Hitchcock, Alfred - Fue Un Crimen Maravilloso
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Hitchcock, Alfred - Fue Un Crimen Maravilloso
ALFRED HITCHCOCK
PRESENTA
FUE UN
CRIMEN
MARAVILLOSO
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ARGUMENTO
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RELATOS
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Prlogo
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para cada da de ese ao. Aquella jornada, en particular, deba evitar todo
contacto con personas que hubiesen estado cerca de Columbus, en el
Estado de Ohio, el da seis de agosto de 1945, fecha en la que se bombarde
Hiroshima. Sin pensarlo, le confes que yo era una de aquellas personas.
Por supuesto, esto dio por finalizada nuestra entrevista. El directivo se
zambull debajo de su escritorio gritando fin, negndose a seguir
tratando conmigo.
Al abandonar su oficina, me pareca que todo esto de la astrologa no era
ms que una bobada. Sin embargo, pronto fui persuadido de que tambin
poda ser peligroso. Por un amigo de Fred me enter de que ste haba
sufrido una terrible tragedia personal. Por lo visto, su esposa, a quien l
adoraba, al sacar por la maana la basura resbal al pisar una hoja hmeda
y se cay dentro del compresor de los desperdicios, quedando reducida al
tamao de un disco de goma de los que se utilizan en hockey sobre hielo.
Me imagino lo que esto significara para Fred, quien esperaba tener el mejor
de los das. Con esta preocupacin, era muy posible que se olvidara de que
su cabeza y cuello representaban una torre con mirador y fracasara en su
interpretacin del Empire State Building.
Como suele ocurrir en estos casos, una coincidencia da pie a la otra. El
siguiente directivo con el cual me entrevist, un caballero encargado de las
estampidas de ganado para las pelculas de vaqueros, tambin era un
creyente de la omnipotencia de los astros. Su horscopo le adverta
guardarse de los desconocidos misteriosos. Sabedor de mi relacin con los
enigmas y considerando algunos de ellos lo suficientemente extraos,
decidi no correr ningn riesgo. Insisti en llevar a cabo nuestra reunin
desde la seguridad que le otorgaba su cuarto de bao privado, con la
puerta cerrada de por medio.
Este obstculo hizo que la conversacin fuera casi imposible. Mientras yo
intentaba explicarle que haba solicitado la entrevista para instarle a que
mantuviera sus estampidas de ganado lejos de mi plato, una reconstruccin
del tocador de Catalina de Mdicis, l no dejaba de prometerme ms toros
y menos vaquillas. Finalmente decidimos posponer la reunin hasta el da
siguiente, en que los astros le presagiaban que aquel misterioso
desconocido no sera para l una amenaza.
Cuando estaba saliendo de la oficina del directivo, me enter de otros
infortunios que haba sufrido Fred. Mientras su esposa se encontraba en el
quirfano, donde la estaban estirando para que volviese a su tamao
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natural, al que tena antes del infeliz encuentro con el compresor de basura,
la casa comenz a incendiarse, y los bomberos, en un acceso de eficacia, la
redujeron a los cimientos. Encima de todo esto, su hija nica le telefone
informndole que se haba fugado con el percusionista de un grupo de
rock.
Al rato de enterarme de las nuevas, volv a tropezar con Fred. Sus ojos
tenan un aspecto vidrioso; pareca encontrarse en un estado de conmocin.
Me temo que yo actu como un crtico muy severo. En vez de consolarle, le
ech en cara el haber confiado su destino a los astros, hacindole ver que,
en lugar de hacerle encontrar la felicidad y el xito en cada aspecto de su
vida, como le haban predicho, aquel da slo haba padecido desgracia tras
desgracia.
Sin embargo, estaba en un error en cuanto a su estado. No era
conmocin, como me haba parecido, sino euforia.
Qu quieres decir con desgracia? me replic. Si he conseguido el
papel!
Fred era el hombre ms feliz de la Tierra.
Evidentemente, para los creyentes verdaderos, tanto la suerte como la
belleza se encontraban en una visin muy peculiar de la realidad. Para Fred
los astros le haban vaticinado con exactitud la suerte de aquel da.
Ahora, yo les propongo a todos los verdaderos creyentes y escpticos
que presten atencin a los siguientes relatos escalofriantes, con la seguridad
de que unos y otros se vern cautivados por su extraordinaria perfeccin.
ALFRED HITCHCOCK
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UNA MIRADA A LA MADRE NATURALEZA
FRANK SISK
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demostraban tener el seso suficiente como para salir fuera los das de lluvia.
Mi papato tena una manera muy graciosa de ver el asunto.
S, tendra que haberse dedicado al cine observ Waxy.
El ingenio de mi papato era bastante parecido a un desierto explic
el alguacil.
Ya que menciona el desierto, Floyd dijo Waxy, desde esta maana
no he tomado ms que un vaso de agua, y tambin tengo hambre. Es que
no pararemos en ningn sitio para almorzar?
Tienes apetito? pregunt el alguacil. sa es una de las
condenadas cosas que todos los asesinos tenis en comn. Comis como
cerdos.
Quin dijo que yo soy un asesino?
Pienso en el caso de Stevie Harris. T te acuerdas de Stevie, no es as?
Nunca he odo hablar de l.
Quiz no. Sucedi en otros tiempos; cuando en el distrito todava se
ahorcaba a los asesinos. Bien, lo cierto es que durante una excursin
campestre que organiz la parroquia, el joven Stevie Harris sorprendi a su
chica, llamada Mary Jane Lukens, detrs de una de las tiendas, en una
situacin comprometedora con un lavaplatos de origen criollo. En su
arrebato, cogi una cuchilla de carnicero que estaba tirada por all, y raj
con ella a la bonita muchacha, casi en dos mitades. Luego le cort al criollo
casi todo el brazo izquierdo. Fue reducido por algunos miembros de la
congregacin justo cuando se dispona a atacar sus rganos vitales. El
criollo muri al rato, debido a la prdida de sangre. Stevie podra haber
recibido una pena de uno a dos aos de prisin si hubiera sido otra clase de
tipo; pero hizo algo ms que participar en borracheras, rias y juergas, as
que lo juzgaron por haber partido a la preciosa Mary Jane y lo encontraron
culpable de homicidio. Bien, desde el da en que le sentenciaron hasta aquel
en que le apretaron el cuello, el viejo Stevie Harris estuvo comiendo de
manera desenfrenada, como posedo por el propio Satans. En aquellos
sesenta das que pasaron entre el juez y la horca, Stevie engord cuarenta y
cinco kilos. Te lo puedo asegurar, cuarenta y cinco kilos. Yo fui uno de los
que le condujeron a pesarse la ltima noche de su vida. El verdugo tuvo
que cambiar, en el ltimo momento, la soga que tena preparada por otra
mucho ms resistente.
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TRABAJO NOCTURNO
JAMES HOLDING
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Vaya suerte.
Eso mismo pens Hank. Crea que, debido a una suerte increble, l
haba sido elegido y favorecido por el destino entre millares de jvenes
empresarios de la ciudad. En seguida le vinieron a la mente sueos dorados
de riqueza. Iba a producir millones de dlares falsificados y se convertira
en uno de los hombres ms ricos y poderosos del mundo. Estaba seguro de
ello. Sin perder el tiempo, aquel mismo da dio su primer paso en esa
direccin. Con un pretexto, logr que el director de la imprenta le diera la
llave de la puerta trasera, y durante la hora del almuerzo hizo un
duplicado. Aquella noche, Hank se convirti en uno de los primeros
profesionales de lo que hoy creo se denomina pluriempleo. Usted est
familiarizado con este trmino, Bothwell?
El hombre asinti con la cabeza.
Bien, con la ayuda del duplicado de la llave de la puerta trasera de la
imprenta, aquella misma noche, Hank estableci en la empresa un turno
nocturno para un nico trabajador. Encerrado solo en la imprenta y
haciendo uso de los conocimientos sobre fotolitografa que haba ido
acumulando, en unas cuantas noches Hank prob que el artculo del
Financial Journal deca la pura verdad. En su quinta noche de trabajo y en
solo seis minutos, cronometrados por reloj, Hank produjo cuatrocientos
dlares en billetes de veinte de muy buena calidad.
Hice una breve pausa. Bothwell repas la barra con su trapo sucio y ech
una mirada a mi vaso para ver si yo estaba preparado para otro trago. No lo
estaba. Bebo los negronis muy despacio, ya que su sabor no es lo que me
importa. Pero creo que eso ya lo he mencionado. Bothwell levant otra vez
una ceja, lo cual yo consider como una invitacin para proseguir con el
relato.
As que ah tenamos a Hank con cuatrocientos dlares en el bolsillo y
la perspectiva de producir muchos millones ms. Como todo joven de
veintids aos, se encontraba terriblemente impaciente por comenzar a
gastar aquel dinero tan fcil de ganar. Y en qu cree usted que pens Hank
como mejor forma de utilizar sus primeros billetes falsificados?
Con la apariencia de un hombre resignado que debe responder a las
preguntas tontas de un nio, Bothwell dijo complaciente:
En qu?
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CRUCERO DE LUNA DE MIEL
RICHARD DEMING
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Decid pasar por alto aquello. Si la situacin iba a resultar tan explosiva,
no me pareca buena idea verme implicado como tercer componente en un
crucero de luna de miel. Me hubiera gustado saber, en aquel mismo
momento, si podramos ser capaces de contener eso que haba surgido
entre nosotros apenas conocernos y mantener una relacin estrictamente de
patrn a empleado.
Por lo que se refiere a mis habilidades dije, serv dos aos en la
Marina, el segundo como jefe maquinista en un destructor. Hice un
prolongado curso de navegacin y cartografa, con la intencin de obtener
un grado en la reserva; pero cambi de opinin antes de terminar el
servicio. A pesar de ello, finalic el curso y soy muy buen navegante.
Tambin soy un excelente mecnico marino. Durante dos aos tuve mi
propia barca; pero la perd cuando azot el huracn Betsy y el seguro slo
cubri mis deudas, as que me fue imposible comprarme otra. Desde
entonces he estado haciendo trabajos ocasionales relacionados con el mar.
Mientras hablaba no apart los ojos de su rostro. Ella me devolvi la
mirada con indiferencia. Decepcionado, y a la vez ms tranquilo, me di
cuenta de que el impacto que nos haba sacudido mutuamente haba
desaparecido. Su actitud continu siendo enrgica, con esa cierta irritacin
que caracteriza a una mujer de negocios dirigiendo una entrevista personal.
Continuaba ejerciendo sobre m una intensa atraccin fsica; pero como
ahora no me transmita aquella corriente elctrica de un principio, yo
tambin dej de responderle del mismo modo.
Qu me puede decir de sus habilidades culinarias? pregunt
entonces.
No soy un chef; pero he estado cocinando para m durante unos
cuantos aos y me las he arreglado para seguir con buena salud.
