes) se presentaron adems otras 111 fracturas faciales asociadas. Las
fracturas faciales ms frecuentemente asociadas a fracturas de rbita fueron las
de arco cigomtico (50 fracturas), seguidas por las fracturas nasales (35
fracturas), las fracturas mandibulares (18 fracturas) y en menor proporcin las
fracturas de Le Fort I (8 fracturas) (Grafico 3).

120%

100% Arco cigomatico

80% Huesos nasales

Le Fort I
60%
Mandibular
40%

20%

0%

Grfico 4: Porcentaje de fracturas orbitarias que presentaron otras fracturas


faciales asociadas segn el tipo de fractura.
48

Se evalu tambin la presencia de otras fracturas faciales en relacin al tipo


de fractura de rbita donde se encontr una relacin estadsticamente significativa
entre las fracturas rbito-cigomticas y las fracturas de arco cigomtico aunque
solo el 25,1% (43 pacientes) de las fracturas rbito-cigomticas present adems
fractura del arco cigomtico (con un valor P=0.000 en la prueba exacta de Fisher)
(Grfico 4).

Las fracturas de paredes internas no presentaron otras fracturas faciales


asociadas y las fracturas rbito-frontales solo se presentaron en combinacin con
otras fracturas por lo que se incluyeron dentro de la categora combinadas.

En 108 de los pacientes (43,6% del total) se present compromiso ocular


posterior al trauma siendo el ms frecuente la hemorragia subconjuntival
observada en 91 pacientes (84,3% de los pacientes con compromiso ocular)
seguida por quemosis en 21 pacientes (16,2% de estos pacientes) y el resto de las
alteraciones oculares se present en porcentajes mucho menores (Tabla 5).

Lesiones oculares N %
Hemorragia Subconjuntival 91 84,3%
Quemosis 4 3,7%
Desprendimiento de retina 2 1,9%
Hemorragia Vitrea 1 0,9%
Ruptura coroidea 1 0,9%
Hifema 2 1,9%
Midriasis Traumtica 1 0,9%
Hematoma Retrobulbar 2 1,9%
Contusin Retiniana 2 1,9%
Abrasin Corneal 2 1,9%
Total 108 100%

Tabla 5: Lesiones oculares asociadas a las fracturas orbitarias.

Adems es importante mencionar que un 9% de los pacientes (21


pacientes) present diplopia al momento del examen inicial.
49

Principales caractersticas del tratamiento quirrgico de las fracturas


orbitarias operadas en el Instituto Traumatolgico.

2,88% 1,15% Blefaroplastia superior


Cola de ceja
31,48%
Subciliar
38,58%
Subtarsal
Suborbitario
5,95%
Transconjuntival
4,80% 13,82% Intraoral
Dorso nasal

0,19% Degloving
1,15%

Grfico 5: Abordajes quirrgicos usados en la reduccin y reconstruccin de las


rbitas fracturadas.

Se realizaron 521 abordajes de acceso para el tratamiento de 262 fracturas


de rbita en 227 pacientes. En 193 pacientes (85%) se usaron abordajes
combinados. Los abordajes ms comnmente usados fueron el intraoral (o maxilar
vestibular) usado en 201 pacientes (88,5%), palpebral superior (o blefaroplastia
superior) usado en 164 pacientes (72,2%) y el subciliar usado en 72 pacientes
(31,7%) (Grfico 5), siendo la combinacin de los abordajes intraoral y palpebral
superior la ms usada incluyendo 67 pacientes (29,9%), seguida en frecuencia por
la combinacin de estos tres tipos de abordajes (palpebral superior, intraoral y
subciliar) usada en 51 pacientes (23,7%). El resto de los abordajes y sus
combinaciones se usaron en un porcentaje mucho menor (Tabla Resumen 1).

Tipo de fractura N de N de N de
Abordaje principal Abordaje secundario
casos casos casos
Piso de rbita 22 subciliar 16 Intraoral 3
Palpebral superior Palpebral superior + subciliar+
rbito-cigomtica 195 67 51
+ intraoral intraoral
Degloving 1
NOE 4 dorso nasal 2
Subtarsal 1
rbito-frontal 3 Palpebral superior 2 cola de ceja 1
subciliar+ intraoral 4
Le Fort II 25 intraoral 7 intraoral+ dorso nasal 4
subciliar+intraoral+dorso nasal 4
palpebral superior Palpebral superior+ intraoral+
Le Fort III 9 4 4
+intraoral dorso nasal

Tabla Resumen 1: Abordajes quirrgicos utilizados para el tratamiento de los


diferentes tipos de fractura segn su ubicacin y nmero de casos.
50

Para el tratamiento de las fracturas de las otras paredes orbitarias se us el


abordaje palpebral superior para acceder a la pared superior (1 caso) y para
acceder a la pared lateral se us el abordaje palpebral superior (2 casos) y el
abordaje en cola de ceja (1 caso).

En relacin al material de osteosntesis utilizado en las cirugas se usaron


placas y tornillos en 192 pacientes (85%), seguidos por el uso de placas y tornillos
ms reduccin almbrica. En 3 pacientes (1,7%) se realiz la reduccin quirrgica
sin requerir de ningn material para la fijacin de la fractura (Tabla 6).

