San Juan de Avila
San Juan de Avila
San Juan de Avila
Sumario:
1. Caractersticas de la mariologa avilista
2. Dimensin cristolgica de la maternidad divina
3. Mara siempre Virgen
4. Madre nuestra y Medianera
5. Toda santa e Inmaculada
6. Asuncin de Mara
7. Devocin y espiritualidad mariana
* * *
Presentacin
Antes y despus de la canonizacin del Maestro San Juan de Avila
(1970), se hicieron estudios de mucho inters sobre su doctrina mariolgica.
Casi todos ellos se centran en algn punto o tema concreto, especialmente la
Asuncin, el Corazn de Mara, contemplacin, culto y devocin, etc. A
veces, los estudios se concretan un alguno de sus escritos: sermones,
cartas...1
En el ao 1961 ya publiqu una sntesis breve de la mariologa
avilista2. Pero desde entonces son muchos los estudios que se han realizado
y publicado sobre la doctrina mariolgica del santo Maestro 3. Me parece,
pues, oportuno un nuevo estudio de sntesis sobre este tema, que en realidad
queda siempre abierto a nuevas investigaciones.
La sntesis mariolgica avilista, que intento ofrecer, puede servir de
punto de partida para otras investigaciones, teniendo en cuenta que los
temas mariolgicos han quedado abiertos a nuevas perspectivas, gracias
principalmente al concilio Vaticano II ("Lumen Gentium", cap. VIII, ao
1
Ir citando estos estudios en el decurso de la presente reflexin. Me
remito, por el momento, al Diccionario de San Juan de Avila (Burgos, Monte
Carmelo, 1999), donde recojo la bibliografa existente sobre los temas
mariolgicos; ver la voz "Mara" y sus voces de referencia: Anunciacin,
Cantares, Cenculo, Corazn de Mara, devocin, Dolorosa, Encarnacin,
Espritu Santo, espiritualidad mariana, Eucarista, Iglesia, Inmaculada,
Magnficat, Navidad, virginidad.
2
Sntesis mariolgica de los escritos de Juan de vila: Ephemerides
Mariologicae 11 (1961) 169-191.
3
Adems del Diccionario citado en la nota 1, ver una sntesis
mariolgica avilista, con bibliografa ms actualizada, en: Introduccin a
la doctrina de San Juan de Avila (Madrid, BAC, 2000) cap. III, 2, e.
2
Quien conozca los escritos avilistas, sabe muy bien que en ella
aparecen todos los temas mariolgicos clsicos: maternidad divina de Mara,
virginidad, santidad, Inmaculada, maternidad espiritual, mediacin,
Asuncin, realeza... Estos ttulos marianos quedan expuestos con claridad de
pensamiento, fundamentacin bblica y patrstica, base teolgica, adaptacin
pastoral, aplicacin espiritual.
Al conjunto de "sermones sobre Nuestra Seora" (Ser 60-72), tenidos
durante diversas fiestas marianas, se le ha llamado, a veces, "libro de la
Virgen". Al lector no se le escapa que el predicador est hablando desde la
propia vivencia, teniendo en cuenta los contenidos de la doctrina. En
realidad todos los sermones avilistas suelen empezar con una invocacin a
Mara, motivada segn los datos de la fiesta que se celebra. Algunas
expresiones dejan traslucir una profunda espiritualidad mariana: "Ms
quisiera estar sin pellejo que sin devocin de Mara" (Ser 63, 544s);
"cuando yo veo una imagen con su Nio en los brazos, pienso que he visto
todas las cosas" (Ser 4, 553s).4
4
A. MOLINA PRIETO, Los tres sermones asuncionistas de San Juan de
vila, en: Virgo Liber Verbi (Roma, Marianum, 1991) 281-309; J. STHR, Das
in Maria verwicklichte ja der Creatur su Gottin den Marienpredigten des Hl.
Juan de Avila (Zaragoza, VIII Congres. Mariolgico Internacional, 1979)
(ponencia). Sobre su predicacin en general: J. ESQUERDA BIFET, El ao
litrgico en los sermones de san Juan de Avila, en: AA.VV., Fovenda sacra
liturgia. Miscelnea en honor del Dr. Pere Tarrs (Barcelona, Centre de
Pastoral Litrgica, 2000) 427-442; R.M. HORNEDO, El estilo coloquial del
Beato vila: Razn y Fe n.868 (1970) 513-524; A. HUERGA, El ministerio de la
palabra en el B. Juan de vila: Semana Avilista (Madrid 1969) 93-147; L.
