Everett Reimer. LA ESCUELA HA MUERTO
Everett Reimer. LA ESCUELA HA MUERTO
Everett Reimer. LA ESCUELA HA MUERTO
LA ESCUELA HA MUERTO
ALTERNATIVAS EN MATERIA DE EDUCACIN
R. I. P .
BARRAL
Ttulo de a la edicin original:
School is dead: alternative in education
(Doubleday & Company, Inc.)
Traduccin de
Ernesto Mayans
IBSN: 84-211-0202-1
Depsito Legal: b. 46145- 1973
Printed in Spain
Mi abuela quiso que yo tuviera una educacin;
por eso no me mand a la escuela.
MARGARET MEAD
Bertold Brecht
Kalendergeschichten.
La mayora de los nios del mundo no van a la escuela. La mayora de los nios
que ingresan a ella, la abandonan al cabo de pocos aos. La mayora de los que sortean
la escuela con xito, dejan sus estudios ms adelante. Las estadsticas de la UNESCO
demuestran que solamente en una reducida minora de naciones apenas la mitad de
los nios completan los primeros seis aos. Sin embargo, no existe ningn nio que
no aprenda algo en la escuela. Los que nunca pueden ingresar a ella, aprenden que
las cosas buenas de la vida no les corresponden. Los que la abandonan temprana-
mente, aprenden que ellos no se merecen esas cosas buenas. Los que desertan ms
tardamente, aprenden que el sistema es vulnerable, aunque no sean ellos quienes
puedan golpearlo. Todos aprenden que la escuela es el camino que lleva a la salvacin
secular, y disponen que sus hijos debern subir ms peldaos de los que ellos escala-
ron.
Para la mayora de los miembros de la generacin actual esa esperanza la
de que sus hijos se beneficien de la escuela ms que ellos, est destinada a ser un
chasco. Las escuelas son demasiado caras como para que esa esperanza pueda con-
vertirse en realidad. Puede que a muchos les parezca que se convierten en realidad,
pero esa apariencia es un engao alimentado por el envilecimiento inflacionario de la
divisa acadmica. Se otorgarn ms ttulos universitarios y secundarios, pero stos
valdrn menos, tanto en trminos de la cantidad y la clase de aprendizaje como por la
habilitacin para obtener un trabajo y el ingreso efectivo.
En todos los pases los costos escolares aumentan ms rpidamente que las
inscripciones y que el ingreso nacional. Si bien la partida del ingreso nacional destinada
a las escuelas se puede dar el lujo de crecer lentamente a medida que lo hace dicho
ingreso, no puede continuar creciendo segn las tasas actuales. En Puerto Rico, por
ejemplo, el ingreso nacional de 1965 fue diez veces mayor que el de 1940. Durante
ese perodo las matrculas pasaron del doble en tanto que los gastos escolares se mul-
tiplicaron veinticinco veces. Sin embargo, an en 1965, menos de la mitad de todos
los estudiantes puertorriqueos completaban nueve aos de escuela, y la proporcin
de quienes llegaban a niveles superiores sin saber leer era ms alta de lo que lo fuera
veinticinco aos atrs. Puerto Rico no es un caso tpico en sus tasas absolutas de
crecimiento, pero s en las relaciones vitales entre las mismas. Monografas que estu-
dian el costo de la escolarizacin en pases africanos y asiticos patrocinadas por el
Instituto Internacional para la Planificacin Educativa pintan un cuadro similar. Lo
mismo acontece con los estudios llevados a cabo en Gran Bretaa y en la mayor parte
de los pases de Europa Occidental. Estudios recientes realizados en Estados Unidos
sugieren que se requeriran ochenta mil millones de dlares adicionales para satisfacer
las estimaciones que los educadores han hecho en cuanto a lo necesario para propor-
cionar una escolarizacin adecuada. Aun el cese de la guerra en Indochina proporcio-
nara nicamente una pequea fraccin de esa suma.
La conclusin no tiene escapatoria: ningn pas el mundo puede costear la edu-
cacin que su pueblo desea mediante escuelas. Excepto en los casos de unas pocas
naciones ricas y de alguna que todava no han sido contaminadas por el virus del
desarrollo, ningn pas del mundo puede costear las escuelas que actualmente deman-
dan sus pueblos por boca de sus lderes polticos. En Estados Unidos, los continuos
intentos de suplir la demanda de estudios pre-universitarios condenarn a las minoras
negras y rurales a esperar indefinidamente una educacin adecuada. En pases como
India, Nigeria y Brasil, para que una reducida minora goce del lujo de la escolarizacin
sera necesario negarle a la mayora, durante varias generaciones, todo recurso edu-
cativo. As y todo, visto a la luz de los estndares estadounidenses, ese lujo sera
lastimosamente inadecuado.
La escuela es la empresa ms grande del mundo; ms grande que la agricul-
tura, la industria o la guerra. Comparativamente, los rivales que le disputan a la es-
cuela el dlar destinado a la educacin son demostrablemente menores. Los medios
de comunicacin masiva son el competidor ms prominente, ms fcil de definir y ms
pequeo. Por grandes que sea la prensa y la televisin, sumndoles el cine, la radio y
todas las otras formas de publicidad, difusin y entretenimiento pblicos, el conjunto
no llega a ocupar la mitad del tiempo y el dinero dedicados a la escolarizacin Esto
puede no ser vlido para Estados Unidos, si lo que se mide son las horas que un hombre
dedica al trabajo; pero las masas rurales del resto del mundo, que an no han sido
mayormente afectadas por los medios de comunicacin masiva, han comenzado a
mandar sus hijos a la escuela. Si bien es difcil estimar, las instrucciones que tiene
lugar en el trabajo mismo, puede que sea un rival ms cercano, pero as y todo es un
competidor que lleva las de perder frente a las escuelas. En el mundo entero hay ms
personas trabajando de las que existen en la escuela, pero no es mucha la diferencia.
Por lo menos no es tanta como para que compense el mnimo de horas laborales que
dedican al aprendizaje.
Todava hay quienes piensan que sera posible financiar mediante escuelas la
educacin que necesitamos, y que para ello slo bastara darle prioridad al asunto. Esa
creencia pasa por alto la dinmica de la escolarizacin. No bien se plantea la asistencia
universal a la secundaria, la competencia salta a los estudios pre-universitarios, a cos-
tos ms altos. Ya existe un revuelo que busca otorgar ttulos superiores al doctorado,
con el argumento de que el doctorado se ha convertido en algo corriente y envilecido.
En un mundo que no pone lmites al consumo y que determina la posicin de las per-
sonas segn sus ttulos, la escolarizacin tampoco puede conocer lmites.
Las escuelas son una forma perfecta de contribucin fiscal regresiva, que los
pobres pagan para beneficio de los ricos. Las escuelas se financian especialmente me-
diante contribuciones generales que en ltima instancia afectan al pobre mucho ms
de lo que sugiere la incidencia directa de la misma. El impuesto a la propiedad, por
ejemplo, lo paga el que ocupa la vivienda y no el dueo de la misma. Algunos otros
impuestos como los del tabaco, las bebidas y los artculos de lujo los pagan los
consumidores y no los productores. En cambio, los beneficios de los propios gastos
pblicos que se destinan a la escolarizacin, son distribuidos de manera directamente
proporcional al privilegio econmico existente.
En Estados Unidos, los nios pertenecientes a la dcima parte ms pobre de la
poblacin asiste a la escuela media que no llega a los cinco aos. A ese nivel, las
escuelas a las que asiste no gastan ms de quinientos dlares al ao en cada alumno.
La escolarizacin total de esos nios cuesta al pblico contribuyente menos de dos mil
quinientos dlares por cada uno. Los nios de la dcima parte ms rica de la poblacin
acaban los estudios universitarios y un ao de estudios para graduados, lo que cuesta
unos treinta y cinco mil dlares por cabeza. Suponiendo que un tercio sea desembolso
privado, as y todo el dcimo ms rico recibe diez veces ms fondos pblicos para su
educacin que el dcimo ms pobre.
Las escuelas hacen imposible igualar la oportunidad educativa, an en trminos
de la partida presupuestal de los fondos pblicos. Salvo que prescindan totalmente de
los estndares acadmicos, las escuelas no pueden jams mantener a los nios pobres
durante tanto tiempo como a los ricos; y a menos que inviertan la relacin de gastos
que siempre ha caracterizado a la escolarizacin, las escuelas siempre gastarn ms
en los nios superiores que en los inferiores. De acuerdo con la estructura actual de la
escuela, los propios programas compensatorios, que han sido especficamente disea-
dos para ayudar a los nios pobres, no pueden lograr su propsito. De los tres mil
millones de dlares que el gobierno federal estadounidense dispuso para otorgar ser-
vicios suplementarios a nios pobres, de hecho se gast menos del tercio en nios que
poda elegir recibir dicha ayuda. Esos nios no dieron muestras de ningn mejora-
miento mensurable, en tanto que los nios que no poda elegir, pero con los que se
mezcl con otros, no slo se beneficiaron del dinero sino que adems lograron una
ganancia mensurable. Muchos de los administradores escolares responsables de estos
programas tenan buenas intenciones. Adems de segregar a los nios pobres, o de
darles privilegios que sus compaeros de clase no podan compartir, se les hizo difcil
ayudarlos selectivamente.
Las escuelas estadounidenses son relativamente justas en comparacin con las
del resto del mundo. En Bolivia, por ejemplo, la mitad de las partidas presupuestarias
pblicas destinadas a la escuela van a parar a manos de un 1 % de la poblacin. La
relacin de gastos educativos que existe entre el dcimo superior de la poblacin y el
dcimo inferior es, respectivamente, de casi trescientos a uno. La mayor parte del
mundo se aproxima ms a la proporcin boliviana que a la estadounidense.
Las escuelas constituyen una contribucin regresiva porque los privilegiados
van a la escuela durante ms tiempo y porque los gastos aumentan a medida que lo
hace el nivel de escolarizacin. Las escuelas para graduados, por ejemplo, apenas pro-
veen los subsidios estudiantiles ms altos, no slo en trminos relativos sino tambin
en trminos absolutos. Los estudiantes post-graduados provienen especialmente de
las capas sociales que cuentan con ingresos ms altos. Sin embargo, a ese nivel de
estudios, los alumnos prcticamente no pagan de hecho a menudo son ellos los
pagados , en tanto que la financiacin, de las escuelas para graduados proviene
principalmente de fondos pblicos. En el campo cientfico, por ejemplo, los gastos su-
man varios cientos de miles de dlares anuales por alumno. A veces se argumenta que
se explota a los estudiantes graduados, pagndoles sueldos de maestros y de ayudan-
tes de investigacin. Esto es cierto en sentido estricto, pero a la larga, la explotacin
de los estudiantes graduados no es ms que una cuota de iniciacin que se paga para
tener luego mayores ingresos de por vida. En los niveles de subgraduados hay una
mayor proporcin de gastos privados, pero aun en ese caso los subsidios pblicos lle-
gan a una media de miles de dlares anuales por estudiante, comparados con los cien-
tos de dlares que se gastan en los niveles inferiores, que son a los que pertenecen la
mayora de los nios pobres.
Los economistas que desarrollan estas tesis arguyen que los campesinos, hin-
des, los sharecropper* de Alabama, y los lavaplatos de Harlem, no necesitan ms
educacin hasta que el mundo est preparado para absorberlos en mejores trabajos,
y que esos mejores trabajos slo pueden crearlos otros, a quienes deben darse por
tanto una prioridad educativa. Pero este argumento pasa por alto muchos hechos eco-
nmicos, demogrficos y polticos. En los sitios donde tiene lugar, el crecimiento eco-
nmico sirve fundamentalmente: para apuntalar el nivel de la vida de quienes de por
s viven ya desahogadamente; para engrosar los presupuestos del ejrcito y la polica
secreta; y para sustentar los mercados de las naciones ms desarrolladas. La poblacin
est creciendo mucho ms aprisa que el ritmo al que es posible ampliar, mediante
escuelas, las oportunidades educativas reales. Por ello, postergar la educacin de las
masas no sirve ms que para aumentar la dificultad de la tarea futura. Por otro lado,
pocas son las personas que sin un mnimo de educacin y movilidad social han recor-
tado voluntariamente las tasas de natalidad. Si hubiera en el mundo un monopolio del
poder, el crecimiento demogrfico podra ser cortado arbitrariamente. Pero tal como
es el mundo, ignorar las demandas populares de educacin no slo es moralmente
insostenible sino polticamente imposible, salvo para los regmenes militares. Para la
mayora de la gente, forzar a los dems a no tener hijos sera una poltica inaceptable.
Si bien los nios que nunca asisten a la escuela son econmica y polticamente
los ms despojados, es muy probable que sean los que sufran menos dao psicolgico.
Los indios de los Andes, las tribus africanas y los campesinos asiticos, pertenecen a
comunidades que carecen de escuelas, y si las tiene slo son para los hijos de las
lites. Ni los padres ni los abuelos de esos nios pensaron jams que las escuelas
fueran lugares a los que esperaran enviar algn da a sus hijos. S saben, en cambio,
lo que las escuelas implican. Ir a la escuela significa abandonar la vida tradicional,
mudarse a un lugar distinto, dejar a un lado las cargas fsicas sustituyndolas por el
trabajo de la lengua y el intelecto, y cambiar la comida, la ropa y las costumbres
tradicionales por otras que pertenecen al gran pueblo o a la lejana comunidad tradi-
cional, soportando las cargas familiares y confinado a las diversiones que los medios
primitivos puedan proporcionar. Saben, sin embargo, que eso significa prolongar la
dominacin que los dems ejercen sobre ellos, continuar la dependencia en pocas de
hambre, guerra y enfermedades, aumentar la distancia que los separa de quienes de-
tentan la riqueza, el poder y la respetabilidad, en el mundo entero, cuando llega la
hora de elegir, la mayor parte de los padres que no han ido a la escuela deciden enviar
a sus hijos a ella.
