Educacion
Educacion
Educacion
FLACSO ARGENTINA
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
46
[email protected]
ISSN 1995- 7785
ARGENTINA
2016
Dossier
Neuroeducacin: Un panorama desde el puente,
por John T. Bruer.
Propuesta Educativa Nmero 46 Ao 25 Nov. 2016 Vol2 Pgs. 14 a 25
Neuroeducacin:
un panorama desde el puente1
JOHN T. BRUER*
en nuestras ideas acerca del diseo curricular, las prcticas pedaggicas y el mejoramiento de
los resultados escolares.
El Dr. Bruer ha sido Presidente de la Fundacin McDonnell (https://www.jsmf.org/) entre los aos 1986 y 2014.
Desde este rol inici diferentes programas innovadores, incluyendo el Programa McDonnel-Pew en Neurocien-
cia Cognitiva, el Programa de Estudios Cognitivos para la Prctica Educativa, y las becas McDonnell en Medicina
Molecular. Es autor de Schools for Thought: A Science of Learning in the Classroom [Escuelas para pensar: Una ciencia
del aprendizaje en el aula] (MIT Press, 1993) y The Myth of the First Three Years: A New Understanding of Early Brain
Development and Lifelong Learning [El mito de los tres primeros aos: Una nueva visin del desarrollo inicial del cere-
bro y el aprendizaje a lo largo de la vida] (Free Press, 1999; Paids, 2000). El Dr. Bruer tambin es Prof. Adjunto de
Filosofa en la Universidad de Washington en Saint Louis, Estados Unidos. Ha obtenido grados en Filosofa de la
Universidad de Wisconsin (B.A., 1971), de la Universidad de Oxford (B. Phil., 1974) y de la Universidad Rockefeller
(Ph.D., 1978). En el siguiente sitio se puede consultar una biografa completa del Dr. Bruer: https://www.jsmf.org/
about/john-bruer.htm
El argumento negativo ha tenido algunos resultados positivos tanto en los crculos dedicados a
la primera infancia como en el mundo de la educacin. Las infundadas extrapolaciones desde
las sinapsis hacia el aula que circulaban a mediados de los aos noventa, a las que se apuntaba
en Bridge, ahora son reconocidas como neuromitos, un trmino acuado por la Organizacin
para la Cooperacin y el Desarrollo Econmicos(OCDE)en su informe Understanding the Brain: 15
the Birth of a Learning Science [La comprensin del cerebro. El nacimiento de una ciencia del
aprendizaje] (OECD, 2002). Goswani y Pasquinelli profundizaron todava ms acerca de la persis-
tencia y los peligros de los neuromitos en la educacin (Goswani, 2004, 2006; Pasquinelli, 2012).
Creo que son dos las razones para este posible malentendido. El argumento en Bridge tiene un
alcance limitado. All slo se sostiene que tres hallazgos neurocientficos, populares entre los
educadores a mediados de la dcada de 1990 la sinaptognesis, los perodos crticos y el en-
riquecimiento del ambiente no apoyan los postulados que algunos educadores (y cientficos)
establecan acerca de las implicaciones que la ciencia del cerebro tena para la educacin. La
neurociencia es un campo muy extenso. La neurofisiologa del desarrollo es slo un sub-campo
dentro de este enorme esfuerzo de investigacin. Nada se deca en Bridge sobre las posibles
vinculaciones entre otras reas de la neurociencia con la educacin. El artculo nada afirmaba
sobre otras reas de la neurociencia porque de hecho a ellas no se las estaban impulsando
como pertinentes para el mbito de la educacin. Se centraba en las sinapsis, los perodos crti-
cos y los ambientes enriquecidos. Por este motivo, probablemente fui descuidado al usar el tr-
mino neurociencia sin hacer las debidas salvedades y consideraciones. En Bridge no se ofrecen
argumentos o evidencias de que la neurociencia sera siempre irrelevante para la educacin.