Eso no es tan importante siempre que sea idneo dijo. Nosotros
probablemente comeremos en los puertos de la escala con amigos o en
restaurantes. Supongo que usted puede proporcionarme algunas
referencias.
Estn registradas en la oficina de empleos, que ya se encarg de
verificarlas. Lo nico que tiene que hacer usted es telefonearles.
Muy bien repuso ella. Me parece que no habr ningn problema,
seor Jackson. El sueldo es de quinientos dlares ms la comida por un mes
de navegacin. Le parece bien?
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S, seora.
Partiremos maana temprano, alrededor de las diez. Nuestro primer
puerto ser el Southwest Point, en las Bahamas, adonde llegaremos en
cuatro horas, ya que la velocidad del Princesa II es de veintin nudos. Una
vez que estemos en nuestro camino le dar los detalles sobre el resto de la
travesa. Bueno. Le gustara examinar el barco?
Por supuesto. Dnde est Mr. Trader?
Comprando algunas provisiones que hacan falta. Comenzaremos por
abajo, por el motor.
La embarcacin pareca tener unos cuantos aos, pero estaba en
excelentes condiciones. Puse el motor en marcha y luego de haberlo
escuchado durante unos minutos me pareci que funcionaba
perfectamente. Haba un generador de electricidad auxiliar para cuando
estuvisemos en puerto, y el motor principal marchaba en vaco.
La cocina estaba limpia y ordenada, con un hornillo y una nevera que
funcionaban con electricidad. El frigorfico se hallaba bien abastecido de
comida. La despensa tambin se encontraba repleta de comida enlatada.
Haba un camarote con cuatro literas y, a un costado, una pequea letrina y
una ducha de agua salada.
Peggy Trader me explic que su marido y ella ocuparan el camarote. En
la timonera haba una banca recubierta de cuero que se desplegaba en una
quinta litera, y all dormira yo.
Durante el recorrido su conducta fue totalmente impersonal. Cuando en
un momento dado nos desplazbamos desde el camarote hacia la cocina,
accidentalmente se arrim a m en el estrecho pasillo, pero yo no percib en
ella ninguna reaccin debido al contacto fsico.
Se limit a murmurar con cortesa: Disclpeme. Y se dirigi hacia la
escotilla.
Yo saba que la inmediata atraccin fsica entre nosotros no era pura
imaginacin ma, aunque, al parecer, luego de su pequeo desliz, ella haba
decidido dar por finalizado el asunto. No pude evitar sentirme un poco
desilusionado; pero al mismo tiempo not alivio. Necesitaba el dinero con
urgencia, y por ms que ella se me hubiera arrojado a los brazos, yo
probablemente me arriesgara igual a coger el trabajo. Sin embargo, prefera
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mundo, y aunque hubiera llevado casada diez aos, creo que igual habra
hecho todo lo posible por convertirla en mi amante. Pero no era tan canalla
como para hacer cornudo a un novio durante su luna de miel.
Por lo visto, mi examen de conciencia no sirvi para nada. No se me
ocurra ninguna otra razn para aquella deliberada muestra de afecto
delante de m, que la de darme a entender definitivamente que lo ocurrido
en la timonera haba sido un error. Mir hacia un lado para no ver cmo
besaba a Trader.
De pronto sent que algo me tocaba el pie izquierdo y mir hacia abajo.
Mi pulso comenz a latir con violencia cuando descubr que su pie derecho
se estaba frotando contra mi empeine. Las uas pintadas de carmn se
meneaban rpidamente exigiendo una inmediata respuesta.
Aquel gesto, teniendo en cuenta que estaba abrazando a su marido,
pareca la promesa de una aventura furtiva, ms que la seal de que
deseara una relacin permanente. Como yo haba decidido no entrar en ese
juego, mi conciencia me dict quitar el pie.
Pero mi deseo por ella era mucho ms fuerte que mi conciencia, as que
mov el pie presionndolo contra la planta del suyo. Los dedos de su pie
acariciaron con lascivia la planta de los mos mientras continuaba abrazada
al cuello de su marido, hasta que al fin l se separ interrumpiendo el beso.
Cuando se estaba levantando, el pie de Peggy se separ del mo, y yo lo
volv a apoyar en el suelo. Trader se sent sobre la otra colchoneta y
encendi un cigarrillo.
Me est comenzando a gustar la vida de casado me dijo con una
sonrisa. Es algo que deberas probar, Dan.
Lo hara si encontrara a la chica adecuada contest, incorporndome
. Creo que voy a entrar. Hoy ha sido un da de mucho cansancio.
Buenas noches, Dan me despidi Peggy suavemente.
Buenas noches contest sin mirarla, y me dirig hacia la timonera.
Cuando a la maana siguiente sub a cubierta, me encontr con Arden
Trader que estaba atornillando una especie de repisa al maderamen que
sala justo de la escotilla.
Buenos das dije. Qu es eso?
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morenos cuerpos. Le grit a Trader para que se hiciera cargo del timn
mientras yo preparaba la comida. l se levant, inclin su cuerpo sobre
Peggy y le dio un beso prolongado. Una oleada de celos se apoder de mi
cuerpo, y tuve que darles la espalda para poder contenerme. Cuando
apareci en la timonera, hice un verdadero esfuerzo para que mi voz sonara
natural mientras le daba el rumbo.
La visin de l besando a Peggy logr que me decidiera. Al momento de
haber entrado en la cocina, apareci ella y se qued mirndome
inexpresiva.
De acuerdo dije.
Las ventanillas de la nariz se le ensancharon.
Cundo? pregunt.
Ahora mismo, si lo deseas.
Cmo?
Por qu no sales y le propones nadar un poco antes del almuerzo? El
agua est lo suficientemente quieta. Yo har el resto.
Sin una sola palabra, se dio vuelta y abandon la cocina. Esper unos
instantes; luego la segu detenindome a popa mientras ella suba a la
timonera. Apenas entr, Trader apag el motor y ambos salieron.
Dan dijo Peggy, puedes lanzar el ancla al agua.
Yo ya estaba parado cerca de ella. La dej caer e hice lo mismo con la
escalerilla de madera atada con cuerda, as los baistas podran subir a
bordo con mayor facilidad.
Creo que tomar un bao con vosotros dije. Me pondr las trusas.
Cuando sal a cubierta, Trader y Peggy ya estaban en el agua. l flotaba
sobre su espalda a unos metros del yate, con los brazos extendidos y los
ojos cerrados. Peggy pedaleaba cerca de la escalerilla. Le indiqu con un
gesto que subiera a bordo. Discretamente, Peggy trep a cubierta. Trader
abri los ojos y se qued mirndola.
En seguida vuelvo, cario dijo ella, y corri abajo.
Trader volvi a cerrar sus ojos.
Mi intencin era acercarme a l por detrs nadando y hacerle una toma
de judo; su posicin horizontal le dejaba indefenso contra un ataque ms
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UN ATAD PARA BERTHA STETTERSON
DONALD HONIG
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Unos das despus, el juez volvi con una autorizacin para registrar la
casa. Vandermeer no puso ninguna objecin; ni siquiera se molest en
mirar el papel cuando se lo tendi. Registraron la casa, cavaron en el
stano, en el corral y alrededor de la casa. Vandermeer se sent y les
contemplaba, flemtico e indiferente. El juez, a su vez, tambin observaba a
Vandermeer. A continuacin, inspeccionaron el bosque, buscando alguna
seal de tierra removida; rastrearon la marisma. Pero no pudieron hallar
nada.
Despus, la gente comentara que el mutuo conocimiento que se tenan el
juez y Vandermeer era muy misterioso, como si cada uno de ellos pudiese
leer los pensamientos del otro. Pareca como si Vandermeer hubiese
encontrado en la gran fortaleza del juez cierto punto dbil. Sin un cadver y
sin ninguna clase de evidencias, no poda hacer nada, por muy convencido
que estuviese. El argumento de Vandermeer de que el cuerpo haba sido
robado era demasiado sospechoso; pero no poda ser refutado. Estaban
claros los motivos por los que Vandermeer se haba tomado el trabajo de
construir y enterrar el atad vaco, y por qu estaba dispuesto a correr el
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riesgo de que ste fuese desenterrado. Pero, cmo estaba tan seguro de
que el cuerpo no iba a ser hallado en ninguna otra parte?
Unas semanas ms tarde, al volver de un corto viaje por el Sur, Jonah fue
recibido por su hermano en el embarcadero. La vieja y destartalada calesa
les condujo calle arriba por la polvorienta Gran Avenida.
Qu ha sucedido? pregunt Jonah con ansiedad.
Poca cosa contest el juez, sosteniendo en sus manos las riendas
flojas. Hemos encerrado a Vandermeer en la prisin.
Lo habis hecho? exclam Jonah. Entonces la han encontrado.
As es, la han hallado dijo el juez con suavidad, observando el
caldeado y polvoriento camino.
Cmo? Dnde?
Debo decirte que reflexion mucho acerca de nuestro amigo
Vandermeer le confi el juez. Hice un repaso de todos los hechos.
Record la primera vez que fuimos a verle; t mencionaste algo acerca de
que haba tenido el tiempo suficiente para construir el atad. l te lanz
una curiosa mirada, como preguntndote cmo sabas t que l hubiese
construido algo. Luego hubo otra cosa. Vandermeer dijo que era tan corto
de vista que estuvo a punto de dispararnos cuando salamos del bosque;
pero cuando regresamos, l fue capaz de distinguir, desde la misma
distancia, que la tumba haba sido violada.
l saba perfectamente que el cuerpo no se encontraba all.
Correcto. Aunque l tena dificultades para ver desde lejos, asegur
que la tumba haba sido violada porque se encontraba ansioso por
continuar con su historia. Esto confirma, por si no estuvisemos seguros, y
nosotros siempre tenemos que estarlo, que su historia sobre los ladrones de
tumbas era pura invencin. Tambin analic su actitud. No te acuerdas de
que todo el tiempo se mostr demasiado seguro? Cuando estuvimos
registrando la casa, cavando en el corral, en el bosque y rastreando en la
marisma, cmo poda hallarse tan confiado, tan seguro de que no la
bamos a encontrar? Pero hubo un momento en que perdi la compostura,
y fue cuando cavamos por primera vez en la tumba. Se paseaba de un lado
a otro como un gato encerrado, nervioso y enfadado. En otras
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EL DIABLO DE JERSEY
EDWARD HOCH
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ese brazo; pero a juzgar por la posicin de la mueca, estoy seguro de que
se trata de una fractura.
Leopold lo sigui hasta el cuarto de rayos X.
Es un brazo que no hace ms que causarme problemas. El ao pasado
me lo hirieron con una bala.
El doctor le limpi el barro seco y coloc con cuidado la mueca
lastimada sobre la mesa de rayos X.
Estaban persiguiendo a un asesino?
Era slo un ladrn. Cerca de aqu, en la otra manzana.
Debi ser en lo de Bailey. Ya le han robado en otras ocasiones. Al
cabo de unos minutos, regres con la radiografa. Bien, es una fractura.
