Yann Moulier Boutang
Yann Moulier Boutang
Yann Moulier Boutang
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La leccin sudafricana
El estudio atento de la edificacin del sistema sudafricano en vigor hasta 1994 confirma lo que el
ejemplo brasileo y norteamericano ya nos haba mostrado. La acumulacin del capital tiene por
condicin necesaria la existencia del trabajo dependiente, y no su forma libre. Ni la
remuneracin asalariada, ni la libertad de circulacin, ni la libertad poltica quedan contenidas en el
concepto de capital mercantil o de capital industrial. El ncleo de la poltica de mano de obra, de
la acumulacin de trabajo dependiente, est constituido por las modalidades que se ponen
en marcha para controlar la movilidad del trabajo dependiente. La forma que reviste el
intercambio de dinero/trabajo dependiente en la acumulacin tiende a organizarse en torno a una
regularizacin, una estabilizacin de la prestacin de trabajo. En el fondo se trata de la constitucin
de un mercado de trabajo interno a la escala de las unidades nacionales y no solamente de
las empresas. A largo plazo se impone esta pesada tendencia, que gua las inversiones pblicas, as
como la organizacin del sistema poltico y del ordenamiento jurdico.
Sin embargo, este resultado solo puede obtenerse mediante dos vas igualmente econmicas y
polticas. La primera va, histricamente dominante si razonamos a una escala de larga duracin
desde 1400, que es la adoptada espontneamente por el capital mercantil, el de la plantacin, el
minero o el industrial, consiste en reaccionar ante el rechazo y la fuga del trabajo dependiente por
medio de la inclusin creciente en el campo de las transacciones del mercado de trabajo de la
duracin de la prestacin del trabajo y de la movilidad o de la capacidad de ruptura unilateral del
compromiso de trabajo y, por lo tanto, por unaintervencin de embridado y de control
sistemtico sobre el conjunto de los derechos de propiedad y de los derechos cvicos y
polticos. La progresin del intercambio dinero/trabajo dependiente y su acumulacin no se traducen
entonces por la realizacin de la libertad, sino ms bien por una regresin duradera del conjunto
de los derechos de la persona humana. Esta involucin no constituye una simple reaccin pasajera
a una crisis social aguda, que terminara rpidamente: al contrario, pone de manifiesto una vitalidad y
una capacidad de adaptacin asombrosas mientras el campo de la transacccin dinero/trabajo pueda
movilizar una gama muy extensa de activos que permitan redefinir continuamente los derechos de
propiedad y sobre todo de exclusin de la propiedad y de los derechos cvicos y polticos. Puede
incluso aparecer dotada de un elevado poder de socializacin, ya que su tendencia a ampliar
continuamente el campo de intervencin sobre los activos con el objeto de controlar la fuga del
trabajo dependiente le permite realizar economas de escala en los costes de transaccin y en la
organizacin centralizada del mercado embridado. De este modo se explica que no haya
incompatibilidad entre acumulacin econmica de trabajo dependiente y este tipo de rgimen que
contena una lgica "totalitaria" 373. El nico lmite que encuentran sus distintas formas -
esclavitud, indenture, peonaje, la segregacin, las migraciones internacionales bajo contrato- es el
comportamiento social del trabajo dependiente cuyo mayor vector de expresin fue y sigue siendo la
defeccin o la ruptura del contrato de trabajo. La va exit (la defeccin) se ha mostrado
histricamente como la va real de la transformacin social y jurdica cuando la
va voice (toma de palabra reconocida) estaba prohibida. En la transformacin de las relaciones
jurdicas que rigen las relaciones econmicas, la fuga poltica del trabajo dependiente constituye a la
vez la va de acceso a la libertad, y acelera la movilidad intersectorial de la mano de obra. Ella hace
nacer el sistema salarial en los hechos antes de que se dote por medio del Derecho del Trabajo de las
reglas de su funcionamiento libre. Crea tambin una de las condiciones cruciales de la acumulacin, es
decir, la competencia entre los distintos capitales, que ms all de su soporte tecnolgico, de sus
productos y de los mercados financieros constituyen formas de organizacin de las relaciones sociales.
Favorece, en fin, un mecanismo de endogeneizacin de las externalidades positivas y negativas del
mercado de trabajo, porque el control de la fuga, y luego de la movilidad de la mano de obra,
conduce a la constitucin de reglas generales, de sistemas pblicos de aplicacin de dichas
reglas, y de los gastos sociales que son los nicos de resolver a escala social lo que la
empresa no es capaz de hacer con su trabajo dependiente: fijarlo durablemente a un coste
tolerable para las empresas en el corto plazo e inmovilizable en un ciclo de productividad
para el gasto pblico. La va regresiva o autoritaria que rechaza excluir de la transaccin la
movilidad personal del dependiente, de la cual Sudfrica constituy el tipo ideal ms evidente, no
escapa a esta ley. El mercado agrcola esclavista, el de la contratacin y el asalariado minero separado
de la ciudad, fueron continuamente contestados desde el interior y alimentaron el mercado de trabajo
urbano. Son las ocupaciones de tierras y de las ciudades lo que condujo a las autoridades a edificar la
barrera del color, el compound, la segregacin espacial, tnica, sexual, y tambin a tener que
financiar la construccin de viviendas de alquiler o el desarrollo tardo de los bantustanes para
controlar Soweto.
El caso de Sudfrica hace que aparezca con mayor claridad que en los dems ejemplos que
hemos examinado que la fijacin de la poblacin en el trabajo dependiente -que en la historia
ha recibido diversos nombres: cuestin de los pobres, despus poltica de la mano de obra, que
implica el bloqueo de las fugas hacia el campesinado, hacia el trabajo independiente urbano-
depende estrechamente del grado de libertad poltica y cvica, que no puede ser definido como
una cuestin externa a la esfera econmica. El impulso del trabajo dependiente negro hacia la
conquista de la libertad mediante la ocupacin de tierras, de ciudades, de las cualificaciones
o del aprendizaje de la lengua inglesa slo puede contenerse durante un siglo mediante la
prdida progresiva de los derechos de representacin poltica, lo que permiti
una indenture racialmente estratificada. Este proceso en ingls se llama
alegrementedisenfranchisement 375, lo contrario de la emancipacin electoral (es decir, el
movimiento hacia el sufragio universal).
Terminemos con una ltima observacin, que hace referencia al inters actual de la experiencia
sudafricana, por la comprensin de la combinacin progresiva de formas de segmentacin del
mercado de trabajo a partir de criterios de "raza", con la divisin del trabajo extranjero o nacional. Si
nos abstraemos del marco general del apartheid, que se tradujo por la atribucin del estatuto de
extranjero a los nativos y a los no blancos, resulta difcil no sorprenderse por los parecidos que existen
entre la reglamentacin del derecho de residencia y de trabajo tanto de los africanos que provienen de
otros pases del frica austral como de los negros sudafricanos, con el sistema que adopt Europa
occidental en el siglo XX. El parecido es simplemente de carcter analgico, en materia de limitacin al
acceso a la ciudadana, al acceso a la naturalizacin, porque si bien se puede hablar de tendencia
segregacionista y de prcticas que conciernen la discriminacin y el racismo implcito en la sociedad
blanca europea, y por tanto de democracia "ostracista" 376, la base jurdica e institucional del
derecho comn se opone a todo ello.
374. La exaltacin unilateral de las virtudes de los mercados internos olvida con excesiva rapidez los
mltiples perjuicios causados -histricamente y en la actualidad- a la libertad del trabajo dependiente,
asalariado o no, por el alargamiento de la duracin de la transaccin.
375. Sobre este fenmeno que sirve de contrapunto a la ampliacin progresiva del censo electoral de
los blancos, vase G.M. Frederickson,White supremacy. A comparative study in America and South
Africa History, cit., pp. 272-280.
376. Sobre la aplicacin de este trmino de ostracismo a la empresa japonesa, vase B.J.
Coriat, Penser l'envers, cit., pp. 167-168.
La deuda
El cambista y su mujer (1539), obra de Marinus van Reymerswaele.
Las finanzas forman parte del corazn del capitalismo desde sus comienzos, desde que en Europa
imitaron a rabes y chinos haciendo circular las primeras letras de cambio y desde que florecieron las
ciudades-Estado del norte de Italia: Florencia, Venecia y Gnova. Deca Giovanni Arrighi en El largo
siglo XX (1994), siguiendo a Fernand Braudel, que "las altas finanzas en su forma capitalista moderna
son una invencin florentina" aunque "el verdadero lugar de nacimiento del moderno capitalismo
financiero en todas sus formas fue la Gnova de mediados del siglo XV". Gnova "conoce el secreto
del rgimen capitalista moderno que consiste en "retrasar los pagos o los reembolsos y solapar
continuamente estos retrasos unos con otros; de un rgimen que colapsara si todas las cuentas se
compensasen simultneamente"". Las finanzas constituyen el hilo conductor que comunica el
capitalismo mercantil con el industrial y el financiarizado o cognitivo. Fueron expansiones financieras
las que, desde que con las Provincias Unidas se consagr un sistema interestatal, concluyeron la
hegemona de las agencias estatales dominantes (Provincias Unidas, Imperio Britnico, Estados
Unidos). Y el Estado moderno -capitalista- se fue configurando en relacin simbitica con poderosos
financieros (Mdici, Fugger, Rotschild).
Por ello no tiene sentido contraponer finanzas y Estado, o la economa "real" o "productiva" frente a la
economa "financiera", como si fueran dos sectores econmicos diferenciados que compiten entre s, y
menos an en el capitalismo contemporneo. Sin crdito, es decir, sin deuda, no puede haber
acumulacin ni circulacin de capital -que es lo que el soberano, Estado o Imperio, garantiza- aunque
la relacin entre acreedor y deudor ya existiera antes que el capitalismo. Es el crdito lo que hoy
permite el comercio y la produccin, y se ha desarrollado tanto que ha terminado por penetrar en
todas las facetas de nuestras vidas. La produccin y el consumo de bienes esenciales en nuestras
sociedades como son la vivienda, el automvil e incluso buena parte de los alimentos que ingerimos
pasa por el crdito. Si partimos de esta constatacin lo que consideramos como "especulacin" apenas
representa una pequea parte, y no necesariamente la ms relevante, de lo que implica la deuda.
La deuda es la herramienta fundamental, porque permite varias cosas. En primer lugar, facilita la
produccin de valor y su estimacin, clculo y captura. En segundo lugar, constituye un poderoso
mecanismo de redistribucin y de transferencia de ingresos, como podemos comprobar desde que
estall la crisis financiera. Y en tercer lugar, y esto es lo ms importante, la deuda constituye
una relacin de poder, transversal a todas las dems relaciones de poder (empresario-trabajador,
Estado social-usuario de los servicios pblicos, empresa-consumidor, etc.). Esta relacin se basa en
la produccin y en el control de la subjetividad: puedes ser libre solo en la medida en que
adoptas un modo de vida compatible con el reembolso de la deuda. Lo cual requiere un "trabajo sobre
s mismo", un trabajo tico-poltico de constitucin del sujeto, muy diferente al que se basa en lo
comn humano (puede decirse que las finanzas representan, en su abstraccin, el comn del capital).