Bridge tampoco propone un argumento acerca de la imposibilidad de conectar la neurociencia
con la educacin. Algunos investigadores podran pensar que el puente entre la neurociencia
Si a mediados de los aos noventa la neurofisiologa del desarrollo no serva como ciencia b-
sica apropiada para la enseanza y el aprendizaje, a qu campo podran los educadores y los
investigadores en educacin recurrir para obtener un conocimiento bsico potencialmente til
y que adems estuviera disponible? Lo que en Bridge se propona a los educadores era que re-
sultaba mucho ms conveniente que mirasen en la direccin de la psicologa cognitiva. Esta se
encuentra y se encontraba bien conectada con la investigacin y con la prctica pedaggica. En
Bruer (2016) se muestra que dentro de las ciencias que estudian el aprendizaje, es la psicologa
cognitiva, y especficamente la investigacin sobre el funcionamiento de la memoria, la que
brinda la conexin ms prxima entre la NE y la investigacin educativa. Ms an, existen nu-
merosos ejemplos de cmo los hallazgos en psicologa han influido la prctica pedaggica y to-
dava pueden hacerlo (Bruer, 1994; National Research Council, 1999; McGilly, 1994). Un ejemplo
de ello es el aporte reciente de la psicologa cognitiva a la enseanza propuesto por Roediger y
colegas sobre el modo en que los exmenes mejoran la retencin (Brown, 2014).
En vez de aseverar que la neurociencia nunca sera pertinente para la educacin, en Bridge se
formulaba que la neurociencia cognitiva era la disciplina neuro ms promisoria a fin de pro-
ducir hallazgos relevantes en el campo de la educacin. Como ejemplo, en Bridge se cita un es-
tudio de potenciales evocados3 sobre el procesamiento de nmeros (Dehaene, 1996). Dehaene
todava no haba publicado el trabajo de imgenes acerca del conocimiento de los nmeros.
Una vez ms, debera considerarse el contexto histrico en el cual hice esta propuesta simplista.
En el ao 1988 apenas haban comenzado a organizarse las iniciativas de financiamiento espec-
ficamente dedicadas a la neurociencia cognitiva con la creacin del Programa McDonnell-Pew.
Los que con el tiempo se convertiran en artculos icnicos en esta disciplina, tales como el de
Posner y Petersen (1990) sobre los sistemas de atencin y el de Petersen y colegas (1988) sobre
el procesamiento de palabras simples, haban sido publicados slo algunos aos antes que Brid-
ge. La primera publicacin acerca de las posibles consecuencias de la neurociencia cognitiva en
la educacin fue el artculo de Byrnes y Fox del ao 1998. Incluso en este artculo no se discutan
las aplicaciones de la neurociencia cognitiva en la educacin (no exista ninguna de ellas), sino
ms bien las posibles consecuencias para la enseanza de la investigacin bsica de la atencin,
la memoria, la lectura y el conocimiento de los nmeros. El trabajo de Shaywitz y colegas sobre
la dislexia tampoco haba sido publicado todava (Shaywitz et al., 2002). La neurociencia cogni-
tiva estaba, en el mejor de los casos, en su primera adolescencia. El potencial que tena para la
investigacin en el campo de la educacin pareca obvio. La obtencin de imgenes cerebrales
nos permita estudiar los correlatos neurales de las funciones cognitivas ms complejas y perti-
El hecho de que existiese una slida base de conocimientos psicolgicos pertinentes para el
mbito de la educacin junto a la promesa de la neurociencia cognitiva en el estudio de las
funciones cognitivas complejas, dieron lugar a una propuesta de orden prctico. En Bridge se
propona una estrategia de investigacin de dos puentes:
Si no podemos construir el puente entre la neurociencia y la educacin, pero nos interesa saber
cmo la estructura cerebral sostiene la funcin cognitiva, podemos seguir una estrategia ms espe-
ranzadora que implica atravesar de lado a lado dos puentes que ya existen. El primero, conecta la
prctica educativa con la psicologa cognitiva y, el segundo, a esta ltima con la ciencia cerebral.
Por supuesto, en esta cita la neurociencia debe ser comprendida como neurofisiologa del
desarrollo, el rea de la neurociencia que en ese momento era considerada ms pertinente para
la educacin. Tambin debemos leer que ese no podemos expresa el estado de posibilidades
existente en el ao 1997, y no
como una aseveracin de que
es lgicamente imposible vin-
cular esos campos.
campos. Incluso podra leerse que implica que las teoras cognitivas poseen cierta primaca me-
todolgica. Huelga decir que esta ha sido una hiptesis de trabajo viable y altamente exitosa.
