Leyendas de Egipto
Leyendas de Egipto
Leyendas de Egipto
del libro
LEYENDAS de EGIPTO
INDICE
LEYENDAS de EGIPTO.. 1
LAS LEYENDAS SUS ORIGENES. 2
NICROTIS. 10
ANAPU Y BITU.. 12
VICTORIA DEL GENERAL THUTI. 16
EN LA CIUDAD DE JOPPE.. 16
EL HEBREO YUSUF Y LA EGIPCIA ZULAIJA.. 18
LA LEYENDA DE AMASIS. 21
EL CAMPESINO TENAZ.. 28
LOS NUEVE DIOSES. 31
LA CREACION DEL HOMBRE.. 33
EL NOMBRE SECRETO DE RA.. 34
EL OJO DEL SOL.. 37
LA CLERA DE RA.. 46
EL ASESINATO DE OSIRIS. 49
LA INFANCIA DE HORUS. 53
LA LUCHA ENTRE HORUS Y SETH.. 56
LA CEGUERA DE VERDAD.. 64
LA HISTORIA DEL REY ARMENIOS. 67
JUAN EL HIJO DE ARMENIOS. 72
LAS LEYENDAS SUS ORIGENES
EL vocablo leyenda viene por s mismo rebosante de evocaciones, al tiempo que sugiere
aromas de siglos perfumados por la ptina del tiempo, sabor popular, aconteceres
sensacionales en ambientes tan idneos como adecuados. Surgen en las leyendas,, con
igual maestra que un cortometraje de dibujos animados de Walt Disney, las princesas en
sus castillos, los prncipes amorosos que las cortejan, los hechizos, los embrujos, los
dragones, los bosques y los lagos, los nenfares y las azucenas, los monjes, las abadesas,
los comentarios con sus sombros y estirados cipreses Toda una interminable liturgia
contenida en la sabidura, la imaginacin y la fantasa populares.
Todos entendemos lo que se nos dice cuando se nos dice que algo es legendario. Pero
si ninguno pasa de entenderlo como una vaga condicin extica, antigua y maravillosa.
Por el contrario, la leyenda es algo definido concretamente: una narracin tradicional,
fantstica, que combina en sorprendente contraste unos hechos extraordinarios con una
referencia de lugar y personas bien sean histricas o imaginarias.
Cmo se forman las leyendas. Pero, es el pueblo as, en abstracto, quien crea la leyenda?
ste es un matiz largamente controvertido. No parece asequible de una forma radical que
la leyenda haya surgido como por generacin espontnea y que se produzca de una manera
por completo annima. Existe siempre una persona concreta que imagina y crea. Ni an
los gneros ms populares pueden reducirse en ltima instancia a un asunto narrativo y a
unas imgenes bsicas que alguien ha fijado. La leyenda se considera, pues, popular ms
bien en el sentido de que el creador intuye en ella aquellos grandes temas con que el
pueblo puede sentirse identificado. Existe siempre un creador personal de las leyendas.
Sea un aedo, un mendigo medio ciego, medio poeta de la corte -como el que se describe
en La Odisea-, un doncel que recitaba y cantaba trovas en los castillos feudales o un juglar
maestro en poesa y a la vez caminante y prestidigitador en plazas pblicas. O los mismos
monjes, que en la paz de sus celdas elaboraban pacientemente voluminosos cdices de
pergamino e intentaban -inventaban?- leyendas y episodios sobre el santo tutelar de su
monasterio. Es el caso de la leyenda de Carlomagno, que se forj y encontr calor en una
serie de monasterios que lo santificaron.
La leyenda, patrimonio popular. Una vez creada, la leyenda, si acierta a dar en algo que se
imprime con fijeza en el corazn del pueblo, ste la toma y adopta amorosamente como
cosa suya. Se la pasan unos a otros y, adems, la miman y la pulen; centran la atencin en
este o aquel personaje que les es ms agradable y amplan o reducen los episodios.
Entonces la leyenda ya es patrimonio popular. Se hace conseja para ancianas que las
cuentan junto al hogar, romance que se tararea en la plaza pblica, letrilla para acompasar
y acompaar el trabajo. O poema y narracin que el clrigo, el literato o el gran seor
escriben en las horas de ocio junto a anaqueles bien repletos de libros. Porque llega un
momento en que la leyenda se hace obra culta. Con ello muchas veces vuelve a los
ambientes de donde procede.
La leyenda, patrimonio comn de la humanidad. Tiene por tanto la leyenda ese paladar,
ese sabor de cosa ligada a tierra y raza. Pero sucede que, con el paso del tiempo, los
pueblos, pases y regiones entran en contacto, intercambian su patrimonio particular, y con
sus creencias e ideas, los hallazgos de sus fantasas. Y Espaa hace a Carlomagno nacido
en Toledo y Ulises se convierte en el fundador de Lisboa (Ulisibona) o Eneas el troyano,
de Roma. Leyendas nacidas a orillas del Ganges pasan a Persia y de ella trotan a la grupa
de los corceles de los invasores rabes a todo el norte de frica, a Espaa, a Italia, a
Francia
Una vez hecho este breve pero interesante resumen acerca de los orgenes, historia y
desarrollo de las leyendas, as como su innegable universalidad, pasaremos a continuacin
a ocuparnos de las que corresponden al presente volumen: las de Egipto.
LAS SANDALIAS DEL GUERRERO
Hotep no siempre haba sido un mendigo. Hijo de un fellah de los alrededores de Tebas, su
adversa suerte quiso que fuera incluido en una de las levas con las que Ramss I, el gran
monarca conquistador, nutria las filas de los ejrcitos que guerreaban en Asia.
El joven no tuvo ocasin de distinguirse, pues justo en el primer encuentro con los
asirios un flechazo, traspasndole un muslo, le puso fuera de combate; cuando finalmente
pudo recobrar la salud se encontr con la pierna derecha privada de movimiento.
Con las peripecias y aventuras de tal viaje desde Mesopotamia al mar Rojo, podra
escribirse un buen volumen; habremos de contentarnos con saber que, de guarnicin en
guarnicin, unas veces comiendo y otras ayunando, dos meses despus de desdichada
caravana lleg al delta del Nilo, lugar fijado para la separacin de los veteranos, que desde
all se desparramaron por todo Egipto.
Hotep qued solo con otro compaero que, nacido en una aldea inmediata a la suya,
segua el mismo itinerario. Era el camarada un hombre ya viejo, encanecido en la milicia
debido a sus largos aos de servicio y privado de la vista, a consecuencia de una profunda
herida en la cabeza.
-Hola veterano! Qu es eso? Despierta, que sin duda te ests atormentando con
alguna horrible pesadilla.
-Me muerto, muchacho, me muero. Crea que tendra fuerzas para llegar all, pero no
puedo. Agua! Dame agua, me ahogo!
Hotep, alarmado, corri con cuanta ligereza permita su cojera hasta un canal
inmediato y volvi con la calabaza llena del lquido pedido, diciendo:
-Bebe. Esto pasar, es un desvanecimiento ocasionado por el fuerte sol que hoy nos
ha hecho hervir la sangre.
Hotep se devanaban los sesos, pensando qu hara o dira en aquella situacin, que le
pareca bastante grave y apurada. Por fin su compaero bebi de nuevo y dijo:
-Puede que tengas razn y me haya equivocado; pas la angustia y tengo sueo.
Durmamos y, si me muero, ya sabes; todo para ti.
Y volvi a tenderse entre las caas, murmurando palabras confusas. Hotep sigui su
ejemplo. Al poco tiempo roncaba haciendo ruda competencia a las parleras ranas. Cuando
despert, al salir el sol, el ciego yaca a algunos pasos de all, tendido boca abajo.
Hotep lleg finalmente a su pueblo y continu llevando la vida que haba tenido antes
de ir a servir al faran.
Un da, cuando el sol comenzaba a iluminar con sus esplndidos rayos, Hotep,
vistiendo su viejsimo calasiris de algodn listado, que dejaba ver por sus mltiples
desgarrones las oscuras carnes del mendigo, sali de su casa y empez a andar con alegra.
Apareci junto a una de las colosales esfinges que constituan la entrada del templo.
Se detuvo un momento y, sacando de un envoltorio el casco de bronce y las sandalias que
heredara del viejo guerrero, se atavi con ambas prendas, quedando en breve espacio de
tiempo convertido en la ms grotesca figura que imaginarse pueda nadie.
No pareca, sin embargo, el invlido descontento de su aparato indumentario, pues
con aire satisfecho se atus la encrespada y revuelta cabellera, y canturreando una cancin
popular se dirigi, apoyado en un grotesco bastn que le serva de muleta, hacia una
puertecilla que se divisaba casi oculta entre las robustas piernas de la colosal estatua, que
pareca guardar la entrada al gran patio.
Hotep dio con su bastn un fuerte golpe en la hoja de la puerta y pocos instantes
despus apareci en el dintel una mujer, cubierta por ajustada tnica blanca, sostenida por
una especie de tirantes de cuero rojo.
-Qu se te ofrece tan temprano y tan compuesto? -pregunt con burlona sonrisa al
reparar en el casco y las lujosas sandalias del mendigo-. Hoy no es da de repartir los
restos de las ofrendas
-No vengo a pedir limosna -contest Hotep. Y luciendo una gran sonrisa, aadi-:
Vengo a hablar con un padre para decirle que es mi deseo pedirle tu mano, pues quiero
casarme contigo.
Los ecos del templo reprodujeron durante largo espacio de tiempo las ms sonoras y
alegres carcajadas que jams haban turbado la majestuosa calma de aquel silencioso
recinto. Hotep, sin desconcertarse por la manera como era acogida su pretensin, dijo
mirando con petulancia sus sandalias:
-Hermosa Amneris, veo que mi idea te regocija y esto me hace suponer que mi figura
no te disgusta y el resultado
-El resultado -interrumpi la joven- ser que mi padre te dar algunos palos y te
romper la pierna que an tienes sana.
-Olvidas acaso que soy propietario de una gran casa junto al canal del Castillo
Blanco?
-No es tan mala, y adems tengo estas sandalias -dijo l mientras se miraba los
pies.
-Mira Hotep -dijo Amneris adoptando un aire protector-, sin duda algunas los fuertes
calores y todo el hambre que has sufrido en Asia han perturbado tu razn. En primer lugar,
debes saber que tengo un pretendiente muy bien acomodado, y en segundo lugar, cmo
quieres que yo, hija de un guarda del templo, corresponda al afecto de un buen muchacho
como t, pero que ha quedado completamente intil para todo? Cmo atenders a mi
subsistencia con la pierna arrastrando y ese casco tan abollado? Ja, ja, ja!
El pobre, cuya candidez le haba hecho concebir las ms lisonjeras esperanzas, por
nica respuesta se rasc el cogote, mir a Amneris y, con gesto de cmica desesperacin,
dio media vuelta y sin pronunciar una palabra se alej de la puerta acompaado por las
carcajadas de Amneris.
Hotep, aunque verdaderamente anonadado por la escena narrada, tena, como todos
los fellahs una gran dosis de mansedumbre y resignacin; as que, despus de desahogar
su clera murmurando unas cuantas invectivas contra Amneris, se encamin hacia un
grupo de palmeras que sombreaban el camino que conduca al templo y se tumb sobre la
menuda hierba. Pocos instantes despus roncaba como un bienaventurado.
-Por mi padre, el Sol, que no he visto jams sabandija tan insolente! Oye, miserable,
y tiembla.
-No tembl en el campo de batalla cuando una flecha asiria traspas mi muslo, y me
asustar ahora que nada malo he hecho? Pero ah! -exclam de pronto-, t debes ser el
rival que me disputa el amor de Amneris.
-Con que, es decir -prosigui Hotep-, que no contento con quitarme la novia, quieres
tambin apoderarte de mis sandalias?
-Sin dudas ignoras quin soy -dijo el personaje del pectoral-. De rodillas, miserable,
ante el faran!
-Alto y poderoso Ramss, perdona a tu humilde esclavo. No me postro ante ti, porque
la herida que recib a tu servicio me inutiliz la pierna y no puedo Ten misericordia de
este infeliz invlido, que si pronunci palabras inconvenientes fue por no haberte
conocido.
-Piensa bien lo que vas a contestarme, porque de ello depende tu vida. Recuerdas la
ocasin en que adquiriste esas sandalias?
Comprendi que se le ofreca una enorme fortuna. Solo tena que contestar de forma
adecuada a las preguntas de Ramss. Por un momento pens en esto y en que de esta
forma tan sencilla conseguira aquello que tanto deseaba, es decir, podra casarse con
Amneris.
-Seor -dijo-, soy un mendigo intil y despreciable, el alimento que tomo lo debo a la
generosidad del pueblo, pero mis labios no se mancharon nunca con una mentira. Estas
sandalias no me las diste t.
Y brevemente cont al faran su triste historia y la manera cmo las sandalias haban
llegado a sus manos.
El faran, viendo que haba tropezado con un hombre honrado, alguien que no
deseaba aprovecharse de la fortuna que haba llamado a su puerta, decidi llevarlo a
palacio donde le agasaj por su fidelidad y le recompens ampliamente por sus servicios,
ofrecindole adems un puesto en la corte.
Gracias a ello Hotep pudo ir al templo a pedir la mano de Amneris, quien vindole en
una buena posicin le acept rpidamente, pues ella siempre le haba querido.
EL gran faran de Egipto haba sido brutalmente asesinado. A los pocos das, la reina
viuda, la bella Nicrotis, aceptaba el trono que sus sbditos le ofrecan. Ocurra esto en el
viejo Egipto, en Menfis, la capital del Imperio Antiguo, hace muchos cientos de aos.
Lleg el da sealado para el gran festn y los invitados empezaron a llegar luciendo
sus ms exquisitas, bellas y esplndidas galas. Antes de que estuvieran todos reunidos,
comenz la comida. La bella Nicrotis apareca mucho mas hermosa que nunca, y una
extraa mirada brillaba en sus ojos. Todo se realizaba con la mayor magnificencia ante los
absortos invitados.
De momento los comensales creyeron que se trataba de algn efecto de tramoya para
amenizar la fiesta y siguieron degustando tranquilamente los alimentos y bebidas mientras
continuaban las charlas y bromas entre ellos.
Empezaron a alarmarse cuando vieron que el agua suba y suba sin parar. Ya les
estaba cubriendo los pies y, presos de terror, buscaron las salidas para evitar morir
ahogados.
Las puertas estaban cerradas y nadie las abri, con lo cual el agua segua manando e
iba aumentando el nivel. A muchos de los comensales ya les alcanzaba hasta la cintura,
con lo cual las escenas de pnico se fueron sucediendo cada vez con mayor frecuencia.
En aquel instante comprendieron la trgica realidad y vieron que solo estaban
presentes los que haban sido traidores, as como tambin los asesinos. Haban cado en el
lazo que la Reina les tendiera para llevar a cabo su venganza.
Sobre los cadveres flotantes de los cortesanos se dej or la voz de Nicrotis que
deca:
En efecto, Nicrotis haba concentrado all, precisamente, a todos los que participaron
en el complot para asesinar a su esposo.
ANAPU y Bitu eran dos hermanos que vivieron hace muchsimo tiempo en Egipto.
Haban heredado mucha hacienda de su padre.