Su moral es la del miedo y la culpabilidad. El homo debitor es una persona capaz de prometer y
ponerse como garanta del reembolso de la deuda contrada, y su subjetividad debe moldearse con
ese fin, con ayuda de psiclogos, socilogos, expertos en "coaching", etc. Lazzarato cita la Genealoga
de la moral de Friedrich Nietzsche:
"El deudor, para infundir confianza en su promesa de restitucin, para dar una garanta de la seriedad
y la santidad de su promesa, para imponer dentro de s a su conciencia la restitucin como un deber,
como una obligacin, empea al acreedor, en virtud de un contrato, y para el caso de que no pague,
otra cosa que todava posee, otra cosa sobre la que todava tiene poder, por ejemplo su cuerpo, o
su mujer, o su libertad, o tambin su vida (o, bajo determinados presupuestos religiosos, incluso su
bienaventuranza, la salvacin de su alma, y, en ltima instancia, hasta la paz en el sepulcro (...))"
En este contexto la confianza de la que habla Nietzsche -y la prensa econmica- no tiene nada que ver
con una fuerza generosa hacia los dems, pues se reduce a una confianza en la solvencia del deudor.
Lapromesa de un pago futuro nos remite adems a la produccin de unatemporalidad determinada.
Un aspecto esencial de la lgica financiera es la manera que tiene de apelar al futuro, de anticiparlo y
de hacerlo presente. Por este motivo "la deuda no es solo un dispositivo econmico, es tambin una
tcnica de gobierno y de seguridad que se dirige a reducir la incertidumbre de los comportamientos de
los gobernados." (...) "[La finanza] encierra los posibles en un marco preestablecido al tiempo que los
proyecta en un futuro. Para ella el futuro no es sino una anticipacin de la dominacin y de la
explotacin actual. Pero si se sobrepasa un umbral crtico de incertidumbre en cuanto al futuro de sus
relaciones de explotacin y de dominacin, el presente vaco de posibles se hunde. La crisis es
entonces una crisis del tiempo y la emergencia de un tiempo de creacin poltica y social, que las
finanzas se empean en destruir. Nosotros estamos en esta situacin! La lgica de la deuda asfixia
nuestras posibilidades de accin!"
El "umbral crtico de incertidumbre" se sobrepas con la crisis de lassubprime estadounidense, con los
estallidos de las burbujas inmobiliarias y las sucesivas crisis financieras. A cambio de congelar
salarios, negar el derecho a la vivienda y a la educacin, y rechazar la mutualizacin social contra el
riesgo (de desempleo, sanitario, pensiones), el neoliberalismo haba propuesto crditos al consumo,
compra de ttulos burstiles que se revalorizaban con el tiempo, crditos para pagar los estudios,
inversin en seguros y fondos de pensiones. Pero "el sistema de crdito solo funciona en una
economa en expansin que se ampla sin cesar a nuevos prestamistas" (Yann Moulier Boutang,
"L'abeille et l'conomiste", Carnets Nord, 2010), por lo que los Estados promovieron que la banca
financiara el acceso de los pobres a la propiedad. De ah que en Estados Unidos la proporcin de
propietarios de vivienda (o hipotecados) llegara al 73% en vsperas del crac de 2007-2008. Las
finanzas deban resolver la tensin interna que existe entre el trabajador que debe ganar menos y
gastar menos en prestaciones sociales y el consumidor que debe comprar cada vez ms, asumir
individualmente cada vez ms riesgos... y especular con los mismos si quiere obtener ms ingresos.
Por eso tienen parte de razn tanto quienes denuncian a los banqueros como los que hablan de "la
parte que nos toca". En cierto modo, son los deudores pobres los que, de forma masiva, colapsaron
el sistema. As pues, como dice Lazzarato, "lo que quebr no es la "especulacin", el supuesto
desacoplamiento entre las finanzas y la economa real, sino la pretensin de enriquecer a todo el
mundo sin tocar el rgimen de la propiedad privada". Al final, solo una minora de la poblacin se
convierte en rentista, mientras la mayora se enfanga en la deuda, ya sea privada o pblica (que
afecta incluso a quienes nunca han pedido un crdito al banco).
Lo que no se consigui con el endeudamiento privado masivo -trascender la lucha de clases, que ha
vuelto con fuerza- se pretende obtener desde la deuda pblica o soberana. En este plano todos -o
casi todos- nos convertimos en deudores. Y la deuda, infinita. Con ella se busca restablecer la tcnica
de gobierno y dominacin que ofrece las finanzas. "Es la deuda soberana y no el mercado la que, en
un ltimo anlisis, garantiza y hace posible la circulacin de deuda privada."
Es una pena que la mirada de Lazzarato sea un tanto eurocntrica, algo lgico si tenemos en cuenta la
que est cayendo en el viejo continente. La economa de la deuda encuentra en Asia una trayectoria
histrica particular y en el laboratorio latinoamericano un marco idneo de anlisis. Gobiernos
progresistas como los de Brasil, Venezuela o Argentina rompieron con el Consenso de Washington,
tras pasar por momentos como los que hoy afronta Europa, pero curiosamente, ninguno rompi
realmente con la lgica financiera: saldaron y continan saldando deudas externas pendientes (en el
caso argentino, con una importante quita, es cierto). Para ello acentuaron el extractivismo minero y
agropecuario, lo que remite a la nica deuda que no se puede saldar: laecolgica. En el caso
brasileo, la deuda externa convive hoy con una abultada deuda interna de la que apenas se
habla.
Maurizio Lazzarato realiza una acertada descripcin del neoliberalismo como ideologa y
como gubernamentalidad, y de la deuda como su principal tcnica de dominacin. Sin embargo, me
parece que va un poco lejos al identificarlo con el capitalismo que, segn l, "no es una estructura ni
un sistema". Toma una parte (el capitalismo neoliberal) por el todo (el capitalismo como sistema
histrico). Es cierto que cuando nos limitamos a una perspectiva puramente sistmica acabamos
ignorando los aspectos relacionales del poder y pasamos por alto la cuestin de la subjetividad. Pero
al insistir en la relacin acreedor-deudor como fuente de valor, y no como forma de evaluar y extraer
valor de la actividad humana colectiva, prescinde de esta ltima y de las contradicciones que plantea
al capital. Podemos decir que, pese a todo, no solo somos deudores. Lazzarato critica a sus amigos de
la escuela del capitalismo cognitivo cuando sostienen que es el conocimiento, la cooperacin cognitiva
(que no es sino otra manera de concebir el trabajo) la fuente de valorizacin y de explotacin, porque
a su juicio esto no da cuenta de la multiplicidad y heterogeneidad de las diferentes relaciones de poder
que solo la deuda parece aglutinar. Pero es que el capital no es el nico eje de dominacin, o dicho de
otra manera, su lgica no permite explicar por si sola todos los dems ejes.
Sea como fuere, Lazzarato adopta esta posicin porque considera que "la nica manera de bloquear y
de dar la vuelta no ya a los "riesgos" de las finanzas, sino al poder destructor de la deuda (...) reside
en la capacidad de accin y de pensamiento colectivo de los deudores." Hay quien, probablemente sin
leerle, ya plantea el antagonismo en estos trminos. Dmytri Kleiner, el autor de The Telekommunist
Manifesto, y otros simpatizantes, impulsan en la red el Partido Internacional de los Deudores.
De momento han creado un grupo en Facebook y un wiki. Parten de una lgica identitaria con la que
hay que ser cauteloso (para que no se convierta en un fin):
"La poltica de tipo laborista est fallando porque los trabajadores ya no se identifican como
trabajadores, por lo que cualquier llamamiento dirigido a los trabajadores es improbable que consiga
resultados. Del mismo modo que la economa ha evolucionado desde el simple modelo de produccin
en el que naci este lenguaje clsico, as debe cambiar tambin el lenguaje de la poltica de clase."
"No podemos movilizar a las masas como trabajadores, pero podemos movilizarlas como deudores."
Genial como siempre, Samuel. Dos remarcas: 1. Escribes "Sin crdito, es decir, sin deuda, no puede
haber acumulacin ni circulacin de capital -que es lo que el soberano, Estado o Imperio, garantiza-
aunque la relacin entre acreedor y deudor ya existiera antes que el capitalismo". No estoy de
acuerdo de que no puede haber acumulacin ni circulacin de capital sin crdito, aunque si es verdad
que el crdito lo facilita. Pero es perfectamente posible de tener una sociedad capitalista sin crdito
(e.g. los capitalistas solo invierten dinero que ya tienen). El nivel de circulacin y acumulacin seria
solamente mucho mas bajo. 2. Otra pregunta: como ves tu y Lazzarato's anlisis de deuda como el
mecanismo fundamental de expropiacin en relacin con el "labour theory of value" (no se como
decirlo en castellano), que dice que solo en el labor se produce sobrevalor. Son compatibles o hay
diferencias? Jan
Gracias Jan:
1. Dices que "es perfectamente posible de tener una sociedad capitalista sin crdito (e.g. los
capitalistas solo invierten dinero que ya tienen)". Es posible una sociedad sin crdito, pero no una
sociedad capitalista. Por supuesto que los capitalistas pueden invertir individualmente dinero propio,
tambin pueden comerse los billetes y las monedas fsicas que posean, pero lo que caracteriza al
capitalismo, en conjunto, es que en l el dinero tiene el "poder de reproducirse" (K. Marx) de manera
continua, con independencia de la actividad humana concreta o del tipo de mercancas que se
intercambia. Y esto se hace mediante el crdito. Es ms, hoy muchas empresas invierten capital
propio para desarrollar sus actividades pero usan las finanzas para tener beneficios. Es ms: la deuda
pblica muestra adems claramente ese "nexo Estado-finanzas" (D. Harvey) sin el cual no puede
haber capitalismo.
"Durante mucho tiempo pens que esta implicacin subjetiva derivaba principalmente de los cambios
en la organizacin del trabajo. Hoy me gustara matizar esta afirmacin con la ayuda de una hiptesis
complementaria: es la deuda y la relacin acreedor-deudor lo que constituye el paradigma subjetivo
del capitalismo contemporneo, en el que al trabajo se aade un "trabajo sobre s mismo", en el que
la actividad econmica y la actividad tico-poltica de la produccin del sujeto van juntas."
