Estados Unidos y Los Principales Actores
Estados Unidos y Los Principales Actores
Estados Unidos y Los Principales Actores
Universidad Iberoamericana
Dedicatorias y agradecimientos....................................................................... 9
Prefacio............................................................................................................. 11
Introduccin.................................................................................................... 13
Jos Luis Len-Manrquez, David Mena Alemn y Jos Luis Valds-Ugalde
Dedico esta obra a Martn y Julia Valds Tamarit y a la oma Isabel, mis ngeles
guardianes en tierras teutonas. Tambin se lo brindo a Ana Tamarit Amieva, quien
fue mi inspiracin de lucha y resistencia durante estos dilatados tiempos. Asimis-
mo, expreso mi agradecimiento a Marianne Braig y a Carlos Alba Vega por su im-
portante apoyo durante mi estancia sabtica en el Lateinamerika-Institut (lai) de
la Frei Universitt (fu), Berln, Alemania; y a la Coordinacin de Publicaciones
del cisan; en particular a Cristina Hernndez, Hugo Espinoza y a Astrid Velasco,
quienes trabajaron en forma por dems profesional en el cuidado de la edicin.
A la memoria de mi padre, hombre honorable y valiente.
La idea de elaborar este libro comenz a forjarse durante la estancia de Jos Luis
Valds-Ugalde como titular de la ctedra scar Uribe Villegas en la Universidad
Autnoma Metropolitana Xochimilco durante 2011 y 2012. Una de las inquietu-
des compartidas por l y sus anfitriones era (y es) el papel de Estados Unidos en
un mundo que cambia cada da y que, sin duda, ha tomado derroteros distintos de
los que insinuaba durante la euforia unipolar en los aos posteriores al fin de la
guerra fra. Estas inquietudes comunes derivaron en la realizacin del seminario
Estados Unidos y los principales actores de la reconfiguracin del orden mundial
en el siglo xxi, que cont con la participacin de acadmicos del Centro de Inves-
tigaciones sobre Amrica del Norte (cisan), unam; de la Universidad Autnoma
Metropolitana-Xochimilco (uam-x) y de la Universidad Iberoamericana, sede ciu-
dad de Mxico (uia).
En dicho seminario confluyeron perspectivas provenientes de diversas disci-
plinas, como la Ciencia Poltica, la Economa, la Historia y las Relaciones Interna-
cionales. Las visiones, no siempre convergentes, sobre los cambios en el sistema
internacional y el papel de Estados Unidos en este proceso propiciaron un fruct-
fero debate sobre el tema. A partir de esa experiencia de trabajo interinstitucional,
se decidi avanzar en la publicacin de un libro colectivo, al cual se invit tanto a
quienes participaron en el seminario, como a colegas del Centro de Investigacin
y Docencia Econmicas (cide), El Colegio de Mxico, el Instituto Mora, la Uni-
versidad de Guadalajara y la uam-Azcapotzalco, quienes aportaron an ms temas
y enfoques. El resultado es esta obra que aspira a contribuir al anlisis importante
en el mundo, indispensable en Amrica Latina y Mxico en torno a las dimen-
siones, alcances y desafos al podero estadunidense en el mundo contemporneo.
Los tres coordinadores desean agradecer a todas las personas que han apoya-
do la aparicin de este volumen en el largo camino que va desde su concepcin
hasta el parto editorial. Con el riesgo de una omisin involuntaria, deseamos de-
jar constancia de nuestro agradecimiento a Salvador Vega y Len, exrector de la
uam- Xochimilco y actual rector general de la uam. Valoramos mucho el apoyo de
Silvia Nez Garca, directora del cisan, unam, y de Jorge Alsina Valds y Capote,
director de la Divisin de Ciencias Sociales y Humanidades de la uam-x. El trabajo
editorial de Diego Bugeda en la unam y de Miguel ngel Hinojosa en la uam-x
han sido vitales, al igual que las sugerencias y comentarios de los expertos que, de
manera annima, dictaminaron el manuscrito original. Los autores y autoras de los
diversos captulos han sido especialmente generosos con su tiempo y con su
esfuerzo intelectual. Han mostrado, sin excepcin, una gran paciencia para aten-
der los dictmenes y realizar las adaptaciones editoriales requeridas para llevar a
buen puerto este proyecto.
El propsito de este libro es brindar a los lectores, desde diferentes pticas y pers-
pectivas temticas, una visin de los cambios en el sistema internacional en la
segunda dcada del siglo xxi, a partir del anlisis de algunos de los actores ms
representativos que lo conforman. Especial atencin se presta al papel de la go-
bernanza global y a la relacin que Estados Unidos tiene y tendr en relacin con
otros actores del escenario mundial que previamente ya eran potencias o que han
emergido en los ltimos aos. Tal es el caso de China, Brasil, India, la Unin Eu-
ropea, Japn, o incluso la Federacin Rusa. La gran pregunta de nuestra empresa
acadmica es si, frente a la reconfiguracin del sistema mundial, Washington ha
experimentado un declive y qu tan intenso y profundo ha sido ste como para
imaginarnos la prdida parcial o total del influyente papel que Estados Unidos ha
logrado desplegar, principalmente despus de la segunda guerra mundial.
La pregunta cobra mayor relevancia en el marco de la historia de las percepciones
y la ansiedad en el seno de la sociedad estadunidense, acerca de la disminucin de la
influencia de Washington y que, en trminos de Samuel Huntington (1988-1989),
tiene cinco etapas: la supuesta superioridad tecnolgica sovitica de los cincuenta;
la crisis de los sesenta provocada por la guerra de Vietnam; el embargo petrolero de
1973; el aparente resurgimiento sovitico cuando, en 1979, Mosc invadi Afga-
nistn, y las preocupaciones econmicas de los ochenta. Agregamos ms hechos a
este mapa del conflicto internacional relacionado con el debate auge-declinacin:
los atentados del 11 de septiembre de 2001 y los acontecimientos posteriores en
Afganistn e Irak, ambas aventuras fallidas del gobierno de George W. Bush y
heredadas al gobierno de Barack Obama. Tambin se contempla en el anlisis el
septiembre negro de 2008, cuyo impacto negativo sobre la economa estaduni
dense y el sistema econmico global provoc una gran fractura en la preeminencia de
Estados Unidos como poder dominante del sistema mundial e impact en la con-
fianza del pblico sobre su futuro econmico. Si bien Estados Unidos sigue siendo
la economa ms poderosa del planeta aunque prcticamente ya igualada por
China en trminos de la paridad en el poder de consumo y menos competitiva
en trminos generales de acuerdo con las mediciones del McKinsey Global Ins-
titute (Colby y Lettow, 2014), el protagonismo unipolar de Washington en esta
materia ha declinado de forma drstica. No ha ocurrido as en otras reas que tambin
se discutirn en este libro (como la militar).
Desde 1945, Estados Unidos se convirti en un gran poder de indiscutible
influencia para el sistema internacional. El propsito central de Estados Unidos
que Estados Unidos confront en los aos setenta y ochenta. Joseph Nye, como
Huntington, abon al debate sobre el declive estadunidense, el cual se puso en
boga a partir de 1957, cuando los soviticos lanzaron el Sputnik al espacio (Nye,
2011). Desde entonces, el debate sobre la erosin hegemnica ha reaparecido con
cierta periodicidad, tanto en los tiempos de ajustes econmicos emprendidos por el
expresidente Richard Nixon, como en los de la crisis energtica de los aos setenta,
o la crisis del dficit en los aos de Ronald Reagan. Ms recientemente, el debate se
articula con la muy visible prdida de control por parte del centro racional de deci-
siones de los hacedores de poltica exterior en Washington (Clarke y Halper, 2007).
Tanto Nye (hace poco) como Samuel Huntington (1988-1989) discuten que
este cclico miedo colectivo al declive estadunidense tiene un alto contenido neu-
rtico. En todo caso, desde los noventa, la opinin pblica, los analistas y los miem-
bros de la clase poltica han mantenido ciertos espacios para debatir los ciclos
del declive. Por otro lado, la psique colectiva estadunidense estaba atenta quiz
premonitoriamente a las posibilidades de que este declive ocurriera en algn mo-
mento. La gran recesin iniciada en 2008 y la imposibilidad de la administracin de
Barack Obama para zanjarla de manera sostenible han reavivado este debate y han
provocado que no pocos analistas pongan en tela de juicio la capacidad del pas para
reproducir su hegemona ad infinitum.1
Una sensacin similar ocurre en el terreno poltico a causa de la incorpora-
cin de nuevos actores internacionales (formales e informales). En suma, Estados
Unidos enfrenta hoy un doble reto: por un lado, debe atender la emergencia de
problemas a los que ya no puede ofrecer respuestas l solo; por el otro, experi-
menta la proliferacin de entidades estatales y no estatales que desafan su poder
dominante. Arribamos, as, a un momento culminante del descenso gradual del
poder estadunidense, que se ha acentuado drsticamente en la segunda dcada
del siglo xx. Algo en Washington huele a fin de fiesta.
De ah que en este tiempo se viva un dilema: cmo, en tales circunstancias,
puede Washington mantener una posicin de predominio?, es posible que esto
ocurra cuando los poderes emergentes ya no siempre cooperan con Washington da-
das sus divergencias?, en qu medida las nuevas potencias, como Brasil o China,
se opondran a los planes estadunidenses debido a que tienen una agenda propia,
aunque no unificada, sobre varios temas, como derechos humanos, calentamiento
global, reforma del sistema financiero, entre otros?, hasta dnde Washington puede
y quiere seguir una lnea de accin que incluya una gran estrategia, si aceptase rea-
lizar cambios y nuevas alianzas por lo dems necesarias con contrarios que, en
ltima instancia, afectaran sus intereses en forma negativa?, hasta qu punto se
mantendran sus alianzas con socios tradicionales como Japn y la Unin Europea
(UE), cuyas posturas en conflictos como Irak no han sido del todo convergentes
con las de Estados Unidos?
El hecho es que en este momento no se visualiza a Washington inteligien-
do una gran estrategia que le permita afrontar los crticos nuevos tiempos que
1 Un debate reciente sobre el declive de Estados Unidos se halla en Colby y Lettow (2014).
Irak. As las cosas, Obama ofreci retirarse de Irak (ya vemos hoy que a un muy
alto costo) y de Afganistn. En el primer caso, cumpli su promesa; en el segun-
do, an quedan tropas de entrenamiento en territorio afgano, no obstante haber
disminuido la presencia militar estadunidense. Es pertinente alertar, sin embargo,
sobre los riesgos que implica su inminente regreso a irak dada la escalada de la
organizacin terrorista Estado Islmico.
Por otro lado, la profundidad de la problemtica que presenta el mundo global
de hoy desde el inicio del siglo se ha recrudecido con la emergencia de mltiples
brazos armados yihadistas (muchos de ellos llevados desde Occidente) que defien-
den su derecho a la verdad absoluta fuera de toda racionalidad. Siria, Irak, Irn,
Arabia Saudita y en general todo el Medio Oriente, es el entorno de esta nueva
guerra de posiciones entre sunitas y chiitas y, por tanto, entre Irn e Irak y de ste
contra Siria. El isis puso en jaque al gobierno iraqu de Nuri al-Maliki, nunca tan
querido en Washington y sustituido por Haider el-Abadi en agosto de 2014. La
aparicin del isis y su violento posicionamiento en la frontera entre Siria e Irak han
provocado, en principio, una firme reaccin del rgimen chiita en Tehern, aun
cuando ste juega la carta de una alianza con Estados Unidos a partir del inters
mutuo por erradicar esta nueva forma de insurgencia yihadista.
Se trata de una crisis de enormes dimensiones que altera el orden regional, afec-
ta la fallida transicin en Irak y expone crticamente la seguridad global, pero sobre
todo le impone a Washington un drstico cambio de estrategia en su agenda original,
al verse forzado a efectuar bombardeos quirrgicos contra los avances del isis.
A esta emergencia regional hay que sumar las agresiones que el presidente
ruso Vladimir Putin ha emprendido contra otro orden regional estratgico para Oc-
cidente, Europa, en el nombre de un proyecto de recuperacin de la Rusia impe-
rial. stos son los desafos que enfrenta Washington en 2014, tras haber intentado
mostrar ante el mundo un rostro noble y amigable a partir de 2008.
Desde los atentados del 11 de septiembre y la invasin de Irak en 2003, hasta
el da de hoy, a la luz de la emergencia de la insurgencia del extremismo islmico
del isis, la poltica exterior estadunidense se ha encerrado a s misma en un abismo de
tremendas dimensiones. El mundo cambi y con ste las bases desde las que se
desprenden los arreglos del orden internacional. Al tiempo que Obama arribaba
en 2008 a la Casa Blanca con el proyecto poltico ms progresista desde Franklin
D. Roosevelt y William Clinton, diversos actores estatales y no estatales no ne-
cesariamente como resultado del mutuo acuerdo se propusieron imponerle un
boicot a la poltica inteligente ideada por Obama con el propsito de resolver sus
pendientes globales.
En particular, se perciba la necesidad de la Casa Blanca por atenuar los ren-
cores antiestadunidenses acumulados despus de dcadas de intervencionismo pro
tagonizado por Washington desde los aos cincuenta. Obama guardaba (y creemos
que an lo hace) la conviccin de que era slo de esta forma, por la va diplomti-
ca, en la que Estados Unidos se recuperara del desprestigio en el que se empezaba
a hundir su tradicional poltica hegemnica. Es decir, se trataba de ceder algo de
su poder a cambio de mantener una posicin preeminente en la organizacin y
por ser ste el lder de una superpotencia, que se ha convertido en riesgo para la
seguridad regional y global. Valga reiterar que esto ocurre en momentos en que
la presidencia de Obama, por razones de supervivencia como actor preeminente en
el orden global, ha cedido un tanto a sus antiguas pretensiones neoimperiales y ha
implementado una estrategia diplomtica conciliadora, de la cual parecieran querer
sacar provecho actores estatales y no estatales (como Mosc, Al Qaeda y el isis), que
han visto en esto errneamente signos de debilidad total de Estados Unidos.
La apropiacin de Crimea por parte de Rusia en marzo de 2014, su apoyo no
disimulado a los separatistas pro rusos ucranianos y su acoso militar, econmico
y poltico a este pas que an cree suyo, son algunos botones de muestra de esto.
Todo se agrava con el derribo del avin comercial de Malaysia Airlines en julio de
2014, que ocurri en el mismo permetro del conflicto en que cayeron dos cazas
ucranianos derribados la semana previa por las poderosas bateras antiareas que
Mosc entreg a los separatistas, entre otro equipo militar de alta tecnologa.
Cules son los lmites que impone esta inesperada crisis tanto para Washing-
ton como para su aliada la Unin Europea? Estimamos que estos lmites sern, por
un lado, los que ya enfrenta el propio Putin, para quien hasta la escritura de esta
introduccin no parece quedar claro cundo abandonar de forma definitiva el
acoso al gobierno ucraniano a travs de una guerra que parece del pasado. De los ul-
teriores pasos de Mosc depender hasta dnde la Unin Europea y Estados Unidos
recurrirn a sanciones econmicas mayores a las anunciadas por la Unin Europea
en julio y agosto de 2014. Se trata de un castigo que hara perder a Rusia diez mil
millones de euros al ao y que propone impedir el acceso de la banca pblica rusa al
capital europeo, un embargo de armas, un alto a la venta de bienes de uso civil y mi-
litar, as como de la venta de tecnologas para sectores sensibles, como el energtico.
Por otro lado, estn los lmites que Washington enfrenta. Si bien Obama se
propuso desde el principio el retiro de los frentes de guerra en Irak y Afganistn, y
se plante una estrategia no intervencionista en la primavera rabe, hoy recibe una
enorme presin desde adentro y afuera para intervenir en la guerra civil de Irak y
en el conflicto en la franja de Gaza. Obama sabe que Putin juega osadamente con
la estabilidad del acuerdo del P5 + 1, del que forma parte y por el que se depen-
de de Mosc, dada su asociacin estratgica con Irn y China.2 En este y otros
escenarios descansan las posibilidades del futuro poder que Washington ejerza,
manteniendo sus posiciones estratgicas, recuperndose internamente de la crisis
econmica, al tiempo que evita la exacerbacin de conflictos que podran llegar
a una conflagracin mayor con riesgos muy altos para la estabilidad del sistema
internacional del que ha sido puntal histrico. La solucin a esto no slo la tiene
Washington, sino todos sus aliados, socios e incluso sus enemigos.
2 El P5 + 1 est conformado por Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia, China, Rusia y Alemania.
Se trata de un compromiso que obliga a Irn a disminuir hasta un 5 por ciento su produccin de
Uranio 235 y a las potencias a levantar sanciones econmicas a Tehern por un monto de siete mil
millones de dlares, ms treinta mil millones que recuperara Tehern como fruto del levantamiento
de sanciones a sus exportaciones petroleras.
En este marco, este volumen trata, por un lado, de indagar y definir hasta
dnde el podero de Estados Unidos requiere mayores gastos destinados al mante
nimiento del aparato militar; por el otro, hasta qu punto esta misma lgica ter-
minar diezmando el dinamismo econmico y, a fin de cuentas, las capacidades
neoimperiales. No sera sta la primera vez que una superpotencia, en apariencia
invencible, se derrumba justo despus de haber alcanzado su cenit. Despus de
todo, como dira Rousseau, si Esparta y Roma perecieron, qu Estado dominante
puede durar por siempre? De aqu nuestro inters colectivo por indagar sobre la
temporalidad de la decadencia del poder hegemnico de Estados Unidos, que muy
bien podra convertirse en una discusin del siglo xxi.
Los prrafos anteriores enmarcan la compleja trama de temas y debates que
se abordan con mayor profundidad en este libro colectivo al que hemos titulado
Estados Unidos y los principales actores de la reconfiguracin del orden mundial en el
siglo xxi. La obra se compone de trece artculos, agrupados a su vez en tres partes.
En la primera, se discuten las grandes lneas de la poltica interior y sus efectos
pertinentes en la poltica exterior; especial atencin merecen dos aspectos: la no
siempre fcil relacin con los organismos internacionales y el uso del dlar como
divisa dominante.
En la segunda parte, se estudian las relaciones de Estados Unidos con dos po
tencias tradicionales (Japn y la Unin Europea) y dos emergentes (China y Rusia),
y se discute el tema de la posible declinacin estadunidense, a la luz de sus vncu-
los con estos actores. En la tercera parte, se profundiza en los efectos de los cambios
en el sistema internacional en Amrica Latina y Mxico. Por un lado, se analizan
las consecuencias de la reciente irrupcin de China en las relaciones interamerica-
nas. En el caso mexicano, se analizan las implicaciones del cambio simultneo de
administraciones, los problemas del tlcan y la dimensin migratoria.
La primera parte inicia con un texto de Luis Maira, reconocido por propios
y extraos como uno de los pioneros de los estudios sobre Estados Unidos en
Amrica Latina. Maira analiza qu factores llevaron a Estados Unidos a ser una
potencia mundial y cules se mantienen. Con ese objeto, el autor nos presenta su
perspectiva de lo que fueron las caractersticas muy especiales que convirtieron
a Estados Unidos en potencia, revisando la historia de dicho pas entre 1776 y
2008. A partir de su anlisis, destaca que a pesar del renovado liderazgo mundial de
Estados Unidos, impulsado por su recuperacin econmica durante la presiden-
cia de Reagan, comenz a ser evidente que aun a la luz del colapso de la urss
ya no tena la ascendencia para impulsar ordenamientos como los posteriores a
la segunda guerra mundial. En vista plena de este trasfondo histrico, Maira da
voz a las dos partes del debate, declinacionistas-hegemonistas. Al final del cap-
tulo queda claro cul es lado del debate que coincide ms con la interpretacin
histrica del autor.
El trabajo de Jos Luis Valds-Ugalde analiza, a la luz de la segunda reeleccin
presidencial de Barack Obama en 2012, las vinculaciones entre las polticas exterior
e interna de Estados Unidos. En este captulo se identifica una fuerte tensin en-
tre el discurso excepcionalista, las proyecciones hegemnicas de esa potencia y el
deterioro en las formas de articular consensos por parte de la clase poltica estadu-
nidense. En ese crtico tringulo, la estrategia de smart power de Obama y la con-
tinuidad de la primaca estadunidense en el siglo xxi estn crecientemente condi-
cionadas por el debate interno y las posturas retrgradas del Partido Republicano
y sectores sociales afines a ste. A pesar de tales posturas y sus impactos negativos
en materia de poltica exterior, el autor duda que un mundo posestadunidense
est en gestacin. Al relativizar los alcances econmicos, polticos y diplomticos
de potencias emergentes como el brics, Valds-Ugalde considera que el sistema
internacional emergente se conformar va posicionamientos pluridominantes y
semihegemnicos, en los que Estados Unidos seguir siendo muy importante.
En consonancia con el captulo precedente, David Mena analiza los funda-
mentos filosficos del diseo institucional estadunidense que dan sustento a lo
que identifica en su captulo como estructura de suboptimalidad poltica. Des-
cansa en la teora normativa de Dahl para cuestionar restricciones al alcance de
las decisiones de la mayora, as como al alcance del proceso democrtico en s.
Asimismo, recurre a los estudios de poltica comparada que desde los aos noventa
comenzaron a poner al descubierto graves rezagos en materia de bienestar en Estados
Unidos respecto de sus contrapartes europeas y que han llevado a comparativistas
como Stepan y Linz a concluir que la creciente desigualdad estadunidense es cau-
sada por instituciones restrictivas de la mayora e inductivas de la desigualdad.
De cara al debate entre declinacionistas y hegemonistas, la perspectiva que ofrece
el texto de Mena es la de un actor hegemnico que ni siquiera presume a los que
le disputan su hegemona que entre sus principales virtudes est la de ser un pas
igualitario.
Una vez establecidas las grandes coordenadas de la poltica exterior y sus ra-
ces internas, el libro se traslada al anlisis de las dimensiones econmicas del
podero estadunidense. En su captulo, Vctor M. Cuevas Ahumada estructura un
argumento a partir de dos preguntas: se ver afectado el dlar estadunidense por
la recesin global financiera de 2008 y sus secuelas? Habr una disminucin en
las capacidades econmicas de Estados Unidos? El autor responde con un tajante
no a ambas preguntas. Para fundamentar su negativa, Cuevas propone un am-
plio estudio sobre la influencia mundial del dlar estadunidense a partir de cuatro
aspectos: la estabilidad macroeconmica, el respaldo productivo y comercial, la
influencia financiera y los beneficios sistmicos que Estados Unidos recibe por
la utilizacin del dlar como divisa internacional. Haciendo un anlisis compa-
rativo y emprico frente al euro, divisa que ocupa el segundo lugar en el sistema
monetario global, Cuevas Ahumada llega a la conclusin de que la primaca del
dlar estadunidense est lejos de superarse, a pesar de los innegables problemas
de la economa estadunidense.
Laura Zamudio Gonzlez analiza una modalidad de institucin de autoayuda
global, prohijada y financiada por Estados Unidos: las organizaciones internacio-
nales gubernamentales (oig). Creadas por los Estados para atender asuntos de
la agenda global, generan a su vez nuevas oig sin que intervengan los Estados.
La autora destaca que stas tienen una agenda propia, se autorregulan a partir
Gortari-George Bush padre y con Vicente Fox-George W. Bush hijo, quienes coin-
cidieron como presidentes electos. Las altas expectativas estaran repitindose con
la eleccin de Enrique Pea Nieto y la reeleccin de Barack Obama en 2012.
Entre los temas de anlisis de Curzio estn la seguridad, integracin y comercio y
migracin. Concluye que el momento es complicado para Pea Nieto, tanto por
el problema de la credibilidad acerca de sus credenciales democrticas, como por el
hecho de que la creciente violencia e inseguridad en Mxico deterioraran an ms
los lazos y los acuerdos sobre polticas comunes sobre ste y otros temas.
Por su parte, Federico Novelo Urdanivia explora las dimensiones de la hege-
mona estadunidense en el espacio de la integracin econmica en su rea inme-
diata de influencia. Al analizar el tlcan y sus efectos sobre Mxico, Novelo argu-
menta que dicho instrumento comercial ya ha alcanzado sus lmites. Al contrario
de lo que se esperaba a principios de los aos noventa, las posibles ventajas para el
desarrollo econmico mexicano han sido opacadas por sus desventajas. A pesar de
las altas expectativas que cre el tlcan, ste ha permanecido en el primer estadio
de las integraciones econmicas (zona de libre comercio). Novelo Urdanivia sostie-
ne que la propia estructura del tratado, sumada a la falta de polticas que promue-
van con mayor asertividad las exportaciones y la integracin del aparato industrial
mexicano han obstaculizado la competitividad del pas. Por ltimo, el autor afirma
que el tlcan difcilmente propiciar una nueva poltica migratoria en Estados Uni-
dos, aunque s incorporar a Mxico a la rbita de la seguridad estadunidense, va
la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de Amrica del Norte (aspan).
La tercera parte y el libro en general concluyen con el artculo de Leticia Caldern
Chelius, quien estudia cmo la migracin afecta la relacin entre Estados Unidos
y Mxico. El argumento principal de este trabajo seala que el intercambio social,
cultural y econmico que ha generado la migracin concentra muchas de las expe-
riencias ms importantes para ambos pases, a lo largo de ms de un siglo. Calde-
rn Chelius considera que, por encima de cualquier otro tema, la migracin es un
termmetro fundamental para entender la relacin de ambos pases y subraya que,
al igual que Estados Unidos, Mxico tambin tiene una poltica migratoria cuya
agenda no necesariamente comparte con sus vecinos del Sur, particularmente con
los pases centroamericanos. Se refiere a la propuesta de reforma migratoria de
Obama y concluye que sta no puede esperarse como un mecanismo que resolve-
ra los grandes pendientes que sobre el particular existen entre Mxico y Estados
Unidos. El hecho de que, por distintas razones, el gobierno mexicano no est in-
cluido en el debate significa que la naturaleza estructural de este pendiente bilate-
ral queda y quedar ausente por largo tiempo, incluso si dicha reforma se aprobara.
A reserva de las reflexiones que se extraigan durante y despus de la lectu-
ra del presente volumen, enseguida nos permitimos adelantar algunas lneas de
reflexin (necesariamente preliminares) que sean tiles para interpretar el fasci-
nante rompecabezas que hoy en da constituye la hegemona estadunidense. Estas
reflexiones abarcan, en principio, los desafos internos, las dimensiones temticas de
la influencia planetaria de Estados Unidos (incluyendo el soft power), sus implica-
ciones regionales y dado que el poder siempre se ejerce frente a otro u otros
Fuentes
Huntington, Samuel
1988-1989 The U.S.-Decline or Renewal?, Foreign Affairs 67, no. 2 (invierno).
Nye, Joseph
2011 The Future of Power. Nueva York: Public Affairs.
sipri
2013 Military Expenditure Database. Estocolmo: sipri.
Luis Maira*
Introduccin
* Fue ministro de Estado, parlamentario, embajador de Chile y uno de los fundadores del Centro de
Investigacin y Docencia Econmicas (cide), as como el organizador y primer director del Instituto
de Estados Unidos del cide, <[email protected]>.
muy especiales del proceso que llev a Estados Unidos a convertirse mediante
un impulso deliberadamente gradual en una gran potencia.
Este examen de conjunto hace que la perspectiva que desde 2008 enfrenta-
mos aparezca ms matizada. Uno de los asuntos que esta vez debemos analizar es
si teniendo en cuenta los precedentes histricos se mantienen los factores
que llevaron a Estados Unidos a ser una potencia mundial. A partir de all, hay que
determinar si estamos ahora frente a una situacin cualitativamente distinta y
ms compleja que la que el pas enfrent en crisis anteriores, pues slo con base
en esta evaluacin, predeciremos si es probable una fase de agotamiento rpido
de su capacidad de conduccin internacional, cuya magnitud provocara un cam-
bio en el funcionamiento del sistema global.
1 El Instituto de Investigaciones Histricas Doctor Jos Mara Luis Mora edit, con la conduccin de
su directora, la historiadora Eugenia Meyer, una coleccin de siete volmenes de documentos oficia-
les de la historia poltica de Estados Unidos bajo el ttulo EUA. Sntesis de su historia, que constituyen
un material formidable por su acuciosidad y calidad selectiva para los acadmicos y estudiantes de
nuestra regin.
Para comprender bien estos juicios del presidente Washington, hay que co-
nectarlos con el espritu central de su exposicin que buscaba subrayar, sobre todo,
la permanencia de nuestro actual estado de felicidad, para lo que peda una
adecuada postura frente a la autoridad constituida y resistir cuidadosamente el
espritu de innovacin frente a los principios (Washington, 1988: 335-341). Por
lo dems, una idea recurrente en el pensamiento de todos los Padres Fundadores
fue la conviccin de que por circunstancias histricas muy particulares, Estados
Unidos haba logrado establecer el mejor sistema poltico que haya existido sobre
la faz de la tierra, algo que deban esforzarse en conservar.
Desde esta perspectiva, los intercambios internacionales eran vistos como un
riesgo de contaminacin para los xitos polticos ya logrados, una amenaza al es-
plndido aislamiento que la geografa les otorgaba. Los acontecimientos de Eu-
ropa eran, en esta visin, una fuente segura de dificultades y limitaciones para
el mejor desarrollo del porvenir estadunidense. Se trataba de asumir, entonces,
frente a los conflictos europeos, una postura de distancia y en este sentido
aislamiento, pero esto no necesariamente tena que ir al parejo con la ausencia de
un destino imperial.
El siglo xix estadunidense, por lo mismo, no es un tiempo de prevalencia de
la pasividad internacional, sino un periodo de aplicacin de una forma de proyecto
imperial diferente del que impulsaban las naciones europeas. stas, en el curso de
dicho siglo, buscaron, a partir de sus estrechos lmites geogrficos, establecer un
dominio imperial sobre sociedades atrasadas, ubicadas en otros continentes, prin-
cipalmente frica, Asia y el Caribe. Estados Unidos, en cambio, desech esta clase
de relaciones imperiales tradicionales y prefiri, desde muy temprano, expandir
su propio territorio y establecer reas garantizadas de influencia en un contexto
poltico con otras caractersticas. No busc asumir la administracin directa de
espacios conquistados, sino asegurar mercados para sus productos e influencia
poltica para la aplicacin de sus proyectos.
Por lo mismo, y en parte por las consideraciones ya sealadas, el siglo xix es
tambin un tiempo de expansin territorial para Estados Unidos que buscaba esta-
blecer un Estado de alcance continental y biocenico. Las numerosas operaciones
exteriores realizadas en este tiempo son consistentes en esta direccin, aunque las
modalidades variables que ellas asumen expansin, compra o guerra abierta se
ajustan, caso a caso, sobre la base de aprovechar siempre las coyunturas que se pre-
sentaron para favorecer su constante expansin territorial. As, Estados Unidos saca
partido de las debilidades polticas y financieras del Estado espaol que debe ceder
en 1803 Luisana a la Francia napolenica, un espacio que abarcaba mucho ms
que el estado actual de ese nombre, para incluir los extensos territorios que bordeaban
el rio Mississippi. sta, apenas recibi tal territorio, lo vendi a Estados Unidos.
Ms tarde, en 1819, Espaa les vendi Florida. Luego, en 1875, diez aos despus
de concluida la Guerra Civil, se concret la adquisicin de las amplias reservas de
Alaska que al gobierno ruso de los zares le resultaban demasiado distantes y cos-
tosas de mantener. Con una lgica parecida, se haba resuelto antes la integracin
del territorio de Oregon, todava en manos de la Corona britnica (Guerra, 1964).
sealar que, incluso ms all de su voluntad, una nacin tan eficazmente organiza-
da y con una expansin interna tan exitosa como Estados Unidos estara llamada
en algn momento futuro a asumir las responsabilidades internacionales que de-
rivaban de tal situacin, algo de lo que sus principales dirigentes tenan cada vez
mayor conciencia.
El gran obstculo para emprender ese esfuerzo era el contrato social originario
de Estados Unidos que haba dejado un importante asunto pendiente en cuanto a
la preservacin de la esclavitud en los estados del Sur que eran la base del sistema
de plantacin y sus cultivos principales, el algodn y el tabaco. Las diferencias en
torno a la institucin peculiar, como se llamaba a la esclavitud, origin desde el
principio el choque entre dos estrategias de desarrollo que, a la larga, se haran
incompatibles: la de un Norte industrial predominantemente urbano y la de un
Sur agrario y esclavista, donde se mantenan las relaciones sociales coloniales del
paternalismo en pequeas comunidades.
A medida que avanz el siglo xix, la incompatibilidad de ambos proyectos fue
creciendo, lo que incluso bloque el trabajo del Congreso, que debi equilibrar el
ingreso de nuevos estados esclavistas y no esclavistas a la Unin Americana, hasta
que lleg un momento en que tal diferendo no se pudo prolongar y Estados Unidos
debi enfrentar, a partir de 1861, la Guerra Civil, que fue el conflicto blico de
mayor alcance de todo el siglo xix, con un costo de seiscientos mil muertos. Esta
guerra acab elevando el tamao de sus fuerzas armadas, as como el volumen
y grado tecnolgico de su armamento terrestre y naval, algo que no resulta nada
secundario en el comportamiento de una potencia imperial.
Uno de los enigmas que plantea este recuento es por qu Estados Unidos dej
pasar casi un cuarto de siglo desde el trmino de la Guerra Civil para comenzar
a actuar como una potencia internacional, en circunstancias que su dinamismo
industrial y capacidades militares le habran permitido hacerlo mucho antes de
1898. Una rigurosa y detallada explicacin para este hecho se puede encontrar en
un libro de Fareed Zakaria (2000), en el que se explica que el nico periodo en toda
la historia de Estados Unidos en que retrocedi la acumulacin de atribuciones del
poder presidencial fue precisamente en estos aos, que Zakaria caracteriza como
un tiempo de poder sin expansin. Presidentes dbiles como Andrew Johnson,
Chester Arthur y Rutherford Hayes fueron avasallados por un Congreso cada vez
ms riguroso, en que se recortaban las atribuciones del Ejecutivo. Uno de los se-
nadores de la poca, George Hoar, afirmaba que sus colegas consideraban una
afrenta personal que la Casa Blanca les pidiera el voto a favor o en contra de una ley
determinada, y escribi: Si ellos visitan la Casa Blanca, lo hacen para dar consejo,
no para recibirlo (Zakaria, 2000: 106).
La pasividad e inaccin constituyeron, por lo mismo, las reglas de funciona-
miento del gobierno en asuntos internacionales, teniendo como nica excepcin la
ya referida adquisicin de Alaska y las incorporaciones de Hawaii y Samoa. Fue ha-
cia la segunda mitad de los aos ochenta del siglo xix, cuando la mayora demcra-
ta de la Cmara de Representantes, durante la administracin de Grover Cleveland,
autoriz una expansin considerable de la Armada, permitiendo la construccin
2 Para una perspectiva histrica de la relacin que China fue construyendo con Estados Unidos se
puede examinar la excelente triloga de Schurmann y Schell (1980).
poda concluir con el triunfo de uno de los dos, y la desaparicin del otro, aunque
esto escap a nuestro sentido comn del mundo durante todos esos aos.
Este tiempo de conflicto y tensin que dur cuatro dcadas y media puede ser
separado en dos etapas por la lgica diferente de funcionamiento que prevaleci
en ellas. El primer periodo corresponde al pleno dominio de ambas superpotencias
y se extiende de 1945 a 1971. Es el tiempo propiamente bipolar en que Estados
Unidos y la Unin Sovitica tienen un pleno liderazgo de sus respectivos conglome-
rados y toman las decisiones en todas las esferas del quehacer internacional. En el
campo poltico, en los organismos de Naciones Unidas; en el econmico, a travs
de la accin de Washington y en las instituciones de Breton Woods, y de Mosc,
por medio de la direccin del Consejo de Ayuda Mutua Econmica (came), que
agrupaba a los pases del bloque socialista. En el mbito cultural, operaba una
compleja diplomacia cultural, verdadero ejemplo de las potencialidades del soft
power, que difunda en todas las regiones del mundo la supuesta superioridad del
modo de vida de una u otra de estas potencias.
Esta primera fase parte con una discrecional actuacin de los pases lderes de
ambos bloques, as como con una tcita aceptacin del adversario respecto de las
decisiones que se adoptaban para conservar las reas de influencia que mutua-
mente se reconocan. As, por ejemplo, Estados Unidos no fue ms all de la crtica
formal y de la denuncia poltica frente a las revueltas populares que buscaron una
mayor autonomizacin de la Repblica Democrtica Alemana en 1953, o la procla-
macin de una independencia ms completa de Mosc, hecha por la Revolucin
hngara, encabezada por Imre Nagy en 1956, que concluy con su invasin y
aplastamiento por las tropas soviticas. Lo propio ocurri en cuanto a la conducta
pasiva de la URSS cuando se produjo la intromisin estadunidense que llev al de-
rrocamiento del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz en 1954 o a la ocupacin
militar de Repblica Dominicana para deponer al coronel Francisco Caamao, he-
cho por los marines en 1965 por considerar, en ambos casos, que estos regmenes
representaban un riesgo de intromisin comunista en el hemisferio.
Esta fase inicial de la guerra fra se caracteriz por el dinamismo econmico
logrado por las cabezas de ambos bloques. En Estados Unidos, los historiadores
econmicos hablan de los 25 aos gloriosos que siguieron al trmino de la se-
gunda guerra mundial, una poca en que su pib creci a una tasa superior al 5 por
ciento de promedio anual y que consolid su posicin de pas lder en las esferas
de la invencin e innovacin tecnolgica (Van der Wee, 1986). La Unin Sovitica,
entre tanto, vivi sus momentos de mayor auge y prestigio internacional al estable-
cer ventajas en la carrera espacial con la ubicacin del Sputnik girando en torno
a la Tierra en 1957, y de las primeras naves tripuladas por los cosmonautas Yuri
Gagarin en 1961 y de la primera mujer situada en rbita, Valentina Tereshkova,
en 1963. Al mismo tiempo, logr sus aos de mayor influencia al obtener que el
Movimiento de Pases no Alineados, iniciado en la Conferencia de Bandung en
1955, llevara a sus lderes principales Nehru, Nasser, Sukarno y hasta Tito
a optar por un mayor acercamiento hacia ellos y a asumir una crtica ms abierta
hacia Estados Unidos.
Pero las ventajas iniciales de las dos superpotencias se fueron diluyendo, a me-
dida que avanz la guerra fra, a veces como resultado de las acciones realizadas en
favor de sus aliados principales, lo que fue estableciendo en ambos bloques retos a su
podero y conduccin internacionales. El gobierno de Washington propici en 1948
el establecimiento del Plan Marshall, un fondo de catorce mil millones de dlares
de la poca para favorecer la reconstruccin de los pases europeos, e impedir el
crecimiento de la influencia poltica de la URSS. Al mismo tiempo, la administracin
de ocupacin del general Douglas McArthur en Tokio propici una reforma agraria
y una restructuracin productiva de la economa japonesa. En pocos aos, tanto los
principales pases de Europa occidental como Japn recuperaron un nivel econmico
avanzado y, junto con superar la amenaza de una expansin comunista, comenzaron
gradualmente a competir con la hegemona y el control estadunidenses en el mundo.
La Unin Sovitica vivi otra clase de reto. En octubre de 1949, luego de una
larga guerra civil iniciada en 1927, Mao Tse Tung estableci la Repblica Popular
China, contando con un decisivo apoyo de Mosc. A partir de la muerte de Stalin
en 1953, la rpc inici una serie de desacuerdos sistemticos con la URSS, que
llevaron a una ruptura entre los dos principales pases comunistas al concluir los
aos cincuenta.3 El liderazgo chino no aceptaba que la Unin Sovitica se atribu-
yera la direccin respecto a los dems pases comunistas ni tampoco comparta su
visin acerca de la revolucin mundial. Mao sostena que en la mayora de los pa-
ses del mundo, rurales y atrasados, las masas campesinas y no el proletariado
deba ser la fuerza dirigente del proceso revolucionario, por lo que el triunfo del
comunismo en el mundo se producira a travs de un cerco de las grandes ciudades
por las organizaciones campesinas. Progresivamente, Pekn desafi la conduccin
de Mosc en todos los partidos comunistas, lo que acab en un abierto cisma entre
ambas naciones que alter el equilibrio de la poltica en una escala global. As las
cosas, al concluir los sesenta, ya se haban desdibujado muchos de los componen-
tes hegemnicos que caracterizaron el inicio de la guerra fra y tambin se hallaba
debilitado el liderazgo indiscutido de Estados Unidos y de la Unin Sovitica en su
condicin de cabezas de los bloques capitalista y comunista.
3 La mejor recopilacin de los documentos de ese conflicto se halla en La divisin del movimiento comu-
nista internacional: diferencias de principio entre el pcch y el pcus (antologa bsica) (1978).
5 Para examinar de manera completa la evolucin de las concepciones militares y de seguridad del
pensamiento neoconservador, vase Velasco (2010).
6 Una sntesis de las reflexiones que me produjeron los acontecimientos del 11 de septiembre, vase en
Maira (2002), que resume los contenidos de una conferencia impartida en el Instituto Matas Romero
de Estudios Diplomticos el 26 de septiembre de 2001.
* La traduccin es del autor.
El recuento hecho hasta aqu demuestra que la preocupacin por un ocaso im-
perial de Estados Unidos es frecuente en ese pas, pero reemerge con ms fuerza
apenas estalla una crisis. Por lo mismo, resultaban previsibles las reacciones que
surgieron cuando se present la recesin iniciada en el otoo de 2008. Al verla en
un contexto histrico, parecen mucho ms interesantes sus matices y el que esta
vez se ordene con ms claridad las posturas que dan sustancia tanto a los puntos
de vista de quienes creen que esta tendencia a la reduccin del poder imperial es
distinta y ms profunda que las anteriores, como la de quienes plantean que se
trata de una recesin ms, y que, al salir de sta, la Unin Americana recuperar su
condicin de potencia mundial capaz de orientar y dirigir el sistema internacional.
Para tener una visin ms completa y equilibrada de este debate parece convenien-
te ordenar los puntos en que se basan ambas posiciones.
This time its real, sostuvo la revista Foreign Policy (2011) en la edicin de su cua-
dragsimo aniversario, explorando las perspectivas actuales del American Decline.
