De La Trapanada Al Aysén - Mateo Martinic
De La Trapanada Al Aysén - Mateo Martinic
De La Trapanada Al Aysén - Mateo Martinic
DE LA TRAPANANDA
AL YSEN
MATEO MARTINIC BEROS
Mateo Martinic
Ediciones Fundacin Ro Baker
www.fundacionriobaker.cl
Diseo y Diagramacin
Jessica Jure de la Cerda / www.jeju.cl
Correccin de textos
Federico Gana Johnson
Fotografa de Portada
Rodrigo De Los Reyes Recabarren
Impresin
Esta segunda edicin de 1.000 ejemplares fue impresa en octubre de 2014
Grafic Suisse | Seminario 1393, uoa | Santiago, Chile
sobre el acontecer
de la Regin de Aysn
desde la Prehistoria
Mateo martiniC
RESCATAR UN TESORO FUNDAMENTAL
DEL PATRIMONIO CULTURAL CHILENO
7
La Fundacin Ro Baker se siente orgullosa por patrocinar la nueva
edicin de este libro, para contribuir al conocimiento en Aysn, en Chile
y en el extranjero de esta potente y maravillosa regin. Lo hacemos pre-
cisamente porque uno de los objetivos de nuestra entidad es difundir,
compartir el conocimiento de la Patagonia y despertar vocaciones para
que muchos chilenos se interesen en sus potencialidades.
La Obra que est en sus manos es un trozo vivo de este real y pro-
fundo patrimonio cultural, social, territorial, estratgico y turstico de Chile,
Este libro incluye, efectivamente, todo lo que se puede contar, compro-
badamente, sobre Aysn. El historiador se dio todo el tiempo indispensable
para intuir, averiguar, vincular, interpretar. Dedic aos a relacionar antece-
dentes con la entusiasta colaboracin de muchos entendidos en diferentes
especialidades, el aporte de destacados historiadores e investigadores regio-
nales y la propia entrega a la lectura y estudio de innumerables documentos.
Concret as, inobjetablemente, la mayor meta de la vida que todo amante
de la historia guarda ntimamente y que no es otra que unir con armona y
sapiencia los grandes sueos con las grandes realidades.
Don Mateo Martinic profundiza en el origen del territorio, en su
desarrollo a travs de los siglos y llega al presente para, desde all, pro-
yectar sus potencialidades futuras.
Incluye, informacin relevante del marco geogrfico y del aconte-
cer histrico, describiendo los primeros habitantes australes de Am-
rica hasta la decadencia y extincin de los chonos.
Luego, incursiona respecto de la llegada de nuevos habitantes ex-
ternos durante cuatro siglos: los viajes misionales y de bsqueda de
la Ciudad de los Csares, las primeras expresiones cartogrficas del
conocimiento geogrfico, la penetracin tierra adentro y las diferentes
exploraciones que fueron atestiguando la existencia de aquellos te-
rritorios ignotos, hasta alcanzarse el conocimiento global y oficial del
territorio de Aysn, en las vsperas del poblamiento colonizador.
Describe a continuacin con minuciosidad el diario vivir de los ade-
lantados, tanto los cipreseros, los cazadores y pescadores, los tableros, los
industriales, los hieleros y los mineros como los vendedores de ilusiones
y los primeros concesionarios. Se introduce tcnica y literariamente en
la crianza del ganado vacuno y lanar, en la explotacin de maderas y en
el principio de las colonizaciones empresariales fundacionales.
El libro tambin representa un merecido homenaje a la mstica aisenina,
especialmente en las pginas sobre la evolucin provincial para enfrentar
8
las grandes tareas de la primera mitad del pasado siglo, las exploraciones y
9
GOBIERNO REGIONAL DE AYSN
11
El aporte cultural y humano a nuestro pas no ha sido menos im-
portante que la redaccin de este libro que hoy entregamos a toda
nuestra comunidad con la seguridad de que ser una til herramienta
de estudio y trabajo acadmico.
Finalmente no me queda ms que agradecer al autor por su inva-
luable aporte al conocimiento de nuestra regin e invitarlos a leer un
parte de nuestra historia.
13
Beros. Esta comienza incluso antes del concepto de la Trapananda,
vocablo usado desde los tiempos coloniales para referirse al espacio
geogrfico ubicado ms all de Chilo hasta el Estrecho de Magallanes.
Esa Trapananda que pasa a ser incorporada a la Gobernacin o Reino
de Chile tras explcita solicitud de Pedro de Valdivia al Emperador
Carlos V.
Una historia minuciosamente construida, en la cual encontramos
una exposicin sobre el espacio geogrfico, el paisaje y sus peculiares
caractersticas que permiten singularizar el litoral, zona subandina, va-
lles intermedios y la estepa oriental de la Patagonia.
Una vez entrando al captulo de poblamiento con la llegada de
los forneos, el autor nos permite complementar la mirada existente
desde los centros de poder y la exigua comprensin territorial que
ponan a la Patagonia como una tierra desconocida y susceptible de
conquista, al no haber una soberana manifiesta por parte del Reino
y ms tarde la Repblica de Chile. Las expediciones evangelizadoras
en busca de almas recorrieron los canales con la ayuda de indgenas
canoeros dejando un legado en el conocimiento de esos parajes, po-
blacin nativa y primeras cartografas. La percepcin de la existencia
de este territorio era simplemente desconocida y sin proyeccin in-
mediata.
Esta historia comienza a partir de hallazgos de ocupacin humana
documentados sobre esta porcin del continente. Como siguiendo un
desfase atvico en todos los aspectos de apertura de Aisn, los fen-
menos poblacionales fueron ms tardos en relacin a otras regiones
ms septentrionales, vertindose en una movilidad migratoria ante el
retiro de los hielos de cobertura glacial pleistocnica.
Se nos presenta el poblamiento de Aysn en dos focos territoria-
les: la zona del Archipilago y la zona sub-andina oriental. En ambos
casos pueblos nmades que hacia el litoral se identifican con bandas
canoeras correspondientes a dos o ms etnias, con ciertas prcticas
de pesca, construccin naval y otros antecedentes que se relatan en
crnicas de expediciones desde el siglo XVI. Por otro lado, los hallaz-
gos asociados a Bao Nuevo y el arte parietal registrado en la zona
del valle medio del Rio Ibez, representan hoy la expresin de una
estirpe nmade que deambulaba por el borde occidental de la estepa
patagnica, dejando mltiples expresiones.
Don Mateo, en su extenso trabajo investigativo, tambin ha re-
14
cabado aspectos sociales y econmicos en los territorios contiguos,
15
estas lejanas. Igual de elocuente resulta la descripcin del Coronel
Marchant al arribar al precario Puerto Aysn, a dar esos primeros pa-
sos entre tablones evitando el barro y la lluvia incesante.
Cerrando el desarrollo de los captulos se despliegan imgenes im-
presionantes sobre el estilo de vida sumido en la precariedad que
asomaba en hogares de numerosas familias, una vida en caresta en
espera de vender los productos un par de veces al ao en boliches
fronterizos.
La limitante en todo tiempo siguen siendo la conectividad, los ca-
minos confinados a las condiciones ambientales o, lo mismo, un mar
tempestuoso que retrasaba la llegada del barco y con ello el abasteci-
miento y la correspondencia para las tramitaciones en curso.
Finalmente el autor hace un recorrido por los nuevos poblados, sus
vinculaciones, motivaciones. Menciona pobladores destacados ya cons-
tituidos en los progresistas Comits de Adelanto, que seran quienes
comenzaban a exigir a las autoridades la formulacin de respuestas a
requerimientos. Es as que algunos poblados ya estaban establecidos y
en desarrollo mucho antes de la fecha formal de fundacin.
Resulta muy interesante la dinmica de desarrollo a futuro y la
latencia de un proceso de integracin inconcluso. Esta obra recaba el
escenario poltico que rega la Repblica y cmo se gestaron las accio-
nes para abordar la integracin. Enfatiza la determinacin del General
Carlos Ibez de crear el Territorio de Aysn en 1927, y lograr una
gestin efectiva del Estado a travs de su Intendente Luis Marchant
Gonzlez.
Otro evento clave y promisorio es la apertura de la carretera Lon-
gitudinal Austral en 1974 y la extensin de kilmetros que se han
sumado hasta estos das. Esta obra mejorara la conexin territorial
dando acceso vehicular donde no haba ms que huellas de tropeo.
A ms de un siglo de sus primeros asentamientos poblacionales
la Regin de Aysn ha entrado en un intrincado cuestionamiento del
manejo del territorio. Esto debido a la entrega de grandes extensiones
a grupos transnacionales y extranjeros adems de la compra de cam-
pos de parte de quienes no residen en la regin, con el consecuente
cierre de praderas de pastoreo y desalojo de la masa ganadera cada
vez ms disminuida. Lo anterior tiene necesariamente repercusiones
en la migracin de pobladores que se dispersan en los villorrios o en
los cordones marginales de mayor vulnerabilidad social de las jvenes
16
ciudades. Por otra parte, el sector pesquero artesanal aboga por la
17
Prlogo
19
que sera determinante para mi vocacin historiogrfica y para mi propia
existencia, Aysn no qued de lado y, en la medida de lo posible, fui acu-
mulando noticias de variado orden y enriqueciendo mi informacin par-
ticular sobre el mismo. Coetneamente comenc a reunir antecedentes
escritos en tanto daba forma con los aos a mi biblioteca personal.
De ese modo, poco a poco, fue creciendo y nutrindose el inters
por Aysn, que se afirm a partir de 1968 en que por primera vez lo
visit -desde entonces he vuelto muchas veces, tanto que slo en lo que
se refiere a la Carretera Austral la hemos recorrido con mi esposa en
todo o en parte cinco veces-, realic algunas investigaciones especficas
de carcter histrico y geogrfico que entend en cada oportunidad
como una contribucin que estaba en m poder hacer, para ir comple-
tando y mejorando la informacin general sobre su acontecer humano
en el tiempo. As me fui compenetrando tanto, con un entendimiento
cada vez ms claro sobre tan trascendente aspecto, que de pronto me
hizo ver que estaba suficientemente comprometido. Simultneamente
haba ido adelantando y completando una ardua y laboriosa tarea inves-
tigadora e historiogrfica, que me ha permitido hacer una contribucin
que aprecio como sustancial para el ms acabado conocimiento de mi
tierra originaria, la parte meridional de la Patagonia chilena, Magallanes.
Alivianado, si cabe el trmino, de esa auto impuesta responsabili-
dad, vi que poda asumir un compromiso de real envergadura como
era el de elaborar una suerte de visin panormica amplia sobre el
acontecer aysenino desde el tiempo ms remoto hasta el presente,
poniendo en ello la capacidad desarrollada y la experiencia de tra-
bajo adquirida con los aos, y esto motivado por un afecto acrecido
por la regin y su gente. El momento de la decisin se dio durante el
desarrollo del seminario sobre la colonizacin del Baker realizado en
Cochrane, en febrero de 2003.
Ese compromiso se ha hecho efectivo con la preparacin y publicacin
de esta obra, que la entiendo y la presento como una visin panormica y
reflexiva, orgnica, coherente e integral de su acontecer histrico.
Por cierto, para que tal se haya podido dar he debido utilizar, es-
pero que con suficiente provecho, el trabajo intelectual de muchos
que me han precedido en el afn de que se trata, que reconozco y
agradezco.
Ello me lleva a poner de relieve esa tarea y a destacar como se
merecen a cuantos la han ejecutado. De partida, cabe iniciar la nmina
con Baldo Araya Uribe, trabajador eficaz de la pluma, investigador a
su manera, que inspirado por el gran cario que profesa a su tierra de
20
adopcin ha publicado monografas y artculos con notable fecundia,
haciendo acertadas interpretaciones sobre sucesos relevantes de la
historia regional. Su aporte, que valorizo especialmente, debe ser cier-
tamente destacado como el de un aysenino esforzado, honestamente
empeado en hacer luz para el apropiado conocimiento de determi-
nados momentos del pretrito de su tierra.
Con l ha de mencionarse a varios otros, comenzando por el erudito
Toms Thayer Ojeda, con sus estudios tempranos en procura del perfi-
lamiento histrico y geogrfico de la regin central patagnica chilena; y
con Jos M. Pomar, que sin querer hacer historia, de hecho dej un do-
cumento valioso para la posteridad, en tanto que fue testigo singular de
un suceder temporal relevante del perodo de la ocupacin colonizadora
del territorio de Aysn, como lo hiciera ms tarde Fernando Seplveda
Veloso en la ulterior evolucin del proceso. Tambin corresponde recor-
dar el eminente explorador y gegrafo Dr. Hans Steffen, que escribiendo
sobre su especialidad igualmente hizo historia; a Jorge Ibar Bruce y a Ma-
rio Gonzlez Kappes, con sus vivencias testimoniales sobre la sociedad
aysenina de antao; a scar Aleuy Rojas, recopilador y escritor fecundo
de pequeas historias lugareas y a Flix Elas, con sus sabrosas crnicas
del tiempo viejo de tierra adentro; a Leonor Ovalle, Adolfo Ibez, Ser-
gio Millar Soto, Luis Carreo Palma y Rodrigo Hidalgo Araneda, por sus
estudios y contribuciones referidos particularmente a la ocupacin colo-
nizadora en la parte central del territorio aysenino y a los conflictos que
se derivaron de la misma; al meritorio Augusto Grosse, quien como su
compatriota Steffen al hacer relacin de sus exploraciones hizo involun-
tariamente historia del tiempo contemporneo, a Francisco Mena Larran,
acucioso investigador de la prehistoria aysenina, a Danka Ivanoff cuyo afn
historiogrfico est referido en especial a su querido entorno lacustre chi-
lechiquense, y a Antonio Horvath, con sus aportes especficos que tanto
interesan para la mejor comprensin de la vida aysenina, en fin. Por cierto,
no son los nicos, pero obviando la mencin, importa para unos y otros
valorizar sus contribuciones de diferente grado, extensin y calidad, apre-
ciando en todos lo rico que tienen como esfuerzo narrativo, testimonial,
interpretativo o reflexivo en la construccin de segmentos de la historia
de Aysn. Su aporte conjunto es imprescindible para cualquier trabajo de
una envergadura como la que tiene la presente obra.
Personalmente nos agregamos a tan honrosa nmina, por nuestros
trabajos precedentes que permitieron hacer una contribucin original
referida a la historia de la ocupacin colonizadora del sector meridio-
nal aysenino, en tanto que el mismo integr el antiguo Territorio de
Magallanes, del mismo modo que un completo estudio histrico-geo-
21
grfico sobre el territorio regional, cuando el mismo aun innominado
por inindividualizable integraba la concepcin de la vasta Tierra Maga-
llnica de los siglos XVI al XIX.
As entonces, con esa informacin acumulada, acrecida con datos y
noticias obtenidos en incansable bsqueda por aqu, all y acull, ms do-
cumentacin indita, informes administrativos, estudios socio-econmicos;
recuerdos, memorias y cartas personales; tesis universitarias, memorias
institucionales, noticias y ediciones especiales de la prensa escrita: lbumes
fotogrficos, planos y mapas, en fin, todo ello ha sido valorizado y aprove-
chado sin desperdicio con el rigor que caracteriza nuestro trabajo.
En este respecto cabe consignar nuestro especial reconocimiento
para con cuantos enterados de nuestro propsito y requeridos de cola-
boracin la brindaron generosamente. Entre varios, debe mencionarse
al profesor Leonel Galindo, proveedor de noticias y de documentos, con
quien compartimos largas conversaciones referidas al territorio de su
nacimiento y del comn afecto; a David Sandoval y a Cristbal Cosmelli,
por su disposicin para facilitar la tesis de grado, el primero, y la memo-
ria administrativa de su padre, el segundo; a Danka Ivanoff, por la entrega
de diferentes antecedentes histricos, a doa Jeannine de Halleux de
Raty por sus antecedentes referidos a la inmigracin belga y a otros as-
pectos, y a su hijo Paul Raty, nuestro anfitrin en la estancia Ro Cisnes,
por los documentos referidos a las compaas que se sucedieron en el
dominio del establecimiento y por su magnfica voluntad y compaa
en un largo recorrido de conocimiento de grato recuerdo; tambin a
Ilonka Csillag, a Magdalena Rosas y a Myriam Mansilla, a Heinz Kunick, a
Patricio Orellana y, en particular, a Norberto Seebach, por el material
fotogrfico puesto a nuestra disposicin y por su autorizacin para pu-
blicarlo. Un agradecimiento especial para Ximena Silva, bibliotecaria del
Instituto de la Patagonia, Universidad de Magallanes, por su amable y
expedita intermediacin con otras bibliotecas nacionales en procura de
documentos y libros antiguos, o de actuales de circulacin restringida.
Por fin y no menos importante, dejamos constancia de nuestro recono-
cimiento para con la Universidad de Magallanes por brindar el espacio
y el tiempo acadmicos para el desarrollo del trabajo.
El resultado nos satisface plenamente y con l esperamos llenar
un vaco, pues se trata de la obra que echbamos en falta. La misma
resume una historia honrosa, hermosa y admirable, digna y diferente,
apasionante como pocas de las regiones chilenas.
1
Este topnimo, recogido por el explorador P. Jos Garca durante el siglo XVIII, segn Jos de Moraleda
(1793) sera una voz veliche significativa de internacin o penetracin tierra adentro que es la forma geogrfica
que adopta el fiordo que recibi la denominacin original. Por cierto, no es esta la nica interpretacin y se
conocen otros que le atribuyen un origen anikenk o ingls, por deformacin fontica. En cuanto a la grafa,
esto es, si es con y o i, es algo sobre lo que no hay acuerdo, usndose ambas indistintamente. Para el
caso de este libro optamos por la forma histrica. En las primeras dcadas del siglo XX al ser pronunciada
era acentuada en forma grave, pero despus se ha impuesto la modalidad aguda.
2
En este concepto geogrfico se comprende la Patagonia occidental propiamente tal, incluido su antemural
archipielgico (exceptuando Chilo y sus islas) y la porcin de la Patagonia oriental situada al oeste de
la divisoria continental de aguas que, en virtud del laudo arbitral de 1902, fue adjudicada a Chile.
23
Producto particular de las colosales transformaciones propias de
la dinmica tectnica y orognica de la corteza terrestre durante el
transcurso de millones de aos, y acabado de modelar por el peso y
la capacidad erosiva del hielo pleistocnico desde un milln de aos
atrs, incluyendo movimientos alternativos de eustasia e isostasia, el te-
rritorio aysenino adquiri al fin la fisonoma geogrfica y morfolgica
que lo caracteriza en el presente.
En su vastedad se distinguen claramente tres secciones diferencia-
das, que se presentan de oeste a este: una, conformada por el con-
junto insular occidental que integran los archipilagos de las Guaitecas
y los Chonos -la Chonia histrica- y el complejo peninsular de Taitao,
que hacen de colosal antemural de la tierra firme continental que se
alza hacia el interior.
Una segunda, constituida por el cordn cordillerano -Andes Pa-
tagnicos- que transcurre por la parte central del territorio; y una
tercera, conformada por las tierras de ultracordillera hacia el oriente,
que en general van declinando en elevacin en la medida que se apro-
ximan a la frontera internacional.
La primera gran seccin adquiri su carcter insular-peninsular defini-
torio por obra tanto del entrecruzamiento de fallas, fracturas y diaclasas
geolgicas, cuanto por el hundimiento de la masa continental, lo que
igualmente explica la elongada depresin central aysenina por la que se
desarrolla el sistema martimo conformado por los canales Moraleda y
Costa, y el fiordo Elefantes, a modo de gran va interior, y los canales
y fiordos que se abren hacia el este y el oeste. De tantas islas que all
emergen deben mencionarse por su tamao, entre otras, Magdalena, la
mayor de la Regin; Gran Guaiteca, Benjamn, Cuptana, James, Melchor,
Victoria, Traigun, Riveros, Humos, Nalcayec, Simpson y gran cantidad
de otras medianas y menores. Por entre ellas transcurren pasos y ca-
nales tales como los ya mencionados Moraleda y Costa y otros como
los llamados Tuamapu, King, Prez Norte y Prez Sur, Simpson, Baeza,
Bynon, Ciriaco, Goi, Jacaf, Puyuhuapi, Errzuriz, Darwin y muchos otros.
Los fiordos ms notables se abren en general hacia el este, Puyuhuapi,
Magdalena, Aysn, Quitralco, Cupqueln y Exploradores. La pennsula de
Taitao, prolongacin occidental del continente, es un gran complejo de
pennsulas menores y fiordos, con una suerte de individualidad geogr-
fica propia en el sector de que se trata, que incluye dos extensos de-
psitos lacustres interiores, lagos Presidente Ros y Elena, descubiertos
tardamente gracias a la fotografa area.
24
Al sur de la misma, el amplio golfo de Penas3 interrumpe la fiso-
3 Originalmente denominado por lo espaoles golfo de Peas, al ser recogido posteriormente el top-
nimo en las cartas marinas inglesas pas a ser de Penas por no existir en su alfabeto la hispana.
Al fin result ser una carencia feliz porque en verdad se suelen sufrir penurias durante su navegacin
por aguas comnmente muy agitadas.
4 Corrientemente suele drsele una altura de 4.058 metros, que en opinin de montaeros entendidos
es incorrecta por exceso.
25
La gran faja o seccin oriental se caracteriza por su relieve pro-
gresivamente ms bajo segn se avanza hacia el este, ello en lo que
corresponde al cordn andino y sus estribaciones, pues tambin hay
sistemas montaosos transversales y aislados que contribuyen a dar
una notoria complejidad al vasto sector, circunstancia que result de-
terminante para el poblamiento colonizador de la Regin, definiendo
una virtual cantonizacin a la manera histrica suiza. Entre ellos se
han formado extensas cuencas hidrogrficas que drenan hacia el oeste
atravesando el cordn andino central. Los sistemas fluviales ms im-
portantes son los de los ros Palena, Cisnes, Aysn y Baker. Los cursos
medios y superior del Cisnes y del Aysn se hallan en suelo nacional,
en tanto que las hoyas superiores del Palena y del Baker se encuentran
en territorio argentino, en este caso slo parcialmente. Un quinto ro
de importancia como es el Pascua, no llega a cruzar el cordn andino
y se vierte en el fondo del fiordo Baker. Las hoyas hidrogrficas ms
extensas son las del Palena, con 7.281 km2 en suelo chileno; la del
Cisnes, con 5.196 km2, la del Aysn, con 11.674 km2, y las del Baker
y Pascua, aqulla con 20.844 km2 y sta con 6.710 km2 en territorio
nacional5.
Otra caracterstica propia de la seccin oriental es el desarrollo
lacustre, con una gran cantidad de depsitos de todo tamao, de los
que los mayores son los lagos General Carrera, con 1.360 km2 en la
parte chilena, lo que lo hace el ms grande del pas, OHiggins (529
km2) y Cochrane (176 km2), igualmente compartidos con Argentina.
Por fin, una subforma propia de la orografa oriental la constituyen
cuatro reas o zonas menores planiformes, aunque discontinuas: Alto
Cisnes, irehuao, Coyhaique Alto y Balmaceda, como manifestaciones
aisladas del caracterstico relieve patagnico oriental que se desarrolla
ultrafrontera.
Tornando a las secciones occidental y central, en esta particular-
mente, sus formas orogrficas resultan determinantes para la gene-
racin de los diferentes climas que presenta la Regin de Aysn. En
efecto, la misma est expuesta al influjo permanente de los frentes
ocenicos originados en el continente antrtico, que se manifiestan
con nubes cargadas de humedad que, al enfrentarse con los obstcu-
los montaosos, precipitan continuamente de modo tal que al tras-
5 Las cifras conocidas para las superficies de las cuencas slo son referenciales pues se suelen dar otros
datos para las mismas, aunque no son substancialmente diferentes. Para el caso hemos seguido el dato
proporcionado por el Instituto Geogrfico Militar (Geografa de Chile, tomo VII, Hidrografa, Santiago,
1984).
26
poner el cordn de los Andes Patagnicos esas masas de aire son
27
particularmente favorable para el desarrollo de cultivos agrcolas en
los terrenos ribereos de los mencionados lagos.
La interrelacin entre los climas y los relieves condiciona las for-
maciones vegetales conocidas para la Regin, que se agrupan en tres
grandes biomas6, Forestal, Estepa y Tundra. En el primero se encuentran
las siguientes formaciones: a) Pluviselva chilota aciculifolia o Bosque pe-
rennifolio norpatagnico occidental, representada en las islas Guaitecas
y sector norte del archipilago de los Chonos. Zona de bosques siem-
preverdes, densa y rica en especies como el coige de Chilo (Notho-
fagus nitida), alerce (Fitzroya cupressoides), ulmo (Ecryphia cordifolia), lau-
rel (Laurelia sempervirens), canelo (Drymis winteri) y mao (Sexagothea
conspicua), con sotobosque de especies arbustivas, epfitas, helechos y
otras. b) Pluviselva patagnica insular perennifolia, con desarrollo en el
sector archipielgico central y sur, y en la pennsula de Taitao, con la
mayor cobertura areal de la Regin. Est caracterizada por una gran
densidad y biodiversidad. Predominan las especies de hoja perenne y
las semicaducifolias, entre ellas el coige de Magallanes (N. betuloides),
coige (N. dombeyi), canelo, tepa (Laurelia philippiana), tineo (Weinman-
nia trichosperma) mao hembra (Podocarpus nubigena) y ciruelillo (Em-
botrium coccineum). Abundan asimismo especies arbustivas, helechos,
plantas epfitas y musgos. c) Pluviselva patagnica litoral perennifolia,
tambin de extensa representacin areal, con gran densidad forestal
donde predominan el coige de Magallanes, canelo, tepa, tineo, mao
hembra, leadura (Maytenus magellanica); en el sotobosque abundan
plantas berberidceas, lianas de llamativas flores, variedad de helechos y
musgos, en fin. d) Pluviselva norpatagnica caducifolia, en el sector con-
tinental como zona intermedia entre las formaciones perennifolias del
occidente y las de carcter estepario del oriente. Predominan la lenga
(N. pumilio) y el ire (N.antarctica), con presencia de canelos, cipreses
de las Guaitecas y de la cordillera (Austrocedrus chilensis), adems de
arbustos y plantas menores como la chaura (Pernettya mucronata var.
angustifolia) y la murtilla (Ugni molinae).
El bioma estepario est conformado por tres formaciones vegeta-
les como son el Matorral estepario patagnico caducifolio, la Estepa
patagnica herbcea y la Estepa patagnica herbceo-arbustiva, que
se alinean en fajas longitudinales sucesivas de occidente a oriente. La
primera, con manifestaciones arbreas de parque (irantales), con di-
versidad especfica que va bajando en altura hacia el este, y la segunda
6 Espacio geogrfico que contiene comunidades vegetales segn la configuracin y estructura de las
plantas que habitan en l.
28
con predominancia absoluta de la asociacin conformada por hierbas
29
esplendor vital de muchos sectores territoriales, han llevado a recono-
cerles un valor excepcional como recursos naturales privilegiados en
forma de reservas, parques, santuarios y monumentos. Tal es as que
el 50,3% del territorio regional integra el Sistema Nacional de Areas
Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) con 2.985.341 hectreas
de parques nacionales, 2.087.422 hectreas de reservas nacionales y
409 hectreas de santuarios de la naturaleza y monumentos naturales,
que cubren principalmente la macrozona sudoccidental y sur de Aysn
y el rea de los parques nacionales Queulat e Isla Magdalena en la
seccin septentrional, aunque las unidades menores se distribuyen por
el resto del territorio regional. Otros parques justamente afamados
son Laguna San Rafael y Bernardo OHiggins, cuya mayor rea se
extiende sobre el vecino territorio magallnico.
A estos recursos naturales admirables han de sumarse otros re-
novables y no renovables que contribuyen a dar forma a la variopinta
diversidad productiva y a la formidable potencialidad econmica, que
desde antiguo han calificado a la Regin de Aysn como una gigan-
tesca reserva para provecho del pas entero y aun de la humanidad.
Entre tantos recursos basta citar por su magnitud los hidroelctricos
que representan el 36% de la reserva energtica bruta terica del pas
y que se manifiestan especialmente en las cuencas de los ros Baker,
Bravo y Pascua; y los yacimientos submarinos de hidrato de metano
del zcalo ocenico frente a la pennsula de Taitao, con reservas an
no cuantificadas pero que se estiman enormes8.
Tal es en apretado recorrido sinptico la variada, rica, distinta y
maravillosa geografa de la Regin de Aysn, otrora reino de mitos y
fbulas fantsticas, que el hombre moderno comenz a poblar con el
inicio del siglo XX y que ha llegado a convertir en tierra de pan llevar,
en paradigmtico y titnico esfuerzo que no reconoce parangn en
el pas chileno, con mucho de gesta pica, cuyo acontecer pasamos a
conocer en una visin histrica panormica integral.
8 Si se desea encontrar un smil en otras geografas del mundo, Aysn lo tiene en Noruega y en la regin
alaskano-canadiense del litoral occidental de Amrica del Norte.
30
Mapa 1: Imagen fotogrfica satelital (Landsat), de la Patagonia centro-
occidental. En recuadro el territorio histrico de Aysn.
31
Mapa 2 Aysn: Caractersticas fisiogrficas.
32
Primera Parte
El poblamiento originario
(ca.11000 A.P.1900)
33
avanzar hacia el sur a uno y otro lado de los Andes, aunque sin excluir
la posibilidad de eventuales cruzamientos a distintas vertientes a tra-
vs de pasos intermontanos.
As los cazadores-recolectores de que se trata, genricamente pa-
leoindios, pudieron conocer y convivir con especies de la megafauna
pleistocnica tarda, y aun predar sobre ella, como lo evidencian los res-
tos encontrados en sitios tales como Monte Verde en la vertiente pac-
fica, inmediatamente al norte del seno de Reloncav (aproximadamente
41 S), con una antigedad de unos 14000 aos antes del presente; Los
Toldos, El Ceibo y Piedra Museo en la altiplanicie central de Santa Cruz,
Patagonia oriental (entre los 47 y 49 S), que fueron habitados aproxi-
madamente entre 13000 y 10000 A.P., en un estadio temporal que, en
opinin de la investigadora Laura Miotti, pudo tener dos fases: una de
colonizacin inicial pleistocnica, a modo de etapa exploratoria y otra
de ocupaciones pleistocnicas de colonizacin efectiva del espacio1; y
en la zona meridional patagnico-fueguina (sur de Santa Cruz-Magalla-
nes), en los sitios Cueva del Lago Sofa 1, Cueva del Medio, Cueva Las
Buitreras, Cueva Fell y Pali Aike, y Cerro de los Onas (Tres Arroyos),
todos con antigedad comprobada de entre 11500 y 10000 A.P. Excep-
tuando Monte Verde, que posee caractersticas propias diferenciadoras,
los sitios arqueolgicos de Patagonia central y austral parecen mostrar
afinidad cultural al compartir rasgos semejantes en lo tocante a utilera,
formas de caza, depositaciones de paleofauna pleistocnica tarda, en fin.
En la Regin de Aysn situada a horcajadas sobre la gran cadena
andina, zona sta donde la cobertura glacial pleistocnica tuvo mayor
desarrollo y permanencia, y donde las caractersticas de su complicada
fisiografa y de su complejidad climtica debieron dificultar y demorar
su retroceso y, por tanto, el acceso de los merodeadores humanos,
el proceso de poblamiento colonizador hubo de ser necesariamente
posterior al registrado en los sectores esteparios del oriente con los
que tiene relacin geogrfica.
El estudio de la vida primitiva de Aysn ha sido tardo si se lo compa-
ra con lo acontecido respecto de sus territorios vecinos hacia el norte,
el este y el sur, lo que se explica por tratarse de una regin que comen-
z a ser ocupada por el hombre moderno recin con el principio del si-
glo XX. Las investigaciones pioneras a cargo de Hans Niemeyer y Felipe
Bate se iniciaron, respectivamente, en los aos de 1960 y 1970, a los que
1
Laura Miotti, Martn Vsquez y Daro Hermo, Piedra Museo, un yacimiento pleistocnico de los
colonizadores de la meseta de Santa Cruz. El estudio de la arqueofauna, en Soplando en el viento.
Actas de las III Jornadas de Arqueologa de la Patagonia, Neuqun - Buenos Aires, 1999.
34
se sum a contar de 1982 el arquelogo Francisco Mena y luego otros
35
toriamente de otros grupos humanos pioneros que ya ocupaban algu-
nos sectores favorables, como aquellos de la planicie mestica central
de Santa Cruz a que se ha hecho referencia.
Para entonces deban imperar situaciones medioambientales dife-
rentes con un amplsimo rango de influencia continental o subconti-
nental, determinadas por la elevacin de la temperatura, responsable
directa de la disminucin y estrechamiento de la cobertura glacial cor-
dillerana, y esta a su tiempo -en un contexto planetario- responsable
del ascenso paulatino del nivel del mar y de un fenmeno de dficit
hdrico, con una consecuencia directa sobre la macrofauna pleistoc-
nica tarda, al punto de hacerla desaparecer por extincin. Ello, necesa-
riamente hubo de implicar progresivas modificaciones en el entorno
natural y, consecuentemente, la readaptacin de los ocupantes origina-
les a las nuevas condiciones que pudieron ser buscadas y encontradas
en parajes intermedios entre las montaas andinas y las llanuras y
mesetas esteparias de ms al oriente.
En lo que se refiere al poblamiento primigenio aysenino, que es el
que interesa, alguna de las bandas exploradoras mencionadas hubo
de llegar hasta un curioso paraje ubicado en el sector de irehuao,
en la localidad conocida como Bao Nuevo, situada a unos 80 ki-
lmetros al noreste de la ciudad de Coyhaique, ms precisamente
en la comarca nombrada Valle de la Luna. La denominacin iden-
tificatoria deriva de un conjunto de cerros y eminencias baslticos
aborregados y de laderas acusadas, que emergen de la llanura y se
distribuyen formando un conjunto fisiogrfico y paisajstico singular y
llamativo, indudablemente atractivo. Desde el punto de vista climti-
co corresponde a una zona de temperamento seco continental, con
precipitaciones que promedian los 400 mm anuales, mayormente ni-
vosas, y una temperatura media anual del orden de 7 C. Tales condi-
ciones permiten actualmente la vigencia vegetacional de una comu-
nidad de estepa arbustiva, con algunos bosques abiertos y aislados
de ire en formaciones conocidas como de parque. De ello podra
inferirse que, hacia el ao 11000 antes del presente, las caracters-
ticas descritas variaran a una presencia ms abundante de rboles y
arbustos por razn de mayor humedad y temperatura ambientales,
en un paisaje local definido adems por la presencia moderadora
prxima de un lago proglaciar. Es decir, condiciones favorables para
la vida silvestre y por tanto para la aproximacin de los humanos con
fines siquiera cinegticos.
36
En una de esas eminencias, nombrada Cerro Grande del campo
2
Las investigaciones sobre los cazadores tempranos en Chile Austral, Trapananda N2 (julio 1978 -
Enero 1979), Coyhaique, pgs. 14-23.
3
Hctor Velsquez, Anlisis arqueofaunstico de la Cueva Bao Nuevo 1 (margen occidental de la
estepa centropatagnica): XI Regin de Aisn, Chile, en Desde el Pas de los Gigantes. Perspectivas
arqueolgicas en Patagonia, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Ro Gallegos 2000.
4
Francisco Mena y otros, Cazadores tempranos y tardos en la Cueva Bao Nuevo 1, margen occidental
de la estepa patagnica (XI Regin de Aisn, Chile), Anales del Instituto de la Patagonia, Serie Ciencias
Humanas, vol. 28:173-195, Punta Arenas 2000.
37
uno de ellos, 8890 + 90 A.P. Posteriores fechados permiten afirmar que
todos los esqueletos datan de alrededor de 8850-8950 A.P. Esta edad,
adems de confirmar el tiempo presuntamente inicial de la ocupacin
del sitio -y con ello del poblamiento primigenio de Aysn- ha hecho
de los restos humanos de Bao Nuevo 1, los de mayor antigedad
hasta el presente conocidos para toda la Patagonia y uno de los ms
antiguos de Chile5.
Sin embargo, como suele suceder en una ciencia de sorpresas
como es la arqueologa, nuevos antecedentes han vuelto a poner un
signo de duda razonable respecto de esa conclusin preliminar. En
efecto, recientes dataciones realizadas sobre otros restos encontrados
en el contexto cultural presuntamente temprano han dado un con-
junto de fechas que van desde 11250 + 50 A.P., siguiendo por 11240
+ 40 A.P. y 9070 + 50 A.P., hasta 8950 + 50 aos antes del presente.
38
alimentacin y para cuya captura utilizaban artefactos como la estli-
39
las investigaciones en suelo argentino, quiz el rea valletana del ro
Pinturas, en donde se concentra una riqueza pictrica y variedad esti-
lstica desarrollada a lo largo de ocho o nueve milenios8, pudo o debi
constituir una suerte de zona-base nuclear con fuerte influencia en el
distrito patagnico central interior o subandino.
En todo caso -y volveremos sobre el punto- lo que se sabe hasta el
presente acerca del poblamiento originario en la Patagonia, conduce a
pensar en poblaciones humanas ms bien reducidas en nmero y por
tanto una densidad poblacional muy baja.
En este supuesto debe enmarcarse el hallazgo de un interesante
nuevo distrito de poblamiento original aysenino oriental ubicado en la
cuenca superior del ro Cisnes, zona que ha sido lugar de prospeccio-
nes y estudios desde mediados de la dcada del 2000 hasta el presen-
te por parte de un equipo de trabajo encabezado por el arquelogo
Omar Reyes.
En efecto, esa preocupacin ha permitido encontrar una gran canti-
dad de sitios, cerca de un centenar, en forma de asentamientos habita-
cionales en cuevas o aleros rocosos y de campamentos a ciclo abierto,
talleres lticos y canteras, acumulaciones intencionales de piedras tipo
chenque y hallazgos aislados. De ellos el ms interesante es el sitio
denominado El Chueco 1 que corresponde a un abrigo rocoso situa-
do al noreste de las nacientes del ro Cisnes, pero al poniente de la di-
visoria continental de aguas que all se desarrolla a muy baja altura, en
el que se han excavado y determinado cuatro niveles culturales, prin-
cipalmente fogones con una antigedad que va desde los 10100 + 40
hasta los 8250 + 60 aos A.P., de los que dos corresponden al perodo
de la transicin Paleoceno-Holoceno (11760-9430 aos cal. A.P.). La
informacin as obtenida, no obstante que todava insuficiente, permi-
te relacionar la presencia humana inicial en el sitio con la ya conocida
bao Nuevo 1, ubicado poco ms de un centenar de kilmetros hacia
el sur, y con otros sitios vecinos situados en actual territorio argentino.
En general, las noticias hasta ahora disponibles permiten ampliar el
rango geogrfico de los desplazamientos de los cazadores-recolecto-
res paleoindios hacia sectores situados ms al oeste en la Patagonia
interior central que, en el caso, correspondieron a ocupaciones tem-
porales de baja intensidad pero reiteradas en el tiempo, en cualquier
8
Hugo Daniel Yacobaccio y Ana Gabriela Guraieb, Tendencia Temporal de contextos arqueolgicos;
Area del Ro Pinturas y zonas vecinas y Carlos J. Gradn y Ana M. Aguerre, Eplogo, en Contribucin a
la arqueologa del Ro Pinturas. Provincia de Santa Cruz, de Gradn y Aguerre (Bsqueda de Ayllu, Concepcin
del Uruguay 1994)
40
caso reveladoras de la vigencia de un proceso dinmico de explo-
41
y, por tanto, no compartan con ellos algn patrn cultural comn
tal como se acepta que lo hay para los ltimos desde la altiplanicie
central de Santa Cruz hasta el actual istmo fueguino, ni menos habran
convivido temporalmente con especmenes de la macrofauna pleis-
tocnica tarda.
A propsito, la excavacin de Mena y otros en Bao Nuevo 1
permiti el hallazgo de un nivel ms antiguo que el ocupado por el
cazador temprano y en el que se encontraron evidencias escasas pero
de cualquier modo reveladoras de una presencia anterior de especies
herbvoras tales como el milodn, el caballo americano (Hippidium) y
de un cnido (Dusicyon). Sin embargo, de esta evidencia nada hay en
su contexto arqueolgico que lleve a suponer la presencia humana
contempornea. De all que las nuevas investigaciones que hayan de
emprenderse en ese sitio habrn de resultar interesantes y revelado-
ras como para despejar la incgnita.
11
Francisco Mena, La ocupacin de los valles andinos centro-patagnicos (XI Regin, Chile): genera-
lidades y localismos, en Soplando el viento, citado, pgs. 57-63, Neuqun-Buenos Aires, 1999
42
Si hubo reas de ocupacin preferente y recurrente es porque en
12
Investigaciones sobre Cazadores ..., citado, pg. 15.
13
Francisco Mena, Un Panorama de la Prehistoria ..., citado, pg. 24.
43
loga de tradicin Casapedrense14, asimilable al nivel regional Ro Pin-
turas IIb. El instrumental recuperado sugiere una especializacin en la
caza de guanacos y preparacin de sus cueros, pero tambin con una
explotacin complementaria del huemul y mamferos menores, con-
centrndose en una suerte de isla determinada por el curso curvado
del ro por el norte, por los lagos Verde y Alto por el oeste, y por el
lago Lapparent por el sur. Otro aspecto de su cultura lo da el dominio
del arte parietal, con pinturas de camlidos asimilables estilsticamente
al sub-grupo B del ro Pinturas segn Gradn, cronolgicamente situa-
ble en el quinto milenio antes del presente.
En el mismo valle del ro Ibez se encontr el sitio llamado Alero
Fontana (RI 22), cuyas caractersticas culturales lo asemejaran a la
Cueva de Las Guanacas, contndose para el mismo con un fechado
de 4720 + 60 A.P.
Para concluir este pargrafo, procede hacer una referencia a las
caractersticas fsicas de los cazadores-recolectores que habitaron la
Patagonia central interior al finalizar el Holoceno Medio. Los antece-
dentes que se poseen sugieren que stos eran diferentes a los pri-
meros humanos conocidos algunos milenios antes, cuyo tipo debi
corresponder con el propio de los restos exhumados en el sitio de
Bao Nuevo 1.
Si aceptamos que los habitantes de los sitios nombrados en actual
suelo chileno y los correspondientes a la zona noroccidental de la ac-
tual provincia argentina de Santa Cruz, tambin mencionados, confor-
maron una sola unidad cultural, bien que con variantes locales, debera
aceptarse igualmente que sus rasgos anatmicos fueran semejantes.
Los hombres del perodo y desde poca indeterminada derivaban de
una o ms migraciones posteriores a la original paleoindia, teniendo
caractersticas fsicas diferentes.
Sobre la base de esqueletos encontrados en el sitio Puesto El Ro-
deo, los investigadores Gradn y Aguerre brindan una descripcin ti-
pificadora [...] los hombres de esos grupos [los que habitaban la cuenca
del ro Pinturas] eran de elevada estatura (alrededor de 1,80) con una
fuerte contextura, con una dieta alimentaria basada principalmente en las
14
Segn Schobinger y Gradn la industria ltica Casapedrense se caracteriza por tcnicas de extraccin de
lascas y lminas para la elaboracin de raspadores y cuchillos, hojas con filos retocados en bisel oblicuo,
hojas con estrangulaciones en general grandes y alargadas. Tambin se destaca la bola arrojadiza con
surco ecuatorial y la especializacin en la caza del guanaco (Arte Rupestre en la Argentina. Cazadores de la
Patagonia y Agricultores Andinos), las Huellas del Hombre. Encuentro Ediciones, Madrid, 1985.
44
protenas proporcionadas por el guanaco. Aunque durante su existencia
45
disponibilidad de agua y lea, y ms tarde habran devenido referentes
de hitos ceremoniales.
Respecto de otros parajes de la extensa faja subandina, la cronolo-
ga conocida da cuenta de visitantes ocasionales en el alero El Toro del
primer valle en 2560 + 90 A.P.; que en 2830 + 70 A.P. haba moradores
en Bao Nuevo 1 y en 2290 + 90 en el sitio Ro Ibez 50a, y tambin
en 2110 + 60 en la Cueva Las Guanacas del mismo sector; y en 2580
+ 50 en el Alero Entrada Baker. La zona del valle medio del ro Ibez
46
dificultades formidables, quiz insalvables para el paso de los huma-
47
oriental esteparia y subandina, como para explicar las individualidades
tnicas histricas que definiera Federico Escalada en 1949.
Esto nos lleva a conjeturar acerca de cul pudo ser la poblacin pro-
bable de este distrito subandino oriental desde el Holoceno Tardo hasta
el umbral del tiempo histrico, perodo durante el cual la misma habra
acabado de perfilarse culturalmente y determinarse numricamente.
La materia ha preocupado a los investigadores en distintas partes,
deseosos de conocer cul pudo ser la magnitud numrica de la po-
blacin pretrita en relacin con los territorios ocupados, en especial
hacia el tiempo del contacto con los europeos.
Uno de ellos, E.S. Devey, ha formulado una hiptesis que nos ha
conformado en lo referido a la Magallania17 y por tanto la encontramos
suficiente para validar el caso que nos ocupa. Segn esa opinin, una
poblacin equilibrada y estable deba ser numricamente reducida, lo
que significaba una muy baja densidad, del orden de un habitante por
cada 25 kilmetros cuadrados de territorio. As entonces, en un distrito
con los hipotticos pero no imposibles deslindes mencionados, se rei-
tera con una longitud de entre tres y cuatro centenares de kilmetros,
esto es, unos 15.200 km2, la relacin indicada es de unos 800 habitantes.
En conclusin, estimamos que en la zona oriental del actual te-
rritorio aysenino -en la parte central que parece haber sido la nica
habitada de manera permanente desde varios milenios antes hasta el
tiempo histrico-, habra existido una poblacin estable del orden del
medio a un millar de almas, poco ms o menos.
Con esa posible doble definicin territorial y demogrfica se llega
al tiempo final de la prehistoria aysenina en lo que toca al poblamiento
originario oriental de la Regin. Para entonces en virtud del sostenido
proceso adaptativo de los humanos al territorio elegido y en la acep-
tacin de un nomadismo arealmente restringido que habra originado
una cierta territorialidad propia y singularizadora, se habra definido
tnicamente el grupo Tushenkenk en la clasificacin definida por el
Dr. Federico Escalada al promediar el siglo XX18, con caractersticas
17
Cfr. del autor, Historia de la Regin Magallnica (Santiago, 1992), tomo I, captulo I La aparicin de la
vida y su evolucin a lo largo de milenios, pargrafo La poblacin indgena en los comienzos del siglo
XVI.
18
Mdico que ejerci su actividad en la zona rural de la antigua Gobernacin Militar de Comodoro
Rivadavia, Argentina, durante los aos de 1940, cuyo trato profesional lo puso en frecuente contacto
con algunos aborgenes sobrevivientes que conservaban la memoria histrica tnica. A base de la in-
formacin de los ms confiables de los mismos elabor una hiptesis etnogrfica patagnica que dio
a conocer al ambiente cientfico en una obra que titul El Complejo Tehuelche (Buenos Aires, 1949).
48
antropolgicas y anmicas del todo semejantes a las dadas por Gradn
49
bran sido los tehuelches meridionales boreales21, cuyo ncleo agluti-
nante habran sido los Mecharnekenk (gente masticadora de la resina
de molle), cuya patria geogrfica la sita hacia el sur del lago Buenos
Aires, con preferencia en las comarcas del valle del ro Chala, en Santa
Cruz. Los chhuachekenk y gunena kne de Agustina Quilchamal y
Federico Escalada seran para Casamiquela un grupo nico, habitante
preferente de la precordillera chubutense. Este mismo investigador
reconoce que el asunto de la identificacin de las diferentes etnias es
ciertamente una cosa ardua y complicada, y, al pretender resolverlo a
satisfaccin, se corre el riesgo de penetrar en un tembladeral22.
Comentando estas distintas denominaciones gentilicias est claro
que hay consenso entre los estudiosos en cuanto a que hubo un con-
junto tnico que habit en la precordillera oriental patagnica central
para el que podra aceptarse provisoriamente la voz identificatoria tus-
henkenk o aun la de chlep, denominacin que les daban los anikenk a
los misteriosos habitantes del interior patagnico central subandino y a
la que se hace mencin ms adelante. Pero no resulta fcil establecer la
relacin entre stos y los mecharnekenk, si es que en verdad se trat
de dos grupos diferentes. En este respecto reiteramos lo manifestado
en obra anterior, en cuanto que los anikenk sensu strictu habitaron el
territorio situado entre el estrecho de Magallanes y el ro Santa Cruz, la
costa atlntica y el pie de monte cordillerano23. De haber sido as, como
bien puede conjeturarse, los mecharnekenk habran sido una parciali-
dad local de los cazadores-recolectores de la precordillera oriental, para
los que queda abierto, y por tanto indeterminado, el punto de su ubica-
cin territorial, vale decir que stos habran conformado un nico grupo
tnico que identificamos de la manera antes mencionada.
Agregamos adems que, segn Escalada, los tushenkenk habran
sido los poyas o poyus que conociera el P. Mascardi durante su activi-
dad misional y de bsqueda de la Ciudad de los Csares por la banda
oriental andina, como asimismo los tehuelches septentrionales con
los que viaj y convivi en 1869-70 el explorador George Ch. Mus-
ters durante su memorable travesa desde la colonia de Punta Arenas
hasta Carmen de Patagones.
21
Segn este autor los conjuntos tnicos del complejo tehuelche habran sido, de norte a sur, los Tehuel-
ches Septentrionales Boreales, situados aproximadamente al norte de los ros Negro y Colorado; los
Tehuelches Septentrionales Australes, con territorio entre aquellos ros y el Chubut; los Tehuelches
Meridionales Boreales, ubicados entre los ros Chubut y Santa Cruz, y los Tehuelches Meridionales
Australes, propiamente Anikenk, cuya patria estaba entre el Santa Cruz y el estrecho de Magallanes.
22
Op. cit., 1991, pg. 5
23
Los Anikenk. Historia y Cultura (Ediciones de la Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 1995), pgs.
33 y 34.
50
Esto facilita su descripcin fsica y cultural sobre la base de los datos
51
Gente libre por antonomasia, no reconocan jefatura alguna, aun-
que respetaban a los chamanes y a los ancianos, a unos por su saber
mgico y a otros por el conocimiento acumulado por los aos y la
experiencia vital. En la caza y la guerra recurran al liderazgo de cir-
cunstancias del ms experimentado, hbil o valiente, pasado lo cual
tornaban a su vivir libertario y sin otra gua que la del propio albedro,
aunque, claro est, respetando las normas de convivencia social im-
puestas por la tradicin y la costumbre milenarias. En la vida familiar,
si bien las responsabilidades de la subsistencia y el manejo cotidianos
eran diferentes, en lo tocante a la educacin de los hijos, a los que mu-
cho queran, era compartida. Posean igualmente creencias religiosas
y mticas con las que explicaban a satisfaccin el origen de los huma-
nos y de los animales y de otros elementos del entorno natural y, en
general, con una cosmovisin que haban desarrollado a lo largo de
incontables generaciones. Realizaban ceremonias de iniciacin para los
jvenes de uno y otro sexos, del mismo modo que disponan de ritua-
les funerarios y de otros referidos a prcticas propiciatorias diversas.
52
De entonces o antes, fuera libremente, pero tal vez ms por mano
53
del ro Deseado. Las interconexiones con el interior hacia el actual
territorio de Aysn se daban por los valles del ro Apeleg, para acce-
der a las comarcas de alto Cisnes; del Coyte, para hacer lo propio con
las zonas de irehuao y ms adentro; del ro Mayo y cuenca del lago
Blanco para llegar al alto Simpson; de los ros Deseado y Fnix, para
penetrar en el alto Ibez, y del Deseado para ingresar a la cuenca del
Jeinemeni y zona de Chile Chico; y por fin, por la cuenca del lago Gho
para acceder al valle Chacabuco. No debiera caber duda de que todas
estas rutas ecuestres debieron seguir rumbos pedestres inmemoriales,
aunque, es claro, considerablemente ms cortos.
Las consecuencias culturales fueron prontas y manifiestas, como
profundas en algunos aspectos y no dejaron inalteradas literalmente
ninguna forma caracterizadora de la antigua vida aborigen, desde la
alimentacin hasta la guerra, pasando por el conocimiento e incor-
poracin de artesanas antes desconocidas (v. gr. el tejido) y otras
modalidades existenciales de la cotidianeidad. Ello a la larga fue des-
perfilando la cultura verncula, mantenida desde milenios, para dar
paso al influjo forneo, con mayor fuerza motivadora. No par all el
fenmeno devastador de la cultura ecuestre, sino que tambin tuvo
otros efectos negativos y, por tanto, de no menores consecuencias
para la individualidad tnica.
Por cierto, la interrelacin que hubo de establecerse entre diferen-
tes etnias aborgenes no siempre estuvo signada por el trato pacfico,
pues se registraron enfrentamientos ocasionales. De estos, la memoria
indgena recordara posteriormente uno de magnitud por sus conse-
cuencias desfavorables para la gente de la precordillera central, ocu-
rrido a comienzos del siglo XIX (ca. 1820) en el paraje Languieo,
zona superior del ro Senguerr. En estos enfrentamientos entre los
tushenkenk o como quiera que se les llame y los huilliches mapuchi-
zados o manzaneros25, los primeros llevaron la peor parte, con gran
mortandad entre ellos.
No habiendo sido nunca numerosos, diezmados por aadidura y
fuertemente aculturados, los tushenkenk fueron desperfilndose y
perdiendo identidad tnica, circunstancia estimulada asimismo por los
matrimonios intertnicos, con anikenk y con manzaneros, y aun con
otras gentes de ms al norte y el noreste como pudo comprobar-
25
Se les denomina as por habitar en las comarcas de Nahuelhuapi donde se establecieron los jesuitas de
Chile con su centro misional a partir de 1670, los que introdujeron manzanos, especie que no tard en
asilvestrarse y propagarse fcilmente en tal forma que llegara a caracterizar al pas interior aledao a
la cuenca lacustre.
54
lo reiteradamente Musters. Quiz esto sucediera de modo particular
55
pequea, cuerpo belloso y un palo o bculo siempre en la mano. Se cubren
con un manto corto de cuero de guanaco del mismo modo que los de la
tierra del fuego. Los Patagones les llaman Chelep. La mayor parte de estas
indiadas han visitado esos lugares y han estado en las mismas casas, pero
nunca han podido tomar uno de sus habitantes pesar de que los han
divisado y corrido de muy cerca y aun recibiendo algunas piedras tiradas por
ellos: lo que ha dado ocacin para que los tengan por brujos, y no se llegan
las cuebas, pues no deben ser otra cosa [ilegible] en gran nmero. Debe
advertirse que los Patagones [Anikenk] slo cuando van a Ro Negro, cosa
que no sucede con frecuencia, es cuando los chelep los divisan llegar, pues
siempre lo han hecho de da, huyen y se les pierden entre los montes aban-
donando las habitaciones en las cuales se encuentran huesos y cueros de
guanacos y que algunas veces que han solido dormir cerca de tales casas
les han robado y muerto algunos caballos29.
Desbrozando el relato de deformaciones y colgajos propios de una
informacin que Centurin obtuvo de boca de su mujer indgena y
de otros anikenk, y tal vez stos de otros antiguos, hay varios puntos
que quedan claros: a) que la marcha indgena de sur a norte era por
la precordillera, lo que es histricamente correcto; b) que para ir a las
casas de piedra pintadas se desviaban hacia las montaas del interior,
donde haba montes -bosques-, lo que excluye toda posibilidad de
situar el relato en el valle del ro Pinturas; c) que tales casas no son
otra cosa, como reconoce el propio relator, que cuevas o aleros en
donde la arqueologa ha revelado la existencia de pinturas parietales;
d) que all -en esas comarcas- habitaban los chelep, un grupo tnico
distinto, con los que la relacin no siempre fue pacfica, lo que exage-
raciones descriptivas aparte (de las que no podra excluirse incluso al
mismo autor del diario con su referencia a los orangutanes), se ajusta
con lo que ha llegado a nosotros por la tradicin histrica.
En la consignada est, se reitera, la nica mencin conocida, errores
y vaguedades de por medio, para aquel grupo tnico que habit siglos
y milenios en los valles preandinos de Aysn antes del siglo XVI.
Pero es claro que no slo la carga de mito y de misterio que de
suyo pudieron sugerir a los aborgenes esos lugares precordilleranos,
debieron atraerlos una y otra vez, sino tambin otras motivaciones
anmicas referidas a la fuerza telrica que de ellos emana, expresada
en la enormidad y dramatismo de las geoformas (montaas, bardas
29
M. Martinic, Informaciones Etnogrficas extradas del Diario Indito de Santiago Dunne, Secretario
de la Gobernacin de Magallanes (1845), en Anales del Instituto de la Patagonia, serie Ciencias Humanas,
volumen 28, Punta Arenas, 2000, pgs. 49 y 50. Lo destacado es del autor.
56
rocosas, lagos, cascadas) y de la abrumadora impresin que les causa-
30
Mena, ibd.
31
Omar Reyes, Funebria indgena en el curso inferior del valle del ro Ibez, margen occidental de la
estepa Centropatagonia (XI Regin de Aisn), Anales del Instituto de la Patagonia, serie Ciencias Humanas,
volumen 30: 87-101, Punta Arenas, 2000.
57
final en el momento del desbande. As se explicaran, a juicio de Fran-
cisco Mena, que compartimos, [] algunos de los antiguos chenques
conocidos en Malln Grande, Chile Chico y orilla sur del lago Cochrane,
donde los pobladores ms antiguos han hecho referencias -no muy con-
fiables- a la existencia de algunas tolderas y toscas rancheras desentari-
madas ocupadas por los indgenas ancianos que conservaban a principios
de siglo algo de su modo vida tradicional con fuerte influencia mapuche32.
Lo que s est claro es que en las postrimeras del siglo XIX, cuando
las comisiones de lmites chilenas y argentinas anduvieron por esos
lugares del oriente aysenino, no se divisaron trazas de vida humana
reciente, apenas uno que otro vestigio muy vago. Y que, cuando la
hallaron en forma de alguna toldera aislada o uno que otro grupo
de indgenas trashumantes, ello sucedi en lugares distantes inclusive
de la lnea fronteriza internacional que a poco deba de trazarse. Tales
fueron los grupos (o tribus) encabezados por los jefes Manuel Quil-
chamal (Kltchamn), Knkel y Juan Sacamata. El primero se estableci
en 1880 en la zona sudoeste del Chubut (alto ro Mayo), con penetra-
ciones ocasionales hasta las zonas de Coyhaique alto y bajo; el segun-
do en la zona del alto ro Senguerr, con incursiones hasta las comarcas
del alto ro Simpson y valle Huemules, y el ltimo en los parajes de
Apeleg y Pastos Blancos, con entradas eventuales hacia sectores del
alto ro Cisnes.
No es demasa, por tanto, afirmar que en lo que toca a la zona
oriental de la actual Regin de Aysn, la misma era un territorio des-
poblado al despuntar el siglo XX.
58
Las caractersticas fisiogrficas y climticas de ese amplio sector
33
Nelson Gaete y Ximena Navarro, Estrategias de vida de canoeros cazadores pescadores del seno de
Reloncav: Entre el bosque siempreverde y el mar interior. Regin de Los Lagos, Chile.
59
Si no un vuelco, a lo menos puede esperarse un cambio signifi-
cativo en las futuras investigaciones sobre la prehistoria chiloense en
tanto que etapa del paulatino desplazamiento austral de los canoeros,
desde que merece ms preocupacin de los especialistas dejando de
ser una asignatura pendiente en la arqueologa chilena. No nos cabe
duda de que habrn de darse nuevos frutos de tal inters, toda vez
que noticias recientes dan cuenta de hallazgos de restos de paleofauna
correspondientes a especies que convivieron con los humanos origi-
narios y fueron utilizadas como recurso alimentario por los mismos (v.
gr. mastodonte), en aparente asociacin cultural.
La materia se hace ms confusa y por ello deviene apasionante, al
conocerse lo adelantado en territorio magallnico donde ya tras varias
dcadas de estudios se ha perfilado con rasgos precisos una cultura de
cazadores-recolectores marinos con vigencia desde 7000 antes del pre-
sente y con una dispersin geogrfica que va desde el mar de Otway
hasta el canal de Beagle e isla Navarino, a lo largo de ms de dos grados
de latitud. Este conocimiento temprano indujo a algunos estudiosos a
sugerir la hiptesis de un poblamiento originario del pilago occidental
de sur a norte, a contracorriente histrica, partiendo del presunto foco
inicial del mar de Otway, como una derivacin de un supuesto arrinco-
namiento litoral de grupos de cazadores continentales y su adaptacin
al nuevo ambiente marino y el desarrollo consiguiente de una nueva
cultura que inclua la invencin de la tcnica navegatoria.
Pero, con todo lo atractiva que es, la hiptesis tampoco ha en-
contrado el suficiente sustento arqueolgico y por tanto el enorme
espacio insular-peninsular que media entre el canal de Chacao y el
sector occidental del estrecho de Magallanes es un gran misterio que
aguarda su resolucin. De all que la informacin histrica de que se
dispone se reduce a unas harto escasas noticias arqueolgicas y a los
antecedentes etnohistricos.
60
ra obligatoriamente a Monte Verde -Piedra Azul en primera instancia-,
34
Pilar Rivas, Carlos Ocampo y Eugenio Aspillaga, Poblamiento temprano de los canales patagnicos: el
ncleo ecotonal septentrional, Anales del Instituto de la Patagonia, serie Ciencias Humanas, volumen
27, Punta Arenas, 1999, pg. 224.
61
El sitio de Monte Verde ha suministrado pruebas patentes de utili-
zacin de una tecnologa de la madera, adems del conocimiento y
uso de plantas con propiedades alimenticias y medicinales por parte
de los cazadores-recolectores paleoindios. Estos acervos de conoci-
miento y bagaje cultural tempranos debieron pasar con las bandas o
grupos en su progresivo desplazamiento austral.
En este aspecto la informacin que ha entregado el sitio Conchal
Piedra Azul es especialmente relevante. Se sabe as que durante el
sptimo milenio antes del presente (6450 y 6290 A.P.) ya habitaba en
el lugar un grupo humano bajo condiciones ambientales distintas a las
actuales. Estos individuos practicaban la caza en tierra y mar, la pesca y
la recoleccin, utilizaban los recursos del bosque para sus necesidades
de combustible, para la elaboracin de parte de su utilera y, cosa muy
importante, para la fabricacin de sus embarcaciones pues dominaban
el arte de la navegacin.
Este ltimo aspecto induce a pensar que tal dominio era muy an-
terior y que por tanto los humanos hacan uso del mismo desde quiz
cuanto tiempo antes para desplazarse en el medio marino, lo que
otra vez sugiere la probabilidad de un poblamiento antiguo para la isla
grande de Chilo y sus aledaos.
Aunque los estudios complementarios todava se encuentran en
desarrollo, los arquelogos Gaete y Navarro estn optimistas en cuan-
to que la informacin levantada en Piedra Azul permite avanzar signifi-
cativamente en la caracterizacin del poblamiento de Patagonia Chilena
Septentrional. Al respecto, este es el primer sitio que posee un registro
completo recuperado en la zona con niveles estratigrficos bien delimi-
nados y donde se manifiestan dos componentes, uno habitacional y otro
funerario articulados en un mismo espacio. Todo esto nos permite sostener
que estamos ante un sistema complejo de ocupaciones persistentes en
el Seno de Reloncav, y cuya secuencia de ocupacin comprende ms de
6000 aos35.
La investigacin arqueolgica hasta ahora realizada ha puesto en
evidencia la semejanza que se da en los conjuntos artefactuales y la
recurrencia en los inventarios ecofactuales, particularmente en lo to-
cante a registros de fauna, correspondientes a todos los sitios hasta
ahora conocidos (Piedra Azul, Puntilla Tenglo, Puente Quilo, Conchal
Gamboa y Gran Guaiteca), lo que indica que durante el Holoceno
Medio (hacia 5500/5000 A.P.), grupos canoeros que respondan a una
35
Op. cit.
62
tradicin marina de gran complejidad manifestaban una forma exten-
63
captura se sabe por las pesas de redes, lo que explica la ausencia de
artefactos de huesos necesarios para la captura de mamferos marinos
posible de realizar en otros lugares.
Sensiblemente los hundimientos de terreno causados por la activi-
dad ssmica tan reciente como la registrada en 1960, fueron la causa
de prdida de mayor informacin arqueolgica y con ella de noticias
que permitieran perfilar mejor la cultura de estos hombres de mar.
Se dispone asimismo de referencias histricas sobre otros sucesos
ssmicos de gran magnitud en 1575, 1737 y 1837, y las evidencias
geolgicas sugieren la ocurrencia de movimientos en el tiempo pre-
histrico. Las alteraciones litorales constatadas han sido en algunos
casos importantes, y as se entiende que con estos fenmenos se haya
perdido para siempre (casos de hundimiento) informacin cultural
valiosa sobre el poblamiento originario y su evolucin temporal a lo
largo de milenios y siglos.
Estos movimientos, si afectaron a bancos de mariscos, debieron
conformar razones particulares de abandono y movilidad entre los
aborgenes, en especial cuando se trataba de depsitos ricos en varie-
dad y cantidad especficas, mxime cuando los mismos pudieron estar
situados en parajes costeros de aguas someras y abrigadas.
Llamativa es la ausencia de restos seos de mamferos, lo que por
cierto no significa que los mismos no hayan sido cazados y consumi-
dos por este pueblo de nmades marinos. Una explicacin podra
darse visto el sesgo arqueolgico del sitio por razones naturales, en
que el mismo fuera un paraje especial de concurrencia por razn de
disponibilidad de mariscos y que la caza y el consumo consiguiente se
hicieran en otros lugares del laberinto insular.
Para un perodo bastante posterior que se extiende entre dos y
medio milenios antes del presente y el siglo XVI se dispone de infor-
macin adicional, no obstante que escasa, producto de las prospec-
ciones realizadas por un grupo arquelogos y antroplogos en 1984,
en algunos sectores de los archipilagos de las Guaitecas y de los
Chonos. Se encontraron entonces once sitios en sentido latitudinal
(43 45 y 45 45 S) y otros seis en sentido longitudinal (72 45 y
74 15 O). El resultado del trabajo permiti determinar dos tipos de
asentamiento: conchales abiertos, y cavernas y aleros. La colecta de
material instrumental ltico ratific la informacin de que se dispona
en lo tocante a variedades tipolgicas y formas de elaboracin, pero
con un incremento del inventario cultural hasta entonces conocido.
64
Ms interesante fue lo referido a los restos humanos correspondien-
65
Si se acepta, ha de convenirse que eran unos marinos consumados,
como nautas y como constructores de embarcaciones, entre ellas en
especial la admirable dalca.
Benjamn Subercaseaux, descriptor eximio de la geografa humana y
fsica de Chile, hombre enamorado del mar y lo marino adems, hizo
un juicio a nuestro entender cabal, sobre la importancia de esta sencilla
e inapreciable embarcacin cuyo invento, escribi, basta para colocarnos
en primer trmino entre los pueblos nuticos del continente. Chile que en el
resto de sus actividades martimas habra podido ser considerado como una
vergenza naval, tuvo en la dalca chilota [chona?] el exponente del primer
navo estructurado que se construy en Amrica, y la gloria de ser el pas
ms original y avanzado en la historia primitiva de la construccin naval36.
En la descripcin de lo que era esta pieza, fruto admirable de la
inventiva aborigen, preferimos por magistral e irremplazable la dada
por Subercaseaux, que no tiene desperdicio.
La dalca primitiva estaba compuesta de tres tablones cosidos con fi-
bras vegetales (una caa brava llamada culen, machada, de que se ha-
cen unas soguillas torcidas que no se pudren con el agua. Padre Rosales).
Estos tablones los fabricaban en madera de alerce o ciprs, desprendin-
dolos del tronco por medio de cuas mltiples que iban hendiendo la ma-
dera hasta obtener el espesor y longitud deseados. Luego, cuando tenan
las tablas preparadas, las arqueaban en la forma pedida por la manga
y el arrufo, colocndolas entre estaquillas plantadas en el suelo. Para que
las tablas obtuvieran la curvatura deseada, las mojaban y luego encendan
un gran fuego en la vecindad para que el calor las hiciera doblarse sin
rasgadura, conservndoles la forma buscada. Por dentro, y para darle un
esqueleto al bote que asegurara su resistencia, les ponan una suerte de
costillas (cuadernas) que colocaban transversalmente, despus de ha-
berlas tallado en maderos naturalmente curvos y que seleccionaban hasta
encontrar los que tenan el ngulo necesario. Los unan al forro por medio
de tarugos de madera remachada que luego hinchaban con la humedad.
Tanto los agujeros de los tarugos como los de las costuras (interna y exter-
na) eran practicados con fuego (piedras calientes?). Los insterticios de las
costuras los calafateaban con tiaca, unas hojas muy viscosas, recubiertas
con corteza de maqui. No haba quilla ni falcas (tabla que hace ms alta
la borda), y las bancadas estaban colocadas muy arriba, sobre la regla37.
36
Tierra de Ocano, (Ediciones Ercilla, Santiago 1951), pg. 77.
37
d., pgs. 79 y 80. Subercaseaux se bas a su vez en la excelente descripcin hecha por el Padre Rosales
a principios del siglo XVII, aunque adaptndola al castellano moderno y enriquecindola con datos
complementarios, razn por la que hemos preferido la versin transcrita.
66
Esta maravilla de simplicidad tcnica y constructiva, que en verdad
38
Embarcaciones chilenas precolombinas. La Dalca de Chilo (Revista Chilena de Antropologa, N4, Facultad de
Filosofa, Humanidades y de Educacin, Universidad de Chile, Santiago 1984).
67
Sern los veliche y los colonizadores posteriores quienes se beneficien de
esta canoa monxila.
La dalca fue la embarcacin por excelencia de la conquista y de ella
derivaron botes, lanchas y chalupones modernos. Este aporte de los cho-
nos contribuy al desarrollo de una cultura fuertemente enraizada en
tradiciones martimas que se prolonga hasta el presente39.
La hiptesis mencionada est fundada en la conviccin de haber
preexistido los chonos a los veliches mapuchizados en el mbito chi-
loense-archipielgico, descendiendo aquellos de los primeros migran-
tes que traspasaron el canal de Chacao.
En distinto orden, otro rasgo de la cotidianeidad de los aborge-
nes prehistricos que debiera tenerse como muy antiguo es el de la
ritualidad funeraria, con sepultaciones en cavernas. Esta prctica de la
que se han hecho registros antiguos y recientes en todo el archipila-
go patagnico, al norte y sur del golfo de Penas, es ciertamente muy
antigua, tanto que a lo menos se remonta al quinto milenio antes del
presente, a juzgar por el hallazgo hecho por la arqueloga Dominique
Legoupil en la cueva de Ayayema, en la isla Madre de Dios, a principios
de 2000, y que ha sido fechado en 4530 + 30 A.P. He aqu entonces,
otra expresin caracterizadora que contribuye a hacer luz sobre el
arcano aborigen.
De este modo, salvando un extenso hiato temporal, se arriba al
tiempo histrico.
68
Mapa 3 Aysn: Poblamiento originario (10000 A.P. - Siglo XIX)
69
lo largo de dos siglos fueron muchas y diferentes las denominacio-
nes que recibieron los nmades marinos, no obstante que sus tipos
fisonmicos, sus tiles y formas de vida parecan ser sustancialmente
idnticos. No as la lengua en que se comunicaban los del norte y los
del sur del golfo de Penas.
Ello gener de partida una situacin etnogrfica confusa cuya reso-
lucin dista de ser satisfactoria como para generar un consenso que
conforme a etnlogos e historiadores.
Los primeros forneos que avistaron aborgenes en la zona del
archipilago y tuvieron as una primera nocin sobre ellos fueron
Francisco de Ulloa en 1553 y Juan Ladrillero y Francisco Corts de
Ojea en 1557. El primero cuando navegaba por el litoral exterior en
demanda del estrecho de Magallanes encontr rastros de los prime-
ros seres humanos hacia los 45 S, [...] en la costa de una isla donde se
vieron ranchos pequeos y al parecer eran de gente pobre. Haba papas
y maz. Tena buen parecer la tierra. Hallamos una canoa hecha de tres
tablas muy bien cosida, de veinticuatro o veinticinco pies, y por las costuras
tenan echado un betn que ellos hacen. Era a manera de lanzadera, con
las puntas muy grandes40, segn escribi el cronista Jernimo de Vivar.
Hernando Gallego, que tambin acompaaba a Ulloa como piloto,
dej a su turno una relacin que calza con la de Vivar y la complemen-
ta, pues afirma que los indios andan bien vestidos con ropa de lana41, lo
que permite inferir que dominaban el oficio del tejido en todo cuanto
el mismo supone. La costa en que habitaban pareca ser muy poblada
a juzgar por los humos que vieron los navegantes. Aparentemente
eran de ndole belicosa, pues prximos los espaoles al extremo occi-
dental de Taitao, en un puerto que se nombr de San Andrs (46 34
S), bajaron a tierra, pero fueron recibidos por los indios con un torbellino
tan impetuoso de piedras, que mui a su pesar se retiraron bien aporreados
y mal heridos42.
Navegando avante, Ulloa cruz frente a la amplitud del golfo de Pe-
nas y hasta los 48 y dos tercios, es decir, ya en la parte del archipilago
septentrional de la antigua Magallania, slo vieron una habitacin indgena.
Cuatro aos ms tarde, en 1557, en igual estacin, esto es, fines de
la primavera, navegando frente al archipilago de los Chonos, tambin
40
Jos M. Barros, Expedicin al Estrecho de Magallanes en 1553: Jernimo de Vivar y Hernando Ga-
llego, Anales del Instituto de la Patagonia, volumen XII, Punta Arenas, 1981, pg. 33.
41
Ibd., pg. 36.
42
Documentos para la historia nutica de Chile. Los descubridores del estrecho de Magallanes i sus
primeros exploradores, Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile, tomo V, Santiago 1879, pg. 481.
70
con rumbo al sur, las naos San Luis y San Sebastin bajo el mando supe-
71
animales, con que se cubren las espaldas, y caen hasta las rodillas, y una
correa que les atan por el pescuezo a manera de las liquiras que traen los
indios del Cuzco. Traen sus vergenzas de fuera sin ninguna cobertura. Son
de grandes fuerzas. Traen por armas unos huesos de ballena a manera
de dagas, y unos palos, como lanzuelas mal hechas. Andan en canoas de
cscaras de cipreses y de otros rboles. No tienen poblaciones ni casas,
sino que hoy aqu, maana en otra parte, y donde quiera que llegan, llevan
unas varillas delgadas, las cuales ponen en el suelo; y con corteza de rbo-
les que en las dichas canoas traen, hacen sus casillas chiquitas a manera
de ranchos en que se meten y reparan del agua del cielo y de la nieve44.
Sobre la base de estos testimonios, producto de los primeros avis-
tamientos que hicieron los espaoles de los indgenas que habitaban
en el litoral de la actual Regin de Aysn, es posible integrar una infor-
macin que nos permite conocer someramente algunos rasgos defi-
nitorios sobre los mismos.
De partida eran dos grupos diferentes, separados por el golfo de
Penas. Los del norte que poblaban el litoral (y el interior archipielgi-
co) comprendido entre la boca del Huafo y el cabo Tres Montes, y los
del sur, que habitaban en la parte boreal de la Magallania.
Aqullos, a quienes el escribano Miguel de Goizueta denomin hui-
llis, para nosotros chonos, eran nmades marinos, que se movilizaban
en una embarcacin sorprendentemente simple, construida con tres
tablas unidas entre s por costuras vegetales y bien calafateadas, que
no era otra cosa que la bien conocida dalca; en tierra se cobijaban
en unos ranchos hechos con ramas y se cubran con vestidos tejidos
en lana que preparaban ellos mismos; no obstante de ser pescadores
y cazadores saban cultivar la tierra y tenan siembras de papas y de
maz. Eran, as pareca, numerosos y tenan una ndole belicosa. El cono-
cimiento del arte del tejido, como la crianza de animales y una prctica
agrcola elemental ponen de manifiesto el influjo cultural veliche-chilo-
te sobre los aborgenes del sur del Corcovado, fruto evidente de una
interrelacin prolongada en el tiempo que sugiere una movilidad pe-
ridica de grupos tanto hacia el sur como hacia el norte de ese golfo.
Los meridionales eran igualmente nmades marinos que hablaban
una lengua diferente a la de los de ms al norte y eran, segn les pa-
reci a los espaoles, ms atrasados y salvajes que aqullos. Andaban
virtualmente desnudos, con slo unas capas de cuero que les cubran
44
Ramn Guerrero Vergara, Expedicin de Juan Ladrillero, Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile,
Vol. VI. Valparaso, 1880, pgs. 464 y 465.
72
las espaldas, usaban como armas y artefactos de caza unos arpones de
73
durante 1608 y se extendi sobre parte del ao siguiente. Razn de
la misma fue la visita hecha a Chilo tiempo antes por Pedro Delco,
cacique principal de las islas que llaman de los Chonos y Huilles, segn la
informacin del P. Juan Bautista Ferrufino45. Tanto interes a los religio-
sos el asunto que ese misionero determin hacer un catecismo en su
lengua chona que es muy diferente y ms dificultosa en la pronunciacin
que sta general (la veliche)46.
Del mismo jefe indgena el P. Ferrufino obtuvo una informacin
general sobre el territorio insular del sur y respecto de la gente que
lo poblaba: [...] son innumerables las islas que hay hacia el estrecho de
Magallanes, aadiendo el cacique que hay ms de mil, casi todas las
pobladas de tres o cuatro personas cada una; que es tierra aspersima,
no tan verde como la de Chilo, pero ms fra y estril, no es cultivable,
porque es casi toda breas y riscos y que hay mucha riqueza de marisco
y pescado, con el cual se sustentan los naturales de ella; y que de ordi-
nario beben aceite de lobo, por la mucha abundancia que hay de ellos y
mucha falta de agua dulce [] Andan desnudos casi todos [] que los
que estn aqu ms hacia la isla grande [Chilo], en la primera que se
llama Guaiteca cran algunos perros grandes lanudos, los cuales trasquilan
a sus tiempos y de aquella lana tejen sus vestidos []Tienen el cabello
rubio y el color del rostro trigueo [?], son afables, muy mansos y humildes,
pero los huilles, que viven ms hacia el estrecho van totalmente desnudos.
Tienen las carnes negras (entiendo que es de las continuas injurias del sol
y aguaceros y de las malas comidas, porque no comen ms que marisco
crudo). Tienen el cabello negro y gordo, como cerdas, son ms broncos y
groseros, aunque no son feroces, sino humildes y mansos. Sus casas son
movedizas porque hacindolas de un toldo de cortezas de rboles, dobla-
dizas, las mudan cuando quieren. Suelen los ms ladinos de los chonos
irlos a maloquear, y se sirven de ellos, y aun los venden, o dan en don a
otros.Y yo he visto algunos que no sirven ms que de ojear pjaros, porque
no entienden la lengua general ni son entendidos en la suya. Oyeron los
chonos que vinieron las cosas de Dios y gustaron mucho de ellas y nos
pidieron que fusemos a su tierra47.
En esta interesante descripcin del misionero, que valorizamos es-
pecialmente por ser de primera mano y correspondiente al tiempo
del contacto inicial, aparece notoria la diferenciacin entre chonos (los
45
W. Hanisch, La isla de Chilo, capitana de rutas australes (Academia Superior de Ciencias Pedaggicas,
Santiago 1983), pg. 43.
46
Carta Anual de la Compaa de Jess. Ao 1611, en Hanisch, citado, pg. 44.
47
Ibd.
74
de las Guaitecas a Taitao) y los huilles, esto es, los indgenas de ms al
75
Las cartas anuas de la Compaa de Jess correspondientes a los
aos 1620 y 1630 dan ms informacin sobre el curso de las misiones,
puntualizando que la misin ms trabajosa que aqu en Chilo tienen los
padres es la de los chonos, gente ms apartada del comercio de los es-
paoles, ms cercana al estrecho e inculta de cuanta hay en estas partes.
Divdense en varias parcialidades esparcidas por muchas islas, como en
el archipilago de Chilo. No tienen morada cierta, de continuo traen el
hato a cuestas, mudndose con su familia de isla en isla a coger marisco,
que es su ordinario sustento, sin tener otras chcaras ni sementeras; a
que aaden beber el aceite de lobos, con que traen el color plido, y a la
causa viven lo ms del ao dentro del mar, porque les es fuerza buscar en
l su sustento. A estas gentes brbaras han entrado los nuestros varias
veces apartndose de la ciudad de Castro ms de treinta leguas hacia
el estrecho de Magallanes. Para facilitar el camino y obviar el riesgo de
las travesas de mar, pasan un pedazo de cordillera muy agra, de mas
de catorce leguas, en que padecen excesivos fros por estar muy llena de
nieve y haber de hacer necesariamente su camino a pie. Despus de la
cordillera entran en un golfo de diez leguas, muy peligroso; luego en ense-
nadas de islas muy remotas49.
En la ltima parte de la descripcin transcrita se tiene la primera
mencin histrica sobre el paso desde Chonia a los mares del sur de
Taitao, travesa que pasar a ser recurrente desde mediados del siglo
XVII y durante todo el siglo siguiente. Aquello de pedazo de cordille-
ra muy agra es una obvia referencia a la proximidad del Campo de
Hielo Patagnico Norte, manifestada por las leguas glaciares de San
Rafael y San Quintn, as como por la visin de las alturas andinas. La
travesa de que se trata se iniciaba en el golfo Elefantes, de norte a
sur, para seguir por la laguna de San Rafael y cruzar por el istmo de
Ofqui y salir nuevamente al mar en el golfo de San Esteban. Era una
alternativa ms segura que el cruce costa afuera.
Hacia la cuarta dcada del siglo, segn habr de verse ms adelante,
las autoridades comenzaron a preocuparse por los rumores recurren-
tes que llegaban a sus odos en cuanto a que hacia el sur de Chilo y
Chonia, en lugar indeterminado prximo al estrecho de Magallanes se
hallaba poblando gente blanca, vestida a la usanza de los espaoles, por
lo que se decidi investigar para ver de qu se trataba. Esa fue la mo-
tivacin para las expediciones realizadas en 1641 y 1660 que, interesa
directamente, recogieron nueva informacin de carcter etnogrfico.
49
Cartas anuales de 1629 y 1630, op. cit., pgs. 47 y 48
76
La primera, encomendada al capitn Rodrigo Navarro, quien lleva-
77
largo lapso, explicable quiz por el coetneo inters que la Compaa de
Jess manifest por la evangelizacin de los indgenas que poblaban la
banda oriental de los Andes y que dieran origen a la actividad particular
del P. Mascardi a contar de 1670, segn habr de verse50.
As, se habra retornado a los chonos slo al promediar el siglo
XVIII, luego del naufragio del navo ingls Wager en una de las islas
Guayaneco, en 1741, suceso que origin una nueva serie de expedi-
ciones de bsqueda a la que tambin se har referencia particularizada
ms adelante.
Importa destacar que de estas circunstancias, como de la antigua
preocupacin de la Compaa de Jess, deriv la determinacin adop-
tada por sus superiores para crear la misin de Caylin en 1767. En este
respecto sirve conocer cul era la opinin que desde tiempo antes se
tena sobre la evangelizacin de los indgenas, en el caso a travs de la
transcripcin de una carta del P. Jos Imhoff al obispo de Concepcin,
escrita con fecha 14 de diciembre 1717:
En esas mismas islas de Chilo hay otra misin recin puesta para los
chonos, los cuales van cultivando en la fe cristiana otros dos misioneros.
Son los chonos de diferente nacin que los de Chilo y distan sus islas
mas de treinta leguas de las ltimas de Chilo, corriendo del norte al sur
por golfos y mares bravos. Han tenido los dichos indios chonos continua
guerra con los de Chilo hasta pocos aos ha, en que dejaron sus tierras y
vinieron a dar paz; y habiendo quedado en las islas de Chilo les dio don
Juan Uribe, cura y capelln que fue del fuerte de Calbuco, una isla llamada
Guar, distante cuatro leguas del dicho fuerte de Calbuco, y se seal un
misionero, aunque sin congrua, hasta que se determinase ltimamente
en qu forma habra de estar dicha misin. Y habiendo conocido despus
los chonos que dicha isla no les era a propsito por estar tan cerca de la
de Calbuco, expuesta a todos los latrocinios de tableros y mariscadores
y tan spera y espesa de montaas, trabajosa de cultivarla para unos
indios recin reducidos y no hechos al trabajo, le dejaron, fuera de una o
dos familias, y se pusieron en otras vacas de Chilo; de manera que por
haber andado hasta tan vagabundos no se han podido hacer el fruto de-
seado en sus almas. Dos aos ha que se fund esta misin por la junta de
misiones en Santiago, y se le sealaron dos misioneros (con una congrua
corta en tanto que venga confirmado de su Majestad) que actualmente
estn cultivando esa nueva planta en la religin cristiana.Y como todos los
50
Debe suponerse con algn fundamento que fue durante este lapso que se abandon la capilla erigida
con anterioridad en la isla Gran Guaiteca.
78
principios son difciles han podido hacer poco progreso hasta ahora y el
79
ambulantes fueron convenientes y necesarias para conocer el territo-
rio indgena, y para ubicar y evangelizar a sus moradores, ello se hizo
con perseverancia y sacrificio a veces rayano en el herosmo por parte
de los buenos padres misioneros, de los que Mascardi hubo de ser el
autntico paradigma. Ello permita ahorrar parte del tiempo que se
empleaba en los prolongados periplos misionales, y evitar los riesgos
consiguientes ms que seguros por diferentes razones, entre ellas la
imprevisibilidad climtica, y, en cambio, brindar la mayor dedicacin po-
sible a los indgenas concentrados en un pueblo o reduccin. La razn
concurrente estuvo dada por el inters manifiesto de las autoridades
del Virreinato del Per y del Reino de Chile, de precaver cualquier
posibilidad de un establecimiento ingls -cosa que tanto se tema por
entonces, al punto de convertirse en verdadera obsesin para los
altos funcionarios reales- en algn lugar de la extensa y desguarnecida
costa de la Patagonia occidental, y para ello evitar, a como diere lugar,
cualquier colaboracin que de buen o mal grado pudieran brindar los
indgenas en semejante eventualidad. Entonces, para prevenir, mejor
era sacarlos de sus lugares naturales y trasladarlos a donde ms con-
viniera, y en ello los centros misionales venan de perlas.
En esa poltica los indios llamados caucahues o huaihuenes, ya cris-
tianizados, fueron agentes voluntarios de cooperacin y reclutamiento,
al mostrarse entre sus hermanos salvajes como gente contenta, bien
alimentada y vestida, viviendo sin sobresaltos junto a los espaoles.
Y en efecto, parece que su participacin result eficaz en el sentido
buscado. Para los que resistan, en cambio, no qued otra alternativa
que la fuerza, y la misma parece no haber sido ahorrada.
Los misioneros, ha escrito el historiador Rodolfo Urbina Burgos, -que
siempre iban acompaados de algunos espaoles- no se destacaban pre-
cisamente por su inclinacin a la persuasin pacfica. La idea dominante
era que los brbaros deban ser obligados a cristianizarse y civilizarse,
usando para ellos los mtodos todo lo compulsivos que fuera posible si la
circunstancias lo exigan52.
El resultado obtenido fue tan eficaz como que condujo al despo-
blamiento del archipilago de los Chonos, en tanto que diezm o algo
ms a los grupos de canoeros que habitaban en la parcialidad boreal
de la Magallania.
Antes de proseguir con las consecuencias de la poltica de traslados
52
Las Misiones Franciscanas de Chilo a fines del siglo XVIII: 1771-1800 (Instituto de Historia, Universidad
Catlica de Valparaso 1990), pg. 88.
80
de indgenas, es necesario hacer una consideracin a propsito de las
53
Analytical and Critical Bibliography of the tribes of Tierra del Fuego and adjacent territory, Anthropological
Publications, Amsterdam 1967, pg. 34.
54
Cfr. del autor Historia de la Regin Magallnica (Santiago, 1992), tomo I, pg. 93 y siguientes, y Archipilago
Patagnico, la ltima frontera (Ediciones de la Universidad de Magallanes, Punta Arenas 2004), pg. 48
81
Si arduo ha resultado ser para etngrafos e historiadores su identi-
ficacin, ms lo es todava lo tocante a su nmero al tiempo del arribo
de los espaoles.
En este aspecto, si se aplica a los correspondientes territorios la
frmula matemtica de un individuo por cada 25 kilmetros cuadra-
dos de territorio, y aceptando que en un caso, el de los chonos, del
Corcovado al golfo de Penas pudo haber un rea ocupable del orden
de unos 10.000 km2, habida cuenta de su condicin archipielgica
que slo permite establecimientos o merodeos litorales, la poblacin
prehispnica estable habra sido no mayor de unos cinco centenares
de individuos. Para la porcin insular-continental del sur del golfo de
Penas hasta el lmite entre las actuales regiones de Aysn y Maga-
llanes, esto es, unos 3.000 km2, la poblacin posible habra sido no
mayor de un centenar y medio, cuando ms dos centenares de almas.
De aceptarse el clculo como razonable, se tratara entonces de una
densidad bajsima.
Ahora bien, los antecedentes histricos parecen sustentar esta opi-
nin, pues salvo aquella observacin inicial del viaje de Ulloa que da
cuenta del avistamiento de muchos humos como seal de pobla-
miento abundante, y de la declaracin del cacique chono Pedro Delco
de haber ms de mil islas hacia el estrecho de Magallanes casi todas
pobladas de tres o cuatro personas cada una, que debiera tomarse
con beneficio de inventario por cuanto pudiera corresponder a un
exceso de estimacin, todas las observaciones que siguieron se re-
fieren a unos cuantos individuos o grupos menores. Inclusive, como
se ha visto, la calificacin de huidizos que hiciera uno de tantos ex-
pedicionarios para referirse a la ausencia de indgenas en el archipi-
lago de los Chonos, bien podra tomarse como la expresin de una
densidad muy baja de habitantes o, derechamente, de inexistencia de
los mismos. Esta observacin la hizo el P. Del Techo en 1673, es decir
tempranamente, contando para ello con las informaciones recogidas
por los misioneros desde los comienzos del siglo.
Por otra parte, se conocen algunas cifras que, debidamente corre-
lacionadas, permiten calcular el valor numrico de los traslados con
fines misionales. Est, el dato proporcionado por el P. Imhoff al obispo
de Concepcin de haber un centenar de chonos bautizados en la
reduccin de la isla de Guar en 1715, dando a entender que todava
82
restaba una parte del grupo sin que hubiera recibido el sacramento55.
83
para que en las postrimeras del siglo XVIII apenas se advirtiera una
suerte de relicto tnico. Al mismo debiera adscribirse a los indios
gentiles, quienes segn la aseveracin de Jos de Moraleda haban
robado a Pedro Yaa56 cincuenta ovejas que el mismo criaba en la isla
Setucapel, prxima a la ensenada de Checayec57.
84
haba surgido en el seno de la congregacin a la que perteneca en
59
La entidad interesada era el Seminario Teolgico de Auburn. Sobre la base del informe elevado por
el capitn Morrell se decidi efectivamente enviar a dos misioneros, William Arms y Titus Coan al
estrecho de Magallanes, en una misin que resultara fallida a la postre. Cfr. el artculo del autor Las
misiones cristianas entre los anikenk (1833-1910). Una Historia de Frustraciones, Anales del Instituto
de la Patagonia, Serie Ciencias Humanas, volumen 25, Punta Arenas, 1997.
60
Narracin de los Viajes de Levantamiento de los Buques de S.M. Adventure y Beagle en los Aos de 1826 a 1836
(Biblioteca del Oficial de Marina, Buenos Aires 1933), tomo IV, pg. 455.
85
El naturalista a su vez consign en su Diario un comentario insidio-
so: [...] en esta parte del pas [cabo Tres Montes] la raza est extinguida
gracias a los cuidados que tuvieron los catlicos de transformar a la vez a
los indios en catlicos y esclavos61.
Ante lo sustancial de este doble aserto, cabe pensar sobre qu pudo
suceder en una dcada para que al cabo de ella no se divisara traza alguna
de habitantes autctonos. Es posible que las navegaciones de Morrell y
Fitz Roy hayan tenido lugar en parajes martimos diferentes o con distintas
penetraciones hacia el interior insular, con resultado de tan opuestas ob-
servaciones; pero puede ser que efectivamente en ese lapso haya descen-
dido otra vez la poblacin, que de cualquier modo debera tenerse por
relictual hacia 1820. En este caso cul pudo ser la causa?
Sabemos que por all, entonces y desde tiempo antes, merodeaban
balleneros y foqueros norteamericanos e ingleses, quienes en un eventual
trato ocasional con los indgenas pudieron contagiarlos con algunas en-
fermedades que quiz devinieron epidmicas para los mismos. Aceptable
o no la posibilidad, u otra referida a hechos de violencia innecesaria con
resultados fatales en la que aqullos pudieron igualmente estar involu-
crados, lo cierto es que al promediar la cuarta dcada del siglo XIX, los
aborgenes que restaban en su territorio histrico eran poqusimos. Estos
al fin parecen haber sufrido la agresin brutal de los cipreseros chilotes
que, de acuerdo con la tradicin debi haber sido de tal grado como para
hacerlos responsables de la extincin de relicto indgena chono.
El capitn de fragata Enrique Simpson, de la Armada de Chile, de-
bi recoger esa informacin y tenerla por veraz, tanto que en el infor-
me elevado al Supremo Gobierno al cabo de su segunda expedicin
(1871), no dud en consignar a modo de irrefutable denuncia: Indios
chonos: Todos los restos y vestigios de esta raza, ya considerada desapare-
cida a manos de los hacheros, quienes tienen a mrito destruir a todos los
que encuentran de esos, para ellos, abominables gentiles62.
El mismo explorador encontr en 1875 una sola familia chona, de
apellido Lincomn, viviendo en el canal Puquitn entre las islas Ascen-
sin y Guaiteca. Todava al fin del siglo XIX, Francisco Vidal Gormaz,
a la sazn Director del Instituto Hidrogrfico de la Armada de Chile,
dej constancia de que En las Guaitecas queda an una familia paya,
la ltima reliquia de sus antiguos pobladores; vive de la pesca, de la corta
61
Con Darwin en Chile (Editorial Universitaria, Santiago 1996), pg. 167.
62
Esploraciones hechas por la Corbeta Chacabuco, al mando del Capitn de Fragata don Enrique M.
Simpson en los archipilagos de Guaitecas, Chonos i Taitao, Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile,
tomo I, Santiago 1875, pg. 43.
86
de madera de construccin y poco de la agricultura. Es semi civilizada y
63
Algunos naufragios en las costas chilenas, citado por Ren Peri Fagerstrom en Resea de la colonizacin
en Chile (Editorial Andrs Bello, Santiago 1989), pg. 195.
87
TABLA I
POBLAMIENTO ORIGINARIO DE AYSN*
88
SEGUNDA Parte
El conocimiento geogrfico.
El arribo y presencia
de los forneos
(1520 - 1902)
EL HALLAZGO GEOGRFICO ORIGINAL
1
Actual Deseado, situado al sudoeste del cabo Pilar, en el extremo occidental de la isla Desolacin.
89
cabo Fermoso obra de 55 leguas i hasta los dos pedazos de tierra a nos, habr
otra de 20 leguas; i esta tierra vimos el primer da de Diciembre2.
La realidad geogrfica conduce a suponer que el avistamiento debi dar-
se hacia los 47, pues los 48 corresponden a la latitud de la isla Campana,
la que no presenta una caracterstica montaosa litoral tan conspicua como
la que vieron los navegantes. Conviniendo con el historiador naval Samuel
E. Morison, consideramos que debi tratarse de un error de estimacin del
contramaestre, que sola calcular una mayor latitud hacia el meridin.
De la descripcin un tanto crptica, interesa aquello de unos peda-
zos como mogotes, i corren norte a sur..., pues all precisamente est
la constancia de la visin primigenia de la futura tierra de Aysn. Tierra
de Diciembre, la bautiz entonces Magallanes por el da del avistamiento,
con la propiedad y autoridad que le daban su condicin de haber sido el
primero en avizorarla. En este topnimo advertimos adems la decisin
individualizadora geogrficamente entendida, una suerte de ratificacin
del carcter particular del descubrimiento de Chile iniciado a partir del 21
de octubre, con el hallazgo y penetracin en el saco oriental del Estrecho.
La Carta Universal Annima, tambin conocida como Padrn Real de
Turn, el primer mapa en que figura parte del actual territorio chileno,
pieza elaborada hacia 1523 por un autor desconocido, pero que bien
pudo ser el afamado cartgrafo portugus Diego Ribero, entonces
maestre a cargo de las cartas de navegacin de la casa de Contra-
tacin de Sevilla, cuya matriz se denominaba precisamente padrn
real, recogi esa denominacin consignndola al trmino final del tra-
zado litoral occidental, junto a un par de islas, como tierra de diziembre.
Con todo su valor histrico, por compartir con el nombre del cabo
Deseado el mrito de ser las primeras menciones toponmicas de la
costa sudoccidental americana, aquella denominacin resultara excep-
cional y efmera. Lo primero porque no se conoce otra carta en que
se repita, pues la mayora de los mapamundis contemporneos hasta
alrededor de 1530 que consignaron el descubrimiento del paso ma-
gallnico en la parte meridional del nuevo mundo y que se asemejan
notoriamente en su expresin cartogrfica, como siguiendo un patrn
estilstico comn3, aunque incluyeron asimismo el trazado de costa entre
2
Documentos para la historia nutica de Chile. Los descubridores del Estrecho de Magallanes i sus
primeros esploradores, Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile, tomo V, Santiago 1879, pg. 394.
3
Entre otras varias piezas estn los mapas Totivs Orbis Descriptio, de Juan Vespucio (ca.1523), Carta de
Navegar Universalissima et diligentsima, atribuida a Diego Ribero (1525), Carta Universal de Salviati, de
Nuo Garca de Toreno (1525), Carta Universal de Juan Vespucio (1526), las tres Cartas Universales de
Diego Ribero, una de 1527 y dos de 1529 (Weimar y Vaticano) y el planisferio conocido como Borgiano
Lat. II, de autor desconocido (ca. 1530) y que se conserva en la Biblioteca Apostlica Vaticana.
90
la boca occidental del Estrecho y la Tierra de Diciembre, omitieron la
91
de mostrarse como una colosal fortaleza natural almenada por las
montaas litorales.
92
rra muy rica y abundante en vituallas6. Ello hubo de suceder entre 1550
6
Carlos Morla Vicua, Estudio Histrico sobre el descubrimiento y conquista de la Patagonia y de la
Tierra del Fuego (F.A. Brockhaus, Leipzig 1903), pg. 184.
93
interesa, habiendo superado la latitud austral de la isla de Chilo, El da
once de noviembre se descubri en los cuarenta i tres grados i dos tercios,
la isla de San Martn, que deriva su nombre del da [Guafo]. Desde aqu
las naves fueron costeando al austro, aunque con gran trabajo, por los
malos tiempos, tormentas i otras calamidades, i desbaratadas recorrie-
ron una tierra horadada, cuya costa es toda islas grandes que llaman de
los Chonos montuosas hasta la cumbre de los cerros, i es hondable i de
muchos puertos buenos i limpios, sin lajas, o por mejor decir, mui pocas...7.
La parte final de esta descripcin conforma la primera mencin his-
trica precisa que da cuenta de la tierra de Aysn vista desde el ocano:
... horadada, es decir, irregular, por dispareja y discontinua, y con entra-
das significativas de ser un conjunto insular formado por ... islas grandes
que llaman de los Chonos, montuosas hasta la cumbre de los cerros ...,
aludiendo a la tpica cobertura vegetal arbrea del occidente aysenino.
Ulloa, usando del derecho del descubridor, rebautiz el archipilago de
los Chonos como de Nuestra Seora, del mismo modo como de San
Esteban a un puerto de la costa exterior de la pennsula de Taitao.
El cronista Jernimo de Vivar, que iba embarcado en la nave capita-
na, dej para el suceso descubridor una constancia algo ms extensa,
aunque sustancialmente idntica a la precedente: Andando aquel da y
aquella noche, hallamos entre otras, dos islas grandes (la una del tamao
de la pasada y la otra mayor y buena apariencia de tierra) con otras
muchas islas junto a la tierra firme, a las cuales pusimos por nombre las
islas de Nuestra Seora de la O.Y queriendo tomar estas islas, no pudimos
por sernos el tiempo contrario. Y dimos sobre otras que estaban cinco o
seis leguas de la tierra firme. No quisimos surgir por la ruin apariencia
que tenan. Y as anduvimos sobre ellas hasta otro da de maana, que se
contaban doce del dicho mes, que dimos en un abra donde haca un ro o
un estero de media legua de ancho. Y subimos por l una legua sin hallar
fondo. Y llegamos a una playa donde surgimos arrimados a las peas, en
veinticinco brazas. All estuvimos tres das y tomamos agua y lea. Y al
tercer da mand el capitn al piloto fuese en un batel el estero arriba y
descubrir tierra. Y as fue y volvi aquel da; y hall que era isla en la que
estbamos. Entramos por este brazo y adentro al este y sudeste.
Y est este archipilago en 45. Y dgoles archipilago porque en poco
trmino hay diez o doce islas y otras que no vimos por estar junto a la tierra
y tienen sus entradas y salidas a la boca de este brazo. Tienen unas isletas
7
Documentos relativos a la historia nutica de Chile. Expedicin de Francisco de Ulloa (1553-1554),
Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile, tomo VI, Santiago 1880, pg. 440.
94
de pea que se puede entrar por medio de ellas. Toda esta tierra que vimos
8
Jos M. Barros, Expedicin al estrecho de Magallanes en 1553: Jernimo de Vivar y Hernando Ga-
llego, Anales del Instituto de la Patagonia, volumen 12, Punta Arenas, 1981, pg. 33.
95
sido aparejado por un comerciante de igual apellido y de nombre Die-
go, naufrag frente al litoral del cabo Tres Montes, siniestro que sera
recogido despus con valor toponmico en la cartografa chilena. Este
suceso y la denominacin de ensenada del Alcachofado, hecha por La-
drillero como identificatoria del golfo de Penas, son los nicos hechos
relevantes que destacan para la historia la aproximacin navegatoria
de este ilustre marino hispano en lo referido al litoral de Aysn.
A su tiempo la Corona en vez de ratificar el nombramiento de
Garca Hurtado de Mendoza como gobernador de Chile, provey el
cargo entregndolo al antiguo teniente de Pedro de Valdivia, Francisco
de Villagra (1561-1563).
Este, en el ejercicio de su funcin no olvid su expedicin transan-
dina de marras en busca de la Trapananda y fue as como dispuso una
nueva, esta vez por mar, puesta a cargo de Juan Lpez de Porres y Juan
lvarez de Luna, a quienes encomend tomar relacin de la tierra si-
tuada al sur del golfo de los Coronados, esto es, de Chilo, de la que los
indgenas ponderaban sus cualidades. Cumplida la misma, de su resulta-
do deriv otra expedicin, ahora a cargo del hijo del gobernador, Pedro
de Villagra, acompaado por el yerno de aqul, Arias Pardo Maldonado.
Tuvo desarrollo as un viaje casi misterioso, por lo poco que del
mismo se conoce, que habra tenido el mrito de ser el primero en
penetrar navegando por el mar interior de Chilo y golfo de Corco-
vado. En su transcurso, en algn punto de la tierra continental patag-
nica, Villagra y Maldonado tomaron posesin de las tierras de Chilo y
de la Provincia de la Trapananda en nombre del gobernador de Chile
y luego habran navegado al sur, ignorndose hasta dnde, como tam-
bin si en esta etapa del viaje surcaron las aguas de los Chonos.
Poco despus, ya de regreso los expedicionarios y habiendo fallecido
su cuado Pedro de Villagra, Arias Pardo Maldonado solicit a la Corona
en 1563 se le otorgara la gobernacin de las Provincias de Chilo y
Trapananda, peticin hecha en su nombre por Sebastin de Santander.
En lo que interesa, y tras la acostumbrada lata exposicin de m-
ritos y dems, el documento presentado por Santander solicitaba [...]
la gobernacin de las dichas provincias de Chilue y Traparanda que des-
cubrieron el dicho Arias Pardo y los dichos Francisco de Ulloa y Pedro de
Villagra questn despobladas desde la ciudad de Osorno hasta el Estre-
cho de Magallanes con ciento y cincuenta leguas del hueste leste [...]9.
9
Morla Vicua, op. cit. Apndice, pg. 187.
96
No tuvo suerte el peticionario, pero, hasta donde se sabe, la men-
97
trar entre los grados 44 y 49 un litoral rectilneo, sin islas, con algunas
escotaduras que insinan entradas o bocas de canales. Los topnimos
costeros son escasos: R. Sinfundo, B. de nuestra Seora de Boale y Mon-
taas de Gigantes (Keer); R. de los Rabudos, R. Sinfondo y Aqu se perdi
Diego Gallego (Teixeira); y P de Santo Domingo, C. de Diego Gallego, P
de San Stevan y C. de S. Andrs (Laet). Ciertamente, una nocin menos
que elemental.
98
piedras preciosas que haba descubierto un capitn de nombre Fran-
99
se presentaron ante el teniente general del gobernador de Chile, dos
hombres que dijeron llamarse Pedro de Oviedo y Antonio de Cobos,
quienes afirmaron haber formado parte del grupo salvado de la nave
siniestrada en el Estrecho, y contaron al oficial real toda clase de por-
menores sobre lo acontecido y de cmo aquellos espaoles haban
acabado por establecerse y vivir en paz. Va de suyo que de todo ese
cuento sorprendente se tom la debida informacin escrita y as a
partir de entonces tal probanza afirm la supuesta veracidad del rela-
to. Suma y sigue. Ocurrido ms tarde el trgico desenlace del esfuerzo
colonizador de Pedro Sarmiento de Gamboa en las cosas del estrecho
de Magallanes, del que se supo en 1586 una vez que Tom Hernn-
dez, el nico que sobrevivi para contarlo, dio cuenta de ello ante las
autoridades de Chile, el sentimiento popular incorpor a los pocos
que haban quedado en el Estrecho al ya legendario contingente de
Argello, con lo que la presuncin de la existencia de la encantada
ciudad de la Patagonia tuvo una razn adicional para afirmarse.Todava
ms, en el siglo siguiente la inagotable imaginacin popular agregara
a los presuntos habitantes originales un tercer grupo de nufragos,
aquellos que tripulaban la nave de la expedicin de Iigo Lpez de
Ayala, perdida hacia 1622 en las inmediaciones de la entrada oriental
del estrecho de Magallanes.
As y tan slo basadas en los dichos de Cobos y Oviedo, debe su-
ponerse, las autoridades de Chile ordenaron las primeras pesquisas. En
1565 el gobernador Rodrigo de Quiroga dispuso que el capitn Juan
Prez de Zurita expedicionara por tierras orientales de la cordillera
hacia el Estrecho para averiguar sobre los Csares, denominacin con
la que haba pasado a generalizarse la leyenda. La empresa no pudo
realizarse, como tampoco consigui hacerlo otra expedicin que en
1570 el gobernador Melchor Bravo de Saravia haba encomendado a
Alonso Rodrguez Picado, esta vez porque el virrey del Per deneg
la autorizacin.
Pero el inters no ceda, y hacia fines del siglo el procurador de
la ciudad de Santiago, Domingo de Erazo, escribi al rey de Espaa
recomendando que se comisionara al gobernador de Chile para que
fuera a descubrir las Provincias de Trapananda y los Csares que estn
juntas a Chile y las divide una cierra nevada [...]10. En su presentacin el
procurador incluso manifestaba al monarca que el mejor acceso para
alcanzar la poblacin perdida deba encontrarse por un grandsimo bra-
10
Memorial de Domingo de Erazo sobre el estado del Reino de Chile, en Jos Toribio Medina, Coleccin
de Documentos Inditos para la Historia de Chile, Segunda Serie, tomo V (Santiago, 1956), pg. 20.
100
zo de mar que divide y atraviesa la dicha cordillera nevada hasta los llanos
101
Estrecho en procura de alguna noticia, lo que este hizo llegando a una
latitud no ms austral que la alcanzada aos antes por Garca Tao, esto
es, apenas el umbral de la Regin Magallnica. Lo nico que pareci ser
de algn provecho fue la captura que Vera hizo de un indio llamado
Atapa el cual dixo que hazia el Estrecho ava Espaoles blancos y rubios
con barbas, y que andaban vestidos al modo de los Espaoles de Chilo12.
Estos dichos llegaron a odos de Dionisio de Rueda, quien haba
sucedido a Alfaro en la gubernatura chilota en 1641, y tanto crdito se
les dio que ello bast para reavivar la leyenda cesrea. Con tan dudoso
antecedente se dispuso la preparacin de una nueva expedicin que
se puso al mando del capitn Rodrigo Navarro. sta en su desarrollo
tampoco avanz ms que lo que en su momento haban hecho Garca
Tao y Vera, y una vez ms se retorn a Chilo sin nada concreto acerca
de los dichosos Csares. El virtual fracaso en la bsqueda de la ciudad
encantada de la Patagonia, o de noticias sobre la misma, enfri el inte-
rs de la autoridad chiloense y de esa manera cesaron por un tiempo
los viajes australes con tal objetivo, pero nuevos rumores conocidos
hacia 1656 alentaron el inters de otrora, y entre ese ao y 1660 se
despach una expedicin a cargo del capitn Juan Hurtado que, huel-
ga decirlo, result tan intil como las anteriores.
Si algo de provecho se tuvo de unas y otras fue el mejor conocimiento
acerca de la geografa del territorio situado al sur del Corcovado y que,
al trascender, permiti que por ese tiempo el P. Diego de Rosales que
se hallaba ocupado en escribir la Historia General de Chile, incluyera en la
misma una descripcin que sintetiza la nocin comn sobre la materia.
As, al dar cuenta de las particularidades del territorio desde el canal de
Chacao hacia el sur expres: De aqu hasta el Estrecho se perfila llegndose
al mar la cordillera y se despedaza en infinito nmero de islas que forman el
Archipilago de Chilo y de los Chonos. En el primero habitan los Espaoles
y indios, en el segundo los indios solos. Es inhabitable por aquel lado la tierra
firme por la inmensa nieve de la cordillera y por los pantanos que la esterilizan
de pastos para los ganados, y la continua humedad y lluvia estorban la sazn
de los frutos. Los ros tienen poca corrida por tener tan cerca el mar, y ms se
pueden llamar vertientes que ros, y as son poco conocidos13.
Tras un breve intervalo, quiz con nuevos rumores de por medio,
la gobernacin de Chilo torn a insistir en la bsqueda de los in-
12
Diego de Rosales, Historia General de Chile, tomo I, pg. 105. En la afirmacin del indio hay una
referencia evidente a la ya aeja presencia de los holandeses en el Estrecho, recibida a travs de la
trasmisin oral indgena.
13
Op. cit., tomo I, pg. 277.
102
hallables Csares. Esta tuvo ocurrencia entre 1662 y 1667, habiendo
103
en el Museo Naval de Madrid, cuyo ttulo nada sugiere pues se deno-
mina Carta Hidrogrfica del Per, y que est fechado en Lima el 5 de
enero de 1764.
En realidad es un manuscrito de varias hojas, propiamente un de-
rrotero referido a las costas americanas occidentales desde Califor-
nia hasta el cabo de Hornos, y que contiene mapas y descripciones
parciales, cuyo estudio ha sido hecho por la investigadora Mara Luisa
Martn Mers.
De esos mapas, interesa el que aparece consignado como Ilustra-
cin N 10 en el trabajo de esa autora. Muestra en dibujo muy burdo
y coloreado la parte austral de Amrica desde el grado 42 S aproxi-
madamente hasta el cabo de Hornos.
Pues bien, el mismo incluye la representacin de un ro ancho a
modo de canal que intercomunica el golfo de Corcovado en el oc-
cidente, cruzando los Andes, con el Atlntico, a la altura del estuario
del ro Deseado, con una leyenda que corre arriba y abajo del mismo:
camino y [ilegible] por donde cruz Martn Belasco en busca de la pobla-
cin de Argello14.
Esta mencin se complementa con otra leyenda ms extensa fuera
y al pie del mapa que reza: Desde la isla de Chilue fue a casar Martn
Garca Belasco a las espaldas de Guaitica hall esta laguna muy mansa
y mui buenos patos que es bitam quem se puede entrar, 12 leguas ms
all del Guafo camin Martn Belasco R arriba en busca de la ciudad
de los Reyes15 a donde disen est poblado el Sr. Obispo Argello16 que se
perdi en el cabo del Purgatorio y camin con sus familias 60 leguas al
N.E. y se junt con los naturales y se pobl en una isla y laguna en 46
grados, se entiende, sin duda que est, faltole el bastimento y se bolbi al
desaguadero que sale a la otra mar, tiene muchas corrientes.
Una noticia curiosa, amn de novedosa, ciertamente.
Segn la mencionada investigadora el derrotero debi ser escrito
en la segunda mitad del siglo XVII y copiado un siglo despus con
algunas adiciones.
14
M. L. Martn Mers, Derrotero de la costa pacfica americana, JANO 24-29 Enero, 1986, Vol XXX
N709, N2 Medicina y Humanidades, Madrid, pg. 86.
15
Poblacin de Argello, Ciudad de los Reyes son equivalentes para el caso de Ciudad de Los
Csares.
16
Se trata obviamente de una confusin del informante, que surge del hecho de haber comandado el
capitn Sebastin de Argello al grupo de sobrevivientes de la nave naufragada en el estrecho de
Magallanes, que a su vez integraba la flotilla armada por el Obispo de Plasencia, puesta a cargo de su
sobrino Francisco de Camargo.
104
Descripcin de las costas del Per y Chile hasta cabo de Hornos y parte de la costa hacia
Buenos Aires. Contiene multitud de vistas y planos. Lima, enero de 1764, Archivo del
Museo Naval de Madrid, Manuscritos 180 bis.
Este mapa, aunque de 1764, grafica una expedicin de mediados del siglo XVII.
Su leyenda dice:
Desde la isla de Chilgue fue a cazar Martn Garca Velasco a las espaldas de Guiatica,
hall esta laguna mansa y buenos puertos como Bitanquen, camin el ro arriba en busca de la
Ciudad de los Reyes y lleg hasta cerca de la laguna adonde dicen est poblado, el Sr. obispo
Argello se perdi en el cabo del Purgatorio y camin con sus familias 60 leguas al NE y se
junt con los naturales y se pobl en una isla, se entiende que ah faltle bastimento
y se volvi al desaguadero que sale a la otra mar y tiene muchas corrientes.
FUENTE IMAGEN: Urbina, Ximena. Fuentes para la Historia de la Patagonia Occidental en el perodo colonial. Primera parte:
siglos XVI y XVII. Ediciones Universitarias de Valparaso de la Pontificia Universidad Catlica de Valparaso, 2014. 105
En buenas cuentas, este interesante documento da cuenta sumaria
de una expedicin de bsqueda de los Csares al mando del capitn
Martn Garca Velasco, que parti desde Chilo, desde lugar y fecha
indeterminados pero que debiera suponerse fue desde Castro y hacia
1650-1670, esto es, cuando se hallaba en su mximo vigor la fuerza
de la leyenda, como se explica por las otras expediciones antes men-
cionadas.
Garca Velasco entr a la tierra firme a las espaldas de Guaitica, o
sea hacia los 44 S, situacin latitudinal coincidente con la del estuario
del ro Palena, que enfrenta a las islas Guaitecas, lo que sugiere que
este pudo ser el ro remontado por el capitn, se ignora hasta dnde.
Hasta aqu la informacin aparece indubitable. Ms all, es decir, a par-
tir del supuesto cruce transcordillerano y la travesa transcontinental
subsiguiente, ya se est en el campo del misterio. Una empresa seme-
jante como la descrita habra llamado ciertamente la atencin de las
autoridades hispanas tanto en Chile como en el Ro de la Plata y en la
metrpolis y, de ese modo, habra conseguido alguna fama perdurable.
Pero no hay de ella ms constancia que la leyenda que corre al pie
del mapa que se ha mencionado, del manuscrito peruano. La remota
situacin geogrfica fronteriza austral de los aledaos de Chilo hubo
de ser causa, as pensamos, de no pocas situaciones del gnero sobre
las que nada se sabe hasta el presente. Esta conjetura explicara algu-
nas menciones en documentos y mapas del perodo colonial que apa-
recen como crpticas o misteriosas, cuya razn no es suficientemente
satisfactoria.
La descrita, se reitera, es la ltima expedicin conocida para el siglo
XVII que parti desde Chilo con rumbos sur o sureste, en procura
de la supuesta poblacin oculta de espaoles a los que la voz comn
identificaba como Los Csares de la Patagonia.
Tanta intil bsqueda, como deba ser, dej como nico fruto pon-
derable una suerte de identificacin entre la leyenda de la Ciudad
Encantada y el territorio en el que supuestamente la misma se hallaba
situada, vale decir en la nunca bien acotada Trapananda de antao, al
punto de hacer olvidar ese nombre y generalizar la nocin geogrfica
vinculatoria bajo la denominacin de Los Csares.
Pruebas al canto. Ya hacia 1630 cuando fray Antonio Vsquez de
Espinoza public en Madrid su Descripcin del Reino de Chile, al dar
cuenta de las caractersticas del territorio occidental desde el valle de
Copiap hasta Chilo, agregaba a continuacin [...] y lo restante hasta
106
el Estrecho, que es la costa de los Csares; donde hay algunas naciones
17
Op. cit., Santiago,1986, pg. 73. Lo destacado es nuestro.
18
Se conocen cuatro versiones del mapa del Padre Ovalle y de ellas slo una lleva la expresin topon-
mica en la forma descrita. Las otras tres son mudas, vale decir, conservan el smbolo del poblado pero
omiten el nombre del mismo. Cfr. del autor Rarezas cartogrficas: I Las cuatro versiones del Mapa de
Chile del Padre Alonso de Ovalle. II El curioso Mapa de la Regin Magallnica de Francisco de Seixas
y Lovera (1690), Boletn de la Academia Chilena de la Historia, nmero 107, Santiago 1997.
107
establecido los ingleses en algn lugar del estrecho de Magallanes. Vis-
to el recelo con que la Corona catlica observaba todo movimiento
de sbditos de la monarqua inglesa en sus dominios americanos, la
inquietud mencionada cobr repentina fuerza y devendra una verda-
dera obsesin por el siguiente siglo.
Como siempre, en la base del rumor haba algo de verdad y, en el
caso, esta se encontraba en la efectividad del arribo y permanencia
en aguas del Estrecho de una expedicin dirigida por el capitn John
Narborough, que inclusive naveg por el Pacfico y alcanz hasta Valdi-
via. Todo ello ocurri entre 1670 y 167119. Ms all de los fines que la
haban motivado cientficos y polticos, lo cierto es que la estada de las
naves fue slo temporal, durante la cual tuvieron ocurrencia algunos
desembarcos. De ellos hubieron de ser testigos algunos aborgenes
canoeros y as la noticia pas de boca en boca por el correo indio
y lleg al fin a odos de los espaoles de Chilo. Pero, bien se sabe, la
veracidad original en este transcurso no se mantuvo inclume y len-
guaraz traductor de por medio, acab deformada por alteraciones y
agregados. As el desembarco inocente de marinos extraos, termin
transformado en un establecimiento ingls violatorio de la jurisdiccin
de Espaa en Amrica meridional.
En tal predicamento, el gobernador de Chilo Francisco Gallardo
orden al sargento mayor Jernimo Dez de Mendoza que se dirigiera
hacia las islas del sur en procura de la informacin que confirmara o
desmintiera aquel rumor, segn ya se ha dado cuenta anteriormente.
Mendoza zarp en febrero de 1674 y en el cumplimiento de su co-
metido no pas ms all de las islas Guayaneco, trayendo consigo de
regreso al cacique chono Cristbal Talcapilln.
Interrogado este indio por el gobernador sobre el asunto, obtuvo
una respuesta sorprendente, pues aqul describi puntualmente una
supuesta poblacin de ingleses en el estrecho de Magallanes. Entonces,
adems de dar cuenta de la novedad al gobernador de Chile, Juan Enr-
quez, despach hacia el meridin a su hijo Bartolom Daz Gallardo con
el encargo de reunir ms antecedentes sobre el preocupante asunto,
expedicin de la que igualmente se ha hecho mencin precedente.
Pero el cuento del embustero chono haba trascendido llegando a
elevados odos en Lima y Madrid. De ese modo el virrey del Per, conde
19
Cfr. del autor y David M. Moore Las exploraciones inglesas en el estrecho de Magallanes 1670-1671
(Anales del Instituto de la Patagonia, vol. 13, Punta Arenas 1982) y Jos M. Barros La expedicin de
Narborough a Chile. Nuevos Antecedentes (d., d., serie Ciencias Sociales, vol. 18, Punta Arenas,
1988).
108
de Castelar, informado tanto por el gobernador de Chile como ms tar-
109
desaparicin de una comisin que al mando del hijo de Iriarte, deba
fijar en tierra una seal de soberana hispana. Prolongada la tormenta
ms de la cuenta y abandonada toda esperanza de encontrar a los
extraviados, se decidi el retorno a Chilo.
Con tan lamentable suceso concluy este viaje, el nico en lo que
iba del siglo y que, de manera comprobada, haba alcanzado una ele-
vada latitud. Con todo lo infausto de su sino y lo infructuoso de su
cometido principal, la doble expedicin Vea-Iriarte permiti obtener
algn mejor conocimiento sobre la intrincada geografa archipielgica
del actual Aysn y de la Magallania occidental, como se comprueba
por los mapas elaborados que acompaaron al informe elevado al
virrey acerca de los resultados de la empresa martima.
El doble fracaso desanim a las autoridades superiores e inferiores, tanto
que no habra desde entonces y por mucho tiempo ms otras expediciones
con semejante objetivo, y eso que la duda acerca de la presencia extraa
hubo de subsistir, reavivada con el conocimiento divulgado despus que en
1682 el filibustero ingls Bartolom Sharp recalara en la isla Madre de Dios,
recogiendo datos que inclusive permitieron dibujar algunos imperfectos ma-
pas de la misma y su vecindad. Prueba de lo que se afirma es la carta titulada
Mapa de la Regin Magallnica, que a su tiempo, 1690, elabor el capitn
Francisco Seixas y Lovera, marino experto, al parecer para complementar
el derrotero que public en ese ao y que se present al Consejo de Indias
bajo el nombre de Descripcin Geographica y Derrotero de la Regin Austral
Magallnica. Pues bien, en aquella pieza hacia la latitud 49 S se muestra la
figura de un poblado junto al que corre la leyenda Aqu estn poblados los
Ingleses desde el ao 1675. Con este Pueblo y algunas [ilegible] en la costa20.
As pues, con este antecedente, vale ocuparse nuevamente del es-
tado del conocimiento geogrfico que posean los espaoles de Chile
respecto de las tierras situadas al sur del Corcovado y boca del Guafo
hacia fines de la dcima sptima centuria.
Sabemos que las exploraciones, cualesquiera que hubieran sido sus
motivos, permitieron reunir alguna mejor informacin sobre las carac-
tersticas del territorio situado en general entre los 44 y 48 S, no
obstante que de modo recurrente las mismas se realizaron siguiendo
el eje martimo longitudinal desde la boca norte del canal Moraleda a
la del Messier, istmo de Ofqui mediante. Pero, otra vez el reflejo car-
togrfico de esa nocin fue insatisfactorio, bien porque la misma fuera
todava escasa o porque su expresin en mapas resultara pobre.
20
Rarezas cartogrficas... en Boletn..., citado, pg. 399.
110
De hecho lo era la nocin archipielgica, vale decir, la propia del
111
Pero s hubo reaccin una vez que el gobernador de Chilo Juan
Victorino Martnez de Tineo supo de la arribada a la mencionada isla
en 1741, de algunos tripulantes que haban sobrevivido tras el nau-
fragio de una nave de bandera inglesa en una de las islas Guayaneco.
Antes de proseguir, vale detenerse para dar cuenta del cmo y
porqu haba llegado a tan remoto lugar esa embarcacin extraa.
Las relaciones hispano-britnicas, bien se sabe, eran inamistosas
desde largo tiempo atrs, tanto que haba que remontarse a la poca
de Felipe II de Espaa y de Isabel I de Inglaterra, y las mismas haban
pasado por etapas conflictivas a veces manifiestas y otras larvadas.
Hacia fines de los aos de 1730, poca de particular tensin en el
rea del mar Caribe donde confluan los intereses de Inglaterra y la
monarqua hispana, un incidente protagonizado por un airado capitn
espaol y un sbdito de la corona inglesa que a consecuencias del
mismo acab con una oreja menos, provoc el enojo britnico y la
subsecuente declaracin de guerra que hizo aquella potencia a Espaa
(octubre de 1739). De all que el singular conflicto pasara a la historia
como la guerra de la oreja de Jenkins.
El plan de operaciones blicas consiguiente reflej de manera cabal
el conjunto de aspiraciones antiguas y recientes de Albin respecto
del Pacfico sudoriental y as el almirantazgo britnico previ un golpe
estratgico al rival espaol en sus colonias aledaas, inclusive con la
captura del puerto de Valdivia, para su empleo ulterior como estacin
para la expansin mercantil y como base para la afirmacin de su pre-
sencia naval. Para ello se arm una flota poderosa que, puesta bajo el
mando del comodoro George Anson, zarp en agosto de 1740 con
destino al Pacfico por la va del cabo de Hornos.
Los designios de que se da cuenta cualquier modo llegaron a odos
hispanos, provocando una alarma justificada por dems y as se decidi
conjurar la amenaza enfrentando al adversario con una fuerza naval
tanto o ms poderosa que la enviada por ste al mar del Sur.
Pero ni una ni otra escuadras llegaron a combatir entre s pues
ambas fueron castigadas rudamente por las tempestades habituales en
los mares del sur de Amrica. En el caso de la flota inglesa, que intere-
sa, la misma result averiada y desmantelada gravemente y al fin dis-
persada por la fuerza de los elementos naturales. Fue as como una de
las naves que la componan, la fragata Wager, maltrecha y desarbolada
se separ de las dems y busc refugio en la costa occidental hacia los
112
47 de latitud, ingresando al golfo de Penas para acabar estrellndose
113
El comisionado fue el alfrez Mateo Abraham Evrard, quien zarp
de Chacao en poca indeterminada, quiz durante los primeros meses
de 1743, con una flotilla de once piraguas tripuladas por 160 hombres.