Ambos huesos; el distal del radio y el cbito. En realidad, se trata de algo
poco complicado; pero tendr que mantenerla enyesada alrededor de
cuatro a seis semanas; estar recuperado totalmente en dos o tres meses.
Tanto tiempo?
El doctor Ranger asinti con la cabeza y le indic a Leopold que se
instalara sobre una estrecha camilla acolchonada.
Ahora le pondr una inyeccin. Esto no le dejar inconsciente, pero le
ayudar a relajarse mientras pongo en su sitio los huesos. Quiz su amigo
pueda venir a sostener la mueca mientras yo le pongo la escayola.
Fletcher entr y se mantuvo cerca, en tanto el doctor haca su trabajo. A
Leopold le pareci que toda aquella operacin se haba sucedido con
notable rapidez. Antes de que pudiera darse cuenta, el doctor ya le estaba
ayudando a incorporarse de la camilla y le conduca de nuevo al cuarto de
rayos X para un examen final.
Muy bien concluy. Le fabricar un cabestrillo, y tendr que venir
a verme dentro de cuatro semanas. En caso de que se le hinchara, mantenga
el brazo elevado durante un da o dos.
A Leopold, el vendaje de yeso en su brazo izquierdo le result incmodo
y pesado. Le abarcaba desde debajo del codo hasta los nudillos, con un
pequeo gancho a la altura de la mueca. Aunque deba pesar slo un par
de kilos, no lo senta nada liviano.
Gracias, doctor dijo refunfuando.
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Tan pronto como Fletcher lo vio, fue hacia l y le condujo hasta donde se
hallaba un caballero alto y entrado en aos.
Capitn Leopold, le presento a Oscar Bailey. Mr. Bailey, aqu tiene a la
persona que se ha roto la mueca al rescatar parte de su coleccin.
Se saludaron con un apretn de manos, y el viejo coleccionista dijo:
Quiero agradecerle todos sus esfuerzos, capitn. Lamento que no haya
podido recuperar el sello hawaiano de dos centavos.
An no tenemos ninguna pista de la chica? pregunt Leopold a
Fletcher.
Ninguna, aunque probablemente Duke pronto se afloje y nos diga de
quin se trata. Mr. Bailey, conseguiremos devolverle ese sello.
As lo espero. La compaa de seguros no cubrir su actual precio en el
mercado. Sacudi el sobre que contena sus sellos. Y creo entender que
no me ser posible llevrmelos hasta que este hombre, Duke, no sea
juzgado.
Me temo que est en lo cierto le confirm Leopold. Son la prueba
de que se ha cometido un delito. De todas formas, los guardaremos con
cuidado.
As lo espero.
Ya que est aqu, quisiera hacerle una pregunta sobre uno de los sellos
de su coleccin; se trata de El Diablo de Jersey. Leopold seal el sello mal
impreso. Qu significa?
Nada. Es una broma. No tiene ningn valor.
Repentinamente, Oscar Bailey pareci sentirse incmodo, sus ojos se
tornaron evasivos.
Es de Nueva Jersey? El tal Jimmy Duke, tiene antecedentes
criminales all?
No. Olvdese de ello.
Bailey se volvi hacia uno de los detectives y comenz a leerle la lista de
los sellos que faltaban. Leopold se qued ah parado durante unos
instantes, luego se encogi de hombros y se march. De todos modos, no se
trataba de su caso; l slo haba pasado por all por casualidad, justo a
tiempo para romperse un brazo.
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Chicas?
Nada en ese aspecto. No era de los que se complican la vida con sus
alumnas, si es eso lo que usted est pensando.
Leopold record la conversacin con el simptico hombre de la pipa, y,
en cierto modo, se sinti algo responsable de lo ocurrido. Hubo algo que l
podra haber hecho? Le haba preguntado algo inconveniente, o dej de
hacerle las preguntas correctas?
Creo que trabajar contigo en este caso le dijo a Fletcher. Siento
que ya formo parte de l.
No creo que debiera, capitn, por su brazo.
Tonteras! No me quedar aqu sentado, pudrindome durante un
mes. Adems, es posible que tenga una pista que pueda ayudarnos. Y le
habl a Fletcher del nombre que estaba escrito en el bloc de apuntes.
Creo que es hora de que tenga una charla con Oscar Bailey.
Leopold ya haba adquirido bastante prctica en conducir con una sola
mano, a pesar de que en ese estado hubiera preferido no ir a ninguna parte.
Regresar al lugar de su percance, motiv en l una leve sensacin de temor,
por lo que puso gran cuidado al subir la escalera que haba frente a la casa
de Bailey.
El alto y maduro coleccionista le recibi en la puerta, bastante
sorprendido.
Leopold, no es as? Capitn Leopold? Qu lo trae por aqu,
caballero?
Vengo para hacerle unas cuantas preguntas, si usted dispone de
tiempo. Es probable que todava no se haya enterado; pero la noche pasada
asesinaron a uno de sus colegas filatlicos: Dexter Jones, en el campus
universitario.
Jones! Dice que ha sido asesinado?
Retrocedi unos pasos y se hundi en una silla. Leopold entr detrs de
l y cerr la puerta.
Era usted su amigo, Mr. Bailey?
En realidad no, pero a mi edad la muerte de cualquiera es una
conmocin, un aviso de nuestra propia mortalidad. Quin le mat?
No lo sabemos. Cre que usted quiz podra darnos alguna idea.
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Todo eso puede ser posible; pero me cuesta creer que ellos toleren la
emisin de sellos postales privados como ste.
Corflu agit su grasienta mano, en desacuerdo.
Tonteras! Los sellos slo son un smbolo externo. Yo proporciono un
servicio; un servicio necesario. Acaso no sabis que en Amrica la
correspondencia, incluso la de primera clase, puede ser abierta y
confiscada? Sabais que una carta lacrada de primera clase puede ser
retenida por las autoridades durante ms de un da, mientras se espera una
orden de registro para poder abrirla? El Tribunal Supremo hasta ha
autorizado esta prctica por considerarla constitucional! Qu clase de
garantas le quedan al ciudadano corriente? Existe alguna proteccin para
la reserva privada ms elemental?
Quin la necesita? Los elementos del crimen? No es a ellos a
quienes sirve con su sistema postal?
Yo presto servicios a todos los que an creen en el derecho a la vida
privada. El Gobierno me permite actuar fuera del marco de la ley, por el
mismo motivo que hace la vista gorda a numerosas cuentas bancarias en
Suiza y a destileras ilegales. Nuestras operaciones slo suman un
porcentaje mnimo del volumen total, y creo que excluirnos del negocio
resultara mucho ms difcil de lo que parece. Las operaciones especficas
que yo dirijo estn planeadas con sumo cuidado, y se trata de llevarlas a
cabo de manera tal que pongan en tela de juicio a las leyes, antes que
violarlas abiertamente. Mi arresto significara penetrar en un laberinto de
problemas legales, el cual estoy dispuesto a aprovechar al mximo.
Leopold se senta desconcertado, escuchando a un hombre que se jactaba
de infringir la ley, y que casi estaba desafiando a que lo arrestaran.
No he venido por su sistema postal le dijo. Vengo a causa de un
asesinato.
Caracoles! Quin ha sido asesinado?
Un coleccionista de sellos llamado Dexter Jones la semana pasada, en
Connecticut. Algunas noches antes, otro coleccionista, Oscar Bailey, fue
vctima de un robo. Creo que ambos delitos estn vinculados. Uno de los
sellos robados de la casa de Bailey era El Diablo de Jersey.
Corflu asinti con la cabeza.
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EL APARTAMENTO SOBRE EL GARAJE
JOYCE HARRINGTON
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rojo purpreo con tres botones chillones, y llevaba puesta una peluca negra
marca Dynel.
Oh, Mrs. Pickens. Buenos das. No quiere entrar?
No, no tengo tiempo. He de ir a trabajar. No puedo permitirme el lujo
de llegar tarde. Ni me es posible perder las maanas dedicndome a
tratamientos de belleza. Qu precioso vestido. Tan juvenil.
No. S. Gracias.
Sylvia se sinti disminuida ante la andanada de apreciaciones
envidiosas. Por lo general, saba defenderse en las agresiones sutiles; pero
el odio y la envidia de aquella mujer eran tan evidentes, y sus armas tan
pobres. Sylvia se comport con correccin y trat de demostrar un poco de
simpata hacia la enjuta criatura.
Qu puedo hacer por usted, Mrs. Pickens?
Oh, no cuento con que usted pueda solucionarlo. Pero quiz llegue a
ser capaz de conseguir que alguien lo arregle. Cuando Mr. Pickens viva,
nunca dejaba que las cosas se deterioraran tanto. Siempre las reparaba en
seguida. Se trata de la ventana del cuarto de bao. Ha estado trabada
durante todo el invierno, y ahora que ha llegado la primavera, quisiera que
se pudiera abrir.
S, por supuesto. Puedo ir a echarle un vistazo ahora mismo. O si
prefiere dejarme la llave, llamar a un operario para que le solucione su
problema mientras usted est en el trabajo.
La deforme figura se infl con indignacin.
No estoy dispuesta a ir dejando por ah las llaves de la casa. No me fo.
Adems, no quiero que nadie merodee por mi apartamento cuando yo no
me encuentro en l. Acaso no lee los peridicos? No ha odo hablar del
alto porcentaje de crmenes? Cree que deseo ser asesinada en mi propia
cama? No! Se lo agradezco.
Mire, lo siento... Yo no pensaba... Ver si puedo reparrsela esta tarde.
A qu hora regresa del trabajo?
Siempre llego a casa a las cuatro. No creo que usted se haya percatado
de ello. Por lo general, lo primero que hago es dormir la siesta. Mi trabajo
es muy agotador, termino exhausta. Pero si viene a arreglar la ventana,
tendr que pasar por alto mi siesta. No se olvide que regreso a casa a las
cuatro en punto.
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pulido escritorio de nogal. l le cont que en los viejos tiempos, las mujeres
chinas de buenas familias nunca se desvestan delante de sus doctores, sino
que sealaban delicadamente sus molestias y dolores en la plida blancura
del cuerpo de la mueca, que sonrea plcida e incansablemente desde su
canap de madera de teca. A partir de ah, todo se basaba en simples
conjeturas, y las delicadas damas con frecuencia moran, sonriendo
plcidamente.
El mareo cedi, y Sylvia se incorpor con cautela.
Nada de plcidas sonrisas para esta delicada dama. Tendr que buscar
un mdico y concretar una cita.
Sin embargo, la idea de molestarse en tratar de encontrar un doctor la
desanim. Habra que telefonear a personas que le eran casi desconocidas
para pedirles consejo en la eleccin; luego, tendra que explicar los sntomas
indefinidos a alguien que quiz fuese indiferente a su problema. Pero,
despus de todo, cules eran sus sntomas? Un leve aturdimiento y
malestar de vientre. Un poco de sudor fro. Ya se le haban pasado.