MORALES OLIVER, El Beato Maestro Juan de vila y el estilo de la predicacin
cristiana: Semana Nacional Avilista (Madrid 1952) 19-27; J.A. MUNITIZ, La
oratoria del Bto. vila y los clsicos: Humanidades n.21 (1928); L. SALA
BALUST, F. MARTN HERNNDEZ, Santo Maestro Juan de vila (Madrid, BAC, 1970)
3
5
Ver: L. GRANADA, 2 parte, cap. 7 (De la devocin que tena a Nuestra
Seora).
6
Esta oracin, "Recordare", la recomienda en el sermn 66, 27ss.
7
Algunos estudios de sntesis: J. ESQUERDA BIFET, Sntesis mariolgica
de los escritos de Juan de vila: Ephemerides Mariologicae 11 (1961) 169-
191; A.P. GONZLEZ GUTIRREZ, La actuacin de Mara en la Iglesia de Cristo
segn San Juan de vila: Scripta de Maria 9 (Pamplona 1987) 109-147; R.
JIMENO, La mariologa esttica en el Maestro vila, Granada, Fac. Teol.
Cartuja, 1955 (Tesis doctoral); A. MOLINA, Presencia de Mara en el
epistolario del Santo Maestro Juan de vila: Estudios Marianos 36 (1972),
281-304.
8
Todos los temas avilistas tienden a la exposicion del Misterio de
Cristo, Verbo Encarnado y Redentor. La faceta mariana de este misterio es
una nota de autenticidad en la exposicin del tema cristolgico. Ver: F.
CARRILO, El Misterio de Cristo en el Beato Juan de vila (Mlaga 1946); J.
GUTIRREZ, El misterio de Cristo en la doctrina y vida de San Juan de vila
(Roma, Univ. de Santo Toms, 1974) (Tesis Doctoral).
4
9
Ver estos temas en los apartados siguientes, especialmente al hablar
de las fiestas y de la Asuncin.
10
Ver sntesis teolgica actual, con bibliografa, en: J.M. ALONSO, D.
SARTOR, Inmaculado Corazn, en: Nuevo Dioccionario de Mariologa (Madrid,
Paulinas, 1988) 941-955. Ver el tema en el magisterio actual: LG 53, 56-58;
MC 17,47; RMa 14, 18, 20, 26, 36-36. Otros estudios: D. FERNANDEZ, El
corazn de Maria en los Santos Padres: Ephemerides Mariologicae 37 (1987)
81-140; G. GREEN, Les antcdents, doctrinaux et historiques de la
conscration du monde au coeur Immacul de Marie, en: Maria. tudes sur la
Sainte Vierge (Paris 1949-1971) I, 827-873.
11
Sobre el Corazn de Mara en la doctrina avilista: J. CALVERAS, La
devocin al Corazn de Mara en el Libro de la Virgen Mara del Bto.
vila: Manresa 17 (1945) 296-346; 18 (1946) 3-29, 231-256; N. GARCA, El
Bto. vila, Apstol del Corazn de Mara: Maestro vila 1 (1946) 13-29.
Sobre la contemplacin de Mara: J. ESQUERDA BIFET, La oracin contemplativa
en relacin con la devocin mariana segn el Maestro Juan de vila:
Anthologica Annua, 24-25 (1977-1978) 499-550.
12
Describe as el Corazn de Mara: "fue el ms tierno corazn el suyo
de cuantos ha habido en el mundo" (Ser 67, 593ss). Por esto, la imagen de su
5
13
Ver algunas cuestiones actuales sobre la mariologa en: AA.VV., La
mariologia tra le discipline teologiche (Roma, Marianum, 1992) (storia,
teologia attuale, problematica, didattica, ecc.); AA.VV., Sviluppi teologici
postconciliari e mariologia, Roma, Citt Nuova 1977; AA.VV. (Sociedad
Mariolgica Espaola), Enciclopedia mariana posconciliar (Madrid, Coculsa,
1975); AA.VV., Crisis en Mariologa. Mariologia y Teologia: Ephemerides
Mariologicae 20 (1970) 5-203; S. DE FIORES, Mara en la teologa
contempornea (Salamanca, Sgueme, 1991). Nos remitimos a las mariologas
actuales ms conocidas.