Segn las leyes y las disposiciones del padre, a Anapu, el mayor, pertenecan casa,
ganados y campos. Bitu, el menor, haba de trabajar para su hermano, recibiendo a cambio
el salario necesario.
Bitu era inteligente, hbil, trabajador y conocedor de todo lo referente a los campos y
ganados; tanto era su saber que conoca el lenguaje de las reses y saba lo que los pobres
animales queran decirle y cuanto se decan entre elos.
Anapu no trabajaba tanto como el hermano. Un da, en que estaban los dos ocupados
en preparar la siembra para las tierras, envi Anapu a Bitu a casa en busca de unas
semillas para echarlas en los surcos recin abiertos.
Bitu parti obediente y cogi la semilla; los dos hermanos la echaron en los surcos y
terminado el trabajo, volvieron a su casa.
Pero Anapu encontr a su esposa llorando y ella le dijo, despus de hacerse rogar,
que cuando Bitu lleg en busca de las semillas le haba dado una paliza.
Mucho se enfad Anapu con esto y form el propsito de dar muerte a su hermano,
pero supo contenerse, pues quera hacerlo de un modo que nadie pudiera acusarle de
fraticida, esperando una ocasin favorable para su intento.
Bitu, que no haba hecho lo que dijo su cuada, se dirigi a su cuarto y no se enter
por tanto de la conversacin de los dos esposos, ni sospech nada, pues los dos lo trataron
a la hora de la cena con el mismo cario de siempre.
Cuando se dispona a entregarse al descanso se le ocurri ir antes a dar una vuelta por
el redil de los ganados, para ver si les faltaba algo.
Entr en el cercado y vio a casi todos los cameros y ovejas tendidos en el suelo,
rumiando unos, durmiendo otros, pero sus favoritos se levantaron en cuanto lo vieron y
fueron a pedirle caricias. Bitu pas la mano por el lomo de los tranquilos animales y ya se
iba cuando, gracias a comprender su lenguaje, oy que uno de ellos le deca que deba
emprender la figura, pues su hermano, enfadado con l, pensaba darle muerte.
Bitu, pensando que se haba salvado de momento, descans en la otra orilla, pues su
hermano no poda pasar el ro antes de que amaneciera, y en cuanto la luz del sol permiti
a los hermanos verse, Bitu pregunt desde la orilla:
-Debo marcharme -contest-, me voy al valle de las Acacias y voy a decirle todo lo
que pasar. Gracias a mis artes mgicas me arrancar el corazn y lo colgar de la rama
ms alta de una acacia. Cuando el rbol sea cortado y derribado caer al suelo mi corazn
y podrs contemplarlo. En cuanto lo hayas buscado durante siete aos tmalo y ponlo en
un cacharro con agua fra. Esto bastar para volverme a la vida. As resucitar y me
vengar de mis enemigos; sabrs cuando lo tienes que hacer si te ofrecen un vaso de
cerveza del que caiga al suelo la espuma. Luego te darn un jarro de vino cuyas heces se
levantarn hasta el borde. Cuando ocurra todo esto procura no perder tiempo.
Anapu volvi triste a su casa. Encolerizado por la mentira y falsedad de su mujer, le
dio muerte y luego llor a su hermano Bitu.
Bitu se cas con la diosa y le comunic el secreto de que tena el corazn colgado en
lo alto del rbol, y tambin de que quien encontrase la acacia tendra antes que luchar con
l.
Tan hermosa era la mujer de Bitu que la fama de su extraordinaria belleza lleg hasta
el faran, que, para saber si lo que se deca era cierto, hizo un viaje al valle d las Acacias,
solo, sin squito y disfrazado. De esta forma pudo acercarse, sin ser visto ni reconocido
por nadie; y cuando vio finalmente a la joven decidi que deba hacerla su esposa.
Vuelto a palacio dio las rdenes y envi un grupo de soldados al valle de las Acacias,
con orden de matar a Bitu y llevar a la esposa a su corte. No pens que todo poda ocurrir
al revs, porque los soldados fueron muertos en lucha por Bit, que los atac con la fuerza
de un len.
Irritado el faran, llam a los adivinos para que le indicasen el modo de conseguir la
muerte de Bitu. Deliberaron largamente y resolvieron que no poda matarlo en lucha, sino
con astucia. El faran se disfraz de nuevo y fue otra vez al valle de las Acacias, donde
esper la ocasin.
Pudo el faran hablar con la joven, que, al saber que sera reina y duea de muchos
tesoros, consinti en la muerte de su marido y comunic al rey que en la rama ms alta de
la acacia estaba el corazn de Bitu, y que solo con derribarla caera muerto.
-Voy a convertirme en el sagrado buey Apis -le dijo-; llvame junto al faran, que te
dar oro y plata y yo ya encontrar medios para castigar a mi esposa por toda su maldad.
-Quin eres?
-Bitu -y aadi-. Ya supiste lo que hacas cuando dijiste al faran que cortase la
acacia.
La mujer se asust mucho y, para evitar los peligros que prevea, suplic al faran
que le concediese un favor y l consinti en ello.
-Dame, seor, para que lo coma, el hgado del toro sagrado, no hay nada que me
guste tanto como eso.
El pueblo, lleno de alegra por lo que se pens que era un milagro, empez a adorar y
ofrecer sacrificios a los dos rboles.
Pas el tiempo. El faran, coronadas las sienes con diadema de lapislzuli, guirnalda
de flores en el cuello, se sent en su trono de plata y oro e hizo que le llevaran al sitio
donde haban nacido los dos rboles. Detrs iba la reina, y ambos fueron colocados al pie
de los rboles. Bitu, que era el rbol bajo el cual estaba la reina sentada, dijo en voz baja:
-Mujer, a pesar de cuanto has hecho, sigo viviendo. Obligaste al faran, a travs de
tus malas artes, a cortar la acacia en la que estaba colgado mi corazn, para darme muerte;
luego me convert en buey sagrado y tambin me hiciste matar, pero debes saber que he
vuelto a renacer.
La reina oy con gran terror estas palabras y ese mismo da pidi al faran que le
prometiese concederle una cosa que deseaba mucho. Cuando ste hubo accedido le dijo:
-Seor, ordena que corten inmediatamente esos rboles para que se hagan con ellos
dos hermosas vigas.
As se hizo, pero una menuda astilla de madera se escap del tronco y penetr en la
boca de la reina. Poco despus sta tuvo un hijo, que era Bitu, vuelto a encarnar en forma
humana, pero la mujer no lo saba.
El faran estaba encantado con el nio, le dio el nombre de Prncipe del Alto Nilo y,
como lo haba nombrado sucesor suyo, cuando el rey falleci Bitu fue designado faran.
Entonces, Bitu mand llamar a los grandes de la corte y revel cuanto le haba
sucedido. Al terminar su relato todos los cortesanos condenaron a la mala reina, que fue
desterrada en castigo a sus delitos.
Bitu rein durante veinte largos aos y luego le sucedi su hermano Anapu, al que
haba nombrado su sucesor en el trono.
VICTORIA DEL GENERAL THUTI
EN LA CIUDAD DE JOPPE
EL general Thuti vivi cuando imperaba en Egipto la Decimoctava Dinasta. Era uno de
los mejores guerreros egipcios que haba acompaado al rey Tutms III, el de las grandes
conquistas. Se le consideraba hombre extraordinario, muy inteligente y valeroso a pesar de
su juventud.
En el campo de batalla figuraba siempre al frente de sus tropas, por lo que los
soldados le seguan con gran entusiasmo. Decan que nadie poda ser comparado con l.
Por todo esto, el rey le dispensaba gran afecto y le permita estar con l en su palacio.
El general se dio a conocer ante todos los cortesanos, por primera vez en todo su gran
valor, cuando era tan solo un simple oficial. Un da lleg hasta la corte un mensajero de la
ciudad de Joppe, situada en la regin de Thai, al lado de la desembocadura del Nilo, que
haba decidido sublevarse contra el monarca supremo. Llegaba el mensajero presuroso,
jadeante, y pidi ser llevado en el acto a presencia del faran. Cuando lleg ante l, le dijo
que el reyezuelo asitico de Joppe haba dejado de prestarle obediencia y se hallaba en
franca rebelda.
Tras las palabras del faran, incluso los ms expertos en el arte de la guerra se
quedaron en el ms completo de los silencios, sin osar ofrecer sus servicios al monarca,
pues por un lado estaban temerosos ante el tono de voz de su faran, pero adems
conocan a la perfeccin lo inexpugnable que era Joppe as como la extrema crueldad, el
enorme valor y la pericia de su reyezuelo.
Los ojos de Tutmpes, ante ese silencio, recorrieron el saln, indignados. Cuanto mas
denso era el silencio que invada la estancia y pensando ya que nadie tendra la osada de
presentarse para tan suicida misin, un desconocido oficial se ofreci para llevar a cabo la
operacin, saliendo de entre el nutrido grupo de cortesanos que asistan a la escena: era
Thuti.
El rey, ante las sorprendentes palabras de ese muchacho, le dijo que se acercara y le
expreso su sorpresa y hasta puso en duda su capacidad para realizar tamaa empresa, pero
el joven oficial insisti con tanto ahnco y perseverancia, poniendo tanta emocin y bro
en todas sus palabras, que el faran acab por encomendarle la jefatura del ejrcito que
deba ir contra la ciudad rebelde.
Tutti dispuso grandes preparativos. Entre las muchas cosas que decidi que deba
llevarse haba un gran saco de piel en el que introdujo un par de argollas para los pies y
otro par para las manos, as como cuatrocientas tinajas con cadenas, cuerdas y collares.
Partieron rpidamente y tras muchos das de marcha sin descansos, llegaron todos los
componentes del ejrcito cerca de Joppe. Antes de pensar en penetrar dentro de la
fortaleza, Thuti hizo enviar un mensaje dirigido al reyezuelo rebelde en el que le
comunicaba que se hallaba huyendo del faran porque haba pretendido matarle, por lo
que haba decidido ir a Joppe a ofrecer sus servicios y los de los soldados que le haban
seguido.
De regreso al palacio real, Thuti fue recibido por el faran con muestras de gran
agradecimiento, obteniendo de ste el nombramiento para lo sucesivo de general en jefe
de todas sus tropas.
EL HEBREO YUSUF Y LA EGIPCIA ZULAIJA
Pero Yusuf era de gran hermosura y Zulaija se enamor de l. Por eso siempre
procuraba estar a su lado y atenta a la menor necesidad del joven y se complaca peinando
sus cabellos. Sin embargo, Yusuf no corresponda a su pasin, todo su pensamiento lo
tena puesto en Dios.
Esto expresaba a Zulaija, hasta el punto de que sus mejillas empezaron a palidecer y
su cuerpo languideci, solo pensaba en cmo lograra que el joven hebreo cediese a sus
deseos.
Zulaija la dej hacer. Entonces la nodriza encarg a unos competentes albailes que
hicieran una cmara con arreglo a sus indicaciones.
Despus encarg a un pintor que retratara con todo detalle las figuras de Yusuf y
Zulaija abrazndose.
Cuando lleg ante la cmara, el joven comprendi los deseos de la egipcia y quiso
volverse pero ella, rpida como el pensamiento, fue hacia l y, cogindole de la mano, le
condujo hacia el lecho. Luego le alab la belleza de su rostro, de sus ojos, de sus cabellos,
el delicioso aroma de su aliento.
Yusuf le contestaba diciendo que toda esa belleza se convertira en polvo cuando
muriera, y si entonces aspiraba su aliento, que tanto le agradaba ahora, huira asqueada
ante el hedor que desprendera todo su cuerpo.
Y he aqu que en ese momento acert a pasar junto a la habitacin Aziz, quien al ver
a Yusuf tan apenado y a Zulaija llorosa y mesndose los cabellos, entr en la cmara para
saber lo que suceda. Entonces ella le dijo que su protegido hebreo, aquel al que haba
favorecido con todo su cario, haba querido cometer con ella una mala accin.
Aziz estaba asombrado; su mirada iba de Yusuf a Zulaija, y de sta al hebreo. Pero
Yusuf se acord, de pronto, de que poda citar a un testigo en su favor. En la habitacin
donde haba tenido lugar aquella escena se encontraba un nio pequeo en una cuna; este
nio haba sido adoptado por Zulaija, en vista de que Dios no le conceda ningn hijo, y
dorma siempre en su misma alcoba.
Yusuf elev al cielo su oracin y pidi al Seor que le ayudara en su crtica situacin.
Entonces Dios hizo bajar a la Tierra a Gabriel -sobre l sea la paz!- y le dio la orden de
que hiciese hablar al nio para que declarase a favor de Yusuf.
Gabriel hizo como el Seor le mandaba, y el nio empez a hablar y dijo a Aziz que
si la tnica de Yusuf hubiera estado desgarrada por delante, Zulaija habra dicho la verdad;
pero que al estarlo por detrs, ella menta, y el testimonio de Yusuf era sincero.
Aziz comprob que cuanto haba dicho el pequeo era totalmente cierto, entonces,
dirigindose a su mujer, le mand que pidiera sincero perdn al muchacho hebreo.
Y sucedi que a partir de aquel da empez a divulgarse la noticia por todo Egipto,
principalmente entre las mujeres, que lo comentaban riendo y no podan comprender cmo
la mujer de Aziz haba podido incurrir en tal extravo.
Zulaija se enter de todo y quiso demostrar a sus amigas cmo no tena culpa de lo
que haba ocurrido.
Cuando la reunin estuvo formada, les dio naranjas con miel, y para que mondaran
las naranjas entreg a cada una un pequeo cuchillo.
Las damitas empezaron su faena, y en ese instante Zulaija mand que hicieran entrar
en el saln al joven Yusuf, al que antes haba vestido y adornado con todo esmero.
Cuando sus amigas vieron al bello hebreo, su admiracin no tuvo lmites. Tan
absortas estaban en contemplar su hermosura, que, en vez de cortar las naranjas, cortaban
sus propias manos, y era tal su atolondramiento que no sentan correr la sangre ni el dolor
que con el cuchillo se producan.
Pero incluso despus de lo sucedido Zulaija segua deseando castigar a Yusuf por su
desprecio. Para ello fue a ver al rey Rayan ibn al Salid, con el que tena gran influencia, y
logr que le permitiera encarcelar al hebreo.
Cuando pas algn tiempo, ante la represin de Aziz por su conducta, Zulaija se
arrepinti y desde entonces no poda conciliar el sueo, y solo estaba contenta al hablar de
Yusuf.
Se cuenta, acerca de las mujeres que vieron al bello mancebo, que murieron siete de
ellas por su amor.
LA LEYENDA DE AMASIS
CUENTA Herodoto que Amasis haba llegado al trono de Egipto desde una vil condicin,
ya que antes se haba dedicado al robo y al pillaje.
Su elevacin al trono caus una gran sorpresa y un enorme disgusto, pues los
orgullosos egipcios se vieron as mandados por un hombre a quien juzgaban de clase
inferior a los ms bajos.
Amasis, viendo el desprecio con que era tratado, resolvi dar una leccin a sus
desdeosos sbditos.
Entre los objetos que posea para su uso personal se encontraba una jofaina de oro en
la que se lavaban los pies todos los que iban a comer con Amasis. Mand fundir la
palangana y con el oro hacer una estatua de una divinidad, ponindola despus en una
plaza pblica.