Esos primeros asistentes se acostumbran mucho peor que sus hermanos y her-
manas mayores, para quienes la escuela lleg demasiado tarde, no duran mucho en
ella. En 1960, la mitad de los nios hispanoamericanos que asistieron a clase por pri-
mera vez no llegaron a conocer el segundo ao, y la mitad de los alumnos del segundo
ao nunca llegaron al tercero. Las tres cuartas partes desertaron antes de haber apren-
dido a leer. Sin embargo, lo que ciertamente aprendieron fue que ellos no encajaban
en la escuela, que vestan pobremente, que sus modales eran toscos, y que en defini-
tiva eran unos tontos comparados con los que pasaron a los cursos siguientes. Eso les
ayud a aceptar el privilegio y el poder mayores de la minora meritoria, as como la
pobreza relativa y la impotencia poltica propias. Empero, no estaban tan preparados
como sus hermanos y hermanas mayores para aceptar las limitaciones de la vida tra-
dicional. Una pequea dosis de escolarizacin puede inducir a una gran cantidad de
insatisfaccin. Cuantos ms aos se ha pasado en la escuela, mayor es el dao que
sufre la persona al abandonarla. El nio que jams aprende a leer es todava capaz de
aceptar su inferioridad como una de las realidades de la vida. El nio que pasa a niveles
ms altos puede aprender que l no es realmente distinto de los hijos del alcalde, del
comerciante o el maestro, salvo que ellos tiene el dinero o la influencia necesarios para
continuar a la secundaria o a la preparatoria, y en cambio l se queda rezagado por
carecer de los mismos. Para l resulta mucho ms fcil aceptar que los otros obtengan
mejores empleos, disfruten de los puestos ms privilegiados o conquisten a las mu-
chachas ms bellas, todo porque pudieron permanecer ms tiempo en la escuela.
Un mundo de triunfadores? Si eso fuera todo an sera posible salir en defensa
de la escuela. Pero los que triunfan en el juego escolar constituyen un grupo especial.
Los otomanos acostumbraban castrar a los candidatos a ciertos puestos directivos. Las
escuelas hacen que la emasculacin fsica sea innecesaria, puesto que ejecutan la labor
con mucho mayor eficacia a nivel libidinal. Lo ltimo es, por supuesto, una metfora
simplista. Si bien existen evidencias de que las nias tienen ms xito que los varones
en la escuela, y de que a los varones les va tanto peor cuanto ms masculinos se
juzgue que sean, todo ello se debe sin duda mucho ms a factores sociales que a
motivos fsicos. La metfora empleada antes no sobrestima los hechos sino que ms
bien los subestima. La escuela domestica emascula socialmente, tanto a las nias
como a los barones, mediante un proceso mucho ms complejo que la mera seleccin
por sexos. Para sobrevivir la escuela demanda conformismo por lo que moldea a los
estudiantes para que se adapten a las normas de la supervivencia. Eso no sera tan
desastroso si el criterio principal fuera simplemente que los alumnos aprendiesen el
currculum oficial de la escuela a pesar de que eso sustituira el aprendizaje verda-
dero por lo que Whitehead y otros filsofos de la educacin han llamado el conoci-
miento muerto. Los criterios reales de supervivencia son mucho peores. Adems de la
riqueza o de la influencia de los padres, dichos criterios incluyen la habilidad para ser
ms listos que el propio sistema escolar. Segn John y Holt y otros maestros percep-
tivos, eso es lo que los estudiantes brillantes aprenden fundamentalmente en la es-
cuela.
Afirmar que las escuelas ensean conformismo y tambin a ser ms astutos
que el juego no es una contradiccin. Ser ms astutos que el juego es una forma de
conformidad. Habr maestros que se preocupen por lo que el nio aprende, pero los
sistemas escolares nicamente llevan registros de las notas que el nio obtiene. La
mayora de los nios aprende a cumplir los reglamentos que las escuelas son capaces
de plantear y a infringir aquellos que no pueden ser coactados. Pero tambin, diferen-
tes estudiantes aprenden de diferentes maneras a conformarse o a ignorar las reglas
y aprovecharse de ellas. Quienes las ignoran en su totalidad se convierten en deserto-
res, y lo que aprenden fundamentalmente es que ellos no pertenecen ni a la escuela
ni a la sociedad que ella representa. Los que se conforman con los reglamentos llegan
a ser productores y consumidores dignos de confianza de la sociedad. Aquellos a quie-
nes la disciplina escolar les toca de refiln, aquellos que ejecutan sus deberes con
facilidad y tiene muy poca necesidad de violar las reglas, son los menos afectados por
la escuela. Son, o se convierten, en los aristcratas sociales y en los rebeldes. Eso es,
de cualquier modo, lo que sucedi antes que las escuelas comenzaran a desintegrarse.
Actualmente hay estudiantes de todo tipo que se unen para pedir salida y las escuelas
participan de un revoltijo similar para tratar de reconquistar de cualquier forma a los
desertores.
Todava a comienzos de siglo, las escuelas eran una institucin menor, y todos
los que no fueran adecuados para ella o por ella, tenan otras opciones educativas.
Hace cincuenta aos, no haba ningn pas en el mundo que tuviera ms del 10% de
su poblacin quinceaera en la escuela. Las escuelas crecieron tan rpidamente en
parte porque el trabajo que llevaban a cabo era muy importante para la era tecnolgica
que entonces acababa de comenzar. El monopolio escolar tecnolgico. Las alternativas
a las escuelas son necesarias fundamentalmente porque las escuelas impiden a la hu-
manidad escapar de ese monopolio. Las escuelas son una garanta de que en un mundo
dominado por la tecnologa aquellos que hereden las influencias sern los que se be-
neficien de la dominacin, y, peor an, los que han sido declarados incapaces de cues-
tionarla. El juego escolar no slo moldea a los lderes sino tambin a sus seguidores
con el fin de que jueguen al consumo competitivo primero se trata de alcanzar los
estndares de los otros, y despus de superarlos . No importa saber si las reglas son
honestas o si vale la pena el juego.
La escuela se ha convertido en la iglesia universal en la sociedad tecnolgica,
incorporando y transmitiendo su ideologa, y confiriendo status social proporcional-
mente con la aceptacin de la misma. El problema radica en la adaptacin, la direccin
y el control de la misma. Puede que no reste mucho tiempo, y parecer que la nica
esperanza estriba en la educacin la verdadera educacin de hombres libres capaces
de dominar a la tecnologa en lugar de ser esclavos de ella; de otros, en nombre de
ella.
Hay muchos caminos que llevan a la esclavitud, y pocos que llevan al dominio
personal y a la libertad. La tecnologa es capaz de matar; sea por envenenamiento del
medio ambiente, por guerra moderna o por la superpoblacin. Es capaz de esclavizar:
mediante el encadenamiento de los hombres a ciclos de consumo competitivo intermi-
nables; mediante la instauracin de estados policacos; mediante la creacin de una
dependencia a modos de produccin que a la larga no son viables.
No hay caminos seguros para escapar de estos peligros. Sin embargo, no puede
haber una salida mientras los hombres continen sojuzgados por una secular ortodoxia
monoltica. La primera enmienda a la constitucin de Estados Unidos fue un mojn
histrico. No habr religin establecida. Lo nico que ha variado han sido los trminos
y la perspectiva del problema. Nuestra mayor amenaza actual es el monopolio mundial
de la dominacin de las mentes humanas. Necesitamos una prohibicin efectiva del
monopolio escolar, tanto de los recursos educativos como tambin de las oportunida-
des vitales que se dan a los individuos.
* Personas que trabajan la tierra a cambios de una parte de la cosecha (N. de T.)
2 QU HACEN LAS ESCUELAS
Puede parecer acadmico hacer una distincin entre qu son las escuelas y
qu hacen las escuelas, pero el propsito de la distincin es muy prctico. Las funciones
sociales que la escuela lleva a cabo son, de hecho, funciones necesarias. Nuestro ar-
gumento a lo largo del libro es que las escuelas desempean mal esas funciones, y
que debemos descubrir alternativas a las escuelas.
Definamos las escuelas como instituciones que requieren la asistencia a salones
de clase de grupos de edades especficas que son supervisados por maestros y que
siguen el estudio de currculos graduados.
Al especificar la edad de asistencia, la escuela institucionaliza a la infancia. Las
sociedades escolarizadas dicen actualmente que la niez es un fenmeno intemporal y
universal. Pero, en el sentido estricto del trmino, la niez no exista hace trescientos
aos y no existe an entre los pobres del campo y las ciudades, quienes contribuyen
la mayor parte de la poblacin mundial. Philippe Aris, en su libro Siglos de niez, de-
muestra que antes del siglo XVII los nios se vestan igual que los adultos, trabajaban
como adultos, eran hechos prisioneros, torturados y ahorcados lo mismo que los adul-
tos, se hallaban expuestos al sexo, la enfermedad y la muerte, y en general no tenan
un status particular. La subcultura de la niez no exista. La Iglesia Medieval deca que
los nios, bautizados como cros, alcanzaban la edad de la razn a los siete aos; eso
quera decir que a partir de entonces eran plenamente responsables de sus actos, no
slo ante los hombres, sino ante Dios. Eran capaces, esto es, fuera por actos positivos
o por negligencia, de merecer un tormento eterno. Dicha doctrina no era singularmente
rgida para su poca. Los nios no eran tratados ms delicadamente en los mundos
orientales o rabes y, en realidad, tampoco en frica y en Amrica.
Desde luego todas las culturas distinguen a los cros, y a los jvenes sexual-
mente inmaduros, de los adultos. Todas las culturas poseen ritos de iniciacin que
sealan la entrada al status de adulto completo. Todas las culturas tienen algn tipo
de distincin entre lo que los adultos y no adultos pueden hacer y recibir. Eso no sig-
nifica, no obstante, que todas las culturas tengan una subcultura de la niez que trace
una lnea tajante entre el papel de los nios y el papel de los adultos. Se supone que
los nios no deben trabajar, salvo en sus estudios. Los nios no son responsables por
ninguna molestia, dao o crimen que cometan contra la sociedad. Los nios no existen,
legal o polticamente. Los nios estn para jugar, divertirse y prepararse para la vida
adulta. Se supone que deben ir a la escuela y que las escuelas se harn responsables
por ellos, les guiarn y, al menos provisionalmente, reemplazarn a los padres. La
niez sirve para explicar la prioridad que las escuelas otorgan al cuidado del nio.
La niez tambin debe verse en contraste con la vida adulta moderna, una vida
de prejubilacin. La niez y el mundo adulto del trabajo se han ido distanciando entre
s. Mientras que los nios han sido objeto de crecientes indulgencias, los adultos pre-
jubilados tanto mujeres como hombres han sido modelados cada vez ms de
acuerdo con el mundo de las mquinas y las instituciones. La niez se ha hecho ms
indulgente y est ms centrada alrededor de s misma, en tanto que los adultos han
sido cada vez ms reprimidos. El argumento a favor de las escuelas sostiene que las
mismas proporcionan un puente necesario entre la niez y la vida adulta, y que trans-
forman gradualmente al nio consentido en un adulto responsable. Las escuelas trans-
portan al nio desde su jardn y a travs de una escalera cuidadosamente graduada
hasta el prototipo del mundo del trabajo. Inscriben en sus registros al nio completo
y gradan al hombre completo.
Por lo que respecta al uso de la escuela, la categora de la niez ha servido
probablemente un propsito til. El tratamiento que se daba, y en algunas partes se
da an, a los nios sin considerarlos dentro de la categora de la niez era indeseable-
mente brutal. La categora de la niez ha trado aparejadas muchas protecciones que
son importantes y necesarias para los nios, a tal grado que no slo es vital hacerlas
extensivas a otros nios, sino tambin a los adultos. Un ejemplo de ello es el abuso
sexual, ejecutado en condiciones que hacen del consentimiento una farsa. Otro ejem-
plo es la explotacin del trabajo en similares condiciones de abuso: mientras un indi-
viduo tiene que escoger entre trabajar o morirse de hambre, hay otro que meramente
tiene que escoger entre este o aquel jornalero. Es necesario prohibir la coaccin o la
negligencia de condiciones que detengan el crecimiento o que limiten innecesariamente
las oportunidades de los nios, as como es igualmente necesario impedirlas en los
casos en que ocurran. Pero es imposible hacer tal cosa mientras se multiplique ince-
santemente la indulgencia de nios ya de por s consentidos o de adultos. Ms an, si
bien hay protecciones e indulgencias que son tan necesarias como beneficiosas, hay
demasiadas que son malas, y hemos alcanzado y traspasado muchos umbrales en la
institucionalizacin de la niez; a partir de ah los beneficios se convierten en pasivos.
Muchos de estos son obvios y no precisan argumentos. Uno de los que ya se ha indi-
cado la prolongacin de la niez hasta incluir en ella a adultos totalmente maduros,
bastando para dicha inclusin con que permanezcan en la escuela. Una buena parte
de la protesta estudiantil y del resentimiento de los adultos ante ella se relaciona con
el hecho antes citado. El caso de los jvenes es obvio. Con suficiente edad para tener
hijos o pelear en la guerra, slo se les invita a hacer lo ltimo negndoseles el derecho
a participar plenamente en el producto econmico de la sociedad. El caso de los adultos
tambin es fcilmente comprensible. Estos nios, dicen los adultos, quieren seguir
siendo nios y disfrutar al mismo tiempo de los privilegios de los adultos. En cierta
manera los adultos tienen razn. Lo que olvidan es que no fueron los jvenes quienes
crearon la institucin de la niez, sino que fue ella la que cre a los jvenes.
Las escuelas, en cuanto creadoras de realidad social, no acaban en los nios;
tambin crean maestros. Antes de que existieran escuelas, hubo esclavos griegos en-
cargados de cuidar a los jvenes durante las excursiones por la ciudad, disciplinarios
encargados de entrenarlos en la prctica de las armas, y hombres entendidos que
estaban preparados para discutir cuestiones de poltica, tica y filosofa con ellos. De
los tres, slo los disciplinarios sobrevivieron sin mayor distorsin en las escuelas pri-
mitivas. Disciplinar a los reclutas con el lpiz, en lugar de la espada, slo requiri un
cambio de instrumento y el mtodo result tan eficaz como el anterior. Cuando se
abandon este mtodo las escuelas dejaron de ser eficaces en la preparacin de peri-
tos. Los otros dos papeles fueron completamente distorsionados al ser incorporados a
la escuela. Para tener validez el papel del cuidador dependa de que no se extralimitara.
El cuidador/esclavo tena muy poco que decir acerca del lugar, el tiempo o la actividad.
Su principal tarea era mantener a sus encomendados dentro de los lmites de la segu-
ridad. El valor educativo de sus actividades dependa de la seleccin y la conducta de
su estudiante. En cuanto al hombre entendido, cuando se le coloc dentro de la escuela
tambin se transform en su opuesto. Su verdadero papel haba sido el de recibir
preguntas y contestar de tal manera que provocara preguntas cada vez ms profundas.
En la escuela se invirti este papel: el entendido se convirti en el preguntn, vindose
obligado a postular ortodoxia en lugar de provocar la indagacin.