La ruta iniciada con el cruce del golfo de Corcovado prosigui por la
zona interior del archipilago de los Chonos hasta el istmo de Ofqui
y, cruzado el mismo en la forma tradicional mediante el porteo de las
piraguas, por aguas del golfo de Penas hasta llegar a las islas Guayaneco.
Una corta exploracin permiti dar con el paraje del siniestro y cons-
tatar que all no haba alma viviente. Se recuperaron catorce caones,
un lote de balas, un anclote, calderos y otros elementos metlicos.
Esta accin y con la permanencia de una guardia temporal que se
dej en el lugar por lo que pudiera ocurrir y que, por lo dems, no tar-
d en ser levantada, bast de momento a las autoridades hispanas. Un
provecho adicional se tuvo con la elaboracin de un plano geogrfico
por parte de Evrard, complementado con noticias de inters para los
que hubieran de navegar por esos mares interiores.
Corridos algunos aos lleg a conocimiento de los espaoles una
noticia inquietante, como era la que daba cuenta de la recalada de
otra nave de la antigua flota de Anson, el pinge Anna en un puerto
del litoral ocenico de los Chonos, que los ingleses nombraban Inche
en una publicacin aparecida por ese tiempo, con noticias sobre el
asendereado periplo de Anson, y que pas a perturbar a las autorida-
des metropolitanas.
As la orden de investigar emanada desde la Corona lleg al virrey
del Per y al capitn general de Chile, como parte de un plan amplio
de medidas destinadas a precaverse de acciones que pudieran amena-
zar la tranquilidad y la seguridad de las colonias del Pacfico oriental. En
ese contexto se organiz el viaje exploratorio de la fragata Esperanza,
que result infructuoso para dar con el puerto de marras (enero de
1750). Ante lo ocurrido e importando el buen trmino de la inves-
tigacin, se envi desde Chacao a Manuel Brizuela con dos piraguas
(21 de marzo), con orden de reconocer la costa de los Chonos hasta
dar con el sitio buscado. As sucedi efectivamente, constatndose su
ubicacin y correspondencia con la actual baha Anna Pink (45 40 S -
75 40 O). All se hizo un levantamiento del rea y se dej una guardia
temporal en la costa de la isla Clemente.
Aunque tranquilizador de momento ese reconocimiento, pues se
haba comprobado la ausencia de cualquier traza de ocupacin ex-
traa, se estim por parte del gobernador de Chilo que haba que
114
ampliar la investigacin a otros lugares del litoral para obtener la certi-
115
vigilancia de los archipilagos y costas situados entre la boca del Guafo
y el estrecho de Magallanes.
Esa inquietud, devenida inveterada estuvo entre los fundamentos
que se tuvieron en consideracin para la realizacin de una de las ms
trascendentes expediciones que se realizaron durante el siglo XVIII en
el territorio martimo de la futura Regin de Aysn: el viaje del jesuita
P. Jos Garca Alsu a los archipilagos de los Chonos y del septentrin
de la Magallania en 1766-67. Claro est, su razn principal radicaba en
el afn misionero de los religiosos de la Compaa de Jess.
El P. Garca haba estado en 1765 en las islas Guaitecas, de cuyo
recorrido dej un mapa basado en uno precedente de Mateo Evrard,
pero que se extravi.
En octubre de 1766 el religioso, contando con la licencia concedi-
da por el gobernador de Chile Antonio Guill y Gonzaga para hacer
entrada hacia el estrecho magallnico, parti desde la misin de Cailn
con 40 personas, de ellas la mayora indgenas caucahues cristianos y
slo cinco espaoles, embarcados en cinco piraguas. En lo geogrfico
el viaje del P. Garca fue de provecho pues permiti ampliar la nocin
sobre el estuario del ro Palena, el curso del canal Jacaf y del fiordo Pu-
yuhuapi donde se hizo una penetracin costa adentro por el valle del
ro Queulat motivada particularmente por el recuerdo de la ciudad
encantada de los Csares y el reconocimiento del fiordo Aysn, en
cuyo fondo desemboca el ro que Garca bautiz de los Desamparados,
y del que si el jesuita no fue el primero en penetrar y reconocer, s lo
fue en hacer su consignacin en un documento cartogrfico, recogien-
do el topnimo presuntamente autctono que al presente lo designa.
Allende el istmo de Ofqui y encontrndose en la vecindad del canal
Messier, Garca recogi la informacin que le entregaron los indgenas
acerca de un abra que ... tira al este, y se juzga cruce de la cordillera que
por aqu es baja y quebrada23, referencia precisa al gran fiordo Baker
que permite acceder al litoral interior del continente. Aqu el P. Garca
hacindose eco de una sostenida creencia de aquel siglo y del pre-
cedente, agrega a propsito que [...] digna cosa de averiguarse all por
ver si es canal que cruce al mar del Norte o alguna laguna, como por las
muchas almas que se pueden lograr, y que quizs puede comunicarse con
la baha de San Julin, pues dicho estero est en altura de 48 grados24.
23
Diario del viaje i navegacin hechos por el Padre Jos Garca de la Compaa de Jess desde su Misin
de Cailn, en Chilo, hacia el sur en los aos de 1766 i 1767, en Anuario Hidrogrfico de la Marina de
Chile, tomo XV, Santiago, 1889, pg. 24.
24
d.
116
Fruto complementario de su relacin en la materia fue su intere-
117
La mencin que se hace de ese piloto conduce a la de otros varios
marinos que por entonces realizaron nuevas expediciones de reco-
nocimiento del territorio aysenino con el propsito de verificar, quiz
por ltima vez, si haba o no evidencia alguna de presencia extraa,
como lo sealaban algunas noticias y rumores recientes que haban
llegado hasta la ms alta autoridad del Reino de Chile.
En efecto, el rey Carlos III, en cuyo conocimiento obraban ya pre-
sentaciones tales como la que le haban elevado funcionarios talento-
sos como Ambrosio OHiggins, futuro gobernador de Chile y luego
virrey del Per, en cuanto que era recomendable ocupar una posicin
permanente en la Tierra del Fuego para disuadir con tal presencia
cualquier pretensin extraa sobre el territorio sujeto a la soberana
espaola, manifest su inters por ellas y convino en adoptar algunos
cursos de accin en defensa de los intereses del imperio25.
Por consecuencia la Corona instruy al gobernador de Chile, y este
a su tiempo a la autoridad de Chilo, a fin de que se hicieran expedi-
ciones de inspeccin y vigilancia en las costas meridionales del reino.
As, entonces, tuvieron ocurrencia sucesiva las comisiones comanda-
das por el teniente de infantera Pedro Mancilla Quintanilla, asistido
por el piloto Cosme de Ugarte (1767), por el teniente de infantera
Jos de Sotomayor, con la colaboracin del piloto Francisco Hiplito
de Machado (1768) y de otro militar de igual grado, Jos Rius (1770).
Todas estas comisiones recorrieron trayectos de anteriores navegan-
tes, consiguiendo algunos adelantos en el conocimiento geogrfico ex-
presados en anotaciones cartogrficas, pero, casi huelga mencionarlo,
sin que se encontrara por parte alguna huella de presencia de ingleses
afincados en el territorio.
Tampoco se encontr rastro de los hijos de Albin, algo ms de
dos dcadas despus, poca de las postreras exploraciones de esta es-
pecie. En 1790 el declinante imperio espaol y el emergente imperio
britnico acabaron por entenderse al fin y mediante la denominada
Convencin de Nootka Sound, firmada en El Escorial el 28 de octubre
de ese ao, se reconoci y regul el derecho de navegacin y pesca
de esta ltima potencia en el extenso ocano Pacfico, mbito que
aqulla haba procurado se mantuviera como su mar exclusivo, bien se
sabe que sin xito. En esta virtud, pareci prudente al gobierno espa-
ol adoptar disposiciones para la proteccin de sus vacos territorios
litorales australes -es una forma de expresin pues en el hecho esta-
25
Cfr. del autor Historia de la Regin Magallnica, tomo I, pg. 301.
118
ban poblados por aborgenes canoeros nmades- y, por tanto, harto
119
trar la ciudad de los Csares y, de paso, indios infieles para evangelizar.
Para ello se dirigieron al estuario del ro Palena e intentaron remontar
su curso, sin xito, debido a los formidables obstculos impuestos por
la vegetacin enmaraada y la topografa abrupta. As, los franciscanos
abandonaron el empeo y habiendo intentado otra entrada por el
fiordo Aysn, que result tan intil e infructuosa como la primera,
concluyeron por devolverse a Chilo.
Estos intentos con otros viajes contemporneos conforman para
la historia el ltimo captulo de la larga bsqueda de los Csares de
la Patagonia, todos inspirados en la certidumbre de su existencia que
era desde antiguo famoso objeto de las conversaciones misteriosas de
los ms de los habitantes de Chilo y de la cuidadosa indagacin de
algunos de ellos, segn lo consignara el piloto Jos de Moraleda26. Ha-
cia el tercio final del siglo, sino antes, se haba afirmado la creencia de
que la bsqueda deba intentarse remontando el ro Palena, como lo
comprueban las varias expediciones que se han hecho a uno y otro, con
la vana solicitud de hallar la incgnita ciudad nombrada de los Csares,
y de otras gentes europeas, que se suponen existen con el nombre de
Santa Mnica del Valle, Argello, etc., en el continente patagnico, segn
unos, originadas de los espaoles que poblaban las ciudades de Osorno,
Infantes y dems que destruyeron los indios en la sublevacin general
de ellos, del mismo siglo XVI en que aquellas se fundaron, y, segn otros,
por las gentes salvadas de naufragios en las costas de dicho continente,
o por extranjeros establecidos en l con miras ambiciosas u hostiles27.
Pero la creencia, en lo que se refera a la va de penetracin por el
curso del ro Palena tena su fundamento en dichos indgenas, como se
comprueba por la entrada que se propona hacer en 1762 el propio
gobernador de Chilo Juan Antonio Garretn, [...] porque quiero des-
engaarme de este formidable ro, que por noticias que me han dado los
indios guayguenes, interna mucho a la parte del leste, dejando cordillera
atrs, y me aseguran haber poblacin sin saber qu nacin sea [...], segn
escribi al gobernador de Chile Guill y Gonzaga28.
26
Citado por Hanisch, op. cit., pg. 145.
27
d.
28
Ibd., pg. 144.
120
Est visto que los indgenas dominaban la nocin geogrfica correcta
29
Moraleda, en Hanisch, op. cit., pg. 146.
Quiz si Miguel Barrientos o algunos de sus hijos fuera el suegro de un tal Mr. Douglas que menciona Fitz
Roy en su relacin de los viajes de la Adventure y del Beagle durante los aos de 1826 a 1836, a quien ste
conociera en Chilo durante su estada. Ello porque tal suegro haba comandado una partida de gente enviada
desde Chilo en busca de la ciudad de los Csares. Pasando la Cordillera, relata el capitn ingls, lleg a una
elevada meseta, donde vio cantidad crecida de toldos indios, formando calles regulares. En las cercanas pacan
grandes tropas de caballos y vacas y haba pequeas parcelas de tierra cultivada; pero no tuvo tiempo de hacer
ms observaciones, porque su partida fue descubierta, vigorosamente atacada, y rechazada, con prdidas,
hacia el mar (Narracin de los viajes de levantamiento de los busques de S.M. Adventure y Beagle en
los aos de 1826 a 1836, Biblioteca del Oficial de Marina, Centro Naval, Buenos Aires 1933, tomo IV, pg.
478. Si ninguno de los Barrientos pudo ser dicho suegro, estaramos ante una nueva evidencia referida a
los cruces que pudieron hacerse antes y tal vez despus en tan intil empeo.
121
La quimera de los Csares de la Patagonia fue menguando segn
lo haca el siglo XVIII pero tardara en extinguirse, como que es sabi-
do que todava en el principio del siglo XX, un diario de Castro daba
cuenta de una expedicin que algn vecino intentaba realizar para
encontrar la poblacin misteriosa que la tradicin haba situado en las
espaldas transandinas del litoral de Aysn30 31.
30
Comunicacin personal del historiador Rodolfo Urbina Burgos al autor.
31
A fines de mayo de 2003 viajbamos desde Coyhaique a Balmaceda para tomar el avin que nos conducira
de regreso a Punta Arenas luego de participar en el seminario histrico sobre el Centenario de Aysn.
Cuando nos encontrbamos algunos kilmetros al sur de aquella capital pudimos disfrutar del asombroso
paisaje que se ofreca a nuestra vista: un despliegue de formas orogrficas rocosas, verdor vegetal, una
plcida laguna de aguas bruidas y un polcromo cielo de nubes que al punto nos trajo el recuerdo de la
Ciudad Encantada de la Patagonia. Pensamos entonces que de haber existido ese mtico poblado, aquel
sitio tan atractivo y de fuerte sugerencia habra sido el escenario ideal para su establecimiento.
32
Instrucciones al alfrez de fragata i primer piloto de la real armada don Jos de Moraleda..., en Explo-
raciones Geogrficas e Hidrogrficas practicadas por ... don Jos de Moraleda i Montero Alfrez de
Fragata i Primer Piloto de la Real Armada, Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile, tomo XIII,
Santiago, 1888, pg. 5
122
de inters, y con la elaboracin de una carta geogrfica general de la
33
Moraleda, Diario..., pg. 45.
34
Resumen o abreviada descripcin i concepto formado del archipilago de las Guaitecas i Chonos,
in. d., pg. 57.
123
Estaba visto, as, que la realidad de la naturaleza sobrepasaba su dis-
ponibilidad de tiempo y capacidad de trabajo; deba por tanto el piloto
dedicarse a lo sustancial del conocimiento hidrogrfico y geogrfico,
segn se le prescriba en las instrucciones del virrey. Ya habra tiempo
-y largo- para que otros ms tarde afinaran la mproba tarea.
El 28 de febrero Moraleda y compaeros ingresaron al fiordo his-
trico que con el tiempo traspasara su nombre al territorio entero,
tambin entonces conocido con el nombre Chayamapu, de indudable
raigambre veliche, entrada continental que se les mostr orillada por
peas inaccesibles y encumbradas montaas, por lo general frondosas, y
en parte indicando las peas con que la forman, con muchas cascadas y
vistosos derrames de agua, que por las estrechas quebradas se precipitan
al mar desde las cumbres y faldas, con un sonido horrsono35. Para los
exploradores, como lo sera para tantsimos otros en el porvenir, aquel
hubo de ser un admirable y espectacular despliegue de fuerza telrica
y de belleza natural.
El trabajo hidrogrfico demand varios das y se desarroll por lo
comn con un tiempo inclemente por las lluvias continuas y cerrazones,
caractersticos del sector litoral. Moraleda no tard en advertir que el
ro que desemboca en el fiordo era inapto para la navegacin de bar-
cos mayores y que pareca difcil encontrar en l una va de penetra-
cin hacia el Atlntico. Comprobada tal circunstancia y anotadas otras
caractersticas fisiogrficas y vitales, el piloto abandon el fiordo Aysn
un tanto fastidiado por las dificultades que haba debido enfrentar
durante la faena de reconocimiento.
Ese sentimiento de desaliento hubo de perdurar y quedara refle-
jado en una de las notas que estampara ms tarde en el mapa que
elabor al concluir su misin hidrogrfica:
2 Que ninguno de los esteros que tiene [el sector continental del
territorio] puede ser puerto para embarcaciones grandes ni medianas,
porque no tienen fondos proporcionados para la seguridad de los buques,
pues a tiro de piedra de sus agrias orillas no se encuentra el fondo con
cien varas de sondaleza. No tienen terreno propsito para cultivo, pro-
duccin til alguna para ser poblados, ni fcil internacin desde su interior
las pampas terreno del Este de la Cordillera Real, cuyo trmino occi-
dental es dicha costa; y sus esteros citados no son mas que unas estrechas
y profundas quebradas de aquella inferiores al nivel del Mar. No hay en
toda la costa ro navegable; y solo lo son Aysen, Palena y Comau para
35
Diario..., pg. 66.
124
muy pequeas piraguas o panchitas que pueden internarse hasta donde
125
la boca del ro Yanteles, dej constancia en su diario de la condicin
brava de la costa a cuyo largo navegaba, manifestado en repetidos tiros,
como de can, remotos efectos del choque de la grande mar que debe
haber afuera en los cncavos peascos o cuevas marinas de que abundan
las islas prximas [...]38. Para aquellos inefables crdulos, como fueran
unos sencillos pescadores chilotes que durante la Navidad de 1792
tuvieron una experiencia semejante, qu mejor prueba poda haber
sobre la existencia de la Ciudad de los Csares que esos estampidos
que indudablemente deban corresponder a salvas de sus caones
con ocasin de algn acontecimiento como aquel tan sealado del
santoral cristiano!
La labor exploratoria e hidrogrfica prosigui hacia el septentrin
por la costa de la tierra firme patagnica, concluyendo la campaa
con el fondeo el 18 de mayo de 1794 en el puerto de Ancud. Al ao
siguiente, carena obligada de las embarcaciones asignadas a la misin
de por medio, entre febrero y fines de abril se desarroll una tercera
campaa de exploraciones y relevamientos, que tuvo como teatro
geogrfico principal el sector de los fiordos Comau y Reloncav, y que
result tan laboriosa y productiva como las anteriores.
Con esta campaa, el aplicado nauta puso trmino virtual a su
cometido, que concluira efectivamente tiempo despus escribiendo
y elaborando todos los documentos que daban cuenta de su bien
realizado periplo exploratorio e hidrogrfico en aguas de Chilo y los
Chonos, tarea con la que complement y concluy la labor parcial
precedente realizada al trmino de cada etapa. La cima de su trabajo
fue el dibujo de la Carta Esfrica a la que se ha hecho mencin.
Su labor nutica y tcnica fue bien acogida y ponderada por sus
contemporneos y ms todava por la posteridad, que ha visto en Jos
de Moraleda un cabal mulo de los primeros notables exploradores
del siglo XVI, y con cuya faena dio digna cima a la contribucin hispana
para el mejor conocimiento geogrfico de la zona litoral y archipiel-
gica de la gran regin sudoccidental de Amrica.
En lo tocante a la geografa litoral aysenina se haba conseguido
un notorio adelanto durante la segunda mitad del siglo XVIII. Restaba,
es cierto, completar los reconocimientos del vasto pilago y su costa
firme aledaa, pero el progreso haba sido incuestionablemente im-
portante.
38
Diario..., pgs. 172 y 176.
126
La expresin cartogrfica del conocimiento
127
Part of Brasil, de Hermann Moll, 1720; Carte de Paraguay, du Chili, du De-
troit de Magellan, &, publicada en 1733 por los herederos de Homann
y el mapa homnimo de De LIsle aparecido en 1740; A New and
Accurate map of Chili, Terra Magellanica, Terra del Fuego, & de Emmanuel
Bowen, 1747 y Carte du Chili Meridional, du Rio de la Plata, des Patagons
et du Detroit de Magellan, de Juan Bautista DAnville, 1779.
Los mapas de De LIsle de 1703 y 1740, el de Chatelain y los de la
viuda de Visscher y los herederos de Homann ostentan todos la misma
mencin, Cessares, ubicndola al oriente junto a la cordillera de los Andes,
hacia los 44 de latitud sur. En cambio Bowen utiliza el mismo topnimo,
pero lo sita en el lado occidental de las montaas andinas en la misma
latitud 44, sobre un ro, lo que sugiere el conocimiento del autor de las
bsquedas intentadas por el ro Palena. Hermann Moll a su turno consig-
n en la parte occidental frente al grado 45 la palabra Bishop, referencia
un tanto crptica a la armada del obispo de Placencia, una de cuyas naves
al naufragar en el estrecho de Magallanes origin una de las versiones de
la leyenda cesrea, segn se ha visto. Por fin, DAnville en sus mapas tanto
de la edicin francesa como en la impresa en Venecia, sita hacia los 48
sur, a horcajadas de la cadena andina la frase Se ubican aqu los Argueles y
Csares que se dice estn mezclados con Espaoles salidos de Chile en 1554.
En cuanto a Cruz Cano y Olmedilla, su Mapa Geogrphico de la
America Meridional, de 1775, hace la gran excepcin en la produccin
cartogrfica del siglo hasta la octava dcada. En efecto, este notable
documento cartogrfico presenta la ms completa y acuciosa repre-
sentacin del territorio sudamericano, lo que ciertamente es vlido
para el correspondiente al actual Aysn, con sus componentes carac-
terizadores que en el caso son el gran archipilago que denomina de
las Guaitecas, figurado por una infinidad de islas mayores y menores;
la tierra peninsular de Taitao, que se designa Pennsula grande de Tres
Montes, y la tierra firme continental situada al norte de los Chonos
y al sur de Taitao. Se advierte as claramente que el gegrafo tuvo a
la vista una muy completa informacin suministrada por las explora-
ciones anteriores al tiempo en que elaboraba su gran mapa, lo que le
permiti ofrecer una visin que, se reitera, es notable por su fidelidad
aproximada a la realidad para la poca de que se trata, con apariencia
de un mapa moderno.
Digna de mencin particular es la cabal representacin de la gran
entrada litoral que corresponde al actual fiordo Baker, en cuya costa
desemboca un ro que se denomina de los Caucaos Bravos, por los
128
indgenas del mbito marino aledao, curso que nace de un pequeo
129
Occidental de Cadiz, construido por Andrs Baleato en 1793. A modo
de explicacin por la insuficiencia representativa del territorio de que
se trata, el autor da cuenta del porqu de la omisin figurativa a que
se hace referencia en Notas para la inteligencia de su construccin, que
el Archipilago de las de las Guaytecas, o de los Chonos, se manifiesta
segn el reconocimiento hecho el ao 92 en las Piraguas de S.M. Carmen
y Rosario, por el Alfrez de Navo Dn. Francisco Clemente y Mir, el de
Fragata Dn. Luis Lasqueti y el Primer Piloto de la Rl. Armada Dn Antonio
Castellanos de paso para el descubrimiento del Puerto del Refugio del
Pingue Ana: Por su Diario consta que este Archipielago se compone de una
infinidad de Islas que terminan en la lnea de puntos E.F., y que no estn
situadas ms que las totalmente reconocidas ...
A propsito de esta mencin especfica, corresponde tambin ha-
cer referencia al entendimiento de los cartgrafos del siglo XVIII y
del precedente en cuanto a la pertenencia o adscripcin poltica del
territorio de la actual Regin de Aysn, si al Chile propio o antiguo,
que en general se corresponda con la jurisdiccin de la Capitana
General o Reino de Chile, o a la Tierra Magallnica (tambin Chile
Moderno, Nuevo o Exterior). En este respecto el anlisis de la carto-
grafa conocida da cuenta de que el lmite divisorio entre el Chile pro-
pio y la Tierra Magallnica fue errtico, pues tanto se fij en el fiordo
de Reloncav, o en los 43, 42 15 (boca del actual ro Palena), 45 y
hasta en los 46, en cada caso desde el litoral de la tierra firme hasta
el encadenamiento andino. As, ora enteramente, ora en forma parcial
el futuro Aysn estuvo integrado bien en el contexto jurisdiccional del
Reino de Chile, bien en el de la Tierra Magallnica, a partir del siglo
XIX nombrada Patagonia.
En 1796 el piloto Jos de Moraleda complet su cometido explo-
ratorio con la elaboracin de la Carta Esfrica a la que se ha hecho
referencia. En la misma, que hemos tenido a la vista en el original que
se conserva en el Museo Naval de Madrid, llama la atencin que el
archipilago de los Chonos o Huaytecas se presenta en forma de un
doble gran conjunto compacto en blanco, figurado por una doble lnea
punteada, con excepcin hecha de la parte del norte frente a la boca
del Guafo, separado adems hacia los 45 20 S por un amplio canal.
Respecto del porqu de ello, cabe suponer que ante la complejidad
propia del islario aysenino, todava insuficientemente conocido en la
poca, y para no incurrir en una equivocada o grosera representacin,
optara por dibujarlo como un vaco virtual. En cuanto a la costa pata-
gnica (la tierra firme), la misma se observa rectilnea en general con
130
excepciones en las entradas correspondientes a los fiordos Comau,
131
se comprende entre la amplia abra marina conocida como boca del
Guafo y el golfo de Penas. Ms al interior, y en la medida que fueron
conocindose sus formas se le asign igualmente la tierra adentro
situada a partir de las costas de este golfo en el meridin, con lmi-
te austral en la profunda penetracin o escotadura continental que
conforma el fiordo Baker. Y las correspondientes al de Corcovado
en el septentrin, con un deslinde impreciso que poda situarse en la
boca del fiordo Comau. Eso hasta donde alcanzaba la vista, pues ms
adentro era una tierra absolutamente ignota, con mucho de mtica,
aunque estaba claro que la misma se extenda allende la cordillera de
los Andes. As, aunque su contorno geogrfico se mantuvo por siglos
indeterminado en partes, comenz a verse y a entenderse la actual
Regin de Aysn como una entidad territorial diferenciada de Chilo
y su archipilago, y de la Magallania, aunque todava carente de deno-
minacin individualizadora pues si la original -Tierra de Diciembre- fue
efmera, las que siguieron -Trapananda y Los Csares- no acabaron de
arraigar con fuerza identificatoria, no obstante la prolongada vigencia
cartogrfica de la ltima.
132
En este contexto comprensivo tuvieron ocurrencia las operacio-
133
con las adyacentes, y no exceden de 800 pies de elevacin. Hay pocas
como ellas, si las hay, en el Archipilago de los Chonos; casi todo el resto,
aunque en parte pueda parecrseles, es montaoso y muy semejante a
la Tierra del Fuego y costa occidental de Patagonia ms all de los 47 de
latitud S. Bastar, pues, mencionar que la vegetacin es ms rica, y difiere
ligeramente, a consecuencia probablemente del clima ms benigno; que
crecen aqu algunos productos, como la caa [colige], papas, etc., que
no se encuentran por el Estrecho de Magallanes; y que en otros respectos,
aspecto, naturaleza y clima, el Archipilago de los Chonos se parece a la
Tierra del Fuego en verano43.
Cabe mencionar que en el curso de estos trabajos de relevamiento
Fitz Roy tuvo constantemente a la vista las descripciones de los mari-
nos espaoles de fines del siglo anterior y de cuyas exploraciones se
ha dado cuenta, en especial las de Moraleda, que aqul parece haber
valorizado de manera especial.
Con esos y otros trabajos se complet la estada de algunos meses
de hidrgrafos ingleses. Sobre su importante resultado basta saber
que al publicarse algunos aos despus las cartas y mapas referidos a
la segunda etapa de la memorable comisin exploratoria, pudo cono-
cerse la primera expresin representativa propiamente moderna de
la zona occidental o archipielgica del actual territorio de Aysn44. Ms
todava, al darse a la luz la narracin de los viajes, a cargo del mismo
capitn Fitz Roy, y las observaciones cientficas realizadas por el natu-
ralista Charles Darwin, que haba participado en la segunda fase de los
mismos, se incluyeron descripciones y relaciones de variado carcter
que contribuyeron a enriquecer y actualizar la informacin disponible
hasta entonces, tanto nutica, como geogrfica y etnogrfica y sobre
la vida natural.
Con tal relevante aporte el conocimiento general sobre la Patago-
nia central occidental haba hecho, ciertamente, un notorio progreso.
Luego de este tan memorable como fecundo paso exploratorio
corresponde hacer mencin a las diferentes operaciones hidrogrficas
y de reconocimiento desarrolladas por la Armada de Chile pasada la
mitad del siglo XIX, institucin que de esa manera asumi la honrosa
responsabilidad de perfeccionar y completar el legado cognitivo geo-
grfico recibido de la tradicin nutica.
43
Ibd., pg. 444.
44
Basta mencionar para el caso el mapa South America from Original Documents including the survey
of the officers of H.M. Ships Adventure and Beagle, de John Arrowsmith (London, 1839), dedicado
al capitn Robert Fitz Roy R.N.
134
El mejor conocimiento hidrogrfico del mar interior de Chilo as
135
un acpite especial, por lo que corresponde dar cuenta primera de lo
que fue la fase hidrogrfica.
Interesaba al Supremo Gobierno, entonces a cargo del Presidente
Jos Joaqun Prez, adelantar de modo sustancial en el conocimiento
tan completo como fuera posible de un territorio en muchos aspectos
ignoto, que comenzaba a cobrar importancia bajo distintos respectos
y entre ellos, no menor por cierto, el de la colonizacin. El exitoso
desarrollo de esta actividad en la zona continental de Reloncav y lago
Llanquihue por parte de inmigrantes alemanes, iniciada en 1853 con la
fundacin de Puerto Montt, haba contribuido a iluminar la visin de
las autoridades y de cuantos se preocupaban por el desenvolvimiento
progresista del pas.
La comisin encomendada al comandante Simpson en lo tocante al
aspecto martimo se desarroll en su fase inicial entre el 24 de enero
y el 5 de mayo de 1870. Atendida la vasta extensin geogrfica que
habra de ser relevada, desde un comienzo aquel jefe estim necesario
encomendar a sus oficiales el trabajo hidrogrfico en diferentes sectores
a fin de hacer ms eficiente la gran responsabilidad que haba asumido.
De ese modo se oper en forma simultnea durante la mayor parte
del tiempo, obtenindose un provechoso resultado. Pero tambin pudo
comprobarse que la magnitud de la tarea exiga a lo menos tres campa-
as, habida cuenta tanto de la complejidad hidrogrfica como del tama-
o del territorio que deba recorrerse, sin olvidar las dificultades propias
de un clima generalmente inclemente que dificultaba las operaciones.
El resultado general de la primera campaa permiti ratificar la
nocin de que las aguas interiores de los Chonos eran aptas y seguras
para la navegacin de barcos de mayor porte y tonelaje que el de
la corbeta Chacabuco, nave asignada a la comisin. El particular hizo
posible reconocer y levantar dos puertos hasta entonces insuficiente-
mente conocidos, como eran el Cuptana o Nevado y el Americano,
y otros nuevos, como los denominados Ballenas y Lagunas. Tambin
se hizo un reconocimiento completo del fiordo Aysn, en el que el
5 de marzo de 1870 se descubri el excelente fondeadero que fue
nombrado Chacabuco, hoy en da el principal puerto de la Regin.
El trabajo propiamente hidrogrfico se complet, de acuerdo con lo
oportunamente instruido, con informacin referida al clima, la geolo-
ga, los recursos naturales y los habitantes, adems de una impresin
preliminar acerca de las posibilidades de establecer la colonizacin en
el territorio archipielgico y en el continental aledao.
136
La segunda campaa se realiz entre el 24 de diciembre de 1870
137
No poda imaginar entonces el ilustre marino cmo tan censurable
circunstancia habra de repetirse infinidad de veces en el porvenir du-
rante el transcurso de la colonizacin aysenina, segn habr de verse
ms adelante.
El sistema de explotacin que se empleaba para la extraccin de
postes de ciprs mereci una crtica severa de Simpson, advertida la
inescrupulosidad de los empresarios chilotes que la monopolizaban,
particularmente por los abusos que cometan con sus trabajadores.
Abog en consecuencia porque la misma se hiciera mediante conce-
siones controladas a sociedades, de modo que estas permitieran arrai-
gar poblacin estable. En la explotacin forestal trabajaban entonces
sobre 3.000 hombres, obtenindose una produccin anual de 300.000
postes de ciprs.
La tercera campaa centr su esfuerzo en la exploracin del valle
del ro Aysn hacia sus orgenes transcordilleranos, a la que se hace
referencia ms adelante. Pero en su transcurso se registr tambin
actividad de relevamiento en la zona interior de la pennsula de Taitao,
comprobndose la inexistencia de un paso de mar hacia el golfo de
Penas, va que de haber existido poda facilitar la navegacin, evitndo-
se la ruta por las aguas exteriores por lo comn turbulentas; adems,
se hicieron reconocimientos en varios canales importantes y en fior-
dos de la zona continental. Al concluir esa tercera etapa de trabajos,
Simpson dio cuenta a la superioridad naval de haberse realizado hasta
entonces el levantamiento planimtrico de los principales canales de
los Chonos al sur del grado 45, con una cobertura de alrededor de
2.500 millas cuadradas. En la parte final de la relacin que hizo sobre
esta campaa, el jefe naval estim que estaba en situacin de afirmar
tras varias consideraciones que La faja frtil de la Patagonia oriental
pertenece, pues, ms bien al Pacfico, siendo ms accesible por este lado
de modo que parece que la naturaleza misma prescribiese la soberana
de Chile47, en precisa referencia a uno de los objetivos centrales de su
misin y respecto del que se abunda en prximos acpites.
Consecuente con ese pensamiento, Simpson se permiti reco-
mendar sensatamente: Una colonia industrial en esta situacin tendra
siempre la gran ventaja de ocupar un punto central desde donde podra
estenderse hacia el norte i sur, i adems estara en constante comunica-
cin con Chilo, lo que asegurara su existencia bajo todas circunstancias48.
47
Ibd., pg. 86.
48
Ibd., pg. 86.
138
As este talentoso marino demostraba que entenda a cabalidad
139
variados de los enormes tmpanos de figuras caprichosas, los terrenos
bajos con las gigantescas montaas del continente, el agua con las tierras
i los frontones compactos de hielo internndose en ella como muelles50.
El 30 de mayo de 1873 la Chacabuco zarpaba de Melinka, dando fin
a una empresa de exploraciones y levantamiento hidrogrficos que,
no es hiprbole, puede calificarse de colosal. En efecto, en una perma-
nencia sumada de quince meses en terreno a lo largo de cuatro aos,
Simpson haba dirigido una labor tcnica que no tena precedente his-
trico conocido, tanto que si hay que buscarle parangn nicamente
se lo encuentra en el trabajo de los marinos britnicos dirigido por el
capitn Phillip Parker King en aguas de Magallanes entre 1826 y 1830.
Su atinada e inteligente direccin, apoyada en la competencia pro-
fesional de sus oficiales y en la aplicacin del resto de la tripulacin
de la corbeta Chacabuco, demostraron al gobierno de Chile y a los
navegantes de todas las banderas que la joven Armada Nacional es-
taba tcnicamente capacitada para realizar una tarea hidrogrfica de
envergadura con responsabilidad y eficiencia51.
El fruto inmediato de las campaas de 1870-73 en los archipilagos
de las Guaitecas y de los Chonos fue la apertura de sus aguas a la
navegacin cada vez ms segura, entregndose al uso de un conjun-
to de cartas y planos de excelente factura publicados por la Oficina
Hidrogrfica de Chile, creada y dirigida por otro talentoso marino
de la poca, el capitn de la fragata Francisco Vidal Gormaz, y cuyas
informaciones fueron prestamente recogidas por las agencias marti-
mas oficiales de diferentes naciones extranjeras, principalmente por el
Almirantazgo Britnico.
En lo referido al conocimiento geogrfico en su totalidad (inclui-
do antecedentes cientficos variados), el futuro territorio aysenino, en
especial su componente archipielgico, el avance haba sido importan-
tsimo, tanto que mediante el mismo esa todava semi ignota regin
de la Repblica ingresaba ciertamente en una fase determinante de
su historia.
50
Ibd., pgs. 132 y 133.
51
En las campaas de Simpson tomaron parte una treintena de oficiales, desde los oficiales de cubierta
hasta ingenieros, pasando por administrativos y cirujanos. De entre varios que hicieron gala de labo-
riosidad y competencia cabe mencionar a los tenientes A. Walker, A. Garrao, B. Rojas, E. Lynch, J.M.
Simpson; guardiamarinas Ramn Serrano, A. Goi, y A. Verdugo; contador L.M. Paredes y cirujanos
E. Mayhew y Guillermo Pen-Davis, quienes adicionalmente a su labor principal y propia asumieron lo
referido a las observaciones naturalistas; y, por fin el ingeniero J. Mac Pherson, que particip en tres
de los cuatro viajes. Cabe tambin hacer mencin del prctico Juan Yates, viejo conocedor de las aguas
de los Chonos, quien prest eficientes servicios como prctico.
140
Cumplida la trascendente faena hidrogrfica de la que se ha dado
141
La nocin que se tena de la Patagonia norte
y central chilena hasta los aos de 1870
142
occidental, en tanto que integraba el mayor nombrado propiamente
143
dades muy distantes hacia el meridin y Chilo remotsimo en el sen-
tir comn. De ms al sur, como si se tratara de la nada ninguno tena
idea y, por lo dems, a nadie le importaba. All la Constitucin con su
prescripcin jurisdiccional extendida hasta el cabo de Hornos! Aque-
llo, si exista, pareca ser parte de otro planeta. La frontera araucana
pareca haber impuesto un muro mental a los chilenos metropolitanos.
Tal era la percepcin comn sobre el Chile real de la gente que
poda pasar por educada y culta, la clase dirigente, cuyo vivir cotidiano
se centraba en el quehacer poltico y en negocios sin vuelo mercantiles,
agrcolas y mineros, y qu decir del vulgo, en el que la ignorancia de lo
geogrfico era atroz. La excepcin, que por cierto se daba, corresponda
a hombres de amplitud de miras que eran contados: Bernardo OHig-
gins, el Libertador exiliado; Vicente Prez Rosales y Guillermo Cox.
Donde s haba alguna nocin, antigua por lo dems, sobre la regin
continental de allende el golfo de Corcovado -el territorio sin nom-
bre- y de la boca del Guafo al sur, era entre la gente de Chilo. All,
en torno a los fogones domsticos de Ancud, Castro, Chonchi y otros
poblados y caseros se conversaba ocasionalmente sobre esa tierra
fronteriza de las grandes montaas, no sin respetuoso temor quiz,
por cuanto tena de misteriosa y sugerente. All la imaginacin popular
haba radicado (y quiz si lo haca todava) porfiadamente a Los Csa-
res legendarios.Y tal vez se hablara de ello, pero ms de su riqueza fo-
restal, los soberbios alerces milenarios de la cordillera, y otros recursos
econmicos explotables. Por eso desde largo tiempo atrs cada ao
eran muchsimos los que partan hacia el territorio innominado, donde
podan identificarse localmente las costas de Comau o de Reihue, la
de Palena y la del ysen, y, claro est, hacia el islario que se iniciaba en
las Guaitecas y terminaba en Taitao o Tres Montes.
Una vez que en 1853 se ocup el lugarejo de Melipulli en la baha
de Reloncav y se fund all Puerto Montt para servir de sede nuclear a
la colonizacin alemana de Llanquihue, con los aos sus habitantes de
ese origen tambin comenzaron a tomar conciencia sobre la existen-
cia del territorio sudoriental, intuyendo su potencialidad econmica.
Cuando en 1843 tuvo ocurrencia la ocupacin efectiva del terri-
torio de Magallanes, gracias a la inspiracin genial y a la tenacidad de
OHiggins, que motiv la decisin del Presidente Manuel Bulnes y de
su ministro Ramn L. Irarrzabal, reivindicndose as el derecho juris-
diccional de la Repblica sobre las regiones meridionales del continen-
te, se cre una nueva situacin a nuestro entender, pues tal presencia
144
soberana, al confirmar de hecho y de derecho la magnitud geogrfica
145
Tal pues era la ubicacin y pertenencia administrativa del territorio
del futuro ysen al tiempo de iniciarse la campaa exploratoria del
comandante Simpson, cuyas consecuencias alteraran la situacin pre-
cedente y, paulatinamente, influiran en una diferente percepcin entre
los chilenos respecto de los territorios de que se trata.
146
Paz, Amistad, Comercio y Navegacin de 1856, en uno de cuyos art-
147
2 a Habiendo mas probabilidad de que el ro Aysen ofrezca el paso
indicado, la esploracin de l se har con toda prolijidad, llevndola hasta
donde lo permitan el tiempo i las dems circunstancias56.
Estaba claro, era indispensable saber si haba pasos cordilleranos,
condicin esencial para cualquier eventual proyecto colonizador en el
futuro, de all que en la sexta instruccin se insista en que al hacerse
la resea final de los trabajos y observaciones de la expedicin se
tuviera cuidado con hacer notar las depresiones de la cordillera i la clase
de terrenos planos recorridos, considerando la posibilidad de establecer
colonias en aquellas localidades en vista de las condiciones de la vegeta-
cin, etc.57.
Atendida la importancia del objetivo, Simpson personalmente asu-
mi la responsabilidad exploratoria, que inici el 1 de marzo embar-
cndose en una fala, acompaado por su hijo Juan Manuel, guardia-
marina, por el teniente Francisco Salas y 14 marineros. La penetracin
ro arriba result ms dificultosa de lo esperado, por la cantidad de
troncos que impedan la navegacin, por lo que en un segundo inten-
to fue necesario abrirse paso con el uso de cargas explosivas para
remover los obstculos. De ese modo Simpson consigui avanzar
trabajosamente hasta llegar a la confluencia con el primer afluente
importante que procede del SE, el actual Blanco. En ese sector las p-
simas condiciones climticas, la necesidad de vveres y las dificultades
impuestas por los rpidos del curso principal, obligaron a suspender la
exploracin el da 21 de abril.
Fue en ese transcurso que los expedicionarios se formaron la im-
presin de ser los primeros humanos que penetraban por esos lu-
gares: En el valle interior del Aysen no se encontr vestigio alguno de
ser viviente, ni que la localidad haya sido aun visitada ms arriba de los
rpidos en ningn tiempo, avisando el mismo Moraleda la imposibilidad
de navegar estos ros ms delante de los primeros obstculos. Puedo, pues,
aseverar sin temor de contradiccin, que jams el hombre ha pisado esas
soledades ntes que nosotros, pues la escasez de alimentos, aun hasta de
pescados, al fondo del Aysen, es mas que razn para que el salvaje nunca
las haya ocupado58.
En esa misma campaa se reconoci y penetr parcialmente por el
ro Huemules, que se abre al sur del fiordo Quitralco, ocasin en que
56
Nota del ministro de Marina al Comandante General de Marina de fecha 20 de enero de 1870, en
Esploraciones..., citada, pg. 12.
57
d., pg. 13.
58
Ibd., pgs. 18 y 19.
148
los marinos advirtieron una notoria depresin al fondo del valle fluvial
149
del ro y la inclemencia climtica que no amenguaba su rigor. Ansioso
por avanzar lo mximo posible, Simpson despach el da 19 una par-
tida de vanguardia con tres hombres diestros y con vveres para dos
das, con el encargo de que prosiguieran avante lo ms que pudieran y
que al cabo de ese lapso retornaran con noticias de lo visto. Al retor-
nar esos hombres informaron que haban podido adelantar tanto que
pudieron contemplar hacia atrs la cordillera enteramente libre.
Por fin ese 21 de diciembre el jefe expedicionario advirti que
virtualmente se haba conseguido el anhelado objetivo: el cruce de
la gran cadena andina. En este punto, nadie mejor que l mismo para
relatar el momento culminante de una jornada ciertamente histrica:
Algunos se ocuparon haciendo una balsa para pasar el ro i evitar, en
la vuelta, los ltimos frontones, pues habamos notado que en la ribera
opuesta los terrenos eran planos por una considerable distancia. Los dems
nos ocupamos en remendar nuestra ropa. Tan lastimosas eran ya nuestra
figuras que cualquiera nos hubiera tomado por pordioseros, o, considerando
el armamento, por bandidos derrotados; pues adems nos encontrbamos
despiadados i llenos de contusiones. Sin embargo la alegra se vislumbraba
en todas las fisonomas.. Habamos alcanzado el fin de tantas privaciones i
trabajos, pues habamos atravesado la gran cadena de los Andes por los 45
de latitud Sur, hazaa que hasta ahora nadie haba llevado a cabo, i tanto
ms notable cuanto que cada paso haba sido un descubrimiento, sin dato
alguno anterior de que guiarse; pues donde no existen habitantes, tampoco
existen huellas ni tradiciones. Al emprender la expedicin solo sabamos
que la cordillera de los Andes tena lmites, i a estos habamos llegado [...]
Que la esperiencia ganada pues, no se pierda, i que pronto se aproveche
nuestro Gobierno de las grandes ventajas que le proporciona esta nueva
va, en poner una vasta i hermosa comarca bajo el imperio efectivo de las
leyes de nuestra Repblica59, escribi exultante, preanunciando la futura
colonizacin y surgimiento del Territorio del ysen.
Simpson y compaeros haban llegado hasta un punto muy ade-
lantado (aproximadamente en longitud 72 30 oeste), sin acabar de
cruzar el macizo andino segn lo constatara despus Hans Steffen, lo
que por cierto no resta mrito a su gran esfuerzo.
En su posterior informe final, al cabo de la cuarta campaa de
operaciones, dirigido en septiembre de 1873 al Ministro de Marina, el
comandante Simpson pudo redondear su apreciacin sobre el cum-
plimiento del principal de los objetivos propuestos cuatro aos antes,
59
Ibd., pg. 59.
150
y al hacerlo consider pertinente hacer algunas apreciaciones en el
151
se haba hecho saber al gobierno del Plata que Chile no consentira acto
alguno que menguase su soberana en toda la extensin de los territorios
de cuya actual i pacfica posesin se encontraba i que tena su lmite natu-
ral en ro Santa Cruz62, quiz entendiera que haca un aporte atinado y
oportuno congruente con el pensamiento del ministro y del gobierno.
Sensiblemente, si aquel eminente servidor pblico pudo conocer
esta sugerencia, las circunstancias polticas sobrevinientes, en las que su
postura en la controversia limtrofe fue cuestionada internamente por
cuantos discrepaban de sus planteamientos, ella no encontr la debida
acogida. La situacin del canciller Ibez se hizo insostenible y, faltn-
dole el respaldo del Presidente, se vio obligado a renunciar al prome-
diar el ao 1874. Con su alejamiento se perdi la mejor espada que
poda esgrimirse en la defensa de los derechos nacionales a la Pata-
gonia y, quiz, la oportunidad de obtener un arreglo transaccional ms
equitativo y honorable para Chile que el acordado en el tratado de
1881. De cualquier modo Simpson, con su iniciativa que responda a
su sentimiento patritico acerca de qu poda ser lo mejor para el pas
en la circunstancia, se inscribi con merecimiento entre los contados,
poqusimos, chilenos que defendieron con entereza el planteamiento
que encarnaba Ibez. Para la historia quedara su singular y peregrina
propuesta de solucin transaccional de la controversia fundada en la
posesin de tres puntos geogrficos claves: el margen oriental del lago
Nahuelhuapi, el extremo oriental del valle de Aysn y la ribera sur del
estuario del ro Santa Cruz.
La trascendencia de la exploracin tierra adentro de Simpson pue-
de considerarse bajo tres aspectos.
En primer trmino, proporcion al gobierno de Chile sino tanta
informacin como la esperada, lo suficientemente importante para
advertir que allende los Andes, hacia el oriente, haba buenas tierras
aptas para su colonizacin y con posibilidad de comunicacin prac-
ticable con los canales interiores de la Patagonia. Aqu debe hacerse
mencin, como una consecuencia de las exploraciones de que se tra-
ta, de la iniciativa hecha hacia 1874 por el Director de la Oficina de
Hidrografa de Chile, comandante Francisco Vidal Gormaz, en cuanto
a la creacin de un Departamento de los Archipilagos, dependiente de
la Provincia de Chilo y dotado de franquicias y excepciones legales
para su fomento colonizador. No nos cabe duda de que este jefe, por
62
Citado por el autor en su libro Presencia de Chile en la Patagonia Austral 1843-1879 (Editorial Andrs
Bello, Santiago, 1963 -1971), pg. 161.
152
su cargo, no slo conoci los informes de Simpson que se publicaron
153
dad geogrfica distintiva de la que careca hasta 1873, identificada con
el curso fluvial del que tomara el nombre, suerte de ro-madre. As,
bien puede afirmarse para concluir el punto, que Enrique Simpson
con los trabajos exploratorios e hidrogrficos a su cargo contribuy
decisivamente a la individualizacin de esa regin. Justo es, entonces,
que se le reconozca el mrito y se vea en l a uno de los padres fun-
dadores de Aysn.
154
se desarrollaban llanos quebrados que parecan extenderse a la distancia
155
perior del ro Palena. Esa fue la mxima penetracin de Musters hacia
el oeste en la zona norpatagnica andina.
Desde all el ingls y compaeros se devolvieron a Weekel para
seguir al septentrin en la prosecucin de su travesa, cuyo acontecer
a partir de all ya es materia ajena a nuestro inters.
Aos despus en febrero de 1877 encontrndose el argentino Fran-
cisco P. Moreno con una partida exploratoria en la zona preandina de
Santa Cruz, al norte del lago Viedma, luego de visitar ese depsito y el
lago Argentino situado ms al sur, se dirigi hacia el norte al valle del ro
Chala y desde ah march con su grupo hacia el noroeste en demanda
de un lago desconocido sobre el que le haban informado los indios
tehuelches. Le acompaaban entre otros el subteniente Carlos M. Mo-
yano, de la Armada Argentina. El da 27 arribaron al lago, cuyo soberbio
paisaje le impresion fuertemente, tanto que as, lo describira despus:
Somos los primeros cristianos que lo visitan, que admiramos sus ondas
oscurecidas por el tormentoso cielo cuyas nubes llegan a reposar sobre
las cumbres de las bellas montaas del oeste y del sur, escondindolo al
abrigarlo. Parece separado del resto del territorio patagnico, pues todo es
distinto aqu y en vano se buscara la planicie y los mdanos que preceden
al Lago Argentino. Este es un paisaje de los Alpes, pero triste, desconocido,
sin nombre; slo lo visita el indio que, de cuando en cuando, viene a plan-
tar en sus orillas el toldo primitivo [...]. Llammosle lago San Martn, pues
sus aguas baan la maciza base de los Andes, nico pedestal digno de
soportar la figura heroica del gran guerrero66.
Entonces y el da siguiente, Moreno y Moyano pudieron percibir la
magnitud del depsito lacustre del que slo una parte menor era visi-
ble. Observar su cuenca formada por grandes montaas cuyo aspecto,
como el del conjunto del paisaje bravo pero imponente, motivaron
otro despliegue retrico descriptivo.
Mencionando de paso el arribo del explorador Ramn Lista el ao
siguiente a una zona prxima, en busca de las fuentes del ro Chico,
irrelevante para el caso, Moyano, en octubre de 1880, hallndose en
marcha exploratoria desde el estuario del Santa Cruz hasta el valle del
Chubut, eligi la conocida ruta india de la precordillera, seguida antes
por Musters, y el da 28 descubri un vasto espejo lacustre sobre el
que le haban dado noticias sus guas indios.
66
Viaje a la Patagonia Austral 1876-1877 (Solar Hachette, Buenos Aires, 1962), pg. 360. Este es el mismo
lago del que Chile posee aproximadamente la mitad de la superficie y desde el ao 1960 se denomina
OHiggins.
156
He aqu su descripcin: Es un poco ms extenso que el San Martn y
67
Viajes de Exploracin a la Patagonia (Buenos Aires 1931), pgs. 71 y 72.
68
El explorador argentino acababa de descubrir el segundo lago de Sudamrica, en magnitud, cuya
superficie es de 2.240 km2, de los que 1.360 corresponden a la seccin chilena denominada General
Carrera.
157
En efecto, tanto Musters, como Moreno y Moyano no demoraron en
difundir las relaciones, interesantsimas por lo dems, de sus correspon-
dientes expediciones69, de manera tal que el ambiente acadmico y cien-
tfico, la gente de gobierno y aun el pblico comn pudieron enterarse
de cun distinto es el ambiente natural de esa inmensa regin interior,
con lo que pudo desecharse por equivocada la creencia tan sostenida
de ser aquella una mera continuidad de la gran zona ms oriental hasta
el borde atlntico, definida por litorales acantilados hoscos, altiplanicies
ridas y prcticamente vacas de recursos, estereotipo de fealdad, como
hasta 1870 todo el mundo que pasaba por informado lo imaginaba. En
buenas cuentas, donde antes todos imaginaban desiertos horrendos y
ausencia de vida, los viajeros y exploradores mencionados slo cons-
tataron, y reiteradamente, suelos feraces, abundancia de agua, bosques,
terrenos pastosos y plenitud vital animal por doquiera.
Aunque tales estupendas noticias pudieron -y debieron- ser conoci-
das de los hombres pblicos chilenos que as estuvieron en posicin de
rectificar sus erradas creencias sobre el valor de la Patagonia, materia
de la controversia jurisdiccional chileno-argentina, no parecieron apro-
vecharlas y as enmendar sus juicios y, en consecuencia, sus posturas res-
pecto de la forma de encontrar una solucin satisfactoria para el litigio.
Las informaciones geogrficas obtenidas de las aproximaciones de
que se da cuenta no cambiaran las cosas, como es sabido, en el acuer-
do transaccional de 1881, pero, cosa muy importante, pondran en
valor creciente a la realidad natural de esos territorios en un nuevo
contexto diplomtico, en el que la posesin de los mismos pasaran a
ser la razn directa de una nueva y ms spera controversia.
158
transaccional materializado en el Tratado de Lmites suscrito por los
159
De esta manera, teniendo lo expuesto como antecedente necesario
para contextualizar el curso de los acontecimientos en los que, impor-
ta destacarlo, el territorio oriental aysenino actual, como en general el
mayor correspondiente a la vertiente este de la seccin norcentral de
la Patagonia, conformaron la zona materia de la controversia, cabe hacer
una relacin de los hechos ms significativos desde un principio.
Luego del acuerdo transaccional de 1881 transcurri un tiempo sin
que se registraran iniciativas o acciones referidas al mejor conocimien-
to y pronta ocupacin de los territorios asignados a la jurisdiccin de
cada nacin. Haba por entonces preocupaciones ms importantes en
una y otra: Chile deba atender de manera obligada el trmino de las
operaciones militares de la Guerra del Pacfico, tras la ocupacin de
Lima y de partes del territorio peruano, y, enseguida, ver la manera
de liquidar el conflicto y conseguir el restablecimiento de la paz entre
los pases involucrados en el mismo, y, adems, por si faltaba, dar fin al
proceso de pacificacin de la Araucana y a la incorporacin plena del
territorio mapuche. La Repblica Argentina, a su vez, se hallaba empe-
ada en dar curso satisfactorio a la segunda fase de la Campaa del
Desierto en procura del sometimiento definitivo de los indgenas de
las pampas y la Neuquenia, que haba de ser seguida por la ocupacin
del territorio correspondiente mediante la colonizacin.
Pero en este pas, no obstante tales preocupaciones prioritarias,
hubo algunos pocos que vean especial inters en tener un cono-
cimiento ms completo sobre el territorio que juzgaban ya defini-
tivamente argentino, en particular sobre sus zonas occidentales pre
andinas y andinas, respecto de las que las primeras informaciones
conocidas hacan elogiosas descripciones. Entre ellos, era natural, se
contaban quienes como primeros exploradores haban conocido esa
regin interior o, vislumbrado su potencialidad.
Uno de stos era Carlos M. Moyano, el antiguo compaero de Mo-
reno, con varias travesas patagnicas a cuestas, quien interesado en
conocer las nacientes de los ros Gallegos y Coyle plane una explo-
racin que inici el 2 de noviembre de 1883 desde el estuario del ro
Santa Cruz con rumbo al sur, siguiendo la costa atlntica hasta el valle
inferior del ro Gallegos, para remontar luego su curso con sentido
general hacia el poniente.
Su itinerario inclua el acceso a las costas del Pacfico, por cuyos
aledaos deban hallarse las fuentes fluviales que le interesaba de-
terminar. Pero haba otra razn particular que mova el inters del
160
marino explorador: Pocas veces nos habamos encontrado posedos de
70
Op. cit., pg. 144.
71
Citado por Juan Hilarin Lenzi en Carlos Mara Moyano. Marino, Explorador y Gobernante (Buenos
Aires, 1942), pg. 118.
72
Moyano, op. cit., pg. 154. Lo destacado corresponde al mismo autor.
161
sierra de orden secundario, ms all del collar de montaas que hasta
aqu se haba denominado Cordillera de los Andes y de la cual es slo la
continuacin austral. Esta sierra secundaria, o lomo, constituye, pues, la
verdadera divisin de las aguas y es por esta razn que se encuentran ros
como el Aysen, que proviniendo del otro lado, atraviesan por completo el
collar de los Andes73.
Los resultados de la exploracin de Moyano y sus consideraciones
consiguientes llegaron a conocimiento de los hombres pblicos y, por
cierto, seran muy tenidos en cuenta cuando llegara el momento. Inclu-
sive no debiera descartarse la posibilidad de que los mismos de algn
modo trascendieran a otros crculos interesados ajenos al gobierno.
Esta opinin no demor en ser reforzada con las noticias obtenidas
en otra latitud, ahora desde el Chubut. All, como se sabe, desde 1865
se hallaba en desarrollo la colonizacin de sectores del valle del ro
homnimo por parte de inmigrantes galeses. Estos antiguos mineros,
convertidos por necesidad en agricultores, haban acometido una em-
presa realmente pionera como era la de convertir un suelo yermo en
un terreno productivo tras y grandes esfuerzos, contrastes y fracasos
de por medio, haban conseguido salir al fin exitosos, gracias a su te-
nacidad, en su laborioso empeo. As, hacia fines de los aos de 1870
y los comienzos de la dcada siguiente algunos de los integrantes de
la colonia, cuando la situacin interna permita un respiro, decidieron
aventurarse hacia el oeste siguiendo el valle del ro Chubut, en busca
de yacimientos minerales, y fue entonces que descubrieron para su
asombro, ya en plena regin de las montaas, unos parajes pastosos,
bien regados y con bosques abundantes que los maravillaron tanto,
que al ms atractivo de ellos lo nombraron Valle Encantado (Cwm
Hyfryd, en lengua galesa).
Esas noticias sobre hallazgos novedosos debieron pasar de boca
en boca entre los galeses y animar especialmente a los ms jvenes,
de modo que cuando el coronel Luis Jorge Fontana fue designado
como primer gobernador del Chubut, un grupo de ellos consigui
convencerlo para organizar una expedicin exploratoria en forma con
el objetivo de ensanchar el mbito geogrfico de la colonia y permitir
su expansin hasta el oeste cordillerano.
As a fines de 1885 Fontana y una treintena de colonos, en su ma-
yora de origen gals, a los que en las crnicas histricas posteriores se
conocer como los Rifleros del Chubut, marcharon hacia el interior
73
Esploraciones..., citada, pg... La cita de la divisin hidrogrfica es destacada por nosotros.
162
en lo que fue una seguidilla de avistamientos de terrenos aptos para
74
Citado por Virgilio Zampini en Chubut, breve historia de una provincia argentina (Gaiman, 1975), pg. 65.
75
Citado por Lorenzo Amaya en Fontana, el Territoriano (Buenos Aires, 1935).
76
Zampini op. cit., pg. 65.
163
interior de la Patagonia que comenzaban a llegar. Con ellas y otras que
se acumularan a poco andar se afirmara rotundo el convencimien-
to de la necesidad de defender la argentinidad de esas tierras, en el
entendimiento de ser la lnea de las cumbres andinas ms elevadas el
lmite internacional.
Por ese mismo tiempo del lado de Chile, aliviado de parte de sus
preocupaciones, el Supremo Gobierno haba dirigido su vista hacia el
territorio austral con la decisin de impulsar el establecimiento de una
colonia agrcola en el valle del Palena. De ese modo, el Ministro de Ma-
rina encomend a Ramn Serrano Montaner, ahora capitn graduado
de fragata y sub-director de la Oficina Hidrogrfica de Chile, la explora-
cin del ro y su valle. Ello iba en el inters de la eventual colonizacin,
pero adems -y muy importante-, junto con reconocer y describir el ro
Palena y sus afluentes y determinar la relacin en que los mismos se
encontraban con respecto a la lnea divisoria internacional, el Ministro
de Colonizacin Antonio Vergara Albano, seal en sus propias instruc-
ciones la necesidad de fijar las coordenadas jeogrficas de los puntos que
sean necesarios para determinar la lnea del divortium aquarum, i posicin
de esta respecto de las cumbres mas altas de los Andes77.
De esta instruccin puntual se infiere que el gobierno chileno tam-
bin posea informacin en lo referido a la divergencia geogrfica en-
tre las altas cumbres andinas y la divisoria continental de aguas, y que
tal circunstancia deba ser confirmada con las debidas comprobacio-
nes en el mismo terreno.
Serrano inici la exploracin de 1 de febrero de 1885 haciendo
un recorrido cuidadoso del ro y de su entorno inmediato, parajes
que tanto haban dado que hablar en tiempos pasados cuando se les
tena por el paso que franqueaba el acceso a los Csares legendarios,
cuyo recuerdo Serrano hara en su posterior informe. El avance fue
dificultoso para las embarcaciones que los llevaban ro arriba, por las
dificultades que ofrecan los rpidos y otros obstculos, imposibilitan-
do el uso de los remos y exigiendo el penoso esfuerzo del remolque
a la sirga, lo que puso de manifiesto la escasa navegabilidad del ro
arriba de su curso inferior. Continuaron as hasta que el naufragio de
una de las dos chalupas de la expedicin, con serio riesgo para la vida
de sus tripulantes y con la prdida total de los instrumentos, tiles y
provisiones, e incluso de parte de los registros cientficos realizados
77
Ramn Serrano M., Reconocimiento del Ro Buta-Palena i del Canal Fallos por el vapor de la Repblica
Toro bajo la direccin del Capitn de Fragata ..., en Anuario Hidrogrfico de la Marina de Chile,
tomo XI (Santiago, 1886), pg. 78.
164
hasta entonces, impuso un obligado alto. La magnitud del siniestro,
165
Chile, a la altura de la provincia de Arauco. En l se encuentra abundante
ganado vacuno salvaje78.
Serrano haba cruzado la cordillera -su cordn principal- y poda
as comprobar cun diferente era el territorio en la vertiente oriental,
entre aqulla y la divisoria continental que adivinaba estar ms al este,
en donde se hallaba el origen del gran ro patagnico occidental.
En tanto el marino chileno exploraba por la cuenca del Palena
camino de sus nacientes, los argentinos, avanzaban hacia el oeste, los
galeses especialmente, que tan prendados haban quedado de los
atractivos terrenos del alto Chubut. En 1887 Asahel P. Bell organiz
una expedicin para estudiar la posibilidad de construir una va frrea
hasta la zona cordillerana, en un esquema de poblamiento coloniza-
dor, as como para encontrar una posible va para la salida de la futura
produccin hacia el Pacfico. Al ao siguiente el gobernador Fontana,
Llwyd Ap Iwan y John D. Evans viajaron con el propsito de elegir el
lugar para establecer una nueva colonia de galeses en el valle 16 de
Octubre. Este establecimiento se fund el 1 de febrero de 1888 y
all, por fin, en 1889 comenzaron a instalarse los primeros pobladores,
inicialmente sin familias, las que arribaron dos aos despus.
As comenzara a crecer y desarrollarse una nueva y prspera colo-
nia agrcola e industrial, con el empuje y la laboriosidad de los galeses,
con centro nuclear en Trevelin, en el ms atractivo y productivo de los
valles subandinos de la Patagonia, en el suelo de la vertiente continen-
tal de las aguas que Chile estimaba ser de su jurisdiccin.
El gobierno de esta Repblica a su vez, sobre la base del informe
de Serrano, haba determinado la creacin de una colonia. Por decre-
to supremo del 4 de enero de 1889 suscrito por el Presidente Jos
Manuel Balmaceda y por su ministro en la cartera del Interior, Ramn
Barros Luco, se fundaba la poblacin de Palena -la primera en lo que
denominamos el distrito histrico continental de Aysn-, en la isla
de Los Leones, estuario del ro Palena, sobre cuyos avatares haremos
mayor referencia ms adelante.
De esta manera se iniciaba el poblamiento colonizador de la sec-
cin norte de la Patagonia occidental, en una y otra vertientes andinas.
Enterado de esta fundacin, el canciller argentino Estanislao Ze-
vallos formul un reclamo a su par chileno, actitud que en verdad
78
Informe de 2 de mayo de 1887, en J. M. Barros, Palena: un ro, un arbitraje (Santillana del Pacfico S.A.
de Ediciones, Santiago, 1984), tomo 2, Documentos y lminas, pgs, 6 y 7.
166
asombra, desde que la misma haba tenido lugar en un sector no liti-
167
reunido informacin suficiente, no obstante que preliminar, sobre la
realidad de la geografa en la zona andina de la Patagonia, que pona de
manifiesto la absoluta divergencia entre las altas cumbres de los Andes
y la divisoria continental de aguas a lo largo de diez grados de latitud,
desde los 41 a los 52 S. Es ms, de parte de Chile se haba advertido
con grave preocupacin que la aceptacin de la interpretacin argen-
tina conducira a darle acceso a las costas y aguas interiores del Pac-
fico a esa repblica en varios sectores del extenso tramo geogrfico
que deba demarcarse. Ello contradeca abiertamente el espritu de las
negociaciones previas al acuerdo de 1881. As las cosas y con el pro-
psito de ratificar el principio de la exclusividad jurisdiccional de Chile
en el litoral del Pacfico y la de Argentina en el correspondiente al
Atlntico, y el de allanar toda dificultad que pudiera presentarse en el
curso de las operaciones de demarcacin, ambos gobiernos luego de
largas negociaciones acordaron suscribir un Protocolo complementa-
rio del tratado de marras82.
El documento se firm en Santiago de Chile el 1 de mayo de
1893 y de su contenido, en lo que interesa, cabe reproducir dos pun-
tos esenciales:
1) Que los Peritos y Subcomisionados tendrn por norma invariable
de sus procedimientos el principio consignado en el art. 1 del Tratado de
1881. Se tendrn, en consecuencia, a perpetuidad como de propiedad y
dominio absoluto de Argentina, todas las tierras y todas las aguas a saber:
lagos, lagunas, ros y partes de ros, arroyos, vertientes que se hallan al
oriente de la lnea de las ms elevadas cumbres de la Cordillera de los
Andes que dividan las aguas, y como de propiedad y dominio absoluto de
Chile todas las tierras y todas las aguas, a saber: lagos, ros y partes de ros,
arroyos, vertientes que se hallan al occidente de las ms elevadas cumbres
de la Cordillera de los Andes que dividan aguas.
2) Que la Repblica Argentina conserva su dominio y soberana sobre
todo el territorio que se extiende al oriente del encadenamiento principal
de los Andes, hasta las costas del Atlntico, como la Repblica de Chile
el territorio occidental hasta las costas del Pacfico; entendindose que
82
Hay abundante bibliografa sobre esta materia. Al lector interesado sugerimos consultar, entre otras
obras, Relaciones chileno-argentinas durante el gobierno de Jorge Montt 1891-1896, de Jorge Dupuy
(Editorial Andrs Bello, Santiago 1968); Chile durante el gobierno de Errzuriz Echaurren 1896-1901, de
Jaime Eyzaguirre (Zig Zag, Santiago 1957); Las relaciones chileno-argentinas durante la Presidencia de
Riesco 1901-1906 . El Arbitraje Britnico de 1899-1903. Sus aspectos procesales, de Octavio Errzuriz
Guilisasti y Germn Carrasco Domnguez (Editorial Andrs Bello, Santiago 1968) e Historia de las
Fronteras de Chile. Los tratados de lmites con Argentina, de Guillermo Lagos Carmona (Editorial Zig
Zag, Editorial Andrs Bello, Santiago 1966 y 1980). Adems los libros mencionados de Oscar Espinosa
Moraga y especialmente el erudito y muy completo de J. M. Barros igualmente citado.
168
la soberana de cada Estado sobre el litoral respectivo es absoluta, de
83
Guillermo Lagos Carmona, Historia de las Fronteras ... citado, pgs. 88 y 89.
169
nal: el Dr. Hans Steffen, gegrafo de gran talento que prestaba servicios
como profesor en el Instituto Pedaggico de la Universidad de Chile.
Conocedor de su competencia acadmica, de su inters en la ma-
teria que tanto preocupaba al Supremo Gobierno y de las ideas que
en tal respecto Steffen tena y, va de suyo, de la comprensin que el
mismo posea acerca de los intereses de Chile en la controversia, lo
invit a colaborar encomendndole la responsabilidad de conducir las
exploraciones necesarias para despejar la gran incgnita que guardaba
en su seno la geografa andina en la Patagonia occidental. Al aceptar el
encargo, el talentoso gegrafo asuma una misin de indudable tras-
cendencia histrica.
Las circunstancias de su venida a Chile se enmarcan en la decisin
del ilustre Presidente Balmaceda de contratar en Alemania una misin
de pedagogos y especialistas calificados con el objeto de impulsar con
su concurso la modernizacin de la enseanza secundaria en los liceos
del pas. Entre los educadores germanos contratados se encontra-
ba Federico Hans Steffen, natural de Fuersterwerder, Brandenburgo,
donde haba nacido en 1865. Al arribar a Chile en 1889 era un joven
profesor de Historia y Geografa, graduado en las universidades de
Berln y Halle, y con una breve pero importante experiencia acadmi-
ca en su patria. Al llegar se le encomend la ctedra de su especialidad,
la geografa, en el recientemente fundado Instituto Pedaggico de la
Universidad de Chile, donde pronto se hizo notar por la calidad de su
docencia y su rpida asimilacin al pas, mritos que fueron particu-
larmente apreciados por el historiador Diego Barros Arana, a la sazn
rector de la universidad.
Steffen, ciertamente, no era un novato en lo tocante a trabajos en
terreno, pues ya en febrero de 1892 haba realizado por cuenta pro-
pia una exploracin en la regin andina vecina al fiordo de Reloncav,
incluyendo el cruce de la cordillera hasta el lago Nahuelhuapi. De esa
manera y ya contando con el respaldo oficial, el gegrafo se dedic
a planear un programa completo de exploraciones sistemticas, que
habra de llevar a cabo con eficacia prusiana a lo largo de poco ms
de un lustro.
La primera de ellas se inici desde Puerto Montt el 12 de enero
de 1893, siendo acompaado por el dans Oscar Fischer, quien tra-
bajaba como dibujante de la Comisin Chilena de Lmites, adems
de algunos peones de dicho puerto y de Chilo, que desde entonces
seran sus excelentes compaeros en el servicio de porteo de cargas
170
e impedimenta, gente recia, resistente y habituada al clima, amn de
171
El incidente era una consecuencia directa de la fundacin de este es-
tablecimiento y del recelo con el que en Argentina se miraba al mismo,
en tanto cuanto poda servir de base para la penetracin al oriente de
la cordillera, esto es, en suelo de la vertiente del Pacfico que en Chile
se consideraba como propio. Esa, precisamente, fue la razn por la que
el canciller Zevallos inspir el envo de una comisin de comprobacin,
que se puso a las rdenes del antiguo explorador capitn Moyano.
El relatado no fue un hecho excepcional, pues se repetira en el
futuro, siempre en plan de perturbar los estudios emprendidos por
orden del gobierno chileno que, sin embargo, toler sin reclamar esas
reprochables e injustificadas acciones. Con qu razn recordara, to-
dava dolido, muchos aos despus el eminente servidor pblico el
incidente de marras, comentando: Ni aun despus de este atentado
formularon los chilenos protesta alguna contra la actitud de los argentinos,
lo que por lo dems est de acuerdo con la poltica excesivamente conci-
liatoria practicada por Chile en la explotacin, ocupacin y penetracin de
los valles que se disputaban entonces, actitud que contrasta agudamente
con la conducta desconsiderada y atropelladora de los argentinos, que
muchas veces lleg hasta el ataque violento85.
Lo mencionado brinda una idea cabal del clima de crispacin y
recelo en que debieron desarrollarse las exploraciones de reconoci-
miento geogrfico durante la dcada final del siglo XIX.
A pesar del repentino trmino de la expedicin, los objetivos de la
misma fueron satisfactorios, como que permitieron resolver el proble-
ma de la hidrografa del sistema del ro Palena-Carrenleuf-Corcovado.
Meses despus, habiendo considerado Hans Steffen como de orden
prioritario el conocimiento acabado del conjunto de los ros Puelo y
Manso, propuso al Ministerio de Relaciones Exteriores una expedicin
con tal objeto, que le fue aprobada. As, entre enero y marzo de 1895
se desarroll la misma formando parte de ella el gegrafo germano y
Pablo Krger, quien estuvo a cargo de los registros cientficos, y de la
gente de apoyo [...] leadores de Reloncav, los ms a propsito para los
viajes de exploracin, con las cualidades de buenos marineros, incansables
taladores y cargadores, que se prestan igualmente para los trabajos en el
ro, como en la marcha en la spera montaa86, segn lo hara constar
despus en reconocimiento justiciero de mritos el propio gegrafo.
85
Westpatagonien (Berln 1919), traducido y publicado en 1944 bajo el ttulo de Patagonia Occidental
(Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago), pg. 304.
86
Citado por Germn Carrasco Domnguez en Hans Steffen, Pedagogo, Gegrafo, Explorador, Experto
en Lmites (Academia Diplomtica, Santiago 2002), pgs. 33 y 34.
172
En esa oportunidad, durante la primera etapa exploratoria (subida
173
litigioso o en suelo argentino. El embarque de los expedicionarios se
hizo en Puerto Montt a bordo del vapor Toro de la Armada Nacional,
arribndose al estuario del ro Aysn el 3 de enero de 1897.
Iniciada la penetracin, siguiendo los antiguos trayectos de Mora-
leda (parcial) y Simpson, el da 11 se lleg al punto de afluencia de
un curso tributario inexplorado procedente del norte. Era el ro que
Steffen bautizara despus como Maihuales, por el que ste decidi
proseguir con Horn, Villegas y 10 porteadores, en tanto que despa-
ch por el brazo fluvial principal, que tomara el nombre de Simpson,
a Fischer, con Dusn y 12 hombres. Ambas partidas deban reunirse
en la cercanas del lago Fontana hacia fines de febrero. La decisin de
Steffen pudo fundarse en la mayor amplitud que presenta a la vista
el valle de Maihuales, sugiriendo para el mismo una relevancia por
sobre el del Simpson.
Maihuales arriba, Steffen y compaeros avanzaron penosamente
y el 27 encontraron un ro importante procedente del este al que se
dio el nombre de Emperador Guillermo por ser el da del natalicio del
soberano alemn. Ms adelante, siempre salvando obstculos impues-
tos por el ro, por la topografa del terreno y la espesura de la selva,
amn del ataque continuo de los mosquitos, se encontraron con otro
curso fluvial que se llam irehuao, y prosiguieron siempre avante por
el Valle Maihuales. Fue entonces que el explorador dio el nombre al
ro, vista la abundancia de maos en la masa vegetal. El 25 de febrero
y en la certidumbre de haber superado el cordn andino principal,
Steffen despach de regreso a parte de los peones y continu con
Horn, Villegas y tres hombres del servicio hasta encontrar una cordi-
llera desconocida que tuvo por el origen de todas las corrientes de la
cuenca hidrogrfica Maihuales-irehuao; era el cordn divisorio de
las aguas entre las hoyas de los lagos La Plata y Fontana hacia el norte
y de aquellos por el sur. Desde tal revelador paraje se continu hacia
el oriente, saliendo a las pampas en la vecindad del ro Senguerr.
Al no encontrar al grupo de Fischer, siguieron al norte el 27 de mar-
zo, arribando al lago Nahuelhuapi el 14 de abril, a donde lleg tambin
aqul y su gente siete das despus. Todos juntos emprendieron enton-
ces el retorno final a Puerto Montt, llegando all el 2 de mayo.
Fischer, von Schellendorff, Dusn y compaeros haban seguido el
curso del ro Simpson hasta su afluencia con el actual Coyhaique, cuyo
rumbo tomaron dejando el brazo principal, Simpson, por estimar que
aquella direccin los acercaba ms al punto de encuentro previsto
174
por Steffen. El da 24 de febrero Fischer despach de regreso a von
175
en cada campamento catres de caas de coligue, i los vveres deban
guardarse a cada rato en depsitos provisionales armados a la lijera con
carpitas o con las velas i toldos de los botes de lona. Es natural tambin la
disposicin de nimo de la jente que hasta ahora no haba dado lugar a
quejas, sufra algo por las inevitables fatigas que nos impuso el constante
mal tiempo, i comprendimos la conveniencia de arreglar, luego despus de
concluidos los reconocimientos en los alrededores de la laguna, el regreso
a la costa de todos aquellos peones cuyos servicios no seran estrictamen-
te necesarios para la continuacin del viaje87.
Para entonces, como puede advertirse se haba superado la zona
ms difcil por lo abrupta y enmaraada, decidiendo Steffen hacer re-
tornar desde all a una parte de la gente, para proseguir l mismo con
un grupo menor por el valle superior del Cisnes. Entonces comprob
que este era el mismo ro que en la cartografa argentina era nombra-
do Flix Fras, cuya elaboracin advirti tambin era muy defectuosa,
por lo alejada de la realidad geogrfica.
Valle adentro, el gegrafo comprob que ya se hallaba en la zona
de cambio andina-subandina: El aspecto del cielo nos indicaba que ya
estbamos en una regin de transicin entre dos zonas de diferentes
condiciones climticas, pues mientras el horizonte occidental estaba os-
curecido por gruesas nubes que indicaban temporal y aguaceros en el
litoral, las lomas del lejano oriente relucan con un sol brillante en un cielo
completamente despejado88.
Las condiciones naturales del terreno eran tambin diferentes; la
espesa selva haba cedido lugar a bosques cada vez ms abiertos de
rboles de hojas caediza (lengas y ires) y al fin a la zona transicional
arbustiva previa a la estepa. Desde una altura comarcana, actual cor-
dn o cordillera del Gato, Steffen tuvo una esplndida visibilidad sobre
la divisoria de las aguas del continente y la conformacin de las hoyas
derivadas hacia el Pacfico y hacia el Atlntico. Haba logrado as un
notable resultado geogrfico.
Auxiliados oportunamente por un grupo de indios tehuelches, los
expedicionarios emprendieron el regreso el 1 de mayo de 1898. Un
mes y ocho das ms tarde arribaban, sanos, salvos y agotados a Puer-
to Montt.
87
d., pg. 60.
88
Ibd., pg. 62.
176
El segundo gran espacio incgnito era el de la cuenca del lago
177
En el camino se encontr con un cordn que se nombr Atravesado,
una de cuyas cimas sirvi de apropiada atalaya para conocer el gran
entorno. Desde all pudo Steffen comprobar que haban cruzado el
cordn andino principal.
Siguieron as en una exploracin particular que permiti descu-
brir las lagunas Larga, Chacabuco y Juncal, y el ro del Salto, uno de los
afluentes orientales importantes del Baker y que se vierte en l tras
formar una esplndida cascada. Un curioso cerro, al que por su for-
ma se llam Atad, fue igualmente escalado y se pudo vislumbrar el
rumbo que traa el gran ro y otras caractersticas orogrficas e hidro-
grficas, entre ellas un lago desconocido que se apreciaba como de
gran tamao, que evacuaba sus aguas al Baker a travs de un tributario
que fue bautizado Cochrane, denominacin que pas igualmente al
depsito en el que se origina. Visto el gran caudal propio de aqul y
los aportes de sus afluentes, Steffen consider que el Baker deba ser
el desaguadero obligado del lago Buenos Aires.
Luego de nuevos hallazgos, la laguna Esmeralda entre otros, se
abandon el rumbo general que hasta entonces se haba seguido, va-
rindolo hacia el este al lago Cochrane. Una vez en sus orillas se com-
prob su gran tamao y su prolongacin hacia el oriente, en parte
navegndolo en botes de lona y en parte caminando por sus orillas,
siempre tomando nota de las formas montaosas y de la hidrografa
local. Entonces el jefe expedicionario adopt la decisin de fraccio-
nar la partida exploradora, disponiendo el regreso de Hambleton con
parte de los cargadores hasta Bajo Pisagua, en tanto que l mismo y
los restantes miembros del grupo marchaban hacia el este al encuen-
tro concertado con Roberto Krautmacher, quien haba salido desde
Puerto Montt con rumbo a Nahuelhuapi, para seguir hasta el lago
Buenos Aires, encabezando una expedicin auxiliar provista de cabal-
gaduras. La travesa final se hizo por la va del valle lacustre del Co-
chrane, llamado Pueyrredn por los argentinos, reunindose los dos
grupos el 7 de marzo en las cercanas del lago Posadas.
Desde este paraje Steffen haba previsto marchar hacia el sur, por
la precordillera teniendo como destino final el distrito de Ultima Es-
peranza y Punta Arenas, lo que efectivamente sucedi a contar del 27
de marzo, aprovechndose la larga travesa para hacer observaciones
particulares sobre la divisoria continental en la zona subandina oriental.
Los resultados conseguidos en esta ltima expedicin fueron con-
dignos del enorme y admirable esfuerzo de penetracin desarrollado
178
por sus integrantes en un territorio salvaje y virgen, del todo antes
179
A la larga, tal esfuerzo sostenido por ms de cinco aos, mostr sus
consecuencias en un desgaste corporal de tal grado que forz a Hans
Steffen a un retiro prematuro, a los 48 aos, la mitad de los cuales
haban transcurrido al servicio de Chile, para dedicarse a cuidar de su
salud resentida90. Este solo aspecto del sacrificio que represent para
el Dr. Steffen su abnegado servicio pblico, justifica el reconocimiento
histrico de que ha sido objeto91.
Pero hay ms todava. Con su notable contribucin al conocimien-
to geogrfico de la Patagonia occidental, este sabio ilustre hizo un
aporte particular que interesa para la historia de Aysn: le dio un
marco determinado al territorio histrico, desde el fiordo Comau al
lago OHiggins, definicin indispensable que sac definitivamente del
anonimato a una regin y le permiti asumir con el inicio del siglo XX
una definida personalidad individualizadora, con raigambre nuclear en
la gran hoya hidrogrfica del ro Aysn, del que tomara a poco andar
el nombre. La empresa exploratoria de Hans Steffen es el punto de
inflexin en la historia reciente del territorio aysenino, pues de virtual
terra incgnita devino conocida y apta para su apertura a la ocupacin
colonizadora.
As, Hans Steffen, con mrito sobrado debe tambin ser considera-
do uno de los padres fundadores de la Regin de Aysn.
90
Al alejarse de Chile en 1913 se radic por un tiempo en Berln, pero tiempo despus se traslad a Suiza,
pasando a vivir en el pueblo de Clavadel, lugar recomendado para el tratamiento y cuidado de enferme-
dades pulmonares. All falleci en 1936 a los 72 aos de edad. Sepultado en el cementerio de Davos,
sus cenizas han sido tradas a Chile y puestas en un cenotafio monumental erigido en su memoria.
91
El nombre del eminente gegrafo y explorador ha quedado perpetuado en la geografa patagnica en cinco
diferentes accidentes: cerro Steffen (44 25 S - 71 40 O), 2.000 m. de altura, situado en el cordn divisorio
internacional entre las hoyas del ro Cisnes y la de los lagos La Plata y Fontana; fiordo Steffen (47 40 S -
73 45 O) en la vecindad de la desembocadura del ro Huemules; punta Steffen (47 47 S - 73 46 O), en
la parte este del canal Martnez; ro Steffen (41 39 S - 72 06 O), en la zona interior del ro Manso; y lago
Steffen (41 33 S - 72 35 O aproximadamente), al sur del lago Nahuelhuapi. Los cuatro primeros se hallan
en suelo chileno y el ltimo en territorio argentino, al occidente de la divisoria continental.
180
De la Trapananda al ysen || Mateo Martinic
181
La primera que debe ser consignada en orden cronolgico es la
exploracin de Oscar Fischer realizada en noviembre de 1893 sobre
parte de la hoya norte del ro Cocham y que debe ser tenida como
continuacin de la anterior y reciente de aquel gegrafo. Su objetivo
fue el de aclarar la conformacin hidrogrfica del sector en el con-
texto de la divisoria de vertientes continental. Esta fue seguida en
1894 por el reconocimiento que hizo Ramn Lista desde el oriente,
penetrando por el valle Nuevo hasta el lago superior del Puelo. Coe-
tneamente, Elas Rosselot, inspector de la colonia de Palena, explor
el valle del ro Claro y descubri el lago de su nombre.
En 1896 hubo igualmente penetraciones por ambas vertientes an-
dinas, una dispuesta por la Oficina de Lmites de Chile y que estuvo
a cargo de Pablo Stange, Pablo Krger y A. Selle, que explor toda la
zona de la divisoria continental entre las cuencas de los ros Cholila y
Chubut; otra, a cargo de Juan Waag y otros ingenieros de la Comisin
Argentina de Lmites, enviados por el perito Francisco P. Moreno para
comprobar la forma del desage del ro Futaleuf en el litoral occi-
dental.
Al ao siguiente y mucho ms al sur, J. B. Hatcher, integrante de
la comisin cientfica enviada a la Patagonia por la Universidad de
Princeton, descubri un ro desconocido, de apreciable caudal, que se
bautiz Mayer, en el sector septentrional prximo al lago San Martn.
En 1898, Gunardo Lange y unos tales Bach y Kastrupp, enviados
por Moreno, recorrieron parcialmente desde el litoral occidental la
ruta exploratoria de Steffen en el valle del ro Palena. Por fin en 1900
el capitn de ingenieros del Ejrcito Chileno Arturo Barrios, llev a
cabo la primera travesa del cordn andino en toda su amplitud, entre
Cocham y el lago Mascardi.
Entre las aproximaciones ms conocidas, todas procedentes del
sector oriental, cabe mencionar las desarrolladas por Francisco P. Mo-
reno y Teodoro Arneberg en 1896 por la zona preandina, siguiendo
en general el rumbo del meridiano 71 O, en zonas de las cabeceras
de los ros Senguerr y Mayo. En la misma poca ,y ya con fines propia-
mente naturalistas, anduvieron a lo largo del flanco subandino varios
cientficos, entre otros Henry de la Vaulx, del Ministerio de Instruccin
Pblica de Francia, y Antonio Steinfeld, Julio Koslowski y Eduardo Bo-
tello, del Museo de La Plata. Estos ltimos realizaron observaciones y
colectas en diferentes sectores aledaos al actual deslinde internacio-
nal entre Aysn y Chubut.
182
Finalmente, cabe mencionar sobre este mismo sector subandino las
183
el descubrimiento hecho por Evan Roberts, uno de sus compaeros
quien, en una de sus excursiones hacia el sudoeste entr a un valle donde
un gran ro de 150 a 300 yardas de ancho corra desde el Oeste y entraba
al lago Buenos Aires, lo bautizamos ro Evan o Ibez en honor al descubri-
dor 93, denominacin que luego se generaliz para otros accidentes del
sector. Incluso interpretamos el posterior de Ingeniero Ibez para la
localidad que all surgir ms tarde, como una derivacin confusa entre
aquel topnimo y el oficio de agrimensor que posea el explorador,
sinnimo de aquella profesin en el entendimiento popular. En todos
ellos ha de verse a los adelantados del poblamiento colonizador de
Aysn en su zona oriental.
93
Marcelo Gavirati, La desviacin del ro Fnix: una travesura del Perito Moreno o proyecto colo-
nizador gals?, Todo es Historia, N 366, Buenos Aires, 1998, pg. 20. Ap Iwan dej un mapa con
indicaciones sobre sus viajes: Sketch Map of the Northern and Central Region of Patagonia, cuyo
original se conserva en la Royal Geographical Society, Londres (Map Room Argentina 573) y copia
fotosttica en el Museo Regional de Gaiman.
184
supona que la lnea delimitatoria que habra de correr por sobre las
185
As los acontecimientos, con sensatez se advirti entre las partes
que era forzoso buscar una va de conciliacin que junto con distender
el ambiente progresivamente enrarecido, facilitara el curso de las cosas.
Ello se logr primero con el acuerdo firmado el 6 de septiembre de
1895, que en lo pertinente estableca que si los Peritos no llegaran a
terminar las divergencias que pudieran presentarse en el curso de la de-
marcacin, elevarn todos los antecedentes a sus respectivos gobiernos a fin
de que stos los solucionen con arregle a los Tratados vigentes entre ambos
pases96. Esto condujo a un nuevo convenio entre ambas naciones el 17
de abril de 1896 para facilitar las operaciones de deslinde territorial. La
Base Segunda de este acuerdo dispona que si ocurrieren divergencias
entre los peritos al fijar en la cordillera de los Andes los hitos divisorios y las
mismas no pudieren allanarse amigablemente por acuerdo de ambos Go-
biernos, quedarn sometidos al fallo del Gobierno de Su Majestad Britnica,
a quien las partes contratantes designan desde ahora, con el carcter de
rbitro encargado de aplicar estrictamente, en tales casos, las disposiciones
del terreno por una comisin que el rbitro designar97.
Como la situacin prevista para el arbitraje ya estaba dada en los
hechos, sesenta das despus de la firma de ese instrumento y segn el
mismo lo prescriba, los gobiernos chileno y argentino solicitaron con-
juntamente al de Gran Bretaa la aceptacin del cargo de rbitro. El 14
de julio este gobierno informaba a las partes que S.M. la Reina Victoria
haba aceptado gustosa la responsabilidad del arbitraje en la cuestin.
En el terreno la demarcacin qued paralizada en la prctica, mien-
tras el entendimiento entre los peritos era cada vez ms difcil. Pero aun,
en la situacin Argentina procur dilatar el asunto al rechazar el arbitraje
oponiendo cuanto argumento encontraba a mano, ya fuere tocante a la
procedencia de ste, los poderes del rbitro, como las materias susceptibles
de serle sometidas, segn ha opinado fundadamente un especialista98.
Estas situaciones, al trascender a la opinin pblica, unidas a otras
de carcter enojoso, entre ellas una reputada como muy seria en
Chile, como haba sido la ocupacin virtual de la zona litigiosa del
lago Lcar realizada a comienzos de 1898 por una fuerza militar pues,
aunque situada al oriente de los Andes integraba geogrficamente
la cuenca hidrogrfica del ro Valdivia y por tanto con desage occi-
dental. Provoc mayor crispacin entre las partes, dio lugar a inter-
pelaciones parlamentarias y a reclamos diplomticos, en un ambiente
96
J. M. Barros, op. cit., pg. 69.
97
Octavio Errzuriz y Germn Carrasco, op. cit., pg. 137.
98
Germn Carrasco Domnguez, en su obra citada, pg. 139.
186
que se caldeaba ms con las noticias e informaciones comentadas de
El acuerdo de arbitraje
187
A partir de entonces y ya en funciones el tribunal, los gobiernos
chileno y argentino se ocuparon de organizar las respectivas defensas,
as como la de reunir y entregar todos los antecedentes debidamente
documentados que afirmaban las posiciones de las partes, con el obje-
to de que aqul se avocara al conocimiento y estudio de la materia de
la controversia. Es del caso mencionar que entre las personas designa-
das por Chile para integrar la comisin que se encargara de la defensa
de sus intereses se cont el Dr. Hans Steffen, cuyos conocimientos
geogrficos tericos y de terreno, as como su talento, mucho habran
de servir para fundar apropiadamente sus alegaciones.
Se sucedieron de esa manera las correspondientes exposiciones
de las partes, apoyadas en documentos, mapas, croquis y fotografas
para su mejor comprensin, y sus subsiguientes etapas de rplicas y
contra rplicas. La exposicin argentina estuvo a cargo de Francisco
P. Moreno, que en todo el trmite del arbitraje hara gala de su talento
y habilidad de manejo en el mejor servicio de su patria, lo que inclusive
le llev a fraguar argucias que a la postre resultaran beneficiosas para
su causa, segn habr de verse100. El gran puntal de la defensa chilena
fue el eminente ingeniero y gegrafo Alejandro Bertrand, cuya soli-
dez argumental, conocimientos y experiencia fueron esenciales para la
adecuada exposicin de los planteamientos nacionales en la cuestin,
teniendo al Dr. Steffen como inapreciable colaborador.
No es nuestro propsito pormenorizar sobre lo acontecido en el
prolongado transcurso del proceso arbitral, pues sera improcedente
habida cuenta de que el mismo, como todo el conjunto de la con-
troversia, siendo importante, es un tanto tangencial en lo referido a
la historia aysenina, para lo que remitimos a los lectores interesados
a las fuentes principales ya indicadas101. De all que preferimos hacer
referencia a los aspectos del proceso mencionado que s interesan de
modo ms directo al objetivo de la obra.
Importa sealar que el arbitraje se prolong ms de lo previsto
originalmente y result en extremo laborioso para los miembros
del tribunal y para las partes, ocupadas como estuvieron stas en un
100
Entre las varias acciones que desarroll Moreno estuvo un intenso cabildeo con personalidades acadmi-
cas britnicas del mbito geogrfico, en especial con los miembros de la prestigiosa Royal Geographical
Society, con los que trab relacin expresa y a quienes expuso en conferencias las bondades de la tesis
argentina en la controversia y las debilidades, a su juicio, de la postura chilena. Este esfuerzo no fue en
vano, pues contribuy a generar tanto en el seno de la entidad como fuera de ella, en la opinin pblica,
una amplia simpata por la causa argentina, en desmedro de la de Chile, cuyo efecto en el resultado final
es difcil de determinar pero que es seguro hubo de rendir algn rdito a favor del pas del Plata (Cfr.
J. M. Barros, op. cit., y Hans Steffen Recuerdos del Tribunal Arbitral (Santiago, 1937).
101
Ver nota 79.
188
esfuerzo por allegar documentos probatorios que resultaran lo ms
189
cuando lo acontecido era historia, escribira: Se ve fcilmente que una
frmula fundada meramente en la especulacin terica, como era la que
subordinaba el divortium aquarum a las elevaciones del terreno en for-
ma de cadenas de montaas o altos plateau, deba perder su valor a
medida que avanzaban los conocimientos de las condiciones reales del
relieve de los pases, y las observaciones en el terreno comenzaban a
reemplazar las construcciones hechas a priori por los gegrafos del siglo
XVII y XVIII105. En la oportunidad el ilustre gegrafo haba considerado
traer a colacin la opinin del antiguo perito Barros Arana, quien en
1892 haba escrito: Esta lnea [la hidrogrfica] es la misma que reco-
miendan los buenos principios de Geografa y de Derecho Internacional.
Es esa, en efecto, una lnea nica, fcil de definir, de hallar en el terreno y
de demarcar, designada por la naturaleza misma y no sujeta a ambige-
dades ni a errores106.
El asunto no era menor pues en ello radicaba un aspecto clave de
la materia en discusin, y ello igualmente importaba. Entre los jueces
arbitradores haba uno, el general Ardagh, que estaba persuadido de la
bondad de la tesis chilena, conviniendo en que el lmite deba ser ne-
cesariamente la divisoria continental de aguas, estimando que la aplica-
cin de este principio nunca permitira cruzar o intersectar ros y que
el deslinde a fijarse deba dejar para Chile todo el territorio situado al
occidente de la divisoria y para Argentina el del oriente de la misma107.
Aqu, porque viene el caso, cabe hacer mencin expresa a una de
las artimaas fraguadas por Francisco P. Moreno, para poner en evi-
dencia la debilidad de la tesis chilena en cuanto al valor absoluto del
principio hidrogrfico. Fue el caso, que se hara famoso, del desvo del
ro Fnix en 1897.
Este curso nacido en el cordn montaoso del norte del lago Bue-
nos Aires corre en su seccin superior con orientacin NO-SE, pero
al enfrentar el caadn por el que pasa el ro Deseado que procede
del sur (hacia los 46 30 S), tuerce su curso bruscamente hacia el oes-
te para desembocar en el Buenos Aires, con lo que se completa por el
norte la hoya lacustre. Moreno, observador como era y hbil adems,
discurri, vista la proximidad entre el codo del Fnix y el caadn
del Deseado que distan entre s algunos kilmetros, que poda cons-
truirse una zanja artificial entre ambos puntos y as lo orden con la
105
La lnea divisoria de las aguas como elemento fisiogrfico y principio de demarcacin de lmites, en
Revista Chilena de Historia y Geografa, tomo LXVI, nmero 70 (Santiago, 1930), pg. 47.
106
d., pg. 57.
107
Ibd., pg. 76.
190
autoridad que le daba su responsabilidad pericial. Al concluirse la obra,
191
En el curso de las visitas la Comisin recorri diferentes lugares, en-
tre ellos principalmente el valle 16 de Octubre y el distrito de Ultima Es-
peranza. En el primero se realiz el 30 de abril -con toda la preparacin
previa dispuesta por Moreno- el plebiscito que se hara histricamente
famoso, por el que la abrumadora mayora de los colonos, mayoritaria-
mente galeses, se pronunciaron por la aceptacin de la soberana argen-
tina, decisin respetable que el delegado Holdich recibi con parsimonia
y sin comprometerse, procur tranquilizarlos: Todos los colonos del Valle
16 de Octubre no deben alentar temores sobre esto: cualquiera que sea
la decisin a la que llegue el Tribunal Arbitral, sern tenidos en cuenta sus
intereses y nadie buscar perjudicarlos con ello108.
Pero el coronel, agudo como era, pudo ver lo suficiente durante
los das de la visita y comprobar los resultados del progresista afn de
los galeses, con inversiones importantes y una actividad que floreca
admirablemente. Ms all de lo que pudo hacer en el acto Moreno,
aqul fue un xito rotundo que debe acreditrsele y que influira en
el resultado final109.
Fue en el transcurso de esta memorable visita que, ms al sur, en
la zona de las nacientes del ro Huemules, tributario del Simpson, el
perito Moreno ide otra artimaa del gnero. Previendo cmo Hol-
dich podra valorar las muestras de ocupacin econmica en suelos
litigiosos, en 1898 haba ideado la instalacin de una colonia pastoril
animando al lituano Julio Koslowsky, que funga como ayudante suyo
en el Museo de La Plata, para que se instalara con algunos compa-
triotas y polacos que haban inmigrado al pas, en un paraje del valle
Huemules. As lo hicieron en efecto, pero la colonia result un fracaso
completo y para la poca de la visita de la Comisin de Encuesta
slo quedaba una casita de troncos, levantada por Koslowsky. Para
su sorpresa, Holdich observ que all haba una estacin terminal del
servicio telegrfico argentino, como se adverta por un equipo trasmi-
sor-receptor Morse y por la lnea telegrfica cuya postacin se exten-
da hasta perderse de vista... slo que la misma -hecho no advertido
por el delegado- no llegaba a ninguna parte, pues conclua un par
de centenares de metros ms all. Se ha afirmado que el coronel
quiso aprovechar aquella inslita presencia tecnolgica y despachar
un telegrama a Buenos Aires. Efectivamente as lo hizo el telegrafista
108
Citado por Jorge Fiori y Gustavo de Vera en 1902 el protagonismo de los colonos galeses en la frontera
argentino-chilena (Municipalidad de Trevelin, 2002), pg. 29.
109
En el transcurso de su visita a ltima Esperanza, el coronel Holdich advirti un nimo semejante entre
los pobladores del distrito, esta vez totalmente favorable a Chile. La impresin que el Delegado se llev
acerca de los trabajos de colonizacin realizados hasta entonces en esas comarcas fue inmejorable.
192
Mapa 5 Patagonia central: Cuestin de lmites 1881-1902
193
y Holdich qued satisfecho, slo que una vez que se hubo alejado,
un mensajero parti a matacaballos con el mensaje hasta la primera
estacin telegrfica real, distante muchas decenas de kilmetros o ms
hacia el Atlntico y all lo hizo trasmitir a Buenos Aires110.
Aos despus, en 1908 pas por el lugar el botnico sueco Carl
Skottsberg en misin cientfica y recogi la noticia de aquel pintores-
co suceso, de la que dejara la siguiente relacin: El valle Koslowky se
encuentra a unos mil pies sobre el nivel del mar y parece frtil. Probable-
mente ser colonizado antes que tarde. En relacin con l puede contarse
la siguiente historia relacionada con la disputa de lmites. De acuerdo
con la regla de que la divisin de las aguas deba constituir el lmite, este
valle debi haber sido asignado a Chile igual que el distrito de Aysen. Pero
Argentina hizo valer los siguientes hechos impresionantes: que ya estaba
colonizado (era slo una tentativa), pudo poner la Casa Koslowsky (una
cabaa de troncos) en el mapa, y al fin pero no menos importante, haba
una fotografa de la lnea telegrfica en ese lugar esta lnea telegrfica
le he visto en ms de un mapa argentino. Junto a la casa hay catorce
postes telegrficos con una lnea que viene de ninguna parte y va a nin-
guna parte; en el interior de la casa hay un aparato que nunca trasmiti
y pilas de rollos de papel en el suelo. Por el laudo Argentina se qued con
una valiosa parte del valle111. Cuanto pudo observar entonces Holdich,
viendo en ello la inocultable mano del sagaz y habilidoso Moreno,
condujo a decirle aquella frase que el destinatario hara pblica ms
tarde: He dicho con frecuencia que todo lo que gane el pie argentino al
oeste de la divisin continental de las aguas, se le deber totalmente a
Ud., apostillando el mismo Moreno a continuacin, ganamos cerca de dos
mil leguas112.
Hubo, por fin, un tercera argucia que debe ser atribuida a Moreno,
pero que esta vez no tendra el resultado esperado. Se trat de la
ocupacin que se hizo aparentar en el sector del valle de la cabecera
o naciente del ro Goichel, afluente del irehuao, con la instalacin de
Antonio Steinfeld, empleado del Museo de La Plata quien introdujo
algn ganado y levant un puesto. Esta instalacin produjo en Steffen,
110
Sobre esta artimaa de Moreno hay varias referencias bibliogrficas.
Citamos tan solo las de Steffens, en su libro Patagonia Occidental, mencionado, tomo II, pg. 441, y
de Alejandro Aguado, El Viejo Oeste de la Patagonia, (Comodoro Rivadavia, 2001, 2003, pg. 34 y
siguientes. Aunque Aguado recoge y entrega la informacin con mucho detalle, seala asimismo que
en lo tocante al telegrama la misma habra sido la invencin de un colono de nombre Camilo Cayeli, y
que el coronel se habra dado cuenta de que la estacin se hallaba inoperante.
111
The wilds of Patagonia (Edward Arnold, London, 1911), pg. 205 y 206.
112
Citado por Steffen su artculo citado, pg. 66. La carta de Moreno fue reproducida por El Mercurio de
Santiago con fecha 8 de septiembre de 1919.
194
que la conoci durante el curso de su exploracin por esas comarcas,
113
Viajes de Esploracin i estudio en la Patagonia Occidental (Santiago, 1910), tomo II, pg. 529.
114
Barros, op. cit., pg. 86. Lo destacado corresponde al mismo autor.
115
Carta de fecha 16 de octubre de 1902 citada por Mario Valenzuela Lafourcade en El enigma de la laguna
del Desierto.
195
En una posicin semejante estuvo el Presidente de Chile Germn
Riesco, quien sopesando con preocupacin el serio estado de ten-
sin por el que pasaban las relaciones chileno-argentinas hacia 1901-
1902, con nuevas incidencias de tono mayor en terreno y el retorno
del fantasma de la guerra, a lo que contribua una alocada carrera
armamentista entre las dos naciones, consider la conveniencia de
encontrar una lnea de transaccin en la parte disputada, con todas las
modificaciones que en su discusin puedan ir aceptndose, hasta llegar
a la que, atendiendo a la situacin del litigio, debera ser la ltima que
podramos aceptar116.
De ese modo, segn haba avanzado el tiempo, quien ms, quien
menos no dej de considerar que una transaccin podra al fin zanjar
la ya excesivamente prolongada y cada vez ms airada, y por tanto
peligrosa, disputa. Fue entonces, como ahora se conoce, que Holdich
ya convencido de ser esa posibilidad la nica que poda considerarse,
se dedic a elaborar una propuesta para conocimiento de los dems
miembros del tribunal arbitral y que se ciera a una lnea central o
intermedia117.
El laudo arbitral
196
24 S), se ajust a la divisoria continental de las aguas, dejando para
197
haciendo completamente ilusoria la soberana de Chile sobre este impor-
tante punto litoral.
Por otro lado, la lnea limtrofe propuesta por Chile, esto es, la divisin
interocenica de las aguas, tampoco estaba libre de objeciones. En trechos
muy considerables penetra hasta la Meseta Patagnica abierta y con ello
va en contra de la disposicin establecida en los tratados, que ordenan
trazar el lmite en la Cordillera de los Andes. Verdad es que el perito chi-
leno, al establecer su lnea limtrofe, declar oficialmente que, de acuerdo
con su opinin, el encadenamiento principal a que hace referencia el
Protocolo de 1893, como portador de la lnea limtrofe, haba que subor-
dinarlo, bajo todos los aspectos, a la divisoria de las aguas que ese mismo
tratado estableca expresamente como principio limtrofe, y esta divisoria
de las aguas no poda ser otra que la interocenica, siendo indiferente
que ella se produzca en las altas cumbres montaosas, en mesetas, o en
colinas. Sin embargo, esta sola declaracin no poda destruir el hecho de
que todos los tratados slo hablaran de la Cordillera de los Andes dentro
de la cual deban los peritos buscar la lnea limtrofe segn el principio de
la divisoria de las aguas; y que an considerando el concepto cordillera en
su ms amplio sentido -como un sistema montaoso y no como pretenda
el perito argentino, una cadena aislada- no era posible incluir en la Cordi-
llera de los Andes las enormes superficies de pampas situadas al oriente
del nacimiento del ro Cisnes, o en el terreno de colinas glaciales situado
en la curva del ro Goichel, o el borde de la Meseta del Ro Mayo. [...] La
adquisicin de las cuencas superiores del Cisnes y del Aysn represent
para Chile un considerable aumento de territorios cultivables y le asegur
una completa soberana en las costas del Pacfico120.
Convenimos con el ilustre gegrafo en el xito de la tesis nacional
en esta parte del largo tramo de frontera internacional delimitada.
Es seguro que hubo quienes pudieron discrepar con l y lamentar la
prdida de territorios que se tenan por chilenos, pero debe tenerse
en consideracin que acordar un arbitraje es estar dispuesto a aceptar
sus resultados y ... pacta sunt servanda121.
Y con ello ponemos fin a tan interesante aspecto referido a la his-
toria del conocimiento de la geografa aysenina.
120
Patagonia Occidental, citado, pgs. 436 y 437.
121
Aforismo latino que significa los pactos son para ser cumplidos.
198
La situacin administrativa del territorio de Aysn y su
199
simplemente conformaba una pertenencia del mayor Territorio de
Colonizacin de Magallanes (creado en 1853), desde que a falta de
alguna disposicin expresa en contrario, el mismo se extenda por la
parte continental hasta el fiordo de Comau y ro Vodudahue, lmite sur
conocido de la Provincia de Llanquihue. Para ello se fundaban en lo
dispuesto por la ley de 22 de octubre de 1861.
Para otros, en cambio, la situacin administrativa era inversa, vale
decir, que Llanquihue se extenda hasta el grado 47 S, lmite que en
1848 le haba sido asignado a la Gobernacin Martima de Magallanes.
Para unos terceros, en fin, Llanquihue slo alcanzaba hasta el fiordo
Comau y Magallanes hasta el paralelo mencionado, y por consecuen-
cia, el vasto territorio que mediaba entre ambas lneas dependa de
la Provincia de Chilo. Una expresin cabal de este entendimiento
se tiene en el Mapa de Chile, escala 1: 1.000.000 construido y publi-
cado en 1884 por el ingeniero Alejandro Bertrand. En la parte que
interesa la zona continental figura asignada a la jurisdiccin de Chilo,
corriendo la divisoria interprovincial con Llanquihue desde la boca del
Vodudahue a la cordillera de los Andes. Desde la misma lnea y hasta
la latitud del monte Minchimvida por el sur, el territorio continental
aparece como dependencia del Departamento de Ancud, y desde
Minchimvida al meridin, del Departamento de Castro.
De esta opinin participaba tambin el capitn de fragata y sub-di-
rector de la Oficina Hidrogrfica de Chile, Ramn Serrano Montaner,
quien, al informar al Supremo Gobierno sobre los resultados de su
primera expedicin al ro Palena (1885) haba expuesto lo siguiente:
De lo que dejo espuesto se desprende que debe adscribirse al depar-
tamento de Castro toda la rejin del continente comprendida entre el
paralelo 47 por el sur i el estero y ro Comau o Bodudahue por el norte,
i adems todas las islas situadas entre dicho paralelo i canal de Huafo.
Esta porcin podra dividirse en dos subdelegaciones: una de ellas, la de
Melinca, tendra por lmite sur el paralelo del grado 47 i el estero de Cha-
cualat o Kelly con el pequeo grupo de Queitao i ste con la punta mas
setentrional de la isla Huafo; la otra comprendera todo el territorio que se
estiende entre el estero i rio de Comau i el lmite norte de la de Melinca,
en el continente.
El territorio de Magallanes se estendera entonces hasta el lmite sur
de la subdelegacin de Melinca122.
122
Reconocimiento del Ro Buta-Palena ..., citado, en A.H.M.Ch., tomo XI, pg. 134.
200
Es posible que esta opinin fuera tenida en consideracin poste-
riormente pues al promulgarse la ley de la Comuna Autnoma (22-
XII-1891), todo el territorio continental comprendido entre el fiordo
Comau y el grado 47 fue asignado al Departamento de Quinchao de
la Provincia de Chilo, a la que pertenecan las islas de los Chonos y
Guaitecas.
Pero, al parecer, esta dependencia no satisfizo en definitiva y fue
as como por decreto supremo de 26 de septiembre de 1894 se
busc aclarar la situacin al regularse taxativamente: Se declara que el
territorio de la Repblica comprendido entre los paralelos 42123 y 47 sur
y que no hubiere sido asignado por disposiciones anteriores a la provincia
de Chilo, forma parte del Departamento de Llanquihue de la provincia
de ese nombre124.
As entonces, por vez primera en la historia administrativa de la
Repblica, asuma una cierta individualidad (aunque sin nombre toda-
va), dentro de lmites conocidos, el territorio que aos despus co-
menzara a ser conocido como ysen o Aysn. Quedaba as definido
territorialmente, aunque de modo parcial125, el escenario geogrfico
principal sobre el que a contar de 1903 habrn de desarrollarse los
acontecimientos que con el tiempo daran forma a la historia conocida
de Aysn.v
123
El grado 42 se corresponde aproximadamente con las secciones interiores de los canales Llancahue y
Hornopirn, en la parte martima, y las cabeceras del ro Puelo en el interior.
124
Agustn Gmez Garca, Dificultades en la delimitacin austral de Chile, Revista Chilena de Historia
y Geografa, tomo III, N7 (Santiago, 1912), pg. 239.
125
La actual seccin sur de Aysn integrar el territorio de Magallanes hasta 1928 (distrito del Baker) y
1961 (distrito del lago OHiggins), pero su historia no obstante ello se incluye como parte del todo
aysenino.
201
Tercera Parte
(1903 - 1928)
LOS ADELANTADOS
203
Cazadores y pescadores
204
El inters econmico se centraba en la caza para la produccin de
1
Sistema heredado de los aborgenes marinos y consistente en la construccin de cercos o barreras con
piedras que en la bajamar dejaban en los espacios as cerrados una cantidad variable de peces que eran
cogidos a mano.
205
Cipreseros
206
plimiento oportuno y satisfactorio al contrato de aprovisionamiento
207
ha visto, por su carcter predatorio y destructivo de recursos debido
al incontrolado uso del fuego, que acarre daos de diferente mag-
nitud para otras comunidades vegetales; y sta, por cuanto significaba
un abuso y aprovechamiento inicuo de los trabajadores, pues se les
brindaba la posibilidad de endeudarse con antelacin a las faenas, ad-
quiriendo de los propios empresarios artculos varios sobrevalorados,
quedando as obligados con los mismos. Esta modalidad de compra al
crdito era conocida en la poca como tienda de raya. El pago deba
hacerse con la corta y preparacin de postes que eran adquiridos por
aqullos y tasados a bajo precio. Si a ello se agrega que los trabajado-
res deban asumir el costo de su traslado desde Chilo a los lugares
de faena, as como la alimentacin mientras se hallaban trabajando, se
comprende como, al final, los empresarios obtenan una doble ganan-
cia a costa de su sacrificada gente.
La faena extractiva se iniciaba en la primavera, poca en la que gran
cantidad de lanchas y balandras repartan grupos de hacheros por
diferentes sitios, con vveres para tres o cuatro meses. Al cabo de ese
lapso las embarcaciones retornaban para recoger lo acopiado, que era
conducido bien a Melinka o a Chilo. La ltima recogida se haca a fi-
nes del verano, lo que sealaba el trmino de la temporada de trabajo.
Adems de Westhoff y de Enrique Lagreze2, quien era su socio en
el negocio, del que aos despus qued como propietario exclusivo
una vez que el primero se retir de la actividad, Simpson menciona a
Juan Burr, armador norteamericano avecindado en Ancud. Este posea
un establecimiento de acopio de durmientes en puerto Lagunas, en
la costa continental. Excepcin hecha de los nombrados, la mayora
de los empresarios habilitadores eran de Chonchi, Castro y los Payos
(litoral de Chonchi), segn el marino informante.
Pero sin duda, aparte de Westhoff, el que ms fama cobrara fue
otro chilote emprendedor, Ciriaco lvarez Vera, natural de Chonchi.
Arrib con posterioridad a los otros mencionados, en 1880, y se esta-
bleci en el litoral continental en un paraje nombrado por l Ro Alva-
rez, ubicado en el estuario del ro Aysn cerca de Puerto Chacabuco.
Erigi all un importante centro de operacin, con casas para vivienda
de los trabajadores, galpones de acopio de madera y un almacn o
pulpera. Con los aos pas a ser el principal abastecedor de postes
o rodrigones para vias de los agricultores del valle central de Chile.
2
Alemn de origen al parecer, aunque hay quien afirma que era suizo de uno de los cantones de lengua
germana. Era un antiguo vecino de Castro, donde form familia. Sucedi tambin a su antiguo asociado
en el cargo de subdelegado martimo, con sede Melinka, lugar donde residi por largo tiempo.
208
El volumen de sus operaciones mercantiles llev a Ciriaco lvarez
209
fueron empresarios de Castro quienes anualmente enviaban a la Cor-
dillera como se denominaba al sector, partidas de gente experta en
el oficio maderero, los tableros. Desafortunadamente, como en otros
aspectos de la materia de que se trata, las noticias son escasas pero
aun as no debe quedar duda acerca de la relevancia de la explotacin
con centros de actividad en la zona continental norpatagnica.
Entre los adelantados de la ocupacin del territorio aysenino co-
rresponde mencionar a otros que realizaron actividades menos cono-
cidas por breves o espordicas.Tales son los casos de unos industriales
conserveros, que se ocuparon de extraer hielo de glaciares y de algu-
nos prospectores mineros.
De los primeros dej una referencia expresa Simpson, al dar cuen-
ta del funcionamiento en 1870 en puerto Americano de un esta-
blecimiento industrial para la elaboracin de conservas de mariscos,
choros principalmente. Era propiedad de unos empresarios llamados
Sciaccaluga y Garat, quiz procedentes de las regiones centrales de
Chile. Esta expresin industrial ciertamente pionera representaba en-
tonces una produccin de 25.000 latas de conserva anuales y se pla-
neaba cuadruplicar la cifra.
La extraccin de hielo del gran glaciar de San Rafael fue una activi-
dad a la par ocasional y curiosa para la poca. Se ignora el objeto de la
actividad, as como se desconocen otros antecedentes sobre la misma.
La bsqueda de minerales fue ciertamente una labor excepcional,
pues las manifestaciones del gnero parecen ser poco visibles en el
sector occidental de la Patagonia chilena. Pero, como suele ocurrir, el
oro pudo tentar el inters de algunos aventureros que arribaron con
el propsito de prospectar su presencia. Fue el caso de Andrew Bel-
tran (Bertrand?), Thomas Hodgkings, Ernest Callard, John Mac Lean y
John Glandon, todos ingleses y Luis Bocagni, italiano, procedentes de
Punta Arenas, quienes a comienzos de 1893 ingresaron al valle del ro
Palena para remontar su curso en una faena prospectiva. La misma
culmin con el cruce del macizo andino hasta arribar a un puesto
avanzado de los colonos galeses del valle 16 de Octubre, pero sin
que la prospeccin resultara satisfactoria, pues, si hallaron evidencias
aurferas no lo fue en cantidad suficiente como para compensar el
esfuerzo de una explotacin en forma y as se devolvieron a la costa,
encontrndose all con el explorador Steffen quien dej constancia de
su presencia y actividad.
210
Cabe preguntarse al respecto dnde pudieron obtener la infor-
La colonia de Palena
211
Surgi as en 1888 en la isla Leones del estuario antedicho una
colonia formada por veinte familias tradas desde Chilo, entre ellas la
de Juan Yates. Se introdujo un hato de 50 cabezas de ganado mayor y
se iniciaron labores agrcolas.
Sobre esta base y el conocimiento de los informes de Ramn Se-
rrano de 1885 y 1887, en enero de 1889, por decreto supremo del da
4 firmado por el Presidente Jos Manuel Balmaceda y por su ministro
en la cartera del Interior Ramn Barros Luco, se dispuso la creacin
de una colonia, expresndose en lo sustancial lo siguiente:
1 Fndase una poblacin en la Isla de los Leones, en la desemboca-
dura del ro Palena, la que tendr este mismo nombre. La planta de dicha
poblacin constar de treinta y dos manzanas, en cuadro de cien metros
por lado, alrededor del terreno reservado para plaza pblica; esas manza-
nas estarn separadas entre s por calles de veinte metros de ancho. Los
terrenos expresados sern adjudicados a los pobladores que los soliciten,
en conformidad a las descripciones vigentes sobre la materia, debiendo
conservarse cinco manzanas para edificios pblicos. 2 Se comisiona al
Intendente de Llanquihue, don Jorge Figueroa, para que designe el lugar en
que debe establecerse la poblacin Palena, haga las concesiones de sitios
y dicte las medidas conducentes para el buen orden y el rgimen proviso-
rio en aquella localidad, dando cuenta al Gobierno para su aprobacin5.
El optimismo que pudo tenerse por ese tiempo en cuanto a la
prosperidad de esta colonia, que era la primera establecida por Chile
en el territorio patagnico occidental, como qued de manifiesto con
la opinin del perito de lmites Diego Barros Arana, transcrita prece-
dentemente, no tard en desvanecerse por diversas circunstancias
concurrentes.
Primero, porque las acciones administrativas de fomento que de-
bieron seguir al decreto de fundacin se demoraron en demasa, de
modo tal que el intendente Figueroa, responsable de las mismas, slo
pudo actuar con diligencia por un breve lapso, pues la situacin pol-
tica del pas durante el perodo final del gobierno de Balmaceda y su
trgico desenlace provocaron al fin un caos administrativo que impidi
cualquier medida a favor de la colonia, circunstancia que tampoco me-
jor con la asuncin de la administracin del Presidente Jorge Montt.
Siempre interesado en su desarrollo, Antonio Emhardt, uno de los
fundadores de la colonia, elev en 1893 una proposicin al gobierno
5
Barros, op. cit., pg. 49.
212
de Santiago para hacer un contrato de colonizacin entre l y el Esta-
213
los gastos que han venido efectundose para procurar la plantacin de
una Colonia en condiciones ventajosas y atrayentes para servir de base a
una poblacin, que, sin duda alguna, ha de ser de un gran porvenir, y ha
de corresponder con usura los intereses que se inviertan en su formacin6.
Pero, otra vez pareca haber odos sordos, de all que menos de
un ao despus, el 2 de agosto de 1895 el Intendente de Llanquihue,
J. L.Vergara crey de su obligacin entregar una informacin realista
y cruda de la situacin a fin de que a su vista el Supremo Gobierno
resolviera en consecuencia lo que estimara pertinente:
[...] se comprende perfectamente cul ha sido el nimo del Supremo
Gobierno al disponer por las instrucciones fundamentales para la colonia,
que en la isla de los Leones no se formara sino una poblacin que sirviera
de base para el desarrollo de los centros agrcolas que deban formarse
en los valles del interior. Al efecto, se hizo el plano de una poblacin de, si
mal no recuerdo, treinta y seis manzanas. No me es posible, seor Ministro,
pronunciarme acerca de este plano, por no conocerlo ni tenerlo a la vista;
pero s puedo afirmar que en el terreno de la isla no hay rastro de trabajos
que dejen suponer siquiera la existencia de la idea de un plano. Lo que
existe en la isla es una casa de administracin construida con materiales
llevados de Puerto Montt, espaciosa, bien hecha, pero inconclusa, con un
valor de cuatro mil quinientos pesos; una docena de ranchos diseminados
en la duna sin ms ley que el capricho para su ubicacin, una lancha a
vapor completamente inutilizada por el descuido y la intemperie, y final-
mente -como documentacin de la labor cultivadora de seis aos- cuatro
hectreas limpiadas en toda la superficie de mil doscientas que cuenta
la isla.
En cuando a los colonos, o ms bien dicho, pobladores de la colonia,
el cuadro no es ms consolador. Veinte personas, entre hombres, mujeres
y nios de ambos sexos, constituyen la colonia y entre esos pobladores
no hay sino dos personas que no viven de renta fiscal y con vveres pro-
porcionados por la administracin, y estas dos personas son un pescador
y el nico colono verdadero que existe en la isla. Este infeliz ha rozado
con esfuerzos sobrehumanos dos cuadras en la hijuelita que se le asign
y desespera cada da porque no es capaz de arrancar al estril suelo
que trabaja siquiera una papa que valga la pena. Y repito que este pobre
colono es el nico de los pobladores de la isla que no recibe ni ha recibido
jams auxilios por parte de la administracin.
6
Memoria del Inspector de la Colonia de Palena, fechada el 7 de diciembre de 1894, Trapananda, N3,
febrero 1979-marzo 1980, Coyhaique, 1980, pg. 70.
214
No conozco las razones que hayan podido traer el estado deplorable
215
de su peculio a los pocos que todava quedaban8, pues para entonces
se haba dispuesto por orden superior hacer un inventario de los bie-
nes fiscales que hubiera en la colonia, presagio seguro de su prximo
abandono.
En tal deplorable resultado, del todo contrario a lo que se haba
esperado en su hora, estaba la desidia administrativa y la ausencia de
visin de las autoridades, como causas reales visibles, pero adems
haba una soterrada realidad ms importante a la que atribuimos el
mayor efecto en lo acontecido: el reclamo hecho por el ministro de
Relaciones Exteriores de Argentina Estanislao Zevallos en 1892.
La evidente intencin inicial chilena de hacer de la colonia de Pa-
lena la base para la penetracin al interior del valle fluvial, inclusive
allende las montaas andinas, explcitas en el decreto de fundacin,
haba preocupado y molestado al gobierno del Plata, pues se tema
que a travs de ella se iniciara la penetracin ultra cordillera, en donde
ya estaban establecidos colonos bajo su amparo (los galeses y otros).
As, el gobierno chileno, conciliador, procur evitar una razn de roce
con su par argentino y decidi dejar que su colonia se extinguiera por
falta de apoyo oficial.
Se perdi de esa manera, con pena y sin gloria, una oportunidad
excepcional que se tuvo para hacer presencia jurisdiccional sobre tie-
rras de la vertiente occidental que, visto el curso posterior de los
acontecimientos, habra servido para obtenerlas siquiera en parte al
tiempo del laudo.
Cabe hacer referencia a una suerte de eplogo de tan lamentable
episodio.
El citado inspector Rosselot, persuadido ya del destino que aguar-
daba a la colonia, se haba adelantado en 1896 a peticionar para s una
concesin sobre el territorio de Palena comprendido entre los grados
43 y 44, comprometindose a formar una sociedad para el desarrollo
de actividades agropecuarias, industriales y pesqueras.
La correspondiente solicitud se fundaba en trminos y conceptos
que revelan, con meridiana claridad, la comprensin de Rosselot sobre
cul deba ser el mejor inters de Chile.
Estas consideraciones seran en primer trmino las de vigorizar nuestra
nacionalidad en aquellas zonas, dando impuso aquende los Andes a las fae-
8
En 1899 el Ministerio de Relaciones Exteriores y Colonizacin orden el pago a Yates de los gastos
hechos para el mantenimiento de la colonia.
216
nas nacionales, que allende se desarrollan con toda liberalidad a la sombra
9
Solicitud que obra en el volumen 1899 Ministerio de RR. EE. y Colonizacin, del Archivo Nacional,
encontrada al parecer por J. M. Barros e incluido en su obra citada, pg. 60.
10
La memoria de este destacado servidor pblico se conserva en el lago que afluye desde el sur al ro
Palena hacia la mitad de la seccin del mismo que transcurre por territorio nacional, que fuera nombrado
Rosselot por sus descubridores.
217
La colonizacin de tierras fiscales vacantes como poltica de Esta-
do haba sido iniciada a mediados del siglo XIX con la radicacin de
los colonos alemanes en Valdivia, Osorno y Llanquihue y, ms recien-
temente, en la Araucana, durante los gobiernos de los Presidentes
Domingo Santa Mara y Balmaceda. Pero la modalidad elegida en esos
casos, en cuanto al tamao o cabida de los predios asignados, haba
estado relacionada con la calidad agrcola de los terrenos, de modo tal
que el nmero de colonos favorecido haba sido importante.
En el caso de los terrenos de la Patagonia chilena -el trmino ahora
puede usarse con entera propiedad-, la nocin que se posea acerca
de su realidad geogrfica era muy general y prcticamente nula la que
deca relacin con su calidad productiva, elemento que deba consi-
derarse como determinante para los fines de su colonizacin. Es ms,
en el tiempo de que se trata se saba, particularmente por las noticias
que haban trascendido de las comisiones de lmites o emanado de
algunos de sus integrantes, que en el vastsimo territorio comprendi-
do entre el fiordo de Reloncav y el cabo de Hornos haba terrenos
improductivos por su configuracin geolgico-morfolgica, situacin
ambiental rigurosa y desfavorable para la vida humana, (altura, difcil
accesibilidad, etc.); Otros espacios eran potencialmente aptos para
emprendimientos econmicos y unos terceros, por fin, quiz los me-
nos, eran al parecer directamente utilizables para la colonizacin. Se
saba asimismo que los sectores aprovechables, fueran ellos de ptima,
buena o regular calidad, se hallaban distribuidos en el gran territorio
en forma irregular, sin continuidad entre s sino ms bien aislados, en-
cerrados entre formas y accidentes geogrficos que complicaban ms
la situacin al dificultar y aun imposibilitar de momento el acceso de
los eventuales colonizadores.