Al tratar de caracterizar la mayor debilidad inicial con que llega Estados Unidos
al contexto recesivo de 2008, se pueden anotar varios temas en que las variables
econmicas han mostrado un gradual empeoramiento:
1. El dficit fiscal es cada vez ms alto y los programas para reducirlo tienen
mayores dificultades y costos. Slo en agosto de 2012 fue de 69900000000
de dlares, pero el monto acumulado supera los tres trillones y es cada vez
ms difcil manejo para el gobierno.
2. La participacin de la economa estadunidense en el conjunto de la mun-
dial ha bajado considerablemente. De casi un 50 por ciento en 1946 pas
al 35.28 por ciento en 1985 y se proyect que en 2012 representara el
21.01 por ciento.
3. Ahora enfrenta un aparato productivo en ascenso que puede superarla en
los prximos aos, el de China. En la primera dcada del siglo xxi, ese pas
creci al 10.3 por ciento del promedio anual, mientras Estados Unidos lo
hizo al 1.9 por ciento. Esto plantea curvas que podran encontrarse en unos
aos ms, de mantenerse tales mrgenes de crecimiento. China represen-
taba slo el 3.72 por ciento de la economa mundial en 2000 y hacia 2012
se calculaba que llegara prcticamente al 10 por ciento (el 9.98 por cien-
to). Esto significa que, a comienzos del siglo actual, su economa era casi la
octava parte que la estadunidense el 3.72 por ciento frente al 30.89 y
que en poco ms de una dcada se ha producido un ritmo acelerado de
aproximacin y homologacin entre ambos aparatos productivos. A eso se
agrega que China, como ya hemos sealado, ha logrado asociarse con otros
pases emergentes para plantear un reto a las condiciones de funciona-
miento de la economa y el sistema internacional que hasta ahora Estados
Unidos haba manejado segn su parecer.
4. La deuda externa de Estados Unidos ha crecido consistentemente en las
ltimas dcadas, llegando a superar su pib actual, con ms de diecisis
trillones de dlares, lo que se considera esencial para el buen manejo de
su economa.
episodio del fiscal cliff en el Congreso, a fines del 2012, constituye la lti-
ma prueba de este hecho. Una firme enseanza histrica es que una gran
potencia sin consenso poltico interno difcilmente puede ejercer bien su
papel en la esfera internacional.
10. Toda esta situacin descrita incide en los contenidos y la gestin de la es-
trategia internacional estadunidense. En The Frugal Superpower, Michael
Mandelbaum (2010) subraya que el factor que ms asegura una gradual
declinacin del podero estadunidense es la falta de disponibilidad, de aho-
ra en adelante, de los recursos ilimitados que por setenta aos permitieron
afianzar el liderazgo del pas en el mundo. Aqu estamos hablando tanto del
hard power como del soft power; lo que Mandelbaum nos dice es que Es-
tados Unidos no emprender en el futuro ofensivas militares como las que
realiz despus de los atentados de 2001 en Afganistn e Irak. Tambin
que los fondos y capacidades de cooperacin internacional que gestiona el
Departamento de Estado sern cada vez ms reducidos, a pesar de que Es-
tados Unidos mantuvo en las ltimas dcadas un porcentaje de poco ms
del 0.1 por ciento de su pib destinado a este propsito, en circunstancias en
las que las Naciones Unidas, tras la aprobacin del Informe Peerson, haba
acordado un aporte de los pases desarrollados del 0.7 por ciento como
ayuda al mundo en desarrollo, cifra que slo han cumplido cinco pases:
Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda y Luxemburgo. Naturalmente, re-
sulta tambin difcil mantener una posicin de podero internacional con
capacidades operativas que sern cada vez ms reducidas.
11. Estados Unidos tampoco est en condiciones de ajustar su conducta al
cumplimiento de los convenios y reglas que buscan implantar acuerdos
medioambientales y proteger la biodiversidad. Esto explica la tenaz oposi-
cin que la administracin Bush tuvo ante el Protocolo de Kioto, en mate-
ria de cambio climtico, postura que no se ha modificado sustancialmente
durante la administracin Obama. Lo cierto es que Estados Unidos realiz
su gigantesca expansin econmica sin restricciones medioambientales, e
introducirlas ahora le representa costos sumamente elevados y una reduc-
cin de su competitividad.
diferencial inmenso, puesto que Estados Unidos y los pases europeos han achi-
cado su margen de crecimiento a menos de un 1.5 por ciento, en todos los casos.
Por eso, al argumento del posible cruce entre el tamao de las economas
estadunidense y china hay que sumar, en el mbito interno estadunidense, una
considerable reduccin de los recursos a los cuales puede echar mano Washing-
ton si deseara aplicar una poltica exterior expansiva. Esto se produce tanto por las
limitaciones operativas que han sido consecuencias de los fracasos militares, como
de los ajustes presupuestarios que sern necesarios para corregir los muchos flancos
deficitarios de su economa en los ltimos aos. Este punto es fundamental para
los responsables de la toma de decisiones que en la Casa Blanca ajustan los objetivos
externos de seguridad nacional con los criterios afirmativos de la poltica exterior.
Examinamos hace poco la forma como impacta la suma de estos criterios en
un documento de largo plazo y de alcance estratgico como el informe del National
Intelligence Council (2008), documento en el que se combina el examen de pro-
blemas derivados de la reduccin del crecimiento demogrfico, del aumento del
costo de las pensiones y el sistema de seguridad social, as como la posible mayor
escasez de petrleo y otros combustibles para Estados Unidos, as como el papel
que desempean los nuevos actores, especialmente China e India, para concluir que
Estados Unidos afronta un creciente potencial de conflicto interno que sera crtico
en los momentos en que perdiera su condicin de primera economa mundial.
La argumentacin hegemonista
Por las poderosas razones expuestas, los criterios que anunciaban una declina-
cin del podero estadunidense disfrutaron de amplia aceptacin en los tres aos
siguientes al estallido de la crisis de 2008; sin embargo, en 2012 se registr una
fuerte contraofensiva para cuestionar el peso y validez de estos argumentos. Quiz
esto tuvo que ver con la eleccin presidencial del 6 de noviembre en que Barack
Obama asegur un segundo mandato que, en muchos momentos de la campaa,
pareci muy difcil de obtener. La maduracin de esta polmica ha permitido
observar que es posible vincular ideolgicamente los puntos de vista en torno al
American Decline, y que estas posturas se pueden asociar, sin mayor dificultad,
a la visin liberal la hiptesis de la reduccin de los mrgenes de la hegemona
americana y al pensamiento neoconservador en la hiptesis de una mantencin de
Estados Unidos como una inalterable primera potencia mundial.
Esto tal vez explique que dos respetados internacionalistas que mantienen
una mirada conservadora hayan publicado libros bien fundados y con una amplia
reflexin que, en el primer semestre de ese ao, lograron alterar el consenso sobre
la declinacin estadunidense y abrieron un debate que cuestionaba con fuerza
ese punto de vista. Esas obras fueron The World America Made de Robert Kagan
(2012) y Power and Willpower in the American Future: Why the United States Is Not
Destined to Decline de Robert J. Lieber (2012). Kagan y Lieber lograron desdibujar
en poco tiempo el amplio acuerdo anterior e hicieron de sus argumentos puntos
Fuentes
Churchill, Winston
1946 Discurso en Westminster College. Missouri: Fulton, 5 de marzo.
cide
1981 La administracin Reagan y los lmites de la hegemona norteamericana.
Cuadernos semestrales, 9. Estados Unidos, perspectiva latinoamericana.
Mxico: cide.
Columbus, Frank
2003 The National Security Strategy of the United States of America. Hauppau-
ge, N.Y.: Novinka Books.
Foreign Policy
2012 The fp 100 Top Global Thinkers of 2012, Foreign Policy, no. 197
(noviembre).
2011 American Decline. This Time its Real, Foreign Policy, no. 148 (febrero).
Guerra, Ramiro
1964 La expansin territorial de los Estados Unidos. La Habana: Consejo Nacio-
nal de Universidades.
Kagan, Robert
2012 The World America Made. Nueva York: Alfred A. Knopf.
Kissinger, Henry
2012 China. Buenos Aires: Debate.
1978 La division del movimiento comunista internacional: diferencias de princi-
pio entre el pcch y el pcus (antologa basica). Buenos Aires: Estrella Roja.
Lieber, Robert J.
2012 Power and Willpower in the American Future. Why the United States Is Not
Destined to Decline. Nueva York: Cambridge University Press.
MacMillan, Margaret
2005 Pars, 1919. Barcelona: Tusquets.
Maira, Luis
2002 Estados Unidos ante el cambio del escenario internacional, Revista
Mexicana de Poltica Exterior 65 (febrero).
Mandelbaum, Michael
2010 The Frugal Superpower. Americas Global Leadership in a Cash-Strapped
Era. Nueva York: Public Affairs Books.
Toynbee, Arnold J.
1963 Los Estados Unidos y la revolucin mundial. Buenos Aires: Emec.
Velasco, Jess
2010 Neoconservatives in U.S Foreign Policy under Ronald Reagan and George
W. Bush. Voices behind the Throne. Baltimore: The John Hopkins Univer-
sity Press.
Washington, George
1988 Discurso de despedida, 17 de septiembre de 1796. Mxico: Instituto Mora.
Weinberg, Albert
1968 El Destino Manifiesto. Buenos Aires: Paids.
Zakaria, Fareed
2008 The Post-American World. Nueva York: W.W. Norton.
2000 De la riqueza al poder: los orgenes del liderazgo mundial de Estados Unidos.
Barcelona: Gedisa.
Zubok, Vladislav
2008 Un imperio fallido: la Unin Sovitica durante la guerra fra. Barcelona:
Crtica.
Introduccin
* Este captulo, as como el libro del que forma parte y del que el autor es coordinador, fueron realizados
durante su estancia sabtica en el Lateinamerika-Institut (lai) de la Freie Universitt (fu), Berln,
Alemania, generosamente apoyada por la dgapa, unam, y Conacyt.
** Exdirector (2001-2009) del Centro de Investigaciones sobre Amrica del Norte (cisan), unam, e
investigador titular definitivo de dicho centro, <[email protected]>, <[email protected]>.
A primera vista parece que todas las mentes de los estadunidenses estuvieran forma-
das bajo el mismo patrn, de modo que seguramente tomaran la misma ruta [...]. Si
le digo a un estadunidense que el pas en donde vive es un buen pas replicara s, no
hay otro como l en el mundo. Si aplaudo la libertad que disfrutan sus habitantes,
me contestara la libertad es algo muy bueno, pero pocas naciones se la merecen. Si
destaco la pureza de los valores que distinguen a Estados Unidos, declara: me puedo
imaginar perfectamente que un extranjero que ha visto la corrupcin que prevalece
en otras naciones se sorprenda con la diferencia. Al final, lo dejo contemplndose
a s mismo, pero l regresa a la carga y no ceja hasta haberme hecho repetir todo lo
que le he estado diciendo. Es imposible concebir un patriotismo tan burdo y molesto
(Tocqueville, 1990: 242 y 267).
Es una verdad que todo hombre puede apreciar, si quiere verla, que todos los canales
de comunicacin, pblicos y privados, en las aulas de las escuelas, los plpitos y la
prensa, estn acaparados y ocupados con una misma idea que difunden conjuntamente
todas estas fuerzas: que nosotros, el pueblo americano, somos el pueblo ms indepen-
diente, inteligente, moral y feliz sobre la faz de la tierra (United States Journal, 1845).1
1 Para mayor informacin sobre esta fuente periodstica, vase Fuentes Mares (1980). Las traduccio-
nes de las citas son del autor.
2 Combinacin entre poder duro (accin militar y sanciones econmicas) y poder suave (diplomacia).
3 El Tea Party naci en 2009. Es una corriente dentro del pr inspirada por Sarah Palin, despus de su
derrota y la de John McCain, candidatos vicepresidencial y presidencial, respectivamente, ante el pd
que encumbr a Obama como el vigesimocuarto presidente de Estados Unidos.
4 La perla ms reciente del furioso embate republicano contra Obama es la solicitud de impeachment
Es obvio que cada nacin tiene su forma de preservar el orgullo espiritual, tal
y como lo observamos en el empeo ruso, empujado por el actual mandatario
Vladimir Putin por rescatar en pleno siglo xxi las peores tradiciones de la herencia
zarista y de las aejas autocracias, o ms sana y pulcramente en Alemania, que
preserva su lengua como un patrimonio nacional frente al embate del ingls. En
todo caso, la versin que tiene Estados Unidos del suyo se ha usado en relacin
con el tema de poltica exterior que nos ocupa, para otros propsitos ajenos al con-
sumo interno. Esta versin de s mismo ha penetrado profundamente el espectro
de la poltica exterior estadunidense y la conciencia de sus hacedores de polticas
(principalmente los ms recalcitrantemente identificados con esta versin religiosa de
su ser nacional) y, por ende, ha influido en los grandes propsitos de participacin
de Washington en los asuntos mundiales. Por lo tanto, es obvio pero tambin no-
table que uno de los fundamentos bsicos de la poltica exterior estadunidense es
el carcter cuasirreligioso que los hacedores de poltica exterior han imprimido en su
propia visin del mundo, as como en la construccin doctrinaria y en la elaboracin
histrica de sus polticas estratgicas que de ello se desprenden.
Este aspecto, como en algn momento se vio en el caso latinoamericano con
el surgimiento de la doctrina Monroe y los inolvidables derroteros del hoy deshi-
lachado Destino Manifiesto, cuya huella agraviante permanece en la conciencia
colectiva latinoamericana, se convertira en una poderosa herramienta para ulte-
riormente ejercer su derecho a la proteccin del mundo y, al mismo tiempo, justi-
ficar e incluso santificar (a la Bush) la interferencia estadunidense en el control de
los asuntos de las naciones que plausiblemente emerjan como casos crticos. La
satanizacin ha sido tambin un factor presente cuando Washington amenaza con
su desprecio eterno a todo el que se oponga a su mpetu hegemonista.
El contenido misionero de la poltica exterior estadunidense y, por lo tanto, el
compromiso para proteger al resto del mundo, si bien reafirma la autoconciencia
de destino histrico, ha arrojado diferentes significados y propsitos particulares
a lo largo de las coyunturas histricas de Estados Unidos; no obstante, el carc-
ter mesinico de su poltica exterior, presente en nuestros das en el tono que ad-
quiere la polarizacin interna que con no muy buenos presagios anuncia su
permanencia para los tiempos venideros, tiene sus orgenes en las concepciones
6 Trminos del autor. Dadas las caractersticas teolgicas del discurso poltico, se debe poner atencin
a la similitud que esto tiene con la historia del Gnesis, de acuerdo con el cual el hombre se convierte
en el Seor de la Creacin. Aun en el siglo xxi, se atestigua esta narrativa persistente por parte de
Washington. Destaca principalmente el predominio que tiene esto en el discurso entre los sectores
ultraconservadores del espectro poltico.
7 La doctrina es concebida como un componente general y permanente (por tanto, como un compo-
nente filosfico) de la poltica de Estados Unidos, que implica la defensa de la seguridad nacional y,
ms destacadamente, como una percepcin particular del concepto de seguridad nacional y la forma
meticulosa y pragmtica en que se pone en operacin. Es tambin una forma de vida especfica, no
slo para exportar seguridad, sino para consolidarla e implementarla a largo plazo en el escenario
poltico estadunidense. Sobre estos planteamientos desarrollados hasta aqu, he elaborado sistem-
ticamente algunos trabajos previos (Valds-Ugalde, 2004, 2007 y 2008, as como Valds-Ugalde y
Vega, 2009).
8 Una prueba elocuente de esto son las derrotas recientes del Tea Party y, de refiln, del pr en Virginia,
Alabama, Nueva Jersey y Nueva York (The Economist, 2013b).
9 Es probable que desde los tiempos de la presidencia de Kennedy no haya habido un presidente rea-
lista ms idealista con todas las limitaciones tericas que esto presenta, que Obama.
De infamias polticas
10 Se refiere al momento en que la URSS, el 4 de octubre de 1957, lanz al espacio el primer satlite
artificial llamado Sputnik, adelantndose con esto a los esfuerzos de Estados Unidos; como conse-
cuencia, en julio de 1958, se cre la nasa, detonando lo que se conoce como era espacial.
11 Para mayores argumentos acerca del debate sobre los alcances exitosos de Estados Unidos como actor
hegemnico, vanse Nye Jr. (1990; 2002: caps. 1 y 5; 2004), Walt (2006), Wohlforth (1999: 5-41),
Brooks y Wohlforth (2002: 20-33), Mastanduno (1997: 49-88) e Ikenberry (1998-1999: 43-78).
Rick Perry la mayora sujetos a la presin del Tea Party), concordaban en que, de
convertirse en presidentes, la poltica hacia Paquistn, Siria e Irn sera agresiva (y se
usara incluso la fuerza militar en estos ltimos); continuaran con el respaldo al Israel
del caprichoso Netanyahu, y se perseguira con dureza que China abandonase las prc-
ticas desleales en el mbito comercial. Algunos no dudaron en retomar la poltica del
despliegue de un escudo antimisiles en Europa del Este y seis de ellos estaban decididos
a utilizar el ahogamiento simulado (waterboarding)12 entre los prisioneros de guerra (los
que se oponan eran Paul y Huntsman). Semejante fue la lnea que sigui Mitt Romney.
Durante ese tiempo, l y su equipo de campaa se dedicaron a descalificar los logros de
Obama en poltica exterior y a intentar capitalizar algunos descuidos de su administracin,
como el ataque al consulado estadunidense en Bengasi, Libia, donde muri el embajador
Christopher Stevens. Al final, las posturas republicanas que sugeran retomar el poder
duro como primer recurso pusieron de manifiesto su negligencia en temas de poltica
exterior, sugiriendo que dentro del pr varios no han tomado en cuenta los efectos nocivos
de la poltica exterior de la era Bush, por lo que siguen sin ser conscientes de que es mejor
ejercer un buen liderazgo en vez de imponer dogmticamente la hegemona estaduniden-
se, tal y como en su momento sugiri Brzezinski (Valds-Ugalde y Duarte, 2013).
Otra de las suposiciones del presidente Obama es que Estados Unidos se encuentra en
estado de declive inevitable. Parece creer que hemos entrado al mundo postamerica-
no pronosticado por Fareed Zakaria en su bestseller del mismo nombre. La perspec-
tiva es compartida por muchos en el crculo de poltica exterior y aparentemente por
el presidente. l, por lo tanto, ve su tarea como algo relacionado con la administracin
de ese declive, haciendo la transicin al estatus de postsuperpoder tan dctil (smooth)
como sea posible, ayudando a los estadunidenses a entender y ajustar a sus nuevas
circunstancias (Romney, 2010: 28).
argumento sealan que los encargados del establecimiento de la poltica exterior ya no realizan el
trabajo encomendado: mantener una poltica exterior informada y racional. En lugar de esto y en aras
del inmediatismo ideolgico se muestran simplemente ansiosos de lanzar la siguiente gran idea,
recurriendo a alusiones mticas supuestamente elocuentes. El resultado, argumentan, es que a los
estadunidenses se les presenta con frecuencia un mundo de fantasa, con escenarios de pesadilla,
en lugar de explicaciones que conduzcan a opciones racionales. Su propuesta es que se recupere
la integridad de la elite a cargo de la poltica exterior para as recuperar el lugar de preminencia de
Estados Unidos en el mundo.
14 Sobre esta interesante faceta de la historia del imperio britnico, muy til como smil en este anlisis,
vanse las reflexiones de Tony Judt (Judt y Snyder, 2012: cap. 2).
15 Edward Snowden, exempleado de la cia y de la nsa, filtr, en mayo de 2013, ms de doscientos mil
el interesante captulo de Arturo Santa Cruz, La gran encrucijada china, incluido en este volumen.
17 Vase el interesante desafo de Kenneth Waltz (2012) al respecto.
He dicho que cuando se trata de prevenir que Irn obtenga armas nucleares no dejar
fuera de la mesa ninguna opcin y hablo en serio. Eso incluye todos los elementos del
poder estadunidense: un esfuerzo poltico para aislar a Irn; un esfuerzo diplomtico
para sostener nuestra coalicin y asegurar que el programa iran sea monitoreado; un
esfuerzo econmico que imponga sanciones; y, s, un esfuerzo militar para estar prepa-
rado ante cualquier contingencia (The White House, 2012).
Romney reclama que Obama ha lanzado a aliados como Israel bajo las ruedas de
autobs, pero de hecho el presidente ha seguido pasos concretos para hacer a Israel
18 El P5 +1 est conformado por Estados Unidos, Gran Bretaa, Francia, China, Rusia y Alemania
(Valds-Ugalde, 2013c; The Economist, 2013c).
19 Obama declar en Washington: Estados Unidos siempre le cubrir las espaldas a Israel, aunque
matiz, en referencia a Irn, el caballo de batalla de Netanyahu: an hay una oportunidad de solu-
cin diplomtica.
20 Cabe considerar, en medio de la turbulencia, la insistencia de Obama de aclarar al mundo Islmico
que Estados Unidos no ha estado ni estar en guerra con el islam (vase el discurso dado en El
Cairo [The White House, 2009]).
21 Las siglas gop significan Grand Old Party, denominacin que identifica al pr desde sus orgenes.
22 <http://my.barackobama.com/Romney-Economics>.
empresas, dejndolos sin liquidacin y sin seguros de ningn tipo. Si de por s esto
ya representaba tristes augurios para Romney, se erigi tambin para el sentido co-
mn del electorado en un caso ms de capitalismo salvaje, de baja tica empresarial y
de psima administracin, que Tony Judt (2010) expone bien en su libro Algo va mal.
Con base en estos datos, Romney, exaspirante a jefe de Estado, se encarg de abonar
al desprestigio poltico de su pas al constituirse en un caso ms de especulacin sin
escrpulos, de capitalismo de casino (Reich, 2012). Fue tal tipo de capitalismo el
que, en gran medida, caus el septiembre negro de 2008 y que ha mantenido sumido
a Estados Unidos en una recesin que ha complicado la gestin de Obama y la vida
al grueso de los estadunidenses. No se diga la autoridad real y moral de Washington
para impulsar la recuperacin econmica y poltica del sistema global que sera al
tiempo, como argumento aqu, un avance hacia su propia recuperacin. Probable-
mente el nico camino posible que le queda.
Estos antecedentes retratan a un poltico frvolo y arbitrario, un gran pasivo
para la dirigencia del gop que lo toler y que hacia ese momento ya haba sucum-
bido a la vendetta del Tea Party.23 Con base en estos antecedentes empresariales
de Romney, se especula por qu republicanos moderados teman que se convirtie-
ra en candidato, aunque careca de la autoridad moral para denunciar la gestin
econmica de Obama. Su argumento de que era un buen candidato por haber sido
empresario exitoso se desmoron el mismo da en que perdi espectacularmente
Ohio y Florida, dos estados emblemticos en los que basaba sus esperanzas, pero
en realidad todo empez a caerse a partir de su plutocrtica (y poco elegante, aun-
que inolvidable) declaracin sobre el 47 por ciento de estadunidenses autovictimi-
zados, morosos y parias, dependientes de un sistema de bienestar que, por cierto,
l mismo se encarg de construir cuando fue gobernador de Massachusetts (2003-
2007).24 Paul Krugman ha escrito que esta declaracin refleja hasta dnde el gop
ha sido llevado por la visin de sociedad a la Ayn Rand, en la cual un puado de he-
roicos hombres de negocios son responsables por todo el bien econmico []. Fue
una ventana al interior de las verdaderas actitudes de lo que se ha convertido en el
partido de los ricos, por los ricos y para los ricos, un partido que considera al resto de
nosotros como no merecedores siquiera de un respeto simulado (Krugman, 2012).
En otro frente, Obama tambin asumi una ofensiva por dems original. El
9 de mayo declar en una entrevista: las parejas del mismo sexo deberan poder
casarse. Me permito referirme al tema toda vez que da relevancia al argumento
23 Haba ocurrido con Sarah Palin, cuando ella acompa, como candidata a la vicepresidencia, a John
McCain en 2008.
24 Romney declar: el 47 por ciento de la gente votar por el presidente sin importar lo que pase. Bien
hay un 47 por ciento con l, que son dependientes del gobierno, que piensan que son vctimas, que
creen que el gobierno tiene la responsabilidad de cuidarlos, que creen que tienen derecho al cuidado
en salud, alimentacin, vivienda []. Que se es un derecho y que el gobierno debera drselos. Y
votarn por este presidente no importa lo que pase []. Es gente que no paga impuestos al ingreso.
[Mi trabajo es no preocuparme por esa gente. Nunca los convencer de que deben asumir una
responsabilidad personal y preocuparse por sus vidas. Estas declaraciones fueron divulgadas en un
video secreto por Mother Jones (Corn, 2012).
25 Este tema, como el del Obamacare, son dos de los asuntos locales que anteceden la polarizacin
desproporcionada que ha situado al pr en el extremo, todo lo cual ha impactado negativamente en
el clima en el que se discuten los derroteros de la recuperacin del poder estadunidense en la esfera
global.
26 Paul Ryan, candidato vicepresidencial del pr, haba propuesto en el Congreso una reforma a la
Constitucin para definir el matrimonio como uno entre un hombre y una mujer, lo cual consistira
la primera vez que se eliminara el derecho constitucional de una minora.
Puede entenderse la religin colonial como la fuente de tres series de ideas que son del
sentido comn para la mayora de los estadunidenses [...]. Primero, la identidad, sobre
quines son los estadunidenses, con la visin que muchos tienen de su propia excep-
cionalidad y destino; la idea de ser el pueblo elegido. La segunda tiene que ver con su
forma de tratar el disenso, cmo conducirse con las personas que tienen visiones diferen-
tes de las propias. Para muchos estadunidenses las nicas maneras de lidiar con gente
cuyas visiones difieren de las propias es aislarse de ellas (o a ellas de uno), convertirlos o
destruirlos [...]. Finalmente, tenemos la limitada idea estadunidense de la caridad, que
est ligada con la conviccin de la excepcionalidad del pueblo estadunidense (Augelli y
Murphy, 1988: 37).
Goodbye hegemony?
las guerras de Irak y Afganistn fueron no slo costosas heridas autoinfligidas; fueron
tambin demostraciones elocuentes de los lmites del poder militar [...] mostraron que
las proyecciones no comparables de las capacidades de poder eran de poca utilidad
para construir ordenes polticos efectivos, una vez que el sedicioso liderazgo era desti-
tuido. En lugares donde las identidades locales se mantienen fuertes y en donde la in-
jerencia extranjera no es bienvenida por mucho tiempo, incluso un sper poder global
como Estados Unidos tiene problemas para obtener los resultados polticos deseables
(Walt, 2011: 11).
Para la mayora en el mundo, la invasin [a Irak] destroz una de las bases ms impor-
tantes sobre las que la nocin de hegemona benevolente estadunidense est fundada:
la percepcin de que Estados Unidos es un poder del statu quo. En efecto, la idea de
que Estados Unidos hasta la administracin de George W. Bush prefera actuar
multilateralmente es ms mito que realidad. Aunque esta administracin (Bush) ha
sido ms inepta diplomticamente que muchos de sus predecesores, la sustancia de su
poltica ha sido la misma: Estados Unidos acta multilateralmente cuando puede
(p.ej., cuando otros apoyan las polticas de Estados Unidos), y unilateralmente cuando
decide que lo debe hacer, que es la mayora del tiempo (Layne, 2006: 24-25).27
27 El autor agrega: Una acusacin hecha en contra de la administracin fue cuando, inmediatamente
despus del 11 de septiembre, el presidente Bush le dijo al mundo que tenan dos opciones: podan
apoyar a Estados Unidos u oponerse a l y sentir su furia. Torpeza o no, esa administracin no fue la
primera en usar ese tipo de tcticas de intimidacin. Durante el apogeo de la guerra fra, por ejemplo,
el secretario de Estado John Foster Dulles argumentaba que no era moral que el bloque no alineado
se mantuviera neutral en la lucha entre Estados Unidos y la Unin Sovitica (Layne, 2006).
El Leviatn liberal28
desde luego que es cierto que Estados Unidos no es capaz de obtener lo que quiere la
mayora del tiempo [...]. Muchas de las impresiones actuales acerca del declive esta-
dunidense estn basadas en falacias nostlgicas: que hubo un tiempo cuando Estados
Unidos poda moldear el mundo entero para satisfacer sus deseos y hacer que otras
naciones hicieran lo que Estados Unidos quera que hicieran y [...] como lo dice Walt,
administrar los arreglos polticos, econmicos y de seguridad para la casi mayora del
globo (Kagan, 2012: 4).
Parag Khanna, autor de The Second World, argumenta que hoy por hoy la
geopoltica del siglo xxi reside en el poder de los nuevos tres grandes, Estados
Unidos, China y la Unin Europea (Khanna, 2008); sin embargo, aclara, el impul-
so policntrico, por ms multiplicidad que le da a la distribucin de cuotas de
poder entre diferentes agentes estatales (y no estatales), no significa que esto le
permita el ejercicio armnico o pleno de poder en la esfera global. Se trata de un
viejo asunto que tiene que ver con la interdependencia de la que depende las ms
de las veces la relacin entre actores estatales:
Los tres grandes hacen las reglas sus propias reglas sin que ninguno de ellos
domine y los otros son dejados para que escojan a sus pretendientes en este mundo
postestadunidense. Entre ms apreciamos las diferencias entre las visiones globales
de Estados Unidos, Europa y China, ms veremos las apuestas planetarias del nuevo
tablero global [siendo] la nueva realidad de los asuntos mundiales [aqulla en que] no
hay un camino para ganar aliados e influir en los pases, sino tres: la coalicin esta-
dunidense, el consenso europeo y la consulta al estilo chino. El mercado geopoltico
decidir cual encabezar el siglo xxi (Khanna, 2008: 2 y 6).
Esto es por un lado, la visin hegemonista tradicional y realista que intenta recon-
ciliarse con la idea del actor hegemnico benigno o benevolente que reivindica
Layne, todo lo cual guarda cierta congruencia si atendemos a la existencia de lo
que Zakaria (2007; 1997) llama democracia iliberal. El parmetro democrtico es
el hilo conductor de la idea muy dominante de que slo democracias plenamente
representativas, como se argument, aspiraran a convertirse en guas de un proceso
de reconstitucin de los arreglos de las instituciones y del orden internacionales,
con miras a lograr una mejora sustantiva en los mismos. A pesar de que el sistema
poltico en Estados Unidos sufre de inconsistencias importantes, aunque no de una
29 Vese, en este mismo volumen, David Mena Alemn, Quebrantar a la mayora o La estructura ins-
titucional de la suboptimalidad poltica de Estados Unidos.
30 En este punto sostengo que la precondicin democrtica radica en que la sociedad y el Estado a la
par estn preparados para los cambios fundamentales dentro del sistema poltico y del desarrollo
econmico. En el caso ruso ya mencionado, se adolece de una institucionalidad democrtica que
detenga los instintos autocrticos de sus polticos, que hace 23 aos gobiernan en forma autoritaria y
sin sometimiento alguno al sistema de checks and balances que caracteriza a las democracias occi-
dentales; algo similar, aunque peor, ocurre en India, en donde un pequeo grupo de elites dominan
los partidos y los grupos de inters, el conflicto interreligioso tiene invadida la esfera de decisiones
estatales y presenta adems indicadores sumamente pobres en las reas de corrupcin a los ms altos
niveles, abusos en contra de las mujeres, pobreza urbana, pero sobre todo rural, as como el abandono
del sistema de salud, de educacin y de seguridad colectiva (vanse Swain, 2007; Traub, 2013).
31 Una idea al respecto nos la da la informacin dura sobre inversin en bienes globales que ofrece el
Tenemos, pues, que, ante el actor hegemnico cansado y con una clase polti-
ca con malsanos instintos autodestructivos, se encuentra el mito de los brics como
competidores potenciales capaces de quitarle a Estados Unidos y a sus aliados la
estafeta del control sobre los asuntos globales. Si bien se acepta que la historia de
las grandes potencias no ha estado necesariamente ligada al sistema democrtico,
en el orden global de hoy se coincide en la necesidad de colocar en el centro de su
funcionamiento problemas como el de la equidad, el medio ambiente y el estado
de su condicin democrtica, principalmente en lo que se refiere al tema de los
derechos humanos y las libertades dentro y fuera de los respectivos pases. Casta-
eda lo plantea as:
o Sudfrica, los brics tienen todo menos una clara identificacin respecto de
un proyecto de poder global como s fue el caso de los aliados encabezados por
Washington en la segunda posguerra. Existe entre ellos una clara asimetra idio-
sincrtica y estructural que es visible. Narlikar lo indica as:
Los poderes emergentes con frecuencia se presentan a s mismos como aliados, ha-
biendo adoptado la sigla de brics para reuniones de alto nivel y tambin una variedad
de otras coaliciones, como ibsa (India, Brasil y [Sudfrica]) en relacin con varias reas
temticas [...] y basic (Brasil, frica del Sur, India y China) en cambio climtico. Al
mismo tiempo, las relaciones de los poderes emergentes entre s estn permeadas por
cooperacin y competencia (2013: 561-576).32
Se deca que el mundo atestiguaba un cambio ocurrido una sola vez, en el cual los
principales jugadores en el mundo en desarrollo estaban alcanzando o incluso re-
basando a sus contrapartes del mundo desarrollado. Estas predicciones tpicamente
tomaron los altos ndices de crecimiento desde mediados de la dcada pasada y los
extendieron directamente hacia el futuro, yuxtaponindolos en contra del lento creci-
miento en Estados Unidos y otros pases industriales avanzados. Tales ejercicios su-
puestamente probaban, por ejemplo, que China estaba a punto de rebasar a Estados
Unidos como la economa ms grande del mundo [...]. Tal y como proyecciones pre-
vias de tendencias econmicas lo sugeran; sin embargo como las predicciones de los
ochenta que hablaban de que Japn pronto sera el nmero uno econmicamente,
datos recientes estn lanzando agua fra sobre las extravagantes predicciones. Con la
economa mundial yendo hacia su peor ao desde 2009, el crecimiento chino est
detenindose agudamente, de los dobles dgitos a siete por ciento o incluso menos, y
el resto de los brics est cayendo tambin: desde 2008, el crecimiento anual de Brasil
cay del 4.5 por ciento al 3.5 por ciento, y el de India, del 9 por ciento al 6 por ciento.
Nada de esto debera ser sorpresa, porque es difcil sostener un rpido crecimiento por
ms de una dcada (Sharma, 2012: 2).
32 Narlikar opta por quedarse con los brics, aduciendo que Rusia es tanto un poder ordinario producto
del antiguo orden como uno nuevo y, por tanto, inequiparable con sus otros tres pares. Los brics
fueron originalmente bautizados as por Jim ONeill de Goldman Sachs (ONeill, 2001: 30).
Por su misma existencia, ya sea que lo deseara o no [...] Estados Unidos es y debe perma-
necer como el escudo de Occidente [...] es el nico poder en el mundo capaz de resistir a
la Unin Sovitica. El pecado de Estados Unidos es que existe; por ello, amenaza el prin-
cipio vital de la norma sovitica: ningn centro independiente de poder. En tanto exista
una alternativa en el mundo [Estados Unidos], el sistema sovitico no podr terminar de
consolidar su norma, tanto dentro como fuera de la URSS (Wildavsky, 1985: 117).
cin incluso para personajes e instituciones notables pertenecientes al bando del conservadurismo
histrico, tales como John Podhoretz y la revista Commentary (Medved y Podhoretz, 2013).
Sin duda, una resea tpica de tiempos de la guerra fra, no obstante, cabe decir
que, como parte del debate sobre la benevolencia (unipolarista, agregara) de Esta-
dos Unidos en poltica exterior, se mantiene una disputa acerca de la nueva realidad
macropoltica del mundo, en especial en lo que se refiere a la idea del pivote,
propuesta por el geopoltico ingls Halford J. Mackinder ante la Royal Geographical
Society en enero de 1904, en un documento titulado El pivote geogrfico de la his-
toria (1969), luego distorsionada en Estados Unidos como la American Heartland.
Dentro de este marco de lucha contextual por la existencia, con los ms fuertes so-
breviviendo como deca Neuman (1942: 148) es un imponderable del debate,
sobre todo para definir el nuevo contorno geoestratgico del mundo, aceptar que este
trmino estratgico resita de manera peculiar en el centro de la discusin sobre el
proceso global a los territorios asiticos. En particular su centro (Heartland), como
el rea geopoltica clave en el mundo contemporneo. Esta rea pivote (u original-
mente Heartland), antes de que los estadunidenses se apropiaran del trmino, era
considerablemente ms grande a principios del siglo xx e inclua sobre todo a la parte
este de Europa (Parker, 1985: 33-34 y 186, 188). Al mismo tiempo, el Heartland
estaba rodeado por lo que se denominaba el Rimland, es decir, China del Norte,
India y parte del mundo rabe.36 Aunque parezca lejano en el tiempo parece seguir
provocando suspicacias la posibilidad de repetir esta distribucin de poder y de la
consecuente redefinicin geopoltica. Es as en los tiempos actuales?, la posicin
de China, de India y la Federacin Rusa hoy nos puede llevar de regreso al siglo xx
tal y como lo explicaba la geopoltica de entonces? Lo ms probable es que esto no
ocurra. Como sostiene Layne:
Los acadmicos en pro de la supremaca [de Estados Unidos] sostienen que las ca-
pacidades de poder duro de Estados Unidos son tan abrumadoras que otros estados
no pueden realistamente esperar lograr un equilibrio en contra de Estados Unidos ni
tampoco tienen razn porque la hegemona de Estados Unidos es benevolente. Tal y
como lo hacen sus contrapartes hacedores de poltica, ellos creen que la hegemona
hace avanzar los intereses estadunidenses y que Estados Unidos puede mantener su
preeminencia en forma profunda en el curso del siglo [...] el argumento del hegemn
benevolente reconoce que hay circunstancias en las cuales otros estados pueden llegar
a temer a Estados Unidos y buscar contrarrestarlo. Que los otros actores acepten o se
opongan a la hegemona de Estados Unidos depende, por lo tanto, de cmo el ejercicio
de poder de Estados Unidos es percibido (Layne, 2006: 7, 16).
36 Mackinder, interpretado por Parker (1982: 165, 166 y 217), define al Heartland, en trminos ge-
nerales, como la regin a la cual, en condiciones modernas, puede negrsele acceso al poder del
mar [...] hemos llegado a la conclusin de que la Isla-Mundo [el trmino usado por Mackinder para
describir la masa continental conformada por Europa, Asia y frica] y el Heartland son las realidades
geogrficas finales con respecto al poder martimo y terrestre, y que Europa del Este es esencialmen-
te una parte del Heartland [...]. Rusia fue el primer poseedor del Heartland con un poder humano
realmente amenazante. El territorio de la URSS es equivalente al Heartland.
Si bien an est por definirse el grado de xito que la poltica inteligente de Obama
tendr, avizoramos a la luz de las tendencias y escuelas sintetizadas en lneas
precedentes varias cosas. El hegemonismo benevolente de Estados Unidos es
viable, en efecto, incluso en el contexto de una situacin de crisis interna como
la descrita y como parte de un fin de era segn lo seala Walt (2011); sin embar-
go, si esto ocurriera en el marco del multipolarismo profilctico, dira Layne
(2006) la opcin de su estrategia internacional no podra seguir siendo el ex-
cepcionalismo hegemnico que profesa en el discurso el sector ms conservador
(y pivotista) del establecimiento poltico estadunidense. Ni siquiera sera si
lo quisiera la opcin del propio Obama, que hoy ms que nunca se encuentra
en una situacin delicada por no haber sido capaz de administrar las acciones de
espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (nsa, por sus siglas en ingls) y que
se originaron en tiempos anteriores al 11-s segn testimonios de exagentes de la
cia, todo lo cual ha generado (una nueva) tensin y provocado importantes fisuras
en las alianzas de Washington, principalmente con Europa.37 En este sentido, no
queda claro an cmo podra ser que Estados Unidos se pudiera convertir, como
dice Layne, en un hegemn democrtico dadas las tensiones endgenas que en-
frenta Washington en el seno del poder.
Por ahora, lo que s tenemos a la vista es que los republicanos seguirn insis-
tiendo en esa machacona frase de campaa, we built it, nosotros lo construimos.
O sea, lo que quieren decirle al resto: el pas y lo que se pueda del mundo
tambin es de nosotros y los dems, empezando por Obama, no pertenecen a
este territorio. Segn este discurso, la otredad se sita ms all del s mismo. El
ser republicano (o sea, ser americano a la Melville) es totalizador, es la apropiacin
del americanismo, del ser americano a la ms vieja usanza de los tiempos en que
el mesianismo y el excepcionalismo (la ciudad sobre la colina, a la Winthrop)38
37 Sin ser tema central de este captulo, dira que an est por verse hasta qu grado el Partido Demcrata
y el propio presidente Obama tienen verdadero control sobre la nsa, que en lo que se refiere a sus
actividades especficas de inteligencia tiene ya tiempo respondiendo a la estrategia implantada por el
gobierno de George W. Bush. Histricamente, agencias como la nsa, la cia o el fbi responden a inercias
burocrticas propias, gozando de una autonoma ciertamente impresionante (Valds-Ugalde, 2013b).
38 Incluso Walt lo reivindica en estos tiempos, cuando argumenta a favor de aceptar las oportunidades
que presenta el fin de la era estadunidense: it is time to devote more attention to that shining city
on a hill of which our leaders often speak, but which still remains to be built (2011: 16).
dominaban las polticas pblicas en Estados Unidos: el muy exaltado discurso sobre
la nueva comunidad imaginaria que se han inventado los republicanos (erigidos en la
representacin ltima y multiperfecta del americanismo) los transforma en el pueblo
escogido y convierte, as, en prescindibles a esos otros que estn fuera del crculo do-
rado de pertenencia cuasi sagrada a la comunidad nacional. As de alucinante y exclu-
yente ha sonado su discurso desde Tampa, Florida, cuando se efectu la convencin
republicana de 2012 que proclam a Mitt Romney como su abanderado presidencial.
Presenciamos entonces un ramillete de discursos (que se repiten en el Congreso esta-
dunidense actual) ms semejantes a sermones de plpito, a travs de los cuales (des-
informacin incluida) surca un rancio nacionalismo aderezado de discriminacin e
intolerancia de parte de una derecha brutal y primitiva, predemocrtica dirase.