Material de osteosntesis N de casos %

Placas de titanio y tornillos 192 84,58%


Placas de titanio y tornillos + fijacin almbrica 25 11,01%
Fijacin almbrica 7 3,08%

Tabla 6: Materiales de osteosntesis utilizados en las cirugas de fracturas de


rbita.
En 32 pacientes (14,3%) se requiri la utilizacin de algn biomaterial para
reconstruir las paredes internas de la rbita, principalmente el piso orbitario.

El material de reconstruccin ms usado fue la malla de titanio que se utiliz


en 14 pacientes (43,8%), seguido por la malla de polipropileno (Prolene) usada
en 9 pacientes (28,1%) y la malla de polietileno (Marlex) usada en 4 pacientes.

Malla de titanio

Polipropileno (PROLENE)
43,8% 28,1%
Polietileno (MEDPOR)

Polietileno (MARLEX)

Merocel
12,5% Silicona (SILASTIC)
3,1% 3,1%
Injerto seo

MEDPOR TITAN
3,1%
3,1% 3,1%

Grafico 6: Material de reconstruccin de las paredes orbitarias.


51

El resto de los materiales fueron usados en un caso cada uno incluyendo la


utilizacin de injerto autlogo proveniente de la pared anterior del seno maxilar
(Grfico 6).

En relacin a las complicaciones postoperatorias se consideraron las


alteraciones presentes en la ficha registradas durante los controles del paciente
tomando como periodo de seguimiento el tiempo transcurrido entre la ciruga y la
ltima evolucin registrada en la ficha clnica, abarcando un periodo que fue desde
unos pocos das hasta 7,5 aos, con un promedio 81,9268 das. Sin embargo
ms de la mitad de los pacientes (53,8%) no super los 30 das seguimiento y
cerca del 90% tuvo un periodo de seguimiento que no super los 90 das.

Complicaciones y Secuelas N de pacientes %


Diplopia 3 2,4%
Ectropion 13 10,2%
Enoftalmo 1 0,8%
Dehiscencia 5 3,9%
Infeccin 14 11,0%
Cicatriz hipertrfica 9 7,1%
Cicatriz retrada 13 10,2%
Epfora 2 1,6%
Parestesia infraorbitaria 28 22%
Lagoftalmo 5 3,9%
Disminucin de agudeza visual 1 0,8%
Reduccin no satisfactoria 8 6,3%
Alteracin de movilidad mandibular 5 3,9%
Linfedema 7 5,5%
Otros 13 10,2%
TOTAL 127 100%

Tabla 7: Complicaciones y Secuelas postoperatorias.

En 102 pacientes (44,9% del total de pacientes operados) se presentaron 127


alteraciones clasificadas como complicaciones y/o secuelas. La complicacin ms
frecuente fue la parestesia infraorbitaria presentada por un 22% de los pacientes
que sufrieron complicaciones (28 pacientes), el 11% de estos (14 pacientes)
present infeccin de la herida operatoria, el 10,2% present ectropion y otro 10,2
% present retraccin cicatrizal (13 pacientes). El resto de las complicaciones se
present en porcentajes menores (Tabla 7).
52

Es importante destacar que el 94,1% de las alteraciones se present durante


los 3 primeros meses de seguimiento, el 61,8% se present dentro de las primeras
2 semanas de seguimiento y el 14,7 % de las alteraciones se produjo dentro de la
primera semana de seguimiento

N de fracturas que Principales complicaciones


Tipo de fractura present (nmero de pacientes que present las
complicaciones complicaciones)
Piso de rbita 2 Diplopia (1) Parestesia IO (1)
Otras paredes
1 Cicatriz hipertrfica (1)
(lateral)*
rbito-cigomtica 93 Parestesia IO(21) Cicatriz retrada (11)
NOE 1 Reduccin no satisfactoria (1)
Dehiscencia (1)
Le Fort II 6 Infeccin (2)
Parestesia IO (1)
Le Fort III 0
Infeccin (3) Cicatriz retrada (3)
Combinadas 24
Cicatriz hipertrfica (3) Parestesia io (3)
* En las fracturas de otras paredes solo la fractura de pared lateral present complicaciones.

Tabla Resumen 2: Las dos principales complicaciones postoperatorias segn tipo


de fractura

En la tabla resumen 2 se observan las dos principales complicaciones


presentadas en cada tipo de fractura, para ello se consideraron las fracturas
combinadas como una categora ms ya que no se puede aislar la influencia de
cada fractura sobre las complicaciones presentadas.
En cuanto al tiempo de espera entre el evento traumtico y el da en que
se realiz la ciruga para su resolucin, el promedio de das de espera en la
muestra fue de 20,48 16 das, con un rango entre 3 y 105 das. (Grfico 6)

61 o mas 8
Rango de das de

31-60 26
espera

15-30 91

8-14 73

1-7 29

0 20 40 60 80 100
Frecuencia

Grfico 7: Distribucin de frecuencias de pacientes operados por fractura orbitaria


segn rango de das entre el trauma y el da de la ciruga.
53

El 44,9% de los pacientes (102 pacientes) fueron operados dentro de las dos
primeras semanas mientras que, despus de un mes, un 85% de los pacientes ya
haban sido operados (193 pacientes), concentrando la mayor cantidad de
operaciones entre los 15 y 30 das posteriores al trauma (Grfico 7).