Con todo, nios y maestros no son suficientes, por s solos, para constituir una
escuela. Si no hay una asistencia requerida a un lugar especializado, nios y maestros
pueden constituir un hogar, una enfermera o una cruzada. La asistencia obligatoria y
as paredes del aula aaden las dimensiones de tiempo y espacio que implican que el
conocimiento puede ser el resultado de una fabricacin y que los nios tienen asigna-
dos un tiempo y un lugar. Durante la infancia residen en sus hogares y al estar en edad
de ir al jardn de infancia comienzan a residir en la escuela durante algunas horas al
da. El nmero de horas escolares aumenta con la edad, hasta que el colegio se con-
vierte en el alma mater, madre sagrada o espiritual y tero social en el cual el nio se
desarrolla y del cual finalmente es expulsado hacia el mundo de los adultos. Las aulas
pueden variar hasta incluir laboratorios, talleres, gimnasios, y un ao en el extranjero,
pero todo ello sigue siendo espacio escolstico esterilizado, resguardado hermtica-
mente del mundo impuro, hecho a la medida de los nios y de la transmisin del
conocimiento. En ese ambiente especializado el conocimiento debe ser transmitido
no puede ser meramente encontrado, puesto que en la mayora de los casos ha
sido desgarrado de su habitat natural. Y tambin debe ser objeto de una fabricacin,
no slo para que se purifique, sino tambin para facilitar la transmisin del mismo.
La transmisin del conocimiento a travs de la enseanza, y la fabricacin a la
que se le somete para que encaje tanto con las escuelas como con los escolares, parece
ser algo perfectamente natural en una era tecnolgica que inventa un producto para
cada necesidad humana. Una vez que el conocimiento se convierte en un producto, lo
que se sigue es el curriculum por niveles; una configuracin ordenada de paquetes
de conocimiento, cada uno de ellos con su asignacin de tiempo y espacio, en secuen-
cia y yuxtaposicin adecuadas con los paquetes relacionados. El curriculum por niveles
es la cuarta dimensin de la escuela. Como en el caso de las otras caractersticas
definitorias, sus aspectos cuantitativos tienen una importancia crtica. La niez se con-
vierte en un problema al prolongarse durante demasiados aos y demasiados aspectos
de la vida. La enseanza se convierte en un problema cuando los estudiantes comien-
zan a depender de ella para adquirir la esencia del aprendizaje. La asistencia a clases
se convierte en un problema cuando se construyen paredes estriles alrededor de de-
masiados sectores de la vida normal. De manera anloga, el curriculum se convierte
en un problema a medida que se aproxima a la universalidad internacional. La cantidad
tolerable de asistencia, la enseanza en la clase y el curriculum requeridos, no corres-
ponden a la discusin acadmica. Quienes mejor pueden tomar esas decisiones son las
personas que elijan libremente, como individuos y en grupos voluntarios, de entre una
amplia gama de alternativas.
Recientes estudios internacionales sobre el rendimiento demuestran con bas-
tante claridad que el curriculum internacional universal es ya un hecho. Se han esta-
blecido normas internacionales para las matemticas y la ciencia. Naturalmente esas
reas son las de mayor uniformidad, pero las otras no se quedan muy a la zaga. La
proliferacin de escuelas vocacionales, los estudios sobre los negros y las clases de
adaptacin a la vida no constituyen una contratendencia, porque a menos que esos
currculos auxiliares engranen con el curriculum central, los ttulos que ofrecen no sir-
ven de nada en el mercado.
Es legtimo pensar que el curriculum por niveles es la verdadera piedra angular
de un sistema que se basa en la institucionalizacin de la niez, la enseanza y la
asistencia a clase. El curriculum une estos otros elementos, determinando su impacto
sobre los estudiantes, los maestros y la sociedad.
Desde luego el aprendizaje debe tener lugar de acuerdo con cierta secuencia,
as como tambin debe haber cierta correlacin entre las distintas secuencias del
mismo. Estas secuencias y estas correlaciones podran, por supuesto, ser distintas para
cada individuo. Hasta cierto punto debieran ser distintas, cosa que proclama cada edu-
cador, pero que no se cumple. Por otra parte tampoco son muchas las personas que
insistiran en pasar por alto todos los intentos de relacionar los programas de aprendi-
zaje de diferentes individuos. Para un maestro, otorgar a su materia un orden prefe-
rente es algo natural y deseable. Tambin es beneficioso que los maestros aprendan
unos de otros, ajustando sus propios rdenes de enseanza de manera acorde. Pero
es poco aconsejable imponer a los maestros un orden que no es de su eleccin, siendo
contraproducente requerir de los estudiantes que signa un orden particular, salvo que
sea en deferencia a un maestro particular. Los nicos que discreparn son quienes
participan y estn comprometidos con la idea de la fbrica del saber. El argumento de
que estudiantes y maestros deben ser capaces de cambiar de lugar y lugar sin prdida
de tiempo slo es vlido si se presupone la idea de la fbrica del saber sincronizado.
No obstante, el aprendizaje sincronizado requiere no slo un orden estndar
para cada materia sino tambin la coordinacin de las distintas materias. Ese curricu-
lum integrado crea el sistema escolar, el cual a su vez determina las principales carac-
tersticas de cada escuela particular. De esa manera los requerimientos estndares
para el ingreso al pre-universitario o a la universidad media determinan a los currculos
centrales de las escuelas inferiores. Puesto que el valor econmico de otros currculos
depende de su relacin con el curriculum central, ste determina, directa o indirecta-
mente, las horas de asistencia, los estndares del aula, las habilidades del maestro y
los requerimientos de ingreso de todo el sistema escolar. Las escuelas que se desva
significativamente de cualquiera de esas normas pierden la habilitacin de calificar a
los estudiantes para el ingreso a la universidad. Incluso las reformas de la escuela
primaria slo puede sobrevivir si no ponen en peligro el progreso de los graduados a
lo largo de los niveles superiores del sistema.
Por lo tanto, mediante el curriculum nivelado y estandarizado las escuelas se
convierten en un sistema que luego adquiere un monopolio internacional de acceso a
los empleos y a los cargos polticos y de otra ndole. Se puede argir que este mono-
polio no es de ninguna manera totalizante. Algunas corporaciones seguirn empleando
a genios no escolarizados, como en los casos de Roosevelt y Churchill, que no prestaron
demasiada atencin a las escuelas a las que asistieron. Pero son excepciones que no
durarn mucho tiempo si la tendencia actual contina. La organizacin por niveles, la
calificacin de los estudiantes y el mantenimiento de los estndares de niveles; la in-
teligencia estandarizada y las pruebas de rendimiento; la promocin dentro del sistema
y la certificacin para obtener empleos, se amparan todas en un curriculum que deter-
minar la estructura interna y las operaciones de una escuela, las relaciones entre las
escuelas, y las relaciones entre la escuela y las otras instituciones.
Aquellas personas que desean definir como escuela a cualquier tipo de apren-
dizaje en grupo tiene, desde luego, toda la libertad de hacerlo. Hay escuelas como
Summerhill y como Pacific High School, hay escuelas libres y escuelas al aire libre, y
cada vez existen ms variedad de reacciones frente a las escuelas tal como han
sido definidas y descritas anteriormente. Las variaciones menores duran tanto como
las inversiones de gente y fondos especiales. Las grandes desviaciones dependen mu-
cho ms de las singulares personalidades de sus fundadores. Algunas de esas desvia-
ciones ayudarn sin duda a abrir la brecha que va de las escuelas a las verdaderas
alternativas. Pro el momento sirven para ayudar a definir a las escuelas que son la
nica eleccin para cerca de mil millones de nios.
Las escuelas tratan a las personas y el conocimiento de la misma manera que
el mundo tecnolgico trata a las cosas; como objetos que pueden fabricar mediante
un procedimiento. Desde luego que se puede fabricar cualquier cosa, pero slo a un
cierto precio, parte del cual implica el desconocimiento de algunos aspectos del objeto
dando lugar a ciertos productos secundarios que resultan de la fabricacin. En el caso
de las personas, el precio de la fabricacin es intrnsecamente muy alto. Las personas
tienden a resistir. Lo que se debe dejar sin fabricar tal vez sea la parte ms importante
de la persona. Algunos de los productos secundarios del proceso de la fabricacin edu-
cativa son ya evidentes. El mayor peligro, sin embargo, radica en la prospeccin del
xito. Una humanidad que se convierta brillantemente en un producto fabricado per-
dera el poco control de su destino que ha distinguido siempre al hombre del resto del
mundo.
4. CMO TRABAJAN LAS ESCUELAS
Las escuelas esconden curriculum mucho ms importante que el que dicen en-
sear. El propsito de dicho currculum oculto es propagar los mitos sociales, esas
creencias que distinguen a una sociedad de otra, y ayudar a mantener unida a una
sociedad. Toda sociedad tiene sus mitos, y una de las fundaciones fundamentales de
cualquier sistema educativo es transmitirlos a los jvenes. Los mitos sociales no son
necesariamente falsos; en realidad, los mitos corresponden bastante acertadamente a
la realidad durante la poca dorada de cada sociedad. Sin embargo, los mitos sociales
son desbordados gradualmente y en la ltima etapa de una era social su cometido
fundamental es respaldar creencias que se alejan cada vez ms de lo que tiene lugar
en esa sociedad particular.
Echemos un vistazo a cuatro mitos o ideologas que juegan un papel promi-
nente en nuestra sociedad, examinemos las realidades correspondientes e identifica-
remos luego los rituales escolares que ayudan a tender un puente sobre el abismo que
separa al mito de la realidad. Los mitos y las ideologas seleccionados tienen que ver
con la igualdad de oportunidades, la libertad, el progreso y la eficacia.
De acuerdo con los mitos de las sociedades, todos los hombres tienen las mis-
mas posibilidades de lograr lo que sus ambiciones les dicen y lo que les permitan sus
capacidades. Tal mito afirma que todos los niveles y las ramas de la escolarizacin se
hallan abiertos a todos por igual y que la dedicacin y la capacidad de cada estudiante
son sus nicas limitaciones. Este mito proclama tambin que las ocupaciones y los
distintos estratos sociales se hallan abiertos a cualquiera que tenga suficiente empuje
y lleve a cabo la tarea que le corresponda. La escuela recibe cada vez ms reconoci-
miento como la principal avenida que conduce a las ocupaciones y los papeles sociales
y, por lo tanto, se pone nfasis en que el libre acceso a los canales escolares es una
garanta de entrada no slo a los adelantos acadmicos, sino tambin a los sociales.
ste es el mito de la igualdad de oportunidades, segn el cual el adelanto de cualquier
individuo depende nica y exclusivamente de sus cualidades personales.
Lo que sucede en realidad es que todo adelanto tiene lugar a expensas de otros.
Tanto las escuelas como los niveles ocupacionales y las estructuras de las clases so-
ciales son jerarquas piramidales. En la escuela los niveles se reducen cada vez ms a
medida que son ms altos. En raras ocasiones se puede saltar algn nivel o grado. De
ah que para llegar a la cima haya que salir con vida de cada sucesiva competencia. El
mismo cuadro se da en la industria. Por cada presidente de la Standard Oil quedan
rezagados diez mil oficinistas.
A qu edad son iguales las oportunidades? Al nacer? Resulta bastante difcil
que el hijo de un presidente no tenga al nacer mejores oportunidades que el hijo de
un oficinista, incluso aunque llegado el momento comenzara trabajando de oficinista.
Pero si las oportunidades no son idnticas para todos en el momento del nacimiento,
lo son cada vez menos a medida que pasa cada ao de vida. Todava nadie ha perdido
irremisiblemente al comenzar la escuela, pero no bien acabe el kindergarten se em-
pieza a llevar un registro de calificaciones y tests de inteligencia, y de ah en adelante
la puerta est prcticamente cerrada a quienes tienen calificaciones y puntajes bajas.
Ello no se debe a que las calificaciones y las puntuaciones tengan algn valor. Inclusive
quienes creen en ellas admiten que a esa edad ninguna es en absoluto digna de con-
fianza. Lo que sucede es que se necesitan algunos juicios. Juicios acerca de qu es-
cuela, qu rumbo, qu maestro, teniendo todos esos juicios una influencia decisiva
sobre las futuras oportunidades. Una vez que la escuela primaria queda atrs no tiene
sentido seguir hablando de igualdad de oportunidades para quienes no han hecho m-
ritos suficientes para entrar en una escuela secundaria acadmicamente buena. De
cada diez mil muchachos que van a la escuela industrial slo uno acabar dirigiendo
una compaa constructora, lo cual es una gran excepcin. De hecho, cada peldao
que uno sube significa la cima apoyndose en la cabeza de millares de seres. El mito
de la igualdad de oportunidades corresponde a la realidad de la desigualdad obligatoria,
siendo as que las posibilidades de quedarse en el fondo son mucho mayores que las
de llegar arriba.
Pero por supuesto!, ser la respuesta. Esa es la naturaleza de la jerarqua.
Todos saben lo que significa igualdad de oportunidades. Si eso no es cierto, por qu
entonces no decirlo como es. Llmasele la lotera social. Aunque en realidad se le de-
bera llamar lotera social amaada; cada nio tiene tantas ms oportunidades cuantos
ms dlares tenga su padre. Claro que eso no se avendra a los propsitos servidos
por la expresin igualdad de oportunidades. Se supone que cada cual debe pensar
que tiene igual oportunidad que los dems, sea cierto o no. ES mejor para la moral de
la persona. Por el momento, el problema no radica en si ello debiera o no ser as. De
hecho lo es y entonces el problema es saber qu es lo que lo hace posible. Cmo es
que se induce a la gente a creer, o por lo menos a actuar como si lo creyera, en la
igualdad de oportunidades cuando de hecho tal cosa no existe? Lo que induce a las
personas a creer tal cosa es la progresin ritual del escalonamiento; la escalera esco-
lar, la escalera de la promocin de empleos, la escalera de los ingresos, la escalera
del status social. Mientras la gente contine subiendo es fcil mantener la ilusin de
que todos los caminos llevan a la cima. Un pasillo cada vez, sa es la manera de llegar.
Fcilmente se deja de un lado el hecho de que la persona que llega a la cumbre ni
siguiera tiene tiempo para pisar todos los peldaos. Y es lgico pensar que si uno sube
paso a paso por llegar a la cima.
Hay suficientes escalones como para que cada cual pueda subir unos pocos.
Los grados escolares son bastante sencillos al principio en los pases ricos, superndo-
los casi todos. Cuando el camino se ha hecho difcil, ya se ha aprendido la leccin: hay
igualdad de oportunidades, pero simplemente todos los hombres no son iguales. Ex-
cepto aquellos que no se desenvolvieron bien en la escuela, todos los dems suben
algn que otro peldao. Despus los rellanos ya duran ms tiempo. La gente comienza
a envejecer. Ya no importa tanto como antes.