Un abrazo
Puede ser que ests pensando en las subjetividades producidas por el capitalismo tal como las
describen Negri y Hardt en Commonwealth? Estuve en la conferencia y el seminario que impartieron
esta semana en Madrid, y hablaron del paso de sujetos endeudados, pero tambin de sujetos
mediatizados y securitizados. Tambin yo opino que hay otros ejes de dominacin aparte del capital.
En tal caso, conviene apelar no solamente a la condicin de deudores sino tambin a esas otras con
las que somos oprimidos.
Y me pregunto si hay alguna alternativa en construccin o bien hay que construirla. Habida cuenta de
que las finanzas europeas surgieron de imitar a rabes y chinos, considero que en otras culturas ha
habido y hay lgicas parecidas a las de la acumulacin capitalista. Pero esto ltimo tiene que ver con
mi ignorancia acerca de las ideas econmicas, filosficas, etc. de tradiciones ajenas a la europea.
Saludos.
Hola Gonzaga. Cuando hablo de "imitar rabes y chinos" me refera a la letra de cambio, que ya
exista en esas culturas antes de que los europeos la desarrollaran. Instrumentos financieros los ha
habido en diferentes pueblos y culturas, lo que no quiere decir que por su mera existencia tenga que
darse una lgica de acumulacin de capital al estilo euro-occidental.
Con el asunto de la subjetividad, lo que pasa es que hoy el capitalismo produce sujetos, pero
atenazados por el miedo y la desconfianza hacia los dems. Lo que vemos desde Tahrir hasta
occupywallstreet, pasando por el 15M es la construccin de subjetividades diferentes, ms libres y
alegres.
Un saludo.
En Murcia se est haciendo ahora una lista abierta que en asamblea quiere elegir una representacin
para ir al senado y las personas que estn participando se quejan de la poca asistencia de gente a
estas asambleas.
Yo no he ido a ninguna y sin embargo me parece una buena idea. Por qu no me moviliza a m
tampoco?
Quizs sea porque veo que la dinmica es incompatible a corto plazo. Esto es, no se puede generar un
movimiento que aglutine a un conjunto amplio de ciudadanos para un fin que repercuta en un
ciudadano, el elegido. La gente deja de tener inters.
Asambleas para conseguir un fin que no les es propio sino impuesto desde una lgica externa a ellas.
Me pregunto qu tiene que ver esto con el artculo que has propuesto y le encuentro una cierta
conexin (que es la que me ha motivado a escribir este comentario, sino no lo hubiera hecho no?).
El estado actual y sus sistemas de organizacin se basan en la hipoteca del futuro, de hecho los
partidos heredan esta dinmica, se promete a los electores. El sistema electoral es
fundamentalmente deuda (impagada) y es muy difcil que bienintencionados actores consigan cambiar
este concepto que tenemos tan asentados. Un senador en Madrid que va a tener que ver conmigo?
Dnde estn los pasos intermedios que me garantizan que yo voy a ser atendido por tan lejano ente?
Las asambleas donde la gente participa ms, buscan satisfacer las necesidades del presente. Para
empezar, desahogndote explicando tu punto de vista.
Pues s que hay cierta conexin, Jess, y me parece muy interesante cmo la planteas, con esas
diferencias segn haya separacin o no de la propia vida con lo que se discute o hace en asambleas.
Es realmente complicado unir ambas tendencias, por lo que creo que solo cabe experimentar y tratar
de reforzar lo vivo frente a lo mortecino.
Saludos!
REFERENC IAS
Referenciado por: El gobierno de los banqueros: la utopa capitalista realizada | Amauta 2011/11/16
02:57:54.804000 GMT+1
...om/4705/el-hombre-endeudado-mediatizado-y-asegurado/">&8220;El hombre
endeudado, mediatizado y asegurado&8221;, entrevista a Toni Negri.&8220;La
deuda&8221;, Javier Ortiz.&8220;La fbr...
Referenciado por: Datos que laceran los cuerpos: sobre la deuda | 15M Escorial 2013/01/25 12:32:41.800000
GMT+1
Krugman es de los pocos economistas influyentes que emplean un trmino tan pesimista, si bien la
crtica a las polticas equivocadas es una de las explicaciones habituales de la crisis. El gegrafo y
terico socialDavid Harvey, en una de sus conferencias (parte de la cual se ha adaptado en una
curiosa animacin, que muestro ms abajo) enumera esta y otras argumentaciones y las clasifica en
cuatro grupos: las que aluden a la "naturaleza" humana (la avaricia, los instintos de dominacin, el
gusto irracional por el riesgo excesivo); las que denuncian los fallos institucionales; las que insisten en
la persistencia de teoras econmicas errneas (keynesianos vs ultraliberales); las que se refieren a
razones culturales (la dominacin anglosajona u occidental, segn la perspectiva); y quienes critican
la aplicacin de polticas fallidas. Harvey admite que todas ellas contienen una parte de razn pero
resultaninsuficientes para entender correctamente lo que est sucediendo. Por su parte, Harvey
recurre a la crtica de la economa poltica de Karl Marx para hablar de lo que a su juicio falta en todas
estas explicaciones: el riesgo sistmico y las contradicciones internas de la acumulacin capitalista y
cmo el capitalismo suele resolver sus crisis internas mediante desplazamientos geogrficos. Lo cual
supone dar un paso atrs y contemplar la crisis desde una perspectiva histrica.
Quienes estudian el capitalismo desde una perspectiva sistmica y de tiempo largo llevan aos
hablando de crisis, incluso en los momentos de la ltima bonanza econmica, antes de la
depresin. Immanuel Wallerstein hace tiempo que explica que nos encontramos en una fase
catica, de transicin, que conducir de aqu a algunas dcadas a una nueva configuracin sistmica
global que difcilmente podr calificarse como capitalismo (que finalmente sea un nuevo sistema-
mundo ms justo y democrtico est por ver). As que cuando se produjo la debacle financiera de
verano de 2008, en octubre de ese ao Wallerstein no dud por un momento en calificar la situacin
econmica mundial de depresin.
Antes, en 2007, el recientemente fallecido Giovanni Arrighi haba investigado en su Adam Smith en
Pekn en qu podra consistir ahora el desplazamiento geogrfico al que se refiere Harvey y la
transicin sistmica de Wallerstein. Para Arrighi la crisis significaba fundamentalmente todo una crisis
de hegemona.
"Hablaremos de crisis de hegemona para designar una situacin en la que el Estado hegemnico
vigente carece de los medios o de la voluntad para seguir impulsando el sistema interestatal en una
direccin que sea ampliamente percibida como favorable, no slo para su propio poder, sino para el
poder colectivo de los grupos dominantes del sistema. Las crisis no dan lugar necesariamente al fin de
las hegemonas; especialmente relevante para nuestras preocupaciones es la distincin entre crisis de
hegemona que sealan problemas para los que cabe empero una solucin relativamente prolongada -
lo que llamaremos "crisis-seal"-, y crisis que por el contrario se exacerban hasta dar lugar al fin de la
hegemona vigente, que denominaremos "crisis terminales". Como se deduce de nuestra definicin de
hegemona, un Estado puede seguir siendo dominante incluso despus de la crisis terminal de su
hegemona, situacin en la que, siguiendo a [Ranajit] Guha, hablaremos de dominacin sin
hegemonas."
Para Arrighi, "los intentos estadounidenses de revertir el aumento del poder del sur [con el proyecto
neoconservador de un nuevo siglo americano] han tenido un efecto bumern. Han precipitado lo
que[denomina] la "crisis terminal" de la hegemona estadounidense." El fin de esta hegemona supone
el fin tambin de la existencia de un sistema interestatal centrado en una agencia poltica o estatal
dominante pero no el de la necesidad del capital de contar con una forma global de gobierno o de
gobernanza.
Este enfoque sistmico y de tiempo largo nos ayuda a entender mejor el funcionamiento del
capitalismo, "a situar la crisis en su verdadero nivel y a pensar en la bifurcacin del sistema mundo",
como afirma Yann Moulier Boutang, quien en su ltimo libro analiza la crisis financiera como una
encrucijada poltica, social y ecolgica ("L'abeille et l'conomiste", d. Carnets Nord, 2010) que
podra desembocar en un capitalismo transformado o en su superacin. Dicho enfoque permite
superar una interpretacin reduccionista basada en lo meramente coyuntural (por ejemplo, la
publicacin de las cifras mensuales de paro) o en la poltica partidista al interior de cada Estado. Pero
a pesar de sus pretensiones totalizadoras, nunca deja de ser parcialmente descriptivo (a menos que,
como Moulier Boutang, se intente conectar el nivel macro -ecolgico- con el micro para proponer una
nueva economa poltica).
Sin embargo, el esquema sistmico tiende a privilegiar una perspectiva macro, desde arriba, que
puede llegar a abrumar y paralizar la accin poltica. La palabra depresin contiene inhibidores
similares. Frente al sistema podemos sentirnos tan pequeos y prescindibles como el astrnomo que
contempla la inmensidad del universo. Si todos, quermoslo o no, estamos dentro del sistema (por
ms dinmico y no lineal que sea), qu significado tiene cambiar de
sistema, superarlo oluchar contra el mismo? Aquello que nos permite comprender, por s solo no nos
ayuda a actuar. No existen recetas cientficas. Wallerstein reconoce que una salida del capitalismo,
incierta, ser paulatina y "el resultado de infinidad de presiones individuales" en sentidos
contradictorios. Aqu es donde entra la tica y la poltica. Cul es el sentido que
queremos construir nosotros?
COMENTARIOS
Estimado Samuel,
1) Prrafo 6:
"Esta respuesta [a la crisis de rentabilidad] consiste en una tendencia de todo el sistema, centrada en
la principal economa capitalista de la poca, a la "financiarizacin" del proceso de acumulacin de
capital."
Financiarizacin del proceso de acumulacin del capital? Qu significa?
2) Justo a continuacin:
"Esta tendencia, que acompaa a la transformacin de la competencia intercapitalista de un juego de
suma positiva en otro de suma negativa, acta tambin como mecanismo clave para restaurar la
rentabilidad, al menos temporalmente, en los centros declinantes pero todava hegemnicos del
capitalismo mundial."
En cuanto a 2), alude al hecho de que durante el apogeo de la hegemona de un determinado Estado,
el sistema mantiene cierta estabilidad a pesar de la competencia intercapitalista (competencia por
captar capitales e inversin, un flujo regular de mano de obra a un coste aceptable para el capital,
etc.), porque la mayora de los gobiernos "importantes" y corporaciones capitalistas aceptan que dicha
dominacin les trae ms beneficios que perjuicios (suma positiva), entre otras cosas por contener la
lucha de clases. Es lo que pas con los Estados Unidos tras la II Guerra Mundial, cuando impuls el
nacimiento del sistema multilateral (ONU, OTAN, UE, FMI) hoy en crisis. Cuando esa hegemona
declina (porque se agudiza la competencia en exceso o por la presin y conflictividad de los
trabajadores de diferentes regiones) los diferentes actores del sistema van poniendo en la balanza
ms pros que contras (suma negativa) y comienzan a ir por libre. Una expansin financiera, adems
de recuperar determinados niveles de rentabilidad, puede ayudar a mantener ciertos consensos. Eso
s, temporalmente.
