Guzman Palomino Luis - Historia de Los Incas Luchas Dinasticas Y Guerra de Panakas PDF
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INTRODUCCIN
Qu pas fue el que en 1532 encontraron aqu los invasores de ultramar y merced
a qu pudieron conquistarlo en un tiempo relativamente corto? He ah una pregun-
ta interesante, cuya respuesta an no se ha desentraado del todo. Al momento de
entrar al Per la hueste de Francisco Pizarro, podan observarse en el imperio in-
caico varias contradicciones: Hurin contra Hanan; clero solar contra ejrcito; pa-
naka de Pachacuti contra panaka de Tupac Inca Yupanqui; estado imperial contra
seores locales; estado imperial contra esclavos yanaconas; estado imperial contra
acllas; estado imperial contra campesinado hatunruna; seores locales contra
campesinado hatunruna, etc. Es todava difcil sealar cul era entonces la contra-
diccin ms importante, pero el hecho de haberse generado en ese tiempo una
guerra civil entre los orejones nos lleva a postular como tal la que existi entre los
Hurin y los Hanan, indesligable de la contradiccin entre el clero solar y el ejrcito
cuya derivacin fue la lucha entre las principales panakas imperiales.
Haba triunfado Atahuallpa y restableca por la fuerza el "orden" imperial con do-
minio de la dinasta Hanan y de la panaka de Pachacuti, cuando hicieron su apari-
cin en el imperio los invasores de ultramar. Los menospreci el Inca, que se con-
sideraba el monarca ms poderoso del mundo, originando con tal confianza su cap-
tura en Cajamarca. Hecho prisionero Atahuallpa remiti rdenes a los generales de
su ejrcito, que ocupaban la sierra desde el Mantaro hasta el Cuzco, para que se
dispusieran a combatir a los invasores. Al descubrirse sus planes fue ejecutado el
26 de julio de 1533. De inmediato, su ideal fue asumido por los jefes de su ejrcito,
que desataron la guerra con holocausto de sus mejores cuadros.
Las crnicas de ese tiempo recogieron bsicamente los testimonios de los enemi-
gos nativos de Atahuallpa, muchos de los cuales se aliaron con los espaoles. Y los
sigui el Inca Garcilaso, cuya madre Chimpu Ocllo perteneci a la panaka de Tpac
Inca Yupanqui. Surgieron as fbulas de todo tipo en el afn de justificar el asesina-
to de Atahuallpa. Recin hacia 1550, Juan de Betanzos, un espaol cuzqueizado,
que haba tomado por esposa a la princesa Cusi Rimay de la panaka de Pachacuti -
la misma que Guayna Cpac designara para Coya de Atahuallpa-, tuvo a travs de
ella acceso a la versin oficial de los emperadores, redactando una crnica ms
ajustada a la verdad, y a la lgica.
Por desgracia, la mayor parte de tan valioso documento permaneci perdida por
siglos, dando lugar a que se lucubrasen interpretaciones diversas, casi todas equ-
vocas. Slo hace unos aos se encontr el Betanzos indito, cuya publicacin por la
doctora Mara del Carmen Martn Rubio en 1987 marc un hito trascendental en la
bibliografa sobre los Incas.
Los Incas Hurin fueron reyes-sacerdotes que tuvieron el Inticancha o templo del
Sol como sede de gobierno. Dominaron Un territorio relativamente pequeo, sin
mayores afanes expansivos, preocupados bsicamente por consolidar la sujecin
de las tribus que originariamente haban poblado el Cuzco. Pactaron alianzas con
algunas de ellas, mediante matrimonios, lo que demuestra que la casta de los ore-
jones no fue en ese tiempo lo cerrado que sera luego, pues ms de una reina fue de
procedencia no incaica. Hubo tribus intransigentes que persistieron en la resisten-
cia, como la de los Ayarmacas, para ser finalmente sojuzgadas.
Pero no slo hubo luchas con tribus ajenas sino que en todo momento se manifes-
taron tambin pugnacidades al interior del grupo incaico. Y aunque carecemos de
referencias suficientes para afirmar que la contradiccin Hurin-Hanan se dio desde
siempre, esto muy bien puede plantearse como hiptesis. Hallamos mencin de
tales referencias desde los tiempos borrosos de los hermanos Ayar. Segn la le-
yenda, Ayar Manco triunf finalmente sobre Ayar Auca, pero sin aniquilar a la fa-
milia derrotada. Hizo ms bien lo contrario, honrndola en recuerdo de un ances-
tro comn y dndole cabida en el nuevo reino del Cuzco. Es posible que ello posibi-
litase la formacin de dos linajes, uno emparentado con el vencedor y otro con el
vencido, gnesis de los Hurin y Hanan Cuzco, respectivamente. Pudo tambin su-
ceder que las familias de los tres hermanos vencidos (Ayar Ucho, Ayar Cachi y Ayar
Auca) viniesen a integrar desde entonces los llamados ayllus custodios, que tuvie-
ron alguna influencia como consejeros del Inca reinante.
La sucesin de Manco Cpac fue pacfica, pero a la muerte del segundo rey Sinchi
Roca se desataron las disputas, enfrentndose los prncipes Cusi Guaman Cari,
Manco Sapacca y Lloque Yupanqui . Triunf este ltimo con el apoyo del clero so-
lar, que desde un principio se erigi en estamento dominante. Sobre el culto hela-
co se forjo la ideologa de la dominacin , proclamndose a los Incas del Sol o Intip
Churin. Entonces se habra lucubrado la leyenda del lago Titicaca. Posteriormente
las luchas de sucesin adquirieron matices mayores, ya que los regicidios fueron
una constante. Lloque Yupanqui propuso que el sucesor se escogiese entre sus
hemanos Apo Conde Mayta y Tcac Huincay, provocando as la oposicin de su hijo
Mayta Cpac , quien apoyado por su madre la reina Mama Tancar Ichachi , lo hizo
envenenar , tomando el poder por la fuerza. Muchos orejones partidarios del rey
asesinado, tuvieron que emigrar al oriente para escapar de la muerte ( Mura ,
1962 :32 ).
El nuevo Inca habra tenido un nombre original, cuyo recuerdo no guard la tradi-
cin. Se le dio el de Mayta Cpac en alusin a la vida reflexiva que durante un tiem-
po le fue caracterstica: Este Mayta Cpac se llmose (as) porque sola decir cuando
nio: Ah Mayta Cpac?, como si dijese: Creador, Seor, adnde ests? Ysiempre hac-
a estas consideraciones con deseo de conocer al Creador (Santa Cruz Pachacuti,
1927:157). Tal preocupacin metafsica lo distanci un tanto del clero solar, y
tambin del clero menor, adorador de las huacas. Pretendi el Inca acabar con
stas, pero lo contuvo el temor de perder el apoyo de los sacerdotes del Sol, que las
consentan. Con todo, manifest su resistencia a considerar al Sol como deidad
principal, repitiendo que su hechura y movimiento eran obra de un dios supremo
omnipotente al que llam Pacha Yachchic, en cuyo honor estableci el Cpac
Raymi o fiesta para el poderoso seor, dominador y hacedor del mundo. Tal acti-
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tud, que pareca apuntar al monotesmo, no fue bice para que proliferaran los
orculos, mencionndose que hubo uno por cada huaca, lo que habla a las claras de
su crecido nmero.
Pero en sus aos postreros Cpac Yupanqui renunci a todo afn blico, dedicando
atencin a la reforma del culto. Iconoclasta declarado, se volvi contra el clero so-
lar, originndose una grave crisis. Desprestigi a orculos y sacerdotes proclaman-
do la existencia de un supremo dios omnipotente e invisible, y segn Santa Cruz
Pachacuti lleg a decir en pblico: Yo siento que hay otro, el poderoso hacedor de
todas las cosas, como lo haba dicho mi padre Mayta Cpac (1927:164). Lo apoy en
esa conviccin un pequeo ncleo de sacerdotes progresistas, que inici el culto al
dios supremo llamndolo Pacha Cmac y Pacha Yachchic (Mura, 1962:37). Y
sabios astrnomos estudiaron detenidamente el movimiento del Sol, apoyando las
ideas del Inca. Dice Molina que Cpac Yupanqui, el que mejor entendimiento tuvo
entre los Incas, sac por razn natural que una cosa sujeta a movimiento como el Sol,
pues nunca para y sin descansar un slo da, no era posible fuera dios, sino algn
mensajero enviado por el hacedor a visitar todos los das al mundo. Dems que le
pareca ser inconveniente para ser dios, que una nube pequea cuando se le pona
delante impidiese sus rayos (1943:19).
Ante el temor de perder preeminencia el clero solar combati tal concepcin, con-
siderndola una blasfemia. Se produjo en consecuencia el rompimiento y la sepa-
racin de poderes, abandonando Cpac Yupanqui el Inticancha para instalarse en
un palacio que erigi para sede de su gobierno. Acto seguido, deseando acabar con
toda la concepcin religiosa tradicionalista destruy las huacas de Uaros, Yanaco-
cha, Luricachi de Vilcanota, Caochacota y Yanacota de Langue, Chuytupiya, Tantao-
copa y Uaminturpo, con lo cual se hizo de muchos enemigos. Los Hurin tramaron
entonces su derrocamiento y se alinearon con ellos los ayllus custodios, presumi-
blemente Hanan que hasta entonces haban estado relegados a un segundo plano.
Lo cierto es que el Inca fue envenenado por la princesa Cusi Chimpo, representante
de esos ayllus custodios (Mura, 1962:38).
Qu nos lleva a suponer que Cusi Chimpo fuese Hanan? Una simple hiptesis que
sugerimos releer antes de ser descartada. En la historia incaica aparece el nombre
Cusi muy ligado a la parentela Hanan: Yahuar Huacca, segundo rey Hanan, ci la
mascaypacha con el nombre de Titu Cusi Huallpa; Pachacuti, el primer emperador,
se llam originalmente Cusi Yupanqui; Guayna Cpac, al igual que Yahuar Huacca
asumi el poder adoptando el nombre de Titu Cusi Huallpa; y fue el prncipe Cusi
Yupanqui, jefe de la panaka de Pachacuti, el segundo de Atahuallpa, adalid de los
Hanan. Incontestablemente, y concdasenos la reiteracin, todos estos personajes
fueron Hanan y se llamaron Cusi. Conforme a esto, habran sido tambin Hanan el
prncipe Cusi Guaman Ccari, que discuti la sucesin con Lloque Yupanqui, y la
princesa Cusi Chimpo, envenenadora de Cpac Yupanqui? Cabe suponerlo, por lo
menos en esta ltima, pues consumado el regicidio los ayllus custodios eligieron
como rey al Hanan Inca Roca.
CAPITULO II
El primer rey Hanan Inca Roca gobern en perfecta armona con el clero, dedican-
do especial atencin al renacimiento de los cultos tradicionalistas que su infortu-
nado padre intentara abolir. Refiere la crnica que Inca Roca no entendi otra cosa
que en bailar y holgarse en beber y comer, y mucho ms en la devocin de las huacas
y adoratorios (Santa Cruz Pachacuti, 1927: 170). Pero esta afirmacin no es del
todo cierta, pues en algn momento mostr el Inca dotes de guerrero, combatiendo
con xito a los sublevados Mascas y Condesuyos de Chumbivilcas, sometiendo lue-
go Urcos y Quiquijana para aliarse a continuacin con los curacas de Canas y Can-
chis tocando los lmites del reino Colla. Con el paso de los aos volvi a sus anti-
guas aficiones y con su inercia propici el alzamiento de los Ayarmacas. Cuenta
Mura que el Inca muri combatindolos, en los altos cercanos a Ocongate; luego, lo
veng el ejrcito, derrotando y exterminando a los sublevados.
Yahuar Huacca fue una suerte de rey-sacerdote, muy aficionado a las huacas. Le
preocup sobremanera lo religioso, presidiendo los cultos no slo en el Cuzco sino
tambin en algunas provincias. La coyuntura fue aprovechada por los Chancas, que
en este tiempo sometieron a los Quechuas de Andahuaylas, aliados de los Incas a
quienes Yahuar Huacca no envi auxilio alguno, quedando el Aucapanamayo o Pa-
chachaca como frontera entre ambos estados.