Finalmente, ha ocurrido lo que ya veamos desde las elecciones intermedias
cuando el Tea Party hizo su aparicin estelar en poltica: el Partido Republicano
se est dejando llevar ro abajo por la corriente ms ultra que el conservadurismo
estadunidense haya producido. Esto muy a pesar de que el pr no logr resultados
ptimos al perder ante Obama, origen de su visible ira poltica. Se le cedi fatal-
mente a esta fuerza la capitana de la poltica estratgica local y global que de-
vendra en bipartidismo fracturado, a los neoneanderthales republicanos que
por fin acabaron secuestrando a su partido y santificando la agenda partidista ms
reaccionaria de la historia poltica de Estados Unidos. Si acaso la apuesta por la
prdida de popularidad de Obama es la carta ms significativa en la que descansa
esta reaccin, esto no significar una garanta en el corto plazo de que apostar toda
la casa por el voto de la Amrica profunda vaya a ser ganancia neta y tampoco
signifique un riesgo muy alto para el pr y la nacin entera como ya se empieza
a ver en las prdidas electorales recientes que ha sufrido partir de 2013. El senador
Barry Goldwater lo intent as en 1964 contra Lyndon B. Johnson y fall, y Ronald
Reagan (un neocon moderado al lado de los actuales ultras) gan la apuesta con
ms tino y estilo contra Jimmy Carter en 1980.
El Estados Unidos actual, no obstante, no es el mismo que el del siglo xvii o el
de los aos sesenta u ochenta del siglo xx. Estamos ante un presidente que, si bien
no ha tenido el xito esperado en economa y otros frentes como el exterior, lo cual
est pagando con la baja de su popularidad, se ve favorecido an por el bono demo-
grfico y cierta racionalidad calculada en sus acciones. En circunstancias como las
actuales y ante la radicalizacin del discurso de los neoneanderthales, el pr podra
haber perdido su espacio al interior del centro poltico (que Obama ha conservado
hbilmente) y en consecuencia estar condenado a la prdida de influencia y con-
trol racional sobre decisiones fundamentales, desde el Congreso hasta los gobiernos
y congresos estatales. Estados Unidos se enfrenta, en el lmite mismo de la contra-
diccin y el agotamiento sistmico de su proceso poltico-electoral, ante el espectro
del retroceso o del avance. Veremos qu pesar ms, si el discurso de la repblica
apocalptica que parece condenar ms que favorecer al pr o el de la moderni-
zacin hacia adelante que con muchas dificultades y lentitud ha podido hacer
prosperar Barack Obama en tiempos de enormes dificultades econmicas, y po-
lticas locales y globales.
Quiz la propuesta de Walt sea la que mejor sirva para deliberar sobre este
momento en que el maximalismo hegemonista de Estados Unidos (benevolente o
no) ya no se corresponde con los nuevos y reveladores actores y elementos que
concursan en el actual orden global, y ante los cuales tendr que prepararse para
poder evitar su cada. Superar la polarizacin poltica, adems de dar oportunidad
a que la poltica inteligente opere, supondr el gran nuevo momento desde el que
Washington se atreva a hacer ajustes inteligentes [...] y ver el fin de la era estadu-
nidense [...] como una oportunidad para volver a equilibrar sus agobios internacio-
nales y enfocarse en [sus] imperativos internos (Walt, 2011: 16). El desafo para
Obama es majestuoso. Se trata de un presidente que, aunque se lo nieguen los
ecos reaccionarios de alta intensidad, es actor poltico de su tiempo y ha actuado
en consecuencia o como plantea Nye:
Las habilidades polticas son fundamentales para un liderazgo efectivo, pero son ms
complejas de lo que parecen. La poltica puede presentar una variedad de formas. In-
timidacin, manipulacin y negociacin estn relacionadas con el poder duro, pero la
poltica tambin incluye inspiracin, negociacin sobre acuerdos benficos nuevos y el
desarrollo de redes de confianza tpicas del poder suave (Nye, 2008: 80).
Basado en las evidencias que nos ofrecen las estadsticas y los argumentos
ofrecidos en este captulo, y parafraseando a Zakaria, correspondera ms bien
que pensramos en que el proceso que sufre el orden mundial, cuyos derroteros
estamos viendo ya, aunque no en forma definitiva o acabada, nos conduzca ms
bien hacia un mundo poshegemnico con posicionamientos relativamente pluri-
dominantes y semihegemnicos por parte de algunos actores tambin, pero no
tan dominantes del sistema internacional. Y no necesariamente hacia un orden
postestadunidense.
La lectura que se haga de lo anterior en los aos venideros, desde el interior
mismo del muy daado establecimiento poltico de Washington y particularmente
entre los sectores extremistas ya sealados que han degradado la calidad del deba-
te poltico, ser determinante para evaluar la compostura con la que se acte inter-
namente y, en consecuencia, en cmo se elabore la estrategia de poltica exterior
que vive atrapada entre las fuerzas centrfugas del pasado y del presente. Un nuevo
momento poltico requiere ser inaugurado en Estados Unidos. El tema pendiente
aqu es que, a fin de prepararse para un escenario de reparacin moral y poltica,
tendr que prevalecer la madurez poltica en Estados Unidos y superar la crisis de
gobernanza que enfrenta su democracia. Slo de esta forma se podr acaso pensar
en que una poltica exterior de nuevo siglo inaugure, a la vez, el proceso de recu-
peracin de Washington en la esfera global.
Fuentes
Brzezinski, Zbigniew
2004 The Choice. Global Domination or Global Leadership. Nueva York: Basic
Books.
Castaeda, Jorge G.
2010 Not Ready for Prime Time, Foreign Policy 89, no. 5 (septiembre-oc-
tubre), en <http://www.foreignaffairs.com/articles/66577/jorge-g-cas-
taneda/not-ready-for-prime-time>.
Corn, David
2012 Watch: Full Secret Video of Private Romney Fundraiser, Mother Jones,
18 de septiembre, en <http://www.motherjones.com/politics/2012/09/
watch-full-secret-video-private-romney-fundraiser>.
Ganji, Akbar
2013 Who Is Ali Khamenei?, Foreign Affairs 92, no. 5 (septiembre-octubre):
24-48.
Haass, Richard
2013 Foreign Policy Begins at Home. The Case of Putting Americas House in
Order. Nueva York: Basic Books.
Halliday, Fred
2002 Two Hours that Shook the World. Londres: Saqi Books.
Hill, Fiona
2013 Putin Scores on Syria, Foreign Affairs, 11 de septiembre, en <http://www.
foreignaffairs.com/articles/139905/fiona-hill/putin-scores-on-syria>.
Hunt, Michael H.
2009 Ideology and US Foreign Policy. Londres: Yale University Press.
Ikenberry, John G.
2011 Liberal Leviathan. The Origins, Crisis and Transformations of the American
World Order. Princeton: Princeton University Press.
1998-1999 Institutions, Strategic Restraint, and the Persistence of Postwar Or-
der, International Security 23, no. 3 (invierno): 43-78.
Judt, Tony
2010 Algo va mal. Mxico: Santillana.
Kagan, Robert
2012 Not Fade Away. The Myth of American Decline, The New Republic,
11 de enero, en <http://www.newrepublic.com/article/politics/magazine/
99521/america-world-power-declinism>.
Khanna, Parag
2008 Waving Goodbye to Hegemony, The New York Times, 27 de enero, en <http://
www.nytimes.com/2008/01/27/magazine/27world-t.html?pagewanted= all>.
Kissinger, Henry
2011 On China. Londres: Penguin Books.
Komine, Yukinory
2008 Secrecy in United States Foreign Policy. Nixon, Kissinger and the Reappro-
chement with China. Aldershote, Hampshire: Ashgate.
Krugman, Paul
2012 Disdain for Workers, The New York Times, 20 de septiembre, en <http://
www.nytimes.com/2012/09/21/opinion/krugman-disdain-for-workers.
html>.
2009 How Did Economists Get It So Wrong?, The New York Times Magazine,
6 de septiembre, en <http://www.nytimes.com/2009/09/06/magazine/
06Economic-t.html?pagewanted=all>.
Layne, Christopher
2006 The Unipolar Illusion Revisited. The Coming End of the United States
Unipolar Moment, International Security 31, no. 2 (otoo): 7-41.
Mackinder, Halford J.
1969 The Scope and Methods of Geography and The Geographical Pivot of History.
Londres: The Royal Geographic Society.
Mastanduno, Michael
1997 Preserving the Unipolar Moment: Realist Theories and U.S. Grand Stra-
tegy, International Security 21, no. 4 (primavera): 49-88.
Milbank, Dana
2013 Republicans See One Remedy for Obama: Impeachment, The
Washington Post, 3 de diciembre, en <http://www.washingtonpost.com/
opinions/dana-milbank-republicans-see-one-remedy-for-obama--impea-
chment/2013/12/03/e623d61e-5c65-11e3-be07-006c776266ed_story.
html>.
Narlikar, Amrita
2013 Negotiating the rise of new powers, International Affairs 88, no. 3
(mayo): 635-651.
Neuman, Sigmund
1942 Fashions in Space, Foreign Affairs, no. 21, enero, en <http://www.foreig-
naffairs.com/articles/70232/sigmund-neumann/fashions-in-space>.
ONeill, Jim
2001 Building Better Global Economic brics, Goldman Sachs Global Eco-
nomic Paper no. 66, noviembre, en <http://www.goldmansachs.com/our-
thinking/archive/archive-pdfs/build-better-brics.pdf>.
Parker, Geoffrey
1985 Western Geopolitical Thought in the Twentieth Century. Londres: Croom
Helm.
Parker, William H.
1982 Mackinder: Geography as an Aid to Statecraft. Oxford: Clarendon Press.
Paz, Octavio
1985 One Earth, Four or Five Worlds: Reflections on Contemporary History.
Londres: Carcanet Press.
Perlstein, Rick
2013 The Grand Old Tea Party. Why Todays Wacko Birds Are Just Like
Yesterdays Wingnuts, The Nation 297, no. 1, 25 de noviembre, en
<http://www.thenation.com/article/177018/grand-old-tea-party>.
Putin, Vladimir
2013 A Plea for Caution from Russia, The New York Times, 11 de septiem-
bre, en <http://www.nytimes.com/2013/09/12/opinion/putin-plea-for-
caution-from-russia-on-syria.html?_r=0>.
Reich, Robert B.
2012 Mitt Romney and the New Gilded Age, The Nation, 16-23 de julio,
en <http://www.thenation.com/article/168623/mitt-romney-and-new-
gilded-age#>.
Romney, Mitt
2010 No Apology. The Case for American Greatness. Nueva York: St. Martins
Press.
Saban, Haim
2012 The Truth about Obama and Israel, The New York Times, 4 de septiem-
bre, en <http://www.nytimes.com/2012/09/05/opinion/the-truth-about-
obama-and-israel.html>.
Sharma, Ruchir
2012 Broken brics, Foreign Affairs 91, no. 6 (noviembre-diciembre), en
<http://www.foreignaffairs.com/articles/138219/ruchir-sharma/broken-
brics>.
Stiglitz, Joseph
2009 The Global Crisis, Social Protection and Jobs, International Labour Re-
view 148, nos. 1-2, 13 de mayo, en <http://www.ilo.org/public/english/
revue/download/pdf/s1_stiglitz2009_1_2.pdf>.
Swain, Ashok
2007 Rapid Economic Growth and Challenges to Indian Democracy, De-
partment of Peace and Conflict Research, Uppsala University, en Semi-
nario Internacional The Two Great Narratives that Changed the World:
China 1978 and Russia 1991, coordinador de la School of International
and PublicAffairs de la Universidad Shanghai Jiao Tong. Shanghai: 2-4
de noviembre.
The Economist
2013a More in Sorrow than Anger, 21-27 de septiembre, en <http://www.
economist.com/news/americas/21586559-cancellation-dilma-rousseffs-
state-visit-washington-has-short-term-cost>.
2013b Elected Are the Dealmakers, The Races in Virginia and New Jersey Offer
a Clear Lesson for Republicans 409, no. 8861, 9-15 de noviembre.
2013c The Iranian Nucleal Deal. Unlocking the Middle East 409, no. 8864,
30 de noviembre-6 de diciembre, en <http://www.economist.com/news/
leaders/21590911-not-only-was-deal-iran-best-offer-it-can-transform-
worlds-most-troubled>.
The Nation
2013a Democracy vs. War, 23 de septiembre.
2013b When the gop Loses, It Wins, 4 de noviembre, en <http://www.thenation.
com/article/176694/even-when-gop-loses-it-wins>.
Tocqueville, Alexis de
1990 Democracy in America. Londres: Encyclopaedia Britannica.
Traub, James
2013 The End of the Gandhis. Can Rahul Gandhi Run India? Can anybo-
dy?, Foreign Policy, mayo-junio 2013, en <http://www.foreignpolicy.com/
articles/2013/04/29/the_end_of_the_gandhis>.
Walt, Stephen M.
2011 The End of the American Era, The National Interest (noviembre/di-
ciembre), en <http://nationalinterest.org/article/the-end-the-american-
era-6037>.
2006 Taming American Power: The Global Response to U.S. Primacy. Nueva
York: W.W. Norton.
Waltz, Kenneth
2012 Why Iran Should Get the Bomb, Foreign Affairs, 1 de agosto, en
<http://www.foreignaffairs.com/articles/137731/kenneth-n-waltz/why-
iran-should-get-the-bomb>.
Wildavsky, Aaron
1985 America First, National Interest, no. 1 (otoo).
Wohlforth, William C.
1999 The Stability of a Unipolar World, International Security 24, no. 1 (vera-
no): 5-41.
Zakaria, Fareed
2011 The Post American World, Release 2.0. Nueva Yorks: W.W. Norton &
Company.
2007 The Future of Freedom. Iliberal Democracy at Home and Abroad. Nueva
York: W.W. Norton and Company.
1997 The Rise of Illiberal Democracy, Foreign Affairs (noviembre/diciembre),
en <http://www.foreignaffairs.com/articles/53577/fareed-zakaria/the-rise-
of-illiberal-democracy>.
Introduccin
o, si ya existe tal mayora con esa coincidencia de pasiones o intereses, se debe incapacitar a los indi-
viduos que la componen, aprovechando su nmero y situacin local, para ponerse de acuerdo y llevar
a efecto sus proyectos opresores.
2 La recopilacin incluye fragmentos del captulo homnimo del libro de Dahl (1956), titulado A
Preface to Democratic Theory.
Con anterioridad a las decisiones (que siguieron a Brown y que culminan con la Ley
del Voto de 1965, la cual garantiza plenamente los derechos electorales de la poblacin
afroamericana) hay un nmero sustancial de casos en los que la corte utiliz las pro-
tecciones de la Carta de Derechos o las enmiendas constitucionales (Dcimotercera y
Dcimocuarta) aprobadas para salvaguardar los derechos de los liberados despus de
la guerra civil, no para defender los derechos de aquellos que eran demasiado dbiles
para protegerse a s mismos a travs de la poltica electoral, sino todo lo contrario. Los
triunfadores de la guerra civil fueron principalmente los propietarios de esclavos, en per-
juicio de tales esclavos, los blancos en perjuicio de los no blancos y los propietarios en
perjuicio de los asalariados y otros grupos (Dahl, 1989: 190).
de tales acciones y leyes que se prohben y dejarlas sin efecto volvindolas nulas
e inocuas (Ducat, 2009: 1186). Pero aclara, de este modo, que el Congreso slo
tena la facultad de castigar a estados que abrogaran privilegios e inmunidades de
los ciudadanos y de buscar reparacin con cargo a los estados, para los ciudadanos
afectados por la abrogacin; no obstante, la Corte implica en su opinin que en
lugar de garantizar lo anterior: [La Ley de Derechos Civiles de 1875] procede ex
directo a declarar que ciertos actos cometidos por individuos deben ser conside-
rados delitos y ser perseguidos y castigados en procesos fincados en las cortes de
Estados Unidos. No era correctiva de las violaciones constitucionales cometidas
por los estados (Stephens, Otis y Scheb II, 2008: 39).
La Corte estim que el enfoque directo de la ley de 1875 disolva los lmites
claros y predecibles de la legtima intervencin de la autoridad federal implicada
en el enfoque correctivo del abuso estatal. Ante el abandono de tal enfoque, la
Corte se planteaba que es difcil ver a dnde va a parar la autoridad federal. As,
no tuvo reparo en afirmar que la Ley de 1875 era contraria a la Dcima Enmienda
de la Constitucin (Ducat, 2009: 1186).
El enfoque correctivo era caracterstico de la Ley de Derechos Civiles de
1866, pues en el contexto que oper dicha ley, los principales obstculos a la li-
bertad de los afroamericanos venan de los estados. En el contexto de la Ley de
1875 los principales obstculos los ponan empresas e individuos. Y es que la D-
cimocuarta Enmienda poda invocarse para proteger a los afroamericanos recien-
temente liberados de abrogaciones de los estados, pero no para protegerlos de
supuestas abrogaciones de particulares. A diferencia de las de los estados, que eran
susceptibles de prohibicin por parte de la autoridad federal, las abrogaciones de
particulares no lo eran.
La Corte sostuvo que acciones de discriminacin como las que la Ley de
1875 buscaba castigar eran actos individuales privados que podan considerarse
incorrectos o incluso maliciosos, pero que en ningn caso deba asumirse que in
fligan dao sustantivo a los destinatarios. Consideraba que a menos que los actos
de discriminacin contaran con la autoridad o respaldo de las entidades federati-
vas, no poda presumirse que exista una intencin y mucho menos una capacidad
para infligir dao a los discriminados. La Corte incluso lleg a asumir que, antes
de la abolicin de la esclavitud, a ningn afroamericano que era libre se le habra
ocurrido pensar que el no ser partcipe de todos los privilegios disfrutados por
los ciudadanos blancos implicaba una invasin a su estatus personal de hombres
libres (Stephens y Schebb II, 2008: 40).
En este sentido, para la Corte, la Dcimocuarta Enmienda no amparaba el
ejercicio de la autoridad federal implicado en la Ley de Derechos Civiles de 1875,
con lo que tal autoridad invada indebidamente la jurisdiccin de los estados, ade-
ms de castigar a ciudadanos por actos que la Primera Enmienda amparaba ple
namente. Entonces es cierto, por ms trgico que haya sido, que la Suprema Corte
utiliz, para vulnerar o conculcar los derechos de los afroamericanos, las protec-
ciones de la Carta de Derechos, en este caso la Primera y la Dcima Enmiendas,
incluso la Dcimocuarta, en una interpretacin que slo reconoce la correccin
del juego se aceptan como una carga de la tradicin, adems de los costos que
impone por ms inequitativos que sean.
Por otro lado, tambin est claro, a partir de la discusin precedente, que no
hay bases contundentes y finales para descartar un proceso democrtico de alcance
irrestricto. Demandar lo anterior para la mayora es aceptar la posibilidad de que se
equivoque y esto, desde luego, implicar costos para algn grupo. Toda regla impli-
ca costos, la cuestin de fondo es si la regla es congruente con una participacin
poltica ptima y productiva, y la respuesta es que s lo es. La regla de sujetarse
al juicio superior de los jueces si stos encuentran que una ley es inconstitucional
tambin tiene costos, pero induce suboptimalidad en la participacin poltica. Si
adems el esquema de derechos que una revisin judicial pretende defender, es tal
que valida la comisin de graves injusticias contra grupos dbiles, entonces no slo
debe rechazarse la revisin judicial, sino revisarse los derechos mismos a la luz de
las necesidades y del cambiante contexto que enfrenta la sociedad democrtica.
Son las facultades del Poder Judicial las que deben estar acotadas y no el alcance
del proceso democrtico. Por lo dems, siempre se puede traer a colacin a los
representantes de la mayora y castigarlos electoralmente, mientras que no hay
ni cmo traer a cuenta ni cmo castigar a los jueces si se llegan a equivocar.
Si hasta este punto se acepta que se puede esperar que se corrijan sesgos del
diseo institucional y que el proceso poltico tenga un alcance irrestricto, entonces
tambin se puede esperar que las polticas pblicas, es decir, los resultados del
proceso democrtico reflejen objetivos y valores defendibles. Otra vez recurrir
a la poltica comparada y al anlisis planteados por Dahl.
3 Uno de los textos que muestra el contraste entre sistemas de representacin de intereses pluralista y
corporativista con una talentosa combinacin de erudicin y pedagoga es Still the Century of Cor-
poratism de Philipe Schmitter (1974: 85-131).
cracias mayoritarias y del otro las democracias de consenso, y que los resultados
de sus mediciones lo llevan a concluir que las segundas exceden a las primeras en
casi todos los rubros de medicin. En otras palabras, la conclusin general es que
la democracia de consenso, como modelo de diseo institucional, tiende a ser ms
igualitaria que la democracia mayoritaria.4
4 Esta conclusin contrasta con la de su estudio comparativo antecedente, en el que Lijphart afirma:
[mi] anlisis sugerir que la democracia mayoritaria es especialmente apropiada para, y trabaja mejor
en, sociedades homogneas, mientras que la democracia de consenso es ms adecuada para socieda-
des plurales. Aparte de lo anterior, hay relativamente poca variacin en los niveles de desempeo que
logran las democracias analizadas en este libro (Lijphart, 1984: 4).
ciudadana, a fin de que los que dominan la economa puedan usar ese proceso para
optimizar sus propios intereses. As, las suboptimalidades que enfrenta la ciudada-
na estn negativamente correlacionadas con las optimalidades que gozan los que
dominan la economa, pero subsanar esas suboptimalidades slo tiene sentido si se
enfrenta la realidad de que con excepcin de dos democracias mayoritarias, Fran-
cia y Canad, el resto de ellas son psimas para producir bienestar social. Hago
esta precisin normativa, porque de otro modo la implicacin de la investigacin de
Lijphart para el conjunto de democracias mayoritarias podra volver irrelevante mi
propuesta de democracias mayoritarias libres de suboptimalidades. Defiendo aqu
que no es redundante en la medida en que el trato digno al ciudadano es integral a
todo arreglo institucional democrtico, sea ste mayoritario o de consenso y que
eso es lo que busca mi perspectiva de optimalidad. Acepto, no obstante, que no es una
consideracin suficiente y plausible que el ciudadano sea tratado con la dignidad
que merece, si ello excusa al ciudadano y a su rgimen, de procurar la igualdad so
cioeconmica. No slo hay que contemplar lo anterior, sino siguiendo el ejemplo
de Francia y Canad hay que cerrarle el paso a las tendencias institucionales de
inequidad con polticas sociales abarcantes. Con esto cierro mi aclaracin y regre-
so al tema de la contribucin de la poltica comparada al mejor entendimiento de
los problemas del sistema poltico estadunidense.
He mencionado la investigacin de Patterns of Democracy porque Dahl tuvo
la oportunidad de consultar y utilizar sus resultados. De los 35 pases que Lijphart
consideraba, Dahl circunscribe su comparacin a los 22 pases entre los cuales se
encuentra Estados Unidos, cuya principal caracterstica es que son democracias
consolidadas. Presenta el anlisis de esos datos en How Democratic Is the American
Constitution? (Dahl, 2002): los resultados del estudio reportan en el tercio superior
de las evaluaciones, que Estados Unidos ocupa el quinto lugar en crecimiento eco-
nmico y nada ms. En el tercio inferior de las evaluaciones, que Estados Unidos
ocupa el cuarto lugar en la brecha ricos-pobres; dcimo sptimo en gasto social,
dcimo sptimo en ndice de bienestar, dcimo octavo lugar en representacin de
la mujer en el legislativo, dcimo noveno en eficiencia energtica y en ayuda ex-
terna, vigsimo primero en participacin electoral, y primer lugar, pero en tasa de
encarcelamiento, es decir, con la tasa ms alta de encarcelamiento de las veintids
democracias consolidadas (Dahl, 2002: 53). Estos resultados de investigacin de
poltica comparada comienzan a presentar una imagen poco favorable para Estados
Unidos. A qu atribuye Dahl este desempeo tan mediocre entre las veintids de-
mocracias avanzadas del mundo? l no tiene una hiptesis concreta para contestar
esta pregunta, sino slo una intuicin y sa es que los ciudadanos no pueden utilizar
el proceso democrtico para obtener las polticas que quieren o necesitan, dado un
conjunto de rigideces institucionales que principalmente subvierten la condicin
de igualdad poltica del ciudadano. Describo a continuacin la crtica de Dahl a dos
instituciones: al Senado, cuya integracin induce una grave desproporcionalidad en
la representacin poltica del ciudadano; la otra es al Colegio Electoral, que bajo
condiciones de altsima competitividad determina el resultado de la eleccin presi-
dencial con independencia del voto ciudadano y que, por lo tanto, implica una forma
de tutelaje de los ciudadanos por parte de los electores del colegio, similar al ejercido
por la Suprema Corte de Justicia. Doy cabida a estas crticas aqu porque son rele-
vantes a la construccin de mi concepto de suboptimalidad poltica.
Dahl tiene como principal criterio el de la igualdad poltica y lo ve limitado
en Estados Unidos por la desproporcionalidad de la representacin de senadores
por estado y por las distorsiones que impone la asignacin de votos del Colegio
Electoral. Ve como origen de esta desproporcionalidad, la igualdad de estatus de los
miembros de la unin o pacto federal, reflejada en su cuota fija de dos senadores por
estado independientemente del tamao de la poblacin. Esto est establecido en el
artculo 5 de la Constitucin de Estados Unidos. El Senado, que busca asegurar
la condicin de igualdad de entidades federales, subvierte la igualdad poltica de
los individuos y con ello el funcionamiento del sistema mayoritario. El efecto es el
siguiente: si se estableciera como base el estado con ms electores registrados y tu-
viera cuarenta millones de electores podramos establecer que se es el nico caso
en que cada elector cuenta por uno y que su influencia sobre el sistema poltico
cada vez que votan por senadores es de uno, independientemente del partido que
gane el puesto. Si la influencia del elector es uno para el estado A con cuarenta
millones de electores, entonces la influencia en el estado B con diez millones
de votantes sera de 4 y la del estado C con quinientos mil sufragistas sera de
ochenta. Esto equivaldra a un sistema con votos mltiples, como aquel en el que
se asignaban ms votos esto es, ms influencia a quien tuviera ms estudios
o ms propiedad.
Probablemente en la vida real el ciudadano de un estado como C no llegue
a advertir que tiene ms influencia que un ciudadano como A, pero sin duda lo
advierte el senador de un estado como C cuando es capaz de derrotar en la cmara
con su voto en contra la propuesta del senador de un estado como A. Y no sera
extrao que el senador de A resintiera tal derrota enormemente. Distorsiones de
este tipo generan situaciones de grave riesgo dentro del sistema poltico constitu-
yndolas en ventanas de oportunidad para la corrupcin o la opresin. Al respecto,
destaca Dahl, con base en la investigacin de Barry Weingast:
Hasta los aos cincuenta del siglo xix, la igual representacin en el Senado otorg al
sur un veto sobre cualquier poltica que afectara la esclavitud; entre 1800 y 1860 ocho
iniciativas antiesclavistas fueron aprobadas en la Casa [de Representantes], y todas
fueron derrotadas en el Senado. El veto sureo no dej de existir con el fin de la guerra
civil. Despus de sta, los senadores de otros estados otorgaron su apoyo al veto sureo
con el fin de obtener su respaldo para aprobar sus propias polticas. De esta manera,
el veto sureo no slo contribuy a acortar prematuramente el proceso de reconstruc-
cin; durante todo un siglo ms se aplic el veto para impedir que la nacin aprobara
leyes federales para proteger los ms bsicos derechos humanos de los afroamericanos
(Weingast citado en Dahl, 2002: 53).
hay muchas ms abiertas para otros fines igualmente perversos. En vista del caso
sureo, uno aprecia que, si bien el requisito de representacin de dos senadores
por entidad federativa no tiene un efecto de sobrerrepresentacin de ciudadanos de
estados pequeos que sea tangible para ellos, ciertamente es un premio de lote-
ra para sus senadores. La diferencia en esfuerzo, recursos y responsabilidad de los
candidatos a senadores en estados muy poblados para llegar al Senado es realmente
obscena comparada con los que acceden a ste, provenientes de estados-boutique
como Vermont, Delaware y Wyoming. Tambin hay que tomar en cuenta que el
Senado, por ser una institucin realmente pequea compuesta por cien representan-
tes, que son miembros de slo dos partidos y que pueden aprobar legislacin con un
51 por ciento de los votos, es decir, exactamente con 51 votos; crea oportunidades
de abuso de poder y corrupcin. Los senadores son visibles y accesibles, as que si la
aprobacin de una ley est en puerta, es de esperarse que, dado el bipartidismo com-
petitivo, no se cuente con ms de sesenta senadores en el mejor de los casos, para
llevar una iniciativa al pleno. Cualquier grupo de inters slo tendra que concentrar
sus esfuerzos en cabildeo efectivo sobre diez senadores para que no pase la iniciativa.
El cabildeo implica dinero o pago en especie, es decir, reciprocidad de apo-
yo en la aprobacin de otra ley a cambio de desistir de la iniciativa que est por
presentarse. Tener una institucin as de poderosa, compacta, con representantes
altamente visibles y accesibles y en ocasiones demasiado solcitos, implica que
cualquier medida importante en la que est mucho en juego para el bien de los
ciudadanos puede ser revertida. La iniciativa de reforma de salud de Obama tuvo
un respaldo de cincuenta y nueve senadores (Stepan y Linz, 2011: 848), y aun
as Obama tuvo que negociar en corto (antes de que la iniciativa llegara al pleno)
la dilucin de algunos de sus beneficios. Ahora bien, dado que para aprobar en-
miendas constitucionales se requieren sesenta y seis votos (que realmente resulta
difcil reunir), no es extrao que legiones de cabilderos de Estados Unidos, incluso
del resto del mundo, se den cita en el Senado con el nico propsito de encontrar
senadores que se presten a matar la enmienda en turno. En estas condiciones, no es
raro que el ciudadano estadunidense acumule mucho tiempo y esperanzas perdi-
das en su registro de tiempo dedicado a la poltica.
En tanto que los votos del Colegio Electoral son ms relevantes para el resul-
tado de la eleccin presidencial que los de los ciudadanos, la desproporcionalidad
que provoca su asignacin que sigue la modalidad de todo-para-el-ganador puede
ser problemtica. Por ejemplo, si un estado tiene trece sufragios, un candidato con
un pequeo margen de ventaja sobre su oponente en ese estado se llevara los trece.
Cuando los candidatos tienen una mayora clara tipo alud (landslide) suele haber
clara coincidencia entre mayora de votos del colegio y mayora de sufragios de
ciudadanos. Pero cuando la mayora es estrecha en sufragios de ciudadanos puede
haber reveses por efecto de la asignacin todo-para-el-ganador de votos del Colegio
Electoral, de tal manera que termine ganando la presidencia alguien que no obtuvo
la mayora de los sufragios del ciudadano.
Cuando algn estado se vuelve decisivo para la victoria en el conteo de votos
del Colegio, dicha entidad recibe atencin desmedida de medios, promotores de
voto y candidatos, aunque uno de ellos realmente no necesite los de los ciuda-
danos. ste es un tpico caso de distraccin ociosa y ftil de energas, tanto de
candidatos como de ciudadanos. Palabras ms palabras menos, el voto del colegio
trivializa la tarea cvica concreta de ciudadanos de carne y hueso. Una poltica que
buscara honrar y corresponder el esfuerzo de partidos, candidatos y sobre todo de
los ciudadanos en el proceso electoral, no tendra que tener ninguna contempla-
cin para suprimir el voto del Colegio Electoral. No ha faltado el clamor popular y
la voluntad de otros actores polticos para abolir a dicho colegio como mencionan
Stepan y Linz (2011: 846), recientemente el 83 por ciento [de los miembros de
la] Casa de Representantes vot para abolir el Colegio Electoral, pero la enmienda
propuesta fue derrotada en el Senado.
Hasta aqu la suboptimalidad ha consistido en reglas o procedimientos que
afectan la condicin ciudadana e incrementan los costos de participacin poltica,
porque favorecen el desperdicio de energas y recursos y generan oportunidades o
condiciones favorables para que actores polticos acten en contra de los intereses
de los ciudadanos u otros actores polticos. En la siguiente seccin comenzar
a considerar otro tipo de reglas que revierten de golpe iniciativas aprobadas por
el Congreso o incluso enmiendas constitucionales aprobadas por ste y la pre-
sidencia. Se trata de los vetos (1) de la Casa de Representantes, (2) Senado, (3)
presidente y (4) entidades federativas en caso de enmiendas constitucionales. Los
vetos, diseo contramayoritario por excelencia, completan el paquete de diseos
de suboptimalidad poltica, pero como se podr apreciar en los resultados del si-
guiente estudio comparativo, el efecto poltico negativo de los vetos tiene a su vez
efectos socioeconmicos negativos para la ciudadana.
Alfred Stepan y Juan J. Linz (2011), dos comparatistas de renombre mundial, pu-
blicaron una resea en diciembre de aquel ao de dos libros inusuales en sus
supuestos y enfoques, as como un reporte preparado por el grupo de trabajo so-
bre desigualdad y democracia, de la Asociacin Estadunidense de Ciencia Poltica
(apsa, por su siglas en ingls), titulado American Democracy in an Age of Rising
Inequality, que Stepan y Linz consideran que confirma la resistencia de cientfi-
cos polticos en la academia estadunidense a ver ms all de la retrica del excep-
cionalismo de su nacin.5
El primer libro lleva por ttulo Democratization in America: A Comparative-
Historical Analysis, y fue coordinado por Desmond King, Robert C. Lieberman,
5 A ellos les pareci que el equipo formado por figuras pioneras, como Jacob Hacker, Larry Bartels,
Lawrence Jacobs y [Theda] Skocpol, eludi a toda costa poner nfasis en que Estados Unidos no era un
rezagado en materia de bienestar (Stepan y Linz, 2011: 843). Se formaron esa opinin a partir del con-
tenido de las pginas 15-16 del Task Force Report on Inequality and American Democracy (2004).
Gretchen Ritter y Laurence Whitehead. El supuesto inusual del libro es que como
cualquier otro pas del continente americano, Estados Unidos puede tener en su
interior coaliciones e incluso algunas instituciones: (1) con intereses creados en
la subversin de un rgimen democrtico a fin de crear uno no democrtico o (2)
interesadas en mantener y defender, dentro de un nuevo rgimen, privilegios y pre-
rrogativas obtenidas en una etapa histrica previa al trnsito de dicho rgimen a la
democracia o (3) interesadas en congelar temporalmente el ejercicio de algunas li-
bertades y derechos, con el fin de alcanzar metas de estabilizacin econmica o de
cambio estructural, sin llegar a descartar completamente la adhesin del rgimen a
la democracia. Con base en este supuesto puede tambin estudiarse qu tan con-
solidado est el ejercicio de libertades y qu tan eficaces son las instituciones para
salvaguardar ese ejercicio, as como qu tanto se protege la integridad del proceso
democrtico. Sobre la base de este supuesto es posible sujetar a Estados Unidos al
enfoque analtico de democratizacin comparada al que se someti tanto a nacio-
nes de Latinoamrica en los ochenta como a las de Europa del Este, Asia Central,
Cucaso y Balcanes a partir del colapso de la Unin de Repblicas Socialistas
Soviticas. Lo que identifica el libro es que Estados Unidos ha experimentado a lo
largo de su historia grandes movimientos de des-democratizacin, sin cambio de
rgimen y dentro del rgimen democrtico (Stepan y Linz, 2011: 843).
El segundo libro reseado fue The Unsustainable American State, un volumen
coordinado por Lawrence Jacobs y Desmond King. Este trabajo se ubica en la ca-
tegora de American Politics, pero su contenido crtico destaca la posposicin ad
infinitum de iniciativas de reforma social, lo cual dista mucho de la complacencia
que caracteriza a los estudiosos de esa subdisciplina. Adems est muy conectado
con una preocupacin de Stepan y Linz que confrontan en esta resea y sa es,
que probablemente Estados Unidos tiene arreglos institucionales que, con el paso
del tiempo, tienden a aumentar en lugar de reducir la igualdad. Los hallazgos de
dicho libro contrastan con una de las conclusiones del equipo que prepar el re-
porte American Democracy in and Age of Rising Inequality, que, como mencionan
Stepan y Linz, parece haberse esmerado en destacar que Estados Unidos no era
un rotundo rezagado en materia de bienestar (Stepan y Linz, 2011: 843). As, am-
bos especialistas quedaron insatisfechos con el sesgo del reporte y frustrados por
la no disponibilidad de datos comparativos sistemticos de desigualdad y polticas
sociales para el periodo que cubre el reporte de la apsa. Por lo anterior, proponen
ofrecer en la resea una coleccin de datos reveladores comparativos sobre la
desigualdad que incluyan a Estados Unidos con el fin de contrarrestar la imagen
de ese pas como una democracia inmanente que, en opinin de Whitehead y
ODonnell (quienes acuaron el trmino) es ese rgimen tan confiado de su esta-
tus inherentemente democrtico que puede tratar a la comparacin externa como
superflua (ODonnell y Whitehead, 2009: 36).
Stepan y Linz parten de una pregunta para hacer comparaciones: Estados
Unidos tiene ms estructuras polticas y jugadores de vetos que sean restrictivas
de la mayora e inductivas de la desigualdad que otros pases? Ellos asumen que
un jugador de veto es el agente que lo aplica y que para eso deben existir puntos de
Cuadro 1
Promedios de Gini de pases
conforme al nmero de jugadores de veto
Jugadores Democracias Democracias
de veto mayoritarias de consenso Total
1 0.352 0.280 0.312
2 0.321 0.306 0.314
3 0.352 0.337 0.345
4 0.408 0.408
Notas: Pases con 1 jugador de veto [(mayoritarias: Grecia, Portugal, Gran Bretaa, Irlanda, Francia*);
(consenso: Nueva Zelanda**, Finlandia, Suecia, Dinamarca, Noruega, Austria)]; Pases con 2 Jugado-
res de veto [(Mayoritarias: Italia, Japn, Espaa, Canad); (consenso: Alemania, Holanda, Blgica)];
con 3 Jugadores de veto [(mayoritaria: Australia); (consenso: Suiza)]; con 4 jugadores de veto (mayori-
tario: Estados Unidos).
* Francia se asigna al grupo de 1 jugador de veto porque el objetivo del diseo institucional de 5
Repblica es generar mayoras claras y constantes, por tanto, la ubico en el grupo de jugadores de
veto que suele caracterizarla: la regla es la no cohabitacin, la excepcin es la cohabitacin, que es
cuando se presenta un segundo jugador de veto.
** Nueva Zelanda adopt el sistema proporcional en 1993, por lo que debe considerrsele como de-
mocracia de consenso.
Fuente: Stepan y Linz (2011, cuadro 3: 847).
nmero de jugadores de vetos, hasta que se llega al peor de los casos, que es el
nico pas de la muestra con cuatro vetos.
De igual modo, se afirma que las democracias gentiles y bondadosas pierden
esas caractersticas conforme crece el nmero de jugadores de vetos, hasta llegar
al caso de Suiza con tres jugadores, que tiene un ndice de Gini ms elevado que
los siguientes pases mayoritarios como Francia, con un solo jugador, y Japn y
Canad con dos jugadores. El caso en el que no es evidente que se aumente el
ndice de Gini con cada incremento de jugadores de vetos, hasta tres vetos, es el de
las democracias mayoritarias.
Lo paradjico es que las democracias con un jugador de veto son todas integran-
tes de la Unin Europea, con lo que se puede decir que instituciones mayoritarias
anulan en medida considerable el efecto de instituciones igualitarias como el Ca-
ptulo Social de la Unin Europea, porque los ndices Gini de los siguientes pases
europeos mayoritarios con un solo veto no estn muy a la zaga de Estados Unidos:
Portugal con 0.385, Reino Unido con 0.360, as como pases mayoritarios con dos ju-
gadores de vetos como Italia con 0.360. De cara a estos datos, uno se pregunta si aca-
so las instituciones mayoritarias no tienen un sesgo intrnsecamente antigualitario.
Para entender mejor el caso de estudio de este captulo, consideremos que
lo menos que puede conseguir como ndice de Gini una democracia mayoritaria
consolidada es lo que obtiene Canad que es 0.326. As, aun si Estados Unidos
redujera sus vetos a uno, de todas maneras tendra un largusimo camino que re-
correr. Esto lo sugiere el caso de Nueva Zelanda, que en 2010 llevaba ya diecisie-
te aos de haber abandonado el mayoritarismo y adoptado un sistema electoral
proporcional; no obstante, hacia 2010, el ndice Gini de 0.362 era el tercero ms
alto del conjunto de comparacin. Lo anterior sugiere que revertir las desigualdades
del mayoritarismo aun cuando ste se abandona tambin lleva bastante tiempo.
Entonces hasta aqu podemos concluir que ser una democracia mayoritaria tiene
sus desventajas, pero ser una con cuatro jugadores de veto es definitivamente el
peor de todos los casos.
Conclusiones
Para colmo, si el presidente propone una iniciativa vemos que no la tiene fcil,
pero, eso s, la Constitucin le facilita enormemente oponerse. Vetar una iniciativa
aprobada por ambas cmaras y enfrentar a la coalicin proponente a que supere el
veto enfrentando la contrariedad de tener que incrementar su apoyo del 51 al 66
por ciento lo que a su vez facilita la victoria a la oposicin, pues vencera con slo
obtener el 35 por ciento de los votos. En suma, el sistema de vetos es un campo de
juego inclinado a favor de quien se opone y el que propone tiene que mover cielo,
mar y tierra. No es extrao que la ciudadana no sienta un entusiasmo enorme por
participar. Algunos especialistas en Estados Unidos han querido paliar este hecho
destacando que, si bien la participacin en elecciones presidenciales es modesta (un
53 por ciento con el 47 por ciento de abstencin), Estados Unidos supera a otros
pases en formas no electorales de participacin (Kousser y Ranney, 2011: cuadro
19, 2: 682); no obstante, uno argumentara que en pases donde el proceso electoral
genera retornos satisfactorios en trminos del tiempo y recursos invertidos, habra
poca razn para que el ciudadano volviera su vista a formas no electorales de partici-
pacin. No hay razn ni alternativa de consolacin en el vano juego de serpientes y
escaleras que es el proceso poltico en Estados Unidos para los ciudadanos comunes
y corrientes. He argumentado aqu, basndome en Dahl, que el diseo institucional
de los constituyentes no tuvo otro fin que no fuera el de atrincherar privilegios de la
clase pudiente, que ha sido la nica minora a la que ha servido bien dicho diseo.
