La Verdadera Devoción Al Sagrado Corazón de Jesús
La Verdadera Devoción Al Sagrado Corazón de Jesús
La Verdadera Devoción Al Sagrado Corazón de Jesús
con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres (Po XII,
Enc. Haurietis aquas: DS 3924; cf. DS 3812).
Por ello, en nuestro caminar hacia Dios, cada uno somos libres de integrarlos a
nuestra vida de la manera ms adecuada y significativa que podamos, y sera
mucho mejor si buscamos crecer en la fe y evitamos instalarnos cmodamente
en la seguridad de haber ganado las gracias que prometen. En lo personal,
creo que todo lo que Dios nos ofrece es gratuito y se debe a la bondad divina;
lo nico que se nos pide es abrirnos a su generosidad y recibir todas sus
gracias, ya que estamos en libertad de aceptarlas, ignorarlas o rechazarlas.
Jess nos am con todo su corazn, un corazn muy humano. Saber eso me
hace sentirlo cercano, compaero que entiende nuestros anhelos, igual que
nuestras fragilidades y flaquezas. Por eso no puedo imaginarme estas
promesas del SCJ como un intercambio y la condicin para recibirlas
interpretada como un si t me das, yo te doy, ms bien es un yo te doy,
pero slo t puedes aceptar lo que se te ofrece.
Volviendo a las promesas del SCJ, verlas como un toma y daca entre Dios y
nosotros, desde mi punto de vista, es achicar a Dios y eso me da tristeza. No
me atrae ese juego; no creo en l, simplemente porque un intercambio entre
Dios y nosotros me parece mucha pretensin de nuestra parte. Esa visin
reduce la misericordia y el amor de Dios a niveles muy humanos, bastante
pobres y por eso me opongo a ella.
No s si las personas ven un intercambio en las promesas del SCJ, pero siento
que muchas s, por el prrafo subsiguiente a la ltima promesa, se que dice:
Las condiciones para ganar esta gracia son tres Por eso, con la intencin de
ampliar la perspectiva y de fomentar una respuesta ms libre, comparto mis
reflexiones sobre stas.
Dios nos ofrece darnos las gracias necesarias a nuestro estado, es decir, lo que
necesitemos para vivir cada da sin renegar o amargarnos. Nos ofrece
acompaarnos en la VIDA, transformarnos, de manera que siendo agentes de
bendicin demos testimonio de l y seamos instrumento para acercar a otros a
l. Nos promete paz (y claro que vivir as nos da paz) y nos invita a no
alejarnos de l. Nos promete acompaarnos en la muerte terrenal - que es
parte de la Vida -, ser nuestro refugio y asistirnos en ella. Busquemos hacer
del SCJ nuestro refugio en la vida, no guardarlo como refugio para la muerte.
Tenemos un Dios de vivos no de muertos; un Padre que nos ama, un Hijo que
nos acompaa, y al Espritu Santo que nos cambia, si lo permitimos. Qu ms
podemos desear?
Si nuestra devocin al SCJ nos mueve a llevar una vida centrada en l, por
supuesto que recibimos estas gracias, pero siguen siendo gratuitas, no estamos
intercambiando nueve viernes primeros por un boleto al cielo. La salvacin
nos fue dada gratuitamente por Dios a travs de Jess y gratuitamente nos
es ofrecida por l, nosotros podemos aceptarla, ignorarla o rechazarla, pero
definitivamente no podemos ganarla o intercambiarla por buenas obras.
Las buenas obras son fruto de una vida centrada en Dios, regada por l, de la
misma forma que la hierba verde crece en el campo que recibe agua
regularmente. Mientras ms alejados del agua, ms secos los campos. Vivir en
lo externo de las promesas del SCJ, quedarnos en el rito, no nos ayuda a recibir
estas gracias. Busquemos la profunda riqueza de comprometernos con l, que
es manantial de vida. Busquemos conocer y hacer su voluntad, no para
ganarnos su favor, sino porque como la misma santa deca: "En la voluntad de
Dios encuentra su paz nuestro corazn y el alma su alegra y su descanso".
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Las gracias que recibimos nos son dadas para utilizarlas y compartirlas con los dems, con el amor y la
bondad con que nos fueron otorgadas (las merezcan los otros o no).
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