Entonces la clave para resolver esa nueva situacin se tuvo, a nues-
tro juicio, con lo acontecido en Magallanes, otro de los territorios
nuevos de la Repblica11. All sus condiciones naturales y la posicin
oriental del ecmene respecto de la cadena andina haban hecho po-
sible a partir de 1878 la radicacin colonizadora sobre la base de la
concesin en arrendamiento de unidades aptas para la crianza ovi-
na extensiva -que era la modalidad de explotacin pastoril adoptada
11
Calificamos as a los que se haban incorporado de hecho y de derecho a la Repblica a partir de los
aos de 1840, o sea Magallanes (ocupado en 1843), Osorno y Llanquihue (colonizacin alemana, 1850
en adelante), Tarapac y Antofagasta (conquista militar 1879-1884), Araucana (ocupacin militar 1880-
1883) y el futuro Aysn.
218
como ventajosa y conveniente-12, consideradas pequeas (entre 2.000
219
procurando impresionar a quienes, (autoridades polticas y funciona-
rios de rango superior en la administracin pblica), deban decidir en
lo tocante a las asignaciones fundiarias. Salvo excepciones contadas,
eran individuos que residan en Santiago o Valparaso y tenan paren-
tesco carnal o poltico, amistad o acceso franco a la gente de gobierno,
a los hombres pblicos connotados o a personas de influencia social
o econmica, o bien, que sin residir en esas ciudades, de cualquier ma-
nera gozaban de una vinculacin semejante o de buen predicamento
ante los mismos.
As las cosas, se dio entre esos avisados paniaguados candidatos a
colonizadores, una suerte de competencia en lo referido a proponer
al Poder Ejecutivo las ventajas que al Estado y al Fisco reportaran
las asignaciones fundiarias en las que tenan inters. Tales ventajas se
expresaban en ofrecimientos para introducir familias de colonos (ge-
neralmente de inmigrantes europeos), que podran ser establecidas en
los terrenos de las eventuales concesiones; de inversiones cuantiosas
en ganado e instalaciones productivas y dems, en la instalacin de l-
neas regulares de navegacin entre los nuevos territorios y las antiguas
provincias, y la construccin de lneas ferroviarias, que sabemos enton-
ces eran imposibles, para mejorar las comunicaciones internas en los
territorios y aun para la vinculacin internacional con Argentina. Esas
y otras lindezas utpicas eran expuestas y adornadas con suficiente
fuerza retrica para impresionar a gobernantes sesudos, a aplicados
jefes de servicio o a burcratas santiaguinos, que posean en comn
un desconocimiento amplio y a veces craso sobre la realidad geogr-
fica y natural de los territorios materia de las concesiones solicitadas,
amn de una credulidad a toda prueba, sin reparar en la posibilidad de
que tales beneficios de inters pblico tal vez jams se veran cumpli-
dos, como en la realidad sucedi.
De esa manera los vendedores de ilusiones, sin pretenderlo quiz,
habran de jugar un papel en la historia del poblamiento colonizador
de Aysn.
220
de un sector territorial que corra de mar a cordillera entre los grados
14
Urbina, op. cit., pg. 312, nota 647.
221
La siguiente es la relacin sucinta de las mismas, presentada en
orden cronolgico:
A Luis Aguirre, autorizacin para ocupar las cuencas de ros
Maihuales, Emperador Guillermo, irehuao y Coyhaique, por veinte
aos, bajo el compromiso de poblar con cien familias de origen sajn
y establecer una lnea de navegacin desde el estuario del ro Aysn a
Puerto Montt (Decreto supremo 659 de 19 de mayo de 1903). Esta
concesin ha sido y es tenida histricamente como la propiamente
fundacional en lo tocante a la ocupacin y poblamiento colonizadores.
Inicialmente se estim que la misma cubra una superficie de 100.000
hectreas, dato proporcionado por Agustn Torrealba en 190415, pero
no tard en advertirse que la cabida real exceda varias veces ese
clculo lo que exigi una posterior precisin en los lmites de la con-
cesin.
A Pablo Hoffmann, 25.000 hectreas en la hoya del ro Bo-
dudahue (Vodudahue), por veinte aos, con el propsito de radicar
cincuenta familias de colonos de ascendencia sajona y de establecer
una lnea de navegacin hasta Puerto Montt (Decreto Supremo 686
de 4 de junio de 1903)
A Joaqun Rodrguez y Antonio Allende, aproximadamente
30.000 hectreas entre los 44 20 y 45 50 S (entre las concesiones
de Cisnes y Aysn), por veinte aos y el compromiso de radicar cin-
cuenta familias de colonos sajones y establecer una lnea de navega-
cin entre puerto Cisnes y Ancud. (Decreto Supremo 687 de 4 de
junio de 1903).
A Olegario Brquez, 15.000 hectreas en el valle del ro Hue-
mules, por veinte aos, bajo la obligacin de introducir cien familias de
colonos europeos y establecer una lnea de navegacin hasta un puer-
to del litoral central de Chile (Decreto Supremo 765 de 5 de junio de
1903).
A Frank Lumley, 100.000 hectreas en la cuenca del ro Cis-
nes, por veinte aos, con el compromiso de introducir cincuenta fami-
lias de colonos sajones y de establecer una lnea de navegacin hasta
Puerto Montt (Decreto Supremo 760 de 17 de junio de 1903).
A Teodoro Freudenburg, 25.000 hectreas en la hoya del ro
Mayer, por veinte aos, con el compromiso de introducir veinte fa-
milias de inmigrantes europeos y establecer una lnea de navegacin
15
Ver nota 16 ms adelante.
222
a Punta Arenas (!) (Decreto Supremo 764 de 17 de junio de 1903).
223
hecho se sabe que la concesin de Aguirre se extenda originalmente
sobre unas 800.000 hectreas (Torrealba le asigna slo 100.000 has.), la
de Lumley a su vez sobre 650.000 y la de Tornero superaba las 700.000
hectreas. En otros casos (Christie, Rodrguez-Allende y Contardi) se
advierte una entrega implcita con una cobertura no menor a 2.300.000
hectreas, lo que en un primer clculo arroja una cantidad de 4.500.000
hectreas para el total asignado. Pero, con los antecedentes que poste-
riormente se fueron conociendo, es posible afirmar que la cabida real
en el terreno hubo de ser probablemente del orden del doble o ms de
la cifra total dada, o sea unos 9.000.000 de hectreas. Este clculo se
valida todava al sumar a la actual Regin de Aysn parte de la provincia
de Palena de la Regin de Los Lagos y al restar las reas no arrendadas
por improductivas en el distrito del Campo de Hielo Patagnico Norte.
Como dato estadstico para la historia, se seala que los conce-
sionarios se comprometieron a introducir inicialmente no menos de
1.500 familias de colonos; a establecer ocho servicios de navegacin y
a construir una lnea de ferrocarril.
No es mucho lo que se ha podido conocer acerca de los concesio-
narios favorecidos. De Aguirre se sabe que en 1894 haba obtenido per-
miso para ocupar un lote de 10.000 hectreas de campos en la zona sur
de la laguna Blanca, a unos 80/100 kilmetros de Punta Arenas, en el que
haba establecido la estancia Cristina, y que en 1897 se haba asociado
con otros empresarios y ganaderos constituyendo la Sociedad Correa,
Aguirre y Ca., que haba poblado una gran estancia en la zona de Cerro
Palique (Ultima Esperanza). Como este sector tena a la sazn el carc-
ter de litigoso por hallarse incluido en la controversia chileno-argentina
sobre el trazado fronterizo en la zona andina de la Patagonia, al dictarse
el laudo arbitral de 1902 parte del mismo fue adjudicado a la Repblica
Argentina y como a su vez, el gobierno de Buenos Aires haba entre-
gado esos y otros campos vecinos al Banco de Amberes, esta entidad
devino la duea final de los mismos, perdiendo Correa, Aguirre y Ca. los
correspondientes a su establecimiento. Como Aguirre tambin se haba
visto privado de su primer campo como consecuencia del remate de
tierras fiscales de Magallanes realizado el 20 de marzo de 1903, qued
disponible para alguna otra iniciativa pobladora pastoril. Su anterior ac-
tividad empresarial debi ponerlo en relacin muy cercana con la casa
Braun & Blanchard, con lo que se explica su inters por la colonizacin
en las tierras centrales de Aysn, segn se ver . Cabe consignar, adems,
que entre 1898 y 1902 integr la primera Comisin de Alcaldes de Ma-
gallanes, por designacin del Gobernador del Territorio.Tornero era uno
224
de los hijos de Santos Tornero, el iniciador de su familia en Chile y que
17
Diccionario Biogrfico de Chile, del primero, con varias ediciones desde hasta 1928, y Old Timers.
British and Americans in Chile, del segundo (bajo el seudnimo de Quien Sabe), publicacin sin
fecha hecha en Valparaso.
225
ner de suficiente capital como para llevar adelante iniciativas coloniza-
doras, lo que necesariamente exiga interesar e incorporar a terceros
en los negocios del gnero, y tal posibilidad nicamente poda darse
en la forma de sociedades de personas o annimas.
El primero en hacerlo fue Juan Tornero, segn se ha visto, quien fue
autorizado para transferir su concesin a la Compaa Explotadora del
Baker, aunque reducida tericamente a la cabida de 200.000 hect-
reas, con lmites que corran desde la ribera sur del lago Buenos Aires,
por el norte, hasta el fiordo Baker por el sur (47 50) y entre el ro
homnimo y la frontera con la Repblica Argentina.
Le sigui Luis Aguirre, quien a su tiempo fue igualmente autorizado
para transferir la concesin de que era titular a favor de la Sociedad Indus-
trial del ysen, en virtud del decreto supremo de 20 de octubre de 1903.
Es aqu donde vale detenerse para considerar el papel determinan-
te que haba cabido a la importante casa mercantil y naviera Braun &
Blanchard de Punta Arenas y en particular a su sagaz y talentoso factor
Mauricio Braun, en la gestacin de las dos compaas nombradas.
Este hombre todava joven como que no llegaba a la cuarentena
de aos, era sin duda alguna el empresario ms animoso, visionario y
exitoso de la antigua colonia magallnica, ms an que el afamado Jos
Menndez, hombre acaudalado de quien haba llegado a ser yerno. Sus
mejores crditos para sus contemporneos estaban en la eficaz orga-
nizacin de su empresa matriz, Braun & Blanchard, derivada de la firma
creada en los aos de 1880 por el protopionero Jos Nogueira y con
una cobertura de negocios e intereses muy amplia que abarcaba des-
de el comercio a la ganadera, pasando por la navegacin, la industria,
la minera y los servicios, lo que la haba llevado a ser para la poca un
verdadero holding, que lideraba la sorprendente evolucin econmica
y civilizadora del Territorio de Magallanes y de las vecinas regiones
argentinas allende la frontera internacional; y en la puesta en marcha
de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, entidad prevista para
desarrollar econmicamente la enorme concesin fundiaria entrega-
da en 1890 a Nogueira sobre la gran isla fueguina y cuya evolucin
maravillaba a la gente de ese tiempo. Era la imagen viva del triunfador,
del hombre que haba surgido en la vida por su propio esfuerzo desde
una modestsima situacin familiar original18.
18
Para mayor informacin sobre la fascinante personalidad y los hechos de este empresario pionero,
as como para una apropiada visin de poca, sugerimos consultar nuestra obra Menndez y Braun,
prohombres patagnicos (Ediciones de la Universidad de Magallanes, Punta Arenas, 2001).
226
As las cosas, haba comenzado a ser algo corriente que este pres-
227
las tierras continentales del Baker, consider conveniente interesar al
importante empresario puntarenense en su proyecto colonizador.
Antes todava, a comienzos de 1902, el mismo Braun haba sido
requerido desde Valparaso por Francisco Nef, antiguo explorador del
Baker, para llamar su atencin por la colonizacin del vasto distrito. El
empresario le haba respondido que estando de por medio Tornero
era difcil tal posibilidad, pero que tambin podra organizarse una
compaa siempre que los campos fueran especialmente aptos para
la crianza lanar19.
Tornero a su tiempo, deseoso de fundamentar las perspectivas de
realizacin del negocio colonizador, elabor un estudio somero sobre la
materia que hizo llegar a Braun con fecha 2 de marzo de ese ao 1902.
En sntesis, aqul consideraba la introduccin de las mil familias de
inmigrantes europeos que le impona como obligacin el decreto de
marras, a razn de cuatro personas por familia, con una asignacin
de 300 hectreas por grupo, lo que haca 300.000 hectreas en total
para la empresa. De la cantidad inicialmente correspondiente a cada
grupo, se le otorgara en definitiva al concesionario 80 hectreas en
propiedad, quedando el rematante a favor de la compaa que se
propona organizar, esto es, 220.000 hectreas de terrenos planos o el
doble si resultaban ser quebrados. Se extenda luego en otros clculos
y razonamientos para concluir en que el negocio era verdaderamente
atractivo. En tal planteamiento -propio de los ilusos colonizadores de
gabinete que entonces pululaban- haba mucho de voluntarismo e
imaginacin, buscando impresionar al empresario destinatario.
Pero ste, hombre ducho, prctico y cauto por lo dems, requerido
como era con harta frecuencia por la poca para participar o intere-
sarse en tanto negocio, consider necesario cerciorarse de la efectiva
calidad de los terrenos cuya bondad se pintaba por anticipado, y des-
pach al efecto una comisin formada por dos hombres de confianza,
Andrs Bonvalot y Hubert W. Carr, ambos entendidos en asuntos pas-
toriles. Los comisionados se trasladaron a la zona de Baker en el vapor
Venture de la insignia de Braun & Blanchard el 3 de marzo de 1902.
La ejecutividad de Braun era sorprendente. Apenas el da anterior
haba recibido el documento de Tornero, cuando ya haba tomado una
determinacin importante sobre el asunto. Es que la cosa le atraa en
verdad, como por esos das le particip a un amigo de Valparaso.
19
Correspondencia Despachada, vol, 10, fs. 313-314, Archivo Mauricio Braun (en delante A.M.B.)
228
Me encuentro en estos momentos empeado en lanzar una importan-
229
capital de la misma), aunque diferan en aspectos menores. Salvadas las
diferencias se convino en un acuerdo ceido a la proposicin aceptada
(la de Braun & Blanchard), con el que y no obstante lo expresado en
el documento de la compaa que incontinente pasaba a formarse se
denominaba Sociedad Nacional de Ganadera y Colonizacin, como
se haba adelantado a formularlo Braun, finalmente hubo de tener por
nombre definitivo el de Compaa Explotadora del Baker.
As entonces y habiendo transcurrido un tiempo prudente, por
decreto supremo fechado el 19 de mayo de 1903, se aprob la trans-
ferencia de la concesin de Tornero a la sociedad en formacin, cuyos
estatutos por lo dems fueron aprobados por el Ministerio de Justicia
por decreto supremo de 23 de agosto de 1904.
Importa sealar que los trminos de la concesin de colonizacin a
la compaa magallnica fueron menos exigentes que los originalmente
determinados para Tornero. En efecto, las mil familias fueron reducidas a
slo cuarenta, agregndose s la obligacin de la concesionaria de esta-
blecer una lnea de navegacin entre Punta Arenas y la regin del Baker.
En cuanto a la concesin de Aguirre, cabe abundar acerca de su
origen, esto es, de conocer cundo y cmo este personaje lleg a
estar involucrado en ello. Por cierto, el mismo no era una persona
vulgar; su apellido y el de su esposa, Cristina Ovalle, dan cuenta de su
pertenencia a la antigua aristocracia chilena, de lo que cabe inferir que
sus relaciones sociales y polticas deban ser de buen nivel, tanto como
para acceder al propio Presidente de la Repblica, Germn Riesco,
segn le particip aqul a Braun al darle cuenta acerca del curso de
su solicitud de concesin.
Ahora bien, no debiera caber duda en cuanto a que la idea de
colonizar en la zona central de Aysn ms que suya debi ser de Mau-
ricio Braun o de alguien del ntimo entorno de este empresario, con
relacin de amistad con algunos de los ingenieros de las comisiones
de lmites, de quienes hubo de proceder la informacin primera sobre
la existencia de campos de uso pastoril en ese territorio. As entonces,
es posible que en ese mismo entorno haya surgido la idea de hacer
de Aguirre el peticionario que las circunstancias aconsejaban para con-
seguir xito en la concesin fundiaria, actuando como cara visible del
grupo econmicamente interesado en la materia.
De la lectura de la correspondencia de Braun se advierte clara-
mente la real posicin de subordinacin de Aguirre respecto del em-
230
presario, tanto en el manejo del proyecto que motivaba el inters de
22
Carta sin fecha de abril de 1903, en Correspondencia Recibida, volumen 14 (febrero-julio de 1903),
A.M.B.
231
su apreciacin sobre parte de los terrenos de la gran cuenca hidro-
grfica que interesaba. Prosiguieron luego internndose por territorio
argentino camino de la Colonia 16 de Octubre y de Nahuelhuapi, para
desde all pasar a Puerto Montt, con el propsito de conocer el esta-
do de su poblamiento. Advirti as Aguirre que el principal problema
que tenan los colonos que se haban establecido o que comenzaban
a hacerlo, era el de su lejana respecto de la costa atlntica (estimada
entre cinco y seis das de viaje en carreta) y por tanto el de su ade-
cuado abastecimiento. Le pareci entonces que su mayor proximidad
a las aguas interiores del Pacfico y la existencia de la senda de marras
que atravesaba la cordillera de los Andes y que poda ser mejorada,
permitira ofrecer un puerto ms a mano para aquellos colonos, en
donde tanto podran surtirse de diferentes bienes como despachar al
exterior sus producciones, expuso as su punto de vista a Braun, rela-
cionando el hecho a la eventualidad de la concesin solicitada.
Por fin y entre otras noticias, particip igualmente al empresario la
inquietud que abrigaba por el destino de la misma, vista la aparicin
de otros interesados como eran Olegario Brquez y Antonio Allende.
Mauricio Braun se apresur en responder a Aguirre en carta que im-
porta transcribir por su significacin en la colonizacin fundacional de Aysn:
He recibido por el vapor Victoria su atenta carta y me doy el placer
de felicitarle por el xito que ha tenido Ud. en su reciente viaje de esplo-
racin en las rejiones del Ro Ayssen.
Segn se desprende de la relacin que me hace est Ud. sumamente
satisfecho respecto a los terrenos que ha visitado encontrndolos superio-
res a todos los que ha conocido por ac y los considera excelentes para la
ganadera. Esto es mucho decir, porque aqu tambin los hay muy buenos
y si aquellos que Ud ha recorrido son an superiores, con fcil acceso por
el Pacfico, entonces habra hecho Ud una excursin aunque molesta y
llena de privaciones, pero muy provechosa, comercialmente hablando.
Ya con los telegramas que de Ud recib ntes de mi partida de Valpa-
raso, me form el conocimiento de que su viaje no haba sido infructuoso
y que el resultado de sus observaciones sobre el terreno haban justificado
los datos dados por el amigo Contreras. Por mi parte tuve la oportunidad
de conversar con l en Santiago y con mucho entusiasmo y espontaneidad
me manifest la importancia que tenan esas rejiones, que segun veo, son
susceptibles a un gran desarrollo ganadero y comercial.
232
Ahora, naturalmente, todo estriba y depende en gran parte en que Ud
23
Carta de 1 de mayo de 1903. Correspondencia Despachada, volumen 14 (julio 1902-mayo1903), folios
485-489, A.M.B.
233
En cuanto al temor por los eventuales competidores, est claro
por el resultado conocido que sus empeos e influencias fueron insu-
ficientes para desplazar a Aguirre. Como se ha visto antes, el decreto
supremo 659 del 19 del mismo mes de mayo, del Ministerio de Rela-
ciones Exteriores y Colonizacin concedi al mismo el arrendamiento
sobre la cuenca hidrogrfica del ro Aysn y tributarios (Coyhaique,
Maihuales y irehuao), en una cabida aproximada que ms tarde
hubo de precisarse. Las obligaciones contradas por el concesionario
eran las conocidas, ms el agregado de establecer una lnea de nave-
gacin entre Puerto Montt y el estuario del ro Aysn.
De inmediato, siguiendo un plan preestablecido, Braun se aboc a
la formacin de una compaa pastoril para asumir adecuadamente el
compromiso colonizador como concesionaria de los derechos adqui-
ridos por Luis Aguirre.
Para el efecto se prepar el correspondiente prospecto explicativo
-en el que adivinamos la mano del hbil empresario puntarenense-
para la creacin de la que inicialmente se pens denominar Sociedad
Industrial y Comercial del Aysen, que se puso a disposicin de los
eventuales accionistas y del que interesa transcribir algunos prrafos
que permiten entender las razones y los propsitos de los organiza-
dores:
La experiencia adquirida en largos aos de residencia en Magallanes y
particularmente los brillantes resultados obtenidos en la crianza de gana-
do ovejuno en la regin de Ultima Esperanza, la ms septentrional de la
Patagonia Chilena explotada hasta ahora, nos sugirieron la idea de buscar
ms al norte, en esta misma Patagonia, en las rejiones dejadas a Chile
por la sentencia de lmites, campos aptos para dedicarlos a la industria
pecuaria.
El nico escollo con que tropieza la ganadera ovina en Magallanes es
la nieve que cubre los pastos durante largos perodos en el invierno, y que,
cuando ste es riguroso, permanece durante meses sobre el suelo.
Dada esta nica desfavorable circunstancia supimos que, naturalmen-
te, avanzando hacia el Norte podran encontrarse tierras donde la tem-
peratura fuera ms alta y el clima ms benigno, en las que los inviernos
con sus nevadas dejaran de ser un peligro para la vida de los animales y
el desarrollo de las estancias.
Por informaciones de los ingenieros de la Comisin de Lmites sabamos
que en la regin del ro Aysen, entre los paralelos 45 y 46 de latitud sur
234
haba terrenos despejados y de buena clase y resolvimos entonces reco-
235
Ms adelante transcribimos el supremo decreto y la escritura pblica
extendida y firmada. Como puede verse en esos documentos, la concesin
fue hecha en condiciones liberales.
La nica condicin que, a primera vista aparece como onerosa, en su
cumplimiento es la de colocar y radicar cien familias de colonos. Pero si
bien se considera, esta obligacin podr fcilmente cumplirse con el per-
sonal de empleados y trabajadores que la empresa necesitar para sus
mltiples trabajos. Adems, el plazo de 14 aos que el decreto seala
para colocar los colonos exigidos es ms que suficiente para que, en nin-
gn caso, pueda esto dar origen a dificultades con el gobierno.
Por el contrario, la radicacin de colonos puede servir a la empresa
para adquirir en propiedad una buena parte de la tierra, porque aunque
el decreto de concesin expresa que el contrato no da al concesionario ex-
pectativas de propiedad del suelo, no obstante el mismo decreto dispone
que a los colonos que se le coloquen en cumplimiento de esta obligacin,
el gobierno les dar en propiedad la extensin de terreno que las leyes
asignan a los colonos de Chile.
La sociedad podra, por consiguiente, adquirir en propiedad una gran
extensin de las tierras concedidas, contratando el personal de emplea-
dos y trabajadores que necesiten en sus faenas bajo condiciones que le
aseguren este resultado.
Esta negociacin presenta cuatro fases diferentes que trataremos se-
paradamente y que son: a) crianza de ganado vacuno y lanar; b) explo-
tacin de maderas; c) compra y venta de mercaderas y productos; y, d)
compra y venta de ganado argentino.
236
austral muchos trabajos en todas las estaciones del ao, se hallaba con
237
Las maderas de buena calidad y dimensiones para construccin de ca-
sas, cercos y dems dependencias de una estancia abundan, lo que cons-
tituye una gran economa para un establecimiento en formacin. Todas las
casas construidas en esos lugares por las comisiones de lmites -de las que
hay siete en el camino- son hechas con las maderas cortadas all mismo.
Como ya se ha dicho antes, la variedad de plantas supera en mucho a
la de la regin magallnica propiamente dicha y, es sabido que la mezcla
de pastos diversos contribuye en mucho, a la calidad de la gordura de los
animales . Vimos all el maqui y la frutilla silvestre.
Llegando al valle de Coyaique, se abren enseguida los Maihuales y
irehuao, formando una extensin entre ellos de ms de 50 mil hect-
reas, ms o menos, de terrenos completamente despejados, con abun-
dantsimos pastos y aguadas naturales y copiosas. Esos terrenos se pres-
tan admirablemente, por su limpieza, a la crianza de ganado ovino en
gran escala.
b) Explotacin de maderas
238
c) Compra y venta de mercaderas y productos
239
d) Compra y venta de ganado argentino
Todos los terrenos colindantes con la regin del Aysen, estn en parte
ocupados por estancias de ganado bovino, que hasta ahora siguen au-
mentando su masa solamente, por falta de mercado fcil o cercano para
la salida de su producto vendible o excedente. El precio medio de los
animales es de slo quince pesos por cabeza.
Comprando a estas estancias argentinas el terneraje de ao, que no
est sometido al impuesto de importacin, dara margen, desde luego, a
un productivo negocio. Esos terneros podran criarse por un ao o ms
en los campos de la sociedad y despus se exportaran a los puertos del
norte del pas con grandes utilidades.
El camino hacia la costa que construye la Comisin de Lmites, con
muy pocas mejoras y an tal como ahora se encuentran, puede ser re-
corrido por un arreo de animales en cinco das. El embarque en puerto
Chacabuco sera todava fcil por las condiciones del mismo puerto, donde
como se ha dicho, pueden llegar grandes vapores y adems hallarse en el
Canal Moraleda, donde las tempestades del Pacfico no se hacen sentir.
Por fin, se demandaba a los eventuales interesados slo un aporte
equivalente al diez por ciento del capital a suscribirse, para el primer
ao. La inversin inicial prevista era de $ 170.000, que consideraba la
adquisicin y transporte de 10.000 ovejas y 1.000 vacunos, la instala-
cin de una casa de comercio, construcciones varias, composturas de
caminos y otros.
De intento no hemos querido hacer clculos de beneficios probables,
se manifestaba al concluir, porque la industria ganadera y sobre todo la
crianza de ovejas es negocio de resultados tan conocidos que estimamos
intil cansar a nuestros lectores24.
Comentando lo transcrito, ha de convenirse en que, como en todo
prospecto del gnero, lo que de primera se busca es impresionar
al eventual inversionista, pintndosele un cuadro rosado y halageo
para ganar su inters y su aporte. En verdad la historia societaria, segn
se ver, si bien finalmente exitosa, pasara en su desarrollo por dife-
rentes avatares y circunstancias determinantes endgenas y exgenas
que obligaron a cambiar la propuesta inicial, a lo menos en parte. De
all que no cabe, en justicia, atribuir a los inspiradores y redactores del
prospecto original un propsito deliberadamente engaoso.
24
Correspondencia Despachada, volumen 15 (mayo 1903-diciembre 1904), A.M.B.
240
El planteamiento, con algo de utpico, fue ms el producto de un
241
exigi ser ampliada necesariamente como para que, en una revisin del
punto y definicin de los lmites de la misma, la superficie arrendada
aumentara tanto cuanto fuera indispensable para garantizar una cabida
asegurada no inferior a 150.000 hectreas realmente aprovechables.
En este respecto es decidor conocer otra opinin de Braun, ahora
en carta a su socio Juan Blanchard:
Cuando estuve en Santiago me dediqu casi la semana entera estudian-
do los planos en la Oficina de la Comisin de Lmites y tomando datos de
esa rejin de Barrios y Contreras quienes de muy buena voluntad se han
prestado para suministrarme todos los pormenores que les he pedido. Ya
sabe Ud por lo que le comuniqu por telgrafo que no existe en los valles
concedidos a Aguirre la extensin de campo despejado y bueno para ovejas
que l nos deca, porque segn clculo de los ingenieros y particulamente
por Barrios que ha estado en esas rejiones ms de un ao, no hay all
arriba de 60.000 hectreas de buenos terrenos, pero se puede llegar a las
150.000 tomando los terrenos de bosque colgado y quemado27 que no
dudo tambin podrn ser utilizadas ms tarde para el ganado lanar. El gran
error de Aguirre fue de no tomar el ro Simpson. Por lo espuesto he credo
que deba hacerse un esfuerzo por obtener un arrendamiento de 100 le-
guas de campo28 de la Arjentina y al efecto le telegrafi en el sentido de que
fuera Aguirre a Buenos Ayres con ese objeto. Espero que sus jestiones en ese
sentido tendrn un buen xito y que sabr hacer una buena seleccin de los
campos en la parte arjentina, con la ayuda de los datos que podr obtener
por conducto del Ministro de Chile y tambin de Terry29.
La gestin encomendada a Aguirre result favorable, aunque en
un sentido diferente al originalmente previsto. En efecto, en vez de un
arrendamiento fiscal se opt por la compra de fracciones de campo
disponibles en la zona fronteriza con Chile. As, en el curso del mismo
mes de septiembre se adquiri para la Sociedad un primer lote de 25
leguas, que fueron pagadas a razn de 900 libras esterlinas cada una,
asunto en el que intervino Julio Schelkly a quien Braun encomendaba
sus asuntos fundiarios en Argentina. Esa fue la base predial de la futura
Seccin Arroyo Verde de la estancia irehuao.
27
La expresin bosque o monte colgado se utiliza hasta el presente para identificar a la formacin
forestal natural que presenta los troncos de los rboles libres de ramas hasta cierta altura, lo que permite
el paso de las personas y, eventualmente, el pastoreo de animales. La referencia al bosque quemado
la consideramos excepcionalmente valiosa por cuanto confirma de primera fuente la destruccin del
bosque por el fuego en una accin posiblemente casual anterior a la colonizacin.
28
En el uso rural patagnico argentino una legua de campo equivale a 2.500 hectreas.
29
Carta de fecha 7 de septiembre de 1903. Correspondencia Despachada, volumen 15, folios 236 y 237,
A.M.B.
242
Y tornando al punto de la cabida de la concesin de Aguirre, las
30
De acuerdo con la informacin que contiene la escritura pblica de constitucin social, los accionistas
de Punta Arenas encabezados por el grupo Braun (Mauricio, personalmente, otros familiares, Braun
& Blanchard y Juan Blanchard personalmente) tomaron acciones representativas del 15% del capital
pagado; los accionistas domiciliados en Valparaso tomaron dos tercios del paquete accionario y el resto
fue colocado entre accionistas de Santiago y de otras partes de Chile.
243
fundiarias en Aysn. En este aspecto ha sido de utilidad excepcional
la disponibilidad y el conocimiento de la correspondencia privada de
Mauricio Braun, pues de las otras sociedades que se han mencionado
antes es muy poco lo que ha podido saberse por inexistencia de in-
formacin.
244
rectores de la S.I.A. y desde all viaj a Puerto Montt para seguir al
245
Va de suyo que estas obras, precarias y todo, habran de ser utilsi-
mas durante las operaciones iniciales de la S.I.A. en el territorio. Para
tener una idea aproximada de su calidad, basta reproducir la descrip-
cin que el mismo Dun hizo aos despus: [...] explor la huella a una
cierta distancia y encontr simplemente que era un corte de dos metros
de amplitud a travs de la espesura, y las partes pantanosas estaban
cruzadas por envaralados de madera formados por capas de ramas, una
al lado de la otra, hasta encontrar tierra firme. Las caas entrelazadas
sobre la cabeza formaban una especie de tnel, en el cual el sol, cuando
hay algo, no penetra32.
La marcha hacia el interior fue lenta no slo por la natural dificultad
que derivaba de la calidad de la senda a recorrer, sino porque se em-
ple parte del tiempo en reparar o reconstruir puentes. Al tercer da
de camino sobrepasaron el cerro conocido como Queso Ingls por
su forma caracterstica y llegaron a una zona ms difcil que la anterior.
Sobre lo que era la misma entonces y los peligros que representaba
su recorrido, es irremplazable el testimonio del mismo Dun:
Ahora entramos a un tipo diferente de territorio donde los cerros caen
directo al ro y la huella corre en la ladera de estas lomas y cortada en
la roca slida. En un punto nos vimos afligidos. Yo iba a la cabeza de los
animales de carga y doblando un sector encontr que un derrumbe haba
cortado el camino, excepto unas seis pulgadas de huella y aqu, de hecho,
no haba espacio para que los caballos den vuelta por lo que nos vimos
forzados a correr el riesgo y cruzar sobre la estrecha prominencia con el
equipaje atado a mi mano y hablando a mi rocinante tal como si lo hicie-
ra a un compaero, confidencindole que si el resbalaba, yo tendra que
dejar ir el equipaje, de modo que el tendra que ser cuidadoso. Despus de
dejarlo examinar la estrecha angostura, cosa que l haca con su nariz pe-
gada a la tierra, se aventur sin prisa, evidentemente seguro de que yo no
deb haberle consultado para pisar sobre una roca insegura. [Pero] l tuvo
una clara cada de 20 metros completos hasta el ro. Afortunadamente la
pared rocosa de la huella en aquel lugar tena bastante desnivel, permi-
tiendo que los bultos atados en el animal cayeran sin tocarla y todos ellos
cayeran sin obstculos. Pero despus de aquella experiencia comunique
que cruzara esa seccin de la roca yo solo y si todo estaba despejado
disparara un tiro para hacer saber a mis compaeros que ellos podan
aventurarse con los animales33.
32
Colonizando en Aysn y Cisnes, Tierradentro, N11, Coyhaique, 1995, pg. 13
33
Op. cit., pg. 48.
246
Al caer la tarde del cuarto da de marcha arribaron al valle de
34
Algunos autores han mencionado el nmero de 500 para el total de personas contratadas, aserto que no
tiene sustento en ninguno de los documentos originales que hemos compulsado, por lo que creemos
que se trata de un error repetido, sin crtica. La cantidad de 60 dada por John Dun, por otra parte,
es congruente con el nmero de habitantes registrado en el censo nacional de 1907, que fue de 298
individuos, posiblemente en su mayora empleados de la S.I.A.
247
En los campos del valle de Coyhaique deban construirse las insta-
laciones bsicas de la futura estancia: viviendas, galpones, bao y corra-
les, tarea que haba de hacerse con la madera disponible en el lugar y
que deba aserrarse a mano, operaciones que carpinteros y ayudantes
desarrollaran con la mayor diligencia pues tendran que quedar listas
antes del invierno de 1904, si era posible, ya que las ovejas vendran
desde Magallanes en la siguiente primavera. Mientras estos operarios
quedaban ocupados, Dun y Mac Phail siguieron a suelo argentino para
comprar animales mayores de cra y trabajo, vacunos y caballos, con-
siguiendo all 1.715 cabezas de los primeros y 50 de los segundos. Al
retornar a la costa el administrador se encontr con un camino prac-
ticable hasta el primer balseo del ro Aysn.
Durante ese lapso arrib igualmente al territorio el ingeniero An-
bal Contreras, cuyos informes haban sido de tanta utilidad para Braun.
Ahora la razn de su presencia estaba en la comisin que se le haba
encomendado para hacer un levantamiento general de los terrenos
de la concesin y para estudiar los campos de la Sociedad ubicados en
suelo argentino, y finalmente para preparar un presupuesto estimativo
para la construccin del camino que deba unir la costa con los cam-
pos del interior de la concesin.
Dun y colaboradores se hallaban afanados con las tareas iniciales
cuando el 17 de febrero de 1904 arrib navegando ro adentro el
vapor Cambronne, que traa abastecimientos diversos y en el que para
sorpresa de aqul, vena como pasajero Mauricio Braun. El empresario
tanto viajaba a imponerse del estado de los primeros trabajos y dar
las instrucciones que fuera menester, cuanto a conocer de visu los te-
rrenos arrendados por la Sociedad.
Visto y decidido lo primero, Braun y Dun marcharon hacia el inte-
rior aysenino. Es de imaginar al pionero, acostumbrado a los terrenos
despejados y fciles de recorrer propios de la estepa patagnica, en-
frentando al avance dificultoso que supona cruzar la lujuriosa selva
aysenina, a travs de la que l y compaeros debieron abrirse paso a
machetazo limpio, marchando ora a pie, ora a caballo, tal y como lo
hicieron en semejantes circunstancias naturales los antiguos conquista-
dores hispanos, con los que aqul se homologaba en su fibra pionera!
La inspeccin ocular result satisfactoria por de ms, con lo que
Braun retorn a Magallanes muy animado por su apreciacin visual
de los campos que comenzaban a ponerse en explotacin y por el
curso de los trabajos. Estos, los del camino en especial, debieron sus-
248
penderse cuando finalizaba el otoo, permitiendo el retorno de los
35
Para mayor informacin en este aspecto remitimos al lector interesado al artculo de Dun mencionado.
249
Los trabajos camineros haban proseguido de modo igualmente
satisfactorio, tanto por el valle del Aysn, como por los de los ros
Maihuales y Emperador Guillermo, sector este donde Sanhueza, a
cargo de una cuadrilla de diez hombres, consigui abrir a machete una
picada entre el Balseo y irehuao, tarea que puso de manifiesto la
reciedumbre y el aguante de los operarios chilotes. Ellos pasaron varios
das sin comer, no teniendo ms recursos que comerse las ojotas cocidas,
llegando bastante flacos. Pero como el chilote tiene constitucin sana, se
repusieron en escasos dos das, contara admirado John Dun36.
Con este refuerzo se pudieron terminar los corrales y el bao de
la estancia, instalacin esta que las ovejas recin llegadas pudieron in-
augurar, repitiendo la operacin tiempo despus como corresponda
hacerlo para tener los animales en el mejor estado sanitario posible.
La dotacin de animales para el establecimiento se increment asimis-
mo con otros 1.200 vacunos comprados en Argentina.
As, en un trabajo incesante y compartido, la fase fundacional de la
explotacin colonizadora pudo quedar satisfactoriamente concluida,
como lo demuestran las cifras de dotacin consignadas en la primera
memoria de la S.I.A. entregada al promediar 1905: haba entonces en
los campos 11.400 ovejas, 4.439 vacunos y 999 caballos.
Si en lo econmico estas cuentas debieron contentar a directores y
accionistas, cunto ms pudo hacerlo el aspecto operativo, que ejem-
plarizamos con la obra titnica que era el camino -ya poda calificarse
como tal- para el trnsito de carretas, que para 1906 estaba a punto
de llegar a Coyhaique Bajo.
Viene al caso mencionar que inicialmente la obra debi parecer
excesivamente onerosa al directorio, tanto como para que Dun tuvie-
ra que comparecer ante el mismo y dar las explicaciones que el caso
requera, como lo recordara despus en sus memorias:
Luego que este trabajo [la marca de ganado mayor en la estancia
Coyhaique] termin y todas las provisiones hechas para el invierno y
primavera, regres al puerto y despus de pagar a los hombres del ca-
mino, abordamos el S.S. Chacabuco y alcanzamos Puerto Montt; de aqu
fuimos a Valparaso a ponernos en contacto con el Consejo de Directores
que estaban evidentemente bajo la impresin que ellos no haban sido
consultados acerca de la construccin del camino. En la sesin opin que
la Estancia Aysen no tendra el valor de una bendicin de calderero sin una
36
Correspondencia Recibida, Legajo A.M.B.
250
salida al Pacfico. El alegato del administrador debi ser harto convin-
251
los males y silencindose lo positivo de su accionar, reconocindose
en cambio una suerte de mrito excesivo nicamente a los colonos
espontneos individuales que mayoritariamente hubieron de ingresar
por el oriente al territorio de Aysn. Nada ms injusto que tal dismil
apreciacin, por cuanto tiene de intencionada objetivamente conside-
rada. Cierto es que aqullas no cumplieron con sus compromisos de
radicar colonos, segn se ver, pero ello no debe impedir la pondera-
cin debida de su esfuerzo humano y econmico en el establecimien-
to colonizador, del todo exitoso en el caso particular de la S.I.A.
A las sociedades pastoriles, en especial a la nombrada, y por cierto a
todos sus agentes y trabajadores, administradores, capataces y obreros
ha de reconocrseles el merecimiento histrico de la iniciacin, desa-
rrollo y consolidacin de la ocupacin colonizadora, que fue la base
econmica y poblacional sobre la que se levant el nuevo territorio
de Aysn. En una historia autntica no hay lugar para escamoteos y
en el caso cada nivel de decisin y trabajo se ha ganado el tributo de
reconocimiento por su genuino esfuerzo pionero.
Hecha esta justiciera salvedad, cabe en otro aspecto poner de re-
lieve la norma ordenatoria adoptada desde un principio para regular
las actividades productivas y que corresponda a la modalidad o estilo
britnico, que desde la introduccin de la crianza ovejera masiva en
Magallanes entre 1877 y 1880 se haba difundido por toda la Pata-
gonia, naturalizndose como expresin tipificadora del ordenamiento
pastoril.
Mauricio Braun, cabal exponente de cuantos aceptaban esa norma-
tiva de actividad rural, calificada por claras regulaciones en lo tocante a
responsabilidad segn niveles, no dud en emplearla en el nuevo em-
prendimiento de Aysn, seguro de su eficacia, tal y como se vena ha-
ciendo y haca en Magallanes y campos argentinos allende la frontera.
Importa destacar las caractersticas definitorias de ese sistema de
trabajo, que ciertamente hizo historia en el ordenamiento rural pata-
gnico y fueguino. El mismo contemplaba un doble aspecto: el de la
estructura operativa y jerarquizada desde la cabeza, el administrador,
hasta los niveles de menor responsabilidad; y un ordenamiento es-
pacial y estilo arquitectnico uniformados y probados a travs de la
prctica de dcadas en regiones ovejeras.
En la cima de la carrera jerrquica rural estaba el puesto de administra-
dor. En el mismo resida la suma y la plenitud del poder administrativo, que
252
inclua la facultad de contratar directamente con terceros algunos trabajos
253
maana para recibir las rdenes del da y para tratar sobre la marcha de
la estancia. Cumplida esta rutina, se reuna con los capataces para trans-
mitir las rdenes referidas al quehacer cotidiano. Pero, asimismo, tena la
responsabilidad de verificar el estado de los campos y animales, para lo
cual peridicamente haca recorridos personales, inicialmente a caballo
y despus, cuando la modernidad se impuso y cuando la posibilidad de
acceso lo permita, en vehculo automotor a su cargo.
En su vida de relacin social alternaba con sus pares o equivalente,
tales como el contador, el ingeniero o algn otro tcnico calificado
(agrnomo o veterinario) e, incluso, con sus subalternos, como los
cadetes. Todo ello va, de suyo, en el entendimiento de una convivencia
respetuosa de calidades y jerarquas.
Tocante a los capataces, en sus distintas especialidades, nivel de
mando inferior al que se acceda por lo comn al cabo de aos de
meritorio servicio generalmente como ovejero, a los mismos corres-
ponda ordenar, distribuir y controlar a la gente en las faenas cotidianas
de rutina, adems de otras tareas especiales ocasionales. Deban dar
cuenta de las novedades al subadministrador, del que dependan. Por
fin, entre sus garantas estaba la de poder vivir con sus familias para
lo que se les proporcionaba vivienda, ms vveres o provisiones de
uso corriente (en forma mensual) y tenan derecho a los servicios de
abastecimiento de lea combustible para uso domstico.
El capataz de seccin era un empleado de rango medio, que al al-
canzar ese puesto de confianza culminaba su carrera laboral. Amn de
las atribuciones propias de los capataces, dispona de otras adicionales
que, con la necesaria supervisin superior, le permita administrar en
escala limitada la seccin confiada a su cargo. Como aqullos, contaba
con las mismas garantas y beneficios de vivienda, provisiones, tropilla
y servidumbre de patio.
Los trabajadores insertos en ese rgido marco de organizacin y
convivencia se habituaron rpidamente al mismo, pues les iba en ello
la estabilidad laboral. Pronto entendieron que no haba ms alternativa
que la de someterse razonablemente al orden existente. Cierto es
que con el tiempo pudieron tener algn margen de movimiento, pero
eso pudo interpretarse como una concesin formal que no alteraba,
ni alter, el fondo del sistema laboral rural instituido.
Aqullos podan en materia de reclamos y aspiraciones tener las
ideas que quisieran, siempre que no buscasen la subversin del orden
254
social, pero deban sujetarse a las normas estrictas imperantes. Los
255
carcter notoriamente tipificador, que alcanzara una extensa difusin
por suelo chileno y argentino (Patagonia y Tierra del Fuego), que con
el correr del tiempo asumira un valor patrimonial histrico.
Funcionalmente, los establecimientos rurales -jerarquizados como
cascos de estancias, de secciones y puestos de ovejeros desparrama-
dos por los campos- fueron centros autnomos de vida y trabajo,
distantes entre s, unidos por una red bsica de caminos de varia-
da calidad, abastecidos por las casas matrices segn correspondiera
mediante un sistema de transporte y comunicaciones dependiente o
contratado (carretas y chatas), inicialmente hasta los aos de 1930,
camiones (posteriormente), habitados en proporcin abrumadora
por una poblacin masculina, por lo tanto con escasa representacin
de mujeres y nios a los que el uso y la costumbre convertiran en
verdaderos feudos.
De tal manera, se gener un orden rural singular y nico en Chile
que imper sin alteraciones hasta el tercio final del siglo XX38.
Como consecuencia de la implantacin y vigencia del sistema de
trabajo rural -ovejero- de origen britnico, fue connatural al mismo
que la modalidad de vida que hubo de imperar en los campos gana-
deros -donde los empleados de ese origen (escoceses principalmente,
ingleses, galeses, irlandeses, malvineros, neozelandeses y australianos y
sus descendientes chilenos o argentinos) fueron desde un principio
mayora-, adquiriera y reflejara una forma ajustada cabalmente a los
cnones de la tradicin britnica en lo referido a uso del idioma, hbi-
tos corrientes, formas culinarias, gustos culturales, etc.
En el caso de Aysn, tal condicin pudo ser advertida por aquellos
viajeros que por diferentes razones visitaron el territorio en diferen-
tes pocas de la primera mitad del siglo XX. Entre ellos vale citar la
opinin del eminente botnico sueco Carl Skottsberg que recorri la
regin (como toda la Patagonia y la Tierra del Fuego) en prospeccin
cientfica durante el ao 1908, quien de paso pudo dejar una visin
sumaria acerca de la realidad de la actividad colonizadora al cabo de
un lustro de iniciada.
[...] De nuevo llegamos a Chile, pero no nos ayud mucho porque tuvi-
mos que cabalgar treinta y cuatro millas antes de encontrar agua. Abajo
38
Al respecto, vase del autor El ordenamiento rural en Magallanes, 1894-1973: La direccin y manejo de las
grandes estancias, en Vida rural en Chile durante el siglo XIX, Academia Chilena de la Historia, Santiago,
2001, pgs. 175 y siguientes; y Juan Benavides, Mateo Martinic, Marcela Pizzi y Mara Paz Valenzuela, Las
estancias magallnicas. Un modelo de arquitectura industrial y ocupacin territorial en la zona austral,
Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad de Chile, Ed. Universitaria, Santiago, 1999.
256
en la daada franja arbolada de un valle, lejos de esqueletos de rboles
257
vimos las casas de Coyaike bajo, nuestro destino, y en el atardecer del 26
de noviembre arribamos all. Era el mayor establecimiento que habamos
visto desde Bariloche; las casas estaban ordenadas en dos lneas con una
calle ancha entre ellas, y Flax as como Johansson que nunca haban visto
algo tan grandioso, protestaron por tal exceso de civilizacin. El administra-
dor, Mr. Dun, no estaba en casa, pero haba dejado instrucciones escritas
a su personal recomendndoles que nos atendieran bien y pusieran gente
y caballos a nuestra disposicin, as que nuestros animales tuvieron un
descanso que necesitaban imperiosamente para reponerse.
Aqu en medio de la soledad ms salvaje, rodeada por bosques
vrgenes y montaas, haba un pedacito de la vieja Inglaterra -idioma,
comida y costumbres-. Permanecimos una hora en la casa acogedora de
Mr. Stewart, donde l y su anciana esposa nos agasajaron profusamen-
te ofrecindonos exquisiteces que contrastaban severamente con nuestra
dieta habitual.
Nuestra preocupacin principal era cabalgar hacia el Pacfico usando
el camino de la compaa. Pedimos prestada una tropilla de caballos gran-
des y fuertes, una mula para la carga y un pequeo y gordo mozo chilote.
Pagels se haba detenido ms atrs para componer nuestras pertenencias
daadas. A un costo de 350.000 pesos la compaa haba construido un
camino de cincuenta y una millas hacia la boca del ro Aysen, indigno aun
del peor camino que puede encontrarse en el Reino Unido.
Con todo, no esperbamos mucho, porque las dificultades son enormes.
La primera y mejor parte del mismo corre a travs de precipicios angostos,
subidas zigzagueantes, cruzando rpidos pedregosos en puentes angostos
sobre los abismos. Luego siguen barrancas empapadas a lo largo del ro,
donde el camino ha sido hecho volando el borde de un muro de roca.
Hace una vuelta y cruza el cerro de los Baguales. Este es el lmite entre
el bosque de hoja caediza y el siempreverde, sobre el que he hablado al
lector varias veces. Una vez ms entramos al reino de la lluvia sempiter-
na. En ambos lados el bosque se levanta denso como una muralla, con
una espesura de coliges y enredaderas que trepan por los rboles y el
espacio que resta est ocupado por troncos podridos. Una lluvia incesante
completa el cuadro. El poncho se hace pesado con el agua y nuestras bo-
tas se empapan poco a poco. Una y otra vez nuestros corceles procuran
zafarse del agua, y nuevamente caen en la misma situacin. El camino es
terrible. Los caballos vadean hundidos hasta las rodillas a travs de la ar-
cilla viscosa o del negro barro, donde no se sabe cun profundo es el piso
y donde las races enredosas hacen tropezar. Una y otra vez, a menudo
258
por una media milla o algo as, el camino est pavimentados con troncos
39
The wilds of Patagonia, citado pgs. 191 a 196. La traduccin y lo destacado son nuestros.
40
La concesin del Aisn y el valle Simpson (Santiago de Chile, 1923), pg. 108.
41
d., pg. 117. Lo destacado es nuestro.
259
namente ocurri, facilitndose y acortndose los trayectos. Derivar
ese trfico por tanto hacia suelo chileno y generar una dependencia
del mismo, est visto que no representaba ninguna ventaja, no obs-
tante la cercana geogrfica, pues a lo quebrado de la orografa de la
seccin patagnica chilena deba aadirse el camino malsimo y los
inconvenientes propios de un clima inclemente por lo lluvioso, con
el agregado de permitir, as y todo, un trnsito practicable slo en las
estaciones menos hmedas. Adems los establecimientos comerciales
que servan a la campaa patagnica argentina se multiplicaron en
nmero e importancia segn avanz el tiempo, con lo que devino ilu-
soria aquella propuesta original de Aguirre, que en su momento haba
concitado el inters y respaldo de los organizadores de la Sociedad
Industrial del ysen.
Corri el tiempo y poco a poco se fueron advirtiendo los frutos
del esfuerzo mancomunado. Entre otros estaba el camino construido,
no obstante sus defectos, que a partir del ao 1906 permiti que
los abastecimientos a las estancias fueran llevados desde la costa del
Pacfico y la lana sacada por la misma ruta. En la mayora de las obras
edificadas, por otra parte, el objetivo haba estado en hacer de ellas
lugares tan buenos y cmodos para el trabajo como poda darse en
aquellas circunstancias iniciales, lo que habla muy bien acerca del esp-
ritu humanitario de quien tena la responsabilidad administrativa.
La subdivisin de los campos y la construccin de la Estancia Coyhai-
que, recordara ms tarde John Dun en sus memorias, tom toda nues-
tra atencin y estaba avanzando rpidamente. Habamos comenzado
con un almacn y habitaciones para los trabajadores, luego el galpn de
lanas, el bao de ovejas, establos y corrales. Toda la madera era aserrada
en el lugar usando poder hidrulico con un rotor de sobretiro. Los elemen-
tos para oficinas y la casa de administracin fueron hechos de maderas
locales por un buen carpintero. Pero no fue hasta fines de 1908 que la
casa de administracin estuvo habitada porque se dio preferencia a los
cuarteles de trabajadores. El cultivo de toda clase de vegetales en un
jardn extensivo fue atendido y nos dio varias clases de alimentos les hizo
la vida en general ms agradable, mientras la leche y la mantequilla eran
abundantes, no slo para la casa de los administradores, sino tambin
para las familias de los trabajadores. Por ese tiempo haba suficientes
comodidades como para permitir a los trabajadores traer a sus familias,
porque los verdaderos das de colonizacin haban pasado, aparte de unos
pocos das explorando las tierras adyacentes. Pero habiendo un almacn
bien suministrado en el establecimiento, hacan fciles estos viajes, porque
260
siempre haba abundancia de alimentos y luego de unos pocos das de
42
Millar, op. cit. Lo destacado es del autor.
43
Millar, op. cit. Lo destacado es del autor.
261
Aunque hubo de tener conciencia de su competencia para manejar
una empresa de esa envergadura, John Dun estuvo persuadido de que sin
el concurso de sus colaboradores el resultado obtenido no habra sido
semejante al histricamente conocido, como lo record muchos aos
despus [...] deseo decir que durante mi tiempo en Aysen, tuve un grupo
de buenos y esforzados compaeros. En aquellos das no era una posicin
de cuello blanco y cada uno deba afirmarse con su propio bastn. Angus
Mac Phail como gerente, fue un caballero; Emilio Bellecave y David Stewart,
fueron en diferentes pocas contadores; Alex Urquhart, como pastor principal
de irehuao; William Macdowell, como ganadero; Abrahan Sanhueza, en la
seccin transporte. Don Abrahan era tambin nuestro principal cazador de
pumas durante los meses de invierno y un gran narrador de historias al calor
de la fogata en las noches. Otros hombres que estuvieron en Aysn y que eran
bien conocidos en la Patagonia, fueron Pat Ryan, Joe Rademacher, conocido
como Black Joe, Thomas Bradley, Peter Mac Intyre y Jack Richards. En tanto,
los trabajadores chilotes en general eran excelentes y tenan condiciones que
pocos hombres podan mostrar. El xito de la Compaa Aysen se debi en
gran medida a la leal cooperacin de estos duros compaeros de trabajo. De
los que me excuso nombrar son pocos, si es que dej alguno44.
El resto de la plana mayor operativa, administradores, subadminis-
tradores de las estancias, capataces y otro personal entendido en fae-
nas tcnicas haba sido y sera integrada por largo tiempo con gente
de habla inglesa, oriundos o descendientes, y, excepcionalmente por
otros europeos (alemanes o escandinavos). A tal preferencia, debe
entenderse, conduca el sistema de trabajo adoptado y la tradicin
imperante en la Patagonia a uno y otro lado de la frontera interna-
cional desde varias dcadas. Estaba, por cierto, adems, el dominio del
idioma oficial, pero tambin haba razones de confianza explicables,
como era la competencia que derivaba del conocimiento del oficio
criador ovejero, del nivel de instruccin y de la laboriosidad y ho-
nestidad que sola distinguir a los inmigrantes europeos. Preferencia
nicamente por ser de origen anglosajn no creemos que la haya
habido, a menos que la misma estuviera acompaada de algunas o
de la mayor parte de las cualidades descritas, tal es as que tambin
hubo gente de esa extraccin en Aysn como en toda la Patagonia
chileno-argentina, que nunca pas de simple ovejero, cuando ms con
responsabilidad de puestero45.
44
Llegaron a ser exactamente 206 en 1920.
45
En la jerga ovejera patagnica se denomina as al hombre de campo con experiencia al que se le entrega la
responsabilidad del cuidado de un campo, habitando para ello en una vivienda aislada conocida como puesto.
262
Los chilenos formaban la mayor parte de la masa laboral perma-
263
Aqu viene al caso poner de relieve una decisin que histricamente
superara las miras e intereses institucionales: el traslado del primer centro
de servicio instalado originalmente en Puerto Dun, a otro paraje cercano
distante ocho kilmetros hacia la desembocadura del ro Aysn, en la base
de una pequea pennsula surgida de los meandros fluviales, paraje cono-
cido por los lugareos como Media Agua y que a partir del traslado fue
primeramente nombrado El Puerto y luego, paulatinamente, Puerto Ay-
sn. Aqu se erigieron los edificios para el ncleo administrativo de la S.I.A,
que corriendo pocos aos pasara a ser formal y oficialmente reconocido
como centro poblado abierto y sede capital del territorio de Aysn y que
focalizara por dcadas su desarrollo.
La condicin de cabeza de puente para la penetracin de Chile
en la regin era evidente, en calificado aserto de Adolfo Ibez Santa
Mara46, pues para entonces era el nico acceso practicable al interior
del territorio aysenino, as como su nica puerta de salida directa hacia
el resto del pas de que se dispona en la colosal muralla natural litoral.
Esa posicin estratgica, amn de nica y llev inclusive a los direc-
tivos de la S.I.A. a considerar hacia 1917 la posibilidad de construir un
ferrocarril hacia los centros de produccin del interior. Adems consi-
deraron la ereccin de instalaciones industriales con las que se quera
complementar y hacer ms eficiente la produccin econmica de sus
estancias, tales como una grasera y fbrica de carnes ( en las que se
haba pensado en 1912), y una planta de lavado de lanas e hilandera47.
Por de pronto, a partir del mismo 1914 El Puerto reemplaz al
antiguo Puerto Dun como destino de recepcin y despacho de mer-
caderas y, se reitera, como centro de entrada y salida principal y para
muchos efectos, nica del territorio. Radicar all, en consecuencia, no
slo los servicios e instalaciones para el caso (oficinas, bodegas, co-
rrales, muelles, etc.), sino adems viviendas para propios y eventuales
terceros, pas a ser una conclusin natural y lgica.
El favorable curso de los negocios y la necesidad de mejorar tanto
como fuera posible las comunicaciones de un territorio marcado por
46
La incorporacin de Aisn a la vida nacional 1902-1936, Historia, nmero 11, (Instituto de Historia
de la Pontificia Universidad Catlica de Chile, Santiago, 1972-1973), pg. 313.
47
El tema del ferrocarril haba sido planteado antes por Agustn Gmez Garca en el contexto de su
bullado inters fundiario conocido como El Potrero de los Rabudos, al que se har mencin expresa
ms adelante. As, en noviembre de 1915, a su solicitud, el ingeniero Jos A. Koch inspector del F.C.
de Ancud a Castro fue comisionado [...] para informar sobre la construccin de un F.C. de Puerto
Chacabuco a Campamento Zorro; segn dicho informe de 21-XII-1915, el F.C. sera de trocha de 1 m.
de 100 km. de longitud, en parte al N. y el parte al S. del curso de los ros Aisn, Simpson y Coyhaique,
sin cremallera, con un solo tnel y con estaciones intermedias en Puerto Aisn, Botica y Coyhaique
(Pomar, op. cit, pg. 87).
264
el signo ominoso del aislamiento, exigieron reparar el camino de ma-
265
para el exclusivo uso de la S.I.A. Inicialmente la lnea tuvo una exten-
sin de 180 kilmetros, con once aparatos que vinculaban entre s al
Puerto, Balsadero, Campamento Zorro, Coyhaique Bajo, Coyhaique
Alto, irehuao y Bao Nuevo. Al ao siguiente la Sociedad fue autori-
zada para prolongar la lnea desde ese ltimo punto hasta la frontera
y as consigui empalmar con el servicio argentino, vinculndose con
Arroyo Verde y con otras localidades del interior patagnico.
Hecha esta interesante relacin cabe retornar al punto de la in-
fraestructura operativa y productiva de la Sociedad Industrial del Aysen
entre 1914 y 1920.
Es posible que entonces, 1914, el conjunto edificado que daba
cuenta de la importancia de las instalaciones fuera si no idntico, ape-
nas poco menor que el que seis aos despus conocera el ingeniero
Pomar, por lo que consideramos vlida la descripcin que el mismo
dej en su informe:
Puerto Aisn, situado por los 45 25 S. y 72 42 W. de Greenwich,
ocupa el istmo de una pennsula fluvial; el ro tiene aqu 180 m. de ancho
y en 1914 entraban hasta l vapores como el Cautn de la C.S.A.V. con
414 T. de registro; en la ribera occidental del istmo est el muelle de carga,
malecn de madera de 40 m. de largo y junto a ste se encuentran los
corrales y el galpn para la lana; calle de por medio con el galpn est
el edificio del almacn y escritorio. Frente a la fachada N. de este edificio,
principia en direccin al NE. el camino real a Coihaique en donde haba un
depsito de carros (carretas) y por el otro lado va de E. a O. una avenida
de 40 m. de ancho con casas para empleados en ambos lados rodeadas
de quintas [jardines], y que conduce al edificio de la Administracin, de
2 pisos, y tambin rodeado de quintas. Al N. de la avenida ancha y ms
separados de ella se encuentran el cuartel de carabineros, la lechera, el
polvorn, la herrera, el hotel y la carnicera y hacia el lado S. la cocina para
obreros, la chanchera, y un gran edificio de 2 pisos; la grasera, comunica-
da por lnea Decauville al muelle y que no funciona, costando las maqui-
narias que en ella se guardan ms de 6.000 libras esterlinas. Todas estas
construcciones, como 25 sin contar las pequeas, son de madera, forrada
en fierro galvanizado acanalado49.
Puerto Aysn comenz a cobrar mayor importancia por ese tiem-
po, 1914, al abandonarse el antiguo Puerto Dun, vista la dificultad que
este ofreca como punto de trmino para la navegacin fluvial.
49
Op. cit., pgs. 20 y 21.
266
En la zona oriental de la concesin haba dos centros principales de
267
ejecutadas con madera de ire con techumbre de fierro galvanizado y con
puertas y ventanas sencillas; la parte anterior de madera tinglada y en la
posterior, un corredor sirve de abrigo al edificio. Todas tienen calefaccin.
La casa administracin es de madera, techada y forrada con fierro
galvanizado; est compuesto de 2 pabellones en forma de escuadra, uno
de ellos con mansarda, ventanas sencillas y un bowindow en su frente
principal. El otro cuerpo tiene hacia la fachada principal un prtico abierto
y una galera en el otro extremo. En su interior hay servicio de bao, mesa
de billar, piano, gramfono, etc.50.
En Coyhaique Alto lo edificado se compona de una casa para ove-
jeros, una cocina para peones, una pesebrera, bao para ovejas, corra-
les, secadero y galpn.
En cuanto al casco de irehuao y siguiendo a Pomar [...] se encuen-
tra en el mismo sitio donde otro tiempo existi el puesto de Richards51;
casi todas las construcciones tienen su frente al N. y estn espaldeadas
por los primeros contrafuertes de las serranas occidentales. Ellas son de
E. a O.: Un bao para ovejas de 28 m de largo y 27,3 m3 (6000 galones)
de capacidad, con sus anexos de corrales de aparta y un secadero ce-
rrado todo con tablas y con proteccin de madera contra el viento y que
ocupan en total una cuadra cuadrada; siguen a continuacin el galpn de
la carpintera, el galpn de carneros, la caballeriza, una bodega anexa, el
gallinero, la perrera, la casa de la administracin con cocina anexa, la le-
chera, un galpn para lea, un establo, una bodega de palo amordazado,
el almacn, la casa del almacenero, la del cocinero, y frente a estas ltimas
un edificio en va de terminarse en forma de H, destinado a comedor para
peones, comedor de ovejeros y con 18 dormitorios con capacidad para 50
hombres, y otra construccin destinada a cocina; todos estos edificios son
de madera y techo galvanizado. Junto a la estancia hay un gran corral de
hacienda de 145 x 100 m hecho a palo a pique en el exterior y con divisiones
de tranquilla en el interior.
La casa de la administracin, donde alojamos hasta el da 10, es cons-
truida con madera de ire forrada con tabla tinglada; en el primer piso
hay un corredor abierto, sobre cuyos pilares avanza el 2 piso tratado
con mansarda con sus tabiques exteriores de poca altura (1,20 m) y
las ventanas en forma de lucarnas; una quinta contribuye a hermosear
50
Ibd., pgs. 43 y 44.
51
Referencia a Guillermo Richards, quien con su hermano Juan, ambos galeses de la Colonia del Chubut,
se haban establecido en la comarca mientras el territorio tena carcter litigioso. Luego del laudo arbitral
ambos continuaron explotando el campo con ganado a sabiendas de su condicin precaria y cuando
se produjo la instalacin de la S.I.A., esta compr las mejoras introducidas por aqullos.
268
su contorno y desde ella se divisa hacia el N. una imponente barrera de
269
abiertas fronteras, por lo dems, poda colarse cualquiera, como en
efecto haba comenzado a ocurrir, segn se ver.
Durante esa primera dcada de vigencia, hasta 1915 aproximada-
mente, los terrenos de la S.I.A. y su conjunto de instalaciones de pro-
duccin, administracin y servicio conformaban un verdadero feudo,
en cuyo territorio -y an ms all de sus lindes- y en ausencia del Esta-
do, dicha entidad era la nica autoridad que haca sentir su poder, que
era respetado prcticamente en forma absoluta pues de una manera
u otra, tarde o temprano, quien all resida y por all pasaba deba recu-
rrir a ella y por lo tanto slo caba acatar sus normas en todo sentido.
Ese poder fue en verdad una razn para que se la mirara con an-
tipata y se generara a la larga ese sentimiento de animadversin en
su contra que registrara la tradicin local. Pero, aun as, la realidad se
impona de modo que asombraba a quien la conoca, al punto que el
mismo ingeniero Pomar, avaro en elogios hacia la entidad, pudo afir-
mar paladinamente que La S.I.A., cuyo capital es ahora 200.000 libras
esterlinas, ha sido y es un factor de orden y de progreso para toda la
regin; y las mejoras que ha ejecutado, mayores que las obligaciones, no
estn exageradas en sus balances54.
Ms todava, y sin dejar de mencionar la conveniencia pblica de
desbaratar el monopolio que la S.I.A. ejerca de hecho, pudo afirmar
que haba conocido una sociedad ganadera que puede enorgullecerse de
haber introducido la civilizacin en esas apartadas regiones ...55.
Pero ms all de ser realidad y verdad lo hecho y apreciado, haba
otros dos aspectos en los que reparaban cuantos comenzaban a inte-
resarse por el curso de los acontecimientos en el lejano, aislado y semi
legendario Aysn: el uso factual de terrenos excedindose las cabidas
originalmente establecidas por los decretos de concesin, y el incum-
plimiento de la obligacin de radicar familias de colonos, punto que
se estimaba esencial. En esos aspectos por tanto centraron sus fuegos
todos cuantos creyeron de su deber preocuparse de la materia, por
considerar que en ello iba el inters de la nacin.
Tocante a lo primero, repasando antecedentes, debe recordarse
que el decreto original de concesin a Luis Aguirre le haba otor-
gado autorizacin para ocupar los valles de Coyhaique, irehuao y
Maihuales, sin precisar la correspondiente superficie de los mismos,
54
d., pg. 45.
55
Ibd., pg. 125.
270
que despus fue estimada arbitrariamente en unas 100.000 hectreas
271
entonces, el entendimiento se dio como poda esperarse y, por cier-
to, seguido por un acuerdo satisfactorio que, salvando las apariencias,
apareca manteniendo vigente la obligacin de cumplimiento.
Para lograrlo, la S.I.A. se haba hallado en una posicin inmejorable
que derivaba de su asentamiento consolidado en los terrenos de la
concesin -nica de cuantas entidades y personas favorecidas lo ha-
ba logrado, segn se ver-, con personal calificado, instalaciones de
la mejor calidad, servicios diversos, dotacin animal y una actividad
productiva que estaba a la vista con cifras concretas y halageas. Al
obrar de esa manera haba conseguido afirmar la presencia de la na-
cin en un territorio hasta 1904 despoblado e improductivo. No era
poco, ciertamente.
Del modo considerado la Sociedad consigui lo que deseaba y
ms: el decreto supremo 1.147 citado, en cuya virtud se estipulaba
que el plazo de vigencia del arrendamiento fundiario (veinte aos) se
contara a partir del 1 de enero de ese ao 1913, a cambio de la ce-
sin al Fisco por parte de la S.I.A. del camino pblico construido entre
el estuario del Aysn y la frontera (recurdese que haba sido entre-
gado al uso pblico en 1906); que los colonos seran establecidos en
un plazo de cinco aos; que se establecera un servicio de navegacin
mensual entre Aysn y Puerto Montt y que en 1933, al vencimiento
del arrendamiento, la Sociedad cedera al Fisco todas la mejoras exis-
tentes en los campos de la concesin.
Pero, ventajoso y todo como era aquel decreto, su resultado no
satisfizo del todo al directorio y accionistas de la compaa. As, se
gest y obtuvo la eliminacin de la autorizacin dada en 1904 para
ocupar el lote 1 de la concesin (Seccin del Maihuales), a cambio
del permiso para hacerlo en los lotes 3 y 4 (partes norte y occidental,
y sur del valle Simpson), que s le interesaban por su calidad pastoril. En
cuanto a la obligacin de radicar colonos europeos, la S.I.A., quedaba
exonerada de la misma, obligndose en cambio a introducir doscientas
en lugar de cien familias, pero ahora chilenas y en un plazo de diez
aos, cantidad de la que el Fisco se reservaba la facultad de establecer
cien familias. Adems la S.I.A. se comprometa a construir un camino
por el valle Simpson hasta la frontera argentina e introducir nuevas
mejoras por valor de $ 250.000 durante los cinco aos siguientes
a la fecha de la resolucin gubernativa (decreto supremo de 23 de
noviembre de 1914).
272
Ya se ha visto que la Sociedad no pudo ocupar los campos del valle
273
El primer ao de la actividad pobladora, 1904, fue ocupado funda-
mentalmente en la apertura y habilitacin de sendas, construccin de
instalaciones, adquisicin y traslado de la primera dotacin de ganado
vacuno, y en la adquisicin del vapor Baker para la atencin del servicio
de comunicacin con Punta Arenas y una lancha a vapor para la nave-
gacin del curso inferior del ro Baker. En conjunto las inversiones su-
pusieron un gasto cercano a la mitad del capital pagado de la sociedad.
Como contemporneamente suceda en el valle del ro Aysn, aqu
tambin fueron utilsimas en la fase inicial de la instalacin las mejoras
construidas en los aos anteriores por cuenta de la Comisin de Lmi-
tes. Entre ellas estaba la senda que haca posible el acceso a los lagos
Cochrane y Buenos Aires, y a la laguna Esmeralda partiendo desde
el estuario del Baker donde se situaba el puerto de Bajo Pisagua. La
senda o trocha propiamente tal se iniciaba en el paraje denominado
El Saltn, 75 kilmetros aguas arriba del ro que podan remontarse
fcilmente por la va fluvial. Segn la relacin del perito chileno a la que
se ha hecho referencia precedente, [...] el camino tiene 76,5 kilmetros
con una anchura de 4 a 6 metros, que se reduce a 2 metros en los cortes
de piedra. En esta parte del camino ha debido construirse 23 puentes
entre 5 y 18 metros de largo, uno de ms de 33 metros en El Saltn, y
ha quedado preparado uno de 60 metros que debe atravesar el ro de los
adis, donde ha sido necesario establecer un balseo.
Desde el camino del lago Cochrane se han abierto senderos de 2 me-
tros de ancho hasta el lago Buenos Aires y laguna Esmeralda: el primero
de 60 kilmetros y de 12 el segundo.
Se han levantado 28 casitas como en los dems caminos y se han
construido embarcaciones para la navegacin de los lagos Buenos Aires, Co-
chrane y atravieso de los ros Cochrane y adis58.
Las necesidades propias del establecimiento colonizador exigieron
ir mejorando paulatinamente esas esenciales sendas a lo largo de las
cuales no demor en apreciarse la actividad pobladora. Tal fue as que
el mapa de 1906 de la Comisin Chilena de Lmites pudo consignar
una apreciable informacin toponmica, parte de la cual es expresiva
del esfuerzo colonizador. En efecto, el trayecto desde Bajo Pisagua ro
arriba seala casas o puestos en los lugares denominados Animales,
Punta Huilln, Papal, Rasguado o La Rajadura, La Baja, La Quema, El Sal-
tn y Puerto San Carlos en el valle inferior del Baker. Caa Brava, La Isla
y La Colonia, en el valle medio; y Arvejal, Cochrane y Puerto Herradura en
58
Editorial de El Mercurio de Valparaso, citado.
274
el valle del ro Cochrane. En esta comarca, en el paraje denominado
59
En una loable tarea de bsqueda, esta autora supo de la existencia de descendientes de Norris en
Argentina, y a travs de ellos pudo conocer y publicar interesantsimos testimonios del tiempo que
interesa, especialmente los contenidos en su correspondencia privada, haciendo con ello una contri-
bucin invaluable para el mejor conocimiento del pasado de la zona meridional de Aysn.
275
que se extenda entre la frontera chileno-argentina y el Ocano Pacfico.
Era el valle del Ro Baker, que es la salida del Lago Buenos Aires, el lago
ms grande de la Repblica Argentina [sic] y que corre derecho hasta
adentrarse en el corazn de Los Andes.
En un rincn del sur del Ro Baker, hay caones muy profundos y en
slo tres o cuatro sitios es posible ver el agua desde arriba de los caones,
que deben tener mucha profundidad por el ruido que hacen sus aguas al
caer. Despus de las confluencias del Ro Chacabuco, que era el ro que
tenamos que encontrar guindonos por las cumbres de las montaas, el
Ro Baker corre por millas y es casi imposible acercarse a sus orillas. En
esta parte del ro hay cuatro rpidos muy grandes, el ms extenso, de
setecientos metros, termina en una cascada de diez a doce metros de
alto. Dos de los rpidos los pudimos sortear en bote, pero en los otros dos
tuvimos que acarrear el bote por ms de setecientos metros en uno y de
trescientos metros en el otro.
La Compaa que nos envi nos dio una vaga informacin de cmo
llegar a zona del Baker, desde la frontera argentina. El nico mapa dispo-
nible era casi intil, ya que diez o veinte leguas era lo mismo para ellos.
Nosotros estbamos igual que ellos cuando llegaron la primera vez a
Santa Cruz. Tuvimos la suerte de encontrarnos con un muchacho llamado
Carlos que conoca el rumbo, porque tres o cuatro aos antes haba es-
tado con ingenieros argentinos por la cuestin de lmites. l tena un muy
buen sentido del rumbo y no se equivoc llevndonos al lugar exacto en
donde haban hecho fuego el da que regresaron en las carretas al este
para volver a Santa Cruz. Nosotros anduvimos 21 das por los caminos
para descubrir esta regin.
El da 22 al amanecer vimos la cumbre de la montaa con su vestido
de nieve y ms abajo un cerro de resplandores rojizos, el cual era el punto
de referencia que me haban dado como segura direccin para acercar-
me a la regin del Baker. Le dimos a los caballos un da completo de
descanso y partimos a las 2:30 horas del da siguiente. Viajamos 25 a 30
leguas sin rastro de pasto o agua. Despus encontramos un manantial al
lado de una cuesta y ms abajo un poco de pasto, lo dems estaba tan
seco como el desierto [sic] de Santa Cruz. En ese lugar no fue necesario
tomar precauciones con la tropa ya que los caballos no queran salir de la
frescura del pasto.
La Compaa Baker haba enviado desde el norte de Chile a unos
hombres que haban estado en la regin del Baker en compaa de inge-
nieros chilenos. Eran cinco hombres que venan adems con las provisio-
276
nes para esperar nuestra llegada. Ellos llegaron en un vapor y remontaron
277
No hay palabras para describir el contraste entre el lado este y el oeste.
El lado este es un desierto trrido, pedregoso y ventoso. El lado oeste es un
territorio con agua, cubierto de bosques y praderas, con un clima excelente
y muy poco viento en los valles. Muy cerca de la costa, a bajo alcance del
ro, hay millones de cipreses en muy buena condicin. Derechos como una
lnea, muchos de ellos de 30 40 pies de alto y todos con diez pulgadas
de dimetro hasta lo alto. Hay tambin millones de caas de bamb de a
lo menos 6 metros de altura. El agua del ro es muy helada y ninguno de
nosotros vio ningn pez, hasta cerca de la desembocadura del ro cuando
es afectado por las aguas del ocano.
La primera vez que entramos al territorio del Baker, vimos gran can-
tidad de guanacos y avestruces corriendo en los valles abiertos, pero los
perdimos de vista muy rpido. Debe haber estado lleno de pumas cuando
llegamos, pero desaparecieron rpidamente. Haban huellas de ellos en
todas partes. Hay tambin un espcimen de ciervo de montaa llamado
Huemul, pero como hay mucha vegetacin es difcil verlo. Su pelaje es de
pelos muy largos y gruesos como el reno. En cuanto a aves hay muy pocas
en este lugar. Las pulgas no pueden vivir a orillas del Baker. Cuando yo vine
en otro viaje desde Valparaso traje perros en el vapor y estos estaban lle-
nos de pulgas. Trat de limpiarlos pero tena otras cosas que hacer. Al poco
tiempo de llegar al Baker, las pulgas de los perros haban desaparecido.
Despus de conocer estos maravillosos valles bien protegidos y cubier-
tos con buenos pastos y agua por todas partes, me convenc de la clase de
ganado que se podra tener all, por consiguiente habra sido muy estpido,
iniciar nuestro trabajo de ganaderos con un ganado malo, por lo tanto
necesitbamos una muy buena crianza o raza60.
Ha de convenirse en que es difcil encontrar un mejor testigo para
introducirnos en el conocimiento del Baker primitivo y tan poco co-
nocido, como que ingresar al distrito fue todo un acertijo.
La recalada de Williams Norris en Puerto Montt tena el propsito
de contratar gente para la explotacin de cipresales en la zona mar-
tima y valle inferior del ro Baker. El fin de la misma era la elaboracin
de durmientes para ferrocarriles, produccin con la que se deseaba
incrementar los recursos que demandaba el comienzo colonizador.
Aunque l no lo menciona directamente, debe suponerse con fun-
damento que su papel iba ms all que el de un simple comprador y
responsable del arreo del ganado, pues mucho de lo que haba hecho
60
Citado por Danka Ivanoff Wellmann en Caleta Tortel y su Isla de los Muertos (Municipalidad de Tortel,
Coyhaique, 2000), pgs. 22 a 25. Lo destacado pertenece a esta autora.
278
y hara sugiere acciones propias del mbito de la administracin de un
279
Pero antes de proseguir con la secuencia de la actividad coloniza-
dora debe hacerse mencin a una tragedia que acaeci en el cam-
pamento de Bajo Pisagua durante los meses del invierno de 1906,
asunto que si preocup con razn a los contemporneos, ms dara
que escribir y hablar a la posteridad.
Marchado Williams Norris, la direccin de las tareas que deban
realizarse fue asumida por Florencio Tornero, segn se ha mencionado.
No era el hombre para el puesto en circunstancias normales, menos
aun en las que le cupo enfrentar.
Conocida como era la crudeza climtica invernal en la zona del
bajo Baker, el administrador tena la responsabilidad de poner fin a
los trabajos una vez avanzado el otoo y disponer la evacuacin de la
gente a ms tardar a fines de la estacin, tanto ms que la reserva de
alimentos slo estaba prevista hasta fines del mes de mayo. Al parecer,
Tornero no supo manejarse en la contingencia y no tom las precau-
ciones del caso y los alimentos comenzaron a escasear, situacin a la
que no pudo encontrar alivio mediante la caza. As el racionamiento
no tard en imponerse y la gente comenz a padecer por ello, ade-
ms del cansancio acumulado por el pesado trabajo forestal de los
meses anteriores que haba permitido acumular un total de 40.000
piezas de madera aserrada, durmientes y postes para telgrafo. Para
mayor preocupacin el vapor que deba haber salido desde Punta
Arenas para transportar a los trabajadores hasta Chilo estaba demo-
rado ms all de la cuenta.
Ese era el estado de cosas cuando lleg Norris con el arreo de
vacunos y reasumi la administracin.
A partir de entonces su testimonio es la nica fuente que informa
sobre lo que acontecera en los das y semanas cruciales que siguieron.
Usted se preguntar porqu yo corr el riesgo de traer el ganado estan-
do tan avanzada la estacin, escribi dos meses despus a un pariente,
Yo saba que exista un gran riesgo si no hubiera podido conseguir llevar
el ganado hacia el otro lado de la cordillera, ya que el campamento del
lado argentino era muy malo y muy fro para acampar. La razn de arries-
garme era que yo saba que la gente aqu estaba sin carne y con ms de
doscientos hombres cortando madera para construir puentes y caminos.
Cuando llegu ellos haban estado tres meses sin carne, comiendo slo
ciervos y guanacos o cualquier otra cosa que pudieran cazar. Puede estar
seguro de que se alegraron de verme y especialmente de ver el ganado
280
en tan buenas condiciones. Nunca ha visto un rodeo de una hacienda al
61
Citado por Danka Ivanoff W., Carta a su to Henry Darbyshire, en Caleta Tortel y su Isla de los Muertos
(Coyhaique, 2000), pg. 63.
281
tar seguro que he tenido un tiempo de locos con agotadoras jornadas, ya
que me llaman todo el da y por la noche, pero estoy bien, tan bien como
nunca estuve en mi vida.
Se nos acab la harina y esto ha sido lo peor. Los hombres no han
comido pan desde hace diez das. El ltimo saco lo guardo para los en-
fermos.
Demora doce das remontar el ro en bote hasta donde est el ganado
y conseguir carne, pero en las ltimas tres semanas nadie ha querido ir.
Ellos permanecen aqu. Estn bastante bien, pero temen perder el vapor.
Envi a algunos hombres a cazar ciervos para tener carne fresca. La pri-
mera vez no trajeron nada, pero la segunda vez trajeron seis. Ayer volvieron
a salir y nosotros tenemos carne para cinco o seis das.
El primero de septiembre mand a uno de los hombres, que vino con-
migo la primera vez desde Buenos Aires y que ha estado a cargo aqu
todo el tiempo, hacia la isla a poner una seal para saber qu pasa con el
vapor que no ha llegado y para que lo apresuren. l tuvo un poco de suer-
te y el da 13 detuvo a un vapor que viajaba al norte de modo que pienso
que no pasar mucho tiempo antes de que el vapor llegue a buscarnos.
Lo que puede pasar si no llega en dos semanas es difcil de adivinar, pero
creo significar al menos diez muertos ms.
Lo que Tornero puede haber hecho todo ese tiempo yo no me lo ima-
gino, puesto que cuando parti l saba que las cosas estaban mal y que
probablemente se pondran peor, pero creo que no ha pensado nunca en
nada semejante a lo que estamos pasando.
Logr la promesa de diez hombres para acompaarme ro arriba has-
ta La Colonia, donde est el ganado, pero ahora estn todos en tal estado
que dicen que no irn. Quisiera conseguir al menos a siete hombres para
remontar el ro, pero se niegan, as que no podr ir en el bote. Las ltimas
noticias que tuve de all arriba era que los hombres y el ganado estaban
bien. Slo se murieron seis animales desde nuestra llegada con el ganado.
Cuando llegue el vapor les escribir algunas lneas para saber como estn
las cosas all arriba.
Esto es un real infierno.
El 27 de septiembre pudo agregar otra noticia lamentable:
El vapor por fin ha llegado desde Punta Arenas, con la noticia de que el
SA Valdivia que nos debera haber recogido en junio, se hundi despus de
haber salido de Punta Arenas. Traa toda nuestra correspondencia recolec-
282
tada durante ocho meses. Tambin paquetes y carga. Se fue todo al fondo
283
muerto si no lo obligo a ponerse una faja hmeda alrededor de la cintura
durante diez das y si no le hubiera infundido un poco de energa.
El escorbuto es una cosa horrible para morirse.Tomara un libro el con-
tarle la mitad de las cosas que he vivido aqu, pero esperar a reunirnos
para contrselas.
Agradezco la fortuna de haber podido retener a estos brutos cuando
queran huir en los botes, de otro modo el nmero de muertos habra sido
el doble. Doce ms han muerto en sus casas desde que llegamos ac.
En el ultimo tiempo ninguno quiso ir ro arriba, pensando que yo les
abandonara si vena el vapor. Realmente todos queramos salir de all63.
Esta es sin aadidos ni comentarios la verdad pura y simple sobre
el lamentable suceso...slo que demor casi un siglo en conocerse.
La hace todava ms fidedigna el hecho de haberse relatado en carta
dirigida a un tercero que nada tena que ver con el asunto y ante el
que no caba razn alguna eventualmente justificatoria.
Corri el tiempo, los protagonistas poco a poco se olvidaron de
la tragedia de Bajo Pisagua, donde slo quedaron las tumbas de los
cincuenta y tantos fallecidos en el lugar y, al fin, con el fracaso del in-
tento colonizador de la Compaa del Baker sobrevino el abandono
de esa parte del territorio. As, los que despus arribaron, al explo-
rar la comarca se encontraron con el cementerio que abundaba en
tumbas, hecho para el que no se tuvo, de momento ni despus, una
explicacin razonable. Al no haberla, surgi una explicacin alternativa
truculenta y malvola: quienes all yacan haban perecido envenenados
por orden de la gerencia de la Compaa que, de tan inhumano modo,
haba buscado ahorrarse el pago de los salarios que esa desdichada
gente haba acumulado en meses de trabajo. En buenas cuentas, las
tumbas de la isla de los Muertos en la desembocadura del ro Baker,
eran la prueba acusadora de una conspiracin siniestra!
De este modo, fue casi en vano que algunos autores como el ex-
plorador Alberto De Agostini y el viajero suizo Aim Tschiffely entre
ellos, que supieron de lo acontecido treinta aos despus, se hicieran
eco de una especie que segn pareca haba pasado de boca en boca
y que explicaba lo sucedido como una epidemia de escorbuto, pues
aquel infundio ganaba fuerza en la medida en que avanzaban los aos.
Definitivamente aquello haba sido un asesinato masivo, se afirmaba
sin base alguna. Es ms, en lo que ya fue el colmo del absurdo, se invo-
63
Ibd., pgs. 66 y 67. Lo destacado en de Danka Ivanoff H.
284
lucr en el suceso a Thomas Bridges, administrador y copropietario de
64
Isla de los Muertos: Mito y Realidad, Anales del Instituto de la Patagonia, Serie Ciencias Humanas,
volumen 28, pgs. 53-72, Punta Arenas, 2000.
285
A fines del invierno de 1906 habitaban 187 personas en esas co-
marcas que, debe suponerse, eran todas trabajadores de la Compaa
Explotadora del Baker65.
La introduccin del ganado lanar haba sido prevista para el plan de
operaciones del verano de 1907. As lo haba acordado el directorio
de la Compaa en contra del parecer de un hombre experto como
era William Norris, quien hizo ver el disparate que a su juicio significa-
ba el traslado, por arreo, de 20.000 ovejas desde la estancia Cndor,
en el extremo sudoriental de la Patagonia, con un riesgo seguro de
una fuerte prdida por mortandad de animales. Pero as se decidi
y no le qued otra cosa que cumplir las instrucciones del directorio.
Felizmente despus de comprarlas no tuve nada que ver con ellas,
recordara despus Norris, Se compraron veinte mil ovejas y llegaron a
los lmites [frontera] en donde yo llegu a buscarlas con doce mil ovejas.
All nos pill una tormenta de nieve y ms de dos mil ovejas quedaron
encerradas en un bardn y se murieron todas66.
De esa manera, contrariedades y tragedias de por medio, en el
ao 1908, esto es, al cabo de tres aos de trabajo, el fruto de tanto
esfuerzo se expresaba en una variedad de construcciones distribuidas
en diferentes lugares, algunas de ellas edificaciones de buena calidad
como puede advertirse en antiguas fotografas, en sendas mejoradas,
ampliadas y prolongadas, en puentes, corrales, cercos y dems, todo
lo cual se haba hecho con madera labrada y cortada all mismo por
los excelentes madereros chilotes. En cuanto a la dotacin, haba en-
tonces 5.000 vacunos, 10.000 ovejas, muchos caballos y una enorme
cantidad de piezas de madera de ciprs valorada en $ 150.000 de la
poca. Ello era el resultado de un esfuerzo colectivo, conducido en
el terreno por William Norris y organizado e impulsado por un em-
presario tenaz y corajudo como era Mauricio Braun, conocedor de la
dificultad de la empresa colonizadora en un territorio salvaje y difcil
tanto o ms que la del valle del Aysn, que aquel pionero haba llevado
adelante simultneamente.
Pero para entonces las fuerzas financieras de la Compaa, as como
el nimo colectivo de los asociados parecan flaquear y ni el probado
poder de conviccin de Braun pudo superar el desaliento. Los accio-
nistas no quisieron arriesgar ms capital para una empresa que, sin
embargo de las cifras consignadas, todava requera de ms dinero y
65
Censo Municipal del Territorio de Magallanes realizado el 8 de septiembre.
66
En D. Ivanoff, op. cit., pg. 29.
286
mucho tiempo para consolidarse y dar las utilidades que compensaran
67
Carl Skottsberg, camino de Punta Arenas, se encontr el 2 de febrero de 1909 en el paso Charles
Fuhr del ro Santa Cruz con un empleado de la Compaa Explotadora del Baker, quien se diriga a la
capital magallnica con los ltimos peones. Este le inform que la ltima persona a cargo, al parecer
un tal Steele, se haba embarcado en Bajo Pisagua con el resto de la gente, dejando el establecimiento
de colonizacin vaco, y los vacunos y ovejas abandonados en campo abierto (Op. cit., pg. 228).
287
En la virtual falencia social, el preocupado empresario no se olvida-
ba del ganado mayor y menor que haba quedado en los campos del
Baker y que representaba un apreciable capital. Esa dotacin no po-
da perderse, bien porque al cabo se hiciera montaraz y de cualquier
modo quedara a merced de los pumas y zorros, bien porque la misma
en todo o en parte podra pasar a manos de terceros una vez que se
difundiera la situacin social.
A partir de entonces el acontecer en el Baker entra en una fase
menguante, nebulosa en lo tocante a informacin.
Braun no era hombre que aceptara la situacin de buenas a pri-
meras y se conformara con ella dando por perdido todo el fruto del
esfuerzo de los aos precedentes. As, mediante posteriores gestiones
busc modo de obtener una autorizacin del directorio de la Com-
paa del Baker para disponer de los animales que pudieren recogerse,
siquiera para resarcir a Braun & Blanchard de parte de las prdidas
sufridas en el negocio.
Si se le otorg como debe suponerse, tal vez a tal operacin de
rescate pueda atribuirse la informacin grfica, con algunas anotacio-
nes que obran en un lbum fotogrfico hace poco encontrado en una
casa de antigedades68. Sus ilustraciones y notas dan cuenta de una
expedicin salida de Punta Arenas hacia el trmino de 1910 con desti-
no al lejano Baker, pasando por territorio argentino. Estuvo compuesta
por una media docena de arrieros y sus cabalgaduras, con una tropilla
de caballos de reemplazo, al mando de una suerte de encargado o
capataz de nacionalidad britnica. Est claro que un grupo as, nica-
mente tena como objetivo el de rodear animales y procurar sacarlos
del territorio chileno para trasladarlos a suelo argentino, para su venta
al mejor precio posible, por cuenta de un desconocido mandante.
Procediendo, como proceda de la austral ciudad chilena, es harto
difcil de aceptar que el comitente no fuera otro que Braun.
Las fotografas del lbum permiten conocer entre otros aspectos
los tipos y calidades de las numerosas edificaciones que haban disemi-
nadas por distintos lugares de la concesin de la Compaa del Baker,
en especial en el paraje conocido como La Colonia, con seguridad el
ms favorable para poblar conjuntamente con el valle Chacabuco.
68
La pieza fue encontrada y adquirida por la seora Ilonka Csillag, Directora del Centro Nacional del
Patrimonio Fotogrfico, y se halla depositada en el mismo (ao 2003).
288
En la correspondencia del pionero durante ese tiempo no hemos
289
tnico Carl Skottsberg busc y encontr a Carlos, de cuya presencia
en ese paraje haba sido informado en Valparaso, quien administraba
una estancia de propiedad de la Sociedad Agrcola y Frigorfica de
Cocham, con sede en Santiago de Chile70. Al tiempo de la visita de
Skottsberg (noviembre de 1908) la compaa se hallaba en liquidacin
y von Flack aguardaba el pago de sus haberes para retirarse. Planeaba
marchar hacia el sur en busca de un campo para establecerse por
cuenta propia. No queda claro si ambos hermanos haban ingresado al
pas procediendo del puerto chileno mencionado o bien por Buenos
Aires, en este caso atrados como tantos otros compatriotas y escan-
dinavos por la prosperidad de la Argentina de fines del siglo XIX y los
principios del XX. Aunque no tenemos la certidumbre, en este ltimo
caso su presencia en el remoto paraje de la precordillera chubuten-
se podra haber estado relacionada de algn modo con la iniciativa
de otro sueco, Oscar Lundqwist71, de establecerse con un almacn
en un paraje del arroyo Genoa, hecho que servira para nuclear una
poblacin que ms tarde se constituira legalmente con nombre de
Gobernador Costa72.
Entre cuantos paisanos pudieron ser convocados o atrados has-
ta estas comarcas del oeste chubutense, como Nils Anderson, Emilio
Balke, Gustavo Ballin y Henning Hommersberg, bien pudieron estar
los hermanos von Flack, con lo que se tendra una explicacin satisfac-
toria para su presencia inicial, al promediar los aos de 1900. Si tal fue
as, ambos no debieron demorar en buscar trabajar por cuenta propia.
Debera aceptarse que fueran gente de cierta prestancia y con una
buena educacin formal.
En el caso particular de Carlos, este pudo aadir alguna facilidad de
palabra y de buen trato que quiz impresionara a sus interlocutores,
lo que de haber sido as explica suficientemente las relaciones que es-
tableci con gente del gobierno en Chile, como se ver. No debi ser,
claro est por sus actuaciones, una figura simptica; por el contrario,
prepotente y abusador como se demostr, se gan la animadversin
y aun el odio de muchos de sus contemporneos. Satanizado por la
tradicin, imagen de la que se han hecho eco cuantos se han ocupado
de la epopeya colonizadora espontnea en la zona centro-oriental de
Aysn, su recuerdo es necesariamente ingrato.
70
El campo haba sido concedido por el gobierno argentino a la Sociedad Explotadora del Tecka, tambin
chilena y con sede en Valparaso, compaa que posteriormente se fusion con la de Cocham.
71
Tambin aparece nombrado como Lundgwist.
72
Ernesto Maggiori, Gobernador Costa, Historias del Valle del Genoa (Comodoro Rivadavia, 2003).
290
En su poca y despus se le atribuy ser agente o personero en-
73
Jos M. Pomar, op. cit., pg. 80.
74
Julio Popper fue un ingeniero de minas rumano que en 1886 arrib a Punta Arenas de paso para el
territorio argentino de la Tierra del Fuego, en plan de prospeccin y explotacin aurferas, acompaado
de un grupo de hombres armados y uniformados a modo de un ejrcito particular. Con ellos y con
unas marionetas a caballo posteriormente procur mantener a raya a los aventureros que pretendan
medrar en sus pertenencias. Aventurero audaz y pintoresco, de sus andanzas ha quedado abundante
bibliografa.
291
que daba cuenta de su calidad auto otorgada de comisario75, para
amedrentar a los sencillos ocupantes.
En tan aislado territorio, donde la autoridad ms cercana se hallaba
a varios centenares de kilmetros de distancia, vale decir a meses de
travesa, deba imperar necesariamente la ley del ms audaz o en todo
caso la del ms fuerte. Entonces all debi vivirse con el odo y la vista
atentos, y el arma pronta al alcance de la mano.
Sobre el resultado de su incursin hay dos versiones. Una, propor-
cionada por Adolfo Ibez, que da cuenta de un primer rodeo y ex-
traccin exitosa de 3.000 ovejas, seguida de otra posterior operacin
que le habra permitido reunir 1.000 vacunos. Pues bien, segn esa
fuente, cuando marchaba con este arreo por un lugar conocido como
boquete del Baker, fue asaltado por un maleante, un tal Juan Rivera,
quien con otros compaeros haba levantado un fortn en ese punto
estratgico para controlar el paso de cuantos se haban internado en
plan de captura de ganado cerril, con el objeto de despojarlos. Esta
versin ha sido puesta en duda por estimrsela fundada en una bra-
vuconada de von Flack, pues no se ha encontrado base alguna para
confirmarla.
La otra, segn noticias que hemos tomado del archivo de Mauricio
Braun, da cuenta de un resultado menos espectacular para la faena
extractiva, como que para 1913 el sueco slo dispona de 800 cabezas
de ganado ovino y una veintena de caballos, entre unos doscientos
ya baguales que se estimaba haba en la comarca, valle Chacabuco
al parecer. Los trabajos de rodeo de esos animales haban permitido
reconocer el terreno para ver la posibilidad de reiniciar una crianza
pastoril. Comprobada la posibilidad con el auxilio de gente entendida
que le acompaaba, von Flack determin viajar a Punta Arenas para
entrevistarse con algunos de los antiguos accionistas de la Compaa
del Baker, que podan ser considerados dueos virtuales de la hacien-
da que exista en los valles de ese distrito.
Logr interesar as a Mauricio Braun, a su socio Juan Blanchard, a Er-
nesto Hobbs y a Francisco Campos Torreblanca, quienes adems de su
participacin en la fenecida Compaa Explotadora, posean intereses
ganaderos en territorio argentino, en la zona del lago Posadas, vecina
frontera de por medio, con el distrito del Baker. De esa manera, los
75
La comisara rural del Baker, en tanto que el mismo integraba el Territorio de Colonizacin de Ma-
gallanes, fue creada por resolucin de la Gobernacin correspondiente con fecha 5 de mayo de 1916,
designndose para el cargo a Carlos Cramer, a la sazn al parecer empleado de Hobbs y Ca. en la
estancia Lago Posadas.
292
nombrados y Carlos von Flack constituyeron la entidad denominada
293
Al cabo de un tiempo el Sindicato adquirira en Punta Arenas 1.500
ovejas las que fueron enviadas al Baker en el vapor Antrtico de la
Sociedad Menndez Behety (julio de 1914). De tal modo se inici
una nueva actividad empresarial pastoril, preferentemente en el valle
Chacabuco, y cuyo desarrollo en un par de aos puso de manifiesto
la relativa bondad de los campos para una explotacin ganadera en
forma. As entonces algunos de los miembros ms poderosos del Sin-
dicato -quienes a su tiempo eran socios de la firma ganadera Hobbs
y Ca.-, decidieron poner trmino a aquella etapa de ensayo pastoril,
para llevar en adelante hasta su consolidacin el proyecto colonizador
en forma en una nueva etapa que sera memorable.
La coyuntura favorable se brind con el reingreso a la escena hist-
rica de Julio Vicua Subercaseaux, uno de los primeros favorecidos con
concesiones en el territorio. Este, merced a sus excelentes vinculacio-
nes polticas y sociales obtuvo un permiso de arrendamiento sobre
las tierras fiscales que vacaban tras la caducidad de los derechos de la
Compaa Explotadora del Baker.
Este individuo haca fama por entonces como cazador de conce-
siones, remoquete con que lo haba bautizado la prensa de Punta
Arenas por la facilidad que exhiba para conseguir tales beneficios,
cuyos derechos negociaba posteriormente con provecho, recibiendo
en pago por lo comn acciones liberadas de sociedades que se consti-
tuan para explotar los correspondientes terrenos.Tal fue, por ejemplo,
el caso de la Sociedad Ganadera e Industrial de Magallanes devenida
cesionaria del arrendamiento de una vasta extensin de campos en
Patagonia y Tierra del Fuego Chilena, territorio este donde precisa-
mente surgi hacia 1915 la importante estancia que llevara por nom-
bre Vicua.
Aunque esto no fue lo ocurrido con su reciente arrendamiento en
el Baker, lo que no excluye otra forma de pago, el hecho es que no de-
mor en ceder sus derechos a la sociedad magallnica Hobbs y Ca. El
decreto supremo nmero 906 de 24 de julio de 1914 sancion favo-
rablemente la transferencia para la ocupacin de una extensin que,
debe recordarse, bordeaba las 400.000 hectreas. Algunos autores al
ocuparse de esta materia han solido asociar a la entidad mencionada
con las poderosas entidades empresariales Braun & Blanchard y Me-
nndez Behety, siendo que en la realidad se trataba de grupos econ-
micos distintos, cuyos negocios o inversiones podan ser compartidos
slo de manera circunstancial. Factor principal de la misma era Ernesto
294
W. Hobbs, un antiguo inmigrante malvinero radicado en Punta Arenas
77
Con estancias en Puerto Harberton y Viamonte, en Tierra del Fuego argentina.
295
recordando aquello de que es mejor estar solo que mal acompaado. Le
contest que si deseaba, que se volviera con parte de la tropilla, de modo
que as nos separamos y al da siguiente me top con los Quezada. El gru-
po lo componan cuatro hombres, una mujer y dos nios, y al parecer eran
requeridos por la polica de ambos lados de la frontera; a pesar del consejo
en contrario que me dieron, les expliqu francamente el objeto de mi visita
y ellos me recibieron bien, permaneciendo diez das en su compaa. Dos
de ellos se ofrecieron a acompaarme hasta el Pacfico hasta donde pu-
dieran llegar los caballos y esperaron dos das all, mientras segua yo a pi
hasta un punto del Cerro Atravesado, en el ro de los adis. No pudiendo
avistar el Pacfico, volv sobre mis pasos con mis acompaantes. Mi gua
slo quera volver a la Patagonia conmigo, y habiendo encontrado algunos
amigos regres con ellos muy contento de encontrarme sano y salvo.
Una de las clusulas del contrato de Hobbs y Ca. con el Fisco, obligaba
a la Sociedad a abrir un camino que llevara nuestros productos hasta un
puerto chileno por el valle o el ro Baker.Yo comprend que el cumplimiento
de esta disposicin sera muy difcil y costoso. Sin embargo, aquel paraje
con sus abundantes chorrillos, valles abrigados y pastosos, clima agradable
y mi pasin de aventuras, fueron para m irresistibles, al cual se sum el
entusiasmo del Administrador de Hobbs y Ca., seor Charles Wood, con
quien pas algunos das en su sede de Estancia Posadas78.
Habindose comprobado la existencia de 80.000 hectreas apro-
vechables, situadas en su totalidad en el valle Chacabuco y sus inme-
diaciones, se decidi radicar all el centro de la actividad criadora en
la parte norte del territorio, abandonndose el resto de los terrenos
que integraban el arrendamiento, parte de los cuales estaban ocupa-
dos de facto por colonos individuales. Las casas de la estancia se esta-
blecieron en la entrada oriental del valle Chacabuco a corta distancia
de la frontera y en un punto apropiado por su relativamente buena
accesibilidad para fines de comunicacin y abastecimiento.
Una prdida lamentable para el desenvolvimiento inicial de la crian-
za ganadera lo fue la muerte a manos de maleantes de Charles Wood,
ex-administrador de la estancia Posadas y eficaz colaborador, justa-
mente cuando haba pasado a establecerse por su cuenta en territorio
chileno.
Para reemplazar a von Flack en la administracin de los intereses
pastoriles de Hobbs y Ca. era necesario encontrar un hombre de
78
Memorias del Baker, escrito indito en poder de los descendientes de Bridges: traduccin del seor
Francisco Campos Menndez.
296
probada reciedumbre pionera, que fuera capaz de asumir la respon-
297
y con un clima riguroso, con predominio de las precipitaciones en toda
estacin, entonces virtualmente impenetrable desde el litoral marti-
mo. En cambio, al oriente de los Andes, aproximadamente a partir
de la lnea del meridiano 72 O, la situacin natural era diferente. El
bosque hmedo del occidente ceda paulatino paso a formaciones de
hoja caediza menos compactas, hasta llegar sucesivamente a las zonas
de parque y la pampa o estepa propiamente tal. Este sector que en su
conjunto se prestaba para la implantacin de la crianza pastoril oveje-
ra y contaba con un acceso facilsimo hacia el oriente, esto es, desde
el lado argentino con el que aquellas comarcas estaban separadas por
la divisoria continental de aguas que en ese rumbo transcurre por
lomadas muy suaves.
Desde el este por tanto se penetr en el distrito superior del ro
Cisnes y all, en un lugar apropiado, se fueron levantando las instalaciones
bsicas para la explotacin (viviendas, galpn de esquila, baos, corrales,
etc.) y desde Argentina se trajo el ganado lanar que conformara la base
econmica de la explotacin, adems de caballares y vacunos. La res-
ponsabilidad pionera de la radicacin pobladora ha de haberla tenido el
ingls D. H. Brand, de quien se sabe que en 1906 se desempeaba como
administrador. Va de suyo que por la forma en que se dio la coloniza-
cin, la misma fue desde un principio absolutamente irrelevante para la
historia temprana de Aysn. Todo hubo de hacerse y proceder desde
el lado argentino, inclusive la senda de penetracin al territorio y que
puso a la surgiente estancia en comunicacin con el mundo exterior
para los efectos de su abastecimiento y el despacho de su produccin.
Las comunicaciones se realizaron inicialmente utilizndose la estacin
telegrfica establecida en la localidad chubutense de Buen Pasto, segn
los escassimos datos que han podido compulsarse.
El botnico Carl Skottsberg, que pas por esa comarca en 1908,
ha dejado el nico testimonio conocido sobre lo que era la actividad
colonizadora de la Anglo Chilean Pastoral Ltd. al cabo de pocos aos
de iniciada.
El ro Fras80 se origina al oriente de las montaas pero sin embargo
descarga en el Ocano Pacfico, y aqu la propuesta chilena por una mayor
amplitud del lmite fue aprobada por el laudo. El territorio es de escasa
importancia; slo en la parte oriental hay buenos pastos; yendo hacia el
oeste, pronto se llega a los bosques vrgenes impenetrables.
80
Esta denominacin le haba sido impuesta al ro Cisnes por exploradores argentinos en la poca del litigio
y todava sola usarse en la poca, especialmente por quienes venan desde suelo de esa nacionalidad.
298
Al principio buscamos en vano alguna traza humana; no sabamos
299
hasta la actualidad, construido en mampostera de ladrillo y con te-
chumbre de fierro zincado, como lo es la que fuera atractiva, amplia y
cmoda casa administracin82. Sobre la dotacin animal de la estancia
Alto Ro Cisnes en la poca no hay datos, pero vista la demanda de la
lana durante la Gran Guerra Europea y las cifras conocidas para 1920
y los aos siguientes, es probable que el nmero de ovinos de esquila
no bajara entonces de 50.000 animales. La cantidad de vacunos deba
montar a unas 2.000 cabezas y a un millar la de caballares.
La administracin fue mantenida por Brand hasta mediados de
los aos de 1910, pues ya para 1917 se ha registrado el nombre de
Angus Mac Donald, al parecer homnimo del administrador general
contemporneo de la S.I.A., como responsable de la estancia. Por ano-
taciones contables fechadas en 1913 se sabe que en su planta laboral
predominaba gente de origen britnico, mencionndose entre otros a
C.S. Macleod, C. Tynsdale, W. Tynsdale, J. L. Pettigrew, J. G. Burchett, W.
R. Macleod, J. Jones y W. Stuart. Tambin haba entonces trabajadores
chilenos como C. Muoz, M. Prez, E. Campos, M. Caamao, E. Burgos,
J. Jelvez, J. Espinoza, E. Barrientos, M.Tranquel, H.Villarroel, Francisco Re-
tamal y J. Canuqueo, posiblemente todos peones, y tres esquiladores
del mismo apellido, V. Burgos, P. Burgos y N. Burgos.
La relacin del establecimiento de Alto Ro Cisnes con el exterior
prosigui nicamente a travs de Argentina, pues la construccin del
camino por cuenta de la Anglo Chilean Pastoral Ltd. nunca se intent
seriamente. Desde temprana poca la casa mercantil Lahusen y Ca.,
de origen germano, fue su agente representante para variados efectos
en el pas vecino. Para las comunicaciones fue habitual el uso de las
oficinas telegrficas establecidas en Nueva Lubecka, Trelew y Puerto
Madryn.
No obstante haber establecido una actividad criadora pastoril s-
lida, acreditada y rentable, la Anglo Chilean Pastoral Ltd. no dio cum-
plimiento a ninguna de las obligaciones contradas como cesionaria
de las concesiones originales, entre las que haba estado la de habilitar
un puerto para carga y descarga en la desembocadura del ro Cisnes,
principalmente para la salida de sus productos y que deba unirse con
la estancia a travs de un camino, ms la radicacin de familias de co-
lonos sajones. El incumplimiento de tales clusulas motiv la caducidad
del arrendamiento fiscal de los terrenos explotados en 1918. Para en-
82
Lamentablemente su estado actual es de completo abandono, como consecuencia de la Reforma
Agraria durante el perodo 1970-1973 y debido al hecho de que el inmueble se encuentra en poder de
la Municipalidad de Lago Verde.
300
tonces las mejoras introducidas durante los tres lustros de ocupacin
301
conducido a Adolfo Ibez a sugerir una implcita conexin entre
Dun y su antigua sociedad empleadora84. De haber sido as, slo podra
pensarse en una movida tendiente a reunir en una sola mano empre-
sarial las dos nicas explotaciones pastoriles hasta entonces exitosas
en Aysn, justamente cuando la S.I.A. adverta que no podran contar
con los excelentes campos del valle Simpson. En el caso, Dun habra
servido de testaferro de aqulla. Pero lo expuesto es una hiptesis de
difcil probanza. En cualquier caso, si el plan existi al fin no tuvo xito,
visto el curso que siguieron los acontecimientos.
Tambin en este aspecto es muy poco lo que ha podido conocer-
se. As, si la intervencin de Dun estuvo motivada primeramente por
su inters de instalarse como criador ovejero independiente, lo que
no habra podido concretarse por tratarse de una empresa superior
a su capacidad econmica, o si desde un principio decidi hacer de la
concesin un elemento de negociacin para constituir una sociedad
pastoril (Juan Dun y Ca.?), es cosa muy difcil de precisar.
Como haya sido, apenas otorgado el derecho de arrendamiento
Dun entr en tratos con gente acaudalada de Santiago, principalmen-
te con Ismael Pereira iguez, empresario que contaba con recursos
cuantiosos. As se concluy el acuerdo que dio origen a la Sociedad Ga-
nadera Ro Cisnes, con un capital suscrito de 150.000 libras esterlinas,
en otras tantas acciones de una libra cada una. Del mismo, 105.337 se
emplearon en la adquisicin de los derechos de transferencia de Juan
Dun y Ca.85. El primer directorio social estuvo presidido por Ismael
Pereira e integrado por Agustn Baeza, Carlos Salinas, Ramn Puelma
y Eduardo Covarrubias. Gerente fue designado H. W. Buist86. El cono-
cido D. H. Brand fue ratificado como administrador de la estancia Alto
Ro Cisnes, quien a su tiempo haba sido confirmado por Dun en 1919.
Esta entidad, cuya existencia legal fue autorizada por decreto supremo
de 26 de agosto de 1906, se constituy sobre la base de las concesiones
de ocupacin otorgadas inicialmente a Frank Lumley, Jos Campelo y
Guillermo Jones sobre los valles Reihue,Yelcho, Corcovado y Palena.
84
d., pg. 326.
85
El capital de la Sociedad fue tomado en su mayora por inversionistas de Santiago (60%), seguidos por
otros de Valparaso (33%) y el resto por gente radicada en otras partes del pas y en el extranjero.
86
Julio Undurraga Ovalle, La riqueza mobiliaria de Chile, decenio 1913-1922 y primer semestre de 1923
(Santiago, 1923), pgs. 116 y 117.
302
De sus actividades iniciales ajustadas a sus obligaciones, se sabe que
303
Baker87. Sin embargo de corresponder dicha forma de concesin a
una modalidad exagerada en cabida, muy propia de la poca, cabe
preguntarse acerca de cun importante poda ser el personaje como
para hacerse acreedor a tamao beneficio.
No consta, pero es lgico presumir que una vez obtenido el arren-
damiento, Freudenburg hubo de explorar o hacer explorar por su
cuenta el rea de la concesin para conocer la calidad de los terrenos.
La exploracin, de haberse realizado como lo suponemos, debi efec-
tuarse penetrando a la regin sin duda por el sector argentino, por
donde es realmente accesible. Pudo as establecerse que los terrenos
ms aptos para la crianza correspondan al valle del ro Mayer, pues
los costeros del lago San Martn, principalmente hacia el oeste y el
sur eran menos que regulares, muy quebrados y de difcil acceso por
las condiciones de navegacin del lago. Al valle Mayer, en cambio, se
llegaba por tierra prcticamente en toda estacin, de all que result
que esta circunstancia agregada a la calidad pastoril de los terrenos
significaba hacer de dicho lugar el centro de la colonizacin.
Al parecer, los primeros colonos fueron veinte familias contratadas
en y venidas desde Punta Arenas en poca indeterminada, quiz de la
segunda mitad de la dcada de 1900, y desembarcadas en Puerto San
Carlos, en la desembocadura del ro Pascua. All, tal como se haba he-
cho en otras partes del territorio patagnico central, la Comisin de
Lmites haba hecho labrar una senda en corte de roca de 1.40 metros
y una extensin de 12 kilmetros; as, cruzando medio centenar de
puentecitos se poda acceder hasta un lugar conocido como el Balseo,
y utilizando una chata poda atravesarse el ro principal, para luego se-
guir otra senda que llegaba hasta la ribera del lago San Martn. Adems,
tanto en la zona martima como en el borde del lago, se haban levan-
tado refugios, adems de una bodega en el punto denominado San
Vicente88. Esas instalaciones y facilidades pudieron ser utilizadas por los
mencionados colonos, si es que en verdad los mismos fueron trados
por el concesionario hasta esos lugares, lo que nos merece dudas89.
Si el grupo mencionado corresponda a la obligacin de introducir
familias de origen sajn que Freudenburg deba cumplir, es posible que
nunca se hayan establecido en forma, ni siquiera que hayan intentado
hacerlo, vista la pobreza del terreno para la ganadera, sus rudas con-
87
Ministerio de RR.EE., Direccin Nacional de Fronteras y Lmites del Estado, Presencia Humana y
Jurisdiccin Chilena en la Regin de la Laguna del desierto. Documento indito, Santiago, sin fecha.
88
Editorial de El Mercurio de Valparaso, de fecha 19 de octubre de 1901, citado.
89
Francisco Campos Menndez, El Baker un territorio bravo (Santiago, 1986), pg. 67.
304
diciones ambientales y el aislamiento en que all se estaba respecto de
305
especfica de sus bosques. No se introdujo ninguna familia de colo-
nos como era obligacin. El intento result finalmente infructuoso; se
abandon el lugar y tanto el vapor como las maquinarias fueron ven-
didos a terceros. La concesin correspondiente fue rescindida.
Respecto de Olegario Brquez (valle Huemules) y The Taitao Tim-
ber Company, cesionaria de Roberto Christie, ninguno de ellos realiz
actividad alguna conocida. Tampoco lo hizo Juan B. Contardi en su
vasta concesin del archipilago de los Chonos y las Guaitecas. En
este caso slo se sabe que en 1918 transfiri los derechos que posea
a la Sociedad Braun & Blanchard de Punta Arenas, originndose as la
Sociedad Austral de Maderas, en la que adems de aqulla particip la
sociedad Daz, Contardi y Ca. (transferencia autorizada por decreto
supremo nmero 775 de 6 de septiembre de 1918).
La entidad mencionada tampoco intent alguna actividad de ex-
plotacin, aunque s, posteriormente, en la parte sur de la isla grande
de Chilo.
Otro concesionario que haba recibido autorizacin para ocupar
una gran cantidad de terrenos fiscales baldos haba sido Ramn Moi-
ss de la Fuente, en su caso sobre islas, archipilagos y zona de lito-
rales de la seccin occidental de la Patagonia central, en jurisdiccio-
nes entonces compartidas por Magallanes y Llanquihue. De la Fuente
nada hizo por instalar all alguna actividad productiva, quiz por el co-
nocimiento que pudo tener sobre la calidad del territorio martimo
sobre el que recaa la concesin, quebrado, inhspito y totalmente
inadecuado como era para la crianza pecuaria. As pasaron los aos
sin que se intentara la ocupacin de tan remotos parajes patagnicos
centro-occidentales.
Recin en 1919 un grupo de personas, entre ellos algunos here-
deros de Ramn Moiss de la Fuente, se interesaron por las tierras
septentrionales de la antigua concesin y acordaron formar para el
efecto la sociedad en comandita Acua, Benavides y Ca. La integraban
Daniel Acua, Aurelio de la Fuente, Ramn Benavides Schilling, Marco
Davison Bascur y un tal Cristi. Coetneamente haban sido adquiridos
los derechos de la antigua concesin.
En fecha inmediatamente posterior, aunque indeterminada, la so-
ciedad inici la ocupacin de la zona litoral ubicada en el brazo sur del
fiordo Baker, desde punta Teodoro hasta el glaciar Jorge Montt, ade-
ms de las comarcas de puerto San Carlos y estuario del ro Pascua.
306
All se fund una estancia para la crianza de ganado mayor y menor,
90
Los escasos datos, nicos que han podido obtenerse sobre este intento colonizador los dimos a conocer
en 1977, gracias a la gentileza de los herederos de don Marco Davison Bascur, uno de los participantes
en la aventura colonizadora.
307
torio central aysenino en 192091. Segn la misma aqul habra llevado
ms de veinte familias92, afirmacin que nos merece dudas y sobre la
cual no hemos hallado otra referencia; bien pudo tratarse de un alarde
del inefable aventurero sueco. En cualquier caso, para el directorio de
la Sociedad fue claro al cabo de algunos aos que su propsito colo-
nizador no podra cumplirse a satisfaccin. Fue entonces, hacia 1911,
que se tom contacto con el empresario de Punta Arenas Ernesto
Hobbs, gerente y socio de la compaa Ganadera Gente Grande. Pero
la gestin fall por la nocin del desamparo e inseguridad en que se
encontraban los campos de la concesin, que ya comenzaban a ser
ocupados por colonos espontneos venidos desde Argentina.
As las cosas, el 7 de marzo de 1911 venci el plazo que el Fisco
haba fijado a la Sociedad de los Tres Valles para el cumplimiento de
sus obligaciones, aunque sta protest alegando en su favor que aqul
no le haba hecho entrega formal de los terrenos; la concesin fue
caducada por decreto de 18 de junio de 1914.
Si bien en el hecho, como se ha mencionado, los primeros ocu-
pantes individuales haban comenzado a instalarse subrepticiamente
antes de esa fecha, la misma con todo marc un momento coyuntural
a partir del cual la vacancia virtual de los terrenos y los intereses en-
contrados de la S.I.A. y de los pobladores espontneos sobre ellos, ge-
neraron una situacin nunca antes conocida en el territorio de Aysn,
y que pasara a originar todo un proceso, determinante como pocos
en su acontecer histrico.
Las tierras que haban sido entregadas nominalmente a la Sociedad
de los Tres Valles pasaron a ser un verdadero campo de Agramante,
en donde habran de contender dichos intereses, afortunadamente sin
que corriera sangre en el enfrentamiento.
As, para la historia, una sociedad carente de relieve que ni siquiera
haba conseguido posesionarse en los campos de su concesin y es-
tablecer alguna actividad colonizadora en ellos, imprevistamente que-
dara asociada al suceso ms crucial del acontecer moderno de Aysn.
91
El ingeniero Pomar igualmente atribuy a esta sociedad el acuerdo con capitalistas franceses para
explotar los bosques y producir celulosa, informacin equivocada pues tal gestin correspondi en
realidad a la Sociedad Yelcho Palena, como se ha visto, y que ha sido recibida sin crtica y repetida por
otros autores hasta el presente.
92
Ibez, art. citado, pg. 301.
308
Inventando una patria: la gesta pobladora espontnea
Para la mayor parte de los habitantes del viejo Chile, desde Ata-
cama hasta el ro Itata, esto es, a lo largo de doce grados geogrficos
(25 - 37 S), la visin relativamente cercana de la cordillera de los
Andes hubo de significar que insensiblemente la misma conformara,
como conforma, la nocin de un muro colosal que separa y aisla entre
s los territorios del occidente y del oriente. Slo unos pocos pudie-
ron, como pueden, tener una percepcin diferente, herederos como
han sido y son de la tradicin prehispnica que da cuenta de contactos
humanos a travs de la gran barrera andina.
En el segmento del territorio nacional situado del Itata al sur, en cam-
bio, el progresivo descenso en altura de las cimas cordilleranas, con un
manifiesto repliegue hacia el este y el desarrollo de los valles intermon-
tanos, quita al conjunto andino el carcter de un macizo monumental y
compacto infranqueable. Y la penetracin a travs del mismo, con otra
percepcin entre los grupos humanos que all han poblado y pueblan,
como para hacer posible y aun expeditos los contactos con otras gen-
tes y territorios de allende la cordillera.
Esta nocin afirmada en hbitos consuetudinarios desde tiempo
inmemorial hizo que, tanto para los indgenas pre y post hispanos y
para los espaoles paulatinamente afincados a contar de mediados
del siglo XVI y para sus descendientes criollos, cruzar la cordillera de
los Andes por diferentes motivaciones fuera algo practicable cuando
y como viniera en ganas.
Este movimiento trasandino se hizo ms y ms frecuente con el
correr del tiempo, en especial a partir del siglo XVIII y hay abundant-
sima constancia sobre el mismo, por razones econmicas, blicas, de
relacin social y otro orden. Para buena parte de cuantos poblaban
aquende los Andes, el territorio del otro lado de las montaas fue vis-
to como una extensin natural del suelo originario. Cruzarlas enton-
ces, amn de habitual y fcil, pudo ser adems necesario por distintas
razones y una vez allende la disminuida Cordillera, la sensacin de
estar en lo propio fue para los chilenos una cosa comn.
Por esa razn cuando circunstancias originadas en polticas de produc-
cin econmica y de poblamiento actuaron como factores de presin
309
anmica sobre comunidades campesinas que se vieron incapaces de resis-
tirlas, fue cosa natural que cuantos se sintieran afectados o amenazados
por ellas optaran por la emigracin hacia las tierras de ultracordillera, para
buscar all las condiciones de vida que la patria originaria pareca negarles.
Entre 1880 y 1883 fuerzas militares completaron la ocupacin que
permiti el dominio pleno de la Repblica sobre el insumiso territorio
de la Araucana. La disponibilidad consiguiente de tantsimo terreno
como all haba, con valiosos recursos naturales, condujo a concebir
como poltica de Estado su poblamiento con colonos laboriosos e
industriales que permitieran incorporarlo a la produccin econmica
y al desarrollo civilizado del pas.
Las nociones imperantes en la poca otorgaban tales y otras virtudes
a los habitantes de Europa, de all que fue connatural el fomento de la
inmigracin de esa procedencia que se vea como una fuente de bene-
ficio y de riqueza por donde se la mirara. En ese aspecto, pases ade-
lantados como Estados Unidos y Canad y otros ms cercanos como
Brasil, Uruguay y Argentina llevaban la iniciativa y sus resultados estaban
a la vista de todo el mundo. El ejemplo temporalmente ms cercano de
cuanto haba acontecido y aconteca en los territorios de las provincias
de Valdivia y Llanquihue, con el establecimiento exitoso de la coloniza-
cin germana desde los aos de 1840, constitua un acicate suficiente
para las autoridades y para cuantos, como voceros de la opinin pblica,
se preocupaban por el bienestar del pas.
Pero, as como se vea en aqullos a los elementos ms recomenda-
bles para el desarrollo de la prosperidad de los territorios nuevos, no
se tena ni en el mundo oficial ni entre la gente comn una percepcin
semejante sobre el campesinado de origen nacional. De ese modo, al
ser los extranjeros preferidos y ste preterido, no qued a muchos
de cuantos integraban el ltimo otra alternativa que la expatriacin
voluntaria trasponiendo los Andes. Fue ese un fenmeno de trasiego
humano que se desarroll con alguna intensidad durante las dcadas
finales del siglo XIX y las primeras del XX, que numricamente debi
contarse en millares de individuos93.
93
Sobre esta materia hay una abundante bibliografa tanto en Chile como en Argentina, destacndose
los estudios realizados separada o conjuntamente por acadmicos de la Universidad de la Frontera de
Temuco, de la Universidad de Santiago de Chile y de la Universidad del Comahue, Neuqun, Argentina.
Entre otros ttulos merecen citarse los contenidos en Araucana y Pampas. Un mundo fronterizo en
Amrica del Sur, editado por Jorge Pinto Rodrguez (Ediciones Universidad de la Frontera, Temuco
1996) y en Faltan o sobran brazos? Migraciones internas y fronterizas (1850-1930), editado por Car-
men Norambuena Carrasco (Editorial Universidad de Santiago, 1997). Tambin los estudios de Susana
Bandieri, Mara Martha Novella y Dbora Filkenstein, entre varios ms.
310
No obstante que silencioso, inorgnico y no masivo, pero sosteni-
311
tan inusual. La importancia de esta presencia fue de tal grado que en
1895 los chilenos conformaron el 61,2% (8.861 personas) de la po-
blacin del Territorio de Neuqun, siendo el 30% los calificados como
neuquinos (esto es, argentinos de nacimiento, entre los que deban
contarse muchos hijos de chilenos emigrados), y el 7,9% estaba com-
puesto por otros argentinos. Dos dcadas despus, el censo nacional
de 1914 registrara un 40,9% de chilenos originarios en la poblacin
neuquina (11.806 individuos), siendo el 47,7% el porcentaje del gru-
po neuquinos donde, est claro, ahora s los hijos de chilenos eran
una gran mayora. Los territorios de Neuqun, Ro Negro y Chubut
concentraban en 1895 en conjunto el 55% de la poblacin chilena
emigrada a la Argentina (43%, 8% y 4% respectivamente), porcentajes
que en 1914 se elevaban al 60,2%, en lo referido al total (34,2%, 14%
y 13%, respectivamente).
Una vez establecidos en suelo argentino se instalaron en tierras va-
cantes de las reas cordilleranas y precordilleranas, fundando peque-
os establecimientos de crianza de animales (vacunos, ovejunos), por
lo que se les conoci como crianceros, a lo que agregaban alguna
tarea agrcola menor (chacarera), actividad que era complementada
con su contratacin como peones en grandes estancias, ocupndose
en faenas de temporada (esquila, construccin de cercos y aguadas,
amanses y otras). Por lo comn laboriosos y austeros en su forma
de vida, se fueron aquerenciando en diferentes comarcas del vasto
territorios sudoccidental argentino.Vivan all contentos y no pocos de
ellos consiguieron hacerse de un capital modesto. Bien mirado, eran
a su manera elementos de progreso en zonas antes virtualmente va-
cas de poblacin y actividad econmica, y adems gente ordenada y
pacfica. Si algn sujeto de mal vivir pudo darse entre tantos, eso fue,
ciertamente, una excepcin.