Los intereses de los estados tambin quedaron atrincherados en el artculo 5
de la Constitucin. Todos los dems quedaron a merced de la minora pudiente y de
los intereses predominantes en el Senado. El sistema poltico fue fundado como
cualquier otro nuevo rgimen democrtico, con sus prebendas para los grupos con
mayor poder de negociacin en el momento de su fundacin. Como todo sistema
democrtico, las instituciones polticas estadunidenses deben adaptarse en el cur-
so del tiempo a nuevas ideas, demandas, circunstancias y redistribuciones de po-
der en la sociedad.
De igual manera con base en Dahl, argumento que la enmienda proftica
que se le hizo a la Suprema Corte de velar por la justicia y alzar la voz contra los
fuertes (cuando stos abusaran de los dbiles) es una expectativa sin sustento. Si
alza la voz por una buena causa y no hay una corriente de opinin fuerte que la res-
palde, no hay nada para que la Suprema Corte avance dentro del proceso poltico;
en cambio, al igual que todos los dems jugadores de veto, tiene mucho que hacer
para contrarrestar el cambio o para retrasarlo. Ahora bien, si hay una corriente de
opinin fuerte a favor de una causa, entonces el Poder Legislativo bien podra intro-
ducir leyes que respondan a ella y hacer que se cumplan claro est, si el Senado
lo permite y la Suprema Corte no lo declara inconstitucional.6 Los constituyentes
que buscaron proteger a los propietarios del pillaje del demos tambin buscaron
protegerlo de sus errores, con la revisin judicial. Lo que estaba en juego para los
constituyentes no era la percepcin de la proclividad autodestructiva del demos (la
6 Vase la nota sobre repetidas declaraciones de inconstitucionalidad de leyes que introducan compen-
sacin por accidentes laborales y regulacin de empleo para menores de edad, en (Dahl, 1989: 359).
que se supone afecta a todo proyecto colectivo de democracia pura), sino su de-
signio de que el proceso poltico fuera limitado para que fuera tambin inofensivo
a los intereses de la clase propietaria. Lo que est en juego para el demos ahora
es recuperar ntegro su derecho a un proceso democrtico en el gobierno de un
Estado democrtico.
Aparte de la revisin crtica de los fundamentos institucionales estaduniden-
ses, que restan eficacia a la actividad poltica y restringen el alcance del proceso
democrtico, que a su vez induce el anlisis de poltica comparada, queda como
hiptesis de trabajo el planteamiento de Stepan y Linz, de que las estructuras
restrictivas de la mayora son congruentes con o forman parte de una estructura
institucional que es inductora de la desigualdad (inequality-inducing).
Para avanzar de una hiptesis de trabajo a una firme, hay que pasar de los
indicios (mayor parte de los datos que Dahl ofreci) con base en el anlisis ms
detallado para Estados Unidos de los datos recabados por Lijphart (1984) y los
destacados por l mismo (1999), as como los que ofrecen Stepan y Linz (2011) a
los datos sistemticamente comparativos del periodo 1990 a por lo menos 2010.
Inaugurar esta veta de investigacin generara un revisionismo crtico de los estudios
estadunidenses que, en lugar de soslayar la comparacin como superflua como
destacan ODonnell y Whitehead, descansen en aqulla. Si la sombra de duda de
los estudios de poltica comparada sobre las instituciones polticas estadunidenses
se confirmara en el sentido de que stas producen y, con el paso del tiempo, acumu-
larn desigualdad, eso no slo tendra consecuencias negativas para la estabilidad
interna. En el frente externo, Estados Unidos tendra bastante menos bondades para
atribuirse a s mismo frente a las potencias que le disputan la hegemona, que las
que tradicionalmente ha presumido. Si hubiera algn argumento econmico que
descartara el requisito de que una potencia econmica fuera igualitaria, entonces
no tendramos por qu dudar que Estados Unidos vaya a tener un largo predominio
frente a las otras potencias emergentes del siglo xxi. Aunque India tiene un Gini
(0.368) inferior al de Estados Unidos y al del resto de los brics, eso es irrelevante;7 sin
embargo, a lo mejor es plausible asumir que en un entorno de desigualdad, los ciu-
dadanos afectados por sta tendran poca capacidad para aprovechar inversiones
pblicas en conectividad, educacin, ciencia y tecnologa. Si ste es el caso y re-
sultara que por cualquier razn la igualdad fuera un requisito, entonces parece que
las instituciones estadunidenses tienen ya bastante tiempo de estar avanzando en la
direccin contraria a la que llevara a una hegemona duradera; probablemente,
desde el fin de la Gran Sociedad de Lyndon B. Johnson. Ahora bien, si la igualdad
cuenta para una hegemona duradera, parece ser que la nica potencia emergente
que ha avanzado con pasos firmes en la direccin correcta es India.
La contribucin de la subdisciplina de la poltica comparada a la apreciacin obje-
tiva del rgimen estadunidense consiste en sacar a dicho rgimen y a todos los regme-
nes que compara de sus entornos ideolgicos e histricos y sujetarlos a una evaluacin
7 Coeficientes de Gini brics: Brasil (0.550), Federacin Rusa (0.437), India (0.368), China (0.415)
Sudfrica (0.578) (undp, 2010: 152-155).
8 Lase y gcese el siguiente contenido de formulario en todo buen texto de American Politics vol. 101:
It is the worlds oldest written constitution still in force [] most of the basic elements of the 1789
Constitution have remained in force, whereas the written constitutions in many other countries []
have been replaced altogether several times. Thus if duration is the mark of constitutional strength,
the Constitution of the United States is one of the strongest in history (Kousser y Ranney, 2011: 673).
Fuentes
Ackerman, Bruce
1991 We the People: Foundations, vol. 1. Cambridge: Harvard University Press.
Dahl, Robert A.
2003 Madisonian Democracy, en Robert A. Dahl, Ian Shapiro y Jos Cheibub,
coords., The Democracy Sourcebook. Cambridge: The mit Press.
2002 How Democratic Is the American Constitution? New Haven: Yale Univer-
sity Press.
1989 Democracy and Its Critics. New Haven: Yale University Press.
1971 Polyarchy. New Haven: Yale University Press.
1956 A Preface to Democratic Theory. Chicago: Chicago University Press.
Ducat, Craig R.
2009 Constitutional Interpretation, 9a ed. Boston: Wadsworth.
Lijphart, Arend
1999 Patterns of Democracy: Government Forms and Performance in Thirty-Six
Countries. New Haven: Yale University Press.
1984 Democracies: Patterns of Majoritarian and Consensus Government in Twen-
ty-One Countries. New Haven: Yale University Press.
Madison, James
2001 El Federalista X, en A. Hamilton, J. Madison y J. Jay, El federalista.
Mxico: fce.
Pearson Education
2013 Civil Rights Cases 1883, Infoplease.com, en <http://www.infoplease.
com/us/supreme-court/cases/ar06.html>, consultada el 27 de octubre.
Rainwater, Lee
1997 Inequality and Poverty in Comparative Perspective, Estudio/Working
Paper 1997/110, en <petermarina.com/DOCUMENTS/sociologyofconflict/
midterm/INEQUALITY%20AND%POVERTY.pdf>.
Ranney, Austin
2000 Politics in the United States, en Gabriel A. Almond et al., coords., Com-
parative Politics Today. A World View, 7a ed. Nueva York: Addison Wesley
Longman.
Schmitter, Philippe
1974 Still the Century of Corporatism, The Review of Politics, 36, no. 1 (ene-
ro): 85-131.
Tuck, Stephen
2009 The Reversal of Black Voting Rights after Reconstruction, en Desmond
King et al., coords., Democratization in America: A Comparative-Historical
Analysis. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Introduccin
En este trabajo se analizan las perspectivas del dlar estadunidense como mone-
da internacional dominante, sobre todo despus de la primera recesin econ-
mica global del siglo xxi. Como se constatar, las variables o factores que mayor
influencia tienen para que una moneda alcance estatus internacional son cuatro:
1) la estabilidad de precios, dado que una moneda internacional debe conser-
var en mayor o menor medida su poder de compra a lo largo del tiempo; 2) el
valor real del producto interno bruto (pib) y de las exportaciones totales del pas
emisor, pues de esto depende el respaldo productivo y comercial de una unidad
monetaria; 3) el tamao y la calidad de los mercados de dinero y capital deno-
minados en esa moneda y 4) las externalidades sistmicas o inercias histricas,
toda vez que una moneda internacional dominante (como el dlar hoy) tiende
a mantenerse en las preferencias de un agente econmico determinado por el
simple hecho de que otros agentes hacen uso de dicha moneda y lo seguirn
haciendo en el futuro previsible.
En este contexto, la amplia demanda y aceptacin del dlar a escala plane-
taria no responde a un acuerdo entre pases ni a una decisin de organismos fi-
nancieros multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (fmi). El papel
central del dlar en el escenario mundial es ms bien el resultado de las fuerzas
de mercado derivadas de los cuatro factores ya mencionados, entre otros. Al res-
pecto, Cooper (2009: 1) seala que el dlar no es moneda clave por una decisin
de poltica econmica, sino por la simple va de los hechos; sin embargo, el d-
lar sera desplazado como moneda internacional preponderante no slo a travs
de un proceso espontneo de seleccin de mercado, sino a travs de una deci-
sin supranacional de poltica econmica; es decir, a travs del diseo y la im-
plantacin de un nuevo sistema monetario internacional. Este trabajo se centra
en el primer caso y argumenta que el relevo del dlar exigira un cambio muy
drstico en uno o varios de los factores referidos, que redujera sustancialmente
la demanda del dlar como medio de pago y depsito de valor en todas las regiones
del planeta.1
Este artculo se encuentra organizado en cinco apartados. En el primero se
analiza el papel de la estabilidad macroeconmica en la trascendencia del dlar
fuera de Estados Unidos. El segundo aborda la cuestin del respaldo productivo
y comercial del dlar estadunidense, mientras que en el tercero se evala la forta-
leza de los mercados financieros denominados en esa moneda. Cada uno de estos
tres primeros apartados involucra un breve ejercicio comparativo entre la eco-
noma de Estados Unidos y la de la eurozona. El cuarto apartado se refiere a las
externalidades sistmicas y a la nocin de los costos de transaccin que supone la
utilizacin de una determinada moneda internacional. En el quinto y ltimo apar-
tado se evala el proceso de internacionalizacin del euro, as como la factibilidad
de que esta moneda desplace al dlar como principal medio de pago y depsito de
valor en el orbe. Finalmente, se presentan las conclusiones del trabajo.
Por definicin, una moneda internacional es la que cumple con las tres funciones
estndar del dinero (unidad de cuenta, medio de pago y depsito de valor), tanto
dentro como fuera del pas emisor. De all que, por ejemplo, las naciones emi-
soras de una moneda internacional obtengan beneficios de seoreaje no slo en
el mbito domstico, sino, tambin, en el forneo. Esto ltimo ocurre cuando el
gobierno de Estados Unidos, Japn o Reino Unido pagan a proveedores o acree-
dores externos con moneda local recin emitida. El gobierno de Estados Unidos,
en particular, ha financiado una fraccin del dficit en la cuenta corriente de la
balanza de pagos mediante emisin de dinero. De este modo, la elevada demanda
mundial de dlares y de activos financieros denominados en esa moneda ha redun-
dado en amplios radios de accin macroeconmica y en sustanciales beneficios
de seoreaje para Estados Unidos. Cabe sealar que Goldberg (2010: 1) define el
seoreaje como la atribucin del gobierno de crear medios de pago y gastarlos en
bienes, servicios o activos financieros. Desde el punto de vista macroeconmico,
el seoreaje constituye un impuesto inflacionario. Cuando una entidad o individuo
en el exterior acepta las notas de la Reserva Federal (es decir, el dinero emitido por
esta ltima), stas tienen una cierta capacidad de compra. Conforme los precios
en Estados Unidos suben, el poder adquisitivo de estas notas se erosiona.
De este modo, cuando ese dinero retorna a la Unin Americana, la cantidad de
mercancas y servicios por las que podr canjearse ser necesariamente menor. La
prdida de valor de ese dinero constituye una forma de calcular la ganancia bruta
de seoreaje internacional que obtiene la Reserva Federal, as como el impuesto
inflacionario pagado por el tenedor. La ganancia neta de seoreaje internacional
sera igual al impuesto inflacionario pagado por el tenedor no residente menos el
costo de impresin y administracin del dinero.2 De all la enorme trascendencia
que para Estados Unidos tiene mantener la supremaca del dlar frente al euro y
frente a otras monedas internacionales.
Para mantener la hegemona del dlar, Estados Unidos debe atender especial-
mente los factores que lo han convertido en la moneda internacional dominante
de nuestros tiempos, como la estabilidad macroeconmica, el crecimiento del pib
y de las exportaciones totales, as como la fortaleza de los mercados e instituciones
financieras. La estabilidad macroeconmica significa que las principales variables
agregadas de la economa no registran una volatilidad excesiva. Las variables aludi-
das seran nominales o reales. Entre las primeras destacan los precios, las tasas de
inters y el tipo de cambio; de las segundas sobresalen la produccin y el empleo.
Este apartado versa sobre las variables nominales, puesto que el siguiente examina
el respaldo real de una moneda. En esta tesitura, la estabilidad de precios implica
que, en promedio, los precios no cambian o lo hacen muy lentamente. sta es la
principal bondad de una moneda, toda vez que determina el grado en que conserva
su poder de compra a lo largo del tiempo. La existencia de un banco central aut-
nomo, con el mandato expreso de proteger la capacidad adquisitiva de la moneda
es una condicin sine qua non para alcanzar una inflacin reducida y estable. La
tasa de inflacin entendida como la de crecimiento del nivel de precios influ-
ye en el comportamiento tanto de la tasa de inters como del tipo de cambio. La
ecuacin de Fisher (ecuacin [1]) explica la relacin entre la tasa de inters nominal
(i), la tasa de inters real (r) y la tasa de inflacin esperada (e):
i = r + e (1)
Tanto para Saunders y Cornett (2007: 48), como para Mishkin (2006: 79) la
ecuacin (1) significa que las variaciones en la tasa de inflacin esperada provocan
variaciones en la tasa de inters nominal, de modo que la de inters real permanece
constante. El supuesto de que la tasa de inters real permanece constante es sim-
plificador. En realidad, la tasa de inters real vara, pero lo hace en mucho menor
medida que la de inters nominal y que la de inflacin esperada. La tasa de inflacin
esperada por los agentes econmicos privados es, a su vez, funcin de: 1) la expe-
riencia inflacionaria reciente o tasa de inflacin ex post (); 2) los acontecimientos
2 Dentro del costo de administracin del dinero habra que considerar los gastos destinados a combatir
la falsificacin y a mantener bvedas con billetes nuevos para remplazar los billetes gastados.
Donde: e($/)= tasa de depreciacin del dlar frente al euro, eua tasa de
inflacin en Estados Unidos, y ez tasa de inflacin en la eurozona. Tanto Zhou,
Bahmani-Oskooee y Kutan (2008: 134-150), como Bnassy-Qur, Breau y Mig-
non (2008) sealan que la disponibilidad de series estadsticas para periodos pro-
longados y el desarrollo de nuevas tcnicas economtricas han permitido generar
un consenso en la bibliografa especializada en torno a que, en el caso concreto
de las economas industrializadas, la teora de la paridad del poder adquisitivo se
cumple en el largo plazo (Zhou et al., 2008: 134-150; Bnassy-Qur et al., 2008).
En este contexto, la tasa de inflacin en Estados Unidos es un determinante de
largo plazo de la evolucin del tipo de cambio de su moneda frente al euro. Con-
secuentemente, la estabilidad de precios es una condicin necesaria, aunque no
suficiente, para la estabilidad cambiaria.4
En el cuadro 1 se observa la evolucin en el periodo 2002-2011 de dos varia-
bles macroeconmicas clave en Estados Unidos y la eurozona 17:5 la tasa de in-
flacin y la tasa de inters. Adicionalmente, en este cuadro se reporta la evolucin
del tipo de cambio del dlar frente al euro. La seleccin del periodo obedece a que
el euro comenz a circular el 1 de enero de 2002.6 Como se advierte, la tasa de
inflacin promedio anual en Estados Unidos fue del 2.28 por ciento, frente al
3 En este marco, si i denota la tasa de inters nominal de los bonos del tesoro estadunidense a plazo de
un ao y la tasa de inflacin de Estados Unidos en el periodo respectivo, entonces la tasa de inters
real pagada por este activo financiero se obtendra mediante un simple despeje: r = i .
4 No es una condicin suficiente debido, sobre todo, a la influencia de los flujos de capital sobre el
tipo de cambio.
5 La eurozona 17 alude a la zona del euro sobre la base de las diecisiete naciones que se encuentran
afiliadas en la actualidad.
6 No obstante, entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2001, el euro existi de forma in-
tangible, dado que no circulaba, pero serva como unidad de cuenta y medio de pago en transacciones
bancarias.
1. El hecho de que una moneda registre una tasa de inflacin baja y estable es
una condicin necesaria, mas no suficiente, para que sta adquiera una ver-
dadera hegemona en el mundo. En Suecia, por ejemplo, la tasa de inflacin
promedio anual durante el periodo 2002-2011 fue de slo un 1.77 por ciento
y la desviacin estndar para esta variable fue de 0.70 unidades (estimacin
propia con base en datos de Eurostat). La implicacin de este hallazgo es
que la corona sueca es superior tanto al dlar como al euro, en trminos de
conservar su poder de compra y de ofrecer certidumbre al respecto; a pesar
de esto, la corona sueca carece de un rea de transacciones suficientemente
grande debido a que la economa de Suecia es relativamente pequea, al igual
que su participacin en el comercio mundial. De all que esta moneda, pese
a la gran estabilidad de precios que la caracteriza, no pueda convertirse en
moneda internacional lder.
7 Los bancos con supervit de reservas le prestan a los bancos con dficit de reservas.
2. La depreciacin del dlar frente al euro y, por supuesto, frente a otras mo-
nedas, no significa que la divisa estadunidense haya retrocedido sustan-
cialmente en demanda o en uso para la realizacin de las transacciones co-
merciales y financieras en el mundo. Como lo plantea Cohen (2009: 763), el
precio de una moneda en trminos de otra (u otras) no constituye un indicador
de su estatus en la economa global.
Cuadro 1
Evolucin de variables nominales seleccionadas
en Estados Unidos y la eurozona 17
durante el periodo 2002-2011
Una moneda internacional lder debe estar respaldada por una economa gran-
de, con un fuerte peso especfico en el comercio mundial. Chinn y Frankel
(2008: 49) sealan que un factor determinante para que el dlar estadunidense
desbancara a la libra esterlina como la principal moneda mundial fue que Esta-
dos Unidos super a Reino Unido en el rengln de valor del producto interno
bruto real a partir de 1872, mientras que en el rubro de volumen de exporta-
ciones totales lo hizo a partir de 1915. Otro dato relevante es el aportado por
Mundell (1999: 441), en el sentido de que, en 1914, el pib de Estados Unidos
era tres veces superior al del conjunto de las islas britnicas; sin embargo, la
transicin del patrn libra al patrn dlar no comenz sino hasta 1915, luego
de que se fundara la Reserva Federal estadunidense. A partir de entonces, el
crecimiento de la economa estadunidense, as como la expansin y diversifica-
cin de sus exportaciones coincidieron con un autntico proceso de maduracin
del sistema financiero. Aunque el inicio de la transicin hacia el patrn dlar
se ubica en 1915, el fin o culminacin de dicha transicin es materia de con-
troversia. El punto de vista de Mundell (1999: 441) es que el cambio de una
moneda a otra abarc el periodo comprendido entre 1915 y 1974. De acuer-
do con Eichengreen y Flandreau (2009: 379), el dlar estadunidense devino
moneda internacional hegemnica a mediados de los aos veinte, puesto que
para aquel entonces esta moneda ya haba desplazado a la libra esterlina en el
comercio y las finanzas mundiales; sin embargo, para Chinn y Frankel el cam-
bio de un patrn a otro no concluy realmente sino hasta despus de firmarse
los acuerdos de Bretton Woods en 1944 (2008: 49). Como se recordar, estos
acuerdos establecieron un sistema de paridades fijas, aunque ajustables, fren-
te al dlar estadunidense. Ciertamente, en 1944, el dlar ya desempeaba un
papel preponderante entre los agentes econmicos privados de todo el mundo,
pero a partir de ese ao se erigi tambin en la moneda clave en el mbito de
las polticas econmicas (especficamente de la monetaria y cambiaria) de las na-
ciones firmantes.
Independientemente de cundo concluy la transicin de un patrn mo-
netario a otro, es innegable que sta respondi en gran medida a la vigorosa
expansin de la produccin y el comercio de la Unin Americana. De hecho, la
evolucin del producto global y de las exportaciones de Estados Unidos consti-
tuye un factor central para explicar dos fenmenos estrechamente ligados: 1) el
crecimiento exponencial del volumen de transacciones solventadas en dlares y
2) la generacin de las economas de escala, de densidad y de alcance requeridas
para dar al dlar la proyeccin internacional indiscutible de la que goza en la
actualidad.
En la grfica 1 se presenta el valor del pib de Estados Unidos como porcentaje
del pib de la eurozona 17 durante el periodo 2002-2011. Para la realizacin de
este clculo, se emplearon paridades corrientes del poder de compra para el pib,
pues stas permiten eliminar los problemas asociados con la posible subvaluacin
Grfica 1
Valor del pib de Estados Unidos
como porcentaje del pib de la eurozona 17
134 132.9
132 131.2
129.7
130 128.9
127.6 128.1
128 127.1
Porcentaje
125.8
126 124.9
124.7
124
122
120
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Nota: El clculo se hizo con base en paridades corrientes del poder de compra para el pib.
Fuente: Elaboracin y estimaciones propias con base en datos de Eurostat.
8 La paridad corriente del poder de compra del pib es el tipo de cambio que, para un periodo determi-
nado, iguala el costo de una canasta de bienes y servicios que involucra a todos los componentes de
la produccin. sta es una forma de determinar el tipo de cambio (en este caso, el del dlar frente
al euro) que no se encuentra subvaluado ni sobrevaluado, sino en su justo valor. Por ejemplo, si el
comparativo que nos ocupa se hiciera con un dlar subvaluado (esto es, con un euro sobrevaluado),
entonces el pib de Estados Unidos estara minusvalorado y el pib de la eurozona estara sobrevalorado.
Todo lo anterior significa que el respaldo real del dlar estadunidense es sig-
nificativamente superior al del euro y continuar sindolo en el futuro previsible.
Grfica 2
Exportaciones de Estados Unidos
como porcentaje de las exportaciones de la eurozona 17
120
98.8
100 90.5
87.7 84.9 84.8 88.9 86.7
82.8 80.7 80.4
80
Porcentaje
60
40
20
0
2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011
Fuente: Eelaboracin y estimaciones propias con base en datos de Eurostat.
9 Tanto Dinamarca como Reino Unido han decidido no adoptar por ahora el euro.
Grfica 3
Valor de capitalizacin del mercado
accionario de Estados Unidos y de la eurozona 17
18 17.14
15.64
16 15.08
14
Trillones de dlares
12
10
7.72
8
6.24 5.28
6 Estados Unidos
4 Eurozona 17
2
0
2009 2010 2011
Cuadro 2
Valor total de los instrumentos de deuda en circulacin
en Estados Unidos y en las cinco principales
economas de la eurozona 17
Pas
Ao Estados Unidos Alemania Francia Italia Espaa Pases Bajos
2009 31 809.7 4 810.0 4 165.3 3 809.1 2 320.9 2 335.4
2010 32 749.2 4 490.9 4 149.0 3 592.7 2 258.2 2 282.6
2011 33 583.1 4 383.1 4 381.7 3 686.1 2 306.8 2 246.4
12 Cabe precisar que, en algunas ocasiones, el volumen de operacin de un mercado financiero puede
decrecer, a pesar de que su valor de capitalizacin est aumentando y viceversa.
13 Aqu conviene hacer dos precisiones: 1) debido a que las metodologas de clculo y la normatividad
(directa o indirecta) que se establece entre s, se traducen en menores costos para los deudores y en
mayores expectativas de rendimiento para los inversionistas.
16 Un mercado financiero es eficiente cuando los precios de los activos financieros efectivamente
En el caso que nos atae, las externalidades sistmicas son los beneficios netos
que reciben los individuos, las empresas y los organismos pblicos en todo el mun-
do por la utilizacin del dlar estadunidense. La preferencia por el dlar como
medio de pago, depsito de valor o moneda vehculo proviene de que esta moneda
es ampliamente utilizada en todas partes. En este contexto, en la realizacin de
transacciones econmicas los agentes privados y las instituciones del sector p-
blico tienden a seleccionar aquella moneda cuyo uso es ms generalizado. En este
sentido, Chinn y Frankel (2008: 215) afirman que cada pas tiende a adoptar la
moneda internacional que es mayormente utilizada por el resto de las naciones.
Esto implica que el empleo de una moneda a escala mundial tiene un fuerte com-
ponente inercial o predeterminado. De all que la transicin del patrn libra al
patrn dlar haya ocurrido paulatinamente, puesto que la moneda que prevalece
en el pasado tiende tambin a prevalecer en el futuro.
17 Por supuesto, las reformas emprendidas en ambas latitudes comprenden un amplio espectro de
temas, como la proteccin de los inversionistas, la regulacin y la supervisin financiera en el mbito
nacional y transfronterizo, la cooperacin internacional y diversas herramientas para prevenir, anti-
cipar y resolver crisis financieras.
Cuadro 3
Participacin de las diferentes monedas
en las transacciones cambiarias extraburstiles
Ao
Moneda 2001 2004 2007 2010
Dlar estadunidense 89.9 88.0 85.6 84.9
Euro 37.9 37.4 37.0 39.1
Yen japons 23.5 20.8 17.2 19.0
Libra esterlina 13.0 16.5 14.9 12.9
Otras monedas 35.7 37.3 45.3 44.1
Todas las monedas 200 200 200 200*
* La suma de la participacin porcentual de las monedas individuales es igual a 200 en virtud de que
cada transaccin involucra necesariamente a dos monedas.
Fuente: Elaboracin propia con base en datos del Banco de Pagos Internacionales. Los datos que
reporta el Banco de Pagos Internacionales se refieren a la cuota porcentual alcanzada por cada moneda
en el volumen de operacin promedio por da durante el mes de abril de cada ao.
Cuadro 4
Participacin porcentual del euro, el dlar y otras monedas
en los mercados internacionales de instrumentos de deuda
durante el periodo 2002-2011
Moneda
Dlar
Ao estadunidense Euro Yen japons Otras monedas
2002 46.7 23.2 16.1 13.9
2003 42.7 26.2 16.6 14.5
2004 41.5 27.0 16.2 15.3
2005 43.9 25.0 14.9 16.2
2006 42.5 27.2 13.1 17.2
2007 40.6 29.1 12.1 18.3
2008 48.8 28.4 14.2 16.5
2009 38.9 29.0 13.4 18.7
2010 39.1 26.9 14.7 19.3
2011 38.0 26.9 15.4 19.7
Nota: Los porcentajes pueden no sumar exactamente cien, debido al redondeo.
Fuente: Elaboracin propia, con base en datos del Banco Central Europeo y del Banco de Pagos
Internacionales.
Cuadro 5
Composicin porcentual de las reservas internacionales
de los bancos centrales por monedas de denominacin
durante el periodo 2002-2011
Moneda
Ao Dlar estadunidense Euro Yen japons Otras monedas
2002 67.1 23.8 4.4 4.8
2003 65.9 25.2 3.9 5
2004 65.9 24.8 3.8 5.4
2005 66.9 24.1 3.6 5.5
2006 65.5 25.1 3.1 6.3
2007 64.1 26.3 2.9 6.7
2008 64.1 26.4 3.1 6.4
2009 62 27.7 2.9 7.4
2010 61.9 26.5 3.4 8.2
2011 61.4 26 3.7 9
18 Es pertinente comentar que los beneficios de seoreaje internacional guardan una relacin directa
con la proporcin de dlares (o de euros) que circulan en el resto del mundo.
19 Es decir, en la Reserva Federal de Estados Unidos y en el Banco Central Europeo.
Matsui (1993: 291), por el otro, se desprende que pequeos cambios en la tasa de
inflacin estadunidense o en el respaldo real, comercial y financiero del dlar no
provocarn grandes cambios en la demanda mundial de esta moneda, por lo menos
en horizontes de corto plazo.
Conclusiones
Fuentes
Becker, Werner
2008 The Euro Turns Ten, EU Monitor 57 (julio).
Bergsten, C. Fred
1997 The Impact of the Euro on Exchange Rates and International Policy
Cooperation, en Paul R. Masson, Thomas H. Krueger y Bart G. Turtel-
boom, eds., emu and the International Monetary System. Washington, D. C.:
International Monetary Fund.
Cohen, Benjamin
2009 Dollar Dominance, Euro Aspirations: Recipe for Discord?, Journal of
Common Market Studies vol. 47, no. 4 (septiembre).
2008 The Euro in a Global Context: Challenges and Capacities, en Kenneth
Dyson, ed., The Euro at Ten: Europeanization, Power, and Convergence.
Oxford: Oxford University Press.
2007 Enlargement and the International Role of the Euro, Review of Interna-
tional Political Economy 14, no. 5 (diciembre): 746-773.
Cooper, Richard
2009 The Future of the Dollar, Peterson Institute for International Economics,
documento de trabajo, no. PB09-21 (septiembre): 1-6.
Eurosystem
2012 Review of the International Role of the Euro. Frncfort: Banco Central
Europeo, julio.
Fiege, Edgar L.
2009 New Estimates of Overseas U.S. Currency Holdings, the Underground
Economy and the Tax Gap, Munich Personal RePEc Archive, documento
de trabajo no. 19564 (diciembre).
1997 Revised Estimates of the Size of the U.S. underground Economy: The
Implications of U.S. Currency Held Abroad, en Owen Lippert y Michael
Walker, eds., The Underground Economy: Global Evidence of Its Size and
Impact. Vancouver: Fraser Institute Press.
Goldberg, Linda
2010 Is the International Role of the Dollar Changing, Current Issues in Eco-
nomics and Finance 16, no. 1 (enero).
Judson, Ruth
2012 Crisis and Calm: Demand for U.S. Currency at Home and Abroad from
the Fall of the Berlin Wall to 2011, Board of Governors of the Federal
Reserve System, documento de trabajo, no. 1058 (noviembre).
Krugman, Paul
1984 The International Role of the Dollar: Theory and Prospect, en John
Bilson y Richard Marston, eds., Exchange Rate Theory and Practice. Chi-
cago: Chicago University Press.
Masera, Rainer
2010 Reforming Financial Systems after the Crisis: A Comparison of EU and
USA, PSL Quarterly Review 63, no. 255 (julio).
Mishkin, Frederic S.
2006 The Economics of Money, Banking and Financial Markets. Londres: Pear-
son Addison Wesley.
Mundell, Robert
1999 The Euro: How Important?, Cato Journal 18, no. 3 (invierno).
Introduccin
Cuadro 1
Contribuciones a organizaciones internacionales
2009-2013 (millones de dlares)
Rubro de
contribucin 2009 2010 2011 2012 2013*
Organizaciones 1 604 400 1 682 500 1 578 651 1 551 000 1 570 005
internacionales
Actividades de 2 388 500 2 125 000 1 883 931 1 828 182 2 098 500
mantenimiento
de la paz
Total 3 992 900 3 807 500 3 462 582 3 379 182 3 668 505
* Monto solicitado.
Fuente: U.S. Department of State, 2011.
Cuadro 2
Contribuciones de Estados Unidos al sistema de la onu
(porcentaje de los presupuestos de la onu. Obligaciones en miles de dlares)
2010 Estados
Contribuciones Unidos
de Estados Agencia de
Organizacin Unidos Fondos (%)
Convencin sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas 5 22.60
de Fauna y Flora Silvestres (cites)
Organizacin de las Naciones Unidas para la Alimentacin 161 296 25.10
y la Agricultura (fao)
Organismo Internacional de Energa Atmica (oiea) 185 460 25.38
Organizacin de Aviacin Civil Internacional (icao) 22 782 25
Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura (ifad) 30 7
Organizacin Internacional del Trabajo (oit) 132 000 486 22.55
Unin Internacional de Telecomunicaciones (itu) 9 361 8.68
Fondo del Protocolo de Montreal 25 500 17
ramsar Convencin de Humedales 1 292 22
Naciones Unidas-Presupuestos Ordinarios 650 693 22
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef) 255 184 9
Naciones Unidas, Departamento de Operaciones de Mantenimiento 2 648 234 27.30
de la Paz (undpko)
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (undp) 22 315 5.50
Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia 84 523 14
y la Cultura (unesco)
Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (unep) 22 957 9.80
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (acnur) 706 879 37
Agencia de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos 7 146 1.2
(un-habitat)
Tribunal Penal Internacional para Ruanda (ictr) 33 607 27.01
Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia (icty) 42 202 20.97
Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (unodc) 35 201 6.49
Naciones Unidas de Auxilio y Organismo de Obras (unrwa) 237 831 26.50
Unin Postal Universal (upu) 2 373 5.97
Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (wfp) 1 545 666 36.30
Organizacin Mundial de la Salud (oms) 386 706 23
Organizacin Mundial de la Propiedad Intelectual (wipo) 1 097 10.75
Organizacin Meteorolgica Mundial 15 092 21.20
Todas las cotizaciones de Estados Unidos (varias agencias) 425 934 /
Contribuciones totales de Estados Unidos para el sistema 7 691 822 /
de Naciones Unidas
zado cuando se encontraba en la cspide del poder, hayan sido poco exploradas por
los acadmicos (Weiss, 2012: 253-266; Foot, MacFarlane y Mastaduno, coords.,
2003; Patrick y Forman, coords., 2001; Luck, 1999; Karns y Mingst, coords., 1990).
Al hablar de la hegemona estadunidense en el mundo, se percibe y enfatiza su
accin militar, sus recursos econmicos y su voluntad de ejercer liderazgo, instru-
mentos todos de una postura muy severa; sin embargo, es evidente que el papel
poltico de este pas en la configuracin de la poltica internacional pasa tambin a
travs de un tejido organizacional cada vez ms denso y complejo. Hoy en da, los
pases en general se mueven entre mltiples organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales que los observan, denuncian y afectan, o bien, imponen obliga-
ciones como costo de membresa.
Qu racionalidad hay detrs del apoyo histrico desplegado por Estados Uni-
dos a las ms diversas oig? Autores como Ikenberry sostienen que stas distribuyen
el costo de la hegemona y prolongan el liderazgo (Ikenberry, 2001). Estados Unidos
encontr en aqullas una manera de ejercer hegemona a bajo costo, pues logr
sus objetivos con ayuda de otros Estados y segn esquemas de reglas previamente
definidas y aceptadas. Se trata de un planteamiento terico ms elaborado del que
tradicionalmente deriva de la escuela realista, en el sentido de que las oig simple-
mente reflejan la distribucin de poder global y constituyen un epifenmeno de los
Estados (LeRoy, 1995; Mearsheimer, 1995: 5-49), es decir, son los instrumentos de
estados poderosos. Segn el planteamiento de Ikenberry, siguen siendo instrumen-
tos de los Estados poderosos, pero, necesariamente, se mueven acotados por reglas.
Las instituciones implican reglas y stas, limitaciones en la conducta. Como
sostienen March, Olsen y North, las instituciones (incluyendo a las organizacio-
nes) reducen incertidumbre y oportunismo poltico (North, 1990; 1981; March
y Olsen, 1998: 943-969; 1989; 1984: 738-749), y todo ello redunda en un orden
global ms estable y duradero. De ah que para muchos internacionalistas sea de gran
inters estudiar esta relacin entre las organizaciones y la definicin del sistema
internacional. Con muy pocas excepciones (Weiss y Gordenker, 1996; Haas, 1983;
1964; Weiss y Jordan, 1976: 422-439; Mitrany, 1975; 1966; Weiss, 1975; Cox
y Jacobson, coords., 1973: 1-36), la bibliografa sobre relaciones internacionales
se dirige mayoritariamente a la comprensin de los equilibrios y mecanismos de
gobierno global o la llamada organizacin internacional (en singular). Poco se ha
estudiado a las organizaciones internacionales (en plural), al grado de que, como
seala Rochester (1986), el anlisis de las oig estuvo a punto de desaparecer por
completo de la disciplina y en la actualidad se carece de un instrumental terico
que permita explicar su naturaleza (Dijkzeul y Beigbeder, coords., 2003; Ness y
Brechin, 1988: 245-273; Rochester, 1986: 777-781; Kratochwil y Ruggie, 1986:
753-775). Es innegable que en los ltimos aos, las oig estn creciendo y confi-
gurando lo que Mathiason llama gobiernos invisibles, pues participan cada vez ms
activamente en temas relevantes de la agenda global, movilizan toneladas de recur-
sos tcnicos y materiales para apoyar a los gobiernos en casos de desastres naturales
y humanos, y en ocasiones incluso los sustituyen a travs de la provisin de servicios
pblicos y de seguridad o del establecimiento de administraciones de transicin,
como hizo la onu en Timor Oriental y en Camboya (Trondal et al., 2010; Mathia-
son, 2007). Organizaciones como la cpi incluso estn cambiando la tesitura del
sistema internacional, en la medida en que llaman a rendir cuentas directamente a
los individuos que han cometido delitos graves como genocidio, crmenes de guerra
y de lesa humanidad.
De conformidad con los datos que presenta la Unin de Organizaciones In-
ternacionales (uio, por sus siglas en ingls), las oig ya superan en nmero a los
Estados y, desde los noventa se han empezado a reproducir por s mismas, sin que
medie un acuerdo o firma de un instrumento internacional (uio, 2012; Shanks,
Jacobson y Kaplan, 1996: 593-627). Su presencia e injerencia en los ms diversos
temas es innegable y da cuenta de una tremenda transformacin de la poltica
global, pues el ejercicio de la hegemona y el logro de intereses de poltica exterior
de alguna manera requieren de una mejor comprensin de su funcionamiento,
sus procesos de toma de decisiones y la forma en que definen e interpretan sus
mandatos. Si no estudiamos y comprendemos lo que ocurre dentro de las oig,
difcilmente encontraremos las razones de sus xitos y fracasos.
Las publicaciones recientes de las oig (Trondal et al., 2010; Dijkzeul y Beigbe-
der, coords., 2003; Barnett y Finnemore, 2004) confirman la idea de que las oig son
actores con autonoma y agencia. Sostienen que, lejos de ser cajas cerradas de com-
portamiento homogneo y manipulable por los Estados poderosos, son instancias
de juego poltico y espacios plenamente habitados por mltiples actores, intereses,
dinmicas y culturas, de ah que su creacin y existencia necesariamente condicio-
na y limita, en algn grado, la accin independiente y soberana de los pases que
las integran. Con estos nuevos trabajos, las oig muestran autoridad y autonoma
plenas, y se ubican como actores, en lugar de instrumentos, es decir, son capaces
de definir sus intereses y de afectar el comportamiento de sus creadores. Siguiendo
a Barnett y Finnemore, las oig son formas de autoridad racional legal weberiana,
que definen reglas para el comportamiento colectivo, por ejemplo, las que con-
dicionan las operaciones para el mantenimiento de la paz de la onu o bien, los
principios que guan el trato a los refugiados en el mundo, como el principio de no
devolucin (Barnett y Finnemore, 1999: 727).
Vistas como actores, las oig abren un primer gran debate intra e interdiscipli-
nario. La discusin en este momento se centra en explicar si las oig son marionetas
carentes de autonoma o bien son actores, en ocasiones incluso incontrolables, que
toman decisiones con apego a sus reglas (Hawkins et al., 2006: 2). No es casual
que grupos polticos conservadores en Estados Unidos levanten cada vez ms la
voz en contra de las oig y argumenten a favor de reducir las contribuciones del
pas, ya que perciben que estas criaturas resultan ser muy costosas, ineficientes y
como se lee en la nota de inicio de captulo no son completamente manipula-
bles.1 As pues, la visin realista simplificada de las oig como instrumentos de los
Estados poderosos que pueden ser fcilmente abandonadas o sancionadas cuando
1 La Fundacin Heritage mantiene una poltica de asedio y de cuestionamiento permanente a las oig
en general y a la onu en particular (Schaefer, 2010; 2011).
Entre los argumentos que frecuentemente esgrimen quienes advierten que la onu
es un instrumento de los ganadores de la segunda guerra mundial est la incapaci-
dad de la comunidad internacional para reformar al Consejo de Seguridad, es decir,
para ampliar el derecho de veto e incluir como miembros permanentes a Alemania
y Japn, que son el segundo y el tercer contribuyentes de la onu, respectivamente.
Se advierte tambin que Estados Unidos neg el derecho de veto y de asiento en
el Consejo de Seguridad a la China comunista de Mao Tse Tung (desde 1949 y
hasta 1971), intent reunificar la pennsula de Corea en favor de Corea del Sur
en 1950-1953 y evit que la organizacin impusiera sanciones contra Israel por su
poltica de ocupacin ilegal de territorios palestinos, y contra Sudfrica bajo el rgi-
men del apartheid. Lo mismo se dira de su relacin con las instituciones financieras
internacionales, a travs de las cuales ha impuesto reglas y principios de comercio
abierto y paquetes de apoyo econmico condicionados a la promocin democrtica y
la desregulacin comercial, bancaria y financiera.
Sin embargo, pese a que efectivamente existen muchos otros casos en los
que la onu se ha visto sujeta a los intereses de las grandes potencias (especial-
mente de Estados Unidos), tambin advertimos algunos momentos en los que la
organizacin tom decisiones contrarias a esos intereses. Cabe citar, por ejemplo,
los casos de la Unesco en los setenta, cuando se exigi la creacin de un nuevo
orden econmico internacional, motivo por el cual Estados Unidos abandon tem-
poralmente a la onu, o ms recientemente, cuando su Asamblea General acept
a Palestina como miembro observador, pese a las advertencias estadunidenses de
retirar sus fondos y apoyos econmicos si procedan en tal sentido. En 2003, fue el
propio Consejo de Seguridad de la onu el que neg el apoyo requerido para invadir
militarmente Irak, de manera que Washington tuvo que marchar sin el aval de la
organizacin y con el apoyo de apenas algunos aliados.