Todo los que pasaban por enfrente de la estatua se volvan a ella y la adoraban con
veneracin.
Amasis mand reunir a todos los que haban adorado a la estatua y les dijo:
Y en efecto, desde aquel da ces el desdn de los egipcios por Amasis y le prestaron
acatamiento y respeto.
LA LEYENDA DE SANTA EUFEMIA
Reinando el gran rey Honrius, haba un emir llamado Aristarco, que tena por mujer a
Eufemia. Aristarco y Eufemia eran fieles devotos de la ley de Dios; cumplan con todos
los preceptos de la caridad, de la fe y de la modestia.
Cay enfermo Aristarco de mortal dolencia. Sabiendo que el fin de sus das estaba
prximo, llam a su esposa y, afirmando su fe en Cristo, le declar, una vez ms, que el
mejor camino de salvacin era la prctica de las buenas obras, exhortndola a que siguiese
la vida hasta entonces llevada y que no dejase de rogar al arcngel San Miguel, para que
los protegiese en esta vida y los condujese con ventura a la dicha eterna.
La buena mujer afirm que seguira los consejos de su marido y le pidi que le dejase
una imagen del santo arcngel para colocarla en la habitacin y para que la defendiera
contra las asechanzas de Satn, ya que la mujer sin marido es semejante a un cuerpo sin
alma. Aristarco tuvo gran alegra por ello y mand llamar a un habilsimo pintor, el cual
ejecut una imagen perfecta del arcngel, ornndola con una capa de oro y guarnecindola
de piedras preciosas. Cuando el emir vio la imagen, sinti una gran alegra y mand llamar
a su mujer, a la cual dijo:
-Tu deseo ha sido cumplido, he aqu una bella y rica imagen del santo arcngel
Miguel.
Desde aquel momento saba que tena una firme defensa contra las asechanzas del
demonio. Poco tiempo despus, Aristarco muri santamente y su cuerpo fue enterrado en
la iglesia.
Cuando supo Eufemia quines eran las visitantes, sali ella misma a recibirlas con
toda amabilidad y cortesa. Cuando las vio, las hizo entrar en la casa, pues mostraban un
aire de modestia y humildad admirable. Las llev a la habitacin en donde haba colocado
la imagen del arcngel San Miguel que le hiciera pintar su marido. Eufemia dijo a Satn,
sin saber quin era en realidad:
-Oh hermana!, entra aqu para pedir la bendicin del santo Arcngel, cuya figura
aqu se muestra. Desde que muri mi esposo nadie ha entrado en esta habitacin, salvo yo.
Y Satn le contest:
-Mal has hecho, mujer. En cualquier sitio en donde no haya un hombre no habr
bendicin. Si quieres ser grata a Dios, yo te dar un buen consejo: toma de nuevo a un
hombre en matrimonio. Yo conozco a un gran emir, el mayor de todos los que rodean al
rey Honorio. Tiene por hombre Heraclio. Es yerno mo y ha enviudado hace poco tiempo.
De parte de l vengo a solicitarte en matrimonio, y aqu te traigo estos presentes para que
veas cun grande es su magnificencia y generosidad.
Y mostr a Eufemia una gran cantidad de joyas que brillaban maravillosamente. Mas
estas joyas eran para apariencia, ilusin y no realidad. Eufemia contest:
-Oh hermana!, tus palabras son mentirosas. Acabas de decirme que desde que muri
tu esposo no ha entrado hombre alguno en tu habitacin, y ahora afirmas que tu intendente
no te deja ni de noche ni de da. La Escritura dice que aquel que observa la ley, pero falta a
una sola letra de ella, ser responsable como si hubiera violado todas las leyes. Dios
detesta y condena a los mentirosos.
-Antes de concederte lo que pides has de orar. Dirige tu mirada al Este y pide a Dios
que te perdone por haber pensado mal de mi guardin. Cuando hayas hecho eso, entonces
te mostrar a mi guardin.
Satn contest:
-Aquellos que mi invistieron con este hbito religioso me ensearon a no elevar las
manos para rezar sino en mi monasterio, y a no aceptar ni comida ni bebida en mesa de
laicos.
-Ah! - exclam Eufemia-, t acabas de reprocharme una supuesta falta contra la ley,
y sin embargo t olvidas que el Seor ha dicho: En cualquier casa en donde entris decid:
Que la paz sea con los habitantes de esta casa. Y si hay alguien digno de recibir vuestro
saludo, recaer sobre l, y en caso contrario volver sobre vosotros. Tambin ordena que
e rece por todos los caminos, en todos los lugares.
-Oh arcngel Miguel, que gobiernas las milicias del cielo, ven en mi ayuda! T, a
quien mi marido Aristarco me confi antes de morir!
-Yo soy aquel que acecha al hombre desde que fue creado, para dominarlo con mi
poder! Ahora me has dominado, Miguel; pero espero mi venganza!
-Ese da Miguel, con todas las milicias celestiales, estar delante del trono del Seor
para pedirle que haga subir las aguas de los ros, para que haga descender la lluvia y el
roco sobre los campos. Durante tres das y tres noches permanecer prosternada ante
Dios.
-En ese momento yo vendr aqu. Romper esa tabla en mil pedazos sobre tu cabeza.
Y as conocers cun grande es mi poder! -replic Satn.
Desde aquel da Eufemia extrem sus devociones, pidiendo a San Miguel que no la
abandonase. Se aproximaba la fiesta del Arcngel y Eufemia prepar cuidadosamente las
ofrendas y todo aquello que era necesario para celebrar dignamente la festividad. Da era
sealado para ella, y por eso esperaba vivamente la llegada. El da 12 del mes de Paoni, la
bendita mujer, desde la alborada, se hinc de rodillas y comenz a orar devotamente.
De pronto Satn se apareci bajo la forma de un ngel inmenso, con largas alas
extendidas. Iba ceido por un resplandeciente cinturn de oro y sobre su cabeza llevaba
una diadema de fulgurantes piedras preciosas. En la mano llevaba un cetro de oro que no
tena encima la cruz de Cristo. Eufemia se estremeci de miedo. Satn le dijo las
siguientes palabras:
-Que la paz sea contigo, mujer bendita de Dios y de sus ngeles! Bendita seas, pues
tus ofrendas y sacrificios han llegado hasta el Seor. l me ha envidado a ti para
aconsejarte y guiarte en lo que tienes que hacer. Obedceme como si fuera l mismo, pues
escrito est que la obediencia es mejor que los sacrificios.
-Durante mucho tiempo has hecho grandes sacrificios y has gastado todo tu caudal en
hacer buenas obras en memoria de tu marido Aristarco, ms ste, por su santa vida y
muerte, ha sido acogido en el seno del Seor. T, con tu piadosa vida, excitas la envidia de
Satn, el cual puede tentarte, como hizo con Job, el santo paciente. Satn puede arruinar tu
casa, como hizo con Job. Tu marido muri sin dejar descendencia. T has de contraer
nuevo matrimonio. Y Arius ha de ser tu esposo, un seor lleno de riquezas.
-En qu libro ha ordenado Dios que no se hagan limosnas, que se abandonen las
buenas obras? Dnde ha dicho el Seor que la mujer ha de casar con dos hombres? Todo
libro que venga de Dios ha de aconsejar la pureza de alma, la castidad, el abandono de los
bienes materiales, el desprecio al mundo, la caridad hacia los pobres y los miserables. En
cambio t me ordenas lo contrario. Dice el sabio Salomn que las tortolillas y las cornejas
no toman mas que un marido. Si eso hacen los pjaros mudos y sin inteligencia y
conservan puras sus almas, qu har una criatura racional, que Dios ha creado a su
imagen y semejanza? Yo no tomar otro marido ni abandonar todas las obras de caridad
que realizo en nombre de Dios y del arcngel San Miguel. Dime de dnde vienes y cul es
tu nombre.
Satn contest:
-Yo soy el arcngel San Miguel, al cual rezas con tanta devocin. Arrodllate ante m,
pues Dios me ha enviado.
Eufemia contest:
-Cuando Satn se apareci a Jesucristo y se fue a prosternar ante Jess el Mesas, ste
exclam: Atrs, Satn!.
Satn protest:
-Cmo Satn habra tomado esta magnfica apariencia con que yo me he presentado
ante ti? Satn fue expulsado del cielo por su orgullo y Dios me encarg que yo tomase su
puesto.
Pero Eufemia no se dej engaar y le pregunt que si, como deca, era el arcngel,
dnde estaba la cruz que deba llevar en su espada, pues en la imagen que tena as lo
haba visto.
Satn dijo que eso era una invencin del pintor, ya que no todos los ngeles llevan la
cruz en sus espadas. Eufemia contest:
-Si el rey enva a un sitio a uno de los soldados, no llevar el enviado el sello de su
seor? Pues, de lo contrario, no podr justificar debidamente que es un enviado y no un
traidor que quiere introducirse con falsas palabras, y la persona a quien se dirige no lo
recibir ni atender las rdenes que lleva. Si t eres un enviado de Dios, djame que traiga
el retrato del Arcngel.
Al or cuanto haba dicho, Satn comprendi que haba sido vencido, una vez ms,
por la virtuosa Eufemia y se puso a rugir como un len y grit con grandes voces. Se lanz
contra la desdichada Eufemia y, agarrndola por la garganta, le dijo con voz tenebrosa:
-Hoy no te me escapas. Desde hace mucho tiempo estoy en acecho, noche y da, para
lograr vencerte; mas hoy ya no te valdr Miguel.
-Tranquilzate y confa en m. Desde este momento nada podr Satn contra ti. Yo
soy el arcngel San Miguel, a quien tanta devocin has tenido desde tu infancia. Las
ofrendas y las buenas obras que has realizado en mi nombre han subido hasta el trono del
Seor y han sido acogidas con benevolencia. Acaba los preparativos para esta fiesta y
disponlo todo bien, pues ste es el ltimo verano que pasars en la Tierra. Cuando acabe el
esto, vendr a buscarte con los escuadrones anglicos y te llevar hasta el seno del Seor.
Y dichas estas palabras, se elev en los aires, rodeado de una gran gloria.
En el centro, sobre una silla de marfil y oro, estaba la imagen del arcngel, ante la
cual se arrodillaron todos. Despus Eufemia abri las cajas de sus riquezas y las ofreci
todas al obispo para obras de caridad, en nombre del arcngel, que aquel mismo da
pedira a Dios que le permitiera bajar a buscar a la buena mujer. El obispo llev consigo
todos los bienes de Eufemia. sta, por la tarde, dio libertad a todas sus esclavas negras. Su
mansin se llen de un perfume exquisito. Despus se volvi hacia Oriente. Santa
Eufemia se dirigi al obispo, que haba vuelto despus de llevar las riquezas a su palacio,
y le dijo:
-Oh, padre mo!, yo te suplico, en nombre de Dios, que reces por m al Seor, a fin
de que me presente ante l en un momento propicio. Cercana est la hora de mi muerte.
He aqu que detrs de mi est el arcngel San Miguel, con todas sus celestiales milicias.
El obispo empez a entonar sus plegarias. Santa Eufemia pidi que se le trajese su
imagen del arcngel y cuando la tuvo ante ella, le invoc.
Entonces todos pudieron ver que se abra el cielo y apareca el arcngel San Miguel,
resplandeciente como el Sol. Sus miembros parecan brillar como el cobre batido. En su
mano tena una trompeta y estaba encima de un carro que tena la forma de una barca; su
mano izquierda blanda una espada, en cuyo pomo se vea la Santa Cruz. Estaba revestido
con hbitos magnficos.
Un concierto de armoniosas voces se oa. Las palabras que se escucharon eran stas:
El Seor conoce la va de los justos y de los pruso. Ellos son los que heredarn los bienes
eternos.
EN el Pas de la Sal viva un humilde y honrado campesino -que all se llaman sekhti- que
se ganaba la vida traficando en Henenseten con sal, juncos y dems productos de la
regin.
Cuando iba hacia all tena que atravesar las tierras de casa de Fefa.
Junto al canal viva Tehuti-nekht, hijo de Asri y siervo del senescal Maruitensa. Este
hombre haba invadido el sendero -pues entonces no estaban los caminos de Egipto
protegidos por la ley- y solo quedaba un estrecho camino de tierra, con el canal a un lado y
un campo de trigo al otro.
Tehuti-nekht era injusto, avaro, y una de sus pasiones era la de quedarse con lo ajeno;
cuando vio al sekhti acercarse con sus asnos bien cargados sinti un irresistible afn de
quedarse con ellos, as como con toda la carga, y no tard en forjar un plan para ello.
-Tomar un chal -se dijo- y lo extender por el sendero. Si el sekhti deja que pasen
los burros por encima -lo que no tendr ms remedio que hacer, pues no hay otro camino-,
nada me costar empezar la discusin con l y apoderarme de todo cuanto posee.
El sekhti se acercaba, y, cuando vio el chal, no tuvo mas remedio que seguir adelante
dejando que sus asnos pisaran esa prenda. Tehuti-nekht al acecho y se apresur a exclamar
encolerizado:
-alto! Piensas que tus animales pueden pisar impunemente prendas que me
pertenecen?
Y mientras as hablaba, oblig a los asnos restantes a desviarse un poco y pasar entre
los tallos del trigo.
-Cmo! As destruyes mis campos? Te parece bien que tus anos los pisoteen?
-No tengo ms remedio! Con el chal has interceptado el sendero, as que o lo piso o
estropeo algunas espigas. Sabes bien que no puedo ir por el otro lado, pues est el canal.
Empezaron a discutir y, mientras tanto, uno de los animales empez a comer espigas
de trigo.
-Mira tu asno comiendo mi trigo. En vista de ello me quedar con uno de ellos para
compensar el dao que me causas.
-Voy a verme robado en las posesiones del senescal Maruitensa, que tan severo es
con los ladrones? Si actas de esta forma no tendr ms remedio que ir a quejarme a l y
no lo consentir.
-Ni siquiera te oir! -contest el otro burln-. Pobre como eres, quin se va a
preocupar de ti? Es como si yo mismo fuera el senescal.
Y empez a apalear cruelmente al sekhti y le quit todos los asnos, que llev a sus
campos. Le orden luego callar y amenaz con enviarle al Demonio del Silencio si
continuaba quejndose.
-Seor, vengo a decirte que un sekhti ha apelado a mi justicia, porque le han robado
cuanto posea. Ha demostrado ser el ms elocuente de todos los mortales. Qu ordenas,
seor, que haga?
-No contestes absolutamente nada -orden el rey-, pero manda que alguien escriba
todas sus palabras y trae luego el papiro, para que yo pueda verlo. Procuro, adems, que
reciba todo lo necesario para vivir con su familia, pero sin que nunca sepa quin les
favorece.
El senescal obedeci al faran y dio cuantas rdenes fueron necesarias para que
llevaran a diario al campesino pan, carne y cerveza, y que entregasen a la esposa aquello
que necesitasen de ropas sus hijos.
Todas las maanas, al abrir la puerta de su miserable cabaa encontraban ante ella los
vveres suficientes para poder alimentarse. Ante estos hechos el sekhti intent vigilar
durante varias noches, para saber quines eran los misteriosos bienhechores, pero no lo
consigui. Por fin renunci a aclararlo, resignado a aceptarlo sin averiguaciones.