Por lo tanto, mi propuesta era simple: los modelos cognitivos pueden contribuir con las inter-
venciones educativas identificando las operaciones constitutivas necesarias para obtener resul-
tados positivos en el dominio escolar, y apuntando a esos componentes a fin de contribuir con
la enseanza. Por ejemplo, tener en consideracin la importancia de la capacidad para com-
parar magnitudes numricas para aprender aritmtica elemental y los materiales curriculares
elaborados para desarrollar esa habilidad (Griffin, 2009). La psicologa cognitiva desarrolla y
perfecciona esos modelos usando informacin conductual. Los modelos cognitivos son el pun-
to de partida para la neurociencia cognitiva. A modo de ejemplo, tmese el uso que Dehaene
hace de la tarea de comparacin numrica en su estudio de potenciales evocados. Los datos de
neuroimgenes resultaban prometedores en la presentacin de la informacin cerebral para
as desarrollar, mejorar y refinar an ms estos mismos modelos. Por consiguiente, una estrate-
gia razonable sera tener en cuenta tanto la informacin sobre las conductas como la cerebral
para mejorar los modelos cognitivos pertinentes para la enseanza y el aprendizaje.
Qu impresin se tiene de esta propuesta prctica veinte aos despus? La NE en gran medida
se ha convertido en neurociencia cognitiva educacional. En Blakemore y Frith (2000), uno de los
primeros intentos acadmicos de presentar las ventajas de la NE a los responsables de disear
polticas y a los ciudadanos en general, se adverta acerca de los peligros que conllevaban los
18 neuromitos y se deca que la ciencia del cerebro estara preparada en breve para realizar inves-
tigaciones sobre la enseanza y el aprendizaje a travs de la psicologa cognitiva. Blakemore y
Frith vean a la neurociencia cognitiva como una de las reas principales de la ciencia cerebral
que tena consecuencias para la educacin; y consideraban a la psicologa cognitiva como una
disciplina mediadora entre la ciencia cerebral y la ciencia del comportamiento4. Muchas otras
reseas de la investigacin en NE identifican tambin que sta forma parte de la neurociencia
DOSSIER / ENTREVISTA / ARTCULOS / RESEAS
cognitiva, como por ejemplo las de Goswani (2004, 2006), Ansari y Coch (2006) y Varma y cole-
gas (2008). Ms recientemente, Howard-Jones y colegas afirmaron:
De forma similar, Gabrieli (2016) define a la NE como la rama de la neurociencia cognitiva que
atiende la funcin y la estructura cerebral asociada con la educacin.
Figura 1. Ncleo de la red de citaciones cruzadas de la literatura de la NE entre los aos 1997 y 2015.
Esta red tiene una estructura interesante. Ntese que ocho de los nueve artculos conectados
con Bruer (1997), son trabajos que examinan los mritos y desmritos, las promesas y los obst-
culos de los intentos de aplicar la investigacin neurocientfica a la educacin. La mayora de los 19
artculos presenta una argumentacin a favor de la importancia y el desarrollo futuro de la NE:
Byrnes y Fox (1998); Fischer et al. (2007); Goswani (2004, 2006); Hinton y Fischer (2008); Immordi-
no-Yang (2007) y Willinghan y Lloyd (2007). Stern (2005) corresponde a un artculo editorial que
critica aspectos del esfuerzo de integracin de la NE. Weisber y otros (2008), presentan informa-
cin acerca de cmo la evidencia neurocientfica afecta la valoracin de las explicaciones psico-
Por lo tanto, en el ncleo de esta literatura existe la tendencia a encontrar artculos relacionados
con el propio campo de la NE, antes que artculos que brinden informacin sobre resultados
especficos de la NE. Los artculos que dan cuenta de la investigacin en neurociencia cognitiva
aparecen prximos a este ncleo, como modelos. En la actualidad, parecera que la literatura
en el ncleo de la NE es ms una meta-literatura que literatura de investigacin propiamente
dicha. Se trata de una literatura que tiene como preocupacin central definir a la NE, y declarar
sus objetivos y su potencial, ms que presentar a la investigacin que aborda problemas edu-
cativos.
