Micro-Relato y Posmodernidad Textos Nuev
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MICRO-RELATO Y POSMODERNIDAD:
TEXTOS NUEVOS PARA UN FINAL DE MILENIO
Francisca Noguerol
Universidad de Salamanca
A unos aos del fin de milenio una nueva forma de entender la realidad, el pensamiento
posmoderno, se ha abierto paso en la teora y la creacin artstica 1. La literatura, expresin fiel de su poca,
refleja esta nueva "episteme". El estudio desarrollado en las siguientes pginas no pretende seguir los
postulados de la crtica recetera que aplica la ltima teora literaria a la creacin. Parte de la base de que la
Posmodernidad ha desarrollado un marco ideolgico muy sugerente para describir un fenmeno literario tan
poco estudiado hasta ahora como la eclosin del micro-relato, un corpus textual que poco a poco va
consiguiendo el estatus que merece en los estudios literarios. Mi exposicin parte de la constatacin de un
hecho que se ha repetido en acercamientos anteriores al micro-relato: cada vez que quera explicar una
caracterstica de esta modalidad textual, deba recurrir a teoras literarias (deconstruccin, esttica de la
recepcin, postestructuralismo) desarrolladas en el marco del pensamiento posmoderno. Por otra parte era
obvio que la minificcin, aunque ha contado con prestigiosos antecedentes en la historia de la literatura, se
"categoriza" como nueva forma literaria en los aos sesenta, cobrando especial auge en los setenta y
ochenta para llegar a nuestros das con enorme vitalidad. El establecimiento del "canon" del micro-relato es
paralelo, por consiguiente, a la formalizacin de la esttica posmoderna.
Ihab Hassan, uno de los primeros autores en aplicar el trmino a la literatura, percibi ya en 1970
un fenmeno anrquico, un "will of unmakind" o deseo de deshacer general en la creacin literaria a partir
1
En el mundo hispano-hablante el trmino "posmodernismo" fue empleado por primera vez por
Federico de Ons cuando public su Antologa de la poesa espaola e hispanoamericana (1882-1932)
(1934) New York: Las Amricas. Existe una radical diferencia entre este sustantivo y el de
"Posmodernidad" que emplear en el presente trabajo, pues en la literatura hispanoamericana el primero
se asocia al el movimiento modernista, liderado por Rubn Daro y que floreci a caballo entre el siglo XIX
y el XX. Nosotros empleamos el trmino "Posmodernidad" (y en consecuencia el adjetivo "posmoderno")
en relacin con la Modernidad, no con el "modernismo".
2
Los relatos breves poseen gran aceptacin asimismo entre los autores norteamericanos, como puede
inferirse de la extensa nmina de autores incluidos en la antologa de "ultracuentos" editada por Robert
Shepard y James Thomas Ficcin sbita (1989) Barcelona: Anagrama. Sugiero a mis colegas en el
estudio del micro-relato la interesante labor de comparar cuentos breves producidos por autores como
John Barth, Paul Theroux, Mark Strand y Donald Barthelme con los de escritores hispanoamericanos.
2
de los aos sesenta. En 1980 el concepto, tomado originariamente de la arquitectura, se haba ampliado en
la nocin de Hassan con caractersticas como la preferencia por la disyuncin, la apertura, el proceso, lo
ldico y la fragmentacin. En 1979 Jean-Franois Lyotard public La Condition Postmoderne, donde define
lo posmoderno como consecuencia de la incredulidad en los metarrelatos que en la Modernidad haban
hecho concebir al hombre la esperanza en el poder de la razn para mejorar el mundo. Segn Lyotard, las
narrativas que se arrogaban autoridad total han perdido su legitimidad en la poca contempornea. En su
lugar permanecen los "pequeos relatos", los juegos lingsticos sin pretensin alguna de soberana. Se ha
creado una crisis epistemolgica irresoluble a travs de los discursos maestros del pasado -religin, ciencia,
ideologas polticas, psicoanlisis, siendo slo posible en el mundo actual un consenso local y provisional
sobre lo que observamos. En su ensayo "Rponse la question: qu'est-ce que le postmoderne?", publicado
en la revista Critique en 1983, Lyotard concluye que el eclecticismo es el grado cero de la cultura general
contempornea. Para l, la esttica por excelencia de la actualidad es el "kitsch" o "todo vale". Lo
posmoderno es lo que no se puede gobernar con reglas preestablecidas, lo que no se puede juzgar segn
principios determinados, siempre poniendo mucho cuidado en no convertir los mrgenes (ahora objeto de
atencin especial) en nuevos centros. De ah que la nocin de descentramiento, tan cara a Foucault o a los
deconstructivistas derrideanos, sirva de base a su teora. En su clebre trabajo de 1984 "Postmodernism, or
The Cultural Logic of Late Capitalism", Fredric Jameson identifica de nuevo la discontinuidad como uno de
los fundamentos de la Posmodernidad, aadiendo en la lista de rasgos la ruptura de fronteras entre alta
cultura o cultura popular (consecuencia de la atencin especial prestada ahora a los mrgenes), la falta de
profundidad, la desaparicin del sujeto individual, la abolicin de la historicidad, la aparicin del pastiche,
exento de la rebelda que sustenta la parodia, la "onda retro" y el nuevo sublime posmoderno basado en la
rplica, el simulacro y la tecnologa (evidente en la importancia que han cobrado objetos de consumo como
la televisin, el vdeo o el ordenador). En 1988 Linda Hutcheon avanza en el conocimiento del fenmeno
con un nuevo y estimulante punto de vista plasmado en A Poetics of Postmodernism: History, Theory and
Fiction. Para Hutcheon una de las caractersticas ms sobresalientes de la esttica posmoderna, que
considera una problemtica ms que una potica formalizada, es precisamente su focalizacin de la
historicidad. La profesora canadiense, rechazando el pensamiento de los tericos marxistas que han
seguido la estela de Jameson, encuentra en esta esttica una problematizacin de la relacin entre ficcin e
historia. Encuentra en la literatura posmoderna una vena pardica que impugna la autoridad de las
instituciones, la unidad del sujeto, la coherencia y las fronteras establecidas entre artes, gneros, discursos
o disciplinas, privilegiando lo discontinuo, local y marginal. Frente a Jameson, que seala el pastiche acrtico
como rasgo fundamental de la poca contempornea, Hutcheon destaca el papel de la parodia, que supone
una ruptura y contestacin de lo establecido.