6
que es Jess, el Hijo de Dios (Ser 61, 96ss). Est, pues, asociada a su Hijo
como "Esposa del Verbo eterno" (Ser 65 -1-, 520s), de quien es "madre y
esposa" (Pltica 15, 13; cfr. Ser 70. 732).14
Mara est asociada a la obra redentora de Cristo como "Nueva Eva"
(cfr. Ser 60, 554ss; Ser 63,125ss; Ser 67, 275ss, 367ss). Su asociacin a
Cristo, tiene, pues, sentido esponsal. Todas las gracias recibidas por Mara
tienen este objetivo: "Para que ayude al segundo Adn, que es Jesucristo,
para ayudarle en la redempcin y a recoger las nimas por quien l derram
su sangre" (Ser 60, 556ss).
La Virgen Dolorosa es uno de los temas ms emotivos de la doctrina
avilista. Presenta el tema en relacin con el amor de Cristo: "Tras nos
anduviste desde que naciste del vientre de la Virgen, y te tom en sus
brazos, y te reclin en el pesebre, hasta que las mismas manos y brazos de
ella te tomaron, cuando te quitaron muerto de la cruz, y fuiste encerrado en
el santo sepulcro como en otro vientre" (AF cap. 69, 7027ss). El dolor de
Mara repercuti en el dolor del mismo Cristo, como "carga de la compasin
que de su sagrada Madre llevaba", la cual estaba "muy llena de pena, como lo
iba El" (Ser 37, 156ss).
En el dolor de Mara podemos descubrir que "nosotros somos la causa de
la pasin de Jesucristo y de las angustias de su Madre" (Ser 67, 17s). La
devocin a la Virgen Dolorosa corresponde a la vocacin cristiana de meditar
la pasin, "estar all con ella". En el da de la soledad de Mara, "todo
cristiano debe gastar este da en acompaar a la Virgen, que fue hoy
lastimada en gran manera" (ibdem, 39ss).
En el dolor de Mara se descubre su relacin ntima con Cristo, como
"Oveja y su Cordero inocente", que sufren por culpa de nuestros pecados
(cfr. Ser 67, 71s). Las expresiones avilistas son impresionantes: "No
bastaba matar al hijo y ponelle en una cruz, sin matar tambin a la Madre?
Por qu se cuece a Jesucristo en las lgrimas de su Madre? Si lo queris
asado, asado est en el fuego de tan grandes tormentos, asado lo tiene el
fuego de su amor... y si lo queris cocido, cocido est en lgrimas, que de
los ojos de su sacratsima Madre salan, viendo lo que estaba padeciendo"
(ibdem, 141ss).
Este tema est relacionado con el "Corazn" de Mara, de que hemos
hablado ms arriba: "Qu hizo su virginal corazn... que ans la habis hoy
14
El Maestro acenta la relacin de Mara con la humanidad o "santsima
carne" salvfica de Cristo, "con cuyos trabajos y muerte fuimos redimidos,
podemos decir que fue carne de la Virgen, pues que ella se la dio y la
mantuvo" (Ser 68, 207ss). As, pues, "nuestra bendita mujer fue criada para
que ayudase al segundo Adn, Cristo, a restaurar lo que el primer hombre y
mujer echaron a perder" (ibdem, 421ss). Somos, pues, "hacienda de sus
entraas" (Ser 70, 734s).
7
15
Ella ha sido "la ms santa y la ms lastimada, la ms querida y la ms
angustiada, la ms alta y la ms abajada... Si mucho la amastes, mucho la
afligistes... a la medida de amor que tuvistes, fue el doble que ha pasado"
(ibdem, 176ss).
16
La descripcin de la "Piet" la hace con estos trminos: "Comienza la
Virgen de allegalle las manos a la cabeza y topaba con las espinas... todos
los cabellos llenos de sangre... Este es el cuerpo que yo tan tiernamente
trataba y envolva?... Llora la Madre, lloran cuantos estn presentes"
(ibdem, 549ss).