seanza. Bishop clasifica los ejemplos que suele presentar la NE en tres categoras: (1) ejemplos
en los que los hallazgos en psicologa se aplican a la educacin, pero en los que la ciencia del
cerebro es prescindible; (2) hallazgos interesantes de la neurociencia, pero cuya aplicacin en la
educacin es discutible; y (3) resultados neurocientficos que tienen potencialidad de aplicacin
en la educacin pero que falta al menos una dcada para que puedan ser puestos en prctica.
Un posible ejemplo de la primera categora es la afirmacin de que la informacin proveniente
de las neuroimgenes puede utilizarse como criterio para clasificar trastornos o alteraciones
del desarrollo, lo cual es una cuestin problemtica (Tanaka et al., 2011). Los escpticos de la NE
sealan que hace 25 aos ya se estableci este tipo de categorizaciones de manera concluyente
en base a informacin conductual. Por supuesto, la informacin de las neuroimgenes corrobo-
ra los hallazgos conductuales. Los neuromitos se encuentran dentro de la segunda categora.
La sinaptognesis del desa-
rrollo es un resultado neuro-
cientfico interesante, pero
sus implicaciones en la edu-
cacin son, en el mejor de
los casos, muy discutibles.
Para Bishop, los estudios
que emplean informacin
del cerebro para diagnos-
ticar futuros problemas de
aprendizaje pertenecen a la
tercera categora.
Sin embargo, los investigadores en NE tambin tienen una respuesta a esta crtica: para ellos
la NE no es una ciencia aplicada, al menos no todava, sino una ciencia bsica que puede con-
tribuir a la investigacin bsica en educacin, pero no necesariamente contribuir de forma di-
recta a la enseanza en el aula. Tanto Gabrieli (2016) como Howard-Jones y colegas (2016), son
explcitos en su punto de vista: la NE es para ellos un sub-campo dentro de la ciencia bsica de
la neurociencia cognitiva humana. Su propsito es elucidar las estructuras y las funciones cere-
brales asociadas con la educacin. En Howard-Jones y otros (2016), se afirma que al presente la
Una caracterstica interesante de los intercambios recientes, es que los defensores de la NE tien-
den a invocar otro tipo de ejemplos. Los ms arraigados histricamente -que se muestran en la
Figura 1-, corresponden a las investigaciones sobre dislexia y procesamiento de nmeros en las
que se descubrieron correlatos neurales entre las habilidades de la lectura y las habilidades nu-
mricas. Los ejemplos ms recientes que sobresalen en los intercambios de Bishop y Bowers, co-
rresponden a estudios que utilizan las neuroimgenes para predecir trastornos del aprendizaje
o las respuestas de los estudiantes a la enseanza. Los artculos citados con mayor frecuencia
son los de Hoeft y otros (2007, 2011). La emergencia de estos ejemplos podra sealar un cambio
en el tipo de investigaciones bsicas que los investigadores en el campo de la NE consideran
ms prometedor para su aplicacin. Los investigadores de la NE parecen haber reconocido que
el simple hecho de encontrar correlatos neurales de las funciones cognitivas podra no con-
ducir a aplicaciones de utilidad. Como se sostiene en Gabrieli (2016), la simple caracterizacin
de correlatos cerebrales de las operaciones mentales o incluso la neuroplasticidad asociada con las
intervenciones pedaggicas no brinda una pauta para la enseanza en el aula. El uso de marcado-
res neurales para hacer diagnsticos puede ser un camino prometedor para la aplicacin de la
investigacin bsica de la NE a los problemas en la enseanza en los aos venideros. En el pre-
sente, los investigadores en NE reconocen que los diagnsticos no conducen necesariamente a
propuestas teraputicas y de rehabilitacin concretas.