Por otro lado, si miramos desde la ptica del gobierno estadunidense, tam-
bin se observa un pas que, en ocasiones, es capaz de apoyar decididamente a
prcticamente todas las omp, como sucedi en la primera mitad de los noventa
(con los casos de Georgia, Uganda, Ruanda, Somalia, Liberia y Hait), gracias a un
presupuesto de mil millones de dlares aprobado por su Congreso, para luego, en
otro momento, reducirlo severamente como ocurri al final de los noventa con la
directiva presidencial (unilateral) del gobierno de Clinton, que disminuy del 27
al 22 por ciento las contribuciones anuales a las omp. Asimismo, vemos apoyar la
creacin de los tribunales ad hoc para la ex-Yugoslavia y para Ruanda, as como
rechazar la ratificacin del Tratado de Roma, que da fuerza formalmente a la cpi,
una de las organizaciones ms emblemticas de nuestro tiempo.
Grfica 1
Contribuciones de Estados Unidos a la onu (2001-2010)
(miles de millones de dlares)
7.69
8
7
6.34
6.09
6
5.32
5 4.54
4.11 4.15
3.93 3.84
4
3.18
3
0
2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010
turas sociales determinadas para lograr el acatamiento de dichas reglas y normas. Las
organizaciones internacionales muchas veces son el cuerpo formal de instituciones y
regmenes (Martin y Simmons, coords., 2001: 2).
Las organizaciones internacionales son estructuras formales y persiguen el lo-
gro de objetivos previamente determinados. Kratochwil sostiene que las organiza-
ciones internacionales poseen jerarquas formales de toma de decisiones y como
las burocracias son entidades palpables capaces de generar directivas y administrar
ciertos programas y actividades (Kratochwil y Mansfield, coords., 1994: xii). De
esta manera, las oig, al constituirse en la bsqueda coordinada de objetivos o fines,
tambin se convierten en espacios donde las reglas del juego se vuelven explci-
tas y se ejerce vigilancia y supervisin (donde incluso se preestablecen castigos y
premios por obedecer esas reglas). La diferencia clave es que las oig para llevar a
cabo dicha vigilancia y actuacin se apoyan en la accin de estructuras operativas
o administrativas, que a la vez que buscan alcanzar los objetivos construyen marcos
de actuacin ordenados, jerarquizados y formales que se constituyen como la base
misma para el logro de los objetivos. Esto es lo que en la bibliografa se ha definido
como las burocracias o secretariados internacionales, es decir, aparatos administrati-
vos visibles y poderosos que implementan, vigilan, supervisan, siempre a travs de un
lenguaje, una identidad oficial explcita y un conjunto de procedimientos rutinarios.
2) Reconocer que los Estados y las oig son en realidad cadenas dbilmente acopladas
de actores, interdependientes en muchos sentidos y forjadas a travs de interacciones
constantes y juegos de poder en diversos niveles y en espacios temporales mviles
Es fundamental abrir la caja negra del actor racional unificado, que corresponde a
los Estados, para as comprender mejor la importancia del juego estratgico que se
da entre los Estados y las oig. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la crtica
a las organizaciones internacionales proveniente por lo general de los grupos repu-
blicanos conservadores para los que dichas organizaciones drenan los recursos del
pas, obstaculizan su habilidad para tomar decisiones unilateralmente y, en ocasio-
nes incluso, se muestran hostiles a sus intereses. Las implicaciones de esta aproxi-
macin terica para el ejercicio de la hegemona estadunidense son considerables,
pues se entiende que las decisiones organizacionales no son ni pueden ser de
ninguna manera unilaterales. Toda decisin que pasa por la arquitectura organiza-
cional est sujeta a procedimientos estandarizados, reglas, rutinas, juegos de poder,
engaos, oportunismo y acciones de carcter estratgico de mltiples actores.
Conclusiones
Anexo 1
Fuentes
Archer, Clive
2001 International Organizations. Londres: Routledge.
Barkin, Samuel
2006 International Organization: Theories and Institutions. Nueva York: Palgrave
Macmillan.
Becker, Gary
1993 The Economic Way of Looking Behavior, Journal of Political Economy
101, no. 3: 385-409.
Coase, Ronald
1960 The Problem of Social Cost, Journal of Law and Economics 3: 1-44.
Coello, Isabel
2008 Los tribunales de la onu: pioneros pero muy caros, Pblico.es, 15 de
agosto, en <http://www.publico.es/internacional/142945/los-tribunales-
de-la-onu-pioneros-pero-muy-caros>, consultada el 10 de octubre de
2013.
Crossette, Barbara
2000 Helms Says U.N. Must Earn Respect from Americans, The New York
Times, 21 de enero, en <http://www.nytimes.com/learning/students/pop/
articles/012100helms-un.html>.
Hass, Ernst
1983 Regime Decay: Conflict, Management and International Organization,
1945-1981, International Organization, no. 37 (primavera): 189-256.
1964 Beyond the Nation State: Functionalism and International Organization.
Palo Alto: Stanford University Press.
1958 The Uniting of Europe: Political, Social, and Economic Forces 1950-1957.
Palo Alto: Stanford University Press.
Hobsbawm, Eric
1994 Historia del siglo xx. Buenos Aires: Grijalbo (Crtica).
Holsti, Kalevi
1991 Peace and War: Armed Conflicts and International Order 1648-1989.
Cambridge: Cambridge University Press.
Hurd, Ian
2011 International Organizations. Politics, Law and Practice. Nueva York:
Cambridge University Press.
Ikenberry, John
2003 State Power and the Institutional Bargain: Americas Ambivalent Econo-
mic and Security Multilateralism, en Rosemary Foot, S. Neil MacFar-
lane y Michael Mastanduno, coords., U.S. Hegemony and International
Organizations. Oxford, Nueva York: Oxford University Press.
2001 After Victory. Institutions, Strategic Restraint, and the Rebuilding of Order
after Major Wars. Nueva Jersey: Princeton University Press.
Keohane, Robert O.
1989 International Institutions and State Power. Boulder: Westview Press.
LeRoy, Alvin
1995 International Organizations: Principles and Issues. Eaglewood Cliffs: Pren-
tice-Hall.
Luck, Edward C.
1999 Mixed Messages: American Politics and International Organization 1919-
1999. Washington D. C.: Brookings Institution Press for the Century
Foundation.
Mathiason, John
2007 Invisible Governance: International Secretariats in Global Politics. Blom-
field: Kumarian Press.
Mearsheimer, John
1995 The False Promise of International Institutions, International Security
19, no. 3: 5-49.
Mitrany, David
1996 A Working Peace System. Chicago: Quadrangle Books.
1975 The Functional Theory of Politics. Londres: Martin Robertson.
North, Douglas
1990 Institutions, Institutional Change and Economic Performance. Cambridge:
Cambridge University Press.
1981 Estructura y cambio en la historia econmica. Madrid: Alianza.
Ostrom, Elinor
1986 An Agenda for the Study of Institutions, Public Choice no. 48: 3-25.
Piiparinen, Touko
2008 The Rise and Fall of Bureaucratic Rationalization: Exploring the Possi-
bilities and Limitations of the UN Secretariat in Conflict Prevention,
European Journal of International Relations 14, no. 4: 697-724.
Rochester, Martin
1986 The Rise and Fall of International Organization as a Field of Study,
International Organization 40, no. 4: 777-813.
Schaefer, Brett D.
2012 How Much Does the un Cost Us?, National Review Online, 14 de sep-
tiembre, en <http://www.nationalreview.com/articles/316577/how-much-
does-un-cost-us-brett-d-schaefer#>, consultada el 2 de noviembre de
2012.
2011 United Nations: Urgent Problems that Need Congressional Action, The
Heritage Foundation, Lecture # 1177, 3 de febrero, en <http://www.heritage.
org/research/lecture/2011/02/united-nations-urgent-problems-that-need-
congressional-action>.
2010 U.S Funding of the United Nations Reaches All-Time High, The Heri-
tage Foundation, Webmemo # 2981, 13 de agosto, en <http://www.heritage.
org/research/reports/2010/08/us-funding-of-the-united-nations-reaches-
all-time-high>.
Weiss, Thomas
2012 Renewing Washingtons Multilateral Leadership, Global Governance,
no. 18: 253-266.
1975 International Bureaucracy. An Analysis of the Operation of Functional and
Global International Secretariats. Lexington: Lexington Books.
Introduccin
* Director del Centro de Estudios sobre Amrica del Norte y profesor del Departamento de Estudios
del Pacfico, Universidad de Guadalajara, <[email protected]>.
1 Esto no significa, por supuesto, que China se haya vuelto el pas preferido en la poltica mundial.
Tiene an un buen tramo por recorrer, como lo demuestra una encuesta llevada a cabo en 2010 por la
bbc en 28 pases: el imperio central gozaba de una imagen positiva slo en frica y en algunas partes
de Europa (bbc World Service Poll, 2010).
Protagonismo tranquilizador
Esta iniciativa china es tan slo una muestra significativa de un esfuerzo iniciado
aos atrs. A fines de los ochenta y principios de los noventa, el imperio central
emprendi un fuerte activismo internacional, abandonando as su virtual aisla-
miento de los aos sesenta. Entre 1988 y 1994, el pas asitico normaliz o estableci
relaciones con dieciocho Estados. Asimismo, en los noventa firm una serie de
acuerdos de cooperacin con varios pases, proceso que culmin con el Tratado
de Buena Vecindad y Cooperacin con Rusia, signado en 2001.
China es miembro activo de una importante red de organismos internacio-
nales. Inicialmente privilegi el sudeste de Asia. Despus contribuy a establecer
el mecanismo asean + 3 (donde los tres son Corea del Sur, China y Japn). Ms
adelante, ampli sus esfuerzos a todo el Pacfico. De esta manera, en 2001, Shan-
gai fue la sede de la reunin de lderes del apec. An ms, en 2006, China recibi
al primer ministro japons Shinzo Abe y en 2008 el presidente Hu visit Japn
siendo apenas el segundo presidente de la rpc en hacerlo.
China tambin ha incrementado su actividad diplomtica en otros escenarios
en los ltimos aos. En el frente europeo, fue miembro fundador de los Encuentros
Asia-Europa en 1996. En lo concerniente a sus delimitaciones fronterizas, desde 1991
China ha zanjado pacficamente conflictos con Kazajastn, Kirguistn, Laos, Rusia,
Tayikistn y Vietnam. Asimismo, el gigante asitico ha mejorado sus (histricamente
difciles) relaciones con otro Estado de dimensiones continentales: India. La situacin
ha sido ms delicada con las islas Diaoyu-Senkaku, las cuales estuvieron bajo control
chino hasta 1895 y cuya soberana ha disputado Pekn a Tokio, sobre todo desde prin-
cipios de los setenta. El conflicto resurgi en 2012, luego de que el gobierno japons
comprara las islas a la familia que se ostentaba como su propietaria (China Daily,
2012). La respuesta china no se hizo esperar. En el marco de la Reunin del apec en
Rusia, el presidente Hu Jintao advirti al premier japons que no permitira la compra
de las islas bajo ninguna circunstancia (China Daily, 2012). A principios de 2013, la
disputa continu y no se avizora un pronto desenlace, pero afortunadamente los ni-
mos parecen haberse calmado y el conflicto bilateral no ha pasado a mayores.
Por otra parte, China ha cumplido un papel ms activo en los ltimos aos en
el mayor foro internacional: el Consejo de Seguridad de la onu. As, desde media-
dos de los noventa ha dejado de abstenerse en las votaciones de resoluciones que
invocan el Captulo VII de la onu, el cual autoriza el uso de la fuerza. Por citar un
par de ejemplos: en noviembre de 2002, Pekn vot a favor de la resolucin 1441,
relativa a la inspeccin de armas en Irak y en la reciente intervencin en Libia no
us su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la onu (se abstuvo junto con
Rusia).2 De manera similar, el imperio central ha incrementado su participacin en
2 Cabe notar, sin embargo, que el derecho de veto de China frecuentemente paraliza al Consejo de
Seguridad, como sucedi durante la crisis desatada por el uso de armas qumicas por parte del rgi-
men sirio, si bien la voz cantante en oposicin a la propuesta de Estados Unidos y Francia de recurrir
a una resolucin amenazando el uso de la fuerza la tuvo Rusia.
zas verbales, la China continental ha mantenido una actitud prudente frente a los
pronunciamientos independentistas del nuevo liderazgo de la provincia rebelde.
En parte, este cambio en la diplomacia china tiene que ver con lo que llamaramos
proceso de cosmopolitizacin de sus diplomticos, entre los cuales se hallan cada
vez ms polglotas y oficiales de carrera que han vivido en Occidente, no slo en
misiones, sino formndose acadmicamente; de tal manera que los valores y tradi-
ciones occidentales les resultan en gran medida ms familiares.
Como Alastair Johnston ha sugerido, parece que en China est surgiendo una co-
munidad de especialistas en poltica exterior comprometidos con el multilateralis-
mo (1998: 74). De esta suerte, los altos funcionarios chinos abiertamente hablan
ahora de compartir responsabilidades en el escenario mundial. An ms, el lide-
razgo chino ha tendido a priorizar su relacin con las grandes potencias (Estados
Unidos, Rusia, Unin Europea) a expensas de la cercana que haba mantenido
con el tercer mundo. Significativamente, el presidente chino Hu Jintao empez a
asistir a las reuniones del G-8 (aunque en calidad de observador o miembro de
dilogo). Debe hacerlo, pues resulta obvio que China pasa por una especie de
crisis de identidad aqulla por la que las potencias mundiales, y especialmente
las emergentes, suelen atravesar (Kim, 1998: 3). Como ha acotado David Sham-
baugh (2011: 9): China no tiene una sola identidad internacional hoy en da, sino
una serie de identidades en competencia. Entre estas identidades no se halla la de
Estado retador del orden internacional establecido, sino la de socio garante de ste.
Y aade: (2011: 20): El gran salto hacia fuera de China desde 1979 ha ocurrido
a la par de una rpida aceptacin del derecho internacional, el cual se volvi parte
del esfuerzo chino de ponerse al da con el resto del mundo y buscar un ambiente
internacional estable y predecible.
Quiz la muestra ms evidente y palpable de la mudanza identitaria china y
de su proyecto de insercin en las instituciones internacionales sea su ingreso a
la omc el sucesor del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (gatt), el
cual se estableci pocos aos antes de que triunfara la revolucin comunista de
Mao. El 11 de diciembre de 2001, despus de quince aos de negociaciones,
Pekn finaliz su proceso de admisin al rgimen internacional de comercio.
Como seala Johnston (2003:11): la entrada [de China] a las instituciones eco-
nmicas [internacionales] reflej la creciente convergencia del liderazgo chino
con la ideologa y los intereses de estas instituciones del orden establecido.
Como para reafirmar su posicin de converso a las normas internacionales del
libre comercio, ese mismo ao el rgimen an formalmente comunista propuso
a travs del entonces primer ministro Zhu Ronji al mecanismo asean + 3
crear una zona de libre comercio antes de 2010. Como el secretario de Estado
estadunidense dijo en junio de 2002: China ya no es un enemigo del capitalis-
mo (Johnston, 2003: 16).
3 Vanse, por ejemplo, Moore (1966); Huber et al. (1993: 71-86); Dahlberg (1983: 257-266); Dahl
(1971) y ODonnell et al., coords. (1986).
julio de 2001, octagsimo aniversario del pcc, Jiang se refiri a su teora de las
tres representaciones para proponer que el partido trascendiera su base histrica
(los obreros y campesinos) y aceptara miembros destacados de otros estratos, en
particular empresarios. Esta iniciativa cancelaba la prohibicin, impuesta en 1989,
sobre la afiliacin de burgueses al partido. La revolucionaria propuesta de Jiang
caus controversia entre los apparatchiks (funcionarios del Partido Comunista,
tambin conocidos como agentes del aparato), pero para Jiang la cuestin bsica
es el crecimiento sostenido de la economa china y consecuente permanencia
del pcc en el poder. Como el mismo lder lo planteara: Si nos apartamos del
crecimiento econmico, ser imposible para nosotros hablar de preservar la natu-
raleza avanzada y la consistencia de la plataforma del partido (Fewsmith, 2003: 3-4;
Anderlini, 2013). Como Joseph Fewsmith ha observado: una de las consecuen-
cias principales de la reforma [econmica] fue socavar la legitimidad del sistema
socialista (2001: 68). El pragmatismo de la creciente clase media es el que define
ahora el rumbo por seguir.
Desde 1978, la estrategia del pcc cambi: en lugar de recurrir a la, para ese enton-
ces, desgastada legitimidad ideolgica, apost a la legitimidad que obtendra del
buen funcionamiento de su economa si se llevaba a cabo un ambicioso programa
de reformas (Fewsmith, 2001: 64). Ms de dos dcadas despus, en el decimo-
sexto congreso del pcc, celebrado en noviembre de 2002, la teora sobre las tres
representaciones de Jiang fue formalmente adoptada, quedando as al lado de las
grandes innovaciones doctrinales de sus predecesores Deng y Mao. Jiang asegur
un lugar en el panten chino.
Ms all de la doctrina y las estatuas de mrmol, el legado ms significativo
de Deng fue sin duda la lnea antigualitaria que impuls desde el inicio de los
ochenta. Como apunta en una obra suya de esa poca: En poltica econmica,
creo que debemos permitir que algunas regiones y empresas y algunos campesinos
y obreros ganen ms y disfruten de ms beneficios que otros de acuerdo con su
mayor esfuerzo y mayor contribucin a la sociedad (citado en Zheng, 1994: 238).
Hasta la fecha, la estrategia parece haber funcionado: la desigualdad en China
ha aumentado significativamente, pero tambin lo ha hecho el nivel de vida de la
mayora de la poblacin. As, el pcc est bien afianzado en el poder, sin seas de
debilitamiento despus de ms de seis dcadas en el poder; sin embargo, como ya
seal antes, la base de legitimidad del rgimen ha cambiado. Sobre todo a partir de
la dcada de los noventa, el rgimen chino ha basado su autoridad en sus logros eco-
nmicos, ms que en una ideologa. Aun ms, el xito econmico ha tenido tambin
el efecto no deseado de debilitar el gobierno autoritario chino, pues ha posibilitado el
surgimiento de sectores sociales ms independientes (Zhao, 2000: 1 y 15).
El ms serio contratiempo enfrentado por el rgimen en el mbito de su hege-
mona poltica se present hace casi dos dcadas, cuando, despus de diez aos de
las clases medias satisfechas con su mayor tajada del pastel econmico. Por lo de-
ms, el nuevo secretario general y presidente, Xi Jinping, no ha dado signos claros
de que pretenda realizar una profunda reforma poltica del rgimen (Shambaugh,
2012). Si bien estaba a dos meses de tomar posesin como primer mandatario,
Xi ya era lder mximo del partido y comandante en jefe de las fuerzas armadas
cuando se suscit un incidente por dems revelador del estado de las libertades
bsicas en China. A principios de 2013, la censura china bloque la publicacin de
un artculo en el diario sureo Nanfang Zhuomo que peda llevar a cabo reformas
polticas en China; ante esto, periodistas del diario iniciaron una huelga que luego
fue apoyada por protestas de la poblacin en general en Cantn y, quiz ms sig-
nificativamente, por medio de la Internet. Los quejosos demandaban cosas como
libertad de prensa, constitucionalismo y democracia. La reaccin del gobierno
chino ante la inconformidad fue previsible: culpar a fuerzas extranjeras y apretar
el control de las redes sociales por medio de las cuales se manifestaba el apoyo a
los periodistas de Nanfang Zhuomo. Ciertamente, los planteamientos de los perio-
distas y de la gente que se les uni podran sonar parecidos a las que se tienen en
otros regmenes polticos, pero dos meses antes, durante el Congreso del pcc
en el que Xi fue ungido, el lder saliente ya haba advertido: China nunca copiar
un sistema poltico occidental (Reinoso, 2013), coartada gubernamental recu-
rrente para negar a sus ciudadanos ms libertades polticas. Queda, pues, por verse
si su sucesor dar pasos ms firmes en el camino liberalizador (Reinoso, 2012). De
no ser as, nadie sabe a qu pueda llevar la cada da ms evidente friccin entre la
creciente liberalizacin econmica y la limitada liberalizacin poltica sustantiva.
Conclusiones
Tenemos entonces que el ascenso de China muy probablemente sea pacfico, tal
como lo pregonan sus lderes. Michael Oksenberg y Elizabeth Economy coinciden
en este punto: Los hechos revelan que el comportamiento de China hasta la fe-
cha contrasta marcadamente con aqul de previas potencias emergentes en etapas
similares de su ascenso (1999: 20). Por ello, como apunta Goldstein, escena-
rios horrendos que involucran guerras mayores son innecesariamente alarmistas
(1997: 5). La percepcin comn parece estar equivocada en este sentido: aparen-
temente el imperio central se comportar como una potencia benigna.
En el frente interno, de manera similar, es poco probable que, por lo menos en
el corto plazo, el crecimiento econmico haga del imperio central una democracia
a la occidental. Si bien la prosperidad creciente del gigante asitico ha desatado la
frecuencia de protestas sociales (incidentes de masas, los llaman all), las cuales
han estado generalmente confinadas a los mbitos laborales y ambientales, como
el suceso citado lneas atrs, que ilustra la inconformidad vocal que parece haberse
extendido ya al mbito propiamente poltico. As pues, sera deseable, mas no es
un hecho, que se cumpla lo que asegura el ttulo de un libro reciente: El futuro
democrtico de China (Gilley, 2004).
4 Adems, la implosin del rgimen chino (como ocurri, por ejemplo, con el gobierno de Hosni
Mubarak en Egipto) no significara necesariamente un beneficio para Washington, pues dicho even-
to tendra un efecto desestabilizador de enormes proporciones en la economa y la poltica interna-
cionales.
Fuentes
Anderlini, Jamil
2013 How Long Can the Communist Party Survive in China?, Financial Ti-
mes, 20 de septiembre, en <http://www.ft.com/intl/cms/s/2/533a6374-
1fdc-11e3-8861-00144feab7de.html#slide0>.
China Daily
2012 Diaoyu Islands: Timeline of Disputes, China Daily, 12 de septiembre, en
<http://europe.chinadaily.com.cn/world/2012-09/12/content_15751700.
htm>.
Dahl, Robert A.
1971 Polyarchy: Participation and Opposition. New Haven: Yale University
Press.
Dahlberg, Kenneth A.
1983 Contextual Analysis: Taking Space, Time, and Place Seriously, Interna-
tional Studies Quarterly 27, no. 3 (septiembre): 257-266.
Diamond, Larry
2000 Foreword, en Suisheng Zhao, coord., China and Democracy. The Pros-
pect for a Democratic China. Nueva York: Routledge.
Ding, Yijiang
2001 Chinese Democracy after Tiananmen. Vancouver: University of British Co-
lumbia Press.
Fewsmith, Joseph
2003 The Sixteenth National Party Congress: The Succession that Didnt
Happen, The China Quarterly 173, no. 169 (marzo): 1-16.
2001 Elite Politics in Contemporary China. Nueva York: East Gate Book.
Fravel, Taylor M.
2010 International Relations Theory and Chinas Rise: Assessing Chinas Po-
tential for Territorial Expansion, International Studies Review 12, no. 4
(diciembre): 505-532.
Gilley, Bruce
2004 Chinas Democratic Future. How It Will Happen and Where It Will Lead.
Nueva York: Columbia University Press.
Glaser, Charles
2011 Will Chinas Rise Lead to War? Why Realism Does Not Mean Pessimism,
Foreign Affairs 90, no. 2 (marzo-abril), en <http://www. foreignaffairs.com/
articles/67479/charles-glaser/will-chinas-rise-lead-to-war>.
Goldstein, Avery
1997 Great Expectations. Interpretating Chinas Arrival, International Security
22, no. 3 (invierno): 36-73.
Goodman, David
2008 The New Rich in China, Future Rulers, Present Lives. Nueva York: Rout-
ledge.
Grammaticas, Damian
2011 Obama to China: Act like a grown-up, bbc News, 14 de noviembre, en
<http://www.bbc.co.uk/news/world-asia-china-15718392>.
Guangzhou
2013 Press Freedom. Battling the Censors, The Economist, 12 de enero, en
<http://www.economist.com/news/china/21569444-three-articles-look-
relations-between-individuals-and-state-first-calls-press-freedom>.
Hoge, James F.
2004 A Global Power Shift in the Making, Foreign Affairs (julio-agosto), en
<http://www.foreignaffairs.com/articles/59910/james-f-hoge-jr/a-global-
power-shift-in-the-making>.
Hu, Shaohua
2000 Explaining Chinese Democratization. Westport: Praeger.
Ikenberry, John
2011 The Future of the Liberal World Order: Internationalism after America,
Foreign Affairs 90, no. 3 (mayo-junio): 56-68.
Jisi, Wang
2011 Chinas Search for a Grand Strategy: A Rising Great Power Finds Its
Way, Foreign Affairs 90, no. 2 (marzo-abril), en <http://www.foreignaffairs.
com/articles/67470/wang-jisi/chinas-search-for-a-grand-strategy>.
Joseph, Gideon
2001 Dangerous Straits, The Washington Post, 19 de octubre, en <http://www.
washingtonpost.com/wp-srv/liveonline/01/frontline/tv_frontline101901.
htm>.
Kirshner, Jonathan
1998 Political Economy in Security Studies after the Cold War, Review of
International Political Economy 5, no. 1 (primavera): 64-91.
Lampton, David M.
2001 Chinas Foreign and National Security Policy-Making Process: Is it
Changing, and Does It Matter?, en David M. Lampton, coord., The
Making of Chinese Foreign and Security Policy in the Era of the Reform,
1978-2000. Stanford: Stanford University Press.
Lichao, He
2009 Ready to Become a Great Power? The Recent Nationalist Movement
and Chinas Evolving National Identity, Journal of International and Area
Studies 16, no. 2 (diciembre): 53-70.
Moore, Barrington
1966 Social Origins of Dictatorship and Democracy: Lord and Peasant in the Ma-
king of the Modern World. Berkeley: University of California Press.
Paul, T.V.
2012 Las potencias en ascenso y el equilibrio del poder en el siglo xxi, Revista
mexicana de poltica exterior no. 94 (noviembre-febrero): 95-116.
Reinoso, Jos
2013 China se enfrenta al ansia de libertad de sus ciudadanos, El Pas, 8
de enero, en <http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/08/
actualidad/1357633457_539562.html>.
2012 Los nuevos lderes chinos se enfrentan a crecientes demandas de refor-
ma poltica, El pas, 16 de noviembre, en <http://internacional.elpais.
com/internacional/2012/11/16/actualidad/1353078342_443069.html>.
Shambaugh, David
2012 The Reformers Cometh?, The Washington Post, 16 de noviembre, en
<http://www.highbeam.com/doc/1P2-33894442.html>.
2011 Coping with a Conflicted China, The Washington Quarterly 34, no. 1
(invierno): 7-27.
2010 A New China Requieres a New US Strategy, Current History vol. 109,
no. 728 (septiembre): 219-226.
The Economist
2012 Sinodependency, Teenage Angst. The Implications of Chinas Slow-
down, The Economist, 25 de agosto, en <http://www.economist.com/
node/21560890>
2004 China: Peaceful Rise, The Economist, 24 junio, en <http://www.economist.
com/node/2792533>.
Wolf, Martin
2012 Hopes in Emerging Countries, The Financial Times, 10 de enero, en
<http://www.ft.com/cms/s/0/b4366e38-3afb-11e1-b7ba-00144feabdc0.
html>.
Zhao, Suisheng
2000 Introduction. Chinas Democratization Reconsidered, en Suisheng
Zhao, coord., China and Democracy. Reconsidering the Prospect for a
Democratic China. Nueva York: Routledge, pp. 1-17.
Zheng, Yongnin
1994 Development and Democracy: Are They Compatible in China?, Politi-
cal Science Quaterly 109, no. 2 (verano): 235-259.
Introduccin
El final de 2012 era propicio para establecer un balance de las relaciones entre los
gobiernos japons y estadunidense, pues, para ambos, sendos ciclos polticos cul-
minaban con el ao. En Japn, la primera experiencia de un partido diferente del
Partido Liberal Demcrata (pld) en ganar una eleccin general para establecer un
gobierno lleg a trmino con la derrota electoral del Partido Democrtico de Japn
(pdj) el 16 de diciembre. En Estados Unidos, despus de obtener la reeleccin,
el 6 de noviembre, Barack H. Obama esperaba el inicio de su segundo mandato,
programado para el 19 de enero de 2013.
En ese marco, estudiamos las coincidencias y las divergencias de las polticas
internacionales de los gobiernos japons y estadunidense, los aliados ms impor-
tantes de la posguerra, en el contexto de Asia Pacfico. La alianza estratgica entre
ambos gobiernos es, en consecuencia, el tema bsico e inevitable de nuestro es-
tudio; se trata de una alianza que, en el nuevo contexto regional y global, marcado
por la prdida de influencia estadunidense en mltiples reas, otorga a Japn un
lugar preponderante en la estrategia tendiente a recuperar el terreno perdido ante
los progresos realizados por los pases asiticos, en general, y la Repblica Popular
China, en particular. As, el hilo conductor de nuestro estudio es el quid pro quo de
la alianza: los gobiernos del pdj han aceptado los intereses de su aliado estratgico
a cambio de una mayor autonoma en materia de poltica exterior. Esa autonoma
les ha permitido una mayor asertividad para reivindicar la soberana del Estado
nipn sobre los territorios en disputa con los vecinos; los resultados han sido el
fraccionamiento del partido, la prdida del respaldo popular y la estrepitosa derro-
ta electoral de diciembre de 2012. Hoy, la alianza nipoestadunidense parece una
camisa de fuerza incmoda y un nmero creciente de actores polticos japoneses
aspira abiertamente a la normalizacin del Estado, pero, por ahora, no hay una
hoja de ruta factible para trascender de la alianza estratgica a la institucionaliza-
cin de un Estado normal.
Para entender los intrngulis del Japn contemporneo, hemos dividido nues-
tro texto en dos partes; en la primera, revisamos los elementos clave para la com-
prensin de la evolucin reciente del entramado internacional de la regin asitica
En el momento en que esas lneas eran escritas, en Asia Pacfico sendos pro-
cesos de cambio estaban en pleno desarrollo:
Durante los primeros catorce aos del siglo xxi, estos y otros procesos, pro-
pios de la regin asitica del Pacfico han transformado el entramado institucional
regional, adems de influir en la reconfiguracin del orden global. En materia de
educacin e investigacin y desarrollo tecnolgico, cada pas de la regin ha lo-
grado avances significativos: destacan los de Corea del Sur, que tiene una de las
tasas ms elevadas de ingreso y permanencia en el sistema de educacin superior,
as como una estructura industrial basada en los sectores de la informacin y las
telecomunicaciones. Singapur se ha consolidado como el centro financiero del Pa-
cfico asitico y es una pequea potencia con fuerte presencia en China y en todos
los pases de la regin. Las economas de Corea del Sur y Singapur son reconoci-
das por el fmi como economas avanzadas y, ante la imposibilidad de un catch up
(logro) cuantitativo, ambos pases han alcanzado logros cualitativos, son ejemplos
paradigmticos para las economas en desarrollo, respecto de las posibilidades de
superar el atraso y mejorar el bienestar de la poblacin.
Por otra parte, el acercamiento entre los gobiernos de la Repblica Popular
China y de la ansea ha cristalizado en un complejo entramado de instancias bi-
laterales de cooperacin; sobresale el Acuerdo de Libre Comercio ansea-China
* Las traducciones de las citas en otra lengua son del autor (n. de la ed.).
Grfica 1
pib de Asia Pacfico como porcentaje del pib estadunidense
90.00
80.00
70.00
60.00 ANSEA
50.00
R. de Corea
40.00 del Sur
34.81
30.00 R. P. China
20.00
Japn
10.00
0.00
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
1 La reduccin de tarifas y barreras arancelarias correspondiente al alc ansea-Ch dio comienzo a fines
de 2003, con la puesta en prctica del Early Harvest Program para liberalizar el comercio de bienes de
origen agrcola entre China y nueve de los 10 pases participantes en la ansea. La liberalizacin del
comercio de bienes industriales y de servicio fue realizada de manera escalonada y, el 1 de enero
de 2010, el alc ansea-China entr en operacin en las economas de los once pases signatarios
(Embassy of the Peoples Republic of China in the Republic of Philippines, 2004).
como las particularidades de la poltica exterior practicada por las tres administracio-
nes del pdj, mientras estuvo en la oposicin y durante su ejercicio gubernamental.
de una presencia militar sobre una base amplia; se trata, no obstante, de un tpico
planteado por William Clinton, cuando estuvo al frente del gobierno estadunidense:
2 En marzo de 2011, por iniciativa francesa se form una coalicin militar con la participacin de
Gran Bretaa, Canad y Estados Unidos, para intervenir en Libia. Los europeos se embarcaron en
una aventura por encima de sus medios militares y pudieron llevarla a buen fin gracias al apoyo de un
gobierno estadunidense reticente, pero dispuesto a asumir sus responsabilidades. Las alianzas estra-
tgicas volvieron a funcionar, pero mostraron su ambivalencia: aun cuando fueron pensadas como un
recurso para imponer el inters estadunidense, tambin funcionan para imponer el de los aliados del
gobierno de Estados Unidos.
En este tema, el documento de Clinton es, por un lado, inexacto y, por el otro,
no coincide con el curso de la historia. Es inexacto en la medida en que la ansea es
una organizacin intergubernamental exclusiva de los pases ubicados geogrfica-
mente en el sudeste de Asia. Despus de haber obtenido la independencia poltica,
Timor Oriental es el nico pas de la regin sin membresa en la ansea. Cierto, los
gobiernos de Papa Nueva Guinea, Repblica Popular China, Japn, Corea del
Sur y, ms tardamente, Estados Unidos han firmado consecutivamente los textos
Al inicio de este trabajo, sealamos que el final de 2012 marc tambin el trmino
de un ciclo en la vida poltica japonesa: el ejercicio gubernamental del Partido De-
mocrtico de Japn (pdj), iniciado el 16 de septiembre de 2009 y concluido el 26
de diciembre de 2012. En ocasiones, la prensa no japonesa ha insistido en que el
pdj logr romper el monopolio del Partido Liberal-Democrtico (pld) ejercido de
manera ininterrumpida desde el 22 de noviembre de 1955, despus de la fusin
del Partido Liberal de Japn y del Partido Democrtico de Japn.3 En realidad, se
La clase de pas que el pdj quiere construir es uno descentralizado, en el cual las
cosas son decididas all donde la gente vive; un pas en el cual la gente, no los bur-
cratas, manda. El Japn de hoy es un Estado centralizado, en el cual el centro ejerce
un control excesivo sobre las regiones y [en el cual] los burcratas, en vez de la
gente ordinaria del pas, dominan las esferas poltica y econmica. Durante la fase de
desarrollo e industrializacin de Japn, de alguna manera, este tipo de Estado buro-
crtico centralizado apresur nuestro desarrollo, pero hoy es el mayor factor detrs del
debilitamiento de la vitalidad natural de la gente. Japn no ser capaz de reanimarse
a s mismo a menos de que este tipo de Estado sea transformado radicalmente en una
nacin en la cual la descentralizacin, la soberana de la gente y el liderazgo del sector
privado mediante los mercados, las organizaciones no lucrativas y otras similares, ten-
gan ascendiente (dpj, 2003).
4 En la eleccin del 16 de diciembre de 2012, el pld fracas rotundamente: con el 22.81 por ciento
de votos gan el 9 por ciento (27) de los trescientos escaos sometidos a votacin directa; en los
escaos de representacin proporcional, obtuvo el 15.49 por ciento de votos y el 16.66 por ciento
(30) de las ciento ochenta curules. Con ello pas de detentar mayora absoluta de 308 escaos a ser
un partido de segundo orden con tan slo 57 escaos y seguido muy de cerca por el Partido de la
Restauracin de Japn (54 escaos) (lvarez, 2013).
Con justa razn, el pdj evoca el sistema de relaciones sociales que permiti la
reconstruccin de la posguerra y que fue conocido como el tringulo de acero, pues
supona la participacin de la clase poltica, la burocracia y la clase empresarial en la
toma de decisiones del pas. Dicho tringulo funcion a la perfeccin durante la fase
de desarrollo, basada en la utilizacin de recursos financieros internos y de la
mano de obra nipona, para reorganizar la economa nacional y preservar el mercado
nacional para las empresas nacionales.
Para sobreponerse del shock petrolero de 1973, los tres actores sociales centra-
les optaron por promover la internacionalizacin de las empresas: primero, con el
fin de garantizar el abastecimiento de energticos y de materias primas; despus,
para utilizar la mano de obra barata de pases menos desarrollados de la regin asi-
tica del Pacfico. Con la transnacionalizacin de las grandes empresas japonesas, el
sector correspondiente de la clase empresarial abandon el nacionalismo econmi-
co de la fase precedente y, para garantizar la presencia de las empresas japonesas
en mercados extranjeros, exigi la apertura del mercado nipn a las empresas fo-
rneas; con ello resquebraj el tringulo de acero e incit a la oposicin poltica
a promover la apertura econmica del Japn. En cierta medida, la experiencia
de los gobiernos de coalicin de 1993-1994 estuvo determinada por los intereses
compartidos entre miembros de la elite poltica que encabezaron las coaliciones y
los empresarios de las grandes corporaciones transnacionales niponas. El sector de
la clase empresarial orientado hacia el mercado interno sigui participando en el
tringulo de acero, el cual, no obstante, ha sido cada vez ms disfuncional.
Tal disfuncionalidad la seala con ndice de fuego el pdj al poner de realce
la preponderancia de la burocracia en la toma de decisiones. En efecto, en Japn, la
administracin pblica est compuesta por funcionarios de carrera cuyo lmite
superior es el puesto de viceministro; una vez alcanzado ese nivel en la escala
burocrtica, los funcionarios pasan al retiro obligatorio. Por otra parte, el primer
ministro, al formar un gobierno, tiene la facultad de nombrar nicamente a los mi-
nistros o a quienes ocupan cargos con rango de ministros; un cambio de gobierno
implica, en consecuencia, un nmero limitado de movimientos de personas.
Este sistema entraa tres vicios: 1) la democracia nipona excluye a la pobla-
cin de la toma de decisiones y tan slo le permite a la Dieta elegir a representan-
tes que, con mucha frecuencia, mantienen vnculos limitados con sus represen-
tados; 2) las decisiones administrativas son tomadas por los burcratas y no por
los ministros, quienes, por regla general, provienen de alguna de las cmaras de la
Dieta y son electos por los ciudadanos; 3) el sistema implica una comunidad de in-
tereses entre la burocracia y la clase poltica o entre la burocracia y la clase empre-
sarial, pues, cuando un funcionario pasa al retiro, se incorpora al partido poltico
dominante o a un puesto de administracin de alguna empresa. En los manifiestos
del pdj este mecanismo es denominado paracadas de oro de los burcratas y su
supresin era una de las medidas concretas del programa del Partido Democrtico.
En este contexto, la reivindicacin del pdj de un nuevo sistema en el cual
la gente manda adquiere pleno significado. Para el partido, se trata de otorgar la
capacidad de tomar decisiones a los representantes electos y, entre ellos, a quienes
Para desarrollar un servicio diplomtico flexible y efectivo que sirva como la cara de
Japn, ampliaremos la designacin de embajadores y otros diplomticos (incluso em-
bajadores extraordinarios y plenipotenciarios) para incluir no diplomticos, como aca-
dmicos, representantes de ong, alcaldes y expolticos, para conducir una diplomacia
vigorosa que muestre la verdadera cara del pueblo de Japn. La proporcin de estas
designaciones ser incrementada del 6 por ciento actual al 20 por ciento, en un pe-
riodo de cuatro aos despus de la asuncin del pdj al poder (dpj, 2003).
Para un pas que, a mediados del siglo xix, debi soportar la imposicin de tra-
tados desiguales por parte de las potencias industriales, basados en la sustraccin
de los nacionales de dichas potencias a las leyes del pas de residencia, la historia
se repite. El pdj, en consecuencia, denunciaba abiertamente la extraterritorialidad
de las fuerzas estacionadas en las bases militares, aun cuando propusiera reor-
ganizar y reducir las bases de Estados Unidos. En 2009, con miras a la eleccin
general del 30 de agosto, el manifiesto del pdj, en un prrafo breve, propuso un
cambio radical en la relacin con Estados Unidos: Construir una alianza Japn-
Estados Unidos cercana e igual que sirva como cimiento de la poltica exterior
de Japn. Para este propsito, habiendo desarrollado una estrategia autnoma de
poltica exterior, determinar la asignacin de funciones y papeles entre Japn y
Estados Unidos y trabajar positivamente para cumplir con las responsabilidades
de Japn [] (dpj, 2009).
Ntese que la alianza nipoestadunidense no se cuestiona; asimismo, el ma-
nifiesto de 2009 recupera de nuevo la autonoma japonesa para definir sus inte-
reses en materia de poltica exterior. El rasgo novedoso es la reivindicacin de la
igualdad entre Japn y Estados Unidos; una igualdad que debi reconocerse en
el mbito jurdico y aceptarse en el campo de la prctica poltica, mediante la re-
visin del Acuerdo Japn-Estados Unidos sobre el estatuto de las fuerzas [milita-
res] en Japn y del papel de las bases militares de Estados Unidos en Japn. La
reivindicacin de la igualdad entre Estados y la propuesta de revisar los acuerdos
de seguridad son audaces, pues, entre lneas, reflejan una menor dependencia de
Estados Unidos en la materia y un papel acrecentado de los medios de defensa
japoneses.
Sin ser mencionado, se evocaba el tema de la soberana del Estado japons y
todo indica que el gobierno estadunidense aceptaba una autonoma creciente de la
contraparte nipona. Esa aceptacin, no obstante, implicaba un fuerte precio poltico
para el pdj: la puesta en prctica de medidas polticas que, a los ojos de la poblacin
5 En efecto, las ltimas tres negociaciones fueron realizadas en 2000, 2006 y 2012. En consecuencia,
las administraciones del pdj estuvieron al frente de las ltimas (Ministry of Foreign Affairs, 2000).