17
Los estudios avilistas sobre la Eucarista, no dejan de sealar esta
dimensin mariana: L. AGUIRRE, El Bto. Juan de vila, paladn de la
Eucarista: Verdad y Vida 2 (1944) 422-436; M. BRUNS, El Padre vila y la
Eucarista: Semana Nacional Avilista (Madrid 1952) 29-56; J.M. CARDA, Los
efectos de la Eucarista en los escritos del Bto. vila: Rev. Espaola de
Teologa 18 (1958) 261-281; A. HUERGA, El Beato vila y el Maestro Valtans:
dos criterios distintos en la cuestin disputada de la comunin frecuente:
La Ciencia Tomista 84 (1957) 425-457; F. IRIARTE, Evolucin y fuentes
principales de la espiritualidad eucarstica del Apstol de Andaluca: Rev.
de Espiritualidad 17 (1958) 33-55; T. PIZARRO, La eucarista pan de vida
eterna. Orientaciones de espiritualidad del Santo Maestro Juan de vila
(Cceres 1986).
8
estrechamente relacionado con ella (cfr. Carta 6, 88ss; Carta 8, 45ss; cfr.
Tratado sobre el sacerdocio, n.2, 45ss, 75ss, n.15, 619ss).
La relacin entre Mara y el sacerdote ministro tiene dimensin
cristolgica, eucarstica y eclesial. Es una especie de paralelismo que
relaciona profundamente a Mara con el sacerdote, por el hecho de hacer
presente a Cristo en medio de la comunidad eclesial: "Mirmonos, padres, de
pies a cabeza, nima y cuerpo, y vernos hemos hechos semejantes a la
sacratsima Virgen Mara, que con sus palabras trujo a Dios a su vientre...
Y el sacerdote le trae con las palabras de la consagracin" (Pltica 1,
111ss; cfr. Carta 157, 260ss).
La accin de sacerdote en la celebracin eucarstica es semejante a la
de Mara, por "el ser sacramental que el sacerdote da a Dios humanado", no
de modo espordico, sino en todas las celebraciones eucarsticas (Tratado
del sacerdocio, n.2, 70ss). Por esto, Mara considera a los sacerdotes como
parte de su mismo ser: "Los racimos de mi corazn, los pedazos de mis
entraas" (Ser 67, 743ss). La castidad o virginidad sacerdotal tambin tiene
esta perspectiva eucarstica y mariana (cfr. Tratado del sacerdocio, n.15).18
18
J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad sacerdotal mariana en Juan de
vila: Estudios Marianos 35 (1970) 85-114. La aportacin del Maesto Avila
puede enriquecer las perspectivas actuales sobre el mismo tema: Mons.
DUPERRAY, Regina cleri, in: Maria III (Du Manoir) (Paris, Beauchesne, 1954)
659-696; J. ESQUERDA BIFET, Mara, Iglesia y sacerdocio. Espiritualidad
sacerdotal mariana, en: Teologa de la espiritulidad sacerdotal (Madrid,
BAC, 1991) cap. 10; B. JIMNEZ DUQUE, Mara en la espiritualidad del
sacerdote: Teologa espiritual 19 (1975) 45-59; R. LAURENTIN, Marie,
l'eglise et le sacerdoce, (Paris l952); P. PHILIPPE, The Virgin Mary and the
Priesthood (New York, Alba House, 1993).
9
19
El Maestro refleja una opinin frecuente en muchos escritores
marianos. En efecto, la pregunta de Mara al ngel (cfr. Lc 1,34) indicara
que "tanto es el amor que tiene la Virgen a su limpieza, que no trueca su
virginidad por ser madre del Hijo de Dios" (Ser 65 -1-, 148ss).
20
A las personas que queran consagrarse a Dios, les propona imitar "a
la bienaventurada Mara, Virgen, Madre y Esposa", Madre de las vrgenes
(Carta 38, 191ss). Cristo Esposo les da "su compaa en pago de la soledad
que ac pasaron por l" (ibdem, 206s; cfr. Ap 14,4). En la lucha por
conservar la virginidad, hay que invocar al "virginal Esposo y a su
limpsima Madre" (Carta 70, 159ss). Las personas consagradas a Dios por la
virginidad "tienen ms semejanza con la Madre Virgen"; por esto, Cristo "se
huelga mucho... de ser concebido, nacido y envuelto y tratado de cuerpo
virgen, porque l es virgen" (Carta 84, 9ss). Cristo "quiere ser tratado de
brazos y corazones limpios, y por eso se puso en los brazos de la Virgen, y
Josef fue tambin virgen limpsimo, para dar a entender que quiere ser
tratado de vrgenes" (Ser 4, 340ss).