Esto en cuanto a su concepcin del sistema y los ciclos. Aado que Arrighi crea que para el
capitalismo global surgido con el dominio estadounidense y el hundimiento del espacio sovitico
caban dos alternativas: o una estructura poltica global, o un nuevo centro de acumulacin capitalista
centrado en Asia (un archipilago asitico liderado por Japn o China). En su ltimo libro va ms all y
sostiene que el desarrollo del mercado en China difiere del seguido en Occidente -aunque en las
ltimas dcadas haya estado influenciado por ste- y que una eventual hegemona china supone
cerrar el parntesis euroamericano y abrir la posibilidad para un orden mundial ms armnico (si se
me permite la expresin) y menos violento. Un argumento discutible, todo hay que decirlo.
Saludos.
Hola Samuel. He estado rumiando este post en la ltima semana. Me fij en la cita de
Wallerstein: una salida del capitalismo, incierta, ser paulatina y "el resultado de infinidad de
presiones individuales" en sentidos contradictorios. La habr malentendido, pero me record a las
campaas sobre reciclar, ahorrar agua y otras pamplinas "para salvar el planeta", porque, en efecto,
se basan en la falacia de que el cambio se puede lograr mediante la suma de iniciativas individuales
pasando por alto hbitos y actividades de mayor envergadura como el peso del transporte privado. O
se refiere ms bien al cruce de intereses de clase?
En todo caso, no evito poner en relacin este post con el anterior, sobre el discurso neocolonial
rescatado a cuento del aniversario de la descolonizacin de frica. Como dices, en frica no llegaron a
calar la concepcin de la economa y el estado que ya hacen aguas en Europa. Diras entonces que en
frica existe alguna alternativa, aunque latente? Y en Amrica Latina (Chiapas, Bolivia, Venezuela...)
habra tambin una salida positiva al capitalismo, a la explotacin? Saludos.
No slo presiones, sino tambin xodos, salidas y fugas. Lo de Wallerstein apunta a una obviedad que
sin embargo conviene recordar y tener presente: la transformacin de un sistema poltico y
econmico, de un modo de produccin, en otro de caractersticas diferentes, siempre ser el resultado
de una evolucin lenta, imperceptible, a lo largo de diferentes generaciones. Mxime si se trata de un
sistema mundial como el capitalismo. Es ms, slo a posteriori podr establecerse si se ha producido o
no esta transformacin, si sta ha sido lo suficientemente importante como para poder hablar de un
'nuevo' sistema.
Pero, desgraciadamente, habra que ser ms preciso. Francia har en el impuesto sobre el
carbono, ms que har impuesto carbono, es decir, mucho ms que practicar seriamente un
impuesto carbono. El debate entre 14 o 17 euros no cambia gran cosa en relacin con los
100 euros por alcanzar, por tanto al mnimo de 32 euros, como estableci la Comisin
Rocard. Se contiene tmidamente un principio pero sin someterse de verdad al mismo [la
propuesta del gobierno contena tantas excepciones que finalmente fue anulada por el
Consejo de Estado a finales de 2009, N. del T.]. Sin embargo, todos saben que deber
implantarse una incitacin fuerte para luchar contra el efecto invernadero.
Quienes no pagan el impuesto sobre la renta (hay que decir quienes tendran ms bien
problemas para hacerlo) encuentran insoportable un 19,6 % de IVA. Quienes pagan un
impuesto sobre la renta exactamente conforme a sus ganancias los asalariados puros-
encuentran la factura tanto ms pesada cuanto que se codean con no asalariados de las
viejas profesiones liberales (o asalariados que tienen la posibilidad de hacer pasar sus
gastos en diversas sociedades) , los cuales se apaan bastante bien. Al observar las
ganancias extraordinarias del 1 % de los ms ricos, suean con una imposicin
rooseveltiana del 75 al 90 % de los ingresos de los tramos ms elevados y vilipendian el
llamado lmite mximo para pagar impuestos [medida aplicada en Francia, conocida
como bouclier fiscal, N. del T.]. Las clases medias superiores y medias-medias aprueban
todas las bajadas de impuestos. Las nuevas profesiones no asalariadas e inestables (los
precarios de todo pelaje), que oscilan entre ganancias asombrosas entre algunos e ingresos
ms bien dbiles para la mayora, cuando no pueden contar con la red de ajuste de un
rgimen de intermitencia que viene siendo recortado metdicamente, desean replantearse
las ventajas fiscales de los estables y una mejor mutualizacin de las cargas sociales. Si hay
65 millones de franceses y otros tantos sujetos de descontento, la fiscalidad no tiene nada
que ver. Uno podra tranquilizarse y decirse que el movimiento se ha generalizado por
todas partes y es sobre todo crnico. Lo que no es exacto. La tolerancia al impuesto vara
segn las pocas. Cuando el carcter insoportable de los impuestos progresa, siempre es un
sntoma de crisis en gestacin. Vanse las precedentes crisis fiscales del Estado que
prepararon las revoluciones inglesas, francesas.
La carga de la deuda del Estado no va a disminuir en los prximos aos, por dos razones.
La primera, de orden coyuntural, se debe a la profundizacin de la deuda mundial de los
Estados en crisis. Estos ltimos deberan encontrar 28.000 billones de dlares cada ao para
financiarse (es decir, el 51 % del PIB). Con los gastos de apoyo al sistema financiero y a la
economa, el endeudamiento crecer por lo menos al 100 o al 130 % del PIB (Japn ya est
al 180 %). Pero la otra razn, rebelde a todas las polticas virtuosas preconizadas por la
Unin Europea o el FMI, se debe a una transformacin estructural de las economas. Sea
francesa o sueca, americana o britnica, la parte de exacciones obligatorias juega en ellas
un papel cada vez ms importante. Cuando los republicanos gritan al socialismo o al
comunismo con el proyecto Obama de proteccin social, no hacen sino darse cuenta de un
movimiento de europeizacin, que paradjicamente comenz desde la presidencia Reagan
en los pases ms liberales.
De hecho, todos los Estados estn atrapados por una crisis de lastijeras: por un lado,
aumenta el permetro de su implicacin. Dicho de otro modo, para producir la poblacin y
su sistema complejo, que comprende la educacin, la salud, las condiciones de empleo y de
la actividad econmica de proveedores, productores y consumidores, hay que movilizar
cada vez ms recursos. Que esto sea responsabilidad directa de las colectividades locales,
centrales o federales no cambia nada la situacin. Frente a ella, los recursos producidos por
el impuesto se funden o se estancan.
A pesar de estas necesidades crecientes, concebimos que los gobiernos se lo piensen dos
veces antes de aumentar los impuestos. Las promesas de rebajas de impuestos, o de
bouclier fiscal, o de repartos diferentes de impuestos a tipos impositivos constantes, atan
las manos de la derecha. Por su parte, la izquierda se empantana en otro obstculo.
Defiende el principio del impuesto sobre la renta y la progresividad de este ltimo, garante
de la redistribucin. Ahora bien, con una base imponible del impuesto muy reducida (la
mitad no lo paga en Francia), se ve obligada a situar el cursor bastante bajo para incluir al
menos al 25 % de la poblacin, lo que significa la mitad de los sujetos a impuestos. La tasa
carbono, al tener que afectar a todo el mundo, con la fiscalidad que tenemos, de los que
algunos puntos sensibles ya se encuentran en el impuesto interior sobre los productos
petrolferos, constituye la gota de agua que puede hacer desbordar el vaso, al tiempo que no
se alcanzan los niveles disuasivos requeridos. En particular, porque habra que implantar
transportes en comn (tranva, autobs) extremadamente densos para que la poblacin, que
el urbanismo ha estirado inteligentemente a centenares de kilmetros, pueda dirigirse al
trabajo. De ah la complejidad en la percepcin de un impuesto reembolsado.
Dos semanas antes de la cumbre del G20 en Pittsburgh (12 de septiembre de 2009),
el Financial Times, al que no cabe acusar de un amor desbordante por el fisco, presentaba
en primera pgina la proposicin de Peer Steinbrck, socialdemcrata ms bien de
derechas, ministro de finanzas de la gran coalicin, acerca de un impuesto sobre todas las
transacciones financieras del 0,005 %. En el Journal du Dimanche del 20 de septiembre,
era el turno de Christine Lagarde, Ministra de Economa y Finanzas, que calific el
impuesto Tobin de buena idea, y el de Bernard Kouchner, quien enton la misma
cantinela. La proposicin alemana, rpidamente descartada por Angela Merkel por
electoralista, prevea una imposicin muy dbil de 0,05 a 1% sobre todas las transacciones
financieras internacionales a escala mundial. Esta medida se supone que frenara la
volatilidad de los mercados (lo que ha sido contestado con algn fundamento). Fue
adoptada en lo que al principio se refiere por Francia, puesto en prctica de manera fugaz
por Brasil y estuvo a punto de ser adoptada por casi seis votos por el Parlamento Europeo.
Nadie ha contestado jams los recursos fiscales que procurara. En junio de 2008 Dean
Baker, un macroeconomista del Center for Economy and Policy Research, muy escptico
sobre una reforma seria del sistema financiero, escriba en su blog: un impuesto modesto
sobre las transacciones financieras podra recaudar fcilmente el equivalente de un punto
del PIB, es decir, unos 150 billones de dlares. Por modesto, Dean Baker entenda un
impuesto del 0,25% sobre el volumen de las transacciones burstiles y del 0,02% sobre los
seguros por incumplimientos en los swaps, lo que no tendra impacto en la actividad sino
que frenara las actividades puramente especulativas. Este economista, como el ministro
alemn, extiende el impuesto Tobin a las transacciones interiores.
Vale la pena hacer un pequeo desvo para ver cmo los impuestos reflejan la concepcin
que una sociedad se hace de la riqueza. Los impuestos directos sobre el capital (las
sociedades), sobre los beneficios, sobre los ingresos, afectan a la riqueza que resulta
del saldo de los flujos, como el ingreso neto, o el capital neto (lo que queda entre dos
ejercicios anuales). Los impuestos indirectos (el IVA, el impuesto sobre derivados del
petrleo), afectan al consumo final de las familias. Si estos impuestos son neutros en
relacin con el volumen de flujos, es porque consideran que los flujos en s mismos no
generan ninguna riqueza. Es preciso eliminarlos de la doble contabilidad. La circulacin no
se considera que cree riqueza.