6 La actitud estadunidense se extiende a los casos de las islas Kuriles y de las Takeshima, en disputa
con la Federacin Rusa y la Repblica de Corea del Sur, respectivamente (The Asahi Shimbun,
2012).
7 Los gobiernos de Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur firmaron el tpp original el 3 de junio de
2005 y entr en operacin el 28 de mayo de 2006.
8 Durante la misma reunin, el secretario de Economa tambin expres el inters del gobierno mexi-
cano por sumarse a las negociaciones; no obstante, conforme progresaba 2012, los plazos establecidos
por el calendario electoral mexicano hacan prcticamente imposible que el gobierno de Caldern
Hinojosa construyera los acuerdos internos necesarios para comprometerse en la negociacin de un
acp de muy poca utilidad para el pas (Secretara de Economa, 2011).
pertinencia de las declaraciones del primer ministro. Los medios japoneses destaca-
ban los principales puntos neurlgicos para Japn: con el tpp, la apertura del merca-
do interno japons abarcara desde productos agropecuarios hasta la construccin de
automviles, pasando por la industria electrnica (Japan Today, 2012). Para quienes
conocen el juego poltico japons, es claro que las empresas de soporte de ambos
sectores industriales, as como los agricultores, sienten amenazados sus intereses. El
tringulo de acero forjado por el inters de la proteccin del mercado interno sera
de nuevo el freno al proyecto de apertura econmica. En contrapunto, organizacio-
nes como Keidanren (2011), cuyo respaldo poltico y financiero fue determinante
durante la experiencia del gobierno de coalicin en 1993-1994, volvan a manifestar-
se en favor de una apertura econmica tous azimuts, respaldando las negociaciones
de acuerdos de comercio preferencial China-Corea-Japn, asean+69 y tpp, con mi-
ras a establecer, en 2020, una gran rea de libre comercio en la regin Asia-Pacfico.
La clase poltica y, en particular, el Partido Democrtico de Japn no escapa-
ron a las confrontaciones entre defensores del mercado interno y promotores de la
apertura econmica; el tema del tpp dividi al partido. En efecto, la mitad de los
parlamentarios del pdj respald la propuesta del primer ministro, la otra mitad se
pronunci en contra, participando en manifestaciones pblicas convocadas para
defender el mercado nacional nipn (Harlan, 2011).
As, en un ambiente nacional marcado por la divisin de opiniones, el 30
de abril de 2012, el primer ministro Yoshihiko Noda y el presidente de Estados
Unidos, en una conferencia conjunta de prensa, destacaron de nueva cuenta la
importancia estratgica de la participacin nipona en el tpp. El primer ministro
Noda recurri a un expediente muy comn en la poltica exterior: ante la necesi-
dad de tomar una decisin delicada sobre un tema complicado, los representantes
gubernamentales elevan a un nivel superior la dificultad del tema, obligando a la(s)
contraparte(s) a posponer cualquier decisin prctica; as, presionado por la oposi-
cin interna a la participacin en el tpp, Noda declar: es importante que Estados
Unidos y Japn trabajen juntos en la creacin de reglas para la regin, en reas que
van desde el antiterrorismo y proteccin de los derechos de propiedad intelectual
hasta los ocanos y el espacio exterior. An ms, el primer ministro insisti en que
nuestros pases trabajarn en la elaboracin de reglas sobre inversiones y comer-
cio, con miras a construir el rea de Libre Comercio del Pacfico asitico (fta-ap o
Free Trade Area of the Asian Pacific) (Japan Today, 2012). La cobertura del tpp
ya es muy amplia e incluye regulaciones sobre asuntos no cubiertos por otros acp;
por lo tanto, incluir temas colindantes con el rea de las estrategias de seguridad su-
pondra ampliar las negociaciones; ante la imposibilidad de ello, el primer ministro
japons salv la cara sin estar obligado a desdecirse de la declaracin de noviembre
de 2011, pero sin comprometerse a cumplir con sta.
9 Es decir, los diez pases participantes en la asean, ms Australia, China, Corea del Sur, Nueva
Zelanda, India y Japn; este proyecto ha sido impulsado en el mbito del East Asia Summit de la
asean, como factor de equilibrio poltico y econmico entre las tres grandes economas de Asia del
Este: China, Corea del Sur y Japn.
Para los analistas chinos, la intencin del tpp-9 liderada por el gobierno esta-
dunidense es un intento de mantener a China fuera de las principales discusiones
sobre acuerdos comerciales asiticos (Ross, 2011). Si tal es el objetivo del tpp-9,
es claro que una fta-ap integrada por las veintin economas del apec jams ser
respaldada por el gobierno estadunidense. Con ello, la posicin del primer ministro
japons tambin era apoyada. En todo caso, las tensiones y las fricciones entre los
miembros de un pdj mostraban un partido polticamente poco cohesionado.
A pesar del rpido crecimiento de la deuda pblica y de amplios dficits fiscales, los
rendimientos de los Bonos del Gobierno Japons (bgj) han permanecido ms o menos
estables. Entre los posibles factores estn: un cuantioso volumen de ahorros de las
unidades familiares, la presencia de inversionistas institucionales grandes y estables as
como una fuerte preferencia [por utilizar recursos] internos. Estos factores persistirn
probablemente durante algn tiempo, pero, en el futuro, la capacidad del mercado
para absorber deuda probablemente disminuir, en la medida en que el envejecimiento
de la poblacin reduce los flujos de ahorro y las reformas financieras acentan el ape-
tito por el riesgo. Esto podra, a la vez, fortalecer el vnculo entre los rendimientos de
los bgj y el volumen de la deuda pblica. A la luz de estos cambios estructurales en el
mercado, la consolidacin fiscal ser la clave para mantener la estabilidad del mercado
(Kotuoka, 2010).
Cuadro 1
Japn: deuda bruta gubernamental (2000-2012)
Restara indagar hasta qu punto esta decisin la tom la burocracia del Mi-
nisterio de Finanzas (Ministry of Finance, mof) y fue impuesta al ministro del
ramo. En todo caso, el diagnstico tena como base el paralelo cuantitativo existen-
te entre la deuda pblica nipona y las deudas soberanas europeas y estadunidense,
pero la analoga termina ah.
En trminos cualitativos, las situaciones son completamente diferentes: la
deuda estadunidense es financiada con excedentes financieros chinos y japone-
ses; las deudas europeas lo son con recursos obtenidos en los mercados financieros
internacionales, segn las condiciones establecidas en esos mismos mercados. La
deuda japonesa, como indicaba el texto del fmi de 2010 antes citado, es esen-
cialmente financiada con recursos internos. El punto es clave para comprender
la situacin de los gobiernos de la gran mayora de los pases avanzados: la priva-
tizacin de las instituciones financieras pblicas, promovida por las tecnocracias
neoliberales, ha privado a los gobiernos de recursos propios, obligndolos a recurrir
a los mercados financieros como cualquier agente.
En Japn, la fuerte preferencia por utilizar recursos internos ha permitido y
permitir al gobierno sostener un gasto pblico altamente deficitario. Renunciar
a utilizar esa capacidad financiera tan slo para ser calificado como un gobierno
disciplinado por el fmi y por los observadores internacionales fue un grave error y
el pdj pag un elevado precio poltico.
El pdj todava no se recuperaba de las fricciones internas generadas por la
confirmacin del primer ministro Noda de la voluntad de participar en las nego-
ciaciones del tpp, cuando surgieron nuevos disensos en su seno, derivados del
proyecto de aumentar la tasa del impuesto al consumo. Las tensiones soterradas
dentro del partido salieron a la luz, en junio de 2012, cuando el gobierno someti
la Ley sobre el Impuesto al Consumo a la Cmara de Representantes. De 478
representantes, 363 (el 75.9 por ciento) votaron por la ley, 96 (el 20.1 por ciento)
lo hicieron contra y 19 (el 4.0 por ciento) se abstuvieron. Para el pdj, el problema
fue que 57 de sus 289 representantes votaron contra la ley; la escisin era virtual y
el partido pas de detentar una mayora absoluta del 60.5 por ciento a una mayora
relativa del 48.5 por ciento (Sekiguchi y Nishiyama, 2012).
La crisis pareca inevitable, sobre todo si ponemos atencin a la reaccin de
Ichiro Ozawa, el artfice de las alianzas que gobernaron en 1993-1994 y que permi-
tieron al pdj acceder al gobierno en 2009. Ozawa, en efecto, no tuvo empacho en
declarar: esto es una traicin contra el pueblo. Podemos ser llamados mentirosos
y, adems, adverta: haremos todo lo posible para prevenir [la aprobacin de la
ley sobre] los impuestos a las ventas a travs de las deliberaciones en la Cmara
Alta (Sekiguchi y Nishiyama, 2012). Para el expresidente del pdj era claro que la
Cmara Alta, dominada por el pld, terminara aprobando la ley; por lo tanto, las
deliberaciones futuras en la Cmara de Consejeros le permitan marcar un comps de
espera para definir la estrategia poltica por seguir.
La espera, en realidad, fue muy corta y la maana del 2 de julio de 2012 Ichiro
Ozawa anunci que abandonaba el pdj, seguido por cincuenta y un miembros del
partido; de stos, cuarenta pertenecan a la Cmara de Representantes y once a la
Cmara de Consejeros. Una nota periodstica apuntaba con justeza que si el pdj
hubiera perdido cincuenta y cinco miembros de la Cmara de Representantes,
habra perdido la mayora, con la consecuente formacin de una nueva mayora o
convocatoria a una nueva eleccin general (Westlake, 2012).
Ante las defecciones y los yerros polticos del gabinete de Yoshihiko Noda,
durante la segunda semana de noviembre, el pld anunci la posibilidad de promo-
ver un voto de censura contra el primer ministro si ste no convocaba a una elec-
cin general antes de finalizar el ao. El da 14, en la Cmara de Representantes,
durante un debate con Shinzo Abe, presidente del pld, el primer ministro Noda
seal: creo poder disolver la Cmara Baja el prximo viernes, si el presidente del
pld Shinzo Abe se compromete a reducir el nmero de legisladores en la Cmara
Baja (Xinhua News, 2012). De antemano, Noda daba por perdida la eleccin en
puerta y, ante los propsitos derrotistas del primer ministro, dos miembros de la
fraccin del pdj en la Cmara de Representantes renunciaron al partido; el primer
ministro, no obstante, el viernes 16 anunci la disolucin de la Cmara de Repre-
sentantes y la convocatoria a la eleccin general para el 16 de diciembre (Xinhua
News, 2012b). El futuro poltico del pdj estaba sellado.
Entre los yerros polticos que terminaron debilitando polticamente al pdj, se halla
la compra de las islas Senkaku, el 11 de septiembre de 2012, por el gobierno japo-
ns. Como ya formulamos en nuestra hiptesis: con las concesiones en el campo
de la diplomacia econmica del gobierno estadunidense y en el rea de la poltica
fiscal promovida por el fmi, el tercer gobierno del pdj contaba con el respaldo del
socio estratgico estadunidense para afirmar la soberana nacional y, por ende, una
mayor autonoma en poltica exterior.
La nacionalizacin (mediante la compra) de las islas Senkaku reafirm la so-
berana sobre los territorios en disputa con los gobiernos vecinos de Asia del Este.
La medida poltica, no obstante, abri una de las fases ms tensas de las rela-
ciones con los gobiernos de la Repblica de China y, sobre todo, de la Repblica
Popular China, pero, al mismo tiempo, mostr la voluntad del gobierno nipn de
ser ms independiente y ms asertivo en el campo de la poltica exterior. Por ello no
sorprende que, en el manifiesto de 2012, publicado durante la campaa electoral
de diciembre, el pdj haya considerado necesario reivindicar de manera abierta la
soberana nacional sobre los territorios en disputa con gobiernos vecinos:
Sobre la base de los hechos histricos y de la ley internacional, no hay duda, las islas
Senkaku son una parte integrante de los territorios soberanos de Japn. An ms, ac-
tualmente, Japn controla efectivamente estas islas y, respecto a ellas, no hay disputa
territorial que necesite ser resuelta. Japn seguir pacfica y sostenidamente mante-
niendo y controlando las islas Senkaku.
En relacin con los territorios del Norte, que son parte integrante de los territorios
soberanos de Japn, proseguirn las negociaciones con Rusia para resolver el tema de
la atribucin de las cuatro islas y para concluir un tratado de paz basado en acuerdos
previos entre Rusia y Japn as como en los principios de la ley y de la justicia.
Sobre la base tanto de los hechos histricos como de la ley internacional, Takeshi-
ma es una parte integrante de los territorios soberanos de Japn, pero es ilegalmente
ocupada por Corea del Sur. Buscaremos tenazmente una solucin pacfica basada en
la ley internacional (dpj, 2012).
Conclusiones
abierto entre los candidatos del partido y los electores: en 2009, haba ga-
nado doscientos veintiuno (el 73.7 por ciento) de los 300 lugares; en 2012,
tan slo obtuvo veintisiete (el 9 por ciento) de los lugares.
Por el otro, el tema de la normalizacin del Estado japons ha sido inte-
riorizado por actores de todo el espectro poltico. En el pasado, los naciona-
listas considerados de extrema derecha enarbolaban la revisin del artculo
9 de la Constitucin de Japn; ahora, el tema est presente en el discurso
poltico cotidiano y no es sorprendente que Shinzo Abe, presidente del
pld durante la eleccin del 16 de diciembre y, consecuentemente, primer
ministro del gobierno japons que inici el 26 de diciembre de 2012, sea
ahora uno de los ms acerbos promotores de la normalizacin del Estado
japons.10
10 El da de su ascenso como primer ministro, The Japan Times public un perfil familiar e ideolgico de
Shinzo Abe. A la pregunta retrica: qu lo hizo adoptar una actitud extrema de halcn? el peridico
responda con la exposicin de los lazos familiares y la filiacin ideolgica de Abe con su abuelo ma-
terno Nobusuke Kishi, quien fuera el tercer primer ministro del pld, designado para el puesto en dos
ocasiones consecutivas (25 de febrero de 1957-12 de junio de 1958 y 12 de junio de 1958-19 de julio
de 1960). En su momento, el abuelo haba sido considerado por los ocupantes estadunidenses sos-
pechoso de crmenes de guerra. Como primer ministro, no obstante, fue responsable de la primera
renegociacin del Tratado de Seguridad Estados Unidos-Japn y, por ello, es considerado el poltico
que sent las bases para la reconstruccin econmica de Japn. El nieto ha reivindicado la herencia
poltica del abuelo y, de acuerdo con The Japan Times, sus posiciones conservadoras y de halcn
incluyen un deseo de enmendar la Constitucin, para terminar con la prohibicin gubernamental
sobre la defensa colectiva, para fortalecer la alianza militar Estados Unidos-Japn e, incluso, para re-
formar el sistema educativo, expulsando los maestros izquierdistas problemticos (Yoshida, 2012).
Fuentes
Azumi, Jun
2012 Speech of Fiscal Policy at the 180th Session of the Diet, Ministry of
Finance, 24 de enero, en <http://www.mof.go.jp/english/public_relations/
statement/fiscal_policy_speech/e20120124.htm>.
Bank of Japan
2012 Japn, deuda bruta gubernamental, 2000-2012, en <http://www.stat-
search.boj.or.jp/ssi/html/nme_R020CV.14454.20130107192717.01.
html>.
Clinton, Hillary
2011 Americas Pacific Century, Foreign Policy, 11 de octubre, en <http://
www.foreignpolicy.com/articles/2011/10/11/americas_pacific_
century?page=full>.
El Pas
2012 Shinzo Abe confa las finanzas de Japn al ex primer ministro Taro Aso,
26 de diciembre, en <http://internacional.elpais.com/internacional/
2012/12/26/actualidad/1356512216_745584.html>.
Harlan, Chico
2011 Japan Will Take Part in Trade Talks, PM Noda Says, The Washington
Post, 11 de noviembre, en <http://www.washingtonpost.com/world/japan-
will-take-part-in-trade-talks-pm-noda-says/2011/11/11/gIQANw63BN_
story.html>.
Japan Today
2012 Obama Backs Japan on tpp but not Final Decision in Sight, 1o de mayo,
en <http://www.japantoday.com/category/politics/view/obama-backs-ja-
pan-for-tpp-but-no-final-decision-in-sight>.
Kasley, Jane
2011 tpp as US Lynchpin in US Anti-China Strategy, Scoop Independent
News, 21 de noviembre, en <http://www.scoop.co.nz/stories/WO1111/
S00588/tpp-as-lynchpin-of-us-anti-china-strategy.htm>.
Keidanren
2011 Call for Economic Integration in the Asia-Pacific Region, Towards
ftaap in 2020, 13 de diciembre, en <http://www.keidanren.or.jp/en/
policy/2011/110proposal.html#part2>.
Kotuoka, Kiichi
2010 The Outlook for Financing Japans Public Debt, imf Working Paper,
International Monetary Fund (enero), en <http://cid.bcrp.gob.pe/biblio/
Papers/IMF/2010/enero/wp1019.pdf>.
Ross, John
2011 Realities Behind the Trans Pacific Partnership, China Organization, 18
de noviembre, en <http://www.china.org.cn/opinion/2011-11/18/content_
23953374.htm>.
Secretara de Economa
2011 Acuerdo Econmico Transpacfico de Asociacin Econmica (tpp), ficha
informativa (diciembre), en <http://www.economia.gob.mx/files/tpp_
ficha_informativa.pdf>.
United Nations
2013 National Accounts Main Aggregate Data Base, en <http://unstats.
un.org/unsd/snaama/dnllist.asp>.
Walt, Stephen M.
2000 Two Cheers for Clintons Foreign Policy, Foreign Affairs vol. 79, no. 2
(marzo-abril), pp. 63-79.
Westlake, Adam
2012 Ichiro Ozawa and 51 dpj Members Leave de Ruling Party, Japan Daily,
2 de julio, en <http://japandailypress.com/ichiro-ozawa-and-51-dpj-
members-leave-the-ruling-party-025731>.
Xinhua News
2012a Japan pm Eyes Dissolving Lower House Friday under Threat of Censure,
14 de noviembre, en <http://news.xinhuanet.com/english/world/2012-
11/14/c_131974336.htm>.
2012b Japanese House of Representatives Dissolved for General Election,
16 de noviembre), en <http://news.xinhuanet.com/english/world/2012-
11/16/c_131979080.htm>.
Yoshida, Reiji
2012 Formed in Childhood, Roots of Abes Conservatism go Deep, The Ja-
pan Times, 26 de diciembre, en <http://www.japantimes.co.jp/news/
2012/12/26/national/formed-in-childhood-roots-of-abes-conservatism-
go-deep/#.Uqd5m2RDvOA>.
Introduccin
* Investigador asociado del Colectivo de Anlisis de la Seguridad con Democracia (Casede); profesor
de asignatura en el Centro de Relaciones Internacionales, fcpys, unam, <arodriguezluna@hotmail.
com>.
Esto no implica una erosin del liderazgo estadunidense por diferentes razo-
nes. En primer lugar, Estados Unidos y la UE comparten la visin de un sistema
internacional basado en los principios liberales de democracia y libre mercado.
En segundo, en trminos estratgicos, a Estados Unidos lo beneficia que la UE
desarrolle capacidades de seguridad y defensa regionales en su entorno geopol-
tico, porque as se convierte en un aliado operativo y tctico para la seguridad y
la estabilidad internacionales, particularmente frente a amenazas asimtricas. En
tercer lugar, Estados Unidos mantiene la hegemona en el rea de defensa a travs
de la otan.
Durante los ltimos veinte aos, Estados Unidos ha desarrollado dos grandes
transformaciones en su estrategia de defensa. El periodo 1989-1991 signific una
verdadera revolucin en el pensamiento estratgico y geopoltico para Estados
Unidos lase para el Estado corporativo y para el Estado de seguridad nacio-
nal, ya que rompa con el encuadre alcanzado en el National Security Council-
68.1 A pesar de que el entonces secretario de Defensa, Dick Cheney, segua consi-
derando a Rusia como amenaza para la seguridad nacional (en funcin de que an
tena capacidad militar y nuclear suficiente para alcanzar objetivos estratgicos en
Estados Unidos), el entonces consejero de Seguridad Nacional, Colin Powell, co-
menzaba a percibir la necesidad de construir nuevas formulaciones estratgicas de
la seguridad nacional de ese pas. De hecho, fue Powell quien formul la estrategia
de seguridad y defensa estadunidense que funcionara hasta septiembre de 2001.
La denominada Estrategia de defensa regional planteaba fundamentalmente
que, cuando los medios de disuasin y negociacin fracasaran, Estados Unidos de-
bera estar preparado para pelear dos guerras simultneas en dos frentes distintos,
con la capacidad suficiente para resultar victorioso. La doctrina de los Estados
bribones (Rogue States) y la doctrina militar conceban a ciertos Estados del tercer
mundo como la principal amenaza a intereses vitales de Estados Unidos en el orbe,
en la medida en que con su capacidad militar podran intentar acciones hostiles
contra sus vecinos y con ello desestabilizar toda una regin (Klare, 1995: 100-101).
La estrategia de seguridad nacional publicada en septiembre de 2002 como reac-
cin a los ataques terroristas en Nueva York y Washington se nutre de la doctrina de los
1 El documento, elaborado en 1950, planteaba esencialmente dos cosas: por un lado asuma que Esta-
dos Unidos se encontraba en una disputa por el poder mundial con la Unin de Repblicas Socialistas
Soviticas, y que sta buscaba establecer su autoridad absoluta sobre el resto del mundo guiado por
el comunismo, una nueva y fantica fe antittica a la estadunidense. Al mismo tiempo, afirmaba
que la presin militar sobre el Kremlin tena posibilidades de xito porque el nico vnculo de ste con
el pueblo sovitico era el miedo. Por otro lado, esta presin militar se materializara en una rpida y
masiva construccin de armamento principalmente en Estados Unidos, pero tambin en sus aliados
y se combinara con el fortalecimiento de la democracia y del capitalismo (nsc Study Group, 1950).
Rogue States, que ha identificado a pases como Irak, Irn y Corea del Norte como
los principales enemigos en funcin de dos premisas fundamentales: 1) la posesin de
armas de destruccin masiva (en adelante adm) y 2) la amenaza que stos representan
para sus vecinos en regiones sumamente estratgicas para Estados Unidos.
Para la entonces consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, el in-
ters nacional de Estados Unidos tena una estrecha relacin con la innovacin
tecnolgica y la fortaleza militar, las cuales deban servir como instrumentos di-
suasorios y, en su momento, sumamente letales. En opinin de Rice, stos eran
los verdaderos instrumentos para garantizar la paz y la estabilidad internacionales.
Asimismo, el uso de este aparato militar deba ser selectivo en funcin de
regiones estratgicas para el inters nacional, siendo las principales Asia Pacfico
y Medio Oriente. Al mismo tiempo, defina como competidores estratgicos a
Rusia y China (Rice, 2000).
Para Estados Unidos, el nuevo milenio marc el ascenso de Asia como el epicentro
de poder mundial, de ah que en las estrategias de seguridad de las administracio-
nes de George W. Bush y de Barack Obama, Rusia y China sean los verdaderos
competidores estratgicos (spus, 2002, 2006 y 2010). Con la intencin de dis-
tanciarse del discurso neoconservador y confrontativo del gobierno de Bush, el
presidente Obama estableci en su estrategia de seguridad nacional la necesidad
de cooperar en reas de inters mutuo con las principales potencias mundiales
para construir juntos un sistema internacional. En esta esfera de potencias mun-
diales, China, Rusia e India son claves, desde la perspectiva estadunidense (spus,
2010: 43). En este sentido, Estados Unidos reconoce que existe una difusin del
poder mundial y, por tanto, no puede por s mismo asumir la responsabilidad de
garantizar la seguridad y la estabilidad internacionales.
Dentro de la estrategia de seguridad de Estados Unidos, Europa en su conjunto
es la regin con la que comparte lazos histricos e intereses comunes con respecto
a la promocin de la democracia y del libre mercado. Asimismo, la UE contina
siendo la piedra angular de la poltica internacional estadunidense.
Por su parte, la otan es la alianza militar ms importante para garantizar la
seguridad regional, no slo con proyeccin noratlntica, sino tambin hacia las
esferas geopolticas de Eurasia y Medio Oriente (spus, 2010: 43; Simn, 2014).
De esta forma, lo que se observa en la estrategia de seguridad de Estados
Unidos es la importancia de establecer lazos de cooperacin pragmtica con los
Estados que representan una cuota de poder en sus respectivas regiones, para ga-
rantizar la estabilidad internacional. En este escenario, el papel de Europa es el de
un catalizador poltico de los principios y valores de libertad y democracia (spus,
2010: 41). En ese nivel es estratgica la relacin con la Unin Europea, pero ya no
lo es en los trminos ms amplios de disuasin, y se ha reducido al plano de la de-
fensa ante amenazas convencionales y asimtricas, pero acotado geopolticamente.
Las misiones cuatro y cinco para disuadir posibles agresiones hostiles que
impidan la proyeccin de poder en regiones claves, as como la contraproliferacin
de adm son los nicos que convergen con los intereses de seguridad y defensa de la
UE. Aqu es donde comienzan a perfilarse los verdaderos mrgenes de cooperacin
en el futuro mediato, siempre y cuando la UE consolide sus conceptos estratgicos
y desarrolle sus capacidades, temas que se abordarn en la siguiente seccin.
sta se estableci en 1992 con el Tratado de Maastricht. Fue hasta 1999, en el Tra-
tado de msterdam, cuando se cre la figura de Alto Representante de la Poltica
Exterior y de Seguridad Comn, as como la Poltica de Seguridad y Defensa Comn
(psdc) (ceu, 2013). Los objetivos principales de la pesc son la defensa de los intere-
ses y los valores de la UE, al igual que fortalecer su seguridad a travs de la coopera-
cin multilateral. La primera prioridad para la UE era actuar conjuntamente frente
a los desafos que circundaban al sur y al este de su frontera. La segunda prioridad
era mantenerse como un socio creble y confiable para Estados Unidos frente a los
constante cambios geopolticos en toda la regin europea. Finalmente, la UE buscaba
proyectar estabilidad poltica en el escenario internacional para anteponer su modelo
liberal al estadunidense (deuus, 2012; Patten, 2001: 27-28).
Los acontecimientos derivados del 11 de septiembre de 2001 han mostrado
los lmites de los objetivos de la pesc y, por tanto, de la presencia de la UE en el
escenario internacional como actor poltico de primer orden. La razn principal es
que el multilateralismo y las organizaciones internacionales en las que se apoya
esta poltica no tienen la capacidad para enfrentar los desafos de las relaciones
internacionales hoy en da. El tema principal en la agenda internacional es el com-
bate al terrorismo, sin embargo, la estabilidad econmica y financiera, as como
la ascendencia de Asia como polo de poder, son los tres factores esenciales que
inciden actualmente en las relaciones de poder.
2 Esta poltica involucra a Argelia, Armenia, Azerbaiyn, Bielorrusia, Egipto, Georgia, Israel, Jorda-
nia, Lbano, Libia, Moldavia, Marruecos, Palestina, Siria, Tnez y Ucrania (European Commission,
2013b).
2008 que la UE incorpore nuevos Estados. Los viejos miembros perciben parti-
cularmente a los pases del Cucaso y de la cuenca del mar Negro como un peligro
para la esencia occidental de la unin, mientras que otros piensan que amenazan
el nivel de vida y los empleos.
Por otra parte, los objetivos de reformas econmicas y polticas que se plantean
para estas regiones dentro de la pve no tienen un sustento mayor que el de la coope-
racin, mientras que para la mayora de estos pases el mejor estmulo para efectuar
cualquier cambio sera la promesa de convertirse, eventualmente al menos, en can-
didatos para ingresar a la UE (Steinhilber, 2007: 58-59).
La incertidumbre sobre la estabilidad en Europa Central se incrementa cuando
se observa que las reformas econmicas y polticas realizadas en los pases miem-
bros de la unin que pertenecen a esta zona no han generado los efectos esperados
por la poblacin. Durante los aos noventa, la promesa de incorporacin de los pa-
ses de Europa del Este fue un instrumento poderoso de la poltica exterior europea
para afianzar la estabilidad en la otrora zona de influencia de la Unin Sovitica.
Si bien en un principio algunos analistas sealaban que la expansin hacia el Este
solamente significara el fortalecimiento de Alemania dentro del proceso de unifica-
cin, al final gener consenso entre los Estados miembros (Rehrl y Weisserth, eds.,
2014: 112-116).
Las negociaciones con estos pases, que comenzaron en 1989 con la Cumbre
del Grupo de los Siete en Pars y tomaron mayor forma con el Tratado de m-
sterdam en 1997, levantaron altas expectativas entre su poblacin. Las reformas
econmicas y polticas que llevaron a cabo Polonia, Hungra, Eslovenia, Repblica
Checa, Letonia, Lituania y Estonia, as como Bulgaria y Repblica de Eslovaquia
les permitieron ingresar a la UE entre 2004 y 2006; sin embargo, la persistencia de
la corrupcin y el retraso en la aplicacin de otras reformas econmicas necesarias
comienzan a despertar el escepticismo sobre el sistema democrtico-capitalista
y sobre las instituciones que lo sostienen (Shkolnikov y Nadgrodkiewicz, 2010:
74-75).
El andamiaje institucional de la UE se ha tornado cada vez ms complejo,
en la medida en que se han integrado nuevos miembros y que se adoptan nuevas
polticas para incorporarse a los nuevos retos externos que se presentan. Esto ha
provocado que el ciudadano de a pie se encuentre cada vez menos familiari-
zado con la interrelacin concreta de las instituciones de la UE con la sociedad
europea. As, el dficit democrtico en conjunto con los magros resultados de la
proyeccin del soft power a travs de la pesc y la pve abonan en favor de los lla-
mados euroescpticos.
Como se advierte, las polticas analizadas evidencian la intencin de la Unin
Europea por ser un actor poltico global, pero sus lmites estructurales y polticos la
posicionan quiz como actor regional. El problema se presenta cuando se observa
que el entorno geopoltico en el cual acta la UE inevitablemente la relaciona con
otras potencias, en especial Estados Unidos. As, la conjuncin de factores inter-
nos y externos restringe el potencial poltico de la unin. En las siguientes lneas
se analizar la forma en que esto sucede.
3 Despus se sumaron Albania, Bulgaria, Croacia, Estonia, Macedonia, Letonia, Lituania, Rumania,
Eslovaquia y Eslovenia (Hughes, 2003: 64-65).
Conclusiones
Fuentes
Department of Defense
2010 Quadrennial Defense Review 2010. Washington, D.C.: Department of
Defense, en <http://www.defense.gov/qdr/images/QDR_as_of_12Feb10_
1000.pdf>, consultada el 3 de septiembre de 2013.
Dijkstra, Hylke
2013 Policy Making in EU Security and Defense. An Institutional Perspective.
Londres: Palgrave Macmillan.
Drozdiak, William
2010 The Brussels Wall, Foreign Affairs 89, no. 3 (mayo-junio).
European Commission
2013a Eastern Partnership, en <http://ec.europa.eu/external_relations/eastern/
index_en.htm>, consultada el 19 de agosto de 2013.
2013b European Neighborhood Policy, en <http://ec.europa.eu/world/enp/
policy_en.htm#>, consultada el 19 de agosto de 2013.
Guiora, Amos N.
2014 Modern Geopolitics and Security. Strategias for Unwinnable Conflicts.
Boca Ratn, Fl.: Taylor and Francis.
Hughes, Kirsty
2003 After Iraq: Can Europe Overcome its Divisions?, Global Dialogue 5, no.
34 (verano-otoo), pp. 64-65.
Klare, Michael
1995 Rogue States and Nuclear Outlaws. Nueva York: Hill and Wang.
Kupchan, Charles A.
2002 The End of the American Era. U.S. Foreign Policy and the Geopolitics of the
Twenty First Century. Nueva York: Alfred A. Knopf.
LeCuyer, Jack
2012 A National Security Staff for the 21st Century. Filadelfia: Strategic Studies
Institute.
Marsh, Steve
2012 The European Unin in the Security of Europe: From Cold War to Terror
War. Nueva York: Routledge.
Ojeda, Mario
1976 Alcances y lmites de la poltica exterior de Mxico. Mxico: El Colegio de
Mxico.
Patten, Chris
2001 Una poltica exterior comn para Europa, en Joaqun Roy y Roberto Do-
mnguez, coords., Las relaciones exteriores de la Unin Europea. Mxico:
Plaza y Valds/unam.
Rice, Condoleezza
2000 La promocin del inters nacional, Foreign Affairs en espaol (enero-
febrero).
Roy, Joaqun
2001 El telfono de Europa: la Poltica Exterior y de Seguridad Comn (pesc),
en Joaqun Roy y Roberto Domnguez, coords., Las relaciones exteriores de
la Unin Europea. Mxico: Plaza y Valds-unam.
Simn, Luis
2014 Geopolitical Change, Grand Strategy and European Security. The eu-nato
Conundrum in Perspective. Nueva York: Palgrave-Macmillan.
Solana, Javier
2001 La poltica europea de seguridad y defensa: una unin preparada para
contribuir a la gestin de crisis y paz, en Joaqun Roy y Roberto Domn-
guez, coords., Las relaciones exteriores de la Unin Europea. Mxico: Plaza
y Valds/unam.
Steinhilber, Jochen
2007 Germany in International Relations. Aims, Instruments, Prospects. Berln:
Compass 2020, Friedrich Ebert Stiftung.
Stetten, Jrgen
2007 Multilateral Institutions Building New Alliances, Solving Global Problems.
Berln: Compass 2020, Friedrich Ebert Stiftung.
Unin Europea
2008 Joint Declaration of the Paris Summit for the Mediterranean. Pars: Unin
Europea, 13 de julio, en <http://www.ue2008.fr/webdav/site/PFUE/shared/
import/07/0713_declaration_de_paris/Joint_declaration_of_the_Paris_
summit_for_the_Mediterranean-EN.pdf>, consultada el 19 de agosto de
2013.
Introduccin
La UE importa slo el 6.5 por ciento de gas ruso, esto significa que un 93.5 por
ciento de la energa consumida en la UE es cubierta por otras fuentes de abasteci-
miento, pero este mercado comn no es suficiente y las necesidades de cada pas
crecen mucho. De los 218 mmm3 de gas natural que Rusia vendi al exterior en
2010, el 70 por ciento fue a la UE, pero la mitad de esta cantidad fue a Alemania,
Francia e Italia, ya que estos Estados son los mejores clientes de Rusia y, al mismo
tiempo, su nivel de dependencia no es tan alto para hacerlos blancos fciles de coer-
cin poltica, Rusia prefiere cultivar relaciones cooperativas y mutuamente benefi-
ciosas, por lo que estas potencias no se someten a la poltica de la Unin Europea.
La situacin es completamente diferente para los pases de Europa Central y
Oriental, debido a que todos estos Estados, excepto Rumania, dependen hasta en
un 50 por ciento del gas ruso para su consumo interno y en el caso de seis de stos,
la dependencia es hasta del 80 por ciento o ms, aunque la importacin es de pe-
quea cantidad debido al tamao de sus economas.
Eslovaquia, Bulgaria y los Estados blticos cubren casi el 100 por ciento de
sus necesidades importando gas de Rusia. Las importaciones combinadas de Leto-
nia y Estonia, por ejemplo, comprenden slo 1 mmm3 de gas natural ruso, en com-
paracin con los 35 mmm3 que importa Alemania. Ya que estos pases no tienen
otra fuente de abastecimiento, son objetivos vulnerables de la politizada estrategia
energtica que ejerce Rusia (Norling, 2007: 7). Para disminuir esta dependencia
frente a Rusia, se ha considerado desde hace veinte aos la formacin de un mer-
cado nico de gas dentro de la UE, lo que le dara mucho ms peso a sta en su
negociacin con Rusia.
En estas condiciones, si Mosc decidiera aplicar nuevamente un corte de
suministro como sucedi en 2006, 2009 y 2012, el Estado que resultara ms afec-
tado sera abastecido por la UE, pero para esto se necesitara que los gasoductos
clave conectaran con los individuales de cada miembro de la UE hacia un mercado
estatal y esta infraestructura an debe ser construida. Esto tendra el efecto de que
los cortes al suministro realizados por Rusia resultaran inefectivos y permitiran
agregar otras fuentes de abastecimiento. As, las transacciones comerciales de gas
seran despolitizadas y los miembros de la UE enfrentaran nuevos conflictos con
Rusia con una sola voz.
No obstante, los obstculos a esta integracin son la segmentacin interna del
mercado, la insuficiente conexin de los gasoductos, diferentes precios y la resis-
tencia de las grandes potencias de la UE para una gran integracin.
As, los intereses individuales de la UE y sus diferentes visiones acerca del
papel de Rusia en la futura seguridad energtica de la unin ayudan a explicar por
qu sta ha sido incapaz de ejercer cierta influencia al tratar con Rusia sobre las
transacciones de gas y al parecer continuar con pugnas internas que le impedirn
decidirse a ejercerla.
Particularmente Alemania, Francia e Italia consideran a Rusia como una so-
lucin a la seguridad energtica de la UE, pero sirviendo a sus propios intereses.
Gazprom, a su vez, ha estado vendiendo gas al menudeo a los pases europeos
utilizando las instalaciones de las compaas de estos pases como bodegas para
Esto significa que, hasta cierto lmite, las mscaras se han quitado, ya que careciendo
de garantas legales de que el sistema dam de la otan no ser dirigido contra Rusia,
[sta] debera buscar un antdoto. Si la situacin contina desarrollndose de la misma
manera en los aos por venir, Rusia estar rodeada por la dam estadunidense en Polo-
nia, Rumania y posiblemente Bulgaria. Rasmussen lo dej claro: la otan no renunciar
a sus planes y no oir las objeciones de Rusia (Trujkhachev, 2011).
Serdiukov haba sido un ministro impopular dentro del Kremlin y se enfrent repetidas
veces con los mandos militares, a los que alguna vez se refiri como pequeos hom-
brecillos verdes. Este escndalo ha sido la excusa perfecta para que dejase de estorbar
un hombre que se haba atrevido a reducir la desproporcionada cpula militar rusa,
una rmora de tiempos soviticos (Cols, 2012).
Avances en el despliegue
de la defensa antimisil estadunidense (dam)
La dam es slo una pequea parte de un amplio giro geopoltico que tiene lugar en
Europa. El corredor europeo central que comprende los Estados blticos, Polonia,
la Repblica Checa, Repblica Eslovaca, Hungra, Rumania y Bulgaria, denomi-
nado corredor Intermarium, est emergiendo como un rea de contencin entre
Rusia y Estados Unidos. Esto significa que la lnea de batalla que divida Europa
entre los dos bloques de la guerra fra se ha movido hacia el Este y los pases a
lo largo de esta lnea estn buscando seguir alineados con Occidente (Friedman,
2011). Este giro es resultado de un proceso de dos pasos:
Una accin en que por primera vez, Francia y Alemania han roto con una pos-
tura mantenida por dcadas, ya que la estrategia alemana haba consistido en per-
manecer cerca de Francia y evitar las tensiones franco-germanas que desde 1871
condujeron a las guerras en Europa. Esta posicin central de la poltica alemana
ha sido suspendida, por lo menos por ahora.
El papel de Bielorrusia
Segn George Friedman, la decisin del Grupo Visegrad (V4) a inicios de 2011 es
muy importante para Europa. El 12 de mayo de ese ao anunci la formacin de
un grupo de batalla bajo el comando de Polonia. Este grupo estara listo en 2016
como una fuerza independiente y no sera parte del Comando de la otan. En
adicin, empezando en 2013, los cuatro pases del V4 (Hungra, Polonia, Repblica
Checa y Eslovaquia) iniciaran ejercicios militares conjuntos, bajo los auspicios de la
Fuerza de Respuesta de la otan.
Estos pases temen el fortalecimiento actual de Rusia y adems la infatuacin
con Europa se ha desgastado. La actual crisis econmica, ahora nuevamente loca-
lizada en Grecia, ha producido dos preguntas: 1) si Europa como entidad es viable;
2) si las reformas propuestas para estabilizar Europa representan una solucin
para estos pases o para Alemania. Adems, las economas ms fuertes de la zona,
Varsovia y Praga, no quieren ingresar a la eurozona.
Asimismo, el concepto estratgico de la otan definido en noviembre de 2010
gener a estos pases dos preocupaciones fundamentales:
El grupo Bltico Nrdico se reuni con el gobierno del Reino Unido en enero de
2011 para constituir un grupo cuyo objetivo estratgico fundamental es ampliar
relaciones con los Estados miembros generalmente escpticos del liderazgo
franco-germano en la eurozona. Esta cumbre sera el primer paso hacia el liderazgo de
Londres y de los nrdicos en asuntos estratgicos en el Bltico.
Con la deuda soberana en la eurozona, Berln est forzando la imposicin
de reformas fiscales del bloque de la eurozona, junto con Pars, pero una Europa
exterior en 2011, est por verse, pero podra amargar las relaciones ruso-europeas
(Stratfor, 2010: 2).
As, dos sucesos, al parecer no relacionados, ocurridos el 5 de enero de 2011,
sugieren que los vecinos de Rusia en el mar Bltico, Polonia y Suecia mandan una
advertencia a Mosc.
El embajador polaco en Rusia, W. Zajacszkowsky, declar en una entrevista
con el medio ruso Interfax que Varsovia est activamente buscando diversificar
sus proveedores de gas natural respecto de Mosc. Adems, declar que Polonia
vea con extremado recelo el potencial estacionado de armas nucleares tcticas en
Kaliningrado y critic el gasoducto ruso-germano Nord Stream, porque Alemania
est dejando de lado los intereses energticos de la UE por abastecer su economa,
privilegiando el factor nacionalista antes que el inters general de la UE.