Si en un principio esa presencia extraa fue tolerada y aun acepta-
da por las autoridades, en la medida que fue creciendo y afirmndose
en esos territorios fronterizos el aparato administrativo, tal actitud
pas a oscilar entre el recelo y la animosidad y los residentes chilenos,
cualquiera que fuera su condicin, comenzaron a ser hostilizados. Ese
proceder se fue dando en el contexto de una poltica de Estado nacio-
nal, que buscaba asegurar la argentinidad en aquellas regiones donde
los habitantes originarios eran escasos y minoritarios. Sin embargo,
de ser Argentina una nacin proverbialmente abierta al extranjero, al
punto que para entonces ya se contaban por millones los inmigrantes
que haban ingresado y que ingresaban ao tras ao para establecerse
312
en una tierra que entonces ciertamente era de pan llevar, tal apertura
95
Reproducido por El Siglo de Los Angeles en su edicin de 13 de julio de 1906. En Norambuena, op.
cit pg. 96.
96
Dbora Finkelstein y Mara Martha Novella, Cruzando la cordillera con familia, animales y avos, en
Patagonia, 13000 aos de historia (Museo Leleque-Emec Editores, Buenos Aires, 2001), pg. 265.
313
Exponente cabal de ese predicamento antichileno fue Julio Leza-
ma, Gobernador del Territorio del Chubut, quien tras un recorrido de
inspeccin por la zona cordillerana de su jurisdiccin en 1907, dej la
siguiente impresin:
Entre los elementos de extraa nacionalidad que pueblan este terri-
torio se encuentran los hijos de Chile, que viven establecidos y agrupados
en las regiones ms explndidas (sic), feraces e importantes que contie-
ne la cordillera argentina (Cholila, Epuyn...). Esta inmigracin clandestina,
dir as, que se desliza maosa y silenciosamente por los boquetes de la
montaa, es la que menos ventaja ofrece como elemento poblador, por
la mala calidad de sus individuos y porque nunca trae el propsito de
incorporarse a nuestra vida. No es gente que procure adelantar ni se inte-
rese en el bienestar del pas: son menesterosos, vagos, ignorantes y hasta
criminales que se limitan a sembrar un cuadrado de trigo para proveer
a sus subsistencia, quemando el bosque para no tener ni el trabajo de
desmontar; y que nunca dejan de auxiliar y de encubrir a los autores de
hechos delictuosos (generalmente robos de hacienda) que se cometen en
aquellas lejanas. Huelga decir que son ncleos cerrados a toda influencia
argentina y que la cercana de su tierra, como la deslealtad y perfidia de
algunas personas de su misma nacionalidad, les hacen que se consideren
como en un rincn de su propia patria, mirando el suelo que ocupan como
su propio fundo, sujetos nicamente a la soberana de su nacin. Y como
lo sienten obran, pues muchos de ellos llevan sus hijos a registrar a Chile97.
Las autoras citadas, a la vista de esta apreciacin por dems injusta
y severa, la matizan comentando: Se exacerba aqu la necesidad de opo-
nerse a aquellos que pueden escapar a la sujecin del Estado, que busca-
ba consolidar una nacin homognea. Quedan pues fuera del discurso del
gobernante los chilenos progresistas que destacan otros documentos o su
utilidad como mano de obra semicalificada en las tierras de la Compaa
de Tierras del Sud Argentino o su papel como arrieros y carreros por su
conocimiento de las rutas por las que se poda atravesar la cordillera para
comerciar con los mercados del Pacfico98.
Si la autoridad descalificaba y aun denigraba a de esa manera a los
emigrantes procedentes de allende los Andes, sus agentes no demora-
ron en hacerles sentir a esos indeseables pobladores su animadversin.
As, a todo lo largo del espacio fronterizo desde Neuqun al Chubut,
y por bastante tiempo, con mayor o menor nfasis, la polica argentina
97
Citado por Finkelstein y Novella, op. cit., pgs. 277 y 279.
98
d., 279.
314
comenz a hostilizar a los chilenos inmigrados. Inclusive, en el caso del
315
Y tras relatar ilusiones, esperanzas, desengaos y padecimientos,
un verso sentido resume el reclamo justiciero que concluye con una
declaracin de amor por la antigua querencia nunca olvidada:
Desterraos somos, pero no judos!/ Forasteros somos, pero no ban-
dos;/ ni es por ley de guerra que estemos aqu!/ Nos ech la hambruna, la
ilusin nos trujo, / y aunque naiden gana pa botar en lujo, / a toos les pasa
los mesmo que a m:/ mi tierra es mi tierra, seor Consolao,/ y al pensar
en ella meigo pas lo pasao,/ y la quero lo mesmo que cuando part!102.
Las reacciones de los emigrados ante los atropellos e injusticias
fueron diferentes, segn como pudieron ser afectados por ellos.
Para unos, dolidos y todo, aquella tierra aunque extranjera era final-
mente tambin la propia -tngase presente que el chileno ha sentido
desde siempre una atraccin telrica por la Patagonia oriental- y ese
sentimiento de pertenencia condujo bien a la nacionalizacin, forza-
da, por razn de comprensible conveniencia -haba all tanto, mujeres,
hijos, bienes-, lo que permiti permanecer donde se estaba; bien a la
dispersin hacia otros lugares del pas argentino que al fin resultaran
ms amigables para vivir y hacia ellos marcharon con todo lo que
era el fruto de aos de trabajo, de esfuerzo y ahorro. Otros optaron
por retornar a Chile, a los lugares de origen, cuando aqu se puso en
vigencia la llamada Ley de Repatriacin de los Colonos Residentes
en la Repblica Argentina (1896) que invitaba al regreso, disponiendo
facilidades para radicarse como colonos; o por volver a la antigua que-
rencia, pero por distinto rumbo, hacia otros lugares remotos del pas
chileno con el propsito de refundar la patria. En cuantos as pensaron
encontramos a los que habran de protagonizar la gesta pobladora
pionera espontnea de Aysn.
Pero, porque lo exige la objetividad, para completar la conside-
racin del fenmeno migratorio, es necesario puntualizar que si lo
expuesto pudo corresponder a lo acontecido con parte de los emi-
grantes, hubo otros, y no pocos, que en su trayectoria hacen la hon-
rosa excepcin. Fueron aquellos que no sufrieron molestias y que
pudieron establecerse tranquilamente donde eligieron hacerlo y lle-
garon inclusive a mostrarse prsperos. Fueron los casos de varios que
se radicaron en la zona sudoccidental del Chubut y all tuvieron sus
pequeas estancias, sus florecientes comercios de ramos generales y
sus tropas de carros para el servicio de transporte entre la cordillera
y la costa atlntica. Los casos de Belisario y de Delfn Jara, ambos en
102
La tempestad se avecina (ZigZag, segunda edicin, Santiago, 1954), pgs. 301-307.
316
Ro Mayo, y de los hermanos Jos Antoln y Juan Bautista Silva Or-
317
De all que cuando las circunstancias de que se ha dado cuenta
condujeron a muchos a pensar en el retorno a Chile, aquel espacio
fronterizo de la Patagonia andina debi concitar su atencin; lo mismo
pudo ocurrir con unos pocos de otra nacionalidad, que anhelaban de
cualquier modo encontrar un pedazo de tierra a gusto para radicarse
con una actividad criadora que les garantizara una pasable subsistencia.
As el desconocido territorio interior, con aura de leyenda, que repeti-
damente comenz a ser nombrado ysen, lleg a ser la imagen misma
de la tierra prometida.
Los rumbos de penetracin fueron diferentes, dependiendo no po-
cas veces del lugar argentino donde se habitara y del conocimiento
que hubiera acerca de las ocupaciones por parte de compaas pas-
toriles, pues en general se quiso evitar el ingreso por sus posesiones
a suelo chileno para no verse envueltos en problemas. Y si algunos
consiguieron penetrar por esos lugares, lo hicieron a sabiendas de
haber fracasado los intentos de colonizacin empresariales y hallarse
vacantes de hecho sus correspondientes concesiones. Ello permite
entender porqu fueron respetados los terrenos ocupados por la An-
glo Chilean Pastoral Ltd. y por la Sociedad Industrial del ysen. Los
antecedentes recogidos, ms o menos documentados, dan cuenta de
preferencias marcadas por sectores como Futaleuf, Alto Palena, Lago
Verde, Valle Simpson, Valle Ibez, Valle Jeinemeni y costa sur del lago
Buenos Aires, campos del distrito del Baker, de las cuencas de los ros
Mayer y del lago San Martn, en una secuencia de norte a sur a lo largo
de seis grados geogrficos (43 al 49 S), esto es, comprendiendo as
unos mil kilmetros de territorios fronterizos.
Por esos lugares fueron accediendo, en general entre mediados de
la primera dcada del siglo XX y los comienzos de la cuarta, un par
de millares a lo menos de hombres animosos que, si en su gran ma-
yora eran solteros, no fueron pocos los que lo hicieron acompaados
por sus esposas, bravas mujeres, y por sus hijos pequeos. Si para la
abrumadora parte de los mismos la arribada a suelo nacional fue la
culminacin de un extenso periplo migratorio por suelo argentino, ini-
ciado por la penetracin original a travs de los pasos de los Andes de
Neuqun, para otros, los menos, su procedencia fue en sentido inver-
so, de sur a norte, originada en el distante Territorio de Magallanes. Y,
por fin, para unos contados, directamente desde sus lugares de origen
o residencia en diferentes sectores del interior patagnico argentino.
Se trat de una penetracin con propsito colonizador realizada por
chilenos nativos en inmensa mayora, aunque no faltaron algunos ex-
318
tranjeros o aun argentinos hijos de chilenos tempranamente emigra-
319
Simpson; posiblemente fuera el mismo paraje donde despus se fun-
dara el pueblo de Balmaceda. All se estableci con una crianza de ani-
males vacunos y caballares, en 1901, todava cuando el sector tena el
carcter de litigioso y permaneci hasta su fallecimiento ocurrido dos
aos despus, tras lo cual su familia retorn a territorio argentino104.
En 1904 llegaron Jos Mercedes Valds, nacido en Linares, y Arturo
Valds, nativo de Villa Portales, seguidos en 1905 por Domingo Ina-
yao, con sus hijos Laureano, Gervasio, y Wenceslao; por Miguel y Juan
Hueitra y Pedro Paichil, con sus correspondientes familias. Chilenos de
etnia huilliche, los Inayao eran originarios de La Unin y los dems de
San Pablo, lugarejo de la provincia de Osorno.Todos ellos se radicaron
en relativa proximidad unos de otros, ocupando parte del sector sur
del valle Simpson, hacia el ro Oscuro, dedicndose como era habitual
entre la gente de su estirpe a la cra de ganado vacuno y yeguarizo,
adems de algunos sembrados.
Por ese mismo tiempo, hacia 1906, entr Olof Lundberg, un fin-
lands que una dcada antes se haba establecido como ocupante
en el distrito de Ultima Esperanza, en Magallanes, del que hubo de
retirarse luego que los terrenos fiscales fueron rematados en 1905.
Fund en la misma zona sur del Simpson una pequea estancia que
llam Elena, para la crianza de ganado ovino. Con l ingresaron John
Brooks y Paul Richards, ambos britnicos, quienes se establecieron en
la vecindad del primero.
Es posible que por intermedio de Lundberg, dada la afinidad entre
fineses y suecos, los hermanos von Flack ya conocidos se enteraran de
la disponibilidad de campos para aprovechamiento pastoril en la zona
chilena de Huemules. Fue as que hacia 1908 llegaron con un arreo de
vacunos en busca de terrenos para establecerse, pero lo hicieron a la
manera que habra de darles triste fama, instalndose donde se halla-
ban los Inayao, los Hueitra y Paichil, a los que abusivamente despojaron
de sus pertenencias y obligndolos a emigrar hacia otros parajes105.
Todos los nombrados, excepto Mencu, haban entrado a ocupar
terrenos que desde 1904 haban sido concedidos por el gobierno chi-
leno a Antonio Asenjo y Alejandro Bate, de los que pasara a su cesio-
naria la Sociedad Ganadera de los Tres Valles, pero sobre los que bien
se sabe no se haba realizado actividad alguna que denotara su volun-
tad de establecer una produccin econmica de carcter pastoril. Es
104
Pomar, op. cit., pg. 79.
105
d., pg. 80.
320
seguro que los directivos responsables de la entidad que detentaba los
321
debido al protagonismo asumido por Jos Antoln Silva Ormeo, todo
un personaje de gesta, singular y curioso.
Si la primera muestra de lo que puede considerarse una concer-
tacin se haba dado con el grupo de David Orellana, Jos Navarrete,
Domingo Marchant, Carlos Pascual Sols y Pascual Macas, quienes sa-
lieron juntos de Colonia San Martn conduciendo su ganado con el
claro aunque callado propsito de ingresar a territorio chileno, ms
evidente lo fue el caso del grupo integrado por Juan Foitsick, de Ro
Bueno, Belisario Jara, de Antuco, Facundo Ramrez, de Osorno y Jos
Delfn Jara, de Santa Brbara, del que el segundo hara cabeza.
Este era el caso casi excepcional de un emigrado chileno exitoso
en Argentina. Merced a su empeo laborioso se haba hecho de una
situacin econmica ciertamente prspera, como que poblaba una
buena estancia en la zona de Ro Mayo y tena en el poblado hom-
nimo un bien surtido establecimiento comercial dedicado a ramos
generales y a la compra de frutos del pas. Es posible que tuviera un
grado de instruccin aceptable, por sobre el comn, y alguna prestan-
cia para manejarse. Adems pareca no haber sufrido las molestias y
malquerencias comunes para tantos de sus compatriotas, lo que no
le impeda abrigar el deseo de poblar un campo en el vecino territo-
rio chileno del ysen, precisamente en el valle Simpson. Este anhelo,
compartido por los otros nombrados, era alentado por las noticias que
daban cuenta de la caducidad de los derechos que all haba tenido la
Sociedad Ganadera de los Tres Valles.
Antonio Mansilla Ruiz, quien poco ms de treinta aos despus del
suceso de que se da cuenta conoci a Jos Delfn Jara, uno de los inte-
grantes del grupo, se enter por l de la forma en que se gest y desa-
rroll el proyecto colonizador, que de tal debe calificrselo, para ocupar
la parte norte del valle Simpson.
En noviembre de 1911, los mencionados, adems de Isaas Muoz,
Manuel Vidal, Ramn Jara, Domingo Sides, Manuel Foitsick, Daniel Ruiz,
Juan Manuel Contreras, Federico y Paulino Vera y otros cinco peones
partieron desde la localidad de Alto Ro Mayo, bajo la jefatura de Juan
Foitsick, aunque el organizador y financista de la expedicin era Belisa-
rio Jara. El objetivo de la misma era el de ubicar los terrenos de una con-
cesin que haba caducado y que se llamaba Los tres valles, en la regin
del lago Simpson (sic)106.
106
Antonio Mansilla Ruiz, Chile Austral (Aysn), (Instituto Geogrfico Militar, Santiago 1946), pg. 134.
322
No obstante haber entrada franca y limpia a suelo aysenino por el
323
nuevo en suelo argentino, donde residamos, nos pusimos a cavilar sobre
la manera de ocupar esos terrenos que con tanto sacrificio habamos
encontrado109. De ese modo concluyeron en que deba habilitarse un
camino para ingresar a la zona norte del valle Simpson, tarea de la que
Juan Foitsick se hizo responsable, poniendo Belisario Jara los recursos
econmicos para la misma. Los trabajos demoraron hasta 1913, pues
debieron hacerse con el sigilo y el cuidado que la empresa exiga, y re-
cin durante el otoo de ese ao pudo penetrar por la senda abierta
una expedicin pobladora encabezada por Foitsick e integrada por su
numerosa familia, con carretas y ganado.
Fue entonces que tuvo ocurrencia el ardid que lo hara famo-
so. Para alcanzar el campo donde deseaba establecerse deba pasar
por terrenos de la concesin de la S.I.A. y habindosele notificado a
Foitsick que no se le permitira el paso a travs de la tranquera de
acceso, y sabiendo que el corte de alambrado era un delito, discurri
entrar de noche y para ello desarm sus carros y los pas sobre los
alambres (construyendo una especie de puente elevado), la familia
por entre stos y los animales a nado por el ro110. As, con esa artimaa,
ese chileno audaz e ingenioso consigui establecerse en lo que desde
entonces pas a ser su campo. Lo ocurrido no demor en difundirse
por todo el vasto territorio interior de la Patagonia a uno y otro lado
de la frontera.
Esta accin atrevida y otra que se hallaba en desarrollo por en-
tonces impusieron un giro en la situacin, generndose un ambiente
que hizo insostenible la ocupacin del valle Simpson por ms de un
centenar de familias de nuevos colonos.
Era el turno de Jos Antoln Silva.
Nacido en 1880 en Mulchn, casi sobre la misma lnea que por
unos tres siglos haba servido de frontera entre la Araucana y el terri-
torio chileno de ms al norte, haba emigrado luego de hacer el ser-
vicio militar a suelo argentino, en 1906, residiendo sucesivamente en
Neuqun, Ro Negro y Chubut. En este territorio se estableci en la
localidad de Lago Blanco, instalando conjuntamente con su hermano
Juan Bautista un almacn de ramos generales. Hombre instruido y de
cierta cultura, estaba animado por un espritu progresista y, ferviente
chileno como era, no demor en darse cuenta que al otro lado de la
frontera haba terrenos suficientes para el establecimiento de tantos
109
Ibd.
110
Ibd.
324
connacionales dispersos por la Patagonia argentina, que parecan no
111
Millar, obra indita citada.
325
los esfuerzos de un porvenir audaz i laborioso i ya siendo merecedores de
lo que nuestro pecho desea con verdaderas ideas de adelantar cada vez
ms el comercio de nuestra patria i as quedar adelantado para nuestros
hijos este precioso suelo que hasta hoi se encuentra abandonado.
As con nuestros ms sinceros sentimientos pedimos posesin en el
campo de nuestra referencia, para que al fin podamos decir que nuestro
Chile nos dio un pedazo de su suelo en recompensa de que somos sus
hijos. Tambin hacemos referencia que en estos territorios arjentinos ha-
bemos gran cantidad de chilenos desde ya varios aos i sucede que todos
nuestros hijos que hemos tenido estn pasados por registros arjentinos
por no haber uno por nuestra parte en que podamos rejistrarlos, como
tambin nos hace falta autoridad de nuestra patria, porque aqu slo
operan los arjentinos que valindose de sus autoridades en muchas oca-
siones cometen injusticias con los que no son de su bandera. Por lo tanto
creemos conveniente que en el punto ya citado se haga una colonia para
formar un pueblo donde podamos tener rejistro civil, escuela nacional, i
autoridad competente.
En esperanzas que sern odas todas nuestras splicas que con justa
causa esponemos, damos fin a la presente solicitud enviando un repre-
sentante a la capital con las firmas adjuntas, cuyo nombre es el seor Jos
A. Silva.
Es gracia seor Ministro
(Aqu las firmas) las cuales son 42112.
Esa era una iniciativa que no reconoca precedente por lo novedo-
sa y cuyos resultados demoraran pero seran tan favorables como se
quera que fueran, y no porque el alto destinatario se hiciera cargo de
lo solicitado y resolviera en justicia, si tal le pareca, sino por la habilidad
que manifest Silva en los pasos que siguieron.
La presentacin deba haberse entregado personalmente por el
representante designado, pero la crudeza del invierno de 1913 retras
el viaje, por lo que Silva opt por enviarla a travs del cnsul de Chile
en Esquel, Carlos Freraut, a cuyas manos lleg el 30 de junio.
Temiendo que se y otros documentos referidos a la misma mate-
ria que lo siguieron no tuvieran respuesta o, si la tenan, no fuera satis-
factoria, Jos Antoln Silva discurri darle publicidad al asunto, usando
de la prensa para informar y para conseguir un ambiente favorable en
112
Millar, obra indita citada.
326
la opinin pblica, para despertar as la atencin de las autoridades y al
113
d.
327
Juan del Carmen Cerda, de Antuco, Fidel Soto, tambin natural de
Ro Bueno, Jos Ramn Hoces, de San Clemente, Fernando Ramrez,
procedente de Osorno y Emilio Sierra, otro ms de tantos venidos
de La Unin, en la provincia de Valdivia; y Jos Mendive, natural de
Valcarlos, en Espaa, uno de los escasos extranjeros que ingresaron.
Al ao siguiente los siguieron Jos Miguel Jara, de Los Angeles, Vicente
Jara, de Rere, Roberto Jaramillo, de San Jos de la Mariquina y Baldo-
mero Pardo, de Ro Bueno; Jos Mara Parra, de Los Angeles, Adolfo
Valdebenito, de Angol, Belisario Jara, de Antuco y Bernardino Manque,
natural de Rauco; tambin Juan Morales, nacido en Yumbel, Jos del
Trnsito Ruiz, de Reloncav y Carlos Urrieta, de Mulchn, junto con Ju-
lio Vsquez, natural de La Unin. En 1915 y 1916 el fenmeno mostr
ms fuerza con el ingreso de Eleazar Crdenas, nacido como tantos
otros en La Unin; Narciso Ehijo, de Valdivia, Jos Antonio Henrquez,
de San Pablo y Juan Antonio Prez, natural de San Fabin de Alico;
igualmente Victoriano Vera, de Santa Brbara y los hermanos Adolfo,
Diego, Jos y Juan Cadagan (o Cadagn), de lejano origen irlands,
quienes con Sabina Cataln de Cadagan procedan todos de La Unin;
Martn Seguel, de Victoria, Ignacio Melitn Caldern, de Santa Brbara,
Macario Alarcn, de Quirihue y Pedro Jos Castillo, de La Laja; Carmen
Seguel de Cifuentes, originaria de Victoria, Estanislao Fernndez, de
Mulchn y Anastasio Gaviln de Rere; Jos Mercedes Villegas, nacido
en Villarrica, Jos Telmo Muoz, de Ro Bueno, Temstocles Narvez, de
Los Angeles; Juan A. Cataln, originario de La Unin, Manuel Mellado,
natural de Mulchn, y Francisco y Antonio Quinto Purai, de Ro Bueno;
Manuel Jess Yez, de Nirivilo y Arturo Jara, de Cobquecura, y Luis
Sols, de procedencia ignorada. Todos ellos, como los precedentes, se
desparramaron ubicndose por los sectores sur, norte y oeste del
valle Simpson.
Pero el gobierno chileno iba entonces por un rumbo diferente al
de los esperanzados aspirantes a colonizadores, pues tena decidido
dar lugar a lo propuesto por la S.I.A. en cuanto a la permuta de sus
campos no ocupados de Maihuales y Emperador Guillermo, por los
de la zona norte del valle Simpson, que eran ciertamente mejores
para el uso pastoril; en buenas cuentas, los mismos donde deseaban
establecerse los peticionarios de marras. Como se ha visto, el decreto
supremo 1.882 de 23 de noviembre de 1914, sancion formalmente
tal decisin.
Amparado en ella, el administrador general de la Sociedad del y-
sen, Angus Mac Phail, notific con fecha 1 de enero de 1915 a Jos
328
Valdebenito, uno de los pobladores establecidos en aquel sector, que
329
Los tribunales son tan poderosos y capaces de juzgar hasta al mismo
Presidente, pero nunca tendrn fuerzas suficientes para arrancar de este
Valle a nosotros los pobladores que lo hemos ocupado.
Este campo es fiscal i fue dado en 1903 a una sociedad en concesin
por 20 aos, pero sta caduc, i nosotros lo hemos poblado con 60 fami-
lias i grandes capitales en haciendas.
Ahora bien les resta Uds. poblar esos campos del Ro Aysen con 60
familias que estn obligados poblar, cuando en junio de 1903 el Supremo
Gobierno les dio por 20 aos esa concesin i para conseguir eso i cumplir
con esa ley Uds. deberan de abrir las puertas a esos campos, nosotros
entraramos i as solamente cumpliran su compromiso de colonizar.
Por otra parte esa sociedad no le dar a Chile ningn progreso del fo-
mentar su territorio, sino que sus ideas son del estenderse i hacerse ricos a
costa del sudor de los pobres de este pas; que bien probado esto; porque
Uds. no poblaron estos campos cuando estaban solos, sino que ahora que
ven que los tenemos poblados se proponen del hacernos mal, pero todo eso
viene por la envidia. Uds. saben que poblacin Valle Simpson es una vergen-
za para esa Sociedad, tambin saben que teniendo nosotros salida para el
Pacfico eclipsaremos al comercio de Uds. i precisamente por esta causa vino
el conflicto Europeo, por celos que se tenan Alemania e Inglaterra.
Sin otro particular me es grato saludarlo, S.S.
JOSE A. SILVA115
Como en un combate a dos frentes, mientras as obraba Silva con la
administracin de la S.I.A., Valdebenito, tal vez el ms instruido de los po-
bladores, haba elevado con fecha 9 de enero de 1915 una presentacin,
esta vez dirigida al ministro del Interior, del siguiente tenor:
ADOLFO VALDEBENITO, ciudadano chileno, residente en el valle Simp-
son en la rejin del Ro Huemul, por si i por los habitantes del lugar indicado,
segn el documento que se acompaa, a V.E. respetuosamente espongo:
que desde doce aos a esta parte fuimos ms de cuatrocientos chilenos,
llevando nuestras respectivas familias a poblar el estenso valle que se de-
nomina Simpson que, como ya he dicho, est en la rejin de Ro Huemul,
dependiendo de la jurisdiccin de la Provincia de Llanquihue.
En ese valle, mediante nuestro trabajo tesonero i constante, a pesar del
inclemente clima, hemos establecido la industria de ganadera que en la ac-
tualidad avaluamos en ms de medio milln de pesos en moneda arjentina.
115
Ibd.
330
Al igual que el desarrollo de dicha industria, ha aumentado la poblacin
116
Ibd.
331
En otras oportunidades esta Intendencia se ha dirijido a US. haciendo
ver la necesidad que hai de constituir autoridades en la rejin del Ro
Huemul, por la razones que en la solicitud se esponen i que ya, como dejo
dicho, esta Intendencia en notas anteriores ha expuesto a US.
El infrascrito, penetrado de la urjente necesidad que hai de constituir
autoridades chilenas en la rejin nombrada para que nuestros compatrio-
tas no tengan que recurrir a las autoridades arjentinas, i se subsanen las
graves deficiencias que notan, ruega US. tenga a bien acojer favorable-
mente la solicitud que tengo el honor de acompaar117.
Los colonos haban logrado clavar una pica en Flandes al ganar el
respaldo de la autoridad provincial para una importante propuesta.
Pero, ciertamente preocupados por el porvenir, los mismos de-
cidieron por entonces dirigirse al propio Presidente de la Repblica,
a travs de la modalidad de carta abierta, publicada en La Alianza
Liberal el 2 de febrero del mismo ao, cuyo texto se transcribe por la
importancia de su contenido:
Seor Director de La Alianza Liberal.
Tenemos el honor de saludarle atentamente i comunicarle a Ud. se
sirva hacer publicar lo siguiente:
1 Hacerle presente a S.E. Presidente de la Repblica de Chile: Que
las personas abajo nombradas rogamos encarecidamente al Supremo Go-
bierno se digne atendernos nuestra publicacin; porque nos encontramos
en una situacin mui complicada. Esta publicacin se refiere a los chilenos
emigrados de la Repblica Arjentina, que nos encontramos actualmente
ocupando terrenos fiscales en los lugares denominados Valle Ro Simp-
son i Ro Huemul.
2 Estos pobladores somos: Ramn Albornoz, J. Francisco Contreras, Be-
lisario Jara, Juan Foitzick, Manuel Foitzick, Filomeno Guzmn, Daniel Ruiz,
Pedro Urbina, Jos del C. Cerda, Marcos Saubidet, Facundo Ramrez, Emilio
Sierra, Fidel Soto, Juan Mrquez, Antonio Villar, Manuel Heuto, Francisco
Fumiel, Santiago Cadegn, Eusebio Cadegn, Guillermo Cadegn, Diego
Cadegn, Juan Cadegn, Pablo Cadegn, Toms Cadegn, Adolfo Cadegn,
Juan Acua, Antonio Brquez, Gumersindo Jaramillo, Delfn Jara, Manuel
Vidal, Juan de Matta Alarcn, Pedro Rodrguez, Nazario Romero, Avelino
Pineda, Pedro Rivera, Pascual Masas, Manuel Valds, Carlos Urrieta, Pedro
Castillo, Joaqun Rivera, Ismael Rivera, Ezequiel Figueroa, Carlos Sols, Juan
117
Nota de fecha 7 de enero de 1915. Ibid.
332
Bautista Romero, David Orellana, Juan Aguilar, Pablo Chaparro, Jos Anjel
333
ner sus boletos de marcas espedidos por la gobernacin a que pertenezca
la jurisdiccin en que se encuentra; nadie puede sealar sus ganados me-
nores sin tener su boleto de seal, espedido por el juzgado de Paz, dentro
del radio que marca la lei. I si alguien se cambia de una provincia a otra, o
de una gobernacin a otra, tiene que hacer nueva solicitud i empadronar
nuevos boletos. Nosotros hemos tenido que cumplir con todos los requisi-
tos de la lei i los conservamos consigo, hasta la fecha.
Al mismo tiempo hemos tenido que traer consigo nuestras guas i docu-
mentos legales tomados al tiempo de retirarnos de la Repblica Arjentina.
Ahora bien, nosotros hemos venido a sta confiados en el decreto que
hizo pblico el Supremo Gobierno de que los terrenos fiscales desde la
provincia de Llanquihue al sur los tena reservados para sus hijos emigrados
en la Repblica Arjentina, i habiendo tenido algunos datos de estos terre-
nos fiscales, aunque desiertos, nos pusimos a esplorar teniendo que sufrir
muchos trabajos los primeros esploradores, porque se presentaron muchos
obstculos. Cuando pudimos descubrir, nos presentamos al seor Jerente y
Administrador de la Sociedad Industrial del Aisen, rogndoles encarecida-
mente nos dieran proteccin referente al camino porque es la nica parte
que hai facilidad para esta conduccin; pero nos toc la desgracia de que
nos contestaron que si les pagbamos el valor de veinte mil pesos moneda
nacional arjentina por cada poblador, tenamos el pasaje, i si n, no pasaba
nadie. Nosotros comprendiendo la tirana, nos pusimos a construir un cami-
no provisorio para esta conduccin, pero con mucho trabajo; porque hemos
tenido que cruzar cordilleras, montaas, arroyos, pantanos, etc.
I hasta la fecha estamos como desterrados esperando la proteccin de
nuestro Gobierno.
Por este motivo hasta la fecha tenemos nuestros ganados menores en
la Arjentina por falta del recursos indicado, porque el camino es psimo. I
como el seor Administrador de la sociedad ya mencionada dice que tiene
rdenes del Jerente de no darle permiso a nadie para que pase de la
Arjentina al punto mencionado, i nosotros no podemos pasar porque tiene
dos puertas con llave desde la estancia a sta, esperamos la resolucin del
Supremo Gobierno si ser justo que la sociedad pueda prohibir el camino
a los terrenos fiscales, en un trayecto que ser ms o menos de dos leguas.
Tambin decimos si ser justo que por falta de este recurso perezcan
nuestras familias de necesidad, supuesto que la sociedad se niega rotun-
damente a darnos proteccin para la conduccin de vveres, i el camino
provisorio ya dicho, no se puede transitar sino con mucho trabajo, de ma-
nera que, en una palabra, nos encontramos completamente desterrados.
334
Ahora bien, despus de todo lo espresado, hacemos presente al Supre-
335
Si habamos demorado en hacer las dilijencias, la falta es de nuestro
Cnsul chileno en Esquel. El nos dijo, i nos asegur que iba a poner en
conocimiento del Ministerio todo lo que sucede; pero hasta la fecha no
hemos tenido ningn resultado.
Quedamos esperando confiados la resolucin del Supremo Gobierno118.
Y demostrando una firmeza de convicciones que no ceda, a travs
de su Comit de Colonizacin Ro Huemules volvieron a la carga,
dirigindose al Intendente de Llanquihue, en nota suscrita por Jos
Antoln Silva, como presidente y por Timoteo Jara, en calidad de se-
cretario, y que fue publicada por La Alianza Liberal en su edicin del
15 de abril:
La poblacin de Valle Simpson, representada por su comit al seor
Intendente de Llanquihue. Solicitan.
El Comit en representacin de esta poblacin que llega a un nmero
considerable de 66 familias pasando el nmero de 300 habitantes, i visto
que nuestro gobierno hasta la fecha no ha hecho nada para garantir la
vida de esta nueva poblacin, hoi da pasamos a exponer a US. que todos
somos ciudadanos chilenos repatriados de la vecina Repblica Arjentina,
hemos repasado la frontera con previo aviso i cuatro solicitudes enviadas a
V.E. Seor Ministro de Colonizacin, acojindonos siempre a la benfica ley
de 1896. Pero a nuestro entender i juicio nos parece que el seor Ministro
de Colonizacin est por parte de la Sociedad Industrial del Ro Aysen,
pues jams ha puesto atencin a nuestras peticiones desoyendo las leyes
vijentes que agracian a los chilenos.
Con fecha 1 de Enero pasado esta poblacin ha sido sorprendida por
un aviso de desalojo por la sociedad de Ro Aysen, por notas enviadas a cada
uno de los pobladores en la cual les dice que el Supremo Gobierno con fecha
23 de Noviembre pasado les ha concedido este campo para su ocupacin
cuya nota fue considerada como arbitraria por nosotros i se hizo caso omiso
de ella; i para su constancia a US. le remitimos una nota adjunta.
A US. referimos que es un pueblo unido i asentado en masa slida,
que la falsa posicin del gobierno, la gran influencia de la Ro Aysen i las
grandes privaciones y vicisitudes de la vida no nos harn retroceder un solo
paso del empuje de avance que hemos tomado con toda nuestra enerja,
para dar un gran impulso de progreso a nuestro pas i hacer fomentar
grandemente este territorio.
118
Ibd.
336
Dado el caso contrario que nuestro Supremo Gobierno por agraciar al
119
Ibd.
120
Sorprende la personera que inviste Dun, en circunstancia que l mismo en sus memorias afirma que
haba dejado de prestar servicios en 1914. Si a la fecha de la nota de que se da cuenta todava segua
en funciones, tal vez lo hiciera en calidad de interino y mientras se designaba a su sucesor, pues, de lo
contrario aquella afirmacin hubo de ser el producto de un involuntario error.
337
festarle que esta Sociedad accede con el mayor agrado a este pedido y ceder
gustosamente a cada colono padre de familia que compruebe su nacionalidad,
procedencia i dems disposiciones de la Ley, la hijuela correspondiente.
Como la colonizacin debe ser efectuada con todo mtodo, esta Socie-
dad propone designar la estensin de campo suficiente para el cabido de
las hijuelas, hasta alcanzar el nmero de 200 familias de colonos nacio-
nales, sealando como terreno adecuado para la colonizacin, el campo
al norte del ro Simpson, que partiendo de la frontera con la Repblica
Arjentina sigue al Oeste con cuatrocientos metros (400 mts.) de frente al
ro Simpson i mil metros (1.000 mts.) de fondo hacia el Norte.
La Sociedad que represento consecuente con las obligaciones contrai-
das con el Supremo Gobierno cumplir estrictamente sus compromisos
para con los colonos121.
Pero, agregaba Dun, en el caso que Valdebenito, pues la comuni-
cacin tena el carcter de personal -como los dems colonos debe
entenderse-, persistiera en su ocupacin, se le notificaba de la deter-
minacin de la Sociedad de cobrar un derecho de pastaje diferenciado
segn se tratara de ganado lanar, caballar o vacuno.
Aunque tal propuesta no satisfaca lo que pedan los pobladores,
pues la oferta se ajustaba al inters de la S.I.A. -apenas 40 hectreas
por colono-, ya se haba conseguido algo tangible y por escrito como
era la aceptacin de la poderosa compaa para la radicacin de ocu-
pantes nacionales en los campos del Simpson.
El asunto, con sus bemoles, pareca ir bien.
Por otra parte en lo tocante a las demandas conocidas respecto de
la necesidad de contar con autoridades locales ante quienes dirigirse y
de las que poda esperarse amparo a todo efecto, igualmente mostr
un adelanto con la decisin gubernativa de crear la subdelegacin de
Ro Simpson, primera expresin de ordenamiento institucional pblico
en el territorio de Aysn, aunque de rango inferior.
El decreto supremo nmero 3.024 de 7 de junio de 1915, suscrito
por el Presidente Ramn Barros Luco y por Enrique A. Rodrguez,
ministro del Interior, estableca:
Vistos estos antecedentes, i teniendo presente lo informado por el In-
tendente de Llanquihue i por la Inspeccin de Jeografa i Minas de la
Direccin Jeneral de Obras Pblicas.
121
Obra indita de Millar, citada.
338
DECRETO
122
Ibd.
339
Carabineros destacamento Aisen tiene instrucciones, por escrito, de no
proceder sino con orden judicial del juzgado de esta. Compaa Aisen no
tiene polica propia -se le adverta para que no cediera ante una even-
tual presin de parte de la administracin general-. Los habitantes de
Ro Huemules no pueden ser lanzados sino por una resolucin judicial123.
Cabe agregar que, prudentemente, el desalojo temido no lleg a
hacerse efectivo.
Pero los colonos no slo enfrentaban esa amenaza, sino que haban
debido y deban soportar otras molestias con las que la S.I.A. procu-
raba desprestigiarlos, por una parte, o entrabando su movilidad, por
otra. Tal haca voceando a los cuatro vientos su supuesta condicin
de ignorantes, analfabetos y malos elementos y dificultndoles el libre
paso por sus dominios y el embarque de sus personeros en Puerto
Aysn.
Finalmente, en lo que debe tomarse como una manifestacin clara
de la seriedad con que el Supremo Gobierno consideraba el asunto, el
16 de mayo de 1916 el diario El Llanquihue de Puerto Montt, bajo el
epgrafe de Se encuentra en vas de resolverse el conflicto con los colonos
de Valle Simpson, informaba que al da siguiente se reuniran en Santiago
el ministro Ochagava (posiblemente titular de la cartera del Interior),
el Inspector de Colonizacin, Temstocles Urrutia, un representante de
la S.I.A., Adolfo Valdebenito, por los colonos amenazados de desalojo, y
el diputado Carlos de Castro, que los respaldaba. Todo haca suponer
que se aceptara entonces como solucin la propuesta del diputado en
cuanto que el gobierno, fundado en las facultades que le daba el con-
trato de permuta celebrado con la S.I.A., poda radicar a los colonos en
los mismos terrenos concedidos a la compaa y ocupados por ellos. Se
adelantaba para el efecto el respaldo del ministro y la buena disposicin
del representante de la Sociedad Industrial del Aysen.
Ahora s que la cosa iba por el camino correcto... aunque todava
habra demora.
Es del caso hacer algunas consideraciones en lo referido a la le-
gitimidad que sustentaba la posicin de los pobladores, esto es, la
justificacin que validaba sus reclamos justicieros. Ellos no tenan, es
cierto, un fundamento legal que les permitiera posesionarse de los
terrenos. Aunque es igualmente cierto que muchos de ellos se haban
instalado de facto en campos vacos, pues la sociedad beneficiada con
123
Telegrama de fecha 18 de febrero de 1916, publicado en La Alianza Liberal el da 20.
340
su concesin los mantena absolutamente abandonados, otros, los me-
341
econmica no era insignificante, como que para 1915 y considerando
tan slo a una treintena de pobladores, los mismos reunan una ha-
cienda formada por 33.000 bovinos, 73.000 ovinos y 10.500 equinos
No haban llegado pues con las manos vacas!
Cuando as marchaban los acontecimientos, una intervencin inespe-
rada vino a generar nueva preocupacin tanto para los pobladores afin-
cados como para la compaa ganadera establecida y an para el propio
gobierno. Fue la denominada Cuestin del Potrero de los Rabudos124.
En 1914 el diputado Agustn Gmez Garca, conocido por su inte-
rs en temas referidos a las regiones australes del pas, apareci en las
noticias de prensa al reclamar la propiedad del territorio continental
de la Patagonia central chilena situado entre los 43 y 48 S, vale de-
cir sobre gran parte de Aysn, invocando la calidad de adquirente y
cesionario de los derechos que, sobre tan enorme espacio geogrfico,
posean los que se decan herederos de Juan Levin, titulado Gober-
nadorcillo de los Payos, quien haba recibido del rey de Espaa el
dominio para s y sus descendientes.Tiempo despus, en 1916, Gmez
Garca constituy una sociedad denominada Ganadera Nacional a la
que vendi 250.000 hectreas de aquel dominio y otras 455 hijuelas a
la Sociedad Comercial de Chile, adems de los estudios para la insta-
lacin de un ferrocarril en la seccin central de Aysn. La materia de la
enajenacin comprometa as los intereses de las compaas pastoriles
con arrendamientos legales constituidos en la regin, los del propio
Fisco por razones obvias, y aun las pretensiones que tenan los pobla-
dores ocupantes de terrenos.
Por esa razn el asunto cobr estado pblico cuando se pusie-
ron en duda los derechos que invocaba el parlamentario, pues se
estim que una parte de los mismos se fundaban en documentos
falsificados. Aquello fue un escndalo maysculo, inclusive con ribe-
tes polticos por involucrar a gente de relevancia, presentndose al
gestor principal y a los otros como usurpadores de tierras fiscales
en la Patagonia chilena.
El caso lleg a los tribunales y all, tras largo proceso, el fallo de
primera instancia conden a Gmez Garca por falsificacin de instru-
mento y por estafa. Apelada por el mismo la sentencia, el imputado
falleci (8-XII-1926) cuando la causa se hallaba pendiente, sobrese-
yndosela as definitivamente. Mucho antes, sin embargo, el asunto
124
Topnimo tomado del ro de los Rabudos (Palena), utilizado en la vieja cartografa colonial por razn
de haberse afirmado en temprana poca que all habitaban hombres con cola, de all rabudos.
342
haba perdido toda relevancia y dej de preocupar a los presuntos
343
centros hasta ahora despoblados i desconocidos por nuestros inactivos
gobernantes, los cuales siguen todava siendo piedra de tropiezo para el
libre desenvolvimiento de esta tan noble i patritica poblacin127.
Fue as como, luego de trazar personalmente la planta del pueblo,
con la colaboracin de algunos que habran de ser sus primeros veci-
nos, procedi a su asignacin dejando, claro est, las reservas para la
plaza y para la futura ubicacin de la escuela y otros servicios pblicos.
Con imaginacin haba ideado un curioso plano de forma circular, con
1.540 metros de dimetro, circundado por una amplia avenida; en su
interior un damero con calles rectas, de un ancho de 20 metros cada
una y en las manzanas resultantes un total de mil sitios.
Para su distribucin y venta, Silva form la Comisin de Sitios, Educa-
cin y Fomento, barrunto inicial de autoridad edilicia y vecinal. Los sitios se
vendieron a razn de $ 20 argentinos cada uno, 91 en total, segn recor-
dara Pomar en su viaje, y con su producido pudo construirse la sede para
el colegio mixto Bernardo OHiggins, haca poco creado por resolucin
gubernativa, y subvencionarse y fomentarse la actividad deportiva. Es fama
que el fundador no se asign ni adquiri un solar para s, lo que afirma
su carcter desprendido. nicamente se preocupaba de los dems. Meses
despus, a contar del 15 de octubre se inaugur un servicio de correo, para
pasajeros y correspondencia, entre el nuevo pueblo y Comodoro Rivadavia.
Al enterarse un ao cabal de la fundacin se inaugur el hotel Mirasol,
para la atencin de los viajeros que ya menudeaban por ese paraje.
Esa realidad auspiciosa llev al fundador a describir con entusiasmo
el futuro que esperaba para Balmaceda, reiterando en parte concep-
tos conocidos, y que trasunta aspectos de su personalidad fascinante:
Este pueblo por su situacin jeogrfica i estratjica en donde lo he fun-
dado ser un emporio de riqueza. Su campo de accin para el comercio
ser colosal, su comercio puede estenderse al sur hasta unas cuarenta
leguas, al este hasta la mitad de los territorios arjentinos, al norte hasta
el grado 44 i al oeste hasta nuestro Ocano Pacfico. Este es un radio de
comercio en referencia a la futura e inmensa poblacin que se radicar en
estos centros hasta ahora despoblados i desconocidos.
Nuestro territorio que circunda a Pueblo Balmaceda no es menos rico
que el territorio arjentino; es cierto de que en Comodoro Rivadavia est
el inmenso petrleo en donde se sacarn abundantes millones. Un futuro
ferrocarril transandino, que partiendo desde el puerto arjentino al puerto
127
Ibd., pg. 113.
344
chileno, pasara la cordillera por el mismo pueblo Balmaceda a una altura
345
que, sumados a los mencionados antes, haran el total de 155 pobla-
dores registrados por el ingeniero Pomar en 1920. De ellos 138 chile-
nos (121 repatriados y slo 17 emigrados directamente); 5 argentinos
(hijos de chilenos), 3 sirios, un espaol y un austraco, adems de otros
siete de los que no se tuvieron datos130. El censo nacional de 1920
registrara all un total de 585 habitantes, esto es, ms que el total
correspondiente a los diferentes establecimientos de la S.I.A. (Puerto
Aysn, Balseo, Coyhaique; Coyhaique Alto, irehuao), que alcanzara
a 514 personas. Definitivamente, la colonizacin espontnea resultaba
ser un mejor agente de poblamiento que la empresarial, con una me-
jor composicin por sexos.
Mediando el lamentable suceso acaecido en la zona del lago Bue-
nos Aires, al que se har referencia pormenorizada ms adelante, y
que sin duda por su resonancia hubo de contribuir al curso de los
acontecimientos con un sesgo cada vez ms favorable para los colo-
nos radicados all y en el valle Simpson, la preocupacin que a stos
motivaba la indefinicin respecto del destino de sus posesiones tuvo
finalmente una tranquilizadora solucin, aunque todava factual.
Ella se dio con la renuncia -que debe verse como una virtual rendi-
cin- de la Sociedad Industrial del ysen al derecho de posesin que
emanaba del acuerdo conseguido con el Fisco en 1914, por hallarse en
su mayor parte ocupados [los terrenos] por gran nmero de pobladores,
solicitando al mismo tiempo la devolucin de los valles de Maihuales
y Emperador Guillermo que con los del Simpson haban sido la ma-
teria de la permuta. Eso fue aceptado por el Supremo Gobierno que
para el efecto dict el decreto nmero 597 de 16 de mayo de 1919.
Esta resolucin, aunque de hecho pona trmino a la situacin, al
fijar los lmites para los lotes de la concesin, en lo que se refera al 3
incluy en ellos una seccin del sector norte del valle Simpson, donde
qued una parte menor de los pobladores, aunque ya sin amenaza de
desalojo.
Eso ya tendra arreglo, pero lo que importaba era que la disputa
entre la compaa poderosa y los colonos pioneros se haba dado
en forma tranquila, con sus avatares, incluso civilizada considerando
las circunstancias propias de la poca, el aislamiento geogrfico y la
ausencia de autoridad legtima efectiva.
130
Pomar, op. cit., pg. 93.
346
Por eso merecen ser puestos de relieve la serenidad y la prudencia
347
tantos pesos chilenos; [...] y el hecho de que en la concesin del Aisn cir-
culen fichas de gutapercha contribuye a escasear ms la moneda chilena,
y para que la ilusin de estar fuera del pas sea completa hay la costum-
bre de decir: Vine a la Argentina, Se fue a Chile; y si se les observa que
ellos estn en Chile, replican que se refieren a Chile grande131.
Observ asimismo la indumentaria de la gente y la manera de ha-
blar, igualmente al estilo del pas vecino. Pero, comprensivo, entendi
que tal era la consecuencia natural de una permanencia prolongada y
que, pese a ello, pudo comprobar que el patriotismo no estaba borrado
en los corazones de un puado de chilenos perdidos y olvidados en un rin-
cn de la Patagonia occidental132, al advertir durante su visita a Balmace-
da el embanderamiento del pueblo, a propsito de la conmemoracin
del combate naval de Iquique.
Tom nota asimismo del estado de inseguridad en que viva la gen-
te campesina, por la condicin propia de una zona de frontera de la
civilizacin, donde toda expresin de autoridad preventiva y represiva
estaba ausente.
Por ello procur ser justo en su apreciacin en tal materia:
Respecto a la calidad, hay buenos y malos elementos; gente que por
iniciativa particular ha fundado un pueblo, ha establecido escuela, centro
deportivo y correos, no es tan mala como la presenta la S.I.A., ni tampoco es
tan buena como podra deducirse de slo ver sus seguridades. (documentos).
Tmese en cuenta la seleccin artificial; ningn incapaz ni cobarde ni
afeminado abandon su hogar y se expatri para poblar campos hasta
entonces incultos en la Patagonia; abandonando en esas soledades, lejos
de todo principio de autoridad y de justicia, sufriendo a veces hambre y
en constante lucha con la naturaleza salvaje, el hombre retrocede a los
tiempos primitivos y no impera ms ley que la voluntad del ms fuerte
que ensancha sus campos atropellando a los dbiles.
El da en que haya escuelas, ms polica y toda clase de servicios p-
blicos, ese mismo hombre o sus hijos se tornarn ms humanos y cultos;
no tenemos ms que mirarnos en nosotros que en mayor o menor grado
descendemos de los conquistadores de Chile, los que, al parecer de un
cronista, la mayor parte tena tomado el estanco de las maldades, ingra-
titudes y bajesas133.
131
Op. cit., pgs. 55 y 56.
132
d., pg. 70.
133
Ibd., pg. 94.
348
Apreci tambin objetivamente el esfuerzo colonizador de los po-
349
Desarrollo de obras y acciones esenciales iniciales (escuelas,
seguridad pblica, caminos, fundacin de un pueblo en la Pampa del
Corral (Coyhaique), destinado a servir a toda la poblacin radicada en
la zona interior;
Regularizacin de la tenencia de tierras por los colonos;
Liquidacin del poder monoplico de la S.I.A. mediante la aper-
tura de Puerto Aysn y la colonizacin del valle del ro de los Palos;
Mantenimiento de la concesin de la S.I.A. nicamente hasta
su vencimiento en 1933.
Con su viaje, sus observaciones, juicios y recomendaciones el Supre-
mo Gobierno obtuvo un conocimiento, de primera mano y fidedigno
sobre la realidad social y econmica de un territorio hasta entonces
apenas conocido, y del que la presencia del Estado, vale reiterarlo, haba
permanecido de hecho ausente, en un tiempo en que las circunstan-
cias exigan con urgencia un cambio de actitud que impusiera un orde-
namiento diferente. En suma, fue un registro excepcional, a modo de
radiografa sobre un tiempo histrico crucial para el destino de Aysn.
Como si faltara, hizo de esa invaluable experiencia una relacin
vvida y amena destinada a la informacin de los chilenos [...] que solo
se mueven dentro de un crculo estrecho en torno a la ciudad en donde
moran y a los que van a conocer los encantos de la tierra extranjera igno-
rando los del suelo patrio, les recomendara un viaje a la Patagonia occi-
dental ...137, y que tambin entendemos dirigido a la posteridad, como
un mensaje de permanente recordacin de una tarea inacabada de
conocimiento y preocupacin por su adelanto.
El viaje de Pomar, se reitera, conform un hito trascendente en la
historia del Aysn moderno.
A su atinada y talentosa visin se debe el surgimiento del territorio
con personalidad poltica y administrativa propia; el reconocimiento
del poblamiento pionero espontneo y la presencia benefactora, cau-
teladora y desarrollista del Estado, origen directo de su ulterior pro-
greso social, econmico y cultural.
Por todo ello su accin, meritsima, permite situar su nombre con
todo derecho entre los padres fundadores de Aysn.
Apropiado y digno colofn, al fin, para un lapso sealado por la
energa creadora y la tenacidad de tantos hombres y mujeres, pio-
137
Ibd., pg. 128.
350
neros protagonistas de una verdadera gesta colonizadora singular e
b) Valle Ibez
351
cerro Castillo y en su vecindad, desde el arroyo del Bosque hasta La
Bajada, su hermano Miguel. Serafina Paichil lleg por ese tiempo y se
cas con Pascual Antrillao, instalndose ambos en las cercanas de la
laguna Morales138.
La falta de informacin acerca de otros colonos no debe tomarse
necesariamente como indicativa de no haber otras radicaciones. Es ms,
es seguro que s las hubo por esos aos, hasta 1920 pero sin registro
alguno, lo que lleva a suponer un ingreso directo desde el este, evitan-
do el valle Huemules. Es decidor en ese respecto el dato recogido por
Pomar durante su recorrido, que daba cuenta de haber 32 familias radi-
cadas como pobladores en el valle del ro Ibez, lo que posiblemente
significaba una poblacin del orden de centenar y medio de habitantes.
Respecto de las caractersticas del poblamiento nada se conoce
pero debe suponerse que las mismas debieron ser semejantes a las
de cualesquiera otros colonos de la poca, quiz si ms pobres en
apariencia, por la condicin de indgena de la inmensa mayora de la
comunidad radicada, vale decir simples ranchos como habitacin, al-
gunos corrales y siembras (papas, trigo, avena, arvejas), y la crianza de
ganado vacuno, caballar y lanar en pequea escala, con modalidades
propias de su cultura ancestral. Esta abrumadora presencia de chilenos
de origen indgena, huilliche, le otorga singularidad al poblamiento del
valle Ibez, pues no se conoce de otro caso igual.
Si llegar a los campos del valle del Ibez por su poco practicable
acceso sudoriental, y a los del interior del Baker, por la lejana y fra-
gosidad del terreno, no signific al fin mayor dificultad para el ingreso
de emigrantes que buscaban donde establecerse como colonos, ms
fcil todava hubo de resultar la entrada para los que pusieron sus ojos
en los campos de allende la frontera regados por el ro Jeinemeni y
tributarios, o en los situados inmediatamente al norte de ese valle, en
los faldeos y terrenos litorales del gran lago Buenos Aires.
Como en otras partes de la seccin central de la Patagonia chilena,
excepto el caso del valle Simpson, tampoco hay registros precisos
138
Lorena Santibez y Camilo Salas, Comuna de Ro Ibez: una aproximacin a su historia local y a
su tradicin cultural, en Tierradentro, N15, Coyhaique 2000, pg. 12; y Claudia Millaldeo, Presencia
indgena en Aisn, Actas Seminario Un encuentro con nuestra Historia. Serie Anales del Centenario
de Aisn. (Casa de la Cultura-Municipalidad de Coyhaique, Coyhaique 2003), pgs. 84-94.
352
que den cuenta de poca de ingreso, nmero y nombres de colonos
353
di conocerlas. El recorrido debi resultar sorprendente y grato, pues
encontr que esas comarcas reunan condiciones admirables para la
crianza pastoril: campos pastosos y bien regados, abiertos y limpios,
en un grato ambiente de microclima local. Haba all varios miles de
hectreas encerradas entre formas naturales y la frontera, que aguar-
daban el afn colonizador. Esos campos tenan adems, de hecho, la
calidad de baldos pues aunque estaban situados dentro de los lmites
del arrendamiento de la Compaa del Baker, separados como esta-
ban por la serrana divisoria de cuencas entre el lago Buenos Aires y
los ros Chacabuco y Baker superior, nunca haban podido ser efecti-
vamente ocupados. El lugar elegido por Manuel Jara para establecerse,
estaba situado en el valle inferior del ro Jeinemeni, en la vecindad del
paraje que ya poblaba Pereda.
All entonces, a comienzos de 1906 entr a establecerse por cuenta
de aqul su cuado Melquades Rivera, conduciendo hacienda vacuna
y yeguariza de propiedad del mismo, adems de algunos peones. Lue-
go Jara invit a su hermano Cantalicio, prspero hacendado en Lago
Blanco, a radicarse en sus cercanas, lo que ste hizo efectivamente
hacia fines de 1908. Esa decisin fue determinante para el gran grupo
familiar, de ah que otros parientes no tardaron el seguir a los Jara y a
Rivera. Fue as que en 1912 arrib Pedro Burgos, con su hijo Belarmi-
no Burgos Mendoza, su yerno Manuel Vsquez, con Miguel Araneda,
Juan Jimnez y Jos Rosario Seplveda, todos casados, con sus esposas
e hijos, y adems con Uberlindo y Santiago Fica, ambos solteros.
Radicados en relativa vecindad unos de otros, ocuparon la costa del
lago Buenos Aires desde el campo de Manuel Jara hacia el oeste y la
zona del valle del Zevallos, siguiendo la margen izquierda del Jeineme-
ni, hasta donde llegaron tambin otros chilenos con idntico prop-
sito. De ellos Cantalicio Jara se estableci en el paraje que tomara su
nombre (Baha Jara) y Burgos entre ste y su hermano Manuel, apro-
ximadamente donde hoy se sita la ciudad de Chile Chico; Jimnez y
Seplveda se ubicaron ms hacia el oeste, hasta Fachinal.
Surgi as una colonia pastoril autnoma a la que en demostracin
de amor patrio llamaron Chile Chico, en recuerdo de la tierra nativa, el
Chile grande. La misma pronto se demostr prspera, contando con
buenas viviendas e instalaciones y varios miles de cabezas de ganado
vacuno, ovino y caballar, cuyos productos, lana especialmente, eran
trasladados al fin de cada temporada a territorio argentino en chatas
(grandes carros tirados por 12 a 14 caballos o mulas), para ser ven-
354
didos en Comodoro Rivadavia, lugar donde solan aprovisionarse de
142
Recurdese que la divisoria entre la Provincia de Llanquihue y el Territorio de Magallanes corra por
el paralelo 47 S, lo que significaba que los campos de que se trata correspondan a la jurisdiccin
de la primera. No obstante ello, seguramente por razn de una relativa mayor proximidad, la tuicin
administrativa se encomend a la Oficina de Punta Arenas.
143
Oficio 60 de 16 de febrero de 1914.
355
indesmentible su chilenidad, como poda comprobarse por la deno-
minacin elegida para su colonia y por los sentimientos que podan
constatar quienes la visitaban. Entre estos, atrados por la fama que
tena esa comunidad laboriosa, arribaron all algunos con el encubierto
inters de verificar las condiciones de los campos, conocedores de
la precariedad del ttulo que amparaba la ocupacin de los colonos,
como fueron los casos de Moiss Errzuriz y Julio Vicua Suberca-
seaux, este verdadero caza terrenos de la poca. El mismo, en parti-
cular, despert la suspicacia de los pobladores al manifestar su inters
por conocer los adelantos realizados, por cuanto se saba que en 1914
haba rematado la mayor parte de los campos que conformaban la
antigua concesin del Baker, como tambin su posterior traspaso a
una firma ganadera de Magallanes.
Se vio entonces que tras tales visitas haba un inters manifiesto
por los terrenos colonizados, lo que se comprob al saberse que en
1915 Errzuriz y en 1916 Vicua haban hecho sendas presentaciones
ante la Inspeccin de Tierras y Colonizacin en procura del arrenda-
miento de los mismos a travs de la subasta pblica, nica forma que
la ley vigente contemplaba para el caso. Ante ello, algunos colonos
enviaron a Punta Arenas a Adolfo Rubilar en calidad de representante
para hacer una solicitud ante la Oficina de Tierras, a fin de que se les
tuviera en cuenta al tiempo de la subasta144.
Excelentsimo seor, expusieron al Ministro de Colonizacin en una
solicitud entregada con fecha 5 de agosto, [...] Srvase V. E. disponer que
en igualdad de condiciones nos sea cedido el arrendamiento de este lote -el
terreno cuya ocupacin se haba autorizado en 1914-, en preferencia a
nosotros, por ser mui antiguos ocupantes y tener introducidas mejoras den-
tro de nuestra facultad econmica, de consideracin. Para el caso Excelen-
tsimo seor, que no nos fuera dado obtener el arrendamiento en la forma
que lo dejamos expresado en el prrafo anterior, srvase V.E. disponer que
se tasen nuestras mejoras, las que debern ser abonadas por el que fuera
arrendatario antes de ser entregado el terreno y depositar en tesorera fiscal,
y fijrsenos, adems, un plazo prudente de desahucio, para retirar nuestro
ganado de pastoreo y crianza que en el referido terreno tenemos145. Era lo
mnimo que poda otorgrseles en la eventualidad planteada.
Vicua en particular, utilizando sus relaciones e influencias, se em-
pe en apurar la decisin administrativa de la subasta, cuyo resultado
144
Los colonos eran Manuel y Cantalicio Jara, Pedro Burgos, Ernesto Pereda, Jos Rosario Seplveda,
Melquades Rivera y Juan Jimnez.
145
Danka Ivanoff, op. cit., pg. 85.
356
confiaba habra de serle favorable para posteriormente, como haba
357
do conocimiento de ella despus de que el remate se llev a efecto. Como
Us. comprender, este atraso en la publicacin de los antecedentes de
una subasta que debe ser pblica, perjudica grandemente a Magallanes,
a los intereses fiscales, en beneficio esclusivo de algunos inescrupulosos
que tienen inters en ocultar los antecedentes de la subasta hasta el
ltimo momento, para obtener un arrendamiento a bajo precio y vender
enseguida sus derechos a los estancieros de Magallanes, con grandes
ganancias. Se desprende la fecha del decreto citado, que maliciosamente
se ha retardado su transcripcin para evitar la oportuna publicidad de los
antecedentes de la subasta.
Creo mi deber poner estos hechos en conocimiento de Us. estimndo-
les que los ponga tambin en conocimiento del seor Inspector General
de Colonizacin, quien durante la tramitacin del decreto a que me he
referido, se encontraba en este territorio en comisin de servicio146.
Aquello era llorar sobre la leche derramada. Lo hecho estaba he-
cho y haba que esperar las consecuencias.
Las bases del remate, cuya escritura de adjudicacin se firm el 15
de marzo de 1917, establecan el plazo de un ao a contar de la fecha
de la subasta para hacer efectivo el abandono de los terrenos por par-
te de los colonos, previos la notificacin correspondiente y el pago de
las mejoras y pertenencias que deban ser tasadas por una comisin
designada al efecto. Carlos von Flack deposit
$200.000 en moneda argentina en la agencia del Banco Anglo-Suda-
mericano de Comodoro Rivadavia, para atender el pago de esa obligacin.
Temerosos por lo que se vea venir, los pobladores, una vez ente-
rados, enviaron a Arsenio Melo, que era uno de ellos, en su represen-
tacin, para demandar la nulidad de lo obrado y para pedir un nuevo
remate con la oportuna y debida publicidad. Para ello Melo debi
emprender un largusimo viaje que lo llev primero por tierra hasta
Comodoro Rivadavia, desde all tras aguardar por un vapor, por va
martima hasta Buenos Aires y desde esta capital a Santiago por el
ferrocarril trasandino, detalle que por s slo explica el grado de aisla-
miento geogrfico en que se encontraban aqullos para acceder ante
una autoridad superior, en el caso el gobierno de Chile.
Una vez en la capital de la Repblica, Melo demor en obtener la
entrevista con el ministro y cuando al fin la consigui para exponer
la demanda de los pobladores, su planteamiento no fue acogido. En
146
Nota de fecha 23 de abril de 1917, citada por Ivanoff, op. cit., pg. 97.
358
la coyuntura discurri entonces buscar el apoyo de un parlamentario
359
Pidi este ciudadano, que aprecindose esta gravedad se dejara sin
efecto el remate efectuado, i se llamara a una nueva subasta, como medio
de poder entrar a competir en ella, o bien se les permitiera pagar iguales
derechos a los que en virtud del remate, deba pagar el seor Flack.
No tuvo la suerte de encontrar acojida en sus gestiones, i tanto la Ins-
peccin de Tierras como el Ministerio del ramo, le ratificaron la orden de
abandonar el suelo.
Ahora se cabe preguntar, seor Presidente, es posible que el Gobierno
se desentienda indiferentemente de una situacin creada por fuerzas
extraas, como es la absoluta falta de medios de comunicacin, el aisla-
miento completo del resto del pas, i los dems factores que han concu-
rrido, para que este grupo de familias chilenas, ocupantes del Lago Bue-
nos Aires, no hayan podido conocer las amenazas que se cernan sobre
sus intereses?
Es posible que el Ministerio, so pretesto del cumplimiento del com-
promiso contrado como consecuencia de la subasta, no pueda prever un
acto que va en perjuicio tan directo de numerosas familias que soaron
encontrar en el propio pas, la tranquilidad a que dan derecho el esfuerzo
i el honrado trabajo.
Parece que fuera ilusin que la indolencia gubernativa permita ence-
rrarse en un marco tan estrecho, mxime cuando los que piden amparo
no desean que el Estado les de los terrenos, sino que sean como los de-
ms, pagar porque deben pagar, entrando, a la luz del da, en una nueva
subasta, distinta a la anterior, ya que para ellos aquella signific haberse
hecho en la oscuridad de la noche.
Al traer stas consideraciones al conocimiento de la Honorable C-
mara, me gua el propsito de pedirle al actual Ministro de Colonizacin,
que se d el sacrificio de estudiar la situacin creada a esos doscientos y
tantos connacionales que esperan del elevado espritu pblico de Su Se-
ora, alguna medida que les permita volver a la tranquilidad, mientras el
Gobierno, contemplando los intereses fiscales y los de aquellos ocupantes,
determine en definitiva lo que debe hacerse147.
Un inesperado apoyo vino entonces a dar mayor fuerza a la de-
fensa que intentaban los pobladores. Con la experiencia que le haba
dado la campaa de prensa en el caso de los colonos del valle Simp-
son, el decidido Jos Antoln Silva inici su propia accin de denuncia
buscando sensibilizar a la opinin pblica sobre la materia.
147
Citado por Ivanoff, op. cit., pgs. 42 a 44.
360
As, en junio de ese ao, en carta enviada a La Alianza Liberal, daba
361
La Guerra de Chile Chico
149
En la relacin de los sucesos de que se trata seguimos la que hiciera la investigadora Danka Ivanoff
Wellmann, que nos ha parecido tanto completa cuanto ajustada a lo efectivamente acontecido, y que
se contiene en su obra citada. Hay tambin otros trabajos sobre la materia con algunas diferencias
menores entre s.
362
Pero tengo confianza en que el Honorable Ministro del Interior evi-
363
que con ello ayudaba a los afligidos pobladores ayseninos. A su tiempo
Miquel y von Flack propagaban su propia versin, calificando a los co-
lonos como una partida de bandoleros o bandidos del Lago Buenos
Aires que slo merecan ser tratados con el mximo rigor de la ley.
En mayo de 1918 cuando von Flack notific el desalojo a los po-
bladores y los intimid a que abandonaran sus campos, otros medios
como fue el caso del diario El Llanquihue acogieron y reprodujeron las
denuncias sobre lo que suceda en las tierras del lago Buenos Aires.
Este rgano, involucrndose en el asunto al editorializar en su edicin
del da 19 de ese mes, fue lapidario en su condena a la actitud del
sueco con la tolerancia del gobierno, calificando el hecho de inaudito,
indigno y criminal. Mayor amplitud y resonancia se tuvo todava al tiem-
po de los sucesos ms graves y fue as que ese mismo diario public
con gran detalle y veracidad los diversos incidentes.
La batalla de la prensa para ganarse a la opinin pblica marchaba
bien para los colonos!
As las cosas, stos se organizaron en dos grupos, uno para vigilar los
caminos y prevenir el acceso de la tropa policial y otro para preparar
la defensa en el sector de Baha Jara y Laguna Verde, que pareca ms a
propsito para el objeto. Sumaban entre todos, pobladores y peones,
unos 50 hombres, cantidad ciertamente muy distante del ejrcito de
pobladores de 200 o ms individuos segn afirmara Miquel.
Ante lo informado por este oficial, la comandancia del Cuerpo
de Carabineros del Ejrcito le avis al oficial que enviaba una fuerza
de 40 hombres al mando del teniente Valds y que con ellos iba el
ingeniero Carlos A. Lemus para hacerse cargo del trabajo de tasacin
de las mejoras y haciendas de los colonos. Esta noticia no demor en
llegar a odos de los pobladores, quienes se prepararon para lo peor,
evacuando a sus familiares hacia suelo argentino y adoptando los re-
caudos que la situacin aconsejaba, entre otras la de abandonar las ha-
bitaciones y vivir en descampado, no obstante la crudeza del invierno.
A fines de junio arribaron a la colonia de Chile Chico Miquel, Val-
ds, von Flack, Lemus y la tropa militar, adems de una decena de
peones. Con unas tropelas iniciales que pusieron de manifiesto el
carcter intemperante y abusador de Miquel, golpizas y maltratos que
ni siquiera respetaron a mujeres enfermas y a nios, e incendios de
habitaciones en la medida que avanzaban hacia el interior, lo que se
quera era amedrentar a los colonos y procurar as su desbande, pero
364
su resultado fue el opuesto a lo esperado pues de tales hechos se supo
152
El ingeniero Lemus dej una vvida descripcin de los actos de salvajismo e inhumanidad del teniente
Miquel, en especial de los cometidos en contra de mujeres de pobladores (Cfr. Diario de Viaje al Lago
Buenos Aires, citado, pgs. 331-367.
365
Le comunico que hemos tenido varios combates con los carabineros
chilenos con resultado victorioso para las fuerzas civiles. Como los carabi-
neros se han refugiado en la Estancia La Ascensin, en territorio argentino
les solicitamos los desarme y arreste153.
Von Flack se dirigi hasta las Heras y desde all, mendaz como
era, telegrafi su propia versin al gobierno de Santiago y, adems, a
los Ministros de Relaciones Exteriores y del Interior de la Repblica
Argentina, en este caso, con la intencin manifiesta de generar alarma
pblica y conseguir alguna ulterior medida de represin en contra de
los colonos y, va de suyo, a favor de su bastardo inters.
Los prisioneros en manos de los sublevados, hizo saber al primero,
alcanzan a 13. El nmero efectivo de que disponen no baja de 200 hom-
bres, pero aumentar a no dudarlo, dado sus primeros xitos. Patrullas
armadas cruzan el territorio argentino, a fin de capturar a los carabineros,
que se encuentran refugiados en la Estancia La Ascensin al mando del
Teniente Valds. Se dispone de tropa de lnea para resguardar el territorio
argentino, cuyas autoridades se dejaran sorprender por los acontecimien-
tos. Como no existen en toda esa zona fuerzas capaces de oponerles
resistencia podran llegar los sublevados hasta tomar el ferrocarril.
Y al segundo,
La estancia ha sufrido perjuicios enormes y la caballada y las ovejas
han sido robadas en gran cantidad. Solicito intervencin enrgica y sobre
todo rpida para salvar nuestras vidas, enviando fuerzas armadas en au-
tomviles desde la estancia Las Heras, desde el ferrocarril de Puerto De-
seado o desde Comodoro Rivadavia. Creo que quinientos hombres seran
suficientes para hacer respetar la soberana argentina154.
En Chile, el 19 de julio el diario El Mercurio de Santiago publicaba
de manera destacada la siguientes informacin:
Graves Sucesos Del Lago Buenos Aires. Cuatro das de com-
bate entre carabineros y ocupantes. Cuatro carabineros muertos y 13
prisioneros. El resto pasa a la Argentina.
Los incidentes producidos en la regin del Lago Buenos Aires, Provincia
de Llanquihue, han derivado en graves sucesos. El concesionario seor von
Flack, ha telegrafiado al Gobierno anunciando que los carabineros han
combatido durante cuatro das con los ocupantes quedando cuatro cara-
bineros muertos y 13 prisioneros. El resto de la tropa se salv pasando
153
d., pg. 74.
154
d., pg. 74.
366
al otro lado de la Argentina al mando del Teniente Valds. Han recorrido
367
ms o menos 200156, lo que no era cierto, por lo que lo afirmado deba
ser una argucia para recibir refuerzos.
En Santiago, entre tanto, el Congreso Nacional -la Cmara de Di-
putados- pas a ser el escenario para ventilar los recientes graves
acontecimientos del sur. All la voz de Nolasco Crdenas se alz to-
nante y acusadora, denunciando abusos y demandando explicaciones
y reparaciones justicieras al gobierno.
El consecuente giro de los acontecimientos en favor de los colonos
poda inferirse por la informacin publicada el 28 de julio por El Mer-
curio de Santiago:
El incidente producido en el Lago Buenos Aires entre carabineros y
los pobladores de esos terreno, que han tenido tan lamentables conse-
cuencias, segn informaciones telegrafiadas que de all se han recibido,
ha merecido la atencin preferente del Gobierno. Estudiados los antece-
dentes de esta cuestin, y analizando los hechos, se ha credo prudente,
tomar una medida que permita llevar a cabo las resoluciones que sean
necesarias en cuanto al arrendamiento en forma conciliatoria. En efecto, el
Ministro del Interior, don Arturo Alessandri, ha ordenado ayer al comando
de Carabineros que retire a los carabineros de la rejin de Lago Buenos
Aires, debiendo stos regresar a su cuartel. Al mismo tiempo, ha telegrafia-
do al Ministro de Chile en Arjentina, que solicite al Gobierno de ese pas
vecino, que las fuerzas militares de Arjentina, se limiten a prestar el auxilio
que los carabineros chilenos necesiten para realizar el propsito de que
abandonen esa rejin157.
La prudencia, est visto, comenzaba a campear por sus fueros.
En La Ascensin las cosas no andaban tan bien para los colonos
que merodeaban con el propsito de capturar a Miquel y a von Flack,
para retenerlos como rehenes. En tal plan, en la noche del 10 de agos-
to detuvieron un vehculo en que viajaba el juez de Paz de Nacimiento
y estando en ello arrib la tropa militar que vena de Las Heras, y
todos los del grupo (18 personas), donde tambin estaba Jos A. Silva,
fueron detenidos sin resistencia de su parte y despachados en calidad
de presos a Puerto Deseado. Mientras as ocurra con ellos, otro gru-
po de siete pobladores encabezados por Manuel Jara haba llegado
a Puerto Montt, va Puerto Aysn, y desde all haban marchado a
Santiago acompaados por el diputado Nolasco Crdenas que haba
156
Telegrama del 24 de julio de 1918, en Ivanoff, op. cit., pg. 79.
157
Ibd., pg. 103.
368
sido avisado de su arribo. Una vez en la capital fueron entrevistados
369
El gran perdedor fue el siniestro responsable de todo aquel trgico
episodio, y lo nico que pudo obtener fue la restitucin aos despus,
del valor pagado en la subasta de marras ($ 28.700). Despus de eso
nada se supo ms de su existencia y su memoria oprobiosa pasara a
la historia.
En cuanto a Jos Antoln Silva Ormeo, alcanz entonces la cima
de su fama. Se vio en l a un chileno valiente y desinteresado, solidario
con sus hermanos colonos, convertido en paladn de la justicia y como
tal dispuesto a jugarse por las buenas causas y qu causa ms noble
que la de afincarse en un remoto rincn de la Patagonia central para
fundar all una pequea patria, en recordacin del Chile grande!
Luego de aquel tiempo cenital cesara su protagonismo y se ocu-
p en otros afanes en el territorio de sus amores, terminando en su
ancianidad pobre y olvidado, pero la posteridad no demor en rei-
vindicar su memoria valorando y difundiendo su nutrido y ejemplar
historial de servicio ciudadano.
Lo acontecido por cierto dej otra consecuencia al influir, as debe
entenderse, en lo que de momento todava aguardaba solucin, como
era la cuestin de la ocupacin del valle Simpson por los pobladores
libres. Despus de los sucesos de Chile Chico no hubo lugar para la
irracionalidad y s ancho campo para la mesura en el manejo de los
asuntos que involucraban al inters pblico con el privado.
Ms an, aquellos acontecimientos contribuyeron dramticamente
a posicionar al naciente Aysn en el conocimiento de los chilenos,
hasta entonces ignorantes de cuanto suceda en el vastsimo espacio
situado entre el Reloncav y Magallanes. Definitivamente, fueron las
vicisitudes colonizadoras de los pobladores libres del valle Simpson
y Chile Chico motivos determinantes para que desde entonces en
adelante ni el gobierno central, ni la opinin pblica tuvieran por irre-
levante el acontecer del nuevo territorio que surga a la vida de la
nacin chilena.
Para la historia de Aysn, la gesta colonizadora de los campos del
sur del lago Buenos Aires ha sido un hito de relevancia y trascendencia.
370
de Mauricio Braun a comienzos de 1902, encontraron algunos indi-
371
La validez de esta conjetura est dada por las noticias un tanto va-
gas que se encuentran en la correspondencia de Mauricio Braun para
el perodo 1908-1914. Definitivamente, aunque inindividualizables, all
quedaron algunos o ingresaron otros aventureros desde suelo argen-
tino, o se dieron ambas situaciones. Cuando aquel empresario envi
arrieros para recuperar lo que se pudiera del ganado perteneciente a
la fenecida Compaa del Baker, estos se encontraron con pobladores;
otro tanto aconteci con von Flack tiempo despus. Entre los colonos
pioneros estaban Segundo Cruces, ex-arriero de la antigua Compa-
a Explotadora del Baker, y Juan Gmez y su esposa Balbina Cofr,
ambos naturales de Loncoche, quienes ingresaron en 1914 al distrito,
para retornar a Argentina tiempo despus y reingresar definitivamente
en 1918, establecindose como pobladores en el sector de Las Latas.
No deban ser escasos estos primeros colonos, tanto que su con-
vivencia debi ser difcil, lo que explica que en 1916 la gobernacin
de Magallanes que tena la jurisdiccin sobre el distrito, nombrara a
Carlos Cramer como comisario del Baker, una expresin elemental
de autoridad. Esa gente debi tener entonces problemas con la So-
ciedad Hobbs y Ca., cesionaria de los derechos de arrendamiento
de Julio Vicua Subercaseaux sobre los terrenos del Baker, a juzgar
por la denuncias que tiempo despus hizo Silva Ormeo en el diario
La Alianza Liberal, dando a conocer atropellos, despojos y expulsin
de pobladores.
El afluir de colonos hubo de aumentar por ese tiempo y ya hacia
el fin de la dcada quiz su nmero superara largo el centenar. La de-
duccin la hacemos del nmero de habitantes registrado por el censo
de 1920. Entonces en el distrito de lago Buenos Aires se contaron 438
personas (269 varones y 169 mujeres). Ahora bien, como al mismo
geogrficamente debi corresponder el territorio comprendido entre
la zona martima (Bajo Pisagua) hasta la ribera sur del lago Buenos
Aires, debe aceptarse que buena parte de ese total, siquiera la mitad,
corresponda a gente establecida como pobladores en los valles del
Baker. Esta nocin se refuerza con la presencia femenina, indicadora de
familias constituidas, caracterstica muy propia de la colonizacin es-
pontnea. La tradicin ha conservado los nombres de algunos de es-
tos pobladores pioneros. As, Jos Claudio Fuentes Grandn, originario
de San Carlos, en la provincia de uble, que arrib en 1919, poca
hacia la que lo hicieron entre otros Segundo Ramrez, Amador Es-
parza, Reinaldo Sandoval, Francisco Casanova, Juan Calluqueo, Adrin
Baados, Jos Muoz, Marcos Olivares, que lo hizo con su esposa Ma-
372
ra Cadagan y dos hijos, y Alfredo y Manuel Cataln, cuyos apellidos
373
lo hicieron pasado 1910, pues consta que efectivamente tal ocurri en
los campos del valle superior del ro Palena.
Los antecedentes disponibles, prcticamente todos compulsados
por Jos Miguel Barros160, dan cuenta de que hubo, al parecer, penetra-
ciones simultneas, una por el valle del ro Palena y otra por el sector
del sur de uno de sus afluentes meridionales, ms propiamente por la
zona de las lagunas del Engao.
Por el lado del Palena entraron en 1911 Reinaldo Casanova y Pablo
Carrillo Soto, quienes se instalaron en la ribera sur del ro Encuentro.
Despus arrib Juan Antonio Balboa, natural de Bo Bo, con su familia,
quien fue el primero en establecerse en el atractivo valle que bautiz
California. Algo ms tarde, aunque antes de 1918, ingres en el sec-
tor del Encuentro Juan Fortunato Sez Figueroa, originario de Valdivia,
quien en 1914 se haba casado con Matilde Steinkamp, hija del colono
de ese apellido que haba poblado en la zona del ro Carrenleuf an-
tes de 1900; y su cuado Pablo Carrillo, nacido en La Unin, y Lucas
Lpez. Quiz llegaron entonces y despus otros ms, pero, como bien
apunta Barros eran ... chilenos errantes que aparecen y desaparecen en
el paisaje austral son comunes en los valles cordilleranos161.
Favorecidos por la condicin natural de los campos, los pobla-
dores se establecieron con sus crianzas de ganado mayor y menor,
sus siembras y dems, e hicieron surgir una colonia autnoma y
floreciente que, como otras fronterizas, si dependi para muchos
efectos del lado argentino, mostr tempranamente propsitos de
abrirse paso a travs de la selva, cruzar el macizo andino y acceder
a la desembocadura del Palena para desde all obtener la anhelada
vinculacin con el resto de Chile.
Algo ms al norte, en el valle del ro Futaleuf, la penetracin se
inici hacia 1912. Los escasos datos que han podido compulsarse, en
que es difcil discernir entre la noticia histrica fidedigna y a la que
emana de la tradicin legendaria, dan cuenta del arribo de unos tales
Moraga, chilenos de origen, que se instalaron aproximadamente en el
sector donde hoy se levanta la floreciente poblacin homnima, como
nicos pobladores, pues impidieron con violencia el acceso de otros
compatriotas que buscaban establecerse en esa comarca. A tal punto
lleg la situacin que un grupo de chilenos residentes en Trevelin y
que deseaba colonizar, se concert para ingresar subrepticiamente a
160
Op. cit.
161
Op. cit., tomo I, pg. 154.
374
los pretendidos dominios de los Moraga y sorprendindolos acabaron
162
Ricardo Astorga, reportaje titulado Futaleuf, aqu el chileno es gaucho, publicado en la Revista del
Domingo, diario El Mercurio, edicin de 13 de junio de 1982.
163
d.
164
d.
375
truidos con el sistema del palo a pique y habilitando junto a los mis-
mos espacios para cultivos de hortalizas, crianza de aves y plantacin
de rboles frutales. Durante los primeros aos e incluso hasta mucho
despus, fue cosa comn, como se ha visto, que los pobladores combi-
naran sus explotaciones con trabajos estacionales que conseguan en
estancias argentinas de las inmediaciones o en poblados como Treveln
y Esquel; as podan reunir dinero que ayudaba a la subsistencia familiar.
Fue esta, adems, una forma muy comn a todo lo largo de la frontera
chileno-argentina.
Hacia el sur del lago Palena se hallan las comarcas del lago Verde,
cuya incorporacin al fenmeno de la penetracin colonizadora es-
pontnea fue posterior al de Alto Palena y Futaleuf. El pionero por
antonomasia del poblamiento del distrito fue Antonio Sols Martnez,
originario de Ro Bueno, de donde proceda tambin su esposa Sofa
Henrquez Sobarzo, con la que tuvo once hijos, tres de ellos nacidos
en la misma localidad chilena y el resto en suelo argentino durante el
largo recorrido que los haba llevado a establecerse en la zona de Ro
Pico, como aconteci con varios otros emigrados chilenos.
All Sols y otros no demoraron en enterarse de la posibilidad de
ocupar campos orejanos -baldos o desocupados- del otro lado de
la frontera, en la cuenca del pequeo lago Verde, que brindaban la
oportunidad de poblarlos en forma independiente y libre. Hasta ah
march en 1914 Antonio Sols, establecindose con una crianza de
vacunos en un campo que encontr de su gusto y tras l otros pocos
chilenos, Claudio Sols, Francisco Vsquez, Carlos Soldn, Germn Jara-
millo y Germn Willer.
Inicialmente los espacios libres de monte (bosque) eran pequeos
y escasos, cubriendo cuando ms unas 1.000 hectreas, y la ocupacin
comenz desde la frontera misma campo adentro hasta llegar al lago
Verde, cuyos terrenos eran naturalmente ms favorables, y en ellos y
en su entorno se radicaron los colonos. Tambin all, sin embargo, fue
menester abrir campos con incendios de primavera que destruyeron
tanta riqueza forestal pero qu hacerle, pues no haba otra alternativa
y adems estaba permitido!
All, casi sin variantes, esos pioneros repitieron la gesta coloniza-
dora espontnea conocida para tantos distritos del oriente aysenino:
esfuerzos inauditos, soledad agobiante, seguridad precaria, xodo tem-
poral, suma de carencias iniciales, dependencia de Argentina, en fin,
hasta que, poco a poco, consiguieron afirmarse, salir adelante con sus
376
explotaciones, surgiendo otra ms de las varias comunidades laborio-
377
tor oriental: limpios en general y aptos para la crianza ovejera, aunque
muy quebrados. De esa manera las motivaciones de los que entraron
a Chile eran las de todo hombre joven y animoso, que con algunos
recursos buscaba establecerse como estanciero. Las circunstancias del
tiempo eran por dems favorables, pues con el comienzo de la Gran
Guerra Europea los precios de la lana estaban en un buen nivel y
seguiran subiendo durante el transcurso del conflicto, haciendo que
cualquier terreno que permitiera criar ovejas, antao dejado de lado
por malo, ahora fuera cotizado y ocupado si estaba disponible.
La atipicidad del caso que se considera se afirma con un hecho
singular que no reconoce precedentes ni se repetira despus en la
historia de la colonizacin oriental de Aysn: el inters de un agen-
te consular chileno en Argentina por campos allende la frontera in-
ternacional. Fue el caso del cnsul de Chile en Ro Gallegos, cuyo
nombre se desconoce. Este, hacia 1916 visit la comarca lacustre y
conoci a James Radburne, por quien se hizo acompaar para saber
de la calidad de los campos para la crianza y, entusiasmado, decidi
solicitar tierras para s en el lado chileno del lago. Al parecer el cnsul
planeaba algo en grande, pues lleg a organizar la Compaa Chilena
Ovejera y Minera del Lago San Martn, que al parecer slo exista en la
imaginacin de aqul165. Sobre tal entidad y su proyecto colonizador
nunca se supo y todo lleva a suponer que se trat de una especula-
cin fallida. En ella Radburne figuraba como administrador general sin
haber sido consultado.
En cuanto a los pobladores establecidos en el sector chileno del
lago nada se conoce, pero debe suponerse que sus instalaciones fue-
ron precarias y elementales, y su hacienda lanar ms escasa que abun-
dante, cuya produccin apenas pudo bastar para pagar los gastos de
explotacin, mientras los precios de la lana se mantuvieran favorables.
James Radburne, que posiblemente conoci a ms de alguno de ellos,
dej sobre los mismos una referencia que interesa citar: Ahora hay
unos pocos colonos dispersos asentados hacia el oeste en Chile, ms all
de los lmites de la Estancia Nana. Estn completamente aislados del te-
rritorio chileno por la inexplorada y alta barrera que rodea sus pequeas
casas por todas partes, menos la que da hacia el lago San Martn. Algunos
de ellos tienen unas pocas ovejas y algunas vacas lecheras; omos sobre
una hermosa huerta en el ms apartado lugar. Hacen quesos y trampean
animales de piel fina. De una u otra manera se arreglan para vivir bas-
165
Herbert Childs, El Jimmy Bandido de la Patagonia (Ediciones de la Universidad de Magallanes, Punta
Arenas, 1997), pgs. 246 a 249.
378
tante cmodamente en esa desamparada y aislada seccin de los Andes
379
escaso su rendimiento, del aislamiento agobiante hasta el extremo y
de la dificultad para sacar su menguada produccin hacia territorio
argentino, donde los sitios para su comercializacin y para el abas-
tecimiento necesario se hallaban a muy gran distancia, sobre la costa
atlntica.Vivir all, entonces, pudo tener mucho de heroico, ms todava
para los familiares que acompaaron a esos pobladores esforzados.
380
para el control del movimiento intraterritorial se hizo insostenible y se
168
La disputa por las tierras del valle Simpson entre la Sociedad Industrial del Aysen (S.I.A.) y los ocupantes
particulares reingresados a Chile desde la Repblica Argentina (1914-1919). Tesis para optar al grado
de Licenciado en Ciencias Jurdicas y Sociales, indita, Santiago, 2002.
381
La nica mencin de un hecho positivo de la Sociedad, por otra
parte, corresponde a la puesta en servicio en 1924 de la estacin
radiotelegrfica de Puerto Aysn, importante adelanto en el mejora-
miento de las comunicaciones y que desde un principio estuvo abier-
to tanto al uso propio como al pblico.
En lo tocante a la produccin econmica, la misma prosigui durante
estos aos con los excelentes estndares de calidad que haba conse-
guido su calificada administracin tcnica, que, en lo que se refiere a la
competencia y nacionalidad de sus integrantes, se mantuvo invariable.
169
Tercera Memoria, presentada el 30 de septiembre de 1923.
382
Tampoco prosper la iniciativa de construir un centro de coloniza-
383
Hobbs y Ca. se pusieron otra vez en un hombre excepcional, Esteban
Lucas Bridges, a quien se haba recurrido en oportunidad anterior en
demanda de consejo vista su experiencia en los terrenos agrestes.
Entre tanto ste se haca cargo, la Sociedad encomendaba en
1921 a un antiguo oficial de la Armada Imperial Alemana, Hermann
Brunswig, la exploracin de los cursos medio e inferior del ro Baker
para verificar la factibilidad de su navegacin como va de salida de la
produccin econmica que se esperaba tener, segn lo exiga el contrato
de arrendamiento con el Fisco.
Emple para ello un bote a remo, bautizado Mara Regina, cuyo
traslado desde la estancia Lago Posadas, donde haba sido construi-
do para el efecto, demor cuatro das en carreta de bueyes hasta la
confluencia de los ros Chacabuco y Baker. Desde all se inici la na-
vegacin exploratoria que tom un par de semanas entre descenso y
retorno. Esta travesa fue complementada con un viaje a caballo desde
la estancia Lago Posadas hasta Puerto Aysn.
El informe que Brunswig elabor con su experiencia fue enviado a
Bridges y le servira al mismo para planear la salida de la produccin
por la va fluvial, y se consider tan satisfactorio que le vali al anti-
guo marino ser designado administrador de la mencionada estancia
argentina170. Importa mencionar que para entonces la dependencia
de la explotacin ganadera ubicada en suelo chileno respecto del te-
rritorio argentino era de tal grado, que el administrador de la estancia
Lago Posadas de la Sociedad Hobbs y Ca. poda informar sobre tal
circunstancia a una autoridad bancaria argentina, en el siguiente tenor:
[...] Aunque una de las secciones est situada en Chile [Ro Baker], es
decir polticamente, esta parte no tiene ninguna salida al Pacfico y los
pobladores y en este caso nuestra Seccin Baker est obligada a efectuar
todas sus operaciones comerciales con la costa argentina. Prcticamente
se puede considerar esta parte como de la Repblica Argentina. Todos los
alimentos, los remedios para la hacienda, los materiales para las cons-
trucciones, los compramos en esta Repblica, en el Puerto San Julin y a
la Costa Argentina llevamos nuestras lanas y capones para los frigorficos.
Todo esto es notorio y pblico y de estos hechos proviene nuestro arreglo
con la institucin que Vd. Tan dignamente dirige171.
170
Mara Brunswig de Bamberg, All en la Patagonia, Buenos Aires 1995, pgs. 32-34.
171
Carta de fecha 5 de agosto de 1924 dirigida al gerente del Banco de la Nacin Argentina (posiblemente
de Puerto San Julin). Volumen 6 Correspondencia y documentos de Hobbs y Ca., de Hugo Kubaseck,
Konstantino Kalstrom y otros 1917-1932. Archivo Documental Estancia Baker, Biblioteca Municipal
de Cochrane).
384
Es en estas circunstancias que se incorpora en plenitud Lucas E.
385
Organic la compra de material de construccin para un casero en
Bajo Pisagua, algunas provisiones y mucha mercadera destinada a la
estancia; Todo esto iba a ser embarcado junto con la lancha el prximo
verano y me iban a avisar con tiempo, a fin de que yo pudiera bajar por
el ro al Puerto y recibir la carga. En la Primavera entrante, el 19 de Oc-
tubre, lleg un auto desde San Julin con un telegrama comunicndome
que el vapor con la carga llegara a Bajo Pisagua el 23 de este mes. No
esperaba este mensaje tan pronto y slo tena cuatro das escasos para
construir una canoa y bajar por el ro. Nos apresuramos a alcanzar hasta
la confluencia, construir una armazn y cubrirla con lona protegida por
tres cueros de vacuno y as salimos ro abajo. Hay muchos sitios peligrosos
en el ro y en el primero de ellos tuvimos un accidente, en el que todas
nuestras cosas se perdieron, con excepcin de un mauser, una pistola y
una cantidad limitada de municiones. Seguimos adelante con la esperanza
de cazar huemules como en el viaje anterior y en el peor de los casos, nos
encontraramos con el buque cargado con nuestras mercaderas fondeado en
Bajo Pisagua. Llegamos a ese punto el da convenido, pero el barco no haba
llegado. No encontramos ningn huemul y mat algunos pjaros con la pistola
y pescamos tres pejerreyes. En esas aguas casi dulces, no hay mejillones ni
almejas. Prefer no aventurarme ms adentro en los canales por la posibilidad
de que el barco llegara y no hallando a nadie que lo recibiera continuara a Val-
paraso. Cuando ya nos habamos comidos los tres cueros de vacuno, promet
a la gente que iramos hasta la Isla Harbour donde encontraramos mariscos,
en el evento de que el barco no apareciera esa noche. Un segundo telegrama
haba sido enviado comunicndome el atraso del mismo y otro automvil se
alquil en San Julin para llevar el mensaje hasta el Baker, pero ste lleg
cuando ya habamos salido. No haba nadie, y celebro decirlo, que estuviera
dispuesto a hacer una canoa y nos siguiera hasta Bajo Pisagua, puesto que si
alguna persona inexperta hubiera hecho esa tentativa temeraria, habramos
de agregar un mayor nmero de vctimas a las de que el ro es responsable.
El 13 de noviembre, por fin, el barco arrib, trayendo la lancha Stephanie
Mary, pero haban pasado 23 das durante los cuales no habamos probado
un bocado de pan o arroz; Peso a ello, aquellos tres excelentes chilotes, no
profirieron una sola palabra de queja.
A partir de ese momento pusimos realmente manos a la obra. Un joven
y capacitado teniente de la reserva de la Real Marina, Arthur Warrick, buen
mecnico y con experiencia en el manejo de lanchas de alta velocidad, se
incorpor a nuestro personal. Construimos un muelle en Bajo Pisagua con
una buena bodega adyacente y casa habitacin. A un tercio del recorrido ro
arriba, en Puerto Alegre, construimos un desembarcadero y bodega, despus
386
de haber aclarado toneladas de lea flotante. En Puerto Seguro, situado a
172
Memorias del Baker, documento indito en poder del autor (en copia)
387
despoj de las ropas y cabalgando unos veinte metros corriente arriba, me
ech con el caballo al ro. Dentro del agua desmont y nad al costado del
mismo y tomado de la crin con una mano. La corriente nos arrastr hacia
abajo velozmente y a una distancia que ya haba calculado. En medio
del ro, el oleaje causado por la corriente llenaba las orejas del caballo, lo
que haca que no pudiera nadar bien; sin embargo, alcanzamos la ribera
opuesta y me sent feliz cuando, colorado como un camarn, regres con
el bote para encontrarme con mi gente que haba prendido un buen fuego,
secando mis prendas menores en l. El comportamiento de los chilotes fue
esplndido y tan pronto me vean en un ademn de desvestirme, cuando
a las palabras de: no se moje, patrn, y saltaban al ro hundindose
hasta la cintura o hasta los hombros antes que yo alcanzara a sacarme
los zapatos173.
Lo transcrito permite entender un aspecto relevante de su vida
laboral, como fue el conocimiento que posea sobre la gente. Supo
imponerse, incluso sobre los trabajadores dscolos, con su animoso
ejemplo ms que con el rigor de su autoridad y all estuvo, tal vez, una
de las claves de su xito.
As, lentamente, la actividad productiva fue cobrando forma tangi-
ble en el Baker, Aparte de todo el trabajo ya mencionado, abrimos una
amplia huella desde el valle del ro Chacabuco hasta la Colonia; pusimos
un magnfico puente colgante sobre el ro del Salto; dos puentes ms
en el ro Cochrane y habiendo instalado nuestro aserradero en la Colo-
nia, cortamos tablas para construir un galpn de esquila con 24 tijeras y
capacidad para encerrar 1.500 ovejas; levantamos all una casa para el
Administrador, cocina, dos habitaciones para peones y otros ms, lo mismo
que acequias para el bao de lanares y preparamos terreno para sembrar
heno. Tambin hicimos una muralla de 10 pies de altura para proteger
algunos de nuestros edificios de peridicas inundaciones.
La bencina en Bajo Pisagua era muy costosa, siendo por otra parte,
abundante la provisin de lea, por tal motivo se vi la conveniencia de
contar con un barco de ro. Para estudiar este problema y encontrndome
en Europa, en primer lugar en el ro Rdano, donde pas algn tiempo en
los barcos de turismo que enrollan millas de cable en grandes tambores
y en esa forma van avanzando ro arriba contra una fuerte correntada
hasta la ciudad de Lyon. Estaba claro, sin embargo, que no podamos
usar ese mtodo, por regla general, en el Baker, aunque podamos tal vez
aplicarlo en algunos sitios. Yo quera una embarcacin a vapor que los
173
d.
388
seores Yarrow podan entregarme cortada en seccin F.O.B. Glasgow, por
389
debieron superar para dominar medianamente siquiera una naturale-
za brava y ruda como pocas de las que se conocen en Aysn. Aquellas
virtudes, adems del ingenio y una laboriosidad ejemplar, permitieron
establecer las bases slidas para el desenvolvimiento colonizador. Si la
implantacin de la actividad ganadera -ovejera- fue al fin una realidad
exitosa en el distrito del Baker, ello debe acreditarse exclusivamente al
esfuerzo personal admirable de Esteban Lucas Bridges.
El viajero suizo Aim F.Tschiffely que lo conoci aos despus, pro-
mediando la dcada de 1930, dej de l una semblanza que nos mues-
tra cmo era el aspecto de este pionero.
De un poco ms de un metro ochenta de altura, de estructura fuerte,
se mantena erguido a pesar de sus sesenta y tantos aos. Su cabello ne-
gro, que se estaba volviendo gris, era corto y tena raya al costado. Desde
abajo de sus cejas espesas me miraba con ojos oscuros penetrantes si
bien sumamente agradables y alrededor de su bigote color negro grisceo
y su arrugada mandbula cuadrada jugaba una amistosa sonrisa. Llevaba
una vieja chaqueta de cuero, un suter, pantalones grises de franela sin
una sola arruga y zapatos comunes. A primera vista, pareca un caballero
rural ingls en ropa informal ms que un hombre de las regiones sal-
vajes.
Slo al estrechar su mano poderosa me d cuenta de cunta fuerza
tena que haber en ella y advert que le faltaba el dedo ndice175.
As era fsicamente este hombre con aspecto de duro, en la com-
prensin de la poca, pero sin embargo de su inocultable reciedumbre
era un hombre bueno. Para sus subordinados, un excelente patrn,
comprensivo y justo. Karl Kraft, un alemn que se desempe como
cocinero en la estancia Baker entre 1924 y 1928, lo recordara como
un colonizador sobresaliente y un hombre de gran corazn y tremenda-
mente abnegado176, calificativos estos que deben valorizarse viniendo
como vienen de un hombre comn del nivel inferior en la escala la-
boral y sin compromiso alguno con aqul. Quienes lo trataron en
plan de relacin social, haran notar su caballerosidad, su amabilidad,
su extrema sencillez y su espritu de servicio aun para las cosas nimias.
Muy culto, buen lector y gran conversador -vaya que tena cosas que
contar!-, era adems un excelente anfitrin o un grato visitante, segn
el caso. En buenas cuentas una personalidad fascinante.
175
Por este camino hacia el sur (Editorial El Jagel, Buenos Aires, 1998), pgs. 376 y 377.
176
Mi estada en la Patagonia, memoria indita. Manuscrito en poder de sus descendientes en Buenos
Aires. Traduccin del profesor Andrs Klugfist de la Pontificia Universidad Catlica de Chile. Copia
obtenida por gentileza del seor Paul de Smet.
390
Ciertamente, Bridges es una de las figuras excepcionales de la his-
391
poco antes no presentaban obstculos: repentinos desbordamientos de los
ros Colonia y Neff o ambos combinados; elevaban el nivel del ro, en una
hora o dos, a 10 y a veces a 20 pies de altura, de tal forma que navegan-
do ro arriba, en algunos pasos estrechos, rboles a la deriva o verdaderas
masas de lea suelta flotante, se nos venan desde algn recodo del ro.
Perdimos la Ian Lucas y compramos un segundo barco del mismo
nombre y velocidad, pero con una capacidad de 8 toneladas. Esta magn-
fica embarcacin aos despus nos fue robada.
Y las dificultades que deba enfrentar el bravo y tenaz pionero, lle-
garon a asumir caracteres de tragedia.
Sin embargo, golpe tras golpe caan sobre nuestra Compaa. El Ian
Lucas II acababa de zarpar rumbo a San Carlos esperando volver en
cuatro das, cuando dos canoas de alacalufes, cuyo jefe era mestizo, apa-
recieron en el Bajo Pisagua, armados con dos rifles, pero una barricada de
roca haba sido construida previendo estos ataques. Los dos hombres que
se haban quedado all, viendo la actitud amenazante de los indios, les gri-
taron que se fueran y por ltimo les tiraron un tiro sobre sus cabezas para
asustarlos; esto los incit an ms pues creyeron que sus enemigos tenan
mala puntera. Una batalla pronto comenz a librarse y sta termin con
la muerte de tres del grupo de atacantes, incluyendo el cabecilla. Recin
entonces los otros se retiraron.
Cuando me enter de la noticia fui con el mayor y el Subteniente de
Carabineros quienes hicieron las investigaciones necesarias, y sepultamos
a las vctimas. Nuestros dos hombres: un escocs y un chileno haban cum-
plido heroicamente con su deber, pero despus de este ingrato episodio
lo que queran era irse de esta regin. Todo este asunto me entristeci
mucho, pues mi padre hace 70 aos entr a Tierra del Fuego con un gru-
po y estuvo con los yganes. Esta fue la primera vez que un nativo haba
muerto en manos de algunos de nosotros o nuestros empleados. Pero yo
tena que seguir177.
Uno o dos aos ms tarde de la ocurrencia de los sucesos que
narra Bridges, cuatro hombres haban pasado, como era comn, el
invierno en Bajo Pisagua, quedando totalmente aislados del resto de la
Estancia debido a que el ro no era navegable en la estacin y porque
el estado del camino haca imposible el viaje por tierra hasta San Car-
los. El grupo haba sido bien provisto de vveres para su alimentacin
y dispona de un fongrafo, con gran surtido de discos y de abundante
177
Memoria, citada.
392
material de lectura, para satisfacer el espritu y matar el ocio. Esta
178
Sinopsis del trabajo realizado en el Baker durante 28 aos, apuntes inditos de Bridges que contienen
una versin ligeramente distinta a la que se incluye en Memorias del Baker.
393
La oportunidad la brind el decreto supremo 1.275 de 9 de agosto
de 1927 del Ministerio de Fomento, por el que se dispuso la subasta
del arrendamiento de los terrenos fiscales del Baker, a fin de permitir
la regularizacin tanto de la posesin de la Sociedad Hobbs y Ca.,
como la de los pobladores.
En consecuencia el ministro del ramo acogi una sugerencia hecha
por el Departamento de Tierras y Colonizacin, en el sentido de crear
una comisin para que, sobre la base de un conocimiento previo de lo
que aconteca en el terreno, permitiera preparar las bases del remate,
considerndose para el caso las mejoras realizadas y los bienes intro-
ducidos por la sociedad mencionada y por los ocupantes particulares.
As tuvo origen, por oficio 125 de 10 de enero de 1928 del indicado
departamento, la comisin encomendada al ingeniero Carlos Oportus
Mena181179 y al agrimensor Jorge Molina para el efecto indicado. De ese
modo a fines de enero ambos funcionarios se trasladaron hasta Ma-
gallanes, llegando a Punta Arenas el da 29. Una vez en tierra dieron
cuenta de su misin al Intendente de la Provincia, coronel Javier Palacios
Hurtado, autoridad a la que corresponda de facto la jurisdiccin admi-
nistrativa, pues un mes antes el Supremo Gobierno haba determinado
la incorporacin del distrito del Baker a la nueva provincia de Aysn.
Palacios Hurtado consider conveniente ampliar los objetivos de
la comisin teniendo en consideracin los propsitos del Gobierno de
hacer una labor nacionalista y de progreso en los territorios abandonados
como el del Ro Baker180, disponiendo la integracin a la misma del
capitn de Ejrcito Enrique Ziga y del teniente de Carabineros Rodolfo
Jeria Concha.
El preocupado intendente estim necesario, adems, reafirmar y
ampliar el cometido asignado a Oportus, sealando expresamente
que, El Ingeniero deber hacer con amplia libertad las investigaciones y
estudios que le encomend la Direccin de Tierras de Santiago, respecto
del cumplimiento del contrato pendiente de la Sociedad Concesionaria del
Ro Baker y sobre la conveniencia de su renovacin para el futuro.
Adems, deber estudiar la situacin de los ocupantes actuales esta-
blecidos all sin permiso y solucionar en el terreno todas las dificultades
existentes, con amplio espritu de justicia. Tendr presente que hay conve-
niencia de ligar al suelo el mayor nmero de familias, de preferencia chile-
179
Este era un funcionario tcnico antiguo y meritorio que haba formado parte de las comisiones de
lmites y por tanto era tenido como buen conocedor del territorio patagnico central chileno.
180
Oficio de 6 de febrero de 1928, citado por Flix Elas en Acuarelas del Baker, pg. 236.
394
nas con buenos antecedentes; con este fin deber levantar una estadstica
181
d., pgs. 236 y 237.
182
Ibd., pg. 237.
183
Ibd., pg. 237.
184
Ibd., pg. 238
395
cualquier otra informacin que conviniera para la mejor ilustracin
del Supremo Gobierno respecto de un territorio tan poco conocido
como era el del Baker.
Esta intervencin administrativa sera la ltima que cabra al Inten-
dente de Magallanes sobre dicho distrito.
La comisin viaj a Bajo Pisagua, acompaada por Germn Hertz,
abogado de Hobbs y Ca., a bordo del vapor Apolo, de la compaa
Menndez Behety, arribando all el da 16 de febrero, siendo recibida
por el administrador y socio de la entidad arrendataria, Lucas Bridges,
quien puso a disposicin de la misma los medios de transporte y alo-
jamiento, as como brind las facilidades para el debido cumplimiento
de su tarea.
La comisin permaneci en el distrito del Baker por espacio de
algo ms de un mes y desarroll a cabalidad su cometido. En lo sus-
tancial de su misin, se consider la necesidad previa de no innovar
en la situacin conocida de ocupacin de los campos, estableciendo
un statu quo, como qued en claro del atestado escrito en el Libro de
Novedades del retn de Carabineros de Entrada Baker, con fecha 10
de marzo de 1928:
La Comisin de estudio y censo de la regin del Ro Baker, estima que
es conveniente mantener la actual situacin relacionada con la Compaa
Explotadora del Baker y los ocupantes del mismo lugar, mientras el Supremo
Gobierno no solucione las cuestiones pendientes derivadas del actual arren-
damiento de esa zona y las posesiones de los ocupantes. En consecuencia,
recomienda no permitir la entrada de nuevos ocupantes o pobladores en la
zona que indica, ni actos por parte de la Estancia Posadas Hobbs y Ca., que
signifiquen expulsin de ocupantes, salvo arreglos que entre stos, y la Estan-
cia se hubiesen acordado con anterioridad a esta fecha185.
En cuanto al destino final de los terrenos fiscales, teniendo en miras
los arrendamientos previstos, el ingeniero inform con posterioridad
al Supremo Gobierno, en el siguiente tenor:
PRIMERO. Destinar 30.000 hectreas al sur del Lago Cochrane para
una colonizacin nacional, exclusivamente con chilenos.
SEGUNDO. Los terrenos situados al poniente del Ro Baker, libres de
compromisos fiscales, pueden ser colonizados con criterio amplio.
185
Prefectura de Carabineros de la Regin de Aysn, Carpeta con Antecedentes Histricos de la XIa Regin
de Aysn del General Carlos Ibez del Campo (Indito). Biblioteca Pblica de Coyhaique.
396
TERCERO. Crear por una ley de la Repblica la Hijuela Ganadera so-
397
centro menor, principalmente para el embarque de la produccin de
la explotacin pastoril se situaba en Bajo Pisagua.
Importa toda la extensa referencia precedente por cuanto pone
de manifiesto los distintos predicamentos y nimo de las autoridades
y funcionarios de la poca para atender la materia y resolver sobre
ella, en comparacin con los conocidos para una dcada antes. Ahora
las acciones y decisiones estaban presididas por la prudencia y el buen
juicio, la consideracin ecunime del inters pblico y privado y en
ste de empresarios y pobladores, y por la elevacin de miras en que
primaban los objetivos trascendentes de la Repblica.
Por cierto, el nimo empresarial no estuvo menos dispuesto y
constructivo, lo que dice bien de Hobbs y Ca., y en especial de su
admirable hombre de terreno, Lucas Bridges, persona enrgica pero
razonable, cuya opinin pudo ser determinante. Es as como una si-
tuacin como la conocida no se transform en enojosa ni conflictiva
y transcurri por cauces de entendimiento hasta encontrar una solu-
cin satisfactoria para ambas parte, segn se ver.
En el statu quo reconocido y en el modus vivendi recomendado por
la comisin presidida por el ingeniero Carlos Oportus debe verse el
origen de la pequea propiedad fundiaria en el distrito del Baker.
La colonizacin individual.
Nuevos frentes pioneros
398
y Maihuales, aprovechndose una situacin factual como era la no
399
occidental y central (costa oriental del brazo sur, brazos occidental y
noroccidental; isla Central y pennsula Florida).
Estos nuevos colonizadores pioneros fueron Manuel Saavedra,
Francisco Bahamonde, Luis Retamal, Evangelista Gmez, Ismael Sepl-
veda Rivas, Luis Mancilla y Juan Segura; Juan B. Crcamo, Carlos Fajar-
do y Nolasco Bahamonde; Isaas Aros, Manuel Ruiz y Hermenegildo
Villegas; Gumersindo y Juan Evangelista Prez; Juan Barrientos, Carlos
Soldn, Antonio Villaln, Jos del Carmen Vera, Candelario Mansilla y
Jos Mara Rivera.
La empresa pobladora de los colonos del lago San Martn debi
haber revestido las caractersticas de una odisea. Hombres rudos en
su mayora, hijos de su propio esfuerzo, no pudieron o no supieron
conservar debidamente el recuerdo de su empeo pionero. La colo-
nizacin de esta regin de la Patagonia chilena no tuvo crnica que
pudiera servir de base para su historia. Slo en forma fragmentaria y
aplicando por analoga lo ocurrido en otros lugares de la Patagonia
andina, puede reconstruirse una imagen cercana de lo que pudieron
ser aquellos aos de lucha en contra de los elementos naturales, para
que un puado de hombres pudiese afincarse y vivir -slo eso- con el
fruto de su labor.
Si la naturaleza fue dura, como lo sigue siendo: geografa difcil, clima
endiablado, terrenos pauprrimos, etc., no lo fue menor la soledad
que debi hacerse agobiadora al faltar los medios para trabajar y las
comodidades mnimas para vivir.Tambin lo fue la inexistencia, por im-
posibilidad virtual, de toda asistencia o ayuda. Aislados individualmente
en una zona de suyo desvinculada del resto del pas, librados al arbi-
trio de los funcionarios policiales y de los hacendados y particulares
residentes en territorio extranjero, al que deban alcanzar para pro-
curarse cantidad de mercancas, herramientas y elementos diversos,
todos necesarios para la vida y el trabajo cotidianos; suelo adems que
inevitablemente deban franquear para llegar a cualquier otra parte de
Chile, aquellos pobladores pioneros, en fin, slo podan asistirse unos
a otros buenamente con lo poco de que podan disponer.
La vida en esos lugares y tiempo no debi ser qu duda cabe!
muy pacfica y tranquila. Lejos de toda autoridad y de sombra siquiera
de la ley, all debi imperar en ocasiones el dictado del ms fuerte y
los hechos luctuosos, por razn de deslindes, propiedad de animales,
malentendidos, rencillas personales que pudieron ocurrir, quedaron
sepultados en el olvido.
400
Mapa 6 Aysn: Ocupacin colonizadora 1900-1940
401
Tocante a la segunda, o sea la cuenca del Mayer, el frente coloni-
zador pionero igualmente adelant de manera laboriosa y paciente.
Sensiblemente, la escasez de antecedentes sobre el mismo impide dar
una visin tan completa como es de desear, pero las informaciones
fragmentarias dan cuenta del arribo de unos pocos pobladores que
se instalaron sobre las dos mrgenes del valle del Mayer, hacia el lago
San Martn. Se sabe as de Bernardo Otey y Pedro Rivera Velsquez
ocupantes de ese sector, y de Jos Baltierra, Juan Prez y David Ba-
hamonde, todos chilenos, quienes se ubicaron en la vecindad del lago
Briceo. Lo difcil y escasamente retributiva que deba ser su actividad
en esos apartados y bravos parajes de Aysn, se deriva de la dotacin
pecuaria que puede estimarse para 1930 en poco ms de dos millares
de ovejas, dada la pauprrima aptitud de los campos para su crianza;
unos 1.300 vacunos y 500 caballos. Era aquel, entonces, el ms remoto
de los frentes de expansin colonizadora y tambin el ms exigente
en cuanto a sacrificio, por las dificultades que deban enfrentar en su
empeo poblador los contados pioneros all establecidos.
El ecmene
402
que habra de realizarse en el porvenir para hacer efectiva la amplia-
403
referencia especfica a lo ocurrido durante un viaje por la zona de
Coyhaique a fines de 1905. Un fuego iniciado para quemar unas caas
con el fin de limpiar una senda y que se crey apagado, se reaviv por
la fuerza del viento -el gran agente natural coadyuvante- y se transfor-
m en algo incontrolable.
Este fuego dur cerca de tres meses, quemando lentamente cuando
haba viento, para aquietarse cuando la tarde caa y nuevamente se aviva-
ba en la maana. El humo lleg a Comodoro Rivadavia [400 kilmetros
de distancia] y aquel pueblo estuvo bajo una nube por un largo tiempo.
Djenme decir aqu que los rboles quemados no tenan ningn valor
como madera. Todos los rboles de la zona estaban comidos por gusanos
y podridos y eran inservibles an para postes de cercado y uno deba ir
ms arriba en los cerros para obtener buenos rboles. El fuego no los
alcanz, de modo que el fuego fue beneficioso y clare una gran rea
de buena tierra, donde los pastos naturales aparecieron inmediata-
mente despus de las primeras lluvias188.
Este comentario final revela cun tempranamente se tuvo esa no-
cin entre los colonizadores, que si hoy asombra y an escandaliza a
los investigadores y cronistas, en la poca no llamaba la atencin en
absoluto. Es ms, como prctica del trabajo campesino en el sur de
Chile era cosa tradicional, de largusima data y, otra vez, tenida por ne-
cesaria y buena. Pomar en su obra tantas veces mencionada da cuenta
de que para 1920 la S.I.A. registraba 800 hectreas rozadas a fuego: 200
en Puerto Aysn, 50 en Balsadero y 550 en Coyhaique. De all que la
apertura de campos con el uso controlado del fuego fue una prctica
utilizada tempranamente en Aysn, con un uso posterior generalizado...
y de consecuencias lamentables para el patrimonio forestal.
En el espacio as aprovechado, lo que brinda otra idea de la impor-
tancia del ecmene, hacia el fin del perodo colonizador que denomi-
namos fundacional haba ya una importante masa ganadera introducida
que conformaba una expresin de riqueza econmica del territorio.
A falta de un dato conocido para fines de 1927 o los comienzos de
1928, recurrimos al antecedente de que se dispone para 1930 y que
debi ser muy cercano, aunque probablemente mayor al de esa poca:
529.633 ovinos, 36.430 bovinos, 31.298 equinos y 1.157 caprinos189.
La poblacin all radicada entonces fue de 9.715 habitantes, lo que
permite inferir un incremento del orden de unas 6.000 a 7.000 personas.
188
Sergio Millar, La conquista de Aysn II, citada. Lo destacado es nuestro.
189
Op. cit., pg. 45.
404
Esa cifra significaba el cudruplo del valor registrado por el censo nacional
La vida comn
405
y colocados horizontalmente uno sobre otro, equivalente al block house
de Norte Amrica190. Por fin, la tercera modalidad exiga ms tiempo
y conocimientos de carpintera, amn de herramientas apropiadas,
pues se trataba de un tipo de edificacin ciertamente ms compleja,
con tirantera en las paredes y tijerales en estructura, recubierto de
tablas tingladas para aqullas, y techumbre con planchas de fierro
galvanizado acanalado, adems de ventanas con vidrios y puertas en
debida forma.
En algunos casos pudo y hubo de darse una suerte de evolucin,
con una forma precaria inicial obligada por las circunstancias para pa-
sar despus, al cabo de tiempo indeterminado, a una casa definitiva. En
otros, si los recursos acompaaron desde un principio, se opt por la
edificacin de viviendas de la mejor calidad y durabilidad posible. Si en
estas viviendas por su amplitud espacial la cocina pudo ser una habi-
tacin ms, aunque siempre principal por cuanto de centro de la vida
familiar tena ese lugar privilegiado, la modalidad edificada ms rstica
separaba la vivienda o puesto donde se alojaba (dorma), de aqulla.
La cocina se habilitaba en una edificacin separada pero contigua para
el uso que le es propio, pero tambin para comer, recibir y si haca
falta, para alojar.
El mobiliario disponible era el elemental y tambin hecho con ma-
dera: mesas y bancas rsticas, o a veces directamente troncos como
asientos, y catres sencillos para dormir, cuando no se empleaba el
propio suelo.
Para esto el poblador originario del sur de Chile, familiarizado como
estaba con el bosque desde nio, era un maestro en el uso del hacha,
transformada por necesidad en la herramienta ms eficaz, adems del
cuchillo. Un periodista argentino, Ramn Gorraiz Beloqui, que tuvo un
campo en la vecindad de la frontera chilena, y que conoci a la gente
de ese tiempo pionero, dej una descripcin insuperable por lo cabal
acerca de la utilidad del hacha y sobre la maestra de su manejo por
los colonos.
El hacha, el hacha grande, de brazo, no es aqu, en Valle Simpson, una
herramienta para partir lea solamente. Qu esperanza! El hacha es
aqu un motor y un taller. Ella sirve para levantar la rancha, cuando se ha
avanzado entre el monte, abatiendo los primeros rboles; con ella se libra
de troncos las sendas, para convertirlas en caminos de carretas; corta los
190
Fernando Seplveda Veloso, La Provincia de Aisn (Santiago 1931), pg. 72. La superficie del ecmene
territorial fue estimada en 999.764 hectreas.
406
palos para los puentes rsticos, o labra la madera para los puentes de
407
la carne, por lo comn de la oveja, fue el principal alimento, asada o
cocida, acompaada invariablemente por las papas y alguna hortaliza,
siguiendo la cultura popular chilena, cuyo cultivo no se omita en la
quinta familiar. La leche y el queso, o la mantequilla, se consuman si
estaban a mano. Para beber, amn de agua, caf molido o de higos y el
infaltable mate, generalmente amargo, al estilo argentino.
En la cocina, cualquiera que fuera la modalidad en uso, los pobla-
dores solan platicar sobre cosas nimias del acontecer diario o sobre
otras trascendentes, o comentar noticias recogidas en encuentros ca-
suales con vecinos o con extraos, repitiendo una y otra vez los cuen-
tos con ms sabor y contenido.
[...] Los pobladores pasan das enteros en el invierno, en el que se
pierde la nocin del tiempo, a orilla del fuego, contando ancdotas de sus
peregrinaciones por la Patagonia argentina, relaciones en las que figuran
gauchos, polica argentina, balazos y pualadas, o bien narrando una
cacera de baguales (vacunos salvajes) en los campos de Mano Negra
o bien comentando por centsima vez los sucesos del lago Buenos Aires
en 1918192.
Si as fue la regla comn en los puestos de colonos, en las grandes
estancias poda ser algo distinto:
La conversacin de los hombres es tranquila y solemne. No hay ruidoso
desenfreno. Caballos, perros o sucesos con personas conocidas sirven de
tema de conversacin. Alguno toca guitarra y todos juntos cantan aires de
ritmos particulares, cargados de profunda melancola, tristeza y aoranza.
Cae la noche, del fuego no quedan ms que las brasas, lentamente se
esfuman los ltimos acordes de la guitarra y de las canciones. En torno
a nosotros, el paisaje irradia una inmensidad y soledad sobrecogedoras,
las que se transmiten a los hombres y a todas las creaturas. Estremeci-
dos sentimos la proximidad del Eterno Creador. En silencio, cada uno se
envuelve en su tienda de campaa para dormir, confindose en su sueo
a la protectora Madre Tierra. Sobre nosotros, el silencio absoluto de las es-
trellas, con la radiante Cruz del Sur. Nos hallamos en la naturaleza virgen,
insertos en el retrato grandioso de la Creacin193.
La labor artesanal de hombres y mujeres era parte del vivir co-
tidiano en los campos. Estas generalmente tenan en su bagaje de
conocimientos prcticos los de hilar y tejer, y as con la lana se podan
192
La selva del Aisn. Al rumor del ro Simpson (Argentina Austral, mayo de 1956, N298, Buenos Aires),
pgs. 10 y 11.
193
Pomar, op. cit, pg. 58.
408
elaborar rsticas medias y calcetas, y suteres o ponchos para el mejor
409
La vestimenta que se usa aqu consiste en una camisa tosca, luego
unos pantalones amarrados abajo (bombachas), excelentemente apro-
piados para montar a caballo, calcetines de lana y guantes de piel tren-
zada; alrededor de la cintura, una faja de lana tejida negra o roja, de unos
dos metros y medio de largo, adems de una frazada de lana provista
de una abertura para pasar la cabeza y que cubre toda la parte superior
del cuerpo. Este poncho es una vestimenta extraordinariamente prctica.
Finalmente, un sombrero de fieltro o una boina vasca completan la ves-
timenta sumamente prctica y adecuada para estos lugares y actividad.
Atrs, en la faja, asoma el cuchillo cuya hoja por lo general mide unos
30 a 40 cm, y frecuentemente tambin un revlver Colt. En mi primer
encuentro con estos bizarros personajes no pude dejar de sentir un leve
estremecimiento. Pero con el correr del tiempo, llegu a entablar una bue-
na amistad con muchos de ellos195.
El nivel de instruccin en el campo aysenino de ese tiempo fundacional
era apenas elemental y rudimentario, cuando ms en algunos con nocin
de lectura y escritura para sacar de apuros, si se la posea, porque el anal-
fabetismo debi campear por sus fueros. Haba gente con alguna mayor
capacidad, ms educados y algo de cultura, y basta citar los casos de Adol-
fo Valdebenito, Jos Silva Ormeo y el de Eleazar Crdenas, que gustaba
de la lectura, segn lo comprob Pomar, y que posea algunos libros; pero
estos eran la excepcin entre los chilenos. Los extranjeros, por lo comn
posean un nivel de instruccin y educacin pasables para el medio. Pero
rsticos y analfabetos los hombres, ms por obra de las circunstancias que
por voluntad, siempre que fue posible reclamaron la escuela para sus hijos,
conscientes de la gran ventaja moral y civilizadora de la instruccin.
En un ambiente as, fue lgico que predominara la rudeza y la violencia.
Cualquier hecho insignificante poda, si era mal llevado, acabar en tragedia.
La convivencia estuvo basada en el precario equilibrio dado por la
ley del ms fuerte y la razn del plomo, ha escrito Alejandro Aguado
al historiar la vida fronteriza. Una disputa por ganado o una vertiente de
agua, un malentendido por un alambrado mal dispuesto, una mirada torva
perdida al azar en algn boliche fronterizo, un reclamo por una deuda
esquiva o los nervios por ganarse el amor de una mujer indecisa, podan
resultar en la erupcin de un volcn de violencia donde uno de los entre-
verados finalmente era convocado al agasajo de la muerte. Sin vueltas, la
disputas se resolvan de una vez y para la eternidad196.
195
Op. cit., pgs. 55 y 56.
196
Op. cit., pg. 7.
410
Si ello poda deberse alguna vez a la ndole de cada cual, en otras
197
El Viejo Oeste de la Patagonia, citado, pg. 135.
198
d.
411
Pero all en ese medio rudo y agreste, todava a medio o a poco civilizar,
tambin florecan las virtudes. As, la camaradera, la autntica amistad, la
generosidad, la hospitalidad, la solidaridad y la nobleza de alma no fueron es-
casas y contribuyeron a matizar la vida de una sociedad en plena gestacin.
La soledad, doquiera se estuviera, era una particular razn de agobio.
Los perros y los gatos, escribira Kraft, son nuestros amigos y compa-
eros de alojamiento. Si alguno se enferma, no le queda ms que esperar
con paciencia y resignacin a que se mejore. De ah que aqu todos sean
fatalistas. Por lo dems, una persona de mentalidad pequea, materialista,
se volvera loca en esta infinita y majestuosa soledad. Aqu, este estado
se conoce con el nombre de delirio patagnico. Generalmente ataca a
los forasteros. Tan slo pueden existir aqu las personas de hbitos de vida
sencillos, pero, al mismo tiempo, de rica vida interior. Es muy cierto aquello
que colonizar es la tarea ms difcil y sacrificada de la tierra199.
De dulce y de agraz, ciertamente, como corresponda a tiempos
pioneros.
412
La modalidad empresarial econmicamente considerada estuvo
413
CUARTA Parte
(1928 - 1958)
LA SITUACIN HACIA 1920
415
nes primeramente mencionadas, en tanto que eran generadoras de
riqueza fcil.
En ese contexto comprensivo, la vasta regin conformada por
la Patagonia occidental central, desconocida como era al tiempo de
adoptarse las primeras decisiones recadas sobre ella, ni siquiera llam
la atencin particular de los gobiernos nacionales a contar de la fecha
del laudo arbitral britnico. Slo import, de momento, saber que all
haba grandes extensiones de terrenos supuestamente aprovechables
econmicamente, y, obedeciendo a las presiones de grupos interesa-
dos en ellos, se dispuso su arrendamiento en forma de grandes con-
cesiones, de las que se ha dado cuenta.