Dicho de otro modo, la riqueza de las abejas slo se medira por la miel que producen, por
lo que recoge el apicultor. Ahora bien, la riqueza realmente producida por la abeja es
la polinizacin que representa aproximadamente 350 veces el valor de su produccin
comercial de miel y de cera para las velas. Esta polinizacin se mide por la intensidad de
sucirculacin en los campos. En la actividad econmica humana, se percibe por el nmero
de transacciones que hace la gente, incluyendo las transacciones monetarias de las que ya
he mostrado una pequea introduccin: el consumo, los intercambios, los viajes, el ocio.
Como toda la economa est bancarizada y pasa por las tarjetas de crdito o por
transferencias, la imposicin con un tipo uniforme (entre 0,5 y 1 %) de todas las
transacciones financieras permitira la recaudacin en tiempo real, con una administracin
seriamente reducida, de sumas equivalentes al actual presupuesto del Estado y al
presupuesto social de la nacin. En semejante sistema, nadie escapara al impuesto. Tanto
el ciudadano medio consumidor como el millonario que utiliza una tarjeta de crdito negra,
sin la menor identificacin, simplemente con un chip, para pagarse un coche de 250.000
euros o un collar de perlas. Incluso si, para este ltimo, esto representa una contribucin
miserable con respecto a su fortunaUn impuesto automtico sobre todas las transacciones
financieras tendra tambin la enorme ventaja de controlar todos los flujos financieros. Y
qu pasa con el efectivo? Las transacciones en efectivo tambin seran tasadas en este
dispositivo porque hoy en da, de dnde retira la gente el efectivo? De un cajero
automtico.
La justificacin de este sistema que deja atrs el debate sobre la imposicin fiscal
progresiva, redistributiva, directa o indirecta (todo se recauda en la fuente)- es que hemos
pasado a una economa donde efectivamente no es la produccin de miel ni el producto
comercial lo que fundamenta la verdadera riqueza, sino la polinizacin a la vez ecolgica,
econmica e intelectual (la polinizacin humana). La prctica correcta del impuesto
consiste en recaudar de manera sobre la indolorasobre la verdadera riqueza. Es decir, a
partir del momento en que se desplaza el centro de inters sobre la riqueza, resumiendo, a
partir del advenimiento de la nueva economa poltica hacia la polinizacin, la
coralizacin, el hacer red- y desde que tendemos a desinteresarnos por la antigua
economa porque es marginal desde el punto de vista de la cantidad de dinero que
representa, puedo dejar de recaudar el impuesto sobre la persona o sobre su produccin
comercial. La recaudacin se efectuar sobre todas las transacciones que se operan entre los
diferentes tipos de agentes econmicos.
Esta solucin es eficaz: extrae los fondos gigantescos que necesitan los poderes pblicos,
en particular para las polticas ecolgicas en materia de transportes no contaminantes, de
energas renovables, as como para un verdadero new deal social. Al desplegar las
implicaciones sociales de una poltica de renta bsica (de la que puede considerarse como la
dimensin fiscal), restaura el principio de igualdad entre los ciudadanos. Todo ciudadano,
desde el ms pobre al ms rico, contribuye en la medida de sus medios efectivos (sus
transacciones monetarias). Se restaura la igualdad ante el impuesto, violado, a ojos de los
ricos, por la progresividad de la fiscalidad y mucho ms escandalosamente, por parte de los
pobres, por las modernas gabelas (el IVA sobre todo consumo, incluso el ms necesario
para la vida). Actualmente, los pobres son considerados como asistidos porque no pagan
impuestos (antao se les retiraba el derecho de voto). Podrn decir al Sr. Pinaut que
contribuyen tanto como l al impuesto, de manera proporcional.
Para quienes harn notar que este sistema se identifica con la flat taxque reclaman los
ultraliberales americanos desde hace dcadas sealando as la muerte de un principio de
progresividad fiscal, sinnimo de redistribucin social- precisaremos que la manera
de recaudar las sumas necesarias para la buena marcha de los servicios pblicos no limita
en absoluto nuestra facultad para concebirlos y para organizar sudistribucin: aunque un
vuelco de la fiscalidad hacia una imposicinproporcional (flat, y no progressive) de las
transacciones financieras tomara primero la apariencia de un regalo fiscal para los ms
ricos (uno ms!), la redistribucin del man obtenido de esta manera debera
evidentemente adoptar la forma de transferencias (de ingresos, de servicios, de gratuidad)
desde los ms ricos en direccin a los menos favorecidos. La igualdad se situara menos en
la fuente de estas exacciones como en su destino fuertemente redistributivo. Este
impuesto permitira en realidad no slo captar una (pequea) parte de la riqueza producida
por la circulacin, sino modificar y modular las vas por las cuales pasa esta circulacin.
Lo que cuenta no son solamente lasnuevas tomas (en billones de euros) que generara esta
fiscalidad sino sobre todo las nuevas situaciones (en derechos sociales), las
nuevasafectaciones que permitira poner en marcha.
Sabemos que hoy la riqueza de los patrimonios no se evala solamentepor lo que
queda despus de las miradas de flujos de inversin o de optimizacin del ahorro. Las
enormes ganancias de los establecimientos financieros (que han recomenzado en Wall
Street y otras plazas) se operan sobre la base de estos movimientos incesantes de las
finanzas. Para 150 billones de comercio exterior y de PIB cotidianos, hay 1500 billones de
transacciones de cambio y 2800 billones de productos derivados que se intercambian. La
esfera de los flujos financieros multiplica por 21 los flujos de las transacciones del
comercio exterior y del PIB. Y esta desproporcin gigantesca no es slo cuestin de viento,
contrariamente a lo que dicen nuestros apologistas del valor concreto, el trabajo mercantil.
Traduce una captacin por la inteligencia de la finanza de mercado de una parte de la esfera
de la riqueza que se basa en la polinizacin slo en parte, porque la relacin entre el valor
de la miel y de la cera y los efectos de la polinizacin es 350 veces ms dbil.
Tornada: a quienes se quejan de que esta imposicin de toda transaccin monetaria corre el
riesgo de provocar la huda de la monetarizacin de la economa y fomentar los
intercambios no monetarios y una disminucin del consumo, respondera que el
decrecimiento inteligente de algunos sectores de nuestra economa se vera enormemente
facilitado. Pagarn menos impuestos quienes desarrollen transacciones no mercantiles y
vivan ms intensamente los intercambios mentales que la compra de bienes
materiales. Quot erat demonstrandum.
Escrito por: Samuel.2010/03/01 11:40:15.478000 GMT+1
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El asesor
En su discurso de investidura Jos Luis Rodrguez Zapatero hizo vagas referencias a la poltica
migratoria que desea promover. No se apart un pice de la idea general que hasta ahora ha
promovido su gobierno: mantener una distincin entre inmigracin legal e ilegal sobre la base de una
obligada relacin laboral, evitar la inmigracin no deseada (la ilegal) mediante controles reforzados, la
continuacin de las expulsiones y las repatriaciones, y la cooperacin al desarrollo de los pases
emisores.
"Es el trabajo lo que posibilita la integracin del inmigrante, lo que le permite convertirse en un
componente ms de una colectividad provisto de derechos y de obligaciones. "
En esta materia, uno de los intelectuales en los que se inspira el PSOE es el franco-argelino Sami
Nar, profesor muy conocido por los aficionados a la problemtica migratoria, y muy vinculado al
republicanismo soberanista de Jean Pierre Chevnement desde sus tiempos de ministro del interior.
No es, pues, la primera vez que Sami Nar acta como asesor gubernamental. A la sombra de
Chevnement, particip en el diseo de la poltica de inmigracin y de integracin en el gobierno de
Lionel Jospin entre 1997 y 1998.
En febrero de este ao Sami Nar public un artculo en El Pas en el que sealaba cules eran, segn
l, los desafos pendientes en Espaa: europeizacin de la gestin de los flujos migratorios, en
colaboracin con los pases de origen; polticas de integracin que incluya la lucha contra el racismo y
el derecho al voto en las elecciones locales para los extranjeros regularizados.
Para Nar, como para los socialistas espaoles y franceses, la "gestin de los flujos" -odiosa expresin-
debe comprender un cierre controlado y selectivo de las fronteras y por tanto de la inmigracin ilegal.
"No hablamos, pues, de un espontanesmo ingenuo que renuncia a gestionar los flujos migratorios.
Hay que organizarlos, regularlos y hacerlos as tiles para ambas partes" (El Pas, 16/08/1997). Por
partes hay que entender los Estados y las empresas.
Esta idea de "gestin" pretende situarse entre dos extremos no deseados. El cierre total, sin
regularizaciones, conduce al trabajo en negro generalizado de los sin-papeles, a la no integracin y al
caos social. Pero la apertura total slo podra, segn Nar, provocar la "baja generalizada de los
salarios, la precariedad y el incremento del paro". Esta idea se basa en la tesis del ejrcito industrial
de reserva,expresin acuada por Karl Marx, y aplicada acrticamente a una visin idealizada -e
inexistente- del mercado laboral.
"La proletarizacin exitosa desde el punto de vista capitalista, es un flujo regular de hombres sin
tierra, sin demasiadas races que se presentan en la ciudad o a las puertas de las fbricas. Si los que
llegan son demasiados, si llegan sin regularidad, o si consiguen guardar medios de autonoma (por
ejemplo, si se convierten en pequeos campesinos propietarios), o si han conquistado nuevos medios
de autonoma como su vivienda (okupas), su empleo (sector informal), si hacen su propia ley, eso ya
no vale. Vemos nacer entonces las instituciones de la fijacin, de un arraigo razonable. Pero el arraigo
no debe ser demasiado fuerte, no debe convertirse en una inmovilidad-rigidez inmanejable. Es la
incidencia precisa de este exceso de movilidad o de inmovilidad sobre los derechos de propiedad lo
que condiciona su recepcin, unas veces su aclimatacin, otras su represin feroz".
El acceso a la plena ciudadana poltica para un importante porcentaje de la poblacin que reside, vive
y trabaja en nuestro pas (y por extensin en la Unin Europea), y por tanto el reconocimiento de los
inmigrantes como seres humanos iguales iguales en derechos, pasa por la abolicin del actual rgimen
"de extranjera". Todo lo dems son justificaciones tan peregrinas como las que rechazaban la
equiparacin plena en derechos para las mujeres.
Al da siguiente de la victoria de los socialistas franceses, en 1997 Sami Nar escribi , de manera
proftica, lo siguiente: "es la victoria de la ltima oportunidad. Si la izquierda fracasa, la derecha
francesa, fuertemente influida por la extrema derecha, sacara, sin duda, partido." Se refera al
ascenso de las ideas de la extrema derecha lepenista frente a la tradicin social-republicana. En 2002
fue Le Pen, y no Jospin, quien accedi a la segunda vuelta de las presidenciales francesas. En 2007,
Le Pen acabara siendo fagocitado por Nicolas Sarkozy, y hoy en da ideas propias de la extrema
derecha circulan con normalidad en el discurso dominante. La izquierda republicana de Nar haba
fracasado estrepitosamente.
