Resumen La Enciclica

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UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

CENTRO UNIVERSITARIO DEL SUR OCCIDENTE


CARRERA: TECNICO EN PRODUCCION AGRICOLA (TPA)
INGENIERO/A ERICK ALEXANDER ESPAA MIRANDA M.Sc.

AGROMETEOROLOGIA

Resumen sobre La Encclica del Papa Francisco

Integrantes:

Bryan Alejandro Blas Martnez


Carn 201740243

Mazatenango, Suchitepquez 02 de Noviembre de 2017


INTRODUCCION

La encclica se centra en el planeta Tierra como lugar en el que viven las


personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energticas en
los seis captulos compuestos; presenta el subttulo: Sobre el cuidado de la casa
comn. Francisco realiza una crtica mordaz del consumismo y el desarrollo
irresponsable con un alegato en favor de una accin mundial rpida y unificada
para combatir la degradacin ambiental y el cambio climtico.
Captulo 1 Lo que le est pasando a nuestra casa

El captulo asume los descubrimientos cientficos ms recientes en materia


ambiental como manera de escuchar el clamor de la creacin, para convertir en
sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y as reconocer cul es la
contribucin que cada uno puede aportar. Se acometen as, varios aspectos de la
actual crisis ecolgica.
EI cambio climtico: El cambio climtico es un problema global con graves
dimensiones ambientales, sociales, econmicas, distributivas y polticas, y plantea
uno de los principales desafos actuales para la humanidad. El impacto ms grave
de su alteracin recae en los ms pobres, pero muchos de los que tienen ms
recursos y poder econmico o poltico parecen concentrarse sobre todo en
enmascarar los problemas o en ocultar los sntomas: La falta de reacciones ante
estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la prdida de
aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda
toda sociedad civil.
La cuestin del agua: El Papa afirma sin ambages que el acceso al agua potable y
segura es un derecho humano bsico, fundamental y universal, porque determina
la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condicin para el ejercicio de
los dems derechos humanos. Privar a los pobres del acceso al agua significa
negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable.
La prdida de la biodiversidad: Cada ao desaparecen miles de especies
vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no
podrn ver, perdidas para siempre. No son slo eventuales recursos explotables,
sino que tienen un valor en s mismos. En esta perspectiva son loables y a veces
admirables los esfuerzos de cientficos y tcnicos que tratan de aportar soluciones
a los problemas creados por el ser humano, pero esa intervencin humana,
cuando se pone al servicio de las finanzas y el consumismo, hace que la tierra en
que vivimos se vuelva menos rica y bella, cada vez ms limitada y gris.
La deuda ecolgica: en el marco de una tica de las relaciones internacionales, la
Encclica indica que existe una autntica deuda ecolgica, sobre todo del Norte en
relacin con el Sur del mundo. Frente al cambio climtico hay responsabilidades
diversificadas, y son mayores las de los pases desarrollados.
Conociendo las profundas divergencias que existen respecto a estas
problemticas, el Papa Francisco se muestra profundamente impresionado por la
debilidad de las reacciones frente a los dramas de tantas personas y poblaciones.
Aunque no faltan ejemplos positivos, seala un cierto adormecimiento y una alegre
irresponsabilidad. Faltan una cultura adecuada y la disposicin a cambiar de estilo
de vida, produccin y consumo, a la vez que urge crear un sistema normativo que
asegure la proteccin de los ecosistemas.