Aun cuando la persona no sea promovida, su ingreso siempre aumenta un
pocohay aumentos anuales, cada ao se obtiene un poco ms, y cuando se llega
a cierto estancamiento ya se ha arraigado tambin la ilusin de que cada uno ha tenido
su oportunidad. Sencillamente, algunos tienen ms suerte que otros. Evidentemente
esa no es toda la verdad. Pero la progresin ritual del ascenso induce a la gente a creer
en ello.
La ideologa de la libertad dice que todos los hombres poseen ciertos derechos
inalienables: el derecho de reunin, el derecho a solicitar desagravios, el derecho a ser
libre de investigacin y apropiacin irrazonables, el derecho de opinar y el derecho a
no declarar contra uno mismo esto es, de ser libre de torturas en primero, segundo
o tercer grado. La verdad es que las luces titilantes de la libertad se estn apagando
en el mundo entero. En los pases comunistas los desviacionistas y los enemigos del
pueblo ni tiene derechos civiles. En los capitalistas, cerca de la mitad de las naciones
que hace veinte aos eran democrticas tienen actualmente regmenes militares, va-
rios de los cuales emplean la tortura como diario instrumento de gobierno. Los restan-
tes gobiernos democrticos incluyen casos como el de Sudfrica, donde los derechos
cvicos completos slo corresponden a los no africanos y no asiticos, siempre y
cuando stos tengan, adems, el tacto de no meterse con el asunto del apartheid.
En Estados Unidos existe el caso de Sur, donde los negros tienen los derechos que los
blancos se dignan otorgarles. En el resto del pas, la polica y la guardia nacional se
encargan de dictar cada vez ms los derechos populares. Los Panteras Negras, los
demcratas disidentes y los estudiantes universitarios corren el riesgo cada vez mayor
de tener servicios fnebres en lugar de derechos civiles.
De cara a estos hechos, Qu es lo que sustenta la creencia de que la liberta
existe? De modo principal, los rituales del proceso democrtico. La ltima eleccin
presidencial estadounidense sirvi, entre otras cosas, para ayudar el pueblo norteame-
ricano a olvidar el poder policial empleado en la convencin de Chicago por un ala del
Partido Demcrata contra la otra. Anlogamente, la ltima eleccin nacional celebrada
en Francia ayud a olvidar los pueblos que muy pocos meses antes haban tenido lugar
la represin policial y militar de obreros y estudiantes. Esos dramticos ejemplos no
son, sin embargo, tan importantes como los rituales cotidianos de las democracias, los
cuales reafirman al pueblo su libertad mientras la dominacin y la represin van en
aumento. El profesor que da muestras de libertad acadmicas mediante su denuncia
al sistema, los estudiantes que ostentan su larga cabellera y andan descalzos, las ma-
nifestaciones que se sientan en algn sitio para obstruir el paso, los grupos que pintan
carteles alusivos en los muros de las calles, y las fiestas de marihuana por ms tiles
que todos ellos resulten sirven en ltima instancia para convencer a la gente de que
an se goza de libertad cuando de hecho no es as.
Tambin existen casos como el de los iracundos editoriales periodsticos, el ex-
pos de la empresa revelado por alguno de sus empleados, las nuevas revistas que
van a un paso ms all de las anteriores, o las interpelaciones parlamentarias. Algunos
de esos casos prestan un buen servicio. Otros ayudan meramente a mantener la ilusin
de libertad. Con pocas excepciones, los nicos que son capaces de utilizar la libertad
ofrecida por el procedimiento democrtico son aquellos que conocen las reglas del
juego y saben cmo jugarlo, y aquellos que an siendo disidentes ya estn en posicio-
nes privilegiadas. Los autnticamente despojados apenas tienen acceso efectivo al pro-
ceso democrtico. Esa es una razn por la cual Jefferson perdi la esperanza en las
metdicas reformas de acuerdo con las reglas. Pero las propias reglas, cuando se las
sigue ritualmente, solapan las bases de la confianza de Jefferson en una revolucin
peridica. El procedimiento democrtico, tanto en la escuela como en la sociedad,
ayuda a la gente a aceptar la discrepancia entre la supuesta libertad y la dominacin
y supresin reales. No queremos perder o subestimar el proceso democrtico, pero
tampoco queremos hacernos ilusiones en cuanto a la libertad de que disponemos y a
la seguridad de la misma. Slo si vemos las cosas con claridad podemos proteger y
extender entonces los lmites de nuestra libertad personal y la de los dems individuos.
De acuerdo con el mito del progreso, nuestra situacin mejora da a da y con-
tinuar mejorando sin que se vea lmites demostrables referentes al alcance o al grado
de las mejoras por venir. Los hechos dicen que nos encontramos cerca de los lmites
de la atmsfera para absorber ms calor o de los mares para absorber ms contami-
nacin, cerca de los lmites de la poblacin que la tierra pueda albergar, cerca de los
lmites de la paciencia de los pobres para subsistir de las migajas de los ricos, cerca
de los lmites de los propios ricos en lo que respecta a dar una vuelta ms a la tuerca
que ellos mismos han creado o a vivir ms tiempo con las indulgencias que se han
inventado ellos mismos. Quienes no quieren afrontar los hechos dicen que los proble-
mas sern resueltos mediante nuevos descubrimientos e invenciones. Pero los descu-
brimientos y las invenciones del pasado no han hecho ms que traernos a nuestra
condicin actual. De ser aplicados similarmente, los descubrimientos e invenciones del
futuro slo pueden agudizar esa situacin. Porque independientemente de la proximi-
dad o lejana de dichos lmites puede haber muy poca duda de que los mismos existen,
en tanto que la ideologa del progreso no tiene lmites. La tierra, la poblacin humana
y la naturaleza humana son todas ellas finitas; el progreso es infinito en cambio. Este
problema terico no tendra por qu preocupar a la gente si existiera un equilibrio entre
distintos tipos de progreso, pero dicho equilibrio no existe. Nuestra habilidad para ma-
tarnos unos a otros crece mucho ms rpidamente que nuestra capacidad productiva.
Se ampla el abismo que separa a los pobres de los ricos. Las tensiones psicolgicas
crecen ms rpidamente que nuestra habilidad para hacerles frente.
El mito del progreso se halla enfrentado entonces a un conjunto de hechos
contundentes que contradicen los supuestos del mismo. Qu es lo que reconcilia esas
contradicciones? El ritual de la investigacin la contina bsqueda de nuevos cono-
cimientos, nueva intuiciones, nuevas tcnicas es lo que primordialmente las man-
tiene alejadas de la conciencia. Por un lado, la investigacin, es un hecho no ritual muy
importante; pero es tambin, por otro, un ritual muy importante, porque induce a creer
que los nuevos descubrimientos cambian totalmente el panorama y que cada da es un
nuevo da con un nuevo conjunto de reglas y posibilidades. Eso es obviamente falso.
Incluso los nuevos descubrimientos e invenciones lo dejan casi todo como estaba. La
invencin de los reactores extendi muchsimo el suministro mundial de material fisio-
nable. La fisin nuclear extiende an ms los lmites de las posibles fuentes de energa.
Pero estos descubrimientos de largo alcance no afectan para nada la capacidad de
absorcin de la atmsfera. El nico efecto que tienen sobre la poblacin humana es el
de amenazarla con su extincin total, influenciando slo ligeramente la habilidad del
hombre para pensar y gobernarse. Sin embargo, el mito de la renovacin mediante la
investigacin, la creencia de que los grandes descubrimientos pueden renovar todos
los trminos de todos los problemas, impide que los hombres vean las rgidas barreras
que de hecho existen para un progreso mayor.
La investigacin se halla tan identificada con la escuela que como consecuencia
afecta an ms a los estudiantes que a la poblacin general. El efecto de la investiga-
cin sobre el curriculum constituye el mayor impacto de la misma sobre los estudian-
tes. Uno de los distintivos de la escolarizacin moderna, que tan tajantemente la se-
para de su propia tradicin, estriba en que sus ofertas siempre vienen acompaadas
de una etiqueta anunciando que se trata de la ltima novedad. El conocimiento del da
anterior se vuelve automticamente obsoleto. En Noruega se piensa seriamente en
declarar carente de calidez todos los ttulos que tengan ms de cinco aos desde su
fecha de expedicin. El mrito de esta proposicin radica en que reconoce algo que
siempre ha sido verdad, a saber, que en cuanto tales, los ttulos tienen muy poca
validez. Pero, sin embargo, dicha proposicin razona diciendo que el conocimiento ca-
duca cada cinco aos. Todo trabajador sera obligado a regresar peridicamente a la
escuela para matizar el conocimiento que recibiera la ltima vez. La verdadera educa-
cin es, desde luego, un proceso que dura toda la vida. Pero la verdadera educacin y
la verdadera investigacin son tambin procesos continuos vinculados al trabajo. La
investigacin y la educacin genuinas integran todo lo que es nuevo a la mole de lo
que es viejo, y eso slo se puede hacer en el curso del trabajo, mediante el descubri-
miento y la aplicacin de lo nuevo. La ilusin de que el conocimiento debe ser contem-
porneo para ser vlido divide a las generaciones. Esa arrogancia de los jvenes es
fundamentalmente el fruto de la renovacin del curriculum ritualizado, tal como la
escuela lo practica.
El mito de la eficacia sostiene que el hombre moderno ha solucionado sus pro-
blemas de produccin gracias a la organizacin eficiente, que otros hombres pueden
hacer lo mismo y que la mayor parte de los problemas humanos que an quedan se
pueden solucionar mediante un enfoque similar. La verdad es que, tal como el econo-
mista Kenneth Boulding ha sugerido hace muy poco, el producto nacional bruto, me-
dida usual de la produccin total de una nacin, es en realidad una medida de la inefi-
cacia econmica. En los pases ms ricos los empleos siguen de manera creciente la
ley de Parkinson: el empleo aumenta a medida que la produccin disminuye. En esos
pases ms ricos cada da es mayor el nmero de personas empleadas en el sector de
servicios, realizando tareas de dudoso valor. Consideremos, por ejemplo, a los bur-
cratas gubernamentales y privados, los vendedores, los publicistas, los banqueros, los
contables, los abogados, los maestros, los policas, los soldados, los encuestadores,
los trabajadores, sociales. Es indudable que todas esas personas ejecutan alguna tarea
que alguien ms valora, pero no es menos verdad que por lo menos hay un nmero
igual de personas que la detestan. Los abogados constituyen el mejor ejemplo; por
cada ganador legal hay un perdedor. Lo mismo es cierto, aunque menos obviamente
para todos los otros tipos de trabajadores anteriormente mencionados anteriormente
y para muchos otros servicios. Hay muchas mercancas materiales que tambin son de
dudoso valor las armas militares, la pornografa, los grandes anuncios comerciales
en las autopistas, los super-jets, los automviles, los monumentos funerarios, las es-
cuelas, el tabaco, el alcohol, la marihuana, el agua fluorizada. La gente se opone a
ellos en grados variables. No se trata de que el trabajo invertido en producirlos o dis-
tribuirlos sea malo, ni de que tenga en s mismo un dudoso valor. Se trata ms bien
de que el valor del trabajo depende de su fruto.
Cmo ha sido posible mantener alejadas de la conciencia pblica las discre-
pancias entre el mito y la realidad de la eficiencia? Por medio de la actividad ritualizada.
Hace mucho tiempo que las escuelas aprendieron que la manera de evitar que
los nios piensen es mantenerlos ocupados. Clases, clubs, deportes, actividades cul-
turales, tareas el diablo siempre encuentra un sustituto a la pereza. Esa es tambin
la manera de salir al paso de los ataques contra la eficiencia de las escuelas ms
cursos, ms ttulos, ms actividades, ms inscripciones. Los graduados escolares se
hallan bien preparados para participar en los ritos de la actividad del mundo externo:
ms comits, ms proyectos, ms campaas, ms productos, ms industrias, ms
empleo, ms producto nacional bruto. No toda la actividad es ritual. Pero en una nacin
como Estados Unidos, capaz de producir todos sus productos agrcolas e industriales
con el 5% de su fuerza de trabajo, el empleo parkinsoniano tiene que responder por
gran parte del 95%. La actividad ritualizada tambin debe dar cuenta de gran parte
del tiempo de los adultos que no forman parte de la fuerza laboral y de los estudiantes
que estn en la escuela.
El curriculum oculto de la escuela es peligroso porque apuntala la creencia en
una sociedad enferma una sociedad dedicada al consumo competitivo que asume
que el hombre se desvive por consumir y que para consumir incesantemente tienen
que atarse a s mismo al engranaje de la produccin sin fin. Toda la teora de la esco-
larizacin se basa en el supuesto de que al aplicar los mtodos de la produccin al
aprendizaje lo que se obtiene es aprendizaje. Lo que en realidad se obtiene es aprender
a producir y a consumir mientras nada fundamental cambia. Como instrumentos para
aprender a adaptarse a circunstancias cambiantes, los mtodos de produccin resultan
ridculos.
Nuestra participacin en el rito escolar es la forma principal que se emplea para
que nuestra atencin no se preocupe por la necesidad de distinguir entre esos dos tipos
de aprendizaje.
5 DE DNDE SALIERON LAS ESCUELAS
Un solo estante de una buena biblioteca europea vala por toda la literatura nativa
de India y Arabia No creo que resulte exagerado afirmar que toda la informacin
histrica que se ha obtenido de todos los libros en lengua snscrita es menos valiosa
que lo que se puede encontrar en los compendios ms baratos empleados en las es-
cuelas preparatorias de Inglaterra
Creo que es claro que ni como lenguas de la ley ni como lenguas de la religin
tienen el snscrito y el rabe pretensin peculiar alguna que hacer a nuestro compro-
miso, a saber, el de que es posible convertir a los nativos de este pas en perfectos
acadmicos ingleses y que nuestros esfuerzos deben ser dirigidos a ese fin En la
actualidad, debemos hacer cuanto podamos por formar una clase cuyos miembros sean
intrpretes entre nosotros y los millones que gobernamos, una clase de personas hin-
des en cuanto a la sangre y el color, pero inglesas en cuanto a gusto, opiniones, tica
e intelecto.
Lord Macaulay
Las escuelas no son las nicas instituciones que prometen un mundo y se convier-
ten luego en instrumentos de su negacin. Eso es lo que las iglesias para poner una
etiqueta comn a todas las instituciones religiosas han hecho siempre: empaquetar
el don gratuito de Dios o de la naturaleza, para, de esa forma, poder pedir un precio
por l, retenindolo luego fuera del alcance de quienes no podan o no queran pagar
dicho precio. Hasta hace muy poco tiempo, las Iglesias sobresalan entre las otras
instituciones solamente por su hipocresa. Las dems instituciones tradicionales nunca
pretendieron ofrecer un don universal. No lo hicieron siquiera los prehistricos practi-
cantes de la magia religiosa.