En las dos ltimas dcadas sobre todo, el gnero [cuento] estalla y transgrede la
famosa "ley del gnero", que se fijara en el siglo XIX (...). El fenmeno se produce cada vez
ms, lo que (...) ha creado una estructura hbrida que resiste las categorizaciones puristas
y los sistemas taxonmicos de clasificacin. Se trata de operaciones de desmantelamiento
que afectan directamente a la nocin de cuento como tipo genrico y que, por no haber
sido an admitidas en el canon, no suelen recibir el escrutinio crtico que merecen. No se
dirigen tanto a imponer nuevos modelos como a la necesidad de hacer propuestas y
descubrir nuevos campos (Rueda: 29).
(...) Las apropiaciones de otros mbitos discursivos y el golpe al principio de
unidad son parte de un mismo impulso posmoderno de derrocar los centros privilegiados.
Son textos ex-cntricos, cuyo lenguaje est dirigido a des-centrar/des-autorizar el discurso
mesinico (Rueda: 30).
Los textos breves han recibido nombres tan diversos como "micro-relato", "semicuento",
"ultracuento", "ficcin sbita", "caso", "crnica" (Brasil), "artefacto", "varia invencin", "textculo", y en
Estados Unidos "short short story" o "four minute fiction". Como sealan Irving e Iliana Howe en su antologa
Short Shorts la diferencia entre el cuento y el micro-relato es ms de grado que de especie (Howe: X). El
micro-relato posee las mismas caractersticas del cuento, aunque por su brevedad (raras veces supera la
pgina de extensin) las potencia al extremo. De ah que se diferencie del relato tradicional por sus tramas
ambiguas, el abocetamiento de los personajes, el lenguaje multvoco y los finales sorprendentes4.
3
Los siguientes ttulos reflejan el cambio que se ha producido en los ltimos tiempos en la nocin del
gnero: Halley Mora, Mario (1983) Cuentos y microcuentos Asuncin: Lector; y su posterior revisin de
1988 Cuentos, microcuentos y anticuentos Asuncin: Lector; Veloz, Marcio (1986) Cuentos, recuentos y
casicuentos Santo Domingo: Taller o Breda, Emilio (1989) Cuentos, notancuentos y requetecuentos
Buenos Aires: Plus Ultra.
4
Para un mejor conocimiento de la categorizacin del micro-relato remitimos a los siguientes artculos:
Epple, Juan Armando (1984) "Sobre el mini-cuento en Hispanoamrica" Obsidiana 3: 33-35 y del mismo
autor (1988) "Brevsima relacin sobre el mini-cuento en Hispanoamrica" Puro cuento 10: 31-33;
Giardinelli, Mempo (1987) "Es intil querer encorsetar el cuento" Puro cuento 7: 28-31, 55-56; Noguerol,
Francisca (1992) "El micro-relato latinoamericano: cuando la brevedad noquea" Lucanor 8: 117-133; Rojo,
Violeta (1993) "El minicuento: hacia una definicin de tipo discursivo" Tierra nueva (III) 6, y Valads,
Edmundo: "Ronda por el cuento brevsimo" en Pavn, Alfredo (ed.) (1990) Paquete: cuento (la ficcin en
Mxico) Mxico, Universidad Autnoma de Tlaxcala: 191-198.
4
Los micro-relatos, considerados por la crtica hasta hace poco carentes de peso especfico,
modestos en su intencin o extravagantes en su forma, han sido cultivados sin embargo por los nombres
ms importantes de la literatura hispanoamericana de la segunda mitad de siglo. Los escritores que
elaboran estos relatos cortsimos observan un "ars poetica" especfica, con diversos puntos que los
vinculan entre s y que permiten establecer las caractersticas de un nuevo corpus narrativo bien definido.