Probablemente era algo que comi. Nada por lo cual valiera la pena
molestar a un doctor atareado. No tena que darle importancia a aquella
leve aura de presentimiento que rondaba constantemente al borde de su
conciencia; la ligera, y no obstante firme sensacin, de que algo horrible iba
a suceder. Las pesadillas... No le haba contada nada a John sobre sus
pesadillas nocturnas. Estaba demasiado ocupado intentando organizar el
nuevo departamento, tratando de establecerse como vicepresidente y
candidato para dirigir una de las vastas empresas que posea la Compaa.
Sylvia se puso de pie y comprob su equilibrio. El vestido rosa, que una
hora atrs luca tan vistoso e incitante, estaba todo arrugado y an
ligeramente hmedo. Senta en la piel una comezn, como si sta no
acabara de adaptarse bien.
Me dar una ducha y comenzar el da otra vez.
Debajo del agua caliente que le quitaba el abatimiento matinal, Sylvia se
enjabonaba abundantemente su cabello corto, mientras haca un repaso de
todas las cosas que le pareca que debera hacer para dejar de sentirse tan
ajena a la comunidad. Algunas de las esposas abnegadas haban
organizado un club de bridge, y a ella la haban invitado para que se les
uniera. Las llamara y acudira a la prxima reunin. Se informara sobre la
posibilidad de jugar al tenis. Incluso este pequeo y feo pueblo industrial
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del Este deba tener una pista de tenis. Organizara una cena. Tambin se
ofrecera para contribuir en algn trabajo voluntario. Estaba segura de que
podra ser til de alguna manera, y de paso conocer a ms gente. Pedira
hora en la peluquera. A pesar de que lo tena vivo y rizado, estaba
comenzando a desparejarse, y las canas se hacan cada vez ms evidentes.
Si sus hijos hubiesen sido ms jvenes y viviesen con ella, Sylvia
conocera a otros nios y a sus padres, asistira a las reuniones escolares, es
decir, tendra compromisos que cumplir. Cuando los chicos vivan en casa,
aquello suceda automticamente, sin que ella tuviera que preocuparse.
Pues bien, volvera a estar ocupada. Era la clave para no sentirse ajena en un
sitio nuevo. Y comenzara hoy mismo. Tan pronto como terminase de
colgar las cortinas.
Vestida por tercera vez en lo que iba de aquella maana y maquillada
con sumo cuidado, Sylvia se encamin hacia el garaje en busca de la
escalera. Cruz el csped, descubriendo con placer, en la parte trasera del
jardn, un amplio espacio cubierto de narcisos atrompetados que se
agitaban por la suave brisa de primavera.
Ms tarde cortar algunos se dijo. Quedarn preciosos en el cuarto
de estar. Quiz le lleve unos cuantos a Mrs. Pickens a las cuatro de la tarde.
Una compensacin por su siesta perdida.
Al volver, llevando cargada a la espalda la escalera de aluminio, Sylvia
se detuvo sobre el csped para contemplar la slida estructura de ladrillo
que ahora era su nuevo hogar. Se trataba de una casa antigua, pretenciosa
en su laboriosa elegancia victoriana. Desde la parte posterior, era posible
ver picos, gabletes y una simptica sucesin de tres pequeas ventanas
arqueadas que ocupaban el frente del tico. Pareca como si la mirasen
crticamente, debajo de sus cejas rococ.
Creo que ese desvn necesita una exploracin. Un da de stos me
dedicar a subir all. Me pregunto si no estar habitado por fantasmas.
Se volvi hacia el garaje; un rectngulo de ladrillo rojo sin ninguna clase
de ornamentacin. All no haba fantasmas. Slo estaba la desagradable
Mrs. Pickens. Las ventanas del apartamento sobre el garaje seguan
cerradas y blancas. Es que ella nunca suba las persianas?
Sylvia pas el resto de la maana en el cuarto de estar, encaramada en la
escalera colocando cuidadosamente las varillas para sus cortinas nuevas. Le
produca placer tocar la suntuosa tela, mientras insertaba las puntas de los
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Su marido se pondr muy contento por esto? Cree que pensar que
es usted la mujer ms lista del mundo? Nadie puede decir que ahora la
ventana no est abierta. Se encuentra bien abierta. Permanentemente
abierta.
Sylvia observ cmo su brazo derecho se elevaba sobre su cabeza. Lo vio
subir y subir, con el martillo en la mano. Contempl cmo ste se
desplazaba hacia abajo. Su cuerpo se movi a la par de su brazo, fuerte,
delgado y poderoso. Percibi cmo Mrs. Pickens tropezaba en la baera,
con la peluca torcida, y el tenue hilo rojo que comenzaba a gotear por su
negro y brillante flequillo. La voz ya haba dejado de decir cosas horribles e
hirientes, pero la esponjosa boca an emita sonidos desagradables,
entrecortados, flccidos. Aquello tena que parar. Sylvia se tap las orejas,
pero an poda ver los gesticulantes labios.
Basta suspir. Por favor, basta.
Escarb en la pileta. Los narcisos cayeron al suelo con los tallos rotos.
Sac su mano empuando las tijeras de jardinero.
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aqu. Cre que en este lugar todo iba a ser diferente. Una nueva ciudad,
nueva gente que conocer y un ambiente distinto. El doctor Weng ya no
estaba, pero cre que podra arreglrmelas yo sola. Y all estaba ella,
viviendo en el apartamento sobre el garaje, como si hubiera estado
esperando meses a que yo llegase. Oh, John, intent que aquello no me
trastornara. Trat de que t no supieras que ella estaba de vuelta. Pero me
haba atemorizado y enfadado de tal forma que no lo pude evitar.
John abri la puerta lateral que comunicaba con el pequeo vestbulo del
garaje y la sujet para que Sylvia pudiera pasar.
Quizs ahora podamos limpiar a fondo este lugar y hallar un nuevo
inquilino. Un inquilino amigable.
Eso sera magnfico. S, creo que eso sera una buena idea.
Sylvia inspir profundamente y comenz a subir la estrecha escalera.
Una vez arriba, empuj la puerta del apartamento. sta chirri con
aspereza y qued abierta a medias.
Creo que no se abrir ms. Me parece que est combada dijo
volvindose hacia John. Dame la mano susurr. En realidad no estoy
asustada. S con exactitud qu es lo que vamos a encontrar. Pero, de todos
modos, cgeme la mano.
Tomados de la mano, entraron en la hmeda oscuridad, en lo alto del
garaje. La fra botella de champaa produca escalofros en el brazo libre de
John. Sylvia asa con fuerza las dos copas por sus espigas. Ambos entraron
de puntillas en la habitacin, como nios que transgrediesen alguna orden,
tropezando con mesas y sillas mientras intentaban orientarse.
Dnde se encuentra el interruptor? pregunt John.
En algn lugar debe haber un cordn de tiro.
John manote en el aire y tir con fuerza.
Sobre sus cabezas, una mortecina luz inund el lugar y se dispers sobre
los viejos y pesados muebles que ocupaban el apartamento.
Tenemos que deshacernos de todos estos trastos. Me gustara que se
pudieran vender como antigedades; pero me temo que son slo viejos.
El cuarto de bao est por aqu. Ven, John. Lo arrastr ansiosa hacia
la puerta de la oscura y estrecha caverna. Quiero que t lo veas. Yo
tambin quiero verlo.
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AGOTAMIENTO
CLAYTON MATTHEWS
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Quiz fue el ltimo comentario que impuls a Ward a dejar una propina
equivalente al veinte por ciento de la suma, en lugar del habitual quince.
Carla sugiri fijar la fecha de la boda para dentro de un mes. Ward
estuvo de acuerdo.
Tres noches antes de la boda salieron juntos por ltima vez. En esta
ocasin, Carla fue puntual, y cenaron en el restaurante que originariamente
haba elegido Ward para su declaracin de amor. Bebieron y comieron
copiosamente, y mientras suban en el ascensor hacia el piso de Clara,
estaban exultantes por el vino y la luna de miel anticipada.
Carla se haba olvidado de la llave. Volc el contenido de su bolso en el
suelo y se puso a buscar desordenadamente. Desde su postura a gatas mir
a Ward, dirigindole una sonrisa tonta.
Aqu no estn, querido. Simplemente, no estn.
Acaso no te fijas si llevas las llaves cada vez que sales? le pregunt,
con un leve tono de impaciencia.
Ella sonri con tranquilidad.
Y quin se fija?
Ward siempre lo haca; pero pens que quiz sera poco diplomtico
traerlo a colacin en aquel momento. En cambio, busc al encargado del
edificio, que no escondi su malhumor por haber sido sacado de la cama a
la una de la madrugada.
La luna de miel transcurri como una seda. Los das fueron gloriosos, y
las noches an ms. Ward adquiri un bronceado color caoba y le pareca
imposible amar a otra persona que no fuera su adorable Carla.
Un par de llamadas telefnicas desde su despacho se transformaron en
un pequeo incidente que estrope el encanto. Ward haba dejado un
nmero donde se le poda encontrar en caso de suma urgencia. Carla
pensaba que l hubiera debido no estar disponible para esa clase de asuntos
mundanos; pero un hombre no puede pretender que una mujer comprenda
estas cosas, y menos an tratndose de alguien como Carla.
Ward continuaba verificando el total de las cuentas y se cercioraba de
que no le cargaran nada de otras habitaciones. Carla hizo ciertos
comentarios al respecto, pero siempre de buen humor.
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hbito de Carla de dejar la puerta cerrada pero sin llave. El teniente Crter
dijo que se pondra en contacto con el oficial investigador.
Despus de ms de dos horas, la actividad ces de repente. A Carla se la
haban llevado, y todos los policas se marcharon, excepto el teniente Crter
y dos de sus hombres. El teniente se dej caer sobre el sof al lado de Ward.
Extrajo un paquete de cigarrillos, y le ofreci uno a Ward.
No fumo, teniente.
Es verdad, no fuma. Ya me he dado cuenta de eso. En su lugar, con
toda esta espera, yo me habra fumado ms de un paquete.
El teniente encendi su cigarrillo y se recost con un suspiro.
He hablado con el inspector que investig aquel robo, Mr. Roberts. Me
ha confirmado que en aquella ocasin su esposa admiti tener el hbito de
dejar las puertas sin cerrar con llave. A propsito, hoy la puerta de entrada
estaba abierta. As es como pudieron descubrir a su esposa. Una mujer que
vive en esta misma planta vio la puerta abierta, se aventur a entrar,
encontr a su mujer y luego nos telefone.
Ward pregunt con cautela:
Entonces, eso es lo que ha sucedido? Un merodeador encontr la
puerta abierta y...
S, sa podra ser una respuesta. El bolso de su mujer ha sido
saqueado, su caja de joyas est vaca. Supongo que ella haba repuesto gran
parte de los objetos robados despus de que el seguro los pagara. Fue as?
Creo que s. No estoy seguro de poder enumerar todas las cosas que
han desaparecido.