Con la excepcin de las iglesias, las instituciones tradicionales siempre se admi-
nistraron abiertamente para el beneficio de los administradores. Las cortes, los reina-
dos, los ejrcitos, los imperios y las grandes empresas, siempre pertenecieron a sus
propietarios; de sus beneficios slo participaban unos pocos, mediante el pago de una
cuota. Recientemente, dos instituciones no religiosas han comenzado a reclamar como
suyo el ofrecimiento del acceso a la igualdad; en primer lugar, los estados-nacin y
sus subsistemas, tales como las escuelas; en segundo lugar, las empresas de la pro-
duccin moderna.
No se trata de algo a cambio de nada. Ningn lder religioso prometi jams algo
a cambio de nada, sino simplemente que la puerta estara abierta a todos Aquellos que
siguieran el camino. Esa es la promesa de la que se han retractado las iglesias al
fracasar en mantener sus propias puertas abiertas, y sa es la promesa que muchas
empresas modernas y burocrticas pblicas proclaman falsamente.
A medida que el abastecimiento de las necesidades humanas se institucionaliza,
las instituciones en cuestin definen el producto particular y controlan el acceso al
mismo. Progresivamente, dichas instituciones: 1, definen el producto o servicio que
satisface a la necesidad (por ejemplo, las escuelas definen la educacin como escola-
rizacin); 2, inducen entre los necesitados la aceptacin de esa definicin (por ejem-
plo, se persuade a la gene para que identifique a la educacin con la escolarizacin);
3, excluyen a parte de la poblacin necesitada del acceso pleno al producto o al ser-
vicio (por ejemplo, a cierto nivel, las escuelas slo estn disponibles para algunas per-
sonas); 4, se apropian los recursos disponibles para satisfacer la necesidad (por ejem-
plo, las escuelas agotan los recursos existentes para la educacin). Las generalizacio-
nes mencionadas son vlidas tanto en el caso de la educacin como en el caso de la
salud, el transporte y muchas clases de necesidades humanas.
De manera progresiva, la salud va siendo definitiva y concebida como el acceso
a los servicios de mdicos y hospitales y a los productos de la industria de las drogas.
Dicho acceso es notablemente desigual. El costo de los hospitales, los doctores y las
drogas, crece ms rpidamente que los recursos para pagarlos. Tambin se puede
argumentar que la salud de las poblaciones maduras aquellas en las causas las tasas
de nacimiento y mortalidad convergen empeora a medida que aumentan los gastos
destinados a hospitales, doctores y drogas. Mediante esos gastos lo nico que obtene-
mos es una vida enferma de mayor duracin. La gente puede ser cada vez ms indul-
gente consigo misma a medida que se dispone de ms remedios, pero si se dedicaran
ms recursos al fin de tomar medidas preventivas las tasas de enfermedad y mortali-
dad declinaran entonces.
Los hechos an son ms claros en el caso del transporte. En muchos pases el
automvil particular ha desplazado prcticamente a sus competidores. En Estados Uni-
dos, la saturacin se aproxima al punto de una ganancia disminuyente incluso para
los propietarios de los automviles. Sin embargo, la mitad de la poblacin adulta
sigue sin tener un acceso seguro al coche privado, y cuado trata de transportarse lo
pasa peor que si los automviles jams se hubieran inventado. En la propia ciudad de
Los ngeles, que tiene fama de poseer ms coches que habitantes y que se est asfi-
xiado en los gases que ella misma produce, hay tantos conductores con licencia como
jvenes y viejos que no sabe o que no tiene permiso para conducir. Esas personas,
incluso las que pertenecen a familias en las que hay algn conductor habilitado, estn
a expensas de la conveniencia de sus chferes, o viceversa.
La provisin de una categora de necesidades humanas se institucionaliza hasta
el grado de que hay un producto estndar o un servicio estndar predominante, una
produccin y una distribucin estndares, y un precio estndar con un concepto de
precio que incluye todas las condiciones de acceso significativas. Vale la pena hacer
notar que las personas expulsadas del mercado por los precios no slo estn conven-
cidas de que son indignas de participar en l por ejemplo, de su incapacidad para
llevar a cabo estudios universitarios o de usar la ropa que se estila , son que estn
convencidas tambin de que tampoco renen mritos para participar de los privilegios
que la educacin, universitaria y la moda implican.
Mientras no se populariz la democracia y se institucionaliz la tecnologa no se
puedo demandar la participacin poltica y econmica de todos. Ahora esas pretensio-
nes parecen plausibles y reciben amplio crdito. Los afortunados de esas demandas
aparecen con productos especficos que han sido diseados para satisfacer necesidades
especficas. Elaboran un paquete que se hace cada vez ms complejo, ms exclusivo
en cuanto el acceso que se tiene a l, y ms costoso. Sin embargo, la identificacin de
la necesidad con el producto es ms bsica que la propia elaboracin del mismo. Las
palabras educacin y escuela, salud y hospital, automvil y transporte, se convierten
en trminos intercambiables e inseparables. La gente se olvida que antes de existir las
escuelas haba ya hombres con educacin, que antes de existir hospitales haba hom-
bres sanos, y que antes de conducir y volar los hombres caminaban y cabalgaban.
A medida que crecen las instituciones crece el nmero de personas que aceptan
la identificacin de la necesidad con el producto. En la Europa medieval, los judos y
los moros fueron los nicos que no identificaron la salvacin con la Iglesia. Las mujeres,
que durante siglos dieron a luz en los campos, lo hacen ahora en las maternidades.
Campesinos que jams han visto una escuela, votan por los candidatos que las pro-
meten.
Las mujeres y los campesinos no son seres irracionales. Unas y otros saben que
quienes van al hospital y a la escuela viven ms desahogadamente. Y tambin se dan
cuenta de que quienes viven con ms desahogo tiene ms libre acceso a escuelas y
hospitales, confundiendo frecuentemente la causa con el efecto. Eso no tiene nada de
sorprendente porque los investigadores ms astutos son a menudo incapaces de dife-
renciarlos. Son raros los casos en que se puede demostrar concluyentemente la efica-
cia de un tratamiento mdico o educativo.
La elaboracin del producto impide eficazmente el acceso de todos al mismo
tiempo, inclusive en el caso de los productos ms sencillos. Los alfileres y las agujas
se empaquetan en colecciones cada vez ms excntricas. La sal se convierte en un
monopolio y en una forma de impuesto. Una de las primeras luchas de Gandhi en la
India estuvo dirigida contra el monopolio de la sal ejercido por el gobierno britnico.
El gobierno italiano mantiene todava un monopolio sobre la sal, a excepcin de Sicilia,
que es donde se produce. Todos saben lo que pasa con las escuelas, los hospitales y
los automviles, los precios excluyen a la gente del mercado no slo de manera directa
sino mediante reglas cada vez ms complicadas como las licencias para conducir,
los exmenes de ingreso o los requisitos de seguros . Todas esas reglas se fundan
en buenas razones, pero su proliferacin tiende a reducir la proporcin de consumido-
res habilitados.
Hay, desde luego, procedimientos que operan en sentido inverso. Peude que el
acceso neto a las instituciones modernas llegue incluso a crecer gradualmente, debido
a los crditos para el consumidor, los ingresos crecientes, el aumento de los sistemas
pblicos de escuelas y hospitales, etc. pero es indudable que, es lo cierto que cada vez
sufre ms sus consecuencias debido a la consolidacin del monopolio de este o aquel
producto institucional, no quedan recursos sobrantes que permitan la elaboracin de
productos alternativos. El apoyo a las alternativas educativas debe disminuir a medida
que crecen los presupuestos escolares. Quienes abandonan la escuela no slo disponen
cada vez de menos recursos educativos, sino que tienen cada vez menos oportunidades
de empleo. Y por ltimo, menos excusas. Cuanto mayor es el nmero de automviles
hay menos trenes y autobuses; los que quedan son ms caros, menos satisfactorios y
rentables.
Durante la ltima dcada, el nmero de nuevos propietarios de automviles en el
mundo entero aument en no ms de veinticinco millones. Quiz un nmero aproxi-
madamente equivalente disfrut por primera vez los beneficios de los servicios mdicos
modernos. El nmero de nios escolarizados puede haber aumentado en cien millones.
Pero durante esa misma dcada la poblacin mundial aument en ms de quinientos
millones, de manera que el nmero de quienes carecieron de cualquiera de esos ser-
vicios aument mucho ms que el nmero de quienes los obtuvieron. Durante el mismo
perodo, los precios expulsaron del mercado a un nmero mayor de personas. El precio
de los automviles aument sustancialmente, en tanto que el costo de servicios mdi-
cos y escuela se multiplic varias veces. Mientras tanto, el ingreso per capita, calculado
sobre una base mundial, creci apenas. De no haber existido incluso un crecimiento
demogrfico, y de haber quedado las cosas como antes, el nmero de personas expul-
sadas del mercado por los precios de los artculos y los servicios modernos de la dcada
del 60, habra sido mayor que el nmero de personas incorporadas el mismo.
Tampoco se puede descartar las cifras antes mencionadas diciendo que la dcada
del 60 fue mala y que las principales instituciones no funcionaron tal como se haba
previsto. Las instituciones no pueden funcionar de ninguna otra manera en un mundo
dominado por la competencia por el privilegio. Los ya privilegiados continan exigiendo
mejores escuelas, mejores hospitales y mejores coches. A medida que aumenta el
nmero de quienes disfrutan de esas mercancas crece el nmero de personas a las
que hay que suministrar paquetes de artculos cada vez ms caros, de manera que
se vuelve extremadamente difcil extender privilegios semejantes a un crculo de po-
blacin cada vez mayor. Incluso si no hubiera existido un crecimiento demogrfico, los
factores mencionados y las limitaciones ecolgicas haran imposible llegar a universa-
lizar el estndar de vida caracterstico de Europa y Estados Unidos.
Los excluidos no son los nicos que sufren; y quiz ni siguiera los que ms. Pa-
decen ms agudamente los que participan de manera limitada. Imaginen la angustia
de gentes devotas cuyos parientes penen en el purgatorio mientras los parientes de
los vecinos ms ricos reciban profesionales plaidos camino del paraso. Imaginen el
tormento actual de personas que tiene que dejare morir a sus familiares, porque los
que pueden pagar ejercen un monopolio sobre los donantes de corazones y riones.
Los afortunados no sufren. Pero puede ser que salgan peor heridos porque se les en-
gancha a un juego que no tiene fin y que nadie puede ganar. La lucha de los ricos
contra la vejez y la muerte constituye un grotesco ejemplo de ello. La pugna del status,
aunque quiz menos macabra, es mucho peor; a medida que abarca un mayor nmero
de productos y personas, envenena el aire, el agua y la tierra chupando el verdadero
significado de la vida. Una ardilla encerrada en una jaula con un mecanismo giratorio
no es ms desesperante y ridcula que los Smith y los Jones tratando de estar cada
uno a la altura del otro.
El informe de Veblen sobre el consumo conspicuo, escrito hace ms de setenta
aos, era parte de una teora sobre la clase ociosa. Confinado a esa clase, el consumo
competitivo pudo haber sido moralmente ofensivo, pero no pas de ser socialmente
tolerable. Extendido a las masas, el consumo competitivo destruye al hombre, a su
sociedad y a su medio ambiente. Una clase ociosa limitada poda consumir a expensas
de las masas. El consumo sin fin slo puede tener lugar a expensas del consumidor. El
hombre no es ms capaz de sobrevivir en una jaula que la ardilla. La sociedad no puede
sobrevivir a un conflicto de clases atizado por el calor de la guerra internacional, la
publicidad universal y la escolarizacin competitiva. El mundo no puede absorber el
desperdicio que actualmente se le arroja encima para no mencionar siquiera la can-
tidad de despilfarro que las tendencias actuales implican.
La competencia entre naciones por el consumo competitivo de productos institu-
cionalizados es un aspecto que tiene una importancia crtica. Los productos ms anti-
guos de las instituciones modernas tanto personas como bienes y servicios se
exportaron desde Europa al Nuevo Mundo y a las colonias europeas, proveyendo de
esa forma oportunidades para todos los miembros de la poblacin de las naciones
europeas. Quienes no poda asistir a las nuevas escuelas o compara las nuevas mer-
cancas, poda o bien emigrar el Nuevo Mundo, o bien ser reclutados como soldados
para controlar las colonias o aduearse del terreno de quienes se iban. Por lo tanto,
los precios slo expulsaron temporalmente el mercado a esas personas. Los hijos de
los conquistadores de nuevas tierras se convirtieron, de hecho, en los pioneros de los
nuevos niveles y tipos de consumo humano. Salvo en algunos casos, las naciones que
actualmente se hallan en vas de desarrollo no pueden desplazarse o conquistar a pue-
blos ms dbiles. Lejos de poder embarcar a toda su poblacin en el comercio de
exportacin, la emigracin o la conquista, esas naciones se ven abocadas a competir
dentro de sus respectivos mercados con productos extranjeros importados, incluida la
mano de obra.
El sector de la poblacin de las naciones subdesarrolladas que no pueden tener
acceso a las escuelas, los hospitales y el transporte moderno, debido a los precios de
los mismos, es mucho mayor si se lo compara con el de aquellas naciones que se
desarrollaron antes. Ese sector va siendo progresivamente alienado de la lite de su
propia nacin, de aqullos que en cambio s tiene acceso a los productos de las insti-
tuciones modernas, sean extranjeras o indgenas. A su vez, las masas alienadas se
convirtieron en un estorbo demogrfico, una trabazn econmica y, finalmente, en
oposicin poltica.
La mayora de las instituciones continan sirviendo a los intereses de sus inven-
tores al mismo tiempo que al os intereses de quienes originalmente se hallaban en la
periferia de ellas, pero a expensas de un grupo cada vez ms perifrico.
La anterior afirmacin no habra suscitado mayor inters en la poca en que los
imperios polticos eran las instituciones prominentes. Los privilegios de los ciudadanos
romanos se extendan slo con la conquista de territorios adicionales. Marx aplic el
principio a las instituciones capitalistas. Nosotros lo hacemos extensivo meramente a
otras instituciones, liberndolo posiblemente de su dependencia de la nocin de explo-
tacin posiblemente de su dependencia de la nocin de explotacin deliberada. La ma-
yora de quienes intentan universalizar la escolarizacin y el servicio de los hospitales
creen sinceramente que actan defendiendo el inters de los que an no han sido
escolarizados ni curados.