21
Estos ejemplos de diagnsticos basados en marcadores neurales, tambin han sido criticados
porque la evidencia se basa en estudios con muestras reducidas y grupos control que no son
adecuados (para una discusin y referencias adicionales al respecto, vase Bishop, 2014). Sin em-
bargo, las debilidades de estos estudios pueden ser remediadas en investigaciones futuras, por
lo que no menoscaban necesariamente el uso conjunto de medidas neurales y de la conducta
A pesar de que pueden sealarse algunas reas de acuerdo entre los defensores y los adver-
sarios de la NE, sigue existiendo una tensin subyacente. Esta tensin surge del hecho de que
la NE es un sub-campo de la neurociencia cognitiva. En su condicin de sub-campo, la NE est
abierta a las crticas que se le dirigen a la neurociencia cognitiva en general. Algunos siguen
siendo escpticos con relacin a cmo la informacin neural acota o restringe la produccin
terica en psicologa. En Byrnes y Fox (1998) se argumenta que las teoras cognitivas deberan
estar circunscriptas por lo que efectivamente sabemos sobre la estructura y la funcin del cere-
bro. Sin embargo, all no se especifica cules podran ser tales acotamientos. Stanovich (1998),
en su respuesta a Byrnes y Fox, en principio no estaba en desacuerdo con la postura de estos
autores; pero s cuestionaba cun fuertemente la neurofisiologa acotaba la teorizacin en psi-
cologa. En el ao 1998, l senta que tales acotamientos eran bastante dbiles.
Otro de los postulados acerca de los acotamientos neurales aparece en el intercambio entre
Bishop y Bowers. En respuesta a Bishop, Michael Thomas tambin sostiene que la psicologa
tiene un lmite en su capacidad de incidir en la educacin, porque no est suficientemente
influenciada por la implementacin de los lmites impuestos por el nivel de anlisis neural en
trminos de qu cmputos son fciles de realizar para el cerebro. Sin embargo, Thomas no ofre-
ce ejemplos de esos clculos. En respuesta a Bowers, Howard-Jones y colegas (2016) afirman
que el modo en que el cerebro desarrolla y opera acota las explicaciones psicolgicas relevantes
para la educacin. A pesar de ello, los autores tampoco citan ejemplos especficos. S citan a un
trabajo de Mareschal y otros (2013), un manual reciente de NE, en apoyo de su afirmacin, la cual
propone que los captulos en ese volumen proveen ejemplos de cules son esos acotamientos
22 y cmo operan.
Podemos estar de acuerdo con que es aconsejable que en el estudio de la cognicin y la edu-
cacin se incluyan todos los niveles de anlisis y todas las fuentes de informacin. Podemos
concordar con Howard-Jones y otros (2016) con que los investigadores en NE admiten que el
puente desde la neurociencia hacia la prctica educativa es indirecto y complejo. No obstan-
DOSSIER / ENTREVISTA / ARTCULOS / RESEAS
te, sera conveniente tener ms informacin sobre los sesgos, las curvas y los desvos en esta
ruta, y saber cmo los acotamientos neurales ayudan a guiar el recorrido.
La respuesta prctica a las afirmaciones sobre los acotamientos neurales ha sido para asegurar
que todas las fuentes de informacin sean aprovechadas a fin de hacer avanzar la neurociencia
cognitiva, la NE y la educacin. La repuesta prctica ha sido declarar una tregua. Podra soste-
nerse que la implementacin neural acota la cognicin como otra hiptesis de trabajo de la
neurociencia cognitiva; esto puede aceptarse, rechazarse o pueden buscarse mayores precisio-
nes. Las investigaciones revelarn el poder y la utilidad de esta hiptesis de trabajo. No obstan-
te, es esta hiptesis de trabajo heredada de la neurociencia cognitiva la que enciende el actual
debate sobre la promesa a futuro de la NE.
Conclusin
En Bridge se presentaban un argumento negativo y dos proposiciones positivas. El argumen-
to negativo ayud a los educadores a reconocer la existencia y el peligro de los neuromitos.
La proposicin de que la psicologa cognitiva ofrece una base de conocimientos con la cual
mejorar los resultados educativos era cierta en el ao 1997 y sigue sindolo en la actualidad.
En Bridge se propona que la neurociencia cognitiva era un campo promisorio para vincular la
ciencia del cerebro con la educacin. La NE se ha convertido en un sub-campo de la neurocien-
cia cognitiva humana. Como sub-campo de la neurociencia cognitiva, la NE tiene las mismas
fortalezas y debilidades que su disciplina madre.