Captulo segundo El Evangelio de la creacin

Para afrontar la problemtica ilustrada en el captulo anterior, el Papa Francisco


relee los relatos de la Biblia, ofrece una visin general que proviene de la tradicin
judeo-cristiana y articula la tremenda responsabilidad del ser humano respecto a la
creacin, el lazo ntimo que existe entre todas las creaturas, y el hecho de que el
ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad
de todos.
En la Biblia, el Dios que libera y salva es el mismo que cre el universo, y en l se
conjugan el cario y el vigor. El relato de la creacin es central para reflexionar
sobre la relacin entre el ser humano y las dems criaturas, y sobre cmo el
pecado rompe el equilibrio de toda la creacin en su conjunto. Estas narraciones
sugieren que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales
estrechamente conectadas: la relacin con Dios, con el prjimo y con la tierra.
Segn la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, no slo externamente, sino
tambin dentro de nosotros. Esta ruptura es el pecado.
Por ello, aunque si es verdad que algunas veces los cristianos hemos
interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza
que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la
tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las dems criaturas. Al ser humano
le corresponde labrar y cuidar el jardn del mundo (cf. Gn 2,15), sabiendo que el
fin ltimo de las dems criaturas no somos nosotros. Pero todas avanzan, junto
con nosotros y a travs de nosotros, hacia el trmino comn, que es Dios.
Que el ser humano no sea patrn del universo no significa igualar a todos los
seres vivos y quitarle al ser humano ese valor peculiar que lo caracteriza ni
tampoco supone una divinizacin de la tierra que nos privara del llamado a
colaborar con ella y a proteger su fragilidad. En esta perspectiva todo
ensaamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana, pero no
puede ser real un sentimiento de ntima unin con los dems seres de la
naturaleza si al mismo tiempo en el corazn no hay ternura, compasin y
preocupacin por los seres humanos. Es necesaria la conciencia de una comunin
universal: creados por el mismo Padre, todos los seres del universo estamos
unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia universal, que
nos mueve a un respeto sagrado, carioso y humilde.
Concluye el captulo con el corazn de la revelacin cristiana: el Jess terreno con
su relacin tan concreta y amable con las cosas est resucitado y glorioso,
presente en toda la creacin con su seoro universal.

Captulo tercero La raz humana de la crisis ecolgica

Este captulo presenta un anlisis de la situacin actual de manera que no


miremos slo los sntomas sino tambin las causas ms profundas, en un dilogo
con la filosofa y las ciencias humanas.
Un primer fundamento del captulo son las reflexiones sobre la tecnologa: se le
reconoce con gratitud su contribucin al mejoramiento de las condiciones de vida,
aunque tambin da a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder
econmico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la
humanidad y del mundo entero. Son justamente las lgicas de dominio
tecnocrtico las que llevan a destruir la naturaleza y a explotar a las personas y las
poblaciones ms dbiles. El paradigma tecnocrtico tambin tiende a ejercer su
dominio sobre la economa y la poltica, impidiendo reconocer que el mercado por
s mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusin social.
En la raz de todo ello puede diagnosticarse en la poca moderna un exceso de
antropocentrismo: el ser humano ya no reconoce su posicin justa respecto al
mundo, y asume una postura autorreferencial, centrada exclusivamente en s
mismo y su poder. De ello deriva una lgica usa y tira que justifica todo tipo de
descarte, sea ste humano o ambiental, que trata al otro y a la naturaleza como un
simple objeto y conduce a una infinidad de formas de dominio. Es la lgica que
conduce a la explotacin infantil, el abandono de los ancianos, a reducir a otros a
la esclavitud, a sobrevalorar las capacidades del mercado para autorregularse, a
practicar la trata de seres humanos, el comercio de pieles de animales en vas de
extincin, y de diamantes ensangrentados. Es la misma lgica de muchas
mafias, de los traficantes de rganos, del narcotrfico y del descarte de nios que
no responde al deseo de sus padres.
Desde esta perspectiva, la Encclica afronta dos problemas cruciales para el
mundo de hoy. En primer lugar, el trabajo: En cualquier planteo sobre una
ecologa integral, que no excluya al ser humano, es indispensable incorporar el
valor del trabajo, pues Dejar de invertir en las personas para obtener un mayor
rdito inmediato es muy mal negocio para la sociedad.
En segundo lugar, los lmites del progreso cientfico, con clara referencia a los
Objetivos Generales del Milenio, que son una cuestin ambiental de carcter
complejo. Si bien en algunas regiones su utilizacin ha provocado un crecimiento
econmico que ayud a resolver problemas, hay dificultades importantes que no
deben ser relativizadas, por ejemplo una concentracin de tierras productivas en
manos de pocos. El Papa Francisco piensa en particular en los pequeos
productores y en los trabajadores del campo, en la biodiversidad, en la red de
ecosistemas. Es por ello necesario asegurar una discusin cientfica y social que
sea responsable y amplia, capaz de considerar toda la informacin disponible y de
llamar a las cosas por su nombre, a partir de lneas de investigacin libre e
interdisciplinaria.
Captulo cuarto Una ecologa integral