Mr. Roberts, no hace falta que lo haga en este mismo momento. El
teniente estaba observando su cigarrillo fumado hasta la mitad. Sabe, es
una cosa curiosa, el hecho de que usted no fume.
Qu hay de curioso en ello?
En la alcoba haba dos ceniceros. Ambos estaban vacos, y bien
limpios. Eso es lo curioso. Si me permite decrselo, me pareci que su
esposa no era una ejemplar ama de casa; sin embargo, ambos ceniceros
estaban limpios. Hoy, incluso una ama de casa melindrosa que fuma no se
ira a la cama sin antes fumarse su ltimo cigarrillo, hasta es probable que
lo hiciera en la cama. Como soy minucioso por naturaleza, he
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OTRA SOLUCIN
ROBERT COLBY
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Nos dimos la mano por encima del escritorio. Se puso las gafas, y al
instante desapareci la vaga impresin de que me haba hecho evocar a un
siniestro personaje de otros tiempos y en otro contexto.
Bienvenido al desempleo dije. Veo que haces gala de un bonito
bronceado. Acapulco, supongo. O la Riviera?
Allen solt una risotada desdeosa.
No. Alquil un cuarto en una playa cercana y as me ahorr una buena
suma de dinero. Cul es la diferencia? Uno va a Acapulco, a la Riviera, y
qu encuentra? Arena, agua, sol, chicas en bikini...
Es que eso es malo? le pregunt.
Es bueno contest con una sonrisa. Pero la arena de la Riviera es
igual a la que tenemos aqu. Y vayas donde vayas, la arena es arena, el agua
es agua.
Te olvidas de las chicas con sus bikinis le apunt.
No ests tan seguro! ri entre dientes. Sois vosotros, esclavos del
matrimonio, los que os habis olvidado hace tiempo de las chicas en bikini.
Yo no, colega; yo no.
Allen era libre, y su carcter se haba agriado, segn los rumores, debido
a un casamiento desastroso que termin cuando su mujer se divorci de l,
llevndose la mayor parte de sus ahorros y propiedades. Rara vez hablaba
de su vida personal, y su existencia privada fuera del trabajo era un
completo misterio.
Es la hora del caf anunci. Vienes?
Estoy con dos clientes que estn llenando sus formularios contest
. S un buen chico, quieres? Treme un caf solo, con un poco de azcar.
El resto del da fue una verdadera confusin. Los anuncios del domingo,
mayores de lo comn, haban atrado a clientes hambrientos de empleo,
quienes se apiaban en el cuarto de recepcin, mientras el telfono sonaba
sin cesar. La extraeza acerca de Allen Cutler rondaba por mi cabeza, pero
no se afianz hasta el anochecer, cuando me sent en mi silencioso cuarto
de estar con mi vaso en la mano. Mi mujer, Beverly, era enfermera
diplomada. Como trabajaba en el turno de noche, parti para el hospital
antes de que yo llegara, dejndome una notita.
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Cara a cara? inquiri con angustia. Mire, re, quiero decir, que
nunca me imagin que usted me dira que... Escuche, creo que necesito otro
trago.
Encargu el almuerzo y un tercer cctel para ella, penas prob bocado de
la comida. Miss Radford estaba bastante achispada y ya nos llambamos
por nuestros nombres de pila cuando Allen Cutler entr en el restaurante y
se qued parado cerca de la entrada, tratando de conseguir una mesa. Yo
me haba sentado a propsito de frente a la entrada, y le hice un gesto
informal para que se acercase.
A Lynn Radford le dirigi una rpida y meditada airada, y una corts
sonrisa. Si la haba reconocido en aquel primer momento, su compostura
deba estar revestida de acero puro. Les present de un modo improvisado.
Lynn es una vieja amiga de Beverly invent. La he visto salir de
una tienda y la he invitado a almorzar. Por qu no te unes a nosotros? No
creo que encuentres una mesa decente, y nos iremos dentro de nos minutos.
En ese caso... acept Cutler.
Me corr y le dej sitio junto a m. Llam al camarero, y mientras Allen
ordenaba su almuerzo, estuve endiente de cmo Lynn le observaba. A
pesar de encontrarse un poco ebria por los ccteles, pareca no haber
perdido el control.
Vive en la ciudad, o slo ha venido a hacer compras? le pregunt
Allen, dando pie a la conversacin.
Estaba de compras durante mi pausa para almorzar hasta que me
encontr con Don contest, y se qued contemplando a Allen con
atencin. Soy pagadora en el Banco Merchants Security.
Merchants Security repiti l, alzando sus cejas blancas por
encima de la montura color caoba de sus gafas. Lo conozco, hace un ao
tena all una cuenta corriente.
Estaba a punto de decirle que su rostro me resultaba familiar
manifest Lynn con gran osada; pero ahora no le encuentro sentido, ya
que estoy en Merchants desde hace nada ms que tres meses. Dgame,
siempre ha llevado gafas?
Me temo que s contest Allen con suavidad.
Su rostro y su voz no haban sido alterados por el ligero momento de
tensin. Levant su Tom Collins de la mesa y bebi delicadamente.
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Oh, no, nada de eso! exclam. Es slo que trato de ser cautelosa.
Si nos olvidamos de sus gafas y del cabello, el rostro de Allen Cutler es
muy similar. Muchsimo! Si le quitamos las gafas y le ponemos una gorra,
yo no dudara en decir: se es el atracador!
En tal caso...
Pero se apresur a aadir, eso no quiere decir que est de acuerdo
en denunciarlo a la Polica y al mundo entero. No, sera estpido actuar con
precipitacin. Muy peligroso. Te imaginas qu vergonzoso sera que nos
equivocsemos. Piensa en el dao que le causaramos. Hasta podra
demandarme. No, mejor esperemos un poco. Como t te encuentras tan
cerca de l, quiz podras hacer alguna averiguacin un poco ms concreta,
nada especial; pero que me convenza de que hago bien en acudir a la
Polica. Porque una vez que yo les diga que se es el hombre, ellos me
creern sin rechistar y le pondrn entre rejas.
Escucha dije, no tengo ninguna prisa en crucificar a un hombre
que puede ser inocente. As que meter un poco las narices, y ver qu
puedo averiguar. Entretanto, si es culpable, se dar cuenta de que sospecho
de l, y sin duda se traicionar.
Llmame me pidi cuando tengas alguna novedad. Espero que
sea pronto, ya que esta tensin me est destruyendo. La prxima semana
salgo de vacaciones, a menos que tengas una verdadera razn para que las
posponga.
Le dije que en los prximos das tendramos algo ms concreto. Pero
result que yo estaba equivocado. Allen no dej traslucir ni el ms mnimo
rastro de culpabilidad. Se mostraba amable, pero sin caer en el exceso.
Trabajaba las mismas horas y haca su tarea con igual actitud reflexiva, sin
abandonar su comportamiento sosegado. No evit mencionar el encuentro
con Lynn Radford; pero habl de l slo de pasada, como caba esperar.
Un da que sali a almorzar, trat de buscar en su escritorio alguna pista;
pero estaba cerrado con llave. Entonces hice planes para abrirlo de alguna
forma el lunes, que era cuando yo haca horas extra para ponerme al da en
el trabajo.
El viernes por la maana telefone a Lynn Radford y le dije que se
tomara las vacaciones, ya que Allen Cutler era, o el ms hbil de los
ladrones en plaza, o un dechado de inocencia.
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Allen se quit las gafas y me observ con los ojos llenos de lgrimas
debidas a su risa. Quiz se debiera al alivio de mi tensin; pero en aquel
momento no le encontr ninguna semejanza con el retrato robot del
atracador del Banco. Lo vea como a un adulto inmaduro, con un perverso
sentido del humor.
Se limpi las lgrimas con los nudillos y se ajust de nuevo las gafas.
Palme con cario el mechero calibre cuarenta y cinco.
Copia exacta. La compr el otro da en una de esas tiendas de
novedades que venden desde polvos para estornudar hasta serpientes de
goma. Una magnfica broma, no te parece?
S, magnfica dije con fuerza. Muy graciosa.
Te hace rer con tantas ganas que crees que te morirs dijo, y la
sonrisa desapareci de su rostro. Mira Don, no estaba bromeando cuando
te ofrec el trabajo. Es difcil encontrar personas capaces, y adems te
necesito. Todo el mundo tiene su precio. Cul es el tuyo?
Escucha Allen, en este momento no estoy preparado para...
Qu te parecen cinco mil dlares ahora, a modo de compensacin?
Dilo y te har un taln ahora mismo.
Cinco mil dlares?
Cinco de los grandes, Don.
Vea por dnde iba Allen, y poda oler el soborno. Dinero a cambio de
silencio.
Tu oferta es muy tentadora reconoc. Pero soy una persona
cautelosa. Esperemos a que el negocio comience a funcionar, y entonces te
contestar.
Pinsalo, muchacho dijo. Y en el momento en que te hayas
decidido, me lo comunicas.
Cuando me fui de all, Allen sonrea con gran vehemencia, pero el brillo
de sus ojos era malvolo. Saba que al no aceptar su oferta de cinco mil
dlares, l se convertira en un enemigo peligroso.
Regres a mi despacho y esper nervioso a que se fuera a su casa. Por
suerte, llegaron los empleados de la limpieza y, como si hubiese esperado
la seal, Cutler se march, con un maletn debajo del brazo.
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El gran susto que pas con la pistola falsa no hizo precisamente que me
congraciara con l, y ahora, ms decidido, volv a entrar en su despacho.
Como era de esperar, el escritorio estaba vaco, pero su papelera se
encontraba repleta de cosas que haba descartado. Me llev el canasto a mi
despacho y examin minuciosamente su contenido. Haba restos de lpices,
un bolgrafo sin tinta, grapas de papel torcidas, cartas comerciales rotas,
algunas tarjetas y recibos, ms los restos de su sndwich envueltos en papel
parafinado.
No descubr nada interesante hasta que un con celo los fragmentos de
un recibo roto correspondiente a un trabajo en la vlvula de su Mercury
descapotable, extendido por Hickman Motors, Inc., servicio de
reparacin y venta de Lincoln, Mercury y Ford.
No haba nada extrao en aquello, y no ofreca ninguna pista; hasta que
descubr la fecha en que haba sido reparada la vlvula. El motor fue
revisado el mismo da en que se produjo el atraco. Bien, y ese da, mientras
le reparaban su Mercury, qu clase de coche utiliz Cutler?
Una agencia bien equipada como "Hickman" pens, probablemente
le prestara uno. Por supuesto que nada esplndido, pero s algn coche
confortable que sacaran de su lote de usados; por ejemplo, un "Ford" sedn
de color beige.
Estaba seguro de que el departamento de venta y reparaciones de
Hickman estara cerrado, pero no dudaba que el de coches usados
permaneca abierto hasta las nueve. Llam por telfono, y al preguntarle a
un vendedor sobre los prstamos de coches, ste me contest que no
tendra ningn problema. Al dejar yo mi coche, el servicio de reparaciones
me proveera de otro medio de transporte similar.