Asociacin entre las caractersticas del tratamiento quirrgico y las


complicaciones y secuelas posoperatorias

Al evaluar las complicaciones posoperatorias asociadas con el abordaje


quirrgico de acceso al reborde infraorbitario y piso de rbita, se observ que la
complicacin ms frecuente (dependiente del tipo de abordaje) sigue siendo la
parestesia infraorbitaria con un 12,7% del total de los pacientes que sufri
complicaciones seguida por ectropion y retraccin cicatrizal que se presentaron
10,8% de estos pacientes cada uno (Tabla 8).
Se produjeron 11 casos de ectropion posoperatorio asociado a abordajes de
reborde infraorbitario y piso de orbita, esta asociacin fue estadsticamente
significativa siendo ms frecuente en pacientes que se us el acceso subciliar (6
pacientes) con un valor p=0.008 en la prueba exacta de Fisher. (Tabla 8)

Complicaciones subciliar +
Subciliar Subtarsal Suborbitario Total
y secuelas suborbitario P*
n=70 n=6 n=23 n=102
n (% aproximado) n=2
Ectropion 6(8,5%) 3(50%) 1(4,3%) 1(50%) 11(10,8%) 0.008
Dehiscencia 1(1,4%) 1(1,7%) 0 0 2(1,9%%) 0.203
Infeccin 4(5,7%) 0 0 0 4(3,9%%) 1.000
Cicatriz
3(4,3%) 0 2(8,7%) 0 5(4,9%) 0.259
hipertrfica
Cicatriz retrada 7(10%) 1(1,7%) 2(8,7%) 1(50%) 11(10,8%) 0.283
Parestesia
13(18,5%) 0 0 0 13(12,7%) 0.307
infraorbitaria
Lagoftalmo 4(5,7%) 1(1,7%) 0 0 5(4,9%) 0.081
Linfedema 2(2,8%) 1(1,7%) 1(4,3%) 0 4(3,9%) 0.311
* Prueba exacta de Fisher

Tabla 8: Complicaciones postoperatorias asociadas con abordajes quirrgicos


infraorbitarios.

Un total de 13 pacientes (12,7% de los pacientes operados que sufrieron


alguna complicacin o secuela postoperatoria) fueron reintervenidos
54

quirrgicamente: 4 (3,9%) para realizar por segunda vez una reduccin y fijacin
ya que esta no fue satisfactoria y en 9 pacientes (8,8%) se realiz el aseo
quirrgico de la zona de la fractura por infeccin secundaria, junto con el retiro o
recambio de las placas de osteosntesis en esa zona. Del resto de los pacientes
que present complicaciones o secuelas 16 pacientes (15,6%) fueron derivados a
distintas especialidades (terapia ocupacional, oftalmologa, otorrinolaringologa,
fisioterapia y kinesiologa) para el tratamiento de sus complicaciones; 24 pacientes
(23,5%) no siguieron en control de estas alteraciones; 30 pacientes (29,4%)
evolucionaron bien con la aplicacin de frmacos y medidas locales y en 19
pacientes (18,6%) estas alteraciones involucionaron de forma espontnea.
(Grfico 8)

7
6
Diplopia
5
4 Enoftalmo
3
2 Reduccin no
satisfactoria
1
0
1-7 8-14 15-30 31-60 61 o mas

Grfico 8: Distribucin de diplopia, enoftalmo y reduccin no satisfactoria en


relacin al tiempo de espera entre el trauma y la ciruga

Finalmente se observ la distribucin de las complicaciones: diplopia,


enoftalmo y reduccin no satisfactoria, segn el tiempo de espera entre el evento
traumtico que origin la fractura y la ciruga. Siendo la reduccin no satisfactoria
la complicacin ms prevalente, pero esta diferencia no fue estadsticamente
significativa (p=0.130 en la prueba exacta de Fisher)

No se consideraron las dems complicaciones para mostrar las diferencias


segn el tiempo de espera ya que ellas van a depender del tipo de abordaje o del
manejo de tejidos posoperatorios y no reflejan el resultado de una correcta fijacin
y restitucin de los elementos de la rbita y del volumen orbitario.
55

Para determinar la influencia del tipo de fractura, del tipo de abordaje y del
tiempo entre el trauma y la ciruga, cada una de estas variables fue analizada
sobre la ocurrencia de cada una de las complicaciones y secuelas, a travs de un
modelo de regresin logstica multivariado incluyendo cada una de las categoras
de estas 3 variables y asocindolas con cada una de las complicaciones.

Solo 4 de las complicaciones presentes se asoci en forma significativa


con algunas de las variables mencionadas.

Odds
Complicaciones Factor P Intervalo de confianza (95%)
Ratio
abordaje subciliar 0.031 1.247528 101.7054 11.26
Ectropion
abordaje subtarsal 0.001 7.230.246 2049.868 121.7
Dehiscencia fractura de piso de rbita 0.033 1.335547 929.6417 35.23
tiempo de 8 a 14 das 0.031 0.0067171 0.7864271 0.072
Infeccin
tiempo de 15 a 30 das 0.012 0.0047072 0.5167028 0.049
Cicatriz retrada abordaje subciliar 0.021 1.309563 28.45108 6.103

Tabla 9: Variables asociadas significativamente con los resultados.