La nmina de autores que lo practican da idea de su importancia, especialmente en pases como Mxico,
Venezuela, Argentina o Chile5.
El micro-relato ha tenido como canales de difusin prioritarios dos revistas literarias dedicadas al
estudio de la narrativa breve, la mexicana El cuento y la argentina Puro cuento, que en los ltimos aos han
realizado una valiosa labor convocando concursos literarios destinados a estimular su desarrollo. La
profusin de talleres literarios en Hispanoamrica, donde el relato breve suele ser un ejercicio
imprescindible en el aprendizaje de las tcnicas narrativas, ha contribuido asimismo a la eclosin de estos
textos. Por otra parte, por su reducida extensin los micro-relatos evitan fcilmente la censura en los pases
que la sufren, pudiendo transmitirse en muchos casos oralmente. Buena prueba de su xito ofrecen las
antologas de micro-cuentos publicadas en los ltimos aos y las tesis defendidas sobre el tema 6. La
5
Consciente de que la lista es incompleta, destaco a continuacin sus principales representantes en
Iberoamrica: MXICO: Julio Torri (antecedente), Juan Jos Arreola, Augusto Monterroso, Carlos
Monsivis, Ren Avils Fabila, Hctor Sandro, Mara Luisa Sha, Rodolfo Modern, Guillermo Samperio,
Bernardo Ruz, Luis Chumacero, Felipe Garrido, Roberto Vallarino, Edmundo Valads, Gustavo Sinz,
Margo Glantz, Elena Poniatowska o Roberto Bauelas; CHICANOS: Rolando Hinojosa y Toms Rivera;
GUATEMALA: Miguel Angel Asturias (antecedente), Jos Barnoya, Edgardo Carrillo, Ren Leiva, Max
Arajo, Rey Rosa, Luis Cardoza y Aragn, Otto Ral Gonzlez, Francisco Njera y Franz Galich;
PANAMA: Enrique Jaramillo Levi y Ral Leis; EL SALVADOR: Alvaro Menndez Leal, Roque Dalton, Jos
Mara Mndez y Ricardo Lindo; NICARAGUA: Rubn Daro (antecedente), Luis Rocha y Ernesto
Cardenal; HONDURAS: Oscar Acosta. REPUBLICA DOMINICANA: Marcio Veloz Maggiolo, Virgilio Daz
Grulln y Pedro Peix; CUBA: Virgilio Piera, Eliseo Diego, Guillermo Cabrera Infante, Imeldo Alvarez, Juan
Leyva Guerra, Norberto Fuentes y Magaly Martnez Gamba; PUERTO RICO: Jos Luis Gonzlez;
COLOMBIA: Luis Fayad; VENEZUELA: Jos Antonio Ramos Sucre (antecedente), Alfredo Armas Alfonzo,
Luis Britto Garca, Jos Balza, David Alizo, Ednodio Quintero, Gabriel Gimnez Emn, Earle Herrera,
Armando Jos Sequera, Antonio Lpez Ortega, Eduardo Liendo, Humberto Mata, Sael Ibez, Alberto
Jimnez Ure, Jos Gregorio Bello Porras, Edilio Pea, Iliana Gmez, Miguel Gomes, Alberto Barrera,
Mariela Alvarez, Juan Antonio Calzadilla Arreaza y Laura Antillano; PERU: Luis Loayza; ARGENTINA:
Alvaro Yunque (antecedente), Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Enrique Anderson Imbert, Julio
Cortzar, Antonio di Benedetto, Luisa Valenzuela, Marco Ricardo Denevi, Mempo Giardinelli, Eduardo
Gudino Kieffer, Pedro Orgambide, Gerardo Mario Goloboff, Norma Aleandro, Andrs Rivera y Emilio
Breda; URUGUAY: Mario Benedetti, Cristina Peri Rossi, Eduardo Galeano, Ariel Muniz, Toms de Mattos;
CHILE: Vicente Huidobro (antecedente), Fernando Alegra, Alfonso Alcalde, Brauilio Arenas, Pa Barros,
Alejandra Basualto, Luis Bocaz, Hubert Cornelius, Poli Dlano, Astrid Fugellie, Andrs Gallardo, Raquel
Jodorowski, Hernn Lavn Cerda, Floridor Prez, Antonio Skrmeta, Jos Leandro Urbina, Jaime
Valdivieso y Carlos Olivrez.