El ncleo de la propuesta de la Encclica es una ecologa integral como nuevo


paradigma de justicia, una ecologa que incorpore el lugar peculiar del ser humano
en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea. De hecho no
podemos entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un
mero marco de nuestra vida. Esto vale para todo lo que vivimos en distintos
campos: en la economa y en la poltica, en las distintas culturas, en especial las
ms amenazadas, e incluso en todo momento de nuestra vida cotidiana.
La perspectiva integral incorpora tambin una ecologa de las instituciones. Si todo
est relacionado, tambin la salud de las instituciones de una sociedad tiene
consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: Cualquier
menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daos ambientales.
Con muchos ejemplos concretos el Papa Francisco ilustra su pensamiento: hay un
vnculo entre los asuntos ambientales y cuestiones sociales humanas, y ese
vnculo no puede romperse. As pues, el anlisis de los problemas ambientales es
inseparable del anlisis de los contextos humanos, familiares, laborales, urbanos,
y de la relacin de cada persona consigo misma, porque no hay dos crisis
separadas, una ambiental y la otra social, sino una nica y compleja crisis socio-
ambiental.
Esta ecologa ambiental es inseparable de la nocin de bien comn, que debe
comprenderse de manera concreta: en el contexto de hoy en el que donde hay
tantas inequidades y cada vez son ms las personas descartables, privadas de
derechos humanos bsicos, esforzarse por el bien comn significa hacer opciones
solidarias sobre la base de una opcin preferencial por los ms pobres. Este es
el mejor modo de dejar un mundo sostenible a las prximas generaciones, no con
las palabras, sino por medio de un compromiso de atencin hacia los pobres de
hoy como haba subrayado Benedicto XVI: adems de la leal solidaridad
intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada
solidaridad intrageneracional.
La ecologa integral implica tambin la vida cotidiana, a la cual la Encclica dedica
una especial atencin, en particular en el ambiente urbano. El ser humano tiene
una enorme capacidad de adaptacin y es admirable la creatividad y la
generosidad de personas y grupos que son capaces de revertir los lmites del
ambiente, aprendiendo a orientar su vida en medio del desorden y la precariedad.
Sin embargo, un desarrollo autntico presupone un mejoramiento integral en la
calidad de la vida humana: espacios pblicos, vivienda, transportes, etc.
Tambin nuestro propio cuerpo nos sita en una relacin directa con el ambiente y
con los dems seres vivientes. La aceptacin del propio cuerpo como don de Dios
es necesario para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa
comn; mientras una lgica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en
una lgica a veces sutil de dominio.

Captulo quinto Algunas lneas orientativas y de accin

Este captulo afronta la pregunta sobre qu podemos y debemos hacer. Los


anlisis no bastan: se requieren propuestas de dilogo y de accin que involucren
tanto a cada uno de nosotros como a la poltica internacional y que nos ayuden a
salir de la espiral de autodestruccin en la que nos estamos sumergiendo. Para el
Papa Francisco es imprescindible que la construccin de caminos concretos no se
afronte de manera ideolgica, superficial o reduccionista. Para ello es
indispensable el dilogo, trmino presente en el ttulo de cada seccin de este
captulo: Hay discusiones sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde
es difcil alcanzar consensos. La Iglesia no pretende definir las cuestiones
cientficas ni sustituir a la poltica, pero [yo] invito a un debate honesto y
transparente, para que las necesidades particulares o las ideologas no afecten al
bien comn.
Sobre esta base el Papa Francisco no teme formular un juicio severo sobre las
dinmicas internacionales recientes: las Cumbres mundiales sobre el ambiente de
los ltimos aos no respondieron a las expectativas porque, por falta de decisin
poltica, no alcanzaron acuerdos ambientales globales realmente significativos y
eficaces. Y se pregunta Para qu se quiere preservar hoy un poder que ser
recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario
hacerlo?. Son necesarios, como los Pontfices han repetido muchas veces a partir
de la Pacem in terris, formas e instrumentos eficaces de gobernanza global:
necesitamos un acuerdo sobre los regmenes de gobernanza global para toda la
gama de los llamados bienes comunes globales, dado que la proteccin
ambiental no puede asegurarse slo en base al clculo financiero de costos y
beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado
no son capaces de defender o de promover adecuadamente, que cita las
palabras del Compendio de la doctrina social de la Iglesia.
Igualmente en este captulo, el Papa Francisco insiste sobre el desarrollo de
procesos de decisin honestos y transparentes, para poder discernir las polticas
e iniciativas empresariales que conducen a un autntico desarrollo integral. En
particular, el estudio del impacto ambiental de un nuevo proyecto requiere
procesos polticos transparentes y sujetos al dilogo, mientras la corrupcin, que
esconde el verdadero impacto ambiental de un proyecto a cambio de favores,
suele llevar a acuerdos espurios que evitan informar y debatir ampliamente.
La llamada a los que detentan encargos polticos es particularmente incisiva, para
que eviten la lgica eficientista e inmediatista que hoy predomina. Pero si se
atreve a hacerlo, volver a reconocer la dignidad que Dios le ha dado como
humano y dejar tras su paso por esta historia un testimonio de generosa
responsabilidad.