Los resultados mostraron que existe una relacin estadsticamente


significativa entre la presencia de ectropin posoperatorio y los abordajes subciliar
y subtarsal mostrando un riesgo (Odds Ratio) de 11 veces de que se produzca
ectropion con un abordaje subciliar en relacin a no realizarlo, este riesgo
aumenta 11 veces ms si se elige realizar un abordaje subtarsal. (Tabla 9)

Se observ un riesgo de 35 veces de producirse dehiscencia al realizar un


abordaje para las fracturas del piso de rbita. Sin embargo esta asociacin no fue
estadsticamente significativa con valores de p de 0.208 y 0.520 para los
abordajes subciliares y subtarsales respectivamente, en tanto que los abordajes
suborbitarios no presentaron ninguna asociacin con la presencia de dehiscencia
posoperatoria. (Anexo 2)
Se encontr una asociacin estadsticamente significativa entre realizar la
ciruga desde los 15 a 30 das posteriores al trauma y la ausencia de infeccin
postoperatoria. (Tabla 9)
56

Finalmente se determin un riesgo (Odds Ratio) 6 veces mayor para la


ocurrencia de retraccin cicatrizal al realizar un abordaje subciliar. Si bien esta
razn de riesgo (Odds Ratio) fue de 11 veces y 5 veces para los abordajes
subtarsal y suborbitario respectivamente estas relaciones no fueron
estadsticamente significativas para ninguno, con valores de P=0.076 y p=0.064
respectivamente. (Anexo 3)
57

VII. DISCUSIN

En el pabelln central del Instituto Traumatolgico de Santiago se realizaron


55.174 cirugas en el perodo comprendido entre Enero de 2001 y Diciembre de
2012, de las cuales 918 cirugas correspondieron al tratamiento quirrgico de
fracturas maxilofaciales, representando un 1,66% del total y de estas 238 cirugas
correspondieron a tratamiento quirrgico de fracturas orbitarias, representando un
0,4% del total.
EL 89,4% del total de los pacientes con fracturas orbitarias fueron hombres,
con una relacin de 8,4/1 de hombres y mujeres respectivamente. La distribucin
porcentual de los pacientes segn sexo fue similar con la reportada en algunos
estudios (Badillo y cols., 1997; Salej y cols., 2003; Rodriguez y cols., 2004; Zaki y
cols., 2008; Calderoni y cols., 2011), sin embargo en otros se registr un
porcentaje menor (Zaki y cols., 2008; Escobar, 2009; Kummoona, 2009; Rosado y
de Vicente, 2012). La proporcin hombre/mujer solo fue coincidente con un
estudio realizado en el Hospital Central Militar de Mxico (Rodriguez y cols.,
2004) en el resto de los casos esta proporcin fue menor con valores de 2,6:1 a
6,4:1 lo que se puede explicar debido al tamao de la muestra. Por otro lado se
registr una proporcin mucho mayor en un estudio realizado en Egipto (12,2:1)
atribuible a las diferencias poblacionales, debido a que en Egipto el rol
principalmente domstico de la mujer implica una menor exposicin a sufrir
eventos que puedan conducir a un traumatismo facial, al contrario de nuestra
sociedad, donde poseen un rol ms activo.

Respecto a la edad de los pacientes operados por fracturas de rbita se vio


que el promedio de edad fue de 36,613 aos considerando que el Instituto
Traumatolgico es un centro de salud de referencia para poblacin adulta con un
rango que para este estudio abarc desde los 15 a los 79 aos, mostrando una
mayor prevalencia en la tercera dcada de vida, coincidiendo con valores
entregados por estudios nacionales(Badillo y cols., 1997) e internacionales
previos, donde en muchos casos el valor de edad promedio fue de 33 aos con
predominancia de la segunda y tercera dcada de vida (Iribarren y Carvajal, 2002;
Gewalli y cols., 2003; Salej y cols., 2003; Zaki y cols., 2008; Cole y cols., 2009;
58

Kumoona, 2009; Nowinsky y cols., 2010).Esto se fundamenta en el hecho de que


este rango etario es ms activo y proclive a actitudes imprudentes que llevan a
generar conductas violentas, accidentes automovilsticos y a la prctica de
ejercicios y deportes peligrosos.
Se encontraron valores mayores (43,7 aos promedio) en un estudio realizado
en Espaa donde hubo una gran cantidad de adultos mayores afectados dando
una mayor prevalencia de fracturas en la sexta dcada de vida, debido
principalmente a cadas, lo cual se relacin con el envejecimiento de la poblacin
y la tendencia de la poblacin adulta a mantenerse activa. Por el contrario un
estudio realizado en el hospital militar Central de Colombia registr valores mucho
menores (19,5 aos promedio) con una predominancia en la segunda dcada
debido a que la mayora de los afectados eran militares en servicio activo (Ruiz,
2012).

En cuanto a la etiologa de las fracturas de rbita, en esta muestra las


agresiones por terceras personas fueron responsables de las fracturas orbitarias
en el 44,9% de los pacientes seguido por las fracturas causadas por accidentes de
trnsito en el 20,3% de los pacientes (donde se incluyeron colisiones y atropellos
en vehculos de motor). Estos resultados son coincidentes con otros estudios
nacionales (Goi y cols., 1991; Badillo y cols., 1997) e internacionales realizados
en Mxico (Rodriguez y cols., 2004), Nicaragua (Escobar, 2009) y Suecia
(Nowinsky y cols., 2010), sin embargo difieren de la tendencia mundial actual que
indica que la causa ms prevalente son los accidentes de trnsito seguidos por las
agresiones interpersonales o asaltos, tanto para fracturas de rbita (Gewalli y
cols., 2003; Salej y cols., 2003; Zaki y cols., 2008; Escobar, 2009; Calderoni y
cols., 2011; Rosado y de Vicente, 2012; Ruiz, 2012) como para fracturas
maxilofaciales en general (Molina y cols., 2009; Ozkaya y cols., 2009; Shankar A y
cols., 2012). Se debe considerar tambin que esto puede variar segn el nivel de
agresividad existente entre las personas de la poblacin en estudio debido a que
en general la violencia, ha aumentado en los ltimos aos en el mundo, lo que
consigue inclinar la balanza hacia este factor como primera lnea etiolgica (Lee y
cols., 2010).
59