6
Aparte de las ya mencionadas Short Shorts y Ficcin sbita, destacamos algunas antologas
especialmente interesantes para nosotros por ceirse al mbito hispanoamericano: Epple, Juan Armando
(ed.) (1990) Brevsima relacin. Antologa del microcuento hispanoamericano Chile: Mosquito, (1989)
Brevsima relacin del cuento breve en Chile Santiago de Chile: Lar y (1990) Cien microcuentos
hispanoamericanos Concepcin: Lar (en esta ocasin el profesor Epple comparte las tareas de edicin
con James Heinrich en un texto orientado a los estudiantes norteamericanos); y Fernndez Ferrer,
Antonio (ed.) (1990) La mano de la hormiga. Los cuentos ms breves del mundo y de las literaturas
hispnicas Madrid: Fugaz. En cuanto a las tesis doctorales, destacamos los trabajos sobre el tema de las
profesoras Dolores L. Koch "El micro-relato en Mxico: Julio Torri, Juan Jos Arreola y Augusto
5
existencia del cuento breve data casi de la invencin de la escritura, pues siempre se han escrito relatos
cortos, incorporados a veces a obras ms extensas o editados como "rarezas" inclasificables de ciertos
autores. Sin embargo, el micro-relato como tal constituye una categora esttica diferenciada a partir de los
aos sesenta, cuando comienzan a cultivarlo autores de la talla de Jorge Luis Borges, Augusto Monterroso,
Marco Denevi, Enrique Anderson Imbert o Julio Cortzar. Julio E. Miranda da cuenta del auge de estos
nuevos textos en la narrativa venezolana actual en un comentario que puede extenderse al resto de
Hispanoamrica:
Por consiguiente, observamos una primera coincidencia cronolgica entre la formalizacin del
pensamiento posmoderno (aos sesenta, con especial relevancia en los setenta y ochenta) y la aparicin
del micro-relato como categora diferenciada del cuento tradicional. Veamos a continuacin si es posible
aplicar los rasgos que definen la literatura posmoderna a esta nueva categora textual.
1) ESCEPTICISMO RADICAL
En la poca contempornea la prdida de la fe en la razn ha generado la incredulidad en que el
hombre pueda mejorar gracias a los avances de la tecnologa. Como ya sealbamos anteriormente, el
modo de conocimiento posmoderno, que postula la inexistencia de la Verdad absoluta, derriba los grandes
relatos que legitimaron el pensamiento anterior (Hegel y Marx han muerto definitivamente para resucitar el
pensamiento nietzscheano):
Yo dira que ese ttulo est cargado de malicia, y la intencin slo era demostrar
que lo que llamamos historia, y an la historia inventada, que es la literatura, no es ms
que una probabilidad elegida entre muchas. Lo que sabemos de la historia no es ms que
una de las caras de un poliedro, elegida por un historiador (...). Querer mostrar que todo lo
que llamamos verdad es verdad, no es sino una de las posibilidades de la verdad. Siempre
puede haber otras, tan legtimas como la anterior (Denevi 1987: 3)7.
Nos encontramos ante el "pensiero debole" del terico de la Posmodernidad Giovanni Vattimo, una
forma de reflexionar que opera en trminos paradjicos en su intento de desplazar toda autoridad
epistemolgica. El siguiente texto de Enrique Anderson Imbert refleja que nada es verdadero al enunciar las
distintas explicaciones generadas por un mismo mito:
ZEUS
Conversacin sobre Io.
Monterroso" (Univ. of Nueva York, 1986) y de Andrea L. Bell "The Cuento Breve in Modern Latin American
Literature" (Stanford Univ, 1991).
7
El realzado es mo.
6
Tiresias: Zeus vio a Io pasendose a orillas del ro, la acos y, cuando ella se
meti en un bosquecillo, la sedujo. Despus, para que no descubrieran su amoro,
transform a Io en una hermosa vaca blanca.
Penteo: No. Io sigui siendo una hermosa muchacha. Por envidia, las gentes la
maltrataron y, para insultarla, inventaron la leyenda de que era una vaca cualquiera.
Erictonio: Al contrario, Io siempre fue una vaca. Zeus no se quedaba en chiquitas!
Pero las gentes, por respeto a Zeus, imaginaron que cuando la posey fue porque tena
formas de muchacha.
Evmero: De Io no s, pero para m que Zeus fue un hombre (Anderson 1989:
442)8.
En ocasiones el micro-relato recurre al principio de contradiccin y a la paradoja. Cuando un texto
presenta algo como verdadero y luego lo contradice, debemos pensar que el autor nos ha hecho una
ineludible invitacin irnica. As ocurre en "Las ltimas palabras" del guatemalteco Jos Barnoya, donde la
ruptura del "tono" esperado potencia el efecto irnico:
2) TEXTOS EX-CNTRICOS
En el pensamiento posmoderno se privilegian los mrgenes frente a los centros cannicos de la
Modernidad. Como destaca Jorge Ruffinelli en "Los 80: ingreso a la posmodernidad?" "se pulveriza la
nocin de centro, orden y jerarqua, y se inicia un nuevo trabajo sobre los mrgenes, las fronteras y las
minoras, por lo que lo perifrico pasa a ser observado centralmente" (Ruffinelli: 40). En el terreno literario, la
ex-centricidad se aprecia en diversas vertientes. El paratexto (ttulos, epgrafes, citas...) recibe una atencin
especial9. Los micro-relatos reflejan esta caracterstica con asiduidad, desviando en ocasiones la lnea de
pensamiento del receptor como en "As es el amor" de Barnoya:
Todas en fila. Se les qued mirando fijamente con lascivia. Escogi a la tercera de
la segunda fila.