Satisfecho, no hice ms preguntas. Maana me presentara all a las ocho,
hora en que abra el departamento de reparaciones, con una historia que sin
duda me permitira inspeccionar el Ford sedn de color beige. De no ser
as, cuando volviese Lynn Radford de sus vacaciones, la llevara para que
echara un vistazo al coche, y quizs ella podra identificar una o dos cosas
no recordadas en su momento, debido a la excitacin.
Ahora el asunto estaba ms que claro. Con toda la inocencia del mundo,
mandamos el viejo coche a reparar, aceptamos otro en prstamo, le
ponemos unas placas de matrcula robadas, atracamos un Banco, volvemos
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matn. Lo que quiero decir es que debes admitir que, a pesar de que tengas
tus razones personales para odiarle, Allen es un verdadero caballero! As
que tomamos unos cuantos ccteles, y l me habl de un modo serio y
directo, pidindome consejo sobre los pros y los contras que existan en ir a
la Polica o en encontrar alguna otra solucin. De improviso, se interrumpi
para quitarse las gafas y me observ fijamente a los ojos. Entonces me dijo:
Mrame bien! Tengo cara de maleante, de criminal? Soy aquel atracador
de sangre fra que te tom como rehn? Si lo crees, ve al telfono y llama a
la Polica. Me quedar aqu sentado, esperndoles a que vengan a
buscarme. Era una situacin muy graciosa, los dos all sentados,
mirndonos severamente el uno al otro. Ambos nos dimos cuenta de la
humorada y pronto Allen comenz a sonrer, yo le devolv la sonrisa, total
que al rato nos estbamos desternillando de risa. Antes de que se hiciese de
da yo ya saba que no le haba visto jams en mi vida, y que Allen Cutler
era tan ladrn de Bancos como lo poda ser mi padre.
Interrumpi su monlogo con un suspiro. Busqu desesperado el
pendiente para sacudirlo ante su cara, y darle un informe completo sobre el
coche.
Un relato asombroso dije. Uno de los ms fantsticos que jams
haya escuchado. Pero ahora...
Ella no me haba escuchado.
Sin duda alguna no fue amor a primera vista comenz a decir;
pero acab siendo amor. Me he pasado casi todas mis vacaciones con Allen.
No te parece algo atrevido? Si eres tan amable, chale una mirada a esto.
Su pequea y regordeta mano sali disparada en mi direccin,
exhibiendo un anillo de compromiso que brillaba con bastante intensidad,
y una alianza de plata.
Nos hemos mudado aqu, y cada uno ha trado sus muebles dijo.
Por supuesto, los trastos viejos son mos. Pero es que no me pude separar
de ellos.
Toda persona tiene su precio, haba dicho Allen, y l tuvo que pagar uno
muy elevado. Me pregunt cunto tiempo debera pasar antes de que
estuviese suficientemente seguro como para divorciarse. Era probable que
tuviese que esperar hasta el da en que expirase la ley de prescripcin sobre
el robo. Un largo camino, viejo colega Allen.
Y dnde est el feliz novio? le pregunt.
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EL CIENTFICO Y EL REMBRANDT ROBADO
ARTHUR PORGES
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es muy probable que el riesgo que ello entraa, caminar en la cuerda floja,
ofrezca algn tipo de estmulo y objetivo a una vida sin motivaciones, que
es la que la mayora de esa gente lleva.
Grey movi la mano hacia un botn adosado al brazo de su silla; pero
luego se detuvo.
Iba a ofrecerle caf dijo; pero hoy es un da clido y quiz prefiera
algo fro.
Qu tiene a mano?
Limonada, hecha con limn verde.
Formidable. Soy capaz de beberme varios litros.
El cientfico dio una vuelta al pequeo grifo de su diminuta nevera y
llen un vaso con la bebida helada. Se lo tendi a Trask, quien le dio las
gracias con un movimiento de cabeza.
Deliciosa dijo, sorbiendo sediento el verde lquido.
Bien, qu me cuenta de Max Rudolph?
Es un perista consumado, uno de los mejores. Paga un precio justo y
nunca ha delatado a ningn cliente. Eso no es frecuente, crame. Segn el
informante, l es la persona que compr el dibujo de Rembrandt a un
ladrn, y el mismo que lo revender quin sabe a qu precio. Tengo
entendido que Rembrandt era un excelente dibujante, y que sus obras de
este tipo se cotizan al mismo precio que los leos de los artistas ms
consagrados. El boceto preliminar descubierto recientemente se titula La
ronda nocturna, una obra famosa, e iba a ser vendida de forma fraudulenta
al mejor postor. Todo lo que s es que para Rudolph representa una
ganancia de un milln de dlares. Los del museo dicen que no tiene precio.
Sucede que ya no se encuentran ms nuevos Rembrandt.
Me pregunto por qu un hombre compra algo que no puede vender,
exhibir, ni siquiera admitir que lo posee dijo Grey en voz alta, y al
instante, se contest a su propia duda. Slo un coleccionista consagrado:
un verdadero fantico. Alguien que se regocije con el objeto en privado.
De eso se trata convino el detective. Pero hay un lado curioso que
la mayora de las personas no comprende. Los coleccionistas ricos tienen
mentalidad de dinastas, y a menudo provienen de viejas familias. Piensan
con cien aos de anticipacin. Para entonces, todos los especialistas de los
museos habrn muerto y desaparecido; ellos no tienen el linaje suficiente
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como para durar tanto. Lo mismo pasa con nosotros, los policas, y los
liquidadores de seguros. Pero sus tataranietos descubrirn un Rembrandt
perdido, y, si es necesario, podrn venderlo en su momento por muchos
millones de dlares. Qu extrao, no es cierto?
Para m, s, pero obviamente no lo es para esos compradores ilegales.
Est bien dijo Trask, alargndole a Grey su vaso vaco y aceptando
que se lo llenara otra vez. Conseguimos el soplo. Rudolph se llevar
consigo el Rembrandt a su yate y dar una vuelta por el mar con el mejor
postor. Se detuvo, mir al cientfico de modo pensativo. Lo crea o no,
unos das atrs yo era incapaz de distinguir un Rembrandt de un Da Vinci;
en poco tiempo he aprendido un montn de cosas.
El rostro de Grey se crisp.
No dudo que usted ha estudiado mucho en su casa le asegur al
teniente. Pero no se olvide de que usted me trajo aquel Fragonard de la
compaa de seguros y que con ese encargo adquiri cierta experiencia.
No se puede comparar con ste! protest Trask con vehemencia.
Sin embargo, tan pronto como obtuvimos el soplo, me comuniqu con la
guardia costera, y ellos salieron rpidamente para interceptarles. Rudolph
es condenadamente rico, listo y con suerte: nunca ha sido condenado. Posee
un gran yate capaz de alcanzar una velocidad de transatlntico, as que la
guardia costera tuvo que correr un buen trecho. Les evit astutamente en
bancos de niebla, cambiando el rumbo del yate, y con otros trucos que
haran palidecer de envidia a Hornblower; pero la guardia tena radar, as
que no pudo escaparse. Finalmente le hicieron ponerse al pairo, abordaron
su embarcacin y trajeron a Max de vuelta al puerto, donde yo le esperaba.
Bebi el resto de su limonada, dej el vaso sobre la mesa y continu
diciendo:
Ahora viene la mala noticia. Hasta ese momento, todo estaba sAllendo
a pedir de boca; la guardia costera y yo habamos trabajado como una
mquina de precisin. No exista ninguna duda de que el dibujo tena que
estar a bordo; dejando a un lado el soplo, haba otra razn para su
travesa? No era un buen da para andar con bromas, se lo aseguro; fro,
hmedo, brumoso, el mar picado y un viento persistente. Bien, registr el
barco. Soy un experto en eso; no dej nada sin revisar. Pero el Rembrandt
no apareci.
Arrojado al mar para recuperarlo despus sugiri Grey.
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cada centmetro cbico. Segn las notas que venan adjuntas, escritas a
mano por Trask con una clara letra de imprenta, el dibujo de Rembrandt
solo meda noventa por cincuenta centmetros. Si esto tena alguna relacin
con el escondite, de ninguna manera era explcito. El dibujo poda haber
sido enrollado y escondido en una abertura cilndrica de siete u ocho
centmetros de dimetro y no ms de cincuenta de profundidad. Por otra
parte, si lo mantena plano, y sin duda Rudolph no sera tan vndalo como
para doblar algo de un valor incalculable, el dibujo precisara un sitio
rectangular considerable, aunque no demasiado profundo. No era probable
que lo hubiese enrollado, salvo de una forma muy floja; un Rembrandt
daado se vendera por un precio mucho ms bajo. Pero no se poda
descartar la posibilidad de una cuidadosa plegadura; por ejemplo,
colocando el dibujo en algn pequeo recodo. En suma, muchos ngulos;
demasiados, reflexion irnicamente Grey.
Durante casi tres horas estuvo estudiando los datos, satisfecho, como
siempre, por el trabajo detallado que evidenciaban la capacidad y el
cuidado de Trask, pero as y todo no se le ocurra ninguna idea.
Presionando un botn del brazo derecho de su silla, obtuvo un frasco de
cristal con coac. Bebi despacio, a sorbos, paladeando la bebida con
placer, y se concentr todo lo que pudo, pero el teatro de su mente no tena
nada que mostrarle; el escenario estaba vaco...
Con un suspiro, coloc el informe a un lado, sabedor de la importancia
de un nuevo comienzo cuando el problema se presentaba hermtico. La
pequea radio FM que tena detrs de su cabeza se encendi; al or el
Concierto de Brandenburgo, se relaj, y se dispuso a escucharlo.
Media hora despus, lo intent de nuevo, esta vez utilizando sobre las
fotografas del barco una magnfica lente de aumento. Comenz por la
sentina, y fue avanzando poco a poco. Una raya detrs de otra; ningn
escondite que Trask pudiera haber pasado por alto se apareca a su ojo
interno, ni externo.
Luego pas a los aparejos, al mstil; era probable que fuese hueco; pero
el detective no haba descubierto hendidura alguna, as que el Rembrandt
no estaba dentro.
Su ojo se pos sobre la parte alta del mstil; el conjunto de tres lentes
acromticos revelaba cada mnimo detalle de la ntida fotografa. Al llegar a
la punta, su mirada se qued clavada. En el cientfico se reflej un atisbo de
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duda; mas luego busc rpidamente entre las fotos otra que mostrara el
objeto de su atencin: lado izquierdo, lado derecho. Acerc y alej la lupa,
calculando... sus ojos brillaban como dos pequeos fuegos... Muy curioso, a
no ser que... una vez ms, alguna posibilidad... Diez minutos ms tarde se
puso en comunicacin telefnica con Trask.