Pero su mujer no lo entendi as; estaba agradecida, pero no quera renunciar a lo que
haba sido suyo y excit a su marido para que fuese por segunda vez a reclamar justicia.
Para nada sirvi, pues el campesino volvi por cuarta, quinta y sexta vez, tratando de
ser atendido a fuerza de elocuencia.
Cuando lleg la novena vez el senescal envi a dos personas de su squito en busca
del sekhti; el pobre hombre temi, con razn, ser apaleado de nuevo a causa de su
insistencia en molestar a tan altos personajes.
Esta dcima vez fue bien acogido el campesino en la sala de justicia. El senescal le
sonri amablemente y orden a uno de sus escribas que anotase en un papiro cuanto peda
el sekhti, para enviarlo al faran, como le haba ordenado.
Neb-a-n-ra ley atentamente los discursos del sekhti, pero no tom decisin alguna,
sino que confi al senescal el cuidado de fallar el asunto, segn conviniese en buena
justicia.
Pero no terminaron aqu sus aventuras, pues fue llamado por el faran, quien le invit
a vivir en palacio con toda su familia. Y el sekhti dio tanta prueba de fidelidad y honradez
que fue nombrado, en seguida, inspector general del faran, quien le tena mucho afecto.
LOS NUEVE DIOSES
SHU y Tefenet fueron los primeros de los hijos de Ra-Atum. Ellos se quisieron con un
amor tan grande y profundo que, al cabo de poco tiempo, Tefenet dio a luz unos gemelos.
El primero en nacer fue Geb, el dios de la tierra, y el segundo, Nut, diosa del cielo.
Al final, Ra-amun cogi enormes celos del gran amor de Nut por Geb y con gran ira
tom la decisin de que nunca ms pudieran estar juntos. Para ello orden al padre de
ambos, Shu, que hiciera algo para separarlos definitivamente. As se lo hizo saber y el
poderoso dios pis a Geb para que no pudiera elevarse. Luego levant a Nut con las
manos y la mantuvo, de esta forma, muy por encima de su hermano, de manera que les
mantena separados. A pesar de que Nut esperaba un hijo, Ra-Amun la maldijo, como
castigo por su actitud anterior, para que fuera incapaz dar a luz ninguno de los das del
ao.
Al verse separados de una forma tan violenta, Geb luchaba sin descanso y con gran
valenta bajo los pies de su padre, mientras que Nut intentaba abalanzarse hacia abajo para
acercarse a l, pero no haba forma de que se pudieran alcanzar y con ello su tristeza y
desesperacin fue en aumento.
Mientras tanto, el Creador haba ido dando vida a muchos otros seres, entre ellos a
Thot, el ms sabio de los dioses. Un da, Thot levant los ojos y vio el bonito cuerpo de
Nut encima del mundo, mientras se debata por regresar hasta su amado, y la am de una
forma tan pura y profunda que se compadeci de ella.
Decidi prestar su ayuda a la infeliz diosa para que al menos pudiera dar a luz a sus
hijos, e inmediatamente invent el juego de las damas. Entonces, decidi desafiar a los
dems dioses a que jugaran contra l siempre y cuando utilizaran el tiempo a modo de
apuesta. Poco a poco, el sabio dios consigui ir ganando a sus contrincantes hasta obtener
de ellos cinco das.
El Creador haba fijado la duracin del ao en trescientos sesenta y cinco das, pero
Thot le aadi el tiempo que haba ganado y lo alarg en cinco das ms. Este periodo no
estaba sometido al curso de Ra-Atum, y de esta forma Nut pudo finalmente dar a luz a sus
hijos.
El primer da dio a luz a un nio ya coronado, que fue llamado Osiris. El segundo da
lleg Haroeris y el tercero, despus de grandes dolores, Seth. Los das cuarto y quinto
llegaron al mundo las dos hijas, Isis y Neftis.
Seth y Neftis tambin se casaron con el tiempo, pero nunca existi un verdadero
amor entre ambos.
Las dos hijas de Nut eran totalmente diferentes de carcter. Isis era valiente, bella y
astuta, la Seora de la Magia, ms sabia que millones de hombres, mientras que Neftis era
leal y dcil.
Los hermanos Osiris y Seth tenan, si cabe, todava ms diferencias. Osiris era
hermoso, gallardo noble y generoso, mientras que Seth tena la cabeza de bestia salvaje y
ello ya delataba su naturaleza, porque era ambicioso, maligno y cruel. Nunca pudo
perdonar a Osiris que fuese su hermano mayor y, por tanto, el destinado a ocupar el trono.
Ra-Atum, con sus hijos Shu y Tefenet, sus nietos Geb y Nut y sus biznietos Osiris e
Isis, Seth y Neftis, fueron adorados como los nueve grandes dioses bajo el nombre de la
Enada.
El Creador fue dando existencia a muchos otros dioses y diosas y llen el cielo de
encima y debajo de la Tierra de espritus, demonios y divinidades menores. Vivieron todos
ellos bajo el poder del primero de todos.
LA CREACION DEL HOMBRE
UNA vez creados todos los seres que deban hacer compaa a los dioses, se dio la vida al
hombre.
Hubo quien dijo que la humanidad haba brotado directamente de las lgrimas de
alegra que haba volcado Ra-Atum cuando recuper a Shu y Tefenet de las aguas del
caos.
Otros contaban que el primer hombre haba sido modelado por Khnum, el dios con
cabeza de cordero, en su torno de ceramista. Despus de haber dado la vida a sus nuevas
criaturas, el Creador les hizo una tierra para que vivieran en ella: se trataba del reino de
Egipto.
Ra-Atum protegi Egipto de posibles peligros con enormes barreras de desierto, pero
decidi crear tambin el ro Nilo para que sus aguas lo inundasen peridicamente y as sus
habitantes podran tener ricas y abundantes cosechas. Despus fue haciendo el resto de
pases y precisamente para ellos puso un Nilo en el cielo, lo que denominamos lluvia.
Ra hizo a su vez que existieran las estaciones y las divisiones temporales (meses) y
cubri la tierra de rboles, hierbas, flores y vegetales de todo tipo. Finalmente cre todas
las especies de insectos y peces, de pjaros y animales terrestres, y les infundi el aliento
de la vida.
Cada vez que vean el Sol, las criaturas vivientes de las tierras de Egipto se alegraban
y alababan a su poderoso Creador.
Finalmente, para poder frenar todas las fuerzas del caos y el mal, as como para poder
defender el orden, la justicia y el bien, Ra-Atum invent lo que se denomin realeza. l
fue el primero y ms grande rey de Egipto y gobern durante siglos y siglos con alegra y
paz.
EL NOMBRE SECRETO DE RA
RA, el nico Creador, se haca visible a todo el pueblo de Egipto bajo la forma del disco
solar, pero tambin era conocido bajo muchas otras.
Era capaz de aparecer como un hombre coronado, como un halcn o bien como un
hombre con cabeza de halcn y de la misma manera, como el escarabajo pelotero empuja
las bolas de excrementos, los egipcios representaban a Ra como un escarabajo que
empujaba el Sol a travs del cielo.
Los nombres de Ra eran tan numerosos como sus formas: era el Radiante, el Oculto,
el Renovador de la Tierra, el Viento de las Almas, el Ensalzado, pero haba un nombre del
Dios Sol que, desde el principio de los tiempos, nunca jams haba sido pronunciado.
Isis se deleitaba por poseerlo. Haba soado que un da tendra un hijo maravilloso
con cabeza de halcn, que se llamara Horus. Ella deseaba el trono de Ra para darlo a su
propio hijo.
Isis era la Seora de la Magia, mucho ms sabia que millones de hombres, pero
conoca perfectamente que no exista absolutamente nada en toda la creacin con el poder
suficiente para poder daar a su Creador. La nica cosa posible era poner el propio poder
de Ra contra l mismo y finalmente, tras mucho pensarlo, Isis concebi un plan cruel y
astuto.
Todos los das, el dios Sol visitaba su reino, y lo haca acompaado de un nutrido
grupo de espritus y divinidades menores, pero Ra se iba haciendo cada vez ms viejo. La
vista y las piernas le empezaban a flaquear y tambin estaba empezando a perder un poco
la cabeza.
Tras asegurarse bien de que nadie la estaba observando, recogi con una pala el trozo
de tierra y se lo llev. Entonces, Isis mezcl la tierra con la saliva de Ra para hacer arcilla
y con ella model una serpiente de aspecto malfico. Durante todas las horas de oscuridad,
fue susurrando encantamientos a la serpiente de arcilla, que reposaba sin vida en sus
manos. Despus, la astuta diosa la llev hasta un cruce de camino que el dios siempre
tomaba. Escondi a la serpiente en medio de la alta hierba y regres rpidamente a
palacio.
-He sido herido por alguna cosa mortal -dijo Ra con un hilo de voz-. Me lo dice el
corazn, a pesar de que mis ojos son por completo incapaces de verlo. Sea lo que sea, no
lo he hecho yo, Seor de la Creacin. Estoy totalmente convencido de que ninguno de
vosotros me habra hecho una cosa tan terrible, pero sabed que nunca haba sufrido tanto!
Cmo puede haberme sucedido esto a m? Yo soy el Creador nico, el hijo del abismo
acuoso. Soy el dios de los mil nombres, pero mi nombre ms secreto fue pronunciado una
nica vez, antes del principio de los tiempos. Y fue precisamente escondido en el interior
de mi cuerpo para que nadie nunca lo pudiera saber ni me pudiera lanzar encantamientos.
Y, sin embargo, mientras paseaba por mi reino, alguna cosa me ha herido y ahora el
corazn me quema y las piernas no paran de temblar. Id a buscar a la Enada! Haced
venid a mis hijos! Entienden de magia y su sabidura penetra el cielo.
Los mensajeros marcharon a toda prisa a buscar a los dioses, y de los cuatro pilares
del mundo vino la Enada: Shu y Tefenet, Geb y Nut, Seth y Osiris, Isis y Neftis. Los
enviados recorrieron cielo y tierra y el abismo acuoso para reunir a todas las divinidades
creadas por Ra.
De las ciudades del Sur llegaron Onuris, el cazador de vino, y el dios Khnum, el de
cabeza de cordero. Todos haban sido llamados al lado de Ra.
Dioses y diosas se reunieron alrededor del dios Sol, llorando y gimiendo, de miedo a
que pudiera llegar a morir. Isis estaba de pie en medio de todos, dndose golpes en el
pecho y haciendo ver que estaba tan angustiada y perpleja como todas las dems
divinidades.
-Ahora estoy ms fro que el agua y ms caliente que el fuego- se lament el dios
Sol-. Los ojos se me oscurecen. No puedo ver el cielo y tengo el cuerpo lleno de sudor por
la fiebre.
-Soy el creador del cielo y la tierra -dijo Ra-. He hecho las alturas y las
profundidades, he fijado horizontes al Este y al Oeste. Al alba, me elevo a Khepri, el
escarabajo, y navego por el cielo en la Barca de Millones de Aos. Al medioda luzco en
los cielos como Ra, y al anochecer, soy Ra-Atum, en el sol poniente.
-El nombre secreto me fue dado para que pudiera vivir de forma tranquila -gimi Ra-
y para que no tuviera que temer a ninguna criatura viviente. Cmo quieres que lo devele?
Isis no dijo nada y se arrodill al lado del dios, cuyo sufrimiento iba en aumento.
Cuando se le hizo insoportable, Ra orden a los dems dioses que se apartasen y despus,
le dijo su nombre secreto a Isis.
Isis dijo que s con la cabeza y se puso a recitar un poderoso encantamiento que
consigui expulsar todo el veneno del cuerpo de Ra; pasado poco tiempo el dios Sol se
levant ms fuerte que antes y regres a la Barca de Millones de Aos para proceder a sus
diarios paseos durante los cuales contempl todo cuanto haba salido de su mano.
HATHOR, hija de Ra, tena muchas formas. Poda ser una vaca o un gato y se apareca a
los recin nacidos bajo la forma de siete maravillosas damas para predecirles el futuro.
El Ojo del Sol tena celos de los dems dioses y diosas creados por Ra. Por este
motivo mantuvo una fuerte ria con su padre y como consecuencia decidi marcharse al
Sur para vagar por los desiertos remotos de Nubia. La airada diosa abandon su forma
humana y adopt la de un gato salvaje o la de una leona furiosa. Viva de la caza y mataba
a toda criatura que osara acercrsele.
Egipto estaba desolado, porque, sin la bella Hathor, las sonrisas y el amor se
volvieron mustios y la vida no daba ninguna alegra. El dios Sol ocult su rostro afligido y
la oscuridad cubri la tierra. Nadie le poda consolar de la prdida de su adorada hija, y lo
peor de todo era que, sin el poder de su ojo, Ra estaba a merced de sus enemigos. Las
tinieblas estrechaban sus anillas alrededor de la luz y el caos amenazaba el orden.
Entonces Ra llam a Thot, el ms sabio de los dioses, y le orden que fuera a Nubia y
que convenciese a Hathor para que regresase a Egipto.
Thot obedeci al Rey de los Dioses con el corazn encogido. Estaba convencido que,
si Hathor le reconoca, lo matara antes de dejarle hablar. Con este pensamiento, se
transform en un humilde mandril. Despus se arrastr poco a poco por el desierto de
Nubia, siguiendo el rastro sanguinolento de la diosa.
Cuando la hubo encontrado, Hathor tena la forma de gato salvaje y estaba sentada en
una roca lamindose el pelaje. Thot se le acerc a cuatro patas y dando golpes de cabeza
en el suelo.
Hathor se encogi y resopl, pero al ver que solo se trataba de un mandril, se par y
no se le lanz encima.
-Graciosa deidad -dijo Thot con voz temblorosa-. Puede una mona humilde osar
hablar contigo?
-Hablar y muere -gru el gato salvaje a la vez que enseaba las garras. El mandril se
encogi y bes el suelo murmurando:
El gato salvaje se sent y de nuevo empez a limpiarse. Pareca que no haca caso del
mandril, pero Thot saba que si intentaba huir sentira sus garras de inmediato. As pues,
empez la historia:
Haba una vez un buitre hembra que hizo un nido en una palmera e incub sus
huevos hasta que de ellos nacieron cuatro preciosos pollitos. En el mismo instante en que
salieron de las cscaras, los pollinos pidieron comida, pero la madre tena miedo de
abandonar el ro a causa del gato salvaje que viva cerca de all. La gata tambin haba
tenido cuatro gatitos y a su vez estaba atemorizada de dejarlos por culpa del buitre.
Los pollitos y los gatitos gritaban con tanta desesperacin a causa del hambre que
pronto se reunieron las madres y concertaron una tregua. El buitre y la gata salvaje juraron
solemnemente por Ra que ninguna atacara a las cras de la otra. Entonces la madre buitre
se sinti suficientemente segura para ir volando en busca de carroa y la madre gata se
atrevi a ir de caza.
Durante unas semanas todo iba bien y los pollitos y gatitos se hacan mayores. Los
pequeos buitres pronto empezaron a jugar por toda la montaa. Un da, mientras la madre
buitre daba vueltas sobre el desierto, el ms atrevido de sus pollitos sali volando del nido.