Con la mano izquierda le ci el cuello. Con la derecha empez a acariciarle el
vientre. Apasionadamente, acerc sus labios a la boca anhelante de ella. Despus, se la
bebi enterita (Barnoya: 23).
El ttulo puede ayudar a interpretar el mensaje. El siguiente microtexto de Juan Jos Arreola cobra
plena significacin si conocemos el carcter misgino del clebre filsofo alemn Otto Weininger:
8
Las interpretaciones de los diferentes personajes concuerdan con sus caractersticas especficas.
Tiresias defiende la teora de la metamorfosis de Io (l pas siete aos convertido en mujer), Erictonio se
muestra realista, Penteo idealista y Evmero, de acuerdo con la doctrina que recibi su nombre y que
difundi Ennio entre los romanos, postula que Zeus fue en realidad un hombre.
9
En su clebre ensayo de 1982 Palimpsestes (Paris, Seuil) destaca la importancia de estos elementos
marginales en la literatura contempornea.
7
tarjetas de visita.
No he vuelto a verla. Estoy casi ciego por la pitaa. Pero de vez en cuando vienen
los malintencionados a decirme que en este o en aquel arrabal anda volcando embelesada
los tachos de basura, pegndose con perros grandes, desproporcionados.
Siento entonces la ilusin de una rabia y quiero morder al primero que pase y
entregarme a las brigadas sanitarias. O arrojarme en mitad de la calle a cualquier fuerza
aplastante. (Algunas noches, por cumplir, ladro a la luna)...(Arreola: 342).
A veces, la ex-centricidad viene dada por la ruptura de los moldes expresivos. Luisa Valenzuela
inventa un inslito ttulo mucho ms extenso que el texto que encabeza:
Erase que se era una vez una princesa que viva en un castillo encantado.
Adems de mirarse al espejo, dos nicas ocupaciones tena: ver telenovelas y
representarlas. De esa cuenta, a la familia de sapos que posea, les asignaba papeles
novelescos. As, pap sapo resultaba enamorando a la sobrina sapo, sta a su vez tena
amores con el cuado sapo, el cual era el amante de mam sapo, a quien el lechero sapo
trataba sospechosamente. De tal manera fueron las cosas que un prncipe de un reino
lejano cay un da bajo el hechizo de la bruja mala del bosque y sta lo convirti en sapo.
Una noche de lluvia, el prncipe sapo se introdujo en el castillo donde habitaba nuestra
princesa. Ya se imaginan ustedes las penas que el ahora prncipe sapo pas con los
caprichos de su protectora. Finalmente sucedi que como premio al papel que tan
magnficamente nuestro prncipe sapo represent, la princesa le dio un beso, y taz!, que el
prncipe sapo se convirti en un gallardo joven; era el mismo que las hadas madrinas le
haban prometido a la princesa. Esta, tal como se acostumbra en los cuentos de hadas,
cay desmayada, con la nica diferencia que el prncipe, en lugar de acudir en su ayuda,
sali corriendo. Todava hoy el cuerpo de investigadores est sobre su pista (Arajo: 75).
La parodia de la novela policial se percibe en el siguiente texto aparecido en la revista Puro cuento:
A principios de nuestra era, las llaves de San Pedro se perdieron en los suburbios
del Imperio Romano. Se suplica a la persona que las encuentre, tenga la bondad de
devolverlas inmediatamente al Papa reinante, ya que desde hace ms de quince siglos las
puertas del Reino de los Cielos no han podido ser forzadas con ganzas (Arreola: 273).
El guatemalteco Ren Leiva satiriza los premios literarios en un micro-relato que asume forma de
telegrama:
PREMIO NOBEL A UN TAL HOMERO
Estocolmo, Oct. A un tal Homero, poeta griego, le fue otorgado el codiciado Premio
Nobel por sus dos poemas, La Iliada y la Odisea, "obras representativas del espritu
helnico", anunci escuetamente la Academia sueca.
El poeta, ciego segn fuentes bien informadas, y sin domicilio conocido, no es el
primer griego que gana el premio.
Homero fue escogido entre doscientos candidatos al galardn que este ao,
indudablemente, despertar ms polmicas en el mundillo literario (Leiva: 75).
El carcter ex-cntrico del micro-relato se manifiesta tambin en la aversin que muestran sus
cultivadores hacia los clichs verbales, que en los textos analizados adquieren significaciones
insospechadas. Luisa Valenzuela juega con expresiones hechas referentes a animales para contar la
historia de un individuo mediocre:
ZOOLOGIA FANTASTICA
Un peludo, un sapo, una boca de lobo. Lejos, muy lejos, aullaba el pampero para
anunciar la salamanca. Aqu, en la ciudad, l pidi otro sapo de cerveza y se lo negaron:
-No te servimos ms, con el peludo que tras te basta y sobra...