Al ver la relacin de la etiologa con el sexo se observa que los hombres


prevalecen por sobre las mujeres mantenindose proporciones similares en cada
una de las etiologas salvo en la etiologa de accidentes deportivos donde slo
existen hombres afectados lo que puede ser explicado porque las mujeres
prefieren generalmente deportes en los que no existe tanto contacto fsico como
para producir accidentalmente una fractura de rbita.
Como se vio la mayora de las fracturas orbitarias de la muestra estudiada
fueron del lado izquierdo, esto se puede explicar debido a que en la mayora de
las agresiones interpersonales frente a un agresor diestro va generar un impacto
al lado izquierdo de la cara, tambin guarda relacin con el impacto que recibe un
conductor al chocar, considerando la posicin izquierda de ste en el vehculo
resultando en un impacto con el interior del vehculo en el lado izquierdo de la
cara. Es importante destacar tambin que frente a una cada o golpe contra una
superficie el arco cigomtico es la zona ms prominente del ancho del rostro por lo
que es una de las primeras zonas en recibir un impacto anterolateral, generando la
fractura y desinsercin de este hueso de las porciones orbitarias adyacentes.
Estos datos son similares a los presentados por estudios nacionales (Badillo y
cols., 2010) e internacionales (Salej y cols., 2003; Escobar, 2009; Rosado y de
Vicente., 2012; Ruiz., 2012). Sin embargo muchos otros estudios difieren de estos
valores mostrando una mayor prevalencia del reborde inferior y el piso de la rbita
(Rodriguez y cols., 2004; Zaki y cols., 2008; Kummoona, 2009; Calderoni y cols.,
2011), lo cual es bastante comn debido a que la pared inferior de la rbita es la
ms frgil y puede fracturarse por un aumento de la presin intraorbitaria debida a
un trauma directo del globo ocular. Este tipo de fractura tambin puede generarse
por fractura o trauma en el complejo cigomtico maxilar y su consecuente
desinsercin y desplazamiento a nivel infraorbitario.
En un caso se encontr una mayor prevalencia de las fracturas del techo de la
rbita y fracturas orbito-frontales la que se atribuy al impacto recibido en la frente
producto de accidentes automovilsticos (Gewalli y cols., 2003).
En cuanto a las fracturas asociadas del resto de la cara, en el 57% de los
pacientes operados por fractura de rbita, esta fue la nica lesin sea del macizo
maxilofacial. En 100 pacientes (44%), se presentaron adems 111 fracturas
faciales, de las cuales el 45% correspondi a fracturas del arco cigomtico
60

seguidas de las fracturas nasales y en tercer lugar las fracturas mandibulares. Muy
pocos estudios han mostrado la ocurrencia de fracturas orbitarias en
concomitancia con otras fracturas del macizo facial, sin embargo en estos se han
mostrado porcentajes similares de fracturas nasales y mandibulares asociadas a
fracturas orbitarias (Gewalli y cols., 2003; Zaki y cols., 2008; Calderoni y cols.,
2011). El alto porcentaje de fracturas de arco cigomtico guarda relacin con la
gran cantidad de fracturas rbito-cigomticas presentes en este estudio que en
muchos otros estudios son considerados como parte de las fracturas orbito-
cigomticas y no como una entidad independiente.

La lesin ocular asociada con mayor frecuencia a fracturas de la rbita fue


hemorragia subconjuntival y la presencia de quemosis en segundo lugar, el resto
de las lesiones oculares present frecuencias muy bajas. Esto se puede explicar
debido a que en la mayora de los casos el impacto recibido por el globo ocular
genera la ruptura de vasos subconjuntivales que van a provocar una hemorragia a
este nivel que puede tardar de 2 semanas a 1 mes en resolverse. Se debe
considerar tambin que pasan 10 das en promedio entre la ocurrencia del trauma
y el ingreso del paciente al IT tiempo durante el cual se realiza la atencin de
urgencia de las lesiones del paciente que pueden comprometer de forma
importante otros rganos del cuerpo y en segundo lugar la evaluacin y atencin
de urgencia de las lesiones faciales para su posterior derivacin a un servicio
especializado en ciruga maxilofacial. Durante este periodo tambin algunas de las
lesiones oculares son atendidas en servicios oftalmolgicos de urgencia o han
sufrido su resolucin espontanea antes de ingresar al servicio.
Resultados similares fueron encontrados en estudios realizados dentro del
pas (Goi y cols., 1991; Badillo y cols., 1997) y estudios realizados en Colombia
(Escobar, 2009) y Estados Unidos (Jamal y cols., 2009), sin embargo muchos de
los estudios similares consideran en conjunto lesiones oculares y perioculares
arrojando prevalencias muy disimiles. La calidad de estos datos se puede mejorar
al realizar estudios similares en servicios de urgencia donde llegan inicialmente
este tipo de lesiones a las pocas horas de sufrido el trauma. Es Importante
destacar que un porcentaje muy bajo de las lesiones oculares asociadas a
fracturas de rbita requieren evaluacin y tratamiento oftalmolgico inmediato ya
61

que en su gran mayora son lesiones de resolucin espontanea.