La dificultad estriba en que, en lugar de ser dueos de nuestras instituciones,
somos sus prisioneros. Rara vez diseamos una institucin, y cuando lo hacemos, an-
tes de completarla nos hallamos ya reverencindola. Nos encontramos tan esclaviza-
dos por ellas que temblamos de miedo ante la sola idea de perderla inadvertidamente
y volver a caer en la barbarie. En realidad, ese miedo se circunscribe principalmente a
los privilegios; lo que nosotros tememos verdaderamente es que en medio d la confu-
sin se pierdan las bases especficas de nuestro propio privilegio.
La dificultad tiene por lo dicho tanto un aspecto psicolgico como un aspecto po-
ltico. Hay quienes se benefician de las instituciones actuales y desean conscientemente
conservarla. Entre ellos se cuentan los propietarios, los empresarios, los lderes polti-
cos y los que detentan el poder, incluidos los ciudadanos corrientes de las naciones
privilegiadas. Pero hay muchos que tiene poder y carecen de un deseo consciente de
monopolizarlo; y muchos que, manipulados por el poder, se entregan a la ilusin del
mismo en lugar de a su realidad. El hombre no puede liberarse de las actuales institu-
ciones sin luchar, pero tampoco la lucha ser til si no va precedida de la imaginacin
y la inventiva., uno de los mayores problemas radica en que actualmente las naciones
desarrolladas tiene un monopolio efectivo y acaso necesariamente deliberado de
los medios de la inventiva moderna.
Las teoras de la revolucin poltica no son suficientes. Las mismas suponen que
con que una clase gane el control la sociedad cambiar de acuerdo con los valores de
esa clase segn vienen expresados en su ideologa. En la prctica vemos cmo a lo
largo del siglo gran nmero de revoluciones han dejado intactas a la mayora de las
instituciones especializadas que constituyen la sociedad. Las escuelas y los hospitales
de los pases comunistas no se diferencian de las escuelas y los hospitales de los pases
capitalistas. Inclusive la reciente revolucin cubana est tratando de extender a las
masas los servicios de sanidad y educacin especialmente a travs de los tradicionales
sistemas de escuelas y hospitales. Las instituciones agrcolas e industriales de los Es-
tados comunistas y capitalistas tienden a converger, a pesar de los grandes esfuerzos
que hacen ambas partes para ser diferentes. De acuerdo con la teora prevaleciente,
la tecnologa suministra la fuerza que derrota a esos esfuerzos, pero la tecnologa ape-
nas si explica el caso de la escuela, la Iglesia, la familia, o muchas otras instituciones
que, al menos por ahora han vencido a los esfuerzos que los gobiernos revolucionarios
han hecho por cambiarlas.
Existe, sin embargo, una amplia evidencia de que las instituciones en manera
alguna son eternas. Durante este siglo han desaparecido monarquas, se han hundido
imperios polticos, ha habido iglesias que perdieron su poder si no su feligresa, los
ejecutivos y los tcnicos han sustituido a los entrepreneurs, han desaparecido grandes
industrias y aparecido otras. La mayora de estos cambios son casi totalmente inexpli-
cables; otros, especialmente los cambios polticos, han tenido lugar como resultado de
planes especficos, en ocasiones basados en una teora general de la revolucin poltica.
El hombre se ha mostrado capaz de crear y destruir instituciones, con o sin una base
planeada, con o sin teoras. El mismo tiempo, e hombre sigue siendo prisionero de sus
instituciones hasta un grado que linda con lo inimaginable. La nica manera de romper
su esclavitud es comprendindola primero totalmente, y planeando deliberadamente
luego la renovacin y el reemplazamiento de sus actuales estructuras institucionales.
Esa es una condicin necesaria, pero no suficiente. La lucha no se puede evitar, pero
una lucha sin la adecuada comprensin y el planeamiento previos ha probado ser una
y otras vez intil.
La comprensin y la accin efectiva requerirn una teora general del cambio ins-
titucional. Debemos desarrollar instrumentos conceptuales que sirvan para analizar las
instituciones, de modo que se pueda comprender el proceso histrico que de modo que
dio lugar a ellas, el proceso sociolgico que las hizo aceptables, y las limitaciones que
ahora imponen a la bsqueda de alternativas no slo las limitaciones en cuanto al
acceso al poder y a los recursos, sino tambin las impuestas a la imaginacin creadora.
Debemos desarrollar un lenguaje que nos permita hablar con precisin acerca de las
necesidades del hombre moderno; un lenguaje liberado del que han acuado las insti-
tuciones y que los hombres han llegado a aceptar como definitorio de sus necesidades
7 SON POSIBLES LAS INSTITUCIONES DEMOCRTICAS?
En consecuencia se ide que, siendo las Palabras simplemente Nombres que se dan
a las Cosas, sera ms conveniente que los Hombres llevaran consigo tantas como
cosas necesitasen para hablar del Asunto principal a discurrir. Y este invento se habra
implantado, por cierto, para gran Comodidad y Salud de Temas, de no existir las Mu-
jeres, en consorcio con el Vulgo y con los Ignorantes, amenazando con alcanzar en
Rebelin si no se las dejaba en libertad de hablar con la Lengua, a la Manera de sus
Antepasados: a tal Grado es el Vulgo Enemigo Constante e Irreconciliable de la Ciencia.
Sin embargo, muchos de los ms Sabios y Eruditos se adhirieron al nuevo Esquema de
expresarse mediante Cosas; lo cual presenta el nico Inconveniente de que un hombre
que se ocupa de Grandes y Diversos Asuntos se ve obligado a cargar, en proporcin,
un Talego mayor de objetos a la espalda, a menos que pueda pagar uno o dos robustos
Criados para que lo ayuden. Yo he visto muchas veces a dos de esos Sabios, casi
abrumados por el peso de sus fardos, tal como los Buhoneros entre nosotros, encon-
trarse en la Calle, echar la Carga a tierra, abrir los Talegos y conversar juntos durante
una Hora; y luego guardar los Utensilios, ayudarse mutuamente a reasumir sus Cartas
y Despedirse.
JONATHAN SWIFT
Viajes de Gulliver
Hay objetos que tienen un valor educativo general, en tanto que otros lo tienen
particular. Los que tiene un valor educativo especial se dividen a su vez en dos clases:
aquellos que encarnan smbolos, y aquellos que producen, traducen, transmiten o re-
ciben informacin codificada en smbolos. Todos los objetos sirven de medios de co-
municacin pero, como seala Swift, algunos sirven mejor que otros. Entre los mejores
se cuentan la documentacin, los libros, las cintas grabadas, y cualquier tipo de cosas
que se utilice para almacenar smbolos. La documentacin es tan relativamente fcil y
barata de guardar y conservar que se la puede organizar de tal manera que el acceso
a ella sea rpida e infinitamente ms eficaz que la organizacin de lo que ella repre-
senta. Esa es la virtud del cerebro humano, pero tambin de las computadoras, las
bibliotecas, los depsitos de microfilm y similares. Las grades coleccin de documen-
tos, tales como las bibliotecas centrales y los archivos nacionales, son una especie de
memorias colectivas que sirven a la sociedad de la misma manera que los cerebros a
los individuos. Una mayor organizacin de dichas coleccin de documentacin, me-
diante computadores, aumentar seguramente en gran manera su utilidad y garanti-
zar el cotejamiento con los cerebros humanos. El acceso efectivo a la documentacin
llegar a ser sin duda para el hombre educado an ms necesario que en la actualidad.
An hoy en da, los archivos son valiosas extensiones de los cerebros educados. Mucho
de cuanto podra almacenar en la memoria humana se pasa deliberadamente a esos
sistemas nemotcnicos suplementarios.
La gran economa mediante la cual hoy es posible organizar los distintos tipos de
sistemas de documentacin para que un nmero casi ilimitado de personas tenga r-
pido acceso a los mismos, constituye uno de los hechos que permite que la casi ilimi-
tada educacin universal sea tan barata. Cualquiera que aprenda a usar esos sistemas
para lo cual se necesita, a ciertos niveles por lo menos, slo alguna que otra destreza
elemental es capaz de continuar posteriormente con su propia educacin prctica-
mente hasta donde lo desee. Eso siempre ha sucedido en los casos de personas que
saba leer y encontrar los libros necesarios. El nuevo desarrollo aadir sencillamente
facilidad. Puede que valga la pena hacer notar que lo citado tambin ha sido cierto
para cualquier persona que supiera cmo observar y encontrar informacin. La lectura
no hizo ms que facilitar las cosas, de la misma manera que lo hacen ahora las compu-
tadoras. Facilitan las cosas a tal extremo, sin embargo, que ahora la educacin puede
llegar a ser universal.
La calidad de esa educacin slo depender de la calidad y la integridad de la
documentacin de que el pblico dispone. Toda aquella informacin de la cual presu-
miblemente depende la ventaja de la nacin o de alguna corporacin, no estar dispo-
nible. Lo mismo suceder con la informacin que algunos grupos juzguen imprescindi-
ble para mantener la ventaja que tiene sobre otros. Esos son problemas que no se
resuelven nicamente mediante la organizacin.
Las bibliotecas son modelos parciales para la organizacin de documentacin y
objetos similares. Alcanza con una extensin del sistema bibliotecarios para permitir
que ese tipo de objetos educativos sea puesto a disposicin de loe educandos. Pero la
amplitud de la extensin necesaria es inmensa. Las bibliotecas no aprovechan total-
mente an la facilidad y la economa con que hoy se puede reproducir la mayora de
la documentacin. Se encuentran, desde luego, seriamente en desventaja debido a los
derechos de propiedad y a las consecuentes restricciones que se impone a la repro-
duccin del material. Estas restricciones, junto con la novedad de los mtodos de re-
produccin baratos, explican la prolongacin de la tradicin custodial, que induce a las
bibliotecas al cuidado de preocuparse ms por sus archivos que por sus clientes. Habr
que superar la costumbre de servir a la lite en lugar de servir al pblico en general.
El pblico lector es una lite, y puesto que las bibliotecas se establecieron basndose
en los libros, su alcance educativo se ha visto limitado tanto por la lite como por una
tradicin custodial. Puede que ni siguiera sea una buena idea utilizar la palabra biblio-
tecapara la red de objetos educativos que debe llegar a ser una de las principales
instituciones alternas frente a las escuelas.
Adems de catlogos sumamente detallados y de depsitos con toda clase de
documentacin, necesitamos tener un acceso efectivo a los objetos que tiene un valor
especial en la transmisin de informacin. Entre dichos objetos se cuentan los instru-
mentos que sirven para manejar la informacin, producirla o transmitir su mensaje.
Los libros son de los pocos sistemas de documentacin que no requieren decodificado-
res especiales. Sin embargo, la produccin de libros y peridicos requiere instrumentos
que son indispensables: lpices, mquinas de escribir, mimegrafos o impresoras. El
acceso de todos a esos instrumentos es tan importante como la habilidad de leer lo
que se ha escrito. Esa es la razn por la cual la libertad de prensa fue incluida en la
Declaracin de Derechos de los estados Unidos de Amrica. Su propsito original fue
proteger el derecho de la gente comn como Thomas Paine a difundir pblicamente
sus ideas; slo ms tarde se convirti fundamentalmente en una proteccin para la
prensa comercial.
Aparte de los libros hay mucha ms documentacin que tambin requiere ins-
trumentos para su produccin y su utilizacin. Para producir y registrar sonido se puede
necesitar instrumentos musicales y micrfonos, as como tocadiscos para escuchar di-
chos registros. Las mquinas de escribir y las computadoras son necesarias para la
produccin y lectura de tarjetas perforadas, cintas, disc-packs, y otras clases de regis-
tros de computadoras. Las cmaras y los proyectos son otro par de instrumentos ele-
mentales, que se pueden combinar con telescopios, microscopios y muchos otros dis-
positivos, y que pueden emplear como sistemas transmisores a la televisin y las lneas
telefnicas. Existen tambin materiales ms sencillos que sirven para producir archi-
vos, como, por ejemplo, pinturas y pinceles, cuchillos y cinceles, agujas de tejer e hilo,
en fin, una inmensa variedad de herramientas y materiales corrientes.
Los dispositivos empleados para codificar y decodificar mensajes caen dentro de
categoras de clases de instrumentos o de mquinas que transforman una clase de
energa en otra. Los instrumentos musicales y las mquina, as impresoras, por ejem-
plo, estrictamente no son dispositivos de comunicacin, tales como las grabadoras o
las mquinas de escribir. Todos los tipos generales de transformacin de energa tiene
un valor educativo especial, no slo debido a su utilidad general para facilitar la comu-
nicacin, sin tambin porque revelan la relacin entre el movimiento y el tiempo; los
motores, entre el movimiento y la electricidad, los telescopios, entre la distancia y el
tamao. Los nombres de las relaciones de esa ndole pero no restringida al mundo
de la fsica componen la mayor parte del vocabulario de una persona bien educada.
Las herramientas, los instrumentos, y las mquinas, estn hoy mucho menos al
alcance de la mayora del las personas de las sociedades tecnolgicas. La produccin
especializada a gran escala los remueve de los escenarios habituales. An es posible
encontrar artesana y mecnica en Amrica del Sur, Asia y frica, pero en Europa y
Amrica del Norte la artesana y la mecnica desaparecen rpidamente de la vista del
pblico. No slo se priva a los nios, sino tambin a los vecinos, los amigos, los clientes
y los transentes, de tener acceso a demostraciones de primera mano y posibilidades
de experimentar con las herramientas y ver las entraas de los artefactos que actual-
mente salen de las fbricas envasados en brillantes caparazones. Peor an, no es po-
sible desarmar muchos de los dispositivos modernos sin destruirlos automticamente.
No estn hechos para ser reparados sino para ser sustituidos. Como resultado de ello
el hombre moderno se enriquece en dispositivos y se empobrece en la comprensin
que tiene de los mismos. La proliferacin de los productos blindados y las fbricas
amuralladas detrs de las que se esconden las herramientas, los instrumentos y las
mquinas tiene educativamente el mismo efecto que el escamoteo de la documen-
tacin oculta detrs de los velos de la seguridad nacional y del privilegio de las corpo-
raciones. Como resultado de todo ello a la gente se le niega la informacin que necesita
para actuar inteligentemente en su propio inters. Las razones ocultas detrs de esos
secretos son las mismas, aunque los motivos conscientes pueden ser distintos. Los
fabricantes ocultan su equipo y sus productos de la vista de sus clientes quiz no es
un acto consciente de mantenerlos en la ignorancia, pero s ciertamente para mantener
una ventaja en la cual la ignorancia es un factor crtico.
