Editorial Drogas
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La investigacin, realizada con informacin del 2009, ha confirmado que el consumo de drogas
entre los escolares de secundaria se ha incrementado 19% y que en algunos departamentos se
ha disparado de manera alarmante. Solo en Lima el consumo de xtasis se ha duplicado,
mientras que en Amazonas, Junn, Madre de Dios y Tumbes el de cocana ha aumentado hasta
en 400%. As, las mentes que deberan estar frescas y ser terreno frtil para el aprendizaje de
las destrezas y habilidades necesarias para alcanzar el xito en el competitivo siglo XXI estn
embotadas y los espritus debilitados moralmente por esta lacra.
Pero, qu est haciendo el sistema educativo para enfrentar este flagelo? Cmo se ha llegado
a esta grave situacin? Los padres de familia estn preparados para realizar una labor de
prevencin en el hogar y dar el ejemplo con sus propias conductas?
Ya lo hemos dicho: es urgente que el Per replantee integralmente su poltica contra las drogas
y una de sus principales estrategias debe comprometer al sistema educativo. As como se
involucr a las familias y a la sociedad civil en polticas de educacin sexual y contra el abuso
de los menores, la prevencin y la lucha contra las drogas debe motivar la participacin de todos
estos grupos, con el respaldo del Estado en sus tres mbitos de gobierno: nacional, regional y
local. No se puede esperar, pues est en riesgo el futuro de los jvenes y con ello el de nuestra
patria.
EDITORIAL
Drogas en la adolescencia
Un estudio de la Clnica del Adolescente del Hospital Nacional de Nios revela que el 15% de
los colegiales de la Gran rea Metropolitana han fumado marihuana
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Quince de cada 100 colegiales de la Gran rea Metropolitana reconocieron haber fumado
marihuana, segn el estudio ejecutado por la Clnica del Adolescente del Hospital Nacional de
Nios. El dato alarma, porque hace apenas trece aos la cifra era de solo el 1%, aunque para
el 2006 haba subido al 10%.
Cuando se trata de esta poblacin, carece de todo sentido el debate sobre los efectos de la
marihuana, cuyos defensores la proclaman menos daina que otras sustancias, incluyendo las
legales como el alcohol y el tabaco. Existe consenso, por razones obvias, sobre el peligro del
consumo de cualquiera de esas drogas por jvenes an distantes de la mayora de edad y
carentes de la formacin necesaria para adoptar decisiones de tanta envergadura.
Psiclogos y otros profesionales del rea de la salud sealan la inmadurez del cerebro
adolescente, cuyo lbulo frontal est todava en desarrollo. Ah se ubica la funcin del juicio,
necesaria para discriminar a plenitud entre el bien y el mal y medir las consecuencias de los
actos.
Tambin hay debate sobre el carcter de la marihuana como droga de iniciacin, una especie
de antesala al consumo de sustancias ms peligrosas. En el plano meramente emprico, ms
all de los efectos de la droga, es fcil identificar los motivos por los cuales ese papel
precursor no puede ser descartado.
La marihuana es ilegal y se mueve en los mismos crculos donde se hallan las otras drogas.
No es difcil imaginar que la complicidad con el vendedor y la violacin de un primer tab
pueden hacer del adolescente una persona propensa a experimentar con otras sustancias,
indiscutiblemente peligrosas.
Un 6% de los 3.373 estudiantes entrevistados admiti el consumo de otros estimulantes,
drogas sintticas y hongos alucingenos. Unos pocos experimentaron con herona. Segn el
Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD), algunos son reclutados para distribuir narcticos
con el mtodo de ventas iniciales a precios muy asequibles, que se incrementan gradualmente
hasta obligar al joven a convertirse en vendedor para mantener su vicio.
En conjunto, los datos apuntan a una realidad tan aterrorizante como incontrovertible: la
juventud costarricense es vulnerable al narcotrfico a edades muy tempranas. En otras
palabras, no existen mecanismos suficientes, en el Estado y en la familia, para prevenir el
acceso de los distribuidores de drogas ilcitas a jvenes apenas salidos de la niez.
No sorprende, entonces, el preocupante uso del alcohol, una droga tambin daina pero
exenta de moverse en el submundo ilcito de los estupefacientes. El 23% admiti haber
llegado a un estado de embriaguez durante los 30 das previos a la consulta de la Clnica del
Adolescente.
Si la realidad es as de alarmante en la poblacin adolescente inserta en el sistema educativo,
ser mucho peor entre los jvenes ausentes de las aulas y expuestos, por razones obvias, a
riesgos mayores. En su caso, ni siquiera es posible pensar en las barreras construidas por el
conocimiento dispensado en las instituciones educativas.
Los expertos coinciden en la vulnerabilidad de todos los jvenes, pero identifican como
particularmente riesgosa la situacin de los sometidos a determinadas circunstancias, como la
falta de apoyo hogareo, baja autoestima, dificultad para el estudio, falta de un proyecto de
vida o de intereses artsticos y deportivos, as como baja tolerancia a la frustracin.