Se advirti tambin la amenaza Colla por el sureste, ante lo cual Yahuar Huacca
orden la concentracin de un ejrcito en el Cuzco. En su apoyo acudieron tropas
de las naciones sujetas y con ellas la de los Condesuyos, con un objetivo muy dis-
tinto: estndose ya a partir, como hubiesen venido algunos capitanes del Condesuyo
con gente de guerra, trataron entre s de matar al Inca, porque si de aquella jornada
sala con victoria quedara tan estimado que a todos querra tener por vasallos y
criados. Y as, dicen que estando el Inca en sus fiestas algo alegre con el mucho vino
que beban, alleg uno de los de la liga que haban tomado el partido ya dicho, y al-
zando el brazo descarg en golpe de bastn en la cabeza real; y que el Inca, turbado y
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con nimo se levant diciendo: Qu hiciste traidor? Y ya los de Condesuyo haban
hecho muchas muertes y el mismo Inca se pens guarecer con irse al templo; mas fue
en vano pensarlo pues alcanzado de sus enemigos le mataron, haciendo lo mismo de
muchas de sus mujeres (Cieza Len, 1880:143 ). Pudo entonces ser tomado del Cuz-
co por los Condesuyos se volvieron a sus tierras, entendiendo posiblemente que el
ejrcito incaico no tardara en presentarse.
Producido el vaco del poder se intent terminar con los reyes y crear un nuevo
tipo de gobierno. Al respecto , es sumamente interesante una referencia de Herre-
ra, quien siguiendo a Cieza anot que en medio de las diferencias no faltaron pare-
ceres de que se dejase el gobierno de la monarqua y se rigiesen por algn nmero
cierto de los ms sabios hombres (1945: 263). El efmero y desdichado rey Yahuar
Huacca no tuvo solemne entierro; varias crnicas citan adems que no dej hijos
varones en edad de gobernar. Lo cierto es que un Inca Roca, tal vez su hermano,
asumi interinamente el gobierno, mientras los orejones Hurin y Hanan discutan
la sucesin.
Los sacerdotes Hurin, en desventaja tras los ltimos sucesos, presentaron la candi-
datura de un hermano de Yahuar Huacca llamado Cpac o Acapaco (este ltimo
nombre pudo ser una irreverente variante del primero, si nos atenemos a su signi-
ficado), propuesta que no tuvo aprobacin de los Hanan. Estando de lo ms enreve-
sada la disputa, una mujer de los Hanan demand la eleccin de Viracocha (Cieza de
Len, 1880: 145 ). Y pese a la oposicin de los Hurin, Viracocha, probablemente
hermano tambin de Yahuar Huacca, fue proclamado nuevo Inca con el nombre de
Hatun Topa Yupanqui.
Al parecer, los sacerdotes del Sol tuvieron parte principal en la trama, pues arte-
ramente invitaron al gobernador y sus principales allegados a una celada que se les
prepar en el Inticancha. Lo cierto es que all se desat la rebelin, con una verda-
dera masacre: los conjurados, en un da sealado, estando en el templo del Sol el
gobernador que en el Cuzco (Viracocha) haba dejado, le mataron, con otros muchos
de su bando, con gran derramamiento de sangre (Herrera, 1945: 264). En el afn de
aniquilar a la panaka de Viracocha, puso Cpac especial empeo en matar a todas
las mujeres del Inca, aunque varias de las principales se salvaron pues haban sali-
do con l en campaa. Tuvo el rebelde la suficiente gente como para ocupar la ciu-
dad sin resistencia, pero no pudo impedir que huyeran algunos Hanan para dar
aviso a Viracocha. Por ello cuando quiso ceir la mascaypacha lo abandonaron mu-
chos de sus seguidores que ms temor tuvieron a la segura venganza del Inca. As
desamparado, Cpac se suicid tomando veneno, y lo mismo hicieron sus mujeres,
hijos y otros parientes.
Lo primero que hizo el Inca llegando al Cuzco fue presentarse en el templo, donde
para entonces, posiblemente en el desesperado afn de mostrarse libre de culpa, el
sumo sacerdote acababa de efectuar muy rigurosos castigos. No fue eso suficiente
para Viracocha quien tras sumaria investigacin orden la muerte de varios Hurin.
Se fortaleci an ms su posicin al recibir la solidaridad de varios seores provin-
cianos que en tan difcil trance enviaron oportunas embajadas al Cuzco.
Se adverta a las claras cierta decadencia en la capa dirigente incaica, y ello debi
llegar a conocimiento de los Chancas puesto que emprendieron entonces un arro-
llador avance desde Andahuaylas. Ni Viracocha ni Urco tuvieron capacidad de re-
accin, permitiendo que los Chancas cruzasen sin contratiempo el Apurmac ins-
talndose en Vilcaconga. An ms, se cuenta que ante el ultimtum de los jefes
Chancas, y tras consultar con los sacerdotes, Viracocha y Urco decidieron la rendi-
cin del Cuzco, retirndose a Yucay con sus cortesanos. En la lucha por implantar
la formacin imperial andina poco falt para que la historia registrase el adveni-
miento del imperio de los Chancas, mas cuando todo pareca encaminado en ese
sentido, se produjo el derrocamiento de Viracocha por el ejrcito incaico, que deci-
dido a resistir alz como jefe supremo al prncipe Cusi Yupanqui, hijo menor de
Viracocha.
Bien se conoce que Cusi, congregando en torno suyo lo ms selecto de los orejones
y captando asimismo el apoyo de los purur aucas -campesinos convertidos en gue-
rreros- no slo rechaz a los Chancas en las afueras del Cuzco, sino que los hizo
huir hasta ms all de Andahuaylas, derrotndolos en varias batallas sucesivas
hasta casi exterminarlos.
Nunca antes haban tenido los Incas victoria de tanta resonancia y por ello se en-
tiende que de regreso al Cuzco Cusi gozase de un recibimiento apotesico sin pre-
cedentes. Con indudable apoyo popular el ejrcito emergi como nuevo estamento
dominante, exigiendo sus conductores la proclamacin de Cusi como nuevo Inca.
Solicit el prncipe a su padre encabezar los festejos triunfales, lo que Viracocha
acept casi como una humillacin, pues qued as sellado su derrocamiento. Ante
la presin del ejrcito y el pueblo campesino se despoj pblicamente de la mas-
caypacha, cindola en las sienes de Cusi a quien proclam Pachacuti Inca Yupan-
qui Cpac Intip Churin, nombre con el que quiso significar que lo reconoca como
Hijo del Sol y Soberano Transformador, presagiando que con l empezaba un tiem-
po nuevo.
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Interesa a nuestro trabajo sealar que con Pachacuti se inici realmente el predo-
minio de los Hanan-Cuzco, que este Inca quiso simbolizar perpetuamente dispo-
niendo que en sus honras fnebres o purucaya, y en las de sus sucesores, tuviese
lugar un acto ritual de especial significacin. Dej ordenado, cuenta Betanzos, que
saliesen dos escuadrones de gente, uno de Hanan-Cuzco, y otro de Hurin-Cuzco y que
un escuadrn saliese por una parte de la plaza y el otro por la otra, y que batallasen y
se mostrasen vencidos los de la gente de Hurin-Cuzco y vencedores los de Hanan-
Cuzco significando las guerras que el seor tuvo en su vida (Betanzos, 1987: 145).
Recin gobernando Guayna Cpac, al asumir ste el control personal del clero so-
lar, habra de hacerse notoria la renovada insurgencia Hurin. Como se sabe, el clero
solar fue el nico estamento en que los Hurin mantuvieron hasta entonces preemi-
nencia. Perdindola, lo perdan todo, y en el afn de impedir la consumacin de su
tragedia fue que prepararon la rebelin de Huscar.
CAPITULO III
La panaka de Pachacuti
Ninguna historia de los Incas es valedera si obvia o soslaya el estudio de las pana-
kas. Esta es una tarea difcil, porque los cronistas no entendieron su importancia y
las citaron muy pocas veces. Tampoco los autores modernos se esmeraron por en-
tenderlas, incurriendo en crasos errores. Y recientemente, al tornarse casi una
obligacin el mencionarlas, ms de una vez se ha cado en las mayores confusiones.
Por otro lado, el historiador a veces debe inferir ciertos hechos por descarte. As
por ejemplo, si en las luchas de sucesin desatadas a la muerte de Tpac Inca Yu-
panqui, apoyaron a Guayna Cpac los hermanos de Mama Ocllo, integrantes de la
panaka de Pachacuti, cabe pensar que su rival principal Cpac Guari fue sostenido
por otra panaka, y muy probablemente por la de Tpac Inca Yupanqui que era en
ese tiempo la segunda en importancia.
Definimos panaka como el gran grupo familiar formado por todos los descendien-
tes de un Inca. Podan pertenecer a ella miembros de varias generaciones, hijos,
nietos , biznietos, etc. El hijo del Inca que lo suceda en el poder automticamente
formaba una nueva panaka, lo cual no significaba necesariamente desligarse de sus
panakas paterna y materna. Aclaremos esto trayendo a colacin el caso de Guayna
Cpac. Perteneci a la panaka de Tpac Inca Yupanqui, por ser hijo de ste. Asi-
mismo a la panaka de Pachacuti pues su madre Mama Ocllo fue hija del primer em-
perador. Y al ceirse la mascaypacha fund su propia panaka. De manera tal que
tuvo tres panakas, privilegiando a la materna, como se ver en esta historia.
Tuvieron panakas los Incas reyes y los Incas emperadores, siendo lgicamente ms
poderosas las de estos ltimos. Sin duda la ms importante fue la de Pachacuti,
tanto por su nmero cuanto por lo que signific ese gobernante. Las crnicas cita-
ron a las panakas con nombres propios. Prescindimos de utilizarlos, pues no existe
uniformidad en la informacin y, lo que es peor, se consignan similares nombres
para panakas rivales. Expliqumonos: por datos de Mura, Cobo, Acosta y el Palen-
tino, creamos que la panaka de Tpac Inca Yupanqui haba sido el Cpac Ayllu;
pero la versin pachacutina recogida por Betanzos corrigi esa generalizada cre-
encia: Los descendientes de este Inca Yupanqui -escribi refirindose a Pachacuti-
llamaron desde entonces hasta hoy Cpac Ayllu Inca Yupanqui Haguaymin, que dice
linaje de reyes descendientes y nietos de Inca Yupanqui, y stos son los ms sublima-
dos y tenidos en ms entre los del Cuzco que de otro linaje ninguno (1987: 150). De
modo que para no ahondar la confusin nos referiremos a las panakas dndoles los
nombres de sus fundadores.
Aunque sin certeza absoluta, puede sostenerse que las panakas fueron endogmi-
cas. Procediendo sus integrantes de una misma panaka por ascendencia paterna y
materna fortaleceran sus vnculos. Los jefes de la panaka de Pachacuti, por lo me-
nos, respetaron tal norma. Pero el Inca, como fundador de un nuevo linaje, tomaba
mujeres de diversas panakas. Y teniendo todos los hijos procreados en esas unio-
nes el derecho de disputar la sucesin, se identificaban para el efecto con la panaka
materna. Cada panaka promova as candidaturas, apoyando a prncipes prove-
nientes de su seno o a los de otra panaka con la que se aliaban. Finalmente, el Inca
propona por sucesor al hijo que consideraba ms apto para gobernar y engrande-
cer el dominio, preferencia que tena que ser ratificada por todas las panakas. La
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sucesin, en consecuencia, origin constantes pugnas, recelos, intrigas, conspira-
ciones, regicidios, rebeliones y, finalmente, la guerra entre panakas.
En las postrimeras del incario, relegados del poder los Hurin Cuzco, la pugna se
dio entre las propias panakas Hanan Cuzco. Empero, alguna variante produjo
Huscar, quien al usurpar el trono reneg de su origen Hanan proclamando la res-
tauracin de los Hurin, pese a lo cual mantuvo el apoyo de la panaka de Tpac Inca
Yupanqui.
Pretendemos demostrar que todos los Incas emperadores pertenecieron por naci-
miento a la panaka de Pachacuti. Demostraremos asimismo que todos los principa-
les miembros de esa panaka tuvieron un rol prominente en el gobierno del impe-
rio. El derecho de co-gobernar, o de ser los segundos en el mando, instaurado por
Pachacuti, les fue reconocido por Tpac Inca Yupanqui, Guayna Cpac y Atahuallpa,
no ocurriendo lo mismo con Huscar a quien nunca aceptaron como Inca.