Captulo sexto Educacin y espiritualidad ecolgica

El captulo final va al ncleo de la conversin ecolgica a la que nos invita la


Encclica. La raz de la crisis cultural es profunda y no es fcil redisear hbitos y
comportamientos. La educacin y la formacin siguen siendo desafos bsicos:
todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo. Deben involucrarse los
ambientes educativos, ante todo la escuela, la familia, los medios de
comunicacin, la catequesis.
El punto de partida es apostar por otro estilo de vida, que abra la posibilidad de
ejercer una sana presin sobre quienes detentan el poder poltico, econmico y
social. Es lo que sucede cuando las opciones de los consumidores logran
modificar el comportamiento de las empresas, forzndolas a considerar el impacto
ambiental y los patrones de produccin.
No se puede minusvalorar la importancia de cursos de educacin ambiental
capaces de cambiar los gestos y hbitos cotidianos, desde la reduccin en el
consumo de agua a la separacin de residuos o el apagar las luces innecesarias.
Una ecologa integral tambin est hecha de simples gestos cotidianos donde
rompemos la lgica de la violencia, del aprovechamiento, del egosmo. Todo ello
ser ms sencillo si parte de una mirada contemplativa que viene de la fe. Para el
creyente, el mundo no se contempla desde afuera sino desde adentro,
reconociendo los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres.
Adems, haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la
conversin ecolgica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su
entusiasmo.
Vuelve la lnea propuesta en la Evangelii Gaudium: La sobriedad, que se vive con
libertad y conciencia, es liberadora, as como la felicidad requiere saber limitar
algunas necesidades que nos atontan, quedando as disponibles para las mltiples
posibilidades que ofrece la vida. De este modo se hace posible sentir que nos
necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los dems y por
el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos.
Los santos nos acompaan en este camino. San Francisco, mencionado muchas
veces, es el ejemplo por excelencia del cuidado por lo que es dbil y de una
ecologa integral, vivida con alegra. Pero la Encclica recuerda tambin a san
Benito, santa Teresa de Lisieux y al beato Charles de Foucauld. Despus de
la Laudato si, el examen de concienciainstrumento que la Iglesia ha aconsejado
para orientar la propia vida a la luz de la relacin con el Seor deber incluir una
nueva dimensin, considerando no slo cmo se vive la comunin con Dios, con
los otros y con uno mismo, sino tambin con todas las creaturas y la naturaleza.
(Francisco, 2015)
CONCLUSION

La publicacin de Laudato Si es un acontecimiento histrico, en el que el Papa


Francisco manda un fuerte mensaje sobre nuestra responsabilidad moral de cuidar
la creacin. En la encclica, el Santo Padre escribe que los cristianos deben darse
cuenta de que su responsabilidad dentro de la creacin, y su deber hacia la
naturaleza y el Creador, son una parte esencial de su fe.
BIBLIOGRAFA

Francisco, p. (18 de Junio de 2015). papa-francesco-enciclica-laudato-si-sp.pdf. Obtenido de papa-


francesco-enciclica-laudato-si-sp.pdf: https://www.oas.org/es/sg/casacomun/docs/papa-
francesco-enciclica-laudato-si-sp.pdf

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