10
22
La teologa mariana actual, siguiendo las pautas del concilio Vaticano
II (LG) y de la encclica "Redeptoris Mater", presenta la mediacin de Mara
como participacin en la nica medicacin de Cristo y como concretizacin de
12
24
A San Juan de Avila se le reconoce con la caracterstica de ser
Maestro de vida espiritual: C.M. ABAD, La espiritualidad del Bto. vila:
Manresa 28 (1956) 455-478; M. ANDRS MARTN, San Juan de vila, Maestro de
espiritualidad (Madrid, BAC, 1997); F. CARRILO RUBIO, Espiritualidad del
Beato Maestro Juan de vila: Semana Avilista 1 (1952) 93-105; J. ESQUERDA
BIFET, Juan de vila, Maestro de espiritualidad cristiana: Studia
Missionalia 36 (1987) 83-107; Id., Jean d'Avila, en: Dictionnaire de
Spiritualit Chrtienne, VIII, 1 partie, 270-283; R. GARCA Y GARCA DE
CASTRO, El Mtro. Juan de vila, santo y forjador de santos: Maestro vila 1
(1946) 223-238; I. MENNDEZ-REIGADA, El Beato Juan de vila, maestro de vida
espiritual: Vida sobrentural 39 (1940-1941) 12-13, 102-109; 40, 27-36, 91-
99; 41, 28-36; P. POURRAT, La spiritualit chrtienne (Paris 1944) t. 3,
159-163.
25
Esta afirmacin avilista pudo haber influido en la mariologa clsica,
cuando intenta presentar el grado de santidad de Mara. Ver: A. ROYO MARIN,
La Virgen Mara, teologa y espiritualidad mariana (Madrid, BAC, 1997) parte
III.
26
Tratado de la singular y pursima Concepcin de la Madre de Dios
(1600). Ver: J. ESQUERDA BIFET, Diego Prez de Valdivia, maestro de
espiritualidad en el siglo XVI, discpulo de San Juan de vila (Roma,
Instituto Espaol de Historia Eclesistica, 1972); Idem, El tratado de la
Inmaculada de Diego Prez de Valdivia (discpulo del Bto. vila) (Madrid,
Pont. Univ. Comillas, 1964); Idem, Un marilogo catedrtico de la
Universidad de Barcelona en el siglo XVI: Diego Prez de Valdivia: Estudios
Marianos 32 (1969) 279-303; L. SALA BALUST, F. MARTN HERNNDEZ, Santo
Maestro Juan de vila (Madrid, BAC, 1970) cap. 8, n.3.
14
Los cuatro sermones del Maestro Avila sobre la Asuncin de Mara (Ser
nn. 69-72) son un arsenal de temas marianos. Se trata de homilas muy
largas, recitadas durante la fiesta. La idea central es que Mara, asociada
a todos los misterios de Cristo en su vida terrena, fue glorificada en
cuerpo y alma.28
La predicacin avilista sobre la Asuncin tiende a describir el camino
de la contemplacin, tomando como ejemplo y ayuda a la Santsima Virgen en
los ltimos momentos de su vida terrena. Subraya la presencia de Mara en la
Iglesia primitiva, que se traducir luego, ya glorificada, en proteccin
materna.29
La argumentacin se basa en la armona de la revelacin y de los
contenidos de la fe. As, por ejemplo, conjuga los datos de la maternidad
virginal (Lc 1,35), de ser "llena de gracia" (Lc 1,28; cfr. Ser 71, 2ss) y
de simbolizar el "Arca de la Alianza" que sube al cielo (Apoc 11,19). "Es
cosa muy justa que, pues en cuerpo y en nima fue la Virgen bendita silla de
Dios, y por muy particular manera, que ya que se parti esta silla en dos
partes en el da de su muerte, que luego, o en el tercer da, torne Dios a
juntar su silla y santsima arca, para que vean todos los que en el cielo
estuviesen aquella santsima carne, de la cual el Verbo divino tom carne
27
Sobre la Inmaculada en San Juan de Avila, adems de la nota anterior,
ver: J. ESQUERDA BIFET, Sntesis mariolgica de los escritos de Juan de
vila, o.c., 179-181 (Inmaculada); T. HERRERO, La Inmaculada en el Bto. Juan
de vila: Estudios Marianos, 18 (1957) 371-380.