Bibliografa
Anderson, J.R. (2002), Spanning seven orders of magnitude: a challenge for cognitive modeling, in
Cognitive Science, 26, pp. 85-112.
Ansari, D. & Coch, D. (2006), Bridges over troubled waters: Education and cognitive neuroscience, in
Trends in Cognitive Science, 10, pp. 146-151.
Blakemore, S.J. & Frith, U. (2000), The Implications of Recent Developments in Neuroscience for Research on
Teaching and Learning, London, Institute of Cognitive Neuroscience.
Blakemore, S.J. & Frith, U. (2005), The Learning Brain: Lessons for Education, in Developmental Science,
8, pp. 787-796.
Bowers, J.S. (2016), The practical and principled problems with educational neuroscience, in Psycholo-
gical Review, 123, pp. 600-612.
Brown, P.C.; Roediger, H.L. & McDaniel, M.A. (2014), Make It Stick: The Science of Successful Learning, Cam-
bridge (MA), Belknap Press.
Bruer, J.T. (1994), Schools for Thought, Cambridge (MA), MIT Press.
Bruer, J.T. (1997), Education and the brain: A bridge too far, in Educational Researcher, 26, pp. 4-16.
Bruer, J.T. (1999), The Myth of the First Three Years, New York, Free Press.
Bruer, J.T. (2016), Where is educational neuroscience?, in Educational Neuroscience, 1, pp. 1-12.
Byrnes, J.P. & Fox, N.A. (1998), The educational relevance of research in cognitive neuroscience, in Edu-
cational Psychology Review, 10, pp. 297-342.
Coltheart, M. (2006), What has functional neuroimaging told us about the mind (so far)?, in Cortex, 42, 23
pp. 323-331.
Dehaene, S. (1996), The organization of brain activations in number comparison: Event related poten-
tials and the additive factors method, in Journal of Cognitive Neuroscience, 8, pp. 47-68.
Dehaene, S.; Piazza, M.; Pinel, P. & Cohen, L. (2003), Three parietal circuits for number processing, in
Fischer, K.W.; Daniel, D.B.; Immordino-Yang, M.H.; Stern, E.; Battro, A. & Koizumi, H. (2007), Why Mind,
Brain, and Education? Why Now?, in Mind Brain and Education, 1, pp. 1-2.
Gabrieli, J.D.E. (2016), The promise of educational neuroscience: Comment on Bowers, in Psychological
Review, 123, pp. 613-619.
Goswami, U. (2004), Neuroscience and education, in British Journal of Educational Psychology, 74, pp. 1-14.
Goswami, U. (2006), Neuroscience and education: from research to practice?, in Nature Reviews Neuros-
cience, 7, pp. 406-411.
Griffin, S. (2009), Learning Sequences in the Acquisition of Mathematical Knowledge: Using Cognitive
Developmental Theory to Inform Curriculum Design for Pre-K-6 Mathematics Education, in Mind Brain
and Education, 3, pp. 96-107.
Hinton, C. & Fischer, K.W. (2008), Research Schools: Grounding Research in Educational Practice, in
Mind Brain and Education, 2, pp. 157-160.
Hoeft, F.; McCandliss, B.D.; Black, J.M, et al. (2011), Neural systems predicting long-term outcome in
dyslexia, in PNAS, 108 (1), pp. 361-366.
Hoeft, F.A.M.; Hernndez, A.; Juel, C.; Taylor-Hill, H.; Martindale, J.L.; Galena, G.M., et al. (2007), Functio-
nal and Morphometric Brain Dissociation between Dyslexia and Reading Ability, in Proceedings of the
National Academy of Sciences USA, 104, pp. 4234-4239.
Howard-Jones, P.A.; Varma, S.; Ansari, D.; Butterworth, B.; De Smedt, B.; Goswami, U., et al. (2016), The
principles and practices of educational neurosciene: Comment on Bowers, in Psychological Review, 123,
pp. 620-627.