Necesitamos abandonar los mapas que nicamente repiten el mundo plano de Ptolomeo con sus
bordes vertiginosos y recurrir a nuevas cartas de navegacin Yann Moulier Boutang
En los ltimos aos, a fuerza de tanto hablar de neoliberalismo y de globalizacin estuvimos a punto
de olvidarnos del viejo capitalismo. Pero aqullos no son sino sntomas de las transformaciones de
ste.
Tras la primera mundializacin capitalista (la expansin europea a partir del siglo XV) la formacin del
Estado-nacin y el desarrollo del capitalismo mercantil, basado en el modo de produccin esclavista,
se vio acompaado por la teora mercantilista. La siguiente gran fase globalizadora, la de los
imperialismos europeos decimonnicos, correspondi con el desarrollo del capitalismo industrial,
basado en el sistema salarial, la fbrica como epicentro de la creacin de valor, y el colonialismo. El
liberalismo fue la ideologa dominante que ampar este proceso, en particular a partir de 1848 [1].
A estas alturas, existe literatura suficiente como para certificar que una nueva poca comenz
aproximadamente durante el perodo 1968-1975. Segn el punto de vista, los elementos que se
toman en cuenta para apreciar la magnitud del cambio difieren: desarrollo de la tecnologa, cambios
culturales, financiarizacin de la economa, crisis de la representacin poltica (de partidos pero
tambin de los sindicatos), etc. Del predominio del sufijo ismo en sus diversas modalidades pasamos
a la explosin de los prefijos post- y neo-, lo que da cuenta de la dificultad de leer los procesos
histricos y sociales que se desarrollan ante nuestros ojos.
Sobran las referencias a los sntomas, con conclusiones tan equvocas como la identificacin de toda
posibilidad de democracia, de lo comn, de bienes y polticas pblicas, con la defensa numantina de
un Estado-nacin, jerrquico y centralizado, cuya variante socialdemcrata se mitifica y se
descontextualiza[2]. Si el Estado del Bienestar es el producto de las relaciones y luchas que
tuvieron al proletariado fordista (la clase obrera) como principal protagonista, y est en la base de la
estabilizacin del sistema salarial bajo el capitalismo industrial, los cambios que se han producido en
los ltimos treinta o cuarenta aos apuntan a importantes transformaciones en el trabajo, en las
formas de explotacin y por tanto en los modos de captacin de valor.
Entre las dificultades que existen para ver el bosque y no slo algunos rboles se encuentran muchos
malentendidos acerca del capitalismo y su significado. La interpretacin dominante lo asocia al libre
mercado cuya nmesis sera el Estado (y viceversa), y en este punto coinciden tanto los libertarios
de The Economist como los nacionalistas de izquierda deLe Monde Diplomatique, cada uno
apostando por uno de los elementos de la presunta relacin dialctica.
Sin embargo, nada ms lejos de la realidad. El capitalismo y el mercado son dos cosas distintas, no
siempre coincidentes. Y el poder poltico (slo recientemente, el Estado-nacin [3]) ha sido
imprescindible para el desarrollo capitalista.
La tesis del libro es la siguiente: la economa poltica que naci con Adam Smith, y que tendr su
continuacin en David Ricardo y Karl Marx, ya no nos sirve para aprehender la realidad y poder
determinar qu constituye hoy la riqueza, el valor, la complejidad de la economa-mundo, qu
significa hoy la explotacin. La revolucin ya se est produciendo[4], y es imprescindible forjar nuevas
herramientas conceptuales y tericas que nos permita comprender el nuevo mundo que se est
formando, y reintepretar los antiguos conceptos a la luz de lo nuevo. Las transformaciones que
afectan a la economa capitalista y a la produccin de valor es global, e indican la evolucin del
capitalismo industrial de la fbrica manchesteriana, basado esencialmente en el trabajo material
obrero, asalariado, de transformacin de recursos naturales, al capitalismo cognitivo, que se
fundamenta en la acumulacin de capital inmaterial, no de capital fsico, la difusin del saber y la
economa del conocimiento.
En la primera parte del libro se resumen los aspectos ms relevantes de este pasaje histrico, en el
que el capitalismo ha tenido que adaptarse a la modificacin de las bases sobre las que se
asentaba[5]. Con todo, los mayores cambios tienen que ver con las mutaciones ecolgicas y con
la transformacin del propio ser humano.
Con respecto a lo primero, el capitalismo industrial extrae recursos que asume como ilimitados,
produciendo adems desequilibrios en sistemas complejos como son los ecosistemas y en general la
biosfera. La depredacin de recursos naturales que han tardado millones de aos en acumularse (una
muestra es el agotamiento de las reservas de petrleo, gas o uranio), y la degradacin de recursos
renovables en virtud de circuitos complejos (es el caso del agua y el clima), est llevando a un cambio
sustancial: de la depredacin pura y simple a la gestin y el "cultivo" de la misma biosfera. El
problema es que la escala de recursos que hay que movilizar para evitar el desequilibrio de los
sistemas naturales, no digamos ya para tratar de reproducirlos, est fuera de nuestro alcance. Esto
supone tener en cuenta el circuito econmico completo recurriendo al concepto de externalidad y no
como una excepcin, como en la teora econmica neoclsica, que excluye las interacciones mltiples
que se producen fuera del mercado (slo las integra ampliando la frontera de lo que se considera
mercado y propiedad privada). Para Boutang, las externalidades, tanto las positivas como negativas,
juegan ahora un papel fundamental, e interfieren cada vez ms en los costes de transaccin.
En el segundo caso, por primera vez en la historia el ser humano es educado en sociedad con un
cerebro equipado y conectado en red con otros cerebros por medio de ordenadores. Este hecho
tcnico est vinculado a una acumulacin social de conocimientos sin precedentes, favorecida por la
democratizacin de la educacin. "Lo que los obreros no ganaron en las fbricas que cierran, lo
ganaron en la sociedad, en las universidades al imponer una exigencia de democracia, el acceso a las
redes en todas partes, a los ordenadores, a los telfonos mviles y a una movilidad mundial que
suscita todava furiosas resistencias", en referencia a las migraciones. Estas conquistas han modificado
la cooperacin humana y la produccin de la inteligencia colectiva en todo el mundo.
Frente a los crticos [6] del concepto de trabajo inmaterial, Boutang sostiene que confunden los
tradicionales conceptos de valor de uso y de cambio. Recuerda que "el trabajo inmaterial no procede
de una constatacin emprica de la desaparicin del trabajo en general, lo que parece idiota en
trminos de valor de uso (nunca la actividad humana ha estado tan presente en los diferentes tipos de
sociedad que cubren el globo). () Se trata de constatar que hoy, desde el punto de vista del valor de
cambio y desde el punto de vista de la plusvala (es decir, el valor aadido derivado de una inversin
en capital), que son siempre los puntos de vista del capitalista, lo esencial ya no es el gasto de fuerza
humana de trabajo, sino de la fuerza-invencin (M. Lazaratto), el saber vivo que no puede reducirse a
las mquinas y al saber compartido por el mayor nmero de seres humanos". La tesis del "trabajo
inmaterial" vendra a ser una actualizacin de la categora marxista de "trabajo abstracto".
Y del mismo modo que el capitalismo industrial no rompi con la sustancia del capitalismo mercantil
esclavista, el capitalismo cognitivo que se atisba tampoco elimina el mundo de la produccin material,
sino que lo "reagencia, reorganiza, modifica sus centros nerviosos". La financiarizacin, lejos de
significar el desarrollo de una falsa economa, catica, separada y contrapuesta de la "verdadera"
produccin (la de mercancas), constituira el reflejo de esta transformacin de la produccin
material.
Esta peculiaridad es la que aleja el capitalismo cognitivo de otras teoras, a derecha y a izquierda, que
han captado aspectos parciales de la transformacin, y a cuya crtica dedica un captulo: economa del
conocimiento, sociedad de la informacin, la nueva economa, o desde cierto marxismo, la teora del
capitalismo de los ejecutivos (managerial capitalism), entre otras.
Hasta aqu una primera aproximacin al tipo de acumulacin y al modo de produccin del capitalismo
cognitivo. Nos falta todava adentrarnos en las transformaciones del trabajo y de las formas de
explotacin, que dan lugar a nuevos antagonismos. Es lo que tratar de resumir en el prximo
artculo.
2 Entre nosotros, un reciente ejemplo lo constituye la serie de artculos que Jos Vidal Beneyto public
en El Pas (El capitalismo contra el planeta). Pese a su erudicin y la abundante bibliografa que
presenta, su anlisis del capitalismo actual no pasa de ser una diatriba contra lo que denomina el
capitalismo anglosajn, fuente del fundamentalismo financiero, frente al capitalismo renano,
donde, segn l, predominaron los valores de responsabilidad y de solidaridad (), y donde se
supone que las finanzas jugaron un papel menor, cuando es consustancial al capitalismo. Parece que
todo era bonito hasta que lleg Margaret Thatcher. No tiene en cuenta que el hecho de que las
trayectorias nacionales aparentemente distintas de los modelos anglosajones y continentales europeos
obedezcan a condicionantes sociales e histricos determinados (incluyendo el hecho de ocupar o no
una posicin hegemnica en el sistema interestatal: el imperio britnico y los Estados Unidos fueron
agencias hegemnicas en periodos diferentes, al contrario que Alemania o Francia) no impide
caracterizarlas como pertenecientes a una misma economa-mundo capitalista industrial, en la que
compartieron elementos decisivos: el fordismo, el taylorismo, el compromiso keynesiano (bien
anglosajn, por cierto), o las relaciones de dominacin norte-sur. Estatocentrismo y el olvido de la
acumulacin primitiva del perodo 1350-1750 son vicios comunes de los tericos de la izquierda
europea.
4 Nada que ver con una "tercera revolucin industrial", concepto ya en desuso y que interpreta los
avances tcnicos como un perfeccionamiento del sistema industrial.
7 Una reflexin sobre las tendencias actuales en los modos de gobierno (governance) lo podemos
encontrar en Antonio Negri y Michael Hardt,Imperio y Multitudes, ambos editados en Espaa por
Paids. Un proyecto de investigacin complementario al de capitalismo cognitivo. El primero es a la
filosofa poltica lo que este ltimo a la economa poltica.
El capitalismo, hoy (y 2)
En Le capitalisme cognitif, Yann Moulier Boutang recurre a las abejas como metfora
del nuevo capitalismo que se basa en la difusin del saber y en el que la produccin de
conocimiento pasa a ser la principal apuesta de la valorizacin del capital. En una sociedad
del conocimiento, la actividad productiva desborda los lmites estrictos del trabajo
asalariado, de las horas de trabajo, de los empleos: la actividad humana que se capta no es
la miel producida por las abejas productivas humanas, sino su actividad infinitamente ms
productiva de polinizacin de las relaciones sociales.