Sus alas no estaban todava bien fuertes y, tras un corto vuelo, se pos en la cima de la
montaa donde jugaban los gatitos y comi un poco de su alimento.
Sin pensrselo dos veces, la madre gata atac al pequeo buitre y lo hiri.
El pequeo buitre intent batir las alas, pero vio que no poda volar.
-No podr regresar al nido -dijo-, pero has roto el juramento y Ra me vengar.
Cuando la madre buitre regres al nido con el pico lleno de carroa, vio que uno de
sus pollitos haba desaparecido y le vio muerto en la otra montaa.
Cuando el gato salvaje volvi a salir de caza, el buitre se lanz en picada sobre los
gatitos. Los mat y se los llev a su propio nido, para que sirviesen de alimento a sus
pollitos.
Cuando la madre gata volvi con su presa fue incapaz de encontrar sus gatitos. Los
busc por toda la montaa, mientras, iba lanzando desgarradores maullidos. Lo nico que
pudo hallar fueron unos cuantos mechones de pelo sanguinolento y comprendi
rpidamente que el buitre haba matado a sus gatitos. Entonces pidi venganza a Ra.
-Oh gran dios, que juzgas a los justos y malvados, el buitre ha roto el juramento
sagrado y ha matado a mis hijos! Escchame, Ra, y castiga a la perjura!
El dios Sol escuch su ruego y se enoj porque se hubiera roto un juramento hecho
en su ombre. Como el buitre se haba tomado la venganza por su cuenta y haba matado a
los gatitos, Ra orden a un mensajero para que dispusiera el castigo adecuado.
A la maana siguiente cuando el buitre volaba por encima del desierto buscando
comida, vio a un cazador solitario que estaba cocinando una pierna en una hoguera. El
buitre se lanz en picado, le arranc la pata con sus garras y se la llev triunfante al nido.
La dej caer sobre los pollitos hambrientos, pero sucedi que todava llevaba unas cuantas
brasas encendidas pegadas debajo. Tan pronto como las brasas tocaron las ramitas y la
hierba seca, el nido se encendi. Los tres pollitos murieron quemados sin que la madre,
que daba vueltas por encima pudiera hacer nada para evitarlo. El gato salvaje corri hasta
donde estaba y le chill al buitre:
-Por Ra, que t mataste a mis gatitos, pero ahora tus cras han muerto. Ya estoy
vengada!
Es decir, seora ma -concluy Thot-, que las dos madres haban roto el juramento y
ambas fueron castigadas por ello. Ra, quien todo lo oye y todo lo ve, castiga todos los
crmenes. Glorifica a Ra, que da la vida a todas las cosas y el rostro resplandeciente del
cual lleva alegra a toda la tierra.
-Seora, te traigo comida divina del palacio del dios Sol. Hierbas prodigiosas que dan
salud y alegra a cualquiera que las prueba.
-Estas hierbas se han hecho en Egipto -dijo Thot-, la tierra que surgi de las aguas del
Nun, el lugar que el Creador form para los dioses y para los hombres, la casa de Ra, tu
padre amado, y de Shu, tu querido hermano.
Mientras haba rondado por el desierto, Hathor haba olvidado su tierra y a su familia,
pero las palabras de Thot se lo devolvieron todo a su memoria. Pens en su padre y en su
hermano y record todos los templos donde los hombres la haban adorado como a la ms
grande de las diosas. De pronto, Hathor se sinti inundada de aoranza por Egipto y sus
lgrimas cayeron abundantes.
-Oh seora, ahora te afliges por la tierra, pero piensa en el mar de lgrimas que han
derramado por ti los que estn en Egipto. Sin ti, los templos estn vacos y silenciosos. Sin
ti, no hay msica ni baile, no hay risas ni alegra. Sin ti, jvenes y viejos se desesperan.
Pero si decides regresar, las arpas y los tambores, los lades y todos los instrumentos
volvern a sonar. Egipto bailar. Egipto cantar, las Dos Tierras se alegrarn como nunca
en la vida. Ven conmigo, regresa a casa y de camino hacia el Norte, te contar otra
historia. Haba una vez un halcn, un buitre y un coco. Un da se encontraron
Thot dio un paso hacia delante, confiando que Hathor le seguira, pero de pronto la
diosa se dio cuenta que durante todo ese rato, el mandril haba intentado animarla a
regresar a Egipto.
Le dio rabia que la hubiese hecho llorar y, con un terrible grito, se convirti en una
enorme leona. Su piel tena el color de la sangre y ruga y humeaba como una llama viva.
Su rostro brillaba ms que el disco solar y su apariencia feroz hizo estremecerse a Thot. Se
puso a saltar como una langosta y a temblar como una rana. La salud como si fuera el
mismo Sol:
La clera de Hathor se fue calmando un poco y como senta curiosidad por saber la
historia, se volvi a convertir en un gato salvaje. Thot, entonces, se apresur a empezar la
narracin:
Hubo una vez dos buitres que vivan entre los montes del desierto. Un da el primero
de los buitres se jactaba:
-Mis ojos son ms vivos que los tuyos y mi vista es ms afilada. Ninguna otra
criatura con alas tiene un don como el mo.
-De da o de noche puedo ver los lmites de la Tierra -contest el primero-. Encima
de todo el cielo o dentro del ocano, puedo ver lo que all pasa.
-Quiz si tus ojos sean ms vivos que los mos y que tu vista supere a la ma -
reconoci el otro buitre-, pero mis orejas son ms vivas que las tuyas y mi odo supera al
tuyo. Puedo or cualquier ruido que se produzca tanto en la tierra, como en el mar o en el
cielo.
Los dos pjaros pasaron muchos das discutiendo sobre quin posea el don ms
preciado, pero una maana, mientras estaban en la rama de un gran rbol muerto, el
segundo se puso a rer:
El primer buitre levant su cabeza calva y dirigi su mirada hacia las costas del mar
lejano.
-Un pez se ha tragado al halcn con la serpiente an cogida entre sus garras. Y ahora
un pez ms grande se ha comido al primero -el buitre permaneci en silencio un rato y
luego continu-: Y ahora el pez grande se ha acercado demasiado a la playa y un len lo
ha sacado del agua de un golpe de zarpa. Se lo est comiendo Ah!
-Un animal fantstico mitad guila mitad len se ha lanzado sobre el len y se lo
lleva a su nido!
Y los dos buitres emprendieron el vuelo y cruzaron los montes del desierto hasta
llegar cerca de la cueva de tan maravilloso animal.
Los dos pjaros contemplaron cmo esa bestia se coma las ltimas tiras de carne de
los huesos del len y acto seguido emprendieron el vuelo hacia un lugar que fuera ms
seguro.
Es decir, seora, que es tu propio padre quien da bien por bien y mal por mal -
concluy Thot-. Y l te ha llenado de su poder. Eres el Ojo del Sol, su vengador.
-Para ya de temblar, pues no pienso matarte -prometi el gato salvaje-. Tus palabras
me han embrujado, pero s que no me quieres ningn mal. Me has quitado la pena y la
clera que senta.
El mandril empez el camino en direccin a Egipto, con el gato salvaje a unos pocos
pasos detrs de l. Por miedo a que se lo pensara de nuevo o que volviera a encenderse de
ira, Thot empez una nueva historia:
Haba dos chacales que vivan en el desierto y que eran los amigos ms fieles.
Cazaban juntos, coman y beban siempre juntos, y compartan la misma zona de sombra.
Un da que descansaban bajo las ramas de un rbol del desierto, vieron cmo un len
enfadado se acercaba hacia donde ellos estaban reposando. Los dos chacales se quedaron
bien quietos y dejaron que el len se viniera hacia ellos. Esto desconcert al animal y
rugi:
-Es que acaso vuestras piernas estn demasiado pesadas a causa de los aos? No
habis visto cmo me acercaba? Y siendo as, cmo es que no habis emprendido
rpidamente la huida?
-Seor len -contestaron los chacales-, s hemos visto cmo venas lleno de furia
hacia nuestra posicin, pero hemos tomado la decisin de no huir. Al fin y al cabo nos
hubieras atrapado igual y cremos que no tena ningn sentido que nos cansramos antes
de que nos comieras.
Como a los poderosos la verdad no les ofende, al len le hizo mucha gracia la
respuesta fra y tranquila y dej libres a los dos compaeros.
-A veces el dbil puede salvar al fuerte -contest Thot-. Recuerda la historia del len
y el ratn.
Haba una vez un len que viva en los montes del desierto. Era tan grande y fiero
que todos los animales le tenan miedo. Pero un da se encontr por casualidad a una
pantera tendida en el suelo, ms muerta que viva. El animal tena la piel destrozada y el
cuerpo lleno de profundos cortes que sangraban. El len estaba muy sorprendido, pues
siempre haba pensado que l era el nico suficientemente fuerte como para vencer a una
pantera.
-El hombre -suspir la pantera-. No hay nadie tan astuto. Procura no caer nunca en
sus manos!
El len nunca haba odo hablar de la existencia de una bestia llamada Hombre, pero
le enojaba que una criatura pudiera causar unas heridas tan crueles nicamente para
divertirse. Entonces pens que ira a la caza del hombre y se dirigi en la direccin de
donde haba venido la pantera. Cuando ya llevaba una hora andando, el len se encontr
con una mula y un caballo unidos por un yugo, con trozos de metales que les hacan dao
a las tiernas bocas.
-Seor len -dijo a su vez la mula-, no hay nadie ms astuto que el Hombre, cudate
de no caer jams en sus manos!
-El Hombre, nuestro amo. No existe nadie ms astuto que l. Procura no caer en sus
manos!
El len reemprendi el camino y la prxima cosa que vio fue a un enorme oso
acercndose pesadamente hacia l. Cuando lo tuvo cerca, el len se dio cuenta que le
faltaban las garras y tambin los dientes.
-Quin ha osado hacerte esto? -le pregunt-. No es posible que el Hombre sea ms
fuerte que t.
Habiendo odo esto, el len se enfureci ms que nunca y continu su camino hasta
que se encontr con otro len cuya pata estaba atrapada en el tronco de una palmera.
-Qu te ha pasado? -pregunt el primer len-. Quin ha sido capaz de hacerte una
cosa as?
-El Hombre -gru el segundo len-. Ten mucho cuidado! Nunca te fes de l! El
Hombre es malo por naturaleza. Le convert en mi criado y le pregunt cul era el trabajo
que saba hacer, pues daba la sensacin de que era una criatura muy dbil. Me respondi
que saba hacer un amuleto que me dara vida inmortal. Sgueme, me dijo, y convertir
este rbol en amuleto. Haz exactamente lo que te dir y vivirs eternamente! Y vine con
l hasta esta palmera y l serr una grieta en el tronco y la abri con una palanca. Me dijo
que metiera la pata en ella y, cuando lo hube hecho, la rendija se cerr y la pata me qued
as atrapada. Luego el Hombre me tir arena en los ojos y se fue riendo. Y ya lo ves, ahora
tendr que quedarme aqu hasta que me muera de hambre.
-Hombre! No te dejar de perseguir hasta que te haya hecho padecer todos los
males que has causado a todas estas criaturas!
Continu avanzando a grandes saltos hasta que vio a un ratn en el camino. Fue a
levantar un agudo chillido y dijo:
-Oh, seor len, no me aplastes, por favor! Conmigo no tienes ni para un solo
mordisco; apenas me encontrars sabor alguno. Perdname la vida y quiz un da te podr
devolver el favor. Si ahora me perdonas, te ayudar cuando te halles en un mal paso.
El len se ri:
-Seor len, a veces sucede que el dbil puede ayudar al fuerte -insisti el ratn y
pronunci un solemne juramento de amistad. El len lo encontr divertido y, como era
verdad que no vala la pena comerse a un ratn, lo dej escapar.
Pero sucedi que el Hombre haba odo los rugidos del len y le prepar unas
trampas. Excav un agujero, encima extendi una red de cuerdas resistentes y lo tap todo
con hierbas. Esa tarde, el len, mientras persegua al Hombre, se acerc al lugar y cay en
la trampa, quedando atrapado en la red. Durante varias horas estuvo intentando librarse de
ella, pero le result imposible. A media noche el len qued agotado y ya solo le quedaba
esperar al alba para que el Hombre viniera a matarle. De pronto oy un susurro en su
oreja:
El ratn empez a roer las cuerdas. Trabaj hora tras hora para liberar al len y, justo
antes del amanecer, acab de romper la ltima. El len se puso de pie de un salto y se
sacudi la red de encima. Con el ratn agarrado a su crin, sali del agujero dando un gran
salto y huy lejos del Hombre, dirigindose a los montes del desierto.
El mandril se encaram a los rboles con la esperanza de poder ver Egipto. Prob una
fruta y la encontr buena, pero record a la diosa que la fruta de los rboles de Egipto era
todava muy buena, de manera que continuaron el viaje.
Los enemigos de Ra no estaban nada satisfechos de que el Ojo del Sol hubiera
regresado a Egipto. Protegida por la sombra de la noche, una serpiente del caos se arrastr
hasta la diosa dormida, con la intencin de envenenarla y quitarle a Ra su protectora.
EN las paredes de las tumbas reales y en el sepulcro de oro de Tutankamon haba una
inscripcin: El libro de la Vaca Divina, un libro que contaba la historia de cmo la
clera del dios Sol por poco no destrua la humanidad
Ra era viejo, sus ojos eran como plata, su piel como oro bruido y sus cabellos como
el lapislzuli. Cuando los egipcios vieron cmo haba envejecido y al percatarse de lo
delicado de la salud de su rey, empezaron a murmurar contra l y las murmuraciones se
volvieron conspiraciones para apoderarse del trono de Ra. Los conspiradores se reunieron
en el lmite del desierto, donde se crean seguros, pero el dios Sol cuidaba de Egipto y
escuch sus intrigas.
Ra estaba tan triste que deseaba hundirse de nuevo en el abismo acuoso, pero tambin
estaba ms ofendido y colrico que nunca. Habl a los seguidores congregados alrededor
de su trono:
-Id a buscar a mi hija, el Ojo del Sol; haced venir al poderoso Shu y Tefenet; traed a
sus hijos Geb y Nut; haced venir tambin a los oscuros Ogdoad, a los ocho que estaban
conmigo en el abismo acuoso; encontradme tambin a Nun. Pero que vengan en secreto.
Si los traidores saben que he convocado un consejo de los dioses, adivinarn que han sido
descubiertos y procurarn, por todos los medios escapar del castigo.
Entonces el Rey de los Dioses habl a Nun, seor del abismo acuoso, y a las otras
divinidades.
-Tanto los ms viejos de los seres vivientes, as como todos los que junto a m estis,
sabis perfectamente que de mis lgrimas surgieron los seres humanos. Les di la vida as
como el pas donde ahora habitan, pero ahora se han cansado de mi autoridad y piensan
conspirar contra m. Decidme, qu tendra que hacerles? -y tras una pausa continu-. De
hecho, no quisiera destruir a los hijos de mis propias lgrimas hasta que no haya
escuchado vuestro sabio consejo.
El acuoso Nem habl primero:
-Hijo mo, eres ms viejo que tu padre, ms grande que el dios que te cre. Qu
reines eternamente! Tanto los dioses como los hombres temen el poder del Ojo del Sol.
Envalo contra los rebeldes.
-Los conspiradores ya han huido hacia el interior del desierto. Cmo les puedo
perseguir?