El tiempo de espera entre el evento traumtico que ocasion la fractura y la
ciruga demostr no tener influencia significativa sobre el resultado de la ciruga.
Aunque en muchos estudios se recomienda un tiempo de espera de 2 semanas
antes de realizar la ciruga correctiva (Burniste, 2003) los estudios que investigan
las diferencias en los resultados respecto del tiempo de espera entre el trauma y la
ciruga reconstructiva, no arrojaron diferencias estadsticamente significativas (Dal
Canto y Linberg, 2008; Simon y cols., 2009).
Los abordajes quirrgicos para acceder a fracturas orbitarias ms utilizados
fueron: abordaje intraoral usado en el 88,5% de los pacientes (201 pacientes),
palpebral superior o blefaroplasta superior en el 72,2% de los pacientes (164
pacientes) y abordaje subciliar usado en el 31,7% de los pacientes (72 pacientes).
Estos datos pueden ser explicados debido que en la mayora de las fracturas
orbito-cigomticas (ms prevalentes en los resultados obtenidos) hubo
compromiso de las suturas fronto-cigomtica, cigomtico-maxilar y de la pared
anterior del seno maxilar con desplazamiento del reborde infraorbitario por lo que
se requiri en muchos casos un acceso intraoral asociado a algn tipo de acceso
a nivel infraorbitario y supraorbitario lateral.
Se eligi el acceso subciliar en la mayora de los casos para acceder al piso
de rbita y reborde infraorbitario como preferencia de los cirujanos del servicio
debido a la simplicidad de la tcnica, a un menor ndice de secuelas respecto de
otras tcnicas de abordaje cutneo, y a una menor sensibilidad de la tcnica
comparado con los abordajes transconjuntivales, que implican menores riesgos
intraoperatorios. En muchos estudios a nivel mundial se ha observado la
preferencia del abordaje subciliar para el acceso al reborde infraorbitario
(Folkestad y Granstrm, 2003; Salej y cols., 2003; Rodriguez y cols., 2004; Zaki y
cols., 2008; Olate y cols., 2009; Nowisnky y cols., 2010; Calderoni y cols., 2011;
Rosado y de Vicente, 2012).
Se consideraron como abordajes suborbitarios a las incisiones realizadas en la
zona infraorbitaria sobre cicatrices o heridas que existan previamente en esa
zona. Estos abordajes tambin fueron utilizados en casos en que no fue posible
realizar una incisin ms alta debido a la presencia y no como un abordaje de
primera eleccin. Se utiliz el abordaje transconjuntival en un solo caso donde
62

hubo compromiso severo del globo ocular y tejidos perioculares deformando


severamente la anatoma normal de estos tejidos.
Hoy en da ha ido en incremento el uso de los abordajes transconjuntivales
debido a que este tipo de abordaje evita cualquier tipo de cicatriz cutnea, sin
embargo los resultados en comparacin con abordajes cutneos son
controversiales (Ridgway y cols., 2009; Salgarelli y cols., 2010).
Al comparar los resultados de estos abordajes en nuestro estudio, se vio una
diferencia estadsticamente significativa para la presencia de ectropion en relacin
a los abordajes subtarsales resultado similar al encontrado en un estudio realizado
en Israel (Ridgway y cols., 2009). Sin embargo en esta comparacin no se incluy
la categora de abordajes transconjuntivales ya que dentro de la muestra fue
ocupado en una sola ocasin.
Es importante destacar que no se utilizaron abordajes coronales para el
acceso al borde superior o medial de la rbita. El acceso a la pared media fue
realizado a travs de cicatrices o incisiones nasales y a travs de
Despegamiento medio facial (Degloving) por va intraoral.
Los abordajes empleados para cada tipo de fractura de rbita no responden a
un criterio nico y no pueden ser estandarizados, deben ser planificados de
acuerdo a las consideraciones individuales para cada caso en particular razn por
la cual al intentar analizar el tipo de abordaje respecto del tipo de fracturas se
encontraron tantas combinaciones de abordajes posibles que no fue posible
aplicar una prueba estadstica para buscar alguna prevalencia que fuera
estadsticamente significativa.
En un estudio similar realizado en el Hospital Carlos Van Buren en el servicio
conjunto de Otorrinolaringologa y Ciruga Maxilofacial se observaron similares
prevalencias de abordajes quirrgicos para este tipo de lesiones prefiriendo el
abordaje en cola de ceja para el acceso supraorbitario y destacando el uso de
abordajes coronales en donde fue requerido tambin se encontr que la mayora
de los pacientes fueron tratados con mltiples abordajes (Badillo y cols., 1997).
En relacin al material de osteosntesis utilizado en las cirugas se vio que en
la mayora de los casos se utiliz la fijacin con placas de titanio, siendo hoy en
da la opcin ms utilizada por sus ventajas tcnicas su estabilidad a largo plazo y
los resultados favorables ampliamente estudiados. Si bien la mayora de los
63