Las diferencias entre la divisin cognitiva del trabajo y la del capitalismo industrial son,
pues, importantes. Por ejemplo, el tamao de mercado pierde su pertinencia en un mundo
de pequeas producciones en serie, en una economa de variedad sometida a una fuerte
incertidumbre de la demanda. De ah la importancia de la innovacin. Las ganancias se
obtienen no tanto con economas de escala como con economas de aprendizaje[2].
As pues, el autor percibe el software libre como un autntico modelo productivo, pues
cuenta con mtodos especficos de organizacin, un modelo macroeconmico propio, y
valores propios: gratuidad, pasin hedonista de la actividad libre y del juego cognitivo,
libertad y reconocimiento de pares (peer-to-peer). La anttesis del trabajo industrial[3],
pero tambin del individuo liberal. Aqu el individuo ya no es el individuo liberal desligado
de la sociedad, sino un individuo integrado en comunidades de adscripcin voluntaria. La
produccin de comunidad se convierte en la mejor manera de producir bienes comunes
como el conocimiento.
Expuesto as, todo parece una utopa hermosa, un canto a la libertad y a la cooperacin
desinteresada. Sin embargo, por el contrario, el nuevo capitalismo cognitivo se caracteriza
por la omnipresencia de la explotacin y el carcter altamente antagonista del modelo.
Esta es la paradoja: necesita por un lado de la cooperacin libre de las redes sociales para
explotar la riqueza social producida, pero al mismo tiempo estas formas de creacin de lo
comn ponen en peligro las bases que permiten esta explotacin, de ah que sea tan
inestable e injusto- como los modelos precedentes.
Sin embargo, esta va debera tener poco futuro, segn Boutang, por las propias necesidades
del capitalismo cognitivo. La cooperacin entre cerebros que trabajan mediante
ordenadores personales conectados por medio de redes necesita libertad para innovar (por
ejemplo, Google necesita la actividad diaria de millones de usuarios). Y la apropiacin de
las tecnologas digitales por el mayor nmero posible de personas es la condicin
imprescindible para recuperar el trabajo de la inteligencia colectiva (este es el sentido de
la metfora de la polinizacin). Sin esta condicin, la productividad de la explotacin de
segundo grado desaparece. El capitalismo cognitivo, cuyo objetivo es producir valor (que
pueda traducirse en beneficio privado) necesita multiplicar los puntos de contacto con la
sociedad en movimiento, con la actividad viva. La sociedad del conocimiento produce usos
innovadores, y la empresa convierte ahora la riqueza que est ya en el espacio digital en
valor econmico. Es la definicin de empresario poltico, alguien capaz de entender las
redes sociales y apoyarse en ellas.
Teniendo en cuenta lo anterior, las tentativas de los Estados de controlar la sociedad del
conocimiento, como los intentos de someterlos a prcticas monopolsticas, se enfrentan a
serias dificultades estructurales internas. Limitar el acceso a la red, tambin por va de la
exclusin social, tiene como consecuencia la prdida de productividad.
Para poner en marcha una explotacin de este tipo hay que reconsiderar completamente la
proletarizacin. La separacin de la fuerza de trabajo de la persona del trabajador, y la
desposesin de los medios de produccin de riqueza son caractersticas del capitalismo
industrial (en el mercantil no, porque se basaba esencialmente en la explotacin del trabajo
esclavo). Pero en el capitalismo cognitivo esta separacin se vuelve muy difcil. No es
posible separar la implicacin de la atencin de los cerebros, los afectos, la creatividad, de
los cuerpos. No es posible separar la fuerza de trabajo de la persona jurdica libre. Resulta
tambin difcil determinar un tiempo de trabajo diferente del tiempo libre. Y la mayor
diferencia hace referencia a la separacin del trabajador de las condiciones de trabajo, de
los medios de produccin. En el capitalismo cognitivo, para producir riqueza, el trabajador
debe disponer de acceso a las mquinas (hardware), al software, a la red, y a las
condiciones de desarrollo de su actividad. El acceso libre sustituye a la propiedad privada
exclusiva. Se trata de acceder al mismo tiempo y colectivamente a informaciones, a
conocimientos, para producir otros conocimientos.
Sin embargo, la erosin del pacto social ha trado consigo unaagravacin de las
desigualdades, y una precarizacin de las relaciones salariales, sin que haya desaparecido
la subordinacin del trabajador dependiente, por no hablar del trabajo forzado de muchos
inmigrantes sin papeles. Adems, las nuevas formas de trabajo propias del capitalismo
cognitivo son las menos protegidas. El sentimiento de injusticia es tanto mayor cuanto los
valores de la sociedad del conocimiento son ms igualitarios. Y la infinita fragmentacin de
intereses parece imposibilitar cualquier intento de unidad poltica de la contestacin.
Esto explica la engaosa nostalgia de lo que los franceses denominan los treinta gloriosos
(1945-1975), cuando, mirado retrospectivamente, todo pareca ms simple. Hace ya
dcadas (al menos desde 1968) que el viejo Pueblo unitario comenz a multiplicarse por
mil. Los movimientos sociales que no encajaron en el movimiento obrero tradicional
incorporaron cuestiones como el sexo, el gnero, la edad, la ciudadana, el color de la piel,
o la herencia colonial. Boutang denuncia a los intelectuales de cierta izquierda francesa que
se empean en descalificar estos movimientos, negndoles el carcter poltico [7]. Cuando
no son demasiado burgueses, son unos marginales sin conciencia de clase.
Es un error ver el nuevo mundo con las gafas del viejo, sobre todo si son gafas
distorsionadas. El pasaje a un tipo diferente de capitalismo tambin fue difcil y convulso
en el caso de la transicin del capitalismo mercantil al industrial. Si en ese perodo
asistimos a una bifurcacin entre un capitalismo industrial mundializado y un capitalismo
mercantil esclavista, fue aqul el que finalmente sali adelante, en particular tras la guerra
de secesin norteamericana y el fin de la esclavitud en Brasil. Hoy la bifurcacin aparece
entre un poder imperial que se apoya sobre el nuevo liderazgo del capitalismo cognitivo y
la reafirmacin de un orden mucho ms autoritario que se apoya en los hinterlands
industriales deslocalizados en el sur.
A las acusaciones de reformismo, Boutang responde que las transformaciones del modo
de acumulacin ya se estn produciendo, y en esta transicin el capital lleva la delantera.
Aade que ni la resistencia sobre la lnea Maginot de la defensa de los precedentes
debilitamientos del sistema salarial, ni la estrategia de desestabilizacin revolucionaria
o de resistencia, sin indicacin estratgica, por un medio obrero vapuleado y una
contestacin magnfica pero a menudo encerrada en una teora cada vez ms desfasada,
han servido para gran cosa.
Nuevos interrogantes
Obviamente, quedan cabos sueltos por tratar. Desde el sur podra argumentarse que Moulier
Boutang peca de eurocntrico. Obviamente, es europeo y es sobre todo al pblico francs y
europeo al que se dirige principalmente. Su mtodo parte de las tendencias ms
innovadoras del capitalismo: Marx en California, llega a decir, para sealar uno de los
puntos donde comenzaron los cambios ms relevantes del trabajo cognitivo[9]. Pero se
limitan los cambios que describe y las problemticas que trata al escenario europeo o
norteamericano? Pensar esto es un error. Las tendencias descritas se pueden encontrar tanto
en la industria china ms avanzada, en Bangalore (India), como en las principales
metrpolis del sur. Es en Brasil donde se ha promulgado una ley de renta bsica, todava
muy limitada. Y en frica, a pesar de la brecha digital, la expansin de la telefona mvil
ha sido fulgurante, aprovechando la relativa ausencia de infraestructuras de telefona fija.
Adems, los movimientos migratorios estn generando complejas redes sociales que
trascienden las fronteras.
Lo que s se hecha en falta es una mayor atencin a aquellos pueblos en las que no han
cuajado del todo ni el Estado, ni las relaciones capitalistas de produccin, ni compromisos
salariales de tipo europeo o estadounidense. En una economa del conocimiento, los saberes
tradicionales adquieren un nuevo significado. Donde el Estado de tipo europeo es dbil o
desvinculado de la dinmica social, y donde la informalidad es la regla, cules son las
implicaciones de las nuevas formas de valorizacin? Por qu no tener en cuenta, adems
del eslabn ms fuerte, como hace Boutang, tambin los eslabones ms dbiles del
capitalismo?
Finalmente, queda abierta la cuestin de si mutaciones tan profundas como las de las
relaciones de propiedad, o si las luchas sociales centradas en la gestin de lo comn o en la
garanta del ingreso podrn poner en cuestin no solamente el sistema de acumulacin, sino
el capitalismo en s, y hacia qu modelos de sociedad nos dirigimos. En una encrucijada
histrica encontramos tanto posibilidades de liberacin, como de un reforzamiento de las
cadenas. Lo que est claro es que representarse el nuevo capitalismo bajo las viejas ropas
del capitalismo industrial no ayudar en nada en esta tarea.
1 Aclaro, usando palabras de Franco Berardi Bifo (La fbrica de la infelicidad, 2003,
Traficantes de sueos): cuando uso la nocin de trabajo cognitivo soy plenamente
consciente de que el trabajo es siempre, en todos los casos, cognitivo. () hasta el ms
repetitivo de los trabajos de cadena de montaje implica la coordinacin de los movimientos
fsicos segn una secuencia que requiere de las facultades intelectuales del obrero. Pero al
decir trabajo cognitivo queremos decir un empleo exclusivo de la inteligencia, una puesta
en accin de la cognicin que excluye la manipulacin fsica directa de la materia. En este
sentido definira el trabajo cognitivo como la actividad socialmente coordinada de la mente
orientada a la produccin de semiocapital.
2 Esta divisin cognitiva del trabajo genera nuevas polarizaciones a escala mundial, desde
el momento en que el factor determinante de la competitividad de un territorio depende
cada vez ms del stock de trabajo intelectual movilizado de manera cooperativa. Por
ejemplo, en el caso de las actividades cientficas, resulta decisiva la localizacin de las
universidades en las grandes metrpolis. La nueva polarizacin, ms que dependencias,
puede entraar "desconexiones forzadas", segn los investigadores del capitalismo
cognitivo.
3 En este punto se basa en la obra del finlands Pekka Himanen sobre la denominada
tica hacker.
5 Del mismo modo que en los anteriores perodos del capitalismo nos hemos encontrado las
diferenciaciones entre trabajadores dependientes libres, semilibres y esclavos/liberados, y
entre los pobres, lumpenproletariado, proletariado y clase obrera.