Cuando se trata de jvenes escolarizados, la deteccin de esos factores puede ser hecha por el
maestro, pero, aun as, la eficacia de la reaccin del educador se ver limitada en ausencia de
la familia, cuya funcin es insustituible. Es all donde se debe cavar la primera trinchera de la
deteccin de los factores de riesgo y, desde luego, del uso de drogas. Los programas del
Ministerio de Educacin y de las fuerzas policiales son invaluables. Es preciso fortalecerlos,
pero, sin la familia, habr demasiadas batallas perdidas.
25 de Julio de 2017 12:00 am
La droga en los jvenes
Preocupa que una de las quejas recurrentes de los lderes de las comunidades que visitan El
Universal para la seccin Mircoles de Barrios, es el aumento en el nmero de jvenes
consumidores de alucingenos.
Santiago Alvear Prez, presidente de la Junta de Accin Comunal del barrio Los Caracoles, nos
cont que la drogadiccin y el microtrfico, dos flagelos que tienen como vctimas a los jvenes
de esa zona, son el problema ms alarmante que ha tenido el barrio en sus 44 aos de fundado.
El panorama es lamentable cuando desde afuera de una de las canchas de microftbol de ese
sector, se puede ver que los muchachos, en vez de estar pateando un baln, se sientan en las
gradas a fumar marihuana, por lo que algunos padres prefieren no entrar con sus hijos a jugar
all.
Lo mismo pasa en parques y lotes abandonados de otros barrios, que sirven tambin como
guarida de ladrones.
Segn la ltima encuesta global sobre drogas (The Global Drug Survey), el 58% de las personas
que recurren a los alucingenos en el mundo, tiene menos de 24 aos.
Ese dato coincide con lo que est pasando en Cartagena, pues el Departamento Administrativo
Distrital de Salud (Dadis) inform que en el 2016 las clnicas de salud mental y centros mdicos
atendieron a 994 jvenes (la mayora entre los 18 y 26 aos) por problemas asociados al
consumo de drogas.
Las autoridades, principalmente los padres, deben estar alertas con sus hijos, ya que 241
menores de edad tambin recibieron atencin. La vigilancia de la polica alrededor de los
colegios para evitar el expendio, es fundamental, porque perseguir a las mafias es tarea del
Estado.
Las acciones de la administracin distrital, a travs del Dadis, deben seguir enfocadas en
prevenir y mitigar este flagelo. Es importante el trabajo que se viene haciendo con la formacin
de los adolescentes vulnerables que se convierten en multiplicadores del mensaje de prevencin
del consumo y que hoy son cerca de 3 mil; adems de los programas de Drogas + Arte y
Mtele Mente y Decide, pero sin duda falta ms intervencin en los colegios y comunidades,
con estrategias eficaces para que el mensaje llegue y se quede, porque con cada joven que entre
al mundo de la droga, son muchos los que fracasan, empezando por la familia.
Ojal los espacios para la recreacin y el deporte no sigan convirtindose en el escondite de los
muchachos que poco a poco, acaban con su vida.
EL UNIVERSAL
@ElUniversalCtg
22 de May de 2013 00:01
Ms prevencin sobre drogas
La alerta sobre el uso de drogas en jvenes adolescentes y aun en nios ha llevado, con buen
criterio, a las autoridades de la Polica y el Ministerio de Educacin a desplegar esfuerzos para
emprender en tareas de prevencin.
Canalizar la informacin, empero, no es tarea fcil. Los educadores pueden poner buena
voluntad y capacitarse para alertar a la comunidad estudiantil sobre los peligros que acechan y
las duras consecuencias del uso de las drogas, pero ese contacto no siempre es efectivo.
Lo que la reportera constata es que el esfuerzo por capacitar y volcar esa informacin en el
aula no siempre es eficaz y el mensaje no llega a todos. Apenas un ncleo del estudiantado
recibe el mensaje, y por ende su impacto no resulta suficiente.
La lucha contracorriente est en los alrededores de los centros educativos, donde los vendedores
se instalan y las redes de microtrfico operan como verdaderas bandas y alertas ante la presencia
de autoridades de los colegios y las escuelas y de la Polica. Quienes delinquen vendiendo
drogas recurren a varios mecanismos para atraer a los jvenes, primero para que sientan
curiosidad y prueben la droga, y luego para que sean clientes frecuentes.
Es muy loable el combate frontal al narcotrfico y a los grandes carteles que han crecido en el
pas y tienen tentculos internacionales. Desde EE.UU. se ha reconocido esa labor a cargo del
Ministro del Interior y la Polica.
Los delincuentes, no contentos con atraer a los jvenes con obsequios que enganchen a futuros
consumidores, se han dedicado de modo perverso a mezclar drogas y potenciar sus efectos.
Muchas de las nuevas drogas, bautizadas como H, mariachi, cappuccino, o el principito, juntan
cocana, herona, marihuana, etc. Las adicciones poderosas y el dao a la salud fsica y mental
de la juventud preocupan a los padres de familia, que se muestran impotentes.
Muchas personas atribuyen a la flexibilizacin de las penas este problema, pero las estadsticas
no son claras.