-Enva al Ojo del Sol para matarlos! Toda la humanidad es culpable, deja que el Ojo
del Sol baje como Hathor y destruya a los hijos de tus lgrimas. Que no quede ni uno solo
con vida.
Hathor, el Ojo del Sol, la ms bella y terrible de las diosas, se inclin ante el trono y
Ra asinti con la cabeza. Hathor fue hacia el desierto rugiendo como una leona. Los
conspiradores se dispersaron, pero ni uno solo se le escap. Los agarr y mat y luego se
bebi su sangre.
Intent aplacar la furia de su hija, pero Hathor haba probado la sangre humana y la
haba encontrado dulce. Estaba nerviosa por que llegara la maana siguiente para poder
regresar a Egipto y completar la matanza de la humanidad en venganza por su alta
traicin.
Ra orden al sumo sacerdote que triturara el ocre para hacer un tinte rojo y puso a las
esclavas a hacer cerveza. El sumo sacerdote estuvo golpeando hasta que los brazos le
dolieron y las esclavas trabajaron toda la noche para hacer siete mil jarras de cerveza.
Antes del alba ya haba mezclado la cerveza con la pintura roja, que as pareca sangre
fresca. El Rey de los Dioses sonri:
-Con esta pocin para dormir puedo salvar de mi hija a la humanidad -dijo.
Entonces Ra hizo llevar las jarras al lugar donde Hathor haba de empezar la matanza
y orden que volcasen la cerveza por los campos.
Tan pronto como hubo empezado el nuevo da, Hathor baj a Egipto para oler el
rastro de los pocos que an quedaban vivos y as poderlos matar. La primera cosa que vio
fue un gran charco de sangre. La diosa se agach para chupar un poco de sangre y le gust
tanto que se lo bebi todo.
La cerveza era fuerte y la diosa pronto se puso muy alegre. La cabeza le daba vueltas
y ya no recordaba cul haba sido el motivo de su visita a Egipto. Con un
ensimismamiento agradable, Hathor regres al palacio de Ra y cay a los pies de su padre,
donde permaneci dormida un buen nmero de das.
Pero Ra todava estaba enojado y triste por la rebelda de los hombres. Ya nada poda
ser igual a la edad de oro de antes de la traicin. Cuando por fin Hathor se despert, se
sinti como nunca antes se haba sentido, y Ra le pregunt:
-Te duele la cabeza? Te queman las mejillas? Te sientes bien?
-Mi corazn est demasiado triste y cansado para continuar como rey de Egipto. Soy
viejo y dbil, dejadme hundirme otra vez en el abismo acuoso hasta que me llegue el
momento de renacer.
-Cmo puedo llevar al poderoso Rey de los Dioses? -pregunt la bella Nut, y Nun le
dijo que se transformara en vaca de ijadas doradas y largos cuernos curvos. Ra mont la
Vaca Divina y se fue de Egipto.
EL ASESINATO DE OSIRIS
CUANDO el dios Sol decidi marchar de Egipto, la gente que se haba salvado de la furia
de Hathor senta rabia y miedo.
-Llvame adonde me sea posible ver a la humanidad, pero que sea lejos de su
alcance.
-Mira, desde estas alturas deseo brillar e iluminar el cielo de arriba y al cielo de
abajo. T me representars en la tierra y sers el responsable de registrar las acciones de
los hombres.
Entonces cre la forma de ibis para Thot y lo hizo encargado del registro.
Cuando Ra iluminaba el cielo de abajo, la tierra estaba a oscuras y los hombres tenan
miedo y lloraban la prdida del dios Sol. Ra les oy y tambin transform a Thot n el Gran
Mandril Blanco. Thot brill con una luz plateada y la humanidad ya no tuvo nunca ms
miedo de una puesta de sol, porque Ra les haba regalado a la Luna. Y as, Thot con la
cabeza de ibis fue el sabio Escribiente de los Dioses, y Thot como mandril brill en el
cielo de la noche. De esta forma fue como Ra se compadeci de los hijos de sus lgrimas.
Finalmente, Ra orden a Nun y Geb que protegieran la tierra de las serpientes del
caos e hizo a Osiris rey de Egipto y a Isis reina.
Osiris demostr ser un soberano sabio y bondadoso, ense al pueblo de Egipto la
forma de labrar la tierra, les dio leyes y les ense tambin a adorar a los dioses. Incluso
emprendi un viaje por los dems pases de la Tierra para favorecerles con los mismos
dones.
Cuando Osiris hubo regresado sano y salvo de Egipto, hubo una gran alegra e
incluso Seth simul estar contento. Ya haba empezado a conspirar contra su hermano y
haba encontrado un grupo de hombres ambiciosos y descontentos que deseaban ayudarle.
Seth esper pacientemente a que llegara su oportunidad y finalmente, una noche fue
invitado a un banquete en casa de su hermano, en el cual Isis no iba a estar.
En el mismo instante de llegar, el hermano del rey se puso a hablar de una caja
maravillosa que le haban acabado de hacer. Cuando todos ya haban bebido mucho vino,
Seth mand a buscar la caja y todos los invitados admiraron la exquisita madera y los
ricos dorados. Con una sonrisa en los labios, Seth prometi que dara la caja a aquel que
encajara en ella perfectamente.
Seth saba que solo haba un hombre a quien la caja ajustara perfectamente, porque
haba sobornado a uno de los criados para saber las medidas exactas del rey. Despus de
que todos los invitados hubieron fracasado, los conspiradores rodearon a Osiris e
insistieron para que la probara.
La caja, convertida en atad, fue llevada de noche cerca de uno de los numerosos
brazos del Nilo, desde donde los conspiradores la lanzaron al agua, esperando que la
corriente la arrastrara hasta el mar y all se perdiera para siempre. Despus, Seth anunci
la muerte de su hermano y se coron como nuevo rey.
Cuando Isis oy la terrible noticia, se volvi como loca de pena. Se cort un mechn
de cabellos y se visti con ropa oscura. Despus sali a buscar el cuerpo de su marido.
Corran rumores extravagantes por todas partes, pero durante mucho tiempo nada
pudo descubrir. Fue a pie de un pueblo a otro, interrogando a todos los que encontraba y,
finalmente, habl con unos nios que haban visto cmo tiraban la caja al Nilo y se alejaba
ro abajo.
La diosa sigui aquel brazo del Nilo hasta el mar. De cuando en cuando daba con
alguien que le deca que haca unos das le haba parecido ver una caja dorada que iba
hacia el Norte, e Isis sali de Egipto y cruz pases desconocidos siguiendo la costa, hasta
que lleg al reino de Biblos. Las gentes de la zona no pudieron decirle mucho, aparte de
que un rbol milagroso haba crecido de repente en la playa.
La caja de Osiris haba sido arrastrada hasta tierra por el agua y haba quedado
pegada entre las races de un arbolito. Fortalecido por el dios asesinado, ese vegetal se
transform en una sola noche en un rbol grande.
Cuando el rey de Biblos se enter de aquel prodigio, envi a los carpienteros a cortar
el rbol y les orden que lo llevaran a palacio para utilizarlo como pilar. Los carpinteros
obedecieron. Pero nadie sospechaba que en el interior del rbol estaba escondido el fretro
de un dios.
Cuando Isis tuvo conocimiento de este hecho, gracias a unos hombres que estaban
deseosos de entablar conversacin con una forastera, se dirigi rpidamente al centro de la
ciudad de Biblos y se sent al lado de una fuente que estaba muy cercana al palacio real.
Cuando unas criadas de la reina de Biblos fueron a la fuente a buscar agua, vieron a
Isis y le preguntaron quin era. La diosa les dijo simplemente que era egipcia y una gran
peluquera. All mismo les trenz con ingenio los cabellos a las muchachas y les lanz su
aliento en la piel para que se impregnaran de fragancia divina.
La diosa le trenz sus hermosos cabellos y la reina qued tan encantada que le pidi a
Isis que se quedara en palacio. La reina Atenais no tard en tomarle un gran afecto y
confianza a la forastera egipcia e Isis se convirti en la nodriza del ms pequeo de los dos
prncipes de biblos.
Isis le tom afecto al pequeo y decidi hacerlo inmortal. Una noche se lo llev a la
habitacin del pilar y all encendi un fuego. Pronunci encantamientos y coloc al nio
medio dormido en medio de las llamas. El fuego empez a quemar al pequeo prncipe,
pero Isis no lo vigilaba. Se convirti en una golondrina y vol y vol alrededor del pilar,
lamentndose del asesinato de su marido con la voz aguda y triste del pjaro.
Isis cont a la horrorizada reina quin era y le advirti que su hijo el pequeo
prncipe nunca jams podra ser inmortal.
Atenais llor su error y le pregunt a la diosa cmo la podra servir. Isis le pidi el
pilar y lo sac del techo con facilidad, de la misma forma que hubiera podido coger un
loto. La divinidad separ el tronco, derram aceite en las maderas y las envolvi con un
lienzo antes de darlas a Atenais para que las guardara y venerara en el templo de Biblos.
Le dio a Isis el mejor barco del puerto y una tripulacin para gobernarlo, y luego
subieron el fretro a bordo. Al llegar a las costas de Egipto, Isis mand bajar el fretro a
tierra, en un lugar solitario. Entonces quit los sellos de la tapa.
El cuerpo de Osiris pareca que estuviera durmiendo e Isis lo abraz con ternura,
mientras sollozaba desconsoladamente.
Volvi a cerrar el atad y se dirigi hacia el Sur, a trav de las cinagas del bajo
Egipto. Una noche, mientras Isis dorma, Seth fue a cazar a las cinagas y se encontr la
caja. La reconoci en seguida y tuvo miedo. El cruel dios la abri y al ver el cuerpo de su
hermano lo despedaz. Luego los esparci por todo Egipto.
Cuando Isis descubri la caja vaca, su grito de angustia lleg al cielo y su hermana
Neftis se acerc a ayudarla. Si bien era la mujer de Seth, Neftis siempre haba preferido a
Isis y Osiris, y por tanto las dos hijas de Nut se pusieron juntas a buscar el cuerpo que
haba sido desparramado.
Durante aos, largos y tristes, la fiel Isis y la dulce Neftis recorrieron Egipto de cabo
a rabo, y en todos los sitios donde encontraban un fragmento de Osiris erigan un
santuario.
Lo intent todo, ayudada de todos los encantamientos que saba, y consigui resucitar
a Osiris para una noche de amor con la esperanza de concebir el hijo prometido. Despus,
el cuerpo de Osiris qued definitivamente muerto, pero su espritu continu vivo. Ra-
Atum hizo a Osiris rey de los Muertos en el reino del Bello Oeste y desde entonces todo
Egipto supo que no tena que temer a la muerte, porque su espritu continuara en l reino
de Osiris.
LA INFANCIA DE HORUS
HORUS, el hijo con cabeza de halcn de Isis y Osiris, naci en el pantanal de Tshemmis y
se cuentan muchas historias sobre la peligrosa infancia que all pas.
Isis y su hijito fueron capturados por Seth fuera del pantano. Haciendo ver que
actuaba de tal forma para protegerla, Seth encerr a Isis en una casa de hilados y la oblig
a hilar durante todo el da. La princesa era estrechamente vigilada y, sin ayuda, no se
atreva a intentar la huida, pues junto a ella estaba su hermoso y pequeo chiquillo.
No pas mucho tiempo, pues, antes que Thot descubriera dnde estaba escondida
Isis. El sabio dios entr en la casa sin ser visto por los guardianes y pudo hablar con Isis.
Thot explic detalladamente a Isis cmo tena que hacerlo para poder huir y le dej
siete escorpiones mgicos para que le sirvieran de escolta durante el camino hacia el
Norte. Esa noche Isis se escap de la casa de hilados con Horus en brazos, abriendo los
escorpiones la comitiva.
Despus de andar durante toda la noche y buena parte del da siguiente con su hijo
durmiendo en su cuello, Isis estaba extenuada y suspiraba por encontrar un sitio para
poder descansar. Finalmente, ella y sus escorpiones llegaron a un pueblo e Isis se par
delante de la casa ms grande esperando que le invitaran a entrar. Cuando la rica
propietaria de la casa vio a los escorpiones, se asust y cerr la puerta en las narices de la
pobre madre agotada y su hijo.
Cuando Isis supo lo que haba sucedido, mur a Horus que dorma plcidamente y
sinti pena de la mujer rica.
-No dejar que una criatura inocente muera por mi causa -dijo la diosa, e hizo que la
llamaran para que le trajera a su hijo.
-Soy Isis, la Seora de la Magia. Todas las criaturas venenosas me obedecen. Que la
criatura viva y el veneno muera!. Que Horus se conserve bien para su madre y que este
nio se conserve bien para su madre!
Ahora que la mujer rica saba quin era aquella a la que haba negado la entrada en su
casa, se sinti ms trastornada que nunca. Se llev a su hijo, lo meti en la cama y despus
llev las cosas ms valiosas que posea a la cabaa de la hija del pescador, para complacer
de esta forma a la diosa.
-No tengas miedo, Horus -murmur la sabia-. Madre de dios, no desesperes. Horus
est protegido de la malevolencia de su to en los pantanales de Tshemmis. Seth no osa
entrar aqu, pero debe haber enviado a una serpiente o a un escorpin para que le inyectara
su veneno.
Entonces Isis se arrodill para oler el aliento del pequeo y vio que le sabia tena
razn. Horus haba sido envenenado.
Horus empez a gemir de dolor, mientras las gentes del lugar lo miraban impotentes.
De pronto apareci Neftis. Haba odo la pena de su hermana y fue corriendo a Tshemmis.
La acompaaba Selkis, la diosa Escorpin. Mientras Neftis lloraba apoyando a su
hermana, Selkis examin a la criatura. Muy pronto se dio cuenta que nada poda hacer, la
fiebre haca estragos en el cuerpo del pequeo y pronto se morira.
-Isis, tienes que implorar al cielo -dijo Selkis-. Haz que se detenga la Barca del Sol!
Y el viento csmico dejar de soplar y el tiempo se parar hasta que Horus sane. Rpido!.
Isis mir hacia arriba, all donde los dioses llevaban a Ra a travs del firmamento,
remando en la Barca de Millones de Aos y lanz un grito espantoso. Toda la Tierra se
estremeci y el Sol se detuvo, porque Isis, que conoca el nombre secreto de Ra, tena
poder sobre l.
Cuando el Rey de los Dioses vio su barca no poda avanzar, envi a Thot a Egipto
para que investigara qu estaba pasando.
-Qu pasa Isis? -pregunt Thot-. Espero que no le haya pasado nada a Horus. Por
qu has parado la Barca del Sol y has trado la oscuridad a las tierras que deberan estar
iluminadas?
-No temas, Isis; no llores, Neftis. He trado el aliento de la vida para curar a tu hijo.
-Atrs, veneno! Sers vencido por el poder del mismo Ra! El Rey de los Dioses te
ordena salir de este nio. La Barca del Sol permanecer inmvil y medio mundo se secar
y se quemar y el otro medio permanecer a oscuras hasta que Horus no se restablezca.
-La fiebre ha bajado, el veneno ha sido vencido! Horus se ha curado, para alegra de
su madre!