Esa fue la nica accin oficial en su respecto y la misma no fue
acompaada ni seguida por ninguna otra que significara la instalacin
de autoridades y organizacin administrativa, o de medidas de fo-
mento de variado carcter para impulsar el desenvolvimiento arm-
nico del enorme territorio patagnico central, a poco andar conocido
como ysen o Aysn. La actitud de total prescindencia del Estado
que as se configur de hecho, hizo posible que en su reemplazo las
concesiones de las compaas pastoriles que resultaron exitosas en su
empeo colonizador, en especial la de la Sociedad Industrial del ysen,
se convirtieran en verdaderos feudos donde imperaba su autoridad y
todo cuanto all ocurra o se realizaba se haca siguiendo sus exclusivos
intereses econmicos. Ms all de sus posesiones, donde la coloniza-
cin individual se haba ido manifestando, imperaba nicamente la ley
del ms fuerte.
Esta situacin de prescindencia oficial absoluta, con su contraparti-
da de fuerte y exclusiva presencia privada, fue especialmente notoria
durante la primera dcada que sigui al comienzo del proceso de
ocupacin colonizadora o, si se quiere, hasta 1915. Entonces, la situa-
cin de predominio empresarial hegemnico debi enfrentar la nueva
realidad derivada del poblamiento espontneo y libre, con las conse-
cuencias ya conocidas.
As fue como la contienda de intereses que pas a darse y sus
consecuencias sociales, al generar alarma pblica movieron finalmen-
te al Poder Ejecutivo a disponer la creacin de la Subdelegacin de
Ro Simpson en 1915, seguida del nombramiento del primer juez de
subdelegacin, ambos barruntos del primer intento para establecer el
orden administrativo en el territorio. Para 1920 se haba agregado la
presencia de una dotacin policial exigua, algunas estafetas postales,
416
ms una escuela pblica que careca de medios para funcionar. Ape-
417
la creacin de un territorio autnomo con una presencia activa del
Estado en lo referido a su gobierno y administracin.
La razn por la que una sugerencia tan atinada no se concret de
inmediato, habida cuenta de la comprensin cabal acerca de su nece-
sidad y bondad que pudo tenerse en el seno del gobierno de Santiago,
ha de verse relacionada con las graves circunstancias polticas que
afectaron a la Repblica durante el quinquenio de la administracin
del Presidente Arturo Alessandri. Fue el tiempo de la crisis final del
rgimen poltico de corte parlamentario que haba gobernado al pas
desde la tragedia de 1891, a cuyo desenlace haba contribuido.
La nacin, cansada de un sistema que haba llegado a ser una rmo-
ra para el progreso social y econmico del pas, expres al fin su desa-
grado por la va de la oficialidad joven del Ejrcito, abrindose paso as
a la posibilidad de un trnsito apropiado hacia los tiempos modernos
con principios de equidad social, democracia cada vez ms participati-
va y desarrollo econmico como factor de progreso colectivo.
As entonces, es comprensible que en el trfago de ese perodo
crucial, muchas iniciativas de buen gobierno resultaran preteridas por
las circunstancias y debieron aguardar el tiempo oportuno para su
concrecin. Ese fue el caso de la propuesta que buscaba dar individua-
lidad al territorio patagnico chileno central y, por tal va, incorporarlo
en plenitud a la vida de la Repblica.
418
Para hacer ms comprensivo el punto, es necesario ponerlo en el
1
Alejandro Magnet, Nuestros vecinos justicialistas (Editorial del Pacfico, Santiago, 1953), pgs. 21 y sigui-
entes y 175 y siguientes.
2
Magnet op. cit., y adems Nuestros vecinos argentinos (Editorial del Pacfico, Santiago, 1956), pg. 334 y
siguientes.
419
El amplio y profundo conocimiento sobre la materia que haban
dado a Silva su inters y el desarrollo de su gestin consular, le haba
llevado a poseer una comprensin cabal sobre la situacin de los chi-
lenos residentes en la Patagonia andina. Sus informes y exposiciones
haban conseguido sensibilizar tanto a los funcionarios superiores del
Ministerio de Relaciones Exteriores como a la opinin pblica, a travs
de una hbil operacin de cabildeo3.
Su argumentacin, segn lo recordara ms tarde, estaba basada en
dos objetivos:
1 resolver el problema, ya grave, de la situacin de los chilenos emi-
grados a la falda oriental de la cordillera austral y en la planicie de la
Patagonia argentina, desviando o atajando razonablemente esa corriente
emigratoria; y 2 incorporar al patrimonio nacional, chilenizndola y do-
tndola de servicios pblicos, toda la vasta zona comprendida entre los
paralelos 43 y 49, donde, a causa de un inconcebible abandono de parte
nuestra, la influencia argentina estaba hacindose incontrastable, y en
cambio acentundose en proporcin pavorosa el ausentismo de la pobla-
cin autctona4.
Vctor Domingo Silva no era el nico que por entonces estaba
preocupado del asunto. Sabemos as que a lo menos un antiguo oficial
del Ejrcito haba publicado en la prensa de ese tiempo (1925) una
opinin coincidente con la del cnsul, en cuanto a la conveniencia na-
cional que haba en crear el Territorio o Provincia de Aysn como una
entidad poltica y administrativa diferenciada.
Pero el empeo de aqul cobr una nueva expresin cuando re-
torn a Santiago al concluir su misin consular. All, tras ganarse a toda
la plana mayor del Ministerio, incluyendo al propio canciller, Conrado
Ros Gallardo, pudo obtener gracias a su intermediacin una entrevista
con el Presidente Carlos Ibez del Campo. El encuentro se realiz a
fines de 1927 y del mismo Silva dejara una relacin pormenorizada en
su obra mencionada5. Entonces el antiguo funcionario consular pudo
exponer lata y claramente sus puntos de vista ante un mandatario
atento y comprensivo, que no requera de gran despliegue retrico y
dialctico para ser convencido respecto de una medida ciertamente
necesaria por donde se la mirara.
3
La tempestad de avecina, citada, pg. 165.
4
d., pg. 156.
5
Vase las pginas 165 a 171 de la obra citada.
420
Silva procur explicitar el momento de la decisin trascendente:
421
naria ley fundamental de 1833, al punto que con ello se dio forma a
la nueva Constitucin de la Repblica, bajo cuyos principios haba de
regirse la evolucin de un pas diferente al conocido antes. El eplogo
del movimiento cvico-militar de marras estuvo en la eleccin del co-
ronel Carlos Ibez del Campo como Presidente de la Repblica en
1927, hecho indito en los anales polticos del pas, en tanto que era
un militar en servicio activo.
La ciudadana haba visto y vea en l al intrprete cabal de las ideas
de restauracin de antiguas virtudes republicanas y de renovacin
modernizadora a tono con los tiempos sociales, que no se oponan
entre s, que cristalizaron en el concepto de la refundacin de la Patria
-Chile Nuevo-. El mismo cal tan profundamente en una sociedad
cansada del viejo y estril juego poltico oligrquico de tantas dca-
das, que muchos lo abrazaron con entusiasmo y fervor y estuvieron
dispuestos a colaborar con el primer mandatario de la nacin en su
materializacin. As se conoci por esos aos una vocacin de servicio
pblico alentada por ese principio y que se reflej en diferentes esta-
mentos del gobierno y la administracin.
En ese contexto refundador el Presidente Ibez decidi acome-
ter la empresa de la reorganizacin y modernizacin de la estructura
administrativa del Estado, y, dentro de la misma la revisin de la orga-
nizacin poltico-administrativa, siguiendo las normas regulatorias de la
Constitucin desde haca poco vigente.
Dispuso as, a poco de asumir el mando, la creacin de una co-
misin ad hoc presidida por el historiador Alberto Edwards, a la que
se encomend revisar el rgimen interior, provincial y municipal de
la Repblica, con nfasis particular en la consideracin de la divisin
administrativa del territorio nacional, a fin de adecuarlo al principio de
la ley fundamental en cuanto al establecimiento y desarrollo de la des-
centralizacin del pas, con diferentes y variadas ventajas. Esta comisin
estuvo conformada por ciudadanos eminentes, conocedores de la ma-
teria, quienes evacuaron en tiempo prudente el encargo presidencial7.
En el informe correspondiente se consider necesario hacer men-
cin de los aspectos fundamentales de la recomendacin:
La Comisin encargada de estudiar el rgimen interior, provincial y mu-
nicipal de la Repblica, ha dedicado una atencin preferente al examen
7
Adems de Edwards, la integraron Edecio Torreblanca, Moiss Lazo de la Vega, Eduardo Solano,
Augusto Rivera Parga, Santiago Lazo, Oscar Fenner y Enrique Vera, sirviendo de secretario Luis
Alberto Meza Torres.
422
de la divisin administrativa del territorio, a fin de proponer al Supremo
423
a que se refieren los considerando anteriores, dar como resultado un
mejor y ms oportuno aprovechamiento de los caudales del Estado, una
fiscalizacin ms efectiva de su inversin, a la vez que ubicar la respon-
sabilidad de su distribucin y aplicacin en los elementos administrativos
que estn en mejores condiciones prcticas de gobernarlos directamente,
por su proximidad a las necesidades que deben satisfacerse con ellos10;
dispuso la dictacin del decreto N 8.582 del Ministerio del Interior,
de fecha 30 de diciembre de 1927 por el que se institua la nueva
divisin poltico-administrativa del pas, documento que fue suscrito
por el mandatario y por los ministros Enrique Balmaceda, del Interior,
y Pedro Pablo Ramrez, de Hacienda. En esta fecha concordamos con
Adolfo Ibez Santa Mara, pero otros autores han mencionado y re-
petido la del 28 de enero de 1928, que debe ser tenida como la de la
promulgacin del derecho.
En virtud del mismo se creaba no el departamento sugerido sino
el Territorio de Aysn, con capital en Puerto Aysn, disposicin de buen
gobierno, trascendente por dems, con la que se daba satisfaccin
tanto a los anhelos de los habitantes de la nueva entidad, cuando a
los contados chilenos que haban cabildado acerca de lo que convena
al pas en lo tocante a la afirmacin de la jurisdiccin nacional en el
territorio patagnico central.
De acuerdo con la misma normativa, 45. El Territorio de Aysn tendr
por lmites: al norte los canales King y Prez desde el Ocano Pacfico
hasta el canal Moradela; el canal Moradela y el Golfo de Corcovado, des-
de el canal Prez hasta la punta Chulao; la divisoria secundaria de aguas
desde la punta Chulao hasta la lnea de cumbres que limita por el Sur la
hoya del estuario Comau o Leptepo, y la lnea de cumbres que limita por
el Sur la hoya del estuario Comau y ro Vodudahue, desde la divisoria an-
tes mencionada hasta la frontera argentina. Al Este, la frontera argentina
desde la lnea de cumbres que limita por el Sur la hoya del rio Vodudahue
hasta el ro Trinidad, desde su origen en la frontera argentina hasta su des-
embocadura en el este de Eyre, y el estero de Eyre y los canales Icy, Wide
y trinidad hasta el Ocano Pacfico. Al Oeste, el Ocano Pacfico desde el
canal Trinidad hasta el canal King. La cabecera del territorio de Aysn ser
el puerto de Aysn11.
Esta disposicin legal merece dos comentarios. Uno, que no obs-
tante que la comisin haba estimado al tratar el caso de Magallanes
10
d., fundamento cuarto.
11
Ibd., pgs. 36 y 37.
424
que lo de Territorio era una figura jurdica que no tena fundamento
425
estructura del terreno y la facilidad de las comunicaciones, para establecer
en ellas los ncleos o centros de la futura colonizacin.
Deber en seguida abrirse caminos o ferrocarriles que comuniquen
esas zonas de colonizacin con los puertos de los canales, siguiendo pro-
bablemente el curso de los grandes ros de la regin.
Ser igualmente preciso establecer lneas de trfico martimo entre los
puertos mencionados y Puerto Montt o Ancud.
No es posible esperar que, sin estas iniciativas del Estado pueda
prosperar la zona de que nos venimos ocupando; ella no puede colo-
nizarse por s sola, como lo prueba su actual despoblacin y como es
patente para cualquiera que conozca siquiera en forma elemental su
estructura geogrfica.
Por eso consideramos que la creacin del territorio de Aysen, en cuan-
to constituye el principio de una labor eficiente del Gobierno sobre un
vasto y rico territorio, hasta hoy enteramente abandonado por nuestros
gobernantes, y que exige, como ningn otro del trabajo y de la accin del
Estado, para desarrollar su progreso, constituye una de las ms fecundas
iniciativas del actual Presidente de la Repblica.
Slo nos resta desear que la incorporacin definitiva del territorio
de Aysn a la economa nacional y a la riqueza productora del pas se
convierta muy luego en una esplndida realidad, y que esta obra de
progreso quede ligada al nombre del Excmo. seor Ibez como ya lo
ha sido su iniciativa12.
Sin embargo de lo expuesto antes, con fecha 22 de marzo de 1929
el decreto ley N2 2.335 modific el decreto de 20 de diciembre de
1927 en el sentido de dar a Aysn la calidad constitucional de Provin-
cia, dejndose de lado por perimida la de Territorio. Con esta dis-
posicin correcta se recogi, aunque algo tardamente, la observacin
de marras hecha por la comisin ad hoc13.
Tocante a los lmites que le haban sido dados al nuevo Territorio en
el decreto de su creacin, una nueva disposicin, la del decreto supremo
2.335 de 28 de mayo de 1929 modific el correspondiente a la parte
austral devolvindose a la Provincia de Magallanes el espacio geogrfico
comprendido en general entre las lneas del golfo Trinidad y el canal
12
El Territorio de Aysn, en Revista Chilena de Historia y Geografa, citada, pgs. 42 y 43. Lo destacado
corresponde al mismo autor.
13
A partir de entonces la figura Territorio desapareci del ordenamiento administrativo del pas y
slo recobr vigencia con la creacin del Territorio Chileno Antrtico en 1940, cuya excepcionalidad
comprensible por tratarse de un sector sin soberana plena, justificara la medida.
426
Castillo, miradas desde la costa anterior, fijndose el nuevo deslinde in-
427
haba convocado por dicho instrumento legal. No obstante ello, la ley
5.136 de 1933, dispuso que solamente Magallanes elegira un diputado,
quedando la Provincia de Aysn en una curiosa condicin de capitis
diminutio14 o, lo que es ms serio, sin que sus habitantes pudieran elegir
libremente a quien los representara, condicin segundona inexplicable
y totalmente reprochable por antidemocrtica. Tres aos despus, en
1936, al constituirse formalmente los registros electorales de Aysn sus
habitantes pudieron ejercer, a partir de la siguiente eleccin, el derecho
electoral del que estaban injustamente excluidos.
La expuesta conform la apoyatura legal fundamental sobre la que
pasara a organizarse el funcionamiento administrativo de la nueva
Provincia de Aysn, inicindose de esa manera un igualmente nuevo
tiempo histrico en su acontecer del siglo XX.
1928, por otra parte, cerr en buena medida el ciclo de la participa-
cin magallnica en grado de relevancia en lo referido a la colonizacin
inicial de Aysn. La iniciativa y creatividad de sus empresarios, sus capita-
les, medios y recursos fueron factores determinantes, con xitos y fraca-
sos, en la explotacin econmica del territorio patagnico central chile-
no. Con el esfuerzo magallnico y, de algn modo, a su imagen, surgi la
crianza ovejera, con la tecnologa apropiada y la calidad productiva, bajo
la conduccin de especialistas calificados venidos desde las tierras del
Estrecho. En este y otros aspectos y con modalidades singulares que no
demoraron en adquirir carta de naturaleza aysenina, se establecieron los
fundamentos para la actividad econmica fundacional que hizo viable la
ocupacin del territorio. En el mismo ao, finalmente, se incorpor a la
nueva provincia parte del antiguo dominio territorial magallnico, toda
la hoya hidrogrfica del ro Baker y tributarios, as como de parte de la
cuenca del lago OHiggins, que se completara mucho despus, en 1961,
con la transferencia de la parte meridional de la misma.
428
de quien se desconocen mayores antecedentes, slo se mantuvo por
429
tamente al roce de los terrenos que se ocuparn, como asimismo a la
aplanacin, estacado y planificacin de la ciudad. Los fondos para cubrir
los gastos que demandarn estos trabajos (que a mi juicio estaran a car-
go de la Municipalidad nica del Territorio), se podrn conseguir por medio
de prstamos a favor de sta. El servicio de intereses y la amortizacin de
este prstamo se har con la entrada de los remates de sitios. Los terre-
nos tendran que ponerse a disposicin de la Municipalidad, reservndose
el fisco el derecho a ocupar los sitios necesarios para la ubicacin de los
edificios pblicos, obras portuarias, etc.15.
Con todo, Eduardo Camus al parecer no era alguien de fcil trato,
como qued visto por los roces que mantuvo con algunos funcionarios,
y por tanto tampoco la persona apropiada para tal responsabilidad, lo
que motiv su remplazo. De all que para la historia el gobierno interior
de Aysn se inici, con entera propiedad, con su sucesor Luis Marchant,
coronel en el cuerpo de Carabineros del Ejrcito, al que se hace re-
ferencia extensa ms adelante. De manera excepcional y atendida la
importancia de la materia, el cargo traa anexo el ejercicio titular de la
Agencia de Colonizacin. Esta situacin mantendr hasta 193716.
Completaron los cargos del gobierno los subdelegados corres-
pondientes a las comunas de Yelcho, Lago Buenos Aires y Baker, y la
dotacin de empleados indispensable para el funcionamiento inicial
del servicio (tres personas). La Agencia de Colonizacin dependiente
de la Intendencia estuvo formada por un personal variable de agri-
mensores (inicialmente 10 entre 1928 y 1931), empleados de oficina
y auxiliares.
Con la autoridad provincial arribaron asimismo el ingeniero de ca-
minos, un ingeniero agrnomo para la atencin de los asuntos tcni-
cos propios de su ramo, un oficial de Carabineros que deba asumir
la jefatura policial de Aysn, adems de un oficial de Ejrcito que traa
el encargo especfico de ver la posibilidad de habilitar aerdromos
en el territorio. Este fue el ncleo inicial de la administracin pblica
provincial que comenz sus actividades de inmediato en oficinas y
locales de circunstancia arrendados o cedidos en Puerto Aysn para
los correspondientes efectos.
Poco tiempo despus se encontraban instalados y en funciones,
adems de la Intendencia propiamente tal, la Agencia de Colonizacin,
15
Informe del ingeniero citado fechado en mayo de 1928 y dirigido al Ministerio de Fomento y Obras
Pblicas, publicado en la revista Trapananda N2, pg., bajo el ttulo Los problemas de Obras Pblicas
y otras materias captados por uno de los primeros ingenieros del Territorio de Aysn.
16
La ley 6.035 de 16 de febrero de ese ao le quit esa responsabilidad al jefe del Ejecutivo regional.
430
las primeras escuelas pblicas, el hospital y la agencia de la Caja Nacio-
431
El servicio de Colonizacin fue importantsimo desde un comien-
zo, pues si haba alguna materia que atender con urgencia, esa era la
de la tenencia predial rural, que se hallaba en un estado de completa
anarqua y que, por consecuencia, era una fuente permanente de in-
tranquilidad, disgusto y disputas entre vecinos colindantes. Fue tal su
relevancia, que desde un principio este servicio cont con un personal
numeroso para la poca, especialmente con agrimensores, funciona-
rios tcnicos claves para la mensura de terrenos, operacin previa a
cualquier asignacin. Entre sus logros iniciales estuvo el primer censo
de pobladores rurales en los diferentes distritos de colonizacin, as
como un recuento informativo sobre dotaciones, elementos de tra-
bajo y producciones de las diferentes explotaciones. Se hicieron re-
conocimientos y mensuras en los sectores del valle Simpson y Mano
Negra, valle del ro Ibez y sector sur del lago Buenos Aires; tambin
en el valle del ro Emperador Guillermo, respecto del que ya se regis-
traba inters por su poblamiento colonizador. La actividad principal,
con todo, estuvo centrada en la mensura de los campos ocupados
para fines de su ulterior regularizacin de tenencia, cubrindose con
esa operacin un total de 86.000 hectreas al tiempo del cierre tran-
sitorio de la agencia, del que se da cuenta enseguida.
Otros de sus mritos fue el de dar principio a las exploraciones sis-
temticas por diferentes zonas del territorio provincial para conocerlo
ms a fondo y verificar las posibilidades de la expansin del ecmene.
Las primeras exploraciones se realizaron en 1929 sobre sectores del
ro Figueroa (Lago Verde), lagos Elizalde y Caro, ro de los Cuervos,
y zonas del fiordo Puyuhuapi, litoral de Cisnes y lago Rosselot, todas
con auspiciosos resultados en cuanto a la disponibilidad de campos
ocupables para la colonizacin. Destacaron en estas responsabilidades
los agrimensores Max Junge, Augusto Portales, Rmulo Rivas y el inge-
niero Fernando Seplveda Veloso, titular del servicio provincial.
Paradojalmente, cuando as de bien marchaba esta actividad, el 1
de julio de 1931 el servicio de colonizacin fue suprimido en Aysn,
como parte del plan de economas del erario pblico en el contexto
de la grave crisis econmica por la que pasaba Chile, como repercu-
sin del descalabro mundial originado en la crisis burstil de Nueva
York en 1929. Sin desconocerse esta realidad y aceptndose que la
emergencia exiga medidas drsticas, es estpido pensar que ello se
lograba a costa de ahorros insignificantes como era el de la supresin
de la oficina provincial de Aysn. Pero la burocracia ciega e insensible
no discrimina y as se hizo; de una forma tan desusadamente rpida en
432
el caso, que lo ocurrido entonces nos recuerda lo acontecido en 1767
17
El primer jefe de este puesto policial fue el sargento Domingo Zambrano Chvez.
433
rosa18. Sobre esta base se organiz administrativamente en 1929 la
Prefectura de Aysn, con una sola comisara como unidad operativa,
con sede en la capital provincial, a la que se agreg una banda de m-
sica y se dot con 117 caballos para el servicio de patrullaje rural. De
modo complementario a las labores propiamente policiales, la unidad
fundadora se hizo cargo inicialmente de las tareas del Servicio de
Identificacin y de la Oficina de Reclutamiento.
En 1930 se cre una segunda comisara con base en el nuevo pue-
blo de Baquedano (Coyhaique), disposicin que se complet con la
apertura e instalacin de destacamentos en diferentes sectores del
extenso mbito geogrfico aysenino: las tenencias de Coyhaique, Alto
Cisnes, Lago Buenos Aires y Baker; y los retenes de Baquedano, Valle
Simpson, Balmaceda, irehuao, Puesto Viejo, Punta El Monte, El Zorro,
Ibez, Ushuaia, Cochrane, Mayer, La Colonia, Alto Palena, Futaleuf,
Lago Verde, El Balseo, Correntoso y Aduana Aysn. Varias de estas uni-
dades menores contaban con policlnicos o postas sanitarias anexos,
a cargo de un practicante, con lo que se pudo ofrecer una asistencia
a veces verdaderamente providencial, a los habitantes desperdigados
por los diferentes sectores.
Se advierte de la sola enumeracin de los servicios inicialmente
presentes, con sus dotaciones, elementos y dependencias, que se privi-
legi aquellos aspectos socialmente ms necesarios: seguridad pblica,
sanidad, tenencia agraria, comunicaciones, instruccin pblica, en fin.
Importaba entonces que los servicios que deban prestarse a los ha-
bitantes fueran tan buenos y eficaces como mejor se pudiera, tal a lo
menos se quiso en un principio y el propio Intendente se preocup
de velar porque as se hiciera.
En efecto, en un comienzo las cosas se dieron de la manera que
idealmente se haba previsto, pero supona necesariamente poseer un
real espritu de servicio pblico -hubo casos notables que permitieron
configurar una mstica, segn se ver-, y cuando el mismo no se ha-
ca manifiesto, all estaba necesariamente la participacin vigilante de
la autoridad provincial. Pero all, tambin, estribaba su debilidad pues
faltando aqulla, o siendo poco exigente o indolente la jefatura res-
ponsable en cada servicio, la actividad administrativa decaa, se haca
18
Siendo cabo haba cobrado fama tras su conducta durante los sucesos luctuosos que tuvieron ocurrencia
en Puerto Natales, Magallanes, en 1919, derivados de la huelga de los obreros del frigorfico Bories.
Ello le signific ser ascendido y posteriormente pasar a la categora de oficial, por la capacidad que
mostraba. Sin embargo es posible que el primer oficial que ejerci funciones en la provincia fuera el
subteniente Gustavo Godoy Osses, quien al parecer acompa al intendente Camus a su llegada a
Puerto Aysn.
434
lenta o pesada. De hecho, as sucedi tras la renuncia del Intendente
19
Op. cit., pgs. 368 y 369.
20
Mansilla, op. cit.
435
Para 1946 la administracin pblica provincial se haba densificado
y crecido en nmero y presencia local, lo que debe ser tenido como
un adelanto, como quiera que se le considere, en tanto que tal hecho
responda a la satisfaccin de diferentes necesidades de los habitantes.
Entonces los siguientes eran los servicios radicados en Aysn: Oficina de
Tierras y Colonizacin, Servicio de Impuestos Internos, Tesorera Pro-
vincial, Aduana, Carabineros, Investigaciones, Juzgado de Letras, Notara
y Conservador de Bienes Races, de Comercio y Minas; Ingeniero de
Caminos, Correos y Telgrafos, Hospital de Beneficencia, Servicio de
Agricultura y de Sanidad Animal; Inspeccin Provincial de Educacin, Re-
gistro Civil e Identificacin, Capitana de Puerto, Cajas de Crdito Agra-
rio, Caja Nacional de Ahorros y Caja del Seguro Obrero Obligatorio. A
ello se agregaba en Puerto Aysn la agencia del Servicio Martimo de los
Ferrocarriles del Estado, con carcter de entidad semifiscal.
Varios de estos servicios y oficinas pblicas tenan su representa-
cin en otras localidades como Baquedano, Balmaceda y Chile Chico,
en particular en la primera, a cuya fundacin y desarrollo se hace
mencin ms adelante. Su crecimiento era notorio, favorecido por su
posicin tierra adentro, en el centro del territorio econmicamente
ms productivo y poblado, y que ya mostraba una auspiciosa dinmi-
ca propia de crecimiento. All en 1946 se encontraban establecidos
la Subdelegacin, la Delegacin de Tierras y Colonizacin, Agencia
del Seguro Obrero, Servicio de Silvicultura, Inspeccin de Caminos,
Oficina del Registro Civil e Identificacin, Agencia Postal, Carabineros,
Junta Asesora Municipal, Agencia de la Caja Nacional de Ahorros, De-
legacin de la Tesorera Regional, Juzgado de Subdelegacin y otras
varias oficinas administrativas menores y una particular. Asimismo, all
tena su base desde el ao 1942 la primera unidad militar del terri-
torio, con una radioestacin y enlaces con Puerto Aysn, Balmaceda,
Chile Chico y Chaitn; una radioestacin y posta meteorolgica de
la Fuerza Area de Chile, que adems dispona de un campo areo.
Y, por fin, la agencia de la Lnea Area Nacional, que operaba otro de
los aerdromos locales.
En cuanto a la autoridad municipal, por decreto de 13 de abril de
1928 se cre la Junta de Vecinos de Puerto Aysn, designndose a
Ciro Arredondo Lillo, agente de la Caja Nacional de Ahorros, como
primer Alcalde, y a Constantino Karlstrm, Jefe local de la S.I.A., y a
Benigno Daz Navarro, vecino y antiguo capataz de la misma compaa,
como vocales. La administracin municipal propiamente tal se inici
el 26 de diciembre de 1928. Esta situacin de autoridad edilicia nica
436
se mantuvo hasta el ao 1947 en que por la ley 8.850 se cre una
437
Puerto Montt o Castro subproductos de vacunos y lanares, como ser pieles,
cueros, grasa y lana que se produca en la zona y que eran almacenadas
en tres galpones llamados la grasera21. En buenas cuentas, ni ms ni
menos que una factora como corresponda a una zona de frontera
colonizadora. Nada alentadora, por cierto, debi ser esa visin primi-
genia, pero el soldado-funcionario no haba venido para complacerse
y disfrutar, sino para desempear una misin que saba trascendente,
enterado como hubo de estar de la misma por boca del Presidente
de la Repblica, con quien se haba reunido al tiempo del ofrecimiento
del cargo.
Marchant era, como tantos otros chilenos de ese tiempo, copart-
cipe de las ideas que inspiraban la gestin gubernativa de Ibez -que
buscaba reentroncarse histricamente con la gestin admirable del
Presidente Balmaceda-, e igualmente, como muchos, estuvo dispuesto
a prestar su colaboracin en lo que fuera menester para hacer un
Chile nuevo, moderno, prspero y justo para todos. Posea pues la
mstica inspiradora y ella habra de presidir su gestin al frente de la
nueva provincia austral.
Gobierno y administracin
21
Jorge Crdenas Barrientos, citado por Baldo Araya en El Gran Reportaje de Aisn. (Coyhaique, 1999),
pg. 169.
438
Quiere el Intendente insfrascrito establecer entre la primera autoridad
439
la construccin de caminos que unan los valles y centros poblados, como
asimismo las construcciones de puentes para dar salida a su produccin.
Otro problema de vital importancia, y que se abordar en corto plazo,
en el que dice relacin con la colonizacin, comenzando por radicar defini-
tivamente a todos los pobladores.Y el otro punto es lo relacionado con los
servicios pblicos que se irn estableciendo a medida que las necesidades
lo exijan22.
La historia nada dice sobre la forma en que esta proclama fue di-
fundida, pero no es aventurado pensar que, a falta de medios tcnicos
como los que hoy se conocen, se hizo a la vieja usanza. Entonces se
la mecanografi simplemente, con varias copias, que debieron fijarse
en los lugares de acceso pblico, casi como se haca con los antiguos
bandos, aunque ahora, quiz, sin la voz del pregonero.
Si ello debi bastar para enterar a los habitantes de Puerto Aysn,
para el resto de cuantos poblaban el territorio, Marchant se preocup
de que su mensaje llegara a tanta gente como fuera posible. Al efecto,
nombr una comisin compuesta por el secretario de la Intendencia,
el Alcalde y el jefe de Carabineros para que recorrieran el interior del
territorio, se reunieran con los pobladores y les informaran sobre los
propsitos del Supremo Gobierno y de la Intendencia, dndoseles a
conocer el texto de la proclama.
Del resultado de su primera visita de inspeccin y conocimiento
el mismo Marchant dej una acabada relacin, a la que cabe remitirse
como fuente irremplazable de informacin.
El recorrido, a caballo siguiendo un camino tropero pesado de suyo
y ms en la poca invernal, se extendi por sobre 130 kilmetros en-
tre ida y retorno y lo condujo primeramente a la estancia Coyhaique
y posteriormente a la baha Chacabuco, y de momento, fue ms que
suficiente para comenzar a gobernar y administrar sin ms demora.
En sntesis, de la visita ocular y de los informes recibidos de los dife-
rentes Subdelegados, acord decretar la organizacin del Servicio Judicial
dentro de las facultades que me confiere S.E. el Presidente de la Repblica
y el seor Ministro del Interior, mientras el S. Gobierno resuelve la creacin
definitiva del juzgado de Letras. En cada comuna se nombr un Juez de
Subdelegacin y otro en los diferentes Distritos, de modo que, cada pobla-
cin contar con autoridad representante de los derechos nacionales, ya
que hasta la fecha la generalidad de los pobladores del interior recurran
22
Transcrita por Araya, op. cit., pgs. 190 y 191.
440
en amparo y justicia a las autoridades argentinas y al Cnsul Chileno de
441
le pida las semillas necesarias, a la vez que ensearles el medio prctico de
aprovecharlas. Los grandes y pequeos agricultores deben compenetrarse
de que su propia conveniencia es aumentar e intensificar su produccin; los
caminos ya construidos y los que van a hacerse sern para vuestro uso; el
buen servicio de vapores y la mayor afluencia de habitantes son factores
que contribuirn a dar fcil y reproductivo mercado a todos los productos
que obtengan, merced a la iniciativa y esfuerzo de los verdaderos hombres
de trabajo. El Gobierno proporciona todos los servicios y todas las atenciones
que permiten los recursos del Estado para velar por la salud, por la tranqui-
lidad y por la vida de los habitantes.
Nadie ser despojado de lo que legtimamente le corresponde. Ningn
derecho ser atropellado. Ninguna explicacin ser permitida, no as en
las personas cuyas intenciones sean contrarias al espritu del Gobierno y
se instalen furtivamente sin la autorizacin legal correspondiente. Pido, en
cambio, TRABAJO Y MAS TRABAJO; que se abandonen las viejas rutinas
de producir slo lo indispensable para el sustento diario y se emprenda la
tarea fecunda de aumentar la produccin, de duplicar los esfuerzos, para
cosechar as amplios y halageos resultados. Intendente y Coronel de
Carabineros. Luis Marchant Gonzlez24.
Siguiendo un patrn as establecido, se cumplieron otros muchos
recorridos de inspeccin y reconocimiento durante el trienio que
dur su mandato. En todos ellos se puso de manifiesto la atencin por
los asuntos de que se informaba y la solucin pronta segn procedie-
ra. Fue la caracterstica de su gestin gubernativa ciertamente ejem-
plar. Debe destacarse aqu el papel relevante cumplido por Roberto
Butrn Firpo, secretario-abogado de la Intendencia, verdadera mano
derecha del coronel Marchant, quien comparti con l numerosos
viajes, en jornadas por lo comn largas y sacrificadas, al que brind
su consejo de letrado para hacer ms eficiente la tarea administrativa.
Fundacin de pueblos
442
lar si bueno como principio de gobierno, lo era ms al comprobarse
25
En Araya, op. cit., pg. 176. Tambin se refiere al punto scar Aleuy en su columna de divulgacin
histrica Las huellas que nos alcanzan: Los agrimensores olvidados, El Divisadero, Coyhaique, edicin
del 31 de agosto de 2002.
443
Aquella noche Marchant, Seplveda y Fernndez se reunieron con
Thomas Anderson, administrador general de la Sociedad Industrial del
ysen, para hacerle conocer el inters de la primera autoridad de
fundar all un poblado. La reunin fue breve y provechosa, pues An-
derson en rpida decisin -gesto que lo honra y merece recordacin
histrica- respondi al Intendente que autorizaba sin ms la ocupacin
de los terrenos, para trazar y erigir all el pueblo que se deseaba esta-
blecer y ello, importa destacarlo, obviando la autorizacin previa de la
gerencia general de la sociedad en Valparaso. El lugar elegido era co-
nocido como la Pampa del Corral, sitio en el que solan desarrollarse
las carreras camperas de que tanto gustaba el campesinado de otrora.
Elaborados los planos del futuro pueblo con la intervencin personal
de Seplveda y la colaboracin de Fernndez en el lugar, y la de algunos
agrimensores del servicio de colonizacin con posterioridad en Puerto
Aysn, y conseguida la aprobacin de las instancias superiores que corres-
ponda, y cumplidos otros requerimientos que el caso exiga, se hicieron
los preparativos para la fundacin del nuevo pueblo para el que se haba
elegido el nombre de Baquedano, en homenaje de recordacin del jefe
militar a quien cupo dirigir las fuerzas nacionales en la fase terminal del
conflicto que involucr a Chile, Per y Bolivia, conocido como Guerra
del Pacfico y que concluy con la victoria de las armas chilenas.
El da prefijado para la ceremonia fue el 12 de octubre de 1929,
pero una circunstancia imprevista interfiri los planes de Marchant.
En efecto, el intendente fue llamado a Santiago por el Presidente Ib-
ez, circunstancia que lo mantuvo alejado del territorio entre los meses
de setiembre y noviembre. Surge al punto la duda acerca de si en la
coyuntura Marchant pudo instruir a Butrn para que actuando en su re-
presentacin procediera de cualquier manera con lo dispuesto la funda-
cin-, en el supuesto de que l mismo se retrasara en su regreso ms all
de la fecha prevista para el caso, y as habra podido dejar firmada el acta
de fundacin cuyo texto ha sido dado a conocer por Baldo Araya y que
da cuenta de la realizacin de tal acto el da 12 de octubre de 192926. Si as
26
Crnicas de Coyhaique en sus Bodas de Oro (Coyhaique 1979), pg. 96. El texto del acta es el siguiente:
Acta de fundacin de Baquedano. A doce das del mes de octubre del ao 1929, bajo la presidencia del Excelentsimo
seor Carlos Ibez del Campo, en el lugar denominado La Cancha, de la Comuna de Aysen, del territorio del mismo
nombre, se reunieron los siguientes funcionarios: Intendente de la Provincia, Coronel don Luis Marchant Gonzlez;
Alcalde don Ciro Arredondo Lillo; Vocal de la H. Junta de Vecinos don Constantino Karlstrm; Delegado de la I.
Municipalidad don Thomas Anderson; Subdelegado de la Comuna Teniente de Carabineros don Pedro Ziga G.
En este acto y ante numeroso pblico, el seor Intendente declar fundado el pueblo de Baquedano, denominado as en
homenaje a uno de los ms grandes defensores de la Patria.
Para constancia firman esta acta autorizada por el secretario de la Intendencia. Luis Marchant Gonzlez-Thomas R.
Anderson-Ciro Arredondo Lillo-K. Karlstrm-Pedro Ziga-Roberto Butrn F., Secretario (pg. 97)
444
sucedi tendra sustento documental la tradicin local conservada por la
445
profusamente una invitacin a los pobladores, con el programa a desarro-
llarse: 1 Embanderamiento de las treinta viviendas existentes (concen-
tradas en las actuales calles Moraleda, General Parra, Condell y Prat). 2
Actuacin de la banda de Carabineros de Puerto Aysn, confeccionndose
una tribuna de honor presidida por el intendente de Aysn Luis Marchant
Gonzlez, el capitn de Carabineros Sr. Gmez, personal de la estancia
y connotados vecinos. 3 Desfile de las escuelas del valle Simpson y de
la administracin de la Sociedad Ganadera. 4 Carreras a la chilena. 5
Ramadas que se instalarn en el recinto frente a la plaza, reservadas para
la Municipalidad del Territorio.
El pueblo de 1931 se diferenciaba ya bastante del Baquedano de
fines de 1929.
[...] Ya estaba en funcionamiento el primer almacn, de propiedad de
Francisco Brquez [...] La primera tienda surtida con mercaderas argen-
tinas fue de Ramn Caada. El primer hotel lo construy Juan Altuna y
se encontraba tambin en calle Moraleda, entre Condell y Lillo, siendo el
segundo de Toms Arvalo, quien adems se destac como el iniciador del
expendio de carne, comenzando en 1929 y beneficiando el ganado en las
inmediaciones del ro Simpson, al fondo del actual Estadio Municipal (No
obstante, la primera carnicera propiamente tal, fue la de Pedro Vallejos).
El Correo, por su parte, estaba ya instalado en la Casa Bruja de Juan
Carrasco, ubicada junto al puente Coyhaique.
El primer Subdelegado Civil fue Salvador Contador, el primer oficial
civil Belarmino Guerrero y la primera profesora de escuela (funcionaba en
la estancia Coyhaique), doa Rosala Velsquez de Guerrero. La primera
casa hecha de zinc (la Casa de Lata, que todava existe) era de Jos
Vera Mrquez, obrero que abra la tranquera para permitir el paso por el
camino que orillaba el ro Coyhaique.
En 1931 se iniciaban tambin las construcciones de los dos primeros
edificios fiscales: la Subdelegacin y la Oficina de Tierras. El primero an
se encuentra en la esquina de Lillo con Subteniente Cruz y el otro es una
pequea casa que fue removida, arrastrada y colocada en calle Cochrane,
al costado de la actual Secretara Ministerial de Tierras [...] Ese mismo ao
se construye el edificio de tienda y almacn El Centenario, en la esquina
de Baquedano con Carrera.
[...] Uno de los hechos ms connotados ese 21 de mayo fue la concu-
rrencia, desde la Escuela de valle Simpson, de todo su alumnado, montados a
caballo y con su Directora y nica profesora al frente, la seorita Emilia Jara.
446
Desde entonces y cada vez que se conmemoraba alguna efemride
29
Op. cit., pg. 99 y 100.
30
Dato del censo nacional de ese ao.
447
campos ajenos a la justicia, satisfaciendo necesidades variadas (notario
ad hoc, registro de marcas y seales de ganado, certificacin de naci-
mientos y defunciones, autorizacin de contratos civiles, resolucin de
pleitos vecinales, en fin) y ser visto y reconocido como representante de
la autoridad provincial. El intendente retorn al ao siguiente y el 1 de
abril de 1929 procedi a fundar el pueblo de Futaleuf. Lo acompaaron
en ese acto trascendente Jos Felmer, subteniente de Carabineros, y los
pobladores Segundo Almarza, Carlos Jara Carrasco, Olegario Burgos y
Jos Ramos. Es seguro que entonces Marchant llev consigo el decreto
N 63 de la Intendencia de Aysn, de 29 de febrero de ese mismo ao,
por el que haba designado al subteniente Felmer como Subdelegado
de la Comuna de Yelcho o Inspector del Distrito de Palena, pues hay
discrepancia en las fuentes que informan sobre el nombramiento, en
el que, en cualquier caso, habra de verse la decisin fundacional pues,
al parecer, de tal decisin deriv la organizacin y nucleamiento de los
pobladores del valle de Palena en forma de pueblo.Tanto aqu como en
Futaleuf los primeros servicios pblicos establecidos fueron las escue-
las primarias mixtas y los destacamentos policiales. De esa manera am-
bas comunidades de colonos chilenos pioneros comenzaban a romper
su aislamiento, con el espaldarazo que significaba esa accin oficial ex-
presiva de preocupacin real. Fue en ese contexto anmico que algunos
pobladores de Futaleuf, encabezados por Pedro 2 Ramrez, decidieron
explorar hacia el oeste a travs de las montaas andinas para encon-
trar un paso hacia la costa martima. En su transcurso descubrieron la
confluencia del ro Malito con el Futaleuf, fabricaron una embarcacin
con la que navegaron el lago Yelcho y pudieron arribar hasta la baha de
Chaitn, en lo que fue toda una esforzada proeza preanunciadora del
camino que muchos aos despus unira finalmente el litoral martimo
con la frontera.
Tambin en la parte sur del distrito central aysenino, en la costa
norte del lago Buenos Aires, junto a la frontera, la separacin natural
que de momento impona el cordn divisorio respecto de aquella
parte del territorio correspondiente a la hoya del ro Simpson, haba
permitido el desarrollo, como se ha visto, de una pequea comunidad
de colonos. All, en la proximidad de la baha Ibez, en el sector del
valle inferior del ro homnimo donde habitaban algunos pobladores,
pareca ser el sitio apropiado para fundar un centro de vida y servicios
para la zona ocupada.
La coyuntura apropiada la brind la apertura de la senda provisoria
que puso en contacto al sector del valle Ibez con el valle Simpson
448
y por esa va con Puerto Aysn. El mismo haba sido trazado por los
449
Cochrane. Es posible que en esa determinacin superior influyera la
solicitud de la compaa pastoril arrendataria (Hobbs y Ca.), que no
habra visto con buenos ojos el surgimiento de un poblado en el cora-
zn de sus posesiones. All, a partir de entonces, se ira formando poco
a poco el futuro pueblo de Cochrane, como ncleo natural del vasto
distrito. En el caso de la baha Chacabuco, Marchant, como su antece-
sor Eduardo Camus, vio en ella el sitio ideal para el emplazamiento de
un puerto de mar, teniendo en consideracin la inmejorable calidad
de la misma como fondeadero para naves de cualquier calado y su
relativa cercana a la capital provincial.
Otras prioridades obligaron a dejar de lado esta materia y, al fin la
renuncia de Marchant en julio de 1931, postergara sine die esa iniciati-
va pues, no obstante su importancia, debi correr un largo cuarto de
siglo antes que la misma se materializara.
Comunicaciones intraterritoriales
450
de trabajos de importancia. Aunque de segunda prioridad, se prevea
451
tigiosos colonos despus de haber conseguido abrir la senda hacia el
Pacfico por el ro Yelcho. Esta senda une a Futaleuf con el Ocano y est
llamada a sacar toda una extensa y rica comuna del embotellamiento
en que se encontraba.
[...] Con la nueva organizacin que se va a dar al servicio de Correos se
espera una mejor atencin tanto para el puerto como para los pobladores
del interior que carecan de este servicio y que es atendido temporalmente
por Carabineros.
Las comunicaciones radiotelefnicas han sufrido graves deficiencias por
diversos y variados motivos. En primer lugar no hay comunicacin directa
sino que los mensajes deben ser transmitidos por intermedio de un tel-
fono particular de la Sociedad Industrial del Aysen, lnea que por diversas
causas sufre interrupciones.
En esta materia el aspecto fundamental era el de radicar formal-
mente a los pobladores precisndoseles las cabidas y deslindes de sus
predios, para hacer tranquila y segura su posesin y permitir poste-
riormente la obtencin de ttulos de dominio que aqullos anhelaban
vivamente. Asimismo, importaba extender el proceso de ocupacin
paulatina de terrenos, de all que haba que ubicarlos y hacerlos acce-
sibles a los nuevos colonos que, entretanto, proseguan arribando al
territorio, animados ahora con las noticias de la institucionalizacin de
Aysn. Por ltimo, punto no menor de preocupacin de la autoridad
provincial, en el de estimular y apoyar el mejoramiento de la calidad de
la produccin ganadera de los colonos libres. En verdad la misma de-
jaba mucho que desear y su atraso era visible si se la comparaba con
aquella que era propia de las compaas pastoriles. Por eso entonces,
desde su llegada, el Intendente Marchant anim constantemente a los
pobladores en el sentido de adoptar nuevos hbitos de crianza, ha-
cindoles ver cmo el uso de tcnicas adecuadas habra de permitirles
mejorar sus producciones en calidad y en cantidad, segn lo manifest
en su proclama de septiembre de 1928. Para ello estaban los servicios
y funcionarios tcnicos agrcolas a disposicin de quien quisiera.
Para completar su preocupacin en tan importante aspecto, Mar-
chant dise los lineamientos de una verdadera poltica agraria que
inclua la recuperacin progresiva del gran latifundio fiscal concesiona-
do a las sociedades pastoriles, su subdivisin y entrega a los colonos
libres, junto con otras medidas de fomento productivo, que se tratan
por separado ms adelante.
452
Amparo y estmulo a la iniciativa privada
34
As se denominaba y aun se denomina en los campos al conjunto de artculos de consumo habitual.
453
norma comn, bien que la relacin mercantil se diera con los faltes o
mercachifles que comenzaron a circular por la campaa.
La fundacin de Balmaceda y la radicacin en el nuevo pueblo de
algunos inmigrantes de origen rabe (sirios, libaneses o palestinos),
como haba ocurrido en diferentes localidades de la Patagonia ar-
gentina subandina, quienes ejercan el oficio del comercio por natural
predisposicin, les permiti a los mismos hacer de ese poblado su
base de actividades, abriendo all modestos tenduchos o boliches, ms
con aspecto de baratillo que de establecimiento de ramos generales.
Gentes sencillas y buenas normalmente, aunque es claro que podan
aprovechar las ocasiones para medrar a costa de los incautos, se ga-
naron pronto la confianza de los pobladores. Solan salir quiz sin plan
fijo, por diferentes rumbos, llevando en sus pilcheros vestuario, algo de
calzado, peinetas, gneros floridos, chucheras como tubitos de perfume,
pauelitos multicolores, jabn de cara, hilo, agujas, como lo ha anotado
Araya35, y no alimentos pues estos eran ms pesados y hacan mayor
bulto. El valle Simpson, el valle del Ibez, la zona sur del lago Buenos
Aires, el ancho distrito del Baker; los valles de Mano Negra, Empera-
dor Guillermo y Maihuales, y ms al norte las comarcas de Lago Ver-
de, Palena y Futaleuf, y tambin los campos privados de las grandes
estancias de las compaas ganaderas, fueron, unos ms que otros, los
territorios habituales del paso de estos faltes troperos, adelantados
del comercio y, como tales, pioneros a su manera.
Invariablemente bien recibidos, segn recuerda la tradicin, hacan
sus negocios, a veces jugosos, teniendo la virtud de dejar contento a
todo el mundo. Cumplieron as una indispensable funcin social que
excedi en ocasiones el plano propiamente mercantil, pues amn de
portadores de noticias en uno y otro sentido, fueron recaderos, agen-
tes de confianza y, quiz, hasta amigables componedores de los y
entuertos por su condicin de neutrales36.
Pero la institucionalizacin del territorio de Aysn, con la apertura
de Puerto Aysn y la fundacin de Baquedano y otros pueblos, la
llegada de autoridades y empleados pblicos, expresivos todos de un
mundo social diferente al conocido hasta 1927, gener nuevas nece-
sidades e hizo posible que quienes deambulaban ocasionalmente por
los campos, sin abandonar tal actividad se instalaran como comercian-
35
El Gran Reportaje de Aysn ..., citado, Los comerciantes troperos, pg. 222.
36
Esta materia ha permitido nutrir una abundante literatura aysenina histrica, costumbrista y de cuentos,
en la que adems de Baldo Araya deben citarse los nombres de autores tales como Oscar Aleuy, Flix
Elas y Mario Gonzlez Kappes entre otros.
454
tes establecidos, en lo que debe ser tenido como un aporte singular
455
no nos consta que hayan habido expresiones concretas de parte del
Intendente Marchant. Pero la razn por la que le atribuimos histri-
camente el mrito es que con su actividad personal y en el contexto
general fundacional de la provincia, ello contribuy a la generacin de
un ambiente propicio en el que tales manifestaciones de creatividad
econmica encontraron su cauce natural de desarrollo.
Pero la iniciativa privada no se detuvo en su afn dinmico y en su
crecimiento abarc otros rubros como fue el caso de la prensa, com-
paera natural en el surgimiento y desenvolvimiento de las comuni-
dades histricas modernas. Ello se dio con la aparicin del primer pe-
ridico territorial, El Aysn, fundado por Adriano Mera en 1929, luego
en 1932 El Esfuerzo, obra de Hernn Muoz Torres, ambos en Puerto
Aysn, a los que siguieron con los aos otros en esa localidad y en el
naciente Baquedano. Tambin apareci el cinematgrafo o bigrafo,
como se le nombraba en la poca, cuya primera sala fue abierta en
Puerto Aysn en 1930 por el espaol Roberto Campist. Y qu decir
en el plano de la organizacin societaria, en el que las muestras de
creatividad fueron condignas de aquellas del plano econmico. Valga
en ello la sola mencin su variedad: deportivas, mutuales y laborales,
bomberiles, religiosas, polticas y de beneficencia, en fin.
Todas ellas, como las actividades de carcter econmico preceden-
tes surgieron en un contexto de animoso despertar de una sociedad,
en gestacin, estimulada por la autoridad que multiplicaba sus afanes
en el ms diverso sentido para endilgar la marcha de la naciente pro-
vincia de Aysn, camino de su ms completo y pronto desarrollo. Esa
fue la tnica que seal el trienio de gobierno del coronel Marchant,
que defini una poca refundacional de la historia aysenina -la de
su institucionalizacin- y cuya inercia se hara notar por largo tiempo
despus de 1931.
456
Replanteamiento, saneamiento y fomento del desarrollo urba-
457
El servicio pblico. La mstica aysenina
37
Op. cit., pg. 368.
458
que el esfuerzo poblador y colonizador reclamaba con urgencia, y
459
funcionamiento del aparato administrativo, de la llegada de los sueldos, de
las inclemencias del tiempo y del silencio propuesto por el aislamiento, ya
que en esta parte del mundo no existan caminos para avanzar hacia otros
lugares.Tanto las oficinas subvencionadas como aquellas que trabajaban ad
honorem, completaban un funcionamiento habitual penoso y casi demen-
cial, emulando aquellos del sistema carcelario, del sistema educacional y del
sistema de salud. O sea, un inicio desastroso. Aunque el servicio contaba con
telegrafistas, oficiales, buzoneros, carteros mensajeros y valijeros, algunos de
primera, de tercera y cuarta clases, estos trabajos eran muy mal remunera-
dos, debiendo a veces cumplir horarios semanales intensos en medio de la
nieve, montados a caballo y pidiendo ayuda a carreros y camioneros. Todas
las oficinas de correos cumplan dependencia directa de Puerto Aysn y eran
la oficina postal subvencionada de Coyhaique y Balmaceda y las agencias
postales subvencionadas de Valle Simpson, Puerto Ibez y el Baker y, fi-
nalmente, agencias postales cooperadoras en Puerto Aguirre, Puerto Cisnes,
El Balseo y Mano Negra, donde sus funcionarios trabajaban por amor al
arte, hecho que haca indispensable incorporar a esas oficinas al rgimen
administrativo oficial para buscar nombramientos. Hilando ms fino an,
encontramos que se haba determinado nombrar contratistas camioneros
entre Puerto Aysn y Coyhaique, con paradillas en Mano Negra y El Balseo,
mientras que entre Coyhaique y Balmaceda, pasando por Valle Simpson era
un valijero a caballo quien cumpla el trayecto en tres largos viajes mensua-
les, ocupando entre ocho y diez das por cada tramo. Distinto era el caso de
Puerto Ibez y Chile Chico, ya que la correspondencia era transportada por
un vapor subvencionado por el Fisco, que inclua nuevos recorridos hacia el
sector de Baker, Lago Bertrand y Lago Buenos Aires, lo mismo que para los
tramos a Puerto Aguirre y Puerto Cisnes que se encontraban en la ruta de
los vapores que cumplan viajes habituales a Puerto Montt39.
Es precisamente en este mismo servicio donde hemos encontrado
a la figura emblemtica que por s misma ejemplariza a los buenos,
entregados y modestos funcionarios -autnticos pioneros de la labor
administrativa pblica- para los que no siempre ha habido el debido
reconocimiento:Victoria Trebotic, una mujer que hizo del servicio pos-
tal una suerte de apostolado digno del mayor encomio.
Tempranamente arribada a Coyhaique, cuando el poblado naca a la vida
y alojndose en la casa bruja levantada por Juan Carrasco Noches, hizo de
ella la sede de la estafeta postal, en donde cumpli por dcadas su labor
funcionaria a satisfaccin plena de cuantos debieron recurrir a ella durante
39
Las huellas que nos alcanzan: Los correos iniciales y su simbolismo laboral, El Divisadero, Coyhaique,
edicin del 2 de septiembre de 2002.
460
su larga vida administrativa.Y lo hizo durante dieciocho aos ad honorem!, y
461
ingeniero Pomar entre ellos, haban advertido la esplndida situacin
del paraje de Coyhaique Bajo donde se alzaba el casco administrativo
central de la S.I.A., respecto de la zona subandina oriental donde se
haba hecho realidad y progresaba la colonizacin, y, por tanto, tal lugar
apareca como el ms indicado para fundar una poblacin capital. Pero
al arribar los intendentes Camus y Marchant, aquella otra realidad era
igualmente insoslayable y por tanto un pie forzado en las circunstan-
cias del comienzo de la institucionalizacin provincial. No qued pues
otra cosa que instalarse all y desde ese lugar iniciar la gestin de la
vida territorial en la nueva situacin que se iniciaba.
Por eso fue razonable que Marchant se empeara en que el lu-
gar asumiera rpidamente las condiciones apropiadas de habitabilidad
para el establecimiento y desarrollo de una capital en forma.
De lo entonces realizado en ese respecto, cabe citar otra vez lo
expuesto por el intendente en el oficio de 21 de enero de 1930, ya
mencionado:
La poblacin de Puerto Aysen contina adelantando en sus construc-
ciones al extremo de haberse completado la entrega de los sitios que la
forman y se ha tenido que habilitar nuevos terrenos para su ampliacin.
[...] Segn informe enviado por el Arquitecto en el transcurso de ao
[sic] se han movilizado once trabajos, o sea, casas para el infrascrito, mdi-
co sanitario, secretario y contador de la Intendencia; Cuartel de Carabine-
ros (Comisara y Seccin Caballada); Escuelas Pblicas (de hombres y de
nias); Intendencia definitiva y reparaciones en el edificio que actualmente
ocupa la Intendencia.
Aparte de estas obras se encuentran en construccin a cargo de un contra-
tista especial el edificio para la Radioestacin que en breve estar terminado.
Asimismo, luego se iniciar la construccin del Hospital que tanta falta
hace para los servicios de Beneficencia.
Una buena descripcin de lo que debi ser la visin de los foraste-
ros sobre el pueblo que emerga, nos la dej Francisco Campos Me-
nndez, joven empresario magallnico que lo visit por vez primera
en 1932:
[...] Unas cuantas casitas diseminadas a lo largo de esta arteria nica
de comunicacin a la Cordillera, nos indica la vecindad a la poblacin. Al
fin la divisamos, asentada en el istmo de una pennsula recortada por
la curva del ro que vuelve a describir otro recodo para salir mar afuera
462
en medio de un laberinto de islotes y pequeas ensenadas. Una fila de
40
Impresiones de un viaje desde Magallanes al Aysen y vuelta, va el Baker, Revista Menndez Behety,
N104 (Agosto), Punta Arenas, 1932.
41
Antonio Mansilla Ruiz, op. cit., pg. 52.
42
Ibez, op. cit., pg. 371.
463
Es cierto que en tal situacin Puerto Montt era y se mantendra
como el foco hegemnico, pero tal circunstancia no habra cambiado
por el solo hecho de mudar la poblacin capital a otro lugar, pues
lo determinante era alcanzar la mayoridad como provincia, lo que
solamente podra esperarse una vez que su poblacin, su riqueza y
su desarrollo brindaran las condiciones para la autarqua deseable. La
pasividad de Aysn fue un hecho mientras se mantuvo en un nivel
de infradesarrollo, y comenz a variar con sentido de cambio favora-
ble en la medida que las decisiones respecto de su destino de progre-
so pudieron ser eficaces, como efectivamente lo demostrara el paso
de los aos.
Se ha planteado asimismo que la posicin marginal de Puerto Ay-
sn como capital provincial tuvo dos consecuencias: que no se logr
la proyeccin de Chile en la Patagonia occidental, y que foment la
desconexin con la Patagonia argentina al no reafianzarla desde un
centro vital chileno. A ello se debe responder que la ausencia de pro-
yeccin nacional en la parte occidental de la Patagonia nada tena que
ver, en absoluto, con la situacin marginal de la capital provincial y s,
mucho, con la conocida falta de inters de los chilenos -los del cen-
tro metropolitano, responsables histricos de la conduccin nacional-
respecto del vasto territorio austral, del que la historia ingrata de la
disputa jurisdiccional de otrora abundaba en pruebas elocuentes.
En verdad, la Patagonia, salvo excepciones rarsimas, no haba im-
portado mayormente antes ni entonces, y como percepcin de terri-
torio vitalmente importante para Chile fue algo que cobr vigencia a
contar de la mitad del siglo XX43. La excepcin calificada desde el pun-
to de vista de una visin de Estado slo se tuvo con el gobierno del
Presidente Ibez y dur lo que su permanencia en el cargo. Despus
de su renuncia las cosas volvieron al antiguo cauce de la ausencia de
inters: Chile siempre ha mirado hacia el norte -desde el siglo XIX a
lo menos-, nunca al sur, menos todava ms all del fiordo de Reloncav.
Por tanto, se reitera, la sola ubicacin de la capital de la nueva pro-
vincia en Puerto Aysn no fue ni sera causa de retardo en el desarro-
llo y de falta de proyeccin nacional sobre la Patagonia, condicionado
como estaba este aspecto a la toma de conciencia acerca de la im-
portancia de las regiones meridionales heredadas del Imperio Espaol.
43
Contribuy a ello de manera determinante la emergencia de cuestiones limtrofes que se mantenan
latentes como fueron los casos de Palena-Ro Encuentro, laguna del Desierto y el largo pleito inso-
luto de las islas del sur del canal Beagle. Eso hizo que la opinin pblica tomara conciencia sobre la
Patagonia en su conjunto.
464
En cuanto a la presunta desconexin con la parte patagnica ar-
44
Debe tenerse presente que en ese ao un golpe militar dirigido por el general Jos Evaristo Uriburu
derroc al gobierno constitucional del Presidente Hiplito Irigoyen. A partir de entonces la influencia
castrense en la vida argentina sera cada vez ms manifiesta y mucho ms en todo cuanto deca con
la Patagonia y su desarrollo.
465
iterarlo, tuvo un carcter transaccional pues se procur satisfacer en la
medida de lo posible y teniendo en consideracin los actos previos de
ocupacin, las aspiraciones chilena y argentina, fue que dej en poder
de Chile partes de territorio colonizable absolutamente aisladas entre
s, con imposibilidad de acceso de momento para algunas de ellas a
la costa martima interior. Quedaron as encerradas entre obstculos
naturales y la frontera, teniendo al territorio argentino vecino como
nica va de salida, de ingreso y de abastecimiento. Fueron los casos
de los sectores del valle del ro Manso y lago Puelo, Futaleuf, Alto
Palena, Lago Verde, valle Ibez, zona sur del lago Buenos Aires, lago
Cochrane, ro Mayer y zona sur del lago San Martn (OHiggins). La
situacin del extenso sector comprendido entre los valles de los ros
Goichel y Huemules (45 - 46 S) donde la sentencia arbitral acogi
virtualmente completa la tesis nacional, no se homologa con la de los
otros sectores mencionados porque all rpidamente pudo habilitarse
una va de comunicacin con la costa martima interior patagnica,
aunque muchos de los problemas que acarre la vecindad s fueron
comunes a todo el espacio fronterizo.
Ocurri entonces que segn se fueron instalando los colonos que
entraron a poblar en aquellos sectores, para los mismos result ser
un asunto vital la comunicacin a travs del suelo argentino para cual-
quier efecto y de tal circunstancia derivaron situaciones en las que
se hizo sentir a esos chilenos esforzados el peso de la vecindad, al
punto que en innumerables oportunidades la posibilidad de ingreso
al pas vecino fue tenida y ejercida por los agentes de la autoridad
como algo discrecional. As, la vecindad obligada de esos ncleos de
colonizacin chilenos respecto de zonas pobladas argentinas estuvo
signada por la desigualdad.
No siempre fue as ni en tiempo ni en lugar, como tampoco lo fue
la condicin personal de los favorecidos con el beneficio de paso, por
designar de algn modo esa actitud. De tal manera, hubo sectores en
donde la polica argentina (despus de los aos de 1940 sera la Gen-
darmera Nacional, institucin autnoma aunque bajo el comando su-
perior de un oficial general del Ejrcito), fue especialmente atrabiliaria,
de modo particular con los pobladores ms modestos e indefensos. En
otros fue evidente la diferencia de trato que reciban los empleados
de las sociedades ganaderas (Ro Cisnes, Sociedad Industrial del ysen,
Hobbs y Ca.), tuvieran o no los mismos intereses fundiarios en suelo
argentino, respecto del comn de los pobladores del mismo sector.
466
Para entender el porqu de tal prctica, del todo ajena a una sana
467
de abusos en contra de quienes slo pretendan acceder temporal-
mente al territorio del pas vecino.
Otra modalidad que hubo de registrarse, fue la derivada del con-
trol impuesto por rdenes superiores motivadas por razones adminis-
trativas de carcter aduanero o del comercio fronterizo que, de nuevo,
fueron cumplidas con diferentes criterios y variable discrecionalidad.
Un ejemplo cabal de lo que fueron estas situaciones de inequidad,
se tiene en los casos relatados en la presentacin que en 1928 hicie-
ron los pobladores del valle de Palena a la Intendencia de Aysn, cuya
transcripcin es obligada:
Excelentsimo seor Intendente del Territorio de Aysn:
Los ciudadanos del Distrito de Corcovado respetuosamente pone-
mos en conocimiento de US.:
En el Distrito de Corcovado vivimos cuarenta familias ms o menos,
todos padres de familia de nacionalidad chilena, que antes hemos vivido
algunos aos en la Repblica Argentina. Algunos tambin hemos tomado
estado conyugal y hemos inscrito los nacimientos de nuestros hijos en los
registros de las oficinas de la Argentina, as la mayor parte de nuestros
hijos son de nacionalidad Argentina.
En Marzo de 1927, el Sr. Comisario de Tecka orden a los agentes de
polica del destacamento de Corcovado que todo individuo de campo chi-
leno que vaya para la Argentina, con carros, lanas, cueros, crin, cereales y
animales que no nos den la internacin y nos pidan nuestras firmas en pa-
pel blanco sin ningn original escrito y despus nos dejaban pasar. Nosotros
no sabiendo para qu objeto nos pedan las firmas nos negamos todos a
darlas. En junio de 1927 nos notific el sr. Juez de Paz de Tecka por medio
de un agente de polica, a diez de nosotros para hacernos saber que el 14
de mayo de 1927 el sr. Gobernador de Rawson del Territorio del Chubut de-
cret nulos los boletos de marcas que nos haba otorgado anteriormente la
misma Gobernacin y desde esa fecha no nos dan la internacin de frutos ni
de animales. Ahora dicen que nos dan la internacin pero nos cobran el 25%
en oro y nos hacen caminar a pie 300 leguas. Y como este Distrito es un
paraje aislado entre cordilleras y montaas no hay camino para el Pacfico y
menos una casa de negocio, tenemos que hacer todas las compras y ventas
en la Argentina, pero por impedimento del Comisario no podemos hacer
esos negocios. Hace ms de un ao que estamos sufriendo toda clase de
necesidades. Le hemos dado cuenta al Cnsul chileno de Bariloche sr. Hum-
berto Cuevas pidindole auxilio pero hasta aqu nada tenemos de bueno.
468
Por tanto nos dirigimos a Su Excelencia como primer mandatario del
47
Presentacin suscrita por 14 pobladores, transcrita por Barros, op. cit., tomo I, pgs. 160 y 161.
469
Mientras se cruza territorio argentino, en cada camino debe ir un gendar-
me como custodio, y dos en los arreos de lanares o vacunos, segn el caso48.
Al mismo aspecto corresponda otra situacin vigente hacia 1945,
ahora referida a la exigencia por parte de un organismo gubernamen-
tal argentino como era la Junta Nacional de Carnes, que de manera
coercitiva exiga a los exportadores chilenos el cumplimiento de en-
trega de datos estadsticos que obligaban a llenar formularios engorro-
sos, y, adems, en el caso de los compradores de ganado chileno que
exportaban animales a Aysn, les obligaba a realizar cobranzas a los
vendedores con el compromiso de girar a Buenos Aires, para tener as
opcin a los documentos de exportacin de las receptoras de adua-
na argentinas49. El hecho de no haber en ningn lugar de la Patagonia
argentina una oficina representativa del organismo oficial, haca ms
demorosos, onerosos y molestos los trmites para los productores
ganaderos y los exportadores.
De esa manera, a lo largo de los aos, se decidieron y aplicaron
diferentes medidas que apuntaban al control de aspectos mercantiles,
como ocurri con el decreto 352 de 15 de octubre de 1940, que bus-
c regular el trnsito de mercaderas y vehculos chilenos por territorio
argentino y en cuya virtud se exigan fianzas por las mercaderas y por
los camiones, aparte de la obligacin de llevar un funcionario acom-
paante a modo de veedor o custodio y otros trmites molestos que
significaban gastos, sacrificios y prdidas de tiempo para los pobladores
chilenos50. Este aspecto particular, el del trnsito de productos y veh-
culos chilenos por Argentina desde un punto a otro de Chile, sera una
fuente peridica de problemas. Los reclamos chilenos menudearon por
la va consular o diplomtica, con resultado ocasional de morigeracin,
suspensin o derogacin de medidas, pero transcurrido un tiempo las
mismas resurgan bajo diferentes formas y en nuevas circunstancias, a
veces ajenas a los controles administrativos de que se trata.
Larga y habitualmente enojosa historia ha sido la de la relacin de
vecindad chileno-argentina en los espacios fronterizos, cuya inevitabi-
lidad hizo para los habitantes de Aysn que tal circunstancia deviniera
ms que un trato de buena vecindad, y por tanto equitativo, una ver-
dadera servidumbre de vecindad, o sea desigual, y, en consecuencia,
de carcter perturbador para una convivencia que siempre se quiso y
debi ser pacfica y fructfera.
48
Regiones de la Patagonia, El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 9 de marzo de 1965.
49
Mansilla, Chile Austral (Aysn), citado, pg. 71.
50
d., pg. 72.
470
Esta materia se consigna por cuanto la misma, en su cambiante
471
as y todo, la endiablada geografa de la Patagonia occidental ni siquie-
ra ofreci el beneficio de la continuidad en esos casos y, de partida,
fue necesario sortear las dificultades que, principalmente en forma de
cordilleras y serranas, se interponan al paso de los colonos, prctica-
mente por todos los rumbos. En la medida que se fue avanzando hacia
el interior, por el occidente, el norte y el sur, la expansin colonizadora
se hizo paulatinamente ms difcil y laboriosa, y no tard en advertirse
que la ocupacin de terrenos vrgenes utilizables exiga cada vez ms
y ms esfuerzo, alcanzndose en algunos sectores hasta obstculos tan
formidables que pudieron detener el mpetu pionero.
As, desde un comienzo, en cierto modo el poblamiento coloniza-
dor hubo de configurarse en forma de compartimentos estancos, que
por razones comprensibles de carcter social y econmico, adminis-
trativo y poltico, exigan como tarea perentoria su intercomunicacin
por suelo nacional. La comprensin acerca de tal necesidad, tenida
desde un primer momento, hizo de ella una preocupacin prioritaria
en una doble faz, pues si era imperativo intercomunicar intraterri-
torialmente, tambin era indispensable mejorar la vinculacin con el
exterior del territorio, esto es, con el resto de Chile, rompiendo de
esa manera el aislamiento inicial.
Este aspecto slo poda abordarse en la poca por la va martima,
pues la navegacin area estaba en paales, de all que la autoridad
provincial, as como las superiores del gobierno nacional, buscaron la
manera de establecer servicios de comunicacin regulares, progresi-
vamente ms eficientes.
De esa manera, para 1930-32 el servicio martimo era desarrollado
por dos compaas, una la S.I.A., que operaba dos vapores, Coyhaique e
Inca, y Alonso y Ca., de Puerto Montt, con sus vapores Mercedes, Santa
Elena y Colo Colo, en movimiento de cabotaje para el transporte de
pasajeros y carga. La navegacin entre Puerto Aysn y Puerto Montt
demoraba entonces un da y medio. Adems, como ya vena ocurriendo
desde antao, se registr el movimiento aperidico de embarcaciones
menores, cteres, lanchones, goletas y vapores pequeos propiedad de
armadores de Chilo y Llanquihue, que ponan en comunicacin a dife-
rentes puertos y caletas de esas provincias con Puerto Aysn. En 1936
la firma Hoffmann Hermanos de Valdivia puso en servicio un buque ex-
clusivamente para el transporte de ganado entre Puerto Aysn y Corral.
Con el tiempo se dieron novedades en el servicio, con reemplazos
de operadores y un incremento en lo referido a calidad y capacidad
472
de barcos, y en la frecuencia de viajes. Un hito de progreso represent
473
valles transandinos, por razn de la prdida de la cobertura arbrea,
motivada a su vez por los extensos y prolongados incendios forestales.
Esta situacin condujo a la reconsideracin de un antiguo proyecto
como era el de la habilitacin de la baha de Chacabuco, de ptimas
condiciones naturales para el caso, con miras de hacer de ella el puer-
to comercial principal de Aysn, aunque no el nico, pues en los aos
de 1940 se vio tambin la posibilidad de habilitar otro puerto para la
vinculacin con el exterior en la desembocadura del ro Cisnes, donde
surga un poblado, idea asociada con la construccin del camino por el
valle fluvial hacia el interior y permitir as la salida de la produccin de la
estancia Ro Cisnes y de una vasta zona intermedia que comenzaba a
ser colonizada. Era necesaria otra puerta en el litoral interior aysenino.
La habilitacin de Puerto Chacabuco se plante entonces como
una tarea de primer orden para el desarrollo provincial y aunque se
avanz en ello durante las administraciones presidenciales de Pedro
Aguirre Cerda, Juan Antonio Ros y Gabriel Gonzlez Videla, culmin
virtualmente durante la segunda administracin del Presidente Ibez,
de modo tal que al enterar su cincuentenario, Aysn contaba con un
puerto de mar verdaderamente apropiado para la satisfaccin de sus
necesidades de vinculacin martima, de abastecimiento y salida de
productos, y de comunicaciones con el exterior del territorio.
No fue, sin embargo de su importancia, el nico proyecto que ocup
el inters gubernativo por esos aos, pues desde mucho antes, desde
los comienzos del siglo en realidad, se haba pensado en la posibilidad
de la apertura del istmo de Ofqui como parte de un plan de desarrollo
de la navegacin intra archipielgica entre Puerto Montt y Punta Arenas.
Propuesta la idea inicialmente por el capitn de fragata Guillermo Gar-
ca Huidobro en 1905, la misma cobr mayor importancia tras el estudio
consiguiente efectuado en 1908 por el ingeniero hidrulico Emilio de Vidts.
El informe elevado por este profesional para el conocimiento del Supre-
mo Gobierno recomend la apertura del istmo mediante la construccin
de un canal que permitira intercomunicar las aguas de la laguna de San
Rafael con las de la baha de San Quintn, de cinco metros de profundidad
en bajamar, adems de obras complementarias de defensa, balizamiento
y otras. El objetivo era el de permitir la navegacin de barcos de regular
porte (hasta 1.000 toneladas) para la ms apropiada conexin de Puerto
Montt con Punta Arenas y el servicio de las zonas intermedias53.
53
Estudio del Proyecto Ofqui, en Trapananda N2 (Febrero 1979 - Marzo 1980), Coyhaique, pgs. 92
a 99.
474
Aunque se vio con inters el proyecto, su realizacin se fue dila-
54
Para comprobarlo basta revisar los diarios de la poca, los de Punta Arenas en particular correspon-
dientes al perodo 1930-1950, donde se contienen numerosas informaciones, cartas y artculos sobre
la materia que reunidos daran para un libro.
475
Una vez que me he preocupado de ubicar a mi gente, me muestran
la obra. Me asombra la magnitud de la empresa. Cerca de 200 hombres
estn ocupados en abrir el istmo.
En medio de esta soledad, el campamento parece una poblacin mo-
derna con sus edificios de administracin, talleres, pulpera, bodegas y el
conjunto de [viviendas de] empleados y obreros. Desgraciadamente, los
complejos habitacionales estn construidos sobre terreno pantanoso y con
las lluvias permanentes, sto no deja de ser desagradable.
Don Angel, como le dicen los empleados al seor Zanghellini [inge-
niero administrador de los trabajos], me muestra luego la obra misma,
un Canal de Panam en miniatura, todava no se ve mucho de l. Por de
pronto, estn cortando la selva virgen en un ancho de unos 100 metros a
travs del istmo, cuya extensin total es de 1.800 metros; lo que se pro-
yecta aqu es un canal que deber unir la Laguna de San Rafael, a nivel
del mar, con el Ro Negro, que fluye al Golfo de Penas.
El propsito del canal es dar opcin a los barcos ms chicos que se
dirigen hacia Magallanes de tener aqu una va ms corta y segura que la
tormentosa vuelta alrededor de la pennsula de Taitao.
Aunque el propsito es bueno, antes de que ese canal est en condicio-
nes de ser navegado, habra que preguntar si los beneficios que se esperan
tienen relacin con los gastos que la gigantesca obra requiere ...55.
Pero no obstante el inters inicial, los trabajos fueron perdiendo
vigor alegndose como excusa la crnica insuficiencia de recursos p-
blicos durante la poca, aunque igualmente debe verse en ello como
causa concurrente las dudas que no acababan de ser satisfechas en lo
tocante a la practicidad y utilidad de la obra una vez concluida.
Pero, igualmente, as como haba escpticos, haba ardorosos de-
fensores de la ya antigua iniciativa. Uno de los respaldos ms firmes y
activos provena de oficiales de la Armada Nacional en actividad o en
retiro, quienes adems de ver en la obra justificaciones de servicio p-
blico, de desarrollo colonizador y de mayor vinculacin interprovincial,
advertan en ella posibilidades referidas a conveniencias institucionales
y a la defensa nacional.
En tal contexto la misma cobr nuevamente inters pblico y fue
as que en 1944 el Supremo Gobierno decidi abordar su considera-
cin. Para ello se constituy una comisin integrada por el ingeniero
55
Visin histrica y colonizacin de la Patagonia Occidental (Santiago, 1986), pg. 101.
476
Gabriel Quiroz, Director del Departamento de Ferrocarriles de la Di-
56
Mansilla, op. cit., pg. 120.
57
d., pg. 121.
477
poco al norte de Ofqui, camino que dara salida expedita y fcil, por los
canales chilenos, a la rica zona agrcola y ganadera, ya en creciente explo-
tacin, ubicada al sur del lago Buenos Aires, y que servira tambin a las
zonas argentinas circundantes, las cuales no pueden desarrollarse con la
celeridad que sus incalculables riquezas les permitiran, por falta de una
va de salida, corta y barata, para sus productos.
Sin menoscabar en nada la idea del canal de Ofqui, en Aysn se piensa
que debe primar por el momento la atencin de una zona, cuya coloniza-
cin y explotacin es ya un hecho positivo, ante los intereses muy respeta-
bles pero an no conocidos, de una zona donde la colonizacin est por
llevarse a efecto y cuyas posibilidades se desconocen y aparecen hasta el
presente como problemticas58.
Tal opinin en verdad reflejaba el sentir comn, que trascendi
hasta los ms altos niveles oficiales, en donde se reconsider la mate-
ria y como consecuencia se dispuso la suspensin de los trabajos. La
apertura del istmo de Ofqui naufragara as en el mar proceloso de las
dudas pblicas y privadas.
La obra, que ya no se reanudara jams, quedara como un mo-
numento al esfuerzo laborioso, pero tambin como un tributo a la
inutilidad ...
A partir de entonces todo el inters en lo referido a comunicacio-
nes martimas se puso en la habilitacin pronta de un puerto en la ba-
ha Chacabuco, sobre todo despus que a mediados de 1950 el Servi-
cio Martimo de los Ferrocarriles del Estado anunci la suspensin del
ingreso de sus naves por el ro Aysn, en atencin al riesgo creciente
que representaba su progresivo embancamiento. La apertura de Cha-
cabuco implicaba un alto costo de cualquier manera, pero a diferencia
de Ofqui tena plena justificacin y el consiguiente respaldo ciudadano
y oficial. Deba hacerse pues, a como diera lugar, y as se realiz.
Al concluirse algunos aos despus la apertura de Chacabuco,
Aysn haba dado un paso de enorme significacin para su desarrollo
con la materializacin de tan importante obra de infraestructura. El
transcurso del tiempo no hara ms que poner en evidencia tal cir-
cunstancia, al mostrar a Chacabuco como uno de los buenos puertos
del sistema nacional de comunicaciones martimas.
No fue el expuesto el nico aspecto en el que se adelant duran-
te el cuarto de siglo en consideracin, pues, aunque tardamente, la
58
Mansilla, op. cit., pgs. 119 y 120.
478
provincia de Aysn -como toda la gran regin austral de Chile-, pudo
59
El primero de estos siniestros aconteci el 25 de enero de 1930 cuando el hidroavin Vedette N6
piloteado por el teniente Anbal Vidal Silva se precipit a las aguas del estuario Aysn, pereciendo el
mismo y su mecnico Alfredo Romn.
479
de Fachinal; fue entonces que decidi adquirir a una compaa gana-
dera de San Julin el vapor Andes, construido en Escocia y que tras un
tiempo de servicio fue varado en la costa. Desde all, en una faena la-
boriosa propia de pioneros que demor alrededor de un ao, lo hizo
arrastrar a fuerza de bueyes en un trineo ad hoc. Una vez en el lago, se
le hicieron a la embarcacin algunas reparaciones y transformaciones,
ponindosela en servicio en 1922. Classen mantuvo en operacin al
vapor hasta el ao 1934, perodo durante el cual pudo prestarse una
valiosa ayuda a los pobladores que se fueron instalando, mediante el
transporte lacustre, con recalada en distintos parajes, llevando y trayen-
do pasajeros y cargas desde diferentes puntos, adems de un servicio
regular entre Chile Chico y Puerto Ibez. El ao indicado el Andes fue
adquirido por la Sociedad Ganadera Valle Chacabuco, que lo emple
para sus necesidades de transporte entre Puerto Bertrand y Puerto
Ibez, sin embargo de lo cual la navegacin aprovech tambin a
los colonos costeros. En la misma poca el capitn Adolfo Wellmann
adquiri en Puerto Montt otro vapor pequeo, el Angelm, que se
trajo por tierra en carretas desde Puerto Aysn hasta Puerto Ibez,
que pas a operar en el cabotaje lacustre, primeramente armado por
Wellmann hasta 1938 y luego por los empresarios mercantiles Jatar
Hamer y Osman Pualun, ahora bajo el nombre de Lbano, quienes ya
operaban igualmente el Estrella, primera embarcacin construida en
el lago, en baha Murta. Adems, debe hacerse mencin al cter Chile
Chico, incorporado a la navegacin lacustre en 1928 por sus propie-
tarios Manuel Villegas y Manuel Gonzlez, quienes luego de adquirirlo
en Punta Arenas lo trasladaron hasta el lago. Hacia fines de los aos
de 1930 o los del principio de la dcada siguiente, el empresario de
Chile Chico Valco Ivanoff compr en Puerto Deseado dos pequeos
barcos a vapor, uno mayor, el Chile, y el remolcador Argentina, que
tras refacciones y adaptaciones en un astillero de circunstancias en
la zona argentina del lago, fueron puestos en servicio en 1942. En su
operacin de cabotaje, estas naves fueron especialmente tiles en el
servicio de las faenas mineras que por entonces cobraron importancia
en la zona de Puerto Cristal. Por fin y obviando la mencin de otras
embarcaciones empleadas en la navegacin lacustre durante el lapso
que interesa, cabe recordar al vapor Helga, adquirido por los colonos
belgas instalados en Chile Chico y otras zonas del lago Buenos Aires
en 1949, y que como otras embarcaciones anteriores fue arrastrado
con gran esfuerzo a lo largo de centenares de kilmetros desde la
costa atlntica. As, la actividad de cabotaje, debida nicamente al es-
480
fuerzo empresarial privado, prest servicios inapreciables que hicieron
60
En 1951-52 se registraba un intenso trfico lacustre animado por quince embarcaciones, entre ellas
el vapor Don Edmundo, que con sus 90 toneladas era la nave de mayor porte construida en el lago,
en Puerto Cristal. Los armadores eran los siguientes: Sociedad Minera Aisn, Sociedad Naviera Chile
Chico, Sociedad Ganadera Valle Chacabuco, colonos belgas, Julin Epifanio, Suc. Jos Domnguez y
Ca., Flix Elas, Hctor Barrera, Antonio Pardo y Edmundo Ruiz.
481
Tocante a lo primero, aunque desde el inicio del conocimiento geo-
grfico de la seccin continental el hombre hubo de penetrar explo-
rando y abriendo trochas, la exploracin como faena programada en
un plan vial integral apareci considerada en las propuestas tcnicas
hechas por los ingenieros del Departamento de Caminos a los in-
tendentes Eduardo Camus y Luis Marchant y que fueron acogidas y
respaldadas como tareas de la mxima prioridad.
Antes de abordar el punto con la extensin requerida, cabe tener
presente cul era la situacin del territorio de Aysn en lo referido a
comunicaciones terrestres en 1930, para poder tener una compren-
sin mejor sobre la gran empresa que se deseaba acometer.
El ingeniero de colonizacin Fernando Seplveda nos ha dejado
una referencia precisa para la poca:
Desde Puerto Aysn a Baquedano, el viaje tomaba un da de camino
tanto se hiciera a caballo o en vehculo motorizado pues, como debe ima-
ginarse, la marcha de ste sola a veces ser tanto o ms lenta que la de
la bestia; a Balmaceda, dos das a caballo y a Puerto Ibez tres y medio
das, tambin en cabalgadura, nico medio adems practicable aparte de
la marcha a pie, aun ms lenta y demorosa. Para pasar de esta poblacin
a Chile Chico el viaje a caballo tomaba tres das, por territorio argentino
naturalmente.
Desde Baquedano a irehuao, un da a caballo y otro hasta Balmaceda.
A Lago Verde, el viaje poda hacerse nicamente pasando por suelo
argentino, demorando en el mismo cuatro das a caballo(Puerto Aysn-Ba-
quedano-Arroyo Verde-San Martn-Ro Pico-Lago Verde).
Palena distaba seis das de camino desde la capital provincial, parte
en cabalgadura y parte en vehculo motorizado, pasando por territorio
argentino; y Futaleuf, ocho das en semejantes condiciones. Ambas loca-
lidades norteas podan unirse entre s mediante una travesa a caballo
por Argentina, demorando entre dos y tres das en su desarrollo (120
kilmetros).
El lejano distrito del Baker se encontraba entre ocho y diez das de
cabalgadura segn el destino, parte por suelo chileno y parte por el argen-
tino; en tanto que el remoto sector del valle del Mayer distaba catorce das
de marcha en malsimas condiciones hacia el final, en parecido trayecto61.
61
Op. cit., pgs. 115 y 116.
482
Por cierto, el clculo estaba hecho para viajes normales, esto es,
483
darazo que necesitaba para marchar hacia el distante sur y as poder
comprobar personalmente cuanto sobre el mismo haba ledo y odo. La
oportunidad se la dio el mismo tcnico, al invitarlo a participar en una
prxima expedicin que deba realizar en la zona del valle del ro Cisnes,
en plan de comprobacin de su potencialidad para la colonizacin y de
construccin de una senda de penetracin para el objeto.
Aunque para entonces no se dispona de un plan definido de
exploraciones, la idea que predominaba era la aprovechar las carac-
tersticas geogrficas que se prestaran para el diseo de las vas de
comunicacin, en particular los sectores por los que transcurren los
grandes ros que evacan sus aguas hacia el Pacfico. Un camino o ruta
longitudinal, amn de ir contra natura pareca hacia 1930 algo innece-
sario, de momento. Vale para ilustrar el punto la opinin del ingeniero
Fernando Seplveda Veloso:
Por la configuracin geogrfica, la provincia de Aisn no necesita un ca-
mino longitudinal: le basta un solo trazado de caminos transversales que
estn en estrecha relacin con los puertos de embarque y desembarque de
productos de la regin: maderas, lanas, etc. Sin embargo, el trazado de los
caminos transversales puede hacerse en forma tal que comuniquen entre
s zonas contiguas. As, por ejemplo, toda la regin del Palena, del Yelcho, del
ro Figueroa, pueden comunicarse con el mar por un camino abierto entre el
lago Rosselot y el canal Puyuhuapi. Este punto queda muy cerca de Cisnes,
que a la vez queda cerca de Aisn. Un futuro camino puede unir estas dos
regiones por el ro Pangal y la Laguna Escondida. Las comunas de Puerto
Aisn y Lago Buenos Aires quedan unidas por un camino transversal que
parte del Lago Buenos Aires, atraviesa Valle Simpson y termina en el mar
en Puerto Aisn. Un camino transversal que parta del Lago Buenos Aires
y termine en Bajo Pisagua, una las dos comunas de Lago Buenos Aires y
Baker. La comuna del Lago Buenos Aires podr tener salida al Pacfico por
el ro Murta y Baha Exploradores, o ro Huemules, quedando fcilmente
comunicada con la comuna de Aisn, siguiendo el camino del ro Huemules
hacia el ro Cndor y despus hacia el Aisn por el ro Blanco o lago Riesco.
La construccin de un camino que una el ro Mayer con el Pacfico por el ro
Bravo o Pascua dara trmino al trazado de los caminos transversales.
Todo este trazado de caminos transversales dejaran a Aisn en con-
diciones de comunicarse sin necesidad de pasar al lado argentino, como
actualmente se hace, ocasionando molestias tanto a los chilenos, como a
las autoridades argentinas62.
62
Op. cit., pgs. 114 y 115.
484
En ese contexto comprensivo se realiz la expedicin de Junge y
485
Cada uno porta sobre sus espaldas una pesada bolsa; acompaados
por un tupida lluvia nos internamos en la selva mojada. Dos hombres
provistos de machetes despejan los peores impedimentos para que los
dems podamos seguirlos con nuestras cargas. Ni siquiera nuestros trajes
de goma nos protegen ya y cada uno exuda humedad por todos lados. La
oscuridad nos sorprende en medio de un fango. Con gran dificultad logra-
mos levantar nuestras carpas y nos amontonamos luego junto a una dbil
fogata, que no quiere prender bien. Sentados sobre troncos esperamos con
nostalgia el amanecer.
El segundo da resulta peor. El bosque hmedo parece querer aplas-
tarnos. Urgidos por el deseo de avanzar, seguimos adelante. Los mosquitos
nos acosan y las espantosas sanguijuelas que surgen a montones, pues el
suelo mojado parece estar lleno de ellas, aferran a nuestras articulaciones
de pies y manos, o tambin se meten entre los dedos tratando de chupar
cuanto pueden. La carga sobre nuestros hombros parece pesar toneladas
y nuevamente decidimos acampar en el barro. Lo cubrimos con una espe-
sa capa de ramas, nos envolvemos en una manta y nos desplomamos a
dormir, a pesar de todo el cansancio, la lluvia y las sanguijuelas.
Los dos das siguientes son muy duros. Pero sbitamente nos enfrenta-
mos a un afluente y en un banco de arena encontramos por fin un lugar
seco, y lo que ms nos alegra, tambin madera seca. Pronto chisporrotean
dos grandes fogatas y como un milagro vislumbramos algunas estrellas;
luego la lluvia cesa. Rpidamente nos despojamos de la ropa mojada y la
colgamos junto al fuego para que se seque. La alegra desplaza la depre-
sin que se haba apoderado de todos64.
De esa manera, sin aflojar el nimo, superando una a una las di-
ficultades y contrariedades, progresaron en su marcha que a contar
de la octava jornada comenz a ser ms expedita, en la medida que
abandonaban la selva lluviosa y penetraban paulatinamente en zonas
ms secas y abiertas.
As consiguieron llegar finalmente al casco de la estancia Ro Cis-
nes para sorpresa del administrador, Mr. Briggs, que, como tantos,
consideraba el cruce de la cordillera de los Andes como una empresa
imposible. Pero all estaban los exploradores para demostrar lo con-
trario, abrumados por la fatiga, pero contentos por haber podido con-
seguir el objetivo en un recorrido estimado en unos 130 kilmetros.
64
d., pg. 15.
486
Un suceso imprevisto devino una nueva contrariedad: una infor-
65
d., pg. 17.
66
Grosse haba nacido en 1902.
487
busca de una va de comunicacin entre el lago General Carrera y el
fiordo Francisco (1938); a los valles de los ros Blanco, Paloma, Balboa
e Ibez y la zona lacustre, y la apreciacin de nuevos terrenos para
la expansin colonizadora (1942); exploracin final del valle Explora-
dores (1942); a los valles de los ros Sorpresa y Murta, entre la baha
Erasmo (fiordo Francisco) y Baha Murta en el extremo noroccidental
del lago Carrera, siempre con el propsito de unir los extensos secto-
res colonizables de las riberas de dicho depsito por una va terrestre
con las aguas interiores del Pacfico; a la cuenca del lago San Martn
(OHiggins) y valle superior del ro Pascua (1944); al valle del ro Cis-
nes, a travs de los valles Maihuales, Picacho, Picaflor y Emperador
Guillermo (1944-45); al lago San Martn y valle del ro Mayer (1945); al
lago Juan Antonio Ros (pennsula de Taitao) (1946); a los valles de los
ros Palena y Figueroa, del lago Verde y de los ros Cisnes (valle medio)
y Maihuales (1946); al lago Riesco y a los valles de los ros Cndor,
Desplayado y superior de Huemules (1949); al valle del ro Huemules,
desde el fiordo Quitralco (1949); al valle inferior del ro Pascua (1949);
al lago Yulton, uniendo el valle inferior del ro Aysn y la costa del canal
Puyuhuapi por el valle del ro Marta (1950); y a los valles de los ros
Yelcho, Futaleuf, Palena, Fro y otros, para ubicar vas expeditas de
salida de los distritos colonizados del oriente hacia las aguas del golfo
de Corcovado, y de intercomunicacin longitudinal entre todos estos
sectores (1951).
Fue esta una labor mproba como pocas, que Grosse asumi con
responsabilidad y eficiencia teutnicas, y en la que cont con un pu-
ado de compaeros fieles, como los expertos hacheros y baqueanos
chilotes Santiago Barrientos, Segundo Caipilln, Jos Nitor y Santiago
Santana, y los agrimensores Torrealba, Veloso, Maccioni y Aylwin, cuyo
resultado fue utilsimo para la planificacin y desarrollo vial de Aysn
durante el medio siglo que sigui a la primera de las expediciones
mencionadas, al punto que, con entera justicia, la posteridad ha visto
y ve en Augusto Grosse al inspirador de las principales rutas camine-
ras de Aysn y Chilo continental, incluida la gran carretera austral.
Si con esa prolongada empresa exploratoria de toda una vida, com-
plementada con expediciones al interior del valle Puyuhuapi y al del
lago Risopatrn, al distrito de Campo de Hielo Patagnico Norte y a
la laguna de San Rafael, amn de otras menores, acumul suficiente
merecimiento, ms lo gan con su labor complementaria de informa-
cin y difusin a travs de su obra literaria (Visin de Aisn, 1945; Visin
histrica y colonizacin de la Patagonia Occidental, 1984, y Expediciones
488
en la Patagonia Occidental. Hacia la Carretera Austral, 1990) y de sus
489
Cabalgando en caravana no perdamos un detalle del paisaje, escribi
un observador en 1932, cuando los trabajos camineros ya cobraban
importancia [...] El camino nuevo [entre Puerto Aysn y Coyhaique],
costosa obra de ingeniera, corre por el faldeo de los rocosos cerros, mien-
tras que el nuestro serpenteaba siguiendo el profundo valle del ro Simp-
son. [...] En el kilmetro 52 vimos en lo alto del farelln que interrumpe
con su dura masa grantica la continuidad del camino; su ancho es de 80
metros y una vez que lo hagan saltar por medio de dinamita y barrenos,
la comunicacin con el interior quedar establecida. Nos instalamos en un
camin que esperaba a los viajeros y que nos condujo en un par de horas
a Puerto Aysn, situado en el estuario del ro del mismo nombre. Pudimos
apreciar durante ese recorrido toda la majestuosidad del paisaje y la
importancia de este camino, en parte tallado en la roca viva atravesando
bosques de robles y quilas, salvando ros cuyos desbordamientos son fre-
cuentes en esas regiones de constantes lluvias. A ambos lados se yerguen
montaas imponentes de tupida vegetacin arbrea; numerosas cadas
de agua se desprenden de los cerros granticos y hmedos, festoneados
con turbantes de bajas nubes. El tortuoso camino bordeando la pedregosa
cuenca del ro Simpson pasa a la altura del kilmetro 20 por el magnfico
puente sobre el ro Maihuales, en cuyas cercanas se forma el anchuroso
Aysn, que se ensancha con el engrosamiento de sus afluentes a medida
que se aproxima a su desembocadura67.
Lo transcrito da cuenta parcial de lo que fueron las importantes
obras de construccin del camino matriz de la provincia -que guar-
dando las proporciones, debe ser tenido como una suerte de anticipo
temprano de la Carretera Austral, por las dificultades que hubo de
superar y por los recursos tcnicos y financieros que exigi- y cuya
culminacin se tuvo, en cierto modo, en 1936, con la apertura del
farelln, formidable obstculo que impeda el mejor trazado del ca-
mino y que fue vencido al cabo de seis aos de trabajo a combo, ba-
rreta y dinamita por obreros expertos trados desde las zonas central
y norte del pas.
Los recursos supeditaban la disponibilidad de medios tcnicos y
como aquellos nunca eran suficientes, fue necesario emplear los ele-
mentos de apoyo de que se dispona, a veces precarios y hasta primi-
tivos. Aun as se avanz con esfuerzos increbles que comprometieron
la responsabilidad, talento y trabajo de ingenieros, entre los cuales
debe recordarse a Oscar Spichiger, Francisco Fernndez Michaud y
67
Francisco Campos Menndez, Impresiones de un viaje desde Magallanes al Aysn ..., citado.
490
Hugo Brathwaite, el ltimo de los cuales falleci en acto de servicio al
491
Una llovizna fina y persistente ha mucho rato que nos acompaa, y ya
en varias oportunidades las cadenas han debido realizar su trabajo por
sobre barriadas resbalosas. Ha nevado y ha llovido.
Nos espera un camino psimo, reblandecido y mojado. Nuestra camio-
neta es mirada con aires de inconfundible conmiseracin y escepticismo.
Pero, en fin... podremos al menos tentar la travesa.
Pero el paso fue imposible, para el vehculo de Sievers y para un
gran camin Ford que lo anteceda. As, [...] Desalentados, despus de
recorrer durante tres horas tan slo catorce kilmetros de camino chileno,
en una poca considerada adecuada, nos damos a la difcil tarea de volver
el coche para iniciar el regreso con las mismas dificultades.
El funcionario de aduana que nos ve de regreso no tiene ningn incon-
veniente en certificarnos nuestro percance como sigue:
Coyhaique Alto, Marzo 21 de 1940.
Se deja constancia que pas el automvil chapa XC-281, de Magalla-
nes, con el seor Hugo Sievers y el seor Oscar Moebis, por esta Aduana
en direccin a Puerto Aysn y debieron regresar por estar intransitable el
camino.
Firmado: V. Barrientos.- Timbre.
Este certificado y nuestra experiencia demuestran toda la tragedia de
Aysn68.
Al ao siguiente, el destacado acadmico que fuera despus rec-
tor de la principal casa de estudios superiores del pas, intent, no sin
aprensiones, nuevamente la travesa hasta la capital aysenina.
Cunta diferencia! Cielo azul y lmpido, uno que otro picacho cordi-
llerano muestra en su cima manchas de nieve. Han desaparecido esas
pequeas vertientes que nacan del borde del camino entre los resquicios
del faldeo, escassima agua del valle que forma el ro Mayo. Igual, exac-
tamente, -slo se han sumado nuevas huellas a las existentes un ao
atrs-, est el tramo desde la polica fronteriza argentina hasta la corres-
pondiente chilena; pequeos puentes improvisados estn destruidos y los
trozos de palos sin remover. Esa misma impresin de abandono que nos
desconcertara un ao atrs, como si se tratara de una porcin de tierra de
nadie y que, sin embargo, es de todos los que por all transitan y comercian.
Este tramo tan desagradable, desde todo punto de vista, es solamente de
seis kilmetros de largo.
68
Rutas Patagnicas (Editorial Orbe, Santiago de Chile, 1943), pgs. 174-179.
492
El Pedregoso no es ro ahora, es un riachuelo insignificante que no pre-
493
en un recodo del camino. Muestra el agua, a determinadas horas del da,
un perfil de madonna en lo alto, y luego un manto nveo que cae en suaves
pliegues. En las fotografas la imagen suele adquirir relieves tan reales, que
con natural escepticismo se le toma por un truco fotogrfico ingenioso.
Todos estos parajes parecen un pedacito de Japn, enclavado en el
extremo de Chile, para recreacin del hombre70.
Para 1945-46 el adelanto que se registraba en las obras camineras
segua siendo escaso, como que [...] con una superficie de 120.000 km2,
la provincia de Aysn dispone de slo 835 km. de carreteras de las que
109 km. corresponden a la verdadera denominacin de caminos y el resto,
a sendas o huellas muchas de ellas transitables nicamente en perodos
o temporadas secas71.
Por entonces la inversin pblica en el rubro vial redondeaba
$ 4.700.000 anuales, cuando las necesidades ms urgente exigan re-
cursos no inferiores a $ 20.000.0000 anuales, durante un perodo de
cuatro aos, lo que de suyo permita comprender la seriedad del pro-
blema caminero de Aysn72. En buenas cuentas, se dispona de un
cuarto de lo que se necesitaba y eso que se trataba de un plan ex-
traordinario de obras pblicas en virtud de leyes especiales!
Un lustro y poco ms, la opinin corriente sobre la situacin no
indicaba una mejora sustancial y hasta poda ser ms severa.
El aislamiento en que se encuentra Aysn no se debe slo a las difi-
cultades en las comunicaciones martimas, al reducido nmero de barcos
que hacen la navegacin y a la falta absoluta de contactos ferroviarios con
Llanquihue, sino tambin a que no existen caminos directos y utilizables en
todas las estaciones. En efecto, la provincia de Aisn est desprovista de
las vas ms elementalmente necesarias. Para viajar entre sus poblados a
menudo es menester aprovechar las rutas argentinas. Las comunicaciones
terrestres dentro del propio territorio nacional, son de una precariedad
que mueve a espanto. Las cuatro poblaciones que siguen en densidad o
importancia a Puerto Aisn y Coyhaique, deben recurrir a las facilidades
significadas por los caminos del territorio argentino adyacente para comu-
nicarse entre ellas.
70
Ibd., pgs. 183 y 184.
71
A. Mansilla, op. cit., pg. 60.
72
d.
494
La provincia slo dispone de un camino de importancia: el camino in-
495
gunda opcin si pudo gustar a algunos, obtuvo el rechazo mayoritario
en sectores del Congreso Nacional por cuanto representaba una po-
sibilidad diametralmente opuesta al deseo de la opinin pblica, que
exiga recuperar cuanto antes el latifundio fiscal en arrendamiento y
no aumentarlo en superficie. As la propuesta de aquellos altos perso-
neros a que se ha hecho mencin qued empantanada por entonces
y acabara por dejarse de lado.
De ese modo, en una materia en que coincidan todos cuantos
conocan Aysn o lo haban visitado, era imposible pensar en el desa-
rrollo territorial sin caminos suficientes, pero inexplicablemente, nada
pudo avanzarse de manera sustancial.
Este aspecto, el de la vialidad interna de Aysn, era una tarea de
Estado urgente, todava pendiente al iniciarse la segunda mitad del
siglo XX, cosa incomprensible si tan slo se miraba allende la frontera
donde, desde dos dcadas atrs, las obras de infraestructura caminera
visibles a todo lo ancho y largo de la Patagonia argentina, expresaban
la visin de futuro y la preocupacin de que se careca aquende el
lmite internacional. Ms all de todas las razones sociales, econmicas
y de alta poltica ciertamente valederas que deban considerarse, haba
al fin hasta razones de decoro nacional que hacan exigible una deter-
minacin superior que no acababa de manifestarse.
Para concluir por ahora el tema de las comunicaciones, cabe final-
mente una referencia a la propuesta de construccin de ferrocarriles
en Aysn, casi una curiosidad histrica.
Al promediar 1938 se consider por parte de la Direccin de
Obras Pblicas la ejecucin de obras del gnero en suelo patagnico
chileno, de Reloncav al sur. En lo que interesa, esto es, para Aysn, se
contemplaba una lnea principal destinada a vincular a la capital pro-
vincial, pasando por el valle Simpson, con los distritos del lago Buenos
Aires y del Baker, y un ramal secundario entre Puerto Aysn y Puerto
Chacabuco. La longitud del tendido era de unos 900 kilmetros, con
un trazado que inclua el cruce de catorce ros y la construccin de
doce tneles, con un costo estimado en ms de $ 1.000.000.0000
segn los detractores del proyecto, en tanto que los promotores lo
reducan a la quinta parte, haciendo recaer el financiamiento en un
contrato entre el Fisco y las empresas que se interesaran en construir
la va frrea y explotar el servicio75.
75
d., pg. 86.
496
Como aconteca por entonces con el proyecto de la apertura del
La poltica agraria
497
todos los ocupantes individuales de tierras de Aysn quedaron exclui-
dos del beneficio de la compraventa.
A contar de 1928, con la institucionalizacin territorial, se advirti
la necesidad de contar con un cuerpo legal propio para el objeto.
Fruto de esa preocupacin fue la ley 4.855 de 20 de junio de 1930
-denominada Ley de Colonizacin de Aysn- cuyo propsito era per-
mitir la regularizacin de la tenencia de tierras en la provincia y, ade-
ms, estimular la llegada de nuevos colonos. Tanto el Poder Ejecutivo
al elaborar y proponer el proyecto, como el Congreso Nacional al
considerarlo y resolver sobre el mismo, haban tenido en particular
consideracin la situacin de los colonos chilenos que se haban esta-
blecido libre y espontneamente en el suelo aysenino, cuyo esfuerzo
poblador mereca as el reconocimiento oficial por la va del derecho
a la propiedad del campo ocupado y hecho productivo.
La ley contemplaba tal beneficio nicamente para los chilenos de
nacimiento o nacionalizados, excluyndose, por tanto, a los extranje-
ros, disposicin injustificada pues aunque era evidente que con ella
se buscaba la afirmacin de la nacionalidad en Aysn, se exclua a
los extranjeros cuya contribucin al progreso de la provincia poda
ser tanto, si no ms importante, como lo probaba lo acontecido con
antelacin en otras partes del pas, particularmente en la regin de la
antigua Araucana y en las provincias de Valdivia, Osorno, Llanquihue y
Magallanes. El pas, ya estaba visto, poda progresar ms y mejor si se
brindaban facilidades para la inmigracin extranjera y no cerrndole
las puertas, como en el hecho ocurra en el caso. De este dislate se
tomara conciencia mucho despus, cuando sera tarde para su en-
mienda, por razn de diferentes circunstancias.
En cuanto a la cabida de las parcelas se la fij en 600 hectreas
para el jefe de familia, ms otras 50 para cada hijo, lo que conocida
la tasa de natalidad de la poca permita suponer que las unidades
de colonizacin habran de promediar entre 800 y 1.000 hectreas
en total. En esta disposicin, la cabida bsica, est visto que prim
el criterio de gente ajena al conocimiento de la realidad geogrfica
patagnica pues si tal superficie poda, como puede, ser bastante
desde Reloncav al norte, no lo era ni lo es al sur del mismo. Aqu las
formas orogrficas, la cobertura vegetal y las condiciones ambien-
tales en general imponan otro criterio, inclusive diferenciado entre
sectores o distritos ms o menos aptos (limpios) para el uso pastoril,
tenido como explotacin econmica propia de la colonizacin. En
498
una consideracin semejante no haba el riesgo de constitucin de
499
jarlo personalmente; haber edificado una vivienda cmoda e higinica
para el solicitante y su familia, y galpones indispensables para la con-
servacin del forraje para los animales; poseer tiles y elementos de
labranza y trabajo; y haber cercado el permetro de la parcela.
Todo lo anterior se refera a los terrenos propiamente llamados de
colonizacin, pues la ley inclua otras disposiciones para los terrenos
que no tenan tal calidad.
Estos podan ser concedidos tanto a chilenos como a extranjeros
y no tenan una cabida determinada, la que dependa de la forma de
concesin que se dispusiera en su momento, y se otorgaban en pbli-
ca subasta si tenan aptitud para la explotacin ganadera o industrial, y
de modo gratuito si se trataba de sitios urbanos. Con los primeros lo
que buscaba el legislador era incorporar nuevos terrenos explotables
para la economa nacional.
Tanto los terrenos de colonizacin como los que no tenan tal cali-
dad estaban sujetos en lo tocante a su disposicin a limitaciones. Estas,
en primer trmino, excluan de los beneficios de la ley a los extranjeros
y a las personas jurdicas en lo que se refera a terrenos comprendidos
en una faja de hasta diez kilmetros de ancho y contigua al deslinde
internacional, buscndose con ello facilitar las tareas policiales en las
zonas de frontera; en segundo, limitaban el acceso a zonas litorales por
razones tcnicas o estratgicas referidas a la defensa nacional; y, por fin,
reducan la cabida mxima de los predios en arrendamiento vigente
en lo tocante a la renovacin o prrroga de concesiones, a 50.000
hectreas, mirando a la terminacin del latifundio y a la disponibilidad
de tierras para la recolonizacin76.
La ley de Colonizacin de Aysn fue sin duda un paso importante
para el ordenamiento de la tenencia predial rural y para la constitucin
de la propiedad. Sin embargo de ello, su vigencia y aplicacin pusieron
de manifiesto algunas falencias y deficiencias que le restaron eficacia.
En efecto, adems de lo reducido de la cabida bsica en el caso de
los pobladores y de la exclusin de extranjeros en lo tocante a los te-
rrenos de colonizacin, ya consideradas, se advirti que las exigencias
impuestas a los chilenos retornados de Argentina en vez de favorecer
76
La legislacin referida a la materia es compleja pues adems del analizado haba otros cuerpos legales
aplicables, y por tanto en la exposicin se ha procurado simplificar para una mejor comprensin, aten-
didos los objetivos de esta obra. Para un conocimiento ms detallado o especializado se recomienda
ver los estudios de Leonor Ovalle y Mario Vsquez, ya citados, as como el de Arturo Montecinos
Gonzlez, Colonizacin en Aysn (memoria de prueba, Santiago, 1946). Tambin las obras de Fernando
Seplveda y de Adolfo Ibez Santa Mara, ya mencionadas.
500
la repatriacin, la obstaculizaron. De otra parte, la facilidad para conce-
501
fiscales de la provincia de Aysn. As cualquiera llega, penetra y
ocupa un terreno que encuentra desocupado y establece en l su
casa habitacin, corresponda o no a la conveniencia de que este
terreno o valle sea ocupado en la forma irregular que as resulta
[...], ponindose en evidencia que si tal procedimiento haba
sido vlido en un principio cuando no haba otra alternativa de
ocupacin, con el transcurso del tiempo y el conocimiento acu-
mulado sobre las caractersticas del territorio aysenino, deban
plantearse otras formas ms racionales de ocupacin y uso
econmico mirando a la debida conservacin de los recursos
naturales y del ambiente.
3. Las leyes N 4.855 y 6.035 no reglamentaron la roza a fuego
como sistema para incorporar terrenos a la produccin nacional,
producindose con esto un grave dao ya que el ocupante lo pri-
mero que hace para limpiar terrenos es quemar la montaa [...]78,
en referencia a un problema que para la poca asuma un ca-
rcter pavoroso.
502
veces en lo referido a asuntos que interesan a las provincias australes
503
De ese modo, para junio de 1941, segn informe elevado al Mi-
nistro de Tierras y Colonizacin por los funcionarios Luis A. Letelier
y Carlos Oportus Mena, se hallaban concedidas a ttulo gratuito de
dominio, a ttulo provisorio, a ttulo definitivo de dominio u ocupadas
sin ttulo 907.006 hectreas, de las que algo menos de 700.000 eran
estimadas como aprovechables para la ganadera (680.255 hectreas).
Una dcada despus la cantidad prcticamente se haba doblado al
enterar 1.771.769 hectreas, de las que 1.328.827 eran consideradas
tiles para la explotacin pastoril82.
Para fines del perodo en consideracin (1958) las estimaciones de
las superficies con ttulo provisorio o definitivo variaban entre 590.000
hs. del censo agropecuario de 1955, a 950.000 hs. del Departa-
mento de Mensura del Ministerio de Tierras y Colonizacin. Los per-
misos de ocupacin cubran 556.000 hs. segn el recuento censal y
450.000 en los clculos del Ministerio. As, la superficie ocupada era
de 1.600.000 hs. en un caso y de 1.850.000 en el segundo, diferencia
explicable por el hecho del desfase temporal entre las estimaciones
pues las del Ministerio corresponden a 195883.
De lo expuesto puede concluirse que si bien se haba avanzado en
la materia de que se trata, el resultado era todava insatisfactorio.
TABLA II
SITUACIN DE LA OCUPACIN DE LA TIERRA EN AYSN 1941-1951 *
1941 Cabida til 1951 Cabida til
Terrenos conce-
233.006 hs. 174.755 hs. 419.709 hs. 314.782 hs
didos con ttulo
Terrenos ocupa- 674.000 505.500 674.000 505.500
dos sin ttulo
Terrenos
arrendados 562.700 422.025 678.060 508.545
Terrenos desti-
nados al Min. de 1.242.800 385.366 1.242.800 385.366
Obras Pblicas
82
Arturo Montecinos, op. cit., pgs. 19 y 20.
83
Instituto de Economa de la Universidad de Chile, Seminario de investigacin sobre el desarrollo de la provincia
de Aisn (Ediciones del Depto. de Extensin Cultural, Universidad de Chile, Santiago, 1959), pg. 37.
504
b) Recuperacin del latifundio fiscal en arrendamiento
505
Cisnes y Puerto Cisnes, para permitir de esa manera la salida de la
produccin pecuaria por suelo nacional.
En todos los casos se establecieron obligaciones en forma de
cesiones gratuitas cada vez que el Supremo Gobierno lo requirie-
ra, para fines de establecimientos de escuelas, retenes policiales y
otros servicios pblicos, construccin de caminos y otros efectos de
inters pblico.
De tal manera, entre 1929 y 1933, el Estado estuvo en situacin de
disponer con entera libertad de 1.320.000 hectreas para su entrega
a la colonizacin individual y con ello, de paso, regularizar situaciones
conflictivas como eran las que se registraban entre Hobbs y Ca. y los
pobladores que ocupaban parte de los terrenos del Baker, del mismo
modo que abrir nuevos y bien situados sectores a la energa pobla-
dora de mucha gente emprendedora que aguardaba la posibilidad de
establecerse como colonos.
c) Fomento de la colonizacin
506
Terrenos pues haba y casi de sobra, pero lo que faltaba eran capi-
507
peciales para adelantar en el asunto. De su resultado parcial pudo dar
cuenta en su Mensaje a la nacin ya mencionado, sealando expresa-
mente [] ntimamente convencido de que la provincia de Aysn puede
transformarse en un riqusimo y vasto campo de explotacin agrcola-gana-
dera y en una fuente inagotable de riqueza forestal, he orientado la poltica
de mi Gobierno en el sentido de obtener su incorporacin a los centros
normales de produccin del pas. Como primera medida se han mensurado
y planificado 105.923 hectreas, lo que ha permitido radicar a 492 familias.
La campaa de explotacin que se realiza en terrenos inexplorados sobre
una superficie de cuatro millones de hectreas, permitir en breve plazo
intensificar las colonizacin y explotacin de esta provincia84.
Pero, no obstante el fomento colonizador oficial durante parte del
perodo que se considera no pas, directamente, del mero estmulo
para asentarse en los terrenos disponibles. De manera indirecta busc
favorecer a los nuevos colonos con asistencia de carcter tcnico para
incentivar la introduccin de mtodos modernos de trabajo y de me-
jora de la calidad pecuaria, as como con asistencia de carcter social
(dotacin de servicios pblicos como escuelas y retenes policiales) y
la apertura de sendas y otras formas de apoyo.
Esta circunstancia fue causa del enraizamiento de una suerte de pre-
cariedad productiva, por la primitividad y rusticidad de los mtodos y
medios en uso, que sealara a la colonizacin individual durante largo
tiempo haciendo de tal aspecto una rmora para el adelanto provincial.
La ganadera
84
El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 24 de mayo de 1940.
508
El censo agropecuario realizado en 1930 registr 286 predios en la
TABLA III
EXISTENCIA DE ANIMALES EN AYSN (1930)*
Distritos Ovinos Bovinos Equinos Caprinos Porcinos Superficie
Futaleuf 2.288 1.137 638 771 126 5.297
Palena 6.401 2.027 1.330 582 54 16.344
Lago Verde 1.030 3.010 441 414 15 15.000
Ro Cisnes 67.254 343 756 - - 150.000
Coyhaique 162.119 2.678 1.734 - - 200.000
Mano Negra 3.399 653 863 104 30 11.000
Valle Simpson 69.881 15.000 14.000 2.377 828 96.141
Lago 96.881 4.599 6.249 11.819 73 190.000
Bs. Aires
Baker 107.873 5.259 4.201 853 - 260.000
Ro Mayer** 11.830 1.331 552 - - 41.000
Litoral 94 405 60 12 - 5.000
Puerto Aysn 592 688 474 225 189 10.000
Totales 529.642 37.130 31.298 17.157 1.315 999.764
* Fuentes: F. Seplveda V. (1931)
* * Incluye probablemente el sector chileno del lago San Martn
509
torio del que, como bien se sabe, haban procedido las planas tcnicas
(administradores, capataces, ovejeros expertos) que permitieron or-
ganizar a tal imagen y en el mejor nivel productivo la crianza ovina, en
un plan de paulatino mejoramiento, para situarse al fin en el estndar
de calidad que exigan los mercados europeos a los que eran expor-
tados los productos de la ovejera.
Pero si las cifras y porcentajes destacaban el esfuerzo de los colo-
nos independientes, el dato censal correspondiente a la produccin
de lana puso de manifiesto la gran diferencia que entonces haba en-
tre las compaas y los pobladores, en lo referido a la eficiencia en
el manejo de la explotacin ovejera. En efecto, del total de la masa
ovina registrada slo el 41,6% (220,089 animales) era esquilado, co-
rrespondiente el mismo a las dotaciones pertenecientes a las grandes
estancias (S.l.A. Cisnes, Hobbs y Ca.) y a uno que otro colono inde-
pendiente86. Ello pone en evidencia la ineficiencia productiva de los
colonos individuales que o desconocan por completo el manejo del
ganado ovino, segn la tecnologa en boga, o la practicaban en forma
rudimentaria (produccin de charqui, sobo y cueros)87.
Los pobladores mostraban entonces, como lo seguiran haciendo
por mucho tiempo, su preferencia por las crianzas bovina y equina, que
les permita vender ganado en pie, producir charqui, atender al propio
consumo alimentario y disponer de medios de trabajo de transporte
y movilidad, en ocasiones casi providencial.
Buscando una explicacin para esta realidad se ha afirmado que
ello se deba a la pervivencia en los colonos de formas culturales ances-
trales, las que repetiran ritualmente sin otro fundamento que el haberlas
visto a sus padres; el medio tan atomizadamente rural, producto del ins-
talarse donde a cada cual le pareci mejor, y la anarqua como sistema
de organizacin88.
Matizando la afirmacin, puede agregarse que efectivamente por
cultura heredada los chilenos originarios de las zonas centro-sur y sur
de Chile que haban conformado el grueso de la emigracin coloni-
zadora, practicaban la crianza ovina al estilo tradicional del pas, reci-
bido a su vez del antiguo uso hispano-colonial. Al emigrar al territorio
argentino y radicarse preferentemente en las zonas precordilleranas,
86
La produccin de lana segn el censo fue de 620.846 kilos de la que el 95% corresponda a las estancias
de la S.I.A. y Ro Cisnes, desconocindose el dato preciso para la estancia Baker de Hobbs y Ca.
87
Un cabal ejemplo de esta incultura tecnolgica ovina se tuvo cuando Hobbs y Ca. debi adquirir en
1929 las mejoras de los pobladores establecidos en los terrenos arrendados por la sociedad. Entonces
de 24 colonos involucrados en el acuerdo, slo uno, Pedro Olivero, tena galpn de esquila en su
explotacin.
88
Ibez, op. cit., pg. 369.
510
tampoco all pudieron, en general, renovar sus conocimientos en la
511
El siguiente censo nacional agropecuario, realizado en 1936, mostr
algunos cambios significativos respecto de la realidad de la economa
agraria aysenina de seis aos antes.
En primer lugar la cantidad de predios en explotacin subi a 375
unidades, de las que aproximadamente dos tercios posean una super-
ficie superior a 200 hectreas, con un total estimado en 888.619 hs.89.
La dotacin animal registrada alcanz a 399.699 ovinos, 22.434
bovinos, 11.334 equinos (caballares, mulares y asnales), 4001 caprinos
y 1.201 porcinos. Estas cantidades muestran reducciones notorias en
todos los rubros de crianza (25%, 37%, 33% y 16% respectivamente),
aspecto para el que no encontramos otra explicacin satisfactoria
que la de haberse registrado durante el lapso intercensal perodos
invernales excesivamente severos, con resultado de gran mortandad
en las dotaciones.
Otra expresin del estado de la actividad la dio la informacin re-
ferida a la maquinaria y vehculos disponibles para las distintas faenas
agropecuarias. Se registraron 317 mquinas diversas (arados, rastras,
segadoras, etc.)90; 3 generadores elctricos, 2 mquinas a vapor, 4 mo-
tores bencineros, 2 ruedas hidrulicas y un molino de viento con una
potencia generatriz conjunta de slo 80 HP. Adems, se registraron 6
automviles, 20 camiones, 2 coches para pasajeros (tirados por caba-
llos), 21 carretones y carretelas y 143 carretas de dos y cuatro ruedas.
No se cont entonces ni un solo tractor. Estos datos son suficiente-
mente elocuentes para demostrar el atraso que en la materia reinaba
en la economa agraria aysenina durante los aos de 1930.
En cambio se advirti entonces una mejora notable en las formas y con-
diciones tcnicas de la produccin ovina. La lana obtenida subi de 620.846
kilos en 1930 a 1.294.454 kilos, con una dotacin numricamente menor, lo
que revela la adopcin de la esquila como forma de trabajo en el rubro, por
parte de los colonos individuales. Otro tanto se tiene con el ganado salido
de la regin hacia mercados del sur y centro de Chile, pues de 5.505 lanares
embarcados en 1930 se subi a 75.592 en 1936. El cambio en las formas de
trabajo y el consiguiente mayor rendimiento eran una seal del abandono
de la rusticidad operativa y de la progresiva adopcin de la modernidad
productiva. Este aspecto, si era notorio entre los colonos individuales, no ex-
clua por cierto a las compaas ganaderas pues la Sociedad Ro Cisnes haca
inversiones por ese tiempo para mejorar sus instalaciones de produccin y
89
Direccin Nacional de Estadstica y Censos, Censo Agropecuario Nacional de 1936.
90
De 257 arados registrados, 70 eran de fierro y el resto de madera, es decir, hechizos.
512
de transporte, en el caso con la adquisicin de una flotilla de camiones para
91
M. Vsquez, op. cit., pgs. 43 a 51.
92
d., pg. 43.
513
personas, mayoritariamente hombres (2/3) y el resto mujeres, lo que
pone de relieve la importancia de la actividad agraria en la econo-
ma general de Aysn, considerando para el mismo una poblacin de
26.262 habitantes (1952).
La existencia de ganado registrada fue de 576.957 ovinos, 94.238
bovinos, 24.305 equinos, 8.582 caprinos y 5.084 porcinos. La produc-
cin anual de lana, correspondiente a la faena inmediatamente ante-
rior al censo, fue de 14.814,5 qq.mm. (1.481 toneladas), con un ren-
dimiento promedio de 3,3 kilos por animal. La produccin de lcteos
fue de 31.940 hectlitros de leche, 157,9 qq.mm. de mantequilla y
276,1 qq.mm. de queso. La produccin econmica registr entonces a
la miel, los huevos y otros temes en nivel de inters, expresivos de la
diversificacin de la actividad agraria.
El total de ganado ovino y bovino registrado, si bien indicaba recu-
peracin y progreso respecto del registro censal de 1936, mostraba
a las claras las limitaciones naturales que haba en la poca para su
crecimiento. Tanto ovejas como vacunos requeran fundamentalmen-
te de nuevos espacios para su desarrollo, lo que slo poda lograrse
como se haba hecho hasta entonces y de qu manera! a costa de los
terrenos forestados, segn se ver, habida cuenta del reducido espacio
vegetacionalmente de carcter estopario con el que se contaba. Incor-
porar nuevas tierras a la colonizacin, que las haba, claro que tambin
era posible, pero sin caminos suficientes era muy dificil y, aunque al
fin aquellos se abrieran, las zonas utilizables eran predominantemente
abruptas y boscosas.
TABLA IV
EXISTENCIA DE GANADO EN AYSN 1930-1958*
1930 1936 1943 1955 1958**
Ovinos 529.633 399.699 696.000 576.957 713.000
Bovinos 36.430 22.434 46.000 94.238 97.000
Equinos 31.298 11.334 24.305 24.550
Caprinos 17.157 4.001 8.582 8.100
Porcinos 1.400 1.201 5.084 5.400
* Fuente Censos nacionales agropecuarios
** Seminario de Investigacin sobre el desarrollo de Aisn
514
As es que nicamente quedaba como alternativa a mano la de mejorar
515
TABLA V
PRODUCTOS PECUARIOS DESPACHADOS DESDE AYSN 1955-58*
Ao Vacunos Ovinos en pie Lana Cueros Cueros
en pie Lanares
1955 12.317 cabs.. 12.317 cabs. 1.678 ton. 2.862 uds. 213.754 uds.
1956 12.693 45.149 1.710 2.677 530.340
1957 7.150 27.595 2.184 5.788 241.473
1958 10.442 38.793 1.836 6.029 212.758
* Fuente Atilio Cosmelli (1964)
516
hectreas desde Reloncav al cabo de Hornos, a uno y otro lado de la
93
Amrica del Sur. La vida y la naturaleza en Chile, Argentina y Bolivia (Editorial Labor, Barcelona, 1960),
pgs. 123 y 124.
94
d., pg. 126.
95
Artculo citado, pg. 11.
517
[] En 1944 hubo un incendio colosal, que pas por algunas mon-
taas como un verdadero cicln, borrndoles el bosque y dejando en un
lugar una tremenda artillera de palos, unos cados y otros enhiestos.
El poblador recuerda este acontecimiento como una de las colabora-
ciones ms eficaces y decisivas que ha tenido. Gracias a l hay ms pasto
y puede vigilar mejor la hacienda. Nada haca con el bosque verde.
Incendios as son siempre posibles en estas cordilleras. Basta para ello un
verano seco y caluroso. Un fsforo, un pucho, la chispa de un fogn pueden
hacer lo dems muy rpidamente. La selva, en un instante, puede convertir-
se en un gigantesco infierno, ms positivo y mayor que el de Alighieri96.
El acadmico Hugo Sievers, igualmente ya mencionado, fue testigo
de esta prctica y sus consecuencias, y en su relacin de viaje estim
conveniente hacer una comprensiva referencia sobre ella:
La lucha del hombre en todo este vasto territorio es ardua y pesada;
con dificultades se limpian a fuego los terrenos planos que han de ser
utilizados para la explotacin, otro tanto ocurre con los valles abiertos y los
faldeos; el costo de esta obra vara segn los casos de dos a tres mil pesos
por hectrea. El fuego, de accin muy difcil de limitar, destruye tambin
lo bello y devora los bosques que hermosean y dan encanto a los montes
escarpados que de nada servirn para el futuro. Hasta aqu los colonos no
tienen otro medio prctico para limpiar sus campos y, cuando las llamas
lengetean los acantilados y precipicios, avivadas por un viento favorable,
impotentes observan la tragedia del verde.