Mientras tanto, el 5 de enero de 2011, el Comit de Defensa del Parlamento
Sueco le envi una pregunta formal al ministro de Relaciones Exteriores, Karl Bildt,
acerca de cmo Estocolmo intentaba responder a Rusia sobre el plan de adquisi-
cin de dos portahelicpteros Mistral comprados a Francia. Como ya se dijo, Rusia
firm un acuerdo oficial con Francia para adquirir estos dos transportadores, con la
opcin de construir dos ms en Rusia. El primer pedido fue programado para 2011
y oficialmente sera para la Flota del Pacfico; sin embargo, el segundo fue para el
Mar Bltico, lo que ha irritado a los Estados blticos.
El momento de ambos eventos coincide. Ambas declaraciones siguieron a las
elecciones presidenciales en Bielorrusia, para protestar por el aplastamiento de la
oposicin que efectu Lukashenko y por el apoyo que obtuvo de Rusia, a pesar de
sus enfrentamientos. El Programa de la Asociacin Oriental de Polonia y Suecia
estaba esperanzada de que lentamente podra erosionar el control de Mosc sobre
la alineacin geopoltica de Bielorrusia; sin embargo, el resultado de la eleccin
acab con dicha esperanza.
Las declaraciones polaco-suecas tambin se dieron despus de las recientes
acciones exitosas de Rusia en los pases blticos para aumentar su influencia ms
all de sus lmites tradicionales, como incidir en las minoras rusas en Letonia y Es-
tonia para aumentar all su influencia econmica y poltica. La visita del presidente
letonio a Mosc, en diciembre de 2010, ilustr los crecientes vnculos econmicos
entre Mosc y Riga, en donde Rusia es el segundo inversionista, slo despus de
Suecia. Rusia tambin ha aumentado su fuerza a travs de los partidos polticos
relativamente pro rusos.
Bildt y su homlogo polaco hicieron una visita conjunta a Ucrania y Moldavia
para avanzar en el Programa de la Asociacin Oriental, especficamente para tratar
de aumentar las oportunidades de un gobierno pro europeo en Moldavia, y recibi
al ministro ucraniano del Exterior en Estocolmo.
Varsovia intenta ampliar esta cooperacin diplomtica a una de tipo militar y
de seguridad. Estocolmo tambin tiene este objetivo y posee una fuerte industria
militar y de armamentos. Su inters es igual al de Varsovia, en la medida en que
Mosc contina expandiendo su influencia en Europa oriental, particularmente
en Letonia y Estonia.
Ante esta situacin, las recomendaciones del grupo de expertos fueron con-
tradictorias e incompatibles con miras al 2020. Los intereses de cada grupo son
los siguientes:
Conclusin
Cuando Obama asumi el poder por vez primera, la relacin Rusia-Estados Unidos
se distendi gracias a la estrategia estadunidense del reset; sin embargo, sta fue
una tctica, ya que Washington necesitaba que Rusia suspendiera su respaldo a
Irn y firmara las sanciones contra este pas en el Consejo de Seguridad de la onu,
adems de que apoyara logsticamente las operaciones militares en Afganistn.
Rusia, a su vez, necesitaba que Estados Unidos dejara de apoyar a Georgia, con-
gelara los planes de la dam en Europa del Este y colaborara en los programas de
privatizacin y modernizacin de Rusia.
Este tipo de entendimiento era constitutivamente frgil e inestable, pero aun
as Washington y Mosc lo intentaron. El nuevo start fue el smbolo de la cspide
de las relaciones clidas entre Washington y Mosc. Dicho entendimiento no in-
cluy la disminucin del reposicionamiento ruso, ya que cuando Washington inici
la estrategia del reset, los pases de Europa Oriental y Georgia se sintieron abando-
nados e indefensos, y tampoco hallaron proteccin con Alemania y Francia, que
prefieren acercarse a Rusia.
Al perder opciones, algunos pases de Europa oriental, como Polonia, varia-
ron su posicin y, en determinado momento, intentaron alcanzar un acuerdo con
Rusia. Otros esperaban que Estados Unidos retornara a Eurasia y los respaldara
de nuevo; sin embargo, el reset ruso-estadunidense parece haber finalizado. Los
medios rusos han reportado que Mosc est forjando nuevos contratos de apoyo
tecnolgico militar con Irn, y Washington ha dado marcha atrs en el proyecto
conjunto dam-otan para sustituirlo por acuerdos bilaterales con los pases de Eu-
ropa oriental. Adems, segn Stratfor, Washington ayudara a terceras partes para
abastecer de armas a Georgia.
En suma, ms de veinte aos de existencia de la Rusia postsovitica mostraron
lo ilusorio de la esperanza por parte de Occidente de convertirla en un socio menor
de Estados Unidos y de la UE. Sin fundamento resultaron tambin los esfuerzos
llevados a cabo por Washington y por los liberales rusos despus de la desintegra-
cin de la URSS, de que Rusia no volviera a ser uno de los principales actores de
la poltica mundial. As, la propia tradicin geopoltica de esa nacin, su sistema de
relaciones exteriores, sus caractersticas territoriales, militares y culturales de gran
potencia, que no pueden ser revisados y cambiados a voluntad, sern un factor
presente en la geopoltica de Europa en el futuro.
Fuentes
Cols, Xavi
2012 Putin se deshace de su ministro de Defensa por un caso de corrup-
cin, El Mundo.es, 6 de noviembre, en <http://www.elmundo.es/elmun-
do/2012/11/06/internacional/1352188043.html>, consultada el 6 de no-
viembre de 2013.
Duguin, Alexander
2007 [Geopoltica posmoderna]. Mosc: Amfora.
Friedman, George
2013 Ucrania: On the Edge of Empires, Geopolitical Weekly, 17 de diciem-
bre, en <http://www.forbes.com/sites/stratfor/2013/12/17/ukraine-on-
the-edge-of-empires/>.
2011a Europe: A Shifting Battleground!, Strategic Forecasting, 7 junio, en
<http://www.stratfor.com/sample/analysis/europe-shifting-battleground-
part-1>, consultada el 10 de junio de 2011.
2011b Visegrad: A New European Military Force, Geopolitical Weekly, 17 de
mayo.
Isbell, Paul
2007 El nuevo escenario energtico y sus implicaciones geopolticas, Real
Instituto Elcano no. 21, 30 de mayo, en <http://www.realinstitutoelcano.
org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/
elcano/elcano_es/programas/geoestrategia+de+la+energ_a/publicaciones/
escenario+global/dt+21-2007>, consultada el 2 de junio de 2012.
Norling, Niklas
2007 Gazproms Monopoly and Nabuccos Potentials: Strategic Decisions for
Europe, Central Asia Caucasus Institute-Silk Road Studies Program (Silk
Road Paper) (noviembre).
Papic, Marco
2010 natos lack of a Strategic Concept. Geopolitical Weekly, 12 de octubre.
Ria Novosti
2012 Putin destituye al ministro de Defensa de Rusia, 6 de noviembre, en
<http://sp.rian.ru/neighbor_relations/20121106/155476686.html>, con-
sultada el 6 de noviembre de 2012.
Rusia Hoy
2012 Destituido el ministro de Defensa Anatoly Serdyukov, Rusia Hoy, 6 de
noviembre, en <http://rusiahoy.com/articles/2012/11/06/destituido_el_
ministro_de_defensa_anatoli_serdiukov_21527.html>.
Starinskaia, Galina
2012 Russias Oil Companies Make Plans for the Future, Oil & Gas Eurasia
no. 3 (marzo).
Stratfor
2011 The Baltic-Nordic-British Relationship Summit, 18 de enero, en
<http://www.stratfor.com/search/site/The%20Baltic-Nordic-British%20
Relationship%20Summit>, consultada el 13 de febrero de 2011.
2010a Germany: Mitteleurope Redux, 16 de marzo, en <http://www.stratfor.
com/weekly/20100315_germany_mitteleuropa_redux>, consultada el 2
de junio de 2010.
2010b Germany Makes its Choice, 7 de mayo, en <http://www.stratfor.com/
sample/geopolitical-diary/germany-makes-its-choice>, consultada el 2 de
junio de 2010.
2010c The Evolution of Ballistic Missile Defense in Central Europe, 13 de
agosto, en <http://www.stratfor.com/sample/analysis/evolution-ballistic-
missile-defense-central-europe>, consultada el 10 de septiembre de
2010.
2010d German Designs for Europes Economic Future, 4 de noviembre, en
<http://www.stratfor.com/sample/analysis/german-designs-europes-
economic- future>, consultada el 4 de enero de 2011.
2010e Belarus Upcoming Election and relations with Russia, 18 de diciembre,
en <http://www.stratfor.com/sample/analysis/belarus-upcoming-election-
and-relations-russia>, consultada el 19 de diciembre de 2010.
2009 US Military: The Future of bmd in Europe, 15 de septiembre, en
<http://www.stratfor.com/sample/analysis/united-states-future-ballistic-
missile-defense>, consultada el 17 de septiembre de 2009.
Trujkhachev, Vadim
2011 nato Threatens Russia with its Missile Defense System, Pravda.ru, 10
de junio, en <http://english.pravda.ru/world/europe/10-06-2011/118167-
nato_russia-0/>, consultada el 10 de septiembre de 2013.
Introduccin
Al hacer un balance de la segunda dcada del siglo xxi, pocos dudan que la rela-
cin entre Estados Unidos y la Repblica Popular China tendr un gran impacto
en la configuracin del orden mundial. A medida que China afiance su transfor-
macin en una potencia multidimensional dotada de influencia econmica, pol-
tica, militar e ideolgica, es muy probable que las tensiones globales con Estados
Unidos aumenten. En este escenario, se considera pertinente profundizar en el
papel presente y futuro de Amrica Latina en el gran mapa de la relacin bilateral.
Aqu se postula que la gradual disminucin de la presencia econmica de
Estados Unidos en Amrica Latina y en particular en Amrica del Sur se
leera como una manifestacin del desgaste hegemnico de Washington en el
mundo. Aunado a lo anterior, pese a la creciente presencia china en Amrica
Latina y la histrica centralidad de sta en la hegemona de Estados Unidos, el
peso especfico de la regin en los vnculos entre Pekn y Washington resulta
ms bien marginal, pues ni Estados Unidos ni China parecen dispuestos a enve-
nenar sus relaciones por causa de Amrica Latina. La realidad, sin embargo, es
dinmica. En el mediano plazo, las preocupaciones sobre la incursin de China
en Amrica Latina y el aumento de las presiones de la lnea dura estadunidense
podran transformar la regin en un escenario de disputa geopoltica entre las
dos grandes potencias.
La primera seccin de este trabajo analiza brevemente la historia de las re-
laciones entre Estados Unidos y Amrica Latina, que han seguido una compleja
trayectoria de inters, coercin, consenso y descuido. La segunda parte se aboca al
estudio de las relaciones bilaterales desde los aos noventa, cuando Estados Uni-
dos juzg que la promocin del pluralismo poltico y el impulso del libre mercado
eran las mejores polticas hacia una Amrica Latina en transformacin y los temas
de seguridad, centrales en la guerra fra, pasaron a un discreto segundo plano. El
tercer apartado consigna las transformaciones polticas y econmicas de Amrica
Latina en los primeros aos del siglo xxi y la consiguiente parlisis de Estados Uni-
dos para entender dichos cambios. El cuarto apartado sumariza los contornos de
la dinmica relacin comercial de Amrica Latina con China, actor emergente en
la regin. El trabajo cierra con un examen de las respuestas de Estados Unidos ante la
presencia china en el hemisferio occidental, que fluctan entre una vigilante tole-
rancia y un llamado a contener la expansin de China en el hemisferio occidental,
aunque la primera ha tendido a prevalecer en la poltica hemisfrica de Washington.
Sin temor a exagerar, se dira que este corpus ideolgico, basado en la simpli-
cidad de las ideas econmicas liberales, se convirti tambin en el principal ins-
trumento para modular la Amrica Latina de los aos noventa. Probablemente, la
manifestacin ms clara del Consenso de Washington y de la preferencia normati-
va por el libre mercado fue la creacin del Tratado de Libre Comercio de Amrica
del Norte (tlcan), en 1994. Despus de este profundo cambio, Washington espe-
raba que el resto de Amrica Latina siguiera el ejemplo de Mxico, unindose al
libre comercio continental promovido por Estados Unidos. El tlcan inclua ciertas
clusulas que, se pensaba, se replicaran para que otros pases se subieran al carro
librecambista de Amrica del Norte.
Un consenso adicional, compartido en Estados Unidos y en casi todos los
pases de Amrica Latina, tena que ver con la interpretacin de la correlacin
internacional de poder. La idea prevaleciente era que, despus del fin del conflicto
bipolar, el mundo que emerga de la guerra fra era, en lo esencial, unipolar. Con la
posible excepcin de Brasil y la obligada excepcin de Cuba, los pases latinoame-
ricanos tendieron a asumir que ninguna otra potencia (regional o mundial) tena
la fortaleza econmica, poltica, diplomtica o militar para ser un contrapeso real
frente a Estados Unidos. Correcto o no, este diagnstico se reflej concretamente
en la diplomacia de la mayora de los gobiernos en Amrica Latina.
Por ejemplo, Mxico aplic un viraje radical de su tradicional desconfianza
hacia Estados Unidos, y en 1990 comenz a expresar una actitud cooperativa que
se identific como el espritu de Houston. En una explcita formulacin de su
consentimiento a la hegemona de Washington, en 1991, en el marco de una reu-
nin de alto nivel del bid, el canciller argentino, Guido di Tella declar que su pas
no deseaba relaciones platnicas, sino relaciones carnales y abyectas con Estados
Unidos.1 La visin de un dominio incuestionable de ese pas sobre Amrica Latina
tambin apareci en las actitudes de potencias extrarregionales: tras el colapso de
la URSS, la Unin Europea, Japn y China permanecieron al margen de Amrica
Latina o se acercaron con extrema precaucin a esta zona. En palabras de Peter H.
Smith (1996: 34), en los noventa, Estados Unidos logr estructurar una hegemo-
na por default en Amrica Latina.
En tal contexto, Washington apoy fuertemente la creacin del rea de Li-
bre Comercio de las Amricas (alca), dirigida a reunir a todas las economas de
Amrica en una sola iniciativa de integracin regional. En la Primera Cumbre
de las Amricas, realizada en diciembre de 1994 en Miami, los jefes de Estado y
gobierno de los 34 pases participantes acordaron alcanzar progresos sustanciales
rumbo al alca hacia 2000 y finalizar las negociaciones correspondientes en 2005.
stas se iniciaron en abril de 1998, durante la Segunda Cumbre de las Amricas
en Santiago de Chile. Despus de varias reuniones presidenciales y encuen-
tros ministeriales, el alca abort en 2006, en el marco de la Cuarta Cumbre de
las Amricas, que tuvo lugar en Mar del Plata, Argentina. La iniciativa de Estados
Unidos se hundi en medio de fuertes crticas por parte de los lderes latinoame-
ricanos ms radicales. El nico defensor del proyecto fue el entonces presidente
mexicano Vicente Fox (2000-2006).
Grfica 1
Amrica Latina y el Caribe: crecimiento del pib, 1971-2012
(en porcentaje, a precios constantes de 2005)
10.0
8.0
6.0
4.0
2.0
0.0
-2.0
-4.0
19 1
73
19 5
19 7
19 9
19 1
83
19 5
87
19 9
91
93
19 5
19 7
20 9
01
20 3
05
20 7
09
11
7
7
7
7
8
9
9
9
0
19
19
19
19
19
19
20
20
20
Fuente: United Nations Statistics (Unstats), 2013.
Cuadro 1
Estados Unidos. Exportaciones por regin del mundo.
Aos seleccionados, 1990-2012 (millones de dlares)
Cuadro 2
Acuerdos de Libre Comercio de Estados Unidos
con Amrica Latina (1994-2012)
Pas(es) socio(s) Fecha de suscripcin Entrada en vigor
Panam 28 de junio de 2007 31 de octubre de 2012
Colombia 22 de noviembre de 15 de mayo de 2012
2006
Per 12 de abril de 2006 1 de febrero de 2009
Centroamrica y Repblica 5 de agosto de 2004 1 de marzo de 2006-
Dominicana (cafta-dr) 1 de enero de 2009
Chile 6 de junio de 2003 1 de enero de 2004
Canad y Mxico (tlcan) 17 de diciembre de 1 de enero de 1994
1992
Fuente: oea (2013), en <http://www.sice.oas.org/ctyindex/USA/USAagreements_s.asp>.
Ms que una estrategia de largo alcance, los alc parecen ser una tctica es-
tadunidense para salvar el rostro de sus polticas librecambistas; sin embargo,
Washington parece haberse quedado sin una poltica medianamente coherente
para los pases latinoamericanos que no estn incluidos en la red del comercio
bilateral estadunidense. Despus del 11 de septiembre, el desinters poltico de
Estados Unidos por Amrica Latina se increment, en tanto que la prioridad de la
poltica exterior de Washington se enfocaba en Medio Oriente. A partir de la se-
gunda administracin de Obama, Estados Unidos ha intentado reforzar tambin
su presencia en Asia Pacfico. Es evidente que Amrica Latina permanece en un
segundo plano de las prioridades estadunidenses.
Este vaco de poder ha facilitado la emergencia de China como un fuerte ac-
tor sobre todo en la esfera econmica en Latinoamrica. Qu tan importante
es esta tendencia en el contexto de las relaciones bilaterales sino-estadunidenses?
Cul ha sido la posicin de las administraciones de Bush Jr. y Obama acerca de
este asunto? Dichas polticas implican continuidad o cambio respecto de las
En los ltimos aos, los pases latinoamericanos han seguido dos trayecto-
rias diferentes en sus relaciones comerciales con China (Len-Manrquez, 2011a:
163-164). La primera es caracterstica en algunos pases de Amrica del Sur y ha
sido impulsada por la necesidad de China de obtener petrleo, minerales y alimen-
tos suficientes para dar continuidad a su proyecto de crecimiento econmico. Esta
demanda como ya se asent contribuy a generar un auge en el precio de los
productos bsicos entre 2003 y 2008 (Coxhead y Jayasuriya, 2010). Desde la pri-
mera dcada del siglo xxi, muchos pases sudamericanos intentaron reorientar sus
relaciones comerciales para atender la pujante demanda china de materias primas.
As, productos como el cobre de Chile y Per, el complejo soya (granos y aceite) de
Argentina, el mineral de hierro de Brasil y el petrleo de Venezuela experimentaron
auges paralelos.
A pesar del apogeo de las commodities, la relacin comercial de los pases de
Sudamrica con China conlleva el riesgo de reprimarizar la estructura econmica
y caer de nuevo en la excesiva dependencia de las materias primas que ha pautado
auges y crisis en Amrica Latina. Tras la crisis global iniciada en 2008, pases como
Argentina y Chile ya empezaron a experimentar ciertos choques derivados del re-
pentino descenso en el comercio de productos bsicos (Ocampo, 2009).
La perspectiva de un crecimiento ms lento de la economa china, sumada al
hecho de que la Repblica Popular China exporta productos de creciente densi-
dad tecnolgica, se convierte en un reto para sostener un supervit comercial con
China. De hecho, en 2012, nueve de los doce miembros de la Asociacin Latinoa-
mericana de Integracin (aladi) registraban un dficit comercial con China.
Una trayectoria diferente se plasma en el impacto econmico de China en
Mxico y Centroamrica, cuyas manufacturas (sobre todo en las industrias maqui
ladoras) estn en competencia directa con las exportaciones chinas. Mxico, cuyas
exportaciones se conforman en tres cuartas partes por manufacturas, se ha enfren-
tado a la creciente competencia de la Repblica Popular China en el mercado esta-
dunidense. ste ha sido de vital importancia para Mxico desde la firma del tlcan y
en la actualidad como lo demuestra Federico Novelo en este mismo volumen,
recibe ms del 80 por ciento de sus exportaciones; sin embargo, Mxico ha ido per-
diendo terreno frente a China, que en 2003 lo desplaz como el segundo proveedor
ms grande de Estados Unidos.
Ms all de la competencia por los mercados de exportacin, la relacin entre
China y estos pases latinoamericanos se complica por el creciente desequilibrio
comercial entre las partes. En la actualidad, Mxico y Centroamrica registran
importantes dficit en cuenta corriente frente a China. En el caso de Mxico, por
cada dlar que este pas exporta a China, importa 14.5; para Nicaragua, la ratio es
1-65 y para El Salvador 1-111, aunque con un volumen comercial muy inferior al
de Mxico (Len-Manrquez, 2011a: 167-168).
Ya sea que exporten materias primas o manufacturas, casi todos los pases de
Amrica Latina han sido impactados por el vigoroso ascenso de China en las dos
primeras dcadas del siglo xxi. Los casos ms notables son Brasil y Chile, para los
cuales la Repblica Popular China ya es el principal socio en las exportaciones. En
2000 ya ocupaba los lugares doce y cinco, respectivamente. Aun cuando China no se
convirti en el principal socio para las exportaciones de todos los pases latinoamerica-
nos, s se posicion como el segundo para Venezuela y Costa Rica (sitios treinta y cin-
co y treinta, respectivamente, en 2000), en el sexto para Colombia (treinta y seis en
2000) y en el sptimo para Mxico (diecinueve en el mismo ao) (cepal, 2011b: 19).
En las importaciones, el efecto chino es an ms claro. El cuadro 3 revela que
entre 1990 y 2012 las importaciones latinoamericanas desde China escalaron de 772
a 134 056 000 000 dlares por ao, multiplicndose ms de 173 veces. Como efecto
de esta tendencia, prcticamente en todos los pases de Amrica Latina, la Repblica
Popular China ha pasado a ocupar los lugares primero, segundo o tercero en este
rubro, aunque las exportaciones de Estados Unidos a la regin casi triplicaron en 2012
a las de China. Entre 2006 y 2010, la tasa de crecimiento anual de las importacio-
nes latinoamericanas desde China fue del 22.8 por ciento, mientras el aumento de
las importaciones desde socios tradicionales de la regin, como Estados Unidos y la
Unin Europea, fue del 5.9 y del 9.2 por ciento, respectivamente (cepal, 2011a: 94).
El rpido aumento del comercio de Amrica Latina con China genera un des-
equilibrio fundamental. Si bien es evidente que el crecimiento de China ha propicia-
do un rpido repunte en la demanda de productos bsicos, Amrica Latina es slo
una de varias fuentes que alimentan este crecimiento. Esta relacin comercial devino
crucial para Amrica Latina, pero no tanto para la Repblica Popular China. Esto es
visible en la posicin que ocupan los pases latinoamericanos entre sus socios comer-
ciales. Si bien las exportaciones de China a Amrica Latina pasaron del 1.2 al 6.5 por
ciento del total entre 1990 y 2012, tambin es cierto que la regin an ocupa un lugar
modesto como mercado para esos productos. En 2012, Asia Pacfico absorba el 39.1
por ciento de las exportaciones chinas; Estados Unidos, el 17.2 por ciento; la UE, el
16.3 por ciento y el resto del mundo, en el que se incluyen frica, Medio Oriente y
Asia Central, el 20.9 por ciento (cepal, 2013a). Esto demuestra que China realiza
una estrategia de diversificacin global y multidimensional que minimiza el riesgo y
asegura el acceso a distintos mercados (Klare, 2012: 3).
Cuadro 3
China. Exportaciones por regin del mundo.
Aos seleccionados, 1990-2012 (millones de dlares)
Regin/ao 1990 1995 2000 2010 2011 2012
Amrica Latina 772 3 122 7 082 90 977 120 759 134 056
Estados Unidos 5 175 24 729 52 156 283 780 325 011 352 438
Unin Europea 6 338 20 371 41 053 311 430 356 225 334 269
Asia-12 41 422 85 096 121 444 577 156 704 556 800 613
Resto del 8 384 15 461 27 466 314 421 391 839 427 406
mundo
Total 62 091 148 779 249 203 1 577 764 1 898 388 2 048 782
Fuente: cepal (2013a).
La incursin de China en Amrica Latina ha abierto paso a Pekn en una zona que
histricamente ha sido objeto como se discuti al inicio del presente texto de
los intereses geopolticos estadunidenses. La estrategia de la Repblica Popular
China parece ser la de participar en la regin sin que implique un franco desafo a
la hegemona estadunidense. Esta cautela se refleja en el Libro blanco sobre Am-
rica Latina, publicado por el gobierno chino a finales de 2008 (Ministry of Foreign
Affairs of the Peoples Republic of China, 2008). Aunque ha sido saludado en am-
bos lados del Pacfico como un parteaguas histrico en la relacin, el texto es muy
asptico y no denota un claro deseo de Pekn por construir una contrahegemona en
Amrica Latina. China no parece dispuesta a agregar una lucha por Amrica Latina
a la de por s complicada agenda de su relacin bilateral con Estados Unidos.
Quiz simtricamente con esta actitud china, la respuesta de Estados Unidos
ante el protagonismo de la Repblica Popular China en su patio trasero ha sido bas-
tante relajada, en especial si se compara con la que mostr en anteriores incursiones
de potencias extranjeras en Amrica Latina. En la medida en que Estados Unidos
dista de ser como la mayora de los pases del mundo un actor racional y uni-
ficado, las reacciones sobre el involucramiento de China en Amrica Latina se han
expresado en al menos dos posturas: la lnea blanda, integrada por la Presidencia,
el Departamento de Estado, legisladores y acadmicos liberales y de centro, y, como
era esperable, la lnea dura, que incluye ciertos sectores del Departamento de De-
fensa y del Congreso, acadmicos conservadores y algunos think tanks dedicados a
encender focos de alarma en Washington.2 Aqu postulo que, al final de cuentas, la
primera posicin es la que ha privado.
La lnea blanda del Ejecutivo estadunidense se explica por la continuidad
de la poltica abierta a negociacin respecto de China, que ha sido una caracters-
tica comn a las polticas exteriores de William Clinton (1993-2001), George W.
Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017). Como en el caso de la Repblica
Popular China, Estados Unidos no parece estar dispuesto a abrir nuevos frentes
de batalla en la agenda bilateral con Pekn. Las declaraciones de funcionarios del
Departamento de Estado en torno a la participacin de China en Amrica Latina
suelen ser muy cuidadosas y ajenas a la retrica agresiva y anticomunista del pasa-
do. Estos soft-liners argumentan que el inters de China en Amrica Latina se basa
en cuestiones econmicas y niegan que las actividades chinas en el hemisferio es-
tn dirigidas a socavar la hegemona de Estados Unidos. Existe, sin embargo, una
ligera preocupacin de que Pekn se acerque demasiado a lderes de la izquierda
radical como Ral Castro, Evo Morales y Nicols Maduro.
Por ejemplo, en 2011, el subsecretario de Estado de Barack Obama, William
Burns (2011), seal: Dado el dinamismo econmico en ambos lados del Pacfico,
no es de extraar que Asia y Amrica Latina tambin hayan reconocido el potencial
2 En este debate suscribo la lnea de anlisis planteada por Peter M. Lewis (2007).
3 Para profundizar en esta propuesta de anlisis, vase Jos Luis Len-Manrquez (2011).
Conclusiones
Fuentes
Barcelona, Eduardo
1992 Relaciones carnales. Buenos Aires: Planeta.
Booth, John A.
1995 Central America and the United States: Cycles of Containment and
Response, en J.D. Martz, ed., United States Policy in Latin America: A
Decade of Crisis and Challenge, 1981-1991. Lincoln: University of Ne-
braska Press.
Burns, Alexander
2011 gop Sees Red over China, Politico, 24 de mayo, en <http://www.politico.
com/news/stories/0511/55559.html>, consultada el 14 de julio de 2013.
Burns, William J.
2011 Remarks at World Affairs Councils of America National Conference.
Washington, D.C.: Department of State, 4 de noviembre, en <http://
www.state.gov/s/d/2011/176667.htm>, consultada el 2 de septiembre de
2013.
Clinton, Hillary
2011 Americas Pacific Century, Foreign Policy (noviembre), en <http://www.
foreignpolicy.com/articles/2011/10/11/americas_pacific_century>.
Erikson, Daniel P.
2011 Conflicting US Perceptions of Chinas Inroads in Latin America, en
Adrian H. Hearn y Jos Luis Len-Manrquez, eds., China Engages Latin
America. Tracing the Trajectory. Boulder: Lynne Rienner.
Haro Navejas, Francisco, Jos Luis Len y Juan Jos Ramrez, eds.
2011 Historia de las relaciones internacionales de Mxico, 1821-2010, vol. 6,
Asia. Mxico: Secretara de Relaciones Exteriores, parte I, en <http://
www.sre.gob.mx/acervo/images/libros/RI/vol_6_asia.pdf>.
Harwood, John
2012 The Electoral Math of Romneys Stance on Trade With China, The
New York Times, 23 de marzo, en <http://www.nytimes.com/2012/03/23/
us/politics/mitt-romneys-stance-on-china-trade.html?pagewanted=all>,
consultada el 12 de agosto de 2012.
Jackson, Steven F.
1995 Chinas Third World Foreign Policy: The Case of Angola and Mozambique,
1961-1993, The China Quarterly, no. 142 (julio): 388-422.
Johnson, Cecil
1970 Communist China and Latin America, 1959-1967. Nueva York: Columbia
University Press.
Klare, Michael T.
2012 Chinas Imperial Predicament, Le Monde Diplomatique, 3 de septiembre.
La Jornada
2001 El libre comercio no ser tema de la Cumbre de las Amricas; Bush no
logr el fast track, La Jornada, 20 de abril, 24.
Lewis, Peter M.
2007 La presencia de China en Amrica Latina. Un tema controvertido,
Estudios internacionales 39, no. 156 (enero-marzo).
Lowenthal, Abraham F.
1987 Partners in Conflict. The United States and Latin America. Baltimore: The
Johns Hopkins University Press.
Pastor, Rodolfo
2011 Historia mnima de Centroamrica. Mxico: El Colegio de Mxico.
Peoples Daily
2010 China not a Threat in L. America, Peoples Daily Online, 19 de agos-
to, en <http://english.peopledaily.com.cn/90001/90776/90883/7109092.
html>, consultada el 5 de abril de 2013.
Santoli, Albert
2005 Chinas Strategic Reach into Latin America. Washington, D.C.: Hearing
before the U.S.-China Economic and Security Review Commission, 21
de julio.
Selser, Gregorio
2001 Cronologa de las intervenciones extranjeras en Amrica Latina: 1899-1945.
Mxico: unam.
Smith, Peter H.
1996 The United States, Regional Integration, and the Reshaping of the Inter-
national Order, en Shoji Nishijima y Peter H. Smith, eds., Cooperation
or Rivalry? Regional Integration and the Pacific Rim. Nueva York: Westview
Press.
Smith, Tony
1991 The Alliance for Progress: The 1960s, en Abraham F. Lowenthal, ed.,
Exporting Democracy: The United States and Latin America. Baltimore:
The Johns Hopkins University Press.
Leonardo Curzio*
Ocurre cada doce aos: los calendarios polticos de Mxico y Estados Unidos se
alinean de forma que ambos procesos electorales corren paralelamente y las dos
administraciones presidenciales arrancan de manera casi simultnea.1
* Investigador del Centro de Investigaciones sobre Amrica del norte, unam, <leonardocurzio@nrm.
com.mx>.
1 En Mxico, inicia el 1 de diciembre y en Estados Unidos, el 20 de enero.
no slo era factible, sino que adems estaba muy cerca de alcanzarse. El gobierno
mexicano apost fuerte por conseguir esos objetivos. Desafortunadamente, esas
aspiraciones nunca llegaron a concretarse por razones que han sido analizadas
con amplitud en otro trabajo (Curzio, 2007) y que no es oportuno retomar in ex-
tenso en la brevedad de estas pginas. Baste decir que el principal impedimento
para aterrizar esos propsitos fue el atentado terrorista de septiembre de 2001. La
respuesta estadunidense al ataque de Al-Qaeda foment el ensimismamiento de
la potencia y su repliegue defensivo (con toques paranoides que universalizaron
el riesgo y promovieron la lgica de la fortificacin del Estado nacional) fue en
detrimento de sus socios y aliados, el primero de stos, Mxico, que comparte una
extensa frontera terrestre con aquella potencia.2
En efecto, la respuesta estadunidense a la crisis del 2001 cancel la posibili-
dad (si es que el breve optimismo del 2000 era fundado) de avanzar en una agenda
que profundizara la integracin (reconociendo las complementariedades de sendas
economas y demografas) y construir instituciones supranacionales que ayudaran
a edificar la infraestructura que favoreciera la competitividad global de la regin
y coadyuvara a reducir las enormes diferencias sociales y econmicas existentes
entre estos dos pases. La hiptesis de que se conseguira un acuerdo migratorio se
desvaneci; las ventajas de ya no ser un pas problemtico en el mbito financiero
se dieron por descontadas y el famoso bono democrtico que la alternancia pol-
tica haba redituado se diluy en un mar de contradicciones y reproches mutuos.
Cabe sealar que si la disposicin anmica de la potencia a atender la agenda
del vecino se redujo hasta casi desaparecer, la forma en que Mxico respondi po-
ltica y emotivamente a los atentados contribuy a desinflar el nimo con el que los
dos amigos inauguraban sus gobiernos. Conviene recordar que das antes de que
ocurrieran los atentados, el gobierno de Fox denunci el Tratado Interamericano
de Asistencia Recproca (tiar) y propuso ser la sede de una conferencia hemisf-
rica para rediscutir el concepto de seguridad en el siglo xxi. El intento fue audaz,
se debe reconocer, pero el resultado fue un rotundo fracaso. Perdimos, en esa co-
yuntura, la oportunidad (probablemente irrepetible) de estrechar el abismo espiritual
que histricamente ha existido entre estos dos pases. En los momentos en los que
los vecinos buscaban (segn la expresin del exembajador Davidow) un fraternal
abrazo, Mxico no se los pudo dar por una indigesta combinacin de complejos y
mezquinos clculos polticos. Mxico no acredit ser un pas emotivamente cer-
cano en trminos de seguridad y, en consecuencia, la aspiracin de construir una
plataforma de integracin regional ms cohesionadora y generosa perdi la base
fundamental que requiere todo proyecto poltico que es la comunin de ideas,
valores y sensibilidades.
Las seculares distancias espirituales entre los dos pases, lejos de mitigarse por
la complementariedad econmica y por constituir un mismo permetro de seguri-
dad, han permanecido. La imagen de Mxico en Estados Unidos se ha deteriorado
severamente en estos aos. Los emigrantes mexicanos han sido crecientemente
2 Sobre los impactos en la relacin bilateral, especficamente en la frontera norte, vase Ramos (2005).
3 La gravitacin del voto latino en la reeleccin de Obama de 2102 ha abierto una interesante veta de
anlisis sobre la reafirmacin y el empoderamiento de las comunidades mexicoamericanas y latinas
en un sentido ms amplio. Puede ser la primera expresin de una nueva realidad poltica ms con-
sonante con el peso demogrfico que la poblacin de origen mexicano tiene en la poblacin total. El
tema se ha analizado en mltiples anlisis periodsticos (vase Barreto y Garca, 2012: 16-19).
4 El caso ms famoso y comentado es el de Samuel Huntington, pero otros autores como Peter Skerry,
del Boston College, manifiestan su preocupacin. La discusin ms amplia, as como sus implicacio-
nes demogrficas (incluso blicas) de esta predominancia de los mexicoamericanos en el grupo de
migrantes es retomada en varios espacios (Kaplan, 2012; especialmente el ltimo captulo, titulado
Braudel, Mexico and Grand Strategy). La polmica sobre el creciente nmero de mexicoamerica-
nos y migrantes a Estados Unidos tambin se retoma en el contexto de un eventual declive del poder
de la potencia (Brzezinski, 2011: 106).
del entonces secretario de Hacienda, Jess Silva Herzog,5 en 1982 y pasan por un
importante proceso de negociacin que sistematiz hasta 1994 Jos ngel Gurra
(1994).
Cuando la deuda externa pareca cosa del pasado, el imprudente manejo eco-
nmico y la falta de transparencia del gobierno de Salinas de Gortari impulsaron
al pas de regreso a la vorgine del endeudamiento. Sin entrar en detalles (muchos
de stos bastante aleccionadores), Mxico requiri de nueva cuenta, en el arran-
que de gobierno de Zedillo, de un paquete de rescate en (1994) que se coron
con el macroprstamo (gestionado por el presidente Clinton) para dar viabilidad
econmica al socio comercial. Clinton, acrrimo crtico del tlcan durante su cam-
paa, ya como presidente puso a Mxico como ejemplo en materia de integracin
comercial en la Primera Cumbre de las Amricas. Aquella coyuntura tiene muchas
lecciones que deben revisarse con ms detenimiento, ya que pueden ser muy tiles
para reducir el dficit de credibilidad de Enrique Pea Nieto (en sectores influyen-
tes del establishment estadunidense) con el que arranca su sexenio. Una relacin
desigual ubica sus momentos de mayor cercana en los contextos ms crticos y,
aunque para muchos era contradictorio, Estados Unidos apoyaba el rescate de
Mxico no porque lo moviera un espritu altruista, sino porque la interdependen-
cia era tan elevada que al ayudar a Mxico la potencia protega su propio inters
nacional. Las economas de los dos pases se reconocan como interdependientes.
En contraste, en otros temas como el de seguridad no hemos logrado que esta
interdependencia sea difana e indisputable, como s ha ocurrido en el terreno
econmico y comercial.
La segunda es que la profesionalizacin del aparato burocrtico mexicano rin-
di frutos en el campo de la credibilidad y la construccin de confianza. El perfil,
crecientemente tcnico, de los funcionarios del gabinete econmico aument la
confianza de que la conduccin del proceso de estabilizacin y reformas no esta-
ra (en primera instancia) sujeta a la lgica poltica partidista. En un pas como
Mxico, donde la buena parte de la administracin pblica sigue dominada por
la lgica del amateurismo y el clculo poltico electoral, contar con burocracias
profesionales ayuda a que el dilogo binacional sea ms confiable, productivo y
serio. La posibilidad de tener una interlocucin fluida en los temas financieros
permiti crear mayores crculos de confianza entre los gobiernos de ambos pases.
Adems del perfil de los funcionarios (que siempre ayuda) el Estado mexicano se
someti a una serie de reformas (como la autonoma del Banco de Mxico, leyes
de responsabilidad presupuestal, reglas para el funcionamiento de los rganos re-
guladores, etc.) que le dieron credibilidad interna y externa. Una de nuestras grandes
debilidades, en el mbito de la gestin de fronteras y buena parte del aparato de
seguridad y procuracin de justicia, es que las corporaciones mexicanas no estn
profesionalizadas y no proyectan credibilidad. Un pas institucionalmente slido
genera confianza entre sus contrapartes.
5 Algunos de los detalles los ha revelado en un muy interesante libro de memorias (Silva Herzog,
2007).
6 Para valorar la importancia del proceso electoral de Chihuahua en 1986, conviene revisar el sinttico
pero muy preciso y memorioso captulo sobre el tema en el libro de Preston y Dillon (2004: 65).
7 Se han hecho mltiples argumentaciones sobre las motivaciones del tlcan, pero un buen contexto
y organizaciones criminales, con el fin de reducir los niveles de violencia que en-
sangrentaban al pas.
Aunque al pri no le resulta agradable reconocerlo, sigue siendo una idea muy
difundida en Estados Unidos que ese partido no suele gobernar con apego a la ley,
sino como una maquinaria cuyo objetivo principal es preservar el poder. Cambiar
esta percepcin fue un objetivo central del gobierno, pero al mismo tiempo deben
contrarrestarse dos imgenes que han crecido en sectores influyentes de la opinin
pblica, el establishment y en el gran pblico: la primera es que Mxico est muy
cerca de ser el principal problema de seguridad de Estados Unidos; la segunda es
que el gobierno mexicano es incapaz, por sus propios medios y recursos, de esta-
blecer orden y tranquilidad. El gobierno mexicano puede considerar muy sesgadas
esas apreciaciones, pero no hay duda de que hay un amplio trabajo por desarrollar
en materia de modificacin de percepciones. La cautela de la administracin de
Obama se expresa en el comunicado de la Casa Blanca, con motivo de la visita
de Pea Nieto en las postrimeras de noviembre del 2012. En dicho documento se
estableca que el mandatario mexicano plante a su homlogo estadunidense un
proyecto de reformas, y el inquilino de la Casa Blanca dej ver que lo seguir muy
de cerca (Compton, 2012). Ningn entusiasmo fuera de la correccin diplomtica
se desprende del mismo.
Entre las comunidades de paisanos, el viejo partido oficial tampoco tiene una
muy buena imagen. Durante aos, el rgimen priista mantuvo una legislacin res-
trictiva en materia de doble nacionalidad y nunca despleg una poltica de acer-
camiento con la dispora. Aunque el voto de los mexicanos en el exterior es an
muy poco representativo del universo de aqullos que viven en Estados Unidos,8
al gobernante priista no le fue bien entre sus paisanos.
La deteriorada imagen del pri impacta a Pea, aunque el presidente la ha in-
tentado atajar desde el primer momento de su mandato con una bien pensada y
dosificada ofensiva meditica. Su primera y muy certera muestra fue un artculo
en el influyente diario The New York Times (Pea Nieto, 2012) que analizaremos a
continuacin. El esfuerzo hasta ahora ha tenido su punto culminante en la publi-
cacin de un suplemento en The Economist (2012), en el que se plantea la enorme
oportunidad que el pas tiene de progresar econmicamente. De manera paralela al
esfuerzo del gobierno, un texto de Aguilar Camn y Jorge Castaeda, publicado en
Foreign Affairs (2012), analiza las oportunidades que se abren al pas en esta nueva
coyuntura y descarta que el regreso del pri implique el retorno del autoritarismo.
En su artculo de opinin en The New York Times, el presidente de Mxico
intentaba matizar algunos de los vaticinios que los crticos tradicionales del pri
haban formulado extensivamente, mientras se perfilaba su retorno al poder. epn
reconoca tener conciencia de que el triunfo de su partido poltico sera visto desde
dos perspectivas: 1) un retorno a las viejas prcticas antidemocrticas y corruptas
8 En las elecciones de 2012, se emitieron un total de 40 714 votos, de los cuales solamente el 13.81
por ciento fue favorable al pri. El pan obtuvo el 42.17, y el prd el 29.76 por ciento (<www.voto
estranjero.mx/web/guest/resultados>).
9 Fue, por ejemplo, titular de la dea entre 1990-1993, y comisionado para la Proteccin de Aduanas y
Fronteras entre 2001 y 2005.