El secreto no se limita de ninguna manera a los pases capitalistas. Los profesio-
nales, los dirigentes y los trabajadores especializados cuidan sus privilegios tan celo-
samente como los propietarios. Las tcnicas de la produccin moderna les sientan por
igual y en parte son ciertamente por lo menos responsables por el secreto, dejando
de lado cualquier motivacin consciente. La produccin a gran escala tiene, de por s,
implicaciones profundamente antieducativas, tal como lo ha sealado Jane Jacobs en
su libro Economa de las ciudades.
Mientras la produccin a gran escala contine monopolizando las herramientas,
los instrumentos, las maquinarias y otros productos que tienen un valor educativo
particular, ser necesario incluir dichos productos en catlogos o quas educativas es-
tableciendo la forma de acceso general a las mismas. Las escuelas industriales repre-
sentan un intento de permitir ese acceso, pero son mucho ms caras y menos educa-
tivas que un terreno baldo lleno de chatarra. Las escuelas industriales y vocacionales
jams pueden satisfacer las necesidades de toda la poblacin, cosa que, en cambie, s
podran hacer los terrenos baldos con chatarra, a pesar de que hoy en da es mucho
ms difcil en cierta medida tener acceso a ellos.
Los juguetes y ls juegos son una clase especial de objetos que presentan un gran
potencial para compensar las desventajas educativas de una sociedad tecnolgica. Son
capaces de simular muchas situaciones y objetos reales, en ocasiones ventajosamente
y en otras no. Las normas de circulacin del trfico tal como se ensean en las aulas
pueden ser una simulacin peligrosamente segura de una situacin verdaderamente
peligrosa. Pero los juegos y los juguetes sencillos, a los cuales se puede tener fcil y
amplio acceso, podra proporcionar habilidades, prcticas y comprensin intelectual,
cuya efectividad y economa seran difcilmente iguales. Los juegos tienen tres grandes
propiedades educativas. En primer lugar, son una manera agradable de aprender mu-
chas habilidades, cuya prctica de otra forma sera muy onerosa. En segundo lugar
proporcionan un medio de organizar actividades entre colegas, con un mnimo de lide-
razgo o autoridad. Por ltimo, son paradigmas de sistemas intelectuales, basados en
elementos, operaciones y reglas, tal como sucede con sistemas matemticos y otros
modelos intelectuales. LA gente que se halla familiarizada con los juegos puede ser
fcilmente introducida a una comprensin bsica de los modelos ms importantes de
la ciencia y las matemticas. Desde luego, los juegos corren el riesgo de que se objete
el nfasis que pone en los aspectos cientficos y tecnolgicos en detrimento de los
aspectos de la naturaleza y las humanidades. Tambin es posible objetar que los jue-
gos enfrentan a una persona con otra produciendo vencedores y vencidos. Es dudoso,
sin embargo, que se pueda o se necesite organizar una vida sin competencia. Se puede
organizar juegos de tal manera que igualen las ventajas, y consecuentemente los pla-
ceres, de triunfar. Si bien es cierto que cada uno sigue sabiendo quin es mejor, por
lo general, es bastante difcil que una persona descuelle en todo.
La organizacin del acceso a los juguetes y los juegos cae enteramente dentro
del mbito de las bibliotecas. Los deportes fsicos constituyen una excepcin impor-
tante, presentando problemas similares a los que se dan en los casos que implican el
acceso a la naturaleza y los objetos naturales.
La naturaleza no slo est cada vez ms lejos de nuestro alcance, sino que cada
vez se la desnaturaliza ms, de un lado mediante la explicacin y la contaminacin, de
otro mediante la esterilizacin de la aventura, La explotacin y la contaminacin del
medio ambiente natural han recibido amplia propaganda en su contra, y son hechos
que tiene una gran importancia por lo que toca al continuo disfrute humano de la
naturaleza. Educativamente, sin embargo, limpiar el medio ambiente puede ser peor
que ensuciarlo. Proteger a los nios de la suciedad, los animales, el nacimiento, las
enfermedades, la muerte y otros hechos y cosas naturales, distorsiona sus sentidos de
lo que es real y natural. Para el nio tpicamente urbano la naturaleza no es otra cosa
que un producto humano como todo lo dems. Incluso al llegar a adulto tiene cada vez
menos oportunidad de descubrir la verdad. Los jets y las carreteras mantienen a la
naturaleza a distancia, e incluso una vez que el hombre llega ms o menos hasta ella,
el rancho artificial y los safaris organizados en un escenario son de muy poca ayuda
para vencer el aplomo urbano. An quedan algunos pocos ros, bosques y cordilleras
que no han sido arruinados, pero ya se los est invadiendo. Ya no se puede dejar que
sea la naturaleza la que se encargue de cuidar a s misma; ahora es el hombre quien
tiene que protegerla del propio hombre. El acceso educativo complica el problema de
la conservacin de la naturaleza, y si el hombre deja sus armas antes de entrar a ella,
esta misma puede continuar siendo el mentor del hombre. Para muchas personas ser
necesario redactar nuevas guas y descubrir nuevos tipos de encuentros. Sin embargo,
es sorprendente y esperanzador ver cmo los pequeos enclaves naturales que son
debidamente protegidos resultan viables.
El acceso a la documentacin, las herramientas, las mquinas, los juegos, los
recursos naturales y otros objetos educativos de extraordinaria utilidad, eso es algo
relativamente fcil de organizar. Se disponen para otros tipos de acceso se pueden
llevar a cabo sin mayores dificultades. Pero esto deja a un lado todo lo que resta en el
mundo entero y que, si bien quiz no posea un potencial educativo tan concentrado,
excede en su valor educativo total a todas las clases de objetos especiales reunidas.
Las barreras que nos separan de ese mundo de objetos comunes y corrientes son de
distinto tipo. El automvil es caracterstica de una de ellas. Las ciudades y muchas de
las zonas rurales se han hecho tan peligrosas para lo peatones, especialmente para los
nios, que las calles y los caminos los senderos fsicos que dan al mundo estn
fuera del alcance de muchos de los seres humanos. Si se pudiera volver a abrir las
calles a los peatones, la ciudad misma podra convertirse otra vez en una red de objetos
educativos, o sea en la escuela natural que ha sido a lo largo de la historia. Sin em-
bargo, quedara una segunda barrera entre el rea de los clientes de las distintas tien-
das y los talleres de trabajo donde se encierran la mayora de los objetos y procedi-
mientos verdaderamente educativos. Esas barreras no existen en las ciudades viejas.
El artesano trabaja en el mismo lugar donde hace sus ventas, y la vista del pblico.
Sin embargo, en la ciudad moderna existe an una tercera lnea de defensa: muchas
mquinas y procesos de elaboracin no se encuentran all, sino que estn escondidos
fuera de las ciudades o en lugares que slo pueden localizar quienes ya los conocen.
Es indispensable tener guas que suministren la ubicacin de ese mundo a personas
que quieran aprender algo de l, pero as y todo dichas guas pueden ser muy difciles
de preparar y an sera ms difcil concertar el acceso a esos sitios. Esos objetos ver-
daderamente interesantes son tambin los ms celosamente escondidos; eso es lo que
sucede con los objetos cientficos, militares, econmicos y polticos encerrados en la-
boratorios, bancos y archivos gubernamentales.
En el mundo en el que estamos acostumbrados a vivir los secretos parecen
naturales e inevitables. La ciencia, por ejemplo, sola estar constituida por una red de
personas que trabajan en todas partes del mundo intercambiando libremente su infor-
macin., una de las premisas originales de la ciencia, que nunca ha sido revocada,
expresaba que el proceso depende precisamente de compartir abiertamente los resul-
tados del trabajo cientfico. Hoy en da se ha colocado bajo llave tanto a los miembros
como a los artefactos de la comunidad cientfica. En prisiones nacionales y corporati-
vas, con el consiguiente empobrecimiento de los ciudadanos de esas naciones y de los
accionistas de esas empresas. Los privilegios especiales que obtiene estn lejos de ser
compensados por las barreras impuestas al crecimiento del conocimiento. En un mundo
controlado y posedo por las naciones y las empresas, slo ser posible un acceso
limitado a los objetos educativos. Sin embargo, si se tuviera ms acceso a los objetos
que se pueden compartir ello servira para aumentar la percepcin de los hombres, al
grado de permitirles romper las ltimas barreras educativas.
9 REDES DE PERSONAS
WILLIAM O. DOUGLAS
Juez de la Suprema Corte de Estados Unidos
Ms valdra que los hombres no recibieran educacin a que fueran educados por sus
dirigentes: porque esta educacin no es ms que acostumbrar los bueyes al yugo, la
mera disciplina del perro de caza que a fuerza de severidad vence su instinto ms
natural y, en lugar de devorar a su presa, corre, obligado, con ella hasta los pies de su
amo.
Para que las alternativas a la escuela sean realmente eficaces es necesario que
tengan lugar una serie de cambios sociales de envergadura. Pero no tiene sentido
aguardar a que otros cambios den lugar a un cambio educativo. A menos que se pla-
neen y lleven a cabo alternativas educativas, nada garantiza que las mismas tendrn
lugar, pase lo que pase. Si esas alternativas no han sido puestas en marcha, los otros
cambios tendern a ser superficiales y poco duraderos. Por otra parte, la irrupcin del
cambio educativo ocasionar cambios fundamentales.
La educacin verdadera es una fuerza social bsica. Las presentes estructuras
sociales sucumbirn ante una poblacin educada, aunque los educados slo constitu-
yeran una minora sustancial. Obviamente lo que aqu se cuestiona es algo ms que la
simple escolarizacin. Se escolariza a la gente con el fin de que acepte una sociedad.
Se la educa para crear o recrear una sociedad.
Educacin tiene aqu el sentido que siempre le han otorgado los competentes
estudiosos de la educacin y de la naturaleza humana. Nadie la ha definido mejor que
el pedagogo brasileo Paulo freire, quien la describe como el llegar a ser crticamente
consciente de la realidad personal, de tal forma que se llega a actuar eficazmente sobre
ella. Un hombre educado comprende su mundo lo suficiente como para enfrentrsele
con eficacia. Si hubiera suficiente nmero de tales personas, stas no permitiran que
los absurdos del mundo actual continuaran existiendo.
Hay algunos hombres que son as; hombres que comprenden la realidad lo sufi-
ciente como para encararla con efectividad. Actualmente son pocos y la mayora de
ellos estn dedicados a manejar el mundo para su propio provecho. Si en cualquier
sociedad la proporcin de personas con esa educacin fuera un veinte por ciento en
lugar de un dos, o un treinta en lugar de un tres, tal sociedad no podra continuar
siendo dirigida por unos pocos y para los fines de esos pocos, sino que sera dirigida
para el bienestar social. Los laureles del liderazgo pierden su atractivo en cuanto se
extienden a ms de unos cuantos. Donde quiera que una proporcin razonable de la
poblacin ha sido educada en el sentido de comprender la realidad suficientemente
como para actuar sobre ella con eficacia como en la Nueva Inglaterra de los Peregri-
nos, la antigua Grecia o la Roma primitiva-, las sociedades llegaron a ser verdadera-
mente democrticas.
Los estados-nacin tal como en la actualidad existen no podran sobrevivir ante
una poblacin educada. Las naciones que estuvieran constituidas por personas educa-
das tenderan a unirse. Desde luego, eso podra comenzar a suceder dentro del marco
nominal del estado-nacin; no habra que cambiar las fronteras geogrficas. Cuando
las restricciones migratorias y arancelarias cambian lo suficiente, las fronteras polticas
pierden su significado.
Tambin las distinciones entre clases tenderan a desaparecer en las sociedades
educadas; tal como tendieron a hacerlo en ciertos perodos de la historia. Eso no quiere
decir que desaparecieran las diferencias individuales basadas en las posiciones que
otorgan ciertos valores y privilegios. En una sociedad cambiante, tan pronto como se
nivelaran antiguas diferencias surgiran otras nuevas. Sera sin embargo difcil identi-
ficar diferencias provenientes de una movilidad constante con cualquier clase, raza u
otra etiqueta de identificacin social. Una sociedad educada se convertira y seguira
siendo altamente pluralista, con una clase de jerarquas fluidas y vinculadas con sol-
tura, basadas en un gran nmero de criterios de valor independientes. Algunas perso-
nas seran ricas, otras poderosas, impopulares, amadas o respetadas o muy fuertes,
pero seran pocos los que pudieran ser todo eso a la vez durante mucho tiempo.
Una poblacin educada hara que no slo su nacin sino tambin sus instituciones
respondieran a las necesidades y los deseos de clientes y trabajadores, as como tam-
bin a los de sus dirigentes. Cualquier minora educada de proporcin considerable
jams se conformara con servicios sanitarios y educativos inadecuados, con la conta-
minacin del medio ambiente, con principios polticos dictados por grupos militares-
industriales, o con el control de los medios masivos de comunicacin por parte de la
publicidad para no mencionar los embotellamientos de trfico, los barrios miserables
y la enormidad de otros absurdos que afligen a las sociedades modernas.
Todo lo anterior no encierra ninguna magia educativa. Ni siquiera la gente edu-
cada podra solucionar esos problemas dentro de su contexto actual. Lo que podran
hacer, y haran, sera reconocer lo irracional de ese contexto y cambiarlo. Se daran
cuenta, por ejemplo, de que el consumo competitivo es una forma de vida imposible
ms all de cortos perodos o reducidas minoras. Una vez que comprendieran tal cosa,
entenderan tambin que la produccin y el empleo actuales son no slo innecesarios
sino realmente dainos. Los pertrechos blicos son un caso patente, pero la escolari-
zacin, los ostentosos y efmeros artculos de consumo ofertados con calidad de eter-
nos, las excursiones de empresarios y gobernantes a expensas del bolsillo del pblico
y un sinnmero de otros productos y actividades, son ejemplos algo menos obvios.
El hecho de que el estilo de vida de tantos privilegiados depende de que las cosas
sigan como estn, es una de las dificultades que impiden hacer algo en torno a esos
problemas. La simple educacin no puede resolverlo. Puede ayudar a que la gente vea
las arenas movedizas en que se basa su seguridad actual. Puede ayudarla a ver alter-
nativas viables. Pero es posible que se necesite algo ms para llevarlas a cabo. Eso
significa sencillamente que por s sola la educacin no puede ocasionar un cambio
social revolucionario. Puede sin embargo ir mucho ms lejos de lo que puede pensar
la gente que confunde la educacin con la escolarizacin.