pacientes fueron operados con este sistema no todos los pacientes pueden
acceder a este tipo de tratamiento por su alto costo que debe ser asumido en la
mayora de los casos en su totalidad por el paciente razn por la cual se siga
usando en muchos casos la reduccin almbrica a pesar de sus resultados
inferiores.
En muy pocos casos fue necesario el uso de algn material de reconstruccin
de las paredes orbitarias (32 pacientes o un 14%). Se us malla de titanio en la
mayora de los casos y en segundo lugar mallas de polipropileno (PROLENE) y
de polietileno (MARLEX y MEDPOR). Solo en un caso se us un injerto
autlogo proveniente de un fragmento de la pared anterior del seno maxilar.
En los estudios realizados en Chile podemos apreciar el uso lmina de silastic,
hueso autlogo y duramadre liofilizada para reconstruccin del piso de la rbita (Goi
y cols., 1991; Badillo y cols., 1997).
Aunque existen muchos materiales utilizados a nivel mundial para la
reconstruccin de las paredes orbitarias los ms utilizados en la actualidad son las
mallas de titanio e injertos autlogos para la reconstruccin de grandes defectos y
el uso de mallas de polietileno de alta densidad para defectos de tamao medio
(Gewalli y cols., 2003; Salej y cols., 2003; Nowinsky y cols., 2010; Calderoni y
cols., 2011; Poeschl y cols., 2012; Rosado y de Vicente, 2012). A pesar de eso
existen reportes de grandes cantidades de pacientes en que se us duramadre
liofilizada y lminas de silicona para la reconstruccin de las paredes orbitarias
(Folkestad y Granstrm, 2003; Kummoona, 2009).
En estudios nacionales anteriores se ha reportado el uso similar de mallas de
polietileno (Badillo y cols., 1997), lminas de silicona, hueso autlogo (cresta
ilaca) y duramadre liofilizada.
Un 44,9% de los pacientes operados present alguna complicacin durante el
periodo de seguimiento, donde la mayor prevalencia estuvo dada por la parestesia
infraorbitaria seguida por infeccin de la herida operatoria, retraccin cicatrizal y
ectropion. Resultados similares se vieron en un estudio realizado en Suecia sobre
las complicaciones y secuelas vistas en los pacientes operados por fracturas
orbitarias (Folkestad y Granstrm, 2003), sin embargo en el resto de los estudios
los porcentajes de secuelas son diversos debido a que no existe estandarizacin
respecto a las complicaciones y la forma en que fueron evaluadas.
64

Este ndice de complicaciones relativamente alto se debe en gran porcentaje


al gran nmero de pacientes que present parestesia infraorbitaria la cual si bien
se considera una complicacin respaldada por la literatura respecto de este tipo de
cirugas, no es registrada como complicacin por muchos autores, debido a que se
considera un resultado esperable de la ciruga sobretodo en un periodo temprano
de tiempo que en muchos casos difcilmente puede ser evitada.
Para la asociacin encontrada entre la ocurrencia de infeccin y el tiempo
entre el trauma y la ciruga existen muchas otras variables que pueden estar
influyendo en esta relacin: contaminacin intraoperatoria, conductas del paciente
en el periodo postoperatorio, rgimen de administracin antibitica en el periodo
prequirrgico y postquirrgico, por lo cual es difcil aventurar una explicacin
objetiva para la relacin directa entre estas variables.
Los resultados de este estudio son difcilmente comparables con los de otras
investigaciones debido a que el tiempo de seguimiento de los pacientes fue muy
distinto para todos los pacientes. Solo un 45% supero un mes de seguimiento, el
25% los dos meses y cerca de un 13% tuvo ms de 3 meses de seguimiento lo
cual hace muy difcil pesquisar las complicaciones a largo plazo y las secuelas.
Las grandes variaciones en el periodo de seguimiento registrado se pueden
explicar por la falta de continuidad en la asistencia de los pacientes a los controles
posoperatorios, razn por la cual solo cerca del 10% registra el alta final en su
historia clnica.
Tambin debemos considerar que muchos de los pacientes operados en los
ltimos aos incluidos en la muestra continan siendo controlados. No obstante
para efectos de este estudio se incluyeron todas las alteraciones postoperatorias
registradas en la historia clnica hasta la fecha en que se realiz la revisin.
Esta falta de asistencia a los controles puede explicarse debido a las
caractersticas de la poblacin, dentro de la cual existe una tendencia a concurrir
por atencin mdica slo frente a un problema instalado, que interfiera de manera
significativa y en algunos casos muy severa la vida cotidiana, ms aun si
consideramos que la mayor parte de la poblacin estudiada es masculina,
poblacin que incurre en esta conducta mucho ms que la femenina. No obstante,
tambin existe la posibilidad de una falla en la rigurosidad del registro de atencin
65

de los controles de los pacientes ya que en muchos casos no existi la notificacin