Y diciendo esto Thot regres al cielo e Isis se llev a su hijo, con una inmensa
alegra, a los pantanales, donde esperara la hora de la venganza contra Seth, quien tanto
dao les haba causado hasta ese momento.
LA LUCHA ENTRE HORUS Y SETH
CUANDO Horus fue suficientemente mayor para poder desafiar a su to Seth, convoc a
la Enada y a muchos otros dioses para que hicieran de jueces.
Con su madre al lado, Horus habl del cruel asesinato de su padre, Osiris, y de cmo
Seth haba usurpado el trono de Egipto.
-La justicia tendra que prevalecer sobre la fuerza. Seth tena la fuerza de su lado,
pero Horus tiene la justicia. Debemos hacer justicia a Horus diciendo: S, t ocupars el
trono de tu padre.
Isis lanz un grito de alegra y pidi al viento del Norte que cambiase su direccin y
que soplara hacia el Oeste para poder susurrar la noticia a Osiris.
-Dar el trono a Horus parece de justicia para toda la Enada! -declar Shu.
En ningn momento a nadie se le ocurri preguntar al Rey de los Dioses cul era su
opinin sobre el caso.
-Qu significa esto? -murmur Ra-Atum-. Es que acaso la Enada empieza a tomar
decisiones por su cuenta?
Todos los dioses lanzaron un grito como seal de su aprobacin. Todos, excepto dos:
el dios Sol permaneca siniestramente silencioso y, en cuanto a Seth, avanz de pronto y
rugi:
-Si existe alguna duda en vuestros corazones sobre quin debe gobernar Egipto, dejad
que este mocoso me desafe en persona. Entonces ya veris como queda destronado!
-Todos sabemos que tal cosa no sera justa -protest Thot-. Cmo quieres que te
demos el trono de Osiris teniendo a su hijo ante nosotros? Es su legtimo heredero, todos
estamos de acuerdo.
-Te hemos hecho venir para que decidas entre estos dos jvenes dioses y para que de
esta forma se acaba la disputa que mantienen sobre Egipto
Benedbjed saba que Horus tena razn, pero a su vez tena miedo de enojar al dios
Sol, y dijo:
-Esta cuestin no se puede decidir sin aconsejarnos mejor. Enviemos una carta a
Neith, la Divina Madre.
Thot desenroll el papiro y ley la carta en voz alta: Dad el trono de Osiris a Horus,
su hijo. Cualquier otra cosa sera tan perversa que el cielo se derrumbara sobre vuestras
cabezas. En cuanto a Seth, dobladle los dioses, dadle dos hermosas diosas para que sean
sus mujeres y que ceda el trono a Horus.
Entonces se enfadaron los dems dioses, y el dios mandril Baba se puso en pie y le
dijo a Ra-Atum:
El dios Sol se sorprendi ante tal respuesta y para demostrar la ofensa que le haban
hecho se tap la cara y se tendi de espaldas al suelo. La Enada comprendi que se
haban excedido. Probaron de consolar a Ra-Atum, pero l se neg a escucharles. Se
levant, entr ofendido en su cmara y no quiso volver a salir.
Nadie saba qu hacer y todos tenan miedo de lo que podra pasar en el mundo si Ra-
Atum se negaba a navegar con la Barca del Sol por el firmamento.
Finalmente, Hathor, hija de Ra-Atum, decidi un plan. La bella diosa se puso a bailar
y mientras lo haca, empez a quitarse la ropa. Los dems dioses hicieron un corro a su
alrededor para verla mejor, y rean y aplaudan. El folln molestaba al dios Sol y sac la
cabeza por la puerta de la habitacin para ver qu estaba pasando. Al ver a su hija
bailando, Ra-Atum tambin empez a rer y olvid su clera. El Rey de los Dioses volvi
a sentarse con la Enada y les dijo a Horus y Seth:
-Volveremos a escuchar vuestras razones y podris defender vuestros puntos de vista.
-Yo soy Seth, el ms fuerte de la Enada. Cuando la Barca del Sol pasa por elcielo de
abajo y las serpientes del caos atacan, slo yo os puedo salvar. Soy el protector de los
dioses y, por tanto, tenis que darme el trono de Osiris a m!
-Cmo podemos dar el trono al to, cuando el hijo y heredero est aqu, ante
nosotros?
Benedbjed contest:
-Cmo podemos dar el trono a un jovencito, cuando su mayor est aqu, delante de
nosotros?
Isis estaba furiosa con la Enada porque no haba hablado en favor de su hijo y no
par de quejarse que, en inters de la paz, prometieron que se hara justicia a Horus.
-Anda, joven -refunfu Isis-, llvame al otro lado. En esta jarra llevo comida para el
joven que guarda el ganado en la isla.
-Lo siento, abuela -dijo Nenti-, pero tengo rdenes severas de no cruzar a ninguna
mujer.
-Ves este anillo de oro que hay en mi dedo? Pues si me llevas al otro lado ser para
ti.
-Quin eres, preciosa? -pregunt Seth-. Y para qu has venido hasta aqu?
Isis simul que estaba llorando.
-No llores, bonita. Ser tu paladn y dar una buena paliza a ese enemigo. Cmo osa
un extrao quitarle las propiedades del padre cuando su hijo todava vive!
Entonces Isis estall en carcajadas. Se transform en miln y vol hasta una acacia.
Seth estaba tan enfadado que llor lgrimas de rabia y los dems dioses quisieron
saber qu le pasaba.
-Esa malvada me ha vuelto a engaar -se quej Seth y les cont lo que le haba
sucedido.
Nenti fue llevado ante la presencia de los dioses y, como castigo por haber
desobedecido las rdenes, le cortaron los dedos de los pies. Desde ese mismo instante
Nenti jams volvi a mirar el oro.
-Por coronado que est, no podr gobernar hasta que no me haya derrotado. Te
desafo, Hoprus. Convirtmonos en hipoptamos y luchemos dentro del ro. El primero
que salga a la superficie perder.
Horus acept, pero Isis se sent llorando ante el miedo de que Seth le matara a su
hijo.
Isis orden al arma mgica que abandonara su presa. La volvi a lanzar y esta vez se
clav en Seth. Con un gran grito de dolor, Seth subi a la superficie, estirado por el arpn
y exclam:
-Oh, hermana ma, por qu siempre tienes que ponerte en mi contra? Qu es lo que
te he hecho? Soy tu hermano, haz el favor de soltarme.
Como Isis no poda dejar de sentir un poco de lstima por Seth, orden al arma que
se soltara.
Horus se enfad con su madre por intervenir y por compadecer a Seth. Sali del ro
de un salto con una cara como un leopardo y le cort la cabeza a su madre de un golpe con
su cuchillo de cobre. Despus se dirigi con grandes pasos hacia las Montaas
Occidentales, con la cabeza de su madre bajo el brazo.
El joven dios haba encontrado un oasis y dorma a la sombra de una palmera, cuando
su to le encontr. Seth lo cogi por detrs y le arranc ambos ojos.
El joven dios grit de dolor, mientras Seth se alejaba para enterrar los ojos. De
regreso al campamento de la Enada, Seth dijo que no haba encontrado ni rastro de su
sobrino.
Durante la noche el pobre y ciego Horus gimi de dolor, y a la maana siguiente dos
preciosos lotos haban nacido all donde sus ojos haban sido enterrados.
Hathor, Seora del Sicomoro del Sur, haba continuado la bsqueda de Horus;
finalmente le encontr y se compadeci de su profundo dolor. Hathor, la gran cazadora,
cogi a una gacela y la orde. Despus, se arrodill al lado del joven dios y le dijo
dulcemente:
-Destpate la cara.
Horus hizo lo que se le haba dicho y Hathor derram la leche sobre sus heridas. Con
ello el dolor desapareci al instante.
-Abre los ojos -le orden Hathor. Horus obedeci y vio cmo la magia reparadora de
la diosa le haba devuelto los ojos y gracias a ello poda ver de nuevo. Hathor fue
corriendo a ver a la Enada y les dijo:
Finalmente, lleno de desesperacin, Seth solicit una contienda con Horus. Delante
de la Enada en pleno manifest:
-Construyamos los dos un barco de piedra y hagamos una carrera bajando por el Nilo.
Quien gane llevar la corona de Osiris.
El poderoso Seth cogi su enorme garrote y golpe la cima de una de las montaas
prximas. Despus construy un barco de piedra maciza y lo arrastr hacia el ro. Cuando
hubo llegado, el barco de Horus ya estaba flotando en el agua, porque el joven dios haba
hecho camuflar un barco de pino y lo haba rebozado para que pareciera de piedra.
Cuando Seth intent hacer navegar su barco ste se hundi en el Nilo casi al instante
y la Enada ri. Seth se lanz al agua y se convirti otra vez en hipoptamo. Atac el
barco de Horus y, como que era solamente de madera, se rompi y no tard demasiado en
hundirse.
Horus cogi su lanza y se lanz contra Seth, pero la Enada le grit que se parara y l
obedeci.
Osiris quera saber por qu haban desposedo a su hijo del trono y si los dioses
haban olvidado que haba sido Osiris quien haba dado al mundo los preciosos dones del
trigo y la cebada.
Cuando Thot ley la carta en voz alta a la totalidad de los dioses, el dios Sol se
enfad con Osiris por haber sido capaz de decirle qu haba de hacer y le respondi con
otra carta llena de arrogancia.
Al cabo de muchos das, otro mensajero cansado regres con una segunda carta del
rey de los Muertos, y Thot la ley:
El joven dios volvi a ser coronado y colocado en el trono de Egipto; Isis grit con
alegra:
-Hijo de Nut, vivirs en el cielo conmigo como Seor de las Tempestades y cuando
regreses, toda la tierra temblar!
Finalmente Seth qued satisfecho e hizo al fin las paces con Horus, con lo cual todos
los dioses se alegraron.
LA CEGUERA DE VERDAD
Un da Mentira fue a ver a la Enada y se quej ante los dioses que Verdad le haba
robado la daga. Cuando le pidieron que describiera la daga, Mentira dijo:
-Todo el cobre del monte Jal sirvi para hacer la hoja y toda la madera de Koptos
para el mango. La vaina tiene el largo del pozo de ventilacin de una tumba y la piel de
todos los rebaos de Kal sirvi para hacer el cinto -insisti Mentira-, y Verdad me la ha
robado. Si se niega a devolvrmela, cegadlo y ddmelo para que me haga de portero.
Mentira pronto se dio cuenta que no podra soportar la presencia de Verdad sentado
plcidamente delante de su puerta. Aquello le recordaba cada da su crueldad as como la
inocencia de su hermano. Por este motivo les dijo a dos de los antiguos criados de Verdad:
-Llevaos a vuestro amo al desierto y dejadlo en un sitio donde una manada de leones
lo pueda encontrar fcilmente. No regresis hasta que no estis seguros que est muerto.
Los criados tenan demasiado miedo de Mentira para negarse a llevar a cabo tal acto.
Muy tristes, cogieron a Verdad uno por cada brazo y lo condujeron al desierto. Cuando el
hombre ciego not la tierra del desierto bajo sus desnudos pies, pregunt adnde le
estaban llevando. Los criados le contaron las rdenes que tenan con los ojos llenos de
lgrimas.
Un da ms tarde, una seora que se llamaba Deseo paseaba por su jardn, cuando dos
criadas corrieron a ella para decirle:
-Seora, hemos encontrado un ciego sentado entre las caas cerca del lago. Ven a
verlo!
Los criados no tardaron en llegar llevando a Verdad entre los dos. Estaba desfallecido
y medio muerto de hambre, pero Deseo pens que era el hombre ms hermoso y apuesto
que jams haba visto.
Le acept en su casa y en su cama y tuvo un hijo con l, pero Deseo pronto se cans
de su nuevo amante y lo ech fuera del hogar.
El hijo de Deseo no lo saba y el resto de los nios no paraban de burlarse por ello,
hasta que un da no lo pudo resistir ms y fue corriendo a ver a su madre para preguntarle:
-Por favor, dime quin es mi padre y as se lo podr decir a los dems compaeros de
clase.
-Ves ese ciego que est sentado sobre el polvo? -pregunt Deseo a su hijo-. Pues
bien, ese hombre es tu padre.
-Padre, quin fue el que tuvo la osada de dejarte ciego? Si me lo dices, te vengar.
Despus cogi un magnfico buey del rebao de su madre y se dirigi hasta donde
Mentira estaba pastando sus propios animales. El nio se acerc al vaquero principal y le
dijo:
-Tengo que partir para un largo viaje. Si me guardis el buey mientras estoy fuera,
podris quedaros con las provisiones, la espada, el bastn y estas preciosas sandalias de
cuero.
El vaquero principal objet que el buey era propiedad de un chico que regresara
pronto para reclamarlo. Mentira se encogi de hombros:
-Por qu, si ninguno se puede comparar al que era mo? -pregunt el muchacho-. Mi
buey era ms grande que, si se situara en la isla de Ammon, el hocico le llegara hasta el
desierto de Nubia y la cola hasta los pantanales del delta, con la punta de un cuerno
apoyada sobre las Montaas Occidentales y la otra en las Orientales.
-Vaya tontera! Nadie ha visto jams un buey de las dimensiones que ests
diciendo!
-Tampoco nadie ha podido jams ver una daga de las medidas del pozo de ventilacin
de una tumba -dijo el hijo de Verdad-, con todo el cobre del monte Jal en la hoja, toda la
madera de Koptos en el mango y toda la piel de las bestias de Kal en su cinto.
Mentira se volvi amarillo al or las palabras que acababa de pronunciar el chico ante
la Enada.
Mentira continu afirmando que todo cuanto haba estado explicando hasta el
momento era cierto.
Mentira estaba convencido de que su hermano haba muerto, pero el joven dijo:
EL santo y puro Goussima, obispo de la villa de Tarsos, cuenta que en su tiempo haba un
rey llamado Armenios, que segua con toda fidelidad los caminos marcados por Dios.
Armenios tena una esposa llamada Jassi, y ambos eran muy piadosos y cumplan con
los deberes de la religin.
Todos los das Goussima se reuna con el rey para predicarle y comentar con l los
Santos Evangelios. De esta forma le explicaba la historia de los santos padres y el sentido
de todas las profecas. Dios haba abierto a la verdad el corazn del monarca; as que l
entenda perfectamente lo que lea en las Escrituras y lo practicaba de todo corazn.
Cuando reuna los tributos y las cosechas haban sido ya recogidas, haca ofrendas en
la iglesia y entregaba las cantidades de dinero y especies que eran necesarias para el culto
y para el sostenimiento de la misma; despus entregaba otra cantidad al obispo y a los
sacerdotes, y, por ltimo, distribua entre los ms necesitados el resto, de manera que a
nadie le faltase lo indispensable para subsistir. Y tan generosas eran sus limosnas que se
quedaba l mismo sin un dracma en sus arcas y sin un grano en sus silos.
Aquellos a quienes beneficiaba con tan buen corazn rogaban por su rey, a fin de que
Dios le diese largos aos de vida y le protegiese de las asechanzas del siempre despierto
enemigo de los hombres.
-Oh, seor! No olvides que el enemigo est al acecho para combatir a los hombres
buenos y que siembra la discordia entre los reyes. Si alguno de tus vecinos se siente
inspirado por Satans y quiere apoderarse del reino, no tendrs dinero para pagar a los
ejrcitos ni provisiones suficientes para poder alimentar al pueblo y pereceremos
miserablemente.