28
En los estudios sobre la mariologa del Maestro Avila, que hemos
citado en notas anteriores, se alude al tema de la Asuncin. Ver
especialmente: A. MOLINA PRIETO, Los tres sermones asuncionistas de San Juan
de vila, o.c., 281-309.
29
J. ESQUERDA BIFET, La oracin contemplativa en relacin con la
devocin mariana segn el Maestro Juan de vila: Anthologica Annua, 24-25
(1977-1978) 499-550.
16
humana, y que est tan resplandeciente, que baste a alumbrar todo el cielo y
henchir de nueva alegra a todos los que all estn" (Ser 69, 710ss).
Como en otros ttulos marianos, siempre se intenta resaltar los frutos
de la redencin de Cristo. Por ser Inmaculada y por haber proporcionado el
cuerpo al Hijo de Dios, el cuerpo de Mara qued glorificado (cfr. Ser 72,
42ss). Fue glorificada por los mritos de Cristo; con la Asuncin se consum
el proceso de santificacin obrado por el Espritu Santo en el decurso de
toda su vida (cfr. Ser 71, 131ss).
Como es habitual en la doctrina avilista, se describe la interioridad
("Corazn", deseos, actitudes) de la Santsima Virgen. Le sirve de punto de
apoyo bblico el texto de los Cantares. Durante los ltimos aos de vida
mortal, Mara vivi cada vez ms pendiente de la Palabra de Dios, anhelando
la venida definitiva de Cristo su Hijo.
Esta actitud de espera, entre la Ascensin del Seor y su propia
Asuncin (cfr. Ser 69, 310ss), fue tremendamente dolorosa, ms que la misma
pasin. Con este "penoso martirio" (Ser 70, 123), acompa a la Iglesia
primitiva, como preparando su presencia activa en la historia eclesial
posterior. Su actitud permanente era la de estar "muy aparejada a padecer
martirio de amor" (ibdem, 383).
En medio de esta esperanza dolorosa, Mara fue acompaando a la
Iglesia: "Mir al provecho de la Iglesia que entonces haba y tambin a los
que despus habamos de nacer en ella hasta que el mundo se acabe" (Ser 70,
484ss). As se mostr como "Pastora, no jornalera", modelo de toda accin
pastoral (cfr. ibdem, 737)
El camino de la contemplacin cristiana, se inspira en esta actitud
mariana de "perfecto amor" (Ser 69, 439ss; cfr. Ser 70, 191ss; 71, 210ss).
El Maestro explica la muerte de Mara como muerte de "amor de Dios tan sin
medida" (ser 70, 430). Muri "con la gran fuerza del amor" (ibdem, 1022),
como "vencida y enferma de su amor" (ibdem, 1040s). Este amor se expres en
un "fiat" respecto a la voluntad de Dios. Era "su acostumbrada palabra"
(ibdem, 1249s).30
La presencia de Mara en la Iglesia, despus de la Asuncin, es una
realidad que corresponde a su ejercicio de mediacin materna, como
continuacin de su actuacin durante su vida mortal: "Tengo hijos en el
30
Sobre la contemplacin en el Maestro Avila, ver: M. ANDRS, Historia
de la mstica de la edad de oro en Espaa y Amrica (Madrid, BAC, 1994) XI,4
(San Juan de vila y su escuela); J. CHERPRENET, Juan de vila, Mstico:
Maestro vila 2 (1948) 99-118; J. ESQUERDA BIFET, La oracin contemplativa,
o.c., 499-550; J.B. GOMIS, Estilos del pensar mstico, el Bto. Juan de
vila: Rev. de Espiritualidad 10 (1951) 443-450; B. JIMNEZ DUQUE, Dimensin
mstica de la vida sacerdotal: Semana Avilista (Madrid 1969) 255-271; E.A.
PEERS, Studies in the Spanish mystics (London 1951) vol. 2, pp. 121-148; R.
ROUSSELOT, Les mystiques espagnols (Paris 1869) cap. 3 (Jean d'Avila).