El mundo escolar concibe el problema de la educacin en trminos de inducir a
los estudiantes a que aprendan lo que se supone que deben saber. Desde ese punto
de vista carece de sentido pensar que la gente encuentra bloqueados el saber y el
aprendizaje. Y, sin embargo, es claro que as es. La mayora de las personas del mundo
suda toda su vida por una tierra que pertenece a otros, vive constantemente endeu-
dada con sus patronos, no tiene control sobre los precios de lo que vende o de lo que
compra, vive en el desamparo de la miseria, y es mantenida en el desamparo no slo
porque no tiene acceso a la informacin y la oportunidad de aprender, sino tambin
porque le distorsionan deliberadamente los hechos de sus propias vidas. Brujos, sa-
cerdotes, polticos y proveedores de panaceas rentables, compiten entre s para man-
tener a esa gente hundida en la ignorancia y desconocedora de su verdadera condicin.
Los intentos de los primeros son ayudados por la miseria tan grande y desesperante
que de alguna manera hay que justificarla, enmascararla, hacerla soportable.
Para esta gente la educacin no consiste primariamente en aprender a leer sino
en aprender a entender su situacin miserable y a hacer algo por ella. Eso puede incluir
la necesidad de aprender a leer, pero es obvio que debe incluir otras cosas sin las
cuales la habilidad de leer carecera de todo valor. Supongamos que algunos nios que
viven en esa situacin aprenden a leer y pueden escapar por lo tanto. Eso no ayuda lo
ms mnimo a los que quedan atrs dando a luz ms nios.
Gran parte de lo que la gente que est en tal situacin necesita saber para poder
mejorar sustancialmente le es activamente negado u ocultado. En su trabajo con cam-
pesinos brasileos, Paulo Freire descubri que ellos aprendan inmediatamente a leer
las palabras que tenan un significado real dentro de sus situaciones vitales. Pero tan
pronto como los clientes de Freire aprendieron a leer esas palabras, organizaron ligas
campesinas para tratar de negociar con sus patronos. A pesar de que cumplieron es-
crupulosamente con las leyes y las costumbres de la regin, muy pronto sus patronos,
las autoridades locales y la Iglesia se unieron contra ellos. Se despidi y encarcel a
sus lderes negando la Iglesia sus sacramentos a los miembros de las ligas, hasta que
los misioneros protestantes comenzaron a ganar adeptos entre ellos.
Freire denomina a la cultura rural de Amrica Hispana una cultura del silencio.
Con eso quiere decir que las masas rurales, despojadas de voz en los problemas que
ms les conciernen, han olvidado cmo hablar y hasta cmo pensar sobre esos pro-
blemas, excepto en trminos de las mitologas racionalizantes que les suministraban
sus superiores. En palabras de Freire, han perdido el verbo. El trmino se emplea aqu
de la misma manera que en el primer versculo del Evangelio segn San Juan: Al
principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Lo que los
miembros de la cultura del silencio han perdido es el derecho de nacimiento otorgado
por Dios, el derecho a nombrar y por lo tanto entender y controlar su mundo. Para
comprender cmo toda una clase de hombres puede perder el verbo, basta con recor-
dar los orgenes de esa clase en la institucin de la esclavitud. Los esclavos tenan
permiso para cantar, salmodiar, parlotear y chismorrear, pero no para decir nada serio
acerca de su propia situacin o de la sociedad que los mantena en la esclavitud. Du-
rante generaciones los hijos de los esclavos se criaron sin ninguna referencia a tales
problemas, e incluso bajo la represin consciente ejercida por los padres en el caso de
las referencias hechas por los nios inocentes. Es fcil ver cmo se perdi el verbo
para los esclavos y para sus sucesores.
La prctica actual de la religin tal como afecta a los trabajadores rurales y ur-
banos de Amrica Hispana ilustra muy significativamente cmo el verbo sigue perdido
para esas poblaciones. En las reas rurales la religin es la catlica, pero en muchas
regiones el catolicismo es slo nominal. De hecho lo que existe a menudo es una yux-
taposicin de una cultura popular beata apoyada en la brujera indgena; el contenido
de los elementos catlicos y los elementos supersticiosos de la amalgama vara de una
regin a otra. Sin embargo, la funcin social de esas amalgamas es la misma en todas
las regiones sin que existan diferencias discernibles en cuanto a su eficacia. Todas ellas
efectan curas, controlan impulsos antisociales y proveen una estructura significativa
dentro de la cual se celebra el nacimiento, la muerte, el casamiento y otros sucesos
crticos en las vidas de los individuos. An ms importante desde un punto de vista
social es el hecho de que las mismas legitiman la propiedad de la tierra en manos de
los ricos, perdonan o justifican los privilegios disfrutados por las lites a expensas de
los pobres, y exaltan actos de caridad de la lite y sus papeles simblicos en los asuntos
religiosos, polticos, econmicos y familiares. Dichas amalgamas proveen a lso campe-
sinos con un conjunto de recompensas en el otro mundo para consolarlos de la miseria
actual y representan sus sufrimientos cotidianos como debidos a la voluntad de Dios,
siendo la virtud ms alta la resignacin a dichos sufrimientos.
Desde luego hay muchos sacerdotes catlicos en Amrica Hispana cuya conducta
contradice cada lnea de la descripcin anterior; fustigan a los ricos y ayudan, levantan
y dirigen a los campesinos en sus bsquedas de justicia. Esos sacerdotes son a veces
asesinados, a menudo encarcelados por locos y, ms frecuentemente, destinados a
tareas innocuas o bien son despedidos. Ocasionalmente, su trabajo es bien recibido y
alentado por algunos obispos que concuerdan con ellos.
Cuando los campesinos hispanoamericanos se mudan a las ciudades convirtin-
dose en trabajadores urbanos, gran nmero de ellos se convierte a una variedad de
sectas protestantes fundamentalistas. Los mismos patronos catlicos a menudo pre-
fieren emplear a esos conversos contratndoles selectivamente. Parece ser que son
ms inclinados a la sobriedad, ms fieles a sus esposas y familias, y ms honrados en
cuanto a su trabajo, al envo de sus hijos a la escuela, a la adquisicin de pertenencias,
y a abrirse camino en el mundo. Su comportamiento respalda perfectamente la hip-
tesis de Weber en cuanto a la relacin entre el protestantismo y la industrializacin. El
catolicismo nominal personalmente tolerante que tan bien se ajusta a la Amrica
Hispana rural y que tan agudamente contrasta con sus contrapartidas en la Irlanda
rural y en el norte de Espaa se adeca muy mal en So Paulo, Buenos Aires, Ciudad
de Mxico y los centros menos industriales de Amrica Hispana. Lo mismo sucede con
el catolicismo urbano ms sofisticado de las ciudades hispanoamericanas, con su n-
fasis en los derechos laborales, las obligaciones patronales, y, en general, la justicia
social en le mundo industrial moderno. Las enseanzas de algunas de las ms antiguas
sectas protestantes no favorecen a los intereses de los patronos urbanos ms que el
catolicismo moderno, logrando esas sectas menos conversos entre los trabajadores.
Puede parecer extrao que los trabajadores se unan a sectas cuyas enseanzas
se adecan ms a las de los patronos que a las de los patronos que a las de los propios
obreros. Esto slo se debe parcialmente a que los patronos seleccionan a los miembros
de esas sectas para trabajar. Se debe tambin a que los trabajadores relativamente
carentes de poder necesitan sicolgicamente una religin que concilie las contradiccio-
nes entre los intereses de sus patronos y los suyos propios.
Nos esforzamos por ocultar los hechos de la vida a la mirada de nuestros hijos,
de la misma manera que lo hacen los terratenientes brasileos y los patronos urbanos
para ocultarlos de la vista de obreros y campesinos. Al igual que ellos, no slo oculta-
mos y distorsionamos los hechos sino que invocamos tambin la ayuda de las grandes
instituciones y de las mitologas complicadas. Los hechos de la vida no se limitan al
sexo; en ese particular tenemos cada vez menos inhibiciones, incluso frente a los ni-
os. Pero los ingresos relativos de las familias que viven en la misma casa, la estructura
del poder en el vecindario, el por qu pap no obtuvo la promocin o mam la direccin
en la junta de damas, el por qu Jimmy fuma marihuana o Susie se ha ido temporal-
mente fuera despueblo todas esas cosas que los nios desean perversamente cono-
cer, es obvio que no les corresponden. Como tampoco el ballet en vez de la lectura, el
krate en lugar de las matemticas, o la anatoma de las moscas en lugar de la botnica
que se aprende en un libro. Evidentemente las escuelas estn diseadas tanto para
evitar que los nios aprendan lo que en realidad les intriga como para ensearles lo
que deben saber. Como resultado de ello aprenden a leer pero no leen, aprenden a
contar pero odian las matemticas, se turban en las aulas de clase y efectan su
aprendizaje en los recreos y en las calles con sus pandillas.
Nosotros mismos no lo pasamos mejor que los nios. Los intentos para que los
envases y los paquetes describan debidamente sus contenidos, se interpretan como
un ataque a la industria privada. Cualquier exploracin genuina de la poltica extranjero
es tachada de subversiva, mientras los hechos fundamentales se ocultan con el velo
de la seguridad nacional. Los enemigos de cada poder militar mundial saben ms
acerca de la capacidad e intenciones del mismo que lo que se pone a disposicin de los
legisladores. Los espas, los botones, las mucamas, los ayudas de cmara, y las criadas
de las grandes damas son las nicas excepciones privilegiadas de la conspiracin de
secretos en la que vivimos.
Por supuesto, existen inmejorables razones para el secreto y la mixtificacin. Los
nios podran quedar atemorizados para siempre si se les expusiera prematuramente
a la muerte, al sufrimiento, al sexo, o a las srdidas realidades de la vida poltica y
econmica. Los mecnicos se encontraran desconcertados si se diera a los propietarios
de automviles la descripcin detallada de sus vehculos. Un poco de conocimiento es
peligroso, no slo para el hombre de la calle sino tambin para sus mdicos, sus abo-
gados y sus contadores. Si se permitiera a los compradores saber qu es lo que com-
pran, eso permitira que tambin los competidores lo descubrieran. Si se disminuyeran
las barreras de la seguridad nacional el enemigo aprendera a menos costo. Esos ra-
zonamientos oscilan entre lo vlido y lo ridculo, pero incluso los vlidos slo son tales
dentro del contexto social en que vivimos. Para esa sociedad Paulo Freire es una ame-
naza, como tambin lo es la libre educacin de los nios y de nosotros mismos. En la
actualidad, esta educacin no es libre. Sistemticamente se impide que la gente
aprenda las cosas que son para ella ms importantes. Deliberadamente se la
desorienta mediante las distorsiones institucionales de los hechos y mediante la pro-
pagacin de mitologas religiosas, polticas y econmicas que hacen sumamente difcil
lograr un chispazo de la verdad relevante. Los capitalistas no tienen dificultad en ver
cmo los comunistas lavan el cerebro de sus vctimas. Los ingleses y los franceses ven
cada uno las maquinaciones del otro sin la menor dificultad. A nosotros slo nos con-
funde nuestro propio camuflaje.
El significado secular de los grandes maestros religiosos del pasado es visible en
el importante papel revelatorio que tiene la verdadera educacin. Aparte del contenido
trascendental de sus enseanzas, Moiss, Jess, Mahoma, Gautama y Lao-Tse para
mencionar slo a algunos de los ms famosos revelaron grandes verdades a millones
de personas. Pero las verdades que ellos revelaron jams podrn volver a ser ocultadas
totalmente. La injusticia actual sigue condenada por aquellas enseanzas, basndose
los ideales de hoy en ellas. Sus enseanzas no fueron esotricas. Muchos de sus con-
temporneos debieron ver tambin lo que ellos vieron, sentir lo que ellos sintieron,
pero carecieron de seguridad para confiar en sus juicios, de coraje para decir lo que
pensaban, o de carisma para atraer discpulos.
En nuestra poca, los grandes maestros han hablado en trminos seculares.
Marx, Fred, Darwin, y nuevamente se menciona slo a los ms famosos han re-
velado a millones de seres verdades que muchos otros haban intuido pero que no
pudieron expresar con igual claridad. Gracias en parte a los grandes maestros del pa-
sado, las verdades significativas del presente yacen ms cerca de la superficie. Estn
all para que muchos puedan verlas. La delgada capa que las cubre es frecuentemente
transparente y la hipocresa con que se leas enmascara es a menudo tan patente que
resulta ultrajante. Hoy no se necesita un genio para descubrir, revelar y proclamar las
verdades que pueden liberar a los hombres. Pero es necesario llevar a cabo esa tarea.
Ese es el papel del verdadero maestro, nico recurso educativo que siempre escasear.
Las tareas educativas del presente no requieren, en general, genios, pero s pue-
den requerir hroes.
Se necesitarn esfuerzos para que las verdades de la ciencia, de la economa, de
la poltica y de la sicologa modernas lleguen a las masas sin distorsiones simplistas.
Sin embargo, el sincero deseo de hacerlo contina siendo una mercanca ms escasa
que la habilidad de hacerlo. Hay buenas razones para explicar por qu no existe un
suministro del deseo lo suficientemente grande que conduce a la accin. Quienes se
comprometen seriamente a llevar la verdad a las personas que por constituir la gran
mayora son capaces de dar lugar al cambio fundamental corren un riesgo considera-
ble. Los Gandhi y los Martin Luther King no mueren en sus lechos. Che Guevara penetr
en la selva con armas y seguidores que se podan proteger y protegerlo. Aquellos que
van armados slo con la verdad sern an ms peligrosos y ms vulnerables. Nadie
que se halle seguro invoca conscientemente a los hroes. Pero los hroes siempre han
surgido y cuando el tiempo madure volvern a surgir.
12 ESTRATEGIA PARA UNA REVOLUCIN PACFICA
Si bien parece que por lo menos ciertas formas de gobierno estn mejor calculadas
que otras para proteger a los individuos en el libre ejercicio de sus derechos naturales
y al mismo tiempo mejor aseguradas contra la degeneracin, sin embargo la ex-
periencia nos ha demostrado que, incluso bajo las mejores formas, aquellos encarga-
dos del poder lo han pervertido, a su tiempo y mediante lentas operaciones, hasta
convertirlo en tirana; y es creencia que la manera ms eficaz de prevenir que ello
suceda sera ilustrar, tanto como sea practicable, las mentes del pueblo, y, ms espe-
cialmente, darles conocimiento de los hechos que la historia exhibe, de modo que,
provistos de la experiencia de otras pocas y pases, tambin se les pueda permitir a
ellos que conozcan la ambicin en todas sus formas, y se apronten a ejercer sus po-
deres naturales para derrotarla.
THOMAS JEFFERSON
Proyecto de ley para una difusin ms amplia del conocimiento