Immordino-Yang, M.H. (2007), A tale of two Cases: Lessons for education from the study of two boys
living with half of their brains, in Mind Brain and Education, 1, pp. 66-83.
Mareschal, D.; Butterworth, B. & Tolmie, A. (eds.) (2013), Educational Neuroscience, Nueva York, Wiley &
Sons.
Mayer, R.E. (1998), Does the brain have a place in educational psychology, in Educational Psychology
Review, 10, pp. 389-396.
McGilly, K. (ed.) (1994), Classroom Lessons: Integrating Cognitive Theory and Classroom Practice, Cambrid-
ge (MA), MIT Press.
National Research Council (1999), How People Learn: Bridging Research and Practice, Washington D.C.,
National Research Council.
OECD (2002), Understanding the Brain: The Birth of a Learning Science, Paris, Organization for Economic
Cooperation and Development.
Pasquinelli, E. (2012), Neuromyths: Why Do They Exist and Persist?, in Mind Brain and Education, 6, pp.
89-96.
Petersen, S.E.; Fox, P.T.; Posner, M.I.; Mintun, M. & Raichle, M.E. (1988), Positron emission tomographic
studies of the cortical anatomy of single-word processing, in Nature, 331, pp. 585-589.
Posner, M.I. & Petersen, S.E. (1990), The attention system of the human brain, in Annual Review of Neu-
roscience, 13, pp. 25-42.
Posner, M.I.; Petersen, S.E.; Fox, P.T. & Raichle, M.E. (1988), Localization of cognitive operations in the
human-brain, in Science, 240, pp. 1627-1631.
24 Shaywitz, B.A.; Shaywitz, S.E.; Pugh, K.R.; Mencl, W.E.; Fulbright, R.K.; Skudlarski, P., et al. (2002), Dis-
ruption of posterior brain systems for reading in children with developmental dyslexia, in Biological
Psychiatry, 52, pp. 101-110.
Shore, R. (1996), Rethinking the Brain: New insights into early development, New York, Families and Work
Institute.
DOSSIER / ENTREVISTA / ARTCULOS / RESEAS
Sigman, M.; Pena, M.; Goldin, A.P. & Ribeiro, S. (2014), Neuroscience and education: prime time to build
the bridge, in Nature Neuroscience, 17, pp. 497-502.
Stanovich, K.E. (1998), Cognitive neuroscience and educational psychology: What season is it?, in Edu-
cational Psychology Review, 10, pp. 419-426.
Tanaka, H.; Black, J.M.; Hulme, C.; Stanley, L.M.; Kesler, S.R.; Whitfield-Gabrieli, S., et al. (2011), The brain
basis of the phonological deficit in dyslexia is independent of IQ, in Psychological Science, 22, pp. 1442-
1451.
Temple, E.; Deutsch, G.K.; Poldrack, R.A.; Miller, S.L.; Tallal, P.; Merzenich, M.M., et al. (2003), Neural defi-
cits in children with dyslexia ameliorated by behavioral remediation: Evidence from functional MRI, in
Proceedings of the National Academy of Science USA, 100, pp. 2860-2865.
Varma, S.M.; McCandliss, B.D. & Schwartz, D.L. (2008), Scientific and pragmatic challenges for bridging
education and neuroscience, in Educational Researcher, 37, pp. 140-152.
Weisberg, D.S.; Keil, F.C. & Goodstein, J. (2008), The seductive allure of neuroscience explanations, in
Journal of Cognitive Neuroscience, 20, pp. 470-477.
Willingham, D.T. & Lloyd, J.W. (2007), How Educational Theories Can Use Neuroscientific Data, in Mind
Brain and Education, 1, pp. 140-149.
Notas
1 La traduccin del ingls al espaol estuvo a cargo de Ian Barnett y Rodrigo Molina-Zavala; y la revisin
tcnica fue realizada por Sebastin Lipina.
4 En la actualidad, estos autores tienen un punto de vista diferente acerca del rol mediador de la psicolo-
ga cognitiva en la NE (vase Blakemore y Frith, 2005).
5 Ambos intercambios son de lectura obligada para quienes estn comprometidos con la NE y la investi-
gacin educativa.
6 http://www.sciencedirect.com/science/journal/00109452/42/3
25