La perspectiva mexicana
No fue fcil acercar las posiciones de ambos gobiernos para enfrentar el pro-
blema de la deuda mexicana, pero al final del camino la convergencia de posturas
permiti dar un salto cualitativo e instalarse en el paradigma de la interdependencia.
En el terreno de la lucha contra las drogas, hemos madurado, pero an no es univer-
salmente compartido el diagnstico sobre la naturaleza del problema y la forma
de enfrentarlo. All tiene el nuevo gobierno un trabajo enorme por hacer en el plano del
discurso poltico y meditico, porque a pesar de la gravedad de los acontecimientos
recientes en el pas, el diagnstico sobre lo que ocurre en materia de homicidios y la
forma en que se controlara dicho problema es sumamente contrastante.
En efecto, en la medida en que la lucha contra los crteles de la droga, iniciada
por Felipe Caldern en 2006, tuvo como consecuencia la elevacin de los niveles de
violencia en Mxico, las interpretaciones en Mxico y Estados Unidos tendieron a
agruparse en cuatro grandes corrientes:
11 An quedan muchos cabos sueltos en esa materia. Por un lado, y a pesar del discurso poltico que
incentiva la cooperacin, persisten prcticas de operaciones encubiertas como es el caso de Rpido
y furioso; por el otro, un incidente en el que dos agentes de la cia que iban a una prctica de tiro
fueron emboscados por policas federales (en 2012) dej muchas dudas sobre la operacin de agen-
tes estadunidenses armados en territorio nacional.
damente situadas en la coyuntura finisecular del xx. Cada poca (en especial cada
imperio) tuvo sus desafos particulares e irrepetibles, que ayudaban a reflexionar
acerca de la circunstancia de Estados Unidos. La dinasta Ming, que gobernaba
China, no comprendi la importancia que el poder naval adquirira para controlar
el mundo. La expansin occidental en frica, Amrica y Asia slo se explica por el
vaco dejado por el error estratgico chino. Espaa, un par de siglos despus,
cometera el error de tener un territorio demasiado grande, difcilmente adminis-
trable y cuyo control implicaba un costo descomunal en trminos materiales y
humanos, lo cual fue minando el poder de la monarqua catlica.
En captulos sucesivos, aparecen otros casos de estudio, pero lo que aqu nos
interesa es poner de relieve el sentido de urgencia con el que sectores amplios de
la sociedad estadunidense empezaron a ponderar (con elementos de juicio ms
precisos) el tema del declive relativo de la potencia estadunidense.
El libro del historiador britnico populariz la discusin sobre ese tema con un
fundamento acadmico muy slido y una estrategia narrativa muy persuasiva, pero
no era, sin embargo, un anlisis que inaugurara una corriente. El texto de Kennedy
se inscribe en lo que el influyente politlogo Samuel Huntington (1988) llam
la quinta ola de los declinistas, una corriente de investigadores que (basados en
una serie de datos y nudos problemticos) diagnosticaban el declive relativo de la
potencia estadunidense. Huntington, como es de sobra conocido, era particular-
mente hbil para identificar regularidades y tendencias y reagrupar fenmenos en
olas y contraolas.12
La percepcin de erosin del poder estadunidense haba generado ya una
abundante produccin ensaystica de diversa calidad y profundidad. Algunas obras
posean toques milenaristas, otras ms ramplonas y agresivas hablaban de las ame-
nazas provenientes de Rusia y otras latitudes. Lo ms relevante, sin embargo, es
el contexto intelectual y poltico que permite que Estados Unidos ubique su propia
condicin en una lnea histrica de erosin gradual. La naturaleza del imperio
estadunidense la han estudiado diversos autores.13 Una de las constantes es que
el coloso no se ha adormecido, como otros imperios en el pasado, en una retrica
autorreferencial basada en glorificar su grandeza. Tal vez por su propia condicin
de sociedad abierta (en la tradicin de Popper), el debate sobre el deterioro relativo
ha sido una constante.
El declive relativo de Estados Unidos no es, pues, un tema del todo novedoso
en los estudios estratgicos, como tampoco lo es en el discurso poltico de la po-
tencia. A diferencia de otros imperios del pasado que no tuvieron durante largos
periodos la oposicin o competencia de otros centros de poder, Estados Unidos ha
vivido la experiencia de estar inmerso en una vertiginosa carrera con otros poderes.
A menudo, el discurso poltico se ha revestido de elementos religiosos para incen-
tivar el sentido de pertenencia e incentivar la competencia, a fin de prevalecer
12 Lohizo tambin con las olas democratizadoras y las contraolas autoritarias (Huntington, 1989).
13 Tambin lo hizo Niall Fergusson (2005) en un ensayo del cual existe una versin en espaol (Madrid:
Debate, 2005).
Conclusin
La narrativa que en Estados Unidos se da con frecuencia respecto de Mxico es, di-
gamos, multifactica, tiene muchas perspectivas diferentes e incluso contradictorias:
si preguntas a algn empresario estadunidense, a algn funcionario de una empresa
multinacional que tiene operaciones en Mxico desde hace aos y que puede disfrutar
de la infraestructura, de la disponibilidad de mano de obra calificada, de un marco
fiscal amigable, que tiene, desde luego, acceso a unos costos de produccin muy com-
petitivos incluso frente a China, que como regin nos dan ciertamente un papel muy
atractivo, yo dira que esta va a ser muy positiva. En los nmeros de la industria manu-
facturera, por ejemplo, Mxico resulta ya realmente competitivo en costos absolutos
respecto de China, adems del costo de transporte que es mucho mayor con precios
del petrleo arriba de cien dlares y sobre todo la distancia desde Asia hacia los merca-
dos de este hemisferio (Medina Mora 2013).
15 Hemos realizado un estudio completo sobre este tema, el cual ver la luz prximamente en una obra
de Guadalupe Gonzlez y Olga Pellicer, coords., Agenda de poltica exterior. El ttulo de nuestro
captulo es La imagen de Mxico.
Fuentes
Brzezinski, Zbigniew
2011 Strategic Vision. America and the Crisis of Global Power. Nueva York: Basic
Books.
Compton, Matt
2012 President Obama Welcomes Mexico President-Elect Enrique Pea Nieto,
The White House Blog, 27 de noviembre, en <http://www.whitehouse.
gov/blog/2012/11/27/president-obama-welcomes-mexico-president-
elect-enrique-pe-nieto>.
Curzio, Leonardo
2007 La seguridad nacional de Mxico y la relacin con Estados Unidos. Mxico:
cisan, unam.
Fergusson, Niall
2005 Colossus: The Rise and Fall of the American Empire. Londres: Penguin
Books.
Huntington, Samuel P.
1989 La tercera ola. Buenos Aires: Paids.
1988 The US decline or Renewal, Foreign Affairs 67, no. 2 (invierno), en
<http://www.foreignaffairs.com/articles/43988/samuel-p-huntington/the-us-
decline-or-renewal>.
Kaplan, Robert
2012 The Revenge of Geography. Nueva York: Random House.
Kennedy, Paul
1987 The Rise and Fall of the Great Powers. Nueva York: Random House.
ONeill, Shannon
2009 The Real War in Mexico. How Democracy Can Defeat the Drug Cartels,
Foreign Affairs 88, no. 4 (julio-agosto).
Pastor, Robert
2011 Toward a North American Community: Lessons from the Old World for the
New. Washington, D.C.: Institute for International Economics.
Roth, Philip
2004 La conjura contra Amrica. Madrid: Mondadori.
Rozental, Andrs
1994 La poltica exterior de Mxico en la era de la modernidad. Mxico: fce.
The Economist
2012 Mexico Up in the World, The Economist, noviembre, en <www.economist.
com/news/special-reportr/21566773-after-years-underarchievement-
and-rising-violence-last-beginning>.
Velzquez, Rafael
2011 La poltica exterior de Estados Unidos hacia Mxico bajo la administra-
cin de Barack Obama: cambios y continuidades, Norteamrica ao 6,
no. 2: 85-113.
Villalobos, Joaqun
2012 Nuevos mitos de la guerra contra el narco, Nexos, 1 de enero, en
<http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2102505>.
Introduccin
Los veinte aos de operacin del Tratado de Libre Comercio de Amrica del
Norte (tlcan) han promovido el despliegue de numerosas evaluaciones que, al
calor de la mediocridad del desempeo econmico de Mxico, tienden a cargarle
a ese instrumento ms culpas de las que realmente le corresponden. El abultado
espacio de reformas neoconservadoras que el pas ha experimentado desde 1982
es el gran marco de poltica econmica en el que se inscribe la disposicin de
una integracin total al sistema econmico estadunidense. Las consecuencias,
visibles en los efectos de la gran recesin que arranca en el verano de 2007, an
en curso, y que consistieron en la cada del pib nacional en un 6.5 por ciento
en 2009, tienden a agravarse como sostiene Jaime Ros por la renuncia gu-
bernamental a establecer una poltica industrial merecedora de tal nombre (Ros,
2014). Desde la versin 2006 del Plan Nacional de Desarrollo, el tema, vital en la
historia de crecimiento previo al neoconservadurismo, est fuera del estratgico
documento y esa exclusin se ratifica en los propsitos del gobierno de Enrique
Pea Nieto.
El tlcan ha perdido facultades promotoras de la prosperidad mexicana y, curio-
samente, es momento de evocar sus caractersticas y promesas originales. En este
captulo se presenta el origen del tlcan, especialmente por lo que hace al cuerpo
de objetivos que lo acompa en su alumbramiento, asimismo, se describen sus
diversos impactos comerciales y econmicos, y se apuntan sus ms probables
tendencias, para concluir hablando acerca de su pertinencia como el espacio ade-
cuado para la firma de un acuerdo suplementario en materia migratoria.
Uno de los problemas ms visibles que impiden lograr la mayor precisin al enun-
ciar los objetivos del tlcan, por lo menos desde la versin oficial mexicana, es que
se presentan tres perspectivas sensiblemente diferenciadas:
reafirmar los lazos especiales de amistad y cooperacin entre las naciones, contribuir
al desarrollo armnico, a la expansin del comercio mundial y a ampliar la cooperacin
internacional, fortalecer la competitividad de las empresas en los mercados internacio-
nales, alentar la innovacin y la creatividad y crear nuevas oportunidades de empleo,
mejorar las condiciones laborales y los niveles de vida en sus respectivos territorios
(Gazol, 2004a: 9-10).
De la certidumbre al desconcierto
En el inicio de las operaciones del tlcan, incluso antes, los beneficios que derivaron
de la apertura de la economa mexicana al comercio y a la inversin internacionales
fueron notables. La actividad de la economa del pas redujo considerablemente su
dependencia a la exportacin de un factor heredado y finito (el petrleo); el xito
exportador descans en la actividad manufacturera y nuestro pas alcanz, hasta la
crisis de 1994-1995, un papel de paradigmtico liderazgo para algunas naciones de
Amrica Latina por participar de ese instrumento. Incluso, durante esa crisis, el
tlcan cobij las solidarias formas de rescate desde Estados Unidos y la recuperacin
se logr con la acelerada reanimacin de las actividades exportadoras secundarias,
incentivadas, en buena medida, por la magnitud de la devaluacin del peso. En
estas circunstancias, el pas tom un sitio de cierta significacin en el comercio
hemisfrico y, ms modesto, en el mundial; la inversin extranjera (directa y
especulativa) se dirigi con entusiasmo a Mxico por las garantas que, por su sola
existencia, ofreca el tlcan y, en el nimo colectivo, la existencia y operacin de ese
instrumento parecan razones suficientes para trascender la antesala del desarrollo,
umbral que se haba ocupado por demasiado tiempo. El futuro del pas se nos acer-
caba por la ancha senda de las certezas incuestionables:
Para los mexicanos, el problema en realidad apenas comienza: tenemos frente a no-
sotros una dcada de construccin de la plataforma que habr de darle al pas las
oportunidades de desarrollo que la reforma econmica y el tratado prometen. Este
proceso va a ser mucho ms exitoso, rpido y benfico si logramos crear los mecanis-
mos institucionales y polticos que aseguren la participacin de toda la poblacin en
el proceso y hagan exigible la responsabilidad de las autoridades en ste. Es decir, sin
una estructura poltica abierta y competitiva el proceso no slo ser largo y difcil, sino
adems tortuoso. La reforma econmica ha abierto la puerta a la competencia no slo
en el mbito de la economa, sino en la sociedad en su conjunto. El tratado la va a
consolidar (Rubio, 1994: 307).
Las dos razones fundamentales para negociar el tlcan fueron la necesidad de impulsar
el crecimiento de las exportaciones no petroleras y de lograr un influjo ms grande
de inversin extranjera directa (ied) en el pas. Lo primero, para inducir una mayor
Grfica 1
Exportaciones totales en el tlcan
a Estados Unidos y Canad (1993-2013) (millones de dlares)
400 000
350 000
300 000
250 000
200 000
150 000
100 000
50 000
0
93
94
95
96
97
19 8
99
00
01
02
03
04
05
06
07
08
09
10
11
20 2
13
9
1
19
19
19
19
19
19
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
20
Cuadro 1
Flujos de ied a Mxico (millones de dlares)
Periodo Promedio anual
1986-1993 3 468
1994-2000 6 563
2001-2005 20 934*
1994-2005 18 384*
2000-2011 22 200
sta) de los derechos de propiedad intelectual, de los servicios, de los asuntos am-
bientales y laborales, el tlcan enfrenta las limitaciones de todo instrumento que
se ubica en la etapa ms elemental de la integracin econmica regional. Es decir,
este tratado no trasciende el umbral de la libertad de comercio e inversin y que,
para el tema que nos ocupa, slo hace una dbil referencia a los migrantes con el
nico compromiso de proporcionar a los trabajadores migratorios en territorio de
cualquiera de las partes la misma proteccin legal que a sus nacionales, respecto
de las condiciones de trabajo (Secofi, 1994: 1187). La declaracin alude exclusi-
vamente a los trabajadores migratorios legales, los de menor frecuencia.
Existen, desde luego, otro tipo de estimaciones. Por ejemplo, en opinin de muy
calificados analistas (Krugman, 1994; Weintraub, 1997), el tlcan tiene objetivos
que, con mucho, trascienden los econmicos, por lo menos desde la perspectiva
estadunidense. Segn esta versin, el tratado contiene implicaciones polticas y
sociales con repercusiones culturales y ambientales que histricamente correspon-
den al propsito de superar un largo periodo en las relaciones entre Mxico y Es-
tados Unidos presidido por la indiferencia o el reclamo recproco. En este sentido,
el objetivo final del tlcan sera arribar a formas de cooperacin que, por supuesto,
tambin trascienden los aspectos econmicos y comerciales. Pese a la presencia de
todas estas motivaciones, la letra del instrumento slo recoge los aspectos relacio-
nados con el comercio y la inversin, en los que, por cierto, los xitos iniciales ob-
servados en ambos aspectos no son, en ningn concepto, desdeables; no obstante
por problemas puntuales, la naturaleza de los resultados observados hace visible un
adelgazamiento apresurado en el cuerpo de beneficios que, como actualidad y como
tendencia, Mxico percibe y probablemente continuar percibiendo sobre la opera-
cin de este instrumento. En efecto:
Las evidencias sobre los efectos positivos del tlcan en su primera dcada son claras.
Sin embargo, el siguiente decenio present grandes limitaciones y retos. La ausencia
de reformas a buena parte de las llamadas reformas estructurales que eleven la pro-
ductividad de la economa mexicana, la proliferacin de tratados de libre comercio
(tlc) entre Estados Unidos y otros pases de Amrica Latina y el ingreso de China a la
Organizacin Mundial de Comercio (omc) y su dinamismo exportador, son fenmenos
que han afectado las ventajas relativas que Mxico obtuvo con la implementacin del
tlcan [...]. Los fenmenos enunciados apuntan hacia una prdida seria de competiti-
vidad en las exportaciones de Mxico y de la capacidad para atraer flujos crecientes de
inversin extranjera. De hecho, a partir de 2001, ya se aprecian indicios de esa prdida
de dinamismo. Los dos objetivos y logros fundamentales del tlcan estn en riesgo (Espi-
nosa y Serra, 2004: 201-202. El subrayado es mo).
Cuadro 2
China y Mxico. Participacin
en el comercio mundial (variacin porcentual)
Pas 1985-2002 2000-2002
China 936.3 17.2
Mxico 531.8 -2.6
Fuente: Andere (2004).
La ied proveniente de Estados Unidos disminuy en trminos reales del 2000 al 2003,
pues despus de alcanzar un pico de ms de veinte mil millones de dlares en el 2001
(ao en el que la compra de un solo banco, Banamex, represent ms de doce mil mi-
llones de dlares) descendi en el 2003 a poco ms de cinco mil millones de dlares,
el equivalente a la ied proveniente de los EU en 1995, lo que refleja otro signo de la
prdida de fuerza de la interaccin econmica (Pellicer, coord., 2004: 21-22).
El vnculo entre la ied y el crecimiento econmico es, por decirlo con indul-
gencia, notablemente dbil:
En 2001, la inversin extranjera directa se expandi 68 por ciento (en parte por la venta
del Banco Nacional de Mxico), pero el producto decreci -0.3 por ciento, la inversin
bruta interna -7.4 por ciento y la inversin privada -5.1 por ciento. La comparacin
puede no ser enteramente rigurosa, pero es ilustrativa de la falta de engranaje entre el
tipo de inversin que se recibe y el comportamiento general de la economa (Ibarra,
2005: 245).
la economa del pas, iniciado en los aos ochenta, este indicador macroeconmico
sufri un claro retroceso. Por el tema que nos ocupa, conviene sealar que durante
la primera etapa del tlcan, 1994-2000, aproximadamente, el crecimiento promedio
del pib baj al 3.6 por ciento y para la siguiente etapa, 2001-2005, su cada fue ms
evidente cuando slo lleg al 1.8 por ciento. Con la emergencia de la crisis en curso,
la gran recesin, la cada en 2009 fue de un -6.5 por ciento, la ms importante dentro
de las economas de Amrica Latina. En una proporcin significativa, ese desempe-
o es consecuencia de las modalidades de la integracin con Estados Unidos.
Cuadro 3
Comportamiento del pib de Mxico
Periodo Tasa de variacin promedio anual (porcentaje)
1961-1970 6.7
1971-1980 7.0
1981-1994 2.4
1995-2005 2.8
1994-2000 3.6
2001-2005 1.8
2003-2010 2.2
Fuente: Elaboracin propia, con informacin del Banco de Mxico (varios aos).
1 No es un dato menor el que los autores de este trabajo estn empleados en el Departamento de
Estudios Econmicos del Banco Nacional de Mxico, el Banamex que se privatiz en beneficio del
City Bank de Estados Unidos. La fuente no es, entonces, sospechosa de radicalismo alguno.
de naranja, fueron modificadas y postergadas a ltima hora. Este sector, que slo repre-
senta entre el 3 y el 3.5 por ciento del pib de las otras dos naciones, en Mxico significa
entre el 7 y el 9 por ciento de su pib. Y lo ms importante: alrededor de 25 millones
de mexicanos viven del campo, de modo que el impacto social y econmico de estos
cambios tendr vastos alcances [...] Las polticas de fomento son muy limitadas para
revertir las condiciones de postracin en las que se encuentra la agricultura mexicana,
justamente cuando se firma un acuerdo de apertura total del sector con dos pases que
mantienen polticas permanentes y de amplio apoyo para su sector agrcola, en el cual vive
un porcentaje muy reducido de su poblacin (Low, 1996: 12-13).
Y ampla las reflexiones sobre el tlcan, sin omitir la referencia a algunas inquie-
tantes consecuencias de los mediocres resultados:
inmigracin ilegal. Sin embargo, la disparidad de renta entre ambos pases en realidad
aument a lo largo de la primera dcada de funcionamiento del tlcan en ms de un
10 por ciento. Por otra parte, el tlcan tampoco consigui un crecimiento rpido de
la economa mexicana. El crecimiento a lo largo de esta primera dcada fue de un decep
cionante 1.8 por ciento sobre una renta per cpita real, mejor que en el resto de
Amrica Latina, pero mucho peor que el producido en pocas anteriores de ese siglo
(en el cuarto de siglo que abarca de 1948 a 1973, Mxico creci a un ritmo anual de
3.2 por ciento en la tasa per cpita). El presidente Fox prometi un 7 por ciento de cre-
cimiento cuando tom posesin del cargo en 2000; de hecho, en trminos reales, el
crecimiento durante ese mandato alcanz slo una media del 1.6 por ciento anual y
el crecimiento per cpita real casi fue inapreciable. En la prctica, el tlcan hizo que
Mxico dependiera ms de Estados Unidos, lo cual significaba que cuando la economa
de Estados Unidos fuera mal, tambin ira mal la de Mxico (Stiglitz, 2006: 96-97).
Con las iniciales certezas esfumadas, el futuro del tlcan a estas alturas por lo
menos es incierto. Entre las obsesiones oficiales del pasado reciente, se han toma-
do iniciativas para alcanzar una mayor profundizacin en la operacin del instru-
mento. La figura de un tlcan plus, propuesta por el gobierno mexicano de Vicente
Fox trat de incorporar el ambicioso acuerdo migratorio de los cinco puntos que
tomaran el sitio de ingredientes indispensables de la llamada enchilada (en los ocu-
rrentes trminos del excanciller mexicano Jorge Castaeda) que, tras los sucesos del
11 de septiembre de 2001 y el relevo en la Secretara de Relaciones Exteriores (sre)
de Mxico, devino rompecabezas (en la interpretacin de su sucesor, Luis Ernesto
Derbez) que, adems, se podra negociar gradualmente y por partes.
Por su lado, el entonces presidente Vicente Fox propuso, sin mostrar la
estrategia para hacerla posible, que la regin norteamericana se constituyera
en una zona de absoluta libertad de trnsito de bienes, servicios y personas
mediante acuerdos especficos, y que se encaminara a disponer de una moneda
comn. El planteamiento ha sido bautizado como Iniciativa para Norteamrica,
en la que no se hizo visible la voluntad de los socios comerciales de Mxico
para otorgarle viabilidad. En este punto, la agenda propuesta por Derbez incluy
cuatro aspectos:
Reitero que negociamos un Tratado de Libre Comercio, no una unin aduanera, mucho
menos un mercado comn. Por esta razn, Mxico conservar intacta su soberana co-
mercial en relacin con otros pases. Mxico se reserva, as, el derecho de establecer el
rgimen comercial, frente a pases no miembros del tratado, que mejor convenga a sus
intereses (Secofi, 1992: 63).
Por ello, sin duda, se promueve una unin aduanera a la que se le llama de
otro modo: en lugar de hablar de homologacin o igualacin arancelaria, se emplea
el eufemismo de armonizacin arancelaria (Gazol, 2004a: 28). En todo caso, las
implicaciones de esta posibilidad de establecimiento de la UA de Amrica del
Norte no son menores, tanto en relacin con los pases con los que, especialmen-
te, Mxico y Estados Unidos tienen celebrados acuerdos de libre comercio (para
efectos de la probable UA, terceros pases), como en relacin con el impacto sobre
la recaudacin fiscal, los ingresos que derivan por impuestos al comercio exterior,
en momentos en los que la penuria fiscal de Mxico no aconsejara ninguna reduc-
cin de los ingresos.
Para el principal negociador mexicano del tlcan, Jaime Serra Puche, la alter-
nativa viable y plausible era una profundizacin del mismo instrumento, que se
alcanzara abordando los siguientes elementos:
El 23 de marzo de 2005 los Jefes de Estado de Amrica del Norte dieron a conocer
oficialmente la iniciativa para construir la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de
Amrica del Norte (aspan) y anunciaron su compromiso de trabajar sobre dos agendas
paralelas, la de seguridad y la de prosperidad. En la Agenda para la Seguridad se incluyen
temas como proteccin de Amrica del Norte contra amenazas externas, prevencin y
respuesta a amenazas dentro de Amrica del Norte y el aumento en la eficiencia del flujo
seguro de trnsito bajo riesgo a travs de nuestras fronteras compartidas. En la Agenda
para la Prosperidad aparecen temas como el aumento de la productividad, la reduccin
de los costos del comercio, la mejora en la calidad de la vida (Gazol, 2005: 446).
Conclusiones
El texto de Moreno y Ros (2010: 24-25) ya citado propone las variables explicativas
del bajo crecimiento econmico mexicano, a partir de: a) la reduccin del gasto
pblico; b) la carencia de poltica industrial; c) un tipo de cambio real apreciado y
d) la no disponibilidad de una verdadera intermediacin financiera.
En el marco de un prolongado debate sobre los derroteros plausibles del
crecimiento econmico, tres decisiones ya no tan recientes parecen haber
llegado para quedarse y, en general, se encaminan al establecimiento preferente
Fuentes
Banco de Mxico
Vv. Aa. Informes anuales. Mxico: Banco de Mxico.
cepal
2012 Cambio estructural para la igualdad. Una visin integrada del desarrollo.
Santiago de Chile: cepal.
Esquivel, Gerardo
2010 De la estabilidad macroeconmica al estancamiento estabilizador: el pa-
pel del diseo y la conduccin de la poltica econmica, en Nora Lustig,
coord., Crecimiento econmico y equidad, vol. 9. Mxico: El Colegio de
Mxico (Los grandes problemas de Mxico).
Fishman, Ted
2006 China S. A. Cmo la nueva potencia industrial desafa al mundo. Mxico:
Mondadori.
Gutirrez-Haces, Teresa
2004 La inversin extranjera directa en el tlcan, Economa unam, no. 3 (sep-
tiembre-diciembre): 30-52.
Huntington, Samuel
2004 Quines somos? Los desafos de la identidad nacional estadunidense. Mxico:
Paids (Estado y sociedad, 122).
Ibarra, David
2005 Ensayos sobre economa mexicana. Mxico: fce.
Krugman, Paul R.
1994 Vendiendo prosperidad. Mxico: Ariel.
Low, Patrick
1996 Prlogo, en Mara Elena Cardero, coord., Qu ganamos y qu perdimos
con el tlc. Mxico: Siglo xxi/Colegio de Ciencias y Humanidades, unam.
Papademetriou, Demetrios
2003 El cambio de expectativas en el libre comercio y la migracin, en John J.
Audley et al., eds. La promesa y la realidad del tlcan. Lecciones de Mxico
para el hemisferio. Nueva York: Carnegie Endowment for International
Peace.
Ros, Jaime
2014 Cmo salir de la trampa del estancamiento. Mxico: mimeo.
Rubio, Luis
1994 Cmo va a afectar a Mxico el Tratado de Libre Comercio? Mxico: fce.
Secofi
1994 Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte. Texto oficial. Mxico:
Miguel ngel Porra.
Secretara de Economa
s.f. Informacin estadstica y arancelaria, en <www.economia.gob.mx>.
Stiglitz, Joseph E.
2006 Cmo hacer que funcione la globalizacin. Mxico: Taurus.
Weintraub, Sidney
1997 El tlc cumple tres aos. Mxico: fce.
Introduccin
relacin de Mxico con ese pas, vale la pena aclarar que ste tambin tiene una visin de la inmigra-
cin en su propio territorio, como una cuestin interna que no pone a consideracin de sus vecinos.
Puede negociar acuerdos y proyectos, pero no su poltica migratoria tal cual, como se constat en el
proceso de negociacin de la Ley de Migracin Mexicana puesta en marcha a fines de 2012.
2 La propuesta 187 de California fue una de tipo legislativo presentada para las elecciones de Cali-
fornia de 1994 y negaba a los inmigrantes indocumentados servicios sociales, servicios mdicos y
educacin pblica. Muchas personas y organizaciones estuvieron involucradas en promoverla. Fue
presentada por el asamblesta Dick Mountjoy (Republicano de Monrovia, California) como la inicia-
tiva Save Our State (Salvemos nuestro estado). Fue aprobada con una votacin del 59 por ciento,
pero fue revocada por una corte federal.
3 La ley iirira (por sus siglas en ingls) fue aprobada por el Congreso estadunidense y promulgada por
el presidente William Clinton el 20 de septiembre de 1996.
4 Se trataba de un periodo en que se dio un nivel de dilogo sin precedentes entre las cpulas del
poder en Estados Unidos y Mxico, que podra haber llevado, segn se especul entonces o tal vez
simplemente se dese, a una reforma migratoria integral de amplio beneficio para los millones de
mexicanos radicados en ese pas. La enchilada completa fue la manera coloquial en que se llam a
la propuesta mexicana para una poltica migratoria deseable.
5 Distinta en el sentido de documentar a un nmero potencialmente elevado de personas sin docu-
Cuadro 1
Leyes e iniciativas antiinmigrantes
de los ltimos aos en Estados Unidos
7 De acuerdo con el inegi (2012), un 59.1 por ciento de la poblacin mexicana pertenece a la clase
baja, que equivale a 66.4 millones de personas, en tanto que 1.7 por ciento compone la clase alta,
1340 000 personas aproximadamente. Cuestionar las razones estructurales de la migracin implica-
ra una decidida postura para modificar la situacin de pobreza, lo que no parece resultar convenien-
te para la elite en el poder que se beneficia enormemente de la desigualdad econmica nacional.
8 El 17 de noviembre de 1993 se firm el tlcan entre Mxico y Estados Unidos, el cual exclua toda
9 Para
conocer la cantidad de vericuetos que ha pasado este proceso de ampliacin de derechos pol-
tico electorales para los mexicanos fuera del pas vase Caldern (2010).
10 Informacin obtenida del Sistema Integral de Administracin Consular y del Sistema Integral de
hace que cualquier programa impacte a una cantidad de personas que sobrepasa la
poblacin total de muchos pases.11
Pero, lejos de apologas, la pregunta pertinente es qu estaba detrs de este
inters del Estado mexicano por una poblacin que, en el fondo, ante su incapaci-
dad de generar condiciones dignas de vida oblig a que buscaran en la emigracin
una opcin de vida mejor? Ms que una actitud ingenua, cabe ubicar razones
pragmticas para entender esta poltica de vinculacin que trasciende las fronteras
geogrficas. Se identifican al menos cuatro factores que explican que el gobierno
mexicano buscara mantener esta relacin, especialmente durante las dcadas de
los ochenta y noventa:
11 Me refiero a pases como Uruguay, Cuba, Portugal, por citar tres ejemplos, para los que la experien-
cia mexicana en vinculacin con su dispora es realmente abrumadora.
12 El propio Fox abri la Oficina de Atencin a Migrantes, directamente bajo su mando. Nombr a Juan
Hernndez (mxico-estadunidense de tendencia republicana) como su encargado, quien impuls
varias iniciativas sin mayor xito o trascendencia.
13 Fox realiz campaas yendo a la frontera norte de Mxico a recibir personalmente a las caravanas de
mexicanos que suelen regresar al pas para pasar las vacaciones navideas. El gesto, indudablemente
populista, marca tambin una actitud nunca antes vista en presidente mexicano alguno.
14 Y ms all del estereotipo, la realidad es que durante dcadas en Mxico se deca que la poltica de
la migracin era la no poltica o la del avestruz, porque era un tema que simplemente se omita de la
agenda poltica nacional.
15 Los chicanos son una comunidad mexicana en Estados Unidos poltica y socialmente segregada.
campesino, eran acusados de exhibir la pobreza nacional ante los ojos del exterior,
por eso eran vilipendiados, maltratados en su imagen, no reconocidos ni incluidos
en los planes de la nacin. Sin llegar a ser considerados traidores,16 su migracin se
consideraba una especie de negacin de su origen patrio, y de ah que, socialmente
hablando, representaran la anttesis de lo que se esperaba debera ser un mexicano
tradicional, especialmente en el periodo en que el nacionalismo imperaba el dis-
curso social y poltico general.
Con este proceso como referente, la transicin poltica electoral encabezada por
Vicente Fox gir hacia el extremo opuesto, ya que se pas de la negacin a la apolo-
ga. As, mientras los migrantes, que como grupo del conjunto social mexicano ha-
ban sido socialmente ignorados y menospreciados durante dcadas, a partir de ese
gobierno (2000-2006) se volvieron, en el discurso presidencial hroes de la patria,
apelativo justificado por su nmero (el 10 por ciento de la poblacin nacional), ca-
pital poltico, fuente de divisas va remesas e inversin directa en sus comunidades.
Como conjunto, los migrantes pasaron de la invisibilidad a la exaltacin excesiva de
sus cualidades que tiene el mismo efecto que su negacin: simplemente no son
crebles. Gallarda, valenta, arrojo, inventiva, decisin son algunos de los valores con
que se empez a describir a los mexicanos que alguna vez haban mudado de pas
(Durand, 2005: 15-33; Lozano, 2005: 41-58). Este cambio de discurso no implica
que el imaginario se modificara inmediatamente por decreto presidencial, pero s
gener en la sociedad mexicana una nueva forma de interpretar la opcin migratoria,
al mismo tiempo que dio elementos al Estado mexicano para instrumentar nue-
vos discursos, programas, reglamentaciones y leyes para generar una nueva relacin
poltico-administrativa con quienes radican en el extranjero. En palabras de Vicente
Fox, se trataba de reconocer en los migrantes la extensin de la nacin mexicana
ms all de sus fronteras.
En este contexto, nuevos programas nutrieron el esfuerzo de vinculacin ofi-
cial con la dispora. En 2003, el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (ime)
puso en marcha su propio consejo consultivo, que intentaba ser un rgano de ase-
sora de temas concernientes a la comunidad mexicana y mxico-estadunidense ra-
dicada en el extranjero. Si bien su papel meramente consultivo limita la capacidad
de incidencia en la toma de decisiones, impuls demandas o avance de procesos.
Pese a eso, ha resultado un mbito de gran inters poltico para distintos sectores
de mexicanos en Estados Unidos y Canad que han empezado a participar en
(incluso a disputar) puestos de ese consejo de una manera muy abierta.17 Se han
18 Iniciativa de reforma migratoria que ofrece no deportar a estudiantes indocumentados que hubieran
llegado a suelo estadunidense siendo menores de edad, sino acogerlos y darles acceso a la ciudadana
de ese pas. Se calcula que casi un milln de personas son candidatas a beneficiarse con esta reforma.
19 La generacin 1.5 define a los nacidos en el exterior, pero asentados en el pas al que emigraron
antes de los doce aos. La distincin se da respecto de la segunda generacin, que son los hijos de
padre o madre extranjero nacidos en el pas al que emigraron sus padres.
20 La seguridad, el narcotrfico, el comercio, el medio ambiente, el intercambio cultural son algunos
pas, al mismo tiempo, dada la postura de ver a la migracin como un tema inter-
no (en ambos pases), no se han dado condiciones para negociaciones, acuerdos y
definiciones de inters mutuo si las hubiera en el campo de lo migratorio. Pero,
adems, y en un plano ms estructural, dado que la migracin se concibe como el
escenario en que una economa busca maximizar sus ganancias a travs de la explo-
tacin extrema de la mano de obra precaria, apoyndose en una elite que, como en
el caso de la mexicana, se beneficia enormemente de la exportacin de dicha mano
de obra, tan slo con reducir la presin ante la carencia de movilidad social, de
acceso a servicios sociales, educativos, de salud, de diversificacin del mercado la-
boral que el pas de origen no les ofrece, entonces la negociacin bilateral ocupa un
lugar mucho menos importante para entender los desafos que la migracin impone
y que llegan, en ocasiones, a convertirse en poltica pblicas que efectivamente
logran resolver demandas sociales o problemas estructurales como la desigualdad
(pnud, 2013; ocde, 2013).
La demografa migratoria
Migracin de retorno
21 Tal como lo seala el informe Servicios de Estudios Econmicos de la Fundacin bbva (2012: 13).
Al respecto, el principal consenso en las investigaciones es que la tendencia creciente en el flujo
migratorio mexicano iniciada principalmente desde la dcada de los noventa se detuvo. Incluso al-
gunas estimaciones muestran que en el caso de la poblacin mexicana indocumentada la poblacin
ha disminuido. Para el periodo 2007-2010 las cifras del Pew Hispanic Center indican una reduccin
de alrededor de quinientas mil personas, mientras que las del Department of Homeland Security
sugieren una reduccin de poco ms de trescientas mil (Caldern, 2012: 37).
22 Tal como lo seala el informe de la Fundacin bbva Bancomer (2012: 13). Para el periodo 2007-2010
las cifras del Pew Hispanic Center indican una reduccin de alrededor de quinientas mil personas,
mientras que las del Department of Homeland Security sugieren una reduccin de poco ms de tres-
cientas mil.
23 Que puede ser un retorno como resultado temporal de la crisis econmica en Estados Unidos y no
pues, el retorno masivo, por deportacin inminente, para evitar la zozobra de ser
deportado y, por tanto, separado abruptamente de sus familiares, o por el desem-
pleo que no se recuper del todo en el sector de servicios y la construccin. Este
proceso ha provocado una nueva problemtica para Mxico, principalmente en
ciertas regiones del pas. Esto es, con el retorno de cientos de miles que han re-
gresado en distintas categoras, condiciones y posibilidades, las instituciones han
sido rebasadas al tratar de responder a la demanda de reinsertar favorablemente
a sus propios ciudadanos. Si consideramos que hay una tendencia generalizada a
que los migrantes no necesariamente regresan al pueblo del que son originarios,
sino probablemente a una ciudad mediana cercana, se multiplican las necesi-
dades de acceso a servicios e incluso a documentos de identidad por lo que se
vuelve un viacrucis conseguirlos al llegar a Mxico. En el caso de esta migracin
forzada que retorna, pesan adems las historias de duelo profundo de quienes
buscan desesperadamente volver para encontrarse con sus hijos, las decisiones dif-
ciles de dejarlos en Estados Unidos, pensando en que tendrn ms oportunidades,
o traerlos a Mxico, donde los nios, al igual que sus padres, deben enfrentar el
dilema de regresar a un pas que los maltrata. Lo central es que, pese a este cua-
dro altamente documentado, fotografiado, reportado y hecho pelcula, el gobierno
mexicano no ha estructurado programas emergentes que faciliten la reintegracin
a quienes, en promedio, han vivido diez aos fuera del pas.
Por ejemplo, en las escuelas los nios llegan a ser asediados por sus compa-
eros a quienes no se les explica la situacin (como programa de contencin casi
elemental) y, por tanto, injustificadamente, algunos pueden a actuar cruelmente
con los nuevos chicos del barrio. Muchos han sufrido hostigamiento por sus cos-
tumbres, su manejo a veces limitado del espaol o porque los cdigos sociales de
las escuelas mexicanas difieren respecto de las estadunidenses, donde muchos
de estos nios estudiaban antes de volver al pas de sus padres.
Las autoridades escolares no ayudan mucho tampoco, ya que suelen complicar
cualquier proceso de inscripcin o revalidacin al poner trabas burocrticas infran-
queables. Ante esta emergencia, no se han establecido polticas especficas para
enfrentar una situacin que, si bien desbord la dinmica local en algunas partes,
tampoco ocurri de la noche a la maana, sino que se gest a lo largo de varios aos
(Ramos, 2013).
El universo de retornados es tan amplio como el propio universo de mexicanos
que emigr. Estudiantes universitarios que vieron truncada su formacin (llama-
dos dreamers), familias separadas e hijos retenidos por el Estado (en este caso el
estadunidense) que supone que la custodia de un nio ciudadano estadunidense
la tiene dicho organismo y no sus padres, la falta de acceso a condiciones ele-
mentales para reiniciar la vida en el pas y el temor ante la situacin de violencia,
extorsin y miedo que encuentran al volver a comunidades otrora seguras que
dejaron por pobreza.
Este panorama demanda una postura institucional, ya que luego de varios
aos seguidos de mexicanos que retornan al pas no hay todava soluciones y tal pa-
recera que la apuesta estatal es que, con la aprobacin de la reforma migratoria en
Parte del liderazgo de toda superpotencia tiene que ver con la percepcin que de
ella se tiene a nivel mundial. Opiniones favorables, por un lado, sobre su sistema
poltico, econmico, cultural y de justicia son elementos que destacan en el ima-
ginario colectivo global sobre lo que es un pas como Estados Unidos. Por el otro,
las visiones negativas sobre su intervencionismo diplomtico y militar, su posicin
moralizante respecto de los otros y nunca sobre s mismos, y su actitud de rbitro
y juez del mundo sustentada en sus orgenes histricos ya lejanos, pero vigentes
en su actuar, son todos y cada uno puntos nodales que construyen su liderazgo y
preservan su hegemona, pero tambin, paradjicamente, la desgastan.
El tema de la migracin cruza prcticamente todos y cada uno de los puntos
ya sealados porque, al ser el pas con la ms alta presencia de extranjeros, la
manera como se gestiona el proceso migratorio revela las diversas facetas del dis-
curso y actuar poltico estadunidenses contemporneos. As, no podemos negar la
retrica que enaltece sus valores fundacionales y se presenta ante el mundo como
Fuentes
Durand, Jorge
2005 De traidores a hroes en polticas emigratorias en un contexto de asime-
tra de poder, en Ral Delgado Wise y Beatrice Knerr, coords., Contri-
buciones al anlisis de la migracin internacional y el desarrollo regional.
Mxico: Miguel ngel Porra/Universidad Autnoma de Zacatecas.
El Universal
2011 Abandonadas 76 mil viviendas en Jurez, 17 de enero.
Farah, Mauricio
2012 Cuando la vida est en otra parte. La migracin indocumentada en Mxico
y Estados Unidos. Mxico: Miguel ngel Porra.
Lozano, Fernando
2005 De excluidos sociales a hroes sexenales. Discurso oficial y remesas en
Mxico, en Ral Delgado Wise y Beatrice Knerr, coords., Contribuciones
al anlisis de la migracin internacional y el desarrollo regional. Mxico:
Miguel ngel Porra/Universidad Autnoma de Zacatecas.
Maciel, David
1998 El bandolero, el pocho y la raza. Mxico: Conaculta/Siglo xxi.
Ramos, Dulce
2013 La traicin de Mxico: el desdn del Estado hacia el migrante que re-
torna, Animal poltico, 20 de agosto, en <http://www.animalpolitico.
com/2013/08/la-traicion-de-mexico/#axzz2n0ayxdLF>, consultada el 5
de enero de 2013.
Sin Fronteras
2010 Informe sobre la situacin de los derechos humanos de las personas migran-
tes y solicitantes de asilo detenidas en las estaciones migratorias de Mxico,
2007-2009. Mxico: Sin Fronteras.
Traux, Eileen
2013 Dreamers. La lucha de una generacin por su sueo americano. Mxico:
Ocano.