Pero su temor se cumpli bien pronto. Satn tom el aspecto de un hombre venerable
y se present a un rey de los mags. Lleg al palacio de este rey y les dijo a los guardias:
-Id a vuestro seor y decidle que ha llegado un extranjero de muy larga vida y
experiencia que desea darle un buen consejo.
Los guardias llevaron este recado al rey y ste les orden que dejasen el paso franco
al anciano viajero. Satn fue introducido en el saln regio, y all, inclinndose reverente
ante el monarca, le dijo:
-El rey de los tarsos, Armenios, ha gastado todo su caudal y todas sus provisiones en
limosnas y ofrendas y tiene sus arcas vacas y sus ejrcitos desprovistos. T, seor, puedes
apoderarte de su reino tan pronto como lo desees.
El soberano se mostr muy satisfecho con el consejo que le acababa de dar el falso
viejo.
-Has hablado como hombre sabio y por ello he de pagarte el gran servicio que me has
hecho. Tan pronto como regrese de la conquista de Tarsos te nombrar consejero ulico.
Despus llam a su jefe de ejrcito y le dijo que lanzase una proclama diciendo que
aquellos que deseasen obtener honores y riquezas, que se agrupasen bajo las banderas
reales.
Muchos de los sbditos del rey acudieron llenos de entusiasmo; otros, en cambio,
juzgaron que tal proclama no responda a nada verdadero, y permanecieron en sus casas.
El monarca contest:
-Si ese rey, como decs, es poderoso y rico no me importa. Yo luchar contra l slo
por la virtud del Mesas, Nuestro Seor.
Los visires no dijeron nada ms; saludaron con reverencia y se marcharon. Pero no
podan dejar de estar acongojados, pues teman que de un momento a otro las tropas del
rey de los mags entrasen a saco en la ciudad y los pasasen a cuchillo a todos.
Armenios qued pensando que la cosa era extremadamente grave. Cuando las luces
del da se extinguieron, derram ceniza en el suelo, se ci un cilicio y echndose en
tierra, se puso en oracin. Su mujer lleg junto a l y le imit. Ambos oraron con total
devocin:
-Oh Seor de los seores! Henos aqu en grande afliccin. Haz que tu voluntad
resplandezca y socrrenos, si tal es tu destino. De lo contrario, ir a arrodillarme ante el
monarca que asedia mi ciudad y tras rendirme completamente le entregar cuanto tengo.
-No tengas temor, oh Armenios! Tu plegaria ha sido oda y esas tropas que cercan
con sus hogueras y sus tiendas los muros de tu ciudad perecern antes del amanecer.
El rey Armenios, que dorma, fue despertado por un ngel, que le dijo:
Cuando la maana lleg, el monarca mand llamar a todos los visires y a los
generales. stos creyeron que los llamaba para ordenar al ejrcito salir al combate y
dijeron:
-Ahora el rey nos ordenar dirigirnos contra los sitiadores, que son superiores a
nosotros en nmero y en armamento. Cada uno de nosotros habr de enfrentarse contra
cincuenta. Pereceremos sin remedio y la ciudad ser invadida.
Armenios, cuando tuvo ante s a los visires y a los generales, que le miraban con
semblante expectante y angustiado, les dijo:
Enorme fue su sorpresa cuando vieron los cadveres de los soldados enemigos. Al
rey lo encontraron en su tienda, en tierra y medio muerto. Cogieron las riquezas y las
provisiones, as como los caballos, y volvieron muy alegres a la ciudad. Con ellos
llevaban, en unas andas, al monarca, que no daba seales de vida.
Pero el rey no esper a contemplar el botn, sino que rpidamente pregunt si sus
rdenes relativas al rey de los mags haban sido cumplidas. Entonces avanzaron los
portadores de las andas y Armenios vio a su enemigo, que estaba expirando.
-Nada podemos hacer para devolver la salud a este hombre. Ni nuestro saber ni
nuestras drogas han dado resultado.
Lleg la noche y Armenios se retir a descansar a sus habitaciones, muy apenado por
la dificultad de hacer sanar a su enemigo. Se durmi con dificultad y fue desvelado por el
ngel del Seor, que le dijo:
El rey Armenios tuvo gran alegra por esta revelacin, dio fervientes gracias a Dios y
esper pacientemente la hora de la plegaria. Cuando por sus ventanales empez a filtrarse
la luz lechosa del amanecer, se levant, cogi uno de sus vasos ms ricos y ech en l una
cantidad de finsimo aceite y oy despus hasta que la maana estuvo clara.
Entonces se dirigi hacia donde yaca el rey de los mags y lo roci con el aceite. El
monarca abri los ojos y se incorpor curado. Cuando supo todo lo que le haba sucedido,
se ech a los pies de Armenios y declar creer en el Dios de los cristianos y pidi a su
salvador que le adoctrinase en la verdadera fe.
El soberano mand llamar a los personajes y cortesanos y les cont cuanto le haba
sucedido. Despus, con los soldados de su guardia que regresaban a Tarsos, envi a su
amigo el rey de esta ciudad un gran tesoro de joyas y otros presentes. Todo fue repartido
entre los pobres por el rey Artemios.
Hasta que al fin Dios, desendole el premio merecido a su vida ejemplar, le envi una
grave enfermedad que deba poner fin a sus das.
Armenios, viendo que su muerte estaba cada vez ms cerca, mand llamar a sus hijos
y les dijo que Dios le haba concedido el llevarlo a su seno, y que l morira lleno de fe en
el Seor, que le perdonara sus pecados. Y despus de dar los consejos habituales en los
moribundos, les pregunt por su madre.
-Dnde est mi esposa? Mas pienso que tambin est enferma de gravedad y no ha
podido venir a estar conmigo en este trance.
Mas Dios, no queriendo separar a los santos esposos, envi tambin la muerte a la
reina.
Fueron enterrados en el mismo sepulcro, que desde entonces fue lugar de prodigios y
milagrosas curaciones.
JUAN EL HIJO DE ARMENIOS
Este, tras la muerte de sus padres, fue acometido de una mortal tristeza. Los patricios
y visires, queriendo consolar al que era su nuevo seor, vinieron a l y le dijeron:
-Oh seor! No te acongojes ms por lo que no tiene remedio. Desde que nace, el
hombre est destinado a la muerte y ste es el comn destino de los nacidos. Dnde estn
tus padres y los padres de tus padres? Dnde estn los primeros hombres? Seca tus
lgrimas, ten piedad de los que de ti esperan la gua y el consejo, y toma ejemplo para tu
vida de la que tu padre pas en este mundo con tanta bondad y santidad.
Pero todas estas palabras de consuelo fueron intiles. Juan permaneca mudo y
quieto. Los cortesanos juzgaron que era mejor no molestarle, y le dejaron solo con su
dolor algunos das, y ms tarde volvieron a intentar el alivio de la pena de su seor.
Juan no quera aceptar, pero ante la insistencia de sus servidores, y no queriendo que
creyeran que los despreciaba, acept a presidir el banquete. Le ofrecieron exquisitos
manjares, de los que apenas se sirvi, y deliciosos vinos, con los que solo humedeci sus
labios en una bebida fuerte y de aroma delicado. Le instaron a que bebiera ms y as lo
hizo. Pero como jams haba bebido vino, se sinti embriagado por la bebida y por el olor
de los jardines, perdiendo el conocimiento.
La hermana tuvo un terrible dolor por ello. Qued encinta y, cuando no pudo
disimular su estado, fue a su hermano y le dijo lo que le pasaba. El hermano, que no
recordaba nada de su nefanda accin, le pregunt que quin era el culpable. La hermana le
contest:
-T mismo!
Juan palideci y le dijo que no recordaba haber cometido esa accin tan monstruosa.
Y entonces ella le cont que todo haba sucedido el mismo da del banquete, cuando
l haba regresado embriagado.
Cuando lleg el momento de alumbrar su embarazo, tuvo un nio muy hermoso. Mas
no queriendo que de conociese su gran pecado, hizo preparar una caja muy bien dispuesta,
forrada de telas suaves.
Llam a su criado de confianza y le encarg buscar tres tablillas: una de marfil, una
de oro y otra de plata. Sobre la primera orden que pusieran: El padre de este nio es su
to, y su madre es su ta. Despus, en un pergamino escribi: La tablilla de oro
pertenecer a este nio cuando sea mayor, y la de plata, a la que lo tome a su cuidado para
educarlo.
-Como habamos convenido que os entregara, por un dinar, toda mi pesca, a vos os
pertenece tambin esta caja.
El superior abri la caja y vio al tierno nio. Cogi el pergamino y tom las tablillas
de oro y de plata. Despus de haber ledo el pergamino, guard la de oro y entreg la de
plata al pescador, dicindole:
-Toma a este nio y entrgaselo a tu mujer para que lo cre. Y como pago, tuya es
esta tablilla de plata.
Y ellos le contestaron que no lo eran. Entonces l fue a buscar a la mujer del pescador
y le dijo:
-Mis hermanos me han dicho que no son mis hermanos. Es que acaso no eres t mi
verdadera madre?
Cuando volvi el pescador, el muchacho le rog que lo llevase a ver al monje. ste lo
hizo as y juntos fueron a ver al monje. El mancebo al ver el aspecto del superior, le
pregunt:
_No, yo no soy tu padre ni s quin pueda ser. Slo te recog de una cuna que haba
sido echada al agua. All haba tres tablillas.
Tras estas palabras el superior le entreg la tablilla de oro. Fue a venderla a la ciudad
vecina y le dieron mil dinares de oro, con los que compr un caballo y un rico equipo de
soldado. Despus se despidi y le dieron la tablilla de marfil y la bendicin del monje.
Despus de algunos das de camino, lleg a una ciudad que estaba sitiada por un
poderoso ejrcito. Pregunt a los soldados:
Los soldados le contestaron que era una ciudad gobernada por una mujer y que su rey
quera apoderarse de ella.
Entonces el joven guerrero cabalg aprisa, sin poder ser detenido por los soldados, y
lleg a las puertas de la ciudad, donde pidi alojamiento.
Por la maana oy las trompetas llamar a combate y las voces de los jefes que
incitaban a los soldados a la lucha. Se uni al grueso de las tropas que iban a hacer una
salida contra los sitiadores.
Cuando los escuadrones de la ciudad toparon con las primeras lneas enemigas, ya el
joven galopaba a la cabeza. La fuerza divina vino en su ayuda, prestndole fuerza a su
brazo, de tal manera que l solo hizo ms que todos los soldados juntos, destrozando a
centenares de enemigos. stos, aterrorizados, levantaron el cerco, dejando prisionero a su
rey y la ciudad recibi a los vencedores con gran algazara de cnticos y vtores, que iban
dedicados, sobre todo, al caudillo desconocido, que con su valor haba sido el verdadero
artfice de la victoria.
-El ejrcito enemigo ha huido y su rey ha sido hecho prisionero por un joven soldado
desconocido que ha batallado con tal denuedo que nos ha conseguido el triunfo.
La soberana dese ver al mancebo y quiso recompensarle por lo que haba hecho.
Pero el joven nada quiso aceptar. Entonces la reina le propuso que fuera su marido y luego
proclamarlo rey. l acept, y este enlace fue recibido con gran alegra por los visires y por
todo el pueblo, que se senta orgulloso de su monarca.
Las bodas se celebraron con gran pompa. Grandes festines se dieron y el pueblo
estaba muy alegre. As pas algn tiempo. Un da la reina conversaba en su cmara con
sus doncellas. Se senta tan orgullosa de la belleza y el valor de su marido que hizo esta
pregunta:
-Conocis alguien ms hermoso que el rey? -despus suspir y dijo-. Y sin embargo
tiene una extraa enfermedad. Cada vez que entra en el gabinete de aseo sale con los ojos
enrojecidos y el semblante plido. Sin duda se apoderan de l malos espritus.
Espi, a la maana siguiente, la llegada del rey al gabinete de aseo y vio que de un
armario sacaba una tablilla y que, despus de leerla, sus ojos se llenaban de lgrimas y
quedaba plido.
Fue en seguida a decrselo a la reina, quien pidi que le llevase la tablilla que el rey
guardaba. La fmula as lo hizo y cuando la soberana tom la tablilla y la hubo ledo, cay
desmayada. Aquella tablilla la haba escrito ella misma cuando ech al ro, en una cuna, el
fruto de su horrendo pecado.
Las criadas fueron a avisar rpidamente al rey de que la reina haba sido vctima de
un accidente. Cuando lleg el monarca, vio que su esposa estaba llorando. Le pregunt la
causa de su mal, y ella, desesperada, rasgndose los vestidos, le cont lo siguiente:
-Estoy maldita del Seor! Yo fui quien escribi esas palabras en la tablilla. No solo
t eres hijo de un gran pecado, sino que t y yo hemos cometido uno de nuevo, ms
nefando todava. Yo soy tu madre!
El joven rey, atrozmente torturado, sali de palacio sin saber adnde dirigirse. Fue a
la orilla del mar y vio a un pescador.
El pescador dijo que tan humilde vestidura no corresponda al rey. Pero ste insisti y
el pescador no tuvo ms remedio que obedecer y cambi su guebbeh por las ricas
vestiduras reales.
-Oh, Seor! Ten piedad de aquel que es fruto de un pecado como jams se ha
cometido otro en la Tierra, y que para agravar su falta se ha casado con su madre despus
e ser hijo de su to.
Pas el tiempo. Nadie supo nada ms del rey. Mientras tanto, el nuevo rey que haba
sucedido a la hermana de Juan, que se haba retirado del palacio, supo que el patriarca
estaba a punto de morir. Era costumbre que los patriarcas tuvieran a su servicio jvenes
clrigos, que escogan entre los que observaban mejor conducta y disposicin. Y entre
ellos escogan a sus sucesores.
El rey fue al patriarca y le dijo que diera el nombre el que haba de ser su sucesor.
Pero el patriarca, moribundo, le dijo:
-No puedo darte nombre alguno, por desgracia. Oh, seor!, ninguno de los jvenes
que he tenido a mi servicio es digno de ocupar mi lugar.
El rey escogi a algunos de sus servidores y los envi a recorrer los monasterios para
preguntar si alguno de los monjes era digno de ser nombrado patriarca. Unos de estos
emisarios llegaron adonde estaba el pescador. Fueron dirigidos hasta all por la voluntad
divina. Tenan hambre y pidieron al pescador que echase su anzuelo para sacar algo con
que saciar su necesidad.
El pescador ech su anzuelo, sac un pez y, cuando su mujer lo abri para cocinarlo,
vio que en su vientre haba una llave de hierro que su marido reconoci al momento como
la de las cadenas que haba comprado para el rey.
Los emisarios le pidieron que les condujera hasta la isla, y cuando estuvieron all
encontraron al solitario con las manos en alto, orando en el fervor ms profundo al Seor
para que le fueran perdonados sus pecados y faltas.
Lo llevaron con ellos al palacio del rey, el cual habiendo sabido la vida de penitencia
que haba llevado, llam a doce obispos, los cuales estuvieron de acuerdo en que era digno
de ser patriarca, y como tal lo consagraron.
-Oh, madre ma, ya ves los favores que Dios concede a los que hacen penitencia!