El colono no tiene medios de fortuna para proceder sistemticamente
a la explotacin del bosque y al aprovechamiento de los ejemplares de
rboles que darn madera. El aserradero requiere capital inicial. Entonces
el colono, si quiere subsistir, se apresura a derribar monte, abre senderos
estrechos cortando lianas, quilas y arbustos; progresa muy lentamente
mientras eleva su casucha de madera. Espera que los rboles derribados y
el ramaje se sequen lo suficiente para que en ellos prenda el fuego; espera
pacientemente la poca propicia, espera la brisa o el viento, y entonces
enciende las piras dispersas que hacen arder el bosque, con lentitud al
comienzo, con furia inusitada luego. Arde el campo durante semanas, y si-
gue el gigantesco rescoldo dando humaradas acres despus de las lluvias.
Lo que fue hoguera de proporciones fantsticas pasa a ser, finalmente,
cenicero inmenso, humeante, donde asoman los restos ennegrecidos de
vetustos rboles.
96
La vida en Lago Verde, Argentina Austral N 291 (Buenos Aires, 1955), pgs. 12 y 13.
518
Comienza la limpia que progresa lentamente; las lluvias torrenciales
97
Rutas Patagnicas, citado, pgs. 187 a 189.
519
La agricultura
El cultivo del suelo, algo tan propio del ser humano desde que
hace milenios se hizo sedentario, se inici en Aysn como prctica
econmica no bien el colono advirti que all se daban las condiciones
para el mismo. Ms todava tratndose de los repatriados que llegaron
a poblar y los que llegaron del archipilago chilote, que traan en su
cultura el saber labrar la tierra para cultivar en ella y ayudar as a su
sustento cotidiano. Este hbito virtuoso fue visto y considerado con
desprecio por alguna autoridad territorial argentina durante el paso de
los emigrados por campos del otro lado de la frontera internacional.
Aunque antigua, la primera constancia de la prctica la dej el in-
geniero Pomar pero mejor lo hizo Fernando Seplveda, que pudo ob-
servar los esfuerzos que se hacan en diferentes sectores del territorio
aysenino al comenzar los aos de 1930.
La agricultura propiamente dicha tiene amplio campo en esta pro-
vincia. Unicamente que ella tiene que ser llevada con principios cientfi-
cos adaptables a la regin. Por su latitud, esta provincia se encuentra en
condiciones ms ventajosas que los pases europeos que, como Alemania,
Francia y otros, han hecho progresos admirables.
Actualmente se han obtenido resultados halagadores en las siembras
de papas, arvejas, trigo, avena, etc. Hay regiones como Futaleuf, Palena
y Lago Buenos Aires, en donde se da el durazno, la manzana, la cereza, la
guinda, la ciruela y otras frutas de huerto.
Las hortalizas dan muy buen resultado en casi todas las regiones de
esta provincia. En Puerto Aisen se han visto huertas capaces de superar a
las mejores cultivadas del centro del pas.
520
De un informe presentado por los Servicios Agronmicos, se deduce
98
Op. cit., pgs. 75 y 76.
521
En los valles del norte, de clima ms clido, tal vez sea posible hacer
hoy mismo algo ms que por el centro y el sur territoriales, sobre todo
trazndose caminos, pero mis noticias son que hasta ahora los valles del
Palena, de Futaleuf y del Yelcho, por ejemplo, no son sino bienes ocultos,
valores en potencia, donde la vida se desenvuelve lentamente.
Me cuentan que en la zona superior del ro Maihuales, caudaloso
afluente del Simpson, donde recin estn penetrando los primeros pobla-
dores, los experimentos agrcolas son satisfactorios, principalmente por
la bondad constante del clima. Los cultivos seran por all bastante ms
seguros que en la zona media y superior del Simpson, por ejemplo99.
El censo de 1955 trajo, como puede suponerse, novedades inte-
resantes.
La superficie en cultivo haba aumentado a 26.087 hectreas (entre
especies varias de hortalizas, legumbres, papas, cereales, forrajeras, pas-
tos, frutales y terrenos en barbecho. La produccin correspondiente
estuvo compuesta por los siguientes temes:
De lo expuesto salta a la vista, ms all de la modestia relativa de las
cifras consignadas, que la produccin agrcola se haba quintuplicado
entre 1936 y 1955, en lo que pareca ser una demostracin palpable
de las posibilidades del ramo.
La experiencia de aos en el rubro agrcola ya indicaba al prome-
diar el siglo como sectores especialmente aptos a todo el contorno
del lago Buenos Aires-General Carrera, gracias al micro clima que fa-
vorece al rea, como tambin las orillas del lago Cochrane. Igualmen-
te haba otras zonas del vasto territorio aysenino con capacidad de
produccin econmica, con lo que los cultivos anuales ya contribuan
de manera ponderable al autoabastecimiento agrcola en diferentes
especies y las perspectivas para el porvenir parecan ser ciertamente
halageas, en especial en lo referido al rubro frutcola y al cultivo
de forrajeras.
La explotacin forestal
522
primeros ranchos precarios bajo los que se cobij, para consolidar el
523
ba para el abastecimiento regional. Esas factoras se situaban principal-
mente en el distrito central aysenino, pero tambin haba aserraderos
en el Baker y en la zona de Futaleuf, que exportaba igualmente sus
maderas al vecino Chubut. Favorecan la produccin y comercializa-
cin la variedad de especies en explotacin, principalmente lenga, coi-
ge, mao, ciprs de la cordillera y ciruelillo. El ciprs de las Guaitecas
era explotado en las zonas archipielgica y litoral, nicamente para su
empleo en forma de postes.
Durante el tiempo de la Segunda Guerra Mundial la industria ma-
derera se vio afectada por una fuerte crisis y los ingresos por ventas
se redujeron a una cuarta parte respecto de los mejores valores co-
nocidos de preguerra.
Una actividad complementaria era la produccin de especies para
la reforestacin, para lo que en 1937 se estableci un vivero forestal
en Coyhaique y posteriormente un segundo en Chile Chico.
Al promediar el siglo los estudios especializados daban cuenta de
la disponibilidad de una reserva forestal del orden de 4.000.000 de
hectreas en el territorio de Aysn, aunque se estimaba entonces que
slo poda explotarse la cuarta parte de la misma, de la que nueve
dcimas partes se situaban en las zonas cordillerana y litoral, y el resto
en sectores del interior subandino oriental101.
Para entonces, 1950, haba en actividad 43 aserraderos, 32 de ellos
en la zona central de la provincia, 3 en el sector de Chile Chico y 8 en
la zona de Futaleuf, con una produccin conjunta de 400.000 pulga-
das anuales (4.000.000 p2), tres cuartos de la cual proceda de los ase-
rraderos centrales y el cuarto restante de Chile Chico y Futaleuf en
igual proporcin. El destino principal de la produccin era, como ya se
haba hecho tradicional, el mercado patagnico argentino. La cantidad
de factoras en actividad era variable, pudiendo mantenerse, aumentar
o disminuir segn las circunstancias, como suceda en 1955, poca en
que el censo agropecuario registr la actividad de slo 14 estableci-
mientos (9 en Coyhaique, 4 en Puerto Aysn y 1 en Chile Chico).
Para el tiempo final del perodo en consideracin, 1957-58, se con-
taron 51 aserraderos en actividad cuya produccin para esa tempo-
rada fue de 6.174.350 pies cuadrados de madera aserrada y adems
otros 2.000.000 de pies cuadrados correspondientes a postes de ci-
101
El ms importante de estos estudios fue el realizado por el ingeniero forestal Lars Hartman, de la
Misin de la FAO.
524
prs de las Guaitecas. Las exportaciones realizadas a la Patagonia ar-
La minera
102
Seminario de investigacin ... citado, pg. 72.
103
Vsquez, op. cit., pgs. 62 y 63.
525
Ms tarde se busc nuevamente oro, ahora en el istmo de Ofqui,
con escaso rendimiento, y hacia 1930 se prospectaba con igual pro-
psito en la zona superior del valle Maihuales, en las riberas del lago
Buenos Aires y en el distrito del Baker. Por entonces tambin se haba
explorado el valle del Palena en busca de cobre, cuyas muestras con-
dujeron a tentativas para formar compaas explotadoras que nunca
llegaron a concretarse. Ms interesantes fueron los hallazgos de plo-
mo en la zona del lago Buenos Aires y de vetas argentferas en ese y
otros lugares.
De todas estas referencias iniciales la ms interesante hubo de ser
la de plomo en la zona del lago Buenos Aires. Aunque las crnicas que
recogieron la noticia dan como fecha aproximada el ao 1936 y atri-
buyen el hallazgo a Saturnino Inayao, un poblador que habra noticiado
del hecho al ya conocido Jos Antoln Silva Ormeo, en verdad ya en
1931 se saba de vetas de plomo argentfero en esa zona104.
Como hubiera sido, Silva que pareca tener algunas nociones sobre
minerales, tom la iniciativa de divulgar la informacin y realizar las pri-
meras gestiones en plan de explotacin de la veta descubierta en el
campo de Inayao. De all que el yacimiento pasara a ser conocido desde
entonces como Mina Silva. Ms tarde se escribira sobre el hecho im-
putndose el pionero la apropiacin del hallazgo en perjuicio de Inayao,
hombre ignorante y rstico. Resulta difcil aceptar el cargo conocindose
el desprendimiento y desinters que haban caracterizado la actividad
de Silva Ormeo durante la dcada de 1910, en que sin duda tuvo ms
de alguna oportunidad para adquirir tierras con cuya explotacin habra
podido afirmarse econmicamente. Sin embargo, no la aprovech, pre-
firiendo vivir en condiciones modestas, rayanas con la pobreza.
Dudas aparte, Jos A. Silva convencido de que all haba una veta
mineral que prometa riqueza, cogi otras muestras con las que pos-
teriormente se dirigi a Puerto Aysn, en primer trmino para for-
malizar la peticin de la pertenencia minera y luego para buscar in-
teresados en la formacin de una sociedad para la explotacin del
yacimiento. El diario El Aysn en su edicin del 5 de agosto de 1936
public un aviso sin firma, pero que sugiere claramente la autora de
Silva, por la que se invitaba al pblico interesado a incorporarse a
la misma, dando a conocer algunos puntos esenciales de la iniciativa,
sealndose expresamente que el dueo del mineral se reservaba
para s la gerencia de la explotacin; y el nombramiento de Cosme
104
Vase F. Seplveda, op. cit., pg. 79.
526
del Barrio como administrador en Puerto Aysn. A juzgar por otro
527
de la Compaa Minera Tamaya y de la Compaa Minera Disputada
de Las Condes, cuya participacin en el caso permiti la constitucin
de la Compaa Minera Aysn, que adquiri las pertenencias de Silva y
decidi abordar la explotacin del yacimiento austral para aprovechar
vetas de plomo y zinc de alta ley (1945).
Obtenido para el efecto un prstamo otorgado por la Caja de
Crdito Minero, las actividades en el terreno se iniciaron en 1947
de manera progresivamente intensiva, surgiendo en simultaneidad
un importante centro de produccin mineral y una poblacin que
dependa del mismo, y que paulatinamente fue disponiendo de to-
dos los servicios para su desenvolvimiento y vida normal. Las insta-
laciones principales de carcter minero-industrial eran una planta de
concentracin y un horno de fundicin, adems de bodegas, talleres,
maestranza y muelle de embarque. Como fuente de empleo devino
una explotacin importante, cuya planilla anual durante el siguiente
decenio promedi los cuatro centenares de trabajadores. La capaci-
dad de produccin instalada permita la entrega de 9.000 toneladas
de concentrados de plomo (ley 70%) y otras 1.000 de plomo puro
en lingotes; asimismo 5.000 toneladas de zinc y 10.000 kilos de plata,
todo ello en un ao de trabajo106. Las primeras producciones, corres-
pondientes a los aos 1948 y 1949 fueron respectivamente de 7.956
y 7.990 toneladas de plomo.
Esta actividad fue cobrando, paulatinamente, tal importancia que en
breve tiempo pas a dinamizar la vida econmica del distrito lacustre,
con un poblado muy animado en Puerto Cristal y entonando la vida
de Chile Chico, puerto al que desde un principio y por varios aos
se fue trasladando la produccin por la va lacustre para su posterior
despacho al exterior, por la va terrestre hasta Puerto Deseado en la
costa atlntica. Posteriormente, una vez que qued concluido el ca-
mino desde Vista Hermosa hasta Puerto Ibez, en la margen norte
del lago Buenos Aires, la produccin pas a ser desembarcada en esta
localidad y desde all era reexpedida hasta Puerto Chacabuco.
Por cierto, tratndose de un distrito con varios afloramientos mine-
rales, no tardaron en aparecer otras manifestaciones de actividad. De
esa manera en 1948 la Compaa Minera Tamaya puso en explotacin
el mineral de cobre de Las Chivas, para lo que se instal un horno de
fundicin con capacidad para producir 12.000 toneladas anuales de co-
bre con ley del 30%. Su centro de operaciones fue otro nuevo poblado,
106
d., pg. 234.
528
denominado Puerto Snchez, situado algo al oeste de Puerto Cristal; para
529
La pesquera
La industria
530
bricacin de cerveza por Pascual Giorgia en Malln Grande hacia los
El comercio
531
Durante el bienio 1948-1949 el movimiento de cabotaje registr
la entrada de 17.747 toneladas de artculos varios, con un valor de
$141.092,857; y la salida de 18.220 toneladas de productos diversos
de la provincia, por valor de $190.598.647108. En lo tocante a exporta-
cin, el total alcanz entonces a 261.471 pulgadas de madera aserrada
(5.418 toneladas) y 1.313 toneladas de plomo, con destino a Blgica
y Argentina. Adems, aunque incuantificables, se exportaron produc-
tos agropecuarios (papas, lea) y cal viva. La importacin registrada
desde Argentina (1949) fue de 173 toneladas de artculos diversos,
principalmente alimentos (harina, yerba mate, aceite y otros)109. Todo
ello da cuenta de un movimiento comercial en alza que expresaba a
su tiempo el dinamismo econmico de Aysn en la mitad del siglo XX.
En sntesis, lo expuesto permite comprender que la actividad pro-
ductiva regional, siendo todava modesta en trminos comparativos
con la de otras provincias chilenas, asuma proporciones interesantes
al finalizar el treinteno 1928-1958, expresiva a su vez del creciente
desarrollo que, con altibajos, vena sealndose a contar de 1930. La
inexistencia de cuentas regionales en el pas para la poca, impide co-
nocer con certidumbre la composicin de la produccin econmica
de Aysn, pero est claro que los productos agropecuarios (ganadera
en especial) conformaban el fundamento estructural de la economa
regional, seguidos por los componentes minero, mercantil y forestal.
Era ya algo evidente que Aysn, al cabo de su primer cincuente-
nario, comenzaba a abandonar la minoridad en que se hallaba en el
conjunto de la Repblica.
La evolucin de la colonizacin
108
Como referencia de comparacin sealamos que en el mismo lapso el puerto de Punta Arenas registr
un movimiento de 238.684 toneladas (carga de importacin y exportacin), en un tiempo econmico
muy crtico signado por el colapso de la economa productiva regional.
109
Vsquez, op. cit., pg. 73.
532
lizacin del territorio de Aysn era esperable un mayor nfasis en la
110
Expediciones en la Patagonia Occidental. Hacia la Carretera Austral, citado, pg. 287.
533
Tierra adentro haba colonos asentados en el sector de los valles
de los ros Amarillo y Minchimahuida, que ya se hallaban unidos con
Chaitn por una senda elemental y precaria. Entre ellos Grosse en-
contr a Carlos Anabaln, con seguridad el ms antiguo, que haba
formado parte del grupo de colonos que en 1929 intentaron y logra-
ron penosamente abrirse paso por selvas, montaas y ros y hacer la
travesa entre Futaleuf y la costa del golfo de Corcovado, animados
por el Intendente Luis Marchant. Como resultado de ese esfuerzo,
Anabaln y otros recibieron de la autoridad provincial la autorizacin
para ocupar campos fiscales donde lo estimaran ms conveniente,
dando principio a la colonizacin de la zona ms prxima al litoral
continental. Igualmente a Kurt Hillmann, establecido desde 1936 en las
orillas del lago Yelcho, que dispona de 400 cabezas de ganado vacuno;
y tambin a un tal Monsalve, dueo de una hermosa vivienda de corte
alpino, que se haba radicado en 1939. Ms adelante estaban ubicados
los Gessell y Juan Soto, este en Puerto Crdenas, punto en el que
conclua entonces la senda de penetracin al interior, y un tal Guzmn,
que tambin haba formado parte del grupo de pobladores pioneros
de los aos 30 a que se ha hecho mencin, quien dispona de una her-
mosa quinta con frutales y verduras, de la que estaba muy orgulloso.
En el valle del ro Espoln se hallaban establecidos los colonos
Fernando Pez y David Flores, ste el pionero fundador del sector
pues haba penetrado hacia 1926 viniendo desde el lado oriental,
encontrando all un campo a su gusto, en el que hizo surgir una ex-
plotacin que luca prspera para 1951 y en la que ya colaboraban
sus hijos mayores. A poco andar, Grosse arrib al poblado de Futa-
leuf, entonces con 250 habitantes y algunos servicios pblicos que
databan de la poca del Intendente Marchant. El explorador not
all con preocupacin el descuido en que se hallaba la ganadera y la
agricultura, al revs de lo que suceda con la actividad forestal que
daba movimiento a ocho aserraderos cuya produccin madera en
su totalidad se exportaba en carretas a la Repblica Argentina. Pudo
advertir, asimismo, que las condiciones de vida de los colonos eran
harto duras, tanto por la situacin de aislamiento en que se encontra-
ban, cuanto por la hostilidad ocasional de funcionarios argentinos de
la frontera, circunstancia que dificultaba en especial su abastecimiento
de productos alimenticios.
Durante el mes de abril de 1951 Grosse extendi sus reconoci-
mientos y exploraciones a la zona de Alto Palena. All, en la localidad
nuclear homnima, pudo observar los esfuerzos que hacan los colo-
534
nos para romper su aislamiento, entre otros los trabajos de habilita-
535
ban debido pasar varios aos ocupados en reconocimientos y otros
afanes de organizacin, amn de los trmites burocrticos de rigor. All
al fin el 10 de enero de 1935, en que el sol brillaba sobre el hermoso
valle, como para hacernos inolvidable el da de la fundacin, tuvo principio
la Colonia de Puyuhuapi, segn lo recordara ms tarde Grosse en uno
de sus libros111.
Los aos que siguieron fueron de trabajo incesante, mantenido
con elevado espritu pionero, durante los cuales se fueron realizando
uno a uno los diferentes requerimientos y propsitos de la coloniza-
cin. En resumen, desbroce progresivo de terrenos y habilitacin de
los mismos para introduccin de cultivos y de espacio para pastoreo,
construccin de viviendas y galpones, adems de otras mejoras; trada
de animales para su crianza, instalacin de un aserradero; exploracin
progresiva del territorio de la concesin obtenida para conocer sus
caractersticas geogrficas y sus recursos naturales, ms habilitacin de
sendas para diferentes usos amn de gastarse tiempo en gestiones
administrativas diversas, en fin. No fue, va de suyo, una tarea fcil pues
debieron superarse, de una parte, el modo un tanto indolente propio
de la manera de ser de la gente del sur, habituada a estilos de vida y
labor diferentes a los de los europeos, hasta establecer una mstica
de trabajo responsable al modo germnico, y, por otra, la lentitud y
trabazn propias de la burocracia, adems del acostumbramiento al
rigor del clima y a sus consecuencias. Tambin la superacin de otras
dificultades, algunas lamentables como el incendio que destruy por
completo la vivienda que los colonos haban erigido, ampliado y mejo-
rado paulatinamente hasta dejarla a gusto, incluyendo todos sus ense-
res y las mquinas y equipos que all se guardaban.
Todo ello requiri de mucho aguante, paciencia, sacrificio y priva-
ciones, pero el nimo colectivo no decay nunca, ms cuando se ob-
servaron resultados satisfactorios que gratificaban tantsimo esfuerzo
y un importante capital invertido.
Lo que sin embargo result ms difcil fue la recluta y venida de
nuevos colonos, segn se haba programado en su hora. En Europa,
hacia 1937, era visible la tensin entre el Reich alemn gobernado
por Adolf Hitler, y Checoeslovaquia, a propsito de la situacin de la
minora germana de Bohemia, que culminara al ao siguiente con la
invasin militar de esta repblica y la anexin a Alemania del territorio
donde habitaba la poblacin de ancestro teutn. Ello dificult y al fin
111
Visin Histrica y Colonizacin de la Patagonia Occidental, pg. 33.
536
imposibilit la salida de inmigrantes, una vez que estall la Segunda
537
pretendan colonizar, y por tanto donde se concentr el mayor es-
fuerzo poblador espontneo durante los aos de 1930. Ayud a ello
el abandono virtual que hizo la S.I.A. de los campos occidentales de
su concesin original, lo que permiti que desde comienzos de los
aos 20 se diera inicio a la ocupacin de los campos del sector de
Mano Negra, inmediatos a los terrenos antes mencionados. Pione-
ros de la actividad fueron Francisco Sols, hijo de Antonio el primer
colono arribado al sector del lago Verde, algunos de sus hermanos y
sobrinos, unos venidos desde Argentina donde se haban radicado en
el transcurso del largo periplo migratorio de tantos chilenos, y otros
por fin venidos desde la zona central de Chile e ingresados por Puerto
Aysn. Entre tantos se sabe de Manuel Guzmn, Manuel Rebolledo Ri-
vas, Juan del Ro, Carlos Riquelme, Ismael Rebolledo Snchez, Teodoro
Jara, Carmelo Campillo y Victoriano Rebolledo Chvez. Inicialmente se
establecieron nicamente los varones y desde mediados de la dcada
tambin las familias, en la medida que los campos cubiertos por la
selva se fueron abriendo para la crianza pecuaria y para el estableci-
miento de cultivos. Todo, a costa de grandsimo esfuerzo, penurias y
privaciones en un territorio todava salvaje y prstino.
Slo se vea cielo y montaas, [...] algunos inviernos fueron tan rudos
que los animales no tenan otra cosa que nieve para comer. Las nevazones
tapaban el paso y era imposible pensar en guardar forraje, por las difi-
cultades del terreno. Ahora ya limpios los campos, hemos podido sembrar
pasto miel, ovillo y trbol, contara hacia 1945 Francisco Sols112. Para
entonces el grupo familiar Sols tena cinco explotaciones en la zona
de Maihuales que cubran sobre 2.500 hectreas de campos.
Como ellos, muchos otros colonos se establecieron en el sector
norcentral de la gran hoya del ro Aysn, procediendo tanto desde el
noreste como desde el sur va valle Maihuales, desde Puerto Aysn y
del sureste con punto de partida en Coyhaique. Fue as como al cabo
de una dcada, por cantidad de habitantes y por la importancia de la
hacienda introducida y de las instalaciones disponibles, la zona de que
se trata se incorpor como uno de los ms promisorios nuevos sec-
tores productivos de la provincia.
En el distrito correspondiente a la gran hoya hidrogrfica del ro
Aysn hacia 1950 y desde mucho antes todava, se hallaban pobladas
comarcas prximas al litoral interior tales como los valles de los ros
Tabo y Marta y el intermedio del lago Yulton, adems del valle Huemu-
112
En Mansilla, op. cit., pg. 134.
538
les en la parte del sur. En los primeros (valle del Tabo), Grosse encon-
539
Valds que poblaba en la orilla del lago Elizalde, donde se haba esta-
blecido muchos aos antes, en un tiempo en el que, inclusive, haba
debido defender su propiedad rifle en mano segn contara, pues al-
gunos ganaderos argentinos desconociendo la condicin chilena del
territorio llegaban hasta all y pretendan despojarlo115.
La del valle del ro Paloma era una zona al parecer de pioneros
solitarios, como en el caso de un tal Balboa que haba llegado a esos
parajes en 1930, arrancando de un sector situado ms al oriente, bas-
tante ms poblado, pero los colonos luchaban all con cuchillo y revlver
por un pedazo de terreno, segn le cont a Grosse. No soport esa
situacin y prefiri buscar otra propiedad entre las miles de hectreas
que le pertenecan al Estado, lejos de toda civilizacin. A partir del Valle
Ibez, cabalg trechos interminables por la nevada cordillera, hasta llegar
a este valle. Le gust tanto que decidi radicarse aqu. Haba venido con
un buen amigo, ya fallecido y as se convirti en solitario colono, viviendo
en completo aislamiento con sus animales. Cuando descubri estas tierras,
fue a buscar unas vacas y las trajo por las montaas. As vivi comple-
tamente solo durante varios aos. Luego aparecieron otros colonos que
venan desde el Lago Paloma, que se asombraron muchsimo de encontrar
aqu un asentamiento organizado. Nadie se explicaba de dnde vendra
este hombre y hasta el da de hoy es el nico que ha llegado a este valle
cruzando la cordillera116.
Inmediatamente al sur de estos campos, pasada la divisoria de
aguas local, se extiende la cuenca del lago Buenos Aires-General Ca-
rrera, teatro de una colonizacin temprana como se sabe, radicada
preferentemente en los sectores nororiental y sudoriental de la sec-
cin chilena del gran depsito. All en el curso de los aos de 1910 y
1920 se fue extendiendo la presencia pobladora pero con una pecu-
liaridad propia, pues estuvo protagonizada ms por extranjeros que
por chilenos, cosa singular en un territorio como Aysn donde los
colonos y habitantes de origen nacional han sido abrumadoramente
mayoritarios.
Entre esos pobladores cabe mencionar en primer trmino y con
carcter de verdadero pionero a Ulrick Classen, un malvinero arriba-
do a la zona hacia fines de la dcada de 1910 y que se instal como
colono en el paraje conocido como El Avellano, en la ribera norte del
lago y hacia el oeste de la baha Ibez. Hombre progresista, no slo
115
d., pg. 144.
116
d., pg. 149.
540
dio vida a su establecimiento de crianza pecuaria, sino que introdujo
541
explotacin, que manej en combinacin con el servicio de cabotaje
lacustre con embarcaciones de su propiedad.
En la ribera occidental del lago, el primero en establecerse fue al
parecer el alemn Frank Kreisel, a comienzos de los aos de 1930, en
el paraje de Puerto Tranquilo. Antiguo oficial de marina, su barco haba
naufragado en aguas de los canales patagnicos y como consecuencia
decidi quedarse en Chile. Arrib al lago en 1928, tras una desastrosa
aventura colonizadora en la zona martima del Baker en 1922, cuando
en compaa de unos tales Manuel Villegas y Manuel Gonzlez trajo
una embarcacin desde Punta Arenas para hacer la navegacin del
lago Buenos Aires. Creativo y laborioso, inici una explotacin pecua-
ria que combin con la instalacin de un aserradero movido por fuer-
za hidrulica. Cuando lo conoci Grosse en 1942 su establecimien-
to era verdaderamente prspero y mantena en el mismo una bien
cuidada y productiva quinta de especies frutales. Tiempo despus, en
circunstancias poco claras, recibi una golpiza de parte de un colono
vecino, a raz de lo cual tuvo que ser trasladado a Chile Chico, para su
atencin mdica, donde falleci por causa del brutal castigo sufrido. Su
viuda vendi entonces el establecimiento al sirio Jos Auil, progresis-
ta empresario de Chile Chico que mantuvo la explotacin por aos,
hasta que pasado 1950 la vendi a su vez a Gabriel de Halleux, que lo
adquiri para la comunidad colonizadora belga.
Otros colonos del sector occidental del lago fueron los Roedlinger,
suizos de origen, y Juan Cosmelli, que estuvieron entre los primeros
que poblaron la zona de Baha Murta. Por all se radicaron tambin
Pedro Lagos y unos tales Jara y Martnez.
Hacia el sudoccidente del lago, el gelogo Arnold Heim encontr
en 1939 a otros pobladores que conformaban un verdadero frente
colonizador pionero, tierra adentro en los faldeos subandinos (zonas
del valle del ro y lago Len), entre ellos unos apellidados Verrocal y
Poblete, adems de Francisco Diego, natural de Temuco y de origen
mapuche. Ellos, al igual que otros, se haban hecho de campos produc-
tivos mediante la roza a fuego y vivan de modo espartano en el lmite
mismo del ecmene, que jalonaban con su esfuerzo.
En 1941, Lucas Bridges el empeoso administrador general de la
antigua estancia Baker, ahora conocida como Lago Bertrand o Valle
Chacabuco, haba conseguido concluir la senda que comunicaba el
casco de la misma (desde 1932 situada en el paraje conocido como
Las Latas) con el lago Bertrand, prolongacin meridional del lago Bue-
542
nos Aires. All surgi como consecuencia de ese camino tropero un
543
y Colonizacin acept la devolucin de los campos ocupados, reducin-
dose la cabida arrendada a la Sociedad a 144.000 hectreas, compren-
didas en general entre el ro Baker, por el occidente, y la frontera por el
oriente; el ro y lago Cochrane por el sur, y la divisoria de cuencas entre
este depsito y el lago Buenos Aires, hacia el norte.
Los valles de los ros Nef, de la Colonia,Tranquilo, del Salto, Cochra-
ne (sur), de los adis y Baker medio, quedaron desde entonces libra-
dos oficialmente a la colonizacin individual y sus ocupantes antiguos
y otros ms recientes pudieron iniciar el proceso de regularizacin de
su tenencia.
Este sistema -el del DFL 311 de 1937- vino a operar en la realidad
para aquellos que pasaron a instalarse a partir de 1941 y en forma
excepcional a favor de los colonos que haban ocupado los campos
devueltos por la sociedad arrendataria, antes de 1930. En el caso de
los ocupantes ilegales, que constituan la mayora, instalados en terre-
nos de mejor calidad, quienes dieron origen a la situacin conflictiva
ya conocida, se procedi a regularizar a posteriori la ocupacin. Tal
cosa, sin embargo, no siempre pudo realizarse sin dificultades, pues la
presencia de intrusos en muchos casos obstaculiz y an retard el
proceso de regularizacin de la tenencia fundiaria.
Una especie de corolario de esta situacin vino a serlo la transfor-
macin de la entidad empresarial pobladora. La Sociedad Estancias
Posadas, Hobbs y Ca. se transform en la Sociedad Annima Gana-
dera Valle Chacabuco, siempre con sede en Punta Arenas, y cuyo
capital de $ 8.000.000 estaba dividido en 80.000 acciones de $ 100
cada una. Del total Esteban Lucas Bridges, Mauricio Braun H. y Fran-
cisco Campos Torreblanca, por partes iguales, reunan 79.000 acciones.
El proceso colonizador empresarial e individual haba hecho posi-
ble la conquista paulatina del otrora virgen territorio del Baker, trans-
formndolo en una zona cuya poblacin y actividad comenzaban a
aportar en modo cada vez ms significativo a la economa agropecua-
ria de la joven provincia de Aysn.
Sensiblemente, la informacin fidedigna disponible es un tanto tarda,
pues ella se tiene recin con el Censo Econmico Nacional de 1943,
carecindose de antecedentes completos sobre la poca anterior.
Para entonces y ya estando en proceso de consolidacin y regula-
rizacin la tenencia de tierras en la hoya del Baker, existan adems de
la gran estancia Lago Bertrand (Valle Chacabuco) un total de 53 ex-
544
plotaciones117, donde habitaban 365 personas. La dotacin de ganado
117
Estas se encontraban ubicadas en los siguientes parajes: La Colonia, Ro Maitn, Ro Nef, Ro de los
adis, Lago Plomo, Ro Soler, Lago Bertrand, Ros Tranquilo y del Salto, Ro y Lago Vargas, Ro
Ventisquero. Se han excluido los parajes que pertenecen al rea occidental del Lago Buenos Aires,
tales como Baha y Ro Len, Capilla de Mrmol y Ro Tranquilo (comarca distinta a la anterior
mencionada). Estos sitios son presentados por Keller (1949) como integrantes del rea del Baker.
118
Elaborado sobre la base de los datos del Censo Econmico Nacional, proporcionados por Keller, op. cit.
119
El dato del Censo Agrcola Ganadero de 1955 para este importante establecimiento es de 88 vivientes.
545
nando laboriosamente tierras para la colonizacin, igual como antao
lo haban hecho hombres de la Explotadora y sobre todo el pionero
por antonomasia, Esteban Lucas Bridges120.
De tal manera, el censo agropecuario de 1955 pudo registrar para
entonces 193 explotaciones que se extendan sobre 426.877,3 hect-
reas121, donde exista una dotacin de 101.108 ovinos y 14.116 bovi-
nos, amn de otros animales y siembras, cifras que por s solas expre-
san un apreciable progreso.
La poblacin territorial ascenda entonces a 829 almas122.
Hacia 1958 el adelanto de la regin del Baker quedaba en evidencia
por el incremento demogrfico, que acusaba un fuerte crecimiento con
relacin a 1952 y 1955, fechas de los ltimos recuentos censales. En efec-
to, de poco ms de 800 almas contadas en aquellos aos, la poblacin
haba subido en un 75% alcanzando a 1.400 habitantes. Los distritos ms
poblados eran por orden, Baker (valles medio y alto); Chacabuco, donde
se contaba el pueblo de Cochrane con 300 habitantes, y lago Cochrane.
En aquel entonces la regin poda considerarse como un rea en
pleno desarrollo, que iba perdiendo paulatinamente su tradicional ca-
racterstica de frontera colonizadora, para integrarse con vigor al pro-
ceso general de progreso social y econmico de la provincia de Aysn.
Si las circunstancias en que tena lugar la colonizacin de la regin
del Baker recin pasaron a ser conocidas por el Gobierno al pro-
mediar los aos 20, lo que suceda en la cuenca del lago San Martn
continu siendo ignorado en los niveles de autoridades provinciales y
nacionales por largo tiempo, a lo menos por un lustro. Nominalmente
sujeta a la jurisdiccin del Departamento de Ultima Esperanza de la
Provincia de Magallanes, con sede administrativa en Puerto Natales,
ciudad distante varios centenares de kilmetros al sur, el rea andina
mencionada no haba merecido ni mereca preocupacin alguna de las
autoridades provinciales y departamentales, cuyo inters administra-
tivo, en el ltimo caso, apenas si exceda los lindes de la ciudad sede.
Solamente despus de algunos aislados reclamos de ocupantes de
campos fiscales en dicha regin, que llegaron a conocimiento de la
Oficina de Tierras y Colonizacin de Magallanes, se cay en cuenta de
120
Este destacado hombre de empresa dej de existir el 4 de abril de 1950, al cabo de una vida aventurera
e increblemente laboriosa. Cuatro aos despus fallecera don Mauricio Braun Hamburger, el ms
formidable de los capitanes de empresa de la Patagonia, quien con fe sostenida haba arriesgado capital
en la empresa colonizadora del Baker.
121
Se incluye tambin la zona del ro Mayer y parte norte del lago San Martn.
122
Slo se considera la cuenca del Baker, con exclusin de las reas del ro Mayer y lago San Martn.
546
la existencia de un grupo de chilenos y extranjeros que se esforzaban
547
cuencia con tal criterio, Fernndez dio comienzo a la normalizacin de
la tenencia de campos.
La tarea de regularizacin as iniciada deba completarse, segn pro-
puso, en la siguiente poca de primavera-verano (1933-34), con el envo
de una comisin tcnica que solucionara los problemas de radicacin y,
en general, para asistir legal y administrativamente a los colonos.
Una segunda necesidad que requera atencin, era la de hacer efec-
tiva la presencia y soberana de la Nacin mediante la designacin de
una autoridad inferior de gobierno, subdelegado, y la instalacin de un
retn de Carabineros en la costa sur del lago San Martn, en la vecin-
dad de la frontera, medidas obvias en ambos casos.
La revisin de los lmites interprovinciales entre Aysn y Magalla-
nes era otro de los problemas cuya solucin, sugiri Fernndez, deba
adoptarse fijando como delimitacin la divisoria de aguas entre los
valles Baker y Bravo, de modo de dejar a este ltimo y toda la hoya del
lago San Martn en jurisdiccin de Magallanes. Ello porque consider
que la vinculacin de la regin era ms expedita con Puerto Natales y
Punta Arenas, que con Puerto Aysn.
Por ltimo, estaba el problema de las comunicaciones y, por conse-
cuencia, el de la dependencia del rea, y sus habitantes al territorio argen-
tino. Planteando una posible solucin, represent la necesidad de explorar
el valle del ro Pascua a fin de verificar la factibilidad de un camino que
permitiera la vinculacin de la regin lacustre interior con la zona mar-
tima, y por tal va desarrollar las comunicaciones, el abastecimiento y la
salida de productos, y el contacto general con el resto de Chile.
La realidad constatada por Fernndez, daba cuenta de 33 explotaciones
que se desarrollaban desde la laguna del Desierto en el sur, hasta la cabece-
ra del ro Bravo en el norte, y desde el pie de la cordillera y nacimiento del
ro Pascua en el occidente, hasta la frontera argentina por el oriente, ocu-
pando cerca de 150.000 hectreas de campos en extremo difciles. En esas
explotaciones habitaban entonces 92 personas y se mantena una dotacin
de 2.287 animales vacunos, 10.280 lanares y 1.160 caballares.
No todas las explotaciones del distrito del lago San Martn eran
semejantes en condiciones. Entre los que cabe mencionar como los
colonos ms progresistas, en atencin al tipo y calidad de las instala-
ciones, construcciones y mejoras como por la dotacin de ganados
y posesin de otros recursos, estaba Manuel Saavedra, ocupante de
la isla Central, quien posea viviendas en forma, galpones, baos para
548
ovejas, corrales, etc.Y tambin dos cteres para la navegacin lacustre.
549
garantizando para el Gobierno de Chile la soberana de estas tierras, que
hasta la fecha se mantienen olvidadas. Esta pequea Colonia de Chilenos,
como as la llamaremos, si el Supremo Gobierno no viene en su ayuda,
corre el riesgo de sucumbir124.
Pese a la disposicin favorable inicial de las autoridades de gobier-
no, las proposiciones de Fernndez no se convirtieron en oportunas
medidas, tan necesarias, salvo el caso de la regularizacin de las ocu-
paciones fundiarias. As, en la prctica se avanz casi nada, pero los
colonos tuvieron conciencia al menos de que sus problemas no eran
ya desconocidos para los gobernantes.
El adelanto colonizador, sin embargo, se fue haciendo ms evidente se-
gn corrieron los aos. Nuevos colonos pasaron a incorporarse ocupan-
do tierras vacantes mientras los antiguos mejoraban en distinto grado sus
explotaciones. Entre otros nuevos pobladores que entraron a radicarse
entre 1933 y 1943 se sealaban Avelino Pineda, Francisco Vidal y Esteban
Pantoja, ste en el sector de Bajo Esperanza, junto al nacimiento del ro
Pascua. Creci la hacienda, se extendieron cultivos y se mejoraron las
instalaciones, segn pudo apreciarlo el padre De Agostini en ocasin de
una segunda exploracin emprendida por dicha regin andina en 1940.
Destacaba por sus adelantos la estancia La Ramona de Jos Mara Rivera,
para entonces el colono ms emprendedor y progresista.
El explorador Augusto Grosse, que recorri la zona en 1944, consig-
naba la presencia de 45 colonos titulares de explotaciones, de ellos 17
en el distrito del ro Mayer. Tres aos despus, el agrimensor Fernando
Fuentes contaba igual nmero, agregando los siguientes datos que por s
solos resumen el crecimiento de tres lustros de colonizacin:
124
Memoria citada.
550
Si haba adelantado la colonizacin de tan agreste regin, nada en
125
El primero que recorri el valle del Pascua fue Augusto Grosse, quien en 1944 explor la zona con
un propsito semejante.
551
teniente Alfredo Rehren. Un fin complementario era el de ubicar un
sitio apropiado para la fundacin de un pueblo, en el que se radicaran
todos los servicios reclamados por los colonos. De tal manera se inici
el 21 de febrero de 1947 una expedicin que alcanz gran resonancia
en aquel tiempo, luego de perderse contacto durante semanas con la
patrulla, una vez que sta dio comienzo a su recorrido. Los explorado-
res arribaron finalmente sanos y salvos al estuario Caln el 29 de abril
tras un aventurado trayecto126.
Un ao despus del azaroso cumplimiento de aquella comisin,
el agrimensor Fernando Fuentes realiz un segundo recorrido del
valle fluvial, llevando como baqueano al colono Jos del Carmen
Vera. La conclusin de unos y otros exploradores fue que era posi-
ble la construccin de una senda o camino entre el fondo del brazo
noroccidental del lago y el estuario Caln. Sin embargo, nada se hizo
entonces por parte de las autoridades para adelantar en el asunto,
como tampoco se materializaron en hechos otras aspiraciones de
los colonos quienes, pese a todo, continuaron esperanzados en el
ansiado apoyo gubernativo, arrastrando sus necesidades y proble-
mas por aos.
No cabe duda de que los terrenos ms pobres de la hoya del
Baker eran, y son, aquellos que se ubican en el valle inferior, desde el
Saltn hasta el estuario del gran ro patagnico. Con todo y cuando los
nuevos colonos se fueron radicando en el territorio ocupando todo
el ecmene disponible en las zonas ms favorables, hubo algunos que
aun se aventuraron ro abajo hacia el sector antes mencionado y que
posea grandes extensiones de campos fiscales vacantes.
Los primeros pobladores debieron instalarse entre 1940 y 1943,
ocupando el pequeo valle del ro Vargas y el del lago homnimo,
afluyendo aqul en el Baker, a ms de 35 kilmetros de su desembo-
cadura. En el primer punto habitaban para 1943 dos colonos solteros
y en el segundo paraje, lago Vargas, dos familias que enteraban 17
personas (12 adultos y 5 menores). Al noroeste, en el valle del ro
Ventisquero, viva un poblador solitario. Estos colonos pioneros po-
sean en conjunto para la poca 324 vacunos y 101 ovejunos, animales
que pastoreaban sobre un rea ocupada que se estimaba en 5.500
126
La alarma motivada por el presunto extravo de los expedicionarios origin el envo de otras dos pa-
trullas militares equipadas con elementos de todo tipo, adems del sobrevuelo peridico de aviones de
la Fuerza Area sobre el valle del Pascua y el despacho de una nave de la Armada el rea del estuario
Caln.
552
hectreas127. Corriendo los aos, durante la dcada siguiente, nume-
127
Keller, citando al Censo Nacional de 1943.
128
Un poblador demoraba en marcha regular 15 das entre el Bajo Baker y Cochrane, transitando por
sendas aprovechables nicamente en verano.
553
Gente de excelente calificacin profesional, de buen nivel social,
ordenada, culta y educada en su conjunto, estaban encabezados por
Gabriel de Halleux, ingeniero civil, inspirador de la iniciativa; a quien
acompaaban Alex Amand de Mendieta, ingeniero agrnomo, Paul de
Smet dOlbecke, tambin ingeniero civil, y Len Cardyn, mdico, a los
que se uni despus Jean Pierre de Smet dOlbecke, ingeniero textil,
todos en calidad de jefes de familia y los tres primeros y el ltimo em-
parentados entre s. Con sus esposas e hijos, ms otros acompaantes,
entre ellos el sacerdote Robert Polain, la institutriz Agnes du Bus de
Warnafee y los mecnicos Armand Barberio y Andrs Raty, totalizaban
57 inmigrantes.
Provistos de recursos financieros, trajeron consigo un impresionan-
te bagaje compuesto por vehculos, maquinarias y diversos enseres
domsticos, a los que agregaran despus el vapor Helga, de 40 to-
neladas, comprado en Argentina y que sera trasladado en cansadora
operacin por va terrestre desde la costa atlntica hasta el interior
patagnico. Eligieron para establecerse el entonces pequeo poblado
de Chile Chico, en el lago General Carrera, en atencin al compro-
miso contrado por el Gobierno de Chile con el grupo, en cuanto a
entregarle un campo forestal de 10.000 en concesin, en la zona del
valle del ro Murta.
Divididos en grupos, los primeros inmigrantes arribaron a Valpa-
raso y a Buenos Aires a fines de 1948, juntndose posteriormente
en Santiago para dirigirse a su destino austral, en tanto que otros
embarcados en el vapor Loriga viajaron desde Europa hasta el puerto
de Punta Arenas, en el estrecho de Magallanes, con toda la maquinaria
y el equipo, desde donde se trasladaron por tierra a Chile Chico, for-
mando un impresionante tren colonizador que despertaba la aten-
cin por donde pasaba. Finalmente todos se reunieron all en febrero
de 1949.
Habituarse a un medio tan diferente al propio, de primera no les
result fcil ni particularmente grato a los inmigrantes; sin dominio sufi-
ciente del idioma espaol, procuraron insertarse en la pequea comu-
nidad local, buscando armonizar con ella aunque, es claro, privilegiando
siempre la unidad grupal que les daba fuerza en esas circunstancias, y
aceptando las carencias materiales y de servicios que podan requerir
y que la localidad no poda entregarles. Pero lo consiguieron paulatina-
mente, debido en buena medida a su generosa disposicin para tratar
con la gente del lugar y su voluntad para colaborar con ella en la medida
554
de sus posibilidades. De ese modo al cabo de un tiempo pudieron sen-
555
del pas de origen, aunque progresivamente adaptados a las realidades
locales y finalmente integrados plenamente a la sociedad aysenina.
As, una dcada despus de su arribo, los inmigrantes belgas del
lago General Carrera, o de Chile Chico como se les conoci ms co-
mnmente, si no disfrutaban de una situacin esplndida, gozaban de
un buen pasar a consta de laborioso esfuerzo129.
El otro emprendimiento colonizador organizado surgi a comien-
zos de los aos de 1950, al parecer por iniciativa de Ernesto Pinto
Lazcano, un hombre de la buena sociedad de Santiago y con recursos,
todo un enamorado de Aysn. El proyecto pretenda radicar cien fami-
lias de colonos, todos procedentes del centro metropolitano del pas,
para lo que se obtuvo del Supremo Gobierno la entrega de 30.000
hectreas de terrenos en el fiordo Quitralco, sector litoral situado in-
mediatamente al sur del fiordo Aysn, accediendo por el canal Costa.
Contndose con la colaboracin de Rolf Butendieck, un misionero ad-
ventista, se seleccion un grupo de 517 personas, de ellos 162 adultos
de ambos sexos y 355 jvenes y nios130. Las familias deban aportar
enseres y elementos de trabajo, maquinarias y equipo para instalar
aserraderos, molinos, astilleros, una fundicin y una planta conservera
de productos marinos. Cada familia deba recibir una parcela de 600
hectreas, ms 50 adicionales por cada hijo, segn la normativa legal
vigente para el caso.
Un grupo exploratorio inicial compuesto por veinte jvenes uni-
versitarios idealistas arrib a Quitralco en el invierno de 1953, lo que
ya indicaba un mal comienzo para el proyecto pues no era la poca
ms apropiada para establecerse, puesto que all las condiciones plu-
viomtricas (sobre 3000 mm anuales) son bastante parejas durante
el ao.
Lo que fue el arribo del grupo fundador ha sido acertadamente
descrito por Baldo Araya, quien conoci a muchos de los protago-
nistas de la aventura colonizadora y supo por ellos de sus peripecias
y angustias:
[...] y siguieron al sur, al desconocido y soado Quitralco, donde se en-
contraron con un mundo de tierras ocultas bajo el denso bosque, de donde
129
Informe indito sin fecha preparado por Paul de Smet DOlbecke a peticin de la Embajada de
Blgica en Chile. Sobre la inmigracin belga, sus actividades y experiencias de vida hay suficiente
informacin en obras que tratan directamente sobre ella como Un grain de folie?, del mismo de Smet,
Nous tions enfants en Patagonie, de Jean Chenut y Chronique de voyage et de vie au Chili, de Len Cardyn,
entre varios otros libros que tienen referencias generales o especficas.
130
Segn Baldo Araya el total era de 629 personas (El Gran Reportaje de Aisn, pg. 119).
556
sobresalan gigantescos rboles, elevndose hacia el cielo, hermanando
131
d. En la obra mencionada se contiene un relato pormenorizado acerca de los afanes y desventuras
de los aprendices de colonos.
557
La vida en los frentes pioneros de colonizacin
558
aquellos que pudieron traerse al arribar o los que de tarde en tarde
559
en Guadal, el pueblo ms cercano. Algunos llegan a aprender a leer un
poco, pero nadie sabe escribir. Les gusta mirar estampas. Las paredes
de la choza, de barro y bamb, ostentaban fotografas recortadas de
peridicos ...134.
O bien el testimonio de lo visto en otra poblacin de las montaas:
Los Poblete, a 2 km. ms all, me recibieron triunfalmente y me ob-
sequiaron con abundante leche. La mujer tena nueve chiquillos sanos y
carirrojos, el menor de los cuales, de 6 meses, coma ya carne [chupaba
quiz?]. Una rapaza de 3 aos me trajo espontneamente una florecilla
del jardn. Todos se mostraron de una bondad conmovedora, al parecer
desinteresada. En su primitiva choza de troncos, intensamente ventilada,
construida al estilo indio, haba sitio para una sola estancia, que es a la
vez dormitorio, con suelo de tierra; contiguos quedaban un cobertizo y la
cocina, con el hogar en el centro, donde se preparaba el asado. Aquella
gente no sabe de camas, y se contenta con pieles tendidas en el suelo o
con primitivos catres. Y sin embargo -o precisamente por esto-, eran una
comunidad feliz. Nadie manifestaba un deseo, ni nunca v pelearse a los
hijos de los pastores. No era esto un ejemplo de cmo se puede vivir
dichoso en un rincn tan apartado de la civilizacin, en condiciones suma-
mente primitivas?135.
Grosse a su turno, entre tantas observaciones sobre el modo de
vivir de los colonos que sola encontrar en sus travesas, repar en una
oportunidad con acuciosidad teutnica en las caractersticas construc-
tivas de la vivienda de un poblador comn, en el caso de un habitante
del lago Riesco, en 1942:
La casa a que nos conduce la seora Aguilar es baja y est hecha de
madera cortada con hacha, por eso es un tanto irregular. No tiene venta-
nas pero la construccin misma es bastante prctica. Cuando se est solo
y no se dispone de tablas hay que arreglrselas con el hacha, como lo hizo
Aguilar. Las paredes externas e internas consisten en troncos cortados a
la misma altura y parados uno junto al otro. Molduras y tarugos sujetan
toda la armazn, en la que no utiliz ni un solo clavo. Por supuesto que el
aspecto de este tipo de construccin es tosco, pero no deja de ser confor-
table y mantendr su utilidad por muchos aos136.
Pero de varios testimonios, quiz el ms sorprendente y elocuente
en su simplicidad, no ya sobre la materialidad que rodeaba la vida
134
Op. cit., pg. 125.
135
d., pgs. 138 y 139.
136
Visin Histrica ... , citado, pg. 117.
560
de un poblador, sino sobre el grado de desconocimiento aun en los
561
llega hasta su comprensin, no se presenta ante sus ojos. Sin embargo, esa
labor existe, y es la que viene desenvolviendo al Aisn138.
Esa era la gente humilde y sufrida que al contribuir al surgimiento
de Aysn, refundaba una patria!
562
ninguna justificacin139. Ante una realidad que se constataba en el su-
563
mente con el Primer Seminario de Investigacin sobre el Desarrollo de
Aysn (1958). Para este efecto, se prepararon y presentaron diferentes
ponencias referidas a las ms variadas materias que interesaban y que
fueron recogidas y publicadas en un libro de igual ttulo.
En sntesis, as se pudo tener un diagnstico cabal -el primero nunca
antes realizado- sobre la situacin de la provincia de Aysn al tiempo
de su cincuentenario, en cuyos anlisis y propuestas es posible encon-
trar los fundamentos y cursos de accin que en cierta medida posibi-
litaron el desenvolvimiento regional a contar de 1959.
Fue esa, sin duda una contribucin relevante de la intelligentzia ay-
senina de la poca140.
En lo poltico administrativo haba tambin una preocupacin de
larga data en el seno de la comunidad regional.
De partida, estaba la insatisfaccin con que se haba recibido la segre-
gacin del territorio histrico o tradicional de Aysn, del distrito situado al
norte del ro Palena, para su agregacin a la provincia de Chilo, formndose
con el mismo el departamento de Quinchao (ley 5.807 de 5 de febrero de
1936). Esta resolucin se modific parcialmente por el decreto 1.936 de 16
de abril del mismo ao, aclarndose que el deslinde norte de la provincia de
Aysn pasaba por la lnea de cumbres que limita por el septentrin la hoya
del lago Palena. Esa medida, a la que no se vea con claridad algn propsito
de fomento para el distrito boreal, hizo que algunos la consideraran desde
entonces para el futuro como la tierra irredenta de Aysn y, consecuen-
cialmente anhelaran su reintegracin al territorio matriz.
De ese sentimiento se hizo eco tiempo despus, en 1939, el coronel de
ejrcito Ramn Caas Montalva, comandante en jefe de la Regin Militar
Austral con sede en Punta Arenas y jurisdiccin sobre las tres provincias
australes de Chile, al preparar su estudio sobre la misma, aspecto del que se
trata ms adelante. En su contenido, entre otros puntos el talentoso militar
propugnaba la integracin a Aysn de todo el territorio comprendido entre
el fiordo de Reloncav y el lmite fijado por la ley 1.936 mencionada.
Esta idea fue retomada en 1942 por una comisin de vecinos de
Coyhaique, quienes con la asesora del coronel Caas y otros oficiales
elevaron al Supremo Gobierno una propuesta especfica semejante, en
atencin a la idea de proponer al Congreso Nacional un proyecto de
140
Entre los principales colaboradores debe citarse a Gabriel Santelices, Otto Sahr, Alberto Saini, Foch
Rondanelli, Eduardo Figueroa Zanelli, Fernando Maccioni, Arturo Oyanedel, Jorge Dowling, Ricardo
Mac Kay, Carlos Vega, Ren Faraggi, Jaime Burn, Jorge Rosales, Ricardo Salinas y Francisco Fernn-
dez, entre otros, es decir lo ms selecto del pensamiento regional del momento.
564
ley para la reforma poltico-administrativa del pas141. Pero fue una inicia-
141
Informacin de El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 12 de mayo de 1942.
142
Cmara de Diputados de Chile. Boletn N749 de la Comisin de Agricultura y Colonizacin, transcrito
por el Anuario Aisn de 1952, pgs. 14 a 21.
565
nuevamente entre 1925 y 1944, prcticamente sin interrupcin -caso
virtualmente nico de tal prolongada permanencia en un destino
castrense-, alcanzando una tras otra diferentes responsabilidades de
mando superior, en una carrera singular y brillante. Esta carrera le dio
cima en 1943 al ascender al grado de general de Brigada y asumir la
jefatura de la recin creada Quinta Divisin de Ejrcito, con sede en
Punta Arenas. Al ao siguiente fue destinado a otros mandos institu-
cionales ascendiendo al grado de general de divisin y llegando a ser
comandante en jefe del Ejrcito, cargo que sirvi entre 1946 y 1949.
A ms de sus dotes intelectuales, que las posea en grado notable,
es evidente, otra vez, que su prolongada permanencia y ms, su cabal
compenetracin acerca de las realidades fsica, humana y econmica
de Magallanes y, por extensin, de Aysn, pues entenda a la Patagonia
Chilena como un todo, como deba y debe ser, le significaron muchas
horas de meditacin sobre aspectos referidos territorio en su conjun-
to. Por sus dimensiones (un tercio aproximadamente de la superficie
de la Repblica) y por su potencialidad econmica, la zona confor-
maba una reserva preciada y nica para el pas, que los poderes del
Estado deban aquilatar como tal para estimular su desarrollo.
El convivir cotidiano con la comunidad magallnica, agobiada por una
serie de problemas y situaciones, que derivaban no poco del aislamiento
geogrfico en que se hallaba el territorio particularmente de Puerto
Montt arriba -como en su hora lo haba comprendido Gabriela Mis-
tral durante su permanencia en Punta Arenas-, y su consiguiente virtual
desvinculacin del acontecer de la Nacin; y mucho, de la falta de preo-
cupacin de los gobiernos que se haban sucedido -con la honrossima
excepcin del de Ibez- y de los organismos del Estado, por razn de
una crasa ignorancia respecto de tales realidades y, por tanto, de una
virtual insensibilidad para acoger a los persistentes reclamos que se ha-
ban acumulado en el tiempo, le permiti al general Caas entender en
profundidad lo justificado de tal sentimiento.
En otras palabras, percibi acertadamente que aquella situacin
desmedrada en extremo para los habitantes, chilenos y extranjeros,
que la padecan, era el fruto de un sistema administrativo inadecuado
y de una mala prctica burocrtica.
As, Caas haba podido constatar y compartir el desasosiego colec-
tivo que se fundaba en la persistencia de un mal endmico que afectaba
tanto all como en otras partes al cuerpo de la Nacin: el centralismo
agobiante, en el que inclusive lleg a ver un real factor de desintegracin.
566
Consecuente, su pensamiento comprensivo no poda quedarse tan
567
que ha caracterizado el poder central, relegando a segundo trmino todo
cuanto diga relacin con el resto del pas; para el ncleo central slo
juegan en la vida nacional dos factores, la Capital [Santiago] y el resto
del pas; pero con el agravante que puestos en juego, solo resulta deter-
minante el primero. El resto del pas como factor secundario, no pesa
hasta ahora ni siquiera a travs de las lgicas e importantes sugestiones
de localizacin de acuerdo a las divisiones naturales que hemos sealado
y a las que habremos de referirnos ms adelante143.
Tras abundar sobre aquella certera apreciacin, aada Chile necesita
reaccionar decididamente contra este mal, determinando la base de su gran-
deza incalculable mediante una organizacin adecuada a las modalidades
geogrfico-sociales y a las inagotables posibilidades econmicas ofrecidas por
sus tres definidas zonas: Zona Norte, Zona Central, y Zona Austral144.
[...] Si lo de Zona Norte, Central y Austral son expresiones inconfun-
dibles en la lgica divisin territorial del pas, idntica similitud encon-
tramos en el aspecto geogrfico-econmico y poltico de las provincias
sureas de Chilo, Aysn y Magallanes; provincias cuya suerte y progreso
encuntranse ligadas a fenmenos de vida comunes como procuraremos
comprobarlo145, argumentaba para fundar el porqu de una organiza-
cin poltico-administrativa excepcional para una situacin compleja y
singular e igualmente nica en el pas, para concluir luego de extensas
consideraciones, afirmando:
La gravitacin espiritual, econmica y social de la zona austral, pesa
con razones tan aejas como los aos de su definitiva incorporacin a la
vida de la Repblica, reclamando atencin a sus problemas de vida, insis-
tiendo en la participacin que le corresponde en el concierto de la gestin
nacional, pesando y sintiendo como la ms acogedora de las regiones
chilenas en la marcha y progreso de la Repblica. El hombre del Sur lucha
porque se le estime y se le sienta chileno al ciento por ciento.
Magallanes, o mejor dicho, la zona austral, necesita pues de organismos
que con certera visin de futuro y cabal conocimiento de sus posibilidades la
pongan a cubierto de nuevas crisis, asegurando su progreso. La zona ya sabe
lo que han significado a su desenvolvimiento determinaciones gubernativas
inconsultas ante su situacin particular, como la implantacin aduanera con la
que perdi de golpe la hegemona comercial en la Patagonia (argentina-chi-
lena); la repentina imposicin de fuertes impuestos, sin procurar antes segu-
143
La Zona Austral y el futuro de Chile, Revista Destacamento Magallanes nmero 4, Punta Arenas, 1940,
pg. 7.
144
d., pg. 9.
145
Ibd., pg. 9.
568
ridad en la radicacin (nacionalizacin de esos capitales); u otras de carcter
146
Ibd., pg. 21.
147
El Magallanes, Punta Arenas, edicin del da 22 de noviembre de 1939.
569
Ya en la primera sesin de trabajo, ste present a la consideracin
de los miembros de la comisin, algunas recomendaciones y propo-
siciones concretas para encarrilar de manera eficaz la consideracin
que deba hacerse de la trascendente materia. Estas incluan la revisin
poltico-administrativa vigente en el macro territorio austral, la crea-
cin de una Asamblea Provincial para la gran regin cuya creacin se
propugnaba, con sede de Punta Arenas; y sugerencias especficas so-
bre aspectos econmicos, jurdico-sociales, educacionales, aduaneros,
de comunicaciones, de colonizacin y constitucin de la propiedad
austral, entre otros. En buenas cuentas, se haca un planteamiento in-
tegral e innovador que, de ser acogido, habra de cambiar de manera
definitiva el destino de la Patagonia chilena.
Aunque, como tantas otras comisiones de estudio anteriores y pos-
teriores sus resultados no llegaran finalmente a tener trascendencia
pblica, quedara para la historia lo realizado, tanto por ser la muestra
singular de un pensador militar, como por la personal acogida y respaldo
que el Presidente Aguirre Cerda le dispensara a la iniciativa, que mucho
tena de innovadora y visionaria. Ignoramos las razones por las que la co-
misin de marras no lleg a entregar resultados a travs de recomenda-
ciones de accin especficas. Es evidente que el asunto no era sencillo y
que demandaba tiempo para su apropiada resolucin. En plan de conje-
tura, no podra excluirse de su infructuoso destino la triste circunstancia
de la grave enfermedad que por ese tiempo comenz a aquejar a don
Pedro Aguirre Cerda, que oblig a resignar paulatinamente la atencin
de los asuntos pblicos y que finalmente le provoc la muerte. En tal
posibilidad, con la desaparicin del ilustre ciudadano, se perdi quiz el
ms firme sostn para una iniciativa descentralizadora, que habra podi-
do tener indudable eficacia en cuanto se refera al progreso y bienestar
generales del vasto territorio meridional de la Repblica.
Nunca como entonces la Patagonia chilena estuvo tan cerca de
obtener un verdadero y calificado estatuto de excepcionalidad, en lo
que deca con su organizacin poltico-administrativa, con proyeccio-
nes incalculables para su ulterior desenvolvimiento, acorde con anti-
guas aspiraciones de sus habitantes y con la importancia geopoltica
que la misma iba adquiriendo segn avanzaban los aos.
Reiteramos, ms all de su destino, esta iniciativa de Ramn Caas
Montalva quedara para la posteridad como una muestra cabal de su
talento y de su capacidad como estadista.
570
La Administracin General de Aysn
571
As Ignacio Palma concibi la iniciativa para crear un organismo
especial que denomin Administracin General de Aysn, organis-
mo sui gneris, cuyo objetivo deba ser la promocin del desarrollo
econmico y social de la provincia, con la responsabilidad superior
de la planificacin y la coordinacin de todas las actividades propias
del Estado en el territorio regional, con facultades de ejecucin y de
control de proyectos especficos de fomento y, cosa muy importan-
te, con recursos propios que le deban brindar autonoma financiera
operativa. Como tal, en consecuencia poda administrar y disponer
libremente de los bienes constitutivos de su patrimonio, realizar de
manera directa o por cuenta de terceros los proyectos referidos a la
colonizacin; y coordinar con autoridad superior las acciones de los
servicios pblicos y de organismos semifiscales, con miras a conseguir
la mayor eficacia en las tareas atingentes al objetivo sealado.
Sobre la base de esos principios rectores se prepar un proyecto de
ley, que el Poder Ejecutivo envi a la Cmara de Diputados para su con-
sideracin y despacho (mayo, 1951). En el mensaje correspondiente se
hacan diversas consideraciones motivadoras, iniciadas con una general
referida al atraso que se constataba en el pas por el desfase producido
entre el aumento vegetativo de la poblacin chilena y el incremento de
la produccin agropecuaria nacional durante el perodo comprendido
entre 1925 y 1949, lo que significaba que si aqulla haba crecido en un
46%, sta lo haba hecho en un porcentaje mucho menor y, habida cuen-
ta de la variable dada por el aumento en el estndar de vida de la po-
blacin, ello significaba un decrecimiento igual al 21% de las necesidades
reales del pas148. En ese contexto, y tras otras consideraciones, apareca
como de la mayor importancia la incorporacin de Aysn a la economa
nacional, vista su potencialidad en recursos naturales, en particular sus
posibilidades de colonizacin. De esa manera, el pleno desarrollo de Aysn
permitira incorporar a la riqueza nacional una superficie agrcola igual al
25% de la superficie cultivada a la fecha, con resultado de brindar al pas
independencia en materia alimenticia149.
Otras consideraciones incluan anlisis acerca de las faltas y defi-
ciencias que la operatividad cotidiana de las leyes mencionadas haba
puesto de manifiesto y que exigan ser corregidas imperativamente,
para devolver su eficacia al principio que las inspiraba y que derivaban
de la ausencia de una planificacin racional del proceso colonizador.
148
Cmara de Diputados. Boletn 749 Comisin de Agricultura y Colonizacin. Mensaje del Poder
Ejecutivo que presenta el proyecto de ley para la creacin de la Administracin General de Aysn.
149
d.
572
Con doble domicilio, en Santiago y en Puerto Aysn, el organismo
150
Se estim entonces que el producido de esas enajenaciones poda superar la cantidad de $ 4.000.000.000
de la poca (I. Palma Vicua, Aisn: realidad y perspectiva, Panorama Econmico).
573
arrendamiento entre 1889 y 1890 en la Tierra del Fuego. Tanto que,
a contar de entonces, cada vez que se reactualizaba el asunto ante la
proximidad de vencimiento de los perodos de arrendamiento, la pre-
ocupacin pblica suba de tono y se hacan campaas -nunca com-
pletamente exitosas- para evitar renovaciones de arrendamiento que
favorecieran a las grandes compaas pastoriles beneficiarias. De all
que cuando trascendi que el Ejecutivo en virtud del mismo proyecto
poda quedar facultado para renovar el arrendamiento de las tierras
fiscales de la provincia, se vio, con claridad total, la intervencin de una
conocida mano mora que por tal va buscaba franquear a esas enti-
dades -en realidad a la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego- la
renovacin de su tenencia fundiaria como haba ocurrido en 1913,
1924, 1937 y 1938151.
As entonces, no bien cobr estado pblico el proyecto, surgieron
las primeras prevenciones que, con el correr del tiempo, se trans-
formaron en abierto cuestionamiento al aspecto del financiamiento,
alentados por los reclamos que se generaron en diferentes sectores
de opinin de Magallanes, en el claro entendimiento de que la tierra
fiscal enajenada a particulares (lase grandes compaas ganaderas)
era tierra sustrada a la subdivisin recolonizadora, en cuyo desarrollo
se hallaban puestas tantas esperanzas de adelanto general para la Pro-
vincia de Magallanes.
No obstante la diligencia puesta por el Ministro Palma y en general
por el Ejecutivo para el progreso de la iniciativa, el mismo no se dio
como se deseaba. El proyecto se encontr entrampado entre con-
sideraciones opuestas, que al fin condujeron a la elaboracin de un
contraproyecto que buscaba armonizar criterios y romper el estanca-
miento a que se haba llegado en el estudio de la materia, pero que no
hizo ms que desvirtuar la idea original y al fin extinguirla y sepultarla
con su encarpetamiento y archivo, luego de debates estriles e incon-
ducentes, como ha sucedido con otras muchas propuestas relevantes
en la historia legislativa chilena.
Comentando lo acontecido con un proyecto que, de haber tenido
xito, habra cambiado la fisonoma econmica de Aysn y aun su
curso histrico, el editor del Anuario de Aisn, en la edicin corres-
pondiente al ao 1952 hizo un anlisis sobre las causas y mviles que
indujeron a sepultar esta iniciativa atribuyndolas [...] en primer lugar
151
Para mayor informacin sobre la materia vase del autor Historia de la Regin Magallnica, tomo II,
pargrafo La cuestin agraria, pgs. 1110 y siguientes.
574
a la carencia absoluta de un movimiento colectivo que impulsara desde
575
Sin embargo, caba esperar que en una lnea tan extensa como
es la que separa las jurisdicciones chilena y argentina, se generaran
algunas dificultades por la interpretacin recproca del correspondien-
te dominio, cuando la misma pareca no tener un suficiente y claro
apoyo geogrfico y los hitos demarcatorios eran escasos. El asunto no
era menor, bien mirado, y podan originarse dificultades al tiempo de
ocuparse por uno y otro lado los terrenos fronterizos, mxime si los
colonos desconocan el correcto curso del deslinde internacional. Eso
fue lo que efectivamente comenz a ocurrir en algunos sectores a lo
largo de la frontera comn.
La densificacin de los hitos delimitatorios y la reposicin de aque-
llos instalados en 1903, que haban sufrido deterioro por causas na-
turales en el transcurso del tiempo, fue pues una necesidad evidente
al cabo de algunas dcadas y para llevar adelante ese propsito se
acord entre los gobiernos chileno y argentino un Protocolo sobre
Reposicin y Colocacin de Hitos en la Frontera chileno-argentina,
que fue suscrito en Buenos Aires el 16 de abril de 1941 y posterior-
mente ratificado por los poderes legislativos correspondientes. Para la
planificacin y ejecucin de los respectivos trabajos el acuerdo cre la
Comisin Mixta de Lmites integrada por representantes tcnicos de
los dos pases.
El territorio de Aysn fue el primero en donde se erigi el hito ini-
cial de esta nueva etapa, cuarenta aos despus que lo hiciera la comi-
sin demarcatoria britnica. Se coloc el 5 de abril de 1942 en la orilla
del ro Simpson, en valle Huemules, a la vera del camino de ingreso a
Chile por Balmaceda. Fue ese el inicial de otros varios que deban ser
establecidos para terminar con situaciones de aparente indefinicin
limtrofe, con su secuela de incidencias entre vecinos, a veces enojosas.
Uno de estos casos, quiz el ms notorio en la parte central del
territorio aysenino se refera a la ubicacin de los hitos originales 48
en el arroyo de la Galera y 49 en la orilla del ro Simpson, frente a la
confluencia con el arroyo mencionado. En esta parte, como se sabe, el
deslinde internacional est determinado por la divisoria continental de
aguas justamente hasta la cumbre del cerro de la Galera y desde aqu
hacia el sur, por el curso del arroyo del mismo nombre y por el ro
Simpson. Argentina no qued conforme con lo realizado por la comi-
sin demarcatoria britnica en ese lugar y, por cierto, su interpretacin
acerca del rumbo de la lnea de frontera difera de la que sustentaba
Chile, que a su vez se ajustaba a lo realizado por aquella comisin.
576
Importaba pues encontrar una solucin al asunto, la que se tuvo en el
577
acuerdo con lo establecido en la sentencia arbitral. Ello dara origen
a un litigio prolongado por ms de seis dcadas que se hara ms y
ms enojoso segn adelantara el tiempo, y que sera conocido para la
historia como la Cuestin de Palena o Ro Encuentro.
En efecto, en la parte que interesa el laudo haba dispuesto que el
lmite, cruzando el ro Futaleuf en este punto seguir la elevada divisin
de aguas que separe las hoyas superiores del Futaleuf y del Palena (Ca-
rrenleuf o Corcovado) aguas arriba de un punto en longitud 71 47 O de
las hoyas inferiores de los mismos ros. Esta divisin de aguas pertenece a
la Cordillera en que estn situados el Cerro Cnico y el Cerro Serrucho, y
cruza el Cordn de las Tobas.
Cruzando el Palena en este punto frente a la confluencia del ro En-
cuentro, seguir entonces el curso de este ltimo hasta su nacimiento en
las faldas occidentales del Cerro de la Virgen. Ascendiendo a este pico se-
guir entonces la divisin local de aguas hacia el sur hasta la ribera norte
del Lago General Paz, en un punto donde el Lago se estrecha, en longitud
71 41 30 O154.
De acuerdo con esta prescripcin, el capitn Dickson, luego de una
duda inicial de situacin geogrfica, el 16 de marzo de 1903 dispuso
la ereccin de la pirmide de hierro correspondiente en la escarpada
falda de un gran morro frente al thalweg del Ro Encuentro, segn el
informe de operaciones pasado al coronel Holdich (Hito 16 o XVI)155.
Esa ubicacin fue reclamada por el ingeniero Frey, representan-
te argentino para el caso, quien estimaba que el ro que llevaba el
nombre de Encuentro corra unos kilmetros ms hacia el occidente.
La reclamacin en definitiva no prosper y la decisin de Dickson
fue acatada.
Pero la disconformidad argentina, mantenida latente, no demor en
resurgir y sus sostenedores hicieron nuevos estudios en procura de
sustento geogrfico para su postura y as, ya hecho oficial, a fines de
1913 se demand la traslacin del hito XVI al punto en que segn se
sostena desembocaba el verdadero ro Encuentro156. La propuesta
fue desechada por la cancillera chilena y as se trab una cuestin que
se mantuvo de momento en sordina en el nivel diplomtico.
154
Barros, op. cit., pg. 125. Lo destacado corresponde al mismo autor.
155
d., pg. 130.
156
La aceptacin de esa demanda habra significado la prdida de todo el sector comprendido entre
el ro del Salto o Tigre o Engao, que Argentina pretenda era el ro Encuentro y el mismo situado
aguas arriba, vale decir, las comarcas ya colonizadas por chilenos y en donde surgi a contar de 1929
el pueblo de Palena.
578
A todo eso, los terrenos del espacio fronterizo haban comenzado
579
ro Encuentro hasta su nacimiento en el cerro de la Virgen. All haba
terrenos ganadera y agrcolamente aprovechables que ya se hallaban
en parte ocupados por chilenos, en tanto que la emigracin de otros
nuevos prosegua hacia el sector que comenz a popularizarse con el
nombre de valle de California.
Antes que la situacin deviniera ms enojosa, convena hallar para
ella una solucin armnica.Tal procedimiento inspir diversas medidas
y acciones oficiales desde fines de los aos de 1930, a fin de hacer
efectiva la densificacin de los hitos demarcatorios en el espacio geo-
grfico comprendido entre los hitos 16 y 17. As fue como la recin
creada Comisin Mixta fij entre sus prioridades la materializacin
fsica del deslinde en esa comarca159.
En su preocupacin, la materia tom su tiempo por razn de nue-
vos estudios y observaciones en el terreno y pronto se hizo evidente,
en consecuencia, que no resultaba fcil la solucin de la que hasta en-
tonces todava poda ser calificada de mera divergencia de posiciones,
ms que de una cuestin conflictiva abierta, pues tal solucin requera
de un cuidadoso relevamiento del sector geogrfico por el que deba
fijarse de modo indubitable el recorrido limtrofe.
La Comisin Argentina de Lmites con Chile -componente de la Co-
misin Mixta- duda sobre la identidad del Ro Encuentro, a pesar de la
presencia del Hito N 16, insinuando que el verdadero Ro Encuentro es
el que desemboca en el Palena ms al Oeste y que aparece en las cartas
con el nombre de Ro Salto o Tigre. Si se resolviera favorablemente a Chile
este punto, lo que es de esperar, quedara todava por dilucidar el curso
del Ro Encuentro, pues tiene algunos afluentes que se prestan a discusin.
Uno de estos es el llamado por los habitantes de la regin el Arroyo de los
Mallines. Corre de Sur a Norte, para desembocar en la margen izquierda
del que nosotros consideramos como verdadero Ro Encuentro. La Comi-
sin Argentina estima que en todo caso este Arroyo constituira el curso
principal del ro160, inform en 1947 Enrique Cumplido, integrante de la
Comisin Chilena al ser requerida su opinin sobre la materia.
La misma incertidumbre respecto del curso del Encuentro se halla-
ba por entonces reflejada en la Memoria Muoz-Cobos, informativa
de los trabajos de la Comisin Mixta de Lmites Chileno-Argentina
para el perodo 1941-1947, que en la parte pertinente explicaba el
159
Aqu, nuevamente, volvemos a recomendar a los lectores interesados la consulta del excelente ensayo
de Jos Miguel Barros, tantas veces citado, por conformar una fuente de informacin objetiva y muy
completa sobre la materia.
160
Barros, op. cit., pg. 199. Lo destacado es de este autor.
580
origen del problema al sealar que La carta empleada por los demar-
581
general Daniel Urra, director del Instituto Geogrfico Militar, y la adop-
cin de la propuesta argentina162, se produjo un gran revuelo en Chile,
dando ocasin a intervenciones airadas por parte de algunos parla-
mentarios, quienes exigieron el rechazo del acuerdo materializado en
el acta nmero 55 de la Comisin Mixta.
Como no obstante el gobierno chileno haba determinado acep-
tar la proposicin conjunta, la reaccin pblica condenatoria de lo
realizado subi de tono al considerarse que se haba lesionado con
ello el inters de la Repblica y que, por tanto, deba desecharse el
acuerdo de la Comisin Mixta163. El malestar en el pas se hizo an ms
evidente cuando se divulg la publicacin de un nuevo plano sectorial
del rea en litigio por parte del Instituto Geogrfico Militar, en el que
la lnea de lmites se cea a la traza recin aprobada por la Comisin
Mixta en Buenos Aires. Entonces ardi Troya: se le hicieron graves im-
putaciones al jefe militar mencionado por su doble responsabilidad en
la materia, se exigi el retiro de la circulacin del mapa y se demand
la renuncia y retiro del general Urra, este que no demor en ocurrir.
El desagrado pblico en todos los niveles de la sociedad chilena era
ciertamente manifiesto y como reparacin se exiga que el Gobierno
adoptara medidas efectivas de salvaguardia de los derechos nacionales
y de defensa de la soberana en el territorio en disputa164.
Presionado por las circunstancias, el gobierno del Presidente Ibez
hizo pblica una declaracin con fecha 24 de febrero de 1956 en que
daba cuenta a la nacin de la decisin de desestimar la proposicin
de traza sugerida por la Comisin Mixta de Lmites Chileno-Argentina y
como consecuencia retrotraer la situacin al estado existente antes de la
reunin de Buenos Aires165166.
A todo esto, en el terreno la situacin se haca cada vez ms tensa
debido a las intervenciones de la Gendarmera Nacional de Argentina
y de Carabineros de Chile, que la prensa voceaba en tono alarmista,
162
Para la debida comprensin del punto, vase el croquis N5 que corre en la pgina 220 del libro de
Jos Miguel Barros ya citado.
163
Vase la obra de Barros, pgs. 232 y siguientes.
164
Si la publicacin del mapa fue un error inexcusable, peor todava fue intentar una defensa de lo obrado
por parte del responsable.
165
Barros, op. cit., pg. 249.
166
La materia obtuvo una cobertura periodstica como pocas veces se haba visto y en ello hubo tanto
una autntica defensa de lo que se estimaba era el mejor inters nacional, pero tambin, y no pocas
veces, una clara intencionalidad poltica por parte de quienes eran opositores al gobierno del Pres-
idente Ibez. A tanto llegara la odiosidad en este aspecto que lleg a imputarse injustamente con
posterioridad una intervencin lesiva para el inters nacional por parte del mandatario, afirmacin
agraviosa que debi ser desmentida por la prensa por Carlos Vasallo, ex-subsecretario de Relaciones
Exteriores, cuando ya Ibez haba fallecido (El General Ibez y el problema de Palena, El Mercurio,
20 de noviembre de 1963).
582
generando una situacin pblica de real preocupacin por lo que po-
583
La demarcacin en terreno correspondi hacerla a la sub-comisin
presidida por el capitn H. L. Crosswait de los Ingenieros Reales, quien
para el efecto fue acompaado por los ingenieros Bolados, por parte
de Chile, y Arneberg, por la de Argentina. La travesa por el lago para
llegar hasta las inmediaciones del paraje en que deba ubicarse el hito
fue muy azarosa, de resultas de la cual slo el oficial britnico acompa-
ado por algunos peones pudo llegar al lugar.
[] a las 8 A.M. del 28 de febrero (1903) informara despus, llegu
a la posicin de la pirmide a las 4 P.M. del mismo da. El terreno era
mui quebrado i rocalloso, habiendo que atravesar muchas quebradas difi-
cultosas. Nos fue imposible naturalmente traer la pirmide a nosotros. Al
llegar a la posicin encontr que la topografa del mapa era sumamente
defectuosa. No hai dos estribos como lo marca el mapa, sino uno. El pie
del estribo que baja del pico designado en el Fallo no entra al lago senci-
llamente como lo indica el plano, sino que el terreno aparece mui quebra-
do por alguna distancia sobre el lago. Igualmente la posicin relativa del
contrafuerte i de un ro que entra cerca de aquel a la laguna, es errnea.
Por consiguiente march por la orilla del lago hasta que v que estaba en
una lnea jeneral con el contrafuerte que se divisaba hacia arriba, i all en
una roca prominente, como a 150 pis sobre el lago, erij un montn de
piedras para marcar la posicin donde haba de colocarse la pirmide de
fierro. En el hito de piedra dej una botella con un papel escrito donde
haba dejado constancia de haber sido colocado por m169.
Das despus Bolados y Arneberg pudieron llegar al lugar llevando
consigo la pirmide de hierro que deba ponerse en el punto donde
el delegado arbitral haba erigido el montn de piedras. Encontraron
el sitio y levantaron all la pirmide del hito 62.
Crosswaith acompa a su informe un croquis en el que dibuj
una lnea de frontera algo diferente a la contenida en el mapa arbitral,
pues desde el hito 62 la misma se diriga oblicuamente al Fitz Roy, sin
tocar en el cerro Gorra Blanca como se indicaba en ese mapa.
La cartografa chilena posterior ajust su trazado en la parte que
interesa a lo graficado en el mapa arbitral y para el caso basta mencio-
nar el cuartern correspondiente de la carta publicada en 1906 (es-
cala 1:250.000); Argentina por su parte sigui el mapa del demarcador.
Ambos trazados limtrofes no mostraban entre s otra diferencia que
la ligera desviacin al occidente de la lnea de frontera que mostraba
169
Informe especial acerca de la pirmide erijida en el lago San Martn, en Memoria sobre la Demarcacin
Arbitral de Lmites entre Chile i la Repblica Arjentina (Santiago, 1903) pg. 71.
584
el primero para apoyarse en el cerro Gorra Blanca, mientras que en
585
esta que tambin fue reconocida en 1945 por la Comisara de Polica
Argentina de Lago Tar, con jurisdiccin sobre el espacio fronterizo de
que se trata, a raz de un hecho luctuoso que tuvo lugar en la laguna
del Desierto y respecto del cual la misma determin no tener tuicin
por cuanto se entenda que ella corresponda a la autoridad policial
chilena de Puerto Natales, por integrar esa zona el Departamento de
ltima Esperanza.
Pero ese reconocimiento no demor en mostrar una variacin
significativa con un cambio en la actitud argentina, pues en este pas
ya haban surgido dudas razonables acerca del entendimiento que de-
ba hacerse de la frase aqulla de la sentencia arbitral que se refera
a la divisoria local de aguas, estimndose que la misma no guarda-
ba relacin con la laguna del Desierto pues esta desaguaba hacia el
Atlntico y, por tanto, que el depsito y su comarca aledaa eran de
su jurisdiccin.
La primera manifestacin de este diferente entendimiento se tuvo
en 1945 con la publicacin hecha por el Instituto Geogrfico Militar
argentino de una nueva carta nacional, cuyo cuartern correspon-
diente al sector del lago San Martn contena un trazado limtrofe que
dejaba Laguna del Desierto bajo jurisdiccin argentina, vale decir una
representacin de la frontera internacional distinta a la realizada en
su cartografa durante las cuatro dcadas precedentes. Chile, el Minis-
terio de Relaciones Exteriores en el caso, al parecer no se enter de
esta publicacin y no elev nunca una reclamacin por tal atribucin
territorial.
Tampoco se conoci alguna reaccin de sus autoridades tras la pu-
blicacin en 1947 de la serie de mapas del Aeronautical Chart Service
de los Estados Unidos de Amrica, una de ellas referida al sector andi-
no que interesa y que fue trazada sobre la base de los levantamientos
aerofotogramtricos realizados por la Fuerza Area de ese pas entre
1943 y 1945. Pues bien, dicha pieza mostraba el lmite internacional
corriendo por el norte y el poniente de Laguna del Desierto, de ma-
nera tal que la misma quedaba bajo jurisdiccin argentina.
Esta ausencia de reaccin por parte de las autoridades y organismos
nacionales a los que caba la responsabilidad de ocuparse de la materia,
debe explicarse por la ignorancia total en que se hallaban los mismos
respecto de la realidad geogrfica de esa remota regin andina fron-
teriza y, ms todava, sobre el hecho de haber all pobladores chilenos
establecidos desde largo tiempo antes. Algo que en verdad no debe
586
sorprender, habida cuenta de lo tardo que ha sido en Chile tal cono-
171
Antecedente contenido en el informe pasado por el seor Gonzalo Bulnes Aldunate al Comando en
Jefe de la Va Divisin de Ejrcito, en Punta Arenas, con fecha 2 de marzo de 1958.
587
La situacin que del modo visto pas a vivirse entre los pobladores
del lago, en especial por aquellos radicados en la seccin meridional,
a partir de 1950-55, como el antiguo y nunca menguado anhelo de
obtener una real vinculacin entre la regin lacustre y el resto del pas,
fueron la causa suficiente para que aqullos redoblaran sus esfuerzos,
a fin de convertir en realidad su patritica como justa y necesaria
aspiracin. Simultneamente se haba ido afirmando y vigorizando el
espritu nacional en todos los habitantes de la regin, tal vez como
paradojal reaccin a tanta contrariedad, cual era la que se vean coti-
dianamente enfrentados. Tal haban podido comprobarlo cuantos fun-
cionarios haban alcanzado hasta el remoto rincn andino-patagnico.
Perdida toda esperanza en las tantas veces reclamada y prometida
construccin del camino hacia el Pacfico, comprendieron los colo-
nos que no quedaba otra alternativa que la comunicacin area. As
fue como con medios asaz rudimentarios y primitivos, tan esforzada
gente como Vicente Ovando, Candelario Mansilla, la esposa de ste
y la de aqul, Luisa Seplveda -ejemplo magnfico de mujer pionera-,
construyeron en 1955 y luego de ruda y prolongada faena una pe-
quea pista de aterrizaje junto a la estancia Los Ventisqueros, que
tuvo inicialmente una longitud de 600 metros, ampliado ms tarde en
otros 200. Esta circunstancia fue puesta en conocimiento de la jefatura
operacional de la Fuerza Area en Punta Arenas, con el fin de intere-
sarla en el envo de aviones.Tras meses de espera, por fin en agosto de
1956 dos aviones North American, tripulados por los capitanes Lucia-
no Julio y Franco Bianco, aterrizaron en el primitivo aerdromo de los
pobladores de la parte austral del lago que, a partir de aquella fecha,
pas a denominarse OHiggins. Das despus una aeronave comercial,
un Grumman de la firma Roth y Ca. de Puerto Montt, piloteado por
Federico Fhrer se converta en la tercera mquina que tocaba tierra
en el rincn andino lacustre de la Patagonia chilena.
Haban culminado con felicidad tantos esfuerzos y anhelos de los
colonos al establecerse una vinculacin, aunque ocasional, con el resto
del territorio nacional. Desde entonces, con relativa periodicidad los
aviones militares comenzaron a arribar al lago en vuelos de sobera-
na como se les calificaba, prestando variados servicios: abastecimien-
to indispensable, medicamentos, traslado de enfermos, corresponden-
cia, atencin administrativa ocasional, etc. y, por sobre todo, uniendo al
puado de colonos con el resto de la Patria.
588
A estas alturas cabe mencionar que desde largo tiempo se vena
La chilenidad de Aysn
589
zonas rurales. Sobreviniente, porque en verdad los contados forneos
que haban visitado Aysn antes de 1928 parecan no haberse sor-
prendido mayormente por las costumbres y formas de vida de los
chilenos del territorio, que mucho tenan de extranjeras, argentinas en
el caso, y si les haba llamado la atencin su vigencia, se haban mostra-
do comprensivos al enterarse del largo periplo por el territorio de la
nacin vecina realizado por la mayor parte de los colonos que espon-
tneamente haban pasado a radicarse en su antigua patria, en calidad
de colonos libres. Un cabal ejemplo de esa actitud la dej, como se
sabe, el ingeniero Jos M. Pomar en la relacin de su viaje de 1920.
Con la territorializacin primero y la provincializacin enseguida,
arribaron a Aysn en calidad de empleados pblicos y de funciona-
rios muchos chilenos originarios de otras regiones de la Repblica, en
especial de sus zonas ms antiguas y tradicionales. Estos, extraados
inicialmente ante esas formas de vida y costumbres que reputaron
como extranjeras, y acabaron rechazndolas como lesivas para el sen-
timiento de nacionalidad que deban tener los habitantes del nuevo
territorio o provincia. Segn ellos mismos lo entendan, es claro.
Haba -como sigue habindolo todava hoy entre quienes mantienen
ese aejo y perimido predicamento- una suerte de conviccin innata,
muy propia de la gente del Bo Bo al norte, de ser ellos quienes mejor
y ms autnticamente representaban las formas, caracteres y virtudes en
fin, de los sentimientos constitutivos de la genuina nacionalidad chilena.
Con todo lo respetable que tiene tal percepcin, en cuanto la misma es
el reflejo de quienes han nacido y vivido en la regin central de Chile, que
puede ser reputada como cuna de la nacionalidad, los mismos olvidaban o
ignoraban, que el pas chileno en su descomunal longura est conformado
por una suma de geografas diversas y, por tanto, de expresiones naturales
diferenciadas y poblado por gentes adaptadas a esas realidades distintas,
herederas o depositarias de individualidades regionales o locales, genera-
das por una convivencia -consubstanciacin- largusima y profunda entre
los hombres y el medio que los ha acogido y acoge.
Y esos otros chilenos, hacia el septentrin y hacia el meridin de
la zona central, lo son tanto en valor como en autenticidad, como los
nacidos en ese segmento territorial del pas, as vistan distinto, hablen
con modalidades idiomticas diferentes, gusten de sabores propios,
bailen o canten segn sus propias formas tradicionales o adquiridas,
denominen a su modo a los animales, plantas y cosas que les son co-
nocidos, en fin.
590
Pero, bien se sabe, desde hace largo tiempo, la perniciosa concepcin
591
El segundo problema de nuestra Escuela es la chilenizacin del am-
biente. Aunque sea doloroso, debemos afirmar con nfasis que la penetra-
cin argentina es en nuestro ambiente algo evidente y de un volumen peli-
groso. No pretendemos crear afirmaciones para especulaciones capciosas.
El peligro est nada ms que en el divorcio de nuestro poblador con las
costumbres, con los usos, con el lenguaje, con el folklore de nuestra tierra.
El poblador viste a la argentina, con amplias y cmodas bombachas, pa-
uelo blanco, bota corta o zapato de taco alto. En su hogar es costumbre
el amargo trado desde la pampa y aclimatado en Aisn, con fuerza y
vigor. El lenguaje est plagado de argentinismos, de dichos, modos de decir,
chascarros, etc. cuya estampa nos habla de la pampa a voz en cuello.
Hay necesidad de tomar debida cuenta de este hecho. El pas necesita
la incorporacin formal de la Patagonia a un estilo de vida chileno. Este
estilo de vida est en el umbral de su forja en la provincia. Es una tarea
evidentemente pedaggica. Es aqu, en la Escuela y en el Liceo, en don-
de el nio o el pber o adolescente, debe encontrar el camino para una
apreciacin cordial de las cosas de su Patria. Todo lo que se haga en este
sentido debe ser exaltado y secundado. Hemos sabido que hay maestros
que estn empeados en una consciente introduccin de nuestro folklore,
por medio de la msica y del canto; hay otros que ensayan un modesto
Teatro Escolar con tendencia chilenizadora. Pretendemos hacer chilenidad
y no patriotismo [Patrioterismo?]. Creemos que es respetable cualquier
modo de vida y el argentino entre ellos, nos merece un absoluto respeto.
Lo que pretendemos es que nuestro propio modo de vivir no sea olvidado,
que nuestras tradiciones sean captadas y sentidas por estos pobladores
del austro chileno173.
Uno y otro de los educadores citados, como tantos otros entonces
y despus, reparaban en lo meramente accidental de su definicin de
chilenidad, olvidando quiz por ignorancia la sustancia del nobilsimo
concepto de nacionalidad. Debe aceptarse que ella, como cualquier
otra, se expresa ms por la hondura y riqueza del sentimiento hacia la
tierra generatriz, su cultura, sus tradiciones, en fin, que por la forma en
que all se hable, se coma, vista, cante o baile, que es, repetimos, algo
meramente accidental. En buenas cuentas insubstancial.
Si la gente comn del Aysn del perodo histrico que nos ocupa,
en particular los que poblaban el mbito rural, tenan los hbitos y
formas de vida archiconocidos, de origen argentino, era porque -se
173
La Escuela de la Patagonia debe ser civilizadora, chilenizadora y alfabetizadora, artculo sin expresin
de autor, en Anuario de Aisn 1952, pg. 155.
592
reitera no obstante que ya puede ser innecesario- en su largo recorri-
593
para el caso de Aysn, aunque con las variaciones que imponan las
circunstancias histricas, as que su mencin puede obviarse.
La respuesta magallnica fue inmediata, altiva y clara: all en el suelo
meridional -origen geogrfico de la Patria- se era tanto o ms si caba,
chileno que en la zona central de la Repblica, slo que con las natu-
rales diferencias que condicionaban la geografa, el origen de los que
haban llegado para radicarse y sus diferentes hbitos y culturas.
De tantas reacciones que el injusto y ofensivo cargo motiv, vale la
pena transcribir siquiera parte de lo que en su momento dijera el abo-
gado scar Castelblanco Agero, en su calidad de regidor regionalista
(federalista) de la Municipalidad de Punta Arenas:
[...] Le corresponde a un ciudadano absolutamente chileno, por cuyas
venas corre la sangre de seis generaciones nacidas y vividas en el pas,
levantar en representacin de la mayora regionalista de esta corporacin,
su ms enrgica protesta por la audacia torpe y cobarde de suponer tor-
cidos y oscuros manejos en los propsitos de los ciudadanos extranjeros
que son, precisamente, los que ms y con mayor eficacia luchan honrada
y tenazmente por el progreso y bienestar de este inclemente territorio y
por su vinculacin ms efectiva con el resto del suelo patrio, separado des-
graciadamente por la naturaleza, mas no as por los vnculos espirituales
del afecto y patriotismo de todos sus hijos.
Ironas del destino; ellos que han laborado silenciosa y humildemente
en todas las actividades, los que han construido por su esfuerzo personal
y constante el progreso floreciente de esta comuna, los que han formado
hogares virtuosos y ejemplares donde mantienen el fuego sagrado tra-
dicional de su honradez y buenos principios, los que han dejado en esta
tierra su sangre en los hijos que hoy son nuestros compatriotas, sus obras
y civilizacin, son atacados annimamente en premio y recompensa por
haber preferido dejar sus huesos en esta madre tierra antes que volver
a la patria de sus mayores a estrechar nuevamente a los suyos, a disfru-
tar del bienestar a que los haca acreedores una riqueza honradamente
adquirida y gozar de los dones de civilizaciones ms adelantadas en sus
pases de origen174.
O bien las hermosas y apasionadas palabras de un magallnico jo-
ven y talentoso, cuya vida acadmica posterior dara honra y prez a la
nacionalidad chilena:
174
El Magallanes, edicin del 7 de mayo de 1935, en transcripcin del autor en su obra Historia de la
Regin Magallnica, citada, tomo II, pgs. 1067 y 1068.
594
Mapa 7: Situacin de Aysn 1945-1950
595
[...] yo me sonro con algunos grandes patriotas que han nacido en
esta hora de Chilenizacin de Magallanes. Nos acusan de no ser chi-
lenos. Puedo declarar, con el juramento ms firme, que no hay un solo
magallnico que no se sienta chileno, grandemente chileno. Y aqu viene
el primer contrasentido: si somos chilenos, qu es eso de chilenizarnos?,
quizs seamos en el pensamiento y cultura diversos de los chilenos del
resto del pas, como son distintos los del norte y los del sur. La chilenidad
es en esencia la suma de todas estas voluntades. Pero, hay en el pas una
voluntad mayor, orgullosa, de grandes tragaderas que consume las fuerzas
y trabajos del resto del organismo nacional. Esta mayor voluntad es la om-
nipotente capital, Santiago quiere ser el ndice de la nacionalidad.Y esto es
falso. Y esto ha conducido a la muerte pausada, al temblor de agona que
se siente a lo largo de la tierra chilena. As, de esta manera santiaguina,
no somos chilenos. Lo somos del modo de todas aquellas otras provincias
que trabajan su porvenir con modestia. Somos como las otras provincias
que defienden su derecho a la vida, nuestra obligacin de no dejarnos
arrebatar lo laborado por nuestros padres en los largos -eternos aos
magallnicos-, de sacrificio175.
Ha de convenirse en que esos conceptos, con tan slo el cambio
de los sujetos, son enteramente aplicables a la situacin de los ayseni-
nos de la poca. Unos y otros dan forma a una respuesta demoledora
a las gratuitas ofensas voceadas por los autoerigidos campeones de
una chilenidad bastarda, por falsa.
S, Aysn -sus habitantes de aquel y de todo el tiempo- eran ge-
nuina y porfiadamente chilenos aunque vistieran bombachas, tomaran
mate amargo, hablaran con giros propios y tanto ms, aunque de pri-
mera no lo parecieran, porque la sustancia vital corra bajo la cscara
de la apariencia.
Simplemente, los ayseninos era tanto o ms! chilenos que los de
Puerto Montt o Bo Bo arriba, slo que diferentes, y en la variedad
est la riqueza natural y humana de un pas. Nunca en la uniformidad,
ms si malentendida.
175
Pasin por Magallanes, artculo publicado por Roque Esteban Scarpa en La Aurora, Santiago, edicin
del 18 de agosto de 1937, igualmente citada por el autor en la obra indicada, pg. 1070, Scarpa llegara
a ser con los aos un eminente catedrtico universitario y un prestigioso escritor, lo que le vali ganar
el Premio Nacional de Literatura en 1980, as como muchos otros reconocimiento en el pas y en el
extranjero.
596
La presencia evangelizadora y social
597
conocimiento que en el de tareas propias de su misin privativa, lo que de
cualquier modo no impidi alguna forma de servicio espiritual ocasional.
En 1933 se realiz una nueva misin a cargo del P. Weisser y al ao
siguiente tuvo ocurrencia una segunda visita pastoral por parte del
obispo Munita, que incluy solamente a Puerto Aysn y a Baquedano,
los centros ms poblados de la provincia, aunque con un resultado de-
solador para el prelado. El fruto fue muy poco halagador. La indiferencia
[religiosa] era algo espantoso, consignara la crnica religiosa como ba-
lance de esa visita177. Sin embargo de ello o tal vez a raz de lo mismo
se resolvi establecer sin mayor demora el servicio asistencial religioso
de manera permanente. As, con fecha 30 de septiembre de 1934 se
cre cannicamente la Parroquia de Puerto Aysn, bajo la advocacin
de Santa Teresita del Nio Jess, con jurisdiccin sobre todo el terri-
torio provincial, designndose como primer prroco al P. Weisser y
como vicarios colaboradores a los padres Ramn Mayorga y Manuel
Crdova. Este ltimo fue designado como el primer capelln residente
en Baquedano (Coyhaique) y como tal asumi la responsabilidad de
construir la primera capilla catlica de este nuevo poblado. De esa
fecha igualmente data la construccin del primer templo catlico de
Aysn, en su capital, obra esta posible gracias a la colaboracin finan-
ciera de la Sociedad Industrial del ysen y de la Sociedad Ganadera
Ro Cisnes.
Corriendo el tiempo y en tanto aumentaba y se afirmaba dificul-
tosamente la grey catlica, y teniendo en miras su ms rpido creci-
miento con un mejor servicio asistencial, en especial en las zonas y
poblados rurales que estaban tan abandonados de la mano de Dios, el
obispo de Ancud consigui de la Congregacin Propaganda Fide de la
Santa Sede el envo de misioneros de la Congregacin de los Siervos
de Mara, para asumir en plenitud la cautela espiritual de los habitantes
de Aysn. Los primeros religiosos de esta orden arribaron el 3 de no-
viembre de 1937. El grupo fundador estaba integrado por el P. Toms
Sgualdino, que deba asumir como prroco, los padres Antonio Miche-
lato y Anastasio Bertossi y adems los hermanos coadjutores Antonio
Balasso y Felipe De Pretto, todos naturalmente italianos.
Con ellos ya establecidos, pudo crearse y ponerse en servicio en
septiembre del ao siguiente la primera escuela parroquial, que llev
el nombre de Mons. Crescente Errzuriz, en Puerto Aysn. Esta
177
1er. Libro Historial de la Prefectura y del Vicariato Apostlico. Aos 1934-1972. Archivo Comunidad Siervos
de Mara, Coyhaique.
598
fundacin fue seguida por la correspondiente a la escuela parroquial
599
colegio de nias de la provincia, entregndose su direccin y gestin
a tres religiosas encabezadas por sor Mara Leona Carloni. Ello con
gran contento de la comunidad, que anhelaba disponer de un esta-
blecimiento educacional femenino. De esa manera por partida triple,
evangelizadora, educacional y de servicio samaritano, la Iglesia Catlica
comenz a adquirir forma y proporciones, y a identificarse cada vez
con los sentimientos y los intereses de los habitantes de Aysn, en una
asociacin de beneficio recproco que llegara a ser proverbial.
Segn adelantaba el tiempo, lo haca igualmente la presencia misionera
en el interior del territorio y en el archipilago y litoral, de manera tal que
desde Futaleuf y Palena por el norte hasta Cochrane y el Baker por el
sur, y desde Melinka y Repollal en el occidente hasta Balmaceda, Puerto
Ibez y Chile Chico en el oriente, ninguna localidad estuvo desprovista
de asistencia espiritual por tiempo prolongado. En esa tarea se destacaron
los padres Mario Zanella, servita, y Ral de Baeremaecker, jesuita belga,
que se dedicara a ella con inters, ahnco y fervor por casi cuatro dcadas
cubriendo inclusive frentes extremos de colonizacin pionera.
Como hecho saliente del historial religioso catlico de Aysn del fi-
nal del perodo, se consigna el arribo a la naciente localidad de Puerto
Cisnes de la benemrita Obra Don Guanella, para la atencin religiosa
y educacional de su poblacin y la de los aledaos. Se complet de ese
modo la notable y provechosa vinculacin establecida y consolidada
desde veinte aos antes con organizaciones religiosas y misioneras de
origen italiano, hecho que singulariza la historia aysenina. Con la llegada
de la Obra Don Guanella lo hizo tambin el padre Antonio Ronchi,
uno de sus integrantes, cuya abnegada labor evangelizadora y su tarea
de comprensiva y fraternal apoyo a los pobladores, en particular a
aquellos establecidos en los lugares marginales de la colonizacin, lo
hara tan justamente afamado y querido en Aysn durante las siguien-
tes cuatro dcadas.
La Armada de Chile
600
co central, segn se ha visto, y por tal va para la formacin del Aysn
601
La Fuerza Area de Chile
602
1930 y 1940178. Si bien en un principio la primera de esas localidades
El Ejrcito de Chile
178
La pequea historia de estos vuelos y reconocimientos, como de las actividades complementarias en
tierra merece ser conocida en detalle y por tanto debiera ser investigada.
603
obra de utilidad lleg a sus manos, nocin que complement con fre-
cuentes visitas a distintos sectores de la provincia de Magallanes y del
vecino territorio argentino de Santa Cruz, lo que hizo de l, al cabo, un
buen conocedor de la geografa austral, de su realidad y perspectivas
econmicas y de su poblacin.
Pudo advertir as la gran diferencia que, segn pasaba el tiempo,
se iba registrando en lo tocante al adelanto general de las secciones
chilena y argentina de la Patagonia, en particular a partir de los aos
de 1940. Con preocupacin, comprob como de la hegemona que
haba tenido la primera, a base del sorprendente progreso econmico
y social registrado en Magallanes entre 1890 y 1910, se haba pasado a
una suerte de equilibrio transitorio en lo referido a la produccin eco-
nmica y a la cuanta de habitantes, y al fin, pasado 1930, a un notorio
desenvolvimiento de la parte argentina, lo que permita esperar un
creciente desequilibrio que habra de acabar con el claro predominio
de la misma.
Este hecho, fundado en el desarrollo de la potencialidad productiva
y en el incremento poblacional de los extensos territorios de Chubut
y Santa Cruz, riqusimos en recursos naturales, principalmente en hi-
drocarburos y sustentado y estimulado por una poltica de Estado en
procura del fomento generalizado de los mismos, como de toda la
Patagonia argentina, que se vea materializado particularmente en una
notable secuencia de obras de infraestructura caminera, le llev a con-
siderar necesariamente, desde la ptica propia del militar profesional,
las consecuencias de diferente orden y grado que podan derivarse
para la gran regin meridional de Chile.
Las mismas, desde ese punto de vista, podan agravarse por el he-
cho real de ser la Patagonia central occidental una provincia chilena
de escaso desarrollo productivo y poco poblada, circunstancia que
evidentemente deba preocupar a quienes tomaran conocimiento de
la situacin.
Si tales pensamientos los haba tenido Caas con antelacin, fue
despus de su graduacin como oficial de Estado Mayor y, por ende,
con superior responsabilidad institucional, que aquella preocupacin
adquiri un cariz ms profundo, mxime si como soldado deba ela-
borar planes para conjurar cualquier amenaza que afectara a la de-
fensa nacional.
604
Sus esfuerzos e iniciativas consiguientes apuntaron en primer lugar
605
De esa manera se lleg al tiempo de la inauguracin del cuartel
erigido en Coyhaique. En la ocasin, en un acto al que se quiso dar
una especial relevancia y que estuvo presidido por el Intendente de la
Provincia Julio Silva Bonnaud, el coronel Caas Montalva pronunci un
discurso alusivo, del que vale transcribir algunos prrafos para conocer
parte de su pensamiento:
[...] Aysn, tierra de promisin, grandiosa por su complexin apretujada
de posibilidades en potencia, mostrbanos, no obstante su incipiente for-
macin, hogares slidamente constituidos por el fervor, y la decisin viril de
sus primeros pobladores.
Aysn, tierra de esperanza, poda mostrar con legtimo orgullo no pocos
ncleos educacionales, los que con reconocida abnegacin han llevado
luz a los espritus en apartados rincones donde resulta casi inaccesible
la llegada del hombre. Aysn, tierra del futuro, y a cuya grandeza est
reservada la ms efectiva quizs de las tonificaciones a la vida nacional,
necesitaba sin embargo del esfuerzo, que todo grupo humano militar cons-
ciente de su elevada funcin social, es capaz de dar, asegurando las ms
audaces y temerarias realizaciones para bien de la Patria.
[...] Llegamos en momentos cruciales, de transicin, duros y escabrosos,
en el comienzo de la verdadera potencialidad reservada a estas Zonas
Austral-Antrticas; pero momentos sin embargo, sugestionantes para las
almas que saben de creaciones y de abnegacin.
[...] Estamos pues en un da de trascendencia histrica para estas
regiones. Cuando en un pueblo se crea un nuevo hogar, hay justa alegra
en los corazones porque con ello se advierte, continuidad y renovacin
de la clula social; cuando se crea una Escuela, hay la lgica satisfaccin
inherente de una de las bellas conquistas humanas; el aseguramiento de
la racionalidad; pero cuando se funda un Cuartel, hay la honda y legtima
emocin propia a las superaciones de pueblo libre y soberano; porque
el Cuartel, ltima etapa de la escuela ciudadana, como complemento
indispensable al hogar y a la escuela, es la piedra angular, ante la deci-
sin inquebrantable de asegurar la existencia y la grandeza de la Patria
mediante la Paz, obtenida con la seguridad interna y la inviolabilidad de
las fronteras.
Sin embargo, la feliz realizacin de una tarea trascendental como la
que sealo, no es posible en su totalidad, ni podr alcanzar jams, la inte-
gralidad perseguida, si la masa nacional, el pueblo, la sociedad, la escuela,
el hogar y el individuo mismo no adentran en su espritu esas mismas
606
devociones. Es decir, necesitamos en sntesis, una total fusin, comprensiva,
179
El Magallanes, edicin del 13 de mayo de 1942.
180
As y todo hacia 1953 la desproporcin de las fuerzas militares de Chile y Argentina en la zona situada al
sur del paralelo 42 era inquietante, segn lo haca ver Alejandro Magnet en su obra ya citada. En efecto,
mientras la segunda mantena seis unidades de combate distribuidas en las ciudades de Esquel, Colonia
Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Puerto Deseado y Ro Gallegos, con un total de 6.873 hombres, Chile
tena nicamente tres unidades con 967 hombres, en Punta Arenas, Puerto Natales y Coyhaique (197
soldados) (Nuestros vecinos justicialistas, pg. 177). Cabe agregar, adems, que en lo tocante al poder
areo local Chile tena la Bandada de Balmaceda y el Grupo N 6 de Aviacin de Punta Arenas, ambos
por dems modestos e infradotados en la poca, en tanto que Argentina tena a lo menos tres bases areas
importantes e Ro Gallegos, Comodoro Rivadavia y Trelew, siendo posible que entonces tambin hubiera
una representacin de la Aeronutica Militar en Esquel.
607
Las organizaciones privadas en la construccin aysenina
608
Estado deba escuchar adems de la propia de sus agentes. Como
609
saba a la produccin econmica rural. A su iniciativa y con su respal-
do, la produccin agrcola-ganadera fue haciendo progresos evidentes,
con general satisfaccin.
Con semejantes propsitos y propuestas se cre hacia 1952 la
Cooperativa Agrcola y Ganadera de Coyhaique, animada por Pedro
Quintana, arribado en 1933 como profesor primario y que tras un
arraigo de aos haba devenido un calificado hacendado, dueo de un
excelente plantel de ganado vacuno. Para entonces su organizador y
presidente confiaba en su adecuado desenvolvimiento, contando con
el respaldo eficaz de la OGANA182.
El gran empresariado econmico regional que hasta fines de los
aos de 1940 slo haba estado conformado por las tres compaas
ganaderas tradicionales, se vio acrecido a partir de esa poca con la
presencia y actividad de la Compaa Minera Aysn. En su plan opera-
tivo la misma hubo de contemplar construcciones e instalaciones de
una envergadura hasta entonces desconocida en Aysn, para poner
en marcha su principal yacimiento en Puerto Cristal, con inversiones
ciertamente cuantiosas para el tiempo.
Al hacerlo, mirando a su directo inters y a su conveniencia empre-
sarial, no dej de considerar de igual manera la importancia que sus
trabajos tenan para el entorno lacustre, para la reactivacin econ-
mica de Chile Chico en especial y para la vida y produccin ayseninas.
En su desarrollo fue un agente no slo dinmico, sino de modernidad
tecnolgica y sus principales realizaciones (desarrollo de Puerto Cris-
tal como poblado, con sus instalaciones y servicios de agua potable y
de alcantarillado, pulpera para el abastecimiento alimentario y de otro
gnero, asistencia sanitaria, etc.; la Planta de Concentracin de Minera-
les, la Planta Hidroelctrica, la construccin de caminos, del puerto de
embarque y pista de aterrizaje, y la construccin de la nave de mayor
porte conocida para el trfico en el lago Buenos Aires, en fin), fueron
otros tantos aportes de adelanto para la vida y la economa de Aysn
en la poca de su vigencia operativa.
As, de variada forma, las organizaciones privadas, corporativas y de
produccin, fueron agentes y factores de progreso regional.
182
Anuario de Aisn 1952, pgs. 57 a 59.
610
Aysn promesa y realidad. Sntesis del primer medio siglo
611
que duermen en su seno y que contribuirn a solucionar, en parte no des-
preciable, los problemas de vida de nuestra poblacin, haba escrito por
ese tiempo Ignacio Palma Vicua, que bien puede ser presentado como
uno de los corifeos caractersticos de la comprensin de que se trata183.
Ese era el Aysn promesa, el idealizado, el del imaginario popular.
Pero haba en paralelo otro Aysn, cuya potencialidad indiscutible
cualquiera que fuera su ponderacin, se vea constreida y entrabada
en su desarrollo por la vigencia de problemas, carencias y deficiencias
que el transcurrir de medio siglo haba puesto en evidencia. Y que de-
ban superarse si se quera de verdad conciliar al Aysn promesa con
el Aysn que deba ser.
En efecto, el medio siglo corrido desde 1903, o poco ms si se
alcanza hasta 1958, ao en que nos parece se cierra con propiedad el
perodo histrico iniciado con la concesin Aguirre y con trmino al
hacerlo el segundo gobierno del Presidente Ibez, es un lapso sufi-
ciente para tener una adecuada perspectiva y para hacer una sntesis
apropiada.
Ciertamente, se haba conquistado con increble esfuerzo y tesn
un territorio bravo y virgen; se le haba poblado -ya habitaban en l
cerca de 30.000 almas- y transformado en productivo, y al hacerlo se
haba entregado a la Repblica una nueva provincia y se haba puesto
nuevamente en valor la Patagonia chilena. Aunque con mucho o poco
o a medio hacer en tantos aspectos, los resultados eran tan sorpren-
dentes que generaban nociones optimistas como las comentadas. Lo
realizado haba sido un triunfo del hombre tenaz que con reciedum-
bre pionera se haba adentrado en el suelo tantas veces hostil, armado
tan slo con su coraje, adaptado al medio natural, aprendido a vivir
con l y de l; se haba radicado en la tierra con nimo de seor y
dueo. Haba surgido as una porcin diferente de la patria chilena, que
vena a enriquecer su caleidoscopio regional con especificidad propia.
Todo ello era vlido, sin duda alguna, pero en el balance se advierte
que poda ser mejor si se superaban los aspectos negativos que el
suceder cotidiano permita constatar.
Los haba desde luego de carcter social, administrativo, econmico
e infraestructural que en su conjunto ensombrecan un panorama, que
poda esperarse fuera ms satisfactorio.
183
Aisn, realidad y promesa, artculo en Panorama Econmico, reproducido en Anuario de Aisn 1952,
pg. 41.
612
Entre los primeros se contaban las carencias y deficiencias que
613
Subdivisin de la tierra fiscal recuperada (por vencimiento de
los arrendamientos de las grandes compaas) y entrega inme-
diata para la recolonizacin;
Mejoramiento urgente de la red caminera que estimaba era
primitiva y habilitacin del puerto de Chacabuco;
Aceleracin de la colonizacin, previa reforma del rgimen le-
gal que la rega.
Construccin de edificios pblicos (educacionales, policiales y
otros) y de viviendas adecuadas al clima de la regin, para em-
pleados y obreros;
Libertad de comercio con las provincias argentinas de Chubut
y Santa Cruz;
Revisin de la divisin administrativa del pas y en el interior
de la provincia para adecuar correspondientes estatutos a sus
necesidades;
Creacin de una zona econmica regional entre las provincias
de Chilo, Aysn y Magallanes por razn de formar un bloque de
mutua complementacin y para permitir su mejor desarrollo185.
185
Informacin de El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 18 de diciembre de 1947.
614
Mejoramiento de los servicios hospitalarios y de atencin sa-
615
Reglamentacin del comercio fronterizo chileno-argentino;
Desarrollo de la infraestructura de comunicaciones internas y
con el exterior, y mejoramiento de los sistemas de transporte;
Superacin del desempleo mediante una poltica de fomento
laboral;
Superacin del dficit habitacional mediante una poltica de
construccin reglamentada adecuada a la regin y medidas de
estmulo para la misma;
Dotacin de servicios de alcantarillado a los centros poblados;
Mejoramiento de la alimentacin popular en variedad y calidad;
Atencin de la salud pblica con miras a la superacin de la
morbilidad y mortalidad infantiles, de preferencia; y de higiene
y seguridad industrial;
Red comunicacional para una mayor eficacia en la atencin sa-
nitaria rural;
Reforma educacional con aplicacin de conceptos nuevos ade-
cuados para las necesidades de la regin, con miras a una aten-
cin de mayor eficacia y eficiencia;
Mejoramiento de las condiciones de esparcimiento y cultura.
En lo referido al gobierno y la administracin,
Autonoma operativa para la Intendencia de la Provincia y pre-
supuesto para la atencin de situaciones de emergencia y ne-
cesidades imprevistas;
Mayores atribuciones a los servicios pblicos provinciales, con
facultades de resolucin efectivas;
Descentralizacin administrativa interna y extensin generaliza-
da de los servicios pblicos a los centros rurales;
Reforma de la divisin poltica-administrativa sobre la base de
la realidad geogrfica y eleccin de centros poblados para la
capitalizacin de los servicios187.
187
Aisn Seminario de Investigacin sobre el desarrollo de la Provincia (Ediciones del Depto. de Extensin Cultural
Universidad de Chile, Santiago, 1959 pags, 263 y sgts.
616
De esta exposicin sucinta es posible comprobar cmo en un lap-
617
con aumento de las facultades resolutivas para los mismos y dis-
ponibilidad de recursos presupuestarios especiales para necesi-
dades de emergencia o imprevistos, con facilidad operativa;
5. Produccin econmica ineficiente, que impona medidas de fo-
mento para su diversificacin, para facilitar su comercializacin
y la salida de la regin; instalacin de industrias para el desarro-
llo secundario y generacin de mano de obra; tecnificacin e
innovacin en la actividad agropecuaria; poltica de uso racional
del suelo; apoyo crediticio especial para el fomento productivo
y la comercializacin de los productos.
Esto, a la par, era tanto el reconocimiento de una realidad cuan-
to el planteamiento de una poltica de medidas de aplicacin
inmediata, para conseguir un desarrollo integral y ms acele-
rado de las actividades econmicas y el mejoramiento de la
calidad de vida en la regin de Aysn en el inmediato futuro.
-o-o-o-
Si lo expuesto pone de relieve la vigencia de situaciones y requeri-
mientos originados en el transcurso del tiempo segn el ritmo asumi-
do por las actividades generales, corresponde apreciar cmo los dife-
rentes gobiernos de la Repblica vieron y atendieron las necesidades
de Aysn en dicho respecto, durante el perodo que nos ocupa.
Luego de la etapa fundacional o constitutiva de la institucionaliza-
cin territorial en la administracin visionaria del Presidente Ibez,
expresada regionalmente con la eficiente conduccin del Intendente
Marchant, sigui un lapso prolongado durante el que aquella atencin
preferente se desperfil, cedi en importancia y acab por ajustarse a
la cautela administrativa rutinaria.
En esta etapa estuvieron incluidas las administraciones que se suce-
dieron durante el catico perodo anrquico que sigui a la renuncia
del Presidente Ibez a su elevada funcin, hasta la eleccin de Arturo
Alessandri para un segundo perodo presidencial. Este mandatario de-
dic toda su preocupacin a la restauracin de la economa nacional
descalabrada por los efectos de la crisis mundial de 1929; a la restaura-
cin de la vida cvica del pas, con la vigencia y acatamiento plenos de
la Constitucin de 1925, la subordinacin y control de la actividad de
las Fuerzas Armadas y el imperio de las instituciones republicanas. En
ese plan de gobierno la atencin de las necesidades de las provincias
tuvo un carcter secundario, ms todava en el caso de las provincias
618
australes para las que no hubo la atencin debida. Tanto fue as que
619
cuado curso una vez que el Presidente Ibez design nuevamente a
Luis Marchant como Intendente de Aysn, cuya acertada gestin de
otrora serva de suficiente garanta.
Pero la magnitud de los problemas acumulados al cabo de dos
dcadas exiga entender que no podan obrarse milagros en tal res-
pecto, dndole la rpida solucin que los habitantes esperaban, tanto
ms cuando se trataba de enfrentar a la colosal naturaleza aysenina,
como era el caso de las obras viales, verdadero cuello de botella del
desarrollo de la provincia. All, bien se sabe, se haba centrado el es-
fuerzo estatal que demand fuerte inversin, con un resultado apenas
satisfactorio pues al fin el adelanto conseguido siempre se tena por
insuficiente. Sin embargo de ello, se hizo entonces un esfuerzo para
procurar la mejora de una situacin que se arrastraba en el tiempo
y retrasaba a modo de lastre el adelanto regional. Lo realizado en el
terreno de las obras pblicas desde un principio fue importante (ca-
minos de Puerto Aysn a Puerto Chacabuco, de Puerto Aysn a Mai-
huales y de Puerto Cisnes hacia el interior, entre otros), ms an luego
de la formulacin de un plan quinquenal de obras pblicas (1955). Se
abordaron entonces, de preferencia, obras claves como la terminacin
de las instalaciones que hara de Chacabuco el gran puerto de la re-
gin, la decisin de pavimentar la va de 13 kilmetros que lo une con
Puerto Aysn y la de construir el gran puente colgante en hormign
y acero sobre el ro Aysn, ambas obras las primeras en su gnero
en la historia provincial y que, en el caso de la ltima, su comienzo
fue solemnizado con la presencia del Presidente Ibez, a quien cupo
definir la ubicacin del viaducto (1957). La preocupacin gubernativa
se advirti asimismo en el mejoramiento, ampliacin y modernizacin
de los servicios administrativos, en la atencin preferente para las zo-
nas fronterizas en lo referido al intercambio comercial con Argentina,
en la legislacin especial para favorecer la importacin de bienes de
consumo para la vida comn y de capital para la modernizacin de
la actividad econmica (ley 12.008 que cre el Puerto Libre para
Magallanes, con extensin de sus beneficios para Aysn y Chilo), y la
decisin de no renovar los arrendamientos de campos fiscales a las
sociedades ganaderas, tal como se dispuso de nuevos terrenos para la
recolonizacin, en fin. Si ms no se logr por entonces, la razn ha de
buscarse en la errtica conduccin poltica y econmica del segundo
gobierno del Presidente Ibez, debido a circunstancias que no viene
al caso mencionar, pero que restaron eficacia a su gestin y afectaron
al pas en su conjunto.
620
Con el trmino de esta administracin se hizo evidente la con-
621
QUINTA Parte
El advenimiento
de la modernidad
(1959 - 2003)
GOBIERNO Y ADMINISTRACIN ANTERIOR
UN NUEVO ESTILO GUBERNATIVO
623
a) Perodo 1958-1964
1
Sofa Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicua, Historia del siglo
XX chileno (Editorial Sudamericana, Santiago 2001), pg. 208.
2
d.
624
conocedor de la regin e interesado en su desarrollo y talentoso;
625
Vale una consideracin particular para los grandes temas de preo-
cupacin pblica y para la tarea de gobierno consiguiente.
En primer trmino el de las comunicaciones internas, aspecto que
exiga la mxima prioridad, y dentro de ellas naturalmente en primer
lugar el de los caminos.
En esta materia se procur dejar de lado todo espontanesmo y ce-
ir la accin a un Plan de construccin y mejoramiento de caminos
elaborado por la Oficina Provincial de Vialidad, con la participacin del
Comit de Programacin Econmica y bajo la coordinacin de la In-
tendencia. Se trataba de un plan de largo plazo, sostenido y coherente,
que buscaba en todo momento el mejor beneficio social y econmico
con cada obra.
Los objetivos, racionales, tenan en vista la unin del mximo posi-
ble de territorio provincial en el sentido norte-sur (en ese tiempo slo
una longitud mxima de 610 km.), primer barrunto de lo que habra
de ser ms tarde la Carretera Austral, cuyos puntos terminales de
entonces eran Cisnes Medio y Puerto Ibez; el aprovechamiento de
los caminos y sendas existentes, la construccin de vas econmicas,
es decir, suficientes para el trfico, dejando su mejoramiento para ms
adelante, para satisfacer de partida una necesidad bsica de comuni-
cacin bajo cualquier condicin climtica; la coordinacin del sistema
vial con Puerto Chacabuco y con el aeropuerto de Balmaceda, que
haban de ser los principales puntos de entrada y salida de la provincia;
y evitar tanto como se pudiera el trnsito por suelo argentino.
Disponindose, como se dispona, de una visin clara de lo que se
necesitaba, de reconocimientos de terreno, de estudios de trazado
y, cosa importantsima, de recursos suficientes y programados en su
flujo, se abord y desarroll el programa de obras camineras.
El resultado poda medirse al cabo del sexenio a base de los si-
guientes datos: en 1957 la red provincial de caminos registraba algo
menos de 1.000 kilmetros en total, de los que nicamente 224 eran
de trnsito permanente, y el resto de temporada y diferente calidad.
En 1963 el total de caminos era de 1.102 kilmetros, de ellos 491 de
trnsito permanente. Vale decir se haba ms que doblado esta cate-
gora esencial, con un esfuerzo constructivo y de mantenimiento que
haba significado aumentar la inversin pblica a un nivel antes desco-
nocido, que es difcil de porcentuar, habida cuenta de la devaluacin
monetaria de la poca.
626
Las principales obras nuevas decan relacin con la extensin de
627
Por fin, en lo referido a las comunicaciones personales el adelanto
registrado en el sexenio fue impresionante. Correos y Telgrafos del
Estado dot de servicios radiotelegrficos a las localidades de Puer-
to Cristal, Puyuhuapi, Cochrane, Puerto Ibez, Puerto Aguirre, Puer-
to Chacabuco y Puerto Cisnes, adems del establecimiento de nuevas
agencias postales en Baha Murta, Lago Verde y Puerto Guadal. La Com-
paa de Telfonos de Coyhaique, a su vez, procedi a la modernizacin
y automatizacin de su servicio local con la instalacin de plantas auto-
mticas en Coyhaique y en Puerto Aysn, que comenzaron a funcionar
en abril de 1960, en tanto que el servicio de larga distancia operaba en
convenio con la Fuerza Area de Chile para la utilizacin de su sistema
radial. El Comit de Telecomunicaciones de la CORFO a su tiempo puso
en marcha a contar de agosto de 1963 el Plan de Telecomunicaciones
de Aysn con una cuantiosa inversin, para unir entre s a las localidades
aisladas y a los centros poblados principales, mediante un sistema mo-
derno a radiotelefona. Estas localidades eran Cochrane, Puerto Chaca-
buco, Chile Chico, Puerto Guadal, Puerto Tranquilo, Baha Murta, Puerto
Snchez, Puerto Cristal, Puerto Ibez, Balmaceda, Coyhaique, Puerto
Aysn, Puerto Aguirre, Puerto Cisnes, Puyuhuapi, Lago Verde y Estancia
Ro Cisnes, a muchas de las cuales hasta entonces slo haba sido posible
acceder a caballo al cabo de das y aun semanas de viaje. La incomunica-
cin intraregional de Aysn ya iba quedando relegada al mero recuerdo,
como cosa del tiempo viejo.
En el orden propiamente social, en la infraestructura referida a la
salubridad pblica y al saneamiento ambiental y, por ende, a la mejora
de la calidad de vida, materia en la que se haban constatado tantas
carencias, cabe mencionar el mejoramiento y ampliacin del servicio
de agua potable en Puerto Aysn, Coyhaique y Chile Chico, en tanto
que se haba avanzado en los estudios necesarios para dotar de igual
suministro a Balmaceda y a Puerto Aguirre. El alcantarillado, adelanto
social antes desconocido en la provincia, qued concluido en Coyhai-
que, el mayor centro urbano y hacia el fin del sexenio progresaba
el estudio para ejecutar las instalaciones correspondientes a Puerto
Aysn y Chile Chico.