Cre Pachacuti una panaka absolutamente cerrada. Para pertenecer a ella haba
que ser noble de sangre cuzquea por ascendencia paterna y materna. Deslig de
su panaka a aquellas de sus hijas que, en el afn de cimentar alianzas, entreg co-
mo esposas a varios seores provincianos. Y dio a los pachacutinos un distintivo
especial, para diferenciarlos de los dems nobles: orden y mand que los de su li-
naje y descendientes (fuesen) propiamente orejones de padre y de madre de dentro
de la ciudad del Cuzco y mand que trajesen una o dos plumas de halcn por seal en
la cabeza para que fuesen conocidos y temidos y acatados por toda la tierra, y que si
otra cualquiera persona se lo pusiese la tal pluma o seal, aunque fuese del Cuzco y
de los ms principales, muriese por ello (Betanzos 1987: 110). Clara seal de que
predestinaba a su panaka para una posicin preeminente.
Primer jefe de esa panaka fue Yamque Yupanqui, hijo mayor de Pachacuti. Recibi
ese nombre en recuerdo del curaca collavino Yamque Pachacuti, destacado lugar-
teniente del prncipe Cusi en la guerra contra los Chancas y la lucha contra Urco, el
prncipe rival al que habra dado muerte. El cronista Joan Santa Cruz Pachacuti
Yamque Salcamaygua, conforme lo acreditan sus apellidos y su procedencia colla-
vina, debi estar emparentado con aquel curaca; se entiende as que exagerase al
honrarlo, cuando seal que el prncipe Cusi adopt el nombre Pachacuti como
una muestra de gratitud hacia su lugarteniente. Ms factible es que el Inca testi-
moniara ese reconocimiento dando el nombre de Yamque a su primognito (Santa
Cruz Pachacuti, 1927: 180).
CAPITULO IV
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Batallaba Yamque en el norte cuando recibi mensaje urgente de Pachacuti, quien
creyndose prximo a morir lo llam a su lado. Llegado al Cuzco, Yamque hall an
lcido a su padre, preocupado por lo que pudiese sobrevenir a su muerte. Aunque
naciente, el imperio era ya extenso, y Pachacuti consider de necesidad ejercer un
gobierno vertical y severo. Yamque comparti ese parecer y sugiri que se escogie-
se un joven sucesor, pues l no se crea con las fuerzas suficientes para jefaturar el
estado. Pachacuti tendra a la sazn ms de setenta aos de edad y su hijo mayor
posiblemente pasaba los cincuenta. Respondi el Inca que en tal caso escoga al
hijo de Yamque Yupanqui, que llevaba este mismo nombre. Ajeno a toda ambicin,
el co-reinante no consinti en ello, y propuso ms bien a Tpac Yupanqui, sealan-
do que era quien reuna los mayores mritos.Pachacuti estuvo de acuerdo y el jo-
ven prncipe, que haba quedado en Tumipampa, fue convocado al Cuzco.
Yamque efectu los preparativos para el reconocimiento del sucesor y poco des-
pus presidi el solemne acontecimiento. En presencia de Pachacuti, tom la borla
que el mismo traa sobre la cabeza y psosela a Tpac Inca Yupanqui encima de la
suya, y mand poner la silla de Tpac Inca junto a la de su padre (Betanzos, 1987:
132). Luego, hizo jurar al nuevo Inca que sera obediente al dios Sol y que no
pondra sujecin sobre los orejones cuzqueos, oficializando a continuacin su
matrimonio con Mama Ocllo. Finalmente, a la cabeza de los dems orejones, pre-
sent al nuevo Inca respetuoso acatamiento.
Ya en agona solicit Pachacuti la ratificacin de Tpac Inca Yupanqui por todas las
panakas. Fue tal el cario que tuvo siempre a su hijo mayor, que en su momento
postrero lo autoriz incluso para desconocer la designacin y proclamarse nuevo
emperador, si lo juzgaba conveniente. Pero Yamque no vari de parecer y muerto
su padre ratific pblicamente la eleccin de Tpac Inca Yupanqui, sin hallar visi-
ble oposicin.
Con el consentimiento del nuevo Inca, Yamque retuvo sin embargo su calidad de
co-reinante, acatando as la ltima voluntad de su padre, quien le encomend el
gobierno de todo el reino mientras viviese, pues su hijo Tpac Inca Yupanqui siempre
habra de andar en las guerras (Betanzos, 1987: 137). Conforme a esa preminencia,
le correspondi presidir las celebraciones por los triunfos militares, pisando los
despojos de las naciones vencidas. Design tambin gobernadores de regiones y
provincias, y en fin, administr con sabidura el estado, entendiendo en bien y sus-
tentacin de su pueblo (Betanzos, 1987: 137).
Parece ser que desaparecido el co-reinante, Tpac Inca Yupanqui comenz a dis-
tanciarse de la panaka de Pachacuti, estableciendo alianza con otras panakas y for-
taleciendo la suya propia. Como quiera que fuese, lo cierto es que se produjeron
hasta dos serias conspiraciones de orejones cuzqueos en su contra.
Refiere Cieza que estando el Inca en Tumipampa, donde naci Guayna Cpac, hijo
suyo en la colla pachacutina Mama Ocllo, vino nueva de cierto alboroto que haba en
el Cuzco entre los mismos orejones, y caus alguna alteracin, recelndose de nove-
dades; mas seguido, vino otra nueva cmo estaba llano y asentado y se haban hecho
por el gobernador de la ciudad castigos grandes en los que haban causado el alboro-
to (1880: 213). Cabello Valboa consign similar informacin: sucedile a Tpac
Inca Yupanqui un disgusto y contraste que si con el tiempo no se atajara, pusiera por
tierra su vida e imperio; sta fue una secreta rebelin que se encenda entre las mis-
mas estopas de su casa (1951: 340). Slo esta ltima referencia, el que los conspi-
radores pertenecieran a su casa, puede llevarnos a suponer que fueran pachacuti-
mos, especulacin que bien podra explicarnos el origen del distanciamiento cre-
ciente entre las panakas de Pachacuti y Tpac Inca Yupanqui.
Mucho ms grave fue la conspiracin que jefatur tiempo despus Topa Cpac,
hermano del Inca y por tanto miembro de la panaka pachacutina. Cuenta Cabello
Valboa que Tpac Inca Yupanqui se hallaba en Pacaretampu, presidiendo las fies-
tas que se celebraban en honor de Topa Ayar Manco, un hijo suyo que adquira la
mayora de edad, cuando fue sorprendido con la nueva de que su hermano Topa
Cpac se determinaba alzar en el Cuzco durante aquella ausencia que de l haca
(1951: 346). Sin dilacin y en el mayor secreto, volvi el Inca a la capital informn-
dose en detalle de la trama. Adems de Topa Cpac, en el proyecto sedicioso esta-
ban involucrados varios orejones importantes. La situacin era gravsima y el Inca
orden la inmediata captura de los conspiradores.
Topa Cpac haba destacado por sus dotes como buen administrador en los asun-
tos de estado; gozaba del favor de la coya Mama Ocllo y acababa de supervisar la
visita general del imperio. En el desarrollo de esta tarea pudo captar pareceres que
lo llevaran a proyectar la rebelin contra el Inca. Incluso, capt adherentes entre
los seores provincianos, prometindoles un mejor trato en caso de triunfar. Esto
es lo que relata Cabello Valboa, aadiendo que siete mil partidarios de Topa Cpac
convergieron en un lugar cercano al Cuzco (1951: 347).
Pero pudo tambin suceder que enemigos inventasen esa trama para desgraciar a
Topa Cpac, mencionando que en el Cuzco se haca tratar con mucha pompa y ma-
jestad, y como no puede permanecer el secreto del que muchos participan, sucedi
que estando Tpac Inca en una fiesta en el pueblo de Pacaretampu, le fue dicho en
puridad cmo su hermano Topa Cpac se determina alzar (Cabello Valboa, 1951:
346).
Sea como fuere, orden el Inca una cruel represin, y Topa Cpac fue decapitado
junto con sus consejeros y principales seguidores. Refiere Sarmiento que la sangre
corri a raudales, pues los ejecutados sobrepasaron el millar, incluidos varios sa-
cerdotes; y que otros seis mil salvaron de morir slo por splicas de Mama Ocllo,
condenndoseles a esclavitud perpetua en los latifundios que el Inca haba empe-
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zado a repartir entre sus favoritos; a dichos esclavos se les llam yanayacos, en
recuerdo del lugar (Ro Negro) donde se les concedi perdn (1942: 133).
Aun concediendo que Topa Cpac perteneciese a la panaka de Pachacuti, nada in-
dica que sta, en bloque, participase del proyecto sedicioso. Debi involucrarse
slo un grupo, aquel por cuyo perdn abog la coya Mama Ocllo, conjuntamente
con orejones de otras panakas y seores provincianos en mayor nmero. Los siete
mil conspiradores de que hablaron las crnicas, seguramente fueron guerreros
convocados por aqullos.
CAPITULO V
Bajo la jefatura del prncipe Yamque Yupanqui, la panaka de Pachacuti luch ter-
camente por la candidatura de Guayna Cpac a la sucesin, presionando a tal ex-
tremo que Tpac Inca Yupanqui corrigi su primer parecer, desconociendo a Cpac
Guari. No sabemos si lo hizo de grado o por la fuerza. Lo cierto es que estando en
Chinchero, aquejado de grave dolencia que parecile que le llegaba el fin de sus
das... mand que se juntasen los seores del Cuzco all do estaba, porque con ellos
quera consultar y dar orden en las cosas de su reino... Y luego mand que su hijo
Guayna Cpac y su sobrino Yamque Yupanqui fuesen all trados, y pareciendo ante l
mand que le trajesen all la borla del estado y dila a su sobrino Yamque Yupanqui,
para que por su mano la pusiese en la cabeza a su hijo Guayna Cpac y le nombrase
Solo Rey, y luego el muchacho Yamque Yupanqui, primo hermano de Guayna Cpac,
tom la borla en sus manos y psola en la cabeza del nuevo seor Guayna Cpac,
nombrndole Spac Inca (Betanzos, 1987: 175).
De esos varios prncipes opositores fue Cpac Guari el nico nombrado por las
crnicas, que, sin embargo, no dejaron referencia ninguna sobre su panaka mater-
na. Es probable que perteneciese a una de los Hurin Cuxco. Un indicio para supo-
ner ello es el hecho de que Guayna Cpac pactase alianzas con otras panakas
Hanan Cuzco en el afn de estabilizarse. Tom por esposa a Cusi Rimay, princesa
de la panaka de Tpac Inca Yupanqui; y reconoci como Sumo Sacerdote a Apo
Challco Yupanqui, de la panaka de Viracocha. Y otro indicio lo tenemos en el rigor
con que luego trat a los Hurin Cuzco, despojndolos de su ltimo reducto de po-
der, esto es, la conduccin del siempre influyente clero solar, que Guayna Cpac
tomara para s.
Pero no se descarta que Cpac Guari captase el apoyo de la panaka de Tpac Inca
Yupanqui, o por lo menos su neutralidad; porque la contradiccin entre las princi-
pales panakas Hanan Cuzco estaba ya en pleno desarrollo.
Como quiera que fuese, el apoyo visible a Cpac Guari provino de su panaka ma-
terna, no precisamente encabezada por su madre, la princesa Chiqui Ocllo, sino por
Curi Ocllo, otra princesa que tambin haba sido mujer del extinto emperador. Re-
fiere Sarmiento que Curi Ocllo, parienta de Cpac Guari, luego que lleg al Cuzco
(procedente de Chinchero), habl con sus parientes y (con los) de Cpac Guari, y les
dijo: Seores y parientes: Sabed que Tpac Inca es muerto (y) de que cmo antes en
salud haba nombrado por su hijo heredero a Cpac Guari; mas al fin, estando a la
muerte, dijo que le sucediese (Guayna Cpac), hijo de Mama Ocllo. No lo debis con-
sentir ni pasar por ello. Antes llamad a todos vuestros deudos y amigos y nombrad
por Inca a Cpac Guari, vuestro hermano mayor, hijo de Chiqui Ocllo (1942: 139).
No todos los escuchas de Curi Ocllo aprobaron el alzamiento. Hubo sin duda dela-
ciones, pues los pachacutinos fueron puestos en alerta. Mama Ocllo, la reina madre,
denunci a Chiqui Ocllo como envenenadora de Tpac Inca Yupanqui, conteniendo
con esa grave acusacin las adhesiones que tal vez hubiese captado Cpac Guari.