6 Nombre que se dio en Inglaterra a la supresin, por parte del Parlamento, de los derechos
de propiedad colectiva sobre las tierras. Sobre esta cuestin de los cercamientos, ms
complicada de lo que parece ste movimiento abarca cinco siglos y, en principio, los
cercamientos fueron ms bien el resultado de la desercin de los lugareos que de su
expulsin forzada vase Yann Moulier Boutang, De la esclavitud al trabajo asalariado,
Madrid, Akal-Cuestiones de Antagonismo, 2006.
El gobierno francs plante acabar con este estatuto en 2004, lo que desencaden un
movimiento social de protesta que incluy la produccin de reflexin terica, en la
que colabor Moulier Boutang.
9 Segn Boutang, "la genialidad de Marx y Engels no se dio por haber estudiado la
poblacin trabajadora ms numerosa en Inglaterra (los trabajadores domsticos que se
contaban por millones), sino los 250.000 obreros de las fbricas de Manchester."
Escrito por: Samuel.2007/08/25 10:32:45.436000 GMT+2
Etiquetas: software-libre yann-moulier-boutang explotacin capitalismo renta-bsica trabajo | Permalink | Comentarios (2) | Referencias (0)
COMENTARIOS
Este comentario confunde lo productivo y lo social de una forma que no se ve en ninguna forma en la
realidad: ms que un anlisis sociolgico parece un tratado de Teologa. No le falta lo imprescindible:
la mencin, el abuso y la reiteracin de la palabra redes.
No pretendo hacer un anlisis sociolgico, sino la resea apretada de un libro que recurre a
argumentaciones econmicas, sociolgicas y, por qu no, filosficas (que no teolgicas). En cuanto a
confundir lo productivo y lo social, efectivamente, sa es la premisa de la que parte el autor, con la
que estoy de acuerdo. Lo productivo tiende a identificarse cada vez ms con lo social. Los ejemplos de
Wikipedia, Youtube o Google son los ms evidentes, por el fuerte componente inmaterial que implican.
Subrayo adems la nocin de tendencia porque el autor lo que est planteando es una hiptesis a
partir de la acumulacin de indicios disponibles (que se han multiplicado en los ltimos aos), y por la
inadecuacin creciente de viejos conceptos del capitalismo industrial. El concepto de red, ms que un
objeto emprico, viene a ser una forma de ver las cosas. Una aspiracin poltica tambin, frente a
jerarquas y autoritarismos.
En cualquier caso, se puede hacer buena Teologa con categoras tan habituales y al mismo tiempo tan
desprestigiadas como la de Producto Interior Bruto (que se haya tenido que complementar con ndices
como el de Desarrollo Humano no es casualidad), la de Desarrollo Sostenible, o mejor, la del individuo
racional aislado de la sociedad, fundamento de la economa liberal, completamente inexistente en la
realidad. Por no hablar de ese compendio de virtudes teolgicas que es el Estado.
Segn nos cuentan, se pretende "analizar con este curso el comportamiento actual de la economa-
mundo capitalista y las respuestas de los movimientos antisistmicos en la coyuntura actual, presidida
por la crisis de la hegemona estadounidense, la guerra como instrumento de gestin de la
reestructuracin de las relaciones capitalistas globales y la intensificacin de las desigualdades socio-
econmicas a escala intranacional e internacional".
Los paneles se organizan geogrficamente (frica, Asia...) y por temas (financiarizacin del capital,
realidad postcolonial, etc.).
Para abordar un asunto tan complejo, intervienen ponentes de primer nivel, cuyas obras han sido
publicadas en castellano en la coleccinCuestiones de Antagonismo, de la editorial Akal (que
coordina la gente de la Universidad Nmada): gente como Giovanni Arrighi, Samir Amin, Peter
Gowan o Yann Moulier Boutang. A ellos se suman otras perspectivas, como la del
socilogo Walden Bello o Vicen Navarro.
Un curso que recomiendo a quienes estn por esas fechas en Madrid, sobre todo a los que no
necesiten crditos universitarios. Se agradece que no vaya ningn poltico conocido a soltar
banalidades. Desgraciadamente, yo no voy a poder estar, pero me hubiera gustado.
Historias del trabajo
Alguien coment en una ocasin que una neblina nos impeda entender la historia de las
microrresistencias de los de abajo, aquella historia que trata de dar sentido a la cotidianeidad de las
complejas relaciones sociales de millones de personas, en las que el trabajo juega un papel
fundamental.
En consecuencia, existe una cierta dificultad para, en primer lugar, leer en trminos polticos la vida
cotidiana de los de abajo, las relaciones sociales que construyen continuamente el tejido social. Y, en
segundo lugar, para establecer un hilo conductor que vincule las experiencias vitales de las
resistencias desde los orgenes del capitalismo, all por el siglo XIV, hasta la actualidad, y no limitarlo
a la gnesis del proletariado industrial, como suele hacerse. Las recurrentes incomprensiones del
mundo campesino, de la figura de los pobres (peyorativamente calificados de lumpenproletariado por
cierta historiografa marxista), de las sociedades no occidentales, son una muestra de las limitaciones
de esta mirada.
Boutang incorpora la perspectiva global y de largo plazo sobre el capitalismo de los tericos del
sistema-mundo, pero asume el postulado autonomista de que el antagonismo condiciona no slo las
formas de organizacin de los de abajo, sino tambin la constitucin del mercado, la formacin del
Estado y la evolucin de la empresa capitalista.
De la esclavitud... es el resultado de una ambiciosa tesis doctoral, en la que el autor propone un largo
recorrido que lo lleva a poner en discusin algunos dogmas fundamentales sobre los cuales las
ciencias sociales y econmicas han construido la imagen actual del capitalismo, empezando por el
concepto de trabajo asalariado formalmente libre. ste no es sino una de las variantes de la categora
de trabajo dependiente, que admite en su interior formas libres, semilibres y no libres. Slo as se
entiende la funcin constitutiva de las formas de trabajo no libre o semilibre en el desarrollo del
capitalismo, y sobre todo la coexistencia de las distintas formas de trabajo dependiente.
As pues, el libro analiza la evolucin de las formas autoritarias de trabajo dependiente, desde la
segunda servidumbre en la Europa central y oriental, hasta el apartheid sudafricano, pasando por la
esclavitud en la economa atlntica (en las colonias espaolas, en Brasil y Estados Unidos), las
diversas formas de deportacin que dieron origen al sistema de trabajo forzoso en las colonias, las
migraciones internacionales bajo contrato (los coolies chinos) y el sistema de peonaje.
Especial atencin dedica a las revueltas y movimientos de los pobresde 1350 a 1750, decisivos para
entender la historia del capitalismo mercantil . El conflicto fundamental consistir en la fijacin de la
mano de obra rural, mediante una incipiente poltica de mano de obra que supuso una de las primeras
manifestaciones de centralizacin econmica de un espacio homogneo y una de las claves del
mercantilismo. El fracaso a la hora de poner a trabajar a estas clases subordinadas en
Europa, incluyendo leyes contra los pobres, explica en parte la aventura colonial.
Tambin trata de explicar el paso de una sociedad con esclavos, trabajadores serviles (servants) y
colonos, a una sociedad esclavista.Por ejemplo, a principios del siglo XVII en la Amrica
anglosajona no todos los negros eran esclavos, y haba trabajadores serviles tanto blancos como
negros. Sin embargo, no es hasta finales del mismo siglo que se institucionaliza legalmente la
esclavitud negra (despojando a los negros de derechos cvicos que en un momento dado disfrutaron),
se acenta la racializacin y se extiende la institucin a los descendientes, mientras que la
servidumbre por contrato extenda su duracin. A qu se debe esta secuencia?
El autor responde, con abundantes datos y bibliografa, que la creciente coercin del sistema
esclavista se debe precisamente a las rebeliones y fugas de los esclavos. La estigmatizacin racial, la
prohibicin del matrimonio, y la cosificacin del esclavo hasta extender la institucin al fruto de "la
cosa" poseda se fueron acentuando conforme se iba haciendo cada vez ms difcil retener al esclavo
en la plantacin: fugas, deserciones, el mismo mestizaje, fueron las vas de emancipacin que
motivaron que el capitalismo fuera coartando, de forma progresiva, la libertad de movimiento (y en
particular, la libertad del trabajador para finalizar el contrato), para configurar esa institucin del
trabajo dependiente que es la esclavitud moderna. No slo eso: la esclavitud permiti una
disciplinarizacin de la relacin laboral llevada al extremo. De hecho, muchos elementos del sistema
de plantacin vuelven a encontrarse en la fbrica industrial decimonnica. Es el fracaso de esta
disciplinarizacin, y no la mera conveniencia econmica de unos amos omnipotentes o la transicin a
una economa de mercado, segn los tpicos que hemos heredado, el que explica el final del sistema
esclavista. El anlisis de la esclavitud brasilea es particularmente revelador.
Algo similar llegara a pasar en Sudfrica, donde, como muestra Boutang, la institucin
del apartheid se fue contruyendo progresivamente, durante la primera mitad del siglo XX, para
asegurar el control de los flujos de la mano de obra africana, caracterizada por su indisciplina y nulo
afn productivista, este ltimo un rasgo que pervive en muchas sociedades no europeas.
Por resumir de algn modo las mil pginas del libro (setecientas de letra chica en la edicin francesa,
que es la que conozco), para Boutang, el principal problema de la acumulacin capitalista ha
consistido en controlar la impredecible movilidad de la fuerza de trabajo, dada la tendencia de los
trabajadores a sustraerse al mando capitalista. Durante siglos, la ruptura unilateral del contrato de
trabajo fue la principal amenaza para la formacin de un mercado de trabajo que permitiera
suministrar trabajadores dependientes suficientes de forma regular y estable. Para garantizarlo se
crea la institucin del "mercado de trabajo".
Al final de su anlisis, concluye que el que el mercado sea portador o no de libertad, depender de la
naturaleza exacta de los activos sobre los cuales se aplica la transaccin dinero/trabajo. Si hay
problemas para controlar el suministro de mano de obra, el intercambio puede llegar a extenderse al
activo de la movilidad del dependiente, embridando su derecho de fuga directa o indirectamente, con
lo que en este caso hablaramos de un mercado de trabajo forzado o semiforzado. El sistema de
permisos de residencia y de trabajo aplicado en Europa a las migraciones contemporneas, guarda
similitudes asombrosas, segn nos demuestra el autor, con el sistema del pass sudafricano.
Antonio Negri haba tenido lugar poco antes; desde entonces para
***
una poltica marxista habra hecho rer con ganas, y eso a pesar
de que pas toda su vida, con un xito por otro lado- muy
capitalismo histrico.
en poltica.
poltica; es su prembulo.
secos.