Respecto de las necesidades habitacionales, otro aspecto deficita-
rio hasta 1958, la tarea constructiva fue asumida por la Corporacin
de la Vivienda, que puso en marcha en 1961 un plan habitacional que
permiti la construccin, slo en Coyhaique, de 316 viviendas, 196 de
ellas definitivas. Estas obras fueron complementadas con trabajos de
pavimentacin urbana en Puerto Aysn y en Coyhaique, considerando
628
tanto la necesidad de disponer de un ambiente urbano cada vez mejor,
629
escuelas primarias fiscales se elev en 1964 a 30 establecimientos. Las
edificaciones nuevas prefirieron el tipo escuela-hogar para favorecer
a la poblacin rural y disminuir as el ausentismo escolar, devenido un
problema preocupante. La matrcula en la enseanza primera pblica
aument de 3.260 alumnos en 1959 a 4.915 en 1963, en tanto que el
profesorado lo hizo de 121 a 146 maestros en igual perodo5.
Finalmente, en lo referido a la educacin secundaria, debe mencio-
narse la creacin de los liceos fiscales en Coyhaique y Chile Chico, as
como, en el aspecto propiamente asistencial alimentario, la destacada
tarea cumplida por la Junta de Auxilio Escolar, de neto beneficio social.
En lo relacionado con el fomento productivo, aspecto sin duda igual-
mente relevante por sus implicancias sociales y de desarrollo general,
fue determinante la accin de la Corporacin de Fomento de la Pro-
duccin (CORFO), cuya presencia institucional permanente databa de
comienzos de 1962, aunque antes haba intervenido con algunas accio-
nes ocasionales. La lnea principal de accin fue la del otorgamiento de
crditos en un elevado monto antes desconocido que super un milln
de escudos, moneda legal de la poca. De ellos, tres cuartos fueron des-
tinados al rubro agropecuario, otra parte (14%) para el rubro minero y
una fraccin menor (11%) para prstamos industriales6.
La prioridad reconocida al primero de esos rubros, estaba en cabal
consonancia con el Plan de Desarrollo Ganadero de la Provincia de
Aysn en procura de una explotacin ms racional e intensa de la ga-
nadera, con aumento de la capacidad talajera de los campos, mejora-
miento de las instalaciones, edificaciones e innovaciones tecnolgicas,
todo lo cual se atendi con la vigencia de crditos especiales. De igual
modo, con la adquisicin en el pas o en el extranjero de ganado ovino
y bovino de raza para el mejoramiento gentico de las dotaciones y su
entrega a productores bajo el sistema del banco ganadero, que obli-
gaba a los beneficiarios a la posterior devolucin en pago con cabezas
de ganado. Pero adems mediante ensayos demostrativos de pastu-
ras, cooperacin tcnica (maquinarias), capacitacin y asesora para el
mejoramiento de la produccin pecuaria tenida por rubro clave en la
produccin econmica del momento y para el inmediato futuro.
En lo que deca con el desarrollo industrial, un paso significativo
fue el de la decisin de construir y poner en servicio un matadero-fri-
gorfico para ganado en Puerto Chacabuco, medida de beneficio de
5
d., pg. 138.
6
d., pg. 153.
630
variada importancia; del mismo modo como lo fue la apertura de una
631
afamado, con una cobertura total de 2.587.991 hectreas, en cuyo
acervo ha de verse el origen del rico y extenso patrimonio natural del
actual Sistema de reas Protegidas del Estado en Aysn7.
Materia trascendente por su inters social fue la de haberse abor-
dado con eficacia el abastecimiento alimentario y de artculos de pri-
mera necesidad para beneficios de las zonas fronterizas y aisladas,
siguiendo en este aspecto lo iniciado durante la administracin Ibez.
En ello intervino la Empresa de Comercio Agrcola (ECA) que esta-
bleci oficinas y bodegas en Coyhaique, Puerto Aysn, Puerto Cis-
nes, Chile Chico, Cochrane, Lago Verde, Puerto Ibez, Puerto Guadal,
Puerto Aguirre y La Tapera, lo que exigi crear toda una infraestructu-
ra operativa gil y expedita de servicio particular para los pobladores
rurales, en particular para aquellos situados en los frentes de coloniza-
cin pionera. En simultaneidad, la ECA abri un poder comprador de
productos para beneficio de los pobladores aislados, que as pudieron
mejorar la comercializacin de sus producciones y liberarse de la ex-
poliacin que para los mismos representaba la intervencin de los
compradores particulares y que los obligaba a malvender o a trocar
con desventaja.
Si la superacin progresiva del aislamiento comunicacional fue un
logro del perodo, igualmente lo fue el esfuerzo coetneo para el me-
joramiento de los transportes internos y hacia y desde el exterior de
la provincia. Como resultados exitosos en la materia deben anotarse
la renovacin de la flota regional de la Empresa Martima del Estado,
que permiti incorporar cuatro nuevas unidades al servicio, duplicn-
dose con ello la oferta en capacidad de pasajeros y de transporte de
carga; y el aumento del movimiento de naves de carga, que subi de
273 unidades en 1960 a 357 en 1963, favoreciendo en especial a las
exportaciones mineras. La carga movilizada por naves de bandera na-
cional y extranjera totaliz 44.878 toneladas en el mismo ao.
En lo referido al transporte lacustre las medidas de su mejora-
miento se daban con la licitacin en 1964 para la construccin de una
barcaza para el lago General Carrera, con capacidad para transportar
hasta cien toneladas de carga, con acomodaciones para pasajeros y
bodegas para el transporte de ganado, y con el estudio de soluciones
para los lagos Cochrane y OHiggins. El transporte areo, en su nota-
ble desenvolvimiento durante el perodo, hizo posible el servicio de
operadores privados y de la Lnea Area Nacional para la atencin de
7
Op. cit., pg. 123.
632
diferentes rutas intra y extrarregionales, con un movimiento creciente
633
la necesidad de disponer de comunicaciones personales a distancia
acordes con las exigencias del mundo moderno, formaron la Com-
paa de Telfonos de Coyhaique, que dio comienzo a su actividad
el 23 de abril de 1960, contribuyendo eficazmente al mejoramiento
de las comunicaciones internas y a la superacin progresiva del aisla-
miento provincial. Tambin la iniciativa de los agricultores y ganaderos
que a fines de 1962 fundaron la Cooperativa Agrcola y Lechera de
Aysn, como la de cuantos vinculados de diferente manera con la ac-
tividad formaron a principios del mismo ao el Comit de Desarrollo
Turstico en Coyhaique. Los empresarios manufactureros medianos y
pequeos encabezados por Rudy Meschner, en agosto de 1963 crea-
ron la Asociacin de Pequeos Artesanos e Industriales. Otro hecho
plausible debido a la iniciativa privada en este tiempo, fue la fundacin
de la emisora comercial Radio Patagonia Chilena, por parte de Luis
Ojeda y Baldo Araya, que desde su salida al ter mostr una triple
caracterstica de servicio comunitario, con la entrega de informaciones
regulares de orden local, regional y nacional, de entretenimiento varia-
do musical y de otro gnero; y de intercomunicacin, lo que explicara
su unnime acogida y sintona, particularmente en las zonas rurales
donde sus emisiones llegaron a ser una suerte de compaa realmente
invaluable. Todas estas iniciativas surgieron del seno de la comunidad
de Coyhaique, para entonces el centro que dinamizaba la vida de la
provincia y la capitalizaba de hecho en lo econmico, ponindose de
relieve la disponibilidad de gente con capacidad para asumir con crea-
tividad el liderazgo, en la toma de conciencia colectiva respecto de la
realidad y el destino de Aysn.
Del modo sucinto expuesto puede advertirse cmo y cunto se
haba adelantado en los diferentes asuntos que aos antes tanto pre-
ocupaban a la poblacin de la provincia de Aysn. No era todava el
advenimiento pleno de la modernidad en el suceder regional, pero se
haba avanzado con botas de siete leguas en la direccin correcta.
No puede concluirse la resea de lo acontecido durante el sexenio
1958-64 en lo referido al gobierno y administracin interior de Aysn,
sin una mencin particular a la creacin e intervencin de organismos
novedosos en esas relevantes tareas, expresivos de una decisin de
aumento de atribuciones para facilitar, con carcter de asesores, la
labor de la Intendencia.
El primero conocido fue el Comit Provincial, organismo ad hoc
creado al parecer por iniciativa del Intendente Cosmelli en noviembre
634
de 1958. Participaban del mismo todos los jefes de servicios y su ob-
635
perior de gobierno y administracin en las provincias. El satisfactorio
cometido se debi en buena medida a la responsabilidad, conocimien-
tos y capacidad de gestin de Alberto Saini Baroni, agente regional de
la CORFO, designado secretario ejecutivo del Comit, y como tal un
eficiente colaborador del Intendente Cosmelli. Dividido el organismo
para su adecuado funcionamiento en diferentes comisiones temticas,
en el transcurso de su vigencia hasta noviembre de 1964 se trataron
diversas materias mediante estudios e informes, que a su tiempo per-
mitieron la elaboracin de planes especficos de desarrollo sectorial
(Obras Pblicas, Turismo, Problemas Mdico-sanitarios, Minera, Trans-
porte Areo Interno, Industrial Maderera, Ocupacin y Desempleo,
Educacin, Agricultura y Ganadera).
La accin de este organismo asesor contribuy a sensibilizar a las
jefaturas administrativas (y a sus correspondientes dependencias) y a
generalizar el conocimiento acerca de los asuntos referidos al que-
hacer y al adelanto regional, y permiti, sin duda alguna, hacer una
eficiente y eficaz tarea de gobierno como fue la de Atilio Cosmelli.
Como experiencia de coparticipacin, se reitera, fue un hecho indito
y positivo camino de lo que deba ser la descentralizacin y la moder-
nizacin de la gestin pblica en cada provincia.
b) Perodo 1964-1970
636
anterior. Era con toda propiedad un aysenino cabal, por radicacin y
637
labor destacadsima durante el sexenio. Y todo ello, va de suyo, con la
aprobacin comprensiva del Presidente Frei.
Pero hay ms, Santelices, con habilidad y oportunidad supo sacar
partido de las emergencias pblicas y de las circunstancias de tensin
internacional que ocurrieron durante su mandato, como fueron los
casos de la situacin generada por la doble pretensin jurisdiccional
en la zona de Laguna del Desierto y por el incidente que cost la
vida del teniente de Carabineros Hernn Merino Correa (noviembre,
1965), el caso del catastrfico desborde del ro Aysn que afect a
la seccin inferior del valle homnimo y provocaron una desastrosa
inundacin en gran parte de la superficie urbana de Puerto Aysn
(mayo, 1966). Y de las copiosas nevazones invernales que afectaron
zonas rurales con gran dao para la hacienda que en ellas haba (te-
rremoto blanco). Entonces, a la atencin preferente que haba conci-
tado de parte del Supremo Gobierno, que vea con inters y simpata
cuanto se refera a la Provincia de Aysn, pudo aadirse la preocu-
pacin que deriv de tales situaciones excepcionales, expresada en
obras varias y recursos extraordinarios.
Con esta necesaria explicacin previa cabe brindar una visin su-
cinta sobre la obra de gobierno y administracin desarrollada en Ay-
sn durante el sexenio 1964-1970.
Gabriel Santelices, como se ha visto haba vertido sus personales
ideas de fomento y progreso regionales en varios estudios y docu-
mentos, el ms relevante de los cuales fue el que titulara Plan So-
cio-Econmico para la Provincia de Aysn, y que en su momento
fue sometido a la consideracin del equipo asesor de la candidatura
de Eduardo Frei, a raz de lo cual, una vez elegido el mandatario, se
le hicieron agregados, pasando en definitiva a denominarse Plan de
Desarrollo Social Rural y Urbano de la Provincia de Aysn, que fue el
instrumento clave que orient la tarea gubernativa del sexenio.
En sntesis, tena como objetivo preferente al hombre y a la mu-
jer comunes de Aysn, en lo referido al mejoramiento de sus con-
diciones de vida y de sus posibilidades de promocin y desarrollo
en diferentes sentidos. El mismo prevea acciones especficas en los
rubros Vivienda, Educacin Pblica, Salubridad, Esparcimiento (Depor-
te, Cultura, Folklore), Trabajo (Empleo), Desarrollo de la Comunidad
(Promocin Popular) y Servicios (Administracin Pblica, Justicia, Poli-
ca, Urbanizacin, Comunicaciones,Transportes, Crditos, Municipales
y Abastecimiento), tanto para los habitantes de los centros urbanos,
638
en el caso de los de Puerto Aysn, Coyhaique, Chile Chico, Puerto
639
con esfuerzo y tesn una labor admirable y patritica. No hubo medio
de transporte que no se us para su vasto trabajo, desde el caballo al
avin, entre La Junta, por el norte y Laguna del Desierto, por el sur. Todas
sus construcciones11 funcionaran por aos -se usaban slo maderas- aun
sobreviven, y la gran mayora permanece prestando tiles servicios12, en lo
que fuera una versin modernizada de la mstica aysenina de la poca
fundacional del Intendente Marchant. Asimismo encontr compren-
sin y respaldo en otros sectores de la comunidad, entre los profesio-
nales especialmente, donde destac la cooperacin de Alberto Saini.
Trabajando animados por una fuerza motivadora regionalista como
nunca se haba conocido, y en ntima comunin de propsitos y metas,
se desarroll un trabajo ciertamente notable de accin coordinada y
fructfera, que Santelices recordara despus ufano como una expe-
riencia nica y eficaz de descentralizacin: La descentralizacin de un
pas, ms que leyes que la sancionen, necesita de fe y voluntad del Poder
Central en darla13, y de gente capaz de honrar esa confianza con una
gestin eficiente, aadimos por nuestra parte.
Ciertamente que pudo haber improvisacin en muchos casos, fru-
to del entusiasmo y a veces de la inexperiencia, pero ello debi com-
pensarse con la innegable voluntad de servicio que motivaba la tarea
comn y, finalmente, en la marcha se advirti cmo enmendar errores
y hacer las cosas cada vez mejor.
Una caracterstica de la autoridad provincial fue su movilidad. Se
empe por llegar a todas partes para enterarse personalmente, toda
vez que fue posible, de los asuntos que interesaba conocer y sobre los
que deba resolverse, privilegiando el contacto directo con la gente,
mxime si humilde o perteneciente al mbito rural. Gabriel Santelices
utiliz diferentes medios de transporte desde la cabalgadura, como
en los antiguos tiempos, hasta un avin Beechcraft que fue adquirido
por el Ministerio del Interior para el servicio de la Intendencia. Hubo
ocasiones en que el inters por llegar hasta los lugares ms aislados de
la geografa aysenina, respecto de los cuales haba el propsito de in-
tegrarlos definitivamente a la vida de la regin, llev al Intendente San-
telices a organizar verdaderas expediciones. Tal sucedi, entre otras,
con la realizada en septiembre de 1967 en el destructor Serrano de la
Armada de Chile, que permiti acceder a la zona martima del Baker,
hasta el estuario del ro homnimo, donde surga entonces el embrin
11
Retamal era constructor civil de profesin.
12
Op. cit., pg. 40.
13
d., pg. 113.
640
del futuro poblado de Caleta Tortel. Los asombrados pobladores de
641
local eso era hacer Patria! Por cierto, entonces se inaugur la escue-
la N 6 de Lago Vargas, que qued a cargo del profesor Heriberto
Pea Zumarn.
En la prosecucin del viaje, el Serrano naveg hasta Puerto Buzeta,
en la proximidad del estuario del ro Pascua, donde por entonces se
construa a gran costo un camino que deba acceder hasta el lago
OHiggins para permitir as la conexin con los pobladores del sector
lacustre16. Importaba entonces conocer el estado de avance de la obra
y tambin verificar las condiciones del lugar, para decidir entre l y Ca-
leta Tortel, para la ubicacin del poblado que habra de nuclear la vida
y los servicios de toda el rea martima y del valle inferior del Baker.
Como prueba de la utilidad de esos viajes de gobierno en terreno,
los resultados tangibles de la visita se vieron en diferente tiempo en los
siguientes aspectos: construccin de dos pistas de aterrizaje, una en
Lago Vargas y la otra cerca de Tortel, para establecer la comunicacin
area, obra ejecutada con financiamiento de la CORFO; subvencin
fiscal para el establecimiento de un recorrido fluvial en lancha entre
Tortel y Lago Vargas; recaladas quincenales en Tortel de los barcos
de la Empresa Martima del Estado que servan la lnea Puerto Mon-
tt-Punta Arenas; construccin de un edificio para la ECA (vivienda y
bodega) para el mejor abastecimiento de los colonos; apertura de un
poder comprador por el mismo organismo para adquirir de los po-
bladores los postes de ciprs -con pago en dinero efectivo- y dotacin
de una lancha para la atencin de los pobladores en sus lugares de ra-
dicacin; y, como cima de la visita, el reconocimiento de Caleta Tortel
como poblado capital de la vasta zona, lo que para el caso equivala a
una fundacin formal, pues de ello derivaron otras acciones posterio-
res concurrentes para el objeto.
Y as, con variantes impuestas por la geografa, las circunstancias y
las necesidades propias de cada lugar visitado, se desarroll esta tarea
gubernativa en terreno que cubri la totalidad del territorio aysenino
a lo largo de seis aos, entre 1964 y 1970. Ms all de su eficacia, que
se dio en diverso grado, lo que importaba era que en todo el mbito
rural de la provincia se tuviera la sensacin por parte de sus habi-
tantes, de que el gobierno provincial estaba atento a sus demandas y
preocupado por darles satisfaccin. El efecto integrador que entonces
se consigui en todas partes fue ciertamente algo notable.
16
El trabajo se suspendi tiempo despus al comprobarse que el mismo no haba sido debidamente
planeado en cuanto a su objetivo y no se haba reparado en el elevado costo que irrogaba su ejecucin.
642
Por eso es que de la amplia tarea gubernativa y administrativa rea-
643
ao siguiente tuvo ocurrencia la creacin de Villa Los Torreones, sobre
la base del antiguo villorrio conocido como Kilmetro 26, por su
ubicacin en el trayecto entre Puerto Aysn y Coyhaique. En febre-
ro de 1969 se realiz la fundacin de Villa irehuao, en la seccin
centro-oriental de la provincia, en una ceremonia solemnizada con la
presencia del Presidente Frei y algunos ministros de su gobierno, lo
que justifica la transcripcin del acta que dej constancia formal del
acontecimiento:
Primera piedra y fundacin
de la Villa irehuao
644
gido con la colonizacin alemana a partir de 1933. Tanta diligencia
18
En su obra mencionada, Gabriel Santelices entrega detalles variados, algunos sabrosos, acerca de lo
acontecido en esos actos fundacionales.
645
construccin de la posta de salud, la instalacin del servicio elctrico
para la poblacin, la construccin del nuevo camino a Coyhaique y
otras obras varias de mejoramiento edilicio, que bien se las mereca el
primer poblado de Aysn continental.
Los recursos para tanta tarea de gobierno y administracin se
aportaron por el Ministerio del Interior inicialmente y fueron tomados
de su partida presupuestaria de fondos reservados y de libre dispo-
sicin del titular de la cartera, con cuya particular comprensin se
cont desde un principio. Pero ms tarde, a la luz de los resultados que
se iban obteniendo, se fueron complementando con dineros apor-
tados por los Ministerios de Hacienda, de Obras Pblicas, de Tierras
y Colonizacin, de Defensa y de la Vivienda, y de otros organismos
pblicos. Sumados, los recursos enteraron una cantidad ciertamente
importante, que permiti realizar una obra trascendente y duradera y
que en su aspecto especfico contribuy al adelanto y a la progresiva
modernizacin de Aysn durante los aos de 1964 a 1970.
Pero, si notable esta faceta caracterizadora de la obra de gobier-
no, resta por mencionar otra, conformada por lo realizado en cuanto
se refera a los grandes aspectos programticos de la administracin
Frei, especialmente con aquellas realizaciones de carcter emblem-
tico en la Provincia de Aysn. Esos fueron los casos de las obras de
infraestructura caminera, con avances considerables en lo tocante a
mejoramiento y construccin. De tal trascendencia en este caso, que
permitieron agregar a la red provincial y librar al servicio segmentos
importantes que habran de conformar parte de la futura Carretera
Austral, segn se ver, desde Villa Maihuales hacia el valle del ro Cis-
nes, en la zona septentrional; de Vista Hermosa a Cerro Castillo, rum-
bo del valle Murta, en la parte central; y el camino desde Puerto Ber-
trand a Cochrane19, en la seccin meridional del territorio. Tambin lo
referido al programa de viviendas populares, con su complemento de
obras de urbanizacin y de equipamiento, y al plan de edificios pbli-
cos; la terminacin de las obras del puerto de Chacabuco, incluyendo
el puente monumental sobre el ro Aysn y la ruta pavimentada que lo
comunica con Puerto Aysn; la pavimentacin y puesta en servicio del
gran aeropuerto de Balmaceda; la aplicacin de la Reforma Agraria,
con la creacin de los asentamientos campesinos pre-cooperativos en
19
La senda construida durante los aos de 1930 entre el casco de la estancia Valle Chacabuco y Puerto
Bertrand por orden de Lucas Bridges no haba pasado de ser un trocha apenas utilizable para cabal-
gaduras y carretas por lo que, en el contexto comprensivo de una va longitudinal troncal se impona su
rediseo y reconstruccin en dicho sector, adems de la obra nueva entre el acceso al valle Chacabuco
y Cochrane.
646
los campos de las antiguas estancias Ro Cisnes, irehuao y Valle
c) Perodo 1970-2003
647
peo del mando castrense (VIIa Divisin de Ejrcito), y sus perodos
estuvieron regulados por tanto por la permanencia en el mismo. Por
fin, con el retorno de la democracia a partir de 1990, la modalidad del
cuoteo poltico en boga ha sido causa de repetidos cambios en la
titularidad intendencial.
No obstante ello y siendo de cualquier modo inconveniente para
el curso adecuado de los asuntos y tareas de gobierno y administra-
cin superior, el mismo no se vio, o pareci no verse, especialmente
afectado por tal circunstancia, y la razn se ha encontrado en la mo-
dernizacin que contemporneamente se registr en la organizacin
estructural administrativa del Estado, inspirada por las ideas de renova-
cin y agilizacin de aquellas labores con claro sentido de modernidad.
Un aspecto caracterizador fue el de la adopcin de la funcin pla-
nificadora como tarea relevante y necesaria, de asistencia a la prctica
gubernativa. Surgi as, ya desde mediados de la administracin del
Presidente Frei Montalva un ente autnomo con rango de ministerio,
la Oficina Nacional de Planificacin, con sus correspondientes secreta-
ras regionales. Su responsabilidad obviamente deca y dice con el diag-
nstico de situaciones, con el estudio y conocimiento de antecedentes
y con la formulacin de las correspondientes acciones especficas en
forma de planes y programas para su ejecucin, en los aspectos re-
feridos al desarrollo social y econmico de la Repblica. Es decir, una
prctica de accin sensata y til basada en un diagnstico tan bien
elaborado como ha podido ser, actualizado peridicamente, lo que le
ha dado validez y continuidad en el tiempo, ms all de la permanencia
de las autoridades polticas que deben servirse de la misma para sus
tareas privativas.
Su misin se complement en 1977 con la disposicin con valor
legal que puso en vigencia la Estrategia de Desarrollo Econmico y
Social Regional, cuya meta fundamental era la de propender hacia una
efectiva descentralizacin espacial de la economa, de manera de aprove-
char integralmente los recursos naturales y humanos y las potencialidades
geogrficas de las diferentes regiones del pas20.
El instrumento operativo resultante de esta misin ha sido la de-
nominada Estrategia para el Desarrollo Regional, con el objeto de
orientar tanto la accin pblica como la privada en el territorio de una
20
Gobierno de Chile, Estrategia Regional Econmica y Social. Polticas a largo plazo, 1977, citado en
Plan de Ordenamiento Regional Regin de Aysn, documento de trabajo de circulacin restringida elaborado
por la Secretara Regional Ministerial de Vivienda y Urbanismo (Coyhaique, 1996).
648
regin determinada. Ello, reconociendo las caractersticas geogrficas y
649
fomentar y velar por el buen funcionamiento de la prestacin de los servi-
cios en materia de transporte intercomunal, interprovincial e internacional
fronterizo en la regin, cumpliendo las normas de los convenios internacio-
nales respectivos, y coordinar con otros gobiernos regionales el transporte
interregional, aplicando para ello las polticas nacionales en la materia, sin
perjuicio de las facultades que correspondan a las municipalidades21.
El segundo regula el uso racional del litoral chileno, disponiendo
medidas especficas para el establecimiento de puertos e instalaciones
portuarias, de reas para la industria de la construccin naval, de zonas
de asentamiento humano costero, de sectores para el establecimiento
de actividades econmicas industriales y de desarrollo y, por fin dis-
pone sobre las reas que el Estado se reserva para s por razones de
seguridad nacional. Este instrumento, por tanto, reviste importancia
para la regin de Aysn -de dilatadsima extensin litoral- en cuanto
permite armonizar diferentes intereses en el mejor provecho general.
El tercero de los instrumentos sealados, el de la estrategia para el
desarrollo regional, ya ha sido definido y slo cabe agregar que sus
objetivos apuntan prioritariamente al ordenamiento territorial y al de-
sarrollo econmico sustentable de los recursos naturales.
Por fin el Plan de Desarrollo Productivo para la Zona Austral, tiene
por fundamento la realizacin de una poltica econmica preferen-
te para las regiones meridionales de Chile, haciendo ms eficiente
el papel del Estado y buscando agilizar y ampliar la participacin del
sector privado. Sus objetivos especficos son, a) la promocin de la
integracin fsica al interior de la regiones, y de stas con el continente
y el resto del mundo; b) potenciar el desarrollo de la zona austral a
travs de un acuerdo de cooperacin e integracin econmica con las
provincias patagnicas argentinas colindantes; c) fortalecimiento del
desarrollo productivo de las regiones con apoyo especial a la inver-
sin privada en los sectores que presenten mayores perspectivas; y d)
profundizar la descentralizacin administrativa y la participacin del
sector privado22.
Con estos instrumentos, se reitera, ms que acotar los lindes de las
iniciativas y acciones de gobierno interior, lo que se ha querido y lo
que se quiere, es hacer ms eficiente la tarea en una visin de Estado,
con propsitos y metas definidos, congruentes con la poltica general
de desarrollo para el pas.
21
d.
22
Ibd.
650
As, entendemos, debe apreciarse la tarea de gobierno y admi-
651
infraestructura (Carretera Austral). Esta distribucin fue la ms alta en-
tre todas las regiones del pas, muy por sobre la ms cercanas en por-
centaje, como fueron las de Magallanes (31,4%) y de Atacama (28,1%)
que la siguieron. Aparte de ese fondo hubo otros aportes del sector
pblico, lo que permite entender la magnitud de la inversin hecha
por el Estado para el desarrollo y modernizacin de Aysn durante el
lapso que se ha sealado.
A partir de 1990, con la restauracin democrtica en la vida nacional,
los gobiernos que siguieron, del Presidente Patricio Aylwin (1990-94)
y del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), no slo mantu-
vieron esa tendencia sino que inclusive la afirmaron, sobrepasando la
inversin pblica del decenio a la del perodo mayor precedente y, por
consiguiente, adquiriendo mayor significacin sus diferentes realizacio-
nes. Otro tanto puede afirmarse respecto de la gestin gubernativa
del Presidente Ricardo Lagos, parte de la cual se comprende en el
lapso faltante para completar el centenario de Aysn.
En este caso los sectores privilegiados de preocupacin gubernati-
va fueron el social, con nfasis en el ramo de la vivienda y sus aspectos
complementarios (dotacin de agua potable, de alcantarillado y de
electricidad; pavimentacin urbana, obras de saneamiento ambiental,
etc.), y el de la infraestructura para el desarrollo, preferentemente
en la formacin de una red moderna de telecomunicaciones y en las
construcciones camineras. El mximo esfuerzo ha sido puesto en la
continuacin y terminacin de la Carretera Austral y su red comple-
mentaria, con la culminacin meridional de la grandiosa ruta en Villa
OHiggins (1999) y la pavimentacin del sector comprendido entre
Villa Cerro Castillo por el sur y Campo Grande por el norte, en cerca
de 300 kilmetros (obra particular terminada en 2010 y que permite
unir a Cochrane con Chaitn a lo largo de 800 kilmetros); asimismo,
en la construccin de importantes vas laterales como son los caminos
desde La Junta a Lago Verde, de Malln Grande a Chile Chico y de Va-
gabundo a Caleta Tortel, realizados entre 1991 y 2003, y los caminos
de La Junta a Puerto Marn Balmaceda y de Puerto Tranquilo a Puerto
Grosse, adelanto, que permite unir la zona interior con sectores del
litoral aysenino. Y en el sur, el camino entre Puerto Yungay y el glaciar
Jorge Montt, esto es en el borde mismo del Campo de Hielo Patag-
nico Sur. De esta manera, la Regin de Aysn dispone de una red vial
completa con una cobertura territorial imposible de concebir siquiera
medio siglo atrs.
652
Pero la mejor idea acerca de la magnitud del esfuerzo del Estado
653
Por fin y para completar la mencin de los aspectos fundamentales
de la accin gubernativa, corresponde mencionar nuevamente a la ley
19.175 de 1992 que ha hecho y hace posible una gestin de gobier-
no regional ms descentralizada y eficaz, y la ley 19.606 de 1996 que
estableci incentivos tributarios para el desarrollo de las regiones de
Aysn y de Magallanes, y de la Provincia de Palena de la Regin de
Los Lagos, esto es, de la Patagonia chilena, buscando fomentar prin-
cipalmente la actividad econmica en rubros tales como la industria,
el turismo, la salmonicultura, la navegacin y los servicios, as como la
infraestructura productiva en general.
Divisin poltico-administrativa.
La regionalizacin
654
ley 13.375 de 22 de agosto de 1959 dispuso la creacin de los nue-
27
Punto difcil de determinar ha sido, como es, establecer la real magnitud geogrfica de Aysn. As ha
sido y es comn que se manejen datos con diferentes valores para su superficie.
655
En efecto, en su plan de reestructuracin y modernizacin de la
Repblica, el rgimen militar surgido del golpe de Estado de 1973 ad-
virti la necesidad de hacer una reforma a fondo en el ordenamiento
poltico y administrativo del pas, que dejaba mucho que desear dada
la multiplicidad de provincias existentes en las zonas central y sur, por
lo comn debido a intereses poltico-electorales y a circunstancias lo-
cales. En tal predicamento se cre en 1974 la Comisin Nacional de
Reforma Administrativa (CONARA), organismo al que se le enco-
mendaron los estudios y propuestas del caso.
De ese modo los decretos-leyes 575 de 10 de julio de 1974, 1.230
de 27 de octubre y 1.317 de 31 de diciembre de 1975, dispusieron
el reordenamiento poltico-administrativo del territorio de la Rep-
blica, que qued dividido en trece regiones, determinadas a base de
consideraciones geogrficas e histricas, desapareciendo veinte de las
veinticinco antiguas provincias. Aysn pas a ser en consecuencia la
XI Regin Aisn del General Carlos Ibez del Campo. Esta denomina-
cin formal, con algo del pintoresquismo propio del rgimen militar,
se ci al uso castrense que designa a las unidades militares con un
nombre propio y el aadido de una pertenencia o adscripcin sim-
blica al recuerdo de un jefe militar destacado del pasado. Tal sucedi
con la de Aysn, en una frmula nominativa que, ha de convenirse, es
poco feliz por lo peregrina, ms all del mrito histrico indiscutible
que en su respecto tiene la figura del ilustre militar y Presidente. Por
eso la misma fue recibida con reserva por parte de la comunidad ay-
senina, que procuraba el retorno al nombre histrico puro y simple,
sin aditamentos28.
En virtud de otras disposiciones, a la Regin de Aysn le fue asig-
nada la zona septentrional del archipilago de las Guaitecas, desde
el canal Jacaf al norte hasta la boca del Guafo y golfo de Corcovado,
sabia decisin de reintegro de esa tierra insular histrica a Aysn, de-
terminacin que asimismo llev el deslinde interregional al norte de
la hoya del ro Palena, de modo tal que prcticamente la totalidad de
la misma fue reincorporada tambin a la nueva Regin. Sensiblemente
no ocurri lo mismo con la Provincia de Palena, que bien pudo retor-
nar entonces al territorio matriz histrico, como se haba solicitado
en el pasado. Pensamos que tal pudo suceder porque entonces no
28
Otra inconveniencia ha surgido por el uso del numeral en la individualizacin de cada Regin, lo que
ha llevado a que por indebida prctica o una mal entendida economa verbal a la que no han sido
ajenos los medios de comunicacin, ha acabado por ser ms comn ese adjetivo que el nombre propio
de cada una. En el caso, es muy comn el empleo de la mencin Undcima Regin que el propio
y ajustado de Regin de Aysn.
656
se tena la certidumbre de una apropiada vinculacin terrestre entre
657
histrico con tal rango, pero el nuevo tiempo exiga una decisin de
cambio a una sede ms apropiada y as se hizo. El traslado de la capital
regional a Coyhaique fue una determinacin de significacin histrica
que, dados los intereses comprometidos, slo poda ser asumida por
un gobierno autoritario pero que, se reitera, fue ciertamente feliz al
punto que debe ser vista como un hito en el acontecer reciente de la
Regin de Aysn.
La regionalizacin gener igualmente un sistema de gobierno en
tres niveles: regional, provincial y comunal, en una estructura jerrquica.
De acuerdo con la misma el Intendente Regional tiene la responsa-
bilidad de gobierno superior, y como tal la de dirigir y administrar la
Regin, asesorado por un Consejo Regional de Desarrollo y por una
Secretara Regional de Planificacin y Coordinacin; luego los Gober-
nadores Provinciales a la cabeza de sus respectivas unidades, que re-
presentan a la autoridad regional en la provincia, asistidos por un Co-
mit Tcnico Asesor; y en el tercer nivel descendente, el de la comuna
donde descansa la base del sistema territorial, el Alcalde, asesorado
por un Consejo Comunal de Desarrollo y una Secretara Comunal de
Planificacin. Es en la comuna donde, adems, tiene lugar la participa-
cin organizada de la comunidad. Dentro del sistema los ministerios
actan descentralizadamente, teniendo en cada regin su represen-
tacin en la Secretaras Regionales Ministeriales. La experiencia puso
de manifiesto las ventajas operativas del sistema -que apuntan hacia
una y efectiva autonoma regional-, pero tambin sus debilidades y
carencias, para cuya superacin se ha venido generando un progresivo
consenso que, as se espera, no tardar en materializarse en nuevas
reformas legales.
La propiedad de la tierra
658
A contar de fines de los aos de 1950 el asunto perdi por lo tanto
La colonizacin dirigida
659
Fomentar el poblamiento y orientarlo geogrficamente devino una
consecuencia natural de tal preocupacin. Surgi de esa manera un
plan de colonizacin inspirado y dirigido por el Estado, cosa que no
tena precedentes en la historia regional.
Hasta entonces, comienzos de la dcada de 1970, la iniciativa po-
bladora espontnea desarrollada por colonos libres con diferente n-
fasis a contar de mediados de los aos de 1910, segn se ha visto,
haba hecho posible la ocupacin paulatina del territorio de Aysn,
por diferentes rumbos, amplindose con laboriosidad pionera los lin-
des del ecmene. Tal vez la ltima zona por la que se haba extendido
el poblamiento colonizador, haba sido la de los campos situados en
las nacientes del ro Bravo hacia la frontera, en el sector de los lagos
Christie y Alegre.
Ocupado efectivamente todo el terreno susceptible de serlo de
primera, restaban todava sectores marginales de la zona litoral inte-
rior de la regin, hacia el norte de la misma, en los que pareca poder
establecerse alguna forma de colonizacin. O reestablecer la verdad,
pues en algunos de ellos se haba intentado colonizar en distintas po-
cas, aunque sin xito, como se ha visto, por razn de diferentes cir-
cunstancias entre las que figuraba de modo recurrente la inclemencia
climtica (elevada pluviosidad).
No obstante esa experiencia histrica, el gobierno militar estim
que poda proyectarse sobre tales zonas una colonizacin debidamen-
te planificada y asistida en su desarrollo. Se eligieron para el caso los
sectores de Melimoyu, de Pitipalena y Guaitecas. En el primero la acti-
vidad se inici en 1983 y en los segundos en 1989.
La colonizacin tena como objetivo el asentamiento poblacional
permanente, para el desarrollo de acciones productivas econmica-
mente soportantes de la actividad humana, factibles de realizar en las
reas de escasa densidad poblacional, preservando la armona del hbitat
y velando por la racional explotacin y conservacin de los recursos nece-
sarios30. Su concrecin supona necesariamente la dotacin simultnea
de obras de infraestructura tales como creacin de poblados-base
-centros de apoyo-, construccin de sendas y conexin martima pe-
ridica para asegurar el poblamiento inicial.
30
Waldo Labarca Carranza, informe de fecha 23 de mayo de 1994 en Recopilacin de antecedentes de la
colonizacin en la XI Regin 1985-1993, documento que ha sido posible conocer por gentileza del seor
Mariano Riveros.
660
Para conocer lo que fue este primer plan de colonizacin inspira-
661
de esfuerzo laborioso, frugalidad y privaciones, por lo comn en una
existencia con escasas posibilidades de relacin con otras personas.
As es perfectamente explicable que fracasaran. La gran mayora de
ellos no tena la pasta de los pioneros del viejo ysen.
No obstante el xito parcial, inferior al que pudo haberse espera-
do, se daban a juicio de los informantes mencionados las condiciones
para retomar el plan y reactivar la colonizacin, pues el tiempo haba
corrido y para bien. Circunstancias favorables eran la construccin en
desarrollo del camino entre La Junta y Puerto Ral Marn Balmaceda,
que hara posible la unin del mismo y su zona tributaria al sistema
troncal de la Carretera Austral; adems, el incremento notorio en el
movimiento martimo de cabotaje (pesquero, carga general, turstico),
lo que aseguraba la comunicabilidad de los colonos dispersos o ais-
lados, y el inters manifestado por algunas universidades nacionales
y por organismos no gubernamentales extranjeros bien por estudiar
cientficamente los sectores o por apoyar el poblamiento humano.
Imperativo era, asimismo, revisar la normativa legal y reglamentaria
preparada para el efecto, sobre la base de la experiencia compro-
bada, para hacerla menos burocrtica, ms expedita y eficaz para el
objeto; del mismo modo como involucrar a otros servicios del Estado
(SERVIU, CONAF), para favorecer la actividad de los colonos; tambin
estimular la capacitacin de los mismos a fin de habilitarlos para una
mejor tarea en sus unidades o predios y su organizacin en cooperati-
vas de produccin, fomentar los estudios sobre los recursos naturales
terrestres y martimos, fundar nuevos poblados y dotarlos de sus co-
rrespondientes servicios bsicos para fortalecer el pueblo de Melinka
como centro de apoyo para su rea respectiva31.
As iniciado el plan por el gobierno militar, el mismo concit poste-
riormente el inters y respaldo de las administraciones de los Presiden-
te Aylwin y Frei Ruiz-Tagle, atendiendo los fines sociales y econmicos
involucrados, y por tanto se estim que el mismo deba mantenerse
por razn de una particular poltica de Estado.
No obstante interesar el poblamiento colonizador del litoral ay-
senino, hay ciertamente otras reas hacia las que puede dirigirse el
inters de las autoridades teniendo en vista el aumento del nmero
de habitantes y una mayor y ms calificada produccin econmica.
31
Los dos primeros poblados estn situados uno en la costa firme y otro en una isla de la vecindad, respec-
tivamente, en la parte norte del canal Jacaf en su encuentro con el canal Moraleda, y el ltimo en la costa
sur de la isla Magdalena frente a la boca del canal Puyuhuapi.
662
En este aspecto cabe valorizar la propuesta hecha en 1994 por los
En tanto que del modo considerado, con sus altos y bajos, la po-
ltica de colonizacin dirigida procuraba adelantar en Melimoyu, Piti-
palena y Guaitecas, se fue dando en contemporaneidad un fenmeno
social desconocido en las zonas archipielgica y litoral de Aysn, con-
formado por una inmigracin de pescadores procedentes de Chilo
y Llanquihue, de Talcahuano y del litoral central, quienes acabaron por
establecerse en diversos lugares segn se les antoj, al margen de
todo apoyo oficial, siquiera en sus comienzos.
Est dicho; no se trataba de colonos movidos por el afn de en-
contrar en terrenos fiscales disponibles un espacio de su agrado para
establecerse en el mismo, residir de manera permanente con la familia y
explotarlo econmicamente. Se trataba de pescadores nmades, movi-
dos por su oficio que los llevaba a seguir la ruta de los cardmenes o a
explotar bancos de mariscos y otros especmenes marinos para su cap-
tura o extraccin en su caso, su ahumado o venta a plantas conserveras.
Esta actividad esencialmente trashumante, planeada inicialmente
como algo meramente temporal, los llev a establecerse de modo pre-
cario en terrenos fiscales (por lo comn reservas forestales) o dentro
663
de la franja litoral de 80 metros desde la lnea de alta marea y que es
de dominio pblico, aunque cautelada por la Direccin del Territorio
Martimo de la Armada de Chile. Levantaron all ranchos miserables,
generalmente utilizando materiales desechables (plsticos), viviendo
en condiciones pauprrimas y sanitariamente deplorables, estado que,
aparentemente, no han buscado mejorar, conscientes de lo transitorio
y provisorio de su permanencia, conocedores de la imposibilidad de
acceder a la posesin legal de los terrenos en que se han instalado. Con
entera propiedad se les conoce como gitanos del mar.
Esta situacin de marginalidad y miseria era una ofensa a la dignidad
del ser humano, y no se condeca con el grado de adelanto que se
manifestaba por todos los mbitos del territorio aysenino camino de
la modernidad progresiva, segn adelantaba el tiempo.
Pero el caso ha sido que, no obstante su carcter aparentemente
provisorio, en la realidad esa presencia de colonos a pesar suyo se
prolong y surgieron poblados espontneos que cada vez ms asu-
mieron un carcter de permanentes, como son los casos de Seno
Gala, Isla Toto y Puerto Gaviota32. Esta presencia humana, en opinin
del antroplogo Gonzalo Saavedra Gallo, vino a alterar la forma vital
impuesta por la tradicin en el archipilago de Aysn, con consecuen-
cias de carcter cultural que deben ser materia de atencin y preocu-
pacin por parte de las autoridades. Ello se debera tanto por causa
de la procedencia originaria mayormente urbana de los emigrantes,
como por el sistema de trabajo impuesto por la actividad pesquera y
salmonera. Volveremos sobre el punto.
Ante esa realidad conocida y comprobada, los alcaldes de la zona
norte de la Regin de Aysn demandaron el apoyo del Ministerio de
la Vivienda, en procura del otorgamiento de subsidios habitacionales
para permitir mejorar las condiciones de vida de esa gente. La res-
puesta, dada por oficio de 2 de agosto de 1994, hizo ver a los ediles
que dicho beneficio deba condicionarse a la formulacin de un plan
de colonizacin en forma33.
Fue as que, ante tal situacin, el Departamento de Asentamiento
Humano del Ministerio de Bienes Nacionales expuso a la titular de la
secretara de Estado en la poca, la necesidad de llevar adelante una
iniciativa semejante, teniendo como objetivo la integracin de los pes-
32
Los dos primeros poblados estn situados uno en la costa firme y otro en una isla de la vecindad,
respectivamente, en la parte norte del canal Jacaf en su encuentro con el canal Moraleda, y el ltimo
en la costa sur de la isla Magdalena frente a la boca del canal Puyuhuapi.
33
Labarca, Recopilacin ..., citada.
664
cadores-pobladores y sus familias (pues muchos ya las haban llevado
a) Ganadera
34
Minuta de trabajo Polticas e incentivos para el poblamiento en la XI y XII Regin, en Recopilacin
, citada.
35
Como reas susceptibles de colonizacin el Ministerio de Bienes Nacionales considera las del ro
Rodrguez (Lago Verde), un sector pequeo en el valle del ro Maihuales superior y Los Leones al
noreste de Coyhaique, en la seccin oriental de Aysn; lago Yulton, laguna del Paso y ro San Juan en
la vertiente andina occidental (zona intermedia), y sectores de la isla Magdalena, de las islas Melchor
y Traigun, la pennsula Sisqueln, e islas septentrionales del archipilago de las Guaitecas.
665
hecho subir las correspondientes proyecciones de sus dotaciones a
dos millones y un milln de cabezas, el censo agropecuario de 1955
mostraba para una y otra especies un crecimiento interesante que
superaba el medio milln en el primer caso y se acercaba al centenar
de miles de cabezas en el segundo. La tendencia pareca afirmarse
una dcada despus al estimarse las dotaciones en 800.000 lanares y
130.000 vacunos36, y todo haca pensar entonces que con las medidas
de fomento en vigencia las cantidades respectivas habran de alcanzar
al milln y a 150/200.000 animales. Efectivamente, el censo agropecua-
rio nacional de 1976 registr una dotacin de 903.210 cabezas ovinas
y 168.457 cabezas bovinas37.
Con posterioridad, segn los clculos realizados por un experto
conocedor del ramo y de la regin, el mdico veterinario Alberto
Saini, basados a su vez en la superficie productiva de Aysn deter-
minada por el Instituto de Investigacin de Recursos Naturales de
la CORFO (IREN), la misma era entonces de 1.226.615 hectreas
en total (praderas naturales, praderas mejoradas, suelos con bosque
semi quemado y con explotacin ganadera, y reas potencialmen-
te productivas), y posea una capacidad pastoril equivalente a 0,28
UAB38 por hectrea, con lo que esa superficie admita una carga po-
tencial total de 344.836 UAB. Ahora bien, las dotaciones registradas
en el censo de 1976, sumadas, representaban 269.059 UAB, lo que
dejaba un margen para un crecimiento moderado en ambas como
para esperar metas de 1.000.000 y 200.000 cabezas para ovinos y
bovinos, respectivamente, descontando unas 15.000 UAB correspon-
dientes a la masa equina regional39.
La produccin anual ganadera era entonces de 46.000 bovinos, con
una tasa de extraccin del 27%, y de 190.000 ovinos, con una tasa de
extraccin del 20,7%. En lo referido a esta ltima especie, el mismo es-
pecialista adverta que sus indicadores tecnolgicos de eficiencia (por-
centajes de paricin, mortalidad, rendimiento kilo/vara y peso velln
sucio) eran inferiores a los aceptables, lo que supona la posibilidad de
mejorarlos a niveles ms satisfactorios.
Bajo el supuesto de la tendencia histrica conocida para la activi-
dad ganadera aysenina durante el lapso 1960-1977, Saini proyectaba
36
Atilio Cosmelli. Desarrollo y Administracin de la Provincia , citado, pg. 41.
37
Instituto Nacional de Estadsticas, Censo Nacional Agropecuario 1976 (Santiago, 1977).
38
Unidad de medida determinada por la cantidad de alimento que consume un animal adulto de 500
kilos de peso vivo.
39
Alberto Saini B., La actividad ganadera bovina y ovina en Aisn y sus perspectivas de desarrollo,
en Trapananda N2 Julio 1978-Enero 1979 (Coyhaique 1979), pg. 90.
666
para el siguiente sexenio, esto es a 1984, un incremento en la masa
667
sean una cabida sobre 2.000, con un total de 672,414,1 hectreas en
conjunto. Las explotaciones pequeas, bajo 200 hectreas por unidad
cubran 75.801,4 hectreas. Eso significa que en la Regin predomina-
ba la tenencia fundiaria mediana. El personal permanente y no perma-
nente ocupado en la actividad era de 5.222 personas, cuatro quintos
de las cuales eran varones y el resto mujeres.
La existencia de ganado registrada fue de 168.770 bovinos, 337.565
ovinos, 13.702 equinos, 13.300 caprinos y 4.034 porcinos. Ello pone
en evidencia que la masa bovina mantuvo su dotacin respecto del
recuento censal de 1976, pero que la masa ovina registr una sorpren-
dente reduccin del 55%, esto es, la cifras histrica ms baja para el
rubro (Tabla VI ).
La explicacin para ese hecho, en verdad preocupante, estuvo en
el contexto comprensivo de la situacin de la ganadera ovina en la
Patagonia durante las ltimas dcadas, motivada tanto por la crnica
inestabilidad de los precios en el mercado internacional lanero, como
por la reduccin notoria de la capacidad talajera de los campos al
cabo de un siglo de explotacin pastoril agotadora, circunstancia que
se expres en reducciones importantes en las dotaciones de Maga-
llanes y especialmente de la Provincia de Santa Cruz, en Argentina.
La misma estuvo acompaada por fenmenos naturales perjudiciales
para la actividad ganadera como fueron inviernos con exceso de nieve
(terremotos blancos) y la excepcional erupcin del volcn Hudson
en 1991, cuyas cenizas cubrieron amplios sectores de la zona oriental
de la Patagonia. Este conjunto de circunstancias desfavorables ocasio-
naron un descenso en la rentabilidad de las explotaciones ovejeras
y, por ende, provocaron el desaliento de muchos productores y la
reduccin visible de la actividad 41. Pero, as y todo, lo acontecido en
Aysn sobre la base de los datos censales consignados, movi a preo-
cupacin y condujo a pensar en la posibilidad de una crisis estructural
de la crianza ovina en la regin, lo que justific un estudio particular
sobre el punto.
668
De la Trapananda al ysen || Mateo Martinic
TABLA VI
EXISTENCIA DE GANADO EN AYSN 1930-1997*
1930 1936 1955 1965 1975 1997
Ovino 529.633 cbs. 399.699 cbs. 576.957 cbs. 860.295 cbs. 746.099 cbs. 337.565 cbs.
669
mallines; establecimiento de pasturas, fertilizacin, aumento en la do-
tacin y empleo de maquinarias para las empastadas y las cosechas,
y sistemas de elaboracin de ensilaje); y el incremento de la masa
ganadera mediante medidas adecuadas de manejo y de mejoramiento
en aspectos genticos y sanitarios, y aumento del stock animal. De esa
manera sera posible elevar la dotacin bovina a 300.000 cabezas y la
ovina a 700.000 cabezas como stocks productivos estables, y hacer
de la produccin crnea (bovina y ovina) una alternativa rentable y
atractiva de produccin45.
El esfuerzo principal del sector pblico durante el lapso 1994-2000
con una importante inversin superior a $ 12.000.000.000 en diferentes
instrumentos de fomento, estuvo dirigido a la reversin de la tendencia
decreciente o esttica de la actividad de veinte aos a esta parte46.
Desde el punto de vista social la ganadera sin embargo de sus
avatares mantiene su importancia como fuente de ocupacin en la
Regin, aunque tambin numricamente menor que en el pasado. De
acuerdo con los datos del Censo Nacional de Poblacin y Vivienda de
1992 el empleo en el sector agropecuario de Aysn (incluida la silvi-
cultura) corresponda al 17% del total de las ocupaciones registradas.
A su tiempo, los datos del censo agropecuario de 1997, validando su
importancia tradicional, pusieron de manifiesto el proceso de pro-
gresivo envejecimiento de los ocupados, seal clara del fenmeno de
migracin de gente en edad laboral desde los campos a las ciudades.
La actividad agropecuaria con un mayor grado de desarrollo se
ubica en la zona central de la Regin, en particular en las cercanas
de Coyhaique y Puerto Aysn, y en el valle Simpson, sectores donde
radica la mayor parte de las explotaciones (36% y 18% en el caso de
las ciudades mencionadas, respectivamente). El producto ganadero
bovino se concentra en la comuna de Coyhaique y all, adems, lo
hacen los centros ms importantes de venta de ganado (ferias), y la
mayor parte de las plantas de faenamiento animal y de produccin
de quesos47.
Pero ms all de la recuperacin que lentamente se ha venido re-
gistrando en los ltimos aos, hay un hecho irredargible: la ganadera
como actividad econmica, otrora base estructural para el pobla-
miento y primer desarrollo de Aysn, ha dejado de ser fundamental
45
Regin de Aysn. Plan Decenal del Sector Agricultura 2001-2010, sin fecha ni expresin de autor. d.
46
d., d.
47
Plan Decenal , citado.
670
en el sistema productivo regional, como lo evidencia su participacin
b) Agricultura
671
lo que se busca es aprovechar en la mejor forma las diferentes zonas
agroclimticas de la Regin de Aysn (hmeda, intermedia y de mi-
croclimas), en particular esta ltima situada en las cuencas de los lagos
General Carrera y Cochrane, principalmente en Chile Chico, aunque
tambin se consideran como sectores potencialmente productivos el
valle Simpson y la zona de Maihuales. Es as que, en el caso particular
de Chile Chico, se ha planteado la produccin de cerezas de exporta-
cin como rubro principal -al modo que se realiza en la zona contigua
argentina de Los Antiguos-, con proyecciones interesantsimas y con-
secuencias favorables de diversa ndole.
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias ha realizado experimen-
tos de produccin en Chile Chico, localidad para la que se ha calculado
un potencial de 500 hectreas de cultivo. Otras ventajas naturales estn
dadas por las excelentes condiciones fitosanitarias de la comarca lacus-
tre, lo que asegura mejores precios y ms fcil acceso a los mercados49.
Por cierto, las flores, la cereza y algunos frutales menores (berries)
no agotan las posibilidades de un renovado y ampliado desarrollo de la
agricultura en Aysn. Se ha previsto as las posibilidades de la regin en
lo tocante a la produccin de semillas de espinaca y de la cebolla de da
extra largo para la exportacin, respecto de las que el INIA igualmente
ha estado realizando experiencias con buenos resultados. En ambos
casos, entre otras ventajas que presenta la Regin de Aysn estn sus
fotoperodos prolongados y su condicin de zona templada-fra.
Finalmente otra interesante innovacin productiva agrcola se pre-
senta con la posibilidad de cultivo del lpulo, especie de creciente
demanda en el mundo. Debe saberse que Argentina es el nico pro-
ductor de la planta, con centro en localidad andino-patagnica de El
Bolsn (167 hectreas bajo cultivo). De acuerdo con el organismo
tcnico mencionado -que est desarrollando actualmente cultivos ex-
perimentales-, Aysn presenta dos ventajas para la produccin poten-
cial de lpulo. Ellas son la elevada cantidad de das libres de helada al
ao (120) y un clima templado-fro para el desarrollo apropiado de
la especie, y el menor costo de la mano de obra en la Regin, lo que
importa porque se trata de un cultivo intensivo en ese respecto; y ello
adems de su situacin geogrfica que hara competitiva la produccin
y con fcil acceso a Argentina y Brasil, que son dos importantes mer-
cados para el producto50.
49
Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificacin Econmica y Social-ILPES, Identificacin y anlisis
de oportunidades de inversin para la Regin de Aysn (Santiago, 2002), pg. 176.
50
ILPES, Identificacin ..., citado, pg. 194.
672
Est visto, as, que las perspectivas que ofrece la agricultura en la
c) Explotacin forestal
673
Como produccin del rubro forestal debe consignarse asimismo la
extraccin de lea, calculada en aproximadamente 500.000 m3 para el
mismo ao 1999, con un valor estimado en US$ 4.700.00051.
Un diagnstico hecho para este sector productivo considera como cau-
sas que limitan su desarrollo el alto costo de produccin, por el bajo nivel
de rendimiento y de aprovechamiento del bosque, con un elevado costo
de energa para la transformacin de la materia prima; adems, el escaso
valor agregado a la produccin forestal, la baja calificacin de los obreros del
ramo y la falta de incentivos para el manejo del bosque nativo52.
Las iniciativas del sector pblico en procura de un desarrollo re-
novado de la actividad forestal contemplaron acciones de calificacin
para la mano de obra, creacin de lneas de crdito para la renovacin
de maquinarias y equipos, y la incorporacin de nuevas tecnologas
para la produccin y, por fin, la bonificacin de las inversiones realiza-
das por los empresarios industriales.
Un aspecto de inters en el rubro es el de la superficie forestal plan-
tada, buena parte de la cual est destinada al suministro de materia prima
para el aserro en el porvenir. Entre 1990 y 1991 se plantaron con ese
objetivo un total de 13.470 hectreas53. Para el fomento particular de esta
actividad se han iniciado dos programas paralelos de forestacin a contar
de 2002 y con duracin hasta 2011, uno para pequeas propiedades con
una meta final de 14.500 hectreas plantadas, y otro para productores
medianos y grandes, con un total previsto de 24.000 hectreas54.
TABLA VII
PRODUCCIN DE MADERA REGIN DE AYSN 1984-2001*
1984 352.000 p2 1993 1.047.000 p2
1985 615.000 1994 1.009.000
1986 488.000 1995 1.196.000
1987 797.000 1996 1.280.000
1988 865.000 1997 1.340.000
1989 695.000 1998 1.259.000
1990 1.225.000 1999 1.353.000
1991 560.000 2000 1.505.000
1992 912.000 2001 964.313
* Fuentes: CONAF, INE e INFOR
51
El sector agropecuario ..., citado, pg. 11.
52
El sector agropecuario ..., citado, pg. 12.
53
I.N.E. Panorama Econmico y Social. Las Regiones de Chile 1990-1999, citado.
54
El sector agropecuario ..., citado, pg. 12.
674
d) Minera
55
Ministerio de Minera, Minera en la Regin de Aysn, documento de trabajo sin fecha, pg. 2.
675
mente al descubrirse un interesante sector mineralizado sobre el cual
se constituy la propiedad minera correspondiente, en tanto que se
formalizaba la creacin de una filial chilena para su operacin, con el
nombre de Minera C.D.E. Fachinal Ltda.
De esa manera, y con una inversin aproximada de US$ 65.000.000,
ciertamente muy importante, en obras varias como apertura de la mina,
instalaciones, edificaciones, caminos de acceso, en octubre de 1995 co-
menz la produccin, cuya inauguracin oficial se hizo en 1997.
Fachinal es un proyecto convencional de flotacin que combina minera
subterrnea y [a] cielo abierto, con una vida til de aproximadamente 7
aos a un ritmo de produccin de 1.500 ton. das. La produccin promedio
anual de finos estimada fue de 60.000 onzas de oro y 2.000.000 onzas
de plata56.
Aparte de su significacin minera, esta explotacin tuvo una im-
portancia social innegable como fuente de ocupacin directa (300
trabajadores) e indirecta, y como factor que enton la vida econmica
y la actividad general de la pequea ciudad de Chile Chico.
Entre 1996 y 1999 la produccin de concentrados totaliz 36.552
toneladas, con un rendimiento en finos de 108.975 onzas de oro y
7.410.854 onzas de plata, aunque en produccin decreciente por ra-
zones naturales.
El otro desarrollo minero de importancia en la Regin de Aysn se
ubica en el sector de Alto Maihuales al occidente de irehuao y es
conocido con el nombre de Mina El Toqui. Su inicio correspondi a la
iniciativa del abogado Ignacio Walker Concha, de Santiago, que enca-
bez un grupo de inversionistas y contando con la asesora de Andrs
Zauschquevich, prestigioso ingeniero metalurgista, consigui poner en
marca un yacimiento de zinc, oro, plata y plomo a fines de noviembre
de 1983, con la actividad de una planta de concentracin para tratar
500 toneladas de mineral por da, operando bajo la denominacin de
Sociedad Contractual Minera El Toqui.
Luego de una situacin crtica entre 1985 y 1986 debida a la baja
del precio del zinc en el mercado internacional, la entidad propietaria
fue adquirida en el ltimo ao por la firma canadiense Lac Minerals,
que posteriormente pas a ser propiedad de la compaa American
Barrick, que para el caso constituy la filial American Barrick Chi-
le. Desde agosto de 1997, esta empresa y su yacimiento de El To-
56
d., pg. 33.
676
qui pasaron al dominio de compaas canadienses agrupadas bajo el
TABLA VIII
PRODUCCIN DE CONCENTRADOS DE ZINC REGIN DE AYSN 1990-2001 *
Aos Concentrados Finos
(tons.) Zinc (tons.) Plomo (tons.) Oro (kgs.) Plata (kgs.)
1990 46.422 23.414 187 - 2.175,5
1991 59.971 29.214 369 - 3.482,5
1992 59.847 29.639 298 - 3.196,4
1993 59.342 29.435 344 - 2.819,3
1994 60.038 29.796 465 - 3.751,9
1995 69.029 33.787 365 - 2.593,4
1996 68.286 33.308 368 - 2.774,5
1997 65.388 31.587 232 - 1.884,8
1998 31.795 15.290 40 59,4 781,2
1999 65.924 32.104 172 72,2 1.810,8
2000 64.356 31.227 189 82,6 1.785,9
2001 64.405 32.565 277 91,2 3.462,5
* Fuentes: Ministerio de Minera
677
de explotacin y $ 479.666.954 por el de patentes de exploracin).
Y eso fuera de los otros recursos que de modo directo e indirecto
generon las correspondientes actividades. Las comunas ms favoreci-
das con estos ingresos fueron naturalmente las de Chile Chico y de
Coyhaique, seguidas a gran distancia por las de Aysn y Cochrane.
Otra medida de la importancia del ramo minero en la produccin
econmica de Aysn se tiene en su participacin en el comercio de
exportacin. Para el caso se ejemplifica con el correspondiente a
los aos 2000 y 2001. En el primero el monto de las exportaciones
regionales fue de US$ 92.082.363 y US$ 87.569.243 en el segundo.
Pues bien, en uno y otro caso los minerales ocuparon el tercer lugar
en importancia tras los productos de la salmonicultura y la pesquera,
con US$ 22.700.772 y US$ 11.997.192, respectivamente. Agrguese
su capacidad como fuente de empleos estables y bien remunerados,
de consumos y servicios demandados y de una especial preocupa-
cin por la conservacin ambiental entre otros varios aspectos, para
calcular la importancia de la actividad minera en el acontecer econ-
mico aysenino.
Pero hay ms todava; al mostrar la regin un potencial en reser-
vas minerales (metlicas y no metlicas). Tal circunstancia gener una
suerte de actividad paralela en forma de prospecciones y explora-
ciones, y de estudios. En ellas intervino el Estado a travs del Servicio
Nacional de Geologa y Minera y del gobierno regional, en este caso
con un acuerdo celebrado con el Departamento de Geologa de la
Universidad de Chile para llevar adelante el proyecto Actualizacin
de la Carta Metalognica XI Regin de Aysn (1997) y para realizar
estudios sobre mineralizacin probable en diferentes sectores del
territorio. Entre las exploraciones ms interesantes deben mencio-
narse las emprendidas por las compaas internacionales Homestake
Chile S.A. y Southern Ro Resources Ltd., en reas de los lagos P-
llux, Cstor y Fro; por Western Mining Exp. S.A. en zonas de Cerro
Castillo y Ro Turbio; por C.D.E. Chilean Mining Corporation en el
sector de Arroyo Furioso, cerca de la localidad de Cochrane, y por la
Minera Newmont Chile en los alrededores del lago Lapparent, zona
del alto ro Ibez. Todas ellas entraron su inters en la bsqueda de
oro y plata.
Para concluir este aspecto, bien vale hacerlo con las palabras de
un especialista tan calificado con el ingeniero Zauschquevich, quien al
ocuparse de las abundantes manifestaciones de lutitas en el territo-
678
rio regional, afirm [...] Conociendo el autor bastante bien la geologa y
e) Pesquera
Actividad tradicional que fue una de las dos primeras en ser ejer-
cidas por los adelantados y pioneros del archipilago y los litorales de
Aysn, la pesquera se mantuvo en un estado incipiente de desarrollo,
apenas modesto hasta mediados de los aos de 1970. Recin enton-
ces esa actividad comenz a ser registrada estadsticamente con las
primeras menciones correspondientes a los aos 1976 y 1977, en que
se consign la captura y extraccin de productos del mar (pescados,
crustceos, moluscos y otros) con totales de 1.703,1 y 2.397,4 tone-
ladas, respectivamente. A partir de entonces, en consonancia con el
desarrollo que la pesquera nacional iba mostrando a lo largo y ancho
del mar de Chile, la correspondiente a Aysn fue exhibiendo un ligero
pero progresivo incremento.
Fue as que para 1985 el desembarque registrado fue de 5.248 to-
neladas, pero su escasa significacin qued de manifiesto al represen-
tar apenas el 0,02% del total nacional, sin embargo de haber crecido
en un 308% con respecto a 197658.
Se consideraba a la sazn que era de inters la pesquera de la
merluza, con la incorporacin a la actividad de buques hieleros para
operar en las aguas interiores y exteriores de la Regin. Pero el ma-
yor esfuerzo radicaba en los pescadores artesanales, cuya flota estaba
57
Algunas formaciones geolgicas de Aisn y su potencial de desarrollo para la XI Regin, Trapananda
N5 Agosto de 1985, pg. 92.
58
Anuarios Estadsticos de Pesca 1976 y 1977 (Servicio Agrcola y Ganadero, Divisin de Proteccin Pesquera),
Santiago.
679
conformada entonces por 508 embarcaciones, todas de tipo mediano
y pequeo, con un grado de mecanizacin y equipamiento limitado.
Esa cantidad representaba el 4,7% del total nacional59. Haba seis cen-
tros de desembarque, de los que los importantes eran Puerto Aguirre,
Melinka, Puerto Chacabuco y Puerto Aysn. Las plantas para procesa-
miento industrial establecidas eran 8. De ellas 3 estaban dedicadas a la
congelacin de productos y 5 a la conservera.
Teniendo en consideracin las perspectivas que ofrecan los recur-
sos disponibles y los bajos niveles de utilizacin de la capacidad en las
plantas procesadoras existentes, especialistas manifestaban que las ex-
pectativas del nivel secundario se vean centralizadas en la consolidacin
y mejoramiento tecnolgico de las plantas de tamao pequeo/mediano,
abastecidas por el subsector pesquero artesanal. En este sentido, la conso-
lidacin debera orientarse hacia el mayor aprovechamiento de las insta-
laciones, mediante la explotacin y procesamiento de otros recursos tales
como raya, tollo, navajuela, caracol y otros; en tanto que el mejoramiento
tecnolgico debe considerar la aplicacin y desarrollo de tcnicas sanita-
rias de manipulacin (que incluyan el transporte de la materia prima que
asegure la obtencin de productos que cumplan con los requerimientos de
un mercado externo, cada vez ms exigente.
En el contexto de las plantas de tamao pequeo/mediano, debe con-
siderarse la alternativa de incorporacin de nuevas plantas procesadoras
bajo el concepto de un desarrollo integrado con unidades de cultivos. Esto
permitira conjugar las necesidades de procesamiento de acuerdo a las
capacidades de produccin de materias primas de estos centros60.
Estas sugerencias fueron tenidas en consideracin en la misma
medida que adelantaba el tiempo y con l aumentaba la actividad
pesquera. As, para 1990 se registr un desembarque total de 29.072
toneladas, que en 1999 casi se haba doblado alcanzando a 56.432 to-
neladas, o sea, diez veces lo registrado en 1985. De ese total el mayor
esfuerzo de extraccin correspondi a pescados (19.449 y 49.174
toneladas), algas (5.530 y 1.614 toneladas), crustceos (142 y 2.312
toneladas), y el resto era de otros productos del mar.
Con un crecimiento tan interesante la pesquera asumi durante
los ltimos aos cada vez mayor importancia en el contexto de la
produccin econmica de Aysn, aun sin considerar el espectacular
59
Flix Inostroza y Enrique Aranda. Situacin y Perspectivas del sector pesquero en las Regiones X y
XI, en Chilo y su influjo en la XI Regin (INPATER, II Jornadas Territoriales), Santiago 1988, pg. 165.
60
d., pgs. 175 y 176.
680
desarrollo de la salmonicultura que se trata por separado, de lo que
f) Industria
681
Puerto Aysn, todas orientadas a la produccin de productos crneos
para su envo al mercado nacional y a la exportacin.
De igual modo se ha constatado el aumento de actividades industria-
les menores y artesanales referidas a rubros tales como el metalmec-
nico (maestranzas, talleres), fabricacin de elementos de madera como
puertas, ventanas, muebles y otros; imprentas, confecciones de ropa, ali-
mentos varios, que en el conjunto muestran una evolucin interesante.
Ello fue especialmente apreciable en Coyhaique, el centro con mayor
dinamismo en el gnero, de all que debe esperarse un desarrollo mayor
con aumento en la generacin de bienes y servicios industriales, mayor
valor agregado y creciente ocupacin de mano de obra.
g) Comercio y Servicios
682
El crecimiento y desarrollo de la Regin de Aysn durante las lti-
Actividades recientes
a) Salmonicultura
683
haba sido encomendada cinco aos antes por la Secretara Regional
de Planificacin, teniendo en vista la factibilidad del cultivo de salmn
en jaula como actividad econmica para la macro regin.
En lo sustancial, el informe correspondiente conclua que el cultivo
del salmn en jaula es tcnicamente factible en la XI Regin, para las
especies de salmn Coho y trucha arcoiris61. Para que eso pudiera darse
a satisfaccin se recomendaba como primer paso para tener un desa-
rrollo slido de la produccin de salmn en el pas, lograr una imagen
y posicin adecuadas para el producto chileno en los exigentes mercados
del salmn, lo que deba conseguirse mediante la promocin de las
condiciones naturales de la zona austral chilena en el control de calidad
del producto y el buen manejo de las primeras exportaciones62.
Se conoce hoy en da cmo de bien se han cumplieron esas reco-
mendaciones por parte de los productores nacionales, lo que ha con-
tribuido a cimentar el igualmente bien ganado prestigio y la posicin
que Chile consigui como productor de nivel mundial.
En este contexto debe considerarse lo ocurrido con la novedosa
actividad en la Regin de Aysn. Y ello ha sido sencillamente especta-
cular. Virtualmente de la nada y en la medida que el gran desarrollo de
la salmonicultura haca evidente la inevitable y pronta saturacin de las
disponibilidades de espacio geogrfico para la misma en los litorales
de la Regin de Los Lagos, que concentra alrededor del 90% de la
produccin chilena, los productores del ramo advirtieron las posibili-
dades que ofrecan las aguas de Aysn y comenzaron a establecerse
con sus centros de cultivo y faenas anexas, con un inters acrecentado
una vez que se comprob que su aptitud era excelente para la activi-
dad econmica.
Al concluir el siglo XX operaban en la regin varias compaas y
las ms importantes por sus inversiones, instalaciones y volmenes de
produccin son Pesquera Fro Sur, AquaChile, Salmones Antrtica, Pesca
Chile y Pesquera Los Fiordos, adems de Piscicultura Garo, Patagonian
Salmon Farming y Piscicultura Santa Margarita, unas con inversiones ex-
clusivamente chilenas, otras con aportes de capital extranjero por su
condicin de filiales de empresas internacionales y otras de carcter
mixto. A ellas se ha agregado el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP),
en su condicin de proveedor de ovas de salmn coho.
61
d., pgs. 182 y 183.
62
Edward Barter, Anlisis de la Experiencia de la Fundacin Chile en el Sector Pesquero de la Zona
Austral, en Trapananda N5, ya citada, pg. 132.
684
La actividad de cultivo y de proceso industrial ulterior se ha con-
63
Aventura en los mares australes. Salmonicultura en Aysn: una visin actual, artculo incluido en
Revista Salmonicultura editada por el diario El Llanquihue de Puerto Montt, 2003, pg. 32.
64
d., pg. 133.
685
b) Generacin elctrica
686
Hermosa-Puerto Ibez de 70 kilmetros de largo, para suministrar
687
Balmaceda, Villa Cerro Castillo, Puerto Ibez, Villa Maihuales
y Villa irehuao, vale decir a la totalidad de la zona territorial
central.
Sistema General Carrera, abastecido por la Central Hidroelc-
trica El Traro y la Central Trmica Chile Chico. Atiende a las
ciudades de Chile Chico y Cochrane, y a las localidades meno-
res de Puerto Bertrand, Puerto Guadal, Malln Grande, Fachinal,
Puerto Ro Tranquilo y Puerto Murta, ubicados en torno al gran
lago.
Sistema Cisnes, abastecido por la Central Nuevo Reino, con
unidades hidroelctricas y disel, y provee suministro elctrico
a Puerto Cisnes.
Sistema Palena, abastecido por la Central Ro Azul, con uni-
dades hidroelctricas y disel. Entrega energa a SAESA en las
localidades de Chaitn, Futaleuf, Palena y otras menores de
la zona sur de la Regin de Los Lagos, y atiende directamente
a las localidades de La Junta, Puyuhuapi, Villa Santa Luca, Lago
Verde y otras.
Sistema Las Huichas, abastecido por la central disel de Caleta
Andrade. Entrega energa elctrica a los poblados de Puerto
Aguirre, Caleta Andrade y Estero Copa, situados en la isla Las
Huichas, litoral de Aysn66.
66
Empresa Elctrica de Aysn S.A. EDELAYSEN, 21 Memoria Anual 2002, pgs. 11 y 12.
67
Empresa Elctrica de Aysn S.A. EDELAYSEN, 21 Memoria Anual 2002, pgs. 11 y 12.
688
conjunta de (4.000 MW). Los estudios datan de tres dcadas y fueron
c) Turismo
68
El Mercurio, Santiago, La Energa y las Posibilidades de Aisn, artculo de pgina editorial, edicin
del 1 de octubre de 1975.
689
para el pas entero. En efecto, mientras en ste la tasa de aumento
para el perodo 1981-1999 ha sido en promedio el 10,2%, para Aysn
ha sido de 12,1%. Ahora bien, si se discrimina por origen de los turistas,
la tasa de crecimiento de los extranjeros ha evolucionado a una tasa ma-
yor que la de los chilenos, 16,5% frente al 10,8%, lo que ha determinado
una creciente participacin de los mismos en el total de turistas, que han
pasado de ser del 10% al 30%69.
Otros datos que ratifican esa evolucin favorable son los referidos
a los alojamientos en establecimientos del gnero en el pas y al nme-
ro de pernoctaciones tursticas. As, en el primer caso, en 1981 Aysn
reciba alrededor del 0,4% del total de turistas ingresados a Chile, y
en 1999 el 13,2%; en cuanto a las pernoctaciones, estas representaban
respectivamente el 0,44% y 1,13% del total nacional en iguales aos,
vale decir, que se triplicaron en el lapso.
En esta actividad econmica, el progresivo avance de la Carretera
Austral hasta su completa terminacin longitudinal contribuy noto-
riamente al aumento del flujo turstico, particularmente del realizado
por la va terrestre. Pocas obras como esta han permitido y permiten
poner al alcance de los visitantes un real caleidoscopio natural, que en
todas partes brinda la asombrosa belleza escnica y su complemento
natural vital que, en su carcter variopinto, ofrecen atractivos cul ms
interesante y grato para el disfrute humano. La Regin de Aysn est
muy bien preparada para ello: cinco parques nacionales, doce reservas
nacionales y dos monumentos naturales conforman el acervo riqusi-
mo de reas silvestres protegidas existentes en su territorio, con una
cobertura de 5.162.615 hectreas, esto es, poco ms del 50% de la
superficie regional.
Pero no slo Natura engalana a Aysn, pues los rasgos culturales del
paisaje humanizado y el hombre mismo son siempre razones de pode-
rosa atraccin, en tanto que permiten conocer lo que ha sido y es la
adaptacin a la brava geografa territorial, y el esfuerzo que se ha hecho
y se hace para vivir en armona con ella y que trasuntan un notorio ca-
rcter de pionerismo como no se ofrece en otra regin chilena.
Aysn, inclusive, es regin con una vocacin como pocas para el
ejercicio del turismo de intereses especiales: ecoturismo, turismo-aven-
tura, turismo cientfico, observaciones de la naturaleza, trekking y ka-
yaking. Esto permite esperar un ritmo de crecimiento ms acelerado
todava en el prximo futuro, con todas las favorables implicancias
69
ILPES, Identificacin y Anlisis de Oportunidades ..., citado, pg. 86.
690
indirectas en el volumen de los negocios de los servicios de hotelera y
TABLA IX
CRECIMIENTO PIB DE AYSN Y CHILE 1960-1998 *
Aos 1960-1970 1970-1980 1980-1990 1990-1998 1960-1998
Aysn 8,21% 1,73% 3,18% 7,50% 5,00%
Chile 4,22% 2,15% 3,08% 7,76% 4,10%
* Fuentes: Banco Central de Chile y MIDEPLAN
70
Servicio Nacional de Turismo, Comportamiento de la Demanda Turstica en la Regin de Aisn ao 2002, pg.
11.
691
Por otra parte, siempre de acuerdo con la misma fuente oficial y
del Ministerio de Planificacin y referidos a la evolucin de la econo-
ma nacional entre 1960 y 1998, la Regin de Aysn se situ entre las
primeras del pas en cuanto a crecimiento, con un 5% anual, slo su-
perada por las de Antofagasta (5,66%) y Atacama (5,44%), que a juicio
de ILPES determina un dinamismo econmico muy destacable71.
Este crecimiento econmico regional ha ido acompaado de una vigoro-
sa reconversin de su aparato productivo ya que mientras en el ao 1960,
los sectores de pesca, minera e industria representaban tan slo el 1,1% del
PIB regional, para 1997 este porcentaje haba pasado a un 26%. En igual
perodo el sector agropecuario disminua de 32,1% a 8,8%. Esto ha sido el
resultado de tasas anuales de variacin en el perodo 1970-1987 que en
el caso del sector agropecuario significaron una disminucin anual promedio
de un 0,4%; mientras que el sector de pesca aumentaba a un avasallador
22,5% promedio anual; la minera experimentaba un crecimiento anual del
17,3% y la industria la no despreciable tasa del 9,3% anual72.
En definitiva, concluye el estudio indicado en conceptos que com-
partimos absolutamente, se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que
la economa regional de Aysn ha tenido un cambio muy significativo en
la participacin de sus principales actividades econmicas, en las cuales
comienzan a figurar con fuerza sectores como la acuicultura, el turismo,
que basan su espiral de crecimiento en las grandes ventajas naturales que
ofrece la regin para el desarrollo de actividades de esta naturaleza73.
692
tisfaccin estaba basada la posibilidad misma de permanencia exitosa
693
De esa manera, hacia 1960 ya se visualizaban segmentos de una
ruta posible, aunque todava con mucho de ilusoria por el esfuerzo
constructivo que poda demandar. Pero haba que atreverse a plan-
tearlo, siquiera como una tarea digna de consideracin para el inme-
diato futuro.
Como suele suceder con las iniciativas trascendentales una vez
convertidas en realidad, en cuyos prolegmenos ha habido personas
responsables cuyos nombres muchas veces suelen quedar en el olvido,
tambin en el caso de la Carretera Austral y para evitar que ello se
repita, registramos la intervencin de esta suerte de pioneros intelec-
tuales de la grandiosa obra de que se trata. Fue el caso particular de
Baldo Araya Uribe, a la sazn regidor en la Municipalidad de Coyhai-
que, que estuvo entre los primeros que advirtieron la posibilidad de
su construccin y as, periodista como era adems, fue el iniciador de
una campaa de toma de conciencia pblica acerca de la necesidad
de esa obra, insistiendo especialmente con sentido visionario en su
trascendencia para el futuro regional. Si gan adeptos para tan justa
causa de progreso, no faltaron quienes lo tuvieron por chiflado, tanto
fue as que se le motej como el rayado de la carretera74. Pero Araya
no afloj, por cierto, y su posicin se vio reforzada paulatinamente con
nuevas adhesiones cada vez de mayor importancia.
Si este combativo hombre pblico consigui influir de algn modo
con su propuesta, sobre los responsables de las obras pblicas, es cosa
difcil de determinar con precisin. Pero s se sabe que por entonces,
o quiz desde antes, en los niveles tcnicos de la Direccin de Vialidad
se consideraba con inters tal materia. De hecho ya en 1965 hubo
una asignacin presupuestaria para el objeto. As entonces, en 1968
ese organismo elabor y entreg a la Direccin General de Obras
Pblicas del ministerio del ramo el proyecto de construccin de la
Carretera Longitudinal Austral.
El camino que se somete a consideracin, se deca al justificar la ne-
cesidad de la ruta, tiene por finalidad fundamental incorporar a la Nacin,
una gran rea territorial, que hoy se encuentra desvinculada fsicamente
y marginada del desarrollo econmico y social. Esta rea comprende la
regin de Chilo Continental y la provincia de Aisn, que representan casi
un sexto de la superficie continental de Chile.
74
Hermes Orstica, Un siglo de esfuerzo ha costado la Carretera Austral, artculo en el diario La Epoca,
de Santiago, edicin del 28 de febrero de 1988.
694
Con la iniciativa, se agregaba en la introduccin del estudio, se tra-
75
Direccin de Vialidad, Direccin General de Obras Pblicas, Ministerio de OO.PP. y Transportes,
Carretera Longitudinal Austral Puerto Montt Aisn. Antecedentes del Proyecto agosto 1968, documento indito
mimeografiado, Introduccin, pgs. 38, y 1 a 3.
695
ez), con lo que la construccin prevista habra de permitir redondear
la longitud total a 500 kilmetros una vez concluida la obra, cubrin-
dose as entera la zona central de Aysn. La misma inclua puentes
definitivos sobre los ros Palena, Figueroa y Cisnes. El tramo Campo
Grande-Cisnes Medio se hallaba en ejecucin.
76
Oficio de fecha 22 de octubre de 1970, copia en poder del autor.
696
Dos hechos contribuyeron de manera decisiva para que as suce-
697
tinuar viviendo al ritmo del talante mudable del vecino. La autarqua y
la autosuficiencia en materia de comunicaciones entre Aysn y el resto
de Chile pas a imponerse como una tarea de Estado de primera
importancia y como tal, ineludible.
Como consecuencia se hizo una revisin del proyecto original de
1968 en procura de su actualizacin, sobre la base de la experiencia
de trabajo acumulada, de nuevos estudios y reconocimientos de te-
rreno y de la filosofa que buscaba hacer de la obra un objetivo de
trascendencia nacional. Ello condujo a la asignacin de recursos espe-
ciales y elevado monto para reiniciar con nuevo nfasis los trabajos
de construccin en diferentes frentes, cuya ejecucin se encomend
al Cuerpo Militar del Trabajo (C.M.T.), dependiente del Comando de
Ingeniera Militar del Ejrcito, que haba sido reactivado a partir de
1976-77; y a la Direccin de Vialidad del Ministerio de Obras Pblicas,
bajo la supervisin tcnica superior de este mismo organismo. Debe
recordarse que la actividad constructora del C.M.T. en el pas haba
comenzado en 1954 con la ejecucin de obras viales en la zona de
Chilo continental, principalmente en los sectores del lago Yelcho y
valles Futaleuf y Palena, proseguida despus, entre 1956 y 1959, en
diferentes lugares de la Provincia de Aysn. Aunque se haba tratado
de trabajos de envergadura menor, con escaso apoyo mecanizado, esa
experiencia haba hecho posible comprobar la capacidad y competen-
cia castrense en esa clase de obras y en ambientes naturales adversos.
De esa manera se dio forma a un nuevo proyecto, de una magni-
tud desconocida en su gnero, cuyo objetivo era la ruptura definitiva
del aislamiento impuesto al territorio patagnico continental por las
propias caractersticas geogrficas y morfolgicas, tanto en lo interno
como respecto del exterior, en el caso del cuerpo territorial de la Re-
pblica situado al norte del fiordo de Reloncav. Ello haba generado
en el pas la errada concepcin de un determinismo geogrfico que
miraba a la Patagonia Chilena como un territorio insular, casi ajeno. El
desafo que significaba la prosecucin de la obra iniciada a fines de los
aos de 1960, implicaba superar una geografa considerada indome-
able para dar continuidad territorial til al pas chileno y abatir la ba-
rrera sicolgica que se haba erigido en la mentalidad comn, que en
el hecho impeda a muchos entender la extensin real del territorio
nacional allende el fiordo mencionado.
La obra proyectada, adems de su definido propsito integrador,
buscaba hacer de ella un medio eficaz de fomento econmico y de-
698
mogrfico, a travs de una carretera troncal de carcter vertebra-
699
mos para el cruce de los fiordos Reloncav, Comau y Reihue, con una
extensin de 72 kilmetros, ello en procura del ms pronto uso de
la gran va y sin embargo de mantenerse el propsito de darle conti-
nuidad terrestre con posterioridad con el tramo comprendido entre
Hornopirn y Caleta Gonzalo, a travs del litoral del sector de Huinay
y Pumaln79. Para 1990, al cabo de seis aos de trabajo, se entreg al
uso el tramo comprendido entre Vista Hermosa y Cochrane, pasando
por el portezuelo Cofr para acceder desde el oriente al valle del
ro Murta y a las comarcas del lago General Carrera, satisfacindose
as el desidertum colectivo luego que las exploraciones de Augusto
Grosse en tan amplio sector central aysenino pusieron de manifiesto
la posibilidad de construccin de un camino, y su continuacin por el
valle superior del Baker, en una longitud de 270 kilmetros. Durante
la dcada final del siglo XX prosigui el avance sostenido hacia el sur,
rumbo de la meta austral, con etapas en el acceso al lago Vargas, Puer-
to Vagabundo, Puerto Yungay y finalmente hacia alcanzar a Villa OHig-
gins, propiamente hasta Baha Bahamondes algunos kilmetros ms al
sur, en la orilla norte del lago que merecidamente lleva el nombre del
visionario Padre de la Patria. Simultneamente en los frentes laterales
del sistema de la Carretera Austral se haba llegado a la conexin con
las localidades orientales fronterizas de Futaleuf, Palena, Lago Verde
y Estancia Ro Cisnes, en la seccin septentrional; a la unin caminera
entre Chile Chico -quiz el ejemplo clsico del aislamiento interno- y
el poblado de Malln Grande, ya unido con Puerto Guadal y la ruta
troncal, y otras secciones transversales importantes, siendo las ms
significativas el acceso terrestre a Caleta Tortel, materializado a fines
de 2003. Adems las rutas Ro Tranquilo-Puerto Grosse a travs de
la cordillera de los Andes para unir la costa del lago Carrera con la
del fiordo Francisco, siguiendo el valle del ro Exploradores, y la de La
Junta a Puerto Marn Balmaceda en la seccin septentrional, para dar
la anhelada unin a la zona del estuario y litoral martimo de Palena
(Pitipalena-Melimoyu) con la zona interior aysenina, actualmente en
grado importante de adelanto. En la parte terminal del sistema de la
Carretera Austral se hallan en construccin dos vas oblicuas ms que
transversales, una desde Puerto Yungay al glaciar Jorge Montt, cruzan-
do el valle inferior del ro Pascua, y otra desde Villa OHiggins hacia En-
trada Mayer y sectores del valle superior del ro Bravo y lago Christie.
79
La faja litoral comprometida corresponde a los terrenos de propiedad de Douglas Tomkins, constituidos
en reserva natural privada, y a otros adquiridos por la Pontificia Universidad Catlica de Chile con
idntico propsito, materia, en el primer caso, de viva controversia pblica durante las postrimeras de
la dcada de 1990 y los inicios de la siguiente. Todo parece indicar que finalmente ambos propietarios
permitirn la servidumbre de paso para permitir la continuidad terrestre de la Carretera Austral.
700
De esa manera, en una tarea que ya ha enterado un cuarto de
80
Sectorialmente la cifra consignada se descompone en 300 kilmetros en la zona sur de la provincia de
Llanquihue de la Regin de los Lagos (Comuna de Cocham), desde Raln a Pichanco y los accesos
al lago Puelo y paso del Ro Manso; 300 kilmetros en la provincia de Palena; 450 kilmetros en la
seccin septentrional de la Regin de Aysn (desde Playa Negra a Campo Grande); y 950 en la seccin
meridional de Aysn (desde Villa Cerro Castillo a Baha Bahamondes, y zonas del glaciar Jorge Montt
y Entrada Mayer).
701
al punto de ganar la admiracin y el reconocimiento de la comunidad
nacional. Otro tanto debe escribirse respecto de la participacin de la
Direccin de Vialidad del M.O.P., cuya bien afamada capacidad qued
igualmente ratificada por sus tareas directas de planificacin y estudio,
de diseo y construccin, bien en forma directa o por intermedio de
contratistas privados, y al fin por la supervisin general de la magna
obra. En uno y otro caso fueron muchos, centenares, los intervinientes
en grado de participacin relevante, pero en justicia cabe ejemplarizar
con la mencin del coronel de ejrcito Guillermo von Schouwen, jefe
a cargo de las obras de construccin desde 1980 hasta 1997, poca
de su trgico deceso al caer a tierra la aeronave que lo conduca a l y
otros miembros del C.M.T. desde Coyhaique hasta Villa OHiggins y a
cuya responsable conduccin debe atribuirse la realizacin satisfactoria
de los trabajos viales81. Tambin con la del ingeniero Antonio Horvath,
profesional diligente y entusiasta, laborioso e incansable que asumi la
gran obra como una tarea personal y en cuya segunda fase (desde Vista
Hermosa hacia el sur), desempe un papel determinante82. Uno y otro
deben ser alzados como las figuras epnimas de una obra trascendente
como pocas de las realizadas en la historia nacional.
Empresa esforzada y de gran complejidad tcnica adems, porque
requiri de paciente energa, de acertadas decisiones coyunturales en
el terreno para conseguir adelantar kilmetro a kilmetro -a veces
metro a metro-, superando las dificultades que oponan las formas
geogrficas. As el esfuerzo mancomunado y la utilizacin eficiente de
maquinaria y otros elementos permiti superar los obstculos, a veces
formidables, en una labor que slo puede ser calificada de titnica. Em-
blemticos fueron algunos sectores especialmente difciles de superar
como el tramo Puyuhuapi-Queulat y la cuesta del Vagabundo. Abrin-
dose paso volando rocas o cortando paredones rocosos, trazando
trochas a travs de bosques milenarios, cruzando ros caudalosos e
impetuosos, allanando collados y rellenando mallines, usando de tec-
nologa, de fuerza, inteligencia y maa, se avanz por diferentes frentes
en una tarea colosal, que a la vez fue de construccin y de conquista.
81
En su homenaje fue designado con su nombre uno de los grandes puentes colgantes construidos en
el tramo final de la carretera, entre Puerto Yungay y Villa OHiggins.
82
Para conocer de las correspondientes propuestas y dems materias atingentes sugerimos ver sus artculos
Informe preliminar de exploracin de alternativa de camino en la Regin de Aisn e Informe sobre
reconocimiento entre Chile Chico y Malln Grande por paso de Las Llaves (Trapananda N 1, 1978);
Estudio preliminar de obras y reconocimiento del sector sur de Aisn (Trapananda N 2, 1978-1979);
Reconocimiento de alternativa de camino que evita trasbordo en Lago General Carrera (Trapananda, N3,
1979-1980); y Aproximacin a una posible tecnologa alternativa. El Camino Austral (Trapananda, N5,
1985)
702
Pero tambin fue una empresa heroica por el coraje que pusie-
703
El trmino definitivo de una servidumbre de paso por suelo
argentino, devenida odiosa e insoportable en ocasiones.
La potenciacin del desarrollo general de la macro-regin pa-
tagnica chilena (Comuna de Cocham y Provincia de Palena
de la Regin de Los Lagos, y Regin de Aysn).
Reforzamiento de los espacios fronterizos vacos y afianza-
miento de la soberana y la seguridad nacional en el territorio
patagnico chileno continental.
Aumento del desarrollo y el poder nacional, fortaleciendo los
sectores que forman el potencial econmico, humano, fsico,
poltico y militar8384.
83
Ejrcito de Chile, Historia del Cuerpo Militar del Trabajo (Santiago, 2003), pg. 294.
84
Otra apreciacin de consecuencias de la construccin de la Carretera Austral se tiene en el artculo
Trascendencia geopoltica de la Carretera Austral Presidente Pinochet, de Julio von Christmar ( en
Chilo y su influjo en la XI Regin, II Jornadas Territoriales, INPATER, Santiago, 1988).
704
la vecina Regin de Magallanes que padeca de limitaciones y caren-
705
Melinka, Caleta Andrade e Isla Toto en la zona archipielgica, dotados
con muelles y/o rampas para el trfico de pasajeros y carga.
Es del caso mencionar que al calor del desarrollo de la Carretera Austral
se lleg a plantear la posibilidad de dar forma a una suerte de va martima
paralela por las aguas interiores entre Puerto Montt y el golfo de Penas, que
implicaba revivir el antiguo proyecto de la apertura del istmo de Ofqui85.
Con menor grado de significacin, pero siempre en procura de un
servicio ms eficiente de intercomunicacin de las localidades y co-
munidades litorales, la navegacin lacustre, particularmente en el lago
General Carrera, mostr coetneamente un progresivo mejoramien-
to que favoreci de diferente manera las comunicaciones de aqu-
llas y de sus correspondientes zonas interiores tributarias. La realidad
infraestructural portuaria al fin del siglo XX inclua nueve terminales
lacustres en el lago General Carrera, cinco en el lago OHiggins, dos en
el lago Elizalde y uno en los lagos Cochrane, Paloma y Verde, incluyn-
dose muelles y rampas para el uso de pasajeros y carga.
La aeronavegacin
85
Vase Hernn Ferrer Foug, Las expediciones hidrogrficas y su importancia para las comunicaciones
martimas, en Chilo y su influjo ..., citado.
706
Las telecomunicaciones
707
Enlace Coyhaique-Cochrane, 1 canal HF Balmaceda-Coyhai-
que, 1 canal VHF.
1973 Enlace Coyhaique-Las Bandurrias, 1 canal VHF.
Enlace Puerto Cristal-Chile Chico, 1 canal VHF.
1974 Enlace Puerto Guadal-Puerto Cristal, 1 canal VHF.
1977 Enlace Coyhaique-Puerto Cisnes, 1 canal VHF.
708
Puerto Chacabuco, para alcanzar finalmente va Puerto Aysn hasta
709
Mapa 8 Aysn: Infraestructura de comunicaciones 1975-2003
710
del empleo de un cable submarino. As, en pocos aos ms la Patagonia
La frontera inquieta
711
Tras el cambio de gobierno ocurrido en Chile luego de la eleccin
de Jorge Alessandri como Presidente de la Repblica, se advirti la
necesidad de aflojar la tensin existente entre los dos pases para
generar as un ambiente proclive a un entendimiento. Se aprovech
para ello el paso por el aeropuerto de Los Cerrillos del Presidente
Arturo Frondizi para concertar una reunin entre los dos mandata-
rios. All Alessandri represent a su par trasandino la situacin en la
zona de Palena-California y la amenaza permanente que significaban
las actitudes de la Gendarmera Nacional para la tranquilidad de los
colonos chilenos. Alessandri obtuvo de Frondizi una acogida compren-
siva para su planteamiento, con la promesa de ocuparse del asunto
una vez que retornara a Buenos Aires. Este encuentro concluy con la
Declaracin Presidencial de Los Cerrillos, por la que ambos manda-
tarios resolvieron hacer conocer su categrica determinacin de entrar
de inmediato en negociaciones encaminadas a encontrar las frmulas
arbitrales adecuadas que permitan resolver los diferendos existentes87, en
referencia no slo al candente asunto de Palena-Ro Encuentro, sino
al ms antiguo y de momento ms tranquilo litigio del Beagle. Se con-
vino, en particular, allanar el curso de tales negociaciones eliminando
las causas que conducan o podan conducir a roces entre las partes.
Sin embargo del nimo conciliatorio de ambos jefes de Estado, en
la prctica poco se pudo adelantar. La situacin en el terreno no regis-
tr una variacin sensible en cuanto a su aminoracin, se sucedieron
protestas de una y otra parte por hechos protagonizados por sus
correspondientes fuerzas de seguridad y se lleg a una impasse una
vez que Argentina y Chile pusieron como condicin el retiro de los
cuerpos armados de las zonas en litigio, como condicin sine qua non
para avanzar en una propuesta arbitral.
No obstante esas contrariedades, la voluntad presidencial manifes-
tada en una doble instruccin a sus autoridades y jefaturas, en orden
a la abstencin de ejecucin de actos eventualmente hostiles y como
tales perturbadores de la tranquilidad y la mejor relacin entre ambas
repblicas, consigui superar los mismos y otros que se sucedieron,
permitiendo al fin un adelanto laborioso aunque lento en las negocia-
ciones que tenan entre manos las cancilleras de los dos pases.
De esa manera el 19 de marzo de 1960 pudo suscribirse un me-
morando de acuerdo que en lo referido al litigio de Palena-Ro En-
cuentro expresaba en parte:
87
Barros, op. cit., tomo I, pg. 261.
712
1. Se someter a arbitraje la controversia sobre la interpretacin del
713
Y as se sigui hasta abril de 1964, poca en que otro hecho prota-
gonizado por la Gendarmera Nacional (y la consiguiente reaccin chile-
na) nuevamente crisp los nimos. Se trataba ahora de una empalizada
levantada en el mismo sitio y con idntico propsito que la alambrada
anterior, mediante la cual se prohiba expresamente el paso a los carabi-
neros, con amenaza de uso de armas. Otra vez la personal comprensin
del Presidente Illia, con la promesa de remocin del obstculo, trajo un
respiro de alivio y con ello la solucin del incidente89.
As, avatares y contrariedades de por medio, siempre en procura
de un adelanto en la bsqueda de un entendimiento que permitiera
arribar de una vez al prometido arbitraje, el Ministro de Relaciones
Exteriores de Chile, Julio Philippi propuso una reunin a su par argen-
tino Miguel Angel Zavala Ortiz en la zona del conflicto, propuesta que
aunque valorada como constructiva acab desestimada, al discrepar
este alto funcionario respecto del lugar propuesto para el encuentro,
sugiriendo una alternativa que fue rechazada por el ministro chileno.
Lo que ste haba buscado era que ambos responsables de las rela-
ciones exteriores conocieran personalmente la situacin que haba
en la zona de la controversia. Ciertamente, lo ms aconsejable pues
se habra permitido una observacin directa y una apreciacin ms
cabal respecto de la materia. As otra vez se volva a fojas cero, pues
sobre la marcha se conoci un nuevo planteamiento oficial argentino
por el que se haca saber a Chile que el nico sector de frontera aun
no demarcado entre los hitos 16 y 17 era el llamado intermedio, y de
paso se rechazaba el derecho de patrullaje invocado por Chile y se
cohonestaba la actitud de la Gendarmera90. Para Chile en cambio la
materia del litigio -y por tanto del eventual arbitraje- era la totalidad
del espacio que corra entre los hitos mencionados.
As la situacin, en Santiago se vio que no quedaba otro camino
que la accin unilateral y en tal convencimiento el Presidente Alessan-
dri decidi invocar el Tratado de 1902 para forzar la solucin arbitral
como la nica posible (agosto de 1964), lo que se puso en conoci-
miento del gobierno argentino.
Como la respuesta del vecino pas demorara ms de la cuenta y
una vez que fue recibida la misma tampoco satisfizo, lo que dio lugar
89
La solucin parece haber sido ms aparente que real pues la situacin era ms compleja de los que
pareca a simple vista, como lo ha sealado Jos Miguel Barros en su obra (pargrafos 19 al 24, pgs.
275-280 de su obra citada). En efecto, la cancillera argentina neg la existencia de la empalizada y al
fin nunca lleg a conocerse con certidumbre si la misma fue o no desarmada. Ello como manifestacin
de las diferencias de criterios que se daban en Argentina entre cuantos deban intervenir en la materia.
90
Nota de 14 de agosto de 1964, en Barros op. cit., pg. 281.
714
a una rplica de la cancillera chilena, para no dar ms largas al asunto
715
cin, y patritica y responsable dedicacin permitieron organizar una
defensa argumental consistente y slida de los derechos invocados
por la Repblica en el caso.
No fue una causa fcil para Chile, como ms tarde recordara uno
de sus principales intervinientes, el embajador Barros93. Ms all de la
certidumbre que siempre se haba tenido en cuanto a la ubicacin
precisa del hito 16 en 1903 y del curso que deba seguir la lnea lim-
trofe en su interpretacin de las disposiciones del Laudo de 1902, se
haban dado en el transcurso de la controversia algunas actuaciones
de sus representantes que ciertamente haban debilitado la postura
nacional, circunstancia que en su momento sera aprovechada por la
contratarte en su propia argumentacin para afirmar su correspon-
diente alegacin jurisdiccional. Pero, as y todo, se consigui remontar
tal circunstancia adversa y al fin el resultado obtenido satisfizo lo sus-
tancial de las reclamaciones nacionales.
Tras un proceso arbitral comprensiblemente laborioso por las ale-
gaciones y contra alegaciones, por las presentaciones y probanzas, visi-
tas de inspeccin al terreno del litigio y otras acciones, el 14 de diciem-
bre de 1966 el gobierno britnico hizo entrega oficial a los agentes de
Chile y Argentina del Laudo Arbitral dictado por Su Majestad la Reina
Isabel II en el juicio entablado ante ella.
El gobierno de Chile emiti entonces una declaracin oficial para
conocimiento de la comunidad nacional, en la que entre otros puntos
se deca:
4.- El Laudo confirma plenamente la soberana chilena en el valle de
California, que fue poblado desde antiguo por Chile en un recto entendi-
miento del Fallo de 1902.
La reciente sentencia rechaza la decisin tomada en 1955 por la
Comisin Mixta de Lmites sobre el curso del ro Encuentro y acepta la
tesis chilena de que dicho ro tiene su origen en el Cordn de las Vrgenes.
Asigna a Argentina la regin montaosa, no poblada, situada al sur de la
zona en litigio94.
Est visto as que el fallo real adopt bsicamente un criterio de equidad
procurando satisfacer en lo que caba las aspiraciones chilena y argentina y
determin, por consecuencia, un trazado fronterizo de carcter transaccio-
nal con las asignaciones jurisdiccionales principales ya mencionadas.
93
En conversacin con el autor en abril de 2004.
94
En Barros, op. cit., tomo II, Anexo 11, pg. 104.
716
Como ha solido ocurrir en casos similares, en la oportunidad se
95
Prlogo a El arbitraje de la Laguna del Desierto, por Javier Illanes Fernndez (RIL Editores, Santiago,
2003), pgs. 12 y 13.
717
La evolucin de la cuestin de la laguna del Desierto
hasta su conclusin
718
que se haca al pas vecino del sector fronterizo situado al sur del
96
Javier Illanes Fernndez, El arbitraje de Laguna del Desierto, citado, pg. 52.
97
Op. cit., pg. 47.
719
personal del destacamento Gaypn de la Gendarmera Nacional (sec-
tor fronterizo Magallanes-Santa Cruz en el paralelo 52), incluyendo el
apresamiento de los arrieros y el secuestro del ganado, y su traslado a
Ro Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz. El motivo alegado
para el procedimiento fue el de que se trataba de un contrabando de
animales que procedan de suelo argentino, vale decir en el caso, de
campos ubicados en la vecindad de la laguna del Desierto. El propie-
tario del ganado era Francisco Fernndez Snchez, un ciudadano es-
paol con actividades comerciales en la zona del lago OHiggins, quien
haba comprado animales vacunos a varios colonos, entre ellos a los
hermanos Seplveda Crdenas, titulares del arrendamiento del campo
fiscal que haba sido de su padre. El destino del arreo era la ciudad de
Punta Arenas, en Magallanes.
Conocida la noticia por informacin inmediata que le fuera pro-
porcionada por la Prefectura de Carabineros, el Intendente de la Pro-
vincia se apresur en dar cuenta del hecho al Ministerio de Relacio-
nes Exteriores, aadiendo un comentario sucinto sobre el origen de
la situacin, con antecedentes histricos y referencias al entendimien-
to tradicional que se haba tenido entre las autoridades provinciales
respecto del poblamiento y posesin fundiaria chilenos en la zona
sur del lago San Martn, mientras la misma haba pertenecido a la
jurisdiccin magallnica98.
Esta comunicacin no tuvo respuesta (no se esperaba que la tuvie-
ra), ni se conoci pblicamente decisin alguna en el asunto salvo la
preocupacin manifestada por el diligente cnsul general de Chile en
Ro Gallegos, Ernesto Espinosa Montt, en lo tocante al mejor trato y
de un justo juicio a los detenidos99 y la restitucin a su propietario del
ganado secuestrado.
El hecho, como noticia, perdi actualidad al cabo de algunas sema-
nas, pero adquiri nuevo relieve a contar de octubre una vez que se
inform que el poblador Domingo Seplveda Crdenas, arrendatario
del lote fiscal de la laguna del Desierto, se present en el retn de
Carabineros Lago OHiggins el da 8 de ese mes para dar cuenta de
lo sucedido das antes en su establecimiento, cuando llegaron hasta el
98
Oficio de fecha 9 de junio de 1965 dirigido al sub-secretario de RR.EE..En esa poca, como se ha men-
cionado precedentemente, el autor serva el cargo de Intendente de Magallanes. A propsito del asunto
y para la debida informacin pblica, publicamos en el diario La Prensa Austral de Punta Arenas (edicin
del 18 de junio de 1965) el artculo Laguna del Desierto. Un rincn desconocido y cuestionado de la
Patagonia chilena, con antecedentes geogrficos e histricos que permitan formarse una idea ajustada
sobre la materia.
99
El magistrado a cargo de la indagacin era Federico Pinto Kramer, de conocida animosidad antichilena.
720
mismo algunos gendarmes argentinos, acompaados por un periodis-
100
Aunque se han publicado varios libros con visiones sesgadas propias de un nacionalismo extremo,
sugerimos la consulta de la obra El enigma de la Laguna del Desierto. Una memoria diplomtica (Ediciones
LOM Coleccin Sin Norte, Santiago, 1999), cuyo autor, Mario Valenzuela Lafourcade era en la poca de
los sucesos de que se trata miembro de la Embajada de Chile en Buenos Aires, lo que hace del mismo
un informante privilegiado. Sin embargo de algunos juicios que pueden tomarse como excesivamente
severos, hay en el libro una informacin valiosa e interesante sobre los entretelones diplomticos,
generalmente poco conocidos, con comentarios, reproches y acusaciones acerca del manejo de la
cuestin, especialmente durante el lapso corrido entre octubre y diciembre de 1965. Es, en todo caso,
una visin diferente pero respetable que vale conocer para entender mejor la complejidad de un caso
que ha dejado un regusto amargo en la memoria ciudadana. Del mismo modo se recomienda consultar
el libro Teniente Merino, el hroe de Laguna del Desierto (Red Internacional del Libro, Santiago, 1992), del
ex-general de Carabineros Ren Peri Fagerstrm y Gustavo San Martn Ravanal, en lo referido a los
sucesos en el terreno que culminaron con la muerte del oficial chileno.
721
das, compuesto de un centenar de hombres a lo menos, con armas
automticas, pertrechos y apoyo de variado tipo, para defender su
soberana atropellada. Estas medidas y otras acciones y declaraciones
de la poca, deben ser vistas y entendidas en el especialsimo contex-
to de una tensin soterrada pero fuerte existente entre el gobierno
civil presidido por el Presidente Arturo Illia, figura republicana digna y
respetable, demcrata sincero y de carcter conciliador, y el mando
del ejrcito argentino personificado en el general Juan Carlos Ongana,
que acabara en poco tiempo con la deposicin del mandatario y la
instalacin de un rgimen militar de facto. As, no slo se habra forzado
la mano del Poder Ejecutivo sino que, inclusive, se habran generado
decisiones inconsultas que el mismo haba acabado por cohonestar101.
Mientras la patrulla de Carabineros y la fuerza de Gendarmera
marchaban hacia un inevitable encuentro y la situacin asuma por
momentos mayor tensin, los presidentes Frei Montalva e Illia con-
vinieron en reunirse en procura de un entendimiento que generara
la necesaria distensin y, por esa va, se pudiera considerar con me-
jor tranquilidad anmica alguna solucin para la cuestin. El encuentro
presidencial, incluida la natural compaa de sus ministros de Relacio-
nes Exteriores, Valds Subercaseaux y Zavala Ortiz, se realiz en la
ciudad de Mendoza durante los das 28 al 30 de octubre.
All, en lo que interesa y con carcter general se haba reiterado el
propsito comn de facilitar an ms los trabajos de la Comisin Mixta
de Lmites a fin de permitir acelerar su labor, dado el deseo de ambos
Gobiernos de que se cumpla su misin a la brevedad posible. Con tal
propsito, los Gobiernos adoptarn en sus respectivas jurisdicciones las
medidas que se estimen conducentes para que se intensifiquen las tareas
de la Comisin Mixta de Lmites, de acuerdo con lo estipulado en los ins-
trumentos vigentes entre las partes, de forma tal que queden terminadas
en un plazo mximo de cinco aos102, segn lo haban convenido ambos
cancilleres en una declaracin conjunta de fecha 6 de noviembre de
1964. En lo concreto e inmediato, ambos mandatarios haban acor-
dado el retiro de las patrullas del rea cuestionada, la suspensin de
otras acciones de seguridad previstas, y as dejar literalmente el terre-
no libre y despejado para la accin de los miembros de la Comisin
Mixta de Lmites.
101
Vase el libro de Valenzuela, citado.
102
Valenzuela, op. cit., pg. 59.
722
En este punto -crucial para entender lo que ocurri das despus-
723
se haba dispuesto que la tropa de Gendarmera no avanzara ms all
del sitio donde se hallaba estacionada (La Florida) y que no se cons-
truyera el puesto avanzado cuya ereccin se haba anunciado106.
Sigui la protesta de rigor:
El Gobierno argentino protesta por la violacin de la soberana argenti-
na cometida por los efectivos de Carabineros de Chile en la Estancia Flori-
da, situada en territorio argentino a diez kilmetros al S.S.O de la Laguna
del Desierto. Los Carabineros ocuparon un puesto de dicha Estancia, enar-
bolando bandera chilena, y desde este punto adelantaron personal hasta
Laguna Cndor, cinco kilmetros ms al sur del mencionado puesto107.
Se aluda en el documento a un aumento de los efectivos policiales
chilenos y al apoyo logstico prestado por la aviacin (sic), se reiteraba
la gravedad del hecho, se pedan las explicaciones pertinentes y se
exiga el retiro de la fuerza policial del territorio argentino.
Sin menoscabo de la seriedad de la situacin, en verdad la patrulla
chilena slo llegaba a la docena de hombres y el apoyo areo no
haba pasado de ser un modesto monomotor Piper, de propiedad
del piloto aysenino Ernesto Hein. En cambio, el contingente armado
argentino estacionado en el casco de la estancia Florida alcanzaba, si
es que no superaba, el centenar de hombres y dispona de armas pe-
sadas, de apoyo motorizado y areo, en este caso de aviones militares.
Haba claramente una desigualdad numrica y de elementos entre una
y otra parte; esto en relacin con lo que luego aconteci108.
Las horas que siguieron fueron de una tensin extrema, centrada
en el eje Cancillera Argentina-Embajada de Chile en Buenos Aires-Mi-
nisterio de RR.EE. en Santiago, en conexin con ambas Presidencias y
jefaturas militares y de seguridad, en lo referido a la fluidez, veracidad
y credibilidad de las informaciones sobre lo que suceda en la zona de
la laguna del Desierto y sus inmediaciones. De ello dependa que el
enfrentamiento que se tema no tuviera ocurrencia.
Segn las autoridades argentinas, los carabineros sumaban medio
centenar y se hallaban distribuidos de norte a sur en cuatro puestos:
Casas de Domingo Seplveda, Puesto Juana Seplveda, Puesto Arbilla
y Laguna Cndor, de los que los tres ltimos estaban indiscutiblemen-
te en territorio argentino, afirmacin que da a entender con claridad
106
Valenzuela, op. cit., pg. 62.
107
d., pg. 63.
108
Vase en Valenzuela, op. cit., pg. 67, el informe que sobre este aspecto especfico pas el coronel Carlos
Prats, agregado militar, al embajador Videla Lira.
724
que por entonces se aceptaba la condicin litigiosa del rea en donde
725
dotaciones policiales de frontera en ese tiempo. Agrguese a ello, en
el caso, la trabazn burocrtica y la falta de colaboracin de otros
agentes del Estado, para salir del paso con decisin e imaginacin en
situaciones de real emergencia, como era la de que se trataba.
Pero as y todo el da 4 el mayor Moreno, que se encontraba en-
tonces en el retn del lago OHiggins, recibi un criptograma desde la
Prefectura de Aysn por el que se dispona el repliegue inmediato del
grupo comandado por el mayor Torres desde Arbilla hasta las Casas
de Juana Seplveda112.
Dejemos que sea un hombre de la propia institucin policial, el
autor mencionado, quien contine el relato, que debe tenerse por
fidedigno e insustituible por la natural cercana y acceso que tuvo a los
protagonistas:
De inmediato se envi al sargento Lara, a caballo, a reiterar esta dispo-
sicin. El sargento arrib a las once de la noche a la casa de los hermanos
Seplveda donde encontr a los carabineros que volvan al retn con los ca-
ballares sealados anteriormente. Como esa orden de relevo haba quedado
sin efecto, el sargento Lara dispuso que el carabinero Schaft lo acompaara
a la avanzada. Continu adelante hasta la una de la madrugada. No cono-
ca muy bien los parajes, pero la misiva deba entregarse. Al carabinero Prez
le orden regresar al sur [sic] con los caballares, al retn, mientras l segua
con Schaft a la avanzada. Fue notable el esfuerzo fsico de estos carabineros
y su frreo sentido del sacrificio. Al llegar el sargento y su acompaante a
la casa de Juana Seplveda, los caballos estaban prcticamente reventados.
Fue necesario dejar las armas y municiones all. El sargento Lara orden a
Schaft -que se encontraba en mejores condiciones- que siguiera como pudie-
se a la avanzada Torres a comunicar el criptograma. A medio da del fatdico
seis de noviembre lleg el carabinero, con su caballo rengueando y entreg a
Torres el documento cuidadosamente cerrado. Contena una orden muy sim-
ple: deshacer el campamento y retroceder a los rucos de Juana Seplveda113.
Pero en la eventualidad de que el mensaje radial no hubiera llegado
o no llegara a tiempo, y en la urgencia extrema que haba para notifi-
car al mayor Torres sobre la decisin presidencial de repliegue total, es
decir, ahora hasta el retn del lago OHiggins, se dispuso por la jefatura
superior de Carabineros la partida del avin Cessna 206 del servicio
areo pilotado por el teniente coronel Rafael Cepeda y por el oficial
David Henrquez, a quienes acompaaban el piloto Ernesto Hein y el
112
Op. cit., pg. 39.
113
d., d.
726
funcionario de la Comisin Mixta de Lmites Carlos Johnson, geodesta.
727
El Presidente Frei, anotara Prats en su diario, le dijo que tena al lado
del telfono al General Director de Carabineros y que este le aseguraba bajo
palabra de su honor de oficial que no haba Carabineros en Puesto Arbilla ni
en Laguna Cndor. As, no haba ningn inconveniente para pactar el retiro
de Carabineros de esos lugares al Sur de la Laguna del Desierto115.
En Puesto Arbilla el mayor Torres, al recibir el mensaje de manos
del carabinero Schaft, decidi el retorno inmediato del capitn Gonz-
lez con seis hombres, incluyendo el recin llegado, lo que se cumpli a
las 4 de la tarde. Quedaron en el lugar el jefe, acompaado por el te-
niente Merino, el sargento Manrquez y los carabineros Menar, Soto y
Villagrn. Pensaban salir a las 5.30 de la tarde. Cabe preguntarse sobre
qu pudo demorarlo, quiz el prurito de verificar que todo quedara
en orden. Adems, por qu temer un ataque de los gendarmes si has-
ta entonces las relaciones haban sido de respeto y prudencia?
Lo que aconteci entonces es demasiado conocido como para
pormenorizar; as basta una sntesis. Advertido el mayor Torres de la
presencia cercana de gendarmes armados se adelant a su encuentro
sin armas pidiendo hablar con el jefe a cargo. Ignorando que ya esta-
ban virtualmente rodeados, el teniente Hernn Merino tom un fusil
ametralladora e indic a Manrquez que hiciera otro tanto y corri a
proteger a su jefe. Fue entonces que del entorno donde se hallaban
los gendarmes parti un bala que le dio en el pecho y lo tumb heri-
do de muerte. Manrquez tambin fue tocado y cay junto a un rbol.
En el curso de la confusin que se gener no tard en surgir una
voz en el seno del grupo que atacaba, que orden suspender el fuego.
Entonces el mayor Torres y el carabinero Menar que haba corrido
para auxiliar a Merino, fueron tomados y detenidos. Los carabineros
Soto y Villagrn, que se haban alejado en busca de los caballos, al or el
tiroteo se acercaron con cuidado y fueron testigos de lo acontecido.
Temiendo ser apresados como su jefe y compaeros, cada uno por
su cuenta se ocult y en cuanto y como se pudo se dirigieron hacia el
norte para alcanzar al grupo del capitn Gonzlez, lo que efectivamen-
te hicieron al da siguiente, dndose cuenta a ese oficial del desgracia-
do suceso. Fue entonces que Gonzlez determin apurar el retorno al
retn del lago OHiggins para esperar all los acontecimientos que, en
vista de lo sucedido a la patrulla de Torres, haca temer por un ataque
a esa base por parte de la Gendarmera.
115
En Valenzuela, op. cit., pg. 70.
728
En el lugar de los hechos, entretanto, Torres, Manrquez y Menar fue-
729
Por otra parte, cabe preguntarse sobre quin y por qu dio la
orden de aquel infausto patrullaje; sobre si fue una decisin autno-
ma de la superioridad institucional de Carabineros o si eman del
Ministerio de Relaciones Exteriores; en cualquier caso, si se produjo
la indispensable y fluida coordinacin entre los niveles de decisin, y
de si hubo una reflexin a fondo respecto de las posibles consecuen-
cias, teniendo a la vista lo que suceda coetneamente en Argentina
(tensin entre el Gobierno y el Ejrcito, fuerza de la que dependa di-
rectamente la Gendarmera Nacional). Son muchas las preguntas que
pueden hacerse y que con seguridad se hicieron con posterioridad, de
las que derivaron mutuas aunque soterradas recriminaciones, como lo
sugieren los antecedentes hasta ahora conocidos y publicados.
Divagaciones aparte y retomando los acontecimientos, debe men-
cionarse que la reaccin en Chile una vez conocido el incidente y la
muerte del teniente Merino, fue inmediata, espontnea, indignada y
adolorida. La nacin, conmovida hasta lo ms ntimo por lo que se
consider una agresin injustificada, desproporcionada y abusiva, que
nunca se haba esperado que ocurriera, se puso de pie con patritico
coraje en esa hora aciaga para defender lo que estimaba era propio.
Desde los habitantes ms modestos hasta el Presidente Frei, todos los
chilenos hicieron causa comn y el respaldo ciudadano que se dio al
Gobierno dio tranquilidad y seguridad al pas.
El sacrificio de Merino en el cumplimiento de su deber, que por
tal debe ser tenido, dio entonces, y lo dara para el futuro, una nue-
va connotacin al litigio de la laguna del Desierto. La sangre innece-
sariamente vertida otorg un nuevo valor a la situacin para Chile.
Quisirase o no, ese sacrificio sera para el futuro un factor anmico
que endurecera la posicin nacional, dificultando la bsqueda de una
solucin armnica para la controversia.
Hubo, asimismo, una consecuencia del suceso como fue la com-
probacin, y no sin asombro para muchos, del abandono en que se
hallaba la seguridad en las fronteras del pas por la pobreza de medios
de diverso orden en que all se estaba, de la carencia de elementos
tcnicos de comunicaciones y apoyo, lo que rayaba en la miseria, esta
circunstancia permiti valorizar el abnegado, casi heroico servicio de
los carabineros que deban desempearse en apartados rincones del
territorio; y acusar el descuido virtual en que hasta entonces el miope
centro metropolitano haba mantenido a los territorios meridionales
de la Repblica.
730
La reaccin oficial chilena fue, no obstante la amargura, serena y
731
Puesto de Juana Seplveda, ms tarde las casas de Domingo Seplveda
y, al fin, aos despus, entre 1981 y 1989, avanz hacia el norte de la
laguna hasta la divisoria continental de aguas y hacia el occidente de la
misma hasta el paraje nombrado Tambo Quemado, igualmente sobre la
divisoria, en donde fueron erigidos sendos puestos adelantados.
El Gobierno de Chile inexplicablemente dej hacer y, cuando recla-
m, lo hizo a destiempo o tardamente. Se ha enjuiciado con acritud
esta actitud por algunos autores que se han ocupado sobre la materia,
tanto a los gobiernos de Frei y Allende, como al del rgimen militar
que surgi tras el golpe de 1973, aunque en este caso se ha procu-
rado entender el asunto en el contexto de complejidad extrema de
las relaciones con la Repblica Argentina, luego de su desconocimien-
to unilateral del laudo arbitral de 1977 sobre el litigio del Beagle, y
la delicadsima situacin que sigui a este hecho que condujo a una
virtual paz armada entre ambas repblicas y de la que pudo salirse
slo luego de la providencial intervencin de Su Santidad el Papa Juan
Pablo II. Esta hizo posible la instancia conciliatoria de la Mediacin
Papal, de la que deriv al fin -retorno democrtico en Argentina de
por medio- el acuerdo en la forma del Tratado de Paz y Amistad de
1984. Es comprensible entonces que lo de la laguna del Desierto se
haya considerado como un asunto de menor relevancia, que poda
esperar un tiempo ms propicio para ser retomado por las partes.
De esa manera en el rea litigiosa de que se trata se estableci
un statu quo, sin nuevos incidentes, con los chilenos replegados en su
territorio soberano y los argentinos ocupando de facto la zona con-
trovertida que siempre haban mirado como propia.
As entonces, en agosto de 1990 en un ambiente distentido, de fran-
co reencuentro, se reunieron los Presidentes Patricio Aylwin, de Chile,
y Carlos Menem, de Argentina, en Santiago. Se convino, entre otros
asuntos y en procura de un progresivo acercamiento y de integracin
binacional, en el caso instruir a los presidentes de sus respectivas delegacio-
nes ante la Comisin Mixta de Lmites a fin de que prepararan un informe
completo sobre las cuestiones an pendientes vinculadas a la demarcacin
del lmite internacional116. En buenas cuentas, se quera destrabar una
tarea necesaria paralizada desde tres dcadas e identificar los puntos de
divergencia y encontrarles una solucin armoniosa y equitativa, y, con
la superacin de los hechos del reciente pasado, enfrentar con visin
constructiva y pacfica el porvenir de ambas naciones.
116
Illanes, op. cit., pg. 63.
732
La Comisin Mixta de Lmites, por consecuencia, oper con la ne-
733
al arbitraje habra sido recurrir al procedimiento de conciliacin estable-
cido en el Tratado de Paz y Amistad. Sin embargo, ello habra requerido
el acuerdo de ambos pases y los delegados argentinos sostenan que no
les era posible aceptar en este caso algn tipo de solucin transaccional,
pues sera rechazado por su opinin pblica, que tena el convencimiento
de que su pas contaba con un ttulo inobjetable. Al mismo tiempo, se pro-
longar indefinidamente la ocupacin argentina en la zona.
En vista de esta situacin, Chile y Argentina decidieron, en definitiva,
someter este problema a arbitraje, que es el medio de solucin jurdica
de controversias al cual, como se ha indicado, ambos pases han recurrido
tradicionalmente a lo largo de su historia118.
No es este el espacio, creemos, para abordar con la debida am-
plitud y precisin tan importante materia, que tanta controversia
ha generado en Chile a partir de entonces. En efecto, tanto se ha
discutido acerca de si en verdad se haba agotado toda posibilidad
de arreglo directo, o si restaba todava alguna alternativa explorable
antes de comprometer el arbitraje; cuanto sobre la composicin del
tribunal correspondiente, en el que por vez primera y rompindose
la tradicin establecida a lo largo de un siglo, se acept que fuera
conformado por jueces latinoamericanos en vez de europeos; como,
por fin, en la fijacin de los trminos de referencia del arbitraje, en
particular el artculo primero del instrumento correspondiente que
defini la materia misma sobre la que deba versar el arbitraje, con-
siderados demasiado juridicistas y por tanto rgidos, sin que se dejara
lugar a una componente de equidad que permitiera una solucin de
carcter transaccional119.
No debe dejarse de mencionar que en el compromiso del arbi-
traje de la laguna del Desierto, en la decisin final adoptada por el
Gobierno de Chile pesaron dos hechos insoslayables: el desgraciado
incidente de 1965 en el que falleci el teniente Merino y la opinin
del ejrcito chileno en cuanto a mantener invariablemente la lnea
limtrofe que se haba defendido a contar de 1964120.
El Tribunal Arbitral se constituy formalmente el 16 de diciembre
de 1992 en Ro de Janeiro, integrado por cinco magistrados, tres de li-
118
Ibd., pgs. 65 y 66.
119
Sobre el particular recomendamos especialmente ver el libro de Javier Illanes, en el que con objetividad
y claridad se aborda la materia con todos sus aspectos; asimismo el artculo de Jos Miguel Barros
Reflexiones sobre un triste Laudo, publicado en el diario La Segunda de Santiago con fecha 4 de
noviembre de 1994, y la obra de Mario Valenzuela varias veces mencionada.
120
Barros, en Illanes, op. cit., pg. 14.
734
bre eleccin y comn acuerdo, y uno en representacin de cada parte;
735
- La sentencia arbitral de 1902 tena el carcter y valor de cosa
juzgada, regla de oro en el uso jurdico que significa que una vez que
se han agotado los recursos que la hacen susceptible de revisin, ad-
quiere el carcter de firme y permanente, impidiendo que la materia
sobre la que la misma ha recado pueda ser vuelta a ver sobre la base
de los mismos hechos y argumentos. El texto del Laudo y su mapa
complementario conformaron un solo instrumento inmodificable.
- La discusin que se entabl entre las partes a contar de 1945-
1953 sobre cmo deba interpretarse el curso de la lnea del Arbitro
(o la del Demarcador) careca de sentido, an a la luz del conocimien-
to de la nueva realidad geogrfica (existencia de la cuenca de la laguna
del Desierto con desage atlntico). Lo que debi haber procedido
entonces era simplemente adaptar aquel trazado delimitatorio super-
ponindolo a la geografa122. Esa manera de proceder habra resultado
congruente y consecuente con la realidad de la ocupacin colonizado-
ra en el terreno: pobladores chilenos en las comarcas del noroeste de
la laguna del Desierto y pobladores argentinos en las correspondien-
tes al sureste y al sur de ese depsito.
Esta consideracin, ciertamente atendible y vlida para nosotros,
fue tenida en cuenta aunque con matices diferenciales por los jueces
del Tribunal Arbitral que votaron en minora, el salvadoreo Reynal-
do Galindo Pohl y Santiago Benadava, representante chileno123. Uno y
otro argumentaron, con razones de consistente fuerza jurdica y lgica,
que la geografa no poda prevalecer sobre la cosa juzgada.