No obstante, persisti ste en su rebelda, reunindose con sus partidarios en las
afueras del Cuzco. All lo derrotaron tropas pachacutinas que condujo Guaman
Achachi. Eplogo del alzamiento fue la ejecucin de Chiqui Ocllo y Curi Ocllo, en-
cerrndose a Cpac Guari de por vida, en Chinchero. Correlato de la severa repre-
sin fue el reconocimiento del nuevo emperador por todas las panakas. Y en medio
de grandes fiestas Guayna Cpac ci la mascaypacha, adoptando el nombre de
Titu Cusi Guallpa.
CAPITULO VI
Haba regresado al Cuzco tras una visita al Collao cuando hall a su madre grave-
mente enferma, y ya no se apart de ella hasta que la vio morir. Relata la crnica
que fue entonces tanta su pena que nunca sali de su aposento en un mes, llorando l
aumentando el amor que a su madre tena (Betanzos, 1987: 189). Dispuso luego
que por chasquis y postas se avisase a todas las provincias de su reino cmo su madre
era muerta, para que en todas partes la llorasen e hiciesen exequias. Los llantos que
hubo en la corte fueron extraordinarios y lastimosos, y duraron ms tiempo con ms
solemnidad (Cobo, 1956: 206).
CAPITULO VII
Atahuallpa, el escogido
Tuvo Guayna Cpac numerosos hijos en otras tantas mujeres de diversa proceden-
cia -los cronistas hablaron de varios cientos-, destacando el hecho de que celebrara
con especial regocijo el nacimiento de Atahuallpa, acontecido en el Cuzco hacia el
ao 1500. Es posible que as ocurriese porque lo engendr la princesa cuzquea
Palla Coca, integrante de la panaka de Pachacuti, parentesco que desde un princi-
pio le dio calidad de primer candidato a la sucesin, puesto que con l poda pre-
servarse en el imperio el predominio Hanan pachacutino. El tiempo, empero, se
encargara de sealar si el prncipe mostraba las aptitudes necesarias para que se
confirmase tal preferencia.
Cuenta Betanzos que regresando Guayna Cpac al Cuzco, tras una visita a los con-
tornos, hall nacido a Atahuallpa su hijo, del cual nacimiento se holg mucho, e hzo-
le una fiesta solemne a ese nacimiento: y despus que hubo cumplido un ao Atahu-
allpa, orden su padre que le trasquilasen, porque hiciesen los seores del Cuzco la
fiesta y ofrecimiento que en la cual trasquila era su usanza y costumbre de hacer al
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tal nacido, y as le trasquilaron y le hicieron una fiesta solemne, y todos los seores y
seoras del Cuzco ofrecieron sus dones. En esta trasquila le puso su padre por nom-
bre Atahuallpa, porque habrn de saber que tienen de costumbre que cuando les na-
ce algn hijo, desde a cuatro das que nacen hacen (una fiesta) en la cual le trasqui-
lan, y en aquella trasquila le ofrecen sus deudos, as de padre como de madre, y otros
seores y seoras que a aquella fiesta vienen, grandes joyas de oro y plata; y cada
cual le ofrece segn su posibilidad, y en esta fiesta le ponen un nombre el cual se
nombra mientras es muchacho, y siendo grande y de edad para se ordenar; ordenn-
le con sus ceremonias ya dichas, hordanle las orejas y all le ponen el nombre que ha
de tener; por donde es conocido de qu linaje es si es del Cuzco, y as se hizo esa fiesta
a Atahuallpa (1987: 191).
No se salud con tanto jbilo el nacimiento de Huscar, que tuvo lugar cuatro aos
despus en Muina, pueblo situado a cuatro leguas del Cuzco, seguramente porque
l tuvo por madre a la princesa cuzquea Rahua Ocllo, integrante de la panaka de
Tpac Inca Yupanqui, segn la mayora de cronistas, y de algn modo emparentada
con los Hurin Cuzco, a decir de Betanzos. Como la coya Mama Cusi Rimay no conci-
biese hijo varn, el candidato de esta panaka para la sucesin sera lgicamente
Huscar.
Otro testimonio de la estrecha relacin que existi entre Guayna Cpac y la panaka
de Pachacuti fue el gran festejo que motiv el nacimiento de Cusi Yupanqui, hijo
del prncipe Yamque Yupanqui, a la sazn jefe de esa panaka y segundo en el man-
do del imperio, como ya dijramos, y de la princesa Tocto Coca, a la que algunos
cronistas citaron como madre de Atahuallpa cuando en realidad fue hermana de
aquella. Enterado el Inca del suceso orden que el nio y su madre fuesen encerra-
dos cuatro das sin ver el sol, al cabo de los cuales, acompaado de Yamque Yupanqui
y de todos los principales orejones, se present en la plaza principal para iniciar las
fiestas en su honor, que duraron diez das seguidos, al cual nio en estas fiestas hizo
Guayna Cpac grandes mercedes como a su sobrino; y al ao cumplido de su naci-
miento, llegado el da de su trasquila, Guayna Cpac y los dems seores le hicieron
gran fiesta y le trasquilaron... y levantse Guayna Cpac y fuese para el nio, y to-
mando el cuchillo cortle una vedeja de cabellos con l, y como sto hubiese hecho,
ofrecile all al nio cierta joya de oro e hzole merced que tuviese cargo del dolo de
las batallas, que era cargo que l mismo tena en s, al cual dolo le llaman CCcacha, y
asimismo mand que le llamasen a este muchacho, as all como cuando le hiciesen
orejn, Cusi Yupanqui. El Yupanqui es apellido de Inca Yupanqui, su bisabuelo de este
muchacho; el Cusi dice ventura. Y todo ello quiere decir Ventura Yupanqui; y asimis-
mo hicieron los dems seores y seoras, y dndole y ofrecindole sus dones, y as le
trasquilaron del todo en la manera que ya habis odo y esto hecho fue la fiesta aca-
bada (Betanzos, 1987: 195).
21
Ante tan sabia respuesta enmudecieron por un momento los prejones, para luego
demandar del Inca mayor precisin, sin que ste quisiese hablar ms del tema. Hay
indicios para sospechar que quienes presionaron una respuesta fueron los rivales
de la panaka pachacutina, en el afn de adoptar una poltica acorde con sus inter-
eses. La sutil presentacin de Atahuallpa como posible sucesor bast para que en
secreto empezaran a germinar las conspiraciones. Y fue entonces que se produjo
una alianza entre las panakas Hurin Cuzco y la panaka de Tpac Inca Yupanqui que
era de los Hanan Cuzco. Puso sta como condicin que el candidato al supremo
poder fuese Huscar, lo que aceptaron los Hurin Cuzco a cambio de recuperar sus
posiciones de privilegio. Acto seguido, y siempre en el mayor secreto, los conspira-
dores se encargaron de soliviantar los nimos de las unidades Hurin Cuzco que
integraban en minora el ejrcito imperial. Y no se descarta que ya entonces se
proyectara el motn que aos despus estallara en Tumipampa. Confiado Guayna
Cpac en su podero militar, no advirti el gran peligro que dejaba a retaguardia, y
se aprest para marchar al norte, convocando al prncipe Atahuallpa para que
completara su formacin en los campos de batalla.
CAPITULO VIII
Varios indicios llegan a concluir que los sacerdotes del Sol no fueron ajenos a la
lucha poltica que se dio por la sucesin de Tpac Inca Yupanqui, alinendose con
los rivales del candidato pachacutino. Ello explicara el por qu con la entroniza-
cin de Guayna Cpac perdieron la direccin del clero, ya que en el matrimonio del
nuevo Inca con Cusi Rimay apareci como Sumo Sacerdote Apo Challco Yupanqui,
un Hanan, miembro de la panaka de Viracocha. A los Hurin slo se les permiti el
control del clero solar y no por mucho tiempo pues viviendo an Mama Ocllo y tal
vez con influencia suya, Guayna Cpac procedi a efectuar radicales reformas reli-
giosas. Desconoci al Sol como deidad suprema y asumi en persona la direccin
de su culto, procediendo tambin contra los adoradores de huacas. Y proclam la
existencia de un dios supremo omnipotente, triunfando as oficialmente una con-
cepcin contra la cual haban luchado tenazmente los sacerdotes solares, en salva-
guarda de sus intereses materiales. Porque lo que estuvo en disputa no fue cierta-
mente si uno u otro dios era el ms poderoso; ello encubri la lucha por controlar
las llamadas tierras del Sol, que de este modo pasaron a poder de los Hanan Cuz-
co.
El suceso, cuenta Garcilaso, aconteci durante la celebracin del Inti Raymi: Cuen-
tan los indios que un da de los nueve que la fiesta duraba, con nueva libertad de la
que solan tener de mirar al Sol, que les era prohibido por parecerles desacato, puso
Guayna Cpac los ojos en el Sol o cerca donde el Sol lo permita, y estuvo as algn
espacio de tiempo mirndolo. El sumo sacerdote, que era uno de sus tos y estaba a su
lado, le dijo: Qu haces, Inca, no sabes que no es lcito hacer eso?. El Inca por en-
tonces bajo los ojos, mas desde a poco volvi a alzarlos con la misma libertad y los
puso en el Sol. El Sumo Sacerdote replic diciendo: Mira, solo seor, lo que haces, que
adems de sernos prohibido el mirar con libertad a nuestro padre el Sol, por ser des-
acato, das mal ejemplo a toda tu corte y a todo tu imperio que est cifrado para cele-
brar la veneracin y adoracin que a tu padre deben hacer como a solo y supremo
seor. Guayna Cpac, volvindose al sacerdote, le dijo: Quiero hacerte dos pregun-
tas para responder a lo que me has dicho. Yo soy vuestro seor y seor universal,
habra alguno de vosotros tan atrevido que por su gusto me mandase levantar de mi
asiento y hacer un largo camino? Respondi el sacerdote: Quin habra tan desati-
nado como eso? Replic el Inca: Y habr algn curaca de mis vasallos, por ms rico
y poderoso que fuese, que no me obedeciese si yo le mandase ir con la posta de aqu a
Chile? Dijo el sacerdote: No, Inca, no habra alguno que no lo obedeciese hasta la
muerte todo lo que le mandases. El Inca dijo entonces: Pues yo te digo que este
nuestro padre el Sol debe tener otro mayor seor y ms poderoso, el cual le manda
hacer este camino que cada da hace sin parar; porque si l fuera el supremo seor,
una vez que otra dejara de caminar y descansara por su gusto aunque no tuviese
necesidad alguna (Garcilaso, 1960: II, 346).
Arrogante y soberbio, el clero solar se opuso por ensima vez a esa concepcin, y
no pudindolo tolerar ms, el Inca depuso al Hurin Rupaca, sacerdote mayor del
Sol, autoproclamndose jefe del culto: Guayna Cpac fue a la casa del Sol, y visitla y
tom cuenta a los mayordomos de ella, y provey lo que faltaba y provey a las ma-
maconas de las cosas necesarias. Y quit el mayordomo del Sol al que lo tena y tom-
lo para s y nombrse Pastor del Sol (Sarmiento, 1942: 141). No se detuvo all su
radicalismo pues a continuacin actu contra el clero menor, que en los aos post-
reros de su predecesor cobrara inusitada importancia. Al respecto, Gutirrez de
Santa Clara refiere que Tpac Inca Yupanqui fue el que ense a hablar a los indios
con el demonio, aunque ya de muy atrs lo usaban, y dicen que ste le aadi y per-
feccion en muchas cosas, el cual se les apareca muy terrible y feo de catadura, y as
le pintan ellos. A los templos llam huacas, en donde cada da sacrificaban muchos
nios y esclavos tomados en las guerras... De manera que este Inca fue un gran hechi-
cero y a la continua estaba en los templos hablando con los demonios (1904: III,
438). Guayna Cpac estuvo lejos de creer en los orculos y tras demostrar lo falsos
que eran orden destruir las huacas donde residan. Dice Guaman Poma que este
Inca intent hablar con los dolos y huacas del reino, pero como ninguno de ellos qui-
so responder a sus preguntas, lo hizo romper y destruir; ordenando tambin matar a
sus sacerdotes (1956: I, 84). Respet nicamente a las huacas ms poderosas, re-
presentantes de pueblos importantes cuya adhesin le convena preservar. As,
aade el cronista indio, salvaron de la destruccin los dolos mayores de Pariaccac-
ca, Uancho Uacollo, Paucarcolla, Puquina, Auzavilca, el Sol y la Luna, siendo stos los
nicos que quedaron para ser adorados (Guaman Poma, 1956: I, 84).