El se ofendi porque lo llamaron borracho y dej la cervecera. Afuera, noche
oscura como boca de lobo. Sus ojos de lince le hicieron una mala jugada y no vio el coche
que lo atropell de anca. Caracoles! el conductor se hizo el oso. En el hospital, cama
como jaula, papagallo. Desde remotas zonas tropicales llegaban a sus odos los rugidos
de las fieras. Estaba solo como un perro y se hizo la del mono para consolarse. Pobre
gato! manso como un cordero pero torpe como un topo. Haba sido un pez en el agua, un
lirn durmiendo, fumando era un murcilago. De costumbres gregarias, se llamaba Len
pero los muchachos de la barra le decan Carpincho.
El exceso de alpiste fue su ruina. Muri como un pajarito (Valenzuela 1975: 93).
Los textos ex-cntricos reivindican a las minoras que por razones de sexo, raza o ideologa no han
aparecido hasta ahora en la historia de la literatura. Los micro-relatos, proclives a ofrecer la otra versin de
los hechos, reflejan este rasgo en textos como "Traduccin femenina de Homero" de Marco Denevi, que en
una vuelta de tuerca a la tradicin presenta La Iliada y La Odisea desde la perspectiva de Penlope y
Andrmaca, esposas de hroes con un un rol secundario en la leyenda:
Toda la Odisea, con sus viajes, sus naufragios, sus sirenas, sus hierbas mgicas,
sus animales mticos, sus palacios misteriosos, sus aventuras y sus desastres es, para
Penlope, una intil y tediosa demora en sus amores con Ulises. Mientras tanto
Andrmaca refunfua: "Que el viejo Homero cuente la historia a su manera. Yo dar mi
versin. Yo, que la he vivido. Yo, una pobre mujer desdichada. Primero, recuerdo, fue la
prohibicin de salir de la ciudad. Despus tuve que pulir escudos, coser sandalias, fabricar
flechas hasta que las manos se me llagaron. Despus, vendar heridas que sangraban y
9
supuraban y enterrar a los muertos. Despus escasearon los vveres y nos alimentbamos
de ratas y races. Despus perd a mi marido y a mis hijos. Despus el ejrcito invadi la
ciudad y abus de m y de mis hijas. Por fin el vencedor me hizo su esclava" (Denevi 1984:
281).
"El eclipse" de Augusto Monterroso privilegia el papel de los mayas en su encuentro con el
evangelizador espaol:
Cuando fray Bartolom Arrazola se sinti perdido acept que ya nada podra
salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo haba apresado, implacable y definitiva. Ante
su ignorancia topogrfica se sent con tranquilidad a esperar la muerte (...).
Al despertar se encontr rodeado por un grupo de indgenas de rostro impasible
que se dispona a sacrificarlo ante un altar (...). Tres aos en el pas le haban conferido un
mediano dominio de las lenguas nativas. (...) Entonces floreci en l una idea que tuvo por
digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristteles.
Record que para ese da se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo ms ntimo,
valerse de aquel conocimiento para engaar a sus opresores y salvar la vida.
-Si me matis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.
Los indgenas lo miraron fijamente y Bartolom sorprendi la incredulidad en sus
ojos. Vio que se produjo un pequeo consejo, y esper confiado, no sin cierto desdn.
Dos horas despus, el corazn de fray Bartolom Arrazola chorreaba su sangre
vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol
eclipsado), mientras uno de los indgenas recitaba sin ninguna inflexin de voz, sin prisa,
una por una, las infinitas fechas en que se produciran eclipses solares y lunares, que los
astrnomos de la comunidad maya haban previsto y anotado en sus cdices sin la valiosa
ayuda de Aristteles (Monterroso 1981: 55-56).
Otro factor fundamental para demoler el principio de unidad viene dado por la desaparicin del
sujeto tradicional en la obra de arte posmoderna. Los micro-relatos descubren este rasgo en el hecho de
10
En este libro la literatura hispanoamericana se encuentra representada significativamente por Borges,
Cortzar y Anderson Imbert, tres autores aficionados a la brevedad cuyo magisterio ha sido reconocido
por los actuales escritores de micro-relatos.
10
que los personajes no suelen recibir nombres, encontrndose en una zona de anonimia y vaguedad que
permite al lector identificarse con su experiencia. Luisa Valenzuela juega con esta caracterstica en "La
cosa":
El, que pasaremos a llamar el sujeto, y quien estas lneas escribe (perteneciente al
sexo femenino) que como es natural llamaremos el objeto, se encontraron una noche
cualquiera y as empez la cosa.(...) Fue ella un objeto que no objet para nada, hay que
reconocerlo, hasta el punto que pocas horas ms tarde estaba en la horizontal permitiendo
que la metfora se hiciera carne en ella. Carne dentro de su carne, lo de siempre.