Proceda entonces, a juicio de ambos y que compartimos absolu-
tamente, que conocindose, como bien se conoca la intencin tran-
saccional y equitativa del Arbitro de 1902, y sobre la base del informe
y del mapa arbitrales, lo que con precisin manifest Benadava, esto
es, que la lnea siguiera el recorrido general dibujada en el mapa arbitral
y dejara a Chile el territorio situado al Norte y al Oeste de dicha lnea,
incluyendo la laguna del Desierto124.
La decisin arbitral de 1994 que se comenta signific que toda la
cuenca de la laguna del Desierto, incluidas las comarcas tributarias de
la misma que desde lejano tiempo haban sido encontradas y pobladas
por pioneros chilenos como Ismael Seplveda Rivas y Sara Crdenas
Torres entre otros, y amparadas por las acciones administrativas de las
122
Tngase presente que as lo interpret y represent el explotador Alberto de Agostini en su mapa de
1945, nica pieza en la que se registrara tal circunstancia.
123
Vase Illanes, op. cit., pgs. 122 y siguientes y 136 y siguientes.
124
d., pg. 144.
736
autoridades de Magallanes en la certidumbre de formar las mismas
737
to, sin que se supiera a ciencia cierta cul era la lnea de frontera, por
falta de la correspondiente sealizacin.
La preocupacin se haba originado all por los aos de 1950 al
tenerse dudas sobre si el ro Mosco aflua al ro Mayer o si desaguaba
directamente en el lago OHiggins-San Martn. Ello daba la condicin
de delta que se produce en la desembocadura del mismo.
No se sabe que esa concurrencia de intereses diera lugar a algu-
nos roces o incidencias menores, aunque poseemos una informacin
inconfirmada que da cuenta de una explotacin forestal que habra
realizado un poblador argentino del vecino paraje de Cocovi con la
autorizacin de personal del destacamento de la Gendarmera Nacio-
nal all existente. En cualquier caso, pasado 1960 los colonos chilenos
del sector mayormente concentrados en torno al paraje en donde
posteriormente se fundara Villa OHiggins, que tenan animales en esa
comarca, teman cruzar el ro Mosco en la duda de que el mismo
formara parte de la frontera internacional, para usar de los pastos del
sector sur, tal y como al parecer lo haca algn poblador argentino.
Entonces, hacia 1965, se pensaba que esa concurrencia de intereses
pudiera general eventualmente un foco de tensin como el que a la
sazn se daba en la zona de la laguna del Desierto.
Con el propsito de precaver cualquier trance molesto se inform
sobre el asunto a la Comisin Mixta de Lmites, organismo que se
constituy en el sector, y tras los debidos estudios y reconocimientos
determin cul era el curso que segua la frontera chileno-argentina.
En efecto, el punto se aclar con las fotografas areas tomadas du-
rante los aos 1967 a 1969 y con los trabajos de terreno terminados
en 1982. De esa manera, los delegados de Chile y Argentina no tuvie-
ron dificultad alguna en coincidir en que el ro Mosco es afluente del
Mayer antes de su desage en el lago mencionado, interpretndose
cabalmente lo dispuesto en el numeral 22 del Informe Arbitral anexo
al Laudo de 1902.
La expresin en el terreno de tal entendimiento y concordancia se
materializ con la colocacin de los nuevos hitos IV-4, en un cerro de
cota 271 metros donde termina la serrana de curso general sur-nor-
te-oeste por la que pasa la frontera internacional en esa parte y desde
all, siguiendo en paralelo al ro indicado por unos dos kilmetros; IV-3
(testigo), y, unos 500 metros hacia el suroeste, esto es, frente al punto
donde la lnea llega a la boca del ro Mayer, el hito IV-2 (testigo), en
suelo nacional.
738
De ese modo toda la cuenca del ro Mosco fue reconocida como
739
largo de la divisoria de aguas entre la cuenca del Salto en el oeste de la
del Ro San Lorenzo; en el este, hasta la cumbre ms alta del Cerro Tres
Hermanos. En el plano pertinente anexo al informe (tramo Lake Bue-
nos Aires to Mount Fitz Roy), la lnea roja del Arbitro pasa claramente
en este sector por el Cerro W, de una altura de 2.205 metros, y por
los Cerros Tres Hermanos.
Pues bien, dentro del plan de operaciones que se fij la Comisin
Mixta de Lmites a contar de su creacin, en el verano de 1941-42 se
realizaron los trabajos de terreno a fin de establecer una cadena de
triangulacin geodsica para relacionar los accidentes geogrficos y
vincular los hitos de frontera a una referencia exacta de coordenadas,
y marcar en el terreno los puntos de apoyo para la elaboracin de
cartografa.
Durante la campaa de terreno de 1945-56, una subcomisin mix-
ta de delegados procedi a declarar Hitos Naturales a las cumbres
de los cerros W y Tres Hermanos Sur (acta de 2 de abril de 1946),
entendindose que este ltimo corresponda a la cumbre ms alta
mencionada en el informe ya citado. Posteriormente, ambas cumbres
fueron vinculadas a la triangulacin preestablecida y en 1948 la Co-
misin Mixta aprob los valores de la coordenadas geogrficas y de
altura calculadas para ambos cerros.
Sin embargo, al concluirse en 1972 la elaboracin del levantamien-
to cartogrfico escala 1:50.000 de esta seccin de frontera (Seccin
V), se pudo comprobar que al replantearse los valores originados en
1948 a los hitos naturales, estos quedaron fuera de la divisoria de
aguas mencionada por el Informe Arbitral, apartndose de ella unos
tres kilmetros hacia la cuenca del ro San Lorenzo.
Surgi as una discrepancia, pues la Comisin Chilena de Lmites
sostuvo que las actas y coordenadas de dichos Hitos Naturales deban
entenderse desde 1946 a la fecha, con el carcter que indica el artcu-
lo 6 del Protocolo de 1941, esto es, que producirn pleno efecto y
se considerarn firmes y vlidas.
Por su parte, la Comisin Argentina de Lmites sostuvo que si bien
el texto de las Actas era vlido, las coordenadas geogrficas asignadas
a los Hitos Naturales no correspondan a las cumbres identificadas
en el Informe Arbitral, ya que no cumplan con la condicin de estar
situadas sobre la divisoria de aguas entre los ros Salto y San Lorenzo,
tal como se indicaba en el Informe y mapa anexo.
740
Al mantenerse la divergencia, el punto qued incluido entre los
741
acabara por imponer tarde o temprano como una necesidad. Iba en
ello la importancia de valorizar la convivencia armnica entre comu-
nidades patagnicas con tantos nexos comunes, proceso del que slo
caba esperar beneficios recprocos.
El asunto, bien considerado, no era de trmite fcil, pues con los
aos las suspicacias con que se haban mirado y aun se miraban las
autoridades nacionales (y por reflejo las territoriales) de cada pas, por
diferentes razones, algunas de las cuales han sido expuestas preceden-
temente, agudizadas circunstancialmente por situaciones de tensin
originadas por lo comn en cuestiones de delimitacin fronteriza. Pero,
as y todo, la relacin vecinal era un bien superior que deba, como
debe, cautelarse como filosofa de convivencia, buena por donde se la
considerara. Vala la pena intentar ponerla en prctica real alguna vez.
742
brind la oportunidad para pensar en la conveniencia de realizar una
128
Acta de la Conferencia de Perito Merino, en Cosmelli, op. cit., pg. 51.
743
A pensar de la loable intencin que motivara el encuentro de las
autoridades regionales, circunstancias polticas y burocrticas, por lo
comn ajenas al espritu y voluntad de las mismas, hicieron del mismo
una instancia escasamente fructuosa. En efecto, varios de los aspectos
enumerados no pasaron de su mera formulacin, en tanto que en
otros se avanz menos de lo esperado. Pero lo rescatable del suceso
es que, al fin, fue un esfuerzo ponderable para retornar a una senda de
entendimiento recproco y mejor trato, que hizo lo suyo en el supe-
rior propsito de mejoramiento de las relaciones chileno-argentinas
que animaban por la poca los Presidentes Jorge Alessandri y Arturo
Frondizi.
Con todo, el camino haba sido abierto. Importaba entonces per-
severar con sentido de futuro.
744
A mediados de ese ao, por razones de diversa ndole y especialmen-
745
asumi la forma de disposiciones legales que tanto favorecan la esta-
da y radicacin de chilenos en suelo argentino, cuanto dignificaban sus
condiciones de vida y trabajo.
Para la Provincia de Aysn la llegada de estos compatriotas hizo
posible dar un impulso a obras y planes del sector pblico y tambin
del privado (caminos, pavimentacin, obras sanitarias, construcciones
diversas, etc.), que de ninguna otra manera habran podido darse.
As, con la normalizacin de situaciones como la descrita, se con-
tribuy de manera directa a una relacin binacional, vecinal en el caso,
ms tranquila y progresivamente ms armoniosa.
Si dbil y precario, cuando pudo darse, haba sido el trato entre vecinos
frontera de por medio, francamente inexistente fue la relacin entre las
autoridad y organismos de las provincias patagnicas chilenas hasta entra-
dos los aos de 1960. A la separacin geogrfica entre Aysn y Magallanes,
por entonces irremontable, deba agregarse la diferencia de desarrollo, de
intereses y aspiraciones, lo que dado el esquema poltico-administrativo
chileno exiga un trato directo con el Poder Ejecutivo. Pero a contar de
1964 se dio una coyuntura que hizo posible establecer y mantener por
algunos aos una forma interesante de relacin interprovincial, a la que se
asociaron ms tarde Chilo y Llanquihue. Desde su inicio la administracin
del Presidente Eduardo Frei Montalva dio seales de consideracin hacia
las autoridades -agentes naturales del Poder Ejecutivo- que regan y admi-
nistraban las provincias de la Repblica. Libr espacios de accin, estimul
la actividad creativa, respald iniciativas, aport recursos para los corres-
pondientes planes de desarrollo, en fin, y as se dio forma a una tarea
de gobierno provincial propiamente tal -antes poda tratarse nicamen-
te de mera administracin- con el slo expediente de dejar hacer con
responsabilidad y prudencia, poltica que arroj, ciertamente, los mejores
resultados. En ese contexto desde el principio se convoc a reuniones de
intendentes para diversos fines de informacin y coordinacin, lo que dio
ocasin a que los titulares de tales responsabilidades de gobierno se co-
nocieran entre s, fraternizaran y acordaran acciones de comn beneficio
en el caso de quienes eran de provincias limtrofes130.
130
El autor fue intendente de esa regin durante dos perodos constitucionales, entre 1964 y 1970, tal
como sucedi con Gabriel Santelices en el caso de Aysn.
746
Desempebamos entonces la responsabilidad gubernativa en Ma-
747
de los aspectos recurrentemente planteados, en comn, a la conside-
racin del Poder Ejecutivo.
Con esa experiencia fructuosa y en procura de su potenciacin,
en octubre de 1969 se realiz en Puerto Aysn la Segunda Reunin
de Intendentes de la Patagonia Chilena. Lo conseguido entonces no
dej de tener cierta trascendencia: se logr fortalecer la autoestima,
en especial de ayseninos y magallnicos, en tanto que eran habitantes
del suelo austral chileno, macro regin con recursos valiosos y un im-
portante potencial de desarrollo para el pas. No todo lo planteado
se consigui, aunque mucho se adelant gracias a esa instancia, hecho
explicable tanto porque el idealismo entusiasta de los intendentes aus-
trales debi contender, si cabe el trmino, con la fuerza del centralismo
y la burocracia insensibles. Fue, en cualquier caso, una pica en Flandes y
bien vali la pena ese esfuerzo de relacin vecinal.
Corridos los aos esas reuniones no volvieron a repetirse, pero de
ellas qued una semilla que en cierta medida fructific al permitir des-
pus que otras instancias gubernativas -municipales en el caso- asu-
mieran la pertenencia a una macro regin compartida y promisoria, y
elaboraran planes y consideraran ideas para su mejor desarrollo.
748
crtica reemplaz a la discrecionalidad autocrtica militar a contar de
749
SEXTA Parte
LA GENTE Y
LOS PUEBLOS DE AYSN
ORIGEN Y DESARROLLO
DE LA SOCIEDAD AYSENINA
751
humanos y formas de vida que con el correr de los siglos haban
generado el mestizaje tnico y cultural y la convivencia hispano-veli-
che, bajo el condicionamiento ambiental propio de la geografa y el
clima del archipilago chiloense. Volveremos sobre el punto, de ma-
nera especial al considerar y valorizar el componente chilote de la
sociedad aysenina original y de aquella que la sucedi por evolucin
a lo largo del tiempo.
La parte minoritaria de los chilenos venidos desde Puerto Mon-
tt debi corresponder a gente procedente de diferentes lugares de
ms al norte, del viejo Chile, arribados a Llanquihue a partir de su
colonizacin en 1853. Algunos de ellos, los ms deban ser de ances-
tro criollo y otros con mezcla de sangre extranjera -europea- como
producto de la inmigracin alemana iniciada al promediar el siglo XIX.
Otros, apenas unos cuantos, venan desde Magallanes, y ellos a su vez
se correspondan en su tipologa etnocultural con aquellos ya mencio-
nados que eran originarios del Chile tradicional.
Por cierto, todos eran emigrantes sui generis, es decir, gente que
muy probablemente no planeaba quedarse de modo permanente en
el territorio que se abra a la colonizacin, pues haban sido contra-
tados para faenas especficas de duracin determinada, o, si ese no
era el caso, de cualquier modo poda preverse razonablemente su
trmino en un futuro ms o menos mediato. Sin embargo ese cuadro
comenz a variar una vez que ingresaron las primeras familias, cier-
tamente en nmero escaso en un principio. Bien se sabe que slo
al ocurrir esto es posible entender con propiedad un poblamiento
permanente. Usualmente el individuo que se instala en un lugar con
su familia es poco proclive a la movilidad y menos an cuando tiene
la opcin de adquirir una vivienda o un solar para edificarla, como
apreciado bien propio, circunstancia en la que ya puede pensarse en
un arraigo virtualmente definitivo. As es como se expresa el nimo de
radicacin. En cantidad, el contingente laboral de que se trata parece
no haber pasado de unas 200 personas y no de cinco centenares
como se ha afirmado por algn cronista y repetido sin crtica, segn se
ha comentado antes.
Por el oriente, cruzando la frontera desde suelo argentino, fue-
ron ingresando por distintos lugares y en forma libre y espontnea,
individualmente o en grupos, chilenos que en su mayora eran ori-
ginarios de las antiguas provincias del sur de la Repblica, desde la
de uble hasta la de Osorno, de vieja cepa tnica criolla por tanto,
752
dando fin de ese modo a un largo periplo por suelo extrao segn
1
Sobre la base de 155 referencias de procedencia que hace el ingeniero Pomar en su obra tantas veces
citada, el 83% de los emigrantes radicados en el valle Simpson proceda del sector indicado (uble a
Osorno), con predominio de los originarios de la Provincia de Valdivia (principalmente de Ro Bueno
y La Unin), seguidos por los de uble y Bo Bo. Un 10% proceda de las provincias de la zona central
(Maule, Cauquenes, Linares, Valparaso) y el resto de Llanquihue y Chilo.
753
Alberto Brautigam; pero tambin en las actividades ms variadas de
aquella ciudad y de Puerto Aysn deben ser mencionados Ciro Arre-
dondo Lillo, Eusebio Ibar Schepeler, Sansn Radical, Gabriel Santelices,
Alberto Saini, Oscar del Ro,Vctor Toscanini, los hermanos Juan y Atilio
Cosmelli, Federico Peede von Bischoffhausen y los mdicos Hernn
Len, Robinson Rebolledo y Ren Faraggi.
Entre esos terceros, en particular tuvo relevancia cuantitativa y cua-
litativa el contingente chilote. Migrantes por naturaleza, circunstancia
especialmente notoria desde el principio del siglo XX, hombres prin-
cipalmente, pero tambin mujeres, salieron desde la isla grande de
Chilo y sus nsulas aledaas hacia diferentes rumbos en procura del
trabajo y consiguiente bienestar que sola faltar en la tierra originaria.
En un comienzo se trat de un fenmeno migratorio estacional, de
salida y retorno pero insensiblemente, con los aos, y segn fueron
encontrando en los lugares de destino las condiciones de acogida que
podan esperar, acabaron quedndose, instalndose y formando fami-
lias en suelos ajenos que al fin se convirtieron en propios. Aysn, por
cierto, no fue en un comienzo un foco de particular atencin para los
migrantes. S del Chacao al norte y particularmente en el lejano Ma-
gallanes (y posteriormente en el territorio patagnico argentino); all
haba razones para emigrar dado su grado de desarrollo y progreso.
As entonces, como bien lo ha escrito el historiador Rodolfo Urbina
Burgos, la verdadera presencia chilota en Aysn fue ms tarda2.
Inicialmente la misma se manifest por las zonas del archipila-
go y del litoral, mbitos geogrficos que les eran connaturales, y all
contribuyeron a formar las primeras comunidades estables de pes-
cadores fuera de la antigua Melinka, como Puerto Huichas, despus
Puerto Aguirre, Caleta Andrade, Repollal, y la base popular del sur-
giente Puerto Aysn. Poco a poco los emigrantes chilotes cruzaron
las montaas camino de tierra adentro y se distribuyeron por la zona
subandina oriental, nueva y totalmente diferente para ellos, en don-
de fueron adaptndose paulatinamente. Tan importante lleg a ser
su presencia que, como lo ha mencionado aquel autor, para 1960, de
acuerdo con el registro censal realizado en ese ao, conformaban el
16% de la poblacin total de la provincia (37.770 habitantes)3. En un
principio simples gaanes en su mayora, no demoraron en variar de
condicin y para bien. Esforzados, sufridos, laboriosos como los que
ms -las viejas cualidades de la raza insular-, se mostraron receptivos,
2
Chilo, foco de emigraciones, en Chilo y su influjo en la XI Regin, ya citado, pg. 45.
3
Chilo, foco de emigraciones, en Chilo y su influjo en la XI Regin, ya citado, pg. 45.
754
abiertos, ingeniosos y creativos y estuvieron en todo: fueron comer-
755
sangres se mezclaban, las culturas se fundan, y as fue cobrando forma
tangible la especificidad social aysenina.
Se ha escrito asimismo sobre una suerte de componente tnico
nacional menor, propiamente indgena, en el caso los huilliches de Osor-
no. Se trat de unos pocos, incorporados en el contingente mayor de
chilenos originarios que emigraron a la Argentina y concluyeron su pe-
regrinar en Aysn. En su mayora fueron los pobladores pioneros del
valle del ro Ibez, segn se ha visto5. Pero el aporte tnico indgena a
la formacin de la sociedad aysenina que ha sido real, aunque minorita-
rio, debe valorarse ms otra vez por el lado del contingente chilote, en
tanto que el mismo posea, como posee, un importante componente
mestizo en diferente grado, de origen veliche y aun chono. En este as-
pecto puntual concordamos con Gonzalo Saavedra Gallo en cuanto a
que el aporte tnico mestizo chilote contiene un substrato chono, fruto
lejano del traslado forzado de los indgenas de tal procedencia desde
los archipilagos de donde eran originarios, hasta la isla grande de Chi-
lo durante el siglo XVIII, en donde habran acabado mezclndose con
y subsumindose en la etnia veliche dominante, unindose con otros
mestizos y eventualmente con criollos espaoles, dejando como legado
su particular forma de cultura martima. El antroplogo citado afirma
que este substrato se halla todava vigente en las formas de vida y de
cultura de la gente del litoral y archipilago de Aysn6.
As fue corriendo el tiempo, dcadas, y fue conocindose un pro-
ducto humano hijo de esta mezcolanza social, como algo distinto, ex-
clusivo de Aysn. Vale para el caso conocer como se le vea y aquilata-
ba al promediar el siglo XX.
Nos entretenemos en estudiar la geografa humana de este medio,
escribi el profesor Humberto Ruiz Mrquez cuando ya haba corrido
largo tiempo de ese proceso, Aisn es una aventura de la patria [Qu
concepto ms hermoso y cabal!]. Ah se mueven y viven iquiqueos,
valdivianos, chillanejos, osorninos, chilotes. La Patagonia ha abierto para
ellos sus amplios brazos cordialmente. Su tierra los ha albergado, los ha
enriquecido y les ha enseado a trabajarla con dureza y con tenacidad.
Por eso aqu han entrado a confundirse, a mezclarse, hasta terminar en un
tipo especial que es el comn denominador humano de la zona7.
5
Claudia Millaldeo, Presencia indgena en Aisn, en Actas Seminario un encuentro con nuestra Historia
(Coyhaique, 2003), pg. 90 y siguientes.
6
El rostro de una Nueva Identidad: La Expansin de la Industria Salmonera en el Archipilago de los
Chonos, citado.
7
Fisonoma del paisaje y del hombre, en Anuario Aisn 1952, citado, pg. 147.
756
Observador agudo, su permanencia en la provincia y su convivencia
757
junto al fuego ha cebado desde tiernos aos al mate amargo, que es el
smbolo de la zona, de su cordialidad sin alegra, de su tenaz pertinacia
frente a la vida.
Su desarrollo fsico asemeja al del chilote. Ms bien pequeo; la falta
de sol le resta colores y su faz denota una palidez cencea. En su actuar
es tmido exagerado, dbil de imaginacin, inepto para el juego. Ms bien
hurao que afable, crece en las soledades del interior muy semejante al
salvaje, con un desconocimiento de normas primarias y elementales de
civilizacin. No es raro en el hogar del interior que, a pesar de las cien
ovejas, duerme en cueros de animales.
La escuela los recibe en un estado totalmente inconcebible para el
maestro del norte. Hay un mnimo de hechos que marcan el nivel primario
de cultura que estos nios no tienen. No saben sentarse, no saben jugar,
no saben usar elementos de higiene como el Water Closet, o el cepillo de
dientes, no saben usar el servicio, etc. etc.
En el local escolar se mueve con pesadez. Rehuye el juego al que hay
que incitarlo y a veces, obligarlo. Las nias gustan de las rondas, quizs
por su vaga y montona cadencia. El nio slo muestra entusiasmo en el
deporte, sobre todo el ftbol el que resulta un buen elemento de ayuda
para el maestro9.
Cabe preguntarse si esta caracterizacin vlida para el medio siglo
XX -que responde a la realidad del mundo rural del tiempo pionero-
lo es para entender lo acontecido en el seno de la sociedad de Aysn
durante el siguiente lapso. Ciertamente no. No obstante que algunos
elementos condicionantes, como es el ambiente natural, se mantienen
inmutables, hay otros componentes que son esencialmente dinmicos
y como tales causa o razn de cambios. Algunos rasgos generales
es posible que se mantengan en segmentos territorialmente aislados
o semi aislados de la entidad social del presente, pero es indudable
que otros negativos o desfavorables o se hayan morigerado o, simple-
mente, ya no existen. Ello como una consecuencia del influjo mltiple
recibido en el curso del tiempo, en el que deben considerarse aspec-
tos determinantes tales como el acceso ms amplio a la instruccin
pblica, el mejoramiento manifiesto y progresivo de la calidad de vida,
el paulatino control del ambiente, nuevos aportes inmigratorios selec-
tivos, el acceso a los bienes de la informacin cultural a travs de los
medios de comunicacin oral y visual, la superacin del aislamiento y
la incomunicacin interna y externa, la modernidad, en fin. Tarea ardua
9
d. pg. 148.
758
es ciertamente la de intentar un perfilamiento actualizado, dada la
b) Los extranjeros
759
En una suerte de orden de arribo, siguieron los inmigrantes venidos
desde el Cercano Oriente, de los antiguos pases de Siria, Lbano y
Palestina, cuando los mismos se hallaban bajo la frula otomana. En-
traron en Aysn de a poco, viniendo desde Argentina, pas al que ha-
ban emigrado originalmente, para desperdigarse luego por su inmen-
sidad territorial, en especial por la Patagonia. Individuos sencillos, casi
humildes y laboriosos por regla general, se iniciaron invariablemente,
siguiendo una suerte de patrn comn, como faltes, pequeos mer-
cachifles trashumantes que provistos de una cabalgadura y un carro,
negociaban con baratijas que conducan desde los poblados litorales
del Atlntico tierra adentro, para abastecer a los pobladores rurales.
Esforzados y ahorrativos, no demoraron en advertir las posibilidades
que les brindaba su pequea actividad mercantil y acabaron por es-
tablecerse a firme en las poblaciones que surgan en el interior de
la Patagonia. Una vez all, algunos vieron otra posibilidad atractiva de
vida y actividad allende la frontera internacional. As Balmaceda, Puerto
Ibez, Chile Chico y Puerto Aysn terminaron siendo sus lugares de
radicacin inicial.
Ya establecidos, instalaron sus pequeos comercios que alternaron
con recorridos rurales por largo tiempo hasta afianzarse, y despus,
haciendo gala de un espritu empresarial que no se les supona de
primera, ampliaron sus actividades a otros campos como el transpor-
te, la hotelera, la agricultura, la ganadera, la explotacin forestal y la
navegacin lacustre, inclusive llegando a oficiar hasta de banqueros ad
hoc donde no exista tal servicio financiero, como sucedi con Jos
Auil en Chile Chico.
En nmero fueron contados, tal vez ni siquiera superaron la cin-
cuentena en total11. Invariablemente, todos se aquerenciaron con la
tierra que los acogi, formaron familias chilenas con mujeres del pas
(a veces hijas de sus paisanos), si es que no la traan de fuera. Su des-
cendencia chilena, plenamente aysenina, se ha mostrado digna de tan
meritorio ancestro y se ha distinguido y distingue en las actividades
del empresariado mercantil, en las profesiones liberales, en el servicio
ciudadano y en sus aportes creativos a la cultura regional, en especial
en el campo literario.
Hubo en el conjunto de estos inmigrantes figuras respetables que
merecen mencin: Emilio y Tamer Pualun, y Amin Aleuy, libaneses,
11
El profesor y cronista histrico Oscar Aleuy Rojas nos ha brindado informacin sobre 39 inmigrantes,
que agradecemos.
760
empresarios en Puerto Aysn, como lo fueron los sirios Julio Chible
761
radicaron en Puyuhuapi en 1935, entonces un paraje salvaje y virgen,
con Augusto Grosse, su figura epnima, Otto Uebel, Ernst Ludwig y
Walter Hopperdietzel como elementos claves de un proyecto colo-
nizador que aunque no se dio en la cuanta inmigratoria que se haba
previsto, por causas ajenas segn se ha visto, no por ello de resultado
finalmente menos exitoso. Lo realizado all por este grupo germa-
no ha devenido una suerte de ejemplo clsico de esfuerzo laborioso,
creador y progresista en la historia de Aysn.
En cuanto a los belgas, como igualmente se ha mencionado, con-
formaron el grupo postrero de los escasos europeos que inmigraron
en Aysn. Impresionaron de partida por su elevado nivel de educacin
y cultura (los cuatro jefes de familia eran profesionales universitarios),
y aunque llegaron tardamente a colonizar, su aporte al desarrollo de
Chile Chico y su entorno, como en zonas del interior del lago Ge-
neral Carrera ha sido innegable. Se les vio inicialmente con un no-
torio sentido de autoproteccin grupal, pero acabaron abrindose e
integrndose al medio social que los acogi. Salir adelante con sus
empresas econmicas no siempre les result fcil y debieron sufrir
contrariedades y avatares que pusieron a prueba su fuerza anmica,
pero finalmente consiguieron consolidar sus diferentes proyectos e
iniciativas. Permanecieron juntos durante aos, pocos como eran, pero
luego las exigencias de la vida los llevaron a dispersarse por el pas y
el extranjero, lo que en cierto modo contribuy a desperfilar su obra
creadora. Los que se quedaron, como fueron los grupos familiares
Raty-De Halleux y de Smet dOlbecke-De Halleux, han demostra-
do de variada manera una adaptacin admirable y sus hijos chilenos
son otras tantas muestras del fervor con que la primera generacin
descendiente de inmigrantes asume una autntica condicin aysenina,
por su quehacer en tareas profesionales y en el mbito empresarial
econmico, principalmente.
Los argentinos llegados a Aysn han sido los ms numerosos en
el conjunto de extranjeros radicados en el territorio y ello tiene ex-
plicacin porque el mayor contingente de los mismos estuvo confor-
mado por los hijos de chilenos nacidos en el pas vecino durante la
permanencia de sus padres, viniendo con ellos al decidir los mismos el
retorno a la vieja patria. En el fondo para ellos, en particular para los
que llegaron a Chile siendo nios, la circunstancia de la nacionalidad
argentina fue algo meramente casual y al fin vivieron siempre en un
medio propiamente chileno, como fuera el seno familiar. Pero hubo
otros, argentinos de autntica cepa criolla, que llegaron por cuenta
762
propia y se radicaron en la tierra de Aysn. Aqu se establecieron, for-
12
Diseo de Alexander Konigs y Matthias Holzmann, de Puerto Varas, e impreso por Panorama Atelier
Konigs Am Hilligenbusch, Paderborn, Alemania. Suele verse en diferentes oficinas y est disponible
para la venta en agencias tursticas.
763
En efecto, esa geografa dominante y determinante en la medida
que fue siendo conocida, penetrada, conquistada y poblada, impuso la
conformacin de numerosas comunidades que se fueron agrupando
por razn del instinto gregario de los humanos y por necesidad de
autoproteccin, bien fuera por decisin espontnea o por disposi-
cin oficial y aun por obra de la casualidad. As, fueron surgiendo a
lo largo y ancho de ese enorme mbito territorial continental y en el
archipielgico adosado hacia el Pacfico, y en el curso de un siglo, nu-
merosos pueblos que han contribuido y contribuyen a dar variedad a
su paisaje humanizado. Al revs de su vecina austral, Magallanes, donde
en su ecmene domina la orografa plano-ondulada donde la forma
econmica inicial adoptada para la ocupacin y uso del suelo apenas
si dio lugar a la emergencia de tres o cuatro centros poblados durante
su primer siglo de existencia, en Aysn en un perodo semejante apa-
recieron no menos de cuarenta entidades urbanizadas de diferente
tamao13.
En medio del caos geogrfico el hombre tenaz supo encontrar o
hacer sus propios espacios habitables. Hijos no deseados de una de-
cisin empresarial, o consecuencia de la oportunidad que brind una
encrucijada de sendas; fruto de la inspiracin feliz de mentes visiona-
rias o producto del anhelo vecinal acicateado por la necesidad grega-
ria, los pueblos de Aysn tienen sus historias, pequeas o mnimas, co-
nocidas o apenas investigadas. Importa, por tanto, abundar sobre este
tpico del esfuerzo humano por habitar la tierra patagnica, como
complemento necesario de lo que antes se ha expuesto en esta obra.
764
ysen le dio a su centro operativo inicial. Al tiempo de la decisin
14
Expedicin Cientfica Macqueen al Aysen. Relacin de Viaje. Boletn del Museo Nacional, tomo XIV
(Santiago, 1935), pgs. 9 y 10.
15
Historia de una esperanza frustrada: El embancamiento del ro Aysn, El Divisadero, Coyhaique,
edicin del 19 de febrero de 2003.
765
Sucedi entonces que poco a poco, casi sin notarse, la naturaleza
agredida en las tierras del interior por la prctica anual de los incen-
dios forestales, comenz a exhibir las irremediables consecuencias de
la misma, en forma de sedimentos arrastrados por las corrientes flu-
viales. Y esto se produjo durante tantos aos que a la larga, una vez su-
perado el tiempo de sustentacin de este suceso destructivo, se embanc
el ro y se perdi el principal puerto de la provincia, desaprovechndose
al mismo tiempo la hegemona de la ciudad de Puerto Aysn ganada
durante aos como entrada principal del territorio y, por ende, cabecera de
provincia y capital16.
Para remate, en 1945 tuvo ocurrencia una gran creciente fluvial
con resultados inesperados en forma de modificacin del curso del
ro, de la fisonoma del lugar y del desplazamiento de un considerable
volumen de tierra que la corriente arrastr hacia la barra del mismo.
As se ceg e inhabilit el puerto fluvial, al punto que nunca ms pudo
recuperarse, milagro que con romntica tozudez esperaron sus habi-
tantes.
Perdida esa condicin y surgida la alternativa de la baha de Cha-
cabuco como puerto martimo de la Provincia, por una parte, y el
asombroso crecimiento de Coyhaique, por otra, condujeron al es-
tancamiento del antiguo puerto-capital. Aunque sigui creciendo en
poblacin, su decadencia era evidente y ya no tena mayor destino. El
golpe de gracia sobrevino en 1974 con la creacin de la Regin y la
decisin de trasladar la capital a Coyhaique.
Pero, cual ave fnix, Puerto Aysn renaci de sus cenizas, por as
decirlo. De la mano de la salmonicultura, fenmeno productivo que,
como se ha visto, revolucion la economa zonal y gener en la antigua
capital un proceso dinmico de afirmacin, recuperacin y desarrollo
mejor que el que nunca se le conociera antes, no obstante la prdida
de la primaca regional que ostent por largo tiempo.
Coyhaique, el centro poblado que el adelanto territorial exiga
perentoriamente desde un principio, en la medida que el colono
avanzaba en la conquista del interior aysenino, naci con buena es-
trella. El mismo Latcham lo constat cuando tena slo un lustro de
existencia: [...] Baquedano, pueblo que crece con una rapidez portento-
sa. Situado cerca de la unin de los ros Simpson y Coyhaique, a 70 km.
del puerto, es el punto en donde bifurcan los dos principales caminos
de toda la parte central de la provincia y el emporio de donde se surte
16
d.
766
de toda clase de mercaderas, como tambin un centro para la com-
767
moradores del paraje solicitaron la creacin de un pueblo en forma,
peticin que al ser acogida permiti la fundacin de Villa Los Torreones,
como lo haba propuesto el director de la escuela Mario Menndez,
aunque la autoridad provincial prefera el muy acertado de Villa Hans
Steffen, que no prosper (1968-70)18.
Un suceso funerario dio origen en 1932 a una agrupacin espon-
tnea de colonos, de la que deriv el origen del pueblo de El Blan-
co, establecido en la encrucijada de los caminos entre Coyhaique y
Balmaceda, y el acceso sur al valle Simpson (45 48 S - 71 O). En
efecto, en esa poca se radic en el lugar Juan Bautista Silva Ormeo,
casado con Rosario Orellana Carrasco. Encontr con que haba all
tres tumbas correspondientes a otros tantos forasteros desconocidos
y que haban sido sepultados en ese sitio por autorizacin de Flix
Orellana Carrasco, juez de distrito. Silva procedi a cercar el cemente-
rio, por cuyo costado pasaba el camino vecinal. Pero, al parecer, no fue
sino hasta 1941 que comenzaron a radicarse algunos habitantes, dado
el carcter de lugar de paso frecuente de viajeros, circunstancia que
permiti ofrecer servicios de hospedaje y atencin de cabalgaduras,
y alguna venta ocasional de mercaderas. De entre las muchas familias
que se asentaron all o en sus alrededores estuvieron los Herrera,
Pradenas, Jara, Saldaa, Quiroz, Elgueta, Silva, Orellana, Rivas, Cifuen-
tes, Sandoval, Barrientos, Bizama, de la Hoz, Moldenhauer, Muoz, Roa,
Saldivia y Vera.
Durante su perodo de gobierno regional, el Intendente Gabriel
Santelices incluy a este poblado dentro del Plan de Desarrollo Social
Rural, lo que entre otros aspectos permiti construir una escuela-in-
ternado y confeccionar y poner en prctica el plano de urbanizacin
de la villa, con el objeto de regularizar la tenencia y dominio de solares
por los vecinos.
Tan antigua como El Blanco, sino ms es Villa Simpson, pueblo de
origen espontneo surgido a medio camino de la ruta entre Coyhai-
que y Balmaceda, a unos dos kilmetros hacia el interior de la misma,
en direccin al valle del que tom su nombre. Dotada de un progre-
sivo equipamiento de servicios (escuela, Carabineros, posta sanitaria,
estafeta postal y otros), y contando con algunos pequeos comercios,
ha cumplido a lo largo de los aos -y contina hacindolo- una tarea
18
Debe tenerse presente que Steffen fue el primero en explorar el valle del ro Maihuales. Muchos aos
despus cuando se trajeron de Suiza las cenizas del gran gegrafo, se sugiri depositarlas en un mon-
umento recordatorio que deba emplazarse cerca de la confluencia de los ros mencionados, iniciativa
que no tuvo la acogida esperada.
768
necesaria y til de apoyo comunitario a la poblacin all radicada, as
769
Villa Frei fue establecida en el valle Simpson, a unos cinco kil-
metros de la villa de este nombre. Segn Santelices, el sentido de su
creacin fue el de detener la efervescencia generada por el primer
sindicato campesino fundado en Aysn, cuyos miembros pretendan
apoderarse de terrenos que pertenecan a los antiguos pobladores
del valle.
Respecto de su emplazamiento, se advirti que no tena objeto
situar el poblado previsto tan prximo a Villa Simpson, centro urba-
nizado de larga data, bien dotado de servicios y consolidado. Pero
se insisti en su creacin y as se hizo hacia el final del gobierno del
Presidente Frei, en cuyo homenaje se design la villa. El transcurso
del tiempo dara la razn a los que haban discrepado de la ubicacin
elegida y a los que dudaban de su viabilidad. Villa Simpson ha crecido
desde entonces en todo sentido, en tanto que Villa Frei ha continuado
siendo el mismo poblado del da de su inauguracin, sin ningn futuro.
Villa irehuao, ubicada en el centro del feraz valle de ese nombre
y como tal uno de los mejores sectores naturales para la crianza ove-
jera, fue concebida como un centro de servicios para los productores
rurales y para fortalecer la presencia nacional en una zona prxima a
la frontera internacional. Se aprovech para ello la formacin de un
asentamiento campesino en los terrenos devueltos por la S.I.A. al Fis-
co al vencer su arrendamiento, lo que determin su entrega ulterior
a la Corporacin de la Reforma Agraria para el propsito indicado.
Fue fundada el 1 de febrero de 1969 en un acto solemnizado con la
presencia del Presidente Frei. Aunque el asentamiento campesino en
definitiva fracas, la creacin del pueblo fue un acierto desde el punto
de vista social, pues su estratgica ubicacin geogrfica y su disponibili-
dad de servicios pblicos y privados le permitieron consolidarse como
un centro urbanizado.
Igualmente acertada fue la fundacin de Villa Cerro Castillo, fruto
del anhelo de los pobladores rurales de los sectores alto y medio
del ro Ibez. Fue fundada el 29 de octubre de 1966 en un paraje
de gran belleza, entre montaas, con atractivos naturales y culturales
variados. Desde un principio fue un poblado bien consolidado y vi-
sionariamente concebido, condiciones que se hicieron notar y aun se
acentuaron luego que a su vera se construy la Carretera Austral en
su transcurso hacia el sur de Aysn, y que se encuentra pavimentada
en hormign justamente hasta all. Hoy la habitan unos tres centenares
de habitantes.
770
Mapa 9 Regin de Aysn: Divisin poltico-administrativa
771
Para concluir cabe hacer mencin a Puerto Bonito, situado en la
zona litoral y de efmera existencia, cuyas circunstancias son conocidas.
Otros villorrios de origen espontneo y alguna antigedad son El Gato,
en la parte occidental del valle irehuao y Alto Baguales, prximo a
la capital regional, habitado cada uno por un centenar de personas, y
que, no obstante su modestia numrica, cumplen un papel nuclear de
servicio para su entorno, en especial el primero de los nombrados.
772
volcnicas, que protegen el diminuto puerto contra el viento del Poniente.
19
Op. cit., pg. 113.
20
Chile Chico y Chile Grande, artculo en El Mercurio de Santiago, edicin de febrero de 1961.
773
augura un promisorio desarrollo horto-frutcola y turstico a toda su
zona aledaa, lo que unido al revivir minero da nuevos nimos a sus
habitantes que al presente superan las 3.000 almas.
Al frente de Chile Chico, lago de por medio, en 1931 se cre
Puerto Ibez como pequea cabecera del sector colonizado en el
valle inferior del ro Ibez, por decisin del Intendente Luis Marchant.
Esto, una vez que se abri la primera senda practicable que puso en
comunicacin al litoral central del lago General Carrera con el valle
Simpson, Coyhaique y Puerto Aysn. Nunca se ha aclarado a satisfac-
cin el origen de su nombre, para el que se han propuesto diferentes
explicaciones, de las que segn parece la ms razonable es la de ser
Ibez la forma corrupta espaolizada del apellido gals Evans, el
agrimensor de ese origen que primero explor la comarca vecina al
lmite internacional, del que tom nombre el ro y este valle. Ingenie-
ro sera la explicacin popular para el oficio tcnico que aquel posea.
Su desarrollo inicial fue escaso, pues sus moradores distaban de ser
gente de recursos, por lo que result providencial que entre ellos vi-
niera a establecerse el libans Osman Pualun que pas a ser la figura
protagnica de la pequea historial local. Arribado cuando el pueblo
cobraba vigencia, se instal con un pequeo comercio de ramos ge-
nerales, actividad seguida por otras varias de carcter productivo. Hizo
as fortuna que la comparti con generosidad con el lugar, donde
realiz obras de apoyo solidario y adelanto vecinal. Impuls adems
la construccin del balseadero fiscal para hacer ms expedita la co-
municacin lacustre y don el terreno para la habilitacin del primer
aerdromo. Pualun fue sin duda el gran artfice del laborioso adelan-
to de Puerto Ibez, como tambin lo fue, aunque en distinto modo
y campo de actividad, la primera profesora fiscal, Natalia Paredes, que
dejara un recuerdo gratsimo en la comunidad por su meritoria tarea
samaritana del espritu, como es la instruccin primaria.
Quiz tanto que se pondera no fuera suficiente para observado-
res ocasionales ms exigentes, como el gelogo Heim ya citado, que
pas por all en 1945 y se aloj en el retn de Carabineros porque no
haba un recinto apropiado para satisfacer tal necesidad. Ibez es una
aldehuela prosaica, escribira despus, de unas treinta y cinco casas de
ladrillo o adobe, con tejados de plancha ondulada, dispersas en un cono
detrtico frtil de varios kilmetros de extensin. Con el objeto de procurar-
se colonos, el Gobierno chileno ofreci 3 Ha. de tierra a todos los que se
establecieron en la regin. Donde la irrigacin era posible, se vean verdes
774
campos de alfalfa, y no faltaban tampoco pequeos huertos y plantacio-
775
caminera con Puerto Bertrand y con Chile Chico, y el notorio auge
del turismo han sido y son factores de su crecimiento, que se prev
mayor por sus atractivos naturales y su excelente clima.
Los terrenos intensamente forestados ubicados en la zona terminal
del brazo noroccidental del lago, comenzaron a ser ocupados y coloni-
zados en los aos de 1920. All en la vecindad de la desembocadura del
ro Murta se fue formando de manera espontnea hacia 1928 un casero
que tom el nombre de Baha o Puerto Murta y que pas a servir como
centro de algunos servicios, aunque precarios, para sus moradores y po-
bladores del entorno. Adquiri el carcter oficial de pueblo con la funda-
cin dispuesta en junio de 1964 durante la administracin del Intendente
Cosmelli, para servir de cabecera de todo el vasto sector aledao hacia
el norte y el occidente y para concentrar en l la comunicacin lacustre
que se mantena con Chile Chico, de preferencia, y con Puerto Ibez. Por
aquella poca aun estaba vigente la posibilidad de apertura de una senda
o camino que corriendo a travs del valle del Murta permitiera la comuni-
cacin con el fondo del fiordo Francisco y pudiera unirse posteriormente
al sistema de navegacin martimo interior de la provincia. Nadie poda
imaginar entonces que la carretera irrumpira por el noreste, a travs del
portezuelo Cofr, lo que hara posible la vinculacin con la zona de Cerro
Castillo y el alto Ibez, alcanzndose desde all la unin con el sistema
caminero central de la Regin.
En Puerto Murta se haba instalado hacia 1940 el aserradero de
propiedad del empresario industrial Juan Cosmelli, hermano de Atilio,
lo que ayud al desarrollo del poblado. Sin embargo, las crecidas del
ro Murta daaron las edificaciones, poniendo de manifiesto la incon-
veniencia de mantener all el casero; ello y la determinacin de tras-
ladar a Coyhaique la industria maderera de Cosmelli, obligaron a los
habitantes a ubicar un nuevo lugar para refundar el poblado, lo que se
materializ definitivamente en la poca del Intendente Santelices. Se
tuvo de tal manera el debido trazado urbano que permiti la asigna-
cin de terrenos, la ereccin de viviendas o el traslado de las antiguas,
la construccin de una nueva escuela-internado y otras instalaciones
de inters comunitario. All resurgi Puerto Murta hasta alcanzar el
estado floreciente que hoy se le conoce.
En el fondo occidental del lago General Carrera, al pie de las mon-
taas andinas, se encuentra Puerto Ro Tranquilo. Su origen remoto
se sita en la dcada de 1930 cuando all se instal como colono el
emprendedor alemn Francisco Kreisel. El gegrafo Carlos Keller, que
776
al parecer conoci el paraje hacia 1943, da cuenta de que en el sector
22
Op. cit., pg, 126.
777
con importantes intereses en la sociedad que realiz la primera ex-
plotacin. Como lugar poblado cont nicamente con una escuela
fiscal. Dependiente como era de la extraccin mineral, una vez que se
agot el yacimiento, el lugar que segn se ha afirmado alguna vez lleg
a tener hasta un centenar y medio de familias habitando en l, acab
por despoblarse casi totalmente. Al transferir a privados la propiedad
e instalaciones mineras la CORFO en 1992, el antiguo pueblo pas
de tener la condicin inicial de una comunidad abierta, cuya fundacin
se hizo el 13 de marzo de 1953, a la de ser un dominio particular. No
obstante los avatares por los que han pasado, se mantienen all algunos
pobladores que se empean en hacer resurgir al pueblo, el alcalde de
Puerto Ibez Luis Emilio Alarcn, al que corresponde la jurisdiccin
municipal de esa zona septentrional del lago Carrera, ha representado
en poca reciente al Consejo Regional de Desarrollo la necesidad de
solucionar ese embrollo, que impide al municipio realizar las obras de
equipamiento y urbanizacin destinadas a entregar una mejor calidad
de vida a los vecinos.
Es necesario que Puerto Snchez se constituya legalmente, ha afir-
mado el edil, para que sea un pueblo como los dems que estn en la
ribera del lago. Este es necesario para que sus habitantes se organicen
como comunidad y se sientan respaldados por la autoridad para canalizar
sus necesidades y requerimientos23. Cabe esperar que la porfa vecinal,
el respaldo municipal y la debida comprensin del gobierno regional
permitan la vigencia definitiva del poblado.
Del lado meridional del litoral lacustre corresponde mencionar a
otras comunidades habitadas, concentradas en formas urbanizadas. La
ms antigua es Puerto Bertrand, ubicado en la parte austral del lago
del mismo nombre, que no es otra cosa que una prolongacin del
mayor General Carrera. Surgi al promediar los aos de 1930 por
decisin de Lucas Bridges, el gran administrador de la estancia Valle
Chacabuco, como punto de salida de la produccin ganadera del
establecimiento que reemplazara con ventaja aquella senda que con
tantsimo esfuerzo se haba habilitado siguiendo los valles medio e
inferior del ro Baker, hasta puerto Bajo Pisagua. El mencionado Keller
lo nombr Poblacin Bertrand y lo describe como un casero de slo
tres viviendas y 17 habitantes, donde existe una bodega de la Sociedad
Annima Valle Chacabuco, cuyo vapor se dirige de aqu en verano quin-
cenalmente a Chile Chico [sic], en cuyo viaje emplea un da y medio24.
23
Informacin del diario La Tercera, de Santiago, en su edicin del 13 de abril de 2003.
24
Op. cit., pg. 128.
778
Las instalaciones y edificios que all se erigieron conformaron el n-
779
sido y es una tarea mproba antigua y reciente a la vez, y sus conglome-
rados humanos las expresiones de un empeo que no conoce trmino.
Situado en el extremo septentrional nororiental del territorio his-
trico de Aysn, del lado oriental de la cordillera de los Andes y a
pocos kilmetros de la frontera con Argentina, Futaleuf form parte
del mismo, como se conoce, desde el comienzo de la ocupacin co-
lonizadora hasta 1936, poca en que pas a depender de la antigua
Provincia de Chilo. Oficialmente al menos, pues en el hecho continu
vinculado a Aysn en diferentes aspectos, lo que nos ha llevado a men-
cionarlo entre las poblaciones tradicionales del territorio regional. Fue
fundado en 1930 por la iniciativa visionaria del Intendente Luis Mar-
chant, a fin de servir de centro nuclear de servicios para los colonos
chilenos establecidos en esa zona desde los comienzos del siglo XX.
Tuvo en un principio un desarrollo muy lento, por causa del total ais-
lamiento en que se hallaba respecto del resto del territorio nacional, en
lo referido a la posibilidad de alguna comunicacin terrestre, circunstancia
que en diferentes aspectos lo hizo un tributario forzado de las ciudades
argentinas vecinas, en especial de Esquel. Cuando el explorador Augusto
Grosse lo visit en 1951 no tena ms de 250 habitantes y ofreca el
aspecto de un primitivo poblado de pioneros fronterizos, con muchas
carencias. Su primera vinculacin efectiva con el pas se estableci ha-
cia 1960 mediante el establecimiento de servicios areos regulares con
aviones pequeos, para los que volar hasta all y descender en el precario
aerdromo inicial fue permanentemente una aventura riesgosa.
Enrique Gajardo Villarroel, a quien se ha mencionado antes, lo co-
noci en 1965 como parte de su debida informacin, dada su con-
dicin de integrante de la Comisin Chilena de Lmites, y dej del
mismo la siguiente descripcin:
El pueblo de Futaleuf est situado en el centro de un laberinto de
cerros que lo aprisionan casi hasta asfixiarlo. Su aspecto es muy pinto-
resco al borde de una laguna. Sus casas de madera se agrupan ordena-
das. Frente a un espacio vaco que aun no se ha convertido en plaza, se
levanta un edificio moderno de dos pisos, donde se agrupan los servicios
pblicos: Subdelegacin, Registro Civil, Correos, Oficina de Tierras y Oficina
de Agricultura.
Un poco ms lejos est el magnfico Retn de Carabineros, que luce a
su frente un hermoso jardn, el nico del pueblo25.
25
Futaleuf, artculo publicado en El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 26 de febrero de 1965.
780
La conexin terrestre por un ramal del sistema de la Carretera
781
pus se sumaron a los colonos nacionales otros de origen extranjero
como el alemn (o chileno de ascendencia germana) Hermann Willer
y el francs Eduardo Simon, cuyos establecimientos ganaderos fueron
otros tantos hitos exitosos que expresaron el esfuerzo de poner en
produccin econmica, con sentido de modernidad, los campos de
bosque y de parque del sector.
Organizados los vecinos en un comit de adelanto, fueron deman-
dando hacia mediados del siglo XX una mayor atencin de las autori-
dades provinciales. De esa manera al retn policial instalado en 1934
se agregaron la escuela pblica en 1952 (a la que concurrieron inicial-
mente 26 nios y nias); luego, en 1963, la posta de primeros auxilios,
en cuyo funcionamiento, como era frecuente en casos semejantes, la
comunidad colabor activamente aportando para las correspondien-
tes edificaciones. Como aconteci con otras localidades fronterizas,
su aislamiento terrestre qued definitivamente superado con la cons-
truccin del camino que la uni con el sistema de la Carretera Austral,
hecho ocurrido en 1992. Antes todava, en 1980, la creacin de la
comuna y la instalacin de la municipalidad signific un gran paso en el
adelanto local, en diferente sentido. Lago Verde posee un interesante
entorno productivo agrcola y ganadero, y atractivos tursticos.
La empresa colonizadora de Puyuhuapi fue sin duda la primera ma-
nifestacin exitosa de conquista del salvaje, hmedo y selvtico medio
litoral del norte de Aysn que, como ya se conoce, fue el resultado
de la laboriosa tenacidad teutona. De modo paulatino, en torno a las
instalaciones fundacionales de los colonos germanos establecidos al
promediar la dcada de 1930 fue surgiendo insensiblemente un po-
blado de traza irregular, con definidas caractersticas arquitectnicas
en madera y con inocultables reminiscencias de estilos campesinos de
la Europa central. All habitaron los fundadores y los chilenos -chilotes-
contratados para trabajar en las diversas faenas ocasionales o perma-
nentes, algunos de los cuales optaron por avecindarse en el lugar y
trajeron o formaron sus familias, tal como hicieron otros emigrantes
posteriores.
Su afn de conquista llev a los pioneros tierra adentro hacia el
norte, abriendo la selva, cruzando ros y superando montaas, para
generar nuevos espacios explotables econmicamente y para iniciar
la ruptura del aislamiento terrestre en que se hallaba la colonia. Los
colonos de Puyuhuapi deben ser reconocidos en su mbito como au-
tnticos precursores de la Carretera Austral, obra que en buena parte
782
de su trayecto sectorial pas siguiendo las trochas abiertas por ellos.
783
esperado camino hacia el este, que permitiera sacar la produccin
econmica de la estancia Ro Cisnes y facilitara al mismo tiempo la
penetracin a las tierras vrgenes del interior. Ese ambiente fue ms
notorio durante la segunda administracin del Presidente Ibez, po-
ca en que se adoptaron las primeras medidas concretas en tal sentido.
As se fund en 1953 Puerto Cisnes, que en un principio se pens
denominarlo Puerto Graciela, en homenaje a la esposa del primer
mandatario de la nacin.
Ese fue tambin el tiempo en que comenz a hacerse notar la im-
pronta itlica en la historia lugarea, con el arribo del padre Calvi, como
misionero, y especialmente de doa Eugenia Pirzio-Biroli, mujer singular,
de admirable energa y pujanza que, fuera de toda duda, es la figura
epnima de Puerto Cisnes. Hija de una familia noble de Turn, emigr
a Chile y acab instalndose, sepa Dios por qu razn, en el naciente
poblado en 1957, del que llegara a ser su autntica alma mater, como
factor de adelanto en todo sentido.
Usando de una frase manida, debe afirmarse que entre ella y el medio
hosco, hmedo, todava salvaje, surgi un amor a primera vista. Atleta en
su juventud, de severa autodisciplina, espartana y sobria de costumbres,
trabajadora incansable, estaba hecha para vivir all en el medio natural
y en el ambiente vecinal. Desde un principio Puerto Cisnes pas a ser
una suerte de desafo personal, casi una empresa exclusiva. As lo com-
prendieron sus moradores que aceptaron su liderazgo autoritario, pero
eficiente y eficaz, pues la respetaron y colaboraron en sus propsitos
de bien pblico. Nada extra entonces que al constituirse la primera
municipalidad fuera designada para encabezarla como alcaldesa. En ese
cargo, con recursos econmicos, con su increble nimo multiplic sus
esfuerzos, difundi la realidad de su pueblo y se hizo or en las ms
altas esferas de gobierno de la Repblica, ante las que se presentaba
con su caracterstico y casi pintoresco atuendo conformado por el pon-
cho aysenino y el infaltable turbante. Sensible, culta y moderna, adems,
entre sus obras destacaron la urbanizacin en forma, la construccin y
habilitacin del hospital, la biblioteca pblica y, por sobre todo, su estilo
de hacer y gobernar, como lo recordara el alcalde de Puerto Cisnes
Yuri Arre al tiempo de rendirle el homenaje pstumo, cuando falleci
cargada de aos y merecimientos.
Lo que le falt a esta mujer admirable -paradigma de las fminas
ayseninas por legtima adopcin-, en lo tocante al progreso general
de Puerto Cisnes lo hizo la llegada de un ramal del sistema de la
784
Carretera Austral en 1976 y despus, a contar de los aos de 1980
785
nicamente la primera tuvo una fundacin formal, por decisin del
Intendente Gabriel Santelices, que advirti la necesidad de reforzar
la presencia nacional en el sector del valle superior del ro Cisnes
y servir a la poblacin rural del amplio entorno, que derivaba de la
recolonizacin de los campos recuperados tras la devolucin al Fisco
de los terrenos que conformaban la antigua concesin de la Sociedad
Ganadera Ro Cisnes.
De ese modo se cre Villa La Tapera en un apropiado lugar, por
decreto supremo 1.526 de 5 de marzo de 1996 del Ministerio de Tie-
rras y Colonizacin. Este nuevo pueblo del nororiente aysenino, con
su debida dotacin de servicios comunes, ms los organismos creados
por los propios vecinos, acrecido en el tiempo, conforma al presente
un autntico centro nuclear para una vasta comarca subandina orien-
tal, poblado por medio millar de habitantes. Aislado en un principio, no
demor en vincularse con la zona metropolitana de Aysn por la va
area, hasta que la tan anhelada carretera le abri la conexin terres-
tre a contar de 1998.
Cisnes Medio, ubicado como lo indica la denominacin hacia la ter-
minacin del curso medio del ro Cisnes, es un pueblo de formacin
espontnea que sirve de centro para la poblacin rural desperdigada
por la comarca, todos pequeos propietarios agrcolas. En su vecindad,
algunos kilmetros al oeste, ya sobre el tramo principal de la Carre-
tera Austral se halla Villa Amengual, creada en 1983, al parecer sobre
la base de lo que era un campamento del Cuerpo Militar del Trabajo.
El impulso recolonizador que se dio a la zona norte del distrito en
consideracin hacia los aos de 1980, no obstante sus avatares cono-
cidos, hizo posible el surgimiento de nuevos poblados. De ellos, Puerto
Marn Balmaceda se fund en el estuario del legendario ro Palena,
en la vecindad del lugar donde casi un siglo antes haba sido estable-
cida la primera colonia de la zona continental de la Patagonia chilena.
Algo ms al sur, sobre la costa del golfo de Corcovado se encuentra
el villorrio de Santo Domingo que, como el de Melimoyu, ubicado a
una veintena de kilmetros hacia el meridin, en un pequeo fiordo
que recoge las aguas del ro homnimo, sirven de centros de apoyo
a la colonizacin que se encuentra en pleno desarrollo y que parece
haberse asentado definitivamente en una zona que siempre la haba
rechazado.
Todava ms al sur y siempre sobre el litoral continental, se ha for-
mado espontneamente el casero o poblado de Seno Gala, ahora
786
sobre la base del agrupamiento de los pescadores que operaban por
787
dial (potreros) y otras particularidades de la gran estancia, y de la ubi-
cacin que por ese tiempo tenan los pobladores libres de su vecindad.
Pues bien, en ese documento se muestra una pequea reserva para el
objetivo que se menciona y que es coincidente geogrficamente con
el emplazamiento que despus tendra el poblado de Cochrane. En
efecto, sobre la orilla derecha del ro Cochrane, se sita un pequeo
potrero triangular, signado con el nmero 38, que a su vez en el cua-
dro Referencias de Campos corresponde a Pueblo Nuevo26.
En sus orgenes, pues, parece haber fundamento para suponer la
inspiracin del mismo Lucas Bridges, quien hacia 1929-30 contribuy
a la creacin de una escuela elemental, aportando el edificio de dos
plantas para su funcionamiento, y adems la instalacin de un boliche
para atender las necesidades de los trabajadores y gente de paso.Tal fue
el germen del denominado en un principio Pueblo Nuevo y despus
Cochrane a secas. El levantamiento topogrfico del lugar lo realiz el
agrimensor Eleodoro Barrientos por encargo del Intendente Luis Mar-
chant. Los primeros vecinos de este naciente poblado fueron con pro-
piedad histrica Enrique Quintana Burgos, originario de Santiago, y su
esposa Amelia Elorriaga, de nacionalidad argentina. Aquel haba adqui-
rido en 1929 un campo colindante con el paraje y all tena su vivienda.
El explorador Alberto De Agostini, que recorri la zona a comien-
zos de 1941, entrega un antecedente que viene en apoyo de la hip-
tesis, al mencionar especficamente a la poblacin de Cochrane, distante
unos treinta kilmetros [de la estancia de Juan Elorriaga, en el valle del
ro Tranquilo] y situada en las cercanas del ro homnimo afluente del
lago Pueyrredn-Cochrane27. Acompaa asimismo una fotografa donde
se observan unas cuatro o cinco casas, una de ellas de dos plantas, en
un llano desarbolado que debe corresponder, se reitera, con el asen-
tamiento de la actual ciudad capital provincial.
Poco tiempo despus, Carlos Keller fue ms explcito en su refe-
rencia. Haciendo mencin a la escolaridad de los nios de la seccin
central del Baker, puntualizaba:
Solamente los nios de parte de la Colonia Norte tienen posibilida-
des de concurrir a una escuela ubicada en Poblacin Cochrane, nico
casero existente en toda la comuna del Baker, el que cuenta con 19
viviendas y 42 habitantes y donde existe un retn de carabineros, el correo
26
Una ubicacin tan precisa da cuenta de que se trata del sector de la actual ciudad de Cochrane en
donde se ubica la llamada Casa-Mate por su estructura que semeja a una calabaza para la bebida de
la popular yerba. En el interior de ese potrero se muestran dos casas y un corral de marca.
27
Andes Patagnicos (Buenos Aires, 1945), pg. 330.
788
y la oficina de registro civil. La escuela ubicada aqu, que es la nica de la
789
aos de 1930, con una fundacin formal, acta incluida, muy posterior
en el ao 195431.
Poco en verdad haba adelantado el modestsimo poblado en los
ms de tres lustros corridos desde la visita de P. De Agostini, pero su
aislamiento no demor en romperse con la construccin hacia 1950
de una pista de aterrizaje en sus inmediaciones, lo que hizo posible la
vinculacin area. Tres dcadas despus la Carretera Austral brindaba
la ansiada conexin terrestre con Coyhaique. Para entonces el desa-
rrollo urbano ya era notorio, pero a partir de ese tiempo ha adquirido
un ritmo dinmico que impresiona gratamente al visitante que la ha
conocido con antelacin y retorna al cabo de dos o tres aos. Cochra-
ne es hoy una pequea ciudad, bien equipada con servicios pblicos
y privados, que luce bien arreglada y pavimentada, que capitaliza con
digna prestancia a su prspero y promisor entorno provincial.
Ms al sur, a 120 kilmetros de distancia siguiendo la Carretera Aus-
tral, en el estuario del Baker se sita un pueblo singular como pocos por
su estructura urbanizada diferente de la norma comn y por su arqui-
tectura tpica donde predomina absolutamente la madera, adems del
indudable atractivo natural de su emplazamiento: Caleta Tortel.
Su origen directo y remoto data de 1954, cuando la Armada de
Chile desde su base de Punta Arenas acudi en auxilio de los po-
bladores de la zona martima del fiordo Baker y alrededores, dentro
de las operaciones habituales de reabastecimiento y mantenimiento
de faros y otras seales martimas por los canales patagnicos y cuya
jurisdiccin alcanza hasta el golfo de Penas. Aqullos, en el estado de
abandono en que se hallaban, recurrieron a la jefatura naval austral
precisamente enterados de la circunstancia antedicha que facilitaba
la posibilidad de auxilio y tuvieron suerte, pues la Armada devino el
hada madrina de tan apartado sector meridional de Aysn. Estableci
entonces un Puesto de Viga y Seales (PVS) a cargo de un suboficial,
al que posteriormente se le adicion una enfermera o posta sanita-
ria para la atencin ms urgente de los pobladores. Junto con ello se
abri un poder comprador de postes de ciprs, el principal producto
explotado por los colonos.
As la Armada, bien mediante esa modalidad o bien por la venta
por cuenta directa de los productores, venda esa madera en Punta
Arenas y con su producido les adquira abastecimientos variados que
31
En la historia de los centros urbanizados suele ser comn que la creacin formal si alguna vez se da
-con acta de fundacin- sea muy posterior cronolgicamente al tiempo de su establecimiento original.
790
posteriormente se enviaban por la va martima hasta el Baker. Ello
791
De tal manera, el 20 de septiembre de 1966 en un acto de trascendencia
y de intenso contenido patritico se fundaba el pueblo de Villa OHiggins32.
La terminacin de la Carretera Austral una vez ms, que ocurri
en 1999 con el acceso al lugar, hizo del poblado un hito geogrfico
terminal de obligada visita para turistas y viajeros. Con tres centenares
de habitantes, un aspecto grato y bien cuidado, adems de su atractivo
entorno de ros, lagos y montaas, del intenso verde vegetal y de la
animacin que brinda la vida animal, donde el ambiente de la gente
pionera aparece por doquier, Villa OHiggins refleja de modo cabal el
acierto social y geopoltico que presidi su creacin.
En el archipilago
792
Melinka es el pueblo primigenio, situado en la isla Ascensin del
793
le otorg formalmente la calidad de pueblo en tiempos de la adminis-
tracin del Intendente Atilio Cosmelli. De moderado crecimiento de-
mogrfico, su actividad est basada en la explotacin de los recursos
del mar interior de Aysn. Su poblacin, como la de Puerto Aguirre, es
abrumadora, sino totalmente de origen chilote o mestizo veliche-chilo-
te, con una cultura caracterizadora de la gente del mar.
El intenso desarrollo que muestra desde hace dos dcadas la pesque-
ra en las zonas interiores y sobre todo la salmonicultura, permiten espe-
rar el surgimiento de nuevas pequeas comunidades litorales, a la manera
de lo ocurrido en isla Toto, en el sector del canal Jacaf, Puerto Gaviota, en
la isla Magdalena, Estero Copa en la Huichas y Santa Mara del Mar, en la
isla Churrecue, en la proximidad del acceso martimo al fiordo Aysn34.
Demografa y caractersticas de
la poblacin regional
34
Cundo dbamos fin a esta obra se ha publicado en el diario La Tercera, de Santiago (edicin del 26 de
abril de 2004) la noticia que informa sobre la iniciativa de la Corporacin Reserva Nativa (al parecer
una organizacin no gubernamental), para fundar un Ecopueblo en la Reserva Nacional Jeinemeni,
ubicada a unos 80 kilmetros al sur de Chile Chico. All residiran unas 500 familias, que dispondrn de
energas no contaminantes como paneles solares y molinos de viento, adems de un sistema de tratamiento de aguas medi-
ante lombricultura. Tambin podrn criar ovejas, guanacos y alpacas, adems de producir hortalizas y frutas orgnicas
y formar parte de un proyecto de conservacin de la martineta, un ave endmica de la zona.
35
Lautaro Navarro Avaria, Censo Jeneral de Poblacin i Edificacin, Industria, Ganadera i Minera del Territorio
de Magallanes (Punta Arenas 1908), tomo I.
36
Censo de Poblacin de 1907, Direccin de Estadstica y Censos.
37
Vase, Danka Ivanoff, Caleta Tortel y su Isla de los Muertos, citado, pg. 66.
794
estimarse en medio centenar de personas, poco ms o menos. As
795
ese ao, 7.303 personas, igualmente debe ser atribuido mayormente
a la inmigracin por sobre el crecimiento vegetativo. Respecto del
fenmeno inmigratorio, la participacin de los chilenos venidos desde
suelo argentino continuaba siendo elevada, aunque debiera aceptarse
un aumento en los inmigrantes propiamente nacionales, o sea, los in-
gresados por la va de Puerto Aysn.
Los tres censos siguientes, correspondientes a 1952, 1960 y 1970
registraron como cifras totales de poblacin 26.262, 37.770 y 50.228
habitantes, respectivamente, lo que puso en evidencia que la misma
se haba doblado en menos de dos dcadas. Estos recuentos censa-
les fueron sealando progresivamente algunos cambios importantes,
entre ellos los referidos a la composicin de la poblacin regional por
sexos camino a su equiparidad, seal de la paulatina consolidacin del
contingente humano habitante, y a su asentamiento espacial, aspecto
en el que de una fuerte ruralidad se pas lentamente a una creciente
urbanizacin de la poblacin.
De acuerdo con los estudios realizados por el gegrafo David San-
doval Plaza para el perodo comprendido entre 1930 y 1977, Aysn
mostr tradicionalmente una tasa de mortalidad inferior, en ambos
casos con referencia al promedio nacional39.
Asimismo, para ese lapso ha determinado la vigencia de tres etapas
caracterizadoras en el proceso del poblamiento territorial. Una prime-
ra entre 1930 y 1945, definida por una alta natalidad, explicada a su
vez por el gran nmero de inmigrantes, con el natural aumento en la
capacidad reproductiva de la poblacin. Luego, la dcada 1946-1955,
en la que el fenmeno inmigratorio todava es significativo pero ya
acusa una declinacin progresiva, lo que le permite definir al cuarto de
siglo transcurrido entre 1930 y 1955 como de una estructura pobla-
cional consolidada. La tercera etapa, desde 1956 a 1977 est sealada
por la paulatina disminucin de la natalidad y de la mortalidad, expli-
cadas a su vez por modificaciones en los hbitos sociales y el acceso a
una mejor asistencia mdico-sanitaria de la poblacin.
Para el gegrafo Sandoval Plaza, el perodo comprendido entre 1930
y 1977 (que puede ser extendido hasta el censo de 1982), muestra los
mayores crecimientos de la poblacin regional, con un promedio anual
igual al 6,3% para el primer decenio, descendiendo a tasas del 3,6%,
4,5%, 2,8% y 2,2% para los perodos intercensales 1940-52, 1952-60,
39
Estructura de ocupacin y organizacin territorial de la XI a Regin, tesis de grado indita (Santiago, 1980), pg.
20.
796
1960-70 y 1970-82. La tasa de crecimiento vegetativo fue igual al 3,9%
TABLA X
DEMOGRAFA DE AYSN 1907-2002*
Poblacin Chilenos Extranjeros Crecimiento
Intercensal
1907 436 (500) hbs.
1920 1.660 280,0 %
1930 9.711 8.980 731 485,0 %
1940 17.014 15.921 1.093 75,2 %
1952 26.262 25.438 824 54,3 %
1960 37.770 43,8 %
1970 50.228 33,0 %
1982 66.361 32,1 %
1992 80.501 21,3 %
2002 91.422 13,6 %
* Fuentes Censos Nacionales de Poblacin, Direccin Nacional de Estadstica y Censos, Instituto
Nacional de Estadsticas
Los dos censos nacionales que siguieron (XV y XVI) registraron nue-
vos crecimientos que elevaron la poblacin regional a 66.361 y 80.501
habitantes respectivamente, situacin en la que se advirti el efecto de
40
Op. cit., pg. 31.
797
los diferentes planes de desarrollo con ampliacin del ecmene, la den-
sificacin comunicacional (terrestre e inalmbrica principalmente) y la
mejora de las condiciones de vida. Era visible s, como vena sucediendo
en el resto de las regiones chilenas, una progresiva disminucin en las
tasas anuales de nacimientos y ms en el crecimiento vegetativo.
La previsin de aumento en la poblacin regional hecha en 1977
por el gegrafo Sandoval indicaba, sobre la base de las proyecciones
del Instituto Nacional de Estadsticas, que para el fin del siglo XX
(ao 2000), Aysn bordeara los 100.000, suerte de cifra mgica indi-
cativa de alguna manera de la mayoridad demogrfica. En la realidad,
sin embargo, la cantidad efectivamente registrada por el XVII Censo
Nacional de Poblacin y Vivienda de 2002 arroj un total de 91.422
habitantes, cantidad inferior en 8,57% a la estimada, diferencia que
solamente se explica por la disminucin del aporte migratorio pro-
cedente de otras regiones, principalmente de la de Los Lagos, debido
a su conocido mayor desarrollo econmico, factor a su vez de reten-
cin de poblacin en edad laboral, y a la sostenida baja en la tasa de
natalidad comn, aunque con variaciones, en relacin con el resto de
las regiones nacionales, fenmeno social que ha devenido una materia
preocupante.
La poblacin regional se concentraba principalmente en la Provin-
cia de Coyhaique, con el 55,9% del total y un manifiesto predominio
de la comuna homnima en el contexto interno, pues reuna las nueve
dcimas partes, quedando el resto para la Comuna de Lago Verde.
Segua la Provincia de Aysn, que reuna el 32,4% del total regional.
En ella la comuna del mismo nombre concentraba tres cuartos de la
poblacin, seguida por la de Cisnes y la de Guaitecas, con una gran
diferencia a favor de la primera. La Provincia General Carrera tena
entonces el 7,6% de la poblacin de la regin y una distribucin in-
terna algo ms balanceada, pues la Comuna de Chile Chico reuna
dos tercios, quedando el restante para la Comuna de Ro Ibez. Por
fin, la Provincia Capitn Prat registraba slo el 4,1% de los habitantes
de Aysn. Aqu la Comuna de Cochrane concentraba las tres cuartas
partes de la poblacin y el saldo se distribua entre las comunas de
Tortel y OHiggins, con un leve predominio poblacional de la primera.
Desde el punto de vista de la distribucin urbano-rural la regin
exhibi entonces una tasa de poblacin urbana igual al 80,5% y una
tasa de poblacin rural del 19,5%, la ms alta y la ms baja registradas
en estas variables a lo largo de un siglo de mediciones demogrficas.
798
En la distribucin por sexos, la composicin de la poblacin aysenina
799
Los antecedentes que muestra la tabla XI, (en pgina anterior) co-
rrespondientes a cuatro mediciones censales desde 1970 hasta 2002,
permiten comprobar los grados de cambio registrados en las pobla-
ciones de las principales entidades urbanizadas de la regin. Estos pue-
den ser sorprendentes, importantes, moderados y mnimos, dndose
asimismo tres casos de decrecimiento. El primero corresponde a La
Junta, con un aumento de 2.668%; Caleta Tortel, con el 1.131% y Vi-
lla OHiggins, con el 598%. Importante debe ser calificado el grado
de incremento de poblacin registrado en Villa irehuao (407%), Vi-
lla Maihuales (268%), Villa Cerro Castillo (253%), Cochrane (231%),
Puerto Cisnes (226%), Coyhaique (171%) y Puerto Aysn (137%).
Entre moderado y mnimo es el aumento reflejado en los casos de
las localidades de Puerto Marn Balmaceda (101%), Puyuhuapi (95%),
Puerto Chacabuco (89%), Villa Ortega (81%), Lago Verde (80%), Me-
linka (53%), Chile Chico (50%), Puerto Ro Tranquilo (46%), Puerto
Murta (26%), Puerto Guadal (22%) y Puerto Ibez (10%).
Salta a la vista la emergencia poblacional de un conjunto de peque-
as ciudades como La Junta, caso digno de particular consideracin
por su dinamismo, Puerto Cisnes y Cochrane, y aun por pueblos que
aspiran a esa categora urbana como es Villa Maihuales, todos los cua-
les han superado en importancia a otras localidades ms antiguas. La
explicacin obvia para los centros que ostentan un mayor crecimiento
porcentual, que tambin es vlida para aquellos que lo exhiben en
grado de importancia, es su ubicacin respecto del trayecto de la Ca-
rretera Austral, lo que les ha permitido recibir su clara influencia como
factor de desarrollo; y, por otra parte, el hecho de situarse varias de las
localidades de que se trata en zonas de un poblamiento colonizador
ms reciente y ms intenso. El crecimiento poblacional de la capital
regional, Coyhaique, en especial desde que pas a asumir tal condicin
jerrquica, se explica por su carcter de centro de activa vida comer-
cial y de servicios, administrativa y cultural, circunstancia que de medio
siglo a esta parte la ha convertido en la ciudad ms importante de la
Patagonia chilena central y norte. El dinamismo y la creatividad de sus
habitantes hacen prever un crecimiento todava mayor en un prxi-
mo futuro. Estas cualidades y la correspondiente favorable ubicacin
geogrfica que poseen, podra ser razn de cambios en los rangos de
importancia intrarregional para varios de los centros medianos.Tal vez
para la prxima medicin censal general.
Los decrecimientos poblacionales del treinteno han afectado a po-
blados del Archipilago como son Caleta Andrade (-58%) y Puerto
800
Aguirre (-13%), Balmaceda en la seccin centro oriental y Puerto Cris-
Calidad de vida
801
constatar, principalmente sobre la base de las cifras entregadas por el
Instituto Nacional de Estadsticas, una superacin progresiva, camino
de ndices expresivos de una cada vez mejor calidad de vida. La prue-
ba se ha tenido en la disminucin de los hogares situados bajo la lnea
de pobreza, que de haber sido 4.989 en 1990 (1.407 con carcter
de indigentes y 3.582 con el de pobres no indigentes), descendieron
a 2.832 en 1998 (380 hogares indigentes y 2.452 no indigentes). En
nmero de personas ello represent una baja de 6.285 indigentes
en 1990 a slo 1.490 en 1998; 16.371 pobres no indigentes en 1990
y 11.174 de igual calidad en 1998. El total de poblacin considerada
pobre fue de 22.656 personas en 1990 y ocho aos despus haba
descendido a 12.664 individuos. Por el contrario, el nmero de familias
que haba superado la lnea de la pobreza aument de 14.553 hogares
(50.474 personas) a 20.439 (72.847 personas) en 199841. Ello ha sido
una consecuencia directa del mayor gasto social realizado en el pero-
do, que se elev de M$ 14.876 a M$ 46.840 en moneda de igual valor,
esto es, subi ms de tres veces.
La mejor calidad de vida se ve corroborada asimismo por otros
guarismos, como el de la mortalidad general (4,4%) que ha llegado a
ser un punto inferior al promedio nacional (2000) y de la mortalidad
infantil y neonatal, aspectos en que se ha constatado un notorio me-
joramiento entre 1970 y el fin del siglo XX; y, por fin, por la cobertura
de atencin primaria de salud que es muy satisfactoria, teniendo en
cuenta la gran dispersin geogrfica de la poblacin. La esperanza de
vida al nacer para el ao 2002 era de 76,88 aos como promedio
general, siendo de 73,03 aos para los hombres y de 80,89 aos para
las mujeres. En el primer caso la Regin de Aysn quedaba ligera-
mente por debajo del promedio nacional (77,36 aos), as como en
el de los varones, cuyo promedio los situaba en sptimo lugar entre
las regiones chilenas; en cambio las mujeres se hallaban en segundo
lugar en el pas, apenas a dcimas bajo la Regin Metropolitana y por
sobre el promedio nacional42. El nivel de calidad vital se mide asimis-
mo por la cobertura alcanzada en educacin, que es igual a la del pas
en la enseanza bsica (96%), en tanto que ha crecido en la media,
llegando al 76% en 1996, en lo que ha resultado un esfuerzo notable
de equipamiento tras un rezago tradicional, sin embargo de que en lo
concerniente a la educacin prebsica se est en un rango inferior al
41
I.N.E. Panorama Econmico y Social. Las Regiones de Chile 1990-1999 (Santiago, 2001).
42
Conclusiones derivadas de un estudio del I.N.E. a base del anlisis de las cifras censales del ao 2002.
En El Magallanes, Punta Arenas, edicin del 4 de julio de 2004.
802
promedio nacional. De igual modo es relevante la cobertura de que
803
Cabe agregar que en esta materia igualmente influye la modalidad
monoplica en la comercializacin de algunos productos que pro-
ceden desde fuera de la regin, as como la deficiente distribucin
de abastecimientos de origen interno en el mbito regional (v. gr. la
produccin horto-frutcola de la zona de Chile Chico), aspectos que
podran superarse con una mejor organizacin de los consumidores y
de los pequeos productores, en su caso; y el elevado costo de la ca-
lefaccin hogarea debido al consumo obligado de lea combustible,
que adems tiene un notorio efecto en la contaminacin ambiental.
En este aspecto y en el contexto de la utilizacin a gran escala de los
recursos hidroenergticos de Aysn, su poblacin podra hacer uso
de la energa elctrica de manera ventajosa para la satisfaccin de sus
necesidades de calefaccin domiciliaria, a la manera que ocurre en
algunos pases europeos de alto estndar de vida45.
La mejora progresiva de la calidad de vida que se merece la gente
de Aysn, es en todo caso un esfuerzo y un propsito que no han
conocido ni conocen pausa, en el que se han comprometido distintos
gobiernos y, al fin, toda la comunidad.
804
territorial y personalidad propias, que los hace singulares y los diferen-
805
patrimonio con elementos tangibles e intangibles. Como ello es una
realidad palpable, puede concluirse que existe una cultura aysenina.
Aclarado a satisfaccin el punto, as lo esperamos, cabe abundar
sobre este ltimo y trascendente concepto, que nutre y afirma el pa-
ralelo de la identidad regional.
Es igualmente claro que los elementos fundamentales que han nu-
trido la sociedad aysenina -los chilenos venidos desde Argentina y
los chilotes- han entregado sus propios aportes originarios: la cultura
esencial de la madera y la cultura de la pampa, como elementos tangi-
bles, y modos de vida y caractersticas sicolgicas reconocibles, aunque
a veces intangibles. Una y otra en un proceso dinmico de sincretiza-
cin han evolucionado, fundindose y dando origen a una expresin
cultural definidamente propia de Aysn
Jos Mansilla, investigador que se ha ocupado y se ocupa prefe-
rentemente de estas manifestaciones del espritu, ha ejemplificado la
materialidad de ambas contribuciones, puntualizando y comentando
sus expresiones ms conocidas y definitorias. Igual ha hecho y hace
Leonel Galindo, otro acadmico que ha profundizado especialmente
el estudio de la cultura aportada por los hijos del viento, expresin
potica referencial acuada por el msico Arturo Barros Medina, que
es aquella propia de la vertiente andina-preandina argentina por la
que pasaron los chilenos emigrantes en su largo peregrinar, recogien-
do y asimilando las formas de vida y modos de ser, que incorporaron
al acervo vernacular que portaban por nacimiento y tradicin.
Las manifestaciones ms caractersticas de la cultura de la pampa
se tienen en la vestimenta de hombres y mujeres, surgida ms que del
gusto, de la practicidad que exige el medio en que se utiliza; en la alimen-
tacin cotidiana; en las formas del trabajo rural; en los juegos de entre-
tenimiento, en los bailes, cantos y melodas, en los estilos e instrumentos
musicales; en las construcciones, que a su tiempo son el producto de
una antigua adaptacin a la geografa propia de la zona mencionada; a
las artesanas, al imaginario y a la nocin de mundo. Debe rechazarse el
concepto argentinizacin, que deriva de la consecuencia subsiguiente
a la adopcin de estas formas culturales y aceptarse, en cambio, como
ms propio el concepto ms acertado de identidad patagnica que
usa Jos Mansilla, en tanto que es el producto de diversas influencias
tnicas y nacionales, que han concurrido y acabado por mezclarse en un
medio natural tan exigente como es la Patagonia oriental47.
47
Identidades de Aisn, Cuadernos de Historia y Cultura de Aisn, Nos 3 y 4 (Coyhaique, 1998), pg. 105.
806
Las expresiones definitorias de la cultura de Chilo, aportada por
807
o voluntariamente incorporados al mismo con nimo de radicacin,
respecto de la cultura, aun aceptando la nocin de un concepto matriz
formado por la concurrencia de sus aportes fundacionales y de otros
secundarios, puede tambin afirmarse que se dan, a modo de subcul-
turas, algunas formas locales, fuertemente marcadas o condicionadas
por la geografa y la tradicin histrica. As, es posible aceptar formas
matizadas propias del litoral y de la selva umbra, otras de la estepa y la
precordillera, y unas terceras de las zonas de transicin; unas del norte
y otras del sur, con diferencias aparentemente menores, pero vlidas.
El viejo aforismo de que en la variedad est la riqueza, encuentra una
adecuada comprobacin en la diversidad de expresiones del gnero
que se dan en el suelo aysenino.
Aunque la cultura es un fenmeno social de suyo dinmico y sujeto
a diferentes influencias, puede afirmarse, en el caso de Aysn, que ella
se origin y evolucion al amparo del aislamiento forzado en que el
territorio vivi por largo tiempo. La superacin de tal circunstancia a
travs de los medios de comunicacin masivos puede ejercer -como
ha ocurrido en la regin- una influencia favorable tanto para la difusin
de la cultura, cuanto para su renovacin y evolucin, pero puede llegar
a ser devastadora, caso de la televisin, debido a su tremendo poder
de penetracin en los hogares y la consiguiente facilidad de difusin
de formas culturales forneas, del todo ajenas al ser regional. Es un
fenmeno meditico cuya profundidad y extensin deben ser estudia-
das, de manera de precaver el riesgo que podra representar para la
integridad y permanencia de la cultura aysenina.
808
primavera social fue dejando ver sus primeras galas, hijas de la creati-
809
siglo XX hiciera florecer nuevas expresiones en el gnero escrito, en
multifactica variedad.
As en la literatura de raz folklrica est Flix Elas, nativo de Puer-
to Guadal, quien public su Acuarelas del Baker (1997), obra en la que
recoge con talento, riqueza descriptiva y amenidad, los testimonios de
la memoria colectiva, en especial de la gente comn de tierra adentro,
de los recios pobladores, hombres y mujeres, especie singular de la
estirpe de los forjadores de una nueva patria. Tambin Luis Antiyao,
Mara Isabel Quintana, Edith Ruiz Aguilar y Liliana Pualun, todos escri-
tores talentosos aunque con matices diferenciales en sus creaciones,
pero que pueden ser adscritos al mencionado gnero literario.
En la poesa orientada a la vertiente popular surgieron cultores
fecundos como Gilberto Orias, Idania Yez y Rosa Gmez Miranda
entre varios, cuyos trabajos han sido recogidos por lo comn en revis-
tas de divulgacin cultural.
Aunque no fciles de adscribir a un gnero especfico del queha-
cer literario, cabe mencionar dos obras antiguas que en su momento
fueron otros tantos reflejos testimoniales sobre diferentes tiempos
histricos: La Provincia de Aisn, de Fernando Seplveda (1931) y Chile
Austral (Aysn), de Antonio Mansilla Ruiz (1946), valuables por tal ca-
rcter y porque, como se quiera, integran el acervo cultural escrito de
la regin, siendo como fueron en las correspondientes pocas sendas
manifestaciones de un compromiso identificatorio con la tierra de
acogida.
Importante ha sido y es el gnero historiogrfico, en donde Baldo
Araya es la figura seera. Apasionado por la regin que adopt como
propia, mostr su capacidad comprensiva acerca de los diferentes
procesos, fenmenos y etapas, as como de los principales protago-
nistas del acontecer regional durante las pocas ms interesantes de
la evolucin histrica moderna. Sus trabajos vieron la luz en diferen-
tes revistas del gnero histrico y cultural, y particularmente en sus
dos bien conocidos libros, Crnicas de Coyhaique en sus Bodas de Oro
(1980) y El Gran Reportaje de Aisn (1998), siendo en verdad una fuen-
te insoslayable para cuantos se interesan en el pasado regional. Entre
otros que cultivan el gnero histrico merecen mencin el profesor
Oscar Aleuy, que ha asumido con singularidad creativa la tarea de ela-
borar la pequea historia local y personal, y que en tal virtud es fuente
insustituible y rica de informacin sobre el tiempo viejo; tambin Ma-
rio Gonzlez Kappes, mdico, con una clara vocacin que ha volcado
810
en la especialidad del ensayo (All en mi tierra, en Patagonia, 2002),
811
Cultivando un gnero de prctica no comn como son los ensayos
filolgico y sobre el folklore, de una parte, y el del anlisis sicosocial
referido en particular al origen de la identidad y cultura regionales,
destacan dos ayseninos netos, ambos profesores de Estado en Letras:
Leonel Galindo Oyarzo y Jos Mansilla Contreras. El primero, amn
de investigador y autor es un partcipe vivencial de experiencias y
actividades folklricas y populares, lo que valoriza su obra escrita, en
la que destacan sus libros Aisn, Voces y Costumbres (2001) y Aisn y su
folclor (2004). El segundo ha vertido sus conclusiones en varios artcu-
los publicados en diferentes revistas y en su reciente obra Identidades
culturales en Aisn (2004).
Si la tarea literaria, en el sentido ms amplio del concepto, puede
ser estimada como interesante y fecunda, por cuanto refleja a cabali-
dad los sentimientos profundos de regionalidad que la han inspirado,
no menos puede ponderarse y concluirse respecto del arte musical
como otra vertiente expresiva de felices realizaciones.
En lo que, con propiedad, debe calificarse como msica culta hay
un nombre que surge de inmediato por su talento creativo: es el
del compositor Ivn Barrientos Garrido, entre cuyas obras destaca
su magnfico tro Suite Aysn, Serenata Lago Verde y Escenas de Aysn,
compuestas respectivamente para flauta, guitarra y piano, para guitarra
y flauta, y para guitarra exclusivamente, en las que los sentimientos del
autor e intrprete, de profunda raigambre telrica, surgen en forma
de melodas armoniosas y simples, de admirable y sugerente efecto
comunicativo. Discpulo suyo ha sido, entre otros, Jaime Mouras, otro
msico aysenino, autor del Concierto Chileno para Guitarra, composi-
cin tambin inspirada en los sentimientos y valores vernculos.
Pero tal vez la mayor fuerza comunicativa y emotiva ha sido lograda
por el estro potico y el talento musical combinados de Arturo Barros
Medina. Nacido en Balmaceda, teatro particular de un trascenden-
te captulo de la gesta pobladora espontnea, y de autntica estirpe
pionera adems, se nutri desde nio con los relatos de esa epopeya
y mostr un temprano y sorprendente talento musical, que una vez
advertido le condujo al Conservatorio Nacional de Msica para seguir
estudios formales como ejecutante y compositor.
Cuando lleg el tiempo de expresar su talento creativo [...] no ne-
cesit cavilar para elegir la direccin de su canto, ha escrito sobre l
Jorge Nawrath, No necesit, tan siquiera elegir. Hombre l mismo nacido
en la orilla de la pampa, cuando el arte transmut su destino pequeo
812
de arriero, le bast inclinarse sobre el lbum familiar, tenderse sobre el
48
Aisn, Sonidos Musicales, editado por Mario Miranda Soussi (Departamento de Cultura de la Secretara
de Educacin, Coyhaique, 2003), pg. 39.
813
tores en la importante tarea de difusin de los valores que expresan
la cultura y la identidad regionales.
En esta labor loable y trascendente por dems han destacado y
destacan Oscar Aleuy, con sus programas sobre temas histricos diri-
gidos especialmente al mundo rural a travs de las ondas de la radio
Patagonia Chilena de Coyhaique y sus artculos cotidianos en las p-
ginas del diario El Divisadero; as como Antonio Horvath, Baldo Araya y
otros que dieran vida a la revista Trapananda entre 1977 y 1985, como
lo hiciera a su tiempo Enrique Valds Gajardo con sus Cuadernos de
Historia y Cultura de Aisn, una y otra publicaciones sensiblemente dis-
continuadas al cabo de varios nmeros; y Mario Miranda Soussi, que
con el patrocinio de la Direccin de Cultura de la Secretara Regional
de Educacin di larga vida a la revista Tierradentro.
Figura digna de mencin ha sido y es Magdalena Rozas Ossa. Arri-
bada para servir el cargo de Directora Regional de Bibliotecas, no
tard en sucumbir al sortilegio de la tierra, que ya es propia, e hizo de
su misin un verdadero y eficaz apostolado de la lectura como fuente
de conocimiento y cultura populares, lo que signific triplicar virtual-
mente el nmero de lectores en bibliotecas entre 1990 y 199849. Esta
misma preocupacin la condujo a organizar la Feria del Libro de Co-
yhaique, suceso cultural de honrosa trayectoria y actual vigencia.
Pero hay ms, pues estn quienes como intrpretes musicales han
devenido otros tantos agentes difusores que llevan sus manifestaciones
artsticas a todos los rincones de la Regin y fuera de ella. Entre varios
cabe recordar a los dos Pioneros y Trapananda y los conjuntos
Los Lazos y Mate Amargo, en los que han participado y participan
cultores conocidos como Segundo Orias, Miguel Pea, Manuel Eliseo
Oyarzo, Guillermo Antonio Barra, Cecilio Aguilar Galindo, Carlos Al-
monacid, Gustavo Lpez, Domingo Mrquez y Mario Miranda, adems
del coro creado y dirigido por Arturo Barros.
Todos los nombrados y ms, son otros tantos agentes que han
permitido socializar, popularizar y difundir las diferentes creaciones
culturales que expresan de diverso modo la fuerza creativa identitaria
de Aysn.
Actividades e investigaciones cientficas
49
En efecto, en 1990 se registraron 86.217 lectores y en 1998, 232.052 (INE, Panorama Econmico y Social.
Las Regiones de Chile 1990-1999, Santiago, 2001). Esta misma fuente da cuenta de un aumento similar en
lo referido a las horas anuales de trasmisin en las radioemisoras ayseninas (de 50.403 horas en 1993
a 149.114 en 1998). Ese fue particularmente notorio en los programas de carcter recreativo, cultural
y religioso.
814
Menos expresivas en apariencia, pero no menos reales que aque-
815
cientfica que hizo con sus observaciones y recorridos para entender y
explicar el complejo conjunto de fenmenos orognicos y orogrficos
que dieron origen y forma a lo largo de millones de aos a la Patago-
nia occidental. Sus formulaciones correspondientes y sus conclusiones
las dio a conocer al ambiente acadmico de Europa, el mundo y Chile
a travs de sus conocidas obras ya mencionadas.
En su huella proficua, otros investigadores exploraron cientfica-
mente el territorio de Aysn. As, el botnico sueco Carl Skottsberg, ya
mencionado antes, quien durante 1907 a 1909 desarroll un extenso
recorrido exploratorio por la Patagonia occidental y andina, lo que le
permiti realizar observaciones y colectas tanto en la zona archipiel-
gica como en la seccin continental interior. Pudo de esa manera ofre-
cer a la ciencia universal el primer panorama vegetacional completo
del territorio de Aysn, incluido en su monumental obra Botanische
Ergebnisse der Schwedischen Expedition nach Patagonien und dem Feu-
erlande 1907-1909 (Resultados botnicos de la Expedicin Sueca a la
Patagonia y Tierra del Fuego 1907-1909) (Upsala, 1910).
Las montaas y las mesetas altoandinas englaciadas concitaron el
inters de algunos exploradores e investigadores durante las dcadas
de 1920 a 1940. Destacaron en particular las campaas de algunos
alemanes, cuya figura principal fue Federico Reichert al que secunda-
ron entre otros Cristbal Hicken y Arturo Donat, ambos botnicos, e
Ilse von Rentzell, contando con el patrocinio de la Sociedad Cientfica
Alemana de Buenos Aires. Su inters se centr en el Campo de Hielo
Patagnico Norte, que consigui cruzar de occidente a oriente en
1940, tras fracasar en similares intentos en 1921 y 1938, y tambin
la zona andina del sur del lago San Martn-OHiggins. Frutos de esas
andanzas y expediciones fue el libro Auf Berges und Lebenshhe (En las
alturas de las montaas y de mi vida). Contemporneos fueron los tra-
bajos exploratorios y los estudios del sacerdote salesiano Alberto M.
De Agostini, que en el caso de Aysn se desarrollaron principalmente
en la vertiente occidental del macizo del San Lorenzo, y de los que
inform con amplitud en su conocida obra Andes Patagnicos (1945);
y del mismo modo los estudios glaciolgicos del gelogo suizo Ar-
nold Heim en la zona andina sudoccidental del lago General Carrera
(1940-45). En el gnero del montaismo deben incluirse, por fin, los
ms recientes trabajos andinsticos y cientficos de Gino Buscaini y
Silvia Metzeltin, en particular sobre el monte San Lorenzo y la cadena
Cochrane, en el sudeste de la Regin de Aysn, sobre los que se da
cuenta en el libro El macizo de San Lorenzo (Milano, 2004).
816
Poco conocida es la denominada Expedicin Cientfica Mac-
817
Martn W. Holdgate, con el patrocinio de la Royal Society de Londres
y en los que tomaron parte investigadores britnicos, neozelandeses
y chilenos, que abarcaron el vasto espacio geogrfico comprendido
entre la isla de Chilo y la de Navarino, en Magallanes (1958). Algo
posteriores fueron los estudios glaciolgicos realizados por el eminen-
te gelogo ingls John Mercer en los glaciares de la zona sudoccidental
de Aysn y noroccidental de Magallanes con el propsito especfico
de comprobar la antigedad y fluctuaciones de la cobertura glacial
durante el Pleistoceno, poca determinante para el establecimiento
de la vida natural y humana en el meridin. Estos trabajos permitieron
completar y actualizar los precedentes realizados durante la dcada
de 1920 por el sabio sueco Carl C. Caldenius, que tuvieron el carcter
de fundacionales en la especialidad.
A contar de 1970 pudo notarse un cierto auge en los esfuerzos
por aumentar y perfeccionar el conocimiento cientfico de la Pata-
gonia occidental, tanto en lo tocante a las formas naturales vivas e
inertes, como a la vida humana. En ellos participaron investigadores
chilenos de diferentes universidades y centros cientficos, as como
extranjeros. Entre los trabajos nacionales ms notables por su dura-
cin y resultados obtenidos estn los arqueolgicos, sobre los cuales
se ha dado amplia informacin en la primera parte de esta obra. Asi-
mismo hubo una secuencia de estudios geolgicos patrocinados por
el Instituto de Investigaciones Geolgicas primero y ms tarde por el
Servicio Nacional de Geologa y Minera, orientados preferentemente
hacia la mineraloga con fines econmicos, del mismo modo que estu-
dios botnicos y zoolgicos a cargo de especialistas de universidades
chilenas y extranjeras, cuyos resultados han ido publicndose en se-
cuencias no regulares, en revistas nacionales e internacionales de los
correspondientes gneros.
Una mencin especial debe hacerse a la denominada Operacin
Raleigh, patrocinada por algunas entidades universitarias britnicas,
con la participacin de voluntarios, por lo comn investigadores j-
venes, iniciada a partir de 1970 y con el propsito de obtener infor-
macin acabada, tan completa como es posible, sobre la vida natural
en algunos distritos geogrficos de la regin de Aysn, entre ellos los
sectores situados al sur del grado 47 a uno y otro lado de los Andes,
definitivamente los menos conocidos en tal respecto. Estos estudios
y otros del gnero que se conocieron durante el cuarto final del siglo
XX tuvieron como objetivo preciso superar una de las que se consi-
deraban ms serias limitaciones para el desarrollo general de la Regin,
818
como era el conocimiento ms acabado de los diferentes ambientes
819
Erde (N 132, 2001), del que son autores los doctores Andreas Vtt,
de la Universidad de Marburg, y Wilfried Endlicher, de la Universidad
de Berln, Alemania.
En conclusin, y teniendo en cuenta sus propias peculiaridades,
tambin la actividad cientfica creciente y variada ha contribuido y
contribuye a la mejor definicin de la polifactica identidad regional
de Aysn.
820
SPTIMA Parte*
LA REGIN AL PRINCIPIO
DEL SIGLO XXI
* Esta segunda edicin ha respetado fielmente la primera publicacin del ao 2005, de este libro. Mantiene la
redaccin, la mirada de futuro, los pronsticos de crecimiento e integracin y el espritu investigativo del autor.
Hacemos la salvedad de esto para aclarar que las proyecciones del primer libro son hoy realidades indes-
mentibles.
821
Es as que la Secretara Regional de Planificacin y Coordinacin
de la Regin de Aysn ha elaborado un documento que da cuenta de
la estrategia de desarrollo para el sexenio 2000-2006, que es al pro-
pio tiempo una reflexin sobre la realidad de que se parte, con una
programacin sobre acciones a realizar, teniendo en consideracin la
valuable experiencia histrica.
En una sntesis sobre lo acontecido en el tiempo, se informa sobre
el poblamiento de la regin y las acciones y polticas seguidas en tal
respecto, para concluir afirmando que la integracin del territorio al
resto del pas, es un proceso an sin terminar1; que la densidad po-
blacional es muy baja, estimndosela en 0,86 habitante por kilmetro
cuadrado; que an permanece un 28% de la superficie territorial que
no ha sido mensurada y enrolada y, por consecuencia, se desconoce
la potencialidad de sus recursos; que la modalidad predominante en
el uso colonizador signific perder la vegetacin arbrea en un cuarto
de la superficie total de la regin2; y que las primeras formulaciones
razonadas e integrales en lo referido a la planificacin del desarrollo,
han sido relativamente tardas y recientes, hacindose una evaluacin
de sus resultados.
De esas consideraciones han surgido a manera de conclusiones
algunas premisas bsicas:
La necesidad de definir objetivos multipropsitos en el rea
econmica orientados a facilitar la ampliacin de la base pro-
ductiva regional, en el contexto de un ordenamiento territorial
claro y clave para mantener una regin limpia.
La necesidad de brindar a los habitantes una alta calidad de vida
y un buen nivel de desarrollo humano3.
La necesidad de conseguir la mayor equidad en la distribucin
del ingreso, y
La necesidad de disponer de una autonoma adecuada de ges-
tin gubernativa y administrativa, como condicin para la apro-
piada cautela de los asuntos, negocios e intereses de la Regin
de Aysn.
1
Estrategia de Desarrollo Regin de Aysn 2000-2006, documento de circulacin restringida (Coyhaique,
2000), pg. 12.
2
d., pg. 13.
3
Ibd., pgs. 19 y 20.
822
As considerado, el futuro a plazos inmediato y mediato presenta
4
Ibd., pgs. 19 y 20.
5
Ello se refiere especficamente a los terrenos litorales de los sectores de Pumaln, que pertenecen al
ciudadano norteamericano Douglas Tompkins, y de Huinay, propiedad de la Pontificia Universidad
Catlica de Chile.
823
De igual modo lo es la planificacin y obras consiguientes para el
perfeccionamiento -incluyendo tecnologa de punta- de las telecomu-
nicaciones, concretamente con la prolongacin desde Puerto Montt al
sur de la red nacional de fibra ptica. Es cierto que tanto en este tipo
de infraestructura como en el del caminero los costos de construc-
cin son muy altos, pero cuando se trata del inters nacional -como
es el caso de Aysn-, sin pasar a ser una consideracin secundaria, los
mismos pueden ser debida y aun ventajosamente balanceados con
otros beneficios tangibles e intangibles que no siempre pueden ser
evaluados econmicamente. Lo acontecido con la Carretera Austral
y con el establecimiento del sistema de telecomunicaciones es una
prueba indesmentible y suficiente en tal sentido.
La autonoma de las regiones chilenas, en cuanto posibilidad de
gestin autrquica responsable en lo directivo, administrativo y finan-
ciero ha sido y es el desidertum, bien se sabe, de cuantos se han
ocupado y se ocupan del desenvolvimiento y del progreso armnico
y equitativo del pas en trminos territoriales. Es efectivo que ello va
camino de ser una realidad patente desde la formulacin en 1974-75
de la regionalizacin del pas, y ms a contar de los aos de 1990 con
diversos ordenamientos legales en el sentido correspondiente. Pero
no lo es menos que el proceso ha sido demoroso, debido a los obs-
tculos que naturalmente han surgido en su desarrollo y que son hijos
de la arraigada y perniciosa tradicin concentradora y centralizadora
que se remonta al absolutismo borbnico de la poca colonial, y a la
distinta percepcin que sobre tal necesidad han tenido los diferentes
gobiernos de la Repblica. Pero el clamor de la nacin se mantiene
y quirase o no, ms temprano que tarde, los gobernantes (Poder
Legislativo incluido) habrn de rendirse a la evidencia y promover las
reformas e innovaciones que sean necesarias para el ordenamiento y
funcionamiento autonmico de las regiones chilenas6.
Un Aysn efectiva y completamente integrado fsicamente al resto
del pas y con un rgimen de autonoma amplia de gestin interna, es
un doble desafo que es necesario superar, tan pronto como se pueda.
6
Ms de alguna vez quienes han disentido con el fondo del proceso regionalizador, aunque nunca explic-
itando tal sentimiento, han manifestado teniendo en la mente la imagen del perimido sistema federal,
que la autonoma regional podra ser perjudicial para la integridad de la Repblica. Adems de discrepar
en lo absoluto con esta afirmacin, sealamos que en el ordenamiento constitucional contemporneo
hay valiosas y constructivas experiencias que podrn ser tomadas en cuenta a la hora de adoptarse
decisiones y medidas efectivas conducentes a la autonoma regional. Los casos de Francia, de Italia y
sobre todo de la Espaa democrtica posterior a 1975 son elocuentes.
824
En la economa regional
7
El diario La Tercera de Santiago, en su edicin del 26 de junio de 2004 informa sobre los estudios que
realiza ENDESA para la construccin durante la prxima dcada de cuatro plantas hdricas que se levantaran
en Aysn dos en el ro Baker y otras dos en el Pascua- que suponen una inversin de US$ 1.500 millones. Otros US$
1.000 millones sern destinados a la trasmisin de esa energa. Este complejo generar 2.800 megawats (MW) de potencia,
es decir, por si solo es capaz de hacer frente al crecimiento de la elctrica por siete aos. Debe tenerse presente que
dicha empresa posee derechos de agua para generar 4.882 MW de electricidad. Esta cifra equivale al 70% de
la capacidad actual del Sistema Interconectado Central (SIC) o 12 veces lo que crece la demanda anual de electricidad
en Chile.
Estos nmeros podran aumentar: la elctrica ha solicitado MW. Adems del Baker, el ro ms caudaloso del pas, y el
Pascua.
No es la nica, agrega la informacin, pues se sabe que otras generadoras elctricas tambin estn mirando la zona
austral y tienen derechos de agua para producir electricidad por cerca de 1.300 MW y han solicitado permisos por otros
2.600 MW. Entre stas estaran Colbn y Gener.
825
fa regional est admirablemente adaptada. Por fin, hasta la necesaria
ampliacin del territorio econmicamente utilizable, para ocupar los
sectores actualmente marginales (sobre los cuales es imperativo reali-
zar estudios prospectivos sobre su potencial natural), no slo en tierra
firme (archipilago y sector continental), sino en el mar interior de Ay-
sn donde se estima que hay un rea de 26.000 kilmetros cuadrados
con potencial para el desarrollo de la acuicultura.
Pero la experiencia histrica no debe ser desechada en este aspec-
to; por el contrario, exige ser tenida en consideracin para evitar la re-
peticin de lo acontecido con la devastacin de los recursos forestales
para abrir campos a la ganadera. Por ello, al ocuparse de la materia,
se ha usado y se usa con entera propiedad el concepto moderno del
desarrollo sustentable. El uso racional de los recursos naturales no
renovables y de aquellos renovables, cada uno segn sus posibilidades
y potencial, es una exigencia ineludible como manera de afirmar una
diversificacin y un crecimiento econmicos sobre bases que garanti-
cen su estabilidad sostenida.
Las lneas de accin previstas en la planificacin estratgica para
el lapso de que se trata dicen relacin, en general, con los siguientes
aspectos tenidos como prioritarios:
Fomento del turismo, incluyendo la plena integracin de las
reas silvestres protegidas y de las tierras fiscales al desarro-
llo de la actividad. Mejoramiento cualitativo de los servicios,
asesora y capacitacin para los operadores; otorgamiento de
franquicias tributarias y de subsidios a las pequeas empresas
del sector, y generacin y desarrollo de proyectos especiales de
carcter infraestructural complementario dirigidos a la amplia-
cin del ecmene turstico.
Fomento de la acuicultura y pesca, visto su alto dinamismo,
con metas precisas de incremento productivo, de extensin
areal y del mantenimiento estricto de la calidad ambiental de
las producciones, y fortalecimiento de las medidas de control
de enfermedades. Mejoramiento de la infraestructura portuaria
para una mejor eficiencia en el manejo productivo.
Fomento silvoagropecuario para recuperar la participacin del
sector en la generacin del producto regional, a travs del uso
de nuevas tecnologas, la diferenciacin productiva incluyendo
la industrializacin cuando proceda, para aadir valor, la identi-
826
ficacin de mercados para los productos limpios y el manejo
827
Mapa 10: reas Silvestres Protegidas de Aysn
828
De proporciones ha sido el dao causado en el pasado por el uso
829
Lo ocurrido en el caso conforma una experiencia que debe conducir a
meditar y sacar lecciones para el futuro. Pensamos concretamente en el po-
sible desarrollo de los megaproyectos que permitirn hacer de la Regin de
Aysn la gran abastecedora de la energa elctrica que el pas -el territorio
situado entre Arica y Puerto Montt- requiere con urgencia en el mediano
plazo, si desea mantener e incrementar sus niveles de desarrollo econmico
y social. Cul ser entonces la posicin de los ambientalistas ante los mis-
mos, teniendo en consideracin no slo el requerimiento energtico del
pas, sino las posibilidades casi impensables de adelanto que en todo sentido
ofrecera para la propia regin, incluyendo el uso generalizado de la electri-
cidad en sustitucin del combustible de origen forestal que hoy se utiliza?
Preservar es bueno, como lo es desarrollar, pero es posible y desea-
ble la armonizacin de ambos conceptos y los consiguientes valores
sociales, culturales, econmicos y naturales que los mismos incluyen.
De aqu surge la necesidad de la regularizacin del uso del territo-
rio, del borde costero en particular, de manera que tal accin implique
armonizar intereses (productivos, culturales, de seguridad, en fin), para
beneficio general. Esta es una preocupacin del presente que tendr
aun mayor relevancia en el futuro.
El mantenimiento de la calidad ambiental, entendida en trminos
de racionalidad, conforma por s mismo un valor cada vez ms esti-
mado, en especial por los consumidores de los pases con ms alto
desarrollo. El potencial productivo de la regin pues, debe ser enri-
quecido con el valor de la calidad ambiental. El Sello Aysn, en tanto
que reflejo de una realidad semejante, debe ser desde ahora y para
el futuro un objetivo primordial, como la principal ventaja competitiva.
El particular valor ambiental de Aysn ha movido al actual senador
Antonio Horvath, presidente de la Comisin de Medio Ambiente del
Senado, a solicitar la declaracin de la Patagonia Chilena como Patri-
monio de la Humanidad11.
11
Vase la informacin del diario La Tercera, en su edicin del 4 de noviembre de 2003.
830
minar, pues depende de diferentes variables.Tal es, creemos, el caso de
12
Estrategia ..., citada, pg. 53.
13
d., pg. 49
831
del crecimiento de los productos acucola-pesquero y silvo-agrope-
cuario en un 20%; as mismo, doblando el flujo turstico actual y avan-
zando sustancialmente en la fase productiva secundaria, ello adems
del incremento de empleos indirectos en servicios, transporte, cons-
truccin, infraestructura y equipamiento, con un potencial a lo menos
semejante al de los puestos de trabajo directos.
Ahora bien, el desempleo ha sido histricamente bajo en la regin,
fluctuando alrededor del 4% de la fuerza de trabajo. Una mayor de-
manda de empleo por consecuencia, generar un aumento de salarios
y de calidad del empleo, con una masa salarial ms alta y una distri-
bucin ms equitativa del ingreso regional. Este proceso, podra ser
tambin reforzado mediante la focalizacin administrativa de subsidios
y del gasto pblico.
Pero igualmente hay otras variables que conforman otras tantas
lneas de accin en lo referido a las necesidades sociales:
Apoyo al proceso de reforma educacional con la extensin de
la jornada escolar completa.
Aumento sustancial de la cobertura en educacin parvularia.
Aumento en la cobertura de enseanza media.
Facilidades para el desarrollo cientfico y tecnolgico
Reduccin del dficit habitacional bajo el 8% al ao 2006.
Aumento de la superficie en las viviendas bsicas en un 30%
respecto de 1998, para llegar a una superficie construida del
orden de 50 metros cuadrados, por unidad.
Mejoramiento de la construccin de viviendas bsicas y progre-
sivas con la incorporacin de diseos y materiales regionales y
mayor calidad, congruentes con la cultura de Aysn.
Mejoramiento en la atencin de salud en los niveles secundario
y terciario.
Mayor cobertura en abastecimiento de servicios bsicos.
832
En la identidad y la cultura
-o-o-o-
14
Ibd.
833
Todas estas acciones estratgicas y sus objetivos requieren y re-
querirn de los correspondientes actores que en su mayor medida
debieran y deberan ser regionales. Ello conlleva un nuevo desafo en
el caso que se considera, como en el de otros que puedan formularse
en el porvenir: que para ello ojal sea la misma Regin la que permi-
ta su realizacin, mediante la participacin de funcionarios, profesio-
nales, empresarios y otros actores sociales, de modo que la gestin
gubernativa y administrativa autonmica que se propugna, la gestin
empresarial y la gestin cultural sean al fin tan buenas como se espera
que sean. Esto exige que los actores sean talentosos y capaces, bien
formados en suma para asumir sus responsabilidades; que sean cono-
cedores a fondo de la realidad regional en sentido amplio (geogrfico,
histrico, econmico, social, cultural), y con un compromiso total con
la tierra y la gente de Aysn y su destino.
Ser ello posible? Creemos que s podra ser, si nos atenemos al
ejemplo que puede extraerse de los hechos del pasado. Si en una re-
gin aislada completamente en un comienzo, desprovista de cualquier
recurso que no fueran los propios naturales y en su estado prstino,
con toda las severas limitaciones impuestas por el rigor climtico, la
desidia administrativa y la carencia de medios, se consigui en el trans-
curso de un siglo dar estructura orgnica institucional y social, conteni-
do vital y capacidad econmica productiva, adems de una forma dife-
rencial de cultura, que eso y no otra cosa es el Aysn moderno, puede
esperarse que los herederos de sangre o de espritu de cuantos con
reciedumbre y laboriosidad pionera lo hicieron realidad, sabrn asumir
ese noble y digno legado y responder en consecuencia a los desafos
que impone el tiempo por venir.
834
COLOFN
LA SAGA AYSENINA
835
Flix Elas, uno de los ms cabales depositarios del acervo tradicio-
nal, ha sabido narrar, valorizndola, la gesta esforzada de la gente de
otro tiempo refirindola particularmente a los distritos del gran lago
General Carrera y del Baker. Sus escritos nos cuentan as acerca de
los hechos cotidianos del ambiente rural y menciona a muchos de
sus protagonistas casi siempre annimos: a los maestros y maestras,
a los carabineros, a los pobladores y arrieros, a los mercachifles ... a
cuantos a su manera y a su tiempo pusieron y afirmaron los cimientos
de Aysn. Y en su recorrido no olvida siquiera a los nobles brutos
que fueron fidelsimos e inapreciables compaeros de los pioneros:
el caballo, bestia excepcional, como cabalgadura y animal de carga -el
pilchero- ... silencioso portador de pobrezas y de sueos, que anduvo por
increbles caminos inventados en la piel verde y los pedreros de la tierra;
y el perro ovejero, incansable y laborioso como el que ms ... que despus
de muerto, reencarnado en el prototipo de la lealtad, busca afanosamente
y sin descanso en las noches de luna la compaa del hombre... Tambin
ellos y merecidamente por cierto, son parte de la saga aysenina.
Arturo Barros es otro de estos custodios-cultores de la tradicin.
Su fuerza inspiradora no est en la experiencia, al revs de Elas, sino
en la convivencia directa con quienes fueron los protagonistas heroi-
cos de la epopeya pobladora en la seccin central del territorio, en el
valle Simpson, paradigma histrico de su conquista.
Con l la saga asume la forma magistral de una narracin potica con-
movedora, enriquecida con melodas de inocultable inspiracin telrica.
As cuenta de cmo el rumor de una tierra lejana ... al sur de los ca-
minos, al sur del viento... lleg un da hasta aquellos que una vez salieron
del Chile grande para ganarse el pan en tierra ajena ...
836
... Navegantes de horizontes
No me nieguen mi tierra,
no me inventen fronteras ...!
No me nieguen mi tierra!
837
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III. Publicaciones peridicas
IV. Mapas
856
Vista de la casa administracin de la estancia Baker, valle del ro Colonia.
Fotografa de 1911, autor desconocido.
857
Construcciones de un poblador en la zona del Baker, 1911.
858
Vaqueros en el ro Baker, ao 1911. Obsrvese la presencia de mujeres
acompaantes, lo que sugiere la existencia de familias.
859
Colonos pobladores en el puesto Las Latas, valle Chacabuco, ao 1911.
860
Hombre de campo tpico de la poca colonizadora inicial en el Baker.
Fotografa del ao 1911.
861
Estado en que se encontraban en 1911 los puentes construidos por la Compaa
del Baker a raz de las crecidas de los ros del distrito homnimo.
Otra vista de la misma obra de arte vial que da cuenta de las dificultades que
haba para el atravieso de los ros en el distrito del Baker hacia 1911.
862
Aspecto de la senda que conduca por el valle del ro Baker desde La Colonia
hasta Bajo Pisagua. Fotografa de 1911.
Casa de adobe, tal vez la primera vivienda edificada en lo que despus sera Chile
Chico. Fotografa de 1911.
863
Ranchos de quincho y paja de los primeros pobladores, sector sur del lago
General Carrera. Fotografa 1911.
Colonos del sector sur del lago General Carrera. Fotografa ao 1911.
864
Celebracin vecinal del 18 de septiembre en Balmaceda, hacia 1929.
865
Alumnos de la escuela de Balmaceda hacia 1930. Al fondo edificio del Hotel
Espaol.
866
Grupo de colonos de Chile Chico que viaj a Santiago en agosto de 1917,
acompaado por el diputado Nolasco Crdenas (al centro), para reclamar del
Gobierno el respeto a su derecho de ocupacin de la tierra.
867
David Orellana, poblador pionero del valle Simpson, junto a su hija Margarita
Orellana Carrasco. Fotografa dcada 1920.
868
Vecinos de Balmaceda junto a uno de los primeros automviles que circularon
entre esa localidad y el territorio argentino en la dcada de 1920.
869
Poblador Balboa, primer colono del valle del ro Paloma.
Dcada de 1930.
870
Fiesta campera en Balmaceda. Dcada de 1930.
871
Pobladores del sector El Blanco, en poca indeterminada. Fotografa
correspondiente a los aos de 1920.
872
Vistas de una procesin en Coyhaique. Dcada 1940.
873
Colonos del lago General Carrera que tuvieron figuracin en los hechos de 1917,
conocidos como guerra de Chile Chico. Entre ellos se encuentra Santiago Fica,
primero de la izquierda, parado, y Manuel Jara, sentado izquierda.
874
Interior de un almacn de ramos generales dcada de 1930.
875
Corrales y parte del galpn de esquila de la estancia Coyhaique, hacia 1930.
876
Trasbordo en el balseo del ro Maihuales, hacia 1950.
877
Carros tirados por mulas, utilizados por lo pobladores de Chile Chico para sacar
sus productos hacia Argentina. Dcada de 1930.
878
Corrales de embarque de ovejas junto al muelle de puerto Aysn.
879
La modernidad en los medios de transporte fue llegando con los aos a Aysn.
Camiones cargados de fardos de lana durante la dcada de 1930.
880
Aspecto de puerto San Carlos en el ro Baker. Dcada de 1920.
881
Jinetes por El Tnel, uno de los pasos ms difciles labrado en una pared de roca
vertical, en el camino entre los valles medio y bajo del ro Baker. Fines de la dcada
de 1920. En la actualidad el paso integra la ruta histrico-turstica Lucas Bridges.
Recua de mulas cargadas con fardos de lana, cruzando el ro adis por un puente
colgante. Fines de los aos de 1920. Obsrvese el aparejo de transporte y el
tamao de los fardos, ideado por Lucas Bridges para hacer posible el traslado de
la lana desde la estancia Baker hasta el puerto de Bajo Piragua.
882
Puente en construccin bajo la direccin de Lucas Bridges, en la senda entre el
valle Chacabuco y el valle inferior del ro Baker. Dcada de 1920.
883
Vista del casco de la estancia Entrada Baker, valle Chacabuco.
Al fondo el cerro Lucas Bridges.
884
Comisin gubernativa de inspeccin en el distrito del Baker, navegando el ro
homnimo. Ao 1928.
En la cumbre del cerro Menor, la ms alta entre el lago O`Higgins y los canales
patagnicos. A la izquierda el explorador Augusto Grosse.
885
Vivienda del poblador Evangelista Gmez, ventisquero Chico, lago OHiggins.
Gmez es el segundo de izquierda a derecha; a su lado al centro, el colono
Esteban Pantoja. Ao 1944.
Colonos a punto de iniciar el trabajo de arado. Zona del lago OHiggins, 1944.
886
Grupo de colonos del lago OHiggins participando en un asado al palo en la
estancia de Jos Candelario Mansilla.
Al centro, de pie, el explorador Augusto Grosse.
887
Ganado en un corral. Zona del lago OHiggins, 1944.
888
Ordea de vacas en el establecimiento de un colono del lago OHiggins.
Fotografa del ao 1937.
889
Grupo de colonos del lago OHiggins, (1944).
890
Juan Carrasco Noches, izquierda, capataz de la estancia Coyhaique, a quien
se atribuye haber instalado la primera casa bruja que dio origen al pueblo
de Baquedano. A su lado Thomas Anderson, administrador de la estancia y
Delegado de la Municipalidad de Puerto Aysn. Fotografa de 1930.
891
Vista del valle de La Luna, zona oriental de erihuao.
En una gruta de uno de los morros baslticos que all se observan se han
encontrado los restos de la presencia humana ms antigua hasta ahora conocida
en Aysn.
892
Aspecto de Puerto Aguirre en el sector archipielgico
interior de Aysn.
893
Construccin de la Carretera Austral en el sector norte de Aysn.
894
Vista de Puerto Chacabuco, principal va de accesos y salida martimos de la
Regin de Aysn.
Paisaje de una parte del valle Simpson con la carretera que une Coyhaique y
Balmaceda.
895
Paisaje del lago Leones en la zona sudoccidental del lago
General Carrera.
896
La Carretera Austral en el acceso norte del valle del ro Murta.
Vista del corte en roca que debi hacerse para superar El Paso de las Llaves, el
tramo ms difcil de ejecutar en el camino que une Chile Chico con Fachinal.
897
Otra vista del camino a Fachinal traspuesto el sector ms espectacular de El Paso
de las Llaves.
Vista del sector de Fachinal, costa sur del lago General Carrera.
898
Vista de la ciudad de Chile Chico y de parte de su frtil valle.
899
Aspecto del valle Chacabuco.
900
Valle del ro Nef.
Aspecto de la pequea ciudad de Cochrane, centro capital del distrito del Baker.
901
Aspecto del ro Baker.
Balsa en el ro Palena.
902
El acantilado del sector El Vagabundo, en el valle fluvial del Baker, fue uno de
los tramos ms difciles de superar en la seccin sur de la Carretera Austral.
903
Vista del sector central del atractivo pueblo litoral de
Caleta Tortel.
904
Villa O`Higgins, el poblado meridional de la Regin de Aysn.
905
Grupo de colonos del sector de Valle Simpson en 1938 aprox: de izq a derecha
Abelardo Urrutia, Pedro Ziga y Pedro Carrasco.
Damas: Rosa Amelia e hijos y Clementina Contreras.
906
Ley 4.855. Primera Ley de Colonizacin para Aisn dictada en 1930 y modificada
en 1937. Otorgaba permisos de ocupacin de terrenos los que se debian rozar a
fuego. Esto gener grandes incendios a lo largo de la colonizacin de Aisen.
En la imagen de 1954 hermanas Quintana Sanchez limpiando el campo para
disponer de praderas en lo que hoy corresponde a La Tapera.(Alto Rio Cisnes).
907
Mina Las Chivas de Puerto Snchez en 1957. Explotacin de mineral de cobre
que oper hasta 1960 cuando se declara en quiebra.
908
NDICE
Primera Parte
El poblamiento originario (ca.11000 A.P.1900).............................................33
LOS PRIMEROS HABITANTES EN LA PARTE AUSTRAL DE AMRICA.............33
La gente de la parte oriental de la tierra firme .............................35
a) Perodo Pleistoceno Final-Holoceno Temprano (ca. 12000-8000 A.P.)........35
b) Perodo Holoceno Medio (ca. 8000-5000 A.P.).........................................................42
c) Perodo Holoceno Tardo (5000-700 A.P.)....................................................................45
d) Perodo Histrico (siglos XVIII y XIX)............................................................................52
Segunda Parte
El conocimiento geogrfico. .....................................................................................89
El arribo y presencia de los forneos (1520 - 1902)................................89
909
La nocin que se tena de la Patagonia norte
y central chilena hasta los aos de 1870 .............................................142
Tercera Parte
El dominio del territorio.
El poblamiento fundacional (1903 - 1928).....................................................203
910
La Compaa Explotadora del Baker y los acontecimientos que
Cuarta Parte
La intervencin del Estado..........................................................................................415
La institucionalizacin del territorio (1928 - 1958).........................415
911
La instalacin del gobierno interior y de los
primeros servicios administrativos ...................................................................428
La poca y obra del Intendente Marchant .....................................437
Gobierno y administracin.......................................................................................................438
Fundacin de pueblos..................................................................................................................442
Comunicaciones intraterritoriales.........................................................................................450
Amparo y estmulo a la iniciativa privada.........................................................................453
El juicio de la posteridad sobre una gestin excepcional........................................456
912
La presencia evangelizadora y social
Quinta Parte
El advenimiento de la modernidad (1959 - 2003)....................................623
913
El gran logro: la superacin definitiva del aislamiento
interno y externo. La Carretera Austral ...............................................692
a) Antecedentes y orgenes del proyecto........................................................................692
b) Desarrollo del Proyecto. Etapas de construccin..................................................696
c) Consecuencias y proyecciones del sistema de la Carretera Austral...........703
La aeronavegacin ........................................................................................................706
Sexta Parte
LA GENTE Y LOS PUEBLOS DE AYSN................................................................................751
914
Sptima Parte
Colofn
LA SAGA AYSENINA..........................................................................................................................835
NDICE DE MAPAS
Mapa 1........................................................................................................................................................... 31
Mapa 2 ......................................................................................................................................................... 32
Mapa 3 ......................................................................................................................................................... 69
Mapa 4 ...................................................................................................................................................... 181
Mapa 5 ...................................................................................................................................................... 193
Mapa 6 ...................................................................................................................................................... 401
Mapa 7 ...................................................................................................................................................... 595
Mapa 8 ...................................................................................................................................................... 710
Mapa 9 ...................................................................................................................................................... 771
Mapa 10 ................................................................................................................................................... 828
ndice de tablas
Tabla I ........................................................................................................................................................... 88
Tabla II ....................................................................................................................................................... 504
Tabla III ...................................................................................................................................................... 509
Tabla IV ..................................................................................................................................................... 514
Tabla V ....................................................................................................................................................... 516
Tabla VI ...................................................................................................................................................... 669
Tabla VII ..................................................................................................................................................... 674
Tabla VIII ................................................................................................................................................... 677
Tabla IX ..................................................................................................................................................... 691
Tabla X ...................................................................................................................................................... 797
Tabla XI ..................................................................................................................................................... 799
915
MATEO MARTINIC BEROS