por escrito de abandono del seguimiento o falta a los controles.
A pesar de que se registr un nmero importante de complicaciones y
secuelas se encontraron muchos tipos diferentes y con muy baja prevalencia, la
que disminuy an ms al considerar que en la mayora los casos estas
complicaciones se presentaron combinadas en forma simultnea, lo cual hizo
imposible poder analizar su presencia de forma estadstica respecto de alguna
otra de las variables registradas. A travs de los aos los sistemas de registro de
la atencin de los pacientes mejor en este servicio implementando el uso de
fichas electrnicas haciendo ms expedito el acceso a esta informacin.
Se debe considerar que este tipo de lesiones es tratado por distintos tipos de
especialistas a nivel mundial, donde podemos encontrar oftalmlogos, cirujanos
plsticos, cirujanos de cabeza y cuello, otorrinolaringlogos y odontlogos
especializados en ciruga maxilofacial como en este caso. Sin embargo debido a
esto muchas de las investigaciones sobre el tratamiento de esta patologa no son
posibles de comparar ya que no se utilizan protocolos estandarizados sobre
clasificacin, tipos de abordaje, evaluacin de complicaciones y secuelas y
periodos de seguimiento.
El tratamiento de la patologa traumtica del territorio maxilofacial presenta
grandes desafos debido a la cantidad de factores de los cuales depende o que
influyen en su planificacin y desarrollo, tales como: caractersticas del trauma, la
complejidad de la zona afectada, enfermedades de base, condicin socio-
econmica, habilidad y experiencia del cirujano, recursos disponibles etc.,
patologa que en el caso de las fracturas de rbita va a comprometer
principalmente el rgano de la visin pudiendo afectar de manera severa e
irreversible la calidad de vida del paciente, razn por la que se justifican estudios
que evalen directamente los resultados de su tratamiento que permitan su
comparacin y anlisis para poder determinar cules son las mejores opciones
teraputicas en cada caso y a travs de esta evidencia cientfica estimular la
creacin de protocolos de tratamiento y recomendaciones clnicas, as como
tambin estudios que muestren de forma representativa las lesiones oculares
producidas por este tipo de trauma para poder cuantificar la proporcin real de
estas lesiones y su asociacin con las principales caractersticas de la fractura.
66

VIII. CONCLUSIONES

1. El principal factor etiolgico de este tipo de lesin traumtica es la violencia


interpersonal (agresin por terceros) y se asocia en su mayoria a personas
de sexo masculino de entre 20 y 29 aos.

2. La fractura de mayor frecuencia fue la orbito-cigomtica.

3. El tiempo de espera ms frecuente de los pacientes desde la ocurrencia del


trauma a la resolucin quirrgica de la fractura fue de entre 15 a 30 das.

4. El abordaje quirrgico ms utilizado para el tratamiento de fracturas de


rbita fue el maxilar vestibular y la complicacin posoperatoria ms
prevalente fue la parestesia infraorbitaria

5. El tipo de abordaje quirrgico influye de forma significativa en la presencia


de ectropion y retraccin cicatrizal posoperatorias

6. El tiempo de espera entre el trauma orbitario y la ciruga influye de forma


significativa en la usencia de infeccin posopertoria.

7. Se requiere la realizacin de estudios prospectivos donde los resultados del


tratamiento sean evaluados y registrados en forma estandarizada para
poder comparar de manera ms objetiva las distintas alternativas que
ofrece el manejo quirrgico de esta patologa.

8. Se necesitan estudios realizados a nivel de servicios de urgencia para


poder determinar el verdadero impacto de este tipo de trauma a nivel
ocular.
67

IX. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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73

X. ANEXOS
ANEXO N 1

Autorizacin del instituto para realizar trabajo de investigacin. *

* El trabajo de investigacin se plante en un principio para incluir los aos 2001 a


2011 sin embargo por el tiempo en que se realiz se decidio incluir posteriormente
el ao 2012.
74

ANEXO N 2

Aprobacin del Comit de tica Cientfico del Instituto Traumatolgico.


75

ANEXO N 3

Resultados del anlisis estadstico para las complicaciones dehiscencia y


retraccin cicatrizal.

Intervalo de confianza
Complicaciones Factor P Odds Ratio
(95%)
Abordaje palpebral sup. 0.868 0.337366 17.45724 0.7674292
Abordaje subciliar 0.208 0.0028627 3.589221 0.1013649
Abordaje cola de ceja 0.843 0.0481007 41.16089 1.407078
Abordaje subtarsal 0.520 0.0916796 112.6743 3.214.022
Tiempo de 1 a 7 das 0.931 0.0464276 16.59866 0.8778588
Dehiscencia
Tiempo de 8 a 14 das 0.686 0.0347327 9.124008 0.5629396
Fractura de tipo de rbita 0.033 1.335547 929.6417 35.23606
Fractura rbito-cigomtica 0.995 0 0 7.31e-07
Fractura Le Fort ii 0.996 0 0 7.68e-06
Fractura Le Fort iii 0.997 0 0 39315.72
Abordaje palpebral sup. 0.816 0.0667945 8.430.217 0.7503949
Abordaje subciliar 0.021 1.309563 28.45108 6.103972
Abordaje cola de ceja 0.444 0.2110537 34.9018 2.714066
Abordaje subtarsal 0.076 0.7716796 186.1873 11.98653
Retraccin Abordaje palpebral inf. 0.064 0.9082083 29.37622 5.165242
cicatrizal Tiempo de 1 a 7 das 0.534 0.0183982 7.936294 0.3821168
Tiempo de 8 a 14 das 0.060 0.0014518 1.1467071 0.0408024
Tiempo de 15 a 30 das 0.170 0.008577 2.319687 0.141053
Tiempo de 31 a 60 das 0.485 0.0188659 6.576708 0.3522438
Fractura de tipo de rbita 0.728 0.2738662 6.38516 1.322376

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