Provoc con tales medidas tremenda conmocin en todas las esferas del clero, y
hasta el Sumo Sacerdote no ocult su malestar, solidarizndose con el destituido
sacerdote mayor del Sol. Nada bueno poda esperarse de ese inopinado entendi-
miento entre sacerdotes Hanan y Hurin, y advirtindolo el Inca no vacil en desti-
tuir a Apo Challco Yupanqui, nombrando como nuevo Sumo Sacerdote a Cusi Topa
Yupanqui, un orejn miembro de su linaje. De esa manera, la decadencia Hurin co-
rri paralela al fortalecimiento de la panaka de Pachacuti, porque de sta escogi
Guayna Cpac a los funcionarios que asumieron el control de todos los estamentos
de poder, incluido el religioso. Para los Hurin era el comienzo del fin, ya que se les
despojaba de la ltima preeminencia que les quedaba. Guayna Cpac se convirti
para ellos en mortal enemigo y entendieron que para recuperarse no quedaba sino
maquinar su derrocamiento. Los menospreci el Inca, creyendo que no llegaran a
tanto y march en campaa al norte, dejando el Cuzco bajo gobierno de orejones
pachacutinos. Su prolongada ausencia permitira el resurgimiento del clero tradi-
cionalista, pues tanto Apo Challco Yupanqui como Rupaca recuperaran su rol di-
rectriz. Y todava ms, acogeran en el templo solar a Huscar, hijo menor del Inca,
con la intencin premeditada de convertirlo en caudillo de sus intereses, objetivo
que alcanzaran a la perfeccin.
23
CAPITULO IX
Guayna Cpac quiso desde siempre viajar a Tumipampa, su tierra natal. Pero tuvie-
ron que transcurrir ms de dos dcadas de su gobierno antes de que pudiese cum-
plir ese anhelo. Fue su madre la coya Mama Ocllo quien le rog que no efectuase tal
viaje ni saliese a Chile hasta que ella hubiese muerto; y ello ocurrira varios aos
despus de entronizado Guayna Cpac. Y hubo an de retardarse luego el ansiado
viaje pues debieron efectuarse visitas y expediciones militares a otras regiones del
imperio; de modo tal que recin hacia 1510, cuando Atahuallpa era ya un adoles-
cente, pudo el Inca partir al norte, y no precisamente por realizar su caro deseo
sino para contener las sublevaciones que en esa regin haban estallado. Hasta el
altiplano collavino , donde se hallaba de visita, le llegaron chasquis noticiando que
las guarniciones del norte haban sido aniquiladas por los rebeldes Cayambis, en
torno a los cuales se haban coaligado varias de las naciones que algunos aos atrs
sojuzgara su padre Tpac Inca Yupanqui. Tal conmocin torn entonces imperati-
vo emprender la campaa, y as lo anunci el Inca en Pocona, ordenando un reclu-
tamiento general y extraordinario.
La reconstruccin histrica de los hechos del gobierno de Guayna Cpac basta para
refutar esa tesis. Guayna Cpac asumi el poder hacia 1493 y en slo siete aos -
como quiere la versin que refutamos- fue imposible que realizase todos los
hechos que le consignan las crnicas como efectuados antes de partir al Norte. Po-
demos citar entre ellos, sin contar obras administrativas como la reedificacin del
templo solar en el Cuzco, la campaa contra los Chachapoyas, la visita a Cajamarca,
la campaa del Sur, la expedicin contra Moxos y Chiriguanos, la prolongada per-
manencia en Chile, las luchas contra los Araucanos y la estancia en el Collao. Todo
ello no pudo ser realizado en tan pocos aos como para que en 1502 apareciese
vencedor de los Carangues. Muy ilustrativo ser recordar aqu que slo en la cam-
paa contra los Chachapoyas demor tres aos, inmediatamente despus de la
muerte de su madre y antes de honrarla con una solemne purucaya. Y tambin que
en la preparacin de la jornada al Norte tard algn tiempo, y que se hizo con esta-
cionamientos en Vilcas, Jauja y Cajamarca, mediando una expedicin contra los
Guancachupachos, una segunda campaa contra los Chachapoyas, una entrada a
los Bracamoros e incursiones en la costa Norte. De lo cual se infiere que Guayna
Cpac no pudo partir al Norte antes de 1510, efectuando su entrada en Tumipampa
posiblemente unos tres aos despus, para fijar all una sede principal desde la
cual emprendi sucesivas campaas al Norte, llegando hasta la tierra de los Pastos
con suerte variable y soportando una terca resistencia, que recin doblegara par-
cialmente en sus aos postreros, cuando su prolongada ausencia del Cuzco haba
ya provocado la insurgencia Hurin en su contra.
En tierra de los Carangues y en gran parte de lo que despus se llam regin de
Quito, las tropas de Guayna Cpac arrasaron con pueblos enteros, exterminando a
los rebeldes ms contumaces y esclavizando a muchos prisioneros de guerra. En
algunas partes apenas si quedaron nios, por lo cual se empez a conocer esa re-
gin como tierra de los huambracunas. En consecuencia, tampoco es admisible la
tesis de que el ejrcito de Atahuallpa se conform fundamentalmente con guerre-
ros Carangues y Cayambis. Ello resulta ilgico, si se considera que las represiones
eran recientes y que el odio a los Incas estaba latente en los pueblos as sojuzgados.
De all que a poco de iniciada la guerra civil se pronunciasen a favor de Huscar
varias naciones de esa regin, incluida la de los Caaris, que era la principal, moti-
vando que los generales atahuallpistas realizaran terribles represiones. Por lo de-
ms, Atahuallpa acept la guerra no para gobernar en Quito o Tumipampa sino
para reinar en el Cuzco, su tierra natal. Entonces resulta absolutamente un equvo-
co seguir hablando de pugna entre quiteos y cuzqueos, como tambin sostener
que la guerra enfrent a dos centros de poder, el tradicional cuzqueo y el naciente
tumipampino. Hubo empero un hecho importante que relacion a Atahuallpa con
la tierra Carangue. Construy all un imponente palacio, donde cio la mascaypa-
cha adoptando el nombre de Ccacha Pachacuti Inca Yupanqui (Betanzos, 1987:
221).
Refutaremos finalmente la extendida versin sobre que Huscar fue co-reinante de
Guayna Cpac y que ste lo propuso para sucederle. Los cronistas, que recogieron
el testimonio huascarista, son en esto menos responsables que los modernos histo-
riadores que sostienen, por ejemplo, que Huscar tuvo derecho a la sucesin de
Guayna Cpac por su condicin de hijo legitimado y adelfogmico y porque reuna
condiciones morales y cvicas para el gobierno del Imperio. Respecto a lo primero,
bien sabemos que ambas figuras no funcionaron entre los Incas; y sobre lo segun-
do, no hay base ninguna que permita afirmarlo.
CAPITULO X
Guayna Cpac, que haba tomado para s la direccin del clero, dej a su hermano
Titu Atauchi como su representante religioso en el Cuzco. Y para el gobierno civil,
conforme mencionan varias crnicas, nombr a sus tos Apo Hilaquita y Guaman
Achachi y a sus hermanos Auqui Topa y Sinchi Roca; los dos primeros integrantes
de la panaka de Pachacuti, por ser hijos de este Inca; y el tercero, al igual que Auqui
Toma, hermnno de Guayna Cpac por parte de madre y por lo tanto tambin pa-
chacutino. Esto pone de manifiesto que este linaje qued al frente del gobierno,
afirmacin que aparece clara en Betanzos segn el cual Guayna Cpac dej por sus
gobernadores hasta que l volviese a su primo hermano Yamque Yupanqui y a Hila-
quita su to, hijo menor del Inca Yupanqui y a Topa Inca su hermano (1987: 190).
Otros cuatro personajes son citados por Santilln (Cpac Achachic, Cpac Larico,
Cpac Yochi y Cpac Gualcaya) los que probablemente quedaron como gobernado-
res de los cuatro suyos (1968: 105). Los dos primeros por lo menos, fueron pacha-
cutinos (Cabello Valboa, 1951: 336). Ninguna versin digna de crdito habla de que
Guayna Cpac dejase a Huscar en calidad de co-reinante.
Acompaando al Inca partieron la coya Cusi Rimay, que morira en Quito sin dejar
hijo varn ninguno (Mura, 1962: 80) y Rahua Ocllo, madre de Huscar, posible-
mente la concubina favorita, quien iba embarazada. Para entonces haba ya muerto
Palla Coca, la madre de Atahuallpa (Cabello, 1951: 364). ste, como queda dicho,
form parte de la expedicin, y como hecho anecdtico debe mencionarse que lle-
vaba una oreja rota, a consecuencia de un lance amoroso con cierta doncella. Segn
Betanzos, Atahuallpa era en aquel tiempo de trece aos. Huscar, unos cuatro aos
menor que l, qued en el Cuzco, donde se hara mayor sin relacin con sus padres
concibiendo odio hacia ellos merced a la influencia que sobre l ejercieron los sa-
cerdotes Hurin.
Se avanz despus hasta Cajamarca, con otro largo estacionamiento, pues all se
organiz la campaa contra los sublevados Chachapoyas, que el Inca culmin con
mucho esfuerzo. Hubo muchas muertes y destierro de grupos hostiles hacia los
contornos del Cuzco como esclavos yanaconas. Se entiende as el por qu esta na-
cin mostr tanta animadversin a los Incas, plegndose en masa a los espaoles
dos dcadas ms tarde. Paralela a la campaa militar se dictaba disposiciones ad-
ministrativas, destinadas a implantar la maquinaria de dominacin en las provin-
cias sojuzgadas; en virtud de las mismas, se construan ncleos urbanos, templos,
fortalezas, acllahuasis, caminos, obras de regado, puentes, andenes, colcas, tam-
bos, etc.
El siguiente alto se hizo en Ayabaca, desde donde el Inca emprendi con suerte
adversa una entrada en tierra de los Bracamoros, Pacamoros, Paltas o Jbaros,
quienes presentaron tenaz resistencia utilizando la tctica de tierra arrasada y las
sorpresivas emboscadas. Pero se reanimaron luego las huestes imperiales con pe-
queos triunfos en tierras de los Guambos y los Chirinos. De Ayabaca el Inca
march directamente a Tumipampa, aunque desprendiendo columnas explorado-
ras hacia la costa norte desconocida, las que al parecer llegaron hasta Collique o
Coaque, donde recibieron los primeros informes sobre la presencia de gentes ex-
traas hacia el septentrin. Esto, en referencia a los espaoles que expedicionaban
al Sur de Panam.
Cabe mencionar que a mitad de la jornada, Rahua Ocllo dio a luz una nia a la que
llamaron Chuqui Huipa, quien andando el tiempo y contra su voluntad se conver-
tira en mujer principal de Huscar (Betanzos, 1987: 199).
CAPITULO XI
Auge de Tumipampa
La sola aproximacin del ejrcito imperial aquiet los nimos levantiscos en el nor-
te. Hubo apenas un conato de resistencia por parte de un grupo Caari, que fue
pronto doblegado por la vanguardia incaica. Las naciones rebeldes, fundamental-
mente las situadas al interior de Quito, optaron por un repliegue tctico, a la espera
del momento oprtuno para desatar la guerra de liberacin. Carangues y Cayambis,
cabezas de la oposicin, fueron reuniendo en torno suyo a Quilacos, Quillacincas,
Caaris, Puruaes, Latacungas, Otavalos, Tomavelas, Macas, Tucas, Sicchos y An-
gasmarcas, conformando una alianza contra los Incas. De all que algunos estudio-
sos mencionan la existencia de una gran confederacin quitea (Porras, 1980:
231).
Tropas incaicas que avanzaron por la tierra de los Puruaes la encontraron desola-
da, pues sus pobladores se haban retirado al norte para plegarse a los Cayambis
(Santa Cruz Pachacuti, 1927: 212). Otro tanto hicieron los Caaris, abandonando
las aldeas vecinas a Tumipampa. Por conclusin se sac que esas naciones se hab-
an apercibido y buscado favores de sus vecinos y parientes, para ersistir a quien a
buscarlos viniese (Cieza, 1880: 252). La rebelin generalizada tardara varios aos
en manifestarse, permitiendo a Guayna Cpac instalarse en Tumipampa sin mayo-
res problemas, erigiendo all una sede que pretendi semejar a la lejana capital
cuzquea.
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Tumipampa era la tierra natal de Guayna Cpac y sta fue la razn fundamental
para que pretendiese edificarla a la par que el Cuzco. All se establecera por ms
de diez aos y es lgico que en tan largo tiempo la convirtiese en sede principal.