La cosa empez a funcionar con el movimiento de vaivn del sujeto que era de lo
ms proclive. El objeto asumi de inmediato -casi instantneamente- la inobjetable actitud
mal llamada pasiva que resulta ser de lo ms activa, recibiente. Deslizamiento de sujeto y
objeto en el mismo sentido, confundidos si se nos permite la paradoja (Valenzuela 1980:
129).
Un ltimo elemento que refleja la desaparicin del sujeto tradicional en la obra literaria posmoderna
se observa en la inclusin del propio autor como personaje ficticio. Para Brian McHale, los antiguos lugares
comunes de "muerte" y "ficcin" estn presentes en la narrativa posmoderna, donde el escritor proyecta un
discurso en la muerte en su intento de crear una voz desde ms all de la tumba (McHale: 230).
Encontramos el mejor ejemplo de este hecho en el clebre micro-relato borgesiano "Borges y yo", incluido
en El hacedor:
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me
demoro, acaso ya mecnicamente, para mirar el arco de un zagun y la puerta cancel; de Borges
tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario
biogrfico (...). Sera exagerado afirmar que nuestra relacin es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para
que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica (...). Por lo dems, yo estoy
destinado a perderme definitivamente, y slo algn instante de m podr sobrevivir en el otro. Poco
a poco voy cedindole todo, aunque me consta su perversa constumbre de falsear y magnificar
(...). Hace aos yo trat de librarme de l y pas de las mitologas del arrabal a los juegos con el
tiempo y lo infinito, pero estos juegos son de Borges ahora y tendr que idear otras cosas. As mi
vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No s cul de los dos escribe esta pginas (Borges: 50-51).
4) OBRAS "ABIERTAS"
La obra de arte posmoderna exige la participacin activa del receptor en el desentraamiento de su
significado. Por admitir mltiples lecturas resulta inasequible a un pblico mayoritario. En ella abundan las
trampas y los sobreentendidos, por lo que va dirigida a una minora de individuos imaginativos y cultos, con
un bagaje cultural paralelo al del artista. Los autores posmodernos no comparten la obsesin de sus
predecesores por el orden y la coherencia, y no sienten necesidad de explicar sus alusiones. Este rasgo se
percibe nuevamente como una de las caractersticas fundamentales del micro-relato. Como seala David
William Foster "although the microtext may describe a situation or tell a parablelike story, the significance of
11
what is grouped together depends on the reader's need to discover symbolic meaning" (Foster: 24). La
alegora, un modo oblicuo de expresin que recurre a imgenes de la tradicin para disfrazar nuevos
mensajes, es fundamental en esta nueva categora, que de este modo se vincula una vez ms al
pensamiento posmoderno11. La revitalizacin de formatos tradicionalmente alegricos como la fbula, el
aplogo o el bestiario lo atestigua. "La Oveja Negra" de Monterroso ofrece un buen ejemplo de la vigencia
de la alegora en el microtexto:
El final sorprendente e ingenioso es recurrente en una modalidad textual que vence al lector por
K.O. "Apocalipsis" de Denevi refleja este rasgo:
5) VIRTUOSISMO INTERTEXTUAL
Frente al nfasis en la novedad y la apertura al futuro propios de la Modernidad, la "episteme"
posmoderna reivindica la autoridad y el pasado con una actitud que ha sido calificada "neoconservadora".
La "onda retro" que apuntamos al inicio de nuestro ensayo se encuentra teida por un doble signo, pues se
utiliza material de la tradicin con el fin de satirizar y homenajear el pasado a la vez. Se cultivan por
consiguiente la parodia y el pastiche, recursos que niegan la autora individual y la originalidad de la obra
artstica12:
11
Para Craig Owens la alegora se produce en nuestra poca como respuesta al rechazo de la tradicin
tpico de la Modernidad ("The Allegorical Impulse: Toward a Theory of Postmodernism", en Brian Wallis y
Marcia Tucker (eds.) (1986) Art After Modernism: Rethinking Representation.
12
Para profundizar en la aplicacin de este rasgo a la obra posmoderna vid. Franco, Jean (1989)
"Pastiche in Contemporary Latin American Literature" Studies in 20th Century Literature (XIV) 1: 95-107 y
(1991) "La historia de quin? La piratera postmoderna" Revista de Crtica Literaria Latinoamericana 33:
11-20.
12
del agotamiento de la imaginacin. El arte se crea ahora de forma pardica, mezclando
estilos, con collages que ya no contienen passages (como ocurra en la modernidad) que
nos ayuden a pasar de un fragmento a otro y a crear, por tanto, un todo coherente,
reflejando as un mundo sin autoridad y sin estructuras. Siguiendo una ley de la historia
que Herclito denomin enantiodromia, el artista se da cuenta de que hoy, para crear algo
nuevo, ha de tomar prestado del pasado, algo que se hace con la ms descarada
irreverencia (Vidal: 51).