Estaba en ese preciso lugar! le dijo el detective a la maana
siguiente. Dentro de la bandera. Quin diablos iba a adivinar que una
bandera poda ser doble? No es usual que estn hechas de esa forma.
Tiene razn reconoci Grey. Como usted bien supuso, Rudolph
debi hacer ese trabajito mientras se escabulla entre la niebla.
Es verdad, en eso acert admiti Trask con pesar; pero pas por
alto la bandera. Qu le hizo descubrirlo?
En primer lugar, me bas en una suposicin. Al igual que usted, di por
sentado que la bandera estaba hecha con una sencilla pieza de tela, as que
si el dibujo estaba all, nadie lo hubiese notado, ni si quiera desde el muelle.
Despus se me ocurri pensar en dos banderas cosidas una a la otra, y
examin con detenimiento ambos lados. Eso es lo que le ech a perder los
planes a Max. En su apresuramiento, no se percat de que obraba con
torpeza. Mire, una de las banderas estaba actualizada, con sus cincuenta
estrellas; pero el otro lado de la misma bandera, vista en una fotografa
tomada desde un ngulo distinto, presentaba slo cuarenta y ocho estrellas.
Eso me revel que mi sospecha de una bandera doble era acertada.
Tiene razn, cosi las banderas apresuradamente. Cuando arriamos la
bandera nacional, esto salt a la vista. Trask movi la cabeza con
curiosidad. Despus de todo, tena alguna relacin con el asunto de la
carta robada, no es as?
Ya lo creo asinti el cientfico. No hay muchas cosas en un barco
que sean tan evidentes como una bandera azotada por el viento.
S dijo el detective, sonriendo. Y nadie pensara en una bandera
de doble fondo. Slo usted!
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ASESINATO EN LA LUNA DE MIEL
C. B. GILFORD
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era mucho ms blanda que la de l. Sus talones aporrearon los tobillos del
hombre, hacindole moderar el paso, ya que casi dio un traspi; pero no fue
capaz de detenerle. En seguida se encontraron entre las olas. Ella pudo
sentir la turbulencia del mar en sus piernas, subiendo y retrocediendo.
Aquel hombre tena la intencin de ahogarla!
De pronto, el raptor se detuvo. Se qued parado, sujetndola an
indefensa; pero sin llevarla ms lejos. Una ola, un poco mayor que las
dems, les pas a la altura de la cintura. Ella pudo sentir cmo su cuerpo se
afirmaba contra la marea. Por el momento, dej de luchar y de resistirse,
esperando a que l se decidiera.
En el instante en qu l comenzara a arrastrarla de nuevo, iniciara el
combate. se era su nico pensamiento.
Entonces el hombre hizo algo inesperado. Puso los labios en su oreja y le
habl en voz alta para que ella pudiera orle sobre el ruido del oleaje.
Mrs. Linvale, ahora la voy a soltar. Por favor, no comience a gritar ni
salga corriendo, ya que tengo algo importante que decirle. Soy su amigo.
No la solt de inmediato. Ella sinti que la tensin del cuerpo del
hombre se relajaba muy lentamente. An la mantena sujeta, y si ella
optaba por seguir luchando o gritar, l no tena ms que volver a apretar
para inmovilizarla.
Podra haberla matado. Ahogado. Lo comprende? Pero no lo hice, ni
lo har. Soy su amigo. Promtame que no gritar cuando la suelte.
Ella asinti con la cabeza. Habra prometido lo que fuera.
Apart la mano que le tapaba la boca; pero con el brazo izquierdo an le
rodeaba ligeramente la cintura. Ella se gir para verle la cara, y se encontr
con un rostro sonriente, y no con el de un loco asesino.
Vayamos hacia la playa para descansar y hablar propuso el hombre.
No le solt la cintura. La mantena enlazada, guindola por entre el
oleaje, sostenindola con firmeza cuando se acercaba una ola. Era increble
cmo la presin de aquel brazo se haba modificado.
Aqu mismo dijo l, cuando llegaron a la arena seca. De todos
modos, su vestido est bastante mal, as que un poco de arena no le har
nada. Debe de hallarse cansada. Ha luchado de un modo formidable.
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En efecto, estaba cansada. Dej caer todo su peso sobre la arena. Tena la
sensacin de que se le hubiesen agotado las fuerzas. Si el hombre planeaba
matarla all en vez de hacerlo en el agua, ella no podra ofrecer ninguna
resistencia.
Sin embargo, todo lo que hizo fue tenderse a su lado, apoyndose sobre
un codo.
Quiere que empiece por el principio, Mrs. Linvale? le pregunt,
despus de unos minutos. O quiz deba llamarte Carol?
Ella se senta demasiado extenuada para oponerse.
Muy bien continu. Te encuentras aqu de luna de miel con tu
marido, Tony Linvale. Antes de casarte, hace un par de semanas, eras Carol
Richmond, la heredera, apenas cumplidos los veintin aos. Voy bien
hasta aqu?
Carol no respondi.
T no sabas mucho acerca de Tony Linvale; pero te pareci apuesto y
seductor. Quiz se te ocurriera pensar que l podra ser un cazafortunas; sin
embargo, estabas locamente enamorada.
Tena ganas de decirle que no era verdad. Ella amaba a Tony.
Esto conduce a tu llegada a este paraso para recin casados con el
siempre amado Tony, quien, casi tan pronto como se instala aqu, comienza
a actuar de un modo curioso.
La vergenza le encendi las mejillas.
Qu quiere decir con eso? le ret.
Sabes muy bien lo que quiero decir, Carol. Eres una mujer chapada a
la antigua, y tu idea sobre la luna de miel es que la novia y el novio estn
juntos casi siempre. Y Tony desaparece todos los das unas cuantas horas,
sin que t sepas dnde se encuentra.
Carol haba vuelto a recuperar su aliento y su lucidez.
Slo quiero que me explique por qu me arrastr hasta el agua e
intent asesinarme. A eso quiero llegar.
Qu ha hecho Tony para que le mezcle en esto?
Todo.
Ella se sent, y el desconocido se apresur a imitarla.
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Me he tomado todo este trabajo para que pudieses ver cmo estuvo
planeado; pero supongo que ests tan loca por Tony Linvale que ni con los
hechos delante de tus ojos eres capaz de creer. No es as?
Por supuesto que amo a Tony.
Todava? Escucha, Tony no se atrevi a hacer el trabajo por su cuenta
porque pensaba que la repentina muerte de una esposa joven y rica
levantara demasiadas sospechas sobre el marido. As que esta tarde estuvo
realmente jugando al golf, y se quedar con sus compinches hasta entrada
la noche, ya que se trata de su coartada. Tony saba que cuando te
enfadabas tenas el hbito de dar una caminata para calmarte, e incluso
saba que lo hacas en esta direccin. Yo deba apresarte y ahogarte en el
ocano. Desapareceras por uno o dos das; luego, la marea te depositara
en alguna playa. O bien habas ido a nadar sola, ahogndote, o quiz se
tratase de un suicidio, debido a que pensabas que tu marido no te amaba.
Parecera cualquier cosa menos un asesinato.
Su mente estaba confusa. Todo sonaba muy lgico, pero as y todo no lo
era porque haca de Tony un asesino, y l no poda serlo.
No rechaz ella. No...
Si yo hubiese llamado a tu puerta y te hubiera contado todo esto,
naturalmente no me habras credo. Eleg este camino para mostrarte cmo
deba funcionar el plan.
Por qu no ha acudido a la Polica?
Me hubiesen credo ellos ms que t? Cuando tu marido me hizo esta
proposicin, mi primera reaccin fue rehusar pero luego, por algn motivo,
despert mi curiosidad. Cuando te vi por primera vez, el asunto me
interes ms. Digamos que por ti.
Por m? volvi a sentirse incmoda, recelosa de Hannon.
As es. No poda evitar preguntarme por qu alguien con una esposa
tan esplndida deseaba su muerte. Esa Diane Keith es de buen ver, pero no
puede compararse contigo. Adems es un poco mayor.
No haba nada repelente en Gil Hannon, pero ella no poda evitar tenerle
miedo. De repente sinti un escalofro, dndose cuenta de que estaba
empapada.
Me marcho dijo.
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Mirad chicos, Carol est dormida y creo que ser mejor no despertarla.
Por qu no dejamos ese trago para otra oportunidad?
Por supuesto, Tony...
Despus de unas silenciosas despedidas, las voces desaparecieron por
completo. La puerta de entrada fue cerrada con llave. Se escucharon los
pasos de Tony atravesando el saloncito, y volvi a abrir la puerta del
dormitorio.
Ahora la expresin de su cara era completamente distinta, sumisa y
arrepentida. Se dirigi despacio hacia la cama.
Ya no me dirigirs ms la palabra? le pregunt. No estoy del
todo segura le respondi ella con franqueza.
Tony se sent sobre el lecho, muy cerca de ella, pero sin tocarla.
Carol, supongo que podra inventar cualquier excusa, pero en realidad
no quiero mentirte.
Lentamente se inclin hacia ella. Carol no se movi. Su boca se pos
sobre la suya. ste era el idioma en que l se expresaba mejor, pens.
Tony la bes, sin que ella se lo impidiese.
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Cuando llegaron, ella se desliz del coche antes de que l pudiese abrirle
la puerta.
Muchas gracias, Mr. Hannon.
Y ahora qu piensas hacer?
No lo s.
No tienes celos, o miedo?
Un poco de cada cosa reconoci; pero me niego a desesperarme.
Si necesitas algo de m puedes llamarme ofreci Hannon, poniendo
en marcha el coche, y dejndola desconsolada.
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Pero entonces era ella la que lo senta. Gil Hannon estaba tratando de
ayudarla. Era un hombre bueno y agradable. Estir su brazo y le toc
ligeramente la mano.
Eres maravilloso, Gil dijo.
Pero me estoy apresurando un poco razon. T ests casada.
Supongo que an no me puedo hacer a la idea de que ests casada con un
sujeto que lo nico que quiere es deshacerse de ti. Deja que yo me haga
cargo de todo; lo primero que har ser alejarte de Tony.
Ella mene la cabeza.
Qu quieres decir? An amas a ese tipo?
Estoy casada con l.
Pero no le has mirado a los ojos? No tienes confianza en m?
Carol se qued pensando durante un buen rato, y finalmente dijo:
Es difcil para una mujer admitir que se ha equivocado. Escucha, an
no lo s.
Gil Hannon se incorpor, sin importarle demostrar su clera.
Entonces supongo que deber encargarme yo mismo de Tony.
Se fue sin dar ninguna explicacin a sus palabras.
Cuando Gil regres, ya haca tiempo que haba anochecido, y era tarde
para cenar; deban ser las diez y media pasadas. Durante su ausencia, Carol
apenas se movi de su lugar. Tony no dio seales de vida. Ella haba
encendido una sola lmpara, y estuvo pensando cmo poner en orden sus
confusas emociones.
Gil entr sin llamar. Se qued parado en medio de la habitacin, con el
rostro desencajado, reluciente por la transpiracin. Ella poda ver el
movimiento de su pecho debajo de la camisa empapada.