Pero creemos que han sobredimencionado su importancia los estudiosos que la
consideran como centro de poder, concluyendo en que la guerra de Huscar contra
Atahuallpa enfrent a la capital tradicional cuzquea con la naciente urbe tumi-
pampina.
Como hemos analizado en este trabajo, las causas de la guerra fueron otras, sin que
esto niegue la posibilidad de que surgiesen recelos en el Cuzco ante el auge de la
sede nortea y que en sta se formase una nueva burocracia numricamente cre-
ciente. Lo cierto es que el Inca fij Tumipampa como base de operaciones para in-
tentar la expansin ms al norte; y la fortaleci como una necesidad estratgica
para contener los brotes de rebelda regional.
No era la primera vez que se proyectaba una sede de ese tipo. Ya Tpac Inca Yu-
panqui, algunos aos antes, librando una prolongada campaa en la costa y sopor-
tando tenaz resistencia, orden la construccin de una ciudad a semejanza del
Cuzco, que posiblemente fue la Incahuasi cercana a Caete: Y como la porfa dura-
se... abajando con la nobleza del Cuzco edific otra nueva ciudad, a la cual nombr
Cuzco, como a su principal asiento, y cuentan asimismo que mand que los barrios y
collados tuviesen los nombres propios que tenan los del Cuzco (Cieza, 1945: 206).
Ese nuevo Cuzco, cuenta el mismo cronista, fue luego arrasado, exterminndose a
los defensores de la regin, muchos de los cuales murieron ahorcados razn por la
cual troc su nombre original por el de Guarco, en recuerdo de los que colgaron
(Cieza, 1880: 227).
Varios cronistas mencionaron que Guayna Cpac quiso hacer de Tumipampa otro
Cuzco. No lo negamos, pero s la creencia de que pretendiera convertir esa sede en
nueva capital del imperio. Lo prueba el hecho de que al conocer los afanes sedicio-
sos de los Hurin en el Cuzco decidiese el retorno a la capital para poner orden en el
gobierno. Y tambin el hecho de que Atahuallpa insurgiese no para gobernar en
Tumipampa o Quito, sino en el Cuzco, que siempre reconoci como capital del im-
perio.
Como quiera que fuese, en Tumipampa, tierra frtil de clima benigno, Guayna
Cpac edific una importante sede incaica, con palacios, templos y casas construi-
dos a semejanza de los que haba en el Cuzco, poblndola con mitimaes de nacio-
nes leales a los que reparti tierras y otros dones. Advirtase que los guerreros
marcharon con sus mujeres, dando nacimiento a nuevas familias que se establecie-
ron en Tumipampa, convirtindola as en crisol de nacionalidades. Guayna Cpac,
quiso que Tumipampa fuese igual a la ciudad del Cuzco en lustre y riquezas, y en or-
den a sto mand que se poblase su comarca de todas las naciones que llevaba en su
ejrcito (Cobo, 1956: 209).
Instalado en esa sede tuvo el Inca noticia puntual y detallada de los sucesos de im-
portancia que acontecan en los diferentes confines del imperio: No haba da que
no le vinieran correos, no uno ni pocos sino muchos, del Cuzco, del Collao, de Chile y
de todo el reino (Cieza, 1880: 248). Destac desde all tropas en diversas direccio-
nes, las que sometieron a los ncleos hostiles de los contornos, luchando sobre
todo contra los Caaris. Ello permiti al Inca trasladarse a Quito, donde organiz la
expedicin a la tierra de los Pastos.
Fue entonces que el Inca encarg a Rumi ahui la formacin militar de Atahuallpa,
quien guiado por tan inteligente como valentsimo estratega crecera aprovechado,
al punto que su padre quiso que fuera a conquistar aquella tierra que ahora llama-
mos Popayn (Borregn, 1968: 460). Al cabo, obtuvo el prncipe la simpata general
del ejrcito: Atahuallpa, noble mancebo, muy entendido y avisado, estuvo bienquisto
de todos los soldados y capitanes viejos, porque haba salido de la ciudad del Cuzco
con su padre de tierna edad, y andando grandes tiempos en su ejrcito (Cieza, 1945:
215). Junto con Rumi ahui lo adiestraron Challco Chima y Apo Quisquis, entre
otros grandes capitanes.
CAPITULO XII
Habitaban los Pastos la regin comprendida entre Otavalo y Popayn, de modo que
los tan mentados Carangues formaron parte de esa nacin. Cieza de Len, que re-
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corri sus pueblos hacia 1540, cit el de Atris como su capital y como principales
comarcas camino de Quito las de Funes, Iles, Gualmatn, Ipiales, Guaca, Tuza, Mira,
Carangue y Otavalo (1945: 121). Y una relacin annima de 1573 mencion como
asentamientos Pastos los de Guaytar, Tulcn, Capuis, Carasama, Tuza, Mira, Ca-
rangue y Otavalo (Jimnez de la Espada, 1881: III, 89). Otros sitios importantes
fueron Juananb, Quina, Yascual, Cibundoy, Tucarrasne y Cumbal. Los Incas los
llamaron Quillasinccas, posiblemente porque tuvieron narices deformadas o con
adornos en forma de luna, y tambin Oparunas o gente tonta, nombre que por lo
general aplicaron a todo pueblo hostil (Santa Cruz Pachacuti, 1927: 215). Los Ca-
yambis, mentados tambin con frecuencia, no fueron Pastos, pero formaron con
ellos frrea alianza, para oponerse a los incaicos.
Entre tanto Guayna Cpac haba dejado Tumipampa. Visit primero la tierra de los
Puruaes, pobladores del Chimborazo, de donde sigui por Riobamba, Mocha y La-
tacunga, sin mayor oposicin. Al entrar en Quito tuvo apotesico recibimiento,
pues gracias a los mitimaes leales la zona estaba prcticamente cuzqueizada. All
se detuvo algn tiempo, recibiendo la adhesin plena de los gobernadores regiona-
les.
Decamos que Atris, durante varios das y noches, fue teatro de los festejos incaicos
por una victoria que slo fue engaosa. Ese encanto fue roto de manera sangrienta,
una noche que los Pastos atacaron sorpresivamente; Collas, Lupacas y Contisuyos
fueron prcticamente masacrados, muriendo entre otros el capitn Conti Mollo.
Slo unos pocos lograron escapar, merced a la reaccin de los orejones que a fuer-
za de coraje pudieron romper el cerco. Parece ser que los cuzqueos, ms discipli-
nados que los provincianos, se mantuvieron al margen de los festejos. Como quiera
que fuese, los sobrevivientes tomaron el camino de Quito, abandonando las guarni-
ciones de la ruta que fueron destruidas por los Pastos.
Mientras tanto los Pastos se haban reunido a orillas del ro Carchi, donde se librar-
a batalla. Esforzados guerreros Chucuitos tendieron all un puente, capturando
con gran valenta la margen opuesta, para seguir el ataque frontalmente. Cruzaron
a continuacin los orejones flanqueando a los Pastos, que de esta manera fueron
completamente derrotados. Muchos murieron en combate y otros tantos cayeron
prisioneros, pero un importante sector logr salvarse, huyendo ms all del An-
casmayo. Avanz el Inca hasta este ro, a cuyas orillas erigi un monumento en
honor a sus muertos, ordenando asimismo la colocacin de estacas de oro a mane-
ra de lmites. Toda la regin fue asolada, con destruccin de poblados y matanzas
que muy difcilmente se olvidaran.
Tras ello regres el Inca a Tumipampa, celebrando la victoria durante varios das.
Otro tanto debi realizarse en el Cuzco, pues la noticia fue inmediatamente trans-
mitida, solicitndose la remisin de nuevos contingentes para cubrir las bajas. Du-
rante estas fiestas Guayna Cpac mostr especial consideracin a los jefes de las
unidades provincianas que haban destacado en campaa. Adems de elogiar su
valor los premi con inusuales dones, ppromoviendo cambios sociales muy impor-
tantes. Por slo citar un caso, Apo Cari, jefe guerrero Chucuito de origen popular,
fue promovido a curaca, nombrndosele adems capitn general de todo el ejrcito
del Collao. Se asista a un suceso revolucionario, a la gnesis de un ejrcito de nue-
vo tipo, en el que se promova a los comandos no en atencin al origen sino a las
virtudes guerreras. Ello provoc la cerrad oposicin del sector ms tradicionalista
del ejrcito, la minora Hurin, que marginada de la campaa tom el hecho como
pretexto para maquinar un motn, sin que el Inca lo advirtiese. Los militares
Hanan, por su parte, no objetaron en cambio la estima del Inca por el valor de los
guerreros populares, que habra de convertirse en una constante.
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CAPITULO XIII
Algn tiempo despus estall la rebelin al Norte de Quito. La liga opositora fue
encabezada por Cayambis y Carangues, en torno a los cuales se alinearon los seo-
res de Otavalo, Cochesqui, Pifo y otros de menor importancia. Fueron aniquiladas
las guarniciones que el Inca dejara en Carangue, Atuntaqui, Cotacachi, Otavalo y
Cayambe, quedando peligrosamente aisladas las de ms al Norte, que por ser nu-
merosas y tener mejor arsenal lograron resistir. Reuni el Inca su consejo de gue-
rra en Tumipampa y se acord que saliera personalmente en campaa, reinstalan-
do su cuartel general en Quito. Partieron embajadas hacia los rebeldes en procura
de un avenimiento, pero nada se logr en ese sentido.
Todo parece indicar que para este tiempo los Hurin, descontentos con el Inca, hab-
an decidido traicionarlo. Lo evidente es que entraron al combate con tanto desga-
no que no slo fueron rechazados, sino que huyeron en desorden. Lo advirti el
Inca y sali a contener el desbande, pero cuando se esforzaba en esto fue derribado
de sus andas por los mismos que fugaban, quedando a merced de los Cayambes
que venan en persecucin. All hubiese sido arrollado de no ser por la oportuna
intervencin de sus leales pachacutinos, quienes levantndolo a tiempo lo conduje-
ron a lugar seguro, mientras se declaraba la derrota en todos los frentes, al propa-
larse la noticia de que el Inca haba sido derribado.
Ocurri el percance estando los Hanan y los Collas batallando en otros frentes, y
muriera all el Inca si no llegaran los de su guarda que eran mil hombres, y sus capi-
tanes Cusi Topa Yupanqui y Guayna Achachi (Sarmiento, 1942: 145). El dato fue
repetido por Cobo (1956: 211), en tanto que Cabello Valboa cit como tercer pro-
videncial salvador al capitn Zapan, posiblemente jefe de los Quiquijana (1951:
370). Los pachacutinos hicieron all prodigios de valor, reorganizando el ejrcito
imperial y rechazando la acometida de los Cayambis. Estos optaron entonces por
encerrarse en su fortaleza, donde celebraron su efmera victoria al son de cnticos
guerreros (Cieza, 1880: 256).
De acuerdo con esta reconstruccin histrica, cabe impugnar la versin sobre que
el desacato se dio porque el Inca descuid el vnculo de reciprocidad con orejones
recin llegados del Cuzco, suposicin que no es vlida porque interpreta el hecho
fuera de contexto.
Michi Naca Mayta, nombrado tambin Guaca Mayta Michi, que como sabemos era
comandante de los Hurin, figur como cabecilla del motn. Convenci a los suyos
aduciendo que el Inca los tena en menos, sin considerarles el derecho de nobleza,
y en Tumipampa soliviant el nimo de las tropas provincianas que estaban de
guarnicin , argumentando que el Inca pensaba quedarse a gobernar en el Norte y
que por tanto nunca volveran a sus querencias.
Con gran atrevimiento Michi puso en prisin a los mensajeros que en afn concilia-
torio le envi Guayna Cpac, y tampoco vari su decisin cuando ste se hizo pre-
sente en Tumipampa. Si el Inca no procedi contra los Hurin por la fuerza, fue se-
guramente porque los Hanan que le acompaaban estaban en inferioridad numri-
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ca. Dej as que Michi Naca sacara del templo la imagen del dios Sol y al verlo to-
mar el camino decidi enfrentarlo, increpndole su deslealtad. No se amilan por
ello el jefe de los Hurin, replicando que se iba al Cuzco porque ya no era de prove-
cho en Tumipampa. Dice la crnica que incluso apart con una mano al Inca, para
seguir su camino. Y cabe pensar que Guayna Cpac tolerara tal desacato viendo a
Michi protegido por la suprema deidad oficial. Adems, tena el amotinado notoria
superioridad numrica, lograda con la adhesin de varias unidades provincianas.