17
31
Esta presencia de Mara en la Iglesia abre nuevos horizontes a la
mariologa. La encclica "Redemptoris Mater" (Juan Pablo II, 1987) ha hecho
hincapi en la presencia activa y materna de Mara (cfr. RMa 1, 3, 24),
tomando como punto de partida la doctrina conciliar: "La Madre de Jess, de
la misma manera que ya glorificada en los cielos en cuerpo y alma es la
imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo,
as en esta tierra, hasta que llegue el da del Seor (cfr. 2 Pe. 3,10),
antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y
de consuelo hasta que llegue el da del Seor" (LG 69). Algunos estudios
actuales: E. BAREA, La presencia de Mara en la Iglesia. Magisterio de los
papas, de Len XIII a Pablo VI: Ephemerides Mariologicae 49 (1999) 11-52;
I.M. CALABUIG, Per una ripresa del discorso sulla presenza della Vergine:
Marianum n.149 (1996) 7-15; A. PIZZARELLI, La presencia de Mara en la vida
de la Iglesia (Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1992); F. UMAA, Mara, sacramento
y presencia (Zipaquir, Foyer de Charit, 1993).
18
33
Se describe el dolor de Mara tambin en relacin con la lanzada,
cuando la Iglesia nace del costado de Cristo (cfr. Ser 67, 368ss), y tambin
al exponer el descendimiento de la cruz. La Virgen iba repasando todas las
heridas del cuerpo de Jess cuando lo tena en sus brazos (cfr. ibdem,
549ss).
34
Por esto, todos quedamos invitados a acompaar a Mara: "Cada uno en
su rinconcillo... y estar all con ella, pues sois la causa de sus
19
bienaventurado Santo" (Ser 75, 22s; comenta Mt 1,18: Mara, Madre de Jess,
desposada con Jos). Recordando las gracias recibidas por San Jos, los
creyentes se sienten invitados a alabar a Jesucristo: "As todo lo que se
dijere en alabanza del santo Josef resulta en honra de Jesucristo nuestro
Seor, que lo honr con nombre de padre, y de la Virgen Santa Mara, de la
cual fue verdadero y castsimo esposo" (ibdem, 26ss).36
Se presenta a San Jos siempre en relacin con Mara, Madre de Jess,
para recordar las "grandes mercedes" y "la tribulacin y prueba" que
afrontaron juntos (Ser 75, 52ss). Todo era misericordia de Dios para ambos
(cfr. ibdem, 76ss). Ambos se haban consagrado a Dios por la virginidad:
"Porque ella y t entrambos tenis hecho voto, de comn consentimiento, de
guardar virginidad por toda la vida" (ibdem, 133ss).37
36
San Jos vivi en circunstancias de humildad y pobreza. Dios quiso que
"San Josef, hombre bajo segn el mundo y oficial carpintero, fuese levantado
a tanta honra de ser verdadero esposo de la Madre de Dios y de ser llamado
padre y tomado por ayo de aquel que tiene al Eterno Padre por padre y que es
criador de cielos y tierra" (Ser 75, 80ss). Se santific en el trabajo: "San
Josef fue carpintero, y no estara mal a quien no tiene de comer por va
lcita aprender un oficio y usarlo en su casa, pues, por muy alto que sea,
no ser tanto como San Josef ni como Jesucristo nuestro Seor, que tambin
ayudaba al oficio de su Ayo" (Advertencias necesarias para los Reyes,n. 16).
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Su corazn rebosaba de gozo al ver "tanta humildad, tanta caridad y
tanta virtud en aquella Seora que por esposa le haba sido dada", adorando,
al mismo tiempo, "al bendito Nio Jess, siendo informado que estaba en el
vientre de nuestra Seora" (Ser 75, 586ss). Su gozo principal era el de or
y pronunciar el nombre de Jess (cfr. ibdem,625ss). De este modo, se
convirti en "guarda de la mesma persona y castidad de la sacratsima Virgen
nuestra Seora" (Ser 75, 775s). Tuvo que alimentar a la Sagrada Familia "de
lo que ganare con su oficio en mucho sudor de su cara" (Ser 75, 1234s). En
San Jos aparece la humildad del Verbo encarnado: "Bendito sea t, Seor,
que tanto te humillaste! A un carpintero" (Ser 65 -2-, 274s; comenta la
anunciacin: Lc 1,27). Ver datos sobre la piedad popular en el santo
Maestro: J. ESQUERDA BIFET, Introduccin a la doctrina de San Juan de Avila
(Madrid, BAC, 2000) cap. IV, 4, d.