En el micro-relato la alusin a textos literarios anteriores juega un papel fundamental. Los autores
de estas narraciones son, ante todo, grandes lectores, conscientes de que una buena pgina se escribe
teniendo en cuenta la tradicin. As lo comenta Denevi en el texto que cierra sus Falsificaciones:
El homenaje/parodia se dirige en ocasiones hacia clsicos del siglo XX. Es el caso de la novela
corta El tnel, del argentino Ernesto Sbato, que sirve de base argumental a "El conferencista de cien
quetzales la hora":
Los motivos por los que mat a Mara son demasiado conocidos y no vale la pena
repetirlos: ya un tal Ernesto Sbato escribi una novela dedicada a ese hecho. Cuando
13
He destacado la importancia de la mitologa grecolatina en las ficciones breves en mi trabajo
"Inversin de los mitos en el micro-relato hispanoamericano contemporneo", en Luis Gmez Canseco
(ed.) (1994) La revitalizacin de los mitos en las literaturas hispnicas del siglo XX Huelva: Universidad:
163-175.
13
comet el crimen era un pintor desconocido, ahora soy famoso, se me invita a dictar
conferencias de criminologa en las facultades de derecho de las ms prestigiosas
universidades, soy millonario, mis pinturas se exhiben en los mejores museos del mundo,
tengo tres secretarias particulares que se encargan de mi correspondencia, un club de
admiradoras (ustedes entienden lo que hago con ellas), en fin todo lo que un hombre de
xito posee. Cuando se triunfa, los amigos, el dinero y el amor vienen en seguida por su
propia cuenta. S, tambin el amor, qu les extraa, que he cambiado mi pensamiento,
puede ser, aunque la verdad es que no sucedi exactamente como en la novela. Las
historias de amor son como los procesos judiciales, siempre han sido manipuladas por
motivos econmicos o de otra ndole, si no que lo digan ahora los suecos que han dado
nuevas versiones de la Cenicienta y de Blanca Nieves. En conclusin, la cosa es saber
aprovechar las oportunidades. A estas alturas me doy el lujo de hablar de lo que quiera,
que para eso me pagan, puedo desmitificar el amor, o decir que nadie como yo ha
presentado en sus aspectos ms ntimos y reales el proceso mental del enamoramiento, o
bien terminar este discurso diciendo como mi amigo Cardenal que la que ms perdiste
fuiste t, porque yo amar a otras, pero a ti nadie te amar como te am yo (Arajo: 15-16).
EL TRABAJO N 13 DE HERCULES
Segn el apcrifo Apolodoro de la Biblioteca "Hrcules se hosped durante
cincuenta das en casa de un tal Tespio, quien era padre de cincuenta hijas a todas las
cuales, una por una, fue poniendo en el lecho del hroe porque quera que este le diese
nietos que heredasen su fuerza. Hrcules, creyendo que eran siempre la misma, las am a
todas". El pormenor que Apolodoro ignora o pasa por alto es que las cincuenta hijas de
Tespio eran vrgenes. Hrcules, corto de entendederas como todos los forzudos, siempre
crey que el ms arduo de sus trabajos haba sido desflorar a la nica hija de Tespio
(Denevi 1984: 60).
Frente a los anteriores, "Suicidio" de Arajo se basa en la tcnica del desplazamiento, por la que se
desva la lnea de pensamiento hacia un tpico distinto del iniciado:
La irona es calificada por Umberto Eco como una actitud propia de la Posmodernidad para
neutralizar la esttica de la intensidad 15. Robert Scholes la considera ingrediente indispensable de la
literatura para reflejar nuestra poca de inseguridad:
14
Vid. Varios (1990) Circus of the Mind in Motion: Postmodernism and the Comic Vision Detroit: Wayne
State University Press.
14
We do, as Nathalie Sarraute told us, live in an age of suspicion, and we can hardly
help resisting a narrator who continually does our thinking for us and pretends to an
omniscience we find it less and less easy to credit (...). All we can say is that for better or
worse, this is our age, and any attempt to create a discourse free from irony within its
epistemological confines will not be easy. In the country of the Ironic, Omniscience itself
appears absurd (Scholes: 78).
Remitimos, para percibir la importancia del modo irnico en el micro-relato, a textos transcritos
anteriormente como "Las ltimas palabras", "Telenovela", "De L'Osservatore", "Premio Nobel a un tal
Homero", "El eclipse", "La Oveja Negra" o "Currculum vitae".
En conclusin, a lo largo de estas pginas creemos haber demostrado que la modalidad literaria del
micro-relato, surgida paralelamente a la "episteme" posmoderna, se engloba plenamente en la esttica
contempornea. Este nuevo marco ideolgico disuelve las normas estticas anteriores y se caracteriza por
su radical escepticismo, el privilegio de los mrgenes frente a los centros tradicionales, el golpe al principio
de unidad, las "obras abiertas", el recurso continuo a la tradicin (que se homenajea y satiriza a la vez), y al
humor y la irona como actitudes distanciadoras en la percepcin de la realidad. El corpus textual objeto de
nuestro estudio presenta claramente estos rasgos, lo que corrobora una vez ms el principio segn el cual
teora y prctica corren parejas en la historia del arte de todos los tiempos.
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