Me he encontrado con tu marido dijo. Tomamos juntos unas
cuantas copas y tuvimos una larga conversacin. Me ofreci un fajo de
billetes si me encargaba de liquidarte. Me habra gustado que pudieses
haber escuchado nuestra charla, Carol, pero yo le dije que se olvidara. Se
acerc unos pasos. Ir al pueblo para declarar ante la Polica.
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Carol asinti.
De acuerdo. Quiz sea sa la mejor solucin. Otra vez volvi a
arrodillarse ante ella. Ahora escchame con atencin, querida. Tu marido
est en estos momentos en el Mar del Sur con Diane Keith. Ha bebido
mucho. Quiz se le ocurra hacer el trabajo por su cuenta, as que te he
trado esto.
Meti la mano en el bolsillo y extrajo una pistola. Se la puso a Carol
sobre el regazo. Era negra, pequea, de aspecto mortfero.
Me la ha dado tu marido. No me preguntes cundo la adquiri. Dijo
que, si quera, poda usar la pistola para matarte, siempre y cuando l
tuviese su coartada. Ya lo ves, se encuentra prcticamente desesperado. Yo
le contest que no la usara; pero no se la quise devolver. Creo que eres t
quien la necesita.
Carol se encontraba aterrorizada.
Y qu piensas que debo hacer con ella?
Usarla sobre Tony Linvale, si esta noche regresa en su estado de
inconsciencia.
Pero es que yo no s cmo usar una pistola...
Quitas el seguro de un golpecito, y luego aprietas el gatillo.
Pero estoy segura de que no le dar a nada...
Dispara sin cesar. Nadie se acercar si le recibes con una lluvia de
balas por doquier.
Sin permitirle ninguna objecin, Hannon la bes; lo hizo casi a la fuerza,
con prepotencia, mientras Carol se encontraba demasiado aturdida para
resistirse.
Cierra con llave dijo Gil al salir.
Ella le sigui hasta la puerta e hizo lo que se le ordenaba. Luego, se
qued parada al lado de la puerta, y descubri que con la mano derecha
sostena la pistola.
Fue el arma lo que le produjo un miedo repentino y le hizo ver que crea
en Gil Hannon. Durante dos horas estuvo luchando con aquel pensamiento,
hasta que lo supo. La pistola era real. La pistola la haba convencido. Su
vida estaba en peligro. Tony Linvale, el hombre a quien ella haba amado,
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con el cual se haba casado, quera asesinarla; por su dinero y por el amor
hacia otra mujer.
Aterrorizada, se vio actuar a s misma. Apag todas las luces. La
oscuridad era ms segura. Se sent en una silla frente a la puerta, aferrando
la pistola con la mano derecha. Quitar el seguro de un golpecito, haba
dicho Gil.
Por qu no le crey antes? Por qu no le acompa a ver a la Polica?
Gil la haba llamado obstinada; pero era peor que eso. Era una imbcil.
En ese momento comenz a escuchar aquel ruido. Un sonido dbil, que
apenas se distingua del lejano oleaje, que cada vez se haca ms audible.
Alguien se acercaba por el sendero de lajas, despacio, cauteloso. Aferr la
pistola entre sus manos con fuerza, y se fue haciendo mentalmente a la idea
de que tena que usarla, porque el sonido ya provena sin lugar a dudas de
la puerta de su cabaa; ahora pareca como si alguien se estuviese
apoyando o frotando contra la puerta. Trataba de derribarla? Le sigui el
sonido del tirador de la puerta girando. Por supuesto, con la llave echada
aquello era en vano. Por ltimo, un sonido que la petrific: una llave
introducindose en la cerradura.
Carol busc el seguro en la pistola, y le dio un golpe como Gil le haba
mostrado. Dispara..., dispara sin detenerte. Era lo nico que le quedaba por
hacer.
La llave gir una vez. Muy despacio, sin el menor ruido, qued
entreabierta. En la entrada, la plida luz del sendero dibuj la silueta de un
hombre. Alto, corpulento, pareca estar recostado sobre el marco de la
puerta, escrutando el interior en penumbra de la cabaa. Justo frente a ella.
No entres, Tony. Tengo una pistola, y la voy a usar.
Su voz discordante revel miedo.
No hubo ninguna respuesta desde la puerta, pero el hombre se inclin
an ms. Le pareci que se agazapaba. Para saltar sobre ella? S. Carol
dispar.
No cont los disparos. Slo saba que deba seguir disparando hasta que
la pistola estuviese vaca y apretar el gatillo produjera slo un sonido
apagado.
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El teniente dio a entender con la cabeza que estaba de acuerdo con ella, y
dijo:
Ya lo creo que no.
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UN GALN DE GASOLINA
WILLIAM BRITTAIN
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EL TELFONO MORTAL
HENRY SLESAR
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REFUERZO DE PERSONALIDAD
RICHARD O. LEWIS
Poco despus de las ocho de la tarde recib una llamada del teniente de
Polica DeWitt.
Doctor Harper dijo, tengo un cliente para usted. Lo he recogido
hace media hora en el puente. Le interesa?
Puente? De pronto record uno de los puntos sobre el que discutimos la
ltima vez que nos encontramos.
Oh, por supuesto! dije. Claro que estoy interesado! Esta noche?
Tiene que ser antes dijo el teniente, o me ver obligado a acusarle
formalmente y dejarlo encerrado hasta maana. Eso podra empeorar el
asunto, usted ya sabe cmo es.
Indudablemente! convine. Mejor que lo traiga en seguida.
No he descubierto gran cosa sobre l continu diciendo el teniente
, pero le pasar lo que s para que usted se pueda hacer una idea. Treinta
y cinco aos, contable, casado y sin hijos, vive en la periferia, no ha querido
decirnos el motivo por el cual iba a saltar desde el puente. No puedo decirle
ms.
Es suficiente repuse. Les estar esperando.
Despus de colgar el receptor del telfono, me reclin en mi silla para
reflexionar un momento. Durante el pasado ao, el ndice de suicidios e
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EN MEMORIA DE MARTHA
RICHARD HARDWICK
Todo comenz en julio, durante la fiesta que dieron los Dunbar. Yo haba
tenido la intencin de no asistir, e ir en cambio al cine a una sesin
temprana; pero Martha me llam a las seis y me pidi que la llevara.
Iba a ir con Tommy dijo con su acostumbrada franqueza; pero le
ha salido un negocio y le es imposible acompaarme. Norman, tengo tantos
deseos de ir. Verdad que eres un encanto?
Le dije que estaba dispuesto a ser un encanto o cualquier cosa que ella
quisiera. Yo amaba a Martha de un modo fiel, servil, ntegro y sin
esperanza. Martha lo saba; de hecho, todo el mundo lo saba. Sin embargo
para Martha yo no era ms que una cabeza que aprobaba y unos ojos
comprensivos a los que ella contaba sus problemas, el recambio para
cuando los Tommy, Joey o Bill fallaban. No me gustaba el papel; no
obstante era preferible a no ver a Martha nunca.
Ya era ms tarde de las siete cuando hice sonar el timbre de su
apartamento. Ella acudi a abrir la puerta y yo me qued all parado
observndola. Era hermosa. La mujer ms hermosa que jams haba visto, y
cada vez que la vea era como contemplarla por primera vez, tan adorable
que me quitaba el aliento, tan inasequible que me encoga el corazn.
Eres un encanto dijo, besndome en la mejilla.
Csate conmigo. Nos iremos de aqu y tendremos una docena de
nios, todos tan hermosos como t y tan encantadores como yo.
Se ri.
Ya casi estoy lista dijo, y se agach para estirarse las medias.
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Me mir alarmada.
Es que has escuchado alguna cosa?
Mov la cabeza.
No.
Nunca nos hemos citado en la ciudad dijo. Siempre ha sido en las
afueras, en algn motel o en hoteles de otras ciudades.
se no es tu estilo.
Martha sonri.
No seas anticuado, Norman. No hay nada srdido en ello. La
diferencia es que nos amamos.
Ed Pollard slo ama a Ed Pollard y al dinero.
Ella estaba pensando en otra cosa y no prest atencin a lo que le dije. Al
cabo de unos minutos mir su reloj, se retoc los labios con el lpiz de
carmn, e incorporndose me dijo:
Hablar con l. Ya vers. Estoy en mis cabales. S que lo estoy.
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Esper una semana ms. Tena que estar seguro. Comenc a tener
dificultades para poder dormir. Mi peso baj tres o cuatro kilos. Me decid
una noche mientras miraba el techo en la penumbra, viendo el rostro de
Martha, escuchando su voz. Ira a ver a Pollard y le exigira que me dijese
qu le haba hecho.
Al da siguiente, estando en otra ciudad por negocios, compr
impulsivamente una pequea pistola de tiro al blanco, calibre veintids. En
mi vida haba disparado un arma. Adquir unas cuantas cajas de balas, y al
volver a casa estuve practicando en un bosque cercano a la autopista.
Tena planeado utilizar el arma para persuadir a Pollard de que hablaba
en serio. Por supuesto, necesitaba encontrarme con l a solas y de un modo
imprevisto.
Saba que Pollard, cuando terminaba de trabajar, haca a pie el trayecto
desde sus oficinas al hotel en el cual se hospedaba. Tambin estaba
enterado de que se mudara a su casa de Valley Road tan pronto como los
decoradores hubiesen terminado, probablemente dentro de una semana, y
mi mejor oportunidad sera antes de que se trasladase.
Abandonaba su despacho todas las tardes a las cinco, as que estacion
mi coche frente al edificio donde tena las oficinas. El primer da, alguien le
acompaaba. Al segundo, sali l solo, y se encamin hacia su hotel.
El corazn me lata con fuerza mientras me acercaba por la cuneta hasta
correr parejo a l. Le sonre a travs de la ventanilla abierta del coche.
Hola, Ed! Sube, que te llevar!
Pareci dudar unos instantes; luego se acerc a mi coche.
Hola Norm. Hace tiempo que no te veo.
Subi, cerr la puerta con fuerza y yo puse el automvil en movimiento.
He odo decir que pronto viene tu familia dije, preguntndome si a
Ed mi voz le haba sonado tan afectada como a m.
As es.
Me gustara conocerla manifest.
Introduje la mano dentro de mi chaqueta y pude sentir la pistola sujeta
debajo del cinturn.
Magnfico respondi.
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Alfred Hitchcock presenta Fue un crimen maravilloso
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FIN
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Alfred Hitchcock presenta Fue un crimen maravilloso
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Ttulo original: Having a wonderful crime
Traduccin: Jorge M. Lech
Primera edicin: Marzo, 1988
1977, Davis Publications, Inc.
Copyright de la traduccin espaola: 1988, Plaza & Janes Editores,
S. A.
ISBN: 84-01-49104-5 (Col. Jet)
ISBN: 84-01-49842-2 (Vol. 104/2)
25-04-2013
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