Pero cuando la situacin pareca irreversible, concibi Guayna Cpac una luminosa
idea, cual fue la de enfrentar dioses contra dioses. Orden a toda prisa sacar del
templo a todos los dolos provincianos y a la diosa Tumipampa Pachamama, que de
inmediato salieron a contener la desercin. Hablaron los dioses por boca de sus
sacerdotes y sacerdotisas, quejndose que se les dejara desamparados a merced
del enemigo. Vacilaron entonces las tropas provincianas y cedieron finalmente al
ruego de sus dioses, regresando a Tumipampa. La situacin vari as radicalmente
y Michi, vindose en desventaja, amengu su soberbia aceptando entrevistarse con
el Inca en el templo de Mullocancha.
CAPITULO XIV
Yahuarcocha
Quien march al frente fue Auqui Toma, encabezando selectas tropas Hanan y uni-
dades provincianas. Partieron tambin otros destacados lderes pachacutinos hacia
los distintos puestos de frontera, con la misin de sumar fuerzas para someter a los
rebeldes. Dur largo tiempo el sitio de Carangue, sostenindose numerosos comba-
tes con crecientes bajas para los atacantes. Uno tras otro envi Auqui Toma a los
contingentes provincianos, y viendo indomable la resistencia decidi arriesgarlo
todo, encabezando personalmente el asalto, a la cabeza de sus Hanan. La victoria
pareci sonreirle cuando los orejones que conduca lograron capturar cuatro de las
cinco cercas que rodeaban la fortaleza. Hubo all tal mortandad que los montones
de cadveres se usaron como parapetos, consumiendo los orejones casi todas sus
armas que quedaron clavadas en los cuerpos de sus enemigos.
Se lleg as a la lucha cuerpo a cuerpo, con los rebeldes siempre en retirada. Mas de
pronto, vacilaron las tropas imperiales, y luego retrocedieron en desordenada fuga.
Ninguna orden de retirada fue impartida; bast para ello que se propagase por to-
do el campo una infausta nueva: Auqui Toma haba cado muerto.
Los cronistas de esta guerra ensalzaron de forma unnime el valor de ese prncipe
cuzqueo que hall tan trgico final. Sarmiento anotara que Auqui Toma combati
la fortaleza, gan cuatro lienzos, y al postrero muro, que tena cinco, al entrar mata-
ron los Cayambis a Auqui Toma, capitn de los Cuzcos, que haba peleado muy va-
lientemente (1942: 145). Y Cabello agregara que lo mat una gruesa piedra que de
lo alto arrojaron (1951: 377).
A su paso por Quito el Inca reforz su ejrcito con tropas llegadas de las guarnicio-
nes del Norte; y orden estacionamiento en Otavalo para celebrar consejo de gue-
rra. Decidi ste un ataque envolvente sobre la base de una estratagema. Michi con
la tropa de orejones, marchara por el lado oriental de la fortaleza, a una distancia
tal que burlase a los vigas del enemigo, situndose a unas cuantas leguas adelante
a la espera de una orden para contramarchar. Por el flanco occidental avanzaran
las tropas del Chinchaysuyo, pasando cinco jornadas adelante de la fortaleza, pero
dejndose ver por el enemigo para hacerle creer que marchaba a otra provincia.
Luego Guayna Cpac emprendera avance frontal con el resto del ejrcito, sacrifi-
cando su vanguardia para fingir una retirada. En un momento dado contraatacara
al tiempo que los otros dos tercios copaban al enemigo por retaguardia.
Mientras tanto, en la fortaleza el mando haba sido asumido por Canto y Pinto,
llderes Cayambis. Informados por sus vigas del despliegue incaico creyeron que
en realidad marchaban divididos al interior, tal vez para contener otros alzamien-
tos. Por ello mostraron mucho nimo viendo situarse frente a la fortaleza slo a las
tropas que el Inca conduca personalmente. Les pareci que exista equilibrio
numrico de fuerzas, pero con superioridad para ellos pues estaban en mejor te-
rreno.
Aprovech el Inca la confusin de los rebeldes y carg sobre ellos, cerrndoles to-
da posibilidad de escapatoria. En medio de una espantosa carnicera, stos fueron
retrocediendo hacia una vecina laguna, donde pensaban resistir hasta el ltimo
aliento. Cuenta Sarmiento que avanzaron los incaicos quemando, asolando y destru-
yendo, que no dejaban cosa en pie con tanta rabia que hacan temblar la tierra
(1943: 146).
Slo el valentsimo Pinto, con cerca de mil Cayambis y Caaris, logr romper una
noche el cerco incaico, huyendo a la montaa aunque siempre perseguido. Los de-
ms, en crecido nmero, fueron arrinconados en los juncales y totorales de la lagu-
na, ubicada entre el ro Mira y la fortaleza de Carangue (Cieza, 1945: 123).
Dice Sarmiento que all los rebeldes quisieron ms morir peleando que atados como
mujeres, y por esto se rehicieron y empezaron otra vez a pelear, visto lo cual por
Guayna Cpac mandlos matar a todos. Y as en aquella laguna y cinaga hicieron
los de Guayna Cpac, el cual peleaba por su persona animosamente, tal estrago y
matanza, que la laguna se ti toda, en la sangre de los Cayambis muertos (1942:
147). Santa Cruz Pachacuti anotara por su parte: all cercronles e hicieron gran
matanza de ellos, asolndoles de todo punto, en donde hubo gran derramamiento de
sangre y muertes, y all lavaron las armas la gente de guerra (1927: 215).
Borregn dio otros detalles: junto a la laguna se dio una batalla, que dicen fue la
cosa ms reida que entre indios se vio, y como Guayna Cpac traa a la gente ms
diestra en guerra y con mejores armas, mataron tanta cantidad de los otros que con
la sangre de los muertos se torn la laguna de aquel color... y llamaron aquella lagu-
na Yahuarcocha, que quiere decir en nuestra lengua laguna de sangre (1968: 468).
Cieza dio la cifra de los rebeldes inmolados: Guayna Cpac mand matar ms de
veinte mil hombres y echarlos en esta laguna (1922: 125), y tan enojado estaba de
ellos, que de enojo, porque se pusieron en arma y porque queran defender su tierra
sin reconocer sucesin, mand a todos los suyos que buscasen todos los ms que pu-
diesen ser habidos; y con gran diligencia los buscaron y prendieron a todos, que pocos
se pudieron de ellos escabullir; y junto a la laguna que all estaba, en su presencia
mand que los degollasen y echasen dentro; y tanta fue la sangre de los muchos que
mataron, que el agua perdi su color, y no se vea otra cosa que espesura de sangre...
y a la laguna le qued por nombre el que hoy tiene, que es Yahuarcocha, que quiere
decir lago de sangre...(1880: 257).
Mura refrend todo lo dicho: all se hizo una cruel matanza de Cayambis y fue tan-
ta la sangre que se derram que el agua se torn colorada, y desde entonces le qued
a la laguna por nombre Yahuarcocha, que quiere decir laguna de sangre (1962: 97).
Algo similar mencion Cabello Valboa: hallando en las malezas y espesuras de sus
orillas los mataban a todos, y fue tal el estrago y tanta la copia de sangre que all se
verti, que se vio la laguna y el agua de ella vuelta en color de sangre... con tales tor-
bellinos qued la laguna con nuevo color y nombre y fue llamada Yahuarcocha, que
quiere decir laguna de sangre (1951: 382). Y tambin Cobo: Cerclos por todas partes
la gente del Inca, y embistiendo en ellos con extraordinario furor, hicieron una cruel
matanza, porque apenas se escap hombre. Mand el Inca que como los fuesen dego-
llando sin piedad, echando sus cuerpos en la laguna, cuyas aguas quedaron de esta
manera tan teidas de sangre, que se dio a la laguna el nombre que hoy tiene de
Yahuarcocha, que significa laguna de sangre (1956: 213).
Guayna Cpac, terrible vengador, cerc la laguna sin dar cuartel al enemigo. Acudi
sin duda a su mente el recuerdo del valiente Auqui Toma, cuando dict la orden de
acuchillar sin piedad a todos los vencidos. En medio de la ms indescriptible de-
sesperacin hubo rebeldes que intentaron refugiarse en lo alto de los sauces que
crecan junto a la laguna, pero de all fueron derribados a flechazos. Otros, que has-
ta el final se mostraron altivos, como el mentado jefe Canto, fueron muertos a pe-
dradas.
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corporada a sus dominios, Guayna Cpac inici el regreso a Tumipampa, reforzan-
do la guarnicin de frontera que permaneci en Rumichaca. De Otavalo al Norte no
quedaron enemigos, nicamente nios. Al verlos en su trnsito, cuentan que los
reuni Guayna Cpac para decirles: Ccampa mana pucula, tucuy huambracunas, lo
que podra traducirse as: Vosotros no me haris la guerra, porque sois todos mu-
chachos ahora (Cieza, 1880: 257). Desde entonces la regin fue conocida como tie-
rra de los huambracunas.
CAPITULO XV
Desde Quito bajo a la costa, para salir a la tierra de los Mantas, de donde avanz al
Norte hasta llegar a Coaque. Fue muy dura esa campaa: se avanz por territorios
de variada geografa, padecindose escasez de agua y vveres. No se hall pobla-
cin alguna de importancia, slo aldeas de gentes sencillas, que se escondan al
paso del Inca, mostrndose slo en los pasos difciles para lanzar sorpresivos ata-
ques.. Hubo vez en que desfallecientes de hambre y sed, los incaicos estuvieron a
punto de ser aniquilados, salvndose slo merced al invariable nimo y coraje del
Inca.
En consecuencia, no se consolid dominio en la zona comprendida entre Coaque y
Caraquez, de modo que Mantas y Manabes se mantuvieron independientes. Hubo
apenas uno que otro acercamiento con dbiles reyezuelos locales, que ofrecieron
frgiles promesas de adhesin. Por ello, no se establecieron en la regin ni guarni-
ciones ni mitimaes.
Desde la tierra de los Huancavilcas envi el Inca una embajada a la vecina isla de
Pun, demandando pleitesa del curaca Tumbal, que all seoreaba. Pese a estar
informado del podero incaico, el jefe isleo decidi presentar resistencia, para lo
cual ide una estratagema. Envi una comitiva ante el Inca invitndolo a visitar la
isla, al tiempo que preparaba la celada. Sin la menor sospecha, Guayna Cpac pas
a Pun, donde Tumbal lo recibi esplndidamente, convencindole de expedicio-
nar sobre Tumbes, para cuyo trnsito ofreci su flota de balsas. Tras dictar dispo-
siciones incorporando la isla a su dominio, el Inca regres a los Huancavilcas, a
efecto de disponer el traslado de sus tropas conforme lo acordado con Tumbal.
La traicin vino a producirse con los incaicos de vanguardia en plena travesa. Ca-
yeron los isleos sobre ellos causando gran mortandad, mas pese a la sorpresa no
pudieron aniquilarlos por completo, ya que lograron salvarse algunos que volvie-
ron a los Huancavilcas con la infausta nueva. Fracas as el plan que consista en
destruir esa vanguardia sin dejar sobrevivientes, para luego hacer lo propio con los
siguientes embarques.
La reaccin del Inca fue inmediata. Proclam la guerra de exterminio contra los
isleos y a la cabeza de dos mil orejones pas a Pun, a bordo de una flota de bal-
sas que fabricaron los Huancavilcas. Muy tarde se arrepinti Tumbal de haber
hecho traicin y al intentar contener el arrollador avance cuzqueo perdi a la ma-
yor parte de sus guerreros. El pueblo principal y las aldeas vecinas fueron arrasa-
dos a sangre y fuego, tomndose muchos prisioneros. Al igual que Yahuarcocha,
Pun fue teatro de grandes castigos: Fueron muertos con diferentes especies de
muertes millares de indios, y empalados y ahogados no pocos (Cieza, 1922: 189).
Entre los sacrificados figur Tumbal, con todos sus principales seguidores. Empe-
ro, entendi el Inca que no era conveniente despoblar la isla y perdon a algunos,
entre ellos al hijo de Tumbal, de igual nombre, a quien reconoci como nuevo cu-
raca, luego de que ste aceptara incondicionalmente la dominacin; y dejando all
gobernadores cuzqueos y mitimaes leales, el Inca volvi a los Huancavilcas, don-
de acantonaba el grueso de su ejrcito.
Algunas crnicas mencionan que Guayna Cpac pas a Tumbes, visitando toda la
costa hasta Pachacmac. Creemos que en esa direccin marcharon slo embajado-
res suyos, con suficiente apoyo militar, porque surgieron conatos de rebelda en
tierra de los Chimes.
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CAPITULO XVI
No resulta aventurado suponer que esa rara pestilencia fuese ms bien un golpe
de estado, pues slo as podra comprenderse que muriesen nicamente los ms
connotados miembros de la panaka de Pachacuti. Yamque Yupanqui, jefe de la
misma, debi figurar tambin entre las vctimas, pues las crnicas no volvieron a
citarlo. De haber sido as, lo sucedera Cusi Yupanqui, quien en tan adversa coyun-
tura debi actuar con tiento para no caer en desgracia.
Todo indica que por ese tiempo, aprovechando la prolongada ausencia del Inca, se
haban fortalecido los Hurin en el Cuzco, conspirando con entera libertad. Todo les
pareci vlido a los Hurin en la lucha por el poder, ya que se aliaron con los Hanan
de la panaka de Tpac Inca Yupanqui, que postulaba a Huscar para la sucesin.
Posiblemente participaron de esta alianza otros Hanan descontentos con el Inca,
como fue el caso de Apo Challco Yupanqui, integrante de la panaka de Viracocha,
quien con apoyo Hurin recuper su puesto de Sumo Sacerdote, despojando del
cargo a Titu Atauchi que quedara en representacin de Guayna Cpac. Los Hurin
recuperaron por su parte el control del clero solar, reapareciendo Rupaca, diri-
gindolo. Los pachacutinos, cuyos principales representantes acompaaban al Inca
en el Norte, no pudieron contener ese transtorno, optando por una aparente neu-
tralidad para evitar ser aniquilados. Es muy posible que en secreto trasmitiesen
informes al Inca ponindolo al corriente de los avances sediciosos en la capital,
ante lo cual Guayna Cpac decidi el retorno inmediato poniendo su pensamiento en
la orden que se haba de tener para la creacin de un nuevo gobierno (Cabello Val-
boa, 1951: 393).
Segn casi todas las crnicas, el Inca muri vctima de una peste de viruela o sa-
rampin, que propagada por los espaoles desde las comarcas de Chochama y Bir
aniquil a muchos nativos, no inmunizados contra esos males. Sin negar la existen-
cia de esa peste, nos permitimos dudar de que Guayna Cpac muriese a consecuen-
cia de ella, planteando ms bien la probabilidad de que fuese vctima de un asesi-
nato poltico. Los Hurin que lo acompaaban habran considerado su regreso al
Cuzco como un peligro mortal para el proyecto sedicioso all iniciado, en razn de
lo cual consumaran el regicidio, tan comn por lo dems en la historia poltica in-
caica.
Decamos que la agona del Inca fue prolongada, con momentos alternados de luci-
dez y desvaro en medio de la presin y pugna de los orejones porque definiese la
sucesin. En esa coyuntura se evidenci claramente la irreconciliable lucha entre
los Hurin y los Hanan, con el agravante de que una panaka Hanan, la de Tpac Inca
Yupanqui, hizo causa comn con los Hurin. Jefes de esa panaka en el norte eran
Xauxi Huallpa y Amurimanchi, hermanos de Rahua Occllo, madre de Huscar y al
parecer favorita del Inca desde la muerte de la coya. Se entiende as que ambicio-
nando tener en el poder a un pariente, hiciesen traicin a los Hanan, que desde
siempre haban apoyado la candidatura de Atahuallpa. Todo parece sealar que los
rebeldes del Norte actuaron siguiendo rdenes puntualmente transmitidas desde
el Cuzco.
Rodearon al moribundo Inca tanto sus viejos partidarios como sus ms conspcuos
opositores, en tanto que los jvenes comandos del ejrcito, recientemente promo-
vidos, hicieron compaa a Atahuallpa, quien se mantuvo totalmente al margen de
las juntas que discutan la sucesin. Es bastante probable que abrigase confianza
en su eleccin, por varias razones. En primer lugar estaba su calidad de prncipe
pachacutino, como lo haban sido todos los emperadores del Tahuantinsuyo,
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hegemona que Guayna Cpac tuvo en mente preservar; y luego su fama de valiente
guerrero, ganada en las campaas del Norte, con lo cual logr el aprecio y la ad-
hesin de los comandos del ejrcito, grupo de poder por excelencia. De los candi-
datos a la sucesin era incontestablemente el ms apto, pero esta vez concurran
circunstancias anormales que ponan en peligro su aspiracin.
El hecho de que Guayna Cpac, al ser requerido para proponer sucesor, menciona-
se a Ninan Cuyochi, un hijo suyo nacido slo un mes antes, habla a las claras de su
perturbacin, pues de otro modo no se explica que un estadista de sus cualidades
azuzase la lucha por el poder con tan desatinada eleccin. Lo cierto es que el nio
apareci muerto, tal vez envenenado, quedando sin efecto la infortunada propues-
ta.
Pero debi tener mayores momentos de lucidez, si se considera que en tan difcil
trance nombr como nico regente del imperio a Colla Topa, prominente Hanan
que haba sucedido a Auqui Toma como comandante general del ejrcito (Herrera,
1945: 282). Similarmente acertado estuvo al despojarse de su calidad de Sumo
Sacerdote, nombrado para el cargo al Hanan pachacutino Cusi Topa Yupanqui, uno
de sus salvadores cuando el atentado de Carangue. Y seguramente a sugerencia de
ambos fue que slo unas horas despus de la malhadada mencin a Ninan Cuyochi,
convoc a todos los orejones para anunciarles solemnemente que el escogido para
la sucesin era Atahuallpa.
Debi contar ello con la aprobacin mayoritaria, ya que los seores fueron al apo-
sento de Atahuallpa al cual dijeron que era seor y reverencindole como a tal (Be-
tanzos, 1987: 200). Pero increblemente Atahuallpa rechaz el nombramiento. Es
posible que lo hiciera significando que su padre an viva y que no poda descar-
tarse su recuperacin. Lo cierto es que no acept el tratamiento de Inca y ello fue
suficiente para que los Hurin propusieran entonces la candidatura de Huscar, con
tanta insistencia que el Inca solicit el parecer del Sumo Sacerdote. Las crnicas
hablan de que se hizo la callpa por Huscar, resultando adversa. Debemos enten-
der esto como una negativa rotunda de los Hanan, a quienes el Sumo Sacerdote
habra consultado el caso. De cualquier forma, retornaba Cusi Topa Yupanqui ante
el Inca con la respuesta cuando lo encontr muerto.
Se reuni entonces el consejo de los principales orejones, presidido por Colla Topa,
en su condicin de regente y por Cusi Topa Yupanqui, Sumo Sacerdote, concu-
rriendo Illa Tunqui, Atau Rimachi, Huachao Topa Yupanqui y tres o cuatro capita-
nes que figuraron como testamentarios de Guayna Cpac, entre los cuales debe
considerarse tambin a los Quipucamayos. Este consejo acord ocultar la muerte
del Inca hasta que se definiese la sucesin a fin de evitar las novedades y alteracio-
nes que solan acudir a tales coyunturas (Cabello Valboa, 1951: 394). Acord asi-
mismo trasladarse al Cuzco acompaando la momia del Inca, pues la eleccin del
sucesor deba realizarse en la capital. Y design al cuzqueo Auqui Hualtopa como
gobernador principal en el norte, con sede en Quito. Pero este acuerdo no fue res-
petado o ni por los Hurin ni por los miembros de la panaka de Tpac Inca Yupan-
qui, que remitieron chasquis al Cuzco con la falsa noticia de que Guayna Cpac, al
momento de expirar, haba designado a Huscar para sucederle. Exigieron la oficia-
lizacin inmediata del nombramiento y hasta escogieron para esposa principal de
Huscar a su hermana Chuqui Huipa, hija tambin de Rahua Ocllo, quien apoy
decididamente el proyecto. Advirtase el afn de los rebeldes por copar el poder: la
pareja Huscar- Chuqui Huipa, de la panaka de Tpac Inca Yupanqui, pretendiendo
desplazar a la pareja Atahuallpa-Cusi Rimay, de la panaka de Pachacuti.
Pero aunque presionado por Colla Topa, Apo Quisquis, Challco Chima, Rumi ahui,
Aclla Huallpa y Zopezopahua, vale decir, por todos los principales jefes del ejrcito,
Atahuallpa no acept esa proclamacin, prefiriendo esperar lo que decidiese el
consejo de orejones que se reunira en el Cuzco. Crey, tal vez, que la sola presen-
cia de los veteranos pachacutinos acallara toda oposicin en la capital. Mas, en
previsin de cualquier contingencia, decidi no moverse de Quito, quedndose con
l los fieles pachacutinos: cien seores de la ciudad del Cuzco, deudos suyos todos
(Betanzos, 1987: 201). Qudose tambin con el grueso del ejrcito, pues para pro-
teccin de la comitiva que conducira la momia de Guayna Cpac se designaron
slo escogidas tropas. Pero Colla Topa decidi marchar al Cuzco, para defender all
los derechos de Atahuallpa, acompandolo otros varios jefes Hanan.
Por esos mismos das llegaron a Quito emisarios tumbesinos informando sobre la
presencia de gentes extraas en la costa. Contaron que apareci sorpresivamente
en el mar un gran navo, del cual bajaron a tierra hombres de rara apariencia, va-
rios blancos, barbados, con extravagante atavo, y uno negro, casi desnudo,
hablando una lengua desconocida y realizando prodigios con armas nunca antes
vistas. Dijeron que los recibieron de paz y que luego ellos se volvieron a la mar en
el gran navo, desapareciendo tan sorpresivamente como haban aparecido. Lo que
despert la curiosidad de Atahuallpa fue saber que algunos de esos extraos visi-
tantes se haban quedado en Tumbes. En un principio se les crey enviados de los
dioses, pero luego los conocieron como simples hombres, con mayores defectos
que virtudes, porque fueron acusados de haraganes, ladrones, irreverentes y lasci-
vos. Consultado Atahuallpa sobre qu se hara con ellos, respondi que los sacrifi-
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casen al dios Pachacmac. As, ninguno de los temerarios espaoles -que tales
eran- qued con vida; y no se habl ms del asunto, porque el inters supremo en
esos das guiaba el pensamiento al Cuzco, donde se decidira la suerte del imperio.
EPILOGO
Con qu fuerzas militares contaba Huscar para pretender alzarse como Spac
Inca del Tahuantinsuyo? Es una interrogante digna de una investigacin profunda,
pues los datos suministrados por las crnicas, an siendo pocos al respecto, dan
pie para esbozar una nueva hiptesis, sobre que Huscar habra buscado una
alianza tambin con algunos seores regionales, adems de su ya citada ligazn
con la panaka de Tpac Inca Yupanqui y con las panakas de los Hurin Cuzco. El
hecho demostrable de que congreg el apoyo de Chachapoyas y Caaris, dos de las
naciones ms belicosas del imperio, abre cauce para estudiar ms a fondo este as-
pecto de la confrontacin por el poder. Porque de no haber ocurrido as, aceptare-
mos que el alzamiento de Huscar fue desde todo punto desesperado, al extremo
de creer que con un ejrcito improvisado estara en posibilidades de triunfar sobre
el ejrcito profesional que cerr filas en torno a Atahuallpa.
Como quiera que fuese, apenas llegada al Cuzco la noticia sobre la muerte de Guay-
na Cpac, los sacerdotes del Sol Apo Challco Yupanqui y Rupaca decidieron la en-
tronizacin de Huscar. En l vieron la reivindicacin, desde que Guayna Cpac los
depusiera de la jefatura del clero, que recuperaron por la fuerza. Rol protagnico
en ese encumbramiento tuvieron asimismo orejones de la panaka de Tpac Inca
Yupanqui, que apresuradamente marcharon de Tumipampa al Cuzco acompaan-
do la momia del difunto Inca, lo que tambin hicieron Rahua Occllo y Chuqui Huipa,
madre y hermana de Huscar respectivamente, las ms prominentes princesas de
la panaka de Tpac Inca Yupanqui. Y figuraron notoriamente en el alzamiento los
orejones de las panakas Hurin Cuzco, lo que se infiere del hecho que Huscar inau-
gur su efmero gobierno renunciando a su linaje Hanan Cuzco y ordenando que de
all en adelante se le considerase Hurin Cuzco.
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